Está en la página 1de 101

TRATADO

DE HERMENÉUTICA
ANALOGICA
HACIA UN NUEVO MODELO
DE INTERPRETACIÖN

Mauricio Beuchot

Segunda edici6n

ITACA
TRATADO DE HERMENÉUTICA ANALOGICA
HACIA UN NUEVO MODELO DE INTERPRETACIÖN fNDICE
Segunda edici6n.

Primera edici6n, 1997.

fNDICE

PROEMIO A LA SEGUNDA EDICIÖN

1. INTRODUCC16N 11

CONSTITUC16N Y MÉTODO
11.

DE LA HERMENÉUTICA EN sf MISMA............................. 15

111. LOS MÅRGENES DE LA INTERPRETAC16N•. HACIA


UN MODELO ANAL6GICO DE LA HERMENÉUTICA 37

lv. TRADIC1åN E INNOVACIÖN EN HERMENÉUTICA....... 63


Portada: Efrain Herrera.
V.LA ARGUMENTACIÖN EN LA HERMENÉUTICA:
D.R. 0 2000 Facultad de Filosofia y Letras EL PARADIGMA DE PERELMAN 79
de la Universidad Nacional Aut6noma de México
VI. ONTOLOGfA Y HERMENÉUTICA ANALÖGICAS 95

D.R. 0 2000 Editorial Itaca VII.DEPENDENCIA, AUTONOMfA Y SIMULTANEIDAD


DE LA HERMENÉUTICA, LA METAFfSICA Y LA ÉTICA 121 ...

ISBN 968-36-8362-2
VIII. HERMENÉUTICA Y FILOLOGfA CLÅSICA.. .133

Facultad de Filosofia y Letras, LA HERMÉNEUTICA Y LA EPISTEMOLOGfA


IX.

Universidad Nacional Autånoma de México DEL PSICOANÅLISIS 153


Ciudad Universitaria, 04510, México, D. F.
X. SEMIÖTICA Y HERMENÉUTICA 169
Impreso y hecho en México
Xl. APÉNDICE: HACIA UNA HERMENÉUTICA
Editorial Itaca ANALÖGICO-ICÖNICA DEL SfMBOLO 185
Pirana 16, Colonia del Mar, C. P. 13270, México, D. F.,
XII. BIBLIOGRAFfA ... 195
tel. 58 45 14 76
itaca00@hotmail.com
PROEMIO A LA SEGUNDA EDICIÖN

Agotada demasiado pronto la primera edici6n de la presente


obra, hemos aprovechado esta segunda para corregir algunos
aspectos de la anterior en el sentido de darles mayor preci-
si6n y claridad. También hemos aiadido algunas cosas que la
aumentan, como varios pårrafos a 10 largo del libro que mejo-
ran la explicaci6n de los temag y un apéndice sobre los rum-
bos que va encontrando la hermenéutica ana16gica. Nuestros
lectores nos han favorecido con reseiag y artfculos de discu-
si6n en los que nos brindan element08 para mejorar la pro-
puesta. Esperamos que esta segunda edici6n haya recogido
dichas aportaciones y haya avanzado al menos un poco en la
claridad de la exposici6n y la fuerza de la argumentaci6n.

M.B.
11

1. INTRODUCCIÖN

La hermenéutica ana16gica pretende colocarse como alterna-


tiva entre el univocismo y el equivocismo. Como es bien sabi-
do, la analogfa —desde Pitågoras hasta Octavio Paz, pasando
por los medievales, los barrocos y los romånticos — es un
punto intermedio entre la univocidad y la equivocidad, aun-
que da predominio a esta ültima. Una hermenéutica ana16gi-
ca intenta abrir el campo de validez de interpretaciones ge-
rrado por el univocismo, pero también cerra! y peper li41ites
al campo de validez de abierto desmesuræ-
'GGG3GTZåcismo, de modo que pueda haber no una
finica interpretaci6n vålida, sino un pequefio grupo de inter-
pretaciones vålidas, segün jerarqufa, que puedan ser medi-
das y controladas con arreglo al texto y al autor.

A un tiempo de pretensi6n univocista como fue el del Cien-


tificismo ha sucedido un tiempo de tendencia fuerte hacia la
equivocidad y la dispersi6n del sentido. Creemos que puede
darse un tipo de interpretaci6n que sea preponderantemente
abierto y, sin embargo, aspire a lograr cierta uuidad. De esta
manera no se exigirå una ünica interpretaci6n como posible Q
vålida, ni tampoco se dejarå abierto hasta el infinito el åmbi-
to de las interpretaciones a la vez posibles y vålidas. Habrå
algunas que se acerquen mås a la verdad del texto y otras
que se alejen de ella. Pero, en todo caso, se podrå delimitar
ese åmbito de la interpretaci6n.
El presente libro aspira a presentar algunas de las ideas
principales que pueden conducir a esa hermenéutica analögi-
ca. De hecho, se estå recogiendo una enseöanza que parte
desde Arist6teles, pasa por Tomås de Aquino_ y su geni@) co-
13
12
Agradecemos sus comentariog, gugerencias y criticas a Ma-
mentariBta Cayetano, aparece en los poetas barrocos, reapa-
Aguilar, Gerardo Aguilar, Raid Alcalå, Samuel Arriarin,
riflor
rece en los romånticog y deeemboca en autores actuales que
Alejandro Gutiérrez, Antonio Marino, José Manuel Orozco Ga-
han sabido potenciar ega doctrina de la significaci6n y la pre-
dicacién ana16gicas para el pensamiento de hoy; tales son,
ribay, Carlos Pereda y Ambrosio Velasco.
por ejemplo, Peircen y Rescher. De origen
griggo y la analogia ha recorrido la historia hasta
hoy revistiendo formas diferentes de pensamiep@. Con todo,
en el fondo tratar de encontrar IQ qye
eealqanzame de semeiante en las cosas sin olvidar que pre-
domina 10 diferente, la diversidadz Se respeta la diferencig
sin renunciar a la semejanza que permite lograr alguna uni-
versalizaci6n.
Inclusive, la hermenéutica ana16gica nos hace buscar vias
intermedias e integradoras de interpretaci6n, esto es, no go-

lamente tener un rango mayor de interpretaciones posibles y


vålidas en las que se pueda trazar una jerarqufa de aproxi-
magi6n ala verdad textual! sino ademås tratar de interpretar
de un modo mås abarcador y completo, buscando interpreta-
ciones de los textos que no upscuiden sus entresijos mås re-
c6nditos (en los que se da la a
Ios diversos elementos que _estånen juego dentro del texto.
El libro exhibe una parte te6rica y Otra en la que se dan
algunas aplicaciones pråcticas o concretas. En la parte te6ri-
ca se define la hermenéutica misma, se indaga el sentido de
una hermenéutica ana16gica, se busca el tipo de argumenta-
ci6n que puede ofrecer y se la vincula con la metadsica y con
la ética, pues creemos que todos esos saberes estån implica-
dos: una metodologfa tiene supuestos ont016gicos, antrop016-
gicos y hasta éticos. En la parte de aplicaciones intentamos
vincular la hermenéutica ana16gica con la filologia clåsica y
con el psicoanålisis freudiano, que, aun cuando son saberes
tan disimbolos precisamente por ello-—, ejemplifican la
fecundidad de la aplicaciån de la hermenéutica. Y también se
hace una comparaci6n o relaci6n de la hermenéutica con la
semi6tica (en concreto, la de Greimas, de la mano de Ri-
coeur).
15

11. CONSTITUCIÖN Y MÉTODO


DE LA HERMENÉUTICA EN si MISMA

Antes de hablar explfcitamente de la hermenéutica ana16gica


(cosa que haremos en el siguiente capitulo), hablaremos de la
hermenéutica en cuanto tal, en su condici6n de saber especi-
fico.El primer problema que se presenta a una disciplina
cognoscitiva es el de sf misma. Definirse o delimitarse, dis-
tinguirse e identificarse. Hay varias cuestiones fundamenta-
les acerca de la hermenéutica con las que conviene empezar.
Qué tipo de saber es, sobre qué•versa, cuål es su método pro-
pio, de cuåntas clases son sus objetos, qué objetivo o finalidad
'la anima. Se trata de problemas constitutivos; sobre ellos
versaremos para iniciar el conocimiento de la propia especifi-
cidad de la hermenéutica. Algo muy importrante en estos
comienzos serå aprehender el acto mismo de interpretaci6n
en su proceso peculiar, de modo que nos ,muestre el tipo de
pregunta que plantea y el camino por el cual la responde. Eso
es 10 que trataremos de ver a continuaci6n.

Su naturaleza

La hermenéutica es el arte y ciencia de interpretar textos,


entendiendo por textos aquellos que van mås allå de la pala-
bra y el enunciado. Son, por ello, textos hiperfråsticos, es de-
cir mayores que Es donde mås se requiere el ejerci-
la frase.
Cio de la interpretaci6n. Ademås; la hermenéutica interviene
donde no hay un solo sentido, es decir donde hay polisemia.
Por eso la hermenéutica estuvo, en la tradici6n, asociada a la
16 17

sutileza.l sutileza era vista como un trasponer el sentido


La se 10 mira. EI objeto de la hermenéutica es el texto, pero el
superficial y tener acceso al sentido profundo e inclusive al texto es de varias clases.2
oculto. O como encontrar varios sentidos cuando parecfa ha- Eso 10 veremos un poco mås adelante, al tratar de Ia no-
ber s610 uno. Podriamos decir: superar la univocidad, evitar ci6n de texto. Por ahora retengamos que todo 10 que la her-
la equivocidad y lograr la analogfa. Sobre todo consistfa en menéutica considera 10 hace en cuanto texto, como suscepti-
hallar el sentido auténtico, que estå vinculado a la intenci6n ble de ser textualizado. Asi, los medievales vieron como texto
del autor, la cual estå plasmada en el texto que él produjo. Se la realidad miama, el mundo como un texto cuyo autor es
trata de captar 10 que el autor quiso decir. Es la intenci6n del Dios.3 Declan que Dios habia escrito dos textos: la Biblia y el
autor o la intenci6n del texto frente a la mera intenci6n del Mundo, aunque, mås que escrito, este filtimo fuera

lector, pues en la interpretaci6n convergen tres cosas: el texto prolaci6n verbal, habla, pues la palabra de Dios actåa, hace,
(con el significado que encierra y vehicula), el autor y el lec- es acci6n significativa; Dios hace cosas con palabras (segfin la
tor. Y el lector o intérprete tiene que descifrar el contenido feliz expresi6n de John L. Austin). El punto de vista es, pues,
significativo que el autor dio a su texto, sin renunciar a darle la textualidad que hay que decodificar y contextuar.
también él algün significado o matiz. La hermenéutica, pues, Y el objetivo o finalidad del acto interpretativo es la com-
en cierta manera, descontextualiza para recontextualizar, prensi6n, la cual tiene como intermediario o medio principal
Ilega a la contextuaci6n después de una labor elucidatoria y la contextuaci6n. Propiamente el acto de interpretar es el de
hasta analitica. contextuar, 0 por 10 menos una parte y aspecto muy impor-
tante de ese acto, pues la comprensi6n es el resultado inme-
diato y hasta simultåneo de la contextuaci6n.
Poner un texto en su contexto, evitar la incomprensi6n o
Objeto y objetivo de la hermenéutica
la mala comprensi6n que surge del descontextuar. Tal es el

Ante hermenéutica nos encontramos, como ante cualquier


la acto interpretativo y a la vez la finalidad de la interpretaciön.

disciplina, con el problema de ella misma, el problema de de- En eso la hermenéutica Ileva ya supuestos antrop016gicos, y,

finirla, demarcarla, deslindarla o tematizarla. Tradicional- por 10 mismo Y en la lejanfa, pero fundamentalmente, éticos y
metafisicos.
mente han definido por su objeto. Hay una do-
las cienciag se
ble dimensi6n en éste: una es el åmbito de la realidad que se
considera, y la Otra es el respecto o punto de vista bajo el cual

2 Ricoeur ha insistido en esto, y seöala el paso del nombre "texto" al es-


I Esto ocurre notoriamente en la Edad Media. Santo Tomås de Aquino,
en una de las plegarias que se le atribuyen, pide al Altisimo: 'Dame agudeza crito, al diålogo y a la acci6n significativa. Cf. Paul Ricoeur, "What is a Text?

para entender, capacidad para retener, modo y facilidad para aprender, suti- Explanation and Understanding', en Heryneneutics and the Human Sciences,

leza interpretar, y gracia abundante para hablar. Sto. Tomås de Aqui- pp. 145-164.
no, "Piae preces", apud Ludovicum Vivös, en P. Fretté y P. Maré, Parisiis, 3 Cf. Hugo de San Victor, Didascalicon, VIII: De tribus diebus, P L, 176,

eds., Opera Omnia, IX, t. 32, påg. 822a. (Subrayado nuestro.) col. 814.
19
18

Ciencia o arte 16gica magna 0 16gica material, no en la s610 formal. En efec•


to, para algunos escolåsticog,5 la 16gica abarcaba la ret6rica y
iEs la hermenéutica ciencia o arte? Ciertamente dependerå la poética. Era una teorfa de la argumentaci6n viva y ugaba
de 10 que entendamos por una y Otro. Si entendemos, como todas esas disciplinas y herramientas para interpretar bien,
Ari8t6teles, la ciencia como un conjunto estructurado de co- con el fin de poder argumentar bien. La hermenéutica parti-
nocimientos en el que los principios dan la organizaci6n a 10s cipa, pues, del caråcter de ciencia y arte que al mismo tiempo
demås enunciados, aunque sin la rigidez de la axiomåtica No se queda en dar recetas interpretativas si-
tiene la 16gica.
moderna —sino que podrå irse enrique-
aristotélica ni de la no que va moldeando en sistema el propio corpus de sus co-
ciendo el sistema tanto inductiva como deductivamente—, nocimientos sobre la interpretaci6n.
podemos considerar como ciencia a la hermenéutica, ya que
tiene ciertos principios (unos cuantos) que le sirven para es-
tructurar 10 que va aprendiendo acerca de la interpretaci6n Divisi6n de la hermenéutica
de los textos. Por Otra parte, si entendemos —igualmente con
Arist6teles— el arte o la técnica como el conjunto de reglas
iCuåntos tipos de hermenéutica hay? Betti quiso distinguir
que rigen algo, podemos entender la interpretaci6n como un tres tipos de interpretaciån: (i) la interpretaci6n intransitiva,
conjunto de reglas que se va incrementando al paso que la o meramente recognitiva, qué seria la de la filologia y la his-
experiencia interpretativa nos ensefia y alecciona, y como toria, cuya finalidad es el entender en sf mismo; (ii) la inter-
una aplicaci6n bien adaptada de y leyes gene-
los principios pretaci6n transitiva, o reproductiva o representativa o tra-
rales que la hermenéutica va agrupando en cuanto ciencia. ductiva, como en el drama y la müsica, cuya finalidad es
Con podemos ver también la
ello hermenéutica como arte.4
hacer entender, y la interpretaci6n normativa o dogmåti-
(iii)
En todo esto tiene una gran semejanza con la 16gica, que es ca, como y la te016gica, cuya finalidad es la regula-
la juridica
ciencia y arte a la vez: ciencia porque construye ordenada-
ci6n del obrar.6 Ortiz-Osés le objeta qye toda interpretaci6n
mente el corpus de sus conocimientos, y arte porque los dis- recognitiva y normativa es reproductiva o traductiva.7 Y eso
pone en reglas de procedimiento que se aplican a los razona- es cierto; por ello hay que buscar Otra clasificaci6n. Es que la
mientos concretos.
finalidad fundamental de la hermenéutica es traductiva. En
Hay que notar que la hermenéutica nace —también por el fondo, interpretar es traducir. Pero esa finalidad podrfa
obra del Estagirita— en el seno de la 16gica, como una parte graduarse; podrfan seialårsele dos grados, uno en que se
suya, la hermeneia, que tiene por cometido dar la compren- buscara la teoria del interpretar y otro en el que se enseöara
si6n de 10 que se estå tratando en el proceso de la argumen- a hacer en concreto la interpretaci6n. Y asi como los escolås-
taci6n. De manera que, en alguna medida, la hermenéutica
se ha desgajado de la 16gica. Un escolåstico la colocarfa en la
5 Cf. Domingo de Soto, Sununulae, Salmanticae, Dominicus a Portona-
riis, 1575, f. 3va.

4 Robert Kilwardby (muerto en 1279) distingue, aristotélicamente, Ia 6 Emilio Betti, Teoria generale della interpretazione.

ciencia como el conocimiento que versa sobre 10 verdadero y necesario, y el 7 Cf. Andrés Ortiz-Osés, La nueva filosofia hermenéutica. Hacia uno ra-

arte como el que versa sobre 10 verosimil y operable. Cf. su De ortu scientia- zön axiolögica posmoderna, påg. 71; Mundo, hombe y lenguaje critico. Estu-
rum, pp. 145-146. dios de filosofia hernzenéutica, pp. 121-151.
20 21

ticos hablaban de dos aspectos en algunas ciencias, el te6rico que es te6rica y pråctica, y aqui encontramos analogfa con la
y el pråctico, tendrfamos que seialar dos partes en la herme- hermenéutica, como la habfamos visto entre esta ültima y la
néutica que les correspondieran, a saber, la hermenéutica 16gica. También podemog ver analogia entre la hermenéutica
docens y la hermenéutica utens, esto es, como doctrina y co- y la prudencia, como ya desde antiguo se habfa visto entre
mo utensilio, como teoria y como instrumento de la interpre- esta ültima y la 16gica.9 Es que la hermenéutica, al participar
taci6n. de la 16gica, tiene el doble agpecto de formal y material. No es
puro formalismo sino contenido vivo que se conoce y ge orde-
. na en 10 concreto de la interpretaci6n, como se ve en la pru-
dencia, en el acto prudencial.
Te6rica o prdctica

Suele considerarse que hay ciencias te6ricas, ciencias pråcti-


y praxis.
cas y ciencias mixtas de teorfa cuål de ellas per- Hermenéutica docens y hermenéutica utens
tenece la hermenéutica? También a semejanza de la 16gica,
en la hermenéutica se da la dualidad de teorfa y praxis. Lag expresiones "hermenéutica docens" y 'hermenéutica
Abarca las dos cosas. utens" provienen de la escolåstica, que hablaba de 16gica do-

Es que hay disciplinas que, dada su generalidad y ampli- cens y 16gica utens. De ahi las toma Peirce en el sentido de
tud abarcadora, tienen un aspecto te6rico y Otro pråctico. Pe- 16gica como sistema y en el. de 16gica aplicada o metodolo-

ro 10 primordial de esta disciplina es la teoria, que es su fin gfa.10 Con todo, esta ültima, la 16gica utens, tenia en la esco-

principal, ya que de ella obtiene 10 que darå la practicidad. lastica un sentido menos técnico de Fetodologfa y se referia a

En efect@L el conocimiento te6rico, pero el la aplicaci6n de la 16gica a un acto concreto del conocer. Asi la

conocimiento te6rico, por y aplicagi6n, se hace tomamos nosotros. De modo parecido la toma Aranguren,
pråctico. Y, asf, no hay contradicci6n en que ciertas discipli- cuando habla de "ethica docens" y "ethica utens", al decir que
nas (como la 16gica o la metafisica) gean a un tiempo te6ricas "la separaci6n entre la moral vivida o ethica utens y los tra-

y pråcticas, porque la riqueza de su contenido da para ambas tados de ética [i.e. la ethica docensl, que para casi nada la

cosas. Asf volvemos a encontrar ese doble caråcter y, por 10 toman en cuenta, es incomprensible".il Pero también dare-
tanto, divisi6n o clasificaci6n dual de aspectos internos en la mos a la hermenéutica utens un sentido de metodologia, ya
hermenéutica misma, ya como hermenéutica puro ya como que tiene que ver algo con ella, pues el método de la herme-
hermenéutica aplicada. néutica tiene que realizar, a partir de la interpretaci6n viva,
Segün dice Aranguren, "toda theoria, ademås de ser pré-
xis, es a la vez poiésis, al menos incoativamente, porque, co-
9 Cf. Leopoldo Eulogio Palacios, "La analogia de la 16gica y la prudencia
mo también ha hecho ver Zubiri, el saber implica el <Qene- en Juan de Santo Tomås", en Ciencia Tomista, nüm. 99, pp. 222 y ss.

y hay, por tanto, una unidad


trar». «registrar» e «interven.iDb 10 Cf. Thomas A. Sebeok y J. Umiker-Sebeok, "«Ya conoce Usted mi mé-
interna entre saber y modificar".8 Aranguren dice de la ética todo»: una confrontaci6n entre Charles S. Peirce y Sherlock Holmes", en
Umberto Eco y Th. A Sebeok, eds., El signo de Ios tres. Dupin, Holmes, Peir-
8 José Luis IÆpez Aranguren, Ética de ta felicidad y otros lenguajes, påg. ce, pp. 65-66.
22.
II José L. L Aranguren, ibid., påg.25.
22 23

o de la Vida interpretativa, una inducci6n o epagogé, para de- se dé predominio a la büsqueda de la sistematicidad o de la
riyar.-por-deducci6n adaptada) sus leyes a las co- historicidad en un texto; asimismo, de hermenéutica sintag-
gas concretas. Y
hasta, como tiene que hacer una
dii•fa Peirce, måtica y de hermenéuticgpÆAdiæÅtica, segun se msista en
abducci6n (o conjetura o hip6tesis). En esa atenci6n al caso la linealidaA horizontal y la contigüidad o en la linealidad
concreto se ve la parte de analogfa que la hermenéutica tiene vertical de asociaciones, es decir una lectura en superficie y
con la prudencia o phr6nesis. una lectura en profundidad.
La hermenéutica doce.@$ es la he!'menéutiga en cuant0
doctrina o tearia general del interpretar, y la hermenéutica
uiéiGZsÄÅ hermenéutica misma ofreciendo los instrumentos
Su metodologia
hnaos en su estudio te6rico para ser aplicado; en la pråéEi-
saber, gas reglas des interpretaqi6n. Y es que, aun cuando
Hemos dicho que tradicionalmente la hermenéutica estuvo
en a mayorfa de los casos las ciencias son o te6ricas o pråcti-
asociada a la sutileza.13 Pues bien, Ortiz-Osés expone la me-
cas, en el caso de la hepnenéutica, como en el de la 16gica, 3
de la hermenéutica en tres pasos que son tres mo-
dada su amplitud, puede tener el doble aspecto de ser te6xica
dos de sutileza: (i) la subtilitas intelligendi —y que nosotros
y pråctica a la vez. Pero es primordialmente te6rica y secun-
quisiéramos llamar subtilitas impücandi—, (ii) la subtilitas
dana o derivativamente pråctica, porque el que pueda ser
explicandi y (iii) la subtilißgsg22!igg1Wi.14 Este autor trasla-
pråctica se deriva de su mismo ser te6rica.

una hermenéutica docens y una


Pero, al haber hablado de
hermenéutica utens, se cae en el problema de si la hermenéu-
tica es por fin teörica o pråctica, ciencia o arte.12 Ya hemos OR t'ffdåamer
f refie(e y dice que era un aspecto
de su espiritu competitivo (cf. Hans-Georg Gadamer, "Hermenéutica clå8ica
dicho que la hermenéutica tiene un aspecto de ciencia y Otro
y hermenéutica filos6fica", en Verdad y método II, pp. 100). Pero no se da
aspecto de arte; pero arte que tiene
s610 allf. En la Edad Media se dio a Juan Escoto el apelativo de "Doctor
suree_y vive del æpecto de ciencia que también posee; por
Sutil" (Doctor Subtilis), y esa sutileza consistia en ebæntmr $iempre una
ello es principalmente ciencza y secundariamente arte. Por- posibilidad en dPQde los Otros no la tenia que
que su de ciencia se deÅva el que ver con la teorfa de las distinciones, como su famosa distinctio formalis ex
pueda fungir como arte. O, si se prefiere, s610 puede ser arte natura rei, intermedia entre la real y la de y que Ockham cercen6 con
porque también es cienäæ.•-
su famosa navaja, por parecerle que habia demasiadas sutilezas. Pero tam-
Igualmente se podrfa hablar, como clases de &ermenéuti: bién tiene que ver con las distinciones en la interpretaci6n (de la Biblia y de
ca, de una hermenéutica sincr6nica y Otra diacr6nica, segün la teologfa), ya que las distinciones Ilevan a una mayor precisi6n y sfntesis.
14 Andrés Ortiz-Osés, La nueva filosofia hernænéutica, op cit., pp. 71-72.

Estos términos aparecen ya en J. J. Rambach, Institutiones hermeneuticae


12 Schleiermacher llama "arte" a la hermenéutica, pero no habla de ella sacloe, 1723 (cf. Hans-Georg Gadamer, op cit., påg.lOO), y reaparece en Jo-
como ciencia: "Clarificar el arte de la hermenéutica requiere acercarse al con-
hann August Ernesti, Institutio Interpetis Novi Totanænti, I*ipzig, 1761. A
cepto de 10 que Ernesti pens6 que era ella, siendo que estaba bordeando gu ellos se refiere Schleiermacher, cuando dice: "S610 10 que Ernesti llama subti-
aplicaci6n". Friedrich D. E. Schleiermacher, "The Aphorisms on Hermeneu- litas intelligendi [exactitud de pertenece a la. hermenéu!ica;
tics from 1805 and 1809/10", en G. L. Ormiston y A D. Schrift eds., The tan pronto como la subtilitas explicandi (exactitud de explicaci6n) se vuelve
Hermeneutic Tradition. From Ast to Ricoeur, påg. 60. (Subrayado nuestro). mås que la articulaci6n Lit.: «esfera exterior»l de Ia comprensi6n, se vuelve
25
24
de verdad que se una verdad sintåctica, .

da estos momentos a Ia semi6tica: la subtilitas implicandß' co-


.11
como pura coherencia, que puede ger tanto intratextual (iute-_
rresponderfg a la semåntica (significado textual), la subtititas
rior aL!exto) (con otros textos relaciona-
explicandi a la sintaxis (significado intertextual) y la subtili-
dog); una veidad semåntica, como correspondencia con la
tas applicandi a la pragmåtica (significado contextual). Vero
o con algån mundo posible (fue
creemos que habrfa que modificar un poco. El primer
o imaginario) a que el texto alude, y una verdad prag-
mento tocaria a le_siataxig, que corresponde a la subtilitas
måticø, como convenci6n entre los intérpretes (e inclusive con
implicgndi y no a la subtilitas explicandi. En ese primer PASO
el autor) acercä de 10 que se ha argumentado y persuadido de
se va al significado textual o intratextual e incluso al inter-
la interpretaci6n, a pesar de que contenga elementos extra.
textual. La raz6n es que el significado sintåctico es el que ge
textuales (subjetivos o colectivos).
presupone en primer lugar; sin él AQ_puede haber (como
Asf, el método de la hermenéutica es la subtilitas, la suti-
pectos del anålisis) semåntica ni pragmåtica.15
leza, sus tres dimensiones semi6ticas de,implicaci6n o sin-
En efecto, la implicaci6n es eminentemente p or sintåctica,
taxis, explicaci6n o semåntica y. aplicaci6n o pragmåtica. La
eso la hacemos corresponder a esa dimensi6n semi6tica, Y en
misma puede entenderse como traducir o trasla-
aplicaci6n1G
verdad ocupa el primer lugar. Después de la formaci6n Y
dar a uno mismo 10 que pudo ser la intenciån del autor, cap-
tranformac16n sintåcticas, que son implicativas por exceleli•
tar su intencionalidad a través de la de uno mismo, y después
cia, vendrå la subtilitas explicandi, correspondiendo a la see
de la labor sintåctica o de implicaciån dada por las reglas de
måntica. Aqui se va al significado del texto mismo, pero no ya
formaci6n y transformaci6n o gramaticales, y tras la explica-
como sentido sino como referencia, es decir en su relaci6n cop
los objetos, y por ello es donde se descubre cGÄl' es eT mundP
ci6n-coßprensi6n que da la bÜsqueda del mundo que puede
äZEéxtÖ, esto es, se ve cu(l es su referente, real o imaAnaP
corresponder al texto. Con la aplicaci6n pragmåtica se Ilega a
esa objetividad del texto que es la intenci6n del autor (la in-
rio. Y finalmente se va a la subtilitos appLicondi, correspon•
tentio avctoris).
diente a la pragmåtica (10 mås propiamente hermenéutico),
en la que se toma en cuenta la intencionalidad del hablante, La formaciån de esta metodologia no es cerrada y fija; •se
escritor o autor del texto y se 10 acaba de insertar en su con-
va constituyendo y ampliando de manera viva. Permite enri-
quecer las pautas metod016gicas mediante el rejuego de la
texto hist6rico-cultural. Esto coincide ademås con tres tipog
praxis y la teorfa, de la aprioridad y la aposterioridad, del
anålisig y la sfntesis, de la inducci6n y la deducci6n. Mås allå
ella misma un objeto para Ia hermenéutica y pertenece al arte de la presen-

taci6n" C. D. E. Schleiermacher, op. cit.» pig. 57). de ellag, sin quedarse en ninguna, reüne, como 10 hacfa

15 Es cierto que algunos —pqr ejemplo, Leo ApgQkJ—- ponen a la prag-


II inducci6n y la deducci6n en la abducci6n, en la hi-

måtica como previa a Ia sintaxis, ya que la misma imposici6n de significado V6€esis interpretativa que tiene que argumentarse para ser
a una expresi6n es un acto pragmåtico (cf. Leo Apostel, "Sintaxis, semåntica aceptad8. Y por ello cabe hablar de pregunta hermenéutica,
y pragmåtica", en Jean Piaget, dir., Tratado de 16gica y conocimiento cienti- de juicio hermenéutico, que puede ser tesis o hip6tegis, y de
fico, t. II, påg. 157: "La sintaxis presupone la pragmåtica"). Pero eso se darfa argumentaci6n hermenéutica, en la que el principal argu-
en un orden de producci6n o de génesis. En el orden de anålisis se estudia
primero Ia dimensi6n sintåctica, que es la mås independiente, después la
dimensi6n semäntica. que depende de la anterior, y al final la pragmåtica,
que depende de las dos.
16 Ver eta noci6n en Hans-Georg Gadamer, Verdady método, pp. 378 ss.
27
26

mento o t6pico es mostrar la validez de la contextuaci6n rea-


Los elementos del acto hermenéutico:
texto, autory lector
lizada.
De manera especial, funciona la abducci6n en Ia interpre-
Ya que hemos que (segün el esquema de Peirce, aunqm-ze
visto
taci6n, se emiten hip6tesis interpretativas frente al texto•
con Otra terminologfa) en el acto de interpretaci6n confluyen
Peirce vefa el acto de interpretaci6n como abductivo (o hipo-
el autor y el lector, y el texto es el terreno en el que se dan ci-
tético-deductivo, o de conjetura•refutaci6n, o de ensayo-erro%
ta, el énfasis puede hacerse hacia uno o hacia Otro. Hay quie-
como dirå después Popper). El intérprete se enfrenta a un
nes quieren dar prioridad al lector y entonces hay una lectu-
representamen, signo o texto, para interpretarlo, elabora (por
abducci6n) una interpretaci6n por la que resulta un interpre-
ra mås bien subjetivista; hay quienes quieren dar prioridad
al autor y entonces hay una lectura mås bien objetivista. Pe-
tante (o interpretamen) en la mente de ese intérprete, segån
ro exagerar en el lado del lector conduce a la arbitrariedad y
la cual se da la intensi6n o sentido del signo o texto, Y que
al caos, y exagerar en el lado del autor Ileva a buscar una co-
conduce a la extensi6n o referencia u objeto designado por ese
sa inalcanzable, inconseguible; cada vez se estå suponiendo
signo (o el mundo designado por el texto). El interpretante es,
a su vez, un signo de segunda instancia, que puede originar mås que se puede conocer el mensaje igual o mejor que el au-
tor mismo (porque se estaria conociendo al autor mejor que él
otro y éste otro (potencialmente al infinito, pero se detiene
mismo). Hay alli dos movimientos, uno de acercamiento y
esa procesi6n infinita por •el contexto). Hay un interpretante
otro de distanciamiento respeéto del texto 6.' del autor, por-
inmediato, que es la posibilidad de que el signo sea compren-
dido adecuadamente; pero también hay un interpretante di-
que, aunque ya 10 ha perdido, el texto pertenece mås al autor
que al lector). El acercamiento conlleva el inmiscuir o meter
ndmico, que es 10 que de hecho o en acto se interpreta; y hay
un interpretante final, que es el resultado final de ese acto in- la propia subjetividad; el distanciamiento permite alcanzar
y hasta puede ser un resultado ideal, una idea
terpretativo,
cierto grado de objetividad, no interpretar 10 que uno quiere,
reguladora de la interpretaci6n, que se captarfa si se dieran
sino mås o menos 10 que quiere el autor.18
las condiciones ideales de la interpretaci6n. El interpretante
Hay allf, entre otras cosas, un conflicto de intencionalida-

puede ser un concepto, un acto o un håbito. El objeto al que el


des, de deseos, de voluntades, entre 10 que se quiere decir y 10

interpretante conduce puede ser objeto inmediato, que es la


que se quiere leer, ademå9 de conflicto de ideas o conceptos
(ambigüedad). Es cierto que la sola intenci6n del autor no
cosa en cuanto representada por el signo, y un objeto dinåmi-
ii
co, que es la cosa misma independientemente de que sea re- basta para hacer la interpretaci6n completa, pues estamos
leyéndolo desde nuestra situaci6n actual. Pero tampoco basta
presentada y que determina al signo en su representaci6n.17
introducir 10 mås posible nuestra intenci6n interpretativa de

18 Ins nociones de pertenencia (Zugehörigkeit) y distancia (Verfre•

mdung) son de Gadamer, las de acercamiento (o aproximaci6n o apropiaci6n)

y distanciamiento son de Ricoeur. Trata sobre ellas José Marfa Garcia Pra-
da, "I-a producci6n del sentido en los textos", en Estudios Filosöficos, nüm.

17 Sobre estas nociones peirceanas, véase M. Beuchot, Elementos de se-


42, pp. 234 ss. Ver también M. Beuchot, "Naturaleza y operaciones de Ia

hermenéutica segün Paul Ricoeur", en PensanLiento, 50/196, pp. 143-152.


mi6tica, el capitulo correspondiente a Peirce, pp. 143-160.
29
28

lectores; eso harfa que cada quien diera curso libre a su crea- no son log receptoreg originaleg, puede no decir 10 mismo que
decfa en un momento preciso. Mas, ya due uno de los prota-
tividad al interpretar, sin importar ninguna medida prove-
niente del texto, impuesta por él. Mås bien de 10 que se trata gonistas eg el autor y Otro el lector, mientras mayor conoci-
es de Ilegar a una mediaci6n prudencial y ana16gica en la que miento se tenga de égte y de aquél, gerå mejor la interpreta-
ci6n. Conocimiento del autor, por la historia, geg(m divergas
la intenciån del autor se salvaguarde con la mayor objetivi-
dad que nuestra intencio-
posible, pero con la advertencia de modalidades (critica textual, deß! tradigi6n,
ra), y conocimiento de 8f mismo como lector, por la reflexiån
nalidad subjetiva ge hace presente. Si hemos de hablar de
una "intenci6n del tenemos que gituarla en el entre- que nog hace conocer las condiciones de nuestra interpreta-

cruce de las dos intencionalidades anteriores. Tenemos que ci6n (de la propia psique, de la sociologfa y de la propia tradi-

darnos cuenta de que el autor quiso deeir algo, y el texto —al ci6n, en contraste con las del autor).
Efectivamente, como hemos dicho, en el acto de interpre-
menos en parte— le pertenece todavfa. Hay que respetarlo.
Pero también tenemos que darnos cuenta de que el texto ya taci6n, de hermeneusis, se reånen las 8iguientes cosas: hay
no dice exactamente 10 que quiso decir el autor; ha rebasado un texto (que eg vehfculo de un significado o de mensaje),
su intencionalidad al encontrarse con la nuestra. Nosotros 10 emitido por un autor y recibido por un lector o intérprete.20
Algunos, como Roman Jakobson, hablan de seis elementos: el
hacemos decir algo mås, esto es, decirnos algo. No habla en
abstracto; 10 estamos interpretando nosotros en una situa-
hablante, el oyente, el mensaje,.el c6digo, el contacto y el con-

ci6n concreta. Asi, la verdad del texto comprende el significa-


texto;21 pero aqui nos reduciremos al hablante o autor, el

do o la verdad del autor y el significado o la verdad del lector oyente o lector o intérprete, y el mensaje o text,o, suponiendo
y vive de la tensi6n entre ambas, de su dialéctica. Podremos ya dado de antemano el c6digo y suponiendo que precisamen-
conceder algo mås a uno o a Otro (al autor o al lector), pero no te la interpretaci6n se da por el contacto y consiste en colocar
sacrificar a uno de log dos en aras del otro. el texto en su contexto.
Supongamos que nos enfrentamos con algo que hemos El autor es el que imprime un mensaje en el texto y ade-
identificado como un texto. Un primer movimiento es buscar mås imprime a su mensaje una intengionålidad. Respecto de
esto, Foucault hace una distinci6n entre autor y escritor.22
el contexto del texto (aunque no se descubra plenamente, pe-
indispensable). En la contextuaci6n se trata de Centråndonos en la idea de autor, distinguiremos, con Eco,
conocer (a veces de adlFiFG) la intencionalidad del autor. Es-
to exige conocer su identidad, su momento histårico, sus con-
20 Dejamos fuera de la noci6n de texto las de pre-texto y post-textD, que
dicionamientos psicosociales o culturales, 10 que 10 movi6 a
escribirlo. a quién o quiénes quiere de- algunos han utilizado.
21 Citado por P. Ricoeur, Teorio de 10 interpretacidn. Discurso y excedente
cir 10 que dice. 1.1) que quiere decir es el contenido del texto y
de sentido, pp. 29 ss.
e116 es dependiente del autor, que interpreten _eso 22 Cf. Michel Foucault, "Qu'est-ce qu'un autetw•, en Bulletin de Ia Société
los destinatarios. En efecto, cuando es recibido por otros que Francoise de Philosophie, nåm. 64, pp. '73-104. Creemos que las criticas de
Foucault a las pretensiones de autorfa de los sujetos modernos Ilegaron, al

19 Umberto Eco la llama intentio operis, distinta de la intentio auctoris y final de su Vida, a una cierta mitigaci6n, por ejemplo cuando habla de las es-

de la intentio lectoris. Cf. Umberto Eco, Los limites de la interpretacidn, påg.


trategias y tecnologias del yo, en las que incluso deja lugar para cierta subje-

29. tividad no rigida.


31
30
ci6n,de intensi6n y extensi6n, o de sentido y referencia. Al-
un autor empirico, un autor ideal y un autor liminal. El pri-
gunos distinguen este tipo de nociones.' Podemos acarrearlas
mero es el que de hecho deja un texto, con errores y con in-
hacia la noci6n de sentido y referencia (segün la terminologfa
tenciones a veces equfvocas. El ideal es el que construimos
quitando o modificando esas deficiencias (y a veces inclusive
de Frege, o, como decian los escolåsticos, significaci6n y supo-
sici6n). El texto tiene, en situaci6n normal, un sentido y una
haciéndolo omnisapiente), y el liminal es el que estuvo pre-
en cuanto susceptible de ser entendido o
referencia. Sentido,
sente en el texto, pero con intenciones en parte inconscientes
comprendido por el que 10 lee 0 10 ve 0 10 escucha; referencia,
(que no sabe que sabe o que no sabe que no sabe); pero éste
en cuanto apunta a un mundo, sea real o ficticio, producido
nos parece que se reduce al autor empirico, con sus puntos
por el texto mismo. Solamente a veces el texto tendrå s610
ciegos e inconscientes. También puede hablarse de un lector
sentido y carecerå de referencia real o normal, y la tendrå
empfrico y un lector ideal (y no menciona Eco al lector limi-
Ünicamente ficticia o especial.
nal). El primero es el que de hecho lee o interpreta, con sus
El texto tiene, pues, un destinatario: el lector, que no
errores de comprensi6n y mezclando mucho sus intenciones
siempre es hermeneuta, ya que fue emitido para un pübli-
el
con las del autor y a veces anteponiendo las suyas y dåndoles
co determinado. Perelman insiste en que todo discurso estå
preferencia; el segundo seria el lector que capta perfectamen-
dirigido a un auditorio, las mås de las veces un auditorio con-
te 0 10 mejor posible la intenci6n del autor.23 (El lector liminal
creto y definido; otras veces un auditorio "abstracto", como
seria el que deja entrometerse intenciones suyas en el texto,
aquel al que se dirige quien escribe para toda la humanidad,
pero nos parece que se reduce al lector empirico, que basta y
o al menos para la humanidad razonable, o de buena volun-
sobra para hacer esas desviaciones.)
tad, etcétera.25 El püblico al que fue dirigido el mensaje del
Asimismo, el intérprete ha de disponer de un c6digo para
texto pudo haber Sido el de una época, de un pueblo o de una
poder descifrar el texto, que es con el que ha Sido encodifica•
do y ahora con él tiene que ser decodificado. Es el lenguaje
circunstancia muy concreta, inclusive ahora alejada en la
historia, y por ello no estå dirigida a ese lector actual que es
con el que se escribi6 el texto y que el intérprete tiene que
el hermeneuta. Entonces el hermeneuta viene a ser como un
poseer para leerlo o incluso traducirlo. Ademås del c6digo,
lector intruso, como alguien que lee un diario de una persona,
algunos hablan del canal de la comunicaci6n, de su fuente y
s610 escrito para ella misma, o que lee una carta privada; o
de otros elementos que no consideramos que sea indispensa-
ble tocar aquf (ya 10 dijimos en relaci6n con la menci6n que
dificilmente tiene acceso el lector. Otra es inconsciente y explicita, la que se
hicimos de Jakobson).
escapa al propio autor, pero el lector la encuentra con ciertos
El texto, entonces, posee un contenido, un significado. Ese
sutiles ad hoc, por ejemplo, aplicando el psicoanålisis. Y hay Otra que es in-
contenido estå realizando una intenci6n, una intencionali-
consciente y tåcita, la que se oculta tanto al autor como al lector y permane-
dad.24 Pero tiene el doble aspecto de connotaci6n y denota- ce escondida, tal vez por siempre. Fue el psicoanålisis mismo el que hab16 de
intencionalidad inconsciente, a pesar de que algunas otras corrientes han
considerado que la intencionalidad siempre tiene que ser consciente, esto es,
23 Cf. Umberto Eco, ibid., pp. 126 y 130.
identifican intencionalidad y conciencia.
24 Aun la intencionalidad puede ser de muchas clases. Pero podemos ha-
25 Cf. Chaim Perelman, "La nouvelle rhétorique comme théorie philoso-
blar de cuatro principales, atendiendo a su captabilidad. Hay una intencio-
phique de I'argumentation", en Mentorias del XIII Congreso Internacional de
nalidad consciente y explicita, esto es, que capta tanto el autor como el lec-
Filosofia, vol. V, pp. 269-270.
tor. Hay Otra consciente y tåcita, que s610 capta el autor y a la que
1

32

por 10 menos eg un lector no pretendido por el autor, que no conjeturas o(bip6tesis condiciones, que, por un proce dimiento
posee las claves de la decodificaci6n y por eso con riesgo de no de modus ponens ( (p q) segün Caynap, o de modus
tollens ( (pnq) &-q) D-p), segün Popper, o abductivo o retroduc-
entender el mensaje. En todos esos casos es un lector no pe-
tivo (pzq) &q) •p), segün Peirce,26 hagan Ilegar a la conclu-
(
dido por el autor, alejado en la historia, por 10 mismo, con
y,
siån,que serå la tesis o hip6EäiE&a inferida y probadA.
mucho riesgo de equivoco. Aqui debe entrar mucho mås la
Podemos decir que el haber Ilegado a enfrentarnos al acto
contextuaci6n del texto para poderlo entender con la menor
mismo de interpretaci6n, el haber discernido sus elementos y
equivocidad posible.
los segmentos de su proceso, asf sea someramente, es la ma-
yor ganancia de nuestro recorrido. Con ello podemos enten-
der de manera mejor las caracteristicas que hemos éncontra-
Los pasos del acto hermenéutico: do en la disciplina hermenéutica. Estos rasgos que le hemos
el proceso interpretativo seialado cobran sentido y se iluminan a la luz de la vivencia
y la comprensi6n del acto interpretativo, que es el nÜcleo de
En el acto interpretativo nos damos a la tarea de comprender la hermenéutica toda.
y contextuar ese texto al que nos hemos enfrentado. Es un
acto complejo, que involucra varios actos. Lo primero que
surge ante ese dato que es el texto es una pregurita interpre-
El hdbito o virtud de la inierpretaci6n
tativa que requiere una respuesta interpretativa, la cual es
un juicio interpretativo, ya sea una tesis o una hip6tesis que
Como toda actividad humana, la interpretaci6n puede Ilegar
se tendrå que comprobar, y para eso se gigue una argumen-
a constituir en el hombre un håbito, una virtud. Es una vir-
taci6n interpretativa.
tud mixta, como la prudencia, es decir en parte te6rica y en
La pregunta interpretativa es siempre con vistas a la com-
parte pråctica, te6rico-pråctica. Con respecto a la virtud, el
prensi6n. significa este texto?, iqué quiere decir?, ia
problema que siempre se ha planteado, desde el S6crates de
quién estå dirigido?, iqué me dice a mf?, o iqué dice ahora?, y
Plat6n, es si la virtud puede enseöarse, y nunca se ha dado
otras mås. Puede decirse que la pregunta es un juicio prospec-
una respuesta definitiva. Pero parece referu•se a la virtud
tivo, estå en prospecto, en proyecto. Se hace juicio efectivo
pråctica mås que a la te6rica. Con todo, 10 que es posible de-
cuando se resuelve la pregunta. Hay un proceso por el cual se
cir es que, aun cuando no sea muy Claro que la virtud pråcti-
resuelve dicha pregunta interpretativa, pues primero el juicio
ca puede enseöarse, si puede aprenderse, como 10 dice Gilbert
interpretativo comienza siendo hipotético, hip6tesis, y después
se convierte en tesis. La misma tesis es alcanzada por el cami-
no de des-condicionalizar la hip6tesis, esto es, ver que se cum-
ple efectivamente. Se trata de un razonamfento o argumento 26 Como ha observado Bochenski (Los métodos actuates del pensamiento,
pp. 137 y 184 ss., la retroducci6n o reducci6n tiene problemas 16gico-
de abducci6n, como decfa Peirce, o de conjetura y refutaci6n,
formales, pues no siempre es concluyente y hasta puede ser falaz, pero es
como decfa Popper, o, si se quiere, hipotético-deductivo. Ya es-
muy fructifera, y por eso es muy usada en la metodologia de la ciencia. Por
te proceso constituye la argumentaci6n interpretativa, dado
su parte, Arturo Rosenblueth (Mente y cerebro, pp. 101-104) la considera la
que las premisas o el argumento serån el cumplimiento de las
inferencia mås fértil en la investigaci6n cientifica.
34

Ryle de toda virtud, ya te6rica, ya pråctica,27 y la hermenéu-


y reglas que gufan la interpretaci6n sutil y adecuada, la ge-
tica conjunta ambos aspectos. No hay escuelas de sabidurfa o
gunda es la aplicaci6n de esos principibs y reglas en la inter-
de prudencia, pero si hay escuelas. de interpretaci6n. De mo-
pretaci6n concreta de un texto. Para ello pone el texto en su
do que la gente pienga que gf puede aprenderse o adquirirse
contexto apropiado. Su metodologfa es la sutileza, tanto de
el håbitode la buena interpretaci6n o la virtus hermeneutica.
entgnder un texto, como la de explicar o exponer su sentido y
Eg como en el caso de la ret6rica; alguien puede ser natural- la de aplicar 10 que dice el texto a la situaci6n hist6rica del
mente buen orador, un orador nato, pero la técnica o arte de intérprete=
la oratoria le ayuda a mejorar; asi también al hermeneuta
En el actohermenéutico hay un texto, un autor y un in-
nato la técnica o arte de la hermenéutica le ayuda a incre-
térprete ademås un c6digo). El texto puede ser de varias
mentar esa virtud que ya tiene iniciada, hay un aumento in-
clases: ggcrito, hablado y Æ@ado (o plasmado en otros mate-
terno o una intensio de esa virtud, de esa cualidad que 10 ha- riales, y aun se ha tomado como texto el puramente pensado).
ce interpretar bien. Mucho mås si el individuo no es por
Precisamente la sutileza interpretativa o hermenéutica con-
naturaleza un buen intérprete, sino que tiene que aprender
siste en captar la intencionalidad significativa del autor, a
el arte de serlo mediante el estudio, el trabajo y la imitaci6n
pesar de la injerencia de la intencionalidad del intérprete. El
para Ilegar a superar a quien le ensefie, o por 10 menos para
intérprete pone en juego un proceso que comienza con la pre- Y'

progresar. gunta interpretativa frente al texto; sigue con el juicio inter-

pretativo, juicio que suele ser primero hipotético y luego ca-


teg6rico, y pasa de hipotético a categ6rico mediante una
Balance argumentaci6n que sigue una inferencia hipotético-deductiva,
o retroductiva, o abductiva. A veces tiene que ser una argumen-
De esta manera, vemos que la naturaleza de la hermenéutica taci6n mås amplia y elaborada, inclusive con elementos ret6ri-
es ser un arte y ciencia de la interpretaci6n que tiene por ob- cos. En todo caso, la argumentaci6n interpretativa sirve para
jeto la comprensiön del texto con cierta sutileza y penetra- convencer a 10s otros miembros de la comunidad o tradiciön
ci6n. Se divide en hermenéutica te6rica y en hermenéutica hermenéutica acerca de la interpretaci6n que se ha hecho.
pråctica o aplicada; la primera es la recolecci6n de principios Y tiene que formarse el håbito de la buena interpretaci6n,
ir adquiriendo con el estudio y con la pråctica esa virtud, y
sobre todo teniendo buenos modelos o paradigmas de intér-
27 Cf. Gilbert Ryle, "iPuede enseöarse Ia virtud?', en R. F. Dearden, P.
pretes. No para quedarse allf. Eso ünicamente le darå la in-
H. Hirst y R. S. Peters, eds., Educaciön y desarrollo de la. razdn. Formaci6n
coaci6n del håbito. Tendrå que esforzarse por avanzar en él,
del sentido critico, pp. 411 y 413. También hay que tomar en cuenta que la

virtud tiene un componente de voluntad, ademås de uno de conocimiento:


inclusive superar a sus maestros, rebasar su propia tradi-
ci6n.
"La idea de que las virtudes pertenecen a la voluntad, y de que esto ayuda a
distinguirlas de cosas como la fuerza fisica o la habilidad intelectual, ha so•
brevivido a la consideraci6n de la sabidurfa como virtud, si bien de una ma-

nera bastante compleja y ligeramente atenuada" (Philippa Foot, Las virtu-


des y los vicios, y otros ensayos de filosofia moral, pig. 21). Ver también
Ernesto Sosa, Conocimiento y virtud intelectual, pp. 285 ss.
Jia nod2igcæ..s 37

LOS MÅRGENES
111.

DE LA INTERPRETACIÖN:
HACIA UN MODELO ANALOGICO
DE LA HERMENÉUTICA

En el ültimo capftulo de su libro Los limites de la interpreta-


ci6n, Umberto Eco dice que hist6ricamente se pueden senalar
dos ideas de interpretaci6n. "Por una parte —explica— se
admite que interpretar un texto significa esclarecer el signi-
ficado intencional del autor o,. en todo caso, su naturaleza
objetiva, su esencia, una esencia que, como tal, es indepen-
diente de nuestra interpret.ci6n. Por la Otra, se admite, en
cambio, que los textos pueden interpretarse infinitamente".l
En esta situaciön vemos a la hermenéutica hoy, debatiéndose
desagarrada entre algunos puntos extremos que piden una
soluci6n integ!uedia. Veremos que para hallar dicha soluci6n
nos ayuda la doctrina antigua y medieval de La
analogfa se colocaba como intermedia entre la
la univocidad.In equivoco es 10 que se predica o se dice de un
conjunto de cosas en un sentido completamente diverso, de
modo que una no tiene conmensuraci6n con Otra; por ejemplo,
cuando se dice "El prado y el hombre rien", 10 hacen en senti-
dos completamente distintos, o cuando decimos "ß?to" a un
animal, a un instrumento y a una persopa. Lo univoco ea.-lo
que se predicgo se dice de un conjunto de cosas en un sentido
completamente idéntico, de modo que no cabe diversidad al-
guna entre unas y otras; por ejemplo, "Pedro, Juan, Pablo...
son hombres", todos tienen que ser hombres en sentido idén-

I Umberto Eco, Los liniites de la interpretacidn, pig. 357.


3

38 39

tico. En cambio, 10 anålogo es 10que se predica o se dice de En este sentido, nos parece que quienes proclaman el rela-
un conjunto de cosas en un sentido en parte idéntico Y en tivismo absoluto o extremo de lag interpyetaciones pecan de
parte distinto, predominando la diversidad; es idéntico segün equivocismo, mientras que quienes proclamen una finica in-
algo, segün algün respecti0, y diyerso de modo simple (simpli- terpretaci6n vålida incurren en el vicio contrario, el univo-
citer diversum et secundum quid idem); esto es, es diverso de cismo. Y 10 que hace falta eg Ia mediaci6n de la analogicidad,
por sf y principalmente, y s610 es idéntiqo o semejan@e de mo- por eso nosotros proponemos un modelo interpretativo
do relativo o secundario. gigo, La postura univocista de la interpretaci6n ünica estå
Por una parte, sobre la hermenéutica se cierne el peligro negando de hecho la hermenéutica, porque ésta 8610 puede
de los que dicen que todas las interpretaciones son vålidas, darse y operar cuando hay mültiple sentido, polisemia; y esa
esto es, los que propugnan unxel@tivismo extremo o absoluto postura en el fondo sostiene que no hay polisemia posible, di-
de la interpretaci6n. A ellos se oponen los que han sostenido versidad de sentidos, sino que todo se resuelve en una sola
que s610 una interpretaci6n puede ser vålida (o verdadera). interpretaci6n que destruye a toda Otra y, por 10 demås, si se
A1 primer extremo, el del relativismo, podemos verlo como tiene el método adecuado, se tendrå esa comprensi6n Fin ne-
equivocismo. A1 segundo extremo, el de la interpretaci6n fini- cesidad de recurrir a las otras ni contrastarla con las Otras,
ca, podemos verlo como univocismp. Pero entre 10 equfvoco y por 10 que, mås que interpretaci6n, es captaci6n mecånica Q
10 univoco se encuentra Lo equfvoco es 10 total- directa de sentido. No hay lugar.para varios sentidos y, por 10
mente diverse, 10 no copmensurable con otgp; 10 univoco es 10 mismo, no hay lugar para la interpretaci6n, para la herme-
totalmente idéntico. Pero 10 anålogo es 10 en parte idéntico y néutica.
en parte diverso; mås aün, en él predomina la diversidad,
pues es 10 idéntico segün algfin respecto y 10 diverso sin mås.
Tiene mås de diversidad que de identidad, se preserva mås 10
Las dos hermenéuticas extremas:
otro que 10 mismo, mås 10 particular que 10 universal o co-
la. univocista y la equivocista
mtn. A los que exaltan la diferencia, la analogia les ofrece la
diversidad predominante, pero aquella que conviene, la mås una finica interpreta-
que se puede permitir; a los que exaltan la identidad, les ha-
ci6n, y pretender que en definitiva no hay interpretaci6nu_va
ce verque hay un ingrediente de mismidad, pero que no se
contra la evidencia, pues en eso mismo se estå dando cierta
puede negar la diferencia. Claro que los conjuntos de cosas no
interpretaci6n, va contra la no-contradicci6n, se autorrefuta.
son todos y cada uno anålogos, pero hay conjuntos de cosas
También el equivocismo se autorrefuta, porque el relativismo
que, precisamente por su complejidad, tienen que serlo, y ser
absoluto o extremo encierra contradicci6n en los términos
conocidos como tales.2
mismos que IQ compgpen. Que todo es relativo es un enun-
ciado absoluto. Y, ademås, si todo es relativo, también es re-
2 Tal vez no sea demasiado arriesgado decir que los conjuntos anålogos lativo que todo es relativo. Pero no es tan 8610 esto ni tan
tienen cierta semejanza con los conjuntos difusos (fuzzy sets) y con la 16gica sencillo. Un relativismo absoluto o extremo se autocancela, es
que les es propia. Acerca de la noci6n general de analogia, cf. M. Beuchot, como la paradoja de Epiménides, el mentiroso (paradoja que
"La analogia como instrumento 16gico-semåntico del discurso religioso", en Russell hizo célebre, pero que ya era discutida en la Antigüe-
Analog(a, pp. 5-13.
40 41

dad y en la Edad Media).3 Decir "Todo es rélativo" es heter6- se puede alegar que al decir "Todo es relativo" se piensa que
logo o no autopredicativg, pues no se puede decir que tam- ese mismo enunciado es relati€0' Y que se pretende que 10
bién ese enunciado sea relativo, ya que abarca todo con su sea, 10 cual 10 salvarfa, por la pragmåtica, de la inconsisten-
cuantificador. Es absoluto por la extensi6n del cuantificador cia y, aunque fuera inconsistente gemånticamente no 10 seria
universal que 10 caracteriza. Y entonceg al decir que todo es pragmåticamente, de acuerdo con la intenci6n del hablante,
relativo se dice que ya hay algo que no 10 eg, a saber, es ab- porque precisamente gu intenci6n serfa la de que ese enun-
soluto que todo es relativo, o el enunciado "Todo es relativo" ciado absoluto fuera relativo; pero no se puede salvar prag-
es absoluto (y 10 es tanto en su sentido de re como en su sen- måticamente de la inconsistencia, ya que, gi se relativiza ese
tido de dicto), y, por 10 mismo, se niega a si propio. Es como 10 enunciado en su significado pragmåtico, ya es salirse dema-
del mentiroso. Epiménides dice: "Estoy mintiendo", o "Todo 10 -siado de las reglas del lenguaje y de la argumentaci6n. Seria
que digo es mentira". Si miente, dice la verdad; y, si dice la como en el caso del escéptico (si no del pirr6nico, por 10 menos
verdad, miente. Asf, "Todo es relativo", si es verdadero, se del académico), que dice "Nada es cierto", y con ello estå di-
hace falso; y, si es falso, se hace veradero; pues, si es verda- ciendo que por 10 menos es cierto que nada 10 es, con 10 que
dero, indica que no todo es relativo (a saber, por 10 menos él ya hay algo que 10 es, a saber, eso mismo que dice. Se podrfa
mismo no es un enunciado relativo, no puede serlo, por el alegar que pragmåticamente, esto es, segün la intenci6n del
cuantificador), y se autofalsifica; y, si es falso, indica que todo hablante o :egün su significado intencional, se estå diciepdo
es relativo, 10 cual es su verdad, pero con ello se vuelve Otra "Nada es cierto, incduso esto mismo", ya que se dice que el es-
vez falso, pues es algo absoluto el que todo es relativo. En cépticono acepta nada, ni siquiera 10 que él mismo afirma.
ambos casos Ileva a una contradicci6n, por 10 cual es parad6- Pero esto es saltarse las reglas sintåctico-semånticas de la
jico, como el enunciado de Epiménides. Ademås, podemos teoria de conjuntos y de la 16gica de clasps, que exigen que un
acudir a la pretensi6n pragmåtica de validez; todos preten- enunciado no puede referirse a sf mismo (se excluye la auto-
demos la verdad en nuestros enunciados y la validez en nues- rreferencia), s610 se puede uno referir a un enunciado desde
tros argumentos; por 10 cual,hay una inconsistencia pragmå- un sistema distinto, esto es, desde un metasistema o meta-
tica en el relativismo. Se tiene la intenci6n de verdad y, en lenguaje. (Es 10 que estipu16 Russell; Otra cosa es que se de-
ciertos casos, de verdad universal; por 10 cual, si se dice que sencadene, como 10 mostr6 Goedel, un regressus de metasis-
todo es relativo, se intenta decir eso con universalidad y ne- temas.) Y como la aceptaci6n y, la no aceptaci6n de reglas
cesidad, por 10 cual se vuelve absoluto, e ipso facto deja de ser argumentales (0 16gicag, o sintåctico-semånticas) es —como 10
relativo, es decir deja de implicar la verdad que supone. Y no recalc6, por ejemplo, Apostel— un acto pragmåtico, estå al
nivel de la pragmåtica, pues en ese momento tan primitivo y
fundamental la misma sintaxis depende de la pragmåtica y
3 Ese caråcter parad6jico del relativismo puede superarse con los ins-
la tienecomo previa (en la acepci6n de términos y aceptaci6n
trumentos con los que Russell super6 la paradoja de Epiménides, pero en-
de reglas de formaci6n y transformaciön de un lenguaje), se
tonces se destruye. Porque para decir con verdad que todo es relativo habria
incurre en inconsistencia pragmåtica también.4
que pasar a un rango 16gico superior que ya no seria relativo; y, al paSar a
un rango 16gico superior, como hace Russell para determinar el valor de ver-

dad del enunciado del mentiroso Epiménides: "Estoy mintiendo", resulta que 4 Sobre este tipo de refutaci6n del relativismo dice Gadamer: "Por mucha
el enunciado es falso. Asi, siempre se falsifica. claridad que se arroje contra la contradictoriedad interna de cualquier rela-
442 43

Un relativismo absoluto o extremo, pues, ge instala en la universales y necesarias (ideas,


equivocidad. Es extremo, es pragmåticamente inconsistente, y Ip spn seg#n cierta
p!åctico, o
encierra contradicci6n peRÖrmativa. Pero un absolutismo ab- gradaci6n), aunque
mayoria son singulares y contingentes.
la
soluto se instala en la mås completa univocidad; no es auto- Y esto es analogfa, porque hay una comunidad, o igualdad, o
contra-dictorio, pero es inalcanzable para humano. Seria
el ser universalidad, restringida, y una diversidad, o particularidad,
conocer como Dios, que ve todo de manera absoluta- extendida, una multiplicidad prevalente. Se trata 7&-mTa-avli-
mente evidente. En cambio, un relativismo relativo eg ana16gi- caci6n del realismo moderado de los universales al problema
co,y no es autorrefutante o inconsistente. (Tal vez iambién un del relativismo (el realismo moderado es a su vez una aplica-
absolutismo relativo implique contradicci6n 16gico-semåntica, ci6n de la analogfa al problema de los universales). realismo
pero no pragmåtica, pues parece coincidir con el relativismo moderado de los universales se conjun!a con el conocimignto
relativo, como veremos en seguida.) Entendemos el relativismo ana16gico del ser (sobre todo en el tema de la abstracci6n, i.e.,

relativo como un relativismo con lfmites, como la posibilidad *üäfifi7ääbstracci6n de Ios conceptos anålogos) para res-
de poner l@ites al relativismo. Hay ciertamente cosas relati- ponder al problema del relativismo hermenéutico; pues 10 que
vas, pero hay también algunas que no 10 son, que son absolu- pasa es que los universales se dan concretados, encarnados en
tas. Esto quiere decir, con otras palabras, que no todo es rela- 10 singular, y 10 singular es factor de diversidad, mientras que
tivo, a saber, que hay algunas cosas —pocas, ciertamente— 10 universal es factor de identidad, igualdad o semejanza. Por
que son absolutas (i.e. universales y necesarias, como ciertos eso predomina 10 singular y diverso sobre 10 universal e idénti-
principios y causas). Si bien la mayorfa de las cosas son relati- co.

vas (singulares y contingentes), hay algunas que son absolutas La analogia consiste en evitar la tan
(universales y necesarias). Hay unas cuantas cosas que son identificaci6n simplificadora, la monolitizaci6n del conocer, la
entronizaci6n parmenidea de la mismidad; pero también con-
siste en evitar la nociva equivocidad, la entronizaci6n hera-
dejaq de ser como lag describe Heidegger: todas estas
clitea de la diferencia, la coronaci6n del relativismo, que es
argumentaciones triunfales tienen siempre algo de ataque por sorpresa. Pa-
recen tan convincentes, y sin embargo pasan de largo ante el verdadero nå- Otro monolitismo, s610 que atomizado, cada åtomo es un mo-
cleo de las cosas. Sirviéndose de ellas se tiene raz6n, y sin embargo no expre- nolito (como se dice que Plat6n atomiz6 en las Ideas el ser
san una perspectiva superior ni fecunda. Es un argumento irrefutable que la parmenfdeo),5 el monolitismo de 10 que es {tomo sin venta-
tesis del escepticismo o del relativismo pretende ser verdad y en consecuen- nas, sin posibilidad alguna de conectarse con 10 otro en algo
cia se autosuprime. Pero iqué se logra con esto? El argumento de la reflexi6n comün. Asf, vemos que los extremos se tocan. El univocismo
que alcanza este fåcil triunfo se vuelve, sin embargo, contra el que 10 emplea es un monolitismo, y el equivocismo es un univocismo atomi-
porque hace sospechoso el mismo valor de verdad de la reflexi6n. In que es
zado, un monolitismo roto en fragmentos igualmente monoli-
alcanzado por esta argumentaci6n no es la realidad del escepticismo o de un
ticos, en un archipiélago. (Aquf no se guarda el principio de
relativismo capaz de disolver cualquier verdad, Sino la pretensi6n de verdad
individuaci6n de las masas y de los cuerpos no estructurados,
del argumentar formal en general" (Verdad y método, påg. 419). Pero no es
a diferencia de los cuerpos que tienen una mayor estructura-
cierto que ese argumento disuelva la pretensi6n de verdad del argumentar
formal en general, ya que no tiene la capacidad de revertirse sobre 8i mismo
y autocancelarse. No deja de ser ret6rica de escape la consideraci6n de Ga- 5 Juan David Garcia Bacca, "Comentario" a su edici6n y traducci6n de El
damer sobre el argumento antirrelativista. poema de Pannénides, pp. 38-39.
44 45

ci6n, de modo que algo es masa o cuerpo menos organizado si caremos proclividadeg, tendenciag que tenia cada una de es-
tas corrientes, manifestadas por representantes clave y con-
es divisible en partes que siguen siendo 10 mismo; por ejem-
plo, algo sigue siendo agua si resulta de la divisi6n de una notados. Alguien podrfa decir que hubo '"positivistas" que

porci6n de agua, o sigue siendo arena, paja, etcétera; pero buscaron la salida de la univocidad y la entrada en la analo-
una estatua no se rompe en estatuas, un årbol se parte en gfa, como Wittgenstein (a pesar de que rehusara la denomi-
1}

ramas y no en otros årboles, un hombre no se divide en hom- naci6n positivista). Pero autores como Carnap y hasta Quine
breg, etcétera. El monolito del univocismo, en el equivocismo, hacen profesi6n de büsqueda de perfecta univocidad. Y, en el
se divide en monolitos menores; o, si se quiere, el equivocis- {rea del positivismo primitivo del siglo XIX, el autor que ele-
mo no eg sino la divisi6n del monolito del univocismo en mu- gimos, Stuart Mill, es Claro en su opci6n y actitud univocista.
chos monolitos mås pequeöos.) Lo mismo se ve en la actitud equivocista, es decir relativista,
Poren lugar de un modelo univoco y uno equivoco de
eso, que se da en Schleiermacher con respecto a la misma religio-
la hermenéutica, proponemos uno ana16gico. Intermedio en- sidad, aunque tuvo atisbos de huir de la equivocidad (y acer-

tre 10 unfvoco y 10 equivoco, pero tendiendo mås a este ülti- carge a la analogicidad) en algunos momentos de su herme-

mo, ya que es primariamente diverso y secundariamente néutica. Se trata, pues, de una exposici6n por paradigmas,

Es diverso de manera propia y principal, y semejan•


idéntico. que muestran el predominio de algo, exposici6n que suele
te de manera s610 impropia y menos principal. aceptarse como recurso vålido.

También puede verse esto de Otra manera. Hay 10 que po- En cuanto a la noci6n tan discutida de paradigma, nos

driamos llamar hermenéutica positivista, la que cree en una atenemos a su origen wittgensteiniano, en el que se destaca
ünica interpretaci6n valedera. De hecho no es hermenéutica, un modelo de Vida o de actuaci6n (por ejemplo, cientffica, pe-

pues ésta requiere alguna diversidad de sentido. Y es 10 que ro no s610 ella) con el cual se pueden guardar ciertos pareci-
pretendieron, por ejemplo, algunos historiadores positivistas dos de familia. Por eso creemos que pueden verse como para-
y algunos historiadores marxistas: estar conociendo y dicien- digmas de hacer ciencia o de hacer hermenéutica a ciertos

do la realidad como tal, sin ninguna intermediaci6n interpre- cientificos o ciertos hermeneutas que, mås que decir c6mo se
tativa; hacfan ciencia, no ideologfa (decian aquellos marxis- hace eso, muestran c6mo se hace. De acuerdo con ello, las
tas); o ciencia, no metafisica (decfan aquellos positivistas). teorias son 8610 partes del paradigma, es verdad,. y 10 que
Pretendfan la objetividad absoluta. Y, por Otra parte, estå 10
queremos resaltar es que el paradigma mismo es mås com-
que Ricoeur llama la hermenéutica romåntica. plejo.

Para exponer cada una de estas lineas, la positivista y la


romåntica, elegiremos algün autor representativo de cada
una, es decir alguien que nos sirva de prototipo, de paradig- La 'hermenéutica"positivista: el modelo univocista
ma. Con esto excluimos el que todos los positivistas fueron
univocistas y todos los romånticos fueron equivocistas.6 Mar- En primer lugar, la hermenéutica que podemos llamar "posi-
tivista" resulta parad6jica. Sostiene que s610 hay una inter-

6 De hecho, Octavio Paz seiala a los romånticos como analogistas porque


usaban de manera predominante la metåfora. Pero la metåfora es la parte .
romånticos, por 10 menos, la proclividad, el peligro y riesgo del equivoco. Cf.

de la analogfa que mås se acerca a la equivocidad, con 10 cual se da en Ios Octavio Paz, Los hijos del limo.
46 47

pretaci6n vålida. Las son en su totalidad incorrectas. Reichenbach hab16 de verificaci6n abierta, o de que log enun-
Claro que el univocismo d ciados cientfficos eran verificables en principio aunque no de
e Ia corriente positivista ha recibido
matizaciones en algunos de sus exponentes, pero hablamos hecho o de momento. Wittgenstein mismo combati6 ese crite-
de 10 que predomin6 en eua. En su aspecto rudimentario, el rio de significado en su época posterior al Tractatus, y 10
positivismo adopt6 la cientificista del siglo XIX, en la mismo Popper. Pero en el fondo 10 que mås pesaba era esa
que s610 valia la interpretaci6n reduccionista cientifica de autorrefutaci6n en la que habia incurrido desde el comienzo.
cualquier texto o acci6n o evento; siempre una Bola y Ünica Ya los escolåsticos hablaban de que "la universalidad cons-
interpretaci6n. Tenia que ser completamente univoca, con un truye falsedad y la particularidad edifica verdad" para tener
significado fin-ico y sin dejar ningün lugar a
ambigüedad. la cuidado con los juicios extremados. Es decir, es må8 fåcil que
Con ega postulaci6n de un significado ünico, de hecho tampo- un enunciado universal sea falso a que 10 sea uno particular.
co se dejaba lugar a la hermenéutica misma. Esta significa- Asf, decir que €610 es significativo y correctamente interpre-
ci6n univoca era la que daba la ciencia (formal o empirica).7 table 10 que tiene verificaci6n empirica, es eso mismo inveri-

La formulaci6n mås extrema y elaborada de esto se dio en el ficable empiricamente, porque ya de suyo, con ese criterio

positivismo de este siglo, el positivismo 16gico, segün el cual enunciado umversalmente resulta de hecho y aun en princi-
un enunciado era interpretado vålidamente, esto es, tenia pio (para una mente finita) inverificable él mismo. Y no 8610
significado y verdad, dependiendo de la experiencia. Un es inverificable sino que tampoco es univoco; pierde esa uni-
enunciado era significativo si habfa para él un adecuado pro- vocidad pretendida y, a la posf.re, cae en 10 equivoco. Los ex-
cedimiento de verificaciön. Y la verificaci6n era sobre todo tremos se tocan. Como se ve, pues, la "hermenéutica" univo-
empirica, pues la verificaci6n conceptual era analftica o tau- cista o positivista se autorrefuta.

t016gica, por 10 cual no tenia nada que ver con la realidad.


Por eso la que valia era la verificaci6n empirica o sintética.
Pero pronto se vio que ese criterio de significado era un La hermenéutica romåntica: el modelo equivocista
enunciado inverificable empiricamente (y ademås taut016gi-
camente), por 10 que él mismo carecfa de significado.8 De esta En segundo lugar, tenemos la hermenéutica romåntica. Ella
manera, se vefa que muchos de los enunciados de la ciencia era el opuesto del positivismo: daba predominio.a la subjeti-
misma eran inverificables y tenian que ser puestos en entre- vidad. Incluso el romanticismo estuvo emparentado con esa
dicho. Como es sabido, y segün 10 expone Hempel en un céle- subjetividad absoluta del idealismo. También aqui hablamos
bre artfculo, el criterio de significado recibi6 incontables mo- de 10 que predomin6 en esta corriente romåntica por mås que
dificaciones, ajustes y parches. Pero todo result6 inütil. algunos de sus exponentes hayan mitigado el subjetivismo
que la caracteriz6. Un ejemplo de 10 que en ella ha predomi-
nado fue Schleiermacher. Conocedor de Kant y de Hegel, pe-
7 Un ejemplo preclaro de la empresa positivista es el libro de John
Stuart Mill, System of Logic. Cf. Hip61ito Taine, Stuart Mill, pp. 27-34, don-
ro también de Plat6n y de Arist6teles, tom6 de este ültimo la
de hace ver que para Mill todas las definiciones de la ciencia son nominales y hermenéutica y la aplicaba a la Biblia con un giro personal.
todos sus términos univocos.

8 Mås detalles sobre esto en M. Beuchot, "Estructura y funci6n de la me-


tafisica en la filosofia analftica", en Libro Anual del ISEE, pp. 249-295.
48 49

Ese gn•o personal era el romanticismo.9 Recuérdese que el de subjetividades que curiosamente parecerfa conducir a la
romanticismo, en el arte, hacfa preponderar el contenido so- maxima objetividad, pero que mås bien derivaba hacia y
bre la forma: no importån los formalismos, 10 que importa es culminaba en un subjetivismo mås avanzado. Lo curioso no
el sentimiento.10 La hermenéutica romåntica, pues, consistia es 8610 que la hermenéutica romåntica Ileva a un relativismo
en dejarge impregnar —y no ciertamente por la via de Ia ra-
igualmente autorrefutante que aquel al que Ilevaba el positi-
z6n, gino por la del sentimiento— por el texto y su contexto, vismo, y que se ha extendido mucho en nuestros dias bajo die
por el autor y su cultura; de alguna manera, se hacfa una
versas versiones y presentaciones, sino que, comenzando con
inmersi6n directa en el mundo del autor, en su cultura, se
la equivocidad, Ilega también a padecer de la misma norma
transvasaba al lector, pero de una manera que —aun cuando
de univocidad. Aunque parezca imposible, se puede ver que
parecerfa 10 måsdada ega inmersi6n en el Otro por
objetiva,
asi ege En el aparente equivocismo del relativismo se esconde
empatfa— ge realizaba por la subjetividad.ll Era una fusi6n
el univocismo porque hay un cientificismo no resuelto en el
fondo. Esto 10 ha detectado el propio Vattimo al decir que el
ideal schleiermachiano de la identificaci6n con el Otro des-
9 Cf. Hans G. Schenk, quien en su libro El espfritu de los ron&dnticos eu-
cansa en la idea de autotransparencia del sujeto y, en defini-
ropeos dedica a Schleiermacher el capftulo XIII: "El cristianismo emotivo",
tiva, en una ontoteologfa de la presencia plena ahist6rica.12
afirma certeramente que la hermenéutica te016gica de Schleiermacher signi-
El romanticismo reaccionaba contra las ciencias formales
fic6 un relativismo nacido del sentimiento como instrumento cognoscitivo.
y naturales que le presentaba el positivismo, pero no contra
Dice: "Para Schleiermacher, el sentimiento religioso es la llave maestra y, de

hecho, la ünica clave de la religi6n. La teologfa no es, para él, mås que el
las ciencias sociales que nacian y que siempre han vivido a la
sentimiento religioso que se ha explicado" (påg. 152). Esto le sirvi6 para sos- sombra de las otras ciencias, y envidiåndolas e imitåndolas a
tener que todas Ias iglesias cristianas, como interpretaciones del Evangelio, veces de maneras absurdas. Algunos rasgos que nos hablan
eran vålidas y complementarias. Sigue diciendo Schenk: "Las mültiples in- de este acercamiento del romanticismo a esas ciencias hu-
terpretaciones del cristianismo —ésta era la suposici6n subyacente—- ser- manas y sociales es, por ejemplo, el exotismo, reflejo de los
vian todas, para suplementarse unas a Otras, y para hacer destacar algün estudios antrop016gicos que comenzaban a hacerse de las co-
rasgo esencial del cristianismo que de Otra manera podria perderse" (pp.
Ionias lejanas de Inglaterra y Francia, aunque, significati-
153-154). Y agrega: "El relativismo romåntico de Schleiermacher en cuestio•
vamente, viéndolas como algo totalmente ajeno a los euro-
nes religiosas no se limit6 al mundo del cristianismo" (påg. 154), Sino que
peos, no para ayudarlos. Otro ejemplo es el interés por las
daba por igualmente buenas todas las interpretaciones de 10 divino hechas
épocas y sociedades mås desconocidas y hasta despreciadas
por las demås religiones.
10 Para una Clara y suficiente caracterizaci6n del romanticismo, cf. Gio-
por la ilustraci6n y el positivismo, como la Edad Media, que
vanni Reale y Dario Antiseri, Historia del pensatniento filos6fico y cientifico,
brind6 måltiples motivos artisticos al romanticismo y que
pp. 33-37. Sobre Schleiermacher y el resurgimiento de Ia hermenéutica, cf.
viene a ser un estudio paralelo al de la naciente sociologia de
Ibid., pp. 44-47. Comte, Spencer y Stuart Mill. De hecho, en el mencionado
Cf. Friedrich D. E. Schleiermacher, "The aphorisms on. hermeneutics relativismo romåntico —y ahora en el posmoderno— se es-
from 1805 and 1809/10", en G. L. Ormiston y A. D. Schrift, eds., The Herme-
neutic Tradition. noni Ast to Ricoeur, påg. 58: "Un requiBito importante pa-
subjetivo, uno se proyecta a si mismo en el autor. Yo hablaria de un conocer
ra la interpretaci6n es que uno debe desear abandonar su propia conciencia
al autor mejor de 10 que él mismo se conoce".
y entrar en la del autoz*',• y påg. 81: "A1 combinar los elementos objetivo y
12 Cf. Gianni Vattimo, Ética de la interpretacidn, pp. 158 y 161 ss.
50 51

conde la idea univocista —por reduccionista— de que 10 que bles, equivocas, ni todas tuvieren que ser idénticas por 8610
determina la racionalidad en general es la cultura particular, haber una posible, univoca, sino que fuerdn en parte comuni-
al menos en cuanto que se cree que las normas de la cultura cables, precisamente por tener una parte de comunidad o
local marcan los limites de Ia racionalidad y, por 10 mismo, de igualdad, pero preponderantemente diversas por guardar en
la interpretaci6n. Es curioso ver c6mo el univocismo del posi- cierta medida la particularidad del intérprete. Con ello se
tivismo cae en el equivocismo, y c6mo el equivocismo del ro- salvarfa la conmensurabilidad y podria compararse entre las
manticismo viene a incidir en un univocigmo diferente. Pero, interpretaciones y decidir cuåles de ellag son mejores que
aun con gus divergos matices, esto nos muestra que los ex- Otras, y en este sentido podrfa hablarse de unas que se acer-
tremos se tocan. can mås a la verdad y Otras que se alejan de ella. Habria una
Por demåg, romanticismo y positivismo son contempo-
10 interpretaci6n principal, mås cercana a la verdad objetiva;
råneos, aparecen en lag primeras décadas del Biglo XIX.13 El pero eso no quitarfa la posibilidad de que hubiera otras mås
romanticismo surge como reacci6n contra el racionalismo- que se acercaran a ella y que tuvieran su parte o grado de
empirismo de la Ilustraci6n. El positivismo es una reacci6n verdad en el sentido de aproximaci6n en la correspondencia a
contra el romanticismo, su desconfianza de la raz6n y su es- 10 que el autor dice en el texto.

pecie de irracionalismo. Otra vez observamos que los extre- Esta restricci6n hasta cierre o limite) de la verdad de
mos se tocan, pues, si la hermenéutica positivista —qué en las interpretaciones podria parecer traici6n a la analogia
realidad no es hermenéutica— pretende la måxima objetivi- (que se acerca mås a 10 equfvoco, y aqui da la impresi6n de
dad, la hermenéutica romåntica pretende lograr ega måxima acercarse mås a 10 univoco). Pero no 10 es. No se trata de sos-
objetividad por medio de la måxima subjetividad, acorde con tener una ünica interpretaci6n como vålida, sino varias, pero
su exaltaci6n del yo, del sujeto, y de las facultades mås subje- dentro de cierto limite, y puede decirse que unas entre ellas
tivas —a saber, las sentimentales—- del hombre. La herme- se acercan mås a la verdad, y, por supuesto, que otras se
néutica romåntica es equivocista, da el predominio total a la alejan de ella. Se trata de poder comparar interpretaciones
diferencia, a esa diversidad de interpretaciones que introduce como verdaderas o falsas, de modo que se evite el equivocis-
el yo, irrepetible e intransferible, con el peligro casi de ser in- mo de los relativistas, que las ven a todas como vålidas y
comunicable (al menos por medio de la raz6n; tendria que ser complementarias.
por una gran empatfa realizada a través del sentimiento). La
hermenéutica positivista es univocista, la interpretaci6n es
una sola, y tiene que ser compartida por todos. Es el cientifi-
El modelo ana16gico
cismo. Para remediar esa caida en los extremos, podemos
proponer un medio ana16gico, que seria una hermenéutica en
Frente a estos extremos del equivocismo y el univocismo,
la que las interpretaciones no fueran todas inconmensura-
queremos presentar (asi sea como esbozo, para ser después
mås ampliamente desarrollado) un modelo ana16gico de la in-
13 Tal vez se puede seialar al romanticismo como algo anterior al positi- terpretaci6n, una hermenéutica ana16gica, inspirada en la
vismo, pero Paul Bénichou, en su obra El tianpo de Ios profetas. Doctrinas de
la época rom6ntica, pp. 244 ss., sabe mostrar el modo en que se entrevera el
positivismo con el romanticismo y las mutuas relaciones que sostuvieron.
52 53

doctrina de la analogia de Arist6teles y los medievales.14 En el diålogo interpretativo entre los intérpretes.
Ia interpretaci6n univocista se defiende la igualdad de senti- De esta manera, la comunidad, que no eg 'ideal, gigo myyJi-
do, en la equivocista, la diversidad. En cambio en la ana16gi- mitada, muy_ünita, ayuda a determinar el segmento de in-
hay ün sentido relativamente igual (secundum
ge dice que terpretacién que semiöticamente ge acerca mås a la verdad
quid idem) pero que eg predominante y propiamente diverso interpretativa.
(simpliciter diversum) para los Bignog o textos que 10 compar- intentio auctoris, famosa en la exégesis me-
ten.En este modelo ge gabe que la interpretaci6n se aproxi- dieval. Ciertamente interviene la intentio lectoris, como la
ma mås a ser inadecuada porque la analogfa misma tiende llama Umberto Eco, pero la intentio textus —por asi llamar-
mås a 10 equfvoco que a 10 unfvoco. Es cierta conciencia de la—, hfbrida de las dos, recoge preponderantemente la del
que 10 que en verdad se da es diversidad de significado, di- autor, y, supeditada a ella, la del lector, el cual, sf, la enri-
versidad de interpretaciones; pero no es renuncia a un algo quece, pero no al punto que se pueda tomar la libertad de
de uniformidad, de conveniencia en algo estable y ,reconoci- distorsionarla. Licencias de lector, como las licencias poéti-
ble, por gracia de 10 cual no se pierde la posibilidad de un co- cas, eran mal vistas si se extralimitaban, era de mal gusto
nocimiento racional. En efecto, el lenguaje y el discurso ana- extralimitarse; habfa limites, percepci6n del cierre, de la fini-
16gicos eran para Arist6teles y los medievales la estrategia tud, condici6n inalienable de la contingencia humana.
(con fuerte dosis de estratagema) para cercar en algün punto Veamos mås de cerca qué es la analogia, la interpretaci6n
el significado, asf fuera de manera aproximativa, y para de- ana16gica.Ya hemos dicho que la analogia se acerca mås a 10
terminar o delimitar la interpretaci6n sin cerrarla. %Quivoco que a Aegygco. Por eso la lucha aqui, en este mo-
La interpretaci6n ana16gica es también conciencia de la delo, es evitar que se vaya mås a 10 equivoco, pugnar por al-
finitud y, por 10 mismo, de una filosofia de 10 infinito. El infi- canzar 10 mås que se pueda la univocidad; resistir al vértigo
nito es potencial; para Arist6teles, el infinito actual no podria de lanzarse a la turbulenta e incontenible corriente de la
existir, como mostraban las paradojas de los eleatas. I-a ac-
10 equivocidad; sujetar el sentido y tensionarlo 10 måB posible
tual es 10 finito, no 10 infinito, para el conocimiento del hom- hacia 10 unfvoco, que él por si solo se encargå de tirar hacia 10
bre. Y, gi hubiera infinito actual, s610 podria conocerlo como equivoco. iPor qué no dejarlo que se vaya a la equivocidad?
potencial, por la finitud de su conocimiento. Asf, aunque las Porque entonces se desbocarfa todo conocimiento, porque hay
interpretaciones gean porque los que respetar y obedecer a la finitud del hombre. Sobre todo
significados 10 son, la del hombre es finita, y, si ha de en esas ciencias en las que mås se nota, en lag ciencias hu-
conocer algo, 10 conoce en un segmento finito y apresable de manas, que son precisamente en las que tiene su lugar mås
la interpretaci6n. Ege åmbito 10 determina el contexto, el propio la hermenéutica. En cierta manera, es reconocer que
marco de referencia, que el hombre recibe sobre todo de la la realidad misma tiende a la equivocidad, y s610 se domeöa
por el conocimiento ana16gico.
La anålogo tiraa 10 equivoco, y el camino esforzado es ha-
14 Para una exposici6n un tanto mås completa de Ia teorfa semi6tica de
cia la univocidad. Por eso la primera clase o tipo de la analo-
la analogia, cf. M. Beuchot, "Una semåntica medieval del discurso religioso:

la significaci6n ana16gica en la escuela tomista", en Acta Poetica, pp. 87-101.


gia era la analogia de desigualdad, que es casi univocidad,
Por supuesto que un texto clåsico seria el de Santiago Marfa Ramirez, De como cuando hay diversos tipos de
se dice "cuerpo", ya que
analogia. De él nos hemos beneficiado mucho. seres corp6reos, unos mås perfectos que otros, y esa palabra
55
54

los significa o ge les predica de manera desigual pero cercana Por otra parte, la analogfa de propgciQualidad propia tra-
a la univocidad. También estå
de proporci6n im-
la analogfa ta de recoger Ios Y IOS diversos

propia, o tr6pica, a saber: la metåfora, todavia muy pr6xima sentidge-deLtérmino.-con—.mQ.iguældAd, sin un analogado
a la equivocidad. La analogia eg proporci6n, es una igualdad principal y otros secundarios, sino como en una cierta demo-
proporcional: a cada cual segün la porci6n que le toca, su por- cracia de septidQ. Pero tampoco hay completa igualdad, Bino
ci6n. Y como Ia metåfora se acerca mucho a la equivocidad, una igualdad proporcional. A cada uno se le respeta su por-
por eso es analogia de proporcionalidad impropia. La analo- ci6n de sentido, que es preponderantemente diversa, diferen-
gia misma es anåloga. En la analogfa metaf6rica predomina te. Es una proporcién mültiple o compleja en la que el modelo
palpablemente la divergidad; pero es también semejanza, y una ro orci6n simele, aquella por comparaci6n
criterio es
tiene su porci6n de igualdad; y por eso puede dar conocimien- con la cua as demås siguen siendo adecuadas. A8f, un ct-
to y provoca sinapsis entre el concepto y el afecto, entre el in- mulo de interpretacioneg se concatenan y se transmiten la
telecto y la emoci6n de quien la capta. Se interpreta con todo adecuaci6n del texto, y se van "inyectando" la adecuaci6n co.
el hombre.i5 mo en una especiede.trgnsitividad; pero hay proporci6n, sendA
Otra analogfa afin bastante dispar es la analogia de_atri- pueden relacionar entre sf por algün punto en comün, de
buci6n, que consiste en que el sentido de un término se aplica ninguna manera son dispares o disparatados, cierran un
o se atribuye de- manera privilegiada a un an-alogadö princi- cierto margen de variabilidad. Mientras que en la_ana.lggi?
pal y de manera menos propia, a causa de él o por parecido de atritwjåg las interpretaciones se relacionaban con una
con él, a los analogados secundarios. Como "sano" se dice del principal, aqui se relacionan unas con otras mediante eso
organismo de modo primario, y, a causa de él o en funci6n de comån que van transmitiéndose y conservando, dentro de un
él, •se dice también alimento, la medicina, el clima, la ori- margen que evita que se disparen, que caigan en la dispari-
na, etcétera. Hay pues, en este tipo de interpretaci6n, un sig- dad.
ilifiéa"do principal y otros secundarios, el significado del tér- La hermenéutica ana16gica no es s610 me.-
mmo se atribuye segån jerarqufa; de manera primaria o tod016gica sino un modelp te6rico de la interpretaci6n, con
propia a uno en especial, de manera secundaria o derivada, a iresupuestos—ont016gicgs_ y epistem016gicos, y que, por su-
losdemås, que son anålogos por parecerse al anterior, y de puesto, Ilega a una tesis metod016gica. Tal vez haya que pre-
acuerdo con ello son mås o menos adecuados. All.f hay una in- cisar un poco mås el concepto de significado ana16gico di-
terpretaci6n principal, la mås propia y adecuada, y otras que ciendo que es el que tiene un término cuando designa varias
10 son menos, hasta rayar en 10 inexacto y 10 falso. No se tra- cosas de manera en parte igual y, en parte diferente, predo-
ta de un significado finico ni de una interpretaci6n ünica, minando„la.diferencia. Este significado ang16giCQ. que se ma-
como en la hermenéutica univocista, sino de una interpreta- neja en nuestro modelo de interpretaci6n es ana16gico porque
ci6n principal que norma o dirige y estructura a las demås admite uægggu_yguahilidad Esto se parece a la 16gica de
que han de ser vålidas o adecuadas. la variacion, de Bernhard Bolzano, para quien las variables
tienen un rango o margen de variabilidad mås allå del cual
no pueden salir, y hay que poder determinar de alguna ma-
15 Sobre esto, cf. M. Beuchot, "Anålisis semi6tico de la metåfora", en Acta nera ese rango. Por esa variablidad, no se trata de univocis-
Poetica, pp. 113-125. mo; mas por esa determinabilidad de los mårgenes, no se tra-
57
56

ta de equivocismo. Es una variablidad analögica, es equivoci- interpretaci6n es subjetiva, como tampoco que es completa-
dad sujetable, o, como diria Bertrand Russell, "ambigüedad mente objetiva; hay una mezcla de las dås cosas; pero tiene
sistemåtica"; aun sin Ilegar a la univocidad, no se nos desliza que predominar la subjetividad, Bin que por ello se haga im-
hasta la equivocidad y nos brinda un conocimiento aceptable. posible determinar una verdad textual y grados de aproxima-
Ego permite que no haya un significado ünico para ese tér- ci6n a la misma, en jerarqufa de proporciones, de interpreta-
mino sino varios que pueden pertenecerle vålidamente; pero ciones que estån mås proporcionadag o adecuadas que otras a
no de manera mdiscriminada. Asi, permite que un texto tenga la verdad del texto. Asi, el criterio de verdad_d2.lAtinterpre.ta.

varias interpretaciones vålidas, no una sola; pero segån nive- ci6n es la intenci6n del autor, pero no es plenament? alcan-
les de validez. Y quien déGina esa validez zable; nuestra subjetividad se inmiscuye giempre (aunque no
eh medida en que sea capaz de rescatar la intenci6n del au- Tgrado de tergiversar esa intenci6n y hacerla inalcanzablek
t6FdeI- téxto (la intzncionalidad es el criterio de verdaä o Habria que hacer una mezcla de los criterios de verdad como
de- Valfdez interpretativa). Por eso es un criterio de verdad que correspondencia o adecuaci6n a la intenci6n del autor, con el
abarca tanto el coherentista, el correspondentista y el prag- hécho de que el lector se autointerpreta en la interpretaci6n •

måtico, de modo que el ültimo subsume y supone a los ante- sobre todo como posibilidades de deggm)llo de su propio ser.
riores. Captar luntenßi6n-deLauLoræs ciertamente algo de la De manera se rompe eLcfxcuILhermenéutico y se supe-
esta
verdad pragmätica, y para ello sirve mucho el diålogo y el ran los_presupyestas ya que 10 que se da al
consenso (el cual Ilegarfa a 10 ideal si se diera el consenso del de la interpretaci6n no es .10 mismo que estaba al co-
filial

autor), pero que nos hace atinar a la verdad como correspon- mienzo de ella. Y de esta forma también se puede admitir un
dencia (con el significado objetivo del texto) y da sentido a la progreso en la interpretaci6n, ya que cada acto hermenéutico
verdad como coherencia en el interior del texto y de éste con conduce a un resultado distinto de 10 que se tenia al iniciarlo.
otros textos. Se preguntarå si el consenso se da con base en la argu-
Entonces, ±Agnificado? iEl intérprete, mentaci6n o en la prudencia (phr6nesis). Aqui nos ayuda una
la estructura del texto, o la intenci6n del autor? Ya los me- vez mås la analogia. Se ha estudiado la anälogia entre la 16-
dievales hablaban de la intentio auctoris y de la intentio lec- gica y la prudencia16 en el sentido de que la 16gica, dentro de
Ntoris, y Umberto Eco habla de la intentio operis o intentio tex- su estructura discursiva y racional o razonable, tiene un as-
K tus. Nosotros hablariamos, mås qye_de una intenci6n del pecto intuitivo y prudencial muy fuerte. Eso hace que en la
i; de la cenjunci6p o encuentro de la intengi6p del autor y discusi6n en la que se busca la cgnvergencia de tradiciones
la intenci6n del lector. En parte se puede recuperar la inten- intervenga un acto prudencial (como e] que se da en la emi-
ci6n del autor, y en payte ya estå contaminada de la intenci6n si6n de hip6tesis cientificas y en la prå,ctica de la traducci6n)
del lector. Ciertamente la intencionalidad del lector se mete que hace comprender y entenderse (y ese acto es de naturale-
en la interpretaci6n; pero no a tal punto que se cambie to- za ana16gica).
talmente y se pierda la intencionalidad del autor. Hay que Esta noci6n de prudencia tiene mucho que ver con la cap-
buscar un delicado equilibrio en el que predomine inten- taci6n de los paradigmas, que se basam en los "parecidos de
cionalidad del autor, que es el lado del que estå la objetivi-
dad. En efecto, es el mismo problema de la subjetiyidad y la 16 Cf. Iæopoldo Eulogio Palacios, "La analog:fa entre Ia 16gica y la pru-
objetividad de la interpretaci6n. No podemos decir que toda dencia en Juan de Santo Tomås", en Ciencio Tonuista, n6m. 99, pp. 222 ss.
58 59

familia" wittgensteinianos, y que nos parecen altamente Balance


ana16gicos. Elparadigma surge en el marco de una comuni-
dad, de una cultura. Pero tiene que hacerse de alguna mane- Con modelo ana16gico se evitaria también ega penosa lucha
el
ra conmensurable con el paradigma anterior, so pena de no entre la hermenéutica y la pragmåtica. La pragmåtica, como
ser entendido. Se ha dicho que la conmensurabilidad se da al buena heredera del positivismo, a travég de su derivaci6n en
traducir elementos de un paradigma a los de otro. Precisa- ciertas esferas de la filosofia analitica, ge inclina a la objeti-
mente en ese trabajo de traducci6n es donde mås ge da la vidad. Cree que es posible alcanzar la intenci6n que tuvo el
analogfa. Hay una traducci6n univocista, Otra equivocigta y autor, el significado del hablante (el speaker's meaning), con
Otra ana16gica. La traducci6n univoca es inalcanzable las toda objetividad; en cambio, la hermenéutica, en parte al
mås de las veces; la traducci6n equivoca es inütil; s610 queda menos heredera del romanticismo, a través de ese extrano
Ia traducci6n ana16gica, aproximativa, pero que guarda una romåntico que fue Dilthey, o, al menos, a través de ega parte
jerarqufa de traducciones que son mås acertadas y otras que romåntica que dej6 Dilthey en su da el predominio a
filosofia,
10 son menos. Cuando se dice que la comunidad o las comuni- la subjetividad y descree de que
pueda alcanzar objetiva-
se
dades ayudan a determinar esa adecuaci6n con la verdad de mente la intenci6n del hablante en su puridad. En efecto,
la traducci6n o de la interpretaci6n se alude a la intersubjeti- Dilthey daba prioridad al mundo de la Vida que se abrfa en el
vidad. El finico medio que tenemos de cribar la objetividad texto, y a ella se tenia acceso por el sentimiento, por el Ge-
alcanzable y evitar 10 mås que pueda la mera subjetividad
se fühl, esto es, por la empatfa. Hablaba de las ciencias de la
es la intersubjetividad, en el diålogo y la discusi6n con los naturaleza como posee_dgrasde la pxplicaci6n, mientras que a
demås de la misma comunidad o con los pertenecientes a las ciencias del espfritu tocaba la comprensi6n. Cierta-
otras comunidades. Claro que va a darse el conflicto de las mente la labor de Gadamer y de Ricoeur fue convencer de
interpretaciones, pero en la conjunci6n de todas esas instan- que el modelo hermenéutico del conocimiento cuestionaba esa
cias podrå evitarse el solipsismo que es univocista y el relati- dualidad, esa divisi6n tan extrema, pero sin Ilegar a la fu-
vismo que es equivocista, y que en el fondo son extremos que si6n
se tocan, que se encuentran. Con respecto al problema de la A1 decir que la explicaci6n es univocidad y la comprensi6n
creatividad respecto a la tradici6n hermenéutica, queremos equivocidad, y al decir que Gadamer y Ricoeur acercan una y
decir que de ninguna manera excluimos la creatividad; antes Otra, no quiere decirse que 10 hagan completamente. Sobre
bien, es la Vida misma de la interpretaci6n; pero también todo en que es necesario mantener siempre
consideramos el apego a la tradici6n, que es una rela-
critico un resquigio de d erenciaci6n entre comprensi6n y explica-

ci6n no esclavizante con ella, ya que resultan poco de fiar los ci6n. Asf, la hermenéutica ana ogica, que ge acerca mås a 10
que ponen como valor la innovaci6n por la innovaci6n misma; equivoc que a 10 unfvoco, tendrå giempre m4gde cempren-
que sea una innovaci6n conectada con 10 mejor de la tradici6n d--g_-q.ne-dæex.plicaciån; aunque, como Ricoeur ge esfuerza
heredada para desarrollarla en esa linea de 10 6ptimo y ha- por seialar, la comprensi6n misma encierra aspectos de ex-
cerla afin mejor.
plicaci6n.

17 Cf. Paul Ricoeur, "Entre hermenéutica y semi6tica", en Escritos, nüm.


7, pfg. 80.
.ru•a
60 61

La hermenéutica positivista era puramente explicativa, y prensi6n y explicaci6n. Es reencontrar 10 que habfa puesto
la romåntica puramente comprensiva, intuitiva. Pero es po- Arist6teles en la causalidad formal (o estructural) y en la
Sible aplicar aquf la analogfa para evitar tanto el univocismo causalidad final (o intencional); en ambas conjuntaba la
de la hermenéutica positivista como el equivocismo de la comprensi6n y la explicaci6n. En ellas, explicar es compren-
hermenéutica romåntica. De acuerdo con ello, una herme- der y comprender es explicar.
néutica ana16gica preserva una parte del univocismo de la Aquf desearfamos rescatar una antigua tegis aristotélica y
hermenéutica positivista, una parte pequefia, segün la cual medieval, a saber, que la comprensi6n es superior a la expli-
la interpretaciån requiere de la inteligencia razonadora y ex- caci6n. La comprensi6n es propia del intelecto, mientras que
plicativa; pero, preponderantemente, requiere de la empatia la explicaci6n 10 es de la raz6n. El trabajo del conoclmiento
y de la raz6n intuitiva, esto es, de 10 que los medievales lla- comienza con la intelecci6n, que aporta los principios, las
maron —por ejemplo, santo Tomås de Aquino— el conoci- premisas, los puntos de partida; sigue con la raz6n, que ex-
miento por intelecci6n y el conocimiento por connaturalidad trae conclusiones a partir de ellos, es decir elabora discurso,
(ademås de la raz6n). En cierta manera, hemos de recordar 10 y culmina Otra vez en la intelecci6n, pero ahora con la capta-
que nos leg6 Arist6teles: que el conocimiento (y la interpreta- ci6n de una conclusi6n, sfntesis o resultado mejor, en el sen-
ci6n) se da en el rejuego de la intelecci6n, el razonamiento y tido de mås elaborado (el silogismo no Ileva a conocer en la
el sentimiento. Conjunta la intuici6n y la argumentaci6n. conclusi6n exactamente 10 mismo que estaba en las premisas,
Mas, como también decfan Arist6teles y los medievales, la in- como quieren aquellos que 10 acusan de circulo vicioso o peti-
telecci6n es mås perfecta que la raz6n, porque es el acto mås ci6n de principio). Por ello el trabajo de la raz6n estå al servi-
propio de la sabiduria; pero se acompaöa del raciocinio (y la Cio de la intelecci6n, y de esta manera el intelecto ocupa un
argumentaci6n). Surge al principio de un razonamiento, y puesto estructural de rango mås elevado que el discurso. El
surge al final de como 10 vemos en los principios que go-
él, discurso o explicaci6n estå en funci6n y al servicio de la com-
biernan y en la conclusi6n que resulta después
el silogismo prensi6n o intelecci6n. Cuando se dice, ademås (como 10 ha-
del trabajo inferencial. La intelecci6n o intuici6n es directa y cen Ricoeur y, a su modo, Gadamer), que •en la hermenéutica
gozosa, en tanto que el razonamiento es penoso y agotador, a se fusionan la comprensi6n y la explicaci6n, uno recuerda la
veces hasta tortuoso y torturante. Pero el hombre no es inte- noci6n de sabiduria (sophia-sapientia) de peripatéticos y es-
preponderantemente raciocinio, por eso se defi-
lecto puro, es colåsticos, a saber, en la cual se fusionan el intelecto y la ra-
ne como racional y no como intelectivo. Sin embargo, el racio- z6n; pero en el limite, esto es, sin mezcla, sin perder su espe-
cinio explicativo también es implicativo, y ego Ileva a la cificidad, pues en ese mixto que es la sabiduria predomina la
comprensi6n, Ileva a fusionar la explicaci6n y la compren- intelecci6n sobre la raz6n, ciencia o discurso, ya que la inte-
si6n. Como 10 hizo ver Ricoeur, el estructuralismo nos enseö6 lecci6n eg conocimiento de 10 simple, y la ciencia de 10 com-
que hay una causalidad estructural, y, ya que la explicaci6n plejo, que prepara para ger conocido como simple a una luz
es causal, es una explicaci6n; pero esa causalidad estructu- superior o abstracci6n mås elevada, resultando siempre el
ral, como la que se da en matemåticas, es intuitiva, compren- culmen la intelecci6n. Es decir, siempre la intelecci6n o com-
Siva, con 10 cual se acercan la comprensi6n y la explicaci6n. prensi6n tiene la jerarqufa principal, pero no se da sin mås
También hay una intencionalidad que se capta intuitivamen- en plenitud, ya que requiere ser acompafiada de un arduo
te y a la vez da explicaci6n, se aproximan nuevamente com- trabajo de explicaci6n y de discurso.
63

lv. TRADICIÖN E INNOVAC16N


EN HERMENÉUTICA

Un problema para el que nos han Sido fitiles las reflexiones


de Stanley Rosen es el de c6mo situar la retenci6n y la nove-
dad en Es el problema de la relaci6n entre
la interpretaci6n.
tradici6n e innovaciön en hermenéutica.l iSe da la innova-
ci6n como continuaci6n de una tradici6n o como ruptura con
ella? Algunos se colocan en la linea de la tradici6n y ven la
innovaci6n como muy diffcil y rara, por no decir casi imposi-
ble e ilusoria; por ejemplo, los clasicistas y los que se adhie-
ren a una escuela muy fuerte, como el positivismo, la feno-
menologfa o el estructuralismo. Otros se colocan en la linea
de la renovaci6n y ven que se tiene que destruir de alguna
manera la tradici6n para poder innovar. Aqui estå la presen-
cia de Nietzsche, segån el cual una Vieja interpretaci6n se
substituye por una nueva medianté la violencia te6rica, sobre
todo por la persuasi6n; y se ve en la escuela de la descons-
trucci6n, como en Derrida.
Pero Stanley Rosen nos certifica en la büsqueda de una
via distinta, que pueda avanzar dentro de una tradici6n sin
tener que destruirla, y que sea capaz de tomar en cuenta una
tradici6n sin esclavizarse a ella. Rosen critica tanto las estra-
tegias interpretativas de Nietzsche como las de Derrida. En

I Aqui deberia trabajarse mucho mås la noci6n de tradici6n, acudiendo a


los antrop610gos, historiadores y otros cientificos sociales. Pero nos contenta-

remos con la noci6n de sentido comin o de lenguaje ordinario, que es la que


utilizan algunos fi16sofos, como Gadamer y Macintyre, 10 cual nos parece que
puede ser suficiente.
64 65

el caso de Derrida, nos hace ver que no es tan cierto que se ciosson parte del texto, y parte de la lectura, y parte de la in-
opera una desconstrucci6n, que 10 que en realidad se hace es terpretaci6n. Y a ellos, a su sentido, sé• tiene acceso por la
reescribir de Otro modo las cqsas.2 En el caso de Nietzsche, contextuaci6n. S610 asf se pasa del silencio neutro al silencio
Rosen nos hace ver —siguiendo a Leo Strauss, quien a su vez angustioso, o al silencio apacible, o al silencio elocuente.)
seguia a Plat6n—- que en filosofia hay que saber tener entu- De hecho, todo acto de entender estå ya incardinado a una
siasmo, locura divina, pero que también hay que saber tener corriente interpretativa, a toda una tradici6n o cultura que
moderaci6n, una moderaci6n prudencial (phr6nesis) que evite nos hace interpretar asi y no de otrc_mgdn. Pero no de una
los extremog.8 Por eso nos parece necesario buscar esa via in- manera radical y completamente deterministica, ya que el
termedia y moderada, que denominaremos "ana16gica", en la creativo, el original, salta por encima de ese marco concep-
innovaci6n de la interpretaci6n. tual y crea Otro, o, por 10 menos, tiene acceso a Otro o amplfa
significativamente el que ya tenia. Llega a veces a crear un
mundo. (Es cierto 10 que dice Wittgenstein: los lfmites de
Tradicidn e innovaci6n nuestro mundo son los limites de nuestro lenguaje; pero no es
cierto de manera unfvoca; 10 es s610 de manera ana16gica y

Interpretar es colocar un texto en su contexto. Pero el pro- relativa, ya que podemos crear mundos y ampliar esos limi-

blema del contexto Ileva al conflicto de tradißiones. Siem- tes hasta que abarquen la estructura abstracta del mundo, el
ser, la estructura de la realidad, ya que no toda ella misma.)
pre se interpreta, siempre se comprende, desde un esquema
conceptual, desde un marco de referencia, desde una tradi- Es como la producciön de nuevos paradigmas cientificos a la
I

t. ci6n.. Hay que ver el contexto del que habla y alcanzar a ver que alude Kuhn. En cada paradigma se ve de manera dife-
el contexto del que escucha. Y, como son diferentes, tratar de rente el mundo(y algunos Ilegan a decir que se ve un mundo

aproximarlos, de traducir de uno al otro. (Porque, iqué es un diferente),y uno estå determinado a ver 10 que le permite su
contexto sino el conjunto de cosas que determinan una lectu- paradigma; pero no hasta el punto de que no se pueda salir
ra? Es el enfoque, es el marco Inclusiye.los-silen- de él, porque cada innovador es un revolucionario que cambia
de mundo, o cambia el mundo, y por ello tiene que poder ver
mås allå del propio mundo en que estaba. Ya el mismo darse
2 A1 menos asi interpretamos 10 que dice Rosen en su obra Hermeneutics cuenta de que el mundo suyo puede ser diferente» ya el poder
as Politics, påg. 73: "Donde 8610 hay différance, no hay diferencia", es decir ver que su mundo no es suficiente para dar cuenta de un cü-
no puede haber innovaci6n (ni auténtica conservaci6n tampoco); s610 repeti- mulo de datos, o poder imaginar una utopia indica que se
ci6n y eterno retorno. Y en påg. 77, Rosen dice que para Derrida no puede puede saltar las trancas de su propio paradigmax proe—-
haber diferencia entre leer y escribir; ya leer es escribir inevitablemente, es
pia tradici6n, de _æ_pæpia cultura, de su propio marco con-
reescribir. En efecto, leer requiere un momento de silencio, mientras que pa-
ceptual, de su propio lenguaje, de su propio mundo.
ra Derrida la escritura es el momento original, que hace imposible para el

hombre el callar.
En la interpretaci6n hay una relaci6n entre 10 antiguov 10
nuevo, entre tradigi6n e mnovaczon. Interpretamos desde un
3 Cf. ibid., pp. 133' 137-138. Hay que evitar a toda costa el entender Ia

prudencia como algo demasiado simple. Es muy compleja, segån 10 ha hecho


marco te6rico, desde un marco conceptual, este_marco. es,la
ver, estudiåndola en Arist6teles, Pierre Aubenque, en su obra La prudence tradici6n a la que perteneemgs, nupstra
chez Aristote- néutica, Ya al interpretar algo pasadQ desde el punto de vista
66 67

actual —aun sea desde nuestra tradici6n—, no se estå ha- para afrontar directamente los acontecimientos.4 Cuando ya
ciendo una hay una innovaci6n, consis-
repetici6n sino que no podia dar de sf, se la rompia o, Bi era posible, se la ensan-
tente en aplicarlo a nuestro tiempo. Podria uno estar repi- chaba 10 necesario. En la obediencia humilde a la realidad, a
tiendo 10 que giempre se ha hecho en nuegtra tradici6n los hechos nuevos (no a la tradici6n por sf misma), surge la
interpretativa, repitiendo 10 interpretado por otros que per- aplicaci6n novedosa, el enriquecimiento clarividente de la
tenecen a nuestra tradici6n; sin embargo, conociendo 10 mås tradici6n e incluso la creaci6n conveniente de Otra nueva.5
posible nuestra tradici6n, y conociéndonos a nosotros mismos Sobre todo, hay en la interpretaci6n una innovaci6n sin-
dentro de podremos hacer que también esa aplicaci6n y
ella, tagmåtica y Otra paradigmåtica; la primera es en linea hori-
referencia al nuevo momento hist6rico en el que interpreta- zontal, ensancha, y da mucha cabida a la innovaci6n, pero
mos sea innovadora. Innovaci6n no es s610 romper cpn una suele ser superficial; en cambio, la paradigmåtica es vertical,
tradici6n, sino tratar de aportar algo a la tradici6n misma, va hacia abajo, profundiza en 10 mismo, anade novedad al
aplicar acertada y adecuadamente el mensaje que contiene el volver reflexivamente sobre un texto. Encuentra siempre al-
texto en cuesti6n al momento actual, esto es, interpretar des- go nuevo, novedad e innovaci6n de significados volviendo so-
de la Vida del intérprete (efectuar la aplicaci6n, como decfan bre 10 mismo; algo siempre diferente. Tal vez esta lectura pa-
ya en el Biglo XVIII Rambach y Ernesti). Inclusive asf, al au- radigmåtica es mås propia de 10 gimb61ico y de 10 religioso.
mentar el caudal de la propia tradici6n, se ayudarå a que Ile- Tal vez esto se vea en la interpretaci6n medieval de la Biblia,
gue el momento en que, por no poder ya dar cuenta de los da- sobre todo la que hacfan los monjes, que recitaban y volvfan a
tos, se rompa esa tradici6n y surja una nueva. Mas se dirå

que eso puede hacerse aun sin mucha conciencia. Pues bien,
4 De santo Tomås decian sus bi6grafos que fue un gran innovador. Véa-
un grado mås en esa innovaci6n serå, ademås de procurar la
se, por ejemplo, 10 que decia Guillermo de Tocco: "En su enseöanza suscitaba
aplicaci6n adecuada del mensaje al momento presente, tener
nuevos temas; encontraba un modo nuevo y Claro de afrontarlos; aducfa nue-
la intenci6n consciente y explicita de aportar algo nuevo; pero
vas razones en su resoluci6n; y nadie que 10 enseöar cosas nuevas y re-
no basta, para innovar, la sola intenci6n de decir sin mås al-
solver Ias dudosas con nuevas razones, dudaria de que Dios 10 ilumin6 con
go nuevo, de interpretar con novedad. rayos de nueva luz; quien comenz6 a tener tan pronto un pensamiento tan
Es cierto que a veces la innovaci6n ha conllevado una rup- seguro y cierto, que no dud6 en enseöar opiniones na•evas y escribir las que
tura con una tradici6n. Pero de suyo es dificil decir cuåndo Dios se dignase inspirarle de 'nanera nueva" (Guillermo de. Tocco, "Vita
hay tal ruptura. Es algo casi intuitivo. I-a mås frecuente es Sancti Thomae Aquinatis", en D. Prümmer, ed., S. Thomae, pig.

ensanchar y enriquecer una tradici6n y no tanto iniciar o 81). mås frecuente es la novedad, al caraf\rizar la docencia de
El apelativo

créar-6Cra tradici6n. Pero ya esto puede contar como innova- Santo Tomås en ese texto de su casi coetåneo Tocco.

•ci6n y creatividad. De hecho, la noci6n misma de tradici6n es 5 Cf. Ambrosio Velasco, 'Universalismo y relativismo•en los sentidos filo-

muy movediza. iCuåndo comienza una tradici6n?, ihasta s6ficos de Tradici6n"', en Didnoia, nåm. 43, pp. 125-145; "El concepto de
tradici6n en filosofia de la ciencia y en la hermenéutica filos6fican, en el
d6nde Ilega?, id6nde Muchas veces el enri-
mismo (comp.), Racionalidad y cambio cienttfico, pp. 157-178. Ver también
Quecimiento de una tradici6n e incluso lageaci6n de Otra se
Rail Alcalå, "Tradici6n: un ensayo de interpretaci6n", en M. Beuchot
dio no desde el deseo explicito y ensoberbecido de hacerloj si-
(comp.), La tnz del texto. Polisemia e interpretaci6n. Memoria dE Ia Prinæra
no desde una actitud sencilla de usar 10 que dabæla4radici6n
Jornada de Hernzenéutica, pp. 125-137, y Hermenéutica, analogia y signifi-
codo. Discusi6n con Mauricio Beuchot.
69
68

mismos salmos, log mismos pasajes, pero siempre


recitar los dida como una comunidad de aprendizaje, como la pertenen-
encontraban en ellos algo diferente. Ese elemento medieval cia al taller de un pmtbr, segunÜgmrael propio McIntyre.6
ayuda y completa en algo la lectura humanista y renacentis- El problema principal es que la tradici6n ha actuado a ve-
ta, mås tendiente a la lectura sintagmåtica, literalista (casi ces como un freno de la creatividad, como una rémora que
excluyendo la figurada), muy inclinada a la lectura cientifi- impide el desarrollo de la propia subjetividad o individuali-
cista, como la que se daba en la elaboraci6n de las ediciones dad, tanto en la creatividad acti$ica como en el avance Cien-
criticas de los textos clåsicog, y que fue en la que ge inici6 la tifico.Se erige en algo irracional si es una instancia que no
filologfa. Tal vez a la hermenéutica humanista, fi1016gica, le puede ser criticada. El problema se centra, pues, en la critica
ayude incorporar algo de la hermenéutica medieval, penetra- de la tradici6n. Pero hay grados en ello; no se puede dar una
dora de sfmbolog y de analogias. critica destructiva o extrema. McIntyre presenta dos actitu.

En la conjunci6n prudencial y proporcional de ambas se des extremas, que destruyen la tradici6n;7 una es la de los
darå un nuevo modelo de innovaci6n, que evite la repetici6n cientificistaso positivistas, para quienes la tradici6n ha de
univocista pero también la innovaci6n equivocista sin ton ni ser superada a priori, como una econdici6n del progreso cientf-
son (que es la que mås frecuentemente vemos en nuestros fico. Es mås, las•ciencias toman poco en cuenta su propia his-

dfas) y que centre la büsqueda de la innovaci6n no en la in- toria, solamente les interesa 10 mås nuevo y reciente. De he-

novaci6n por la innovaci6n, sino sobre todo en la båsqueda Cho, anulan la tradicién o la pagan al ültimo término. Pero

de la verdad misma (en 10 que tenga de existente y de aqui nos parece que la instancia irracional es la misma idea

aprehensible).
de progreso, que no se critica ni se ve a d6nde v.a a Ilevar. La
Otra actitud extrema es el genealogismo desconstruccionista
del tipo de Nietzsche, que acaba con la tradici6n porque todo
pensar ha de imponerse por cierta violencia sobre el anterior;
Tradici6n y comunidad
ya que no bgy„argumentaci6mracional, s610 queda suplantar,
La noci6n de pertenencia a una tradici6n parece ser connatu-
ya sea _powlæfuer.za o por la persuasi6n (la violencia te6rica),
para evitar la violencia de la tradici6n. Pero aqui —ademås
ral a la idea de comunidad, tal como
se ve en Alasdair McIn-
de darnos cuenta de que no ge rompe tanto con la tradici6n
tyre. El problema c6mo hacer para que la conservaci6n
alli es
como se pretende, es decir no se cumple 10 que se promete—
de la tradici6n no ahogue el avance, sino que sea motor suyo.
nos parece que la instancia violenta es el propio genealogis-
Por una parte, la tradici6n, en el seno de la comunidad, en-
seia qué virtudes se requieren para vivir en ella. No da,
mo desconstruccionißta, ya que se acaba con la tradiciön

pues, sujetos abstractos como 10 hizo el racionalismo ilustra- misma renunciando a sustentar o por 10 menos apoyar en ella
la nueva interpretaci6n. Lo que se necesita mås bien es una
do, sino hombres insertos en una comunidad, sujetos morales
noci6n de tradici6n que permita esa superaci6n y a la vez la
o, mås propiamente aün, sujetos de virtudes comunitarias o
recuperaci6n de 10 esencial de la misma. No es, entonces, la
para la Vida en comunidad. Asf, la tradici6n puede ser enten-

6 Alasdair Maclntyre, Tres tersiones rivales de la ética. Enciclopedia, ge-

nealogia y tradici6n, pp. 94-98.


7 Ibid., pp. 33 ss. y 59 ss.
71
70

tradici6n algo que hay que desbancar sin mås sino algo que
qué contexto; y, para el genealogismo desconstruccionista,
hay una indefinida multiplicidad de contextos y, por 10 mis-
hay que aprender para recuperar el telos de la investigaci6n
teårica y pråctica Qa verdad y el bien comün). Y el avance se
mo, de interpretaciones posibles, nacidas de la voluntad de
darå en la linea que conduce a ese telos. En este sentido, Ia poder o del resentimiento; se imponen a la interpretaci6n an-
terior, que también fue impuesta. En cambio, para el tomis-
tradici6n da a la investigaciön un arte guiado por la virtud,
sobre todo por la virtud de la prudencia, que ayuda a buscar mo la tradici6n eg, como dice Macintyre, algo que se da para

en el bien particular del individuo (en la circunstancia con- la recuperaci6n y el desarrollo a la vez: algo se r.etiene y algo

creta) el bien comün o general del hombre. Esto es algo que


se renueva. De este modo 10 aplica, bajo dicha perspectiva
tomista, a la universidad, la cual viene a ser un recinto en el
se puede adjudicar a Maclntyre como recuperado a partir de
la tradici6n tomista: "Para Maclntyre la tradici6n tomista
que "es necesario no 8610 releer los textos que constituyen ega

cumple los requisitos actuales para mantenerse como postura


tradici6n, sino hacerlo de una manera que asegure que los
id6nea en el desarrollo de la investigaci6n moral frente a las
textos ponen en cuesti6n al lector como el lector a los textos".9
otras dos versiones, primero, porque es ella la que mantiene
La interpretaci6n es, en este sentido, una autointerpretaci6n
Ia concepci6n metafisica de la identidad y continuidad de la
y no s610 una heterointerpretaci6n. Para poder innovar hay
persona; segundo, porque ella mantiene igualmente que es en
que saber ubicarse en el contexto de la tradici6n; hay que co-
nocerla a ella y conocerge a uno. mismo dentro de ella para
lacomunidad donde se comparten las creencias; tercero, por-
que la tradici6n tomista sostiene la existencia de una verdad poder avanzar en ella e incluso trascenderla; de Otra forma
serå s610 un circulo vicioso en el que se hunde todo.
mås allå de las verdades particulares y la existencia de ver-
La u eraci6n del su•eto se da en la comunidad. No es
dades pråcticas —•«primeros principios del entendimiento
pråctico»—; cuarto, mantiene la concepci6n del telos de la vi- ya el sujeto ilustrado el que se reencuentra, centrado en el
lado de 10 epistem016gico y de la claridad y la distinci6n car-
da y la concepci6n de una serie de géneros de expresi6n en los
que existen unos criterios soberanos en log que se aprende la tesianas, sinoun sujeto mås particular y concreto, el sujeto
verdad. S610 dentro de la comunidad es como uno puede ser
que asume su condici6n de estar situado eniuna tradici6n, de
la cual aprende y a la cual ensefia. No por el resentimiento ni
responsable en la investigaci6n y tener que dar por ello expli-
caci6n de 10 que se ha hecho y dicho, de quién 10 ha dicho y a por la voluntad de poder, que conducen al mero rompimiento

quién 10 ha dicho y, por tanto, defenderlo, explicarlo o, si es descabellado y por 10 mismo infecundo, sino por la originali-

necesario, ampliarlo o modificarlo. En una comunidad donde dad situada y atenta a 10 valioso de la tradici6n, para fomen-
tarla en la misma linea en que vale, de esos elementos esen-
se comparte esta concepci6n de la responsabilidad en la in-
ciales que pueden conservar su valor. Asi, podemos hablar de
vestigaci6n la educaci6n es la iniciaci6n a la interrogaci6n
dialéctica y confesional".8
una tradici6n que permite un cambio analégico; es decir ni
totalmente substancial (equfvoco), ni meramente accidental
Asi, para el positivismo cientificista, la tradici6n cuenta
8610 en el sentido de 10 que se dijo, no de quién 10 dijo ni en (univoco), sino segün 10 propio (el proprium ana16gico), que
no destruye sino que potencia para ser distinto a pesar de
que conserve algo constante. Seria unfvoco el cambio si se
8 Justina LÆpez Santamariq, "A prop6sito de Alasdair Macintyre: una
propuesta polémica, la vuelta a Ia tradici6n", en Estudios Filos6ficos, nüm.
9 A. Maclntyre, op. cit., påg. 286.
42, pp. 586-537.
72 73

conservara igual la tradici6n y 8610 se anadiera algün avance la fase post-depresiva el momento de mayor creatividad a la
superficial; seria equivoco si hubiera un cambio substancial vez que objetividad, de mayor generosidad y al mismo tiempo
de tradici6n, pues entonces se pasaria a Otra tradici6n; en autorrealizaci6n.
cambio, se trata de un cambio ana16gico si se conserva algo, Es como salir de la provechosa vivencia del vacfo, de la
de la tradici6n, recogido en un proprium o propie-
10 esencial nåusea, del sinsentido de las cosas y la historia; de alguna
dad; y predomina 10 diverso, esto es, se hace avanzar en forma eso es 10 que nos ha venido ocurriendo en el proceso de
cuanto a algån proprium de la misma, que se potencia y aun la raz6n y la modernidad, pero hay que verlo con un punto de
transforma. No en balde el movimiento cognoscitivo en el to- apoyo y de esperanza, por débiles que parezcan. Si la viven-
mismo es aquel en el que se demuestran las propiedades o los cia de la futilidad no va acompaöada de un poco de esperan-
propria de las cosas mås que sus caracteristicas esenciales, za, bloquea y entumece. Pero si se acompafia de ella, mueve a

ya de por sf evidentes, y las accidentales, muchas veces de- buscar el sentido en sus justos lfmiteg; en los limites de 10
leznables. que es deseable, esperable, y asi nos permite alegrarnos un
Esa experiencia interpretativa o hermenéutica se da como momento sin hundirnos después en la desilusi6n.
inserci6n dentro de una tradici6n cultural y a la vez como su-
peraciön de ella. Asumimos la linea intermedia que adopta
en este punto Gadamer, para quien "la ppsici6n entre extra- Racionalidad, tradici6n y creatividad
fieza y familiaridad que ogupa para nosotros Ia tradici6n-es_el
punto medio entre la objetividad de la distancia hist6rica y la Se puede ver el peligro de relativismo en que la racionalidad
pertenencia a una tradici6n. Y este punto medio es el verda- se tome como interna a las distintas tradiciones, pues enton-
dero topos de la hermenéutica".10 Es una cierta fusi6n de ho- ces Ilegarfan a ser incomprensibles las unas para las otras.
rizontes, el del autor y el del lector o intérprete; el de la tra- Pero aqui creemos que se debe introducir la noci6n de tra-
dici6n del texto y el de la tradici6n del lector; o el de la
ducci6n. Es posible traducir entre culturas, paradigmas y
tradici6n recibida (texto) y el de la innovaci6n aportada (in- tradiciones. Claro que la traducci6n tiene pérdida de riqueza
terpretaci6n). de sentido, empobrece el significado. Pero puede servir de
Sucede un poco como que describe esa linea del psicoa-
10 puente entre una tradici6n y Otra, para que no sean tan dis-
nålisis representada por Melanie Klein. Se tienen por extre- pares los tipos de racionalidad que se dan en cada una. No
mos la paranoia y —aquf, podrfamos decir, el
la esquizofrenia son completamente inconmensurables y se puede traducir o
positivismo y el genealogismo-—, y la experiencia de la depre- mediar entre ellas.
si6n es la que ayuda a intergarlas y a mediatizarlas para no De este modo, no todo ocurre en el interior de una misma
ser distendido por ellas. Por eso Melanie Klein ve ese proceso tradici6n, no todo es interno a ella. Existe la posibilidad de
depresivo como integrador,ll y se puede entonces colocar en vincular diversas tradicioneg, compararlas, Ilegar a algunas
sintesis entre ellas, unas con mayor dificultad, otras mås få-

10 Hans-Georg Gadamer, Verdad y método, pig. 365. cilmente. Habria que ver la interpretaci6n no s610 como la

II Cf. Melanie Klein, "Simposium sobre enfermedad depresiva. Una nota posibilidad de traducir, sino como la posibilidad de compartir
sobre la depresiön en el esquizofrénico", en El sentinuento de soledad y otros significados y modos de Vida, como una cierta simbiosis y
ensayos, pp. 185-186.
74 75

mestizaje. Claro que muy limitados, pero que posibilitan el mentaci6n tan fuerte como la de Ia 16gica deductiva apodictica,
contacto y el entendimiento entre tradiciones distintas. Y en- sf se puede al menoS una como la de la 16gica t6pica o la 16gica

tonces no s610 tiene sentido hablar dentro de la propia tradi- de 10 razonable de Perelman Qlamada por él "Nueva Ret6rica").
ci6n sino dentro de varias, entre las cuales ge comparten ras- Hay que conservar y defender la posibilidad de que se ofrezcan
gos comunes de la racionalidad. argumentos para apoyar la interpretaci6n nueva o la propuesta
Hay que colocarse en el limite de las tradiciones, en una originalque uno quiere anadir a una tradici6n o con la cual de-
especie de ser fronterizo (como dice Eugenio Trfas) o de ser sea superar una tradici6n. Si se dice que ya no es conmensura-
*mestizo (como prefiero decirlo yo), porque el mestizo es un ger ble con los argumentos tradicionales, se tiene que hacer un es-

anålogo, una entidad ana16gica, es decir nueva pero que toma fuerzo para que los argumentog, por novedosos que sean,
10 mejor de la tradici6n de la que parte y 10 potencia hacia la puedan y evaluados por sus congéneres. Es por
ser entendidos

tradici6n a la que Ilega, o a la que inicia y funda. Pueg la con- ello preciso no perder la capaGdad de argumentaci6n.

servaci6n y la innovaci6n se entrecruzan: son condici6n la


una de la Otra, y tienen como destino la hibridizaci6n, el mes-
tizaje, la analogicidad. En ese producto ana16gico que depa- Balance
ran se trascienden la una a la Otra, y encuentran su propor-
ci6n adecuada, su proporcionalidad benefactora.12 La cuesti6n de la innovaciön en hermenéutica tiene que ver
A los conceptos de racionalidad y creatividad se les podrfa con la del aumento interno del håbito o la virtud de interpre-
anadir de alguna manera la categorfa social y hasta moral de tar. Hay un aumento intensivo y Otro extensivo, es decir cua-
comprontiso. Es necesario estar comprometido con una tradi- litativo y cuantitativo. El aumento intensivo, en la cualidad
ci6n para poder superarla fructfferamente desde ella misma. de la interpretaci6n, se va forjando en la penetraci6n y la su-
Asi se evitarfa el simplismo y la superficialidad de los que tileza para interpretar, mientras el extensivo es un creci-
rompen con una tradici6n simplemente negåndola porque si y miento en el conocimiento de diversos textos y diversas in-
con ello s610 repiten sus defectos. terpretaciones y en la efectuaci6n de otras tåntas por nuestra
También con esa noci6n de compromiso se evitaria la posibi- parte. El extensivo influye en el intensivo, pues mientras
Iidad o peligro de que la creatividad se enåenda como libertina- mås interpretaciones se conozcan y mientras mås actos in-
je, y anårquica. Nos parece que
es decir totalmente subjetiva terpretativos se realicen, se ejercitarå måg nuestra capacidad
una cosa que compromete seriamente con la fradici6n y con gu de interpretaci6n. La actuaci6n o performaci6n hermenéutica
cambio o promoci6n y a la vez evita el libertinaje o la arbifrarie- repercute en la competencia, no tanto en su extensi6n o can-
dad es de la argumentaci6n. Tiene que ser posi-
la preservaci6n tidad, i.e. tal vez no tanto incrementando su acervo, pero si

ble dar argumentos a favor de 10 que uno quiere introducir como en su intensi6n o calidad, dando una mayor adecuaci6n y tino
innovaci6n. Esto es algo que la hermenéutica posee en comün en las interpretaciones. Dicho en pocas palabras, al conocer
con la ret6rica: se tiene que convencer al auditorio de la nueva textos e interpretarlos, y al conocer otrag interpretaciones de
interpretaci6n. Aunque no siempre se pueda lograr una argu- esos textos, se intensifica la capacidad de interpretar bien,
hasta que inclusive se disminuye el uso de otras interpreta-
12 Cf. Ambmsio Velasco, "Interpretaci6n, heurf8tica y racionalidad", en ciones.
M. Beuchot (comp.), La del texto. Polisemia e interpretacidn, påg. 218.
76 77

Dentro de ese aumento interno del håbito interpretativo se ci6n es la condici6n de posibilidad para poder superarla; o,
da el progreso en la tradici6n de interpretaci6n y también la mejor dicho, para poder superar las interpretaciones que se
posibilidad de engendrar otra. Llama la atenci6n que en épo- han dado dentro de ella. Hay que buscar decir 10 anålogo a
cas en las que no era prioritario ser original, los autores fueron ella, caminar en una 16gica ana16gica que, a través del diålogo

de 10 mås originales, como en la Edad Media, y en épocas en con la tradici6n, nos haga avanzar. El diålogo (con los otros in-
las que se tiene que ser original por fuerza -—0 se pretende térpretes y a veces, cuando se puede, con el autor) es necesario
serlo--—, como la nuestra, ge hacen tantas trampas para ocultar para obtener la proporci6n interpretativa en la analogia, sobre
la falta de originalidad que ésta acaba siempre asomåndose. todo para obtener la proporci6n de la diferencia, del avance.
Los fi16sofos medievales de los siglos XIII y XIV comentaban Raz6n dia16gica y ana16gica, que permita el rejuego entre la
pråcticamente los mismos textos: la Biblia, las obras de Arist6- intuici6n y el discurso, entre la comprensi6n y el argumento
teles y las Sentencias de Pedro Lombardo. El valor y el interés probatorio, entre la innovaci6n y la justificaci6n de la misma.
principal no era el de decir algo novedoso, sino el de encontrar Y también se requiere sutileza. La sutileza es la clarividencia
la verdad. Pero se encuentran comentarios muy distintos e in- respecto de un camino intermedio, el que nadie veia. Y ese ca-
novadores. San Alberto Magno y San Buenaventura, Santo mino intermedio se da entre 10 unfvoco y 10 equivoco. La suti-
Tomås de Aquino y Duns Escoto, Ockham y Durando, etcétera. leza es la clarividencia de 10 anålogo, la facilidad para encon-
Con esto vemos, en conclusi6n, que no hace falta echar por trar, para predecir o profetizar, .en el diålogo y mediante el
la borda la tradici6n para poder innovar. Tampoco es conve- diålogo, la analogia que media, como medio prudencial entre
niente y ni siquiera es posible aferrarse de manera fija a la los extremos disonantes. Es la moderaci6n de la que nos han

tradici6n para preservarla tal cual. Estamos inmersos en un hablado 120 Strauss y Stanley Rosen.14 Es mås capacidad de
movimiento de ella misma, por Ia que ésta crece y avanza. escucha que de imposici6n, aunque ésta sea imposici6n argu-
Hasta casi ni podemos evitar que avance, y casi tampoco po- mentada, violencia argumentativa; utiliza la argumentaciön
demos evitar hacerla avanzar con nuestra aportaci6n, con pero dentro de un åmbito de escucha. La analogia, en el rejue-
nuestra propia intervenci6n interpretativa. Inclusive en el go de la tradici6n y la innovaci6n, requiere sutileza de espfritu,
mismo repetir la tradici6n no la repetimos unfvocamente, con un espfritu de fineza —como diria Pascal— que va mås allå

el mismo significado. del espiritu geométrico y mås allå incluso que el arte de per-
Gadamer decfa que los romånticos, en una reacci6n contra guadir.15
el racionalismo de la Ilustraci6n, se habian aferrado a la tradi- Ademås, la hermenéutica ana16gica ayudarå a buscar in-

ci6n. Pero les reprochaba el haber querido desligarse de la ra- terpretaciones ana16gicas: ponderadas, proporcionadas o pro-
z6n, oponer la tradici6n a la raz6n, siendo que incluso para porcionales; esto es, integradoras de la diversidad de elemen-
ubicar una tradici6n y poder preservarla se necesita acudir a tos interpretativos en pugna; y aun ayudarå a tratar de
la raz6n.13 Asf, es la raz6n la que tiene que enjuiciar a la tradi-

ci6n. Tal vez la raz6n dependa de una tradici6n, pero a su vez


14 Cf. Stanley Rosen, op. cit., pp. 138-139.
la tradici6n depende de la raz6n, sobre todo para ser correcta y
15 En efecto, Pascal distinguia entre el espfritu de fineza y el espfritu de
vålida. No se trata de aceptarla a ciegas; pero la misma tradi-
justeza, y entre el espiritu geométrico y el arte de persuadir. Cf. Blaise Pas-
cal, "De l'esprit géométrique et de liart de persuader, en Oeuvres completes,
13 Cf. H. G. Gadamer, op. cit., påg. 349. pp. 348 ss.
78 79

integrar los elementos valiosos que tienen las interpretacio-


nes can6nicas o ya sancionadas (sin caer en el univocismo), y V.LA ARGUMENTAd16N
la fuerza intuitivade la nueva interpretaci6n (sin Ilevarla al
equivocismo), siempre procurando argumentar 10 mejor posi-
EN LA HERMENÉUTICA:
ble,como veremos en el siguiente capftulo. EL PARADIGMA DE PERELMAN

Queremos en este capftulo vincular la argumentaci6n con la


hermenéutica. En concreto, creemos que el modelo argumen-
tativo de Perelman puede ayudar mucho a esta vinculaci6n y
aportar al trabajo de interpretaci6n el instrumento para pro-
bar sus resultados, pues la innovaci6n en hermenéutica se da
cuando se superan las interpretaciones clåsicas y tradicio-
nales; pero, se ofrece una nueva argumentaci6n para
apoyarla? Tiene que ser posible argumentar de alguna mane-
ra, si no habrå que aceptarla por intuici6n o por emotivismo.
Esto ha Ilegado a postularse en la hermenéutica reciente, en
rechazo de los modelos mås fuertes de argumentaci6n 16gica.
Por creemos que el modelo perelmaniano de la nueva re-
ello
t6rica puede ayudar a la hermenéutica em su camino discur-
sivo. No en balde la hermenéutica estuvo vinculada a la ret6-

rica en sus origenes. Parece volver a estarlo ahpra que se


cuestionan o se rechazan los moldes mås racionalistas (for-
malistas y mon016gicos) de argumentaci6n.
En efecto, en la actualidad se habla de una grave crisis de
la raz6n, y que permite argumentar. iA
la racionalidad es 10
qué aspira entonces hoy una teoria de la argumentaci6n?1 Es
decir, iqué significa ellaahora que se dice que ya no hay fun-
damentos ni principios y que, por 10 tanto, no se pueden dar

i Para una presentaci6n de la teoria de la argumentaci6n y algunas de


sus vertientes, cf. Mauricio Beuchot y Edgar Gonzålez Ruiz, Ensayos sobre
teoria de la argujnentaci6n.
80 81

argumentos gino s610 narraci6n, narratologfa? Habrfa, pues, ser defendida y probada, también requerimos y necesitamos
dos posturas metodolögicas en filosofia, la de los argumenta- algün tipo de argumentaci6n.
tivos y_la- de los narratives. Lo curioso es que para negar la Es hay un aspecto narrat016gico y un aspecto onto-
decir,
argumentaifthGdTfilosofia hay que argumentar; y, si se 16gico en la hermenéutica, y no se puede sacrificar uno de
decide no argumentar y s610 narrar, a nadie se puede exigir ellos en aras del otro; tienen que guardar proporciön, tienen
que se acepte 10 narrado, ya que, como se decia antiguamen- que vivir la dialéctica proporcional que les permita vivir a
te, "10 que se dice sin prueba, sin prueba se puede rechazar".2
ambos, ciertamente con desequilibrios constantes; pero esa
Hay, asf, una situaci6n que nos aclara la vigencia de la ar- proporcionalidad, esto es, analogia, harå que, sin destruirse,
gumentaci6n. El que no acepta ninguna argumentaci6n tam- sobrevivan y aun convivan con cierta armonfa.
poco acepta la suya, como los escépticos pirr6nicos, que no También puede decirse, siguiendo a Wittgenstein, que hay
crefan en ningån argumento, pero optaban por callarse. Al- dos tipos de argumentaci6n, y
guien que no acepta argumentar deberfa buscar el silencio. Porque no s610 se apoya algo con el discurso; también con la
Por para convencer o persuadir de algo hay que ofrecer
eso, conducta, con la Vida o con el ejemplo. Es un argumento ad
algfin tipo de argumentaci6n, por minima que sea. hominem, que para algunos es el mås fuerte en filosofia.3 Di-
gamos que una argumentaci6n, la primera, es sintagmåtica,
y que la Otra es paradigmåtica, en el sentido de ser la prime-
Narratividad y argumentatividad ra lineal-horizontal y la segunda en profundidad. También el
paradigma, modelo o imagen es cierto argumento, y para mu-
Pero 10 que mås contundente resulta es introducir de manera chas cosas el mås persuasivo. Por ejemplo, para la filosofia
narrativa el caråcter argumentativo de la hermenéutica (y de misma, la imagen de hombre que se ofrece es 10 mås atracti-
la filosofia); esa es la mejor argumentaci6n, a saber, una re- vo y convincente. No son tanto los axiomas o los teoremas
ductio ad absurdum, ya que probamos la argumentatividad que contiene, sino a d6nde Ileva, a qué tipo de ser humano
por la narratividad (la ontologia mediante la narratologia), 10 conduce y pone como resultado. Ahora vemos c6mo algunas
cual ya no deja escapatoria. Y esto puede hacerse, pues en la filosofias ofrecenuna imagen de hombre que resulta repulsi-
narraci6n hay dos aspectos: el aleg6rico-somb61ico y el literal; va, y hay otras que ofrecen una que por 10 menos brinda una
pero el primero s610 puede darse si es sujetado por el segundo, esperanza de plenitud para el hombre mismo.
para que impida su completa dispersi6n y ausencia de sentido, Pero .hay que decir que la noci6n de argumentaci6n es
de significado. Asf, sin renunciar a 10 aleg6rico•simb61ico en muy vasta, hay muchos tipos de argumento. Es cierto que
nuestra narratologia, mås aün, para no renunciar a ello ni hay un cansancio de la 16gica apodictica, sobre todo en su
perderlo, necesitamos el recurso y la referencia (aun sea s610 versi6n de 16gica matemåtica.(con sus paradojas, limitaciones
intencional o tele016gica, como ideal regulativo) a la literali- y hasta algunos callejones sin salida); pero también es cierto
dad. Y, como la literalidad —por limitada que sea— requiere que ha habido intentos de ensanchar lag aplicaciones de la

3 Cf. Henry W. Johnstone, Jr., "Philosophy and Argumentum ad Homi-


2 Traducci6n libre de "quod gratis dicitur gratis refellittnp• que, mås fuer- næn", en Validity and Rhetoric in Philosophical Argument. An Outlook in
temente, significa "10 que se dice gratuitamente, gratuitamente se rechaza"
Transition, fåg. 9.
83
82

16gica a muchos campos en los que ésta adquiere •grados y dialéctica-ret6rica de Arist6teles y ver c6mo recogen lag mis-
maticég muy diversos. Inclusive en cogas al parecer muy mas preocupaciones, intereses e ideales.' En realidad, el pro-
alejadas, como en la estética y en ha visto que
la mistica, se pio Perelman ha dicho que mejor nombre para su teorfa
el

eg necesario cierto tipo de argumentaci6n, de forma muy pe- hubiera Sido el de "dialéctica", pero anade que tiene la des-
culiar, pero no menos vålida. Por eso se ha intentado abarcar ventaja de asociar, en lugar de con la dialéctica aristotélica,
en el argumentar también a la ret6rica y la poética. Asf, pue- con la dialéctica hegeliano-marxista.5 Por eso prefiri6 el
de verse la teorfa de la argumentaci6n como un todo, del cual nombre de "ret6rica", pero no se reduce al conocimiento vero-
10 que se ha conocido recientemente como 16gica es una parte, simil y alcanza a la verdad probable o no apodictica de la
o puede considerarse la 16gica de una manera mås amplia dialéctica o t6pica.
que como recientemente se la ha concebido, y ser considerada Precisamente la idea de Perelman surge al comparar la

como equivalente o coextensiva a la teorfa de la argumenta- demostraci6n --—que fue muy puesta de relieve por el positi-
ci6n, con diferentes tipos de premisas, aunque la fuerza que vismo 16gico-— con la argumentaci6n, que toma en cuenta el
confieren las reglas o esquemas inferenciales sea la misma. grado de asentimiento logrado frente a un auditorio. Critica
Asf, pudo decir Domingo de Soto en el siglo XVI, recogiendo al positivismo y hace ver que la mås en
argumentaci6n estå
toda la herencia aristotélica y medieval, que la 16gica abarca que no puede impo-
la perspectiva de la raz6n pråctica, a la
la axiomåtica o analitica, la t6pica o dialéctica y ademås la nérsele sin mås el tipo de argumentaci6n propio de la raz6n
ret6rica y la poética. La ret6rica y la poética, han estado au- te6rica. La argumentaci6n te6rica es simplemente la inferen-

sentes en las 16gicas recientes, y por ello algunos fi16sofos cia que extrae conclusiones a partir de premisas, mientras

han optado por ensanchar el dominio de la argumentaci6n que la argumentaci6n pråctica es sobre todo la que justifica

hacia aquellas.4 nuestras decisiones.6 Es, ademås, una argumentaci6n viva,


dia16gica, que se da frente a un auditorio concreto. Por eso
Perelman analiza diversas clases de auditorios, ya sea el que
recibe el diålogo, o el auditorio universal '(de los seres razo-
Argumentaci6n situada: dialéctica o t6pica y ret6rica
nables), o aun el que uno mismo es en la autodeliberaci6n, en
la que uno se habla a sf propio como miembro de•ese audito-
Un ejemplo de ello ha Sido el fi16sofo belga hace poco desapa-
rio universal.
recidoChaim Perelman, con quien colabor6 estrechamente su
esposa Lucie Olbrechts.Tyteca. Podemos atender un poco a La nueva ret6rica atiende con cuidado a ciertas caracterfs-

ellos para tener un ejemplo e ilustrar esa apertura de la ar- ticas de la argumentaci6n, como las premisas, que encierran
gumentaci6n que se ha practicado muy recientemente. Se hechos, verdades, presunciones, valores y jerarqufas. Es im-

trata, por 10 demås, de una- linea de las muchas que ya tiene portante la reflexi6n sobre los lugares o t6picos, que son pre-

la teorfa de la argumentaci6n, a saber, la "nueva ret6rica". Se misas muy generales y que Perelman restringe un poco mås
puede hacer una comparaci6n de la nueva ret6rica con la
5 Cf. Chaim Perelman y Lucie Olbrechts-Tyteca, "La nouvelle rhétori-

4 Cf. Jean Wahl, "Histoire de I'argumentation Philosophique", en Sympo- que", en Les Études Philosophiques, pig. 23.

sium sobre argwnentaci6JL filos6fica, XIII Congreso Internacional de Filoso- 6 Chaim Perelman, "Considerations sur la raison pratique", en Le champ
fia, pp. 14-15. de l'argtunentation, påg. 185.
84 85

que Arist6teles, ya que corresponden a log que este ültimo sili que pruebe 10 que dice probar.9 Y habrfa que ver si esta
llama lugares de accidente- Son principiog, a veceg sobreen- apreciaci6n no se remonta mås atrås en'la historia.
tendidos, que intervienen para justificar lag decisiones del Con respecto a las clases de argumentos, en la nueva ret6-
hombre.7 Son los lugares de la cantidad (razones de superio- rica éstos pueden dividirse en cuatro: argumentos _

ridad numérica de algo), de la cualidad (cuando se cuestiona 16gicos, como el ridiculo, que es una especie de reducci6n al
10 numérico y se pondera Ia unicidad privilegiada de algo), relativo a la gociedad en la que uno se encuentra;
del orden, de la existencia, de la esencia y de la persona. Los argument0B de r±gipægidad, parecidos a la argumentaci6n a
del orden y de la existencia se reducen a los de la cantidad y pari ratione o, mås propiamente, por traææosici6n; argu-
de la cualidad, los de la esencia se reducen a los de la cuali- mentos Ae transitividad, que corresponden a los de primo ad
dad, y los de la persona a los de la esencia y por ello también ultimum argumegwe dejnglgsién
a los de la cualidad. Se toma muy en cuenta el caråcter tem- de el todQEde divisi6n del todQ. en sus nares;
poral (hist6ricamente situado) de la argumentaci6n. Esta ar- ademåg, por comparaciones, por el sacrificio que resulta mås
gumentaci6n situada se refiere y apela mås bien a 10 razona- ventajoso y por las probabilidades.ll Los argumentos basados
ble que a 10 racional sin mås. Sigue reglas lögicas, pero en la estructura de 10 real son los basados en nexos de suce-/
insiste sobre todo en el cuidado de las premisas, la claridad si6n, como el causal, el valor pragmåtico de las consecuen-
de las nociones y la fuerza de su evidencia en todo caso, en
o, cias, el argumento de direcci6p, que pone en guardia contra
la ayuda de su interpretaci6n y su apoyo con datos. También el procedimiento por etapas, consistente en hacer que no se
se insiste en la evitaci6n de falacias, principalmente la de pee pase directamente al asunto (i.e. los sofismas dilatorios); y el
tici6n de principio, y de modo igual se insiste en la utilizaci6n argumento de la superaci6n, que insta a ir siempre mås lejos
de figuras ret6ricas para la discusi6n. En cuanto a la petici6n en un sentido. Ademås,
de principio, un estudioso de Perelman, Alfonso Monsalve, geengia y el agtQ_degeg, o el de y_ sus
dice que Arist6teles la veia como paralogismo contra la infe- acciones, el. argumentg de autonaad, las técnicas d? ryptura
rencia 16gica formal, y que, en cambio, Perelman la ve como y freno (la influencia de la persona sobrei el acto o la del acto
una falta contra la argumentaci6n pero no contra la inferen- sobfla persona, que se manejan segün convenga).12 Se su-
cia 16gica.8 Sin embargo, cabe decir que esto ya habia Sido man los nexos simb61icos (Adån como figura de Cristo), el ar-
visto en la Edad Media por Pedro Hispano, quien distingui6
asi entre inferencia y prueba: puede haber inferencia vålida
9 Pedro Hispano, Tractatus llamados después Summule logicales, trad.

M. Beuchot, nåm. 148, påg. 150, y Jim Mackenzie, "Confirmation ofa conjec-

ture of Peter of spain concerning question-begging arguments", en Journal


of philosophical logic, nüm. 13, pp. 35-45.

7 Cf. Chaim Perelman y Lucie Olbrechts-Tyteca, Traité de l'argzunenta- 10 Cf. Chaim Perelman y Lucie Olbrechts.Tyteca, Traité de l'argumenta-
tion. La nouælle rhétorique, påg. 113. tion. La nouvelle rhétorique, påg. 305.
8 Cf. Alfonso Monsalve, Teoria de la argumentaci6n. Un trabajo sobre el 11 Cf. ibid., påg. 345; Chaim Perelman, L'empi'e rhétorique-Rhétorique
pensamiento de Chaim Perellnan y Lucie Olbrechts-%'tecc, pig. 101. Chaim et argumentation, pig. 30.
Perelman, "Cinq lecons sur la justice", en su obra Droit, Morale et Philoso- 12 Cf. Chaim Perelman, L'empire rhétorique-Rhétorique et argumenta•
phie, påg. 56. tion, påg. 56.
87
86

gumento de la jerarqufa (la superioridad de un fin sobre un reÜnen en la argumentaci6n hacia el auditorio universal,

medio o de una clase de cosas sobre Otra) y el del grado o del donde, a través del sentido comün, se da 'la universalidad en
orden (por ejemplo, decir que el hombre ge distingue del mo- la pretensi6n de verdad y ya no se depende s610 de la conven-

no s610 en grado o por ser de Otra especie). Hay otros nexos ci6n sino de la objetividad que capta el sentido comün. Y las
que fundamentan la misma egtructura de 10 real. A ellos per- creencias del sentido comån son constrastables con los he-
tenece el caso particular (el ejemplo, la ilugtraci6n, el modelo chos, tienen pretensi6n de verdad empirica.

y el antimodelo), la analogfa (sobre todo la de proporcionali• La misma hermenéutica estå vinculada con la argumen-
dad propia: "A es a B como C es a D", en la que el tema eg "A taci6n, sobre todo ret6rica —como quieren Gadamer y Ri-
es a B" y el foro es "C es a y la metåfora (que es la ana- coeur—, en el sentido de que tenemosgue convencer de nues-
logia de proporcionalidad impropia). tra interpretaci6n. De Otra no tendrån los demås por
Todo este arsenal de argumentos es aplicado por Perel- qué aceptar nuestra propuesta interpretativa. Es cierto que
man de manera muy interesante al derecho y a la filosofia, Nietzsche Ilega a decir que s610 con la violencia te6rica se
esto es, a la argumentaci6n propia de la pråctica forense ya puede colocar una interpretaci6n nueva; pero, si esto es asf,
Ia discusi6n filos6fica. Sin embargo, al comparar la teoria de la violencia te6rica puede conducir a la .violgncia pråctica. Y,

Ia argumentaci6n con la 16gica formal surgen objeciones que ademås, esto es mås censurable que la violencia dé¯la que
algunos 16gicos han opuesto a la teorfa de la argumentaci6n, acusan (para nosotros, injustamente) algunos a la metafisica,

sobre todo contra la relativizaciån que parece hacer de las re- por haber producido y acompafiado a la ciencia, y la ciencia a
glas de inferencia y de la fuerza de los argumentos en funci6n las guerras y los campos de concentraci6n. Pero mås violento
de los auditorios.14 es el imponer una comprensi6n sin argumentaci6n, sin un
diålogo en el que el Otro es visto y considerado en su valor
propio, en la dignidad de su entendimiento y su libertad. Por
ello, aun sea con una argumentaci6n que no Ilegue a 10 mås
Verdad, correcci6n y validez
fuerte de 10 verdadero, sino por 10 menos a plausible y has-
ta a 10 verosfmil, tenemos obligaci6n de argumentar.
También ha de observarse el tipo de verdad que se da en la
teorfa de la argumentaci6n, el cual parecerfa ser s610 el de la
En definitiva, ahora que el pragmatismo, como el de
verdad pragmåtica o por convenci6n. Pero es interesante ver
Putnam y aun de Rorty, nos hace ver la importancia de la
comunidad de argumentaci6n, se manifiesta la urgenci9 de
que algunos autores, como el ya citado Alfonso Monsalve,i5
Ilegar a un tipo Eargumentar 10 mås amplio que. seaposible.
dicen que la verdad por convenci6n no estå refiida con la ver-
Asimismo, ahora que lå de la verdad por conven-
dad como correspondencia, pues ambos tipos de verdad se
ci6n, como en Habermas, y aun el intento de sobrepujarla un
poco hacia algo mås como a nosotros nos gustarfa
ont016gico,
13 Cf. Chaim Perelman y Lucie Olbrechts-Tyteca, naité de l'argumenta-
hacerlo ——en seguimiento de Ricoeur—, o por 10 menos hacia
tion. 1.0 nouvelle rhétorique, påg. 50; Chaim Perelman, L'entpi'Z rhétorique-
algo mås trascendental kantiano, como 10 hace Apel, nos per-
Rhétorique et argunæntation, pig. 69.
catamos de que en todo caso es necesario salvaguardar o re-
14 Cf. M. Dobrosielski, "Lhgica y ret6rica". en Ch. Perelman, L. Ol-
cuperar el argumentar, no sea que se nos excluya de la co-
brechts-Tyteca y M. Dobrosielski, Ret6rica y 16gica.
15 Cf. Alfonso Monsalve, op. cit., påg. 278.
munidad de argumentaci6n y, perdida la conciencia de su
88 89

valor, se nos imponga, odiosa pero culpable de nuestra parte, terpretarlos. El estilo y las figuras de lenguaje son elementos

la violencia sin término. de interpretaci6n y al mismo tiempo de argumentaci6n y per-


El paso de la 16gica a la retörica (teniendo como interme- suasi6n. Son herramientas argumentativas que sirven para
dio el paso de la 16gica analitica a la 16gica t6pica o dialéctica) convencer de 10 que se ha interpretado. Sobre todo cuando en
va parejo a la transici6n de la sintaxis a la semåntica y de és- la interpretaciön hay un elemento valorativo y no meramente
ta a la pragmåtica,16 en busca de un anålisis semi6tico mås descriptivo. A veces se ha querido relegar 10 valorativo al solo
completo y que permita comprender fen6meno sfgnico o de
el campo de 10 subjetivo, sin que pueda alcanzarse sobre eso un
comunicaci6n. De hecho, la ret6rica se equipara a la pragmå- razonamiento objetivo. Pero Chaim Perelman fue precisa-
tica, o, si se quiere, la ret6rica puede funcionar como una se- mente el que proyect6 su ret6rica nueva como una 16gica de
mi6tica completa, al modo como 10 hace la pragmåtica en el 10 valorativo. Lo que se ve en el fondo de esto es el deseo de

sentido de que contiene a la sintaxis y a la semåntica, pues el no separar tanto el hecho del valor, el deseo de mostrar que
que tiene 10 mås tiene 10 menos, y ella es la dimensi6n mås no estån tan separadas la descripci6n y la valoraci6n y que
compleja y abarcadora de las tres. Las supone y las contiene, puede haber una mediaci6n hermenéutica entre ellas, la cual
y opera desde los recursos que le dan ellas pero sumando a mediaci6n ayude a argumentar a favor de juicios de valor.
éstos sus recursos propios. Estos recursos propios son los que Con ello se supera la "falacia naturalista", que considera sin
tienen que ver con el uso y los usuarios. Entran los usuarios, mediaci6n el hecho y el valor. Son conectados por la necesi-
y con ello se pierde en caråcter abstracto y se gana en concre- dad de argumentar axi016gicamente con fundamento en la
ci6n, permitiéndose una comprensi6n mås profunda de la realidad, y esto 10 consiguen la hermenéutica y la ret6rica. La
significaci6n a través del tomar en cuenta las intenciones de ret6rica alcanza la verosimilitud mås que la verdad en sf, o,
los hablantes. Pero esta atenci6n a la intencionalidad hacé como dice Perelman, la razonabilidad mås que la racionali-
que uno se ubique en la noci6n de uso; el uso que es acci6n, dad, es decir 10 razonable mås que 10 racional o apodictico. Y
pråctica y habla dentro de una comunidad de hablantes. esto es, al parecer, 10 que mås se alcanza en la hermenéutica,
Pues bien, la hermenéutica se coloca en la misma linea de dado que ella no se puede cerrar unfvocamente en una sola
la pragmåtica. Tienen un interés muy parecido por la inter- interpretaciön defendible, sino abrirse a un årea ana16gica en
pretaci6n, aunque difieren en el modo de realizarla (la prag- la que caben algunas interpretaciones (segün rapgos de ade-
måtica es mås puede recuperar en su puridad
objetivista: se cuaci6n), para evitar caer en el equivocismo de muchas o to-

la intenci6n del autor; la hermenéutica suele ser mås subjeti- das las interpretaciones admitidas como vålidas.
vista: siempre se va a inmiscuir la intenci6n del autor). La El concepto perelmaniano de t6pico parece cumplirse en la
misma hermenéutica estuvo desde los comienzos de su histo- hermenéutica, ya que en ella se argumenta a favor de una in-
ria asociada a la ret6rica. Y la ret6rica ha servido como here terpretaci6n de un texto para los miembros de la comunidad
menéutica con muchas de sus claves. Basta pensar en que 10 interpretativa o de la misma tradici6n. Y, al igual que para
que la ret6rica usa para encodificar mensajes, discursos o Perelman, se podria universalizar la interpretaci6n cuando
textos la hermenéutica 10 puede usar para decodificarlos o in- se dirigiera al conjunto de los hombres razonables, como en
un inmenso argumento ad humanitatem, més que ad homi-
16 Sobre ello cf. Chaim Perelman, "Ingica e retorica", en Evandro Agazzi
nem (10 cual vale a pesar de que se ecuentren varios tipos de
y C. Celucci, eds., Logiche moderne, påg. 437.
humanidad o de razonabilidad, pues se puede Ilevar al terre-
90 91

no del comÜn acuerdo y decir que se argumenta para toda la gumentaci6n se esforzarå por hacer prevalecer una u Otra in-
humanidad potencialmente, pero efectivamente s610 para terpretaci6n. Es por eso que la distinci6n entre 10 que es un
aquellos que acepten el diålogo razonable). Inclusive lag co- dato y 10 que debe ser objeto de argumentaci6n no es anterior
sas de la 16gica analitica y las de la t6pica pueden tratarge a a la discusi6n, sino que resultarå del acuerdo de los que par.
la luz de la ret6rica, pero no a la inversa. Por eso tiene mås ticipan y que, muy seguido, no se manifestarå sino en el cur-
ductilidad y amplitude so de la discusi6n".1B Un argumento que encuentra lugar pre-
ponderante es el de autoridad, ya que la interpretaci6n se
hace dentro de una tradici6n y en ella hay sus clåsicos, que
Literalidad y alegoricidad-simbolicidad juegan un papel muy importante, incluso para superarlos o
hacer una propuesta alternativa y novedosa. Dado este mon-
Los tropos y figuras de lenguaje no son mero ornato. Son to de ambigüedad y de caråcter discutible que tiene la inter-
elementos del razonamiento, esto es, argumentaciones con- pretaci6n, la hermenéutica no podrå usar una argumentaci6n
densadas, por eso se han usado como modos efectivos de per- mon016gica sino dia16gica. Se trata de una interpretaci6n
suasi6n.17 No s610 por su cualidad de ornamentos, sino de ar- puesta a debate.
gumentos razonables. Su caråcter performativo tiene dos Uno de los procedimientos o movimientos a que mås ayu-
direcciones: la que afecta al entendimiento y la que afecta a dan la argumentaci6n y ret6rica es la distinci6n,
dialéctica

la voluntad. Para que operen los tropoS y figuras del lenguaje que tiene gran cabida en la interpretaci6n. Para ponerse de
se necesita la interacci6n de la hermenéutica y, a su vez, la acuerdo sobre una interpretaci6n hay que distinguir y sub-
hermenéutica se beneficia de los tropos y figuras para argue distinguir, precisamente con el fin de evitar malas interpre-
mentar los resultados que ha obtenido en su trabajo de inter- taciones. Es 10 que intenta hacer el argumento hermenéutico
pretaci6n de textos. En la ret6rica no se da perfecta univoci- o la argumentaci6n hermenéutica.
dad, hay un margen de ambigüedad y, por 10 mismo, de De hecho, como 10 hemos expresado ya, ila ret6rica dio pa-
interpretaci6n, de hermenéutica. so a la hermenéutica. Esto 10 ve Gadamer en el caso de Vico,
Se pueden dar antinomias o paradojas hermenéuticas en quien era profesor de ret6rica en Nåpoles y se enfrentaba al
las que se vea que son posibles o plausibles dos interpreta- surgimiento de la critica, con Descartes y con la liueva Cien-
ciones rivales; pero, a fin de mitigar tales antinomias, se ar- cia iniciada por Galileo. Asi como Galileo tiene un diålogo so-
gumentarå para preferir a una y subordinarle la Otra, segån bre la nueva ciencia, que para él es la fisico-matemåtica, asi

nüestra preferencia o valoraci6n, aplicable a ese margen de Vico tiene un diålogo sobre la nueva ciencia, que para él es la
aceptaci6n de interpretaciones no iguales, dentro de un cierto historia, y log medios que uga para interpretar en ella y ar-
pluralismo, y también para desechar las Otras interpretacio- gumentar su interpretaci6n son ret6ricos. Esto ya venia ges-
nes como no adecuadas. Esa actitud pluralistica procede de tåndose en la reforma protestante —dice Gadamer—, cuando
usar el lenguaje ordinario, en el que cabe mucho de interpre- se pasa de la atenci6n a la predicaci6n oral a la atenci6n al
taci6n: "Si el acuerdo 80bre los términos de una tesis es texto escrito de la Biblia. Melanchton luch6 por Ilevar a Aris-
acompafiado por el desacuerdo sobre su interpretaci6n, la ar- t6teles a las cåtedras de las escuelas reformadas; "en sus lec-

17 Cf. ibid., påg. 438.


18 Cf. ibid., påg. 441.
93
92
aceptadas por todos) y opiniones plausibles y ademås se si-
ciones sobre ret6rica, desarrolla algo al comienzo sobre el pa-
guen reglas de inferencia o se instanciah matrices de argu-
pel de Arist6teleg y el discurso; incluso dice también que uno
mentos. Se trata de aludir al hombre razonable. Claro que se
necesita reglas, modelos y buenos argumentos (toda la ayuda
presupone un tipo de racionalidad o razonabilidad paradig-
de la tradici6n ret6rica), no 8610 para dar una buena charla,
måtica, pero no se queda en el relativismo sino que busca Ia
sino también para leer y entender una argumentaci6n exten-
generalizaci6n o universalizaci6n de esa razonabilidad, tocar
sa.Aqui estamos en el punto de cambio entre la ret6rica y la
el sentidocomån o la raz6n comün de la que participan todos
hermenéutica".19 En el diålogo encuentra Gadamer que se da
los hombres, al menos en principio.
la auténtica interpretaci6n, porque en cada intervenci6n
dia16gica se va corrigiendo y perfilando el sentido. No hay
principios apodicticos sino un suelo comün, algo dado y que
se comparte.20 Balance
La argumentaciön hermenéutica o el argumento para
probar una interpretaci6n procede primeramente ubicåndose Hemos visto en capitulos anteriores que en la interpretaci6n

ante el auditorio que va a recibir su argumentaci6n. Aqui es se comienza con una pregunta hermenéutica, se apgxtauna
donde se aplica la idea de Perelman, y la que deja entrever hip6tesis hermenéutica y se trat@ _de volverla tesis heriAe-
Arist6teles, de que el primer t6pico es situarse. A1 situarse en néutica mediante una argumentaci6n hermenéutica. Pregun-
un contexto, la argumentaci6n se ubica sobre todo.en el seno ta, Juicio y razonamiento, se conjuntan aqui en la secuencia

de una tradici6n, que es a la que pertenecen los oyentes (pues natural que observan. Es importante plantear bien la pre-
si no pertenecen a ella serå mås dificil la transacci6n). Y aqui gunta para darle su respuesta, pero también es importante
caben dos estrategias: el argumento por autoridad y el argu- poder ofrecer argumentos en apoyo de nuestra respuesta pa-
mento por la raz6n (dentro de cieyta racionålidad). Es de no- ra escapar asi al relativismo, del que no se saca nada y ni si-
tar que aun cuando en la actualidad nos preciamos de hacer quiera se sale. Una argumentaci6n no tan rigida como la que
menos caso del argumento de autoridad que en otras épocas exigia el positivismo 16gico, apodictica, axiomåtica, literalis-
echamos mano de él con mås frecuencia: es argumentar en ta, univocista. Pero tampoco tan blanda como la que se da en

pro de nuestra interpretaci6n haciendo ver que guarda cierta algunos åmbitos de la actualidad, de mala literatura, de ora-
coherencia con partes del texto mismo o con las interpreta- toria vacia o sentimental, alegorista y equivocista. Hay que
ciones de connotados exégetas, a las cuales amplfa, o mejora, saber equilibrar, proporcionar, por la analogia, 10 16gico y 10

o desarrolla, o completa, o inclugo supera y excluye. El argu- ret6rico-poético, 10 literal y 10 aleg6rico, 10 conceptual y 10

mento de raz6n se da cuando no es posible o no se quieren afectivo, porque todas esas son partes inalienables del hom-
blandir las autoridades, y entonces se apela a la razonabili- bre.
dad, al sentido comün. En t6pica y ret6rica no se tienen
axiomas, pero sf lugares comunes (en el sentido de cosas

19 Hans-Georg Gadamer, "The Hermeneutics of Suspicion", en G. Shapi-


ro y A. Sica, eds., Hertne.neutics. Questions and Prospects, påg. 55.
20 Cf. ibid.. pp 63-64.
VI. ONTOLOGiA Y HERMENÉUTICA
ANALÖGICAS

En 10 que sigue presentaremos unas breves consideraciones


sobre rasgos muy amplios de la naturaleza de la hermenéuti-
ca ana16gica segün los cuales podremos agregar algunas ra-
zones que, nos parece, abogan por el caråcter ont016gico que
puede tener la misma. Es sabido que recientemente se ha
tendido a resiarle ontologicidad a la hermenéuticy a favor de
su sobre todo entre los seguidores de Hei-
degger. Pero eso es abusivo. Si se comenz6 diciendo que el

lenguaje es la casa del ser, estp es, que el ser se da en el len-

guaje, también hay que reqordar que el lenguaje 8610 vive


gracias al ser, cygldige Q expresy Parece aludirse a un 61-
Vido del lenguaje; pero también se acusaba de un olvido del
ser. So pena de incurrir en una gran inconsistencia, los mis-
mos que hablaban de que se habfa olvidado el ser a favor del
ente tienen que evitar ahora olvidar el ser a favor del logos,
del lenguaje.
En la actualidad se ha dado un proceso de des-ontolo-
gizaci6n de la hermenéutica. Se la ha querido desvincular de
toda fundamentaci6n ont016gica o metafisica dado que se
proclama la ausencia de fundamentos y un relativismo muy
extremo. Por eso es necesario recuperar para la hermenéuti-
ca su relaci6n con la ontologia. V-esta no puede ser mås que
de fundamentaci6n. Propondremos, pues, algunas reflexiones
sobre la necesidad que tiene la hermenéutica de esa funda-
mentaci6n metafisica. En una primera parte hablaremos de
esa des-ontologizaci6n de la hermenéutica por parte de Ga-
damer; en seguida, de la que hace Vattimo, con su ontologia
96 97

débil; en tercer lugar, seguiremos los argumentos de Emerich Con hay un aspecto aristotélico en todo esto. Se re-
todo,
Coreth para apoyar la ontologizaci6n de la hermenéutica, y, chaza fundamento que estå, plat6nicåmente, separado de
el
en una cuarta parte, trataremos de aportar algunos otros que las cosas. Se acepta el que estå inserto en ellas, cofio tam-
completan los de éste y suplen un aspecto o matiz que él no bién la verdad que es inherente a la historia y la identidad
desarr0116. Los argumentos de Coreth dan mås relieve a la que subyace a las diferencias. Estoj como veremos må8 ade-
naturaleza fundante de la metafisica y su apoyo a la herme- lante, abre una posibilidad en Gadamer de un fundamento
néutica, a la que asienta por el regreso trascendental a las metafisico para la hermenéutica.
condiciones de posibilidad de la comprensi6n. Los nuestros La verdad como manifestaci6n o pregencia es la verdad
sonmås semi6ticos y dan mås relieve a la naturaleza de la como sentido, no como referencia. El infinito se captg en_su
misma hermenéutica como virtualmente ont016gica, y al ca- relaci6n con 10 finito, 10 ideal con 10 E?l, "10 10

råcter ana16gico intrfnseco que la interpretaci6n tiene, por 10 conciEo.¯LöFermenéutica necesita tanto 10 infinito como 10
cual exige un esclarecimiento ont016gico o metafisico. finito, pues los ve en su relaci6n. El paradigma se da, pero
ejemplificado en su instancia. El criterio hermenéutico de la
verdad es semi6tico, se basa en la noczon Fiepresentagiån

La metafisica y la hermenéutica de Gadamer Sin embargo, no abarca GdäTäTQueza de la semi6tica, que


tiene tres aspectos: sintaxis, semåntica y prasmåtica. Por 10
Gadamer cancela la posibilidad de la metafisica para la her- general, s610 se queda en una verdad sintåctica y/o en una
menéutica porque ayiyla la referencia a un mundo y, por en- pragmä.ticq. Siempre se quiere dejar de laäo el lado semånti-

de, excluye la verdad como correspondencia. La verdad es re- co o de IQæxrQ0Pdencia. Mas no parece ser posible ni legi-

preséntaci6n en el sentido de manifestaci6n o presencia, no timo que se deseche esta dimensi6n. En efecto, al interpretar
de copia; si tuviera el sentido de copia habria corresponden- no basta ver la correcci6n (sintaxis), ni la validez (pragmåti-
cia; pero si es presencia no hay a qué haya de corresponder. ca), hay que ver la adecuaci6n (semäntica). Porque la herme-

Gadamer, siguiendo a Heidegger, rechaza en este punto la néutica examina una correlaci6n.

metafisica aristotélica; pero tiene muchos supuestos innega- Pero, al decir que la hermenéutica tiene que ver con una
blemente metafisicos, como su aceptaci6n de un infinito de correlaci6n, se ha dicho que no puede ir mås allå de esa co-
posibilidades, muy en la linea heideggeriana. En efecto, Ga- rrelaci6n, es decir que no puede saber del fundamento. Con
damer no niega todo infinito, s610 niega el infinitq separado. todo, parad6jicamente, si la fenomenologia hermenéutica no
Ademås afirma la identidad como fundamento de 10 real y de puede salirsede la correlaci6n, tampoco puede quedarse en
las diferencias, la verdad gomo hist6rica, pero como en la ba- ella. Es preciso habiar de los limites de la fenomenologia y de

se dé7ähisioria misma. 1.0 que niega es 10 ideal como sepa- los limites de la hermenéutica. Tenemos que ir mås allå de

rado de 10 real, la identidad como separada de las diferencias, ellosmismos para hablar de ellos; la fenomenologfa y la her-
lanyerdg-com-ö separada de la historia, el fundamento como menéutica nos fuerzan a ir mås allå de ellas mismas. "En
separado de las cosas. Es un saber sin fundamento porque no primer lugar, la el ser. Primero

le éömieE¯establecerlo. es el ser que lö-e-ra 'n. Lo que no es no puede relacionarse.


ay que a Irmar el ser de la conciencia y el ser del mundo
para que su correlaci6n sea posible. En segunäo •lügar, la
96 99

hermenéutica de Gadamer eé una filosofia de la finitud, de la sus orfgenes aristo@élicqea recibidoa de Heidegger. Deja un
resquicio en el que cabe la multiplicidad.de sentidos en el ser
18,
comprensi6n finita del hombre. Pero a la vez es una filosofia
y en la verdad. Ego, sin embargo, ya nos hace entrar a la
de la del set de arte, el.@xtp, etcétera).
Este infiniG" ser herniené_utica, la her- del ser comp de _la yerdad, porque si el ser es

menéutica no puede explicarIQ. Limite, por 10 tanto, de la anålogo, tamfién% IA verdad, que es una de sus propie:
dades trascendentales, convertible o intercambiable con él, es
hermenéutica. La hermenéutica y la fenomenologfa conducen
décir- idéntiéa ana16gicamente a él. Y creemos que la analogia
mås allå de si mismas, conducen a la saber del
darå la salida a estas paradojag. Un modelo ana16gico de in-
principio y del fundamento. Otra metaffsica quizå, que conci-
terpretaci6n podrå embonar con un modelo ana16gico de me-
be de Otro modo el principio y el fundamento. Pero sin este
tafisica, se necesitan el uno al otro.
saber primero, no hay ningån saber, ningün saber es saber.
En tercer lugar, segün Gadamer, es filosofia
la hermenéutica,
pråctica. La metafisica ha Ilegado a su fin y la hermeneutica
toma su lugar. La filosofia primera es ahora hermen@tica. La metafisica y la hermenéutica segün Vattimo
La filosofia pråctica se convierte en filosofia primera. Pero
esto es imposible. La filosofia pråctica depende como de su La empresa hermenéutica ha Sido asumida recientemente
fundamento de la filosofia te6rica, de la metafisica. Topamos por Gianni Vattimo, seguidor• deye±gger y de Gadame_r.
Otra vez con los fenome- Dice qF-Iä-fiGenéüfiöäTs la nueva koiné o el nuevo espe-
nologia".l De verdad como correspondencia
la negaci6n de la ranto de la filosofia contemporånea, su lengua comån. En
del sentido con fa referencia queda una verdad s610 como pu- postmoderna ha subrayado la inconmensu-
efecto, la filosofia

ro segtido. Pero esto es dejar la verdad como una his!oria del rabilidad de los paradigmas filos6ficos o las tradiciones que
sentido solamente. Y a esto se le puede oponer que en la se dan en este åmbito, y eso significa también que se vuelve
hermenéutica gadameriana 10 que deberia decirse es que el imprescindible la traducci6n de unos a o&ros. Ahora bien, pa-
sentido es un modo de darse la un modo de darse ra efectuar esa traducci6n entre tradiciones filos6ficas (como
la verdad, como el fen6meno es un modo de darse la cosa. entre culturas), es muy necesaria la interpretaci6n, que per-
Hay que rescatar a la hermenéutica del juego vacio del senti- mite por ambas partes la comunicaci6n.3
do que exigeaazeencia Pero también 10 es por otro motivo. Vattimo.retoma la crf-

de la referenciaÜgggeepondencia del sentido cen ella. Por tica de la metafisica iniciada por Heidegger. Este filtimo ya
eso podemos terminar esta reflexi6n gobre la postura de Ga- vefa los trazos de la historia del ser, el eesgo del destino
damer frente a la metafisica diciendo, con Juan Pegueroleg: mismo da.la„ metafisica. Y el devenir del ser es de debilita-

"El ser demughas maneras, decfa Arist6teles. miento, de disoluci6n. Por ello no es posible una ontologia
dad se da muchas IQgæras, dice la hermen@tica. ü-lay fuerte sino una débil, que tienda paulatinamente a la nada,
•taiita diferencia?'.2 Gadamer noa•enuncia completamente a que tenga una intencionalidad nihilista. Es una ontologfa no
metafisica sino una ontologia hermenéutica, como él mismo
la llama.
I Juan Pegueroles, "El ser y la verdad en la hermenéutica de Gadamer",
en Espiritu, vol. 43, nüm•. 109, påg. 18:
3 Cf. Gianni Vattimo, Ética de Ia interpretacidn, pp. 55 ss.
2 Ibid., påg. 20.
100 101

En una conferencia que dio en México,4 Vattimo aludfa a Ciar la teorfa respecto de su utilizaci6n por parte del hombre.
una derecha heideggeriana y a una izquierda heideggeriana. Si bien es cierto que nohay disciplinas'neutras moralmente,
La derecha heideggeriana es la de log que han interpretado a también eg cierto que una metafisica no es de suyo y a priori
Heidegger como buscando una salida mfstica; son incluso los mala o nociva, smo que va giendo diferentes cosas en manos
que han desarrollado esa linea heideggeriana en el camino de diferentes pensadores; ello depende de su utilizaci6n por
del misticismo, de la teologia negativa. En esta Ifnea nos pa- parte del hombre. Asimigmo, al decir que la metafisica hace
rece que se encontrarfa Derrida, con sus recientes escritos violencia al universalizar porque ge borran las diferenciag,
sobre Eckhart y Angelus Silesius.5 En cambio Vattimo se co- aquf se estå incurriendo en 10 mismo que ge critica, y se hace
loca a gf mismo en la izquierda heideggeriana y proclama que violencia al borrar las diferencias de las varias metafigicag y
es la de los que no renuncian a la ontologfa para caer en la al no distinguir entre una teorfa y su utilizaci6n en la pråcti-
mfstica. S610 que se trata de una ontologfa que vive mås del ca. Hay que evitar todas estas falacias.

lado del lenguaje y de la temporalidad, de la historia, que del Vattimo explica que toma de Nietzsche la acusaci6n de
ser y de la atemporalidad del eterno presente; por eso se tra- violencia a la metafisica y la irreductibilidad entre las dos,
ta de una ontologfa hermenéutica. Ahora bien, dado que el esto es, entre la metafisica y la violencia misma.7 Segün re-
ser va en decadencia, la misma ontologfa se irå apagando po- fiere Vattimo, para Nietzsche las creencias metafisicas deben

co a poco.Ya no serå ontologia del presente, esto es, ahist6ri- desaparecer, pues hacen violencia a la existencia, la cual s610
ca; tampoco ontologia del futuro, del hombre como posibili- puede ser libre desencadenando su propia violencia. Después
dad, como proyecto, de la verdad como algo por ser realizado, de desenmascarar la violencia de la metafisica, la existencia
en lugar de algo ya dado; s610 queda que sea ontologia del pa- debe 801tar su violencia sin måscara.
sado, como anamnesis, como recuerdo o rememoraci6n de Pero hay en el propio Vattimo la conciencia de que tanto
eventos efimeros e insubstanciales que se conmemoran y se la voluntad de poder como la metafiBica son ambas violentas,
ven con un poco de nostalgia, como ve el poeta su Vida al caer cada una a su manera. Son extremos que no encuentran so-
la tarde. luci6n y no pueden reducirse fåcilmente. Afirma: "Es dificil
Se dice ademås que ahora las razones para combatir a la decir si las tesis filos6ficas del ültimo Nietzsche —eterno re-

metafisica son mås pråcticas que te6ricas, a saber, porque la torno, superhombre, voluntad de poder— representan o no
metafisica fue violenta en el gentido de que, como decia una soluci6n al problema de poner juntos esos dos aspectos
5.1

Adorno, la metafisica produjo Auschwitz y 10 hizo porque de su critica; iqué sentido tendrfa poner al desnudo la violen-
acompafi6 a la ciencia que 10 ejecut6.6 Pero eso es no diferen- cia, si eso debe conducir a una nueva pråctica de la violencia,
por mås que sea ahora no enmascarada? No se trata sola-
mente de la repugnancia que uno tiene a aceptar que el re-
4 En 1993, en la Universidad Aut6noma Metropolitana aztapalapa), Mé-
sultado de la filosofia de Nietzsche sea la apologia de una
vuelta a la ferocidad primitiva; se tråta también del caråcter
5 Cf. Jacques Derrida, "Postscriptum" a H. Coward y T. Foshay, eds., De-
en si contradictorio de la tesis: la concepci6n nietzscheana de
rrida and negative theology, pp. 331 ss.

6 Cf. Gianni Vattimo, "Metafisica, violencia, secularizaci6n", en G


Vattimo (comp.), La secularizaci6n de la filosofia. Hernzenéutica y postnoder- 7 Cf. Gianni Vattimo, 'Métaphysique et violence. Questions de méthode",
nidad, pp. 68-69. en Archives de philosophie, nåm. 57, pig. 57.
103
102
simiento muy parecido al de los mfgticos, s610 que Vattimo
las «formas gimb61icas» —producciones ide016gicag, ficcioneg
metafisicas, morales y religiogas— parece en efecto excluir
pone buen cuidado de no incurrir en ningån tipo de misticis-
que ellas funcionen solamente como «desenmascaramiento» mo o de experiencia privilegiada. Por eso, al igual que renun-
cia a la critica de la metafisica realizada por Nietzsche, tam-
superfluo; pensar agi serfa profesar todavia la creencia tipi-
camente metafisica en la verdad «desnuda» de la cosa en gf; bién renuncia a las de Lévinas y de Adorno. A la del primero,

la violenciadesnuda no podrfa ser «mejon» gino en la medida porque propone una experiencia mås radical y anterior que
es la de la vivencia de la trascendencia, la religiosidad; a la
en que fuera «måg verdadera». En cierto modo, los dos aspec-
del segundo, porque acude a la vivencia de la belleza, a la es-
tos del complejo violencia-metafigica deben ger tratados jun-
tética. Pero tanto la conversi6n religiosa como la vivencia es-
tog. La critica radical de la metafisica ge ejerce precisamente
en la medida en que y eventualmente encuentra,
ella busca,
tÆca son experiencias originarias que pasan por el sujeto,
que dan demasiada relevancia al sujeto mismo, el cual es el
un vinculo «pensable» entre las dog, ensayando resolver mås
centro de la violencia.ll Por eso 8610 queda la salida de Hei-
claramente que Nietzsche, pero por el camino abierto por él,
degger, que es aceptar de alguna manera la metafisica y se-
Ia cuesti6n de eu relaci6n".8
Aunque Vattimo invita a seguir el camino abierto por guir con ella. Vattimo nos enseöa que no podemos desemba-
Nietzsche, de alguna manera se da cuenta de que ese camino
razarnos de la metafisica, y es que no hay manera de librarse

practicado por la critica de la metafisica no fue bien abierto, de ella; aunque esté decayendo, muriéndose, resurge como un
fénix.
no se abri6 certeramente, y nos 10 estå indicando veladamen-
te, con gestos, sin atreverse a proclamarlo con claridad. Pero
A nosotros nos parece, en cambio, que la ontologia o meta-
fisica (es decir entendiendo la ontologfa como metafisica) estå
10 insinüa, y con. ello 10 ratifica. Intelligenti pauca.9 Desen-
mascara al desenmascarador; le quita la måscara mås feha- mås viva que nunca, y que acompaöa a la hermenéutica. Mås
ciente por confundida con su propio rostro. Se han estado que de ontologfa hermenéutica, como Vattimo, nosotros ha-
sustituyendo las verdades de la metafißica tradicional con blarfamos de una hermenéutica ont016gica, esto es, polariza-

otras verdades nuevas, no menos metafisicas, al decir del


da por una cierta metafisica que
correQonde, que la con-
le

textualiza, que la funda, aun sea de una manera distinta a


propio Vattimo. Él se da cuenta, pues, de que Nietzsche ya no
como se hacia la fundamentaci6n en las metafisicas raciona-
le sirve para criticar la metafisica, ya que substituye una me,
taffsica con Otra, una violencia con Otra, conduce al caos, pues
listas de la ilustraci6n. Es decir, hay que precigar cuål meta-

no Otra cosa es el nihilismo radical. Vattimo Ilega a decir que fisica es laque aün podemos sostener, después de las leccio-
el hacer metafisica eg condici6n del hacer filosofia.10 Porque
nes y tiempo reciente, pero sin caer en un desalojo
crisis del

negar la metafisica es mås violento que la afirmaci6n preten- de la metafisica gratuito y por demås injusto. Se ha hablado
siosa que la metafisica venfa haciendo de sf misma. —a partir de Heidegger— de la paulatina muerte de la onto-
Por eso Vattimo trata de temperar a Nietzsche con Heide- logia. Se ha dicho que muere porque fue prepotente e imposi-
gger. Este ültimo 10 conduce al Gestell, a una suerte de desa• tiva, monolftica. Pero, en primer lugar, hay diferentes onto-
logias. No es 10 mismo la racionalista que la aristotélica, por
ejemplo. Si se dice que hay que respetar las diferencias, éste
8 Ibid., påg. 58.
9 "A1 inteligente, poco"; es decir, "el inteligente, con poco entiende".
Cf. ibid., påg. 65.
10 Cf. ibid., pp. 61-62.
104 105

es un caso en el que se debe hacer, esto deben respetar


es, se La hermenéutica se mueve en la tensi6n entre 10 parcial y
que hay.
las diferencias entre las varias metafisicas 10 total, entre 10 individual y 10 universal. Una afirmaci6n
En cambio, 10 que puede justamente librarnos de la diso- singular cobra pleno sentido en el todo, en la totalidad. La in-
luci6n y del caos es una metafisica que no sea como la del ra- tenci6n de la pregunta determina su extensi6n. Ins lfmites
cionalismo, una metafisica que pueda universalizar sin deg- hermenéuticos tienen efecto en un horizonte mås amplio. És-
truir las diferencias. No una metafisica univocista, pero ta es la condici6n de posibilidad de toda pregunta. Pero ese
tampoco equivocista, sino ana16gica; como también ahora se horizonte, como dice Emerich Coreth, "no puede ser alcanza-
presenta una oportunidad para una hermenéutica ana16gica, do y adquirido temåticamente a partir de su intenci6n objeti-
que respete las diferencias, sin caer empero en el equivocis- vamente limitada, de pregunta, puesto que la totalidad no es
mo de muchos postmodernos, y que pueda umversalizar våli- una magnitud singular y objetiva, sino que forma el horizon-
damente, sin caer en la univocidad que quiso la filosofia Cien- te atemåtico, y por esto no objetivo o preobjetivo, el cual s610
tificista y que se mostr6 irrealizable. Ahora se harå con puede ser convertido en expreso por el regreso trascendental
universales anålogos, diferenciados, matizados. Mås aim, de a las condiciones de posibilidad del preguntar y el conocer
esa manera cabe ahora una adecuada y vålida universaliza- objetivos" .12
ci6n, que es la que permite a todos el acceso a la realizaci6n Ese entender la totalidad y dar asi el contexto global para
humana, a los derechos del hombre y a la democracia misma. los actos hermenéuticos particulares es tarea de la metafisi-

Todo ello de manera proporcional, ana16gica, sin perder las ca. Compara 10 singular con la totalidad misma. Contiene el

diferencias, como se ha pedido. En esta metafisica ana16gica sentido de una pregunta y una afirmaci6n metafisicas. En la
recuperamos el ser dentro de sus diferencias, sin sacrificar hermenéutica la totalidad es la tradici6n, i.e. el mundo de
con ello 10 que de unidad podemos asegurarle. experiencia y comprensi6n; en metafisica, la totalidad es el
ser. (A1 rebasar la tradici6n o mundo se tiene acceso al ser,
como se dirå mås adelante.) El mundo s610 se puede interpre-
tar a la luz del ser, pero el ser 8610 puede 'ser conocido a par-
Dependencia y autonomia de la hermenéutica
tir mundo. Podrfamos decir, con Coreth, que hermenéuti-
del
y la. metafisica y viceversa: la metafisica
ca y metafisica "8610 se pueden realizar en una .relaci6n de
como espacio de posibilidad de la hermenéutica
condici6n y mediaci6n reciprocas, un circulo a la vez herme-

La hermenéutica tiene como problema la intelecci6n, la com- néutico y metafisico".13 Hay, mås que una inferencia, una
mediaci6n.
prensi6n. Pero ésta requiere entenderse a sfmisma y pregun-
tar por sus condiciones de posibilidad. Su autocuestiona- Asf, se parte del mundo (cultural) para preguntarle por
sus condiciones de posibilidad. Se trata de comprender su es-
miento en el tiempo, en la historia, Ileva a que su posibilidad
se dé por el ser, que engloba 10 cultural y 10 natural. La her-
tructura.Cada mundo estå a la vez limitado y abierto; aun-
menéutica exige un fundamento metafisico a pesar de que se que algunos s610 quieren verlo como limitante y cerrado,
ha querido negar el acceso a la metafisica desde la herme- también estå abierto; i.e., al conocer su limitaci6n ya 10 esta-
néutica. Veamos.
12 Emerich Coreth, Cuestiones fundanæntales de hertnenéutica, påg. 215.
13 Ibid., påg. 216.
106 107

mos trascendiendo. A1 ser conscientes de esos lfmites, hay en el horizonte abierto, del espacio y el tiempo, a la verdad, y
una "docta ignorancia" que digtiende su pregunta: "Pregun- s610 por ello es posible la intelecci6n hist6riOa.
tando trascendemos continuamente nuestro mundo. Por Mas la interpretaci6n temåtica del horizonte del ser s610
nuestras preguntas se amplfa continuamente nuestro mun- es posible por una reflexi6n trascendental, por la que el ser
do. Sus lfmites son rotos y mantenidos abiertos. El mundo del puede Ilevarse a la comprensi6n y al lenguaje. Eso se da por
hombre es un mundo esencialmente «abierto»".14 El mundo el preguntar trascendental. No segün el error racionalista de
no configura el fin de nuestras preguntas, se abren al ser, y un sujeto puro que pregunta por el mundo puro, sino un suje-
8610 en él y en su sentido pueden aquietarse. Todas las inten- to humano que pregunta por el mundo humano, que es a la
cionalidades del hombre se orientan al ser, las intelectivas, vez limitado y abierto; por su estructura de pregunta alude a
y emotivas, y s610 por eso puede tener experiencia y
volitivas 10 que hay fuera de sf mismo. Pregunta trascendental desde

comprensi6n, i.e., s610 por el ser puede tener mundo. El hori- 10 condicionado del horizonte del mundo por 10 incondiciona-
zonte del ser penetra y trasciende el horizonte del mundo. A1 do del horizonte del ser. Experiencia de mundo y mundo de
hacer temåtico a este ültimo, la hermenéutica culmina en la experiencia plantean la pregunta por el ser. Prueba trascen-
metafisica. dental que no hace regresar a la subjetividad kantiana, ni si-

Pero existe aün otro camino, que sigue Coreth. También la quiera postkantiana, como la de Husserl. No es el sujeto pu-
pregunta por las condiciones de la intelecci6n Ilevan a la ro, sino que abarca sujeto y objeto en su mediaci6n reciproca,
cuesti6n del ser. Cada hombre tiene un mundo hist6rico, con- por la reflexi6n trascendental metafisica, que va al ser fun-
dicionado por su tiempo y por su ambiente. Se comunican 10s dante mås allå del ente "fisicamente" objetivo, a su horizonte.
hombres entre sf por un horizonte mayor en el que esos hori- 'El ser se muestra como el fundamento abarcante que tras-
zontes menores pueden entremezclarse. Hay una comunidad ciende y posibilita a la vez sujeto y objeto, mundo e historia
de experiencias y de comprensiones. Si no se mantiene la y, sin embargo, en este acontecer se revela de forma atemåti-
continuidad humana a través del cambio hist6rico ni siquiera ca y objetiva".15 Justamente la tarea de la metafisica es te-
seria posible la historia. Es, podriamos decir, la "naturaleza matizarlo y Ilevarlo al lenguaje.
humana" que permanece a pesar de la situaci6n "epocal", 1.0 hace a través del lenguaje natural, en el que el ser se da
cambiante y huidiza. En la posibilidad de ese diålogo se da la de forma atemåtica, en cuanto él habla de la totalidad. Alli se

posibilidad de la metafisica. Pero hay que preguntar al hori- puede "actualizar e interpretar en afirmaci6n lingüistica el ser
zonte empirico por su condici6n de posibilidad, y esto ya estå como fundamento no objetivo y horizonte abarcadod'.16 Brota,
en el horizonte metafisico. (Inclusive se puede hablar del ho- sin embargo, un problema hermenéutico tocante a la metafisi-
rizonte moral —junto con el metafigica— previo al hermenéu- ca misma, porque interpreta el ser hist6ricamente situado, i.e.
tico o que pues hay todo un cåmulo de valores que
10 funda, en un mundo. Por eso tiene que entender una afirmaci6n me-
se suponen.) Todo 10 condicionado del hombre se realiza y se tafisica contextuada en su mundo, pero siempre mirando hacia
mueve en el åmbito de algo incondicionado, el eer, que, por la realidad que intenta decir. La intelecci6n, la comprensi6n,
eso, mås que trascender al mundo, 10 invade. A pesar de eg- no se da si no se mira hacia la cosa que designa, que afirma.
tar en una situaci6n espacio-temporal, el hombre puede vivir

15 Ibid., påg. 225.

14 Ibid., påg. 217. 16 Ibid.


108 109

De esta manera me-


Ia afirmaci6n metafisica, est,o es, el texto que se quiere entender a sf misma, y s610 se cumple si tras-
tafisico, no debe ser en su momento hist6rico,
s610 contextuado ciende y termina en una metafisica qué busca la suprema
sea la Metafisica, de Arist6teIes, sea m
ser y el tiempo, de Mar- condici6n de posibilidad del entender o comprender, a saber:
tin Heidegger, sino que debe buscar Ia realidad que designa y Hermenéutica y metafisica, pues, se condi-
la apertura al ser.
dejar abierto el texto y el contexto particular para tener acceso cionan mutuamente: la metafisica s610 es posible gracias a la
al contexto global y al horizonte del ser que pretende tocar. hermenéutica que contextüa sus afirmaciones, y la herme-
Hay, pues, una mutua relaci6n de condici6n, una dialéctica néutica 8610 es posible 8i termina en una metafisica que a la
fundante entre mundo y ser. El mundo estå abierto al ser y el vez fundamenta cualquier comprensi6n lingüfstica e hist6rica
ser se da en el mundo. El mundo es forma hist6rica de una que se dé en ella.
realidad transhist6rica que eg el ser. Hay una "mediaci6n de la En el tftulo de este apartado dijimos que la metafisica es
como dice Coreth. El mundo se nos presenta de el espacio de posibilidad de la hermenéutica. La expresi6n
modo inmediato como algo primero que responde a la inten- "espacio de posibilidad" tiene sabor al "espacio 16gico" de las
cionalidad de nuestro preguntar. Pero al reflexionar sobre él se posibilidades del Tractatus de Wittgenstein; pero la idea de
vuelve mediato, y ademås se ve como abierto a, y condicionado Coreth de la metafisica como condici6n de posibilidad de la
por, el ser. "El ser no es un contenido de la experiencia del hermenéutica se coloca todavia mås en una tradici6n tras-
mundo, sino condici6n de nuestra experiencia de mundo. Noso- cendental kantiana. Por ello mismo su argumentaci6n tiene

tros no podemos comprender el mundo y nuesfra propia exis- un matiz mås bien a priori. Nosotros trataremos de comple-
tencia en el mundo si no trascendemos la inmediatez e inten- tar esa reflexi6n afiadiendo el lado a posteriori y ana16gico de
tamos alcanzar la mediaci6n, a saber: en regreso al ser que se esa argumentaci6n, procediendo a partir del acto hermenéu-
nos revela en el mundo y en la historia, como condici6n que tico hacia el acto ont016gico; viendo c6mo el acto interpretati-
porporciona la realizaci6n hist6rica del mundo".18 Posibilita vo.nos remite a un acto metafisico. Y, al ser a posteriori, este
nuestra experiencia del mundo y de la temporalidad, de la his- proceder argumental involucra fuertemente la doctrina de la
toria. analogia.
Asi, la metafisica s610 es posible por una hermenéutica de
la existencia humana (como 10 habia visto Heidegger) en el

mundo y la historia, pero (a diferencia de Heidegger) como Profundizaci6n argumentativa: la hermenéutica


una hermenéutica que se entienda a si misma en el ser y a
como apertura ana16gica a la metafisica
partir del ser. Con esto no hay cfrculo vicioso ni petici6n de
principio, ya que, gracias a la mediaci6n y al final de la mis-
A la argumentaci6n que hemos recogido de Coreth queremos
ma reflexi6n, 10 que resulta es distinto, temåtico y mås pleno. aiadir otrog argumentos o razones que la completan desde el
La hermenéutica s610 es posible como referida a la intelecci6n lado semi6tico.En primer lugar, procederemos a posteriori,
centråndonos como en un punto de partida en el mismo acto
17 Ibid., påg. 227. interpretativo. Este acto refine un intérprete y un texto al
18 Ibid., påg. 228. Véanse otras formulaciones parecidas en Emerich Coe que hay que contextuar para que se dé la comprensi6n del
reth, Metafisica. Una fundamentaci6n sistemdtica, pp. 105-1 II; iQué es el mismo. Pero el texto, al ser comprendido, apunta a un mun-
honzbre? Esque'na de una antropologta filosdfica, pp. 86-98.
110 111

do: crea un mundo o abre a un mundo ya dado. Esa polariza- tologia de aquello a 10 que nos remite el signo, del mundo al

ci6n a un mundo es algo inalienable del texto, que hace de que nos abre el texto. Por eso el interpretante, en el que se da
manera inevitable. Y ese mundo tiene que ser comprendido Ia intencionalidad hacia el objeto, tiene una carga ont016gica
como real o ficticio, es decir como efectivamente existente o virtual, a partir de él se da la ontologfa misma, la metafigica.

como puramente pensado. Y eso exige que del acto interpre- El propio interpretante y parecen coincidir con 10
el objeto

tativo se pase a la asignaci6n de un status ont016gico al mun- que, en Otra terminologfa, ge denomina el gentido y la refe-
do descubierto. Y eso no 10 puede hacer ya la hermenéutica; rencia. Si pensamos, siguiendo a Frege, en esa dfada sentido-
tiene que acudir a la ontologfa o metafigica. referencia, y aceptamos que el sentido nos conduce a la refe-
Ademås, si aceptamos, con Peirce, que el acto interpreta- rencia, esto ocurrirå en cuanto al texto: habrå que buscar la

tivo consta de un signo, un


y un interpretante, el ülti-
objeto referencia del mismo. Es cierto que hay autores que han Ile-

mo de los cuales (el interpretante) no es exactamente el in- gado a negar la referencia y han optado por quedarse con el
térprete sino algo que ocurre en el intérprete —un concepto, solo sentido. Pero si entendemos el sentido a semejanza del

una conducta o un håbito— para poder interpretar, tenemos interpretante veremos que exige una referencia: es inevitable

que aceptar que 10 primero que se presenta al intérprete tie- (dado su caråcter de mediador) que nos Ileve a ella. Asimis-
ne caråcter de objeto, y s610 después tiene para él caråcter de mo, es innegable la intencionalidad del autor o hablante, que
signo; pero es un objeto indiferenciado, esto es, s610 en una nos envia a una referencia. Y esta referencia exige una clari-
reflexi6n posterior es para él real o ideal. La misma percep- ficaci6n ont016gica, una elucidaci6n metafisica. La hermenéu-
ci6n empfrica, que tiene caråcter de algo primero, pasa des- ticå no alcanza a hacerlo, por 10 que necesita de la metafisica

pués a verse como signo, pues la percepci6n tiene que inter. para que 10 haga. Ella le aclara su ser. Se funda, en ese sen-
pretarse. El objeto del signo tiene caråcter de algo segundo tido, en la metafisica.
porque opone resistencia, reacciona frente a la acci6n del su- Inclusive el texto mismo exige una elucidaci6n ont016gica.

jeto, o puede hacerlo. Y el interpretante (concepto o species) Podemos aceptar representamen o signo, como al-
el texto, el

es algo tercero, mediador, que permite la relaci6n del signo go que nos Ileva 8610 virtualmente a la realidad o a la ideali-
con el objeto. Por eso el signo completo es terceridad, que dad, segün el caråcter que tenga el objeto representado. Po-
conjunta la primeridad y la segundidad. La primeridad se da demos aun deci.r que el texto en sf mismo y en cuanto signo
desde la propia captaci6n del signo; pues, como decfamos, la esconde s610 potencialmente el status ont016gico del mundo al
misma percepci6n empirica "directa" se pasa a ver como sig- que abre, envia o se refiere. Y esto sucede irremediablemen-

no por interpretar. La segundidad se da por la parte del obje- te, por virtud del interpretante, que conecta el signo o texto

to,en cuanto ofrece o puede ofrecer resistencia. Y la terceri• con el mundo que determina. Pero el signo mismo es un ente,

dad se da en el interpretante, que es 10 mås propio y y puede tener diversos tipos de onticidad, pertenecer a dife-

constitutivo del acontecimiento signico, pues es 10 que rela- rentes categorfas ont016gicas. Para poder signi.ficar, el texto
ciona al signo con su objeto, es la mediaci6n. S610 por él se ve tiene previamente que ser, que existir. Como decfan los me-
si el objeto significado es algo real o algo mental, es 10 que de- dievales, operari sequitur ad esse, el obrar gigue al ser, no se
termina el caråcter ont016gico del objeto. Y la relaci6n del in- puede hacer algo sin antes existir. El existir es el primer ac-
terpretante con el objeto es de caråcter semåntico, u onto- to, el primer actuar, la primera actuaci6n. Y el existir puede

semåntico. Es donde se puede fijar el status ont016gico, la on- ser un existir real o un existir mental. Y esto no s610 corres-
113
112

ponde al objeto,cuya onticidad se capta al atender a la refe- néutica. Se requiere un modelo o paradigma ana16gico de la

rencia del signo. También se encuentra en el signo mismo, ya


interpretaci6n. Y esa analogia textus (analogia del texto) nos

que hay divergog tipos de entes que pueden ser signos (escri- Ileva a la analogia entis (analogia del ente) y, por 10 mismo, a
la metafisica.
tos, hablados, actuados, pensados, etcétera; ademås de que
puede haber textos individuales o tokens, y textos universales El modelo hermenéutico ana16gico intenta dar un margen

o types), y ya en esa determinaci6n del status ont016gico del


a la interpretaci6n que no la cierre en 10 unfvoco, pero que
texto o del signo se encuentra la fundamentaci6n metafisica
tampoco la dispare a la fragmentaci6n e incomunicabilidad
de la hermenéutica. Como ya los escolåsticos decian, en el
de 10 equfvoco. Es un margen que se abre desde la analogfa

signo hay un doble aspecto: de signo como signo y de signo


metaf6rica —--que es la mås cercana a 10 equfvoco—, pasando
por la analogfa de atribuci6n o de principalidad, y por la
como objeto. El signo significa, pero 10 hace porque es un Cier-
analogfa de proporcionalidad, hasta la mera analogfa de de-
to objeto que puede remitir a su significado. Por supuesto que
el signo como objeto estå en funci6n del signo como signo; te-
sigualdad, que eg la que se acerca mås a 10 univoco. Este

nemos que atender al caråcter significativo del signo mås que margen de variaci6n en la interpretaci6n de los significados

a su caråcter de objeto. Pero habrå ocasiones (en los signos


da la posibilidad de polisemia sin incurrir en el equivoco. En
instrumentales, no en los formales) en que si no captamos efecto, laanalogfa es, en todo caso, una equivocidad sistemå-
ticay controlable, que no hace perder la capacidad de efec-
primero el signo como objeto no podremos verlo como signo, y
tuar inferencias vålidas, pues se estån coordinando los diver-
alli también tiene que intervenir el estudio de los posibles
sos significados en un margen del que no se salen.19 De
status ont016gicos de los signos o textos (objetos fisicos, ondas
hecho, como ya 10 habian visto fi16sofos de la ciencia de la ta-
sonoras, acciones, pensamientos, etcétera). Y vuelve a pre-
sentarse la inescapable metafisica como fundamento para la lla de Bolzano y Russell, la misma 16gica formal opera con
cierto margen de variabilidad, las variables 16gicas abren ese
hermenéutica.
contexto interpretativo a la polisemia sin que se pierda to-
talmente la univocidad, que era lograda por las ligaz6n de las
variables y por las condiciones de restricci6n. Esto nos hace
Urgencia de un modelo ana16gico
pensar que la polisemia, ana16gica, que no equivoga, estå mås
de la interpretaci6n para una ontologia ana16gica presente en las ciencias no formales, sino fåcticas, y, dentro
de ellas, especialmente en las ciencias humanas y sociales.
Todo 10 anterior nos hace ver la necesidad de rescatar los ori-
El modelo ana16gico de la hermenéutica, en efecto, evita la
genes ana16gicos de la hermenéutica. La hermenéutica nace
pretensi6n univocista de una sola interpretaci6n como la fini-
donde se da la polisemia, la pluralidad de sentido. Por 10 tan-
ca vålida, pero también la vorågine equivocista de las inter-
to, donde hay univocidad, un solo sentido, no existe la her-
pretaciones contradictorias entre sf que se consideran todas
menéutica, no hace falta la interpretaci6n. Pero tampoco en
vålidas. Es un modelo intermedio entre 10 unfvoco y 10 equi-
la equivocidad, ya que es ambigua siempre y sin remedio. Se
voco, teniendo, sin embargo, mås tendencia a 10 equfvoco que
necesita, pues, una polisemia ana16gica para que sea posible
la interpretaci6n, para que haya hermenéutica. Y no s610 eso,
sino que también se nos muestra ana16gica la misma herme- 19 Cf. M. Beuchot, "La analogfa como instrumento 16gico-semåntico del

discurso religioso", en Analogta, pp. 5-13.


114 115

a 10 univoco, mås inclinado a Ia diferencia que a la igualdad. menos. aun cuando se pueda negar que el ger tenga sentido,
Por eso permite dar cabida a los significados metaf6ricos, pe- o se diga nihilistamente que s610 tiene como sentido la ani-
ro también a los que rehuyen todo lenguaje figurado. Y ade- quilaci6n» se puede tam. bien cuestionar eso, y ponerse a in-
mås establece una cierta jerarqufa entre los significados se- vestigar si tiene Otro sentido y cuål es. De ese modo —como
gün unos son mås propiog que otros, por 10 que no
la cual 10 habfa indicado el propio Heidegger— la ontologfa es her-
todas las interpretaciones son igualmente vålidas sino que menéutica, es interpretaci6n del ser, büsqueda de su sentido.
unas se acercan mås que las otras a la verdad o, si se prefie- Lo que le sucede a el es que, por influencia de Nietzsche, po-
re, a la adecuaci6n hermenéutica. Sobre todo, esta herme- lariza el sentido del ser hacia la nada; pero puede negarse
néutica ana16gica resaltarå la proporcionalidad de los signifi- esa interpretaci6n de Heidegger y optar por Otra, por ejem-
cados y de las interpretaciones; esto es, aun sin jerarquia tan plo, la de Gabriel Marcel, para quien el ser estå rodeado de
marcada habrå interpretaciones mejores que otras, todo ello misterio y de esa manera hay razön para seguir interpretån-
de manera proporcional, segün la proporci6n que toca a cada dolo, para dejar que en nuestra hermenéutica entre la onto-
una de acuerdo con su intencionalidad y su contexto. logia.
De esta manera, nos parece que s610 un modelo herme- La analogia exige la onbolovia. ?orque la analogfa es or-
néutico que evite el Escila y el Caribdis de la univocidad y la den y la metafisiea es la que tiene •:-'0ino propio ordenar. A
equivocidad, que son los contrarios en pugna en las discusio- partir del orden del decir y del orden del conocer se desembo-
nes actuales, y que pecan de notoria estrechez, podrå evitar ca necesariamente en el orden del ser. Y es precisamente la
el excesivo formalismo que prolifer6 hace poco en la episte- analogfa la que nos hace abordar no 8610 el sentido de un sig-
mologfa y el desbocado relativismo que desde hace menos no o el sentido de un texto, -iinc el sentido del ser, sobre todo
tiempo nos invade. Y éste es el modelo ana16gico cuya necesi- el sentido el ser humano, i.e. de la Vida humana; se hace
dad nos parece que es muy de tomar en cuenta hoy en dia. desde un punto de vista pero no
Pues bien, una de las primeras cosas que pide un modelo se puede evitar —a nuestro iL0do de ver— una conexi6n con
de hermenéutica ana16gica como el que acabamos de mencio- la ontolggia. La vivencia de la analogia nos hace recuperar la
nar es su fundamento posible, esto es, la relaci6n de la here diferencia ont016giea, de cuya pérdida tanto acusa Heidegger
menéutica con la ontologfa, para que pueda hablarse de su a todos, el olvido del ser. En cambio, se podria acusar a Hei-
referencia (por mås que sea dentro de un marco de referen- degger, como 10 hace del olvido del logos, y nosotros
cia), esto es, de su posibilidad de verdad, su capacidad de ge- afiadiriamos: olvido del ana.-logos, de la analogia. Se le puede
nerar interpretaciones verdaderas. acusar también de olvido o relegaci6n de la doctrina ont016gi-
ca en uno de los elementos que distingue a los seres entre sf.

Por resaltar uno de los dos lados, el del ser o la existencia, ol-

Hermenéutica, y existencia Vida casi por compaeco ia esencia —que es la que sujeta al lo-

gos—, reducci6n injusta e injustificada.

De cualquier manera, una de las cosas por las que hemos


querido reducir la separaci6n del ser y del lenguaje es porque
no s610 el lenguaje tiene sentido, sino también el ser. Por 10 20 Cf. Karl-Otto Apel, "Autocritica o autoeliminazione della filosofia?', en
G. Vattimo (comp.), Filosoiia '91, pig. 50.
116 117

Esto se evita no olvidando ese logos tan propio de la onto- metonimia, ambas figuras pilares de nuestra racionalidad
logia como es el an,a-logos, la analogfa. No olvidar la analo- humana.
gia, esto es,recordar la analogfa, recuperarla, reconducirla al
logos del ente, para que ella nos reconduzca al ente y al ser
sin exacerbar el logos, sino poniéndolo en su Bitio. Esa es la
ganancia que nos puede dar la analogia aplicada al estudio Apéndice: Respuesta de Emerich Coreth21
del ente y del ser como sostén de la hermenéutica y horizonte
Respecto al inciso "Dependencia y autonomfa de la herme-
suyo total; una una hermenéutica
ontologfa ana16gica para
néutica y la metafisica y viceversa: la metafisica como espa-
ana16gica también. Ana16gicas ambag, como es el logos-raz6n.
palabra que se cierne en todos los åmbitos de la filosofia Cio de posibilidad de la hermenéutica", no hago observaci6n

misma. alguna en cuanto que se trata en 10 esencial de una breve ex-


posici6n de mi propia posici6n.
Sobre el inciso "Profundizaci6n argumentativa: la herme-
néutica como apertura ana16gica a la metafisica": El anålisis
Balance
"semi6tico" es valioso y hace progresar (yo no 10 emprendf).
Lo importante aqui son estos elementos: sujeto y objeto, el
Con este recurso a la semi6tica y a la misma hermenéutica
signo y 10 designado. El sujeto no en sentido kantiano, sino
como exigiendo una ontologfa o metafisica, se cumple aque- en realizaci6n (del conocer y del inteligir); el acto concreto es
lla reductio, que anunciåbamos en el capitulo anterior, de
siempre intencional, en relaci6n a un objeto ("referencia"). El
fundar la ontologia en la narratologfa, o de dar a 10 ont016-
objeto es ante todo la cosa percibida (o un acontecimiento)
gico una prueba narrat016gica, que es 10 mås contundente pero ya de siempre entendida "como algo": en su sentido in-
en cuanto argumento; pues no cabe ya en alguna de las dos
mediato. Se transforma en. signo (sfmbolo, imagen) cuando
clases de argumentos que derivåbamos de Wittgenstein, a
recibe un seniiGulterior (significado superior), y ello siem-
saber: argumentos del decir o argumentos del mostrar, sino
pre a través de una "mediaci6n" de la atribuci6n de sentido y
que ocupa una parte de las dos categorfas, sin cometer error
de la ipterpretaci6n del sentido por parte del hombre (como
categorial sino mostrando la riqueza inmanente que contiene;
sujeto). De este modo, todo 10 que es y es percibido puede
es decir, nos resulta un argumento que a la vez tiene que ser
convertirse de algün modo en signo o en sfmbolo (hecho esto o
lefdo o interpretado como discurso y como mostraci6n, sin 10
interpretado de este modo siempre por parte del hombre
cual no cobra su significado pleno. Pero con ello 10 mismo na-
mismo) y todo ello gracias a que todo se sitüa dentro de la
rrat016gico nos ha empujado a 10 ont016gico; mås aim, 10
analogia del ser.
mismo narrat016gico se nos ha convertido en ont016gico, ha
cobrado una fuerza metafisica desde su debilidad alegorizante,
que es que pasa justamente con la metåfora. Ya que nuestra
10
21 En febrero de 1996 vino a México el Dr. Emerich Coreth, trafdo por
hermenéutica tiene un modelo ana16gico, tiene la virtud de
diversas instituciones. En una presentaci6n y diålogo en la Universidad Pon-
creaci6n ont016gica que posee la metåfora, pero también la
tificia de México, el 18 de ese mes, el profesor Coreth conoci6 una versi6n un
capacidad de sujeci6n a la realidad que caracteriza a la
poco mås breve de este capitulo que fue lefda como ponencia, a la que él res-

pondi6 con las siguientes consideraciones.


119
118
(ens). Su posibilidad se basa en la analogia. La hermenéutica
Sobre e) un mode.lo ana16gico de la in-
inciso 'I-Trgencia de
remite en 10 mås profundo a la ontologfa (o a la metafisica).
terpretaci6n para una ontologia anai6gica": La analogfa es de
Estoy fundamentalmente de acuerdo con todo, aunque por
fundamental imnort anc.i2 Estav de. acuerdo. Hay con fi•e•
ahora, de prisa, no pueda yo adentrarme detalladamente en
cuencia se la olvida (incluso Ricoeur no le da la debida aten-
todos los asiectos. Le ruego disculparme por ello ("entender-
ci6n). Hay que distinguir: simbolo en sentido propio en. cuan•
me"), y le deseo todo bien en su trabajo ulterior.
to el signo participa del contenido de ser de 10 designado
(participat perfectiontan)s o bien en cuant.e. que en virtud de. si

mismo estå ya en conexi6n ont016gica (simbolo natural, en


contraposici6n con sfmbolo arbitrario). A este respecto, hay Reflexidn sobre la respuesta de E. Coreth
que diferenciar con mayor exactitud. En caso de que el sim-
bolo no participe del ser de 10 designado, entonces se trata de Agradecemos al profesor Coreth sus palabras. Solamente
una mera metåfora, o bien, de signo convene queremos reflexionar sobre un punto de las mismas. Le llama
cional. Distinei6n escolåstic.a: propria art impropria la atenci6n que hayamos dicho que la analogia se acerca mås
(proportionalitas interna aut externa, attributio propria aut a la equivocidad. Con ello hemos querido seöalar que nuestro
intpropria). Por este motivo yo 110 dma que la analogia se conocimiento es limitado, nuestra inteligencia frågil y nues-
"inclina" mås hacia la equivocidad que hacia la univocidad. tra raz6n finita. Lo hemos dicho •porque, en primer lugar,

La analogia auténtica (intåna) se encuentra exact..amente en ahora se tiende a olvidar que la tradici6n escolåstica colocaba

el justo medio; se diferencia respecto de las proposiciones la analogfa, en los tratados de 16gica, como una de las espe-
equfvocas. En cambio, la analogfa externa es lenguaje mera- cies de la equivocidad. Habfa una equivocidad casual y Otra
mente metaf6rico acerca de sigr;0G convencionales y expresa, deliberada; ahora diriamos: una accidental y Otra sistemåti-
por tanto, también una transposici6n de sentido a pesar de la ca. La accidental no se podia controlar cognoscitivamente, la
equivocidad (no hay ninguna comuni6n ont016gica de senti- sistemåtica sf. Esta ültima era la analogia. En segundo lu-
gar, porque deseamos dar cuenta de la experiencia que se
do).
Respecto a este ültimo inciso y la conclusi6n: 1) Todo au- tiene, en todo conocer, de que la realidad se nos queda siendo
téntico entendimiento entre los seres humanos, también en- mucho mås. El conocimiento que podemos tener de Dios 10
tre lenguajes, culturas, religiones. etcétera, presupone siem• atestigua. Creemos que 10 mismo sucede con el conocimiento

pre una analogfa ont016gica interna —-solamente por esta del Otro, del pr6jimo. Y 10 mismo con la interpretaci6n de los
analogia es posible tal entendimiento—. 2) En relaci6n con la textos, de los discursos. Eso no quita que alcancemos a cono-
interpretaci6n, es importante, ademås, la mirada comün a la cer, a comprender. Mas nos queda la sensaci6n de que todo
"cosa", puesto que ésta puede ser vista y entendida o com- conocimiento es a la vez suficiente e insuficiente; que alcan-
prendida desde vertientes o aspectos (parcial o perspectiva- zamos a conocer 10 que humanamente podemos conocer, pero

mente) diferentes, pero que es, en la unidad de sentido, el que nos gustarfa conocer mucho mås. Sin embargo, el profe-
fundamento y la norma del entendimiento reciproco (de los sor Coreth ha tocado 10 mås fontal del acto hermenéutico

sujetos entre y de la "adecuada" interpretaci6n (del obje-


sf) cuando dice que siempre debemos disculpar o "entender" al

to). 3) Con ello todo entendimiento y toda interpretaciön tie- Otro por no poder darnos en su diålogo todos los detalles, to
nen, por tanto, un fundamento ont016gico: en la cosa misma
121
120

dos los aspectos. Y 10 mismo debe hacer cada quien, por su


parte, con el otro.
DEPENDENCIA, AUTONOMfA
Vil.
Y SIMULTANEIDAD DE LA HERMENÉUTICA,
LA METAFfSICA Y LA ÉTICA

il)e qué manera determina la hermenéutica nuestro filoso-

far? iQué tipo de ética resulta de la actitud hermenéutica?


Esta es la pregunta principal que deseamos plantearnos en
este capitulo. En un escrito reciente, Paul Ricoeur, uno de los
mås perspicuos hermeneutas contemporåneos, se ha preocu-
pado por iniciar una respuesta a esto, respuesta que preten-
demos desarrollar. Plantea la hermenéutica como cumplien-
do una funci6n de mediaci6n entre la fenomenologfa y la
ontologia o metafisica, y también entre ésta y la ética. Aun-
que para muchos otros hermeneutas actuales la funci6n de la
hermenéutica serfa mås bien la de disolver estas disciplinas,
para Ricoeur tiene la de reunirlas, y nosotros trataremos de
apoyar esta posici6n.
La hermenéutica funge como mediadora entre la fenome-
nologfa y la ontologia porque comienza siendo una herme-
néutica fenomen016gica, de la cual no se sabe si Ilegarå a una
metafisica, si exigirå una tal desembocadura; pero la herme-
néutica misma, por su parte fenomen016gica y por su parte
interpretativa o cognoscitiva, postula su propio fundamento
como dado por la metafisica. Mas, por eso mismo, la herme-
néutica también sirve de mediadora entre la metafisica y la
i ética, ya que introduce las nociones de potencia y acto, de vir-

tud y de acci6n, que ayudan a pasar del plano meramente


descriptivo o narrativo al plano propiamente prescriptivo o
moral. A ver estas mediaciones hermenéuticas nos ayudarån
122 123

lag reflexiones de Ricoeur, aunque l]evaremoe algunos de los t.inar y coord_inar el cierre del sigtema y la apertura del mig-
puntos a conclusiones diferentes. mo a un mundo referido mås de su sentido intraestruc-
allå
tural* Es dec.ir% la herrnenéut.ica, al poner en relaci6n al lector
y al texto mediante la actividad reflexiva del lector sobre sf
La hermenéutica como mediadora mismo, proyec.ta intencionalmente al lector hacia el sentido y
hacia la referencia del texto mismo. El sentido se da en la
entre la fenomenologia y la ontologia
captaci6n del contenido sémico del discurso, y cuando éste se
articula se pasa al momento de la referencia, que remite a un
Si la hermenéutica se ocupa de interpretar los textos en su
contexto propio, gu importancia reside en la ampliaci6n que
mundo, ya sea real o posible (imaginario).
ha introducido en las ciencias del lenguaje y del conocimien- De esta suerte, después de la descomposici6n y recomposi-

to. Algunos le han hecho dafio al entenderla como una espe-


ci6n del texto, después del anålisis y la sintesis, incluso después
de la galudable descontrucci6n y reconstrucci6n de la estructu„
cie de panacea que sirve para cualquier cosa, para resolver
ra discursiva, se abarca todo ello de manera interpretativa,
todos los problemas filosöficos; mås bien hay que Ilevarla a
sus justos limites: la hermenéutica completa la labor de anå-
comprensiva.2 A veces demasiado centrada en el sujeto, la

lisis realizada por otros instrumentos semio-lingüfsticos. Es hermenéutica no quiere perder, sin embargo, el objeto, y se
10 que, después de esos anålisis sintåcticos y semånticos, ubi- cuestiona por la objetividad de la interpretaci6n y por la legi-

ca o sitüa en un segmento de tiempo, en la historia.l Asf, no timidad y justeza de la relaci6n con el mundo que correspon-

es una super-semi6tica que desplace y anule esos otros enfo- de al texto, sobre todo cuando pretende referirse al mundo
real, asi sea como mundo posible, como es el caso en el dis-
ques, sino una comprensi6n sintética y global que vive y se
nutre de ejercicios como el de la pragmåtica en la filosofia curso no-hist6rico. En cambio, la pragmåtica de la filosofia

analitica o el de Greimag en la semi6tica francesa, y conduce analftica ha tratado de ponerse mås del lado del autor que
del lector, y de ese modo adopta un punto de vista que alec-
la investigaci6n hacia un nivel reflexivo en el que el lector y
el texto se contextualizan el uno al Otro en funci6n del mundo ciona a la hermenéutica para ponerse por 10 menos en una si-

al que tratan de referirse. De esta manera, la hermenéutica tuaci6n intermedia entre el autor y el lector, que es 10 que
viene a atar diversos cabos sueltos del anålisis, intenta aglu- nosotros tratamos de proponer. La pragmåtica privilegia la

I La hermenéutica es conciencia del tiempo, conciencia de la historicidad 2 En palabras de Andrés Ortiz-Osés, "dicho en hermenéutica, se trata de
del ser y del lenguaje o discurso. Esta actitud interpretativa "requiri6 a la rearticular una realidad en si misma articulada, pero desarticulada respecto

larga apartar la conciencia hist6rica de la presi6n del ideal objetivista de la a Ia totalidad de su sentido... La pregunta fundadora de Ia hermenéutica re•

ciencia moderna y desarrollarla como una conciencia hermenéutica que per- za asi: iqué significaci6n y sentido tiene para nosotros un acontecimiento o
mitiera al mismo tiempo distancia y penetraci6n. La historia no es entonces situaci6n? Una tal hermenéutica trata de comunicarnos no 10 que dice un
tanto objeto de una ciencia, sino mås bien la ciencia es una parte de nuestro texto, contexto o lenguaje en cuesti6n, sino 10 que quiere decir. Interpretar es

talento" (Hans-Georg Gadamer, "La misi6n de la filosofia", en La herencia de entonces aprender —aprender a vivir—. La hermenéutica se constituye asi
Europa. Ensayos, påg.. 155). Esa conciencia de la historicidad impulsa a po- ültimamente en la asignatura de la Vida. Y ello porque la hermenéutica es
ner un texto en su contexto (hist6rico-cultural) apropiado para que pueda ültimamente una hermenéutica antrop016gica" (Andrés Ortiz-Osés, La nuet,o
darse la comprensi6n. filosofia hermenéutica. Hacia una raz6n axioldgica posnzoderna, påg. 58)
125
124

intentio auctoris; la hermenéutica la intentio lectoris; noso-


La hermenéutica como mediadora
tros creemos que hay que hacerlos coincidir en la intentio tex- entre la metafisica y la ética
tus, por ugar una expresi6n a la que Umberto Eco da Otro
Ricoeur intenta rastrear, ademås, el paso de la metafisica u
sentido.
ontologfa a la moral. El paso de la fenomenologfa hermenéu-
Paul Ricoeur es paradigmåtico como represenante o mo-
tica del sujeto hacia la metafisica 10 encuentra en la funci6n
delo de la hermenéutica porque ha tratado de llamarnos la
del prefijo "meta-" de "metafisica".5 Tal funci6n es doble: (i)
atenci6n acerca de la gran carga de subjetividad que introdu-
cimos en nuestrag interpretaciones; pero nosotros tratamos
una de jerarquizaci6n de principios, y (ii) Otra de pluraliza-

de aprender también de la pragmåtica analftica que eso no


ci6n de log migmos. Ambas funciones se encuentran ya en
Arist6teles (aunque él nunca us6 la palabra "metafisica", co-
excluye toda objetividad, pues alcanzamos mayor objetividad
mientras mås y mejor conocemog nuestros condicionamientos
mo es sabido; pero fue quizå intuida asi por Andr6nico, mås
allå de su sentido meramente bibliogråfico o editorial).
subjetivos, tanto soci016gicos como psic016gicos.3 Sigue siendo
La mencionada funci6n de jerarquizaci6n se ejerce con
posible un abordaje paralelamente pues puede en-
veritativo,
respecto a los principios, entre los cuales se encuentran las
tenderse la verdad como correspondencia entre el texto y el
nociones primeras, tanto categoriales como transcategoriales,
mundo.
es decir trascendentales en el sentido aristotélico. Entre esos
Ricoeur utiliza el binomio dialéctico de aproximaci6n y dis-

tanciamiento con respecto al texto que se interpreta. También


principios se encuentran unos que ocupan la jerarquia mås
alta y que rigen la derivaci6n de los otros. Pero, dada esa je-
rescata en parte 10 que Habermas denomina critica de las
rarqufa, aparece la Otra funci6n de la pluralizaci6n, que indi-
que en forma de polarizaci6n hacia el futuro
ideologias, s610
social delhombre. Y rescata el elemento dialogal o ret6rico, ca analogia (a la cual Ricoeur toma, en sentido muy amplio,

de persuasi6n, de la hermenéutica dia16gica de Gadamer.4


como el de "parecido de familia" de Wittgenstein). En esta
funci6n se muestra que hay diversos sentidos del ente en
Recientemente ha incursionado por el åmbito de la narrativa
cuanto ente. Ricoeur apuesta a que entre esas acepciones del
hist6rica y de novela, e incluso en la ret6rica, pues la misma
hermenéutica comparte con ella el tener que convencer, que ente se puede privilegiar "la que designa la pareja energeia-

persuadir, que subyugar. En esa aludida relaci6n entre el


dynamis, de la misma manera que otros han privilegiado la
texto y el mundo es donde Ricoeur ve la mediaci6n de la her-
gecuencia categorial abierta por la ousta o la determinaci6n
del ente como verdadero. En este sentido —dice Ricoeur—
menéutica entre la fenomenologfa y la ontologfa; nosotros di-
mi apuesta coincide eon la de Ravaisson. Pero me ha parecido
riamog que entre el sentido y la referencia, pues de esta ma-
nera se pasa de una mera semåntica a una ontosemåntica. que el trayecto debfa ser prolongado, en un primer momento,
entre los principios de mås alto nivel y los que rigen una an-
tropologfa del hacer; en un segundo momento, entre esta
misma antropologia y la cualificaci6n del hacer por los predi-
cados de 10 bueno y 10 obligatorio, sobre los que se edifica una

3 Cf. M. Beuchot, Hermenéuticc, lenguaje e inconsciente.


5 Cf. Paul Ricoeur, "De le métaphysique la morale", en Revue de méta-
4 Cf. Agustin Domingo Moratalla, El arte de poder no tener La
hennenéutica dialdgica de H. G. Gadamer, pp. 189 ss.
physique et de morale, 98/4, påg. 457.
126 127

moral".6 Ya que se trata de log géneros mås elevados, entre alteridad de responsabilidades sobre las que recae la imputa-
ellos se toma el del acto, pero orientado hacia la acci6n. C16n.

Asf como el ser se dice de muehas maneras, también el ac- La funci6n del meta- para pasar de' la metafisica a la mo-
tuar. Ricoeur destaca algunos modos que le parecen el primer ral es aclarar la vinculaciön y la desvinculaci6n de las dos

analogado del actuar: hablar, hacer, contar e imputar (que modalidades de discurso. La desvinculaci6n la da Hume al

corresponden al discurso, la obra, el relato y el juicio moral, prohibir el paso del "es" al "debe", y en eso 10 han seguido los

que dicen relaciån a un sujeto lingüistico o discursivo, un su- neokantianos y log neopositivistas. Los predicados morales
jeto del obrar, un sujeto de Ia narraci6n y un sujeto moral, son irreductibles al orden de 10 observable. Pero Ricoeur en-
varios modos de ser sujeto).7 A travég de esta analogfa del ac- cuentra una manera en la que estån vinculados (en que se
tuar es como se reagruparån las nociones aristotélicas de puede pasar del "es" al "debe") y aun se debe pasar de 10 te-

dynamis-energeia.
le016gico de la ética de Arist6teles a 10 deont016gico de la mo-
Ricoeur hace intervenir entonces una metacategoria muy ral de Kant: "Esta articulaci6n encuentra una expresi6n
cara a Lévinas, la del otro y esto de tres maneras. Primero en apropiada en la extrema proximidad entre la noci6n kantiana
cuanto a la distincién interna de la identidad personal, entre de (disposici6n natural a la moralidad» y la noci6n aristotéli•

mismidad e ipseidad, es decir entre la Identldad -idem y la ca de disposici6n ética en el sentido de la hexis de la Etica a
identidad -ipse. El paso de la metafisica a la moral se da en Nic6maco. Para sellar la alianza entre la fenomenologia del
la imputaci6n, y sobre todo respecto de la promesa. 'La pro- hombre capaz y la ética del deseo de la Vida buena, yo diria
mesa, ino constituye, para la identidad -ipse, el paradigma que la estima, que precede en el plano ético a 10 que Kant
que no hemos nombrado hasta el presente, de cara a la fun- llama respeto en el plano moral, se dirige a titulo primordial
ciön tenida por el paradigma del caråcter en la dimensi6n de al hombre capaz. Reciprocamente, es como ser capaz como el

la identidad -idem? Esto es verdad: sostener una promesa a hombre es eminentemente digno de estima".9 El paso del ser
despecho de las intermitencias del coraz6n consticuye el mo. al deber ser se da al ver la vinculaci6n y la desvinculaciön de

delo por excelencia de un mantenimiento de si mismo que no la narratividad y la preceptividad, esto es, de la metafisica y
sea la perseverancia de un caråcter".8 Pero a eso hay que la moral.

anadir la mediaci6n de los predicados morales —bueno y Porque de 10 que se trata es de integrar 10 individual en 10
obligatorio— para hacer Ilegar a la importaci6n al plano de la universal, el bien particular en el bien comün, la persona en
moralidad. Otra intromis16n de la metacategoria del otro se y eso se logra con la equidad; y ella nos da
la ley o la justicia,
da en la oposici6n al yo, esto es, 10 Otro de sf mismo. Asf, la la la metafisica y la moral: "La
mediaci6n (prudencial) entre
alteridad se presenta ana16gicamente o plurificada, como el intima convicci6n y la equidad efectiva con relaciön al otro
sujeto: la alteridad del interlocutor que se dirige a mi, la al- constituyen asi los «lugares» privilegiados de la uni6n electi-

teridad del agente que me ayuda o se me opone, ia alteridad va entre la dimensi6n descriptiva del foro mterno y la dimen-
de las otras historias con las que la mia se entrecruza, y la si6n prescriptiva de la imputaci6n moral".10 Hay, pues, un
momento en el que se .unen el ser y el deber ser, y queda es-

6 Ibid.. påg. 460.


3

7 Es 10 que Ricoeur ha desarrollado en su obra Tiempo y narraciön- 9 Ibid., påg. 474.

8 Paul Ricoeur, art. cit., pig. 468. 10 Ibid., påg. 477.


129
128

tablecido el paso del uno al Otro, es decir de la metafisica a la Pero si partimos de una ética narrativa como la que pro-
ética, de 10 ont016gico a 10 deont016gico. pone McIntyre podemos pasar, mediante la hermenéutica,il a
Ia prescripci6n, una prescripci6n ana16gica, no univoca ni
equivoca. Esta prescripci6n ana16gica significa que no se im-
pone la mera uniformidad, pero tampoco que se abandona al
Cardcter de la ética hermenéutica
capricho; sino que, usando el criterio propio, se va encami-
nando a la büsqueda del bien de todos, al menos con la inten-
A estas consideraciones de Ricoeur, quisiéramos aiadir nues-
ci6n. En efecto, la hermenéutica ana16gica nos abre al otro,
tras propias reflexiones acerca de una hermenéutica ana16gi-
nos proyecta hacia el pr6jimo. Poniendo, como pone, tanto
ca que puede realizar esas mencionadas mediaciones. La ac.
relieve en la intencionalidad del individuo (aunque sin des-
titud hermenéutica propicia una ética no cerrada, sino
cuidar las consecuencias, sino viéndolas al trasluz de la in-
abierta, ana16gica, dispuesta a acoger las experiencias del
tenci6n misma), la ética hermenéutica acepta que el hombre
hombre y darle una gufa en medio de ellas. Pero también
alcanza mayor plenitud mientras mås se halle intencionali-
provoca una ética que no se queda en el aire, en la mera des-
zado o proyectado hacia el otro, inclusive en funci6n del otro,
cripci6n, sin atreverse a prescribir algo. Es sabido que la
prescripci6n va asociada a la universalidad. También 10 es del pr6jimo.
Suele plantearse la discusi6n hoy en dia como la alterna-
que ahora uno de los debates que mås se plantea es el debate
tiva de dos polos extremos para elegir uno de ellos: o univer-
entre universalidad y particularidad. Pues bien, la herme-
salismo o particularismo. Es decir, como la elecci6n del uni-
néutica no tiene por qué renunciar a todo tipo de universali-
vocismo o del equivocismo. Nuestra reacci6n ante eso es
dad. Hay varios tipos de ella. La hermenéutica renuncia a la
proponer una ética ana16gica; es decir, una ética hermenéuti-
universalidad univocista que pretende imponer ciegamente 10
ca, pero de una hermenéutica ana16gica, que evite igualmen-
mismo para todos, sin atender a la circunstancia, esto es, a la
te esos dos extremos, exhibidos como las dos fatidicas rocas
situaci6n hist6rica, tanto social como personal. Por eso, no se
queda en dar leyes, sino que avanza a rescatar las virtudes,
de Escila y Caribdis. Una ética de la phr6uesis, pues, o de la
prudencia, que no tiene una universalidad cerrada, univoca;
en las que 10 principal es el término medio. Se trata, pues, de
pero tampoco una universalidad equivoca y confundente; sino
un•a universalizaci6n prudencial, ana16gica, no unfvoca. A1
otro lado de la univocidad estå la equivocidad, una universa-
una universalidad ana16gica, respetuosa del individuo, de la
persona finica e irrepetible, situada en la historia, pero no de
Iidad equivoca es una universalidad igualmente impositiva,
una manera evanescente y huidiza.
es la universalizaci6n de la fragmentaci6n particularizante,
que Ileva a la disoluci6n no s610 de la ética y de los valores,
La actitud hermenéutica incluye el diålogo. Asf, tiene que
propiciar una constituci6n dia16gica de la ética. No una ética
sino también del pensamiento. Pero esto se contradice, ya
que se diluya en el solo consenso de los dialogantes, sino que
que estå queriendo imponer como universal que reside en
10

Ia particularidad. Una ética meramente descriptiva nos da


eso. E incluso mediante la pragmåtica, como en el caso de Apel y de Adela
Cortina. Esta åltima autora dice: "Creo con Javier Muguerza que la univer-

salidad es ya una caracterfstica de la moralidad, inextirpable de la misma"


(Raz6n comunicativay responsabilidad solidaria, pig. 21, nota 11).
130 131

quiera construir trabajosamente un corpus ético, un cierto


fin, por la teleologfa, de modo que aseguren el paso continuo
sistema, a veces mfnimo; pero siempre se harå dialogando. del Ser al Bien y del Bien al Ser, dotafido a las relaciones en-
Es por que Arist6teles vinculaba la ética a la t6pica y a la
10 tre los hombres y de éstos con las cosas de una carga eminen-
ret6rica. Pero no una ret6rica que s610 explote su aspecto de temente moral, como nos 10 hacen ver cotidianamente los de-
poética, sino que ademås de la parte poética integre la argu- rechos humanos y la ecologia.
mentativa, la racional o por 10 menos razonable, y ésta me-
diante los t6picos argumentativos que la ret6rica toma de la
dialéctica y los adapta y aun desarrolla gegün su propia espe-
Ontologia y ética ana16gicas
cificidad. Se trata de tomar en cuenta en la argumentaci6n
dialogal ética no s610 el ornato, que es seductor pero a veces
En el capitulo anterior vefamos que una ontologia o metafisi-
sodstico, sino ademås el silogismo o argumento (asi sea en-
ca que acompaiara a la hermenéutica ana16gica tenia que
timemåtico), que sujete y evite la dispersi6n.
ser ana16gica también. Encontramos 10 mismo respecto de la
Por eso, siguiendo la lecci6n de IÆvinas, aunque disin-
ética que acompafia a una hermenéutica y a una ontologia
tiendo un él, creemos que mås que preocuparse por
tanto de
ana16gicas. Serå una ética ana16gica. iQué significa esto? En
primera es la metafisica o la ética, hay que tra-
si la filosofia
primer lugar, no significa una ética deflacionaria, sino abier.
tar de conjuntarlas. Parodiando el famoso dictum de Kant,
ta pero seria, o seria pero abierta, como se prefiera. En se-
hemos de decir que una metafisica sin ética es vacfa, pero
gundo lugar, tampoco significa una ética clara y distinta, esto
una ética sin metafisica es ciega. Que se den conjuntamente,
es, rfgida pero disfrazada de laxa, pues se estructurarå, mås
retroalimentåndose la una a la Otra, ya que una metafisica
que por leyes, por virtudes. Pero las virtudes necesitan la di-
ana16gica pude Ilevar a no relegar la diferencia, a privilegiar
recci6n de las leyes, de una manera amplia y libre. Es, Otra
al otro, pero sin perder la posibilidad de universalizar. La
vez, juntar el decir de las leyes con el mostrar de la conducta
hermenéutica es precisamente la que ayuda a dar ese paso de
delhombre virtuoso, ejemplar. Ni s610 decir, ni s610 mostrar,
y de la ética a la metafisica, en una
la metafisica a la ética
como pedfa Wittgenstein, sino decir y mostrar, pues nos 10
redditio o reflectio, en una vuelta o reflexi6n, recordåndonos
permite la analogicidad de nuestra hermenéutica. Inclusive,
el caråcter reflexivo, en continua construcci6n y reconstruc-
si decimos que la ética tiene mucho de la linea
ci6n, de la filosofia misma.
de Foucault—, también debemos aceptar que la estética tiene
De manera muy notoria, al querer poner la ética como
su vertiente ética —derivada también de esa postura de Fou-
previa a la metafisica y mås radical que ella, se estå aludien-
cault al final de su vida—, y que håy una analogicidad o pro-
do a Plat6n, quien decia que por encima del Ser estaba el
porcionalidad entre los componentes estéticos y éticos de
Bien. Es 10 que I.Ævinas recogi6 como el bien mås allå de la
nuestra personalidad.
esencia. Pero a nosotros nos parece que el polemizar acerca
de cuål debe ser la filosofia primera, si la metafisica o la éti-

ca, ha sido.cancelado por Arist6teles y los medievales cuando


sostienen la intercambiabilidad del Ser y del Bien como ele-
mentos trascendentales, es decir el ens et bonum convertun•
tur (el ser y el bien son convertibles). Y 10 hacen por via del
132 133

Balance

Despuég de haber vi8to cuål es el tipo de ética que resulta de VIII. HERMENÉUTICA Y FILOLOGfA CLÅSICA
la actitud hermenéutica, o al menos de una de las posibles
actitudes hermenéuticas, como es la que hemos propuesto,
nos parece que la hermenéutica sigue siendo conciencia del
tiempo, conciencia de la historicidad del ser y del lenguaje o
discurso; pero también gigue siendo asignadora de sentido,
El fi1610go clågico es un mediador o intermediario; es el que
buscadora del sentido del ser y del lenguaje o discurso; en de-
finitiva, del hombre. No es un abandonar al hombre a la tur-
acerca a log hombres de su tiempo a un texto clåsico, perte-

bulenta fragmentaci6n del sentido y del valor, porque el


neciente a Otro tiempo. De hecho, la filologfa en general tiene
que ver con textosl a da acceso. Por Otra parte, el
los cuales
hombre no es capaz de soportar el sinsentido. Tampoco ha de
texto es estudiado de manera eminente por la hermenéutica,
pretender adjudicarle o imponerle un sentido y un valor fini-
la cual se define como la disciplina de la interpretaci6n de los
co e inmutable, sino con analogicidad.
textos por la ubicaci6n en sus contextos. Por ello la filologfa
El problema fundamental es el de la universalizaci6n, por
eso la hermenéutica requiere acompafiarse de instancias que
estå muy vinculada con la hermenéutica. Puede, en efecto,
decirse que la hermenéutica es una de sus actitudes metodo-
la ayuden a universalizar, esto es, la metafisica u ontologia,
la cual le da la mayor ensefianza de analogicidad. Se trata de
16gicas y uno de sus instrumentos. Mås aün, desde Otra pers-
una ética hermenéutica, pero que acompaöa a una herme- pectiva, la hist6rica,puede también afirmarse que el surgi-
néutica ana16gica, 10 cual le hace buscar la universalizaci6n
miento de en el sentido actual fue un segmento de
la filologfa
la historia de la hermenéutica, un hito principal en la disci-
pero sin perder la advertencia ni la conciencia de la compleji-
plina de la interpretaci6n. Este momento hist6rico se dio en
dad de 10 particular, de 10 individual, 10 mültiple, 10 distinto.
el renacimiento. Pero ha tenido su continuidad y sus avata-
De esta manera, la ética hermenéutica tiene limitaciones,
res desde la antigüedad hasta hoy.
mårgenes, pero sirve de orientaci6n, a la vez de limen y de
limes, de introducci6n liminar y de limite de Ilegada, como los

dos tipos de piedras, piedras miliares, que los romanos po-


nfan en los caminos, dedicados a Mercurio, esto es, a Hermes, La filologia y la hermenéutica en la historia
el intérprete o hermeneuta, duefio de los senderos que se en-
cuentran, de las encrucijadag o cruces de caminos, y que En efecto, la filologfa clåsica ha tenido una larga historia. Se

marcaban el principio y el fin del åmbito de su effmero impe- considera como primeros fi1610gos a algunos gabios atenien-
rio. ses, como Praxffanes y Demetrio Faléreo, pero, sobre todo, a
los bibliotecarios que tuvo Alejandrfa en la época helenfstica,
tales como Zenodoto de Éfeso (340-265 antes de Cristo), Ca•

Incluyendo no 8610 documentos escritos y orales, sino a veces también


monumentos y restos arque016gicos.
135
134

limaco, Apolonio de Rodag, Erat6stenes, Arist6fanes de Bi- En ambiente romåntico, descuellan como fi1610gos Schle-
el

zancio, Aristarco y Apolodoro. Fue Erat6stenes


primero en el gel, Schelling, Ast y Schleiermacher. 'Schlegel dio mucha im-
llamarse "filölogo".2 Notables también fueron, en Pérgamo, portancia a la traducci6n. Schelling puso como categorias filo-
Crates, y en Rodas, Dionisio Tracio, cuyO discipulo Tirani6n 16gicas principales el genio y el gusto. Ast publica en 1808 dos

fue a Roma el 77 antes de Cristo. obras: Compendio de filologia y Lineamientos de gramdtica,

En Roma sobresalieron Trif6n; Dfdimo, Elio Esti16n, Va- hermenéutica y critica. En esta ültima expre9a los dog factores
rr6n, Verrio Flacco, Plinio el Viejo, Quintiliano, Valerio Må- que se resaltarån en la filologia de la época: la hermenéutica y
ximo, Aulo Gelio, Valerio Probo y Suetonio. Lo mismo Dona- Eso 10 potencia Schleiermacher, quien en 1829 da
la critica.

to, ya cristiano y discfpulo de san Jer6nimo. En la Edad una lecci6n sobre "El concepto de la hermenéutica en relaci6n
Media también hubo filologfa, pues junto con la exégesis bf- con las indicaciones de Wolf y con el manual de Ast". Quiere

blica se estudiaron los clåsicos (a pesar de muchos santos pa- hacer de la hermenéutica una ciencia, cosa que no lograron
dreg, que los rechazaron). Se dedicaron a ese saber de los clå- esos dos autores. La interpretaci6n se da en un contexto de vi-

sicos el mismo san Jer6nimo, san Agustfn, Casiodoro, san da, en una comunidad; Ileva a conocer al autor en gu propia in-

Isidoro, Alcuino, Rabano Mauro, san Beda, Rogerio Bacon, tuici6n; tiene dos aspectos, comparativo y adivinatorio, uno
Siger de Brabante y Dante Alighieri. En el Renacimiento, los objetivo y otro subjetivo;4 admite la raz6n y, sobre todo, el sen-

principales fueron Angelo Poliziano, Mario Nizolio, Pier timiento.

Vettori, Marco Antonio Muret, Erasmo de Rotterdam, Tomås Otros fi1610gos del XIX son los siguientes: Wolf, menciona-
Moro, Tomås Campanella, Guillermo Budé, Roberto Estienne do por Schleiermacher y que en su Enciclopedia de la filolo-

(Stephanus), Justo Lipsio y Gabriel Naudé. Todos ellos edita- gia (1798-99) habla antes que Ast de tres disciplinas fi1016gi-

ron, tradujeron y/o comentaron autores clåsicos. cas formales: la lingüfstica o gramåtica, la hermenéutica y la

Después de algunos fi1610gos historicistas del siglo WII, critica de textos. Augusto Boeck considera a la hermenéutica
como Claudio Salmasio y Jacobo Perizonio, en el siglo XVII y a la critica como las partes principales. Bernhardy, en su
hay una filologia mås fuerte, como la de Richard Bentley, Enciclopedia de la filologia, de 1832, considera también a la
quien preferia la 16gica a los c6dices y ejerci6 una critica muy hermenéutica y la como dichas partes principales, pe-
critica
1.

dura en los textos, buscando corregir errores. Critico fue ro interdependientes. Federico Haase (1808•1867) pone la
también Jean Leclerc (Clericus), y mås abierto que ellos se critica y la hermenéutica como 10 cientffico de la disciplina

mostr6 Juan Bautista Vico. En ese mismo giglo, en Holanda y fi1016gica. También Carlos Lachmann (1793-1851) ve la criti-

Alemania, surge una filologfa neohumanista como la de ca y la hermenéutica como 10 que conduce a tres grados del
Ruhnken y la de Juan Ernesti, cuyos Initia doctrinae solidio- juicio: recensere, emendare, origin.em detegere (examinar, co-
ris (1775) y cuya Institutio interpretis Novi Testamenti influ- rregir, descubrir el origen). Otros fi1610gos notables de este
yeron mucho en Schleiermacher. Gerner y Heyne siguen en siglo fueron A. Lobeck e I. Bekker. K. L. Ulrichs (1813-1889)
esa linea neohumanista que coincide con el neoclåsico.3 distingui6 entre filologia pura —la cual contenfa la critica y
la hermenéutica—, la filologia hist6rica y la filologia estética.
W. S. Teuffel colabor6 en la Real-Encyclopädie der klassis-
2 Cf. Giovanni Righi, Historia de Ia filologia cldsica, påg. 54.

3 Cf. ibid., pig. 151. Ver también Manuel Maceiras Fafiån y Julio Tre-
bolle Barrera, La hennenéutica contempoüea, pp. 23•37. 4 Cf. Giovanni Righi, op. cit., påg. 168.
136 137

chen Altertumswissenschaft de Pauly-Wissowa. Nietzsche fue el interés por las lenguas clåsicas y por los textos clåsicos en
un buen fi1610go y 10 mismo su amigo Erwin Rhode, autor de sfmismos (en contra de la actitud de la escolåstica, que era la
Psyche, sobre la inmortalidad del alma en la antigüedad de verlos como prueba o argumento de autoridad para apoyar
griega. Ulrico Wilamowitz (1848-1931) fue enemigo de 10 que se estaba diciendo). Esto se halla muy ligado al interés
Nietzsche e inclinado al positivismo. La misma inclinaciön se humanista por Ia ret6rica, en contra de la 16gica escolåstica.
ve en Maurenbrecher, que escribe sobre el método fi1016gico Ademås, se valora al autor antiguo como un modelo o para-
(1908), en Gercke, Birt y para quienes la filologia es
Kroll, digma por imitar, mientras que la escolåstica nunca los Ileg6
mås bien investigaci6n técnica de datos y fuentes, y no de 10 a "canonizar" de esa manera. Es una nueva actitud frente a
humano de 10s autores.5 En la misma linea cientificista hacen los clåsicos.
filologfa Piccolominiy Rostagni (1939). Pudo superar un poco Segün Gadamer, la filologfa renacentista surgi6 como la
eso Giorgio Pasquali, que identifica la filologfa con la historia guarda de los clåsicos. El problema es la noci6n misma de
(buscando un asidero cientifico para la primera) y que cola- clåsicos, ademås de que se consideraban éstos, irreflexiva-
bor6 con W. Jaeger. En cambio, une la filologfa con la histo- mente, como modelos por imitar. 1.0 que la filologia aportaba
ria,•pero para conocer al autor, O. Immisch (iC6mo se estudia era una preceptiva, es decir daba reglas para la interpreta-
Ia antigüedad cldsica?, 1909 y 1920) y permitir la empatfa.6 ci6n, al modo como la ret6rica daba reglas para hablar bien y
En esta linea novedosa van el propio Jaeger (Paideia, 1933- la poética para hacer o criticar poemas. Predominaba el con-
1944) y H. Marrou (Historia de la educaci6n en la antigüe-
I. tenido del texto sobre la interpretaci6n del lector, esto es, im-
dad, 1948); uno estudia la educaci6n sobre todo en Grecia y el portaba mucho contextuar objetivamente en lugar de aplicar
Otro sobre todo en Roma. En su obra DeL conocimiento hist6- subjetiva o intersubjetivamente al momento actual del intér-
rico (Paris, 1954), Marrou vuelve a dar mucha importancia a prete.8 Los fi1610gos son sobre todo los humanistas, y "ellos,
la interpretaci6n. Y Ricoeur 10 asocia a la tradici6n herme- los «humanistas», cultivan måg bien en su autoconciencia la
néutica.7
idea de reconocer en log textos clågicos verdaderos y genuinos
Para interpretar ahora la historia de la filologfa, retome• modelos. Para el verdadero humanista su autor no es en mo-
mos la visi6n de Gadamer de la como formando parte
filologia do alguno tal que él pueda querer comprender gu obra mejor
de la historia de la hermenéutica a partir del humanismo re- de 10 que la comprendi6 él mismo. No hay que olvidar que el
nacentista. La filologfa es vista por él como un paso en ese objetivo supremo del humanista no ha Sido en principio nun-
camino de la constituci6n del método hermenéutico, de su ca «comprender» a sus modelos, sino asmejarse a ellos o in-
teorfa y de su praxis (pero no hubo conciencia de ello y la fi- cluso superarlos. Por eso el fi1610go estå atado a sus modelos
lologfa acab6 por tomar rumbos distintos, que apenas ahora en principio no s610 como intérprete sino también como imi-
estå rectificando). Gadamer comienza por hacer notar que el tador,cuando no incluso como rival".9 Esta evaluaci6n del fi-
humanismo renacentista tuvo como caracterfstica principal 1610go por parte de Gadamer suena un tanto injusta, aun to-
måndola como cuesti6n de predominios, es decir incluso

5 Cf. ibid., påg. 206.

6 Cf. ibid., pig. 220.


8 Cf. Hans-Georg Gadamer, Verdad y método. Fundamentos de una her-
7 Cf. Paul Ricoeur, "The Narrative Function", en J. B. Thompson, ed.,
menéutica filos6Fca, pp. 230-231.
Paul Ricoeur, Hernueneutics and the Human Sciences, påg. 289. 9 Ibid., påg. 249.
139
138
por la imitaci6n. Y es que la filologfa corri6 varios
pensando que habla sobre 10 que predomina. En efecto, el fi-
peligros y a veces cay6 en ellos: el de esterilizarse eh el solo
1610go tämbién ha querido hacer aplicaci6n a su momento, en
estudio de los métodos e instrumentos de la interpretaci6n, y
mayor o menor medida; piénsese en Erasmo, que trata de
el de estilizarse o adelgazarse y desgastarse en la sola imita-
rescatar algunas virtudes antiguas para los cristianos, o en
ci6n de los modelos clåsicos. Mås allå de esos vici08, 10 que
Jaeger, que escribe su Paideia para tratar de enderezar el
nos interesa es sefialar la conciencia que los fi1610gos huma-
caos que Biente que ha sobrevenido a Alemania después de la
nistas tuvieron de ser mediadores (puenteB) hacia el pasado
derrota en la Primera Guerra Mundial (y para evitar la ame-
para recuperarlo vivo en su momento. Esa es la lecci6n que
naza que ve sobre la cultura europea, nacida de los griegos).
nos brindan. Y eso es eminentemente hermenéutico.
Con todo, hay que reconocer 10 que Gadamer insinüa o impli-
Pero la conciencia de la hermeneuticidad de la filologfa
ca, a saber: que en la filologfa han prevalecido la cuesti6n
sintåctica y la semåntica sobre la pragmåtica. Las mås de las
humanistica era poca, y ademås tom6 otros rumbos alejados
de la hermenéutica; esto se ve en que, por ejemplo, en la fi-
veces se la ha querido hacer, como si se pudiera, indepen-
dientemente de los individuos involucrados en ella.
lologia reciente se ha insistido mås en el anålisis lingüistico-
gramatical que en la ubicaci6n hist6rica de los textos: "Cuan-
En verdad, el humanismo trajo muchas inquietudes fi1016-
do se trata de una lengua extraöa el texto habrå Sido ya por
gicas, de recuperaci6n de los textos clåsicos. En el renaci-
miento 'ta ret6rica afirmaba la universalidad del problema supuesto objeto de una interpretaci6n lingüfstico-gramatical,
pero esto ültimo no es mås que una condici6n previa. El ver-
hermenéutico en el mundo antiguo; en la edad moderna, a
dadero problema de la comprensi6n aparece cuando en el es-
partir delhumanismo, esta universalidad se representa como
recuperaci6n fi1016gica y restauraci6n de una tradici6n de
fuerzo por comprender un contenido se plantea la pregunta
reflexiva de c6mo ha Ilegado el otro a su opini6n".12 Se ha da-
elocuencia que se advierte como lejana, debilitada y oscureci-
do una fetichizaciön de la lengua clåsica, aprendiéndola sin
da".10 Sobre todo, hay una conciencia lücida de la distancia
tomar en cuenta la intencionalidad de los autores que la usa-
temporal que separa a los humanistas de los clåsicos y que
ron, en pura dimensi6n sintåctica. La fetichizaci6n de la di-
pone un verdadero problema de vehiculaci6n, de mediaci6n.
mensi6n sintåctica se da como inclinaci6n modélica y pres-
Es donde surge propiamente la filologfa: la necesidad de la
criptivista, la cual se ve en la filologfa clåsica precisamente a
mediaci6n. Ins renacentistas decfan inclusive que los medie-
vales habfan Sido "bårbaros" no tanto porque habfan relegado
prop6sito del conceptomismo de clåsico. .1

Pero, después del humanismo renacentista, segün Gada-


a los clåsicos sino porque no los habfan comprendido en y
mer, el clasicismo alemån quiso no 8610 tener un sentido pre-
desde su misma situaci6n hist6rica.
ceptivo, sino también cientffico, y ese lado cientffico 10 encon-
Este relieve de la filologfa y de la historia que se dio "mo-
tr6 en la historia o historiografia, es decir en la disciplina
viéndose desde los presupuestog ideales de la recuperaci6n de
hist6rica. Segün esto, "una determinada fase evolutiva del
la cultura clåsica, viene afinando instrumentos técnicos y
devenir hist6rico de la humanidad habria tenido por efecto
conceptuales siempre mås apropiados... En esta restauraci6n
Bimultåneamente una conformaci6n mås madura y mås com-
el intérprete desarrolla una actividad artistica y, juntamente,
Ilega a una suerte de olvido de sf trasponiéndose al modelo
Ibid. påg. 33.
,

12 Hans-Georg Gadamer, op. cit., påg. 233.


10 Maurizio Ferraris, Storia dell 'enneneutica, påg. 32.
141
140

pleta de 10 humano",13 a saber: la situaci6n grecorromana. ser ajustado a la situaci6n actual mediante la autointerpre-
Gracias a esta relaci6n con la historia, de la sintaxi8 se pasa taci6n del intérprete). Por la implicaci&n-explicaci6n de Ios
también a Ia semåntica, de la palabra al acontecimiento, del clåsicos describimos 10 mejor posible los contenidog de Ios
solo sentido a Ia referencia. Pero queda todavfa embrionario textos clåsicog en sus contextos y gracias a sus contextos, y
el paso al sentido y a la referencia pragmåticos, a saber: del por la aplicaci6n transportamos de una manera critica y au-
hablante o autor. tocritica esos contenidos en 10 que tienen de asimilable a los

Gadamer observa que, degpués de la Primera Guerra nuevos contextog, eg decir a la actualidad.
Mundial, la humanismo —tal vez
filologia clåsica volvi6 al La filologia y la historiografia estån interconectadas. Tan-
por haber sentido la guerra como una pGäida de humani- to el fi1610go •como el historiador se enfrentan a la distancia
dad---, pero ya éste era algo nuevo y distinto. También 10 clå- en el tiempo, y s610 la hermenéutica les puede ayudar a dis-
sico tenfa ya un sentido diferente, pues habfa perdido todo tinguir los prejuicios verdaderos (desde log cuales se puede
valor normativo y conservaba s610 el hist6rico: "El concepto dar la comprensi6n), de los prejuicios fatsos (desde los cuales
de 10 clåsico designa una fase temporal del desarrollo hist6ri- s610 se puede dar el malentendido). Parecerfa que el historia-

co, no un valor suprahist6rico".i4 Sin embargo, se guarda, dor y el fi1610go estån distanciados, ya que en el primero pre-
mal reprimido, algo de normatividad, pues se sigue valoran- dominarfa la descripci6n y en el segundo la prescripci6n, pe-
do 10 clåsico como algo que tiene algunas excelencias, por 10 ro, como hemos dicho, ahora el fi1610go es mås descriptivo que

menos al modo como la estilfstica Ileva a recuperar o a imitar prescriptivo, ve a los clåsicos mås como objetos hist6ricos que
algo de un estilo. Gedamer Ilega a una mediaci6n o equilibrio como modelos por imitar. Asi, la filologia ha Ilegado a conver-
entre 10 normativo y 10 hist6rico: "es clåsico 10 que se mantie- tirse en un auxiliar de la historiografia. Por oira parte, para

ne frente a la critica hist6rica porque su dominio hist6rico, el Gadamer, la manera de hacer recuperar su dignidad a la fi-
poder vinculante de su validez transmitida y conservada, va lologfa no estå sin mås en separarla de la historiografia, sino
por delante de toda reflexi6n hist6rica y se mantiene en me- en que tanto el fi1610go como el historiador se liberen del mo-
dio de ésta".15 delo de las ciencias naturales y adopten cada vez mås el mo-
Vemos aqui, pues, una tensi6n en la que creemos que nos delo de la hermenéutica. A pesar de las diferencias entre una
ayuda la hermenéutica. La concepci6n de la filologia oscila disciplina y Otra, Gadamer establece: "También nosotros re-

entre la prescripci6n y la descripci6n. O enseüa a vivir o es conocemos, pues, una unidad interna de filologia e historio-
8610 la historia de 10 que engefi6 a vivir en un momento de- grafia, pero esta unidad no estribarfa ni en la universalidad

terminado muy distinto e irrepetible. Pero entre la prescrip- del método hist6rico ni en la sustituci6n objetivadora del in-

ci6n y la descripci6n podemos poner, como intermediaria, la térprete por el lector original, ni en la critica hist6rica de la
interpretaci6n. En ella hay un momento descriptivo, la impli- tradici6n como tal, sino que, a la inversa, la unidad consiste
caci6n-explicaci6n, y un momento prescriptivo, la aplicaci6n en que ambas disciplinas Ilevan a cabo una tarea de aplica-
(que no es mera normatividad abstracta, gino que tiene que ci6n que s610 difiere en cuanto a su patr6n. Si el fi1610go com-
prende un texto dado, 0 10 que es 10 mismo, si se comprende a
si• mismo en el texto, en el sentido mencionado, el historiador
13 Ibid., pp. 354-355.

14 Ibid., påg. 355.


comprende también el gran texto de la historia del mundo
15 Ibid., påg. 356. que él mås bien adivina, y del que cada texto transmitido no
142 143

es sino un fragmento, una letra; y también él se comprende a como ha Sido 10 usual en la filologia clåsica. Jorge Gracia ha-
sf mismo en este gran texto. Tanto el fi1610go como el histo- ce entre estos textos escritos una distinci6n que tiene interés
riador retornan asi del autoolvido en el que los mantenfa Uno es el texto contemporåneo, que es aquel que
fi1016gico.

aherrojados un pensamiento fijado a la conciencia metod016- nos ha Ilegado; por ejemplo, las diversas ediciones de una
gica de la ciencia moderna como a un patr6n ünico. Es la con. obra (nosotros los llamariamos, con Peirce, textos token); otro
ciencia de la historia efectual la que constituye el centro en el es el texto hist6rico, que es el que escribi6 0 dict6 el autor
que uno y otro vienen a confluir como en su verdadero fun- (que serfa, también con Peirce, el texto type, porque sirve de
damento".16 Pero habiamos visto que la filologfa tom6 otros prototipo, y, si se quiere, a éste le sirvi6 de prototipo el texto
caminos distintos del hermenéutico. Por ello tenemos que mental que estuvo en el pensamiento del autor, y ése tam-
aclarar mås la relaci6n que se da entre hermenéutica y filo- bién parecerfa ser un texto el texto intentado es el
logia. Por 10 pronto, veremos que la hermenéutica ayuda de que el autor intent6 escribir pero no escribi6, es decir sin los
hecho a la filologfa y c6mo 10 hace. errores que de hecho contiene; y el texto ideal, que, aun
cuando nunca existi6 de hecho, es una construcci6n (o recons.
trucci6n) hecha por alguien distinto del autor (la edici6n cri-
tica, que a veces Ilega a constituir una editio princeps).18
La hermenéutica y la labor fi1016gica:
También hay varios tipos de autor. Ciertamente el autor
la edici6n, la traducci6n, las notas, la introducci6n
y/o el comentario de un texto del texto ideal es un autor interpretador, pero igualmente te-
nemos al autor hist6rico, que es el autor original o auténtico

En el acontecimiento hermenéutico un lector se enfrenta a un del texto hist6rico; el autor pseudo-hist6rico, esto es, al que

texto y, en ese sentido, un autor comunica un texto a un in-


se le ha adjudicado por error, como sucedi6 con el Pseudo-

térprete. El intérprete puede ser mero -lector o alguien que Cicer6n, el Pseudo-Dionisio, y otros; el autor compuesto (que

funja como mediador hacia el lector propiamente dicho. Aquf es el autor de alguna de las versiones del texto hist6rico que

el fi1610go tiene que ser el intérprete que servirå como media-


se han hecho recientemente, es decir propiamente eg el edi-

dor de un texto antiguo a lectores contemporåneos. Asf, este tor). Por eso entre las labores del fi1610go estå la de fijar la

intérprete que es el fi1610go clåsico es un y so-


lector complejo
autenticidad del texto respecto de su autor, esto PS, la autorfa

fisticado: tiene que ser lector, editor, traductor y comentador verdadera del autor al que se le atribuye. Tiene que intentar
hacer la correcta atribuci6n de un texto a un autor. Esto
del texto antiguo. En efecto, sus tres funciones principales
son editar o establecer un texto, traducirlo y comentarlo. suele hacerse en el egtudio introductorio que se antepone al

Como vemos, hay muchos tipos de intérprete. El texto


texto. En esa introducci6n se pone también el contexto del
texto, esto es, la dataci6n o fecha (segura o aproximada), el
mismo, a su vez, tiene varias clases.como 10 fue
Puede ser,

tradicionalmente, escrito; hablado, como propuso Gadamer;


actuado, como pidiå Ricoeur, e inclusive mental, como propo- 17 Segün se ve, esto se parece mucho a la polémica acerca de los univer-
ne Jorge J. E. Gracia. Nos centraremos en los textos escritos, sales (ante rem, in re y post rem) y la de los portadores de verdad (proposi-
ciones, enunciados u oraciones, y prolaciones o proferencias).
18 Cf. Jorge J. E. Gracia, Philosophy and its Histor. Issues in Philoso-
Ibid., påg. 414. phical Historiography, pp. 188-198.
145

marco hist6rico del autor y otras cosas que ayuden a la com- en ello colabora la hermenéutica, que guia al fi1610go editor a
prensi6n del texto, como sus ideas principales y un resumen seleccionar las mejores lecturas, con base en el conocimiento
del contenido, a veces con explicaciones muy degarrolladas. del resto de la obra del autor, o de su doctrina, o de su contexto
En algunas ocasiones se hace un comentario extenso y hist6rico.
minucioso de cada parte del texto. No es una cosa que haya Otro elemento importantfsimo de la filologfa es la traduc-
pertenecido al pasado; también ahora se hace este tipo de ci6n del texto. También aqui la hermenéutica ayuda al fi1610.
comentarios amplios. Un ejemplo de eso es el comentario de go, ya que no hay traducci6n tan directa que no necesite ser
Sir William David Ross a la Metafisica de Arist6teles. integrada en el proceso de interpretaci6n del autor y de la
También el fi1610go tiene que fijar el texto. A veces se trata obra, realizada por el fi1610go, el cual, al traducir (o ser fi1610-
de un texto simple. Pero, muchas veces la labor del fi1610go es go-traductor) ejerce labores de hermeneuta, Todo traductor
hacer una edici6n critica del texto en cuesti6n, comparando es en cierta medida un intérprete, y ayuda a
la hermenéutica
numerosas versiones que de él nos han Ilegado. Una edici6n equilibrar la injerencia del traductor con la ayuda que en esa
critica ies un texto ideal o un texto contemporåneo? A pesar de traducci6n se darå al lector.21 Ya que este tema de la traduce
ser un texto contemporåneo parece mås bien ser un texto ci6n es tan importante, le dedicaremos un apartado especial
ideal, ya que fue elaborado con textos contemporåneos y/o his- •mås adelante.
t6ricos, una familia de ellos, buscando dar cuenta de las va- Un elemento mås del trabajo del fi1610go, pero constitutivo
mantes de unos y otros, es decir para tratar de recuperar el suyo, son las notas. A veces
hacen pocas y breves, dejando
se
texto que habrfa ideado el autor. Tiene parecidos de familia para la introducci6n o para el comentario los principios que
con todos, pero no es ninguno de los que se escribieron o edita- ayuden a entender el texto sin tantas llamadas —-que también
ron. Algunos sostienen que no es necesariamente el mejor tex- son interrupciones—; pero otras veces se prefiere dar esta in-
to, ya que es un texto inexistente, con muchas correcciones. que formaci6n en las notas y no en la introducci6n, pues resultarfa
no son las del autor, sino del editor o los editores, aqui fun• demasiado extensa. A veces se integran al comentario. Hay
giendo como intérpretes.19 En la labor de edici6n critica se tres tipos de notas: a) de edici6n o aparato critico, b) del texto
usan varios textos que se cotejan entre sf, ya sea en orden cro- en y c) del texto traducido al idioma de des-
el idioma original
n016gico o a partir del mejor conservado o del mås confiable;20 tino.Las notas de edici6n o aparato critico son las variantes de
otros c6dices o ediciones del texto, o enmiendas, anadiduras y
19 Por supuesto, el texto de una edici6n critica, como tal, nunca existi6, supresiones del editor. Las notas al texto en idioma original
nunca se enseö6 ni se ley6 antes. Pero tiene su valor como indicador de Ios suelen ser relativas a dificultades léxicas o gramaticales. Las
cambios y movimientos del pensamiento del autor. Piénsese en la edici6n notas al texto fraducido suelen ser relativas a problemas de
que hizo Couturat de las obras 16gicas de Iæibniz. Registra las modificacio•
traducci6n, o explicaciones de expresiones técnicas, o explica-
nes que hizo el autor, y son tantas, que a veces cuesta trabajo leerlas, pero
ciones hist6ricas de lugares y personajes, o de obras citadas,
son una ayuda invaluable para seguir la evoluci6n del pensamiento de
Leibniz.
etcétera. Su comeådo es ayudar a la comprensi6n de pasajes

20 A veces se usa como método el tomar un texto de base y se ponen al.

gunas variantes de otros; se estå haciendo una edici6n crftica, al menos en 21 Cf. M. Beuchot, "Acerca de la traducci6n (hermenéutica y pragmåti-
parte; pues las variantes estån s610 ayudando a la comprensi6n de ese texto cay', en Elsa Cecilia Frost (comp.), El arte de la traici6n o los problemas de la
que se tom6 en un principio. traducci6n, pp. 43-57.
146 147

dificiles y proporcionar la informaci6n requerida sobre ciertos La hermenéutica y la traducci6n fi1016gica


detalles. Y en todo ello la hermenéutica colabora con el fi1610go
para hacerle discernir qué cosag se necesitan verdaderament,e Dentro del trabajo fi1016gico se tiene el problema de la rela-
para la comprensi6n, a fin de evitar el exceso de notas y la es- ci6n con la traducci6n. La traducci6n tiene mucho contacto
cagez de ellas; 10 primero harfa demasiado recargada la edici6n con la hermenéutica. En efecto, los debates acerca de la tra-
y 10 segundo demasiado dificil de captar. ducci6n literal o una mås libre son un problema interpretati-
Otro elemento måg eg el comentario. En él se aborda el vo.

texto con un detenimiento mayor que en la introducci6n o, Puede senalarse una traducci6n que abarca el nivel sin-
por gupuesto, las notas. Alli se da libre curso a todos los de- tåctico, Otra en la que predomina el semåntico y Otra que Ile-
talles que se van encontrando en el texto que merecen aten- ga al pragmåtico. La primera es la que hace hincapié en la
ci6n. Hay comentarios muy cefiidos a la letra, comentarios traducci6n literal; tendria incluso como ideal el verter de un
parafråsticos (i.e., una paråfrasis o explicaci6n del mismo). lenguaje a Otro casi con el mismo nÜmero de palabras (se oye
Otros son mås libres y van siguiendo el contenido textual, pe- decir eso a algunos fi1610gos). La traducci6n semåntica pro-
ro explayåndose en cuestiones conexas. Otros proceden inclu- fundiza en otras estructuras de sentido, pero solamente la
so por cuestiones disputadas o problemas especiales o esco- pragmåtica toma en cuenta la intencionalidad de los usua-
lios que surgen a partir del texto, pero que no 10 van rios. Es esta ültima dimensi6n, la pragmåtica, aquella que se
siguiendo en su literalidad. Aqui la aplicaci6n de la herme- acerca mås al ideal hermenéutico, ya que, aun cuando de di-

néutica adquiere grados diferentes. Por supuesto que inter- ferente modo, pragmåtica y hermenéutica se centran en la
viene mås mientras menos apegado al texto es el comentario. intencionalidad, tanto la del usuario autor como la del usua-
El mås apegado es el comentario parafråstico; es casi una rio traductor o la del usuario lector (ya que el traductor no es
traducci6n, un tanto libre y apartada para ser traducci6n, y sino el primer lector, intermediario para los demås lectores
demasiado ceöida para ser comentario. Viene después la glo- que tendrån acceso al texto del autor por medio de su traduc-
sa,que a veces se reduce a la explicaci6n marginal de un ci6n).
término dificil, como si fuera una advertencia o nota (una es- Ambas intencionalidades, la del autor y la del lector-
pecie de nota al margen, en lugar de ser a pie de pågina). traductor, pueden interferirse y modificarse mutuamente. La
Luego estå el comentario cursivo, muy literal, y en seguida el pragmåtica buscarfa 10 objetivo, esto es, la intenci6n del au-
comentario mås libre, hasta Ilegar al que se vertebra a través tor; la hermenéutica aceptarå que entre mås la injerencia de
de puntos dificiles, como hace un escoliasta; o definitivamen- la intencionalidad del lector-traductor, 10 cualda mayor mar-
te con base en cuestiones que s610 toman al texto como pre- gen a la subjetividad. Una mås en
traducci6n que insistiera
texto para una elaboraci6n ulterior, a veces muy apartada del la recuperaci6n de 10 que quiso decir el autor estarfa en la li-
autor original. nea pragmåtica; la que reconociera que en realidad el lector-
traductor mete mucho de él en la traducci6n del texto, hasta
Ilegar a distorsionar siempre algo, es una traducci6n herme-

-9
148 149

néutica, pues asi se ha tratado de distinguir la hermenéutica


El traductor de textos clåsicos tiene, må8 que ob•os traduc-
de la pragmåtica.22 tores,una deuda con sus lectores coetåneds. Es mås dificil en-
Pero es posible mediar entre la traducci6n pragmåtica tregar a los lectores actuales un texto clå8ico que un texto cone
(mås y la traducci6n hermenéutica (mås subjeti-
objetivista)
temporåneo. Es må8 dificil traducir comprensiblemente la
vista) 8i tomamos en cuenta para quién estamog traduciendo.
Politica de Arist6telesque la Teoria de la justicia de Rawls.
Si se atiende al destinatario de nuestra traducci6n podremos
Por gupuesto que se puede acudir a las notas a pie de pågina y
darnog cuenta de que algo muy importante es acercar el texto
recalcar muchas cosag dificiles en un extenso estudio introduc-
que no estå muy capacitado para entenderlo.
clåsico al lector
torio; pero también existe para el fi1610go traductor la obliga-
Pero nunca hasta el punto de traicionar 10 que quiso decir el
ci6n de hacer su fraducG6n del clåsico 10 mås independiente
autor. Y podrå uno ceiirse 10 mås al texto cuando se traduce
que sea posible de esas aclaraciones. Y para ello necesita acer-
para estudiosos y especialistas. carse a su destinatario y despegarse un tanto del autor; Claro
Podemos llamar traducci6n univoca a la que pretende la li-
estå que sin traicionarlo. Hay ocasiones en que no se puede si-
teralidad; a la demasiado libre podemos llamarla equivoca o
no dejar el término mismo. Por ejemplo, ya que hemos men-
equivocista, y a la intermedia, anåloga o ana16gica. Aqui, en 10 cionado la Politica de Arist6teleß, el vocablo "crematfstica"
anålogo, podemos ubicar la traducci6n hermenéutica y la
(relacionado con la economfa), como término técnico, en lugar
pragmåtica. Pero aun a ellas les podemos aplicar este anålisis.
de otro equivalente o aproximado; por ejemplo, "capitaliza-
La traducci6n pragmåtica —como heredera del positivismo a
ci6n". Pero no podemos traducir la Metafisica del Estagirita
través de la filosofia analftica— tiende al univocismo. La her-
dejando el vocablo "ousia" tal cual, como se ve en algunos tra-
menéutica —heredera del romanticismo y del historicism()——
bajos sobre el tema.
tiende al equivocismo. Pero podemos sintetizarlas en una posi-
La actividad de la traducci6n tiene mucha semejanza con
ci6n intermedia si tomamos en cuenta que el autoconocimien-
la confecci6n de las metåforas. Metaforeuo es propiamente
to ---que exige la hermenéutica-— y el conocimiento del autor
traducir, frasladar, transferir o transportar. Hay un cambio
—que implica la pragmåtica— no pueden sino conducirnos a de contenido (i.e. de significados), pero no' total; estå delimi-
disminuir en 10 posible la subjetividad y acercarnos a una
tado y controlado. Puede reconocerse su identidad a pesar de
traducci6n objetiva, pero sin olvidar que de todas maneras
la dosis de diferencia. Es posible rescatar el significado origi-
serå muy grande la injerencia de la subjetividad. Es el desti-
nal del autor, pero con algunas adaptaciones inevitables que
natario de nuestra traducci6n, la comunidad, para quien tra-
no Ilegan a traicionarlo. Como en todo acto de lenguaje vivo,
ducimos, y la tradici6n, desde donde traducimos, y eso carga
hay un polo cognoscitivo y Otro emotivo. Y, asf, la adecuaci6n
de particularismo y, por 10 tanto, de subjetividad; pero no po-
de la traducci6n ge ve en que la respuesta emocional de los
demos caer en el relativismo en la traducci6n, hay que con-
lectores es adecuada a la cognoscitiva, es indice de que ha si-
quistar el måximo posible de objetividad, y eso implica cierta
do exacta la interpretaci6n-traducci6n.
participaci6n en la universalidad.

22 Cf. Marcelo Dascal, "Interpretazione ermeneutica e interpretazione


pragmatica", en Rivista neoscolastica di filosofia, nüm. 79, pp. 564-579.
150 151

La hermenéutica ana16gica y la filologia


Balance

Hay un caso tfpico en de la filologia, especialmen-


la historia De hecho, la praxis fi1016gica se presenta como un terreno en
te de la filologfa clåsica, que nos hace ver la necesidad de una el que son posibles infinitag interpretaciones; pero la teoria
hermenéutica ana16gica para esta disciplina del estudio filo- las acota y hace que sean finitas. Cualquier teorfa fi1016gica

16gico de los textos. Tal caso eg la polémica entre Nietzsche y es un intento de sujetar ege torbellino de interpretaciones po-
sibles a la finitud de un marco que permite solamente deter-
Ulrich von Wilamowitz-Moellendorf, que ge da en la segunda
mitad del siglo XIX. El primero representaba aim la filologfa
minadas interpretaciones. Es decir, a esa infinitud de inter-
pretaciones que se da potencialmente, se la sujeta con la
romåntica, de la que cada vez ge comprueba mås que estaba
muy empapado; elsegundo representaba a la filologfa positi- analogfa, en el acto de interpretaci6n, evitando que se vaya
vista, que ya se perfilaba e influirfa hasta bien entrado el si- indefinidamente, 10 cual seria equivocidad, y también evitan-
do que se reduzca a una sÖla, 10 cual serfa univocidad. Es
glo XX. Pleito inütil, pero muy y esclarecedor.
significativo
Pero no basta el equivocismo de la hermenéutica romåntica mås bien un medio ana16gico, que se restringe a los limites

aplicada a la filologia, ni tampoco es suficiente el univocismo de variaci6n que permite la hip6tesis interpretativa. Asf, la
de la hermenéutica positivista aplicado a la filologfa. Lo fil-
idea de los infinitos interpretantes (como en Peirce) se deli-

timo hace que se produzcan, como criticaba Nietzsche, libros mita cuando hacemos una abducci6n, esto es, una conjetura
fastidiosos que nadie lee y que duermen en las bibliotecas, que se confirma o se refuta. No se puede hacer una hip6tesis
infinita; tiene que cefiirse a los datos del texto y a la inten-
porque no dicen nada al hombre; pero 10 primero conduce a
escribir, como criticaba Willamowitz a Nietzsche, muchas va- cionalidad del autor y del intérprete o fi1610go.
guedades muy poéticas pero sin ningün sustento objetivo. La contextuaci6n implica conocer tanto al autor como al

Asf, el cientificismo de Wilamowitz era nocivo para la fi-


que es el lector traductor, sea el lec-
lector (sea lector fi1610go,
tor comån y corriente, que es el destinatario de la traducci6n
lologfa, por pretendido e irreal, nunca alcanzado, copia impo-
Sible de las ciencias positivas que se abrian paso; pero el es- y del trabajo fi1016gico). Eso evita el subjetivismo de las in-
teticismo de Nietzsche no 10 era menos, ya que hacfa que la terpretaciones que van hasta el infinito. Vuelve a aparecér-

filologfa se distanciara demagiado de ese paradigma de cono- senos la figura de Peirce: él vefa que, como posibilidad, las

cimiento objetivo al que tiene que aspirar al menos como interpretaciones podian continuar infinitamente, pero en

ideal regulativo. Todo esto se alcanzarå con una actitud in- realidad no puede darse eso, ya que nuestra mente es finita,

termedia, en equilibrio dinåmico y vivo, dificil e inestable, y no conoceriamos nada. (Se parece a Arist6teles, para quien
pero suficiente, que se da en el modelo ana16gico de la her- el infinito es s610 potencial, pero no actual, dada el vértigo de

menéutica, que, aplicado a la filologfa, le brindarå la oportu- los griegos por ese infinito de facto.) Y 10 que nos detiene y

nidad de salvaguardar y poner en juego la proporci6n de delimita la interpretaci6n, para que no continüe infinitamen-

ciencia y la proporci6n de estética que le pueden conferir una te, comunidad de intérpreteg en la que nos hallamos. O
es la
existencia mås plena. sea, en manera, la tradici6n es la que 10 permite, y
cierta
quien 10 actualiza o realiza es el individuo, asumiendo esa
tradici6n, con los clåsicos que interpreta y con unos clåsicos
de la interpretaci6n de los mismos. Pero no s610 estå en una
152 153

tradici6n sino que, al actualizarla, puede hacerla caminar;


estå en él: se hace innovaci6n. Asf es como crecen y se desa-
rrollan las tradiciones o escuelas fi1016gicas.
LA HERMÉNEUTICA
IX.
Ya Marciano Capella, un no cristiano
ret6rico del siglo V, Y LA EPISTEMOLOGfA DEL PSICOANÅLISIS
sino fervoroso pagano, escribfa en verso y en prosa el De nup-
tiis Philologiae et Mercurii, en nueve libros, segün las giete

artes del trivium y del cuadrivium, mås la arquitectura y la


medicina, afiadidas por Varr6n como artes liberales. Es la
boda de la Filologia con Mercurio, o Hermes; y, aunque se ha
dudado recientemente de que la hermenéutica tome su nom- Un campo muy fértil de aplicaci6n de la hermenéutica ha si-

do el psicoanålisis, el cual ha tratado de ser forzado a adoptar


bre de ese dios mit016gico, deseamos conservar esa tradici6n.
Asi estamos recordando o repitiéndo 10 que ya desde antiguo
un sinnümero de modelos epistemolégicos que no le cuadran

hacfa Capella, es decir dejar que se casen la filologfa y la


del todo. A nuestro parecer, el paradigma hermenéutico es el
hermenéutica, como también 10 hicieron los fi1610gos romån- modelo epistem016gico que mejor le conviene. Para mostrar
esto, en 1987 presentamos en el Congreso sobre Paul Ricoeur
ticos de la Ifnea de Ast y Schleiermacher
de Granada, Espana, una ponencia algo extensa, que fue res-
pondida por el fi16sofo francés, quien asistia a esa reuni6n
que se hacfa en su honor.i Rescataremos de nuestro discurso
las ideas principales, después de cuya exposici6n pondremos
la respuesta de Ricoeur y terminaremos con una breve refle-
xi6n sobre la misma.

Verdad e interpretaci6n en psicoandlisis

El psicoanålisis freudiano ha pasado por el tamiz de los mo-


delos epistem016gicos. Algunos epistem610gos 10 han descali-
ficado del åmbito cientifico, a saber: losque postulan los mo-
delos mås positivistas de esa corriente tan amplia y movediza
llamada "filosofia analitica"; Otros, menos reduccionistas den-
tro de esa corriente, le han querido resarcir cierta cientifici-

I La conferencia, por extenso, asi como la respuesta de Ricoeur fueron


publicadas en Tomås Calvo Martinez y R. Avila Crespo, ed8., Paul Ricoeur:
los caminos de la interpretaci6n. Symposiunu internacional sobre el pensa-
miento filos6fico de Paul Ricoeur, pp. 193-218.
154 155

dad mendigada de esos mismos modelos positivistas, que le ta y positiva de las teorfas cientfficas; pero, en vista de tantas
quedan bastante mal, y otros, finalmente, le han tratado de dificultades que hay para lograr la mås minima verificaci6n
conferir el estatuto de ciencia y la plena cientificidad, aunque directa, él prefiri6 el lado indirecto y como "negativo" del
peculiar y propia, como 10 han hecho quienes prefieren re- asunto; ya que es tan dificil verificar, hay que preferir falsar
pensar el psicoanålisis dentro de modelos de corte hermenéu- o falsificar. Asf, Popper parte de conjeturas que, en lugar de
tico. ser verificadas, son sometidas al procedimiento inverso de re-
En efecto, podemos decir que hay paradigmas o modelos futaci6n o falsaci6n. Es cientifico 10 que sea falsable o falsifi-
cientfficos unfvocos (o univocistas, cerrados) y otros ana16gi- cable. Hacer ciencia es proceder por conjeturas y refutacio-
cos @lurivalentes, abiertos). Los primeros son los positivistas nes; si la conjetura soporta el peso de lag refutaciones con las
y los segundos son de alguna manera hermenéuticos. Haga- que se la ataca, pasa a formar parte de la ciencia, como una
mos un breve mapa de estas corrientes para ubicarnos y po- teorfa cientffica. En esta Ifnea hipotético-deductivista, aun-
der orientarnos hacia 10 que toca a esta disciplina tan dificil que permitiendo mås injerencia a la verificaci6n y no s610 a la

de aprehender que es el psicoanålisis. Los modelos univocis- falsaci6n, sedesenvuelven Nagel, Hempel y Bunge. Este ill.
tas y positivistas mås corrientes en la filosofia analftica o timo llama a su método "método de que no eg si-
"cientffica"• han Sido de dos tipos: (a) fijistas o sincr6nicos y no una versi6n un tanto diferente del método hipotético-
(b) evdlutivos o diacr6nicos. Entre los sincr6nicos, que s610 se deductivo.
preocupan de la estructura intrfnseca de la ciencia y del pro- En cambio los diacr6nicos ven las teorfas cientficas no co-

ceder cientffico, se encuentran los modelos que podemos lla- mo conjuntos de enunciados sino como paradigmas que se
mar hipotético-deductivistas, como los de Popper, Nagel, pueden conocer por ostensi6n y, por 10 tanto, como inverifica-
Hempel y Bunge; y entre los diacr6nicos estån los de Kuhn, bles empiricamente. Para Kuhn, por ejemplo, 10 cientffico re-
Lakatos y Larry Laudan.2 sulta de los problemas tratados y se detecta en el mismo desa-
El modelo hipotético-deductivo establece que el hacer rrollo hist6rico del pensamiento cientffico. Cada revolucionario

en establecer buenas hip6tesis que después


ciencia consiste cientffico pasa a un mundo distinto que aprbnde a consfruir;
se han de Es decir, ante algün fen6-
cotejar con la realidad. tal revolucionario es un caso paradigmåfico de la ciencia. Es

meno o grupo de fen6menos se aventura una hip6tesis y de decir, los paradigmas son instrumentos aptos para
cientfficos
su enunciado se obtienen por inferencia deductiva otros la asignaci6n de significados a las teorfas mediante procesos
enunciados cada vez mås singulares y concretos, de modo que de ostensi6n: cada teorfa nueva es un caso que se puede mos-
puedan Ilegar a compararse con la realidad• que pretenden trar para indicar el rumbo que va tomando la construcci6n del
explicar. Si los enunciados derivados pagan la prueba, la hi- mundo cientffico, y este seialamiento 10 efectåa la comunidad
p6tesis pasa a ser ley o por 10 menos un enunciado aceptado cientffica al modo de una comunidad de hablantes en la que

en el corpus de la ciencia. Antes de Popper (sobre todo con suceden cam bios en los usos lingüfsticos.
Carnap y Reichenbach) se buscaba obtener verificaci6n direc- Segün Kuhn, en el cambio cientffico no se conserva la
misma referencia de las teorias, ya que dos teorfas suficien-
temente distintas son inconmensurables (ademås de que no
2 Para mås informaci6n sobre estas corrientes, cf. M. Beuchot, "La filoso-

fiay las ciencias en la filosofia analitica y en el tomismo", en I..agos, vol. XI,


se puede hablar de una verificaci6n empirica estricta); por
nüm. 31. pp. 13-34. ello s610 se puede hablar de rivalidad entre las teorias de
157
156

han explorado en alguna de estas dos alternativas: (a) ajus-


modo muy suave, y s610 de ese modo puede decirse que una
es mejor que Otra. No se intenta ni siquiera evaluar o normar
mås que sea posible, el psicoanålisis a la
tar a toda costa, 10
exigencia del modelo analftico de la ciencia, o (b) rechazar el
la ciencia; se trata mås bien de una postura historicista. La-
katos Ilega ademås a una desembocadura soci016gica de la
modelo analftico de la ciencia como inadecuado, argumen-
tando que el psicoanåligis eg ciencia bajo otro modelo cientffi-
ciencia. Para él los paradigmas son programas o proyectos de
investigaci6n que se someten a la calificaci6n de ciertos dic- co distinto y mås acorde con la episteme psicoanalftica, por
ejemplo, el modelo cientifico hermenéutico.4
taminadores de la comunidad y estos privilegiados
cientffica
epistem016gicos deciden qué proyecto es vålido y bueno y ca-
En algunos cultivadores del pgicoanålisis que tam-
efecto,
bién se han dedicado a la reflexi6n epistem016gica del mismo
paz de hacer avanzar la ciencia. Larry Laudan habla, por eso,
de que s610 es fructifero discutir en el seno de una misma
han querido responder a lag exigencias de la filosofia analiti-
ca de la ciencia y se han esforzado por reducir el psicoanålisis
tradici6n cientffica, que se dialoga de manera pragma-
en la
a los moldes dictados por esa corriente. Famosos han Sido en
tista. Kuhn y Laka-
Pero, a nuestro parecer, las posturas de
esa linea los trabajos de Kline y de Kolteniuk.5 Pero han re-
tos desembocan en la mera historia de la ciencia, dejan de ser
cibido numerosas criticas, entre ellas una de las mås fuertes
filogofia de la ciencia (precisamente por el caråcter deficiente
es que la filosofia actual de la ciencia ha cambiado mucho con
de la interpretaci6n de esa historia de la ciencia). La postura
respecto a ese ideal analftico que estaban combatiendo. El
de Laudan, con su dimensi6n pragmåtica, ofrece mås cabida
modelo analitico quiso ser normativo y prescriptivo a ultran-
a la interpretaci6n reflexiva sobre las teorfas, y podemos co-
za, sin tomar demasiado en cuenta las diferencias de los obje-
nectarla con Otra postura que también es, en cierta medida,
tos de los diversos saberes.
intermedia entre los sincr6nicos y los diacr6nicos, que es la
que adoptan Wolfgang Stegmüller y Carlos U. Moulines, lla-
mada "estructuraligta"; sobre todo con este filtimo, que ve la
filosofia de la ciencia no como prescriptiva ni como descripti- Hacia una salida adecuada
va sino como interpretativa. Llega a ver la filosoffa de la
ciencia como hermenéutica.3 A diferencia de las posturas extremas que han querido ser
Las posturas sincr6nicas han Sido las que mås se han es- normativas de la ciencia o prescriptivas, y otras que han que-
forzado en desbancar al psicoanålisis como ciencia. Popper rido ser s610 descriptivas o historicistas respecto de ella, se
critica mucho a Adler, con quien trabaj6 en Viena, Nagel de- colocan también otras posturas intermedias, cuyo objetivo es
creta la imposibilidad de justificar la teorfa psicoanalftica, y interpretar la ciencia para poder evaluarla segün las diver-
Bunge simplemente la llama "pseudociencia", ni siquiera sas significaciones que puede tener. Esto es, se trata primero
ciencia en camino o protociencia, sino algo asf como magia o
brujeria.
4 Sin embargo, podemos ver que ha habido numerosas confluencias y en-
Frente a estas recriminaciones del modelo analftico- riquecimientos mutuos entre la filosofia analitica y la hermenéutica. Para
positivista de cientificidad, algunos te6ricos del psicoanålisis ello, cf. Ambrosio Velasco G6mez, "La hermeneutizaci6n de la filosofia de la

ciencia contemporånea", en Didnoia, vol. XLI, pp. 53-64.


5 Cf. Paul Kline, Fact and fantasy in freudian theory, y Miguel Kolte-
3 Cf. Carlos Ulises Moulines, "La filosofia de la ciencia como disciplina
hermenéutica", en Isegoria, nüm. 12, pp. 110-118.
niuk, En torno al cardcter cientifico del psicoandlisis.
158 159

de comprender 10 que hace el cientffico o la disciplina cientffi• tarlas, y la postura hermenéutica de Heidegger innuy6 mu-
ca para después enjuiciarlos. Y asi han gurgido
modelos los cho para hacerlo. En esa Ifnea, su seguidor, Gadamer, inten-
hermenéuticos de la ciencia, que desean comprenderla y ex- ta presentar el encuentro entre explicaci6n y comprensi6n en
plicarla evaluativamente pero no con la comprensi6n como un modelo del conocer. La raz6n de esta båsqueda del contac-
tan distinta de la explicaci6n sino pudiendo ir conjuntamen- to explicaci6n/comprensi6n fue que solamente se querfa acep-
te. Asi el movimiento hermenéutico, cuyos principales repre- tar como ciencias las que explicaran (causalmente) al modo
sentantes han Sido Gadamer y Ricoeur. de la fisica, principalmente. Éste ha Sido hasta hace poco el
iQué es la hermenéutica? iQué modelos tiene? La herme- modelo cientffico que detentaba el poder de decir si una dis-
néutica propugna el respeto por la peculiaridad de cada dis- ciplina era o no ciencia.

ciplina segün su objeto. El positivismo imponfa el método: Uno de los que mås han insistido en este acercamiento de
s610 es cientffico 10 que siga el método cientffico. i Y cuål es el explicaci6n y comprensi6n ha Sido Paul Ricoeur, atento a esta
método cientffico? El mfo. En cambio, la hermenéutica pide desp6tica e injusta dependencia de los epistem610gos de la
que el método sea conforme al objeto de cada disciplina, de ciencia natural que s610 querian aceptar el modelo de esa dis-
manera ana16gica o proporcional, esto es, no de manera equi- ciplinay deseaban obligar a las mismas ciencias humanas a
voca o disparatada, segün la cual habrfa varios métodos dis- adoptar los moldes de las ciencias fisicas y a tratar de trans-
pares y encontrados. Estamos dentro de unos limites, pero no formarse en ellas. Ahora la PFOPia marcha hist6rica de la
obligamos a todos los saberes a ajustarse a un solo método epistemologia ha mostrado que es tan inoperante como ilegi-
unfvoco. Esto no significa, pues, que cada disciplina tenga un timo forzar a disciplinas de objetos muy distintos a tener la
método totalmente diferente, pues entonces cada quien po- misma metodologfa.
drfa establecer como ciencia 10 que se le antojara so pretexto Como sabemos, la hermenéutica es la disciplina que busca
de defender su-peculiaridad metod016gica, sino que pide una la comprensi6n de un texto. En ese comprender hay una ex-
aplicaci6n proporcional (i.e., diferenciada convenientemente) plicaci6n de tipo contextual que es explicaci6n en sentido
delmétodo cientffico al objeto, de modo que no reine el caos. propio, de conocer causal, s610 que de una causalidad mås
Pero si se hace ver que donde predomina el cålculo y donde sistémica de 10 que antes se habia admitido. El texto es la no-
predomina la interpretaci6n no se puede seguir exactamente ci6n principal, pues es el objeto de la hermenéutica. Y ha de
el mismo método. tratarse de un texto polisémico, de muchos significados, en el
De esta forma, las disciplinas hermenéuticas son las que que no se quiere caer en mera equivocidad ni se pretende
la
tienen que ver mås con la comprensi6n. Veamos c6mo se una univocidad absoluta sino una pluralidad de sentidos su-
plantea esto y qué escuelas principales encontramos. jeta a cierto orden, por 10 cual puede decirse que se trata de
La epistemologfa hermenéutica tiene una larga historia, analogia (intermedia entre la univocidad y la equivocidad).
pero su presencia se not6 principalmente a fines del siglo pa- Dada la importancia de la empresa de Paul Ricoeur, 10 se-

sado, cuando Dilthey establece su divisi6n de los saberes en guiremos a él para exponer en grandes lineas la vertebraci6n
ciencias de la naturaleza y ciencias del espfritu. Segån él, las de las operaciones de la hermenéutica, y tomando en cuenta
dan
ciencias naturales explicaci6n, las ciencias humanas dan que ademås es quien ha intentado reflexionar sobre el psi-
comprensi6n, y ambas actividades con sus metodologfas son
irreconciliables. A partir de ello se busc6 la forma de conjun-

4
161
160
coanålisis desde el enfoque hermenéutico.6 Para Ricoeur, la ya no pertenece a su cultura, pues estå expuesto a que 10 in-
herrnenéutica busca situar 10 que comprende. Ego que com- terprete alguien ajeno a ella, y, finalmente, ya no pertenece a
prende es un texto, y donde 10 sitüa es en su contexto. La no- sus destinatarios originales, pues estå expuesto a otros dis-
ci6n de texto, pues, es la mås importante, ya que tal es el ob- tintos. Todo ello expone al texto a las malas interpretaciones;
jeto de la interpretaci6n, es 10 que tiene frente a sf el pero una manera de evitarlas es reconocer nuestro distan-
hermeneuta para interpretar y comprender. Pues bien, el ciamiento psic016gico y social con respecto a la finalidad del
mismo Ricoeur se ha encargado de ampliar la noci6n de tex- autor de ese texto. Este distanciamiento nos permitirå recu-
[ to, modo que pueda abarcar no s610 algo escrito, como en
de perar 10 que es alcanzable de objetividad en la interpretaci6n.
un comienzo se entendfa, sino ademås algo hablado, esto es, Asi el analista se enfrenta a lag expresiones del analizado a
el diålogo vivo (siguiendo a Gadamer), y no sölo esos dos te- sabiendas de que no Ilegarå a una compenetraci6n plena y
mas, sino asimismo la acci6n, el acontecimiento. La acci6n es perfecta sino sujeta a limites.
•gnificativa, ademås de la expresi6n oral y escrita. De este Pero también hay una segunda operaci6n de acercamien-
nodo se presta a ser un instrumento aplicable a la transac- to, por el que somos nosotros los que nos exponemos al texto,

ci6n psicoanalitica, en la que cuenta mucho, ademås del diå- nos aproximamos a él con nuestra subjetividad. Es el mo-
logo entre el analista y el analizado, la acci6n de éste, sobre mento subjetivo, si se quiere, pero restringible (en arag de la
objetividad) con baseen alcanzar conciencia de nuestros con-
todo en la relaci6n de transferencia.
El texto, que en el caso de la interpretaci6n psicoanalitica dicionamientos subjetivos psic016gicos y socialeg. Por eso hay
es algo complejo, es el objeto de la acci6n hermenéutica, y un proceso de descontextuaci6n —-en el distanciamiento— y
tiene —segån Ricoeur— ciertas operaciones que constituyen otro de contextuaci6n —por el que nos aproximamos al tex-
Ios aspectos principales de esta disciplina, a veces vista mås to—. Con ello el analista se percata de que siempre se infiltra

como un arte que como una ciencia plena y completamente su propia subjetividad (en este caso, la contratransferencia),
y tiene que conocer 10 mejor posible los alcances de la inje-
establecida.7
La primera operaci6n del intérprete frente a su texto es rencia de su subjetividad para conocer mejor los alcances de
una actitud y actividad de distanciamiento hermenéutico, see la objetividad que logra.
gün el cual se reconoce en el texto una triple autonomfa: ya Otra 6peraci6n es la de aprpximar la compren.si6n• y la ex-
no pertenece a la intenci6n del autor, pues ha pasado a estar plicaci6n en la captaci6n del sentido del texto. Algunos han
expuesto a los que se Ileguen a él para interpretarlo; ademås, distanciado demasiado explicaci6n y comprensi6n, pero al
comprender mültiples sentidos en el texto ge obtiene 10 que
se ha llamado una "explicaci6n estructural", como la que pos-
6 Aqui resumimos el proceso seguido por Ricoeur desde su libro Freud' tulaba el estructuralismo en lingüfstica y se puede apreciar,
una interpretacidn de Ia cultura, hasta su articulo "The Question of Proof in
por ejemplo, en las matemåticas. En ega explicaci6n estruc-
Freud's Psychoanalytic Writings", en J. P. Thompson, ed., Paul Ricoeur:
tural, que es comprensi6n, vemos que explicaci6n y compren-
• Hernwneutics and the Human Sciences. Una exposici6n mås completa de la
si6n se tocan.
labor de Ricoeur sobre el psicoanålisis se encontrarå en M. Beuchot, Herme-
Otra operaci6n hermenéutica es la de buscar la apertura
néutica, lenguaje e inconsciente.
7 Cf. M. "Naturaleza y operaciones de la hermenéutica segün
del texto haciaun mundo al que seiala. En efecto, en la in-
terpretaci6n hay un momento de sentido y un momento de
Paul Ricoeud', en Pensamiento, 50/196, pp. 143-152.
162 163

referencia. El del sentido se da en la organizaci6n interna de Balance


la obra, que el intérprete delimita y cierra; el de referencia se
da al buscar el tipo de mundo que la obra abre, el modo de Vemos, asi,que la hermenéutica puede dotar al psicoanålisis
ser que se despliega ante nuestro conocimiento por virtud de freudiano de un andamiaje o modelo epistem016gico adecua-
la obra o texto. Puede ser un mundo real, del ser, o un mundo do. En él se despliegan, de manera completa, las dimensiones
ficticio, del poder ser, o un mundo deseado, del querer ger, o semi6ticas: la dimensi6n sintåctica, de büsqueda de coheren-
un mundo ético-de6ntico, del deber ser. En el caso del psicoa- cia del relato del analizado para ayudarle a recuperar su te-
nålisis, el analista encuentra, por medio del sentido que al- leologia de cara a su arqueologfa de modo que éstas puedan
canza a reconstruir en un mundo al que apun-
el analizado, concordar; la dimensi6n semåntica, de büsqueda de corres-
tan lag aspiraciones y deseos de éste, un mundo al que 10 pondencia de estos contenidos significativos del texto narra-
dirige el sentido (a veces tan negado) que se despliega desde tivo del paciente con la realidad hist6rica de su propia Vida
su inconsciente. que se desarrolla y crece, y, finalmente, la dimensi6n prag-
De esta manera
puede hablar de una verdad herme-
se måtica, propiamente hermenéutica, en la que se prueba tanto
néutica en el psicoanålisis. La prueba de la verdad en él no la consistencia de la interpretaci6n del texto del paciente co-
puede seguir los moldes de las otras disciplinas. Debe dejår• mo la adecuaci6n de éste con la realidad a través de los resul-
sele la verificaci6n que le es especffica, a saber: hermenéuti- tados performativos y pråcticos en la persona misma, como
ca. El procedimiento de verificaci6n es la mejorfa en el pa- mejorfa, crecimiento, mås libertad y mayor plenitud de reali-
ciente o analizado. Pero no 8610 como resultado utilitario sino zaci6n propia.
integrando otros criterios. Es la capacidad de dar coherencia
a la narraci6n del analizado con la interpretaci6n que da la
teorfa general; esasimismo el hacer plausible la interpreta- Apéndice: respuesta de Paul Ricoeur
ci6n de ese texto narrado y actuado por el analizado, y es
también el hacer posible la repercusi6n de esa interpretaci6n La contribuci6n de Mauricio Beuchot constituye una presenta-
en la conducta y en la Vida misma del analizado. Eso hablarå ci6n extremadamente compleja del debate acerca del estatuto
de la pertinencia y tino de las hip6tesis interpretativas del En vez de oponer masivamen-
epistem016gico del psicoanålisis.
analista. Es en este sentido principal como puede hablarse de
te explicaci6ny comprensi6n, verificaci6n e interpretaci6n,
verificaci6n y verdad en el psicoanålisis. Un sentido herme-
comienza por establecer un mapa muy detallado de las posi-
néutico. Se trata de la verdad textual en la reconstrucci6n del
ciones globalmente establecidas bajo el titulo peyorativo de po-
texto de la historia del paciente o analizado. Es una verdad Bitivismo o de neopositivismo. Expresa reconocimiento a Car-
mås que de coherencia: Ilega a la verdad pråctica.
nap, Reichenbach, Popper, Bunge, Nagel, Lakatos, Stegmüller,
Moulines, por haber matizado hasta el extremo los criterios de
demarcaci6n entre 10 que es ciencia y 10 que no 10 es, ya se tra-
te de verificaci6n, ya de falsaci6n o corroboraci6n. Muestra
ademås que ninguno de estos pasos puede ger separado de una
y de una construcci6n de modelos en los que estå en
heuristica
164 165

juego la imaginaci6n. Esta reconstrucci6n del fondo epistemo- ses de "fantasia" (ensoüaci6n, visi6n fantasmal, leyenda, mi-
16gico libera la discusi6n sobre el psicoanålisis de las ideas to, etcétera); los danos sobre la capacidad' de narrar, de hacer
quiméricas que los especialistas de las ciencias humanas tie- historia de gu Vida.
nen a gala fabricarse acerca de las ciencias duras que ge inge- Si se estå de acuerdo en que la revoluci6n freudiana se
nian en imitar. Por otro lado, con Ia misma prudencia y el produce en primer lugar en el plano de esta heuristica, el
mismo sentido de los maticeg, M. Beuchot presenta lag dife- proceso de verificaci6n de la teorfa debe ser evaluado en fun-
rentes alternativas epistem016gicas propuestas en el campo ci6n de esta heuristica. Y es ahf donde Be encuentra el tercer
mismo del psicoanåligis a un modelo demasiado rfgidamente rasgo que M. Beuchot subraya, a saber: la transformaci6n del
verificacionista. A este respecto, yo le estoy agradecido por ha- concepto mismo de verdad en psicoanålisi8. Con el término
ber puesto mi interpretaci6n en un abanico de posiciones em- "verdad" se puede significar a la vez la coherencia de tal 'his.
parentadas, en particular en la epistemologfa de lengua espa- toria de caso" con la teorfa, la plausibilidad o la verosimilitud
fiola que concierne al psicoanålisis. en la decodificaci6n textual; la capacidad de integraci6n de
En tres puntos, Mauricio Beuchot aporta a sus lectores una interpretaci6n a la conducta de un sujeto; en fin, el au-
precisiones ütiles acerca de mi propia posici6n. En primer lu- mento de la inteligibilidad narrativa, no solamente de las
gar, no deja de colocar mi uso del término hermenéutica, perturbaciones consideradas gino de la Vida entera del sujeto
cuando hablo del psicoanålisis, en el cuadro de una reforma que se analiza. Con la presentacj6n de esta pluralidad de cri-
general del concepto de hermenéutica que yo persigo en otros terios me guardo de sacrificar la fuerza de teorizaci6n del
campos: teorfa del texto, teoria de la acci6n, teoria de la his- psicoanålisis a un simple criterio pragmåtico de resultado
toria. Esta reforma apunta a rechazar la oposici6n entre ex- positivo. Hoy me parece mås propio insistir, quizå aün mås
plicaci6n y comprensi6n, y a hacer justicia a la idea de una que en el pasado, en este aspecto de la verdad que
dialéctica entre estos dos polos dentro del mismo proceso de se expresa en la capacidad de construir una historia coheren-
interpretaci6n,como 10 propone por su lado Assoun. Ahora te y aceptable de sf mismo, sin dejar de subrayar que la his-
bien, 10que yo digo sobre la intersecci6n entre explicaci6n y toria de una Vida estå trenzada con la hisü)ria de una multi-
comprensi6n en la semåntica del deseo se religa a esta epis- tud de otras historias de Vida, y que de 10 que se trata es
temologia general, 10 que, a mi vez, me permite afirmar que precisamente de desenmarafiar esta trabaz6n. Por esta im-
"la interpretaci6n es una explicaclon . portante conjunci6n se vuelven a encontrar log dos términos
En un segundo punto, Mauricio Beuchot analiza de una maestros de Freud cuando habla del "éxito" de una cura: el
manera que me parece muy justa mi cambio de posici6n des- sujeto del anåli8i8 es mås capaz de "trabajar" y de "amd'
de mi libro sobre Freud hasta mi ensayo sobre la prueba en (arbeiten und lieben).
psicoanålisis. Antes de discutir acerca de la validaci6n de la El lector debe a Mauricio Beuchot el comprender que una
teoria, es preciso, segün mi opini6n, valorar la heuristica mås correcta intelecci6n de la epistemologfa del psicoanålisis
freudiana, es decir la elucidaci6n de hechos, inseparables de es inseparable de un acercamiento mås matizado al debate
la praxis, analftica ellamisma, y de su episodio mayor, la epistem016gico en general.
transferencia: son hechos lag pulsiones en su relaci6n con el
lenguaje; el drama existencial ligado a la interlocuci6n (pa-
dre-madre); las relaciones complejas entre las diferentes cla-
167
166

nancia (en la comprensi6n y en la Vida pråctica), serån mås


Reflexidn sobre La respuesta de Paul Ricoeur
adecuadas que otras.

Ante que hemos citado seguimos cre-


las palabras de Ricoeur
yendo, en la linea de dicho autor, que la epistemologfa que
mås cuadra al psicoanålisis estå en el åmbito de la herme-
néutica aun la pragmåtica). Es el poder de reconstruir la
trama de una Vida nomo una narraci6n coherente 10 que ayu.
da al analizado. Sus bloqueog y confusioneg le impiden ver
esa trama y el analista tiene que Ilevar a cabo la humilde y
paciente labor de ir entretejiendo los cabos sueltos. Para ello
se necesita de la interpretaci6n, de la fina dialéctica que se
entabla entre el comprender y el explicar, de modo que la

comprensi6n del sentido de una Vida Ilegue a ser explicaci6n


de los puntos ciegos en los que se ha tropezado y pueda le-

vantarse y seguir. Es paradigma hermenéutico, sobre todo


el
en su modalidad ana16gica, que busca ega unidad y coheren-
cia respetando la diversidad y la diversi6n o vueltas que ella
contiene. De esta manera, ana16gicamente, recuperarå una
trama 10 mås unitaria que sea posible, pero a la vez 10 mås
amplia y diferente en.los distintos y mültiples sesgos que la
configuran.
En todo caso, una hermenéutica ana16gica tendrå la capa-
cidad de no imponer unfvocamente una interpretaci6n al
analizado, 10 cual seria obligarlo a ser.lo que el analista de-
sea; como también tendrå la capacidad de evitar el disgregar
equivocamente cualquier interpretaci6n que se le ocurra, 10
cual seria igualmente inåtil y perversoe Una hermenéutica
ana16gica permite reconstruir el sentido del analizado a par-
tir de su propio deseo, de modo que se reconozca él mismo en
las interpretaciones que le da el analista y que, de hecho, en-
tre los dos fabrican, ya que el analista se da a la tarea de in-
terpretar 10 mismo que el analizadp le da como material, y
luego se tiene que comprobar la interpretaci6n con 10 que és-
como resuena en el propio analizado. Asi se tiene
ta suscita y
una gama de hip6tesis interpretativag posibles, varias de las
cuales pueden ser vålidas, pero que, dependiendo de su reso-
169

X. SEMIÖTICA Y HERMENÉUTICA

iQué relaci6n puede tener la hermenéutica con la semi6tica


(en este caso, con la semiåtica greimasiana)? Creemos que de
complementaci6n, que la semi6tica puede servir como un pro-
ceso inicial que se completa y plenifica con la hermenéutica.
Para ver ego, tratemos de entender 10 que Greimas mismo
sostiene acerca de su doctrina semi6tica y algunos de sus
elementos principales para poder captar c6mo se realiza esta
hipåtesisque proponemog. Para dilucidar esa complementa-
ci6ny acabado que la hermenéutica da a la semi6tica segui-
remos a Paul Ricoeur. Aiadiremos la sugerencia de que una
hermenéutica ana16gica es la que mejor realiza esa funci6n
apuntada.

El sistema semi6tico greimaSiano

Segün Greimas, la semi6tica tiene como finalidad estudiar el


sentido o significaci6n o significado de las expresiones (tex-
tos). La significaci6n es mås amplia que la comunicaci6n, y la
envuelve. Por eso, a diferencia de Mounin, que privilegia la
comunicaci6n sobre la expresi6n o significaci6n, a Greimas le
parece que la semi6tica las estudia a ambas como contenidas
en una narraci6n, le interesa la narratividad. La semiåtica,
ademås, es un metalenguaje que analiza un lenguaje objeto,
guiåndose por el pricipio de pertinencia, esto es, buscando 10
es comün, ero también or un principio de discrepancia:
busca oposiciones y se basa en ellas.
170 171

La semi6tica, segün Greimas, pertenece a la sociologfa, forma. En el caso de la expresi6n, la sustancia es la codena
pero también a la lingüfstica. S610 que, dado que 10 que mås f6nica y la forma es el sistema lingüfsticd ödÖ*ia lengua; y, en

ha trabajado la lingüfstica es el significante, Greimag opta el caso del contenido, la sustancia es 14 eemå!üica, y la formæ
por desarrollar el estudio del significado. Y, ya que la sociolo- es la gramåtica, compuesta de eniorfologiä Asf, el
gia ha adoptado el estudio de la comunicaci6n mås que el de äifiE¯éemi6tico tendrå dos direcciones: (i) la sustancia del
la significaci6n, elige a esta åltima y el lado lingüistico para y (ii) la forma del contenido, por
contenido, por la morfologfa,
abordarla. Y, puesto que 10 que mås se ha trabajado ha Sido la sintaxis.2

el nivel textual o de la él opta por el nivel del con- En efecto, la semi6tica, segün Greimas, rebasa el nivel
tenido, pero teniendo como modelo el nivel textual, ya que textual de la expresi6n y se centra en el nivel del contenido.
son isom6rficos. Asf, el nivel textual, o de la manifestaci6n Es que el nivel textual expresivo no puede constituir por sf
textual, tiene dos planos: el de la expresi6n y_ el. del contenido; solo un punto de apoyo suficiente para el anålisis. En ese ni-

el primero es el del lado del significante, y el segundo el del vel textual se encuentran, pues, tanto la expresi6n como el
significado. contenido, y, segün se dijo, el anålisis greimasiano tomarå
• u-mef.odologfa de la semi6tica es inductiva y deductiva. 8610 el contenido. Ya ubicados en el conten@o, el 8iguiente

Inductiva en cuanto su descripci6n quiere recoger y obedecer nivel de anålisis e.s el nivel superficial. Alli se analizan mor-
Deductiva porque quiere ser coherence con el modelo
io real. f016gicamente las unidades de la manifestaci6n del contenido
adoptado y derivar todas las cosas de sus principios. Preci- y, sintåcticamente, las relaciones dé Tcha manifestaci6n.
"

samente dicha coherencia se muestra en qué el elegi- Después, en elmivel profundo, se analizan morf016gicamente
do debe tener adecuaci6n con el significado en cuesti6n. Con los semas de ese contenido en su universo inmanente corres-

base en dicho significado se puede hacer la verificaci6n del pondiente a los lexemas del texto y, sintåcticamente, la orga-
modelo. Se trata no éölö¯de una relaci6n sintåctica, sino "Se- nizaci6n sémica o estructura elemental de la significaci6n.
måntica también. Un lexema, por ejemplo una palabra como "hombre", en el

Lo primero que se hace es organizar el material del nivel nivel profundo tiene como semas el ger /hUmano [masculino/
,

textual formando un inventario de las unidades constituyen- y /adulto/.


tes del texto con arreglo a sus relaciones mutuas (estudio Ya en el componente morf016gico, la sustancia del conte-
morf016gico), tanto en el plano sintagmåtico como en el para- nido se estudia formando una figura, mostrando una articu-
digmådco, y se determinan las reglas de sus posibles combi- laci6n de unidades semånticas. Estas unidades semånticas se

nacrones (estudio sintåctico). Es decir, se Ilega a tener un lé-ß disponen en dos niveles: el inmanente, en el que se articulan
xico o diccionario del texto, y se tiene ademås una gramåtica, los semas, y el de la manifestaci6n, en el que se articulan los
que consta de una Aorfologtay _uggsintaxis. De ahi se pasa a sememas y metasememas. Segün se habia dicho, el sema es
efectuar la articulaci6n de las unidades mfnimas del signifi- la unidad semåntica båsica, el elemento mfnimo de significa-

cant:e o (femas) con las del signifigado o con- ci6n. Los semas aparecen, a partir de loÄ,
por oposi-
tenido_(semas). Ademås, hay que tomar en cuenta que tanto ci6n y diferenciaci6n, y de ellos se obtienen combinaciones y
la expresi6n como el contenido tienen una sustanciæ_y-una
2 Cf. Jean Courtés, Intmducci6n a la senü6tica narrativa y discursiva,

I Cf. Algirdas Julien Greimas, Semdntica estructural, påg. 25. pp. 40-41.
172 173

cönmutaciones. Hay dog clases de semas: el sema textual o animal, en concreto, canino. Pero en el otro contexto, el con-
nuclear, que corresponde a un solo lexema, y el sema contex- tenido "grito" manifiesta una figura nutlear distinta, que es
tual o clasema, que corresponde a varios lexemas.3 un grito humano. En este ültimo caso el sema contextual o
El nivel semi016gico global egtå congtituido por los semas clasema de "ladrar" se asocia a un humano como grito desa-
nucleares, en los que se conservan ciertos raggos de significa- gradable e impositivo. Esta descripci6n en semas pertenece a
ci6n inalterados; ese nivel es el de la exteroceptividad o refe- la morfologfa del nivel profundo del plano del contenido.
rencia al mundo extratextual. Es
semas nucleareg
decir, los Los semas nucleares (que son semi016gicos) y los clasemas
constituyen figuras nucleares o nücleos sémicos, que conser- (que son semånticos) pertenecen, pues, como se dijo, a la di-
van la misma significaci6n en sus distintas apariciones y se mensi6n inmanente del discurso. Unos y Otros dan pago a un
refieren al mundo exterior percibido. Organizan 10 discursivo plano superior que es la manifestaci6n del contenido. La ma-
por oposici6n a 10 narrativo. El nivel semåntico global estå nifestaci6n del contenido es el aspecto trascendente, por opo-
constituido por los clasemas, que son semas que cambian se- sici6n al inmanente, que es en el que eståbamos. En este ni-
gün el contexto; ese nivel es el de la interoceptividad. Ins cla- vel de la manifestaci6n se sitüan ciertos efectos de los semas
semas o semas contextuales son clases conceptuales, opuestas a nucleares exteroceptivos, efectos que se llaman sememas, y
las figuras del mundo (figuras nucleares). Pero tanto el nivel otros efectos de los semas contextuales interoceptivos, efectos
semi016gico como el nivel semåntico pertenecen al nivel de la que se llaman metasememas. Asi, en el nivel inmanente en-
inmanencia o nivel inmanente, en el que mås insiste Grei- contramos una articulaci6n de semas formales y sustancia-
mas.4 les.Los formales son de dos tipos: textuales o semas nuclea-
Los clasemas no pertenecen al nücleo invariante o figura res y contextuales o clasemas, que ya nos son conocidos; los
I nuclear sino que son semas nacidos del contexto, producto de sustanciales también son de dos tipos: exteroceptivos o se-
I la reflexi6n y aun de la construcci6n conceptual. Estos semas memas e interoceptivos o metasememas, que son los que aca-
contextuales definen las isotopfag, de modo que una secuen• bamos de introducir. Y, segün los niveles de gramåtica pro-
cia discursiva es is6topa si posee uno o varios clasemas recu- funda o superficial, se tiene una organizaci6n fundamental y
rrentes. Pero también pueden semas nu-
ser recurrentes 108 Otra superficial del anålisis. Siguiendo con el ejemplo de "el
cleares. La isotopfa es 10 que permite variaciones manteniendo perro ladra" y "el comisario ladra", en que los semas se agru-
una homogeneidad de fondo. Con ello ge impide la anarqufa y pan de manera articulada y jerårquica, dan una morfologfa de
se asegura la homogeneidad.5 Un ejemplo de Greimas se da nivel ya no profundo sino superficial. Surgen nuevas unida-
en los enunciados "el perro ladra" y "el comisario ladra". En des que conjuntan tanto semas nucleares como clasemas. Asf, el
ambos casos el lexema "ladrar" tiene una unidad de significa- lexema "ladrar" manifiesta dos sememas distintos: uno es
ci6n diferente. En el primer caso designa cierto tipo de grito Semml = (grito + animal) y ofro es Semm2 = (grito + humano).6
Dejando ya el componente morf016gico, puede pasarse al
componente sintåctico, que, en consecuencia con 10 ültimo
3 Cf. Raimundo Mier, Intmducci6n al andlisis de textos, pig. 54.
4 Cf. el esquema de algunas de estas nociones greimasianas presentado
que se dijo, tiene una organizaci6n fundamental y Otra super-
ficial.
en Oscar Quezada Macchiavello, Semi6tica generatizn. Bases te6ricas, påg.
52.

5 Cf. A. J. Greimas, op. cit., påg. 106. 6 Cf. R. Miex, op. cit., påg. 57.
175

174
gradas (predicados). Los predicados, que 10s
El componente sintåctico del anålisis, en su organizaci6n actantes, se dividen, a su vez, en dinåmicos (funcipggs) y es-
fundamental, postula una estructura elemental. Esta estruc- tåticos (cualificaciones). Eso nos da un anålisis funcional y
tura elemental es la relaci6n de antonimia (disyunci6n y ufähÄiisis cualificativo. Y, dado que los predicados se subor-
conjunci6n) y se le anade la de hiponimia. Con ello surgen las dinan a los actantes, pasamos a éöfistruir un modelo actan-
'iGiäGäde contrariedad y de contradicci6n y ademås las de
ciai.
implicaci6n, formando un cuadrado semi6tico o modelo cons- En el nivel superficial, la morfologia versa sobre
titucional. Es un esquema formal y por eso se puede estudiar meplas y la sintaxis sobre eLæuEncial, que es la or-
con base en sus propiedades formales.7 ganizaci6n de los sememas u organizaci6n superficial; en el
Entre los términog reunidos por el cuadrado semi6tico se nivel profundo, la morfologia versa sobre los semas y la sin-
dan relaciones categoriales de contrariedad, de contradicci6n
taxis sobre el modelo constitucional o
y de implicaci6n y, ademås, una relaciån jerårquica de hipo- de la significaci6n (dispueqtß. como cuadrado semi6tico), que
nimia. Asimismo, se dan seis dimensiones, a saber, dos ejes, es la organizaci6n de los semas u organizaci6n profunda. Se-
dos esquemas (de contradicci6n) y dos deixis (de implica- se dijo, todo ello girarå en torno a un modelo actancial;
ci6n).8 pero dicho modelo se puede tomar como sistema o como pro-
Dejemos ya el nivel profundo y arribemos al nivel superfi-
ceso, y conviene ver ambos aspectos.
Cial del anålisis del texto o discurso. En la organizaci6n su- Como sistema, el modelo actancial se articula entre parejas
perficial los sememas se pueden dividir en (i) los que ge de actantes, que son sujÜ), OYEto, destinador, destinatario,
muestran como soportes o entidades o unidades discretas (ac- adywante y opmente. La prime!a pgeja-es_sujeto/objeto. Es-
tantes) y (ii) los que se refieren a ellos o son un@ades inte- ta relaciån tiene como relator el degeo, y corresponde algo ac-
tivo vs. algo pasivo. Define un enunciado de estado, que es una
junci6n, la cual puede articularse en dog términos contradicto-
7 Aquf se ve un desarrollo importante de Ia teorfa greimasiana. Dice
rios segün y disyunci6n,i las cuales nos dan dos
Greimas: "En un primer momento (ver nuestra Sémantique structurale) ha-
biamos propuesto que se considerara [el universo semåntico) como la totali-
enunciados de estado, uno coiljuntivo: S n O, y Otro dyyutiyp:
dad de la «suslancia sændntica» llamada a significar finicamente por la red S u O. La relaci6n disyuntiva es de virtualizaci6n, y la conjun-
de articulaciones que la recubriera: no se podria aprehender el sentido mås tiva es de realizaci6n, pues en una hay separaci6n todavia y en
que en la medida en que estuviera articulado. Estas articulaciones del senti-
la Otra hay umonTéS y O.
do podrian explicarse —asi 10 pensåbamos— como el resultado de una com- Los actantes destinador/destinatario, mediados por el ob-
un inventario limitado de categortas sénuicas.
binatoria, realizada a partir de jeto, estån en relaclon asimétrica; el primero con el segundo
Hoy podriamos dar un paso mås cuando sugerimos una representaci6n un tiene una relaci6n hiperomnnca y el segundo con el primero,
poco mås refinada de esta cobertura de articulaciones. Es posible imaginar,
hiponimica. El relator es objeto y la relaci6n mencionada
en efecto, que cada categoria constitutiva de la combinatoria es susceptible
seda en el eje del deseo y de la comunicaci6n. Tomando ade•
de transformarse en un nzodelo senzi6tico constitucional y, subordinando a
mås en cuenta lag circunstancias, se pueden afiadir otros dos
otras categorias del mismo inventario para que le sirvan de subarticulacio-
nes, subsumir de esta manera un vasto campo de significaci6n, para servir actantes que son adyuvante/oponente.9
de cobertura a un microuniverso semåntico" (A. J. Greimas, "Éléments d'une
grammaire narrative", en el mismo, Du sens I. Essais sémiåtiques, påg. 161).
9 Cf. ibid., pp. 65-66.
8 Cf. J. Courtés, op. cit., påg. 55.
176
177
Como proceso, el modelo actancial se articula prunero por
la junci6n de S y O, Ia cual a veces es conjuntiva y a veces que la funci6n puede ser investida de un minimum semånti-
co, que permite establecer Ia distinci6n entre dos funciones-
disyuntiva. Asf, la junci6n sintagmåtica (en Ia que se tiene ya
predicados: hacer y ser, y de poner asi dos formas posibles de
el germen de un relato) es el enunciado (S O) —+ ( S u O).
Surge un enunciado de hacer: F (transformaci6n) (Sl > 01); enunciados elementales: enunciados de hacer y enunciados
asf se obtiene (Sl u O) (Sl O); y de él F [S2 (Sl O)]; de estado [o de serl. A fin de dar una representaci6n mås abs-
gi Sl y S2 se refieren a un mismo personaje, habrå un hacer tracta de egos enunciadog, ge puede designar el predicado ha-
reflexivo, si no, serå un hacer transitivo y serå una narrati- cer como la funci6n llamada [transformcci6n/ y al predicado
ser como la funci6n llamada Ijunci6uR'
vizaci6n psico-semi6tica o socio-semiötica. Ahora bien, asf
como se desdob16 el sujeto, se puede desdoblar el objeto, y La modalizaci6n del hacer congrega otras tres modalida-

tener (Sl u O) y (S2 n O) o (Sl n O) y (S2 u O). Y, de la


asi,
des: gLquerr, el saber y el poder tal vez, junto con el que-

junci6n sintagmåtica, obtenemos la junci6n paradigmåtica que van deTfinpetencia a la ejecuci6n. El


rer, el deber),

que ordena dog enunciados de conjunci6n y disyunci6n con querer corresponde al eje gujeto/objeto, el saber al destina-

dos sujetos distintos referidos a un mismo objeto, que pueden dor/destinatario, y


poder al del adyuvante/oponente. Las
el
modalidades precisan el modelo actancial dåndole mayores
reescribirse asi: (Sl uO S2) -+ (Sl O u S2). Y, a su vez, se
posibilidades combinatorias para la sintaxis narrativa super-
puede desdoblar el objeto: (01 u S n 02) -+ (01 n S u 02). De
ficial.
hecho, hay varios sintagmas narrativos que pueden articular.
se, por ejemplo, de confrontaci6n, de dominaciön y de atribue
La modalizaci6n veredictoria parte de la dicotomfa ser vs.
parecer, de cuyas combinaciones en el cuadrado se obtienen
ci6n, de disyunci6n, de contrato y prueba (o ejecuci6n), etcé-
tera; estos tres ültimos sintagmas narrativos componen una cuatro categorfas: 10 verdadero, 10 falso, el secreto y la menti-

secuencia narrativa (i.e. un relato mfnimo, siendo el relato


ra. También se puede introducir la modalizaci6n del hacer

completo no ya una unidad narrativa, sino una unidad dis- saber o del hacer cognitivo. El hacer cognitivo tiene dos cla-
cursiva).10 ses: elhacer persuasivo (por el destinador) y el hacer inter-
Se entra, asf, al terreno de la modalizaci6n sintåctica. La pretativo (por el destinatario). También puede verse el pri-

modalidad (que es 10 que se adjudica como un modo del verbo mero como hacer creer y el segundo como creer. De esta
o del predicado) es una de las subclases de las funciones. Se manera se puede desplegar una rica gama de. modalidades
caracteriza por tener una relaci6n hipertåctica con el predi- que se pueden trabajar con el modelo greimasiano.
cado; eg, de hecho, un predicado que rige a Otro predicado, o Una apertura que se establece en Greimas hacia la her-

le da su modo. Ins modos posibles son infinitos, pero aqui se menéutica es su interés por la pragmåtica (que es interpreta-
tomarån en cuenta los que pertenezcan a la perspectiva na- tiva), ademås de Bu interés por la sintaxis y la semåntica.

rrativa, por eso las modalizaciones se referirån tanto al hacer Sabe que en un principio la pragmåtica recogi6 las cosag de
las que la gintaxis y la semåntica no podfan dar cuenta. Y
(relacioneg de transformaci6n) como al ser (relacioneg de es-
tado). Estas dos son las funciones y modalidadeg principales, comenta que, dados egos orsgeneg de la pragmåtica, "se com-
las del ser y el hacer. Greimas explica: "Postulamos asimismo prende sin mucha dificultad que una conjunci6n de circung-

10 Cf. ibid. , pig. 70. 11 A. J. Greimas, "Pour une théorie des modalités", en Du sens II, Essais

sémiotiques, påg. 68.


178 179

tancias —pensamos particularmente en la decepci6n causada liar lagramåtica semio-narrativa profunda con la canoniza-
por las promesas no cumplidas de la gramåtica generativa, ci6n de los procedimientog de discursivizaci6n" .18
pero también y sobre todo, en la crisis epistem016gica que vi-
vimos actualmente en las ciencias sociales— haya permitido
atribuir un contenido positivo a estos restos, revalorizando Complementariedad de la hermenéutica
asf, de una manera que nos parece excesiva, el contexto en
y la semi6tica, seguin Ricoeur
detrimento del texto, el uso a costa de la (la cual,
sin embargo, no deja de
Por Otra parte, en sus anåliBis del modelo• greimasiano, Paul
Senala el horizonte epistem016gico de la pragmåtica el po- Ricoeur se ve altamente interesado en la relaci6n sintagmåti-
sitivismo heredado del siglo XIX, con una concepci6n repre- ca / paradigmåtica. Detecta en Greimas la ambici6n de en-
sentacionista del lenguaje, i.e. con funci6n desm•iptiva de es- contrar un elemento paradigmåtico para cada elemento sin-
tados de cosas. A pesar de que reacüna contra eso, la tagmåtico que se pone en juego en el discurso o texto. Pero
pragmåtica se queda en una 16gica referencial; reacciona esto se muestra al dar el predominio y el privilegio a la sin-
dentro del positivismo y se queda en él. En cambio, la semi6- tagmåtica sobre la paradigmåtica: "Las preocupaciones to-
tica no tiene como objeto principal el anålisis referencial Sino p016gicas de Greimas constituyen la tentativa mås extrema
el de las condiciones de producci6n y de aprehensi6n del sen- para tratar de infroduü 10 paradigmåtico 10 mås que se
da mås cabida al sujeto que al objeto, al hombre que al
tido; pueda en el seno de 10 sintagmåtico. En ningün otro momen-
mundo. Pero Greimas siente mås cercana a su herencia to el autor se siente mås cérca de realizar el Viejo suefio de
saussureana a la escuela oxoniense del lenguaje ordinario hacer de la lingüfstica un 'ålgebra del lenguaje".i4 En efecto,
(Austin, Grice, Searle) que a los representacionistas, ademås privilegiar 10 sintagmåtico sobre 10 paradigmåtico es tanto
de que han Sido asimilados por Benveniste. Si acaso, esa es- como privilegiar 10 formal sobre 10 material, o la estructura
cuela oxoniense le parece todavfa demasiado en la superficie sobre la substancia, o la lectura lineal sobre la lectura en pro-
lingüistica.
fundidad.
Asimismo, hay una cierta dispersi6n de las investigacio- Ricoeur Ilega a preguntar a Greimag Bi no habrfa que in-
nes, unas tratando de desplazar a la psicologfa cognitiva y vertir la prioridad y concederla a 10 paradigmåtico.15 A nues-
ofras coqueteando con la sociologfa, como los trabajos de tro entender, asignårsela es 10 correcto. Si entendemos el
Goffman. Por eso, "no se puede esperar Otra salida de este anålisis sintagmååco como horizontal o lineal, segün era vis-
embrollo que la elaboraci6n de una teorta general del len- to por Saussure, el anålisis paradigmåtico resulta vertical, o
guaje que postule como complementarias y necesarias las en profundidad, esto es, mås que por oposiciones por asocia-
relaciones de la sintaxis y de la semåntica con la pragmåtica,
ciones; pero esa lectura asociativa, profundizadora, que in-
del mismo modo que la semi6tica, por su lado, intenta conci- cluso vuelve sobre 10 mismo (para veylo cada vez de manera

13 Ibid., påg. 110.


12 El mismo, "Pragmåtica y semi6tica. Observaciones epistem016gicas", 14 Paul Ricoeur, "La gramåtica narrativa de GreimasD, en G. Hernåndez
en G. Hernåndez Aguilar (coord.), Sentido y significaci6n. •Andlisis semi6tico Aguilar (coord.), op. cit., påg. 144.
de los conjuntos significantes, pig. 108. 15 Cf. ibid., påg. 145.
180
181

nueva), es 10 que se muestra como mås enriquecedor. El voli


explicaci6n y hace permanecer a .1a compren8i6n en el plano
ver sobre 10 mismo para encontrar en él algo diferente es 10 de los efectos de superficie".17
que en verdad posibilita el enriquecimiento. Tal vez 10 sine Aunque Ricoeur se ha empefiado en no separar tanto expli-
tagmåtico sea 10 formalizador, pero 10 paradigmåtico es 10 caci6n y comprengi6n, sin embargo, estå por la de
que enriquece y sobreabunda de sentido. Y eso es 10 que mås la dicotomfa, 8610 que con una dialéctica muy sutil, con unas
interesa a la hermenéutica. Por ello la hermenéutica ofrece relaciones muy finas. Dice: "Es a ese esquema epistem016gico
un enriquecimiento a la semi6tica greimasiana (que ya
allf que yo quisiera oponer el de una hermenéutica general defini-
adolecfa de falta de pragmåtica, como 10 reconoci6 el propio da por la dialéctica interna enfre explicar y comprender. Rede-
Greimas, segün vimos, y no extrafia, por ego, que también finiré entonces la de Greimas como una variante de
tuviera faltas o carencias que 8610 podrfa Ilenar la hermenéu- esa hermenéutica, opuesta a la de Gadamer y a la mfa. Seg6n
tica). Es un terreno en el que la hermenéutica puede comple- esta segunda variante, la es considerada como una
tar a la greimasiana. Después del anålisis seccio- mediaci6n obligada de la comprensi6n, segün la måxima «ex-
nante de la gemi6tica, la hermenéutica podrå aportar la plicar mås para comprender mejor»; de acuerdo a la primera,
recomposici6n o globalizaci6n.16 que veo magistralmente ilusfrada por Greimas, la compren-
Pero 10 importante es 10 que recalca Ricoeur a prop6sito de si6n es considerada un efecto de superficie de la explicaci6n,
la relaci6n entre la semi6tica (greimagiana) y la hermenéuti- sin que de todas maneras la comprengi6n de las figuraciones
ca. La hermenéutica y la semi6tica se han colocado como po- de superficie pierda su papel heuristico... Un vuelco metod016-
los opuestos en la tensi6n ue va de la explicaci6n a la com- gico• separa ciertamente lag dos hermenéuficas; pero veo ese
pr nslon, de modo que la hermenéutica esté mås e dode vuelco operado en el interior de una hermenéuüca general, pa-
F'öfiFGsi6n y la ra la cual la diferencia enfre explicar y comprender permanece
como "una de en obra de
las puestas indispensable".18 De esta manera, la semi6tica sigue siendo
la relaci6n ex81icar-comprender, donde el comprender guarda complementaria de la hermenéutica ricoeuriaha denfro de una
la primacfa y mantiene la explicaci6n en el Plano de las me- conce"6n hermenéutica mås amplia, a saber, una hermenéu-
diaciones requeridas, pero secundarias. [Y define] la semi6ti- tica Pero no es una hermenéutica totalitaria ni "impe-
ca estructural como Otra puesta en obra de la misma relaci6n rialista", sino mediadora. Denfro de ella, la semi6tica greima-
entre explicar y comprender, pero con la condici6n de imple- Biana invierte el orden de prioridad haü la éxpfrcaci6n,
pero
mentar una inversi6n metod016gica Qte da la primacfa a la 8610 en el interior de la hermenéutica misma. Seria una her-
menéutica con prioridad o dominante explicativa. En cambio,
la de Ricoeur seriauna hermenéutica com prioridad o domi-
nante comprensiva. Y las dos ge complementan. Pues "una
hermenéutica totalizante que pretendiera abolir la diferencia
16 Hemos colaborado con Renato Prada en un proyecto que se Ilev6 a ca•
enfre la versi6n explicativa y la versi6n comprensiva no podrfa
bo en la Universidad Veracruzana, de Xalapa, en el que se analizaban los

discursos o textog aplicando primero el anålisis semi6tico greimasiano y des-


pués la hermenéutica ricoeuriana. Sobre esta intersecci6n, cf. Renato Prada 17 P. Ricoeur, y semi6tica", en Escritos. Revista del

Oropeza, "Las relaciones entre la semi6tica y la hermenéutica", en Semiosis, Centro de Ciencias del I.enguaje, nåm. 7, påg. 80.
nåm. 21, pp. 180-181.
18 Ibid., påg. 83.
183

182
da en la interpretaci6n, aqui balanceada o equilibrada de
emparentarse mås que con el saber absoluto hegeliano".19 De manera proporcional por obra de la propprcionalidad que tie-
mås estå decir que no eg 10 que aqui se busca, y ni siquiera se ne la analogfa, en el acto propio intelectivo (casi gapiencial, y
considera alcanzable o conveniente. no 8610 racional o de episteme como es el de la semi6tica) de

una hermenéutica ana16gica.

'Balance

Como resultado de nuestro estudio, vemos que la semi6tica


aporta un anåligi8 predominantemente explicativo y se com-
plementa con una reflexi6n hermenéutica, comprensiva, que
y haga la 8fntesis después de ese anålisis. Es donde
captamos también la necesidad de una hermenéutica ana16-
gica que funja como limite de la labor analitica e implante la
presencia del cierre sintético que recobre las significaciones
de los textos a un nivel mås vivo. Una hermenéutica ana16gi-
ca aceptarå y aprovecharå los resultados del anålisis semi6ti-
co, mas para Ilevarlos a una mayor completud y enriqueci-
miento, pasando del nivel de la explicaci6n al nivel de la
comprensi6n, el cual es el mås elevado y perfecto. Acatarå las
diferencias que son detectadas y marcadas por el acucioso
anålisis semi6tico, pero tendrå la capacidad de encontrar las
semejanzas entre los elementos en juego, y de esa manera
podrå obtener resultados universalizables, pero con un tipo
de universalidad proporcional, respetuosa de las diferendas
particulares.
Una hermenéutica ana16gica, pues, tendrå la capacidad de
respetar las diferenciäs de los elementos que ha diseccionado
la semi6tica una vez conocidas y establecidas por oposici6n
sus particularidades; pero también tendrå la capacidad de
encontrar o detectar las semejanzas que guardan entre sf de
manera asociativa, para encontrar su lugar en él todo del
texto y para hacer que el texto encuentre su Lugar Ken el con-
texto. El texto, como particular, y el contexto o lugar en la
tradici6n, como universal, configuran la relaci6n de 10 que se

19 Ibid., pig. 94.


185

Xl. APÉNDICE: HACIA UNA HEÄMENÉUTICA


ANALÖGICO-ICÖNICA DEL SfMBOLO

Hemos hablado a 10 largo de este libro de una hermenéutica


ana16gica. Pero la misma analogicidad nos conecta, sin poder
evitarlo, con la iconicidad y la gimbolicidad. Por eso tenemos
que comenzar a hablar ya de una hermenéutica ana16gico-
La analogfa nos conecta con la
ic6nica, o ana16gico-Bimb61ica.1
iconicidad porque el fcono, segün Charles S. Peirce, es 10 pro-
piamente ana16gico;2 Peirce dividia en primer lugar los sig-
nos en tres clases: fndice, fcono y sfmbolo. El fndice era el
signo que implicaba la presencia del significado, aludfa a la
presencia de la cosa designada; y a veces incluso la exigfa.
Por ejemplo, en el grito, en la senal de un peligro, etcétera.
Era, por eso, el signo univoco por excelencia. En cambio,
Peirce tomaba el sfmbolo en el sentido aristotélico del térmi-
no, como el signo arbitrario, convencional. Por 10 tanto, en su
sistema el sfmbolo era el signo que mås riesgo corria de la no
presencia, del vacfo, de la equivocidad. Era solamente im-
puesto por el hombre, como las palabras del lengüaje. Por su
parte; el icono era un signo intermedio; no es presenü cabal
ni tampoco completa augencia; es algo limftrofe, algo ana16gi-
co. Pero hay aqui una coincidencia semåntica y una disiden-
cia termin016gica que hay que sefialar. El icono de Peirce
coincide con la noci6n de stmbolo de la escuela europea conti-
nental, como en Cassirer y Ricoeur. Es claro, por ejemplo,

I He intentado desarrollar esta propuesta en Perfiles esenciales de la


.80

hermenéutica.
2 Cf. Thomas A. Sebeok, Signos: una introduccidn a Ia semidtica.
186 187

que el icono peirceano es el sfmbolo ricoeuriano. Podemos ha- nes del fcono, segün Peirce—. La imagen Biempre implica de-
blar, pues, del sfmbolo-fcono. Pues bien, el icono {sfmbolo) era sigualdad, nunca es copia perfecta, duplicado cabal. Contiene
10 anålogo, 10 que ünicamente podia aspirar a la analogid- desigualdad, analogfa de desigualdad, es s610 anåloga. Asi-
dad, no a la perfecta copia. Ademås, Peirce dividfa el fcono en mismo, la imagen corresponde también a la analogfa de atri-
imagen, diagrama y metåfora. buci6n, pues aqui Berå mejor la imagen que mås se acerque al
Llama la atenci6n que el fcono, que es 10 anålogo, la ana- original. Hay imågenes mejores que otras. En el caso del dia-
logicidad, se divida en esas tres clases. Eso indica que la grama, éste se corresponde mejor con la analogia de propor-
imagen no es vista como copia exacta, 10 cual la harfa univo- cionalidad propia. El que haya diagramas mejores que Otroé
ca, sino como los renacentistas y los barrocos entendfan la se debe a la proporci6n que guardan con 10 representado, no
mimesis o imitaci6n aristotélica en poesfa, solamente propor- tanto en las cualidades --—como la imagen— sino en las rela-
cional, aproximada, mås bien distinta. Eso indica también ciones que pretenden modelar, representar. Es como una
que la analogfa era vista como abarcando la metåfora, 10 cual forma que corresponde 8610 por modo de relaci6n, esto es, re- i;

ha Sido algo continuo desde la antigüedad hasta la actuali- presenta relacioneg y no solamente objetos. Y la metåfora se
dad; la metåfora es una de las formas de la analogfa. Pero, al ve recogida en la analogfa de proporci6n impropia, también
abarcar el diagrama, indica también que la analogfa envuel- llamada metaf6rica. Impropia no en el sentido de que dé me-
ve la metonimia, ya•que el diagrama es un signo ic6nico me- nos conocimiento de 10 que repcesenta -—puede dar mås cono-
tonfmico por excelencia. Asf, la analogia abarca tanto la me- cimiento que los otros recursos cognoscitivos—-, sino que 10
tåfora como la metonimia, al modo como la iconicidad abarca representa de manera mås diferente, casi rayana en 10 equi-
el diagrama y la metåfora. La analogia es mås amplia que la voco. Vemos que, en todo caso, la analogfa se distiende como
metåföra; la metåfora es s610 una de sus partes, junto con la la iconicidad, coincide con -ella hasta en sus modos. Y el fcono
metonimia. Unmodelo ana16gico de la hermenéutica abarca coincide con el sfmbolo: es el signo que conduce a aquello que
el modelo metaf6rico y el metonfmico como partes suyas. Y de significa. Pero conduce .de manera limitada, limftrofe.b S610
esta manera, igualmente el fcono peirceano corresponde con db manera ana16gica.
el sfmbolo en el sentido tradicional, de signo ana16gico. El icono es el sfmbolo, o el sfmbolo es el icono (o, si se pre-
El sfmbolo-fcono es, pues, el signo anålogo por excelencia; fiere, el icono es simb61ico y el sfmbolo es ic6nico). Comparten
es el cumplimiento de la analogicidad; es la realizaci6n de la la propiedad de conducirj Ilevar, transportar a Otra cosa im-
analogfa. Ahora bien, la analogfa es limftrofe entre la seme- portante: Ilevan al todo, al resto..Y es que Peirce atribuye al
janzä y la diferencia, entre la univocidad y la equivocidad, icono una propiedad extrafia: es el ånico signo quer viendo un
aunque participa mås de esta ültima. Tiene, por ello, mås di- fragmento, nos conduce al todo, nos dat:la totalidad. •Nosotros
ferencia que semejanza. Pero las toca a ambas en el limite de diriamos que, mås bien, es el Bigno que, en dos fragmentos,
una y Otra, ve hacia las dos partes. Como el dios Jano, que nos hace ver el todo, que exhibe la totalidad en los pedazos,
era bifronte, que vefa las dos partes de una puerta, de li- inclusoen uno solo. Asf como en -Ila clonacidnfpodémoslobte•-
mite. Ademås, la analogfa ge divide en analogia de desigual- ner todo un Organismo complejo a partir de una solade•sug
dad, de atribuci6n, de proporcionalidad propia y de propor-
cionalidad ihpropia o metaf6rica. Y de manera parecida le 3 Cf. Eugenio Trfag, "Estética del sfmbolö", en Pensar lå religi6n, påg.
corresponden la imagen, el diagrama y la metåfora —-divisio-
133..
188
189

células, el gimbolo nos hace clonar la realidad que represen-


El sfmbolo parece estar a medio camino de Plat6n y Aris-
ta. Pero, deede tiempos arcaicos, el sfmbolo ha eido visto co- t6teles, del naturalismo y del artificialigmo lingüfsticos.4 EI
mo algo que hace pasar, äene lugar privilegiado en log ritog
primero, en su Cratito, sogtenfa la•naturalidad del Bigno lin-
de iniciaci6n, de ingreso, de paso. El 8fmbolo nog hace pasar.
güfstico; el segundo, en gu Peri hermeneias, sostenfa su com-
Nos hace pasar log lfmites, transgredirlos sin viola-rlos. Con pleta artificialidad. En cambio, el sfmbolo tiene algo de natu-
la delicadeza de quien precisamente por respetar10B obåene ralidad, pues se basa en cierta analogfa, comparte cierta
el privi.legio de que le abran paso. Asf, aquf el hermeneuta de
imagen con su significado; tiene algo de él. Pero no es com-
sfmbolös no eg tanto Hermes, el que viene deede el cielo, sino
pletamente natural, sino que 8610 tiene algo de naturalidad,
Enoc o Elias, •el que eg hecho pasar completo al cielo, con aquella que obtiene por virtud de esa imagen o esa analogia
cuerpo y alma. No 8610 en como Enoc y Elias,
espfritu, sino
que se dice que tiene con su designado. Mas también tiene
que fueron arrancados de la tierra y plantados en el mås algo de artificialidad, de lejanfa, de no-imagen. Y tal vez debe
alto. Igual que Pablo (quien, después de su experienGa misti-
decirse, con dolor por esta desgracia,que hay mås alejamien-
ca, no sabfa si habfa pasado al Cielo en el cuerpo o fuera del
to de la imagen natural y originaria, y mås acercamiento a la
cuerpo, s610 en espfritu), el cual, significativamente, fue con-
imposi(i6n arbitraria, mås de diferencia y de artificialidad.
fundido con Hermes o Mercurio, el mensajero de los dioses, el
Sin embargo, a pesar de este monto mayor de artificialidad,
sidereus nuntius, que decia Galileo. Crefan que venia de 10
åene bastante naturalidad; a pesar del predominio de 10 arti-
alto, pero justamente porque habfa Sido arrebatado al Cielo
ficial, produce un acercamiento suficiente a 10 .que designa, y
desde 10 mås bajo.
nos sacia con ello.
Pero no se necesita ser arrebatado para interpretar el
Como es un signo movedizo, el sfmbolo produce su propio
sfmbolo. El sfmbolo nos hade pasar precisamente porque con
decodificador, crea su propio lector. No de manera caprichosa,
su cuerpo crea un If.mite, un espacio de paso, un lugar que es
porque contiene naturalidad; pero 10 hace porque también tie-
de nadie y es de todos. Mas, con respecto a aquello a 10 que
ne artificialidad, y es 10 que predomina en él. Por eso deja am-
hace pasar, el•sfmbolo nunca da un conocimiento pleno o ex-
Plio margen a diversas interpretaciones, pero les pone también
haustivo sino siempre aproximado y con borrosidades, claros-
un limite, de modo que no toda interpretaci6n sea vålida, ni
curo, ana16gico. Pero no se queda en ser frascen-
siquiera todas las posibles (por no aludir a las descabelladas).
dental, que nos deja adivinando, sin tocar; no ge queda en
Hay una jerarqufa de interpretadones (en 10 cual consiste la
inferencia deede el lado de acå del limite, sino que hace pasar
analogia), unas son mås vålidas que otras, hasta Ilegar a las
al lado de allå del mismo, s610 que no de manera completa y
que captan buena parte de su verdad, y hasta Ilegar a ofras
Clara. Por eso es el claroscuro, 10 que queda mås en silencio, que caen en la falsedad o el error.
en secreto, cobijado en el misterio. Nos hace tocar, ver, y no La hermenéutica ana16gico-ic6nica Be centra, pues, de
s610 pensar, imaginar; pero es un tocar con cierta lejanfa, o,
manera mås propia, en el sfmbolo; estå hecha para él. E8, en
en•todo caso, cuando uno Q•ee apresar aquel objeto que asf le
cierto sentido, una hermenéutica gimb61ica. O tal vez sea
es presentado, en su realidad viva y palpitante, se nos des-
mås correcto decir que es una hermenéutica simbolista, sim-
vanece, ge escapa, nos deja con la sensaci6n de que ge nos
qued6 siendo mucho mås.
4 Cf. Emilio Lled6, "El horizonte de las formas simb61icas", en Iznguaje e
historia, pp. 30-31.
190 191

bolizante; porque deja un buen espacio a la bügqueda de una tiva. Se requiere que el Bimbolo nos hable, mås que el que no-
entraia simb61ica que tienen log lenguajes (gean hablados,• sotros le hablemos. El sfmbolo es como un templo, hay que ir

escritos, actuados, y aun de cosas o de acontecimientos). El a con cierta disposici6n;


él si no no habla, no dice nada.5

simbolo se da en un limite, esto es, s610 hay simbolo en el en- El templo, de alguna manera, es la misma persona; el
trecruce de las dog partes que 10 constituyen. El sfmbolo era templo es sfmbolo porque se completa.en el interior del hom-
una parte que, pegada a Otra, conformaba un objeto; eran las bre, hace juego con su espfritu; el exterior es s610 el contexto
dos partes de un todo. Por eso el sfmbolo se pega a Otra cosa que propicia el encuenfro; pero el encuentro se da precisa•
con la que constituye un todo. Entre ambas fabrican la tota• mente amasado por la o la alegrfa, por la tristeza o
Iidad. Por ello propiamente el sfmbolo construye totalidad. El la exultaci6n, por la desesperaci6n o la esperanza de aquel
acto de sfmbolo, para los griegos, era la configuraci6n de la que entra allf. El sfmbolo requiere de la intervenci6n del
totalidad formada por dos o mås partes suyas, sus mitadeg o hombre, si, pero "impone" sus leyes; no se deja imponer la in-
variag fracciones que le pertenecian. Cuando se unfan las terpretaci6nj justamente porque su imposici6n ea excluir toda
partes surgfa el todo, a partir de todas ellas. Brotaba la Bim- imposici6n. Si fuera con gu sola presencia nos da-
bolicidad. Asf, en el limite fabricado por todas las partes, ya rfa su significado; su significado se nos impondrfa a primera
fueran muchos fragmentos o las dos mitades, se daba pro- vista. Serfa ésta abierta o explfcitamente universal. Pero no
piamente el simbolo. Por eso el sfmbolo es una de las 10 es. Lo •es por la mediaci6n de la interpretaci6n, cuando se
lindes, de las aristas, de de los lfmites. El sfmbolo
los Limes, sabe hacer explicito 10 que contiene de modo implicito.
es —como Hermes— un habitante de limites. Es un ciudada- El simbolo es uno de los paradigmas de texto, de objeto de
no un ser fronterizo,• un hibrido o mestizo de todas
del limite, la interpretaci6n. Es el entrecruce del intérprete y el signifi-
las partes en juego, no s610 de algunas de ellas. Es algo que cado. Se da en la coincidencia de esos opuestos, de ambos.
aparece en los limites y conecta las partes a la vez que surge Como una luz quö se prende porque se ha atinado a pulsar el
de la conexi6n de las mismas. Por eso el sfmbolo tiene como bot6n que la enciende. Como una •sinapsis. Es cuando se ilu•
propio el unir, no el separar; el ayudar al acceso, el propiciar mina nuestra capacidad de comprender, cuando las voces que
el encuentro y la vinculaci6n, la acogida, la recep±l, la es- resuenan cobran sentido. EB cuando se siente una extraiia
cucha y, por ende, el diålogo. comuni6n con 10B demås, como en el sfmbolo religioso, en el
El simbolo favorece el diålogo. Surge de un gesto dia16gico ritual, en la liturgia. Pero incluso el sfmbolo no solamente da

en el gentido de dar espacio. Crece en el espacio que se forma la sensaci6n de unidad, sino que también produce la solidari-
entre los limites de los dialogantes, pues el simbolo se da en dad, el compromiso con los demås, la responsabilidad en el
el entrecruce de los lfmtes de sus dos partes. Toma su ser de cuidado de la Vida, la Vida que se manifiesta en los demås,
10 que va quedando como lugar de encuenfro. Pero el simbolo que es precisamente log otrog.
también favorece el silencio, la escucha. Da espacio para que Hay una lucha entre la lectura literal y la lectura simb61i-
se dé ese requisito del diålogo que es el silencio de la escucha. ca que es ociosa pues ambas perspectivas son necesarias.6
En efecto, el sfmbolo debe ger escuchado, asimilado, antes
que interpretado. El gimbolo no ge deja imponer la interpre-
taci6n; por asi decir, exige mås ger egcuchado que leido, exige 6 Cf. Susan K Langer, Philosophy in a New Key. A Study in the Symbo-
mås una interpretaci6n receptiva, pasiva, que impositiva, ac- lism of Reason, Rite, and Art, pp. 148 ss.
193
192

Mag log simbolosson de dificil interpretaci6n, se resisten a


En ese sentido la filogofia puede ser alimentada, nutrida
por el Bimbolo. Asf el simbolo puede dar a Ia metafiBica un
una interpretaci6n apregurada y superficial. Eluden una lec-
suelo vital y nutricio que le permita recoger o colectar, des-
tura sintagmåtica o råpida y exigen Ia repetici6n paradigmå-
pués de haberlos cultivado con su vivencia y su interpreta-
tica, que cala en profundidad, de manera paulatina aunque
ci6n, conceptos que correspondan a las estructurag existen-
eficaz en su insistencia, de manera reiterativa aunque Siem-
ciariag o existenciales del hombre, de modo que nog dé un
pre nueva. Por eso es necesario pasar de una hermenéutica
pensamiento vivo, capaz de brindar sentido para la existen-
ana16gica a una hermenéutica ic6nico-simb61ica, que nos
cia del hombre. Que nos dé una metafisica nueva, diferente,
abra a la captaci6n del sentido de log sfmbolos, y que también
pueda cerrar de alguna manera y en alguna medida el {mbi- mås viva, qu•e no se quede en metarrelato cerrado y estable•
to de su significaci6n. Como una luz que se prende y brilla en cido, sino que sea un dia-relato abierto y superador del nihi-
lismo y del hedonismo, del pesimismo y la desesperaci6n, que
la obscuridad.
Una hermenéutica ha de ser, por necesidad,
del simbolo abrogan al sujeto suplantåndolo por un gujeto mås fuerte,
que ademås cuenta con una especie de sujeto trascendental
ana16gica e ic6nica. Ana16gica, porque hay algunos que nie-
gan que sea posible interpretar el simbolo; dicen que s610 se que es la televisi6n; que substituyen la lucha por la libertad
puede vivir. Por ejemplo, nunca podremos interpretar un con lag opciones de• compra. Una metafisica que nos Baque de
Ia realidad virtual, 8610 virtual, en la que nos hallamos ence-
simbolo de Otra cultura, s610 p6dremos vivirlo; inclusive los
rrados, que nos desate del hiper-narcisismo de muchos que ge
simbolos de nuestra cultura s610 podremos vivirlos, nunca
sienten atrapados en una escenografia de pacotilla de la co-
expresarlos a otro. Pero son equivoästas, de hecho con pre-
tensiones y exigencias univocistas. Y también hay que evitar municaci6n sin comunicaci6n y sin ninguna salida a las co-
sas. El simbolo puede abrir una puerta hacia 10 real, hacia •la
a los que entienden la interpretad6n de los sfmbolos como un
mero traducirlos a la ciencia o a la filosofia. Es el måximo del naturaleza, hacia la esencia. Una salida pobre, ana16gica, pe-

univocismo, como 10 que se trat6 de hacer en el positivismo ro 10 bastante firme y suficiente para colmar nuegtras ansias.

con los mitos y otros sfmbolos. Mas, ni traducci6n positivista Una metafisica que tome en cuenta GI sfmbolo serå capaz

del simbolo ni inescrutabilidad ocultista de su significado. En


de rescatar al hombre del sinsentido, le darå gentido, mås
allå de la benéfica experiencia .del nihilismo. Tal' vez ese tocar
lugar de eso, vivencia y traducci6n limitadas, ana16gicas, que
s610 Ilegan al limite ana16gico, al limite de las dos exigencias
fondo, en el nihilismo, sea necesario para moverge a buscar y
o aspiraciones. No se trata de buscar en los *imbolos y en los alcanzar algån sentido. Pero el senüio no vendrå del vacfo

mitos o en la poesfa teoriag cientfficag o filos6ficas, ni giquie- sino de 10 Ileno, de la plenitud, y aquf 10 Ileno es el sfmbolo.

ra conceptos explicitamente dados; sino explicitar 10 implici-


Hay un partisanismo y una resistencia oculta y casi secreta
del pensamiento metafisico. El rechazo de las metafisicas
to, dejar que los contenidos vitales que cobijan provoquen
metarrelatos ha exagerado hasta querer derribar toda meta-
concept.os filos6ficos en nosotros, que 'los hagan explfcitos,
que ellos serån los que los podrian traducir sin fraicionarlos fisica, hasta la que no trata de ser metarrelato sino dia-

por completo. relato, algo que no se impone desde arriba, a priori, gino que
asciende a posteriori, desde la humildad de 10 contingente y
fragmentario, por un movimiento ic6nico hacia los principios
6 Cf. Umberto Eco, "La sobreinterpretaci6n de text08", en Interpretaci6n
y las esencias. Admite un fundamento no conocido de manera
y sobreinterpretaci6n, pp. 48 ss.

-2
194 195

dura, no de manera cierta, sino de manera aproximativa,


proporcional, ana16gica. Se olvid6 que 10B conceptos de la me-
tafigica son ana16gicos, que da un conocimiento por analogfa,
XII. BIBLIOGRAFiA
que contiene un saber que no eg completamente Claro y dig-
tinto. Un principio y un fundamento, un arché y una physis
que ge conocen de manera ir6nica, en el pago que produce el
gimbolo. El sfmbolo recoge y manifiegta el impulso de la Vida,
y por ello, 8i se 10 toma en cuenta, puede inyectar a la filoso-
fia esa Vida que le falta. ALCALÅ, Raid, "Tradici6n: un ensayo de interpretaci6n", en
El sfmbolo da Vida a la fe, a la religi6n. La religi6n en los M. Beuchot (comp.), La voz del texto. Polisemia e inter-
limites de la rai6n pura hace que haya estrangulamiento. pretaci6n, Memoria de la Primera Jornadå de Herme-

Pero el sfmbolo nos muestra que se desahoga la oposici6n en- néutica, UNAM, México, 1998, pp. 125-137.
tre fey raz6n. No hay tanta oposici6n. Se oponen en sus per- ALCALÅ, Raid, Hermenéutica, analogia y significado. Dido-
versiones, no en gu puridad. La oposici6n entre 10 sacro y 10 gos con Mauricio Beuchot, Surge, México, 1999.
profano, en la secularizaci6n, Ilega a gu punto de exhauci6n,
ha quedado exhausto. Una hermenéutica ana16gico-ic6nica, APEL, Karl-Otto, "Autocriticq o autoeliminazione della filoso-

atenta al sfmbolo, al significado simb61ico ademås de al signi- fia?', en G. Vattimo (comp.), Filosofia '91, Laterza,

ficado literal, puede evitar que se perviertan, y ayudar a que


Roma-Bari, 1992.
la raz6n Ilegue a la gabidurfa y la fe a la mfgtica, y no la ra- APOSTEL, Leo, "Sintaxis, semåntica y pragmåtica", en Jean
z6n al cienfificismo obtuso y la fe al dogmatismo fanåtico. Piaget (dir.), Tratado de 16gica y conocimiento cientifi-
Ambos fundamentalismos, que matan al hombre, podrån asi co, Nova, Buenos Aires, 1979.
ser superados.
AQUINO, Tomås de, megarias, trad. de Gabriel Ferrer, Facul-
tad de teologfa, Valencia, 1988.

AQUINO, Tomås de, "Piae preces", en Ludovieum Vivös, F.


Fretté y P. Maré, eds., Opera Omnia, nüm. IX., Paris,
1889.

AUBENQUE, Pierre, La prudence chez Aristote, PUF, Paris,


1963.

BÉNICHOU, Paul, El tiempo de los profetas. Doctrinas de la


época romdntica, FCE, México, 1984.

BETI'I, Emilio, Teoria generale dena interpretazione, Giufré,


Milano, 1955.
197
196
BEUCHOT, Mauricio y Edgar Gonzålez Ruiz, Ensayos sobre
BEUCHOT, Mauricio, "Hacerca de la traducci6n (hermenéutica
y pragmåtica)", en Elsa Cecilia Frost, comp., arte de m teoria de
to,
argumentaci6n, Universidad de Guanajua-
Guanajuato, México, 1998.
la traicidn o problemas de traducci6n, UNAM, México,
1992. BOCHENSKI, Inocenzo M., Los métodos actuates del pensa-
miento, 8a. ed., Rialp, Madrid, 1973.
BEUCHOT, Mauricio, "Anålisis semi6tico de la metåfora", en
Acta poetica, nüm. 2, UNAM, México, 1980. CAINO MARTfNEZ, TomåB y R. .Åvila Crespo, eds., Paul Ri-
coeur: los caminos de la interpretacidn. Symposiüm in-
BEUCHOT, Mauricio, "Estructura y funci6n de la metaffsica
ternacional sobre el pensalniento filos6fico de Paul
en la filosofia analftica", en Libro Anual del ISEE, nåm.
coeur, Anthropos, Barcelona, 1991.
8, 1980.
CORBTH, Emerich, Metafisico. Una fundamentaci6n sistemd-
BE.UCHOT, Mauricio, "La filogofia y las ciencias en la filosofia
tica, Ariel, Barcelona, 1964.
analitica y en el tomismo", en Logos, Universidad La
Salle, vol. XI, nüm. 31,. México, 1983. CORETH, Emerich, Cuestioues fundamentales de hermenéuti-
ca, Herder, Barælona, 1972.
BEUCHOT, Mauricio, "La analogia como instrumento 16gico-
gemåntico del discurso religioso», ven Analogia, nåm. 1, CORETH, Emerich, jQué es el hombre? Esquema de una an-
México, 1987. tropologia filos6fica, Herder, Barcelona, 1977.

BEUCHOT, Mauricio, "Una semåntica medieval del discurso CORTINA, Adela, Raz6n comunicativa y responsabilidad soli-

religioso: la significaci6n ana16gica en la escuela tomis• daric, Sigueme, Salamanca, 1988.


ta", enActapoetica, nüm. 8, UNAM, 1987.
COURTÉS, Jean, Introducci6n a la semi6tica narrativa y dis-

BEUCHOT, Mauriü, Hermenéutica, lenguaje e inconsciente, cursiva, Hachette, Buenos Aires, 1980.
Universidad Aut6noma de Puebla, Puebla, 1989.
DASCAL, Marcelo, "Interpretazione ermeneutica e interpreta-
BEUCHOT, Mauricio, "Acerca de la traducci6n (hermenéutica zione pragmatica", en Rivista neoscolastica di filosofia,
y pragmåtica)", en Elsa Cecilia Frost (comp.), El arte nåm. 79, Universita del SaQ•e Coure, Milån, 1987.
de la traici6n o problemas de la traducci6n, UNAM, Mé-
DERRIDA, Jacques, "Postscriptum" a H. Coward y T. Foghay,
xico, 1992.
eds., Derrida and Negative Theology, State University
BEUCHOT, Mauricio, mementos de semi6tica, 2a. ed., Univer- of New York Press, Albany, 1992.
Bidad Veracruzana, Xalapa, 1993.
DOBROSIEISKI, M., "L6gica y en Ch. Perelman, L.
ret6rica",

BEUCHOT, Mauricio, "Naturaleza y operaciones de la herme- Olbrecht8-Tyteca y M. Dobrosielsld, Retdrica y ugica,


néuåca segün Paul Rieoeur", en Pensamiento 50/196, 2a. ed., UNAM, México, 1987.
Madrid, 1994.
ECO, Umberto, Los limites de la interpretaciön, Lumen, Bar-
BEUCHOT, Mauricio, Perfiles esenciales de la hermenéutica, celona, 1992.
2a. ed., UNAM, México, 1999.
198 199

ECO, Umberto, "La sobreinterpretaci6n de textos", en el GREIMAS, Algirdas Julien, Semantica estructurcl, Gredos,
mismo, Interpretaci6n sobreinterpretaci6n, Cam- Madrid, 1973.
bridge University Press, Cambridge, 1995.
GREIMAS, Algirdas Julien, Du sens II, Essais sémiotiques,
FERRARIS, Maurizio, Storia dell 'ermeneutica, 2a. ed. , Bom- seu;l, Paris, 1983.
piani, Milano, 1989.
GREIMAS, Algirdag Julien, 'Qragmåtica y gemi6tica. Observa-
FOOT, P.hilippa, Las virtudes y los vicios, y otros ensayos de fi- ciones epistem016gicag", en G. Hernåndez Aguilar, co-
Zosofia moral,' UNAM, México, 1994. ord., Sentido y significacidn. Andlisis semi6tico de los
conjuntos •significantes, Universidad Aut6noma de
FOUCAULT, Michel, "Qu'est-ce qurun auteur?' en Bulletin de ,

Puebla-Premiå, Puebla, 1987.


la Société Frangaise de Philosophie, nüm. 64, Paris,
1969.
HISPANO, Pedro, Tractatus, frad. de M. Beuchot, UNAM, Mé-
xico, 1986.
GADA.WÆR, Hans-Georg, Verdad y método. Fundamentos de
una hermenéutica filos6fica, Eds. Sfgueme, Salamanca, JOHNSTONE, Henry W. Jr., "Philosophy and argumentum ad
1977.
hominem", en Validity and Rhetoric in Philosophical
GADANfER, Hans-Georg, La herencia •de Europa, Peninsula, Argument. An Outlook in Transition, The Dialog Press
Barcelona, 1990. of Man and World, Uliiversity Park, Pa., 1978.

GADAMER, Hans-Georg, Verdad y método II, Sfgueme, Sala- KILWARDBY, Roberto, De ortu scientiarum, ed., A. G. Judy,
manca, 1992. The Pontifical Institute of Mediaeval Studies, The Bri-
tish Academy-Toronto, Londres, 1976.
GADAMER, Hans-Georg, "The Hermeneutics of Suspicion", en
G. Shapiro y A. Sica, eds., Hermeneutics. Questions KLEN, Melanie, "Simposium sobre enfermedad depresiva.
and Prospects, Universidad de Massachussetts, Una nota sobre la depresi6n en 91 esquizofrénico", en la
Amherst, 1984. misma, El sentimiento de soledad y otros ensayos, 3a.
ed., Hormé-Paid6s, Buenos Aires, 1977.
GARCfA BACCA, Juan David, El poema de Parménides, UNAM,
México, 1945. KLINE, Paul, Fact and Fantasy in Freudian Thory,
Methuen, Londres, 1972.
GARCfA PRADA, José Marfa, "La producci6n del sentido en los
textos", en Estudios Filos6ficos, nüm. 42, Instituto Su-
KOLTENIUK, Miguel, En torno al cardcter cienttfico del psi-

perior de Filosofia, Valladolid, 1993. coandlisis, FCE, México, 1976.

GRACIA, Jorge J. E., Philosophy and its Histou. Issues in IANGER, Susan K., Philosophy in a new key. A study in the
symbolism of Feason, rite, aud art, 10a. reimpr., Mentor
Philosophical Historiography, State University of New
York Press, Albany, 1992. Books, New Ydrk, 1959.

GREINfAS, Algirdas Julien, Du sens I. Essais sémiotiques, LLEDÖ, Emilio, "El horizonte de las formas simb61icas", en
Seuil, Parfs, 1970. I..ænguaje e historia, Ariel, Barcelona, 1978.
200 201

LOPEZ ARANGUREN, José Luis, Ética de feticidad y otros ORTIZ-OSÉS, Andrés, In nueva Nosofia hermenéutica. I-lacia
lenguajes, 2a. ed. Tecnos, Madrid, 1992.
, una raz6n axioUgica posmoderna, Anthropos, Barcelo-
na, 1986.
LÖpm SANTAMARIA, Justino, "A propösito de Alasdair Macln-
tyre: una propuesta polémica, la vuelta a la tradici6n", PALACIOS, Leopoldo Eulogio, "La analogfa de la 16gica y la
en Estudios filos6ficos, nåm. 42, Instituto Suberior de prudencia en Juan de Santo TomåB" en Ciencia Tomis-
,

Filosoffa, Valladolid, 1993. to, nüm. 99, San Esteban, Salmanca, 1945.

MACINTYRE, Alasdair, Tres versiones rivales de La éticc Enci- PASCAL, Blaise, gDe l.'esprit géométrique et de l'art de per-
clopedia, genealogtay tradici6n, Rialp, Madrid, 1992. suaded', en Oeuvres computes, Seuil, Paris, 1963.

MACEIRAS FAFLÅN, Manuel y Julio Trebolle Barrera, La her- PAZ, Octavio, Los hijos del limo, Seix Barral, Barcelona-
menéutica contemporånec, Cincel-Kapelusz, Madrid, Bogotå, 1990.
1990.
PEGUEROLES, Juan, "El ser y la verdad en la hermenéutica de
MACKENZIE, Jim, "Confirmation of a Conjecture of Peter of Gadamer", en Espiritu, vol. 43, nåm. 109, Barcelona,
Spain concerning Question-Begging Arguments", en 1994.
Journal of Philosophical Logic, nüm. 13, Reidel, Dor-
drecht, 1984.
PERELMAN, Chaim, "La nouvelle rhétorique comme théorie
philosophique de Itargumentation", en Memorias del
MIER, Raimundo, Introducci6n at. andisis de textos, Terra NII Congreso InternacionaJ de Filosoßa, VOL V, UNAM,
Nova-UAM•X, México, 1984. México, 1964. 5

MONSALVE, Alfonso, Teorta de argumentaci6n. Un trabajo PERELMAN, Chaim, Le champ de Vargumentction, Presses
sobre,el pensamiento de Perelman y Lucie Ol- Universitaires de Bruxelles, Bruselas, 1970.
brechts-O'tæa, Universidad de Antioquia, Medellin,
1992. PERELMAN, Chaim, Droit, morale et philosophie, 2a. ed. , Bi•
bliothöque de Philosophie du Droit, Paris, 1976,
MORATALLA, Agustfn Domingo, EL arte de poder no tener ra-
z6n. La hermenéutica dia16gico de H. G. Gadamer, Pue
PERELMAN, Chaim, L'empire rhétorique-Rhétoiique et argu-
mentation, Vrin, Parfs, 1977.
blicaciones Universidad Pontificia de Salamanca, Sa-
lamanca, 1991. PERELMAN, Chaim y Lucie Olbrechts-Tyteca, "La nouvelle
rhétorique", en Les études philosophiques, enero•
MOULINES, Carlos Ulises, g La filosoffa de la ciencia como dis-
marzo, Parfs, 1956.
ciplina hermenéutica", en Isegoria, nåm. 12, Consejo
Superior de Investigaciones Cientfficas, Madrid, 1995. PERELMAN, Chaim y Lucie Olbrechts-Tyteca, Traité de Var-
gumentation. La nouvelle rhétorique, 4a. ed., Editions
ORTIZ•OSÉS, Andrés, Mundo, hombre y lenguaje critico. Estu-
de l'Université de Bruxelles, Bruselas, 1983.
dios de Nosoff.a hermenéutico, Sfgueme, Salamanca,
1976.
202 203

PRADA OROPBA, Renato, "Las relaciones entre la semi6tica y RIGHI, Giovanni, Historio de 1.0 filoLogio cldsico, Labor, Bare
Ia hermenéutica", en Semiosis nåm. 21, Universidad celona, 1970.
Veracruzana, Xalapa, 1988.
ROSEN, Stanley, Hermeneutics as Politics, Odéon, Oxford,
QUEZADA MACCHIAVELLO, Öscar, Semi6tica generativm Bases 1988.
te6ricas, Universidad de Lima, Lima, 1991.
ROSENBLUETH, Arturo, Mente cerebro, 2a. ed, Siglo XXI,
RAMfREZ, Santiago Marfa, De anotogia, Consejo Superior de México, 1971.
Investigaciones Cientfficas, Madrid, 1963, 4 vols.
RYLE, Gilbert, "iPuede ensefiarse la virtud?", en R. F. Dear-
REALE, Giovanni y Dario Antiseri, Historia del pensamiento den, P. H. Hirst y R. S. Peters, eds., Educaci6n y desa-
filos6fico y ciCLtiFco, Herders Barcelona, 1988. rrollo de raz6n. Formaci6n del sentido critico, Nar-
cea, Madrid, 1982.
RICOEUR, Paul, Freud: uno interpretaci6n de to cultura, Siglo
m, México, 1973 ea. ed.). SAN VfCTOR, Hugo •de, Didascalicon, VIII: De tribus diebus,
PL, 176, 184, Migne, Paris, 1852.
RICOEUR, Paul, 'trlhe Narrative Function", en J. B. Thompson,
ed„ Pout Ricoeur. Hermeneutics md
the Human Siences, SCHLEIERMACHER, Friedrich D. E. "The Aphorisms on Her-
,

Cambridge University Press-Eds. de la Maison des Scien- meneutics from 1805 and 1809/10', en G. L. Ormiston
ces de l'Homme, Cambridge-Paris, 1982. y A D. Schrift, eds., The hameneuüc Tradition. From
Ast to Ricoeur, State University of New. York Press, Al-
RICOEUR, Paul, Tempo y narraci6n, Ediciones Cristiandad,
bany, 1990.
Madrid, 1987.
SCHENCK, Hans G., El esptritu de Los romånticos europeos,
RICOEUR, Paul, 'La gramåtica narrativa de Greimas", en G.
FOE, México, 1983.
Hernåndez Aguilar, coord., Sentido y significaci6n.
Andiisis •semidtico de los conjuntos significantes, Uni- SEBEOK, Thomas A y J. 1.nLKER-SEBEOK, U«Ya conoce Us-
versidad Aut6noma de Puebla-Premiå, Puebla, 1987. ted mi método»: •una confrontaci6n entre Charles S.

RICOEUR, Paul, "En&e hermenéutica y semi6tica", en Escri-


Peirce y Sherlock Holmes", en U. Eco y 'Ih. A Sebeok,
eds., El signo de los tres. Dupin, Holmes, Peirce, Lu-
tos, nåm. •7, Revista del Centro de Ciencias del Len•
men, Barcelona, 1989.
guaje, Universidad Aut6noma de Puebla, Puebla, 199 L
SEBEOK, Ihomas A, Signos: una introducci6n a la semi6tica,
RICOEUR, Paul, Amor y justicia,Caparr6s, Madrid, 1993.
Paidås, 1996.
RICOBUR, Paul, "De le métaphysique å la morale", en Revue
SOSA, Ernesto, Conocimiento y virtud intelætud, UNAM.FCE,
de Métdphysique et de Morale, nam 4 (98), Parfs, 1993.
México, 1992.
RICOEUR, Paul, Teorta de Ia interpretaci6n. Discurso y exce;
dente Siglo m-U1iivérsidad Iberöamerica-
SOTO, Dcmingo de; Summulae, DominicuFi . PQMtonariis,
Salmanca, 1575.
na, México, 1995.
TAINE, Hip61itD, Stuart Milt, Americalee, Buenos Aires, 1944.
204
ITACA
TOCCO, Guillermo de, "Vita Sancti Thoma? Aquinatis", en D.
Prümmer, ed. , Fontes vitae S. Thomae, Le Saulchoir, SAMUEL ARRIARÅN MARfA ELENA SANCHE AZUARA
Saint Maximin•Var, 1937. La fåbula de la identidad Del yo al nosotros.
perdida Ins fen6menos grupales
TRfAS, Eugenio, "Estética del sfmbolo", en Pensar La religi6n, en el grupo de isicodrama
SAMUEL ARRIARÅN
EnsayosDestino, Barcelona, 1997. Y MAURICIO BEUCHOT ADOLFO SANCHE VÅZQUÆ
Filosofia, neobarroco De Marx al marxismo
VA'ITIMO, Gianni, Ética de la interpretaci6n, Paidås, Barcelo-
y mqlticulturalismo en América Latina
na, 1991.
MAURICIO BEUCHOT ADOLFO SANCHE VAZQUE
VATTIMO, Gianni, "Metafisica, violencia, secularizaci6n", en Nuevo tratado de El valor del socialismo
Gianni Vattimo comp. La secularizcci6n de La filoso@
, hermenéutica ana16gica
MA. DE LA CONCEPCION TONDA
Hermenéutica y posmodernidad, Gedisa, Barcelona, ARMANDO BARTRA En torno al marxismo
1992. 1968: el mayo de la revoluciån de Mariåtegui

BOLWAR ECHEVERRfA TALLER DE ARTE E IDEOLOGfA


VATI'IMO, Gianni, gMétaphysique et violence. Questions de
Definiciån de la cultura Desconstruir y rearmar la naciön
méthode", en Archives de Philosophie, nüm. 57, Beau-
AURORA ELIZONDO JORGE VERNA
chesne, Parfs, 1994. Las trampas de la identidad IA subsunciån real del consumo
VELASCO GOMEZ, Ambrosio, "La hermeneutizaci6n de la filo-
en un mundo de mujeres bajo el capital en la

JOSÉ FERRARO posmodernidad


soffa de la ciencia contemporånea", en Diånoio, vol.
y los Manuscritos de 1844
m, 1995. iTraicion6 Engels
la dialéctica de Marx? JORGE VERAZA
VELASCO GOMEZ, Ambrosio, "Universalismo y relativismo en Praxis y dialéctica de la
JOSÉ mRARO •

naturaleza en la posmodernidad
los sentidos filos6ficos de «Tradici6n»", en Didnoic, Introducciån al pensamiento
nåm. 43, UNAM, México, 1997. de Marx y Engels JORGE VERA%Q
Leer nuestrd tiempo. Leer el
JOSÉ FERRARO
VELASCO GåMN, Ambrosio, "El concepto de tradici6n en filo- Manifiesto. A 150 aios de la
Libertad y determinismo en la
soffa de la ciencia y en la hermenéutica filos6fica", en publicaci6n del Manifiesto del
historia segån Marx y Engels
Partido Comunista
Ambrosio Velasco G6mez, comp.,. Racionalidad y cam-
ENRIQUE GARCfA MÅRQUD,
bio cienttfico, UNAM-Paid6s, México, 1997. JORGE VnAZA
MAX ORTEGA Y ANA ALICIA
Revoluci6n mundial y medida
SOLfs DE ALBA
VELASCO GåMB, Ambrosio, "Interpretaci6n, heurfstica y ra- La sucesi6n presidencial
A 150 anos
geopolftica de capital.
de la revoluci6n de 1848
cionalidad", en M. Beuchot (comp.), La t,oz del texto. en el afo 2000
Polisemia e interpretaci6n, Memoria de La Primero ALBERTO HfJAR
J0RGE Vm.AZA
Perfil del traidor: Santa Anna
Jornada de HermenÆutico, UNAM, Mé>dco, 1998. Introducciån al neoliberalismo
en la conciencia nacional

WAHL, Jean, "Histoire de l'argumentation philosophique", en MAX ORTEGA Y ANA ALICIA


VARIOS AUTORES
SOLfs DE ALBA
Symposium sobre argumentaci6n filos6fica, UNAM, . Las jornadas del Manifiesto.
Estado, crisis
México, 1963. A 150 anos de la publicaci6n del
y reorganizaci6n sindical
Manifiesto del Partido Comunista

También podría gustarte