Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
una tienda de comestibles. El gallego, que adoraba su tierra, se hizo amigo de un gitano
sevillano con el que salía siempre a pasear.
Al gallego le gustaba presumir de las cosas buenas de su tierra; lo frondoso de los bosques
de Galicia, sus prados verdes donde pastaban hermosos becerros y vacas, la leche tan rica
que sacaban de los animales, así como otras muchas hortalizas y frutas que se cultivaban
allí. Para él en Andalucía las tierras eran muy áridas, las llanuras estériles, sombríos los
olivares y viñedos y había escasa hierba para alimentar a los animales. El gitano cuando se
ponía a menospreciar la tierra Andaluza lo ignoraba.
Un buen día, cuando el galleguito empezó su retahíla de magnificar Galicia y hablar
ruinmente de Andalucía, hizo mención a una col que había plantado su padre en su huerto.
La col alcanzaba dimensiones desorbitadas. El gitano admiró la importancia de la col
gallega y le confesó al gallego: “Amigo tienes razón, el suelo andaluz es menos fértil que el
gallego en cuanto a coles”. “Por eso, si los andaluces siguieran mi consejo dejarían de
trabajar la agricultura y se dedicarían a explotar la industria que tiene una tendencia alcista.
Por ponerte un ejemplo; en Málaga estuve hace poco tiempo en una ferretería y vi una
caldera que estaban fabricando y me sorprendió, porque su tamaño era descomunal. Yo no
había visto antes nada igual. Y en un lado de la caldera, había un grupo de hombres dando
martillazos. Los que estaban en el lado opuesto no escuchaban nada.
El gallego sorprendido preguntó: “¿Pero qué sentido tiene hacer una caldera tan grande?”
Y el gitano le respondió: “Amigo, ¿cómo vas a cocer si no la col que tu padre ha criado en
el huerto?”