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independiente del placer sexual, más allá de la frecuencia con la que se practique,
y que genera problemas en cómo nos relacionamos con el entorno, tal y como sostiene
Carme Sánchez, responsable de Psicología Clínica y Sexología del Instituto de
Urología Serrate & Ribal en Barcelona.
Con respecto a si los criterios son distintos entre sexos, esta psicóloga advierte
que la masturbación compulsiva suele ser “más prevalente en hombres que en mujeres
y presenta una elevada comorbilidad con otras patologías psiquiátricas como
trastornos del estado de ánimo como la depresión, la ansiedad, por el uso de
sustancias o por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)”.
Por tanto, para llegar al segundo caso, la persona deberá detectar componentes de
descontrol y dependencia evidentes: “Si interfiere en las relaciones de pareja o
sociales como, por ejemplo, si la persona prefiere quedarse en casa y aislarse, en
lugar de quedar con su pareja, tener relaciones sexuales con ella o salir con
amistades, o si se ausenta del trabajo para masturbarse”, detalla Sánchez.
Por otra parte, hay otros indicadores físicos que nos pueden ayudar a detectar si
la masturbación es compulsiva como “irritaciones en el prepucio o dolor en el pene
en el caso de los hombres y en el caso de las mujeres malestar acusado en la vulva,
en la parte externa del clítoris o interna de la vagina”, expone esta especialista
y añade: “Sin olvidar el cansancio o fatiga en general, no solo a nivel sexual”.