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Erase una vez un muchacho gallego que se trasladó a vivir a Sevilla y empezó a trabajar en

una tienda de comestibles. El gallego, que adoraba su tierra, se hizo amigo de un gitano
sevillano con el que salía siempre a pasear.
Al gallego le gustaba presumir de las cosas buenas de su tierra;  lo frondoso de los bosques
de Galicia, sus prados verdes donde pastaban hermosos becerros y vacas, la leche tan rica
que sacaban de los animales, así como otras muchas hortalizas y frutas que se cultivaban
allí. Para él en Andalucía las tierras eran muy áridas, las llanuras estériles, sombríos los
olivares y viñedos y había escasa hierba para alimentar a los animales. El gitano cuando se
ponía a menospreciar la tierra Andaluza lo ignoraba.
Un buen día, cuando el galleguito empezó su retahíla de magnificar Galicia y hablar
ruinmente de Andalucía, hizo mención a una col que había plantado su padre en su huerto.
La col alcanzaba dimensiones desorbitadas. El gitano admiró la importancia de la col
gallega y le confesó al gallego: “Amigo tienes razón, el suelo andaluz es menos fértil que el
gallego en cuanto a coles”. “Por eso, si los andaluces siguieran mi consejo dejarían de
trabajar la agricultura y se dedicarían a explotar la industria que tiene una tendencia alcista.
Por ponerte un ejemplo; en Málaga estuve hace poco tiempo en una ferretería y vi una
caldera que estaban fabricando y me sorprendió, porque su tamaño era descomunal. Yo no
había visto antes nada igual. Y en un lado de la caldera, había un grupo de hombres dando
martillazos. Los que estaban en el lado opuesto no escuchaban nada.
El gallego sorprendido preguntó: “¿Pero qué sentido tiene hacer una caldera tan grande?”
Y el gitano le respondió: “Amigo, ¿cómo vas a cocer si no la col que tu padre ha criado en
el huerto?”

Victoria se pone un vestido azul. El cielo se nubla y comienza a hacer frío.


Victoria corre a su pieza y se cambia de ropa.

Había una vez una niña que no quería comer frutas.


Su papá le decía: “hija, debes comer manzanas y naranjas, tienen muchas vitaminas.
La fruta te hace bien.”
¡Un día la niña probó una manzana y le gusto! Ella dijo: “¡las manzanas son dulces y
jugosas!”

¿La niña no quería comer carne?


¿Su papá le decía: “hija, debes comer manzanas y naranjas”?
¿Un día la niña probó un plátano?
¿La niña dijo que las manzanas son saladas?

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