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Créditos

Coordinador del proyecto


Grupo TH
Traductora
NanRebelle
Correctora
Isolde
Portada y edición
Roskyy

¡Y no olvides comprar a los autores, sin ellos no podríamos


disfrutar de tan preciosas historias!

2
Serie Confesiones

Robbie#1
Julien#2
Priest#3
The Princess, The Prick & The Priest#4

3
SINOPSIS

Todos decían que nuestro amor no funcionaría.


Que era demasiado difícil, demasiado complicado, demasiado
desordenado.
Oh, cómo disfruto demostrando que todos están equivocados.

Mis hombres son inteligentes, sexys, sofisticados y, sobre


todo, están locos por mí.
El único problema es tratar de explicárselo a mi gran familia
italiana.

Pero después de todo lo que hemos pasado, nos merecemos


un felices para siempre. Y si hay algo que sé de mis chicos, es
que siempre se las arreglan para tener algunas sorpresas bajo
la manga.

4
DEDICATORIA

Por los tres hombres que rompieron todas las reglas.


Me hiciste creer.
Has hecho creer a otros. Ahora sé feliz, y ama libremente.
Te echaré de menos.

Xx Ella

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CAPÍTULO UNO

No estoy seguro de por qué todo el mundo teme tener treinta


y tantos años.
Por lo que a mí respecta, va a ser la mejor década de la
historia ~ Robbie

Seis meses después...

—AMORES, ESTOY EN CASA, —dijo Robbie Bianchi a sus


novios, mientras hacía malabares con varias bolsas de la
compra en una mano y pateaba la puerta principal detrás de
él. Metió las llaves de su coche en el bolsillo de su pantalón
corto, y mientras emparejaba lo que llevaba, subió por las
escaleras que lo llevaron al primer piso de su nueva casa.
Con la misma sonrisa en la cara con la que se había ido
esa mañana, Robbie se dirigió a través de los suelos de
madera, pasando el comedor, y hacia la cocina, donde vio una
nota esperándolo: Estamos arriba, princesse. Ven a buscarnos
cuando llegues a casa.
Robbie sonrió a la desordenada corona dibujada sobre la i
en princesse, pero luego hizo rápidamente lo que se le dijo.
Con una mano sobre la barandilla de acero, tomó los escalones
de dos en dos, al llegar al segundo piso donde se encontraba
el dormitorio, caminó hacia adentro para encontrarlo vacío,
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excepto por los peces que nadaban alrededor del tanque que
estaba alineado en la pared que daba a su cama.
Dejando caer sus bolsas de la compra en el extremo del
colchón, Robbie se dirigió al último piso, donde sabía que sus
hombres lo estaban esperando. Abrió la puerta de cristal que
conducía a la terraza del ático, cuando salió los cálidos rayos
del sol lo bañaron, Robbie respiró aire fresco.
Ah, siempre le ha encantado el verano. Todo sobre él. El
sol, el olor de la hierba recién cortada y la ropa -o la falta de
ella- pensó Robbie, mientras se acercaba al borde de su
camiseta blanca de tirantes y se la llevaba a la cabeza.
Mientras lo metía en la parte trasera de sus pantalones
cortos, Robbie miró la amplia terraza, sus ojos sobre el piso de
madera, el jacuzzi en la esquina, y el agua brillante de la piscina
rodeada por el verdor en maceta que bordeaba su oasis en el
techo.
Este espacio había sido el punto culminante para la
decisión de compra para los tres cuando tomaron la decisión
de dejar el condominio después de lo que había pasado allí con
Jimmy. Era el lugar perfecto para que Julien se relajara e
hiciera su yoga, para Priest, a quien le encantaba un buen baño
para despejar su mente, y para Robbie, para quien todo se
trataba de la calma que obtenía al ver finalmente a sus
hombres felices y en paz. Y así fue exactamente como encontró
a uno de ellos ahora mismo. Allí, extendida en una de las
tumbonas, estaba la nueva razón por la que a Robbie le
encantaba el verano -un casi- desnudo Julien Thornton.
Vestido con un pequeño traje de baño negro tan apretado
que solo deja un poco -muy bien, nada- a la imaginación, lo
único que Julien llevaba puestos eran unas gafas de sol de
Aviador. Su rica piel de color oliva brillaba con gotas de agua
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mientras yacía tendido con las manos detrás de la cabeza, y
oh, Dios mío, era un festín para los ojos.
Mientras Robbie caminaba hasta el final de la tumbona,
sus ojos deambulaban por las piernas tonificadas de Julien
hasta sus muslos musculosos, y terminaban con el
abultamiento de ese material apretado que se ahuecaba como
un guante.
Oh sí, esto era sin duda la mejor parte del verano ahora,
y por suerte para Robbie y Priest, el bronceado era uno de los
pasatiempos favoritos de su sexy francés.
—Bonjour, princesse1. —La voz en tono meloso de Julien
envolvía a Robbie, informándole de que lo habían pillado
mirando. Pero no le importaba, ni un poquito.
—Un segundo, por favor. Me estoy concentrando aquí —
dijo Robbie, con la mirada hacia arriba todo lo que podía ver
para finalmente aterrizar en la cara de Julien—. Ahora, lo
siento, ¿qué estabas diciendo?
Julien se rio mientras Robbie caminaba a su lado. —
Bonjour, princesse.
—Ah, sí —dijo Robbie, y se inclinó para besar a Julien—.
Bonjour, Jules.
Robbie fue a enderezarse, pero antes de que se alejara
demasiado, Julien se agarró de la nuca y se levantó para recibir
un beso más profundo. Los labios de Robbie se separaron, y
Julien metió la lengua dentro, haciendo que la polla de Robbie
se sacudiera para llamar la atención, mientras apoyaba su
mano en la parte de atrás de la tumbona y se hundía en lo
delicioso que era todo Julien.

1
Buenos días, princesa.
8
—Mmm —dijo Julien contra la boca de Robbie—. Te
extrañamos, cumpleañero.
—Bien. —Robbie le mordió el labio inferior a Julien—. Así
es como me gusta. Vosotros dos aquí en casa, suspirando por
mí.
—Niño descarado —dijo Julien, y se movió en su tumbona
para que Robbie pudiera sentarse a su lado—. Sabes a fresas.
—Fresas y crema —dijo Robbie con un guiño—. No olvides
la mejor parte. El me lo dio con mi regalo de cumpleaños. Es
mi favorito.
—El mío también —dijo Julien, y se deslizó la lengua por
todo el labio inferior—. ¿Tuviste un buen almuerzo con Elliot?
—Lo tuve. Me compré un nuevo par de shorts de natación
—dijo Robbie, y los labios de Julien se curvaron—. ¿Lo hiciste
ahora?
—Mmmm.
—¿Entonces por qué no estás en ellos? —dijo Julien
mientras sus ojos se movían hacia los shorts morados de
Robbie con flamencos blancos.
Robbie sonrió. —Acabo de llegar a casa, Sr. Thornton. Al
menos déjame ir a saludar antes de desnudarme. ¡Cielos!
Cualquiera pensaría que sólo me quieres por mi cuerpo.
Julien se sentó hacia adelante y le dio un golpecito en la
nariz a Robbie. —Entonces sería estúpido. Te quiero por
muchas razones, princesse. Una de las cuales, no puedo negar,
es tu encantador cuerpo.
Robbie se mordió el labio cuando Julien pasó un dedo por
el centro del pecho desnudo de Robbie. Luego tomó el brazo de
Robbie y lo levantó, mirando la nueva correa de cuero que
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estaba enrollada alrededor de su muñeca derecha. —¿Te
gusta?
Julien acarició sus dedos sobre el cuero trenzado y asintió.
—Me gusta. Es hermosa.
—¿Verdad? —Dijo Robbie, y miró el regalo que Elliot le
había dado—. La he estado mirando desde siempre. No puedo
creer que lo recordara.
—No me sorprende. Es un buen amigo.
—Sí, bueno, supongo que sí, —dijo Robbie—. A pesar de
toda la mierda que me dio por cumplir finalmente el gran 3-0.
—¿Pero puedes culparlo, princesse? Apenas pareces un
día mayor de veinticinco.
—Bueno, está bien. Lo acepto, —dijo Robbie, alardeando
con el cumplido, a pesar de que en realidad no le molestaba
cumplir los treinta años. De hecho, por lo que a él respecta,
este fue el comienzo de un nuevo Robert Bianchi.
Así es, perras. La mejor década de la historia, a la vuelta
de la esquina.
—¿Dónde está Priest? —dijo Robbie—. Me prometió que
no iba a trabajar este fin de semana.
—Y no lo estoy.
Robbie miró por encima de su hombro para ver a Joel
Priestley -la persona desaparecida de esta conversación-
caminando a través de la cubierta hacia ellos en un par de
pantalones cortos de color verde cazador y una camiseta de
tirantes negra que mostraba la musculatura de sus brazos.
Llevaba chanclas puestas, un par de gafas de sol en su sitio y,
cuando la luz del sol se apoderó de su pelo, hizo que los dos
hombres lo miraran con la mirada perdida.
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Priest se detuvo junto a Robbie, se inclinó, le dio un beso
en los labios a Robbie y le dijo: —Estaba en el baño
cambiándome de ropa para poder ir a nadar.
—Bueno, no tenías que ponerte pantalones cortos para mi
beneficio, —dijo Robbie—. Podrías haberte desnudado. O mejor
aún, podrías haber esperado a que te desenvuelva. Quiero
decir, es mi trabajo y mi cumpleaños.
—No estabas aquí, y aún no es tu cumpleaños, —le
recordó Priest—. Nos dijiste que el 11 de agosto a las diez de
la noche.
—Por supuesto que lo recuerdas.
—Por supuesto que sí, —dijo Priest—. No hay nada
olvidable en ti.
El estómago de Robbie se volvió loco con el comentario.
¿Se acostumbraría a que la gente lo ame de la forma en que lo
hacen estos dos? ¿Como si fuera tan natural para ellos como
respirar? Robbie no estaba seguro. Todavía se sentía tan…
irreal para él.
—Oh, y Julien, —dijo Priest, mientras se quitaba la
camiseta—. Sabes que atormentarnos a los dos tirados en traje
de baño todos los días al final te va a pasar la factura, ¿tú lo
sabes?
La polla de Robbie pasó de alerta a ser una roca dura en
un instante ante esa amenaza. Sin mencionar la mirada en los
ojos de Priest mientras se posaban sobre su marido. Robbie se
giró para mirar al hombre estirado detrás de él, y cuando Julien
empujó sus gafas de sol sobre su cabeza, la mirada acalorada
en esa mirada de jade hizo que Robbie se acariciara a sí mismo.

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—Eso espero, mon amour2. Ciertamente no los llevo para
mi beneficio.
—Eh eh —dijo Priest, y Robbie soltó un suave gemido y
se puso de pie.
Después de horas lejos de estos dos, Robbie quería
desnudarse allí mismo y exigir que alguien le hiciera algo, o
viceversa. Pero con el sol de la tarde ardiendo, no pensó que a
ninguno de ellos le gustara la idea de quemarse con el sol
donde ellos preferirían… mmm no. Así que el mejor curso de
acción era ir a cambiarse para poder meterse en la maldita
piscina.
—Volveré en un minuto —dijo Robbie mientras pasaba al
lado de Priest y se pasó los dedos por el pecho—. Voy a ir a
cambiarme con mi nuevo traje de baño.
—Mm, haz eso —dijo Priest, y luego miró a Julien—. Y
ahora que el cumpleañero está en casa, ¿por qué no
empezamos la tarde? Déjame ir a buscar un trago antes de
meterme en la piscina.
—Oh, puedo hacer eso —dijo Julien, pero Priest se inclinó
y lo besó en la boca—. No te muevas de aquí. Si bajas, ninguno
de nosotros volverá a subir.
—Probablemente tengas razón, —estuvo de acuerdo
Julien—. Vuelve pronto, entonces.
—¿Contigo esperando aquí vestido así? —preguntó
Robbie—. Cuenta con ello.

2
Mi amor.
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PRIEST PALMEÓ A ROBBIE en el culo cuando la puerta se cerró
detrás de ellos y se dirigieron hacia abajo. Robbie desapareció
en el dormitorio, y Priest continuó bajando hasta que estaba en
la cocina haciendo una sangría para los tres.
Mientras abría el congelador para sacar algo de hielo,
escuchó a Robbie poner algo de música y sonrió ante el
palpitante ritmo que ahora venía del dormitorio. Era, en una
palabra, horrible. Sin embargo, era una de las cosas que
esperaba oír todos los días.
Priest siempre estará agradecido por el hombre que
probablemente estaba bailando en la habitación de arriba, y
por el que se estaba relajando en su terraza, con momentos
como éste que le recordaron lo afortunado que era por tenerlos
en su vida, y lo cerca que había estado de perderlos a los dos.
La mayoría de los días, los tres volvieron a una rutina
bastante normal. Bueno, tan normal como la gente podría ser
después de que uno fue secuestrado, el otro fue herido con un
disparo, y el otro se quedaba esperando para saber el resultado
de una noche tan horrible.
Pero una vez que se enteraron con certeza de la muerte
de Jimmy, decidieron que necesitaban un nuevo comienzo, y
después de encontrar este lugar, los tres habían comenzado a
establecer una sensación de seguridad de nuevo. Una base
estable en la que finalmente podían cultivar y hacer crecer esta
relación entre ellos. Algo que el Priest y Julien planearon
discutir con Robbie sobre este tema este fin de semana.
Priest puso las bebidas en una bandeja y, después de
limpiar, subió a ver si Robbie estaba listo. A medida que se
acercaba al dormitorio, la música se hacía más fuerte, y cuando

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entró, la vista que lo saludaba tenía a Priest deteniéndose en
su camino.
De rodillas, con su delicioso trasero en el aire, Robbie
estaba mirando debajo de la cama en busca de algo. Priest dejó
la bandeja en el tocador y caminó por el suelo de madera, y
una vez que estuvo directamente detrás de Robbie, dijo: —
¿Perdiste algo?
La cabeza de Robbie se levantó mientras miraba a Priest
por encima de su hombro, y luego frunció el ceño. —Sí, mis
sandalias. ¿Las has visto? —No, no, no lo había hecho. Pero eso
no impidió que Priest dijera: —Creo que el otro día las vi en el
lado de Julien de la cama.
Mentira. Era simplemente mentiras. Pero con el culo
apretado de Robbie a la vista, salvo la tira de material que lo
divide en dos, ¿podría alguien culparlo? Y las palabras de Priest
tuvieron el efecto deseado. Robbie regresó a sus manos y
rodillas y se arrastró lentamente alrededor del pie de la cama
hasta el lado de Julien.
—No las veo, —se quejó Robbie, pero Priest había dejado
de escuchar—. ¿Priest? ¿Priest? Yo no.… —Mientras Robbie
miraba hacia atrás y se daba cuenta de dónde estaba
concentrado Priest, Robbie arqueó una ceja—. ¿De verdad viste
mis sandalias aquí abajo?
—¿Qué te parece? —dijo Priest, mientras Robbie se ponía
de pie y se pavoneaba hacia él.
—Creo —dijo Robbie, y se lamió el labio inferior— que te
gustan mi traje de baño que compré hoy.
—¿Robert?
—¿Sí, Priest?

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—Estos no son trajes de baño. No tienen nada atrás de
ellos.
—Hay una parte trasera —dijo Robbie, para luego girar
lentamente hasta que la suya, muy desnuda, estaba a sólo
unos centímetros de Priest—. Mi trasero.
Priest colocó sus manos en las caderas de Robbie, y luego
lo jaló hacia atrás para que encajara su longitud de
endurecimiento contra la delgada tira de material que se
encontraba entre las nalgas de Robbie. —¿Julien ya ha visto
esto? —gruñó Priest.
—No, —dijo Robbie, mientras se retorcía contra la polla de
Priest, y Priest clavó sus dedos en la carne suave de Robbie y
lo hizo girar—. Los compré especialmente para mi cumpleaños.
¿Te gustan?
Priest llevó a Robbie hacia atrás hasta que su trasero
golpeó la pared. —¿No te das cuenta?
Robbie dirigió una mirada traviesa a Priest desde debajo
de sus pestañas. —Puedo, pero un hombre nunca se cansa de
oír las palabras.
Robbie cogió el botón de los pantalones cortos de Priest,
pero Priest fue más rápido. Enrolló sus dedos alrededor de la
mano errante de Robbie y la colocó sobre su cabeza, clavándola
en la pared. Luego hizo lo mismo con la otra, hasta que la
pequeña descarada estaba segura.
—No me gustan —dijo Priest, y bajó la boca hasta que se
oyó un susurro por encima de la de Robbie: —Me encantan. Tu
traje de baño, tu brillo labial, esta música horrible.
—Pero sobre todo... —los ojos azules de Robbie se
oscurecieron cuando Priest tocó la correa de cuero en su
muñeca—. Me encanta que seas mío y de Julien.
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Robbie tembló, y Priest se inclinó y arrastró su lengua a lo
largo del bíceps de Robbie hasta el codo. —Ah.... Mierda, Priest
—dijo Robbie, mientras su cabeza caía de espaldas contra la
pared, y Priest mordió la tierna piel del brazo de Robbie.
Robbie giró sus caderas hacia adelante, frotando su
erección contra el muslo de Priest, y cuando se le escapó un
gemido, Priest gruñó.
—Entre tú y Julien… —Priest llevó su boca a la de Robbie—
. No sé quién es más un jodido problema.
Robbie jadeó contra los labios de Priest. —Pero nos amas
de todos modos.
—Sí, así es. Pero, ¿sabes qué más me encanta? —Priest
bajó la parte posterior de sus dedos por uno de los brazos de
Robbie, luego lo soltó y dio un paso atrás—. Me encanta hacerte
esperar.
Robbie se quedó sin respiración por la sensación de
confusión. Su mandíbula estaba a punto de caer al suelo
cuando se dio cuenta de que Priest se estaba deteniendo. —
Pero... pero es mi cumpleaños.
Priest se rio con el tono petulante de Robbie y tomó en
sus labios hinchados, cara sonrojada, y esa polla larga y rígida
que no tenía ninguna esperanza de esconderse en su tanga
rosada diminuta.
—Aún no lo es, —le recordó Priest—. Además, Julien y yo
hemos decidido que un pequeño juego de cumpleaños está en
la orden esta noche.
—¿Un juego? —Dijo Robbie, su interés claramente
despertó—. ¿Qué clase de juego?

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—Si puedes comportarte hasta tu cumpleaños, entonces
puedes tener todo lo que tu corazón desee.
Esa información llamó la atención de Robbie. Una de sus
cejas perfectamente formadas se arqueó, y miró a Priest de
una manera que le hizo pensar que Robbie ahora se estaba
imaginando unas cien cosas diferentes que quería, y planeaba
pedir.
—¿Cualquier cosa?
—Cualquier cosa. Siempre y cuando puedas mantener tus
manos fuera de esto. —Priest le puso una mano a la erección
de Robbie y la apretó—. ¿Lo entiendes?
Robbie se mordió el labio inferior al evaluar a Priest,
sopesando claramente los pros y los contras de este pequeño
juego, y luego asintió.
Priest se apretujó contra él, metiendo su mano entre ellos,
para luego susurrar al oído de Robbie: —Eso significa que no
hay que escabullirse para ocuparse de esto. No importa cuánto
lo desees.
—Oh Dios, —dijo Robbie, abriendo los ojos mientras se
retorcía contra la mano de Priest—. Básicamente, ambos van a
torturarme toda la noche.
Los labios de Priest sonrieron. —Sí, pero de la mejor
manera posible. Feliz cumpleaños.
Los ojos de Robbie brillaban de excitación y frustración,
mientras Priest bajaba las manos y caminaba de regreso al
vestidor donde estaban las bebidas.
—Ahora, ¿por qué no vamos y hacemos que esta tarde
sea igual de dura para Julien? —sugirió Priest—. El que te

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pavonees en este trozo de material va a ser una lección de
moderación para todos nosotros.
—Te lo mereces —dijo Robbie, y mostró una sonrisa impía
mientras se pavoneaba ante Priest, quien estaba cuestionando
seriamente su propia cordura.
—Ya que te gusta tanto la abnegación y todo eso, —dijo
Robbie— puedes seguirme por las escaleras. Disfruta de la
vista, y recuerda, podrías haberla tenido aquí y ahora. Tú te lo
pierdes.
Robbie subió las escaleras, añadiendo un movimiento
extra a sus caderas, y Priest subió las escaleras, de dos en dos,
detrás de él.

EL SOL CALENTÓ a Julien cuando su mente comenzó a relajarse


junto con su cuerpo, y esperó a que sus hombres volvieran
arriba y se unieran a él. Ahora que estaba en casa después de
su reunión semanal con su terapeuta, estaba listo para
disfrutar del fin de semana.
No podía creer lo rápido que habían pasado los últimos
meses, o el hecho de que ya se habían instalado en su nueva
casa. Pero aquí estaban, a mediados de agosto, a punto de
celebrar el trigésimo cumpleaños de Robbie, y los seis meses
desde que le pidieron a su princesse que se comprometiera a
comprar una casa nueva con ellos.
Las cosas finalmente se sintieron como si estuvieran de
nuevo en el camino correcto. Sin embargo, había una última
cosa que no estaba terminada. Algo que Julien y Priest
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planeaban discutir con Robbie muy pronto. Pero antes de que
pudieran, necesitaban que Robbie hiciera algo. Necesitaban
que él…
—No te quejes de mí —dijo Robbie, mientras abría la
puerta de la terraza y aparecía en mucho menos de lo que había
dejado en minutos antes—. Tú eres el que puso las reglas en
su lugar.
Priest estaba apenas un paso detrás de él, y mientras
Julien tomaba la pequeña cuerda de tela rosa que se aferraba
a las caderas de Robbie, la mente de Julien se quedó en blanco
y su cuerpo reaccionó con la misma hambre que podía ver
arremolinarse en los ojos de Priest.
—Mon Dieu. —Julien se quitó las gafas de sol—. Viens ici3,
princesse.
Julien se sentó y extendió sus piernas a ambos lados de
la tumbona, y esperó a que ese delicioso cuerpo estuviera al
alcance de la mano. Cuando Robbie se detuvo a su lado, Julien
pasó un dedo por encima de la longitud de la erección que el
tanga no hacía nada para ocultar.
—No quiero alarmarte —dijo Julien—. Pero parece que
compraste la talla equivocada.
—Culpa a Priest. Lo hizo un poco más apretados de lo que
deberían —dijo Robbie, y miró por encima de su hombro hacia
donde Priest había dejado las bebidas y estaba caminando
hacia la parte más profunda de la piscina.
Ehh. La operación Conduce-a-su-princesse-a-la-locura
estaba ahora en pleno apogeo. El pequeño juego de

3
Ven aquí.
19
cumpleaños que se les había ocurrido a Julien y Priest. —¿Él lo
hizo?
—Sí —dijo Robbie con una mueca—. Se burló de mí sin
piedad, lo hizo, y luego me dejó caliente, duro, con todo tipo
de molestias.
Desde el otro lado de la terraza, Priest se rio de la
acusación, claramente sin arrepentirse en absoluto mientras
Julien balanceaba su pierna sobre la tumbona y se ponía de pie.
—Eso no fue muy amable de su parte —dijo Julien, mientras
sus ojos encontraban los de su marido.
—La amabilidad no era exactamente mi estado de ánimo
cuando entré en nuestro dormitorio y lo encontré de rodillas y
con las manos en el suelo —contestó Priest.
Julien se rio, sabiendo que habría tenido exactamente la
misma reacción. —¿Non4? —Julien devolvió la mirada a la de
Robbie—. ¿De qué humor estaba?
—Uno malvado —dijo Robbie, mientras seguía su dedo por
el centro del cuerpo de Julien hasta el ombligo—. Pero.... dijo
que, si me comportaba bien hasta esta tarde, los dos me darían
lo que quisiera, en el momento de mi cumpleaños.
Un chapuzón en el agua detrás de ellos indicaba que Priest
finalmente se había zambullido, y Julien se preguntaba si se iba
a enfriar de lo que había pasado abajo o de lo que estaba
viendo ahora mismo. Un Robbie excitado en casi nada siempre
ponía a prueba su control, y Julien sabía que el objetivo de esta
noche era burlarse, lo que significaba jugar, pero no correrse,
al menos no todavía.

4
No.
20
—Eso es dentro de varias horas —dijo Julien, y cogió la
mano furtiva de Robbie—. Será mejor que dejes de coquetear
con los problemas.
—Auch. Pero me encanta coquetear contigo, Jules.
—¿Intentas decir que soy un problema, princesse?
Robbie adoptó una expresión inocente y se encogió de
hombros. —Palabras de Priest, no mías.
—¿Vraiment5?
—Sí. En serio —dijo Priest desde el agua, donde tenía los
brazos cruzados a lo largo del borde de la piscina y el pelo
apartado de su cara—. Los dos sois problemas. Ahora venir a
la piscina, los dos. Creo que necesitas el enfriamiento.
—No sé a qué te refieres —dijo Robbie, y bateó las
pestañas—. Estoy aquí parado pensando en todas las
posibilidades que tengo para cuando llegue esta noche.
—Oui6 —dijo Julien—. Esa sonrisa taimada tuya te delata.
—Hola —dijo Robbie mientras caminaba hacia la piscina,
su espectacular trasero flexionando con cada paso que daba—
. Sólo estoy jugando con las reglas de tu marido y las tuyas. Si
no te gustan, es cosa tuya.
Mientras Robbie se zambullía en el agua, Julien se dirigió
hacia donde estaba Priest con una sonrisa en su hermosa cara.
—Vas a disfrutar esto, ¿verdad, mon amour?
Priest le pasó los ojos por encima de Julien de una manera
que lo hizo agacharse para ajustarse. Había tanto calor en esos
ojos de color acero, y estaba claro que Priest estaba de ese tipo

5
En serio.
6
Si.
21
de humor del que tanto Julien como Robbie se beneficiarían
enormemente… eventualmente.
—Sí, lo estoy —dijo Priest, su voz ronca, su control está
siendo probado tanto como el de Julien y Robbie—. Ahora
métete en la piscina, Julien, antes de que nuestros vecinos te
vean más de lo que están acostumbrados.
—Bossy Salopard7.
—Te mostraré lo mandón que soy esta noche.
—Si eso es lo que Robbie quiere —le recordó Julien—. Si
no, estás en problemas.
Priest se rio, haciéndole saber a Julien que no estaba
preocupado en lo más mínimo. ¿Y por qué iba a estarlo? No
había forma de que él o Robbie pudieran resistirse a un Priest
mandón.
Así que no importa de qué manera fueron las cosas esta
noche, Julien tuvo la sensación de que esta no sería la última
orden que seguiría de su esposo sexy como el pecado.

7
Bastardo Mandón.
22
CAPÍTULO DOS

Incluso después de todo este tiempo,


todavía me debilita las rodillas ~ Julien

—¿ROBERT? ROBERT, TU teléfono está sonando. —La voz de


Priest se filtró en el baño principal, donde Robbie se paró
debajo de uno de los tres cabezales de ducha, lavándose
después de la piscina. Al abrirse la puerta, Robbie miró a través
del vidrio para ver a Priest caminando dentro con su teléfono
móvil sonando en la mano.
Con champú en el pelo, Robbie se aseguró de quitarse el
jabón de los ojos mientras se acercaba al borde de la ducha y
sacaba la cabeza. —¿Quién es?
Priest le miró durante un rato y luego dijo: —Tu madre.
—Oh, eh, yo le devolveré la llamada, —dijo Robbie, su
mirada cayendo al teléfono como si fuera una granada, y
cuando Priest le dirigió una mirada de incredulidad a su
manera, Robbie agregó: —Lo haré. Déjame terminar aquí y
luego la llamaré.
—Yo puedo contestarle...

23
—No, no. Está bien, —dijo Robbie, cortando la oferta de
Priest, y cuando trató de sonreír, Priest levantó una ceja—.
Llama por mi cumpleaños, eso es todo.
—Y tú, una vez más, la estás evitando. Eso es todo.
—No la estoy —dijo Robbie, aunque Priest tenía razón—.
Yo sólo...
—¿Mientes con todos tus dientes? —sugirió Priest—. Esta
discusión no ha terminado. Pero tú champú está a punto de
entrar en tus ojos.
Robbie se pasó la mano por la frente y resopló. —Bien.
Déjame lavarlo y voy para allá.
Priest puso el teléfono que aún sonaba en el tocador frente
a los tres lavabos -sin duda enfatiza su punto- y al irse, Robbie
suspiró profundamente y cerró los ojos. Volviendo bajo el
chorro de agua, levantó la cabeza hacia arriba, dejó que el agua
lo bañara y trató de hacer a un lado las palabras de Priest. Pero
no sirvió de nada: todavía podía oírlas y sabía que eran ciertas.
Estaba evitando a su madre, a toda su familia, en realidad.
Durante los últimos meses, Robbie había hecho todo lo
posible para estar ocupado, trabajando o de alguna otra
manera comprometido cada vez que lo invitaban a ir a casa o
cuando su mamá le decía que iba a venir a visitar a Nonna.
No estaba orgulloso del hecho, pero tenía una buena razón
-o debería decir razones- para toda esa rutina de evasión, y en
ese momento estaban en la cocina esperándolo para celebrar
su cumpleaños.

24
¡Uf!, sólo necesitas hacer tripas corazón8 y llevarlos a
casa. Ármate de valor, Bianchi. El problema era que cada vez
que tenía ese pensamiento, era seguido rápidamente por un
leve ataque de pánico sobre lo que pasaría si sus dos mundos
no encajaban.
¿Y si los dos grupos de personas que más amaba se
odiaban?
No podía pensar en nada peor, y por esa razón, cada vez
que se le presentaba la oportunidad de confesar y traer a sus
hombres a casa, Robbie pensó rápidamente en una razón por
la que debían esperar.
Porque honestamente, no importa cuán bien lo conociera
su familia y su tendencia a ser un poco menos tradicional que
la mayoría, la idea de sentarse y decirle a sus padres que
estaba enamorado, y que estaba involucrado con una pareja
casada, parecía mucho más difícil de lo que él había anticipado
originalmente.
Demonios, a estas alturas, no culparía a Julien y Priest si
no quisieran ir ahora que lo ha pospuesto tanto tiempo.
Robbie cortó el agua y tomo una de las toallas de felpa
que colgaba de la ducha para frotar su cabello. Una vez que ya
no goteaba, se quitó la toalla y se la envolvió alrededor de la
cintura, y luego se dirigió a través del suelo de baldosas hacia
donde estaba el teléfono.
Una notificación de que su madre había dejado un
mensaje de voz estaba parpadeando a través de la pantalla, y
al abrirlo y acercarse el teléfono a su oído, Robbie se miró a sí

8
Hacer tripas corazón: Se utiliza esta frase ante situaciones desagradables a las que no quisiéramos
enfrentarnos, ya sea por miedo o bien por incomodidad. pero a las que no tenemos más remedio que hacer
frente.
25
mismo en el espejo, comprobando si los treinta estaban siendo
tan amables con él como Julien le había dicho.
Con su cabello sobresaliendo por todas partes, y su piel
enrojecida y rociada por la humedad de la ducha, Robbie no
podía ver ninguna línea o bolsa debajo de sus ojos, y decidió
que, si esto era de treinta, entonces podría lidiar totalmente.
—Robert Antonio Bianchi —dijo su madre—. No sé dónde
estás o qué estás haciendo que no puedas contestar el teléfono
en tu cumpleaños, pero…
—Aún no es su cumpleaños —dijo su padre, haciendo
sonreír a Robbie.
—Oh, silencio, Antonio. Ha ignorado dos llamadas mías
esta semana, y no voy a tolerar eso.
Por supuesto, tenía razón. Por lo general, Robbie ya la
habría llamado, pero tenía la sensación de que ella iba a...
—Queremos que vengas a casa para celebrar tu gran día
contigo.
—Pregúntale exactamente eso.
—¿Me oyes? —continuó su madre—. Si no puedes venir
este fin de semana, entonces escoge uno donde puedas. Tu
padre se asegurará de estar en casa después del trabajo, de
esta forma podemos hacer que sea un pequeño asunto familiar.
Oh, sí, de acuerdo. Pequeño y Bianchi jamás han ido de la
mano.... como siempre.
—Llámame, jovencito, o voy a aparecer en tu nueva
puerta. No creas que no lo haré. —Con esa amenaza final, su
madre puso fin a la llamada, y cuando Robbie miró su reflejo
esta vez, el miedo de que ella siguiera adelante con esa
amenaza estaba ahí en sus muy abiertos ojos.
26
No queriendo una visita sorpresa en su futuro cercano,
Robbie decidió que no había más formas de evitar lo inevitable
y presionó el botón devolver la llamada, después de dos
timbres, fue contestado.
—Pronto9 —dijo su madre, y a pesar de su renuencia a
llamar, el solo hecho de escuchar su voz hizo que una sonrisa
curvara los labios de Robbie.
—¡Ey! Hola mamá.
—Robert, cariño, ya era hora de que me llamaras.
Robbie se apartó del espejo para apoyarse en el borde del
tocador. —Lo sé. Lo siento mucho. Estaba en la ducha cuando
me llamaste.
—¿Y la vez anterior? —preguntó—. ¿También te estabas
duchando entonces?
Ahí estaba. Nadie puede culpar a una persona como una
madre italiana. —No, sólo estaba... —Mientras Robbie
intentaba encontrar una excusa que no fuera una mentira, su
madre intervino.
—¿Evitándome? No estabas evitando a tu madre,
¿verdad, Robert?
—No, mamá, yo…
—Robert —dijo ella—. No quiero oír tus excusas. No te
hemos visto en meses, cariño. La última vez fue en el
restaurante del Sr. Thornton, que fue encantador, pero
¿realmente estás tratando de decirme que has estado
demasiado ocupado para venir a visitar a tu familia? Tu
hermana está embarazada, por el amor de Dios. Con el ritmo

9
¡Hola!
27
al que vas, el niño tendrá dos años y caminará antes de que
vuelvas.
Los labios de Robbie temblaron al escucharla, pero no
podía estar en desacuerdo. Era hora de ir a casa y ver a su
familia. Los extrañaba.
Pero el problema era que quería llevarse a Julien y a Priest
con él, y eso iba a ser una situación… delicada, por decir lo
menos.
—Tengo que trabajar el próximo fin de semana —dijo
Robbie, sin creer que estaba a punto de comprometerse con
esto—. Pero el fin de semana siguiente, puedo estar allí.
¿Quizás de viernes a domingo?
—Oh, eso sería maravilloso —dijo su madre como si no
hubiera amenazado con una emboscada—. Un poco tarde, pero
podemos trabajar con eso. Además, le dará tiempo a tu padre
para organizar su regreso a casa, y las chicas pueden decidir
quién va a hacer qué.
—Mamá. Pequeño —dijo Robbie, pensando que preferiría
presentar primero a Julien y Priest a su familia inmediata, antes
de someterlos a, bueno, a todos los demás—. Dijiste que lo
mantendrías pequeño.
—Sí, sí, lo sé. Pero es el trigésimo cumpleaños de mi bebé.
Tenemos que celebrarlo, ¿y desde cuándo has dicho que no a
una fiesta?
—Nunca. Pero, mm.… —Robbie se mordió el labio inferior.
Mierda, ¿cómo sacó el tema de la siguiente parte en una
conversación informal? Oh, sólo escúpelo. No va a ser más fácil
mañana—. Voy a llevar a mis novios a casa conmigo para que
los conozcan. Espero que esté bien.

28
Hubo una larga pausa, y Robbie cerró los ojos. Dios,
estaba nervioso por esto. Más de lo que esperaba. Nunca había
llevado a nadie a casa antes, y ciertamente no a nadie con
quien tuviera una relación seria. Y de repente, se encontró
rezando para que su madre no le colgara el teléfono.
—¿Novios?
Robbie asintió con la cabeza, pero cuando se dio cuenta
de que ella no podía verle, dijo: —Eh... Sí
Más silencio lo saludó, y Robbie deseó poder ver su cara.
Deseaba poder medir lo que ella podría estar pensando. Sus
padres siempre habían sido tan comprensivos con él, y lo
abrazaron. Pero, ¿sería esto demasiado?
—¿Robert?
Robbie tragó saliva. —¿Sí, mamá?
—Espero que esa no sea la razón por la que te has
mantenido alejado. —La seriedad de su voz hizo que la culpa
de Robbie aumentara. Estaba a punto de intentar pasar por una
disculpa cuando ella le dijo algo que tenía la mandíbula a punto
de caer al suelo—. Nos vemos en dos semanas. ¿Y Robert?
Saluda al Sr. Thornton y al Sr. Priestley. Espero poder
conocerlos cuando los traigas a casa contigo. Hablamos pronto,
nene. Adiós.
Robbie miró fijamente el ahora silencioso teléfono en su
mano.
Bueno, que me parta un rayo.... Ella realmente lo había
resuelto a partir de esa reunión en JULIEN, y no parecía muy
molesta. Estaba más enfadada porque no había ido a casa a
visitarla. Oh. Bien, parecía que los tres se dirigían pronto a
Oshkosh, pero no esta noche.

29
No. Esta noche iba a celebrar su cumpleaños de la mejor
manera posible. Al ganar este pequeño juego que sus hombres
habían ideado para él, podía reclamar su premio.

—JOEL. —JULIEN SE RIO—. Quítame las manos de


encima. Estoy tratando de hacer la cena aquí —dijo, mientras
esquivaba expertamente las manos errantes de Priest y se
movía por el mostrador hasta donde un cuchillo se sentaba en
la tabla de cortar.
Priest se apoyó en el mostrador detrás de él y miró a Julien
hacia abajo. —Bueno, deberías haber pensado en eso antes de
haberme invitado a ayudarte.
—Si mi memoria no me falla, te hice venir aquí porque te
encontré con la oreja presionada contra la puerta del baño.
—Yo sólo estaba...
—¿Escuchando a escondidas? —sugirió Julien, mientras
empezaba a cortar la albahaca.
—Sólo me aseguraba de que Robert estuviera bien.
Julien negó con la cabeza mientras recogía las hierbas y
luego se movió para esparcirlas en la olla. —Claro que sí. ¿Has
olvidado con quién estás hablando? Estás siendo entrometido.
Admítelo, mon amour.
Cuando Priest aparto el mostrador y caminó hacia él,
Julien agarró la cuchara de madera y lo apuntó. —Detente ahí,
muchas gracias. —Priest sonrió, pero Julien conocía sus límites,
y desde que Priest había vuelto a entrar en la cocina, había

30
tenido las manos, la boca o el cuerpo apretados contra su
cuerpo
Julien. No es que eso fuera sorprendente. Después de
todo, Julien estaba desnudo, excepto por el delantal blanco que
se había atado a la cintura.
Hacia unos meses, cuando estaban cenando con Tate y
Logan, Tate había dejado escapar una conversación que había
tenido con Robbie sobre cercas de madera blancas y un hombre
desnudo cocinando para él. Y mientras todos se reían, y por
supuesto bromeaban con que Robbie ya tenía un chef desnudo
cuando lo deseara, Julien aún no había llegado a cumplir esa
fantasía en particular.
Esta noche, eso iba a cambiar.
—¿Honestamente creíste por un segundo que me sentaría
allá en el fondo, cuando estás parado aquí en medio con
prácticamente nada? —preguntó Priest.
Julien removió la salsa de la pasta y luego levantó la
cuchara para probarla. Era la receta exacta que Robbie le había
enseñado -su favorita, la que su Nonna solía hacer- y una vez
que Julien quedó satisfecho, volvió la vista hacia Priest, quien
se había, oui, acercado un poco más.
—Quiero una probada —dijo Priest, pero su voz y sus ojos
implicaban que hablaba de mucho más que de la salsa que
ahora goteaba por el mango de la cuchara y a lo largo del
costado de la mano de Julien.
Julien sumergió la cuchara de nuevo en la olla, y cuando
la trajo entre ellos, la sopló, enfriándola, antes de ofrecérsela
a su marido. Priest se inclinó y lo sorbió del borde de la madera,
y antes de que Julien pudiera bajar su brazo, Priest envolvió

31
sus dedos alrededor de la muñeca de Julien y arrastró su lengua
a lo largo del borde de su mano.
Julien tarareó en la parte posterior de su garganta, y
cuando la potente mirada de Priest encontró la suya, se
maravilló de que incluso después de todo este tiempo, Priest
todavía hacía que sus rodillas se debilitaran.
—Deliciosa —dijo Priest, lamiéndose los labios.
—Bien. ¿Crees que a nuestra princesse le gustará?
—Oh, ¿estamos hablando de la comida?
Los labios de Julien se curvaron mientras se acercaba a
Priest y ponía una mano en su pecho.
—Mmm —dijo Priest—. Entonces sí, lo hará. Eso también
está deliciosa.
Julien negó con la cabeza. —Piensas que Robbie y yo
somos un problema. Y no pretendas con seducción salirte con
la tuya de lo que estábamos discutiendo.
—No estoy haciendo eso.
—Sí, lo estás haciendo —dijo Julien mientras se volvía al
fuego.
—Bien —dijo Priest, y finalmente se acercó para sentarse
en la isla—. Pero si quieres que me quede aquí, sigue hablando,
o Robert va a encontrar cosas más interesantes que el arte de
cocinar.
Julien apuntó con una mirada acerada por encima de su
hombro. —De acuerdo, entonces. ¿Qué tal si admites que
estabas siendo entrometido arriba?
—Yo…

32
—Admítelo, mon amour. Te está volviendo loco que aún
no nos haya presentado formalmente a su familia.
—Admito que tenía un poco de curiosidad sobre lo que le
decía a su madre, sí —dijo Priest, entonces dirigió una mirada
a las escaleras—. Ojalá nos hablara de ello. Lo hace con todo
lo demás, pero al mencionar a su familia, se calla.
—Estoy de acuerdo. Tenemos que hablar con él al
respecto.
Priest asintió. —Lo haremos. Siempre es tan abierto sobre
nosotros con todo el mundo. Pero cada vez que mencionamos
decirles a sus padres...
—Lo sé —dijo Julien—. Lo está esquivando.
—Su madre quiere que vuelva a casa para su cumpleaños.
Julien resopló. —Mira. Qué entrometido.
—Sólo quiero ayudarlo a hacer esto más fácil para él —
dijo Priest, como si eso excusara el hecho de que se hubiera
quedado fuera del baño un poco más de lo necesario—. Su
madre ya sabe lo nuestro. Lo supo desde la primera vez que
nos vio a todos juntos. Estoy seguro. Y él también lo sabe. Esto
es absurdo.
—Oui, —dijo Julien, encontrando la frustración de Priest
ligeramente divertida mientras se inclinaba para abrir el
armario y buscar una olla para su pasta—. Pero presentar a tus
novios casados a tu familia tiene que ser un poco intimidante.
¿Non?
Priest concedió ese punto cuando Julien envolvió su mano
alrededor del mango de la olla y la sacó, enderezándose a su
máxima estatura.

33
—¿Por qué no hablamos con él mañana? —dijo Julien,
mientras llenaba la olla con agua y la colocaba sobre el fuego
del fogón—. Entonces podemos ver si quiere hacer algo con
ellos para su...
—Oh. Dios. Dios.
La voz de Robbie los interrumpió a los dos, y cuando Julien
se dio la vuelta, encontró su princesse congelada junto a la
mesa del comedor. Sus labios estaban separados, sus ojos bien
abiertos y su mirada fija en Julien como un rayo tractor10.
Dejando de lado su conversación por ahora, Julien cruzó
la cocina mientras Priest estaba de pie para poder tenderle la
mano a Robbie.
—Creo que tengo que agradecerte por este tratamiento en
particular esta noche, —dijo Priest, mientras Robbie deslizaba
su mano en la suya—. ¿Por qué no vienes a la cocina,
cumpleañero, y te encuentras con tu chef personal por esta
noche?

10
rayo tractor.
34
CAPÍTULO TRES

Delicado y frágil o feroz y descarado...


Me pregunto qué Robert veremos esta noche.
Apuesto que lo sé ~ Priest

NO SÉ lo que hice para merecer el buen karma que viene en


mi camino ahora mismo, pero no voy a detenerme a tratar de
resolverlo. Ningún señor, pensó Robbie, mientras deslizaba su
mano en la de Priest y daba un paso adelante, sus ojos se
fijaron en el chef más sexy del mundo que estaba desnudo en
su cocina. Bueno, desnudo, excepto por el delantal más
pequeño que he visto en mi vida.
—Un buen comienzo para celebrar tu trigésimo año en el
planeta, ¿no estás de acuerdo? —dijo Priest al oído de Robbie.
Oh, sí, lo estoy. Robbie tragó, tratando de encontrar su
lengua, mientras Priest lo guiaba a la cocina, más cerca de
Julien, más cerca del cielo.
—Estábamos tratando de pensar en algo... especial para
darte esta noche —dijo Priest, haciendo que la piel de Robbie
se le pusiera la piel de gallina—. Algo que nunca olvidarías.
Siempre he encontrado que una comida privada preparada por
mi propio chef, es algo que nunca se olvida. ¿Qué te parece?

35
Cuando Priest los detuvo frente a Julien, soltó la mano de
Robbie y Robbie parpadeó un par de veces para asegurarse de
que no estaba soñando.
Cuando intentó hablar de nuevo, no le salió nada, y una
sonrisa sensual curvó lentamente los labios llenos de Julien.
Priest se rio. —Creo que le has dejado sin palabras, mon
cœur11.
Julien extendió la mano, y mientras Robbie deslizaba la
palma de su mano por encima de ella, Julien lo empujó hacia
adelante e hizo una reverencia para presionar sus labios contra
la parte posterior de los nudillos de Robbie.
Dulce. Jesús. Como si todo eso no fuera suficiente para
que el corazón de Robbie golpeara salvajemente, Julien lo miró
desde debajo de sus pestañas y dijo: —Bonsoir, princesse, —
Robbie estuvo a punto de desmayarse bajo el poder de esa
sonrisa y ese hoyuelo.
—Mm.... —Robbie se mojó los labios—. Estás desnudo.
Julien se rio, y cuando se enderezó, tiró de la mano de
Robbie y lo acercó a él. —Oui, lo estoy.
—Guau. —Robbie puso una palma en el pecho de Julien
para estabilizarse—. Esta es una de mis mejores fantasías que
ha cobrado vida en este momento.
—Mmmm. Lo recuerdo —dijo Julien, mientras Robbie le
agarraba la nuca—. Se está convirtiendo rápidamente en una
de las mías también.
Ahora que había logrado recuperar algunas de sus
funciones cerebrales, Robbie se inclinó un poco hacia atrás y

11
Mi corazón.
36
tocó la punta de su lengua hasta el labio superior. —Quiero ver
más.
—Codicioso —dijo Julien, pero soltó la cintura de Robbie
para que poder dar un paso atrás.
Una vez que había un par de centímetros entre ellos,
Robbie bajó sus ojos por el torso desnudo de Julien, hasta el
delantal que cubría desde la cintura hasta la mitad de sus
musculosos muslos. —¿Podrías quizás, mm.… darte la vuelta?
—Podría. Si dices por favor —dijo Julien, su voz tan
efectiva como un firme apretón de manos en la polla
endurecida de Robbie.
—S'il te plaît12.
—Très bien13, princesse. —Julien giró, lentamente, y fue
todo lo que Robbie pudo hacer para pararse donde estaba y
mantener las manos quietas. El material blanco era un
contraste impresionante con la piel tersa y bronceada de Julien,
y cuando su suave espalda apareció a la vista, Robbie estuvo a
punto de gemir.
Mierda.
Los tatuajes en el hombro de Julien, esa cintura afilada, y
los hoyuelos de su firme trasero cuando se detuvo de cara a la
pared más lejana, hicieron que Robbie diera un paso adelante.
Con el lazo bien atado que estaba por encima del coxis de
Julien, y las puntas que chocaban contra sus mejillas redondas,
y Robbie no pudo contener el gemido que salió de su garganta.

12
Por favor, por favor, por favor.
13
Está bien, de acuerdo.
37
—Recuerda. —La voz de Priest venía de atrás, haciendo la
polla de Robbie aún más dura—. Si te comportas, puedes hacer
lo que quieras con ese cuerpo... más tarde.
—Mierda —dijo Robbie, incapaz de apartar los ojos—.
¿Alguna vez has tenido a Jules cocinando así para ti?
—No, sorprendentemente. —Priest envolvió a Robbie en
sus brazos alrededor de la cintura y lo tiró de nuevo dentro de
su cuerpo—. Pero estoy empezando a pensar que esta es la
única manera de dejarle cocinar para nosotros.
Julien miró por encima de su hombro a los dos, y su
sonrisa tenía a Robbie retorciéndose en los brazos de Priest.
Dios, está buenísimo.
—Si ya no me comen con los ojos, tengo que terminar de
preparar una cena de cumpleaños.
Priest masajeó el talón de su palma sobre la erección de
Robbie. —¿Has terminado de buscar, cariño?
—Ni de lejos... Ah, carajo, Priest. —Robbie fue empujado
en la mano de Priest cuando Julien regresó al fogón, y cuando
tomó una cuchara de madera, la mente de Robbie lo imaginó
haciendo mucho más con esa cuchara que removiendo esa olla.
¿Cómo demonios esperan que espere que no lo toque
durante la comida?
—¿Por qué no vas y te sientas en la isla, —dijo Priest— y
miras mientras termina aquí?
Robbie asintió mientras caminaba hacia los taburetes del
bar y se levantó en uno de ellos. —Julien Thornton está
cocinando para mí desnudo. Este es oficialmente el mejor
cumpleaños de todos los tiempos.

38
—Aún no es tu cumpleaños, —dijo Priest, y le dio a Robbie
un Cosmo—. ¿Por qué no te sientas y disfrutas de tu coctel
mientras voy a terminar de poner la mesa? Recuerda, puedes
mirar, pero no tocar. Todavía no.

ALREDEDOR DE UNOS QUINCE MINUTOS más tarde, Priest


llevó a Robbie al comedor, y cuando se dirigió hacia su lugar
habitual a la derecha de la mesa, frente al asiento de Julien,
Priest negó con la cabeza y sacó la silla de la cabecera de la
mesa.
—Creo que este es tu asiento esta noche —dijo Priest, y
doblando un dedo le dijo: —Ven aquí.
—Tan mandón —dijo Robbie, con los ojos llenos de
travesuras mientras caminaba, arrastrando los dedos por el
respaldo de la silla—. Pero probablemente deberías sacarlo de
tu sistema ahora, ya que soy yo quien va a tomar las decisiones
más tarde.
—Si ganas —dijo Priest, cuando Robbie se detuvo.
Esta noche se había vestido con el conjunto de pijama
corto favorito de Priest, y con el pelo hacia atrás y aún húmedo,
los labios pálidos y los pómulos altos de Robbie se exhibían de
manera prominente, lo que hacía extremadamente difícil que
Priest pudiera mantener sus manos quietas para sí mismo.
Su princesse era una contradicción a veces, y siempre
fascinaba a Priest ver qué versión de él obtendrían dependiendo
del estado de ánimo de Robbie. En algunos casos, parecía
39
delicado y frágil, e hizo que Priest quisiera trazar suavemente
cada línea exquisita de su rostro. En otras ocasiones, cuando
Robbie estaba lanzando esa actitud descarada suya, hacia que
Priest quisiera tomarlo sobre sus rodillas y darle una lección. El
feroz Robbie era una fuerza a tener en cuenta, como ahora.
—Ya que esta noche es tu show, —dijo Priest, mientras
señalaba al asiento— es justo que te sientes en la cabecera de
la mesa.
—Mi programa, ¿eh? —Robbie arqueó una ceja, y luego
pasó sus ojos por la camisa de Priest a sus pantalones cortos—
. Si eso es verdad, —dijo, y extendió la mano para tocar el
dobladillo de la camisa de Priest— ¿qué tal si te deshaces de
esto y lo haces desaparecer para que yo pueda mirarte? Parece
justo, ya que Julien no lleva mucho más que un pañuelo.
—Eso crees, ¿verdad?
Robbie asintió y se acercó para deshacer los dos primeros
botones. —A menos, por supuesto, que no creas que puedes
controlarte. Quiero decir, asumo que las reglas de este juego
van en ambos sentidos. Si yo no puedo controlarme, no consigo
mi premio, y si tú no puedes controlarte, yo sí. ¿Verdad?
Alborotador. —Correcto.
—En ese caso, —dijo Robbie, al llegar al botón superior y
soltarlo— quiero ver la otra mitad de mi premio por adelantado.
Ya sabes, para hacerme trabajar más duro para conseguirlo.
Priest miró la sonrisa taimada de Robbie y se preguntó
cuándo había logrado cambiar las tornas, porque de repente le
resultaba muy difícil no agarrar a Robbie y doblarlo sobre dicha
mesa.
Robbie pasó un dedo por el centro del cuerpo de Priest
hasta el botón de sus pantalones cortos, y cuando vio que la
40
erección se tensaba contra la cremallera de Priest, levantó esos
ojos azules y se mordió el labio, una expresión pícara cruzaba
su preciosa cara. —Eh, oh. Este pequeño juego tuyo parece
estar ardiendo en llamas, a gran velocidad.
Priest envolvió un brazo alrededor de la cintura de Robbie,
lo agarró por el culo y lo arrastró contra su cuerpo hasta que
sus labios estaban a una pulgada de distancia entre sí. —El
único que caerá pronto, eres tú, cariño.
—Ya veremos.
Priest besó la mandíbula de Robbie hasta la oreja. —Sí, lo
haremos. Ahora sienta tu delicioso trasero mientras puedas.
Robbie aspiró un poco de aliento y, cuando Priest lo soltó,
dijo: —Bueno, ya que lo pediste tan amablemente, —y se sentó
mientras Julien entraba llevando dos platos.
Julien miró entre los dos, y después de que colocó un plato
delante de Robbie y el otro donde ahora estaba sentado Priest,
dijo: —Volveré enseguida. Sólo voy a ir y ponerme...
—Eh, eh, —dijo Robbie— si piensas por un segundo que
te vas a vestir, olvídalo.
Julien levantó una ceja a Robbie, y Priest dijo: —Creo que
está practicando para dar órdenes en la posibilidad de ganar
esta noche.
—Para cuando yo gane, querrás decir —dijo Robbie, y
recogió su bebida para tomar otro sorbo—. Y para que lo sepas,
nunca he estado más motivado en mi vida.
Julien inclinó la cabeza, pero sus labios temblaron
mientras miraba a Priest. —Muy bien. Iré a buscar mi cena y
podremos comer.

41
—El primer plato, de todos modos —dijo Robbie, mientras
Julien regresaba a la cocina.
Cuando Julien desapareció, Priest estaba a punto de
volverse hacia el bribón que estaba a su lado, cuando Robbie
dijo: —Tiene el mejor trasero del mundo.
—Oh, no lo sé —dijo Priest—. Yo diría que tu ganas en esa
parte.
—De ninguna manera, —dijo Robbie, moviendo la
cabeza—. Cuando se trata de esa parte particular de la
anatomía, Julien gana, sin duda alguna. Es todo ese yoga. Te
hace querer… mm.… morderlo.
Priest se movió en su asiento mientras Robbie arrancaba
la lima azucarada del borde de su bebida y la chupaba. —Si
ganas, podrás hacerlo.
—Tal vez —dijo Robbie, mientras sus ojos se dirigían hacia
la cara de Priest—. Si eso es lo que decido que quiero. ¿Qué,
por cierto...?
—¿Sí? —inquirió Priest, mientras Julien volvía a la mesa y
se sentaba.
—¿Esto es como un acto único? —preguntó Robbie—. ¿O
se me permite elegir todo un escenario? —Julien negó con la
cabeza, pero Robbie continuó, sin ser disuadido: —Quiero
decir, es importante que lo sepa antes de que yo decida qué
hacer. ¿No os parece?
—Ese es un buen punto —admitió Priest, y miró a Julien—
. ¿Qué te parece, chef?
—Creo que los dos son tan malos el uno como el otro —
dijo Julien—. Siempre intentando superar uno al otro.

42
—Auch. —Robbie puso un codo sobre la mesa y se inclinó
hacia Julien—. Yo también quiero ponerme en tu contra, Jules.
Sólo estoy trabajando en los detalles sucios primero.
Julien pasó los ojos por encima de Robbie, y mientras su
mirada se detenía en los labios del coqueto, los ojos de Julien
se oscurecieron. Priest sabía que al final de la noche que los
tres iban a estar uno encima del otro de una manera u otra, y
no podía esperar.
—Entonces creo que puedes tener lo que quieras, —dijo
Julien—. Ese era el trato, y si quieres un escenario completo,
entonces deberías conseguirlo. —Robbie sonrió como un
demonio mientras se sentaba en su silla y miraba a Priest—. El
mejor juego de cumpleaños de la historia.
Nadie estaba en desacuerdo. De hecho, con el transcurso
de la noche, Priest tenía la sensación de que este pequeño
juego suyo podría convertirse en una tradición familiar.

CUANDO LA COMIDA llegó a su fin, Julien vio como Priest se


ponía de pie y tomaba el plato de Robbie antes de ir a
recogerlo. Al llegar al lado de Julien, Priest se inclinó para
besarle la mejilla y dijo: —Excelente, como siempre.
—Merci14 —dijo Julien, y sonrió cuando Priest le dio un
beso más fuerte en la boca. Julien levantó la mano para sujetar

14
Gracias.
43
a Priest, y cuando la lengua de Priest se frotó a lo largo de la
suya, Julien gimió.
Priest gruñó contra sus labios antes de levantar la cabeza,
y cuando miraron a Robbie, dijo: —¿Por qué os habéis
detenido?
Priest se rio del tono frustrado de Robbie. —Porque aún
no has ganado.
Robbie frunció el ceño mientras miraba el reloj. —Bastante
cerca.
—Aun así, tan lejos —dijo Priest.
—Bien. —Robbie hizo pucheros—. ¿No llevabas los platos
a la cocina?
—Lo estaba. Pero me tomé un momento para besar al
chef. Desde que me lo permiten, y a ti no.
—Aún —dijo Robbie.
—Aún.
Mientras Priest se iba con los platos en la mano, Robbie
se sentó en su asiento y dijo: —Bueno... ya que no podemos
hablar de besos, no está mintiendo sobre la comida. Estaba
muy buena. No se lo digas a mi Nonna, pero esta salsa podría
rivalizar con la suya.
—Mis labios están sellados, —dijo Julien, y Priest gritó
desde la cocina: —Espero que no.
Robbie puso los ojos en blanco, pero la sonrisa descarada
que iluminaba su cara tenía la erección de Julien amenazando
la cobertura limitada que su delantal proporcionaba. Había sido
nada menos que un milagro que hubiera terminado de cenar
sin tener que disculparse, y por lo tanto romper las reglas.

44
Pero con Robbie y Priest mirándolo como si fuera lo que
estaban comiendo, Julien había tenido dificultades -por decir lo
menos- en llegar a la línea de meta.
Como estaba, estaban a unos quince minutos de este
juego llegando a una conclusión, y él tuvo que admitir que
parecía que las probabilidades estaban a favor de Robbie. Su
princesse había sido motivado esta noche con seguridad, y de
alguna manera se las había arreglado para mantener sus
manos quietas. Julien tenía la sensación de que no duraría
mucho más. Al menos, esperaba que no.
—¿Te estás divirtiendo? —preguntó Julien, mientras los
brillantes ojos de Robbie lo encontraban, y oui, la excitación y
el triunfo que le devolvían la mirada era un claro indicador de
que Robbie estaba más que consciente de que se estaba
acercando a su plazo y a su premio.
—Lo hago.
—Bien. Eso nos hace felices.
—Bueno, tengo la sensación de que voy a divertirme
mucho más, muy pronto.
—Que podrías, si no te equivocas en los próximos
minutos.
—Oh, no voy a cometer un error. Me las he arreglado para
sentarme aquí durante casi una hora mientras tú has estado
desnudo a mi lado.
Julien no dudó de Robbie ni por un segundo. ¿Él mismo,
sin embargo? Estaba caminando por una delgada línea, porque
Robbie estaba lo suficientemente cerca como para que Julien
pudiera alcanzarlo y agarrarlo, y tal vez tumbarlo en esta mesa,
donde podría comerlo por unas cuantas horas.

45
Era necesario que se distrajera, de la princesse que estaba
a su lado, rápido e inteligentemente.
—¿Qué haces normalmente en tus cumpleaños,
princesse?
—¿Quieres decir en vez de cenar con un chef desnudo y
su marido medio vestido?
—Oui —dijo Julien, mientras Priest regresaba a la mesa y
se detenía detrás de él, apoyando sus manos sobre los hombros
de Julien—. ¿Qué hiciste el año pasado?
—Yo, este... —mientras las palabras de Robbie se
desvanecían, miró a Priest y frunció el ceño—. Lo pasé con mi
ex.
Oh, está bien, pensó Julien, mientras los dedos de Priest
se apretaron un poco al mencionar al otro hombre. Claramente
esta no era la dirección en la que querían que se desarrollara
la conversación.
—Y déjame decirte algo —dijo Robbie.
O tal vez Robbie lo dijo.
—Ojalá pudiera verme en este momento, porque estaría
tan celoso.
—Por supuesto que sí —dijo Julien—. Te dejó ir.
Claramente es un cretino.
—Eh, no celoso porque no me tenga a mí. Celoso porque
los tengo a los dos —dijo Robbie—. Su mayor fantasía era estar
con dos hombres. El problema era que ni siquiera podía
manejar uno.

46
—Sin ofender —dijo Priest—. Pero no quiero pensar en él
tocando ninguna maldita cosa que ahora es mía. ¿Te parece
bien?
Los labios de Robbie temblaron cuando se sentó en su
asiento. —¿Celoso?
—Esa es la palabra más bonita para lo que estoy sintiendo
ahora mismo, sí.
—Bueno, no hay necesidad de serlo. Rompió conmigo y
me despidió una semana después. Qué gilipollas. Pero ustedes
dos han reemplazado exitosamente uno de mis peores
recuerdos por uno fantástico. Así que gracias por eso. Hablando
de... —dijo Robbie, y dejó que sus ojos se dirigieran hacia el
reloj de la pared, que ahora mostraba nueve cincuenta y
cinco—. ¿Estás listo para reconocer que he ganado?
—No. Todavía no es el momento —dijo Priest, mientras
deslizaba una de sus manos sobre el hombro de Julien, y luego
se inclinaba para morderle la oreja, haciendo que el control de
Julien se acercara precariamente a su punto de ebullición.
—¿Hablas en serio? —dijo Robbie, y volvió su atención
hacia ellos a tiempo para ver la mano de Priest desaparecer
debajo de la mesa—. Tengo cinco minutos hasta que…
—Putain15 —dijo Julien, y cerró los ojos, mientras Priest
envolvía el delantal alrededor de su polla y se acariciaba.
—¿Tienes cinco minutos antes de...? —inquirió Priest, y
cuando Julien abrió los ojos, se encontró con que Robbie estaba
encerrado en la mano de Priest -sus labios se separaron, y las
mejillas sonrojadas.
—Hasta que te diga lo que quiero.

15
Joder, puta, mierda, etc.
47
—¿Y has decidido lo que va a ser? —Priest preguntó en el
oído de Julien, y el timbre áspero de su voz atormentaba cada
una de las terminaciones nerviosas de Julien.
La mirada de Robbie encontró la de Julien, y Priest apretó
el puño, haciendo que los dedos de Julien se clavaran en la
mesa.
—Sí —dijo Robbie en una bocanada de aire, mientras se
agachaba y finalmente presionaba el talón de su mano contra
su polla—. Sí, lo he decidido.
—Entonces es hora de decírnoslo, princesse. —Julien
gimió mientras Priest lo acariciaba de nuevo—. Porque acabas
de ganar.

48
CAPÍTULO CUARTO

Una princesa, un Priest y un gilipollas muy duros


entran en una habitación juntos....
¿Cómo querrías que terminara esta historia?
Mis pensamientos exactamente ~ Robbie

JODIDO DERECHO YO gané, pensó Robbie, mientras se ponía


de pie y miraba con audacia sus ganancias. Con Julien y Priest
como premio, nada en el maldito planeta lo haría perder, ¿y
ahora? Ahora era el momento de cobrar.
Desde que Priest se burló de él con este juego, Robbie
había estado tratando de decidir qué era exactamente lo que
quería de ellos esta noche. Pero no fue hasta que Priest regresó
de la cocina que tuvo la idea perfecta.
Era algo para lo que Robbie nunca había tenido la
paciencia en el pasado, pero como esta noche todo era
autocontrol, y había durado tanto, ¿por qué no llegar hasta el
final? ¿Verdad? Cierto.
—¿Priest? —dijo Robbie, y cuando los ojos grises de Priest
encontraron los suyos, Robbie se sintió como si estuviera a
punto de incendiarse.
Mierda. Esa mirada le dijo una cosa: Priest se había
cansado de contenerse en ese indomable autocontrol suyo. ¿Su
excitación, su deseo reprimido? Estaba en la superficie ahora
para que Robbie y Julien lo vieran. Bueno, si Julien volviera a
49
abrir los ojos. Ahora mismo, estaban cerrados mientras Priest
seguía trabajando con su polla debajo de la mesa.
—¿Sí, Robert? —contestó Priest. Estaba desafiando a
Robbie a ser el jefe esta noche, y al diablo si Robbie no estaba
a punto de aceptarlo—. Lleva a tu marido arriba. Quiero ver
cómo le quitas ese delantal.
Los ojos de Priest se abrieron, y Julien finalmente abrió
los suyos.
—¿Es eso lo que quieres? —preguntó Priest, mientras
soltaba a Julien y se enderezaba a toda su estatura.
Robbie asintió mientras Julien finalmente se levantaba, y
no se le escapó a Robbie que ese delantal no estaba haciendo
absolutamente nada para ocultar la erección de Julien. —Sí. Lo
quiero.
Bastante contento consigo mismo, Robbie caminó
alrededor de la mesa, y estaba a punto de subir a las escaleras
cuando Priest lo agarró del brazo y lo detuvo. —¿Entonces qué?
—preguntó Priest, y Robbie se acercó y le besó la comisura de
los labios a Priest.
—Entonces te diré lo que viene después. —Mientras
Robbie retrocedía, dejó que sus ojos se movieran entre sus
hombres y descaradamente se chupó los labios—. Pero para
que lo sepan, no será a ninguno de los dos hasta que yo lo diga.
Priest se mofó, con ese sonido tan arrogante y sexy que
Robbie dio un paso atrás, sabiendo que cedería en un segundo
si Priest le ordenaba hacer algo.
Pero no lo hizo. En vez de eso, Priest se volvió hacia Julien
y dijo: —Ya has oido al cumpleañero, Sr. Thornton.

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Julien sonrió, y cuando apareció su hoyuelo, Robbie
agregó lamerlo a la lista de cosas que quería hacer esta noche.
—¿Tú lo metiste en esto? —preguntó Julien, mientras miraba a
su marido a los ojos.
—No lo hice —dijo Priest—. Pero tengo que admitir que
me gusta su dirección hasta ahora. Sube, mon cœur, para que
pueda desnudarte para nuestra princesse.
La polla de Robbie palpitaba ante la malvada promesa en
la voz de Priest, pero ya no se quedaba más en el comedor.
Subió por las escaleras de dos en dos hasta el dormitorio, muy
consciente de las voces que aún se escuchaban debajo, y una
vez allí, se dirigió al espacio de trabajo de Priest y llevó la silla
de escritorio hasta el otro lado de la cama, donde se sentó.
Oh sí, pensó Robbie, mientras apoyaba los pies en el
colchón y cruzaba los tobillos. El mejor asiento de la casa. La
silla del director.
Respiró tranquilamente mientras escuchaba pasos
pesados que se dirigían hacia él, y cuando Julien y Priest se
detuvieron en la entrada, Robbie les hizo un gesto para que
entraran. —Bueno, no te detengas ahí. Quiero ver mi regalo de
cumpleaños de cerca y… de manera personal.
La risita áspera de Priest hizo que las bolas de Robbie
temblaran, y mientras los ojos de Julien seguían un camino
ardiente desde los pies de Robbie, por las piernas, hasta su
rígido pene, Robbie no pudo evitar deslizar una mano entre sus
muslos para palparse.
—Parece que nuestra princesse se ha convertido esta
noche en una exigente reina —dijo Priest al oído de Julien, y
luego instó a Julien hacia adelante, con los dedos en la parte
baja de su espalda—. ¿Dónde nos quieres?

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Robbie frunció los labios. —Mm, allá, creo —dijo, y señaló
el lado opuesto de la cama.
Como Julien caminó hasta el lugar indicado, los ojos de
Robbie cayeron sobre sus muslos. No estaba seguro si era el
elemento oculto que estaba creando el delantal lo que hacía
que la flexión de las piernas de Julien fuera tan sexy. Pero con
cada paso que daba, la visión que Robbie tenía de sus músculos
lo tenía cerca de jadear.
El cuerpo de Julien era irreal, y vestido como estaba ahora
-o no vestido- era difícil para Robbie pensar con claridad. Si a
esto le sumamos la forma en que los ojos de Priest estaban
puestos en el culo de Julien, todo esto prometía que Robbie
estaba a punto de recibir el mejor regalo de cumpleaños que
había recibido en su vida.

JULIEN CAMINÓ a una parada donde Robbie había instruido, y


pudo sentir el calor corporal de Priest emanando de él, estaba
tan cerca. Pero cuando Julien cogió la cinta de la parte de atrás
de su delantal, sin querer nada entre ellos, Robbie negó con la
cabeza.
—Non, non, monsieur16 —dijo Robbie, sus ojos brillando
con malicia, y esa mirada prometió que todo tipo de problemas
estaba a punto de ocurrir—. Eso no es lo que te dije que
hicieras. Quiero que Priest te lo quite, esta noche voy a tener
todo lo que yo quiera.

16
No, no. Señor.
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—Oui, lo tendrás. Mi error, —dijo Julien, agradecido por la
libertad que le dio el delantal cuando Priest deslizó una mano
por su columna vertebral y lo jaló hacia atrás, así que el trasero
desnudo de Julien estaba ahora acunando su gran erección.
Dieu17. Eso se sintió bien, y claramente Priest estuvo de
acuerdo.
—Mejor compórtate, Julien —dijo Priest, y su aliento en la
oreja de Julien hizo que su espina dorsal se estremeciera de
expectativa—. Parece que Robert se siente muy luchador esta
noche.
Robbie se encogió de hombros. —Lo justo es justo. A
vosotros dos se les ocurrió todo esto; sólo estoy cobrando mis
ganancias. Y esta primera parte requiere que usted, Sr.
Priestley, este de rodillas.
Priest levantó una ceja. —Pensé que le iba a quitar el
delantal.
—Lo harás —dijo Robbie, mientras sus ojos se acercaban
a los de Julien, el brillo que había en ellos prácticamente los
hacía brillar—. Con los dientes.
—Julien maldijo, y los dedos de Priest se clavaron en sus
caderas.
—Y tú crees que soy el que se burla de mí en este trío —
dijo Priest—. Creo que acabas de robar el título, cariño.
A Robbie parecía gustarle eso, si el rubor que manchaba
sus mejillas era una indicación. Entonces Priest soltó a Julien e
hizo lo que se le había ordenado, poniéndose de rodillas.
Julien miró por encima de su hombro, y cuando Priest
levantó la cabeza, el acero derretido que estaba conectado con
17
Dios.
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él prometió que lo que estaba a punto de seguir sería tan
jodidamente caliente, probablemente derretiría a Julien hasta
el suelo.
—Eres un provocador —dijo Robbie, recapturando la
atención de Julien mientras deslizaba su mano bajo el elástico
de sus pantalones cortos de pijama—. Uno grande y malvado.
Pero ahora voy a terminar esto como yo quiera. Y quiero que
le quites el delantal… con la boca.
Julien recuperó el aliento cuando la punta de la lengua de
Priest pasó sobre la curva redonda de su trasero, y cuando una
de las manos de Priest acarició la parte delantera de su muslo
para rodear la base de su polla, Julien se balanceó sobre sus
pies.
—Putain de merde18 —dijo Julien, y apretó los dientes, sin
saber si quería empujar hacia delante en la mano de Priest o
hacia atrás, hacia su boca atormentadora.
—Sí —dijo Robbie, mientras descruzaba los tobillos y
ensanchaba las piernas—. Quítale el delantal, Priest. Quiero ver
lo que estás haciendo.
Los ojos de Julien encontraron los de Robbie, y el oscuro
deseo que se arremolinaba allí le dijo que todo lo que Robbie
tenía en mente para ellos después de esto era algo que él
quería desesperadamente. Para suerte de Robbie, estaban más
que dispuestos a darle lo que su sucio corazoncito deseara esta
noche.

18
Jodido infierno, carajo.
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PRIEST HABÍA SABIDO que el establecer un poco de trabajo
preliminar esta tarde valdría la pena de la mejor manera
imaginable. Pero no tenía ni idea de en qué dirección los llevaría
Robbie una vez que el reloj marcara las diez.
Todavía no lo sabía, en realidad. Pero con Robbie tumbado
en la silla con los pies descalzos en la cama y la mano en esos
pantalones cortos, era difícil de ignorar -y también lo era su
actitud arrogante.
Priest se inclinó hacia adelante y tomó el extremo del
cordón del delantal de Julien entre sus dientes y tiró, cayendo
al suelo, a los pies de Julien, los ojos de Priest encontraron los
ojos de Robbie con fiebre.
Culo mandón. Se está excitando mucho con esto. Pero
también Priest.
Incapaz de resistirse al señuelo de la carne de Julien,
Priest mordió suavemente una de las curvas redondeadas,
Julien se dobló hacia atrás para clavar sus dedos en el cabello
de Priest.
—No bromees, mon amour —dijo Julien, su respiración un
poco inestable—. No si quieres que esto dure.
—Sí, Priest —dijo Robbie—. Además, no dije que podías
morderlo. Ahora, levántate.
Los ojos de Priest se entrecerraron en el hombre
impertinente que se esforzaba por mantener la calma. Pero
cuando Priest inclinó su cabeza y lentamente se puso de pie,
pasó sus manos por los costados de Julien, y Robbie gimió.
—Mierda —dijo Robbie—. Sí, eso es.... Acaricia la polla de
Jules para mí. Quiero mirar.
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¿Así que su princesa quería un espectáculo esta noche?
De acuerdo. Eso estuvo más que bien con Priest, ya que le puso
un brazo alrededor de la cintura a Julien y tomó su gruesa
erección en sus manos. El gemido lleno de placer que resonaba
en las paredes del dormitorio dejaba claro que Julien también
estaba muy bien. La única pregunta que quedaba era: ¿Hasta
dónde podría Robbie llevar este pequeño espectáculo suyo
antes de que cediera?
Con golpes largos y seguros, Priest comenzó a tirar y a
trabajar la dura longitud de Julien hasta que Julien se recostó
contra él, envolvió un brazo alrededor del cuello y comenzó a
mover sus caderas hacia adelante.
—Oh joder, Dios mío, —dijo Robbie, y rápidamente se
desabrochó la camisa. Parecía que su princesse se estaba
poniendo un poco caliente y molesta.
Robbie tiró el material a un lado, y cuando se cayó en su
silla y se metió la mano en los pantalones, Priest deseó que
fuera él quien diera las órdenes, porque realmente quería ver
la deliciosa polla que Robbie estaba acariciando.
—¿Princesse? —dijo Julien con una voz que era
prácticamente una caricia para los dos hombres que estaban
escuchando, y cuando Robbie puso sus ojos en los de Julien,
casi gimotea.
Priest no podía culparlo. Sólo podía imaginar lo
impresionante que se veía Julien ahora mismo con su
fenomenal cuerpo expuesto y su polla deslizándose dentro y
fuera del puño de Priest.
—¿Sí? —dijo Robbie, su respiración se vuelve un poco más
difícil ahora.
—¿Puedo pedirte algo?
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Robbie separó las piernas y flexionó el brazo, sin duda con
los dedos apretados a su alrededor, y Priest tuvo la impresión
de que Julien podría haber pedido diez cosas en ese momento
y Robbie habría estado de acuerdo.
Pero como si Robbie sintiera que se estaba derrumbando,
cayendo bajo el hechizo sensual de Julien, pareció sacudirse a
sí mismo. —Puedes.... pero eso no significa que lo conseguirás.
—Oui, lo sé. Pero, ¿podrías quitarte los pantaloncitos para
que pueda verte?
Gracias. A ti. Julien, pensó Priest. Le encantaba cuando
los tres estaban en la misma longitud de onda, y esta noche
ciertamente lo estaban. Eso no significaba, sin embargo, que
Robbie iba a dejarlos salir del apuro tan fácilmente, oh no. Sus
ojos azules y brillantes se dirigieron a los de Priest, y lo que
sea que haya visto allí hizo que sus dulces labios se curvaran
en una provocativa sonrisa. —¿También quieres eso?
—Sí —contestó Priest en un instante.
La mirada de Robbie volvió a Julien. —Entonces lo
pensaré. Y si continúan complaciéndome, yo podría
concedérselo. —Los labios de Priest temblaron ante la
insolencia de Robbie, y levantó la ceja de la manera más
arrogante que Priest había visto jamás, y joder, era tan
malditamente sexy—. ¿Y bien? Continúe, por favor —dijo
Robbie, y luego se sentó a ver el programa.

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LA MEJOR DÉCADA DE LA HISTORIA. Así la llamé. Y si esta era
la forma en que estaba empezando, entonces Robbie tenía
grandes esperanzas para el resto.
Cuando Priest se puso detrás de Julien en el comedor,
Robbie tuvo una repentina visión de ellos desnudos, frente a
él, pero esta vez con Priest...
—C'est bon19, Joel. Más fuerte.
….haciendo mucho más a Julien que frotando sus
hombros, y ahora esa visión estaba cobrando vida.
La polla de Julien goteaba por toda la mano de Priest,
mientras éste rozaba con su pulgar la cabeza hinchada que se
asomaba a través de la punta de su mano. Pero ni siquiera eso
fue suficiente para saciar el hambre que Robbie no pudo
satisfacer esta noche. Él quería más.
Les echó la culpa a los dos, por supuesto, por su súbito e
insaciable apetito. Pero vamos, Priest y Julien habían tirado
este guante sexual. Robbie acababa de cogerlo y correr.
—¿Priest? —llamó Robbie, y cuando Priest miró a su
alrededor, Robbie se deleitó con el poder que tenía. Se sintió
mareado, ebrio por la embriagadora sensación de estar en
control de estos dos hombres, y en este momento lo estaba
totalmente. Le habían dado las riendas, y él no tenía problemas
para hacerse pasar por el jefe. De verdad, ningún problema.
—¿Sí, Robert?
—Desnúdate.
Los ojos de Priest brillaron como diamantes, mientras
soltaba lentamente a Julien y se quitaba los shorts y los boxer.

19
Es tan bueno.
58
Priest era imponente con ropa, pero sin ella, era dueño de
cualquier persona lo suficientemente afortunada como para
estar en su dormitorio. Afortunadamente para Robbie, ahora
sólo los incluía a él y a Julien, y siempre se quedaban
asombrados cuando Priest se paraba delante de ellos como lo
estaba ahora.
Su cabello estaba peinado hacia atrás para dejar libre su
rostro ásperamente guapo, excepto por el mechón que siempre
caía hacia adelante en su frente, y esa pequeña cosa le recordó
a Robbie todas las veces que Priest había empujado ese
poderoso cuerpo dentro de él o de Julien, y ese cabello se había
caído por la fuerza de la misma. Y una mirada a Julien le dijo a
Robbie que él estaba pensando exactamente lo mismo.
Con la cabeza volteada y los ojos fijos en Priest, Julien
estaba devorando codiciosamente el cuerpo que se acercaba al
suyo, y cuando el rabillo de la boca de Priest se levantó con
una sonrisa inmoral, Julien gimió profundamente en su
garganta.
Mierda. Mientras Julien era elegante y sensual cuando
estaba desnudo, Priest tenía todo el poder, y esto iba a ser tan
caliente que Robbie pensó que la habitación podría incendiarse.
—Ahora, beso —dijo Robbie, y cuando Julien giró hacia
Priest, sus pollas se rozaron entre sí, y Priest tomó la parte
posterior del cuello de Julien y lo arrastró hacia adentro.
Robbie gimió como si fuera su boca la que Priest ahora
estaba destruyendo, él tomando un sabor tan largo de Julien,
y apretó un puño alrededor de su polla para evitar que él mismo
se corriera mientras veía la escena desplegarse frente a él.

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Este beso no fue suave. No fue gentil. No fue un beso para
ver si el otro estaba interesado y quería ir más allá. No. Este
beso fue duro, apasionado y lleno de agresividad y frustración.
Los dedos de Priest se clavaron en el cuello y el hombro
de Julien, mientras inclinaba la cabeza y clavaba su lengua en
la boca de Julien. Julien pasó sus dedos por el cabello de Priest
y se lo retorció, mientras mordía el labio de Priest, haciéndolo
gruñir, tirar hacia atrás, y luego ir hacia él de nuevo desde una
dirección diferente.
El pulso de Robbie se aceleró, su sangre como un fuego
en sus venas mientras observaba a los dos en el lado opuesto
de la cama. Priest agarró el trasero de Julien, y Julien empujó
sus caderas hacia adelante, machacando su polla a lo largo de
la parte inferior de la de Priest, y mientras continuaban
peleándose entre sí, Robbie aún quería más.
—Eso —dijo Robbie, y mientras lo miraban, sus pechos se
apretaban uno contra otro—. Quiero ver más de eso para mi
cumpleaños.
—Sé específico, cariño —dijo Priest—. ¿Qué es
exactamente lo que pides?
La expresión indómita en los ojos de Julien y Priest le dijo
a Robbie que sabían exactamente lo que estaba pidiendo. Pero
si necesitaban que lo deletreara, entonces no tenía ningún
problema con eso. De hecho, nunca había deseado más decir
las palabras.
—Quiero veros follar.

60
CAPÍTULO CINCO

Una princesa que habla sucio


es mucho más divertido que una de verdad.
Confía en nosotros, deberíamos saber
~ Julien y Priest

Maldición. Esas palabras que venían de Robbie tenían a Julien


apretando los dientes, al igual que la forma en que Robbie
estaba recostado en su silla con sus ojos desvergonzados
vagando por todos lados. Robbie parecía un hombre que había
pagado mucho dinero por un programa explícito y esperaba
conseguirlo, y estaba a punto de hacerlo.
Mientras Priest amasaba los hombros de Julien, no pudo
evitar gemir mientras su esposo se movía detrás de él y ponía
sus labios justo debajo de su oreja. Robbie asintió con la
cabeza, pero no dijo nada, dejando muy claro que lo que Priest
estaba haciendo era exactamente lo que quería ver.
Julien cerró los ojos y se recostó en el fuerte cuerpo que
tenía detrás. Se deleitó con la sensación de la dura longitud
que pronto estaría dentro de su cuerpo, ya que encontró un
lugar por ahora anidado entre las mejillas de su trasero, y Priest
gruñó un suave estruendo de aprobación.
61
—Maldición —dijo Robbie, y Julien abrió los ojos a tiempo
para verlo sentarse y poner los pies en el suelo. El aire en la
habitación crepitaba con energía sexual, y luego Priest
encendió el fósforo.
—Pon tus manos en el colchón —dijo en el oído de Julien,
y mientras Priest lo impulsaba a bajar a la cama, Robbie
finalmente se puso de pie.
Las palmas de las manos de Julien cayeron sobre el
edredón al mismo tiempo que los pantalones cortos de Robbie
golpeaban el suelo, y luego Robbie abrió el cajón de la cabecera
de la cama, agarró una botella de lubricante y se subió al otro
lado del colchón.
Mientras Priest se apiñaba detrás de Julien, apretó un beso
en la base de su cuello, y Robbie arrojó el lubricante a su lado
y se sentó de nuevo sobre sus talones para observar.
Julien se arqueó en la presión sólida del cuerpo de Priest,
y cuando Priest tomó la botella y la abrió, los ojos de Julien
encontraron los de Robbie.
—A vosotros os gusta esto —dijo Robbie, mientras Priest
empezaba a deslizar sus dedos resbalosos hacia arriba y hacia
abajo por la grieta de Julien—. Yo... Es sólo... Joder. Hace tanto
calor. Y siempre estoy tan atrapado en cómo me siento que
nunca llego a sólo… mirar.
La polla de Julien palpitaba con las palabras de Robbie, sin
mencionar los dedos de Priest. Pero Robbie no tenía que
justificar sus deseos ante ellos. Sabían perfectamente bien lo
excitante que era mirarse unos a otros, y justo cuando Julien
estaba a punto de decírselo, Priest eligió ese momento para
empujar un dedo hacia dentro.

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Las manos de Julien se flexionaron alrededor de las
sábanas, y mientras Priest lo sacaba y lo volvía a hacer, Julien
se empujó hacia atrás, metiendo ese dedo hasta donde podía
llegar. —Cristo, estás jodidamente apretado, Julien, —dijo
Priest mientras tiraba de su dedo libre y frotaba la almohadilla
de su pulgar sobre el culo en el que ahora estaba vertiendo una
cantidad abundante de lubricante—. Vamos a tener que
estirarte antes de que algo más grande que mis dedos se meta
en ti. Ha pasado un tiempo desde que este culo no tenía mi
polla dentro.
Los brazos de Julien temblaban ante las palabras de
Priest. Había pasado mucho tiempo. Meses de hecho. Ahora
que Robbie era una parte permanente de sus vidas, los tres
habían cambiado a los papeles que les eran más naturales. Pero
Julien tuvo que admitir que estaba ansioso por darle esto a
Robbie y sentir que Priest lo consumía una vez más.
A medida que dos de los dedos de Priest entraban
lentamente, Julien rechinaba los dientes y sus ojos se movían
por el cuerpo de Robbie hasta la mano que metódicamente
trabajaba a lo largo de su cuerpo. Su piel cremosa tenía un
ligero brillo sobre ella, y la evidencia de su excitación le estaba
ayudando a conseguir un buen deslizamiento pegajoso.
—Viens ici —dijo Julien, y se preguntó si Robbie seguiría
la orden, considerando que él era el que les estaba dirigiendo
esta noche. Pero cuando Robbie se acercó al colchón, llevando
a ese delicioso pene a pocos centímetros de sus labios, Julien
dirigió sus ojos hacia Robbie y dijo: —Laisse-moi te goûter.
Déjame probarte.
Con una sonrisa desvergonzada, Robbie dijo: —Me
encantaría. Pero ¿dónde están tus modales, Jules?

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La profunda risa de Priest recorrió la habitación y Julien
agarró un poco más fuerte las sábanas mientras miraba la
hermosa cara de Robbie. La traviesa descarada le estaba
pagando por ese momento en la cocina.
—Laisse-moi te goûter, —dijo Julien de nuevo, y luego
pasó su lengua por su labio inferior—. S'il te plaît.
Robbie prácticamente ronroneaba mientras pintaba sus
dedos pegajosos a lo largo del mismo camino que Julien
acababa de trazar con su lengua. Y cuando el sabor salado de
él golpeó los sentidos de Julien, Priest deslizó tres dedos hacia
adentro y se inclinó sobre la espalda de Julien. —Por favor,
dame tu boca, cariño.
Mientras Robbie se acercaba un poco más para besar a
Priest, el sonido que hacían cuando sus labios se encontraban
y sus dedos entraban y salían de él era una de las cosas más
eróticas que Julien había oído jamás.
Su polla le dolía mientras continuaba trabajando, y
entonces Priest dijo: —Así que quieres ver cómo me follo a
nuestro francés, ¿verdad?
—Ah huh, —dijo Robbie, su voz respirando, su cuerpo
balanceándose aún más cerca hasta que su polla rozó la
esquina de la mejilla de Julien—. Es mi fantasía. Los dos juntos
así.
—De verdad... —dijo Priest, mientras que quitaba sus
dedos del cuerpo de Julien y comenzó a arrastrar la cabeza de
su erección arriba y abajo del canal de Julien, molestándolo.
—Mhmm, —dijo Robbie—. Siempre. Incluso antes de que
todos nosotros...
Robbie dejó de hablar cuando Julien capturó su erección
entre sus labios y chupó, y ni un segundo más tarde, Priest se
64
agarró de las caderas de Julien y entró en él con un sólido
empujón.

El cuerpo de JULIEN estaba tan apretado como un tornillo


de banco, y cuando la polla de Priest desapareció dentro,
agarró con sus dedos las caderas de su marido y no se detuvo
hasta que sus bolas rozaron la piel caliente de Julien.
Hacía mucho tiempo que no estaba dentro de Julien, y el
placer de rizar los dedos de los pies que Priest obtenía al tenerlo
abierto de esta manera le hacía sentir tan drogado como una
puta cometa.
Los ojos de Robbie estaban clavados en el agujero
estirado de Julien, y sus manos estaban ahora con un puñado
de su cabello, y si Priest no hubiera estado apretando los
dientes en un esfuerzo por no correrse, le habría dicho a Robbie
lo mucho que aprobaba este regalo de cumpleaños.
Como fuera, Priest estaba teniendo dificultades para
mantener el control, y cuando Julien apretó sus músculos y
éstos se contrajeron alrededor de su longitud, Priest maldijo.
—Hazlo de nuevo, Julien, y te perforaré en este colchón.
Robbie empujó sus caderas hacia adelante ante la
amenaza, deslizándose más profundamente entre los labios
llenos de Julien, y luego pasó su mano por el cuello de Julien
hasta su espalda. —Mierda. Tenía tanta razón. Tiene el mejor
trasero del planeta.

65
Los labios de Priest se curvaron cuando la mirada febril de
Robbie se encontró con la suya. Esos ojos azules eran de color
azul marino en este momento, y la lujuria que montaba a
Robbie era tan intoxicante como el agujero que Priest estaba a
punto de aniquilar.
Aquí y ahora, no había nada ni nadie en el mundo excepto
ellos tres. Cada uno se conectó con el otro en este momento
salvaje y crudo que había sido soñado por el hombre de aspecto
dulce, quien luego abrió la boca y emitió una petición no tan
dulce.
—Dios, Priest. Muévete —dijo Robbie—. Quiero mirar.
Quiero verte deslizarte dentro de él.
Julien gimió entre ellos, dejando claro que había oído a
Robbie, y mientras Priest arrastraba lentamente su polla, Julien
sacó su boca de la polla de Robbie y dijo: —Hazlo, Joel. Que
me jodas, —y Priest cumplió.
Priest volvió a entrar, agarró las caderas de Julien y lo
arrastró hacia atrás para que pudiera llegar lo más profundo
posible, antes de salir a hacerlo una y otra vez hasta que Julien
gritó su nombre. La mano de Robbie estaba bombeando su
verga a tiempo al ritmo que Priest estaba golpeando, y cuando
Julien lo llevó de vuelta a su boca, Robbie también igualó el
ritmo allí.
Las manos de Priest se abrieron de par en par para que
Robbie pudiera ver cómo lo penetraba, y un grito se desprendió
de Robbie cuando Julien lo llevó hasta la parte posterior de su
garganta.
—Oh, joder. Mierda, —dijo Robbie, y se soltó de la boca
de Julien, tratando de luchar contra su orgasmo.

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Niño codicioso. Aún quiere más antes de correrse esta
noche, pensó Priest, mientras agarraba el hombro de Julien.
Entonces siéntate tranquila, princesa. Te daremos más.
Priest apretó una mano contra los músculos tensos de
Julien y lo levantó hasta que se puso de pie. El ángulo y el
desplazamiento del cuerpo de Julien hizo que Priest se inclinara
hacia adelante, y una vez que regresó a ese estrecho agujero,
Priest besó el cuello de Julien hasta la oreja y le dijo: —Ha
pasado mucho tiempo, mon cœur. ¿Te gusta esto?
—Oui —dijo Julien, y se agachó para bombear su polla—.
Bordel, c'est trop bon, Joel. Es tan jodidamente bueno. —
Mientras las palabras de Julien se transformaban en fuertes
gemidos, los ojos de Robbie se fijaron en ellos, y Priest
comenzó a moverse.
Le puso un brazo en la clavícula a Julien y extendió la otra
mano sobre el estómago, y cuando comenzó a moverse hacia
adentro y hacia afuera, los sonidos que salían de la boca de
Julien casi hicieron que Priest lo perdiera.
Julien era tan libre con su placer, tan sexy, y Robbie debía
haber estado de acuerdo, porque no mucho después de eso,
estaba al otro lado de la cama y de pie en el colchón. Su polla
rozó el dorso de la mano de Priest, y cuando Robbie se inclinó
para besar los labios de Julien, el culo de Julien se apretó,
haciendo gemir a Priest.
Mientras los dos delante de él se probaban el uno al otro,
Priest mordió el hombro de Julien. Pero la reconexión sensual
no duró mucho, no con lo caliente que estaba el fuego ardiendo,
y finalmente Robbie jadeó y se alejó.
—Eso es —dijo Robbie, y se lamió los labios hinchados—.
Me cansé de mirar. —Y antes de que Priest pudiera preguntar

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a qué se refería, Robbie se movió hasta que estaba acostado
boca arriba con los pies en el borde del colchón.
Robbie abrió bien las piernas y puso una mano alrededor
de su polla, y cuando apareció su pequeño y bonito agujero,
Julien maldijo.
—Mmm, ¿quieres eso? —dijo Priest mientras él besaba
debajo de la oreja de Julien, mientras tanto Julien seguía
follándose con la polla que aún estaba clavada dentro de él—.
¿Quieres hacer que se corra nuestra sucia princesa esta noche
y darle una lección por burlarse de nosotros?
—¿Yo? —dijo Robbie, y luego se mordió el labio mientras
se arqueaba, mostrándose ante ellos sin una pizca de
vergüenza.
Priest plantó un beso final en el cuello de Julien y se
deslizó hacia afuera, y observó cómo Julien ponía una rodilla
en el colchón entre las piernas de Robbie y asintió.
—Oui, dijo Julien, —su voz más grave, más rasposa por
su excitación, mientras se arrastraba sobre Robbie y cogía la
botella de lubricante—. Tú, princesse. Terminemos esto juntos,
¿eh?
Sí, Priest no podría estar más de acuerdo. La única
pregunta real era: ¿podrían todos ellos esperar hasta que el
otro estuviera en su lugar?

ROBBIE NO PODÍA APARTAR los ojos de Julien mientras


buscaba el lubricante. Su pene duro se deslizaba por el interior
del muslo de Robbie, y cuando tenía la botella en la mano,
68
Julien dijo: —Tienes suerte de que sea tu cumpleaños, chico
travieso o te daría la vuelta en este colchón para darte una
paliza ahora mismo.
Robbie giró la cabeza hasta que sus caras estaban tan
cerca que podía besar los labios de Julien. —¿Qué tal si en vez
de eso me follas?
—Tienes una boca sucia esta noche.
—En realidad, sí, —dijo Robbie—. Pero eso es lo que
consigues cuando tú y Priest me atormentan todo el día.
—Mmm —dijo Julien, y le mordió el labio inferior a
Robbie—. En ese caso, puede que tengamos que burlarnos de
ti más a menudo.
Cuando hizo un guiño, todo el cuerpo de Robbie respondió
inclinándose de la cama en un esfuerzo por acercarse, y cuando
Julien cambió su peso a un brazo para abrir el lubricante, la
mirada de Robbie se movió sobre su hombro hacia Priest.
Estaba de pie detrás de Julien ahora, trabajando su polla
erguida, su atención se centró en los dos. Robbie se lamió el
labio superior, y cuando una sonrisa malvada y caliente cruzó
la boca de Priest, Robbie trabajó un poco más rápido.
Mierda. Julien tenía que entrar en él, como... de
inmediato.
Como si Julien pudiera leer la mente de Robbie, tiró la
botella a un lado y, ni un segundo más tarde, sus dedos
resbaladizos se movían sobre las estrechas bolas de Robbie
hasta la franja de piel que lo llevaría a...
—Ah, sí, Jules. En mí.... Mételos dentro de mi.
Julien descansó un antebrazo junto a la cabeza de Robbie,
y cuando comenzó a mover sus dedos hacia adentro y hacia
69
afuera, Robbie se envolvió una pierna alrededor de su cintura
y se empujó hacia arriba con la otra para que se hundieran
más.
—Oui, úsalos, princesse. Úsame. —Julien aplastó su boca
contra la parte superior de la de Robbie, y Robbie se abrió ante
él cuando comenzó a retorcerse en esos ágiles dedos.
—Jesús. —La voz ronca de Priest llenaba la habitación—.
Por el amor de Dios. Métele la polla, Julien, o esto se acabará
en los próximos segundos.
Robbie se estremeció y Julien sonrió contra sus labios. —
Será mejor que te aferres a algo. Suena como si fuera a ser un
viaje duro.
Julien se fundió en el cuerpo de Robbie, mientras veía las
manos de Priest en la cintura de Julien poniéndolo de pie. Una
vez allí, Priest tomó la boca de Julien en un fuerte beso, por lo
que Robbie bombeó frenéticamente su longitud mientras los
veía desbordarse hasta que Priest puso una mano sobre el
hombro de Julien y lo detuvo.
—Alto. Cristo. Tienes que detenerte.
Priest maniobró a Julien hasta el borde de la cama donde
yacía Robbie. —¿Robert? Toma tus piernas… joder... sí, —dijo
Priest, mientras Robbie enganchaba sus manos en la parte
posterior de sus rodillas y se abría—. Qué jodido espectáculo,
tan hermoso.
Julien asintió con la cabeza, su atención se centró en la
ansiosa entrada de Robbie. —No puedo esperar a entrar en ti
esta noche, cumpleañero.
Robbie tembló. Todavía era tan emocionante sentir que
uno de estos hombres lo reclamaba de esa manera, y esta
noche iba a ser... —¿La guinda del pastel?
70
Julien puso sus palmas en la cama junto a la cabeza de
Robbie, y cuando su polla rozó la entrada de Robbie, dijo: —O
la crema, —justo antes de hundirse en el cuerpo de Robbie.
Mientras Julien se calmaba, y su boca se cernía sobre la
de Robbie, sonrió. —¿No me dijiste que esa era la mejor parte?
—Sí —dijo Robbie mientras miraba a los ojos de Julien, y
Julien agarró el edredón y giró sus caderas hacia adelante.
Robbie se quedó boquiabierto, y la sensación de tener a
Julien desnudo dentro de su cuerpo fue suficiente para que
Robbie se desahogara por sí solo. Pero esta noche, Robbie
estaba esperando. Sabía lo que estaba a punto de suceder, y
cuando Priest se puso en posición, Robbie observó con ansiosa
anticipación mientras se alineaba con el cuerpo de Julien y
luego se introducía en el interior de su marido, haciendo que
todo el cuerpo de Julien saliera disparado por el impacto.
Robbie gimió mientras Priest se retiraba para hacerlo de
nuevo, hasta que Julien estaba tan adentro que Robbie no
estaba seguro de dónde empezaba y dónde terminaba Julien.
Julien tomó la boca de Robbie y lo besó llevándolo al santo
infierno en ese momento, entonces, Robbie soltó sus piernas
para envolver sus brazos alrededor del cuello de Julien.
Después de eso, Robbie perdió todo el sentido del tiempo
y del lugar cuando cada uno se movió dentro del otro, y cuando
su clímax amenazó, Robbie cerró los ojos y dejó que la euforia
finalmente se apoderara de su cuerpo, como los dos hombres
que estaban por encima de él se habían apoderado de su
corazón.

71
CAPÍTULO SEIS

De acuerdo, estoy nervioso por presentarles


a mis novios casados a mis padres.
No actúes como si no lo fueras a estar ~ Robbie

LA LUZ DE LA LUNA se deslizó a través de las cortinas e iluminó


la maraña de piernas que se extendía sobre el colchón, donde
los tres hombres se regodeaban después de la sensual
tormenta que justamente acababa de pasar con ellos.
—Lo dije antes y lo diré de nuevo —dijo Robbie entre las
sombras—. El mejor. Cumpleaños. De mi vida.
Priest giró la cabeza sobre la almohada para mirar a
Robbie, que estaba estirado de costado con una pierna colgada
sobre uno de los muslos de Priest, y detrás de él estaba Julien.
—¿Eso significa que querrás hacer esto de nuevo el año
que viene? —preguntó Julien.
Robbie miró hacia atrás y asintió. —Y el año siguiente, y
el siguiente. ¿Qué tal si decimos que esto es lo que haremos
cada año por mi cumpleaños hasta que ya no pueda hacerlo?
—Creo que suena como una idea fantástica —dijo Priest,
mientras Robbie se acurrucaba más cerca de su costado y
Julien enrollaba un brazo alrededor de la cintura de Robbie—.
Pero hay algo más que creemos que debes hacer en tu
cumpleaños. Este año, y cada año después.

72
Robbie sonrió. —De verdad, Priest, déjame recuperarme
primero. Ya no tengo veintitantos años.
Priest arqueó una ceja. —Hablo en serio.
—Me doy cuenta. Mi ceño favorito está de vuelta.
—No te frunzo el ceño.
—Ya no más —dijo Robbie, y pasó su dedo por los labios
de Priest—. Pero frunces el ceño, y tus labios se ponen muy
apretados. Como lo están ahora.
Priest mordió el dedo de Robbie, haciendo reír a los otros
dos.
—Por suerte para nosotros, —le dijo Robbie a Julien—
parece que ha decidido morder más de lo que ladra estos días.
—¿Puedo hablar, por favor? —dijo Priest, y cuando Robbie
lo miró, fingió que cerraba una cremallera en sus labios, pero
Priest lo sabía mejor. Tenía unos cinco segundos para sacar lo
que quería decir o su pequeño y bochornoso compañero
volvería a hacerlo—. Julien y yo queremos hablar contigo sobre
ir a casa a visitar a tu familia.
Robbie no dijo nada.
—Sabemos que es un gran paso, —comenzó Julien.
Priest agregó: —Pero si estás listo para tomarla, creemos
que verlos en tu cumpleaños sería la oportunidad perfecta
para...
—Estoy de acuerdo —dijo Robbie, sorprendiéndolos a
ambos.
Cuando sus ojos se encontraron sobre el hombro de
Robbie, Priest vio que los labios de Julien se curvaban en una
sonrisa sabia. Siempre tan perspicaz, ¿verdad, Sr. Thornton?
73
—¿En serio? —dijo Priest, sólo para asegurarse de que
había oído a Robbie correctamente.
—Sí. Por muy chocante que sea, estoy de acuerdo.
Priest se puso de lado y Robbie frunció los labios.
—Sé que he estado evitando todo eso de conocer a mis
padres.
Julien apretó la cintura de Robbie y le preguntó: —¿Por
qué?
—No lo sé. Supongo que estaba... ¿asustado, tal vez?
Priest acunó la cara de Robbie y le rozó los labios con el
pulgar. —Está bien, cariño. Puedes hablar con nosotros. Nada
de lo que digas nos va a ofender.
Robbie respiró hondo y cerró los ojos por un segundo, y
cuando los abrió, Priest pudo ver la preocupación que había allí,
y le desgarró el corazón.
—Mis padres siempre han sido muy buenos acerca de,
bueno, todo. Son solidarios, orgullosos y nos aman a todos más
que a nada en el mundo. —Robbie sonrió—. Siempre he estado
muy cerca de ellos. Podría decirles cualquier cosa y nunca
pestañearon, especialmente mi madre...
—¿Pero? —preguntó Julien, sintiendo claramente lo
mismo que Priest sentía en ese momento.
—Pero... —dijo Robbie— nunca he llevado a nadie a casa
conmigo antes.
—¿Y eso es lo que te asusta? —indagó Priest—. ¿Llevarnos
a tu casa contigo?

74
—Es una de las cosas. Es un gran paso. ¿Y si... y si no se
llevan bien con mi grande y loca familia? ¿Qué pasa si no se
llevan bien con vosotros?
Priest se inclinó y rozó un beso en los labios de Robbie. —
Ya hemos conocido a Felicity y a tu madre.
—Lo sé. Pero eso fue antes de que supiera que ella sabía
que estábamos todos juntos.
Mientras Priest intentaba descifrar esa pequeña palabra
laberinto, Julien dijo: —Pero, ¿ahora lo sabe con seguridad?
Robbie se movió hasta que se sentó entre ellos, con la
espalda contra la cabecera. —Sí. Al principio no. Claro, quiero
decir. Sé que bromeé sobre que ella se dio cuenta enseguida,
pero cuando no dijo nada, pensé que tal vez no lo hizo.
—Ella lo hizo —dijo Priest, y cuando Robbie lo miró, Priest
se rio—. En la inauguración del restaurante, nos vio hablando
en el bar después de tu pequeño encuentro con Henri.
Los ojos de Robbie se abrieron de par en par. —¿Lo hizo?
Priest asintió. —Ella lo hizo. Y si recuerdas, estabas
coqueteando escandalosamente conmigo.
—Oh Dios. ¿Qué debe estar pensando? Probablemente
piense que soy una especie de rompe hogares que se interpuso
entre vosotros dos.
—Si ese es el caso —dijo Priest, sonriendo ante la
mortificación de Robbie— ella tendría media razón.
Ciertamente te interpusiste entre nosotros esa noche. Pero no
hasta después de que te lleváramos a casa.

75
LA BOCA DE ROBBIE se abrió y empujó el hombro de Priest. —
No acabas de decir eso. Estoy tratando de tener una
conversación seria contigo. Sobre mi madre.
—Me disculpo —dijo Priest.
—Bien, concentraros, los dos. Dijiste que ella lo sabe —
dijo Julien, y Robbie se mordió la uña del pulgar—. ¿Ella te dijo
eso, o.…?
—No exactamente. Le dije que iba a llevar a mis 'novios'
a casa, y después dijo...
—¿Qué? —preguntó Julien—. ¿Qué dijo ella?
Robbie puso los ojos en blanco y suspiró. —Que deseaba
conocer mucho mejor al Sr. Priestley y al Sr. Thornton. —Priest
dejó salir una risa, y Robbie lo inmovilizó con una mirada
seria—. Estás terriblemente alegre con todo esto.
—Ignóralo, princesse —dijo Julien—. Ha estado esperando
con impaciencia este momento, y ahora que está sucediendo,
creo que está un poco delirante.
—¿Este momento? —dijo Robbie.
—Oui. ¿Cuándo se lo dirás a tu familia? ¿Cuándo
finalmente nos presentaras como tus compañeros?
—¿De verdad? —dijo Robbie, mirando a Priest, que estaba
sonriendo—. ¿Quieres conocer a mi familia?
—Nosotros sí. Es el paso final, —dijo Priest—. El último
elefante en la habitación.

76
Julien puso una mano en el muslo de Robbie. —Pero hay
algo más que te preocupa. ¿Qué es?
—Yo… —Robbie se detuvo, y luego retorció sus manos en
su regazo. Dios, ¿desde cuándo estoy nervioso al hablar con
ellos?—. ¿Y si no os gustan? Hay muchos de ellos. Además,
ambos son tan… privados.
Julien se sentó al lado de Robbie y tomó una de sus
manos. —Me resulta imposible creer que no queramos a la
familia de la que vienes —dijo Julien—. Eres brillante, feliz,
hermoso por dentro y por fuera, y si por alguna razón
inimaginable no nos llevamos bien, Priest y yo somos adultos.
Sabemos cómo comportarnos y jugar bien con los demás.
Robbie suspiró. —No es como si realmente importara
ahora de todos modos. Ya le dije que iríamos de visita.
—¿Lo hiciste? —dijo Julien, y Robbie puso una mueca de
dolor.
—Lo hice. Pero si no puedes liberarte, entonces
podríamos...
—Podemos —dijo Priest.
—Ni siquiera sabes cuándo es. ¿Y si tienes que trabajar?
Priest se sentó hasta que pudo besar los labios de Robbie.
—Qué lástima. Esto es más importante.
—¿Más importante que tu trabajo? —dijo Robbie, pero una
sonrisa tiraba de su boca—. Tus clientes podrían no estar de
acuerdo. Y también tus compañeros.
—Pregúntame si me importa.

77
Robbie no se molestó. No tenía ninguna posibilidad
cuando Priest se puso así. ¿Cómo lo llamaba Julien? ¿Un
salopardo20 encantador? Tenía mucha razón.
—Bien, entonces vamos a visitarlos —dijo Julien—.
¿Cuándo le dijiste que podíamos ir?
—Mm, en, eh, ¿dos semanas?
—Très bien21. Entonces tenemos dos semanas para
practicar nuestro mejor comportamiento.
—Oh, por favor —dijo Robbie—. Ustedes dos siempre se
portan bien. Además tú eres francés y hermoso, y Priest es
inteligente y encantador. Mi madre ya está medio enamorada,
y mi pa… Oh Dios. ¿A quién estoy engañando? No tengo ni idea
de cómo van a reaccionar ante esto. —Robbie dejó caer su cara
en sus manos—. ¿Y si los dos grupos de personas que más
quiero no se soportan?
—No creo que eso suceda —dijo Julien, y apartó las manos
de Robbie de su cara—. Pero no vamos a averiguarlo
evitándolos, ¿verdad?
—Supongo que no. —Robbie se quedó sin aliento—. Luego
están mis hermanas y la fiesta...
—¿La fiesta? —dijo Priest, y Robbie gimió.
—Suenas más preocupado por eso que por conocer a mis
padres.
—Lo estoy. No sabía que iba a haber una fiesta —dijo
Priest, y Robbie lo miró con ira.
—Bueno, ahora ya lo sabes. Mamá quiere que vaya la
familia. Eso incluye tías, tíos, primos... Básicamente todos los
20
Bastardo.
21
Muy bien.
78
italianos de Oshkosh. —Julien se rio y Robbie negó con la
cabeza—. Esto tiene el desastre escrito por todas partes. Ya
puedo verlo, y no es bonito. Habrá bebida, baile, karaoke...
—Que Dios nos ayude, —dijo Priest, y se deslizó a la cama.
—Lo sé. Confía en mí. —Robbie agitó la cabeza—. Ya estoy
tratando de pensar en una salida para ti. —Priest apuntó sus
ojos hacia Robbie, y parecía tan horrorizado que Robbie
finalmente lo perdió y se rio—. En serio, sin embargo, tal vez
deberíamos llamar y cancelar.
—Non —dijo Julien—. No vamos a cancelar a tu madre
ahora que nos ha invitado específicamente. Vamos a
consultarlo con la almohada. Tal vez se nos ocurra una forma
de hacer esto más fácil de alguna manera. Menos estresante.
Robbie se burló. —Buena suerte con eso.
Mientras Julien se movía bajo las sábanas, Priest tiró de
Robbie entre ellos. Una vez que estaba completamente debajo
de las sábanas, Priest los enrolló a los dos para que miraran a
Julien y le dijo al oído de Robbie: —¿Quieres que te cante una
canción de cuna? Podría ayudarte a dormir.
—O inducir pesadillas —dijo Robbie.
—Mocoso —gruñó Priest—. Recuérdame otra vez por qué
aguantamos tu boca descarada.
Robbie dio un suspiro de ensueño cuando Julien se acercó,
de modo que los tres quedaron entrelazados el uno con el otro.
—¿Por qué me amas?
—Mmm. Eso podría ser, —dijo Priest, y bajó su mano para
apoyarla sobre la de Julien, donde yacía en la cadera de
Robbie—. ¿Qué te parece, mon cœur?

79
Julien besó los labios de Robbie y le susurró: —Creo que
eso es todo.
—Sabéis, —dijo Robbie en la habitación llena de
sombras— a veces desearía que tuviéramos una cama tamaño
queen.
—No todos cabríamos en una cama tamaño queen —dijo
Priest.
—Nosotros sí lo haríamos. Con una colocación cuidadosa
de las piernas —dijo Robbie—. Pero si nosotros tuviéramos una
cama tamaño queen, podríamos dormir así de cerca, siempre.
—No sé mucho sobre dormir, princesa. El problema de
estar tan cerca de ti es que nunca quiero irme y siempre quiero
tocarte.
—¿Eso es un problema? —preguntó Robbie.
—No —dijo Priest, y besó la nuca de Robbie—. Pero estar
medio dormido durante el día porque pasamos toda la noche
dentro de ti cada noche podría serlo.
—Mmm, tal vez. —Robbie se retorcía entre ellos,
asegurándose de frotarse contra toda la piel caliente y desnuda
que lo tocaba—. Todavía creo que me gustaría. —Priest gimió,
y luego le dijo a Julien: —Pero nos dices que necesitas
descansar ahora que tiene treinta años...
—Puf —dijo Robbie—. Eso simplemente se escucha
terriblemente mal.
—Joyeux anniversaire22 —dijo Julien—. Ahora duerme.
Hablaremos más de esto mañana.

22
Feliz cumpleaños.
80
CAPÍTULO SIETE

La mayoría de la gente no nos entiende.


Pero no es necesario. Nosotros lo entendemos.
Desde el momento en que nos conocimos ~ Julien

Dos semanas después...

No puedo creer que accedí a esto, pensó Robbie por


millonésima vez. ¿En qué estaba pensando cuando dije que sí
a esto?
Pero mientras rodaba su maleta por la entrada de su casa,
vio a Priest en la parte trasera del Range Rover empacando las
maletas y supo exactamente lo que había estado pensando:
quiero mostrarles a estos hombres.
Robbie quería finalmente presentarlos a sus padres y
poder decir: Están conmigo. Estoy con ellos. Estamos felices y
enamorados. Más que felices. Estamos locos, estúpidos,
delirantemente enamorados. Eso se escuchó de maravilla,
cuando en realidad no estaba preparado para ir a hacerlo.
Mientras Robbie se acercaba al final de la camioneta,
Priest mostró una sonrisa torcida23 al mirar la maleta que

23
Cuando una cara expresa alegría auténtica, la sonrisa es abierta, mostrando los dientes y simétrica.

81
Robbie estaba llevando, y la bolsa que estaba colgada sobre su
hombro.
—Viajando ligero, ya veo.
—Esto es ligero —dijo Robbie, mientras Priest agarraba la
bolsa de viaje—. Pasé mucho tiempo seleccionando mi
guardarropa, quiero que lo sepas.
Priest deslizó la bolsa al lado de la negra que acababa de
empacar, y luego regresó por la maleta. Robbie giró y dobló el
mango, y cuando Priest lo metió en la parte trasera del coche,
miró a Robbie y dijo: —Sólo nos quedaremos hasta el lunes,
¿verdad?
Robbie arqueó una ceja. —Sí. Pero esto no es como una
visita normal a casa.
—¿No? —preguntó Priest mientras cerraba el maletero.
—No. Ahí tienes el encuentro con mi familia. La charla
seria con mis padres. Una fiesta y, por supuesto, el viaje de
vuelta aquí.
Priest se cruzó de brazos y miró a Robbie por encima de
sus gafas de sol. —¿Todo ello significa que necesitas cien para
elegir?
—Oh, lo que sea —dijo Robbie, pasando una mano por el
aire—. Ya deberías saber que no me despierto con este aspecto
fabuloso.
Priest envolvió sus brazos alrededor de la cintura de
Robbie, y luego conectó sus labios en un beso que Robbie sintió
a través de todo su cuerpo. Robbie se agarró a la camisa de
Priest y gimió, empujando sobre los dedos de los pies para
acercarse aún más hasta que Priest finalmente lo dejó ir y
levantó la cabeza.
82
Sus labios se curvaron en una sonrisa completa y, como
siempre, Robbie sintió una sensación de logro al arrancarle esa
expresión a Priest. —Al contrario —dijo Priest—. Te despiertas
con mejor aspecto.
—Mmm, tienes razón. Sí, —dijo Robbie—. Pero sólo
porque normalmente me despierto con uno de ustedes encima.
Priest lo dejó ir y sacó las llaves de su bolsillo, y al hacerlo,
la luz del sol de la mañana se le quedó atrapada en el cabello,
lo que hizo que Robbie quisiera pasar sus dedos por allí. Las
hebras claras y oscuras de cobre, y el pelo corto en las mejillas
de Priest era sólo… guau. Tú no podrías pagar para conseguir
colores tan hermosos. Era llamativo, y junto con esos ojos
grises y ese serio conjunto de su boca, siempre hacía que
Robbie pensara en el sol tratando de iluminar la nube de una
tormenta -su pequeña nube de tormenta y la de Julien.
Cuando el pensamiento entró en su mente, Robbie se rio
y Priest le miró con curiosidad. —¿Quieres compartir?
—No —dijo Robbie, y selló sus labios. Antes de que Priest
pudiera decir algo más, Robbie escuchó la puerta principal que
se abría y se cerraba, se giró para ver a Julien caminando por
el camino de entrada.
Llevaba una camisa a cuadros de color blanco y azul
marino, y pantalones de color azul marino que le quedaban
como una segunda piel, y llevaba un par de mocasines
marrones y gafas de sol posadas sobre su cabeza. Se veía
casual, europeo y muy guapo, y con el bronceado que había
pasado horas perfeccionando este verano, Robbie pensó que
Julien se veía más apto para un viaje a la Riviera Francesa que
a Oshkosh.

83
—¿Ustedes dos tienen todo? —Julien preguntó, y antes de
que Robbie pudiera responder, Priest lo hizo por él—. Si no lo
hago, Robert ha hecho las maletas suficientes para todos
nosotros.
Robbie puso los ojos en blanco. —¿Y qué empacaste? ¿Un
cepillo de dientes y un par de bóxer nuevos?
Priest se detuvo en la puerta del lado del conductor y dijo:
—Ahí está esa boca inteligente que amo. Sigue así, cariño. Me
encantaría darte una lección.
Oh, sí. Por favor, deme una lección, Sr. Priestley. —Eso no
va a ir a ninguna parte pronto, —gritó Robbie, mientras Priest
abría la puerta y entraba—. Pero estoy seguro de que una mano
firme sería un buen incentivo para mí...
—¿Mal comportamiento? —dijo Julien, mientras abría la
puerta del pasajero.
—Tal vez.
Mientras Robbie sonreía, Julien dijo: —¿Qué tal si me das
un beso de buenos días y te metes en el coche?
Robbie besó a Julien, y mientras se alejaba, dijo: —
¿Seguro que no quieres sentarte aquí conmigo? Priest estará
bien allí al volante solo. —Julien señaló al asiento trasero—.
Adentro, alborotador o nunca saldremos a la carretera.
—Bien, bien, bien. Sólo digo que Simón dice que es mucho
más divertido cuando estás a poca distancia de alguien.
Mientras cerraban las puertas y se abrochaban el cinturón,
Priest encontró los ojos de Robbie en el espejo retrovisor. —
Estoy a poca distancia de Julien.
—Sí —dijo Robbie—. Pero no estoy a la distancia de nadie.
Así que ese juego de carretera está definitivamente fuera.
84
Julien programó el teléfono y luego miró a Robbie para
verificar la dirección de sus padres. —¿Es la correcta?
—Sí, puf. No me lo recuerdes. —Cuando Julien puso el
teléfono en el en el soporte, Robbie se acomodó en su asiento—
. Ahora, tal como yo lo veo, somos tres y faltan unas tres horas
para llegar allí. Eso significa que cada uno tiene una hora con
la selección de música.
—Fantástico —dijo Priest. Pero cuando miró a Julien y se
sonrieron el uno al otro, Robbie se dio cuenta de que no había
otro lugar donde preferiría estar más que en este coche, con
estos dos hombres, dirigiéndose a Oshkosh.

JULIEN MIRÓ POR la ventana mientras Priest los sacaba de la


ciudad y los llevaba a la interestatal. Sinatra les estaba dando
una serenata mientras se mezclaban con el tráfico y se dirigían
al fin de semana, y sorprendentemente, Julien sintió que una
sensación de paz lo rodeaba con la idea de estar rodeado de
gente que amaba y adoraba al maravilloso joven que estaba
sentado detrás de ellos.
Julien miró a Priest concentrado en el camino, sus dedos
golpeando el volante, y pensó, no por primera vez, lo
afortunado que era de tener a estos dos hombres en su vida.
Era una dinámica interesante, pensó Julien mientras
miraba por encima de su hombro a Robbie, quien estaba
felizmente cantando junto con el ídolo de Priest. La mayoría no
entendería a los tres en absoluto. Pero desde el segundo en
85
que todos ellos se conocieron, Julien con Priest, y ahora aquí,
años después, con Robbie, hubo un sentido inmediato de
reconocimiento y comprensión, un reconocimiento instantáneo
de alguien que sabía que estaba destinado a ser parte de su
vida, y nunca Julien había estado más agradecido de que todos
estaban vivos para disfrutar de este momento y de los demás.
También era lo suficientemente codicioso como para
querer que fuera permanente. Algo que sabía que pesaba
mucho en la mente de Priest.
—¿Princesse? ¿Por qué no nos hablas un poco de tu
familia, ya que vamos a conocerlos pronto?
Robbie levantó la nariz y luego dio un suspiro de
sufrimiento. —Bueno, ya conociste a mi madre, aunque fue
breve y estuviste muy ocupado. Y el resto, bueno, están igual
de locos. Hay muchos de ellos, la mayoría mujeres, y todos
hablan por encima de todos los demás.
—Lo que explica tu boca de cotorra —dijo Priest.
—Lo hace, en realidad. —Robbie sacó la lengua—. Si no
hablabas, no te oían. Así que, si esperas un fin de semana
tranquilo, te vas a llevar una sorpresa.
—Ciertamente no esperamos eso —dijo Julien—. Pero
¿qué hay de tus hermanas? Hemos conocido a Felicity, y parece
muy parecida a ti en personalidad.
Robbie ladeó la cabeza. —¿Qué quieres decir,
exactamente?
—Nada malo. Sólo que las dos son bastante... —Julien
miró a Priest, quien negó con la cabeza.
—No me mires a mí. Estás por tu cuenta con esto.

86
Julien empujó a Priest en el brazo, pero luego se giró en
su asiento para sonreírle a Robbie. —Sólo quiero decir que
ambos parecen cercanos y más bien... traviesos, es la palabra
que creo que estoy buscando.
Robbie entrecerró los ojos por un segundo, pero luego
sonrió. —Supongo que tienes razón. Tengo tres hermanas.
Penny, Valerie y Felicity. Felicity y yo somos los más jóvenes y
los…
—¿Alborotadores? —sugirió Priest sugirió.
—Lo más cercano, es lo que iba a decir —dijo Robbie. Pero
luego le hizo un guiño pícaro—. Y los más divertidos.
—Alias los alborotadores.
—Son muchas mujeres —dijo Julien.
—Eh, dímelo a mí —dijo Robbie—. Sin embargo, crecer
con ellas fue muy divertido. Nunca hay un momento aburrido
en la casa de los Bianchi. Son sólo pintorescas.
Priest levantó los ojos para ver a Robbie en el espejo. —
¿Y protegen a su hermanito?
—¿Por qué? —quiso saber Robbie—. ¿Asustado?
—¿Te parezco asustado?
Robbie exhaló un respiro. —Son protectoras, sí. Como
leonas. Así que mejor os cuidáis. Querían localizar a Nathan y
cortarle la polla después de lo que hizo.
Priest gruñó. —Parece que tendremos eso en común, al
menos.
—Si te da igual —dijo Robbie— preferiría que no te
acercaras a su pene.

87
Priest resopló. —Anotado.
Robbie se inclinó hacia adelante para poder besar a Julien
rápidamente en los labios. —En cuanto a ti, voy a tener que
luchar contra ellos. Felicity y yo no bromeábamos cuando te
dijimos que las mujeres Bianchi eran tus fans. Van a estar
sobre ti y tu acento. Y Priest, tal vez quieras vigilar a Val.
—¿Por qué? —dijo Priest.
—Oh... nada malo —dijo Robbie, pero Julien no se lo creyó
ni por un segundo. No con el brillo en los ojos de Robbie.
—¿Por qué siento que hay más en ese comentario de lo
que dices? —dijo Priest.
Robbie se encogió de hombros. —No lo sé.
—Ajá —dijo Priest—. Si no vas a decir la verdad sobre eso,
¿por qué no volvemos al tema de Nathan por un minuto?
—¿Por qué? —dijo Robbie—. Prefiero olvidar que existe.
—Yo también —dijo Priest—. Pero hay algo sobre él que
queremos discutir contigo, y siempre lo evitas.
Robbie se desplomó en su asiento, pero no se le escapó a
Julien que parte del brillo de los ojos de Robbie se había
desvanecido, y Julien odiaba a Nathan sólo por eso.
—De acuerdo —dijo Robbie—. ¿Qué quieres saber?
Julien sintió lo difícil que era para Robbie volver a revivirlo.
Pero sabían que ese cretino de Nathan había causado algunas
inseguridades una vez, y no querían que aparecieran este fin
de semana, o nunca, en realidad.
—¿Tus padres lo conocieron alguna vez? —preguntó
Julien.

88
—¿Nathan? —Robbie dejó salir una risa burlona—. ¿Estás
bromeando?
—Non. Lo digo en serio.
Estaba claro que Robbie también podía ver eso, porque
rápidamente se puso serio y dijo: —No, nunca lo conocieron.
Dijo que no éramos lo suficientemente formales para dar ese
paso.
Robbie cogió un trozo de pelusa imaginaria de sus
pantalones cortos, y luego levantó los ojos hacia Julien. —Pero
ahora me alegro por ello. Era un imbécil. Y no en el buen
sentido. Me hizo pensar que ser como soy, no sé, de alguna
manera era inferior.
—Je suis désolé24 —dijo Julien, con el ceño fruncido entre
las cejas. No le gustaba ver a Robbie así. Pero tanto él como
Priest sabían que había que tener esta conversación.
Robbie había mencionado varias veces que nunca había
tenido una relación real, una en la que se sintiera
verdaderamente amado por lo que era. Y querían asegurarse
de que estaba claro al cien por cien que cuando llegaran a
Oshkosh hoy, querían que el verdadero Robert Bianchi llegara
con ellos. No un joven educado que pueda pensar que quiere.
El Robbie que su familia amaba.
—No lo sientas —dijo Robbie—. Fue culpa mía. Tomé
varias decisiones estúpidas de repente porque soy un genio de
esa manera. Y me alcanzó.
El coche se quedó en silencio por un momento, excepto
por la música que se escuchaba suavemente en el fondo.

24
Lo siento.
89
—¿Cuándo rompiste con él definitivamente? —preguntó
Priest.
—Unas semanas antes de subir al ascensor... contigo.
Priest asintió.
—¿Qué? —dijo Robbie—. ¿En qué estás pensando ahora
mismo? Y no digas “nada”, porque puedo ver tu mente
trabajando.
Priest miró a Robbie. —Creo que siempre me pregunté por
tu cambio entre el primer día en el ascensor, y cuando te conocí
más tarde con Vanessa y tu Nonna.
—¿Cambio? —dijo Robbie.
—Se refiere a tu personalidad, Princesse —dijo Julien—.
Cuando te vio por primera vez, me dijo que eras un poco más...
—Reprimido —dijo Priest—. Estabas vestido como si
fueras a un funeral.
La boca de Robbie se abrió, haciendo reír a Julien y a
Priest.
—No lo estaba.
—Sí. Lo estabas. ¿Necesitas que te lo recuerde? —
Preguntó Priest—. Recuerdo exactamente lo que llevabas
puesto. Cómo olías, además, cuánto quería empujarte contra
la pared y desnudarte, sin que los nombres fueran necesarios.
—Eh, de acuerdo... guau —dijo Robbie—. Acabas de
redimirte totalmente.
Priest le guiñó un ojo y Robbie negó con la cabeza.
—Pero en cuanto a Nathan, —continuó Robbie: —su
problema era más consigo mismo que yo. No aceptó quién era

90
y luego trató de hacerme alguien que yo no era. Dejé que
durara demasiado, y antes de darme cuenta, ni siquiera me
reconocí cuando me miré en el espejo.
Julien se echó hacia atrás para tomar la mano de Robbie
en la suya. —Prométeme algo este fin de semana. —Robbie
volvió los ojos hacia él y Julien apretó los dedos—. Sé tú. No
seas alguien que creas que esperamos o queremos. Sé tú y
disfruta de tu familia. No importa lo locos y salvajes que sean.
y no queremos que sientas que tienes que censurarte sólo
porque nosotros estamos con ustedes.
Los ojos de Robbie brillaron y asintió. —Je vous aime25. A
los dos.
—Nous t'aimons aussi26 —dijo Julien, puntualizándolo con
un beso en el dorso de la mano de Robbie—. Ahora, sobre estos
juegos de carretera. ¿Tienes algún favorito?

CUANDO PRIEST dio el giro final hacia la calle de su infancia, el


corazón de Robbie comenzó a bailar tap y sus palmas se
pusieron sudorosas. El viaje de esta mañana había sido....
Bueno, había sido realmente maravilloso. Pero ahora que se
acercaban a su destino final, el estómago de Robbie se estaba
atando en nudos.
Nunca había estado tan nervioso en su vida, y la única
razón por la que quería huir era por lo mucho que le importaban

25
Te amo.
26
Nosotros también te amamos.
91
los dos hombres que estaban sentados en la parte delantera
del vehículo.
Todavía no podía creer que habían pasado casi ocho
meses desde que los tres habían empezado a salir. Sólo ocho
meses desde que Julien y Priest entraron en su vida y la
voltearon. Parecía imposible, porque parecía como si Robbie los
conociera de toda la vida.
Priest, con su presencia dominante que era más grande
que la vida, cuando dirigía toda su atención a ti, y a Julien, con
su personalidad tranquila y su naturaleza compasiva. Eran una
combinación potente, una fuerza a tener en cuenta, y ahora
Robbie tenía que actuar de alguna manera normal alrededor de
su familia mientras que ambos estaban allí parados luciendo
sexy y besables.
Claro, es una gran idea. Nada podría salir mal.
—Once setenta y seis. ¿Es el número correcto, Robert?
La voz de Priest cortó las reflexiones de Robbie, y asintió
con la cabeza y señaló una casa tradicional blanca de dos pisos
a su derecha. Había varios autos estacionados en la entrada, y
cuando Priest se acercó a la acera, Robbie cerró los ojos y
respiró profundamente.
Esto es una locura. Estoy fuera de mis cabales. ¿Por qué
acepté hacer esto ahora?
—¿Princesse?
Los ojos de Robbie se abrieron y supo que debía parecer
un poco maníaco, porque Julien se desabrochó el cinturón de
seguridad y tomó su mano. —Respira, mon cher petit27. Todo
va a estar bien.

27
Mi querida niña.
92
Robbie se lamió los labios, sin saber si estaba a punto de
desmayarse mientras miraba de nuevo la casa de su infancia.
—Oh... Mierda, yo sólo... Dame un segundo. Estoy tratando de
recordar cómo iba a presentarlos. No puedo entrar y decir: Hola
a todos, ellos son Julien y Priest, están casados, pero todos
vivimos y dormimos juntos y estoy enamorado de ellos.
—¿Por qué no? —preguntó Priest con una cara tan seria
que Robbie se sintió cerca de sufrir una apoplejía.
—Está bromeando —dijo Julien, y negó con la cabeza.
Robbie inmovilizó a Priest con una mirada asesina. —No
es el momento adecuado, Joel.
Los labios de Priest sonrieron. —Tú y Julien, ambos
tienden a usar mi nombre de pila cada vez que...
—¿Nos enojamos contigo? —sugirió Robbie.
—Sí. Me gusta eso —dijo Priest, y luego abrió la puerta del
coche y salió.
—Te gusta, por supuesto que te gusta eso —dijo Robbie—
. ¿Y a dónde cree que va? Todavía no he resuelto esto. Dile que
vuelva al coche.
Julien se rio. —Oh, princesse...
Robbie parpadeó un par de veces antes de volver a
centrarse en Julien.
—Todo va a estar bien. Vamos a estar ahí contigo. Vamos
a entrar, puedes presentarnos a tu madre y a tu padre, y luego
ver cómo te sientes. Si quieres irte, tenemos el hotel reservado
al final de la calle y podemos registrarnos después de las tres.
¿De acuerdo?

93
Robbie se frotó una mano en la cara y asintió. Julien tenía
razón. Todo estaría bien. Y si no lo era, bueno, tenían un plan
de respaldo. —De acuerdo.
—Bien. Entonces vámonos —dijo Julien, mientras Priest
caminaba hacia su lado del auto—. Han pasado años desde que
hemos estado alrededor de una familia feliz. Esto va a ser un
verdadero placer para nosotros.
Sin presiones, pensó Robbie, mientras Priest abría la
puerta de Julien y luego se dirigía a la de Robbie. Sólo esperaba
que una familia feliz fuera lo que los Bianchi les dieran, no una
loca.
Priest miró dentro del coche cuando Robbie no se movió.
—¿Vienes? Sé que piensas que esto va a ser incómodo, pero
podría ser aún más si dos extraños tocan a la puerta de tus
padres y les dicen que su hijo no quiere salir de su coche.
Robbie aplastó los nervios y salió del Range Rover, y
cuando vio a Julien mirando a la casa con una sonrisa en la
cara, Robbie decidió que si Julien y Priest estaban deseando
tener una feliz reunión familiar, entonces eso era lo que
tendrían.
Los Bianchi podrían estar locos, pero esa casa siempre
había estado llena de amor, y no importaba lo nervioso que
pudiera estar Robbie, él tenía que creer que eso no iba a
cambiar ahora.

94
CAPÍTULO OCHO

¿Cuatro italianos entrometidos y una cocina?


Tenemos esto ~ Julien & Priest

JULIÁN SE QUEDÓ MIRANDO la casa con las contraventanas


azules. Era el hogar familiar por excelencia, uno que verías en
la televisión o en una película, donde los niños corrían por el
patio delantero con un perro que les pisaba los talones.
Era cálida y acogedora, a diferencia de la mansión
palaciega en la que había crecido, que se asentaba en varios
acres y que estaba rodeada por un muro para mantener
alejados a los menos afortunados.
Oui, este lugar era como un cálido abrazo, y tenía la
sensación de que quienquiera que estuviera detrás de esa
puerta te daría la bienvenida con uno de esos, si lo necesitabas.
Cuando los tres llegaron a la puerta principal, Robbie se
los adelantó y luego se detuvo y miró por encima de su hombro.
Julien sonrió, intentando ser alentador.
Pero cuando Priest le mostró una sonrisa, los ojos de
Robbie se abrieron de par en par y le susurró: —No hagas eso.
Pareces un lobo en la casa de la abuela. Sólo.... no sé, sé
normal.

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Julien se mofó, y luego miró a Priest, quien dijo: —No
estoy seguro de que lo normal sea posible en esta situación,
cariño.
Robbie estaba a punto de decir algo cuando la puerta
principal se abrió de par en par y apareció Sofía Bianchi. Con
su cabello peinado en hermosas ondas castañas y rubias, su
rostro se iluminó de alegría cuando Robbie se giró para mirarla.
—Mi hermoso niño —dijo con una cálida sonrisa mientras
extendía los brazos—. Ven a darle un abrazo a tu madre.
Mientras Robbie la abrazaba, Sofía besó su mejilla y sus
ojos se fijaron en los dos hombres que su hermoso hijo había
traído a casa con él.
Robbie se enderezó, y cuando lo hizo, Sofía deslizó su
brazo alrededor de su cintura, y él la abrazó en su costado.
—Ha pasado mucho tiempo, jovencito, —dijo mientras
inclinaba la cabeza para mirar a su hijo—. Pero es tan bueno
tenerte en casa.
—Lo sé. Es genial estar aquí, mamá. En serio, —dijo
Robbie, y besó su cabeza. Luego se dio la vuelta y tragó,
nervioso, como si hubiera olvidado sus líneas en una película—
. Recuerdas...
—¿El Sr. Thornton y su esposo, el Sr. Priestley? Sí —dijo,
y Julien se preguntó exactamente cómo iba a terminar esto.
¿Estaban a punto de decirles que no podían entrar? Es
muy posible. Pero luego Sofía puso una mano en el brazo de
Robbie y le dio una palmadita cuando miró primero a Julien y
le dijo: —Es un placer poder cocinar para usted hoy, Sr.
Thornton. Especialmente después de la maravillosa comida que
tuve en tu casa a principios de este año. Mi única esperanza es

96
que el cacciucco28 no sea demasiado común para alguien tan
elegante como tú.
Julien se adelantó, tomó su mano en la suya y se la llevó
a la boca para besarla. —Bonjour, y por favor, no te preocupes.
He estado esperando tu cocina desde el momento en que
Robbie describió tus fettuccine con carciofi29. No importa a
cuántas clases de cocina asista, nada es mejor que una comida
casera que se transmite de generación en generación.
Un rubor llenó las mejillas de Sofía, como el de Robbie
cuando estaba contento -o avergonzado- y Julien miró a su
princesse, que tenía una expresión llena de alivio estampada
por toda su cara, hasta que su madre se volvió hacia Priest.
—Sr. Priestley. Es encantador verte de nuevo también.
Priest ofrecía una sonrisa menos lúgubre que con la que
había bromeado en torno a Robbie, y el encanto y el carisma
que raramente desataba era liberado en Sofía.
—Yo también me alegro de verla, Sra. Bianchi. Gracias por
recibirnos.
—Por favor, los dos. Mi nombre es Sofía. Y es justo que
cuidemos al joven que ayudó a Vanessa cuando estaba en una
situación tan difícil. Es lo menos que podemos hacer.
Robbie miró a Priest, y Julien se preguntó si ellos estaban
pensando lo mismo. Bajo cualquier circunstancia, ¿pensarían
alguna vez en Priest como un hombre joven? La respuesta a
eso fue simple, no.
Sofía soltó el brazo de Robbie y se dirigió hacia Priest, y
los ojos de Robbie se abrieron de par en par. Pero antes de que

28
Sopa de pescado.
29
fettuccine con alcachofas.
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él pudiera decir nada, ella estaba abrazando a Priest con un
abrazo que hizo que los ojos de Robbie se le salieran de la cara.
Priest la abrazó y ella dijo: —Quería hacer esto en el
restaurante esa noche, pero me desvié con todo el brillo y el
glamour. Gracias. Muchas gracias por ayudar a nuestra
Vanessa. —Priest le dirigió la mirada a Robbie como diciéndole:
Ves, no es nada incómodo, en absoluto.
—Fue un placer ayudar —dijo Priest—. Además, así es
como conocí a Robert, y eso es suficiente.
—Sí, mi Robert es un placer. Pero...
Robbie entrecerró los ojos a Priest, pero rápidamente
perdió su actitud cuando Sofía se alejó y se volvió hacia él. —
Estás en problemas, señor —dijo ella, y lo señaló con el dedo.
—¿Yo? —dijo Robbie—. Es mi cumpleaños. No puedo estar
en problemas.
—No es tu cumpleaños. Eso fue hace dos semanas, por
eso estás en problemas. —Golpeó a Robbie en el brazo, y luego
dijo a Priest y a Julien: —Por favor. Adelante. Pasar. El padre
de Robert acaba de ir a la tienda a comprar las bebidas para la
fiesta de mañana. Penélope llega un poco tarde, pero Felicity y
Valerie están en la cocina y se mueren por saludar.
Mientras caminaba delante de ellos, Robbie dijo en voz
baja: —Agárrense. Ella es sólo el comité de bienvenida. El
torbellino está a punto de ocurrir.
—Ella es maravillosa —dijo Julien, mientras veía a Sofía
desaparecer por el pasillo.
Priest dijo: —No te preocupes por nosotros, Robert. Más
bien espero con impaciencia esto.

98
Robbie puso los ojos en blanco, y cuando se dio la vuelta
para dirigirse hacia adentro, Priest pasó su mano por el culo de
Robbie, haciéndolo sobresaltarse. —Sólo te recuerdo cómo se
siente mi mano aquí, si sientes la necesidad de volverte
malcriado más tarde.
—Stronzo30 —murmuró Robbie.
Mientras caminaba, los otros dos lo siguieron, Julien miró
a Priest y dijo: —No creo que haya sido muy amable, sea lo
que sea que signifique.
—Yo tampoco lo creo —dijo Priest, y guiñó el ojo—.
Recuérdame que le pregunte al respecto... más tarde.

SU MADRE NO SE había equivocado. Desde el momento en que


los tres entraron en la cocina hasta ahora, una hora después,
las hermanas de Robbie no habían dejado de hablar entre sí
para preguntarles a Julien y a Priest cualquier cosa y todo sobre
ellos ¡.
¿Qué es lo que hicieron? ¿Cómo se conocieron todos?
¿Cuántos años tenían? Pero como Robbie había sospechado,
nada estaba fuera de los límites, y sorprendentemente, Julien
y Priest tenían una respuesta fácil para cada pregunta.
Fue raro, de verdad. Robbie había estado tan nervioso por
hacer estas simples preguntas a estos dos cuando los conoció
por primera vez, que pensó que sería tan incómodo para su

30
Gilipollas.
99
familia también. Pero de alguna manera Julien y Priest parecían
encajar perfectamente, y aparentemente estaban felices de
estar parados en una cocina con cuatro italianas entrometidas
mientras preparaban los mariscos para el gran guiso que su
madre estaba preparando para la cena.
Julien había sido puesto a trabajar en el fileteado del
pescado, ya que era un experto. Robbie estaba al otro lado de
la cocina con Felicity limpiando y cortando los calamares,
mientras que Priest.... Priest había sido comandado por Valerie
para ocuparse del llenado de los cannoli31, y eso se estaba
convirtiendo rápidamente en el entretenimiento de la tarde.
—¿Así que eres abogado? —preguntó Valerie, mientras
ponía una bandeja de tubos de cannoli vacíos frente a Priest.
Mientras Priest sonreía a la más pequeña del clan Bianchi,
Valerie prácticamente le batió las pestañas, y Priest miró en
dirección a Robbie. Robbie rápidamente miró hacia otro lado,
tratando de ocultar su sonrisa porque la venganza es tan
deliciosa... realmente lo es.
—Lo soy, sí, —dijo Priest, tan educado como podía ser
cuando Valerie le entregó una bolsa llena de la dulce mezcla de
ricotta32—. Julien podría ser mejor en lo que sea que estemos
a punto de hacer aquí.
—Oh, lo dudo, —dijo Valerie mientras tomaba uno de los
tubos de pastelería y dirigía la mano de Priest de modo que la
punta de la boquilla estaba en la abertura—. Sólo tienes que
apretar con una mano firme y fuerte. Puedes hacerlo, ¿verdad?

31
Es un dulce típico de Sicilia, de donde es originario. Consiste en una masa enrollada en forma de tubo que
dentro lleva ingredientes mezclados con queso ricota.
32
Es una especie de requesón italiano, pero de textura más fina, que se hace con leche de vaca o de oveja, y
como es suave y cremoso.
100
Robbie resopló, tratando de contener su diversión, pero la
expresión de Priest no tenía precio. Sus ojos se habían abierto
de par en par ante la audacia de Valerie, y él parecía sin
palabras mientras ella le rozaba el pelo rubio sobre el hombro
y se acercaba aún más.
Robbie probablemente debería haber mencionado algo
sobre la afinidad de Valerie por los pelirrojos. Había estado
yendo en el coche de camino hacia allí, pero eso le habría
quitado la mitad de la diversión, y ver cómo ella adulaba por
todas partes a Priest, y cómo se retorcía, le estaba haciendo la
tarde a Robbie.
—Así que, ¿quién de vosotros es el que mejor besa? —
preguntó Felicity en voz baja, y la cabeza de Robbie se movió
tan rápido que le sorprendió que no se le saliera del cuello.
Mientras él le daba una mirada que gritaba: Cierra la boca, ella
se rio y apartó uno de sus rizos rubios de los ojos—. Vamos.
No actúes como una especie de santo ahora.
Dejando a Priest para que se las arreglará solo, Robbie
buscó a su siguiente víctima y comenzó a cortar un poco más
fuerte de lo necesario. —No lo soy —dijo entre losapretados
dientes—. Pero una dama no lo dice. Especialmente en la cocina
de su madre.
—¿Desde cuándo eres una dama? Además, estoy segura
de que has hecho cosas mucho peores en la cocina —dijo
Felicity, para luego tomar un sorbo de su Chardonnay.
—No tengo... No te lo voy a decir ahora. Mamá está justo
ahí. No quiero que se entere de que...
—¿Eres una gran puta? —Ella sonrió.
Robbie cogió uno de los calamares y se lo enseñó a ella.
—¿Quieres uno de estos en tu cama esta noche?
101
Ella alzó la nariz y levantó las manos. —Bueno, la tuya
estará demasiado llena, así que sí, puede venir a dormir
conmigo.
—Tienes suerte de que no nos quedemos aquí, o tendrías
tantos problemas.
Felicity puso su vaso de vino sobre el mostrador y frunció
el ceño. —¿Qué quieres decir con que no te quedas aquí?
Robbie la miró con ira, pero Felicity simplemente levantó
las cejas, esperando una respuesta.
—Pensamos que sería más fácil si nos quedábamos en un
hotel en el muelle.
—¿Más fácil? —dijo Felicity, y cuando su madre salió de la
cocina, dijo: —Pazzo33. En cuanto mamá se entere de que no
te vas a quedar aquí, le dará un ataque de histeria.
—Por eso aún no se lo he dicho —contestó Robbie,
mientras el escurridizo tramposo dijo: —Estoy esperando que
Penny, —como si eso fuera una señal, la hermana mayor de
Robbie, Penélope, abrió la puerta trasera de la casa para entrar
en la cocina materializándose.
Penny se veía la imagen de la perfección con su vestido
de cintura alta de color blanco y azul marino, y su linda
chaqueta corta de punto. Alrededor de su cuello estaba sentado
el crucifijo de oro que le habían dado en su decimosexto
cumpleaños, y mientras los ojos de Robbie caían sobre su
vientre de embarazada, todo lo que él podía pensar era: Somos
una buena familia católica. La hija embarazada soltera y el hijo
gay que trajo a sus novios casados a casa. Bueno, no todos
podemos ser perfectos.

33
Loco (a).
102
—Bueno, bueno, mira quién está aquí —dijo Penny
mientras caminaba hacia Robbie, y luego lo besó en la mejilla—
. No le creí a Felicity cuando dijo que habías aceptado venir a
casa el fin de semana.
—¿De verdad? —dijo Robbie, mientras se lavaba las
manos y tomaba su copa de vino—. Porque yo le creí en un
instante cuando me dijo que te embarazó el chico de oro Jack
Paulson.
Penny apuntó dagas a su hermana. —Dios. Tienes una
boca tan grande, Felicity.
Mierda, aquí vamos.
—Iba a averiguarlo de todos modos —dijo Felicity—. No
veo cuál es el problema.
—El gran problema es que Jack está casado y fue un error
de una noche, de una estúpida borrachera.
—¿Así que nadie lo sabe excepto…nosotros? —dijo
Robbie—. Qué escandaloso. ¿Lo sabe Jack?
—Sí —dijo Penny, bajando la voz—. Pero eso es todo. Se
niega a decírselo a Mary Beth todavía, y tuvo un ataque cuando
le dije que quería decírselo a mamá y papá. Así que, por ahora,
es más fácil con las familias tan cerca de...
—¿Qué mientas? —Robbie se ofreció.
Penny le pegó en el brazo. —No miento, sólo...
—¿Omitiendo la verdad? —sugirió Felicity.
—Tienes que mantenerlo en secreto, —le dijo Penny—. No
quiero ser el centro de más chismes de los que ya estoy.
—Noticia de última hora —dijo Felicity—. A menos que te
pongas de parto este fin de semana, no eres tú quien estará
103
bajo escrutinio durante los próximos tres días. Robbie y su
pareja casada lo serán.
—Felicity —dijo Robbie, y cuando todos en la habitación
se detuvieron y los miraron, Robbie se dio cuenta de lo fuerte
que había dicho eso—. Yo... no sé cuántas veces tenemos que
tener esta discusión. Gané el desafío de karaoke el año pasado.
Ni siquiera juegas.
Los ojos de Priest se entrecerraron mientras se quitaba la
toalla de las manos, y Julien sonrió. No había forma de que se
creyeran esa historia de mierda ni por un segundo.
Pero entonces el dios-madre de Robbie lo bendijo y Ma
volvió a la cocina y dijo: —Creo que Robert tiene razón, cariño.
Hizo esa canción animada sobre llamar a alguien... ¿cómo se
llamaba? Estuvo en mi cabeza durante días.
Valerie puso su mano en el bíceps de Priest. —'Llámame
tal vez.' Estaba obsesionado con eso.
Robbie arqueó una ceja hacia su delicada hermana. —
Bueno, él nunca te llamará, Val. Así que no me lo manosees
quítale las manos de encima.
Valerie abrazó el brazo de Priest, y Robbie puso los ojos
en blanco cuando empezó a tararear la canción, y cuando el
resto de sus hermanas empezaron a cantar el coro, el corazón
de Robbie se alojó en su garganta.
Si Priest y Julien no estuvieran ahí parados mirando sus
mejillas sonrojadas y su familia alocada, Robbie podría haber
obtenido una buena risa de sus hermanas cantando en la cocina
como solían hacerlo cuando eran adolescentes. De todas
formas, deseaba que el suelo se abriera y se lo tragara entero.
—Apestas —le dijo a Valerie, quien guiñó el ojo.

104
—Como tú, estoy segura.
—Valerie —dijo su madre mientras abría la nevera—. Esa
no es forma de hablar para una dama.
Robbie sonrió triunfalmente, y pensó que estaba libre
hasta que su mamá agarró un poco de mantequilla y se giró
para inmovilizarlo con esa mirada de ella. —O los hombres
jóvenes, para el caso.
Los ojos de Robbie se dirigieron hacia Julien, que se
estaba lavando las manos en la isla central mientras hablaba
con descaro, y las piernas de Robbie de repente se sintieron
inestables.
—Puf —dijo Penny, recapturando la atención de todos—.
Esa canción es como como la plaga es totalmente pegadiza.
Valerie comenzó a reírse, y luego se volvió a mirar a
Priest. —Y no lo hago ni la mitad de bien que Robbie.
—Estoy seguro de que es algo que hay que ver —dijo
Priest, y cuando miró a Robbie, fue todo lo que Robbie pudo
hacer para no agarrarse al mostrador y mantenerse erguido.
De acuerdo, Julien y Priest necesitaban volver al trabajo y
dejar de mirarlo, porque le hacían olvidar su cerebro y cómo
hacer cosas simples como, ya sabes, pararse y.... hablar.
—Nos mostró su interpretación de una canción de una
nave estelar —dijo Priest—. Tal vez podamos convencerlo de
que nos muestre esto también.
—Oui —dijo Julien—. La nave nunca ha sonado tan bien.
Robbie estaba a punto de mencionar una vez más que una
canción de Starship sonaba bastante increíble, de una manera
horrible, cuando su madre lo abrazó a su lado. —Él siempre fue
el pequeño artista, ¿no es así, bebé? —dijo ella—. Poniéndose
105
mis tacones altos y las faldas de tu hermana. Realmente era
muy hermoso.
—¿Era? Gracias, mamá —dijo Robbie, negando con la
cabeza—. Además, no creo que necesiten saber todo esto.
—Lo siento —dijo ella—. Sigues siendo hermoso. Yo
siempre pensé que tú y Felicity habrían hecho un fabuloso
grupo de pop.
—Dios mío, —murmuró Robbie, sus mejillas ahora
ardiendo de vergüenza—. Mátame ahora.
Mientras sonaba el estruendo de un camión, todos en la
cocina se callaron mientras Robbie y sus hermanas miraban
hacia la puerta trasera. Mamá puso la mantequilla en el
mostrador de la cocina y le apretó el brazo a Robbie.
—Muy bien —dijo ella, y dirigió una sonrisa a Julien y
Priest. También miraban por la puerta de atrás, sus sonrisas de
hace un momento fueron sustituidas por expresiones serias,
porque el último Bianchi acababa de llegar a casa—. Voy a salir
a ayudar a tu padre. Confío en que todos puedan cuidar de
nuestros invitados.
Las muchachas asintieron con la cabeza, y Robbie se paró
al lado de Julien y Priest.
Cuando su madre abrió la puerta, dirigió una última
mirada a través de la cocina hacia donde su hijo estaba con sus
“invitados”, y luego se dirigió hacia afuera para saludar a su
esposo.

106
CUANDO LA PUERTA TRASERA se cerró de un golpe contra el
costado de la casa, Robbie saltó, y Valerie voló a través de la
cocina para unirse a Penny y Felicity, que ahora estaban
mirando por la ventana lateral.
Priest miró a Julien, quien tenía una mueca de dolor,
después ambos se volvieron hacia Robbie, quien parecía
congelado en el lugar por la tensión que acababa de estallar en
la cocina como un viento ártico.
Hasta ahora, las cosas en la familia Bianchi habían estado
bastante relajadas con Priest y Julien. La madre de Robbie los
había invitado a su casa, los había presentado a sus hijas y
luego los había puesto a trabajar en su cocina. Pero en el fondo
de la mente de Priest, este era el momento que todos habían
estado esperando. El momento en que finalmente conocerían
al desaparecido Bianchi, el padre de Robbie.
No sabían mucho de él, Robbie no hablaba tanto de su
padre como lo hacía de su madre y sus hermanas. Pero Priest
no lo tomó como un desaire hacia el hombre, porque cada vez
que Robbie hablaba de él, era siempre con afecto y un orgulloso
tono en su voz lo que hacía que Priest.... estuviera curioso.
Mientras Julien limpiaba sus manos en la toalla, se inclinó
hacia Robbie hasta que sus costados se rozaron y dijo en voz
baja: —¿Est-ce que tú vas bien34?
Una cosa que Priest había llegado a admirar de Robbie en
el curso de conocerlo era su fuerza de sí mismo, y tenía que
creer que provenía de la gente de esta casa. Así que estaba
muy interesado en cómo iba a ir todo esto.
—Yo, eh, sí —dijo Robbie, y luego asintió demasiado
rápido—. Estoy bien.

34
¿Te encuentras bien?
107
—Bien —dijo Priest, y puso una mano en la espalda de
Robbie—. Creo que es importante que tus padres tengan este
momento sin nosotros al principio.
—Estoy de acuerdo —dijo Julien—. No quiero que sientan
que tienen que actuar sólo porque estamos en la misma
habitación.
—Lo sé —dijo Robbie, pero su voz se quebró un poco—.
Papá.... no quiero decepcionarlo.
Julien arrastró un dedo bajo la barbilla de Robbie. —Mon
cher petit. No creo que puedas decepcionar a nadie.
—Puf —dijo Robbie, y se volvió hacia Julien para apoyar
su frente sobre su hombro—. ¿Entonces por qué estoy tan
nervioso? Tal vez debería salir y hablar con ellos.
—Non. Non. Creo que es mejor que te quedes aquí y me
ayudes a mantener a raya a cierta rubia y a su manita
pastelera. Creo que alguien está enamorada de nuestro Priest.
Priest emitió un sonido poco elegante, y sus ojos se
volvieron hacia las tres mujeres que hablaban entre ellas en la
ventana.
Las hermanas de Robbie eran tan increíblemente
diferentes entre sí, y sin embargo tan alegres y animadas,
como él. Nunca dejaron de sonreír o de bromear entre ellas, y
ese amor por la vida, ese entusiasmo por recibir a extraños en
su casa, dejaron claro por qué Robbie se había convertido en
un hombre tan vibrante. Este ambiente en el que había crecido
había nutrido un alma amable y alegre y era lo que más
amaban Julien y Priest de él.
—Lo siento, estamos siendo tan groseras —dijo Penny, la
hermana mayor -y embarazada- cuando vio a Priest mirando
hacia ellas. Entonces ella se acercó a los tres.
108
Era una mujer hermosa, el embarazo no lo disminuía en
lo más mínimo. Ella tenía los mismos pómulos delicados y ojos
azules que Robbie y su madre, mientras que sus otras dos
hermanas tenían rostros más corrientes con ricos ojos
marrones.
—Ni siquiera me presenté correctamente. Soy Penny, la
hermana mayor de Robbie. Y sé quién eres —dijo mientras
sonreía a Julien—. Sr. Thornton.
—Llámame Julien. Por favor.
—Estoy tan decepcionada de no haber podido ir a la
inauguración de tu restaurante, pero... —Señaló a su hinchada
barriga, y Julien se rio.
—No hay necesidad de decepcionarse —dijo Julien—.
Tienes una invitación abierta. Cuando vayas a Chicago,
avísanos y me aseguraré de que haya una mesa disponible.
—¿Estás bromeando? —dijo Valerie, mientras ella y
Felicity se unían a ellos en su lado de la cocina.
—Non —dijo Julien, y le pasó una mano por el brazo a
Robbie—. Cualquier familia de Robbie es siempre bienvenida en
JULIEN en cualquier momento. —Valerie levantó una mano
para cubrir su pecho y suspiró, de la misma manera que Robbie
lo hacía cuando estaba atrapado en el hechizo de Julien—.
Robbie dijo que incluso hay una mesa que da a la cocina —dijo
Felicity—. Para una cena privada.
Priest no se perdió la luz traviesa en los ojos de Felicity
mientras guiñaba el ojo a su hermano, y si él tuviera que hacer
apuestas, adivinaría que Robbie la había puesto al corriente de
su primera cita, y cuán privada podría ser esa habitación.

109
—Así es —dijo Julien, mientras las mejillas de Robbie
enrojecían—. The Skybox35. Es nuestra mesa personal.
Siempre reservado. Pero si alguna vez estás en la ciudad,
tienes mi permiso para pedirlo por su nombre.
—Voy a aceptarlo —dijo Penny, y luego dirigió su atención
a Priest—. Y tú debes ser el famoso abogado que ayudó a
Vanessa.
Priest aclaró su garganta y asintió. —Sí, ese sería yo.
Valerie recorrió con la mirada por todo del cuerpo de
Priest, -no por primera vez- y negó con la cabeza. —Robbie te
odiaba cuando te conoció.
—Val —dijo Robbie, e hizo todo lo posible por mirarla
fijamente hasta la muerte.
—Oh, vamos —dijo Valerie—. Estoy segura de que ya sabe
cómo te sentiste. No es como si fueras muy bueno escondiendo
tus sentimientos.
—Tú tampoco —señaló Felicity, y luego tomó un sorbo de
su vino—. Lo estás mirando como si fueras a abalanzarte sobre
él. Cálmate, Val, es gay.
Robbie gimió. —¿Podrían ser más embarazosas?
—Está bien —dijo Priest, y luego miró a Felicity y Valerie—
. Pero para responderte, Valerie, sí, estaba muy al tanto de la
opinión de Robert.... menos que desfavorable sobre mí.
—Robert, ¿eh? Nadie se sale con la suya llamándolo así
excepto mamá. —Valerie se rio, y Priest no podía estar seguro,
pero podría haber jurado que Robbie gemía de nuevo. Fue
realmente un viaje revelador para ver elementos de Robbie en

35
El palco del cielo.
110
cada una de estas encantadoras damas. Pero estaban justo ahí:
la burla, la actitud y la travesura.
—Papá solía llamarlo así también. Siempre que se metía
en problemas, —añadió Felicity.
—Que estoy seguro era la mayoría de las veces —dijo
Priest.
Robbie dirigió una mirada acusadora hacia Priest. —De
acuerdo. Eso es todo. No tengo que quedarme aquí y...
—¿Escúchanos hablar de ti? —dijo Penny—. ¿Desde
cuándo te alejas de los reflectores?
Robbie sacó la lengua a su hermana mayor, y Priest
decidió intervenir y terminar la batalla Bianchi. —Asumimos
que lo que sea que esté pasando ahí fuera ahora mismo tiene
que ver con nosotros.
—Creo que es una apuesta bastante segura —dijo Felicity,
y sus labios se curvaron—. No todos los días su hijo trae a casa
a sus novios casados para conocer a la familia.
—Dios mío —dijo Robbie—. Qué manera de ser sutil,
Felicity.
—Por favor. Todos lo hemos estado pensando. Yo fui la
única lo suficientemente valiente para mencionarlo.
Julien asintió. —Oui. Es una situación única.
—Sí. Pero Robbie nunca ha hecho nada según las reglas
—dijo Valerie—. ¿Lo has hecho, hermano? —Robbie puso los
ojos en blanco.
—Pero esto debe ser serio —dijo Penny, mientras
evaluaba a Julien y Priest—. Nunca ha traído a nadie a casa con
él, y...

111
—Está aquí —dijo Robbie, y puso las manos en las
caderas—. ¿Podrían dejar de interrogarlos? Maldita sea.
—Esto es serio —dijo Julien, respondiendo a Penny,
mientras se ponía al lado de Robbie y tomaba su mano.
—Muy serio —añadió Priest, tomando su otra mano.
Tres pares de ojos se abrieron de par en par, y entonces
Penny dijo: —¿Serio como en....?
Priest abrió la boca, a punto de responder, cuando unas
fuertes palabras italianas se escucharon por la ventana de la
cocina, y todas ellas giraron en dirección a la puerta trasera.
—No te preocupes por eso —dijo Felicity—. Si hay gritos,
significa que siguen vivos, lo que es un extra, considerando
todo esto.
Robbie tomó un poco de aire y luego lo dejó salir de prisa.
—Creo que debería ir...
—¿Allá afuera? —Felicity se rio—. Nah, dales un minuto.
Papá estaba deseando conocer a tus chicos.
Su sonrisa un poco maníaca no fue un buen augurio para
ellos, y justo cuando Felicity terminó de hablar, la puerta
trasera se abrió y Sofía entró con cuatro botellas de vino.
—Bueno, no se queden ahí parados, ustedes tres. Felicity.
Valerie. Ve a ayudar a tu padre y trae el resto del alcohol.
—Podemos ayudar, —sugirió Julien, pero Sofía negó con
la cabeza.
—No. Ya has hecho muchas cosas. Penny, puedes
ayudarme, y Robert ¿por qué no se van a la sala de estar? Tu
padre y yo llegaremos pronto.

112
Mientras las muchachas corrían hacia la puerta trasera,
Valerie le guiñó un ojo a Priest, y Felicity les dijo: —Buena
suerte.
—La sala de estar está por aquí —dijo Robbie, y luego los
llevó por el pasillo.
Bueno, aquí vamos, pensó Priest. Sólo Dios sabe cómo va
a terminar esto.

113
CAPÍTULO NUEVE

Maldición, ¿cómo diablos pueden ellos ser míos?


~ Robbie

LA PIERNA DE ROBBIE brincaba nerviosamente mientras se


sentaba en el sofá de sus padres entre Julien y Priest. Habían
pasado unos diez minutos desde que su madre les había dicho
que entraran y esperaran, y cuanto más tiempo se demoraba,
más nervioso se ponía. Había pasado de estar sentado, a estar
de pie, a pasear, y ahora había vuelto a estar sentado de
nuevo.
Esto era una locura. Sabía que no tenía nada de qué
preocuparse y, sin embargo, se sentía preocupado por todo.
Respira, se dijo a sí mismo por enésima vez. ¿No es eso lo que
Julien siempre dice? Respira profundamente. Y un profundo
respiro. Sí, está bien, eso no estaba haciendo nada por él.
—Relájate —dijo Priest al oído de Robbie—. Creo que
nunca te había visto tan nervioso.
La cabeza de Robbie se abrió de golpe hacia un lado, y
sujetó a Priest con una mirada fija. —Gracias por señalarlo, Sr.
Priestley. —Cuando los labios de Priest se curvaron en una
sonrisa, Robbie agitó la cabeza y señaló—. Para con eso.
—¿Qué?
114
—Sonriéndome. Te lo dije, pareces un lobo.
Priest se inclinó hasta que apenas un centímetro los
separaba, y dijo con una voz diseñada para tentar: —Pasa por
esto y te comeré más tarde de postre.
Robbie negó con la cabeza. —Malvado. Eso fue
simplemente cruel.
Julien deslizó su mano a lo largo del muslo que Robbie
estaba rebotando de arriba a abajo. —¿Por qué estás tan
nervioso, princesa? Tú mismo dijiste que tu familia sabe quién
eres. No puedo imaginar que tu padre no tenga ni idea.
—No, no lo es. Esa es la cuestión —dijo Robbie—. Fue tan
increíble cuando salí. Ni una sola vez me hizo sentir que era
diferente de los demás, a pesar de que él es un... —Robbie
rio—. Un italiano total. Y con eso me refiero a bullicioso, ruidoso
y muy católico. Yo sólo... —Robbie suspiró—. Creo que nunca
esperó algo así. —Robbie señaló a los tres.
Priest lo miró. —Te preocupa que esto sea demasiado para
él.
—No. —Robbie se mordió la comisura del labio y luego
susurró: —Sí.
Julien llevó la mano de Robbie hasta los labios, y Robbie
cerró los ojos e intentó calmar el martilleo de su corazón. —
Vayamos paso a paso, ¿sí? Priest y yo seguiremos tu ejemplo.
Robbie asintió con la cabeza, y cuando Priest le metió una
mano por la espalda, dejó que se le cerraran los ojos. De
acuerdo, tal vez pueda hacer esto. Pero cuando el sonido de la
apertura de la puerta trasera se topó con sus oídos, Robbie se
puso rígido y se puso de pie. O tal vez pueda huir ahora y no
volver nunca más.

115
Podía sentir los ojos de Julien y de Priest sobre él y
deseaba poder calmarse, pero sí, ese barco ya había zarpado.
A medida que el sonido familiar de los pesados pasos de
su padre que se acercaba, Robbie se recordó a sí mismo las
palabras de su padre cuando salía.
No me importa si te gustan las chicas o los chicos, vístete
de azul o rosa. Eres mi hijo, Robert. Mi hijo. Siempre estaré
orgulloso de quién eres y en quién te convertirás. Estoy
especialmente orgulloso de lo valiente que estás siendo en este
momento...
Robbie se preguntaba si su padre se sentiría de la misma
manera cuando estuviera cara a cara con la realidad de en
quién se había convertido exactamente Robbie.
Su madre entró en la sala de estar primero, y al hacerlo,
Robbie escuchó a Julien y Priest ponerse de pie. Mierda. Mierda.
Mierda. Sólo respira. No te olvides de respirar.
—No tienen que hacer eso. Siéntense, por favor —dijo
mientras señalaba con la mano a ambos hombres hacia el sofá,
pero ninguno de los dos se movió, y Robbie sabía que eso tenía
todo que ver con la siguiente persona que entraba en la
habitación, su padre.
Tan alto como era, pero con hombros más anchos, Robbie
siempre había pensado que su padre era más grande que la
vida, y cuando entró en la habitación y sus penetrantes ojos
marrones barrieron la escena, Robbie se tragó un trago
nervioso de aire.
Oh Jesús. ¿En qué está pensando? Di algo, se dijo a sí
mismo Robbie. Di cualquier cosa.

116
Pero cuando los silenciosos segundos pasaron, y su padre
tomó la medida de los dos hombres que estaban detrás de él,
Robbie perdió la capacidad de hablar.
No estaba seguro de cuánto tiempo estuvieron allí
parados, pero después de lo que parecieron horas, los ojos de
su padre encontraron los suyos, y caminó por la habitación y
dijo: —Hola, preciosa. Ya era hora de que volvieras a casa.
Mientras arrastraba a Robbie en un cálido abrazo, Robbie
lo envolvió con sus brazos y cerró los ojos. Entonces su padre
le besó la mejilla y le dijo al oído: —Si alguna vez evitas esta
casa o a tu madre otra vez, voy a regalar toda tu ropa a la
Buena Voluntad.
Robbie se echó hacia atrás, con la boca abierta. —No te
atreverías.
Su padre se encogió de hombros. —Tú entristeces a mi
señora, yo te entristezco a ti, amigo. Llegamos a ese acuerdo
hace años, ¿recuerdas?
Robbie bajó los ojos, la vergüenza lo inundó. Nada más
profundo que saber que había hecho daño a su madre, y al
girarse en su dirección, ella le dijo: —Todo es agua pasada. Lo
importante es que estés aquí ahora.
—Sólo recuerda lo que dije, —dijo su padre, y mientras
Robbie asintió, pilló a Felicity asomando la cabeza a la vuelta
de la esquina desde el pasillo. La miró con ira—. Ahora, ¿por
qué no me presentas a tus invitados? —dijo papá.
Robbie volvió a fijar su atención sobre su padre y buscó
cualquier signo de desaprobación. Pero todo lo que vio fue
curiosidad. Decidiendo que era ahora o nunca, Robbie se paró
al lado de su padre, y cuando vio a Julien y a Priest uno al lado
del otro, se quedó sin aliento.
117
Maldición, ¿cómo diablos pueden ellos ser míos? No tenía
ni idea. Pero de alguna manera, de alguna manera, estos dos
hombres impresionantes eran suyos, y era hora de reconocerlo
con la gente que más amaba.
—¿Ma? ¿Papá? Estos son Julien y Priest, o lo siento, Joel.
Mis novios. —Allí. Finalmente lo dijo en voz alta, cara a cara. Y
el mundo no se había acabado.
Priest fue el primero en dar un paso adelante, por
supuesto. Siempre audaz, siempre valiente, pero, sobre todo,
Robbie sabía que Priest se adelantó para probar las aguas antes
de que Julien se acercara.
Siempre vigilando a sus hombres, ese era Priest, y en ese
momento, Robbie lo amaba más de lo que creía posible. —Hola,
Sr. Bianchi. Soy Joel Priestley.
Mientras Priest extendía la mano y Pa la tomaba, Robbie
contuvo la respiración mientras compartían un firme apretón
de manos. Los ojos grises de Priest entonces encontraron los
suyos, y Robbie sintió instantáneamente el mensaje que estaba
tratando de transmitir: Todo va a estar bien.
—El abogado, ¿sí? Hemos oído hablar mucho de ti.
Sí, nunca volveré a hablar de este grupo, pensó Robbie.
—Así es, —dijo Priest—. Ese soy yo.
—Antonio Bianchi.
—Es un placer conocerte —dijo Priest, y soltó la mano de
Pa para que se volviera hacia Julien—. Este es mi marido,
Julien.
Mierda, pensó Robbie. Priest acaba de ponerlo todo ahí
fuera, ¿no?

118
Julien estaba al lado de Priest, y mientras el padre de
Robbie miraba entre ellos, Robbie pensó que este podría ser el
momento. Ya sabes, ¿esa en la que decidió que Robbie había
perdido la cabeza y le dijo que se fuera de su casa?
Pero en vez de eso, su padre dijo: —¿El chef?
Julien extendió la mano. —Oui. Soy un chef.
Mientras Pa tomaba la mano de Julien y le daba un fuerte
apretón de manos, sacudió la cabeza. —No, eso no es lo que
quiero decir. Eres el chef francés de la televisión.
Julien se rio. —Así es. Estuve en la primera temporada de
Chef Master.
—Ganó la primera temporada —dijo la madre de Robbie
mientras su padre seguía mirando entre los dos hombres, y
Robbie deseaba que esto ya hubiera terminado.
¿Una cosa sobre su padre? Si no quería que supieras lo
que estaba pensando, era como una bóveda, algo así como
Pr.... Demonios, no. Ni siquiera vayas allí, Bianchi. No tienes
problemas con tu padre.
—¿Y ustedes dos están casados? —Papá le preguntó a
Julien, como si estuviera probando la verdad de las palabras de
Priest.
—Oui. Lo estamos.
Robbie hizo una mueca de dolor y, al soltar su padre la
mano de Julien, volvió a mirar a Robbie, quien se preguntó qué
había visto exactamente. —¿Estás de acuerdo con eso? —
preguntó Papá, y Robbie parpadeó un par de veces antes de
preguntar: —¿Eh?

119
—¿Qué te he dicho de decir eso, Robert? —dijo su madre,
mientras Robbie seguía mirando a su padre—. Es disculpa o
perdón.
Robbie captó los labios de Priest en la reprimenda, y se
recordó a sí mismo de hacer que Priest pagara por eso más
tarde. Ahora mismo, Robbie estaba tratando de averiguar si se
había imaginado lo que su padre había dicho.
Cuando se hizo evidente que tenía algunos problemas, su
padre se repitió. —¿Estás de acuerdo con el hecho de que tus
novios estén casados, Robert?
Sí, está bien, eso es lo que pensé que había dicho. —Lo
estoy, sí.
Su padre asintió con la cabeza, y luego se volvió hacia
Priest y Julien. —Entonces supongo que ustedes dos tienen un
fin de semana ocupado por delante, ¿no? —Cuando no dijeron
nada, Pa continuó: —Tienen cuatro mujeres a las que
conquistar antes de recibir mi sello de aprobación. Y créeme,
son el público más difícil de convencerte de que eres digno de
esto. Tú los haces felices, tú me haces feliz a mí. ¿Capito?
Cuando Priest y Julien miraron fijamente, Robbie les
tradujo la palabra favorita de Priest: —¿Entienden?
Julien fue el primero en reaccionar, y su sonrisa al mirar
a su marido no se le escapó a Robbie. Julien también vio las
similitudes allí, y asintió. —Oui, lo entendemos. ¿Verdad, Joel?
—Lo hacemos.
—Bien —dijo el padre de Robbie, y puso un brazo
alrededor de su hijo—. Ahora que eso está arreglado, ¿dónde
están tus maletas? Sé que tienes que tener unas cuantas. Tu
madre pensó que era mejor ponerte en la casa de huéspedes

120
encima del garaje, ya que tu habitación es un poco pequeña
para todos vosotros.
Robbie seguía intentando ponerse al día con todo lo que
acababa de pasar. Pero luego se dio cuenta de que tenía que
decirle a su madre que no se quedaban allí, y eso de repente
parecía peor que si hubiera estado a punto de confesar un
asesinato.
—Nosotros, oh.... —empezó Robbie, y luego miró a su
madre—. Reservamos una habitación en el muelle.
—Robert. No hablas en serio —dijo su madre, y Julien -
gracias a Dios por los encantadores franceses- posiblemente le
salvó la vida a Robbie.
—Veuillez m'excuser36, Sofia. Fue mi sugerencia. No
queríamos molestarte más de lo que ya lo habíamos hecho, ya
que somos tres.
—Oh —dijo ella, y le ofreció una sonrisa tímida—.
Tonterías. No hay problema. Queremos -que ambos- se queden
aquí con nosotros.
Cuando Julien lo miró, Robbie sabía que estaba probando
para ver cómo se sentía al respecto. ¿Y cómo se sintió? Menos
asustado, eso era seguro, y quería que su familia conociera a
Julien y a Priest. Así que Robbie se encontró asintiendo, y Julien
dijo: —En ese caso, nos encantaría quedarnos. Cancelaré el
hotel.
—Perfecto —dijo ella—. Está todo listo y arreglado.
Podemos enseñároslo si gustais.

36
Por favor, discúlpeme.

121
—En realidad, ¿mamá? —dijo Robbie—. Si no te importa,
me los llevaré y me aseguraré de que sepan dónde está todo.
Ha sido un día largo, y creo que nos gustaría refrescarnos un
poco. —Y tal vez un trago de alcohol.
—Por supuesto —dijo, mientras su padre le daba un
apretón final al hombro de Robbie y luego lo dejaba ir—. La
cena estará lista a las seis. Avísanos si necesitas algo.
Julien, Priest y Robbie asintieron a sus padres, y Robbie
no se perdió las miradas curiosas en sus caras mientras los
miraban a los tres.
Su padre asintió en su dirección, y mientras sus padres
desaparecían por el pasillo, Robbie escuchó a su padre decir:
—Felicity, te vi allí todo el tiempo. ¿No te enseñé a ser más
sigilosa que eso?
La sonora risa de su hermana resonó en el pasillo, y
Robbie miró a sus hombres y dijo: —Bueno, ya conocieron a mi
familia.

JULIEN Y PRIEST siguieron a Robbie por unas escaleras


exteriores que estaban conectadas con el garaje doble para
coches de la casa de sus padres.
No se les había pasado por alto que su princesa se había
vuelto extremadamente callado después de que su madre y su
padre los dejaron para que se instalaran.

122
Pero Julien había sugerido que le dieran a Robbie un
minuto o dos para digerir el hecho de que acababa de decirle a
sus padres que estaba saliendo con una pareja casada.
Considerando lo inusual que era esa situación, Julien
pensó que los padres de Robbie habían manejado muy bien la
noticia. Sospechaban que la madre de Robbie lo sabía después
de encontrarse con ella en Chicago, pero como ninguno de ellos
había conocido a su padre, no estaban seguros de qué esperar,
y lo que obtuvieron fue mejor de lo que jamás podrían haber
imaginado.
Antonio Bianchi era un hombre alto y corpulento, con una
cabeza llena de cabellos castaños salpicados de canas con ojos
inteligentes y astutos. Era una presencia intimidante hasta que
sonrió. Pero lo que había sorprendido a Julien y a Priest era
cómo había entrado en la habitación, cómo los había clasificado
de hombre a hombre, pero luego se tomó el tiempo para captar
su curiosidad obvia, para primero tranquilizar la ansiedad de su
hijo.
El abrazo y el cuidado genuino que había mostrado
mientras besaba a Robbie en la mejilla y lo saludaba había
dicho mucho, y fue ese momento el que les dijo que, aunque
les llevara años, finalmente se ganarían a este hombre, porque
todo lo que quería era que su familia fuera feliz, y una cosa que
Julien y Priest sabían que hacían bien era hacer feliz a Robbie.
Algo en lo que planeaban trabajar desde este momento.
—Esto es agradable —dijo Julien, mientras Priest cerraba
la puerta y ponía sus últimas bolsas junto a ella. Robbie se
había sentado en el borde del colchón, y Julien se sentó a su
lado—. ¿Cómo lo llevas, princesse?

123
Robbie se encogió de hombros, pero no lo miró, y Julien
sospechó que Robbie se sentía un poco abrumado por todo lo
que había pasado hoy.
Julien miró a través del espacio a Priest, quien los estaba
observando a los dos. Estaba apoyado contra la puerta con las
manos en los bolsillos de los vaqueros y frunció el ceño. Estaba
dejando que Julien tomara las riendas aquí, y Julien se
balanceó hacia el lado de Robbie, chocando sus hombros el uno
contra el otro.
—¿Ey? —dijo Julien, y esta vez Robbie lo miró—. Gracias
por traernos aquí este fin de semana. Tienes una familia
encantadora.
—De nada —dijo Robbie, y luego labios sonrieron—. A
veces pienso que están un poco locos.
—Lo estan, —dijo Priest, y cuando Robbie lo miró, Priest
sonrió y empujó la puerta—. Pero para nosotros, eso es
maravilloso. —Mientras Priest se sentaba al otro lado de
Robbie, tomó su mano y entrelazó los dedos de ambos.
—¿Sí? —dijo Robbie dijo, y sonó casi tímido—. Pensé que
podrían ser un poco, no sé, ¿mucho?
Espera, pensó Julien. ¿Está preocupado por nuestros
sentimientos ahora mismo? ¿Después de decirle a sus padres
lo que estaba haciendo? Que hombre tan dulce.
—Son parfait37 —dijo Julien—. Ojalá mis padres tuvieran
una pizca de la aceptación que sentí hoy en esa casa. Si lo
hicieran, podría tener algún tipo de relación con ellos.
Robbie parpadeó, y sus ojos se empañaron un poco. —
Son increíbles, ¿no?

37
Perfectos.
124
Julien asintió. —Oui, lo son. Pero no nos sorprende.
—¿No? —dijo Robbie.
—No. —Priest negó con la cabeza—. Eres un hombre muy
especial, Robert. No es ninguna sorpresa para nadie en esta
habitación que tu familia también lo sea.
Robbie levantó una mano y secó la lágrima que había
caído libre, el alivio claramente lo abrumó cuando finalmente
se hundió en que su mundo no estaba a punto de explotar
porque las dos mitades se habían encontrado.
—¿Incluso si una de mis hermanas quiere meterse en tus
pantalones?
—Bueno, no podemos echarle en cara su buen gusto
ahora, ¿verdad? —dijo Priest con una expresión tan seria que
Julien no pudo evitar reírse, y Robbie empezó a reírse y se echó
sobre el colchón.
Mientras todos yacían uno al lado del otro, con los dedos
entrelazados, Robbie resopló y dijo: —Dios, no puedo creer que
eso haya sucedido, que ambos acaban de conocer a mi familia.
Julien le guiñó un ojo a Robbie. —Y sobrevivimos.
—La primera ronda, de todos modos —dijo Robbie—. Papá
no estaba mintiendo. Mi madre y mis hermanas te van a volver
loco en los próximos días.
—Adelante —dijo Priest—. No te preocupes por nosotros.
No vamos a ninguna parte.
Robbie se mordió el labio, miró al techo y dijo en voz baja:
—Nunca he sido más feliz en toda mi vida. —Julien se puso de
costado y besó la mejilla de Robbie—. Bien.

125
—Mmmm —dijo Robbie, y se volvió para besar a Julien—.
¿Y saben de qué me acabo de dar cuenta?
—¿De qué? —demandó Julien.
—Esta cama es queen.
La conversación de la noche del cumpleaños de Robbie
volvió a su mente, y cuando empezaron a reírse, Julien y Priest
rodaron al lado de Robbie y lo besaron hasta que se disolvió en
un ataque de risas.

126
CAPÍTULO DIEZ

No dejes que las hormonas


de una mujer embarazada fuera de tu vista.
Este es un consejo que nunca pensé
tendría que tomar ~ Julien

EL ZUMBIDO DE LA MÚSICA golpeó bajo los pies de Priest


mientras salía de la ducha y entraba en la habitación de
huéspedes para recoger su ropa para la noche.
La pista de música y baile para la noche se había instalado
en el garaje vacío y en la entrada de abajo, mientras que la
comida y la bebida se manejaban en el interior. Julien y Robbie
habían bajado hacía unos treinta minutos después de que Priest
se ofreció a usar la ducha el último, y ahora se estaba
acercando a las ocho. La fiesta del trigésimo cumpleaños de
Robbie debía comenzar en cualquier momento, y Priest estaba
deseando ver a Robbie rodeado de una familia que claramente
lo adoraba.
De alguna manera, Priest y Julien habían sobrevivido las
últimas veinticuatro horas sin ninguna amenaza para su
bienestar. Habían pasado la primera cena de la noche antes de
desmayarse después de un día tan largo, y hoy habían estado
ayudando con la ráfaga de actividad para poner en forma la
casa para una fiesta que celebraría el Bianchi favorito y sí,
estaba muy claro que Robbie era el favorito de todos.

127
Priest recogió sus jeans y la camiseta de punto ligero y
estaba a punto de volver al baño cuando la puerta de la
habitación de invitados se abrió y Robbie se deslizó dentro.
Priest ya se había estado duchando cuando Robbie se había
vestido, pero mientras cerraba la puerta detrás de él, Priest se
tomó un momento para mirar al hombre que tenía delante.
Robbie estaba vestido con unos pantalones grises ligeros,
combinados con una camisa de manga tres cuartos y cuello en
V de lino. Pero lo que realmente ató el conjunto, y lo hizo único
de Robbie, fueron los tirantes sueltos sobre sus hombros.
Atado probablemente no era una palabra en la que Priest
debería estar pensando mientras lo miraba. No si iban a ir a la
fiesta pronto, porque con el pelo recogido de su cara, y los ojos
delineados y los labios brillantes, Robbie tuvo la polla de Priest
dura en un instante.
—Oh, ah, eh, —dijo Robbie, mientras tomaba el estado
semidesnudo de Priest, y luego mostró una sonrisa, una sonrisa
forzada, anotó Priest.
—Eh —dijo Priest mientras traía su ropa delante de él, sin
querer distraer a Robbie de lo que fuera que fuera por lo que
había subido—. ¿Dónde está Julien?
—Abajo con mamá y las chicas. Creo que han decidido
quedarse con él.
—Bueno, qué lástima, —dijo Priest—. Él ya ha sido
tomado... por dos antes.
Robbie asintió, y luego miró por encima de su hombro
para mirar por la pequeña ventana de la puerta. —Todo el
mundo está empezando a llegar aquí.

128
Priest midió a Robbie, y sus ojos se fijaron en las manos
que se estaba limpiando a los lados de sus pantalones. Estaba
nervioso de nuevo, pero Priest no estaba seguro de por qué.
Robbie ya había superado el mayor obstáculo para el fin
de semana: sus padres. Entonces, ¿de qué se trataba todo
esto?
Priest se acercó a Robbie. —Si todo el mundo está
empezando a llegar, ¿por qué estás aquí arriba?
Robbie preocupó su labio brillante, y luego dio lo que
Priest sabía que esperaba que fuera una sonrisa convincente.
—Vine a ver si estabas bien y a ayudarte a vestirte.
—Buen intento. Pero ya decidimos que estabas libre de
culpa en ese departamento alrededor de tu familia. Así que no
creo que te excusaras para ayudarme a abrocharme los
pantalones. ¿Por qué estás realmente aquí arriba?
Robbie dio un paso alrededor de Priest y comenzó a
caminar a lo largo de la habitación de huéspedes. De un lado a
otro. De un lado a otro. —Puf, es que... sé que todo el mundo
va a estar mirándome esta noche.
—¿Y esto es un problema para ti? —dijo Priest mientras
detenía a Robbie—. Nunca has tenido un problema para ser el
centro de atención. La última vez que lo comprobé, ahí es
donde estás más cómodo. ¿Qué es lo que realmente está
pasando aquí? Tus padres nos han dado la bienvenida este fin
de semana, al igual que tus hermanas.
Robbie arrugó la nariz. —Lo sé. Pero el resto de mi familia
siempre me ha mirado como el pariente gay ruidoso, que era
súper divertido pero que nunca se tomaba en serio. Y esta
noche, yo... yo no quiero avergonzarte a ti o a Julien.

129
El corazón de Priest se ablandó, pero eso fue lo único. —
Cariño, ¿conoces a tu familia? No son exactamente un grupo
tranquilo y reservado.
Cómo Robbie pensó que podía avergonzarlos siendo él
mismo estaba más allá de Priest. Pero era hora de que
comprendiera y se diera cuenta de lo extremadamente
orgullosos que estaban Priest y Julien de ser suyos. Era hora
de darle a Robbie algo más en lo que pensar.
Priest pasó un dedo por uno de los tirantes de Robbie, y
luego lo deslizó detrás del elástico, lo llevó hasta la mitad del
pecho y lo tiró de él. —Acércate.
—Un poco más cerca y estaré... —dijo Robbie, mientras
Priest envolvía la cintura de Robbie con su otro brazo y lo
empujaba contra su cuerpo casi desnudo.
Priest puso sus ojos en la hermosa cara de Robbie. —
Estarás exactamente donde te quiero. Estás preciosa esta
noche. Ojos bonitos, labios brillantes. —Priest levantó una
mano y pasó su pulgar por la comisura de los labios de Robbie—
. Ábrelos por mí. —Los labios de Robbie se abrieron, y cuando
Priest metió el pulgar, dijo: —Chupa.
Las mejillas de Robbie se ahuecaron mientras
arremolinaba su lengua alrededor del pulgar de Priest, y un
gruñido retumbó en la garganta de Priest.
—Quítame la toalla, —dijo Priest mientras deslizaba una
mano hacia abajo para apretarle el culo a Robbie, y cuando los
dedos de Robbie se deslizaron detrás del nudo y tiraron de la
toalla para liberarla, Priest arrastró su delicioso cuerpo de
nuevo cerca.
Priest arrastró su pulgar fuera de la boca de Robbie hasta
que le sujetó la barbilla con firmeza. Anguló la cabeza de
130
Robbie hasta donde podía ver todas las hermosas líneas de su
cara, entonces Priest puso sus labios junto al oído de Robbie y
dijo: —Nunca podrías avergonzarme a mí o a Julien.
—Yo sólo...
—No —dijo con firmeza Priest. No dejaría que Robbie se
avergonzara—. Escúchame tú. Eres un hombre increíble.
Inteligente, cariñoso e increíblemente sexy. —Priest miró a los
ojos azules de Robbie—. ¿Sabes cómo lo sé?
Robbie negó con la cabeza. —No.
—Porque eres mío y te amo. —Priest empujó sus caderas
hacia adelante y, cuando Robbie gimió, añadió: —Y a mí no me
gusta nadie. Así que eso debe hacerte muy especial.
—Oh, mierda —dijo Robbie mientras Priest lo acompañaba
de vuelta a la pared y colocaba una mano junto a la cabeza de
Robbie.
—No quiero oírte decir otra cosa mala de ti. ¿Me
entiendes?
Robbie asintió con la cabeza y envolvió la pierna alrededor
del muslo de Priest, mientras atascaba su erección cubierta
contra la de Priest desnuda.
—Vas a ir a tu fiesta, serás tú mismo, y yo voy a pasar
toda la noche deseando no tener ninguna objeción a follarte en
casa de tus padres.
—Técnicamente no estamos en su casa —dijo Robbie
mientras se frotaba un poco más fuerte contra Priest—. No —
aseveró Priest.
—¿Y si te lo pido amablemente? —dijo Robbie, y bateó sus
pestañas. Bien, Robbie había olvidado claramente por qué

131
había subido allí en primer lugar, y esa había sido la meta de
Priest.
—Todavía no, —dijo Priest, pero no pudo evitar agarrar el
trasero de Robbie y realmente aplastarle la polla contra sus
pantalones—. Intento con todas mis fuerzas dejarte salir de
aquí sin que te metas en líos.
—Arruinarme —dijo Robbie—. No me importa.
—Sí, —dijo Priest, y le mordió el labio inferior a Robbie—.
Quiero que les caigamos bien a tus padres. Eso significa
respetarlos, lo que significa —Priest dejó ir a Robbie a
regañadientes— que tu necesitas irte. Ahora.
Robbie bajó los ojos a la polla muy erguida de Priest y
dijo: —¿Estás tú se...?
—Sí. Jesús, Robert —dijo Priest—. Dame un respiro aquí.
Mientras Robbie se escabullía entre él y la pared, Priest
bajó la cabeza y comenzó a contar hacia atrás desde cien, y
justo en el momento en que pensó que estaba un poco bajo
control, escuchó: —Priest
Priest miró por encima de su hombro para ver los ojos de
Robbie resplandeciendo.
—¿Mmm?
—Creo que tú también eres muy especial.
—Joder. —Priest envolvió una mano alrededor de la base
de su polla y gimió, y supo que estaba a punto de volver a la
ducha que acababa de dejar—. Vete de aquí, coqueta.
Robbie se mordió el labio, abrió la puerta y se fue. Y de
alguna manera, Priest tenía la sensación de que Robbie ya no

132
estaba pensando en cómo avergonzar a Priest o Julien, sino
más bien en cómo mantener sus manos quietas.
Un problema que Priest sabía que iba a tener muchas
dificultades para enfrentar el mismo.

CUANDO ROBBIE HABÍA dicho que su familia era grande, Julien


no había imaginado qué tan grande era. Realmente, debería
haberlo adivinado, considerando la gran cantidad de comida y
alcohol que habían comprado y preparado para la fiesta de esta
noche. Pero a medida que más y más personas llegaron, Julien
se encontró mirando a un mar de italianos ruidosos y
conversadores, y le encantó.
Habían pasado varias horas desde que la fiesta había
comenzado, y ahora estaba en pleno apogeo mientras se
dirigían hacia la medianoche. Con el alcohol fluyendo, Julien
había encontrado que la familia de Robbie era amable pero....
inquisitiva. Más aún a medida que pasaba la noche.
Cada uno de ellos había hecho que él y Priest se sintieran
bienvenidos, y habían sido educados en cómo abordaron el
tema de ellos y Robbie. Pero cuando el último pariente de
Robbie, el tío Nico, habló sin parar, Julien tuvo que admitir que
fue bastante divertido ver cómo se movía de puntillas de un
lado a otro de lo que realmente quería preguntar. Sin embargo,
hasta ahora, cada vez que alguien se volvía demasiado invasivo
con sus preguntas, una de las hermanas de Robbie salvaba el
día.

133
Con una bebida fría en la mano, Julien estaba a punto de
salir a buscar a Robbie y Priest, cuando vio a Penny de pie con
una pareja con una expresión incómoda en la cara, como si
quisiera estar en cualquier lugar menos allí.
Queriendo asegurarse de que se sentía bien, Julien se
acercó, y cuando él se detuvo a su lado, ella le sonrió con una
sonrisa tensa, entonces le envolvió el brazo alrededor del codo
y dijo: —Oh, miren quién está aquí. No estoy segura de que
hayan conocido a nuestro famoso invitado esta noche. Pero
déjame presentarte.
Julien rápidamente dedujo que lo que estaba haciendo que
Penny sintiera un poco de náuseas no tenía nada que ver con
su salud, pero quizás si la gente con la que se había quedado
hablando.
Los ojos de Julien se movieron entre el hombre y la mujer
que lo miraban fijamente. La mujer resplandeció, sus ojos
marrones sonriendo junto con sus labios, mientras que el
hombre parecía estar chupando un limón.
—Este es Julien Thornton, —dijo Penny, mientras
acariciaba el brazo de Julien—. Fue el ganador en Chef Master.
—Oh, sí —dijo la mujer—. Ahora recuerdo. Eres francés,
¿no?
—Oui, eso es correcto —dijo Julien, y luego le extendió la
mano—. ¿Y tú eres?
—Soy Mary Beth Paulson. Y éste es Jack, mi marido.
Jack Paulson. Jack Paulson.... Mientras Julien pasaba el
nombre por encima de su cabeza, trató de ubicar porque le
sonaba conocido. Pero considerando que acababa de conocer a
toda la familia de Robbie hacia veinticuatro horas, la

134
probabilidad de que él supiera realmente quien era el hombre
era muy poca o ninguna.
Pero ese nombre, pensó Julien. Es tan familiar.
—Bonsoir —dijo Julien, y le extendió la mano a Jack—.
Encantado de conocerte. ¿Y cómo te relacionas con el clan
Bianchi?
—No lo está —dijo Penny, y su tono, aunque amigable,
había tomado un tono ligeramente más agudo. Julien miró a su
alrededor, pero los ojos de Penny estaban fijos en el apuesto
hombre que estaba de pie junto a su sonriente esposa—. Es un
viejo amigo de la familia.
Jack asintió. —Así es, solíamos tomarnos las vacaciones
de verano en su casa de vacaciones en el lago. Nuestras
familias son cercanas.
Mary Beth se rio y pasó una mano por el brazo a Jack,
completamente ajena a la tensión que palpitaba en el aire. —
Robbie solía estar enamorado de él, ¿verdad, Penny? Siempre
bromeaba diciendo que ver a Jack en el lago era la razón por
la que sabía que era gay. Quiero decir, ¿podrías culparlo?
Mientras Julien intentaba procesar esa información, los
dedos de Penny se apretaron en su brazo.
—No —dijo Penny—. Nadie podía culparlo. De hecho,
estoy bastante segura de que cada uno de nosotros estábamos
enamorados de Jack en algún momento. Pero siempre pasaba,
como un caso grave de clamidia.
Y ahí fue cuando se dio cuenta, la razón exacta por la que
Julien sabía el nombre de Jack Paulson. Jack Paulson era, como

135
Robbie había dicho tan elocuentemente una noche, el Bianchi
Baby Daddy38.
Robbie había dicho que estaba destinado a embarazar a
uno de nosotros con toda la testosterona que lanzaba.
Demonios, me sorprende que no me dejara embarazada.
—Eso es muy maduro, Penny —dijo Jack, trayendo a
Julien de vuelta a la tensa discusión en curso.
—Esa soy yo —dijo Penny, a la feliz pareja frente a ella
después de haber destruido claramente cualquier intento que
había estado haciendo para emplear buenos modales—.
Madurando, madurando. Más y más cada día.
—Dios —dijo Julien en voz baja, mientras sonreía con su
mejor sonrisa y agarraba el brazo de Penny. Necesitaba alejarla
de estos dos -especialmente Mary Beth, que todavía intentaba
una sonrisa educada a pesar de su confusión.
—Veuillez nous excuser39, ¿os importa si me llevo a
Penny? Espero que pueda ayudarme a localizar a Robbie —dijo
Julien, y mientras la apartaba, Penny apuntó con los ojos
borrosos hacia él, una disculpa escrita en toda su cara mientras
Julien la guiaba entre la multitud.
Cuando entraron por la puerta de atrás y salieron al
porche, la música fuerte y la conversación los saludaron. Pero
en lugar de ir a donde los garajes dobles estaban iluminados
bajo luces brillantes para la pista de baile, Penny fue en la
dirección opuesta.
No dispuesto a dejar a una hormonal mujer embarazada
fuera de su vista, Julien la siguió, pensando que podría

38
Hace referencia es una serie televisiva de comedia estadounidense de la cadena ABC Family, protagonizada
para Jean-Luc Bilodeau. Baby Daddy (titulada Papá Canguro en España y Hola Papi en Hispanoamérica.
39
Por favor, discúlpenos.
136
encontrarse con Robbie en el camino. Pero ella desapareció por
el lado de la casa donde no había luces, Julien la vio sentarse
en un escalón de cemento y se movió hasta que pudo tomar el
lugar a su lado.
—¿Quieres hablar de ello?
Penny puso su cara entre sus manos. —En realidad no.
—De acuerdo —dijo Julien, y cuando se quedó en silencio,
ella lo miró.
—¿Eso es todo? —preguntó. Confundido, Julien frunció el
ceño, y ella sonrió a medias—. Normalmente cuando alguien
de nuestra familia pregunta eso y dices que no, te dan unos
segundos y luego lanzan una lluvia de preguntas de todos
modos.
Julien sonrió y se encogió de hombros. —Si no quieres
hablar, ¿quién soy yo para obligarte?
—¿El novio casado de mi hermano?
Julien dejó salir una carcajada, disfrutando
inmensamente. —Oui, soy eso. Pero no empieces a señalar con
el dedo, o lo haré yo.
Penny se rio con él, y luego agitó la cabeza. —Soy un
desastre. No puedo creer que me haya ido así.
—Estás molesta —dijo Julien—. ¿Asumo que lo sabe?
Penny asintió. —Él sabe. Pero nadie más lo sabe. Quiero
decir, excepto Felicity, Val y Robbie. Una noche estúpida va a
arruinar toda una vida a nuestras familias. Dios. Soy tan
cobarde.
—Non —dijo Julien—. No estás lista. Eso es todo.

137
Penny volteó su cara hacia él, y sus ojos eran tan
parecidos a los de Robbie que Julien dijo: —Me recuerdas tanto
a tu hermano.
—¿Porque ambos hemos traído escándalo al nombre
Bianchi?
Julien sonrió. —Non. Ambos siguen a sus corazones. Sin
importar las consecuencias. Eso es valiente.
—O estúpido.
—Nadie dijo que ser valiente era ser inteligente. Por eso
es valiente. Se necesita valor para ir tras lo que quieres.
Penny entrecerró los ojos. —¿Realmente amas a dos
hombres?
Julien no pudo evitar pensar que era más ella la que se
preguntaba sobre Jack que él mismo. Pero él le contestó de
todos modos. —Lo hago. Mucho.
Cerrando los ojos, Penny puso una mano sobre su vientre
y susurró: —Ojalá las cosas fueran tan fáciles para nosotros.
Julien la estudió mientras estaba sentada a la luz de la
luna, y cuando una lágrima corrió por su mejilla, dijo: —Tal vez
lo sea, con el tiempo.
—Tal vez —dijo, y luego le apuntó con una sonrisa a
medias—. ¿Pero puedes prometerme algo? —Cuando Julien
asintió, Penny lo miró a los ojos y dijo: —Asegúrate de que
Robbie sepa que es tan importante para los dos como el trozo
de papel que compartes con Priest.
Mientras Julien se sentaba en el escalón trasero de los
Bianchi, vio un destello de Jacquelyn en su mirada directa y se
encontró asintiendo con la cabeza. Este fin de semana sintió
como si hubiera encontrado una parte de sí mismo que había
138
desaparecido, y sabía que eso se debía a las mujeres de esta
casa, ese amor fraternal que tanto abundaba para su hermano,
y estaba seguro de que habría hecho cualquier cosa para hacer
feliz a la hermana de Robbie en ese momento. Pero esto, algo
que ya llevaban en la mente, era una de las principales razones
por las que él y Priest hicieron todo lo posible para estar con
ellos este fin de semana.
—Tienes mi palabra —dijo, y cuando ella se asustó, Julien
saltó, y Penny empezó a reír.
—Lo siento. Pateó —dijo, y puso su mano sobre su vientre
para sentirlo de nuevo—. Dame tu mano.
Los ojos de Julien se abrieron de par en par y negó con la
cabeza.
—Oh, vamos. Prácticamente eres de la familia.
Probablemente vas a ser uno de los tíos de este chico. Siente
su patada.
Julien dejó que tirara de su mano hacia su estómago
hinchado, y sintió un pequeño y firme pinchazo en la palma de
su mano. Penny empezó a reírse de nuevo.
—Pareces horrorizado.
—Lo estoy —admitió Julien—. ¿No te duele eso?
—¿Qué es lo que duele? —preguntó Robbie desde detrás
de ellos, y Julien se volvió para verlos a él y a Felicity
atravesando las puertas francesas de la sala de estar.
Cuando el ruido se derramó en el pequeño patio, Penny
dijo: —Date prisa y cierra la puerta.
—¿Qué hacéis los dos aquí? —preguntó Felicity.

139
—Escondiéndome, —contestó Penny—. Y entonces el bebé
empezó a patear y asustó al hombre gay.
La boca de Julien se abrió, pero antes de que pudiera
defenderse, Robbie se arrodilló al lado de su hermana y dijo:
—Quiero sentirlo.
Penny tomó su mano y la colocó en el mismo lugar donde
Julien acababa de estar, y cuando el bebé pateó de nuevo, sus
ojos volaron hacia Julien.
—Dios mío —dijo Robbie—. Eso es tan raro.
—¿Raro? —dijo Penny—. ¿Qué tal mágico? ¿Maravilloso?
El bebé pateó de nuevo. —Raro. —Robbie se rio—. Es
extrañamente maravilloso. ¿Cómo es eso?
Penny puso los ojos en blanco, pero era evidente que
estaba contenta. —Con eso bastará.
—¿De quién te escondes? —preguntó Robbie.
—Jack —dijo Penny, y como adivinó Felicity: —¿Valerie?
—¿Valerie? —dijo Penny—. ¿Por qué me escondería de
Valerie?
—Espera —dijo Robbie—. ¿Jack está aquí? ¿Me estás
tomando el pelo? Tiene unas putas pelotas. Quiero decir,
supongo. Tú lo sabrías mejor que yo.
—Deja de hablar. Y no te preocupes —dijo Penny—. Tu
hombre me salvó de la incomodidad.
Robbie miró a Julien, y sus ojos se suavizaron un poco. —
¿Lo hizo?
—Lo hizo.

140
Julien se rio. —Non. Creo que en realidad salvé a Jack de
una muerte rápida, pero….
Penny empujó a Julien en el brazo, y la boca de Robbie se
partió en una amplia sonrisa ante el movimiento familiar.
Estaba claro que su incipiente relación le agradaba.
—Bueno, está bien —dijo Penny—. Sabes de quién nos
estamos escondiendo. ¿Por qué pensaste que me escondía de
Valerie?
—Porque está borracha —dijo Robbie.
Felicity resopló. —Tan borracha. Y ya sabes cómo se pone.
Ella quiere que todos a su alrededor sean igual de felices, y
Robbie me hizo prometer que sólo le permitiera este ligero
zumbido que tiene ahora mismo.
Julien sonrió a su princesse de ojos brillantes. Oh, oui.
Definitivamente estaba borracho, pero no tan ebrio como la
última vez que se le encargó a Felicity que lo cuidara.
Robbie le guiñó un ojo a Julien. —Estoy tratando de
comportarme por mis padres.
—Eh ajá, —dijo Julien, y se puso de pie, y Robbie lo siguió
antes de que ambos se volvieran hacia Penny y extendieran sus
manos.
Ella aceptó su ayuda, y una vez que estuvo de pie, Robbie
dijo: —Por cierto, ¿dónde está Priest? No lo he visto en una
eternidad.
Los cuatro se callaron y no tardaron en llegar a la misma
conclusión. Todos giraron en la dirección de donde venía la
música vibrante, y Julien escuchó: —Voy a matarla, —justo
antes de que Robbie se dirigiera a los asistentes a la fiesta de
baile en busca de la mujer a la que planeaba asesinar.
141
CAPÍTULO ONCE

Un borracho coqueto.
No lo vi venir ~ Robbie

Toda la noche me comporté, pensó Robbie, mientras caminaba


hacia la risa y la música alta. Me comporté en mi cumpleaños,
mientras Valerie está fuera haciendo lo que Dios sabe.
—Tienes que estar bromeando.
Robbie se detuvo en las afueras del área de baile
improvisado y trató de procesar lo que estaba viendo
exactamente.
Él mismo había estado en la pista de baile unas cuantas
veces esta noche, arrastrado a una fiesta de baile aquí y allá
con primos que no había visto en años y que en realidad
pensaban que podían ganarlo -por favor- pero mientras estaba
allí de pie, sus ojos se fijaron en Valerie, y estaba a unos dos
segundos de decir: Al diablo con el comportamiento.
—Bueno —dijo Felicity, mientras se acercaba a su lado—.
Dijiste que querías encontrarla.
Robbie se mofó y volvió la cabeza hacia ella. —No es
exactamente difícil no verla. — Y la razón de eso no tiene nada
que ver con Valerie.

142
No. Valerie era varios centímetros más baja que la
mayoría de la gente que se movía en la pista de baile, pero la
persona con que se había cubierto a sí misma, no lo era.
—¿Princesse? ¿Encontraste...? —Cuando Julien se detuvo,
se le escapó una risita y Robbie agitó la cabeza.
Debería haberlo sabido mejor. Debería haber vigilado
mejor a Val. Pero no, la había dejado sola con la única cosa que
sabía que no podía resistirse: el pelirrojo.
—No puedo creerlo, —dijo Robbie, mientras Julien se reía
un poco más, y luego apartó los ojos de lo que ellos y eran
todos y cada uno de los vecinos miraban y dijo: —¿Non?
—No —dijo Robbie—. Esto no es gracioso. Esto es.... Ni
siquiera puedo pensar en una palabra porque ni siquiera sé lo
que es.
Robbie miró hacia atrás, hacia la escena que estaba
tratando de comprender, y Felicity se acercó, tan útil como
siempre. —Se me ocurren unas pocas palabras: ardiente como
la mierda. ¿Quién iba a decir que Priest sabía bailar?
Yo, pensó Robbie. Pero no así, eso es seguro.
Sí, era Priest. Y sí, estaba bailando. Pero no el suave y
encantador foxtrot alrededor de la cocina. No. Priest estaba ahí
fuera luciendo precioso bajo las luces parpadeantes, bajo una
canción sexuada que Robbie ni siquiera podía ubicar ahora
mismo. Tenía sus brazos alrededor de la cintura de Valerie
mientras ella se colgaba de su cuello, y de vez en cuando
ambos tropezaban entre sí y empezaban a reírse a carcajadas.
Mientras Robbie estaba allí parado con la boca abierta,
alguien caminó junto a ellos con una bandeja de trozos del
pastel de cumpleaños de color rosa brillante, y Valerie agarró

143
dos, le dio uno a Priest, y, sin soltarse el uno del otro, como
co-conspiradores chocaron su ración de pastel.
Priest entonces giró y giró a Valerie de modo que ahora
estaba mirando a través de la pista de baile, y cuando vio a
Robbie y Julien, su boca se levantó con una sonrisa embriagada
tan diferente a la de Priest que era difícil de comprender.
Valerie había robado oficialmente a uno de los hombres
de Robbie esta noche y estaba dejando ondear su bandera de
pelirrojo. Desafortunadamente para Robbie, su palo de
jengibre.
Cierto. Eso es todo.
Pero justo cuando Robbie estaba a punto de salir a la pista
de baile y quitarle a Valerie su precioso pelo rubio de la cabeza,
Julien lo agarró del brazo y le dijo en la oreja: —¿Adónde vas?
—Ahí afuera a quitarle las malditas manos de encima —
dijo Robbie—. Míralos. En realidad, se está riendo, sonriendo,
por el amor de Dios. Quién sabe cuántas copas tuvo que darle
para que haga eso.
—Muchas, estoy pensando —dijo Julien—. No lo he visto
bailar así desde hace mucho tiempo.
—Ni siquiera sabía que podía bailar así. —Robbie hizo un
puchero, y luego dijo en su mejor imitación de Priest: —Tengo
que comportarme delante de tus padres, Robert. Eso es lo que
él me dijo. A mí. Voy a matarla. Y por si no te acuerdas es mi
fiesta, y estoy a un trago de empezar a llorar porque quiero.
—No seas tan duro con ella, princesse. ¿Cuándo fue la
última vez que viste a Priest tan... relajado?
Mmm, ¿qué tal nunca? Si alguien le hubiera preguntado
antes de esta noche si Priest se había emborrachado, Robbie
144
se habría reído de ellos. Pero eso era exactamente lo que
estaba viendo ahora mismo. Lo sabía tan bien como sabía que
su hermana iba a pagar por esto.
—¿Así que lo que estás diciendo es que debería dejarla
bailar sobre nuestro hombre?
—Lo que estoy diciendo —Julien metió la mano en la de
Robbie— es que deberías venir y bailar así conmigo. Al final
tendremos nuestro turno con Priest, incluso más que con
Valerie.
Julien le guiñó el ojo mientras salía entre la multitud y
arrastraba a Robbie con él, y Robbie cambió su atención a ese
plan y se dio cuenta de que su irritación se había ido tan
rápidamente como había aparecido.
En realidad, no había necesidad de llorar cuando Julien lo
estaba abrazando. No había necesidad de nada más que
perderse en el olor de la colonia de Julien, y la deliciosa forma
en que Julien se sentía mientras pasaba el resto de la fiesta
bailando toda la noche.
Después de todo, no podía culpar exactamente a Valerie,
pero eso no significaba que Robbie no iba a mantener un ojo
atento en su hermana, que por casualidad compartía su afecto
y el de Julien por un cierto Priest.

—ESTÁS TAN BORRACHO —dijo Robbie mientras abría la


puerta de la casa de huéspedes y Priest se detuvo frente a él.
Se acercaba a la una y media, y todos se habían ido a sus
casas excepto la familia inmediata de Robbie. Sus padres se
145
habían ido a la cama hacia media hora y lo dejaron junto con
sus hermanas para que cerraran con llave.
Priest golpeó un dedo en el pecho de Robbie y asintió. —
Perooo creo que tienes razón. Pero subí las escaleras, ¿no?
Priest se giró para entrar en la habitación y, al hacerlo,
giró a la izquierda. Julien extendió la mano, enganchó un brazo
a través de su codo y se rio. —En realidad, —dijo Julien—. Te
subí por las escaleras. Pero, ¿quién necesita hechos?
—Yo. —Priest apuntó una sonrisa de megavatios en
dirección a Julien—. Necesito hechos porque soy abogado. Los
hechos son mi vida. —Priest dejó de hablar, aparentemente
distraído por la cara de Julien, y luego pasó las yemas de sus
dedos por la mejilla de Julien—. Nop. Eso no es verdad. Tú. Tú
y Robert. —Priest miró a Robbie y lo señaló—. Tú y Robert son
mi vida. Mis amores... —Priest habló arrastrando las palabras—
. Y mi vida.
Robbie resopló y cerró la puerta, y luego se dirigió a su
maleta abierta para coger su pijama. Cuando un fuerte golpe
le llegó a sus oídos, miró por encima de su hombro para ver
que Priest acababa de chocar contra el extremo de la cama.
—Epaaaa —dijo Priest, y se rio con una risita gutural, y
Robbie tuvo que morderse el labio para contener su propia risa.
—Quizás deberías sentarte, mon amour, —sugirió Julien—
. Antes de que te caigas.
—Mmm sigue hablando —dijo Priest, y le pasó un dedo
por el labio inferior a Julien—. Tienes la voz más sexy. ¿Te lo
he dicho alguna vez?
—Oui, lo has hecho —dijo Julien, e instó a Priest a que se
acercara a la cama, pero no se movía.

146
Priest se inclinó y reemplazó su dedo por los labios, y dijo
contra la boca de Julien: —Sobre todo cuando estás excitado.
Se pone todo áspero, y joder, Julien, me pone tan duro. ¿No te
pone cachondo a ti, Robert?
Eh, siempre. Pero Robbie estaba demasiado ocupado
tratando de procesar lo que estaba presenciando para
responder. ¿Quién iba a imaginar que Priest era un borracho
tan coqueto?
El control embriagador que ejercía habitualmente fue
reemplazado actualmente por el encanto de un seductor suave.
Julien negó con la cabeza y palmeó las manos de Priest,
mientras agarraba los botones de la parte inferior de la camisa
de Julien. —¿Qué tal si nos dejas a Robbie y a mí desvestirte y
luego puedes...?
—¿Joderos a los dos?
—Non —dijo Julien, y realmente comenzó a reírse
mientras Priest enrollaba los brazos alrededor de su cintura, le
agarraba el culo a Julien y le presionaba los labios contra la
mejilla—. Mon Dieu. Estás como un pulpo esta noche. Con
todas esas manos. En todas partes.
—Déjame llevarte a la cama. A los dos —dijo Priest,
mientras miraba a Robbie—. Quítate la ropa, cariño. Quiero
mirarte.
—No te quites la ropa —dijo Julien—. Si haces eso, todo
ha terminado.
Robbie hizo pucheros, porque en realidad, no había nada
que quisiera más que quitarse la ropa.

147
—Pero míralo, mon cœur, —dijo Priest al oído de Julien—.
¿No quieres ver lo que hay debajo de esa camisa? ¿De esos
pantalones...? Él quiere que nosotros lo desnudemos.
Es verdad, pensó Robbie. Pero luego recordó lo que Priest
había dicho antes de la fiesta sobre el respeto a sus padres, y
cómo eso significaba mucho para él, y también,
aparentemente, para Julien.
—¿Qué pasó con lo de causar una buena impresión en los
Bianchi? —preguntó Julien mientras agarraba la cara de Priest,
con una mano en cada mejilla.
—Nada —dijo Priest, y agarró el pulgar a Julien—. Pero no
están aquí, y lo que no saben no les hará daño, como lo mucho
que quiero chupar la polla de su hijo…
—¿Cuántas copas te has tomado esta noche? —
interrumpió Julien.
—Mmm. —Priest frunció el ceño—. No lo sé. Val
mantuvo...
—¿La está llamando Val ahora? —dijo Robbie.
Pero Priest no se dejó intimidar. —Me los traía y me pedía
que adivinara qué les ponía.
—¿Además de una tonelada de alcohol? —dijo Robbie, y
puso los ojos en blanco—. ¿Has oído hablar de la palabra ‘no’?
Priest volvió la mirada hacia Robbie y sonrió. —Sí. Pero
quería gustarle a ella, por ti.
De acuerdo, ¿en serio? ¿Cómo se supone que voy a
discutir eso? Robbie no pudo, así que dirigió su ira a donde se
la merecía. —Ella pagará por esto cuando la vea.

148
—Nooo... no hagas eso —dijo Priest, y negó con la
cabeza—. Es tan divertida. Igual que tú.
Los ojos de Robbie se abrieron de par en par, y agitó el
dedo hacia Priest. —No, no. No como yo. No tengo que
emborracharte para estés encima de mí. ¿Quieres saber por
qué? Porque tengo algo que te gusta mucho más que su bonito
pelo rubio.
—Mmmm. —Los labios de Priest se curvaron en esa
sonrisa perezosa de nuevo—. Pruébalo. Quítate la ropa.
—Yyyy volvimos a donde empezamos —dijo Julien—. Eso
es, te estás cambiando, Joel, y luego te vas a dormir. Vas a
tener una terrible resaca mañana.
Julien dirigió a Priest hacia su bolso, y mientras se
inclinaba para hurgar a través de él, Robbie dirigió su atención
a Julien, quien miraba a su marido como si se hubiera
transformado en una persona totalmente diferente.
—Jules, —susurró Robbie al otro lado de la habitación, y
cuando Julien lo miró a los ojos, Robbie le hizo un gesto con la
mano. Julien volvió a ver a Priest, pero cuando tiró al azar un
par de vaqueros por encima del hombro, Julien se rio y se
dirigió hacia el lado de la cama de Robbie.
—¿Alguna vez lo has visto así? —Robbie preguntó, y
cuando Priest dijo: —Ah ¡ajá! Sabía que los había empacado —
y levantó triunfalmente sus pantalones de descanso, los
hombros de Julien temblaron con la risa que estaba tratando
de contener.
—Non.
—¿Nunca? —dijo Robbie—. ¿Crees que ha tenido algún
tipo de reacción alérgica al alcohol?

149
—Non, —dijo Julien mientras miraba a los ojos de
Robbie—. Creo que está cien por ciento relajado y ciento
cincuenta por ciento borracho. Es realmente precioso. ¿No es
así?
Priest se puso de pie y tomó su camisa, y justo cuando
estaba a punto de quitársela, se dio la vuelta, se concentró en
los dos, entonces les dirigió una sonrisa despreocupada.
Julien tenía razón: esos ojos grises estaban vidriosos
mientras intentaban concentrarse. Pero esa sonrisa de labios
sueltos en los labios severos de Priest era asesina. Maldita sea.
Aun estando borracho al ciento cincuenta por ciento, la
atracción magnética de Priest era tan fuerte como siempre.
Robbie se apoyó en el hombro de Julien y dijo en voz baja:
—Haz que deje de mirarnos así.
—¿Y cómo propones que lo haga? —preguntó Julien,
mientras Priest se ponía la camisa sobre la cabeza.
—Ehh... —Robbie había olvidado lo que había dicho, y
cuando Priest se desabrochó la parte superior de sus vaqueros
y se bajó la cremallera, Robbie tragó y se metió la mano para
masajear su erección cada vez más grande—. No lo sé, pero
será mejor que lo resuelvas rápido. Porque si se quita los
pantalones, me voy a desnudar. No me importa si mis padres
duermen en la casa de enfrente.

MIENTRAS PRIEST LOS OBSERVABA desde el lado opuesto de


la cama queen-size, Julien tuvo que admitir que estaba tentado
150
de ver cuán silenciosos podían ser los tres si todos se
desnudaban y se metían en esa cama.
Pero sabía que Priest se mortificaría si por alguna razón
eran capturados y ponían en peligro la relación que estaban
empezando a construir con los padres de Robbie.
Por suerte para Priest, los padres de Robbie no habían sido
testigos de sus pasos de baile redescubiertos esta noche. Y
para cuando salieron a despedirse de sus invitados, la música
se había apagado y todos los bailes habían cesado.
Ahora, cómo demonios iba a conseguir que un
determinado Priest no los sedujera, Julien no tenía ni idea. Todo
lo que sabía era que Robbie tenía más fe en él de lo que
realmente debería.
—¿Joel? —Julien se dio cuenta en el momento en que su
voz llegó a su marido, porque Priest dio un paso más cerca de
la cama y metió la mano en la cremallera abierta de sus
vaqueros.
Putain. No nos lo va a poner fácil.
—Oui, Julien.
Julien cogió los botones de su camisa y la desabrochó, y
Priest miró ávidamente cómo Julien se encogía de hombros y
la colocaba sobre la pequeña accent chair40 al lado de Robbie.
La mirada de Priest entonces viajó a su princesa, que
también tenía una mano metida entre sus piernas, y cuando
Priest se mojó los labios, todos en la habitación sabían
exactamente lo que él quería.
—¿Joel? —dijo Julien, y luego torció un dedo—. Viens ici.

40
Es una silla adicional que se pone en una habitación o una sala para agregar un poco de diseño, estilo.
151
Priest ni siquiera dudó. Puso una rodilla en el colchón, y
cuando Julien lo imitó, Priest sonrió, pensando que había
ganado.
A medida que Julien se acercaba, notó que Priest se
balanceaba un poco, y se dio cuenta de que el alcohol estaba
empezando a desacelerarlo, ya que el ronroneo se había
convertido en un murmullo, cuando Priest dirigió sus ojos de
borracho sexual hacia Robbie y dijo: —Tú también deberías
venir, linda princesa.
—Mierda, —susurró Robbie.
Julien estaba a punto de decirle a Priest que lo dejara y se
acostara. Pero antes de que pudiera, los ojos de Priest se
cerraron y se lanzó a un lado, y antes de que Julien pudiera
agarrarlo, cayó sobre el colchón.
—Dios mío, —dijo Robbie mientras se subía a la cama—.
¿Está bien?
Julien estudió los ojos cerrados y la cara relajada de Priest.
De alguna manera, Priest había logrado no clavar la frente en
el colchón, y su mejilla estaba ahora aplastada contra la
almohada. Su respiración era pareja, y se veía tan tranquilo
que Julien no pudo evitar pasar sus dedos por el pelo que ahora
caía sobre la frente de Priest.
—Creo que está bien —dijo Julien—. Pero mañana podría
ser otra historia.
—¿Verdad? —dijo Robbie, con una gran sonrisa—. Priest
es un coqueteo total cuando bebe. ¿Quién lo diría?
Julien se rio. —Lo es, ¿verdad?
—Oh, sí. —Robbie suspiró y miró su regazo—. Dormirse
no va a ser lo más fácil en este momento.
152
Julien besó a Robbie y dijo: —No, va a ser muy difícil. Para
nosotros dos.
La mirada de Robbie se dirigió hacia la erección que Julien
ni siquiera se molestó en tratar de ocultar. —Nos debe tanto
por esto.
—Creo que tienes razón —dijo Julien—. ¿Qué tal si nos
metemos en la cama y buscamos formas de hacer que pague?
—Me gusta cómo piensas —dijo Robbie, y envolvió con sus
brazos el cuello de Julien—. Y la forma en que hueles, sabes y
te sientes.
Julien se echó hacia atrás y negó con la cabeza. —Eres tan
malo como él. A dormir. Ahora. ¡Allez!41
—Bien —dijo Robbie, y se levantó de la cama y
rápidamente se puso el pijama—. Pero que quede claro que no
me gusta esta regla de no tener sexo cuando estamos cerca de
mi familia. Tenemos que trabajar en eso.
—Tomo nota —dijo Julien mientras se ponía debajo de las
sábanas en medio de la cama.
Robbie apagó la luz y se metió en la cama hasta que se
pegó a Julien con su pierna sobre su muslo. —Sin embargo, me
encanta esta cama tamaño queen.
Julien rezó por paciencia mientras su polla se movía en
respuesta a Robbie, que se retorcía contra su costado. Dios,
entre estos dos, tendría suerte si dormia una hora. —Bonne
nuit, princesse42.

41
Anda, deprisa, vamos, etc.
42
Buenas noches, princesa.
153
Pero la única respuesta que Julien recibió fue la
respiración suave y uniforme de sus dos hombres, que ya
estaban en un profundo y pacífico sueño.

154
CAPÍTULO DOCE

Lo quiero todo,
y lo quiero a mi manera
~ Priest

JULIEN SE PARÓ EN EL lavabo del baño de visitas a la mañana


siguiente esperando que el agua se caliente. Se había
despertado hacia unos diez minutos, su cuerpo seguía con una
alarma interna de madrugada.
Anoche había sido maravilloso. La familia de Robbie era
increíble. Desde sus hermanas hasta sus padres, todos y cada
uno de ellos eran bulliciosos, cariñosos y simplemente
divertidos. Eran exactamente como Julien había imaginado que
sería la familia de Robbie.
Cuando el agua se volvió tibia, Julien puso el tapón y llenó
el lavabo, y cuando fue a buscar su crema de afeitar, vio que
la puerta del baño se abría y Priest aparecía en la puerta.
Con su cabello pelirrojo de punta por todas partes, Priest
hizo una mueca de dolor contra la luz brillante del baño y se
agarró a su cabeza. Se veía... terrible, y entró tambaleándose
en la habitación, cerró la puerta tras él, y se echó hacia atrás
contra ella.
Julien no podía parar de sonreír mientras miraba a su
marido en el espejo, y cuando los ojos de Priest finalmente se
ajustaron a la luz, encontraron los suyos.
155
—Bonjour —dijo Julien—. Te has levantado temprano.
Priest se frotó los ojos. —Los tambores en mi cabeza me
despertaron.
Julien se rio mientras agitaba la crema de afeitar y se la
echaba en la palma de la mano. —¿Sólo tocando la batería?
Con la cantidad de alcohol que consumiste anoche, me
sorprende que no tengas una banda tocando ahí.
—Carajo —dijo Priest, y dejó caer su mano sobre su
costado—. Me siento como la mierda.
Mientras empujaba la puerta y se paraba al lado de Julien,
Priest se miró en el espejo y puso una mueca de dolor. Sus
vaqueros estaban desabrochados y apenas colgando de sus
caderas, y con ellos su bóxer, eran las únicas cosas que
quedaban del pequeño e improvisado striptease de anoche.
—Y también me veo como la mierda —murmuró Priest—.
Jesús, ¿qué pasó?
Julien metió la navaja de afeitar en el agua caliente, y
mientras se la acercaba a la mejilla, dijo: —Huracán Valerie. —
Pasó la hoja a través de la crema blanca y encontró los ojos de
Priest en el espejo. Se estrecharon como si estuviera tratando
de recordar.
—Puf —dijo Priest, y se pasó una mano por su
desordenado pelo—. No me acuerdo.
—No me sorprende. —Julien continuó afeitándose el lado
izquierdo de la cara—. ¿Qué es lo último que recuerdas?
Priest apoyó sus manos en el tocador y bajó la cabeza. —
Robert apagó sus velas y fuiste a buscarnos una bebida, y
luego, sí, Valerie.
—Ella seguía trayéndome bebidas y yo no quería...
156
—¿Ser grosero? —Preguntó Julien, levantando la ceja.
—Correcto. Así que pensé, puedo tener uno o dos, ¿qué
tan malo puede ser esto?
Julien apretó los labios, pero no pudo contener la risa que
brotaba de él.
—Oh Dios. Se puso feo, ¿no? ¿Qué he hecho? —Priest
gimió—. Por favor, dime que no canté.
Julien lo miró y pensó en jugar con Priest, pero el pobre
ya parecía bastante miserable. —No cantaste, non.
—¿Pero hice otra cosa? —Priest agitó la cabeza—. ¿Qué?
—Sólo te volviste un poco.... libre.
Priest entrecerró los ojos.
—Estabas bailando.
La expresión en la cara de Priest expresaba su confusión.
No entendía muy bien qué tenía de malo. —No está tan mal.
No tropecé con mis pies, ¿verdad?
—Non —dijo Julien—. Tus pies no eran lo que se movía,
mon amour. No estabas bailando. Tú estabas más bien —Julien
bajó la navaja y se giró para apoyar su cadera contra el
lavabo— empujando y remoliéndote. Con Valerie.
La boca de Priest se abrió y, por primera vez desde que
Julien pudo recordar, su cara se iluminó del mismo color que
su cabello. —Estás bromeando —dijo Priest, y se cubrió la cara.
—No lo estoy. Je suis désolé.
Priest negó con la cabeza, pero luego bajó las manos, con
los ojos muy abiertos. —¿Estaban los padres de Robert allí?
Joder.

157
Julien se acercó hasta que se acercó lo suficiente para
darle un beso al hombro desnudo de Priest. —No, estaban
dentro con algunos de los otros... adultos. —Julien se rio—.
Hasta donde yo sé, estás a salvo.
—Oh Dios. Lo siento —dijo Priest—. Robert debe estar
enojado.
—Creo que te sorprendería.
—¿Qué quieres decir?
—Robbie no está enojado contigo. Aunque creo que
Valerie se va a enterar hoy. Además, lo compensaste anoche.
—Priest frunció el ceño, y Julien sonrió—. Fuiste muy divertido
una vez que volvimos aquí.
—¿Divertido?
—Divertido. Amoroso. Elige lo que quieras. De cualquier
manera, para cuando te desmayaste, Robbie estaba muy
entretenido.
—Jesús —dijo Priest—. Estoy tan avergonzado.
—No lo sientas. Fue bueno verte finalmente descansar y
relajarte. Robbie siente lo mismo. Fue agradable saber que
sentías que podías.
—No creo que sentirse relajado tenga nada que ver con
tomar cien tragos.
—Oui, lo hizo. Incluso si estuvieras tratando de asegurarte
de que le gustaras a Valerie, nunca habrías tomado un trago si
pensaras que había una razón para estar alerta. Anoche, por
fin estabas libre.
Priest gruñó. —Demasiado libre, al parecer.

158
—Mmmm —dijo Julien, y cogió la mano de Priest—. Estaba
a punto de darme una ducha, y como me debes...
Priest pasó sus ojos por el pecho desnudo de Julien hasta
la toalla de su cintura. —¿Te debo?
—Oui. Me dejaste increíblemente... tenso anoche. Así que,
¿por qué no te unes a mí?
Mientras Julien caminaba de regreso hacia la pequeña
cabina de ducha, empujó a Priest con él.
—Está muy apretado ahí dentro —dijo Priest.
Julien se quitó la toalla, la dejó caer al suelo y dijo: —Sí,
lo esta, —antes de entrar en la cabina de la ducha y encender
el rociador.
Dos segundos más tarde, se alegró al oír los crujidos de
la ropa que golpeaban el suelo de baldosas y la puerta que se
abría, porque mientras estaba bromeando, Priest se lo debía, y
Julien pensó que lo menos que podía hacer Priest era lavarle...
la espalda.

DESPUÉS DE UNA MUY frustrante ducha, Priest y Julien se


vistieron en silencio en la habitación, donde Robbie todavía
dormía profundamente. Una cosa que habían aprendido de su
princesa era que se necesitaba un ruido fuerte, un par de labios
calientes o una polla dura en algún lugar cerca de él para
despertar a la belleza de su sueño.

159
Pero con la ayuda adicional del alcohol y la excitación de
anoche, probablemente estaría fuera por un poco más de
tiempo, lo cual trabajaban a su favor esta mañana, porque
Priest y Julien tenían algo que hacer.
Una vez que estaban listos, se deslizaron afuera y fueron
recibidos con el hermoso amanecer. Priest se encontraba a la
mitad de la escalera cuando se detuvo y echó un vistazo a la
puerta trasera de la casa de los Bianchi, mientras Julien llegaba
a la parte inferior, se dio la vuelta y miró hacia atrás.
—¿Joel? —Priest se volvió a concentrar en Julien mientras
bajaba las últimas escaleras, y luego Julien tomó su mano y
dijo: —¿Qué pasa?
—Nada.
Julien sonrió, y cuando apareció su hoyuelo, Priest se
acercó para tocarlo.
—¿Qué le dices siempre a Robbie sobre mentir? —dijo
Julien.
—No hacerlo. —Cuando Julien levantó una ceja, Priest
aclaró su garganta y dijo: —Aclaración tomada.
—Bien. Entonces preguntaré de nuevo. ¿Qué esta
pasando?
Priest estaba nervioso, eso era lo que estaba mal, y
mientras miraba la hermosa cara de Julien, Priest tuvo
dificultades para admitirlo. —Creo que deberías hablar tú esta
mañana.
Julien frunció el ceño y se acercó un paso más. —¿Por
qué? —Priest fue a mirar hacia otro lado, pero Julien se movió
en su línea de visión directa—. ¿Por qué, Joel?

160
—Porque eres mejor en eso. —Tan pronto como dijo las
palabras, Priest supo lo absurdas que sonaban, y también
Julien, a juzgar por la forma en que sus labios se estrujaban.
—¿Soy mejor en eso? Eres abogado, mon amour. Es tu
trabajo hablar con la gente. Inténtalo de nuevo.
—Ya sabes lo que quiero decir —dijo Priest—. Eres más
agradable, más... simpático.
Julien ladeó la cabeza. —Estás nervioso.
—Yo estoy...
—Nervioso —dijo Julien de nuevo, y su sonrisa se hizo más
amplia hasta que Priest lo miró con ira.
—¿Y si lo estoy? ¿Por qué eso te hace tan feliz?
—Porque nunca estás nervioso, —dijo Julien—. De hecho,
tú eras el que estaba más emocionado por venir aquí. Casi
siento que debería ir a despertar a Robbie por esto.
Priest negó con la cabeza y Julien se rio.
—Je suis désolé —dijo Julien, pero a juzgar por sus ojos
sonrientes, Priest lo dudaba mucho.
—Lo serás si no dejas de alegrarte tanto de mi miseria.
¿Por qué eres tan comprensivo con Robert, pero mis nervios te
divierten? —Julien se inclinó y rozó sus labios sobre los de
Priest—. Porque es bueno que te recuerden que eres como
nosotros de vez en cuando.
—¿En vez de?
—Un héroe —dijo Julien—. Mi héroe. Ya lo has sido dos
veces por ahora.

161
Priest abrazó a Julien en la cintura y le dijo: —Sólo soy un
hombre, mon cœur.
—Eres un hombre enamorado —dijo Julien, y apuntó sus
ojos hacia la casa de huéspedes.
—Tendrías razón. Y por eso estoy nervioso. Yo también lo
estuve la primera vez.
Julien tomó la cara de Priest entre las manos y dijo: —No
tienes por qué estar nervioso. —Priest puso su frente en la de
Julien y cerró los ojos—. No lo hiciste entonces, y no lo haces
ahora. El hombre en esa cama adora el suelo que pisas, Joel.
Sus padres lo han visto todo el fin de semana.
Priest agarró las manos de Julien y asintió. —No me crees,
¿verdad? —dijo Julien.
—Creo que eres un poco parcial. Pero está a mi favor, así
que lo tomaré.
Se volvieron para caminar por el camino de entrada,
donde las luces aún estaban encendidas y se habían recogido
bolsas de basura de la noche anterior, y mientras subían por
las escaleras traseras hacia la casa principal, la puerta se abrió
y la madre de Robbie gritó: —Buongiorno43.
Mientras que Priest y Julien podrían no haber entendido
muchas de las palabras que escucharon anoche, esa era
bastante obvia.
—Bonjour, —respondió Julien, y Priest contestó: —Buenos
días.

43
Buenos días, señor.
162
Subieron las escaleras, y cuando llegaron a la cima, Sofía
sonrió a ambos, pero se acercó para palmear a Priest en el
brazo. —¿Cómo te sientes esta mañana?
Mortificado, pensó Priest. Demasiado para que los padres
de Robbie no lo vean. Es mejor que te disculpes ahora. —Un
poco avergonzado —dijo Priest, y sonrió—. Lo siento por mi
comportamiento de anoche. Yo…
—¿Tu comportamiento? —dijo ella, frunciendo el ceño.
—Sí. Tuve un poco demasiado...
—Diversión, espero. Las chicas nos dijeron que eres un
gran bailarín. Sólo desearía haber podido ver.
Julien resopló.
—Yo, ehh... —Priest tropezó buscando las palabras
adecuadas para decirle a Sofía y terminó saliendo por la
tangente—. De hecho, disfruto mucho bailando con los clásicos.
Soy un gran fan de Sinatra, así que...
—¿Él ojos Azules? —La expresión de Sofía se iluminó y
agarró la mano de Priest, y antes de que él pudiera decir otra
palabra, ella lo llevó adentro y gritó: —¡Antonio!
Priest miró por encima de su hombro para asegurarse de
que Julien venía a dondequiera que lo llevaran, y mientras
pasaban por la cocina, vieron a Valerie desplomada en la mesa
de la cocina.
—Valerie, ¿adónde se fue tu papá? —preguntó Sofía.
Valerie hizo un gesto de dolor y apenas levantó la vista
cuando señaló hacia la sala de estar.
—Ignórala —dijo Sofía—. Bebió demasiado anoche.

163
Sin lugar a dudas que ya lo sabía. Pero Priest se alegró al
ver que se veía un poco mejor que ella. —¿Antonio? —Sofía
gritó de nuevo.
—Estoy aquí, —contestó el padre de Robbie desde el
pasillo, y antes de que Priest pudiera transmitir sus
condolencias -o decirle a Valerie que nunca más tomaría otra
bebida de ella- Sofía los guiaba por el pasillo.
Cuando llegaron a la sala de estar iluminada, Priest vio a
Antonio sentado en el viejo sillón reclinable. Se veía
exactamente como Priest imaginaba que un padre debe verse
un domingo por la mañana, con un periódico abierto y unas
gafas en la punta de la nariz.
Llevaba pantalones de color azul marino, una camiseta
blanca y una bata azul, y cuando vio a Priest y a Julien entrar
en la habitación, Antonio cerró el papel y lo dejó en su regazo.
—No pensé que os veríamos tan temprano —dijo, y luego
sus ojos se posaron en Priest, y sonrió con una sonrisa, de la
misma manera que lo hizo su hijo—. Especialmente tú.
Vale, pensó Priest. Tengo mucho trabajo que hacer allí.
—Tendemos a ser madrugadores, —dijo Julien, viniendo
al rescate de Priest.
—Apuesto a que a Robbie le encanta eso.
Julien se rio. —Lo odia.
—Te creo. Fue una pesadilla despertarlo para ir a la
escuela.
—Realmente lo era —dijo Sofía—. Siempre quiso
levantarse lo suficientemente temprano para prepararse, pero
se quejaba todo el tiempo. Era peor que las chicas. Excepto por

164
Felicity. Lo juro, esos dos siempre han estado de acuerdo. Ellos
podrían haber sido gemelos.
Al mencionar a los gemelos, Priest miró a Julien para
asegurarse de que estaba bien, y la cálida sonrisa que su
esposo dirigió a Sofía solidificó lo lejos que había llegado Julien
en los últimos meses.
—Tenía una hermana gemela, Jacquelyn —dijo Julien—.
Así que entiendo esa cercanía con seguridad.
Al darse cuenta de que habló en pasado, Sofía dijo: —Lo
siento si yo…
—Non, non. Por favor, no lo sientas. De hecho, este fin de
semana contigo y tu familia ha sido maravilloso. Y si no fuera
por tu hijo, no podría hablar tan libremente de ella hoy.
Sofía miró a su marido, y Antonio reconoció el comentario
de Julien asintiendo con la cabeza antes de aclararle la
garganta y decirle a su esposa: —¿Me necesitas para algo?
—¿Qué? Oh, no, —dijo ella, y luego le transmitió a Priest—
. —¡Vine a decirte que este joven tiene debilidad por tu ídolo!
—Mi...
—Él ojos Azules.
—¿Te gusta Sinatra? —preguntó Antonio, y luego se puso
de pie, tirando el periódico en su silla.
—Sí, —dijo Priest—. Mucho.
Antonio miró a Priest de arriba a abajo pero no dijo nada,
y luego se dirigió a la gran repisa que bordeaba una de las
paredes de la sala de estar. —Ven conmigo.
Cuando todos habían estado allí el día anterior, no habían
tenido la oportunidad de echar un vistazo. Pero a medida que
165
se acercaban a la estantería, Priest se dio cuenta de que estaba
llena de libros y fotografías, y vio varias de Robbie. Algunas por
su cuenta y otros con sus hermanas.
—Bonito, ¿verdad?
Priest se sorprendió una vez más por Antonio. Aceptaba
tanto a su hijo, que para Priest y Julien, ese era un concepto
tan excepcional que resultaba extraño y hermoso de
contemplar.
—Todavía lo es —dijo Priest, y Julien añadió: —Pero
probablemente no deberíamos decírselo. Lo usará contra
nosotros. —Antonio soltó una risa estruendosa—. Seguro que
lo hará. Mi hijo es un descarado.
—Tu hijo es maravilloso, —dijo Priest sin siquiera
pensarlo, y Antonio se puso serio en un instante y lo inmovilizó
con una mirada que Priest conocía bien. Fue protector y cien
por cien una advertencia.
Antonio dijo: —Me alegro de que lo sepas.
—Nosotros lo sabemos, —dijo Priest, y Antonio asintió y
tomó de las manillas las dos puertas del estante.
Cuando las abrió, se vio un viejo tocadiscos, y en varios
estantes de arriba había una colección de vinilos que rivalizaría
con cualquier tienda de discos.
—Mon Dieu —dijo Julien—. Son muchos discos.
—Claro que sí —dijo Antonio, el orgullo llenando su voz—
. He estado coleccionando durante muchos años. Ese estante
de ahí, es mi amigo Frank. —Los ojos de Priest se abrieron de
par en par—. Estoy impresionado.

166
—Me decepcionaría si no lo estuvieras. ¿Cuál es tu canción
favorita? —Priest se encogió de hombros—. ¿Cómo puedes
elegir?
Antonio lo golpeó en el brazo. —No puedes. Pero siempre
hay una o dos.
Priest asintió con la cabeza mientras miraba a Julien. —
Tienes razón. Yo diría 'Joven de corazón' y 'Te tengo bajo mi
piel'...
—Eso es para otra gente —dijo Antonio—. Todos tenemos
esas canciones. ¿Qué tal para ti? ¿Cuál es tu canción? Todos
tenemos una. —Era un poco extraño lo bien que Antonio lo leía,
y cuando Priest abrió la boca para decir, Antonio levantó un
dedo—. —¡Lo tengo, —dijo mientras tomaba un 4544, lo bajaba
y se la daba a Priest—. Dime que me equivoco.
Priest quería hacerlo, pero estaba demasiado
impresionado por el hecho de que Antonio estaba en lo cierto.
—My Way45 —había sido la canción favorita de Priest
desde la primera vez que la escuchó. Era la canción con la que
siempre había vivido. Que le había dado el valor y la fuerza
para trabajar y llegar a ser más de lo que era. No vivir su vida
como su padre, sino a su manera.
—No puedo decirte eso. Estás en lo cierto, —dijo Priest, y
esta vez cuando miró al padre de Robbie, no se sintió nervioso.
Sintió una sensación de aceptación y un extraño sentido de
camaradería. Y esa era la única razón por la que podía pensar
en por qué soltó lo que hizo a continuación: —Queremos
casarnos con su hijo.

44
Se llaman así a los vinilos que van a 45 revoluciones.
45
A mi manera.
167
Toda la sala se quedó en silencio, y Priest miró por encima
del hombro de Antonio hasta donde estaba Julien junto a Sofía.
Sus ojos eran tan redondos como platillos, y Julien parecía
ligeramente sorprendido. Pero no porque no lo hubieran
planeado, sino porque Priest se había salido del guion.
La única persona en la sala que no parecía tan
sorprendida, sin embargo, era la que estaba muy atenta con
respecto a Priest. —Lo quieres mucho, ¿verdad? —dijo Antonio,
y miró a Julien—. Los dos lo hacéis.
Julien dio un paso al frente para unirse a Priest. Era
imperativo que los padres de Robbie entendieran que él y Julien
estaban juntos en esto. Que lo que Priest acababa de decir
venia de ambos.
—Sí —dijo Priest, y Julien añadió: —Sí, lo hacemos.
—Es... —Sofía comenzó, y luego puso una mano sobre su
pecho—. ¿Es eso posible? ¿Cómo puedes hacer eso?
—Al tener una ceremonia —dijo Priest, sin rodeos y al
grano, y Julien sonrió antes de dirigirse a los padres de Robbie
para que se lo explicaran.
—Queremos invitar a la gente que ama a celebrar esto con
él. Sabemos que no podemos tener un matrimonio tradicional
y legal, per se46. Pero Priest está trabajando en la mejor
manera de hacer que todo lo que poseemos sea legalmente
igual entre nosotros tres, y tenemos un plan para que se sienta
tan conectado, tan amado, como nosotros.
Mientras los padres de Robbie los miraban fijamente,
Priest se preguntaba si este era el momento en que les decían
que se fueran y que nunca volvieran. No se sorprendería en
absoluto. Esto fue mucho para la mayoría. Pero, por otra parte,
46
Por lo mismo.
168
la mayoría de la gente no tenía a alguien tan único como Robert
Bianchi como su hijo.
—¿Vas a asegurarte de que él esté bien cuidado? —Dijo
Antonio.
Priest y Julien asintieron.
—Sí.
—Oui.
Antonio miró a su esposa y negó con la cabeza. —Ese
chico nuestro. Siempre dijiste que marchaba al ritmo de su
propio tambor.
Priest estaba seguro de que su corazón estaba latiendo a
tiempo para ese tambor ahora mismo, mientras miraba a los
ojos de Julien y veía el mismo anhelo de aceptación por parte
de porque ambos sabían que sus vidas serían mucho mejores
con esta familia en ella.
—¿Ya le habéis preguntado a Robert? —dijo Sofía.
—Non —dijo Julien—. Hemos querido hacerlo desde hace
un tiempo. Pero no hasta que los conocimos a todos. Por eso
estábamos tan emocionados de que finalmente nos trajera
aquí. Queremos tu bendición antes de pedírselo.
Los ojos de Sofía se nublaron mientras miraba a su marido
y asintió.
—Tienes nuestra bendición —dijo Antonio—.
Principalmente porque necesito dos hombres más en la familia
para equilibrar todo el estrógeno. Pero si le hacen daño…
—No le haremos —dijeron los dos.
—Os haré daño. ¿Capito?

169
Como la misma pregunta de la primera noche estaba
dirigida a ellos, ambos respondieron mucho más rápido esta
vez: —Lo entendemos.
—Bien —dijo Antonio, y extendió la mano a Priest, y
después de estrecharla, Antonio se volvió hacia Julien e hizo lo
mismo—. Entonces os deseamos suerte. Probablemente sea
bueno que haya dos de ustedes, de todos modos. Ese chico es
un travieso.
Priest no iba a estar de acuerdo o en desacuerdo con eso,
y por suerte para él, Sofía habló: —Toda esta charla sobre
comprometerse, ¿puedo mostraros algo? —dijo ella.
—Por supuesto —dijo Julien, mientras buscaba uno de los
gruesos álbumes de fotos en el estante. Mientras lo hojeaba,
Antonio puso uno de los discos de Sinatra, y cuando finalmente
encontró lo que estaba buscando, Sofía les entregó el álbum.
—Le he estado contando a Robbie y a las chicas sobre este
lugar durante años, con cualquier excusa, en realidad. Lo único
que lamento es no haber tomado más fotos que ésta, —dijo,
mientras señalaba la hermosa imagen en blanco y negro—. Ahí
es donde nos comprometimos. Nada más que nosotros dos… y
el amor. Hermoso, ¿verdad?
Ciertamente lo fue, y como Sofía usó esto como su última
excusa para volver a visitar el pasado, tanto Julien como Priest
sabían una cosa en ese momento. Sin embargo, planeaban
hacer esto, querían que fuera algo que Robbie estuviera
diciendo años más tarde, con tanto amor en sus ojos como
Sofía.

170
CAPÍTULO TRECE

Nosotros jamás podremos volver


a decirle a él que no, ¿verdad?
~ Julien y Priest

JULIEN salió el miércoles por la tarde de la bulliciosa calle de


Chicago y entró en el elegante vestíbulo de mármol del edificio
que albergaba a Mitchell & Madison. Llamó con anticipación
para ver si Priest había regresado de la mañana en la corte, y
luego Julien le sugirió que se pasara a almorzar.
Después de su fin de semana en casa de los Bianchi, los
dos se habían dado cuenta de que iba a hacer falta un plan
sigiloso para llevar a cabo cualquier tipo de compromiso
sorpresa para alguien tan curioso como Robbie. Así que
decidieron que lo mejor que podían hacer era hablar de ello
fuera de la casa, donde los oídos inquisitivos pudieran oírlo por
casualidad.
Julien subió al ascensor y apretó el botón del piso de
Priest, y mientras se apoyaba contra la pared trasera, varias
personas se subieron, entre ellas...
—Julien. Hola —dijo Logan Mitchell.
—Bonjour. ¿Cómo estás? —preguntó Julien.
—Bien. Bien. Acabo de volver de una reunión para
almorzar. ¿Tú?
171
Julien levantó la bolsa negra con su nombre en ella. —Sólo
voy a una.
—Nunca me pondría celoso de Priest, pero tengo que decir
que almorzar en tu restaurante me pone un poco verde.
Julien sonrió. —Encuentro que alimentarlo lo hace
agradable.
—Tendré que recordar eso —dijo Logan, y se metió una
mano en el bolsillo—. Dijo que se divirtieron en casa de los
Bianchi este fin de semana.
—Lo hicimos. La familia de Robbie es exactamente como
te la imaginas.
—Así que, ruidosa, excitable, ¿y todos hablando a una
milla por minuto?
Julien empezó a reírse, pensando en las hermanas de
Robbie. —Exactamente como eso. Son maravillosos. Fue
realmente notable de ver.
—Estoy seguro. —Logan se rio—. Y volvisteis en una sola
pieza. Estaba un poco preocupado de que nos quedáramos sin
compañero después de esto.
—Oui. Sobrevivimos. Incluso logramos ganarnos a sus
padres.
Cuando el ascensor llegó al piso y las puertas se abrieron,
Julien salió.
—No tengo ningún problema en ver eso contigo, —dijo
Logan—. ¿Pero Priest? Mentiría si no dijera que estoy un poco
preocupado.
Julien caminó con Logan hacia la recepcionista, y cuando
levantó la vista, Logan dijo: —¿Alguna llamada, Tiffany?

172
—No —dijo con una sonrisa ganadora—. Pero Sherry te
está buscando.
—Lo tengo. Si la ves antes que yo, ¿puedes decirle que he
regresado?
—Lo haré —dijo ella, y luego volvió los ojos hacia Julien—
. El Sr. Priestley dijo que puedes ir directamente con él, siempre
y cuando traigas comida.
Logan miró por encima de su hombro a Julien, quien
levantó la bolsa. —No sé nada de este lado jovial de Priest.
Hacer bromas no me parece propio de él.
Julien siguió a Logan por el pasillo pasando las paredes
despejadas de la sala de conferencias. —Es feliz.
—Exactamente. Es perturbador —dijo Logan, y cuando
llegaron a las puertas que conducían a la oficina de Logan, se
detuvo con la mano en la manija de la puerta—. Que tengas un
buen almuerzo, y si deja alguna sobra...
—Nunca lo hace —dijo Julien, y saludó cuando Logan
desapareció dentro de su oficina y gritó: —Valió la pena
intentarlo.
Julien se dirigió a la puerta de la oficina central, y cuando
llamó a la puerta oyó a Priest decir: —Entra, —una sonrisa
cruzó la cara de Julien. Julien abrió la puerta, y cuando Priest
levantó la vista de su ordenador y lo vio, sonrió.
—Bonjour, monsieur. ¿Je crois que vous avez commandé
un déjeuner?47

47
Buenos días, señor. ¿Creo que ordenaste un almuerzo?
173
Priest se sentó en su asiento, sus ojos comiendo el espacio
entre ellos mientras Julien entraba. —Je l'ai fait48. Pero ahora
me encuentro hambriento de algo más que comida.
Julien sonrió con suficiencia, y luego señaló la puerta que
acababa de cerrar. —¿Entonces no te importará si le llevo esto
a Logan? Él me lo pidió.
—No te atrevas —dijo Priest—. Tráelo, y a ti también,
hasta aquí.
Julien miró alrededor de la oficina de Priest y sonrió ante
los diplomas enmarcados que colgaban de la pared, el
impresionante paisaje de la ciudad de Chicago y, por supuesto,
la enorme estantería que albergaba los libros de leyes y de
referencia de Priest. Había baratijas de buen gusto, junto con
fotos enmarcadas de Priest con sus dos hombres, y hasta el día
de hoy, a Julien todavía le sorprendió que Priest hubiera
accedido a dejar que Robbie tuviera rienda suelta para hacer lo
que quisiera en su oficina.
Había hecho un trabajo fantástico, por supuesto, y
considerando el talento de Robbie para todo lo que era brillante
y feliz, se las había arreglado para atemperar esas tendencias
y mantener el espacio de trabajo de Priest más Priest. Pero aun
así fue un shock ver que el lugar se veía tan.... inalterable.
—¿Dónde están tus modales, mon amour? Trabajé como
un esclavo en un horno caliente para hacer esto para ti.
—Te esclavizas en un horno caliente todos los días por
extraños, —señaló Priest—. Pero si lo traes aquí, prometo
mostrarte lo agradecido que estoy.
Julien puso la bolsa sobre el escritorio de Priest y luego la
rodeó para saludar a su esposo con un beso. Julien cerró los
48
Lo hice.
174
ojos y saboreó el sabor de Priest, y cuando fue a retirarse,
Priest tomó su rostro y profundizó la conexión.
Julien tropezó un poco hacia delante y tuvo que poner una
mano en el respaldo de la silla de Priest, pero cuando éste
inclinó la cabeza hacia arriba, Julien se aprovechó al máximo.
Acunó un lado de la cara de Priest y se rozó el pulgar a lo largo
de su barba, mientras se burlaba y atormentaba a Priest con
su lengua hasta que con un gruñido lo dejó.
—Creo que eso es lo suficientemente agradecido —dijo
Julien—. Un poco más y el almuerzo no será lo que estarás
comiendo.
Priest sonrió mientras Julien regresaba al otro lado de su
escritorio, pero antes de sentarse, sacó dos recipientes
redondos y puso uno delante de Priest junto con una botella de
agua y sus utensilios. —Hoy estás comiendo Blanquette de
veau49.
—¿Qué es?
—¿En términos simples? —dijo Julien—. Una especie de
estofado de ternera y verduras, cocinado en una salsa de crema
espesa.
Una vez que se instalaron y descubrieron sus comidas,
Priest inhaló profundamente y dijo: —Todos en este piso están
a punto de odiarme. Esto huele fantástico, Julien.
—Bien. Una esposa feliz significa una vida feliz.
Priest levantó una ceja, y cuando Julien se rio, Priest dijo:
—No se permiten esposas. Pero hablando de matrimonio,
veamos si podemos llegar a un acuerdo sobre cómo queremos
pedirle a Robbie que se una al nuestro.

49
Estofado de ternera.
175
PRIEST TOMÓ el tenedor y dio su primer mordisco. Cuando los
deliciosos sabores golpearon sus papilas gustativas, tarareó. El
plato estuvo increíble. En realidad, le recordó mucho al chef
que lo había hecho. Era cálido, rico, cremoso y muy francés,
cuando miró a través de su escritorio para ver a Julien
observando cada uno de sus movimientos, Priest dijo: —Esto
es divino.
Una expresión de satisfacción cruzó el rostro de Julien, y
al Priest le encantó el hecho de que, hasta el día de hoy,
después de todos los elogios y entrenamiento, este talentoso
hombre todavía buscaba su aprobación.
—Eso me hace feliz —dijo Julien, como si pudiera leer la
mente de Priest—. Lo sé. Y eso, a su vez, me hace feliz.
—Por supuesto que sí —dijo Julien mientras tomaba su
propio tenedor y comenzaba a comer—. ¿Has pensado más en
lo que podríamos hacer por Robbie? —Priest asintió mientras
agarraba la botella de agua y desenroscaba la tapa—. Un
poquito. ¿Qué hay de ti?
—Lo mismo. Siento que como sea que lo hagamos,
debería ser...
—¿Grande? —sugirió Priest, recordando lo mucho que
Robbie disfrutaba de un gran gesto.
—No necesariamente grande —dijo Julien, y luego dio otro
mordisco de comida—. Pero ciertamente algo memorable.

176
—De acuerdo. Y algo que no adivinará.
Julien asintió mientras recogía la baguette que había
traído y le arrancó el extremo. Al sumergirlo en la salsa y
morderlo, Priest dijo: —Creo que podemos tachar el canto.
Julien tragó y se llevó la mano a la boca mientras reía. —
Especialmente si queremos que diga que sí.
Priest miró a su marido. —Lo dije porque ya lo habíamos
hecho. Pero gracias por eso, Julien.
—Je t'en prie50 —dijo Julien—. Podríamos irnos de
vacaciones.
—Yo también pensé en eso —dijo Priest—. Pero podría
pensar que algo pasa si planeamos una huida de la nada.
—Tienes razón. Tal vez podamos guardar eso para la luna
de miel. ¿París?
La polla de Priest se sacudió por la forma en que el nombre
de la ciudad sonaba al caer de la lengua de Julien, y mientras
se movía en su asiento, la boca de Julien se convirtió en una
sonrisa sensual.
Sólo pensando en los tres pasando una o dos semanas en
esa ciudad, Priest quería coger su teléfono para reservar los
boletos. —Es una idea maravillosa, Sr. Thornton.
—Creo que sí. Me gustaría mostrarle a nuestra princesse
mi país natal, y disfrutar de los dos como sólo los franceses
pueden hacerlo.
—Jesús, Julien. Deja de mirarme así.
—Sólo estoy comiendo mi almuerzo.

50
De nada, no hay de que, etc.
177
—Estás jugando con fuego, eso es lo que estás haciendo.
—Mis disculpas. Volvamos a lo que estábamos
discutiendo.
Priest se movió de nuevo en su asiento, y la cálida risita
de Julien llenó la habitación. —Sigue así, mon cœur... —dijo
Priest.
—Ya lo creo que lo haré.
Priest apretó los dientes y tomó la baguette. Cuando
arrancó un trozo y trató de satisfacer al menos una de sus
ansias, Julien dijo: —Está bien. Cuéntame algunas de las cosas
que estabas pensando.
Priest terminó su bocado y miró la libreta que tenía en su
escritorio. Una reunión con la familia, una cena privada, un
gran anuncio en algún lugar público.
Pero nada de eso parecía ahora mismo bien, y ambos
querían esto perfecto para Robbie.
—No me gusta nada de esto, —admitió Priest, entonces
sus teléfonos sonaron.
Robbie: Ya que tengo que trabajar este fin de
semana, ¿qué tal si hacemos una cita mañana por la
noche?
Con los tres de ellos teniendo horarios tan ocupados,
decidieron al principio de su relación que una noche a la
semana, los tres saldrían en alguna parte en una cita. Si le caía
el fin de semana a Robbie, generalmente escogían una noche
libre durante la semana. Podían ir a cualquier parte, hacer
cualquier cosa; todo lo que se requería era que los tres
estuvieran allí.
Priest y Julien buscaron sus teléfonos al mismo tiempo.
178
Priest: Suena bien, cariño. ¿Julien? ¿Estás libre?
Julien lo miró sobre el escritorio. —Eres malo.
Priest sonrió y dio otro bocado de su comida mientras
Julien tecleaba.
Julien: Puedo reorganizar algunas cosas. ¿Tienes
algo en mente que quieras hacer?
—Nos patearía el trasero si supiera que estamos comiendo
tu comida sin él —dijo Priest, terminando su almuerzo.
—Es por una buena razón —dijo Julien—. Pero también le
guardé un plato, así que hazte el sorprendido cuando se lo dé
esta noche.
Priest se rio mientras otro mensaje llegaba.
Robbie: Bueno, pensé que sería divertido si todos
saliéramos a bailar. Ya sabes, desde que Priest me lo
debe.
La risa de Priest se detuvo abruptamente al leer eso, y
Julien sonrió. —No pensaste que saldrías de esa situación,
¿verdad? —preguntó Julien.
—Esperaba, —murmuró Priest.
—No hay tal suerte. Una vez que te vio con Valerie, todo
terminó para ti. Nuestra princesse no estará satisfecha hasta
que la haya quitado de tu cuerpo... y mente.
Cuando ninguno de los dos contestó de inmediato, llegó
otro mensaje.
Robbie: Oh, vamos. Sabes que quieres, Priest...

179
Mientras un emoji con cara de beso lo seguía, Priest negó
con la cabeza. —Nunca podremos decirle que no ahora que
sabe qué botones apretar.
—Tienes razón, —dijo Julien al contestar el mensaje, y
cuando llegó el mensaje de Julien, Priest dijo: —Traidor.
Julien: Me encantaría pasar la noche empujando y
moliendo contigo y con Priest.
Robbie: Mmm....piénsalo, Priest. Tú, yo y Julien,
todos frotándonos unos contra otros.
Priest: Puedo hacerlo todas las mañanas en la
ducha.
Robbie: No con música sexy y excitante. Ni tampoco
con público. Eso lo hace aún más caliente.
—Jodido infierno —dijo Priest mientras apuntaba a
Julien—. No voy a ganar esto, ¿verdad? —Julien no tenía que
decirlo; Priest ya sabía la respuesta: no.
Priest: De acuerdo. Elige un lugar. Pero tú y Julien,
por favor, dejad de hablar de empujarme y molerme por
todas partes, que estoy tratando de trabajar.
—Mentiroso, —dijo Julien, mientras se ponía de pie y
empezaba a recoger los contenedores sucios.
Robbie: Bien. Iba a ir a prepararme para el trabajo
de todos modos. Pensaré en lo que quiero hacer contigo
ahí dentro. Ya sabes, cuando estoy desnudo, y mojado,
y…
Priest: Adiós, Robert.
Robbie: LOL....
Alborotador.
180
Julien: Au revoir, princesse.
Mientras colgaban el teléfono, Priest dijo: —Sus padres
tenían razón: ese hombre es un travieso.
Julien se quedó quieto, con las manos en la bolsa. —
¿Tienes un poco más de tiempo ahora?
—Sí, ¿por qué?
—Creo que acabo de tener una idea de lo que podríamos
hacer.
—¿De verdad?
Julien se sentó en su silla y sonrió. —Vraiment, —dijo, y
cuando empezó a hablar, Priest estuvo de acuerdo.
La idea de Julien era perfecta, y una hora después, los dos
habían elaborado el plan perfecto para hacer suyo a Robert
Bianchi.

181
CAPÍTULO CATORCE

Me encanta su boca peleonera.


Joder, sí, lo sé. ~ Priest

¿HAY ALGO MÁS sexy que el palpitante ritmo de una canción


diseñada para hacer vibrar tu cuerpo, la sangre bombeando, y
tus inhibiciones se te quitan para tomarte esa noche libre?
Bueno, está bien, tal vez haya dos cosas más sexys…
—Mano, por favor. —El hombre fornido parado en la
puerta principal de CRUSH interrumpió los pensamientos de
Robbie mientras la pareja frente a él, Julien, y Priest,
desaparecían dentro.
Robbie ofreció su mano como una reina a un plebeyo, y
cuando el tipo grande la tomó y apretó el sello en la palma de
su mano, le guiñó un ojo a Robbie y le dijo: —Estás listo para
irte, niño bonito.
Un aclaramiento de garganta detrás de Robbie tenía al
hombre mirando por encima de su hombro. Y aunque Robbie
nunca había visto el atractivo de tener una pareja posesiva en
el pasado, sabiendo que Julien y Priest probablemente le
estaban dando a este tipo una mirada que gritaba: Retrocede,
joder, no sólo hizo feliz a su corazón, sino que también hizo
algo un poco más al sur.

182
Robbie se movió a un lado para que Julien pudiera dar un
paso al frente, y mientras extendía la mano, Robbie no pudo
hacer nada más para agacharse y ajustar su polla que se
comportaba mal.
Julien se veía positivamente delicioso esta noche. Sus
pantalones negros se asentaban en sus caderas, y los había
emparejado con una camiseta con un cuello en V blanco y
apretado. Se moldeaba a cada músculo magro de su cuerpo, y
alrededor de su garganta bronceada Julien había añadido una
correa de cuero que hacía que la boca de Robbie se le hiciera
agua.
Mientras el tipo estampaba la mano de Julien, Julien miró
a Robbie y dijo: —Une princesse pimpante et un prêtre
possessif. Que Dieu me vienne en aide ce soir51.
En serio, ¿podría estar más bueno?
Después de pasar meses con su francés y de tomar
algunos cursos en línea, Robbie captó la mayor parte de lo que
había dicho o, al menos, pensó que lo había hecho: Una linda
princesa y un Priest posesivo. Que Dios me ayude esta noche.
Pero Robbie estaba más inclinado a decirlo así: Un francés
sexy y un Priest de aspecto pecaminoso. Dios, por favor, haz
la vista gorda esta noche.
Porque no iba a comportarse una vez que los metió
dentro.
—Como dijo el portero: —Eres bueno, —Robbie le sonrió
a Julien y le extendió la mano. Cuando Julien lo cogió, empujó
a Robbie hacia delante y le dijo contra su oreja: —Nos vas a
volver locos ahí dentro, ¿no?

51
Una princesa hermosa y un Priest posesivo. Que Dios me ayude esta noche.
183
Robbie se inclinó un poco hacia atrás y se puso los dedos
en el pecho. —¿Quién, moi52?
Julien se rio mientras lo dejaba ir. —Oui, toi53.
Robbie no pudo evitar su sonrisa traviesa mientras sus
ojos se dirigían hacia Priest, quien ahora estaba de pie frente
al gorila con su mano estampada, y maldición, Priest se veía…
impresionante. Como la primera noche que Robbie los vio en
CRUSH. Reflexivo y poderoso, y el chico lo hizo funcionar para
él.
En jeans y camisa negra con botones, Priest no llevaba
nada especial. Pero sus gruesos antebrazos estaban desnudos,
y Robbie no pudo evitar imaginarlos envueltos a su alrededor.
Y no te equivoques, planeaba tenerlos apretados a su
alrededor, mientras una de esas manos se movía por debajo
de su parte superior, y la otra por debajo de su ropa interior
negra.
—¿Robert?
La voz de Priest hizo que Robbie volviera al presente. —
¿Estás listo?
En más de un sentido, pensó Robbie. Pero como en
realidad quería experimentar el baile con estos dos esta noche,
decidió guardárselo para sí mismo un poco más de tiempo.
—Sí, —dijo Robbie, abatiendo sus pestañas, y cuando
Priest besó su sien, un escalofrío de anticipación corrió por la
columna vertebral de Robbie—. Entonces mete tu culo dentro,
antes de que tenga que pelear con todo el mundo.

52
Yo.
53
Sí, tú.
184
Amando la luz territorial en los ojos de Priest, Robbie tocó
la punta de su lengua en su labio superior, y Julien murmuró:
—Merde.
—Entra, Robert, —dijo Priest—. Ahora. —Y cuando Robbie
se dio la vuelta para hacer eso con un golpe extra en las
caderas, Priest lo golpeó en el culo y le dijo: —Coqueta.

MALDITO INFIERNO. PRIEST sabía que esta noche iba a ser una
prueba de su autocontrol, especialmente después de que
Robbie había salido de su baño vestido con unos finos vaqueros
negros y una parte superior de malla negra. Pero una hora más
o menos después de tener ese cuerpo apretado moliendo sobre
él, y su polla estaba tan dura que se sorprendió de que no le
hubiera perforado la cremallera de sus jeans.
Desde que volvieron al club donde habían perseguido a
Robbie por primera vez, hasta ahora, cuando estaba en el bar
tomando un tiempo muerto autoimpuesto, Priest había estado
teniendo dificultades para no ceder a su necesidad de llevarse
a Robbie y Julien a algún lugar privado. Pero le habían
prometido a Robbie una salida nocturna -una salida nocturna a
bailar, para ser específicos- y Priest no estaba dispuesto a
defraudarlo. Sobre todo, porque estaba muy claro lo mucho
que Robbie lo había extrañado.
Este era su elemento. Era como si la música energizara a
Robbie, y Priest había tomado una nota mental para asegurarse
de que él y Julien sacaran a su novio a bailar más a menudo.
El camarero deslizó su bebida por el mostrador, y Priest la
bebió de un trago y le dijo a su polla que se calmara. Tendría
185
su recompensa después de pasar la noche. Pero ahora mismo,
quería volver con sus hombres.
Priest se abrió paso a través del sudoroso mar de cuerpos
giratorios, y al acercarse al lugar donde había dejado a Julien
y a Robbie, los vio cuando las brillantes luces se encendieron
en su camino.
Robbie tenía sus brazos cubiertos de malla alrededor del
cuello de Julien, y las manos de Julien estaban moldeadas en
el culo de Robbie. Sus bocas estaban fundidas en una sola
lengua y mientras Priest se acercaba, sus ojos se inclinaban
hacia abajo hasta donde sus cuerpos se encontraban por
debajo de la cintura.
El pulso de la música hizo que la polla de Priest golpeara
aún más fuerte al ver a Robbie chocar y molerse contra la
erección. Priest sabía que Julien estaba haciendo deporte, y
cuando Julien levantó la cabeza y comenzó a morderle la
mandíbula a Robbie y en el cuello, Robbie inclinó la cabeza
hacia atrás y los dedos de Julien se apretaron en el trasero.
Eran increíblemente sexys juntos, y la única manera en
que Priest podía imaginarlo mejor era si se les despojaba de su
ropa.
A medida que Priest se acercaba, se desvió por detrás de
Robbie hasta que estuvo en la línea de visión de Julien, y
cuando los ojos de Julien se fijaron en él, Priest gimió.
Jesús, Julien miró a unos dos segundos de arrastrar a
Robbie al suelo, y mientras Julien estaba menos preocupado
estos días por mantener su relación en secreto nacional,
follarse a su novio en público podría ser un poco demasiado.
Priest se detuvo a varios metros de ellos y se aseguró de
mantener una distancia, como la que tuvo esa primera noche,
186
y como entonces, Julien sabía exactamente lo que Priest estaba
pensando.
Julien puso su boca en el oído de Robbie y le susurró al
oído, y Robbie se dio la vuelta y colocó su pequeño y apretado
trasero contra el frente de Julien. Mientras la música cambiaba
a una canción que se ralentizaba a un ritmo constante, Julien
agarró las muñecas de Robbie y las subió detrás de su cuello,
mostrando a su princesa para Priest de la mejor manera
imaginable.
Los ojos de Robbie estaban cerrados mientras la música
corría a través de él, y Julien suavizó sus manos sobre los
costados de Robbie y cubrió la erección de Robbie.
Los dulces labios de Robbie se abrieron en un suspiro de
necesidad, y los ojos de Julien buscaron a Priest mientras
hablaba de nuevo al oído de Robbie.
Los ojos de Robbie se abrieron, y Priest lo supo en cuanto
lo vio. Uno de los brazos que había estirado alrededor del cuello
de Julien se flexionó, y luego se agachó con su otra mano para
presionar más fuerte a Julien contra su polla.
Así es, cariño, baila para mí, pensó Priest, mientras Robbie
y Julien tomaban el ritmo de la canción, y Robbie comenzó a
bailar al compás de ... y no me gusta que me lo diga.
Priest apretó con fuerza su mandíbula. Quería ser
presionado contra el cuerpo tentador de Robbie, para besar los
labios que estaban separados por el placer, y con ello pensó,
Priest comenzó a acechar a sus hombres a través del puñado
de extraños en su camino.
Julien sonrió como si supiera que probablemente lo habían
llevado a sus límites, mientras que Robbie arrastraba sus

187
manos y las de Julien bajo su camiseta hasta que le acariciar
la piel desnuda.
A medida que Priest se acercaba, comenzó a imaginar
todas las formas en que les iba a enseñar la lección de lo que
pasaba cuando se burlaban de él, pero eso se interrumpió
bruscamente cuando alguien más se interpuso en su camino.

—¿ROBBIE?
EL SONIDO del nombre de Robbie gritando sobre la
música penetró en el cerebro de Julien. Había estado muy
metido en su fantasía de que Priest llegara a ellos, haciendo
sándwich con Robbie, para que pudieran tener a su princesse
tan necesitada y desesperada que exigió que lo llevaran a algún
lugar privado para acabar con él.
Pero ahora estaba siendo interrumpido por un tipo guapo
de pelo oscuro y ojos castaños, que se había movido para
pararse frente a ellos. Pero más entre ellos y Priest.
Mientras la vista de Robbie sobre Priest estaba bloqueada,
y el hombre que ahora estaba frente a él parecía registrarse,
Robbie se quedó inmóvil, sus brazos cayeron. —¿Nathan? —
dijo Robbie sobre la música.
¿Nathan? ¿El Nathan? ¿Cómo el ex de Robbie? Putain, esto
no iba a terminar bien. Y aunque ahora Julien sabía quién era,
su primera impresión de él no había cambiado. Nathan era un
tipo apuesto. Connard54.

54
Capullo.
188
—Sí, hola —dijo Nathan, sin dejar de mirar a Julien,
mientras sonreía con una sonrisa que, por desgracia, le hacía
la cara aún más atractiva—. Guau. Te ves maravilloso, nena.
Preciosa.
Julien casi pudo sentir cómo se elevaban los pelos de
punta de Robbie ante el impacto de la voz de Nathan, y justo
cuando estaba a punto de tender la mano y ofrecer una mano
reconfortante, Robbie levantó la cabeza y dijo: —Por supuesto
que sí. Volví a ser yo mismo. Ya sabes, la clase de belleza que
no te gusta.
Nathan se acercó un poco más. —Eso no es lo que quise
decir...
—¿No? —dijo Robbie—. ¿Entonces a qué te referías? No
pensaste que me escondería y lloraría por ti para siempre,
¿verdad? Oh, cariño, por favor. Mi brillo volvió tan pronto como
la nube oscura que me había asfixiado me dejó. O, lo siento,
me echó y me despidió.
Nathan sonrió a medias. —Ah, he echado de menos eso.
Siempre has sido luchador. De hecho, quería llamarte.
¿Este tipo es serio? Después de la forma en que había
tratado a Robbie, Julien se sorprendió de que Nathan tuviera la
audacia de acercarse a él. Pero de nuevo, no parecía muy
inteligente. Ni siquiera se había dado cuenta de que Priest
acababa de detenerse detrás de él.
—¿Llámarme? —dijo Robbie, y luego se rio—. ¿Por qué
querrías llamarme cuando estabas demasiado avergonzado
para hablarme en público?
—Robbie... —Nathan se detuvo, y cuando parecía que iba
a tocar a Robbie, Julien decidió que era hora de darse a
conocer.
189
Se paró detrás de Robbie y puso una mano en su cintura,
y Robbie se sobresaltó como si hubiera olvidado que Julien
estaba allí.
—¿Ça va, princesse55? —preguntó Julien, sabiendo que
Robbie se daría cuenta de la pregunta, pero al mismo tiempo
le ahorraría la indignidad de preguntarla en voz alta.
—Oui —dijo Robbie, mientras giraba la cabeza para mirar
a Julien.
Los ojos de Robbie aún estaban dilatados por la excitación
que lo había estado montando antes de que se hubieran
interrumpido tan bruscamente, y cuando se lamió los labios
brillantes, Julien supo que Robbie vio el mismo deseo en los
suyos.
—¿Eh? —dijo Nathan, insertándose de nuevo en un
momento en el que no era bienvenido—. ¿No eres tú ese... ese
chef?
La columna vertebral de Robbie se endureció ante las
palabras de Nathan, pero Julien miró a su alrededor al hombre
que una vez había intentado embotar a su princesa y le dijo:
—Sí, lo soy. Y tú eres ese Nathan.
Nathan frunció el ceño, obviamente confundido. Pero
cuando sus ojos bajaron a la mano que Julien tenía en la cintura
de Robbie, Julien apretó los dedos y se acercó aún más a
Robbie. —Así es, monsieurIl est à moi56.
—Sí. Así es —dijo Nathan mientras miraba a Robbie—. Soy
de Robbie...

55
Estás bien, princesa.
56
Él es mío.
190
—De ninguna manera. —La voz de Priest era firme cuando
finalmente intervino—. Pero yo soy Priest, y ellos son míos.
La cabeza de Nathan se volvió bruscamente, y Julien
escuchó que Robbie contuvo el aliento, sin duda tan excitado
por Priest en ese momento como lo estaba Julien.
Arrogante, posesivo y claramente molesto, Priest miraba
a Nathan como si fuera un bicho que quería aplastar. Pero antes
de que Priest pudiera decir otra palabra, Robbie les recordó a
todos que él mismo era muy capaz de aplastar ese bicho.
—¿Querías algo más, Nathan? —preguntó Robbie.
Los ojos de Nathan se movían entre los tres, y Julien se
aseguró de ponerle un brazo alrededor de la cintura a Robbie y
besarle un lado del cuello, dejando claro con quién estaba
Robbie esta noche.
—Si no, ¿te importaría moverte? —dijo Robbie, mientras
se inclinaba hacia Julien y movía las caderas—. Tenía muchas
ganas de tener las manos de mis hombres encima de mí esta
noche, y tú estás en el camino de Priest.
En la declaración de Robbie, los ojos de Priest tenían una
mirada peligrosa. El tipo de peligro en el que Julien y Robbie
amaban meterse cuando se trataba de Priest.
Nathan se apartó del camino, demostrando que tenía
cerebro, y miró a Priest de la misma manera que un hombre
cuando supo que no tenía esperanza. ¿Y Priest? Era como si
hubiera olvidado que Nathan estaba allí.
Priest era todo acerca de los hombres que él consideraba
suyos, y cuando pasó su dedo por los labios de Robbie y dijo:
—¿He mencionado cuánto amo esta boca peleonera tuya? —
Julien sabía que Robbie no tenía por qué preocuparse. Estaba

191
a punto de ponerle las dos manos encima ahora mismo, a
juzgar por la expresión de la cara de Priest.

192
CAPÍTULO QUINCE

Tu es si beau,57 princesse
~ Julien

—NOS VAMOS.
LA VOZ DE PRIEST era áspera, y su agarre fuerte,
mientras guiaba a Robbie fuera de la pista de baile y hacia la
salida más cercana. Julien no estaba muy lejos de ellos,
mientras Priest se abría paso entre la multitud y salía por las
puertas hacia el aire húmedo de la noche.
Robbie no podía creer lo que acababa de pasar, y estaba
totalmente molesto porque Nathan había intentado arruinar su
noche de citas. Nada como un ex para bloquear una situación
-y la situación había sido Julien moliendo sobre él y Priest-
follando con ellos desde la pista de baile.
Las cosas habían estado calientes y estaban a punto de
ponerse mucho más calientes, hasta que el viejo Nathan tuvo
que ir y arruinarlo todo.
¡Puf! Si no hubiera sido por el momento en que Julien lo
había marcado, y Priest hubiera incinerado a Nathan con una
mirada de muerte, Robbie habría tenido que cancelar toda la
noche libre y pedir una segunda oportunidad.

57
Eres tan hermosa.
193
Cuando quería regodearse en privado sobre la noche, le
decía a Nathan que se la guardara donde ya no le brillaba el
sol.
—¿Priest? Priest, ¿podrías ir más despacio un segundo? —
preguntó Robbie, mientras Priest caminaba por la calle lateral.
Pero cuando Priest no respondió, Robbie negó con la cabeza—.
De acuerdo, ¿así que esto es como tú versión de un hombre de
las cavernas, donde me arrastras y me recuerdas a quién
pertenezco?
Cuando Priest aún no dijo nada, Robbie continuó: —Quiero
decir, es súper caliente, no me malinterpreten. ¿Pero no nos
estacionamos en la otra dirección? ¿en la carretera principal?
Priest miró por encima de su hombro y dijo con voz
cortada: —Julien, ¡aquí!
¿Aquí? Robbie miró a la oscura y estrecha calle a la
derecha de Priest que tenía una puerta tapiada y botellas vacías
en el suelo, y estaba a punto de preguntar de qué demonios
estaba hablando Priest, cuando -con vigor- Robbie se encontró
despegado de la acera y empujado contra la pared de ladrillo.
Priest estaba a la derecha de Robbie, más cerca de la
pared, y Julien estaba a su izquierda con la espalda hacia la
calle. Los dos se amontonaron a ambos lados de Robbie, y su
aliento lo dejó con prisa.
—¿Sabes lo que odio más que a los ex-novios molestos
que se interponen en mi camino? —dijo Priest.
Robbie se lo tragó mientras la abrasadora mirada de Priest
se concentraba en sus labios. —No...
—Odio que me interrumpan cuando estoy a punto de
probarte.

194
Oh, dulce Jesús, yo quiero eso, pensó Robbie, y estaba
dispuesto a arrodillarse en el sucio suelo con sus vaqueros de
doscientos dólares y rogar por ello.
Pero por suerte para él, no era necesario mendigar.
Priest se agachó, inclinó la cara, y luego, sin decir una
palabra más, tomó la boca de Robbie en un beso salvaje.
Mordió y chupó los labios de Robbie, y cuando Robbie se abrió
para él, Priest le metió la lengua como una lanza en la boca.
Robbie pudo saborear una pizca de whisky en la lengua de
Priest, y mientras Priest se enredaba con él, puso su mano en
el hombro de Robbie y lo tiró hacia adelante hasta que la
espalda de Priest golpeó la puerta tapiada, y Robbie estaba
pegado contra su frente.
Robbie puso sus manos sobre el pecho de Priest y gimió,
mientras lamía la boca de Priest y se retorcía contra su
musculoso cuerpo. La mano de Priest encontró su trasero, y
mientras arrastraba a Robbie más cerca, inclinó sus caderas
hacia adelante y gruñó.
—Dios, eres jodidamente hermoso —dijo Priest—.
Probablemente es bueno que no te haya puesto las manos
encima después de verte molido por todo Julien.
Robbie se estremeció y su pecho se estremeció contra el
de Priest, y antes de que pudiera encontrar su voz, Julien se
movió detrás de él y apretó un beso en la nuca de Robbie.
Los ojos de Robbie se cerraron y apretó los dientes.
¿Están locos? Un poco más de esto y me van a hacer…
—Córrete para nosotros, —susurró Priest contra los labios
de Robbie—. Quiero verte. Cierra los ojos, apóyate en Julien y
córrete para nosotros.
195
Robbie aspiró una bocanada de aire, mientras las manos
de Julien se movían hacia sus caderas y él lo alejó de Priest
para poner su polla contra las nalgas y del culo de Robbie.
—¿Eh...aquí? —dijo Robbie, cuando Priest lo empujó a la
pared.
—Sí —dijo Priest, y besó la comisura de los labios de
Robbie mientras abría el botón de sus delgados vaqueros—.
Aquí mismo, Robert. En mi boca.

LA MIRADA EN la cara de Robbie mientras Priest se arrodillaba


hizo que la polla de Priest, ya de por sí dura, se pusiera
imposiblemente más dura. Habría dado cualquier cosa por que
los tres estuvieran en casa en ese momento. Pero como no lo
estaban, esto tendría que ser así, porque no podía esperar.
Viendo a Robbie defenderse en el club, había soportado la
molestia Priest por haber sido bloqueado pero el pene lo
convirtió en combustible para su deseo ya fuera de control.
Fiero y descarado nunca había sido tan jodidamente sexy,
ya que Robbie se había vuelto contra Nathan y finalmente era
el dueño de su propia personalidad. El hecho de que Robbie
hubiera añadido que él les pertenecía era sólo la guinda del
pastel en lo que respectaba a Priest, y cuando sus rodillas
golpearon el suelo, Priest estaba decidido a comerse ese pastel.
Aquí mismo. Ahora mismo.

196
Priest miró a los dos que estaban encima de él, y cuando
el sonido de la bocina de un coche sonó a lo lejos, sintió que
sus labios se curvaban. Más caliente en público, había dicho su
princesa. Bien, entonces, hagámoslo.
—Julien —dijo Priest, y cuando los ojos de Julien
encontraron los suyos, Priest apretó el talón de su mano contra
su polla. Esa mirada fue casi suficiente para sacarlo. Julien
parecía estar a punto de arrancarle los vaqueros a Robbie y
follarlo hasta el orgasmo. Pero Priest no quería que los
arrestaran, sólo quería liberar a Robbie, y al parecer, también
lo hizo su esposo—. Bájale la cremallera a sus vaqueros.
Robbie maldijo, y Julien sonrió con una sonrisa mientras
tomaba la cremallera de Robbie y la bajaba. Los ojos de Priest
inmediatamente cayeron sobre la cremallera abierta, y él no
esperó más después de eso.
Separó el material rígido, y cuando la polla sonrojada de
Robbie se soltó, Priest miró hacia arriba y luego se inclinó hacia
adelante para lamer un sendero que subía por la parte inferior
de la cabeza regordeta.
—Dios —dijo Robbie, y buscó el cabello de Priest.
Mientras sus dedos se retorcían en las gruesas hebras,
Priest miró a Julien y le dijo: —Dámelo a mí.
—Oh, joder. Joder —dijo Robbie mientras Julien envolvía
sus dedos alrededor de la polla de Robbie y la dirigía hacia la
boca de Priest...
Cuando la evidencia salada de la excitación de Robbie
cubrió los labios de Priest, gruñó y luego se movió para frotar
su barba a lo largo del lado de la carne sensible de Robbie, y
las manos de Robbie se apretaron.

197
—Eso es, cariño —dijo Priest—. Espera. —Entonces Priest
abrió la boca y se tragó a Robbie hasta la garganta.
El grito que llenaba la oscura calle se apagó rápidamente,
y cuando Priest levantó la vista y vio la mano de Julien sobre
la boca de Robbie y los dientes de Robbie mordiéndola para
mantenerse en silencio, Priest tuvo que estrangular
prácticamente su propia polla para evitar correrse.
Joder, eran sexys, y cuando Robbie golpeó hacia adelante,
empujando hacia atrás entre los labios de Priest, Priest cerró
los ojos y dejó que Robbie se le acercara. Se deleitó con los
dolorosos tirones en el cabello y la forma desesperada, casi
frenética en que Robbie estaba entrando y saliendo de su boca.
Era sucio, áspero, y una de las cosas más eróticas que
Priest había visto u oído jamás, y los gemidos apagados de
Robbie hicieron que Priest quisiera darle algo a Julien antes de
que Robbie se corriera.
Como no podían entrar en Robbie ahora mismo, Priest
tenía otra idea en mente, y mientras se sacaba de la boca la
polla de Robbie, se pasó los dientes por el labio hinchado y dijo:
—¿Julien?
La mirada febril de Julien encontró la suya. —Oui, mon
amour.
Priest sonrió al borde de la voz de Julien, y decidió probar
un poco el francés de Robbie. —Doigte notre princesse,
pendant que je suce sa quueue58.
Julien plantó un beso bajo la oreja de Robbie y le
preguntó: —¿Te gustaría eso, princesa?

58
Métele el dedo a nuestra princesa, mientras le chupo la polla.
198
Robbie asintió con la cabeza, su comprensión del idioma
ahora era lo suficientemente buena como para que hubiera
entendido la mayor parte de lo que Priest había dicho. Ahora
todo lo que tenía que hacer Priest era esperar el siguiente
movimiento de Julien.

JULIEN PODRÍA SENTIR todo el cuerpo de Robbie vibrando


contra él, mientras besaba el oído de Robbie y susurraba: —
¿Quieres que te folle con mi dedo mientras follas la boca de
Priest?
Robbie volvió a asentir con la cabeza, y Julien golpeó su
dolorida polla contra el culo de Robbie antes de chuparse un
dedo en la boca y deslizar su mano por la parte de atrás de los
finos vaqueros de Robbie.
Mientras pasaba su dedo entre las mejillas apretadas de
Robbie, se flexionaron, y Robbie lloriqueó, y cuando Julien
masajeó la almohadilla de su dedo índice sobre el culo de
Robbie, le dijo a Priest: —Suce-le59.
Priest abrió los labios, y esta vez Robbie se deslizó dentro
de su boca sin necesidad de ninguna instrucción. Julien
envolvió un brazo alrededor de la cintura de Robbie, y mientras
su dedo penetraba el anillo apretado del músculo, Robbie
coloco una mano en la pared de ladrillo al lado de ellos y se
echó hacia atrás, y Julien excavó su dedo más profundamente.
—Ah, maldición, Jules.... Sí, justo ahí. Justo ahí, joder.

59
Chúpala.
199
Julien podía ver la cabeza de Priest moviéndose hacia
arriba y hacia abajo mientras los dedos de Robbie se retorcían
en su cabello pelirrojo, y mientras Julien chupaba la oreja a
Robbie, empezó a hablarle en francés, sabiendo lo caliente que
era eso para ambos.
—Tu es si beau, princesse. Étroit, chaud, comme l'enfer et
le paradis à la fois60.
Los dedos de Robbie se tensaron sobre los ladrillos, y
mientras empujaba sus caderas hacia adelante, Julien le
masajeó la próstata, y la cabeza de Robbie se forzó hacia atrás
hasta que sus mejillas se tocaron.
—Encore. Encore61 —dijo Robbie, y Julien tomó sus labios
en un beso aplastante mientras deslizaba su dedo libre y luego
lo empujó de nuevo hacia adentro, frotándolo contra el sensible
grupo de nervios. Robbie finalmente se separó de su boca y
dejó caer el brazo del ladrillo para agarrar el pelo de Priest.
Un largo gemido dejó los labios de Robbie al endurecerse
y apretar el culo, y Julien deseó como el demonio que fuera su
polla dentro de él mientras Robbie bajaba con fuerza por la
garganta de Priest.
La respiración de Robbie lo dejó en ráfagas irregulares
mientras se inclinaba hacia atrás en busca de la boca de Julien.
Julien tomó sus labios, y mientras sus lenguas se frotaban
entre sí, Julien liberó su mano y empujó a Robbie hacia atrás
contra él.
Cuando finalmente liberó la boca de Robbie, vieron que
Priest estaba de pie cuando alcanzó a Julien, se inclinó y aplastó
sus bocas juntas, compartiendo el delicioso sabor de Robbie.

60
Estrecho, caliente, como el infierno y el cielo al mismo tiempo.
61
Una vez más de nuevo.
200
Julien gruñó mientras Priest gruñía contra sus labios, y
sabía que sería una carrera en cuanto a quién se metía primero
en su princesa esta noche.
—Vámonos —dijo Priest, y cuando ambos se volvieron
hacia Robbie, estaba abotonándose los pantalones—. No te
subas demasiado la cremallera. Tendrás suerte si sales del
garaje con lo duro que estamos los dos.
Los ojos de Robbie cayeron hacia abajo a las erecciones
que se esforzaban detrás de las cremalleras de Julien y Priest.
—¿Lo prometes? —Julien tomó la mano de Robbie, lo tiró hacia
adelante, y besó esa boca atrevida suya—. Promis62.
—Mierda, de acuerdo, vámonos —dijo Robbie, y cuando
todos salieron a la calle y se dirigieron hacia el coche, añadió:
—¿Así qué estabas pensando contra la pared? o, oooh, ¿sobre
el capó del coche?
—Lo juro por Dios, si sigues hablando, va a ser en el
asiento trasero del auto tan pronto como nos subamos —dijo
Priest, su control claramente está siendo probado tanto como
el de Julien.
—¿Lo prometes? —dijo Robbie, y luego se rio como la
descarada burlona y satisfecha que estaba mientras subían al
coche, su destino final e intención habiendo borrado todas las
demás cosas menos los tres de esta noche.

62
Prometido.
201
CAPÍTULO DIECISÉIS

Eh, ¿qué demonios...?


~ Robbie

—DE ACUERDO, ESTOY FUERA a menos que necesites algo


más, —dijo Robbie, mientras salía de la habitación trasera de
The Popped Cherry con su bolsa de mensajería colgada sobre
su hombro.
—Creo que lo tengo bajo control —dijo Tate mientras
limpiaba el bar—. Que tengas un buen descanso.
—Lo haré —dijo Robbie, y miró su reloj—. No tardaré
mucho. Está al final de la calle, y...
—Estoy seguro de que puedo arreglármelas. —Tate se rio
y mostró su sonrisa de color blanco nacarado—. Sólo recuerda,
cada minuto que llegues tarde, tu jefe te descontará el sueldo.
Es así de malo.
Robbie puso los ojos en blanco, Tate nunca le había
descontado el sueldo. Era el mejor jefe que Robbie había
tenido. —Sabes, es un poco duro del culo. —Mientras Robbie
pasaba, hizo una demostración de que se quedaba detrás de
Tate y bajaba los ojos para enfatizar exactamente a qué culo
se estaba refiriendo.

202
—Pensé que estabas en tu descanso para cenar —dijo
Tate, y miró por encima de su hombro—. Me voy. Sólo estoy
disfrutando con la vista mientras me voy.
—Eh oh.
Robbie se rio y se dirigió hacia la puerta trasera, y
mientras giraba la manija y la abría, gritó por encima de su
hombro: —Trata de no echarme mucho de menos.
Tate agitó la cabeza y sonrió. —Lo intentaré con todas mis
fuerzas.
—Nos vemos en un rato. —Robbie hizo un gesto con la
mano y salió al aire húmedo de la noche, y mientras le daba
una bofetada en la cara, intentó recordarse a sí mismo que
debía disfrutarlo mientras pudiera. Muy pronto, las
temperaturas más frías llegarían, y luego la nieve, y luego el…
oooh, los abrazos.
Sí, este invierno lo estaba buscando. Aunque tuviera que
hibernar, no creía que sonara tan mal si se quedaba encerrado
en su casa con Julien y Priest. De hecho, podría rezar un poco
por ese escenario exacto.
Con ese pensamiento en mente, Robbie abrió las
cerraduras de su auto y entró. Al poner el aire acondicionado
en alto, tiró su bolso en el asiento del pasajero y envió un
mensaje de texto rápido a Elliot para asegurarse de que estaba
en camino.
Una vez con el cinturón abrochado y el teléfono en el
soporte, Robbie encendió las luces, puso el auto en reversa y
se dirigió por la estrecha calle detrás del bar hacia la carretera
principal. Mientras se sentaba allí esperando a que el tráfico se
detuviera para poder tomar la carretera, su teléfono empezó a
sonar, y cuando vio quién era, sonrió.
203
Habían pasado casi dos semanas desde que los tres
habían ido a Oshkosh, y con su fin de semana libre acercándose
una vez más, habían estado debatiendo sobre si ir a visitar una
de las bodegas locales antes de que hiciera demasiado frío para
ir a ninguna parte.
Robbie pensó que era una idea fabulosa. ¿Julien, Priest, y
copiosas cantidades de vino? Cuenta conmigo. Además,
también fue una repetición de aquella vez que todos estuvieron
allí, pero no realmente. Le gustaba la idea de volver a visitar el
hotel donde Julien y Priest habían decidido hacerlo suyo, y dejar
que ellos, bueno.... lo hicieran suyo.
—Buenas noches, Sr. Priestley —dijo Robbie—. ¿Cómo
estás esta noche?
La risita de Priest hizo sonreír a Robbie, y cuando se dio
cuenta de que había una interrupción en el tráfico, se incorporó
a la carretera principal. —Lo estoy haciendo bien, cariño.
¿Cómo estás?
Grandioso ahora, pensó Robbie. Me encanta cuando me
llama así. —Lo estoy haciendo bien. Pero me atrapaste. Voy a
salir a cenar con otro hombre.
—¿Es eso cierto?
—Lo es...
—Mmm, bueno, si yo fuera un hombre inseguro...
Robbie resopló, pero Priest siguió hablando a pesar de la
interrupción.
—Me inclinaría a preguntar quién. Pero desde que te
despertaste esta mañana conmigo dentro de ti, me siento
muy…

204
—¿Arrogante? — dijo Robbie, mientras se retorcía un poco
en su asiento ante el recuerdo.
—Iba a decir… seguro.
Robbie dio un giro en el semáforo y se alegró de estar solo
con la ridícula sonrisa que curvó sus labios. —Lo que sea.
Arrogante. Confiado. Priest.
Las tres palabras significan lo mismo y encajan.
—¿Qué tal ‘Suertudo’? —Esa palabra también encaja. Ya
que todos tuvimos suerte esta mañana.
Sí, lo hicimos, pensó Robbie, mientras su mente volvía a
la forma en que Julien se había extendido frente a él y
observaba cómo Priest se había llevado a Robbie y…
—Vas a encontrarte con Elliot esta noche, ¿no?
...lento. —¿Eh?
—Robert, ¿estás conduciendo?
—Eh, sí, lo siento.
—¿Qué tal si prestas atención, entonces? Te llamaba
para...
—Oh, mierda —dijo Robbie, mientras las luces rojas y
azules llamaban su atención en el espejo retrovisor—. Un
policía me está deteniendo. Puf. Debo haber ido a exceso de
velocidad sin darme cuenta. Genial.
El corazón de Robbie comenzó a martillar y sus palmas
comenzaron a sudar, lo cual era ridículo, porque todo lo que
probablemente hizo fue romper el límite de velocidad. Puso el
intermitente y se detuvo a un lado de la carretera.

205
—Sólo mantén la calma y no hables demasiado —dijo
Priest.
Eh, hola, ¿se olvidó Priest de con quién estaba hablando?
—Sólo respuestas sí o no. O silencio. El silencio también
funciona, —continuó Priest—. Así, si necesitas pelear una
multa...
—¿Una multa?
—Una multa por exceso de velocidad, —dijo Priest—. No
hay nada incriminatorio en tu contra.
—Mierda. Esto no me hace sentir muy seguro en este
momento, —dijo Robbie, y apagó el motor—. Vas a estar bien.
No hiciste nada malo. Llámame en cuanto se haya ido. ¿De
acuerdo?
Robbie suspiró. —De acuerdo. Oh, ¿Priest?
—¿Sí?
—¿Puedes llamar a Elliot y decirle que voy a llegar tarde?
—Sí. Ahora cuelga y recuerda, no trates de explicarte y no
hables demasiado.
Robbie puso los ojos en blanco y terminó la llamada, luego
bajó la ventanilla y puso las manos en el volante. Con los ojos
pegados al espejo retrovisor, se dijo a sí mismo que se
mantuviera calmado mientras el oficial de policía salía de su
auto y se dirigía hacia él.
No hice nada malo, excepto tal vez acelerar un poco. No
tengo nada de qué preocuparme. Manten la calma. —Buenas
noches, oficial, —dijo Robbie cuando una linterna lo encontró y
trató de conseguir su mejor sonrisa.

206
—Buenas noches. Soy el oficial Bailey. ¿Sabes por qué te
detuve esta noche?
Robbie pensó en lo que Priest le había dicho -sí o no- y
como no estaba cien por ciento seguro de que había ido a
exceso de velocidad, Robbie agitó la cabeza. —No, señor.
—Estabas excediendo el límite de velocidad. Te
cronometré haciendo cincuenta y cinco. ¿Podría ver su licencia
y registro, por favor?
Mierda. Condenado Priest por distraerme. —Mi licencia
está en mi bolsa de mensajería.
—De acuerdo. Puede dármela.
Robbie metió la mano en su bolsa de mensajería, tomó su
billetera y luego sacó su registro de la guantera. Le entregó al
oficial Bailey ambos objetos, y mientras los iluminaba con la
linterna, Robbie volvió a poner las manos en el volante para
que pudieran ser vistas.
Robbie miró fijamente al oficial y pensó que
probablemente no era un buen momento para darse cuenta de
lo bien que se veía ese uniforme. Pero hizo una nota mental
para después cuando saliera de esto, porque iba a hacer que
Julien y Priest se vistieran así y lo arrestaran.
—Sr. Bianchi, ¿sabe cuál es el límite de velocidad aquí en
la ciudad?
Robbie estaba a punto de responder automáticamente
cuando escuchó de nuevo la voz de Priest -el silencio también
funciona- y decidió en este caso mantener la boca cerrada. —
Son cuarenta y cinco —dijo el oficial Bailey—. Eso significa que
ibas diez veces por encima del límite de velocidad legal.

207
Robbie quería patearse el trasero. ¿En serio? Esto era lo
último que necesitaba. Dios sólo sabía cuánto le iba a costar la
multa por esto.
El oficial Bailey tocó el papeleo de Robbie en la palma de
su mano y luego dijo: —Voy a ir a ver esto y luego volveré. No
se mueva de su vehículo. ¿Lo entiende?
—Sí, señor, —dijo Robbie, y mientras el oficial se alejaba,
encendió su luz dentro de la ventana trasera, y luego se detuvo
e inclinó para mirar dentro.
Los ojos de Robbie se movieron hacia el espejo lateral, y
cuando el oficial Bailey se enderezó y regresó a él, en lugar de
alejarse, Robbie agarró el volante un poco más fuerte. Esto no
parecía bueno.
—Sr. Bianchi, necesito que salga del auto por mí, por
favor.
Eh, ¿qué demonios...? Robbie frunció el ceño, y cuando no
se movió ni respondió, el oficial Bailey dijo de nuevo: —
Necesito que salgas del auto.
Finalmente, Robbie encontró su voz y decidió no decir
nada. —¿Por qué?
—Tengo razones para creer que hay drogas en su coche,
Sr. Bianchi. ¿Puedes salir, por favor?
Espera.... ¿Qué? ¿Drogas? Robbie miró fijamente al oficial
como si no lo entendiera del todo, y si no hubiera estado tan
sorprendido, podría haber pensado que era extraño que los
labios del oficial Bailey temblaran.
—¿Sr. Bianchi? Por favor, salga del vehículo.

208
Tienes que estar bromeando. Robbie no tenía ninguna
droga en su coche. Nunca había tocado una droga en su vida,
salvo una vez en la vida.
Esto era absurdo.
Robbie empujó la puerta del coche y salió, sabiendo que
cuanto antes mirara en su coche y se diera cuenta de que no
había nada ahí, antes lo dejaría ir. Entonces Robbie podría
preguntarle a Priest si tenía algún recurso contra los oficiales
de policía delirantes.
Mientras Robbie cerraba la puerta, el oficial Bailey dijo: —
Párense ahí, por favor. —Robbie se mordió el labio inferior
mientras el oficial miraba una vez más por la ventana del
pasajero—. Hay un pequeño paquete en el suelo de su vehículo
que me gustaría ver más de cerca.
Robbie se dio la vuelta para mirar, y el oficial Bailey
levantó una mano y dijo: —No se mueva, señor.
—Lo siento, —dijo Robbie automáticamente, pero se
estaba devanando los sesos tratando de pensar en qué diablos
estaba mirando este tipo—. ¿Le importa si echo un vistazo?
Qué podría decir, ¿no? Entonces, ¿qué pasaría? Los
nervios de Robbie estaban destrozados, pero al mismo tiempo,
sabía que no tenía nada que ocultar. —Adelante. —Mientras el
oficial abría la puerta del auto, Robbie deseaba que Priest
estuviera allí con él. Él sabría exactamente qué hacer.
—Muy bien, Sr. Bianchi —dijo el oficial Bailey al bajar del
auto—. ¿Quieres explicarme qué es esto?
Los ojos de Robbie casi se le salen de la cabeza mientras
miraba la pequeña bolsita rectangular que el oficial de policía
estaba sosteniendo frente a él. ¿Qué carajo era eso? Seguro
que no era de él.
209
—¿Sr. Bianchi?
La respiración de Robbie venía un poco más rápida ahora,
y cuando el oficial Bailey dio un paso más cerca, Robbie pensó
que podría desmayarse. —¿No tienes nada que decir?
Cuando la incredulidad empezó a nublar la mente de
Robbie, pensó en su prima Vanessa y en cómo un error casi le
había costado la vida, y Robbie sabía que su mejor acción aquí
era cerrar la boca y esperar hasta que pudiera llegar al Priest,
o llamar al Priest, o…
—Correcto. Si no tienes nada que decir en tu defensa,
entonces dame tus manos. Va a ser detenido ahora mismo y
llevado a la estación para más interrogatorios.
Dios mío, pensó Robbie, mientras el oficial de policía lo
ponía las esposas. Voy a llamar a Priest, de acuerdo. Voy a
llamarlo desde la cárcel.

210
CAPÍTULO DIECISIETE

¿Qué mierda está pasando?


~Robbie

CUANDO ROBBIE SE SENTÓ en la parte trasera del coche


patrulla de la policía cuando se dirigía a la estación, miró
fijamente la división entre él y el oficial Bailey y trató de
averiguar cómo demonios había terminado allí.
Desde que las esposas habían sido colocadas en su lugar
y él había sido escoltado al asiento trasero del auto, Robbie
había estado enloqueciendo.
¿Cómo iba a explicarle esto a su familia? ¿A Priest? ¿A
Julien? Especialmente después de haberle hecho pasar un mal
rato a Julien por necesitar que Priest le pagara la fianza en su
día, regodeándose de que nunca había recibido una multa ni
por exceso de velocidad en su vida.
Sí, bueno, mira a dónde te llevó ese karma, Bianchi.
Esposado en la parte trasera de un coche de policía, y llevado
para interrogarlo sobre drogas. ¡Drogas!
Esto era una locura. Ni siquiera se le ocurrió una respuesta
lógica de por qué estaba esa bolsa ahí. O cómo llegó ahí. Estaba
justo ahí. Y estaba seguro de que al policía le iba a encantar
como explicación, por no hablar de Priest.
Robbie cerró los ojos, su pierna haciendo unos brincos
nervioso mientras pensaba en la llamada que iba a tener que

211
hacer cuando llegara a la estación: Lo siento, Priest, me
arrestaron por tener drogas en mi auto. Juro que no son mías.
Sí, de acuerdo. Priest iba a pensar que su familia tenía
serios problemas de drogas, y justo cuando finalmente había
logrado convencerlo de que todos eran algo normales.
Robbie negó con la cabeza y luego miró por la ventana, y
no fue hasta que el coche comenzó a disminuir la velocidad que
se dio cuenta de que realmente no había estado prestando
atención a dónde iban.
El oficial Bailey le había dicho a Robbie que lo llevaría a la
estación. Pero Robbie había estado tan preocupado por cómo
salvar su trasero que sólo ahora se estaba dando cuenta de que
habían estado conduciendo mucho más tiempo del que
probablemente deberían haber estado para llegar a la
comisaría más cercana.
Cuando el auto se detuvo, Robbie miró afuera, y cuando
todo lo que vio fue, bueno, nada, su corazón se paró y se
detuvo.
¿Dónde diablos estamos?
Robbie miró a su alrededor, y todo lo que pudo ver a
kilómetros de distancia eran árboles. Muchos árboles, y luego
el oficial Bailey se bajó del coche y cerró la puerta detrás de él,
haciendo saltar a Robbie.
Cuando el oficial Bailey abrió la puerta y metió la mano
para agarrarlo el brazo, Robbie empezó a negar con la cabeza.
—Yo, oh... Lo siento. ¿Dónde estamos? —Preguntó
Robbie, mientras escudriñaba de nuevo sus alrededores, pero
todo lo que vio fue un bosque oscuro y un camino de tierra de
aspecto boscoso iluminado por los faros delanteros del coche
patrulla.
212
Mierda, tal vez el oficial Bailey no es realmente un policía,
pensó Robbie. Esa posibilidad ni siquiera se le había pasado por
la cabeza. Pero ahora sí, y cuando el pánico comenzó a
apoderarse del sentido común, Robbie tiró de su brazo hacia
atrás.
El agarre del oficial Bailey no se aflojó en lo más mínimo,
y Robbie pensó seriamente en darle una patada en las espinillas
y salir corriendo. Pero fue entonces cuando una figura se
interpuso en el camino de los faros del coche patrulla, y los
planes de Robbie se detuvieron, junto con su cerebro.
¿Priest? No. Su mente tenía que estar jugando con él,
porque no había manera de que Priest estuviera parado aquí
en medio de la nada. Era él alucinando, ¿verdad?
El oficial Bailey miró por encima de su hombro, y cuando
sonrió, Robbie lo vio. ¿Qué mierda estába pasando?
Los ojos de Robbie volvieron al lugar donde se había
imaginado -no, visto a Priest- y cuando el oficial Bailey
comenzó a caminar, arrastrando a Robbie junto con él, el alivio
inundó el cuerpo de Robbie.
Cuando se detuvieron, Robbie miró el traje que Priest
llevaba puesto y notó que era diferente al que había dejado
para ir a trabajar esa mañana.
Priest miró al hombre de uniforme con una expresión
severa que Robbie todavía estaba tratando de entender.
—¿Y qué tenemos aquí, Oficial Bailey? —preguntó Priest,
como si conociera al hombre que era la estrella de la peor noche
de Robbie.
—No es nada grave —dijo el oficial Bailey, mientras se
metía la mano en el bolsillo, sacaba una llave y se la entregaba

213
a Priest—. Fue bastante bueno hasta el final. Se puso un poco
bocazas entonces.
Los ojos de Robbie se abrieron de par en par como platillos
mientras miraba entre los dos, la incredulidad haciendo a un
lado su confusión, y finalmente se dio cuenta de que, fuera lo
que fuera, todo había sido orquestado por…
—¿Lo hizo ahora?
Priest.
El oficial Bailey se rio. —Lo hizo. Y voy a dejar que le quites
las esposas. Si te mata aquí, quizá me ponga de su lado. Nos
vemos, Priest. Sr. Bianchi.
Robbie se dio la vuelta para ver cómo volvía a la patrulla,
y luego le dio la vuelta a Priest, con la boca abierta y el cerebro
todavía trabajando horas extras mientras intentaba ponerse al
día.
Priest enganchó un dedo en la cadena de las esposas, y
mientras empujaba a Robbie hacia adelante, dijo: —Era sólo
cuestión de tiempo antes de que un alborotador como tú
terminara en el lado equivocado de la ley. ¿No está de acuerdo,
Sr. Bianchi?

214
CAPÍTULO DIECIOCHO

Queremos que se sienta como si estuviera entrando en


un sueño.
Uno en el que quiere quedarse para siempre
~ Julien

Él QUIERE MATARME, pensó Priest, mientras los ojos de Robbie


se entrecerraban y su delicada mandíbula se cerraba. Esos
labios, que solían tener pucheros, habían pasado de una
confusión retorcida a separarse en estado de shock, y ahora se
encontraban en una línea seriamente cabreada.
Oh sí, Robbie estaba a punto de hacer llover fuego infernal
sobre él, y Priest no podía esperar. Le recordó lo lejos que
habían llegado y dónde habían empezado, y ahí es
exactamente donde Priest quería que la mente de Robbie
llegara esta noche. Un pequeño viaje por el carril de los
recuerdos.
Manteniendo su expresión seria, Priest dijo: —Le hice una
pregunta, Sr. Bianchi, —y eso finalmente hizo explotar su
pequeño fuego ardiente.
—Estás preguntando —dijo Robbie—. ¿Me estás haciendo
una pregunta?
Sabiendo exactamente qué botones apretar con Robbie,
Priest asintió. —Sí. Y aún no has contestado.

215
—Yo… yo ni siquiera sé qué decirte en este momento. ¿En
serio acabas de hacer que me arresten?
—No —dijo Priest, porque técnicamente, Robbie no había
sido arrestado. En realidad, no—. Aunque es bastante útil que
Craig te esposara. No le pedí que hiciera eso.
Una mirada de total incredulidad cruzó la cara de Robbie,
y luego comenzó a reírse histéricamente, casi delirando en su
incredulidad, como si pensara que Priest había perdido la
cabeza, y tal vez lo había hecho. Pero si ese fuera el caso,
también lo habría hecho Julien, quien estaría esperando que
llegaran no lejos de allí.
Mientras Robbie lo miraba con ira, claramente tratando de
entender los detalles más finos de por qué estaba parado en
medio del bosque por la noche, Priest volvió a tirar de la
cadena, acercando a Robbie.
Cuando Robbie se tambaleó hacia adelante, y pareció
darse cuenta de lo que estaba haciendo Priest, levantó sus
manos atadas y aplastó sus palmas sobre el pecho de Priest.
—¿Qué crees que estás haciendo? —dijo Robbie con tanta
actitud, que fue todo lo que Priest pudo hacer para mantener
sus labios en una línea firme—. No vas a recibir nada de mí
hasta que empieces a explicarlo.
Priest dejó que su mirada se extendiera sobre la ceja
perfectamente esculpida que ahora se eleva, los ojos alineados
que disparaban dagas en su camino, y la barbilla puntiaguda,
con un ángulo tan alto que Priest no pudo evitar alcanzarla y
agarrarla.
—Bueno, eso es desafortunado —dijo Priest—. Porque lo
queremos todo, Robert Bianchi.

216
Robbie abrió la boca, a punto de decirle que retrocediese
o que se fuera al infierno, sin duda. Pero cuando asimiló las
palabras de Priest, pareció darse cuenta de lo que acababa de
decir, y la furiosa luz que había sido encendida hacía un
segundo se convirtió en una… curiosa.
Así es, cariño. ¿Recuerdas la primera vez que dije eso?
Recuerda dónde empezamos todos.
Robbie se lamió los labios. —¿Qué quieres decir con que
lo quieres todo?
Y fue en ese momento cuando Priest supo que lo tenía.
Robbie finalmente había superado su molestia y se dio cuenta
de que algo más estaba sucediendo. Priest sonrió y comenzó a
caminar hacia atrás, y esta vez cuando tiró de la cadena,
Robbie lo siguió.
—¿Priest? —dijo Robbie, mientras volvía a mirar a su
alrededor—. ¿Dónde estamos?
—¿Por qué? —preguntó Priest—. ¿Tienes miedo?
—Bueno —dijo Robbie— me arrestaron, me esposaron,
me llevaron al medio del bosque y me entregaron a un hombre
loco. Así que...
Priest dejó de caminar y atrajo a Robbie hasta que pudo
envolverlo con un brazo. —¿Y qué?
—No tengo nada de miedo. ¿Eso también me vuelve loco?
Priest tomó todas las líneas elegantes de la cara de
Robbie. —Loco de amor, tal vez.
Robbie parpadeó, y antes de que pudiera decir algo más,
Priest dijo: —Vamos. Julien nos está esperando.

217
JULIEN MIRÓ HACIA AFUERA al apacible bosque que se
extendía por millas frente a él, y disfrutó de los relajantes
sonidos que venían con la caída de la noche una vez que
dejabas la ciudad atrás.
Estaba de pie en el porche de la casita de campo de Sofía
y Antonio, de la que habían hablado en Oshkosh,
preguntándose cómo iba a ser la historia de su hijo en
comparación con la de ellos.
Julien sonrió, pensando en el maldiciente Priest que
probablemente perduraría después de su elaborado plan de
llevar a Robbie allí solo y sin sospechas.
Pero cuando sugirió su plan, Priest lo consideró
absolutamente perfecto. Loco, pero perfecto para ellos.
Nada había sido normal cuando se trataba de ellos tres, y
parecía apropiado que Robbie tuviera una historia como la de
un ladrón, robando un coche, que contar durante muchos años.
Julien miró el porche por última vez antes de que llegaran
los otros dos. Aquí es donde comenzaría la magia de esta
noche, donde comenzaría el nuevo capítulo de su viaje, y él
había insistido mucho en cómo quería preparar el escenario.
Quería que Robbie se sintiera como si estuviera entrando en un
sueño. Uno en el que quería quedarse para siempre con Julien
y Priest.

218
El sonido de las hojas al caer hizo que Julien se tirara del
cuello, y se encontró un poco nervioso. Esta era la primera vez
para él.
Oui, había estado casado durante muchos años. Pero
Priest había sido el que se había declarado, y había sido tan
especial. Cada elemento de esa noche había sido
cuidadosamente pensado y diseñado para barrer a Julien de
sus pies, y esta noche esperaban hacer lo mismo por Robbie.
Priest caminó primero entre los árboles con un traje que
parecía totalmente fuera de lugar, pero que agregó al ambiente
general que estaban buscando esta noche. Habían estado
tratando de decidir cómo jugar todo este escenario, y
finalmente habían acordado al final presentar la versión de sí
mismos que Robbie se había enamorado por primera vez, el
gilipollas y Priest.
Mientras Priest caminaba hacia él, Julien observó el marco
poderoso debajo de su chaqueta a medida, la corbata anudada
en la base de su garganta, y sus largas piernas mientras se
comían la distancia entre ellas como si tuviera prisa por
acercarse.
Los ojos de Priest estaban fijos en él y, al acercarse,
Julien vio a Robbie caminando a su lado.
Sus ojos se abrieron de par en par al ver la escena a su
alrededor, y mientras subían las escaleras, Julien finalmente
tuvo la oportunidad de ver a Robbie.
Todavía vestido con la ropa del trabajo, Robbie llevaba sus
pantalones de sastre negros, camisa burdeos y chaleco negro,
y cuando finalmente vio a Julien y vio lo que llevaba puesto, la
boca de Robbie se le abrió. Miró a Priest y dijo: —¿Estoy
soñando?

219
Cuando Priest no dijo nada, Robbie se volvió hacia Julien
y le dijo: —Si es así, por favor, no me despiertes.

EN ALGÚN LUGAR ALREDEDOR DE PRIEST diciéndole que lo


querían todo, hasta ahora, cuando Robbie se paró frente a
Julien, que estaba vestido con su uniforme de Chef Master, con
Julien -El gilipollas- Thornton cosido sobre el bolsillo, las
emociones de Robbie habían estado en picado.
Al principio, estaba furioso con Priest por asustarlo. Pero
cuando sus nervios finalmente se calmaron y su cerebro decidió
asistir a la fiesta, el corazón de Robbie comenzó a latir por una
razón muy diferente.
Reconoció este lugar. No estaba seguro de cómo, porque
nunca había estado allí antes. Pero desde el momento en que
Priest lo sacó del camino, y ellos salieron del bosque hacia este
claro, Robbie tuvo un inmediato destello de reconocimiento.
Había una pequeña cabaña con una docena de faroles que
iluminaban un sendero que subía las escaleras, donde había un
porche envolvente cubierto de hiedra y luces centelleantes que
le daban al lugar una sensación mágica.
Tenía una cualidad encantadora que era de otro mundo en
el oscuro aislamiento de la noche, y cuando los tres estaban
ahora uno junto al otro en el porche, Robbie se dio cuenta de
que estaban realmente aislados. No había nada a ambos lados,

220
excepto árboles, y a lo lejos, se podía oír el sonido del agua,
¿quizás?
—Bonsoir, princesa, —dijo Julien, en esa cadencia suave
y sensual que envolvía cada fibra del ser de Robbie y lo llevaba
de vuelta al presente—. Parece que te has metido en un
pequeño lío.
Julien tomó las manos esposadas de Robbie y se inclinó
hacia abajo para presionar un beso en la parte posterior de las
mismas, y cuando levantó los ojos, un escalofrío corrió por la
columna vertebral de Robbie.
La expresión en los ojos de Julien era la misma que había
visto en la de Priest hacia un segundo. La que había hecho que
el corazón de Robbie saltara unos cuantos latidos, y luego
comenzara a golpear extraordinariamente rápido.
Algo estaba pasando aquí esta noche. Algo grande.
—No estaba seguro de que volverías vivo, mon amour, —
dijo Julien, mientras miraba a Priest—. Pero ahora tiene más
sentido. —Priest se metió una mano en el bolsillo y sacó la llave
que el oficial Bailey le había dado.
—Tuve suerte —dijo Priest, mientras se la daba a Julien—
. Pero pensé que lo dejaría esposado hasta que regresáramos
por razones de seguridad. Además, eras mi cómplice. Si va a
estrangularnos, debería ser juntos.
Mientras Julien buscaba la llave, las palabras de Priest se
registraron con Robbie, y trató de averiguar de qué era culpable
exactamente Julien.
—De la harina en la parte de atrás de su coche, princesse.
—Julien guiñó el ojo cuando miró a Robbie—. Te dije que era
un ladrón esa noche en CRUSH. Y esta noche, queríamos
alejarte del resto del mundo.
221
Robbie respiró temblorosamente mientras se aflojaban las
esposas alrededor de sus muñecas, y Priest dijo en su oído: —
Pero, ¿tu corazón? Tu corazón, queremos robartelo para
siempre.
Priest entonces se puso de pie junto a su marido, y
mientras Robbie tomaba la hermosa foto que hicieron, le
preocupaba que sus piernas no pudieran sostenerlo y cedieran.
Su abogado y su chef. Robbie no podría haber imaginado
un ajuste más perfecto para él que estos dos hombres, y
cuando ambos se pusieron de rodillas y lo miraron, las manos
de Robbie volaron hacia su boca.
—Robert Antonio Bianchi —dijo Priest, y aunque Robbie
trató de concentrarse, le resultaba difícil con las lágrimas que
ahora le nublaban los ojos—. Eres la parte más brillante de
nuestras vidas —dijo Julien—. Y desde el momento en que
entraste, supimos que estabas destinado a ser nuestro. —
Julien tomó la mano de Priest y entrelazó sus dedos, formando
ese lazo, esa conexión que Robbie más amaba de ellos.
—Hemos estado planeando pedírtelo desde hace algún
tiempo —dijo Priest, y Robbie se mordió el labio para evitar que
le temblara la barbilla—. Pero queríamos la bendición de tus
padres primero.
—Y cuando la dieron —dijo Julien— nos hablaron de este
lugar, y todo, como siempre sucede contigo y con nosotros,
encajó.
Dios mío, pensó Robbie, cuando finalmente se dio cuenta
de por qué todo esto le resultaba tan familiar. Aquí es donde
sus padres se comprometieron. Donde comenzó la mayor
historia de amor que conocía. En la casita con las luces, donde
no había nada más en el mundo que tú y el amor, y Robbie

222
recordó a su madre diciéndole una vez: Eso es todo lo que
importa al final, Robert, no quién. Allá afuera, el amor es todo
lo que existe.
—¿Robert? —Dijo Priest, sonriendo suavemente.
Entonces apareció el hoyuelo de Julien. —¿Princesse?
Entonces ambos le extendieron las manos libres y
demostraron que su madre tenía razón. —¿Te casarías con
nosotros?

223
CAPÍTULO DIECINUEVE

Este es el principio de la eternidad.


Y si vienes con nosotros, te mostraremos el resto del
camino.
~ Julien y Priest

—SI —dijo ROBBIE, y cayó de rodillas—. Mil veces más, sí.


Mientras las luces parpadeaban sobre la cara de Robbie,
Priest captó la hermosa imagen que hizo. Los ojos azules
resplandecientes, las mejillas muy sonrojadas y el temblor en
su cuerpo cuando lo que estaba sucediendo -lo que había
sucedido- comenzaron a bañarlo.
Julien levantó la mano de Robbie y apretó sus labios
contra el centro de esta. —Je t'aime, Robbie, —susurró Julien.
—Je t'aime aussi, —contestó Robbie, haciendo sonreír a
Julien mientras entrelazaba sus dedos—. Oh, Dios mío. No
puedo creer que quieras casarte conmigo, que ambos lo
querais.
Julien miró a Priest, y Robbie también lo hizo, y cuando
Priest presionó un beso en la palma de la mano de Robbie, sus
emociones amenazaron con abrumarlo.
—Sí, —dijo Priest—. Te amamos. Te amo, cariño. Pero eso
no es todo lo que queremos. Hay algo más que nos gustaría
pedirte esta noche. —Robbie tragó, y justo cuando Priest
224
estaba a punto de continuar, Robbie se puso un dedo en los
labios y dijo: —Espera...
Priest se detuvo, pensando que quizás Robbie se sentía
apurado. Pero entonces una hermosa sonrisa cruzó sus labios
y dijo: —No me dejaste decírtelo.
Priest parpadeó. No era frecuente que perdiera sus
palabras, pero cuando Robbie movió su mano para acunar la
mejilla barbuda de Priest y dijo: —Yo también te amo, —a Priest
le costó mucho recordar lo que había estado diciendo.
Mientras se sentaba allí mirando al joven que había
entrado en su vida y en la de Julien no hacia mucho tiempo,
Priest se preguntaba qué había hecho para merecer no sólo un
gran amor en su vida, sino dos.
—¿Querías preguntarme algo más? —dijo Robbie, y una
suave risa se le escapó—. No estoy seguro de que mi corazón
pueda soportar otra cosa.
—Sí. Esto es importante —dijo Priest—. Eres importante.
Y queremos que entiendas y sientas eso.
Julien asintió. —Queremos que el mundo entienda que
eres amado tanto por Priest como por mí, princesse. A pesar
de un trozo de papel.
Robbie soltó la mano de Julien por un segundo para
eliminar una lágrima. Pero tan pronto como se fue, volvió a
buscarlo.
—Lo entiendo —dijo Robbie—. Sé que esto no puede ser
legalmente reconocido, pero…
Esta vez Priest puso un dedo en los labios de Robbie. —
Pero tomar nuestros nombres si puede ser. —La boca de Robbie
se abrió y se cerró varias veces—. ¿Qu....qué?
225
—Nuestros nombres —dijo Priest—. Ambos mantuvimos el
nuestro cuando nos casamos.
—Pero contigo —dijo Julien— nos sentiríamos honrados si
los tomaras y los hicieras tuyos legalmente. Creemos que
Thornton-Priestley suena bien.
Robbie soltó ambas manos para taparse la boca. Sus ojos
eran redondos como platillos, y todo el amor y la felicidad que
experimentaba brillaba en ellos.
—¿Hablas en serio? —dijo Robbie, tratando de parpadear
sus lágrimas y fallando.
—Oui, muy serio —dijo Julien—. Pero sólo si quieres...
—Yo quiero —dijo Robbie, y se lanzó a Julien, quien lo
abrazó en la cintura y lo besó hasta que tembló, y cuando se
echó hacia atrás y buscó a Priest para que hiciera lo mismo,
Julien se rio de su exuberancia.
Cuando Robbie finalmente los dejó ir, se sentó sobre sus
talones y dijo: —Esto es un sueño. El sueño más hermoso y
maravilloso que he tenido.
—Non, mon cher petit. Este es el principio de la eternidad
—dijo Julien, y cuando todos se pusieron de pie, tomó la mano
de Robbie—. Y si vienes con nosotros, te mostraremos el resto
del camino.

ROBBIE SE SINTIÓ como si estuviera aturdido cuando deslizó


su mano en la de Julien. Su corazón estaba tan lleno que estaba
226
a punto de estallar, y mientras miraba las luces centelleantes
a su alrededor, se preguntó si era físicamente posible ser tan
feliz como él sin desmayarse por la emoción de la situación.
—Muéstrame —susurró Robbie, y luego miró a los dos
hombres que acababan de hacer realidad todos sus deseos.
La sonrisa de Julien era deslumbrante mientras tiraba de
Robbie hacia adelante, y mientras seguían el porche envolvente
hasta la parte de atrás de la casa en lugar de entrar, la
curiosidad de Robbie se despertó. Esta noche no iba como él
esperaba, y empezaba a sospechar que no tenía ninguna
esperanza de adivinar lo que estos dos tenían reservado para
él.
Mientras daban una vuelta para caminar hacia la parte
trasera de la cabaña, Robbie miró por encima de su hombro
para ver a Priest siguiéndolo. Tenía las manos en los bolsillos,
la atención puesta en ambos, y cuando captó los ojos de
Robbie, la sonrisa que cruzó su boca hizo que todo el cuerpo
de Robbie respondiera. Esa sonrisa era como oro, y Robbie se
juró a sí mismo que pasaría el resto de su vida asegurándose
de que Priest continuara mirándolo de esa manera.
Robbie sonrió, y Priest indicó con un movimiento de
cabeza que debía darse la vuelta, y lo que Robbie vio cuando
lo hizo, le quitó el aliento.
Julien soltó la mano y se hizo a un lado, y Robbie caminó
lentamente hacia adelante hasta donde el porche trasero se
abría a un conjunto de escaleras que conducían al suelo. Allí,
iluminando el suelo del bosque como estrellas, había docenas
de luces, hasta donde alcanza la vista.
Robbie miró por encima de su hombro para ver a Julien y
a Priest parados uno al lado del otro. —Nunca he visto nada

227
más hermoso... nunca. —Robbie se agarró a la barandilla,
sabiendo que había una posibilidad muy real de que sus piernas
estuvieran a punto de ceder.
Cómo era posible sentir tanto y seguir de pie, no tenía ni
idea. Pero cuando Julien se acercó a él y le dijo: —Ya lo he
hecho, —y lo besó antes de bajar las escaleras, Robbie se
agarró un poco más fuerte a la barandilla y observó cómo Julien
desaparecía entre los árboles.
—¿Puedo? —dijo Priest mientras se acercaba a Robbie y
le ofreció el brazo.
Robbie deslizó su mano a través del codo ofrecido por
Priest y dijo: —Gracias. Me siento un poco...
—¿Fuera de balance?
Robbie se rio. —Desbalanceado. Sin aliento, tan feliz de
que todo mi cuerpo se aleje de lo alto.
—Bueno, no hagas eso —dijo Priest mientras guiaba a
Robbie por las escaleras—. No cuando hay tanto aquí abajo
esperándote. —Al llegar al fondo, Robbie miró hacia adelante y
susurró: —Este lugar es como un cuento de hadas.
—¿Entonces es digno para una princesa?
Robbie asintió con la cabeza, y mientras Priest los guiaba
hacia adelante, Robbie se dio cuenta de algo que había
escuchado antes. Había estado tan distraído por lo que sentía
y viendo que no se había dado cuenta de que el sonido del agua
-el sonido de una cascada- era mucho más fuerte ahora.
Mientras Priest los transportaba a través del resplandor
dorado de las luces, Robbie se adentró en la belleza del trozo
intacto del paraíso al que de alguna manera se les había

228
concedido acceso esta noche. Entonces Priest los condujo a la
vuelta de la esquina, y Robbie jadeó.
—Oh, Dios mío. —Robbie apenas podía creer lo que estaba
viendo. Miró a Julien, que estaba de pie en una terraza frente
a una mesa que estaba cubierta con un mantel blanco, con la
luz de la luna brillando sobre ella, y el telón de fondo de la
cascada más hermosa que Robbie había visto en su vida.
—No puedo... No sé qué decir —dijo Robbie, mientras
intentaba mirar todo de una vez. Había velas en la mesa, tres
sillas alrededor y faroles por todas partes, y nada en sus sueños
más salvajes podría haberse acercado a una noche como ésta.
—Creo que nuestro chef te está esperando, cariño.
Mientras las palabras de Priest flotaban a su alrededor,
Robbie apartó los ojos del ambiente más romántico que jamás
había visto. —Entonces no lo hagamos esperar más.

JULIEN SE QUEDÓ CONMOCIONADO por los dos hombres que


caminaban en su dirección, permitiendo que el embriagador
sentimiento de amor lo envolviera. Durante los últimos meses
habían estado navegando a través de esta relación un día a la
vez.
Habían experimentado altibajos increíbles y algunas
bajadas devastadoras. Pero cuando Robbie les dijo que sí en el
porche, Julien supo que, de aquí en adelante, con lo que sea
que estuvieran lidiando, los tres siempre serían capaces de
superarlo juntos, como uno solo.

229
Mientras Priest se apartaba para dejar que Robbie subiera
los escalones, miró a Julien y le guiñó un ojo, quien pensó que
su corazón podría detenerse. Sabía que esta noche era la noche
de Robbie. Pero mientras Julien esperaba a que su princesa
llegara a él, no pudo evitar sentir que esto era una renovación
para él y para Priest también. Una afirmación de que su amor
era tan fuerte ahora como hacia ocho años.
—Bienvenida a su comedor para esta velada, Princesse —
dijo Julien.
—No parece real.
—Lo sé —dijo Julien, y miró por encima de su hombro a la
cascada que había a lo lejos—. No le creí a tu madre cuando
dijo que estaba aquí.
—Tampoco yo, —susurró Robbie mientras inclinaba la
cabeza hacia atrás para ver la escena en su totalidad—. Todo
este lugar, es exactamente como ella lo describió.
—Oui, lo es. Los dueños originales se lo pasaron a sus
hijos, quienes actualizaron algunas cosas, como esta terraza —
dijo Julien mientras colocaba una mano en la parte baja de la
espalda de Robbie—. Le prometí que tomarías muchas fotos.
La luz de las velas se reflejaba en los brillantes ojos de
Robbie. —Eso es lo único de lo que siempre se arrepintió.
—Lo sé —dijo Julien, y luego dibujó con sus dedos la línea
de la mandíbula de Robbie—. ¿Quieres sentarte? Déjame
deslumbrar tus papilas gustativas.
Robbie miró tres servicios de cúpula plateada. —¿Tú
hiciste todo esto?
—Con un poco de ayuda —dijo Julien cuando Priest se
acercó a ellos.
230
—Está siendo modesto. —Priest sacó un asiento a
Robbie—. Él hizo casi todo esto.
El cumplido de Priest calentó el corazón de Julien mientras
caminaba alrededor de la mesa y sacaba el corcho de la botella
de Pinot que iba a acompañar la comida de esta noche. Una
vez que Robbie y Priest estuvieron sentados, Julien les sirvió
una copa a cada uno, y luego se dedicó a quitar las cubiertas.
—Oh, guau, Jules. Esto se ve increíble —dijo Robbie
mientras miraba la comida que tenía frente a él—. ¿Es pato?
Julien asintió mientras se sentaba al otro lado de la mesa,
junto a Priest. —Oui. Es Magret de canard aux cerises avec une
sauce au Porto. Pechuga de pato asada con cerezas y salsa de
oporto.
—Vosotros dos me estáis malcriando. Esto suena delicioso
—dijo Robbie mientras tomaba su servilleta y la ponía sobre su
regazo.
Lo estamos —dijo Priest—. Es una comida que nos
recuerda un momento muy especial en nuestras vidas.
—¿Cómo es eso?
—Estaba probando esta comida con Priest para el
restaurante la noche que nos llamaste por primera vez desde
CRUSH, —dijo Julien, y Robbie frunció el ceño—. Cuando
yo…Ohhh.
Las mejillas de Robbie se sonrojaron, y Julien miró a
Priest, quien tenía una mirada desconcertada en su cara, como
si no pudiera creer dónde habían acabado todos ellos desde
aquella noche.
—Mmmm —dijo Julien mientras recogían sus cuchillos y
tenedores—. Decidí entonces que esta comida sería una que
231
guardaría específicamente para nosotros, y ahora eso te
incluye a ti.
Robbie negó con la cabeza y volvió a mirar a su alrededor.
—Todavía no puedo creer que esté aquí. Sentado en un lugar
que sólo imaginé en mi cabeza, con vosotros dos.
—Créelo —dijo Priest—. Te estábamos buscando. Una vez
que te encontramos, era sólo cuestión de tiempo.
Robbie suspiró. —Se siente demasiado bien para ser
verdad.
—Así es como sabes con seguridad que es —dijo Julien—.
Nada tan poderoso podría ser más que real.
Robbie asintió con la cabeza, sus ojos parpadeando, y
antes de dar su primer mordisco de comida, dijo: —¿Nos vamos
a quedar aquí toda la noche? Por favor, di que sí.
Priest lo miró, sus labios temblando un poco. —¿Quieres
decir, aquí con dos locos en medio del bosque sin nada más
que la ropa que llevas puesta?
Robbie sonrió juguetonamente, su alegría durante la
noche burbujeando fuera de él. — O quitármela de encima. No
soy quisquilloso.
—Entonces sí. Creo que puedes quedarte aquí dos noches
enteras con esos locos, —dijo Priest, lo que pareció complacer
inmensamente a Robbie.
—¿Y después? —preguntó Robbie, mirando a Julien.
—Después —dijo Julien, y le guiñó el ojo— te llevarán a
casa y se casarán contigo.

232
CAPÍTULO VEINTE

A veces los sueños se hacen realidad.


Si lo deseas con bastante fuerza
~ Robbie

—¿Estas satisfecho? —preguntó Julien, mientras Robbie


terminaba el último bocado de su soufflé de chocolate y se
sentaba.
¿Él lo estaba? Robbie creía que nunca había estado más
satisfecho con una comida en su vida. No es que fuera una
sorpresa, considerando que un chef de clase mundial lo había
cocinado. Mi chef de clase mundial. Espera, no, es mi
prometido.
—Oui —dijo Robbie con una sonrisa. Estaba tan feliz ahora
mismo, que se sorprendió de que su boca no estuviera atascada
en una sonrisa permanente—. Eso fue increíble.
—Bien. Estoy complacido.
—Y tengo que decir que ser servido por el ganador del
Chef Master en su sexy uniforme sobrepasa mi idea anterior de
que ambos se vistan y jueguen a ser buenos y malos policías.
Priest agarró su copa de vino y se rio. —Oh, no lo sé. Esa
idea ciertamente tiene su mérito.
—Sí, bueno, todos sabemos qué policía serías, —le dijo
Robbie a su otro prometido; sí, está bien, eso nunca va a pasar
de moda.
233
Todavía no podía creer dónde estaba y qué había pasado
aquí esta noche. Ahora estaba comprometido con Julien y
Priest, y no importaba cuánto tiempo pasara, su cerebro seguía
volviendo a eso una y otra vez.
—¿En qué estás pensando, princesse? —dijo Julien—.
Tienes una sonrisa de ensueño en tu cara.
Robbie no lo dudó. —Sí, ¿cómo podría tener otra cosa?
Mira este lugar.
—Aunque el lugar es encantador, —dijo Priest, y bajó su
copa a la mesa— me encuentro distraído por algo
completamente distinto.
Bajo el intenso escrutinio de la mirada de Priest, Robbie
se sintió casi.... tímido. —¿En serio?
—Sí, —dijo Priest—. Ahora hay dos palabras que deberías
empezar a practicar. Estamos deseando oírle decirlas muy
pronto.
Robbie no podía explicar por qué, pero de repente se sintió
tan nervioso con ellos dos como en su primera cita. Podría
haber tenido algo que ver con la forma en que se veían, con la
luz de las velas parpadeando sobre sus hermosas caras, y una
cascada cayendo detrás de ellos. Parecían dos dioses que
habían venido a llevárselo y guardarlo por toda la eternidad.
Al menos, así fue como Robbie vio su historia, y quería
memorizar este momento exacto para el resto de su vida.
—Si has terminado —dijo Julien— ¿te gustaría echar un
vistazo dentro de la cabaña?
Nada me gustaría más. —Sí, por favor.

234
Mientras Julien y Priest se ponían de pie, la mirada de
Robbie recorría sus altos marcos, y luego cerró los ojos por un
segundo y pidió un deseo.
Cuando los volvió a abrir, Priest dijo: —¿Estás bien?
Robbie empujó su silla hacia atrás para poder poder
ponerse de pie. —Sí. Sólo estaba pidiendo un deseo.
Julien sonrió. —¿Un deseo?
—Mmmm —dijo Robbie, y cuando Priest tomó los platos y
comenzó a apilarlos, Robbie recogió las servilletas—. ¿Haces
eso a menudo? —dijo Priest, mientras colocaba los platos en la
cesta que había sacado de debajo de la mesa.
—A veces —dijo Robbie, entregando las servilletas—. ¿Y
alguna vez ha habido un lugar más digno de un deseo que éste?
Este lugar es... Es mágico. ¿Y sabes qué? A veces los deseos
se hacen realidad.
—¿Lo hacen? —preguntó Julien, mientras entregaba a
Priest las copas de vino.
—Oh, sí —dijo Robbie—. Les deseé todo el tiempo a los
dos, y miren lo que pasó.
Los dos se rieron mientras Priest cerraba la tapa de la
canasta y Julien se inclinó para apagar las velas.
—Muy bien, chico descarado —dijo Julien mientras se
acercaba y extendía la mano—. Espero que quisieras entrar,
porque ahí es donde te diriges.
Eso estuvo más que bien para Robbie. No podía esperar
para entrar, desnudarse y luego arrastrarse entre las sábanas
con estos dos. Quería agradecerles y adorarles por la mejor
noche de su vida, y mientras estaban en medio de la nada,
Robbie pensó que era mejor que entraran para eso. No le
235
gustaba mucho la idea de rodar desnudo en la naturaleza, por
si acaso algo que no fueran sus hombres decidiera, ya sabes,
dar un mordisco.
Los tres regresaron por el jardín iluminado, y cuando
llegaron a la puerta de la cabaña y Julien la mantuvo abierta,
Robbie se detuvo y dijo: —¿Hay algún lugar donde pueda ir a
refrescarme?
—Oui —dijo Julien, y luego señaló hacia un estrecho
pasillo—. Allá abajo a tu izquierda.
—Ya encontrarás tu neceser ahí dentro —dijo Priest.
—Para que lo sepáis, —dijo Robbie— normalmente no
apruebo las intrigas que ustedes dos han estado haciendo a mis
espaldas. Pero como todo ha funcionado tan bien para mí, lo
voy a pasar por alto esta vez.
—Qué magnánimo de tu parte —dijo Priest, mientras
Robbie entraba y se dirigía directamente al pasillo. Por la
mañana, cuando saliese el sol, iba a ver la cabaña, porque
ahora mismo había otras cosas que quería hacer, dos cosas
más, para ser precisos.
—Eso pensé —dijo Robbie por encima del hombro, y justo
antes de entrar al baño, miró hacia atrás para ver a los dos
hombres que lo observaban—. Saldré pronto. Asegúrense de
extrañarme muchísimo mientras estoy ausente.
Robbie desapareció en la pequeña habitación y tuvo la
fugaz idea de que, si estaban atrapados en medio de la nada
por el resto de sus días, seguro que no le importaría.
Ni un poquito.

236
—ÉL DIJO QUE SÍ, —dijo Priest, mientras la puerta del baño se
cerraba y él y Julien entraban a la cocina.
—Oui, lo hizo —dijo Julien—. Muy enfáticamente. Varias
veces.
Priest puso la cesta sobre el mostrador y, al abrir la puerta
del lavavajillas, Julien se acercó para ayudar. Priest se la quitó
de la mano. —Tú cocinaste. Me encargaré de esto.
Julien se recostó contra el fregadero y cruzó los brazos,
con una sonrisa en sus generosos labios. —¿Estaba muy
enfadado por lo de la escolta policial? —Priest abrió el grifo y
enjuagó los platos mientras los apilaba uno por uno en el
lavavajillas—. Era muy.... como Robert.
Julien se rio. —Así que estaba furioso.
—Ah, sí. Hasta que se dio cuenta de que algo más estaba
pasando. Luego.... luego, como siempre, sintió curiosidad. —
Priest lavó los utensilios restantes, y una vez que estaban en
el recipiente, agregó el jabón y lo puso en marcha—. Este lugar,
esta cena.... Julien, la hiciste tan especial para él. Nunca va a
olvidar esto.
Julien puso sus manos en el pecho de Priest. —Lo hicimos
especial para él. El lugar era todo de Sofía. Pero tengo el
presentimiento de que podríamos habérselo pedido en la cárcel
y aun así habría dicho que sí.
Priest envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Julien
y lo besó suave, lentamente, hasta que las manos de Julien se

237
deslizaron sobre sus hombros y sus dedos encontraron el
cabello de Priest.
—Je t'aime, Joel —dijo contra los labios de Priest—.
Demasiado.
Priest subió las manos por la espalda de Julien mientras
besaba su camino hacia su oreja. —Te amo. Haces que todo en
mi mundo tenga sentido. Haces que todos nosotros tengamos
sentido.

Julien volvió a atrapar los labios de Priest en un beso lleno


de amor, lleno de eternidad, un beso que sólo mejoró con el
tiempo, y cuando se separaron, bajó su mano a lo largo de la
mejilla de Priest y trazó con un pulgar un sendero en sus labios.
—Déjame ir a quitarme el uniforme y lavarme un poco —
dijo Julien—. Hay un pequeño cuarto de baño enfrente, y
después de cocinar esta tarde, estoy…
—¿Perfecto? —dijo Priest, mientras Julien daba un paso
atrás, sus manos aún unidas.
—Eres parcial.
—Tengo razón. Apuesto a que Robert estaría de acuerdo.
Cuando Julien soltó una de sus manos y estaba a punto
de soltar la otra, Priest lo jaló para besarlo de nuevo, más
enamorado de su francés. de lo que nunca había estado.
Julien empezó a reírse y lo alejó. —Déjame.
—No quiero hacerlo.
—Dame diez minutos y puedes besarme todo lo que
quieras. No todos podíamos ducharnos y cambiarnos antes de
llegar aquí esta noche.
238
Priest lo dejó ir. —Bien, abandóname.
—Nunca. —Julien salió de la cocina y, al llegar a la puerta,
dijo: —Jamás.
Priest enjuagó y lavó las copas de vino, luego limpió el
resto de la cocina y apagó la luz. Mientras se dirigía al
dormitorio, comprobó que las puertas estaban cerradas con
llave y que las luces de afuera estaban apagadas. Podía oír la
ducha que aún corría por el pasillo, y sabía que no le quedaría
mucho tiempo hasta que apareciera Robbie. Así que Priest
encendió las lámparas de la cabecera de la cama, tiró de las
mantas hacia atrás y se desvistió.
Esta noche no podría haber ido mejor. Cuando Sofía les
había hablado del lugar y Julien les sugirió que vieran si todavía
estaba por ahí, Priest nunca podría haber imaginado lo que
habían encontrado.
Los nuevos propietarios habían renovado la cabaña para
convertirla en lo que es hoy en día: un oasis romántico y aislado
para luna de miel o escapadas especiales, y esta noche, un
compromiso digno de una princesa. Había sido perfecto, en
todos los sentidos.
Priest dobló sus pantalones y camisa sobre la tumbona de
la habitación, quedándose solo con sus bóxer negros, puso una
botella de lubricante debajo de la almohada y se metió en la
cama. Él y Julien le habían dejado a Robbie un regalito con sus
artículos de tocador esta noche, y Priest quería evaluar su
estado de ánimo una vez que llegara antes de decidir qué
dirección tomar para guiarlos a todos, y no tuvo que esperar
mucho tiempo.
Minutos después de que Priest se acomodó con la espalda
contra la cabecera y la sábana sobre su regazo, Robbie entró

239
al dormitorio. Con el cabello peinado hacia atrás, los pómulos
altos de Robbie hacían que Priest quisiera besarlos hasta llegar
a la oreja para poder decirle lo hermoso que era, porque en
verdad era exquisito.
Tenía una toalla alrededor de la cintura, y mientras
caminaba hasta el final de la cama, los ojos azules de Robbie
nunca se apartaron de Priest.
—¿Tuviste una buena ducha? —preguntó Priest, cuando
Robbie se acercó al pie de la cama.
—Sí, la tuve —dijo Robbie mientras tocaba el nudo en el
borde de su toalla.
—¿Y encontraste todo bien?
Los labios de Robbie se curvaron, revelando el hecho de
que, efectivamente, había encontrado lo que habían incluido
para él esta noche. —Sí.
—¿Y planeas compartir?
—Sólo por el resto de mi vida —dijo el coqueto, y luego se
liberó del nudo. Mientras Robbie tiraba la toalla sobre el final
de la cama, los ojos de Priest bajaron a los calzoncillos apenas
rosados que habían escogido y empacado para que su princesa
los usara esta noche.
—Date la vuelta. Muéstrame la parte de atrás —dijo Priest
con voz grave.
Mientras Robbie giraba lentamente para mirar hacia la
puerta, Priest acarició la sábana entre sus piernas, porque
Cristo, Robbie parecía jodidamente irreal. Los calzoncillos eran
apretados, escotados y ahuecados en su espectacular trasero,
y a través de las curvas entre las que Priest quería meterse se
encontraba la palabra PRINCESSE con una pequeña y brillante
240
corona sobre la I, muy parecida a la que Julien siempre
dibujaba.
La piel suave y cremosa de la espalda de Robbie hizo que
se le hiciera agua la boca a Priest, y cuando miró por encima
de su hombro y vio a Priest tocándose a sí mismo, Robbie
sonrió.
—¿Te gusta?
—Demasiado —dijo Priest, mientras Robbie se volvía para
enfrentarlo—. Sube aquí.
Robbie se subió al final de la cama, y a medida que se
acercaba, Priest pateó la sábana y Robbie se la quitó. Cuando
se la quitó, Robbie se mojó los labios y continuó subiendo por
el colchón hasta que estuvo a horcajadas en el regazo de Priest,
y tan pronto como estuvo lo suficientemente cerca, Robbie unió
sus bocas.
Priest la abrió en un instante, y cuando Robbie metió su
lengua dentro, Priest deslizó sus manos alrededor del culo que
acababa de admirar. Robbie gimió y tomó la cara de Priest en
sus manos, inclinándola de la manera en que quería obtener un
sabor más profundo, y mientras frotaba su hinchada polla
contra la de Priest, un gemido se desgarró de la garganta de
Priest.
—Jesús —dijo Priest mientras Robbie levantaba la cabeza
y lo miraba fijamente—. Eres tan jodidamente hermoso. Te
sientes increíble.
—Tú también. Tan malditamente bien. —Robbie pasó sus
dedos por el pelo de Priest mientras se movía hasta las rodillas
para mover sus caderas hacia adelante, y Priest apretó su
trasero, acercándolo aún más.

241
Priest pasó su lengua sobre el pezón cerca de su boca, y
cuando los dedos de Robbie se flexionaron en su pelo, Priest
mordió hacia abajo, haciendo que Robbie lo empujara hacia él.
—¿Lo quieres duro, así? —dijo Priest mientras miraba la
cara sonrojada de Robbie y le besaba el pezón.
—Mmmm —dijo Robbie—. Hazlo de nuevo.
Priest sonrió con suficiencia. —Mandona. —Deslizó sus
manos en el elástico de los calzoncillos de Robbie para que se
acomodara su trasero desnudo, mientras bajaba la cabeza para
morder y chupar el pezón de Robbie.
Priest amasó las nalgas firmes mientras que Robbie se
mecía contra él y jadeaba, podía sentir cómo el pre-semen de
Robbie le empapaba sus calzoncillos.
—Mierda, tienes que... —Robbie volvió a girar las caderas
hacia adelante—. Tienes que parar o me voy a...
—¿Correr? —añadió Priest mientras se sentaba contra la
cabecera.
—Sí, —dijo Robbie mientras bajaba las caderas y se
arqueaba al toque de Priest—. Dios. Sí....
—Bueno, no vas a querer hacer eso todavía, —dijo Priest,
mientras sus ojos se movían sobre el hombro de Robbie hacia
donde Julien estaba ahora, desnudo como el día en que nació—
. Julien acaba de llegar, y tenemos planes para... ¿qué has
dicho?... malcriarte.

242
LA ESCENA QUE saludó a Julien cuando entró al dormitorio le
hizo tener los pies moviéndose más rápido y la polla tiesa.
Después de lavarse, debatió sobre volver a ponerse algo.
Pero al final había decidido que se iba a interponer en su camino
y optó por su estado de vestimenta preferido, que era el de
desvestirse. Era una decisión de la que ahora estaba contento,
ya que tomó la forma en que Robbie estaba moliendo en el
regazo de Priest en esos pícaros calzoncillos rosas, y Julien se
hizo una promesa a sí mismo.
Vería a Robbie hacer exactamente lo que estaba haciendo
ahora mismo menos los calzoncillos, al final de la noche.
Robbie miró por encima de su hombro, bajó sus ojos
febriles a la polla de Julien, y se mojó los labios. Putain. Robbie
y Priest estaban tan embriagados de ver juntos que Julien se
agarró la polla y comenzó a acariciarse.
—Maldición —dijo Robbie, y fue a moverse del regazo de
Priest a su lado, pero Julien negó con la cabeza—. Non —dijo
Julien—. Quédate justo ahí. ¿Joel? Écarte tes jambes63.
Priest buscó algo debajo de su almohada y lo lanzó hacia
Julien, luego abrió sus piernas, lo que ensanchó el asiento de
Robbie y enfatizó el fantástico trasero que tenía.
Julien miró la botella de lubricante mientras subía la cama
para arrodillarse detrás de Robbie. —Dios. El rosa es siempre
mi color favorito en ti. Mejillas rosadas, labios rosados... —
Siguió sus dedos a lo largo de la columna vertebral de Robbie
hasta que llegó al borde de sus calzoncillos, luego los sumergió
dentro y por la grieta de Robbie, haciéndolo gemir—. Tu bonito
agujero rosa. Te ves encantadora en cualquier situación, y esta
noche no es la excepción, princesse.

63
Separa las piernas.
243
—Ah... Más, Jules —dijo Robbie, girando la cabeza para
que su aliento apareciera en los labios de Julien—. Quiero más.
Julien acarició su dedo sobre el agujero de Robbie, y
cuando Robbie aspiró en un suspiro, Julien dijo: —Voy a darte
mucho más, je te le promets. Pero primero, embrasse-moi64.
Julien les aplastó los labios y, mientras lo hacía, masajeó
la almohadilla de su dedo sobre la ansiosa entrada de Robbie.
El culo de Robbie se flexionó, y luego jadeó y separó la boca
para maldecir, y Julien vio que la mano de Priest estaba ahora
trabajando en la polla de Robbie.
Julien miró a su marido, vio los calzoncillos negros que
aún llevaba, y supo que Priest tenía que estar tan duro como
él y Robbie. Julien quitó la mano de los calzoncillos de Robbie
y dijo: —Quitémosle esto de encima.
Robbie asintió con la cabeza y salió corriendo del regazo
de Priest para quitarse los calzoncillos, y Julien tenía razón: la
enorme polla de Priest estaba prácticamente rompiendo el
material negro.
Cuando Robbie hizo a un lado sus calzoncillos y miró de
nuevo a Priest, que había bajado de la cama y puesto una
segunda almohada detrás de su cabeza, su mano encontró su
polla, y Julien hizo lo mismo. No era frecuente que tuvieran a
Priest así estirado para que se dieran un festín visualmente, y
ambos se tomaban un segundo para disfrutar el momento.
El despeinado color pelirrojo de su cabello en las
almohadas blancas sólo sumó al atractivo de Priest, y una vez
que le agregabas los músculos, el rastro del tesoro y esos
calzoncillos bóxer que delinean su pesada erección, fue un

64
Bésame.
244
milagro que tanto Julien como Robbie no se corrieran en ese
momento y en ese momento.
Priest extendió las piernas un poco más y bajó para frotar
su polla y sus bolas cubiertas, y Robbie volvió a la cama en un
abrir y cerrar de ojos después de eso. Mientras sus rodillas
golpeaban el colchón, Robbie miró dónde estaba Julien entre
las pantorrillas de Priest, y Julien asintió con la mano
trabajadora de Priest.
—¿Por qué no te interpones entre nosotros esta noche,
princesa? Échale una mano a Priest.
Robbie sonrió y luego se dispuso a sentarse entre los
muslos de Priest, de rodillas. Con la espalda desnuda hacia
Julien, Robbie miró por última vez por encima de su hombro
mientras se inclinaba hacia Priest, y cuando le dio un pequeño
apretón de manos a su trasero, Julien sonrió con satisfacción.
Oh, oui, Robbie entendió sin más palabras lo que Julien le
había prometido hacia unos minutos, estaba a punto de ser
entregado en su totalidad.

245
CAPÍTULO VEINTIUNO

Si así es como va a ser nuestra cama matrimonial,


apúntame de por vida ~ Robbie

PRIEST MIRÓ HACIA ABAJO, hacia donde Robbie estaba ahora


desnudo, se agachó y puso su boca juguetona sobre su polla
cubierta, y apretó los dientes con fuerza en un esfuerzo por no
decirle que le quitara los malditos bóxer.
Estaba tratando de recordar por qué los había dejado
puestos en primer lugar, pero cuando el aliento de Robbie
amortiguó el material que los moldeaba a su pene palpitante,
Priest estaba empezando a creer que había sido una idea
realmente estúpida. Julien estaba desnudo y duro, arrodillado
detrás del cuerpo doblado de Robbie, y la forma hambrienta en
que miraba la boca de Robbie, la polla de Priest no estaba
ayudando en lo más mínimo.
Priest quería salir de sus confines. Quería la boca de
Robbie en su carne, y cuando levantó los ojos hacia la de Julien,
Priest se animó. Esos ojos de jade parecían brillar, mientras
Julien se los pasaba por encima y le lamía el labio inferior, y
Priest cambió de opinión.
Quería salir de sus confines, y quería las bocas de Robbie
y Julien sobre él. Joder, incluso podría rogar por ello.
Los dedos de Robbie se metieron en los costados de los
calzoncillos del bóxer de Priest, y cuando comenzó a tirar de
246
ellos hacia abajo y su pene se soltó, Priest miró hacia abajo a
tiempo para ver salir la lengua de Robbie y tragar un largo y
húmedo camino desde la raíz hasta la punta.
Robbie gimió mientras extendía la mano para inclinarlo
hacia arriba, y luego arremolinó su lengua alrededor de la
ancha cabeza, donde sumergió su lengua en la hendidura,
haciendo que Priest maldijera. Robbie quitó los labios y dirigió
sus ojos coquetos hacia Priest, luego lo hizo de nuevo, y eso
fue todo. Priest extendió la mano para tomar un puñado del
pelo de Robbie y dirigirlo, y mientras Robbie lo chupaba, en lo
profundo, entre sus dulces labios, Priest levantó la vista para
encontrar a Julien concentrado en los dos.
Usualmente en el otro extremo de este escenario, Priest
se deleitó con el cambio esta noche, y se abrió a los dos
hombres que lo estaban observando y trabajando, y cuando
Robbie levantó la cabeza y miró a Julien por encima de su
hombro, lo que sea que pasara entre ellos era exactamente lo
que Priest había estado esperando.
Robbie se movió un poco hacia un lado hasta que Julien
se inclinó a su lado, una mano ahora plantada firmemente en
el colchón por la cadera de Priest, mientras Robbie sostenía la
polla de Priest como un maldito regalo.
El cuerpo de Priest estaba tan tenso como una cuerda de
trampa, mientras sus bocas flotaban a ambos lados de su
dolorida erección. Él quería esto más que su próximo aliento, y
cuando Julien y Robbie corrieron una lengua a cada lado de su
eje, y luego se turnaron para chupársela, Priest gimió y golpeó
su cabeza de nuevo contra la almohada.
Maldito infierno. Los dos lo lamieron, chuparon y luego se
besaron alrededor de la cabeza de su pene, hasta que ambos

247
gimieron entre los muslos de Priest, y finalmente dijo: —
Mierda. No más.
Ambos levantaron la vista y Julien sonrió. —¿Qué te
parece, princesse? ¿Quieres más?
Robbie sonrió como el diablo, y luego asintió cuando Julien
regresó a su posición detrás de Robbie, y Robbie se trepó sobre
el cuerpo de Priest, se puso a horcajadas sobre su cintura, y
luego se inclinó para decir contra los labios de Priest: —Quiero
mucho más.
Priest gruñó y corrió con sus manos alrededor de las
caderas de Robbie hasta el culo, y luego lo empujó hacia arriba,
frotando su dura polla bajo las bolas de Robbie. Priest entonces
abrió las mejillas de Robbie para Julien, quien recogió el
lubricante y vertió una gran cantidad en su grieta, y cuando
Julien lo tiró a un lado y deslizó su dedo a lo largo del camino
resbaladizo y dentro del agujero de Robbie, Robbie gritó y
Priest se chupó el labio.
—¿Ese tipo de más?
—Sí, ah... —Robbie gimió de nuevo cuando Julien añadió
un segundo dedo, haciendo que Robbie se retorciera sobre
Priest, dejando un camino pegajoso a su paso.
Priest corrió sus manos arriba y abajo de los lados de
Robbie, y Robbie plantó sus manos a cada lado de la cabeza de
Priest para obtener más impulso, y cuando comenzó a mecerse
en los dedos de Julien, Priest se inclinó para acariciar la polla
de Robbie.
—Oh Dios —dijo Robbie mientras miraba la cara de Priest.
Sus ojos estában llenos de excitación—. Yo... Jules... Joder...
Julien miró a Robbie a Priest, y su expresión de hambre
era exactamente la misma que la de su princesse, mientras que
248
Priest deslizaba sus manos hacia atrás para unirse a la de Julien
y agregaba un tercer dedo en la pequeña entrada estirada de
Robbie. Entraron y salieron de él, haciendo gimotear a Robbie,
y luego Priest dijo: —Manos y rodillas, cariño. Levántate sobre
mí. Que Julien nos vea así.
Priest y Julien sacaron sus dedos, y Robbie se puso en
posición, colocando sus palmas junto a la cabeza de Priest, y
sus rodillas a los lados, y cuando Priest empujó la cabeza ancha
de su asta contra la entrada de Robbie, se echó hacia atrás
sobre él.
Priest se levantó de la cama, y mientras el cuerpo de
Robbie lo envolvía, Priest cerró los ojos y apretó sus manos
contra los muslos de Robbie. Se sintió tan bien que los dedos
de los pies de Priest se rizaron y sus bolas amenazaron con
explotar. Pero cuando finalmente se las arregló para tener algo
de su maldito control, Priest abrió los ojos para ver a Robbie
mirándolo con una expresión de lujuria envuelta en un montón
de amor.
Mientras Robbie comenzaba a moverse sobre él en un
sensual balanceo de cuerpo, Priest le pasó una mano por el
cuello y bajó la cabeza para besarlo, y Robbie se volvió loco.
Pasó sus manos por el pelo de Priest y gimió mientras se
agarraba. Entonces encontró el ritmo adecuado para sí mismo,
y comenzó a montar a Priest hasta que se le abrió la boca y
jadeó.
—Ah, ah, ah, ah... —dijo Robbie mientras se movía encima
de él—. Maldita sea. Priest.
—Mmm, —dijo Priest, sus manos moldeando el trasero de
Robbie mientras se flexionaba, y cuando enterró su cabeza en
el cuello de Priest, Julien salió a la luz. Sus ojos estaban fijos
en el lugar donde Priest estaba penetrando a su princesa, y su
249
pene era duro como una barra de acero—. ¿Estás listo para
Julien, princesa?
—Sí —dijo Robbie, con un fino chirrido de voz.
—Bien, porque te mira como si fueras lo mejor que ha
visto en su vida. —Priest se retiró, pero mantuvo las manos en
su sitio para mantener a Robbie abierto para Julien, luego besó
la mejilla de Robbie y dijo: —¿Y sabes qué? No está
jodidamente equivocado.

JULIEN se movió de sus rodillas a sus pies, y mientras se


colocaba detrás de Robbie, pasó la punta de su polla sobre su
agujero estirado. Robbie gimió y luego empujó hacia arriba
hasta que estaba flotando sobre Priest de nuevo sobre sus
manos y rodillas, y mientras miraba por encima de su hombro,
sus ojos encontraron los de Julien y como lentamente hundió
su polla en el glorioso cuerpo de Robbie.
Robbie inclinó la cabeza hacia atrás y gimió el nombre de
Julien, y Julien puso sus manos en la cintura de Robbie y
comenzó a entrar y salir a un ritmo constante. A medida que el
cuerpo de Robbie se acostumbraba al ataque de Julien,
comenzó a moverse al mismo ritmo, y Julien se inclinó y apretó
un beso entre los omóplatos de Robbie.
—Très bien, princesa. Me encanta la forma en que tu
cuerpo encaja con el mío.
Robbie tembló y se echó hacia atrás para agarrar la pierna
de Julien. Apretó con los dedos cuando Julien empezó a
moverse de nuevo, y cuando Julien vio a Priest gemir al morder
250
y chupar el pecho de Robbie, se retiró y luego hizo un túnel de
vuelta al interior.
—Ah.... Joder, —dijo Robbie mientras sus brazos
vacilaban y cayó sobre Priest, quien se rio y llegó a acariciar la
polla y las pelotas de Robbie, luego hacia el saco apretado de
Julien mientras regresaba a su princesa.
—¿Te hace sentir bien, cariño? —preguntó Priest al oído
de Robbie.
Robbie jadeó. —Tan jodidamente genial.
Julien se inclinó hacia adelante y envolvió sus brazos
alrededor de la cintura de Robbie hasta que su frente estaba
alineada con la espalda de Robbie, y cuando captó los ojos de
Priest sobre él, Julien comenzó a girar sus caderas, lenta y
agradablemente, hasta que Robbie estaba lloriqueando y
escudriñando la boca de Priest.
Mientras los dos se besaban, Julien continuó moviéndose
dentro del cuerpo de Robbie hasta que su control amenazó con
ceder sobre él, y luego se soltó, y Priest estaba allí para ocupar
su lugar.
Mientras su enorme polla buscaba su objetivo, el agujero
de Robbie actuó como un faro, y Julien ayudó a guiar a Priest
el resto del camino hacia el interior. Priest era lo
suficientemente largo como para poder entrar en Robbie y
luego en otros lugares, y como Robbie lo acogió sin ningún
problema, Julien estaba a punto de correrse.
Bello, sexy y totalmente desinhibido, Robbie era de ellos,
desde la punta de su preciosa cabeza hasta las plantas de sus
bonitos pies, y cuando Priest se retiró varios minutos después
y Julien lo reemplazó, eso nunca había sido tan evidente.

251
Robbie se empujó hacia atrás, y esta vez Julien tomó su
hombro y lo jaló contra su cuerpo, de modo que ahora estaba
de rodillas, a horcajadas sobre Priest. Julien se agachó para
trabajar su polla por él, y Robbie le envolvió un brazo alrededor
del cuello.
Estaban en la misma posición en la que habían estado esa
noche en CRUSH. Pero esta vez no había ropa entre ellos y
nadie más en el camino, y Priest los estaba observando con
una mirada indómita que hacía que la mano de Julien bombeara
a Robbie un poco más rápido.
—Voy a verte correrte todo sobre él esta noche —dijo
Julien al oído de Robbie—. Y entonces, princesa, vamos a entrar
en ti.
La respiración de Robbie se aceleró, al igual que el
movimiento de sus caderas, cuando Julien comenzó a entrar y
salir. Robbie inclinó la cabeza hacia atrás y Julien lo besó en el
cuello hasta que Robbie gimió y apretó el culo. Entonces todo
su cuerpo se endureció, y Robbie gritó el nombre de Julien,
mientras se acercaba al pene duro de Priest y a la mano que lo
trabajaba.
Julien soltó la polla gastada de Robbie para agarrar su
barbilla y así poder besarlo, y cuando gimió en la boca de
Julien, las bolas de Julien se apretaron y él se corrió con mucha
fuerza.
—Mmm —dijo Robbie, mientras el pecho de Julien se
agitaba detrás de él—. Bésame otra vez, Jules... Joder.
Julien se vio obligado a soltar su polla, y luego ambos
miraron a Priest, quien dijo: —Más vale que ambos vengan
aquí, ¡ahora!

252
ROBBIE SE SINTIÓ tan increíble como Priest se veía. Extendido
bajo las piernas abiertas de Robbie, estaba boca arriba, con la
polla dura en la mano, con el semen de Robbie por todas partes
sobre él.
Julien había cumplido su promesa y, mientras avanzaba
junto a Priest para besarlo, Robbie se colocó en posición de
horcajadas sobre Priest y…
—Oh jodido infierno, Robert.
... se empujó fuertemente hacia abajo sobre Priest a su
resbaloso y caliente culo, cortesía de su francés.
—Se siente bien, ¿oui? —Julien susurró contra el oído de
Priest mientras ambos miraban a Robbie—. Nuestro prometido.
—Se siente increíble y bien usado.... de la mejor manera
posible. —Cuando Priest agarró un puñado de cada nalga,
empujó a Robbie hacia abajo hasta que las tres caras
estuvieron cerca—. Más vale que uno de vosotros me bese en
los próximos tres segundos o...
Robbie no dejó que Priest terminara. Él aplastó sus bocas
juntas cuando Priest comenzó a moverse en él, y cuando
Robbie levantó la cabeza para soltar un gemido de éxtasis,
Julien ocupó su lugar.
Maldita sea. Los dos estaban increíblemente calientes, y
al verlos uno al lado del otro, sus bocas se unieron, la mano de
Julien en la cara de Priest, hizo que las caderas de Robbie se

253
movieran un poco más rápido. Mientras su polla volvía a la vida,
Robbie puso sus manos sobre el pecho de Priest y lo empujó
hasta que se sentó, y comenzó a montarlo hasta que Priest
estaba golpeando la próstata de Robbie.
Priest soltó la boca para soltar un gemido, y sus manos
encontraron las caderas de Robbie cuando comenzó a hacer un
túnel hacia él. Robbie pasó sus dedos por su semen y lo usó
para deslizar su polla, y como Julien susurró algo en el oído de
Priest y luego lo besó, eso fue todo para Priest. Apretó los
dientes, arqueó la cabeza de nuevo en las almohadas, y luego
entró en Robbie en un torrente caliente de liberación.
Era el final perfecto para una noche perfecta, y cuando los
tres se quedaron sin aliento, Robbie fue a buscar la toalla que
había tirado al final de la cama, se limpió y luego miró a los dos
que lo miraban fijamente. —Bueno, si así va a ser nuestra cama
matrimonial, apúntame de por vida.
Priest agarró a Robbie y lo puso entre él y Julien. —Es
demasiado tarde de todos modos. Ya dijiste que sí.
—Mmmm —dijo Julien en su oído, y luego besó a Robbie
debajo de ella—. Estás atrapado con nosotros de por vida.
—A mí me suena como el cielo —dijo Robbie, mientras
giraba la cabeza para besar a Julien.
—Así es, ¿verdad? —susurró Julien, y luego sonrió contra
los labios de Robbie.
Robbie miró a Priest para ver que sus ojos estaban
cerrados y su boca relajada, mientras yacía allí en silencio, con
la respiración tranquila.
Fue increíble. Después de todo este tiempo de no dormir,
Priest parecía estar compensándolo. Ahora podía quedarse
dormido en un abrir y cerrar de ojos y permanecer así durante
254
horas, y aunque algunos podrían estar un poco molestos por
eso después de lo que acababa de pasar allí esta noche, Robbie
simplemente se volvió a su lado y se abrazó a Julien para
vigilarlo, ambos contentos de que Priest pudiera ahora
encontrar la paz tan rápidamente cuando se acostó junto a
ellos.
—Dulces sueños, princesse —dijo Julien mientras apagaba
las luces.
Robbie sonrió en la almohada y supo que nada se
compararía con el sueño en el que se había metido esta noche,
y le susurró: —Dulces sueños para ti, Jules. —Ni un segundo
después, se quedó dormido.

255
CAPÍTULO VEINTIDÓS

Embobados.
Aparentemente, eso es lo que Logan Mitchell les hace a
mis hombres.
Puede que tenga que matarlo.
~ Priest

—DEJA DE ESTAR NERVIOSO —dijo PRIEST al oído de Robbie,


mientras se paraba detrás de él con Julien en la entrada
principal de Logan y Tate.
Era domingo por la noche, cuando regresaron de la
cabaña, Logan los había llamado y los había invitado a tomar
algo si no estaban ocupados. Como su nueva casa estaba a sólo
tres manzanas65 de la de los Mitchell, Robbie quería aprovechar
la oportunidad de contarle a alguien más que a su familia sus
grandes noticias, hasta que subieron por el sendero de la
puerta principal. Ahora parecía un poco... aprensivo.
Robbie inclinó la barbilla hacia arriba y luego dijo con
altivez: —No estoy inquieto.
Los labios de Priest se estrujaron, y pensó, buen intento.
—Sí, estas nervioso por algo.
—¿Nervioso? —Robbie se rio un poco—. ¿Por qué iba a
estar nervioso? Conozco a Logan y a Tate desde hace años.

65
Cuadras.
256
—Oui —dijo Julien, mientras le pasaba un dedo por debajo
de la barbilla a Robbie—. Pero creo que Priest preguntaba si
estabas nervioso por decirles que nos comprometimos este fin
de semana.
Robbie se raspó los dientes en el labio inferior. —¿Por qué
iba a estar nervioso por eso?
Priest se inclinó hasta que sus labios apenas se separaron
en un susurro. —No lo sé. ¿Por qué lo estarías?
Las mejillas de Robbie se sonrojaron en un tono color rosa,
y justo cuando estaba a punto de responder, la puerta principal
se abrió, y se dio la vuelta para enfrentarse a Tate.
—Eh, chicos —dijo Tate mientras se pasaba una mano por
su despeinado cabello—. Adelante, adelante. Logan está en el,
ah —Tate aclaró su garganta y se puso a un lado— está en la
cocina.
—Gracias por invitarnos esta noche —dijo Robbie mientras
entraba.
—Por supuesto —dijo Tate, y Priest notó la camisa
ligeramente arrugada que llevaba puesta—. Puedes pasar
directamente. Recuerdas el camino, Robbie. —Robbie asintió y
desapareció hacia la cocina con Julien siguiéndolo.
Cuando Priest pasó junto a Tate, señaló su camisa. —Te
faltó un botón.
Tate miró hacia abajo, y seguro que dos de los botones
centrales estaban desabrochados. O llegaba tarde y corría o-
—Al menos es sólo uno, —dijo Tate con una sonrisa
irónica—. Si hubieras llegado cinco minutos después, quién
sabe cómo estaría saludando en la puerta.

257
Exactamente lo que Priest sospechaba. No es de extrañar
que Logan no fuera el que los saludara; probablemente estaba
en la cocina tratando de controlarse.... o tomando un trago
fuerte.
—Siempre podemos hacer esto en otro momento —dijo
Priest, haciendo reír a Tate.
—Nah, le añade más valor si tiene que esperar de vez en
cuando.
Priest soltó una carcajada, mientras Tate cerraba la puerta
tras él. —Eso o los lleva a beber.
—De cualquier manera, Logan sobrevivirá —dijo Tate—.
Adelante, entra.
Priest se dirigió a través de la casa bellamente decorada,
y aunque el estilo no era realmente el suyo, Priest tuvo que
admitir que el lugar de los Mitchell era íntimo y acogedor.
A su izquierda, había una chimenea que tenía un televisor
montado encima y una sala de estar frente a ella. El ventanal
delantero dejaba entrar la luz de la luna esta noche, y mientras
seguía a Tate a través de ese espacio y pasando por un
elegante comedor, Priest escuchó la charla de los otros tres
hombres en la cocina.
Cuando él y Tate entraron, Priest vio a Julien de pie a un
lado de una larga isla de la cocina y a Robbie a su lado con un
brazo metido a través del codo de Julien, con la cabeza apoyada
en su hombro.
Logan estaba parado en el lado opuesto del mostrador con
una tabla de cortar, limones -uno de los cuales había sido
cortado en segmentos- y un cuchillo. Había una botella de
tequila y dos vasos de chupito volteados al lado.

258
Ahh, pensó Priest, mientras se dirigía hacia sus hombres.
Así que la lamida, el sorbo y la succión habían comenzado antes
de que ellos llegaran.
—Está bien, viejo, —le dijo Logan a Robbie—. ¿Con qué
puedo empezar esta noche?
Robbie inmovilizó a Logan con una mirada fulminante. —
¿A quién llamas viejo? Tú eres el que se volvió…
—Dilo y te arrepentirás —dijo Logan, apuntando con el
cuchillo a Robbie.
Robbie puso los ojos en blanco. —Oh, lo que sea —dijo, y
luego miró a Priest, y la sonrisa en su cara era pura travesura.
—¿Vas a decirme lo que quieres? —dijo Logan.
—Estoy pensando —dijo Robbie, y frunció los labios—. Haz
estos dos primeros. —Cuando Logan levantó una ceja, Robbie
pareció darse cuenta de lo que había dicho y se echó a reír—.
Me refiero a conseguirles una bebida. Caray, Logan, saca tu
mente de los pantalones de mis hombres.
Priest besó la sien de Robbie y dijo: —No seas demasiado
duro con él, cariño. Tate ya está haciendo eso.
—Oh, ¿en serio? —dijo Robbie, mientras el bribón miraba
entre Logan y Tate—. En ese caso, ¿qué tal un Cock Tease66?
¿Sabes cómo hacer uno de esos?

66
Es un coctel a base de licor de melón, frambuesa, triple sec: licor de 40º de graduación
hecho a partir de la destilación de cascaras de naranja y también es conocido como
Cointreau y vodka. Es una jerga sexual burlona que se usa para describir a una persona
que coquetea y seduce a los hombres sin participar en actividades sexuales. El término
ha estado en uso en Gran Bretaña y los Estados Unidos desde el siglo XIX.

259
Logan se volvió hacia Tate y dijo: —Estoy seguro de que
uno de nosotros sí. ¿Verdad, Tate?
Tate le dirigió una sonrisa a Logan. —Ah, eh. Estoy
bastante familiarizado con eso.
—¿No lo estamos todos nosotros? —dijo Julien, y miró a
Robbie de frente a Priest, dejando claro a todos los presentes
en la sala quiénes eran exactamente los que se mantenían en
su trío en particular.
Logan se mofó y empezó a cortar los otros limones de la
tabla. Luego miró a Priest y dijo con una sonrisa en los labios:
—¿Por qué no me sorprende que tú seas el maniático del
control en esta relación?
Priest miró a Logan. —Porque a pesar de tu tendencia a
ser un grano en el culo, eres una de las personas más
inteligentes que conozco.
Logan dejó de cortar y miró a Robbie y Julien. —¿Acaba
de hacerme un cumplido? —Julien sonrió mientras Robbie
asintió, y Logan continuó: —¿Alguien puede anotar eso en
alguna parte? Y para que conste, Priest, nunca soy una molestia
para la gente que amo. Tengo cuidado de que sea una
experiencia agradable. ¿Verdad, Tate?
—Dios mío —dijo Robbie—. ¿Cuántas copas te has
tomado?
—Un trago de tequila —dijo Logan—. Y una buena y larga
mamada de Tate...
—Limones —dijo Tate, y luego metió una botella de
frambuesa y ron de vainilla a la manera de Logan—. Aquí, dos
onzas de cada uno de esos, y tomaré el jugo de arándano y
piña. ¿Qué puedo hacer por ti, Julien?

260
—Desea un Tom Collins67, y para Priest un Old Fashioned68
—dijo Robbie.
Priest sonrió y puso su mano sobre el culo de Robbie,
mientras Julien le guiñaba un ojo y le decía: —Merci de prendre
soin de nous, princesse69. —La cara de Robbie se sonrojó y los
ojos de Priest se dirigieron a Logan, que se reía de él.
—¿Estás bien, Robbie? —dijo Logan—. ¿O necesitas un
asiento en caso de que se te aflojen las rodillas? —Robbie se
volvió hacia Logan—. Cállate, Logan, o.… no sé, ve a chupar
el... limón de Tate.
—¿Así es como lo llamamos ahora? Es bueno saberlo. —
Tate se rio mientras mezclaba las bebidas de Julien y Priest y
luego las deslizó por el mostrador—. ¿Por qué no venís los tres
conmigo? Podemos poner en marcha la fogata y nos
instalaremos mientras Logan nos prepara algo de comida.
—¿Quieres que te ayude? —Julien le preguntó a Logan.
—¿Sabes qué? —dijo Logan—. Creo que sería estupendo.
No todos los días uno tiene la oportunidad de cocinar con uno
de los grandes.
—Y seamos realistas, cualquier ayuda que consigas
mejorará la comida —bromeó Tate.
Robbie siguió el ejemplo de Tate y se dirigió hacia afuera,
y Priest se detuvo a mirar a Julien, quien estaba caminando
alrededor del mostrador hacia donde Logan le estaba
sosteniendo un delantal. Decidido a darle a Logan un poco de
su propia medicina, Priest se cruzó de brazos y miró a la pareja.

67
Coctel a base de Ginebra, zumo de limón y azúcar.
68
Coctel a base de bourbon, azucar, licor de angostura, un poco de agua o soda, una rodaja de naranja y
cascara de limón.
69
Gracias por cuidarnos, princesse.
261
—Oye, ¿Mitchell? —Priest llamó por la puerta trasera, y
una vez que Julien se puso el delantal, Logan se volvió hacia
Priest—. Ni siquiera pienses en coquetear con mi marido
mientras no estoy aquí.
Logan sonrió con suficiencia. —¿Te preocupa que estemos
a punto de calentar la cocina?
Priest no sonrió mientras miraba la cara engreída de
Logan, y luego miró a Julien. —Y tú, trata de ser un poco menos
atractivo o algo así, ¿quieres? —Julien se rio de la expresión
severa de Priest.
—Hablo en serio —dijo Priest—. Todo el país sabe que
cuando cocinas, sólo te calientas más. Así que, Mitchell,
compórtate.
—Oh, relájate, Priest —dijo Logan—. Soy un hombre
felizmente casado.
—Nosotros también, y mira lo que nos pasó.
—Priest, me hieres —dijo Logan—. ¿De verdad crees que
voy a ligar con tu marido? Y yo que pensaba que habíamos
llegado tan lejos.
Priest se encogió de hombros, y cuando Logan finalmente
empezó a erizarse un poco, se rio. —Sólo estoy bromeando,
Mitchell. Disfruta tu lección de cocina. Estás aprendiendo del
mejor.
Logan lanzó un limón en su dirección, y cuando falló,
murmuró: —Cabrón, —y le disparó con el dedo a Priest
mientras salía por la puerta trasera.

262
UN PAR DE horas más tarde, cuando Robbie terminó su último
Cock Tease, sintió que el zumbido de la sensación de relajación
lo bañaba.
Se movió hacia atrás entre los hombres que lo
flanqueaban, y sabía que Julien y Priest se preguntaban cuándo
iba a contarles las noticias a Logan y Tate. Estaba trabajando
en ello, en realidad, lo estaba. Pero no había sido el momento
adecuado, o, ya sabes, la cantidad adecuada de alcohol.
No era que tuviera miedo de decírselo. Fue sólo que,
después de la forma en que Logan había reaccionado a los tres
cuando se habían reunido por primera vez, Robbie había
empezado a cuestionar la respuesta que podría obtener ahora.
Robbie conocía a Logan y a Tate desde hacía mucho
tiempo, y los consideraba su familia, y si decía esto en voz alta
y veía algo más que la alegría que sentía al respecto no estaba
muy seguro de cómo lidiar con eso.
Los ojos de Robbie se dirigieron hacia el hombre del que
una vez se había imaginado enamorado, y dejó que su mirada
se posara sobre el cabello color carbón de Logan, esos ojos
azules risueños y la camiseta y los pantalones cortos bien
planchados.
Logan siempre sería uno de los hombres más atractivos
que Robbie había visto. Pero se había dado cuenta de que el
amor que sentía por Julien y Priest era mucho más que el
enamoramiento que había tenido por Logan. Estos dos
hombres a su lado eran sus dueños en cuerpo y alma.
Exactamente de la misma manera, suponía Robbie, que Tate
era el dueño de Logan, y a eso se reducía todo: a ese
sentimiento de pertenencia.

263
Ahora todo tenía sentido....
—Tierra a Robbie —dijo Logan, pero no fue hasta que
Julien dijo en el oído de Robbie: —Ça va70, princesse... —que
Robbie salió de su aturdimiento.
Giró la cabeza hasta que sus labios estaban a sólo unos
centímetros de los de Julien. —Mmmm. Sólo estaba pensando.
—Ni siquiera quiero saber qué —dijo Logan.
Robbie se mojó los labios y luego decidió, qué demonios.
Ahora era tan buen momento como cualquier otro. —En
realidad, en mis prometidos.
Toda la conversación cesó en ese pequeño anuncio, y
cuando se registraron las palabras que Robbie había dicho,
Logan miró entre los tres y dijo: —¿Prometidos?
Robbie se mordió el labio y esperó, y cuando nadie dijo
nada, estaba a unos dos segundos de exigirle a alguien que
hablara.
Entonces, finalmente, Logan lo hizo. —De acuerdo, no sé
si vosotros dos sois valientes o estáis locos por aceptarlo de
por vida.
La boca de Robbie se abrió al mismo tiempo que Logan y
Tate se pusieron de pie. Y mientras caminaban alrededor de la
hoguera, Robbie se dio cuenta de que Logan estaba jugando
con él.
— Disculpa —dijo Robbie mientras se ponía de pie y se
enfrentaba a Logan—. Como si la gente no le hubiera dicho lo
mismo a Tate sobre ti.

70
Todo está bien.
264
—Creo que probablemente eras uno de ellos. —Logan
sonrió con suficiencia al alcanzar a Robbie y le dio un abrazo—
. Pero les demostramos que estaban equivocados. Es bueno
verte hacer lo mismo.
Robbie envolvió sus brazos alrededor de la cintura de
Logan y sonrió en el costado de su cuello. —Me alegro por ti —
susurró Logan, y besó su mejilla—. Me alegro por todos
vosotros.
Robbie no estaba seguro de por qué se sentía tan
emocionado, pero cuando se echó para atrás, se encontró
secándose una lágrima del rabillo del ojo.
Tate estaba ocupado estrechando las manos de Julien y
Priest, y cuando los tres miraron a Robbie y Logan, Tate asintió
con la cabeza y dijo: —Quiero agradecerles a los dos por
haberle dado finalmente a Robbie alguien con quien soñar
además de mi esposo.
Robbie miró a Logan e hizo una demostración de que
giraba los ojos. —Oh, por favor, su encanto no ha funcionado
conmigo desde hace mucho tiempo.
Tate se burló. —Y yo que pensaba que ese día nunca
llegaría.
—Yo tampoco —dijo Priest, haciendo que Robbie mirara
en su dirección.
—¿Qué? Debes admitir que cuando nos conocimos,
estabas enamorado de él.
La cara de Robbie se calentaba de vergüenza ante la
mirada fija y la sonrisa torcida de Priest.
—No lo mantuviste en secreto, —señaló Tate.

265
—No es mi culpa —dijo Robbie—. Todo el que conoce a
Logan se queda boquiabierto. Es como un rito de iniciación. Su
cara es demasiado perfecta o algo así. Pero luego abre la boca
y.…
—Disculpa —dijo Logan—. Estás en mi casa, lo recuerdas,
¿verdad? Bebiendo mi licor.
Robbie adoptó un puchero falso y abatió las pestañas. —
Mmmm. Es realmente bueno, también.
—Además, —dijo Logan, cruzando los brazos— nadie que
conozco se ha quejado cuando he abierto la boca.
Robbie empezó a reírse, encantado por la familiar volea
con Logan. Siempre había sido así con ellos, y él sabía que
siempre lo sería. Entonces Julien se las arregló para llamar la
atención de todos.
—Tengo que estar de acuerdo con Robbie en esto, —le
dijo a Logan—. Recuerdo la primera vez que te vi. La noche que
Priest me envió a The Popped Cherry. Tengo que admitir que
estaba... ¿Cómo lo llamaste, princesse? ¿Idiota?
La boca de Robbie se abrió al recordar el momento exacto
en que vio a Julien sentado en el bar de Tate. Le había dicho a
Logan que no podía ir a servirle porque era, bueno, Jules, y al
igual que el engreído bastardo de Logan, se había acercado
hasta Julien, sin tener ni idea de quién era, y había tomado su
orden.
Julien se rio de la expresión de Robbie, y cuando el cerebro
de Robbie le dio una patada, dijo: —Espera, ¿crees que Logan
era sexy?
—De nuevo, estoy aquí —dijo Logan.

266
Los ojos de Julien parpadeaban mientras miraba a Robbie.
—Es. Está buenísimo. También Tate. ¿Cuántas veces me lo has
dicho?
—Sí, pero tú y Priest estan...
—¿Casados? Oui. Y tú estás comprometido. Eso no
significa que estemos ciegos, mon cher petit. —Julien guiñó el
ojo—. Pero no te preocupes, sólo estaba esperando a que
alguien más guapo tuviera el coraje de venir a hablar conmigo.
—No estaba nervioso esa noche, —mintió Robbie.
—Estabas tan nervioso esa noche, —dijo Logan.
Tate se rio. —Es verdad. No paraba de decir que había
visto todos los episodios de tu programa. Luego se negó a ir a
servirte...
—Así que me tienes a mí en su lugar —dijo Logan.
La sonora risa de Priest y Julien hizo que Robbie se fijara
en Logan y Tate. —Puf, ustedes dos apestan.
—Sólo una pequeña venganza —dijo Tate.
—Además, —dijo Logan— conseguí que fueras a hablar
con él, y mírate ahora. Estás comprometido con el hombre. Así
que yo diría que me lo debes.
—En realidad, eso no es cierto —dijo Priest, y Robbie
podría haberlo besado por eso—. Julien habría encontrado una
manera de hablarle de una forma u otra. Lo envié allí por esa
misma razón. Por lo tanto, yo diría que Robert me lo debe el
resto de su vida.
La voz de Priest había sumado puntos, a ese lugar sexy al
que iba cada vez que estaba desnudo y dentro de Robbie o
Julien, y cuando Robbie se encontró con su mirada malvada,

267
vio el acalorado deseo y el amor arremolinándose en los ojos
grises de Priest.
—Estoy, eh, de repente estoy un poco... cansado, —dijo
Robbie, y le dio una palmadita en la boca en un bostezo falso
que nadie compró.
—Estamos pensando en una ceremonia a principios de
octubre —dijo Priest, mientras todos caminaban de regreso a
la casa—. Nos gustaría que estuvierais allí.
—No nos lo perderíamos por nada del mundo —dijo Tate.
—Bien —dijo Robbie, mientras paraban en la cocina—.
Quiero decir, tendrás una invitación, por supuesto. Va a ser en
la casa del lago de mis padres, donde solíamos pasar los
veranos. Mis hermanas están organizando todo, lo que
básicamente significa que la locura de Bianchi vendrá después.
Logan se rio. —Bueno, cuenta con nosotros. Tenemos que
ir a ver a la novia ruborizada el día de su boda. —Mientras se
abrían paso por la casa, Robbie sonrió—. Sólo asegúrate de
traer tus pañuelos.
Logan abrió la puerta principal, y cuando Priest y Julien
salieron, le dijo a Robbie: —¿Mis pañuelos?
—Sí —dijo Robbie, mientras miraba a la hermosa cara de
Logan—. Porque voy a estar tan hermoso que vas a llorar a
mares por haberme dejado ir.
Los ojos de Logan se suavizaron, se inclinó hacia adelante
y besó la mejilla de Robbie. —En ese caso, me aseguraré de
llevar tres cajas.
Mientras Robbie se enderezaba, Tate le guiñó un ojo y le
dijo: —Nos vemos en el trabajo.

268
—Nos vemos entonces, Sr. Mitchell, —dijo Robbie, y luego
corrió por las escaleras para unirse a Julien y Priest.
Logan gritó: —¿Y cómo te llamaremos el mes que viene?
Los tres se tomaron de las manos, y mientras caminaban
por el camino, Robbie gritó por encima de su hombro: —Ven a
la boda y lo descubrirás.

269
CAPÍTULO VEINTITRÉS

Robbie nos ha enseñado lo divertida que puede ser la


vida
cuando viajas un poco más ligero— hablando en sentido
figurado, por supuesto.
~Julien & Priest

Octubre....

ES UN BUEN fin de semana para una boda. Es un buen fin de


semana para una boda. Es un buen fin de semana para mi
boda. Al menos, eso era lo que Robbie se decía a sí mismo,
pero la nube ominosa que rodaba sobre el lago no le auguraba
nada bueno. —¿Val? Le diste la dirección correcta para la
entrega de las flores, ¿no?
— Eh, ajá —dijo Val desde el sofá de la gran habitación de
su mamá y su papá.
—¿Y el proveedor de comida? Sabe adónde venir.
¿Verdad, Felicity?
—Sí, Roberta. Libera el estrés...
—Quiero decir, puedo ver sillas allá abajo, —dijo Robbie,
ignorándola, mientras se acercaba a las puertas francesas que
conducían a la terraza de la casa de verano de los Bianchi—.
Pero no veo flores. No veo flores, no veo programas, y...
270
¿dónde están los arcos? No veo los arcos de organza en las
sillas como pedí.
Cuando una gota de lluvia golpeó el cristal de la puerta,
Robbie maldijo como si le hubieran dado en la cara con un
pastel.
—¿Eso es lluvia? —preguntó, sus ojos abriéndose de par
en par mientras otra gota golpeaba, luego otra, y luego otra—
. Oh, Dios mío. —Robbie se dio la vuelta para mirar a sus
hermanas, que estaban sentadas en el sofá compartiendo un
cubo de palomitas de maíz—. ¿Por qué llueve?
Felicity le dio el balde a Val, se puso de pie y caminó hacia
Robbie.
—Porque hoy es viernes, y te casas mañana —dijo ella
mientras ponía sus manos sobre sus hombros—. Hoy puede
llover.
—No. No, no puede —dijo Robbie—. Si llueve hoy, el suelo
se embarra, las sillas son blancas, y luego puf. —Se giró para
ver que las gotas de lluvia estaban cayendo un poco más rápido
ahora—. Qué desastre.
Felicity envolvió su brazo alrededor de la cintura de Robbie
y puso su cabeza sobre su hombro. —No va a ser un desastre
—dijo—. Bueno, a menos que Penny rompa aguas.
La cabeza de Robbie se movió para inmovilizar a su
hermana mayor con una mirada que hablaba de sus
sentimientos al respecto. Penny llevaba seis días tarde sin
tener un bebé a la vista, y le gustaría mantenerlo así durante
al menos cuarenta horas más. —Lo juro, será mejor que
mantengas las piernas cerradas...
—Si hubieras tenido esa charla con ella hace nueve meses,
hermano —dijo Val, y Penny cogió un puñado de palomitas de
271
maíz y se lo tiró—. No te preocupes —dijo Penny, y pasó sus
manos sobre su vientre muy hinchado—. Esta chica parece
estar cómoda donde está por ahora.
—Como yo —dijo Robbie—. Por ahora. Puede llegar en
cualquier momento después de la medianoche de mañana.
—¿Por qué entonces? —Val rio—. ¿Es entonces cuando te
conviertes de nuevo en una calabaza?
—No, es cuando se convierte de nuevo en nuestro querido
hermano, Robbie —dijo Felicity—. En vez de esta versión de
novia.
—Oh, lo que sea —dijo Robbie—. Sólo quiero que esto sea
perfecto. Sólo va a pasar una vez.
Felicity se golpeó los hombros con él. —O dos veces si eres
Julien y Priest.
Robbie sonrió ante la mención de sus nombres y supo que
era increíblemente afortunado de tener una familia que no sólo
lo entendía a él, sino que estaba dispuesto a abrazar a los
hombres únicos y maravillosos de los que se había enamorado.
—Sí, bueno, una vez para mí —dijo Robbie—. Pero ya que
han hecho esto antes, quiero que sea perfecto. Quiero hacerlo
diferente esta vez.
—Mmm, bastante seguro de que tienes eso cubierto —dijo
Felicity—. Tus hermanas lo están organizando, y hola, las
perras Bianchi sabemos cómo hacer una fiesta, tu padre te está
llevando al altar y tu Nonna va a estar sentada con tu madre
en la primera fila con una caja de pañuelos de papel. Por lo que
nos ha dicho, no tienen mucha familia...

272
—Intenta con ninguna. Bueno, ninguna que valga la pena
mencionar —dijo Robbie, y pensó en lo extraordinarios que
eran Julien y Priest a pesar de ello.
—Y ahora estás a punto de darles una enorme. Por lo que
he visto, les encanta eso tanto como a ti. Entonces, ¿ves? Ya
es diferente y perfecto.
Felicity tenía razón: necesitaba dejar de preocuparse y
disfrutar de esto. Julien y Priest estarían de vuelta con las
compras para la cena en cualquier momento, y Robbie no
quería que lo vieran perder la calma.
—Tienes razón —dijo Robbie, y luego se volvió para mirar
hacia las puertas.
—Por supuesto que sí.
Robbie sonrió a su hermana y la abrazó de cerca, y fue
entonces cuando se dio cuenta de que la lluvia había cesado, y
cuando el sol empezó a brillar, una sonrisa curvó sus labios.
Ya está, ahora es perfecto. Nadie va a arruinar mi maldito
desfile.

—¿TE APUESTO a que Robbie está entrando en pánico en este


momento? — dijo Julien, mientras miraba por el parabrisas del
Range Rover.
Apenas habían llegado al auto con los víveres antes de que
comenzara a llover, y cuando Priest se detuvo en los semáforos

273
que salían del estacionamiento, se rio. —Creo que es una
apuesta bastante segura por decir mucho.
Julien se rio mientras miraba a la solitaria nube negra que
parecía haber llegado. Pero no parecía que fuera a durar mucho
tiempo. —Oui. Al menos sus hermanas están con él y él no está
sentado ahí solo viendo esto.
—Es verdad —dijo Priest—. Estoy seguro de que saben
cómo lidiar con una crisis de Robbie mejor que nosotros.
—O saber cómo provocar a una —dijo Julien con una
sonrisa—. Las hermanas son muy buenas en ese tipo de cosas.
Priest tomó la mano de Julien y se entrelazo los dedos. —
Me encanta verte así.
—¿Cómo?
—Feliz —dijo Priest—. Libre para poder hablar de
Jacquelyn con una sonrisa en la cara. Ha pasado mucho tiempo.
Hay muchas cosas que me encantan de Robert, pero darte esa
libertad es lo primero en la lista.
Julien acarició con el pulgar sobre el de Priest, donde se
unieron sus manos.
—Los dos me dieron eso —dijo Julien en voz baja—. Me
mantuviste funcionando. Me mantuviste a salvo y vivo, para
llegar a este punto.
Mientras Priest observaba el camino, Julien tomó la fuerza
de sus brazos y manos, y supo que mientras Priest estuviera a
su lado, siempre se sentiría seguro. —¿Sabes lo que me gusta?
—preguntó Julien.
—¿Qué es eso? —preguntó Priest, sus ojos en el camino—
. Exactamente lo mismo que a ti.

274
Priest frunció el ceño y miró a Julien.
—Me encanta la forma en que Robbie te hace sonreír y
reír. Es relajado, fácil, y un poco… ridículo.
—¿Ridículo? ¿Quieres caminar el resto del camino de
regreso al lago? —preguntó Priest.
Julien se rio. —Non. Prefiero sentarme aquí y verte fruncir
el ceño. —Le pasó la mano por el brazo a Priest—. Sólo quiero
decir que te saca un lado más despreocupado, eso es todo. Es
maravilloso, y está en lo alto de mi lista de cosas que amo de
nuestra princesse.
Cuando Priest se detuvo ante un semáforo en rojo y lo
miró, Julien dijo con toda seriedad: —Mereces ser feliz, mon
amour. Lo sabes, ¿verdad?
—Siempre he sido feliz contigo.
La sonrisa de Julien se suavizó. —Ya lo sé. Pero me refiero
a todos los aspectos de tu vida. Tendemos a aferrarnos a
nuestro equipaje con demasiada fuerza, tú y yo. Creo que
Robbie ha sido genial enseñándonos lo divertida que puede ser
la vida cuando viajas un poco más ligero.
—Hablando en sentido figurado. —Priest se rio—. Pero
estoy de acuerdo. Siempre habíamos esperado eso, alguien
que pudiera equilibrarnos. Pero nunca supe que tan completos
nos haría sentir. ¿Tiene sentido?
—Así es —dijo Julien, porque él había estado sintiendo lo
mismo—. No puedo esperar a ver adónde vamos desde aquí.
De este fin de semana en adelante.
Priest le dio una media sonrisa tan encantadora que hizo
que el pulso de Julien se disparara. —Ni siquiera puedo
empezar a imaginarlo.
275
—No será aburrido —dijo Julien—. Eso es seguro.
—No, ciertamente no lo será —dijo Priest, y guiñó el ojo—
. De hecho, creo que va a ser bastante espectacular. Con
vosotros dos dentro, ¿cómo podría ser de otra manera?
—Espèce de flatteur, va71.
—Eso es un paso por delante de ser un ridículo — ijo
Priest—. Me lo quedo.
—Mmmm. Un gran paso —dijo Julien, y luego notó que la
lluvia había cesado—. Mira. La crisis ha sido evitada.
—Por ahora —dijo Priest, y Julien le empujó el brazo.
—No lo arruines.
—Tienes razón. Tenemos suficiente para pasar antes de
mañana. La lluvia no tiene por qué aumentarlo.
Priest no se equivocó. Cenarian con Robbie y sus
hermanas esta noche, y finalmente iban a conocer a la Nonna
de Robbie, Cheryl Bianchi.
—Creo que estaremos bien, mon amour. Tengo un buen
presentimiento, pero será mejor que volvamos a casa pronto.
Si las hermanas de Robbie son como él, no quiero lidiar con
cuatro Bianchis hambrientos.
Priest se rio, pero no discutió. En cambio, apretó un poco
más el pie contra el acelerador y los llevó de vuelta a la casa
del lago en un tiempo récord.

71
Eres un adulador.
276
DESPUÉS DE LA CENA CON sus hermanas, Robbie llevó a Penny
a la sala de estar junto con Julien y Priest, mientras que Val y
Felicity se encargaron de los platos. Se acercaba a las ocho y
sus padres llegarían en cualquier momento.
Su Nonna había pasado la semana en la casa de sus
padres, y habían estado esperando a que su padre llegara a
casa antes de dirigirse a la casa del lago. Mañana estaba todo
listo para ser un completo asunto de Bianchi -Dios los ayude a
todos- pero Robbie no lo hubiera querido de otra manera.
Mientras él y Priest ayudaban a sentarse a Penny en el
sillón, Julien le dio un par de cojines.
—Me siento como un contenedor con ustedes dos
ayudándome, moviéndome al siguiente lugar, y luego
bajándome. —Ella negó con la cabeza—. Probablemente estoy
tan pesada como uno de vosotros, también.
Mientras se acomodaba en el asiento, Priest se enderezó
y dijo: —En absoluto, —al mismo tiempo que Robbie dijo: —
Diría que te faltan al menos unas toneladas para llegar a un
contenedor.
Los ojos de Priest se abrieron de par en par, y parecía
realmente preocupado, como si tuviera que intervenir y salvar
a Robbie de una mujer embarazada. Pero cuando Penny
empezó a reír a carcajadas, se relajó visiblemente.
—Tienes suerte de que no pueda levantarme ahora mismo
—dijo Penny cuando se calmó—. O te patearía el culo por eso.
—Disculpa —dijo Robbie, y giró la cabeza para mirarse el
culo en cuestión—. No es flaco. —Luego miró hacia donde Priest
acababa de sentarse con Julien y decidió burlarse un poco de
ellos—. Vosotros dos no pensáis que tengo un culo flaco,

277
¿verdad? Estoy seguro de que nunca he oído a ninguno de los
dos describirlo de esa manera…
Julien resopló, y la ceja de Priest se elevó, y justo cuando
miraban a punto de contestar, la puerta principal se abrió y
todos se volvieron hacia el pasillo. Robbie caminó en la
dirección en la que sabía que sus padres iban a bajar, pero
antes de desaparecer a la vuelta de la esquina, hizo un guiño
por encima del hombro a sus hombres y dijo: —Te dejo para
que hables de eso con Penny. Enseguida vuelvo.
Robbie se dirigió al pasillo, donde vio a su Nonna
entregándole su abrigo a su padre, y cuando ella se dio la
vuelta para verlo, Robbie se dio cuenta de que estaba un poco
más frágil de lo que había estado la última vez que la había
visitado, pero eso no detuvo la sonrisa que le iluminó la cara.
—Robert, ven y dale un abrazo a tu Nonna —dijo ella, con
los brazos abiertos, y Robbie la abrazó y la besó en la mejilla—
. ¿Cómo estás, Vecchietta72?
—Psh. ¿A quién llamas viejo? Lo estoy haciendo bastante
bien, muchas gracias —dijo, yendo a buscar su nuevo bastón
para caminar, mientras Robbie se enderezaba y la dejaba ir—.
Y por lo que he oído, ¿tú también?
Robbie miró a su madre por encima de la cabeza de su
Nonna, y cuando ella asintió y le ofreció una sonrisa
tranquilizadora, supo que su situación inusual ya había sido
explicada, de alguna manera.
Dios bendiga a su madre.

72
Viejita. Expresión usada como un adjetivo cariñoso.
278
—Yo lo estoy... sí —dijo Robbie, y extendió su brazo.
Mientras Nonna deslizaba su mano a través del codo, Robbie la
llevó hacia la sala de estar.
—Si vienes conmigo, me gustaría presentarte a... —
Robbie se quedó corto con la palabra -prometido-, sintiéndose
de repente un poco inseguro de sí mismo. Una cosa era que
ella supiera de ellos, ¿pero en realidad decirlo en voz alta a su
Nonna de setenta y seis años? Bueno, eso era algo
completamente distinto.
Aparentemente, ella no sentía lo mismo. —Tus hombres
guapos, espero.
Los ojos de Robbie se abrieron de par en par, y cuando
ella le sonrió, dijo: —Puede que sea vieja, Robert, pero no he
perdido la memoria. Es ese encantador tipo de la tele que
cocina, ¿verdad? ¿Y el abogado guapo que ayudó a Vanessa?
Solían recogerte en el mismo coche.
Bueno, entonces. Parecía que no era necesario dar
explicaciones. —Así es.
—Por supuesto que lo es. No estoy ciega.
Claramente. Robbie se rio. —Bien, entonces, ven conmigo
y te los presentaré.
Mientras Robbie la dirigía a la sala de estar, Julien y Priest
se pusieron de pie y sonrieron. Luego se dirigieron a Nonna
para que no tuviera que ir demasiado lejos.
—Nonna —dijo Robbie—. Me gustaría presentarte a
Julien, y a Pri-Joel, ya lo sabes. Todos lo llamamos Priest
porque su nombre es...
—Sr. Priestley, lo recuerdo. —A medida que Nonna los iba
evaluando, Julien la saludó como siempre lo hacía: un beso de
279
ensueño en la palma de la mano diseñado para derretir los
corazones, y el de Nonna no fue la excepción.
—Bonsoir, mademoiselle —dijo Julien—. Robbie me ha
hablado mucho de ti. Es un placer conocerte por fin.
—El placer es mío, Sr. Thornton —dijo ella, apretando sus
dedos—. Tengo uno de tus libros de cocina.
—¿Vraiment?
—Eso significa realmente, —dijo Robbie, haciendo su
sonrisa más amplia—. Mira a mi nieto aprendiendo francés.
—Es muy bueno en eso —dijo Julien, y Robbie se pavoneó
ante el cumplido.
—No me sorprende. Siempre ha sabido hablar, en
cualquier idioma que tenga a su disposición. Y sí, de verdad. Es
tu libro de repostería francesa.
—Oh, oui, très bien. Tendremos que intercambiar recetas
algún día. Robbie ha estado tratando de enseñarme tu salsa
para pasta, pero me encantaría tener la oportunidad de cocinar
contigo alguna vez.
—Te doy mi palabra, —dijo Nonna, y luego se volvió hacia
Robbie—. ¿Escuchaste eso? Quiere cocinar conmigo. —Robbie
se rio y la besó la sien—. Por supuesto que sí. Eres la mejor.
Se volvió hacia Priest, y Robbie tuvo que admitir que había
tenido curiosidad por saber cómo iba a ir esta reunión desde el
momento en que comenzó a salir con Priest. Estos dos se
conocían, y Robbie no estaba tan seguro de cómo reaccionaría
su Nonna al salir con el ex de Vanessa.... eh, solo abogado.
Especialmente considerando lo mucho que solía discutir con
dicho abogado en ese momento.

280
Pero como siempre parecía suceder cuando se trataba de
Joel Priestley, nadie reaccionó a él de la manera que Robbie
esperaba. —Tenía el presentimiento de que volvería a verte.
Priest miró a Robbie y sonrió. —Eres una mujer
inteligente, entonces.
—Casi tan inteligente como tú, porque finalmente me
arrebataste a este —dijo ella, y Robbie sonrió.
—Estoy de acuerdo —dijo Priest, mientras tomaba su
mano—. ¿Cómo estás, Cheryl?
—Estoy muy bien, y muy emocionada de poder asistir a
una de las bodas de mis nietos. —Nonna miró alrededor de
Priest a Penny, quien puso los ojos en blanco.
—Todos lo estamos —dijo Ma, mientras los padres de
Robbie se reunían con ellos en la sala de estar.
—Nosotros también estamos emocionados —dijo Priest—.
No podemos agradecerte lo suficiente por aceptar ser el
anfitrión aquí.
—Oh, no seas tonto —dijo mamá—. No lo haríamos de
otra manera. Pero.... como es la noche antes de la boda, y
tenemos mucho que hacer mañana, creo que es hora de que
Robert venga conmigo.
—¿Esperar? ¿Qué? ¿Tengo que dormir en otro lado? — dijo
Robbie.
—Sí —dijo su madre, mientras tomaba la mano de Robbie.
Entonces ella miró a Penny y dijo: —¿Cómo estás?
—Aún embarazada —se quejó Penny, mientras su padre
la ayudaba a ponerse de pie.

281
—Pobrecita. Ve con tu papá. Te va a ayudar a subir. ¿Y
Julien, Joel? ¿Les enseñó Robbie la habitación en la que se
quedaran esta noche?
—Espera —dijo Robbie, mientras Penny desaparecía con
su padre—. También se casan mañana. ¿Por qué tengo que
dormir en otro lugar?
—Porque ya están casados, querido —dijo su madre como
si fuera lo más normal. Entonces ella le dio una palmadita en
el brazo—. Vamos, vamos, no hagas pucheros. Es tu culpa,
recuerda.
Priest y Julien trataron de cubrir una risa, y Robbie puso
los ojos en blanco. —Eso no es justo.
—¿Ayudaría si te dijéramos que te extrañaremos? —
preguntó Priest, y Robbie sacó la lengua.
—Le haré compañía a tus hombres hasta que se vayan a
la cama —dijo la Nonna de Robbie, mientras Julien tomaba su
mano y la acompañaba al sofá.
—Eso nos haría muy felices, —dijo Julien, y luego se
acercó a besar a Robbie en la mejilla—. Bonne nuit, princesse.
No puedo esperar a verte mañana.
Cuando Robbie frunció el ceño, Priest empezó a reírse.
—Puf, bien. Vamos —le dijo Robbie a su madre—. Necesito
mi sueño reparador de todos modos.
—No, no lo necesitas —dijo Priest, y besó su otra mejilla—
. Pero necesitas descansar. Buenas noches, cariño. Nos vemos
mañana.
Robbie y su madre se dirigieron arriba y hacia las
habitaciones en las que él y sus hermanas solían quedarse cada
vez que venían aquí para pasar el verano. Estaban en el lado
282
opuesto de las dos habitaciones de huéspedes, lo que él pensó
que era la intención de su madre, y cuando finalmente llegaron
a la habitación de Robbie, ella se sentó en su cama e indicó el
lugar a su lado.
—Felicity me dijo que le pediste que hiciera la ceremonia
mañana.
Robbie asintió mientras se sentaba, y cuando tomó su
mano en la suya, Robbie escuchó su dolor. —¿Ma? ¿Estás bien?
—Oh, sí. No te preocupes por mí. Sólo estoy... —Le puso
una mano en la mejilla a Robbie—. Sólo me siento un poco
emocional. Eso es todo.
Robbie puso su mano sobre la de ella y luego la besó. —
¿Buenas emociones? —preguntó, preguntándose si ella estaba
cuestionando la inusual unión en la que su hijo estaba a punto
de entrar—. Sé que esto puede ser un poco incómodo para ti y
para papá, pero…
—¿Robert? Shhh.... nena. Deja de preocuparte. Son
buenas. Estoy feliz y un poco triste de que mi bebé haya
crecido. Pero sobre todo estoy tan orgullosa del hombre en el
que te has convertido.
Los ojos de Robbie se agrandaron, y cuando ella soltó su
mano para acunar sus dos mejillas, dijo: —Siempre has sido
mi dulce niño. El que tenía una sonrisa para todos y no quería
nada más que ser amado. Y por esa razón, siempre me
preocupé más por ti. Que le darías tu amor a la persona
equivocada, hasta ahora.
Robbie no se dio cuenta hasta que se limpió una lágrima
de que estaba llorando. Pero cuando ella se inclinó y apoyó su
frente contra la de él como lo hacía cuando él era niño, no había
nada que él pudiera hacer para detenerlo.
283
—Una persona tendría que estar ciega para no ver cuánto
te quieren esos dos hombres. Esto podría no ser convencional,
y podría no venir con un documento legal adjunto. Pero desde
el momento en que nos pidieron a tu padre y a mí tu mano en
matrimonio, se convirtieron en parte de esta familia, y nuestra
familia no nos avergüenza, Robert. Así que mañana, sales y te
enorgulleces de lo que eres, porque ese es el hombre que crie,
y ese es el hombre que aman.
Robbie envolvió sus brazos alrededor de la cintura de su
madre, y mientras ella le besaba el costado de la cabeza, cerró
los ojos y se agarró fuerte hasta que, finalmente, se sintió lo
suficientemente unido como para soltarla. Tenía la mejor
familia del mundo. Lo sabía desde hacia mucho tiempo, pero
mientras estaba sentado con su madre, repasando los planes
de mañana, Robbie se dio cuenta de que no sólo estaba
entusiasmado por casarse con Julien y Priest, sino que también
estaba entusiasmado por darles esto.
Una familia que los amaría y aceptaría, y ocasionalmente
los volvería locos, y ninguna cantidad de dinero podría comprar
esa clase de amor o felicidad.

284
CAPÍTULO VEINTICUATRO

Maldición, los dos me hacen sentir como... guau.


~ Robbie

—BONJOUR, MON CŒUR. —La voz de Priest envolvía a Julien


como una caricia, mientras el sol se deslizaba entre las cortinas
de la habitación de huéspedes de la casa del lago y lo
despertaba de su sueño—. El sol está saliendo, la lluvia se ha
ido, y tú y yo nos casaremos con una princesa hoy.
Julien sonrió incluso antes de abrir los ojos, y cuando
finalmente lo hizo y giró la cabeza, Priest lo giró hacia atrás.
—Bonjour —dijo Julien mientras Priest se extendía a su
lado, con la cabeza apoyada en la palma de la mano—. Te has
levantado temprano. ¿No podías dormir?
—Podría... —dijo Priest, mientras bajaba la cabeza y
presionaba un suave beso en los labios de Julien—. Acabo de
descubrir que me gustaba más lo que había aquí que cualquier
otra cosa en mis sueños.
Julien sonrió contra la boca de Priest, una risita soñolienta
retumbando desde su pecho. —¿No estás encantador esta
mañana? —Priest besó su camino a la oreja de Julien y se
acurrucó debajo de ella—. Soy encantador todas las mañanas.
—Non, no lo eres. —Julien se rio mientras rodaba hacia su
lado y Priest deslizó su pierna entre las suyas, y luego deslizó
285
sus manos en la parte posterior de los calzoncillos blancos de
Julien—. Sueles estar melancólico y callado hasta que te duchas
y tomas cafeína.
Priest lo miró durante un minuto, y luego se encogió de
hombros. —Buen punto. Pero nunca soy así en mis días de
boda.
Julien puso sus manos contra el pecho de Priest y probó
el músculo allí. —Cierto. Siempre parece que te despiertas con
mucha energía en esos días en particular.
—Deberías saberlo; has estado ahí para los dos.
Julien besó a lo largo de la mandíbula de Priest, y cuando
tarareó en la parte posterior de su garganta, Julien lo empujó
a su espalda. Mientras colocaba una palma a cada lado de la
cabeza de Priest, Priest lo miró fijamente, con sus ojos grises
que captaban cada rasgo del rostro de Julien, como si lo
estuviera memorizando para toda la eternidad.
—Me encanta cómo me miras —dijo Julien, mientras
pasaba sus dedos por las gruesas hebras de cabello pelirrojo,
entonces, Priest ensanchó sus piernas para que Julien pudiera
instalarse entre ellas.
—Me encanta mirarte. Honestamente, no sé cómo tuve
tanta suerte de poder hacer esto el resto de mi vida. —Priest
metió las manos por la espalda a Julien y luego le pasó los
dedos por un lado de la cara—. Tienes un alma tan hermosa,
Julien. Siempre lo supe. Está ahí en todo lo que haces y dices.
Pero cada día que paso contigo, ¿qué te veo con Robert? Lo
juro, me enamoro más de ti. ¿Cómo es posible? Cuando ya te
quiero tanto.

286
Los ojos de Julien se nublaron al besar las yemas de los
dedos de Priest, luego se movió hacia abajo en la cama hasta
que pudo recostar su cabeza sobre el pecho de Priest.
Mientras el corazón de Priest golpeaba constantemente en
su oído, envolvió sus brazos alrededor de él, y Julien dijo: —No
lo sé. Pero entiendo cómo te sientes. —Julien miró a Priest—.
Nos ha enseñado nuevas formas de amarnos. Es increíble, ¿no?
—Sí. Realmente lo es.
Julien sonrió, pensando en su princesa durmiendo en otro
lugar de la casa, y supo que Priest lo extrañaba tanto como él.
—¿Ya le has mandado un mensaje? —preguntó Julien.
—No —dijo Priest, y luego sonrió—. Pero nos envió un
mensaje hace unos quince minutos. —Julien se rio y miró sus
teléfonos en la mesita de noche—. Por supuesto que lo hizo.
—Eh, sí —dijo Priest, y luego se acercó para agarrar el
suyo—. Pensé que esperaría a que te despertaras para que
pudiéramos llamarlo.
Julien besó el centro del pecho de Priest mientras éste se
movía hacia arriba de la cama, de modo que su cabeza estaba
apoyada en la almohada contra el cabecero. Cuando abrió el
teléfono, Priest lo giró y le mostró el mensaje a Julien.
Robbie: ¡Buenos días! ¡Feliz día de la boda! Espero
que hayais dormido bien. Estuve dando vueltas toda la
noche. Esta cama es demasiado grande para mí ~
suspiro ~ No puedo esperar a verlos a ambos hoy. O
enviar un mensaje de texto. O llamarlos...
Julien sonrió, y pudo ver la mueca detrás de esas palabras
tan claramente como si Robbie estuviera parado frente a ellos.
Cuando ninguno de los dos había respondido, había llegado un
segundo mensaje, luego un tercero y luego un cuarto.
287
Robbie: ¿O sabes, podrías llamarme tal vez?
Robbie: Genial, ahora tengo esa canción en mi
cabeza.
Robbie: ¿Dónde estáis? El sol ha salido. No me digas
que estás durmiendo hasta tarde, Jules. ¿En serio?
¿Hoy?
Julien negó con la cabeza. —Podrías haberlo contestado.
Y sacarlo de su miseria.
—Podría haberlo hecho —dijo Priest, mientras Julien se
bajaba de él y se movía para sentarse—. Pero me encuentro un
poco débil esta mañana. Con una sugerencia suya de que
viniera aquí, me habría derrumbado como un castillo de naipes.
Julien extendió la mano para coger el teléfono, y cuando
Priest se lo dio, Julien se inclinó y le besó en los labios. —No te
culpo en absoluto, mon amour. Yo habría hecho lo mismo. Pero
creo que los dos podemos manejarlo.
—Eso es lo que todos nos dicen —dijo Priest.
—Entonces veamos si tienen razón. —Julien dio con el
número de Robbie, y ni a la mitad del primer timbre, contestó
su princesse.

ROBBIE SE QUEDÓ mirando la segunda manecilla del reloj


mientras marcaba el tic tac a su alrededor demasiado lento
para su gusto. Estaba llegando hasta las siete y media, y lo
había estado mirando desde las cinco.

288
¡Puf! Demasiado para un sueño reparador. Había dado
vueltas y vueltas toda la noche en la cama en la que dormía
bien cada vez que venían a la casa del lago. Pero no anoche.
No. Había pasado allí la mayor parte de la noche pensando en
lo grande que se sentía, cómo... vacío, y había llegado a la
decisión de que nunca más quería dormir solo en ningún lugar.
Pensando que Julien ya estaría despierto haciendo su yoga
-o si tiene suerte, Priest- Robbie les envió un mensaje rápido
para hacerles saber que él también estaba despierto.
Por si acaso querían, ya sabes, llamarlo el día de su boda.
Robbie miró el teléfono, esperando una respuesta, y
cuando no llegó nada, envió otro mensaje de texto, y luego
otro, y cuando aún no tenía ninguno, Robbie emitió un profundo
suspiro y envió un mensaje de texto: ¿Dónde estáis? El sol ha
salido. No me digas que estás durmiendo hasta tarde, Jules.
¿En serio? ¿Hoy?
Sintiéndose un poco desesperado, y un poco patético por
lo mucho que los extrañaba, Robbie echó las sábanas hacia
atrás y caminó hacia los ventanales que dan al lago, y así como
así, se olvidó por completo de su inquieta noche.
La luz del sol de la mañana brillaba a través del agua
tranquila y se filtraba a través de la línea de árboles de la
propiedad para electrificar los vibrantes colores de las hojas del
otoño. Los ricos tonos de rojo, naranja y amarillo hicieron que
la mañana pareciera bañada en oro, y la glorieta estaba quieta
y silenciosa, bella en su soledad, mientras pasaba por alto el
agua.
Robbie ya podía ver a su madre allí abajo, deslizando los
ramos de rosas anaranjadas, crisantemos de color borgoña y
margaritas amarillas en los arcos de organza, y Felicity estaba

289
detrás de ella poniendo los programas en las sillas con
pequeñas calabazas de oro en la parte superior para
mantenerlos en su lugar.
Robbie llevó una mano a su corazón para tratar de calmar
su errático golpeteo. Pero sabía que era inútil. Este era el día
de su boda. ¿En este momento? No lo habría hecho nunca más,
y cuando miró fijamente a la mañana para saludarlo, supo que
iba a ser perfecto.
El sonido del zumbido de su teléfono hizo que Robbie se
alejara de la ventana para ver el nombre y el número de Priest,
y rápidamente lo cogió y le dio a responder, antes de volver a
sumergirse de nuevo en la magnífica vista.
—Bonjour, princesse, —dijo Julien, y Priest añadió: —
Buenos días, cariño.
—Buenos días —dijo Robbie, y se mordió el labio inferior
mientras se los imaginaba en la habitación de huéspedes,
descansando juntos en la cama—. ¿Cómo estás esta mañana?
—preguntó Priest, y si hubiera llamado cinco minutos antes, la
respuesta de Robbie habría sido muy diferente—. Estoy
maravilloso.
—Oui, tú eres eso —dijo Julien, haciendo que Robbie
quisiera desmayarse—. ¿Pero cómo te sientes? ¿Dijiste que no
podías dormir en tu texto?
Robbie se apoyó en la pared y vio a su madre y a Val
empezar a decorar el cenador con las mismas hermosas flores
que los ramos. —Sí, la noche fue larga.
—Sentimos oír eso —dijo Priest—. ¿Por qué no intentas
conseguir otra hora o así ahora?
—¿Estás bromeando? No podría dormir ahora, aunque lo
intentara —dijo Robbie—. Además, miré afuera y me di
290
cuenta... —Robbie se calló, preguntándose si lo considerarían
tonto.
—¿Qué, princesse? —demandó Julien—. ¿De qué te diste
cuenta?
Robbie sintió que se le calentaban las mejillas a pesar de
que estaba solo. —Sólo que no quiero perderme ninguna parte
de hoy. Ni un segundo de eso. Este es el día de nuestra boda.
—Sí, lo es. —La confirmación de Priest envió un escalofrío
corriendo por la columna vertebral de Robbie.
—Esta mañana está preciosa —dijo Robbie—. ¿Has visto?
Es el día perfecto.
—Por supuesto que lo es, cariño. No dejaremos que sea
nada más que perfecto para ti.
Robbie se rio mientras jugaba con el dobladillo de su
pijama. —Os echo de menos a los dos —confesó, negando con
la cabeza—. Eso suena tonto, lo sé, pero…
—No suena para nada tonto —dijo Julien—. Nosotros
también te extrañamos, y no podemos esperar a verte hoy.
—Ah, ¿sí?
—Oui.
—¿Así que no has olvidado cómo soy? —dijo Robbie—. ¿No
necesitas que vaya a recordártelo, quizás?
—Te dije que me haría esto, ¿no? —dijo Priest, y Robbie
pudo oír la sonrisa en su voz.
—¿Hacer qué? —preguntó Robbie.
—Poner a prueba su control —dijo Julien—. Priest se siente
un poco débil esta mañana cuando se trata de ti, princesse.

291
Mejor que te mantengas fuera de su camino hasta que pueda
reclamarte.
A Robbie le encantaba el sonido de eso, como… mucho.
—Pero para responder a tu pregunta, —dijo Julien— no,
no hemos olvidado cómo eres. Eres inolvidable, mon cher petit.
—Robbie perdió su habilidad para formar una frase coherente,
porque maldición, los dos le hacían sentir como... guau.
Cuando Robbie no contestó, Julien dijo: —¿Robbie? ¿Estás
ahí?
—Sí, yo sólo... —Robbie se detuvo mientras sus ojos se
movían hacia el reloj que había estado maldiciendo antes, y se
dio cuenta de que, oh, mierda, sólo tenía cuatro horas para
tener todo listo y lucir lo mejor que había lucido en su vida, y
que de repente no parecía lo suficientemente largo—. Tengo
que irme. Son casi las ocho. ¿Por qué no me dijiste que eran
casi las ocho?
Julien se rio. —Désolé.
Robbie se pasó una mano por el pelo mientras caminaba
hacia el espejo del dormitorio, y cuando vio su reflejo, sus ojos
se abrieron de par en par horrorizados. —Sí, bueno, ahora que
lo sé, tengo que dejar de hablar con vosotros dos e irme y
ponerme guapo.
Priest tarareó. —Ya eres guapo.
Robbie agitó la cabeza. —Confía en mí, si me vieras ahora
mismo...
—Yo me sentiría exactamente igual —dijo Priest—. Pero
vete, antes de que trate de convencerte de que vengas aquí.
—Robbie sonrió para sí mismo—. Te amo. A los dos.

292
—On t'aime aussi73 —dijo Julien.
Renuente a terminar la llamada, a pesar de que sabía que
tenía que ponerse en marcha, Robbie se demoró. —Los veré
pronto.
—Seremos nosotros los que te esperemos al final del
pasillo, —dijo Priest, y Robbie se quedó sin aliento al evocar
esa imagen—. No puedo esperar.
—Au revoir, princesse, —dijo Julien, y luego terminó la
llamada, y Robbie se dio una patada en el culo y se fue en
busca de sus hermanas. Era hora de comenzar oficialmente
este día, porque cuanto antes empezara, antes terminaría, y
entonces pertenecería a esos dos hombres increíbles por el
resto de su vida.

73
Nosotros también te amamos.
293
CAPÍTULO VEINTICINCO

Estamos destinados a estar juntos,


y si eso significa que queremos mucho -que así sea.
~ Robbie, Julien y Priest

—BUENO, ¿QUÉ OPINAS?


La voz de Priest hizo que Julien se apartara de las puertas
francesas, donde había estado observando a los invitados de
abajo localizando sus asientos. Mientras Priest salía del baño
vestido con un esmoquin clásico, Julien pasó sus ojos por
encima de los zapatos pulidos, por las largas piernas cubiertas
con el sastre, hasta el chaleco negro entallado, y los botones
negros de la camisa blanca. Entonces, anudado en la base de
su garganta, tenía una elegante pajarita negra. Su barba había
sido recortada, su pelo recogido, y sus ojos grises observaban
de cerca a Julien.
Julien se acercó, deslizó sus dedos en la solapa de Priest
y dijo: —J'en api les jambes qui temblent74.
—Merci —dijo Priest, mientras tomaba la mano de Julien
y retrocedía para mirarlo—. Te ves devastador. Robert va a
querer correr por el pasillo cuando te vea.
—Entonces será mejor que bajemos, ¿non?

74
Tus piernas son tentadoras.
294
—Sí, supongo que deberíamos —dijo Priest, mirando el
reloj. Acababa de marcar los doce y cuarenta y cinco minutos,
y la ceremonia iba a comenzar a la una—. Imagino que la
mayoría de los invitados ya están aquí.
—Oui, eso es lo que estaba mirando —dijo Julien, y tiró de
la mano de Priest, llevándolo a las puertas—. ¿Alguna vez
pensaste en un millón de años que nos casaríamos en una
familia que no sólo nos acepta, sino que ha invitado a sus
amigos y familiares a celebrar que su hijo se case con dos
hombres?
Mientras Priest negaba con la cabeza, vieron a Felicity
llevar a Elliot a su asiento, y a Valerie ayudar a bajar por el
pasillo a una acolchada y aún embarazada Penny.
—No, —dijo Priest, y levantó la mano de Julien para
besarla—. Pero no puedo decir que me sorprenda,
considerando el tipo de hombre que es Robert.
—Oui. Ahora todo tiene sentido, ¿no? Qué cariñoso es.
Qué abierto con su corazón.
—Lo hace, y se nota. Hay mucho amor para él en este
momento.
—Y aún más aquí arriba en esta habitación —dijo Julien,
mientras miraba hacia atrás a la escena de abajo. Las
hermanas de Robbie y Sofía habían creado una boda de
fantasía de otoño para el hombre que todos adoraban, y lo
único que faltaba eran sus novios—. Es hora de que bajemos y
nos unamos a ellos, ¿no crees?
Priest asintió, y Julien sabía que entendía lo que quería
decir. Durante tanto tiempo, los dos habían estado solos debido
a circunstancias fuera de su control. Pero hoy no sólo unirán

295
sus vidas a las de Robbie, sino también a las de sus hermanas,
sus padres, su Nonna, y pronto una sobrina.
El hombre que había irrumpido en sus vidas con su sonrisa
radiante y su disposición soleada estaba a punto de entregar a
los que lo hicieron así, para que ellos también los amaran. Ese
fue un regalo que ni Julien ni Priest podrían devolver. Pero era
algo que ellos apreciarían y respetarían profundamente por el
resto de sus vidas.

—YA SABES, TÚ NO ESTÁS TAN MAL.


La voz de Logan Mitchell irrumpió en los pensamientos de
Priest, mientras se paraba a un lado del bullicioso césped de la
casa del lago. Acababa de terminar de pasar por todos los
saludos con Julien a los Bianchi -y a los Bianchi extendidos- y
se había excusado de tomarse un momento o tres para pensar
en lo que le iba a decir hoy a Robert.
Priest no era exactamente el mejor cuando se trataba de
hacerse querer por los demás; habiendo crecido en una
situación tan alejada de ésta, descubrió que conversar con esta
multitud era como aprender otro idioma. Los Bianchi eran
divertidos, vibrantes y se amaban ferozmente, y Priest quería
asegurarse de que entendían lo mucho que Robert significaba
para él.
Todos atrapados en su cabeza, Priest ni siquiera había
visto llegar a Logan y a Tate, pero mientras Logan extendía la

296
mano, Priest la agitó, y notó lo bien que lucía Logan en su traje
gris con una corbata que encajaba con sus ojos azules.
—Gracias —dijo Priest, cepillando una hoja caída de su
solapa—. Tú tampoco tienes mal aspecto. Por otra parte, nunca
lo tienes.
Los labios de Logan se curvaron en una sonrisa que hizo
estúpidos a la mayoría de los mortales. —Me llevaré eso,
gracias. Tu Robert tiene una buena familia aquí. Acabo de
hablar con su hermana, Felicity. Tengo que admitir que siempre
me pregunté de dónde había salido.
—Son extremadamente agradables —dijo Priest, y luego
miró a todo el mundo que empezaba a sentarse en sus
asientos—. Muy acogedores, también, considerando nuestras
inusuales circunstancias.
—Para ser honesto, yo tampoco puedo creerlo, —dijo
Logan, tan serio como siempre—.Vosotros tres... ¿estarán
casados? Pero antes de que sigas adelante y hagas esto hoy,
hay algo de lo que realmente necesito hablarte.
Priest miró a Logan con cautela, con la esperanza de que
no iba a empezar a cagarse en ellos tres de nuevo. Priest ya
tenía suficiente en su mente, y eso era lo último en lo que
quería pensar. —¿Qué es eso?
Logan frunció el ceño y puso una mano sobre el hombro
de Priest. —¿Por qué dejaron que Robbie escogiera la música
para la ceremonia de su boda hoy? Felicity me lo acaba de
decir. ¿Han perdido la cabeza?
Las palabras de Logan fueron tan inesperadas que Priest
soltó una risa fuerte, haciendo que varias personas miraran
hacia su lado.

297
Logan sonrió y le dio una palmada en el hombro. —Quiero
decir, vamos —dijo—. Él es Robbie. ¿Quién sabe a qué va a
sonar por el pasillo?
Necesitando esa risa más de lo que pensaba, Priest dijo:
—Mientras no sea la nave estelar, lo consideraré una victoria.
—Creo que Julien y tú habéis perdido la cabeza, pero...
personalmente, no puedo esperar. —Logan miró por encima de
su hombro a Tate y Julien, ahora haciendo un gesto a él y a
Priest para que se unieran a ellos—. Parece que yo tampoco
tendré que hacerlo. Será mejor que me siente. Creo que el
espectáculo está a punto de comenzar.
Priest negó con la cabeza mientras se despedía de Logan,
y luego se dirigió a Julien. Priest tomó su mano, y se dirigieron
hacia el frente, donde Felicity los estaba esperando.
—¿Está todo bien? —preguntó Julien.
Priest asintió con la cabeza y dijo: —Todo es perfecto.
Vamos a empezar con esto. Estoy listo para ver a nuestro
prometido.
—Es la hora —dijo Felicity, y mientras comenzaban los
suaves acordes de un violín, Julien sonrió, y los dos pasaron
junto a la primera fila de sillas, donde se sentaban la madre de
Robbie y la Nonna.
Priest y Julien se detuvieron a besar sus mejillas, y cuando
las mujeres se ruborizaron y los espantaron, Priest lo consideró
absolutamente encantador. Fue maravilloso ver un poco de
Robbie en ellas, mientras él y Julien caminaban hacia la
glorieta, y luego se voltearon hacia las puertas francesas de la
cubierta, donde Robbie y su padre acababan de salir a la luz.

298
El sonido de la apertura de una puerta llamó la atención
de todos, y cuando se giraron en sus sillas, un jadeo colectivo
llenó el silencio.
Robbie se veía simplemente impresionante cuando se
detuvo en la terraza con su padre, y la luz del sol atrapada en
las mechas de caramelo de su cabello. Lo había estilizado en
una parte a la izquierda, lo que permitió que su preciosa cara
fuera la principal atracción del día, y qué cara era.
Con su delicada nariz, esos pómulos altos, y sus dulces y
brillantes labios curvados en una tímida sonrisa, Robbie había
hecho que los dos hombres que le esperaban se quedaran
mudos mientras continuaban absorbiendo cada detalle.
Robbie había emparejado su elegante esmoquin negro con
una camisa de color crema y un chaleco, corbata y pañuelo de
color lila, y mientras su padre lo llevaba a través de la terrza
hasta las escaleras, todo lo que Priest y Julien podían hacer era
mirar con asombro.
—Mon Dieu, il est magnifique75, —susurró Julien mientras
Antonio llevaba a su hijo por las escaleras hasta la cabecera del
pasillo, y Priest pensó: Dios mío, tiene razón, porque
seguramente sólo Dios podría haber creado a alguien tan
increíble como Robert Antonio Bianchi.

ROBBIE SE DETUVO en la ventana de la sala de estar delantera,


tratando de pensar en otra cosa que no fuera el ataque
repentino de los nervios que lo habían golpeado hace unos diez

75
Dios mío, es magnífico.
299
minutos. Pero desde que Felicity le había dicho que Julien y
Priest estaban afuera esperando, las palmas de Robbie
comenzaron a sudar.
Toda la mañana le habían mantenido alejado de ellos, le
habían dicho que tenía que quedarse en el lado opuesto de la
casa y que no mirara por ninguna de las ventanas, y aunque
normalmente echaba un vistazo, esta vez había hecho lo que
le habían dicho, queriendo que la primera vez que los viera
fuera una sorpresa.
Ahora estaba aquí. El momento. Estaba a punto de ocurrir
tan pronto como...
—¿Robbie?
...su padre viniera y se lo llevara.
—¿Sí, papá? Estoy aquí —dijo Robbie mientras su padre
cerraba la puerta y entraba a la sala de estar. Cuando Robbie
se dio la vuelta, su padre se detuvo y dijo: —Guau.
Robbie miró su esmoquin y luego volvió con su padre. —
¿Sí?
—Ah, sí —dijo papá cuando se detuvo frente a Robbie y le
enderezó la corbata—. Vas a hacer llorar a esos dos hombres
cuando te vean. Sei bellissimo76. —Robbie se sonrojó cuando
su padre lo besó la mejilla—. ¿Estás listo?
—Creo que sí —dijo Robbie, y luego respiró hondo y lo
dejó salir.
Su padre apartó las manos, levantó el brazo y dijo: —¿De
acuerdo?

76
Estás bellísima.
300
Robbie asintió con la cabeza y tomó el brazo ofrecido. —
De acuerdo.
Mientras caminaban hacia la puerta, Robbie se concentró
en cómo respirar y dejó que su padre lo guiara a través de la
casa hacia la terraza trasera. Al acercarse a las puertas
francesas, Robbie pudo ver a toda su familia y amigos sentados
en las sillas frente al lago, y al pasar junto a Val, que se paró
a un lado del sistema de sonido, ella hizo un chillido silencioso
y dijo: —Te ves precioso.
Robbie se ordenó a sí mismo no llorar, por el amor de
Dios, ni siquiera estaba afuera todavía, pero cuando abrieron
la puerta y todos se dieron la vuelta para mirarlo, Robbie pensó
que podría desmayarse. Como si sintiera cómo se sentía, su
padre se detuvo un momento, y Robbie clavó sus dedos en la
manga de Pa mientras se orientaba.
Escudriñó las caras familiares que lo miraban fijamente.
De Penny, a Elliot, a Logan y Tate, los ojos de Robbie se
posaron sobre primos y amigos, sobre su mamá y su Nonna, y
luego, finalmente, encontró a los dos hombres parados al final
del pasillo esperándolo, y Robbie apretó más el brazo de su
padre.
Priest y Julien estaban de pie uno al lado del otro, y como
siempre, cuando salían a la luz, el resto del mundo se
desvanecía.
Priest se veía exactamente como Julien lo describía a
menudo. Como un caos envuelto en sofisticación clásica. Ese
choque de pelo de color llama fue eliminado de su atractiva
cara, e hizo que el esmoquin negro y pulido que llevaba
pareciera como si tratara de domar todo el fuego que ardía
dentro de él. Pero cuando la mirada de acero de Priest se

301
conectó con la suya, no había nada que Robbie quisiera más
que prender fuego y quemar el resto de sus noches con él.
Incapaz de evitar que sus ojos se dirigieran al hombre a
la izquierda de Priest, Robbie se preparó para el impacto total
de Julien, pero eso no le ayudó cuando golpeó.
Con un traje negro, con un chaleco blanco y una corbata
gris paloma, Julien se veía excepcionalmente guapo. Atemporal
de una manera que hace que tu aliento y tu corazón lata un
poco más rápido, Julien parecía un príncipe que había salido del
cuento de hadas de Robbie y que había venido a llevárselo por
los aires, además, estaba en peligro de desmayarse frente a
toda su familia.
—¿Estás bien? —le preguntó su papá en voz baja,
recordándole a Robbie que había gente esperándolo.
Robbie de alguna manera logró un sí, y mientras su padre
lo guiaba por las escaleras y lo llevaba al pasillo, Robbie
mantuvo sus ojos fijos en Julien y Priest. Cuando se detuvieron
por un momento, Robbie supo lo que estaban esperando, y ni
un segundo más tarde, comenzó.
Los violines sonaron con All the Way de Frank Sinatra se
desbordaron de los altavoces exteriores de su padre y salieron
al aire libre, y tan pronto como la melodía llegó al pasillo de
Priest y Julien, las sonrisas que cruzaron sus bocas hicieron que
los pies de Robbie se movieran.
Las palabras parecían llevarlo por el pasillo como si
estuviera flotando, y Robbie sabía que nunca había habido una
canción más perfecta para ellos que está.
Cuando finalmente llegó a ellos, y ambos tenían una mano
extendida, Robbie deslizó sus dedos fuera del brazo de su
padre. —Gracias, —le susurró Robbie.
302
Pa asintió, y luego miró a Julien y a Priest. —La misma
regla se aplica a este que a mi esposa, caballeros. Haces que
mi hijo se entristezca, ¿me respondes a mí, capito?
Mientras Priest y Julien asintieron, Robbie tomó cada una
de sus manos, y lo guiaron bajo el cenador entre ellos. Robbie
tragó y se preguntó si debía decir algo, pero antes de que
pudiera localizar su lengua, Felicity aclaró su garganta.
Se veía preciosa con su vestido burdeos, con margaritas
amarillas en su cabello ondulado, y cuando le sonrió, Robbie no
pudo evitar sonreír. —Ahora que estamos todos aquí, —dijo
ella— ¿les gustaría empezar?
Julien y Priest le apretaron la mano a Robbie, y como si
eso lo hubiera despertado de algún modo de su estado onírico,
Robbie encontró su voz y finalmente fue capaz de responder
con ellos: —Sí.
—Muy bien, —dijo, y luego miró a la gente que estaba
detrás de ellos. La gente que Robbie había olvidado por
completo estaba allí.
—Bienvenidos, todos, a este maravilloso y... único día que
estamos aquí para celebrar, —comenzó Felicity—. Y realmente,
¿esperaríamos algo más de Robbie? No, no lo haríamos, y
aunque me pidió que me pusiera de pie y realizara esta
ceremonia para los tres esta tarde, en realidad no soy
necesaria...
La boca de Robbie se abrió, mientras Felicity se
adelantaba y le besaba la mejilla, luego caminaba alrededor de
todos ellos y les decía a los invitados: —Julien y Joel han pedido
que se harán cargo desde aquí, y creo que harán un trabajo
mucho mejor que el que yo haría de todos modos. —Entonces
ella fue y se sentó.

303
Robbie se había dado la vuelta para ver cómo se iba, y
cuando Priest y Julien se movieron para pararse frente a él, uno
frente al otro, Robbie se dio cuenta de que ahora todos estaban
en el centro del escenario -o en el cenador central, como era-
y su pulso comenzó a acelerarse.
—Princesse —dijo Julien, y mientras sonreía, ese hoyuelo
que a Robbie le encantaba apareció en la mejilla derecha de
Julien, y Robbie estaba hipnotizado—. Je t'aime et je t'adore.
Te amo y te adoro. Lo he hecho desde el momento en que me
senté en un bar y tú me golpeaste con tus bonitas pestañas.
Esa fue la noche en que caí bajo tu hechizo, y desde entonces
he estado cautivado.
La barbilla de Robbie comenzó a temblar, y cuando Julien
dio un paso adelante y colocó la palma de la mano de Robbie
en su pecho, Robbie hundió sus dientes en su labio inferior para
tratar de contener las emociones que amenazaban con
abrumarlo.
—Tú, mon cher petit, irradias luz y risas y me haces
sonreír cuando estás cerca. Tu alegría de vivir es contagiosa, y
me has enseñado a celebrar lo que se ha ido y no a llorar,
devolviéndome a mi hermana cuando por tanto tiempo estuvo
perdida para mí. Tú amas con todas las fibras de tu ser, y
cuando veo que miras a Priest con la misma expresión en tus
ojos que siento en mi corazón, no puedo explicar por qué, pero
eso me hace amarte aún más.
Julien se detuvo y luego pasó sus dedos por el lado de la
cara de Robbie. —Me miras y mi alma se regocija. La haces
feliz, cada una de sus partes. Je veux être avec toi pour
toujours. Quiero estar contigo para siempre, y nada me
gustaría más que si tomaras mi nombre y fueras mi esposo.

304
Una lágrima se deslizó y corrió por la mejilla de Robbie, y
cuando asintió y estaba a punto de intentar hablar, Julien besó
la lágrima y susurró: —Todavía no...
—Robert —dijo Priest, y cuando Julien dio un paso atrás,
la atención de Robbie se centró en Priest, cuyos ojos se habían
oscurecido ante el tormentoso amor gris de Robbie—. Tú y yo
tuvimos un comienzo bastante... interesante.
Por increíble que fuera, los labios de Robbie se movieron,
tal como sospechaba que Priest lo había hecho. Entonces Priest
frotó su pulgar sobre el dorso de la mano de Robbie y siguió
hablando.
—La mayoría de la gente que está sentada detrás de mí
sabe esto de nosotros. O eso es lo que he descubierto
recientemente. Pero esto es lo que pasa con los comienzos
interesantes: son los que nos enganchan y nos hacen querer
volver para una segunda mirada. Los comienzos interesantes
son los que nos hacen detenernos y tomar nota, como una
corbata amarilla brillante en un ascensor o un ladrón de autos
en un callejón. Son lo que me hizo parar. Son lo que me hizo
mirar dos veces. Y lo que vi mirándome las dos veces fue a un
hombre que sabía que quería ver por el resto de mi vida.
El cuerpo entero de Robbie tembló bajo el poder y el peso
de las palabras de Priest, y cuando levantó la mano de Robbie
y apretó un beso reverente en el interior de la palma de su
mano, Priest cerró los ojos por un momento, y Robbie succionó
con un aliento seriamente tembloroso.
—Una vez nos dijiste que pedías deseos —dijo Priest, y
abrió los ojos—. Hoy, tú has hecho que el mío se haga realidad.
Yo te amo. Te amamos. Y quiero que hoy sea la última vez que
nos despertemos sin ti. Tu padre nos dijo a Julien y a mí la

305
noche que le preguntamos si podíamos casarnos contigo que
te queríamos muchísimo.
Los ojos de Robbie se abrieron un poco, esa información
una nueva, y Priest se rio.
—Y tiene razón. Queremos muchísimo. Te amamos a ti,
nos amamos a nosotros, y queremos un para siempre. Eres un
hombre excepcional, Robert Antonio Bianchi. No puedo esperar
a ver a dónde nos llevará cada día después de esto cuando ya
hemos llegado tan lejos, y yo también me sentiría honrado si
tomaras mi nombre con el de Julien y aceptaras ser nuestro
esposo.
Robbie no estaba seguro de cómo seguía de pie, pero
mientras miraba las dos caras más llamativas que había visto,
dijo: —Sí. Con cada parte de mí, sí. Para los dos.
Robbie se llevó las dos manos juntas a los labios y las
besó, cerrando los ojos por un momento mientras intentaba
concentrarse. Cuando estaba claro que eso no iba a suceder
pronto, los volvió a abrir y dejó caer las lágrimas.
—El año pasado —dijo Robbie, mientras miraba entre
Julien y Priest— en esta época, hubo un momento en el que
pensé que había algo malo en mí. Que había algo que
necesitaba cambiar de mí mismo porque nadie con quien salía
se quedaba conmigo; ellos siempre seguían adelante. Pero
resulta que me equivoqué. —Robbie sonrió—. No siguieron
adelante porque había algo malo conmigo. Siguieron adelante
porque no eran ninguno de los dos. Ustedes dos están donde
se supone que debo estar, nunca he estado más seguro de
nada en mi vida que de esto.
Robbie parpadeó y se tragó sus lágrimas. —La mayoría de
la gente no nos entiende. Pero no es necesario. Nos amamos

306
los unos a los otros. Estamos destinados a estar juntos, y si
eso significa que quieres mucho, entonces yo también. Porque
nada, y quiero decir nada, me haría más feliz en este mundo
que convertirme en Robert Antonio Thornton-Priestley.
Los aplausos resonaron detrás de Julien y Priest, y Robbie
había estado tan absorto en su momento que casi le sorprendió
escucharlo. Pero cuando Julien lo empujó hacia adelante y besó
sus labios, Robbie se fundió en sus brazos antes de volverse
hacia Priest, quien reflejó el abrazo pero luego sacó una caja
de anillos de su bolsillo y la abrió.
En el interior del cojín de terciopelo negro había tres
bandas plateadas a juego que contenían un rubí, un zafiro y
una esmeralda incrustadas una al lado de la otra.
Robbie jadeó, y sus manos volaron a su boca, cuando
Julien levantó la primera banda y dijo: —¿Puedo?
Robbie extendió su mano izquierda más rápido de lo que
podía parpadear, y no le importó lo más mínimo cuando todos
se rieron de su exuberancia. Quería ese anillo en su dedo. No
sólo porque era exquisito, sino por lo que representaba.
Después de que Julien lo colocó en su lugar, Priest le dio
a Robbie la caja con los otros dos. —Todos estos anillos tienen
una parte de nuestros anillos de boda originales fundidos en
ellos. No sólo queríamos que las piedras nos representaran -tú
el zafiro, Julien la esmeralda…
—Y tú —dijo Robbie— el rubí.
—Sí —dijo Priest—. También queríamos que
representaran nuestro matrimonio fusionándose con este
matrimonio.
Robbie tocó una de las bandas como si tuvieran poderes
mágicos, y en cierto modo, lo tenían. Tenían todo el amor entre
307
los dos hombres frente a él, más todo el amor que él tenía para
dar, lo que hizo de estos anillos los símbolos más poderosos del
mundo para él.
Cuando cogió una, Robbie se la puso en el dedo anular de
Priest y luego se giró para hacer lo mismo con Julien, y una vez
que todas estaban en su lugar, Robbie miró fijamente a las dos
en un sueño y dijo: —Mis esposos.
Los labios de Julien se curvaron en una sonrisa complacida
y los de Priest se movieron para sonreir, y entonces Felicity
gritó: —Estoy bastante segura de que eso los hace a todos
ustedes esposo, esposo y esposo. Pueden besarse, mm, ¿uno
al otro?
Eso fue suficiente para Robbie, y como Priest y Julien se
enrollaron los brazos alrededor de su cintura, Robbie los besó
a los dos y pensó que mientras que la vida como Robert Antonio
Bianchi había sido bastante buena, la vida como Robert Antonio
Thornton-Priestley sería el doble de extraordinaria.

308
EPÍLOGO

Cinco años después

JULIEN EJECUTÓ LA zambullida perfecta en la parte más


profunda de su piscina, y mientras el agua fresca se deslizaba
sobre él, nadó toda su longitud bajo el agua hasta que apareció
por la superficie y escuchó el sonido de una risita aguda y
aplausos de manos.
Julien giró hacia las escaleras en el extremo poco
profundo, donde Robbie se sentó de espaldas a la pared de
azulejos. Su cabello estaba peinado hacia atrás y llevaba un
par de gafas de sol puestas, y de pie entre sus piernas, saltando
de alegría, había una niña pequeña sonriente vestida con un
traje de baño rosa y voluptuoso con flotadores rosados a juego
en sus brazos regordetes.
Sus ojos grises sonreían mientras se concentraban en
Julien, y mientras él nadaba más cerca, ella dijo: —¡Atrapa,
Papounet77! Atrapa.
Julien se puso de pie y levantó los brazos. Caminó hasta
el borde del escalón y dio un salto de fe volador hacia él, y
Julien la lanzó en sus brazos. Gotas de agua salpicaban en su
cara de risa, y mientras se aferraban a los rizos de color rojizo
que se le habían escapado, ella se los quitó y dijo: —Merde.
Los ojos de Julien se abrieron de par en par, pero antes
de que pudiera reaccionar, Robbie dijo: —Chloé Thornton-

77
Papi.
309
Priestley. No uses esa palabra, jovencita. ¿Cuántas veces tengo
que decírtelo?
Robbie ciertamente había perfeccionado ese pequeño
discurso en los últimos meses, su hija, Chloé, se había
convertido en la imitadora de las opciones de lenguaje menos
que perfectas de su padre a veces. Y no importaba el idioma
que usaran; la pequeña e impresionable niña de tres años
estaba desarrollando un oído bastante afinado para ello.
Chloé adoptó una mueca que rivalizaba con la de Robbie,
y luego puso sus grandes y brillantes ojos en Julien. —Oh, non.
—Julien se rio—. Tu papá tiene razón. Ni siquiera me mires así,
bichette78. No funcionará.
—¿De qué estás hablando? Siempre funciona, —dijo Priest
mientras caminaba a través de la puerta hacia la terraza y se
dirigía hacia las tumbonas.
Era viernes por la tarde, y Priest todavía estaba en su
traje, camisa y corbata, pero se había quitado la chaqueta.
Tenía una botella de protector solar en una mano, un
sombrerito blanco con lunares rosas en la otra, y tres toallas
bajo uno de sus brazos.
Al llegar a las hamacas, Chloé le envió un rayo, y Julien
se dirigió hacia el borde, conociendo ya la rutina. Priest dejó
caer dos de las toallas en la silla, y cuando se volvió hacia la
piscina, sonrió a la niña, quien le dijo: —Papá. Ven a la piscina,
papá.
Priest le torció un dedo, y cuando Julien la levantó por
encima del borde, los piececitos de Chloé se movían antes de
que aterrizaran. Corrió hasta donde Priest estaba de pie con

78
Bizcochito, amorcito.
310
una toalla, y cuando llegó allí, él la envolvió en ella y le sopló
un beso de frambuesa en la mejilla.
Chloé se rio y trató de retorcerse, pero Priest la envolvió
y la levantó en sus brazos, frotando su barba a lo largo de su
suave mejilla. —¿Cómo está mi chica favorita esta tarde?
—Bien —dijo con una sonrisa, y luego Priest miró a Julien
y Robbie—. ¿Y mis hombres favoritos?
—Bien —dijo Julien mientras se alejaba del borde de la
piscina y miraba a Robbie caminar hacia donde Chloé tenía los
brazos alrededor del cuello de Priest.
—Todos estamos bien —dijo Robbie—. Pero ésta está
adquiriendo los malos hábitos de otra persona. ¿No es así,
Jules? —El labio inferior de Chloé sobresalió, y cuando Robbie
levantó una ceja, dijo: —Lo siento, papi.
—Buena chica —dijo Robbie, y la besó en la mejilla. Luego
le hizo lo mismo a Priest y aplastó la nariz—. Ohhhh, hace
cosquillas. —Chloé se rio como una loca, y Priest puso los ojos
en blanco—. ¿Cuándo fue la última vez que te pusiste protector
solar, bichette?
—De hecho, le falta un poco más —dijo Robbie—. Pero se
estaba enojando, así que nos estábamos refrescando antes de
entrar a preparar la cena.
—En ese caso, —dijo Priest, mientras Robbie recogía una
toalla para secarse el pelo— podríamos entrar, bañarla y
vestirla, y nos encontraremos con vosotros dos en la cocina.
—No quiero bañarme, papá, —dijo Chloé, pero Priest ya
estaba caminando hacia la puerta—. Conoces la regla,
jovencita, —le dijo Priest—. Baño antes de la cena.
Especialmente después de la piscina.

311
—Pero no quiero —dijo Chloé, con mucha actitud de sobra.
Julien no podía parar la risa. Dirigió sus ojos hacia Robbie
y dijo: —Oui, ella definitivamente se está dando cuenta de los
malos hábitos de otras personas, ¿no es así, princesse?
Priest abrió la puerta y luego miró hacia atrás. —Ambos
tienen malos hábitos —dijo, y luego guiñó el ojo—. Por eso te
quiero. ¿Veinte minutos de descanso para ti?
—Veinte minutos es parfait —respondió Julien, mientras
Priest desaparecía dentro con Chloé.
Cuando la puerta se cerró detrás de ellos, Robbie se quitó
las gafas de sol y las tiró en la tumbona antes de zambullirse
en la piscina. Cuando salió a la superficie delante de Julien, se
aseguró de deslizarse contra él hasta que la espalda de Julien
estuviera contra la pared, y Robbie contra su frente.
—Mmm —dijo Robbie, mientras le besaba la mandíbula a
Julien hasta la oreja—. Veinte minutos parece una eternidad
sin una niña de tres años que cuidar.
Julien extendió sus brazos a lo largo del borde de la piscina
y envolvió sus piernas alrededor de la cintura de Robbie. —Así
es, ¿no es así? Entonces, ¿cómo vas a gastarlo, princesa?
—Bueno —dijo Robbie mientras pasaba su lengua sobre el
lóbulo de la oreja de Julien, y luego bajó sus manos hasta la
erección en los shorts de Julien—. Podría mostrarte algunos de
esos malos hábitos que crees que tengo.
Julien se rio y giró la cabeza para morder el labio inferior
de Robbie, y cuando Robbie se quejó y se abrió hacia él, Julien
soltó el borde de la piscina para agarrar la cara de Robbie y así
poder obtener un sabor mucho más profundo de esa boca dulce
y tentadora.

312
Momentos robados como éste, y los que llegaran al
anochecer, eran tomados cuando podían, ahora que Chloé
había entrado en sus vidas. Mientras Robbie retrocedía, Julien
lo besó en la mandíbula y dijo: —Burlarse de mí es ciertamente
un mal hábito, esposo.
Robbie cerró los ojos e inclinó la cabeza a un lado. —No
estoy bromeando, sólo te estoy dando un adelanto. Mañana es
la noche de la cita, y Chloé la pasará con su tía Penny y su
prima Shayla.
Julien levantó la cabeza y vio que los ojos de Robbie
estaban a punto de brillar. Penny se había mudado a la ciudad
alrededor de un año después de casarse. Habían funcionado
perfectamente al final, ya que justo al mismo tiempo, los tres
habían empezado a hablar de todas las cosas.... bebé. —No
sabía eso.
—Mmmm —dijo Robbie—. Pensé que podríamos ir a bailar.
Ha pasado un tiempo, y me gustaría sentirte a ti y a Priest
encima de mí, y en mí.... toda la noche.
—Putain. —Julien le dio una paliza a Robbie y lo acercó—.
¿Ya lo sabe Priest?
—No —dijo Robbie—. Pensé en decírselo esta noche
cuando le dé su baño.
—Dios —dijo Julien, luego se rio y se obligó a dejar ir a
Robbie—. Tienes que irte... ahora. —Robbie mostró una sonrisa
descarada mientras Julien nadaba hacia el otro lado de la
piscina.
—Vete, alborotador —dijo Julien—. Estoy seguro de que a
Priest le vendría bien una mano abajo.

313
—Estoy seguro de que te vendría bien una mano ahora
mismo —dijo Robbie, pero se dirigió a las escaleras como se le
habían pedido.
Mientras salía de la piscina y el agua corría por su cuerpo
delgado, su culo firme y sus piernas largas, Julien empezaba a
pensar que decirle a Robbie que se fuera había sido un error.
Se tocó mientras Robbie se pavoneaba por el borde de la
piscina hasta la tumbona, y después de recoger su toalla y
secarse, Robbie se la colgó alrededor de su cuello, manteniendo
ese trasero perfecto a la vista mientras caminaba hacia la
puerta y gritaba: —¿Mañana por la noche?
—Oui —dijo Julien, mientras Robbie dirigía una última
mirada coqueta sobre su hombro.
—Mañana por la noche. —Entonces Robbie desapareció
dentro.

ROBBIE pudo escuchar el sonido del agua salpicando y risas al


salir del dormitorio, ahora vestido y listo para la cena.
No se había molestado en ducharse, pensando que lo haría
una vez que Chloé se durmiera, así que se había puesto unos
pantalones cortos y una camisa antes de ir al baño principal,
donde sabía que encontraría a los dos que estaban haciendo
tanto alboroto.
Cuando llegó a la puerta abierta, Robbie hizo todo lo que
pudo para no hacer ruido, así que pudo tomarse un segundo
para disfrutar de la vista que lo saludaba.

314
Priest estaba arrodillado en la lujosa alfombrilla del baño
al lado de la bañera con las mangas enrolladas, y el agua
empapando su camisa donde Chloé lo había salpicado. Tenía
una sonrisa en la cara y un pequeño recipiente en la mano, y
cuando recogió un poco de agua y dijo: —Cierra los ojos, cierra
los ojos, cierra los ojos, cierra los ojos, —Chloé apretó los ojos
de ella y dirigió la cabeza hacia él.
Priest protegió sus ojos cerrados con la mano libre,
mientras inclinaba el agua sobre la espuma que quedaba en su
cabello, y cuando ella los abrió de nuevo, ella dijo: —De nuevo,
papá. De nuevo.
Priest se rio. —El jabón se ha acabado, bichette, y
tenemos que sacarte y vestirte para la cena.
—Así es —dijo Robbie, y cuando Priest y Chloé lo miraron,
Robbie no pudo haber detenido su sonrisa si lo hubiera
intentado. La semejanza entre los dos que lo miraban era tan
irreal que en momentos como éste, cuando estaban uno al lado
del otro, nunca dejaba de detener a Robbie en su camino.
Cuando hablaron por primera vez sobre el uso de una
madre de alquiler para tener un hijo, tanto Robbie como Julien
se sorprendieron mucho al aceptar que querían que el bebé
fuera biológicamente suyo, y Chloé era idéntica a él, excepto
que su cabello era un par de tonos más oscuro.
—Quieres ayudar a Papounet a hacer pizzas esta noche,
¿no? —dijo Robbie, y los ojos de Chloé se iluminaron.
—¿Pizza?
—Toda la pizza que puedas comer —dijo Robbie mientras
empujaba la puerta y le daba a Priest una toalla de baño—. Así
que será mejor que salgas y te vistas.

315
Cuando Chloé agarró el borde de la bañera y trató de
ponerse de pie, Priest se puso de rodillas, la sacó y luego la
envolvió con la enorme toalla.
Al ponerse de pie, Priest besó la mejilla de Robbie y dijo:
—Gracias, cariño.
—De nada —dijo Robbie, mientras miraba la camisa
mojada de Priest—. ¿Por qué no la visto para cenar mientras te
cambias? Creo que estás tan empapado como ella.
—Creo que tienes razón —dijo Priest, mientras miraba a
la niña y le daba un golpecito en la nariz—. Para alguien que se
queja de bañarse, jovencita, seguro que te diviertes mucho.
Chloé apuntó y no fui yo quien le hizo mover la cabeza. —
Ella lo saca de ti.
Robbie se mofó mientras envolvía sus dedos alrededor de
los de Chloé, y todos salieron por la puerta del baño. —Como
si le gustara jugar en su baño, ¿cómo a ti?
—Mmmm. Exactamente como eso. —Priest guiñó el ojo, e
incluso después de todo este tiempo, las mejillas de Robbie
ardieron, y mientras caminaba hacia el dormitorio, Robbie lo
escuchó reírse.
—¿Papá?
—¿Sí, bichette? —dijo Robbie, apartando los ojos de
Priest—. Quiero vestirme para la cena. Como una princesa.
Ah, estoy tan orgulloso. —Bueno, por supuesto que sí —
dijo Robbie mientras Chloé caminaba a su lado en su enorme
toalla—. Vamos a ver lo que tienes, ¿de acuerdo?
Robbie la guio a su dormitorio, la dejó caer en uno de los
taburetes blancos que acompañaban a su fiesta de té, y luego
abrió su armario con una floritura.
316
—Veamos —dijo Robbie, adoptando su voz más fabulosa,
haciendo que toda su cara se iluminara con una sonrisa—.
Veamos aquí. No, —dijo, y tiró una falda azul a un lado, luego
fue por una rosa e hizo lo mismo—. No, no, no, no.
Robbie continuó mientras Chloé se reía, luego se detuvo
en el brillante vestido de princesa morado que su madre le
había regalado para Navidad, la miró por encima del hombro y
asintió.
—Este —dijo, y sacó el vestido y se lo puso debajo de la
barbilla—. Este es el elegido.
Chloé rebotó en su asiento, y cuando Robbie extendió la
mano, saltó de su silla y corrió hacia él.
Robbie cepilló sus suaves rizos y los secó, luego la ayudó
a escoger unas zapatillas plateadas a juego, y una vez que
estaba vestida y preparada, Robbie oyó el sonido distintivo en
la cocina, y se dio a la fuga.
—Huelo algo delicioso— dijo.
Chloé le tiró de la mano, tirando de él hacia la puerta. —
¡Es Papounet!
—¿Estás segura?
—Oui —dijo ella, mientras levantaba su falda de tafetán y
se dirigía hacia la puerta como una princesa en una misión.
Mientras corría en dirección a Julien, Robbie la siguió. Una
de sus cosas favoritas era ver a Julien cocinar. No es que eso
fuera una gran sorpresa, ella era inteligente, después de todo.
Pero lo que era tan entrañable era la alegría pura que ella y
Julien sentían cada vez que la dejaba ayudar.
Chloé era su ayudante número uno, tanto aquí como en el
restaurante, y todos tenían la sensación de que tenían a un
317
joven chef en ciernes entre ellos, o eso, o una princesa
esperando.

—ROBERT SE HA IDO un rato —dijo Priest, mientras miraba el


reloj que colgaba sobre la chimenea. Él y Julien estaban viendo
una película en la televisión, cuando el día finalmente terminó
y a la señorita Chloé le estaba leyendo su cuento antes de
dormir.
Esta semana había sido larga, y Priest estaba deseando
pasar algún tiempo de calidad con su familia durante los
próximos dos días. Julien se acurrucó en su costado y le dio un
beso en la mandíbula, y Priest estiró el brazo alrededor de los
hombros y tiró de él.
—Esto es bonito —dijo Julien, y Priest besó la parte
superior de su cabeza—. Lo es. Lo juro, a veces olvido lo que
es sentarse en silencio.
Julien se rio, su pecho vibrando contra el costado de
Priest, haciéndolo sonreír. —Bueno, coge los minutos mientras
puedas. No creo que el silencio vaya a ser algo común en esta
casa durante muchos años. Chloé está hablando más y más
estos días. Su discurso es increíble. Tanto en inglés como en
francés.
—Por supuesto que lo es —dijo Priest—. Está aprendiendo
de los mejores.
—¿Muy arrogante? —dijo Julien.
—¿Estoy en lo cierto?

318
—Oui. Pero también eres arrogante.
—Creo que cuando se refiere a nuestra hija, se llama
orgullo.
Julien le sonrió y asintió. —Creo que tendrías razón. Pero
no es que sea una gran sorpresa. Ella tiene tus genes, mon
amour. Estaba destinada a ser inteligente.
—Mis genes, la actitud de Robbie, y tus... formas
persuasivas. Casi siento pena por el mundo. No han visto a
alguien como nuestra Chloé. —Priest levantó la cabeza para
mirar por encima de su hombro otra vez—. Hablando de formas
persuasivas, ¿dónde está Robert? Entra a leer un libro y te juro
que no lo vemos en dos horas.
—Auch, no te preocupes. Pronto tendrás tu turno con la
princesse. De hecho, me han dicho que tiene algo especial
planeado para mañana por la noche.
—¿Lo tiene?
—Mmmm, —dijo Julien, y acarició sus dedos en el pecho
de Priest—. Te lo dirá esta noche mientras te lava la espalda.
Curioso, y como le gustaba la idea, Priest apagó la tele y
dijo: —Vamos a buscarlo.
Julien se puso de pie, y cuando Priest se puso de pie, no
pudo evitar tomar los labios de Julien en un beso largo y dulce.
—Mmm, gracias por la cena, mon cœur. Tú y Chloé hicieron un
trabajo excelente.
—Lo hicimos, ¿verdad?
—Sí, quizá algún día veamos un restaurante para padres
e hijas, —dijo Priest mientras tomaba la mano de Julien y
caminaba con él por el pasillo hacia la habitación de Chloé.

319
—Eso depende de ella. Pero si ella quisiera, nada me
gustaría más.
Cuando llegaron a la puerta del dormitorio, encontraron a
Robbie. Estaba acostado sobre el edredón rosa de Chloé con su
brazo alrededor de los hombros de ella y un libro de
ilustraciones abierto sobre su pecho. Ella estaba acurrucada en
su costado, aún con su vestido de princesa, y el tafetán púrpura
estaba esparcido por todas las piernas de Robbie, haciendo
sonreír a Priest y Julien.
—Nuestras dos princesses —susurró Julien—. Bellezas
durmientes.
Priest envolvió un brazo sobre los hombros de Julien
mientras bebía en la vista. —Son todo un cuadro, ¿no?
—Oui. Lo son —dijo Julien, y luego besó la mejilla de
Priest—. Esta familia, tú, ellos. Son dueños de mi corazón.
Todos vosotros.
Priest jaló a Julien cerca de su costado y besó su sien, y
mientras miraba a las dos durmiendo profundamente en la
cama, no pudo haberlo dicho mejor.
Esta familia que habían creado era diferente a cualquier
otra, pero perfecta para ellos. Fue construida con amor y
aceptación, y si eso fue lo que uno obtuvo de querer mucho,
entonces que así sea. Porque cuando finalmente llegara el día
de su último suspiro, Priest se contentaba con saber, lo hicimos
a nuestra manera

FIN

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