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Este libro narra la historia sobre una

empresa que está al borde de la quiebra


pero que logra salir adelante gracias a
técnicas basadas en ardillas, castores y
gansos. Aprovechando al máximo el
potencial de las personas mediante los
valores, el trabajo en equipo y el apoyo
mutuo para poder alcanzar sus metas.

Contribuyendo a una buena comunicación


entre los altos ejecutivos y los empleados
para llevarlos al estado de ¡Gung Ho! una
expresión china que significaba 'trabajar
juntos'.

Walton Work #2, una planta situada en


Estados Unidos se encontraba en serios
problemas internos. La gerente Peggy
Sinclair, recibió una llamada de su jefe
Morris, quien le comunicó que si no tenía
nada planeado para resolverlos sería
despedida y se cerraría para siempre la
empresa.

Un día, Peggy Sinclair conoció a un señor llamado Andy Longclaw, quien era empleado
de Walton Work #2 y conocía una técnica llamada Gung Ho, que servía para estimular
el entusiasmo y desempeño de los trabajadores para lograr resultados increíbles en la
organización. Esta técnica se llevaba a cabo en el departamento de acabado en el que
estaba Andy, lo que hacía que se distinguiera de los demás departamentos.

La gerente Peggy Sinclair tenía dudas para implantar teorías administrativas del abuelo
de Andy, ya que su futuro y el de la planta estarían en juego. Sin embargo, decidió
aceptarla. La técnica Gung Ho está comprendida por tres etapas basadas
aparentemente en ardillas, castores y gansos. La gerente pensaba que era algo
absurdo pero era su última oportunidad de salvar a la planta y a ella misma.

El espíritu de la ardilla:

Andy, llevó al bosque a la gerente para que observara a las ardillas que había allí.
Peggy se percató que estaban motivadas para realizar su trabajo, porque su trabajo es
importante, así que Andy le explicó que el espíritu de la ardilla consiste en hacer que
el trabajo valga la pena.
Ellas trabajan arduamente porque su esfuerzo vale la pena y algo que vale la pena es
más importante, pero comienza siendo importante.
En el espíritu de las ardillas hay tres lecciones que aprender:
1. El trabajo deber ser algo importante.
2. La meta debe ser comprendida y compartida por todos.
3. Los valores son la guía de todos los planes, las decisiones y las actuaciones.

Estos tres elementos hacen del trabajo algo que vale la pena. No puede haber trabajo
que valga la pena a menos que todo el mundo se esfuerce por conseguir una meta
clara y compartida. También le hace ver a Peggy que en la mayoría de las
organizaciones es un verdadero problema fijar metas, ya que los gerentes piensan que
todo el mundo comparte la meta, sencillamente porque aparece escrita en el informe
anual o se anuncia en alguna reunión. Es probable que la hayan compartido al
comunicarla pero si el equipo no se compromete, no es una meta compartida, la
diferencia radica en el convencimiento, en el compromiso de convertir la meta en
realidad.

Andy le comparte a Peggy que hay dos tipos de metas, que son las:
1. Metas de resultados: Planteamientos claros sobre lo que deseamos alcanzar, ya
fuera en unidades trabajadas, acabadas o despachadas, o cuentas cobradas, o
cualquier otra cosa.
2. Metas de valores. Planteamientos que describieran el impacto que deseábamos
tener sobre la vida de los miembros de nuestro equipo, de los clientes, de nuestros
proveedores y de los integrantes de la comunidad.

Las metas ayudan a enfocar productivamente la atención, así que un trabajo que vale
la pena implica comprender la manera como dicho trabajo contribuye a mejorar el
mundo y es además trabajo que ayuda a alcanzar una meta clara y compartida. Es por
ello que los valores son los que sostienen el esfuerzo, pero los valores son más la
responsabilidad exclusiva de la gerencia que las metas. Los valores deben sostenerse
en tiempos difíciles, de lo contrario no son valores sino temas de moda, una ética de
conveniencia, por lo tanto los valores emanan de los líderes. Las metas son el futuro,
los valores son el presente, las metas se establecen, los valores se viven, las metas
cambian, los valores no.

Así que Peggy tenía que poner en práctica el espíritu de la ardilla. Observó que los
trabajadores tenían el mínimo interés por fijar metas de crecimiento que exigieran
gran esfuerzo e implicaran un desafío real. La conversación que tuvo con los jefes de
división a penas y despertó el interés cuando se habló de valores. Fijar metas y
comprender el verdadero significado de su trabajo fueron dos cosas que echaron a
andar al tiempo, aunque paso por paso.

Estilo del castor:

Andy le dijo a Peggy que esto tardaría y que pronto iniciarían con el estilo del castor,
el cual consistía en ejercer el control sobre el cumplimiento de la meta. De nuevo Andy
llevó a Peggy al bosque para que observara a los castores, se dio cuenta que estos
hacen su trabajo porque quieren, no porque alguien los obliga a hacerlo. El estilo del
castor implica que los miembros del equipo deben ejercer el control sobre el
cumplimiento de sus metas, al establecer las metas y los valores fundamentales, el
gerente define el campo de juego y las reglas, él decide quien juega en cada posición,
después debe abandonar el campo y permitir que los jugadores se encarguen del
balón, si se permite que las personas asuman su mando tendrán que darles la libertad
para hacerlo y hay que recordar que gracias al espíritu de la ardilla ya se han
establecido metas claras y compartidas.
El verdadero secreto del éxito como gerente está en descubrir lo que la gente hace de
manera natural y después determinar la forma de adaptarlo a la organización para
aprovechar ese comportamiento natural. Son demasiados los gerentes que enfocan su
labor al revés.
Para llevar a cabo el estilo del castor es necesario un trabajo sencillo, hay que darles
a las personas trabajos que pueden hacer, no se puede esperar una producción
superior a sus capacidades o a las destrezas adquiridas por medio de la capacitación.
Los castores hacen un trabajo que están en capacidad de hacer.

Don del ganso.

Después de haber llegado el invierno Andy llevó a Peggy a ver a los gansos, pero esta
vez le llevó tiempo a ella darse cuenta sobre lo que trataba este don. Estos animales
se dan ánimo entre si para seguir adelante. Este don le agrega entusiasmo al espíritu
de la ardilla y al estilo del castor. Es necesario el apoyo mutuo de los trabajadores
dentro de la organización porque las gratulaciones constituyen afirmaciones de lo que
la gente es, que lo que hace es importante y que su contribución es valiosa para
culminar la misión compartida. Una congratulación verdaderamente auténtica nunca
será exagerada. Decirle a la gente que ha realizado un trabajo excelente u otorgar un
premio es una forma de congratulación. Las congratulaciones de verdad nunca llegan
a ser excesivas, son oportunas, en respuesta a algo, incondicionales y entusiastas.

E = mc²  El entusiasmo es igual a la misión multiplicada por el circulante y las


congratulaciones.

Es por eso que la planta Walton Works #2 salió victoriosa con haber seguido las teorías
administrativas del abuelo de un empleado de la empresa, que al inicio parecía algo
absurdo, pero que llevó a la organización a convertirse en ¡Gung Ho!

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