las olas se ponen más sensuales, las chicas en bikinis danzan sobre espumas y arenas, racimos de bellezas se desgranan en las apacibles playas de Barranca, el sol exhala el último rayo que le queda naciendo el ocaso, en su volar migratorio gaviotas ignoran el color rojizo, en la plenitud de la tarde, Las playas se llenan de romances, las olas en ángulos obtusos, se enamoran de las figuras perfectas de la tarde, las olas imprecisas van y vienen casi temblando, acariciando pies vírgenes como también de enamorados, el amor se enciende en cada beso, la inmensidad del día está desapareciendo, la atmósfera está invisible, solo el amor abre su presencia, un corazón se dibuja sobre la arena, las caricias hunden sonidos sobre carnes asustadizas, y los ojos de la noche han llegado, el silencio helado se eleva embelesado, alzo el vaso pletórico de cerveza, a la altura de tus ojos negros, te miro tras el cristal de mi ternura y pronuncio: ¡Salud amada mía! Esta noche me he convertido en el habitante de tu piel, en el noctívago de tus erizados poros. En silencio del zumo de mi poesía empieza a botar su néctar.