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Tomo XXII

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ll'X L A.
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111STOR1OG HAFlA Allfd~ ~1'1 \A


(DESDE SUS ORiGENES EN EL SIGLO XVI)

POR .

"'' . RÓMULO D. CARBIA

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LA. PLATA
••P6• Ll04 ...•a•JrTUr...
1 9 3 9
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OBRAS DEL AUTOR

I. HISTOBIOGRAFU.

A) Ll81.08

Mou1Jiior L16H Fcd1Jrílo ..:hciro1 (Con una. introduceión sobre 101


antecedentes histclricoa de la Iglftia en Buenos Airea), Bueuoe
Airet, 1905.
• .\IH Jo'' de Flore. (Bosquejo del pueblo y parroquia de11dc 1809),
Bueuo1 Air!!ll, 19CIG.
llWtorio 1cl11~fica. del Bío de la. Pla.to, 2 vo16.mn.es1 Bueaos
Airee, 191'-1915.
Lt1UM11111 d11 hiltoriu orguil111&, Buenos Airea, 1917.
Jlon11ol d11 llilfor~ d1 lo ci"'1iloci6" org4"1HllG (En colat.oraci6n
con 101 miembro1 de la Sección de Hiltori.:i. de lo FlÍcultad de
Filoeo.tla 7 Letrae), Bueno1 Airee, 1917.
Lo C41"fill1& argnH110 (introducei6D elemental a la enaeil&nl4 de
la hiatoria patria), Buenos Aira, 1925.
Il'6toria d11 lo llt.toriogro(4a •g111eiao, La Plata, 1925.
C.o cr6"ico oficicl tü 101 lfllliGI Occ'd111\fal11 (Eatudio biltdrico 1
·. . critico acerca do la hiatorio¡ra11a mayor de Hilpano-AmGtoa
en 101 1igloe XVI 4 XVIII. Con UD& introducción 1obre la
crónica oficial en Cutilla}, La Plata, 193,. (Beedie16D de
lo. tuia pr~aentatla a la Uni'f'eraldad de Sevilla para optar al
Utalo de "Doctor en Hiatoria Americana").

•) Fol.LIT08

Lo Bewl~ d11 JlGYo y lo lglelio, Bueno• Aizu, 1915.


Bl ~ "" el Bfo d1 lo Plato, Bueao1 Aire., 1915.
- 10- - 11-
O,a'l'á·lllClle. aJ com11rcio eolc>11ial e• ti J:io 1k la Plato, Buonos El fraut!t en la do1.'ll111e11toc:;611 r11/0Hw ol deinibtieiinto tlt Ami·
Aires, 1916. neo (" Inveatigación "! 11rogrl'sn", cao llI, N• JI, l• de uo·
Lo. molo1 1aio1 e1colart1, Buenoe Aireo, 1918. l'iembre), Madrid1 1929.
BI Dt4" F""'"'• plogillrio, Lo. PJ1ta, 1021. FW"4t1dr11 d1 Otliado, LM Ciun• y .il .oriior Col1f.1to ("Nosotro, ".
Lo .vttlo""' 41 lo hiltoria arg~t•no, B11euoa Aires, 19!!-4. t. LX.X), Buenos Airee, 1930.
F,.,,.11 L11il t!e Bola~•, Buéno1 Aíres, 1929. El oardelWll D'4ffiy y el de1e11bri111i~to ile Jfffllrico ("N6mcM'',
Lo. ori911M1 d4t Chcuc0111ú1 (Con uno. intro1\ucci611 sobro el pro. N• 12), Bueno1 Alrea, 1930. _
blema del indl¡c11& eo. Am6ricA durute los li¡loa XVI ll XVID),
u,. flue~o rD111011ce colombft10: "El Quijot1 d1I ocla'llO ", de J oooZ.11
La Plato, 1930.
lVa.11ert11t1ft!l (''Criterio", ailo III, toruo XI), Buenoa Aire\t, l93J.
E1 Yall1 iü Sot1ta ~"º y ti r1porfüni.itto de titn'CI •fHf11aao
por Oaroy "' 1.610, Bueno• AirH, 1933.
u,. '"'"'º 11leooto it11lia110 1obrt la p11fri4l de Colh ("Nosotro' " ,
t. XXIV), .Bueu09 .Ain1, 11132.
Lo pro'Vi11eúl dt N11n'O E:nromatl1wa ~ ti 1iglo XYI, Bueuos
Aire., 1934.
LOI probl"'º' aol0fl\b(no1 v la crftico •etlo (" )l'oaotro' 1 ' 1
t. LllIY), Bueno' Airea, 1032.
Lo. elmoo• AQfUro "' lo hi1toria orgt1'tifln: Un tr111truequc bio·
¡rUico aclarado, Bueno• Airea, 1936.
U" ni11114 colombi110 ruuelto : Por qui el ON>11Ulo Ht'ncra "º
11'-o mc11°'611 de To1C011elli (" 11ne-1ti¡ac16u y progreso", allo VI,
La odulteraci61t dt documt11toa y liC tdcniea 1111astariográfita, Buo·
.N• a, Madrid).
1101 Airee, 1938.
El 111lor{o del Oc60110 y 101 Reyu CaC6liooR ("Criterio", con ~e­
pa.rato.), enero de 1933, Bueo.c.a ..üres.
o) ):[OlfOGaA.rlA." DE 'l'EllO. 001.0lrBIXO
La """"" lliltorio del t111ctibrimilflto d1 .df!llrico (Fuuda.meo.toa de
Orige11 ~ patria dt Crilt6~al Co16" (Estudio ultico do aua fuente•). la teaia ee¡ún la cual 11tar1a. comprobada la faludad de lo.
(Folleto con numeroso• ¡rabo.dos), Buenos Alret, 1918. nrelón tradicional ncem\ del estraordiJla.rio 1uceso) 1 Buenos
La patria dt ColM, Buenos Airee, 19!!3. Airu, 1936.
Co~ y el cutellmlo (Folleto), Bueno1 Airea, 1922. Lo i1'11rnig11~" cie-iU'fica v el de1C11brimte!lCo dt A1111rico (Aao·
La torta d1 1uwegor 4trik(do a To100Mlli (Polletll cou iluahn· taciones al tomo U de In Hfltorio d1 lo Noof6" Arg111Cit1a,
cionee ca.rto¡p:l.tieu), :Bueno1 Airea, 1932. editada. por lr. Junta. ,de Hutorin y Numism6tica Americana),
BI problema 4111 t1e1C11britnÍf1lto M .d""rlao, dtlil1 el pu111o tü Buenos Abet, 1037.
.tito tü la volorooi6" d1 6148 funtn (Memorit. J>Ull el XXTl
Co11ve.o I11ternoc.ioual de Americoultto.a, folleto, co11 un mapa), II. Y.ARIA
B11e1101 Aln1, 1935.
Lo nptrelwrio "" la hiltoria 411 deacvbnm""to do 4mlrico (Fo· .da(f-' 1'611falo, Buenos Airet1 1910.
Uetio), Bueno• Airea, 19211. La l«1Y#tlda del 1011 Baraelon1t., 1912.
Lo Afltorio del de""bri"""t& v lo1 frt/Miü• del padr. La.a COMU P~glo del Jugodor, Lomos .de Znmora1 1919.
(" Noeotro1 ", t. LXXII), Buenos Airee, 1931.
La Molot1nl'4ad hi11'411ioo de OolM, ¡11 odm,libZ.1 ("No1otro1 ",
III. PROXU1A A APAREqEB
t. :x:xxvm), Bue11oa Aiffa, 1921. •
Pmualldo Co~, 11 podre LtU CIJltlt, de. (" Noaotros ",t. LXVIII), Hiltorio dt 14 lt!Jtfltla ugro llú-pa.o--lfieoM (Con reproduui6n
Bueno• Airee, 1930. de los grAbadoa que, detde el aiglo XYI, di!undierou por el
7ray Bartolofr\4 4. La. Ca141 y la t"rltioa d1 hoy (" Crit.3rlo ",· mundo el de1pre1ti¡io de la EapaJ5o. colouiadora).
N• 10), Bue1101 Aire., 1928.
-1:3-

IV. EN PBEP A.RACION'


Rúklri" de IG hlltonoorof'° amarioaH. (Por encargo eapeeial del
hatituto de derecho comparado hilpuo.portu¡uh·aaerie&uo
(!údrid), quo preside el doctor don &fael Alt.uiira.)
I1droducci61' a lo• 11tvdio1 h\n6rko1 a1Mrico1101.
La adtiltoroci6A de lloCU111nt01. Nunaa t6cllicu, por loe procedi· ADVERTENCIA PROLOGAL
miento1 uaataaiogrUlco 7 1copom6trico, paro. 1olucionu 101 pro-
blemu que eate delito planteo. (EA colaboración con el Jefe
de lA Sección Id1D\ificaoionu de la Diviaióu de lnT..tipei011111 ·Un libro cou título casi semejante al que lleva
de la. Policfo. de lo. Ciuda.d de Buenos Alret, comil&rio don Er•
nesto M. Belaunde.)
éste, y consagrado, como el presente, al proceso
Nwva 11\acor&ca del due11bri111\el\to de ..{1Mf'~, (3 volúmenee en de la evoluc~óu de nuestra historiografía, cousti-
tormato ma7or, con reproducción. faceimilar de clocume1de11), tuy6 el volumen II de la Biblioteca Human.idade~.
N<n'l..-ZI oulor 714 pwllltcodo, adem.61 de lo qt.111 oq1ff •e "'4tca, El que hoy sale n ln luz, no debe ser considerado
alrededor c1" ctell tnOJtoprafw d11 tema flT'fllr.,.ttme"t' húto· una nueva edici6u de aquél, aunque en mucho pue-
rlogr6fko. de parecél'sele. El fundamento de ello lo hallarú,
de inmediato, quien se adentre en su compulsn.
Entre la primitiva fonna y esta nueva de un estu-
...dio que, naturalmente, tiene que ser el mismo, "ya
que no ha habido substitución ni en el tema ni en
el autor: es visible, sin embargo1 unn positivn
diferencia. La ofrecen diversos factores, el más
patente de los cuales es el de la latitud con que
ahora se abol'da el asunto nl que estú consagrado
el libro. A este i·especto deberé decir, empero, qu<'
el mayor horizonte actual ya estaba previsto en
el plan primitivo, de cuya ejecuci6n s6lo fué un
adelanto el volumen aparecido en 1925. Como po-
drá fácilmente verificarse, en ·su portada se indi-
caba que era el tomo 1' de una obrn que constaría
de dos; y en diversos lugal'es del texto el autor
prometía, para el ~·, el ahondamiento de algunos
temas, apenas esbozados en aquellos pasajes don-
de se registraba In referencia.
_,,._ - }j-

Y ~hora bien: el volumen actual coutiene al que


cutr6 a circular en 1925, y al que, desde entonces,
1 c:ompi-e11$ivas, y se satisfagan, u la pnr, loe entre-
gaclos a la búsquedn de toclo lo menudo que cons-
esperó la oportunidad de ver la luz: pero los con-
ti~ne acomodados a una más ajustada arquitectu·
1 tituye el material para las rnnli1..aciones historio-
gráficas futuras.
ra. De ese hecho proviene la diferencia que he
señalado entre el anterior y el presente. Puede
afirmarse, po1· lo U\nto, que sin sel' éste en su
tot.alidad, un trabajo desconocido, es, no obstante,
nna obra nueva, labo1·ada sobre los muros maes-
' Llegado a este punto, me urge situarme, con
claridad, frente a quieuea luego quie1·au abrir opi-
nión sobre mi esfuerzo eu el tema. Y para ellos y
para todos digo: que aunque siempre que sea de

tros de una anterior conetrucci.611, pero con adita-


mentos bonificadoree: tal como ocurre con esos
1 necesidad pronuncio juicios sobre las elabou,cio-
nes historiogríúicas que vau desfilando en mi cxhi~
bici6n, no pretendo imponer mis opiniones, ni creo
.
caserones arcaicos que remozan, de ve1·as , los me-
f que mis sentencias tengan cnrúctcr de inapclable1t.
Jorea recursos materiales y los distintos conceptos Unas y otras i·epreeentan, ¡eso sí!, un sincero
estéticos de la arquitectura que impera en nuestra modo de ver, ceñido a los elementos informativos
hora. Y aunque el detall, no ha de pasar inad- que J1an llegado hasta mí, por la vía de lo édito.
vertido, creo de mi deber acentuar lo esencial de 1 ~Si los archivos privados, algún día, i·evelan por-
algunas de esas transformaciones, a las que he que- meno1·es qtt~ hoy nos son desconocidos, y traen
11 ri<lo .aludir. Paso a bacerlo.
1
a noticia de todos evidencias claras de que ciertos
En p1imer lugar, ofrezco aho1·a la obra parce- historiógrafos nuestros proyectaron. obraet que,
lada en dos grandes conjuntos, interdependimdos, realizadas, hubiesen cambiado su posición en el
sin duda, pero diferentes el uno del otro. En el cuadro que aquí se muestrn, he de ser yo el pri-
que abre el volumen, va, integralmente, el proceso mero en introduc4" las enmiendas que me señale
vertebral ~e la historiografía argentina, desde sus mi austero concepto de lo justo. Por .eso, pues,
modestos orígenes en los albores de la colonización me atrevo a reclamar serenidad a los que, por ra-
de nuestra tierra; y en el que le sigue, analizo, zones de afecto familiar o por paridad de ideolo-
~on la prolijidad en la menudencia que reputo de gias eon ciertos historiógrafos, se consideren le-
provecho para la finalidad pragmática subsidiaria sionados pol' algunos de los juicios que en estas
que esta clase de publicaciones es bueno que ten- páginas expongo. Nunca he sido puerta tapiada
gan - todo el cuadro de los géneros historiográ- frente a la justicia de una rectificaci6n, y desde
ficos cultivados en el país, o empleados por los ya me avengo a formularla en cunlqnier oportu-
que, sin ser nuestros compatriotas, ·aoordaron el nidad que se me exhiba la evidencia de mi yerro.
tema del pasado histórico argentino. .Abrigo la Sé bien que hay en mi libro severidad en ·l a opi·
esperanza de que, con tal presentación, ganen loe nión, pero no ignoro, porque tengo auscultada mi
Que apetecen el rápido hallazgo de las visiones conciencia, que el auslero rigor que ti·asuntan los
- 1:'-
-16-

pt•onuuoiamientos, viene del fondo mismo de mi hace advei·tii- que, en lo que a historin de la his-
a1nor por la cultura del país en el que he nacido, toriografía argentina se refiere, el cañamazo, de
r va alentado por el coucepto de que aquello que creación propia, que usé en el libro aparecido
más reclama su auténtica solidez, está constituido en 1925, para hacer el ensayo ahora remozado, es
por el cnlto de la verdn.d, n cualquier desgo. Ni el mismo de que han echado mano cuantos, tratau-
amigos ni enemigos, ni simpatíns ni euconos, ni clo integral o pucialmente el tema, han escrito con
afán de amable complacencia, ni tesitura espiri- posterioridad a esa fecha 1• ~llo parecería probar
tual de quijotería bullanguern: posición, en cam- que, cuando menos, ciertos rubros dados a los
bio, dentro de lo humanamente posible, de fiel do conjuntos distintos que integran nuestro haber
Ju balanza, es lo que he buscado con empeño. Ten- historiog1·áfico, son admisibles por lo lógicos. Esto
go derecho a pedir, eu consecuencia, que no se
me basta. Acrecienta asinúsmo mi satisfacción, el
f\Y-Onturcn diaorepancias con mis modos de ver, 8in hecho de que, discrepando o no con mis juicios,
hu1·gt:L1·, pl'eviamente, en los fundamentos positi,·o~ y, a veces, hasta con mi estilo literario 3 1 se hayn
•t\tc cl\oR ofrece1t. En cuanto n1~ ua sido dable ht' t Ciw, cowo ejemplarisucionec, lo ocurrlilo nl doctor &t'ls.
proc1n·n1.lo huir de ese ~ndémico mal amel'i~no Oso.u:: L4 11iñoriog+-a/la arQcl\Htul ¡Jo 1'wtorici •aoiotloJ, en "La
l're111u ", lebrero 20 de 1927, 1 Pdginu de orfüca y d• hiltorCo
q,w consiste en apelar nl artificio literario parn (Buenos Airl!s, 1027, pilp. 1"5 1 ai¡uiontet) ¡ al P. Ju.i.to B. L-..
t·cll.c nar, con palabras sonoras y amables - a ,·e- J'Olf'l': Hilltorio de lci Coutitttcri61l ..trgMt<11a, tomo II, cnp. XXt,
dotull! d~ cahid11 a unos 11pum1a que 1obte el aautlto ae guardan on
."~S. fruto e:xclusivo de, nn ·-constnnte dragar en el h~ BibliC1ter11 de la Facultad de Dereeho de Bueuoa Airea · ul
'tliecionu•io, n h\ pesca ele 11.rcaís1nos ':\" de voces dP. 1tlior Jv.ur RóWULO r'F.L'lÁYDSU, nutor de UIU\ lllOllOp&fia tttll·
!&da: Lo1 t1l1'4Wl1 hid6~01, quo apareció 011 lo. rerilta "No•·
C!~l'Í1.sa circulación - todos los vncfos de la su.bi- otros", en el ia6mero alli•er.ario, 1901·11121, púga. 184 7 atgui!A·
duría ausente. Quizú se me tache de acritud por W., conea¡rado o. la producción hi1torlo¡rltie& uacioul en· al pri-
ciertas e~presiones amnrgns que registro, pero, mer cuo.rto de ai¡lo XX; ,7, por último, al dodor Et>KVMDO Co·
&SM81 qulc:n en I• brnl lJero 111jundio1a code~11cia que p ronun·
aún reconociendo la injusticia del cargo, 110 imedo ciua en la J'uuta de eatudioe hiat6ricoa de Sao Jllllu en 11136
ocnltar que me consuela la consideración de qut> me hizo el honor de tomar mu7 en cuenta m1 llbto al 'abordar \'¡
eatudio de lit. lli.atorio¡ra& re¡ional de 111 pronnciu ou7u1~ .
cuantoll tales piedras me arrojen, no puede11 sN' (V6ue: "Rnilta de lo. Juata de eetuclioe históricoa de San Juaa"1
otros sino aquellos que anhelan conset'Vl\rse, como r.ilo I, N• l, julia de 1910).
2. ~l primer di.aparo, 10bre ~e aector de I• obra1 ¡io.rtiú de un
las frutas, en el almíbal' del elogio. penodiata, que oculto en las m10ialtt L. ld. J. (Luia ?do.ria Jor-
Todo lo a·n terior va clicho por genuino deseo de db f) 11110 tue¡o docde 1A.t colullUIJlJ de "La Bu611" de Bue·
·alca~zar el mejor nivel en las disquisiciones que
11:º'Aitt1, en el núiuero del 29 de mano de 1925. Pero eate od·
tiao, quo me recon9c!6 f1111.Cho pr1parc:1eri6n y cc>Mc(flÚf"to fl"O/H·
conviene que se hagan cu torno a los pronuncia· do cid "''"'"<>
JJG1ado, 7 que dijo que mi libro era un 1n"4ie>
'cllldo V c:omplcrto, eaoribió, alzi embo.r¡o, que mi proaa ero. pob,,,
mi.entos críticos, antes que éstos adquieran la esta- nrda y mala. Otro1 crltlco1 -qu.i ba 'clltoa y quiúea iddito.-
bilización ele lo consagrado. No es quo nbrigqe lA ban repetido e'° juieio, claro que, en muoboa cua. ain ha.ber k·
nido contacto directo con lll obra. Lo1 que 1t lo 'aleaaaaron te
ingenua presunción de que imperará mi juicio tian o.ttevido n d.lacrepar con L. :M. J eetableciudo -Jue¡d
eoiDcidir con el critico da "LI\ lbs6n 7'
"e
I• importucla 7 .sO·
..sobre el de otros, sino que una realidad actual me ell

,
- 18 -

reconocido la honestidad de ini labor y el funda-


r ...
,. - JU -

ficaciones que ya han sido mentadas, será dado


mento cierto de mis opiniones 3 • H~ tenido en cuen- hallar, también, algunas otras que afectan, por
ta todo esto al resolverme a poner manos en el ejemplo, a la extensión mayor que aquí tiene el
volumen que entra a circular, a modo de substitu- límite cronológico del proceso de nuestra historio-
ción y mej oramiento de ~quel que inspir~ .los re- grafía. Ya me referí a ello en los primeros p4rra-
001•dados fallos de la crítica. Y como la vis16n que f os de esta introducción, y es del caso, al presente,
ua la perspectiva de la distancia en el tiempo, me- acentuar ciertos pormenores capitales. Eso es lo
jora la comprensión del :panorama, ?orresponde que me p1·opongo bace1· de inmediato.
que atribuya a tal hecho ciertos cambios que des- La visión renovada que mentara líneas atrás,
cubrirá sin buscarlo~, el lector actual, que lo fué, me ha eon1penehado de la necesidad de remontar,
asimis~o, del libro nuterior. .A.parte de las modi- en el proceso en estudio, hasta los primeros hilos
de 'agua que dieron posterior origen al caudaloso
li<lei. del libru-- quot 6•tc ostentaba uu '"*"º d~•comado pno río de llUestr a producción historiográfica. Por
mul rgillo SI a w~t• pilltorr'co poro caroct t l'Uor la. 4poou ti 101
fll>'!tbrt1'. (" ImpnrciAl " ¡ ~outendeo, 7 de abril de 1925~. eso abro el Análisis actual con una presentación de
a D~ entre todos los juil!iot ci.ue ee han hecho sobre mi modeat<> lqs orígenes, en el siglo XVI. Creo hoy que no se
libro destaco el dcl cloetor ..nelaudro ltom, ap11.reeido en 111. te-
vist; "Vllloracio11e1" (La PI.a.ta, N• 1, aeptiembre de 1925). Eu logrA adquirir un concepto claro de la génesis por
él figura este pmafu: la que pasó nuestra historiografía, sin tal remonte
• • Erudici611 aobtada dominio del uunto •a.lentia de juiW> en el tiempo. Y con "referencia siempre 8.1 límite
if' dÍatl.ngúell ae.te li~. 'I..imi'lltailo ae )Q labor realluda entre
11 uosotto• en materU\ hiat órica, es al miamo Uem.Po UD.11. requi- cronológico, agregaré todavía otra advertencia
' • si~ria contr11 el dilet1111tismo nrniculo y ~ ale¡ato eu fuor orientadora: la de que en el presente volumen
" de otra concepción de ln. hi1toria. La obra hene carf.cter: Nadie
" rm adelllnte, ai iJl.t6ntarn abordo.r un temo. de ~ueatra ~dA na- me detengo al aparecer en escena la llamada por
•• • ~onal podr6 puar por .Uto este jo.lón admollltor. Nadia ta.m- Juan Agustín García : nueva escuela hist6nca, sin
• • poco podr6 preacindir de 111 pletórica riqueu i.D.formatin, aun
•• cuaado eomo e• de ri¡or, la 11provecbe •in menta.tia. señalar nombre alguno, y dando en sl} lugar, bien
••A nu:atro juicio 111. intotmaci6n bibliogrUict1 y la eritico. cO· pronunciádas, las características singularizadoras
• • rriente no han querido p?U\ar m.a;ror atención a eate. libro,
• • llauiado quiúe a ocupat el primer puesto entre 111.11 pubhoacio· de este importantísimo movimiento historiográfico.
11 nea del aíl.o." No es que tema formular una nómina: es que ella
El remate de tal opinión lo hace el doctor ltorn eacrlbiendo
lo que eigue: . . .
nunca sería completa ni concretaría, tampoco, lo
"Laa npreci.aoion., de Carbio. no eon eerUicaa. Ofrecen. en ca.~­ esencial del fenómeno. Por otra parte, lo que in-
" bio la yent&ja de eer fundacl&a ¡ no falta el par~o ~o¡:io ti b11u. teresa destacar es el hecho en sí, y no las indivi-
11 pHnleee el juicio aavero. El ~utor lo ~nuncia ein amb•eet·
1 • Ninguua flaqne&a sentimental, nmgún melmdre peea en au .a.ni- dualidades que son·sus manifestaciones. más o me-
" mo. No por eso ee le hit. de culp&.r de falta de .meanra, en nos desvinculadas.
" ge11eral 1ub1cribi.rlamos todas aua conclusionet. 61 ee ~ri­
' • ment& al¡un& eorpl'O&a al leer el libro, pro<riene no de loa juicio•, Diré, por último, que la reaparición de este libro,
u cuanto de la enteuan. inaait&da. con que ae omiten.'' sobre todo realizado como se presenta esta vez, se
Ya ae •e, p11e•, eu6.l et el euelo firme en que deaca.nea mi con-
fesada. 1t1ti1facci6n. halla justificada crunplidamente. Todos convenimos
-!!O- - ~1-

en que pa1·a mejorar nuestro conocimiento del pa- él -vuelvo a i·epetirlo- nu mejoramiento de
sado no basta editai: documentos inéditos: es ne- cuanto inspirara el libro de 1925, que fué el pri-
cesario, paralelamente, aquilatar los relatos histo- mer ensayo sobre un tema 11~s~ ese momento ina-
riográficos que nos han antecedido. '!'al es el bordado •. No presumo de in.falible, y porque así
propósito que me ha. in.spfrado i y porque ha sido 4 Ea üe ucenidad qUo tte:uerde qno ln Wiico, n1ediano.menta
ese, podrá advertirse que, al ocuparme de cuanto 1>r¡wco, que antecedió a mi libro, eeV.bo. con1thuldo por ellll.nto
Rlo.u.oo RoJ1.a caeribiera el\ el tomo IV de eu Hútorm c:r. lo Ht•·
se ha escrito sobre nuestro pi"etérito, no me he rafunt argfl!.tlllG. Alll, en efecto, bii clodlcado al¡unna p(l¡lnaa a
concretado a lo que se reputa argenti-t•o, en i·az6n eiortoa biatori6¡r&fo1 na.eionlllea. No ce au trabnJo, 11111 nalidad,
ni aiquJera un •queau~ 16gieo del proce10 de 11uoetr1L historio·
de que lo realizara un nativo del país. La histo- ¡rali1. Tr4ta.18, mb bien, dé noticio.a 1ueltaa que rirRD, ant'9
riografía ,,,.gontina, para mí por lo menos, está que en derredor de uu co11tepto de lo hiat6rico o de un mollo
de 1u ticnicn1 bittorio¡r6fiCA11, en torno do hombres o de nom·
presente en todo lo que se escribiera a.cerca de los br.., no aiempro ta.n repreHntativoa, o tan eirubólicos diría, pa.ra
fenómenos históricoá que tuvie1·on por escenario u1ar la upre1ión de E>111UOlf, que es '()Ol>Jlte eu la eorrleate ideo·
lógica Dila ~lu n e1e libro. Loa capitulot quo Roj1t dedic1L ILl
la parcela geográfica de lo que constituyó, pri- tema -por ejemplo 101 numel'1Mlo1 n· y T- 'º l'eaienten de do•
meramente, la gobernación del Río de la Plata, con defecto• e11¡1ftalea. Conñituye el prlmero el heeho de que el
a.utor uo da ordeno.ci611 ¡enftica al a1UJ1&0, y 1e concreta el ae·
posterioridad el virreillato de Buenos Aires, y ¡undo en Jn circunatanrin de que uno do ello.. no ten, clentzo
por último la República Argentina. Porque tal fué del libro, nndo DlM que un anejo oc111ional. E.to clip porque
mi pensamiento, desfilarán por este ensayo histo- se trata do lo reproducción flcJ ,;arl1h1r, de 1A Notto~ pr1lim\.
nar o prólogo eon q\1e, u 19101 el autor aorniuo., en el tomo
riadores que no son compatriotas nuestros, y hasta, vµI de IU B~Hotec~ .dfl7111lfmo, la reedición de lae 00MJ>fObGcio·
algunos, que ni . escribieron en nuestra lengua nu hiltdrica1 de MITU. Y tnn ello ea ui; que 1\ n:ulie eee&po. que
pretender tl;jar h. fwidaeióu de lo ltiatorio¡ralía nacional en lo
vernácula. El conjunto lo formarán, no obstante, polémica. entre Mitre 1 L6pes como lo h11ce Roj~ en eae c11·
todos los que tuvieron interés por lo argentino, y pHulo, ea tentar que H olrida en abtoluto, cuanto el uunto
tiene de bbic:o; y reducir, pt.ra colmo, la labor poaterior de
todos los que contribuyeron, aunque en distinttt nueetroa hhtorió¡rofoa a doi o tree nombrn --Quet~a, Saldfu
y Franciteo R11niot ~jla- no tm1>ona ofrecer IUl csu84ro o.cep-
medida, a la efectividad de la evolución historio- table de 101 eultoru del ¡hiero. Si el úoetor Boj111 qulao bulr
gráfica que aquí analizo. La designación de argen- de 101 . 'YÍTOI! pudo protcindlr de lo. valon.ci6n. de su. obru, pero
tina, pues, que doy a dicha historiografía, va refe- debió, CUllllClO menoa, teudu el ca11amuo eobre el que el híño-
riador. futuro bordllr& Jo. 111.atoria de la hietorlo¡ro.fia de lot últ:l·
rida, concretamente, al asunto de ella y no a los moa tiempoa. Deapuia de todo, cuanto el doctor Boju lio. reunido
realizadores que nos la el:biben en sus obras. Si en el tolDo IY de 111 Hvi9rio de la fifft"OhlrG arg11tfffla eobre
nunuoa biatori6¡r&foa, 110 pun de una 1Lmable coleceión de datos
tal no hubiera hecho, el proceso cuyos caracteres para f t l -blo¡raftaa.
pretendo señalar, no habría alcanzado la compren- Con respecto a lo que en la. preaente nuovo. ediei611 trato en mi
libro, debo recordar que toca. alguno1 puntoa que tAmbi6n b•11 1 ido
sión cabal que empeñosamente perseguía. Por lo 1• •bordadoe por Boj11. Bon ln1 que 61 conaidern en 101 eapitulot
demás, no siendo esta una historia de 1a litera- I, ll, Ill, rv, V, VI, Vlll, Xl 1 XVI del tomo I de 111 Hiltorio
41 la meratur11 e1rge1tfu T loe XYII, ll, XXI, XXII y X.X lll
tura, sino de la historiografía, sólo cabía el cri- del tomo II. Pero, como luego ae veri, o.unque trabajando aobre
terio que acabo de denunciar como el que me ha lot mbmoa te.mu, nu11t.1'oa enloques crltieo1 ion didintoe, T di·
Teraoe, tamb16n, loe aporte. que, uno 1 otro, hemos becho al co-
regido a lo largo de toda su ejecución. Representa nocimiento de lo uet&ultnte bi1torio¡r6fieo.
- 22 -
1
pienso, sin violencia mayor me be tn-enido a este
cambio, que, como pronto se tendrá ocasión de
comprobar, no afecta lo hondo y arraigado de mi
punto de vista en lo vertebral del tema al que
están consagradas estas páginas.
Tal es, en definitiva, cuanto quería decir a quien
leyere. PRIMERA PARTE
RóMULO D. C.UBIA.
EL PROCESO HISTORIOGRÁFICO
Abril de 1938.

CAPlTULO I
Los orígenes
• 1. 'B11latoa prhnltit·oa: su nlor circunscripto n sn n:ituralttn O.e
documentos peraonalft. - 2. El libro DNToftrro y \-iaj11 o
Hapaiio 11 Indioa, compuesto por el Hr¡cuto alem.\o. Uh
.. Sehmidl: au simple eari1eúr de <Jtarraci6.n . 111omorialilta. -
S. Lll ""'º""'i1ti.del arcediano Martin del Barco C'entener11:
su ningún significado hiltoriogrAfico. - 4. Lo11 nlegntos 11i·
rectos e indirectos de Alv:ir Núdei Cn.bHIL de Vncn. - 5. L4
.4rglllfilla de RUJ' Dlas de Gu&m~n, primem cr6nk1L hilto·
rio¡rAfica nue1tr11: s11s fuentes intonn11t.ivns: 1111 mlornol6n
critlc:i.

Como en todos lo!\ procesos historiográficos, en el que


entramos ahora a conocer la recordación de lo pretérito
ha tenido formas prístinas elementales rústicas, y, no po-
cas veces, provútas de una envoltura literaria que oc~l­
taba su verdadera intención recordatoria. En el caso pre-
sente tienen tal carácter los relato" autobiográficos y
memorialisticos que se produjeron entre 1536 y 1600, las
elucubraciones litel'arias que tomarou como tema el ar-
gumento hist6rico, y las. exposiciones justificativaa de
conducta que, directa o indirectamente, acometieran los
-~- - 2!>-

protagonist.as de ios ~uceHOS cou~unrndos en esta. apartada paso a unaliral' las prodUl!<!ioun autobiográficas que nus
i·~gión del mundo. interesan. Abre la sede un libro que cousiderado la pit•
En las distintas situaciones que la enurueraci6u ante- clra sillar múima de n~estra historiografía, durante mu-
1·ior registra, se hallan lAS producciones que seúalaré en chísimo tiempo, debe ser juzgado ahora con criterio dis-
seguida, romenza.ndo por las de naturaleza. menos com- tinto. Indico así al relato de Utz Schmidl, genenlmente
pleja y lle má& indiscutible carActer de cosa elemental. nombrado, por error: Ulrico Sclunidet, y titulado, según
Me refiero a las que pertenecen al género memorialis- las verificacioues eTUditas de Edmundo Wernicke : Dt·
tico. Las antepongo a las producciones que he llamado rrotero v 1Jia.jo a Eipafü1 y l1u fodi<Zi, pe1·0 conocido, de
'' justi!ientivas de conducta", porque mieDtras en llls pri· ordinario, con la uomiua<!ióu <le: Viajo .al llío do la Plala
mera::; -ueacontado lo 4ue pone de más o de menos la (1534.1554) "· El autor formó parte de la expedici6n
ni\tural vanidad del relator-- los sucesos se nos ofrecen que vino a. uuestl'a tierra en 1536, bajo el alto comando
como para aceptar su realidad sin Yiolencia: exi las se· de don Pedro de llendoza, y fué testigo de los sucesos
gundH todo l!e concita para que uos pongamos en guardia que se consumaron en la región, entre el año del arribo
contra la intencionada ndulteraci6n de lo acaeci'do. Por- )' el de 1554, eu que regresó a Europa. Según l<~ que
que lo cil'rto es que en los J'elatos autobiográficos, el na- t-iene a'\·eriguado Wernieke, Schmicll actuó como sargento,
rrador, nún dAnd~e postiu, clit:e las cosas con mayor y, en consecuencia, eou grallo militar. Este detalle 110
el'p<>ntaneidad y sin los rebuscamientos, los entretelones u ~ couocc1\ numerosos edicionu de a.te libro, incluida eri l.1
y las podas aviesas que dan singular füonomía a las ;iu- eeric ha. retilis.acln. por la Junta do Biatoria. y Numt.m!tica de B~e­
tificacion11, las cuales son, en todos los casos, alegatos lt08 Ah•ct, \!ll 190~, en tradu\'cl6n. dircc~ de ln. edicid~ al81111ln:l
1\e lll9$1, beclla por Samael L&!one Quc,·cilc. La J.)riD1er:i. eu d
<le corte curialesco, do~de campea, siempre, la habilidad idioma. nrw\clllo del o.utor, tu6 la do lólli7, t. 1A que ai¡uieron
Jel rábula 5 • otraa en 1697, 1598 (en triple 1 di•tiut& h'll}lrcal6n), 11117, 1631
1'i06, 1740 (eu cutellno), 1836 (lde111) 1837, (Conf.: En·
Establecida así mi poeici6n de observador del cuadro, rlque Aroua (hijo): Ui.inca SCJDllDIL, en "Boletín dol Inetituto
e ele l.Jlve&~{~ciones Hietóric111"1 de lr. Univoraid&d de Bueno• Ai·
5 Constituye uuG cxeepción ln pier;A uplicatha, máa que jos· m afio u; tomo xn, pa,•. 103 1 .tpentn).
Ulica.doro. do su oonduotll, que, a p~ido de aus auperioret, re· El mayor aporte parll el conocimiento del hbrn del sol1lado
1lactó e11 1563 el hermano jeauita Antonio :Rodr\pe1. En eae :ilemán que noe ocupa, lo h:i. hechl) el orudito don E'l:lmundo Wer·
doe'DJllento, el enton~a religio10, que an tea babi& sido soldado en niell:e, quieu, tro.duclendo directaml'11te la obra del manuM:rito ori.
lo. upedici6n de Mendozn, relata los epiJodios en que 18 tocó ~inD.1, hallodo deapufe de un. utr11vfo de mAa de trea aigloe, noa
11ctuar. La piezo., hilada por el biatoria.dor de la Comp111llA de va a permitir ju1g:ir lA nnrr:i.eicSu dol conocido nve11turero con un·
J 81\Í.11 P. Sera.fin LtitoÍ oa el archivo romo.no de 1u ordnl fu' a:lo o. un:i Malido.d que deaconoclnmos. El tubo.jo de \Vemielte,
preeeatndn al Co11¡tff0 nternacionlll de .!.mericani.ataa rewli.40 en 11ue ae&b~ de apnreccr baee ;r:oco (Bueno• Aires, 1933), tu.6 Gu·
Sevilla en octubre de 1033, y circula. hoy en lmpreao. Tiene el t.itipBdo por •t en el dinrío 1 LI\ ~nen" <le Buenos Aires, ( 30
vo.lor de lo cepontiuleo, y o.unque no reeulta tarea embonsoe:\ 110 muso T !?5 eta me.yo de 19311 11 110 nbril, !?O de ju11io, U!
aeii&lar a11s talla. illform11ti.-01, el conjunto debe reput11ne ocep· de aeptiemb~, 6 de diciembre de 10;;1, etc.). So trata de una.
t:i.ble, baeto. por au eo.r6.Gter de contirmaei6n de ciertas asnera- labor aeri11 1 honda. que uos entrego, reatituld11 :i '11 situación
oionfl tormulad:ia por otro• teati¡o• de loa suceso. de l& upo· pr.latilm. una obra 1in dudti. algt1nG digno. do .er 11nalb11<l11. f!l
ilici6n del primer adelanta.do. :Roari¡uu 11.0 o.lega pan defender- 1eiior Werniclte, por lo demúa, ha logmdo poner en evidenei.a
ae: almplemente con.fíe.o. lo que biso y lo que vi6 hncer. Y en 111.1 lllteraciouea que copistas 1leaprevenidos o ínoscrupuloaos intro·
eao cou1i1te, pHeill&Dlllnte, au ulot 1 la rasdn que obliga o. iJl• dujeron en el texto orlgin11l; -zr no1 1ln In oca.16n, oaí, de po1ler
ferenciarlo de las otros espoaio.ionea con~nerea. librar a Schmidl de ciertos cRr¡r111 11uc pesan 1obre fl.
-26-

cn1·ece de importancia, r unido a otras compi·obaciones la primitiva ocupacum espuiiolll ele esta parte de Amé·
del mismo record11do eruclito, nos obligan a aceptar como rica. Se redujo a narrar sus propias anda111as, sin otro
''erídicos muchiaimos clnto11 contenidos eu el rell\to del objetivo que el de safüfncer un legítimo cleseo ele pet·-
alemán, y acerca del cual la crítica había formulado petuaci6n del recuerclo de ellas, y, qwiá, también, saciBl'
gra\·es reparos. Nada de lo 11\le't"o, sin embargo, alcanza la apetencia que por eso ~la.<ie de relatos se manife.<>tnl1a.
n convencernos ele que la obra sea, realmente, de incues- por entonces, en todos los países de cultura occidental 5 •
tionable naturaleza historiográfica, En efecto : el Derro- A eso se concretó todo y por tal circunstancia no cuadra
tern en examen, uo pasa de ima autobiografia o libro de considerar la obra del aleml\n, siuo en el ceñido cnráctcr
memorias, en ~1 que el autor narra los sucesos que le que le acabo de señalal'.
afectaron pcr11onalmente o sf' ocupa de aquellos otros, Del tipo del D<'n·ote1·0 no existe, en Ja biogratín r¡11P.
ele sn tiempo, que sirvjeron de marco a su actuación 1 • atañe a nuestro pn\s, otro libro alguno. Loa relatos que
Vale, en consecuencia, lo que todos los libr~ del género, pudieran parecérsele, por In vecindad que tienen las in-
ncre<'.ida en este caso la importancia de su contenido, tenciones de ellos con las del sargento alemá.n -me refiero
por el hecho de que el relator -soldado actuante en los a la de perpetuar, pragmáticamente, el recuerdo de las
sucesos- nos refiera acaecid,ps que se hallan vinculados ~eraonales bazafiaa-, no son otros que aquellos que com~
a Jog orígene.q de la ocupaci6n hispana de nuestras tie- ponen laa colecciones de proban.iai de nrvieü>t y carta$
rras. Descartada tal circunataucia, lo que queda es la en las que se narran ciertas ª''enturns corridas a lo largo
realidad que acabo ·de seiialar. Por eso, puea, el libro del de las tierras de ludias. Las pJ"odnccionea de ese g~uero
sargento alem&n, con ser rico en minucias y desbordar no son escl\sns, y las hallará, quien las apetezca, en los
elementos informativos para la historiografía regional, corpu$ documentales donde las 1111. reunido ln erudición'·
no uciende, ni con mucho, al nivel de un trabajo como En orden de importancia historiogrifica, a los UIJrCIS
-<?on fallas técnicas y errores inclusive- logró ganar del cad.cter que tiene. el de Schmidl, siguen los de fran('a
la produeci6n del primer cronista criollo de quien me a Me ho ocupado de este 1lesto.co.ble tenó111e120 en mi libro: Lo
' ocuparé más adelante. Schmidl, como relator, tiene el er611ico of4i:l4l et• loa /Hdlt11 Occidtflfolu, La Plata, 1984, 11í11J't.
valor de un clocurnente>, no importa de qué jerarquia, pero 80 1 1iguíe11tea.
t Seaalo como lot u1h se¡uros: a) Par~ el lUo de lo. Pinta :
nada más. De ahí por qué se cae en e~ceso cuando se le Gll01781UC, ".Analee de 111 Bíblloteco. Nncioul" (Bueuoa ..\.iTU) ¡
decora con el títl1lo ele prim11· historiador del Rw dB Za "Benatn de la BibliotecA N11cional" (idem, eu publicación), T
Lrnt.LID, Pt.Wlkocio1i.e1 ~~oa.a da 14 8'!1Uocaoo dal Cott·
Plata. No le corresponde, pues su propósito no fué el de gra10 ..tfrgl!ltiM (tomoa co111f11?0.do1 a 1& coneapoudencio. de Ja
componer una historia de loa trajines que caracterizaron ciudad de Buenos .Airea, ~ la Audiencia de Cbnrcas, eto.), y Oo-
,,...,OIMl"'ci"
lo Plato.
da lo• of"1ioltt f'etr.ltr d11 ho~itftdCJ d1I Rfo de
T w.._>ct01t1 ("L& Prensa.", ma.yo l• <le 1938) 1 ha. puntualin· b) P~ el !úl.tifllo Tucumán : LllVJLLU&, Pi1blieocionu llutd·
do, o. mi juicio con úito, ~ue Scbmldl, al redactar su libro, uti· rieol lk la Bibliot11oci del Co~gr110 ..4.rgRfü10 (los tomoa de pro-
lia6 o.p11Dto.mfento1 7 que btoe lo. f\16 reaUlando & medida que banus de miritoa 7 aervicioe lle loe conquiatadora Ml TU.cu·
so co111umAb1U1 loa 1uce101 de eu 11nnturA indiana. Tol hecho no 1du 7 loe de paptles de 101 gobenu1doret de na proYbci&).
co.reee de imporlanclo. cu..udo ae trata de eeta.blecer 111 seriedad e) Para la reai611 de Cuya: :MEl>IN• (Joa~ Toflbio), Colecoiófl
de llla lucntae informatt•u <lel Derrotno. de dOCU1114ft10I mldftor paro lo 11iltori4 de 011\11.
- 28 - - :!11-

naturaleza literaria, trabajados, o con cierto conocimiento error no lo ha cometido Centeuera, aiuo quienes han que-
clirecto de loa auce~os. o con informaciones eruditas lige- rido atribuir a su poema carácter de crónica rimada, y
ras y elementales. En un caso así se halla el poema L4 al fiojo poeta condiciones de analista o historiador. Por
.Argontitta, del arcediano Martin del Barco Centenera, todo ello, pues, La Aroentitla de del Barco Centenera no
c1ue apareció en Lisboa en 1602. cabe en una historia de la historiografía, y ai la he
No cabe duda que Ceutenera estuv<' al cabo de muchoa mentado es, precilamente, para sentenciar au destierro
detalles y que se manejó con datos dignos de fe. Tengo · de ella. No podi·á ne¡r11rse, sin duda, que en el poemn ae
hecha comprobación cabal a este respecto, y no pienso regiatrau d<Jto1 aprovechables, y que las acotaciones mar-
que ~i bien son pedestres los nrsos del iarandeado clé· ginales que hace el poeta a sus estrofaa, revelan el cono-
rigo, deba cousiderarse falso todo cuanto nos relata en cimiento, cuando men~, de la geografia de los lugares
º.
el cl11uclicante rimado de su poema 1 La realidad, que que ftleron teatro de los sucesos qne uarra i: ¡ pero de
de ordinario ba querido deseonocerse, es la de que Cen- ahí a proclamar la naturaleza historiogrUica del poema,
tenera no tuvo nunca la intenoió:i de componer uua cró- media un abismo. Y no es que mo resista a admitir la
nica. Se redujo a balbucear un poema de tema hiat6rico, posibilidad de una conciliación aceptable entre la forma
huyendo del cksausto y fadtaio qMc de las largo~ y pro- poética y la rigurosa composición historio~ráfica. Nada
lixa.s historias $ C sw:lc reci:tlü· 11• Claro re.ulta, entonces, de eso. Tal maridaje es posible y tiene ejemplariuci6n
que no habiéndose propuesto ensayar una narración bis- en la propia producción americana. Recuerdo, a tal res-
t6.rica fiPI, sino noticiar, en primer t~rmino al marqués pecto, la Aro1~cana de Alonso de Ercilla y Zúiiiga, cuyo
de Castel Rodrigo, vfrrey de· Portugal, y después a todos mérito, como crónica de los sucesos que dan asunto al
Jos leyentes sobre lus e:ttraordinarins tierras del Plata, poema, ea punto que ya no puede cuestionarse 11•
no se tenga el derecho de reclamnrle la severidad mfor- Semejante al libro de Centenera no existe otro a4\'uno
mativa que es de exigencia imperiosa en un cro~ta. El en la producción de .nuestro sector literario u . Por eso él
abre y cierra, a la ni, cuauto al particular se refiere.
10 E l P. J u.u; F . S4L.UEJULY 1 (8, J .) eu. '"'libro: ~. charril<u De todo lo que se ha escrito de modo primitivo, eu
!J Santo Fe {M:ontnideo1 1926, plga. 38 'f alguimtee), ba. becbo
-una. l\ibil ckfensa. de loa elementos \nformt.ti'fot de LG Argn1iM, lP Aa1 lo enter:ull6 Jvu DE LUT, quien eu au No11u1 orb~
a\tib'o.Jtudo a. la ~\raMll dt\ 11erao \a~ ~uc~e.a .meu.ct.~tudea del t81i ducripti°"" ltld\41 Occidft'tolia, libro XVIll, cap. lll, pfl¡.
523 (1A1deu, 1633) 1 al dcseti'oit e\ 11.ío de \& P\ato., etllt. uumo,
:mediano. Cno 1mcer:unen\e1 que 11U dltl.do anugo e\ P.
S:il.Aberry 1lO et't~ln del todo en una poaicl611. de difltil dtfe~11&, 11del,t'~ameute ae \01 ib.to1 couteuiaot eu Retttta. y en e\ \i'Mo
arcecll~o. (Un ejemplar de et\a obro. te bu\\a. en e\ lii.uteo
•• 11i con la teori1aci6n de la «ran.fo cJol 11er10 eo pudieru. ezpUcar
lu rofereoclaa que{ en proea, hau Contener& en el pr61o~o de VitTe). . . _,
t.t La .,..racidad T ajuatada illfor111ao16n que taracteruall ....
su poema. Di~ al í, en eteeto, --pua. púit&r lo atraor&:uio
lle lu tlerru del Pinta-, que hablt&ll en la. re¡lóa f'4'rtU " t.ci"
~elato de Ereilla •ti• bien estobleoid&a por J0t6 Torlbio MedÍllA
l>rGtial civu '°"' di.fcr cntu, 11(f>ora. 11 1"1'~• 01'1 114~ tnido
co• 1C:,,.l>rt1 conflicto y pdeG, quo eso aolo juatlfica au empina
en la 111'th·o~ ZIZ. ele la B4ici6ft dd C"tniorlo que ae biso
del poem& en Ul8. (B&nUa¡o de Cbllt, imprenta Elnrlriana).
l t Pod;ta 1er excepción, quid, Lo .4rgliati444, un poema quo
narratiTG1 a¡regando 1 para. remate, que boata. IL!ldan por sua rio1 en 1908 publlc6 en Buenos Aire,s don M.uro1t. Roost.ro Ta11TAN!',
pe041 de "'"11ciu foNAci. •p&ll.ol realdelli. en el pala, 'f que, 11Ji. 1n¡>frar muebo a C.u~­
u ~ eata una decl&raeión suyo, ttt.ampada. en el pr61o¡o con nera, u lo abt'fió a 1A narrae16n, n nno, de los 1uceao1 bit-
que H a.bre ti poema.
-30 - - •a-
materhs que hice ol pasado remoto del paía, sólo quedan pias aveulu1·cts. El do nhoru es \Ul crouista que as~ira
ya por considerar las composicionea narratina que fue- a recollljh•uir lo pretérito en base a los elementos eruditos
ron elaboradas para justificar actuaciones peraonales, De de que puede disponer. Por eso su obra, tosca o perfecta,
entre todas Ju que aqui, y sobre temas nuestros se pro- es sin embargo, de frauc& nat\lraleu. historiogrifica.
clujerou, correaponde destacar, exclmivamente: los Oo- c:1ál fuern su valor en la hora en la que viera luz, cuál
m.entario1 de Alvar NV.ii.ei Cabeza ck Vaca, escritos por su estimación y cuiles los elemento~ informativos en
Pero Hernllndez, y publicadoa en Valladolid en 1555 11 ; que descausa su contenido, son los asnntoll qne tratart!
la Narración gmoral que Aliiar Núflci Ca.beia de Vaca tle abordar en las siguientes páginas.
hizo al Consejo de las Indias, en 1552 11 ; y la Relación füv Díaz de Guzmán era criollo. Había 1111ciclo en el
d4 ia,, cosas .mcedid41 en el Río c:U la PI.ata., que el anta l'araguay, en 1554, y actuado en distintos lugares de la
recordado HernAndez compuso en 1545 17• Como se sos- proviucia ríoplateuse. En 1612 escribi6 su crónica, utili-
pechar!, valen en cua.nto sou re1'elaci6n de descargos, zando, atlemás de recuerdos personales y hogaredoa, apun·
y1 C\1ando mucho, por 1a parte en que en ellos palpita lo taruieutos eruditos que luego, señ14laré >A. Antes de ha-
netamente personal. Pero las tres piezas distan bastante cerlo me urge <lejar establecido que Uuy DSaz se pro·
de ser producción bistorii¡grlüica. No paaan de otros pu.so escribir unos o.nalc1 del desc"brim~nto, poblacicm SI
tantos documentos, sólo apro1'ecbablea en las reconstruc- conquista de laa pt•Ot/1noia1 del Río de la Pklta 10, y que
cione.a (renninaa de ese caricter. semejante intención basta para diferenciar su libro de
Descontadas, ae¡ún queda visto, todas la.a producciones todos cuantos le precedieron. Por tal oonsideraci6n, se-
que, a mi juicio por lo menos, conatituyen el conjunto g6u se echar& de ver, débese convenir en quo es aju.atado
de las heterogé.neu que antecedieron a lns propiamente a la reaUdad el reconocimiento que ya le hiciera a Lo
historiográficas -al modo en que las de loa logógrafos, Jirgent'1la de primera crónica historiográfica del país.
en Grecia, precedieron a las compoaiciones de 'Herodotl>-, Y a llora bien: sep~mos qué clase de producción ea la
ha llegado el momento de considerar la primera crónica realizada por , Ruy Díaz. Para conocerla, en la medida
rtoplateuae que merece el nombre de tal. He nombrado de lo que se requiere en este género de valoraciones crí-
as1 a Lo ho•ntma de Ruy Diaz de Gumnán, escrita en ticas, bueno ea que establezca que corresponde tener en
1612 en esta parte de América. cuenta, en Ja tarea, un texto digno de respeto. El que ha
P~r primera vez, en este caso, alguien se propone hü- logrado esa condición es, sin duda, el editado por Groua·
1oriar el puado del pús. Ya no se trata de relatar pro- sac en el tomo IX de los Analer <U la Btblioleco 20• Se
nos ofrece allI la obra en una lección ideal, fruto del co-
t6ricoe del deec:ubrimie11to, la co.n¡j1jta
Y la colo'llisaci6n, huta
11 Una eseuna puo document4da bio¡r&fia de Ruy Diu 11
101 prim1t01 oe.bo doe dal ai¡lo
u E1 riprodoed611 ele esa edici6q lo qn fipra en el. to~o h&llarA en el libro del doctor R1c.u.oo 11• ~ ~OB¿Uf, ti·
V de la Co1-oo'6!. d• librCM y aocv"'n101 ' ' ' " " ' ' ' • o lo llvfona tulado: Lo• •OfWlfli1lodore1 1M 11'o de lo PZot•, pAp. 1:17 y 108.
41 ...t1111rico, M&dr~ 19011. (BueA01 Airea 1H7). . .
ie Idem: tomo vi. 11 Eato es fo que marufieatA eu el p"6lo110 de au libro.
1T Iclem, ldem. 20 Buenos Airu, 101•.
- l 2- - 33-

tejo ele los cuatro códic:ei; que de ella se couol!en :n. De y es aquel c1011de el autol' -según el códice paraguayo,
ese texto se desprende que la crónica, que abarca el pe- por lo menM 21- llama a sn crónica anal.i6'. Abarca los
riodo 11istórico comprendido entre el arribo de Juan Dínz sucesos que se produjeron entre 1555 y 1575.
de Solis al Plata (1516) y los sucesos que siguieron inme- Entremos ahora en lo hondo: 'de qué elementos erudi-
diatamente a la fundacióu de la ciudad de Santa Fe tos echó mano Ruy Díaz para llevar a término su propó-
(1573), ha llegado trunca hasta nosotros. Es casi se- sito historiográfico f Eso es lo que trataré de precisar
guro que el autor, que escribió hacia 1612 y murió en de inmediato.
1629, dej&l'ío. constancia en sus anales de los sucesos pos- Todos cuantos se han ocupado de este asunto, antes de
teriores, cuando menos de los Yinculados al estableci- Gronssac o despu~s de él, no han logrado descubrir las
miento de la ciudad de la Trinidad, en el puerto de Santa fuentes eu que abrevó nuestro primer analista. Grousisac,
María de los Buenos Aires. Pero nada de eso resta. En que ha llegado hasta insinuur la ª''eutul'ada sospecha de
consecuencia, como ocurre con los historiadores cl'8icos, que el anmceño no es el padre exclusivo del libro, pues
debemos atenernos a la parte de la crónica que se ha li- algún oculto jesuita se habría acoplado a su tarea, ha
brado de la destrucción o del extravio :!!, Y con solo sosteniclo qlle Ruy Dlai t10 clt-muestra. htibtr le~lf> ni11 ·
ello nos basta y sobra. • u1ma d.c las hi3tf>riM o cwónicas ya fJ'Ublicada8 s11 s-"
Para satisfacer cuanto reclama la utilidad de toda esta tiempo =•. No hay para qné decir q11e 1011 epíi:ronos clel
indagación en torno a La Argtn,tina.1 se hace necesario maestro han repetido lo mismo.
saber cuál es el plan, a fin de pasar, luego, a la aprecia- Pues bien : la aseveración carece de fundamento. Ruy
ción de los materiales con cuyo auxilio acometió Ruy Diaz Díaz no sólo conoció la bibliografía capital que hacia a
su realización. En lo que hace a lo primero, es decir su terntt 2 :1, sino, lo que es má.,, tomó al pie de la letra Ji.
al plan de la obra, sin esfuerzo se advierte que fué el de algunos ele los libros que la constituyen. rn\1cba.'I ' de las
iniciar el trabajo con una De1cripeión de la provincia, noticias que hallamos-en el suyo. La prtteba de ello se
que es lo que constituye el libro I, y pasar despu'és a los la enc<?ntrará en el capitulo Iidel libro I dt La, Argot~tina,
hechos históricos comprendidos entre el arribo de Solís que, en lo referente al Plata, está calcado en la obra de
y la enltación al poder de Domingo Martínez de Irala, Francisco L6pe.z de G6mara : H ispania 'V fotÑ o Hi3tf>t'i<i
abuelo del cronista. Los sucesos en que Irala intertino, General d~ Za~ lllditJ!, aparecida en Zaragoza en 1552. El
desde la llegada de .Alvar Núñez hasta el asiento en la calco llega, en varias oportunidacles, ha.'lt& 1a franca tran!I•
provincia del primer obispo de ella, son el tema desarro- literaci6n. Si se quieren ejemplos de esto último, señalo
llado en el libro II. El tercero, nos ha llegado trunco, los que nos ofrece el cotejo del capitulo 1" del libro I de
,1 Laa ediciones que ae bAn becho de La .4tg0!\H11a son TA· !)8 Véaae 1 'Annks ,10 la Biblioteca' ', tomo IX, p~. XXXUI.
ria~ tiendo la primera la realito.da en 1835 y>0r Pedro de An- 2.i Idem. ·
Rtll~ en au conocida Ool1ccí6tl d1 obra.t y doC1l1ll1mfo1. Eaa, con10 25 Ea coe11 evidente que m11cbf1imoe datos ·de Le. ,frgeAti"~
otr~ po1toriorea -tal la que apareciera en Buenoe Airea en proceden de 111 Jlilicio v d11cripol6A d(O las l114'<u, de VuoAS
18541 en tres volúD1ene1 delgado- deben aer naadaa con catttela. M~CBtJOJ. (Madrid, 13911) y de la D11mpti6rt que pneede a. lae
22 "Analea de la Blblioteu.", tomo IX, plga. 164 '1 29~. conocid&e JUcodu de ANTONIO I>t HBRRhA (~fadrid, 1801).
- lit - -35 -

U.uy Dfoc) con Jos capítulos LXXXIX, XCII, y .XCVIll Dilu raya en lo ina11dito ::s. Par11 probiLrlo Grousaac de-
<le Lé1pei1 de G6maro. Allí podri comprobu·se que los r.ora La. Araentina con notas complementariu, elabora-
Jatos del asuncefio referentes a SolíR, a )logallanes y A dos sobre copias de documentos procedentes del Archivo
Sebaatián Elcano, proceden, hasta. con la co111en·al'ióu de de Indias, las cuales, naturalmente, empequeñecen al na-
las mismas palabr&lli, <le la. cr6nil'o del cnpell6.n de los rrador a.sunceiio. do.da la riqueza de los nuevos informes.
Cort&. No advierte, sin embargo, el erudito editor, que entre él
La fuente bipocrenética máxima de Ruy Diaz, aiu em- y Ruy Dfaz median tres largos siglos, y que Jo que él
bargo, ha aido La Arge11tina de Centenera. Esto fué ya pudo logr11r, con e) auxilio de copistu competentes, no
señalado por Ricardo Rojas'º, refiriendo la iupiración le podía ser dado n quien Yivia en un rincón de América,
al tema y al plan. Pero puede agregarse, además, --eosa 11 principios del s•gto XVlI. Grou.ssac, 110 obstante todo
qne be podido comprobar ain eafuerr.o,- que muchn.s de esto, <lice una cosa cierta: la de que Ruy Díaz no es
las notas marginales con que el arcediano trata de ci- siempre '·erai :o. En efecto: obligaC1·qnes clo familia, -
mentar lo que narrn en los yerao:J, son utili:tadas por me atrevo a llamar oaf a algunas actitudes suyas para
Ruy Díu, especialmente al acometer las descripciones del con Jn memoria de so abuelo Irala- tuercen, a. veces,
territorio. Ese becbo, empero, el primer cronista riopln- la PJesentaci6n de los hechos. A eso se reduce todo, pero
tense revela que, cuando menos, ba ensayado investiga- ello a pes11r el aristarco le aiota desJ)indndo. Al hacerlo
l!iones en doe:umentoa aprovechables. Tal es lo que de- Aprovecha una rendija cualquiera. para escurrir por ella
nuncia, para citar un caso preci.ao, el capítlllo XVI del un fustazo feroz contra la Esp<1.1ía da la Inquinción ti del
libro I, donde aparece incorporada al cuerpo de la obrn absolutismo 00, que nada tiene que hacer en el aaunto.
unaL real provisión de 1537, referente al derecho acor- Groussac, esto empero, reconoce que Ruy Diaz ea un ex-
dado a los pobladores de elegir n su gobernante máximo positor frío de los sncesos, lament6.ndose, ain embargo,
en lOK casos de vacancia absoluta del cargo. de que no haya filosofado, moralizando el relato histórico
Yendo, ahora, para lógico remate de todo lo e:tpuetto, que escribía •1 • Cualquiera -.e, de lejoe, que la discre-
a cuanto Atañe al valor testimonial de Ruy Díaz, habré de pancia de Groussac con Ruy Díu se funda, antes que
l'eferínne, necesariamente, a lo que acerca de ésto ha eu nada, en motivos de escuela.
escrito el editor del texto mlÍ.S aceptable de La. Aroenttria: Lo que la crítica mAs censura en La ..4.rgenlina -y eso
tlon Paul Grous,,ac. El respetable critico tiene compro- sí que merece atención especial- es el albergue que en
metida opini6n catefórica en este asunto. Ha dicho que ellá tienen ciertas fibula.s, como 1a de Lucia Miranda en
el cronista paraguayo ofrece el espectAeulo del tütbaste tl capitulo Vll del libro I, y la de la Molcltmado, en el
dt 1'110 materia nulit1wntal pm· un obrero in/erior a su XlI de igu11l parte de la obra. No cabe dt1da que se trato.
matona~. agregando que la. falta d~ i11forntaci6n de Buy
~s IcllDl, Pia- m11r.
::C lltnorio d1 lo 1'tnot11ro argMtifto, tomo Il1 p4¡. 206 1 de !!I14em1 p6¡. :tXIV,
lll primeza edlci611. La 1ilnllitod del plu cor"9p011de 11.I deaarTO· ao Idem, p6•. XXX.
llo torrado eii lo• cantoe I a VII del poema.
:1 ",\na~1 de la Biblioteca", tamo IX, pAr. :'\X\'l.
11 Idem, p¡p. xxxn y x:a:m.
- :iG- - 37-

de dos episodios fantúticos e hi.stól'icam~nte falsos 32, lo w1ico que podía ser eu su momento y en el lugal' en
pero para juzgar el aaunto cou equidad conviene no hacer que se le compuso. Así debe ser juzgado, y nunca colo-
de lado las caracteruticas rle la ~poca y del medio social cándose en lo alto de una c6tedra erudita del siglo .XX.
en que Ruy Díaz redactara su libro. El mechado pinto- Cerraré este capítulo, consagrado, como e¡¡tá viato, a
resco era entonces como de necesidad, y uo se podría ~os origenes i:emotos de la historiografía nacional, de-
estar aeguro nunca de que fué el cronista paraguayo, J&ndo establecido que, fuera de la regi6n ríoplateme, nin-
realmente, el creador de la fAbula. Nada tendría de ex- guna otra ~el paú cont6, en la época en que fd escrita
traño que la hubiera recogido entre los materiales tradi- La .Aroantina, con una crónica de su tipo ni con nada
cionales que entraron a formar parte de su erónica ~. que Ja equinliera º· '
Su pecado, ti es que tal deaignación corresponde a lo
que hizo, se reducirla a no haber repudiado la leyenda.
Pero ¡eso era fácil en el lugar en que escribía y en su
época! Muchos cronistas de altura maror, que com-
pusieron sus relatos al amparo protector de un medio
de ciencia milenaria, acep•ron esa y otras fábulas. Tal
fué el caso de los Padres Techo y Charlevo~, que no eran
semi-indígenas americanoa, y que historiaron en una
Europa pletórica de luz intelectual "· Por eso, pues, no
hay que excederse en.'la censura que se hace a Ruy Díaz.
Su obra, a la postre, ain duda defectuosa, no sólo tiene
el valor de todo trabajo primog6nito en un tema, sino, ade-
m&s, el que correaponde a un eafuerr.o realizado 1cpr.in-
cipioa del siglo XVII en un apartado lugar de las, por
entonces todavía, selviticas Indias. El libro de Ruy Díaz,
. no es, en verdad, un portento historiográfico, pero, tai:n-
poco un engendro merecedor de repudio y de olvido. Fué
e? En Jo que rHpecta. al de L\lela K.ir:uula, así lo ha eridea.
oiado Joat Toamro )(ll)uu. en 1\1 obra: El ""'40Ílmo Seb1uH6"
<Jabato, tomo I, p!¡. 208 (Santia¡o d1 Chll1, 1908).
11 Que eeto pudo IMlODtlctr, lo prueba lo oe11.1rido al Padre
Techo coa la fibwa d1 la J{Gldot1a4G, que 61 conoci6 por lo q11e
rtlitre 11 propio llu7 Dtu; T, que haU6, l\le¡o, difundida ellt:H
tu ¡mU. del Pa1a¡ua71 como coaa de !:t. que tlO podla dudAlle.
(V6a11: Cnil.Llm>IX, HVtorl4 riel Parot1V41, \. I, p&¡. U de l:t.
eclici6n de Madrid, 1910). 11 ..._~peeto al Tucum&n lo ha asnerado Roberto LenWer (Nv•-
u El becho 11 do nriticael6u fácil (V6ue: CIU.IUV01x: Ilt.
torio del POl'G(/'llJtJ, tomo I, pi¡. 67 de la edición antes cii&da). va Dr<mteo del 2'1110t1"'4it, tomo I, pi¡. 80, Madrid, 1937).
- 30 -

Para mi cometido, sin embargo, interesa., antes que uun


demostración concluyente de esto, que, después de todo
resulta innecesaria, establecer que la causa real del fenó-
meno proviene de la circunstancia de que la Compañía
de Jesús envió al Plata, no sólo misioneros armados de
gran fervor apostólico, sino -y en número crecidísimo--
hombres doctos, artífices hábiles, y sacerdotes de cultura
CAPITULO Il excepcional 38• Querían los superiores de la Orden que
únicamente pasaran a esta parte de América, clérigos que
La crónica jesuítica fueran, a la par de evangélicos, verdaderos varones en el
saber. La cosa resultaba relativamente fácil a la Com·
pañía, que extendida ya por el mundo europeo contaba en
l. Significaclo culturo.] de los j'",.uitas en nuestro pait. - 2. su seno con individuos ele todos los sectores étnicos, los
La prod11cción josuitico. y la bistoriografil\ regional: rarta1
cuales, como soldados que eran de la Contrarreforma, se
an11oa, informaciones indirectas y trnbajoa fragmru.tarioa. -
3. Los cronistas oficiales dS la Orden eu el Blo de la Plata: habían preparado para la vida integral, en una singuln-
su nóminn. - 4. Las erónicu de los P. P. Pastor, Techo, Lo· ríZma milicia del espíritu. Eso es lo que explica, acaba-
zano, Charlevoi.lc, Muriel 1 Guevara: su contenido, au valo- damente, el florecimiento cultural que nos trajo la pre-
ración 1 su influencia. - 5. La lnbor de loa e:i:pulao1. - 6. sencia de los jesuitas en el Plata.
Una manifestación esporádica en eate ciclo bietoriogr6fico: dou
Filiberto de M~na: su DHcripoih y 11a1Tacicm hiatorial de
Como era lógico que aconteciera, tratándose de una
la mitigua. provincia de T-t11dn. orden religiosa que ha tenido, en tocios los tiempos, tan
destacados cultores de las disciplinas históricas~º. coin-
Nadie que tenga una mediana información histórica
relacionada con asuntos del país, puede desconocer la
Compañia de Jea<ís en el Paraguay. Quien desee elementos para
formarse el suyo, encontrará alli lo que neceaitr, pues estím regis-
realidad de un hecho incuestionable : el de la efectiva trado.a las opiniones de los d08 bandoe : el do loe amigos y el lle
influencia que tuvieron los jesuítas en el acrecentamiento 101 opoeitoies.
S8 El hecho está documentado, superabundantemente. Basta.ria
de la cultura ríoplatense 38• No es cosa de bandería pro- citar, como prueba, la lntroductio pro ca1'didatis ad iiado1, que era
clamarlo, y sí podría serlo la negación de su eYidencia P.T. una verdadera regla especial para lor. misioneros (Véase: HDNÁ S'-
DEZ: Organiloci6n 1ocia.I de ia. doctriftoa guMaftÑ1, I, pÍLfl. 346
)' alguien te.). Ma7ore1 evidencias ae obtendrán recorriendo la co·
sa Un eundro¡ llamarlnlo sinóptico, de ese interesantwimo fe· lección de Carta1 11n111J1, cuya edición reallaa, en este momento el
nómeno, nos lo ofrece el P. GUILLE&Mo Ftnu.oNo, (S. J.) eu su lnatitnto de Inveatigaciones Histórica& de In Univeraidad de Bue·
libro: Lo1 ;ell'Uftoa y lii cultura r(oplateue, (Montevideo, 1933) nos Airea (tomos XIX 1 XX de la Coleoc:ilm 11'1 documento• para
donde, con gran conocimiento del tema, e:i:bibe la prueba. conclu· lo. H iatoria. .&rgentifta) •
yente que oblign a declarar lo que ncaba de leerat. ao Puede verificarse el aserto consultando In obrn de EDtrABD
31 El P. PABLO HEIUfÁNDEZ, S. J.), en au documentadisima obra FOETS&: Geachicht11 dcr neu11re11 Hiatoriograp11w1 Berlin, 1936. (En
La organi•a~ .ocial de Za1 dootf'ilMll guaran~• (ll T016mena., la conocida versión francesa de ~mile Jeanmaire, 1914, - el capí·
Barcelona., 1913), conaagra varios eapltuloe del tomo II a: com· tulo consagrado a la producción jesu1tica ea el III del libro IIIl.
poner una. verdndera antología de juicio. •obre la obra de la Acerca del e:i:traordinario aporte que loa jeaulw han hecho a la
-40- - u-

cidió casi con el establecimiento de ~a en nuestras tie- histórico de los aimntos que trataban. (Un ejemplo así
rras, la iniciación de los trabajos historiográficos que nos lo ofrece Dobrizhoffer) 40 ;
comtituyen el grupo de los que designo con el rubro de: d) el de los colectores de datos, cronistas circUDS-
cr6n.ica jesutticc.. Llenan ellos todo el siglo XVII, más criptoa, y el de la familia menor del género historiográ·
de la mitad del XVIII, y se prolongan, como producción fico 41• Podría agregarse, además, el de los historiadores,
personal de los expulsos, en el resto de esa. centuria, para algunos de ellos destacados, de los cuales sabemoa mu-
perpetuarse, después, como influencia efectiva en lo que chas cosas, pero cuya producción no ha llegado a nos-
fué el proceso de la historiografía propiamente nacional. otros. En una situación así se hallan el P. Iturri y otros
De todo esto deriva, según es fácil advertirlo, el singular de su época. Pero como he de tratar aquí de realizaciones,
significado que tiene la producción croniquística de los exclusivamente, estoy obligado a preacindir de ellos,
jesuitas en nuestro país, durante el período de la do- aunque, cuando llegue su hora, diré a su respecto lo que
minación española, y mientras gestó su personalidad el en realidad corresponda.
nuevo Estado que le sucediera. Entrando, ahora, a lo que afecta al proceso, en la re-
Y ahora bien: para juzgar, adecuadamente, lo que a 40 El tomo I de 111 obra Ili11toria ck ..db\pOftibu (Viena, 1783),
este punto atañe, conviene ~stablecer que la producción está con111¡r11do a la crónica hiatórica. del Pa.ra¡uay. Martín Do-
brishoffer, que escribió entre 1777 y 1782, er:i. austriaco y reaiaió
historiográfica de los jesuitas, en esta parte de América, entre nosotro1 desde 1749 haata. la expulaión de 1768 (Cont.:
FuaIJONO: Bol•tín del ln1i\t11to d• lnw1t\11acior1.111 Hiat6rica8 de
debe ser parcelada en cuatro grandes grupos, que son : la Univenidnd de Bueno1 Airea, 1928, tomo VI, pA¡a. 417 a. 484).
a) el de los cronistas efectivos, americanoa, españoles 41 Subre muchos de elloa trae datos, aunque escuetos, el ya
citado libro del P. GulLLDMO FullLOHO: Lo1 ; ..11Ua. y la. 01llt11ra
y de otras nacionalidades, que reconstruyeron el pasado rioplaten.tf, A cana informaciones pueden agregarae otru, como
componiendo obras que han llegado a nosotros, y que las que el propio P. FUR.LONO nos auminiatra en au monogra.lla titu·
.,, la.da: ;Jod ;JoU.. Millo"'"º e h'8toriador ("Estudios", nú1111. 247
fueron antes, y aún son todavía, abrevaderos ...comUn.es a. H9, Bueno' Airea, 1932). De este eacritor conata que, en 1789,
de erudición. (Tal es el caso de las crónicas de los P.P. publicú un Sa.g11\o 111lla 'noria l\aturale dellá pr"11i!\cria del Gran
C'llaco, en el que ha.7 butante material apro•echa.ble. Hicieron apor-
'fecho, Charlevoix, Lozano, Guevara y Muriel) ; tu ta.ínbién, 101 P. P. Joet l>il Puur.!e (Sobrf lar co1tim1bre1 d•
101 indio• guaranfea, 1779 '1 De 'llita et metrib~ 1e:r: ICJCtrdotl'm
b) el de los cronistas fragmentarios o indirectos, los paragva.yacon1t11, 1791); TA1>&0 XAVln R&MIB (B/e"""4er clf lo
cuales suministran algunos elementos infor_mativos, de ll~ra d• lo1 11vnra"w1, publiCAdat en Madrid en 1770, '1 reedita·
das por de Augelis en el tomo V de au Coleocidn); Jo.A.q'IJ'fN C.A.·
valor incuestionable. (En esa situación se hallan las iulo, que reunió materia.lee hiatoriolirlficoa; 'l'o>ú.a F.A.LJDJD
Cartas anuas y unos cuantos historiadores inéditos)¡ (Deaoripci6il d• la Pat0t1o"i4); Ju..t..N BAUTISTA. Fru.uroro, que
publicó en Madrid, alrededor de 1629, uua notieia. sobre el marti·
c) el de los escritores que sin ser propiamente cronis- . rio de loe sacrificadoe en el Co.a.ró; Ntooi.ú DullJ.ir, de quien ee
tas, abordaron en sus obras el conocimiento del aspecto conoce una R•latiO'A dta '""""" pro11rl1 <H la r•lig\ot1 chritiennf
faiea au Paraq1U1i, etc. (Parla, 1638) ¡ JUAN PATRICIO FUNÁl'·
1>.U que escribió una Belacridn hiatorial <H !al mu\onu iU 101 in·
erudición hiatórica de la I¡leaia., deade la or¡a.Dizaci6n de la Ord811, dior qv, Ua.man Cñiqv\toa (Madrid, 1726, con veraionee al lattn
ha. reunido datoa muy completos el P. Carloa de Smedt en su y al alemán), y much!1imos mb. Se puede a&everar que todoe.
lntroductio t1tfteral\1 ad hi~tori&m •oalenarticam, (Lovaiua- ellos han contribuido con elementoa valioaoe a las ta.reas hiato·
Paru, 1876). rio¡rAficaa de todoa 101 P,empoa.
-43 -

gi6n ríoplateui;e, ele la historiografía jesuítica mayor, 30 P. Diego Boroa ( 1585-1658), que rewlió materia·
seri\ necesario establecer que habiendo instituido la Or- les, dedicándose, con preferencia, a componer la biogra-
den el cargo de cronista regional, la Compañía contó, fía de los P. P. Pedro R-Omero, Marciel de Lorenzana y
desde su primera 11ora, con \ID encargado de reunir mR· Roque González de Santa Cruz. •e y, luego, a redactar car-
teriales y componer, luego, el relato historiográfico per- tas anuas de gran importancia, alguna de las cuales me-
tinente. El cronista P. José Guevara, nos ha conservado recieron la publicidad inmediata 47 •
el recuerdo de quienes, siendo antecesores suyos, reci- 4° P. Nicolás de Toict, (1611-1680) a quien los espa-
bieron la misión de escribir sobre el pasado y acumular ñoles castellanizaron el apellido llamándolo dol Tech.o,
elementos informativos relacionados con su presente 42 • que nacido en Bélgica actuó en esta parte de América
La nómina es ésta : desde 1640, y que escribió una Hi&toria del PM<J,(J1iay,
11.> P. Juan Romero (1559-1630), que actuó en Amé- grandemente apreciada. Su obra apareció, en Lieja, en
rica, desde 1588 hasta su muerte, pero que no logró es- 1673, redactada en laÚn "'8 • Fué trabajada con abundante
cribir nada relacionado con la crónica de su Orden. Gue- documentación y no escaso ejercicio del sentido crítico,
vara dice que no puso mano a la obra por razón de hechos ambos que explican la autoridad que se le ha con-
edad 0 • Es probable que 8lÍ fuera, bien que podría agre-
garse que no tuvo escasa culpa de que ello aconteciera, la •
bie~a .A111ra, recurre a la opinión del hiatorindor jesuita P. PASTO&,
ardua fatiga apostólica en la que el cronista estuvo em- ateniéndose con rer.pecto a su dictnmen. Lns notna de Loyv11 ~
hallarím en el tomo VIII de la "Revista de Buenos Aires".
peñado por aquellos años ••. 48 Sobre el. actual Beato P. Roqu• Gonzlllez de.Santa. Cruz y
29 P. Juan Pastor (1580-1656), que misionó por Amé- · aua compa!ieros de martirio en 1629, el P. Bol!IO.a. escribió una
.Relocicm en cuatro libros, cuyo original se ha. perdido, aunque ac
rica desde 1604 y que escribió una crónica en dos tomos, 111be que existió y hast11 que fu6 autori.aada au traducción al latín.
historiando los sucesos hasta 1614. Su trabajo no fué Lo que ae conserva, en el :i.rchivo jesuttico de Toledo, es el textil
de otra, 1obre el mismo uunto, pero que no p11sa de un informe.
dado a luz, pero .lo aprovecharon los cronistas posterio- (V6aae el tra.bn.jo del P. Furlong 1obre la tradición literaria del
res, pudiendo decirse que vino a difundirse por tal ve- martirio del P. Gonzíllcz, en la obra del P. JOSÉ MAtf.a. BL.&.Nco:
Historia docu·mentodiJ de loa mdrtires del Coor6 e YjuM, p!gin;111
hiculo 4G. 261 ., 270).
47 L11 de 1642 se publicó en lo.ttn, un afio después (ldem,
n Guzv.u..a.: Hiatoria d11I Poroguar, en "Anlllee de ln Biblio· p!g. 269). Asimismo, sus Noticic11 de algv11a1 reduccioflea de la
teca", Buenos Airea, IDOS, tomo V, pl¡1. 133 y 156. Compoffío, que escribió en 1637, fueron dadu o. conocer por Tre·
4.3 "Annlee de la Biblioteca "L tomo V, plg. 155. lles en el tomo IV de lo. "Renata. del archivo genera.J. de Buenos
o CHA.BL&voIX, Hiltoria d11I Faragvay, tomo 11 libros ?V a .Airee".
VUI, dn buena. noticia de ella. 41 L11 versión espalíola 9ue datn de 1897, fué hecho. por M11·
45 Algunaa copiu de la obra original debieron circular en el nuel Serrano 1 Sanz, 1 publicnda. en Madrid, con un largo prólogo
B1o de la- Pla.tA, conociéndose por ellaa el contenido de la crónica. de Bias Garn7, como parte de una Bibliotec11 Paragv11ya. EstA
Lo infitro de un hecho revelador: la cita frocuente que 1e hace traducción fu6 impugnada por el P. P.A.BLO HDNÁNDU, (B. J.)
-de ella. .A priueipiOI del eiglo XIX 1ub1iltin nún aen1ejante aitua- en la introducción a Declaraci61l de la t1erdnd, que escribiera. el
eión, 1 el nombre de P111tor andaba unido al de Louno, por enton- P. Jost C.uumn., 1 que permanecla inédita (Buenos AirC!I, 1900).
ce• infdito como él, cuando menos en la. parte que en 1u obra Para el docto impugnador, tanto quien biso 111 versión como qu!rn
consagrara al fenómeno civil. Un caso que docnment11 lo que digo, puso prólogo a ella, hu cometido numerosos errores que invalida•
lo ofrece el doctor Julia\n de Leyva, quien, al a.catar lo que escri- -el libro, el cual quedó por ello deanaturalindo.
-H- -45-

cedido siempre. En ella han cosechado todos los c1·onis- En realidad, después de la: obra del P. Techo, lo que
tas posteriores. constituy6 ia labor máxima de la croniquística jesuítica,
entre nosotros, fué la producci6n del P. Pedro Lozano.
Después de del Techo varios otros escritores de la Com- Era éste originario de- l\íadrid, en cuya ciudad vinier1t
pañía acometieron la empresa de historiar el pasado del al mundo en 1697. Lleg6 al Plata antes de iniciarse
Río de la Plata, pero no queda de .ellos, ni de sus obras la tercera década del siglo XVIII, probablemente hacia
-ei es que eu realidad las realizaron- nada mlls que 1717 •2 • Después de ejercer el magisterio en Córdoba, fué
un vago recuerdo. Guevara, en la i!<LicWSn NP Primero al designado cronista de la provincia jesuitica. 'l'al cosa
libro I de su Historia, indica los nombres de' los P. P. aconteció alrededor del año 1730. De!lde esa fecha, o
Pedro Cano, Diego Lezana y Juan Bautista Peña:lva, co- desde alguna muy pr6xima, Lozano se tlió a la tarea de
mo los de quienes prosiguieron la crónica regional, des- reunir materiales para su trabajo. Como historiador de
pués del P. Techo, pero no informa nada de ellos, con la Orden, tenia muy a lu mano lo que a ella se referíu;
excepción de la noticia que nos da. de que lo que escri- pero no quiso contentarse con eso. Su deseo era otro :
biera Peñalva fué arrojado al fuego"º· Por mi parte el de yuxtapbner la narráci6n de lo puramente jesuitico
puedo decir que a esa nómina corresponde agregar algu- a lo concomitante del fenómeno seglar sincrónico. Por
nos nombres más : el de los que, si bien no se ocuparon eso, pues, pesqui!ló en todo lugar donde crey6 que ha-
concreta y especialmente de historiar lo rioplatense, alle- llaría informaciones. De la realidad de tal pesquisa, abun-
garon materiales para quie~ se propusiera hacerlo. Esos dan las eYiclencias. No es que el cronista lo diga con fre-
nombres son los de aquellos que redactaban las Cartas cuencia, sino qlle quienes han tratado, con mucha pos·
anu4S :io, y¡ los de cuantos informaban en epistolas pri- teridad a su época, los mismos asuntos que él abordó
vadas, que luego fueron reunidas en una colección, apa- por primera vez, tuvieron ocasi6n de reconocer ~a pe-
recida
. .
XVIII 51•
en la Europa Central, a mediados del Jiglo . sar de formular algunos reparos vinculados a detallcs-
qu~ Lozano utiUt6 doc11111e11ioi originale8, extract6 pro-
banzas, acuerdos de cabildo y títulos de propiedad 113 •
-10 ".Analea de la Biblioteca'', tomo V, pf.¡. 156.
GO El P. FUBLONO (Loa jeivitaa '!/lo oultVF'O rloploieu1, pigs. 4;¡ dueir lu veinte que consideraba realmente desconocidlll, pues el
y '4) ha formulado la nómina de loa mis deatacablu. resto eatf. constituido por )1\11 que alguien a~roYcch!'ra, .tnte¡ra o
51 Se trata de un conjunto de cart1111 de miaio1111ro;1 de llllJ11ª parcialmente alguna vez. (''Revista del Instituto R1Stónco Y Geo·
alemana, que tienen. un ain¡ular valor como fumte :mformatin. gritico del' UruguAy", lfonterideo, 1930, tomo VII, púginu
El P. Furlong en la obra que cit6 ya en la nota anterior, ha 229 a 11215).
llamado la at~nción sobre esa.s piezas, remitiendo al lector a In 12 Tal es ln auposiei6n1 b:ietnnte fundada, que neienta el doc-
"Revista. del Inatituto Hiat6rico y GeogrUico del Uruguay (afio tor Andrés Lamas ea le. 11'trO<lucoi6- que puao a la obra del
1930). donde el P. Júan Mühn diera a conocer veinte de el!Ae, P. LOZANO: Hinoria d1 la eonquiata d•I PMag•o-v, etc., impreaa
tomadas de un rimero de cuarenta.. Las cartas pertenecen al perio· en Bueno1 .Aires en 1873. .
do comprendido entre 1704 y 17:57 y fueron difundidas en la publi· GS Ee Roa:nro LsvtLLIU quien se ha pronunciado asi en su
cación: "Mense.jero universal" (W1l1bóU). No todas eat~n fecha· N""11a OT"6McG de lo cOtlqtlino del Tucum41', tomo I, p6.g. 80 (Ma·
das en el Paraguay. Lu hay escritas en la Patagoma, en ll1 drid, 191!7). Hay pruebu, ndemú,. de que formó un oorpu doeu·
Tucamin en Buenos Airea y en otros lugaru diver101. Todae mental que lue¡o utilizó el P. llur1el. (VEnee : FuaLOlfO : Loa i e·
1011 ain ~mbargo interesantes. El P. M:ühn sólo ae resolvió a tr"· auUaa y la cHltuF'a rioplottMt, p4g. 46) .
' '
--!';-

Reconocer esto :r procl!'-mar que se ajustó a seriedad razones diversos no bien p11cf<ta11 <lr. manifiesto en las
en sn labor investigativa; es, sin eluda, una misrua cosa. r.rmmlla.s de la Orden :;e, ele la Ni.doria de Za Compa-
No puede discutirse, con sanidad de espíritu y con- ñía los superiores jesuíticos separaron la parte consa-
cepto claro de ~poca, que Lozano fué un cronista me- grada 11. los sucesos profanos, remitiendo el resto n Eu-
ticuloso y bien informado. Podré. haber dado cabida en ropa. Allí se imprimió, en !\Iaelrid, en dos volúmenes, du-
su crónica al milagrerio; no habrá ejercido, siempre, rante los años 1754 y 56. Lo segregado quedó inédito
una rigurosa vigilancia sobre el valor de los testimo- hasta 1873/1875, en que lo dió a conocer el doctor An-
nios; se habrá inclinado, quizá, a usar un estilo infe- drés Lamas, en nna publicación de cinco Yolúmenes, a
rior al género que cultivaba; y hasta será pasible de los cuales pm10, por cuento propia, el título ele: Ilis-
censura, en la actualidad, por esas y otrns deficiencias toria de fo. conqmsta del Pa,.agr1t1.y , Rio de ln. Plata 1i
de parecido jaez: pero lo innegable es que su crónica Tucmnán in. Ei;a es la obra más difundida r aquella
constituye la. piedra fundadora de nuestro mayor edifi- en la que 11breyaron todos los rapsodas posteriores. La
cio historiográfico G4• Las obras que entran a constituirla De.scripció1~ d.cl Chaco, a sn ,.ez, que fné publicada en
son: La ·histtwia de Za Compa;Ma en. la Provincia. deZ Pa.- España, en Ja rindacl ele Córdob11, el año 1733, es una
rayuay, In Descripción 0Mrográfica deZ Gra-n. Chaco
presentación del panorama fisiogrfüico del territorio, y,
Gualamba y la Historia de Zas re·volucio-nes en la Pro-
a Ía par, nna abreviada información histórica de la
vincia del Pa.rQ{Jut11J, d.e.sde eZ a.ñ-0 1721 hasta d de
conquista de esa región por los hombres de armas y
1735 Gr.. La que encabeza la nómina, escrita por Lozano
por los misioneros eYnngelizndorcs. Rematan Ja obra
entre 1730 y 1745, está compuesta de dos partes: la pri-
-que consta ele 490 páginas en 4º- adecuaclns notieins
mera, concebida como introducción a. la segunda, es una
crónica civil de las regioneK del Paraguay, Río de la ele} carácter etnográfico. La Hid<>ria de Zas re·vn1.ucio-
Plata y Tucumán; y la que le sigue unos anales de las nes de lo. P1·ovi11cia d¡l Parayua.y, por último, inédita
actividades desarrolladas en la provincia jesuítica de hasta 1905, en que fné publicada en Buenos Aireit; en
la que era historiador oficial el a11tor. En 1745, por dos tomos; es una narración en la que son frecuentes
laa transliteraciones de documeuto11 originados por las
H Me parece eata la oportunidad de discrepar con Paul Groua·
aac acerca del valor cierto de la cróniea juu1tiea. ~l concretó 11u incidencias de aquellos sucesos que se conocen por los
punto de viata en el prólogo a la edición de la Hinoria del 'P.
GUEv.t.lLA ("Anales de la Biblioteca", t. V) 1 lo reprodujo, con
de Ja Revolución a.e Antoq11era 11 RovoluciÓ1i ds los CO·
amp11taelonn y retoques, en 1ua B1tudio1 4- hittorio argAti"" numeros. Su escenario fué el clel Paraguay, entre los
(Buenos .Airea, 1918). Grouaaac malabarea 11111 habilido.des litef!I.·
ria1 en torno del tema, pero comete trecueutes injuetieiu, hacib· años 1721 y 1735. Louno, en su libro, presenta. los
doee acreedor a que sr. le ce111nre por :iu olvido de que1 al ocu·
parae de Lozano o de Guevnra está juzgudo a hombrea ae medio· :;a Detallea del nsunto se bo.llarím en ' ' Analc1 de la 'Biblioteca''
<loa del siglo XVIII, que eaeriblan en una colonia americana, y no tomo V, p!gs. XXI v eiguientes. '
a literatoa p&risinoe de una centuria posterior. 117 Lomos decoró )a edición con un largo eatudio proliminar,
Mi Be tiene noticia de que, ndemi\9 de estas obras, compnao rico u dato1, aobre todo bibliogrUicos, que o.tallen a Lozano y a
1111 lJiceionaño 11ilC6"co &dico, que ae hll perdido, 1 al¡unaa do los principales jHnltas que trabajaron, entro nosotros, en tema~
11111 eartn1 ont111.. de sn 6poco. de cultura.
_.¡9 _
_ .¡g _

tió la empresa de ajustar a Lozano, y llegó a componer


hechos escuetamente, sin duda con un claro sentido del una nueva crónica que tituló: Historia <UL Paraguay,
respeto por la verdad. Río d6 la Plato, y TtU:U1"án 80• Según lo ha verificado
Cae ele peso, pues, que un trabajador así, merece Groussac, Guei;ara se redujo a seguir a Lozano, con
particular consideración. Se la ha acordado la crítica de podas, más o menos discutibles, y aunque viajó por
todos los tiempos, y .está en pie aún i!l respeto que ins- el territorio que correspondía al del escenario de los

piró su obra desde la primera hora llS. L a ampu·-A·ó
.....1 n sucesos que historiara, sus fuentes fueron -aparte de
que en ella hicieron sus superiores religiosos, al dispo- los documentos privados de la Orden- los lib~os je.
ner, en 1745, la edición de la. Historia. de ~ Comp~a, auiticos éditos en su época. Por eso su valor está muy
no pudo redundar en mengua suya. Trat6se, simple- por debajo del que se reconoce a Lozano. La obra de
. mente de un modo de ver ·las conveniencias de ese Guevara, además, quedó trunca al ser expulsados los
instan~e. T1llD.poco se ha de acreditar en su contra, el jeauítas, en 1768, cabiéndole al i,nédito una suerte sin-
mandato dado al sucesor, según luego se ver6., para gular. Tomado como tal lo dió a conocer Pedro de
que rehiciera lo escrito por él. Debe achacarse ello, co- Angelia, en el tomo II de su Colección de obr~ y do·
mo en el caso anterior, a una razón de circunstancias, oiimenfos, aparecido en Buenos :Aires en 1836, pero
v a nada. más. • arreglado a su paladar, y con tales amputaciones y
• Al morir el P. Lozauo, en Humahuaca, mientras rea- añadidos, que el trabajo quedó desnaturalizado 61• Pos-
lizaba un viaje a La Platu, a· principios elel año 1752, teriormente, volvió a publicidad la obra, aunque no in-
fué designado para. sucederle e1.1 el c:nrgo ele cronista, tegramente, como parte de la serie de crónicas que se
un religioso que aunque nacido en la diócesis de To- proponía editar el doctor don Andrés Lam!UJ y, por úl-
ledo en 1719 desde i734 se hallaba en el actual terri-
, '
torio argentino, habiendo estudiado y luego ensenado
- timo, lo hizo, en su texto integro, en los "Anales de la
Biblioteca Nacional", tomo V, (lg08), bajo la docta di-
en nuestra ciudad de Córdoba. Era éste el P. Jofé de rección de Paul Grous8ac. Guevara, que murió en Spe-
Guevara, un quieto jesuita, pequeño de cuerpo Y un Uo en 1806,. a los 87 años, no volvió' a la tarea que quedó
poco dado a los escarceos literarios GO. Guevara acome- interrumpida con la expulsión de 1768.
Antes de que Guevara hubiera andado mucho en el
li8 El ¡eneral Mitre, 1in embargo, en cnrta. 111 ~octor don. ~u­ eamino de su crónica, apareció en París, en el año 1756,
dres L 11m:is fechada. el 18 de marzo do 1874, eolihó un11 opm16n
deafavor11bl~ nc~rc11 clel P. Lozano, entendiendo que no ~ereci:i. una Histoire tlu Paraguay, en tres toniNI, escrita por el
grnn opini.Sn po"tUO C".crilli6 Ñ doc»mnlo1 1obre 101 '"'"''!"~ jesuita francés Pedro Francisco Javier de Charlevoix
tWtlapos V copi6 G 1118 ª"*'°''ore1. Ea cciai seguro quo de nnr
hoy. el general no 1u1teutaria esta opinión. (Véue: Corre•?""""'. (1682-1761). Aunque trabajaba con todo lo que le pro-
°'° 'litllf'ariG hiat6riea v polUiOG del gneral Barlolt>llld 1Citr11, to·
mo II laíp' 237 n. HO, Buenoa Aire1, 1912). . oo Grouu11c no acepta, fundadamente, el de Hiatoria. 411 la con-
Gt ' n ~ iutroducción ni tomo Y do los '' Analee de 111 Bibhot~- qt&illa que le dió Lamu al editarla, en. 1882. •
114 •, Grouuac )111 hecho un estudio biogr»fico y critico de Guen.ra, 01 Eata edición. ha eido euerdamente cen1urllda por Jos6 liifa·
ue ~ r 11toa uo deja de ser pintorceco. El det:llle de la pequefia eeta· unel E1trad11, quien 1eflal6 la grandAd de lu nuu1eroaas vo.riu·
~ura del c;oniata, ha sido há.bil~ente aprovech~do por el critico tes ("Rerist11 de Buenos Airea", t. I, afio 1863).
paro. explic:ir cierto 11specto part1cul:ir de au b1ografla.
- 50- - 51-

<lujera la cromca tmterior, desde Ruy Díaz hasta Lo- 1767. Esta nueva crí1nic:a debe considerarse una pro-
zano 02, la nueYa obra i·epresentaba un progreso: el de- longación de Ja del P. Chorlevoix, y figura como apén-
rivado de la circunstancia ele que el historiador euro- dice a la suya, en la versión española que de la fran-
peo, poniendo en juego el ejercicio de una austera dis- cesa hie:iera el P. Pablo Hernández 117• No clesmerece a
cri~inación, ofrecia el cuadro armónico y lógico de los la anterior, y, a ratos, la aventa.ja por el dominio que
sucesos." No e.e;, sin duda, que CharlcYoi:s: descarte siem- el autor tiene de los asuntos y de los clocumentos en
pre las consejas que abundaban en los libros ele los cuya noticia entró holgadamente "·
predeeesores. Las acoge en su relato -tal el caso, por Con la obra de Charlevoi:s:-}Iuriel se cierra la cróni-
ejemplo, de las leyenclaa de Lucía Miranda y de la Mal- ca jesuítica entre nosotros. Lo qne vino después fué ~l
clqna<la ª-, pe1·0 sin mayores excesos. Además de lo trabajo de los expulsos, muchos de elloM oriunclos de esta
édito. CharleYoix tuvo a mano documentos inéditos", América, qne diseminados por el mundo siguieron ocu-
y ab~ndautes referencias ele qtlienes conocían el territo- pAndost> de temas que nos afectan. De varios quedan
rio americano. El hecho ele que el cronista no lo vi- obras impresas o inéditas, pero de lo.~ mí\S todo se ha

.
sitara integralmente uG, es lo único .¡ne, de vez en cuan-
do le hace caer en fallas. Algunas de ellas le han sido
)

señaladas por el P. Pablo Hern6ndez (S. J.), ~· se re-


perdido. Destaco del grupo de los últimos al P. Fran-
cii¡,co Javier Iturri (1738-1822) , que nació. en nuestra
provincia de Santa Fe, r ele quien se sabe que ~acri­
fieren a ciertos aspectos de la organización misionera bió una llistol'ia. regional, cuyo manuscrito no ha sido
del Paraguay 00 • Con defectos y todo, sin embargo, 1~ hallado hasta este momento, y ai P. Gaspar Ju6.rez, na-
de Charlevoix es una crónica al modo en que se reah- tivo de Santiago del Estero (1731-1804) que proyectó
zaban ·las mejores de su época. La acotó, en latín, el una crónica eclesiástica que h{lbfa de servir co~o in-
P. Domingo Muriel (S. J.), último pro,·incial en la troducción a esa desaparecida Historia, y que fué, sin
proYincia paraguaya, antes de la expulsión de 1768. Por duda, un estudioso profundo y bien dotado 80• No hay
su parte Muriel historió el peiiodo que ''ª ele 1747 a riesgo en afirmar que Iturri, dado el conocimiento que
02 El P. Muriel, que :icot6, en latín, la obra 'do Cb.arlevoix, ha 01 ~uriel habla traducido al castellano a. Charlevoix, luego de
indicado numeroso1 paSAjeB donde l:l fuente informativa del cro- acotarlo, pero 1111 manuscrito se perdió. Po1teriormente lo tra·
nista froncé1 no es otra que Lo ..trg.nati11ci de Ru:r Diar.. ( Vé11.1e: dujo al latin (Venec.ia, 1770), 11gregbdole la crónica de los 111ce·
Htltoria d4l Par111uay edición coatcllana del P. Pablo Hern!ndes~ 101 que van de 1747 a 1766. {Edición Hern6.ndez, t . I, p6¡. 11).
:MAdrid 1910 · etc e~ la Co~oci6n de libro• y doo1u1Mfftto1 rc!e- .. Contomoa con unl\ voluminosa ·biografla del P. Muriel. Ea
reittri ~ ¡4 11i1tori~ de ..t""rico, editoda por Victorian? 8u6.re1~ • la escrita por 11n dUc(pulo .uyo, el P. Francisco Jañer Miranda.
u Tomo I p6g. 67 y aiguientes :r 82. (En la edición, ya et· La bii publicado la Univer1idad Nocional de Córdoba, en su Biblia·
toda del P. HemAndez). teoo clll tercer olftteMrio {Córdoba, 1916).
u' .Aal lo conaipa el croniata en Glgunos poaajes, por ejemplo
en el tomo VI, p6¡. 462 de lo edición que nn¡o citando, Y lo-
" VéG1e: Gun..LUMO FtlBLo:s'O CJ.8.DIJT, {S. J.): Gloriol
tafemOI (Buenoe Airea, 1929}, pflg11. 208 y 1iguientee; Róxm.o
'°""
prueba la colección de documentos con que cierra 1u obra. D. CAUIJ.: 'Lt1 cr6"1ca oficial de lar lndltll Ocoia.1'tale1 (La Plata,
os Tal di¡o :recordando que Cbar)evoi:l misionó en el Canod6. :r 1934) pAp. 256 :r 257. EatAI dos obru pora cuanto at411e a Iturri.
vilitó las A.ntillM en una andanza de veinte dios largos.
oe Vél\ae : Hm ANDEZ: Or11111vaei6" &ocinl de la& doctrinos-
Acerca del P. JuAres, conviene conocer eu epistolario, reunido por
el P. Grenon con el titulo de: Los Fút1111 JI el P. JtuJru, 2 to·
1uoraAfe1, tomo II, p•g. 478. mo• (Córdoba, 1920).
- j2 - -- ¡¡3 -

tenía del pasado americ11uo, debió componer una crúni· importancia. Resulta una especie de v1s1on panorámica
ca realmente documentada. Es de lamentar, por ello, la del puado, y una adecuada exhibici6n del presente. No
pérdida de su manuscrito. falta en él ni el buen dato etnográfico ni la oportunn.
De cualquier modo, lo innegable es que la crónica je- observaci6n sobre los asuntos que conciernen a la pe·
suítica como tal, se cerró con Charlevoi::t - Muriel - Gue- culiaridad de la vida en las ciudades. Las fuentes de
vara, siendo el primero y el último, unidos a Lozano, información de Mena, en lo histórico, suele ser Ruy
quienes mayormente influyeron en el desarrollo po~te­ Díaz de Guzm6.n, pero es visible que no desconoce a los
rior de la historiografía, de cuyo fenómeno he de ocu· cronistas jesuíticos. Además, puede comprobarse, en va-
parme luego. rios pasajes de su exposición, que ha compulsado ~ocu­
Antes de pasar a ello, sin embngo, deberé seíialnr mentoa en los archh-os 72• Su narraci<m historial abarca
la composición en nuestro pais de un libro historio· todo el pasado del antiguo Tucumán, de Córdoba al lí-
gráfico que constitu~·e una manifestación esporádica en mite fronterizo del norte. En la parte referente al Cha-
el medio. Me refiero a la memoria que en 1772 escri· co, lu informaciones no son menos importantes, y re-
bió don Filiberto de l\Iena con el titulo de : Dc1crip- velan un buen conocimiento de datos precisos.
ción y narraci6n historia~ de lu· antigu~ provincia de Con la memoria de Mena se cierra el ciclo tras .del
Tucumá1i. Este trabajo permaneció inédito hasta 1910, cual habría ae abrirse uno muy diferente. De él paso
añ<.> en que lo dió a conocer Gregorio F. Rodríguez en ahora a ocuparme.
su conjunto documental: La patria vi.eja 10• Sin ser pro-
piamente una cró:v.ica, la composición de Mena, que fué
escrita con destino a que sirviera de fuente informati·
va al cosmógrafo don Cosme Bueno 11, tiene realmente
10 El titulo re ZA 1111: De8cripci6n y fWUTaci~ 71ilf~: bre~e
compendio dt la pr01liuia dtl T11cum4n, con aJgm'G ftOticiG del
Gran Cl1aco HualambG. ·
Tnntc. de Mena como de este trobnjo dió noticia Ricardo Bojas
an su Hi.atoria de la. Hteratura argentina, tomo II, p6¡. 62S y •i·
gulcntes de lo. primera edición. Antes, 1in embar¡o, en 1871, ("Be.
vbtn d~ Bueno1 Airta ", t. XXIV), ae hnbínn insertado unos
extuctos de esa memoria eobre el Chaco, prep&rlldo1 por .Arenalt~
y pns11doe en consulta o. .Amadeo Bonplnnd. Mena, que ora ame·
ricono retidió mucboe ailo1 en la ciudad de San Felipe de Lermo,
en el Yo.lle de Salta.
11 El doctor Coame Bueno, naturnl de .Ara¡dn, en cuyas tierras
nació en 1711 ee eatableció en el Perú en 1130. Alll doctoróae en
medicinn dedÍc6ndo1e a la profelión 1 a 101 11tudios coeino¡r6.flco1.
Fu6 el ~iciador de una serie de .d.lmanoque1 donde aparecieron de Mendiburu: Dicctollario hi1t6rico 11 biogr4fico del P1ní, tomo
diversos e inter110.nt11 apuntamientos historiográficos. Para ob· II, pi¡. 93).
tenerlo• Bueno realizó divenne · diligencias, llegando hasta la u Cito, para ejemplariución, lo que dice en lo.e pi¡inae 349
peraonaÍ inve1tigaci6n en los archivo•. Murió en 1799 (Vbae: M. 1 3113 de 1u memoria, en la edición de Rodri¡uez: La patri4 vie;a.
- 55 -

tividades historiogr!lficaa menores: uiemori:ia ·b iogri1ficu y po·


quelloa en~nyos: su exnctn importnnéin: unn excepción cons·
tituida por ol EzamM y juicio critico, apnrecido en Madrid
1 en 1818: carácter do rl'nccióu contril la npología del movi·
miento emnncipador que tiene el libro: r;u autor se dice
ar¡entino. - 14. Lns Noticias de Iglincio Núñez: au apari·
ci6n en Europa, en forma :mónima: significndo do estn pu·
blicaci6n. - 15. L:i. producción extranjera: lo~ libros de
CAPITULO 111 M'nwe, los anónimos Outli11r of tl1r. l:t'i·oJHfio11, cte. y Pricia
hi1toriqK1, npnrecidoa en Londres y Pnrla: el trnbajo de
Ferdinand Denis tifolatlo Rtl~un~ hi1to-riq110 di' l 'hi1toi-ro de
Bueno., .dirtt11, publicndo l'n l!l'.li: eu import:mcia.: lus memo·
Gestación y nacimiento de la historiografía 1·i:la de Stcvcuson, y Milll·1·, adores y testigos 110 loa suceso'
de origen laical de ln gesta· eiuoncipndorn. - 16. L11 obra de Mnrinno To·
rrente: HiJttoria <k In rrrol11ri611 11i.011a1111 11mt.'nM7lfl: sn pnr·
l. Iufluenein, c11 ln cultura hiltoriogritfica, de la. nctividMos ticular reliC\'I!.
qnc en esn materin dcs:irrollaron los 1uiembros de 1:11 co·
miaionn de limites con Portugal: aparición, en nuestro medio, Tengo comprometiclft opinión, en pagma.11 anteriores.
de algunas mnnifeatacionel del Iluminismo. - 2. Félix d~
ace~a de la influencia que Ja cultura jeauítfoa ejerci6
-~111.ra y sus trabajos historiogrtificos: la Dt1eripcwl11 e l1i.t-
toria dtl Parogv11y y ~I Río dt la Plata. - :J. Juan Frnn· entl'e nO!!Otro.'I, y he dicho ya que sus cronistas suminis-
ci.llco Aguirre: su Di10t1rao hut6rico: T11lor de eati. piran. - traron la materia prima -y en mucJ1os casos algo más qne
•. Diego de Alvenr: au Relaci611 geogrd/itn e 'hut6ric11 c11 lo eso- n quienes ensayaron estudios historiográficos en
1>ro11incia de lli1ionea. - 5. Lo' coleccioniatas <le dato' y do- los años que siguieron a los ele la e:i::pulsi6n. Que no
cumentos históricos: Mata Linares, Seguroln y Araujo. -
fueron i!stos sólo los indicados y que el tutelaje e.le los
G. Primeras escarnmuzns polémicas en torno n temas históri·
cos: debate eu el "TeUgra.fo Mercantil" n principios del ai.glo hijos de Loyola contitmó a lo largo de unl\ centuria,
XIX. - 'i. El doctor .Tulitin de Leyva: un arquetipo de oru· en cómputo holgado, se podrá comprobar en lo que ha
dito: sus obeervacionea critica• aobre Azara. - S. Loa tra· de venir después 13• De inmediato será fácil entrar en
bajns croniqllisticoe 1 enaayista.a de Miguel Lnstarria. - 9. noticia de que al apagarse en América la .irracliación del
Una nuevn manifestación de crónica rimnd:t: los Bm11anc111 .,.
de 131 invasiones illgleau compueatoe por Pantaleón Bivarola.
...·' saber jesuítico, después de 1768, prodújose una especie
- 10. lntervcnci6n del elemento cultural europeo en nue1tra ·~ de· interregno en las manifestaciones historiográficas rio-
hiatoriografla: el libro Hútory de Hull Wilcocke: su e:c· platenses, las cuales, al volver a cobrar activid~d, pro-
trftordinario 1ignificüo: una u1anifeatación clara do ln crl·
ticn houda, a la. usa11J:a de la épocn. - 11. El E ·111ayo del Ta Ln producción '1onlqul1ticn de todo1 101 tien1poa y loa eatu·
deím Grrgorio Funee: au nloraci6n : 8\'idencias de que se <líos nrqueol6¡icos, etnogr6.fieo1 y liugiilsticos de 101 americnn!•·
redujo a una rnpsodia de la producción jrsultica: el Bolqtl1;d tn1, han reposndo, preferentemente, eobre loa el~mento1. que reunte·
rnn loa religioaoa do la Compañia, en 101 caa1 doa 11glo1 de 1u
del ..niiamo autor: au ai¡nificndo. - 12. Iniciativa oficial. para actividad en cstn parte de América. Cuanto ha venulo despu6a,
que se acometier11 uun Hiatof'ia /iloal/ka dr la Bnto11'ci6ti: ha sido taren de 1uperaei6n. En ella, sin embargo, no ao hn podido
encar¡o conferido nl P. Perdrirl: su frncaso. - 13. La.a ac- pneeindir siempre de lo anterior.
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- .;; -
mediando yn el último tere:io del siglo ·XVIII, lo hi-
por afim de rimar al uuí;;ono con los anhelos de sn
<'ieron bajo ~a franca influencia de la cultura transplan-
época. Diciendo que eran l1ombres cultos, a la manera
tada a estas regiones por el selecto núcleo de los hom-
dpica de la segunda mitad del siglo XVIII, se dice lo
b1·es, de ciencia y de técnica, que formaron lo que
bastante para explicar la naturaleza que tuvieron sus
podría llamarse el estado mayor· lle las comisiones de-
ensayos historiográficos entre nosotros. En conciencia <le
marcadoras de límites e:on Portugal. A su amparo se
que lo estaban, o procediendo en ignorancia de su rea-
gestó la historiografía de origen laical 14 que, sin olvi-
lidad, todos se ofrecian -historiográficamerite, se en-
dar el modelo jesnitico, y sin dejar de frecuentar la
tiende-- como espíritus tocados por el Iluminismo, y,
obra de los entonces expul~, se aventuró por nuevos
cuando menos debido a ello, afanosos de razonar el pa-
senderos, tomando diversas directh·as. Es de muy poco
sado y someter a tamización crítica dh·ersos juicio!I for-
trabajoso empeño cerciorarse de que fueron varios de los
mulados a su respecto. Pero como para uno y otro me~
que componian el núcleo a que antes me referí, quie-
nester ~ra indispensable el dominio completo de lo acae-
nes. personalmente, se entregaron a una tarea histo:rio-
cido en el pretérito, todos también, aunque en distinta
gráfica distinta de la anterior jesuítica, y quienes, a la
medida, trataron de allegar materiales eruditos, bucean-
vez, despertaron la vocacilin erudita en algunos hom-
do archivos, acotando obras, cotejando testimonios. De
bres ele dispar cultura, que se dieron a. la empresa
esa compleja labor, de ellos y de sus imitadores, surgió
de reunir datos y documentos, no pocas veces con ver- la historiografía de origen laical que me propongo · ana-
dadero frenesí de coleccionistas. El hecho se ofrece con lizar en este capítulo.
carácter de cosa patente no bien se escudriñan ciertos Ahoru. bieu : a fin de que se esté en mejores condi-
detalles de esa hora. Lo que quizii no lo esté tanto, es ciones para apreciar el fenómeno, que iniciado en el
la causa que generó el fenómeno. En virtud de ello último tercio del siglo XVIII se prolongó después de
procuraré desentrañarla, en la medida de lo p<iible. fenecido el primero del siguiente, se impone establecer
Según es sabido, los integrantes de las comisiones· de- que él ·se manifestó, desde sus comienzos, siguiendo dos
marcadoras eran oficiale.s graduados del ejército o de la corrientes, que a pesar de influenciarse, corrieron sepa-
marina, y se habían formado en academias técnicas hasta radas hacia dos rumbos distintos. La una fué la el"ll-
los cuales llegara el soplo vivificador que animó aquel dita, en esencia datística, pormenorista, de caza. Y co-
período hispinico llamado del despotismo iltUtrad<>. Quién lección de documentos, que, cuando muy adelantada, cua-
más quién ·menos, a la vez, había completado su cultura jó en monógrafias y pequeñas notas informativas des-
con conocimientos distintos a los de su carrera, quizá tinadas siempre a satisfacer la curiosidad elemental. La
otra, en cambio, de aspecto señoril, desde su primera ho-
'" R1cumo Ro.T.t.S en su HiltoriG iU lG l'terGtvrG orgntino,
tomo II, ha rotulado'~! capitulo XI con lo designación ~e Orig~· ra, se atrevió al ensayo : fué, por definición, · razonadora,
nea del la.\cia-mo porte*o, pero baat:i. conocer contenido para
1u ·· y vistió de ordinario a la usanza iluminista, llegando a
advertir que el enfoque del tem& alli tratado es diferente del que
tien~ en este trabajo, :aunque l:i 6poca pueda ser mAs o menos la ofrecernos algunas producciones muy acreedoras al res-
misma. peto de la crítica. Las contadas exr.epciones que hubo,
- ;;s- -59-

estuvieron constituidas por los trabajos ele quienes se presentó un esquema histórico, exclusivamente, de la con-
arriesgaron a navegar entre dos aguas. quista del Río de la Plata. Más tarde amplió el ensayo
Y fijado así el marco dentro del que me he de mo- en su Descripció-n e liisfo1·ia del Paraguay, etc., dada a
\"er, entro a precisar los detalles pertinentes. luz en Madrid, veinte y seis años después de su muerte.
L·a primera figura que se destaca en el conjunto <lt.> Aunque la Deacripci6n, eu su tomo 1, reproduce a los
los cornisio¡;iados a que ya me he referido, es la de dou V oyages, lleva su tomo 11 íntegramente consagrado al des-
Félix ele Azara (1746-1821), que nacido en Aragún se arrollo de lo que en ellos era el capítulo XVIII, es decir
había formado en las mejores academias ele su tiempo. el apéndice historiogrA.fico que antes mencioné. En el
Vino al Plata, en 1781, graduado de coronel de inge- nuevo impreso, que destina 218 páginas a la historia
nieros, y habiendo permanecido en esttt :wna de _o\.mé- ríoplatense, ad,·iértese lo que he ~eñnlado y que el editor
rica durante ,·einte aiios, ocupó sus ocios en profundizar --sobrino ele Azara- declara que ha respetado religio-
el estudio elel pasado ríoplatense. Re\'isó archiYos, so- samente al entregarlo a la circulación.
metió a severa critica, aeotimdolos, los testimonios de !os Cualquiera que sea el juicio que hoy uos merezca la
cronistas, indag6 en las obras entonces inéditas, y con labor historiogriifica de Azara, lo innegable es que fué
los materiales que resultaro¡1 el fruto de tan cuidadosa el ~rimero que aplicó, a cosas de nuestra historiografía,
tarea, se lanzó' n historiar el pretérito P. Lo hizo. como el -Criterio selectivo y aquilatador de veracidad que los
por vla ele ensayo, en el tí.ltimo eapítulo de sus Voyn- iluministas proclamaban como una imposi~iún irrecusa-
oes clans l'Amfriq11c mcridionalc (París 1809), donde ble de la hora. Y en esto. preci.samente, reside su sig-
nificado. ·
Ta JUAN MARIA GUTJÍ:IUlEZ, al publicnr 1:1.9 ncot~iones que el Pareado con .Azara debe ser presentado otro clel nú-
doctor Juliún de Lc)'Va hiciera a su nmigo Azaro, da testimonio d'-'
que ha tenido o ln. 11'8tCJ, de puio y left'G auyo1, 101 a¡unte1 quo el cleo renondor: Juan Francisco Aguirre (1757~1793),
docto militar hizo para preparar sus trabajos hist6r1coa. (Vén.e: qUien, español corno su colega, llegó al Plata en 1782,
"Revista de Buenos Airee", año 1865, t. VIlI, N• 32; Nota°Jl d"I
Dr. D. Jvlidn Ljliw), Por otra parte, el propio Asara. nos hll y, también como él, dióse a la fatigosa empre.5a de dis-
dejado la prueba de 1u preocupación cr1ticn en el tomo I, pi1g. 68 l'rirninar los elementos informativos, aprovechando los
1 aiguientea de su Dw;ripci6n e 71iitorio del Pat'aguoy 11 4~1 Río di'
la Pla•a (Madrid, 1847). Alll, en efecto, denuncio. aus fuente. y cuales había que escribir la crónica histórica de estas
establece la valoración que ha hecho de ellas, Cosa semejante reft.- tierras de Inclias. Aguirre Yh;ó cerca de doce años en
lizó enªº" conocidos YoyGgll ( Parlt, 1809), en cuyo. IntToducción
la .Asunción, y allí revisó archivos, cotejó textos, y ela-
declara qu• ha con1ultado en ttl l"rttflO anüguu tradiciones 1 leide>
gTGA porte de lo1 Gromw1 cWilea de Á111t1of611, alg1"'º' pap"l"' de borando sus estudios sobre el esquema de Ruy Díaz de
lo1 de B11ello-' Áirt1, Com.,ntei, Santa F.,, y todal loa olltig1'a.r
memoria• de la1 colOft.io.t y do lOI port'oq11ioa. Agrep, en aeguidr., GuzmAn, llegó a construir un ensayo sin duda acepta-
que eso le ha permitido enmendar a Herrero, Alvar Nú6e11, Sch· ble. Tiene él, sin duda, un mérito resaltante: el de ofre-
midl, Centenera, Ruy Dl11z 1 Gue,•ara, y hace, luego, una como
pretentaei6n o crítico. de cada uno de estos autores, cuyo teatin1'lniu ~emos el texto de· algunos documentos que su autor co-
somer11mente analiza. pió en la capital paraguaya, y que hoy ya nadie podría
En la D"1mipoi6n, que dejó inédit& o. su muerte, y que en 18-li
publicó su aobrino, (I, <i y aiguientes) nmplía. todo esto, aunque hallar. Su ensayo se titula Discurao hid6rico, y forma
sin acrecer su eficnciu. parte del Dia.rio. . . en. la demarcación de limites de Es-
- GO- - t\l -

paña y 1'11rtugaL1 que eu copia del original -que hoy de esto11 raecmadtJres eu lo erudito, de que me estoy ocu-
posee la Academia de la Historia, en Madrid, -se halla pando.
custodiado en la Biblioteca Nacional de Buenos AirP.s. . El tercero de ellos fué Diego de Alvear (1749-1830),
El seiior Groussac publicó un fragmento de ese Diario que llegado aquí con los otros co1'1isionados, escribió
en los "Anales" que dirigiera 18, pero amputando la parte también un Diario al que agregó una parte histórica. La
del Discu.rso histórico, por reputarlo sin vafor destacable. conocemos por la edición que de ella hizo Angelis en el
En ello hubo manifiesto error, como luego se verá. A tomo IV de su Colección. Se titula Relaci6n geográfica
Groussac ha enmendado el actual sucesor . suyo, doctor e kist6rica de la prwmcia de Misiones, y aunque es in-
Gustavo Martínez Zuviria, quien, con la inteligente co- ferior a los trabajos de Azara y de Aguirre, no por
lnboración del doctor Efraín Cardozo, ha clado a cono- eso deja de tener su relativa importancia. Eu ella no
cer el trabajo de Aguirre en los números 1 a -! de la campea el Iluminismo ensayista, pero si la erudición
"Revista ele la Biblioteca Nacional'' 11. que pugna por ser meticulosa 81.
No es dable discutir, con fundamento, el significado Por la ruta que así abrieron los comisionados cuya
notorio del ensayo que se concreta en el Discur&o. Agui- producción acabo de ment.ar, iniciaron su marcha los se-
rre, según ya dije, tomó comf> base a Ruy Díaz 781 y so- guidores, que trabajaban en el país. Como ya lo dije
bre sn contenido realizó una tarea no acometida nun- antes, no todos, hasta por razones de envergadura, na-
ca 19• Iba ella dirigida a depurar de errores al cronista vegaron en bajeles idénticos. Ello obliga, pues, a sub-
clasificarlos, con un poco de prescindencia del rigor cro-
prístino, y luly razones para considerar que el comisio-
nológico.
nado de fines del siglo XVIII, a distancia de un siglo
El grupo de mayor importancia está constituído por
y medio, modestamente antecedió a Groussac en ese em-
los colectores o coleccionistas de documentos, y se ha-
peño 80• El resultado está a la vista, y aunque, como es
lla a su frente un alto funcionario de la magistratura
lógico, quepa a Groussac una más alta jerarqt!Ja en el
colonial: Don Benito de Mata Linares y Velázquez. Este
monto de los frutos, no es justo desconocer el significado
encumbrado personaje, que fué oidor de la Audiencia
de Aguirre, tomados en cuenta el medio y la época. De en Chile (l'Í78) y luego en Lima (17S3), y que vino
cualquier modo, debemos convenir que las actividades a Buenos Aires hacia 1787, dedicóse a coleccionar obras
del Iluminismo vinieron basta nosotros por el vehículo y papeles históricos, llegando a fo!níar un magnífico
conjunto que hoy se conserva en la Biblioteca de la
70 Tomos IV y VII.
11 Buenos Airea, 1937-1938. Academia de la Historia, en Madrid. Residió entre nos-
'18 "Revista do la Biblioteca", pág. 1'. otros hasta principios . del siglo XIX, y aquí adquiri6,
79 Techo, Lozano, y, sobre todo, Charlevoi.x, al pasar, pulieron
imperfecciones de Ruy Días, pero nadie llegó a 101 e:r.tremoa de
soveridnd alcanzados por Aguirre. · 81 GBOUBSAO, ("Anales de la Biblioteca.",. tomos I a IIt) ha
80 Es sabido que GKOuSsAc, eu el tomo IX de 101 "Anales de la publicado el Diario, aclarando, eu el pr6l11g'l1 u"a eueati6u de in·
11 teré1 muy cumplido: el problema de la paternidad de dicha. pieia.
BibliotccR. , nl reeditar a Ruy Dfaz, ajun6 su texto con notas eru·
ditas y comcnt:irioa crftico1. · alguna vez mal adjudicada al ingeniero Cabrer.
-6'.!- - 63 -

.cu copia o en origiual, numerosísima.~ piezas cuyo co- rasteros (Buenos Aires, 1803) y algunos apuntamientos
nocimiento es imprescindible al cronista de las cosas reunidos, con caráctt.>r de Apé11dice, a la reeclición ele ese
rioplatenses. Su colecció:1 consta de 125 tomos, y en libro que hizo, en 1908, la Junta de Historia y ~fomis­
ellos han siclo señaladas alrededor de trescientas piezas mática Americana de Buenos .Aires s:;. Araujo era, antes
lle ínter~ para la historia argentina 82• La circunstancia que nada, uu datista ele no mucho vuelo, pero celoso
de que Mata Linares sacara del país el ''alioso conjunto <le la exactitucl. El máximum ele su potencialidad ele
de su colecci6n, no reduce la importancia que ella tiene penetración, aplicado a menesteres eruditos, Jo exhibió
como índice de una activid1ul aquí desarrollada. por lo en sn Examen Cl'ítico sobre la época ele la f1111dacwn
menos en pnrte. ele Buenos .Aires, apn1·eciclo en el ''Telégrafo Mercan-
Un porteño cabal: el mits tarde canónig() don Satur- til", de nuestra capital, (tou10 11, pág. 9 y siguientes),
nino Segurola (1776-1854), siguió el ejemplo de )lata donde entró n polemizar con Ennio Tullio Grope, ana-
Linares, logrando reunir, en treinta largos años de fa- grama en qul' se ocultaba Eugenio clel Portillo SG. La
tiga; una colección de documentos, apuntes y datos, que tremolina se armó en torno a la fecha ele la fundacióú.
ha siclo fuente aprovechadísima por los eronistas de an- ele Buenos Aires por Gara~·. Para Ennio era ésta la
tes y de ahora 83 . Se conserva en la Biblioteca Nacional de 1575 y para Araujo Ja de 1580, que es la verdade-
ele Buenos Aires, y consta de 34 ,,olúmenes 84 • Este con- ra-'7. En el entrevero erudito -<1ue re,·ela bien una in-
junt-0 es realmente revelador clel afán datístico y de eru-
ll4i Noticias eobre Arnujo lns han publicado: Vicente G Que-
dición primaria que se desarrolló entre nosotros, a fi- sacia en la "Reviet°' de Bumos Airea~' tomo IV 1 Junn 'Marl:i
nes del siglo XVIII y principios ele! siguiente. Por e~o ?utiér~ez, idem, tomo IX, ¡11\gs. 400' y aiguie~tes do l:L re.
1mpre11ón.
lo destaco. 86 CAllL<ls CORR!A LUNA: El primt-r almanaqut, cte. (En "Lll
Datista y amigo ele coleccionar minucias informativas, Prensa", Buenos Airea, enero 1' de 1932).
fué, también, don José Joaquín de .A.raujo (1763 c.- ~,el Portillo fué. colabore.dor del "'.1'cl6grafo Merc:intil" (1801·
l~Ow), <londe pubhcó notos, m\\y per1odl1ticaa eobre tcm:is hietó·
1835). Porteño . como Segnrola, preocupóse, de preferen- ricos, pero en los que no hizo brill:ir mucho ¡'Q solidez de aus co-
cia, por las cosas de su cinelad y de la provincia. de la nocimientos. Por ejemplo: en el tomo IV, pl\ga. 9 a 13.
81 Las cosas ocurrieron asl. En 1801 circulnbo. en Buenos Airl!I
que ella era cabecera. Nos ha dejado una Gufa. de Fo- un ~l111anaq11e del C).1111 era editor don Juan Abina y en el que·
se fijaba el nño de 1536 como nquel en que se verificó la primero.
s2. Esa. t:irea la ha cumplido Jost TORii.E R.EVJ:LLO (DocvmjJftfOI .fundacidn de la ciudnd. No estnndo de llCuerdo con ese dato don
refermtu o lo hiltoria orgenti110 e" lo Real ~codemia de la Hil- Eugenio del Portillo, natural de Cochll·bamba, que residía ~n el
forio de Madrid, Buenos Aire1, 1929). A él correepouden, tnmhifn, pa!s, dirigid al "Telégrafo'', firmnndo con el llnagrllma "Enio·
loe datoa biogrAficoa que conocemo1 de Mata Lina.res; Figuran en Tullio -Orope", un Memorial o. nombre de la ciudad de Buenos Al·
eu monograffa. en una nota lll pie de lu pf.g:inaa 16 1 11. res, para sostener que ésta babia sido fundll~a en 1573, según con•·
aa El dcin Fúnea, que no confesaba aiempro las fuentes de m- "11c1a. que se hnllab~ en lo1 ti?'""'°'°' (lle) poplle1 original11,
formaeidn en !:is que 1ab1A entrar a aaco, manifieata, en el pró- ctUtod4ado1 en au m18111a primdim arqtilfo eK la cala tü don
logo de su E111oyo, que debe mucho al coleetor 1 a au colección. Jo1rph Ju1to de Garay, noble t:eci110 fU111tloÍario de lo ciudad de·
u En torno al número de volúmenes de eata colección y a. la C6'"d'oba del Tucumdn, 1inico dt11ceftdiellte por llllea recto tliril de
integridad de ellos, h11.11 habido diaputns que hallarA el mteresad., aquel mMnOrable fulldodor de Bu.e1ioa ..dyru. . • (" Te16gr'afo Mer·
en 101 tomos: 23 1 2f de la "Rcviltn de Buenos Airee", añoa eantil ", t. ~ pAg. 75 del origiual y I, pAg. 395 de la reedic. de
1870 1 1811. 19H. A Portillo contestd, tambib en el "Tel~grafo" (i. III, pig~
- lH --
-65 -
quietud por el saber historiográfico- terció, también, el
doctor Pedro Vicente Cañete con un I>iscurso kistórico- tipifica, siu embargo, el aspecto, por fuerza cliferente,
cronológico, que escrito en Potosí se publicó en Buenos ele lo que era el fruto maduro de ese verdadero deseo
Aires en el número del TeUgrafo que corresponde al ele luz a que me vengo refiriendo, nos lo ofrece el doctor
tomo IV, fol. 17 y siguientes. En su exposición se dió don Julián de Leyva, natiYo de la villa de Luján 0 • °
a conocer Cañete como hombre con lecturas historiográfi- Amigo personal· ele Azara, a qui1m había facilitado ma-
cas, aunque al modo eu que lo suelen ser los aficiona- teriales para su trabajo, era, a la vez, col.eccionista de
dos. Resultó, por eso, una especie de historiador "de papeles y acotador concienzudo de libros. Actuó en la
oído". La polémica, después de todo, que terminó con magistratura audiencia! y fué síndico procurador en el
otra arremetida de del Portillo, no tuvo utilidad algu- Cabildo. Cuando Jos sucesoi; revoluciouario!I de 1810,
na, como no fuera la de dar razón a Cañete en una apareció como patriota, aunque. desengañado pronto de
parte de su Discurso en la que incitaba a los excZa1·ecidos la proclamada pop1tlaridad del mo~imicnto, no Yió coa
talentos de Buenos Aires a que se resolvieran aclarar los simpntíf la actuación ele Ja Junta, y fué condenado a
confinación en Catamarca 01 . La circunstancia de ese des-
asuntos relacionados con los orígenes de su ciudad 88•
Un caso que, procediendo de lu actividades en auge acuerdo con la Re,·olución, ha hecho que se le tenga
al tiempo en que se produj~ la polémica recordada 80, en olvido y hasta que se acepte -creo que con injusti-
cia- qne fué uu opositor a la formación del nuevo Es-
9 del ori¡. 1 II de la. reedic.), don Jo8' Joaquln de Araujo, que '"' Ñte cetrri1111ft1, cto. (t. 111, pág. 159); R11laci61~ 11i1t6rW:a. del
paro. el caso firmó: Patricio de Buenoa ..tvr11s. Como su contendor, pu1Jblo 11 Jtwfadi4ci6A iül BoNrio do loa .itrro,a1 (t. 111, pág. ~09);
Ara.ujo recurrió to.mbién a 101 pnpelca de 101 archivos - al del 31 Carta cr'tico 10br11 la rtlaaidft h i1t6riaa de la. Ciud'4'd " C6rdoba
Cabildo por lo menoa - , 1 dcjú sentado que la fundACión rcali- (t. 1Y, pdg. 113).
.z:i.da p~r Mcndoza habfa tenido lu¡ar e!I 1335 1 lo. reat~urn~ión oo Nació a.l promediar el siglo A."YIII y murió en 1818. Rlc:n1>0
de Go.ray en 1580. Araujo hizo mucho mérito de los papeles inéd1to1 ~AS (lli;ltono. do lo litlJ"GCtva argm.ti11a, tomo II p6¡. 479,
. 1 aludió a ello1 como a. los deposito.rio1 e:i:clu1ivo1 de la nrda•l. prune!a ed1c.),. deataca la pel'IOi;ialidad intelectual de i.eyva, aWl·
(El articulo de Arnujo fué reproducido, primero en la Jiibliottca qne ••n ad~ert1r que la producción del sindico que f.l cree hnber
da la Bcviata d11 BtUt1101 Air111, 1871) 1 de1pu6a en el Ap6'wliatr deacubierto, estaba ¡a publicada, desde 18631 e~ tomo VIII pigi-
al tomo IV de la. Bibliotoaa d11 la Junta iU Hiltoria y Numi.amti- na11 489 a 524 de la "Revista de Buenos Alr11 ". E1 la 'miama
tiaa atru,n:aAa. Lo milmo ee hizo en lo. primera de lat biblioteca1 de que me ocupar1S mA1 tarde.
:nombro.das con 101 articulo• que inte¡ran esa polémica entre el 01 RlCABDO LSVZN& no hace buena memoria. 1uy11 en Mana.no
Patricio 1 Enio TuUio Grop11). Moreno y la Bovoluci6" lle Ma110, tomo II, p6g1J 68 70 82 111
as La polémica integro. ee hnllarll - doy el dato para quien 1 190. Sin embar¡o, ea injuato desconocer que ciertd uP.c~ de
-se intereee en detalles - en el "Telé¡rafo Mercantil", Bueno• Ai· 101 1uceso1 que ee conaumaban en Buenoe Aire., debieron prodn·
re1, 1801-1801l; tomo II, fol. 72; tomo Ill, fol. 9 ¡ tomo B, folios cirle desagrado. Era hombre de repo10 7 de. orden, 1 no ae avenfa
17, 33, 49 1 98 a 102. • . . a. muc~u coeu que caracterh:aron al mov1D1iento r8Yolucionario.
so Eataban reducidas a la. cosecha de dato1, 7 las t1pif1can bien Bu actitud, deapu61 de todol. no tué única. Un hombre tan emi-
los esbozos de crónica re¡ionlll que aparecieron, suceeinmente, en n:ente como el doctor ~ulii\n ~¡undo de A¡üero, aaumi6 una id6n·
el "Telégrafo mercantil" de Buenos Airea (1801-1802). He aqul 1u tica, no llegando a mirar con buenoe ojo1 101 a.eontecimientoa de
nómina: Relaoi6A h'8t6rica de la pro1.'i11cia de Sa• Felipe dtt L-a la eman~pación, aino deepn6a de 1816. (Véaee: RóMULO D. CABBIA:
m "' 11all11 iU Balta (f . 11, pdg. 1.69) ,· Relaci6A hiat6rioa. d11 la Lo1 ollrigoa .Agüero A 111 Ainoria M(/eAtiM, Buenos Airu 1931
oiudad d11 C6rdoba. cf1Jl Tucvtndn (t. 111, pdg. 41) ¡ B11laai6A hilf6- p6p. H 1 25). Por otra parte, no fueron Leyva 1 A¡üer~ cuo~
rioog11ogrdfic'11 r f'6ioc. del gobWriio de Mome~110, 11to. (t. 111, de excepción. Hubo · vario1 11161, . como lo prueba h11ta cierto pe·
pdg. 81) ¡ B11laoi6tt. M1t6rica d11 la ciudad d11 Bu.A Jua" d11 V era d1J qneflo y brano libro aparecido en lúdrit\ en 1818 con el titulo
de EsMnn oñtioo, del cua.1 mo he de ocup11r un poco mb adelante.
- 66- - Gi -

tado. Como quiera que todo ello fuere, lo que 110 puede tismo de Ruy GallÍ.n, el jefe ocasional tlel asiento bo-
desconocerse es que el doctor Leyva era un hombre cul- naerense establecido por Mendoza ~¡¡.
tí.simo, dotado de gran reposo intelectual y de profun- Otras ejemplarizaciones podrían señalarse, pero consi-
didad verdadera en el examen 92• Lo probó en las acota- dero que bastan las indicadas al fin que me propongo.
ciones. que hizo a lo que Azara escribiera sobre la his- Leyva, a mi juicio, sale ele ellas bien perfilado. Era,
toria. del Plata 93; Tienen ellas el tono de un verdadero sin disputa, un caso claro de gran ponderación crítica,
dictamen, hecho con ciencia y severidad. Y basta la lec- en la que se unían las dos corrientes de la naciente
tura de esas notas para convenir en que no hay exceso historiografía laica! argentina: Ja erudita y la que as·
en cuanto acabo de consignar acerca de su autor. Leyva, piraba a leer la historia en filósofo, como pedía Voltaire.
en efecto, acota con soltura de forma y dominio del Pero Ley,·a --excepción en el medio-, no tuvo un
fondo lo que escribiera su amigo y contertulio, y se ani- franco continuador, pues en tal carácter no puede ser
ma ha~ta penetrar, sin temores, en los mlis endiablados considerado Miguel <le Lastarria, que si bien escribió
enredos de la crónica prístinu. Así, sirva de ejemplo, de- sobre temas históricos, sus ensayos -componen el volu-
teniéndose frente al problema que plantea la ''ersión men: Colonia.s orientales del No Pa.raguay o de la Pla-
tradicional según la. cual J\le.n Díaz de Solís -el des- ta "ry distan mucho de tener naturaleza historiográfica.
cubridor del río de la Plata- habría sido devorado por Son ellos exposiciones doctrinarias, en torno a la orga-
los índigenas ele la costa uruguaya, el acotador la re- nización que debía darse al tratamiento de los indíge-
chaza dando fundamentos atendibles, de orden lógico nas, hechos siempre sobre la base de lo que fué el go-
y de naturaleza materialº'· Otro caso par nos lo ofrece bierno jesuítico de las misiones, y ele lo que el autor
al acotar la fábula de la Maldcmada, difundida por Ruy consideraba. que resultaron sus defectos. A decir verdad,
Díaz, ~- cuya incorporación a la crónica d~f paraguayo, en Lastarria no resplandeció la serenidad intelectual. En
Leyva explica sin hacer gala de habilidad dialéctica, lo que puramente bistóri:co, pueden señalarse abundantes
señalando circunstancias que hacen posible aceptar que alteraciones de la verdad, y en lo que concierne al equi-
no fué Ruy Díaz el creador de la conseja, sino que e~la librio de juició con el que aprecia la labor de quienes se
resultó de una hébil treta de que echaron mano quienes han ocupado en los menesteres de la crónica, bastará, para
deseaban librar a una española de la crueldad y despo- resolverse a no tomarlo muy en cuenta, un hecho ·tipiñ-
n~ BilTOLOllt M1Tu, en llia&orio iü Belgrono, tomo I, pA¡. 308, cante. Es éste: juzgando a los cronistas jesuíticos -Lo-
edic. de 1887, le colllidera 1iomlmi pro/"llllOO.
93 Lns ha publicado Guti6rrez ea el tomo VIII do la "Revista 0:1 Me parece oportuno traer a memoria que el P. Techo, que
de Buenos Aires" {1865). Loa manuscritos so hallan en el Museo aceptó al igual de loa croniatna poatcrioree, Jaa fábulae reco¡idns
Mitre "! aon los halladoe por Rojaa. por R~"f Dw, manifestó - según "!ª Jo ten¡o advertido - que
94 Ea harto sabido que este mismo asunto dió motivo a una a au Jle¡ada al Paragua1 todo el u1undo hablaba del suceso de
nota critica de SA:UUIL LArON& Qvzvno, aparecida en la revista Ja Moldonada como de un hecho cierto "! por muchos reconocido
"Hiatoria", {'Buenoa Aire1, 19031 p6ga. IS7 "! 171). Pnea bieu: como tal.
nunque mb moderno.a "! mAa etno¡rUicaa, laa razonee del reape· 91 Lo publicó la Facultad de Filosofia "! Letras de Buenos
tado americanista no Tan mucho mb lejoa de laa invocadas por .Airee, en Ja colección de Docmnen&o• paro lo hi1tona argimtir&a,
Le"fTA. tomo Ill, el año 1914.
-68- -69-

zano, Guevara y Charle\·oi:s:.-, Lastarria los repudia ~s, de patente ingenuidad, todos los episodios de la
porqu,e, según él, estuvieron empleados tan sólo en pre- brava lucha. 1',ué ese el poeta Pantaleón Rivarola, autor
ocupar ai mundo en si~ /0001· (y) nada escribi~rtm di- de dos Romances consagrados : uno -que llamó heroico-
rectamente para instruir a nuestro Gobierno ele la. -útil ª l~ liberación de Buenos Aires en 1806, y otro -que
e:z:perie-ncia pasada ª1 • rotuló de la de/e11$<J- al rechazo que ios porteños hicie-
Salta a la vista que quien escribió ésto,, o iguora cosas ron del invasor. Por mucl1as razones, el lector de am-
que no se pueden ignorar, o sufre la ofuscll<!ión de una bos engendros vuelve su recuerdo al arcediano Barco de
fobia lamentable. Al fin de cuentas, Lastarria, que re- Centenera, cronista en verso como Rivarola, el cual no
sult6 ave de paso entre nosotros, pues no nació en tie- aventajaba mucho al otro en el dominio ele la musa 101•
rras de nuestra parcela geográfica 98, cuando abordó el Los dos Romances recordados aparecieron con el adorno
asunto histórico propiamente tal, -ese fué el caso de su ele notas que, siendo claudicautes a la par ele los versos,
Memol"ia sobre la línea demarcadora con los dominios motivaron rectificaciones públicas que se atribuyen, con
portugueses"-, lo hizo, si bieu con discreto conoci- fundamento, a José Joaquín de Araujo 2o:i. No hay para
miento del asunto, sin salvar mucho los límites de un qué señalar, según se echará de ver, que los Romances
simplísimo esquema. • ele _Rivarola, especie ele resurrección del lamentable ar-
En tales campos se especulaba -lo digo recordando cediano, carecen de significación historiográfica, bien que
a Leyva y a Le.starriar- cuando se produjo la doble ten- se los debe recordar por cuanto trasuntan ·la realidad
tativa británica de ocupar las colonias hispanas del Río ambiente porteña <le principios del siglo XIX.
de la Plata. Al episodio lo conocemos por los Im;asioues Pero sea todo esto lo que fuere, aquello que se no.e¡
inglesas (1806-1807). Pues bien: esos sucesos inspiraroll ofrece patente es el hecho de que a Leyva, cronológica-
a ·la musa lugareña, y de muchos rincones salieron Yates mente y por razón vertebral, sólo sigue un europeo· que
que cantaron las hazañas de los defensores dt- la ciu- uo conoci6 nuestra tierra: Samuel Hull Wilcocke, mé-
dad capital 100• Entre ellos hubo uno que narró eu Yer- clico, pastor ele la iglesia inglesa de Middelburg, en Ho-
landa, y que era ya conocido por trabajos anteriores
er Plg. 13 del volumen cita.do en la nota anterior.
te Laatarria nació en .Arequipa, en 1138. RICARDO ROJAS, en
el tomo II de IU HütoriG dt lo m1rotvro org. .ti-110, i¡u.oro bien. • 201 Véaee uno. prueba. que tomo clel puaje, en el primer Bo-
por qu6, lo ha incluido entre nueatro1 eecritore1, y se ha ocupad'l 11iaftcc, donde se intenta ofrecer el espect6.culo de la lucha:
de él con cierto detenimiento. Dntos n su respecto ha dado, tam-
bién, .AL&JANDBO FUENBALIDA 011.ANDÓN, en su obra: Evohici61l ' ' Mu dt doa 11oru d1tr6
iooial de Chile (Bantia.~o, 1906) pllga. UG y H'i; en au libr1J '' el combate !I d11ra. guerra,
Hiatoria. MI dcaorrollo '"tclectvol e" Chile (Santiago, 1903), pú· " 1111' qu, 11entojo ac a.not.r
ginu 42, 90, 97, 397 y 569, 1 en su monogra.fla: La1torria .¡ "' " de B.paifa o d• In.gla.t1rro.
ttlmpo (Santiago, 1893), pf.g1. 4, 291 a 291 y 434.
98 Figura en el volumen Ill de Doovml1'toa para. la hiatoria Quid. por modeatin - o por pudor tal ver. - . Riva.rola entregó
argentino, pf.g1. 434 a 480. Se halla.r6., ademAs, en el tomo IV, l\nónimamente sus vcnoa a la publicidad." Pero fu6 oportunamente
plp. 333 a 384 de la Colecoiófi 00111plcta dt loa f7"0Codo1, etc. de identificado.
la ..4.mlrioa Lotmo, hecha por C.la.LOS CALVO (Parta, 1862). 202 Lae recWicacionee son muchas, Lópes 1 .Altinn descubren
200 Bua llricaa manifesta.ciones fueron reunida. por LOPEZ y en ella• al erudito que nombro.
ALBIN.l en Oompilaci6n d~ docvT1W11to1 (Montendl'O, 1851).
- iO- - 71 -

de dh-er!la índole Jt•:1• El libro qne Wilcocke nos consagra- la obra del cosmógrafo quedó trunca a consecuencia
ra, se titula: History of the viceroyalty of Bu&nos .Ay- --probabZy, escribe- de que se le prohibi6 continuarla
rcs¡ c01itaining thc most accurate details rel<Jti-t•e to por haber ofendido al Consejo de ludias 1ºº. Acerca. de
th6 topography, histot-y, com11i.erce, population, ooveNl- otros recursos eruditos, destaca que ha procurado cono-
ment &. &c. of tlwt valuablc c~y. Apareció eu Lon- cer Zas mejores fuentu de información, 6n varios idio-
dres en 1807,_ y lleva cuatro láminas, coloreadas, un ma- mas, y que ha podido apronchar referencias privadas y
pa <lel Virreyuato y 1111a carta dutica del río de la manuscritos in~ditos. Para juzgar a Wilcocke con pro-
Plata. piedad, es necesario tener en cuenta que de los doce capí-
En realidad, se trata de un trabajo digno dá i;er pe- tulos de que consta su libro, dos (los numerados I~ y
netrado por el análisis. Su autor se revela como cono- V) están consagrados a la descripción geográfica. del
cedor de las fuentes informativas, ·y, al propio tiempo, país; uno (el XI) a recoger da.tos sobre la fauna y la
en posesión de datos y referencias de quienes habían flora, y que algunos llegan a ser nrdaderas exposicio-
tenido contacto con· el medio rioplatense 1 º'. Refiriéndo- nes o guías para uso de los comerciantes que se propu-
se a ese hecho, en el prólogo que fecha en Londres el .sieran negociar en estos países 106• Lo rigurosamente his-
20 de diciembre ele 1806, Wilgocke manifiesta que en su
condición de comerciante, a cuyas tareas se hallaba a la
.
toriográfico, descontado todo esto, es, sin embargo,
. de
valór cierto. Basta recorrer las páginas que el autor de-
saz6n consagrado, logró alcanzar trato con quienes co- dica al problema del origen del hombre americano (cap.
nocían de vtS1& el país americano. Añade, en seguida, que II), donde se nos exhibe conocieqdo las distintas teori-
sus fuentes literarias han sido cuidadosamente seleccio- zaciones que más se difundieron 107 y, sobre todo, el
nadas, preocupándose, de veras, de admitir únicamente capítulo X que es aquel en que nos presenta a las clases
el contenido de ellas en lo que juzga aceptable para la sociales que integraban la población ríoplatense. En
crítica. Al parecer, no ignora ia existencia del libro de -esta parte de la obr1.1 está lo fundamental del libro.
Juan Bautista Muñoz: Historia del Nuevo Mundo (1793), Hay conocimiento, sentido de la armonía, don narrati-
aunque si. evidentemente, su biografía, pnes asienta qué vo, habilidad, en suma, para hacer ver lo que era la
sociedad de la distante colonia. americana. Desde las ha-
101 Referenciae bio-bibliogrlfic11S sobre Wilcocke ae encuentran
en la obra de S. AUSTIN ALLIBON&: .J. criticar dictionary of E•-
bitaciones al traje, pasando por la comida, los juegos,
gl~h Lit11rciture1 Philadelphln1 1881!, tomo III, pig. 2716. Alll ae ·el mulaterio, etc., todo desfila, ordenadamente ante la
citan, como trab11joa editndOI por Wilcocke, adem6.a de algunos aer·
monea en inglés y alem6n, un Bnay °" NatiOftal Prlde (1797),
lOG Cap. I, plg. 2.
1 una verai6n de Voyage1 to t1wl But In.dier, de Stavorinua (1198,
3 Tola.), 1 varins produceionea literariu. 101 .Alguno podrfa titularse: So"bre lo1 articulo• qua tnáa 10
lCK Por tales circunstancias me parece que no puede aludir a -ccm.tUmfft °" el Bto de la Plata, tal es la patente finaliMd cou
61 C. A. Walckcnner, el editor, en 1809, de loe Yoyogea de A.zara, ·que se lo ha compueato.
en una nota adicional donde ae refiere a cierto volumen, enton- 101 ta. del de"t'f'imdimie"to del Nuevo Continente, la del eatabl.t-
ces recientemonte aparecido en Londres, consarrado a. Buenoil dmiento aqut de colonias suecu, chilllUI 1 japonesas, 1 la. de lu
Aires, y al que califica de malG produo~, arregando que ea migraciones de tribu11 del noroeete del Asia, que es aquella que el
11110 compilaci6n de Cllarl11:oi111. .autor acepta.
-72- ¡3 -

vista del lector, sin que falte nada de lo que puede ser ingleses, se cierra t>l libro de Wilcocke, ubriéndose lut-
tipificante. go, entre él y lo qut siguiera, un período de inactividad
1
Pero si eso ya es mucho, cuanto lo completa habla to- li historiográfica. Las inquietudes naturales de la eman-
davía más alto en favor de la importancia del libro. cipación, no cabe duda, fueron la causa inmediata del
Con lo que acabo de destaca:i:-, según se habrá echado
de ver, no queda documentada nada más que In reali-
<Jacl del erudito o del informado, al modo que era de
1
1
fenómeno.
'riempo despu~, tocóle al deán doctor Funes (1740-
1829}, en la primera ~poca de la vida independiente,
.

exigencia entonces. En fo que resta analiz~r, en cam- continuar el proceso. Lo hizo reeditando, sin variantes
bio, se diseña el ilumiuista integral. Ocurre eso en los esenciales, como no fueran el uso y abuso del extracto,
capítulos consagrados a la crónica propiamente tal. En- el modo jesuítico lle la crónica 110• La sujeción al
tre ellos hay algunos -el VI por ejemple>- donde, al modelo fué tan cmuplida lll\e el Ensayo de la historia
trat~r la fábula de Lucía Miranda, salva el crítico los c~vil del Paragt,a.y, Biienru Aires y Tucumá-n, que pu-
escolios que el asunto presenta, con atinados reparos, blicara tl dein en nuestra capital por los años 1'816
cosa que repite en el caso semejante de la Maldo1tada, y 1817, en tres volúmenes, es unoi rapsodia de los tra-
que él nombra Mald<>na.ta 103• Para Wilcocke, ambas son
historietas ele corte romántico,• probablemente no autén- 110 En el Pro1z1tcto con que Fúnes anunció la obra en In "Ga-
reta Ministerial'' ele! 5 de octubre de 18H dejó e1tnblecido que
ticas 100, pero que las han recogido varios escritores te- !n trab11jo ~e carncterl:r.arla. por dos cualidadea reaa.ltantes, que
nidos por serios. enuncia.ba 1111: llu1oor tn todo la i·erdall, 11 IMn.ifonne 11 lo qtle !JI
1í,il. (En ll\ reitnpresión de l:i. "Gaceta.' 'l el "Proapecto" 1e
Denuncias claras de su equilibrio en el juicio, las lmllar6. en el volumen: 18ll " U16, pi¡. 18is).
hace Wilcocke, sobre todo, en los capítulos VII y VIII, No eetú den1ú• tra11r ·n memoria. que, poco •ntea de que Fúnea
an.nnciu.rn en Ja '' Gacetn'' la preparación de au obra, el mismo
donde se ocupa del régimen misionero, establecido por 6rgnno periodlatico babia noticiado ln llegada a Buenos Alre1 de
los jesuítas en el Paraguay. Extraña su reposo en Jn Ja. Hiatori1J apo'4g'1iOG de la rti·oluci6n de N•e111J E1p1Jia. Eat&
obra. publicll.da. en Londru 'en 1813 por Servando B. Tereaa. Míer Y
sentencia; y cualquiera se percata, sin necesidad dl es- Nori~gn oculto en el paeudónimo de Josi Guzu.t., eon1taba. de dos
fuerzo en la observación, que el autor es un juez impar- vol6men~·. y contenta documentos .,. notu criticlll 1obre el rfgim~n
colonial eapol!ol, al que jusga~a. ae"reramente y paran¡onaba con el
cial, que fulla austeramente. Tal resulta, en definitiva, nuevo esta.bleeiM por el moVIm1ento emancipador. (V611e: ANTO-
. el carácter que tiene todo el en.sayo, al que se le debe NIO Z~Y, "G11ceta de Bueno• •.Urea", 1875, P'i•· 1'8 y 147, '1
"Gaceta Ministerial", U de septiembre de 181,, pAg. 158 del
acordar la importancia que corresponde a una primera volumen: 1814 a. 18101 de Ja. reimpreal.ón). FúnH, a au vez, 1egún
manitestación, en temas nuestros, de la historiograf{a confieia en au .t"'olliograf{a, se proponin: poner a la vi1t11 el
nadro mdl fiel de 111 firo11(1J de E1paila, 11 llCICllf' lll apolog{a md.r
iluminista, integralme11te realizada. Esto digo porque 11011bada dd la re110l1't'i6n (Con!.: :liAllJANO Dr: Vr:DIA T M1n:s: ·
los conatos anteriores, que he mentado, no pasaron el El deán Fv.ua n. 111 hiatorio arg1ati1111, pi¡. 88, Buenos Aire1,
límite de lo fragmentario.
Con los sucesos de la toma de Buenos Aires por Jos
1 1
1910). Vedia y Mitre e1 quien ha eatablecldo que la biogra.tia de
F1íne1 con que apareció adornada la segunda edición del Euayo,
no ea'un traba.jo de don Mariano Lo1&110, encubierto por la deeir-
1 naeión de 1711 omiqo de lo1 1ervidore1 de llJ Patri11, aino obrll
ios Piig. 231. 1 exclusiva del propio dei\n. El mauuacrito autógrafo de eaa autobio-
ioe 41t1rough. improbable, dice el texto. grafla ae coneena hoy en la Biblioteca. Nacional de Buenoe Airee).
1
- 74 - - ;5 -

bajos jesuíticos, _a rntos de tal modo servil que la labor viste con la erudición de Lozano (tomo II, pág. 89) y
de búsqueda y cotejo realizada por los cronistas recor- da como propias informaciones c¡ue están lejos de serlo.
dallos, pasan al Ensayo sin cambio notable alguno. Traí- En estos excesos llega F1mes a tanto que en la nota (a}
tase, en realid1Hl, de 1m transplante a la obra propia de de la pñgina 34, tomo I, sin recato alguno plagia hasta
la sabiduría ajena 111• La comprobación de semejante las propias expresiones de Lozano, a quien ni siquiera
exceso es cosa fácil. Basta someter a pareo cualquier alude. Escribe, en efecto, el cordobés: ·
comentario ciitico del P. Lozano, por ejemplo, con el que ''El autor de la Argentina manuscrita, libro primero,
ofrece, eu el mismo asunto, el de6n cordobés. De inme- " cap. catorce dice, que sólo trajo un navío. Parece que
diato se advierte que el autor del Ensayo marcha atado " se equivoca; porque a más de que Ulderico afirma
al cronista jesuítico. Ve!moslo. '' fueron tres cuando menos ; esto es más conforme al
En el tomo I, pág. 16 de sn obra m, y a propósito " tenor de su título en el que se le llama capitán de
del número que sumaban los que acompañaban a. Men· " cierta armada".
doza en la expedición al Plata, apunta el de!n que eran Lozano, por su parte, (II, 143) había dicho:
2.500 españoles, y 150 alemanes; y dfoe, textualmente: " .. . El autor de la Argentina (Rui Díaz, en su lib. I,
8egui1110.f a Ulderico en el caf. prWf&ero d~ su historia. .. cap. 14) manuscrita, dice que sólo trajo Alonso de
y !U1c-ubriniiento del no ele la Pla.ta. La sola forma " e!abrera una nave que llamaron la Marañona; pero
en que Schmidl aparece nombrado, lleva a lo. conclusión '' Ulrico Fabro insinúa bien claro, que vinieron a lo
de que el de!n le cita de segunda mano, cosa que se '' menos tres, y es más couform~ al tenor de la cédula
confirmR cotejando lo que Lozano expone en su obra " que después referiré del señor emperador Carlos Quin-
.a este respecto (tomo II, p!g. 67). En realidad, Funes 41 to, en que llama al dicho Veedor, capitán de cierta

plagia al cronista jesuitico, de quien toma la informa- '' armada que venía al Río c1e la Plata; pmabras que
ción en ·absoluto, sin realizar aquel di-scernimie-n,to- de ' Re hubieran escrito, con sobrada impropiedad, si vi·
4

que se jacta en el prólogo de su Emayo 11:1. Y este '' niese con un solo navío. ''
·desliz no es único : se repite casi en cada párrafo del Los plagios del deán, no obstante la gravedad de todo
libro. Así, tomo al azar, en la pé.g. 19, tomo I, al lo apuntado, SOll todavía mayores en cuanto atañe a la
referir el deé.n el resultado del combate de Corpu8, se noticia de la bibliografía general del tema. Seúalo como
ejemplo un caso que se nos brinda típico. Es éste :
111 Tanto el general Mitre como el hiltoriodor chileno Barros Lozano, en el pl'efacio de su obra (p6.g. 3), .declara que
Arana, al ponerse en cont11cto con 111 Hiatoria del P. Lou.N\>,
reconoeierC1n que el En1ayo del DZÁN FuNJ:B era. una r11paodia. del -el trabajo sigue el estilo de los cronistas religiosos que
-cronista jeaultico. (Vfaae: CllfT11qcmd•cfa Hteraria, hi6t6rico r se han ocupado de asuntos indianos, y los menciona :
polfüca d11I gm1ral Banolc>ml lfür11, tomos I, pdg 124 7 II,
pA¡. 139, Buenos Airea, 191!1). Fray Diego de Córdoba Salinas, frat Antonio de Calan·
- 112 Segunda edición, Buenos Aire1, 1856 . i?ha, fray Juan Meléndez, fray Alonso de Zamora,
.ua En efecto, dice alll que aegulri\ a Loaano, poro no con la
tJ4,en,a'"''""'º
.njlfci6fl de 1111 copioflte, rilM> co11. aquel 1J1U t1a;a
P. Alonso de Ovalle, P. Francisco Colin, P. Simón de
""''"'º '" acd6K al juido. Vaseoncelos, P. Nicolás Techo y P. Manuel Rodríguez.
-iti- ,,
1''m1es, a sn vez, manifie.'!ta (Prólooo, pág. III) : ficatlo. Si tiene alguno, ~s el que i·esulta de la com-
'' .. . Cualquiera que se ha-lle versado en los monumen- probación que él nos ofrece de la falta de equilibrio en
tos lustóricos de estas provincias, no puede ignorar que el juicio que caractedzó a la producción historiográ&fica
11sí Herrera, Fray Diego de Córdoba ... '' e inserta la de l~ bandería revolucionaria hispano-americana. La
listA, textual, de Lozano. Cita lue~o a Alonso de Ulloa, obra de Funes, desde ese punto de vista, se brinda, real·
por Onlle, · y en el resto del prólogo registra mal el mente, como un spécimcn. Ya dirigida A la Patria,
nombre ele ·varios autores, pues habla de Antonio León según consta en ·la portada y en la dedicatoria que allí
Pinedo (pág. IV) ; llama Dobrcckoffet· (pítg. IV) a hace, el 11.utor promete a la augusta matrona Umnar a
Dobrizhoffer; escribe Charlevoit, etc., etc., todo lo cual j-u.icio a. sus verdugo$, que. naturalmente, no eran otros
l1aee creer que meueioua las obras de oídas y que jamás que lllS autoridades coloniales. Huelga mentar los exce-
ha tenido delante los libros que recuerda. sos que alcanza Funes en ese afím reivindicador. Su
Con todo lo dicho 110 e.<itá. aún colmado, sin embargo, Ensayo, por eso, ~- por lo otro, no merece cousideraci..ín
lo que la crítica debe señalar en el Ensayo de Funes, mayor m , Quizá pueda e:s:ceptuar11e del repudio la
pues si hay rapsodia en la erndición, no menor la hay parte en que ~u crónica - usando materiales de Se~u­
eu el plan. Véase si no: el cae. !, libro I, del E11&a.yo, rola y de Araujo - t>ompletó lo que los jesuítas no h1s-
corresponde el cap. I libro If, de Lozano. Trata las
mismas cosas y ele la misma manera. Y entre los capí- lH Por lo qua 1u Eua110 reTeló '1 por lo que denunciaron 1us
tulos I y II de Lozano y los I y II de Fúnes no se sermone. que de ordinario no er:tn 1u701, Funea adquirió uua
¡eneral~da f:J.ma de plagiario. As1 se le llama en un docum~to
nota diferencia porque, si bien el II de Lozano abre 1ecreto que se guarda en SeTilln y qua tie~e por titulo: B1laet6A
con la llegada de Diego García, que es el asunto con cirov"'tanoiada d1 p1r.oita1 t1iá1 o '11111101 '!Ml'l>lta qiu ~ipn.ba• !/
que termina el I de Fnnes, ·la materia es la misma y la
tn(cm alguaa ttaflve11citu n'pc.ot.o al 11tado revol•~no ºº"
ff!ldtncia o itldlp1adi•ar1t, que niatta• '" Bueno• .Aír11 (ArchiTO
información y el criterio semejantes. Además h19" . tan- de Indiaa, 123, 2, •>. ·
Un propio apolo¡ilta lu:ro, por .lo demás - Domlugo ~auatino
tas analogías, que hasta los concepto."J que adoi'nan y Sarmiento - reconoce la dee¡rac1ada fQmn <lel peraonaJe, '1 10
sirven de marco a la narración histórica, son, a veces, reduce n defenderlo diciendo a tal reipecto:
• • Sobre el dein Funes ha pesado el cargo de plagiarlo, que para
exactamente los mismos. Sobre el relato de Lozano, que • • noeotro1 1e convierte, mflt bien que en uu reproche en mne1tra
poda por lo general, adiciona Funes datos de Azara, a .. clara de mérito. .
"TodaTia tenemoa en nueatra literatura amencana nutore1 dla-
quien frecuentemente alude. Esas referencias - todo '• ti.nguidoa que prefieren Tneiar un buen concepto suyo, ea el
hace creer que para despistar - , van siempre exorna- • • molde que a la idea imprimió el decir clAsico de un autor etola·
• • recido. Garcla del Rlo es el nuía brill~nte modelo de MJuell&
das cou prosas de sermón, que, a menudo, rebasan los • • eecuela er\ldita que lleva en sus obras, 1ncru1tadoa como JOJ'U1
límites de lo tolerable, aún considerándolas dentro del •• tro:r.oe de amena literatura i peD.Jnmiento1 eacojldoa. Una eapa
• • anterior a e1te bello aluvión de los 111dimento1 de la bv.ena leeta·
mareo de su época, en la que, según es notorio, fué • • ra dejó la compilación, lt. apropiación de lo~ prodaeto1 del
habitual y característica la ba.mbollai gerundiana. • • injenio de loa ·buenos autores a lu mani.fe1tac1onee del penea•
" miento nuevo." Ollra1, tomo III, pll.p. 127 '1 128), Como 11
No hay para qué decir, después de la exhibición de VC la defenea DO 1'D DIU'1 lejOI '1 equivale - lo ten¡o •rito 1& -
estas miserias, que el Emayo del deán carece de signi- :r. 'juatiflcar una acción indecoroea con una lmpreaion1nte lllta de
delincuentea que cometieron delitos aemejantea.
·- 78 - - 7!1-

tonaron, y el B01q1tejo, con que cierra la obra, que e.'5, orden gubernamental de suspenderla, invoeímclose ruzo-
eso sí, la el:presi6n persoual de un modo de ver el nes económicas m. Esto ocurrió en 18-14 118•
primer momento ele la revolución emancipadora. Pero Fuera de las manifestaciones que quedan seiíaladas,
nada niás 113• en el período que se extiende desde la iniciación del
siglo XIX hasta la estabilización del poder que, como
.Al tiempo en que F~nes elaboraba su obra, el gobier-
quiera que se la juzgue, trajo el brazo fuerte ele In
no del país argentino concebía la empresa de una historia
Dictadura de Rosas, no hubo, dentro del pais, otras de
füosófica. <le 11uestra revoluci6n. Para realizarla, el real significación 110• Lo historiográfico que por enton-
Trinm·irato, que entonces llenba las riendas del Esta- ces se publicó reclújose a la impresión de algunas me-
do, confió esn empresa al religio."lo domínico fray Julifm
Perdriel, provincial de su Orden por aquellos días, y 111 JUAN E. GUABTAVINO: "La Nncióu", Bue11os Air9', 30 1le
m:iyo de 1926. ,
patriota fen·oroso. El propósito que el gobierno perse- ns No deja de llomnr la otenci6n unn coincidencia. singularí-
¡.rnia, y que la "Gaceta Ministerial" del 24 de julio sima. Ee ésto: hacia In miemo. época e11 quo ae diaponin la RU!~D·
si6n de lo. obrn confiada a. Perdriel, invocondo rnzonea económi~as,
de 1812 difundió en un Avt:So oficial adecuado, era el ~l gobierno ton1nb11 '' boxo su protecci611'' el E~oro que onuncinba
el 1lelín Funea (Vénee: "Goceta ~Iinistcrial" del 5 de octubre
de que no se perdiera el recuerdo de los sucesos que de 1614) . Y pora. que se tengn. materia si se quier., hilar del·
caracterizaron al movimiento emancipador, dentro de godo, a¡regoré que, por esos tiempoe, Fuues, vuelto a la grncia
oficio! deepuéa de hober sufrido la pérdida de ella, cr11 hombre
cuya gesta los sacrificios, de todos, habian sido en ver- influyente y eollcitodo. Precisamente, por entoncee, pronunció su
dad heroicos 118• . célebre 0f'aoi6fr. patri6tica, en la catedr11l de Buenoa Aire¡, (25 de
mayo de 1814), aprovechando la coyuntura para formular alguna.a
Perdriel, según parece, púsose ele inmediato a la tarea propo1icioncs aventurados, como aquella de que fu6 mayor 19. ft-li·
cidad de los infieles americano• ontes de su cri1tianizaci6n ¡.or
de reunir materiales, pero dos años más tarde recibió E1paia. (El texto de lo. pieza en: Museo histórico naciounl: J..:t
clero af'gttatino de 1810 a 1830, tomo I, pág. 65 y eiguientell,
Buenoa Aires, 1907). El de<!reto de protección que ae tiran en
na El Bo1q1.1e;o, origiunriamentc, llegaba hasta 101 sucesos del favor de Funee, deja sentado en sus tunda.mento1, que el deún ha
oao 1816. Poateriormente Funes lo amplió con un agregado que solicitado el apoyo del Estado, y que éste le acuerda seiscientos
alcauaba haatn lit bntalla de Maip6. Esta continuación la. . hu. peeoa men1ualee, a partir del l• de enero de 1814, para facilitOf'le
di.fundido .ANTo:-110 ZINNY, en su libro: Jlonobibliografii¡ del (la) concl111i6n de~ "En1oyo". (El decreto, de fecha 30 de aep·
Dr. D. <:r11ori4 Fvnei (Buenos Airea, 1868, p6g1. 49 y 1iguient.e1). tiembre de 181', figura en el Be1i1tro Naciolwzl, tomo I, pág. 286} .
Adem4e, en el Nv 37 del "Argos", correspondiente ol afio 1822, tue 1111 Paro. que ee conozcn. el aólldo fundamento de lo que acabo
fu6 la 6poca "1 que Funes actuó como rednctor principal del ciiii:do lle decir, y, de pnso, pora 111tiafacción de loa peaquisadorea de
periódico portello, vió luz una nota titulada: Hinorio de mayo, minuciu, nseverarE que recorriendo las nriadaa publicacionea pe·
cu7a paternidad no ea o.venturado adjudiclLraela al dein. Sólo riodtaticoa de eae periodo, sólo he logrado comprobar que fu6 el
alcanza a aer una llintesis, brevtsima, olio por afio, de 1810 a 1822, breve gmero biogréfico el que se cultivó en dich11 6poca, tanto en
pero '1ene todo el eignificado de un cuadro conceptuol. Po!ldn Buen.01 Aire. como en el interior. .A. El ae agregó, en contadne oca.
COllliderane haeta como un eaquema del Bo1qva;o. aionea el c¡u11icado o lo. nota de rectificación ol contenido de
111 Precie&mente en 1812, en el n6mero del 25 de mayo, el libroa'- ge almente memorioa - que se publicabou fuera del paia.
periódico "Mf.rtir o libre", que editaba en Buenos AirM BernAr· Por vla ejemplarisat!ión, aellolar6 impreeo1, de uno y otro
do ltonteagudo, se inaert6 un B't110110. •obre la f'evol11ei6" del Blo -tipo, que he~ hallado en mia paseos por la frondoeo. bibliogra.tla
M la Plata, donde se esbozo.ban ·bien 101 Uueae generalee, upe· perlodiatica. Me concretaré ol periodo que comienza con la Rctiri·
cialmente lae de eu traecendencia e:rterior. ¡Por qú no peNar en .dad ministerial de Rivadnvin y se cierrn. con la exoltación defini·
una 1uger1nci11 provocada por esta nota t tiTa de Rosas.
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morías personales; 11 una que otra biografía; a cierto y notas necrológicas m, pero uo muehaR si se tiene un cri-
conato ele cróniea regional; a un E:ramen y jriicjo crítico, terio más restringido. Se redujeron, en realidad, a po·
que debe destacarse porque presenta el sonar de la otra cas: la de José Marín Carrera, aparecida en 1815; la
campana, como que concreta el punto de Yista <le los del doctor Cristóbal Martín de Montúfar, e<litada
opositores a la revolución emancipadora¡ ~- n sn antí-

en 1821 ; la del canónigo José León Planchon, dada a lu?.
poda, nna Manifcstacicm qué era la síntesis del punto en 1825; la Primera parte de la vida. del general Sa.1i
ele Yista insurgente. Entre las memorias se cuentan : la Martin, aparecida ese mismo año m; la titulada Recuer-
de l\Iariano Moreno, escrita por su hermano r publicada <los de la. vida. pública. y priruda clcl brigad~r Azcué-
eu Londres en 1812 120 ; la de .Jo!ié :María Aguirre, titula- naga, dada a luz en 183-! l:!"J; la que tiene por título
da Compendio de las ca:n~pailas clel ejército ele los A'11dcs, E11.yayo histór·1co sob1·c la vida del Ezcmo. señor· cT<>n Juan
aparecida en Buenos Aires en 1825; ~- la. de José Are- Manuel ele Rr>!as, que entró a circular en 1830 y se
nales, cuya C'arátula reza: Memo·lia 111ist6rica .!obre la.s reimprimió dos años más tarde ; la de Estanislao LcSpez,
o-peraciones ele l<i dívisi(m libertadora, t>tc. en 1821. que publica_da ese mismo año 30; y la del general Arenales,
"i6 luz, en la misma capital, en 1832. En cuanto a las aparecida en el correr del siguiente. De estos tres últi·
biografías - de las que trak> cou mayor detenimiento mos trabajos fué autor don Pedro de Angelis. Informa·
en la Seg1111da. pa1"fe - debo decir que fueron nmnero- ciones mayores de las que acabo de anotar las hallará,
sas, si como tales se consideran a los elogia1 fúnebres quien tenga int~rés de conocerlas, en el capitulo IV,
par6.grafo II de la Segu11da parte.
Pues bien: en ese lnpso de tic1npo publlearon biografia1 y D(lt111 El intento de crónica regiona·l, de que hice mérito,
del tipo nntes indicnclo:
ED 1822 '' L:i. Abeja Argentinm'' ¡ en 182!1·33: ''El Lucero''; estuvo constituído por un libro del coronel José Arena-
en 1829-30: "El Fedornl de Bantn Fe", (el que llevnba el epi· les, publicado en Buen08 Aires en 1833, y que corres·
grate de: LHJ po1101', In Dri) ; en 1830·32: ''Et Claaifi<11dor (1
Nuevo Triunfo" (donde ae achiraron detalles biogrlíficoe de lfar- pondía a la segunda parle del volumen : Noticia&. hi.stó·
tin Bodriguez 1 otros contemporl'lneoe 6U)'oa) ¡ en 1833·34: "El ricas y de8criptwcu sobre el gran pa'8 del Chaco y Río
Monitor" (que dil"igido por de Angelil también publicó otras no-
ticias hiatorio¡rtlficas 1 que fu6 aqutl en que Posadas -N• 1105- Bermejo. El trabajo de Arenales, sin embargo, en la
rectific6 lo que escribiera el ''Ambigú'' diez a nos notea) ; en 183:: l parte citada, no puede ser considerado p1•opiamente una
"El Constitucional"; en 1835: "El Diario de no11Dcioe" (ea
cuyas columnaa vM luz unn intere.antlaima biografia. de Boaaa) ; crónica. Trátase, más bien, de una reunión de antece-
1 en. 1843-1851: ''Archivo Americano'' (donde ae inaertaron bio~
¡raffos como lns de Fructuoso Rivera -I, pág. 143 - , 1, en 1831, 121 U:n ensayo de nómi:na ae hallari en laa primeras p6ginu
la terrible de Urquila, escrita por Federico de In Barra). del eapitulo II de la 8egt111drJ prJrl•, que acabo de indicar.
Fuera de uto, :naturalmente periodlatico, conio se echará de ver, 122 Fué un folleto de 38 páginas, reimpreso en Chile el mismo
sólo conozco como manifestación historio¡rllfica menor de esa época, atio, 1 que loa bibliógrafo1, reco¡ieado referencia tradicloule1,
laa pequeAaa notas 1 la inserción de documentos qvo hizo Y1cr:NT'- atribuyen al general Abear. (Véue: CAKLOS I. BALAS: Bibliograf(a
LóPBZ en el Registro e1tad'8l~o de 1821 (tonio I, páp. 81, 129, del gMeral doa Jo•' d• Soo Marl"', Buenos Airee, 1910, tomo I,
ek.). Pero eso alcanzó poca monta. pi¡. 180).
120 De esta obra., que, a lo 1umo, eer1a una memoria indirecta, 121 ANTONJO ZINNY (Bibliograf(a hiatdrica, etc., Buenos Altt1,
me ocupo con el debido cuidado en el cnpttulo IV de la Segvnda 1875, pA¡. 100), indica que el autor de eata biografia, rica tn
parll. documeJ1.to1, fué don Mariano Lozano.
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dentes o elatos históricos sobre las expediciones que in- pesar no se le puecle hacer ele laclo, despectivamente.
tentaron la conquista del Chaco, tomados, preferente- Por el contrario: clébesele e:s.aminar porque nos ofrece
mente, de las narraciones del deán Fúnes en su Ensa,yo. la contraparte que necesitamos para tener la intelección
Tales datos ocupan la parte del libro comprendida entre plena de fo que fué el movimiento emancipador. El
las páginas 133 a 259. Exams-n, cuando menos por eso, vale como elemento de
Del Exame·n y j1t.icio critico, por último, que he des- contralor: podría decirse que hasta porque juega el pa-
tacado de modo especial, hay necesidad de acentuar va- pel de "abogado del diablo" i:H.
rios detalles reveladores. Apareció, como ya he dicho, El reverso de la cuestión que el Examen debate, es
en Madrid, en 1818, editado por la Imprenta Real y decir la faz revolucionaria, nos lo brinda una publica-
firmado por Un americano del sud. Se dice una res- ción contemporánea a la que se le debe parear. Me re-
puesta al Manifiesto que hizo al mundo el Congreso fiero a la Manifcstaci6n histórica y política de 7.a revo-
iniciado en Tucumán, y que lleva fecha del 25 de octu- Zuci6n antericcma., especialmente en la parle que ctWres-
bre ele 1Sl7. El libro que está formado por un con- 2>onde a.l Pe1·ú y al Río de la Plata. Este opúsculo, que
junto de 158 páginas en 89, se nos ofrece como una firmó José d·e la Riva Agüero, se imprimió en Lima
pieza digna de consideración. Su autor se declara nati- en 1816 y se reeditó en Buenos Aires en 1818. Se le

vo del Río de la Plata y manifiesta su repudio por el conlce .Por La manifestaci6n de las veinte y ocho Cll1isas
cariz que han ido tomando los sucesos revolucionarios, que justi.ficatn el clerecho de la independencia de .Amé-
después del 25 de Mayo de 1810. Dice el oculto escritor rica. Sin Sf!r una réplica al Examtm., resulta, sin em-
que lo que ha predominado aquí es el desorden y la bargo, su anticipada refutación puesto que en ella se
demagogia, al amparo de los cuales ha medrado una trata cle reforzar cuanto se dijera en el Mam.ifiesto
pequeña minoría porteña que todo lo ha dirigido en pro- de 1817. Tiene todo el aspecto de una terrible vista
vecho de su ciudad, con mengua cierta del jl.:lato derecho fiscal contra el régimen-que acababa de caducar, y aun-
de las regiones del interior. Agrega que el verdadero que sin reparos no le podría atribuir caré.cter de pro-
pueblo no está con los revolucionarios, y alude al régi- ducción historiográfica, conviene no echarla en olvido
men de tettor que se implantara para hacer triunfar al en una historia .del género, hasta por la circunstancia
movimiento en su primera hora. Trata de aquilatar, de su útil pareo con el ExCJJmen. A eso, pues, ha obede-
después, los argumentos que se hacen en el Manifiesto cido su recordación. Remataré, ahora, el anál,~sis de lo
- y que, en realidad, constituyen una síntesis de la
"leyenda negra" - para justificar la rebelión contra 12-l El panfleto - del cual hay un ejemplar en la Biblioteea
P6blica de la Universidad de La Plata: Secc. Farini, N• 10.680 -
el gobierno tir6nico y cruel de .Ja Metrópoli, y aduce debió circular en versiones a T&riaa lenguas utrujeraa, o, cuodo
razones que aspiran a contraponerse a las que sirven de menos, a la inglesa. Lo 11oapecho porque a una de eee género alud11
FDI>INAND Du1a en la pig. XIV de su B4Nml iü l'hilfws lis•
basamento a aquella pieza. PrO!ñftCll de Za Plata. (Pads, 1827), libro del que luego he Je
No cabe duda que el Examen exhibe el estado de espi- ocuparme. .Ademb, consta que ee reeditó en Lima, en 1819. (Con-
16.lteae : GJWJotno BUCHE: E1tudio 11 cc.tdlogo . • • ds Za biblio-
ritu de un enemigo de la causa americana, pero ello & teca de .•• , Valparaíeo, 1870, pflg. 384).
_g.¡_ - SI>-

que a todo esto atañe, cou la referencia a lo min(tSculo últirol\ Yersi.Sn por el librero R. Ackermann. Dicho caba-
historiográfico que corresponde aI mismo período a que llero, desde isu casa de Londres y desde su importante
el presente capítulo estíi consagrado. Cuanto apetezco sucursal ele :Méjico, había contribuido, en todo tiempo,
decir se concreta a est1tblecer que en las muchas publi· a Ja propaganda revolucionaria, echando a rodar obras
caciones periodísticas que se hicieron por entonces, ,·arias traducidas al l'astellano y hasta imprimiendo láminas
veces asomó el datismo, generalmente en la forma de alegóricas, tal como una celebérrima que rotuló: Triun.fo
noticia biográfica o trabajo rápido, sin mayor trascen- de la independencia americana 128,
dencia. Lo único que, quizá, merezca destacarse e~ el Además del trabajo ele :Núñez, cuya importancia fué
apunte que con el título clf! N oticia-8 Mn6rica,, política.~ 111tturalmente relativa, pueden figurar aquí, sin mengua
y cstacUsticas de lus Provincia1 Unidas del Río de fo para este pasaje del proceso historiográfico: el Ensayo
Plata., escribió Ignacio Nüilez y publicó, anónimamente, lti.st61·ico y volítico sobre las 1)1'0Vincias del Río de la
en Londres en 1825. Esta publicación, que se renHz6, ni Plata que public6, en 1827, "El Conciliador", un périódi·
parecer, por f!ncargo oficial y mieutra.r,i Núñe?. actnab11 co que reclaetab1111. don José J oaquíu ele Mora y clon Pedro
en la capital británica como secretario del plenipotE'n· de Angelis m, y las rectificaciones históricas de Arena·
ciario argentino don Bernardino Rivadavia, se abre ron Po1wriormente n 1826, se dió noticio. de loa agregu.dos de Varaíg·
ne en la "Revue encyclopediquc", Parla, julio de 1827.
una memoria que sobre los sucesos de nuestra i11depe11- 120 En sus anuncios de 182.3, •.\ckermann daba iloticiu de tal lá·
dencia redactó el autor, e11 juuio de 1824, por disposi- mina adjuntando esta czplicaci611 que,,, como se advertirá, no ea otra
cosa que una descripción de ella: Al g1111io d8 la liidepeAd.nic\G
ción del propio Rivadavia, cuando éste desempeñaba el am11rica114 - dice - oot'onado por mca1101 d11 la Prucle11.oia y de
ministerio de gobierno. Dicha memoria estuvo destinada la B1pllt'a11.3a v llevando en lcw 1uya1 111 ,¡,"bolo de la Libertad,
al señor Woodbine PariaÍ1, agente inglés en Bueno~ .Aires,
en1pie.ra ru carrtff'a triut1/cwde. Sel• caballo• tirN~ de su. carro, ~
repre1en.toei611 d11 lcu rep(cblica1 M Mijico, 01latcm4la, Colombia,
y autor de un libro histórico titulado B"enos Aires aud Bueno• ~ir111 1 Pri y CliiU. Lo. TemplMmi SI IG Junicfo loa· diri-
g11n. Lo1 ge"io1 de la.t Árte1 .1/ de la• Ci~cial adon1an ute grande
the provinces <>! the Río de la Plata, etc. (Londrf9, e intereaaHfe 11qectáml.Jo1 tn teAto que la Ábt111d1111cia 11 el Com11r-
1838). Conviene indicar que la publicación de Núúez cio of,,cen, º°" el 111Mil11nia de la Ete"'idad 11 de la U•i611, 11i
felw pr11aogio de la '"erte ft1tarCJ de .Atrtlrica. {L& Bibliotec& N&·
presenta todo el carácter de uu libro de propaganda, eiona.l <le Bueno1 Airee posee un ejempl&r de las NoticitN l1i1t6n·
y parece haber sido el vehículo por medio del cual el en· ciu, que lleiia un ngre¡ado de propaganda comercial do Aclter·
mann. Alll figura la ezplioo.ci611 de la célebre lbiina).
viado argentino trataba de enterar a los políticos euro- t:?T En el catfllogo de le Biblioteca. Nacional de Buenos Airee,
peos de lo que era y de lo que aspiraba a ser la nación tomo II (HiatoriG SI (lllOflt'af(a, pAg• .W9, Buenos Airee 1900) 1 se
atribuyó e.te trabajo, equivocadamente, a don Ouillerm~ Udaond9.
que le confiara su plenipotencia. Las Notiéias, que lle- El lap1111 que ée ha cometido no deja de eer gracioso. Tal digo
··van un anexo de documentos probatorios, circularon en porque el t>jemplar de ''El Conciliador'' que la Blblioteeft posee,
fué donado a ella. por el mencionado eaballero, quien como antes
castellano, en francés u:i y en inglés, siendo editada esta era de usanza para coinprobar la propiedad del folleto escribió
al píe de él la fraee conocida: '•Ea de Guillermc> Udao11do". El
a~nul'nse que hizo la ficha i~terpr!t6 que la leyendc' manuscrita
12~ La !dición franceao. fuf b~ba por Var11igne, que acotó el 1
te:sto castellano agregindole informaciones con1plement~rias. El equ1valfa " uua revelación b1bho¡rU1ca y, ain mde verificación le
impreeo apareció en Parla en 18261 y n él se refiere DENIB a adjudicó el trabajo al eelior Udaondo. Como ac \'e; ql'allcroqUI
quien he citado en la nota uterior, en la pl\g. XV de su .R,ru.:ni. "º""' dormitat Homeru1 •. .
f
-86- - Si -

les a :Miller y de Posadas a los memorialistas de su ~poca, en 1815 publicó en Londres. dentro clel conjunto ele otros
que aparecieron eu los números 319 y 1105, respectin- trabajos, cierto A ·voyage to tite Río de la Plata, en el
mente, ele "El Lucero", periódico bonaerense que se pu- que insertó, a modo de apéndice, un estudio sobre los
blicó durante los años 1829 a 1833 128• sucesos de nuestra historia, comprendidos entre las inva-
Pero todo eso, según se echará de ver, no podía aspirar siones inglesas y la ejecución de los complotados de Cór-
a la inmortalidad. Para cerrar el capitulo, sin que falte doba. Según era usanza de su hora, Mawe procura pene·
en él cuanto reputo necesario, resta dirigir la vista a lo trar en las causas que produjeron el alzamiento de Mayo,
que, durante la gestación de la historiografía que acaba y trata de explicar lo que había resultado el fenómeno, lle-
de conocerse como producción nuestra autóctona, se hizo, gando a insinuar la participación que pudieron tener, en
sobre nuestro pasado en los países extranjeros. Veamos: los sucesos de aquí, los grandes acontecimientos de Fran-
cia y de Norte América 180• Al de Mawe, siguió, en lSli,
Con, la aparición del libro de Wilcocke (1807), abri6se,
un libro publicado en Londres con el título de Outlme of
sin duda, una nueva vía historiogd.fica: la de la pro-
tlr.e Revoliition in Spamisk .d.merica, etc. El autor ocultó
ducción europea consagrada a temas rioplatenses 120• Por
su nombre llamándose a So11.fh-AnLet-ican. Trátase de un
ella se lanzaron, durante el período de que ahora me
libro que revela bastaute buen conocimiento de los hechos,
ocupo, Johu Mawe (1764-1829), un escritor inglés que
y clara noticia, cuando menos, de la docnmentacióu ofi-
12s Quien desee un enunciado global del contenido de lu publi-
cial. Alcanza hasta los sucesos militares que prepararon
caciones periódicaa del momento a que me estoy refiriendo, lo la independencia de Chile m. La, serie de estas produc-
hnllad en loa siguientes libros de don ANTONIO ZINNT: EfnMri.- ciones quedó cerrada, por entonces, con el Yolumen ele
dofl"afía argiromatropofüat1a (Buenos Airea, 1869) y Ef~·inmdo­
grafWs argiroparq.i6tw (Buenos Aires, 1868). M. Rafter : An acc1nin:t 1&.istorical, polilical, a11d sladi.slical
1!!9 Creo dé utilidad verdadera dejar aeiialado que la produc- of United Provmces of Río d6 Za Plala, aparecido en Li>n-
ción de que aqu1 trato no 11e concretó, e:rclusivamente, a aquello
de que me ocupo en seguida. En lo que va a continuación, dentro clres en 1825 m.
del te:rto, figuran sólo las obras nítidamente bíatoriogrUicn1. Abun· Aunque sin pretensiones mayores, tanto el breve ensayo
dan otras que sin tener tnl car,cter, son, aln embargo, de apro-
vechamiento en las tareae de reajuste crítico en que 1e halla, de Mawe como el del Sud. Americano, merecen ser des-
hoy d1a, la critica erudita. Por eso lndicar6 lu prmcipnle1 que tacados cuando menos porque son las contenidas en ellos,
han llegado, cabalmente, a mi noticin. Son los siguientee, pueetu
en ordenación cronológica: las primeras tentativas de explicar, con criterio euro·
WILLL\K Bo&n: South 4m8ricon It1depmdnu or tlle ema1'CipGtiOtl peo, el significado de la conmoción americana de 1810.
of 8ovth .&mmca (Londree, 1807).
CHAB.LU PBILLIPS: Not#JI
.&tMrioa (Londres 1808).
°" tM Y4ceroralty of La Plato in 8ovt11
no Referenciae bibliogrUicas preeiaaa sobre esta obrn se ha·
WILLUK W ALTON: Pr11Hnt atat11 of th11 8pat1iall coZoniu (Lon· llarén en CA&Los J. CO&DE&O: Loa ·relato1 de loa 11iajeroa c:i:fl'lln·
drea, 1810). ieroa po1t11r·iore1 a la R1111olución iH Mayo como fvntea de la 1li1·
WILLiill W.illl'ON: ~n e:qoae Ot1 tM diaaentiotu of 8pat1iah .&menea torio arg,.tit\G (Buenos Aires, 1936), plga. 31 a 34.
(Londrea l81f). 181 Ejemplar, por duplicado, en la Biblioteca Nacional de
Suavm>a: Miliiary t1111moira of fowa Brotllera, etc. ~Londres, 1819). Buenoa Airea: n6meros 211, (Balcarce) '1 20.971.
De todos estos libros hay ejemplarn en l& Bibhoteea Nacional 1a2 Esta obra se halla en la Biblioteca Nacion:i.l de Buenos
de Buenos Airee, donados por los heredero• de don Alberto Gu- Airea, en el conjunto de la donación ele don Alberto Outi6rrez
tiérrez Sl'ienz. Sf\enz.
- SS- -89-

Poco clespués ele estas publicacioneJl, alguien que se n tc;>do el panorllma argentino, y, por aúacliclura, hasta
escudaba eu las inieiales M. A. F. dió a la prensa en al chileno. De11is, qnt? era un hombre culto y 1111 ''iajero
Parfa, el nño 1819, uu Precia Matorique sur la. rcuolutwn memorable 180, tenia. sin duela. el sentido frar1c.:-s de la
des Pr01Ji11cu Unit11 de l'An~énque clu Sucl m, ''olumen brevedad. Su Hbro es una prueba ele ello. La mesura,
en 49 que sirvi6 de fuente informativa a algunos escri- sin embargo, no ocasionó pet'juicio alguno a los lectore.•>,
tores de ln época, y que completó la visión de las dos pudiendo decirse que su visión panorámica fué feliz 131•
anteriores. El período de que ahora trato, tu,•o, también, dos me.-
~Ieuos de una década más tarde, un francés : Fercli11a11d morialiataa extranjeros de los 1mc:esol:! c¡\le se consumaron
Deuis, (1798-1890), retomó en el Viejo Mundo el tema en nuestra parcela geográfica: W. B. Stevenson y Juan
historiogrltfico argentino. Su trabajo vi6 la luz con el Miller. El primero public6 en Londres, en 1825, y como
título de: Rhumé ck l'hf.stoire de Buenos Ayres, dn P<t- parte de un viaje a Chile, cierto manojo de recuerdos
rag·uay et des proviincos ele la Plala, París, 1827 1 '*. Se acerca de lo c¡ue habfa sido la campaña de San Martín,
trata ele un volumen de má.~ de trescientas páginas, en desde Chacabuoo a la abdicad611. para prolongarHe, des-
el que es evidente el conocimiento que de las fuentes eru- pués, hasta la guerra del Brasil y la independencia del
ditas. por lo menos, tenía el autor. Deuis - así lo dice E::itado Oriental ia.-i_ Aunque 110 es un relato del todo
con claridad en el prólogo de ~u pequeño libro m, que cuidadoso, tiene, sin embargo, el valor de un repositorio
~l llama rapicle ezposé, - se propuso sólo infoi·mar a los de informaciones, y basta el que corresponde al registro
hombres culto.'! ele Europa acerca de lo que habían sido de piezas de una documentaci6n no de fácil hallazgo. Pet'O,
y eran entonces los países del Plata. El espectáculo de ·a lo sumo, su significado 110 pasa el límite de lo que
la república jesuítica, primero, y del gobierno del doc- es propio de las memorias. El segundo de los libros
tor Francia, después, justificaba, a su juicio, la exhibi- aludidos, es decir el de :afiller; se publicó también en.Lon-
ción que se propusiera y que alcanzó, como era 16gico, dres, en 1829, con el títµlo de Memoirs ir.i. Su autor era
~
133 GREooa10 BIECJU, en su Eat11dio y ca.tálogo ... ; de la bibHo-
teoa de ..• , Vnlpan110, 1879, p6.g. 409, do noticia de esta obn, 1ao .Aaf ·etth patente en el l.!ltudio que le ha. conaagrndo PIERRE
enunciando a JU autor de e.te modo: F. A. (FEIU>lN.&..>r1> DPIB, on Mo:auu (Ferdiwa1tll D1t1&w, 1798-1890J Pnrl1·Fl"iburgo, 1932); y
su Rl1w111.t, recuerda este libro como uua de las fuentes en lae que es como una coronación de loa Cliez mono¡rnfta1 anteriores,
que abrevó la información quo uea). que desde 1898 a 1931 dedicaron 1\ Deni1 diversos etcritorea: lr1m-
Del tipo de eae opú1culo a.pareció otro en Paria! en 18i5, con ce1ee, luaitnno1 y ·braaileiio1.
el titulo dt: La. Rtpvbliqvo de Bu'"º' .Jl.yre•, tel e qu • elle "' 111 Dtnil se manejó con los apuntnelonee do Núilei y con los
aujovrd'huL •. Lo firmó G ••• S • •• y :ipnreci6 por la imprenta libro1 de Asara, Cbarlevob:, !iluratori, Vida!, etc. Conoció, tam-
Le Normant file. bih, lu Carta8 edifical\tu y al¡Wl otro conjunto doenmental de
1u Anteriormente, el mismo 11utor hnbfa ¡>ublicado dos l'OlÍI· ese o parecido tipo, aprovechando, 11imilmoi. un manuscrito que
menes, con adorno de grabados, que tituló: Bu1t1'01 .4yrt1 ff le pueo en sue manos M. Vnralgne, el ya eitnClo editor francfs de
ª'
Para.guay, O'U hiltoiTe, 11Wftr•, u1age1 et cost11mcs des 11obita1i.t1 las Noticiaa de Núiles.
111 Pormenoree diver808 101 encontrnr6. ol intere1&do eu: COllDE-
cette parlie dt l'.Jl.meriqut (Parla, 1823).
135 Consta de 321 pAginaa do un formato que mide: 8 i: 13 JJ., 110: "Lo• relato• do lo• viaj1ro1 «r:Cralljf1'o•, etc., pijS. 25 a 30.
centímetros. (La Biblioteca de la. Facultad de Filo1of!a y Letras 18D Esta obra provocó en Buenoe Airee a.lgunns rectificaetone1,
de Buenos Airea po~e un ejemplar de esta. obra bajo la. indicación: entre loa que 1obrenlen lu ineertadaa tn "El Lucero", periódico
6 -1 - 32, Secc. Salaa). porteiio de loa dos 1829-1833. Los ro¡inros a. que me refiero se
-90- - 91-

el hermano del conocido general Miller, que actuó entre lión americana, y 111.s del l!xito del movimiento, y se esta-
nosotros desde 1817, que fué compañero de armas de San blece que fueron varias, entre las que asumen mayor
Martín, que junto a él estuvo en Chile y en el Perú, importancia: el espíritu de libertad sembraqo n los vien-
y que sirvió luego a las órdene.'i de Bolívar y más tarde tos por la que el autor califica de ominosa Con.,tituci6n
a las de Cochra11e en Chile. Según se podrá inferir de de la.s Corles de Cádiz; el impoUtico desprecio con que
la circunstancia de que es Juan Miller quien relata los en la Peninsula fueron juzgados los ejércitos americanos;
sucesos en que 11.ctuó su hermano Guillermo, las Mnnoirs la conducta violenta de algunos representantes del po-
se ofrecen como recuerdos indirectos, bien que dignos de der real ; y las ideas liberales que cundieron con el alza-
aprecio por el caudal informativ9 y documental de que miento de Riego y que hizo considerar a los soldados espa-
pudo disponer qoien los complll!o. De cualquier modo, fioles que era un contrasentido a.tacar a los patriotas
el libro <le MiHer vale, sin disputa, hasta por lo que americanos que defendían su derecho a Yivir Ubres. To-
tiene de elemento de contrapeso para extraer lo. parte de rrente termina proclamando que: .América se ha pe1·dido
veracidad escondida en los relatos que, sin entrar en la CO'ntra la voluntad de la. tnisma Ami.rica, pues a su juicio
categoría de lo historiográfico, escribieron varios actores la emancipación total no fué nunca aspiración de los
en los sucesos · de que el croni¡ta inglés se ocupa en su pueblos del Nuevo Mundo 1 ~ .
volumen 140• •
Cua1quiera que sea la opinión que puedan merecer los
Cierra esta elapa historiográfica, poniendo remate ca-· puntos de vista de Torrente, lo innegable es que sus ana-
bal a toda la producción extranjera concerniente a los les respiran sinceridad y buen equilibrio en el juicio. En
sucesos de la emancipación, una obra que debe ser desta- cuanto a la información en que se apoya, nada hay que
cada: la Hütor·ia <le la RetJolucW.n hiaptJtn.O-americana, evidencie una parcialidad de ·las que descalifican. Es,
escrita por el español Mariano Torrente 141 y publicada ciertamente, un patriota dolorido, pero nunca un: difa-
en Madrid entre 1S29 y 1830, en tres volúmenes. Se mador de estilo patibulario 145• Conviene que esto se re-
trata de algo que pertenece al tipo de los anales, en los cuerde cada ,·ez que se pretenda formular una sentencia
que la ordenación de los sucesos está hecha por años. El a su respecto. ·
pensamiento que palpita en toda la narración, donde es Y abandonaremos, llegados aquí, la consideración del
visible la más rigurosa objetividad, está sintetizado en el proceso en que se gestó, a partir del ocaso jesuítico
Dilcur10 final., con que concluyen el tomo III y la obra.
Alli se analizan las que se tienen por causas de la rebe- 142 Tomo III, pig. 607.
14S De1¡raciadameute - nunque el fen6meno debe reputaree
16gieo por Ja t.e1itura eepiritual que be aelialado - Torrente, de.
h&llau en loa u6meros 319 y 330. El miamo periódico que acogi6 cuanáo en cuando ae e:rcede en Jos adjetivoa. Tal seria el caso de
csaa rectificaciones, iuaert6 en aus columnaa tro1oii de la.a nom· Jo que ocurre con' el aecretario de la Junta, r. qui~ llama el citro.!
bradaa Jl111norio1. Moreno (I, pig. 165). Pero no 1iempre en ese m-..nno e:rceso apa·
140 Me reliero especialmente a loa que ae hallan incorporndoa r1111te hay en renlidad, una calumnia. Ofrezco una prueba eou el
a Ja Colead6ft de hiatoriadorH y doout1M18to1 r11Gtivo1 G IG AUtoriG recue~do de la valoración que Torrente formula del dein Fúnea.
de la \nd11rnd4ftoiG d1 Chile. (Santiago, 1900-191', 26 vol1.). Lo califica de irr1Hgio10 y rorro1t1pido (I, pig. 7'). Y en ello no
Hl Naci6 en 1792 y falleció en 1856. uiate luexnctitud algunr..
-92 -

<le 1768, la historiografía de tipo laico, la cual hizo su


aparición a fines del siglo XVIII, se perfiló a comienzos
~el siguiente, y se hallaba estabilizada cuando un soplo
innovador, .de que trataré en el próximo capítulo orientó
las cosus hacia un nuevo rumbo. '

CAP1TULO IV

Comienzo y poaterior desarrollo de la escuela erudita,


hasta las postrimerias de su primera etapa
l. Don Pedro de Angeli.a: su Colecoi6n de docu111e11to1, aparecida
en 1836: importa11cia 1 ai¡nifica.do do osta publicación: •11
contenido. - 2. Lu produccione1 hlstoriogrUica1 del periodo
1836 n 1852: Pnrbh, D 'Orbign1, Cumba: diven08 trabajos
111enorc!. - 3. El libro de Alfred Bro11ard titulado Cinuidií-
ratWll": In l>roducción extrnujera de cscuo valor. - 4. Labor
hiatoriogr6flca. de 101 arpntino1 en el exilio: lna publicacio-
ne1 en el "Comercio del Pinta": la JliblioteOG que editó este
periódico entre 1845 y 1851. - 5. El mo,·imlento historio-
grifico politerior a la caida de Roau: af6u de dar a conocer
dato1 y noticias me11udn1: la obr:i. h111rlltioa funda111ental: las
revistas de "iiuenos Airea", del "Rio de ln Platn", "Argen-
tinn", de ln "Biblioteca", del" Archtvo", 1 el "Regiltro Es-
tadiatico' •, vehlculos de difusión de la labor inveatigadora. -
ll. ¡,¿s trabajo• de Trelln, Quetada, Lam11.1 1 Guti6rres, en piu-
ticulnr: su importancia. - 7. L08 ruonografiltu: eu contribu·
-eión al develamiento erudito del pundo. - 8. Materinlea que
prepararon lo. aparicidn de las priu1er11.1 hiatOria.t generales:
el eignificado que eu este particular lo cupo n Antonio Zinny.
- ll. N :icimiento de la. biltorio¡raftn erudita eobre ba1ee do-
-cumentalea 1 bibliogr6fica1: el ejercicio depurador de la. ed-
tica: importancia pa.rticular, en cadft upecto, de Dombl.fUP,
'Fre¡eiro 1 Madero. - 10. La producci6n hiatorio¡rlfica de los
ctranjero1.
-H- - 05 -

.Acabo de aludir, al cerrar el capítulo anterior, a la empero, no sufrió merma en el trnnsplante, y cuando el
aparición en nuestro medio de un fen6meno que trans- bregar por la laica c6ngrua se le hizo menos duro, y
formó la naturaleza de los conocimientos históricos e in- ésta se abultó al calor de la privanza oficial, el culto
trodujo iunovnciones capitales. extranjero encontró ocasiones ele poner al descubierto su
Pnes bien: tal suceso se consumó en 1836 al entrar a realidad patente. Desde el punto ele vista ele la materia
circular el tomo 1 de la Co.l.ecoi6n de obrai ti documentos que concierne a este libro, de Angelis dió muestras de
rslativos a la Msloria ontigua ti nioderna de las provincta& que no era ajeno al movimiento renovador de los estu-
del Río de la Plata, publicación que hizo en Buenos Aires dios históricos que en toda Europa se había dejado sen-
un docto napolitano: Pedro de Angelis. La Colecci6n, que tir, al promediar el primer tercio del siglo XIX, y que
alcanzó a seis ''olúmenes, dados a luz entre 1836 y 1837, llegó a alcanzar señalados caracteres, especialmente en
encerró en su conjunto piezas historiogrificas de ne- Alemania, después de 1820, año en que, bajo la direc-
cesidad Yital para el estudio serio y hondo de la vida ci6n de Pertz, comenzó a editarse la M<nmmenta Ger-
argentina remota. El editor organizó el rimero con sen-· maniae histon'ca (1826), que echó a rodar, por entonces,
tido selectivo, ilustró las piezas con prólogos que reputó los primeros tomos dedicados a los Boriptores. Aquella,,
pertinentes y con notas que aer,cieron la posibilidad de publicaci611 obedecía a un nueYo concepto de lo que era
aprovechar exitosamente su contenido. A la Colección la labcir historiográfica, que ya no podía cimentarse sino
pueden haeérsele reparos -en este mismo volumen se le sobre el conocimiento profundo de todas las fuentes,
han formulado al tratar de la cr6nica jesuítica del P. previamente depuradas. De lo que, con ello era dado
Guevara-, considerando que el rigor ~etodol6gico de lograr, fué testimonio clarísimo, por sobre otros muchos,
de .Angelia no era adecuado; y al propio editor ie aco- la producci6n del historiador Leopoldo Ranke, quien,
modan, sin disputa posible, puntualizaciones de sus di- precisamente por esa época -1824- publicaba su historia
versos extravíos. Pero de eso a desconocer la importancia
de los pueblos germánicos y neo-latinos, durante el pe-
cierta de su iniciativa, paréeeme que media sensible dis-
tancia. ríodo 1494 a 1514 14 ~. Es bien conocida la importancia
tmiversal de los métodos aplicados por Ranke, y nadie
Como se ve, reconozco a Ja Colece16n, que nos ocupa,
un significado singular. Y voy a exponer los fundam~n­ ignora que en su concepci6n historiogr&fica juega papel
tos de mi juicio. importantísimo el conocimiento de las tuentes depura-
Pedro de .Angelis, formado en el molde de la cultura das. Después de todo, las técnicas ahora en boga, difun-
europea, había llegado al Plata, en -la época de Rivada-
rOtMfropolifaM (Buenos Aires, 1869) pá¡1. 181 a. 187. Allí cou-
vfa, náufrago de una tormenta política que dió al traste ta que llegó al pais hacia 1827, iniciAndoae en el periodismo como
con todo un brillante porvenir 1" . Su caudal de saber, :redactor de la ''Crónico. polltica y literaria de Buenoe Airee'', que
era wia. empresa editorial del gobierno.
HI Coneúlteee la obra de G. P. GoocH: Hi.rtory and Hi.toriau
H• D& ~onia nació en N'pol11 en junio de 178' 7 .falleei.6 it& tlte Ninete~th Cenhiry (Londr111, 1913), y lli. de Funn:
en ~uano1 Airea en febrero de 1859. Una prolija 7 amistosa bfo- G111ohiahte der "~'''" Hi1torio1rap1tit, libro V, eapltulo IV, apar-
bibliograft& suya ha e1bo11do Zinny en la 'B/llffllrillO(ll'G/(4 orgi- tado S.
- 96 - -97-

didas por el profCffOr alemán Bernheim ua con las nomi- que, como he dicho, llegó a editar seis volúmenes, insertó
naciones de heurist ica y hcrme1iiutica., no son otra cosa allí las crónicas de Schmidl, Ru:r Díaz, Barco Cen-
que preceptos, con ordenación de cánones, de lo que tenera, y una parte de la de O'Uevara. Además, a modo
Ranke realizara por propia iniciativa u 1 • Claro resulta, de complemento de ellas, agregó una cronología, con
pues, que la empresa editorial acometida por de An- bastantes datos, relativa a los gobemadores y virreyes
gelis en Buenos Aires, y en 1836, tuvo una alta signi- de Buenos Aires, y varios documentos básicos para el
ficación. Era una especie ele plausible tentativa de po- conocimiento de los hechos vinculados a. la segunda fun-
nerse a ritmo con Europa en materia historiográfica. dación de Buenos Aires y a 1011 epi.sodios del pronun-
Para que esto se aprecie con más acabado fundamento ciamiento de Mayo. El complemento, que tiene a veces
informativo, agregaré a todo lo que anteriormente dije, aspecto de cosa que va de relleno, es material de dis·
que las graudes ediciones de fuentes hechas eu el Viejo tinta jerarc¡\\Ía y de dispar nlor. Xo puede negarse
Mundo. y que, paulatinamente, lograron transformar el ! que a pesar ele lo plausible de la iniciatin, de An~­
contenido de la historiografía de todos los tiempos, son. 1 lis, al realizarla, se apart.6 bastante de las normas pro-
ni más ni menos, que de fechas que &.ndan en torno ele 1 clamadas y cumplidas por los editores europeos de ma-
aquella en que de Angelis <lió a la estampa su Colec- r teriales erudito!!. En ~fecto: tu·regló la.s cr6nka.s, al pa·
ción u 8 • Y esto, como se colegid, monta bastante. i recer para mejorarles el estilo ~- aligerarles la pesade:
~e cómo era ella, ''ºY a ocuparme ahora. De Angelis, originaria, llegando al extremo, en el caso de la crónica

H6
. .
En au 'L11hrbuc11 der 11iatoriache1' Methode. El profe.or ¡er·
1 de Guevara, de no dejar intacto ni un solo párrafo en
toda ella uo. Fué eso cosa censurable, pero no tan grave
mAnico, que Ti.ve en 111 octunlidnC., cargado de atioa, trabaja todo.·
via en lo. modorniúción de an obro, publicada por priJDera vez
11 como para repudiar, por completo, la empresa editorial
en 1889. Aal me lo informa un amigo auyo y mio: don Walter
Boae, que mantiene, con 61, trato epistolar.
!1 de 1836. Si ella no tuvo continuación 111º ni inmediato
J,47 Lo propio acontece, poco m6s o menos, con eJ contenido
del libro de D& SllEDT: 11'trod1'0tio g11n11r1Jl(f ad 7".f~t11 11ccl11· 1 por haber sido el que vió ealir' a luz un im~ortante núcleo de con·
11ia.•ticat11. Cñtic11 tractandam (Gnnte, 1876). juntoa; más o menos 1hnilaru. Fueron, entré otro1, el Jlo1111t11111'ta
us Puellc verificarae ]Q e:ractitud del dato recorriendo el p~ hiatorlall paf"°", en Italia; la N 011.1:1111• Coll11ct'<m de1 ml111oira
queihT y on;.undioso mRnuo,l de O. D1:son1su ou DUER.T et Lou1s (Miehaud et Poujoula\) en Francia; la· Colllotio~ d11 chrDftM]u~•
B11.l:HIER: L11 trcivail hiatoriqve (Pañs, 1914), y el libro de DE
$1.[!DT: lfttrntlvctio, yn citado, de la p~g. 405 a 444. Apuntar6
que de 101 Corp1111 Jft1criptW!lu111, el m6.s antiguo de loa hechos a Ja
' b11l11111, en B6l¡ica; el Codn diplo11iatiC1111 Prrc-ariCK• (Voigt), Pn
Alemania, etc.
HI Ean.t.o.t., Hiator\4 ddl Para(fvay, etc., dPl P. Guevara, fft
moderna, que es el &'liego, dato. de 1828. Podrla hacer e:s:oepción, "La Beviata de Buenos Aire&", tomo I, pf.glna1 1391 289, 58~,
en cuanto a Francia, la colección de hiatoriadore1 de dom Bouquet, de la reedición y Obroa, tomo V, •
que data de 1737, y en cuanto a Italia la de Muratori, cuyo primer 1110 Detenida su Coleooi6ft a poco de iniciada, de Angelie, en
tomo se :remonta a 1723. Pero ambos conjuntot, como otroe mu· 18411 proyectó continuarla. En tal oportunidad id~ otra serie de
choa, responden o. critcrioa editoriales di1tinto1 de 101 que presi· ocho voldmenee. Pe:ro nada logró hacer, fuera de la edición dfl
dieron las publicaciones que he mentado ante1, lae cuales naciero11. un folleto conaa¡rado a temaa que eorrespondlan al tomo ''I del
. al calor del movimiento rl!novador de pr'..ncipios del eiglo XIX. nuevo conjunto, y que eran loa de la historia de lae regionea a111·
Remataré e1ta 11ota tr11yenclo a memoriR qua lo. BibliotMqu11 lft tral•. El :folleto se publlc6 en in¡lh. A l~ miama eerie, e1 casi
Z'Ecol11 de C11ane11, cuya il)fluencia ha sido tanta, comenzó a ap:l· Mguro que correepondla el tomo que de An¡elil lanzó n la circula·
recer 1610 en 1839, y que el 11ño 1830, que fu6 aquel en que ción en 1839 con el titulo de Col11cci6" d11 dooumnfo1 relatwoa al
de Angelia lam:ó el primer tomo de su Coleooi61', ee 1ingulari.16 Chaco y provinciG de ToriJo, y los elementos documentale. con que,
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éxito, desde el punto de vista de las producciones histo- es fácil p~rcatarse de que a alguna de ellas sólo la
riográficaa, la razón de ello hay que buscarla, no en los conoce por el texto del editor napolitano 153• Al tra-
defectos de la Oolecciún, sino en el momento político ducir don Justo Maeso la obra de Parish, y editarla con
por el que entonces pasaba el país. A la sazón estaba notas el mismo año 1852, en Buenos Aires, puso a-1 al-
en plenitud la Dictadura, y no eran esos tiempos muy cance de todos esta primera manifestación, un poco
propicios para menesteres como los que habían de se- tardía, de los frutos alcanzados por la Oolecció-n de
guir, por el camino de los archivos, al primer paso d~do 1836 166• De ol>ra discreta puede calificarse el trabajo
con la edición de las crónicas 161• Es cosa de poSible de Parisb, cuyo pensamiento, al acometerlo, fué com-
comprobación, sin embargo, que, cuando menos en el pletar, con referencias a la historia del Río de la Plata,
extranjero, la labor ele de \Alngelis fué aprovechada. el libro de William H. Prescott" sobre la conquista de
Quiero aludir-, en particular, a los trabajos historiográ- Perúm.
ficos de D'Orbigny y de Parish, y, subsidiariamente, a Al.ltes que la edición definitiva de Parish hiciera su
los de otros que, entre 1836 y 1852, escribieron so~re aparición y fuera conocida, circuló aquí ~l libro del
temas históricos de nuestro país. naturalista Alcides D'Orbigny (Voyage da.ni Z'.Amirique
Jerarquizando, ahora, estas ..producciones como tales, Méridior>ale, París, 1835) que aunque consagrado pre-
habrá qne considerar primero a la de W oodbine Parish, ferenten;_ente a temas de historia natural 100, no deja
aparecida en 1838, en forma precaria, con los elementos de lado ciertas cuestiones vinculadas a la historia po-
que el aut9r reuniera aprovechando, en parte, la cola- lítica. Tal es el caso de lo que, en >el tomo I, dedica
boración de Ignacio Núñez 162, y que ampliada luego al pasado de la ciudad de Montevideo, a la historia uru-
en la edición de Londres de 1852, se completó con el guaya, basta el final de la guerra con el Brasil, y .ª la
agregado de lo relativo al período colonial, ausente en
la primera aparición. Y ea, precisamente, en esta nueva 153 No iAtento decir que el conocimiento de 1u fuentes logrado
tirada, donde está. denunciado el uso de la Colección por P&rUh era, en todos 101 casos, enperlicial. Eso repUJDAri&
a la Terdad, 7 tal juicio podria ser desmentido 16.eilmente. Baa·
de de .Angelis. En efecto : en el prólogo de su remo- taria reeordar en acertada opinión sobre el deaín FÚJlea, a quien
zado libro, Parish hace valoración de las fuentes, y coneideraba nn aimple ¡loaador.
iu La edición de Justo Kaeeo, en dos Tolúmenea 1 con gra-
badoe fu6 la que, principalmente, hizo conocer a Parilh, euyaa
en 11149 e1cribió su M1moria sobre Jos derechos ar¡entinos a la dos éclieionee londinenses no circularon con profu.ión, por lo
Pata¡on\a volumen éate que :fué dado a luz recién en 1852. menoa entre no1otro1.
111 De' Angeli1 tenia un buen conocimiento de ·laa fuentes de Cuanto Maeao ae propusiera al traducir y mejorar la obra de
nueetra bi1toria, como lo demostró en una publicación brne, pero P&rUh lo expuso 61 mismo 1 con claridad en una carta que eacri-
sumamente importante. Se titula: Col1oai6n t11 obra.t \mprllaa 1J biera ~ entoncea coronel Mitre, u 31 de ~o de 185•, respon-
1111Mt&.toriio1 qw traCon principal1111111d11 dll B(o tltJ la Plato (Bue- diendo a cieno elogio que el destinatario de la epiatola le .torm.u·
nos Air•, 1853). No pua de eer una guia o cat6.lo¡o, pero ea, lara en "El Nacional" del dia 20 del mismo mes. (Véue: ~r­
ain duda, un trabajo orientador. oMvo dll gnlJf'ol MiCrtJ, t. XV, pAg 101 Biblioteca de "La Na·
1$2 La tuTo en 1824 eecribiendo para el hiatoriador inglés una ción ", 1911) •
.B.Wia polfiw de laa oauaai tl1 Za Bno~ de Zas Pro1'i11cia1 1511 Apareció en Nueva York, por primera Tez, en 1847. La
U11'4a. dll Bfo de lo Plata. (Figura en aua Not""41 M1t6riea11 con versión caatellana prirlc11p1 es, tam.biAD, del mismo afio.
el a¡rtgado de las notaa cambiad111 entre ambos escritores). lH Sus nueve volúmenes asi lo documentan.
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cronica ele la ciudad de Buenos Aires y su provincia, en Montevideo, y de los que luego he de tratar- hasta
a partir de los ol'ígeues, pasando por la Revoluci6n, 1850 en que vi6 luz, en París, el libro clel diplomático
los sucesos que siguieron a ésta y la posterior anarquía. francés Alfred Brossard: C<msi<Urations historiques et
Como D'Orbigny viajó por las regiones del Plata, de politiq·ucs sm· les répub.~rtts de la Pla.ta lú8. Su utili-
1826 a 1833, lo que en su libro consagra a -los sucesos dad, aunque relativa, no puede dejar ele reconocerse,
argentinos de esa época, no tiene sino naturaleza memo- bien que considerando que, en la mayoría de los casos,
rialístfoa. Vale lo que pesa el testimonio de un testigo el volumen s6lo expone los puntos de vista ele un tes-
de su calidad, que abriga. sus pequeñas simpatías y tig<> presencial.
alguno que otro desamor m. En realidad, la obra de · Como se tendrá presente, al destacar la monografía
D 'Orbigny, en lo historiográfico argentino, no al1?a11:za de Brossarcl me referiré a los libros de otros extran-
extraordinaria trallScendencia. Tampoco la pudo lograr jeros a los cuales no acordti impor~1cia alguna m.
un libro brasileño que corrió por ent~nces: el de Ja- Elfos son: uno de César Fermin, titulado Historia de
cinto Ah·es Branco Moniz Barreto, (H1.storia d.os Es- las Pro1Jinc-ias Unidas del füo el~ la Plata, que en te::r.to
tados d 1América Sepfll'Tltr'Wnal. e Mer·ldümal, aesd~ a español apareció en Barcelona hacia mediados del siglo
su.a emanci~aó; etc., Río, 1838), que traía una síntesis XIX, pero del cual se conocían dos versiones anterio-
(págs. 303 a 324) de la historia de nuestro país. El que res: una italiana (L'Unwerso: doria e deacrizione di
sí la obtuvo fué el titulado: Msmorias para la historia tutti -i popol•, etc., Venecia, 1843) y otra francesa
ele Zas at"mas sipañola·s en el Perú, que public6 el ge- (L"Univers, traducción puntual de ~a obra anterior,
neral Andrés García Camba, en Madrid, el año 1846. París, 1857). El libro de Fermín abunda en trocatintas.
Encierra esta obra un relato de los sucesos nuestros, Así, por ejemplo, trae láminas de antropófagos riopla-
desde los proleg6menos de la Revolución de Mayo basta tenses ; presenta indios con los caracteres indiscutibles
ia batalla de Ayacucho. Abundan los· pormenores "'! so- de los hombres rubios del norte de Europa, y nos exhibt.
bran algunos adjetivos, pero no puede negarse que, para cuadros de pesquería en el océano del 2'ucmnán ... ( 1).
ia investi~·aci6n imparcial, ofrece un conjunto de exac- La serie de trabajos insignificantes la ·:cierran : la
tas informaciones que permiten alcanzar el anhelado parte histórica del libro de William Mac Cann, titulado
justo medio. En ciert9 aspecto, las Menwrias de García Two thtnuand niiles' rúle through the Argentms Pro-
Camba l?ompletan el libro ele Torrente, del que me he
ocupado ya en el capitulo anterior. ) isa Gaoosuc, (E1f11d'°' iü hiltoria arg~ttna, pág. 215) r~
conoce que la obra ea g,_.,.olf!Wftt• 11111a4'ta.
Después de la obra de Camba no aparecieron traba- 109 No inclu70 entre ellos al libro de FEl>b.JCO LA.cao1x: Pa.
jos historiográficos, vinculados a nosotros, que merezcan tagonw, TM"f'11-du.B'n lf Uea Maloui1&111, publicado hacia 1840 en
Paris, traducido en 1841 en Barcelona por una 1oci11dad literaria,
alguna consideraci6n, -ucepci6n hecha de los que fue- e incorporado, en texto italiano, en 18431 en L'U"w"''º o atona
ron el fruto de las actividades de los argentinos exilados 1 cü1oriai0fl1 di tvffi 4 popoli, etc. (Veneai~) 1 · lue¡o insertado
en L'Umt1na pittoruqv11, tomo III (Part., 1856). La ucluei6n
lGT Gs.ooss.A.c, (Elfadioa d11 11&.rtoria org•1~iM, pá¡. 182, no ac debe atribuir a. IU auaencia ele mérito, aino a au falta de
nota, Buenoa Airea, 1918) aeña.b uno: el que tenta. por Dorrego. concreto 1iguificado hbtoriogrifico.
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11i,.ce1, publicado en Londres en 1852, en 2 vols; el YO· aisladas 181, o en folletines encuadernables, que luego
lumen de A. de Belmar: Les provmus de la. Fed.eralio-n constituyeron la B~l-ioteca del periódico 182, su afán por
.Arg11&li1te, etc. (París, 1856), en lo que puede tener allegar materiales directamente destinados a quienes
de historiográfica, y el libro francés de Javier Marmiel'. apetecieran estudiar el pasado nacional, con la seriedad
editado eu París en 1851 con el título Letlrt8 81W l 'At11é- que imponían los progresos historiográficos advertidos
rique (2 vols._). En esa obra, donde el autol' expone en Europa. Esa Biblioteca. contribuyó, sin duda, a dar
sus impresiones del viaje que hiciera al Plata en 1850, nacimiento al despertar historiográfico posterior a la
hay capítulos -son los VI, VIII, IX, X, XI, XII, caída de Rosas, y del que muy eu seguida he de se-
XIII y XV del tomo II- que interesan porque están ñalar Jas características esenciales 1 G3. En efecto: el
consagrados al gobierno de Rosas y a sucesos, anterio- mismo año en que, librada la batalla de Caseros, cayó
res al año en que Marmier realizó su paseo americano. vencida la Dictadura y se abrieron las fronteras del
El capítulo XV es de gran utilidad para la historia de país para los argentinos que habían emigrado, prodújose
nuestra literatura, pues por él desfilan, con loa Ya- un dpiclo y enérgico reflorecimento de los trabajos his-
rela y Alsina, los poetas Mármol, Echeverría Y' .As- tóricos. Esto que ya se dejó sentir al promediar el mismo
casubi 180• •
JG~ Cito pnru. ejemplarizar, el trabajo p6atumo de PEnao Jos~:
1
Y ahol'a bien: paralizada la vida intelectual en Bue- AOl.ÍLO, fallecido en 1846. Se titulaba: La .dmlrica 111eridiOMI:
nos Aires, como consecuencia del rigor de la Dictadura, au duoubrimionto. Opinione• sobre el origim de S"UI habitantes y
especialmente después de 1840, los e:tilados argentinos
de los '"ºª'· Fundaci611 do Buenos .diTes. Cronología de 101 em-
peradorer '11 do loa gobierno• de Bu"'º' .dires haata ck1p11i1 dt
la Ret10lt1cwn. Apareció en los meses' de enero 1 febrero de
que se refugiaron en Montevideo, iniciaron, cinco año.ci 1850 (N<ims. 1208 a 1230 del ·ce comercio del Plata"). Igual prueba
después de esa fecha, un mQvimiento que era, en rea- In suministran los n(Jmeros 1331 a 1420 donde vieron luz varios
lidad, la continuaci6n del que comenzara de Angelis en fragmentos de In edici6n Walckenaer de loa Via;11 de .A,zara, con
acotaciones de Ouvier.
1836. Me refiero al que se concretó en la edición de 102 Se tituló: Bibltotec.a del Comercio dol Plata 1 llegó a. fo•·
colecciones documentales, apuntamien.tos complementa- mar once tomoa, que fueron apareciendo entre 1845 y 1851. El
contenido, por vol<imenes, ha aido dado, con rara prolijidad, por
rios, y diversas piezas ilustrativas para el trabajador Dardo Eatrnda en la: Hi.ttori<J 11 bibliograf{o do lo impronta en
erudito. El órgano de publicidad de los exilados, que Montollideo (Montevideo, 1912), a partir de la pág. 117, que ee
donde comienza el enunciado de lo impreeo en 1845. Ese inven-
para este caso encabezaba Florencio V arela, fué el '' Co- tario permite en terarae de lo que fu6 el material de la Biblioteca:
mercio del Plata'', penódico que se. editó en Montevideo, documentos 1 estudios relativos a loa hallazgos geogrificoa del
aiglo XVI; papeles 1 monograflas perteneclentea a los jesuitas;
desde el 1° de octubre de 1845 hasta mediados de 1852. di&ertaoionea concernientes a la cueati6n de limite. . entre Eapalia 1
En sus más de tres mil quinientos números, los pros- Portugal; viajes de inter6s americano, como los de .Azara; doca·
mentas relativos a lae invasionea ingleaaa; colecciones de tratados
criplos revelaron, en pequeñas notas, en publicaciones 1 piesaa diplomlticaa de interés r1oplatellll9; textos de con1tltu·
ciones hiapano·nmericanaa, etc., etc.
180 Sobre esta obra trae una buena noticia C.uu.os J. CoB.D&IO 1ea Otro tanto ocurrió en el tomo <inico de una. Oolocoi6n d1
en au libro Lo1 roloto1 de 101 "'4Jero1 of&fran;ero1, ete., pi.ge. 177 dooumntoa para la hiatoria y geografia di/ loa puoblo1 del Plata,
a 181. La u:actitud de aus indieacionee puede verificarse en el ejem- que publicó en Monte"rideo, en 1849, el doctor Andrés Lama.. (So·
plar que de la producción de Marmier ee parda en la Biblioteca bre el proceso 1 serie de estas publieacionea, vbae la S1gunda
Nacional de Buenoa Airea, 1 que es el que conozco. parto, cap. IV, par6grafo IV).
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afio 1852, acrecióse, con rapidez, en los inmediatos subsi- que poseían. Falange de esforzados buscadores, estos
guientes. datistas . no se detenían a concebir planes --con algunas
Para quien examina con cuidado toda esa producción, excepciones, como lo fueron la del doctor Vicente G. Que-
un poco aluvíonal,C.de los ,Primeros tiempos del reverde- sada y la de don 1\Ianuel Ricardo Trelles, según luego
•. 'cimiento a que me refiero,)--espeeie de primavera inte- se verá-, y sólo apetecian algo así como sorprender con
lectual en la que, como en la de la naturaleza, ~a sangte lo desconocido 1 8G. El detalle minúsculo, si exótico me-
se alborota y provoca ciertas anomalías caracteristica!7 jor, era su constante preocupación. Lo grave del caso, a
es cosa de ningún esfuerzo percatarse ele que fueron ,·a- pesar de. todo, no estuvo sólo en eso. Residió, más bien,
rios los sectores de a~tividad que se perfilaron, casi desde en que el afán alcanzó a muchos. Se podía pensar hasta
el amanecer de la nueva era. Estos sectores son: en una especie de epidemia 16e. En realidad, estos cazado-
a) el de los llatistas, pesquisadores de detalles; b) el res de docuni~os, como los llamaría Halphen in, pare-
de los monografistas, circunscriptos a temas limitados en cían no tener otro ideal ni otro programa que asombrar
cuanto al tiempo y al espacio; e) el de Jos autores o con el hallazgo de la.minucia recóndita. Inspirada, como
editores ele memorias destinadas a justificar conductas lo estaba, por tal prurito, claro es que semejante tarea no
en el pasaclo, y, 16gicamente, de naturaleza alegativa; trascendió más allá de io francamente periodístico. Aun-
d) el de los editores ele colecci~nes bibliográficas y do- que hubo excepciones -y& he citado a Trelles y Quesada-
cumentales; y e) el de los que comenzaban a preocuparse
por aplicar las técnicas que ya usaba la especialización lGG QuJ:B.AJ>A en "La. Beviata. de Bueno1 Airee", tomo II, al
ocuparae de lo que 18 proponla publicar en ella -pip. 484 y 489-
entre los etlropeos: Todos esos pequeños grupos, a pesar eaboz6 un plan que, a peSlll de no ofreeene como cosa. acabada,
de ciertas diferencias que nos los muestran desemejantes, denuncia, ai:!. embargo, cierta preocupación por no dejar laa cosH
libradaa a la felicidad de 101 hallugoe.
, según luego se veril, constituyen, a pesar de todo, un 1ea Cabe aquí un recuerdo clbico. Ea el que rememora. Lt7CU...'(0.
solo conjunto al que no puede corresponder sino una en su tratado De compotl(Mla 1"a16rica. Ouenta alll que reina.ndo
Li11maco, 101 abderitanoa fueron acometidos por cierta extraia en·
sola denominación : la de heurísticos, es decir ailegadi- fermedad, caracterizada por una fiebre intenu '1 epilogada por
;es de materiales para la posterior realización hlstorio- una rara manía que lanzaba 101 enfennoa a la calle 1 con 9llrtia. la
via pública en un eacenario teatral Todo1, dice el aamotenee, Mdcall
gráfica 1 u. Ello, empero, la mejor inteligencia del asunto aapa11Mmfo1 trdgico1, todo' declamaban 7amboa a grito pelado, o
indica la necesidad de un examen parcelado de cada cantaban para 11 nnoa de la 411dr6tn/Jda de Eur1pidea. La dudad,
grupo. Y eso voy a intentar a continuación. Veamos. agrega, estaba invadida por una multitud de trágicoe pálidos 1
extenuados, que no parecl.an empdarae en otro afán que no fuera
Los que se situaron en el primer sector, e:i decir el el de p1111entane como capacee de obacurecer la fama de cuantoa
núcleo de los preocupados por lo menudo informativo, grandes actores babia. memoria. Y aacando punta al asunto, baila
Luciano que entre la gente de su tiempo eataba haciendo eatragoa
diéronse al empeño ele echar a todos fos vientos los dato1 uná dolencia de 1ndole semejante, aunque quisá mú daiiina 1 máe
gravemente peligroaa: la. de que todos quedan aer biatoriadore1, 1
1tu Hnri.dica, segt1n el cnnon metodol6gico, es la disciplina se voleaban por lu callea de la publicidad, tal como los maniiticoe
que nos aum.inietra el conocimiento de lu fvante1 de la hiatoria. abderitaaos de la anécdota.
Llamo, por eao, M11ri1Uoo• a loa investigadores argentino• que, De lo que oeurri6 entre noaotr'os en la época de que ahora me
como queda dicho, no hicieron otra cosa- que allegar materiales, ocupo, quid. podfa decirse lo mismo.
editindolos o dando noticia de au existencia. in HA.Ll'JDN: Z.'11\lfoire en Fra11.ce d11J11'il omf ª""•capitulo IV.
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en la mayoria de los casos estos heurísticos fueron entu- yoria de los casos, estos expositores de que me ocupo, no
siastas aficionados que se lanzaron a la publicidad, in- resultaron, a la postre, nada mfu! que difundidores del
mediatamente después de haber llegado a la noticia de contenido de las piezas inéditas, a tal extremo algunos,
un dato conceptuado nuevo, o de un documento a cuya que, hecho el cotejo entre la reliquia paleogr!fica y el
salida a luz atribuyeron, en la simplicidad de sus exi- texto del trabajo en que se la emplea, casi no se advierte
gencias metodológicas, quién sabe qué serie enorme de diferencia, como no sea en la grafía de las palabras o en
consecuencias desconcertantes. No ha de ser superfluo 1
la puntuación de la prosa. El criterio que ha debido
decir, sin embargo, para que ia visión del fenómeno sea .i presidir a esta tendencia no parece haber sido otro que
cumplida, que en su origen la tendencia heurística, como el de la fidelidad en la glosa de las piezas inéditas, toman-
en seguida se comprobará, tuvo su período de exacerba- do el término que subra~·o en un sentido candoroso.
ción hacia los días en que nuestra escuela guizotniana, es En las horas de reacción contra los filósofo~ de la his-
' decir aquella de los que querían filo1ofar el pasado, ob- toria, sobre todo, -los seguidores de este casi escolar mé-
tenía los más ruidosos de sus éxitos. Y ello autorizada todo de trabajo, proclamó el postulado de que la verdad
a pensar que, acaso, obedeció el hecho mentado a una re- histórica estaba en el documento inédito, por el sólo hecho
acción del anhelo erudito contra. las ligerezas de la pom- de serlo, cayendo con ello en un exceso tanto o más gra,·e
posidad guizotniana. Pero sea como fuere es evidente qul! el de la corriente a la que hacía oposición. No advir-
después de todo, que sin intención o con ella, ' la manera' tieron nuestros pape'l-istas, en la mayoría de los casos, que
de los datistas resultó la antítesis de la historiografía el documento es una fuente testimonial verdadera recién
grandilocuente. de los que querían razonar la trama de cuando ·la prueba crítica -interna y externa- lo admite
los acaecimientos del pretérito. Dentro del acervo de lÓs como tal; y no repararon, tampoco, que no todas las
datistas, la critica descubre tonalidades de diferenciación piezas paleográficas tienen un idéntico carácter, o lo
en la tendencia, en el modo y en los resultados de la que es lo mismo, que 110 expresan de igual manera la ver-
obra realizada. Pero, en lo esencial, todos se asemejaron dad. Un parte de batalla y un código, por ejemplo -esto
estrechamente y fueron sin duda idénticos. Quizá cabría es ahora eh!mentalísi~o 169, - no representan, del punto
una sola separación, con linea tenue : el grupo de los de vista testimonial, un valor semejante, puesto que mien-
papslisttJB 198 y el grupo de los biblidgraf<>S. Los p~lis­ tras en el primero el factor psicológico individual inter-
tas eran de tendencia elemental, por definición. No se viene y determina las modalidades que caracterizan a la
preocuparon, nunca, ni de aplicar a los hallazgos las críti- pieza, en el segundo tal elemento perturbador está ausente
cas depuradoras, ni de utilizar los datos, así obtenidos, en por completo. La labor historiogd.fica de esta tendencia,
construcciones que respondieran a alguna suerte ·de ar- por eso, no tiene otro significado que aquel que corres-
quitectónica historiográfica. De ahí por qué en la ma- ponde a una edición no paleográfica de documentos, hecha
guardando el orden serial, con la mengua en su contra,
188 Ast ha a.podado Grousaac, o.lguna ns, a mAs de uno de
~uos. 189 Conf. XZNOPOL: Teorla de la hiatoria, cnp1tulo XIII.
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todavía, ele que la ma,yor parte <le sus cultores no han El segundo grllpo de los cl{J.ti-st<J8, e$ decir el ele los
tenido la precaudóu de indicar siempre, con la euctitud b\bZi6grafos, se caracterizó por una singl\laridad substan·
necesaria, el lugar en que se encontraron los documentos cial : ia de proponerse enmendar o aclarar lo conocido con
que utilizan 1 ;o. Por eso ya señalé que la producci6n de es- el dato desconocido, preferentemente cou el extraido de
tos heurísticos papelistas debe utilizarse con bastante cau- libros de escasa circulación n 2 • El peligro que esta ma-
tela, y presidiendo, siempre, el criterio de que valen tanto nera de historiografía puede entrañar, radica en el hecho
o menos que las piezas que les dan cuerpo, con la desven- de que los que se entregan n ella suelen ser espiritus no
taja de la unilateralidad y de lo fragmentario. Por otra dados a la discriminación ~- sí mur accesibles al equívoco
parte, la labor de los cultores de esta tendencia, como de admitir que el dato ignorado, cualquiera que él sea,
también está dicho, se redujo a la averiguaci6n de deta- contiene ia verdad más purísima. Para ellos todo es im-
lles, de minucias parciales, ele pequeños sucesos del pa- portante y fundamental, así se trate del simple error de
sado. La falange de los diversos tipos de heumticos, pero horas en la cronología admitida de un hecho, como de la
en especial el de los papeli&ias, gozó su momento de cúlmen inautenticidad manifiesta de un documento básico. Esto,
en la época de las revistas ele "Buenos Aires" (1863- 1' mur a pesar, el aporte de los bwli6gra.fos al mejor cono·
1871), " del Río de la Plata" {1~71-1877), " Argentina" cimiento de nuestro pasado ha sido apreciable. Y como
{1868-1&72), "del Archivo" {1869-1872), de la "Biblio- ya lo tengo expresado, respecto de los datisfa.s en general,
teca" (1879-1882), y ~.e prolongó a través de la "Revista la utilización de su acer,·o sólo exige un poco de pre-
nacio'n al" {1886-1910). El "Registro estadístico", que caución por parte del que eche mano ele su contenido.
clesde 1857 fué dirigido por Trelles, dió pábulo, también,
a esas producciones con la publicación de documentos 172 La.a publicaciones que han insert:ido las más apreciabl111 pi·
ginaa de 101 dat6lopo1, son las 1iguiente1 : "Revieta de derecho, hil·
totalmente desconocidos m. toria r letras", Buenos Aires, 1898-19!!3; "Rel'ista de la. UniYer·
1idad de Buenos Aire•'', 1904-1923 ¡ "Beviata de la Univerlid.ad de
liO Eu los trabajos a que me refiero ee frecuente encontraif Córdoba", 1914-1923; "Rerilta patri6tien del p11ado :irgentino ",
referencias como éatn: Donnw•to in6difo d11l .drchi~o p11neral (aiu 1888·1892; '' ADalea de la Sociedad eientlfica Argentina'', 1873·
indicación topográfica al¡una) ¡ o Pap1l" d11 mi arch.iw. ¡Y échese 1938· "Boletln de la Academia de cieuela.a en Córdoba", 1874·1939;
uno a verificar la exactitud y veracidad de lo que asi se documenta! Beri~ta "Atlántida" (de Peña), 1911·1913; "Estudios" (revista),
111 La fundación del In.tHtuto b011Mrtnlll da numi.tm4tico Y Gn· 1912-1938; "Renacimiento" (reviata), 1909·1913; "De nuestra bis·
tlg~dadt1, llenda. a. cabo el 16 de junio de 1872, a. iniciativa del toria" (reviata), 1915-1916 ¡ "Boletln del Inatituto ¡eogrAfico ar·
doctor don .Aurelio Prado "f Bojas, demueatra. huta qu6 pUllto inte· gentino' ', 1881-1911 • ''Anales del Museo nacional de Buenoa
resó, en eu ~poca, la b6aqueda. erudita. En au "Boletln men1ual ", Airee", 1895-1938; ,/No1otro1" (re"liata), 1907-1938; "Hiatoria"
aparecido al cumplirse el ae¡undo aai•eraario de la fundación del (revista), Buenos Airea, 1903; "La Revieta de Buenos Airea",
Instituto el 16 de junio de 1874, la interesante 1ociedad entregó 1863-1871 ¡ "Beviata del Museo de Ln Plata''.,. 1890·1938 ¡ "Nue-
a. publicÍdad los elemento• documentales en que finca mi anrto. va revista de Buenos Airea", 1881-1883 ¡ ".Hevi.sta argentina",
''El Boletín'' tuvo una. vida efimern, puee no pa.aó del quinto 1868·1872; "Revista argentina de ciencias pollticas", 1910·1925;
número. El eatndo ma1or del Instituto estaba formado por: .Angel "El monitor de la educación común", Buenos Airea, 1882-1938;
Juatiniano Carranza., Carlo& J. Alva.res, Julib Panelo, Ventura "Reriata. del Río de la Plata", 18il·l877; "Beviatn Nacional",
y Joú Marcó del Pont, Miguel Salu, Jua.u Abina "f Luis Fontana. 1886-1910; "Roviata. del Pnraguar" (Bveuoe Aires), 1891·1893;
(Lu biblioteca.a Nacional .., de la Facultad de Filosoffa de Buenos La Biblioteca, (d.i PAUL Gaovsuc), 1896·18!18.
Airee, po1een aendo1 ejemplaree de la eoleeci6n completa de eate (Aquellu publicaciones que· aún aparecen en el momento de
Bolllf'1&). escribir estas líneaa, llevan la indicación del oiio actual).
-111-
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Desparramados por io largo y por lo ancho de la historia la designación ele : bu&cadorcs ca las fuentes 'directas. Pero
nacional, los biblióura.fos lo han abordado todo: el dato a poco que se entre en la pesquisa bibliográfica, se llega
documental, el detalle topográfico, la minucia de la bio- a la verificación de que en el número de la copiosa pro-
grafía íntima, el lunar cronológico, el pormenor icono- ducción, un reducido conjunto es el que se perfila en
gráfico y hasta la bagatela tradicional y efímera. Por forma que merece cierta consideración particular. De ese
tal .razón, su producción es copiosísima y fuera intento núcleo voy a ocuparme ahora.
vano pretender mencionar a todos los que de tal cosa se Y puestas así las cosas, sin violencia se advierte que es
ocuparon, y los trabajos de ese carácter que produjeron. don Manuel Ricardo Trelles la personalidad más neta
La circunstancia, 110 obstante, de que en su núcleo hay que del grupo emerge como la tipificación indiscutible
algunos que se clei:.iacan del conjun'to, autoriza la indivi- del erudito menudo y reposado, y el que, en consecuencia,
dualización de algunos pocos ira. abre la serie de nuestros más eminentes heurísticos inte-
Después de toclo lo dicho, que se me ha antojado pre- grales 17'. Una de las singularidades de los escritores de
vio, podría entrar a la indicación del nombre de 106 e.sa tendencia fué la de carecer de credo metodológico, o
autores y del título ele las obras que en nuestra biblio- de tenerlo en una forma un poco primitiva. Trelles se en-
grafía histórica constituyen el haber de los cultores má- cuentra en este caso. Analizando su múltiple labor se
ximos de un género, que, abarcando todas las modalidades cae ell cuenta de que su propósito no es otro que el de dar
de los heuristicos, que van señaladas, podría rotularse con a conocer, por fragmentos, el pasado que vive en los do-
cumentos históricos o en los libros considerados rarí.'limos.
na Cltar6 dos ejemplarizaclones extremas : la de un datista Inicia su tarea madura en el "Registro estadístico", hacia
escueto y ll\ de otro abundo&0 y eaai orquestal: fray JTJül N.
~u y -~DOLFO _P. C.Allll.ANU. El primero fu6 el autor de ~n· 1857, dando a luz piezas inéditas sobre la primitiva his-
ltgudadt.1 correnh1141, Buenoe Airea 1867 que ea colección de toria del comercio porteño, y la continúa en sus revistas
documentos .Y datos tradicionales. El' aegun'do1 Carranza (1857 a
1914)1 manpoaeó por los temas históricos, lll1 dejamos ningún del "ArchiYo" (1869-1,872), de la "Biblioteca" (1879-
tra~JO ~und.amental. Sus ~rgMfit141 (Buenos Airea, 1913), eu1 1882) y ''Patriótica del pasado argentino'' (1888-1892).
Ho,,,.,. h11t6rical (·Bueno• Airea, 1893), y 1us abundant.ea biogra.
fla.a, 1101 lo presentan como h simple datólogo, ligeramente infor· .Aunque redactQ algunas monografías, como las destina-
mado. El afA.n re&l de Carranza :fu6 la ieonogra:fia obedeciendo al das a las cuestiones de límites 17~, y otras de más o menos
cual concibió y ejecutó la idea de la creación de un' museo histórico
nacional. Su libro consagrado a San Martin (Bearia gr6fico 4' IG semejante valor, toda su producción no parece haber res-
Nll 11 acoi6il del libma4or, etc., Buenos .Airee, 1905) 1 y 111 Il114· pondido sin~ al deseo de exhibir lo que contenían los ma-
tl"GCli6K hiat6rica arg111fü1a (Buenos Airea1 1908·1911) doeumentan
el aserto antes apuntado. Y aunque, tamb1h, ae preoc~p6 de editar
doeum~ntos ("Archivo general de la Repdblica Argentina", Bne· l 14 Manuel Ricardo Trelles nació en Buenos .Aires el 7 de fe-
no1 All"ea, 1894-1899; El clero argenti-lw: ooleoci6R de ~•aa ora- brero de 1821 y falleció en la misma ciudad el 9 de abril de 1893.
toriai, Buenos Aires, 1907; Correqo1WWAoio de San Martín Bue- Fu6 director del Archivo nacional y de l~ Biblioteca pdblica.
DOI AirN, 1006, con varias reediciones; y llemt>riaa y autobiogra- lTS Sus trabajos fundamento.les sobre cuestione. de Umit111 son
1'41 Bueno1 Aires, 1910), su obra fui, preferentemente datfatica loe siguientes: Cwati671 de 1'·mit11a ~tre la Bel'fíblica ~rgM1t"'6 11
e iconogrl:fica. Bolivia (:Suenos Aires, 1872) ; Ctieni6ft. d11 ICmitea efttr11 la Bepií-
.~demb de estos dos nombres la lieta de los principales datólo- blioa .Arge11tifta J el gobiM-llo de Chile (Buenos Airea 1865) •
goa lle puede componer con las in:formaeionea que fi¡uran en el Cueati6n de Ht"if" entr1 la .República Árg"'11foa y 11 ParaguCJy
último capitulo de la. Segun.da parte. (Buenos .~irea, 1867).
- 112 -

nuscritos llegados a su noticia 110• Su gran amor era el de


~,. - 113 -

'' cuando no fuese reconocida por todos los hombres ilus-


los documentos m. Proclamaba que había necesidad de es- '' trados, bastarían para justificarla las infundadas o
tudiarlos en sus originales, ante todo y con preferencia a " falsas apreciaciones que se han hecho y se hacen sobre
la crónica 1711• Su lectura la consideraba fundamental, y la lJ
~ •1
'' los sucesos, llegando las aberraciones hasta el extremo
exigía integral y completa de todas las piezu paleográ- " de anatematizar nuestra propia raza y la civilización
ficas, fundándose en que, a veces, donde menos se espera " que nos di6 existencia, atribuyéndoles, e.l:clusivamente,
aparece un dato verdadero y único. Y ejemplarizaba el " ser la causa de males que provienen de muy diferen-
aserto con el hecho de que en una merced de tierras ha- 1
1
'' tes y variadas circunstancias. Ese medio, ta~1 fácil como
lló, cierto día, nada menos que referencias precisas sobre " injusto, de explicar efectos por caus83 que no han po-
una desconocida expedición realizada al valle de Londres, i " dido producirlos, no es, ciertamente, el re.sultado del
en el Tucumáu, por el gobernador de esa región, Ramfrez '' estudio de uua historia. sino la expresión desesperada
de Velazco 110• Apegado, como estaba, al documento en '' de quienes no han podido estudiarla, o no han tenido
si· mismo, fué natural su doble reacción, primero contra " el valor de dedicarse a hacerlo en sus verdaderas pá-
los prejuicios antihispánicos, y luego contra ·las conclu- '' ginas. '' 180 .
siones del guizotniano Estrada .• Ambas están expuestas Para quien esté bien al cabo de las cosas, 110 resulta
en dos párrafos de una nota que dirigiera, como director difícil advertir todo el carácter de reacción que asumen
del Archivo, al entonces ministro de gobierno, doctor don estos dos párrafos. Ellos fueron escritos pocos meses des-
Nicolás Avellaneda. El doctunento lleva fecha del 10 de pués de aquel otoño de 1866 en que había ocupado la cá·
diciembre de 1867, y en él dice Trelles: tedra, ruidosamente, José Manuel Estrada, que hizo su
"La necesidad urgente del estudio de nuestra historia, debuto con un amplio gesto de rebeldía contra lo menuda-
mente erudito, y contra todo respeto a España· y a su
tTO Est:L producción puede claaitic11rse en: apuntea bio¡rificoe
y notas de c12rácter general. A 101 primero1 peltenecen 101 t~bajo1 obra en América 111. Las palabras de Trelles, que he
sobre loe Fem§.ndez de Agüero (''Revista patriótica 111 t. I\ plp. 37, tranacrito, representan y concretan esta reacción contra
60 y 76); Ce11ton1ra (ld., t. IV, pítg. 39), Fra.nciloo Trtl~• (id. t.
IV, pig. 3), Ándrl! Gareia (ld., t. I, pág. 87), Totn61 Fa~er (id., los ~izotnia~~a que me quise referir al considerar el
t. I plg. 83), .Alurraldt (id., t. n·, pflg. 107), etc. A. loe ae·
gundor.: .Apu11te1 para la· hutorio dtl puerto 1141 Bue1101 .Airrr 180 "Reviata del Archivo", tomo I, pllginn 7.
("Bevi1ta de Buenos Aires", t. I, piga. 7, 161, 352); Di•go 181 Lu diaertacione1 de Eatrada1 en 1866, forma.!\ caei todo el
C:arcía primet descubrii\or tlel Rio de la Plata (Ba. Air•, 1879) ; tomo V de aua Obraa complstar. El material allí reunido con el tl-
E1tudi~ robn 11" pedazo de tierra, ("Revista de Bueno• Aires", tulo de Frag1111Mo1 1IVl6r\Oo1, jU1tifica, deapub de todo, el severo
juicio de Tlellea. E1tr'!'da llegó a aeeverar en ·~· confer~nciu, uda
t. VIII, pftg. 348), etc. . menos, que laa inatitucionee eapatlolas de Amlnca eran '~'""''•tar
1;7 Era. tanto que en lSiO cedió parte de au sueldo de director dt un pod•r arbitrGrio y rupn1110 : garraa da una •ola fi.ra ( Conf.
de ln repartición pun costear la publicación de la "Re'riata ae Obraa tomo V pi¡. 2111). Trelle11 por 1u pute, que babi& con·
la Biblioteca pública" (nota del 21 de abril de 18711, en dicha nvido', a trav6~ de la documentaéión de l°' ucbivoa, con aquella
reviata, t. I, p6.¡. 3). " ... _ . .. reepet11ble organización del periodo colonial, no pudo contener 111
118 Aal lo dice comentando a Lui1 L. Domínguez ( ....,vuta ue ldgicc. protesta que le anancaba aemej&11te juicio, cuyo origen no
la Bibliotec:i pública", t. II, pñ¡. U). podi& eer otro que la paai6n repudiable o la t11lta de informnción
1 Tt Prólogo nl tomo I de la. "Revista del Archivo general de verdadera.
Buenos Aires".
-lU- 1
.. - 115 -

conjunto de los hcm·fatico.s. No cabe duda alguna de que los archivos, clió segur.as rutas a los historiógrafos que
comulgando, con más o menos precisión, todos los ''ca- le siguieron en el tiempo y en la obra. Groussac mismo,
zadores de documentos'' con el criterio de que la verda- que despecth-amente ha llamado a Trelles papelista, no
dera historia estaba en los papeles inéditos, inconsciente- sólo ha ntilizado los materiales por él sacados de la som-
mente contribuyeron con sus trabajos a reafirmar la de- bra, sino que ha sido iniciado, también por él, en muchos
claraci6n de Trelles contra Estrada. Y por un fenómeno secretos ele lo inédito.
lógico, según a su tiempo ya dije, ello dió pábulo al da- Orientado espiritualmente en las mismas tendencias de
tismo que el mismo Trelles cultiv6, a tal extremo que sus Trelles, aunque más tocado que éste por el prurito de la
últimas labores no fueron otra cosa que simples coleccio- publicidad inmediata y del interés por lo novedoso, el
ttl!S de datos, no siempre básicos 112• Su afán de enmen- doctor don Vicente G. Quesada aparece ocupando un lu-
dar la crónica con el documento, tiene un alto exponente gar junto a aquél en la serie de nuestros heurísticos 1s4 •
en \111 trabajo suyo de 1879: Diego Garcf.a, primer descu- Hombre ele ml\ltiple iabor, a. las veces jurista, a las ve-
bridor del Rfo de la Plata, donde, utilizando piezas do- ces historiógrafo, y en algún momento hasta romanceador
cumentales que habían llegado a su noticia, pretende dis- interesante, en su acervo bibliográfico predomina, sin
cernir a dicho navegante la gloria de haber si.do el halla- du~, el libro, la monografía y el folleto consagrados a
dor de nuestro estuario 183• El folleto provocó gran re- los temas históricos. A pesar de la copiosa producción,
vuelo, dando origen a una réplica de Dom1nguez, por desde el punto de vista en que ahora lo analizo, a Quesada
cierto bastante concluyente. no corresponde otro sitio que este 'que le asigno entre los
La obra de Trelles, según se desprende de todo cuanto heurísticos in.tegral~s. En sus monografía.s y hasta en
queda expresado, dada la orientación que neva -la de sus mismos ensayos, después de todo, no hizo sino .labor
la verdad documentada- es digna de respeto y resuelta- de cazador de docmnento.r 185• Sin mucho esfuerzo se ad-
mente útil. Nadie podrá. negar, estudiando ·todo cuanto
Vicente G. Quesada nació en Buenos Airea el 7 de abril de
se hizo en materia de erudición histórica en nuestro pals
después de Trelles, que éste, develando el contenido de
. . 18'
1830 7 falleció en la misma ciudad el 19 de aeptiemllre de 1913.
18~ La compulsa de su producción, realmente historiogrf.fica,
por 1omera. que se, ha¡a, as{ lo evidencia. Ella eatá .formada por
1s2 Me refiero 11 sus .tp111d0Mwnto1 y a. todo el ma.teria.l de ~u .:1 apuntes breves, por datos, por rf.pidaa crónicas o por ensayos de l
"Revista. patriótica del p111ado argentino". Para ju1tificar l!L publi· ' ~onografiaa bAaicaa. Todo ello trasunta un eopio10 haber docu·
cidad de tanto fra¡mentobTrelles eecribió en el tomo I, pf.gina 197, 'mental, un extraordinario rimero de noticias inéditas, captada.a en
de su periódico citado: •' e cadn uno de loa anteeedentee hist6rleo1, loa archivos. Y eea fu6 eu caracter1atica: reunir datos. En uno de
•• adminiltraUToa o de culllquier otro g'nero, relativos a un pa1a, no sua trabajos -Lo Patago11io (18715)- que ha sido conaiderado parte
•• es posible formar artlculoa de extensión proporcionada a la que integrante de los pedeatalee de au fama, 61 mismo lo declara pala·
•'se acoetnmbra ndoptar pnra laa p6.ginu ~e \1llA revista. , dinamente: "El presente trabajo -dice- no es una historia, lino
"Pero no por eso debe privane al p1iblieo de mueh.u noticias, una compilación de documentos, m6ditoe muchos y raros al¡unos,
•' aunque sean aieladaa o ineompletu, respecto de per1onas, cosas 'Para probar el derecho de la República Argentina a la Patagonia
" o aeonteebnientoa porque, aun en eee eatado, puede~, seni? de y tierras australes del continente ~1ricano." (Itltt'clducei6n, pág.
•• base a inve1Ugacione1 que las adelanten o completen • 8). Su obra E! Virrei11ato (Buenos Airea, 1881) y aua t.rabajoa 10·
11111 El aserto fincaba en elementos documentales, pero equivoca· bre la1 capitulaciones publicados en la "Nueva Revista de Bueuoa
1
damente utilizados coDlo lo hace notar José Torlbio Medina en &u .~res'', aa[ como 101 ?ue con1agrara a Lo1 It&dio1 en la1 pt'011iftciat
J11.M1 moa de So!{; (Santiago de Chile, 1897), tomo ll, pf.gina 233.

l del Rfo dll la Plata ( 'Historia'', revista bimensual, Buenos Aires,


- 116 - - ll7 -
\
vierte, sin embargo, que su significación en nuestra his- honor ele la verdad- su único amplio gesto generoso para
toriografía es mayor que la de Trelles, no sólo por el con los hombres nuevos y las nuevas orientaciones ideo-
monto de lo producido sino, también, por la más cabal 16gicas Y técnicas que, en su época de culminaci6n, se fue-
amplitud de espíritu y la paralela extensión de la cul- ron advirtiendo en nuestra. producción historiográfica.
tura. Y es digno de notarse que mientras Trelles, según Es el caso de establecer que si bien es cierto que ei doctor
lo he apuntado ya, reaccionó agriamente contra la ten- Quesada no nos ha dejado una obra realmente básica es
dencia guizotniaua de Estrada, el doctor Quesada, en innegable, no obstante, que la mayoría ele sus trabaJos,
cambio, rindi6 pleitesía al modo y a las cualidades del aun dentro de su misma modestia de simple glosa de pa-
ruidoso ronferenciata 18~. Y no fué éste -dicho sea en peles inéditos, importan una apreciable contribuci6n al
mejor conocimento de nuestro pasado. El afán del doctor
1003, t. I, pAg. 303), o. Lar leyes de Indias ("Ana.les de la. Fncul·
tad de Derecho"), o La ,;ida i1'teleoft1al t1' lo ..4111,rica eapoiiola du· Quesada, después de todo, consistió precisamente en eso.
rantc la qoca colonial (''Revista de lo. Universidad de Buenos A.i· Sus revistas clel "Paraná", de "Bµeuos Airea" y "Nueva
r~ ", t. :XI, p6.g. 34:5), uo difieren en lo funda.meutlli: todos son una
reunión, mAs o menos 1i1temati111da, de referenriaa y de extractos de de Buenos .Aires", no parecen haber respondido a otra fi-
documentos. Los traba.jos menores, 11p11recido1 pa.rticularn1ente en las nalidad. Por otra parte, sus elllpeños en tal sentido está:i
revistas "del Par.aDÍI" ( 1861), de "Buenos Airea" ( 1863·'11) y
"Nuet"ade Bul'noa Airet" (1881-851, nos lo ofrecen como un o.ma.ble denunciados, también, por aquella producci6n suya que
da.tistn a quieu preocupa un poco el o.fin de interesar con el porme- sin ser propiamente historiográfica, es, empero, elemento
nor desconocido o la noticia. inaospecha.da. Bus .Á!lfecede!lf6' hisf6ri-
coa 1obre B·ueno1 ..4(rea, sua Noticiar aobre fu!ltlaoi6tl, y edifioaoi6n de substancial en la tarea que debe preceder a toda cons-
lor f1J111plo1 portrioa, sus notas sobre laa .4ctar de fu!lda~ de la1 trucción seria de ese género. Salta a la vista que quiero
civ.dadeii argmfinGI, lo uiiamo que sus innumerables arttculoa a.pare·
cidos, como loa recorda.doa, en "La Revista. de Buenos Airea", o en referirme, eu particular, a su libro: Las bibliotecas euro-
la. "Nueva", c¡ue le ai¡ui6, no son otra. coso. que apuntes hechos a peas y algunll8 de la Atnérica latina) con u·n apéndice so-
bo.ae de gloaaa erudita.a. Y h11.1ta. au mismo estudio aobre El Derec110
de PatrO!lato ("Ana.lea de la Academia de filosofio. y letraa", t. brs sl Archivo de Indias e1J. Sevilla, la Direcc1"ón. de hidro-
I, Bueno• Airea, 1910), no va mAe a.116. de un hibil extractorde loe graffa y la. BibUoteca de la Real Ac1Uumia (Buenos
papelea oficialea, con el aditamento de loa nicuerdo1 que el :r.utor con·
servaba de o.quellos sucesos en los que intervino como actuante des· Aires, l877), del que sólo apareció el volumen primero1s1.
ta.cado. Sin haber sido, entre nosotros, el iniciador de las búsque-
188 Y éue el juicio que sobre las leccion911 de Eetrada 11izo. en
la aección Bibliografia y 11ariedadu del número de • 'La Beviata de das documentales en los archivos, el doctor Quesada fué,
Buenos .Airea" (correapondiente al mes de enero de 1866, t. IX, sin duda, uno de los más resueltos impulsadores de esta
P'I· 158). Dijo al11 textlia.lmente: "El aelior Estro.da merece loa
ma¡ores elogios por haber emprendido eat:r. ta.rea -la de sus confe- clase de tareas 188• Su prédica no obtuvo, oportunamente,
rencib- con bimo tranquilo, jusgando sin pui6n loa hechoa, y
hablando la. verdad, que no es o. veces bien recibid.a. cuando ee com· so.tia de l~ larga época que e1tudia ••• " ("Revista de Buenoa
baten preoeupo.eion11 bien o.rrai¡adaa o juicios aceptados sin cri· Airea", t. XV, pi¡. 516, de la reimpreai6n).
terio." 111 E1te libro tuvo 1u origen en una comiei6n oficial que le
Es do notar que este modo de Estrada. le fu6 tan aceptable, fué eonf~rida al doctor Que.aada. en 1873, y que tenia por objeto
que al a.parecer, en 1868, una reedici6n didasc'1icii de la Hiatona el ~stnd10 de la organisae16n. de lu bibliotecas europeas y la
argentifta que redactara Domín¡uez, el doctor Quesada lle¡6 a copia de documentos del periodo colonial. (Conf.: pr6lo¡o al
quejarse de que aqu61 ae hubieee reducido dem:11iado a la aimple libro citado).
crónica. "Querrfamos --eacribi6 -- que el autor ae eleva.se a a.pre· 188 Sin olvidar la. po1icl6n que como precunor puede corre~·
ciaciones mis generalea y que nos diese aua juicios sobre la filo· ., ponderle a don Pedro de ."-n¡elis (Colee~ de obra.t y docv.tnlJI&.
¡
- 118 - - 119 -

todo el éxito que debiera, pues corrieron muchos años inédito la verdad ele lo histórico. Su influencia, por eso,
antes de que los poderes públicos se resolvieran a fo- se advirtió bien en l'lu época, pudiendo decirse que mu-
mentar Y' proteger una labor eientífica orgánica en los chos de los monografistas que le siguieron, no son sino
repositorios documentales extranjeros. Ello, a pesar, el el fruto del interés que por loii archivoii supo despertar
nombre del doctor Quesada figurará siempre entre los Quesada, complementando lo que en igual sentido hicie-
que más hicieron en nuestro país por pesquisar en lo ran Trelles, Lamas, Mitre y ·Gutiérrez. Más intensamente
que la de todos ellos, actuó la influencia del doctor Que-
'101, ne.), no es dable negar que algunos otros eruditoe nntece· sada sobre el gusto público y la orientación de lo que
dieron a Queaadn en lo i·elativo a buscar, hasta en loa archivos
enranjeroa1 los documentos necesarios para el mejor conocimiento podría llamarse la lectura popular. Oculto primero en el
del pret~rlto argentino. Mitre -para concretar un nombre- !leudónimo ele ·nctor Gáfrtz, perdiéndose en las páginas de
hacia. 1854, aludla ya, como a una. neceeidad imperiosa., a las
peequisaa en loa archiYos espatloles. (Muaeo Mitre: Con-espOTl- la N·uova revista de Buenos Aires, y más· tarde con su
dftcia liiM"ariG, 11i8t6rica y polfüco del geMral Barloloml Mitre, firma, en el libro independiente. el doctor Quesada se
t. I, p6.gs. 67 a. 70). El de recorda.r, esto empero, que fué en la.
época en que el doctor Quesada traba.jó en fa..or de tales tarea.a, lanzó a la empresa de llenr a lo!t lectores no eapeciali-
cuando, oficialmente, por lo menos, 18 biso algo concreto '1 prlc- zados en asuntos históricos, por el Yehículo de lo lite-
tico en ese sentido. Esto digo refiri6n.dome, en particular, :i.l
decreto del 24 de febrero de l8'Ie (Leyt1 y CÜM'eio1 de la pro- rario r amable, hacia el alma misma del pretérito. Sn1
11i~eio de Buenos .4ir11, recopila~ de Prado JI Bo;tt.1, t. VIII, .1 Cr6nicas potos~tl<lS (París, 1890), que pertenecen al tipo
p6.g. 133), por el que se nombró una comisión encargada de com-
pletar la. colección de manuscritos de la Biblioteca pública, y al de -literatura que más difundió el peruano don Ricardo
del lS de febrero de 1873, por el que se comiaionó a los eruditos Palma, responden a esa finalidad, que, dicho sea en ob-
Kitre, López, Gutiérrez y La.mu la. preparación de un plan de
innstigaciones y copio. de documentos, que debia realizar en sequio del autor, fué lograda' cumplidamente 1so.
Europa el propio doctor Quesada, director entonces de la. Biblio- Con Quesada, como se desprende ele todo lo apuntado,
teca naciono.l. Este plo.n, que fu6 redacta.do por Lamas -Y en
el que no pudo colaborar Mitre por impedlreelo otraa ocupacio- la tendencia heurística sufrió una bonificación que :io
n - , fué hecho pdblico en la "Revista. del Rfo de la Plata", había alcanzado eu -la obra de Trelles. Sin embargo, el
to1110 V, p!gina 502 y siguientes, y debe ser considerado, o. mi
juicio, como la. primera tentativa orgAnica de revisión e integra- mejoramiento no tuYo perpetuidad, pues si bien es cierto
ción, eon datos tehacientea, de nuestra biltoriografl& del período que los m011ografistas, de que luego he de ocuparme, pue-
hilpAnico. El resultado de la misión confiada o.l doctor Que·
sada, en 1873, eatA apaeeto por éate en ea libro: La1 biblioteoas den sel' eonsiderados una prolongación d!!l modo de
1Wop641 y olgt1M1 de la .dmü\co latino, etc., (Buenos Airee, Quesada, no es dable negar -la evidencia de que fué el
1877). Años mfis tarde,· en 1892, siendo el doctor Quesada mi- afán y la manera datística de que subsistió y se prolongó
nistro argentino ante la corte eepaioln, logró la. deeipaci6n de
don Jos6 de Orellan:i. para que practicara inYeetigacionee en el hasta nosotros, desde aquel 11(1cleo prístino ele "La Re-
Archivo de Indias y tomara copias de loe documentos relo.tivos vista de Buenos Aires". Y tau ello es así, que la figura de
a. la biatoria argentina (Cotdlogo de doOllllMl\to1 d11I .4rchi110 de
ladéol, t. III, Buenos Airea, 11110). La. tarea, que dirigla. el pro- alguna significación historiográfica que se destaca mns
pio doctor Quesada, no logró dar el fruto eeperado. De ella a6lo
no1 quedan algunas copias, que conserva el Ministerio de Bela.- 1so RICARDO ROJAS (Hi1t ori¡¡ de la liitraturo argnti11a, tomo
ciones exteriores, y loa tres tomos del Ca'14logo d11 dootffMfltos IV, pAginaa 2H n 220) ha e&tudiado lo. obrn de Quesada, aunque
411 .&rohivo de l"diol en 811/illa refernite1 o lo hiltoria de la no del punto de vista en que nqui se analiza. Rojos reconoce que
Bq@lioo .drg111di11a (1514-1810), editado por el mismo Mini3- en lu Cr611.ictu potoli11111 se encuentran nlgunns de lns mejores
terio en loa alios 1901, 11102 y 1910. ptl.ginas que escribiera el doctor Queandn.
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pro:s1111a a Quesada, en orden descendente de tiempo y menores capac~ de autorizar una construcción tolerable,
de importancia, es un datista típico: don Angel Justi- primero, y la necesidad imperativa de dar armonía al
ni~o Carranza 100• La obra. heuristica de éste, a dife- amontonamiento de detalles inconexos, que se dej6 sentir
rencia ele las de Quesada y de Trelles, tendi6, preferente- en muchos espíritus, después, dieron nacimiento a la pro-
mente. hacia la búsqueda de datos correspondientes al ducci6n de estudios, medianamente orgánicos, que, reem-
período posterior a 1810, y gir6 -como su misma pro- plazando a la simple noticia. aportaron aceptables ele-
ducci6u monográfica- en derredor de lo épico y glo- mentos a ia obra central de la. historiografia. Muchos que
rioso. El libro fundamental de Carranza ( l'ampa;ia.s na- debutaron como datistas, fueron luego especialmente mo-
L'ales a~ la República .Argent\.na), que ha sido editado y nografistas, perfilí1ndose entre ellos, como los más capa-
ordenado, póstumamente, en 1914-1916, por José Juan ces y los ele más amplio horizonte intelectual: el doctor
Biedma 101, como sus monografías de mayor siguifica.ci6n, don Andrés Lamas 103 y el doctor don Juan :María Gu-
que lo son: El gen6ral Lavalle ante la justicia p6stunia tiérrez m. El primero, cuya significación en la. historia
(Buenos .Aires, 1880 (1~), 1886 (3•)) y' La Revolución de nuestra cultura es innegable, 110 hizo otra cosa que
<lel 39 en el sur do Buenos Aires (Buenos .Aires, 1880), monografías en materia de historia ríoplatense. Qui~á
están consagradas, según lo de¡¡uucian sus títulos, a su- pueda hasta decirse que él y Juan María Gutiérrez fue-
cesos ele esta naturaleza. ron los verdaderos arquetipos en ese pai·ticular. De toda
Una consecuencia lógica, y el resultado más natural del la producción monográfica de Lamas, lo mejor y lo más
D:lejoramiento eu la concepci6n de lo historiográfico, que perdurable son sus trabajos sobre Juan Díaz de Solls
ya despunta en Quesada, fué la aparición entre los heu- (187i) y su muerte (i871-1884) y sus iuti·oducciones a la
rísticos integrales, de ios que se concretaron a la tar~a. llistoria del Paragua.y escrita por el padre Lozano (1874)
de la. monografía hist6rica, por lo regular simplistamente y a la similar del padre Guevara (1882) 106• Estas dos
entendida m. El mismo afán datístico, que acumul6 p¡r- un libro. Caai podrfo. decirse que 1emejante d111ignación, para
ellos, fné . equiyalente a la de estudio anmario, en cuanto al con-
100 Angel Justini11110 Carranza nació en Buenos Airee el 5 de tenido, 1 o. la de folleto, en cuuto a la p1111entaci6n tipogri.ficL
aepti.embre d.a 1834 y falleció en la ciudad de Ro11rio el 11 de A peaar de esto, 101 llamo monografiataa, no por lo que hicieron
~ayo de 18119. F116 abogado, funcionario y profeaor, 1 mereció en realidad, 1ino por lo que elloe entendían que reali&aban.
numerosoa títulos ·houorlficos en el utranjero. 183 Nació en Monterideo el 10 de noviembre de 1817, 1 det·
ltl La edición fuá diapueeta por deCTeto del Poder EjecutiYo pub de actuar en au palt 1 en el lhuil1 1 de alguD.&1 e1tada1 tem·
de fecha H. de marr.o de 1914, deatinindose 23.000 pesOll a los porariu prniu en Bnenoa Airea, raclicóae definitinmente aquí,
gaatoe. Comprende cua.tro yolúmenea, aparecidos entre 1914 1 hacia 1875, dedic!ndoae a las pe1quiaaa eruditu 1 produciendo
1916. El 1e!or Joa6 Ju4n Biedma ordenó 101 ori¡inalea 1 les abnndantee trabajos. Falleció en nneetra capital el 22 de 111p-
agregó numerosas notas 1 documentos que acrecent11ron, mucbí· tiembre de 1891. (El Inatituto histórico 1 geogri.fico del Uru·
1imo, el valor de la obra. guay tiene iniciada la publico.ción de loa Eaorito1 1electo1 del
191 La etimología. de la voz (¡.i.6voc; TPCÍipcu) denuncia bien Dr. D. .4fltlrl1 .Lomaa, cuyo tomo I, -:W:onteri.deo, 1982.- ha
claramente cuil debe ser el carider de una monogrl\fi&. Moder· prologado don Pablo Blanco Acevedo.)
namente se tiene por tal todo estudio eu el que 111 agote un tema 1&-1 Nació en Buenoe Airea el 6 de mayo de 1800 1 falleció
circunscrito. .Antaflo, en cambio, nuestros monografiatu no Re en la mi1JD.a ciudad el 26 de febrero de 1878.
cuidaron de cumplir con tal requisito, pero no se hicieron 'rio· lH L&I do1 hiltoriu jesuítica.e aludidu forman parte de la
leneia para llamar monografía a culilquier trabajo que no funa Biblioteca del Rlo de la Plata: ( Coleooi6n de obru, doC'llo1Mflto1
- 12!? - - 123 -

últimas, sobre todo, nos lo denuncian Yersado y erudito mayor parte de sus nume1·osisimas monografías responden
eu detalles a loa que la mayoría de los historiógrafos de a esa dirección de su espíritu. En 1868, cuando nuestros
su época solían prestar un escaso interés. El fuerte de historiógrafos casi no concebían més historia que la del
Lamas era la bibliografía. Puede afirmarse, sin temor fenómeno político, Gutiérrez daba a luz sus Notfoias Ais-
t6ricas sobre el t>rtgt'JI. y desa.rrollo de la ensefianza supe- .,
a yerro, que fueron sus citas bibliográficas las que fami-
liarizaron a muchos cou un herramentaje erudito que .
1.
·'
rior en Bueno~ .Aire1 199, que abar~aba "desde la extin-
ción de la Compañía de Jesús en el año 1767, hasta poco ·
era aquí desconocido para los más. Y en ello, tal n~.
resida la verdadera importancia de su contribución a la después de fundada la Unh•ersidad en 1821 ". Este volu-
historiografía de esta parte del mundo 196• 1 minoso libro, que no es en realidad sino una reuni6n de
De pareja tendencia a la de Lamas, según ya dije, y buenas monografías, tipifica la producción de Gutiérrez.
monografista erudito como él, fué el doctor don Juau · Jnl fué eso: un recopilador de datos orgánicos destinados
M:aría Gutiérrez 107• Su producci6n es mía copiosa y más a revelar el proceso de nuestra cultura intelectual desde
variada que la de Lamas, pero sin que la mayor canti- su origen prerrevolucionario hasta el momento en que se
dad afecte en nada a la intensidad de ella 118• Culth·ó definió, aut6ctonamente, la mentalidad argentina. A la
con éxito igual: la biografía, la qítica bibliográfica, la in- postre, Gutiérrez viene a ser una especie de precursor
formaci6n erudita, la nota histórica y la justipreciación de nuestros historiadores de las ideas. En la .Advertencia
de las fuentes de informaci6n que se utilizaban en el con que se abre su libro Noticias liist6ricas, él mismo es-
enmen del pasado. Su Estudio aobre la .Argenfma, de cribió estas palabras: "Creemos qµe el conocimiento in-
del Barco Centenera("Revista del Río de la Plata", ts. VI, '' timo de nuesirá sociedad no puede adquirirse ·de una
VIII y XII), así como el que destinara a Nuestro prime1· " manera completa sin el estudio de las materias, de los
historiador, el alemán Schmidl ("Revista del Río de la " doctrinas y de los métodos en que se educaban aquellos
Plata", t . VI), son excelentes documentaciones de su do- " que, como sacerdotes o magistrados se apoderaban de
minio en la erudición historiográfica fundamental. Sin '' las riendas morales del gobierno en la parte que a cada
embargo, su '\"erdadera obra la realizó teniendo como ob- " uno cabía. Sólo con este coi;iocimiento podrán expli-
jetivo el estudio de la historia de nuestra cultura. La •' carse las anomalías que en nrios aspectos presenta la
" marcha de nuestra reYoluci6n hacia el cambio social
f AOfioiCll it1ldita1 O poco COAOMGa JlOrG Hf'tlif' IS [is hutoñn
f""'6, poHtieis y literaria 1M Bio e?. 1a PJistis) que pu'blicaba
" que ella prometía". Estas manifestaciones, como se
Lamoa. echará de ver, lo revelan un espíritu bien dirigido hacia
196 Buta hojear cualquitr traba.jo monogrUico de La.mu
-11 introducción a. la Hiltoria de Lo&a110, por ejemplo--, para el concepto integral de lo hist6rico.
caer en cuenta de que 1u autor po1eía U11 dominio mu;r a.pre- La monografía que Lamas y Gutiérrez entendieran
ciable de la. bibliogratla. 11ta6edera. 111 tem11 abordado.
un; V6ue pA¡. 119. ltl Dice Guti~rrez, tratando de justificar l:i. publicación de au
lDS Detalla de ella ae hallar6n en el libro de Antonio Zinny: libro, qae ba creído que iaa M1'°'41 1obre el on1n y d11tri11ol-
Jw.w. Marlis GtftUrrH: au tlidG y n•
11Critoa (Buenoa Airea, 11t111Mlftto di roa 11tu4'o.r bisjo loa OUlfJÍfMI d~i E1tailD, podrlisll
1878), que ts un inventario de hechos, una. nómina de traba.joe
7 una npecie de coronn fúnebre del erudito argentino.
a,,.,,W o f'"'' poco ist111tdido.i ho.rto oqv( por mui1troa hiltolria.-
dor11. (" Notiei11s biat6ricu, etc.", .ddvert111oia.)
-12-1- -123 -

como labor honda y particularizada, tuvo, fuera de ellos, Establecí, eu sn oportunidad, que los monografistas
otros cultores de desigual significado. El más destacable eran, dentro de los lm1.rfstico1, tma superaci6n de los
de entre ellos es José Antonio Pillado, autor del libro simples datistas, y he indicado ya la significaci6n que
Buenos Aires col.onial, aparecido en 1910 :oo. Le siguen los mAs culminantes tienen en la historia de uue.'ltra
otrOEI muchos :o1, destacándose, entre todos, el doctor Ma- historiograña. No quiero terminar, empero, lo que a
nuel F. )!antilla, autor ele Páginas hmó1·icas (Buenos ellos se refiere, sin fijar las líneas céntricas que esa ten·
..Aires, 1890), que es una reunión de pequeñas monogra- dencia ha tenido en las últimas etapaá que la separan
fías, de un libro: Pre1nios militaru de Za República .Ar- del momento presente. Puede afirmarse, a este respecto,
gentina (Buenos .Airea, 1892), y ele varios otros trabajos que así como el éxito de las publicaciones a que se de·
de m~nor impol'tancia aparecidos eu el periódico Las Ca- dicaban las revistas del tipo de la de "Buenos Aires'',
denas, en 1888. acrecentó la producción ele todos los Jicurlsticoa, las reYe·
zoo Se tro.ta de una. reunión de estudios sobre la. Recova., el laciones del ·Archivo de Indias generó igual fen6meno
Pil).uete de Srm lllnrtín, ete., todos 101 cualet pertjmeeen al tipo en cuanto se relaciona particularmente con los monogra-
de monograf!a. a. que Qludí onteH. Pilla.do fué un papelista de
mHodo aenro, muy ca.p:u: de haber producido una obra historio· fistas. El libro de Madero (Historia del puerto de B1UJ·
grifiea 1uperior, en mucho, a lo. que. dejó realir.ado.. nos .Aires, 1892) es el punto de partida, y el orientador en
La producción de Pillo.do es copioso. y 18 difundió, prin·
cipalmente, desde li\ "Revista nacional". Pillado era uruguayo, cuanto se refiere a la elección de temas monográficos.
ele abolengo patricio, y poaei4 uno. positiva vocación erudita. Na.· Según se puede advertir, casi todas las monografías de
dó en Montevi<leo el 7 de septiembre de 1845 y falleció en Bue·
noi Aires el 28 de diciembre de 1914. alguna importanCia, de cuarenta años acá, ,·ersan sobre
:01 La naturaleza. de la producción aquf aludida, no autorisa, hechos de la historia primitiva de la conquista. Ello se
como se comprenderú, uno. mención pArticulariza.da de toda ella. debe a que la de,·elaci6n del contenido del gran archivo
Par4ceme, sin embargo, quo no habrio. justicia en silenciar el
nombre de don Gregorio P6re1 Gomar, que, despuér. de una pro· que funciona en Sevilla, eYidenci6 lo poco bien enterados
vecbosa esb.da en Europa, publicó en 1880 un& apreciable mono· que estábamos de los detalles de esa época, y, natural·
gra.fio. sobre Veapuce (..ltfMrlco J'eaptUlio, Bueuos .Airea, 1880).~
Aunque no ae trata, propio.mente, de un historiógrafo profealo.. mente, a que intensific6 el anhelo por lo novedoso que,
nal su u1enci6n es necesari& en virtud de que aquell& monogra· poco más o menos, a todos uos trabaja :io2• De Madero,
fío.' reveló ha.et.o. dónde había. fructifico.do la semilla de l a critic&
hi•tóric&, por lo. que tanto bregaban loa arquetipos que 7& nos cuya significación trasciende el límite de lo monográ-
son coaoeidos. Si bien las conclusiones a que Pérez Gomar o.rri·
bara -entre ellas la de que l& única co.rta de Veapuce digna d.e au trab&jo reveló en lo que afecta al m4todo de 14. disciplina a la
ff!, era la diri¡id& o. Lorenzo de Yedici, que ae halla ea Ja. B1· que perteneee.
blioteca Ricardiana, de Florencia- no aerm hoy aceptadas por 202 Después de la mención que ya hice del libro de Madero, no
l& critica, 11.0 se puede negar que ello no innlida lo. bondad de su eerf& justo olvidar el liecho de que fué un datiata ocuional, don
monografla. (Par& cercioraree de lo inaceptable do lo. teaia de Adolfo Lamarque, el primero que, en 1887, con una noticia con·
P4rez Gomar, v4ase el capítulo IV, parte primera del libro de creta. y novedosa, provocó la atrAcción hacia 101 temas de la
H. Vignaud, .dmeric Yespuce, Paria, 1917). Conviene no cerr&r conquista. En lo. "Reruta Naeioual" (t. IV, pA¡. 164), La·
esta not& 1in dejar conaipado que Pérez Gom11r no er4 argen· marque probó que :Mendosa no hnbia fundado la ciudad de Bue-
tino -nació en Montevideo en 1830- pero vivió muy intima· nos Airea eu 1535, sino un año deapu4s, y tr&tó de demoetrar
mente vinculado a la producción hiatórica de nuestro pa1A; Y 'lue se p&deci& error al atribuir el origen de la deaignactón de
&11nque el tema por él abordado no nos incumba sino por raz6A Bio de IG Pla.tG o. loa sucesos do la emprea.~ de Ca.boto (" LG ie.
evidentemente tangencial, ae le debe tener en cuenta por lo que yetld4 GrgMtino'', "Revista Nacional", t. V, pf.g. 335).
- 127 -
-126 -
Según es cosa patente, este tipo especial ele monografía
fico hasta tipificar "\lll momento clásico de nuestra histo-
no ha cerrado aún su ciclo entre nosotros, y no ha de
riografía, parten tres corrientes distintas: a) la de los
cerrarlo en mucho tiempo todavía. Orientada ahora en el
que reconstruyen el pasado glosando documentos, con es-
sentido que le ha impreso la ntteva. escuela histórica, a
caso ejercicio de la. crítica, que ha caracterizado la labor
ella está reservada la re1\lizaci6n de lo más básico que
de don Enrique Peña 203, del doctor Ra.m6n J. Cárcano 2 °' tiene en su programa la reYisi6n de todo nuestro pasa.do.
y del señor Jaimes Freyre ~05, para citar a los más res-
Por el camino de la. monografia. llegaremos, indudable-
petables; b) la de los que, con un sentido hondo y or-
mente, a. la historia. general, seria. e integral, de que aún
denador, esclarecen episodios y periodos completos, po-
carecemos. Este es, después ele toclo, un verdadero postu-
niendo a contribución de lo inédito todo loi édito apro-
lado en la hora presente.
vechable, según el tipo ele producción del padre La-
rrouy :?Oa, de Paul Groussac y de la nueu<Jl eBcuela¡ y cr
Un lógico fruto ele todo ese movimiento, casi convulsi-
la de los qne, sin reducirse a la simple glosa de docu-
mentos, no llenan, sin embargo, todas las exigencias fun- vo, del acarreo de materiales, de las composiciones mo-
damentales del método histórico, como fué la manera del nogrificas y todas las cosas de parecido jaez, de que
padre Pablo Cabrera !!OT, o de ~muel A. Lafone Que- acabo de ocuparme, fué ~a edición de los papeles de los
vedo 208• mlmorialistas y de las piezas que integraban los conjun-
tos reunidos por los coleccionadores de manuscritos. Del
:J03 Autor de monogra!lo.a 111uy apreciables, como Doll J oci"'º contenido y significación de ambas manifeataciones me
de Láril. Tvrlluleticúil d11 .111 gobimao "" el Bfo de la Plata ocupo en la Segunda parle, en el capítulo IV. Aqui sólo
(1648-1653), Buenos Airee, 1911; Fmftciaoo de ClqeiU1, Bueno•
Airea, 1916, y de otros trabajo1 no inferiores & &tos. corresponde que señale su significado, pues detenerme en
.2M Aludo aquí a 1u1 EnudW1 d11 11\noria argll!lti!la: Hema"do
d11 1Anllo y Go11.rado de .d'brego ("La Biblioteca", t. V, P'I· los detalles que les conciernen podría provocar un des-
360) ¡ Gollmiacicm dtl Tucvflwill, (Id., t. VII, pip. 63, 1!09, 392 concierto en el lector, con grave riesgo de que perdiera
y t. VIII, pig. 139). En eu labor poeterior: D11 C01ercn al 11
de ~ti•mllro (Busos Aires, 1918) o en au HVtorúl de 101 la exacta v~sión del proceso que trato de presentarle.
medial de C01111"'tcoci61l (Buenoe Airea, 1893), hizo crónica 1 no Las memorias y las colecciones documentales a que me
eoneeponde a eate capitulo 'IU apreeiación.
2oa Hilloricl del /Uao"1>ritll"1lto ~ Tvc.flwin (Bueno1 Airet1, refiero, pesa.ron, sin duda, en las enmiendas que a. los
1918). El T1IOIHlldn del aiglo ZYI (Buenoe Aires, 1914.).
orig"'º'
2oé Loa di BUll!lO• .dir111 (" Re'f'iata de la Uninnidad
juicios históricos se introdujeron a la sazón, pero, sim-
de Buenoe·Airee", t. III, P'I· •29); La f~ ~ B~
..1.irn (id., t. IV, pig. 138) ; B11C. Galdi. y el itfrGfM!lto de Cor- El 811baatiá" Caboto do Henry Harriu, Buenos Airea, 1898
,.. CllriaH (id., t. II, pig. 18). (tirada aparte del "Boletin del Instituto GeogrUico .Atgenti·
1111 .!MOro 11\rt6rioo 1o'br• la ~ di C6rtloba1 1980 (ti- :ru)", t. XIX), etc.
rada aparte de la "Revilta de la Universidad de Córdoba", (El doctor Lafone Quevedo nació en Montevideo el 28 de
alo vtt, N• 2); C6rdoba de la Nvno .dlldal1'C(a1 Córdoba, febrero de 1835 1 falleció en La Plata el 18 de julio de 1920.
11111, etc. Aunque eu producción es preferentemente lingii1stiea y arqueo-
.SOi .11 Boreo !I SCfl'liago del Enero, Buenoa Airea, 1898 ftira- lógica, en ella figuran muchas monograflae hiltóricaa. La nó·
a. aparte del "'Bole\tn del Inatituto Geo¡rUieo Argntinol•, t. ¡ 111in& de sus trabajos ee hallarfr. en el tomo XXV p¡¡inas XVII
XU::, euds. 1 a 12) ; JflMI. Día.ri d4 Bol"• Bueno1 Airea 1903 1 1iguientes de la "Revista del Muaeo de La Plata").
(Un.da aparte de la reriata "Ri1tori& ", t. I, P'I· 57 1' lig.). l
- 128 -

. f ormati'''OS "ºº
plemente, jugando el papel de e1ementos lll - •
1 -1211 -

z6 en la Rist01·ia. de loa aoberna<lorcs d<! las provmcias


Y lo eran ambos, eu verdad, _desde que las memorias, argenti?aa-s (Buenos Aires, 1879-1882). En realidad, Zin·
a la postre, resultaban tan documentos individuales co· ny, como el deán Fúnes, apoy6 sus construcciones en lo
mo los oficios, las cartas y las clemás piezas congéneres. que eicribieron los narradores qne la Compañía de Je.
No puede negarse que sirvieron de apoyo, en especial, a sús tuYo entre nosotros, .r de los cuales ine he ocupado
los monografistas, y sería falta de cordura desconoc~r en el capitulo II de esta Pr,mera. p<.wte, pero repudio
que, ele uno u otro modo, prepararon la labor de la h1s· un pareamiento estrecho con el clérigo cordobés. No
toriografía erudita mayor, de que deberé ocuparme en hay duda que su trabajo. como el de Fúnes, se caracte·
el capítulo siguiente. Cuando menos, por eso, cnadraba riza por la tendencia hacia la crónica escueta, sin mayor
aquí su rccordaci6n. 1 o sin ninguna depuraci6n crítica, y el empeño de agru·
Acomoda, también, que rememore, por '·íá de comple- par los hechos en derrellor de los gobernantes y por
mento y hasta para mejor penetrar en Io que habrá de secciones regionales, no haciendo intervenir a otro factor
seguir después, que una etapa bien perfilada de la era que al político, en sn faz de fenómeno ndministrath·o.
inicial de la historiografía hondamente erudita, -aque- El trabajo lo i·ealiza Fúues glosando preferentemente a
lla que no desdeñaba la visión.integral de un largo pe· Lozano, Y' Zinn;>~ haciendo lo propio con el cronista je-
ríodo histórico y que, a diferencia de la tipica de los sultico, con los colegas de éste y con el mismo deán.
monografistas, se resolvía a abordar historias propiamen- Semejante moclo de historiografía, genuinamente narra-
te tales--: naci6 como consec\tencia de la difusi6n de tivo, ha tenido su prolongaci611 en los cronistas regiona-
esos materiales a que acabo de referirme. Dos histori6· les. Casi todos ellos, sin embargo, aunque se manejaron
grafos la representan con carácter de arq~etipos: Anto· con método más o menos idéntico, se han diferenciado
nio Zinny 210 y Luis L. Domiguez. El primero, es, más de Fúnes y ele Zinny en que, por lo menos a ratos, be-
que nada, un glosador de la cr6nica jesuitica -~z~o, bieron sus informaciones en fuentes diveraaa, general-
Guevara Charlevoix- y un investigador en papel im· mente inéditas. Y Fúnes y Zinny, espor,dicamente, re-
preso: cÍiarios, en particular. Su obra vertebral la reali· currieron al archivo. No puede desconocerse, a pesar del
par~lelismo establecido, que Zinny aventaja al deúi, no
2011 No hn¡o excepción cou ninguna, ~cluyendo por lo tu.to
en el uúcleo a. la ilnp.Jrtaut!.aima CoZ1cai6ft. de CULOS CALVO, s6lo en el mayor trabajo heurístico con que hace prece·
iniciada en 1869 y de 1:r. que, oportuuameute, informaré lo nde· der sus con1truccione1, sino, también, en la más armó-
~uado. B Ai
210 Zi.nny nació eu Gibraltar en 1821 y llegó a ueno1 re1 nica composición de la obra. Basta recorrer el libro fun·
hacia 18-l2. Deade esa fecl¡n viri6 con&a¡r:ido a lu tnreu do· damental de Zinny para comprobar el aserto. Esta di·
ccnte1 y al e1tudio de nueatro pnaado.
Un trabajo realmente eerlo en que ha 1ido eatudiada la labor ferencia bonificadora, empero, 110 logra que Zinny se
de Zinny 89 ~l En1ayo bio·bibl"1gr6fioo, que firma don NilCISO
BmATA..'1 y que ha editado la Facultad de Filosofía Y Letru, (pu· aleje mucho del tipo del cronista que investiga en lo
blicaclonee de la aección de Hiatorin., N• 101 Buenos Airea, 1921) • 6dito, que es, en definitiva, la calificación que más ca·
Allí podrf. ballnrae, con minucia de deta11e11 una comprobación
de lo que afirmo.
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- 131 -
bahneute le cuatlr11 :?Jo •. Toda su obra historiográfica,
empero, que empalma con la crónica fácil, al tipo clá- la cromca jesuítica, que Zinny sistematizara y comple-
sico, 110 carece de significac:i6n. Es innegable que cual- tara, con método más o menos semejante a los del mo-
.quiera que sea el juicio que Zinny merezca hoy, frente delo, no se ha cons~rvado en su forma prístina, pues si
bien es cierto, como está dicho, que su prolongación se
a las exigencias de la erudición al modo germánico, no
puede dejar de reconocerse que su trabajo, por la pre- advierte en las crónicas regionales, no lo es menos que
en ellas se notan muchas bonificaciones -la de w1a
sentación sistematizada de los materiales y por la visión
i11teg1·al del cuadro, facilitó la preparación de muchas mayor crítica de los testimonios, por ejempl~ que se
historias regionales que ,·iuieron tras él 211 • La glosa ele ofrece como el resultado de los progresos alcanzados por
el método histórico entre nosotros.
:110 • Unn tipiticacicin de ese modo ele ~rnbnjo •u.yo la ofrere Luis L. Domínguez 212, que es quien más netamente
el libro Bibliograf(a 11iMt6ric11 de laa Pro1m1cl111 li'tltdal dal Ria
1le 111 Plata deade el 11iio li80 11aala el de 1861. (Buenoe Aires t.ipifica la historiografía que hace erudición aprovechan-
1873). En 'esta. obra, nde01:í1 de dar noticias de los impreso• do, cliscriminativamente, los materiales impresos, y quien,
cuyo ln\'l'ntario rcaliaa, inserta notu y huta documentos que uo
eran conocidos e11 au tie1npo, y que <lupuéa Jo fueron por 1111 por esta misma causa, mejora el procedimiento simplis-
voblicnci6n. El ejemplo concluyent1: ee ofrece en lne pAg1. 2~ Y ta ele Zinny, debutó con una Historia a1·gentma (Buenos
¡ioateriort1 donde incorpora a cier!o e1111nciado, al parecer a3eno
al naunto,' documentos. relativos a ln. ocupa~ión iuglesa ~e 1808, Aires, 1861-1862) que ha circulado con profusión m. La
que procedlnu del ca11 ignorado archivo cap1tular de LuJln. ?úu- labor fµndamental ele Domínguez es de heurística bi-
cbieimu proclnmaa1 uimiamo, de interéa cierto par11 el conocl·
miento acabado 1le algunos 1uceaos, ee ho.n perpetuado, tnmbiin, bliográfica, pues si bien apronch6 algunos documentos
por fa incorporación que Zinn7 hbo de elloa en au Bibliografla inéditos ~specialmente las memorias de los virreyea-
o en aus Efe11111ti.(k)gtaffo1, nombre con que de1lgn6 a las re¡eatas
que 1ormaro. con el contenido de 101 diar~oa de .1810 en adP.· su eje central estuvo en los materiales impresos. Fué en-
!ante. Zinn7, en realidad, como algtn erudito clfla1co - Varron tonces cuando, por primera yez entre nosotros, se. trató
entre loa latinoa- acumuló materialea, y como algún. otro hla·
toriador de lna postrimerlaa del caplendor romano -Am.iano lib.~· de conocer a fondo lo ..que había sido la época colonial,
eelino, por ejemplo- no perdió oportuuidad de exhibir las m1· reflejada en los libros coetáneos a ella, en los que la
nuciaa que conoda, acomodara. o no al caso la. oportunidad que
ele¡ia p11ra hacerlo. expusieron sobre base erudita, y en los que editaron pa-
211 En realida1l Zi1111y tuvo anteceaorea, fuera <le! deún, no peles reveladores de su proceso. Domínguez, para lograr
sólo en la tendencia de rBCurrir a lo. fuente je1ultica en ·hu~ca
de datos, sino, tambih, . en la forma de compon.er 1!1 crónica su objetivo, a¡lrovech6 en sus exposiciones los materia-
regional. UuANo laJONDO (.4.pv.nt11 .para la 1111tona d11 ~a
provi11ci11 d11 8a11ta F 11 1871) ea un e3emplo. Ello, sin emba.rgo, que girar en torno al breve dato. Una visión del conjunto, d•
nadie balta la aparicÍ6n de la obra de Zinn7, habla hecho lo cada provincia. y de toclu a la -rez, a la poatre, no fd ni li·
que fl hizo. ZOllUGUUTA (.4.pu7'te1 hi1t6rico1 de 111 pro1:i11cia d11 quiera intentada antes de Zinny. Muchoa croniataa regionales,
Saltn, 1866), eólo tellÚI publieado1 documentos; .o\.LIOlll (.4.!'U· poiteriores a El, aproveeharon, por eso, sus grandes lfneu, cuan·
giitdadu corre11ti11a1, 1887) ae había concretado a apuntauuen· do menos parn organizar los materialee o dirigir las b~1quedaa.
tos no del todo or¡bicoa; C:tDILLO (J1'ju1J, ~877) hnbla · tra· Y Nte no e&, sin duda, un pequeño mérito.
tado, mA1 que nada, de exhibl~ papelea . in6d.1to1; 1 HuD.so~ 212 DowJNOtJU nació en Buenos Airea el 15 de marzo ele 1810.
(.4.pntta cr011016gico1 para 1er11•r a la hutona dt1 lo anttg11a FuE, ademAe de historiador, poeta, miniatro del Ejecutivo nacio-
~ovi11cia deº""°• 1832) apenas ai habla podido lo¡rar, enton· nal y diplom6tlco. Falleció en Londres el 20 de julio de 1898.
2ls En 1870 apareei6 la cuarta edición, en la. que la obra
ea, la. nquematiaaci6n de au obra. futura. L~s. otros que do
uuntos ttgionalee ae ocupaban a la aar.6n 1 110 b1C1eron otra. cosa. ee presentó muy mejorada.. Las ediciones anteriores fueron: l•,
1881; 2•, 1862 (económica) .,. a•, 1868.
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les de Antúuez y Acevedo 216, Veitía Linaje 21", Nava- juiciosamente, aludiendo al Código citado: "Para juz.
rrete 2111, W. Irving :m, Humboldt eis, Trellea :no, de An- '' gar con acierto del sistema, es menester no perder de
gelís 220 y :los de todos los colaborac1ores de las revis- '' vista la situación política y social eu que se en con-
tas históricas de la época :m. No lo guió en la tarea otrn '' traba la metrópoli cuando fueron dictadas la.<i leyes
finalidad que la de reconstruir, serenamente y sin pre- " que lo componen. La Europa sufría en el siglo XVI
juicios, todo nuestro pasado :m. Por eso, rebelándose con- " una transformación radical."
tra el criterio entonces reinante, y que Estrada, según Lógico resultó, pues, que con este criterio realmente
luego '·eremos, sintetizara en la expresión de que la his- adecuado, Domínguez lograra coronar con éxito las in-
toria colonial era un estudie ingrato y estéril, Domínguez cursiones a la historia europea, en cuyo intento había
escribió en la página 96 de su Historia (edic. de 1870) : ele fracasar, luego, Vicente Ficlel López 323. Aunque en
" La colonización de países remotos era un hecho nue- algún momento Dominguez pagó tttmbién su tributo a la
'' vo en el mundo moderno. Las leyes dé Castilla eran hispanofobia ambiente, realizó, 110 ob8tante, su tarea sin
u insuficientes para gobernar colonias distantes y pue- propósito preconcebido, tratando de exponer sinceramen-
11 blos conquistados; el sistema que debía regirlos tenía te lo que a sus ojos había revelado la investigación eru-
" que ir creándose a medM:la que el hecho mismo se dita. Y con ello marcó ya un gran progreso 2u.
" realizaba. Todo tenía que ser enteramente original, y
!l.:lll En la. púgina. 147, hablando de Lucio Vicente Lópes que-
" efectivamente lo es el Código de Indias." Y agregó rl~r6. establecido que fu6 61 quien, antes que nadie, trató cÍe e:i:-
phcar c~n el suceso europeo el fenómeno americano, '1 la cir-
21' CoflWlrcio de lo• eqaiW>les cim BN oolonür1. (Madrid, eunstanc¡a ole haber realia&do e10 en 1878 caai una d6cada du-
1797). • pu6e . de lo~ trabajos de Dombl¡ues, p&r~eda. innlidar la ue-
21G El N<W11 de la C011tralaci6", Sevilla, 1672. ve!aci;ón .. 81n. embargo, no es uI. Lópes ·buae6, dentro de an
2u1 Colecoi6ft. de loa vioi11 11 deacubrimientoa q1&1 hici1l'011 poi' .i~teno hiatonogr~~co, la vinculación de laa aeriea históricas ame-
mar loa espdolH. (1825-37). ri~as con laa '!IDllnres europeas, preacindencia hecha de su pa·
2i1 HistoriG de la vida 11 Wiju de Cri.n6bal Cgl6n (1828-30). rarelilnno eincrómco. Dominguez, en ca111bio, procuró eetablecer
:ns Histoire de la glograp"llie dv Nov.11eav. Chtiftmt, París, loe nexos de. lo ~e aq~ con lo de. all6., sin propónto :tiloeófico
1836-9 y Jroyag'8 nuz rlgio"AB lquiM:Aalea, etc., Paris, 1807·17. '1 con la '6.nica intención de dar concepto de 6poca '1 upllcar
211) "Revista del Archivo" (1869), R1g~h·o uta<Uatico, lle· la- razón. de 1er de muchos fenómenos tenido1 por teratológic01
.moria aobre 1"1~it•• e1i.tre la 1Up"1Jlica .J.rglfltifta y el Paraguay Y. exclunvoa de la decadencia y del atruo eepafiol. AeI, por
(1867). e3emplo, mientra.a López (pAga. 150 a 157) se empefi& en de-
zio Colecci611 de obraa y dooa.t11ento1 relatwoa a la h'8toria moetrar que el rfgimen comercial implantado por Eepa!a tu6
· · antig114 y model'!I~ de lcu pro11(!l0iaa del Rfo de la Plata, Bue- el reanltado pnuin~ de sus errores económicoe, Douúngues {pAg.
nos Aires, 1836. 133, .edic. de 1870~ establece q~e el eaplritu de eee r6¡imen es
!1.21 E1pecialmente "La Revista de Bueno1 Airee". el nuemo que palpita en la legillación' ingleaa eepecialmente l'D
2:12 ºEl pl11n de Domfuguez tu6 amplio. Se propuso llevar a 1" dlebre acta de navegación dictada eu. la tpoca de Cromwell
Urmino una revisión total de nuestro pasado. Deapuú de la en 1651, '1 en la de Carlos IJ¡ en 1660. De la aaerción de Do-
publicación de su Hi.noria ..trgrntina, se consagró a la ta.rea mingues! pues, se de1prende que el error no fu6 de Eep&iia lino
de una nueva obra: Hidoria de laa prO'llifto'°8 arg•ntiftaa, a la de los tiempos.
• ~
4
que, como a trabajo terminado, alude en au monografi& sobre DomI~guez tuvo algunas fallas eruditas, explica.bla en un
Juan DSa1 de BolC, ("Reriata de la Biblioteca Pública", tomo mici&dor. Mitre, en carta a don Juan MnrI& GutWrrea de .techll
II, pAg. 5, año 1880). Domingue:i: consideraba su nuevo libro 3 de marzo de. 1~68, advierte ~ue en la. utilización de Ázan, Do-
mis extenso 7 más meditado que el anterior. Sin embargo, nuu- ~res ~o d11tinguió la.a sertas diferencia. que babia entre la
ea lo dió a lus, que se sepa al meuos. edición pnftcep1, 1 la de su versión espniiola de loa Yoyagea. {V6a-
-134 - - 135 -

El continuador ele Domínguez fué Clemente L. Fre- tal y critica lo que mayormente reveló fné su profundo
geiro que publicó un: Oom.pencUo de h1$toria argo·nfl'.·tia, dominio ele la bibliografía hi!ltórica americana y el ade-
(Buenos Aires, 1876, primera edición y 1881 segunda edi- cuado criterio para juzgar los datos que proceden di-
ción notablemente mejorada), y Juan Díaz de Solís 1J el rectamente de la investigación.
descubriinie11to del no de la Plata, (Bueuós Aires, Sobre todo en la segunda época de su labor, Fregeiro
1879) :?2 •. Fregeiro, que aunque uruguayo de naciínjento superó y mejoró en mucho a Domínguez, más <fte por
vivió siempre en el ritmo argentino, exhibió en esos dos nada por el acertado empleo de la crítica aplicaaa a la
trabajoa su similitud con Domínguez 220 , acrecentada más utilización del material erudito.
tarde, en 1886, en sus L6ccio-nes de Mstoria a.rge11ti11a y en En un momento en que la copiosa erudición sobre
1893 en su Historia documental y crítica., brillante correc- elementos inéditos extraídos de lo.'! archivos españoles,
ción a la Hi;,toria. del vuerto do Bueno.! A1'.res que escribie- que acababa de eJ:hibir Madero, tenía como maravillados
ra l\:Iadero. El resumen histórico que Fregeiro publicó en y absortos a los lectores ele este género de producción
el Censo de 1895 (t. I, pág. 603 y siguientes), es inferior intelectual, Fregeiro pronunció la más adecuada pala-
a sus trabajos anteriores, y sus Leccüme1 de h-i~to1·U1. a.r- bra de cordura. Ella puede concretarse a esto: los do-
genti11a. recién mentadas, la mejor prolongación de la cumentos solos no develan la verdad. Ellos de'ben ser
tendencia de Domínguez 221 : La labor fundamental de S>meticlos a la depuración de la crítica, en la seguri-
Fregeiro, en asuntos colonia.lea, es, sin eluda, su folleto: dad de que sin ésta no hay historia posible 280 • Tal pos-
Historia docmnental y crítica :r.s, y en materia de asun- tulado, como se echará de ver, señalaba una nueva di-
tos post-revolucionarios, su.s trabajos sobre Monteagu- rectiva a los estudios históricos' y era novedosa en nues-
do (1880), San Martín (1884), Vieytes (1893) y la ba- tro medio. En cuanto al profundo dominio de la biblio-
talla de Ituzaingó (1919) n, En la Historia docmnen- grafía americanista que Fregeiro reveló en su crítica
a Madero, debo sefü!.lar que vino a constituir, en defi-
se: Oorreqond1111cio littro.ria, 11út6ricn y poUtioo., t. II, pi\g, 170,
Buenos Aires, 1912). nitiva, la característica de la escuela erudita en su pri-
2:11 Jost To1nB10 MEDIN• (luan Dfns tk Soll1, t. II, pi\g. mera etapa. De la segunda me ocuparé en el capítulo
223) di~e que este trnbnjo del cloctor Fregeiro et, sin dudn,
el m1b completo que se bayn publicado ·hostn ahora (1897). siguiente.
220 FU:Glllllo naci6 en Mercedes (Soriano), en aeptiembre de Antes de hacerlo corresponde recordar que durante
1853 1 lnlleci6 en Buenos Aires el 22 de marso de 1923.
221 Lu obras didi\cticae de FuOICJao, en materia hiet6rica, ion este largo período, tal como aconteciera en el inmedia-
dc.1: el C0111p11ndio ( 1876) 1 la1 Lecaicme•. Ambaa han o.lcu.· tamente anterior, la producción extranjera hizo su apor-
ndo din eclieionee.
2~8 8e public6 en la "Revista. del Muaeo de La Plot:i '', o.llo te al mejor conocimiento del pasado, o contribuyó a di-
1893, tomo V, pAge. 3 a 92. (Rar tirnda aparte).
m Fuozno el to.1nbién autor de un tro.bajo 1obre laa int"a· 11140. En su lecho de agonia. confió al doctor Ricardo Levone
üone1 iD.gleaas, publicado en la ''Revista de derecho, hi!ltoria y el encargo de ordenar y clar a. luz ambas prodnccionea.
Jetrae" (1898), y de un intereaaute eatuclio 10bre La primMa 210 Fazoi:ni.o definió asi &u modo de penear: ''Cuando diito
ooue\t11ci6ft argnfifta, apareeido en Lo Biblioteca, de Gaouaa•c, crlticn -eeerlbi6-, me refiero al poder ordenador de la mente.
tomo I. Al morir, en 1923, clej6 inéditos dos trabajoa: uno sobre no a Ja nimia minucioaidad que parece agracle.r tanto al aeiior M:i·
Artigas y otro aobre la. historia rloplntense en el periodo 1516· dero .•. " (HUforia docum~tal y critica, tiro.da aparte, pAgiaa 9).
- 136 - - 137 -
¡
fundirlo en loa paises del habla a que pertenecía el au- .l Confed.M-ación A.rgentma, 1512-1810, (Madrid, 1863) ; y,
tor 231 • Naturalruente, no todas tuvieron un significado por último, el de Paolo lt!autegazza, Rfo de la Plata, etc.
igual. Las hubo insignificantes y las hubo, asimismo, (Milán, 1867), que aunque vale más como libro de un
apreciables, al grado, algunas, de merecer un señalamien- viajero inteligente y docto zia, interesa, en los capítulos
to particular. Entre estas ·últimas sobresale la obra de que consagra a Rosas (XXI y XXII), porque pone de
:Martín de Moussy: Descriptwn géographiq_tui et stadisti- manifiesto el ambiente de pasiones incontenidas que se
que de la Confédérati<m Argentine (3 vols., París, 1860- form.6, en esta regi6n argentina, al liquidarse la dictadu-
1864), en cuyo tomo II, libro XIII {Org1J11&isation argen- ra del &daurador de las leyes. El libro de Mantegazza,
ti1ie), figuran datos esquemáticos de nuestra historia, en pues, alcanza significado por lo que tiene de colecci6n,
parte ampliados en el tomo 111, separadamente para ca- -no siempre hecha con el sencillo método de Herodoto-,
da provincia. Se trata de un trabajo ponderado y J!le- de los juicios que en Buenos Aires se oían acerca de
recedor de respeto !?s:?. Aparte de éste los otros libros que , .Rosas, en las horas en que se laboraba lf\ organización
tienen relativo derecho al recuerdo 232 •, .son el de Fer- nacional 2 i14•
dinand Durand, Précis de l'histoire politique et rnilitai1·e Y hemos arribado, así, a las postrimerías de 1a prime-
eles états d·ii Río de la Plata, (París, 1853) ; al que luego ra etapa· de la historiografía erudita, cuyo perfecciona-
sigue el de M. Th. l\Iannequin :• Le.s Prwinceg .Argenti~~s miento se efectuó en las dos que le siguieron y a cuyo
et Buenos A.yre1, depu~ leur independance jusqu' ~nos remate estamos asistiendo en la hora que nos alcanza.
}ours (París, 1856); el de Manuel Gonzá.lez Llana, His-
toria. de las república1 de l.a Plata, Paraguay, Urnguay v.·
231 Loa difundidi.r" fueron numeroso•. El número, ain em·
barro, no influyó en la. ca.lida.d. Al¡uno1 bubo, empero, en ean.
~poca y en la posterior mú vecina a nuestros di14, que H pre-
ocuparon de informa.rae bien aatea de dar a la. eatampa aua Vti·
bnjoa. Uuo de elloe fu6 GIOVANNI BEIGAMASCHI (Il Bfo cü• 1a
Plata, MiUn, 1886). Elite escritor, que ofreció a. 101 1talo·p&r·
lnntea un buen resumen del cuadro de la conqui•ta del Plata,
hutn. finea del ai¡lo XVI, aupo coaechar en tuentea digna.a de
crédito. Por eso lo aeñalo en particular.
2a2 DE MoussY trabajó con documento•, como lo prueban
las piezu de 111 corre1pondencia. que han aldo publicadaa. (V6&·
ae: Correqotldtneial literGria hüt6ricG y polUicG del g-al Bar-
iolo1M Jlitre, tomo I, P'P· 197-199, Buenos Airu, 1912).
· 2S3 • No lo tienen, ain duda, la serie de opúsculo• que sobre aaun.
toa de historia. argentina a.pn.recicron en Europa, entre 1855 y
1856. La razón del repudio procede del hecho de au inaignifican· 283 MJ.N'l'EO.UU, universalmente reputa.do como antropóloro,
cia. y del ori¡en manifieato de su vida, como que fueron escritos nació en Lombarcli& en 1831 y murió en 1910. En uno de IUI
por encargo de compa.uiaa de inmigración y destinados a propaganda viaje1 cu6 en Salta con una. nativa del lugar, y ello explica &U
Un conjunto de ellos se conserva en la Biblioteca Nacional de predilección por lo argentino.
Paria. (Véase "Catalogue: .l,i·11res imprimla co11cenie11t l'hi.ttoire d11 llM Su esta.da. en el Plata fu6 cuf.druple: hacia 183,, en 1858,
l'Amerique", IV, paiga. 5, 6 y 8). en 1861 y en 1863.
-139 -

resultado a que quiero i·eferirn1e, snlta a lll Yista que no


es otro que el concretado en la situaci6n actual de nues-
tra ciencia bist6rica. En ella, efectivamente, se concilia
la en1dición profunda y exl1austin, con la cliscrirniua-
ci6n que dinamiza la Yisión del pretérito y pone ,·ida en
sus construcciones, ele por sí inanimadas. La intelección
CAPITULO Y cumplida, que es hacia lo que se marcha y lo que a diario
se pregona, supone lo uno y lo otro: dato menudo, docu-
mentación copiosa r prolija, pero, a la par, ejercicio
Las dos corrientes vertebrales de la historiografía constante de la inteligencia, como recurso para lograr
argentina. la comprensión explicativa del panorama Yuelto a la
vida. Porque, a la postre, es condición necesaria, para
1. Historiadores con tendencias filosóficas ·y tuuyistaa el.e- la la historiografía actual, que el pasado sea una cosa resu-
"filosofía de la. historia": el precur1or: Alejandro Mn¡ari· rrecta en nuestra mente, y no una eYocación en la re-
ños Cervantes; Jos~ Manuel Estrada, iniciador de la. escuela gión psíquica de nuestras emociones.
guizotninna. nr¡entina: sua ~eloa y eu obra. - 2. Lucio
.? Ahora bien: en el país, la escuela, la llamaré así, que
Vicente López y sus Leo<'ione.: bonificación de la tendencia de
Eatrada. - 3. Bifurcación de hi escuela ¡uisotniana: los filó- proclamaba la necesidad de filosofar la historia m se
sofos y los rruditos: Vicente Fidel Lópes, arquetipo de unn inició con José :Manuel Estrada 2 su (Lecciones sob1·e la
:uueva . forma historiogrifica :.. eazacterlstieu de au obra.: Ji>e· hi&toria de la Rcpií.blica. Argeñti11a, 1866-1868) y fué
lll1t11, último eslabón de la aerie ¡uizotniana. - '· Nacio1ientll una floración, precoz para el medio como se verá, de la
de ID. tendencia. crítica dentro de la escuela erudita: Ba.rtolom~ •
Mitre; importancia de su obra; aus continuadores: Madero 1 • 211 Uso la upreai6n tomnndola de loa cultores del gbero
su verdadero 1ipific!Mlo. - 5. Mejoramiento del modo hiato· hiatoriogrlfico a que {lle refiero. Claro est~ que esa. filo1offa a
.que ellos 11pira.b1111, 110 ea la. filo1ofkr, d~ la hi1toria al tipo do
riogr!lico erudito y critico: Groussnc ¡ la nuev:i. escuela histó- Herder o de eualquierll de los otros pen.a::ulores que han tratado
rica argentina. de analizar la aiina., profunda y obscura, de l:i. civilisación Occiden.
tal. La mayorfa de nuestros hmoriadores, equivoca.damente por
deeeontado, llamaron filo1off<s a toda eaa. aparatoaida.d verbal, con
Entram<>s ahora en el campo de lo vital de nuestra la que, diciendo ' que buaeaban aeilalar lae causas generador u de
historiografia, esto es, en el conocimiento de las dos los ·hechos, nos fueron presentando la narración de\ pasado, as!
·como lo conoctan. Y ai ea del caso citar ejemplo1 recordar~ a
corrientes substanciales que se advierten en el curso Eatr&da que declo.ró que ae luibtn propueato ensetin~ la. filo1of'a
final de su proceso. Una y otras están representadas .de lo lliafllf'ia ("Reviata Argentina", I, p6p. 21 y 22). ¡a Mitre,
qt:ien a au vez llama., concretamente, i7'ferpt'etaci61t. füo16fiea del
por tendencias orgánicamente opuestas, pero que, sin pa1a.do (Hwtoria de Belgrono, edic. 1887, tomo I, P'«· lla) Rl
-embargo, y, tal como ocurre en ciertos entroncamientos 11\0do que López declaraba el mh !Mlecuado para la hiltorio¡rrlía
de su tiempo. ·
étnicos, han dado ya el fruto de un engendro feliz. Las ue Jo1é :Manuel Estrada nceió, en Buenos Aires, el 13 de
corrientes a que aludo son : la de la historiografía filo- julio de 18i2 y falleció, en rl Paraguar, el 17 de eeptiembre ilr
1894 (Guao, Noticia 'bio11r6fioa, en Obrar completaa de Eatrada.,
sofante y la de la rigurosamente erudita. En c'!lanto al t. I) .
- 140 -

historiografía Yolteriana cuyo credo se concretaba en


l
1
- 141 --

Estrada, como queda dicho, quien abre la serie argentina


aquella difundida expresi6n de su creador: lire l 'h.il-
toiro en philosophc. Algunos de los temas - los colo-
!' de los histori6grafos de la escuela volteriana - salvada
la situación especial ele don Vicente Fidel López 2311 -
niales, especialmente - que Estrada abord6 en confe- s6lo tiene con el prestigioso uruguayo concomitancias en
rencias que hicieron época, 237 habían sido sometidos ya el concepto de lo hist6rico. En cuanto al 7nodo, Estrada
a un ensayo de interpretaci6n, dentro de la ideología difiere de Magariños en que, mientras éste ft.losofó sobre
de la misma escuela, por un rioplatense residente en lo que había más o menos bien investigaclo en las fuentes
Europa, don Alejandro Magariños Cervantes, quien en directas - ya he dicho que anduvo por archivos, -
1854 editó en París un libro titulado Estudios históricos, aquél se contentó con rielar sobre la bibliografía de los
volíticos y sociales sobt·c el Río de La Plata, donde trata temas que abordara, sin hincar el diente, hondo, en la
de la obra hispánica en América con el prop6sito de búsqueda eruclita. Estrada, como el propio Magariños,
fi"losof ar a su respecto. Este libro, al propio tiempo que y los seguidores <le ambos naturalmente, trabajaron ins-
el precursor de la historiografía volterian,a en nuestros pirados por el credo y las tendencia..'! historiográficas
temas, fué el primer trabajo histórico de un escritor
ríoplatense en el que comienza a despuntar la reacci6u 230 Don Vicente Fidel L6pe1, en realidad, nntecedió o. Estrada
y aun o. Magarillos en la aplicación de 1011 conceptoe de la hbto-
contra el p1·éjtúcio antihispáni~o de los historiadores riografia volteriana. Pero lo hizo eobre oauntoa que no son 101 de
revolucionarios 238 • Magariños Cervantes no tuvo con- nueetro puado. Esa es la razón de que aparezca pospuesto en la
ordenación cronológica de los de eu grupo. El trabajo donde
tinuador inmediato en materia de método, pues si es López hizo la primero. exhibición de su criterio iluminieta, fué
uil.n tMmoria leida ante la Facultad de Filosofia y Humanidadea
!?31 Las conferenciu fueron leídas du;ante los R.ñoa 1866 Y de la Universidad de Chile, que ae publicó en Santiago, en 1845,
1868 en la Escuela normal, ll:i.mada popularmente e1o~la de la con el titulo de : Beaultado1 gt-Mrale1 c~1~ pe 101 P11eblo~ ª"tigvo1
Catedral calle Reconquista entre Lavalle y Corrientes (conf.: MI\ oolltribuMio a la ci\lilil'llCi6" de la h111110o11Wlad. En e1te trabajo
Rrv.uoi.Á, El maeltro Eltrada, pig. 711). El texto de las diaerta· declaró (pig. 9) 1 textu¡ilmente, y. con la orto¡ro.fia entonces en
cionea de 1866 :figura en el tomo V de aua ObraB 001npletaa Y el de boga: "La iatorio n iu COlljUllto conliate, para 711,, lll\ la apre-
la.a de 1868 constituye el material de loe dolll tomos de sus L4f'- daoi6ti. de loa pal1ido1 ' de la& r1111ol11ciollea quo 411 tnod•fioado la
CÍO!llll aobre la hi1toria de la Bep;¡blica .ÁrgenHIWl. Bitas últimas condw~ moral de la vmonidad".
vieron luz, por primera vez, en la "Revista .ugentina" tomos I Es de advertir, ein embargo, que siendo, como ern, inteligente
a V, añoe 186a y 1869. lector que frecuentaba la producción francesa, mlis que por la
238 Don Alejnndro Ma¡arilios Cervantea, que era uruguayo (n11.· füoaof'a de la ·hiltoria ae dej6 encantar, en sua mocedadu, por el
ció en Montevideo el 3 de octubre de 1825), trabajó eu libro apro· roma.no, hiat6rico que fu6 el que -bajo la influencia ingleeo. de
vechando bien la bibliografia conocida y las colecciones documen· Scott- caracterizó la producción literaria de lo. Francia. ae prin·
tales inédita1 que en en tiempo se guardaban en el archivo de la cipioa del ai¡lo XIX (Con.f.: H.u.pBJ:N, L'H\lfoire el\ Fralltt de-
Academia de la. Historia (Madrid). En realidad, acerca. de la época P11ia oel\t ans, Parts, 1914). La prueba de ello 1e tiene en el hecho
••olonial que ea en eu trabajo el aspecto aerio, aólo logró preeentar
un ripido bo&quejo de la conquista y de la colonización. El resto
de que su famosa no\"ela hietórica La "°'"ª ddl 1~reje, 1854, r.11
anterior a su afin por la interpretación volterinna. de ·nuestro pre·
del libro versL 1obre Ja Revolución de Mayo, loa sucesos nacionales térito. Para verificar que su afición por la nonla hi11tórie11 fué
hasta 1845 y la época de Rosu, elaborado todo con mis af~ Ji. uno de los ensueiloe de au juventud1 sincrónico., dcepués de todo, ni
terario que hiator1o¡rá1ico. La monografia de MagariJio1 figura o.l'Ogeo francée del género, basta leer lo. carta que nueetro autor
en la Biblioteca ..t'IMrioo.a, Buenos Aire,, 1858. [En 186!, don escribiera a don Miguel Navarro Viola, el 7 de aeptien1bre de 1854,
Beraclio C. Fajardo publicó, en N otoritdade1 deJ Plata, que diri¡ia y que 19 publicó en El Plata. cienUfico y literario, Buenos Airea,
Emilio Mangel dn Meanil, una biograffa de Mo.gariñoa que uo 1854. Ali!. eo.te¡6rieo.mente lo declara, haat:i. aludiendo al ejemplo
deja de ser útil.] de W"nlter Scott.
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más en bogn en la Europa de ese momento, pudiendo mayor o meno!' erudición ~·. i;obre todo, en el anhelo de
asegur1trse que, tratando ellos ele imitar modelos que han imprimir carácter propio a su obrn. Y esa es otra ele las
sido ya catalogados dentro de escuelas precisaa, no hay razones ele SU8 diferencias.
riesgo alguno en adicionarles al propio rubro nacional VolYiendo a Estrada para fijar mús nítidamente su
enunciado - historiadores con tendencitu filo16ficas, los figura 11istoriográfica, debo cletene1,ne en la génesis de
he llamado :~ -, el que córresponde a sus señeros. Por sus celebradas co11fe1-eucia~. porque ello importa entr~r
eso este gi·upo de historiadores nuestros caen dentro de en el alma de su obra. Dije antes que el penate de
la clasificación de : continuadores liberales de la histo- Estrada fné Guizot y he a(irmaclo que los maestros de
riograffa voltcria11a, que ha hecl10 Fueter 2 n. El modelo nuestra historiografía adicionaron, a su respectivo modelo
básico result6 para casi todos Guizot, al cual se fueron céntrico, las variantes ele tono que les ofrecía la nota
sumando, a medida que el tiempo corrió e hicieron ca- e~pecial ele los escrito1·es ele sn ma~·or predilección. Pues
mino las tendencias historiográficas influenciadas por las bien: Estrada sum6 al 1110<10 guizotniano ele exponer la
teorías sociol6gicns y naturalistas, algunas variantes }1istoria, matices de l\Iacaula~-, Ozanam, Quinet y Labou-
frescas y novedosas para América como la de Macaulay, laye CH 3 con cuya1; prosas habíase deleitado im espíritu.
Buckle, y a ltltimn hora Taine ~u. Dentro marcos más
-~411• O~ra1, tomo V, plígin:te YI n VIII. Loe tres 6ltimo1 de
o menos comunes, cada uno de nuestros historiógrafos de 1~1 h1storrnclore1 menci~uados no hnn sido da1ificadoa por Fueter.
este grupo señaló, sin embargo, peculiaridades personales S~n e~1hnrgo, pued.e .at1rmo.rae que na;.vegnbau en las aguas de la
h1sto!1ogr?fln ilum1n1sta. Quine~ y La·boulaye, sobre todo. Ozanam
en. el matii de la tendencia, en la forma literaria, en la (1813-18~.J), por su parte, a n11 juicio, influyó en E1trad11. a tra·
''és d~ sus libros La ci11ili.mtio11 au. cinqui~h111 ai4cl" 1 La civili,atio 11
2~0 Conviene que recuerde que tal designación obedece a lae clirtt~n1111 clitr 1~8 Fraf&c1, difuudid!ain101 ambos por una edición
razones que anteriormente dej6 1eilalada1 en la nota 235. p:trl11enae <le 1~5:" En cunnto. a los otro1 dos historiógrafos antes
241 Gtaohicltt" ckr nc11trt1~ Hútoriograp'llid, en la tr11ducción ~entados ~et y Laboulaye,- el primero que fu6 eontempo·
d.i Jeamnarie, libro V, b, 11, Parb, 1914. raneo de ~1tr~da (m.urió en, 18i5}, influyo) ee~cialmente en ¡ 0 que
~ 2.:! En el periodo (1850-1880) en que debutaron 101 "''ª"•tro• . nnl!ltro h1stor~ador tiene ele tendencia rebelde ha.cía muchos viejos
de la hiltoriognfla filoK>ficG nrgentina, florecieron o 1c agoata- tonceptoe. Qu1net. f~6. tambi6n, qu~ll1 quien determinó en Estrada
ron en Europa muchas alta1 penonalidadea del pensamiento hiato- el enrActer de eu JU1c10 sobre las n11s1onea jeaulticaa1 adveno conin
riogrilico: Buckle, Michelet, Guiiot, Macaulay, Carlyle, etc., al· 18 ~abe, IL 14 Compaflia. Uase, para verificarlo, la JerciÓn IV,
rededor de cuyoa nombre• la fama rondó repetidaa veces con es- plig1n11 12~, 136 1 137 del tomo I de IAI Ol>ra. c01npleta., donde
trépito. Seguidorea de 101 rnldoe de atuera, como reaultaron caai le comprobarA que Estrado tenla, aah•ados las diferenciu que lni-
todoa nue1tros hi1toriógrafo1, lógico fué que trataran siempre de ponlaule 1u poaidón mental, muchos punto1 de contacto con el modo
modificar 1u ve1timenta ideológitlL habitual, de acuerdo con el de ver de aquellos que en 111. Francia del decenio llllterior n Ja re•olu-
tllfüno flgu1'1• llegado de Paria. De &bi la maraila que ae advierte cióu del 48, J>roclamaban principios que Quinet 7 Micbclet ·•inteti·
en el concepto hlatoriogrAtico de muchos eacritoree nneetroe ma· aron ~11 va~loe puajes de Lea jea11itu (Paría, 1843). Lnboulaye,
raila que ju1tifica la aseveración de que el impulso director de la1 por 6Jtm101 igualmente co11ten1por4neo &uyo (murió en 1883) clejó
gro.ndH corrientes ideológicaa del viejo mundo llegó con retardo sentir eu influencia a través ele eu Hiltoire politiq1111 dta .ittat1-
a nuestra hiatorlogJ'afta. Porque lu imitaciones que menté . antes U11t., generalmente celebrada en su época.
fueron al 1:t•tido de Ja hiatoriograffa europea, pero no a quien lo Lo dicho empero, no ('1taríl denth hal'l!r notar que lo que princi·
llevab~ tal tuvo que ocurrir en razón de que olvidaron loa de J>almente trotaba Estrada· de tournr n 1u1 modelo. ern el t11odo llia-
aqut 101 de ali& filo•ofa'bon, deapun de ubene con1umado la toriogrdfico. T~do1 ellos, que brillaban esplendoroumente hacia
obra t la nudirión y, en comecnencia, sobre lo conoaldo. Entre m~adoa del aiglo XIX, sentlan1e tocado~ por la influencia de
nosotroa, a la po1tre, ee comenlló por donde terminaban en Europa, Gwiot 1 tenlan sus mnnerns. Quinet, por ejentplo en Ju p6ginu
1 loa frutoe, por eso, resultaron privado• de 1&ll6n. que consagra. a. Lt1 r6vohctio111 d 'Italit, es frU:camente guiiot-
-144- -u,;-

En una ca1·ta al director de escuelaa, clon JJuis J. de la de 1111a historia en acljetfros, a la que prest6 admfrable
Peña, fechada el 17 lle octubre de 1865, Estrada de- vehículo la pomposidad oratoria que él manejaba a ma-
nuncia claramente que los nombrados, con la excepción ravilla 248• Sus con/erencias, por eso, carecen de Higni-
de Macaulay y el agregado de Guizot, son sus mode- ficaci6n seria, desde el punto de vista historio¡ráfico,
los 2H. Respecto de su concepto historiográfico y de su aunque la tengan para el literario C4o.
plan de historiador - puesto en ejecución en las con- La tendencia ele Estrada que, como está dicho, abrió
ferencias - dice allí que es el de estudiar po•· el re- un nuevo horizonte en la historiografía nacional tuvo
cuerdo ele gra11dts grupos y de hechos y el amililis de de inmediato seguidores. El modo ele historiar, d~spuéa
los diversos estados sociales t·ecorridos por la R4!pública, de todo, result1Lba atrayente eso. El primero de 1011 pro-
desde el dc<scubrimiento hasta nuestros días, del esrnritu secutores ele Estrada, con su mismo carácter y en pare-
q"e los ha pt·esidido y de las comeC11encias que han en- cidas proporciones, fué Lucio Vicente L6pez (Leccionu
tra·ñado : el elesarrollo de las ideas, de lo1 princ\pio1 y de h\storia argentina, Buenos Ah-ea, 1878) 2111. Como su
de la t-iq11e1a ptíbl\ca, tc-rminando por el .ezamen ele su antecesor, L6pez expuso oralmente sus Leccione1, que
actualidad y los presentimiantos del p0n.teu\r~'~. Esto
lo hizo Estrada, seg(tn su pr<»>ia declaraci6n, pa1·a ense- . 2t8 Como Gui:i:ot ( Ccnif1rt1H•ia1 1obr1 la civilÍ#ación t11 Fra1~
cia Y 111 Europa), E1tr11da. de,Ja.m6 la mayorla. do 111& traba.jos
11ar la filosofía de la historia compendiosamente 11 co11 bi1tori6~afo1, con la ventaja. 1obre el colega. francés de que ern
claridad 2" 6 , prescindiendo de todo detalle y de toda mis artuta. Guiso~ eegún: ee aabido, fué hombre de penaamien.io
mb que h!lmbre ae formas. (Yéue: B.uooux, JJ. Gvi.rot Pa.·
i11veitigaci6n de segundo orden, necesarios para escribir ria, 18H). '
;za hirtoria, pero nocivos si se trata de ensin1ar su fil.oso- HO PAUL GltOUSSAO, en Lo1 f/Ulf pOIObM (Bueno• Airea 1919)
se ha oeupado incidentalmente (pig. 31) del fllOCfo hiatOri~grf.fi~
f\a :m. Claro está que con este criterio, Estrada no pudo de Est~a.da, 1in detenerae mueho a determinarlo, e insinuando a6lo
hacer más de lo que hizo. Su Hiltoria, asf, no pasará que IV modelo c&atrieo e1taba. en la orientación en. boga en·
ton~, de exponer la. hietor~a a lo Guisot. Res~to al aparato
e~d1to en que Eatrada hacl& de.c.anaar 1u1 concluei(!nea, Grousaac
nianQ. No hay para qu6 decir, después de todo, que aunqu.e exijo· dice que 1e reducfa a loa cron11ta1 eapallolea y jeau1tico1 al
tando tema1 distinto• de los abarcadOI por el penate mbímo1 su3 deh Funea -euyo Eftlayo califica. equivoca.damente de mitn0·
m'\lchoa 11drnir11ciore:t procurnron imitarle. Y Estrada, en reahdad, bl- y G la vodlo"t' o fragmMtaria. fof0f'fll4Ci6A d.r 101 doc1"""'"
no hi:r.o otra cosa. quo aquello mismo que reali:r.nron los guisotniuos to1 admift\ltr.at"1o1, flWmo"'°" p11rac>MU1, .r1ca1at1 gaoeta. y 1obn-
frahceaet. . Gbv.ftdafttU lib11lo1, todo1 1llo1 parcialea por d11fin~ (pi, 33)
u.& ...unque en eaa. oportUDida.d Eatrada no menc1on11 a Ma· 2GO Guisot Jopó, también, abrir una nueva era en la hw°torio:
caulay en aua Leccio11ea lo 11a.ina. rwofv?U!.o 1"8toriador (Lfcoio· ¡rafia de Franela, pero ello ocurrió a modo de culminación en
'"' t' I pág. 21 edic. de 1898). En cuanto a la prueba de que 1111 proceso normal, y no esporidicamen.te como entre n01otros
Jo 'tu~o 'por modelo, -basta. recordar el criterio anacrónico que 251 Bel. atoa antes (tomo IV de la ''Revista del Rlo de lá
Estrada, como el hiltori&dor lnglé&, aplicó para j~gar los r~­
gimenes paaa.d.01. Al igual de Mae11ulay, nuestro hutorlador v'6
Ju coaas con loa ojoe del ai¡lo en que· vivía. y no con aquello•
ª"'°""
Plata") Vicente Fidel Lópe1 padre de Lucio habla iniciado Ja
publicación de lo qu~ luego 'co~tituirfa su argMtMia,
-dentro de la.a tendencw de la hiatorio¡rafla volteriana. A pean
que correapondieron a la 6poea en que los hechó1 se consuma.ron . de ello, coloco primero d hijo en virtud de que eu parecido cou
. Este error, como ee ftrÍI, fu6 reeditado luego por Vicente Fidel E;atrada ea mayor, eamo se veri, y de que, ute1 que el padre
López. dió a lus 1u ~ ~o!MldG de todo el p11.1ado argeiitino. EÍ
2.r.1 "Obrae 11 1 tomo V, página VII. ~iio ZZ, de V1C11Dte Fidel L6pn que ea el trabajo a que dudo
2,0 "Bevista Argentin.l ", tomo I, p(lginaa !?l y 22. no se remontó d perfod? col0Dfa1, arrancando, a Jo sumo d~
2'1 "Revúta. Argentina", tomo' I, p(lginas 21 y 22. la ideología de la Revolución. '
-H6- - 147-

luego fueron dadru; a lu estampa escritai t·úpidame11fo ber testimonial qne le falta, no puede nei;;a1·se que su
y con objeto ele llena·1· la falta de un tcz;fo adec1,ado a la información en lo édito era abundante y, en cierto sen-
cnseíia11~a de la materia 2 ~:1. Entre el plan que concibiera tido, selecta !!~ 7• Para Estrada, por ejemplo, el período
y que estít expuesto en el Discut·so de ap11t·f1tra, y su colonial es ·un cstu<lio ingrato v estéril así del punto <le
ejecución en las lecciones, hubo visibles variantes, que vista de la ciencia como del a1·te litera1·io 2 •a, en tanto
son, 11. la postre, las que más que nada lo alejan del arque- que para López la colcmia. ,.cié11e en s) todos los elementos
tipo~ªª· Según sus proyectos, las lecciones 110 se redu- regulares de u1i estado social establecido 250, donde si se
cirían a 1·emontar el c1wso de los accmtecimie11tos si- descubren defectos se hallan, también, reflejos de las
uui1111do las corrientes de la crónica, sino que se detendrían grandes rcvol·uciones q1ic d espfritu nuevo operara en
w el a1&álisis mo1·al de las épocas para estudiar sus ca- Europa 260 •
mctcres rcsvecti1Jos, i11te1-,.ogar sus inflitc11cias y recorra Dije antes ele mentar este progreso ele L6pe:t sobre
la serie ele gc11erac·ioncs·v ele 81lcesos 111&ce1·rados entre el Estrada, que en su desarrollo el plan sufrió algunas va-
primero ele lOs clcscubridores y el hombre libre del pre- riantes y debo concretar que ellas consistieron en que,
sM1tc 2ª~. Para lograr todo esto, López prometía 110 li- muchas veces, quedó atrás el razonamiento conductor
mitarse a lracer la historia t¡e los h.iroes, de las guen·as pa¡a. dar paso, exclusivamente, a la crónica escueta. En
y de las batallas, siuo que estudiaría, tamb.,n, la historia ésfa, no obstante, se advierte que el concepto orgánico
ele la intelig611cia at·gmtina, desde su infat1cia hasta los no ha siclo oh-idaclo. Tanto la parte de simple crónica.
aiios recie11tc1, pa1·a averiguar c6mo este p11eblo que ha como la consagrada a la filoso/la. clel pasado, las trabajó
11acido de la au.erra ha nacido fambién del p111&1amien- L6pez con el auxilio de las informaciones que le presta-
to 2Gs. Tales prop6sitos no tuvieron, sin embargo, una ban, además ele los viejos cronistas rioplatenses (Schmidl,
cabal realización en el libro, quizá porque su redacción, Ruy Díaz, Centenera, .Alvar Núñez, etc.) y los jesuíticos
como reza la Adverte·ncia, fué rápida y dirigida a llenar (Lozano, Guevara, Chirrlevoix), los trabajos, entonces re-
\ma necesidad didascálica. Ese detalle, empero, López cientes, de Trelles t!G1, Quesada, Gutiérrez :r Lamas, y los
se exllib'3 en sus Lecciones con un espíritu más sereno documentos. por ellos publicados en las revistas históricas
que el de Estrada, y, fuera de toda duda, mucho mejor a la sazón en auge. En materia de investigación sobre lo
informado. Si bien comete algunos deslices de valoración inédito, L6pez se redujo a los papeles de Segnrola, depo-
bibliográfica, como el ele atribuir a Centenera 2 ~~ w1 ha- sitados en la Biblioteca Nacional.
2~2 As[ reza Ja ..td~mneia, de la edición de 1878.
2tl3 Lucio Vicente Lópe& nació en Montevideo -durante el :!.ST En efecto, López conocía y utilizó una buena parte de la
exilio de su padre- el 13 de diciembre de 1848, y falleció tr6.· bibliografia b6.sica que, con mejor 6.xito, aprovechó lue¡o la CO·
gicnmente en Bueno1 Airu, cua.ndo habla cumplido 101 46 ailos, rriente Jiiltoriogr6fiea erudita: Ran11111io, Solónano, Antúnea y
el 28 de diciembre de 1894. Fu6 un espiritu cultfaimoi a¡ quien Aoeftdó, R\\balcava, Parra, Juan 7 Ullon1 etc., etc.
preocupó un gran af6.n por el mejoramiento intelectua del me- toa "Beviata Argentina", tomo I, paginaa 21 7 :az.
dio. Sus LecciO'lln no pnreceu peraepii< otro objetivo. 259 LOPJ:Z, UccWi1't11, pdgiDa 6.
2u Leoo(onea, diacurao de apertura, pAgina li. 280 llUm, pflgiua 7.
25' Jl1cfl1. 291 En 1u •'Revista del Archivo'' y en su .4ugato en la cues·
2GI Pí1gina 6. tión de limites con el Parnguo.;.
-148 - - 1-lO -

Como se habrá echado de ve1·, y he afirmado antes, continuadores en su propio padre clon Vicente Ficlel L6-
Lucio Vicente López representó, asi, un mejoramiento eu pez :iu y en don Mariano .A. Pelliza 265, mientras que la
materia de solidez de información, aunque no fué, en este orientación prístina, que seguía las inspiraciones de Es-
aspecto ele la tarea historiográfica, el creador de ningún trada, retoñó en del Valle 266, historiador, en cierto sen-
modo nuevo entre nosotros. Le habían antecedido : Mitre, tido, ele nuestro derecho constitucional y se fué pro-
en una faz de la época independiente, y Luis L. Domín- longando a través de los ensayütas, más o menos serios,
guez en la Yisión del conjunto de nuestro pasado. En defi- - Avendaño 261 y Lamas 288 , Gouzález 269, Lugonea ci 7o y
nitiYa, Lucio Vicente López, menos guizotniano que Es-
trada, trató, dentro ele esa tendencia, de armonizar la el eatutlio sincrético de 101 problemas autóctonos americanos. Su
mérito po1itivo radicó en el hecho de hacer entrar en juego al
visión global y la fijación de lo que hoy llamamos la factor indígena y a casi todos los concomitantes del fenómeno po·
sorie lu'.stórica, con un mayor fundamento infonnativo. lftico. El E11.•C1yo, 1in embargo. no olcRnzó ni al aní1liais completo
del periodo colonial, puea ae detuvo en la 6poea coneapondiente
Poi· este camino, que él Iniciara, se preparó el acerca- a la. muerte de Hernandarins. Con todo, fu6 la de Pereyra una
miento entre el concepto que de la historia tenían los tentativa bastante feliz.
26t Considero al padre édit:imente continuador del hijo -'Y aun.
cultores de la Cfóp.ica, por entonces eu apogeo esplén- que no cabe <luda que fuera su inepirndor- en virtud de Jaa con·
dido CG2 y el que profesaban lo.s filósofos de ella, como se siderncionea a.n.terionnente anotada.. En realidad, fué Tecién. en
1881, ni dar a luz eu J.ntrod11coi611 a la Hútoria. de la r~11oluct.m
daban en llamar todos los partidarios de la historiografía arge1ttí'llO, cusndo don Vicente Fidel aplicó au concepto historio-
volteriana. Y: tal es el mérito del hijo, y en cierto modo grú.fico al estudio inte¡ra.1 de nuestro puado.
:o5 HfatoT"i1i Gl'gtntina Buenos Aires, 1888.
predecesor del más combatido de los maestros argentinos 266 ARlSTOBULO DEL VJ.LLF., Derec110 co111fü"Oional, Buenos Ai·
de la escuela a cuya cabeza encontramos a Estrada. rea, 1895. Las lecciones 1 a. VIII fueron destinadaa ni estudio
institucional del periodo de Jn, dominación española., hecho con el
Tras Lucio Vicente 'López, prodúcese, como consecuencia concepto de que la hiatoria nacional está; i11007'J'OT"o4a a t1ue1tra
natural de sus mismas Lecc1onss, una marcada bifurca- Crmafüuci6ft (pi¡. 3). Del Y alle no ea, propinmente, un hiatorin-
dor 1 aólo le recuerdo aquí a. titulo de comprobación de lo que
ción de la tendencia a la que él pertenecía. Ya dije que resultó b. influencia de E1trada. Por otra. partel éste aventaja. a
en su libro el modo guizotniauo había sufrido interpo- del Valle en b1füantez de forma y protun.ditlad oe concopto.
201 RóxuLO AVJ:NI>Afo, Mtnroria 1t&at6ricci (SitlUJOidn de la .J:ml-
laciones de la escuela erudita. Pues bien: la nueva his- ,.~ca eqatlola. 1\eaultadoa de la r11Voluci6t1. Buenos Airea, 1868). Fu6
toriografía que él así practicara entre nosotros cos, tuvo este un ensayo 1i11 mayores 'l'Uelo1, donde comenzó a dejar1e 1en·
tir la influencia que en nueatro medio inteleetúal ejerciera Eatra·
da, a rah: de sus conferencia.s en la Escuela normal.
'!!62 Eran esoa loa &ñoa de las revistas de "Buenos Aires" 1 288 ANDB.ts LilliB, El ghul1 de la &t•ol~ e it1dtpe~
del "Rio de la Plata" y la 6poea de los mayores éxitos de de la ..tmlrica upmiol(I (Public. del Museo de La Plata, 1891, eee.
Trellei, Quesada 1 demb cultoree del género, de todos los cuales me hist. II). Ea un enaa,o eii el cual Lamna aspira. a establecer como
he ocupado en el capitulo anterior. cau•a de la uniforinidad de la indepelldencia, la forma en que se
283 En la Uepública del Uruguay, un aiio ant011 de que Lópcz realizó la. conquista y organizó la vida colouial. A la postre, eate
publican sus .Wcoiot111, ha.bia sido dado a la. eatampa un libro ensayo no paaa de una ameno. charla ein mayor trascendencia.
que, como el suyo, boni.tica.ba los métodos de ~trada, acercin· 209 JoAQuhr V. GoN.úLZZ, La tradicwm t1aoional, Buenos Aires,
dose más a la oacuela del precuaor: Mag1Uiiioa C.rvante1. El li· 1888. El libro ee¡undo eatá consagrado, propiamente, a lo colonial.
bro a. qne aludo fué el Enaayo aobT"e la hiatof'ia dtil Rfo de la Tritase de un eabo10 destinado a establecer c11ál ea la columna.
Plata (Montevideo, 1877), de que era autor don Antonio N. vtrtebral del 1..'tlpfrit-q argentino, 1 pertenece m'8 al género literario
Pereyra. Resultó 61te, en realidad, un apreciable euayo de cierto que al hutórico.
tipo autóctono de Jiiatoria de la civilitación, que comenzaba con 210 El ifllpnto jtinfüco, Buenos Airea, 1004. Elite ensayo es el
-150 - - 151 -

Rojas :m, - y, paralelamente, en la médula de la liiltoria exhibido ya, en 1845, en asuntos ele historia general, su
sociol6gica que iniciara Sarmiento 21~ y continuaran luego: orientaci611 guizotniana :n, hizo lo propio en materia na-
Francisco ::? 73 y José María Ramos Mejía 214, Ayan·aga- cional, casi cuarenta años más tarcle, en su Introrlucci.ón
ray 21¡;, Ingenieros, etc. n la Historia ele la t•evolución aroentina 2i 8• Ul\ Yisible
Don Vicente Ficlel López m que como estil dicho había mejoramiento de la escnela, fracasado luego, importó
sin duda este nueYo retoño, que consisti6 en el propósito
que, mí1s que nin¡uno, se piuece al modo de Eatrada huta en Jo de explicar el fenóme110 histórico americano, no como
gr1mdilocuente y pomposo de ln forma. Hay l>rlginna de El ;n1perio
que se autoja.n de l:ls Leccio11t1, ain que esto· i111porte u1111 1\ndfr:.1- aut6etono, sino como parte integrl\nte del todo unh·ersal.
ción de pl:igio. América había sido, en el concepto ele López, nn reflejo
:11 RIC'AttDO ROJAS, BloA611 ele plata: Med.itacionta y <'t'Ot'Grio>-
nea aob1·t el abolC11qo de lo1 argtBti1uM, Buenos Airea 1912. Libro ele España, y ésta, a su ,-ez. de la nctiviclncl del mundo
aiu clasificación 1cg(1n su autor (pi\g. 15), pt"ro in~pirndo en el europeo. Con ese modo de entender el pasado americano,
anhelo de llrg:ir, por el nní1li1il' de lo hiatórieo, 11 lo. explicaci1\:i
1tenética de nuestra nctu11J civilización. Aunque es uno. respuesta López abordó !;ll tarea haciendo un paralelismo entre la
al interrogante de S:1rmic11t.o: "¡4r9tnti1101I" Deade cv411do y historia. ele la 'Península y la del Río <le la Plata 270, pero
l1e11ln d6t1de", no puede ser incluido en el mismo caaíllero de Con-
flioto Y ar1no11laa. Rojns historia el pau<lo en tnuto que Sarmiento no con el criterio con que la historiog1·afía moderna fija
hace. aociofo¡~a. de au preacute. Y e• ello esb\ Ja diferencia.
21. Confltcto y annon'°" dé loa rotal t11 4n1lrico, Buenoe Airea,
r encadena. las series Mat6rieas, sino, má.'I bien, con la
18S2·188i. El_prop6eito de Sarmiento fué explic:i.r 1:1 historia y pre· "intención ele establecer similitudes entre personajes y
ver el ponenir, recetando In terapéutica neceaario. 11 101 males po· sucesos de allá y de acil, certificando, por esa vía, que
aibles. En definitiva, aociologla 11bsolut:1..
2;3 El federalinno arg,,.U110 (Bueno8 Airea, 1889), que abre 111 la J&iltoria se repite 280 • Después de todo, y no obstante
etapa de la _l1i•tor;a ao~ol6g~o remcatada en los libros de In¡enie- la declaración que hace el interesado en el Prefació
rc;s (E11ol11c1611 de la.. tdeu argentina. (t. I, Buenos Aires, 1918).
Como todos los de Sii indole, estA edificado sobre una. vara biblio· acerca ele las fatigas heurísticas a que se había consa-
grafia, tomada ain ningún beneficio de inventario, v 11tribu7endo grado e;1 sns incursion,es a la historia. de España y a la
a cualquier papel impreao infalibilidad de dogma. '
:u La. nmllit•dta argmtina1. E1t11dio d11 pricologín colecti~a,
Buenos Aires, 1899. Trabajado bajo la. influencia de Le Bon, este aunque excesi vnml'ntc dominado por un tl'mperamento febril r ahíto
libro inicia, dentro de la corriente 1ociol6glcn, el m11tls psicológico, de pasión •. Ello explica, en definiti'l'a, la falta de reposo en eus
que luego ha!>ria de producir tanto deebarrancamiento lamentable. juicios 7 las numerosas fallas de su obro. bistorio¡r6fica. .
Ramoa Meji11 tomó hcchoa aialados, filo1of6 &obre lo deeCODocido, 211 Sobre Ju actividades intelectunles de L6pez en Chile trae
entremezclando sucesos del Perú con loa del Rio de Ja. Plata co- referencias útiles J. V. La11tnrria en ans Rec11erdo1 littrarfo•
mo 6i todo fuera id6ntiao,. 7 sentó conclusionea tan estupendu co· ("Obras'', volumen X, Santi:1go de Chile, 1912, pág. 107 Y si-
mo deeproviltaa de base. Su libro, coo10 todoe los de au e8Cuela, ¡uientes).
nació de eae afb de entretener loa ocios con asuntoa hiatóricos, .111 Un volumen de 354 pl'\giuas. Buenos Airea, 1881.
que caracterisó a todos nue&tros poligrafoa ,. que, todaria, alean&:>. 2TD Introducci671, pf.gina l.
a alrno de loe que h1U1 quedado reaapdoa. 290 En la. l11trod11co16ll hav "paralelismos" de todo calibre,
21 .La a•arqu(o y •1 eo11dilli.emo (Buenos Airea, 1904) es desde el ingenuo 7 ein mayor· trascendtntia. hnsta el banderizo 7
1
o~ro eJemplar bien nítidan1ente caracterir.ado del g6uero «>clOJ•;- malintencionado. Tal por ejemplo, el del capitulo IX, destinado
gico1 donde lo.a b~~os 1111\1 heteropneoa 7 a~acrónicoa o.parecen ali· a proba.r que la obr~ de RivadaTia, de 1821 n 1828, no. fu~ aii;io
neaaos para Justificar conccptoa preeatablec1doa. Eate libro no pa· una imitacMS!l de Carlos III. Para López, lo que ae llama. t1'8ptroeto-
rece el reeultaolo de una seria peaquiaa indagatoria elno la exhl· ne,, '11 el"10da. po1'tica de Bivada~a, queda reducido, pKtafo p11r
blción de un alegato. ' pdfo a. lo oplicaci6!l clf mtditlM y decreto• ya. form11lodo1 por
2~1 Lópe~ nació en Buenoa Aires el 2-l de abril de 1815 y fa· aquelÍ01 grafl~.t honlbre1 q11e 1trdo1t al rey d• Eapaiio a mediado1
lleCl6 allt mismo en 1903. Fué hombre de \'&at:i. erudición general, del riglo XVIII. (Introdvoci61', pf.gs. 71·72).
-15:! - - 153 -

Europa en general, no fueron sino rielantes y periféricas: conocimiento del pretérito, se fué modelando a través de
uua especie ele vi!ii6n a vuelo de pájaro, hecha airope- estudios posteriores, adYirtiéndose cómo influyeron en
llando la ordenación cronológica y hasta el más elemental esos cambios los t·iiidos que hasta aquí llegaban ele la
concierto intrínseco. Sin erudición mayormente profun- bibliografía europea a la sazón en éxito. Y no ha de
ela -su bibliogl'afía se redujo a siete u ocho obras que estar demás que re~uerde que en les horas ele la de-
hasta citó equh•ocaclamente y que no todas eran bá- clinación de Guizot, fallecido como es notorio en 1874,
sicas 281 - López pretendió explicarlo todo con el expe- Carlyle y Taine se disputaban con Buckle, ya niuer-
diente ele la similitud y de la analogía, aplicable en la to 283, el cetro historiográfico, co1·responcliendo a este
inYestigaci6n ele las ~iencias naturales que estudian he- ñltimo una grandiosa Yic.>toria póstuma. Según es sabido,
l!hOB. de i·epetición, pero absurdo en historia cuyos fenó- Jo que más se combatió n Buckle fué su tendencia a uni-
menos !Ion nítidamente sucesivos. De ahí por qué la versaliza1· el fenómeno histórico, tenido entonces por
bonificación que él introdujo en nue~tra escuela histo- autóctono de cada paí11, r consistió sn éxito, cabalmente,
riográfica volteriana, se redujo así, e~uah·am.eute, a en la rotunda aceptación ele i;u criterio por los que le
un proyecto fl'acasaclo en la práctica. sucedieron en la tarea historiográfica. Le. influencia que
Desde el parto de esa Introduccí6n hasta la salida a ei;e episodio tm·o en L\1pez se acl\•ierte en los proyectos

luz de su Hidot·ia de la .República Arge11tina (1883- de la Introclucci611, de que ya Die he ocupado, pero como
1893), la ma11et'a ele Lopez pasó por varios matices y en su espíritu i:agaban las reminiscencias ele antiguas
cambiantes, bajo el influjo de nuevas lecturas o como lecturas y la emoción ele páginas recientes, hizo con to<ll)
resultaclo del anhelo de vcstirstt ·e. la moda europea del ello nn credo propio. Ac.>abo de aludir a viejas lecturas
momento ::s::. N acicla •en 1845 del cleseo de filosofar el y debo señalllr que fue1·011 las de Tucídides y Macaulay
aquellas que más perduración tuvieron en L6pez. El
::s1 He 11qui nlgunaa, tal como llla enuncia López: W:r.xsR1 historiador griego, s.pbre todo, ejerci6 franco dominio
I,'Eapagtte lc>UI Zta Bourbom; HUBE~, Hiat. t11od.; 8KOfwLET'l' en su espíritu. En el prólogo a su estudio El a1io XX,
Hiat. o/ Bnglond; GEBHA&DT, Hiatoria de E1pcJfw; W. Cox ?lpaii:
trnder Bot1rl111111; Fnutt DEL R!o, Hi.ttoria de Corlo• 111'; LAN- nuestro. historiógrafo hace una descentrada declaración
FRE'í, Hi1torio de Nopole6ft.
que evidencia hasta qué e:xtremo le subyugaba el
Puea bien : se trata de obraa CU)'() enunci:ulo blbliogrúflco exactc
- tomo los más de.cuidados por Lópes - N 61te: WEiaa (CBAR- recuerdo ele las varias lecturas de ese maestro. Dice
1.u), L'Spo,g,~ CÜlf"'i1 le rlgM do Phi.lippe II j111qu'o 1'oWllet111t1f allí que hecha e:s:cepci6n de la guerra del Peloponeao,
•lts Bourllo111, Parla, 18-i-& ¡ HJ:EUN: Ha1'dbucl~ der Gtschiohte dtr
e11ropiiiaclt, 1809 ¡ Con (.W.): lllfflloira of tl1e ki11g1 of Spain of cuando Atenas ca(a Uena de glorias y de destUtre1, de-
the 11ou., o/ Batirllon, etc., Loidon, 1813. f enditndo su prepotencia. fatal sobre las otras autonomías
!lS2 El doctor Carloe Ibarguren, en una conferencia. que sobre
López leyó eu la Facultad di! filo1ofia y letras de Buenos Airea, naje, visiblemente difundido en au torno. Y el señor Carlos I.
(" All4les de la Fac)dt~ de derecho", ee¡unda nrie, t. V, p6¡1. Salas por 1lltimo, eu un trabajo Utulado: Don Vicente Fidel L6pe.r,
18 Y aga.), se oeupll, au11ique en forma somera, del modo hiatórico que vió la luz en la revi1ta "Renacimiento", Buenos Aires, 1910
de au biografiado. El doctor Antonio Dellepiane (en •'Anales de (afio I, N• 9), enaa.yó, con bito, pone1· en evidencia. que nuestro
la. ~caclenii:i. de filo1offa y letras", púg. 3lll, Bueno1 Airea, 191') historiador miximo era de totimonio falaz y muy dado a regis-
ha ll1tentado, a au ves, 1111Zoror a L6pe1, pero con un afin muy trar errores.
grando de no herir 101 aentilnientoe de 11dmiraclóu hacia el perao· :?88 Falleció en 1863.
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de la G1·ccia, la ltistoriu del m1111clo 110 prescntu 1111 11s1111to profesado, respecto de su país, u11n creencia parecida,
mús dig·1lo de estudio 11i mús interesante, que el que incurriendo eu el error de libt·ar lns batallas clel pre-
ofrecen B11e11os Aires y la Re7>1íblica. en ''se cdio ~1H. Ta- sente con las nrmns del pasado 288, exactamente igual a
maíin clesproporcióu en el símil, nmé11 de la iguo1·11ncia como lo hiciera nuestro historiógrafo.
o el oh-ido ele tanto extraordinario suceso histó1·ico tras- Determinadas así las <1ne he llamado 1:icjas lectu1·as
cendental <'omo aconteció en el mundo después del Pelo- ele L6pez, resta seiialnr cuáles iueron las frescas. Las
poueso y antes de In crisis argentina del aíio 20, trasunta más visibles, 1\ mi juicio, resultan las de Thierry, Buckle
n las claras la subyugación que ncnbo ele mentar. Tucí- y Taine. El primero 280 completó en López el modo de
clides, en su Historia ele la a11er1·a del Pelop011cso, trató Tucídicles 200, el 11egu11clo zoi dió más amplitud a su credo
ele desentrniiar cnál hnbín siclo el móvil ele los sucesos guizotniano, y el tercero ~0 ~ barnizó ele modemismo su
vor el carúctc1· <le las vc1·so11as y 1>or fo especial sit"ación producción historiogríifica. Los libros en que todo ello
1rn que se c11confraro-n 211 ~, buscando muchas de las causus se evidencia son: I 11t rod11cC'ió11 a la 11isto1ia de la RcplÍ-
clel hecho histórico mÍls allit. del límite fronterizo ele
Grecia. A JJópez tal manera histórica le resultó per- edic. de Rojas). En cuanto ni contenido de ln historia así escrita,
dice mí11 adelante: • • Ln historia argentina es único. y <!Xclusiv.1-
fecta, con In sola nclición del c·riterio "!<" del modo di! mente l1ial01'ia polUi~A, r n:id:1 ni:\! que polltica, o. tales t6rmino~,
Macaulny ~su. Por eso fu~ que• aceptó sin mayor resis- qut ae pue<le decir que 110 tenemos todavía. hietorio. litero.ria siquie·
ra·; porque la producción de fa ~ctividod mental entre nosotros,
tencia, según pullo nrse rn, el postulado historiográfico desde 1:L colonización hasta el presente, no ha tenido ni podido
de Buckle. En cuanto a la razón en que fincaba su culto tener otro t"1'e110 de acci61~ que el deanrrollo de In aociedod o·l·
rniniatrativa "· (Jd1111., pAg. 211). ,
práctico por Mncaulay, ella no es otra que ln que se des- · 288 · El vicio fundamental de ltacaula¡ fué, tidemús del prurito
prende ele su concepto de que la historia argentina no de querer demostrar que el 1isteU1a de loa wl1ig1 ero. el perfecto1 el
puede ser sino historia política o historia de los partidos de haber pretendido aplicar ni alllilisis del viejo rfgimen ing16s,
nada menos que el criterio democritico del li¡lo XIX · (Conf.
que hicieron los sucesos 287 • El historiador iugl~s hnbín FtrHu, p{1gs. 641·642). Y Lópel hizo lo propio o.l ocuparse del
régimen oepaliol en Amérleo., tal como tambiéu lo hnbfa h<!cho
!!S4 "Reriata del Río de la Pinta", tomo IV, página. 579. E1trAda., eegún: se vió en su oportunidad.
!!H Prólogo A la traducción de Tucldides por Gracion, '' Bibli:>· 289 Hiatoir1 de lo COfll]nlte de l '.4t1glaterr1 par lu t10Nll411d1,
teca clAsico.", torno CXX. <H 1e1 cau1es et de 1e1 "'ltt~ ju1q1• 'o no1 joura 1111 ÁflflOttn'I, eti
28G En au refutación n. las 00111.probacioHea l1i1t6riCG1 (t. 11, Jtcou1, en Irlat1<H et 1111· 11 co11tilll!1tt. (Se publicó en 1823, en 1826
pág. 223, edic. de Roju), López dice: Tuctdides y Macauloy -cnn y luego en 18661 ·en Pnrb).
Balustio y Ti\cito- IOn loa. mda gra71.de1 llil'to1'Íador11, vorque aill 290 Thierry fué dndo a conocer en Buenos Airee, en 1835, por
1er arcM1/Últaa ni documentnr loa hecboa, dieron senaación lógica y la reriata. 11 El Plo.ta cienttfico y liternrio ", que diri¡io. Miguel
natural de 101 sucesos. Y agrego.: 11 La 11iatoria "º t111c~1lt11 eatar do· Navarro Viola. Allí se publicaron traduccione. de sus trabajos.
mnnei.toda, como ut1a cuetita cOf'rin te, ai110 ' " cima v t1atural · (Véaae el t. '\'l de ese periódico, pl\g. 70. La Biblioteca. de la. Uni·
por loa 1lecho1 y por ti enlac1 de su1 111011imw11to1. 11 vel'lldo.d de La. Plata posee un ejemplar, en dos volúments, lo>
28T :El doctor L6pez reduce lo. taren del historiador a bien poc:i. propio que la ·Biblioteca. de fa Facultad de Filoaoflo. y Letras de
coa11. Diee, textualmente: ''El autor 7 el lector no pueden perdoar Buenoa Aires).
su tiempo en copiar o en transcribir documentos, como ai se tro.tuo 201 HWtory of ci11ili1atioA i" Engltu1t1.
de un pleito; lo que se necesita traer de ellos ea el colorido y 29~ El libro de Ta.ine que mb influencia. ejerció en L6pez fué,
el movimiento de loa sucesos que se quiere narro.r, de acuerdo con 1in duda Phüo1opl1ie de l'ut, que apareció, aucesivnmente y por
el partido y r°" 101 interuu que coda. hecho ho. 1enido, o com- fra¡mentoa, desde 1865. En 1892 lo. obra, ya. :reunida, -vi6 lua en
batido, en laa l\\chaa del pntndo." ( Btf11faci6111 t. II, pl\g. 208, do1 volúmenes en 8•.
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blica Argenti11a (un volumen, Buenos Aires, 1881) ; La que tienen de ,·hielos. i\ Ja po.<:1tre, López cnutiva, emo-
rBvolución A1·gentina (cuatro volúmenes, Buenos Aires, ciona y no cleja pensar, y, por fue1·.za lógica, cuando se
1881); H~toria de la República Argentina (diez volú- acepta su juicio, la única razón que nos determina a
menes, Buenos Aires, 1883-1893) . En su libro Refuta- ello es una raz611 emocional. De ahí el peligro que tiene
ción a las comprobaciones históricas (1882) expuso, en este modo singular de historiografía.
muchos pasajes, su credo historiográfico, y en su Com- Por lo demás, hay en su obra de las horas de culmi-
pendio de h1$toria argentina (1889-1890) se concretó a nación, que corresponden a aquellas durante las cuales
nivelar, a la finalidad docente, el contenido de sus obras compuso la Historia Argentina, vadas Yisiones sobre
biísicas, agregándoles datos de última hora, que tomara las que no se podrá pasar sin dete11e1'Se: para aceptarlas
ele las conclusiones heurísticas más recientes. Su in- o para formular su repudio, pero, siempre, porque exci-
fluencia, nacida especialmente de la aureola de historia- tan el interés. En tal caso se encuentran algunas pági-
dor científico con que lo ha exomado la posteridad, ha , nas consagradas al período colonial hispano-americano.
sido y sigue siendo mucha. Por eso habrá necesidad de Ya está dicho, a este respecto, que López toma dicho
realizar mm meticulosa valoración de su obra, tenida fenómeno como pa1·alelo al español y europeo en gene-
por definitiva hasta hace poc~. ral, y que considera a las colonias como parte integrante
No podrá negarse, sin embargo, que cualquiera que de la monarquía. Pues bien: él fué el primero que esta-
resulte el saldo ele ese reajuste crítico, la pe1'Sonalidad bleció, asi, la idea de proceso y concatenación en lo colo·
literaria de IJópez historiador quedose enhiesta. .Ello nial, desechando el concepto que presentaba a la Revo-
debe ser atribuído a su extraordinaria habilidad para lución co~o un fenómeno sin sentido y sin génesis. En
la síntesis de escen;s, como las pal'lamentarias, por el Prefacio de su Histo·r ia Arge11ti1ia, L6pez admite,
ejemplo. Es tal su éxito en esos menesteres, que el lector en efecto, que Espaüa, como potencia colonizadora, tenía
se siente transportado al momento en que se consumfron enfermedades cuya fat'al consecuencia fué la Emancipa-
los hechos. López da vida a las cosas, las ofrece como ción; y aunque cae luego en el prejuicio de creer que
realidades presentes ante el que lee, y comunicando su la Metrópoli mantuvo a sus colonias en el aislamiento,
fuego interior a quien puso sus ojos en las páginas que que habría podido generar la rebeldía, se sincera luego
contienen el relato, deja caer, aquí y allá, medallones manifestando que no quiere atacar injustamente a
n la maue1·a ele Tácito, que se graban para siempre en la Madre Patria. Reconoce que hubo moderaci6n. y
el recuerdo. Un caso de esos nos lo ofrece en el tomo IX sBnsatez en el régimen admini!trativo que Castilla dió
de su Historia .4.rgcntina, en el capítulo que tituló: La a sus colonias (p~g. XIX, Prefacio) y después de indi-
aventura presidencial do don B8rnardino Rivadavia. car cuáles eran, en globo, las autoridades que gobernaban
Por él desfilan, en los mentados medallones: Gorriti, en América, dice que los poderes administratitJos tenfon
Gómez, Agüero, .Artigas y varios más. Es lástima que bases templadas y limitadas con acierlo, én relación a
la verdad aui;tera no resplandezca en ellos, pero lo inne- sus fines y dado su tiempo (pág. 21). En realidad,
gable es que se estabilizan en el i·ecuerdo en razón de lo L6pez se propuso -y por eso el período colonial se
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reduce a una introducción de dos tomos dentro de un En puricla<l, Pelliza ~'11:., n quien Grou~'>ac ha lapidado
total de diez- tirar Ias líneas generales que debian <le c.acóurafo, intentó, sin bagaje alguno para ello, his-
e:t:plical', según él, el nacimiento del nuevo estado inde- toriar nuestro pasado buscando las carisa.~ vtsiblcs u
pendiente, en 1810. OC1'ltas que lo mo\•ierou, r Otorgando el aplauso O la.cen-
En medio de una verdadera selva de incomprensiones sura a la actuación ele los hombres dentro del proceso
y ele citas erróneas o descuidadas 293, en el intento se pretérito. La e:xposicióu de su credo historiográfico, de
llegl\ a percibir, sin embargo, cierto fino sentido de pe- tendencia pragmática, ocupa trece piiginas del tomo I
netración. Tal es el caso, para ejemplarizar, de lo que <le su Historia. Está ella escrita en prosa amanerada y
se registra en el capítulo XII, donde López, por primera jactanciosa, llena de figuras relamidas y de tropos que
'·ez en nuestra historiografía, establece la el:.istencia de harían las delicias de Fray Gerundio o de cualquiera de
la diferente situación que presentai·on en América, el :sn laya. Su opinión sobre la historia colonial, por ejem-
uno con respecto del otro, los períodos dinásticos de los plo, es tal, que como ha dejado ele inflrifr en las evolu-
Austria y de los Borbones. ciones in111ccliata11, y está integrada por hechos lejanos,
Todo esto así establecido, corresponde señalar ahora debe ser tratada en forma lacónica. Eso, a pesar, no
que L6pez, que de cualquier ni.odo abrió una nueva sen- tiene reparo en dejar sentado que la revolución de la
da en la historiografía argentina, n~ tuvo de inmediato, iddependencia fué el acto granclioso con q·11e estas repú-
ni después, nada más que un solo continuador neto, que, blicas sellaron el periodo colonial, haciendo con el ca1í6n
P.n ciertos momentos, le fné paralelo: Mariano A. Pelliza de .Ayac11cho los h011ores f-1íne~res de 1m sistema que
(1888), inferior en todo al · maestro 11". A partir de por trescientos a1ios ma11t-iwo sujeta a la autoridad irres-
Pelliza nuestra escuela de la historiografía filosófica ponsable de los 1·eyes espa1íoles la mayor parte del con-
abandonó su tentatiYa de estudiar en conjunto el pasado tinente ame1·ica110 296• El · párrafo transcripto es un
nacional, . para retoñar, luego, en el brote de los ensa- spécimtn ele literatura hlstoriográfica y de versación
yistas fragmentarios. Pelliza, por eso, cierra el cielo erudita :!07, Sin preparación mayor, pero con mucho
que abriera Estrada, y lo cierra con un rasgo de franca anhelo ele .publicidad, Pelliza se lanz6 a la empresa de
decadencia. su historia, precisamente. cuando Mitre tenía abierta ya
la senda que éonduciría, tiempos y variantes por medio,
'°ª En eate particular · 1111 fallae de L6pez llegan huta el ll·
Historia argellti11a, 5 volúmenes, Bueno1 .AirH, 1888.
mite de lo gravilimo. Cita. documentos que no esi1ten, obraa que, ::?05
11egdn parece, no han sido eacritaa, 1, frecuenU1imament111 hut:i. !!90 Tomo I, p6gina 15.
descuida la esactitud en la indicación de los lugares donde ee 297 No ob&tante su repudio del rEgimen colonial, Pelliza conaa·
hallan los datos que utiliu. gró todo el tomo I de h¡ obra a ese nefario periodo histórico. La •
a. Nació el 25 de 111ptiembre de 1837 7 falleció el 11 de repugnanci& por él fu6 tanta que1 paro no contaminarte ae reeil·
a¡o1to de 1902. No fu6, en definith1, nada mú que un aficio· tió & ÍJl•eati¡ar minucias echando mano del cómodo r~cuno del
nado a; laa letras. Comerciante de profeaión en su1 comienzos y plagio. Tal cosa hizo en ei apl1tdice al tomo I, donde dió cabida a
bur6erata oficial mb tarde, entretu•o 1111 ocio1 en eoleceionar un& cronología. de los gobernadores 1 •lrre7ee, que, escepción hecha
libro1 cu70 contenido Tolc6 luego, de cualquier manera, en 1u1 de las ?1otas relati•as a los tres primeros adelantodoe 7 a lne
trabajo• hiatoriogrifico1. (Conf. M.nIAYo A. PELLlU. ]A 1""tnO· tree 6lbmos repreaentantee realee, es una copia literal de la co-
riam, Bueno1 Airei, .1902). nocida Gu{a de foraatero1, de Araujo.
-len-
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a la n11ctta csc11ela histórica en cuyo apogeo ,·h·imos. amol'dazar y a cereal' con el desprecio a la investi¡?acióu
Y fué ésta, en realidad, la que logró impedir el desarro- erudita, como que ella, con su austeridad serena, venía
llo de la progenie patológica de una historiografía que a dar al traste con toda la jerigonza en boga. Resultó,
si alcanzó a ser brillaute con Esti·ada, podía fácilmente po.r eso, el fruto ele una fotofobia intelectual lo que
degenerar eu el palabrerío huero ele que hacía clara entonces se esgrimió contra los que más tarde habían de
denuncia In producción de l'ellizn. recibir de la sociología --que se antoja un neopl.asma
Paralelnmeute el desarrollo ele la pomposa filosofía del modo histórico mentado-- la befa s6rdida y el cali-
de la 11 istoria, se fué formando eutre nosotros la escuela ficativo minorante de ltec1&6logos. Pero, a pesar de todos
historiog1:áfica erndita, que es la segunda ele las corrien- los arrestos defensivos de sus opositores, 111 escuela eru·
tes vertebradQras, a que ya me he referido, y en cuyo dita se impuso basta como una necesidad vital para la
proceso, nctivo y floreciente aúu, pueden advertirse, cou existencia lógica de la mis1\\a teudencia a la que com-
toda nitidez, distintos momentos que son como sus etapas batfa, en forma tácita, con la revelación ele lo que verda·
o edndell progresi\'as. deramente fué el pasado. Y esto digo pol'que en el cri·
La primera, oscura y simplista eu sus comienzos ~ 08, terio de nuestros historiógrafos eruditos, cabía la con·
repudiada por inútil y plebeya ~
en la época del apogeo ciliación entre lo que se dió en llamar la f iloso{'ía de la
guizotniano coo, de que acabo ele ocuparme en los co- historia y la.~ tarea.'! heurísticas y 11ermené11ticas, con la
mienzos de este mismo capítulo, y cuyos ruidos ensor- única condición, ineludible, de que las segundas antece.
decedores no le permitieron alzar mayormente la voz, dieran a la primera y de que ésta no fuera sino una
logró, sin embargo, imponerse poco a poco hasta triunfar coronación de aquéllas ªºº.
por completo en las tendencias historiográficas que hoy Ahora bien: la segunda etapa o edad. de las cuatro
predominan en nuestro país. No cuesta fatiga alguna que puec1en ser establecidas, r que es, sin duela, una ele
percatarse de que fué el temor al derrumbamiento del las más netamente vertebrales, puesto que la primera
castillo de naipes de las construcciones históricas a ib -aquella de que me ocupé en el capítulo IV- tuvo el
filósofo, lo que movió a López y a los de su credo a solo carácter de las cosas precursoras, ~· la \Htima, que
208 :ti correspondió a 101 periodos de que me he ocupado en el
es la que nos alcanza, importa más que nada un perfec·
capltulo nnterior, y e1tuvo floreciente en la 6pocn cibica de loe cionamiento cupulador: la llena completamente la obra
1111vrút icoa.
290 Vicente Fidel López llegó 11 escribir eataa pale.braa dee·
historiográfica de don Bartolomé Mitre 801• Si se cotejan
pectivae para la hi~torio¡r:ifia erudita: "Todo lo que se dice fechas, fácil será caer en cnenta ele que Mitre, con su
del valor de 101 documento1 e1 complet11mente ine:incto • lo suba·
tancia! ea el. valor y .el 1mlace de IoA hecboe. Por ei:o ee que
Saluaho, Tlc1to1 Tuc1d1de1, Macaulay, son grandes hi1toriadore1 300 Mitre, que fu6 el arquetipo de nuestra prlniitiva historio·
l<?• más . ¡randee hiatoriBdores; y, aln embnrgo, ni fueron archi: f!rafia erudita en el prólogo (ohgina 63), a. In. edición definiti'ra.
Vlltu, n1 documentaron loa .hcchoa de enlace con que vincul~ las de au Hi41oria dll Belgra"o (1887), admite esa conciliación y acep·
series que vivifican su narración 11• Debot11 hiat6rico, tomo Il, ta la interpretación filolótica y el colorido q1.111 flu110. d11 lo1 mi.~­
plgina 2~3 (edic. de Rojas). Cu:i.lquiera aabc hoy, que Tuc1didea
cuando menos, documentó much!aimo1 pnsajee de su obra (Cont.
• 1
"'°' dooumn101. • • y ae deqwenda dll su flla.•a co1101'eta.
301 Nació en Buenos Aires el 26 de junio de J 821 r falleció
Croiaaet: Hiatoir11 d11 la litflratur11 gr1cqv1, tomo IV). en In mlsmll ciudnd el 16 tle enero de J 906.
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Biografia de Belgra110 (1858), antecedió a Domínguez
Y de que, en couaecuencia, no puede aparecer pospuesto Belgrano (1876-1877) 303, ya entremezcla el dato del li-
en la serie. Y·esto debe ser aclarado. Conceptúo la obra bro con las conclusiones de la propia pesquisa en la
de l\Iitre una perfección de la tendencia de Domínguez, documentación inédita -que es la característica de la
y como tal la ubico posteriormente, porque la tomo con- "•IJ>OIW~cia, t. I, J1á.g1. 6?·70). A medida que loa aiioe corren, el
cretada en la edición definitiva de la Historia de Bel- ofán erudito ee acentun. Diego Barros Arana y Benjamln Viculia
g·rano, que, como se sabe, es de 1887, y la parangono :Mackena, hacia. 1860 y desde Europa, Je informo.n 1obre libro•
america;no1 raros y 1e . loa adquieren, e igual coso. hacen Julio
con la labor de su antecesor, cerrada con la última edi- 1\e ZuVll'la, en Montevideo y don Juan Mo.rlo. GutiErrez y don
ción de su Historia, en 1870. A diferencia de Domín- A.ndré1 Lamas, en Buenos Aina. (Comsapondnoio, t. I, pil.p.
132·lff·lll6 .ª 1158·178-lSO). A principio1 de 1863 Mitre proycct:I.·
guez, que nparece y desaparece con un mismo e inmutable ha, con Gutu~rrcz y Lnmae, I:\ publicación de documentos infdltoe
criterio histo1iográfico, desde que su perfección de 1870 Jiara. lo. historio. de Am.éricá., r a. mediadoe de 1864 ho.bín logrado
reunir yo. numoroaaa p1ezaa inEditu hechna copiar en el Archivo
no pas6 del simple acrecentamiento del caudal erudito, d.e Indias. (Corr~1p011d.en~o, t. II p6.g. 51) y contabn con 28 vo·
Mitre realiza en la materia una e11pecie de continua as- lumenea de irro.maticns y d1cclou11r(os de Jaa Jenguu indl¡enila con-
cep~uando 61 y don Martln de' ::Uouuy, que era eea peque6~ co-
censión. .Antes que nadie, entre nosotros, comienza a lección la mál completa que 1e conocla. (Corr11p01tdmteia, t. II pdlf.
elaborar su erudición en sile~io, con tesón, benedictina- 8!), La prueba. de lo. forma en que Mitre utilizaba todo el riC:, ma·
teval que hablo. rennldo, es su carta. a Dio¡o Barro. Arana, el 2 de
mente, y cuando se lanza a la empresa del libro no se ~a"rao de 18G5 (Corrtapondencia, t. II, pAga. 12G a 135), donde
considera, como tantos, llegado al culmen. Por eso es d11erta, con abundante información y honda. critica acerca de loa
viajea de Pinzón y de Solls. Tanto era. 1u amor por Jo erudito
un corrector y un perfeccionador de sí ·mismo. Y si bien que en los mismoe momentos en qua se armaba. o.nhelosamen~
es cierto que sus· invélitigaciones datan de época remo- el pala para marchar C?~tra el t~ano para¡uo.yo, Mitre hace un
par6nte111a a au labor of1c1al y escribe a. Arcos emitiendo un juicio
ta 302, y que en la primera reedici6n bonificada de su eobre una reciente obra literaria de éate (Correap0t&de11cla t. II
págs. 151 a 153). La erudición de Mitre ae fué formmd~ com~
ao2 El epistolario d& Mitre reTel& que su amor por la erudición se advierte a trav& de eu epistolnrio, paulo.tino.mente, ReÚnla li·
fuE en El constante e Imperioso desde aus mocedadea. Cuando ape· broa pa.ra 111 tarea y para sns 111ceaorcs en 11 trlllbajo ( Correapmt·
naa hablo. cumplido •cinti6n oñoa, el 10 de octubre de 1842, d~a, t. I, pll¡. 208), y loa estudiaba. con amor, llegando, aaf, a
91cribla al doctor Fermln Ferreira, que como 61 reald1a en Mon· ut1lu:arloa c-0n provecho. Y a ello se debió Jo. eolidez l la. ampli·
tevideo, aolicit6.ndole datos y documento1 aobre el patricio ur11· tud de aus conocimientos.
guayo Artigaa y declar6.ndole que ya tenla muy adelantado. la Boa Debo recordar que aunque la reedici6n de la Hiltorio cü
biogratlo. que couagraba al per1ouje. (La epletola de referencia B1lgral\O fué hech& en 1839, un año despuh de su primera publi·
puede verae en el libro dE'l doctor Mariano Ferreira, ..CptmtH bio· caeió~, no .hay entre ambas dife~ncia. alguna, al punto de que
grdfioo1 de Ja fatnilio ..Crtiga1 y Fl'rT'riro, editado en Montevideo : la reimprea16n conaerva haata la m11ma paginación del texto pri1'·
en 1919, p6.gs.. 55 y 116). Un poco mil de uno. dfcada deapu61,
bacia 1854, 1.brigaba la preocupación de reunir documento. lnfdl·
.l.. 01p1. El primer mejoramiento, puee, es el de la tercera edición
(1876-1817), donde la obra comienza a tomar ya el carlcter que
toa, de carActer hlatórlco, que anduvieaen dl.apereoe y editar uno. l:nbta de crl1talisar en la cuarta a.pa.rición (1887). As1 tué en
revilta de eatudio1 que aer!a el órgano de un inetltuto que ee efecto, pues en la primera y ee¡unda edición de su Belg~tlfto,
proponla formar. (Corrupllftdetlafa JUwaria, t. I, pl¡a. 88·65). Ese Mitre no abunda en citas documentalea, ni en acotacionee eruditaa.
miamo afio, por el mea de octubre, en nna carta que le dlri¡ier:i. En la tercera, en cambio, inicia la. uhibición de su ar1enal biblio·
desde Chile, don Diego Barro1 Arana alude al proyecto que Mitre gráfico y documental, indicando al pie del texto, en forma. preclea
tenla de eacribir la hi1toria del deacubrimiento y conquleta del Y clara, lae fuentes éditaa e inéditas en que bebiera eu informa·
Rlo de la Plata, y lo aplaude, eetando de acuerdo en que ea acer· ción. Este mod11 lo conservó Juego en todo au labor posterior. No
tado el peuamiento que E1te le maniteatara. d1 bucar A lo1 ar· puede dudarse de que laa bonificaciones que ae advierten en la ter·
. clii1101 d• E1paila 101 documentoa neceaarioa para la obra. (Co- cera edición de la Hiltoria de Btlgrno, fué el fruto de Ja polE·
mica con Véle7., de que luego me ocuparE.
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segunda etapa de nuestra historiografíll ernditll-, no field, en 1864- había exh!bido ya sn credo historiográ-
puede decirse, 1iii1 embargo, que su modo tenga uua es- fico 30~, éste no t\lvo entonces una defiuici6n tan precisa
tabilidad clefinith-a antes ele 1887. El estudio conti· como en la oportunidad que acabo de mentar. En el
nuado, las diarias conquistas ernditus, el rico herramcn- encuentro con Vélez lo que Mitre cuidó de poner en evi-
taje bibliogrAfico y el manejo sesudo ele ln crítica, no dencia fué su procedimiento ei·udito, es decir la forma
aparecieron en absoluto consorcio sino después de la en que procuraba doc\lmentar sus aseveraciones, y aun-
polémica con IJ6pez 30 \ cuya consecuencia mhima, a la que abordó otros puntos -como el relativo a la acción
postre, casi 110 fué otra que la definición, frente a fren· 110:; .Lo. polG!11ica a que me refiero tuvo Rll origen en do1 co·
te, de dos escuelas historiogriificas : la guizotniana y la 111cntano1 o.uóu11no1 que, a propóaito do un libro de historia con
puajea in1plr11d11M en la biogrnflA de Belgrano que eseribier~ Mi·
erudita. Mitre, a la sazón, quecló consagrado el arque- tre, apnrcc1eron en el cliario "El Nacional"· En ellos se cen6u·
tipo de la \Utima. Hasta ese momento su doctrina his- r11ba el hecho <1P. que, dandn crlMitn a lo que eeeribiera el gener1d
Belgrano eu 18121 en docu1uento dirigi1\o ni gobierno central ae
tórica había estado en el curso de su génesis. ~- de asevernee que los pueblo. del interior no hnblan tenido 1impalla1
tal fecha data recién la inmutabilidad cabal. Eso 110 por el movimif!uto revolucionario de 1810, y que olTidando lo que
G~emea, ~abla hecho .por la causa emancipadora, ~e lo apodase ca•
admite dudas, pues si bien es cierto que en \lna pol~­ dillo. Mitre r11pon<hó a eaaa doa uotaa con una larga expoaieión
micn anterior -la sostenida ~on Dalmacio Vélez Só.rs- cu el diario "Nación Argentina", exhibienclo abund1U1tea pruebu.
document11lee que dab11n 1ólidn base n aua aaerto1. A Mitre cou·
tutó, o. 1111 nz, "El No.cioual ", aunque ye. no anónimamente:
30~ La pol~micn c.on L6pez fu6 1111 vcrdndero ehoque de e1cu~· las doa notaa de la r6plica las 1ub1cribla el doctor Do.lmacio Véle1
las. La inició el nombrado hi1toriado1· en 1881 en au Infro<Wc:oi611 Slnfield, que se e.rljudicó lo. pe.ternido.d de las do1 anteriorea. .F.I
a la Hiltoria d1 kz, re11oh1ci~ arge"""ª• donde hizo algunas eo· biógrafo ele Belgrano cerró el debate con otras notas complemeu.·
rreccionea ni JJ•lgra110 · dci ··Mitre. :tete, moluto, reso\Yió escribir · tarla1, y upuao la conrluaión di' la polémica. ~ta ha aido reunida
unas ComfH'Ol>a.ciofter que, comenzadas a publicar en la "Nue'13 eu un tomo de 1164 pilgiu1.1, con el titulo de: Eafudioa hiat6rico1
Revista de Buenoa Aires", continuaron en "La Nación" y npn· 111brs la RtJ~oh1cicm de Mayo: Belgrano 1 Giiemea, Buenos Aire!!,
recieron, luego, en uu Tolumen con el titulo de: 001nprobaCiont.t 1864. El ap61'dice está consagrado a la reproducción de laa notas
hi•t6rioa.r a prop61ito de alpflO.t punfo1 de hiAtoria argen.fina aegú" de V61u SAnfield. ~te, por au parte, las editó con el titulo de
nve110' documntoa (1881). Lópes contestó a. Mitre, priD\ero en Rtctifi«JciOM1 hi3t6ricaa: , Ge11sral B"lgrano: Gmeral Qü"nw"
"El Nacional" 1 después en el libro: Del>afe hilt6rioo: Rtfvfa· Buenos Airea, 1864. '
ci611 a la.r comfH'ObaoiOMa hid6rica1 1101>r1 la l1iatoria d~ Belgra- Ea de necesid11d reconocer que en eata polémica la mejor parte
"º (1882). A López Tolri6 a responder Mitre con sus N ·ll4flas correápoudió al goneral Mitre. Amboa contendientes 1e guardaron,
ain embargo, reapetuoa coqideración, atribuyendo loa deaacuerdoa
comprol>aoion11 iobre 11l1foria argimtina ( 1882), quedando, al fin,
en evidencia, que lo que babia en el fondo de todo era un dN· en que estaban a ci?eumtanciu que no acarree.ban deamedro para
acuerdo acerca del modn de eecribir la historia emcerbndo por nadie. V6les crefa, por ejemplo, que el mayor defecto de la Hútoria
cierto recóndito agraTio que López tenla con Mitre. En carta a de BelgrllflO reaidla en el hecho de eatar 1006'?4 d" lo1 clocvtnnfOI
Barros Arana, en 1873, que 1e publicara en la "ReTista chilena" ofiotoHa, y Mitre argüfa que eee era, en cambio, uno de IUI m6ri·
1 que el Museo Mitre ha incluido en el tomo II, p1\gilla 286 r toe, h111ta por el hecho de que au contradictor no aub1tituia 101
aiguientee de la Oorrupo11dmciG del general (Buenoa .Uree, 1912), teltimonio1 qne descalificaba con otroa que tuTienn una eTidente
el biógrafo de Belgrano, en efecto habla dicho que López era un fuena probatoria. Por otra parte, V6le1 afirmaba que el libro
escritor a quien convenia. tomar con mucha cautelA, porque ea· de Mitre era un pllflegtrioo y no la hiaforia d" 11na grande lpoca
eribfa la h11toria sin documentos, guidndoae por oOtH"rnciaa e y el biógrafo del héroe reapondfa 1el!.alando pruebaa de lo con!
idea.r preconcebidu, afirmando dogmdti~mnfe, pvedtJ decirae, ti\ tro.rio. Finalmente, Vélez acusaba a Mitre de haberae ohidado
aadn página, lo oontrario de lo qui dicm 101 doc1nnento1 1nld4fo1..• del P"l>lo, 1 el illculpado se defendfa. haciendo sel!.alamiento de
(Corr1~cio, t. II, plg. 317). De esta po16mica se ha ocups· evidencia• que deamentian tal aeenración. Eso fu6 todo. (De esta
do, con bito Bicardo Rojas, en 1:1 Noticia. pre1'minar nl tomo polémica ha dado noticia A.BEL CJUNrroN en Hiltoria d" JT6111
VIII de au "Biblioteca argentina", Buenos Aires, 1!110. Sdrtfield, Bnenoa Airea, 1937, tomo H,, plíg•. f78 a f82).
- 166 - - 167 -

del pueblo en los hechos históricos, y al papel que en clasificó según lo que ella dejó como precipitado y t1·at6
ellos juega el héroe- lo básico se redujo a una doble de poner, frente a lo impreso, los resultados de su pes-
cuestión de criterio y de técnica. Vélez, a la postre, quisa personal en las fuentes inMitas. Claro está que
creía preferentemente en la tradición y acordo.ba gran siendo él un iniciador del método, su labor en materia
importancia a las masas populares actoras, en tanto que colonial, sobre todo, no llegó a la altura a que había de
Mitre se apoyaba en los documentos, y, sin desconocer alcanzar, andando el tiempo, la de alguno de sus conti-
lo que el pueblo hiciera en el sucederse de los grandes nuadores. El credo historiográfico con que Mitre realizó
acontecimientos del pasado, concedía posición prepon- la labor definitiva (Historia de Belgrano, 1887 e His-
derante al lwmlwe, polarizador y ejecutivo, a quien, para toria de San Martín, 1887-1888-1890), puede sintetizarse
su modo de ver, · era ineludible destacar del conjunto diciendo que era aquel que proclamaba que la correla-
a11ó1úmo. ción, la armonía, el siguificaclo, el movimiento y hasta
A la inYersa de lo que generalmente había ocurrido el colorido de los hechos históricos, debía fluir directa
con nuestros historiógrafos --salvada la posición rela- y exclusivamente de la construcción erudita, hecha uti-
tivamente buena de Dominguez y la de su continuador lizando los documentos inéditos, la bibliografía depurada
de 1879-, Mitre se presenta en la edición definitiva por la crítica y los elementos testimoniales de la tradi-
de su Histor'ia de Belgrano (1S87) con un vasto conoci- c¡ión ªº 7 • En lo puramente colonial, conviene establecerlo,
miento bibliográfico, y, lo que es mejor, con una valo· Mitre, n pesar de su mucha erudición, no nos dejó una
ración hecha clel herramentaje que utiliza. Sus prede- visión global y s6lo se redujo a exposiciones fragmen-
cesores· habían aceptado habitualtnente, como verdo.dero tarias, y en cuanto al período independiente, hay que
dogma, todo el contenido de los viejos cronistas e in- lamentar que los sucesos giren demasiado en derredor de
corporado a sus trabajos las informaciones de ellos. sus héroes : Belgrano y San Martín. Para terminar lo
Mitre, en cambio, sometió a verificación sus aserciones, que a Mitre se refier,!!, falta decir que sus trabajos pri-
llegando al convencimiento de que incurriría siempre meros y los siguientes hasta su Historia de San Martfo,
en los má1 groseros errores quien tomase por guMI a los parecerían evidenciar que, en su concepto, el fenómeno
cronistas y no fuera a investigar la verdad e?l los docu- hist6ricó americano era autóctono. Sin embargo, en el
mentos originale1 que se lt.allan inéditos casi en su tota-
lidadªº'· Tal declaración, como se echará de ver, fué 307 Mitre, en el prólogo de su Hiltoria d• B"l~ono (1887), asi
Jo establece, dejando conatancia, de puo, de que ha utilizado la
la primera rebeldfa seria contra el absurdo, en boga, verli6n tradicioDBl tra11.1mitida por su pad~ por 1u suegro, don
de atribuir infalibilidad a cualquier papel impreso. Y Nicolé.e de Vedia y pol' los generales Lae Heras y Rondeau. En
1u pol•mlca con V61ea (E•fvdio• 11i.tt6Ño•, Buenoa Aire1, 186-l,
sobre ese criterio está edificada la escuela de Mitre. pf.p. 1•7 y d¡ulente.) Mitre exprea6, clara.mente, el valor que
Reunió y estudió los libros que se hablan ocupado de atribula a 101 Jtffcfo• OOftf"mpOf'dn.oa, y dijo que ª°" flor lo. gme·
rol oparioAodo1 o eatrec'hoa; pero aun Cl'Uancl'o ello• no aean. .umpre
historia americana, los sometió a la prueba critica, los la .isprericm compllta ile la ,;erdod,. aon 101 dato• !"d• pre1M101 que
et&cventro el hfdoriador para 411f11dtar la. tmdencioa '!/ el 4'1tado de
1101 Carta a Barree Araita, fechada el 2 de mano de 1863. (Co- la opini6n en una lpoco dado, aobre todo cvoftdo 1e trata de hec1&1JJJ
n, p6¡a. 134·131!).
rreqOftdftoia, t. 11egafü101.
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capítulo I <le la obra recién recordada 308, dejó entrever, c1on y les uun fisonomía. Y Heutado e11to filosof6 sobre
posteriormente, cierta conciliación con los postulados de el papel que, en 1011 sucesos de la Emancipación, habían
la historiografía que proclamaba el concepto de Buckle jugado San i\lartíu y Bolívar. Lo hizo como lo hubiera
acerca de la universalidad del hecho histórico. Pero no hecho Estrada, López o cualquiera de los guizotnianos.
pasó de ahí. Mitre, pues, alejado de la corriente tras- Con la labor ele Mitre, por lo mismo que él proclamaba
cendentalista, encaminó su labor historiográfica por la como tarea <le su hora, no pudo ql\edar cerrado el clclo
senda lógica que correspondía al estado de nuestra cul- de la historiografía erudita, que debía llegar todavía a
tura de entonces, llamando a la serenidad y al estudio lo que es eu manos de la nueva esc·uela. La!: cliferenciaa
eu un momento en que nuestros polígrafos se perdian que se advierten entre el respetable precursor y loli que
eu la maraña pnlabresca de la sociología incipiente, a integran el grupo nombrado, :-;e concretan, precisamente,
la que daba pábulo el gusto guizotniano del momento. eu el criterio ele la valoración de fuentes, eu el ejercicio
Su grito de alerta y su programa orientador para el de la crítica y en el concepto serial que comprende todos
futuro está escrito en sus Nuevas comprobaciones. Dijo los postulados ele la unh·ersalidad del fenómeno hist6-
allí que la tarea que, a la sazón, se presentaba como rico. Mitre, un poco embnncleraclo en el culto clel héroe
imprescindible era la de reuni~ los materiales, desarro- t'omo lo cleuuucia hasta el título ele sus libros 300, no tuvo
pándose de afanes filosóficos. No es posible hace1· alqui- idea clara del proceso histórico, ni sacó a HU aparato
mia histórica, escribió; nuestra tarea es la <le los jorna- erudito todo el provecho que hoy le extraen las disci-
leros que sacan la piedra bruta de la cantera, y, Citando plinas historiográficas. Por eso le he indicado como uno
más, la entregan labrada al arquitecto que ha ·de cons- de los arquetipos primitivos y lo J1e señalado como boni-
truir el edificio futm·a . . .
A pesar de esta mauüestación, que haría pensar que
ficador de sus antecesores en la tendencia 1º. ª
Mitre no aceptaba, por lo menos para su época, otra his- ~oo El trabajo de mayor im¡>orta11ci11 que el gener11l dejó in6·
toriografía que la de la crónica, hay necesidad de h&Í?er dito 7 que oún no h11 viato la luz, es, t11nibi6n, lo. hiatoria de uu
héroe: el caudillo uruguayo Artig11S. Seg(in se desprende de una
memoria que el capítulo XLVI de la Historia de San cart11 que 7a he Cit:ido y que dirigiera Mitre, el 10 de octo-
Martin (págs. 604 y 605 del tomo III de la edición de bre de l8oi31 al doctor Ferndn Ferreira, nuestro historiador tenla
1890), despu~s de admitir la posibilidad de consagrar en preparación una Biografía americ11na, en Ja que trabajaba con
empeño. Sn fondo inconmovible fu6, al parecer, la tendencia a
hombres simb6l·icos en la historia americana, teorizó lll bio¡rafíilJ como lo denuncian 1111 primeros tra.bajo1 7 1u1
acerca del papel de los héroes, y dijo cosas cuerdísimaa m&a celebraooa libroa. (La carta aludida puede vene en: lú&IA·
~o FuaEI&A, .4J11111tu blogrdficoa de la familia 4rtigu, Monte·
a ese respecto. Para Mitre, según lo que allí escribió, i video, pAJ. 153).

i
los grandes acontecimientos engendran a los hombres En cu11nto al papel que cupo desempeil:u a los h6r<>11, Mitre
escribió, en 1864, que en 111 historia de noeatra Revolución el pue·
que culminan, pero son ellos los que le imprimen direc- blo 7 aua conductores se mantu"rieron interdependiaad09, a al
' gradu que al uno no se lo e:i:plica ain loa otros (Eatuditn AWUri'°'•
pAgs. l' 1 115).
sos El parégrdo III, &e ocupa de In. acción i11icial de la. .4m6- a10 Lo1 otro1 escritorea que usaron, mb o meno1, el m6todo de
rica 1obre Europa, es decir, de laa conaec11eneiaa que tuvo el Des- Mitre -Saldfae, por ejemple>-, no tuvieron con él niña qoe t>*·
cubrimiento en loa destinos del mundo. 1 recido de forma. El nutor de la Hiatoria de RoztU y n lpoaa,
-170 - - lil -

En su oportunidad recordé la polémica Mitre-López. crónica, la obra del padre Salvaire, no obstante, orien-
Pues, bien : uno de los frutos más indiscutibles que ella tada como está dicho, hacia el rumbo que señalara Mitre,
dejó fué la orientación de los estudiosos hacia la inves· supera a todos los trabajos ele su género, hasta entonces
tigación en los archivos. Y ese momento constituyó la aparecidos. Ello reside, sobre todo, en la armonía de su
tercera etapa de la historiografía erudita. Desde el conjunto y en lo orgánico de su contenido. La prolon-
punto de vista colonial, importó un progreso sobre la gación de la escuela ele Salvaire, sin el aditamento de
anterior, porque si bien es cierto que en la crítica de las su pragmatismo, y en muchos casos, bajo la égida tutelar
fuentes éditas no se advirtió muy señaladamente, ello de Zinny,. se halla en muchas crónicas regionales y par-
a pesar, el conocimiento documentado del poderío de ticulares, posteriores al año 1885, de que luego he de
la dominación española, sobre toclo, se ac1·ece11tó en fol'- tratar. A la escuela de Salvaire, en lo que éste tuvo de
ma sorprendente 311 • La obra que concreta y sintetiza investigador en fuentes inéditas, perteneció don Eduardo
esa etapa es la Historia da Nuestra Señora de Luján,· Madero 315 (Historia del p1iei·to de Buenos A\rn, 1892),
su origen. m sanhiario, sii villa, sus milagros y su culto cuyo libro no pasa de una exhibición atropellada, sin
(Buenos Ah-es, 1885, 2 vols.) resultado de Üna tarea orden ni concierto, de los primeros materiales que hallara
larga, prolija y sin precedentes en nuestro país, realizada en,el Archivo de Indias 316 • Así y todo, no puede desco-
en los archivos civiles y eclesiásticos de Buenos Aires, nocerse que Madero se propuso un objetivo renovador.
en el del antiguo Cabildo y en el particular de varias Consistió él en corregir, con los datos que suministran
familias porteñas 812• Publicada en forma anónima, por l~ documentos inéditos, todos 1011 errores y defectos de
modestia de su autor, se · sabe, sin embargo, que él fué la crónica édita, valorando, previamente, " aunque en
el sacerdote de la Congregación de la Misión, don Jorge forma somera, las principales fuentes de información de
María Salvaire 118• Aunque su tendencia es visiblemente los cronistas. Como Madero acometió esa empresa sin
pragmática iu, y no tiene más intención que lll de la una profunda preparación previa y en carácter de sim-
ple aficionado, claro está que en su obra no escasean los
por eso, va. incluido entre loa croniatu, pues no otra. cosa que
crónica fu6 su difundida. obra. defectos. Pero, ello no obstante, ·hay que convenir en
su No puede nega.rae que o. ello contribuyeron, t4mbi6n, 101 in·
vestiga.dore&, Trelles, Queeada., ete., que constituyen el grupo de pueblo tanta y 1111n mlia in1truccl6n en lB historia 1incera y ae-
los Anñ.tfioo1, de 101 que ya. me ocup6 en el capitulo anter1or, y riamente escrita. de un pueblo redueido, de una. Villa. de Luj6n,
que, deade muchoe afl.oe atr6a venlan exhibiendo el resultado de sus por ejemplo, que en la. misma historio. de una. gran ciudad ile
pe1quia111 en loa archivos. una nación entera.f" (t. I, pág. CXIV).
a1t Hilforia de Ntieltra Sri.orca de Ltijdn, tomo I, co.pU.u· 1111 Nació en .Buenos .Airea en 1833 y falleci6 en Géllova el 31
lo CVIII. de mayo de 1894.
:na Era. fra.n~s pero radica.do desde largoa a!loa en el pata 11a M-4.ero, que no concibió plo.n alguno orgánico para Ja. ex-
y vinculado eatrechnmente o. él. Don PASTOR. 8 . Ü'llLIG.&.DO en aua poaición escrita de su• investigaciones, hizo, en su libro, capitulo•
Tradicione1 y con el titulo de Un mUagro e1' la pompa ( edic. de de lo que 1ólo da.ha para. una nota marginal y atribuyó impor·
1903), ha. relatado un epiaodio biogrUico de Salvaire que lo pinta tancia sonora a. minucia.e que estaban le,ios de tenerlo. Por otra
como realmente argentlni1o.do. · pa.rte, en la obra se dealb.a.ron errores do variado calibre, cuya
11• El a.ntor, por otra. pa.rte, uf lo declara.. "Si, al decir ~e puntua.lizaclón realizó a su hora don Clemente L. Fregeiro (En
loe preeeptiatu -•cribe-, la. hiltoria debe tener por fin! prin- Hillona documental y criUea) con la clarida.d y eficacia. de que
cipal, instruir y adoctrina.r, lno puede creerse que habrl para el ya hice memoria. en el capitulo anterior.
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que la R istot·io. del p1tcrto de Buenos Aires logr6 abrir como se verá, su credo historiogrilfico difiere del que
tm nuevo horizonte en la historiografía del país, siendo profesa el grupo céntrico de los modernos bistori6grafos
ella. en realidad y a la postre, la que provocó la orienta- argentinos. Sn labor ponderada 8~ 1 en la materia, la
ción definitiva de Grousaac 811 y el despertar vocacional inicia con su Linien, trabajado hacia fines de 1896 3~~
clel P. Larrouy, funclador de la Sección de Historia de pero que fué editallo eu forma clefini.tiva en 1907; Y
la Facultad ele filosofía y letras de Buenos Aires, donde, la continu6 en los Anales de la Biblioteca. Groussac se
bajo la dirección del doctor Luis María Torres, había caracterizó por una manera muy propia, al punto ele que
de nacer, l1ace un poco más de dos décadas, la mieva a ratos el literato ágil, incisi\'o, mordaz, fi110 en la ironía
escriela liidÓ1'tca· argentina 318• y masacrante en el epigrama, nnonarla ~- oscurece al
En definitiva, con defectos y todo, Maclero logró com- histori6b'Tafo, erudito y bien dosado de crítica. La dife-
pletar, con piezns inéditas desconocidas, at~nque s6lo en rencia bíisica que se ad,•ierte entre GroussaC' y la mm:a
la parte referente al periodo 1516-1600, lo que ya se escuela es ele forma y de fondo. En cuanto a lo primero,
hnbíR pesquisado en l~ archivos del país. Su labor, que son sus excesos irónicos ~· los de...-aneos ele su hiper-eru-
ful! más la de un hewrinico que la de llll historiógrafo clición innecesaria, aquello que lo distancia de sus conti·
profundo, superó n la de Tren~. Quesada, etc., y pre- nuaclores y, en cierto sentido, discípulos 323 ; ~- en cuanto
paró el advenimiento de la cuarta etapa de la historio-
grafía erudita, 310 que abrió Paul Groussac como pre- 1·e1tig11do t'll 101 uchi•os europeo1 con el propó1ito de estudiar
ciertoe :1•pecto1 del régim&n. colonial eepail.ol. E~ ccirta o. Mitre
cursor y por cuya senda marcha la n1leva escuela T~i•­ (Corrnpo11tl1ncia, t. II, pAg. 62). datad11. en Saint-Germain el ol de
tórica 820• Doy a Groussac carácter de precursor porque, octubre de 1864, expuso eu prorecto: deseaba. est11di1Lr los u.ntece-
dentea eeonómico1 de 111 época. colonilll en fuentea iuéditaa. As!
lo biso, y sus lucubraclonea npnrccleron en 111 "R9"iata del Río
3H Au11que Grou1111ac se h11.b!o. ocupado de asuntos hiatórlcoe, de la Plata", to11101 I 11 IV (1871-7!).• Se trat11. de un enaa7ista,
antes de la. 11.parición del libro de :Madero, no puede negarse quo preooz por 111 falt.'I de b11¡a.je, que no tiene mayor significado en
su deft7'ioi6fa eu el ~nero es posterior "! 1ugerid11. por el ptodo, nueatra historio¡rafia.
bonilil:ado lll 1obreentiendc, del arquetipo origin:irio. Si ee l\uiere 121 La 11nterior pertenece 11.I ¡énrro <lo lo no perdurable. Ln
una pTUeba, :inllllcese lu. producción de Groussnc aparecida en 108 Allmorfo sobre el Tucumún (1SS2), por ejemplo, elaborad11 con
"Anales de la Biblioteca". AIU so adverfüf. tod11. lo. importan- m11teriale1 de se¡undo. m11no y :ilguuo que otro documeuto origi·
cia que ha tenido 111. Hi1toria del puerto de B11""º' Air11 en )a na! del periodo independiente, carece de gran envergadura, 11uu·
detinitin orientación de Grouaae. Y esto lo digo sin mengua que, como lue¡io se· verA, tiene uu aprl!Ciable eignlficado en el
para el reapetable maeatro, desde que no afirmo ni una seme- procean lle las crónic111 re¡ion11lea. En cuanto n su Col6n (1892),
janza de diactpulo 111tre 61" 1 su antece1or, ni, mucho menoa, Grouucic no reveló llllf ma7or ponderación critica y et clara nlei·
uno. similitud en el contenido de la obra de ambos. dad por la biatorio¡rafla psicosociol6fica. 12:1 miamo califfcó este
318 Esta denominación ee la dló el doctor Juan Agustin Gar- trab11.jo --que dedicara nada menos que 11 Taine- de: mitcul
cta, con el penaamiento puesto en el significado que teman Ju lliatoriG, mitad d41''11gOoiff WllagiHti-t."G. (Pref. púg. XI).
innonclonea que, en m11teria de método y de criterio, exhibtcin an "La Biblioteca", tomo1 III y IV.
loa que eonetitu7eron ese ndclco inicial a que acabo 4e referirme. 128 En un breve juicio critico 11 au Me1ufoza. ("Noaotr04 1 ',
au1 Eeta ea en detinitln, la J'IUIÓn que me determina a.. in· N" 68 de 1914), he tenido oportunidad de i1ulicar, gro110 t11odo,
cluir a Madero entre loa hiatorindoree bf.sicoe. Procediendo en enfiles son los ¡·.ecados capitales de Orouaaac. .
realidad de loa heuriaticos, "! no eiendo, despuú de todo, nada mAa AHL CUÁNITON (Hiltoria <k Ylln Sdr1fwW, tomo I, ¡>áp. 41,
que eao, el 1ignificado de su obra, sin ewbargo, fu6 trascendental. 42, 47, H9 y 418, Bueno• Aires, 1937) hn 1eiial11do, también, 'l':l·
En el testo está hecha la demo1tración de ello. rioa gra\·e1 deelicea del IDllettro, tnlee como el de cner en juicios
a20 Con anterioridad, hncia 1868, Manuel R. Garcla babia in- üe aotiologfa a la "iolt1ta; el de 11ctu:ir en novelista cu:in1lo estab:a
- li5 -
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en dos ocasiones distintas ~- en fom1a contradictoria:
a lo segundo, la discrepancia entre ambos radica en la primero en el Prefacio del Linicn, en 1907, Y despuéR
cuestión rigurosamente técnica uel concepto serial y de eu el de su Mendoza y Gamy, en l!Jl6, advirtiéndose que
la universalidacl del fenómeno histórico m. Con o sin en la segunda de estas oportunidades, ~e ha concretado
defectos, sin embargo, Groussae ha hecho una prolija a defenderse contra las nuevas clisciplinas que dejaban
revisión de Yarios periodos ele la historia e::ttenia del las suyas en situación un poco desplazada. En 1907 la
Rio de la Plata, y orglmicamente ele la época que media historia era para. Groussac ciencia, arte y filosofía, sin
entre la primera y la segunda fundación de Buenos que pudiera admitirse diferencia esencial entre estos con-
Airea 3::1. En esa honda tarea utilizó materiales éditos e ceptos, al extremo de que los tres le resultaban compa-
inéditos, aplicando buenos procedimientos critieos, aun- tibles y de lógica coexistencia y sincronismo dinámico,
que vengándose, con el silencio, ele alguno de sus ante- dentro de la orientación ele cualquiera técnica historio-
cesores a quien no quiso hacer partícipe de su inmor- gráfica m. Se desprende ele la profesión de fe de esa
talidad. Por la propia robustez de los trabajos, empero, ~poca, que Groussac incursionaba en los domi~ios de la
no se podrá en lo futuro realizar estudios serios sobre documentación inédita con uua finalidad estética: la de
cuestiones históricas del Rio de la Plata, especialmente contortuliar con los hombres del pasado y penetrar, por
de la primera centuria colonial,. sin tener presente la ePtéte el tétc familiar, en lo recóndito de sus almas.
labor historiográfica de Groussac s:G. Respe(lto de su Aquella pintoresca declaración que Taine hiciera en las
credo en materia ele técnica de los estudios históricos, palabras prologales de su _4.11cie~ t·éoimo 328 acerca de la
hay que dejar . c~nstancia de que h.~. siclo expuesto por él intimidad que a través de los documentos alcanzara con
los actores de los sucesos históricos que eran motivo de
obligado & hacerlo en historiador; el de excederse 111 jus¡nr al¡n·
nos aspectos •le ciertn1 vid111; "! el de cometer errores que 61 no su análiais, tentó a Groussac y lo decidió a repetir el
habrla perdon1id.o en otroe. experimento. Y no hi~~ misterio alguno de ello 3 :?11, No
32~ Grouuae no parece comulgar con el concepto de eerie y rle
proceso, y mucho menos con la teorla de la un1venalidad de 101 buscó, sin embargo, llegar por ese camino a la filosoff.a.
hechos hiatóricoe. En ningún caso h& incursionado hondo en bu'e& de la historia al modo guizotniano, puesto que, aceptando
de loe determiu11ntea rnusnlee "! de la column& vertebral que como modeÍo a Taine, declaró que las consideracionc1 a
enradena loe eucesoe.
823 Deben 1er destacados, eepeeialmente, loe prólogos que pu101 lo Mohtesquieu eran innecesarias y estaban de más, tal
como introducción, a algunna piezas que in1ert6 en los 10 vol<i· como en el teatro de Shakespeare los coros de la antigua
menee de loe '' An&lea de l& Blbllotee&' ', qv dirigiera, entre 1900
y 1915, 7 que luego, con algunos retoquee, reunió en su libro,
Esfvdior i/11 hiffoiia GTj1ellfina (Buenos Aires, 1918). S2T Scmtiago il1 L'nierr, prefacio, pi1gina XI.
1120 Aunque Grouaac, eeg6n se sabe, no fa6 argentino nativo, 828 Taine dice: .A.11ec d1 tellt1 reuource1 - alude a la docu·
toda su obr& intelectual ea nueetrn: porque nqu!. la realizó 7 por- mentaeión coneultada- on. lkdellf preiqut lt ccmf1mporai" de1
que ella verea, preferentemente, sobre asuntos nacionales. 1lot1"n11a donf on. fa.if l'hi1toir11, lt plt11 ll'uae foil, a1is .A.rohwu,
Paul Grou11ac na.ció en Toulonae (Fr&neia), en febrero de 1848, "' ftiwnf avr lt papier ja1'11i leura 11ieilleir lcrit11re1, i'ltaia fellfl
7 lleró al pall en el miemo mes de 1868. Deade entonces vivió e1tr11- de z.,., p11rler fout h1111f. (Lu 0Tigine1 de la. Fr011&oe ocmtemporalnt.
chamente vinculado a noeotroe, Murió en Buenoa Airfl en 1929. L'i~ rlgitn.4 t. I, preface, pdf. XII, edic. Hachette, 190•) . .
Loa diveraos aepectoe de la penonalidad de Grou1111c, han aido 829 Compruébeee el aserto· leyendo el plrrnfo final de la p~gi­
eetudiadoe en un ntl.mero espeelal de la revitta portei'la "Noeotroa" na XI del Saafiago de Linien.
(N• Hl!), •parecido en julio de 1929.
!i
- l7G -

tragedia g1·iega. Para G\·ouS8ac la filosofía de la Jlistorin


1 -177 -

ria 331 qne los miembros de la sección l'espectiva de In


aceptable 110 puede xer oti·a que aquella que resulta de Facultad de filosofía y letras de Buenos Aires habian
la historia misma, sin necesidad ele que nadie ln nru concretado en el Congreso americauo de ciencias socia-
señalando, del propio modo que en los dramas shakes- les, reunido en Tucumán eu julio de 1916 332• Haciendo
perianos el público se emociona porque penetra la p:>i- tabla rasa con todo el credo anterior, Groussac declara,
cología del pe1-so11aje, siu que reclamo alguno, como aco-
tación marginal, le indique el momento y la forma ele
1 entonces, que la historia no es ni puede ser considerada
una ciencia, y que, a lo sumo, aquello único a que puede
la emoción. Lo que más claramente se evidencia en ei;te aspirar es al carácter cic11Hfico, por el conocido camino
predicado inicial ele su credo historiográfico, es c¡ne de la fijaci6n de algunos hechos concretos 333• En con-
,¡ secuencia, el duefw y sc1ior ele la historia es el arte, en-
Groussac no sólo ise levantaba contra el gerundiauismo
de la f-ilosofía de la hist01·ia, sino contra los e:tcesos de tendiendo por tal, y co11 re.ser·1.1a del fin est~tico, la apti-
la escuela erudita simplista, puesto que si había error caci6n .adecuada de la inteligencia y habilidad personales
en las generalizaciones ele la primera, no. menor lo había a la perfeccwn. de c1ialq11ier ob·ra m. Para Grousaac, si
eu las ingenuidacle.oi ele la segunda. La verdad hist6ricn, bien la historia consiste en la investigación de la verdad
eu el sentir de Groll$S&c -esto lo ha eYiclenciado con y va a ella por el camino de ·los restos o documento.;
1
su obra mÍLS que proclamado en su credo-- está y no el dominio que de éstos se puede lograr es siempre in·
está en los dQcume1Jto.• tnéd-itos. Ellos son depositarios completo y el historiado1· tiene que suplir los vacíos con
de la verdad, e8 ciel'to, pero la verdad no se encuentra la inteligencia y la intuiei6n, echando mano ele un solo
en su periferia: es algo ii1terior, 110 visible a simple inatrumento: la expresi6n, que a tan pocos c01icede Za
vista. Para hallarla hay que recorrer el camino ele Ja avara naturaleza 335• De esta guisa, Grousaac, ya en ln
crítica. Por eso Grou.'ISac proclamaba, en 1907, la im- tarde de la vida, proclamaba su nuevo credo historio-
portancia de los documentos fel1actentes y debidamente gráfico, que, como he. dicho, ~ra mé.s que un programa
discutidos 330, que es lo mic;mo que aceptar el imphio para la tarea futura, la defensa de la obra definitiva-
categ6rico de la heurística y de la he1·menéutica. Cuando mente realizada. Y dijo: "Con admitir plenamente,
pues, que la historia tiene, como primera r1u:6n de ser,
años más tarde-- ya dije que en 1916 como antes en :. la investigaci6n de la ,·erdad, y por con.siguiente, la
1907 había hecho exhibición de su doctrina- Groussac
necesidad de fundar en sólida base documental sus ulte-
quiso defender su producción contra el avance de la
riores deducciones o inferencias, mantenemos que preci-
·nuet·a escuela, olvidó algunos de estos postulados y aira-
samente esa verdad perseguida r hallada es la que se
.. damente se volvi6 contra los que los aplicaban y exigían.
La parte céntrica de su prefacio a ilfo11do1a y Garay no an Mendo.ra !J Garay, página X.
tiene más finalidad visible que la puntualización de su S32 GaotrSSAC alude a '1 (p6.g. X), diciendo: ••. no 1e que cWI"·
desprecio por las f ót-nmlas o t·ecetas vm·a escribir hiato- to ocmgrno '' h11uril1ico' ' •.•
saa M~o•a y Garay, p6.¡ina XIX.
su Mendoso y Guay, pigiua XXIII.
330 8a1'Uago de Li1titr1, p6.giu:i. XIIl. aao Id1m, pigina XXIV.
-178 - -179 -

integra en la e:s:presi6n, gracias al elemento artístico o de este grupo la primera rigurosamente científica que
subjetivo que aparenta prestarle s6lo línea y color, en asuntos históricos se lleYa a cabo en el país. Por eso
cuando en realidad le infunde vida en potencia y en acto. la nueva escuela, si bien p1·oeede de la vieja tendencia
Muy lejos de adherirnos al decreto de proscripci6n que erudita, abre, sin embargo, una serie distinta en la histo-
algunos metod6logos sin autoridad pronuncian contra ria de nuestra historiografía. Y aunque resulta un poco
la historia narrativa o descriptiva, justiciera o docente difíoil filiar, con cabal exactitud - hasta por la cir-
-vale decir, contra la elocuencia y el estilo- que no cunstancia de la proximidad que tenemos con el fenó-
sin razón se empeñan en denigrar- proclamamos indis- meno - los factores que actuaron en la génesis de la
penaable su presencia pa1·a la plena eficacia histórica, mteYa escuela, me atrevo n aseverar, no obstante, que
siempre que la narración procure la exactitud, sea la aunque cada uno ele los que la integran llegó a la
descripción real y sugerente; equitativo y sin pasión concepción de lo histórico por la vía ele su propia labor
declamatoria el juicio pronunciado sobre hombres Y independiente, la armonía ele criterios que se logró al
cosns ¡ indirecta, por fin, y sólo derivada de los sucesos constituirse el grupo primitivo, en la antigua Sección
ele la enseñanza" :J:Je. de Historia ele la Facultad ele filosofía y letras, tuvo
Como se echa de ver, hay ~1 estos últimos conceptos su.piedra angular en los hallazgos documentales y en
de Groussne una mezcla de viejos y nuevos criterios en lai pesquisas bibliográficas que en ella se realizaron.
la forma de concebir la historia, y hasta cierto dejo de La eomp.robaeión ele que todo lo desconocíamos, que tan
tendencia pragmática. La nueva escuela que le .vino a claramente se evidenciaba ante· las nuevas piezas pa-
suceder, . y de' cuyos. métodos se mofó 811, postula una leográficas, llev6, poco a poco, a la delineación de una
reconstrucción histórica americana, y en particular ar- 1 diferente historia de América, que es la que se está
gentina, a base de pesquisas documentales y bibliográ- 1
·1 ahora elaborando.
ficas realizadas de acuerdo con los más estrictos métodos Para quien contempla el fenómeno con el concepto
de Bernheim, seriando los hechos, estableciendo los pro- cabal de lo objetivo, no le es arduo descubrir que la
cesos con el concepto de la universalidad de los fenóme- nueva ssc·1iela, ,en sus comienzos y hasta el mismo día
nos históricos y haciendo f'evi11ir el pasado, sin que la de hoy, _entra'1- una reacción contra el infundado cri-
forma literaria obedezca a la preocupación única de lo terio de autorflad, y marcha en búsqueda de una cum-
-..; e.'!tético 338 • Cabe la puntualización de que es la tarea plida inteleee'n del pretérito, con un afán parecido
a aquel que t!ll el último tercio del siglo XVIII ea·
sao M~do.a '11 Ga.ra.y, pli¡ina XXIV.
sat Loa trabajos de método y upoaición de laa form~s en que
ae trabaja, que merecieron la mofa de Grou1Sac, ~an . 11do P.ubli- Jo es del fenóm4ti.o universal. Para interpnt&r, pues, un suceso
cadoe en: J{11mona. del Con(fruo am11rica110 d11 ~ll"Cla.I 1ooia.ü1, dinamizado no es posible circunscribir l& órbita de la inquieicióo
rnMdo en Tucumcm, pllginaa 321 a. 339, Buenos. ~s, 1917. heurlstica 'al pna en el que se produce o ·a un& 1ola región del
su El concepto de la universalidad de lo b1etór1co que, co!llo mundo. Es necelario totaliznr la. peaquiaa a todo el panorama
se vió oportunamente, fuA concretado por ~uckle, es entendldo humano sincrónico al hecho en cuya entraña se quiere penetrar.
ahora en un aentldo rigurosamente lógico. Se afuma hoy que el fen•S· Y todo esto es lo que tratan de hacer los modernoe historió¡rafo1
meno americano es una coneecuencill. del europeo, tanto como éste nacionales.
-180 -

racterizó al moYimiento iluminista. Se quiere nr a


plena luz, r con un sentido humano de las cosas, el pa-
norama integral de lo pasado, tratando de encontrar
la explicnci6n de los fenómenos por el camino de su
génesis, con '·ercladera preocupaci6n por lo que pudiera
reputarse lo etiológico.
Desgraciadamente, no todo lo que ahora se produce
bajo la aparente égida protectora de la nombrada es- SEGUNDA PARTE
cuela, merece el juicio que formulo. Abundan, por to-
das partes, la.'I pequeñas nota.'I o las pseudo monografías, LOS CONJUNTOS GENÉRICOS
en las que desborcla11 1011 'datos, las transcripciones de
· ·documentos y las frondosas citacio~es bibliográficas.
pero que no sou aiuo - y apenas - mejoramientos, en
CAPITULO I
la forma de presentación, de lo que hicieron los lieu-
risticos a quienes dediqué el i¡apitulo IV. Por eso, pues,
conviene agua1·dar que sea posible la vi.si6n, en la pers- Los cronistas
pectiva del tiempo, para el pronunciamiento adecuado
1. L.a cr61tica 11Vt6rica : Su filiación en nuestra hiatoriografta:
acerca de lo que significan la nueva escuela, y, también, d1ven101 tipoe de crónica : caracterea búicos de cada uno de
las muchas florescencias que se están gestando en ello1. - 2. L<u r.r6ftiCG1 rtgioHUI: Hud1on Zorre¡uieta Ale-
torno suyo. gre, .Avenda!o, Iriondo, Carrillo, Navarro 'seelltran¡ Grou1·
uc: significado de au EMayo hilt6rico 1obr1 111 Tti~"i loe
apUlltiatu, 1u1 caracterlaticaa 7 eu modo; trea nuevo1 tipos de
crónica regional: Cervera, Saldias 7 Alvarez. - 3. La cr6"ioca
'b~ll!'tlf~oa: Su filiac~ón ideológico. y su modo: las biatoriaa
b1ogr,fieaa de: Dorrego, por Pelliu; de Lópn, por Laaaga;
de Ro1&1, por Saldlae; de GiiemN, por Frias, 7 de Alvear,
por Rodríguez. - •. Lo ,•r6mca i/11 ne"º' y d1 lpOCOI: Las
' relaeione1 de cari.cter per1onal y las narraciones historio¡d-
!' ficas: 101 croniatu: Ndiies, Calvo, Sagul, Zeballoe, Zuvirfa,
( Etpejo, Baldridl, Ruiz Moreno, C'rcano, Terb; 101 narra-
dore1. - 5. La or6n.ka nligiola: Carencia de obras geeral91:
las órdenea religiosas no han eacrito sus crónicae: libroe que
1 las reemplau.n: Ju crónicae de Orellnna, Alvarez, Soprano, Az·
rat1ara1, lloyano, Toscano, Otero, Hernindes, Larrouy ·7 Li·
1
queno. - 6. La cr6"éoa. d1 1UVn.to1 parliovlor11: Las cr6nicu

l
1
1
1
aobre temae, sobre in1titucionea 7 aobre aspectos detenninad09
del puado argentino: sua características.
-182 - - 183 -

bien es cierto como lo he dejado establecido al


estudiar a Zinny - que cupo a éste la posici6n de
1
orientador en lo relativo a la del tipo regional 3 4º, no
LA CRÓNICA IUSTÓRICA hay duda posible acerca de cuál fué el comienzo de la
producción historiográfica a que me refiero. El Bim-
Una raz6n elemental de orden me obliga a abrir el pUsimo dato, primero, y la monografia, después, fue-
capítulo con la puntualización del criterio que ha deter- ron sentando las bases sobre las que ella debía ser edi-
minado la colocación de los cronistas en el lugar que ficada 141 • Y esa es la razón de mi actitud. Como en
ocupan dentro de este libro 310• Ligeramente conside- cualquier conjunto heterogéneo, en este de las crónicas
rado el asunto, todo parecía aconsejar la anteposición se advierte una diversidad de modos, que obliga a huir
de la crónica a algunas de las representaciones que fi- de lo que puede importar su análisis a través de un
guran en varios pasajes ele la Primera parle. Con ser denominador común. Y aunque todos los cronistas tu-
mielgas y todo, la crónica y gran número de las pro- vieron un parejo objeth-o --el de narrar-, no todos
ducciones de los heuristicos, por ejemplo, -lo que, sin utilizaron iguales procedimientos, no todos contaron
duda, engendraria cierto parejo derecho de indistinta eon el mismo herramentaje erudito, y no todos obede-
prioridad-, a muchos ha de antojarse, sin embargo, que cieron a similares tendencias criteriológicas. Hubo en-
aquélla, cuando menos por su íntimo parecido con que tre ellos pragmáticos y banderizos, como hubo hone."ltos
el vulgo corriente llama historia, tiene, sobre la labor expositores de lo que tenían P<?r verdad, y ele quienes
"de !Os escritores 'aludidos, una . manifiesta superioridad se puede decir que practicaban la celebrada sentencia
jerárquica que debí respetar. Y hasta podd, agregarse del biógrafo de Carlos XII de Suecia: Za histot'ia es un
qui! muchos nombres de cuantos han de figurar ahora, testigo y no un adulador 3 ~ 2 • .Aparte de ello, y aunque
aparentan tener, en el proceso de nuestra hiatoriografia, se prescindiera de esa .disparidad cie fondo, no habría de
una aignüicación mayor que algunos de los que ya han
sido motivo de examen especial. Todo ello, no obstante, .... ª'ºVéue la página 130.
basta echarse a la búsqueda de los hilos de agua que u1 Por 'muy poco hondo que sea. el conocimiento que se tenga
del material hlatoriogrf.tlco que illtegra las crónicu, no se puede
dieron vida al cauce de la crónica, para advertir que i¡norar que ellas tienen un proceso ¡eoético que 1e inicia con el
fué la producción de-iÓs heunsticos la que mayor aporte dato, paea por la . mono¡ratfa y termina. en la ht.toria. Y los heu·
rilfioo1 intervinieron en todo ello. Si se duda, rec6rranae laa citas
llevó a la definición precisa de su realidad cabal. Y si eruditu de todas las ct6nicu de que lue¡o he de ocuparme, y se
tendrf. la prueba del aaerto. ·
aat Para e"ritar equivocadu interpretaciones, quiero dejar ex· U2 VOLTAIR.E: Hi1foir1J lk Charle• :XII, rot d11 Suéde ( .. 0e1'·
preaa conatancia de que en toda la 811gwida. part11 de ml. libro, no vru, tomo IV, págs. 433 y eiguientee, edie. Paria, 1853) (No
tomo en cuenta lino, excepcionalmente y por alguna razón impe- resiato a. la tentaci6u de apuntar que eata obra. de Voltaire ~rcul6
ratiTa, 101 libros que aparecieron deapub de 19251 techa en que protuamente eu América, en traducciones caetellanas, mucllJa ve·
entró a ciJ'cular, en su primera forma, el traba.jo que ahora 'e cea. an6nimaa, como la 8• hecha en Madrid en 1794, en la. •u• sil
reedita. M;i actitud responde al prop61ito de obtener una. adecuada ha 1111primido el nombre del autor y ee le hll. reemplazado por el
aerenidad en la visión de lo.e coau, difleil de logru cuando noa j ~e 1u traductor hispánico, el licencindo en teologfa don Lorenzo
aituamos demasiado cerca de ellu. de Ur!a y Orueta).
l.
- 185 -
-18-i-

producción así orientada, uo se advierte ejercicio al-


resultar posible ]1acer lo propio con el modo historio-
guno de crítica. Cuando no es alegato, la crónica pasa
gráfico de Jos que así aparecen separados por la dinr-
a ser relación de antecedentes para fincar derecho a
sidad de la substancia. En el modo las desemejanzas son
pergaminos, o mero comentario de cualquier árbol ge-
de las que se advierten 11 simple vista. La clasificación
nealógico. Dada esta naturaleza pa:rt;iculal' de nuestra
de nuestros cronistas según su modo, por eso, puede ha-
producción croniqufatiea, no ha resultado posible su
cerse dividiéndolos en cinco grandes grupos, a saber :
seriación · en jerarquías historiográficas, y ello me ha
a) los cronistas inYestigadores en lo inédito; b) los
obligado a hacer el análisis de su acervo separando las
c1·onistaa glosado1·es ele la bibliografía má.s difundida ;
e) los cronistas nar1·ado1-ea, a quienes no preocupó la
obras por su carácter o su objetivo exterior. Así, pues,
exhibición de las fuentes en que abrevaron; d) loa cro- dividiré su estudio eu los siguie11te11 acápites: cr6nfoas
nistas tradicionalistas, cuya sola información es la que se regia11ales, cr6nicas biográficaa, cr6nicas de sucesos y de
perpetúa en la memoria social; e) los apuntistas, que 4pOC<U, crónica& religiosas y cr611icas de asuntos parti-
no llegaron sino a producir esquemas historiográficos. culares.
Siendo la crónica, por natur~eza·, una cosa restringuida Aunque no se ha advertido, en el proceso de nuestras
-su limite lo señala, según el caso, la región, la época, crónicas, que los postulados metodológiCOR que produje-
el suceso o la vicla ele un hombr e, - claro está que no ron las cambiantes estudiada.ci en la Primer·a parle, se
puede trascender más allá de lo que le fija ese marco. dejaran sentir en forma apreciable, sería aventurado
Entre nosotros, por lo demás, la crónica ha tenido w1a afirmar que sinc-rónicamente a ciertas innovaciones his-
orientación marcadai~ente pragmática. Se la ha reali- toriográficas, no se señalaran algunas bonificaciones en
zado, siempre, con cierta finalidad preconcebida : loar el modo corriente del género. Así, por ejempló, puede
las glorias de una región; exaltar la memoria de un aseverarse que la utilización de materiales eruditos,
héroe ; justificar una o muchas actitudes en un sufeso; que tanto se diflmdiera en los últimos tiempos, ha al-
reivindicar, en fin, el buen nombre de algún personaje canzado a mejorar las crónicas, que, por lo regular, se
"\·enido a menos en la tradición de su pueblo. Y esta es mantuvieron siempre alejadas del contacto con lo que
ya una característica 343• Como se sospechará, en una no .fuera vecino y autóctono. Esto, empero, todavía no
tenemos mayores representaciones del tipo de crónica
ua No hay paro qu6 decir, deepuéa de todo, que esa - poco hiató.r ica que es tan frecuente en los países de vieja
mát o menos - ha 1ido, aiempre, la singularidad de laa crónicas,
cualquiera que fuese el üempo y el pala. Guatavo Dunlong, ai- ! cultura. Ello, sin embargo, aunque en nuestro haber,
¡uiendo la corriente critica, establece que debe dbtinguiree muy en tal particular, superabunde la crónica desprovista
bien lo que ea cnmieo de Jo que es hi8tona, y fija laa aingu.lari·
dadea de cada uno de eaos dos género• hlatoriogT6.ftcoa. De lo que
con tal motivo Mcribe, ae deduee, claramente que el cron~ no
j de ilparato erudito, que historiográficamente clebe repu-
peni¡ue otra finalidad que rememorar loa hechos pret6ritoa. (V6a-
ae: GUITAVO Dmn.oNo, L'abbl de Sia"t.Real, ltt11de nr 111 rlll'· 1 valiosa contribución a Ja hiatoria de la hiatorio¡raffA del eiglo_ XVII.
Reaulta, en particuhn, interesante la primero parte del libro, con·
port1 da l 'lliltoira ef d• roma.n au ZVII lidcle, Parla, 1921, lfttro·
dvctiotl. Eata obra, que eeti prolijamente trabajada, además de ~1 sagrado a la hlatorio¡rafla Rnterior y poeterior a Saint·Real, cuyo
pelldmiento ejerció en su siglo, 1eg6n es •abido, una· influencia
eer un excelCJite eatudio biogritlco anbre el célebre Vicbnrd, es una indiscutible).
- 186 - - 187 -

tarse anterior a Mabill6n, mucho se ha andado ya hacia la seriedad de esta empresa en la que estoy empeiíado.
el rumbo de w1 mejoramiento en el contenido y en la Después de la fugaz aparición de esos esbozos de crónica,
exterioridad de las producciones de esa indole. El exa-
men que sigue así lo ha de evidenciar.
1 nada de ello se volvió a hacer en el país hasta la época
de la organuaci6n nacional, a partir de Caseros, con
las excepciones que han sido señaladas en el capítulo III
de la Pri·mera parta. Y fué precisamente en 1852 cuando
2 vió luz, en M:endoza, la primera crónica regional de los
nuevos tiempos: Aptmtes crO'J\olóoicos para servir· a la
LAS CRÓNICAS REGIONALES historia de la anti{}ua provincia de Cuyo, escritos por
don Damián Hudson ª"· Tratábase de un ensayo que,
Probablemente en nada tanto como en la cr6nica i·e- corriendo los años, sería ampliado hasta llegar a cons-
gional ele nuestro pais se ofrece, patente, la realidad tituir una de las más respetables crónicas regionales de
historiográfica del primer· tiempo del intet·és hist6rico, cuantas tiene el pais m•. Como no podía dejar de ser, en
que menta Bernheim. Desde el maí.s remoto antecedente esa época y en nuestro D,ledio, el trabajo de Hudson no
colonial, hasta el momento en que debuta Estrada, todas pas6 de un rimero de datos tradicionales, de documentos
• regionales. La serie
nuestras historias fueron crónicas .Y de noticias sueltas 8• 0, a las que falta arquitectónica
se abre con la .Argentina de Ruy Díaz, sufre un cam- historiográfica. La labor trasunta honestidad y no pre-
biante a través de Zinny, y se prolonga, vestida a la senta más flancos vulnerables que los que, por lo regula1·,
moderna, en tocla la producción que nace bajo el acicate ofrecen las producciones de esa especie:
del amor a las tradiciones lugareñas. Aunque, como ya · Algunos años después de la publica'ci6n que realizara
está dicho, nuestras crónicas, propiamente argentinas, Hudson, vieron luz, anónimamente y sin data, unos
se diseñan después de la mitad del siglo XIX, hay me- Apuntes hist6ricos de la provincia de Salta en la época
moria de muchos trabajos que bien pueden reputarse, en colO'J\ial, que reeditados entre 1866 y 1870, lo fueron con
el orden de lo regional, como primeras manifestaciones de el nombre de su autor: l\Iariano Zorreguieta. En reali-
ellas. Ya me he ocupado, en el capitulo II de la Primera dad, estos A;vuntes no constituyen una crónica. Son,
parle, de una : la de Mena, consagrada a Salta. Aludo
ahora - con calculada exclusión de Lozano, Guevara y · H• Nnci6 en San Juan el 12 de febrero de 1811 1 f11lleció el
14 de abril de 1879.
demás cronistas congéneres - a aquellos breves bosque- MG La primera bonificnción de eu trabajo la realizó HOJ>BON
jos de la· historia regional que provocara el Tellgrafo en 101 B1~1rdoa hut6"coa que public&ra ''La Revieta de Bueno•
Airea" en 1864 (del t. III, en adelante), y la fil tima, en los
mercantil, de 1801 a 1802, y que salieron a luz, precisa- ori¡inales que dejó in6ditoa al morir y que con el titulo de Bew.n-do•
mente, en las páginas de ese periódico. Claro está que 1tüi6"401 1obr1 lai l'f'º""'°'° tle Cwyo, aparecieron, p61tumamente,
en dOI tomo• treinta.y cuatro ailoa mfla tarde (Bueno1 Airea, 1898).
ellas distan mucho ele reunir las condiciones que son de HG El p;opio HUDBON dijo en el c11pltulo II de 1us B1cv1rd'1a,
aparecidoa en "La revi.ata de Bueno• Aires", que constru!a eu
elemental exigencia en el género, pero asi y todo no crónica con documentoa.I. con tradición y con 1u1 per1oaalea remem·
podría prescindirse de su menci6n sin menoscabo para bram:u ("Revi1ta de .liuen.01 Airea", t. III, pllg. 348 de l;i. reed.).
-1811-
- 188 -
tal lugar, en esa época. Como se echará de ver, de asunto
más bien, nna recopilación de <locumentos, breYemente
circunscrito a un simple partido, la crónica no se vi6
comentados. El modo debió parecer feliz, pues un año
mejorada con la nueYa producci6n, que hasta provocó
mlÍS tarde, en 1867, fray Juan N. Alegre daba a publi-
rectificaciones terminantes 349 • La bonificación, sin em-
cidad, en Buenos Aires, uu folleto casi similar: Anti-
bargo, que debía haberse producido ya entonces, había de
güedades correntinas, especie de ramillete de apuntes,
demorar aún casi una década. Esto <ligo porque a los
tradiciones ~· documentos considerados importantes •n.
.ApuntBs de Avendaño siguieron otros similares de Ur-
Pero, como se sospechará, ni 11egó 1\ ser una cr6nica ni
bano de Iriondo, quien, en 1871, publicó unos Apuntes
alcanz6 a reemplazar, siquiera en parte, a lo que Co-
para la historia de la provincia de Santa Fe (Santa Fe,
rrientes no tuvo hasta hace poco tiempo 348 • Y fué dos
1871), trabajados a la antigua, casi exclusiYamente sobre
años más tarde cuando volvió a aparecer otro trabajo
una rapsodia ele la crónicl\ jesuíticaª"º· Puede afir-
historiográfico que, inspirado en la finalidad de la cró- ..
marse, después de lo ya dicho, que corresponde u don
nica, reeditaba el modo que casi dos décadas antes uti-
Joaquin Carrillo el mérito de habe1· dado el primer paso
lizara Hudson, es decir el apunte. Como los anteriores,
serio de avance en el modo y en el contenido <le nuestras
fué éste un folleto. Su autor, don Rómulo Avendaño,
crónicas regionales m. En su libro: Jujuy. Provincia
lo tituló: .4.puntes hist6ricos sobre el partido de San
fBdBral argBntina. A.p-1111te1 de su historia civil (Buenos
Isidro en la provincia de Buenos At'.res (Buenos Aires,
Aires, 1877), Cal'l'illo inicia el aprovechamiento concien-
1869), y reunió en él todo cuanto dato se conocía sobre
zudo de todo el material erudito que los 1,eurlsficos ha-
:WT En la mi1ma feehli, otro-.cl6rigo, tlon MANOEL DJ. COBTJ. Ho- bían dado a conocer hasta ese momento. Aunque hace
NO&J.TO publicó en Río ele Janeiro un E1bo~o hi.Ytorico e topogra· frecuente uso de la glosa de las crónicas generales y se
ph\co Ja oidad' de Corrient11, brevísimo, que preparó utilizando
ajusta al tipo prístino de los trabajos como el que -realiza,
materiales eruditoa baatante apreciablea. Costa era eapellin d~l
ejército imperial que actuaba contra el dictador paraguay~ y d1ó ~ coordenando los hecqos dentro de la sucesión de los que
a luz 1u obra como complemento de otro trabajo titulado lJeacrip· •
~ao topographica e hiltoriM da 11110 do Bom Je1u1 ' da .J.111lo
ocupan el poder, no puede negarse que introdujo va-
do1 lMJOlidos do patrio, que a.pareció en Río en 1870 (El Museo riante& mejoradoras, cuando menos en la abundancia del
Mitre poaee uu ejemplar de este rnro folleto, bajo el registr,,
19·5~2). . a.o Lo.a llevó & eabo don )[ARIA.NO A. P'ILLtZA en el folleto ti'.
148 M.UIUSL F. MJ.NTILLA dejó in6dita, al morir, una Cr~iaa tulado: Crit\ca IUerariG: R•otificaoWmea a lo1 apvftffl hilt6ncoa
11iat6"'ca de la proWM:ia de COTTient'a que ae publicó hace poco• 1obr1 el partido d1t SOft l1idro, ete. (Buenos Air11, 1869). No
años. Es éllta la primera crónica regional de la celebrada provin· eetarA de m61 agre¡ar que el trabajo m6.e completo •obre San
cia meaopotámiea. En cuanto al libro del doctor VIC.Dl'T.! G. Qo'I· I1idro ea el del doctor ADIU!N BJ:OQil V J.lll!LA: Scm Iri<lro: Reieiia
SJ.DJ.: La pr01.;1'0ia de Commtea ('Buenos Airee, 1847), no hay hill6rioa ( Buenoe Aires, 1906).
para qu6 decir que, aunque contiene dato1 hiatórico1, no 11, ni aoo La primert. edición (1871) fué aeguida de una. aegundt.
remotamente, nada que pueda ~on1iderar1e una crónica. Otro tlll\to en 18761 algo mejorada. Esta última dió un folleto de 167 p6.gin1n.
oeurre con el libro de JTJJ.N M. PUJOL VEDOYJ.: Pro"'°'°' de Co· 8111 T&l afirmo sin olvidar que RuDsoN, deade "La Revilta de
rr'4mt11. Son. PG8H, ªº" pr6aent et 'º" a1111Jir (Paris, 1883), cuyo Buenos Airea'', en 186•, habla inic:iado un mejoramiento del modo
objetivo no era otro que el de propagar el conocimiento, en el de 101 ÁJ'1Mfe1 con qua debutara en 18:52. Y eso -hago porque es
exterior ele la rica y heroica provincia del litoral. En la actna.. innegable que, dentro de lo que debemos entender por cr6!1Wa., ~1
Iidad s~ publica por tra¡mentoe, un nuevo trabajo de eeta indole: libro de Carrillo, bien dotado de docamentoa, ea m6e utilizabl"
el de ABELAllDO 'V.í.ZQUEZ: Hiltoria gme,.al de Corrie1Jte1, que apa· que 101 Re11Verdo1 de H"tlDSON.
rece en la revista: "Vida eorrentina "·
- 190 - - 191-

material y en el mejor criterio que presidió su orga- tica. A pesar de que el título sea más o menos el de
nización. siempre - Apuntes histón'cos, - sn contenido es muy
El mismo año que apareció el libro de Carrillo, vió luz superior al de los trabajos que con igual o parecido
otra crónica regionnl: El territorio de Misi<mes (Bue- rótulo le antecedieron en nuestro país. Es de señalarse
nos Aires, 1877), que firmaba don N. Navarro. Este el hecho de que hasta la incorporación de las biografías,
trabajo no pasó de una reunión de datos, antecedentes y ~ cuidadosamente preparadas, con que el señor Martínez
documentos, cuya armonia la da la simple seriación cro- exornó su obra, si bien, con el criterio de ahora, pueden
nológica. Tal libro es, pues, por su arquitectura y poi·
su contenido, miembro integrante de la familia de los
! ser motivo de discrepancia, a la sazón y en nuestro me-
dio significaron un progreso historiográfico apreciable.
apuntes. Y a ella pefteneció también el trabajo histo-
1¡ Tras el libro de Martínez, 1Ja historiografía meDor su-
1·iográfico que en el orden ele la crónica regional le frió de pronto un cambio inesperado. Tocó a don Paúl
siguió en la serie. Me refiero a los Apuntes históricos Groussac, cuya influencia en nuestro progreso historio-
sobre la Patauonia y la T.forra del F1&ego que aparecie- gráfico había de ser tanta, romper el viejo molde de la
ron, a partir ele 1881, en el "Boletín del Instituto geo- crónica e introducir en ella la disciplina crítica y el es-
gráfico argentino" y que prepar~ don Arturo Seelstrang. píritu que aligera y abre,·ia la pesadez indigesta del
Ese mismo año de 1881 el género recibió una importante stinple relato. Su Ensayo histórico sobre el Tucumán
bonificación en manos de don Benigno T. Martínez, que (Buenos Aires, 1882), por eso, ab~e una nueva etapa en
en Uruguay dió a la estampa dos volúmenes sobre la la historia de nuestras crónicas regionales, cuya alma no
historia regional de lá provincia de Entre Ríos m. Basta había sido modificada por Carrillo en 1877 - su boni-
hojear esos dos tomos para percatarse de todo lo que ficación fué de forma - ni por el mismo Zinny q ne
con este libro se adelanta en materia de crónica re- en 1879 había comenzado a dar a luz su Historia de los
gional. Aunque el trabajo del señor Martínez, de en- gobernadores 8~3• :t5ti!, sobre todo, glosando la crónica
tonces, distaba de ser una perfección, presentaba, no jesuítica, en el fondo y en la exterioridad, no llegó a
obstante, aspectos de mayor seriedad, de mejor herra-
mentaje erüdito y de más adecuado empleo de la crí- 8111 Comó puede preocupar a alguien la razón obedeciendo a la
cual he incluido. a Zinny entre los orienta.doree vertebrales, men·
tando apenas a. Ca.rrillo, que, al .fin y al cabo, le antecedió en
352 El título reza. aai: ..4pvntea háat6ricos 1ob1'e Za fWOtliftCia d~ el ·tiempo, me permito recordar que la. similitud entre amboa no
Ent,., Bioa, etc. (Uruguay, 1884, 2 vola.). Su contenido principal es posible. Zinny - defectos aparte - introdujo en nuestra
ea el aigulente : l, Jruayo hiat6rieo 1ob1'e loa tiampoa preoolombia- hiatorio¡rafla modoe que por la miama ui.güidad del marco que
MI i n, Duonpoi61' f(ril:a de Entre Rfo• y "' eatadtaHca hGI· se Mflalua no logró exhibir Carrillo. :flete hizo bien 1u, crónica.
ta 188! ¡ III, La hiatoria. de la fJf'O'llincia y biog1'affG de ,n¡,, hom- loe&!, y en cambio el otro, abriendo lea fronteras bonaerensee, se
bf'# 1'otablea. El complemento de eeta obra. .fu6 un .folleto editado empe:li.ó en que la. vista del estudioso ae extendiera por todo lo
en 1884 por el aeflor Martlnez y que apareció en Buenos Airee ancho del pafs. No hay que olvidar, por otra parte, que Zinny
con el rótulo ele: llllflloria acerca iü Za co1111uilta y /VfUJIJCi6fl de escribió au obra. cua.ndo la historia. argentina. ae reducla, para el
101 ptiablN d' Entre Rfo•. Con todos es"s materia.les, a principios coneepto de 101 que la explotaban, a la sola historia de Buenos
del aiglo actual, el seflor MA1tTbr:u di6 a la. eetampn. au ll'8toria Airee, contra auyo exceso de hegemonla. ae venia levantando el
d11 la fWOWwria 41 E"'"" Bwa, con notas bio·bibliogrUicas e ilus· interior, deade maía de un siglo atrb. Por eso, pues, Zinny ea para
tracione1 (t. !•Buenoa Aires, 1900·1001). ml un arquetipo, y no lo alcanza a ser el aeflor Carrillo.
- 192 - - 193 -

donde Groussac alcanzaba en su Ensayo. Con sobrada inérutlito y ele simple glosa. l'or :m parte, Alberto Mar-
razón, por eso, pudo decir Nicolás Avellaneda, juzgando tines, que un año antes ensayara una crónica histórica
el ti·abajo de Groussac : No conocemos otro libro que de la ciudad de Buenos Aires (Bue?ios Aires, 1580-1885,
haya de esta ma1iera contado el pasado y el prese·nte Buenos Air~, 1885), no se apartó mayormente del modelo
de ioia pro11incia argentina 154• Y tal era, en efecto. de los apuntistas aG7, coDlo 110 lo hicieron tampoco: .A.
Groussac aparecía independizándose de todo lo que había Galarce (Bosquejo histó1·ico de Buenos Aires capital de
sido uorma historiográfica hasta entonces. En su libro la Repúbl-ica Argcmtina, Buenos Aires, 1886, 2 vols.) m;
no sólo se aprovecha bien la fuente erudita, sino que en Santiago Vaca Guzmán (El Chaco oriental: su conquista
tal utilizaci611 se advierte una discriminación crítica a
y civil·izacióti, Buenos Aires, 1887) 830 ; José Juan Biedma
la que no se babia visto campear en las crónicas ante-
(ApunteR históricos del Río Negro .. etc., Buenos Aires,
riores. Y de ahí por qué el Ensayo de Groussac import6
1887) 300 ; Mariano A. Pelliza (El vat~ de las Pampaa,
un buen paso de avance m. Lo que vino después, si bie~
Buenos Aires, 1887; Or611ica abrev·iacla de la ciudad de
no se amoldó en absoluto al tipo que estableciera Grou.s-
Bue11os Airei, 1889, y Córdoba, 1890/904) ; Santiago I.
sac alcanzó a ser tocado por éste en el sentido de una
mejor selección austera de los materiales. Sin embargo,
SoT A Martlnez debe la crónica local de la ciudad rle BuenOI
Groussac 110 tuvo de inmediato '\mitadores, y esa misma Alrct muy 11preciable1 a.portea de buenos datoa históricos. Entre
influencia a que he querido aludir, no fué todo lo cum- otr111 cosaa, fl tu6 quien explotó con mAe cumplido acierto el ar11·
nal datiatico de 101 libros parroquiales. Bus trabajos se halla:rb.
plida que hubiere sido deseable. Así se explica que, en en el tomo I del Ceraao de 1887, editado do1 nñoe m:!.a tarde.
. .
1886, .don José Manuel Solá abordara la crónica regional A p:rop6aito de arcbivo1 pa:rroquialee, es útil 1ollal1Lr que en uno
de ellos: l!l rle Ja Catedral!. _que ae conserva en la actual I¡leaia
con un Ensayo histórico y descripti110 sobre la pro11incsa de Nueatra Señora do la .111.e:rced, 1e guardan unaa que paeden
de Salta, que comenzó a publicarse en la ''Revista nacio- pasar por anotacion&a croniquíaticaa de la ciudad. Hállan11 en loe
mir¡enea de loe libros de Bautilmo' o de D11fvncio1111, f eatin
nal'' sas y que en nada difirió del tipo clásico, es depr, conatitufdu po¡• referenciu que loa pi:rrocos haclan a los sucesos
de au Epoca. Las hay de' toda naturaleza, y al¡unu se retie·
s:w Eat11dio 1obr11 11l En1ayo hilt6rico d11I T110Vmd11, en "Nueva rcn, inclu1ive, 11. la vida privada de 101 feligreaee. Un ejemplo de
rc,iat11 de Buenos Aire1' ', tomo IV, p6.ginaa 316 1 1lguientea. Bo· eso se halla a foju 465 del libro XV de Bovti111101 (afio 1180),
bre este trab11jo de Grou11ac Sarmiento emitió t11mbifn 1u opinión. donde junto :i. un uiento, el cura, refiri6ndoae a la persona a
i:lu halla exp:reaad11 en una ~ota que corre impreaa en el tomo 48 quien _aquel 11taile, acota eeta terrible :refe:renoia: H"•dtN ali
de las Obra• cotnpltta1, p&ga. 92 y 1iguientea. Afia Boulllna tn lo malvada e intrigante, cauaa da la nruaa ck ru
855 Serla. inexacto alirmar que eate En1a110 es 111. mejor pro- 'btU!S marido do11... (El consorte aludido es un personaje de figu·
ducción hátorio¡riflca. de Ga.ousuc. Su obra. poetenor, natural· ración uotorill en la historia argentina).
mente le 1upera y no admite ni parangón con 61. Sin embar¡n, asa ~ta. obra carece de arquitectura biatorio¡rUic11, pero :reeul·
y no ~batante tratarse de un trabajo relativamente modeeto1 hay ta un buen :repertorio de datos y un ramillete de curloaoa docn·
que eonnnir en que coloco.do en au momento 1 en au medio, el mento1.
BMOJIO significó todo eso a que se :refieren Ju palabru de Ave- 850 Loa capltulos I y II, pues el libro no es propiamente bis·
llaneda traaacritu en el texto. Cuando anteriormente dej6 aent&do torio¡rillco. ·
.que Ja Memoria pertenecla al género de lo no perdurable, me aeo Esta obra fué mejorada muy concienzudamente por su
referl a ell& conaide:rada dentro de la obra total del au~:r. ¡ autor, cui veinte ailoa mát tarde. La. er6MCll 11.ilt6~ del RJo
aas Tomo II pA¡inaa 119, 2431 ll95 y 832. L& continuación '·
. 1 Negro ck Patag<nu1 (Bueno• Airea, 1905), que es el libro a que
figura en los ~mo1 III, IV, XI, XIV, XV, XVI, XVII, X.XV me refiero, eatA aerlamente trabajada, ea rica en buena documen-
I XXVI.• 1 tación, y puede ae:r reputada una de las 111ejo:re1 cr6nic119 biiitó·
ricas :re¡ionalee con que cuenta el pafs.
-11.1-l- - ]!).; -
' 1

Alb8l'rací11 (Bosq"ejo hist6rico, politico y ec011ómico de la (Buenos Aires, desde s11 f 1mdaci61& hasta m&esfros días,
pr011incia ele C6rdoba, Buenos Aires, 1889) 861 ; Damián Buenos Aires, 1902) 308 ; ~icanor Larrain (El país de
Menéndez (Hisfat·ia ele la ciudad de San Nicolás de los Cuyo, Buenos Aires, 1906) aco; ,Julio P. Rodríguez (Si-
Arroyos, San Nicolás, 1890) ªº2 ; Manuel Soria (Cuno nopsis 1i istórica ele la provincia de 06reloba, Buenos Ai-
elemental ele histof'ia ele Cata1narca, Catamarca, 1891) 303 ; res, 1907) ; B. Olaechea y Alcorta (Notas históricas de
Ramón J. Lassaga (Tradiciones y recuerdos hiat6rieos, Santiago del Estet·o, Snnt1ago, 1909) 310 ; Agustín Al-
Buenos Aires, 1895) 864 ; Arturo L. Dé.valos (Noticias varez (Breue historia de la provincia de Mendoia, Bue-
1List6ricas sobre el descubrimiento y conquista de la an- nos Aires, 1910); Miguel Angel Garmendia (Una página
tigua provincia del Tucumún, Buenos Aires, 1896) 305 ; ele historia argc11tina: La Revolución ele Mayo y la
Eugenio 'fello (Re1umen hiltórico-geográfico, etc., del 1' provincia ele Santiago .• Bnenoll Aires, 1910) ; César Adro-
Ohtibut, Bue11oll Aires, 1896); Adán Quiroga (Calcha- .¡· gué, oculto en el p~eud6uimo ele Un antiguo vecino de
qu(, Tucumúu. 1897) seo; Eudoro y Gabriel Carrasco estos .pagos (Notas h·istóricas de las comunas ele Lomas
(Anales de la. r.iuelad del Rosario de Santa Fe, con datos <le Zamora y Almirante Brown, Buenos .Aires, 1911) m;
generales sob1·e la historia argentina, Buenos Aires, l!arcelino Reyes (Bosquejo histórico de la p1·ovincia ele
1897); Ignacio Garzón (Ctl6nica de C6rcloba, Córdoba, La Rioja. Buenos Aires, 1913); Juan W. Gez (Historia
1898-1902) sor; .Juan i\L Olmos (Compendio ele la his- ele la pt·ovincia de San Luis, Buenos Aires, 1916, 2
toria de Córdoba, Córdoba, 1899); Lino D. Carbajal (La vols.) 812 ; Julio López i\Iañán (Tucmnán antiguo, Bue-
Patpgonia, 3 vols., ,Buenos .Ai!~· 1899); Manuel Bilbao ac;s De. este libro, que pnra nueatra desgracia es, buta ahora
- lo digo sin olvido de la mouografla de ISMAEL BucICB EscoeAll:
301 Aunque es un libro de geograflo y ~e _estadla~ica, .neva una .Buflfto1 .Airu, ciudad - la únicn crónica. integral de nuestra Me·
fotroduc~ón breviaima eobre el detenvolv1n11ento b11tónco de la tr6poli, FÉLIX F. OUT!S hizo unn r6.pidn pero eficaz critica en la
provincia. reviatn ''Historia'', tomo I, pAflinaa 496 a 498 (Buenoa Airea,
sa2 Folleto eacrito n la correro. donde todo estA tomo.do ol vuelo. 1~03). C~mo nlll se dice, ee trnta de un trabajo mal escrito y
aes Be trntn de unn obrn dida~cAlicn, que ae alngulnriza por su peor informado. Su compleu1ento es el volumen que Joet ANTONlO
mala impresión y por l~ paladina declnrnci6n de su autor o.cerca \VJLD& publicó en 1881 con el titulo de: Bueft01 ..lf iru ilude •etenta
de )aa fuent~• en que deaca~a la veracidad de su relato•. Estu son: año1 atrib, que ee caracteriza. por un hecho tipificador: el de
a) docun.entalea: libroe cap1tulare1 o papelea del ~rch1vo p6bllco, que 1&1 referencias se pierden en un verdadero odano de vague-
papeles del archivo de San Francisco y_ Boletln oficial; b >. bibllo- dad. La ubicación cronológica de los sucesos la bnce el autor con
grUicas: libroa o trabajos del pndre Lozano y del doctor Lafone la frue: m aqu~llo1 1úmpo1, y toles tiempos pueden ser loa colo-
Quevedo. Ea, en su pnero, un libro Upico. nialea, los do la Revoluci6n, o los de Rosas. ¡ L& coaa, según ae
entamaren. tiene otro croniatn local, don RAPA'&L CA.No, autor ve, ee como para tener fe totlll en el croniatn 1
de una Hi•tom de la. provincia, inédita basta ahora. aoe Obra p61tumn, editada con fondos oficialea.
aH Libro de dnto1, mft1 o menoe aubataneiolea, parn In biatoria STO Este libro tiene su con1plemento en otro !lel propio se-
de la provincia de Santa. Fe. . . ñor OL.UOBJ:A T ALCOR'l'A, titulndo Cr6ftica 31 geografla de 8tMti4go
1011 Simple extrncto de laa crónicas conocidas. del Enero (Santiago del Estero, 1900, 1' edición, y 1907, 2•) que,
aee Crónica del antiguo Tucumln, con mezcla .de datoa a.rqn!l6- ain ser un·& erónica ni mucho meuoa, reúne dntos utilizables en
16gicoa, lingül1tico1, etnográfico•, etc. Eat(\ trnb:i.Jada esta crónica una hiltoria locnl o lugarella.
con unn si~reocupación: la del dato; y diata de ser un mo- JTl Li'f>ro deeordenndo y mal eacrito, en el que ee concede igual
delo en au e. nlor testimonial 11 la referencia popular que al documento, y
HT Libro del tipo clóeico en su especialidad, preparado con cuya cronolog!a es la. que caracterica la. desconcertante y ya. re-
abundante c~naulta de papele. in6ditoa. Comienza en el momento cordada expresión: Por oquelZ01 tiempo• . ..
biat6rico de la implantaeión de 1111 intendencias. IT2 Cr6niea co1110 todas laa que le precedieron. No exhibe citae
-1%- - 197 -

nos Aires, 1916); Jor-1é Anibal Verdaguer (Lecciones de c1on, que marcan tr&i tipos nuevos de crónica y tres
1Listo1·ia de Mllndo~a, Mendoza, 1918) 318 ; Manuel Soria distintas orientaciones cl'iteriol6gicas. Me refiero a los
{Pechas cata.ma1·qiieiias, tomo I, Catamarca, 1920); R6- libros de Manuel ll. Ce1·Yera (Historia de la ciudad y
niulo Fernnndez (H-i~toria de San J11a11, Buenos Aires, provincia ele Santa Fe, Santa Fe, 1907, 2 vols.) y de
1920) m; Andrés A. Figueroa (Santiago del Estero, César Pérez Colman: (E11tre Rios, Parnnll, 1936-37, 3
Buenos Aires, 1924) ; Raynnmdo Femímdez Ramos voL't.) ; Adolfo Salc1ím1 (Un .tiglo de inslit1&ci&nes, La
(Apmrtc8 histót•icos sobre Misiones, 1929) ¡ y Félix ele Plata, 1910, 2 vols.) y Juan Alvarez (Et1sayo sobre la
San l\fartin (Neriqiién, sin fecha). historia de Santa Fe, Buenos Aires, 1910). La obra de
En toda la abundante producción que acabo ele inven- Cervera, copiosamente do~umentada y cuidadosamente
tariar ar~ 110 se ad vierte sino una direcci6u : la de reunir erudita, se inclependiza del viejo molde, y si bien se ajus-
datos, ~- un parejo criterio: el ele ordenarlos cronológica- ta a la cronología del sneeso político, matiza el proceso
mente. siguiendo la línea que marca el fenómeno político con capítulos clestinados a estudios que lo aclaran y
en su clese1woh-imiento exterior. Ninguno de los cro- completan. Después c1e historiar la fundación de la
nistas regionales que han sido mencionados, intentó una ciudacl ele Santa Fe, por ejemplo, consagra un capitulo
·ordenación ele los sucesos fueJ:a ele la armonía que con- al Modo ele conqiiista de 101 e1pa11ole1, clonde hace una
sagraron como única los arquetipos ele la escuela, ~- con excelente presentación de materiales; y luego ele cerrar
muy pequeñas variantes, toclos circunscribieron el pano- la crónica del período hisp~nico, diseña las líneas cen-
rama histórico a los episodios políticos y a los sucesos trales de la vida administrativa, institucional y cultural
·- concomitantes 316• Sin emba1·go, después del Ensayo de de esa gran etapa, en modo muy digno de respeto. La
Groussac, en la serie de los cronistas regionales argen- crónica de Cervera, en virtud de todo ello, inicia, entre
tinos se advirtieron cuatro significativos casos de e:xcep- nosotros la realización de la{hist.oria integrai, .no in-
eruditaa y el autor declara que, aunque ha utilizado clociimento1, tentada eficazmente én los tiempos anterior~a. En igual
la tradici6n 110. .up1'4o en muchoa ca.Tos los granb1 11a•cio11 que caso se halla la Historia de P~rez Colman. En cuanto
encontrara en los papelea inéditos (t. I, púg. 13). .
• 3T8 Libro didasc6.lico, pero bastante a.ceptable con10 de fin11h· a lá obra de Saldías, con decir que es una visión del
dad apun«ata. pasado argentino a través de loe accidentes políticos de
ST<l Pequeño libro do exclusivo uso eaeolar.
3711 Suprimo del inventario l&ll cr6n.icaa pequeüas, es decir lu Buenos Aires, queda hecha su clasificación. Düiere,
de pueblos y lu¡aree a.p11recldaa despuéa de 1000, puea no son, naturalmente, del modo de las crónicas anteriores, pero
en realidad, tipificación de un momento historio¡rflfico.
Sfe No hacen excepci6n ni laa mono¡rafi:u que sobre la hiato· se advierte demasiado la tendencia a ver todo el fenó-
ria de cada provincia editó "La Na.ción", de Bueno1 Airee, en meno histórico en el político, y a reducir la heterogénea
su número ·extraordinario <le! 25 de mayo de 1910. Los autores
de esos trabajos son: CULOS OLIVUA, B11111101 4irea; MUUEL E. vida argentina a la que se desenvolviera en la antigua
Bfo Córdoba,- Juu B. TER.ÁN Tucu111d11; JAooBo L.uu.1N, San capital del virreinato y su provincia. Las cró~icas re-
Ju~¡ JULIO L. AOUIUE, }{;;;Jo1a; P. B. s., Commt11¡ J. W.
Gzz, Bar. Luis; Jo.A.QUIN CnaILLO, Juju71; BALTASA& OLAECB~A. T gionales, hasta Saldías, lo habian sido en la forma más
ALcoaTA, Santiago d~I Estero; CA&lHLO B. VALDÚ, La Bw3a; neta y categórica. :él, en cambio, amplió sus límites,
Gt11LLER.lco Con.u, Cafamarca; M. J. OLIVA, Balta; SALVADOI!. L.
CAl.BÓ1 Entre Ríos y RAMÓN J. LASSAOA1 Sll11ta Fe.
convirtiendo en episodios de la historia regional lo que
·,1
- l!l8 - -19!1-

no pllecle ser tenido i;ino como suceso argentino, es decir. titulado A"tcmo111fo cafu111arq¡¿ciiu. ( Catamarca, 1921),
de la historia general del país 311• Si bien es cierto que cuya mejor pal'te Ja firmal'a el padl'e Antonio Larrouy,
podría objetal'se que en divel'sos pel'íodos la historia de con el rótulo de : C1·caciú11 y colonización de la provincia
Buenos Aires es la historia argentina, no puede admi- (1607-1808).
til'se, sin embal'go, que en una cr6nica local, como es el En la actualidad, la obra mús acabada entre las cr6-
libl'o del docto1· Saldías, se adjudique a la sola actividad nicas regionales es la ele Roberto Levillier: Nueva. cr6-
de una regi6n, lo que el'a propio de todo el territorio nica del Tuc11mán, cuyo primer tomo (Madrid, 1927),
ele la República. El libro de Alvarez, pol' último, inicia exhibe bien sus cualidades ele trabajo realizado a la
entl'e nosotros el tipo de historia regional. Su Ensayo. moderna s;o.
pol' eso, no es en manera alguna una cr6nica. Tras-
ciende sus límites para lleg11.r al campo natural y pro- 3
pio ele la visi6n genética.. El doctor AlYarez tl'ata ele
precisar en su Ensayo cuáles han sido las fuerzas, J,A CRÓNICA BIOGRÁFICA
morales y materiales, que dinamizaron la vida de la pro-
vincia de Santa Fe, en todo•el período ele su historia, Por un fen6meno normal eu todo país como el nuestro,
cuidando para ello ele contemplar la universalidad re- qui)! carece de tradiciones nobiliarias, la biografía del
lativa del hecho típico local. Esa sola circunstancia héi'oe ha sido el recurso habitual al que se ha acudido
le coloca fuera del núcleo de los simples cronistas. En para echar las bases ele una espectabilidad social anhe-
definitiva, su libro es el de un ensayida al que s6lo lada y hasta para escudar los derl!chos de la descenden-
debí considerar aquí en raz6n de tratarse de una mo- da al amparo econ6mico del Estado. Basta pasear la
nografía enfocada sobre w1 tema, circunscrito y localí- vista por los catálogos de nuestra bibliografía hist6rica,
simo, aunque el autor no desee entenderlo así sTB. para caer en cuenta de que casi no ha quedado hombre
El libro qtle cerr6, hace casi dos décadas, la serie de eon galones que actuara en el pasado - como general
1:> como sargento, - a quien sus solícitos descendientes
las crónicas regionales, trabajadas a la antigua, fué' el
no le consggraran alguna biografía 380 • La producción
877 El doctor Baldlaa, que eaeribió su obra por enc&r¡o del
gobierno de la provineia de Buenoa Airea, no cumplió, eatrieh- 818 Esta obra. ha pro"roca.do polémicas entre el autor y el er11·
mente, con el propósito que tuvo el Poder ejecutivo al encomen· <lito chileno Tomás Thayer Ojeda, pero eso no de1mereee au im-
d6.raela. El deereto tirado con tal .motivo, en efeeto e1tablecta portaneia, aun en el caso de que loa reparos del critico pudieran
en su articulo 2• q11e la obra deberla aer "" olfiulio cr.i da1Jrrollo .aer ~tables. (Véase: TBAYE& OJEl>A: Puflfo1 oontr01111rtfble1,
polfüco, oo0ft6mico y aociol d1 la pt'ovi,.. ck BuoM1 4ir11 11 tl1 MW 1 ' i11o:iactitado1 ck la Nueva or6'lica d11I TUC11m6• San·
101 ao0fttocim"3to1 f11• pr,o•dwOA a "' orga,.uo"'6r& n 1810 tia¡o de Chile, 1928 ¡ y Nvo1101 Jl1'ftfo1 cllfttro11ortiblo1, ete. (Ídem}.
(decreto del 16 de abril de 1909}. Pero el doctor Baldlaa se redujo Ademf.a, debe conocerse: L!VILLill:B: Chüo y Tuouflld" "' el li-
a lo politlco, excluaivamente. IJlo :Z.YI, Praga, 1928}.
llT.8 T•.1 ea, en verdad, puee ALv..u.n diee a este reapeeto: '' .•• 111 aao .Recomiendo que ae verifique l& exactitud de eata. categ6·
1ii1toria 41 80,.ta F, "• c1m peqvrial 1'0ria1tl01, la l'lvton. d1l
Bfo do lo PlatG, rita que laa arli/idal11 1'110111 ck /f'OflfOrG baatlft
a imp1dirlo ( EMoyo, pf.¡. 1).
rlca afirmación, compulsando el catálogo de l& Biblioteca nacional
1I_úfori6 y ll•?gro/fa, año 1900, p6.giuaa 173 a 178, 4.55 a. 4.56
ano 1925 pdginaa 334 a 342 ¡ y el cat6logo de la biblioteca del
r
- 200- - :!01 -

histodogriífica de este tipo ha venido a resultar, asír podrá sospecl111r, 110 vor a detenerme eu uu e.c;tudio me-
tan copiosa en su número como insignificante en su ticuloso ele las biografías que In afección filial o el en-
contenido. No puede negarse, sin embargo, que alguna tusiasmo póstumo han l'Onsagraclo a n1tcstros héroes, pero
parte de ella ha sido utilizada, y aún puede serlo, poi- 1 sí lo haré con aquellas que, por haberse extendiclo al
la historiografía mayor 381 , y que muchas biografías han panorama en el que actuara el personaje, alcanzan a la
llegaclo n constituir verdaderas cr6nicas generales de una 1 categoría ele crónicas clt> una ~poca. En todas ellas la
t influencia ele Mitre es harto visible. La Historia ele
época, curo solo defecto reside eu el hecho de haber
obligado n los sucesos a girar cu clerredor del personaje Belyrano generó otras Historias de otros peri¡ouajes, cor-
elegido como centro del cuad1·0. En ciertn momento, a tadas sobre el patrón prístino. La primera de ellas 188
la postre, ese modo de concebir ln historia a través del fué la que con el título clt> Dorrl'!J() r.·n l<i historin de los
héroe, estaba en el ambiente: era el resultado üe la ol'ieu- particl-011 unitario y fccler11l publicó, en 1878, Mariano A.
tacióu cdteriológica ele los maestros - M:itre, en parti- Pelliza"~. Sin tener la timplitntl ni estar trabajado
cular - y el fruto iuequivoco ele la moda, del tiempo, como el libro de Mitre. éste ele Pelliza venía a ser el
que recibía su pauta del figurín <le Carlyle 382 • Como se complemento de In H·istoria <le Belyra110, en el sentido
Museo Mitre, p6.gin88 658 a. 67.Jl Según mi cuenta, pnann de·
trescientos loa p1r10fl.ajea l1ilt6rico1 que lllln merecido 101 honona 383 A muchos se antojar(! muy adecuada la mención l\qui del'
de un libro biográfico especial. Y trc•cientos gra11de1 11froe1 para libro de :MANUIL MORENO: rida y n1etn01'icu del doator don Ala·
un pn.ls en formación, quG aún no tiene eiglo y medio de v\dl\ riaiw llore1lo (Londrea, 1812). Sin emba.rgo, prescindo ahora de
independiente, me pa.rece demasiado. Lo1 grandes aemidio1e1 ¡rie- él porque considero el8 producción dentro del g6nero de las memo·
go1, de.putÍI de to<lo, no ale@&nron a ser tantos. riaa per&onales a cuyo eatudio eati\ con1a¡rado el capitulo IV dé
aa1 William Roacoe Thayer, en el Congre10 internacional de- esta. parte de mi trabajo. Como alU se vor6., el libro de :Mu.nuel
. ciencias hiatóricae reunido en' Roma en 1903, e:i:puso au concepto llloreM no a.lcania. a ser un:r. cr6Aiaa, en el sentido historiográfico
acerca del valor de la. biograffa como base de la. historia.. Y no del término. Y como habr6, tambih, quien haga memoria del
dejó de eer interesante lo 9ue dijo (Vhse: .dtH del Co11gre110 '"ter· c6lebre volumen Jost :an·i:iu. INDAITE: Ro•a• y tus opoaitor11
'"'"'°"ª'' di. 1aie1111 1tortahe - 1903 - , Roma, 1906, •ol. IIl~
p6gina 573). •
(MonteYideo, 1843) que- ha plUlado, a. ra.toa, por una pi1'twa de
cierto periodo de la. Dictadura, 11.0 eatar6. demú gue establezca
·881 Como se recordará., pnra Carlyle la verda-Oera. hi1toria eaU. qne, en mi tentir, ese libro no tiene cnbida. entre la. pro4ucción
en la biografia., desde que el h6roe, motivo de ello., ea el agente· hiatoriogr6.fica.. Se trato. de un panfleto politico, en el que ai
de la transformación a que eternamente ae hallo. &ujeta la aociedad. aparecen al¡unu biograffa1 - la de Ro1&1, capitulo XV y la de·
Su libro 1\lbre Cromwell, dado a luz en 18t5, a.gradó a. muchos· de Angelia, capitulo XII, por ejemplo - el lector menos peu·
esplritua a quienu ese modo hiatorlorrUtco resultó perfecto. Fue- picas adYierte que ellas no son tales. A lo 111mo, el libro de
ter iDcluye a Carlyle entre 101 hiatoriógrafos de la. escuela llrica Rivera Indarte podrla conaiderar.e una apuionada memoria coetl·
subjetiva, que cultivaron la historia reaurr1coicm y para quienes nea. Y ya 1erla bastante.
el estudio del pasado no podla. tener otro objetiYo que el de au Ca.erlaee en error si se 1upu1iera que antes de la. aparición
dise6ar en el esplritu un cua.dro tentimental. Esto, sin embargo, ele este libro, la. biografla., convertida en crónica de un momento
nuestro• croniat88 ·b iógrafos mú que por esa ruta que sello.la. tal histórico aeialado, no tuYo repreaentaci6n en el pait. Basta.ria.
modo hiatoriogrUico, marcliaron por la senda del concepto que para teatifiearlo la Hiatoria dt1 RoaM (Bueno• Airea, 1868) del
ha aido expreaado por Emerson: loa hombrea 1011 re,,,.es1mtatwoa chileno Manuel Bilbao y algunos otros trabajos de menor m;por·
primero ~ ªº'°'• deapMa ~ '4ea1 y que completa. la concepci6~ tancia. Sin embargo, loe e:i:cluyo de la nómina, o .porque, como-
de Carlyle. Nues~o1 croni1~&1 biógrafot, pues, hicieron bio,raffa ocurre con el libro de Bilbao - que estudiaré mie tarde - tienen
porque ella. con&tituia la historia., y la. hicieron de determma.doa rob cari\cter de ~IMJO que de aimple crónica¡ o po;que como
grandes personajes, porque ellos repreae11taba11 eu momento y ell ncontece con 1&1 otras produccionea o. que aludo ion - .,;,, ,que·
motor espiritual que lo dinamizó. nada y antes que todo·- estudios biogr6.ficos de' corte prng¡n6.tico..
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·de uu estudio del pasado histórico argentino que sigue condiciones de preparntión del autor, en esa época, 11\
inmediatamente al ele la Revolución, hecho con el con- Hisf<>t"ia de Lópcz alcanza n ser lo que ya era la llisto1·iii
cepto biográfico de la historia as:;. Pelliza eligió como ele Belgt·ano, pero, nsí r toclo, 110 es clable negar que,
.centro de ese período a Dorrego, porque a su juicio la dentro de su familia historiográfica, el libro de Lassaga
acción del desdichado gobernador estaba vinculada a las representa un Yalor. Girnudo en torno de 111 misma épo-
gt'(1t1dcs ma11ifeslaci011es del partido f edcral asa. Es dig- ca que el Do·rreoo ele Pelliza, y aw1que desde el solo
no ele señalarse el hecho de que Pelliza, en ese estudio punto de Yista de la crónica santafecina, la Historia de
de Dorrego, Yislumbró la explicación que de la lucha L6pei lo complementa. 'í es digno ele notar que la obra
·entre unitarios y federales se inclina a clar la historio- historiográfica del mismo género de las anteriores, que
¡1·afía del presente. Pa1·a el autor recordado, lo que sigue inmediatamente cl~spués al libro de La<;saga, es
la t11alcvolc-ncia de alv11nos escritores ha llamado civili- también una crónica que ronda en torno de los mismos
1aci6n v barbarie, no fué otra co.'!a que la l·ucha de los sucesos, aunque teniendo un panorama mÍ\.'I amplio y
tntercses po1·te1los contra las alf)Íraciones pr01Ji11cia- como centro un personaje de mttchiisima mayor figura-
nas as 7 que, aunque rústicamente, encarnaron los cau- ción históric11. Me refiero. como puede haberse colegido,
dillos. a la Histot"ia de Rozas y de su. évoca, que escribiera el

Tres años después ele la aparición del libro de Pelliza, di>ctor Adolfo 811.ldías ast'. r cuyo tomo primero apareció,
·en 1881, Ramón J. Lassaga acrecentaba el haber del impreso en París. en lSSl 300 •
género de la crónica biográfica con una Histona de La obra de Saldías respondía, 1\ un propósito: romper
L6pci 388• Siguiendo al modelo consagrado, Lassaga se con la tradición unitaria de la historia de Rosas y pre-
·empeñó en agrupa1· en derredor de la vida del gober- sentar a ésta en s\t propio ambiente histórico, y como
nador de Santa Fe, don Estanislao López, todos lo,¡
sucesos históricos de esa provincia ocurridos entre 1810 489 Sahlíu nació en- Buenos Ail't'I en 1830 '1 falleeió, siendo
-y 1838, año del fallecimiento del personaje. Como Mitre, ministro argentino en Bolirin, el año 1914.
390 El tomo segundo rió luz l.'11 1884 '1 el tercero '1 último en 1887.
·Lassaga preparó su libro utilizando documentos, biblio- En la segun.da. edición, impttsa eu Buenos Ah·es en 1892, el autor, a
·grafía y abundantes datos tradicionales. Claro .está que quien la fa.milia de Rosas obsequió con la parte polttiea del arehiro
del dictador mejoró '1 amplió muchísimo su obra, que alcanzó así
·ni por los quilates del ltfroe histórico elegido, ni por las a cinco vol<i~enea. El titulo primifivo fu,, tambi&t, modificado Y
la · Hútorio d1 Bo.a1 puó n ser ln Hi8toriG de Za COAfetl#'aei.61&
º"fl"'fino. La esencia no varió, sin embargo, '1 el libro contin11•)
as¡¡ Pelliza no trabajó au libro eon la eacrupuloaidad eou que siendo una crónica biogrAfica. La tercera. edición de la obra de
·10 hiciera Mitre, al extremo de que ni ee cuidó de indicar cou Saldtaa fu6 hecha en 1911, y tiene, aobre laa anteriores, la ventaja
claridad aua fuentes de información, aunque insertara en apéndice de 101 apbdices documentalee que aon, en realidad, tan importan·
:alguno• documentoa. A su trabajo lo ha venido a completar CA11.os te1 como el texto miamo. Algunas de laa piezu que figuran
P.uaoNa Hou& con ·IU Biofl'"o"4i d1 Dorr1110 (Buenoa Alrn, en eaoa ap6ndices circularon, en reproducción facsimilar, nñoa antes
1922) 1 que ha reali1a.do una labor de información 1umamente co· de la tercera edición de la obra '1 como parte de lt. colección de •
:pioaa 7 S. UTEDA con su Yida. militar di Dorr1go, La Plata, 1917. Pop1le• d1 Ro101 (2 vola., La Plata, 1904, 1907), cuyo objetivo
ase Dorngo, pigina 11. fu6 documentar Ju relaciones que el dictador mantuvo, antea y
187 Dorr1go, p'gina 11 • dupu61 de ocupar el poder, con peraonajea eminentes de Am6rita
.188 El libro apareció en Buenoa Ai1'911, el allo citado. '1 de Europa.
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uu 1·c..,ultado lle ~l ªº 1 • Pero en ningún momento Saldías. la vicla p1iblica del gtmC'1·al do11 1"1·ancisco Ramiroz (Pa-
hizo otra cosa que Cl'Ónica, siendo de notar que la rea- raná, 1894), ele l\1artí11 Ruiz Moreno 3 º'· Fuií cu 1902,
lizó, si 110 con la posición espiritual que es propia de cuando con la salida a luz ele la H istoriu clcL general
quien se empeña en una especial demostración, por lo (}üemes y de Za. provinciu de Salta, que escribiera Be1··
menos sin el cuidado necesario que supone el justo equi- nardo Frías, reaparedó el modo hii;toriográfico en el
librio entre un pro y uu contra tau categóricos y tan que Mitre fuera arquetipo :ni~. Ltt influencia del maest1·0
e~tremos como los de las tradiciones unitaria y federal. sobre la progenie es visible e innegable. Fl'Ías trata ele
Por tal razón, alguien ha considerado, tal nz con un presentarnos, en derredor de (füem~, el cuadl'o de Salta
poco de exceso, que la Histot·ia de Rozas no era otra cosa en el período 1810-1821, r abre su obl'a -siguiendo 1\
que uu alegato destinado a rehabilitar al Dictador 302 • Mitre-- con un esbozo de la ern colonial, trabajado sin
Como quiera que sea, empero, la crítica actual, frente a ·orden ni erudición, y echando mano de ese repudiable
la verificación de que la época de Rosas carece aún de ·sofisma que enYueh·e, i;in clistingos, a los tres siglo1
su histol'iógrafo cabal, tiene que aceptar que el libl'o de· de la dominación española en la socorrida ~· Ponfun
Saldías, sin ser el alegato que se pretende, no es, tampoco, ~:xpresión de en aquella rpoca. .Así como Mitre decla·
el dechado que su autor aspil'a¡·a a realizar soa. rara que su Historia <le Belgl'ano era al mismo tiempo
La crónica biográfica que. como queda visto, concre- . la vida de. un hombre y la l1isto1-ia de una época 308, Frías
t6se, con excepción de la obra de Mitre, a la presen- manifiesta que su libro es: la histo1·ia de 1m hombre y
tación del período de la anarquía, no vi6 aumentar su la historia de un pueblo. El escritor salteño, en rea-
acervo, clespués de la Histo1·ia de Roztu, sino con mono- lidad, no mejora los procec1imie11to11 técnicos que ya te·
grafías más que nada biográficas, como .lo fueron: E'! n{a muy en uso la .historiografía croniquístic:i, y se re·
general Ramírez en la llistoria de Entre Ríos (Buenos. duce a narrar, sin mucho cuidado de lo que preceptúa
Aires, 1886), de Benigno T. Mnrtínez, y el Estudio sobre la crítica. Los tomos n1ejores son el segundo y el tercero,
c~nsagrados a Güemes. El primero lo es al período co-

ao1 La d1,fenaa de sn criterio y 1:1. filiación de su credo hiato·· lonial y al ele la ReYoluci6n, sin que pueda decirse que
riogrUico las ha hecho claramente el doctor Saldias en la intro· .quien lo redactara estaba, cuando lo hizo, a la altura
ducción a loa Papele• d.e llozcu, que es, en realidad, un comple·
mento de lo que llam~ Pro1peoto en el capitulo I de au obra, en la 804 A la. época de eatos libros corresponde el que aobre Artiga•
edición definitiva de 1911 y también de laa dos dltimaa plginu 1 su momento proyectara 1 anunciara. -Clemente L. Fregeiro y del
del postrer cBpftulo del Íibro, lugu donde proclama su horror que, por renunciamiento del autor, sólo publicaron los editores los
por la tirania 1 por los dbpotaa. Documento1 ;iutificati1101 (l\lontevideo, 1886), y el trabajo aobre
39!1 Aludo a Mitre que en carta a Salcllas, publicad11 en "t.• Bll!"llar1fü10 Bi11adovia y "' tie111po, de ANDllts LAMAS, dado a cono·
Nación" del 19 de octubre de 1887, 7 reedit11da en el Pr11fal:io -eer, fragmentariamente, en 1882, en el volumen que ae consagrar•
de la segunda edición de la Hiatoria de Bo1cu, le dice a su autor: ·a l. gran estad.lata con motivo del primer centen11rio de su natalicin.
Crt11 V. aer imparoial. No lo ea, "' eqvitatwo 1iquiera, Y a renglón No me ocupo de omboa por lo que se deeprende de eata n1ismB
aeguido trata de exhibir la verificación de au aserto. 11oticia: por tratarse de los fragm.ent.01 de uno y de loa eleme1'to1
las En realidnd fu6 el doctor ERNESTO QUEIUJ>4 quien en 1898,. reunidos par11 componer el otro.
con su libro La lpooa de Boacu, del que me ocupo en ;! capitulo 1111 El libro de Frias comtn de tres vohímenet, edit11dos, .-1
siguiente, dió el primer puo hncio la interpretación racional de lt. 'Primero en 1902, el aegundo en 1907 1 el tercero en 1911.
Dictndura. 30G Hiatoria de Belgra.no, tomo I, capitulo I.
- ::!Oli -
- :?07-

del teml\ ~' ele lOll progrNos J1istoriog1·Aficos aeh-e1·tidos nnn grave tlificultacl que se pre.~nta al e11píritu del estu-
por en tonces en el país 3o1. dioso- que tales procluccione11 no siempre puede11 ser
Con la Historia. de .tllvcar, que publicara clon Grego- consideradas como trabajos realmente historiográficos,
1·io F. Rodríguez en dos ''olúmenell (Bueno:. Aires, 1913), inclinándose el criterio austero a incluirJa.41 en el género-
se cierra la serie ele las crónicas biográficas de que he cle las memorias pe1·sonnles. Y eso resultan en su gran
querido dar un juicio. La Hütoi··ia ele Afoear no llega, mayoría. A pesar ele creer que fuera de Carlos Calvo
aiu embargo, a ser crónica. Se trata, más bien, de una (Anales hút6ricos), Díaz (Histot·ia. política y militar de
i·etmi6n ele monografías, más o menos a1·ticuladas, cuyo las Repúblicas clel Plata.), Ruiz Moreno (La organiza-
mérito reside en que son un traRunto ele papeles inMitos ci6n nacional) ~- Cúrcl\110 (Del sitio de Buenos Aires al
o u1111 reunión <le tlatOll poco clifundiclos ªºª· campo de Cepeda, etc.) no ha habido en nuestro país
cr6nica de épocas, eu el sentido estricto clel rótulo, me
nlgunas rclnth'ne prolDÍJltnC?iae, 111e animo a iudividualizarlae. La
4 m:í1 netn se me nntoja b de EL~EllTO MINDIZ.ÚIAL nutor de: Hia-
torin tlc 1111 crit1u•11, }JBrte I: La perfidia (t. I, Bne~os Aires, 1881)
LA CRÓNICA DE sup:sos y DE f POCAS J que es un estudio o pre.entnción de elementos de juicio bien docu-
ment11doe, ncerca de es~ momento de nuestra histori~ contempo-
ri'ineo. que conocemos por Etroluci611 del 80. Como lo revela h11ata
En nuestra bibliografía historiognüica, es Ja cromca en .... titulo, este JJbro no parece todo lo imparcJal que 1'1>era
cloffnbfo ·pero uo f.º" allo ~• meno• dtfl para la tarea del :tutlll'o
de sucesos y de épocas aquella que, después ele Ja bio- llt.torlador nacfona . Y como el de' Mendfs4baJ, en este particular,
son loe otros que le siguen en importo.nci.a y cuyo. ligera nómina,
grafía, ha contado cou mayor número de cultores. Puede sin gradación de mérito, puede ensayarse ul:
afirmarse que casi no ha habido suceso de alguna sin- CLODOMiltO Co&Dno, La rnoh1~ de Entre Río1, (Buenos
gulnidacl que no haya tenido su cronista. Y, lógicamen- AireK, 1871); P. R., Iliatoria dCJ la re11ol11ci61' radical (Buenos
Aire., 1894); D. T. 90N:&.ú.Ez, RetJUMdoa de la re11oluci6tl de Co-
te, h&bienclo sido los acontecimientos políticos de nuestra r~tt• (Roaa.rio, 1893); FLOBINCIO DIL MÁRllOL, Notú:W y clocv-
pasada pseudo democracia los que más efectos produjeron 111c11to1 aobre la re11oluci6n de septiembre de 1874 (Buenos Aires,
18i6) ; Jost M. MENDIA, Lia re11ol11ci6n. de 16 de julio de 1890
en el medio, resultan ellos los mayormente favorecidos. (Buenoa · Airea, 1890, 2 •oll.) ¡ Anónimo, LO# auce101 de ooiubre
A. tal circunstancia se debe que, en realidad, no quede tk 183~ (Buenos Airee, 183./t) ¡ IGNACIO Oam, .Revoluci6ti. tü julio
(Buenos Airea; 1892) ¡ Jost LtJIS Bt18TillANTS, Jlemoríaa 1obre la
revuelta de cuartel o revolución, más o menos seria, reoolt1ci6n del 11 de 1epfiem.br11 de 1851 (Buenos Airea, 1853);
que no tenga su hútoriador 899• Claro estll -y esa es ESTSBAN ECBIVltWA, l1111'rTtcoidtl del ..a (1839) contada en
verao 1 anotad& con intercalación de documento• (BuenOI Aire1,
18114); MIOUIL Et10ENIO AUZÓN_, Hiaforia de la r4Mloluci6t\ de ;.;
897 L6anse, 1ino, loa ca.pttulos que dedica a la historia colonial lio de 1890 (Bnenoa Aires, 189u); Lms RicilDO FOKS, 1893. L1-
en la pro'rinci& de Salta, a los que be querido aludir en: el tuto, 11antamie11to, re11oh1ci6" g deaar- de lo provit1°'4a de ~º'
lineas arriba. .J.ire1 (Bnenoa Airea, 1893); AB.TtJILO MlOUKL DJ: G'l.JTIÚaU, La
399 El mismo BoDR.foui:z publicó eu 1909 un libro titulado revoliu:ión de Biu11a1 .J.wea (Bueno• Aire1, 1890); ANon. R. G.u-
El gtrner'1l .Soler, que es a rnto1 - como en el capitulo eoD1&grado cfA, Gv-erra de E11ir11 Bio1 (Buenos Aires, 1871); ALBl&TO CASTl·
al año XX - una. crónica. al tipo de las q~e teu!a.n & un perso- <JLIONI Recuerdoa de la re1:'0l"ci611 en B11mio1 .l.ire1, 26, 21 28 1
naje por eje. Sin embargo, tal obra reaulta, mh que nada, un es- :l9 de 'julio de 1890 (Buenos Airea, 1890); RAMÓN L. FALCÓN, Lo
tudio biogrlfico. batalla de Sa11ta Rosa (Buenos Airea, 1899); F . At1MEBTO, Mibü-
399 La nóminn es abu11dante, pero como el núcleo preeenta tas y olriniataa, 1874 (Buenos .!ire1, 1914).
-!!08- ·- :!U\I -

ha parecido, 1:1Íl1 embargo, que pueden considerarse tales colocado al lector en condicione¡¡ <le percatarse del cri-
todas aquellas 4e que paso en seguida a ocuparme. Sal- terio con que está trabajada esta parte del libro.
tará a la ,·ista de todo el que tenga realizada alguna En orden cronológico, que es el que tengo adoptado
lectura ele esa producción, que existen diferencias eu reg\tlarmente, abre la serie de nuestras crónicas de épo-
el contenido y en la forma de las crónicas que Yan ahora
a desfilar, y que mientras unas narran a base de sim- .oampaiiaa del cjlrc¡fo de los ÁKtlaa (Bucnoe Airoa, 1825); Jost.
ABZNALES Memor\a hilt6rica 1obr• laa operaoioM1 d• la divia\6"
ples recuerdos y otras se concretan a glosar las refe- lWlcrladm, otc., e1~ '"' ug1111rla oa111patla a la türra del PerA,
rencias int.lirectas, las hay que aderezan su relato con ~ 1811 (Bueno• Airea, 183:?); GRIOOIUO A&ÁOZ DE LAJUD&n>,
abundantes documentos. 1.'odo ello será advertido en Memoria• (Buonoa Aires, 1895, 2 Yola.); Jost M. PAZ, Memorial
(Buenos AirOI 1855 4 volt.); GZNEllAL GUIDO, PtJilel11 del.• ,
cada. ca!lo, romo ahora lo es el hecho de que estén ausen- [editados y ni:otados' por Culos Guido y Spnno) (Buenos Airu,
tes de la u6miua que aquí aparece, los nombres <le a~u­ 1882); ENBIQUS. ll.íABT1NEz, Rt1eil.a de laa gloriaa adquiridM por
•I ejército da 101 A t1dc1 co11 la bandera IJVI dapoaitl en !n(lnlll de
nos memorialistas --como el general Paz, que es · uun 8. E., etc. (Buenoe Aire1, 18i3); HILARIÓ!.' DE LA QVINTAN4, MI·
tipificación- en Yirtud de pensar que antes que inten- moriaa (Buenos Alre11, 1918) .
b) G1'trrM illfer71ocic111(1/t1. - ,Jost lONACIO GARME:fDIA, Je••
ción de pintar una época o historiar un suceso, ellos per- ~trdo1 de la ¡¡11erra del Paraguay; Batalla del Sauce (Buenos Airet1
siguieron, romo finalidad expresa, autobiografiarse. Los 1883), Compaiia d• Corrientu (Bueuo1 Aires, 1904), qam.¡ialo d11
P\kíciry (Buenos Aira, 188~) , Ca111paña de H11wnt4 (BnenOI
memorialistas que a continuac16n figuran, pues, 110 son Airea, 1901, 2• edic.), etc.; LEó~ DE P.t.LLLTA, Diario . . ~a oam·
otros que aquellos que hicieron crónica de su momento, pa1'a d• laa fver•aa aliada• contra el Paragvav (Monteriatl;, 1885);
FILANCISCO 18100110 RS&Qtlf~, Dato1 hiat6ricoa de fa fl1U1"rG cltl
sin p1·efere11te cuidado de su biografía. Además de las l'araoua.11, etc. (Buenos Aires, 1898); JuAN ANGEL G<>Ll'ilINI, Lo
crónicas destinadas a. .Mstoriar ~pocas, aparecen también .oartera de "" mtd;co oiruJano (guerra del Paraguay) (Buenos Airn,
1898); Jvu Ca1sOsTOMo CL'liTUll.IÓN, Mamoriu, o &ea ramíni•·
en este acá.pite las consag1·adas a sucesos determinados, .cnaial hiat6ri"'1 aobr• la guerra del Paraguay, (•Buenoa Airot,
guerras inclush·e. Respecto ele ellas debo dejar cons- '18941 3 vola.); DANBL Chal, Campatla dal Paraguay (Bueno1 Ai-
rea 1892); Josi MARIA Tooo, B1ouerdo1 ~l ejért1ito de opera-
tancia de que no considero tales ni las relaciones hechas cio~• contra el emp.srador dtl Brasil (Salta, 1892); BAJLTOL01d
con objetiYo oficial, ni los recnerdos, llamaría privadOs, :M1T1u:, Gu11Ta <Ul Paragv.ny (Buenos Airea, 1903); FBANCISCO
S:aau, Cartaa •obre la g~rra . del Parapay (Buenos Airet,
de los que directa o indirectamente actuaron en los su- 1907): ALBU.TO AMULAN, Bo1quejo1 da la g1'arra dal Para11"'4fi,
c·esos, desde que nunca podrían ser conceptuados pro- (Buenos Airea, 1904).
o) E~•dic\ofta• c011tra 101 i11d{glfta1. - E&TANISLAO S. ZIBA·
piamente historiográficos •00• Y con lo dicho creo haber 1'LOS, La oonqvi1tG da lGI qlli11c1 "1il legv41 (Buenos Airea, 187lj);
MANUEL J . 0L4800A04, La 00"'1Uilta d•l danarlo: Eatudio topo·
•OO L11. producción R que me refiero puede claaiticarae, ee¡í1n .grdf;co d• Lo Pampa 11 Bfo Nagro (Buenos Airea, 1880); V1LLIOAB,
101 1uce1oa, en cuatro grandes ¡rupo1 de r•laoioft11 11 r1""4rdo1 Campoú de 1113 .4nda1 al aur IÜ la Patagcm\a (Bueno1 Airea,
para la 11'8toria: a) de la guerra de la independencia; 11) de lae 1883); 84NTLlOO J. ALll4IUt.t.cfN, Confl1''8ta !UI "'4lo patrio ('Bu!·
guerras intemacionRlea po1teriorea (Brasil y Parngu111); e) de noa Aires 1912) • ÁLVilO B.ilROS, FrO'Ateraa y territorioa fedara-
las expedicionea contrn los indigenaa ; y d) de las campaliaa en .le1 de za/ pamp~ del avd (Buenos Airea, 1878); idem, La guarra
lu luchas civile.. Eae copio10 material, aa1 clarificado, tiene su ocmtra loa 'ndio1 (Buenos .Airea, 18715); BsNJAJdN VtCTO!llCA,
repreaentación más conapicua en loa libros cuya n1enci6n hago •.•n CampaliG del Chaco (Buenos .Airea, 1885); T.r.órru> T. Fu.N!NDKZ,
ae¡nida por vfn de ensayo. La oOft!l"ilta dal darierto (Bosario, 1910) ; ltiMrario del primer
a) G.t;ra de '" i7'dap1md•noia. - Lou:~u:o LUOONzs, BICM•r- e111rpo d• •j,rcito a faa 6rdne1 dtl genaral Wencealao P1111n11ro,
doa 1tiat6rioo• aollr• laa ca111.¡iaiiM del ejb'cito a~iar del Parú 1861 (Buenos Airea, 1881) ; Jtr.L"( A. OaTiz, ItiMrario de la mar·
(Buenos Airn, 1855); Jost :llA&fA Aoumu:, Compendio de laa .cha d• la di-vi1i6n Ho"'º'• etc. (Buenos Alr~.a, 1862); Con1al11lantc
- ~10 - - !:?11-

ca el libro ele clon Ignacio Núñez, Noticias históricas de todos los testigos presenciales. Y fué como tal que escri-
la República Argentina, escrito hacia 1844 y editado bió el cronista que, en orden ele tiempo, sigue a Núñez.
póstumameute (Buenos Aires, 1857, pl'imera edición, y Me refiero a José Luis Bustamante, autor del Bosquejo
1898, segunda) ·m. Ní1ñez realiza en sus Noticias un ele la historia civil y política ele Buenos Aires, desde la
ensayo de crónica que no deja ele ser apreciable. :tl, que batalla de Caseros (Buenos Aires, 1856) y del Ensayo
fué testigo, y en algunos casos actuante en los· sucesos, histórico de la defensa de Buenos Aires (Buenos Aires,
l'elata los episodios ele la historia política en el período 1854). Bustamante que, segíin sus propias palabras, fué
que va desde las invasiones inglesas hasta el desastre de contemporáneo, espectador y actor ele los sucesos que
Huaqui (junio de 1811). En el prólogo de sus Enfre- relata, compuso sus trabajos en forma que mucho se
tenimientos, que es la parte de las Noticias históricas asemeja a la crónica periodística. Ello, empero, sus
consagrada a ellos, declara que con la pluma e11 la ma110 cuadros no dejan de ser bastante completos.
ha revisado los archivos públicos de Montevideo y Bue- .A pesar ele los valores relativos ele las crónicas de
nos Aires, y ha tenido en su pocler la correspondencia Núñe.z y Bustamante, hasta 1864 el género no ofreció
confidencial de muchos personajes. Sin embargo, algu- una obra digna de particular respeto. Tal digo porque
nas veces su crónica trasunta. algo de espíritu bande- ese es el año en que comenzó Carlos Calvo a editar
rizo ..02. Pero, poco más o menos, es lo que ocurre con sus Anales históricos de la re11olución de la América
latina (París, 1864-1867, 5 vols.) 403 , con el que vino
PJW)() La g11erra al mal6n [1877-1879] (Buenos Airea, 1907); a completar su Colecció·n histórica ele los tratados de
M.1.NuÚ. PUDO¡ L·a ooupocicm del Bio Negro (Buenos Airea, 1900); la América latina (París, 1862-1869: 11 vols.) de la que
EDuAJ.DO R.t.ci:oo, .Memorill militar, etc. [de la expedición al terri-
torio de loa r1LDqueles] (Buenos Airea, 1881); M.o.'UIL P.uoo, Con· oportunamente me ocuparé en el último capítulo de
quüta de la Pat11pa (1876-1883] (Buenoe Airea, 1892); JoAQ111N esta misma parte. El doctor Calvo 404 realizó su tarea
VIIJOBUUO, Qompofla de loa .Ande• al ncr <k lo Patagonia (Bue·
nos Airea, 1883). con tesón, procurando reunir todas las informaciones
d) Campafia d• laa guerTaa civilei. - .dpw"'" 1111cadoa del documentadas que le era dable y ordenándolas en una
diario inédito de la co.mpniía a Corrientes en 1848 [dirigida por
Urquiza] (1.tuale¡uaych6, 1849); J'OAN E. DE ErJ.1., llemot"Í4 hil-
t6rioa 1obre la campafta MI eJlrcito libmodor p8311-1841] (Bue· Entret1t1~n1ie1Jtoi. En lo que no puede ho.ber ·dudo., ein embargo, ea
DOS Ai1'81 1888) ; 'l'O)(ÁS JIUA&TB, J{ e1111>1ia militar: proy•eto1 de en el hecho de que Nó.iíez era more!lwta, y, naturalmente, poco dado
oplt'GOioA~t bllioo.r para derrocar al tirano Boiu (Buenos Aires, a conceder razón o justicia al bando de sus o.dvenario1.
1868); Jost M.ill.1. Pil, Jl~orial, 4 vola. (Buenoe Airea, 18:55). 403 El titulo completo es &te: ..tAa~1 1liat6rico1 de la rnoh1-
'º1 Núñez nació el 31 de julio de 1792 y fa.Ueci6 el 2a de· ci6" tk la .Ambica lati!W, acompa1lado1 <k docvmento1 en "'
apoyo. De1<k el a1lo 1808 1144ta el reconocimidftto de la llldepe11·
enero de 1846. Bus Notici41 hilt6ricoa hablan 1ido antecedidas por • .
un libro de parecido titulo, publicado anónimamente en Londres, deMia de " ' e:ten10 continente. (De esto. obra se imprimieron,
en 1825. De eate y otros detalles me he ocupo.do en el capitulo IIl sincrónicamente, textos caatell3Do y francés).
de la PrW!lera parte. f04 Nació en Montevideo en 1822 y falleció en Parla en mayo
'°2 DllGO L'OI8 MOLINill, en El gobMtnlo de 101 ,.ubio1 (intro- de 1908, deapuéa de haber actuado con brillo en Ja diplomacia ar,
ducción a la reedición facaimilar de El redactor del Ctmgre10 fta· ¡entina y de haber conquistado una indiscutible y universal fo.ma
°'°"41 1816, hecha por el Mueeo Mitre, Bueno• Airea, 1918), de gran internacionalista. Generalmente se ho. dicho que era
pf.giÚ XIl, nota, ha descalificado el teatimonlo de N6ñe1, aunque porteño pero au origen y lugar 'd e nacimiento han sido aclarados
con un poco de ueeao, deede que el hecho de ser una r6plica a lu. por Muuel Cutro López en ''Revista hiatóriea' ', Montevideo,
memorias de Godoy y de 811avedra no basta paro. in.validar a loa año 191'1 N• 19.
- 212 - - :?13-

rignrosa sistemutizacióu cronológicn. Sus Anales, por los Recuc1·clos clcl afio 20, que escribiera y editara TomlÍ.s
eso, se ajustan cumplidamente al tipo clásico del gé- Oliver en 1870 4011, no pasan ele un breve ensayo juvenil,
nero 40~. Fornum, pues, una crónica cu la que los acon· sin mayor trascendencia, y Los últi111os cuatro años de
tecimientos se van sucediendo, uno tras otro, sin más la clominación española en Amét'ica, que escrito hacia
trabazón lógica que la de su cronología. Cada año es, 1844 por FranciscQ Saguí, diera a la estampa, en 1874,
así, un eapítulo, tnl -para ejemplarizar ·con w1 caso un pariente suyo, don Miguel Ei;teves Saguí, dista mu-
típico en la bibliografía americanista- como en los cJ10 de ser una crónica al tipo ya consagrado. Lo que
célebres A11al6& clcl Perú, ele Montesinos. En lo que acabo de asentar no significa que el libro sea repudiable,
Calvo difiere, pol' completo1 de los <:nltorl'.ii de ese sino, tan sólo, que carece de las condiciones de las gran-
modo de l'róuica,. es en la honesta u tilizaci611 ele las me- eles crónicas. Saguí, según propia declnraci6n estampada
jores fuentes ele información --que eu cada cuso indi- en su manuscrito, sólo intentó escribir nna Memoria
''idualiz•-, y en la inserción de apéndices con varias
histó1'ica fa miliar, relatando los sucesos ele que había
pruebas .clocwuentale.c; que siguen a los -capítulos. Como
sido testigo, en Buenos Aires, desde las invasiones ingle-
los Anales comprenden a toda América, bueno es que se
sas hasta la constitución de la Primera junta. Trat6 de
establezca que la e1·ónica propi\1ne11te argentina comienza
completar el Ensayo del deán Funes, que había silen-
en el tomo I. página 73, con la noticia de los sucesos
de 1808 ; continúa en todo el tomo II, que llega hasta ciado muchos hechos, y de enmendar sus ;\·erros, y pro-
1816, y va intercalada en los tomos siguientes, con una curó desvanecer, con lo que tenía por verdad, las afir-
línea de armonía que 110 trae violencia alguna. No hay maciones de Manuel Moreno en sus escritos sobre su
para qué decil' que siendo el trabajo ele Calvo cuidadoso, hermano Mariano •01• No hay duda alguna que Saguí
su contribución a la historiografía es respetable, aunque conoció algunos documentos, que hasta inserta. como
la crítica haya advertido algunas fallas en su erudición apéndiee a su memoria, y que no le fueron extraños
y hasta algún desliz en sus afirmaciones. La si:riiple ciertos libros históricos ele erudición corl'iente401, pero
ol'denación cronológiea de Jos hechos, y la exhibición su crónica apenas alcanza las proporciones de un relato
del copioso material documental que Calvo realiza en periodístico •00• Eso, a pesar, representó un modo, aun-
sus Anales, son, de por sí, esfuerzos que -consideradas que simple, de reacción contra el er~or y el absurdo
la hora y la época en que se consuman- obligan a tradicional, que, sobre los sucesos de laa im·ásiones par-
mil'ar con respeto tal producción historiográfica.
Inmediatamente después de la aparición de los Anales 408 El folleto, de 112 pú.¡inu, llev11ba como aubtitulo el ti·
de Calvo, no se dió a publicidad crónica alguna que guiente: Ápulltn documentado• para aen.'ir a lo hiltorio argen·
ti11a. Pero tenl& mucho de apunte y muy poco de documentado.
alcanzara su importancia y sus proporciones, desde que 401 Aei lo dice el autor en la Mo11lfeataci6" pre11ia, con que
H abre el libro.
408 Tal parecen denunciarlo, por lo menoa, 111 notoa con que
40~ Calvo recurrió al procedimiento de loa a11Gl111 en momento•
ilustra su trabajo.
en que sólo podl& y debla hacene reunión de materiales pr.ra la 400 Sagul. fu6 un honrado comerciante. Ello explica lo que no
obra futura. Por eso no es cen1urable el procedimiento. 1 tendrl& explicación en un hombre de bufete.
f
1
- :!ll - - ::!lj -

ticularmeute, se vc11íau repitiendo en lo que el siglo lle- nonlada 411 • La línea de la cr6nica no se perdi6, sin
vaba yn corrido. embargo. Tres años después de haber aparecido La
Mejor que la de Saguí, por el dominio del tema y la conquista de las quince mil leguas, José María Zuviría,
objethidad eu la exposición, fu~ la obra de Antonio en su libro Esfadios sobre la historia argentina contetn-
Díaz: Historia volítica y militar de las rcp1íblicas del portinea (Buenos Aires, 1881), reeditaba, más o menos,
Plata (Montevideo, 1877-1878, 12 vols.). Sin embargo, el mismo ·género de crónica -con un poco de aditamento
no debo silenciar que este trabajo resultó una buena sociol6gico-- que iniciara Bustamante, viniendo, en rea-
crónica documentada, en la que el período que va de lidad, a completar a éste con la historia del período que
1828 a 1866, estú bien historiado, con relación a las ''ª de la Constituci6n hasta la presidencia de Mitre.
posibilidade~ de la época en que fué compuesta la obra. Zuviría narra, preferentemente, a base de recuerdos, Y
alcanzado por el prurito de filosofar sobre lo presente,
El misruo año 1878, en que comenzaron a circular los
agrega al simple relato consideraciones que tratan de
volúmenes de Diaz, ln crónica ele épocas y ele sucesos \'Íuo
explicarlo y Yaticinios acerca de Ja consecuencia de los
a acrecentarse con el esbozo ele una producción que h11bría
hechos que lo integran ·u::. Como es un discreto expo-
ele dar, luego, abundante y rico material a un modo
sitor. su libro, que tiene algo de memoria personal, se
nuevo y más amable de relato•hi.'ltórico: la.<i 'lan·aciom~s.
lte ~on agrado r con pro\'echo, pues la pasión política
M:e refiero, muy concretamente, a La co-nquista de l.as
no se advierte tan claramente embanderada como en la
quince mil leguas (Buenos Aires, 1878) de que fué autor
mayoria de las produccionel! de ,su tipo.
el doctor Estanislao S. Zeballos. La Res~·ña hist6rica Según se tendrá advertido, hasta este momento del
que forma el capítulo I del libro, y donde se hace la proceso de la crónica de époc88 y suceSOA, las . páginas
rápida pintul'll ele las empresas que se llevaron a cabo consagradas al relato ele las campañas libertador88 no
para lograr la conquista del desierto que ocupaba el habían tenido aún p'Ublicidad. Y esto digo sin echar en
indígena, fué el primer paso dado hacia la realización
de una crónica de las principales acciones militares que 411 Tal, entre otro1, el e:iso <le Rllf11el Bnrredll, que difiere .de
Eduardo Gutlbrez -folletinero como ~l- ~n que ~uele estar meJOr
el propio Zeballos acometeria mtí..'I tarde, en na1-racitmcs informado hietóric111neote, 1 en que e~ mus orcmutG 9~e el cele-
amenas que hasta alcanzaron éxito literario. La di11astia brado autor de 'tanto librejo bravo, qud ha~e laa dehc1as de lo~
imberbes del 1 uburbio. Barreda es nutor de hbros movido• 1 amn
de los Piedra (Buenos Aires, 1887) 410 , Painé y la di- blea, como Pepa LarriOC&, El orim~n legal, Marlin.. I, etc.. 1. de tela·
nasHa de los Zorros (Buenos Aires, 1886), Relnu¡, reina toa tao intereanntee como El onmen d11 Wi "°""• F11llC\ta1 Gvs·
de los P·inares (Buenos Aires, 1887), etc., son produc- "'"º• lltc.
El g6oero que con tanto é;nto • explotara B.a~reda, ha bla 11.do
ciones de ese género que, nriado el asunto, 11abría de acometido ante& por un mnrioo Hpaflol 9ue re11d16 entre noaotros,
Gil Gelpi 1 Fierro quien en 1860, public:ó eo Bueno1 Aires W1U
tener muchos cultores en el país, y engendrar, más tar- narraciones que oC: enn ~ovela oi eran hiltoria, tituladaa: EaU'NU
de, la franca desviación hacia la novela o la narración M W¡ r1J110Ít1ci611 1IUJHlllG am.,ricann: don. FranÑeo d" Glllo1rá11.
(Buenoa Airee, 1860, 2 volt.). Se trato de un relato que abarca
11111 do1 1807 a 1815. .
· •10 Prudeocio Aroold dedicó a este libro unas . Jl1ctifict1cil1ft~• •11 As1 lo denuncino los capítulos I a IV 1 XXI de su hbro
que npareeieron en Buenoe Airee en 1889. B•tudio•.
- 2JCi - - :?17 -

,,1vi1fo Ju¡.¡ memorias de I>az y su~ contradictores 41ª, pues hacia la exaltación del esfuerzo ~rsonal • 1 :.. Su relato
1:ri clh.r.s <;ampea miís que nada, segú11 lo he afirmado ya, es preciso y hasta meticuloso, y se adviene bien la inten-
r:I anh<:lo autobiográfico. En 1882 el vacío a que acabo ción de ser exacto, por encima de todo 416•
1t1i 11 Jutlir vino a ser lleuado po1· el general Jerónimo En el orden del tiempo, a la crónica ele Espejo siguió
J<;sp1ij1J 1:011 un libro titulado El paso de los Andes: Cró- la Memorta hist6rica sobre la auet·ra civil en el aiio 1833
nicis M~16rica de las ovcraciones clel cjórcito de los en la pr01Jincia de Entre Ríos y el gobút'no constitucio-
An<l<:.~ rJara la resta1wación ele ClLile en 1817 (Buenos nal del general dm Lucio Jlanailla (Paraná, 1890), re-
J\irn11, 1882). Este trabajo, que, como todos los de su dactada por el presbítero don Junu ,José Alvarei, que
,,íml!f" tiene a ratos sabor de memoria personal, difiere tiene un valor muy relativo; a ésta los trabajos del doctor
:¡,. l!mtiurgo ele ellas eu que el autor se cuida más del Ernesto Quesada: La batalla de lttizaing6 (Buenoi; Ai-
.~ur!t~-;11 que de exhibir su actuación en los :tcontecimie~~ res, 1893), La clecap1tación de Acha (Buenos Aires,
ir11purt1111tes. Espejo escribió' su libro ha,cia 1876, des- 1893) y las monografías sobre La Mudricl, sobre ia bata-
1,11c':i-¡ d1: reconstruir los apuntes que sobre los acouteci- lla del Quebracho Herrado, sobre la guerra civil argen-
111i1~11111s hubía ido tomando sincrónicamente a ellos y tina, etc., etc. n 7 , A los libros y a los trabajos sueltos
, 111 n 1wrtlió en una ele las aventuras de su Yida azarosa.
u~ He dicho que Eapejo contaba 16 aiios en la época en que
A 1111 11111: 1:on auteriorida<l, en 1867 y 1873: el general se efectuó el célebre cruce de la Cordillera. En efecto: habla
]~~lll'jo lrnbía acometido la empresa historiográfica, fué nacido en :Mendoz& el 30 de septiembre de 1801, y se habla incor·
porado al ejército en 1816. Cuando escribió, puea, en 1876, teala
d vul1111w11 sobre el Paso de los Andes el que mejor con- 75 ailos. Murió el 18 de febrero de 1889. Los otroa n1emoriali'*
cr~:tí1"i111 modo de· crónica ..iu. De todos los memorialistas de la. obra de San Martin eran mucho mayores que 61. Y 1ino
recu6rdea": Tomh Guido habla nacido en 1788; Juan Gregorio
<lt: s 11 :.{t:HeraLci6n, Espejo pa1·ece ser el más sereno, el de Lu Herae, en 1780; Budeci.ndo Alvar&do, en 179S; Miller, Pn
r1w 11 rn1 iludo a la exageración, el más respetable, en fin. 1795, etc. Considero memorialiata' particulares de loa hechos que
rel&ta Ea¡:ejo, a aquelloa que mb ha aprovechado el general :\[itre
Hi hit!ll 11uele acudir al recuerdo individual para reID1- en 1u Hiatoria de Sa11 Jlarilti, tomo I, c&pltulos XI a XIII.
moi·a1· Jos 1.ucesos, acostumbra a escudarse siempre en '11 :tat& p11rece haber aido su caractertatica. En las anotaciones
al Compendio de la.s campaw del e;hoito <U 101 411de1, -publica-
nll{Ílll d,,c:nmento. Como 110 tiene que realzar graude- daa anóni.niamente en 1825, que 1e atribuyen al coronel Jose liarla
mmilt! s11 actuación, porque al consumarse la hazaña Aguirre '1 & las que ae refiere :\litre (Hl.ttoriol de Sa.,,, Martt11,
t. I, pAg. 51, edic. 1890), Espejo hizo aclaracionee que as! Jo
nntli1111 t!ra un simple y oscuro cadete de 16 años, no testifican. El Comp8"dio y laa anotacionee figuran en el tomo X,
- In o1!11rru u é:l lo que a la mayoría de los que han relatado página Sl5 y aiguientes de: Doe11mHto1 ckl archi110 ele Sa" llar-
ti" (Bueno. Airea, 191O) •
t.alc~ 1:pi11mlioit, los cuales habiendo estado al mando de '1T La producción del doctor Quesada, en materia hiatórica, per-
ln.'1 trop;L'I, no han podido inhibir la natural tendencia tenece, preferentemente, al género de 101 ""'~º' y aerA eetudiada
en el capitulo signiente. Sin eJ11bargo, anoto aqul el recuerdo de su,
4rn f.o!« principales tneron: La Madrid, Lugonea e lriarte. D& libroa m'8 tipicamente rotulados de cr6nic&. Loa eatudios aludldo1,
toiloH 1•llt1K me ocnpar6 en el capitulo IV de eata. misma Parl<1. refemite1 todos al periodo de las guerraa civiles, aparecieron en Ja
•H H11H trnba.joa anteriores: 4pu11f<13 h'6t6ricoa aobr<1 la elrJf'•· prensa periódica de fines del paaado aiglo. ~l miamo, en la ptÍ· .
<Hciifo li/1crladora del Pflf'Ú (Buenoa Airea, 1867) '1 Recuerdo• gina 12, nota 4, de 1u monograt!a: :La guerf'a oWil cl<1 1841- y La ·
h.;,l6'W11.1; /fa.,,, Mart,.,,, y BoHwr: Entre'lliltG d<1 GKOyaquU (Bue- tragedia de 4cha (Córdoba, 1916), formula aai ln nómina de esa
noK AifllN, 1873), 11;0 alcanzan ~ tener el relie,·e de la obra. pos- producción:
terior, ni Non propiamente crónm1s. El ge11eral Lamadricl y ltr cnmpaiia de l841 (El Ti<1f11fo, junio
- 218 - - :':l!I -

de Quesada, en materia de crónica 'de sucesos, y aunque que es una cromca polemizada del período aludido, y
algunos años má.<1 tarde, siguió la obra del coronel don cuyo peligro, en su utilización testimonial, consiste en
Amadeo Baldrich: Historia de la guer1·a del Brasil que todo va dirigido a establecer uu paralelo entre los
(Buenos Aires, 1905), bastante informada y no exenta generales Urquiza y Mitre. laudatorio para el primero
de méritos como c1·ónica militar. y no muy agradable para el segundo. En realidad, e!)te
El mismo año en que apareció el libro de Baldrich, estudio casi 110 es otra cosa que una contribución a la
Martín Ruiz Moreno puso en circulación : La t·evoluci6n biografía apologética del Yenccdor ele Caseros 4111 •
contra la tira11fa (Rosario, 1905) que había de tener un He destacado antes a Cúrcano. Pues bien: a él parean
complemento en su obra mayor: La o-rganización nacim1al sólo Juan B. Terán, quien dedicó a la crónica, el año
(Rosario, 1906-1908, 3 vols.), trabajo bieu documentado del centenario, un meritorio trabajo: Tucumán y el 11orte
v tipificación de un modo de crónica que difiere y me- argenti11o, 1820-1840 (Buenos Aires, 1910), cuyo nlor
jora al ele Cah·o, pero que no llega a ser el de Cárcano '118• reside por igual en el material con que estíl elaborado
La época de la organización nacional, tan ampliamente y en la dirección espiritual del escritor al componerlo 420 ;
tratada por Ruiz Moreno, fué motivo también, -:.· preci- y Ricardo J aimes Freyre, autor de Historia de la repú-
samente el mismo año 1906, de un libro ele Julio Victo- blic;a de Tuciimán (Buenos Aires, 1911) 421 • El Estado
rica titulado Urqtiiza y Mifre (Buenos Aires, 1906), mayor del ejército, por último, contribuyó también al
acrecentamiento ele nuestras crónicas seria.~, con una
, 4e U'.º
1896) ;. La i1.ii:a1i611 ele. '!J Z(I retiraclal de Lauall11 (La Qt1in-
cena IV) · La btittilla. lfor Qtldbrac11o 1I flf'f'ado ( tckm) ; Lo11GlZ# y
Monogt·afía de la campa1ia de 1851-1852 (Caseros, edi-
Lam~rid 'derpu~a del Q11ebracho Herrado ("Revista nacional", tada en Buenos Aires en 1911) y el coronel Juan Beve-
XXIV)· Loi·olle y ..41dao: pN'llllt'a. oompoio de Ct1110 ((dom., rina con otra sobre el mismo suceso (Caseros: estudio
XXV)·' Lomadrid y .d11ellaMdo: lo 03fro11i.tf11 do Cofa.marco
(ídnn 'XXVI)· Lamadrid y Pac11eco: último compotla de Ct1go Jr.ist6rico milifa1·) que apareció en Varese en 1911.
(Wem: IY, 2• ~rie); La batallo ~e .4.flgoco. (La Biblioteca! .III?,; Y esto dicho, bueno .ser~ que establezca ya que entre
HiattWio de lo guerra cit'il argeAflflO ("Revista del Club m1htar ,
I). Estn nómina ha sido amplilida, con la seriación adecuada ñe
loe trabajos por Narciso Bina;rlm en la página LXXVIII de &u uo El buen nombre de :Mitre -reputo (1til recordarlo- Ion
En10110 1obre el oDflcepto de lo d\otodwo de Ro1a1 (' 'Publicacln· sido repetidas veces atacado por aus euemi¡os pollticoa, que haa
.nes del Ill!ltituto de inveetigaciones históricas de fa Facultad de hecho n eu 1naner.a, narraciones históricas del periodo de la mb
brlllaiite actunción p6blica del eminente patricio. De entre todos
filoaotia y letras de Buenos Airea", N• XVIII).
AdemAs de e~os estudioi y dentro de lo que no puede ser con· sobreaale el titulado B"ef&OI .4.irt1 y •u
1101nbr111 (Múico [¡ele!))
editado con el nombre de Cario' ).[artlne:r;, visible pseudónimo bajo
aiderado como crónica, el doctor Quesada tiene e!! au :haber otro1,
talee como: La ciudad de ·Bueflol .J.iru eit 111 '1glo ZYIII (Cdr· el cual la veraión circulante hn creldo descubrir al doctor D 'Amico.
doba 1918) • Lo 'Vida colofliol org03fi110: fflldioo1 y ho11rita~1 uo El doctor Terún declara en el prólo¡o de su trabajo quo
(Bu~noa Air~s, 1917), etc., etc. Pero, como ya dije, au obra bl4· hace crónica porque- eso ee lo pre'l'io y lo que se impone, sobre
toriogrtfica fundamental es lo ensayilta, y. como tal serl luego todo despuh de comprobar que eu nuestra historin ya hay /ilo•o·
estudiada. ffo• muy 01erli11a.a y gorbo101, aun~ue ocurrn con ellaa lo que con
aquellos guisos que, foltofldo lo hebro, no olcan:r;:m 11 ser eino
ua Coxnplemeutan lns obra. citodaa estas otras de Ruiz Moreno: pura1 11apecioa escítofltea y aim.u.ladoraa. .
Lo prelidllftcío del doctor Santiago DMqui y la. batallo d11 Pa"6n f21 Be trata de una crónica del periodo de la historia tucu·
(Buenos Airee, 1913, 2 vols.) y COflfribuci6ti o la 11iaforla de xnano que va desde el levantAmiento de lna provincias en 1819,
Efltro Río1 (Buenos Aires, 1913, B TOia.), que es In segunda edi· .ba.sta el fu1ilamiento de Bernob~ Ar&oz, en 182,, Eet.f. bien docu ·
ción de un estudio que sobre Ramlrez publicara en 1894. mentnda 1 pertenece al tipo de relntos a que me estoy refiriendo.
-:!:!l-
- ~~º -
Jos cronistas al tipo ele Calvo, ele Ruíz Moreno y de rematado haciendo refercucia a aquella producción que,
Cárcano y Terán juntos, existen las mismas variantes sin llegar a ser crónica en el !icntido que debemos dar
ele tonificación que entre los analistas primiti'\"os, Hcro- al término, fué sin embargo o uu fruto suyo o la pri-
cloto y Tucídides. Calvo representa a los primeros, Ruiz mera etapa para llegar a ella. Me l'efiero a las narrn-
Moreno al segm1clo y Cárcano y Terán al interesante ciom~s a lR!i que ya tu\'e ocasión de aludir. Hesultaron
historiador ele la guenn del Peloponeso. Los libros ellas productos ele inteligencillli dispal'es y de prepa-
en que el doctor Cárcano se ha exhibido como e::tcelente raciones erudita!i bastante heterogéneas. Mientras unas
cronista ele época, elegante en Ja forma y aceptable en se acercan a la producción del tipo historiogrilfico, otras
el fondo, aunque no libre ele las fallas que hoy le pueden no parecen trascender más allá de lo amcnamente lite-
señalar los investigadores, son los siguientes: De Caseros rario. De toda la múltiple htbor ele los 11a1.,·adores ele
al 11 de srpfienibre (Buenos Aires, 1918) y Del sitio.
sucesos o de ~poca.'I, aquella que mÍl.s carílCter historio-
de Buc11os Aires al canipo de Cepecla (Buenos .Ail'eiÍ,
gráfico aparenta tener no es la más numerosa. IJa inte-
1921, segunda edición). Con la produccion ele Cárca-
gran algm111s procluccioues ele Domingo Faustino Sar-
no, el libro de Clemente L. Fregerio: La. batalla
miento «? 4 y los libroi; ele Jos~ Tomás G.uido 42G, Federico
ele U11zaingó (Buenos Aires, )919) sólidamente cons-
truíclo m; el ele Hern8n Góme:r.: Vicla p1íblica del Dr. de .la Barra ' 2 r., Juan M. Espol'a 4::;, :Murtiniano IJegui-
Juan Pujol: Historia de la pro11i11cia ele Corrientes de zam6n 428, Filibet·to ele Olb·eira Ct'.'l!ar '~º, Isaac R. Pear-
marzo ele 1843 a diciembre rle 1859 (Buenos Aires,. '34 1''-'lo, l.'I Cllacl10, San Juan (tomo XVI de 11111 Obru) • .
1920) ; La guerra del Pat·auuay, del coronel Juan en Fcuto1 de la lib,,rtad (Buenos Airet, 1886).
Beverina (Buenos Aires, 1921, 4 vols.), y el inventa- 420 Narracúnu1, J.8'5·1.846·1.847 (Buenos Airee, 18117). Eat:i.1
rio histórico de nuestro país, por J oaquin de Vedia. nanacionea tienen mucho corActer de recuerdoa peraonalea. De la
Barra, que naciera en Buenos Aires l.'n 1817, actuó como secreta·
y editado en 1913, como tomo XXIV de la edición._ rlo de Madari11ga y vivi6 'las e111)'r~n1 contrn. Roana de loe que ae
castellana ele la Historia del 11111ndo en la edad moder-· ocupa en au ·libro.
na -t:ia, se cierra la serie ele las crónicas de sucesos y 42T Epilodioa naoionalt.f (testo <le las 1.'111.'Uclos militares en
1888).
de épocas, producidas hasta el comienzo ele la tercera 421 Aunquo Martinillno Leguiumón ha escrito :i.lgunu mono·
de nuestro siglo. Con su mención debiera terminar este- grafiaa eruditae como El t•cudo d# arma• de BtUnoa ~ir11•, El
acápite si no creyera que la índole de él me obliga a primer po.ta criollo diil Rlo de la Plata, El mpunto retrato iU Ga-
ray, Ic<mograffa de Ga1·a¡¡, 'Cirquiza 11 kl caaa. del acmerdo, Lo1
r11trato1 d11 Bamfr,,, La l."asa tk San Jlartftl, El ocaao del dictador,
422 Eate libro, que ea la dltima publicaciún de Fregeiro, resulta La Z11y1111da 4,, Lucfa Mira11da, Lo r111tauraci611 del himno arg"'-
una crónica erudita, rica en lnform:i.ción y h!bil en crítica, de la titao, etc., en su labor historiogriflc:i., que es inferior en monto 1
célebre batalla en la que -aegún la dedicatoria de la obra- lo• en quilotea a au rica produeeión liter11rla, predomina la narración.
aoldados argentino• y orientales ''defendieron el honor y la lnto· Su libro Pdgi11aa arg1J11ttlta1, aparecido en 1911, ee un verdadero
grid"d territorio! de la República Argentina.". 1ploi1Mn de au modo hU.torlogrflfle!o, en el que auelen eorrer aunados
~a Es eete trabajo netamente, una crónica de lectura fAcil el polembta, el literato y el erudito cllr01iiq11nr.
y de no inútil coneulta' para orientarse en el eetu<lio de alguna•
épocas. La bibliografln que acompalia al tomo, ea también bae- •:io Lo• i1t11a1i011e1 iligluaa (Bueno• Aire1, 1894, 2• edic.) '1
tante discreta. G1iem111 ?/ 1111 gauoho1 (Burnoa Airea, 1895).
- 222- - 223 -

son 430• Serafín Livacich ~31 , Tomás Iriarte 03 y Josh


Manuel Eizaguirre 4 38 •
5
No pretendo mencionarlos a todos'"· Indico única-
mente aquellos cuyos trabajos han tenido más difusión, U CRÓNICA RELIGIOSA
sin .que quiera esto clecir, ni con mucho, que los mencio-
nados representan un igual monto de valor en el pro- La historiografía de nuestro país no es muy rica en
ceso de nuestra cultura. De cualquier modo, empero, crónicas religiosas, propiamente tales. Por de pronto no
no puede negarse que esta producci6n contribuy6 mucho existe aún una historia general eclesiástica"'ªª, semejante
a difundir el conocimiento de nuestra historia. Y ello, a aquella con que cuentan otras naciones americanas,
a la postre, es ya un mérito 43G.
~ao Durante ulgunos aiios circuló, en Jos c&tnblociu1iento1 de do·
cencia monnC41, un librito titulnlio : N ocfo11e11 de hlltoria. ecleaiá•·
tica argt11ti11a (Buenos Aires 1915), de que fué autor el obispo de
Par11ni\, don Abe! Bnz:in :r ·Í3ustoa. Como In noticia <le este libro
puedo hacer creer que yn elliste cunndo mcnoR un ensayo de his·
no Laa i11t•11Aio11r1 illglt'aa1 (Buenos Aires 1901). tori:i. general religiosa de nuestro p:1ÚI, me ndelnnto 11. estnblece•
u1 No fu~ miis que un 11!fun11!dor periodístico do datos his- que el tr11bajo <lel ~cüor obispo Bnzím ni es unn liisforia ni tiene
tóricos, de coaecha ajena. Bus librill• que loe encierran, son: Be- pretensiones do tal. Tríitaac, míis bien, do un ramillete de noticins
ccwdando el paaado (Buenoe Airee, 1909) y Gloria arg""t"'4 (Re· -m~?aiempre de buen origen- sobre a111mfo1 históricos 11acionales,
!ación sintética de la hiatorin argentina] (Buenoe Airea, 1910). qua interesan a los que eatudinn bajo la égidn cclesiústico.. Cnda ca·
etc. Liv11cicb se formó en la biblioteca del general Mitre, a quien pítulo es, así, un aaunto. He nqul su contenido:
sirvió como amanuense. Capitulo I: Situa.ción de la Iglesia. en tiempo de In colon.in en el
•32 Gloria1 arge11ti""' !f· r11cutrdo1 hüt6rico1, 1818'1826 (Bue- 'rirreinato del Rfo de In Plata; Capltuld II: Los primero1 misio-
noe Aires, 1858). neros; Capitulo 111 : Centros infla importnntes de misioneR;
~as La producción Eizaguirre ha aparecido, en su mayor nú· Capitulo IV: Misiones jesuíticas del Paragttay; Co.pitulo V:
mero, en las páginas del diario bonnereuae ''La Pren11a,'' de cu:ra J erarqula eclesiástica; Capitulo "~: lllfluencia del clero . en la
redacción formó parte. El libro hi8torlogrUico que lo reveló bien Independencia argentina; Capitulo VII: Roma y lo. Independencia.;
como inveetigador eeeudo_, es el titulado La bandera arg""°''ª: Capitulo VIII: Lo que fué In Login Lautnro; Capitulo IX: Estailo
!\oficia 1obr11 el orig1111 ac 101 colore• t\OCio1UJle1 (Buenos AirN, de lo. disciplina ecleait\stica. durante la Revolución; Capitulo X:
1900). Otros libros suyos, en los que reunió mucha labor dilpena, Regalismo; Capitulo XI: Rivadnvia y au reforma; Ca.pitulo Xlt:
aspiran a ser 1111Aayo1. Talos son : El paaodo en 111 pr111.mt1 (Bue- La Iglesia durante la tiranÍll de Rosns; Cnpltuld XIII: La Cona·
noe Aires, 1P2-I). ¡D6-t111 111tá el 111Ublol (Buenos Aires, 1929), titución a.rgentlna y el Patronato; Capttulo XI~: El artículo 2•
y C6mo 111 fónn6 111 pa" argtlfltit10 (Buenos Aires, 1928). de la Constitución; .Capitulo XY: Situación de las órdenes Y• con-
43-t Como se ha.brá. advertido, en la mención que he venido ha- gregaciones religiosas con respecto a la Conatitución; Capitub
ciondo de Ja. crónica de sucesos, no he recordado La gran 1cmana XVI: Conflictos religiosos despuée de In Constitución: escuellll
dll 1810. Cr6'iica d11 la R11voluci6- 1111 Mayo, que diera. a luz don laicu, matrimonio civil; Capitulo XVII: La jerarquia eclesibtic:i.
Vicente Fidel López, en 1896. Ello ocurre porque entiendo que tal huta nueatroa diu; Capitulo XVIII: Relacionea diplomií.ticaa en·
ar6"ico ea una simple fantaiúa, ain mb valor que el de la. habilida4! tre el ¡obiemo argentino y la Santa Sede.
para fraguar la correspon1lencia con que fu6 formado el opúculo. En todos estoe capltuloe ae advierte que el escritor ha traba-
4SG Creo que no serla juato eilenciar el nombre de Ciro Bayo jado sin la buena información y la. tranquilidad de eapirltu que
entre los que han Jopa.do por la v1a de la amena narro.· son necesariu en esta clall8 de toreae. Bu capitulo sobre Bi•ada•b,
ción, difundir el conOClDlÍento de nuestra historia. El aeil.or Ba,o; por ejemplo, resulta banderizo en fuerza de Ja falto. de datos feh:l·
upatiol de origen pero que vivió baatante tiempo en nuestro pafs, cientes. Y al. Dioa no 1111cclita de t111111fraa m.mtiraa, no Teo por qu6-
es el autor de las IÍfl'lllen tell narraciones: BI oapifd" Nv.fio ti# hemoa de seguir diciendo de Rivadavi:i. -hoy que loa archivos han
Clla11e1 (Madrid [ t]), 'Lo1 Cl1ar111 d11 la Patogo11ia (Madrid, 1913), ·develado la verdad- que era un mediocre, un ateo y un mon1tru1>
etc. abortado del infierno.
- 2~4- - ~:?3-

pues eu realidad sólo ha sido historiada, desde tal puuto singular lillC ui aún las órdenes reli1tio.-;11s 1.:011 111ayo1·
de Yista, la regióu del norte por los P. P. Toscano y Ca- tradición argentina han escrito todavía su crónica. La
brera ~ü•, la del Río de la Pluta por el autor ele estas franciscana, por ejemplo, iutentada por el padre Arga-
páginas 'ª~ y la de Cuyo por Monseñor José A. Verdu- ñaraz --eomo. luego se verá-, y vuelta a acometer por
guer •so. Las otras cr6nicas éditas, o se refieren, con- el entonces fray Pacífico Otero, permanr<'e aún inédita m.
cretaD1ente, n lo que gira en derredor de un santuario En cuanto a las otras órdenes, sólo la de los jesuitas ha
-tales los casos ele las ele Luján y del Valle de Cata- tenido manifestaciones en tal sentido: las producciones
marca- o se ch-c\U1scriben a asuntos o institutos monás- del padre Hemández y las ele su hermano en religi6n
ticos, muy eu particula1·. Para la mayor parte de la::; padre Rafael Pérea, de quienes · mils tarde he de ocupar-
regiones del país, cada Yez que se quiere conocer el pro- meºª· La biografía, sin embargo, hn tratado de llenar
ceso de stt ,·ida 1·eligiosa, }1ay que i·ecurl'ir a loo viejos (Roma, 1768); F&A\' ÁHTO~IO DE CALANCUA, Cr6flica morali·
cronistas prer1·evoh1cionarios y eu especial a la H.ilto1·ia i •a.da de ~ ordOflo de San. .4gu1tf11 c11
ei Ptirú (priauera parte, Bar.
del padre Lozano 00 , fuente la más fre~uentada de todas celona, 1638) ¡ aegunrl:\ parte, Lima, 1653) y su sintetisador,
las conocidas 441 • Nuestro caso, en este asunto, es tan '
·'. .TOACBINUS Bl.VLIUB (ll&ULlOl, Hi.rrtoriae ¡1erua11ae, (1. I, 165!) ¡
F&.\Y PEDllO GON'Z..\LU DI • uezaos, Cla.morea apoat6l~ ..• l'
eatado <k la rcligi611 1ert1fic1& tn lna do1 4m4rica.t, ete. (Lima,
f3T El ¡1ri111iliv11 obúpodo d~I ¡11cu11win 21 la \gltaia. tlt Salta 1791); FuY JOSEPH G.acf4 DE u CoNCEPCIÓN, Hiatoria ba&lilehe·
B. ~~h·es, 1906, (t. I) e ]JLtroduccí011 a la hfatona ccleaidatioa ckl mUica (Sevilla, 1723); F&AY DIEUO DE ML'lll>OZA1 Cl1ro1\tOa. d~ la
Tuci1111dn (B. Aires 11134, t. I). ¡ pro11i1'cia ele Sa1' 4t1trmJo de los Charca.a del ord.!11 4~ nro. aaraphioo
•ss Ról1ULO D. CARBIA, Hiitoria ecleBiá.ttica del .Rlo dt la. Plata l.
1
P. 8. Frtu1ÑOO (MIL<lrid, 1665); P. MAXUJ:L Rooa.louu (S. J.):
(Bueno1 Airea, 1914 2 vols.), 7 Lo revoluci6fl de Ma.110 11 la Iglelia Complfldio hutorial e (t11Üce cro11ol6glco p~ruano, etc. (Madrid,
.(eu ".\nnles de la 'Fncultad de derecho"¡ B. Airu, 191/f),
tao ·Bi1toria ecle1id1tica da "C11yo (Mi in, 1931).
HO Hi1iori11 d11 la cqJLqui1t11 del Pa·rag'U411, .Río de la. Plata. y
l'"°":11ubt.. Los cnpltulos do esta obrn, deatinadoa a la crónica reli·
i . 1684); GIL GON.zÁLF.Z DÁVIL4, Tttdro tcl~1id1tico de la.a pnmititlOI
iglelia1 da las I11dia1 occkl~ntalea (Madrid, 1649·1655) (en t>l
tomo II figuran los teatro1 de San Mi¡ucl del Tucumb y de
Bueno1 Airea]; F&.\Y J&&óNillO DE ML'iDIITA, Ili1toria ooluióatioa
gioaa, aon loa ai¡u!A!ntes: libro III, capitulo ~VIII ( C11tdlogo de indiaM (edic. de García tzcalbalceta, ?rI6jico, 1870), 7 ANTOINE
.101 uñorea obi1po11 q11e d'11de la. 111uerte d'11 pn111ero hafl gobmiado Tou.oN, Hi1toif'e glfl~ral. d• l '&mlril]tle (Paria, 1768-1770) que
.la.a doa igleaiaa del Pa.ra.g110y y Rto d~ lai Pla.ta.); co.pltu\o XX es el ensayo de bittorir. genoral ecleaiietica de Am6rica n1ú digno
(Preladoa qua 110 tenido 111 1a11ia iglaaia. del Bfo ele la Pla.ta. o el·! de con1ideraeión de cunntoa se han intentado.
B-o• 4ire., dt1da '" cre11ci611) ¡ y libro V, capitulo XIII dedi· 442 En la actualidad no existe mús crónica general franciscana
·cado a loa obispos del Tucumt.n. de nueetro pala, con poaterioridad a la do loa croni1taa c1'1ico•
01 ltatM, ain embnrgo, desde el punto de vieta de la hiatori4 -Córdoba Balinaa, Torrubia, Opnzi\les Agüerc>11 y Mendo11,- que
.ar111ntina, no dejnn de aer numeroa111. He e.qui una ligera indica· la 11<>mprendida en la Storia 1111/i·trta.lo dello m.iuicmi /r~IOGAd,
·Ción de ellae: del padre Mareellno Da Cbena, comenzada a editar en Romn eu
FuY Dmoo DE CóBJ>OBA S4LINAB, Coro1'ic11 de la. reHgioÑ.rima. 1857, continuada en Prato y terminada en Florencia, en 1895. De
proviMia. M lo1 doz11 4p61to~1 1111 Pm, de la. orde11 de N. P. ,ti. 101 once Yol6mc-nn de que conata la obra, 101 que interesan a nuestro
~ra.nci100 da la. regular obam"V011oia. (Llma, 1651) ¡ P. :e.Dao Lo- paie son 101 tomos VI, VU (segunda 7 cuarta partea) y VIII a
.ZANO1 Hiaforia d~ lo Com.pa.iilll da Jeria ª" la. provincio dal Para· XI. Para 101 capuchinoa, desprendimiento, a la postre, de la orden
.ov.ay C:Mndrid, 1754-1755, 2 vola.) ¡ J~4N. MniKDr.i, Tfloro1 !""" aeritica, existe una B,'utoria ele la, Mi.rioM8 da 101 P. P. Copuo1'i·
dQd~ro1 da la.a Ifldia1 e11 la gra.11 pro11111cia. da San Jv.at1 Baututa
.del Paro, da 111 Orden. ik Pradica.dor~a (Roma, 1681·16811, 3 vol1.);
"°ª "' Cltilll y 4rgntit1a. (Santiago, 1911) del padre Ignacio de
Pamplona¡ ., rara la tercera orden un trabajo de don Enrique
Fil.U Jost Toa&UBIA, Chronica da la. Serapl1ica. Baligilm dal Glo· Udaondo, Cr611ica. hilt6rica da la. Vnerabl11 Ordn Terc1ra da
rio10 Pa.tria.rcha San. Fra.nciloo de .41ail, etc. (Roma, 1756), 1 1u 8CM Frat1°"'1o en. la. Bepúblic11 4rgeMit1a (B11enoe Airea, lt!O) .
.apéndice independiente: Ca.f6logo de 101 4r101lupo1 y Ob(lpoa •f$· Entre lu órdene1 religioaus que conaldrramos hiat6rio1J1 ea
.q11e 110 t.t11ido la SM'apltica B~i.gi6fl 01l la1 lfldia. Ocoide11tolo1, etc. nuestro pala, fi¡ur:P., como es :natural, In de los dominicoe, que
- 2!!G -
- :!:!i -
algo de ese claro, am1que, naturalmente, sin lograr todo
el éxito apetecible, míts q\le nada por la reducci6n d~l Larr.ouy, pnra citnr sólo 11 los tlesl\parecidos. Algo !Jlle,
panorama q\le "ª siempre aparejada al relato de una precisamente, ha caracterizado a la proclucci6n mavor
vida "'. A pesar ele lo dicho, no puede negarse que la d~ la cr6nica religiosa nacio11al, ha tsielo el aparato ;ru-
cr6nica religiosa argentina cuenta con producciones real- d1to, Y en particular el que se exhibe como resultado ele
mente serias, como lo es, por ejemplo, la Hútoria de la b~squeda en los arcl1h·os. Claro está que no todos los
Nuestra Se1io1·a de Luján, del padre Jorge María Snl- cronistas. lo. h~u siclo con igual seriedad en In aplicaei6n
vaire, a la que, seg\m se recordarÍL, inchú entre los li- de las disc1plma.CJ metodol6gicas, y que muchos no han
bros que tipifican un momento de nuestra historiografía, podido substraerse al registro de las vel'Sione11 traclicio-
o los dh-ersos trabajos del concienzudo padre Antonio n.ales, pero,. así y todo, lo que p1·edomina en la.'! procluc-
c1one11 1tluchclas es el resultado ele las inYestigaciones en
resulta, precisamente, la menos rico en bibliogrofla hiatoriogt'Íl·
fica. Su crónica regional, hast11 ahora, se reduce a lo que trol! los p~p~les inéditos. El proceso de esas cr6nicas, por
·~larie-Augustin Rozc en Le.a 1lo1ninica4na en Ámlrique (Parls eso, c11f1ere bastante del similar de' aquellas otras acerca
1878), cuyo capitulo XXVII esta cone&gt'11clo a la provincia d~
8a11 Águatfo de Buenoa .dirt.1. Con p01terioridod fray Re¡inaldo de las cuales he indicado ~a lo que C'.!reí pertinente.
de lo Cruz Saldnña Rctnmor ha eclitndo intereuntea bio¡rattu. Hul"ganclo en el pasado bibliográfico, es fácil advertfr
Lo m6a importante ele esta urden ~ue se hn publicado entre nos·
otroa, perteneC!e nl P. Fray J ocinto Carruco. Su m1a110 1&iat6rico que hasta la publicaci6u del libro del padre Salvaire
~obre la. Ord11& D01t1inica ÁrgetJtma, (Buenos Airea 193t) es en Rlstoria de Nuestra Se11ora de [¡¡,ján en 1885 la cr6nic~
realidad, obra sesudo y trabojad11 con rigor en el ~étodo.' '
En cuanto a los merced11rio1, 101 dato1 que poaeemoa :fi¡uran r.n religiosa argentina no tu"l"o represe~taci6n c¿mo tal Há
el libro de frD.y hDl.O NOLASOO ·Púa, Religto,01 de lo Merced qu.e Y esto digo porque cuanto vi6 h,tz antes de este año 11 ~
paaar°" a la. Áfll6rica E.tpoAol~t (Sevilla, 191!3), 2 voldmenes que
consagra 109 capftuloa VIII y A V 11 loa religioaoa de su orde~ que pas6, o ele simple.; noticias sueltas, o de reunión ele' do-
&e eatablecieron en el R.io de la Plata y el Tucum6n durante los cumentos, más o menos bien coordenados HG. Al padre
sigloa XYI a XVIII. (El trabajo del P. P~rez figura en la co·
lección de publicncionea que editó el Centro oficial ele Ntudios ~ 4 J En la bibliografl.n anterior a la 6poca de la Dictaclur11 adlo
11mericanistas de Sevilla.) Posteriormente, el P. Fray Policarpo aelloli;., como pr.,ducci6n de hiatorio¡ratfa religioea un op6acnlo
ilC!'
Gu.ull11 b:i acrecido esos informe1 en: Lo1 primcro1 a.p6atole1 de que e<litó Feli~ José ele Maqueda, titulado: H'6tori~ ~~ico del
Ámlrica y ~" primara Mi111 eft el Tt&CVlll6n (Cdrdobll, 1935). orig~, fundaci6,. Y ,,..~ore101 del Santuario IÜ la PvÑlimo Con·
•H Un ejemplo lo tenemos en Do1 hlroe1 de la. oonqu'6ta. [los cepm6n de ]fvenra S~oro de la Villa de Lu.jdn (Buenos Airee
padree San Francisco Solano y Lula Boloftos] (Buenoe Airee, 19015); 1812). Se trata de una noticia hlstóric11 qne prect'de a una no\'eni:
Sor ){a.ría (Buenos Airea, 1902); E1tudio biogrdfioo 10bre fray '1 que ttt6 lejos de ser uua cróniC:l. '
Cayetano Rodrigue. (Córdobn, 1899), de fra1 Pacifico Otero; en He En ese caso se encuentran las siguientes publicocionee:
Monae«or Lt6n Federico ÁMiro1, 1Sgundo anobiapo de Buenos F'B4Y PEDa.o lIAl.fA PKI.Ec1n, Reloci6n hi.!tdrica de 101 MiJ1ione.t
Airea (Buenos Airea, 19015), de R6mnlo D. Corbla; en Fray 'Fff- del Chaco, etc. (Génova, 1862); FaAY JUAN N. Axzou Áfttigie·
ftando th Trejo y Sana.bria (Córdoba, 1916-1911), de fra7 joú dade1 oorre11tiM1 (Buenos Airea, 1867) y dot09 sobre Ía DemM.
Maria Liqueno; en El dootor Pedro Ignac(o de Cutro Barro1 traci6n ile la SMlta Prot:moia ile la ..41t1nci61< áel Parng1u•y (" Rfl·
(Bueno• Aires, 1886), ele Jacinto R. R!oai. en Biogra.f(a y ora.ftd" viat11 del Poran{i", I, pAg. 308); SANTUOO EsnADA El IOntwario
fúnebre del ca"61tigo [etc.] don Joll Le6" Plaflch6" (Bueno• /Je LvJdft (Buenos Aires, 1867); Documento" relati!J~a 11 lo Igle1ia
Aires, 1825), de Manuel '1 Joa6 Maria Gallardo; en MOMeior el Matt'U de Mendo:ro (Menclou, 1870) '1 FJu.y Vicente C.u.ONJ
dolltor don Jua" J. Ál!Jaru 11 el Colegio de la. InmaCNlada Ccm- y
Ápttllfer hi1t6ricoJ1 aobre lo funclooi6ft. ilel colegio de Soft Carlo.r
oepo\6" (Santa Fe, 1888), ele Romualdo Retamar; en El padre ''" Miatone1 en la pro~ftci<J de Sant11 Fe ('Buenos Airee, 18H).
E~ú, obilpo de C61'doba (Córdoba, 1883, ll vola.), de Alberto Al h11cer eata inclicacidn excluyo laa numeroeos 11oticiaa biatdricaa
Ortis; '1 en el eatudio aobre el P. Eequid, de fray ll. A. Gon16lez. que aparecieron en las publicncionea periódicas como ••La Rensta
de Buenoe Aires", donde el doctor Vicente' O. QaeMda, entre
- !?:!S - :!:!D -

Salvaire, cuya si~nificación eu nue!itl'a historiognifía ra iiaraz reveló que tnnto en la forma como en el fondo se
establecí eu el capítulo Y <le la Prime1'1.t Parte, siguieron habla Rjrn~taclo al modelo ele la8 viejas crónica.o¡ ele su
trabajadores de mucho menor fuste como fray Beruar- Orden, y que los nucYos modos historiográficos no le
dino Orellana, quien, en 1887, publicó un Ramillete liis- atraían mayormente. Sus dos fragmeµtos, por eso, son
tórico de los milagros ele la Virgen del Valle H 7 , r mon- de factura pesada y ele muy lenta y tedio.'ia lectura. Y
señor Juan José Álvarez que el mismo aiio editó en contra lo que parecía lógico, ambas crónicas no denun-
Paraná unos Antecedentes Mstóricos t·esvecto a la f1''11- ciaron que su autor hubiese incursionado intensamente
dación de las iglesias qiie ha teniclo la ciudad de Paramí, en los repositorios documentales. Al padre Argañaraz,
desde 1730, ~· que dos afios más tarde dió n la estampa que así abrió la crónica franciscana del Río de la Plata
una Memoria histó1·ica. sobre el origen que tuvo ta d·ió- sigui6, el mismo aiio 18S9, el presbítel'o doctor PascuaÍ
cosis del Paraná ( Parani\, 1889). P. Sop1•a¡¡o,_ quien dió a la estampa un libro de más ele
Hacia la misma época en que monseñor ÁlYarez entre- 400 páginas titulado : La Virgen clel V alle y la conquiata
gaba a publicidad el último de sus folletos, aparecieron clel antig1'o Tucum<Í11. Trátase ele una crónica, P.Or lo
dos fragmentos de una crónica franciscana que nunca general dificultosamente i·edactada, en la que se han
terminó fray Abraham .Argañaraz, a quien ~-a antes me aprovechado IRs infonnaciones jesuíticas, algunos docu-
he referido. Los fragmentos a que aludo son la Crónica mentos y los elatos de la tradición m. El libro del padre
del convenio de n·uestro paclre San Fmncisco, de Cór- Sopl'.8110 es de aquellos qne no clejan bien parado ni al
cloba (Buenos Aires, 1888) y la Crónica del convento autor ui al asunto 4~'.
. grande de nuestro padre Sa1i Francisco, de Busnos Segím se recordará, dije al comenzar este acápite que
Aires (Bu~nos .Aires, 1889). En ambos trabajos Arga- gran parte de nuestra crónica religiosa ha girado en de-
rredor de los santuarios, donde se veneran imágenes mi-
otros difundió datos muy apreciables sobre 111 biatoria de lo" lagrosas, y el lector ,habrá advertido que todas las obras
obiap~s, de laa lgleaiaa, de loa conventos y de muchas inatituciQJlll
religiosas con asiento en 111. antigua c11.pitnl del virreinato. La mi\mn hasta ahol'a mencionadas, descuento hecho de las que
u;eluaión In extiendo, tn!llblén, al periodo qne sigue a la salida 11 redacte,ran el padre Argañaraz y Monseñor Alvarez, no
lus del libro del padre Salvaire. Sólo ine ocuparé, puea, de los
libros o folletos de alguna slpifieaeión, puea reault11rla tarea fueron otra cosa, como no lo fueron tampoco los traba-
casi impoeible, y por encima de ello inútil, dar noticias de ias jos del padre lnadislao Castellano, más tarde tercer
innumerables ftOta.t hiltóricaa que las revistns de propar11uda reli·
giosa y las afines tienen por costumbre insertar eu sus p,Aginu. arzobispo ele Buen!lS Aires: Historia de la Virgen del
Y en la exclusión figuran publieacione. t11.le1 como 111 ' Revista Milagro, de 06rdoba (Córdoba, 1891) ; de fray Rafael
eelesia1stica del arzobispado", donde han tenido publicidad 101 tra·
bajos del padre Larrouy (La aparic(6n d1l ori1tia7'inno tlt f\lrnJ Moyano, Apuntes históricos: Origen y coronación. d~
arg111t'1ia), y del señor Enrique Peña (Bl primer cu1"a 11 la. pri· Nuestra Señora del Rosario del Milagro (Buenos Airea,
11lM"a.t capilla.t) y el " Mensajero del Corazón de J est'la en lis re-
giones audino-plntenaea' ', que ha dado cnbidu 11 muchas intrresan·
U.imas 'notu ltistoriogriiticas. •u El capitulo II eat6. co111agrado a indicar cuáles han sido
U7 El padre Orella1111. ae propuso imitar nl podre Salvaire, lae Fven.tea éH eata obra.
pero no logró su intento. Que tuvo 111. intención, es H mismo quien ••t Tiene capltuloa a¡rio1, como el V del libro VII, ens que,
polemizando con el padre Orellana, evideneia que no ea muy su-
lo declara al pndre Soprano, en carta technda en Mendoza el 2í
ele ngO.to de 1880 (SOPU.MO, La "P'ir9nl del rallt, p6g. 11) . perior a hte. ·
- 2:10- - 2:11 -

1893, 2• edic., 2 volis.) -AGu; del doctor Luis V. V arela, 1906, con un tomo del packe Toscano, El primitivo obis-
Breiie liisto1-ia de la Virgen de Luj6n (Buenos Ah-es, pado del 1'ucmnán y la. iglesia de Salta (tomo I), editado
1897). Las órdenes monásticas siguieron sin editar sus en Buenos Aires, se inicia la etapa de las crónicas gene-
anales, con la sola excepción de los mercedarios, uu:> rales por regi6n. El libro clel padre Toscano tiene todo
ele cuyos miembros, fray Bemardino Toledo, publicó eu el a11pecto de una verdade1•a er6nica religiosa, que arranca
Córdoba, en 1895, uu Álbum cro11ol6gico de la p1·01.lincia desde la erección del primitivo obispado del Tucumán y
merceda1·ia. dei Tucunián, desde la más remota antigüe- va registrando variados pormenores ele su desenvolvi-
da<l 451; y la crónica religiosa general continuó también miento, para detenerse, luego, eu la tradición de las imá-
inédita. Al comeuzar el actual siglo, sin embargo, todos genes milagrosas. Claro está que esta í1ltima circuns-
los tipos ele ella fuerm1 acometidos con mejor éxito tancia restringe un pot'o la visión ele los sucesos, tal
que antaño. Entre las p1·oduccio11es de los primeros cinco como en las crónieM biográficas la e:tcesiva sujeci6n a
años de la centuria figuran las siguientes: fray Simeón los detalles de la historia individual del personaje que
Berticcioli y padre Esteban Bajac, La Virgen de Itati sin•e de centro. Pero así y todo, el libro llena las con-
(Corrientes, 1900) ; ,J. Toscano, Historia de las im6genes diciones de la crónica. Trabajado con buen acopio de
del Se1ior del Milagro y de Nue¡tra Se1iora la Virgen del datos documentales y 110 escaso dominio de la bibliogra-
Milag1·0, que se vimeran en la capital de Salta (Buenos fía'particular, el tomo del padre Toscano, sin embargo, no
Aires, 1901); padre Rafael Pé1·ez, La Oompañía de Jesús lleva exornaciones eruditas y, habitualmente, ni la indi-
restaurada en la Rep{,blica Argentina, etc. (Barcelona, cación precisa de sus fuentes de información o del repo·
1901) m; fray Pacífico Oteró, Bor María (Buenos Aires, sitorio en que se guardan los documentos que utiliza. Y
1902); Rómulo D. Carbia, Monse·ñor Le6n Federico ello es un grave defecto.
Aneiros (Buenos Aires, 1905) 413 , y fray Pacífico Otero, Después de la publicaci6n de la obra del padre Tosca-
Dos héroes de la conquista (Buenos Aires, 1905) m. En no, la bibliografía hi~toriográfica argentina se acrecentó
con otros libros dedicados a temas de historia religiosa,
4~0 En uu ap~ndico trile datos sobre la biografía de loa ob"·
pos de C6rdc·ba y Tuc\\mln. pero no y~ en la amplitud, respecto del asunto, que el
4Gt Se trata de un· folle tito 1ln ninguna aignlfiración. 'género alcanzara en el tomo recordado. De lo que apa-
4G2 El padre Péres fué guatemalteco y consagró muchos de eua reció después de 1906 y hasta 1925, -límite cronológico
esfuerzos a la obra educacional en la Am6rica del Sud. Su li-
bro estudia el periodo de· nuestra historia que va deede el
gilndo gobierno de Rozas (1835) haata 1843, en que fué nue·
•e- qw!' ya tengo fijado-, no encuentro que merezcan una
mención precisa sino los trabajos siguientes:
vamente OJ:pulaada de aqul la CompaJlla. En clertoa aauntoa el
libro del po.dre Pérez tiene a11 complemento en el del jeeutta
Alejandro José de Mello·Mora.ee (Hmorio 1101 loniUoa o aua• uaz · declamatoria. Si el entonces padre Otero se hubieae to·
mi116e1 "º Ám,,,.ico do IUJ, Rto, 18711, 2 'ftb.). mado el trabajo de realiiar una búsqueda erudita, habrlaae per·
catado de que paro. e1cribir eobre San Francisco Solano hay
45S La introducción eaU consagrada a 101 Át1tocod""t" Ail-
t6rioo1 do la Igl11rio do B1'11"º' Áire1.
9ue conocer algo m6.a que lae tres o cuatro obro.a de las qn'l,
•3• Tiene 11or eubtttulo el eiguiente: Lo Of'dn fratw:ilco•a. 1111
ti Tucut116t1 y el Plato, pero ae trata de doa bio¡raflaa - la . ~e
unfoamente tuyo noticia. Quien lo dude, puede conaultar el Eft-
10110 d11 11;0 bibliograf(o ntr11.n.jero de son.toa '!I WtlerClibln otM·
S11n Francisco Solano y la de fray Lula Bolaños- hecha.e llll ricono1 de José Toribio :Medinn (p6gs. 187 o. 198, Santiago de
m11yor ronocimiftlto de !ns fuentes de información y en forma. Chile, 1919).
- ~:}:?- - :?33 -

El extra1iamümto ele lox jesuitas clel Río de la Plata# y han sentado lns bases para nna mejo1· orientación
etc. (:Madrid, 1908), del padre Pablo Herná.ndez; La de nuestra historiografía religiosa. :tsta, que en las déca-
di6eesis del Para11<¡ en el quincuagésimo a1úversario ele das transcurridas del siglo en curso abundó en pequeños
su ereccióu canó~1ica (Buenos Aires, 1909) publicada trabajos monográficos m!, comienza a contar con cultores
anónimamente y que escribieron los prei;bíteros Salvado1· capaces de acometer la emprei;a de una gran crónica ge-
Echegaray y Jt~an C. Borques; Onganes de Santo Do- I neral, de la que, como ya he dicho, carecemos. Considero
mingo de S011ta Fe (Buenos Aires, 1910), d~ fray Regi- • taleR a loi. jesuitas P. P. José María Blanco, Guillermo
naldo ele la Cruz Suldaiia Retamar; Actuació11 de la furlong, P. Grenon y Carlos Leonhardt ; al domínico
orclen f ranoiscana en la cii;ilizución clel antiguo Tucumú11 fray Jacinto Carrasco y algún que otro clérigo secular.
y espccialmetlte en Catam11rca (Catamarca, 1910), por
''.Amigos 11iuceros de esta benemérita religión'' ; y Ras-
gos kooio-biogt·áfiws del ve11erable hermano José del
Rosario Zem'bora·in (Buenos Aires, 1914Y, del padre fra~·
Reginaldo de la Cruz Salclaiía Retamar.
Con la aparici6u, en 1914, .de la Historia oclesiástica
tereaante polfm!t:i iniciada por don .l. Rodrí¡uu del Busto
clel Rio de la Plata, del autor ele estaH páginas, volvió ( Fra¡ Fernando de Trejo 110 ful f11"dador tlcl colegio 11i de la
a realiza1-se una crónica regional eclesiástica, cuya ex- Uni11era1dad de C6rclo'ba, lladrld, 1919), conte1tada por Lique-
no ( Re¿i,'i11dicacione1 1ailt6nca1, Córdobii, 1920), acrecentada por
tensión a todo el país pareció que iba a realizar monseñor el podre l'ablo Cabrerci ( Trejo y "" t>'brca, Córdoba, 1920, tirada
Abel Bazán y Bustos en sns Noi:tones de historia ecle- apa.rte de la "Revbta de la t"niversiiln\]. 1le Córdoba", 111\0 VII,
N• 1), J remn.tada, d11p11~ de vurioa mutuos anticipo~ perlo·
siástica arge·ntina, editadas un año después, en 1915 •H. <lísticoe en "La Nación" de Buenos .A.ir11, por el selior Ro·
Pero ha tocado a los padres Antonio Larrouy y fray <lri¡uet: del Busto en un grueao ,·olnmen, aparecido en Madrid
en 1920 y que lleva poi:. tit.ulo el mismo cJe 1919 y como aubti·
José María Liqueno colocar la crónica religiosa e~ el tulo el lliguientc: Tercera eD11tt1tació11 CJ1 101 do1 arlíqiae11 y a
mismo plano en que ya se encontraban las producciones. A111 ac61ito1. 1'~11 su últímo trabajo el aeüor Rodrigues del Bust~
hizo derroche ele ch&b11eanerfa -impropia 1iempre y particular·
historiogrificas civiles. El primero, en su Historia de mente ep. uno. polémica de la. indole de ésta en que parecia em-
Nuestra Señora del VaUe (Buenos Aires, 1916), com- pellado- ein agregar mayores pruebas en f&vor de su tesia.
ua Eatos han versado, preferentemente, eobre la hiatoria. de
pendio de una obra mayor 4 ze, y el segundo, en su estudio 101 temploa. Loa de Buenos Ain!s cuentan con •arios de 1101
sobre Fray Fernando de Trejo y Sanabria (Córdoba, 1916, trabajo•. Enrique Udaondo ha eacrito una Reae1la 1ailt6rica del
templo de Nvutra Seilora del PUar [Recolet&) (Bneno1 Airea,
:1 vols.) •G 7, han realizado trabajo verdaderamente serie> 1918) ¡ el padre L6rtora es autor de una crónica del templo
de la Concepción y el que esto escribe ha. relntado la de las
~¡¡z Véase la nota 436 de la página 223 donde be realizado la iglesias de San José de Florea y de Balvanera. Tener noticia
nloración de eeta obrita. cumplida de la fol~eño que ba aitlo conngrada a pequeño•
•ze El complemento de este libro lo constituyen doa Told- en1ayoe de crónica de los templos o de auce101 religio101 nacio·
menes dirigidos por el miamo padre Larrouy: Documimtoa rel4- nnlea es poco menos que imposible, en virtud de que talee pro·
ti1101 a Nueitra 8eAor~ del YaUe 11 a Cato.marca, tomo I (Bue· duceionea no tienen lino una circulación eircunscrit& a l& fe·
noe Airea, 1915) y Doo1H11M1toa del aruh.foo de 1'\dia1 parai lo. ligresla que ee intereaa en el uuuto. Ello me ba obligado &
l1~doria de T~tnci", tomo I C-Bueno1 Aire., 1923). preati11dir de au menei6n, que, por c~ra parte, no ea iDditpema·
4ft1 Las concluaionea de este trabajo dieron motivo a una in·· ble al logro de mi objetivo.
-
.~.,

-·.JJ -
..

A. Alsina: Lu im11igrució11 europea en la llepúblicu


ArgCT1ti11a (Buenos Aires, 1898); el libro del doctor
6
Luis V. Varela, La República A1·ge11tina y Chile; His-
LA CRÓNICA DE ASUN'fOS PARTICULARES toria de la demarcación de s11s frontet·a.s, 1743-1899 (Bue-
nos Aires, 1899, 2 vols.) : las crónicas de Mariano G.
Después clel análisis que queda i·ealizado en los acipi- Bosch: Teatro a11tiguo de Buenos A·ires (Buenos Aires,
tes anteriores, p6nese en evidencia la necesidacl ele es- 1904), e Historia de la ópera. de B1,enos Aires (Buenos
tudiar la producción historiográfica argentina que, ca- Aires, 1905), a las que coronó, cinco años después, la
yeuclo cleutro de los límites ele la crónica, no tiene Historia de.l teatro et1 Buenos Afres (Buenos Aires,
ubicación, sin embargo, en ninguno de los grupos que ya 1910) (Go; las monografías sobre el clesem·olvimieuto de
he individualizado. l\fe refiero, según se habrá adve1·tido, nuestra.<; riquezas agrícolo-gauaderas r los factores que
a las crónicas de asuntos particulares. 1Jstas, como casi colaboraron en ~l, apareciclas en la publi~ación del C1mso
todas las de su género ·historiogd.fico, son abundantes agropecuario nacio11al ñr 1908 461 ; el trabajo ele Florell-
en nuestra bibliografía y han aparecido ·en todos los cio T. :\Iolin11: La. colo11iwció11 argentma y las industrias
tiempos. Hay entre ellas dife~ntes quilates, y como su agropec11at"ias, 1810-1910 ( Bueí1os Aires, 1910), ~· los
seriación conjunta, dada la variedad de los asuntos que Jfbros del padre Pablo Cnbrera, Ctilttn·a y beneficencia
abordan, sería realmente imposible, me ha parecido ade- dvrante la colonia (Buenos .Aires, 1911) (O'.!, y de mon-
cuado y cómodo separarlas en familias. Y las he dividido señor Agustín ¡>iaggio, lt1flue11cia del clero en la inde-
así: a) Cr6nicas sobre asuntos o temas; b) Cr6nicas de
blicó unos ApuHteR l1i.t6rico.~ en la '' Reviata Farmac~utica' ';
indituciones; y c) Crónicas sobre aspectos determinados don Carlos Murrny que, en 186i, allí miamo dió a luz uno1
del paaado argentino. .dpvi.tea para la hi11tMia de la farmacia org1111fitM1, 1' el doctor
José Penna que en 1885, primero, y en 189~, deepun, editó
El primer grupo, es decir, el de las crónicas sobre estudios con da.toa históricos sobre la viruela 7 la fiebre amari·
asurttos o temas, no tiene muy antigua data en el tiempo. lla, retpectivamentC!. En 1899 el doctor Mallo, en colaboración
con el historiógrafo .Tos! Antonio Pillado, amplió 1u obra con
Abre su serie la obra del doctor Ramón J. Cárcano, His- un grueso ·volumen titulado Pdoi11a1 de lo l1iltoria de lo me-
toria de los medios de coniunicaci6n y tran1porte en la dicina .m el BJo, de lo Plata; .d¡11111tu hill6ricoa sobre 111. Etta-
do Omntal del T!rv,gua.11; .'lu• mldico•, inatituc\o11u de candad,
República ArgentiM (Buenos Aires, 1893, 2 vola.), bien hoqitale1, cemet1tllrio1, etc., dt1de el o1lo 17S6 /l(uta 1810 (Bue·
escrito y discretamente documentado. Síguenle, crono- nos Aires, 1899),
•oo Los libros de Boach descansan en el teatimonio de los
lógicamente, el estudio del doctor Pedro Mallo, titulado: manu1critos que se conservan en la 'Biblioteca nacional T 8ll lu
Páginas de la hiltoria de la medicina en el Rw de la Pla.ta, referencias de loe peri6dico1 de lns 6pocaa hiatorindna.
•&1 Ellas son las 1iguien tes : H1:&1111.ro GIB&ON, La e11ol11-
etc. (Buenos Aires, 1897-1898) 459 ; la obra del señor Ju1m cl6ft ganadllra¡ R1cuno Pn.LADO, El comMcio de c4rne1 "' la
República .drge11tina (noticia histórica, etc.) 7 FJLA.NCISOO LAT·
'°' El trabajo iel doctor Mallo apareció en 101 doe primero•
vol6.mene1 de loe "Analea de la Facultad de cienciaa m6dica• "
ZINA., El comercio arge1&fü11>, antaiio y 1wlg4iW. (Eatu monogra·
fias figuran en el t. III. del ceueo, Buenos Airee, 1909).
de Buenos Air811 7 fué el primer en1a70 orpnieo de una cr6- 4G2 Se trnta de un eaboao, li¡ero, nmable 7 ¡eneralizndor, de
nica hiatóricia d~ la medicina en nuestro pa11. Le hablan ant~­ la obra educncionnl durante el período de In dominación eapa-
cedido, ein embargo, en 1863, don NicolAa Albarello1, que p11• ilola en el tl'rritorlo <le nu'9tro ¡¡nis.
- :?3i -

pc1ide11cia argentina (Barcelona, 1912) 4 ºª· Ese mismo en el exacto sentido del tl'•rmino, puci:; 1·csult11, nuis b.ieu,
año el doctor Enrique Herrero Ducloux dió a la es- un. armónico conjunto de monogrufías relaciomlllaii con
tampa, como prólogo a una bibliografía química argen- las cuestiones de límites en América y los uimntos que
tina, llll interesante trabajo titulado Los estudios qu4- nacieran como lógica consecuencia de la formación de
micos en la Rep1íblica Argentina, 1810-1910 (Bneuos nue"os estados, 110 puede negarse que 1·eprese11ta un es-
Aires, 1912). Cuatro años n11is tarde, el doctor FélL"t fuerzo mu~· cliguo de ser tenido en cuenta. Su i11formu-
Garzón Maceda entregaba a la publicidad tres volú- ci611 es abundante y muy apreciable su documentación.
menes consagrados a La 111edicit1a en Oórdoba; Apuntes En las tre11 primeras d~cnclas llel siglo actual la crónicu
para su historia (Córdoba, 1916-1917), bastante bien de asuntos se ha robustedclo l'Oll clistintn11 contribucio-
trabajadoii; y un año mñs tarde el doctor Miguel .Angel nes 40111 siendo destacable,; la de Thomas ~Iurray: The
Cárcano editaba su libro Evolución hiMórica del régi.1iíen Story of tlir. Irisli ·i11 A,.genti11a (Nueva York, 1919) r
de la ticrm p1íblica (Buenos Aires, 1911), que sin ~er las de Enrique Udaonclo y José María Lozano Moujan.
propiamente nna cróni<'tt, coutiene muchos elementos El primero es el autor ele Lo:s ttnifo,.mes m·ilitar·es usado:i
de tal 404 • en la Argentina desde el aiulo XVI hasta nriestros días
Poco tiempo despu(-s, en l!W.S, comenzó n aparecer 48 ~, (Buenos Aires, 1922) 481, y el segundo ha escrito unos
bajo el cuidado del doctor Ernesto Quesada, la Histot'Ía Apuntes para la historia de nuestra pinlti1'u y csc11lt1&ru
diploniát-ica. latino-amerieuua, que redactara el doctor (Bue11011 Aires, 1922) m.
Vicf'!nte G. Quesada y que, en su oportnnidad, viera luz, Finalmente, las crónicas ele las manifestaciones de
en forma de estudios independienteii, en la "Nueva revista nuestru cultura se han acrecentado con los trabajos que
de Buenos Aires". Aunque 110 se trata de una historia, integrun la publicaci6n E11olución de las ciencias en la
-1os El libro de monseilol' Pi11ggio, que está muy periHJiCB· República Argentina ( C'incuentenario de la S0ciedad
mente informado, como que sua fuentes ion libros de seg1lnda Científica, Buenos Aires, 1922).
y hnat11 de tercero m11no, es eaeacinlmente panegirlttico. Hay
referencias erudita' tle ua11 vaguedad deaconcertante como una
de la phglna 3, donde se trntn de aseverar la autenticidad de un fUll En 1919 el ingeniero '(lerunno Carlos Velarde publicó en
documento, citando solamente el repo1itorio que lo custodia: el Buenos Airea, con pr6lo¡o del doctor Ricardo Levene, una Hu·
Archivo de Indina. Y cualquiera hnlla 111 pie1a en los millon~11 foria del derecho de taiaerla llúpanoa1nerica1101 cuyo eapltulo
rle expedientes que alli se conservan. En cuanto a ln flojedad de la XIV está consagrndo a nuestro pata 1 puede ser de dtil eoa-
información bneta cotejar aua conclusiones con lna documen· aulta.
tadas de mi' trabajo: La. Ro11ol11cí6a de Mayo y Ja lglaliG ("Ana- fGT Se trata de 1m11 erónicn del vestuario militar con cierta
les de 111 Facultad de tlereeho ele Buenos Aira.", 2• eeriel t. V, mezcla amena de aucintn narración de epieodioe fpicoa.
3• parte, ailo 1915), pa1·n. percatarse de lo infundado ae mu- 4G8 El compleme11to de e~te libro resulta Mr 111 monografía
cñas de ellas. de EDu.uoo 8CBIAl'l'INO: La e11oluci6" del g1'olto artútico en
404 Eate libro tiene su complemento eu el erudito estudio B11ano1 ..rl.irea, 1810-1910, o.parecido en el suplemento de "Ls
d<.'l doctor Jost P. PODESTÁ, La peqv,,la propiedad riwal m la Noción" del 25 de mayo de 1910. Para otro aapecto del arte,
Bepública ..rl.rge1'fi11a (Buenos Airea, 192S), cu70 capítulo IV -IB m6aic11- e:riste un trabajo apreciable del muestro Alberto
abunda en datos de la "evolución hiltórica rural en nneatro paie "· Williama1 titulado La n1ú1ica arge11tina, 1810-1910, inserto tam·
40G Loa tomos II y III vieron luz en 1919 7 1920, reapec- bifn en " LB Nación" del 25 de mayo de 1910. Corona la w-
tivamente. Lo. edición la hizo la empresa editorial ''La cultura rie mejorando todo lo anterior, la obra de Josf León Pagano:
argentina", ele la que fuera· fundn<lor el doctor José Ingenieros. 1'1' arle de 101 argenti1101 (Buenos Airea, 1938).
-
.
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- :?:l~ -

La crónica ele instituciones que sigue, en la clasifica- parece c:ompletar, pues en 1!ste hay siquiera un esbozo
ción que ensayo, n la consagra.d a a asuntos o temas, Pe ele! proceso de nuestras ideas y en la mentada historia
iniciR en nuestro país con el libro de Juan Marítl nada que no sea la recordación clel decreto o de la ley.
Gutiérrez, aparecido eu 1868, y titulado Noticia11List6'·iccu En lo relacionado con nuestras instituciones docent~
sobre el origen y desarrollo de la enssiiania sup•rim· en a ln Hisfot.,·a ele la Unit-rrsiclad ele Rucnos A.ires siguie:
Buenos Ai1:s1, del cual Y" me he ocupado en el capítulo ron, P.ndando el tiempo, los A.mrlr.s de la U11i-uerndad ele
IV de la Pi'i1ncra parte. El alma de ese libro, cuya fina- C6rdoba, dirigidos por fray Zenón Bustos (Córdoba,
lidad establecí a su tiempo, es la crónica de las mani- 1901-1902, 2 vols.), que no son otra cosa que un amon·
festaciones de nuestra cultura intelectual, en sus días tonamiento ele informac.'iones pesadas y sin armonía al-
iniciales. Y considero que es esa la crónica de unn ius- guna. y In obra del doctor .Juan P. Ramos, Hútoria de
tituc.'ión, porque todo girR en derredor de los estableci- lct instrucción primaria rn la República Argentina (Bue·
mientos oficiales de enseñanza. TrabAjado el libro en la nos .Aires, 1910, 2 vols.), meticulosn, armónica y ele ·
forma cil'cunspecta ~- erudita que era la característica utilísima consulta. La Historia de la U11iversidad de
de Gutiérrez, lógico resulta que se le considere piedra Bue11os Aires y de s11 i11f111encia en 1<1 cultura arge11ti11a,
angular ele su especie historiogláfica. Hasta muchos años proyec:?tacla por el Consejo superior ele la institución y
después ele su aparición, el libro de Gntiérrez no tuvo ~laneacla y dirigida por el doctor Juan Agustín García,

imitadores, y fué hacia 1880 cuando el doctor .Juan M. t1ue debía rematar la serie ele sus similares, ha quedado
Ooa~o abor~ó una tarea par.ecida que vino a concretarse fl'nca.~aela en sus comienzos. En 1921 aparecieron los
en un Bosqttejo ds la Uni1m·~-idad de C6rdoba (Buenos cuatro tomos consagrados a la Facultad de medicina y a
Aires, 1882). El libro de Garro, aunque bastante serio, sus escuelas, redactados por el doctor Eliseo Cantón, y
no alcanzó ni la importancia ni las proporciones del que un ensayo biográfico clel primer rector escrito · por el
escribiera Gutiérrez, y hasta dió margen a rectificaciones entonces presbítero de>ctor Nicolás Fsssolino.
atendibles y fundadas 400 • Tras la obra ele Garro vino, Fuera de los libros ele carácter general, que he menta.
casi por reacción natural, la Historia de la Universidad clo, nuestras instituciones de enseñanza no han tenido
de Buenos .Aires, redactada por los doctores Norberto cronistas,' excepción hecha de la Facultad ele ciencias
Piñero y Eduardo L. Bidau, que apareció, en 1888, en enctas, físic~s y naturales de Buenos Aires a la cual
.·· '
los Anales de la institución. El trabajo de loe doctores el ingeniero don Nicolás Besio Moreno ha consagrado
Piñero y Bidau es una crónica tipicamente oficial, pues- nna Sinopsis histórica (Buenos Aires, 1915) ºº·
to que no trasciende los límites de las disposiciones ad- Las otras instituciones cuyo desenvolvimiento ha sido
ministrativas que movieron la máquina de la Universi- historiado son : el ejército, la marina, las obras pías de
dad. En ese sentido es inferior al libro de Gutiérrez, que
4TO El titulo uacto es: $inopai1 hilt6rico de lo Facultad el•
4GO Me refiero, en particular, a lu que formulara el fr81l· ('i11t&Oioa e:riw;tiu, ffait:tU y noturalr1 d11 Bu.no~ .44r111 '!J de la
ciacano fray .At1UB.ur ARGAJIAM.Z: BecHficoci<l11.. orUkaa oc~· e111L"Ao111'0 d11 laa motemdtica1 y ln ff•ion e1' lo Beptlblioo .4r·
ca de la lti~toria de In U11itlerridad ik C6rdobo (Buenos Ai· gnti11a.
rea, 1883).
-2-10-

caridad, beueficeucia y salud pública, el correo, lu po·


l -2-11-

policía <le JJticmos Aires (Buenos Aires, l!HO), y el Banco


licia y el Banco Nacioual. Al ejército dedicaron pá- Nacional en el doctor Vicente F. López, El Banco: sus
ginas de crónica: Adolfo Salclías, Los números de línea complieacio11es con la politica e11 1826 y sus transfor-
del ejét·cito argcnti1&0 (Buenos Aires, 1888); Manuel F. maciones hist6ricas (Buenos Aires, 1891) y en Agustín
Mantilla, Premios militares de la Rep·ública Argentúia de Vedia, El Banco Nacional: historia financiera de la
(Buenos Aires, 1892) 471 ; Ricardo Costa, Histot·ia clel Reptíblica Argentina, 1811-1854 (Buenos Airea, 1890) m.
reoimie·nto 12 de caballería de lfoea (Buenos Aires, Según se recordará, en la di11tribuci6n, en grupos, de
1902); y Juan J. Biedma Straw, 01·6nica liist61·ica del la bibliografía historiográfica de que me ocupo en este
N9 2 de iiifa11teria ele lfoea (Bueuo~ Aires, 1904). Sobre acápite, coloq\\é en último lugar el núcleo de las obras
la marina ha escrito tlou Luis D. Cabral, A11ales de la que pueden i;er rotuladas ele crónicas sobre aspectoii de-
~na1·ú1u de guerra (Buenos Aires, 1904). Las ius~itu­ terminados del pasado argentino. Pues bien: ese con-
ciones de caridad y beneficencia tienen sus cronistas en jm1to no es muy crecido y se caracteriza por ser la
Alberto Meye1· Arana, La caridad c11 B1'enos Aires (Bue- producción de especialistas en determinadas materias
nos Aires. 1911) y en Carlos Cor1·ea Luna que ha escrito que tratan de allegar antecedentes hist6ricos sobre el
uua H ist~ria de la Sucieclad• ele beneficencia (Buenos desarrollo de los sucesos que interesan a su especiali-
Aires, 1923), elegante en la forma y apreciable en el zación. Todos esos trabajos no trascienden el límite de
contenido. En cuanto a la salud pública, el cronista fué la crónica y suelen apro:i:imarse, a veces, al género de
el doctor José Penn~, autor. de la Asistencia p1í.bl·ica los ensayos. Pero, sin embargo, no llegan a serlo.
e1~ l.a ciudad de Bi'e110s Aires (Buenos Aires, 1910, El género lo inició, en 1878, Adolfo Saldías con su
2 vols.). Ensayo sobre la historia de 1.a Constitiición argentina,
Los cronistas del correo han sido : Eduardo Olivera, crónica muy discreta del desenvolvimiento de nuestra
El correo en el Río de la Pl.ata 41~, y José Marc~ del organización constitucional, desde 1810 hasta 1862. En-
Pont, El correo maritimo en el Río de la Plata (Büenos tre las obras que le siguieron sobresale y se destaca,
. con cáracteres fuertemente definidos, La historiG cons-
Aires, 1913) ·m. La policía, por último, tm·o su primer
cronista en don Leopoldo C. López, Resefía hist6ric'a de la tihtcional de la República Argentina, de Luis V. Varela
(La Plata, 1910, 4 vols.). No es una historia argentina,
~Tl El complemento de eata obro es 111 public11ci6n: Hiatoruz ni llega a un ensayo. Le corresponde, más bien, la ca-
• · <U 101 p·ret11io1 tn.ilitcvea, Bepvblica .4rgntina. Leyea, decreto•
y demíla reaolueionea niferentee a premios mllitarea, recom:pen· reunido ya un extraordinario caudal do· documentoe, totalmente
aas, honorea, dietincionea, gratificaeloneti, etc. (Buenos Aire,, deaconocidos, loa cualea aclaran bien toda la hietoria de loe correos
11110, 3 wla.). " americano y !lrgentino.
-6T2 Comenzó a publicane, en 1881, en el tomo II de la Nue· 4H O. GAUJOóa, en au libro El Banco de la Prot:ine(a. (Bue-
va revieta de Buenos Aires". . . . . nos Airee, 1873), complementa, con documento•, 101 trabajos dt!
•TS En 111 actualidad se edita of1c111lmente, uua H11toruz del de Vedia y de L6pes; Joef A. T&a&Y, en 1u C.011fnhci6n a 111
correo que tiene o. su cargo el eei'lor Castro Eateves. Lae me- l1tltoria fina11ci1ra de la Rep{ibllca Arget1fina ("La Nación",
jore• ~onnibuclones, sin e1nbargo, al conocimiento del paa~o de suplemento del S3 de mayo de 1910), amplia. la visión del fea.6·
ese aerricio púi>lico se van 11 tl~ber :i Walter B. L. Boee, seno, in· meno ecoa.ómico n11clonal, y ElnLIO HAMl!M, en eu estudio
wstigador form111\o en la Un1vers1dad de J,a Pinto, que tiene La mon-tda arge11tilla (Buenos Airee, 1910), hace lo propio.
- 242 -

Jificación ele crónica institucional del p11.ís, aderezada aunque con mayor significación historiográfica, los On-
con algunos comentarios ele derecho constitucional, y ycnes de la diplomacia argentina, de Alberto Palomeque
abundantes referencia.o¡ a asuntos generale.ci. Hay que (Buenos .Aires, 1905); la Histol"ia milita1· de la Repú-
convenir, después de todo, que Varela trabajó con mar- blica At·gentina d1tranfc el siglo, .1810-1910, ele don Agus-
cada precipitación y sin un plan armóuico y aceptable. tín A. Maligne (Bueuos •.\ires, 1910); la Histoirc di-
Esa circunstancia explica la brevedad e imprecisión de plomatiqzie al"gentine, del doctor Daniel Antokoletz
las pocas "páginas que en el tomo III dedica a la orga- (Buenos Aires, 1914) y las Campañas navales de la
nización nacioual y las iutercalaciones que en todos hace República A.rgentina, del doctor Angel J ustiniano Ca-
de asuntos que nada tienen que ver con el tema al que rranza (Buenos .Aires, 19U-1916), que puede pasar por
está consagrada la obra. Como se comprenderá, la H1"s- nna crónica ele las empresas militares argentinas en el
toria de Varela dista mucho de ser un modelo en el agua.
género, y si la considero como destacada y de carácter Hasta este momento, nuestro país no cuenta con una
fuertemente definido, ello ocurre porque mi punto ele crónica general que presente, en forma armónica y 16-
vista es el ele sus condiciones negativas. Basta verificar gica, los a.<ipecto.ci ele nuestro pasado no comprendidos
la fecha de edición ele la ob¡a para percatarse ele que el el\ el fenómeno político. Xo podría negarse que existen
trabajo de Varela pertenece al maonus pccus de lo que algunas tentativas parciales, pero ellas, como en seguida
se conoce, entre nosotros, por producci6n del centena- ha de verse, pertenecen, preferentemente, al grupo de
rio n 5• Y con esto está dicho todo 4141• los ensayos ele que paso ahora a. ocuparme.
Integran el grupo a que pertenece el libro. de Varela.

410 Eetamoa ¡o. o cw tres década.. de aquellOI dlu en que


csai no hubo argentino que, bajo la 6gido de uno Co711i.ft6ft d11l
Oet1Cet1orio1 pudiente y dadi•oaa, no ae emborCD.rD en la empresa
de editar un libro; y todavio sentimos l01 efecto1 de eemejantc
flagolo intelectunl. La P1'0ducci6ft del Cetlfnario -eon raras .ex-
eepcionee- fu~ aat : ll¡era en el fondo y mil o menos ·hila-
rante en la formo y recorrió lo gama de todos loe géneros li-
terarios: desde el. '"'ª"º fi1oaófico, jacarandoeo ., rerancllano,
huta el dicciouario de modiamos regionol•, qae no ueluyó Di los
m6a burdamente obecenOI; y desde el simple folleto de trivialidadt11
comunes y caseras huto. el aparatoso tomo de 1Upae1ta e incom-
pr111aible cieneia. autóctono. Este florecimiento literario, p~ecos "T
enfermizo, co1t•.í al erario p6blieo ftrios centeno.rea de miles di'
~~· Macho mb car6cter de HittoTia con1tituci011ol tiene el to-
mo I de la obra de Ju~ A. GoNiliu CALI>uóN: D11rec"llo COM-
Uh1oional argimfil\O que para aa objeto, reemplaza con •ataja
al libro de Varela.' La' obra m6.a cumplida ea, aiD embar¡o, la
que ae titulo. Hiatoria COftlHC~Gl d11 la B~blica ...4rgllfttina allí la dicta, dbctor Emilio Rangnoni. En esta obra hoy, mb que
(Buenos Airea, 1927). Ha sido trabajado 1obre a puntea de ln1 en otro alguna sobre el tema, riqueza cierta de información y
clues dadu ca lo Uninraldad de La Plata por el profetor qae sentido de Jo que debe aer una labor eradit:i.
- ;?~:;-

la producción hii;toriogl'IÍ.fil'a nuestra que debe i;er rotu-


lada de ensayista, paréceme prudente fijar, en forma
precisa, lali razones valederas y el criterio general de
acuerdo con los cuales he agrupado esa producción y he
procurado dar arquitectónica a estn parte del libro. Ten-
go por ensayo - como luego ha de Yerse - todo trabajo
CAPITULO 11 historiogrtfico donde su autor trata de organizar los
elementos eruditos en el sentido de una (lemostración
particularizada o en el de una exhibición integral de
cualquier determinado suceso del pretérito m. Clllro está
Los ensayistas.
que tal concepto, por amplio que parezca, no lo es tanto
l. Nue1tro1 "onrayor": sus diversoa tipos. - 2. Lo1 1oiÍ610101: como pnra 110 tener Umites, ni establecer distingos, ca-
influencia. de las leyendu negra. 7 rojo.; la producción hieto· tegorías y jerarquizaciones. En las página11 que siguen
riogrlifico. de Bo.rmiento, Alberdi, Gonzilea, Rojas, Fro.nclaco el lector advertirá que ellas son visibles, sin mayor el!·
Ramos Mejla, Ingenieros, J;nene, Levillier y Aguatln Alva- fuerzo, en el conjunto de nuestro haber historiogrUico,
rez. - 3. Lo• cie11tifiltar: cnaayoa peiquiitrieoa 7 peicol6gicos: al extremo ele admitir, cuando menos, una rápida sepa-
Joeé Mo.ria Ro.moa Mejla, Ayarra¡aray y Bunge. - '· Lo•
ge1'ttiro1: influenci1u que se o.dvierteu en su produeci.6n ¡ dos ración en dos grandes fanúlias que, aunque proceden de
precursores: Gorriti y Ecbeverrla.; Santiago Arcos 7 Manuel un tronco común, son, en realidacl, bifurcaciones dife-
Bilbao; Ernesto Queaada. y su Epoca de Rorar¡ Juan AiUJI· rentes. Aludo, como se sospechará, a los ensayistas que
tin García: aignitie:ido de La ciudad i11dlotia¡ Juan Alnrei partiendo de la tendencia de e~ct·ibit· la historia en ft16-
7 :me ensayos. - :S. Loa e11111yi1tar menorea: sus caracterlati· sofo, marchan hacia la fácil sociología que no requiere
cns; sus divisiones; su producción.
mayor información Pflra filo1ofar sin freno y sin reparos,
y a aquellos otros que teniei1clo su punto de arranque en
la misma tendencia, caminan hacia la ordenación gené-
1 tica de los hechos por la línea de sus causas generadoras,
a las que buscan, empeñosamente y con tesón. Los pri-
NUESTROS ENSAYOS mero!! son los sociólogos declamadores que siembran el
sofisma de la generalización .uo., y los segundos los eru-
Dejé establecido en el capítulo V de la Pnmef"G parte
que el modo historiográfico que José Manuel Estrada na Loa e11aayilta1 difieren de loa 111011ografirtaa -de 101
que me be ocupado en el capítulo IV de la Primera porte- en
inició entre nosotros 11abía tenido una lógica prolonga- que 'atoa expusieron 101 reaultndoa de aua pe&quisas aimpliltae 1
c1on en la obra de los ensayistas, y hasta menté algu- 11qdllo1 combinan, tratan de explicar, filosofan en auma.
no Para percat11rse de lo ligero del ba¡o.je · de este tipo d•
nos 411• Ahora bien: con.sagrado el presente capítulo a aociólofº'• recomiendo la lectura <le laa p'1¡in11e que Emilio Ra·
'ripan ha con1agrado n uno de ellos, 7 cuyo titulo ea: La tA·
•H Reléanse las pú¡ino.a H2, 145, 149 7 150. formaci6n l1i1t6rica. y¡,,, 1Qfiamo1 cid lo ge11uoli.aoih ( 11 Be·
-2-lG- - :?.Ji-

ditos que trabajan con rectitud de espíritu, nsiguaudo uc1tcla hi.~tó1"icu, estím actualmente en auge, y ocupan,
a cada cosa su valor y a cada hecho un lugal' en su serie. en el proceso ele nuestra historiografía, un 11eñalado
No hay para qué decir que los sociólogos mentados no lugar, según :Vª lo tengo establecido.
han hecho otra cosa que alegatos eu favor, casi siempre, No obstante la amplitud de In clasificación que acabo
de los dos prejuicios básicos con los que, de ordinario, de esbozar, será fácil per<?ntarse de que en nuestra pro-
se ha escrito la historia del país: la leyenda 11egra de la ducción historiográfi<?a hay muchísimos libros que no
obra de España en América, y la leyenda rojt1 de la po- tendrían acertada colocación en ninguno de los ca.c¡illeros
lítica criolla que remató en la Di<?tadura. Yn he de tener que ha creado esa sistemática. Forman ellos el conjunto
oportunidad, muy en seguida, de precisar la exactitud de de los ensnyos ele ,·ariada finalidad, ele distinto mérito
mi ase1·to. Mientras tonto conviene que recuerde que el y ele dispar valor, a quienes sólo conviene un l'Ótulo
g~nero ele los ensayos no puede identificarse con un común: el de ensayos menores. Como tales los voy a
nombre ui con una época, pues su desarrollo carece de considerar, sin un examen muy particularizado que, por
todo círculo de prisión. Y esto digo porque nuestros lo demás, ningnno ele ellos reclama en forma imperiOSll.
ensayistas, ni ocupan un lugar único en la sucesión cro- Y asi el asunto, aceptando como adecuadas las subdi-
nológica de nuestra bibliogl'l\fía historiográffoa - pues visiones que acabo ele seiiRlar, paso a hacer la presenta-
los ha habido en todos los tiempos, de Sarmiento hacia ción de cacln núcleo.
nosotros, - ni han dejado de sufrir llls influencias del
medio que les rodeara. Por eso reputo conveniente, cuan- 2
do menos para la mejor claridad del asunto, dejar sen-
tado que las dos grandes familias de ensayistas a que LOS SOCIÓLOOOS

antes me he referido, admiten, dentro de cada cual, una


subdivisión por sus matices. Resultaría, así, que el primer He dejado señalado ~-a que los ensayistas puramente
núcleo podría separarse eu dos ramas distintas: la de sociólogos no han hecho otra cosa que alegatos, con fre-
cuencia sobre la sola base de dos prejuicios indistinta-
los propiamente sociólogos y la ele los sociólogos cien-
mente explotados: los de las leyendas negra o roja, y
tificistaa, a quienes alcanzara la influencia de la es-
necesito agregar que en la portada de muchas de las obras
cuela psiquiátrica f!ancesa y de las varias psicológi·
de esta tendencia podria transcribirse, a manera de mote
cas de Europa; y el segundo, en otras dos que serían:
- que en definitiva suele ser siempre la expresión de
la de los buscadores de la línea céntrica causal en los
una síntesis conceptual, - cualquiera de las estrofas
grandes procesos históricos, y la de los eruditos orde-
bravías del Himno patrio, o unos cuantos de los alejan-
nadores, en forma meticulosa y exhaustiva, de las se-
drinos que compusiera :Mármol para execrar a Rosas"º·
ries ·históricas que. integran el fenómeno del pasado.
Estos últimos, que son los que constituyen la nueva •ao Becuérden.ae, a este respecto, loa siguientes versos del
Hi111tao Naaio11al:
nata de In Universidad de Buenoa Airee", tonio XXIX, J'li· ''En loa fieros tiranos la envidia
gin.a 177). Elcupió su peatlfera hiel,
- :?-IS - 240 -

Y nl apuntar <.'sto, me parece que quedu hecha la califi· guerra ele la Indepencle.ncia. A c.sA. circunstancia se debe,
cación de .muchos de los lib1·os de ese gfoero. Conviene de11pués <le todo, que los estudios n que me estoy refi-
advertÍt', sin embargo, siquiera sea para distribuir jus- riendo carezcan ele Ja serenidad uecesal'ia al análisis
ticia, que el fenómeno, en lo que a la leyenda negra se científico. Respecto a los otros, A. los alegatos de la le-
refiere, no fué autóctono de nuestro pai~ y que él se relacidn de lo d<"•frll<'O~ de la1 llldio1 (111112), cunl l'n el deseo
advierte en toda la historiografía americana sincrónica ele inclinor n.l trono esp:iñol n emprender un pion de reformu en
a la nuestra 481 • En realidad, ello no vino a ser otra cosa lo ataiicdero al trntniniento de lila indigenna, no e&clltimó tintas
para pintar los horrores de la co11qui1ta, gcnernlh:nndo 1\ tocla ella
que la prolongación del juicio adverso a Ja obra coloni- y a toda Am6ricn. lo que pudo arr 1in¡ul11ridR!l de un momento y
zadora ele España, que difundido por la historiografía de un solo lugar del enorme territorio. :\ tnlcs excesos llegó el
cllfundldo domlnieo, que puesto ya l'll Ji~ l'lnpresn de l'Xngerar, lo
extrnnjera y amasada con los elementos testimoniales <lel hizo en todo y 1i11 medida, a extremo do qnu ensi l'll cacla pliginn
padre Las Cnsas 48~, acababa de ser exacerbado por la 1lo au pauflcto bine ill' 11111erte ul sentido tomim. No sólo eon loa
horripilantes cruelcl:ldea e¡11e describe lu que provocnn las prote•·
t111 del lector det11puio11:ido, aino, ta111bié11, 1:11 hipérbola enfcr-
Su cstull<lartc &nngriento levantan mizoe que 11sa en las de'scripciones, donde nhHle n treinta •1il rlo•
Pro,·ocnndo a la lid mda cruel. y arroyo• que, se¡611 fl, hnfüibnn la vega d11 ,J/oQ11d, y que ion lnN
·· ·· ··· ···· ············ ····· ···· mis111111, tropicn.les y :inclaluz11, que le hMen ver granoa de oro
1lel t:imnño de unn. ho¡¡au. El libro de frny Bnrtolomé, a peanr
¡ Xo loa véia aoive triste Caraeaa
Luto, llanto y muerte esparcir I de todo 81to, corrió con g;rnu fnclliclnd por E11ropn, 'l"iniendo a ser
¡No loa v~ia cle\·orandn cunl fierna -ae¡6J! lo reconoce uao de 1us mAa eutu1iastas bió¡ratos, el eellor
Todo pueblo que lo¡¡rnn rendir!" Fnbi4-- IG piedra de 11rtl11dalo lan.rad" contra E1t1Giio pnr 101 lmN•
101 1111 [au] 11ro11d'6a (F.utt, Yicla 1J eacritn.< de don Fray Barto·
Como se ndvertiri'1, ea el horror por un tirano 1111ngriento lo que 101116 d1 Lu Oa.M). Aunque lns injua"claa y lns eupraeiones
traaunta 11ue1tro ·Himno, 7 et el alegato en su contra lo que, a del dominico pro\•ocaron en lt'guida, en Eapaiia, 1everas rectifica·
la postre, vino a resultar la producciún hiatoriogrlLfica que abor~ cianea, in lea como la1 de :Motolinia (fray 'roribio de Benavente],
:innliio. No hay para qui! decir que los nlejnndrinoa de MArmol tie· autor de unn. celebrndiain111 cartn al E1nperador Cario• V, y luego
uen con esta producción un parentesco Idéntico al que guarditn refutacionu conoluyentel t'omo laa de Yar¡as Mac11uca, quien en
con ellas la1 estroflla de la canci6n nacional. Por eso todoa los Ji. 1612 ucribió una Defe111a d1 lo.r col\l]llÜta1 occiM7itol11, 1in em·
bro1 con eaa orientación son, a su vez, el alegato de aquel a1>61· bargo, fuera de la Pelllmula siguió consldl'n\udose a La1 Cu"
trote que dice: t como un emr.to exp011itor de la verdad hi1t6rica. La mayor par~e
de loa hi11toriadores extranjeros que en 101 1iglos XVII y XVIll
" Tan sólo sangre y er(meos tus ojos anhelaron Al! ocuparon de asuntos americano•, tuvieron por veru el testi-
Y aaugre, sangre a rfoa 1e derram.6 doquier, monio del célebre fraile y aceptaron sus ntirmacionea, 1obre todo
Y de partido1 crineo1 los campo1 M eun.jaron, porque reaultnbnn corrobornd11s por cuanto escribiera Jerónimo Ben·
Donde alcanzó la mano de tu brutal poder ..• " zonl en 1u BiaCoria dtl JlN1tOo N~, editada cm Veneeia en
1565 1 aucesivamente reeditada en diveraua idiomaa durante lila
S11lta a la vi1ta qne en la miama enunciación de loa hechos, va dos dEcadn• siguientes. Benzoni, a quien León Pinelo (Ep4Come,
imp11citn. su condenación, desde el punto de vista de In critica bi~­
torio¡rlífica.
pA¡. 70) conaidera rooo ofuto n loa tapriole1, contó en ''°
aua avantura1 indinnaa a. lo largo de lna nuev1111 tierr111 de lo.1
obr.i
•111 Eatebnn Ecbeverrfa. da el tipo de eae criterio antlbi!lpAnico, . Antillas al Perú, y 1i bien eloai6 la bravura hi8pAnic11, pmió eon
t"uaudo eacribt: ''Al abriree el ai¡lo actual, la EapaAa era la u- &0mbrto1 colores la eouanmueión de la conqui1t11. (Conf. M:UIXA.,
ci6n 1116.s atrasada de Europa. . • " (..itnteaed"'fe• y ,ntMro1 pa101 B~lioCeoo 1'ilp•o-ot1M1rlca110, t. I, pñ¡¡a. '17 a -i23). De.de fin•
d11 Jo r11110!11ci6tt de llago, en "Revi1ta del Rfo de In. Plata", 1lel ·alglo XVI, puea, In. lerendo r11111ra ae abrió camino y mareb6
vn, 138). domillando la conciencia de casi todos los historiadorea. No n.dvir·
412 Se¡¡6n ea harto sabido, el ¡¡cultor de In kymda n1gro de tieron 6atn1 que los rotunc\01 juieio~ de Loa Cnaaa y de Benaoui
la obra hi1pAllica en América fu6, indirectamente, el célebre obispo eataban viciado1 en au ori¡en, pues mimtraa el primero bnaccS, ele
de Chiapa, fray Bnrtolomé de Lu Cn1a1, en su libro: Jlret13i111a propclaito, In exnger:idón pa.ra impre1ionar en favor de algo que
- 250 - -2:;1 -

yenda roja, está en In conciencia de todos que mús que el hecho ele que fue1·11 ele Sa1·mieuto --que es pontífice
nada fueron desahogos banderizos, c:uaudo no desplanteR máximo en la tendencia. como luego ha de verse- nin-
quijotescos de una historiografía nacida en el seno ele guno de los escritores sociólogos se le atrevió al conjunto
cierto romanticismo trasnochado. Y es bueno sefü1la1· de los fenómenos ele nuestro pasado con el prop6.'!ito de
normar netamente el porvenit• 483, que es lo que, en re-
crelo. justo, el segundo escribió eo la amargura de au fracnso In· sumidas cuentas, constituye el ese11cial. objetivo <le la
diano, puesto que- hnbia salido de aua lares -egdn au propia
confesión- en procura de una fortuna aólida, obtenida d.pidn- escuela m. En la mayol'Ía ele los casos -y ya sah-aré
mente y sin rieago. El rojo de ~u piuturn, por eao, procede de In
exacerbación de su encono contra 101 que el hado ndvorao 1iu10 "" cle Hi1tori11 de la leyenda 11tprn l1iaz¡aHo-a111crica1ta, abordaré, con
su camino como piedraa que le obstaculizaron el acce.so al mundo amplitud, el tt-11111 q11e nqul me rr.dnzco n t'lhoanr).
ele lo. ma;o.villa soñnda. A peanr dti lo dicho, no puede olvidarse 4113 Sarmiento afirma (Ollra,,, t. XXXVII, l>A¡. l1') que 111
que fu~, 111mquc ya muy entrado el ai¡lo XVIII, pero en l:i. Conflicto y nrnionln11 napil-a :i evidenciar, por el camino del nnim·
6pot111. eu que n1ejor corrl:m por Europa loa juicio& adverso3 a aia de lo hist6rll'o, unn cosn b:'tsirn cunl es In de que lna Américus
España, formudos ~obre los teatimoniO!I aludidos y laa frescas tienen un común destino r que é~to es la constitucióu dP.
a.firu1aciones del abate Raynal, autor do 111 Hwtoire des J·Rd'..• u11a facci61~ 11·11N·a de la /111111a11idacl. Asimismo, en el prólogo que
(1770), cuando npareció la primera iwri11 reivin<licación utran· lo~ cditorl's de sus obros hnn publicado ~omo co11clt1~1t1 (Obra1,
jera de 111 obra hi&pi\uica en el Nuero Mundo, Aludo a. la Hutory t. XXXVIII, pág. '14), formula MU 'l"iai,jn de lo qua dl'be ha·
uf 4.m~rioa que en 1777-1780 dió a lua el historia.dor escoc6a Ro- corae cm el futuro ¡iaro. 11frelar -e-a su nrbo- l:i América nuc,.
bertaon quien, con mucha ecnaniqlidad, ee presentó reaccionando .}rn con su herm:inn del Norte, y en l'I mismo lugo.r (pllg. 419)
contra 'et prejuicio de la vieja leycncla. Lo. corono.ci6n de la. obra ~manifiesta qoc el objeto de su libro es prepo.ru la. respuesta n
de Robertaon fué el libro tlel abate NuiJ:, titulado B•fl•sion.ea '111· la preguuta de qué deberlnn hacer loa americanos del sur paro. no
parcial111 aobre la h11ma11idad de loa e1pailolta en lfldias ( 1783), desprenderse de la morrha progresiva de loa del norte y prel·r·
que resultó la infla cnbnl de.autorisación del opúsculo de Laa Ca.- nirae contrn unn recolo11i~ació11 d11 IV• qlll! prd11"4a~ que eltd mal
su al que preferentemente- eetli conaagrado. En el ai¡lo XIX y cu oeypada ·e1ta parte del conti11ente .t11b1idiario del evro¡>110.
lo que vo. del XX, la leyenda negra ha. tenido sos aostenedorea y ~11:' Oon\ieae ad,•ertir que loa que si¡uen a Sarmiento, en el tiempo,
advenarios, debiendo con&idero.rae como eminente, entre loa pr1· máa q11e a imitnr ni maestro pnrecen dirigirse a aplicar al estudio
meros o. Genaro García., quien en su libro Ca.ráctn 411 la conqviat.-a de lo. historia argentina los procedimientos y loa conceptos de
eapm¡;,lo 1111 .J.mlrl041 etc. (M6jico, 1901), sostiene que Las Cuas Comte del que todos, fueron fervorosos 11dmiradore1. (Lo. hiatori11·
npre'6 efectitJamtmte en to® la verdad y aún 1• pedó cort.:i gro.tia' que ¡ir~ en torno de Comte ha siclo analilAda por Fueter
(plig. 9). En cuanto a los aegundo~, ea decir a loa adveraarios lle (G111cl1icl1te dcr m1uere11 Hi8toriograpl1ie1 libro VI1 capitulo VI)
la Je;yenda, conviene 1eu11lnr 101 hay de todo quilate, cleade el oro paro. quien el iuiciador de la tendencia a adoptar 11 criterio y loe
puro, como lo es Burne (Bpai" '" .J.mnica, Nueva York, 190'1), postulados comtianos en materin histórica habría. aido Buckle, fun-
huta la sunple bljuterla llo.mativa como resulta Lummia (Ln1 do.dor <le lo. hiatoriogrofla n11turali1ta, que procede directamente
e~loradorea 11apctAol111 del aiglo XTI). En loa último1 tiempo~, del sistema 10.:iológico del positiviamo fr11ac61. Deapués de Buckle,
han tratado de annlizo.r la leyenda negra con criterio imparc111l.: vendña 11. eer Taiue el mds nito representante de la tendenein.
Blo.nco Fombona (El conqvutador eapailol del siglo XVI (1922)) " · -IU La normneión del futuro y el va¡o nticinio del porvenir,
y Carloa Pererra (La obra de EapClio. en .J.m&ica, Madrid, 1920), aunque discretamente ezpresado1, han sido tombi4n la$ conclusio-
Juliin Juderiaa, tambib en au libro sobre la Leyllft44 negra, aci :oea del trabajo de Jo9' Ingenleroe: La eiiolución 1oo4ol6gieo nr-
ocupa del a1pecto ameriénno de ella, aunque en forma demuiado gnlina ("Sociologfa argentina", pllgs. 41 a 121, edic. Madrid,
apologética. Pero a pe1a.r de todo, en loa dlaa qu.e corren, ln 1913). En este estudio Ingenieros paso. revista a todo nuestro pro·
vieja Ubula ha recrudecido por el lado de Alemania, d~nde el ceso cultur11l '1 poUtico, para llegar a lo. evidencio. -aegún 41-
profeaor Georg Friedirici, al ju1gar la obra de la conq~ta. do de que en el concierto de Amfrica, 111 odui11rt• qu• la .tVpmorldad
América por loa europeo•, acaba de volver al juielo adveno, r ar111111iina Hende o acent·uar111 y que del conocimiento de sus condi·
donde Alfred Mlller, obrando como cualquier hugonote flll;Dlenco, ciones naturnlee se desprende que estll predeetiaado. al 11,ieroioio de
de fines del siglo XVI, ha ent.regado otr~ ves a la clrculac1ón, _ea la fvnci6n tuttl~r ·de la f11t·urtJ ra.ra 11eolatina en el o011tin1111te 111d·
texto alemlin y con laa horripilantea limllllls de Bry, el fren6hco oml!f'lcano.
panfleto de Las Caaaa. (En un trabajo q11e preparo con el titulo · En cuanto hace n Jo exclusi\·11mente normativo, es de In¡enieros,
- ::!5:?- - :;!.j3 -

Ja obra ele los poco!'! qne constituyen la excepción- nues· E1>to, a pesar, 1011 <.los se empeiiaron, a toda hora, en ex.
tros ensayistas sociólogo11 fueron amables dilcttanti que plicar sociológicame1ite nuestro pretérito, logrando Sar-
buscaron en el ensayo un recurso para entretener sus miento aYentajarse en la normación má.c; universal de
ocios y un medio fÍlcil para conquistar notoriedad. No lo futuro. Alberdi, en realidad, se concret6, con prefe-
hay en esta afirmación malevolencia alguna, como en rencia, al ac;pecto autóctono de los sucesos históricos,
seguida podrá Yerificnrse. realizando los mils difundidos ensayos de interpretación
Dije, líneas atrás, que Sarmiento fué pontífice máxi- econ6mico-finauciera de nuestra historia 487, sobre infor-
mo entre nuestros historiadores sociólogos, y me urge maciones por lo regular exiguas 488• En sus Escritos
<'Ompletar el pensamiento añadiendo que fué, también, póstumos, según es conocido, menudean los apuntes so-
ele los primeros en el orden del tiempo 4s:i de cuantos se ciológico.<J sob1·e temas de aspecto histórico. Tales i·esul-
preocuparon ele hallar una explicación sociológica al tan los rotulados Ensayos sobre la sociedad, los hombres
·pasado histórico del país. En esa tarea sólo Juan .aau- y las cosas de Sud América ..so; los que aparecen con el
tista .L\.lberdi comparte con él la relatin gloria ele ser
título de América 400, ~- que Yieneu a constituir los ma-
un precutsor, aunque en realidad corresponda a Sar-
teriales para un libro sobre la ReYolucióu emancipadora,
miento un mejor derecho ele ¡rioridad en la empresa 486 •
C011siderado en S1'S tuiras y ob;etivos de civilizaci6n¡ sus
iguo.Jmente, 111 obra mÍle po1ml11riz11da. Me refiero o. La l1;oluci67' libros Condicumcs de la uni6n y consolidaci6n de la
de laa iclra• arge11tinaa1 cuyn. finnlidad pragn1í1tica el mbmo autor República .Argentina ( 1862), Las bases ( 1852), La fü.
la denuncia en el ¡>rólo¡o. M!l1 adelante he de puntualisar cuanto
a,. tal obra. 1e refiere. . ZJtiblica A.t·gtmtina consolidada (1881), y, por (tltimo,
Por último, no debe ohillnrae q11e nneetro1 socinli1tu hu incur· su.- ensayos esbozados sobre Las crifia 491 , Del gobierno
sionndo, también, en el e:impo hietórico poro enao.ynr ciertos in·
terpretncione&' aociológicnt, y que 101 conclusionee R lns que han
nrriblUlo tienen viaiblc car:\ctcr de recetas para curar )09 en.ter· t:r: :,, con eu libro La Bepúl>lica .Árglftti•o CreiACa y 1üite aiio1
medndes del presente. Entre los aocialisto.1, los mts Upicoa son loa d·· ·1~1 d.e au. Revoluci6ft de Jlaio (18'7). En esos do• trabajo•
breves ensayos de este género :icometi<loa por el doctor Juqi B. º'"''º' tratan de razonar el p111ado pnra explicar el preaente que
Justo en folletos qne llevnn estos tltulos: La te01·ia cie11tlfica de vivrn, aventajando SorD1ie11to a su entonces amigo y luego con·
la h~toria ck la polftica argtfttina (Bnenoa Airea, 1915, 2• edlc.) y tr:ulictoi, en la D1a7or brnnra de las :ifirmacione1. Lu discrep1111-
El 1ociuli.t111.o arge1lti110 (Buenos Aires¡_ 19l~i 2• edic.). elo.1 en 101 modoa de ver entre uno y otro son muchos, ba!tando
u;; Como es sabido 101 <los tomoa (AX."'C vII y XXXVIII) que para. certificarlo recordar In 1iguificnción que el gobierno de
<.:01tf1K:to !/ arn1on!a1 ~cupnu en Ju Obrtr1 de Sarmiento, estAn for· Roeu tiene para cada cunl.
madoa cou los frngmento1 del libro que, en divera111 circunstanciae, 4ll1 J oaé Ingmieroa ( Sociologla arge11tina, edición 1913, p6p.
fué daudo a luz el o.utor. El trabajo adolece de ne mal de ori- 56 y 57) afirma que Erbe.-errl.n y Alberdi fueron precul'IOrea 1!11
gen. En renlidlUl, antes qne una. obra, es un rimero de apunte1 la i.11terpretaci6n económica de nue1tr11 historia.
para. hacerla. El carActer del trabajo y, sobre todo au finalidad, 488 Binayln apunta que 111 6nicn fuente de inforD1ación de
est!ln de ruauifieato al final, púglno. 400 del tomo XXXVlll Alberdi para aseverar cu6l fué el significado del Banco en Ja
de las Obraa completaa. época de Bo1:11 lo. coutituyó un solo libro : El Ba11co de la Pro-
. ~so Lo mñs carncterlatico que Sarmiento escribiera, deade el 'frlncia de O. G~rrigdl. (.BI 0011.cepto de la dictad11ra de Roaa1, en
punto de ,·iata en que aborn le considero, es, sin dudo. alguna, su '' Publlcacionea del I111tituto de iuveatigaclone1 hi.atóricua de In Fa-
célebre )·actmclo, o.parecido, aegún se 111be, en 1843. Alberdi, a su cultad de filosotla y letr111 de ·Buenos Airea, N• XVIII, piíg. LXV).
vez, que en 183'i, en 1u introito n su Frog,nento prelMn.i11ar al 111· ~80 Eacnto1 p61ho11011 tomos IX, X y XI.
t1edio del dlf'echo, apunta. sus primeras vi1lonea sobre lo. explicación 400 ldem, tomos VII y YJII.
de nuestro pretérito, reeifo debuto. en el gfnero do1 olios mAll 01 Esníto1 p61t1n1111a, tomo I.
- ~35 -

c11 lfod .4mfrica ~ 0::, y ,·arios otros ~03 • San11ie11to, eu nlegato. En ella no ha~· examen sereno, búsqueda
cambio, despul!s clel aldabonazo ele su Facundo, siguió prolija o selección crítien de testimonios, sino una
preocupándose, en forma ascendente, de la penetraci6n orclennci6n ele demostraciones o pruebas sobre las que
en los problemM ele nuestro pasado que podían expli- será edificada In tesis final, denunciada en el pró-
carle su presente, por el camino del análisis de lo sin· logo, en las conclusiones ~· en la carta a la esposa de
crético que estaba más allá ele las fronteras nacionales. Mann, con que se abre el tomo I, pt1blicac10 en 1883 403 •
De ello son ·una muestra inequívoca sus dos tomos de Y es, precisamente, este modo del maestro el que ha
Conflicto y an11on(as de las 1·azas en América (t. I, 1883 tenido má.'i cab~l perpetuación. Los que le hau seguido,
y IJ, póstumo), obra que si bien, como ya he dicho, ca- no han hecho otra cosa que alegat-0s, apelando a proce-
rece de arquitectura aceptable, evidencia, sin embargo, dimientos parecidos, cuando no idénticos, a aquellos de
toda la honda consngraci6u espiritual que el autor cle- que echara mano el autor ele Facm1clo y que están bit!n
clic6 n los temas abordados en sus páginas. En las con- en evidencia en sus declaraciones a ·la recordada señora
elu,;011cs, que ante1:1 he recordado, Sarmiento afirma que ele Mann, que en nota acabo ele transcribir.
el objetivo ele su estudio no es otro que el ele poner ante Es de señalar que antes de la aparici6n de Co,1flicto
los ojos de.l lccto1· americano lgs elementos que constih1- y a.rm01tws, ocurrida en 1883, ya se había intentado
ycn '111,c.~tm sociedad; explicar el mal éxito parcial de entre nosotros, aunque eu forma ele simple conato o débil
las ·instituciones republicanas. . . y señalar las deficien- t>scaramuza, presentar en soci~louo nuestra historia. En
cias y apunta,. los l~Oniplenumtoa, siti salir del cuadro tales tentativas no cuesta esfuerzo comprobar la influen-
· que tra.ian a la América s11s propios destinos •N. cia ele ciertas corrientes historiográficas francesas, pos-
Aunque el ~ibro que contiene este p!rrafo qued6 in- teriores a la guerra fl'anco-p1·usiana, cuyo carácter dis-
concluso, es posible inferir lo que habría llegado a ser. tintivo es su particular clesviaci6n hacia las aplicaci01'es
El tomo I, publicado en vida del autor, ya denuncia prácticas para el porp<mir 400, que, aunque entonces de
el método seguido. Trátase de un breviario de reflexiones
40;; S11rmiento carece, cu absoluto, de In fllculta.<l de discrimi-
que tienen el objetivo denunciado por el propio Sarmien- nar el valor efectivo de loa teetimonlos que utlli111, 7 111i como es
to y al qne ¡ne he referido líneas atrás. Sus capítulos un teatigo fal:u, según lo he probado en otra ocui6n ("Nosotroa",
tomo XXXIII, pAg. 98 y aigs.) le nos ofrece como un escritor
versan, ante~ que sobre hechos históricos, períodos del desprevenido en lo relacionado con la exnctitud do 101 aserto•
pRSado o familias de sucesos, cronológicamente seriados, que· ·a breva en la. fuente bibliogrAfi.m. Para él todo et verdadero
mientras convenga a su teals. Ast se explica que dijera a Ja
sobre simples aspectos de análisis conveniente a la fina- señora de Mann: "Es di¡no de notnr que, citimdo tantot auto-
lidad preestablecida. Por eso Ja obra tiene sabor de res antiguos aobre tienipos coloniales como cito, no h117a bu~­
cado ni aolieitado sino rarísimos libroa al poner por escrito el que
492 Idem, tomo IV. le envio. Desde loe Estados Unidos reco¡l gran parte que abun-
498 En su not11 critica, '' Belgrafto y iua hi•toriacloru y Factmd., dan en laa buquinerlaa de viejo, '1 a medida que en adelante he
11 au bi6grafo" (P6nvmoa, V), Alberdi reafirma su e11rActer de eneontr11do un 11utor que corroboraae mi juicio o me 1uministrn1e
eecritor aoci61ogo, inclinado a explicar eon un dato -generalmentl? nuevos datoa, lo agregaba a. mi · colecc,i6n, aablendo por qu6 me
sin t_!empo ni comarca, como tu eonseja- toda una larg11 eadena. interesaba su poeai6n, 1 sefllllando la pigina acaso 1iniea qu.i
de lieehos fundamental111. servia a mi propósito" (Obraa, t. XXXVU, p6g. 23).
•H Obra., tomo XXXVIII, p6ginn 415. 408 Fueter ( Geac11icl1te der ne11eren hi11toriographie, 6ltim11 p6·
- ~Ji -
- 25G -

moda. ya habían pl'eocupado -aún eu el Hío de la después de todo, José María Zuviría, que era poeta, n<i
Plata- a ciertos espiritus amigos de razonar el pasado m, adulteró los propósitos denunciados en el prefacio. Por-
Como podrá sospecharse, esas tentatiYas no alcanzaron que no otra cosa que un entreteniDliento para hijos y
ni las proporciones ni la hondura de las página.'! de amigos le resultaron, sobre todo, los cuatro primeros y
Sal'mieuto, que es, aeg(u1 ya dije, y ahora repito, el el último capitulo de su libro 1100•
pontifice máximo en la tendencia. Después de la aparición del tomo I de Conflicto y
Se echa de ver que respondiendo tales trabajos a annonfaa, la obra más seria que se produjo en el país,
propósitos distintos de los de Sarmiento, no pudieron dentro de la tendencia del libro ele Sarmiento, fué La
lograr el significado tle Conflicto y armonias 408 • El traclici6n nacional, de Joaquín V. González, dada a luz
más c11ructeristico de todos esos ensayistas segundones en 1888 GOi, El estudio de González es un ensayo que
ftté José M• Zuviría, quien en 1881 editó en Buenos aspira a demostrar que los hispanoamericanos somos
Aires un grueso volumen rotulado: Estudios sobt·e la descendientes· directos de la raza autóctona prehistórica.
·11.isto1·ia ª''!Jenli"a cootetn?J01'Únea. El fondo del libro es, En definitiva, sobre un fondo mvy visible de aspiración
en realidad, una crónica de los sucesos políticos que va.n literaria, campean los conceptos sociológicos que tienden
de 1852 a la presidencia de ?t¡itre, escrito por un contel}l· a explicar nuestro pasado por la vía de 1ma hábil dis-
poráneo. Pero el autor no se contentó con la simple criminación de los sucesos. La tradición nacional tuvo
narración, y para tm~jor inteligencia de los sucesos -se- su complemento en otro estudio del autor, escrito veinti-
gún dice en el prefacio- creyó de su deber remontarse, dós años más tarde y publicado con motivo del cente-
en varios capítulos preliminares, al orige·11 OSCl'1'0 V nario de la Revolución. Aludo a El juicio del siglo o
remoto de n1,estros·actuales hábitos sociales y polfücu:s 400 • cien años de historia argentina 11«1. En ambos trabajos
Y tanto se remontó que fué a dar a los días del Génesis, González propónese descubrir la.• fuerzas directoras de
despuéS de pasar por la edad media, por Roma, por la historia patria y señalar el significado de los hechos
Grecia y por las culturas mesopotámicas. En rialidad, que la integran. Difiere en eso de Sarmiento y es, a s11
ginaa) ee 1icupa del porticulllr. Puede con1ultnr1e, ademú, n Gooch: vez, el arquetipo de los ensayistas sociólogos que tratan
H'8tory a1'd Hiatori4M in tite Ninetee11th Cntury (London, 1913),
libro del que es una. sínteaill In noticia. que el mismo autor in- 1100 Otro 10Cli6logo argAtino de entoncea, el doctor Joa6 Fr111·
corporó ll la Hiatoría del mundo en la tdaa moderna. (t. XXII), cuco López, se atrevió, en 1880, a explicar nuestra hi&toria a tra-
preparada por la. Universidad de Ca.mbridge. vb de una viei6n tantuma¡órica que tituló: Sa~ Martm y BiVG-
~OT 1\Iagariil.oa Cervonte1, en 186-l, declaraba que m el e:i;a- daviG 11 la dualidad de .u m~~ "' la filoaof(a. politioca de la
mc11 y conocimiento del paaado buscaba In e%pl~aci6t. dtl zweae11· hwtoria Gl'gmH•G. Beputo oeioeo decir que ae trata de na. elijua·
te y 101 sal11dables leocio11u qt1e nos brinda para el por11nfr (''Re- gue Digromtntioo, realmente consterna.dar y eapelullllUlte. Y como
vi1ta de Buenos Aires", t. V, pÍlg. 16 de la reedic.). e1e, gra.do mú, grado menos, resultó el libro de Diópnet D•
498 ·Zuvirln, de quien vo1 en seguida n ocuparme, 7 que ~• coud ("La AtlAntida", Parle, 188~), cu70 prólogo 11ti techado
uno de loe enaayista.a ll quienes me estoy refiriendo, declara, en el en Buenoe Airea, ciudacl en la que el autor, nativo del Paragua7,
prólogo de aus E11t11dioa, que alejado de In vida polltica y no 1a- actuara habitualmente.
bie11do qué hneer, ha. reauelto escribir¡ y qi1e dudando de la. posl· ao1 La segunda edición es de 1912.
bilidnd de hnllal' lectorc1, dedica aus eluc.ubrncioues a. sus hijos
1 :i. sus oml¡tos. ao:i Se publicó en "Ln Noción" del 25 de ma10 de 1910 y en
~no E~t·11ditla, p:'1glnll VI. libro en 1913.
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de razonar nuestra vida hiCJt6rica siguiendo las graudes a quien he pospuesto de intento, cuamlo meuos porque
líneas de una e11quematizaci611 ele lo pretérito. Como se lo considero fragmentario y póstumo. Tal afirmo sin
recordará, ya establee{ que Ja preocupllci6n de Sarmien- olvidar que su libro El f cderalismo araenti110 fué publi-
to, en forma preferente, fué la de normar el porvenir. . cado eu Buenos Aires en 1889, y considerando, máli que
A González uo le preocupa tanto eso como la detenm- nada, el contenido ele su Historia de la cvoluci6n argen-
nación precisa del alcance y del valor de los hechos pa- tina, entregada a ln circulación en 1921 Go4• Ramos Me-
sados, y la denuncia qne ellos hacen, a 1011 ojos del so- jía, por otra parte, no sigue la tendencia prístina de
ciólogo, de su secreta génesis, de su remoto origen y de Sarmiento. Abre una unern ruta bajo la égida de Buck-
su real significado en el concierto de la familia humana. le y de Spencer 505• Con una tesis preestablecida, pre-
El criterio ele lo autóctono en la penetración más intima
para su alegato cuya finalidad es pt•obar que nuestra
de ln esencia ele lo hist6l·ico, no ha pasado con González,
hi11toria no ha siclo mús que una fonua evolucionada de
pues es Ja mismn --diferencias ele forma y de postulados
la española y que nuestro federalismo nos viene del re-
aparte-- que trasunta la producción ensayi.ita de Ri-
cardo R-0jas. É<ite, en realidad, prolonga las meditacio- moto pasado hisp,nico. Para testificar e.c¡to último, Ra-
nes sobre la nabtraleza 1'\CÓndita del pretérito y del mos l\fejía incursionó en la historia peninsular hasta
presente arge11tinos, teorizando talentoeamt.nte, no cabe perderse en las fronteras del mundo bárbaro. De Ramos
duda, a<!erca dt.l indianismo nuestro. En su Blas6n de se puede decir lo que Fueter dice de ciertos ensayistas
plata (1~10), prime1·0 y en su Argmtinidad (1916), de los últimos tiempos : esto es, que creía haber hallado
··despuéS, Rojlis ha reeditacfo ' el modo de Gonzilez, difi- en una sola f6rnmla la e~plicA.ción ele tocloa los hechos
riendo de éste sólo en la m'9 honda utilización de las
fuentes informativas IOI. Su tesis b'9ica -en Argenti- G04 Eate libro comenzó a. aer trabajado hacia 1875 interrumpi·
1
do en 1877 reanudado en 1886, dado a conocer rragmentaria·
ni<laci- es la que se concreta en la afirmación suya mente en 1S89 - El f1d1troli11110 - y truncado por n1uerte del
según la cual nuestra democracia fué un genuino fruto autor acaecida en 1898. La edición d~ 1921 ha aido .hecha por
su hijo H6ctor.
autóctono y no el remedo de lo que se hiciera afuera, 003 La infl11encia de nD1bo1 es \'isible en toda la. obra. de Ra·
resultando falsa, en consecuencia, la aseveración de que mos líejla,' correepondiendo a Buclcle, sin embargo, el primero y
el n1h eminente lugar. Como se recordarfl, la Hi1tory of cWiliaatiOfl
nue.CJtra revolución emancipadora padeció en sus origenes in Engla11d ea un conjunto de capltulo1 que Uenen todo el carie·
de la preocupación' monarquista. Rojas es el m'9 serio ter do verdai!ex u n1onocr1fl19 independientes, pero unidas en au
eje central. Una de ellaa -la que forma el capitulo XV- eati
de los ensayistas de su tendencia, y el que mejor tipüica contngrada. al desarrollo espiritual de Espala, desde el •lglo V
el género que se inició entre nosotros con Sarmiento. hasta. la. mitad del siglo XIX. Puee bien: el modo de Ramo•
En puridad, a Rojas antecedió Francisco Ramos Mejía, poco difiere del de Buckle. Cada cual busca. lo1 hechos q11e con·
1idera Upicos para. su tesis: el ingl61 cuantoe tengan relación
con .ha Igle11.A -a la. cual atribuye la paternidad de todas las
eoa Roja1, en .J.rglfttltii4ad - que 1ubtitula: Et11oyo. hi1!6rico deagraci1111 de Espafln- y el nue1tro cuantos denuncien el eapl·
1obr1 '""''"ª oonai1Mio 11aciOt1al "' lo 11111ta d• la fflGflO\Pacidft,-
declara que ha inveatigado prolijamente, que acepta l~ poet~a·
ritu de la particulnridad regional. Y no hay por que dudar que,
en m11chos ca101, el capitulo XV de la obra de Buckle re1Ult.
do1 de la historia ciencia y hasta que ha lngrado aon'rinr la nda la piedra angular eobre la que descansan laa afirmncionea de
hiat6riea (ple. ~). Ramos.
- 260 - - ::!61-

pasados ~06• Tom6, como elementos pa1·a generalizar, añado qu,e fué por ella por donde resolvieron iniciar su
fen6menos claramente esporádicos, siu caer eu cuenta de marcha, btu>tantes años nuís tarde, los estudiosos jóvenes
que la realidad de las series histórfoas, que agrupan los ele las nuevas generacioues argentinas: José Ingenieros,
hechos en familias y les cortan, en un punto, su Yiucu- Ricardo Levene y Roberto Levillier. De las obras de esto1
laci6n con lo remoto -tal cual ocurre con los á1·boles dos últimos no puede formularse aún un juicio def\.
genealógicos- daba al traste con todas sus teorizacio- uitiYo porque se hallan todavía en plena gestación. ~
nes. En ellas hay para nosotros tanta impropiedad, como ele advertir que el primero ele ellos -Ricardo Levene-
la habría en fijal', por coo1-denación de antecedentes, el ha abandonado ya la histol'iografía sociológica en la que
origen de lns guerras, que a la postre son formas del sólo ha producido tm libro: Los orígenes de la democ1·a-
homicidio colectivo, en el bíblico asesinato del hijo de cia a1·gentina (Buenos Aires, 1911), trabajo juvenil, del
Adán. Las doctrinas de Spengler 007, después de todo, que ahora no puede estar cumplidamente satisfecho G10.
en lo i·elativo a los ciclos de cultura, no hace..·posible En cuanto a Ingenieros, murió sin retirarse del campo
ya la aceptación de las ideas de Ramos Mejía Gos, que, en el que produjera obra tan definida como La et1ol1ici6n
sin embargo, siguen causaudo admiración a algunos ami- de las ideas argentinas (clos volúmenes, Buenos Airea,
gos de aquella sociología ~uya finalidad no parece ser 1918-1920) 111• Este trabajo, que es una visi6n integral
otra que el incesante malabareo de adjetivos Goo. de la historia patria a tra'\'"és ele lo que el autor entiende
He dicho que Ramos Mejía abría una nueva senda por el mundo de las ideas, aparenta una imparcialidad
en la tendencia de nuestra sociología histol'iográfica, y y una segura erudición ele que carece. En la mayoría
1 •
ele los uuntos básicos, Iugenieros si¡ue a nuestro histo-
~oo FUETE&, ( Ge1r1lioht1 dtr M11efcn l1iatoriograph~, libro YI,
capitulo VIII). riado1· Vicente F. López, sin advertir la falacia evidente
101 La decad111c'4 d1 Occidente. ele sus testimonios, y en otros considera como pruebas
11os He oquI lo que re.pecto a Spengler escribe M. Garcla
Morente: ''El hiatorleiamo de Bpeagler es un relativismo univ11r- de sus asertos referencias totalmente desprovistas de
a:al. La matemática, la cosmología, la fiaica de 101 grilgos son veracidad 51'!?, Ingenieros todavía hace escuela, y es ese
verdaderas ps1·:i. ellos; para noeotroa, sou falaaa; para el histo-
riador, 11on un aimbolo del almo. griega. Nuestra mawmAtlca, nues-
tra co11nologfo., nueatra filica, son verdadera.a para no1otro1; aon 510 io1 onglft111 dlJ la d1mocracia argnitina adolece de los de-
falsaa para loa hombre. de otras culturas; para el bUtoriador fectoe propio1 de las produccione1 de 1u indole. Es un alegato
son tambi9. nuevo elmbolo expraivo del alma. occidental. ,Ptro que trata de probar el remoto ori¡en de nueetra democracia so-
tanto 12uede decir:ie del arte, de la moral, de la filoaotta, de las bre la baae de eierto1 hechos considerados tlpicoe 7 revelad~ra.
coetumbna~ de 101 paisajes, de 101 jardín~, de las ciudade.; en Sin diacutir la te1i1 de fondo --:- que de1pu& de todo ee tam-
fin, cuanto conatituye el univeno circundante. Cada cultura tiene bien bastante di.eutlble, - puede afirmarte que el trabajo .sbi·
en su mundo, su naturaleia., que 110 es aino la encarnación, la be una inauficiente praeba erudita. Be1ulta1 a la poatre, como
estabilii11eión de au alma". (QUIBADA, La fu definith1a de la ao- todos los alegatoa del gl\11ero.
ciologlo ~pe11gi.ria11a, en "Humanidades", t. VII, pi¡. 103). 511 En 8o<riolog'4 arg111tina (2• edición aumentada, Ya4rl4,
ll09 Aludo, en particular, al doctor Ba'11 A. Or¡u, que en lri 1913) el autor aólo ha reUJ1ldo notaa 1ueltaa, comentario• crltieo1
''Revista de fi1010&'' (Buenoa Airea, noviembre de 1922, oeaaionalea y 1lmple1 apunte. o eroquit. Por eso concreto la re·
aiio VI!I, N• VI) ha dedicado variat p6.¡inu a La 1ociolog'4 de 1'ere11cia a l& obra citada en el texto.
· Franc\aco Bamoe Jl1t;fa. batiendo el parche con un poco de olvido 112 Loa tropeaones - que no estñn disculpados a peaar de ¡11
de todo lo que el pala ha andado, en materia. hiatoriogr6fica, det- achimnoiai que el autor ha puesto en el' tomo I - 1011 nume·
puéa .de desaparecido el autor de El f1td1rali11110. roslsimoa 1 de todo calibre. No be de empellarme en la aplaatante
- 2G2 - - ::!6:!-

un peligro pal'a el futuro de nuestra historiografía, sobre Antes que obra ele amílisis este libl'o es el e.le un hittpa-
todo porque acomoda a sus obras cuanto he dicho acerca nófobo y anticlerical combativo, que todo lo sacrifica a
de la explotación historiográfica de las leyendas negra lo que conceptúa su ideal. Alvarez carnee de informa-
y roja. ción, ele método y hasta ele corrección literaria G14, y
Roberto LeYillier, por último, autor de us
01ige11cs estli continuamente perseguido por la obsesión ele los
arf1enti11cs (París, 1912), realizó esa escaramuza de so- clérigos, de la Iglesia y ele lo hispánico. Y llega a tanto
ciología historiográfica, en franco estado de impro,·iss- en su manía, que afirma que España hizo a la América
ci6n. En la actualidad, me animo a afirmarlo, no vol- del Sur incompatible co11 la sensatez política º15• Pue-
vería a caer en ese e!l:ceso. de aseverarse, contra la opinión de sus panegiristas, que
Desde mi punto de vista, la tendencia sociológica en Alvarez no tiene significado serio en nuestra cultura
nuestra historiografía se cierra, en el periodo que he historiogr!fica. Respecto del sucesor en la tendencia, es
resuelto contemplar, con la producción de Agustín Alvn- justo reconocer que representa una bonificación. El li-
rez y de su sucesor el doctor Raúl A. Orgaz. Alvarez eu bro del doctor Orgaz: La si11eraf.a social argentina (1924),
es autor ele nrios libros sociológicos (South .America, es un ensayo psicosociológico, de genuino corte pragmático.
1894; T1·ans/ormacio11cs de las razaa en .Am,rica, 1908, Aunque su autor dice que persiguiendo 81,gastioneR para

etcétera), pero aquel que directamente atañe al aspecto « adelanto inst·i focional ele la 11acionalidad 1ªº, trata ele
en estudio es ,A dónde vamos1, aparecido en 1904. ser fiel a la trayectoria ideológica de Echeverría:, Albercli
y Sarmiento 011 , resulta evidente que en el modo, aunque
.. tarea de sefllllaTlos. Pa:ra. que ee ·fen¡a idea. de cómo est& trabn· mejorado por una adecuada arquitectónica. se acerca
jada la obra, t:iu10 al nznr un capitulo del tomo I, el coiwa¡rad?
a Ja reformo de Rivndavia., y anoto en la p6gina 494 que el doc- mucho más a Alvarez que al autor de Facundo. Tal e.<;,
tor Ingeniero1 transcribe, entre comilla1L el trozo de un diacurso por lo menos, lo que queda como convicción en el espí-
de bravo anticlericalismo, agregando: '' Hivadavia hizo notor que
In po1teridad tendrla rnz6n al reprochar a loa que en nombre ritu al terminar la lectura del volumen titulado La
de la conveniencia del momento lee · tr11J1Smitieron in&titucioMs colonia.
monbticas que nntc1 ae hnbian apoyado en el derecho divino o en
Ja revelación, etc.' '
Pues bir!n: aeg6n consta en el Diario d11 1111i011111 de la Sala de
representantes, tomo ll&.. niio 1822, pigina 521, talea manifesta.
cione1 no las hizo don ljernardino Rivadavia, miniltro de gobier·
no, a quien ae Ju atribuye el ·doctor Ingenieros aino don San· ..··.
tiago Rivad&Tial diputado por Laa Conchaa y Morón y que en 1820 OH Son frecuentca en su& libros u:presionea como ésta: L<S eatH·
habla sido pre1 dente del cuerpo. pii1111 del rlgimM colOftial e1pallol (l·A. d611d11 'IHJtt101t, pág. 321J,
Pero es que Ingenieros hace alegato y no inveatigaeión y, en edic. 1903). RlCABDO BOJAS, a quien ciert11 reapetables situaclon~
conaeeuencia, no le ea doble admitir que pudiera hablar o!ro que penonales le oblig11n a aer porco en la. censura., declara, ain em-
no fuera tu Rivadavla, aquel minietro que 61 conceptda volteriano bargo (Húforia lh l<S lit11r<Stt1r<S 1Srg11"tino, IV, 174, 173), que la
y devorador de cl6rigos1 cuando 1610 era r11galilto. y profundunente producel6n de ALVAHZ, ncepel6n hecha. de La cr11aoi611 dlll mundo
creyente, como creo haoerlo demostrado en mi trabajo La B~olu. t11orol, carece de &erieda.d y que en sus libros hay pftglnu dtlei-
cf6Jt. d11 Ma10 y la lglelia ("Anales de la Facultad de derecho de ft<Sbl111 por la improvisación del neunto o del lenguaje.
Buenos Aires", 2• eerie, t. V, tercera partehpAg. 2'il y ai¡uientea). 010 ¡A. d6tld11 11amo1f, p6gino 309, edición 191:5.
ou Nació en Mendoza en 18:57 ¡ ta eció en Buenos Airee 1118 PlLginn 10.
en 1914. BIT Idem.
-:!6.,i- - 265 -

de fallas insalvables. El propio Ingenieros que con tanto


cuiño ele amigo cordial ha analizado la obra de su maes-
3
tro, dice, a este respecto, que Ramos "no se de-
LOS CIENTIFICISTAS tuvo a criticar el valor histórico ele las fuentes a que
acudió en busca de elatos", y agrega que "tomó. por
En la subdiYisi6n ele los ensayistas por matices y ten- verdades probadas las más burdas patrañas de los pan-
dencias que he formulado al comienzo de este capftulo, fletistas unitarios, repitiendo disparatadas anécdotas in-
dejé establecido que el grupo de los sociólogos aparece ventadas por la imaginadón febriciente de algunos pros-
seccionado en dos familias, la segunda de las cuales es criptO!l ". Y añade más toda\ia, pues asevera que las
la de los cientificistas. Pues bien: de ellos voy ahora citas que Ramos hizo en su libro, transcribiendo a Rh·era
a ocuparme. No hay duda alguna, como ya lo h~- afir- lndarte, a Lan1as y n ot1·os ''parecen hoy recortes de
mado, que ese núcleo ele ensayistas es el fruto ·d irecto crónicas ele policía intercP.ladas por error en un libro
de la influencia en nuestro medio de la psiquiatría fran- de medicina, escapados ele su destino legítimo: los folle-
cesa y, paralelamente, de la aplicación de las doctrinas tines terroríficos de Eduardo Gutiérrez" :;10•
psicológicas a la interpretatión de los fenómenos colec- H11elga subra~·ar que un libro RSÍ trabajaclo, en el que
tivos. Como en todas las tendencias, en esta de los cien- era visible el afán de modernismo cientfffoo, si bien
tificistas se marea, con ba.o¡tante nitidez, el matiz de los puede tener, y tiene, un significado apreciable en la
que explican los hechos con criterio y con recursos de historia ele nuestra producción intelectual G:?o, no lo brinda
médico, y el de los qüe asignan a los sucesos caracteres
de interpretación psicológica. Al primer grupo perte- s10 Jost IYGZNIDOs, La per1011al(dad i111tlectual de Bamo•
nece José María Ramos Mejía y al segundo Carlos Oc- Jlejlo, NI La• """'º"'' pigina 18, aegunda edición, 1915.
620 No es posible dnconocer el alto relieve que ofrece, eu. este
tavio Bunge y LucM Ayarragaray. El primero t\e los sentido. la obra del doctor Ramos Mejlll. Dcfttle au cMedra de
nombrados fué el que introdujo en nuestra historiogra- patología. ner\iou, creacla pnra él en 1887, desde el Circulo Médic1>
Argentino - que fu6 fundación suya, - deade el libro 1 desde
fía el er..sayo cicntificista. Procedía, espiritualmente, de los puestos p-6.blico•, el autor de Lcu 11111ro8i.t hizo obra imperec(-
la escuela neurológica francesa y clebut6 en 1878, siendo dera 1 fecunda. En medicina, especialmente, 61 fué el creaaor
tk. lii pliquiatrlo en nueltro paC. (conf. IYGl::lm:aos, obra eitad:i,
aún estudiante de medicina, con un ensayo que tituló púg. 17). A este respecto, puede agregaree n lo apuntado por
Las neurosis de los hombres célebres en la historia ar- Ingeniero1 que, desde la fundación de la Univenidad de Bueno1
gentina, al que, cuatro años después, siguió un comple- Airea h11ta la aparición de Lo• ne11roril, no p111aban de siete 111
teaia que ee hab!nn conaa¡rado n estudios de patolog1a nervio1a
mento o segunda parte (Buenos Aires, 1882) m. Trabajo 1 tema1 de m6s o meno1 franca paiquia.trla. Eato1 trabajo1 fue·
juvenil, a la postre, el ensayo de Ramos Mejía adolecía ron loa de Diego Alcorta (1827) sobre la man1a aguda; Faultino
G. Acotta (18,8) aobre la enajenación mental; Cayetano Rodrl·
gue1 (1854) 1<>bre neuropatla; Saturnino P. de la Reta (1855j
518 En la segunda. edición de estos clos traba.jos, hecha por sobre la man1a; Pedro Mallo (1864) sobre la enajenación mental;
Jo16 Ingenieros (!Buenos Airea, 1915), nparecen unida.a laa do• Joa6 P . -~marill& (1876) sobre la criminalidnd infantil; y Carlo1
partea, en un solo volumen. El editor hace preceder la reedición .1 Costas ( 1876) 1obre los alienados ( conf. Mucu.L R. C.XDJO'l't,
de un 941tudio sobre el autor, que reputo lo acertado que se ba i: Bibliografw doctoral de la ü11ii·1raidad de B11imo1 ..1tir11, Bueno•
escrito, como fondo y como forma., sobre R11111os lfojia. Aires, 1920).
1
- 2GG - '11 - :?G7 -

tanto en el desenYolvimiento de nuestra historiografía. consolidó sus prestigios en el mundo intelectual. 'l'al
Su mérito real, después de todo, consiste en haber ini- hecho le anim6 a continuar la empresa, comenzando la
ciado, entre nosotros, la aplicación de criterios y normas preparación de la obra definitiva: Rosas y su túmpo.
científicas al análisis de los hechos históricos •m. En el trabajo Las neurosis, en 1878, Ramos había con-
Como lógicamente tenía que ocurrir, clado el empuje sagrado los capítulos III, IV y V al estudio psiquiá-
ele la iniciación, Rrunos acometió luego otros estudios trico del Dictador y al estado mental del pueblo ele
del corte de Las neurosis. Su segunda producción, apa- Buenos Afres bajo la Dictadura, y enamorado clel asunto
recida en 1895, fué u11 ensayo sobre La locura en la dedic6 nuevos esfuerzos a ahondar el análisis del tema.
historia, qne tenía la aspiración de ser -según el sub· El primer fruto ele esa labor fué su libro: Las nmlti-
titulo- una c011tribuc·i6n al estudio psicopatol6gico del tudes argc11tinas (Buenos Aires, 1899), escrito bajo la
fanat·ismo t·elig·ioso V sus perseC1,cioncs. Sólo indirecta- influencia Yisible ele Le Bon GZ3 y con marcada acentua-
mente rozó asuntos de historia propiamente argentina, ción ele una franca tendencia psicosociológica, que luego
pues consagrado n una Yisión generl\l, no nos alcanza habría ele concretarse mÍls cumplidamente m. Las mul-
sino por Yía ele lo hispÍlnico. De hermosa factura lite- titudes fmí un volumen destinado a se1·vir ele introduc-
raria, ei;te libro adolece de lllf mi<1mas fallas que el an- rJón n la obra Rosas v s1' Nempo, que en clos gruesos.
terior, a las cuales hay que sumar el absurdo de la es- fumos apareci6 en 1907. En este estudio, que es la coro-
cuela médico-histórica, tan hábilmente demostrado por nación del proceso intelectual de Ramos, se advierte que
Groussac en el prólogo mismo de esa obra de Ramos ua. nuestro talentoso escritor fué alcanzado por la influencia
Ello, a pesar, el libro hizo época y el nombre del autor de Taiue G2ll, pero del Taine que en 1878, en confidencia
epistolar a Dumas (hijo), declaraba que perseguia rea-
5~1 La ruidosa. brillantez llel debuto, cuyo bito corearan, por lizar una historia quelq11c cho&e de semblade a· se que
igual1 el historiador Vicente Fidel L6pez que prologó la. obra y
don Domingo Fnustino Sarmiento que la 11plau<lió desde las co- vous faites an théátre, y que agregaba: jo veux dire de
lumnas de "El Nacional" (1 de noviembre de 1878), ent111iasntó la psycltolooie appliquée 5~0 •
a muchos que huta se a.trcvieron n buscar 11li11nzns seri111 entre
la. medicino y fa historia. Un spécimen de ello es el folleto <le 52S En au libro La p1yc/1ologie dea foultl (1895), que tanto
Eua1N10 F.n.'fÁ:SDES1 aparecido en 1880, y que lleva este tltul:> ruido hizo en In época de su aparición. Conviene recordar, res-
estupendo: lt1{lumcia tü la tiraflía de Bo1cu 1111 la patogenia da pecto del libro ' de Ba.mos, lo que ya. he dicho, en este volumen,
1111 afecciOflea dBI cora.r6fl ob1ervada1 tfl Bunoa .&irea. Creo del p6.'2. 150.
ea10 apuntar que el te!IUI ·ya habla cautivado a. otro galeno a.rgen- tf!!~ !NOE:Sl!ROS (La1 11euro1i1, ptlg. 46, 11• edie.) expresa quo
tino, el doctor EZEQUIEL Cor.o:wiua, quien en 1842 - en plena en Laa muleittldea el cnrtlcter médico.bilt6rico de In obra ocupa
Dictadura - escribió su teeis doctoral 1obre un tema semejante: un rango secund11rio mientras predomln11 el hl1tórico-aociol6giC1>;
lt1flue11cia que eJerolfl lcu firantaa m la1 t'Aflf'flledad111 del corCJ16fl. y mAs adelante llfiro'1a (pig. 'iO) que son Le Bon y los corrieot~s
Avisado a tiempo de loa inconvenientes que podda. eeto aca.rrearle, 1ociol6gicas de cepa 1penoeriana el hipocrene del libro. Y 11mbo1
Colombres retiró an trabajo y lo substituyó por otro consagrado asertos me parecen muy exactos.
al eatudlo de los fenómenos dlabétlcoe. (Referencias de MilCIAL 526 !NOINIJ:ROS así lo reconoce cuando dice: El mod11lo id11al d11
R. CANDIOTI, en Bibliograf(a doctoral de lai Uni11erlidad de Bue- Bo1a1 y 111 lpoca ful Taine (La1 neuro1ia, 2• edic., ptlg. 70), pero
flOI .&iru, p6g. 87). no n mtls 11llll. Por mi pa.rte me animo 11 completar el pensa•
fl:!2 Paul Grouaeac prologó el libro de Rnmoa Mejia reconocién- miento determintlndolo con mayor precisión.
dole méritos, sobre todo literarioa, pero 11bominnndo de la escuela 520 Referencina documenta.das de HALPHIN (L'hiatoire "" Frn7t-
a la que la prodo~ei6n pertenecln. ce, eto., p6g. 101, nota).
- :268- - !!09 -

Cualquier lector, medianamente capaz, advierte que es par.i6n de Ramos. Los dos ensayista.'! nombrados, en
esto, a la postre, lo que trasunta Ja obt·a que Ramos con- realidad, son, más que nacla, fríos exponentes de casos
sagrara a Rosas. Sus cuadros son vívidos, sus personajes psicol6gicos, vistos a traYés del panorama histórico.
se mueven y actúan como en una realidad de presente, Ramos Mejía, en cambio, era el teatralizador admirable
y todo el libro tiene algo ele escenario teatral. Claro del conjunto, y lo era hasta por el recurso de su inigua-
está que la crítica señala grnve,s fallas en la obra, porque lada prosa a la que no se acercan ni la de Ayarragaray
el autor generalizó demasiado con datos relativamente ni la de Bunge. De cualquier modo, empero, ambos es-
escuetos, y po1·que quiso ver en muchos hechos lo que critores nombrados perte11ece11 a la escuela de los ensa-
en realidad no hubo_ Con defectos y todo, no obstante, yistas que he llamado cieutificistas, y corresponde la
Rosas y su tiempo, cuya prosa es maestra·6 21, tiene, a indicaci6n precisa de su significado. En el orden del
mi juicio, un significado cierto eu nuel!tr3 cultura his- tiempo, ocnpa el primer lugar el doctor Lucas Ayarra-
tol'iogn\fica: el de haber demostrado que es posible la garay, embauderaclo desde muy jo,•en en la tendencia
realización ele In historia idealmente' resurrecta. El médico-histórica, cuyo grau sacerdocio ejerciera Ramos.
lector de sus pñgina.<J ·vive lo que en ellas se dice, y si Al doctorarse en medicina. en 1887, Ayarragaray había
Ramol! hubiera siclo más profundamente erudito, habda disertado sobre un tema ~La imaginactón y las pa1ionea
consumado, entre nosotros, la• primera gren obra histo- como causa de mfermtdades, es el título de su teaia-
riográ.ficn uacional. Pero con este libro cerró el ciclo y la bú.o¡queda de casos concretos para su demostraci6n,
de su labor escrita 628, y hasta elite momento 110 ha te- fácilmente lo introdujo eu el campo histórico. Así ocu-
nido un conti11uador capaz ele llegar a su cima. rrió, en efecto. Pocos años después de su tesis, en 1893,
Dos eusa'A'I, sin• embargo, de actuaci6n sincr6nica lanzó a publicidad un libro, casi voluminoso, titulado
ª la SU" . / · " Ayarra¡aray y Carlos Octavio Bun-
Pasiones (Estudios médico-sociales), en el que se tropieza

7
1
• a empresa de explicar psicológica-
con referencias ele ca.rácter histórico 1129, y en cuya Ad-
. '.! de nuestro pasado histórico, f>ero t>erltncia anunció que más adelante analizaría las pa-
1
• afán de realizar los e:z:perimen- siones en la literatura, en el arte y en la hiltoria, con
a Dumas, según ya he recor- eapecialidad en l.a h.istoria 1iacional. Tal propósito no
fuerou Ja verdadera preocu- lo consum6 sino en parte, una década después, con la
' literatura argentiM, RrcABDO publicación de La anarquía argentina !J el caudiUismo
'u el tomo IV, p'cina 171, .(Estudio psicol6gico de los orígenes nacionales hasta el
'da pintoreaca que mulical,
• de barba!Vtnoa y. oaldaa año XXIX), aparecido en 1904. Este ensayo, realizado
el autor de Boaaa y 111 con escasas informaciones eruditas ¡¡ao, denunció una
· compar40Wnea impre- -=-·
·~, alld de,,,ntunidaa¡.
620 Belialo, entre otras é&tas: Semblo111a pdquico del 11mbifftft1
efic~u, ya por d
...,,.. oolcmial (¡>i'f. 98 y ei¡s.) ; Riugo1 11pirituale1 del periodo rnolu·
o(OMrio (pi¡. 26~ Y 1i¡a.), etc,
de ui. ' Aire1 el 24 de HO Baata para teattinoniarlo el hecho de que la información
eacrito, c11~
jWlio de 1911. de fondo procede de tres o cu:itro fuentes (MIT&1:, LóPU, POIAJ>AS,
- :?iO - - !1il -

a larmaute tendencia del 11utor: la explicación, con una dores y vacíos, qne si algo trasuntan, preciiw.mente, es
fórmula <.>línica, de todos los fenómenos histó1·icos estu- una lamentable improvisación en el asunto 1m. Y es ésa,
diados. Para .Ayarragaray en la contcxtum simvle de en última instancia, la más neta característica de esa
m1e.~tros oríge11es, encontramos ya constituidos o en es- producción historiográfica de Ayarragaray m.
tado 1Jirf 11al, todos los caractcru fundamentales de la La explicación psicológica de nuestro pasado ha teni-
p.~icolog(a poUtica a1·ae-ntina; ele modo tal, q"e nada do, además de Ayarrag8l'ay, como dije antes, otro cultor
adve11ticio existe en el pasaclo pot• haber co11cm.,.ido el en Carlos Octavio Buuge, autor de Nuestra América
pnb, con la integridad da su.s factores étnicos y morales, (Buenos Aires, 1903, con siete ediciones poste.riores).
n la góncsis de sus modaz.idadc,, m, Como se echará de Bunge, que debutó sonoramente coa este libro, se pro-
ver, en el fondo e$ éste nn concepto semejante al qne puso describir con todos sus vicio.~ y nioclalidades, la
constituyó la esencia ele los postulados sociológicos que política de los pueblos ltisvanoamcricanos G:I\ realizando
proclamara Francisco Ramos Mejía 381• La diferencia una investigación psico-sociológica, según sus mismas
entre Ayarragarar. y Ramos radica eu que el primero palabras. Pero, en realidad, no e.<itaba maduro para el
-francamente hispa116fob<>- reemplaza con adjetivos la asunto. Su libro, por eso, es un amonto111~miento de
falta ele conocimiento exacto ele Jo¡¡ hechos históricos, en paJo.bras que lo único que parecen denunciar es cierta
tanto que el segundo se aviene mús a la inquisición marcada tendencia hacia lo excéntl'icO en las ideas, que,
armónica que realiza, como ya he consignado a su tiem- por otra parte, está bien ,·isible en la forma. El abuso
po, con un claro propósito ele alegato. de los signos de admiración ; el perenne aguacero de los
Acabo de clecir que Ayarragaray pone adjetivos cada puntos suspensivos, que se sostiene implacable a través
vez qne carece de datos concretos, y me remito a la de todo el libro; el continuado empleo de mayúsculas
~l Bitn, la Felicidad, el Progreso-- nos dicen, a las
prueba que ofrece cualquier capítulo de su libro. En
cacla página abundan los términos sonoros, generaliza- claras, que Bunge ha·bía sido tocado por el modernismo

638 Podrfa acumular por decenns las pruebas de mi aserto,


Jfenioria.t itzldita1, ete.); de que las documentales se reducen pero no tengo propósito alguno malevolente. Sin embargo, reco·
a. algunos matUfie1tc>1 7 a. ciertos artlculo1 de •'La abeja argenti· miendo la lectura ·de loa capltulo1 11 1 111 de La anar(1111a y el
na" y de "El Argoa"; 1 de que mucha• citas, que por su naturn· ca11~~lliamo, verdaderos "spécimens" de la precipitación con que
leza deblan prl)Ce<ler directamente del original, aparecen como lle· está· .,Jaborado el ensayo. Ellos hnrlan creer que el autor supone
gadoa a conocimiento del autor por la vfa de libro• mAa o menos que el J"riodo colotrial es algo indiviaible 7 e1tlitico, que no estuvo
vinculados al ot1unto. Ali se da. el caso de que la popular "Reviat11 sujeto a las leyes de la universal evoludón, 7 que nació y murió
del Rfo de lo. Plata'' resulta citada a través de referenciaa de ain haber sufrido ni el Dlh ligero cambio en 111 forma o en
Francisco Ramos :Mejla (p6g. 17), 1 la "Crónica general de El· la eaencia.
pnña", a travb de Hipólito Taine (pAg. 111).
6H Bua E1tudio1 hi1t6rico1 11 polfücoa (Buenos Airea, 1907) y
~31 La anarqrda, etc., ptlgina Y.I.
u2 Recu6rdeae sino la 4.d11ert1Htía cou que ae inicia El fed•- su libro La 00ftltíhici6ft lt11ica argefttina y aua probleme11 (Buenos
raliamo argenti110, donde dice: "Loe factores principales de nues· Airea, 1910) aiiolecen del mismo vicio de origen. En cunnto a su
tro organismo aoc.ial debemo1 bu1carlos en España, que ea el ensayo La Iglt;lia e1~ 4.mlrica, etc. (Buenos Airea, 1920),· aven·
principio natural, forzoso 7 fecundo de todo estudio de nuestra taja a 101 libroa anteriore1 porqu~ ea el fruto de una lnbor en
sociabilidad, bajo el punto de vista histórico y politico" (plg. 30 nrcliiTOI 7 el trasun to de copioaoe documentos.
de la reedición de 19UI). ~3G Introducción, parágrafo l.
- :!72 - -:!i::I-

liter~rio, a la sazón en boga Gsa. El prólogo del tfabajo, fracasara en i;us i·esultados, no invalida el car¡¡cter que
después de todo, así lo documenta. Lógico resulta, en- la obra tiene desde el punto de vista de Ja sistemática
tonces, que uu libro engendrado al calor de t~.es amores, a que apelo en el análisis de nuestra producción histo-
no pudie1·a llegar adonde su autor acar1c1ara. José riográfica. Para mí, l\'11cstra América es w1 ensayo
Ingenieros, desde la ''Revista de derecho, .historia Y le- cie11tificista1 cosa que no ocurre con Crmflicto y armo-
tras" m, juzgó al trabajo con bastante severidad, negando nías. No importa, repito, cuál haya sido el resultado ele
que se tratara ele una obra sociológica, afirmando que la empresa. Lo que sí inte1·esa es que, bueno, regular o
en él no se tamizaban interpretaciones de nuestra evo- malo, el libro reveló un progreso en el modo de analizar
lución histórica y advirtiendo que la génesis de la psi- los fenómenos a los que genialmente se les había atreYido
cología social estaba e1·r6neot11B1'to intBt·pretada 1189• Re- Sarmiento. Lástima que Buuge naufragara por afán
mató su juicio diciendo que Bunge, a pesar de seguir de excentricidad, por e~ceso de preocupación literaria
los mismos rumbos de Sarmiento, denunciaba en su...fibro y por <'.&rencia de la _copiosa información que la co1nple-
que no había leído Conflicto v armonias ~ 39• jidad del tema reclamaba. El autor se había propuesto
A todo el que conozca el libro de Bunge se antojará rastrear los orígenes ele la democracia criolla a trav6a
que debí incluido en el misuv> grupo en que figura la ele la psicología del conquistador, del indígena conquis-
recientemente recordada obra ele Sarmiento, y como he tado y de sus variaciones étnicas, que fueron producto
tenido razones para no hacerlo, me creo obligado a de- de la mestización, para fijar, luego, los caracteres de
nunciarlas con toda precisión. El doctor Bunge, a la la política hispanoamericana y analizar las que concep.
in\•ersa de Sarmiento que no ·hizo otra cosa que ir escri- tuara sus más altas personificaciones: Rosas, de Buenos
biendo sus observaciones -regularmente sin orden ni Aires; García Moreno, del Ecuador; y Porfirio Díaz, de
.co~cierto-, concibió un plan, realizó una investigación Méjico. Pero basta recorrer la Bibliografía, que va al
y aplicó a la presentación escrita de sus conclusiones un final del libro, para caer en cuenta de lo improvisado y
método que conceptuaba científico. En la introdtiéción superficial del trabajo. El mérito de · Nuestra América,
de su libro, por lo menos así lo ~irma. El hecho de que por e.'!of reside en el hecho de haber denunciado que en
ns Era eee el tiempo del esplendor moderniata y la •poca. en
-el país había ya quien se preocupaba por aplicar proce-
que Rubén Dario tenia un fervoroso devoto en e&;da jonn lite- dimientos científicos al análisis intimo de ciertos fenó-
rato y en cada aspirante ·a aerlo. INO'ENIEaos, estudiando ~ Ramos menos sociales, que hasta entonces sólo abordaban los
Mejiu. en el prólogo a la segunda edición de IAu t1nro111, p6.,P·
na 44 y 1 iguientes, ha. recordado 1~ importa.ncia qu~ adquiri.I periodistas en los editoriales de sus diarios, o los noveles
entre nosotros el movimiento litera.no a. que me refiero, 1 h11. sociólogos en revistas de escasa circulación.
llegado a decir que a peea.r de tener Ramo• un estilo bien ~r1onal,
no e•cap6 " Za it1/luet1oi11 rf11011ador11 (pig. •6). Nada tiene de Y no quiero terminar este parágrafo sin decir que
e:i:traAo en coneecuencia, que Buuge aufriera el contagio del la obra posterior de Bunge uo, preferentemente jurídica
medio ~n la medida que acabo de 1ell.alar. . .
HT Este trabajo figura entre la1 monografiaa del hbro Bocw·
logfa argentin1J, pf.gina ~95 d~ la segul!da edición. uo Naeido en Buenos Airea en enero de 1875, falleció en la
oas Bociologfa argnh11G, citada, pi1guia 205. -ciudad natal en mayo de 1918, cuando aún no habla llegado a la
m Idtm, p!lgina 208. tota.l madurez de su cultura.. /
- 274- - :'!i5 -

y sociológica, le i·edimió, en parte, del pecado juvenil conjunto ele cosas ordenadas por otras fuerzas coll8tan-
de Nueitra A.mérica 1141• tes y anteriores. .Así, por ejemplo, hubo quien se pro-
puso descubrir cuáles habían sido las ideas impulsoras,
naturalmente autóctonas, que produjeron el fenómeno
IV colonial americano, cuya parte esquelética no podía ha-
LOS GENmcos ber sido otra que la correspondiente a su origen hispá-
nico. Todos los ensayi1tas gedticos, desde los precurso-
De entre todos los núcleos de ensayistas historiográ- res hasta los penates del género, proyectaron, funda-
ficos argentinos, ninguno como el de los ge114ticos puede mentalmente, desenh·añar, no la conte:xtura anatómica,
ofrecernos u11 campo más propicio para la observación ósea diría, ele los sucesos, sino su fisiología normal. A
cabal de los fenómenos que integran el proceso que si- diferencia ele los sociólogos que pe1'Seguían el conoci-
guiera la mente estudiosa del país, en su ·anhelo de ana- miento ele la armazón que da formas a los fenómenos
lizar nuestro pasado acomodándose a los postulados de sociales y la búsqueda del complicadísimo mecanismo
la ciencia histórica, predominantes en el mtmdo occi- que los dinamiza: los genéticos sólo pesquisaron el re-
dental. Fué el snyo como Ul) aleteo de inquietud de las sorte. capital con curo hallazgo lo mlts incomprensible
mentes jóvenes que aspiraban a ponerse en el ritmo de de 115 complejo tiene una e::s:plicación satisfactoria. Por
la vida europea, y todo él delata, aún en los mismos eso puede decirse que los gedticos no procuraban, pro-
fracasos de algunas de las acometidas, la sinceridad, la pirupente, la verificación ele las causas, sino de Za causa.
honradez y el alto propósito que fueran las fuerzas mo- En realidad, fueron algo así como fisiólogos sociales,
toras del apreciable mo,•imiento. A mi modo de ver, sólo preocupados del análisis prolijo de algún órgano
toda la obra de esa brillante etapa de nuestra historio- vital, a cuyo estado de normalidad o de quebranto atri-
grafía está inspirada en el convencimiento de que los buyeron la razón de ser- todos los síntomas advertidos en
fenómenos sociales argentinos son tan 81'8c1pttol1s d1 una el pasado que estudiaran. Y esos órganos ,·itales los en-
i11t1rpretaci61' cienH/ica, como los europeos, según di- contraron eli determinados factores concretos: ciertas
jera Juan Agustín García 141• Lo que en todos esos en- ideas, algunos an~elos y no pocas necesidades de orden
sayos se persigue, e~ sólo la explicación de los hechos econó~co. La visión particularizada de cada ensayo se
del pasado por la determinación de ciertas fuerzas con- encargará de evidenciar la exactitud del aserto.
tingentes, que han actuado como dinámicas, sobre un He aludido hace poco a los pñcursores y conviene que
los individualice antes de entrar al estudio de la pro-
Hl Ro.u.a fHiatoria d11 Za Zitet"atura arget\Una, t. IV, p6g. 183
y aiguie11tea) ~ ha ocupado del 1i¡uificado de Bunge en nueetro ducción básica del género. Considero precursores a aque-
mundo literario en forma que, de 'Vivir, el intereaacJo no habria llos hombres de pensamiento que buscaron la fijación de
· quedado eatilfecho. Pero hay que convenir en que el juicio de esa ca1ua a que antes me referí. En tal concepto resul-
Roj11 ea acertado. .
&U El de.eo de evidenciar eao figura entre 101 obJetivo1 de tan, pues, precursores: Juan Ignacio de Gorriti y Este-
au Citula4 i11d'4110, claramente expreaado1 en la introducción del ban Echeverría. Ninguno de ellos fué historiógrafo,
libro (p6g. 1).
- 276 - - 2ii -

pero ambos iniciaron entre nosotros l~ empresa de razo- español produjo un vínculo de &ociabilidacl nacional, ni
nar en busca de la ca11sa que dió fisonomía caracteristica Ja revolución logró engendrarlo. Toda nue.stra historia
a nuestro pasado. Gorriti, en particular, sin recurrir se desenvolvió, según él, bajo el predominio de la inde-
al análisis de los hechos en detalle, los tomó en su con· pendencia individual y bajo la indestructible realidad
junto, concretados particularmente en el aspecto que de las independencias locales o provinciales. Y en ello
· Amé.r ica ofrecía desp11~s de la segunda década ele la residía la causa básica que hacía difícil la organización
emancipación. En su libro Reflexiones sobre las causas constitucional del país uo. A su juicio, nada más ade-
morales do las convulsio11e1 intttrio1·es de los micvos es- cuado podía hacerse, eu su época, que aceptar los he-
tados america11os y examen de los medios eficaces para chos consumados y trabajar por organiutr el poder de
t·emedia1·la1 (Yalparaíso, 1836) Gis, el austero arcediano los municipios, en cada clistrito y e?i todu la 1mwincia,
saltefio dejó sentado que la inseguridad y el desorden, en cada provincia y en toda la República m. Y tal cosa
que caracterizaban la vida de los nuevos estados ele Amé- postulaba porque, en su sentir, la sociedad se había des-
rica, procedían de la falta de concienciá moral y de ins- envuelto dentro del marco del municipio localista.
truccióu. La anarquia, pues, que e1wolvía en sus som· Quien conozca la producción de los ensayistas genl-
bras al Nuevo l\Iundo, no podía ser remediada sino con ticoa, sabe bien que, desde el punto de vista ideológico,
la multiplicación de los cent1·os de cultura. El problema Gorriti y Echeverría sólo se ofrecen como precurso~.
de las nuevas naciones, por eso, era, ante todo, un pro- En consecuencia, no son ellos quienes abren la serie
blema de orden moral. Esteban Echeverría, a su vez, vertebral en las producciones del género. · Como en a}.
particularmente en ··~us trabajos relacionados con el gunos otros casos de nuestro pasado liistoriográfico fué
Dog11ia socialista GH -que como las Refleziones no tie- en realidad un extranjero quien inició ese tipo de ~nsa­
nen caré.cter historiográfico-, rastreó, aunque con apa- yos sobre temas de histp_ria nacional. Me refiero a · San-
riencia de cosa subsidiaria, la causa que había impedido tiago Arcos, publicista.Y político chileno que emigrado
la organización del país después de la Independlncia. de su patria pa.'leó, en actitud combativa, por muchos
Sus mhmos postulados socialistas denuncian cué.les eran escenarios republicanos de .América y de Europa, fina-
sus meditaciones sobre nuestro pasado. En la segunda lizando sus días, trágicamente, en la capital de Fran-
carta a de Angelis, sobre todo ou, está bien a la vista . ""• A reos, en efecto, publicó en Paria, en 1865 un
c1a
que su programa ·de acción política descansaba en el l~bro que tituló La P~ta: Étude historique, cuyo ~bje­
previo esamen de lo que consideraba la verdadera vida tivo no era otro, segun su propia declaración, que el
argentina, cuando menos desde el estallido de la revo-
lución emancipadora. Para Echeverría ni el régimen "'' l!Um, pá¡ina 291.
141 Idem, págma 293.
Ha Santiago Arco1 nació en Santiago de Chile a mediadoe
Gu R1caoo RoJ AS hs. hecho una. excelente reedici6n de eata de 1822, ~etuando deade joven en las luchu polfticaa. Emigrado
obr:i en 1916, incorporlindola a. su Bibliot6ca. arg111fiM (vol. XI'. en plena Juventud, au espíritu liberal e inquieto bregó entre noa-
&H RoJAS (B,blioter.a argeT1tit1a, vol. ll) ha reunido con el otr?•. por 1u1 ide~lea democrliticos, entren1ezclú.ndoae en nueatru
titulo de Dogma 1ociali8ta tod:i la produeoi6n a que me refiero. actindad~1 parUd11tu. Enamorado de Europa, m11rch69e luego a
G40 Dogmg, 5ociali1ta, edición Roja.a, página 24~ y eiguientes. ella, ra.dicándoae en Eepa11a, donde, 111ocU.ttdo1e a loa liberales
- 278 - - 2i9 -

de interiorizar a los europeos que entonces nnían a regi6n del mundo. Arcos cree, y lo dice, que el sistema
Amé1·ica, no como antaño a conquistar ricos territorios, republicano no es siempre una verdad en el Nuevo
sino a mejo1·ar las condiciones materiales y morales de Mundo, y que muchas Yeces sólo es un manto que cubre
los hispanoamericanos, acerca de la fuerza que había al más desenfrenado despotismo. Quizá podría afirmarse
clinamizaclo el pasaclo y <1ue explicaba las características que de todo lo expuesto por Arcos resulta evidente que
del presente de esa hora. En carta a Bartolou1é Mitre, la verdadera causa cla todas las luchas y las revueltas
fechada en Paría el 24 de octubre de 1864 uo, Arcos alucle habidas en nuestro país no ha sido otra que el deseo de
a su libro con poco respeto, pues dice que en él habla mejorar, poniendo las instituciones y los modos de go-
de todo. Sin embargo, tal cosa la escribió por exceso de bierno más en consonancia con el verdadero contenido
modestia. En realidad, el libro tiene un plan. El escri- de los términos usados como banderas : democracia, li-
tor busca clescubril' el contenido ideológico de los hechos bertad, progreso.
que va ordenando, pa1·a llegar a establecer que muchos El ensayo de Arcos hizo pensar a muchos y tuvo posi-
tPrminos usunles en la vida política de Am~ricn, como tiva influencia en nuestro medio 5 '2. No hay que olvidar
do11&ocracia, libc1·al, comcrvador, etc., expresan concep- que fué un año después de aparecido el libro del escritor
tos mur distintos de aquellos que les corresponden en chileno, es decir, en 1866, cuando Estrada debut6 en su
la ideología europea G~o. La fuerza ordenadora de los géifero historiográfico 553• Sin embargo, los ensayos con
hechos históricos nuestros m, que Arcos cree descubrir un objetivo como el suyo 110 volvieron a acometerse sino
y .que puntualiza, uo parece ser otra que el anhelo ele
verdadera libertad que inquieta al alma popular de esta .
má.'! de treinta años después. Hubo algunas tentativas
empero, entre las que puede figurar la que llevara a
'
de su tiempo se destacó a tnl punto que hasta se illclu7ó su nombre
en una li.sta 'de candidato• n diputado a cortes. Frncassdo en esa lllí2 Lo a1evtro por lo que se desprende de mis lecturas. Los
empresn trnalndóse a Parla, donde actuó 1 estudió con ahinco. juiciOI cdtico1 que del libro hicieron 101 contemporineoa poco no~
En 1874 pu10 fin a 1us diaa, suicidt\ndoae. parn huir a la. tortur:i ilu1tran a este respecto,.. porque en eu 1114yor!a son superficiales.
de I01 padecintientos f11ico• que le nquejaban. . De entre ellos destaco el del general Man1illn aparecido en ••La
G~D Muaeo Mitre: Corrupcmdncia litnana, 11ilf6ric11. y polihco Revista de Bueno• Aires'' en septiembre y octubre de 1865 (t. VIII)
del g11ll111·al Bartoloml Mitre (t. II, págs. 75 ¡ 16, Buenos Al· I totalmente vallo de conceptos ¡ ton perinrito que 1u concluaió~
rea, 1912). uo es otra que la de que se trata de un libro que conviene leer
"° A este re.pecto
para no quita~J.,
dice lo siguiente, que no quiero traducir
el particular eabor que tiene, huta como expre·
1 que los r!oplntenees deben comprar pnra resarcir al autor d11 t1M
11111111 411 lo1 ga1to1 de la 11dki6n qtia u 11rrnlJ7'11da JI f'T'Olija.
eión del chiepeunte mgenio del autor: "De mAme, en effet, que Hlle11ra decir que ni Man1illa ni la mayoria de IOI que opinaron
lea premien nnvigateurs, Indulta par une lointalne reaemblanee, sobre el libro de Arcos altanzaron la verdadera trucendenda del
donn~rent le nllm de lion et de tigre A l 'inoffensit puma de. Andes eu~o. Y no exclu70 del ndmero al propio general Mitre que en
et au jaguar des foiite, de mfme on a appel6 coneervateurs l!'t carta al autor 1610 se redujo a decirle que se trataba: de ~n libro
lib6rnux des homme1 qui reuemblent autant nux conservateurs de ficil lectura y de npuntarle nlgún error de método. (La carta,
ou aux liWraux europhns que lt puma reuemble au liou ou de 20 ma70 de 186~, ae halla eu el t. XXI P'I'· 154 1 siga. del
le jaguar 1111 tigre" (La Plata, pá¡. 14). ,..,;I .drohwo d11I gnlll"!ll Mitre, Biblioteca de ,., La Nación" Buenos
Hl El libro 1e dh·ide en cuatro capitulot: uno destinndo al Per<i Airee, 1912). La dnlea excepción la conatituyó Buso~ Alill'..t.
prehistórico, otro a In conqul•ta de nuestro territorio, un tercero quien en 1866 y en loa .411.al11 d• la l7n'1tlJT'nd114 de CAiZ. (to'.
a los pro¡resos rioplateneea durante In. era virreinal, ¡ un cuarto al mo XXVIII, p:\g1. 261 n 266) escribió a su respecto paÍabru
periodo que Ta de In rn·olutión de 1810 a la. iniei:i.ci6n de la pre· 1 sum:imente euerdae.
eidencia de Yitre. HS Reléase lo que digo en la pA.gina 142 de este milmo volumen.

·1
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cabo l'rtanuel Bilbao en su Historia de Rosas (t. I, Bue- verdadero señalamiento orientador para el criterio de
nos Aires, 1868), donde se propuso evidenciar, haciendo quienes aspiran a juzgnl' el pa.CJado argentino. En rea-
que los he('hos fueran a convergir al personaje que eli- li~ad Quesada ofrece allí un breviario de sana orien-
giera como centro, que el federalismo tenía su origen en tación criteriológica y ele refle:s:iones t-n torno al período
el mundo colonial, que estaba en la entraña misma de hiatórico en el c1ue actuara RC1Sas. No podría negarse,
nuestro país y que resultaba siempre triunfante, a\mque claro esti, que pol' su contenido débe11e reputar a tal
las apariencias de los sucesos 110 parecieran testificar- libro un trabajo historiográfico, pero uo habría por qué
lo fill4. Como se echará de ver, el libro de Bilbao no al- oponerse a su inclusión entre la11 producciones de los
canzó la trascendencia del ensayo de Arcos, cuya orien- que meditan los problemas trascendentales que atañen
tación vino a renovar, en cierto sentido, el doctor' Ernesto al alma ele un país. Porque, en definitiva, eso y no otra ·
Quesada al publicar, en 1898, su estudio: La época .de cosa resulta el celebrado ensayo. Y si he dicho que es
Ro.~as or.r.. Conviene advertir, siu embargo, que este libro mucho su significado eu nuestra historiografía, lo he
cuya significaci6n en nuestra historiografía es mucha·, hecho pensando que fu~ él un verdadero pantallazo de
como luego se verá, brindase, antes que nada, como un luz para el criterio con el que se clebía estudiar, cientí-
5'14 El libro de Bilbao no fu~ fiien recibido por la critic11. :E'.l
ficamente, la época ele la Dictadura. Cuando el libro
entonces corouel Lucio V, Mnn1ill11, en "Ln Revista de Buenoa A1· del doctor Quesada apareció, la serenidad no había con-
res" en qbril de 1869, le juzgó muy aeveramente, afirmando q~c adc· quistado los esptritus de los que se consagraban a la
más de ..tar e&crito con li¡erez11, importaba una adulterac1ón de
la hiatorla. A Man1illa contestó, en 111 misma '' Re".iata ~e Buenos tarea t.le reconstruir el pretérito. Todavía el alma uni-
Airean, en ·mayo de 1869 ·don Ni·co\ás Ant~lo, quien ·hizo la ~e· taria palpitaba en el común de los argentinos estudiosos,
fenaa del libro de Bilbao. 'Eate, que era chileno - babi.a nacido
en 1828 de madre nrgeutina - consi<ler11ba a uueatro pa!.11 como y si algunas palabras ele defensa se habían pronunciado
&u ae¡uuda patria. y proyectab11 es~udriñar sinceramente el pasa.do ya, toclos consideraban que ellas no eran otra cosa que
par& explicar el por qu6 de la Dictadura. Reunió copioeo mate·
ri11l pero no logró dar cima cabal a au obra. Publicado el tomo¡-I, f6rmulas de la bander.ía póstuma : tal como si procedieran
-que' comprende los sucesos del aüo 1810 al 1832, empeñóse en de la propia pluma de ele Augelis. Bilbao y Saldias,
allegar elementos para 101 aiguiontes, recurriendo en dem11n~a de
ellos h11sta al mismo Dictador, que entonce1 vivfa en el deatíerro, según se recordará, algo habían intentado respecto de
pero no tuvo bito en sus geationea. R.u.cos MzJfA (Roau~ 11 su la juatificáci6n de Rosas. Quesada, en 1898, esboza su
tiompo, t. I, cap. I, p6g. 37, de la eegunda edición), que con1i·
dera la obra de Bilbao como coea de poca monta, dice que el explicaci6n, que es cosa distinta. Si el libro alborot6
propio Boi;aa, en carta que ha tenido en sus manos, afirma. que o no al último reducto del rancio unitarismo, que se
el eacritor chileno no era aparente para acometer la empreea de
historiar la. Dictadura. Claro estzi que 1in el apoyo de las infor· cubría los ojos para no '\"er, está bien en evidencia en
nincionea que esperaba, no pudo cumplir su cometido. Bilbao murió los juicios críticos que el ensayo provocara 5H. Hubo
en Buouoe Airee, en agoato de 189li, 1i11 ha-ber dado o. luz ln
eontúiuación de au Historia de Roaas. algunos -como Pelliza y como Luis de Vargas- que
51111 En 1923 el Instituto do investigaciones históricas de la
se indignaron hastá cerrar el puño, porque hubiera ar-
Facultad de filosoffa y letroe reeditó eate libro de Quesada. Pre..t
cedió el texto de la reedicidn - que fué jubilar - un En1ayo gentinos que se atreviesen a defender a Rosas; pero los
1obr11 el concepto de la. dictadura do Roaaa, Hcrito por don Nar·
ci10. Binay6n, excelente para ubicar el trab11jo de Quca:ida en au 5~0 Fi¡uran en el apéndice de la edición jubilar del libro (1923),
serie historiográ.fica. hecha por la Ji'acultad de filosotfa y letra1.
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hubo también -como Os,·aldo Saavedra y .Adolfo P. llamado a la reflexión en todo lo relativo a Ror:;as m.
Carranza- que hicieron honor n las intenciones de Por eso he asignado un alto nlor a su monografía de
Quesada. :tste s6lo se había propuesto -lo acabo ele 1898. Los conceptos búsicos ele este ensayo, que - hay
establecer-· expliNit' a Rosas, pero explicarlo colocando que decirlo - resultan los mismos que postulan las mo-
su Dictadura en la serie hist6rica dentro de la que evi- clerna.c; orientaciones historiográficas en nuestro país, son
dentemente se encuentra --según diríamos ahora- o eu concretos: el Rosas ele la tradición es un Rosas adul-
su m.omento, segfü1 entonces se decia. Quesada, para terado ; In génesis ele la tiranía importa su propia expli-
tratar ele lograrlo, no hace crónica : orclenn con 16gica cación; Rosas, políticamente hablando, no pudo hacer
sus observaciones acerca de los episodios que integran otra cosa distinta de . la que hizo; In organizaci6n del
la historia del pais anterior a la Dictadura, y nos mues- pais descansa en la Dictadura que fué la que dió esta-
tra c61110 fué ésta una fatal consecuencia de los tiempos. bili.dad a lo que era inestable y quebradizo. Ln causa
En cuanto al carácter del gobierno rosista y a todo el dinamizaclora del poder fuerte, en consecuencia, resultó
panorama tétrico que nos ha pintado la bandería, el el fruto de lUHl época. Eso lo explica todo. El doctor
doctor · Quesada dice abundantes palabras de cordura. Quesada, que llegó a esas conclusiones, según he clicho ya,
Es su libro, en definitiva, un austero llamado a la después ele larga.'! pesquisas eruditas sobre el momento
serenidad clel juicio hist6rico, •y un llamado que sale del hist6rico ele nuestra anarquía, vió surgir a Rosas del
gabinete ele un estudioso, que acaba de abrir sus ventanas fondo de ella. Su Historia de las guerras citliles, en tres
para vocear la verclacl, después de una larga 'igilia de volúmenes, todavía inédita, pero de la que han dado a
trabajo.· Y ·tal había ocurrido:· Quesadll no pretende publicidad algunos fragmentos 030, es la coronaci6n de su
explicat· a Rosas a base de conjeturas más o menos fe- Epoca de Rosas y la más robusta contribuci6n de su
lices, sino que nos lo presenta e:s:plicado a través de los talento al edificio de nuestra cultura historiográfica 380 •
sucesos de su momento, que él pudo conocer por la vía Do3 años después.. de aparecido el libro de Quesada, es
que le marcaran muchísimos papeles inéditos. Su Rosas,
~•s En el extranjero se ha dejado sentir -;rn, tanto com!I en el
pues, no es el Rosas de la tradición oral unitaria, ni el país la tendeucia n. dc1pojnrse de In. tutela hiatoriogr6fica unitn·
don Juan Manuel de la pleitesía federal. Es, en cambio, ria. 'Una prn1:ba ele ello nos la suministra CAR.LOS Pnn&A, en ~u
libro Ro&a1 '!/ Tl1ier1: La diplomacia ewopea 11~ ti Bfo de la Plata,
el dictador ele Buenos Aires, visto en su serie, a la luz u :sa-1aso (Madrid, 1919).
de un criterio equidistante de toda feligresía y sobre &30 Tales son los pnblicado1 en la "Revista Nacional", "L:i
Quincena 111 11 El Tiempo" etc: ele 1893 a lS9i Y. que. ha in'1'.9n·
los testimonios fehacientes que se conservan de sus actos. tariado BhiayAn en la nota pAgina LXXVMI de la edie1óa jab~:ir
Podrá discreparse con Quesada en algún punto de in- de La 6poca de Bo1111. A ellos hay que agregar la moaogralfa t1tu·
lada La fl11erra ci11il de 18'1 y la tragedia de .ttcl1a (Córdobn,
terpretación, podrán hasta señalarse contradicciones en 1916), complemento de otro trabajo: La d1capitaoi6fl de 4c1tn
su trabajo sn, pero no podrá negarse que hay honestidad (Buenos Aires, 1893).
300 Sus priJlcipalea ensn:ros 1 moDORraffu hiatoriogrUicae, fue·
en el empeño y que su libro fué el primero "J' más serio ra de los consagrados a la guerra civil, a que antes me he refe·
rido, aon los ~iguientea: La batalla de Itu.ro,ng6 (Baenoe Airt1,
~OT Las ha sefialado Binayin en la introducción a la recordada 1894); Lo 1vcl11ci611 •ocial argetttioo (Buenos Alfes, 1911); El
edición jubilar, pA.gina LXXXIII, nota. lfQftificado 11M6rico de More110 (Buenos Airee, 11116); La Wla
- 28~ - - 285 -

decir en 1900, otro espíritu esclarecido, el doctor Juan capítulo VIII, sobre todo, titulado: Le palais, parece
Agustín García ~01 , entregaba a la circulación el primer haber orientado el modo de muchas páginas de La CÍ1'·
ensayo argentino consagrado a estudiar, en forma con- dad indiana. Y no agra,·io la memoria del cloctor García,
creta, la constitución ele nuestra sociedad colonial 5 11:?, por quien he tenido en Yicla tan respetuoso cariño y por
Había nacido ese trabajo al amor de ciertas lecturas pre- quien conservo en la muerte tau honda e imperecedera
dilectas, cuyo haber se repartía entre Renan, Taine y simpatía, si agrego que eu la concepción del plan de su
Fustel de Coulanges, y entraba en el concierto de nues- trabajo distó mucho de ser original. Por otra parte, él
tra producción historiográfica denunciando que perse- mismo lo declaró en el prólogo de su libro llG~. Viniendo
guía, como finalidad, la investigación de aquellos dos de Taine, Renan y Fustel ~ 0~, como ya elije, natural fué
factores - la creencia y el deseo - que Tarde considera que se propusiera realizar entre nosotros esas síntesis
el alma de toda civilización 563• Tan sugestionado estaba críticas en que los tres grandes espíritus franceses, que
García por sus penates en el particular, que tomó de wio he mencionado, sobre8alieron a maravilla, y nada tuvo
de éstos - Fustel - el título de su libro, y llamó La de particular que, tambi~u como ellos tres, cayera en el
ciriclacZ i11dia·na a su ensayo sobre nuestra sociedad de exceso de t•amener les problémes a des tenues simples et
Jos siglos XVII y XVIII, de l¡L misma manera que el ele leur découtwir des solutions tranchécs, según expresa
autor francés había titulado La c;té antique a su estudio Halphen Goo. Para García sou tres o cuatro los senti-
sobre el culto, el derecho y las instituciones de Grecia y mientos que se destacan en el conjwito de los fenómenos
de Roma. Pero, contra lo qne parecería lógico, no es, que integran el mundo colonial: La fe en la urandeza
precisamente, a través de su Cité que Fustel ejerce futm·a clel país, el pundonot• crioUo, el c1tlto nacional
influencia predominante sobre el espíritu de García. En del coraje y el desprecio de la ley m, Salta a la vista que
el libro se advierte más que su autor ha leído con pro- aun admitiendo el aserto, el más elemental sentido crítico
vecho la Hisfoirc des institu.tions politiques de Viin- descubre que es cuando menos un exceso de síntesis
cienne France: la monarchie tranque (París, 1888), cuycf reducir todas las fuerzas Yertebradoras del pasado, como
lo hace 'García, a esos cuatro fenómenos sociales. El
colonial iwge11linll: midico• y lio1pUala1 (Buenoa Airee, 1917) ;
""º
Pvjol 11 la épo<:ri d1 la co1~/1deraci6'11 (Boenoa Airea 1917) ¡ Lo• oc• "No ea que pretendn ser original", dijo. "FAcilmente se
miamdtico1 argt1tti110• (Buenos ."-irea, 1918); La ciudad de Bv"- notarñ - agre¡6 - la influencia de Taino on la filosofia pollti-
no• ...4.ir11 "' tl 1iglo ZVIll (Buenoa Aire1, 1918) ; Lea figura h'8· ca, do Fuatel de Coulan¡ea en el m6todo'' (Lo ciudad ittdiatto,
t6ricll d1 ..4lfltrdl (Buenoa Aires, 1919); El o•traciitmo i11 Son p6g. 6).
Marlln (Bueno¡ Airea, 1910); 1 Uf'quúa y lo i11t1gridad naclcnal 1111 Alguna vez se ha. dicbo que Garcla tuvo entre &us penate1
(Buenos Airea, 1920). mb:imo1 a ciertos autores que no son loa tres que ncabo <le nom·
681 Nació en Buenos Airea en 1862 7 fnlleci6 eu su ciudnd brar y hasta at hn mentado la influenciu que sobre ~¡ ejercieu.
D11tal el 23 de junio de 1923. F. L"E PLAY autor de L'orga11iaatioi. ds '" /omille (Parla, Tour•,
GO~ Con anterioridad a la aparición de ecte libro, en otro me· 1870·1874·1S84). Pues bien: buta conocer el libro del eacritor
nor titulado: I11trodvcci6'11 a IGB c~cio1 1ocial11 arg1t1tino.s (Boe·
nos Airea, 1899), el propio doctor Gnrcla habla inainuado la con·
veniencia. de en•ayar el estudio de loa factorea cu70 nnálisie aco-
~~~
500
.
francés para percatarte del nlng6n fundnn1ento a_erio que tieno la
HALPB:&N, L'llistoir1 en Fraftc1 d1P11ia cent am, pllginaa 104
metió mfls tarde. r 1l1t11ientu.
~03 G.ARcfA, La civdad indiarta, paígina 6. GIT La oiuda.d i11diaraa, p6¡ina 7.
- 286 - - 287 -

factor económico - que vendría a ser la causa que presentación de la estructura de la familia eu el sigl-0
buscan los de esta tendencia historiográfica - al que XVIII rn ; y su punto ele vista, vago pero bien dirigido,
el mismo autor de La ciudad indiana considera predo- acerca del origen remoto ele las dos tendencias que ha-
minante 11oa y a cuyo análisis consagra varias páginas de bían de dinamizar la historia del país después de 1810 :
su libro, y inuehos otros mús, no pueden tener, a mi el unitarismo y el fecle1·alismo ~H. Por otra parte, el
juicio, una e~pliaación tan simplista como la que resulta mismo título del libro es también un acierto: Nuestra
de achacarlo todo al torrente impulsor que nace de la historia es urbana; todo se ha desenvuelto en la ciudad
fe e11 Za grandeza fu.tura del pa'8. De cualquier modo, y en ton10 del cabildo. Lástima que el doctor García,
sin embargo, el ensayo ele García - cuyas conclusiones aunque con la apariencia ele un análisis hondo, no haya
aparecen orientadas en el mismo sentido que las de Fran- hecho otra cosa que pasearse por la periferia, un poco
cisco Ramos ~Iejía, en cuanto a que las institiiciones atado a algunos conceptos que no son, p1·ecisamente, el
criollas vienen clel pasado colonial, a pesar de sus r6tulos fruto de la investigación, sino, más bien, el precipitado
yanquis Goo - documenta, lo mismo que Ntiestra .América ele las meclitRciones qne la antecedieron y durante las
de Bunge, la data de la iniciación entre nosotros del cuales nació la idea de escribir este libro. Que ello es
afáu científico ele analizar el eonteniclo de nuestra his- así, lo evidencia hasta el descuido con que repite ciertas
toria con un criterio más adaptado al ritmo de la civi- ftases o con que se glosa - casi diría se autoplagia
lización occidental. La ciudad indiana no revela que - frecuentemente. Tal, por ejemplo, las ideas que ex-
García fuera un er-udito 111º, ni que, a pesar de conai- pone en el prólogo, las reitera, COJ.l ca.'li idénticas palabras,
derar maestro a Fustel, creyera mucho en la severidad en la conclusión, pero como cosa nueva, no reparando
de las reconstrucciones del pretérito. Para él la verdacl que en el primer 111ome11to lo hace transcribiendo a
era un feliz accidente º'1, y aunque iba en pos de ella, Schopenhauer, y en el segundo por su propia cuenta m.
la buscaba con bastante escepticismo. Esto, a pesar, la
halló muchas Yeces, por intuición, como lo evidencian na ldem, c11pftulo V.
GT4 ldem, r-:1giua 270. Pora Garcln los unitarios eran loe te·
sus juicios sobre el papel que desempeñó la posesión de r:atenientea, que anhelaban el orden 7 la paz a fin de gozar con
tierras en la jerarquía de la sociedad colonial 11-ro.; su placidez de su fortuna; 7 los federnlea, loa proletarios, iustables,
caóticos o irregulorea que apetec1an una organización social mlls
jueticiera. Pienso que es éste un acierto de García porque, para
HS Idem, púgina 7. mi, ha7 dos !edernliamoe 7 doa unitarismos : loa unos puramente
see Lo dudad i11diaM, pAgina 8. politicos 7 creados en torno de un ideal de cnr6.cter constitucional
1110 Su1 :fallas en este sentido ion numerosas, 7 algunu gra- o de forma ele gobierno; los otros 1ocialet, ain detinieión en lo
ves. Aú, por ejemplo, cita. lae Noticia. 1ecr•t1U, denunciando quo rr.lativo a. la organización polftica. del pata, pero con anhelos
ignora a qu6 región de Am6rica. ae refieren: apelit. a 1u contenido- bien marcados .en todo lo atatl.edero al fl!Odo de goberna.r la nación.
para pintar el eeto.do del indio en el rlo de la. Plata ( 1) (p,g. 89); Con nue1tro federaliamo 7 nuestro unitaril1111o, a la por.tre, ocurre
declara. (Pie· 36) qne las Ze11ea de i11diaa adoptaron laa regla1 e1ta- lo que con el romanticismo: que tu• ideal literario pero tambib
bleoida1 por loa ;e.mtaa "' " " "'"'°""• 7 reeuerdit. lae di1poai-
cione1 de la B4coi»lacidn, libro VI, titulo III, que, en 1u ma7orla,
forma de cultura 1ocinl. Y pienso que cuando e1to 1ea un couven·
cimiento en loa historiadorea, la visión de nuestro puado inde·
ion mu7 anteriores a la organiueión de la rep6blica l\l&raDitie&. pendiente cambiar' el aspecto que tiene en hletorio¡ra:ffa mb
511 Lfl ciudad indiana. pA¡ina 9. en boga.
~12 La ciudad indiana, pdgiua 18. 5111 La ciudad ind4a11a, páginas 8 7 366. La tendencia. a glo11r-
- 2ss - 1 fenómeno colonial result
.
-

América, etc., et c. E n el hbro


2SD -

.
tá't'
de G i
a es ico. Las e b'
are a, por eso, el
He dicho ya que García buscó la verdad histórica con os tiempos introduJºer
escepticismo, pero pecaría contra la exactitud si uo l on en as cosas en 1 am. iantes
1 t' . que
Y en la civilización toda n • ' - as ina ituc1ones
agregase que ese escepticismo que trasunta hasta el 1·i· intente el autor en 1 ' o estan senaladas aunque lo
tonu:llo de su frase: la verdad hist6rica es un feliz acci- manifiesta Él · arg~ ~árrafos <le una vaguedad
dente - con lo que cierra el prólogo y luego la conclu- ineruclició~, y =~~ ~d'":~ó : falla fundamental: la
sión c1e su libro, - fué el resultado de su persoual ticismo que le permit' , ad rha con ese amable escep-
fracaso hem·istico. Nadie podré. dudar, a este respecto, . . io erroc ar agudezas
exqulSlta, y decir trivialidades histó . en su prosa
que García no filé feliz en sus pesquisas eruditas, a tal encanto literario Pero d neas con verdadero
e:o1:tremo que se rednjo a escurrir sus reflexiones socio· fué en La ciudad ind~.. m~ a elanto a apuntar que no
lógica~ a traYés de escasos matel'iales éditos, siu per- d ...na smo en su obra
o el doctor García introdu ·o la
te .
... pos nor cuan-
ca ta1'Se ele que ellos apenas si i·evelaban una pequeñísi~a historiografia m St1 lºb J b' . sensibilidad en nuestra
parte de la ,·erdad :nu. Su libro intenta ser un estudio • l ro aa1co qu ·
de la estructura social de Buenos Aires clesde 1600 hasta
acabo de citar, fué acomet. d é1 e es aquel que
realizar un frío exam i o por con la intención de
'11le<Uaclo:1 clel siglo XVIII, y acomete tan arclua empresa modelo a Fustel de ~:ttl:uu: ~~ en balde tenía por
echando mnno ele los Ac·ucrdds cZcl cabildo, de los que tarea, advirtió que no s g • . Pero puesto en la
entonces no se habían publicado sino los correspondiente.'! de su espíritu .... refugióe aven1a ella a lM condiciones
a los últimos años del siglo XVI y a los primeros del , ' ~ su amor por el pas d
genero literario que le fué t . a o en ese
. siglo X.VII ; a la Polfüca indiana de Solórzano, aparecida evocación de la edad colon'alcaracterfst1co : vaga y tenue
a mel1iados ele este últinl.o siglo ; a la Política para co- • l ' a ravés de episodº .
precisos en cuanto al tiem 1 ioa im-
rregidores de Bobadilla, que uacl& tuYo que hacer con dos, eso si en po Y a os penonajes, Y narra-
.' una prosa de orfebre cuidadoso ne p
se n si mismo fué 11abitunl en García se¡rún lo denuncian partlcu· como quiera que sea me reafirm . ero
lar111ente, lna pflginns de au libro: .En loa ;ardinel del co1\11~to que La ciudad . dM' o en el concepto de
•n na, con defectos y tod t'
(Buenos
1110 Jost l~GENIEBOB,
Aires, 1016). en ln "Reviatn de derecho, hlatorill y le· re.~petable
i af' significado en el proceso de nuestra o, ienehistun
tras", Buenos Aires, 1900, y luego en Sooiolo.l)Íll 11rge111tftG 2• edi·
ci6n, pilginna 167 y siguientes, ae ha. ocupado de LG ciudad illd\41'11, r ogr ia, pues representa un llamado a la reflex1"ón para o-
conta loas a 111 severidad del método y 11 lll documentación con que
Oarcia:L trab11jara. Sin embargo, bny en ello un exceso. Juan A.gus·
tln G11rcia ni era hombre de método ni tenia preocupocionet por ~aci611.ti" (Bneno1 Airee, 21 de j~l~:c d:
liTT El concepto pertenece a. N ia
l~~u:)yAbn,q_ulen en ••L."
la documentncl6n. Baatarla para teetificnrlo recordar que sus e ¡,ar cnlar. a dilertado eobre
¡rondes fuentes de información coloni1tl la constituyeron: Sol6r·
znno, Baus6, las publicocionea de TULLES, el Se11111ft11rio cü •gri· ~na bteistoria particularmente e~¡ftn e la Citil antiqw postulaba
1 Ea harto 1abido que el
amen .
t d
' Y que a realizó cumpli·
Ol6ltu111, loa ..touerdor c11& oabildo d" IlueftO& Aires. Bobadilla, los
C6'Ji./1o• t1pa1iole1, la B1oopilac\6n de Iftdills, lna N otioi111 111cret11a
f"""t~,
Loe libro1 de GAacfA. Bll
818
de Ulloll y Juon, laa Revietu de "Buenoa Airea" y "del Bio de 11 ":!ªª'
Jl11mori41 dll "" ,:r.on.::!º'z.11 0 En loa. Jardmll cül
la Platn'' y cuntro o cinco libros m&s de reducida:L importancla. ro MCIO!lllZ11 otroa art\ouloa ' pa 14'onG, Sobr11 11 t10-
Sus citas son tnn descuidadna, que no indica ni tomo ni p6.gina. de bdu~
ecir.
guito liter11rio, i la obra.y d~roqgfflftitoa, ete., el fruto de eu
• u en p<>1efa el don del sa.ber
la obra que utiliza, y n vece• ha.stll equivoca:L los nombrea de los
autorea, como ocurre al pie de' l~ "P-'l~na. 53 donde se lee: SoLÓB.·
ZANO, Historia d1 ia co11q11\rtG del P111119U"!/ ( 11)
- ~!lO- - ~91 -

Jos divagadores sociológieos, que ya l1abíau comenzado a hacia Ja sociología es franca. 'l'rabaja u base de tlatos
aparecer en nuestro medio. El libro de García señala, édito11, que toma sin mayor beneficio de inventario, dando
a mi modo de ver, el punto de partida de la revisión preferente atención a la!I cifras estadísticas Gec. Como
de los juicios -o prejuicios- con que se había elabo- su objetivo es sociológico - él mismo clir,e que trata de
rado nuestra historia colonial, y es el primer trabajo c011ocet· el pasado pam explica,. el pt·osontc ~83, - antes
bien intencionado ele los que se han hecho en el país que hacer exhibición orgánica ele hechos se preocupa de
para bueeár, en la entraña, lo.ci orígenes de la s~iedad comparar épocas, casi siempre acordando mayore!I je-
argentina. Los que vengan, no cabe duda, me3orarán rarquías a los fenómenos económicos. El trabajo e!I
la obra de García, la purificarán de su!I errores Y la honesto, pero no creo que sea ele Jos que pueden consi-
completarán en sus detalles ; pero todos tendrán que derarse definitivos. Con todo, no podrá jamás desco-
hojear sus páginas, y nadie podrá pasar voleando des- nocerse que ha sido el doctor Alvarez quien mejor ha
precio olímpico sobre ella. Representó un esfuerzo de vi.to, aunque sincréticamente, algunos aspectos ele nues-
sistematización, realizó, por la primera vez eu nuestro tra era anárquica. En ese aenticlo, un libro suyo po.'lte-
medio, un ensayo a la europea GSO, Y ello sólo la hace rior: Esfodio aobre las guerras civiles argentinas (Bue-
111 nos. Aires, 1914) - que es, también, un ensayo i;oeio-
acreedora a nuestro más CliJilplido respeto •
El último, cronológicamente, de los ensayistas genéti- lógfco 58\ - realiza una penetración má.'I honda en la
cos, llegado después ele García, es el doctor Ju~ ~­ entraña ele ese periodo cuya culminación es la Dictadura. .
varez. Debutó en 1910. con un Ensayo sobre la 1ustoria El doctor Alvarez cree que el aliamiento d6 los gauchos
do Santa Fe, del que ya me he ocupado al estudiar las f-1.ié el resultado de los cambios introducidos en el sistema
crónicas regionales. Como alU dije, el libro de Alvarez es ganadero, viniendo ello a evidenciar que todo aquel que
un esfuerzo por lograr la explicación de la.'1 causas que se levantaba contra el gobierno, que era, pau la 'mente
han dinamizado la historia santafecina. Su tendencia . popular, el autor de ·cuanta ley había perjuclicndo al
gaucho, contó con el apoyo de los hombres ele campo,
580 Reputo iuneceenrio estnblecer que el esquema que real~zara
Oarcia diJta mucho de ser la ri11teria que Berr co111idera e~ ideal descontentos tle su nueva situación. Para el autor del
de la tarea hi1toriogrAfica (Hr.fll Bua, La ayni~11 en. hutoir1, Estudio sobre las guerras civiles m·ge1ltinas, la popula-
p .arf1 1911) '1 que sin ser escueta ordenaci6n de dato1, no ee,
t:imp~co fil01ofta de la historia. 011rc1a hubiera sido capu de ride.4. de todos los caudillos, de "Artigas a L6pez J ord!n"
reahznr '1.a intuicicm vi1i\et1f1 que po&tula Berr, pero no diaponfa, son •ua palabras, tiene su explicación en ese hecho ~u.
ael[(m ya dije del mllterial informativo que nos 1orprende en 101
cofaboradoree 'que ha elegido para 1u Bi1Jliothllqv1 de lf!lilH111 BMta la simple enunciación de esta opinión, para advertir
hiltoriqu1.
os1 Aunque por diversos concepto•, todo1 los que 1e hllD. ocu- u82 Dice a este respecto: ''Como la estndbtica ea una ciencia
pado de la obra de García coinciden en la justicia del respeto modema, eeclarecer cualquier punto relntivo a u11 pasado lejano
por su obra. (Conf. Lms MW... Toa&IS, "Verbum" revista de requiere ex~raordinaria labor" (pAg. 9). Y él se consngra a ellll.'
101 alumno1 de la Facultad de filo1ofi11 '1 letra1, Buenoe Aires, 581 Página 21.
1923 &!o XVII1 n• 61); RtCA&l>O Lz~ C"Revilta de derecho '1 SH E~to digo porque el ens~yo ~e Alvnre1 no es hiatoriogrf.fico,
cien~iaa socillles " Buenos Airee, 192'); Ñ.ucxao BINAYbl, "La aunque verse sobre asuntos 111stór1cos. Sus frecuentes derlvacio·
Nación" 27 de 'julio de 192') j ., A. ZAllBONINI LS011JUllÓN nea ele lo p11ado al presente, nsl lo e!tún den11ncinndo.
(luan .dgt1IH1' Gorma, Buenos Airu, 1923). 585 Elfudio, pdginna 104 y 105.
- 292 - - 20:1 -

que es e:tcesiva. No hay duda alguua que han actuado


ciertos factores económicos en la popularidad ele los cau-
dillos como lo documenta, sin ir muy lejos, la propia LOS ENSAYISTAS MENORES
biogr~fía de Rosas Hu ; pero no es posible negar que ade-
más de ello colaboraron, también, otras fuerzas igualmente Al comenzar este capítulo dejé sentado que despu~'S
activas. Circunscribir, por eso, la popularidad de los de hecha la rigurosa clasificación de nuestros ensayos
caudillos a los hechos econ6micos, me parece que es sitn- J1istoriográficoa, se advertía que quedaba un respetable
plificar demasiado la natural complejidad del fenó~eno núcleo de libros sin adecuada colocación en los grupos.
histórico. A mi entender, el enliayo de Alvare%, en virtud previamente seiinlados. Y dije que a esos libros, de
de ello, vendría a ser un útil complemento ele La lpoca diversos objetivos, distintos métodos y no muy semejante
<le Rosas ele Quesada, libros ambos que han preparado, ya, couteniclo, proyectaba reunirlos bajo un rótulo común:
la nueYa ,;sión ele nuc~tra edad media nacional, qué los el ele ensayos menores. De ellos voy ahora a ocuparme,
estudiosos de ahora reconstruirím a base de una labor y se me ocurre que es oportuno señalar cuál resulta
historiográfica alejada de todo prejuicio r de toda ban- su característica céntrica y cuál es, de consiguiente, su
dería. Y hnber contribuido ~ ello, importa, por e~o sólo, 'I
valor en nuestro proceso historiográfico. Sin temor a
un mérito que la posteridad está obligada a acrechtar en las generalizaciones excesh·as, me atrevo a afirmar que,
favor del ensayista. para mí, estos ensayos menores son tales porque circuns-
El mejoramiento de la tendencia genética la ha venido criben a un personaje, a tm episodio o a un detalle, todo
a realizar la nueva escuela Mst6rica., conciliando la eru- el campo de la observación. Muchos se desenvuelven en
dición menuda con los postulados que formula Berr en franca actitud de alegato, y no pocos pecan por exceso
lo relativo a las grandes síntesis historiográficas. Ya he de preocupación literaria. Alguno, quizá, podría haber
señalado en la página 180 de este volumen, las razones cabido, por su método, en los grupos de que ya me
por las que tengo resuelto no ocuparme en d.etlllle te la ocupé, pero cuando he considerado su contenido, no me
1111
.eva escuela. Ello me e:time, en consecuencia, de hacer he resuelto a ello. Esa es la raz6n de ciertas exclusiones
las inelicaciones bibliográficas que, de otro modo, serían que tal vez notará el lector. Como en todo conjunto
de rigor. heterogéneo, hay en éste una gama de valores que es
difícil puntualizar con acierto riguroso, porque inter-
viene mucho en ello el factor psicológico individual. Los
gustos literarios, las preocupaciones ideol6gicas y hasta
el mismo medio eventual en que realizamos su lectura,
hace que acordemos a algunos libros jerarquías que luego
nos resultan discutibles. Y es ése .el caso ·en el que se
586 Ea b11rto sabido que Rosas adquirió su popularidad entre encuentran la mayoría de los que me he atrevido a
el paiannnje deapuE1 de hnberse. preocup11do, fr:menmente, de me- llamar ensayos menores.
jorar 111 altuaci6n en las eetane1as.
- ~94 - - :!95 -

A sabiendas de las posibles discrepancias, pues, se- kle, sin esfuerzo le advertimos parentescos íntimos con
ñalo que, a mi juicio, hay por lo menos cinco grandes Estrada. Es la afinidad ele la forma y del procedimiento
vm·icdadcs ele ensayistas menores: la de los expositores erudito. Uno y otro filosofan sohre un elato y no se
de tesis; la ele los simplemente literarios; la de los rci- preocupan ele los muchos que la erudici6n acumula en
vindicadores ; la de los ordenadores de datos y la de los su contra; y uno y otro marchan hacia la conquista de
divagadores sin objetivo serio. Entre los primeros acier- la emoci6n, sin cuidarse ele que la verdad histórica va
to a percibir, como la caracterizaci6n más neta, la obra quedando hecha jirones a su paso. Por eso El Imperio
ensayista clel doctor Juan B. Terán (El descubrimie1'to jestiitico naufraga en cuanto la crítica lo alcanza, resis-
ele América en la l11~tona de Europa, Buenos Aires, 1916). tiendo el embate únicamente su exterioridad literaria
El dortor Terán, que es un espíritu ágil y profundo, que, a la postre, constituye la exclusiva finalidad del
realiza en su ensaro, recientemente recordado, un aná- ensayo. Esa preocupación por la forma se 11a dejado
lisis de los hechos hist6ricos que rodean al Descubri- sentir, ~ambi~n, en alguno ele los ensay.iatas que, en la
miento, buscando csfocliar las ideas que presidieron la ordenac1611 que tengo señalada, siguen al Lugones del
conquista y la poHtica q11e la gobern6. Su objetivo es Imperio, pero sin llegar a los extremos tocados por el
comprender mejor el siguiijcado ele la Améric:a en el admirable prosista. Bueno me parece advertir que estoy
conjunto ele la historia humana. Su trabajo es serio, duclienclo aquí a los ensayistas reivindicaclores, cuya se-
ele honda meditaci6n y muy respetable aún para los rie abre el general Lucio V. Mansilla (Ro•as, ensayo
que puedan discrepar con sus conclusiones. Quizá la hist6rfoo, psicol6gico, París, 1898). El difundido cause11r
única objeci6n que se le pudiera hacer, es la de que, en intentó, en este libro, realizar una obra de b1iena fe, "de
algún punto, sus reflexiones parecen prematuras, dada completa. Y absoluta buena. fe ~ST, buscando, por ese ca-
la actual escasez de informaci6n exacta que sobre él se mino, la explicaci6n de Rosas. Según es sabido . el Dic-
,
posee. Pero así y todo, el ensayo resiste la prueba crítica tador era t10 suyo, 1 la Yoz de la sangre no ' siempre
sin sufrir desmedro de importancia. pudo ser dominada por el sereno inquisidor. Con apa-
Como se recordará, he indicado más arriba que entre riencias ele severidad, por eso, Mansilla cae en ·1a justi-
las variedades de los ensayistas figura la de los pura- ficac-wn de Rosas, cuando concreta su tesis fundamental
mente literarios. Y bien : su más alto representante es en estas palabras: no hay tfranos, ni en la acepción grie-
Leopoldo Lugones °(El Imperio je11ifüco, ensayo hist6- ga'" ni en la moderna, sin pueblo a la espalda, pensando
rico, Buenos Aires, 1904), en cuya obra el literato se como el tirano 111ismo, sintiendo, anl&elando, queriendo
sobrepone al investigador y al histori6grafo. Grandi- como él us. El libro, por otra parte, es como cualquiera
locuente, poblado de objetivos rotundos, de metáforas y como todas sus causeries : indocumentado, salpicado
que ponen a flor de labio la exclamaci6n entusiasta y de anécdotas, de espiritualidades y de cosas ajenas al
que inconscientemente nos arrebatan hasta el frenesi tema. Puede pasar, en definitiva, por una agradable
del aplauso: el ensayo de Lugones no es un libro de se- 187 Boaa1, pA4ina IX.
veridad historiográfica. Lejanamente inspirado en Bue- 1188 Idem, púgm11 XY.
.I
- 296 - - 29i -

parlería sobre la acción de Rosas, pero 110 logra ser lo Los orueuadores ele elatos, qne he incluído e11 cu1trto
que su autor se propusQ. Más eficaz en ese sentido es lugar en la nómina de los ensayistas, y de los que paso
el ensayo reiYindicatorio que, en el tiempo, sigue al de en seguida a ocuparme, tienen parentesco muy cercano
Mansilla. Aludo al Juan Facundo Quiroga <Buenos con los cronistas de asuntos, pero difieren de éstos en
Aires, 1906) del doctor David Peña. Trátase de una que se proponen realizar una demostración, ordenando
contribucicÍft al estudio de los caudillos argentinos, hecha los hechos en tal sentido. El más remoto de esos ensa-
eu quince conferencias, consagradas a la personalidad yistas fué Juan M. Larse11 (A,,iirica antecolonibiana o
de Quiroga. Es muy evidente que la preocupación lite- sea noticia1 sobt•e algm1as rui·nas y 1obre los 1Jiaje1 en
raria alcanza a dejarse sentir en el libro, pero ello a América a11teriores a Colón, Buenos .Aires, 1865), que
pesar del ensayo logra su éxito. La tesis básica del tra- tendía a probar la realidad ele los ,,iajes ele los escandi-
bajo es ésta: probar que el Facundo de Sarmiento ha navos Goo. Ensayos como el de Larseu, aunque sobre
falseado la historia y que el caudillo riojano, al que está distintos asuntos y diversa ~poca, fueron los de Manuel
consag'l'ado, es una realidad muy distinta de la que de R. García, publicados en la Revísta del Rio ele la Plata y
él se desprende. Con franqueza creo que eso está. bien que trataron de abordar el estudio ele ciertos &'lpectos
demostrado en el libro. Su importancia, en verdad, es del régimen colonial americano 1191• Semejantes, también,
doble: inicia entre nosotros \a revisión del valor testi- a ellos resultaron algunos del doctor Vicente G. Quesada,
monial ele nuestros diose.s mayores 580 y aporta un haz de
luces para la cumplida visión de uno de los panoramas :;oo La. producción bibliogr&fica moderna sobre eate uunto et
históricos más importante& y me.nos estudiados a fondo c<>pioaa 7 confirma las lfneu ¡elier11les de la tuis de Lo.nen ( !)onf.
B1:uCB.1.'1', Man.uel t1'a1cheologie amlricai11e, i11troduction, cbapi-
en nuestro país. Es lástima que la e3'.posición del ensayo tre II). ·
se resienta del e3'.ceso de forma oratoria, que no parece, ~01 Se publicaron entre los ado1 1871 1 1876. He aquf IUI ti·
precisamente, la más adecuada. • tulo1: ÁP"ntaminto• para Za hiatoria colonial del Bta de Za PZatil
Después del ensayo de Peña y hasta cerrando el primer
er. "~riata del Río de 'la Plata", tomo I páginu 873 1 635
tomo II, página 39; B'Z Dír•ctaria de la1 'Pr01/tttaia6 llftidlJI tld
1
cu!LI'tO del siglo en que vivimos, sólo han aparecido dos Blo de la. Plal/J JI aiu relaoian.111 estetWf'eir. N oficial hiltlSri«u eu
"Re'rieta del Rfo de la Plata", tomo XII páginas s 7 Í6l ·
de ·su misma tendencia, aunque muy inferiores en forma ¡ Efetlfaa del aiateflla prahibiH~o colaftial en elB{a <le Za Plata. Frog~
y contenido: EL hombre (Buenos Aires, 1912) de Der- mmta de Za1 e~tudiaa del lilfema cola11ial, en "Reviata Ar¡entina",
midio T. González, que es una inapropiada juatificaci6n
1 tomo XI, págma 97; lfl periodo calan.tal "' Buenaa .&irei Eato-
1 bkt:iminto del tnbunal tlel corllUlada: Lucha entre la.a nueva~ f4•a1
de Rosas, hecho por quien carece de preparación para
ello; y La grande•a del general Roeas (La Plata, 1911); i 1oon6ftt'4uu f/ lo• int,,.eau frlOf&OpaZwta1. La agriaultura calaftial •
C~o, en "Re!Í•~ del Rlo de la Plata", tomo II, página 533~
de Alfredo Monla Figueroa, trabajo intrascendente y .j El autetna. oamer11JOZ •tnpla•tada por Eapria "" 11 Rlo tl1 lG Pla·
ta. E1tudWJ1 del perfodo colonial, en- '' Revi1ta del Río de la
que está en absoluto fuera de tono. ,.1
rz1!1ta ", to~o IV, página 401; 81110110 biopr6/ico de la 1lid4 pú·
.1 feo del osudadana Mil Jlaftuel J º'' Gama., en "El Plata ·
ase En "NoeotroA", tomo XXXIII página 98 7 ei¡uientu 7& tifieo 1 literario", 'tomo I, página 146 7 t 01110 II ptgina fs':."
prop~•itC? del origen. del libro de VtLEZ 's.usrrZLD (De~cho P'bitoo B1tudia1 calon.1olea. Da• Ja1' de Coa Iribef'ri (1797)' en "Be · ~
eaZeaiálhco), be tenido oportunid11d de corroborar la afirmación de de: ~10 de la Plata", tomo IIl, piglna 77; Bnuil~a del peri'"!i,,
Pella o.cerca de la falacia del testimonio hbtórico de Sarmiento. co o1uaz. 8'8tema CO!llercial '-pla•tado por Ilqoiia. "' •l Bfo
la Plata, en "Revleta. del R!o de la Plllta ", tomo IV, página 404:,
- 298 - -::?!l!>-

tales como La sociedad liispanoamericana bajo la dom·i- blioteca, IV) ; J O!ié M. Súenz Valiente, Conlrib1tción al
naci6n eapañola (Buenos Aires, 1893) ; La t1ida inte- eshidio de los cabildos arge11tinos (Buenos Ah-es, 1910);
lectual de la América española (Buenos Aires, 1910), Enrique del Valle Iberlucea, Los diputados de. Buenos
etc., sobresaliendo entre ellos el grueso Yolumen sobre Aires en las co1·tes de Cádiz (Buenos Aires, 1912); Elisa
El clel'eclto de Patronato, editado en sus Anales por la Ferrari Oyhanarte, Cepeda : El apartamiento y rcincor-
Academia de 1'~ilosofía y Letras de la Universidad de poraci6n de Buenos Aires, a la luz de los documentos
Buenos Aires, en 1910. Otros ensayos de ese tipo son, oficiales (Buenos Aires, 1909); llllcas Ayarragaray, La
igualmente, los de Adolfo Saldías (La evoluci6n rr.p1'· Iglesia c11 América y la dominación española (Buenos
blicana durante la rcvol1'ci6n argentina, Buenos Aires, Aires, 1920) ; Julio Noé, La religió1l en la sociedacl ar-
1906) y de Julio Victorica (Urquua y Mitr6, B~lenos gentinc1. (Buenos Aires, 1916) ; l!'austino J. Legón, Doc-
Aires, 1906) del que ya me he ocupado. El primero trina y ejercicio del Patronato Nacional (Buenos Aires,
de estos auto1·es preHenta en i:;u libro una ordenación de 1920); Francisco Dtirá, Misión para Hispano América
hechos que tienden a demostrar que la lucha entre uni- confiada en 1823 por los vapas, etc. Fin y muerte del
tarios y federales nació en los días iniciales de la In- regio paff'onato de l11dias (Buenos Aires, 1924) ; y Ar-
depencl~ncia, como el resultac\o lógico de un desacuerdo ti¡ro Capdevila, Los hijos c1e.l Sol (Buenos Aires, 1923),
en lo relativo a la forma de gobierno. Las provincias, qÍ1e se propone a ordenar, a hase de una ligera discri-
según Saldías, sentíanse clemocré.ticas y querían la crea- minación, los datos más difundidos de la historia in-
ción de una república en la que quedara a saho su caica Hs.
autonomía - que pa1·ecía su aspiración mé.s intima, - Como residuo de la menuda .clasificación de loa ensa-
y la capital, en cambio, era monárquica y, en conse- yistas que acabo de realizar, queda un grupo de trabajos,
cuencia unitaria por definición. Esta tesis, sin embargo, todos ellos desprovistos de significación en nuestra histo-
no rest;lta muy claramente probada en el libro de Sal- riografía. Son los de"los ensayistas divagadores. El más
días, que, después de todo, dista mucho de presentarse neto representante de ellos es Juan C. Jara, autor de
como un modelo historiogrAfico sr.· un libro titulado La Revoluci6n de Mayo (Buenos Aires,
De entre todos los ensayos de ordenación de datos que 1901), que es un verdadero naufragio del .sentido común.
integran el núcleo de aquellos de que me estoy ocupando, Otras acometidas de menor gravedad, las han llevado a
los que sobresalen son los siguientes: Joa~uin v. Gon· cábo José P. Otero, La révolution argentin6 (París,
zAlez, La enseñanza hasta 1810 (Buen~ Aires) ; M:anu~l 1917); José Le6n SuArez, Carácter de la revolución.
A. Montes de Oca, Los cabildos coloniales (en LG Bi- americana (Buenos Aires, 1916) m; Juan G. Beltrán,

11~ Hay en aua pi¡ÍDlll juiaioa como éste: Eepab mutuvo & 61113 No ae trata de un trabajo de rrandea preten1lonea, 1lno,
iue coloniu en 1l "''"'º 111todo dvf'Ofttl tf'e1 .ri11lo•
bcrnbdola¡ con un& politic& que P'l'd• ,.,_,,.,. l!ft '
Cf'L!'º
IS);t!:~
.
1implemente de un& amable pre.entacióa de dato1, mú o menos
hi1tóricoa h~ch& por quien no es ni aapir& a ser erudito.
,,.,.,. ouobll qui 110°'4 \'lll•tof' ol rierw ri·11 e.plf'P•o 11• "''1o- 51M CiÍo la tercera edición porque ea la mAs adecuada para
,.,. P (p'1f 6) Esto como se echar!\ de nr, revela un completo conocer la 1!gulflcación de este casi folleto en derredor del cual
d~¿~oclmie~to de lo que fd el r6gimen ttpdol en Am~rica.
0

· se hnn hecho so1111r tantos platillos per!odtst!coa. Tiene esta tirada


·- 300 - -· 30t -

Ideas f1mdame11tatc:1 sob1·c Za Rcvolució·11 de Mayo (Bue-


Aires, 1912); Juan Esteban Guastavino, San Lore11ro
(Buenos Aires, 1913), San Martín y Simón Bolívar,
etc.) ; y Mariano ele V cdia y ~litre, La presids1icia . de
Rivadavia. (Buenos Aires, 1910). El Deán Funes en
Za historia argentina (Buenos Aires, 1910), etc.
Parn bien del pafit, esta producción historiográfica CArfTUW III
está ya en su ocaso c1efiniti\'o, y nadie que se estime la
acrecentará, en adelante, con nuevas producciones.
La historiografía didascálica.
l. Loa ,., tntoa" dt 11ulorUI: sua singul:irid11de1. - 2. Compen·
dio1 eltt11entolt1: los libros de J orda1111, Cas111 Redrucllo, Ju11.n11
Maneo, Ol111ibal, Guti6rrez, ete.; la bonificación de Fre1ti·
ro; laa producdone1 poste>riol'ea. - ~. Loa t11ontU1lea de etlll'·
• ñouo 1eou11dario: reedicionee de Ruy Día1 y Funea; 101 libro1
da Domúiguez y Ló1>ez; l:i' Ltcrio11e1 de Fregeiro; el lCcmual
de Vicente Fidel L6pez:; su importancia.; los te:i:toe po1terlo·
ree: Ju 6ltimu bonificaciones dida1clílica1. - 4. Lu oartl·
llaa e:tlron;eraa: n6min:i de laa primitivas. - 5. Lo1 materia·
lea de car6ottr complettw-n-tario: gu presentación sintftico..

1
LOS "TEXTOS" DE HISTORIA

En el haber de la producción historiogrlÍ.fica argentina,


corresponde· al género de los libros didascálicos, en cuan·
to a la cantidad de obras producidas, una de las más
altas cifras. Su ni'unero es crecidísimo y muy variado su
valor. Encuéntrase entre ellos, desde el ingenuo apunte
elemental hasta el texto re"elador de nuevas. orientaciones
160 piginas, de las cunlea máe de la. mitad - ~e la. 73. a la 160 - en el concepto y en el contenido de la historia. Conviene
1on elogioa al autor fimuulos por Juec111, escritorea, hbreroa, du· recordar, a este respecto, que en su origen y en su fina-
conocidos, e insiguificantee.
- 302 - - 303 -

Jidad, fueron libros didascálicos los ele Luis L. Domín- la época indicada, la docencia de la historia fué adqui-
guez y Lucio V. López que he considerado entre los más riendo más carácter e incorporúnclose, con un rango me-
dignos de figu1·a1· en el proceso básico por el que pasó el jor, a los programas de las enseñanzas primaria y se-
desarrollo del g~nero entre nosotros. Esto presente, cundaria. Tal ocurrió al iniciarse el último tercio del
paréceme aclecuaclo, a la mejor comprensión del fenó- siglo XIX, y después que Domínguez y Estrada habían
meno, establecer que lns profundas diferencias que se atraído la atención pública hacia el conocimiento de
ad,·ierten en nuestros libros didascálicos de historia, tie- nuestro pasado. A partir ele entonces, se advierten, bien
nen sn origen, más qne en otra cosa, en el destino que nítidamente, dos claras bifurcaciones : la una la cons-
cada cual tuvo al publicarse y en el grado de adelanto tituye la historiografía didascálica elemental, que según
o ele atrR~o en que se encontraban los planes de estudios sea el concepto de los métodos ele enseñanza, va en pro-
a cuya realización y sen·ieio esos textos estaban con- cura de distintos objetivos pedagógicos; y la otra la
sagrados. Conviene apuntar, también, - ya entrando forma toda la producción más seria que aspira a realizar
en el tema - que la l1istoria como materia didáctica una síntesis metódica de la historia del país, y que está
no figuró en los planes de estudios de nuestra enseñanza destinada a los cursos de la enseñanza secundaria. En
primaria GOJ sino después de iniciada su reforma, hacia seguida he ele esforzarme por elar una noticia menuda
la época de la p1·esidencin de !ditre. Antes de esos tiem- de Mela esa producción, declarando, antes de hacerlo, que
pos, la historia nacional formaba parte integrante de no tengo la seguridad, a pesar de las tareas de búsqueda
la . historia g811eralt que comprendía vagos datos de la que me he impuesto, de agotar la mención de todos nues-
sagrada, la antigua y la moderna m. Años después de tros textos escolares ele historia. Por de pronto, advierto
que he prescindido ele los anónimos, que, generalmente
GOü En el plnn lnnc111teriano que ee aplicó en Buenos Aires, no han respondido a otro propósito que al comercial, y
la historio. del pai6 esti\ ausente ( conf. Pllltl pua !al dlcueliu d1
11rimi1r1u letra•, etc., Buenoe Airee, Iniprenta de 101 Expó1ito1, eill dejo constancia de que, no tendría nada de extr&ño que
fecha). En la 6poco. de lo. Dicta.d ura, a su ves, la enseñanza bis· hubiesen escapado a mi conocimiento los pequeños opús-
tórica elemental se reduclo. a. la hiatorío. antiguo., como lo certifica
el ó.nico texto escolar de la materia del que quedo. memoria y que culos, de la índole de los que ahora analizo, que suelen
se titula: Brdt/11 COtllpmdio d11 lo1 UIOI y coal-1ire1 d1 la1 do1 publicarse en· provincias, lo mismo que aquellos que dan
r1pública1 Romana y Griega, para 1110 d1 1111 e1eiula1 411 lo Com·
pailfa de Jeaúa (Buenos Airea, 1837). Con anterioridad a esa eldt!Mlntol, establecida por decreto de 6 de abril <le 1852 (Coleo.
época, otro libro did111cAlico, también impreeo en Buenos Airee, Prado· y Bojas, t. IV, pAg. 437), la 114.iloria que debla enseñarse
11abta tenido por objeto ilustrar, con biograflas y notu aclaratorias comprendía todo cuanto acabo de indicar. Por otra parte, los
a ellaa, ejercitando de p:iao al estudiante en el laUn, gran tEtxtoa que ae editaron para uso de los eecol11res, 1111 lo documen·
parte del pnnoram:i del mundo antiguo. Me refiero a un texto . tan. Los que han lleg:ido 1\ mi noticia aon: NAVARRO V1ou,
editado por de J\ngeli1, y cuya car6tula reza aal: CO!"llllii N 1pofü: ( Riltoria 1'fti1H1r1al [traducción y arreglo de la obra de Bredow],
Yi.tu/ ezcdllentium i.mp1ratorum(Noli.a 1el11ofurimi1 illu1tratae(Cu· Bueno• Aires, 1855; 1 LADOUGL:S (Jc.ur Euoi:..~10), Flor ih la
rantd Pedro de .4ngelil (Bumo1 .4ir11, 11128). hi1lorl4, tü1d11 el crillianiam.o 11aata ·n1Ullro1 dfas: compr1111di11111fo
Cualquiera que conozco. la producción intelectual de nuestro pafs 101 hdcho1 polftíco1 mdl c1dminantt1, lo.J 11ombre1 md.r i:ti.br11 y 101
eu esa época, 1abri\ demaaiado que lo. . directiva de ella no era de1cubritniento1 má1 importantes, Buenos Airee, 1838. El librito
otra que la de la .cultura clAeica, entendida al modo jeaultico. de Laliougle tiene 128 p6.gln11 de lae cuales 1ólo 18 e.Un coDSa·
Y alU 1e encuentra la rasón que explica a eetoe libros. gradas a nuestra hi1torl11, en el periodo comprendido entre 1806
soo En el r·llln de estudios de la Euuela normal de dnltñan1a .,. 1852.
- 30-l - - 305-

. a la _prensa, para un uso circunscrito, algunos colegios tudios que en ellas regía. Esta es afirmación que ya antes
particulares y ciertas congregaciones enseñantes 1m. tengo establecida. Ahora bien: los primeros textos
Cuando, con un poco de cuidado, se analiza toda la didascé.licos destinados a la historia argentina, elemen-
copio8a producción de nuestra historiografía didascálica, talmente expuesta, fueron los de Lorenzo Jordana y
fácilmente se advierte que ella, de ordinario, no responde Edelmiro de Casas Redruello, que aparecieron en Bue-
a otro propósito pedagógico que al de cultivar l~ memoria. nos Aires en 1861. Jordana era director del Colegio de
Pocos son los libros que ensayan la reflexión, y muchos la América del Sud, y escribió especialmente para los
menos los que presentan los hechos dentro de su proceso alumnos de su establecimiento. El texto es un folletito
genético. Por lo regular, su redacción no es ni la más ade- de 21 páginas, y comprende breves noticias de lo que el
cuada ni la nuis correcta, siendo en verdad lamentable que autor llama primer período de la historia a11tiy11.a argen-
aquellos que mayor difusión han obtenido, hayan sido, tina. El señor Casas Redruello, por su parte, entreg6 a la
precisamente, los menos aptos ~98• Los textos, designa- estampa un folleto destinado "a la juventud argentina",
ción que se da entre nosotros a todos los libros didascá- que se titulaba: Glorias de Buenos Ai1·es desde su fun-
licos, no son, sin duda, lo mejor que tenemos en materia daci6n hasta 1810 y sumaba un total de 46 páginas.
docente. Con el conYencimiento pleno ele ello, voy a Ambos trabajos, como se sospechará, no pasaron de una
intentar su clasificación, di,•idiéndolos en cuatro gran- modesta tentativa. Pero el camino quedaba abierto para
des grnpos, a saber : libros para la primera enseñanza, empresas mejores. La primera de ellas la realizó, un
manuales con destino a lo. docencia secundaria, textos año después, doña Juana l\Ianso de Noronba, quien, por
para uso de las escuelas extranjeras y materiales de ca- la imprenta de Berheim y Boneo, dió a la publicidad un
rácter complementario. Compendio de la historia. de las p1·ovincial unidas del
füo de la Plata, desde su descubrimiento hasta la decla-
ración ds su indspsnd~ncia sl 9 de julio de 1816. Desti-
2 ;
• nado para el uso de las escuelas de la Rep1íblica Argen-
COMPENDIOS ELEMENTALES tina (Buenos .Aires, 1862). Fu6 éste, pues, el primer
libro didascálico de historia argentina que circuló entre
A juzgar por los resultados de las investigaciones en nosotros. Constaba de 132 páginas, y aunque carecía
que me be empeñado, la serie de compendios elementales de redacción adecuada, prestó excelentes servicios a los
para uso de los alumnos de las escuelas primarias se educadores 1100•
inició con la incorporación de la historia al plan de es-
G09 La redacción era la que corre1ponde a un m11mor6"4t""·
Como se trataba de r11cordar1 la autora expuso la biltoria en pl·
GOT Hago excepciÓu t\e 101 editadot por H. E. C. [HlrfnG1101 d11 rrafo1 oortoe 1 aumamente alnUticoa. El libro de la Húora ele
las HCUtlaa oridia11a1) 1 que se usan en 101 establecimientos de Noronha - doila JvaM Jla1110, como se la. llamaba - alcamó
L1111alle, t'1l virtud de que utún hecboa con un particular esmero numerosas ediciones. Siendo yo niiio - hacia 1896 - todaria ae
1 una. pla111iblc dirección. le 111&ba en las eecuelas primarias. En él aprendl mis primeru l~
11oa A1I lo he probado en un follE'to que titulé LoR 111Glo1 ttztoa cionea de hiltoria, e:i:actamentc como le bnbla ocurrido a. mi padr1,
eaoolarts: C6·mo Bt enseña hi&foria a Zn6 11iiios (Bueno1 Airea, 1918). treinta 1 tantos años antes.
- 306 - - 307 -

El te:a:to que siguió al ele la señora de Noronha, apa- 18í7, Gutiérrez elió a la estampa una Historia cleJ1m1taZ
reció en Entre Ríos. Fué su autor don Manuel Olazábal del Continente Americano, trabajada con una aceptable
y se tituló: Historia argentina. (Gualeguaychú, 1863). bibliografía, que aparece registrada eu la Adt1ertencia,
En realidad 110 importó bonificación alguna. Pertenece y que fué tezto ele crecida circulación.
a la familia de las cartillas, que eran verdaderos cate- Como era lógico, con el último libro de Gutiérrez los
cismos pedagógicos. De su mismo tipo fué, también, el teztos adquirieron nuevo carácter y mejoraron, aún mAs,
·otro tezto que siguió al de Olazábal. Firmibalo don el que poco antes les había logrado dar Clemente L.
Pascual Barbati que lo tituló: Manual de historia de Zas Fregeiro, al poner en circulación su Compendio de H1s-
Provincia.a Unidas del füo de Za Plata (Buenos Aires, toria Argetatina, desde el clescubrimiento clcl nuet10
1869, segunda edición). El Manual, que rezaba en sus mundo (1493) hasta Za muerto cle Dorrego (1838), se-
tapas: "para uso de las escuelas primai·ias ", era un guido ele wn suflwt-io hütórico quo co-mprencle lo., prin-
folletito de 60 páginas con casi 70 capítulos. La expo- cipaus acontecimientos ocurridos hasta 1862 (Buenos
sición es de preguntas y respuestas y su contenido un Aires, 1876) 802• Ya he dichoººª que Fregeiro perte-
verdadero spécimen del género G0°. El opúsculo de Bar- neció a la tendencia erudita, y, en consecuencia, nada
bati cierra la época de las m'\las cartillas primitivas, pues tuvo ele extraordinario que su libro bonificara toclo·
lo que le siguió, cuatro años después, importa ya un lo 'conocido, como en realidad aconteció. Fregeiro no
mejoramiento. Aludo a un librito de Juan María Gutié- se improvisó en la empresa. Trabajó con amor y cui-
rrez, que lleva este título ·~ , La Historia Argentina; ense- dado, procurando realizar su empeño con toda la per-
ñada a los niiios por sencUZas preguntas y respuestas. fección posible entonces en nuestro país y en esa épo-
desde el descubt'imiento ha.ata Za adopción de Za Consti- ca 804• El libro de Fregeiro, precisamente porque era
tución Nacio1tal, cuyo eip(ritu se ezplica en este compen- demaaiado serio, no tuvo, al principio, todo el éxito que
dio histórico (Buenos Aires, 1873) 801• Posteriormente, en merecía. En las escuelas primarias se deseaba algo más
eoo No be dado con Ja primera edición de este librito. De la
breve, más esquemitico, más ficil. Por eso, contra lo
megunda sólo conozco el ejemplar que 18 co~•e~a en. la Biblioteca que parece· normal, le siguieron algunas cartillas, que
Nacional de Buenos Airea (N9 72.882). M1 afmDac16n de que es aprovecharon sus datos y los de Domínguez y que fue-
un ap4ci111n de laa malu cartillu, 1111tf. documentada con l&e pre·
gunta1 7 reapueetas del capitulo :XXXVI, de l&e cualee tramcribo ron recibidas con plácemes por los educadores, que, des-
textualmente lo que eigue:
"Pr~IT""to. - ¡Be quiere aaber ahora, al la Bnoluci6n del 2:J de eo: Eate libro go16 de mucho favor p6blico. De él ae h111 lle·
" Mayo fué justa y el. el ¡obiemo eepalol era legitimof gado a baeer diK edicionee 1uceeiva1, entre 1876 7 1919.
"Bu~lfa. - No lo era, como no lo es todo ¡obiemo que u- 803 P6.gina 13-l de este volumen.
'' trlba sobre la fuero 1 no sobre el derecho 1 la juaticia, como 804 Esto ae ad\•ierte cotejando au libro con todos loa anterlorea,
'' DO lo es todo gobiemo que axplota al pueblo en provecho 1u70 y adem'4, lo c!ocumeDt& una declaración suya. En cartB al gene-
'' o de una elau prlnlegiada. El gobierno espafiol explotaba a la r~ Mitre el 27 de noviembre de 1878, Fregeiro deelarA que •u
' 1 América DO sólo en proveebo de Eapafla, aino tambl6n en favor libro u lÓ c1mdMuaci6" de eatudioa 1ll'rioi y Mtctt1ido.r 1 1 alimiamo,
'• de una aristocracia embrutecida; 11u b11ae era siempre la fuersa,. el /ruto de '""' reflm6n.. La carta ha sido dada a conocer, ya
'' jamb la justicia pues careels huta del aentimiento de )() muerto Fregeiro, por el "Boletín del Instituto de investigaciones
"juto ... (pf.tl. 5if 1 57)." históricas" de la Facultad de filosof1a y letraa de Buenos Aire.~,
eo1 La aegunda edición ea de 1874. 7 la tercera de 1878. n6meroi 7-8, marzo-abril de 1923, piginaa 290 1 si¡uientee.
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pur.s de todo, no estaban preparados para usar otros preguntas y respuestas; Nociones do historia argentina
textos superiores n ésos. Las cartillas a que aludo (Buenos .Aires, 1885), de Benigno 'f. Martínez; Apuntes
fueron las siguientes: Noci01tes de geogt•afía y de histo- de Mstoria nacional (Buenos Aires, 1889), edición del
ria argentina, por S. Diez Mori (Buenos Aires, 1877), Colegio Negrotto; Curso elemental ele historia de Cata-
folleto de 84 páginas que uo pasa de una ordenación marcct (Catamarca, 1891), ele Manuel Soria; Historia
numerada de algunos hechos históricos; Historia de la argentina, en verso (Tucumán, 1892), de Ciro Bayo;
República Argentina y de las del Paraguay y Banda Histot-ia argentina al alca11ce de los 11iílos (Buenos Ai-
Ot-iental desde sn descubrimiento hasta nuesfros días. res, 1892), de Mariano A. Pelliza, que incorpora a la
Para t1so de la,, escuelas (Buenos Aires, 1878), ele An- narración los episodios de la reorganización definitiva
tonio T-'una; El.ementos de historia española y 11acio11al del país; Historia a1·ac11ti11a (Buenos .Aires, 1894), de
en el Río de lu Plata (Ilueuos Aires, 1879), de Antonio Enrique Cusí; Lecciones de historia argentina (Buenos
.T. Baasch; Compendi-0 ele la historia de las Pro·ui1icias Aires, 1895), ele José Tarrés y M:arcos Goldstein; Nocio-
U11idas del Río de la Plata (Concepción del Uruguay, nes de historia argentina. y general (La Plata, 1897),
1880), ele doña Tomasa Sáuchez, folletito de 64 páginas; ele F. Guerrini y C. L. Mas.<ia; Memorándum de historia
Catecismo de historia arge-,tina (Buenos Aires, 1880), argcutina (Buenos Aires, 1897), de don Rafael Fra-
de don Santiago Estrada; Leccio11es de historia nacional gueiro; Compendio de historia argentina ·(Buenos .Ail'es,
(Buenos Aires, 1880), de .Agustín Pressinger; Historia 1898), ele Luis Farina; Lecciones de historia 11acional
arge11ti11a. Lecciones cztt'fJctadas, casi en st' totalidad, de (Buenos .Aires, 1901), de Eugenio Marín y J. Mariano
la obra del sefior Luis L . Domíngucz (C6rcloba, 1882), de Errotaberea; Nociones ele historia nacional (Buenos Ai-
Ignacio Garzón. res, 1903), de Eduardo Colombo-Leoni; Historia patria
Poco tiempo después ele aparecida esta última cartilla, explicada a los nifios (Buenos Aires, 1906), de Osear L.
salió a circulación, con no poco ruido, un libro que tenfa Peacan; Historia nacional (Buenos Aires, s. f.), de J.
ciertas pretensiones innovadoras. Me refiero al Conrpen- Zerda; Hisloria .A1·gcmtma, de A. Larravide; Historia
0

dio de historia argentina (Buenos Aires, 1883), del doctor argentina, de J. R. Millán; Resumen de historia anieri-
Nicanor Larrain 800• Pero, con este texto y todo, conti- cana !I argentma, ele E. B. Prack, etc. En 1897, el pro-
nuaron las lamentables cartillas, los opÍ1sculos y los bre- fesor José María Aubín, con su libro Curso de historia
ves compendios. Su nómina es la siguiente : Breves nacional, inició una nueva etapa por la que luego si-
11ociones de historia argentina (Buenos Aires, 1884), de guieron: Alfredo B. Grosso (Nociones de historia na-
R. Cambón, libro redactado con el procedimiento de las cional 'IJ Curso de historia 11aci1maZ), y Carlos Cánepa
(Historia argentina), autores, todos, que se han difun-
GOá Eate libro provocó aever!1im&1 crtticaa, que r.e publicaron en dido extraordinariamente en los últimos veinte años. Sus
el "Comercial de Buenos Airee", y eircularou luego en folleto1. Los
titulOI de 61to9 fuero11.: U" libro IJVI ftO t i libro y 1m fe:ifo qui obras no corresponden al grado de adelanto alcanzado
"° d1bl aer fnfo (Bue110t Aires, 1883) y Lo1 900 lf'f'orH del Com- por los estudios históricos en nuestro país y son, desde
P~ d1 ñiatoria orgnfi11a del doctor LAUAI~ (Buenoa Al·
res, 1883). muchos puntos de vista, inferiores a algunos de los li-
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bros que les precedieron 000 • Conjuntameute con ellos lúmenes, de La .Argentina. de Ruy Díaz, hecha en Bue-
han corrido, aunque eu menor escala, los pequeños com- nos Aires en 1854 807 ; las Noticias 1list6ricas, poUticas SI
pendios de H. E. C. (Hermanos de las esC1telas cristia- estadisticas del Río de Za Plata, editadas en Londres en
11as) titulados: Historia argentina con 11ociones de his- 1825 y a las que me he referido en varios lugares de este
toria universal (curso elemental); Historia at·gentina volumen; y la Colección ele Pedro de Angelis, que edit6
con nociones de historia universal (curso medio), que a Ruy Díaz y a Guevara : pero nada de ello podía em-
están inás prolijamente trabajados y que revelan un plearse como material pedagógico.
conocimiento más serio ele la materia. En realidad vino a ser Luis L. Domínguez quien, en
Aunque a riesgo de caer en inmodestia, debo consig- . 1861-1862, inici6, con su Historia argentina, la serie de
nar que me ha tocado a mi iniciar la introducción de la los te::x.tos históricos de enseñanza secundaria. Ya me he
.historia genética eu la enseñanza primaria con un pe- ocupado ele Domínguez r no es el caso de volver al aná-
queño libro: Leccicmes d6 historia argentina (Buenos lisis de su trabajo. Sin embargo, debo agregar a lo di-
Aires, 1917), actualmente en uso en las escuelas públicas cho en su oportwiidad, que, según mis noticias, el libro
del país. No me debo autojuzgar, pero sí puedo decir, de Doroínguez no corrió por las escuelas todo lo que
por lo menos, que al publifar ese trabajo he tenido el parecería lógico, dado su mérito, a tal extremo de que
propósito de arrancar la historiografía didascálica de 10s pedagogos siguieron lamentándose de la falta de un
manos de los que la cultivaban casi exclusivamente con tezto adecuado. Para llenar el vacío el señor Zinny
propósitos de lucro, sin cuidarse ni de su orientación ni puso en eirculaci6n un pequeñp .libro 808 titulado: His-
de su contenido. toria de las Provincias Unidas del Río de la Plata (1816
a 1818) por el Deán Pmies, continuada hasta el fusila-
miento del gobernador Dorrego en 1828 (Buenos Aires,
3 1873, en dos partes) ~09 • Aunque esta obrita comenzó a
LOS :MANUALES DE ENSEÑANZA SECUNDARIA. 807 El tltu!o e:racto ern éste: Hiatoria .A.rjntiM del de1cvbri-
tn"1\Co poblaci6" 11 co11qvi.tta de loa pr011~,.cial del R.¡o de la Plata,
eianta' por Rui Dta. de Guzmdn, en el oño 1611; ilwtrada. cOft
Cuando, en el período de la reorganisación nacional, dia11rtacionea v un fndice hi.tt6rico y jeogr6.fico parG la nida /dct1
fué incorporada la enseñanza de la historia patria al \,&úlig~ del t111'Co. Reimpresa en Buenoe Airea, Imprenta de la
Bi11iata (3 tomos en 49).
plan de estudios de" los establecimientos de docencia se- Eata obra era la reproducción del libro de Ruy Dias completad'>
cundaria, se advirtió que no había tezto adecuado como con enpltuloa de Guevarn, con documentos de los publicadoe por
.A.ngelia y con un apéndice consagrado a Centenera. (Un ejemplar
para poner en manos de los alumnos. Lo que circulaba en la. Biblioteca nacional, Nt 5511).
era el Ensayo del deán Funes ; una edición, en tres vo- eos Digo pcq11111io porque aunque, en total, &uma unas 400 p&· .
gillllll, su formato ea diminuto y sólo alcanza a aer de 11 i; 15 1h
centlmetros. La segunda edlcÍón de eate libro fu6 h~ha en 1875
ooo En términos genernlee me he ocupado de ellos en "Nos· por la imprenta "Del Porvenir", en formato mayor (22 x 14),
otros", aiio XII, n6.mero 1101 p6gl.naa 254 a 282, Buenos .A.irt11 y en un aolo volumen de 187 pf.gl.nu.
1918. La nota se titula: Loa 111olo1 tmo1 ucolaru: C6mo 111 llftle1ia ooo El complemento lo forman los apuntes que el Deiin hizo
hiatoria a 101 t1~1lo1. a pedido del ministro norteamericano Rodne1 y que fueron in-
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usarse en las escuelas, no se crey6 nunca que fuera su- nacional, procurando mejorar su coutenillo en cada nue-
ficiente. Se pedía un texto que expusiera las cosas mti.s va edición 111 • En cuanto a Fregeiro, hay que decir que
orgfü1icamente, y que extendiera sus noticiaP. al período sus LecCi<me1 112, sin tesis de sus clases en el Colegio
posterior a la Dictadura. Y el libro llcg61 en 1877, en Nacional de la Capital, cladas en el curso 1884-1885, son
forma de un Compendio de la Historia argentina, en un exponente fiel de su dominio ele la erudición. Así se
234 páginas, anónimo, bieu impreso en Paris, y con explica el éxito de su libro, que ha llegado a contar hasta
algunas ilustraciones iconográficas. El editor, el señor diez ediciones. Después del texto de Fregeiro aparecie-
Igón, declara en el prólogo que lo destina a la enseñanza ron: una Hi!toria arge»dina, publicada en Madrid, en
primaria, pero me parece un exceso. Las numerosas 1886, por clon Juan García Aldeguer, en clos volúmenes;
citas eruditas que trae el libro -muchas con referencia un Compendio ele H-istoria argontina, también en dos
a obras en francés y en inglés-, su misma e:s:tensión Y volúmenes, eclitados en R-0aario, en 1888, por el doctor
por encima de todo su arquitectónica, están revelando Pedro S. Alcacer, que carece de significado, y luego, un
que su destino propio era el aula secundaria. Y así ocu- año más tarde, un Oompenclio firmado por el doctor
rrió en efecto. Como, realmente, el libro importaba uu Vicente Fidel L6pez 118• Este último texto e11taba lla-
adelanto y llegaba en m~meutos propicios, corrió con mado a introducir un espíritu nuevo en la enseiianza,
facilidad por todos los establecimientos educacional.es, que, añoa después, en 1896, se completaba con lo que
no teniendo más competidor de importancia que el tex- incorporó a ella el Manual de la historia argentina, que
to: Lecciones d~ , Historia ar9e1•tin.a, dado a luz en 18í8, ...
1
el mismo doct~r López editara para los profe1ores 71
por el doctor Lucio V. L6pez. Del significado de este maestros que la ense1ian. Y ese nuevo espíritu era el
libro me he ocupado ya, debiendo ahora añadir que su de hacer que el relato palpitara vida y se desenvolviera
auge se mantuvo hasta 1885 y 1886 en que aparecieron ante los ojos del lector, como una realidad presente y
dos nuevos textos, de orientación más adecuada y de emocionadora. El estilo del autor, que me atrevería a
contenido más en armonía con las conquistas deá"la eru- llamar sanguíneo y meridional, se prestaba. a ello, y
dición. Aludo al Curio eleme1•tal de Benigno T. Martínez grande habría sido su éxito si L6pez no hubiera des-
y a laa Lecciones de Historia Argentina de Clemente L. cuidado en demasía su información y si no hubiese dado
Fregeiro. El seño1· Martínez 010 reunió en su obra todo 111 Laa ediciones fueron numero1a1. La octava, hecha eu 1896,
cuanto creyó útil para el mejor estudio de la historia ee la que 1e presenta mie completa. Trae nocione1 sobre los pre·
cede11te1 del Deacubrimiento, abundante. citu eruditas - al¡unu
impropia1 en un texto docente - 1 útiles referenclu al eetado d1
corporadoe n. T 114 r1Jporta 011 th• pre11J11t 1tat1J of t1l1J U"it1Jd _Pro· adelanto de los estndioe hlatórlcoa en nueetro paf1.
11i11ce.t of .~outl• .dm1Jrictl, etc. (Londo~ 1819) ¡ vario• docnmentoa 112 Lfooio11e1 clf Hiatoria .drg111t~, prof1aa4oa e11 el Colegio
y numero.as acotaeionee eacritaa por zinny. NtlCiotaal clf 14 Capital (Buenos Airee, 18861 2 vo16men811).
810 La carátula del libro reza asl: Curio 1lem1J11tal clf Hwtoriii 811 Le antecedió un peqneñ.o texto tituiado: Coorcl4t&aof6" 111•·
.drge11ti11G arreglado paro IJI u10 dlJ loa Col1Jgio1 N aciotaalea ti E•· tódic!l ti a11otacioM1 al tezto dlJ Hiatoria .drg111U110 que se aip•
01u:laa N ormalea, ccm 11otoa criticaa ti d1 i11t1rla partl loa prof1Jaore• .;. : flft loa Col1Jgio.t Naciof&al••, ezput1t41 e11 el mimo ordm iU ''"
31 alum11ot, Buenos Aires, 1883. El n1ilmo año el eelior :Martinez capftuloa para facilitar a loa prof1J1or1J1 1111 ampliaciotae• "'ceaariaa
editó unas N ocione1 d1J hiatoritl arg1nfü14 eztractade11 del B1Jaum1J11 11 a lo1· alvm1101 el 1Jat11dio t111t6dico 11 ra1ontldo dd loa 111ce101 (Bna:
gm1Jral del cur.to el• hi.ttoria d1JI Colegio Nacfonal del Unigvat1. noa Aire1, 1889),
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rienda suelta a los extravíos de su bandel'ía política. El y Mitre, Compendio di! hisfo1·ia ai·ge11tin<i (Buenos Ai-
Manual, por eso, que contiene en su introducción la no- res, 1911) ; Cal'le>R OctaYio Bnnge, Historia Argentina;
vedad pedag6gica de que la historia argentina 110 es 1tn Juan G. Beltrán, Con111endio de historia at·gentina; AJJ-
hecho aislado en el gran conjunto de las nac1ortes, que tolfi y Migone, Res1rnu11 de historia argentina (Buenos
trasunta vida r que se lee con verdadero deleite litel'a- Aires, 1918); Julio Cobos Daract, Historia Aroenti11a
rio, es de uso peligroso cuando lo que se busca es la l'ea- (Buenos Aires, 1920); r Rivera Campos, Historia Ar-
lidad histól'ica 814 • Sus errores son a veces enormes: las gentina v Americana. (Buenos Aires, 1921, t. 1), etc. oui.
pasiones del autor exhiben sus espinas, casi en cada pá- En 1907 el paclre Vicente Gamb6n, S. J., en sus Lec-
gina de las consagradas a los años posteriores a la de- cione.~ de historia arge11ti11a (Buenos Aires, 2 vols.), ini-
claración ·de la independencia 013, y en más de un caso ció un nueYo periodo de bonificación de los textos didas-
el desahogo personal substituye a la exposición impal'- cfilir.os de historia, poniendo al elfo la información y
cial ele los sucesos. desterl'ando ele la docencia los juicios injustos y adversos
Toda la producción historiográfica didascálica que si- a la obra ele España en América. En 1913 Ricardo Le-
gui6 al Manual de L6pez, no tuvo otro objetivo que ex- vene (Lecciones de historia argentina) bonificó todavía
poner la historia de acuerdo con lns programas de la más esa tendencia, mejorándola luego, categóricamente,

asignatura en los colegios de enseñanza secundaria. A -'en las ediciones posteriores de ese libro -qt1e llegan ya
ese grupo pertenecen los siguientes textos: a la decena- con la incorporación a la enseñanza se-
. Pedro Isber.t; Apunte1.. a.e historia argentina (Buenos cundaria de la visión totaliza.da de los factores básicos
Aires, 1894); Adolfo P. Carranza, Resumen de la his- que han dinamizado nuestra historia, particularmente el
toria argenti-na (Buenos Aires, 1894, 2 vols.) ; Martín jurídico y el económico. La coronación de esta nueva etapa
García Mérou, Historia de la República Argentina (Bue- de la historia didascálica, la constituye el Manual de his-
nos Aires, 1899); Alberto Estrada, Compendio de his- toria cie la civiluación at·gentina, que preparé con mis cole-
toria argentina (Bt1enos Aires, 1905); Mariano de Vedia gas del ,Instituto de Iu...-estigaciones Históricas ~ la Fa-
cultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, ioctores
El nuevo volumen se titulaba: Compmidio de Hiltorio .&rgmtitia Luis Mária Torres, Emilio Ravignani y Diego Luis Mo-
adaptado 11 lo etiaeJ1011sa de loa Colegioa Nacioflalea (periodo de la
Independeucia 1 periodo colouial) (Bueno1 Aires, 1889·1890, 2 vol. linari, y cuyo tomo 1 apareció en Buenos Aires en 19.17.
en So). ·'.tn este libro se ha descentralizado la historia argentina,
ou Ha7 descuidos tan pintorescos como éste (t. I, pflg. 112,
edic. 1896) : "Juon HMfi• de Zdrote lalw del Callao al puerto que antes se hacía girar en torno de Buenos Aires, y
Nombre de Dioa • .&tro:11u6 el tlftno: flet6 de au cu1111to "" barco
'" Ponomcl y 1ali6 para Eapoilo . •• " etc. GlO En esta nómina puede ser incluida, también, la 1erie de
Todos eabemos que Nombro Dfoa era puerto eituado del lado monograffas q•e apareció con este titulo: LecciOMa do hiatorio
del Atl6ntico, 1 que mal podia fletarse en Panam6 un barco para argentino por 101 alumnos de 4o ailo de la Facultad de filoaoffa
ir a Eapalia, cuando no estaba a6n abierto el célebre canal. 1 letras, selioritas Elnra 1 Erneetina López, Ana Ma~the 1 Ma·
el!I Prueba de ello son laa pAglnaa, fren~tlcas de encono que rla A. Canetti, señores Juan C. Jara, Abrabnu1 Mendieta, Bebas·
consagra a la 6poca de Rosas 1 donde loa adjetivoa: charÍotdt1, ti6.n Divenzio 1 Clemente J. Andrada; curso de 1899. Profesor
clr.ioo, facit1ttroao 1 otros equiTalentee, dem:ituralizan la aenridad titular: doctor Jo:i.quln Castellanos; profeaor suplente : doctor D:a·
de la tarea pedagógiea. Tid Pelin (Buenoa Aires, 1899). ·
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se la h11 extendido a todo el amplio territol'io nacional, El segundo texto extranjero fuó el ele Clara Magnas-
dando pareja importauciu a todas las regiones que lo co, titulado: Abrégé d'lristoire aroentme (Buenos Aires,
integran. 1890), que no difiere de Jos ele su género. Al libro de
Magnasco siguió el de Carlo Cerboni: Cenni storici s11lla
Bepublica argB'lltina, 1515-1860 (Buenos Aires, 1891) y
a éste numerosas cartillas sin ningún valor pedagógico..
LAS CARTILLAS E..'i:TRAN JERAS En los últimos años ha comenzado a circular pequeños
compendios de historia' argentina en toclos los idiomas y
No son muchos, en realidad, los libro.'! didascálicos de hasta en algunos que nos son reahnente exótico11 618• No
historia argentina que se han escrito en nuestl'o país hay para qué ocuparse ele ellos. desde que, en todos los
para uso general ele las escuelas extranjeras, o, por · lo casos, son apenas extra~tos tl'nducidos ele los libros cli-
menos, son escasos los que han entrado a circular· en el dascálicos más comunes.
comercio de librería y han llegado, por ese camino, a
las bibliotecas públicas. Segim mis noticias, el primero
de la serie fué el ele G. B. Corona, titulado: Compendio 5
cleUa storia argentina clalla scoperta del Bio della Plata LOS MATERIALES DE CARÁCTER CO.MPLEUENTARIO
al 31 ele diciembre 1880, scritto per uso delle sciiole ita-
liane di Bue·11os Ait·es (Roma, 1881) 611• Se trata ele un Una ele las mayores preocupaciones de los- pedagogos
libro muy elemental, que, generalmente, ha sido usado modernos, que han dedicado interés particular a la ense-
como simple recordatorio. ñanza de la historia, la constituye todo lo vinculado con
OrT Antes de esa. época circuló, e1\ loa eatablecin1iento1 educa· la necesidad de objetivar la docencia de la materia y
cionales para hijos de britbicos, una versión in¡Ieaa del libro do lograr que el niño- se emocione frente a la adecuada
Dommguez hecha por J. W. Williams y publicada en Bumos
Aires en 1865. De eate libro, que en realidad no f\16 e.xpreaamente resurrecci6n del pasado. En nuestro pais algo se ha
traducido pMa uso acolar, ae coneervan hoy muy poeo1 ejempla- hecho en tal sentido, y es la producción literaria diri-
res. El único que he podido consultar lo posee el Museo Mitre,
registrado baj.> la indicación: 19·8·5. En el inventario que con el gida a ese fin la que suministra asunto a este parágrafo.
titulo de Catálogo editó el Minilterio de in1trueeión pública en De todos los textos de ese carácter, los más antiguos
1907, y que se ha hecho célebre por 1111 pintoreacaa trocatintas, el
volumen aparece en la. p6.¡ina 387 atribuido a SILVDIO DoxfNO~Z son los de Mariano A. Pelliza (Glorias argentinas. Bue-
(Hiatory of tl•e ..4rge11tiM Republic). El traspié e1 casi incre!ble. nos Aires, 1884) y Pedro Riva.'i (Lecturas hutóricas,
La letra 1 que en la ¡rafia in¡Ieu ligue al apó1trofe que denuncia
al geuitiTo, fué tomada. por el fíehador del libro como la iuicial
del nombre del autor. Y como en el Catálogo - sección República 618 Sirva este titulo de ejemplo: Lus B.u:KROJ, ..4rgei.titws
.<lrgtmtina - figuraba un señor Silverio Domlnguez, autor de unoa hiltorid portalt of... Loerer wd Tandil1 Dansh ai¡ole. Buenos
Recuerdos ele Bue1101 ..4ire1, editadoa en Valladolid en 1888, el ofi· Airea, 1910. Se trata de un librito para uso de loa alumnos de un
ciniata creyó descubrir la incó¡nita de la. 1 y, ain mayor esfuerzo colegio dAnés-arpntlno. Ademb, - vaya esto -como un segundo
le atribuyó a este otro Domín¡uez lo que no le pertenecfa. En el ejemplo - en 1911, Wadi Sch11mun editó una Hiltoria arget&tina,
original, a la r·oetre, aimplemente se lee: Do111(11gue1'1, es decir: en árabe. Nadie podr6. discutir que los tezto1 d:inés y arAbigo, ion
de Domínguu. pruebo.a del exotitmo a q11e he qu~ricfo referirme. ·
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BarceJona, 1884) dlll. El primero ele estos autores prol!ur6 capaz de hacer reflexionar n los niños, ha sido cultivado,
reunir en su libro fi\ciles clescripciones ele batallas, algu- con bito, en los primeros Yeinte años de nuestro siglo,
nos cuadros ele ambiente, rápidas biografías y hasta uno por Ada M. Elflein (Leyendas argetitinas, Del pasado,
que otro paralelo J1istórico. En realidad, las Lecf11ras etc.); por Carlos O. Bunge (Nuestra patria y Lect1tras
venían a ser como ampliac:iones amables del contenido at·gentinas); por José :Manuel Eizaguirre (PágiMs ar-
ele los textos col"l'ientes de Ja historiografía didascálica. genfütas), y por B. J. llallol ( N arracio11cs coloniales).
Rins, a su ''tiz, presentó en su obra pequeños resúmenes El propósito de emocionar con la visión gráfica de
ele loa sul!esos básicos de nuestro pretérito, ordenados cosas y escenas del pasado, comenzó a contar con mate-
oronológicamente. Como se ROSpechará, ni Pelliza ni Ri- riales de un carácter concreto con la aparición, a prin-
'"ªª realiznban el ideal ele los textos complementario!!. cipios del sig]o actual, del libro de doña Ange]a J.
Años mits tarde, José :Mnuuel Eizaguirre editó un librito Menéndez, titulado: Historia arge1't·ina il1tstrada (Bue-
que trajo un mejoramiento clel género. Titul6se La Pa- nos Aires, 1902, 2 Yola.) Trátese de una colección de
tria (Buenos Aires, 1894) y fué preparado para esti- láminas, con leyendas aclaratorias, en Ja que no ha siclo
11111lat· et1 el 11i·1io argentino el amor a la patria y el cuidado ningún detalle. La ordenación es desconcer-
respeto a la.i tradici01&es 11acitn~alcs. LJegado en hora tante y e] maJ gusto reina en toda la obra como en la
propicia, el ,·ohnnen corrió con ~xito, provocando, en plemtucl de un apogeo.
seguida, emuladores. El mits eficaz de ellos fué el educa- Después de este desgraciado ensayo, los libros de igual
cionista José M. Aubin, quien desde la última década finalidad que han visto luz y que han circulado en las
del siglo anterior dedicóse a publicar te:s:tos encamina- escuelas, han sido: el Albuni: La· historia arg81'tina de
dos al objetivo a que ya me he referido. Esos Jibros se los 7tillos, en cuadros (Buenos Aires, 1910), de Carlos
titulan : Lecturas geográficas e hist6ricas; Lecturas so- Imhoff y Ricardo Levene, que dista bastante de ser obra
bre historia nacional; .Anecdotario argBfltino y Mármol cumplida 0~0 ; la Historia .Argentina: Método gráfico re-
y bronce. creativo de Manuel González Pérez (Buenos Aires, 1915),
A los librc•s ele Aubin han seguido, bonificando el gé- v los cuadros murales de V. Montes, que se nos brindan
nero, los de Ricardo Levene (Lecturas hist6ricas), Anto- Ínspirados por un concepto ingenuamente militarista.
nio Larrouy (Lecturas, ~ne:s:as a la Historia de Cánepa), El anhelo de objetivar la narración histórica, con grá-
que son páginas de procedencia documental; y, conser- ficos geográficos, está representada, por último, en el
vando el modo primitivo, los de Eduardo Gauna Vélez
8:?0 Hay en ella. algunos gra"es anncroniamoi en la indumenta·
(Honor y rsspeto), Adolfo P. Carranza (Los hlroes de ria de loa personajes representados. Desgrnciadamente, todavla no
la Independencia), y otros de menor importancia. cont&moe, ni eu materi& argentina ni en mnteria &mericana, con
El género de la narración emotiva y de la pintura un conjunto de elementos gr6.ficor. como el reunido por A. P.llllU.N-
TUR en su 41bum 11iatoriqt111 (Paris, editor Armand Colin), cuyos
cuatro vol<imenes eon el más serio inventario de In cultura. europea
818 L& portada reza ael: L11ctura1 1rilf6ricaa 111gúA d ordett d11 dtade el siglo IV al alglo XIX. Es muy prob&ble que cuando loe
'41 prift0ipal111 efembid~• argnti1101, para d 1110 diario de 101 eruditos realicen una obra semejante, nuestros ci!b11m111 escolares
""'""lo•. mejoren en presentaci6n 7 contenido.
- 320 - -- :~:?l -

babel' de la produ.cci6n de que me ocupo, por el Atlas


hist61-ico de la República argentina, de José Juan Biedma
y Carlos Beyer (Buenos Aires, 1909); por los Ejercicios
de historia aroe11tina de Víctor Mercante, y por los
Ej•1·cimos cartográficos de historia argentina y america-
11a de Emilio Ravignani, que constituye una importante
contribuci6n al mejoramiento de los métodos de ense- CufTuLO IV
ñanza o:ii.
No sería connniente cerrar este capítulo, cousagrado
a la historia didascálica, sin dejar constancia de que El material erudito.
existen dos trabajos, ele dispar valor pero dirigidos e~ un
mismo sentido, que sin ser, propiamente, de ~~ria, l. La& fve1de1 de informaoilSfl: elementos eruditos actuales para
han contribuido a acrecentar su contenido. Quiéro re- el conocimiento de nueatrn bbtorin. - 2. Laa biografí.al: su
ferirme al pequeño opúsculo de J. F . (Juan Ferreyra), eiguificado; proceso de In produceióu do esta indole; sus más
titulado : El komb1·e abotigen: Historia de los abonge1&es altaa repreaentacionce. - 3. Laa me111oria1: valor de lae de
Moreno '1 José Maria Pas; los contra.dictoree de este último
ame.ricano1 y clr. los tiempos pieki8t6ricos (Buenos Aires, '1 las poI.tmicu de 1855; memorial de La Madrid, Lugones e
1899), y al lib1·0 Lo., abo1igenes de la República Arge?&- Iriarte; 1111 autobiograf1111, vindicaciones 1 recuerdo• de alguna
tina (Buenos Aires, 1910) de los profesores Félix F. importancia biatorlogr6.fica. -. '· La Ñlformaoi6n doovmntal:
Outes y Carlos Bruch. El primero, destinado a los gra- uoticia. y juicio eobre nu111tras principales coleccionea de docu·
mento~ '1 manuscritos. - 5. Laa tr1Jdioione1: producción. qu~
dos elementales, no pasa de una tentativa, mientras que
lae representa en nuestra biatoriogratla. - 6. El MrrGfllnatoj1
el segundo, obra de dos eminentes profesoreR universita- •IMft,ufral; gulas de erudición y trabnjoe menores que orientan
rios, es lo mejor que, desde el punto de vista docente o:i2, a loa m1tudio1os nrgentlnoa : su valor.
se ha publicado hasta 1925, fecha que cierra la tpoca
aquí examinada 623 •
1
8!?1 Estos ejercicios eetAn compuestos por dos grupos de cua·
darnos que, a su ves, 11e dividen en series, dos pnra la biatoria LAS FUENTES DE lN!'O.IUUCIÓN
nrgentiua y tres pnrn la americana. Los cuadernos llevan una cla'11,
que sirve de guta segurm al profesor.
1!?2 Los autores lo consideran: "Manual mdaptaclo a 101 pro· Este capítulo, con el que cierro la segunda y últin1a
gramas de las escuelas primarias, cole¡ios nacionnles '1 escuelas
normales" (Ilustrado con 146 grabados '1 una lámina en color). parte de mi trabajo, 88pira a ser un inventario crítico
e2s Exclu70 la parte que, 1obre el tema, redactó el doctor Lors del material informativo sobre el que descansa cuant?
Mut.i. TORRES en el Manual d1 11i4toria d1 lea civililoci6n orglft.tiM,
que me cupo la honra de dirigir. Y lo exclu70 por tratane de conocemos, al presente, acerca de la historia del~ .país_.
. una exposición ¡;reparada par:i estudiantes de cultura auperior. Lo Reúno aquí, en grupos lo más homogéneos qúe me ha sido
propio debo decir del libro del profesor ANTONIO Snll.&No (Lo1
primitivo1 haJJita11t1111 d11l territorio argtnt1110), aparecido en 1930. posible, todo lo que no ha . podido tener cabida en los
- 323 -

capítulos a11teriore11, pero q_ue, siu embargo, merece 11er trlldici6n. La imposibilidad de ponen;e de uc:ueruo que
oonsiderado en el estudio que realizo, cuando menos poi· hubo entre panegiristas y rectificado1·l'.s, di6 origen, muy
el aporte con que ha contribuido " la formaci6n de Juego, a las búsquedas documentale!! que, dada la natu-
nuestro haber historiográfico. Figura en este lugar, co- raleza U.el objetivo perseguido, no pudieron ser otra cosa
mo luego podré. verse, y en un adecuado orden 16gico, el que alegatos. De ahí naci6 el carácter parcial y cir-
bagaje del instrumental bibliográfico con que ha sido cunscrito de ciertas publicaciones papelísticas ele media-
elaborada la inayor parte de nuestros libros ele historia, dos del siglo XIX. Fueron ella.'!, de ordinario, disfra-
y tienen su sitio, tambit!n, aquellos otros elementos que zados panegíricos o, si se quiere, documentaciones de
Mili se1· propiamente historiográficos, han cooperado, no los héroes en boga y cohmma.s para la galena de cele-
oblltante. a dar vida a las construcciones de tal índole. bridades argentinas 62~.
Penigo con esto -hago &Mí una r.ateg6rica denuncia de No sería posible negar, como pur otra purte hasta lo
prop6sitos - revelar, con la debida precisi6n, cuáles evidencia el mi~mo proceso que siguiera la sucesin trans-
hau sido los pequeños hiloH ele agua 11. los que debe su f ormaci6n d,e la biografía de Belgrano realizada por
origen el caudaloim 1·fo de nuei1trn historiografía. Según Mitre, que de tal preocupaci6n biográfica fué emergien-
el lector advertirá en Heguicla,. inicio la presentación U.el do Ja l1istoriografía más integral, y que con esos alegatos
cuantioso material con la.<i biografías, a los que siguen se in~i6 la tendencia erudita que habría de rematar en
las memorias, antecediendo ambas a las colecciones docu- los grande!! cor1n.is de los que más tarde deberé ocu-
nfentales. Tal cosa hago porque el menudo examen de parme u2 u. Todo lo que vino deirrui, en. materia de
lo que constituye la esencia de nuestro conocimiento del erudici6n, desde las guias bibliogr!licas hasta las mono-
pas.ado, me ha confirmado la exactitud de aquella afir- grafías 1.1obre minucias, no result6 otra cosa, en efecto,
m~ci6n de Paul Grouasac seg11n la cual la mayoría de que el fruto 16gico de los reclamos de la historia . inte-
nuestros juicios hist6rfoos .,e fundan uenc·ialme1ltB en gralmente concebida y, científicamente ejecutada. Esa
autobiografias, refutaciones, vindicaciones y otros alega- raz6n explica el orden con que en este capítulo aparecen
tos "pro domo sua" 824 • Pronto se verificará, al leerse tratados los ásuntos comprendidos en el n1bro general
las pé.ginoa que consagro a la producci6n biográfica, c6- de material erudito.
mo el verdadero proceso de nuestro conocimiento general
del pretérito aut6ctono ha sido ese. La biografía, de 62J Tnl · ern, por lo de1u6- el titulo de u11a coleeeión biogrúfica
ordinario exaltativa, inici6 el primer avance, provocando, que deepuá de la ca1da. de '.Ros111, comen:r.6 a. editnrae en Bueno•
en seguida; las rectificaciones de los que se sintieron Air~1 (18117) con retratos litogrnfilldoe por Narciso Deem11d1'7l, Y
para la cual r'!d11ct6 Mitre au más tnrde Htlfona dtJ Belgrafto.
a:aiinorados en sus glorias o en las de sus antepasados, e2a Para consuelo nuestro, JlO eatarñ dem6a recordar que en
y dando lugar a las vindicaciones y memorias que, a la 1nueho1 paúea cultos del mundo el desenvolvimiento d~ la ciencia
hiat6riea no ha diferido, mayormente, del que se con111mara aqul.
postre, no fueron otra cosa que formas diversas de la La biografla ~é, frecuentemente, el punto de pnrtidl\ de. m.uc.hos
proceeoa hiator1ogrflflcoa, por lo menos en las épocas clmun::icaa
112t Gaousu.c, E1fodi.o1 d1 h\aforin arg111tiu, p~gin11 171, (Bue- de la cultura occidental ( conf. PlETRo Eom1: La 1fona. m1-
nos -~lrcs, 1!118). dio"1alll, Romn, 19112).
- 321 - - 3:?5-

después de lo que eu tal i>portunid~u e.Ji:pt·ellé, no cua-


2 draría aquí una prolija minucia en el 1málisis ele las
LAS UIOOR.U'ÍAS
biografíRR de tales personajes. Todas, con hlll excep-
ciones que ya menté en el recordado paríigl'afo del ca-
pítulo I, se reducen a narral', con abundante orquestación
Según se recol'da1·ú, al ocuparme ele las crónicas bio-
ele loa, la vida de uu héroe, y todas utilizan p1·ocedimie11-
gráficas - eu el capítulo I, parágrafo III de esta ~e­
t<»1 seme~utefi. Son panegíricos escrito1:1 por quienes,
gunda pt1rtr - dej~ sentada cuñl es la verdadera im-
<levotos del J>el'llonaje biografiado. todo lo ven Kegím el
portancia que. a mi juicio, ha tenido la biografía en
interl'll de la exaltaci6n, y que, por de contado, cierran
nuestro país, r manifeHté que, en esa oportunidad, pres-
los ojos en aquellas oportunidades eu que ha.y nece:;idad
cindiría de la.'I qn<' 110 resultaran la presentaci6n del
ele abrirlos, aunque a riesgo de caer eu el exceso. Sin
contenido de nna época. Y ahora bien : como allí misµ.io
entrar, pues, al detalle particularizado, sino en 1<>1:1 con-
dije, no es po!lible negar que esn producci6n ha sido
tadoi; casos en que se trate de biografías Hpos, procuraré
utilizada pOl' Ja historiografía mayor, r que aun puede
establecer cuáles han sido las características de sn proce-
serlo con el ~olo ~mpleo ele una adecuada precaucióu
so genético 027 •
critica. Está de mauifie!lto que ~stas biografías, nacidui;
Bo.stn u11 juRto conocimiento ele la aplastante produc-
en el seno del amor al p!Ulado familiar, llevan el sello
ción biográfica argentina, para percatarse de que el in-
del individualismo histórico que distribuyó la rica ha-
dicado proceso ha pasado, cuando menos, por seis grandes
cienda del pretérito en unaá cuantos parcelas, adjudicadai;
etapas o momentos ele marcada diferenciación. Se inici6
o un reducido grupo de héroes, y que, naturalmente,
con los elogios y col'onas fúnebres y con algw1a que otra
no puede dar sino visionei¡ fragmentarias y simplistas
foja de .servicioe, durando este esta<lo embrionario desde
de. un todo por esencia complejo. Pero, a pesar de eso,
los días de la Revolución hasta In época del primez: go-
no serít~ justo desconocer que, cuando menos, las bit>~
bierno de !tosas 628• .Alguna excepci6n hubo, sin embargo,
grafías a que me refiero valen por ser repositorio.~ de la
tradici6n, desde que en su mayoría no resultan smo u11
021 Como reputo que.~uede in~reenr la. nó.mw~ de las biogra-
trasunto de ella. Por otra parte, siendo los autores de ffa1 a que me estoy ref1r1eudo, reitero la uuhcac1611 de que para
esas biografías desce11diente11 o amigos familiares de los conocerla es dtil la consulta del Catálogo de la Bibliate~ ~el Museo
Mitre, piginas 658 y aiguientea; del Catúl~O? d6 la B1bhotsca N!':
protagonistas ele sus relatos, hay positivo provecho en cioftaJ de Buenos Aires tomo II 1900, pugmaa 173 a 178 y 4:>;>
tomarlos en cuenta, puesto que de ese modo se viene a " 4!56 • y del S"p!1m1ent~ al tomo h, 1923, páginas 334 a 344 d& Mil
mi1m~ publicac:ión. Aunque en dicho1 catálogos no está inventaria·
realizar una de las formas de la per!ecci6n en la justicia; da toda la producci61t del gbero, Q]lí figura ain embargo lo mál
la misma que el vulgo reclama en su conocido p0$tulado tlifundido y lo mt.a tlpico.
· ue Loa <li1curso1 lnudatorioa, pronuncindoa en 101 funerales, cir-
de que Jwy que oír las dos campana$. . cularon 1iempre en follcto1. Los mf.1 célebres, en el per!odo 1810·
ltt30 aon loa aiguientea: JU¿N IGNACIO GolLBl'l'I, /llog1,0 fú811w1
Tengo dicho ya - pigina .199 de est.e ''olumen - .que cül .:Of'onel Ditgo GOM6le1 Balcarce (Bu!!noa Airea, 1816); FuT
nuestro país es rico en semidioses, y cae de peso ·que PANTALEÓN GAKcfA Elogio fúru1br1 del brigadUr dn.tonio Gomtl.ln
Baloaf'ce (Buell!l1 Aires, 1819); Joet. VALDTfN G61a1, Elogio fú-
-3:!li- - 327 -

COl.1:$tituícla por t11111 biografítt t.le Uarrera u"'ll, otra <lel formulu m~cr1:11 ele 111 mcmnriu hi11tó1·icu que escribiera
doctor l\Iontú.far u.,n, y una tercen1 clel canónigo Plau- el biografiallo.
ch6n 831 • Fué Pedro <le .Angeliii, eu 1830, quieu inició En Jo qne vu de estn publicllción lll <lía en que el
una nueva· etapa en el clese1r\'Olvim.ieuto de las biog1-u- género mejoró nuevamente, orientimdosl' hacia una vi-
fía11. Su E·nsayo /t.i~t6rico sobrt• la vida del &remo. señm· sión míi.c; r.ompleta de los personajeM que motivaban los
do11 J11011 .Manuel dt Rosas (Buenos Aires, 1830), a estudios. 1:011 intervención, 11 la vez, de un comienzo de
pensar de lo que tiene de repudiable por el espíritu que discriminació11 crítica que había estado ausente en las
lo anima, mejoró, no obKbmte, la f orm11 ya clá.<i.ica del biogrRfÍl18 11nteriores, Ja producción de que me ocupo
género. No quie1·0 decir, ello a pesa1·. que el Ensa.yo sea no resultó muy numerOl\l\. Los principale11 trabajos fue-
una perft-cci6n, ni muciho meno.'i. sino que entre los anti. ron loR siguientes: Recmirdni< clr la vid.a pública y prfoada
guos elogiOK fítnebres, má.'i las tre11 o cuatro biografía.... ,ze do11 Miguel de Azcuénaga (Buenos Aires, 1834); Ras-
que he rueucionndo. ~· estt> trab1tjo de ele Ani:reli.... ha~· gos ele la V'Íclu p1íblica d<' ,e;;, E. el .~dio1· brigadier ge'lleral
ttlgtm11 diferc11ci11 en fllvor del último. d()fl .Tua11 Ma1111cl de Ro.•a:• (Bueu08 .Ai1·es. 1842); Bio-
El mismo uño de lu publicnci6n <lel E·11.~a110 soln·e grafía del ge11e1·al 8a11 Martfo (ParíM, 1844). redactada
Rosas, apareció en Bueno:,i Aite11 una biografía del Bri- por Gual ~· .J uen -;.· por .J u11n Bautista Alberdi ¡ y Rio-
gadie1· don Estanislao Lópcz. y dos añor; más tarde la ,;af{a dt. don TnmlÍ.~ Ma·n11r.l A11chm·t1w (Buenoi; Aires,
Biografía del . se~1· gc·ncr;al .Arenales (Buenos Aires, 1847).
1832), redactnda por el rni.<imo de .Angelis, y cuya im- Bartolom~ ~litre, e11 1853. fu~, quien tonificó más cum-
portancia radica, i;obre todo, en el juif!io que el redactor plidamente el género biogrÍlfi<!O, realizando el primer
ensayo de penetración honda en el significado histórico
Ht<bre det oi11aada·110 don Manuel Belgra'/lo (Buenoa Aires, 181!1) ¡ del prohombre elegido. Hasta ese momento la biografía
Fu.Y CAYKTANO JosY. Rooa.laun, Elogio ftínebr• del be"e111irito no sólo había sido simple loa. sino, que, también, se había
t-iudadaM dcm llatmel B11lgra110 (Buenos Airea, 1821); FuT PAN·
TALIÓN 0Allch., Ornción fúflcbre del M. B. P. Fra11 Caveta110 .1011€ realizado pre11cindie11do todo lo qut> no fuera la acción
Rollrigun (18!!1!); SANTIAGO FIOUKUDO, Elogio fúMbr11 del gobt1r· externn del biografiado. )litre, en cambio, trata de ir
•adOf' 11 r.at•it~" {lefteral, etc., oorcm11l Ma1u6el D"1Tego (Buenoa
Aire1, 1829); :r RAw<1N OLAVAIWrrA, Elogio fúJtebr• d•l. bngadiM más lejos, procurando conocer el motor espiritual de su
clt'fl Cor1111lio Saavedra ( 1830). El mú curioso de los elogios f6ne· héroe. Claro está' que su monografía sobre José Rivera
brea f116 el pronunciado por Melchor Eaqu111.ini en memoria de Ifi°darte (Buenos Afres 1853), que es el trabajo a que
Tupac-Amar<i 1 p11blica.do en Buenoa Aires en 1818. (V6ue, ade·
más, lo qua dije, rvspccto de estn producción, e.n el capitulo IIl me refiero 832 • dista de ser una obra perfecta, y no har
de la Primna parle).
para qué decir que en ella se advierte, sin esfuerzo, qu~
02• La. biogro.ffa de Joeó Mtlría Carrera fué publica.da en "El
)[erca.ntil '', en abril de 1815, 1 luego circuid en folleto. su autor navega en les aguas del romanticismo del mo·
oao El titulo es éate: CMVtobal MartC11 do Jlcmtúfa-&: .ru vida mento: pero no puede negarse que, así y todo, es lo
·mldica OO'lltprobada COft lo., documento1 legaloa, etc. (Buenos Ai·
rea, 1821). mejor de su tipo' producido hasta esa fecha.
1131 Tiene este titulo: Jo1l Lem. Planc116": .ru biogra/"1 por an~ Figura comn introrlucción nl libro rlc lns Poelfn~ de R1vsau.
·'~ do1 1obriM1t J(anvel y 101l Mllfia Gallardo (·Buenoa Ai· JNDAITF., apArt'tido t'n la f<'rhn seiinlndn.
ree, 18215).
- 328 - 1 - 329 -

Paréceme digno de señalar el hecho ele que, a partir-


1 y Manuel Oa.'ltro López oar. Con la llparici6n U.el eistudio
1
del ensayo de Mitre, las biografías fueron adquiriendo '! de Fregeiro: Don Bernardo de Montcagud.o: Emayu
c&rácter de mayor seriedad, para ir, paulatinamente, bioaráfico (Buenos Aires, 1879), el género logr6 ocupa1·
despojándose de la tendencia a la loa y convirtiéndose- un rango marcadamente superior, y con la edición de-
en repositorio de datos utilizables en la historiografía finitiva que Gronssac hiciera ele su Satitiago de L;nier$
superior. Entre los que, después de 1853, publicaron (Buenos Aires, 1907) lo consolid6, sin duda alguna. Ello
biografías no desprovistas de cierto valor, figuran : José no quiere decir que, de cuando en cuando, no aparezcim
Luis Bustamante (B·iografia del brigadier don Manuel' aún biografías de corte transnochndo. Desgraciadamen-
Guillermo Pinto, Buenos Aires, 1853), y Pedro Lacasa te todavía existe quien las escribe, pero, en la mayoría
(Vida militar y política del general a1·gentino clon Juan de los casos, Ja producci6n biográfica de los últimos años
Lavalle.• Buenos Aires, 1858) 833• Posteriormente et' gé- es ba.<;tante 11eria 0 ~R y suele tener el mérito de ir acom-
nero fuó perfeccionándose más con la intervención la ·ae pañada de apéndices doet~mentales, que nunque son ale-
tendencia erudita que acumuló minucias de información ll'ªtos, tienen, sin emba1-go. positivo valor 639 •
en torno de determinados personajes, y contribuyó, así,. JJI!. teudeneia más moderno, que es la c1ilminación rlel

nl esclarecimiento de no pocos ~pisodioH básicos de nues-


tro pasado. 'rnl cosa hicieron, destacadamente : .Andrés 011 Ea autor de documentadas biogrnfl.ae 1obris El e:t¡>lorador l'i·
llar\110 (Buenos Air", 11109); Yie11t11 (Bueno& Airoa, 1911); Prt1-v
Lamas 836, ,Juan María Gutiérrez oaG, Antonio Zinny 636 P edro Gvitán (Buenos Airea, 1908), etc.
eaa E!eiialo, entre otru, las si¡ufontca: A1.uu.TO DEL Soua, D11·
rrego, tribuno y perindilta (Buenos Aires, 1907); A. ZIKlllDKAN
S.un:Da.\, TJon Comrlio de 8navedr11. (Buenos Airea, 1909) ; A:i;aEL
oaa Reeditada en 1870' y vueltn n iwprlmir en 1924 (edición de J. C~"z.i., Lm;alle ai.te la j1Uti1:ia p61tutna (Buenos Aire1,
La Cultura .J.rget1tina). Ara.toa parece unn memoria. indirecta. La- 1880), F1t.\Y JACINTO Cuusco, El congreaal de Tucvmdn fray
c:isa trabaj6 con nl¡unoe documentos, según se deeprende de una Juato Sa1'fa Maria de Oro (Tucum6n, 1921); DOMINGO A. DE LA
nota de Ja p&¡inn 119 de eu bio¡rnfla, 1 con nbundnntea recnerdoa· OoLIN•, 8. M. el emperador de loa Uaiioa (L:i. Pinta, 1920); l!'aAT
peraonale1. e .Jost ]!,[.uf~ LIQUENO, Fra1 Fer11at1do de Trejo y Sanabria (Cór-
BH Aludo a sus notas biogr6.ficns sobre ~I P. Losnno, a. au doba, 1916-1917, 2 vols.); PABLO CABaD.A, U1'iwraitario1 de C6r-
e.tndio sobre Rivadavin (Buenos Airea, 1882), y al ~innúmero de· do'ba, primera eerio (Cór<lobn, 11116) ; Jost E. Uamugu, Hiatoria
sus publicacio111111 en Ja prensa periódica. del gllfl4f'al .J.rmale1 (Londrea1 1924, t. I); ¡ FRAY Luis CóaooBA,
Eat~ 'biogrdfico de loa ooiapoa ..tldao y Acl1a~·al (Córdoba,.
eu Los trabajos a que me refiero son : ..tpu11te.r 'biogrdficoa de 1918).
eacritorea, oradorea 11 hombrea de e.ffado de la República .J.rgmttAa·
(Bueno• Aire1, 1860); Bo1qvejo 'biogr6.fi.co del geKeral 8at1 llarff" e;;e Hnatn hace poco no contábamos con nlna'n. diccionario bio·
(Buenoa Airea, 1866 1 1868); DOtl Bateban· de Lvca (Buenos Airea, gr&fico completo. Esto di~o porque el publicado por Julio A.
,1871) ; El coronel don Jvllft Ram6ft Rojaa (BuenOI Aires, 1871) ¡ Muszio (~rio hilt6rioo 11 'biogr6fioo d1 la ReJ1tl'blica .Ar-
Batudio ao'bre .. . Juan de la Crv• Varela (Bueno• Aires, 1871);- gmtina, :Sueno• Airea, 19110, 2 vol1.), diata mucho de ser lo que·
necesitlbamoa, y porque los otro1 do1 conocidos (Diooionano 'bio-
etc., etc. grdfioo t1aciot1al, Buenoa Aires, 1877-1881, por loa doctoret1 Mo-
eae Sus princin1le1 eatudio1 biosrráficoa son : H eroífllU 11 pairio- Jina Arrotea, Garcla. 1 CaeaYal, '1' IHociotlario 'bio/P'dfioo argtt1füW1,
Ce14 at1M1rica1111o1 (Buenos Aires, 1868) ; ..tp11Atea para la 'biografla Buenos Aires, 1897, t. I, por loa se!ores Jo8' Juan Biedma ¡
del 'brigadier "rn11ral dOtl Juan Mart<n de Pueyrretl6tl (Buenoa· José Antonio Pillado) no pDBnron de unn laudablo tentativa. En
Aire1, 1867)j Boaquejo 'bwgrdfiao del general don Ignacio ..tlvare• 11J au1eacin, loa interendoa en. cierta.a lineas genernlet de la bio·
y Tllomaa (.1:1u41nos .4.ires; 1868); Jun Harta Ovtiln',., n vida v ¡rafia de nuestros prohombres, debieron recurrir al libro de
•'11.f ncntoa (Bcenoa Aire1, 1878). Enrique Udaondo y Adriím B"car Varela: Pinza• y CGllu de-
- 330 - - 331-

género, en el prime1· cullrto del siglo que co1·1·e, eiitá. re· memorias rep1·e.-.e11t1t.11 uu aporte co1ll!liderable 111 h11ber
presentada por el 11&odo biog1·áfico que cultivó Carlat; de la tradición, y tienen derecho al examen u~ 0 • La más
Correa fama (D<m Baltazar de Arandia, Buenos .Aire:s, somera observación de su conjunto permite nclvertir, a
1914). En ella se armonizan: lll erudición menuda, la primera vista, que cabe una inmediata separación, por
visión panorámica del momento l'lOCial, ). la exquisitez lo menos en cinco grupos, que serían : 11) el tle las gran-
de la fot"lna literarill.
des JUemoria.'I; b) el de ltll; concretinnente autobiogrÍl·
ficas; e) el de las geue1·alizadoras; d) el de hu; frag,
l)lentarias o episódica.<1; y e) el de las indirectas.
3 Si se exceptúa 111 Yidu y memmVis clel clocto1· clan
LAS MElllORIAS Jlarimw Mnre?U1, 11ne editara en I..ondre::i, en 181::!, su
hermano Manuel, r que es el prime1· libro del género,
Entre lo~ numerosos alegatos p1·0 domo s11a, que, pllrll hay que t•onvenir que todas las -/tl(l f/&(Jl'ia:< comenzaron
Groussac, dan ba.~mento a la mayoría de nuestros juiciOK u ser escrita.-; en lu ~po1:n en que parecía inicia1-se el
históricos - según he recordado al comenzar este capí- bnlalH:e ele la obro de Mayo, y empe1.a1·on a !lalir a luz
tulo - figuran las memot·ia$ f.edactadas por los actoreK el ~ía t'll que el oc11so 1le 111 Dictadur11 convirtió e11 una
de grandes momentos argentinos del pretérito. Sería 1·elilidad el pen11amieuto total de la Hevolución. Y fueron
ingenuo. P.e1w111: ,qu~ toda esa · prodµcci6n, en la que na- la.'I Memoria.~ del general Pnz. como luego hu de ve1"e 1
turalmente predomina el relato· de hazafias militares no el libro qne nl abrir la 11erie, proyocó la aparición ele la
tenga una exclusiva finalidad autobiográfica y, por de
' mayoría de las que la habían de formar.
contado, exaltativa. Muchas de esas memorias a que .Acaoo de me11ciona1· lt1 l'iclu y memnriait de Moreno,
~- ct·eo de ne<:esi<lnd pre<iK1u· 11 l¡ru11011 concept()l( a su
0

aludo son justificaciones, y no pocas verdadero inven-


tario de servicios prestados al pais, hecho con el pro-
G~o Ricarclo Roja.l. eu au Hi11toria de ln litcrat'llra nrga•diu,
pósito de reclamar un lugar en la historia y dar seguro tomo III, capitulo XAIII, :te hn ocupado de algu11111 de esas mP.·
pie al reclamo póstumo de los descendientes. No hay en morilla, aunque con deacuicloa de 1111 que debemos lamentamos. Así,
)lor ejemplo, dice (p6¡. 600) qul' Ln. Madrid comenzó 11 compone1·
lo que digo irrespetuosidad alguna, sino un elemental ~ua memorias hocia la ~J>OCa en que se publicoro11 lns de Paz.
ejercicio de franqueza. Claro estA que son numerosa.~ pareciendo olvidar que fu6 preci1a.01ente el <lorecho a la prioridad
en ciertos noticia. que La Madrid reel11mab11 para al lo que lo
las excepciones, pero nunca tantas como para invalidar volvió contra el manco. Como es sabido, La Madrid ~scribl6 au1
la afirmaci?n. A pesnr del origen, sin embargo, dichas memoriu hacia. 1841 y ae la1 vendió a Lamas, quien, hacia 1849,
llUI puso en manos de Pas. De este nsuoto me ocuparé dn¡m61.
Otro dl" los trn1p11pelanilentos que ha sufrido Bojaa en el eapl·
.8uimo1 .4tr~•: 8ipif~aoi6rt hilt6rioa d1 ""' nombr11 (Buenos tulo que cito, le ha llevado a incluir entre las memoria1 argentina.e
Airea, 1910, 2 vola.) y a 101 aeia tomoa de laa Notaa bio11rdf~ las del general uruguayo César Dlaz, ·publicadas en Buenos Ai·
de Jo16 Arturo Scotto (Buenoe Alra, 1910·1913) que, a pes11r de rH, en 1878, por au sobrino don Adriono Dlaz. Dichas memorillll.
no pocaa laguDa1, era lo m6a comploto que tenlwnoe. Pero yn cuyo contenido principal gira. en derredor do la. batalla de Cuero..
diirponemo1 del D1cciotlarto biogrdfteo argimtifto (1800-1920), com· e1 el repositorio de recuerdos ele un oriental que aunque actu~ e~
puesto por Enrique UdaDndo, y edit11do este mi1mo afio (1938). uue1tro pala, sólo escribió 101 remembranEBs de au ncci6n militnr
bajo la bandera de su pntr!a dlt oripn.
- 3ll2 - - 333 -

respecto. Generalinente se le ha con11iderado uua cró- lucionario, a clog aiios del prommci1uuieuto de 1810.
nica de época o una biografía. En ello hay erroi·. Cuan- Desde este sector del análisis, es, por eso, de útil cono-
do me ocupé ele las crónic&l! biográficas - en el pará- cimiento, aunque sus afirmaciones, precisamente poi· ht
grafo JII del capítulo I, - anuncié para esta oportunidad finalidad que persiguen, deban ser motivo de profunda
una exposición de los fundamentos en los que descansaba discriminación. La psicología de Manuel Moreno, a la
su exclusión del grupo de obras allí analizadn.'i. Y ahora postre, que se filtró en ellas. obliga también a tomar su..:;
voy a cumplir lo prometido. aseveraciones con cuidadosa cautela ou.
Cualquiera que lea el recordado libro, cue iumediata- Dije ya que, con excepción del libro de Moreuo, que
mentc en cnenta ele que la biografía es en él un pretexto antecede a todos en muchos año.<t, las demú.<t grandeit
y una ocn:1ión aprovechada. El objetivo verdadero de la memorias giran en derredor ele las de ritz. Y así es,
obra es la pintura, desde el punto de vista del interés 'en· efecto. El célebre general. que csc1·ibió sui. recuerdos,
revoludonario. de lo que era América v el trazado··: de como tantos otros - La Madrid entre ellos - cuando
las líneas generales ele lo que debía ser, y,
paralelamente, comenzaba a hacerse d primer gran balance de la eman-
la. defe11sa .. de la actuación pública del célebre secretario cipacióu, y bajo el imperio, aun, de la anarquía: murió
de la Primern Junta. El espírJtu que anima las páginas, puede decirse que al otro día de la caída del Dictador
el pensamiento que campea en todas partes y algunos de porteño 043 , y eu momentos en que el país, en pleno
los adjetivos rotuudos que sorprenden en más de una resurgimiento, tomaba las providenciu inaugurales de la
ocN1ión, no parecen ser .sino .del Moreno muerto que ha reorganización. Habí11 entonces algo a.o¡í como un grau
recogido el l\Ioreno que escribe. Eu ningún momento anhelo de precisar valores, r 1~ deudos solícitos del
el libro deja di' ser un memorial revolucionario, ~ en ilustre muerto se apreaura1·011 a dar a la estampa todo
todo él quien piensa, quieu -afirma y quien postula lo que aquél había escrito a modo de remembranzas
principios, es don Mariano Moreno. La prosa de su personales y puntos de. vista de los sucesos en que actua-
hermano es el simple receptáculo que, sin duda, no clbja ra o de que fuera testigo, desde el día inicial de la
de dar su forma a la materia que contienP. Por eso con- Revolución hasta las luctuosas horas de Ja.e¡ luchas civiles.
sidero al libro una memoria indirecta 0~ 1 • Su valor, desde
el punto de ,·ista critico, es muy relativo, desde que su oo Manuel .Moreno era hombre de puion95 't'iolentu, de acti-
manifiesto propóaito importa ya una calificación. Apa- tud• poco meauradaa 7 de mucha li¡ereza de juicio. El epiatola·
rio de San Martln u{ lo documenta. En 1834 Morono tuTO con el
llionada, febril, violenta. a ratos, esta memoria, sin em- vencedor de Chacabuco un incidente mu:r lamontuble quo obligó al
bargo de sus defectos de origen, sirve de elemento para glorioeo ge1aer.U a eecribirle en una forma muy digna de 111 ¡aia·
lidad, de hacer luero de 61 calificac:ionea de bribcm 7 picaro 7 de
conocer cuál era el estado de espiritu del grupo revo- anuciar que estaba diapuesto a darle una. foll-itia d1 palo•. (La
documentación de esta. mc:idencia puede halle.rae en el tomo X
aH Recomiend1> que la comprobo.cióu de mia afirmaciones se del .4ro1livo d1 Bon. JCarH1', p6.gina1 79 7 1iguientea). Todo esto an·
baga cotejand1> la primera y la flltima parte de la Yida 11 tmrmo- torha a peDIU que loe adjetiTos, bral'foa, que hieren en lr. Yida
riai, donde ae alude a 101 defecto• del régimen eapall.ol 7 a 101 idea-
les politicoa del Nuevo Mundo, con aquelloa e1crifo1 en que .Mariano
y "''"'°"""• 11>n uolu1iT&mente, del hermano del glorioeo muerto.
941 Paz ·murió en Buno1 Airea, el 22 de octubre de 18$-l.
Mortno 1e ocu¡>6 dt ln1 mismo• asun toa. .Habla nacido en Córdoba en 1791.
- 334 - - 335 -

Lógico fué que ei;e ele1;eo de l!.nticiparse a todos, que pa- sonale.-; de IR época heroi<.:a r.H, y ello Je movió, poco a
recieron clemmciat· los elenclos ele Paz, resultara hasta poeo, n ir ampliando las proporciones ele la obra hasta
provocador para muchoR 844 • Y tal es el origen de loa convertirla en lo que hoy conocem06. Paz escribió algo
libros que siguieron al de Paz y que, en realidad, pole- más de lo que se ha publicado, pues se tiene noticia
mizaron con éste. El apresuramiento fué tan grande cierta de que en Mus memorias originalei> habl:a un libro
en todos, que algunos - como La Madrid - en su afán coruiagrado a la guerrn del Brasil y al sitiO de Monte-
<le contestar rápidamente, descuidaron la forma y hasta video. En 1855 los editores se excusaron de editar esa
olvidaron la corrección ele las pruebas de imprenta 414~. parte. manifestando que no habían logrado dar con los
Con esto creo que está dicho cuanto conviene previR- originales. Estos aparecieron después, y llegaron a ma-
mente conocer. nos del conocido bibliófilo don Carlos I. Salas, quien en
El ~·a clñ.c1ir.o lih1·0 del ¡reueral .José María Paz apare- su .Bibliogrnfía. de.l coronel IJ1·m1dzen rla noticia de dicho
ció, en Rnenos Aire.'!, en 1855 - al año después de su manuscrito "~R.
deceso, - con e\ titulo de Memorias p6stumaa, y con el No hay duda alguna que hts .ll emot"ia.' ele Paz, viciada...
11iguiente subtítulo l\Clarntorio: Oomprende sus catnpa- a rntos por el afán de la autobiografia exaltativa, tienen
1ias, servicios y padecimiento., desde la guerra de la nn gran valor como elemento tradicionnl y no esca50
Tndepe11cle11cia, hasta m muerte, co·n variedad de otros cotbo documento técnico 8~ 9 • La pasión política. muchW!
rlor.ume11to.~ inéditos y de alta in&porlancia. La impre- veces, ocultó a Pu la Yerdad histórica. Fué ese su lado
sión fué hecha en ·cuatro volúmenes 41u. Según parece, vulnerable y aquel hacia el que convergieron los ataques
Paz comenzó a redactar sus J-lemorias hacia 1849, con <le sus impugnadores. Así como sería excesivo sostener
motivo del conocimiento de la noticia que Belgrano es- que Paz no estuvo nunca en lo cierto, lo es parapetarse
cribiera acerca de la batalla de Tucnmán, y con el pro- detrás de aquella otra afirmación, un poco en boga antes,
pósito de aclararla. Más tarde llegó a sus manos un según la cual las memorias del célebre manco deben re-
raanm1crito donde La Madrid recogía 11ui; recuerdos per- putarse el evangelio de nuestro pasado heroico. Ni lo
uno ni lo Ótro. Paz és un expositor sincero pero apa-
GH Ln publicacióu 1le laa .Mew1oriiu completaba, en realidad, el sionado y en muchos casos demasiado superior, en ma-
libro do ANOJl:L NAVAUO: BI general Pa• y 101 hombrea que lo ha" teria. militar, al medio en el que actuara. Por eso ni
ralu""'iad" (1848). Aa1,IQ .entendieron loa co11.temporin-.
Mn No hay en mi atirm11ci611 cargo ¡ratuito ni excno alguno. sui afirmaciones son siempre exactas, ni sus juiciOR los
Los errores de imprenta. del libro 11ou sencillamente horroroeos,
t:mto que hoat:i comienzan por den11nciarae en la portiido. y nada tHT Oportunamente volnr6 sobre este detalle.
monos que en el propio título de ):). obra, Oba11b~1, aa1 tex- 848 Pigina 163. Dice alli que ae trata de un \'olumen de 28Z
tuo.lmente, .reza. la carí:tula. D" lo qu" llt1n11ncil\ cunnto el libro pi!.ginaa en folio; da una prolija relación de 1u contenido y anuncia
contiene, ya hablar6 a KU tiempo. bU próxima publicación, que nunca llegó a efectuarse.
8441 Lns edicionoa poateriore• 1011: 2', La Platn 1892 (3 ..,011.), 1411 Beverlna (pAg. 14, edic, 1924) reconoce que la obra es de
conocida poi' ·edición 1lc Ireneo Rebollo, y 3•, Bu~nos Airea, 1924 efecti•o nlor ']!O.ra el conocimiento do nue.atro puado militar. Ea
(t: ,I) ,'edición anotada e ilustrada por el 411tinguido hiltorió¡rato de po1itiva utilidad, por eao, conocer lo que ha escrito - nlo·
nuhtarL. coronel Beverlna. Hay, adem4e, una edición extranjera: la rudo a Paz historiador - el doctor Juan B. TerAn, en el cap.
tic Jn llibliotua Aynmichn, y nl¡ann. otra i!e menor importancia. XII de au libro: Jo116 Maria Paz (Buenos Airea, 1936).
- 330 - - 33; -

iufu. serenos y adecu11cl1)ij. l::ius Memorvu, así. result11u la pel'!lonal, tle los que integran el nuulro <le nueiit1·a his-,
visión de cierto gran período de nuestra historia a través, torin anterio1· a la Constitución.
de un alto espíritu, pero nada más. Valen, pues, como El complemento de la.o; Ob1srt1acionc11 estíí coau1tituído
un documento, mas no son, ni con mucho, la síntesis de por Jns M cmoria11 ele I1a )11\drid, qul" aunq.uP escritas .
los docume1~fos de ese momento de la vida nacional. El mucho ante:-i ele 111 caídll 1lt' Ro11as1 110 apare<:1eron hasta
verdadero carActet· del conteuido de 111.11 Memorial de Paz, 1895 bajo la dirección dt' Adolfo P. Carranza Y po1·
por oti-a pute, lo revelan, a las claraa, lllS protestas que clisp:isición oficial clel gobiemn de 'rucumíin Gr.:. Menos
c~llas levantaron. La mil~ típica de todas fué la del apMitmudllK que lllM Obar.rt·aoitmr-a. llls Memorias valeu
general don Gregorio Aráoz de I,a Madrid. quieu el. lo que las de su género, i;it>mlo infel'i11ret1, sin embargo,
mismo año 1855 lanz6 u publicidad sus Ob11ebfiacion88 R las de llU contradictor P11x. r~a inferioridad es de
( i sic ! ) sob1·c la., mc11iorius pósl·itmas del bt-igadie"~ gtJ11 c1·al contenido, de forma y de significado en Ja formación del
cl011 Jnsé Ma1•!a. Paz or~•. concepto histórico que pulula en 1111ei-;tra historiografí~
El libro de La Madrid tuvo todo el alarde y todo el c·lR.sica.
1u;pecto de una acometida. llajo el pretexto de defender Entre loK contraclicturei; ele l'az, <1 quieneis he aludido
a Belgrano del juicio agrítJ que sobre él emitiera Paz,. llnt.e11, figura, a la par de La Madrid, un bravo militar
La Madrid comienza por declal'ar que su contrincante ha que lf!S fué contemporáneo : Lorenzo JJugones. ~te, tam-
e!ICl'ito probablsmc·11tc conociendo sus memorias G31, y se bión como La. Madrid, i;e lanz6 a la empresa de enmendar
empeña con él en un vel'dadero pugilato por cuestionet1 al 111a11i:o. En 1855, el mismo aúo en que aparecieron Ja¡¡
domésticas. El br1wo tucumano pierde pronto 18 se, Me11ioria11 de aquél, Lugoue" editó un folleto de 111 pñ-
renidad, y se va encima de su opositor, con el naiHwo. ginM, f".SCrito a la carrera. como lllli Obaervacioft41 de
ímpetu que lo hicie1·a eu las refriegas de los gías glo- La Madrid, y como éstas, con descuido hasta en el detalle
riosos. Y a poco andar inicia un chisporroteo de de- de Ja corrección de pruebas. El folleto que se titula:
nuestos. Los embustea de Paa, los despropósito• de Paz., Recuerdos hi&torcos (¡sic! ). registra E;rrores tipográficos
etc., etc., son expresiones que menudean en el relato que. por millares. Está redactado en forma r~petuosa "!-" no.
hasta por eso cobra particularísimo interés. Las Obser.- par~ce obedecer sino al deseo de salvar la actuación per-
vaciones resultan o~ro documento, de exclUBivo valol'. sonal del firmante. Y o 'escribo a mi modo, llana y S1mci-.
llnmentc - dice el autor ....,... lu11 1&ec1&011 que ha·n pasado
8Gll El titulo completo ea éate: Obaebilaoio1111 1obrt1 hu ~­ finte mis ojos y de los cuales S()Y actor Y te.~tign. Y esto,.
ria1 p61tvma1 del brigadiOf' gttWlral don Jo16 M. Pu, por el gnae-
ral da11 <k1gorio ~rdoz d1 La Madrid 11 otro.t geft11 0011t1m.por6- y no otra cosa, es lo que resulta su librito.
"'º'' Buenoa Airea, 1855 (Imprenta de 111 RHilta). El que vino a cer1·ar el periodo culminante de las
0111 Cuando La Madrid fuéeo al destierro estaba pobre y nec~ei: polémicas sobre el Yalor testimonial de Paz, fué el general
tado. Lama1, para ayudarle, adquirió en propiedad 101 ori¡inales
<l.i sus memorias 1 ae propu10 publlcarlaa en una Bibl"1teea q1111 Tomás de Iriarte. El mismo año 1855 - que ha re-
pro1ectaba. En 1849 Lama1 comunicó 11 Pu el contenido de eeoi snltado clásico por la aparición de los librM a que ya
1uemoria1,, 1 eM -a ese hecho al que La Madrid ae refiere en aus
()b1tn11r.10111•1.
M~ Rn;r unn nll!~\·11 edición 1le In Riblinftra .411acl601i11, tomo Ii-X.
- 338 - - ªªº -
me he referido - Iriarte publicó un trabajo titulado : grano, .ilutabi<lgra/w ur.~. ; Martín Rodríguez, Memoria
.Ataque, deft11.1a y 1uicw sumario de Zas memorias del (Montevideo, 1849) ar.a ; Gervasio Antonio de Posadas,
general Paz, en el que llegó a aconsejar a los deudos del Memorias (Buenos Aires, 1910) OlT; Pedro José Agrelo,
célebre guerrero que retiraran de la circulación los vo- Avtobiograf.fa 858 ¡ Vicente Fidel L6pez, .Autobiogra-
lúmenes que habian editado, pues ellos dejaban mal pa- fía 050 ¡ Rudecinclo Alnrado, Aufobiograf'a y memo-
rado a su autor. Tres años después, en 1858, Iriarte nmdum OGO i General Luzuriaga, Documentos 981 j Nicolás
completó su obra con un volumen que tituló : Glorias Villanueva, Memo1·ias 002 ; José Melián, Memorias m ¡
argentinas y 1·ecuerdos hist6ricos ( 1818-1825), que no- Hilari6n de la Quintana, Memorias (Buenos Aires,
fué más que una anticipación de sus memorias, todavía
inéditas 8~3 • Iriarte es un expositor que presenta aspec- ~o do 1830 haa~ el 28 de abril del miamo aiio. Fueron reeditadas,
prolijamente, en 1903 por Félil P. Outea, en la. revi1t11. "Hiatorio.''
tos de imparcial, y se nos brinda con todas las geniali- (t. I, plig. 12 y eig~.), e i.ocorporadu luego; en 1910, a lo. co·
dades propias de nuestros militares clásicos. Sus tra- lección do M emoNa.r y autobiogro/faa, editado. por el Museo hia-
bajos, por eso, son un documento más .para penetrar en t1\rico nn.cionnl, de Buenoa· Aires (t. I, p6.¡a. 10 1 aigtes.) .
o¡¡~ Fué utilizada. por el general :Mitre y publicnda 11or éste eu
la realidad por el camino de la visión personal del su Hi.ttorio de Befgrollo, apéndice ni tomo I de In. edición de 188~.
pasado. • L~ han rc••ditsdo: el :Mueco Mitre en Documento• del orchi110 de
Baigrono tomo I, página. 175 y el ?.Ineeo hietórico en Memoríu !I
Además del grupo céuti·ico de las grandes memorias, otdobiog;oflaa, tomo I, pí1¡;ina 91.
que es toda una constelación, la producción argentina or>e Biblioteoa del co11~roio del Plato, tomo VII, •ol11men V.
del género,- como ya antes dije, cuenta con núcleos me- Se trato. del lro.gmento de nn115 memeri111 que 1a muerte impidi6
tctmiur :il brigadier Ro1lrlguez. El :M111eo hiatórico, en Jl11111onas
. , nores, constituídos por las autobiografías propiamente y ov.toblogrofúu, tou10 I, ho. ·difun1\ido ese fragmento.
dichas; por las generales, y un tanto declamatorias; por- eGT En Memoria. y 01itobiogrofla1, tomo I .
058 So trata de un fragmento editado por Lama.a en 1849 y ·
las fragmentarias y episódicas; y por las indirectas, es neUo a. dar n lur. por el :\h1seo histórico en M11m0f'ki1 y outobio-
decir las no redactadas por los personajes a cuya vida gra/faa, tomo II. '
IDO La ..1btobfogroffo ele López, frecuentemente utilizada en los
particular se refieren. Como entrar en el detalle de cada últimos tiempos, ea fro.gmeutario. y comprende un periodo reducido
una seria un exceso inútil, me concretaré a mencionar de au vida. En 1896 circuló en folleto.
oeo So conoció, en fragmentoa, desde 1830. El :Muaeo histórico
las principales, agrupándolas bajo los rubros que las la reeditó completa en el tomo III de Memorioa y outobiogroffal.
distinguen y a los que acabo de referirme. El ,_..Museo Mitre (2(1-5·60) conaerv.a un. ejempla.r del e11Crito
\itulr.do Jv1tificoci6ft, que fu6 impre10 en Montevideo, eln indica·
Las autobiografias netas con que cuenta nuestro haber- eión de fecha.
bibliográfico, son las siguientes: Cornelio Saavedra, Me- ee1 El titulo es éste: Docutllffltoa 1obre sii dimiaf.6t. del tn411do
de lo pt'011incio & Ou110 e i1111idet&eiaa; con tmo t!Mlmona paro au fo·
morias p6sfumas (Buenos Aires, 1830) 854 ; Manuel Bel- milio; espoaiei61' docion.e1'toda & '" compaña n Ouoyoqvil, etc.
t5a Acerca de 6stu, don Enrique Udaondo ha escrito intereaan· (Buenos Airea, 1833) .
t11imaa notieiae. Dice que se trata de no menos de 10 •oldmenea, 1102 Se publicaron en 111 "Rerieta. Nacional" 7 Ju reeditó el
donde eeti contenida una '9i1ión inteli¡~e de nueatTa hiatoria. Muno histórico en JCe111Crioa y outobtogro/foa, tomo IlI.
El trabajo de Udaondo apareció en la "Revuta do filoeoffa", Bue- eS3 Publicadaa en 1857, en la "Revista deT ParanA", y lue¡o,
no& Airea, aiio IX, nt 5, eeptiembre de 1928, pAgbiaa 197 y ai- en 18S7, en la "Reviata. Nacional"· En 1884 circularon en folleto,
¡uienta. 7 en 1010 las incorporó el Museo histórico a sus MlltllOno.t y outo-
to4 Se publicaron en la "Gaeeto. Mercantil", cleede el 20 de mar- bio/l'l'aftoa, tomo In.
- 3-10 -
-Ul-
l!JlH) 11111 : Hinnóu .A. Dcheu, ,lJcmoria de :ius sert1ic·ios
(Bue11os Aii·et1, 1855); .Jm1é Uoudeau, A.utobiograffa 88"; gar preferente 111.-; enunciadas n co11tinu11ción: ,J uuu tlc
Dornin~o .t\ rriet4, M emor·ia.~ de 1m soldado 066 ; e Ignacio
H. Fotheriughau, La ,,¡~, de ·11.11 soldado (Buenos Aires,
1
1
Elía Memoria hist6rica 11nlm• lu ciimf>aña del ojsrcito
libe:tador 1839-1841 870 ; Manuel Rojas, Me·moría de los
1909, 2 vols.) . .u,cesos ocrirrí(fos en el PerÍt dura·nte la permanencia de
Nuestrl\.~ priucipale::; u1emol'itts generales, es decir aqpe· ia,, tropas nrgentit1as 871; .Jos6 Mnría Tod<l, Recuerdos
Ua.-. que aunque autobiogrMicas ofrecen una visión per- dtl ejército de operaciones ro11tra rl emperador del B1·a.
::;011111 de los hech()j¡ coetáne~ 1:1 la vjcla del escrito1· que iril (Salta, 1892) ; F. Barbarít, Uso., y coshimbrcs de los
las coIUpoue, son, l:L mi juicio, hts siguientes: Domingo ·indios pampa.~ (Bue1101J Aires, 18fifi)º1 ~: Antonio Cuyás
F. Sarmiento, Memoria.~ (ohrlls completas, tomo XLIX); y Samperc, Apiintes lriit6dcos 11ubre. lct provincia de
Pedro l<'erré, ,llt:mo1'Ít1 p1~rn lo.~ unalc.v de la p1·oi•it1eia di• Entf'e Ríos (M11.tar6, 1888) OT:i; Juan Cris611tomo Cr.ntu-
(!on·ie11tea ou;; Alvaro Rarroi;, Pt·m1tera.• y tc·rriforiQ11 ri6n, Memot'ias, o sea rcmi11i9cencia.' IListóricas ,,obre la.
fr.der11lr.11 de lcr:1 Pampu.• clel Srid (Buenos Aires, 1872) 618 ; guerra del Paraguay (Bueno11 Aires, 1894, 3 '·ob1.); Da-
:Manuel Zorrilln, Reeucrdo.v <lr wn secretario· (Bueuoi. niel Cerri, Campaña de.l Paraynay (Buenos Airet1, 1892);
Aires, 1912) ur.9 ; ~· Vicentt' ~· Quesada, Recuerdos de• Eduardo Racedo, illenaoria 11iiiita1· sobrr. ln canavuñct cil
m ·i ·rirla diplnmcític": i'rfi.yüJ11 r~1 Jll éxico (Buenos Aires. territor·io ele los 1·at1qiicloR (Ruenos .Aires, 1881); .Jo~é
1904), .lfi.sió11 MI rl Rra.~1:1 (ídem), Misi6n e11 E~tado.~ Ignacio Garmendia, Recuerdos tle la gucrru del Pura-
Unidn11 (ídeHt) r ltf~i611 .r111f:r. lt¡ S11nfCI Sede. {Bueno::; giwy (Buenos Aires, 1883) OH; Benjamín Villafañe,
Aire11, ]!)01). Reminiscencias kist6ricas 81¡¡ ; .rosé Rivera Indarte, Rosai
11 ~u.s opos1tores
816
; y H. OrJaudini, Vida tnilitar (1917).
Las memoriu.::; que llamo fragmentarias o episódicas
porque ~e refieren a sucesos particulares o a pel'Íodoi; La.-; memorias indirectas, por último, tienen 11u repre-
concretos ele nuestro pasado, y que de algún modo _.inte-
OTll Publicóse 011 la "R"eviata Nucionol ",en 18118, tomo I~. Elía
gran a la.~ geue1-ales, son 'bastante numeros¡u.¡, Eut1·e lns ern ·bolivi1111o poro actuó en Bueoo1 Airee de1de 1817. Ho.b1a na·
érutll..-. -pues hay nnmerosísima,c; inéditas-, ocupan lu- cido en 1.S02 1 fnlleció en TucumAn, en 1870. Fué edecAn de La·
valle 1 luego ji.fe del ~stntlo mayor del ejército que actuó contra
Ufo! Pute (le e1ta1 memoria1 se publicaron, }lllT primeru. ves, Roana. d ¡ (" Revia
· t & .,
.,..ll·
"n 1833. . 111 Trabajlllldo con lo. colaboración e Arenn ea
eeG Ci>nwrroio del Plato, tomo V Nos. 1152 y USO. cional'', t. VJil, ptg. 289).
eos "Revieta Nacional", tomo• VII a XI. Arrieta era ~pnlll•I flT2 Relato !nteretllUlto de In ¡uerrll ele fronteras.
iiero eirvió en loa ejércitos de la Independencia. Sua ¡nemonaa no un SampeN ern eepllil.ol y airvió a Urquisa durante.> un b.uen
~on otra cosn. quo recuerdos au1ables de un aaplritu zllmbóa e in· rlodo de tiempo. Fué negociador entre ~ntre Rlo.s Y el Bruli 1
teligente. !:bscribió, en t.a1 carActer, el tratado de aha11~ en l& luch& contra
817 Fui e1critll en 1845 1 publicada en Buenos Aire. en 1921, Roau Aunque el titulo del libro no lo denuncia, au verdadero ca·
por aus de1ce11c:1iente•. Ea un relato de au obra de gobierno ea el
periodo 1821-11!42. Loe capituloa VI 1 VII, puesto. frente a laa ., rActe; ea el de una memoria per1onal mu1 digu11. de ser co11oe1da.
8Tf Loa libros de Gnnnendi& 7a lueron citadna en lo. nota de
M1nnoriaa de I'as, aclaran muchos epiaodioe de !u campalaa con· Ja pAgino. 209 de este volumen. . . . .
tra Roaa1. 871 Sobre cate libro 1 au autor tme RoJlll (Hútona d' la lit,..
168 Interesante vqión de la obra eonqui1tn1lorn do! 1le1ierto. rottirG orgmltto\o III p6.g. 341 y aigte..) in1portutes reforenc!u.
CRO Noticiaa .sobre In Tida gubl'rnativ:i cM 1icrfo1lo 1880 a 1890. 111 Reléaae l~ que' acerca de este libro he dicho en la n11ta 383
de In p!gino 201 de l'Ste Tolumen.
- 343 -

sentación en los siguientes libros: Carlos Guido y Spano, archivo particular y que no 11e deleitase dejando cons-
V indicaci<h~ lr.ist6rica : Papeles del brigadwr general tancia de ello en las notas ilustrativas de todos sus tra-
Guido 181i-1820 (Buenos Aires, 1882) ; Manuel Bilbao, bajos. Momento hubo en que los papeles históricos fue-
Vindicaci6n y memo1-ias de don .Antonino Reyes (Buenos ron realmente perseguidos por los aludidos escritores,
Aires, 1883) m; y Martín Matheu, Autobiografía de quienes, a la postre, parecían anhelarlos más que para
Domingo Math.e11 (Buenos Aires, 1913) m. reconstruir con ellos el remoto pasado, para satisfacer
pruritos de coleccionic;ta. Que no estoy lejos de la ver-
dad lo patentiza el hecho de que, muy a pesar de todo
el material reu,nido por los cazadores de referencia, la
IV historiografía no hizo grandes progresos en la época de
LA IN•'OlUdACIÓN DOCUMBNTAL ese apogeo de los datos inéditos. Para desgracia nuestra,
los archivos particulares se han seguido multiplicando y
En lugar oportuno -capítulo IV, de la Primera los público¡; no han alcanzado, siempre, el grado de orga-
Parle- tuve oportunidad de ocuparme de la c:aea de nización que requiere el visible adelanto de las ciencias
docume11tos a que se dedicarofi muchos de nuestros his- históricas. Fnera de los esfuerzos que para conocer lo
toriógrafos menores. Y ahora bien: tal empeño, como que contienen tales repositorios, con relación al preté-
se hB: d~cho e~ el_ presente capítul~, se inició con el ale- rito, ha realizado el Instituto de Investigaciones His-
gato pel'Honal, para extenderse, después, a todo el pano- tóricas de la Facultad de Filoaofía de la Universidad
rama histórico del país. En la época en que la caza de de Buenos Aires 0• 0 , -:r· de las empresas que para reve-
documentos se hizo sensible -mediados del siglo XIX-,
nuestros archivos carecían del orden más elemental y 8TO He aquí la n6uúnn de los folletos publicados como fruto
de laa investi¡acionea a que uie refiero : Lo1 arch\1101 de Poro"6 11
ello dió origen a que los buscadores de piezas inéditas Santo Fe - Informe def comisionado P. Antonio Larrou~ 1 lo·
entraran a saco en los repositorios. Casi no floreció lleto, H pigfoas (Buenos Airee, 1908); Lo1 archi1101 de ti6rdoba
r TtlOIHll4~ - Informe del comiaionndo P. Antonio Larrou7, 1
entonces historiógrafo, pequeño o grande, que no tuviese folleto, 61 pi\ginae (Buenoe Airea, 1909); Lo• 01·cl1i1101 d11 la o\t1-
dad d11 Com11ntc1, por Eduardo Feroflodes Olgum, 25 plginaa 1 1
011 Eatna m<:morina eatliu eecritaa con calor 1 con abundante 1'1mina. (·Buenos Airea, 1921) ; Lo1 orchi1101 d11 la ciudad de
información honesta. Antonino Be7ee, sobre quien peeaba el cargo 811ftftago del E1t11ro, por Andrée A. FigueroaL 31 pi¡inas (Bu81L01
de 11r c6mplico en lu atrocidad• que la tradición unitaria a.tri· Airea, 1921) ; Lo1 archi1101 de Lo Bioia. 11 c;IUo"'aroa, por el P.
bu76 a Roeaa, sale bien parado de uta Tindicnei6n. Antonio Larrouy, 44 pAginaa (Buenos Airea, 1921); Lo1 arohwoa
111 Esta oufobiografta, eterita por un hijo, no es tal coan en de lo Altl"~ del Para1111a11, por Juan F. Péres, 42 pl¡inu (Bue-
r«alidad. Clarnmento denuncia au carácter de memoria indirecta, noa Airee, 1923). l1W11"tario dlll .ArchiNo GrnMal d1111\di~, por José
compuesta por un interesado en ezaltar la memoria del anteeeeor. Torre Bevello, 24 píiginu (Buenos Airea, 1926); .4rclli110 gllMf'ol
El libro, por otra parte, es un sp6cimen de cierto edrano hiato· ollfttra& 111' .&lr.ald iU H tmorci, reaelía histórica 7 elaeificaei6n de
:riogrhfico. Las C011tidMaoioM1 1ociol6gicu que :ibren la ob:ra re- sua fondos, por J oa6 Torre R4l,vello, 34 plginas y cuatro llminaa
daet~u 'n proea traqueteadora 1 llenB do pozo1 hacen la lecb:rll (Bueno• Airea, 1926); Loa orohi1101 d11 80" Lvit, Jlnulo10 11 8a"
ta~ ~i!fcil como el trMiaito por un calllÍllo empe;f:r;do a Ja uansa Jv.a'A, por Eduardo FernAndez Olguln (con ap6Ddice documental)
prllllltlva. Doapuéa de todo, eeta 1upueata ot1tobiogroffo no ea lo 62· plginaa (Buenos Aires, 1926); Loa arclli1101 upailol111, por loe6
peor que ol amnr fillnl de los descendientes de ciertos grandes horr.· Torre Revello, 41 + 1 pAginaa (Buenos Airee 1921); Lo1 arollivot
bres ha COllS&flndo a au loa p6atuma. de Balta !/ Jujuy, por Eduardo Fernándes Olgu!n (con apéndiee
- 345 -

lar el contenido de lois propioll hau hecho algunas pro- ()l'ganizac1on, que obligt1 a muchos 11 1ütlii' al extranjero
vincias como la.'4 de Córdoba, Corrientes, Jujuy, Santa en busca de lo que, muy probablement~. tenl'mOli en nnei;-
Fe, Tucumán y nuenos Aires, nada orgánico se ha trn propia tierra us:i.
logrado todavía. El Archivo de la Nación, que debía
dar el ejemplo, no ha publicado aún ni la. más elemental Reprea.i11,ante11 de 1Jue1&01 Airea (de 18:?0 n 18511) ; E. V. ~'11;111m,
bulic11 de laB Jey11 1anclot&oda11 por la lt>gi.slatr1r11 dc'lo J1Tovi11oia ih
. guia pai·a los investigadores, habiendo reducido toda Hv8'1101 ..if.irr11, 1851-1878, (Buonoa Airoa, 1879); Jo11t A. VJLI.A-
su labor a la publicación de documentos de que luego LONUA, Indice g~erul - Contiene loa nombres <le lo& HcribaRos Y
clonu\a funcionarios que a.utoriznron etcritur:ia píiblicna en e~ta ca·
me ocupar4' con la detención debida. Estamos, pues, pital y en la provincia. de Buenos Airea, clcdde o! 1Llio 1584 hasta el
en materia de uchivos, en franco anacronismo con 1P08 y loe puntos donde están los protoculoa (.Buenos Airee, 1909);
RAFAEL TR!ti.LES, I11tlire dtl archi"ro 1Jel Dcpartamct1oto generar de
el estado de cultura nuivP.t'Sitaria 11 que hemos lle¡rado polioia, de11d1: el año 1811 lioata ~I aiirl 185() (B11cnoa Aires, 1859·60,
hace rato llllo. Por eso las empre.<u1s etlitorill.les serias; de :? vole.); .\liniaterio 1le relndonea cxterion>a: .Afrmnrie& •obrt orgci-
nirocidft de docnmimt"' l1iat6ricoa [de •1• nrcl1lt.'ll] (Buenoa Airea,
piezas inéditas han sido muy poco numerosa.'4, no obstante 1921).
carecer nuestra documentación in6dita de aquellas gra- Oh Tnl empeño no es cenaurablo cuuuclo ~e tr11tu. <le período hia-
t•~rico u.ntorior nl alglo XVUI, pues en nuestros archivoe es escasa
Yl's cuestiones técnicas que gravitan sobre sus similares o nin;un11 Ju. 1iocuruentaci6u de c111 61l0ca. Lo únieo que h111 que
europeas G8l. El primer tro¡i.ezo que se advierte es la r.uidar, antes do empr~ndcr una inni•ti¡pición en Jo~uropa. con fi11Ali·
ciad hcurlstica, es conocer lo~ re11oaitorloa <londo In pcequlsn pue1le
falta de índices o guía." es:i. y luego el eHtado de precal'ia lograr i!xito. F.n tal aenti1lo ~· no trntámloae do nauntos demaaiado
concretoa, puede acr útil el conocimiento <le Jns ai¡¡uientca g11laa: V1·
doeumentnl), 92 ¡¡úginaa y una lámina (l'Suenoe Airea, 1927); CY.NTI G. Qu!SADA, La1 bibliotcros europea1, cte. ('Buenua A\·
Docu.,1e11to• 1·efe,.entc1 o la Árgelltina, et1o lo BibHoteoo nooioftoJ ru, 1877); PU:ll.NAS Ht11tTADO. Le& cn..a de co1&frofooi6ta, (!lfo·
ti en el Depósito l1idropr6fico, de Madrid, por Jod Torre Reveno, drid, 1907) (que trae copioa11• dnto~ •obr1i el haber documental
67 + 1 p!1gin:is (Bueno• Aires, 1929); Doc11.,1ento1 refertmte1 r. de loa archivos eapnfloles que poseen 1loc11mcntaci6n nmericann];
lo Hiatoria ..if.rgt11tilto en lO Real .Academia de lo hiatorio de Jltl· )(ISQOlT.L DE FIGta!RO, ..if.rq1•il:o 1tCJCÍ<>llcU da Torre do TOMbo.
drid, por Joaé Torre Revello, 66 + 2 p6..ginn1 (Buenos Airea, l'ot11\ro prdtfoc;. (Porto, 1922); Jlnwria .<11br11 el contenido de
19!?9~j El ..drol1h:o gc11erol de Indias de Sct.;llo; l1iBforio y cJoii· lua orchtvoa de Chile (en "Revista. de bibliogra.ffa. chilena",
ficocio"' da 1u1 fondo•, por Jor.é Torre Revello, 2U + (1) + !l) 111ano de 1914) ¡ Bibl¡¡,fuca nacim1al (de Rlo): Catalogo do1
+ trc1 páginas y XXVI 16.minaa (Buonoa Airea, 19119). • 111a1uucripto1 (eu "Annaee" tlc ídem, tomoe IV, V, X, XV,
880 En la F11cultnd <lo filosofla y letras de Buenos Aires fllll· A'VIII, X.XIII, etc.); PASCUAL DE GAY.ANUOS, Catalogue of ![le
ciona unn Escuela de :uchivl!roe y bibliotecnrloa y en la de La mo11t11cript \n the Spolli.ah lang1UJge i• ilie Britial1 Mv.1evin by
Plata un curso de introducción a 101 estudios hitt6rlcoa americll· L1n1ao1&, 4 voh\menea (18711·1881). [En el ton10 II eat& lo relativo
nos,· en cuyo plan de estudios figura la cnsellanza de aquellas mn· 11 América]; Lo1 orch\w. 11Gtic:ono1 1 101 dootuM'ftfo• toronte1
teriu que capi..citan n muchos pnra trabajar hondo en la inveatiga.· o E1poia ("Boletin de la Academia de la Historia", enero de
cii6n · erudita. 1922, plg. 76); EUGENIO OCBOJ., Cot6logo ra.Otl4do d• los tftCJ·
681 En la docuu1eutlMlióu nruericauista no hoy, en realidnd, pN· 1uucritoa eapaiiolea e:i:i1te11fe1 en lo BiblioteCG Real d11 Porl1
blemos paleográficos. Todo se reduce, a lo sumo, a asunto• de dea· (hoy N oeiO!lal 1, 111gv ido de un NpltlfMnto que 0011tieno lo.t de
Cifrado caligr6.fico, desde que el •imple conocimiento del modo de Ja. otra.t tre1 liibl\otec111 P'bltco.t del ..if.r1ei1oi, iJe SOf\ta G~ov1-
abreriaturas y del tipo corriente de letra, cnpncita a cunlquler:i. t:C1 y llcuarifta. (Parle, 18H); VIROUJO Duaczsc111, Efttre arohi·
para leer hnsta las mfl.1 antiguu piezas que se conservan en nues· 110' y bibliotecCIB (Noticias acerca de 101 documentos do intor6s
troe archivos. En cuanto a 101 problemas anastuiogrUicoa, Ucni- p:ira In historia nrgentina, exiatentea en 101 archiva. 1 bibliotecaa
cas ele~entalea de orden fl.aico loa resuelven todoa. Si no 1111 apli· de Rom11] (en "Reviata de Ja Universidad Nacional de Córdo-
can entre nosotros H debido n la ignorancia que se tiene de ella•. ba", do 1914, t. I, p6g. 66); Te. BU88El!AXU, (CaWogo, en
183, Ya he l'ecordado la.a editadas por la Facultad de Filoaofla. holand61, del dnteDido global de los prineipaloa nrchivos eapa·
1 Letras de Bueno1 Aires. A esa nómina bay que agregnr Iaa 1i- iolea.] Completa a este caWogo la Guía de•criptt.a de orchifloB,
aiguientes .publicaclonea: Indice ge11erol d"l arcliwo tk lo Cdmarci de etc., de RoDafGmz YAltlN (1916); el c11pftnlo VII de Ja Me-
- 346 - - 347 -

Como quiera que todo eato sea, el país cuenta, sin em- un año antes, Alsiua y López insertaron en la Biblioteca
bargo, con algunas aceptables colecciones documentales. del Comercio del Plata (t. X). El mismo a.<Jwito de la.'I
En el orden del tiempo ocupa el primer lugar la Colec- Invasione.o; tuvo, nños después, otra colección documental
ci6n de ob1'as 1J documentos relativos a la historia anti- complementaria : Jn de Juan Coronado, aparecida en
gua y moacr1ia- de las Provincias del Rfo de la Plata Buenos Aires en 1870 (2 \•ols.) 88¡¡. De lo capital de todo
(Buenos Aires, 1836-37) que dirigió de Angelis, y de esto tengo hecha memoria en el ya indicado capítulo IV,
la cual he formulado ya mi juicio en el capítulo IV de y nqui sólo la reitero para dar la justeza necesaria a
la Pt'imera Pa.rtc. la cuest.i6n eu estudio.
Hasta casi una década má3 tarde, la iniciativa de de Puede afirmarse que cou la aparición de los heurh;-
Angelis no tuvo continuación 884 • ~ta, sin embargo, ticos, de quieneii me h.:? ocupado en el pasaje reciente-
llegó por el lado político opuesto a aquel que servía ese mente recordado, el afán de editar documentos adquirió
erudito. La Biblioteca del Comercio del Plata, que edi- características definidas. El que más contribuy6 a ello
taban en MonteYideo .los 11nitarios argentinos, bajo ln fué Manuel Ricanlo Trelles, quien, como ya lo dije allí
dirección de Florencio Varela, continuó con mayor se- mismo, inició su tar ea editorial e11 el Reuistro EstacHs-
riedad la empresa de dar a .conocer elementos básicos tico en 1857 °80, par.a continuarla en sus revistas: del
para la historia de América. Entre los años 1845 y 1851, ..frchivo (1869-1872), de la Biblioteca (1879-1882) y
la Biblioteca- publicó once tomos, con un abundante ma- Patriótica ( 1888-1892). Trelles, al igual de los directores
terial que abarcó toda la historia de América y todos de las similares que en esa époc~ estuvieron en boga, no
los tiempos de ella. Mientras esta publicación circulaba, organizó corpus documentales. Edit6 lM. piezas que lle-
en 1849, el doctor Andrés Lamas inició una Colecci6n garon a sus ruanos, así como arribaron. Por eso el '"alor
de docum1mtos para la 1,istoria y geografW. de los pue- de su~ ediciones es bastante relativo. !Ja ordenación de
blos del Plata,. que se imprimió en Montevideo y de la los documentos en series orgánicas, es cosa, después de
que sólo se publicó un tomo. Después de caído Rosas, todo, muy posterior a Trell~, pues si bien es cierto quP
la B1olioteca del Federal, peri6dico porteño, continuó los alegatos en las cuestiones de límites, de que luego
la publicación de documentos. En 1852 editó un tomo, he de ocuparme, se nos ofrecen con cierta armonía -res-
el único que puso en circulación, consagrado a las inva- petable, su carácter de parcialidad les quita lo que, por
siones inglesas, y que resultaba un complemento del que, eiÑmeia, constituye a un corpus. ~tos tienen su mús alta
08G Tieuc este título : '' l -1n;OAiu1'11:1 i11glea~ al Río de la Plata.
todologici w critica hut6ricu
del padre GaOf.a. VILLA».a. (Ma- Dotumentoa inéititoa pum senir a 111 historia del llío de lo. P~·
drid, 1921) y las gu.iu de arcl'li•oa, que, preparadu por Jos~ ta durante 1111 invo.síones de los geuer:iles ingleses Bcreaford 1 Wb1-
TO.U Rsni.LO, ha editado la Facultad de Filoaofla 1 Letras telocke eu los o.iio' de 1806 : 1807. Conteniendo o.dcnuí.s. el procc~o
de Buenos #tee, y de los que acabo de daT noticias p6.ginu f
mand11do forD11lr por el obiorno iogl6s al general Wb1Jel.ocke en
1808 con motivo del mn suceso de 'llls :iru1:is en la úlhnin ex-
o.trb.
eH Digo ~~to pues el .4.rohwo omorioafto (primera serie: pedición 1obre ?rlonterideo Y. Buenos Airea".
1843-1847 1 aegull.da: 1847-1851) que diri¡ió de Angelia, n eso El Begiatro E1tad¡,tico, que en 1821 comenzó a aparecer
bien publicó documonto1 que hoy reeultan bi1t6rlcos, no fu~ otra biijo la direcei1í11 de Vicente Lópcz 1 Planes, también publie6 do·
con que una empresa periodl1tiea. eumentos y uoticias hiAtóric&.~ (véase : t. 1, paígii. 81 1 lll9, etc.).
-3W-
- :,H~ -

i;entido 110 Ull hllhi<.lo otra fuera de lu de HroU!l.'lllC (A11a.


representac1on cu la colección de .Dooume11to11 para la
les de la Bibl-ioteca), que 110 obstan te, por lo tiircuns-
historia argfmt·ina que edita la Facultad ele Filosofía y
crito de los asunto.e; elegidos. dista muclw de 8cH' lo que
Letras de Buenos .Aires, y en Ja que los documentos son
ya es la colecci6u tmivel'1iitnria llUP he nomb1·ado. JJa
presentados en series orgánicas y completas, de modo de
publicación titulada: Archfrn rle ln Rev1íl1/..ica. A.t·u1mti11u
ofrece1· un verdadero cuadro clel proceso hist6rico al que
(Buenos Airea, 1894 -1899), que editó en 14 tonios
se refie1·f!n o~r. Ante:oc de 11hora, tentativa seria eu ese
el doctor Adolfo P. Carranza, carece de 11iguificado por
osT LoH to111os 1'tlita1\01 Mon los siguientes: Dncumcnto1 rclati- su completa falta de serieclacl. No pasu de un montón
·t'll•a la 01'ga11i.ra11ió11 CoulihH:wmBl dt la Rep1íblica ~rgcldina, de papeles sin orden. mal copiados ~· peor impreii<m, que
:i volúmen<'s de xxm + :::?O; xxvm + 460 y xxn + -1:u pñginaa,
Bl!enos Aires, 1911· 1!JI:?¡ llm'11111tnlo1 relatil!o1 a 101< anteetdMltcr lo único que logra evidenciar es lu ~ene.1·osidad de un
de la illdepmdencia d~ la República Arge7'füin, 1 volumen de
xrt +~fi9 1>t\¡tlnna, Bul'no~ Airea, 1111:?; D0C1i11~11to11 rclali11011 a l~.t
gobierno dadivoso que He cuidó pot'o <Ir ciar c1i11veniente
<111teoed.-ntea d!: la ltt1lrpt·111lencia de la Repríblim Árgenli11a; aaurt· destino al dinero fiscal. De mejor <:lllidml que la de
loa 11cle.riáatico" (1809-1812), l volumen d~ x + 2ao pí1gin111, But·
nos Ail'u, 11U2; Indice alfabltioo ele lo3 dDa to1'1oa, 43 páginas, Carranza es la publicación documental dt' IH Biblioteca
Bucno11 Airt.'111 10\:l; IJ111•111n~Mtn., ¡1ara la lli.ttori" del 1'i.rrei·llato del 0Mf.(Jt·eso A1·0~11tint1. eje1:utaclu bnjo 111 di 1·t'cció11 ele
tTt 1 11.it> tlr la l'lt11n, 3 voUunrnca 1liJ XII + ;193 ¡ X + 217 1
x + l!lJ págiiu1H, Bul'llOH .Aire~, 19J2·19la; l 11'1ice alft1b4tico de
loa tre11 tot11n,,, 44 pá.gin~11, Bueno• Airea, 1\11:1¡ Doc1111wmlo1 para
la hiatoria a.rgentina, tomo I, J:cnl HsoielUia (1176·1780) 1 X+
¡1{1ginaa, Buenos Airea, 1913; tomo II, Real Hacienda (177-l·
'°' ( 1778). Padrcmn ou·n&pk1nn1tariua di• lo lli1idad d.. Ht!tl•W>• .dire.t
(1806 1807 1801l 1810). Ce11110 d11 la ciudad 11 c-111111a d~ Jlo11·
i"1lidll~ (17SO), éon in~rodueción de Eiuilio ~av~p1111i, ~~l píe·
1780), vm + 457 pllgina1, .Buenos Airea, 1914; tomo III, MI· ginaa ·Buenos Airea 1919 ¡ tonto XIII, Co11Huncaetonoa oftctal111 N
citÍEL LABTARlllA, Colo11in11 orientalea cltl rlo Paraguay o de la o•:mf~nci<JUa iJe odllillf'flO (1820-1823), •·On advertencia. de Emilio
Plata ( 1805), con introducción do Enrique 1lel Valle Iberlueea, Ravipnni, XI + 371 páginu, BuenoK. A~res, 1!>20 ¡ Tom~ XI V,
xxv1 + 506 pági11a11 y dos 1uapns, Buc11os Ail'es, 1914; tomo IV, ('orrup""4mcia1 genera11!1 elt lo pro~uia1a de Bt&mo1 Á'r" r~­
..tbaatoa de la ciudad y campaña de D11eno1 Áiru (1773-1809), latít:a1 ,. r11lacio11e1 11sterior111 (1820-182-&), con advertencia.de Em1·
con introdncci6n de Ju:in A¡uatln Garofa, xv + 596 p'1iúiae, Bue· lio Ravipani, xv + 553 pá¡inas, Buenos Airea., l!l21; tomo XVIII,
nos Airo1, 19U; tomo V, COfft1rcio de l?ldiaa. Antccede11te1 Ir.· CtJtt&ra. ]A en1eñaua avante la lpoc1& col0'110I (1771·1810), con
galea (17J 3-1778), nrh-ertencia con el plan de publicaclone. Pi" introducción de Ju:in Probat, cc~n + 888 + (1) + (1) p6giniu,
Lda .Maria Torna, e introducción de Ricardo Lcvt'ne, CltVI + 41>3 Buenos Airee 1924; tomo XIX, lgle1ia. Ca1'ta1 Anua• de la Pf'"·
p:áginu, Buenos .Airea, 1915; tomo VI, Comercio de. b•clia1. Co- 11it&cia d11l· Pd.rapa.'I/ CltU11 '11 Tuc111nán, de la Co1npa;tta. de J eaÚJ<
mercio ltbr11 (1778-1791), con introd11cciún <le R1cAllDO LzVJ:NI., (1801l-16H) eon ad;ertencia. de Emil\o Ravígnani o introdncei6n de
542 páginas, tlueno1 Airee, 1915; tomo VII Co11iercio de lndial. P. Carloa L~nhardt, s. J., C."t..XVUI + +
588 +
(1) (1) plgin~,
Co11nlado. Com11rcio ele ncgro11 y el11 11.r:tra11fero1 (1791-1809), con ouce fll.cafmile1 y Wl mapa, Buenos Airee, 1927; tomo XX, lgl111ta.
introducción de Diego Luis Mollnari, xcvm + 429 pí1g\naa y tree Carta1 .dn.a1 de la p1'01li"°'4 d11l Pa1'afltl4'1/, Cl&i.le 11 Tva.mátt, tle1
m11pu, Buenos .Airea, 1916; tomo VIII, Se8ione1 de la Junta la Compai&a d11 Je"8 (1615-1637), con advertencia de Emilio RM·
11leatoral d11 Buima1 Á(re1 (1815-1820), con introducción de Carloa vipani, XIV + 817 + una + ( +. 1) ~na pí1~a1 "! oc~o. faesimilea,
Correa Luna LltlV + 186 pi\ginas 1 una carta, Bul'uos .AiHa, Buenos .Airea 1929 · tomo XXI, Pohhca estenor. Comi.ri6n tk B11r-
1917 ¡ tomo be:, Á4mi11ilfraoi6n edilicia de la ciudad de Bueno• ncm:Uno Riwda.1M ~11te Eapaña y otraa potn1cia1 de Europa ( 1814-
.A.ir111 (1770-180~), con introducción de Luis :Maria Torree, 1820) con' introducción de Emillo Raripanl, director del Inatit11·
C::tLI +
477 paiginaa y un i·etrato, Buenos Airea, 1918; tomo X, to x.Úx + una+ +
498 +
(1) +
una (B) pAginaa1 3 limina. r
Territorio y p<>blaei67'. PadrOM1 .ele la ciudad y campaña de Bu11- u; rotrato Buenos Airea 1933-1936; tomo XXII, Poi.rica 11:11tmor.
nos ÁÜ'e1 (1726, 1738 y 17U), con introducción de Emilio Ra· Comll\6'1 d11 Bemardino' Bivada·11ia ant11 Eapaiia 'JI .otra• potn1oia~
vip:mi, Buenos Aires,. 1919; tomo XI, Tlf'Fitorio y pobl~n. d11 Europa (181'-1820), con introducción de Emilio Ravipani, di·
Po.dr6n de la ciudad de Bueno• Áire1 (1778), con introducción de redor del Instituto LX + +
una (1)+ una + 498 + (1)
'Emilio Ravignani, 779 pAginaa, Buenos Aire1, 1919; tomo Xll, + unn+ +
(3) 3 pllginaa-, III litmlnae, Buenos Airea, 193~·19111\.
Ttmtm"io y poblaci6ft. Padr6'1 de la nimpaia de B1uno1 Áiru
- 350- - 351-

Roberto l..evillier c"8 • El Jrclrivo General de la Nación, etc., de los Estados ele la ..-iméríca Latina (París, 1862-
a su vez, que ha dado a publicidad diversas colecciones ea•, 1869, 11 vols.) ; Enrique Pefia, Documento• y plano1
nunca se ha preocupado, mayormente, de hacerlo con el ,·elatit•os al período edilicio colonial de la ciudad de
debido cuidado. En la que podria ser llamada il capo- Buenos Aires (Buenos Aires, 1910, 5 vols.); Museo Mi-
14voro de la institución -loa gruesos y granáes tomos tre, Arc1Livo colonial (Buenos Aires, 1914-1915, 2 volú-
de Docunumtoa referenlea a Za guerra de Za l1•d1penden- menes)ª~1; Museo Mitre, Contribuci6n documental para
'"4- se han cometido toda clase de tropezones, desde Za hi&toria del Rw de la Plata (Buenos Aires, 1913, 5
el de dar como propiM de la dirección del Archivo notas vols.) m ¡ Benigno T. Martinez, Archivo hist6rico de
aclaratorias manuscritos qu~ llevan la mayor parte de la provincia de Entre Ríos (Uruguay, 1890, tomo I) 803 ;
loa ejempla1·es de la Ordenanza de lnttmdente11 que cir- H. Mabragaña, Los memajcs (Buenos Aires, 1910, 6 to-
culan entre nosotros, hasta el de descuidar la ordenación mos) ªº'; Solá, Liua del ·n orte (Salta, 1898) aoG; Ercilio
lógica de las piezas. En otro de sus volúmenes -Rsale1 Dominguez, Colección de lcyu y decretos militares, con-
o4dulaa, etc..--, a la poca seriedad se une la incompetencia cernientes al ejército y armada de la RepúbUca Argentina,
técnica que hace traducciones paleogrUica.s muy pere- 1810-1905. (Con anotaciones de derogaciones, modificacio-
grinas eoo. nes, etc., Buenos Aires, 1898-1905, 6 vols.); Larrouy,

Fuera de estos corpus, de cad.cter general, nuestra Dt>cumentos relativos a N·11e1tra Se·ñora del VaUe (Buenos
bibliografía cuenta con otros, más circunscritos y más Aires, 1915); Larrouy, Docmne11to1 del A.rcltit.to. de In-
serios. Entre ellos figuran : Carlos Calvo, Oolecci6n dias para la hiltoria del Tucumán, tomo I, 1591-1700
completa ele los tra.ta.do11 convenci01&B1, eapitulacionu, (Buenos Aires, 1923); Gregorib Rodríguez, La patria
t>icja (Buenos Aires, 1916) ; Jacinto Carrasco, Ensayo
esa Se titula: Colctci6n de p11blicoerioii11 11iat6"ccu. En ell:a histórico sobre la orden dominica argentina, I, Actas
han aparecido conjuntos titulado1 • • Pap1~1 de lo1 gobemantH
d1I Perú", "Corr11pcmd1111c'4 di lo1 cabildo1 da la gobe""'°'6n capitulares, 1724-1824 (Buenos Aires, 1924) 808 ; P. Gre-
del 2'taet1t114n ", "Papelta de 101 goberJ&adore1 del Tucumán" "Co- non, Documentos histórico& (del .Archivo del Gobierno
rr11po!WM11cia de la ci"dlld da Bvimo1 ""'""'"• "4.udimcla tJ1
C11orca.1", etc. Para el detalle vfue el Indica bibliogr4fioo a). de Córdoba) (Córdoba, 1923 y siguientes) 8111 ; Anta, La
eso He 01¡ui la nómina de ella.a: Porte1 oficial11 11 docvmnto.r ciudad arribeña (Tucumán, 1920); y U. S. Frias, Tra-
r11ati1101 o lo guerra de la lllCMp~ argntilla (' vola.) ·
..4cverdo.r del e%tinguido Cabildo da Bu.mcn 4.iru (1589-1821): bajo1 legislatit.tos de la8 primera8 asambleai argentinas,
Reole1 olduku 11 Jl1'011iliona1 (1517-1662) (1 vol.); 4.11t1c1di111t1~
110Htico1, 1conómlco1 r admi11iltrati1101 41 Ja rno1110l61& de M
da 1810 (1 vol. en folio mayor)¡ Doe11tM11to1 r1fermt11 a la gtf.-
ª"'º ee1 Contioe documeutos del periodo 1514-1571. •
8t2 Documentos referentes al periodo artipiata.
rru da .lo lndependenciG y. amaAolpaci6n pol{f;~ d1 la B1públ'4:G aea Comprende documentos de 1603 a 1810.
.JrgilllhM 11 dt otra8 "'"°'°""" lle 4.mhica a qua cooper6 daada
1810 o 1818 (2 voll. en folio mayor), etc. Mayore1 detallea ee halla-
•H Colecci6n de loa principales meu11jea de 101 gobernante& ar-
gen&OI. ·
ri\n en el lw.dic1 bibliográfico a). · m Doeumento1 del periodo 1839-1840.
ellO Tomo, al u:ar, una que va acompañada por la foto¡ratla •te Pl11uaible edición documental que lleva un& escelente intro··
del documento original (Bealei cldvla1 y pr01Jilio1111, t. I, pl¡. 11, duoei6D.
faca1mil nt\m. <i). AIU loa tclonico1 ofieialea del ·archivo aeparsu
laa 11labn. a su antojo, sin ?l!llpetar el oriffnal y traducen 11
•1 b.wrt1&Dtúima publicacidn dividida en cinco aeccione., en
la.a que figuran documentos propi11mente talea, y ainteeia de elloe.
11l11cer todn~ 101 1ipo1 de dificulto1a interpretae:i.6~. que caai loa equivlllen.
-:i.~:?-
- 353 -
doadc lii J u·nta <le. 1d11 h.asta. lu ái~tJlucw11 dd Oo11111•e10 y 2ª' serie, 1914); Revista del Archfoo de Satatiago <Ul
de 1827 (Buenos Aires, 1882-1889) 608 ; e Instituto de
E1tero. etc.
Investigaciones históricas de la Universidad de Buenos
Integran esta serie de papeles públicos los registro$
Aires: A1ambleas comt·ituyentes arge11tina1 (Buenos Ai-
oficiales de leyes y decretoa 100, los diarios de sesiones
res, 1937-38) .
del Congreilo Nacional y de las legislaturas provinciales,
Además dE! estos co111us, en nuestro haber bibliogrtl- las actas de los consejos municipales 'foi, las memorias de
fico figuran otros regionales y loealeai, muy dignos de los ministerios 11acionales y provinciales, los dictámenes
recuerdo. Me refiero a l&.'I eclicione.'! de las actas capi- de los asesores legales del Poder Ejecutivo y muchas
tulares, a los conjuntos de documentos provinciales y a otras publicaciones, similares 102 como lo son los alegatos
las revistas periódicas de.'ltinatlas a develar el misterio y antecedente.'! sobre cuestiones o temas y las i·ecopila-
de los archivos del interior. De esas publicaciones Jax ciones de decretoa y acuerdos de gobierno sobre ense-
mib notorias sou las siguientes : Acverdoi d6l utingu:id11 ñanza, industrias, agricultura, ferrocarriles, aduana, et-
cabildo de Bue11os A·fru 0~0 ; At·cllwo munéoipal d6 C6r- cétera m. En ese conjunto heterog6neo se clestaca11 los
doba (Córdoba, 1882-1884, 2ª' edic., 8 vols.); Libros ca-
pitulares de Santiago del Est~o, tomo I (Buenos Aires: 100 Cada }lrovincia cuenta con el auyo. El de la Nacióu se
1882); Libros ca.pitulares de Catamarca (Catamarca, conoce por Registro Nadonal. Su anticipación es el "Boletín Ofi·
cial" de aparición diaria. En cuanto a. Ju le7ea, Augusto Da. Ro·
1901-1919, 5 vols.) ; Actas capitularn de Catamarca cha ha editado una colcoción completa de las aancionadas por el
(1809-1814) (Buenos Aires, 1921); ArclLivu capitular de Congreso Nacional desde 1853 (Buenos Airts, 1918, 23 vola.). L~s
roeopilacionea arit~riorea más apreciadaa aon hu do de Angeha
Jujuy, dirigido poi· R. Rojas (Buenos Airea, 1913-1914, RecopilaC'id11. de leyea y dearotoa (Buenos Aire11 1836) '1 la de
3 vols.) ; Arclltvo hisMrico del Tticumán, actas de la Aurelio Prado y Rojas, Leru y decreto• pr,11n.igado1 ~"' la pr~·
vincia de Bue110.t .d.irea de1de 1810 a 1876 (Buenos Ane~, lS7 1 •
11ala de representantes (1823-1830) (TucumlÍ.n, 1917, t. 187{1 9 volll.) La ..'Gaceta de Buenos Airea", (1810·1821) .
I); Archivo de la Ho11orabl1 Cámara de diputados de que ~u6 (ll •nteceeor del '! Regi1tro Oficial de ·Buenos Aires", re·
ault11- un excelente repertorio documental. El "Bolctiu del Instituto
·za provincia de C6rdoba (desde 1820) (C6rdoba, 19Í2- de investigaciones hiatóricu'' de la Facultad de filoaofía '1 letras
1923, 4 vols.) ; Archivo de OOf'rientes.t Recopilaci611 de de Buenos Airu, ha publicado un indice prolijo de la docume11·
tación eparecidl\ on la ''Gaceta''.
docmnentos .\ist&rico1 (fotografiados) (Corrientes, 1910); TOl Las de Buenos Airu, de 1856 a 1905, forman ya. uuo de
Revista del Archivo de Corrientes (1' serie, 1908-1909, 33 voldmenea.
102 El Mnaeo Mitre conserva una colección mu7 rica !le esos
papeles. Ello~ forman ll\ sección 18• de lo. Biblioteca, aegón el Ca·
11911 Eatu. obra, en tres volúmenea, no ea propiaw&llte uua co· tálogo public:ido en. 1907.
lt>cción documental, pero hace !111 veCt'11 de ella. Para completarln TOI Entre 188 principalea. publicac.ion.ea de es:i. indole figuran
e~ necesario recurrir al Redactor de la asamblea (1813) al Be· laa siguientes: Memorial aJ1"tado de loa· diver101 e:r:peditJ11tu .te·
daotor del COftgreao (1816), '1 a las publicaciones de documentos gvidoa 1obre la JWoWld• de obupo1 (Buenos Airea, 1834, '1 ac·
oficit1lea que ae han hec)lo deapuét de las reuniones de nueatru con· irund11- edición 1886); .J.ntecedente1 11 r11ol11ci011e1 aobre el aulfo
''encionea conatitucionalee. (Buenos Air~. 1899); A Rou, Coleoci6• de ltJYes, dec:reto1, eta.,
699 La primera edición, que fué municipnl y dirigió el doctor aobre oondecor11ciot1ei mmtare1 (Buenoa Airea, 1891) ; Coleoeidi. de
Vicente Fidel Ldpes, apareció entre 1886 '1 1891, en 6 volúmenee. tratado1 celebrado• por &a Bepvblic:G .4rg1nti7IO (Buen.01 Airea, 1863,
La ae¡unda, 7a terminada, coT?ió a cargo del Arcbi'o General 1877 1884) · Tf'atadoa, cOA11enaiofte1, protocolo1; eta. (Bueno1 Al·
tlf' la ~acir\11. res Í911·19Íll, 11 vola.). (Se trata de.una p6aima publicación. dondo
fi~ra - tomo XI, p6.g. 16 - la diviaión de la provincia dP.l
- 354 - - 355 -

alegatos cu h1s cuestioneH 1lc límites, inte1·p1·ovi11ci&le:> e tóricos sobre los tratados co1t el Pa1·aouay (Buenos Airea,
iuternacioaales. Sucleu todo11 ellos ofrecer conjuntos de 1885) ; Belisario Saravia, il1emo1-ia sobt·e los límites entre
documentos reahuent~ útile.'I r ba..¡t.ante bien cuidados en lti República Argentina y el Paraguay (Buenos Aires,
su copio. Lo~ corp11.~ de esta íuclole más dignos de 111en- 18fi7); Casiano J. Goytía, Jurisdicci6n histórica de Salta
ci611 son éstos: Pedro de Angelis, Mr.mo1·ía hist61·ica 110- sobre Ta.rija (Salta, 1872) ; Agustín de Vedia, Ma1·tín
Z,rc los derecho.~ ele .vubemnía y dominio de fo Confede- GarcÍ<.r, y la jurisdicci6n del Plata (Buenos Aires, 1908);
1·aci611 arue11t.j11a, a ltt. vm·fo a11sfral elel co11ti11e·11te La frontera· arge11ti110-chilena: alegato argentino (Lon-
1it1&et'ir.<1110 (Buénos Aires, 1852) ; Colecci1fo de elatos y <lres, 1901, 5 tomos); Zacnrías Sánchez, Fronte1·a argen-
1locm11c11tos 1·efcrente.~ a M·isiot1e.~ como parte intcg1·a·nt1J ti110-b1·cu-ilc1iu. (Buenos .Aires, 1910) ; Eugenio Tello,
1l1J la proi;i·1wia. <le (!1m•ie11tes (Corrie11te11, 1877); Pl'o- Apéntlicc al libro que sobre límites entre Salta y Jujuy
\'incin de .Jujuy, Duc11111c11to.~ que esclarecen los límites mmlcló 7mblicar el Poder ejecutivo (Jujuy, 1885) ; An-
ttt•rit1,l1"iah.~ tle la 2n·o·oú1citi (Jujuy, 1884); l\Ielitóu tecedentes y docum.entar;i611 de la demarcaci6n de límites
(fonzúler.. E/. lfmilc oriental del territtJrio de illisiones Mitre las provincias ele Córdoba. y J_,a R·wja (Bueno.ci
(MouteYideo, 1892, 2 vols.); Cue.!ltióu de limites, Antc- Aires, 1~00); P. Groussac, Les iZes Malouines (Buenos
ce<le11tc.~ !! <loc11111e11to.~ C'n el• Mini.dcrio ele relaciones Aire11, 1910), etc. 1011• ~
extcrio1·cs sobre la c·11c.~ti6n chilet10-argc·ntin1' (Buenos Como una lógica consecuencia del movimiento de in-
Aires, 1879, :? vols.) ; Memo1-ia clel coniisiunaelo por la vestigación erudita, han ido apareciendo en nuestro país
p'rot•incia. ele Cúrdoba sob1·e los límites ele ésta con San reuniones de pieza.CJ documenta.les ·que tienen todo el ca-
/.A,is (Buenos Aires, 1883) ; Manuel Ricardo Trelles, ráctel' ele verdaderos alegatos biográficos. Las princi-
Cuestión de límites e11tre la Re.211íblica At'UMttina y pales colecciones de ese carácter son: Funes (Gregario
Bolivia (Buenos Aires, 1872), ídem con el Paraguay y Ambrosio), Extractos de m correspondencia (Buenos
(1867), ídem con Chile (1865); Trelles, Anexos a Za Aires, 1877); Doc1nri·entos del archivo de San Martín
menlon'a sob1·e cuestión ele límites entre Za República (1910, 12 vols.) ; Papeles ds. don Domingo de Oro (Bue-
A1·ge11tina y el Paraguay (Buenos Aires, 1867); A. del nos Aires, 1911, 2 vols.); Sarmiento-Mitre: .Correspon-
Valle, C11esti6n de límites interprovinciales entre Bue- dencia de 1846 a. 1868 (Buenos Aires, 1911); Documentos
11os Aires, Cú-rcloba y. Sa·nta Fe (Buenos Aires, 1881) > d~ arelrivo de Pueyr1·edón (Buenos Aires, 1912, 4 vols.);
Estanislao S. Zeballos, .Alegato de la República Argen-
Nna. sobre la cuest·ión de límites con el Brasil (Wáshing- aimo la obra du VAIUU.A: Hiatoria ck la 4-aroooicm, etc. (Bue·
nos Airea, 1899, 2 vols.).
ton, 1894), etc. 10~; Santiago Alcorta, Antecedet1tes Ti.is- 10:; A fin de evitar errores, debo hacer presente que no todas
lila publicaciones cuya nómina acabo de hacer son, propiamente,
c<•leecionea documcntll.lea. Las cito, 1in embargo, porque abundan
Rio de la Plata de 1617, como neta protocolnr internacional de In cu glo11aa y trllllllcripciones de piesu hiatóricas, Tiniendo a. re-
Rt.piblioa .Argentina l] ; .dt1f11c11d11nte1 aobr11 en1eñan1a normal !/ 111- emplUllr n. loa corl'U8 ausentes. Adem6a, es bueno que advierta
p11oial {B~enos Aire~, 1903), y Tralado1 y cot111ei1cionn ,_;1ntt4 que prescindo, en esto. nómina, de la copio1& folleteria. que el
e" la Nam6n. .drgnh11a. Acuerdos bilaterales tomo I (Buenos Ai· tema de loa limites ha. originado en nuestro pat. y que, caai eiem·
n11, 19115), que es un modelo de publicación' en eu g6nero. pre, ca.rece del carli.cter que he encontrado en las publicaciones
1
°' Para 1:>. cuestión chileno·arrentina es complemento utill- mencionadna en el texto.
- 356 - -3117 -

Oorru·pomuncia literaria, hist6rica 11 polfüca del general graciadnmentei e8a publicidad, con raras e~ccpciones 1°',
Bartolomé Mitre (Buenos Aires, 1912, 3 vols.); Docu- no se ajusta a las conveniencias técnicas necesarias, ni
mento1 del archivo de Belgrano (Buenos Aires, 1913- 11igue un plan orgánico y bien cuidado m.
1916, 6 vols., en publicación); Gregorio Rodríguez, Con- El pensamiento de reeditar libros y folletos históricos
tribución documental e kist6f'ica (Buenos Aires, 1921- cuya rareza los hace inaccesibles, o de dar a conocer los
1922) 7 º8 ¡ Arcltit:~ del genet·al Mitre (Buenos Aires, antiguos inéditos, que en definitiva resultan un comple-
1911-1914, 28 vols.) ; y Papel.e.• de cl011 Anibro.tio F'unes mento de las colecciones documentales, ha tenido entre
(Córdoba, 1918). nosotros varias realizaciones. Después de de Angelis, de
Alegatos no personales pero que peniguen ciertas jus- cuya colección ya me he ocupado, don .Andrés Lamas
tificaciones o qne tratan de funuarnentar alguna fama editó su Biblioteca del Rfo de la Plata donde vieron
los hay, también, ~n nuestra bibliografía. Entre ellos· luz las historias del Paraguay del P. Lozano (Buenos
figuran: Polémica do la. t·rivle aliaitisa1 correspondencia Airei;, 1874) y del P. Gucvara (Buenos Aires, 1882),
cambiada entre el general Mitre y el doctor Juau Carlos y algunos años después la Junta de historia y numis-
Gómez (La Plata, 1897); Nicanor Molinas, Apmites y mática comenzó a difWldir su Biblioteca, que ha dado
documentos ltútóricos de la tJonfcderacióin Argentina cabida a diversas obras de gran utilidad para los e11tudio-
(Buenos Aires, 1894) TM; Manuel Corvaliín. Docmnentos sos 111. Posteriormente, ~ircularon, basta cerrarse el pri-
sobre la e:z:ec·ución da don Juan Jod y don l/r¿is Carrarai mer cuarto del siglo XX, las siguientes: B·iblioteca ArgMt-
(Buenos "Ah-es, 1$18); Toribio de Luzuringa, ídem, ídem tina, dirigida por Ricardo Rojas; Bi.blwfilos argentinos,
(Buenos Aires, 1818); Bernardino 'foledo, Provincia mer-
cedaria de Santa Bárbara ael Tuc11má11, 1594-1918 (Cór- n;ot Entre ellaa :tigura la de la reviata "Historia" que dirigio·
doba 1919-1921) 108, etc. ran, en 1903, Luia M:arfa Torr11 y Félli: F. Ontes, y el ' ' Bole-
tln del Instituto de innsU¡acionca hi3t6ricu" de la. FacultD.d ole
Toda esta copiosa producción tiene su complemento en ~ filoso:tfa. '1 letras de Buenos Airea.
las colecciones fragmentarias de documentos que han he- ª mo El "Boletln de fa Bihlioteu p6bllca de La Plata" em-
pezó a public:ir, en 1905, una colección de Documento1 hilt6rioo1
cho y hac1:n todas las reviatD.s, desde la primitiva del y lit11rario1 tomado• do 101 uiatente. en dicha. iAatitución hoy
J>araná hasta las que circulan en estos momentos. Des- depen1lt>ncia de la Universidad, que es útil conocer. Hay ~ ella
al¡un:i~ piezu de importancia.
Tn Llna publicado• 101 1i¡uientu: Yiaj" d• Ulrico Scl1t11idel
Ton Coleccil>u de documentos, procedentes de archivo& naciona· al Río d" Jo Plata (1903); Lozilo, Hinoria d1 la.a rnolvciou1
les y extranjeros1 relativos al periodo histórico que n de 1815 a tkl Paf'CJ(/uay ( 1006, 2 vola. ) ; OoNOOLONOOll\'O, El la.arillo d•
1852. Et, en rea.1idad! un. copioso material de papelea para la ae· c~go1 cami111J11te1, y .AuVJO, ~ de foraataro1 del virrtrinato
gunda. pnrte de la B1'tono da .4Jv.,ar. En esta colección :figuran ddJ Rlo da la Plata (1908); J>EL Baco CL"'q'fJ!Nl:IU, Le. .4rg111ttll11
epistolarios de Lnalle, Florencio Varela, .Alvea.r, etc., 1 nrlas (1912). La Junta ha. dirigiao, ademú, lu reedicionea facaimilara
p1cza1 :tundnmentalcs para. el conocimiento de lo que fué la Die· de "El Tel6r,ato llercnntll" (1801·1802); de 111 "Gaceta de
tadura. Buenos Airea ' (1810-1821); del "Bedactor de la Asamble•"
TOT Docum~ntos sobre el pronuncia.miento de Urquiza. (1813·1815); del "8emaniirlo de .A¡ricultura" (1802-18011) ¡ del
TOS Asp~ra r; ser cr11nica pero no paaa de una reunión de do· "Argos de Buenos Aira" (1821·1822); '1 "Aetaa Secreta del
cument~ hil!anados a tropezones en una prosa de colegial de es·
Con¡reao General Conatituymte. • . reunido en Tucumin' •. Ademú
cuela pnmaria. la JUJLta dade 1929 edita 111: "Biblioteca do Histori.A Argentina
1 Americana", que basta 111 fecha lleva. pablleados 12 vornmenea.
- 35!! -
- 358 -
y :>e reúnen en el tercero lo.'I simple11 colectores ele elato.'!
dirigida por Diego Luis Molinari; Biblioteca arge1itina
y de decires populares.
de libros raros y curio101, editada por la Facultad de
No voy a empeñarme clema!liado en el estudio de .estll
Filosofía y Letras y Colección de viajeros y memorias
prodncción, cuyo carácter historiogrÍlfico hasta se antoja
geográficas que publica. la misma institución m.
discutible, pero procuraré, siquiera sea para individua-
El Museo Mitre, por último, y el Histórico nacional,
lizar n los malos, enunciar 16s títulos ele tales libros, en
han reeditndo, también, folletos y libros l'aros, contri-
buyendo a su más cabal conocimiento ns. el orden que acabo de señalar. Son pues, para mí, rela-
tores sinceros de tradiciones: Pastor S. Obligado 1ª, Car-
melo B. Valdés 11 ~, Bernardo Frías 119, Ramón J. Das-
saga 117, Sah-ador de la Colina 118, Juan \V. Gez 119, Flo-
5 1·encio Escardó 1~ 0, Juan l\I. Espora 121 , J. S. Daza ni
~· .Julio López Mañan 133 • Todos ellos relatan con senci-
L.\S TRADICIONE..;;
llez, y aunque alguno -como Obligado- desvíase a rato.'I
hacia Jn forma literaria ele discutible buen gusto, sin
El género de lu narración tradicional, auuque ha con-
~mbargo, predominn en .l& prodncciót\ el pr1>p6!1ito nn-
tado con algunos cultores en i!uestro país, no figura, sin
~rrath•o, ele carácter historiográfico.
embargo, entre lo mejor del haber bibliográfico nacional.
El segundo grupo lo constituyen: Vicente G. Qnesa·
Tres son los grupos en que, a mi juicio, hay que sepn.rar
dn m, Santiago Celzaclilla •2 r;, f\.da l\'l. Elflcin T·~o y algu-
a los escritores aludidos. El primero lo forman los rela-
tores sinceros de las leyendas y tradiciones populares; TU Obli¡nclo fué nuestro tr11clicionnliatn por cxcclcncio. Auuqu"
inferior n Ricardo Palma, , el brillante escritor peruano, pertenr.·
constituyen el segundo los que, más preocupados de la l'e, ain embargo, a su r.scuela. <?bligndo .tiene en au contra. ul!a
forma que del fondo, bu.'lr.:m ante todo el éxito literario; fnlla: la de hnber querido cultivnr fo 1ronln y el gro.cojo sin
tener condiciones naturales pnra ello. Su utilo, por lo dem&a,
"' te<lioao y clesconcertante. Sus TrodiciCY11t1 do Buenos .A.ire.t,
712 En 1908, In. "l!cviata. bibliográfica nrgentina" que apa· 2'rodioionew orgenH·naa ¡¡ Trac1icio·11ea y ret:wlt'd04, en numerosas IC·
recia en Buenos Airea bajo la dirección del aefior Lu~ R. Fore ,.;.,, cons•ituy~n unn. buena contribución al género tradicionalilt:i.
inició la. poblic:tción de loa líbroa raroc existentes en La Plata' 1111 Trndicionea rioja11C11 (2 vola.).
pero no puó de unas cunntu p'gina.s de la obra de Losano aobr~ Tl& Tradicionea 11iat6ricC1.f: Hiatoria del Señor drl Milagro, ""
el Oha.co. q11l le folte ni le aobre m1 pelo (1 Yol.).
713 El l\Ioaeo Mitre, bajo In dirección del que era a. la aasón · Tl1 Tradicione1 y recu11rdo1 Ailt6rico1.
1u aecret11rlo, don R6mulo Zabaln, ha reeditado la.a 1iguientes 118 Cr6nica1 riojo1101 y colo11JC1rq11111iaa.
píena re.rae: B%polici611 de Ztu toreCJa adm,nialroti11a1 del go- 110 Trndici6n 1"!71fClll4.
bwnio desde "' inatalGCicm hoat¡¡ el 15 de jl!lio cü 181! Lima., 'T20 FLOllENCJO ESCUDÓ, .Reaeiia. hilt6rico, eatndíatico y delerip-
Buenos Aires, 1 folleto, por Bernardo Monteagudo, 31 páginu; tiva, con trodici011t1 oralea de ICll Repúblico1 .drglll\tina y Orie11tal
Mdrtir o Hl>rs, maracM11a110 1816, Buenoa Airee 1910 (reimpre- del 'V"'l111Cl'I/, desc111 el deacubri111iento cle.I Ria de la Plato haato el
lión .facsimilar), 1 tomo, 84 pllginaa¡ La Prmla 11' Ía Jndep1m- a1'o de 1816 (Montevideo 1878) .
dt.t10\cl IÜI P1"f, Buen.os Airee, 1910 (reimpresión o. plnna 1 ren· T21 Epiaodios 11ocio11ole11.
¡Ión), que contiene 7 númeroa de "El Oenaor de la Revolución" U T22 Epilodio.• militorea (2 'V'Ols.).
del "Boletin del Ejfrcito Unido, Libertador del Per6" y' 13 123 T11cumd11 at1ti,9110.
de "El Paei~cador del Per6 ", 1 t., en folio; y El .Reda~or del T24 Con el seudónimo de Vfotor Glllna, en Memoria.t de 1111 11ujo.
CO'Agruo NoetOftCll (1818), nim.pruión facsimilar con introdu.!· ns Laa bel<1aclea de mi tiempo.
ción de Diego Luia Molinari (Buenos Airee, 1918, Í t., 276 plp.), TH Le11e11d1111 orgentinaa 11 Del pnaodo,
- 300 - - 351 -

nos romanceadores de menor cuantía que escribieron an- A mi modo de -..·er en el problema de la heurística
tes de 1925, fecha en que cierro la 11erie. americanista ocupa rango de asunto capital todo lo con-
En el tercero y último figuran: José A. Wilde ?:n, cerniente a los conceptos que deben anteceder a la bús-
Manuel Bilbao 728 y Elvira E. de Battolla T:!o. queda, no para com·ertirla en pesquisa de alegato, sino
\ para orientarla hacia la organización sistemática de los
hallazgos, en forma de hacer posible, de inmediato, la
formulación de las series históricas. De ahí por qué en
6 este capítulo considero herramentaje menestral ciertas
obras que aparentemente están lejos de serlo. Creo, sin
EL HEI:RAMENTAJt: lll::NESTRAT,
embargo, que sin una noticio. del proceso de nuestra cul-
tura tle nada 11irve lanzarse a surcar la inmensidad de
El título de este último parágrafo con que clausuro mi los archivos. Para que tal tarea sea fructífera, es indis-
esfuerzo, denuncia, bien a las claras, cuál es su contenido. pensable que haya en nuestra mente un elemento orde-
Prop6ngome hacer en él su p1·eseutaci6u de lo que cons- nador. ~te no puede ser otro que el concepto que nace
tituye el más elemental herramentaje erudito para todo antes que del dato y de la fecha, de la armonía de ciertas
el que aspira a trabajar en cuastiones de historia argen- construcciones sincréticas. En tal sentido, el herramen-
tina. No teniendo, como no tenemos hasta ahora, ningún taje menestral de nuestros historiógrafos debe estar cons-
repertorio como aquellos con que cuentan los países de tituido, en primer término, por los ensayos argentinot1
vieja cultura, y como lo es, por ejemplo, la maravillosa que han tratado de fijar la línea de evoluci6n de nuestra
colección Les sources de l'ltistoire de France 130, el Ma- cultura intelectual y por las visiones de nuestro desen-
fü1el de bibliograpltie hisfon'.que de Langlois y Le travail volvimiento que han tenido all,runos escritores extran-
Aist~e de Deadevises du Dezert et Bréhier -para jeros. Forman parte, para mí, tlel primer grupo: el tra-
citar obras harto di(undidas- se impone ordenar, biep bajo de Ricardo Rojas: Historia de La litcrat1'ra argen-
que rápidamente, aquella producción que suple la auseii- tina (Buenos .Aires, 1917-1922, ~ vols.); los estudios de
cia de publicaciones como las citadas 731 • Jorge Max Rohde: Las ideas estéticas en la literatura
argentina (1921-1926), y el ensayo de Joaquín V. Gon-
121 Btteno.t .direa ckadc 1efellta año• atráa (Buenos Aires, 1881). zález: Un siglo. de historia. Reputo que puede conside-
728 Bueno1 .direa d-r.&de .r1l fu1'da.ci67' llalta l\ue1tro1 ciias (1902). rarse como integrante de este conjunto, la producción
729 PágiM1 ;'/l.'1Wrlale1 : episodios, 11.116cdotas, nccionee horolru.
(Buenoa Airea, 1910). que, como prólogo a sus Canciones (de Catamarca, de
130 Parla 19011 1913 19 voll. Esta. publicación forma. parte Salta, de Jujuy y de Tucumán) ha escrito Juan Alfonso
de los Mallile!.J de biblio'grap11i• 11;1foriqtu. E1 un:i. Indicación d11 Carrizo y donde es fácil comprobar el grado de hispa-
obTa1 acompañoda. de un breve juicio orientador.
731 Su falt:\ puede 1uplirse, en parte, con .el Ca.tálo~o de 14
ni.zación que alcanzaron nuestras cosas espirituales au-
Biblioteca del Museo Mitre, con el de la eecc1ón hutor1a de lt. tóctonas.
Biblioteca Nacional y eon los de la biblioteca de la Facultad de
Derecho de Burnos Aireti.
- 362 - - 363 -

En cuanto n los que integran el segundo, no me parece 1880. a 1888); Jo11é Toribio Mediu11, lli:1t&1·w y biblitJ-
cuestionable afirmar que son todos aquellos que como grafía de Za imprenttS e11 el antiguo virrttfoato del Río
Parish (Buenos .Aires y las provincias del Rfo de la Plata), de la Plata [1780-1810] (La Plata, 1892, en .-inales del
Burmeister (Description physique de la République .Ar- Museo) 182 ; Carlos l. Salas, Bibliografía del coronel D.
gentine). Martín de Moussy (Dcacriptio-n géographiq.e Federico Brattdseta (Buenos Aires, 1909-10) ; Bibliogra-
de la Coiifederation, etc.) y todos los viajeros de que fía del gene·ral D. Jod de San 1llartín y de la omanoi-
ha dado noticia Carlos J. Cordero (Los relatos de los paci6n .mdame1'icana (1778-1910) (BuenOll Aires, 1910,
viajeros eztranjoros. . . como fuentes do historia argen- 5 vola.); Narciso Binayán, Bibl·iografia de bibliografiai
tina}, vieron las cosas del país con frialdad y obje- argentinas (Buenos Aires, 1919).
tivamente. Las efeméricles e.le alguna importauein .r utilidad se
l<,uera de estas herramientas para la formaci6n de los reducen a las siguientes: Pedro Uh-as, Efemfridc1 ame-
conceptos, la bibliografía histórica argentina cuenta con ricanas descle el descubf"imie11to de la .Amfrica hasta flUts-
otros elementos de información concreta que se divide tros dfas (Barcelona, 188-1) ; R. Monner Sons, Efemé·
en : a) guías bibliogrúficas ¡ b) efemérides ; c) dicciona- 1-i<f.I:'., at·oet1fit1a11 (Buenos Aires. 1893); Justo I. Siln-
rios históricos. • chez, Efemérides militares ele la República A.t'!Jtnhtla
Las guías bibliográficas son las siguientes: Pedro de (Buenos Aires, 1906, 2 Yols.) ; José A. Scotto, Efemé-
Angelis: Colección de obras impresas y manusct·itas, que ·rides de la República Argentina. (Buenos Aires, 1912) ;
tratan prinoipaltnente del Rio de la Plata (Buenos Airea, y M. Navarro Viola, Fastos de la .América c.91JañolG (eu
1853); ,Juan María Gutiérrez: Bibliografía de la pf"imera "Revista de Buenos Aires", t. I, 1863).
imprenta de Bticnos .Aires, desde Sti fundaci6n hasta 1
'- \ En cuanto a diccionarios hist6ricos, los únicos que
el año de 1810 inclusive (Buenos Aires, 1866); Antonio ; circulan son los de Julio A. ?Yluzzio, Diccionario 1aist6-
Zinny, Efemeridografía argiroparqui6tica o sea de lal ,..¡co y biográfico de •la Repú.blica ArgMJtina (Buenos
provincias argentmas (Buenos Aires, 1868); Efemert. Aires, 1920, 2 vols.); de Joaquín E. Malnrino, Diccio-
dografáa argiromctropolita-na hasta Za ca{da de Rosas naf"io hist6nco parlamet1tario <.Zel Congreso arganWrio
(Buenos Aires, 1869) ; Gaceta de Buenos .Aires des!U (Buenos Aires, 1898); y Enrique Udaondo,, Dicciona.rio
1810 a 1821 [resúmenes de su contenido] (Buenos Aires, biográfico argentino: 1800a1820 (Buenos Aires, 1938).
1875) ; Bibliografía histórica de las Provincias Unidal Nuestro país, como se ''e, no es muy rico en herra-
del Rio de la Plata, desde 1780 hasta 1821 (Buenos Ai- mentaje m.enestr.al para eruditos, y quizá sea por ahí
res, 1875}; La Gaceta Mercantil (resumen de su conte- por donde haya mayor urgencia de que se inicie la labor
nido) (Buenos Aires, 1875 y 1912); Manuel V. Figue- honda y sesuda que ya realiza la generación que, una
rero, Bibliografía de la imprimta del Estado en Corrien- década atrl\s, curs6 estudios superiores en las universi-
tes, desde sus orígenes en 1826 hasta su desaparición en
1865 (Buenos Aires, 1919) ; Alberto Navarro Viola, 732 Como sil 111be, Medinn era chileno, y su libro es lo tnico
.Anuario bibliográfico de la Repúbz.ica .Argentina (años completo que en ese 111uuio tenemos basta ahora. Los ensayos de
Gutiérrea y dol mismo Zinny ion inferiores.
- 364 -

dadcs y altos centros de estudio del país y de varios


de los cuales me ha cabido la honra de ser orientador.
De ellos espero lns sólidas construcciones eruditas que
harán ilustre a la bibliografía argentina. Y quiera Dio8
disponer que no se malogre cuanto esas mentes jóvenes
tengan a bien. proponerse en obsequio de la historiografía INDICES(*)
nl\Cional, a Ja que viven consagrados.

INDICE DE PERSONAS MENCIONADAS

-A- Alcncer (Pedro S.) : 313.


Alcorta (Diego): 265.
Abreco (Gonzalo de): 126. Aleortn (Santiago): 354.
A.costa (Faustlno G.): 26:!. Achnval (Obispo): 329.
• A.cha .(Mariano): 217. Aldno (Jo16 F6lix): 218.
Ackermo.nn (R.) : 85. Aldnn (Obiapo): 329.
Adan: 260. Alo¡re (Juan N.): 110, 130, 181,
Adro¡u6 (C6sar): 1915. 188, 227.
Agrelo (Pedro Jo16): 103, 339. Alsin~ (JuAn): 63.
Agllero (Julia\n Segundo de): AlsillA (Juan A.): 108, 234, 235.
65, 156. Alsin& (Loe): 102.
Aguirre (Juao Francisco) : 54, Abina (VnleaUn): 68, 69, 347.
159, 60, 61: . .A.lurralde (Antonio de): 112.
Aguirre (Joeé Marla) : 80, 208, Alvarado (Rudecindo) : 217, 339.
217. Alvare.z (A¡usUn): 195, 244,
A¡uirre (Julio· L.) : 196. 262, 263.
Albarellos (Nicolda): 234. Alvare.z (Carloa J.): 108.
Albar.J&cln (Santiago J .): 193, Al\"are.z (Ju&11.): 181, 197, 198,
194; 209. 244, 290, 291, 202.
Alberdi (Juan Bautista): 244, Alvo.rez (Jnan José) : 1811 2171
252, 25S, 254, 263, 327. !!))G, 228, 229.

( •) E1to1 lndir.ea hon sido preparadoa bnj o la dirección 7 con el


trabajo peraon:il del profesor don Juan Fernando de Lbaro, adaeripto
a la cAtedra de Introuucción a los estudios históricoa americanos en
la Facultad de Humnnidades 7 Ciencias de la Educación de la Uni·
veraidad Nacional de L11 Plata. F.l autor, agradecido, deja coJ1.1taneia
de ello 7 ee aolidarl.zn, en todo, coa el criterio adoptado por el eatima-
dlaimo colega.
- 3116-
1 - 3117 -

(Ipacio): Arme1to (F.): 20i. BallAn y Bustos (.Abet): 223, Bobadilla: 288.
Amold (Prudencio): 2H. Bolatlos (Luit de): 2261 230.
232.
l• r ( 1~11rlo~ dt) r 81 1 181, 206, Arrieta (Dominao): 340. Beccar Varela. (Adrián): 189, Bolivar (Simón): 90, 169, 216,
~ Artigas (Jo1é Gregorio de): 134, 329. 300.
\I 11t (Dltp <lt): 5~, 61. 156, 162, 169, 205, 291. Beeche (Gregorio): 83, SS. Bonplnncl (Amadeo): 52.
11 ,, , (8. 4ua•ln): 70. A1ca11ubi (Hilarlo): 102. Belgrano (:Manuel): 66, 139, Boneo y Berheim (Impresores]:
111or1lll\ (Joa• P.)1 266. Astolfi (Juan C.): 311!. 161, 162,· 163, 16i, 165, 166, ! 305.
lnn (Alberto): 209.
11 111 .. Marotllno: 1ao.
Aubíu (Joaé Maria): 309, 318. 167, 201; 203, 205, 323, 326, ¡ Borbones (Los]: 152, 158.
A uatria (Los) : 1118. 334, 336, . 338, 339, 358. 1 Boroa (Diego): 4;;,
" b11r11a11 (Tom61 Kanuel): Auzón (Miguel Eugenio): 207. (Juan C.) : 23~.
1 Avellanedo. (Marco M. de): 218.
Behnar (A. de): 101. 1 Borquee
Bosch (:Mariano G.): 235.
Beltrh (Juan G.): 299, 315.
adrada (Ol1m111.h): 815. Avellaneda (Nicoli1): 112, 192. Benavente (Toribio de) [~[oto- I Bose (Walter B. L.): 96, 240.
btlro1 (Ladn l'trlerico): 226, Avenda!o (Rdmulo): 1'9, 181, Bouquet (Dom): 96.
S30. lin1a] : 249.
188, 189. Branco Moniz B:irreto (Jacini~
Benzoni (Jerónimo): 249 .
.b¡tll1 (Pedro de): 32, 41, 49, Ayar:ragaray (Lucaa): 150, 244, Bergampchi (Giovanni): 136. Alv61): 100.
80, 81, 8ü, 93, 94, 95, 96, 97, 264, 268, 269, 270, 271, 299. BerheiltÍ y Boneo (Impresores]: Brandzeu ( Feclericu) : a35, :J63.
118, 102, 117, 132, 201, 276, Azara (F~lU: de): 43, 54, 58,
305. 1 Bredow (Gabriel Godetroy):
28'1, 802, 311, 326, 346, 353,
35', 357, 362.
~9, 61, 65, 66, 70, 76, 89, 103,
133. Be:rnheim (Eruest<i) : 96, 178, l 303.
1 Br6hier (Louis): 96, 360.
Anta: 351. Azcu~naga (Miguel de) : 327. 186.
Antelo (Nicoláa): 280. Berr (Henry): 290, 292. Brossnrd (Alfredo): 93, 101.
.btokoletz (Daniel): 243. Berre1torcl (Willinm Car!): 347. i Bruch (Cario•): 320.
Ant6nez Auvedo (&a.fael): Berticcioli (Simedn): 230. Brulius (Brulio) (Jo;i.chinu•):
132, J.17.
Artna (Enrique) (hijo): 25.
-B-
Beaio Moreno (Nicoláa): 239.
Beuchat (H.): 297.

1 225.
Bry (Teodoro de): 250.
Baaach (Antou.io J.): 308.
!randia (Balta·.i:ar de): 330. Baekhoj (Lara): 317. Beverina (Ju11n): 219, 220, 33~, 1 Bucich Escobar (Itmael): 195.
rln ~b~) . ~ • Br;;fte\!!lfe'"b&n}:""!M:'-· ··- 335. - i Buckle (Henry Thomu}: 142,
Arios de Lamadrid (Gre¡orio): Ba!l11·ich (Amadeo): 181, 218. Beyér (Culos):. 320. 1 153, ' 154, 155, 168, 118, 251,
/ . ~ 1
209, 216, 217, 218, 321, 331, Barbará. (Federico): 3U. Bidnu (Eduardo L.): 238. 1 259, 294, 295.
333, 334, 336, 337. Barbati (Paaeual): 306. Biedm~ ~Jo16 Juan): 120, 193, Bunge (Cario• Oetavio): 244,
A.raujo (José Joaqu1n) [Pat:ri· Barco Centenero. (Martin del) : 320, 3!11. 264, 26S, 269, 271, 272, 273,
cio de Buenos Airea): 54, 62, 23, !?S, 29, 34, 58, 69, 97, 112, Biedma Straw (Juan J.): 240. ! 274, 286, 315, 319.
63, 64, 69, 77, 159, 357, 122, 146, 147, 311, 357. Bueno (Coime): 52.
Bilbao (Manuel): 194, 195, 201,
Arcos (Santiago); 163, 244, Bar<louz: 145. 1
244, 280, 281, 282, 342, 360. Burke (William): 86.
277, 278, 279, 280. Barreda (Rafael): 215.
Binayán · (Narci~o): 128, 218, Burmeiater (Germb): 362.
209.
., 'J ' ,
Areno.les (Jo16): 5" 80 11 86 Barro1 (Alvaro): 209, 340.
· 253, 2so, 282, 283, 289, 290, Bu:rne (Eduardo G.): 250 .
·Barros Arana ('Diego): 74, 162, Bu11Bemaker (Th.): 345.
.venales (Juan Antouio Alvarez 3~3 .
163, 164, 166, 279.
de): 81, 326, 329. Blanco Acevedo (Pablo) : 121. Buatnmante (Jo1é Luis): 207,
Batolla (Elvi:ra E. de): 360.
•vga!araz (Abraham): 181, 225, Blanco (Joaé Maria): 43, 233 . 211, 215, 328.
Bauzi (Franei1co): 288.
228, 229, 238. Bayo (C'iro): 222, 309. Blanco Fombona (Rutino): 250. Buetos ( Zendn) : 239.
- 368 - - 3lill -

- C- Corbalán (Mo.nuel): 356. D'Amieo (Carloe Alfredo) (Cnr·


Carranza (Adolto P.): 110, 282,
314, 318, 337, 349. Cordel'o (Carlos J,): S7, 89, 102, loa Martl.ncz fJ : 21!!.
Caboto (Sebuati&Í.ll): 36, 125, Carranza (An¡el J1Utiniano): 362. Darlo (Rubén): :?72.
127. 108, 120, 243, 329. Cordero (Clodomiro): 207. Da Rocha (Augusto): 353.
Cabral (Luis D.): 240. Cnrrn1co (Eudoro) : 194. Córdoba (Luía): 329. Dllvaloa (Arturo L.): 194.
Cabrer ! ingeniero] : 61. Carrasco (Jacinto): 226, 233, 3:?9, Córdoba Salinas (Diego) : 73, í li, Dazn (Joeé 8 . ): ii;'59.
Cabrer1t {Alonso de): 75. :~51. 224, 225. Decoud (Di6¡onea): 257.
Cabrera (Pablo): 126, 224, 233,, Carrasco (Gabriel) : 194. Cornelio Nepote: 302. Dehezn (Ramón): 340.
235, 329. Carrera (Jo16 Mar.la): 81, 326. Corona (G. B.): 316. De la B11rra (Federico): SO, 2:?1.
C&lancha (Antunio de): 75, 225. Carreras (Juan Jo11é): 356. Coronado (.Juan): 347. Do 111 Colina (Domingo A.): :1~?11.
Caloni (Vicente): 227. Carrera.a (Luis): 356. ·Corval/in ('Manuel): (Ycr Cor· ¡ De lo. Colina (Salvador) : a59.
De la. Reta (Saturnino P .): :?6;j,
Calvo (Carlos): 68, 128, 181, Carrillo (Joaquín): 130, lSl, balá.n Manuel).
207, 211, l!l2, 218, 220, 350. 189, 190, 191, 196. Correa (Guillermo) : 190. Del Valle (Ariatóbulo): 149, ;J54.
Calzadilla (Santiago): 359. Carrizo (Juan Alfonso) : 361. Corren Luna (Cnrloa): 63, 2.JO, .Del Valle Ibcrlucea (Enrique):
Camaño (.Toaqutn): 41. Caaas Redruello (Edelmiro de) : 320, 34S. 299, 348.
Cambón (R): 308. 301, 305. Correas (Edmundo) : li. Dellepinne (Antonio): 152.
Candioti (Marcinl R.): 265, 266. Castellano (Uladialao): 229. ,Coa Iriberri (Joaé de): 297. Denia (Ferdinand): 55, 83, 84,
Cl.nepa (Carlos) : 309, 318. Castellanos (Joaquín): 315. Coata . (Ricnrdo): 240. 88, 89.
Canetti (Marfa A.): 315. Caatiglioni (Alberto): 207. Costas (Cnrlo1): 26;}. Derqui (Snnti:igo) : 218.
Cano (Pedro): 44. Cutro Ba.rros (Pedro Ignacio Coxe (William): 152. Deadeviaes du Dézert (Gcor·
Cano (Rafael): 194. de) : 226. Croillf't ( Alfrerl • et )fa u rice) : gea): 96, 360.
Cantón {Eliaeo): 239. Caetro Esteves (Ramón de): 160. Deamadryl (Narci10): 323.
Cañete (Pedro Vicente): 64. 240. -Cromwell (Oliverio): 133, 200. .D 1az (Adriano) : 331.
Capdevila (Arturo): 299. C111tro López (Manuel): !11~ C~z Saldaüa Retamar ( Reginal· D1az (Antonio): 207, 2H.
Carbajal (Lino D.): 194. 329. do de la): 226, 232. Diaz (Otear) : :ia1.
Carbia (Rómulo D.): 18, 22, 27,
• D1az (Porfirio}: 273.
Centurión (Juan Cris6stomo): · Cuvier (Jorge Leopoldo Cri1ti·
51, 65, 173, 224, 226¡ ·230, 232, Dfo.z de Guzmiín (Ruy): 23, 30,
233, 236, 262, 296, 30~, 310,
315.
!?09, 341. . - · --- -
Cerboni (Cario) : 317.
··- - ~;....l.QS. • ·~- . •
Cul1 (Enrique): 309. · -n.-sir ¡~· 'fi, -n; 3r,!'o,53,
5,8, 59, 60, 66, 67, 75, 9i, 147,
Cerri (Daniel): 209, 341. -CU7A1 y Snmpere (Antonio):
Carbó (Salvador L.) 196. Cervera (Manuel M:.): 181, 197. 341. 186, 301, 311.
C'rcano (Miguel Angel) : 236. Cé1pedo1 (Franciaco de): 126. Clianeton (A.bel): 165, 173. Diaz de SoUs (Juan): 32, 34, 66,
C6.rcano (Ramón J.): 126, 181, Coboa Daract (Julio): 315. Charlevoix (Pedro Frnneiaco Ja· 121, 126, 132, 163.
218, 219, 220, 234. Gechrane (Alejandro Tom6.1): vier de): 36, 38, 40, 42, 49, 51, Diez 'Mori (8.): 308.
Csrdicl ( J oaé) : 43. 90. 52, 60, 68, 70, 16, 89, 128, 147. Divenzio (Seba11ti6.n): 3};;.
Cardozo (Efraín) : 60. Colín (Armand): 319. Chave1 (~uflo de): 222. Dobrizbotfer (}fnrtin): 41, 71J.
Carlos II (de Inglaterra): 133. Coliu (Franciaco) : 75. Domlnguez (Ereilio): 3:31.
Carlos III (de Eapa!a) ;)151. Colombo·Leoni (Eduardo): 309. Domfnguez (Luia L.): 93, 112,
Carlos V (de Alemania y I de
- D-
Colón (Cri1tóbal): 173, 297. 114, 116, 128, 181, 132, 133,
España): 75, 249. Comte (Alfredo): 251. Da Civezza ( Marcelino): 225. 134, 13~, 148, 162, 166, 301,
Carlos XII (de ~uecia) : 183. Concolorcorvo (Cali.xto Buatt· .Da Costa Honorato (Manoel): 302, 303, 307, 308, 311.
Carlyle (Thomaa) : 142, 153, 200. mo.nte Carlos): 357. 188. Domtngnez (SÍlverlo) : 316.
1
- a10 - - 3il -

D'Orbigny (Alcides): 03, OS, Estrada (Josli Manuel): 49, 07, Figueredo (Santiago): 326. Gara.y (Bláa): 43.
99, 100. 112, 113, 114, 110, 13"2, 138, Figoerero (Manuel V.): 362. Gnray (Joaeph Justo de}: 63.
Dorrego (Manuel): 100, 181, 139, 140, 141, H3, 144, 145, . Flgo.eroa (Andrb A.): 106, 343. Garay (Juan de}: 63, 64, 175,
201, 202, 203, 307, 311, 326, 329. 146, 147, 148, 140, 150, 155, Fiaher (E. V.): 345. 176, 177, 178, 221.
Ducceachi (Virgilio): 345. 158, 180, 169, 186, 244, 2i9, Fontann (Luis): 108. Gnrcta (Andrés}: 112.
Dumas (Alejandro} (hijo): 267, 295, 303. Fora (Luis Ricardo): 207, 358. Gnrcfa (Angel R.}: 207.
268. Eatrnda (Santiago): 227, 308. Fotherringhan (Ignacio Hamil· Ga.rcfa (Diego}: 76, 112.
Dunlong (Gustir.vo): lU. Eurfpidca: 105. ton): 34<>. Garcín. (Pantale6n) : :l25, 32(J.
Our!L (Francisco): 299. Fragoeiro (Ratael): 309. Garcfa (Geno.ro): 250.
Durlul (NicolAa): 41. Francia (José Gaapar): 88. Gnrcin (Juan Agustin: 19, 172,
Durand (Ferdinand): 13-4. -F- Frego.eiro (Clemente L .) 98, 134, 239, 244, 274, 284, 285, 286,
135, 171, 205, 220, 301, 307, 287, 288, 289, 290, 348.
Fnbié y Eacude1·0· (Antonio Ma- 312, 313, 329. Gnrci& (Manuel José): 297.
ria. de): 249. Frias (Bernardo}: 1811 205, 359. Garcfa (.Manuel R.}: 1721 29i.
-E- Fabro (Ulrlco) [Schm.idl]: 75. Gareia Aldeguer (Juan): 313.
Fr1as (U. B.): 351.
Fajardo (Heraclio C.}: 140. Friedirich (Georg.): 250. Garcfo Cl\mba (Andrh): 93,
Eebe¡nray (J. Salvo.doi:}: 232.
Fale611. (R·am6n R.): 207. Fuenlhlidn Grandón (Alejan- 100.
Echeverri& (Esteban}: 102, 207,
Falkner (Tomú) : 41, 112. dro}: 68. Gnrcía ele la Concepción (Jo·
244, 2-48, 253, 263, 275, 276,
Farina (Lui1): 309. Fueter (Eduard): 39, 95, 1421 aeph): 225.
277.
Farini (Juan Angel): 83. 143, 135, 251, 255, 259, 260. Garc1a. del Rlo (Juan): 77.
Egidi (Prieto): 323.
Fassolino (Nicolb}: 239. Funes (Ambro1io): 355, 356. Gnrcfa Izcalbacetn (Joaquin}:
Eiugoirre (José Manuel}: 222
• Ferm~n (César): 101. Fnnes (Gregorio): 34, 62, 73, 14, 225.
318, 319.
Fernindez Agüero (Lo1): 112. .75, 76, 71, 18, 79, 82, 91, 99, Gnrc1a Mhou (Ma.riin}: 314.
Elcano (Seboatián}: 34. Fern!Lndez de Navarrete (Mar- . 129, 145, 213, 300, 301, 310, Garcla Moreno (Gabriel): .273.
El.tlein (Ada M.): 319, 359. tfn}: 132. 311, 355. García Morente (M:anuel): 260.
Elio. (Juan Eatnnialao de): 210, Fernindez (Eugenio): 266. Furlong Cardiff ( GuillerD10} : Ga.rci& Villnda (ZacariDS}·: 346.
341. ___Fern.6.ndez.. (Juan :Patricio): 41.._ 38, 41, 43, 41,-43, 51, 233 .. Garcia Y- Casulll._ (.Apolinario,__
iets.oñ - {Roc!oTfo ""'U'57itiro): 21, Fernindez (Juan Rómulo): 17. Fuste} de Coulanges (Numa De· C.): 329.
200. Fernéndez (R6mulo): 196. nía) ~... 284, 285,. 286, 289. Garmendil\ (Joaé Ignacio}: 209,
Ereilla y Zuñiga (Alonso): 29. Fern6ndez (Te6tilo T). 209. 341.
Errotaberea (J. Mariano) T FernAndez Olgufn (Ed1ta.rdo): Garmendia (Miguel Angel):
Yarin (Eugenio): 309. H3. · -G- 195.
Escardó (Florencio): 359. Ferni\ndez Ramos (Bqmundo): ~ Garrigós (O.): 241, 253.
~
Eapejo (Jerónimo): 181, 216, 196. Galán (Ruy): 67. Garro (Juan M.}: 139, 238.
217. Ferrari Oyhanarte (Eliaa): 299. Galarce (A.): 193. Garzón (Ignacio}: 194, 308.
Espora (Juan M:.): 221, 359. Ferré (Pedro): 340. GalCi!rán (Francisco de}: 215. Gan6n Júceda. (Félix}: 236.
Eaquuini (ld.elehor): 3lJ6. Ferreira (Fermh): 162, 169. Gl\lvez (Vlctor) (Vicente G. Gauno. Vélez (Eduarao): 318.
Eiquiú (Mamerto): 228'.' Ferreira (M:a.riano): 162, 169. 1 Quesada]: 119, 359. G&yangoa y Arce (Pascual de) :
Estevea (Sagu1 Miguel): 213. Ferrar del Rio (Antonio): 152. 1 GáUardo (Jo16 Maria: 226, 326. 345.
Eatrada (Alberto): 314. Ferreyra (Juan) (J. F.t): 320~ Gallardo (Manuel): 226, 326. Gazulla (Policarpo): 226.
Eltrada (Dardo): 1~3. Ferrutino (Juan Bautiata): 41. Gamb6n (Vicente): 31.5. Gebhardt (Vfctor): 152.
- lli:!- - arn -
Gelpi y }'ierro (Gil): 215. Oual r .Ttiiín (Ric11rdo) [nn:igr. Heeren (Arnoldo Hermoñn): J11ro. (Juan C.): 299, 315.
Gez (Juan W.) : 195, 196, 35P. Junn Garc1n del Rio]: 327. 152. ' Jeanmaire (Eniile): 39, 142.
Gib1on (Heriberto): 235. Oiiemei; (Junn )fortín): 16.'í , 1111 , Henis (Tadeo Xavier): .U. J. F. (Juan Ferreyra): 320.
Godoy: 210. 205, 221. Herder: 131>. Jol1~ (Jo1é): 41.
Goldatein (Marcos): 309. Guerr:i (Joaé) {Ver: ~iicr Xu· Henuandariu (lfomando Arias ' Jordán (Luis lfarla) (L. M. J.]:
Golbrini (Juan Angel): 209. riegl\ y Gucrr11, 8t?rvnudu .111:1~ de Saavedrr.): 149. 17.
G6mez (Hern6.n): 220. Snnt11 Teresa de]. Hcrná.ndez (Pablo): 38, :m, -13, • .Torda na (Lorenzo): 301, 30S.
Gómcz (José Valentln): 156, :125. Guerrero (Ft!licitn1): 215. M, n, 181, 225, 232. • Juirer. (Gospár): 51. ·
G6mez (Ju:in C11rlo1): 35G. Guerl'ini (F.) y Mnssu (C. L.): Herná.nder. (Pedro): 30. .Tuan y 81111t11cilia (Jorge): 147,
Gómez (Dermldio T.): 207, 29G. :l09. Herodoto (de Hnlic.nrnnso): 30, 288. ¡

Gonziílez (M. A.): 2:W. Gu1mira (José do): 38, 4U. 137, 220. Juderías (Juliln): 250.
González (Joaquín V.): 149, 4!l, 44, 46, 48, ·49, 52, 58, 68, Herrer11. y Tordeaillaa (Antonio .Justo (Juan B.): 252.
244, 257, 258, 298, 361. 94, 97, 121, 122, 128, 147, 186~ de): 29, 33, 58, 76.

l
González Balcarcc (An\on\o) :} 311, 357. Herrero Ducloux (Enri11ue): 236.
325. ~ Guido (José Tornúa): 221. Homero: SS. - X-
González Balcarce (Diego): 3!!3. ~ Guido (Tomás): 209, Ú7, 3-12. Hornos: 209.
González Calderón (.Juan A.): Guido y Spano (C~lo1): 209, Hudson (D:imifm): 130, lSl, Korn (Alejandro): 18.
242. . 3-12. 187, 188, 189.
Gonzilez Dávila. (Gil): 225. Guitán (Pedro): :129. Humboldt (Alejandro de): 132.
González ~e Agüe1·01 (Pedro) : Guizot (Fran~oill Pierre Guillnu- -L-
225.
González ele Santa. U1·uz (Ru· I
que): 43.
González Llana. (Manuel) : 13G.
González (Melit6n) : 35'1.
l
¡' me): 142, 143, lH, 145, 153.
Gutiérrez (Arturo M.iguel de):
207.
Gutiérrez (Eduardo): 215, 26i;.
Gutiérrez (Junn Mnrlll}: 58, Gllf
-I-

Ibarguren (Carlos): 152.


Ig6n (Pedro) [Editor]: 312.
L11bougle (Juan Eugenio): 303.
Lr.boul:iye (Edouord): H3.
Laca1a (Pedro): 328.
Lacroix (Federico): 101.
Gond.lez :t>f.~L{Ma.nuel).: 3~~ 66, 9~118, 1111, 121, lll2, 123. Ihhoff (Carloa): 319. Lllet (Juan de): 29.
Gooch (G. P.): 95, 256. 124, 133;""'i~r,· rna, 231;-º"':Jó"'i'"'~--- - • -· ~- .-IitgeaieMa-(Jo16)' 1501 236,..:?44, Latone Quevedo (Samuel.).; 25,
Gorriti (Ju:in Ign11cio de): 156, 306, 307, 328, 369, 363. 251, 253, 261, 262, 264, 263, 66, 126, 1211 11~4.
244, 275, 276, 277, 325. Gutiérrez S(ienz (Alberto): 86, 267, 272, 288. Latont (Julio B.): li.
Goytia (Ca1ia110 J.): 3l5ií. Si. Iriarte (TomlÍ!I de) : :no, 210, Latuente Machain (Ricardo
GraciMi (Baltuar): 154. 222, 321, 337, 338. de): 31.
Grenón (Pedro): 31, 233, 3.;1. Iriondo (Urbano): 130, 181, 189. Lo Moldonada: 35, 36, 50, 116,
Gro&10 (Alberto B.): 309. -H- lrvhag (Wúhington): 132. 67, 72.
Grou11ac (Pablo) (Paulj: :li, I1bert (Pedro): 31'. Lamarque (Adolfo): 125.
31, 33, 34, 35, 46, 48, ~9, 00, Hachette: 175. Iturri (Frueaeo Jnvier): H. Lamas (Andr6a): 45, 47, 48, 49,
61, 100, 101, 106, )09, 115, Halphen (Louill): 105, 1'1, 26i, 51. 93, 103, 118, 119, 121, lSS,
126, 134, 138, 145, 159, 172, 285. 123, 124, 147, 149, 163, 805,
173, 174, 175, 176, 177, 178, Hanaem (Emilio): 241. - J - 365, 338, 331, 336, 339, 346,
181, 19Í, 192, 196, 266, 3!?2, . Hnrril8e (Henry): 127. 357,
329, 330, 349, 355. H. E. C. (Herm11nos de laa es- Ja.imes Freyre (Ricnrdo): 126,. .Lanfrey (Pierre): 1152.
Guastnvino (Juan E.): 79, 300. cuelas cristianas): 304, 310. 219. Lr.ngloi11 (Ch11rles Vlctor): 360,
- :J74 - - 375 -

l.&rl& (JllOlDtO de): 12U. Liniers (Santiago de): 172, 175, Luca. (Esteban de): 328. Mantilla. (Manuel F.): 12-i, 188,
Larraln (1aeobo): 196. 176, 329. Lucia.no (de Ba.moaata): IOü. 240.
Larr&in (N'lcanor): 1115, 308. Liqueno (José Marta): 181, 226, Lugones (Leopoldo) : 149, 2ll4, Maqueda (Felipe José de): 227.
Larru14e (A.): 309. 232, !!3;), :J:?9. 295. Marcó del Pont (Jos6): 108,
Larrloa (Pepa) : 1113. Lialmaco: 105. Lugones (Lorenzo): 2~8, :?16, 240.
Llrro111 (Antonio): 126, 172, Livaeich (Beraffn): 222. 321, 337. Marcó del Pont (Ventura): IOS.
1111 1 lH, 11181227, 228, 2321 Lummis (Charlea F.): !!50. ?tforin (Eugenio) y Errotaberea
L6pez (Elvira): 315.
31 ' 361, 1111. Luna. (Antonio): 308. (J. MiLriano): 309.
López (ErnestinA): 315.
r1n (Juan K.): 297. Lusuriagl\ (Toribio de): :J39, :Marmier (J. M..) • (3.'.avier):
L6pe1 (Estnnislao): 81, 202,
Lu 1• ••• (Bnrtolom• de): 248,
336. 102.
203, 326.
MArmol (Jo16): 1021 247, 248.
Ht, ario L6pez ( J º'' Francieco) : 257,
MArmol (Floreacio del): 207.
Lll ••ia (Ramón 1.): 181, 194, L6pez (Leopoldo C~): 240. -M-
110, 101, noa, 359. Marqu61 de Cutel Rodrigo (''Í·
López y Planes (Vicente): so, ney de Portuga.l): 28.
IM Reru (Juan Gregorio de): 347. Mabillón (Juan): 186.
191, U'f, L6pez (Vicente Fidel): 21, 68, Mabragafl.a (H.): 351. Ma.rtln de Mouaay (Jean Antoi·
Lutarrla (J. V,): 151. 69, 118, 133, 139, 141, 144, Maca~ay (Thomu Babington): ne V1ctor): 136, 163, 36!!.
J.o1tarrla. (Miruel de): 54, 67, o h3,
14-, • 14...• , 1531 1 54, 1 515, Martlnez (Alberto): 193.
1415, 149, 150, 151, 152, 153,
es, H8. 154, 155, 156, 157, 158, 160,
!60. Martinez (Benigno T.): 190, 191,
Latsina (Francilco): 235. 164, 169, 170, 222, 241, 261, }tac Ca.nn (William): 101. 204, 309, 312, 351.
lal'lllle (Juan): 1201 218, 328, 266, 269, 301, 313, 314, 339, Madariagn (Juan): 2!!1. . Mar'tfoez (Carlos) (1eudónin10
Ml, 356. 347, 3152. Madero (Eduardo): 93, 125, 134, del doctor D 'Amico9): 219.
Le Bon (GU1tavo): 150, 267. 135, 138, 171, 172. :Martlne¿ (Enrique): 209.
López (Lucio Vicente): 133,
Legón (Fauatino J.): 299. Maeao (Justo): 99. Martinez de Irala (Domingo):
138, 1~. 146, 147, 148, 302,
Leguru.món (!brtiniano): 221. 312. :Magalla.nes (Fernando de): 34. 32, 35. · .
IAlite (Seratln) : 24. L6pez de Gómara (Francisco): Magariilos Cervantes .(AlejantMnrt1nez Zuv1r[a (Gustiivo): 60.
L.e Norm&llt1 (fila)~ 88. 33, 34. _ dro): . 138. lit\> uo IU 148 Masaa (C. L.) y Guerrini (F) :
León Pinelo (Antonio de): 76, L6pez J ordA.n: 291. 256. ...... ·~· ' . -ao9:- - - - - - - ----:1
249. . . Magnasco (ClarA.) : 317. MA~a Linares y Vel~quez (Be·
L6pe"¿ M:añan (Julio): 195, 359.
Leonhardt (Carlos): 233, 349. Malarlno (Joaquln E.): 363. nito de): 5•, 61, 6•.
Loremana (Marciel de): 43 . .
Le Play (F.): 285. Maligne (Agu1t1n A.): !!!3. Matheu (Domingo): 342.
Lo.yola (San Ignacio de): 1515.
Lerma (Rernando de): 126. Mallo (:Pedro): 234, 235, 265. Matheu (M.artin): 342.
Lozano (Mariano) (Un a.migo
Lértorll (Juan B.): 233. Mallo! (B. J.): 319. Mauthe (Ana): 315.
de 101 servidores de In Pn·
Levene (Ricardo): 65, 135, 237, Mangel du Mesnil (Emilio): UO Mawe (Jean): 55, 86, Si,
tria]: 73, 81.
244, 261, 290, 315, 318, 319, Ml\nn (Seilora. de): 255. Médicis (Lorenzo de): 124.
348. LOSADO (Pedro) : 38, 40, 42,
45, 46, 47, 48, 49, ISO, ~ 60 Mu.nequin (M. Th.): 136. Medina (Joa6 Toribio): 27, 29,
Levillier (Roberto): 27, ,,.87, 45, 87, 68, N, 76, 78, 121, 122, MaD.Billa. (Luia Y.): 21i, 279, 36, lH, 134, 231, 249, 363._
199, 244, 261, 262, 350. 128, 129, 147, 186, 10., 224, 2.80, 295, 296. Meléndez (Jua.n): 75, 224.
Leyva (Julib de): 42, 43, 54, 328, 357, 3158. Ma1110 de Noronhn (JuanA): M.elib . (José): 339.
58, 65, 66, 67. Lozano Moujan (Jo16 Merla): 301, 305, 306. M'eUo-Moraes (Alejandro José
Lesana (Diego): 44. 237. Ma_n tegazza (Pablo): ·137. de): 230.
- 370- - 377 -

.M.cua. (Filibertu de): 38, 52, ii3, Moliuari (Die¡o Luia): l?H1 1 316, ~avarro Viola (Miguel): Hl, Ovalle (P. Alon10 de): 73, 76.
186. 348, 357, 358. 155, 303, 363. O.innam (Antolne • .Fr6d6rie):
:.\l.en4ilL (José 'M.): 207. Molinna (Nic11nor): 3Sll. Neirrotto (Colegio): 309. 1411.
Mendiburn (Mnuuel de): 3:1. }f.onla. Fi¡ueroa (Alfredo): :?H6. ~06 (Julio): 299.
llendieta (Abrnham): 315. Monne1· Sans (Ricurdo): 36;i. Nui:r: (Juan): 2150, -P-
);lendieta (Jerónimo de): 223. Montea¡udo (Bernardo <le): 73, ~úiiez Cabe1m do Vaca (A.h·Rr):
llen1Uzilbal (El·nesto): :?07. 13,, 329, 358. 23, 30, 32, 58, 147. P11checo (Angel): 218.
){endozn (Dio,o de): 225. Montea (V.): 319. .\'óüez (Ignacio); 55, s•, 85, 8!1, Pa¡ano (Joa6 León): :?37.
Mendo~ (Pedro de): :?•, 25, o•, liontos do Oca (Mnuuel .\.) / 98, 181, 210, 211. Pniné: 214.
67, 74, 125, 173, 175, 176, 177, 298. Palm~ (Ricardo): 119, 35P.
178. Montesquiú (Charlea di! Seeon· PalomeqH (.Alberto): 2-l3.
-0-
Menéndez (An¡ela. G.): 319. dat, barón de la Brelie et de): Palleja. (León de): 209.
.M.enéndez (Daml.in): 19-l. l?5. · Oblig-.Mlo (Paator Sermn.to): Pamplona (Ignacio de): :!2~•
Mercante (Víctor): 320. Montesinos (Fernando de): 21:?. 170, 359. Panelo (Julián): 108.
Meaquitn de Figuc!ro: 345 . Yontút:ir (Cbristóbal Marttn Oehoa (Eugenio) : H5. Parlsb (Woodbine): 84, 93, 98,
de): 81, 326. Olaechen y .\lcortn (B11.ltnsnr): 99, 362.
lCcyer Arana. (Alberto): 2•0. Mora (José Joaquín de): S5. 195, 196. P11rm:intler (A.): 3l!l.
Michaud ( J oaepb F1·aucoia) : 97. Moreau (Picrrn): 89. Olnseoap (Manuel .T.): 20P. Pnrraa (Podro Josepb): H7.
M.iehelet (Julio): 142, 1!3. Moreno (Ma.nnel): 201, :!13, 331, Olnvarrietn (R:im6u): 326. Pa!'lons Horno (Cario•): ~02.
Mier Noriega y Guerra (Serv:in· 332, 333. Olazábnl (Manuel): 301, :tl)tl, P111tor (Juu): 38, 42, -U.
do Joaé, Santa Tereaa de): 73. Morono (?tfnriano): so, 91, :?01, Olivn (J. ?L): 190. Paunero (Wence1l110): 209.
Migone (Raúl C.): 315. :na, 321, 331, 332. Oliveira C6snr (Filibe1·to de): Paz (José :\l:iría): :?08, 209, 210,
:Millán (J. R.): 309. ::Motolinin (Ver: Toribio de Be- 221. :?16, 321, 33.1, 33::, 334, 33ií,
Miller (Allred): 250. uavente) : :?49. Oliver (Tom6s) 1 213. 336, 337, 338, :140.
:\filler (Guillermo): 89, !lO. :140711110 (Rafael): 181, :?:!!l. Olivera (Carlos): 196. Peaean (Osear L.): 309.
M.iller (Juan): M, 86, 89, 90, 217. Mübn (Juan) : 4-l. Olivera (Eduardo): 240. Penraon (Ianae R .): 221, 222.
._2!ira~d.':" {Lue~~) : JJ.U~.M. _,_..._____M.,...u_il<_>'~'!":n•• B.!'.' !!!lil ).:~m- .- __ .- - - Olmoa .(Juan !IL): 19•. Peleehi (Pedro Mnria): ·221.
221. ~ uratol'i (Louis Antoine): !Jll. Orellana. (Bernardino): !128, 229. Pelliza (Mariano A.): 138, 149,
Miranda (Franciaco Javier): 51. Muratori (Ludo\·ico Antonio): Orella.na (Jos6 de):- 118, 181. 158, 159, 160, 181, 18{1, 193, .
96 Or¡az (Rnúl A.): 17, 260, 26:?, 201, 202, 203, :?81, 309, 317,
)fitre (Bartolomé): 21, 48, .66, ·
Muriel (Domingo) : ::s, -lO, -lJ, 263. 318.
1•, 99, 118, 119, 133, 138, 139, 31
32 Orlandini (H.): 3-U. Penna. (José): :?35, 240.
148, 159, 161, 162, 163, 164, , ·
Murray (Ca.rloa): :?35. Oro (Domin¡o de): 355. Peiia (David): 1011, 296, 315.
165, 166, 168, 169, 170, 171, Murrny (Thomna): 237. Ortiz (Alberto): 226. Pella (Enrique): 126, 228, 351.
· 173, 200, 201, ~O:?, 204, 205, 209,
Muzzio (Julio A.): 329, 363, Ortiz (l¡nBeio): 207. Peña (Lui1 J. de la): lU.
210, 215, 217, 218, 219, 222,
Ortiz (Juan A.): 209. Peiialvn. (Juan Bautista): 4-l.
256, 269, 278, 2711, 298, 302,
-N- Ortiz de Zñrate (Juan): 314. Perauuía (Jo1é de): 41.
307' 323, 327, 3:?8, 339J 355,
Otero (Pnelfieo) : 181, 22S, 226, Perdriel (JuliA'1): 54, 78, 79.
3156.
~a.va.rro (Angel): 33•. 230,. 231, 299. 1 Pereyra (Antonio N.): H8, 14~ •.
:Molino. (Florencio 'r.): 235. Navano (N.): 181, 190. Outes (Félix F.): 195, ~20, 339, Pereyra (Carlo1): 2150, 283.
Mo~ina. Arrotea (Carlos): 329. Navarro Viola (Alberto): 362. 357. . Pérez (Pedro Nolaaro): 226, .
- 378 - - 379 -
P6rez (Juan F.): 343. Quesada (Vicente G.), ( nc~or Rio (Manuel E.): 196. Roeas (Juan Manuel de): 7P,
r.re (Bo.faet): 225, 2:l0. Gtlvez] : 21, 68, 93, '105, 115, R1os (Jacinto R.): 226. so, 93, 102, 103, 137, 140, 169,
,.rez Colman (C61:i.r): 107. 116, 117, 118, 119, 120, 147, Riva Agüero (Jo16 de In): 83. 181, 195, 201, 203, 204, 210,
Pbez Gomar (Gregorio): 124. 148, 170, 172, 188, 227, 297, 218, 221, 223, 230, 247, 253,
Ptrt1: 95. 340, 345, 359.
Rivadavia (Bernardino): 79, 84,
94, 151, 156, 205, 223, 257, 266, 267, 268, 273, 280, 281,
Phillira (<lharlea): 86. Quin et (Edgardo): 143. 282, 283, 292, 295, 296, 314,
Pltfrlo (A¡uatín): 235. 262, 300, 328, 349.
Quintana (Hilarlón de lu): 209, 323, 325, 326, 327, 337, 340,
Pltr1111 '1. Hürtndo (José M:i.- 339.
Rivada,·ia (Santiago): 262.
Rivaroln: 140. 3'1, 342, 346, 362.
111111) 1 8'5, Quiroga (AdíLn): 194, 290.
Plllado (Jod Antonio): 124, Rivarola (Pantaleón): 54, 69. Roscoe Thayer (William): 200.
sas, 3119. Rivas (Pedro): 317, 31S, 363. Roze (Karie-Agu1tin): 226.
PUlaclo (BlonTdo): 235. -R.,.... Rivera (Fructuoso): 80. Rub:i.lcava: 147.
Pinto (Manuel Guillermo): 328. River:i. Campos (Juli{m): 315. Rufa Gallo: 126.
Pl1116n (Martln Alouso): 163. Racedo (Eduardo): 210, 341. Rivera Indarte (José): 201, 265, :Ruu :Moreno (Mnrtfn): 205,
PU\ero (Norberto): 238. Rafter (M.) : 87. 327, 341. 207, 218, 220.
Pl1L11chon (Jo16 León): 81, 226, Ramlrez (Franciaco): 204, 205, Robertaon (Willian1): 250.
326. 218, 221. Rodnef (C61ar Augusto): 311.
Podeat6. (José P.): 236. Ramírez de Velazco: 112. Rodríguez (Antonio): 24. -s-
Portillo (Eugellio del) [" Ennio Ramos (Juan P.): 239. Rodr1guez (Cayetano): 265.
Tulio Grope "] : 63, 64. Ramos Mejfa (José Marfa): 150, Sauedro. (Comelio de): 210,
Rodrlguez (Cayetano): 226, :l26.
Posadas (Gervo.aio Antonio de): 244, 264, 265, 266, 267, 268, "'"' G . F ) ., 326, 329, 338.
so, 86, 269, 339. 269, 272, 280. Ro~nguez ( regono • : 5"'"• 53' Saavedra (Oavaldo): 282.
Poujoulat: 97. 181, 206, 351, 356. S6eru: Valiente (Jo116 :M.): 299.
Ramos Mej'ía (Francisco): 21, Rodrfguez (Julio P.): 195.
Prado (Manuel): 210. 150, 244, 258, 259, 260, 270, Rodnguez (Manuel): 75, 225. Sagai (Franci1co): 181, 213, 21-l.
Pl·;¡do (Comandante): 209, 210. 286. Saint Real (Césnr Vichard diJ):
Rodnguez (Mo.rtin) : 80, 339.
• _ _ _Rod~rue~-del B u!!.o ( :"-·) ; 2 ., 3 · -Salaberry... (JWIL.L.} :-!&.-_ _
Prado y !Wjaa (Aurelio): 108, Ramos Mejía (H6ctor): 259. . • ~ 184, 185. .
118, 303, 353. ·Ramusio (Juan Bautist:i.): ·147;-----., - -- ¡
Prack (Enrique B.): 309 . . Ranké (Leopoldo): 95; 96. :Ro~~~ez M:aifo ('r°ranc1seo): , So.laa (Carlos I): 81, 88, l;j3,
Preacott (Willi:i.m H.): 99. Ravignaui (Emilio): 243, 245, _.. "' 335, 363.
Preasinger (Aguatln): 308. 315, 320, 348, 349, 352. Rohde ;(Jorge Max): 361 · So.las (Miguel): 108.
Probst (Juan): 348. Raynal (Guillarime T h o mas Rojaa (Juan Ramón): 328 · Saldia.s (Adolfo): 21, 169, 181,
P'Défnedóti (Juan Mart1n de): Fra.nc:ois) : 250. Roja• (:Manuel): 341. 197, 198, 203, 204, 240, 241, 281,
328, 355. Rebollo (Ireneo): 334. Rojas (Ricardo): 21, 34, 52~ 56, 298.
F'ujol (Juan): 220. Relm<t: 214. 65, 66, 68, 119, 150, 154, 155, Salustio (Cayo Criipo): ¡54,
Pmjol Vedoya (Juan M.): 188. RenAn (Ernesto): 284, 285. 160, 164, 244, 258, 263, 208, 160.
Reaquin (Franciaco Isidoro): 27~ 276, 331, 341, 352, 357,
Salva.i.re (Jorge Me.ria): 170,
-Q-
) 209. 361.
171, 225, 227, 228.
Retamar (Romualdo) : 226. Roq¡ero (Juan): 42. 86.nchez (Justo l.): 363.
Ques.ada (Ernesto): •204, 217, . Reyes (Antonino): 342. Romero (Pedro) : 43. Síí.nchez (Tomua): 308 .
218, 236, 2~, 280, 281, 282, Reye1 (Marcelino): 195. Rondeau (Jo16): 167, 3,lO. Sbchez (Zacaria.): 355.
283, 292. Riego (Rafnet de): 91. Roaa (Alejandro): 353. San Miartin (Féllx de): 1_96.
- 380 -
- 381-
San Martín (José de): Sfl, DO, Spenrer (Heriberto): 25D. Trejo y Snuabria (Fernuudo de): Vuron (Marco Terencio): 130.
134, 167, 168, 161l, 216, 217, Spengler (Oawald): 260. 226, 232, 23:1, 329. Ya.econceloa (Simón de): 75.
221, 257, aoo, :-121, 328, a:1a, Stavorinua: 70.
ass, 363. Trellee (Francisco): 112. Vedla (A¡ust1n de): 241, 335.
Steven1on (Willam Beunet.): .>5, Trellu (Manuel Ricardo): 43, Vedia (Joaqufu de): 220.
Saut11 )forfn <le Oro (Justo <le) : SI>.
329. 93, 105, 108, 111, 119, 113, \"edin (Nicolb de): 167.
Suúrcz (Joaé León): 299. 114, 115, 116, 119, 120, 132,
Suravia (Belilnrio): 35J. Vcdin y Mitre (Mariano de): 1:1,
Suárez (Victoriano): 50. 147, 148, 170, 172, 288, 347, 300, 314, 315.
Sarmiento (Domingo Faustiuo): !:!urvidor: Sii.
354. Veitl11 Linaje (Jo16 d~): 132.
77, 130, 221, 244, 246, :?51, 252, Trelle1 (Rafael): 3-lil. \.l'lnrde (Carloa): 23i.
253, 254, 25J, 236, 257, 2~~.
Tri1tany (Manuel Rogelio): 2!1. Yelez Sllrsfield (Dnlm11cio): 163,
250, 263, 266, 272, 21:J, 296, -T-
Tucididea: 133, 134, lil5, 160, 221l. 16-i, 163, 166, 167, 173, 296.
323, 3-lO, 353.
Tupac-Amnrd: 326. Verduguri· (.Tolé Anlbal): 106:
Scott (Wulter): 141. Tácito (Cayo Cornelio): .-1.54,
156, 160. 224.
Scotto (José •.\rturo): 330, llli3. Ves¡,ucio ( Amfrieo): 124.
Schamun (Wndi): llli. Ta.ine (Hip6lito Adolfo): 142,
-U- Vicufin Mnckenll (Benjum[n):
Rchiaffino (Eduu<Mt) ~ 237. 133, 153, 173, 173, 2~1, 26i,
268, 270, 284, 285. 163.
Schmi<ll (Utz) (Ulrieo o Ulrich Udaondo (Enrique): 225, 233, Yichard ·de Saint-Real (CA1nr):
Sehmidel): 23, 25, 26, 27, 58, Tard11 (Gabriel): 284.
237, 329, 330, 338, 363. 184, 185.
74, 75, 97, 122, 147, 357. . Turés (Jo1é): 309.
U daondo (Guillermo) : 85. Victorica (Benjamln): 200 .
Schopenh11uer (Arturo): 287. Techo (:N'icolí1s del); :;u, :18, 40,
Ulloll (.~lonso de): 147, 288. Victorica (Julio): 218, 298,
Sceber (Francisco): 209. 43, ... 4ii, 60, 6i, 7J.
Ulloa (Alon10 de): 76. Vidal: 89.
Tello (Eu¡enio): 194, 35.>.
Seelatrang (Arturo}: lSl, 19ll. • U ria y Orueta (Lorenzo de): 183. Viejoñueno (Jonqufn): 210.
'ferán (Juan B.) r lSl, 196, 219,
Segurol11. (B:i.turnino): 54, 112, 77, Uriburu (Joa~ E.): 329. Vieytea (Hip6lito): 134, 320.
220, 294, 335.
147. 1 Terry (José ,\.): 241. Urquiza (Juato Joa~ de): 80, Vi¡na.ud (Henri): 124.
¡·
Serrnno (Antonio): 320. 210, 218, 219, 221, 298, 3-l~, ViJlafa.ile (Benjam'in): 341.
Thayer Ojeda (Tomáa): 199.
Serrano y Su1 (Mariano) : 43. 1 356. . Villalonga (Joaé A.): 3-l•"í.
.'.tb.iur~ (Amnd.eo): 15.>.
- · Siiákeapear·e ·c-wuuan1);- fi s-:- ·· -l Utndn (Saturnino): 202. VillauueVA (Nieol4a )":· 339: .
Todd (JOltÍ )i[a.r1a.): 209, 341.
Sme<lt (Cario• de): .W, !lll.· 1 Toict (Niroltia 1le) (nr Terho): Vlllnrino (Buillo): 329.
Smollet (Tobías): 152. 43. Vllle¡ae (Conrndo): 209.
Sol6. (Jos~ Manuel): 102. -V- Voi¡t: 97.
Toledo (Frnnciaco de): 350.
Sol6. (Manuel) (hijo): 351. Volta.ire (Francoia Marie Arouet
Toledo (Bernardino): 230, 356. Vaca Gu1min (Santiago): 198.
Solano (San Fra.ncisco): :?:?•;, de): 67, 183.
Torrente (Mariano): 35, 90, 91, Valdé1 (Cnrmelo B.): 196, 359.
. ll30, 23.1. 100.
Varai¡ne (:M.): 84, 83, 89.
Solar (Alberto del): 329. Torre Revello (José): 62, 343,
Soler (Miguel Estanislao) : 20tl.
Va.rola (Los): 102. -W-
344, 346. Varela (Florenclo): 102, 346, 356
SolórZllno y Pereyra (Ju~ de): Torrea (Luis María): li2, 290,
147, 288.
Varela. (Luis V.): 230, 233, 241, Walckena.er (C. A.): 70, 103.
315, 320, 348, 357..
242, 355. W alton (William) : 86.
Soprano (Pascual P.) : 181, 228, Torrubia (J084i): 224, 225.
229. Var¡as (Lui1 de):. 281. W ri11 (Cbnrlea): 152.
Toacano (P. J.): 181, 224, 230, Varga• Machuca (Bernardo de):
Sorin (lfonucl): 194, 196, 309. W'ernicke (Edmundo): 25, 26.
Touron (Antoine): 225. 33, 249. • Whitelocke: 347.

r
III

INDICE GENERAL

Púg.
ADVIllTENCIA Pnotoc.4.L • • • • • • •• •• •• •• •• • • •• •• •• 13

PRl~IERA PARTE
• EL PROCESO HISTORIOCRÁFICO

C.\PITULO 1

Los oafcENES

l. Belatoa pri111lti1101 ; au ~:\lor circunacripto a 1u naturaleza de


documentos personales. - !l. El libro Derrotero y viaje a E1·
p12ii1> e lndia1, compuesto por el sargento alemiin Uts Scbmidl:
au dmple car6.cter do nnrrnción memorinlilta. - 3. La Áf'g•'fl·
tina del arcediano Martin del Barco Centenera: au ningún sig·
nificado hiatoriogrf:fico. - 4. Los alegato• directos e indirecto1
de .A:lvnr Núñes Caben de VacA. - 5. La ..frgimti.f&o de Ru:r
Dlaz de Guzmú., primer1L crónica historiogrifica nuestra: 101
.fuentes informativas: su nloraci6n critica . . • . . . . • 23

C.\PITULO 11

L.4. CltÓ:fICA JEStJfTICA

1. Significado cultural de los je1uita1 en nuestro pala. - 2. La


prodiicción jesuitica. :r la hiatoriografta regional: corlaa
imvai, informaciones indirectas y trabajos fragmentarios. -
8. Loe cronistas oficiales de la Orden en el Rio de la Plata:
1u nómina. - 4. Lu crónicas de los P.P. Pastor, Techo, Lo·
sano, Charlevoix, Muriel :r Guevnra: au coateuido, su nlora·
ción :r su influencio.. - 5. La labor de los eipulsos. - 6. Una
- 480- -·Ult -

manife41tuciún esporádica en cato ciclo hi~torio¡ráficn: don


Filiberto de Men11: su D1m:ripci6R y ·;1arrnoión Autorial a11 ¡0
CAPITULO IV
antigua prot·i11ria de Tticutnán • • • • . • • • • • . • • , , • :is
CO&llE!IZO Y POSTERIOR DFJIAllllOLl.O lll: U E.~CUEt.A HUOITA, HAS'TA
LAS POSTRIMWAS DE SU PRIMERA ETAl'A
CAPITULO IU

1. Don Pedro de Anplit: au Colticoi6n de doc1n11tt1to.t, ap11rcci·


CtsTACIÓ:'( Y IC.\CUllt:!'<TO DI:: LA lll~TORIOCllAFÍA DF. ORICEN LAICAL da un 1836: importancia y 1i¡11lficado de esta publicaei611: au
contenido. - 2. Laa protluccionea historiogró.·ficas del período
l. Intluenci:i, en la cultura hiatorlográfic:i, de las ncth·idades t 1836 a 1852: Pariah, D 'Orbi¡ny, Camba: diversos trabajos
que en eso. m:iteria deanrrollaron los 111iembro1 de !ne con1i1io·
nes de lím1tt:" con .Portugnl: n111\l'ici1Su, en nut'lltro medio, de
algunas 111nmfe1tac1oncs del Iluminismo. - 2. I•'l!lix d~ A:sam
\ menorea. - 3. El libro 1le Alfred Bro11nr1l titulado COJ11idé-
ra.fÍOfll: 111. producción extrnnjMa do e~cnso valor. - 4 Labor
hilltoriogrlfica de loa argentinos en el exilio: 1111 publicacione~
1 111• trabajos historiogritficos: la D1t11C1'ipoi6ti e 1'istoria del
PM0.r111t1y ?' !Ul ltl? el~·'ª Plnla. -
rre: ~u Di"c""º
:i, .Tu1111 Fr:1nci1co AJlli·
11111~6r1co: \•ulor tlo e~to piez:i. - 4. Uiogo
de Al~·~:il': su l:clacum geo9ráfic<1 ,, l1iatórfo4 df la vrovi110ia l en e.l "Comercio _del Plato.": In ~ibliot.ec~ que ~dit6. e~ 110·
ri6d1co entre 184:1 v 11:151. - 5. m monnncnto b11toriogr11f1co
poaterlor n. la. ca\lli\ de Rosas: 11f6.n ele dor a conocer dato1 y
noticias menuda!!: la. obrn. 1l1!"1'Ñfico fundamental: la.s revistas

~
d~ ~~lo11t11. - 5.• Lo~ col1J1:c¡onistas ~le datos 1 do1•uu1ento~ tle "Bucnoa Airo1 ", del "Rlo dt' la. Plata", "Ar¡ontlnn ",
h1stor1eos: Mata. L~n111·e11, Segurola y Aruujo. - 6. Primera. de In. "Biblioteca.", del "Arcllivo", y el "Rc¡iatro Eatadl•·
111car:1111u:rns pol~1111e1111 cu torno 11 tilllUlll hi1tórico1· debnte tico ", vehiculos 1le difuaión de la labor invea•iglldora. - 6. Loa
en ti "Telt!grnf~" Mcrcautil" n prineipici11 del siglo XIX.' - tr11.bsjo1 de Trellca, Que!ado, Lamas y Outiérre1, ea particll·
1. El d~tor Jn~1.!n de uyva; ~in tLrquetipo de eruclito: eus ¡: lar: 1u importauci:i. - 7. Loa monografiataa: su contrib11ci611
ob~er.vM101\l's cr1t.1cas aobrc .Aaar1&. - 8. Loa trabajo1 cro11i- al develamiento erudito del p11a11.do. - 8. Ma.terialca que pro·
qu1shc11~ y e1111ny1ato1 1le Miguel Lnstrurin. - 9. Una nueva pararon la. aparición de lo.a primeras 1ii.1torial generolea: el
man~fcst11ri6n dl• cr611icn rimada: lo~ J/1>11MJ~ca de los inva•io· a\¡nifica.do qne en este p11rticular le cupo 11 Antonio Zina)'. -
nea ~1~.r'•'~us compuestos por \>a11tnleóu Rivaroln. - 10. Inter- 9. N11clmiento de la. hiatorio:¡rafla erudita ~bre boaea doea·
ve1lc1un ~lcl de~nl'nto cultural ~urnpuo eu nueatra hiatorio¡r&· mentoles y bibliogdfic111: el ejercicio depurador de b 11tl,\ica:
f~1&: el libro ll~tory de I\ull Wilcodte: su extraordinario 1lg· importancia. particular, en cada aapecto, de Domtnirua, l:'re·
n1fica<lo: 111111 mnniteatn!'ilm clnra tle In critica honda. a la gelro y Madero. - 10. La producción historiogrUica de loa
uaanzu <lo ~a époc:i; - ~ 1. El E11a1,110 del tlcñn Gregorio Fune1:
su TI1lorac16n i. ev11ll?nc1n1 de qlll! ~ retlujo a una rapsodia
d.e 1~ producc16n je,ul~ic!l: ~I .JJ.0.tcpHjo del mismo auto\~ su
11¡¡n1fi~:ido_. - l.-·
9
Inicmt1v:i. of1C1a.t pario que se acou1ctier11. un:i
Rt•to~1q f1lof6{tca de la. B11110l·uci61l: enc:irgo conferido a.l P.
Perdnel: ll'll fraeaao. - 13. Lll.I actividades hiatoriogrilfiClll
extranjero• . . • • • • • . . • • • • . • • • .

LAS DOS
CAPITULO

conRltlCTE!I VERTEllRAU:S DE u
V
93

- ,..,- ---
JllSTORIOCllAfÍA AllCEICTllH
~1c11ores: !11emori111 biogrll.ficaa y pequei1os eneayoa: au eucta
import1111c11&: una excepción conatituldu por el E:rA1nt111. JI juicio l. · Hiatoriadorea cou tendencias filo16fica1 y enaayietos de 111
orUioo, nparecido en Madrid en 1818: cu.meter de rencci6n ••filosofía de la hi1toria'': el precuraor: Alejandro Ma¡11riiloa
c.ontra In. npologla del· moTI.miento emanelpador 9.ue tiene el Cenan.tea· J os6 Manuel Estrada, iniciador de la escuela ¡ui·
bbr~: ~~ autor 118 di~e. argentino. - 14. Lu Nottcriiu de Ig. r.otnlana ~r¡entlna.: sus modeloa y au obra. - 2. Lncio Vic11u•
1111c10 N uiles: au ap11r1c16n en li:uropa en forma 8Jlónimio • 1ig· te Lópea y 1u~ L1aiioM•.: bonificación ~· 111. tendencia. de Ea·
nificndo de esta publicación. - HJ. Lo {>roducción extr11njera • trad11. - 3. Bifurc11ci6n de la escuela gu1zotn111na: 101 fll6sofo1
loa libros de ?dawe, loa an6Dimoa O•fü1w of f111 Bovol1'1i0tl. y Jos eruditos: Vicente Fidel L6pes, arquetipo de 01111 nu11v:i
et~. Y l'r6oia _lli.ttoriqu", aparecido• en Londrea y Parla: el tra'.
baJo de Ferd1nand Denb titulado B1n11l6 historiqtu do l '1'ilfol-
;} forma hiltorlogrUica: caracterl1tic111 de au obra: Pelllaa, 61·
·.! timo eslabón de la aerle guisotniana. - 4. Nacimiento da IR
r1 de ?Junoa .J.irea, publicado en 1827: su importancia: laa • tendenei& critica dontr11 de la escuela erudita: Bartolomf )li
memom1s de Stevenson y Miller, actores y tesUgoa de los su· ~4 tre¡ importancia de su obra; sus continuadorea: lhdero Y
cesos de la geata. emancip:idora. - 16. La obra. de Mariano ''·1 au verdad~ro 1ignific11do. - 5. Mejoramiento del modo hiato·
Torrente: H~to/'14 i'.U la revolución hi11tmo·ammOG11G: au rio¡rt.fico erudito y critico: Orouaaac; la nneva esc11ela lliató·
particular rehe'l'e • . • . . • . . • • . . . • . . . • • . • • • , • • 5.¡ rica argentina • • • • • • • • • • • • • • • . . . . • • . • . • • 1311
- 48:.! -

SECUNDA PARTE CAPITULO 111

Los CONJUNTOS GENÉRICOS LA lllSTORIOC:R.l.FÍA DIDASCÁLICA


l. Loa "te~toa" de 11i1tori4: sus eiugulllridadea. - 2. Con1p111- '
moa elen~talea: los libros de J ordano, C111111 Red ruello, Jun-
Ci\l'ITULO 1
nn Manso, Olaz:íbnl, Gutiérrez, etc.¡ la bonificación de Fre-
gciro; los producciones pCtsteriorea. - 3. Loa ,,1an11ale1 tlt t11·
Los CRONISTAS sc1ia111a aecundaria: reediciones dc> Ruy Dlnz y Funes · 108
lti~ldriea: Su fili:wión cu nuestra. hiatoriogrnfÍll:
J.11 c'rci11ic•11 libros de Do~lnguez >: López; las Le~cionea do Fre¡eir~; el
clln•r1"'~ tipo~ el(' o:róuica; rarurtl•1·es búaicoa de cndo. uno de
Manu~I de Vicente. Fulel 1'.6pez; au importnncia; loa textoa
l•lh1s. - :.!. La.~ r.rúnica.t 1·rgitmale11: HIHlloni,.. Zorreguietn, Ale· poat~r1ores: lns 6lt1maa hon1f1cncionea didaacllicna. - •· Lu
oa~1lla4 e:rtr1111jl!f'iu; núminn de l:ia primitivos. - 5. Loa 11111-
¡:rr. A ,·,•111lnllC1, Iriontlu, Carrillo Nn vnrro1 o:ieelatrnn¡, Groua-
N:ic':
1
'i¡:nificndo de au E1111Jyo lnat6nco aOOrd el Xt1e11md"; loa t~rtalca dt cardcter co-mplt111entario: su presentación si.Até·
n¡nmtietns, aus rarnctcrl~ticns y su modo¡ tres nuevoa tipos tlca . . . • • . . . . . . . . . • • . . . . . . . . . • • . . . • . ~01
ele cr1\11icn regio1111l: Cervcra, 811ldlo11 y Ah·orez. - 3. La
c•r1í11im biogrdfka: 811 filinci6n ideológica y su modo: loe CAPITULO IV
historia~ biogr:\ficftl de: Dorrego, por Pelliza.; de Lópts, por
1,ui1:mg:1: ele Roaaa, por Snldlus ¡t do Güemes, por Frllla, y de
EL MATERIAL ERUDITO
Alvcnr, por Rodríguez. - •·La cr6nica de auceao~ y de ~oc4;1: .!
Lns rl'ladonea de car{1ctur porsonlll y las narraciones h1eton~­ l. L44 fuc~te.• de infol"macidn: . elementos eruditos nctunles poru
¡:rí1ficns: loa cro11istn1: Núñcz, Calvo, Sagul, Zeballoa, Zuvi· el conocimiento de nuestra h1storfn. - 2. L44 biogrtJfku· su
ria Es11('jo, B:ilclrich, Ruiz Moreno, Ckcano, Terin; 101 na· significado; proceso de la producción de esta lndole • 1121 °más
rru'dor('a. - 5. La cr6níca rtliqio•tt: 1111 6rdenea reli¡ioaaa no altaa repreeentacionea. - 3. Laa memoria1: vnlor de las de
loan escrito sus crónicas: libros que 1111 reemplaun: 1111 cró· Moreno y Joaé :Marfn Paz; loa contr11dictort1 de este último
11icas de Orellllnn .~lvnrez, Soprnno, Ar¡allaraz, Moynno, Toa· Y lae poMmicna de 1855; memorias de Ln Madrid Lugonea
rnno, Otero, Her1:(ludez, Lnrrouy y Liqueno. - 6. La er61li~ e Iriarte; las autobio¡raflns, vindicaciones y rec~erdoe de
tle 11a1111to.r pnrticiilar"': Lu crónicas sobre tem111, sobre inati· alguna importnncia historiogrlfica. - 4. La infM1114ci6" do-
tuciones y aobre 11apectos determinados del pnaado ar¡entino: cu11aental: noticia y.. juicio sobre nuestros principalea eolce·
sus cnrncterísticns . . . . . • . • • . • • . . • • • • . • • . 181 cionee de documentoa y u1anuacritoa. - 5. La. trodioi01it•:
producción que la_s representa en nuestra hlatoriogra:tta. -
~· El hd,.,.amntaJe ~e11t1teroL: gulae de erndición y traba·
CAPITULO 11 JOS menores que orientan a los estudio1oa nrgentino1: su
valor • . • . . . . • . • • . . . • . . . 321
Los ENSAYISTAS
J.-hfDICI DE PEJISONAS 1'1ENC10llADAS 365
l. Nueitroa "11naa·.11oa": sus diveraoa tipos. - 2. Loa 1~oi6logo1:
influencio. de lna leyend111 negra y roja; la pro.ducción h~to· ll.-hfDJCE Bi8LIOCRÁFICO:
riográfic:i. de Snrmiento, Albel'lii, Gons!lez, BoJaa, Fr11nc11co
Ran101 Mejlo., In¡enieroa, Levene, Levillier y Aguat1n ~va­ a) de obru, monogratfas, 1lotas y publicaciones de hiato·
rez. - 3. Loa oie11Hfiataa: ensnyoa paiquiátricos y peicoló¡icoa: riografta argentina, consideradas en este libro • . 383
José l\Iarfo. R11mo1 Mejln, .Ayarrngarny y Bunge. '"""'. 4. Lo• b) de obru y publicaciones citadas (con excluaión de las
gtnéticoa: influenciaa que ae advierten en au producción; doe anteriores) . • .. • . .. .. .. .. • . .. 461
J>recuraorct, Gorriti y Echeverrfa; Santiago Arcoa y Manuel
Bilbno; Ernesto Queanda y au :tpooa de Bo1aa,· Juan Aguatln 111.-bDICE CENERAL •• • • • • • . • • • • • • • • • • • • . • • • 479
Garcl11: aignificndo de LtJ ci11dad mdiana; Junn .A.lvarez y aua
cnanyos. - 5. - Loa enaav'ataa t11ei1ore1: aua c11racteristica1;
1u1 divi1ione1; su producción . • . . . . . • • • 2H
UNIYERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA
(Marzo de 1939)

Pr11idtnt1

DocTOR JUAN CARLOS RáoRA

Viap~iidmll

DocTOlt ORESTES E. AOORNI

Stcrrtario G1n1ral 1J dtl Con11jo Sup1ríor

ABOGAOO BERNAROO ROCHA



Miembro¡ dtl Con11jo Sup1rior

Facultad dt Agronomla: decano, in¡miero a¡r6nomo Santia10


Boa1lio; delepdo, ín1eniero a¡r6nomo Santos Soriano.
Facultad d1 Ci1ncia1 Fíticomat1mdtica1: decano, doctor Hilario
Ma1lian~: dele1ado, in1miero Enrique Humet.
Facultad dt Citnci111 Jurídic111 r¡ Social11: decmo, doctoi: Eduardo
F. Giuffra; dele¡ado, doctor Emilio Ravi¡nani.
Facultad dr Cirncia1 Midicar: decano, doctor Orntes E. Adorni;
dele1ado, doctor José Belbty.
Facultad dt Humanidadt1 1J Ci1nci111 d1 la Educación: decano,
doctor Alfredo D. Calcapo: dele1ado, profesar FrancÍlc:o Romero.
Facultad d1 Mldicina V1t1rinaria: decano, doctor Eduardo Blom·
btr1; dclc1ado, doctor Victor M. Arroyo.
Facultad dt Química r¡ Farmacia: decano, doctor An1el Biancbi
Liicbmi; dele1ado, doctor Antonio Ci. Pepe.
lnatituto dtl Muuo: director, doctor Joaquín F.rcn1uelli; dcle1ado,
profaor Milcíade.i A. Vi1nati.
lmtituto dtl Obutuatorio: director, in1eniero · Félix A1uil1r•
.O.l1gadoi E1tudiantil11: Rñora Ricardo Sanaiicomo y Alfredo
'On1aro.

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