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Familia Negocio
Cómo superar las cosas “de las que ni se habla”; en veinte años de
historia familiar siempre aparecen algunos temas difíciles de discutir.
Ejemplos: dinero, propiedad, ciertos miembros de la familia, ciertos
hechos, la justificación de la toma de ciertas decisiones, hechos
percibidos como injusticias, acontecimientos vergonzosos. Estos temas
representan enormes agujeros negros emocionales y de comunicación.
Todas las familias tienen ciertas cosas “de las que no se habla” y que
constituyen barreras para que los familiares puedan desarrollar buenas
relaciones mutuas. Curiosamente, cuando no se habla de algo, ese algo
toma mayor energía relativa, y crece su importancia para la familia.
Las familias difieren enormemente en su capacidad para mantener vías
de comunicación franca, directa y positiva. Algunas lo hacen muy bien y
solo tienen problemas con algunos temas. Otras se desempeñan
bastante bien, resuelven problemas comunes y toman decisiones. Pero
hay familias que prácticamente no pueden hablar de ningún tema algo
más crítico que las condiciones climáticas. En muchísimas familias las
interacciones se caracterizan por una superficialidad casi tangible.
A algunas personas les parecen que si evitan constantemente tocar algún
tema sensible podrán mantener la armonía y la estabilidad de las
relaciones, pero esta actitud tiene costes muy elevados en el largo plazo,
como por ejemplo la indiferencia y los futuros malentendidos. Las
familias pueden, sin embargo, aprender a construir un foro de discusión,
con buenas reglas básicas, para explorar los temas difíciles. Pero casi
siempre las reuniones familiares son demasiado informales y
desestructuradas para que esto sea posible.
El asesor tiene que llevar a cabo por lo menos dos tareas importantes;
reconocer los agujeros negros que están impidiendo la implantación de
buenas prácticas de negocios y crear un foro en el cual puedan ser
superados constructivamente. No son tareas fáciles por cierto. Detectar
algo-mejor dicho reconocer su ausencia- requiere cierto grado de
intuición y una gran capacidad de establecer conexiones entre señales y
claves diversas. Y responder eficazmente suele ser aún más difícil. Por
definición, nadie se siente cómodo abordando temas de los que no se
habla. Hay un alto riesgo de herir los sentimientos de las personas que a
veces no pueden superar sus miedos. Tal vez las conversaciones
anteriores hayan tenido consecuencia negativas y pocas personas
quieren correr el riesgo de repetir una experiencia desagradable.
Sin embargo, los asesores pueden elegir entre diversos métodos. Pueden
crear un foro familiar que se reúna regularmente. Pueden recomendarle
a la familia que contrate a un especialista de proceso- como por ejemplo
un consultor de comunicaciones, un psicólogo, un terapeuta de familia,
un consultor de desarrollo organizacional- para que organice una sesión
sobre mejora de la comunicación interpersonal. Ahora bien, lograr
concretar esa reunión requiere capacitación y experiencia y eso no puede
aprenderse leyendo un libro o experimentando con una sola familia.
Evitar la comunicación triángulo; la formulación de triángulos y la falta de
comunicación directa son otros impedimentos a la buena comunicación
entre las personas. Dicho simplemente, los triángulos se producen
cuando dos personas sienten que hay tensión en su relación y que tienen
dificultades para comunicarse directamente. Entonces convencen a otra
persona para que establezca la comunicación. Casi siempre esta
intermediación es interpretada como una alianza con una de las
personas, y la ira que esa persona tiene se transmite al intermediario,
que luego trata de lograr que la otra parte cambie.
Cuando se forma un triángulo, es raro que la comunicación entre las dos
personas iniciales mejore. En realidad, los triángulos tienden a perpetuar
una falta de comunicación directa. Además, los individuos que actúan
como intermediarios suelen terminar por tener un desentendimiento con
una de las partes, lo que sólo sirve para empeorar la situación. También
puede suceder que se alejen de ambas partes.
Nosotros recomendamos a los asesores que se mantengan alejados de
los triángulos. Y les ofrecemos las siguientes sugerencias para que
puedan hacerlo:
1. Cuando alguien expone un problema acerca de una tercera
persona, escuche con simpatía pero no se involucre.
2. Sea un instructor, ayude a la persona que acude a usted a dar
una respuesta constructiva a la tercera parte en cuestión.
3. Recuerde que el intermediario es “bombardeado” por ambos
lados y sólo puede perpetuar una relación disfuncional.
4. En ninguna circunstancia se convierta en un intermediario que
lleva mensajes de una persona a otra.
Descongelar los problemas emocionales congelados; muchas familias
tienen problemas porque una cuestión emocional se congeló en el
pasado, y no se le permite que aparezca y siga su curso. Esto es así sobre
todo cuando el caso implica a una persona que ya ha muerto. Suele
suceder que los miembros de una familia no hayan resuelto las
desinteligencias que tenían pendientes con la persona fallecida. Si bien el
problema ya es historia, el individuo sigue afectado por él.
No está en absoluto claro que se puede hacer en el presente para
arreglar algo que sucedió en el pasado. La situación es como tener
picazón y no poder rascarse. Es difícil detectar las situaciones de este
tipo, porque un episodio así es una de las incontables influencias que
forman parte del repertorio emocional y de comportamiento del
individuo. Una señal que indica la existencia de un hecho pasado
conflictivo es que recurrentemente el tema aparece de diferentes
maneras, por lo general fuera de contexto y con una carga emocional
indebida.
Es importante comprender que un individuo puede no darse cuenta de
que tiene un problema emocional congelado. Cuando un hijo tiene un
problema emocional congelado con uno de sus progenitores que ya
murió, la posibilidad de resolver satisfactoriamente la cuestión es
remota, porque la persona ya no está para explicarse con ella. En esta
situación, el individuo haría mejor en trabajar con un psicoterapeuta
competente.
También se generan problemas cuando una cuestión no resuelta se
transfiere de la familia a la empresa. Por ejemplo, una familia tenía la
pauta de comportamiento de cuidar del hermano menor, el benjamín de
la familia. Cuando la persona ingresó en la firma la conducta de los otros
no cambió, los hermanos mayores creían protegerlo porque no le
confiaban grandes responsabilidades y porque no esperaban demasiado
de él. El joven desempeñaba su parte siendo un irresponsable y
comportándose como un niño. Esa pauta familiar tuvo efectos
perjudiciales sobre la firma e impidió el crecimiento del individuo. Un
asesor podría haberle encomendado tareas específicas y haberlo hecho
responsable. Y si no se puede lograr que la persona se desempeñe así
dentro de la empresa familiar, entonces no debe permanecer en ella.
Equilibrar confrontación y justicia; es frecuente que una familia no pueda
resolver sus dificultades porque los individuos no son muy diestros en el
ejercicio de la confrontación productiva y la resolución de conflictos. Esas
personas actúan según un modelo que desarrollaron en la infancia,
salirse con la suya o armar un escándalo. Es difícil empezar a clarificar
conflictos y reconstruir relaciones cuando los miembros de la familia no
pueden enfrentar constructivamente los temas sensibles.
Muchas discrepancias entre familias giran alrededor del tema de la
justicia. Por lo general los niños crecen esperando un trato justo dentro
de la familia, pero a veces conciben expectativas irreales acerca de lo que
significa eso en la adultez.
Aun cuando estas reglas acerca de la justicia y el trato justo son
implícitas, dentro de una familia se convierten en la norma. Y cada hijo
aprende a aplicarla sagazmente en cualquier situación.
Un asesor puede ser enormemente útil si puntualiza que justicia no
significa necesariamente igualdad, cuando están en juego el desempeño,
la responsabilidad y la remuneración.