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El eterno péndulo encuentra balance mientras mantiene el movimiento, así en épocas en donde

reina la oscuridad emerge la claridad también. Bajo el lente de la polaridad podemos entender
los desbalances humanos, su luz y su sombra como parte de un único movimiento, que es la
expresión de su vida entera. Así nuestras sociedades funcionan como la expresión colectiva de
la danza individual. Nuestra dirección está moldeada por nuestro alrededor, la cultura y sus
hábitos dirigen la orientación de la vida humana, nos nutrimos y creamos un mundo alrededor
de ella, nuestro balance está en mantener la danza entre el individuo y su alrededor.
Nuestro cuerpo es una réplica del universo, dentro de él todos los procesos de la vida humana
suceden, todas las leyes universales estan en funcion continua, asi la enfermedad podemos
entender es un desbalance de estas funciones. La lucha entre el bien y el mal, entre ángeles y
demonios sucede dentro de nosotros, en la danza del balance, así en el macrocosmos como en
el microcosmos. Nuestro cuerpo está formado por miles de millones de microorganismos que
son esenciales para su funcionamiento y vida, pero también es anfitrión de organismos
parasitarios, que a diferencia de nuestra microbiota que busca el balance, los parásitos
consumen para su subsistencia. La danza entre el balance de la energía humana es dirigida
por las vidas de los microorganismos. Podemos ver al cuerpo y a las células como una batería,
con polaridades negativas y positivas, ese potencial energético es medido a través del pH, un
cuerpo con sus funciones inmunitarias óptimas se desarrolla en un ambiente alcalino o positivo,
mientras que los parásitos necesitan y crean un ambiente ácido o negativo para vivir. EL
cuerpo humano es el campo de una batalla energética entre organismos que viven en un
ambiente negativo versus los que necesitan de un ambiente positivo, nos referimos al sistema
inmune. Cada molécula de nuestro alimento impacta y causa un efecto en esa batalla
energética, con el usual desbalance causado por los hábitos alimenticios, abrimos muchos
frentes de batalla para nuestro sistema inmune, sin estar conscientes durante décadas nuestra
sociedad se ha alimentado de un sistema basado en azúcares, refinados, saborizantes,
pesticidas y preservantes que intoxican nuestro cuerpo, dando paso a la sobrepoblación de
parásitos y la pérdida energética a nivel celular. Años de intoxicación a través de la
alimentación, a través de radiaciones electromagnéticas, y de fármacos que matan
indiscriminadamente sin importar que sean microbios necesarios. El desarrollo tecnológico
actual, ha traído la necesidad de adaptarnos a una vida que es tóxica para el desarrollo pleno
de las facultades humanas, desde la salud física hasta la calidad de sus pensamientos y
emociones, todo es una expresión del balance energético y la batalla interna bajo la que
nuestro cuerpo pasa cada día. Poco a poco perdemos las facultades, la calidad de
pensamiento que somos posibles de captar, la calidad de emoción que somos capaces de
percibir, está atado al estado y salud de nuestros órganos. Órganos en desbalance conectan
con emociones y pensamientos en desbalance, nos crean hábitos dañinos a los que luego
llamamos normalidad al olvidar lo que salud significa. Como los insectos que albergan al
parásito que los llevará de frente a la muerte, manipulados desde adentro por una entidad que
busca continuar su ciclo de vida a expensas de la vida del insecto, de esa forma los parásitos
controlan la alimentación y los gustos, tratando de estimular una alimentación que mantenga
sus nutrientes y su nivel energético.

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