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MATILA C.

GHYKA

ESTÉTICA
DE LAS PROPORCIONES
EN LA NATURALEZA
Y EN LAS ARTES

POSEIDON

Le
Esta obra de Matila C. Ghyka es fundament
para la investigación de las relaciones entre la N
turaleza y las Artes.
No existe una separación absoluta entre el Ar
y la Ciencia. Aunque la Ciencia sea, esencialment
el estudio de las leyes de la Naturaleza, y el Ar
nos depare una imitación bella de la misma Natur
leza, ambos conocimientos se hallan intimamen
vinculados.
Desde los orígenes de la civilización, los sabi
se preocuparon de encuadrar las creaciones d
hombre (obra artística) dentro de las proporcion
que existen inmutables en los seres naturales
través de los siglos. Estos estudios alcanzaron s
etapas culminantes primero en Egipto, después
Grecia y posteriormente en el Renacimiento. S
tres pináculos fueron Pitágoras, Platón y Leonar
da Vinci.
Este libro parte de los viejos tratados de Pe:
pectiva, de Matemática y de Arquitectura que fl
recieron abundantemente —en Italia y Alemania
un modo especial— en tiempos del Renacimient
y va avanzando paralelamente, hasta los cono:
mientos estéticos y constructivos más recientes,
dos direcciones: la de la alta especulación mat
mática que escruta las leyes de la Mecánica celest
y la del empirismo que analiza las normas de
creación estética a través del inmenso acervo ur
versal legado por las artes plásticas.
Se recorre así todo el proceso de la Geometr
estética, desde la simplicísima partición de la lín
recta, y a través de las figuras planas (polígonos)
de los volúmenes (poliedros), hasta los cuerp
regulares en el espacio de cuatro dimensiones, q!
habían sido ya intuidos por el Análisis Matem
tico. Comprendemos de esta suerte el triunfal c
mino recorrido en la Ciencia del Número y en
Arte de la Forma, por la Humanidad, desde
Número de Oro divinizado por Platón, hasta 1
audéices concepciones de Albert Einstein.
Es ésta una obra, por consiguiente, que ha«
interesar no sólo al artista plástico o al geómetra
matemático, sino también al naturalista, al fil
sofo, al esteta, al historiador y al literato y a tod
los que se sienten atraídos por el desarrollo de
cultura humana en sus múltiples manifestacione
Se comprueba en sus páginas cómo el crei
miento armonioso de los seres vivos se proyecta «
los principios matemáticos y en las realizaciones «
la Arquitectura en las grandes épocas de la cultu
occidental, cuya culminación y síntesis se encue
tran en lo que el autor denomina Ciencia Medit
rránea.
ESTÉTICA DE LAS PROPORCIONES
EN LA
NATURALEZA Y EN LAS ARTES
Del mismo autor:

EL NUMERO DE ORO
Vol. 1: Los Rrrmos
Vol. TI: Los Rrros
MATILA C. GHYKA

ESTÉTICA
DE LAS PROPORCIONES

EN LA NATURALEZA
Y EN LAS ARTES

EDITORIAL POSEIDON
Título original: Esthétique des proportions dans la nature et dans les arts
Traducción del francés: J. Bosch Bousquet

O Editorial Poseidon, S.R.L., Buenos Aires, 1953


€) Editorial Poseidon, S.L., 1977, Llansá, 51, Barcelona-15, España

Segunda edición

Printed in Spain
Impreso en España

ISBN: 84-85083-06-7
Depósito legal: B. 10.396-1979
ROMARGRAF, S.A. Juventud, 55, L'Hospitalet de Llobregat. Barcelona
Lámina 1. Fra Luca Paccioli di Borgo, por Jacopo da Barbari.
A Antoine Bibesco,
en recuerdo de las charlas
de Grosvenor Road.
PREFACIO

Un día, mientras examinaba un lote de libros italianos en la pequeña


sala donde los señores Sotheby, Wilkinson y Hodges exponen las bibliotecas
destinadas a dispersarse al golpe del martillo, me intrigó la extraña a la par
que bellisima encuadernación de un volumen en 4% sobre cuya piel oscura
lucía el oro mate de un grupo de elefantes al tresbolillo, y, al hojearlo, vi
magníficas láminas en negro que representaban figuras de Geometría del es-
pacio, cuerpos regulares, semirregulares, etc., de una original ejecución, que
engastaba los volúmenes como moldes en la armazón vigorosa de las aristas.
En el frontispicio estaba la fecha de impresión, 1509, Venecia, y encima el
título, de una serena audacia:
De divina Proportione.
Atravesaba yo justamente por un período en que los viejos tratados de
Perspectiva, de Matemática o de Arquitectura me atraían por el sabor de sus
ilustraciones. Iniciado en este gusto por los pintorescos croquis y bosquejos
del "Tratado de las Proporciones de Durero, que comprara un día en aquella
misma sala de Bond Street, había adquirido allí sucesivamente la hermosa
edición veneciana de Palladio, los “Tratados de Perspectiva de Vignola, de
Daniel Barbaro, Patriarca de Aquilea —que fue embajador de Venecia en
la corte de Eduardo VI—, los pavorosos volúmenes de Gnomónica, Catóptrica,
Escenografía e Hidráulica, del Padre Atanasio Kircher y de su correligionario
Gaspar Schott, etc. Recorriéndolos, me había sorprendido en el primer mo-
mento y luego confundido ante la vasta cultura matemática exhibida por los
pintores, arquitectos o estetas aficionados del Cinquecento. Recientemente
había leído un libro interesantísimo y deliciosamente ilustrado, The Curves
of Life (, en el cual un crítico de arte contemporáneo, Sir Theodore Cook, a la
vez que desarrolla puntos de vista muy ingeniosos sobre el papel de la espiral
(de cierta espiral en particular) en el Arte y en la Vida, demuestra —especial-
mente por lo que toca a Durero y Leonardo da Vinci— cuán universales eran

(1) Constable y Comp*, editores.


12 EsrÉTICA DE Las PROPORCIONES

la curiosidad y los conocimientos científicos de los grandes artistas del Re-


nacimiento.
Examiné, pues, más de cerca el texto en letras góticas del libro de los
elefantes y, con gran sorpresa, comprobé que la divina proporción preconizada
por Fra Luca Paccioli di Borgo (tal era el nombre del autor hasta entonces
desconocido para mí) con el fanatismo imperioso de un Savonarola, era el
número de oro característico de la espiral elogiada por Sir Theodore Cook,
quien descubre su empleo consciente en las obras de Fidias. Fra Luca la atri-
buía triunfalmente al divino Platón.
Decidido a procurarme el viejo texto, autoricé al mozo de sala que habi-
tualmente hacía mis comisiones para que pujara en el remate hasta cinco
guineas, suma respetable para un logogrifo matemático. Pero yo no había con-
tado con la encuadernación, y así, cuando al día siguiente me presenté para
tomar posesión de la obra, se me contestó que había sido adjudicada en veinti-
cinco guineas a un bibliófilo norteamericano.
Algún tiempo después de este fracaso, cayó en mis manos un estudio
publicado en Norteamérica bajo el título de Dynamic Symmetry: The Greek
Vase, en el cual Jay Hambidge exponía sobre los cánones geométricos empleados
en las grandes épocas del Arte su nuevo criterio de los rectángulos de módulo
estático o dinámico. Su teoría, aunque diferente de la de Cook como punto
de partida y como aplicación, convergía también a la preeminencia —entre
los diferentes rectángulos dinámicos— de aquellos cuya estructura se relaciona
con el famoso número de oro. Parecía apuntalada por centenares de medidas
rigurosas efectuadas por el doctor L. D. Caskey, Conservador de Antigie-
dades Clásicas del Museo de Boston.
Esto me sirvió de estímulo para revisar el libro de Paccioli y sus bellas
láminas atribuídas —ahora ya lo sabía— a Leonardo da Vinci, amigo íntimo
del autor. Sabía además que Durero, recomendado probablemente por Jacopo
da Barbari, tuvo que emprender en el otoño de 1506 la cabalgata de Venecia
a Bolonia, donde residía Paccioli, para ser iniciado en los arcanos de una
perspectiva secreta. La obra figuraba felizmente en la biblioteca del British
Museum, y le consagré una neblinosa tarde londinense.
Del texto, apretado entre las níveas márgenes, brotaba de nuevo el áspero
entusiasmo del monje ebrio de belleza. Encontré allí también, al resplandor
del gran incendio de las ideas del Renacimiento, la austera claridad de la
antorcha traída de Egipto por Pitágoras, y, dorada por la sonrisa de Platón,
era propiamente la brillante mística del Número Puro, rigiendo y traduciendo
todo orden, toda belleza, desde el suspiro de la flauta hasta la armonía de las
esferas. ]
Como el audaz geómetra que antaño concibió la Gran Pirámide, como
los arquitectos y filósofos del siglo de Pericles, el minorista de Bolonia y sus
PreFACcIio 13

amigos, Piero della Francesca (que fue su profesor de Geometría), Alberti,


Leonardo da Vinci, Jacopo da Barbari (que fue su discípulo), creían que en
la naturaleza viva y en el arte, que es su emanación, resuena indefinidamente
esta ley del Número. Bramante, Rafael, Miguel Angel, Vignola, pensaban
del mismo modo y estimaban también que el conocimiento completo de la
Geometría, la meditación profunda de la Ciencia del Espacio eran indispen-
sables a aquellos que con el pincel, el cincel o la cuerda debían crear o fijar
las formas,
¿Exageraban tal vez?
Pero ¿acaso no exageramos nosotros en sentido contrario?
“Los arquitectos de este tiempo —dice Le Corbusier (%), arquitecto él mis-
mo— no tienen el concepto de los volúmenes primarios. Jamás se les ha ense-
rado esto en la Escuela de Bellas Artes”.
El movimiento cubista, tan revolucionario en apariencia, fue una reacción,
no siempre consciente, de sus razones profundas contra esta enfermedad.
El estudio teórico de la forma en sí, contorno o volumen; el examen mate-
mático de la estructura general y del crecimiento de los seres vivos, por un
lado, de las creaciones del arte decorativo, plástico o monumental, por el
otro, parecen propiamente denunciar la recurrencia de ciertas proporciones
útiles o simpáticas, y, por lo general, ambas cosas a la vez. ¿Nos complacen
porque el ojo ha experimentado la larga disciplina de su costumbre, o porque
son precisamente los pálidos reflejos de la trascendente Ley de los Números?
Sea de ello lo que fuere, receta de capataz despejado, estropeado talismán
de rosa-cruz reñido con Vehme o fantasma de Arquetipo a la deriva, la divina
proporción de Luca Paccioli se revela, por cierto, cuando se le adjuntan
características notables, tanto por sus cualidades extraordinarias como constante
o como invariante algebraico, cuanto por la fecundidad de las aplicaciones a
que se presta su manipulación gráfica.
Estas reflexiones, esbozadas bajo la tranquila cúpula de la Royal Library,
notas tomadas después al azar de los viajes y de las lecturas, el estímulo, en
fin, de Lucien Fabre, poeta y matemático, que un día encontré en casa del
amigo común que cito en la dedicatoria, dieron nacimiento al presente libro,
cuyo plan está indicado por los títulos de los capítulos. El 11 estudia, en
particular, los polígonos y poliedros regulares y semirregulares, es decir, las
entidades geométricas fundamentales en morfología, tanto desde el punto de
vista de sus propiedades comunes como de sus características personales, por
decirlo así, manifestadas en la estructura de cada uno de ellos. Las construc:
ciones geométricas de los diagramas y de las láminas que ilustran el texto
son casi todas elementales y fáciles de reproducir mediante la regla y el
(2) Hacia una arquitectura, Editorial Poseidon, Barcelona.
14 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

compás. Por el contrario, he dejado pasajes (en lo posible rezagados en las


notas) cuya armadura algebraica tiene a veces apariencia indigesta. Pero,
aparte de que no serán imútiles a quienes interese especialmente el aspecto
teórico de los sistemas esbozados en la obra, podrán también recordar a los
demás que toda armonía puede expresarse o simbolizarse por números y que,
a la inversa, de los números y de las notaciones matemáticas que traducen
sus relaciones, se desprende a menudo una armonía rimada que justifica la
exclamación de Spengler: “La Matemática es un arte verdadero, junto con las
artes plásticas y la música”.
Los resultados que he tratado de coordinar en este resumen de Geometría
y Estética, se deben a las investigaciones de diversos autores. He citado antes
a Sir Theodore Cook y a Jay Hambidge, a cuyas obras he acudido con fre-
cuencia, así como al estudio aún más reciente () del arqueólogo noruego F. M.
Lund, sobre los trazados góticos.
En homenaje a Luca Paccioli se reproduce, encabezando el libro, su re-
trato por Jacopo da Barbari. Sobre el fondo negro del cuadro dominado por
la austera figura encapuchada por la tosca saya, flota —enorme joya— un
poliedro arquimediano de cristal sombrío; a la izquierda, sobre la tapa de un
voluminoso libro de múltiples broches, reposa, tallado en mármol blanco, il
corpo nobillisimo supra gli altri regulati ditto el duedecedron....

(8) Ad Quadratum, por F. M. Lund, 2 volúmenes; traducción inglesa publicada


por Batsford, editores, Londres. También hay una francesa hecha bajo los auspicios
de las ediciones Morancé.
CarfruLo 1

DE LA FORMA EN GENERAL

Beauty is fitness expressed

Generalidades sobre la evolución de las formas. — La evolución morfo-


lógica de una especie viva en el curso de las edades, por ejemplo, del caballo,
de tal o cual grupo de peces, de cetáceos, etc., sugiere la de un tipo de meca-
nismos, de aparatos adaptados a un fin, conformados durante un largo
transcurso de generaciones, tal como, verbigracia, la evolución de la forma de
las embarcaciones y navíos desde la prehistoria. En uno y otro caso hay series
de esfuerzos, de tanteos, de ensayos más o menos felices, con fijación de tipos
útiles y soluciones que difieren según las condiciones de vida o de empleo
Cadaptación al medio).
No se tienen noticias de una producción de tipos occidentales por com-
binaciones kaleidoscópicas; el esfuerzo continuo, paciente, parece desempeñar
un papel preponderante, mientras que los accidentes, el azar, intervienen —no
como creadores— sino en especial como eliminadores de los tipos menos aptos.
Una característica común a los mesanismos, herramientas o medios de trans-
porte obtenidos por lentos tanteos, y a las formas animales evolucionadas con
una lentitud todavía mayor, es su perfección desconcertante desde el punto
de vista práctico de su empleo o de su funcionamiento en su medio normal.
El ingeniero naval y el marino comprueban hasta qué punto la superficie de
carena de una piragua de salvaje o del pescador de esturiones de las bocas del
Danubio es en todo y por todo la forma óptima que responde a las respectivas
condiciones de navegación. Obtienen idéntica impresión cuando examinan las
formas de un tiburón o de un cetáceo.
Las curvas y superficies de carena conseguidas directamente por el cálculo
y la mecánica aplicados a la teoría del navío, son a menudo idénticas a las que
resultan de la evolución gradual en el caso de los barcos y de los peces. Son dos
procedimientos diferentes para resolver el mismo problema (*). La distin-

(1) El primer procedimiento corresponde en Filosofía a la hipótesis del finalismo


creacionista, para el cual la perfección mecánica teleológica de los organismos vivos es
16 EstÉTICA DE LAS PROPORCIONES

ción no es tan absoluta en la práctica, pues la construcción del ingeniero


rara vez es definitiva al primer intento: la comparación de los tipos de automó-
viles durante los últimos veinticinco años revela una evolución muy gradua-
da a pesar de su rapidez.
La fórmula Beauty is fitness expressed (Belleza es aptitud expresada) %),
que encabeza este capítulo, es intraducible en su brevedad. Diluvamos:
El sentimiento de la perfecta adaptación de un objeto o de un animal a
su razón de ser (o a sus condiciones de vida), sugerido por su forma a nues-
tro subconsciente, es lo que causa el placer estético que procura su contem-
plación.
Más arriba he hecho constar cómo las embarcaciones de las hordas pri-
mitivas, las herramientas, los mecanismos, los medios de transporte comunes,
evolucionados por adaptación lenta, tuvieron formas mecánicamente perfec-
tas desde el punto de vista de su empleo práctico. Estos instrumentos nos
procuran además una satisfacción estética que en vano buscaríamos en la
simple chuchería.
La fitness (aptitud) en cuestión, en un objeto por ejemplo, puede re-
lacionarse: 1%) Con condiciones puramente estáticas, como en el caso de
un puente, de una casa, de un vaso (economía de peso, de volumen, esta-
blecimiento del perfil óptimo que da la sección de mayor resistencia o de
equilibrio de las fuerzas de corte y de flexión, y también, en el caso del
vaso, o del flotador, de un perfil que da un nivel de estabilidad suficiente
para hacerlo recuperar su posición inicial cuando se la haya alterado); 29)
Con condiciones dinámicas, cuando el objeto está destinado a efectuar un
movimiento, como en el caso de un coche, un navío (ligereza, solidez de co-
nexiones, mínimo de pérdidas de energía debidas al rozamiento, sección óp-
tima en cuanto a la resistencia del aire o del agua, etc.). Los animales, pá-
jaros, peces, satisfacen perfectamente las condiciones complejas de los objetos
de la segunda categoría y son mecánicamente perfectos desde el punto de
vista de la distribución de los pesos, perfil de mayor resistencia, estabilidad
estática o dinámica para su medio normal, y, en general, su aspecto nos pro-
porciona una sensación armoniosa. El cisne y el pato están admirablemente
equilibrados para flotar, pero no para caminar y si cuando nadan nos dan
una impresión de perfecta armonía, pueden parecer ridículos cuando cami-
nan. El ganso es ya una solución transitoria entre la vida acuática y la vida

la realización del plan de una conciencia suprema que, como al ingeniero, da las
condiciones del problema y calcula o intuye su solución de inmediato, sin tanteos ex-
perimentales; el segundo corresponde a la evolución creadora bergsoniana.
(2) Esta definición pragmática de la belleza estética se debe a Sir Walter Armstrong,
director de la Galería Nacional de Dublín.
De La Forma EN GENERAL 17

rerrestre; es menos bello que el cisne, menos armonioso que el pato como
flotador, pero, a la inversa, es menos ridículo como paseante.
De igual modo, un caballo o un gato son bellos cuando caminan, y pro-
ducen una penosa impresión cuando nadan. Las plantas, por último, sa-
tisfacen en su perfil y en la distribución de su peso, las mejores condicio-
nes de forma y de resistencia en relación con su crecimiento y su ciclo vital,
y también son armoniosas a la vista.
La correlación entre el éxito estético y el equilibrio estático o dinámico,
la adaptación a su fin de un objeto, de un mecanismo o de un animal,
tiene su importancia incluso cuando sólo se trata de su imagen, de su pro-
yección más o menos deformada en el arte representativo o decorativo. Será,
pues, natural encontrar nuevo este paralelismo en el arte decorativo apli-
cado.
The first necessity of sound design is fitness for use (La primera necesi-
dad del dibujo puro es su idónea aplicación práctica) decía el prospecto de
la Sociedad Design and Industries Associatiun (Asociación de Industrias y
Dibujo), fundada en 1915 para la cooperación entre los artistas y los fabri-
cantes de objetos usuales, y el Times % aprobaba el manifiesto con estas
atinadas palabras: “Nuestro error en todas las artes aplicadas ha sido suponer
que había incompatibilidad, conflicto inevitable entre las facultades artísti-
cas, por un lado, y las facultades mecánicas, científicas o comerciales por el
otro porque, de hecho, el arte y el sentido común no tenían ningún punto
de contacto, Pero no se puede (en arte aplicado) tener arte sin sentido co-
mún, ni sentido común sin arte”.
El vaso destinado a contener agua, alimentos, etc., y que cumple todas
las condiciones de estabilidad, solidez y comodidad práctica, requeridas por
el empleo a que se destina, satisfará también al sentido estético, y de
aquí el encanto especial de los jarrones, de las alfarerías primitivas o popu-
lares. Se trata de alfarerías populares realmente evolucionadas por el uso y
no de las que han sido hechas conscientemente en un estilo ingenuo o pri-
mitivo, porque lo primitivo esté de moda. Sin embargo, aun este primitivo
artificial puede tener, al menos por la sencillez de sus líneas, una superiori-
dad estética sobre las reproducciones comerciales de otros estilos sentidos
con poca sinceridad o sobre las formas artificiales concebidas por prurito
de ncvedad, como ocurre por ejemplo con el estilo moderno.

Simbolismo de la forma. — Aparte de los vasos especialmente destinados


al cotidiano uso práctico y a los cuales bastan la solidez, la estabilidad y la
sencillez de lineas para conferirles un encanto estético, hay otros que tienen
(3) Número del 17 de mayo de 1915.
18 EsTÉTICA DE LAS ProPORCIONES

un carácter ornamental premeditado, como los vasos griegos, las ánforas grie-
gas y romanas, los vasos destinados a la ornamentación de jardines (Roma
imperial), los destinados a contener flores (China), los rituálicos que fueron
importantes accesorios del culto en casi todas las religiones. En estas cate-
gorías, las formas copiadas de las flores y los frutos parecen haber provisto
especialmente líneas que, por una parte, se adaptan a las necesidades
prácticas y, por otra, satisfacen el sentido de las proporciones armoniosas y
la búsqueda del símbolo. Las líneas de la flor, del fruto, y hasta del huevo,
no son solamente perfiles de mayor resistencia (“ophélimité” estática) y de
crecimiento armonioso (sugestión dinámica), sino también formas que evo-
can directamente las ideas de germinación, de florescencia, de fecundidad,
y que desempeñan un papel primordial en el simbolismo subconsciente de la
humanidad. La forma de flor o de fruto que tiene el vaso, en general, y la
copa en particular, sugiere también la idea de ofrenda (la copa búdica o
taoísta, el cáliz gótico, el loto y el lirio).
Lo que es verdad para el perfil en general, se aplica también a los de-
talles; los motivos en relieve, tanto como los grabados o pintados, tienen a
menudo un simbolismo floral: el loto en Asia y en Egipto, el jacinto y
el clavel en el arte cretense, y luego en la cerámica musulmana del Asia Me-
nor y de Rodas, la rosa y el lirio, que en el arte decorativo occidental reempla-
zan al loto, descomponiendo los elementos de su simbolismo.
En arquitectura, las columnas egipcias y griegas se inspiran en el perfil
útil del árbol y copian, como más tarde la columna gótica, su ornamentación
(capiteles, follajes) de las formas florales; los temas simbólicos del creci-
miento, de la fecundidad, se agregan todavía a la armonía estática dada por
la mejor distribución de los pesos y de las resistencias.

Simbolismo de la línea en la pintura del Extremo Oriente Asiático, — El


simbolismo directo o alegórico, la acción evocadora sobre el subconsciente de
la forma de un objeto estructurado, de una construcción humana o de un
ser orgánico y de la línea que traspone una de estas formas al arte repre-
sentativo o decorativo, han desempeñado un papel mayor en las civilizaciones
asiáticas que en la nuestra; al igual que su sentido del color, su sentido de la
forma es agudo y sutil y se manifiesta continuamente en sus relaciones prác-
ticas o especulativas con el mundo exterior,
El formidable empuje del misticismo gótico y el simbolismo decorativo
que lo acompañó, presentan en nuestra civilización una onda autónoma ori-
ginal que tiene puntos de correspondenria con la estética asiática. Más tarde,
como reacción natural, y con el oleaje del neo - humanismo, que llegó a ser
parasitario, la alegoría reemplazó al símbolo. Por su parte, la especialización
técnica de la civilización europeo -americana impidió que nuestro sentido
De La FORMA EN GENERAL 19

estético conservara o alcanzase en ciertos dominios el grado de finura y de


gusto adquirido desde tiempos remotos por los pueblos que vivieron en una
comunión mística con las formas y las fuerzas de la naturaleza (de una na-
turaleza —debemos agregar para descargo muestro— más exuberante, más
rica en vida, en formas, en colores y en sugestiones que la nuestra). “Panto el
japonés como el hindú y el chino cultos admiten el ingenio de nuestros in
ventos técnicos y de nuestro maquinismo y la eficacia de nuestra organiza-
ción industrial o militar; pero, en cambio, desde el punto de vista ético u
estático, les parecemos bastante bárbaros; nuestra concepción representativa
de la pintura y de la plástica (muy debilitada, por lo demás, actualmente)
está para ellos al margen del arte, y, en cierto modo, equidistante de la
fotografía y de los dibujos para catálogos comerciales. Esta severa apreciación
no es demasiado injusta si se aplica a la producción europea del siglo xtx,
en cuyo transcurso se vio, además, atrofiarse el sentido de las proporciones
que, no sólo bajo su forma crítica, sino también como generador de com-
posiciones armónicas, había sido durante miles de años el patrimonio indu-
dable de la civilización mediterránea (%.
Los demás capítulos de este estudio están justamente consagrados a lo
que fue la concepción mediterránea de la armonía aplicada a los volúmenes
y a las superficies; en éste, me extenderé todavía algo más, para no volver
sobre ello en lo sucesivo, sobre el simbolismo directo de la forma, tal como
lo entienden —en especial— los artistas del Extremo Oriente asiático. Pues, si
nuestra irradiación artística sobre las otras razas no es ya muy fuerte ni muy
feliz, el fenómeno inverso es, por el contrario, muy marcado: el prestigio
del arte asiático y, especialmente, del arte del Extremo Oriente, sobre la mo-
derna estética europea parece inmenso. El fenómeno no es nuevo, y se ha
producido reiteradas veces al correr de la historia (Bizancio, Cruzadas, in-
fluencias persas, egipcias, árabes en España, invasión de formas y motivos
chinos durante los siglos xv11 y xvi), pero la ola de ascendiente asiático que
naciera en el siglo xix, luego de abrirse los puertos chinos y japoneses al
tráfico marítimo europeo, no ha hecho sino ganar en fuerza, sobre todo desde

(+) Observemos aquí, para ser completamente equitativos, que este sentido de la
proporción —por intermedio del arte greco-budista de Gandhara— había marcado con
su huella la estatuaria y la pintura hindúes, chinas y japonesas. Es difícil imaginar lo
que hubicra sido el arte religioso de Asia sin la fundación, por una parte del ejército
de Alejandro, de ese pequeño reino helenizante en los confines de la India. Dulcificado
por tierna sensualidad, espiritualizado por el amargo renunciamiento cuyos perfumes
se mezclan con el incienso metafísico de Sakya-Mouni, fue el canon griego de la belleza
bumana el que guió a los autores de los frescos de Ajanta, de las pinturas y estatuas
del ciclo de Nara, y un poco más tarde, en Java, el modclador anónimo de la diosa
de la Infinita Sabiduría o Prajnaparamita de Borobudur.
20 EsTÉTICA DE LAS PrROPORCIONES

que el mundo artístico europeo y americano se puso en contacto con las


producciones de las grandes épocas del Japón y de la China.
El estudio de las teorías estéticas y filosóficas de la India, de la
China y del Japón trajo también un contacto más íntimo con la esencia de
la concepción del mundo, de la actitud hacia la vida adquiridas por esas ci-
vilizaciones sobre bases tan diferentes de las nuestras, y esta influencia len-
tamente progresiva es un desquite inesperado de la vieja Asia, dicho sea, por
lo demás, en honor de la facultad de comprensión de los bárbaros científicos
de Occidente.
En la contemplación de un paisaje, el chino, por ejemplo, no se emo-
ciona solamente por la percepción directa de la pujanza viva de la selva, de!
árbol o de la flor, mi por las ideas de crecimiento, de fecundidad, de lucha,
de juventud, de decadencia, de muerte, que un bosquecillo de bambúes, un
árbol en flor o cubicrto de frutos, las flores marchitas o los árboles ya sin
vida presentan en su espontánea naturaleza, sino también por las ideas menos
evidentes sugeridas a un tiempo y en conjunto por las propias líneas del
paisaje. Toda estructura geológica local y las formas resultantes que son el
esqueleto del paisaje, representarán el residuo, la huella cicatrizada de un
conflicto de fuerzas naturales; una montaña recordará un violento espasmo
físico que levantó la corteza terrestre y que, en vez de quedar olvidada como
una ala del océano, deja un efecto que mucho tiempo después de la desapa-
rición de la fuerza misma, evoca su intensidad y fija su recuerdo.
“Todo paisaje es así la huella de un conflicto dinámico que fue actual,
y la evocación de ese conflicto es lo que interesará más que nada al paisajista
de las grandes épocas chinas, y en ningún caso la representación gráfica o
fotográfica de un conjunto de detalles. Es un impresionismo particular de la
forma, la idea de la silueta característica del paisaje, continuada luego con
tanto éxito en el Japón por Flokusai y Hiroshige. Á esta silueta —+evocadora
en sí misma— que sirve de fondo o de armadura, el pintor podrá agregar
otros temas: árboles en flor, patos dormidos, cascadas; y allí buscará también
las líneas que resumen la impresión de crecimiento, de reposo armonioso o
de renovación perpetua que el árbol, el pájaro o el torrente le hayan sugerido,
y no su reproducción fotográfica. Por lo mismo, no pensará en reproducir el
detalle de los efectos óptimos de luz y de sombra que un paisaje pueda pre-
sentar en un momento dado a un cierto observador, sino que respetará o aún dis-
cernirá lo que, según él, es la esencia, lo invariable del paisaje: deseo, fuerza,
melancolía, armonía, etc. Y en las nubes o en la bruma con que podrá inun-
dar la cima de una montaña o el fondo degradado de su cuadro, tratará de
evocar la impresión de lejanía melancólica o fantástica, de vago ensueño,
y no la correcta representación de las nubes en un instante dado.
Esta escuela de pintura china en que el misticismo taoísta se depura por
De LA Forma EN GENERAL 21

la metafísica budista (%), que alcanzó su apogeo en la época de los Tang, com-
bina, pues, en cierto modo con el esquematismo condensado de la silueta
egipcia (jeroglíficos), las teorías del futurismo dinámico CBoccioni, etc.)
y los medios de acción de la música inductiva de estados de alma C(Wagmer).
Resonancias análogas se acusan, por lo demás, en las obras de nuestros gran-
des primitivos y, en el otro extremo de un ciclo casi vuelto al pun:o de
partida, en las de ciertos postexpresionistas. Señalemos aquí como caso curioso
de convergencia, la fase poco conocida de la escuela cubista-dadaísta japonesa
del siglo xix.

Simbolismo de las formas en la pintura decorativa. — En el arte decorativo


puramente ornamental, por ejemplo, en el que los alemanes llaman Fláchen
Malerei o decoración de las superficies, pueden de igual modo intervenir ne-
cesidades morfológicas. Áun cuando los motivos de decoración no aspiran a
evocar objetos o animales concretos, sino que son temas simbólicos estilizados
o geométricamente abstractos, la forma y la disposición de las superficies co-
loreadas, independientemente de sus colores, procuran efectos más o menos
felices, más o menos agradables, según que estas leyes, difíciles de discernir,
sean más o menos observadas. Las posiciones respectivas de los centros de figura
en los motivos propiamente dichos, y su posición en relación con el centro
de figura del conjunto de la superficie decorada (comprendiendo el fondo
sobre el cual se destacan los motivos) desempeñan un gran papel. Cuanco los
motivos simbolizan animales o plantas (árboles, flores estilizadas, lotos, lirios,
claveles, jacintos) cada uno de ellos debe conformarse hasta cierto punto a
condiciones de equilibrio y de posibilidad orgánica; cuando los motivos no de-
penden más que de un simbolismo abstracto (independiente de la evocación
de un organismo real o fantástico) estas condiciones de equilibrio orgánico
particular desaparecen. Sin embargo, aun en este caso extremo, el ojo crea
relacionés ficticias entre los motivos abstractos y el fondo sobre el cual se
destaca, y ciertas disposiciones lu satisfacen más que otras (%,
Los temas de simbolismo puramente dinámico pueden evocar, sea la
trayectoria de un cuerpo móvil, sugiriendo así la idea general de su movi-
miento, sea la representación de un ambiente en movimiento. En el primer
caso puede tratarse de la trayectoria de un móvil consciente o de la de uno
mecánico o aun abstracto que obedece a una ley puramente cinética que se

(5) Véase en la Revue des Arts Asiatiques, de junio de 1925, el artículo de Sergio
Elisseiev sobre el papel de la filosofía Zen en la vida y en la obra del gran paisajista
japonés Sesshú (1420-1506), monje y pintor.
(6) A menudo parece exigir, por ejemplo, que el centro de figura o el eje de un
sistema de motivos coincida con el centro de figura (o el eje) del conjunto de la super-
ficie o marco considerado. Esto se aplica rigurosamente en heráldica.
EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

tn
to

reduce, en general, a la evocación de un movimiento uniforme o periódico.


En el otro caso (evolución de un ambiente en movimiento), el resultado se ob-
tiene por una disposición de líneas de fuerza que sugieren un remolino o una
ondulación o mezcla de estos dos movimientos, como por ejemplo, los estudios
de los torbellinos de espuma por Leonardo da Vinci; los motivos del trueno,
de las olas, de la cascada en la decoración china, las olas en la escuela de
Korin y en Hokusai. Los dinamistas modernos en pintura partieron de este
principio, pero sus obras fueron a menudo desagradables porque ignoraban
las leyes de verosimilitud cinética que un Leonardo o un Korin respetaban
siempre consciente o intuitivamente. Lo que es común a ambos casos, es la
evocación del movimiento en sí, simbolizado ora por la trayectoria, ora por
las líneas de fuerza; la representación del móvil o del ambiente mismo es
esquemática e incluso suprimida, y la impresión simbólica del movimiento
uniforme o rítmico podrá darse al pasar al límite la serie continua por la
simple repetición de un motivo (la greca, el Key-pattern).
Ciertas pinturas representativas podrán contener también un elemento
decorativo que actúe independientemente del conjunto y provoque suges-
tiones psicodinámicas (un vuelo de pájaros silvestres podrá sugerir el deseo,
el esfuerzo cuyo resultado es la trayectoria en el espacio), dinámicas simples
Ctorbellinos, olas) o rítmicas (por la simple repetición de un motivo). El en-
canto de las perspectivas geométricas en los cuadros de Canaletto se debió
en parte a la sugestión obtenida por las series de columnas, de ventanas o de
pavimentos, y la disminución progresiva de las dimensiones que convergen
hacia el punto de dispersión da una impresión de ritmo en amplitud unifor-
memente decreciente, como el ondular de una ola que va a morir sobre la
playa, o una melopea que se extingue (lámina 2). Por el contrario, el ritmo
sugerido por la repetición de un motivo sin deformación perspectiva precon-
cebida es el de una ondulación continua, sostenida (7.
La arquitectura, en cuanto arte mayor, es decir, considerada independiente-
mente de sus detalles ornamentales o de las propiedades decorativas de sus
superficies, actúa sobre nuestra sensibilidad estética por un simbolismo más
abstracto, pero de idéntica complejidad que el que acabamos de examinar suma-
riamente. En los capítulos que siguen nos veremos en el caso de separar algu-

(1) En tanto que como regla general y conforme al punto de vista expresionista
bosquejado más arriba, el pintor chino no se ocupa de perspectiva; su canon le impone
—por paradoja— desde el momento en que hace figurar en su obra un edificio cualquiera
Cpalacio, templo, pabellón) la perspectiva rigurosamente isométrica que sólo” los arqui-
tectos emplean en Europa y en la cual el respeto a la igualdad de los ángulos y al
paralelismo de las rectas produce justamente este ritmo sostenido. La lámina 3 reproduce
una pintura de este género. El canon isométrico no se aplica más que a las partes arqui-
tecturales, recuperando el artista su libertad absoluta para el resto del cuadro.
De La ForMA EN GENERAL

(50)
¡09
nos de sus componentes. Recordemos desde ahora que en ella se encuentran a
menudo, planteados casi del mismo modo, los problemas de la distribución
de los pesos y del perfil óptimo, resueltos incunscientemente por las plantas.
No deberá, pues, causarnos extrañeza el hecho de encontrar, a veces, el trazado
general de una construcción humana (casa, torre, etc.) o de sus partes (to-
lumna, escalera) establecido sobre un tema parecido al que estudiaremos más
adelante con el nombre de crecimiento armonioso.
Estos temas, estas relaciones encerradas en las formas naturales, o creadas
por el artista, despiertan resonancias lógicas o afectivas en el que las con-
templa. Cuando la percepción de estas relaciones —definición del juicio en
general— es consciente, practicamos la Estética, ciencia de las relaciones ar-
moniosas.
Carpíruzo Il

DE LA PROPORCIÓN

Pero es imposible combinar dos cosas sin


una tercera: es preciso que exista entre ellas un
vínculo que las una. No hay mejor vínculo que
el que hace de sí mismo y de las cosas que une
un todo único e idéntico. Ahora bien, tal es la
naturaleza de la proporción. ..
PLATÓN
“Timeo”

El segmento rectilíneo determinado por dos puntos es en Geometría, en


Mecánica y en Arquitectura, el elemento más sencillo al que se pueden apli-
car las ideas de medida, comparación, relación. La operación más fácil a que
conducen estos conceptos es la elección de un tercer punto cualquiera, pasando
de la unidad a la dualidad para llegar a enfrentarse con la Proporción,
La división en dos de un segmento dado de línea recta AB por la elec-
ción de un tercer punto C situado entre Á y B y designando por a, b, e las
longitudes respectivas de los segmentos AC, CB, AB, medidas con un sistema
de unidades cualquiera (sistema métrico, por ejemplo) da lugar (fig. 1)
a seis razones posibles y diferentes:
a a b b c c
y) _—) y —) —y =>)
b c a c a b
a bc bea
es decir, las tres razones —=, —=, —, y sus inversas — —» —-
beca bc
Las proporciones más sencillas lógicamente entre el segmento c = AB
y sus partes componentes a — AC y bh = CB se obtienen igualando dos ra-
zones cualquiera de estas seis, de donde resultan quince combinaciones“)
(1) El número de ecuaciones obtenidas al igualar dos razones cualesquiera de las
seis posibles entre tres cantidades es quince, porque el número de combinaciones de
m objetos p a p, es:
ct _” (m-—-D (m-2) ... (m-—p+D
mo 1.2.3...p
De La ProPoRcIÓN 25

ocho de las cuales dcben rechazarsc, y las siete restantes se reducen (suprimien-
do las combinaciones idénticas donde figuran las razones inversas) a cuatro
que se pueden clasificar así *»:
19 a — b
c c | Dos combinaciones que conducen al mismo
a b resultado a = bo AC = CB.
boa
Puesto que C equidista de Á y B, se tiene la y A a CB
partición simétrica (fig. 1, b). e

22 A
a c
DE“ da co 8
Por ser c = a + b, esto equivale a: Y, e a

a A + b Fic. 1
b a >
a
y siendo evidentemente superior a 1, lo mismo sucede con y luego
. . . . q

a es mayor que b, y el punto C está más cerca de B que de A.

de donde:
6x5
Cc = 22% - 15.
6 2
(2) He aquí el detalle:
Las quince igualdades imaginables pueden clasificarse en seis grupos:
(a)
a 4 b ec b e
bo ce a a e bh
y cstas tres igualdades conducen al mismo resultado hb = c, es decir CB = AB, que
se desecha, pues al coincidir entonces el punto C con A no habría partición.
(b)
a c b b a c
bo p a e e a
de donde resulta «a = có AC = AB, pues es un caso límite que, igualmente, se elimi-
na, y tampoco hay partición porque C se confunde con B.
(c)
26 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

c , AC
== pp uede
a
Esta ecuación y = traducirse así:
a CB AC
“La longitud AB se ha dividido en dos partes desiguales de modo que la
mayor sea a la menor como lo que la suma de las dos Cel segmento inicial AB)
es a la mayor” (fig. 1, c).
b
39 + => equivale a + = +

Por ser b mayor que a, el punto C está más cerca de Á que de B Cfig 1, d),
pero las proporciones son en realidad las mismas que el 2% caso y el enun-
ciado entre comillas sigue siendo válido. Basta sustituir a por b y b por a
en una de las dos fórmulas para encontrar la otra; del mismo modo pueds
pasarse de una a otra de las dos figuras correspondientes (fig. 1, c y fig. 1, d)
colocando la recta AB sobre sí misma invertida.
Podemos, pues, limitarnos a estudiar la figura 1, c, por ejemplo, en la
que AC es el mayor de los dos segmentos, y que corresponde a la igualdad:
a c a — b
b a q

Hemos obtenido así la partición asimétrica más directa, más general y


más en armonía con la transposición lógica del principio del mínimo esfuerzo,
o ley de economía de los conceptos, expuesta por William d'Ockham en la

Esta combinación (estas dos igualdades que, en verdad, no representan más que
c
una) corresponde a una imposibilidad, pues Z que es inferior a la unidad y y que es
c
superior a ella, no pueden ser iguales.
(d)
a c
E AFP 57
se reduce a a = b. Es la partición simétrica estudiada en el N? 1 del texto.
(e)
a c .
b
a
a
, -
b a Cc

Partición asimétrica estudiada en el N* 2 del texto (siendo AC el mayor de los


dos segmentos).

(f)
a b b
=]o


— , —

b c a
Partición asimétrica inversa (número 3 del texto) siendo AC el menor de los
dos segmentos.
De La PROPORCIÓN 27

fórmula lapidaria: Entia non sunt multiplicanda, Hay un sólo punto C entre
A y B tal que las longitudes AC,
CB y AB satisfagan la condición Y
impuesta, y, por consiguiente, só-
lo existe un valor numérico co-
. , a
rrespondiente a la razón y

La igualdad + = a

y
+
puede escribirse también
a2=b (a + b),
y, por tanto, hemos resuelto, par: -.
tiendo de distinto punto, el pro- A C B
blema ya tratado por Euclides Fig. 2
que en nuestros manuales esco.
lares lleva el título amorfo de División de una recta en media y extrema razón.
Las construcciones geométricas correspondientes son muy sencillas:
1% Dado el segmento AB = c como en los párrafos que preceden, se
AB
toma sobre BY, perpendicular a AB, un segmento BD = >= > se

une Á con D, y se obtiene DE = DB = Z. Con Á, como centro, se describe

Y de círculo
el arco írculo EC, EC, y C eses elel pu punto buscado,
uscado, tal
tal que ——
AC = ——
AB (fig.
(£ig. 2).
2)
y P TAS
29 Si el segmento dado es
CG á F AC = a, se construyen b y c.
NO Sobre AC se dibuja el cuadra-
e AN do ACFG, se traza la recta OF que
/ NS une F con el punto medio O de
e a N AC, y con O como centro: se des-
, Ñ cribe el arco de círculo FB. La lon-
E y gitud buscada bh es el segmento
e ; CB (fig. 3).
JA / p Para hacer esta construcción
A 2 0 Co b B se puede aplicar, en general, la
propiedad sintetizada en la fórmula
Fic. 3
a a+ b ,
— = —-—- antes enunciada:
Dividir una longitud en dos partes desiguales de tal modo que la razón
« e. . Je. b a

entre la menor y la mayor, sea igual a la razón entre esta última y la suma
de las dos (la longitud inicial).”
28 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

Se obtiene así la proporción que Paccioli llama proportivn divina; Kepler


que es el primero que menciona su interés en Botánica y para el cual es “una
joya preciosa: uno de los dos tesoros de la Geometría” (%, la llama también
sección divina; Leonardo da Vinci le da el nombre de sección áurea, y de
aquí la denominación de sección dorada (golden section, goldener Schnitt,
section dorée), y la de número. de oro al valor numérico que vamos ahora
a determinar.
a+ bh
Consideremos nuevamente la igualdad 7 = —-— y, dividiendo por b
a
los dos términos del segundo miembro (lo que no altera su valor), pongamos

%— ax, de donde:
b

O sea:
2=x+16x2=x->—1l=0,
ecuación de segundo grado en x, cuyas raíces son:
l+vy5
x= ,
2
es decir:
o
una raíz positiva x1 == + =>
v5 +1

una raiz negativa *X2 = -— A


yY5—1

La raíz negativa, cuyo valor absoluto es igual al inverso de la raíz po-


sitiva porque Xx X Xs = —l, corresponde a una posición de C, exterior al
segmento AB, y como no nos interesa por el momento, tomamos como valor
de la razón buscada
a Y54 10
= ———— = 1,61803398875. . .
b 2
que es un número algebraico inconmensurable,%) trivial a primera vista; pero

(3) Mysterium Cosmographicum de admirabili proportione orbium caelestium, 1596.


El otro tesoro es el teorema de Pitágoras.
(4) Esta expresión permite comprobar el rigor de las dos construcciones geométricas
que hemos dado más arriba.
(8) Los números algebraicos son los que pueden ser raíces de una ecuación alge-
braica cuyos términos sean potencias enteras de x afectadas de coeficientes racionales. Su
conjunto comprende todos los números que pueden definirse por medio de números
enteros y de un número finito de operaciones algebraicas. Pueden agruparse en tres
De La PROPORCIÓN 29

como vamos a ver en seguida, posee características casi únicas entre todos los
números de esta clase,
Para manejarlo con más comodidad, lo designaré por la letra griega +,
siguiendo el ejemplo de Mark Barr y Schooling, quienes (en los anexos ma-
temáticos del libro The Curves of Life [Las Curvas de la Vida] de Sir Theo-
dore Cook) fueron los primeros que lo afectaron de un signo propio.
Se tiene:
5/41
$ = M? + = 1,618
2

] 51
22M 10618.
<p 2

$? — E = 2,618...

Esta notable identidad de las cifras decimales de las fracciones indefini-


l os .
das z $, 9?, resulta de la ecuación inicial $2 = 9 + 1 y de su variante Cob-

tenida al dividir todos los términos por $b):

$ — ] = 2
iD

ecuación que puede ponerse también bajo las formas:

o.(26-1)=18
. — = 2e6=1=1 | ho—11—==1]1--—.-1
Los gráficos de la pág. 28 representan geométricamente estas diferentes
ecuaciones. En el primero (fig. 4, a), se toma como unidad la recta AB que
se trata de dividir según la sección áurea; la longitud AC es entonces igual a
l
z Y AD, obtenida al agregar a AB una longitud igual a AC, es igual a $.
Es decir, que si la longitud AB es igual a 1 metro, ÁC, expresada en
metros, será igual a 0,618, o sea, 618 milímetros más una pequeña fracción

clases: 19%: los números algebraicos representables por una construcción geométrica
euclidiana, es decir, por medio de la regla y del compás; comprenden, aparte de los
números enteros y fraccionarios, todos los que pueden ponerse bajo la forma de un ra-
dical de segundo grado o de una combinación de radicales de segundo grado (en nú-
mero finito); 2%, los números algebraicos que pueden expresarse pot una combinación
s_
de radicales, pero no representarse por una construccion euclidiana; por ejemplo V2; 3%,
los números algebraicos que (como las raíces de la ecuación general de quinto grado >
no pueden expresarse por una combinación de radicales en número finito. No son
euclidianamente representables.
30 EsrítTICA DE Las PROPORCIONES

menor que 4 centésimas de milímetro; AD será igual a 1,618... expresado


en metros, es decir, a 1 metro y 618 milímetros, más la misma pequeña trac-
ción de milímetros.
En el segundo gráfico (fig. 4, b) se toma AC (el mayor de los dos seg-
mentos resultantes de la partición) como unidad de longitud y se tendrá:
AB = * = 1618...
O AA AD = 8? = 2618...
¡a B
A— . . — 0D CB= = 0618... 0
Y VA E mrrrrtcninooor gcc >
A
Inmediatamente podemos ob-
servar que de la ecuación inicial
$? —= 9 + 1, resultan también
1 multiplicando indefinidamente to-
b, E dos los términos por 9:
o o > *D A A
AV a pi= 43] q?
gp? p5 — pt + q?
Fic. 4
qa — qn + gn2

siendo 1 un número cualquiera. Una progresión geométrica, cuya razón es P


goza, pues, de la propiedad siguiente: un término cualquiera es igual a la
suma de los dos precedentes (o de los dos siguientes si se disponen los tér-
minos en sucesión decreciente).
La serie 1, €, 9%, P*,..., 0” (y toda serie a, ab”..., cuya razón geo-
métrica es P) es, pues, a la vez, multiplicativa y aditiva, es decir, participa
al mismo tiempo de la naturaleza de una progresión geométrica y de una
aritmética.
Más adelante encontraremos esta serie $, cuyo padrino, Mark Barr, fue
el primero en demostrar sus interesantes propiedades (M, y volvamos a 9.
Al comienzo de este capítulo he presentado la construcción que le da

(6) La fracción decimal 1,618... indefinida como número de cifras ya que P es


inconmensurable, no es menos representable por una longitud exacta, por medio de
una construcción geométrica muy sencilla (como lo hemos visto más atrás), pues $, aun-
que inconmensurable, pertenece, como todos los números algebraicos de segundo gra-
do (raíces de una ccuación de segundo grado en x de coeficientes enteros) a la cate-
goría de los números que pueden construirse euclidianamente, es decir, rigurosamente
por medio de la regla y del compás. Los números algcbraicos de grado superior a 2 que
no pueden ponerse bajo la forma de una combinación de radicales cuadrad:s Ces
decir, la mayoría de ellos) y los números trascendentes (inconmensurables también,
pero no algebraicos) como e y ”T no se pueden representar por una construcción rigu-
rosa.
(7 The Curves of Life.
De La ProPorcIÓN 31
——_—

origen en Geometría bajo las especies de la partición asimétrica más directa;


esta razón aparece desde este punto de vista como un invariante logístico, que
procede del cálculo de relaciones y clases del que Peano, Bertrand Russell
y Couturat han demostrado que se puede deducir toda la Matemática pura
partiendo del principio de identidad.
Bajo el aspecto exclusivamente algebraico, existen también dos formas
de $ que demuestran inmediatamente su notable posición en la serie de los
números.
Se tiene, en efecto:

$ = límite VivVirydrivizi.
1
$ — 1 + límite +1

1+1
l1>+1
1 + 1

Ll - límite
$ 1 +1

1+1
1400
Se ve, pues, que $, el número de oro, es, en la Sociedad de los Números,
una personalidad, un invariante notable, y el más interesante de todos los
números algebraicos inconmensurables,
Entre los no algebraicos, es decir, trascendentes, los dos más importantes, € y
”, que se presentan continuamente en la Matemática pura y aplicada, pueden
ponerse también bajo formas rítmicas originales:
e = 2,718281828...
IA” oa
e = límite l + 2) cuando n tiende a infinito.
n

(8) El desarrollo de $ en fracción continua es conocido desde antiguo.

La expresión $ = lím Y; +/1 +V1 + ++» resulta de un teorema publ-


32 EsTÉTICA DE LAas ProPORCIONES

] ] ] 1 ]
e=sl+3+33tim3*
1
]
AN
2+1
+
+

+
+

8 +1E

l+...

cado por Nathan Altshiller


- Court, de la Universidad de Oklahoma en el American
Mathematical Monthly en 1917, que demuestra que
1 A
x = lím Varlar+rVa+v ar:

es igual a la mayor de las raíces de la ecuación 12 = x + a, es decir, a

1 + yl
+ 4a
Xy =
2 2
, 1 - yl + 4a .
La raíz menor x, = O que es siempre negativa, porque a debe ser

positivo para que el radical Y a + Ya +:-- tenga sentido, es igual, en valor absoluto, a

límite
a
l+a
1+a
1+-.-.
El producto de las dos raíces (para un mismo valor de a) es siempre igual a —a.

Poniendo

ro. y - A
xx = límite? a + Va+ V a, x = - lím
l+u
l+au
l +...
De La PROPORCIÓN 33

TT = (razón de la circunferencia a su diámetro) = 3,14159265, ..

_ 2AXRBxXEx8ox
2 3MxXDSXAAARNSR

Tr? 1 ] 1 1
Tetera os
Tr? 1 1 1 1
ETT
4 ]
T LE
2 + 52
2 + 72
249
2+ ...0
Como en los desarrollos del inconmensurable algebraico 9, se ven ondu-
lar en cortejos rimados la serie de números enteros.
Además, entre Tr y e, “los dos números que dominan todo el Análisis”,
existe también una relación directa y breve, en la que se encuentran, el cero,
la unidad y su pariente imaginario wW/— 1, comúnmente llamado ¿.
Se tiene, en efecto:
l + e* =0,
y entre e y $ existe también un íntimo parentesco que veremos al ocuparnos
e

más adelante de la sucesión de Fibonacci.

se obtiene el cuadro siguiente:


a > 2 a Xx 22
0 1 0 12 4 — 3
P — —
1 20 5 — 4
1 b 30 6 — 5
2 2 — 1 42 7 —-6
6 3 = 2 56 8 — 7
En particular:

=P 14114+V1+>
1 <>
—E—
2=l24+/24+V2+
(M) Para los aficionados a los radicales damos también la fórmula siguiente:

EV Y VAYA
34 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

Volvamos ahora a la construcción geométrica rigurosa de la sección


áurea o proporción $, que como hemos visto, se deduce de la fórmula:

¿E l

ido
Si, después de haber construido la la longitud
longitu BM, , tal tal que
que ga = 45
AB = 4

repetimos esta construcción con respecto a BM construyendo MN tal que:


BM BN o
MN BM ”
estando entre sí los tres segmentos consecutivos AB, BM, MN en la propor-
ción P, tenemos también
AN
AB = BN = —..
2
Esta propiedad resulta de la relación $* = 91 Y gn (válida inclu-
so para los valores negativos o frac-
A Ps , GCionarios de 1) o más generalmen-
$ te ab” — gbrl + ap”? entre tres
rr » términos consecutivos (longitudes
. . O números) de una progresión geo-
A B M N métrica de razón $: el mayor es
oc paro Siempre igual a la suma de los
1 /D Vb, otros dos,
Fic. 5 En la fig. 5, AB= BM + MN
traduce exactamente la igualdad
l = > +- > Se ve también que AN =2 = 9 + 5 estas reabsorcio-

l 1 .
nes son curiosas puesto que 0D, Sr jr los números inconmensurables

V5+1 y5-1 2
2 p) Ey
He supuesto ÁB = 1 para simplificar la escritura; si en vez de tomar
como unidad de longitud AB, este segmento tuviera un valor numérico cual-
quiera, respecto del metro o de cualquier otro módulo de medida, todas las re-
laciones aditivas y todas las razones entre los diferentes segmentos permane-
cerían idénticos y el factor común a desaparece discretamente de las ecuacio-
nes-
Como la ecuación $” = 971 4 92 es válida para los valores ne-
Lámina 2. El eran canal, por Canaletto. (Lonvre, Paris).

dE
id

Lámina 3. Fresco chino de la época Tang.


Lámina 5
11 Doríforo, de Policleto,

CY pz >>
e

Za e A : Y

Lámina 7

Flor de girasol. Piña.


De La PropPorcióN 37

gativos € incluso fraccionarios de los exponentes (1%, se tiene en part.cular


po = $7 4 $* que no es más que otra forma de escribir la igualdad
rely
b p?
Consideremos todavía la partición de una recta en dos segmentos des-
iguales que, al comienzo de este capítulo, nos condujo a la sección áurea.
En Estética, hay que efectuar muchas veces cortes desiguales, pues la parti-
ción simétrica en partes iguales, aunque a veces necesaria con relación a uno
de los ejes de figura, es a menudo indeseable respecto de otro (un eje o
plano de simetría horizontal en un monumento es, en general, tan nefasto
estéticamente como lo sería en un bípedo) “2,
El número de particiones asimétricas posibles es, naturalmente, infinito;

(10) Si n = — m, siendo m un número positivo (entero o fraccionario)


$ — qn] + q$n-2

se convierte, en virtud del convenio relativo a los exponentes negativos,


xx m == :—
xm

en 1 1 1
an — nl Y Tm
ecuación básica de la serie P descendente:
1 1 1 1
DEF
He aquí una propiedad interesante de ésta:
e, 1,1 pl
= 5 + pe + 2 + qn 7
cuando m tiende hacia infinito.
Esto resulta de la fórmula general:
1 1 1 1
is is
aga 34 q q-1
y de 1
$-1
Las longitudes AB, BM, MN, tomadas de izquierda a derecha en la figura 5, for

man parte justamente de una sucesión decreciente de razón =

(11) Trystan Edwards en The Things which are seen (Las cosas que se ven) ca-
racteriza muy ingeniosamente la inferioridad del dualismo simétrico o del número
par, en general, desde el punto de vista artístico, por la expresión “unresolved duality
(dualismo irresoluto), que aplica con la misma propiedad para diseñar un saco con
dos o cuatro botones como un puente de dos o cuatro arcos, o Una fila de ventanas en
número par. Á este respecto observa, por lo demás, que a un número par de co-
lumnas o de pilares corresponde un número impar de intervalos y viceversa; y que el
juego de las sombras y luces, de los llenos y de los vacíos, puede hacer que sean, ya
las separaciones (columnas, etc), ya los intervalos, los que constituyan los elementos de
las series enumeradas por la vista.
38 EsréÉriCA DE Las PROPORCIONES

pero, lo mismo que la seccion áurea, aunque introduce lo inconmensurable,


es el resultado de una operación lógicamente más sencilla que la determina-
. . 2 . P
ción, para el segmento menor, del tercio o de una fracción cualquiera —
del mayor, y de igual modo —dirán sus partidarios— produce una impresión
de armonía lineal, de equilibrio en la desigualdad, más satisfactorio que el de
cualquier otra combinacion.
Tal era la opinión de Leonardo da Vinci y de la mayor parte de los ar-
tistas y sabios del Renacimiento Entre éstos, Kepler fue el último en cele-
brar las virtudes esotéricas de la divina proporción en un latín musical cuyo
olor de sacristía habría apreciado Huysmans. Por lo demás, fue recompensado
en su creencia por una sinfonía cósmica a causa del descubrimiento de las
leyes que llevan su nombre.
La sección áurea cayó después en el olvido por espacio de más de dos
siglos y fue el alemán Zeysimg quien, hacia 1850, volvió a descubrirla.
En sus Aestetische Forschungen publicados ::n 1855, proclama: “Para
que un todo, dividido en partes desiguales, parezca hermoso desde el punto
de vista de la forma, debe haber entre la parte menor y la mayor la misina
razón que entre la mayor y el todo”.
Llama a esto ley de las proporciones (Proportivnal Gesetz) y declara que
se cumple en las proporciones del cuerpo humano, de las especies animales
que se distinguen por la elegancia de sus formas, en ciertos templos griegos
(particularmente el Partenón), en Botánica, y hasta en Música.
En las estatuas antiguas y en los hombres perfectamente proporcionados,
el ombligo divide su altura total según la sección áurea. Esta comprobación,
que está de acuerdo con los cánones muy estudiados de Durero y de Leo-
nardo, ha sido hecha nuevamente en las estatuas griegas de la época de Fi-
dias'2. El propio Zeysing efectuó medidas sobre miles de cuerpos humanos
y encontró que este canon ideal parece ser la expresión de una ley estadísti-
ca media para los cuerpos sanamente desarrollados. Encuentra, al operar so-
bre estas series de observaciones, que las proporciones del cuerpo masculino
. 13
oscilan en torno a la razón media — = q = 1,625 reduciendo un poco
n

(12) También la proporción + está determinada en la altura del cuerpo humano


(pero con la menor abajo) por el nivel de la extremidad de los dedos medianos cusn-
do los brazos caen verticalmente.
Igualmente, se tiene:
altura del rostro (hasta la raíz de los cabellos)
distancia vertical desde el arco superciliar hasta el término del mentón

distancia desde la punta de la nariz al término del mentón


= Y, , etc.
distancia de la comisura de los labios hasta el término del mentón
De La ProPORCIÓN 39

más la sección áurea para las mismas proporciones del cuerpo femenino en

el cual se verifica que el valor de la razón media de » es > = 1,6. Por lo


n
demás, Zeysing no se limita a la medida de esta proporción
— en los
n
adultos, sino que también estudia su variación durante el crecimiento. Ob-
serva que en los recién nacidos el ombligo divide el cuerpo en dos partes
h
iguales, de modo que la razón — tiende gradualmente hacia su valor de-
n
finitivo. Para un niño varón, que Zeysing pudo seguir desde su nacimiento

hasta la edad de 21 años, he aquí los valores consecutivos de la razón 5

y de la z (representando h, como en la figura 6, la altura total, n la dis-


vida

tancia vertical entre el ombligo y la planta de los pies y m la distancia entre


la cima del cráneo y el ombligo).
h AC on AB
n AB m BC!
Altura h en Edad h n
metros (en años) an m
0,485 0 2 l
1 1,90 1111
0,863 2113) 1,84 1,17
3 1,79 1,26
4 1,75 1,34
5 1,70 1,42
6 1,68 1,46
7 1,67 1,50
8 1,65 1,54
9 1,64 1,56
10 1,64 1,57
11 1,63 1,58
12 1,63 1,59
13 1,625 1,60

17 1,59 1,70

1,731 21 1,625 1,60


(18) Observemos en este ejemplo que la creencia popular de que a los dos años”
40 EsrTÉriCA DE Las PROPORCIONES

Para pasar de la razón —


, n
= p a la —
h
basta recordar que —
h =P 1
m " p n
Zeysing observa que en este caso típico, la razón p, luego de haber alcan-
zado una primera vez el valor definitivo (1,60), hacia los trece años, lo so-
brepasa por una fuerte oscilación
que, hacia el décimoséptimo año,
da al cuerpo del adolescente pro-
porciones ultrafemeninas, para
volver rápidamente a la razón
masculina 1,60 al término del
crecimiento.
La división determinada por
CO

el ombligo es la manifestación
más importante de la sección
y

áurea en el cuerpo humano, pe-


crm

ro se encuentra también fácil-


$ mente en las proporciones de las
demás partes del cuerpo. Un di-
bujo de Durero(19, recargado de
construcciones geométricas y de
cifras, que pertenece a la Socie-
>
;

Fic. 6 dad de Artes de Brema, parece ha-


berse basado en esta observación.
Sir Th. Cook“ considera nuevamente la idea de Zeysing y, comparan-
do las diferentes estatuas antiguas y los cuadros de los maestros del Renaci-
miento, construye un canon ideal para el cuerpo femenino, basado en la
sección áurea, que reproduzco en la lámina 4 del presente volumen, la es-
cala vertical, determinada en relación con la figura, está graduada a partir
del extremo superior según los términos de una serie $ creciente, de P a 97 (06,
Los cuerpos de los animales y de los insectos denuncian también, en
muchas de sus proporciones, el tema de la sección áurea; en las patas de-
lanteras del caballo, lo mismo que en el índice de la mano del hombre, apa-
rece la sucesión de tres términos consecutivos de una serie $ decreciente;
esta tríada es muy importante, pues por el hecho de que su término mayor es
de edad un niño tiene la mitad de su futura talla de adulto, se encuentra confirmada
con una pequeña diferencia de 5 milímetros.
(14) Reproducido en Konstruierte Figuren und Koepfe unter den Werken Albrechts
Durers, por Ludwig Justi, Leipzig, 1902 (Hiersemann, editor).
(15) The Curves of Life.
(16) La hermosa obra de R. Francé titulada Bios-Die Gesetze der Welt CW. Seifert,
editor), da (fig. 113) una variante del canon de la sección áurea aplicada al cue
humano, según el ensayo de reconstrucción por Fritsch del famoso canon de Policleto.
De La Proporción 41

el
1,
ye

| eP
4
a, ús; e
0 3
Pp
5
? AP

Y o
| V

Wi ) 6
—P

| 0)

Pp

LADA e

3]
A ——
Escala en pulgadas

LÁMINA 4
El cuerpo humano y la serie $
Reproducción de The Curves of Life
42 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

igual a la suma de los otros dos, vuelve a aparecer la dualidad, la partición


simétrica, de la que era su contradicción a priori, lo cual tendrá su interés en
arquitectura.
Aunque Zeysing no precisa el concepto de la serie $ como lo hicieron
más tarde Barr y Schooling en el libro de Sir "Th. Cook, observa —sin em-
bargo— (a propósito del cuerpo humano) la principal consecuencia práctica
del hecho de que sea a la vez geo-
e yn
*
E
métrica y aditiva, a saber: que a
Á B € D partir de dos de sus términos con-
FG. 7 secutivos, se puede construir la
serie creciente o decreciente de
los otros por simples adiciones o sustracciones gráficas, y resume de un modo
general las causas de la preexcelencia estética de la sección áurea al demostrar
que, aparte de la simetría (cara desde Pasteur hasta la Química orgánica, como
el número impar lo era a los dioses) introduce una continuidad infinita o fa-
cultad de repetirse, de reflejarse indefinidamente.
Timerding, que recientemente publicó un pequeño folleto titulado Der
Goldene Schnitt1M, y que, sin ser un fanático de la sección áurea, admite
que esta proporción produce, en general, una impresión visual agradable, da
de ella la explicación de que en el caso de tres líneas horizontales (por eiem-
plo, la línea del horizonte en una marina, entre las partes superior e inferior
del marco) el ojo, al comparar el espesor de la pequeña tira con el de la
grande, recorta mentalmente en esta última un espesor igual al de la pequeña
y obtiene (cuando los intervalos
verticales están en la razón $) un CARA
resto que obedece a la misma pro- E
porción, etc., y de aquí la impre- .
sión de reposo, constancia, segu- '
ridad, en un ritmo indefinidamen- | 8
te continuo,
“La sección áurea se impone,
pues, cuando se trata de conse-
guir —por una nueva subdivi-
sión— que dos porciones conse-
cutivas iguales formen parte de
una progresión geométrica y re- Fic. 8
unir así el triple efecto de la equi-
partición, de la sucesión y de la proporción continua. El empleo de dicha sec-
ción no es más que un caso particular de una regla general, la del retorno de
la misma proporción en los detalles de un conjunto”.
(17) Teubner, editor. Leipzig.
De La Proporción 43

En otro pasaje, el mismo autor vuelve todavía sobre esta idea a propósito
del notable rectángulo cuyos lados están en la razón de la sección áurea:
a
— = $, Fechner, el inventor de la Psicología física, hizo, en 1876, una
7

serie de experiencias de estadística estética, pidiendo a numerosas personas


que escogieran entre diferentes rectángulos (compren-
diendo también el cuadrado), aquel cuya forma les A
agradase más y el rectángulo definido más arriba Cel
de módulo $) tuvo una acentuada mayoría de sufra-

op
gios.
Timerding comprueba que en dicho rectángulo : Y
(figura 9), la separación de un cuadrado, corriendo a:
hacia abajo el lado menor, deja un pequeño rectángu-
lo semejante al rectángulo inicial y sugiere así la “im-
presión de seguridad causada por lo que permanece
igual a sí mismo en la diversidad de la evolución”.
Volveremos a encontrar este rectángulo en un capítu-
lo especial, pero podemos decir desde ahora, que su Fic. 9
empleo debe estar, como observa “Timerding, muy in-
tegrado en nosotros, ya que los formatos de la mayoría de los libros, del papel
de oficio, de las tabletas de chocolate, de las tarjetas postales, etc., son rectán-
gulos $,
Volviendo a Zeysing, creo que fué el primero en observar la sección
áurea como módulo en la fachada del Partenón y en el perfil de muchos
huevos, no sólo por la relación
A ronornnnonoroi> entre los dos ejes, sino también
por la posición del menor. (Véa-
B Lane se el capítulo v).
Finalmente descubre en Bo-
tánica una ley de los ángulos pa-
D
C_AD_
>
0

AB DB. Pp ra las separaciones angulares de


Ce .--- las ramas correspondientes a las
Fic. 10 de la partición en $ del cuerpo
humano por el ombligo, a saber:
que el valor medio de esta separación angular es a = 137” 30' 28”, tal que
se tenga:

a 360% — a
3609 —a 3602
Si se hace y = 360% = a + BP, esto equivale a:
a Y — a a B :
_ O sea: —_=
Y —a Y p a-+-B
44 EsréTICA DE LAs PROPORCIONES

En la ecuación canónica de la sección áurea, a es el ángulo cuya dife-


rencia a 360%, P, divide la unidad de ángulos, 360% (la circunferencia 2"
de radio unidad), en media y extrema razón:

B =
3609 = 222% 29 32”,

Pp 3602 = 1379 30 277 95,


a= 3600 -B===2%
db +
Ántes de entrar en mayores detalles es interesante comprobar que se
ha encontrado demasiado tarde la razón útil de la presencia de la sección
áurea angular en Botánica. Si se
A A calcula qué ángulo constante de-
0 ben formar entre sí las hojas o las
O 3602 ramas de una planta (dispuestas
> ra o en hélice ascendente sobre la ra-
Lo y” a ma o el tronco) para asegurar el
/ Y N máximo de exposición a una luz
/ y vertical, o, lo que viene a ser lo
Y mismo, para que sus proyeccio-
p nes horizontales no se recubran
jamás exactamente, se encuentra
Ñ NY
/ como solución matemática un án-
// gulo de 137" 30' 27” 95. Church,
NN ?/ que en sus estudios sobre la filo-
N Ia A” B taxia fué el primero en descubrir
a
— esta razón práctica (confirmada
Fic. 11 matemáticamente por el profesor
Wiesner en 1875), dió al valor
3600
A —
q?
= 137” 30 27” 95 el nombre de ángulo ideal.
Aún en Música, donde el número entero y las relaciones entre números
enteros imponen su dominio y donde lo inconmensurable no aparece a pri-
mera vista, Zeysing notó la presencia de los números 3—5—8—13 en el
cálculo de los intervalos aferentes a los dos principales tipos de acordes per-
fectos.
5 m
Al módulo dominante, ZN en la notación de antes que en-
n
contró en las proporciones del cuerpo masculino, hace corresponder el acorde
mayor; los dos tonos del acorde mayor final, mi y do por ejemplo Cla sexta
menor o tercia mayor invertida en do mayor), están entre sí en la razón 3"
e “ » 2 7 5
De La ProPorcióN 45

3
Al módulo z” dominante en las proporciones femeninas, corresponde
—por el contrario— el acorde menor; los dos tomos del acorde menor final,

8 b 13
12
7
11
6 10

5 Ca € 4 "8
4 7

6
34 5
4
2 3
1] ?
1
0 a 0
LÁMINA 6
Correlación entre las proporciones del cuerpo
humano y los acordes perfectos, según Zeysing

por ejemplo, mi bemol y do (sexta mayor o tercia transpuesta en do menor)


da la razón >
Zeysing emplea la demostración gráfica reproducida en la lámina 6, don-
de la longitud ab representa a la vez la altura de un cuerpo humano y la lon-
gitud de un monocordio (cuerda de un sonómetro).
e , fab ac
El punto ce divide ab en media y extrema razón (2 =3 = o)
ac Cc
d es el punto que, dividiendo ab en ocho partes iguales, corresponde al seg-
mento 3—-5; e es el punto que dividiendo ab en trece partes iguales correspon-
de al segmento 3—8, y entonces, be = > indica, por un lado, el módulo
ea
medio (13 del cuerpo masculino, y, por el otro, el acorde perfecto en do mayor
n
(18) Se toma aquí como módulo el inverso de la razón — entre el segmento mayor
m
y el menor determinados sobre la altura total por la posición del ombligo. ”
46 EsTÉTICA DE Las PROPORCIONES

Cbe dominante, por ejemplo do, ae sexta menor, por ejemplo mi), y - = >
indica, por un lado, el módulo medio del cuerpo femenino y por otro el acorde
perfecto en do menor, correspondiendo bd a do y da a mi bemol (19,
Generalizando estas analogías, Zeysing llama menores o femeninas a las
razones:
0 1.3 8 21
11 2. 5" 13 34
y mayores o masculinas a las de la serie:
1 2 5 13 34
11.3. 8 21 55
..,

Para todos los términos de la primera la razón entre el numerador y el


denominador (el elemento menor y el mayor) es inferior a la razón que ca-
racteriza un término cualquiera de la segunda serie, y adivina un parentesco
, ]
entre todas estas razones y el número q 0,618...

3 5 8
-=06, L- = 0,625, — = 0,615...
5 8 13
1
Todos los términos de la serie menor son inferiores al valor — hacia el

cual convergen rápidamente, y todos los términos de la serie mayor son su-
1
periores a = hacia el cual también convergen.
Si hubiera conocido la forma:
+

+1
+...
habría observado que los términos de la serie:
1 1.2.3. 5 8 13 21 34 55 89
—— —; —, A. ——.
, — y ——y —y —y — _——y etc

1.2.3. 5 8 13 21 34 55 89 144
(19) En su manual de estética musical (Grundlinien der Musikásthetik, Max Hes-
se, editor), el profesor Riemann (hijo del gran geómetra) concluyó que, desde el pun-
to de vista psicológico, hay dos acordes musicales importantes:
El acorde menor que evoca una relación entre la unidad y sus múltiplos,
El acorde mayor que evoca una relación entre un todo y sus partes,
El conjunto de los dos produce la combinación musical más satisfactoria y más rica.
De La ProPorcióÓN 47

obtenida combinando las dos series anteriores no son más que las reduci-
das (aproximaciones sucesivas obtenidas detemiéndose en los diferentes esca-
1
lones del denominador) de la fracción continua equivalente a 5
Esta serie fraccionaria desempeña un papel importante en filotaxia Cpar-
te de la Botánica que estudia la disposición de las ramas, de las hojas, de las
semillas) especialmente en la distribución de los granos de muchas plantas.
Si se examina, por ejemplo, de frente, el ovario maduro de una flor de gi-
rasol, se tiene la impresión de un disco plano dividido en pequeños rombos
por las intersecciones de dos grupos de curvas (espirales logarítmicas); los
números respectivos de las curvas dan en cada sentido y para cada flor un
par de números que siempre corresponden a una de las fracciones siguien-
13 8
tes: 21 (para las flores degeneradas), 5 = ó 3 y excepcionalmente

144
233 > La lámina 7, izquierda, muestra una flor de girasol de índice 5 e
El tipo normal, de gran rendimiento, recomendado para el cultivo, tiene
. 09 o
como pareja 144 Estas parejas se encuentran en toda la serie fraccionaria de
antes:

ll. 1.2.3.5
8 13 21 34 55 89
1. 2.3. 5. 8 13 21 34 55 89 144
en la cual cada fracción tiene como numerador el denominador de la prece-
dente.
Las piñas y otras coníferas presentan sistemas análogos de curvas intere-
3.38. Po.
santes caracterizados por las parejas El etc., explícitas o encubiertas *2,
13
la lámina 7, derecha, muestra una manzana de la variedad Dipsacus pilosus 49,
10 2X53
de e índice
índice > = X= 8

(20) Estas observaciones numéricas sobre las flores de girasol fueron hechas primero
por Braun en 1835.
(21) Reproducido en The Diagonal, n* 1.
5 8 .
(22) Los índices apareados E etc... están algunas veces encubiertos en un pe-
queño número de flores o de frutos que pertenecen a una planta normal, por el he-
cho de que los dos números característicos están multiplicados por un mismo coeficien-
te parasitario, que, por lo general, es 2. £
(23) Reproducido de The Diagonal, n* 3.
48 EsTÉTICA DE LAs PROPORCIONES

Si se estudia la disposición de las hojas alrededor del tallo de las plantas,


los ángulos característicos o divergencias*% están dados por la serie:
l 112. 3 5.8 13 21
— ——) — —j _——) cc) —y —. ..
2 3 5 8 13 21 34 55
cuyos términos representan las reducidas o aproximaciones sucesivas de la
fracción continua:
1
2 +1
lb1
1>+1
1+1
l+..
cuyo límite es

2231 2 = 0,381988... 5)
2 $ p*
(23) Si en torno al tallo se describe una hélice Cespiral folicular) que pase por los
puntos de intersección de las hojas, llega un momento en que se encuentra una hoja
que se halla exactamente situada en el plano de intersección de la primera hoja. Si se
cuenta el número de hojas encontradas, sea m, y el número de vueltas efectuadas al-
rededor del tallo, sea p, la fracción +? expresa la divergencia de las hojas (o ángulo
n
de divergencia, constante para una misma planta).
La serie
] 1 2 3 5 8 13 21

2.03 5 8 13 21 34 55.
da las divergencias más frecuentes. Las otras se encuentran en las
1. 2.305 .8
22.05. 7. 12 19"
l 1 2 3-5 8
32.4. 7 1 18 29
de formación aditiva análoga a partir del primer término.
(25) La serie:
1 1 2 3 5 8 13
n om+l 241 342. 5mp3 8n45 13mP8
representa las reducidas o aproximaciones sucesivas de la fracción continua;
1 22—1—y5
r= — >
n+1 2n2 —2n — 2
1+1
1+1
14...
De La ProPORCIÓN 49

Las dos series:

1.1.2.03.5.8 13 21 34
11. 2.2.3 5 8 13 21 34 55.
1.1.2.3 5 8 13 21 34
——y — , , _——y —”) _—y —_—y Fe rs

2 3 5 8 13 21 34 55 89
cuya importancia capital en Botánica acabamos de ver, tienen de común que
tanto los numeradores como los denominadores de cada una son los térmi-
nos de la sucesión
0, 1, 1, 2 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144...
cada uno de cuyos términos es igual a la suma de los dos precedentes. Es la
llamada sucesión de Fibonacci (aludiendo al sobrenombre de Leonardo de
Pisa, quien fue el primero que la observó en 1202 en un problema de com-
binaciones*6), En Análisis se llama también serie de Lamé.
Hemos visto que esta propiedad aditiva de formación de los términos
pertenecía también a la serie $ (1, 6, 5, 6, ,,, 9%) que es, además, una
progresión rigurosamente geométrica, siendo la razón entre dos términos con-
secutivos constante e igual a 6,
Ya en la serie de Fibonacci, la razón entre dos términos consecutivos
tiende muy rápidamente hacia un límite 27 que es precisamente $ = 1,618...;

por ejemplo, = da 1,61818...

que para n = 1, 2, 3, 4, 5... da las series:


1.1.2. 3 5 8 13
TIiz3sS gos13 21.
1.1.2. 3 5 8 13
2 37557813 21 34.
1.1.2.3 5 8 13
304 7 11 18 29 47.
101.02. 3 5 8 13
+4 5 9 14 23 37 60.
11120305 .8 132.21. 034 55 89 144 23
5 6 11 17 28 45 73” 118 191. 309 500 809 1309.
(26) Tratando de calcular el número de conejos nacidos de una pareja determinada
que cada mes produce una nueva pareja, que a su vez después de un mes ya está apta
para reproducirse, encontró que el número de parejas agregadas cada mes sería 1l, 2,
3, 5, 8, 13, 21, etc...
5
(27) En esta serie, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21,..., que está definida por:
Va +2 = Uy + Vi + 15 4 = Mo = 1
50 EsrTÉTICA DE Las PROPORCIONES

Por lo demás, Kepler (De Nive Sexangula) ya había relacionado la su-


cesión de Fibonacci con la sección áurea y el crecimiento de las plantas,
pero Barr y Schooling fueron los primeros (en una carta publicada en el
Field del 14 de diciembre de 1912) en demostrar que la propiedad (de te-
ner $ como límite de la razón entre dos términos consecutivos) es común
no solamente a las series que los trabajos de Braun, Church y Bravais han
evidenciado en Botánica, sino a todas las series aditivas de dos tiempos ob-
tenidas a partir de dos términos cualesquiera y cuyo tipo es:
a, b, (a+), b+Ca+b), b+2Ca4-b), 2b4+-3Ca+b), 3H+5Ca4b),...
es decir:

abj(a+b)a+2b2a73b3a+5b5aw+8L...
Como se demuestra en The Curves of Life, la conexión íntima entre la
sucesión de Fibonacci o serie F y su arquetipo, la serie P, se revela constan-
temente en el estudio de esta última. En efecto, es fácil deducir de las dos
ecuaciones:

be —= 9 + 1, $92 — gua! .|. gn—-2

los cuadros 1, 11 y 11 de las páginas 47, 48 y 49.

se demuestran las propiedades siguientes:

s, ( suma de los np rimeros términos) J=4,


= +2 — Y,
u? n+ 1 +u n
=4u 2n + 1
] yn
uu —
a+ a— =
(7)
” 25 v5
(28) Si un representa el enésimo término de la sucesión especial de Fibonacci y
Un el n:simo término de la serie general que comienza por a, b, c, etc., se encuentra
que:

Un + 1
a «b
Un++* +

U, 1 o Un —
+ q + bh
Un

o. : Un +1 Un —1 l
y en el límite, para n = «0, se tiene: = $, ==;
Un Un $
luego:
Un+z a + b Pp
De La ProPorcióN 51

CUADROI

o — _
e o0+ AS 9 = 54 8=1 4
1 — ód= 1 -—
* o + Ta
l 97 = += 13
8410=21
$92 =—= 1 + b= 2 + - 31

$ = 14+ 228= 3 + o 34

bt = 2+ 10= 5347 Ss
; 11 = 34 4 550 = 89 +

en donde se ven cuatro series F verticales desarrollándose una al lado de otra

Mark Barr observa que los coeficientes de las potencias de L así agrupa-
das representan el triángulo de Pascal:
] —

1—1
lI—2— 1
1-—3— 3— 1
1—4— 6— 4— 1
1—5—10—10— 5— 1
1—=6—15—20— 15— 6— 1]
1 —7—21-—35— 35— 21l— 7— 1
1—8—28—56— 70— 56—28— 8—1
1 —9— 36 — 84 — 126 — 126 — 84 — 36 —9— 1
.. o... ».o.... . «o. ...« ...o o... .o..0. <<... .. o... 00. ..+..o0» 40.0. 0... o»...

que se forma escribiendo primero una línea vertical de unidades, después


otro 1 a la derecha del segundo de los términos (a partir de arriba) de esta
fila, y continuando el cuadro de modo que cada término sea igual a la suma
del término que se encuentra inmediatamente encima de él y del de la iz-
quierda de este último.
:6y *turBed e] ap III [9 US AJIIAUO) DS JOLDJUL OJP
-en> [a “91 = u« exed “opdurfa 10d “se 'Á *sOLIBuonor1y Á soameau so] osnp9ut *u 9P S3IO[EA SO[ SOPO] v1ed 031919 s3 [eno o]
PP... ...... +... ...... +. +.—. a... ....... +... .+—<.— 0-4... ..</..<-.« 0. 0... +. 0.0. <. . 100%. o. > 0. 0. ro... 0. 0. 1. q... romo. 4. 0. . «<<... 0... . .. .. 0. .... 2. o. 0.2.
03-BI For BOL Fora BG HT 1 P0T 1 Fora BOLT ZOLT 1 BOZ1 Er Py 0H 010] =
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PROPORCIONES

or BT Fgr08 pra B8Z Lera DOS Fara POL Tri 09S or P87H 6-08 + gu b]I=
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gb + ¿by 4 9-09 LE gb) L yb] —
EsréÉTICA

9ooubT E 00€ T] yu0€ + gb]


401 + ¿a bZ + ¿ub]=
10] + 1ub]=
ubl=ub
II OYAvno
52
De La ProPporcIÓN 53

CUADRO III
10 —

]410

—10% +108
—168 42974 198
107 +3064 3954 194
—19% +4057)- 6944 4934 192
=10% 4+5044-15934- 10024 5914 190
=10% 46934 1592-4-20614- 156%+ 66-14 19-2
=108 +7924-21914-39994 359-14- 219-24 7634. ]19-+
=10* 4-8014-28904-566-14- 7096-24 5693 289-144 89-54-1968
191 499%4-3606-14-849-24-1269-3 4126944 849-5-1-369-*/-99-74-19—*

Tenemos, pues, una correlación íntima entre $ y el diagrama numérico


más rico en propiedades algebraicas y geométricas. Como los elementos del
triángulo de Pascal representan, entre otros, los coeficientes de los desarrollos
sucesivos del binomio de Newton (a-+b)" 9, podemos señalar el parentesco
entre el número $ y el número trascendente
lin
o = lim [14 52) = 00.
n

(29) La fila (n + 1)-sima del triángulo de Pascal representa los coeficientes del des-
arrollo de (a + b)t; los términos de esta fila representan también, respectivamente,
el número de combinaciones posibles de n objetos O a 0, l a 1, 2 a 2, 3a3...,
n a n. La suma de todos los términos de la fila da el número 2”.

Siendo Cs el símbolo usual que designa el número de combinaciones de n ob-


jetos p a p, se sabe que
”—, n (n—-1) (n-2):«(n-p + 1)
Cn = Cn —

1.2.3...p.

Estos Cn o términos de la fila (n + 1)-sima del triángulo de Pascal representan


también numéricamente todos los tipos de combinaciones que se pueden hacer con »
objetos de dos especies diferentes, pues Cn, número de las combinaciones de m objetos
? . . .

p a p, es igual a Cs” , número de las combinaciones de n objetos de dos especies


diferentes que pueden hacerse tomando (n — p) objetos de una especie y p de la otra.
Las columnas del triángulo de Pascal consideradas de izquierda a derecha dan sucesi-
54 EsTÉTICA DE Las PrROPORCIONES

Una de las propiedades características de la función exponencial en Aná-


lisis, a saber: que las derivadas primera, segunda, etc... de e* reproducen
idénticamente la función, tiene su contrapartida en una propiedad común a
la progresión $ y a todas las series aditivas de dos tiempos, cuyo tipo más pu-
ro es la serie de Fibonacci: las diferencias primeras, segundas, etc... de los
términos de estas series reproducen indefinidamente la serie inicial, Se podría,
para emplear nuevamente el concepto de los números figurados poligonales,
gratos a los matemáticos griegos ($%, dar a los de la sucesión de Fibonacci el

vamente: la serie 1, 1, 1, 1l,..., e€sc., la de los números enteros 1, 2, 3,.., nm, la de


los números triangulares:
n (n+1
1, 3, 6, 10, 15, 21,..., Le+tn ,
la de los números tetraédricos:
n (n+1) (n+2)
1, 4, 10, 20, 35, 56,...,
1.2.3.
la de los números pentaédricos:
l, 5, 15, 35, 70, 126,...,
n (n+1) (n+2) (n+ 3)
1.2.3.4.
y así sucesivamente, permitiendo, a los que lo intentaran, resolver problemas de “balas”
hiperpiramidales en un espacio de un número cualesquiera de dimensiones. Entre las
propiedades menos conocidas del triángulo de Pascal, citaré las dos siguientes, observa-
das en un artículo de Mott-Smith aparecido en 1916 en el Monist y titulado The Arith-
metic Pyramid of many dimensions (La pirámide aritmética de muchas dimensiones):
19 si se depila el triángulo de Pascal suprimiendo la fila vertical v la diagonal que con-
tiene todos los 1, conservando la m-sima fila horizontal del triángulo da, para el espacio
de n dimensiones, todas las características de la hiperpirámide de n dimensiones, a saber
sucesivamente: el número de elementos de (n — 1), (n — 2),..., O dimensiones del
politopo en cuestión. Por ejemplo, la fila cuarta da los números 5, 10, 10, 5, corres-
pondiente a los 5 tetraedros, 10 triángulos, 10 lados y 5 vértices del pentaedroide (pirá-
mide de cuatro dimensiones).
29 Se puede construir una Pirámide de Pascal (de tres dimensiones), de modo que
el (n+1)-simo corte (triangular) horizontal dé todos los coeficientes del desarrollo del
trinomio (a 4 b + c)”; estos coeficientes representan también los números de todas las
combinaciones posibles de n objetos de tres especies diferentes. El número total de es
tas combinaciones (obtenido por la suma de todos los coeficientes del corte) es igual a 3n,
Del mismo modo se puede imaginar y construir numéricamente una “hiperpirámide
de Pascal” de m dimensiones de modo que su corte (n-+1)-simo, cuya propia dimensión
es m-1, contenga todos los coeficientes del desarrollo del polinomio (a14-42+43+-> * > dm),
Estos coeficientes representan también los números de todas las combinaciones posibles
de n objetos de m especies diferentes. El número total de estas combinaciones Cobteni-
do por la suma de todos los coeficientes del corte) es igual a mr.
(30) Los conceptos de números figurados (planos y sólidos) y de crecimiento gno-
mónico suministraron a los geómetras griegos un instrumento analítico muy flexible
que corresponde a nuestro cálculo de las diferencias. Los emplearemos (cap. v) al estu-
diar el crecimiento de los seres vivos.
De La ProPorcIÓN 55

nombre de números espirales. En los capítulos siguientes precisaremos las re-


laciones entre $, la serie F y la espiral logarítmica.
Recordemos aún el papel que las curvas binómicas o curvas en campana
(obtenidas tomando como abscisas las variaciones y como ordenadas los coefi-
cientes binómicos, es decir, los elementos de una fila del triángulo de Pascal,
o sus cuadrados) intervienen como curvas de distribución de los errores en el
cálculo de probabilidades. Cuando se toma un número muy grande de orde-
nadas, el número e aparece en la ecuación de la curva; por ejemplo y = Ce-Xk”*
(siendo C y K constantes) en la teoría de la ruleta.
El parentesco entre d y e es real; tiene afinidad de estructura entre el
invariante algebraico nacido de la teoría general de las proporciones y el más
importante de los dos invariantes trascendentes.
Por lo que respecta al otro número, r, no hay entre él y $ conexión ínti-
ma real excepto una razón indirecta por e que se deriva de las relaciones tras-
cendentes:

ler v1=0, a ———= y,

sino una afinidad que se podría llamar accidental, que procede del hecho de
ser
4 _ rr Y 2
— = 1,273...;
yo = 1,272...; (7) = 0SI7...; <= 0,618...
7 4
Esta coincidencia, puramente fortuita, hará que las construcciones ar-
quitectónicas basadas en la sección áurea, puedan —en algunas de sus propor-
ciones— evocar la razón de la circunferencia al diá-
metro (el número 7) de un modo tan claro que inspi- X
re la tentación de interpretar su trazado como un sutil
ensayo de cuadratura del círculo. Z
E! ejemplo más interesante de una coincidencia pa- y
recida resulta del empleo, como perfil regulador, de cigr-
to triángulo cuyas propiedades características han sido
reveladas en una carta publicada en la revista inglesa Z| % Y
The Field por W. A. Price. Después de recordar que Fic. 12
no existe más que un solo triángulo rectángulo cuyos
lados forman una serie aritmética, a saber: el triángulo sagrado cuyos lados
son proporcionales a los enteros 3, 4 y 5, Price demuestra que no hay más que
un triángulo rectángulo cuyos lados estén en progresión geométrica, tal como:
z Y
yo»

56 EsrÉTICA DE Las PROPORCIONES

y que en este triángulo, la razón entre la hipotenusa y el cateto menor x


es igual a 9 4,
La razón constante — = - es igual a y9.=1,272...
El ángulo XYZ vale 51? 50... Price hace notar que el ángulo de la ba-
se SMO del triángulo meridiano de la gran pirámide de Gizeh medida en
1840 por el general Howard Vyse, es, precisamente, de 51% 50', deducien-
do de ello que el semi-triángulo meridiano SMO es semejante a este no-
table triángulo XYZ. Las medidas efectuadas por Piazzi-Smyth comprue-
ban esta hipótesis empíricamente,
S ya que encontró la aproximación
148m,2 para la altura SO de la Gran
Pirámide y 2327,8 para el lado de
la base AB = DA = 20M, con
un error menor de un decímetro
(figs. 12 y 13).
Si se reemplazan y y x por
148,20 q = 116,4 en el trián-
gulo rectángulo de Price, se tiene,
en efecto:
y 148,2 _
L2= =— =1/272.. = Vd;
x 116,4 v
OS 4
pero 577 $ casi con la misma aproximación práctica, igual a — = 1,273...
TT

y de aquí las dos tesis diferentes que conciernen al plano de la Gran Pirá-
mide que encontraremos en el capítulo vin, en el que volveremos a hablar
del triángulo rectángulo de Price y del rectángulo de módulo 9, del cual
es la mitad.
En The Curves of Life, Sir Th. Cook no ataca ex abrupto la cuestión
de las proporciones, sino que estudia primero, con una documentación foto-
gráfica cuya riqueza bastaría para hacer su libro infinitamente atractivo, la
presencia en muchos organismos vivos, plantas o animales, de la espiral en
que Goethe veía el símbolo matemático de la vida y de la evolución espiritual.
z y .
(31) En efecto, de — = — se deduce y2 = zx, ó 22 = x2 +4 y2 como consecuencia
y x
. , z2 z
del teorema de Pitágoras; eliminando y2 se encuentra: a3=35+L de donde
Xx x
z
— = $ por ser $2 — $ + 1.
x
De La ProPORCIÓN 57

Las conchas, esqueletos exteriores de muchos organismos marinos, ofre-


cen ya al matemático un verdadero parque de caza de variedades inéditas que
su imaginación hubiera sido incapaz de concebir (Véase Arcy Thompson,
Growth and Form, y S. Colman, Proportional Form).
Sir "Th. Cook estudia en seguida la presencia de la espiral en Botánica,
sea directamente en el perfil mismo de la planta o de sus partes, sea en el
análisis matemático de los diagramas de crecimiento y
de disposición de las hojas y de los granos; analiza tam-
bién las espirales variadas que se manifiestan en los
cuernos de los ovinos, caprinos, antílopes, etc., y ob-
serva que una progresión geométrica como la serie $ 4)
(cuya presencia en Botánica señala), se puede consi-
derar como el esquema numérico de las pulsaciones
radiales de una espiral. Toda progresión geométrica es,
en efecto, suficiente para caracterizar (y para dibujar)
una espiral logarítmica, pues dada una cualquiera de
Fic. 14
estas mismas y un radio que pase por su polo O, las
longitudes OA, OB, OC, OD, ... (fig. 14) están en progresión geométrica, es
decir, que:
OA OB OC
oB oc ono”
representando m una razón Oo número constante que es el mismo para una
espiral logarítmica dada, cualquiera que sea el radio escogido, de donde re-
sulta, además, que las longitudes comprendidas en un mismo radio entre las
espiras sucesivas forman también una progresión geométrica de la misma
razón:
AB BC

zm —=..=0m2,
BC CD
Toda espiral, o fragmento de espiral, puede así evocar (y a veces has-
ta representar, como en el caso de las conchas marinas) una ley de creci-
miento (o de pulsaciones rítmicas) resumida por la razón o número *m.
Esta es una de las causas del encanto del motivo de la espiral en arte apli-

(32) Esta propiedad pertenece a las series geométricas en general, pues si


am, am?, am3, ami, am5,... etC...,
son los términos de una progresión geométrica, las diferencias de los términos, de dos
en dos, dan la seric:
am? — am, am3 -— am?, amt — am?, amb — ami, ..
O sea:
a (m—I)m, a (m—1I)m2, a(m—1)m8B, a(m—1)3m4
que es también una progresión geométrica de razón m.
58 EsrÉrICA DE Las PROPORCIONES

cado o como detalle arquitectónico. Estando la parte artística de su libro


tan generosamente documentada como la que trata de morfología biológica,
Sir Th. Cook examina los ejemplos más variados del empleo de la espiral,
desde las fíbulas de bronce de la época La Téne hasta la escalera del castillo
de Blois, pasando por la voluta del capitel jónico.
Entre todas, le interesa una espiral que aparece, precisamente, en los
hermosos ejemplos de la voluta jóni-
ca: es aquella para la cual la razón
m es igual a 0, es decir, que el in-
tervalo entre dos espiras consecuti-
vas es igual a la suma de los dos si-
guientes (acercándose al polo), y los
radios OA, OB, OC, OD,... for-
man también una serie $.
Lo mismo que Zeysing, Sir Th.
Cook y sus colaboradores, M. Barr
y W. Schooling, atribuyen a la sec-
ción áurea el papel de proporción
armoniosa por excelencia €%), y en-
tre todas las espirales examinadas co-
mo diagramas o símbolos de creci-
miento o de evolución, es la espiral
D
de pulsación radial + descrita más
Fic. 15
arriba la que consideran como la
curva de crecimiento armonioso.
Examinaremos más adelante el fundamento de este interesante punto
de vista. En el curso del capítulo siguiente estudiaremos en el plano, y luego
en el espacio, todas las figuras regulares que se pueden formar por medio
de rectas. Será un resumen de la Geometría de los polígonos y poliedros
examinados desde el punto de vista especial de las proporciones caracterís
ticas reveladas por su estructura.

(83) Es en el fondo lamentable que la expresión proporción armónica esté ya apli-


cada a otra clase de relaciones (se dice que tres números a, b, c, forman una propor-
a a—-b
ción armónica cuando — = : estos tres números corresponden a los segmentos
c —e
determinados por cuatro puntos sobre un segmento de longitud a + b + c);pues este
nombre resumiría bien la opinión que se han formado de la razón $ la mayoría de
los que se han ocupado del estudio de las proporciones y dispensaría de las demomina-
ciones de carácter tan abiertamente místico como sección áurea o divina,
CaríruLo III

LAS ENTIDADES GEOMÉTRICAS EN EL PLANO


Y EN EL ESPACIO
POLÍGONOS Y POLIEDROS REGULARES
Y SEMIRREGULARES

Y es de tal modo como todos estos géneros así


constituidos, recibieron del Ordenador sus figuras,
por la acción de las Ideas y de los Números.
PLATÓN
“Timeo'”

LOS POLÍGONOS

El conjunto formado por n puntos situados en el mismo plano, de tal ma-


nera que ninguna recta pase por más de dos de ellos, y por todas las rectas que
los unen de dos en dos, es un polígono completo que tiene n vértices y
n (n-1)
lados.
2
Si en este polígono completo se escogen todas las combinaciones posi-
bles de n lados de tal modo que dos de ellos y solamente dos (en lugar
de 1-1) converjan en cada vértice, se obtienen todas las especies posibles
de polígonos de n vértices, en número de 213, La figura 16 da un ejemplo
para n = 5; 273 — 4, y de aquí los cuatro tipos de pentágonos ABCDEA,
ACEBDA, ACDBEA, ADCBEA (fig. 16 a, b, c, d). ]
Los polígonos cuyos ángulos en el vértice y lados son iguales, se llaman
regulares y son inscriptibles en una circunferencia.
El número de las especies de polígonos regulares de n lados es, si
n = el, B1, y... (siendo a, f, y,... los factores primos de n)

OS
60 EsrTÉTICA DE LAs PROPORCIONES

Si n es primo:

Para cada valor de n se tiene un polígono regular convexo de n lados


(completamente situado hacia un lado en cualquiera de ellos prolongados);
los otros son estrellados. Hay, pues, 1 pentágono estrellado, 2 eptágonos; 1
octógono; 2 nonágonos (más correctamente eneágonos), 1 decágono, etc.

JT SD
a) A
b,

: E
o <IVT UY
Fic. 16

Gauss demostró que por medio de la regla y del compás se puede eucli-
dianamente construir un polígono regular de nH lados (dividir una circun-
ferencia en n partes iguales) cuando Cy solamente cuando):
19 n = 2?;
2% n es un número primo de la forma:
2310
3% n es un producto de factores diferentes de esta clase, es decir, de la
forma:
2xXO+pDGQrz+ 0D...
siendo 2* + 1, 27 + 1, números primos distintos. Ni el eneágono
(n =9 = 3 Xx 3), ni el polígono de dieciocho lados (n = 18 =2 Xx 3 Xx 3)
se pueden construir rigurosamente porque 3, aunque satisfaciendo la condi-
ción 2, (3 = 21 + 1), está repetido dos veces (9,
Del teorema de Gauss resulta que los polígonos regulares de 3, 4, 5, 6,

(1) En este caso, es decir, cuando 2*+1 es un número primo, siempre se tiene:
k = 21; pero la recíproca no es verdadera: n = 22441 no es siempre un número pri-
mo. Por ejemplo 1 es primo para:
q=0, (n= 3)q= 1, (n= 5))q =2, (n= 17), q = 3, (n = 257)
q = 4, (n = 65.537, pero no para q = 5, mi para q = 6, 7, 9, 11, 12, 18, 23, 36, 38, 73,
(2) El teorema de Gauss resulta del hecho de que la ecuación xn—1 = O tiene
sus raíces representables por una combinación de radicales cuando (y solamente cuan-
ENTIDADES GEOMÉTRICAS 61

8, 10, 12, 15, 16, 17, 20, 24,... lados, pueden construirse, pero no así los
de 7, 9, 11, 13, 14, 18, 19, 21, 22, 23, 25,... lados.
Entre otros, es, pues, imposible construir exactamente un polígono re-
gular de siete lados; el eptágono (a pesar de las virtudes del número 7) es,
de este modo, inutilizable en un plano de trazado riguroso (%, También en
arquitectura u ornamentación se emplea muy rara vez el trazado eptagonal;
Viollet-le-Duc cita no obstante un pilar románico de la iglesia de Saint-Remi
de Reims, cuya base es un prisma de siete caras y en Notre-Dame hay un
rosetón eptagonal.
El cuadro 1v de la pág. 58 da los valores de los radios de los círculos cir-
cunscritos e inscritos y de las áreas de los seis polígonos regulares más usuales
en función de su lado.
Observemos que, para el decágono regular, tenemos R = p, $, y para
el estrellado R = 2 de modo que si inscribimos un decágono regular y uno
estrellado en la misma circunferencia, el lado del decágono regular, el radio
de la circunferencia y el lado del decágono estrellado forman una progre-
sión D de tres términos (se tendrá, pues: p, = R + p).
Más adelante se verá que en la misma circunferencia:
lado pentágono estrellado 0,
lado pentágono regular

do) se cumple una de las tres condiciones enunciadas más arriba para n. Las n raí-
ces de esta ecuación pueden ponerse bajo la forma:
2kry=1
Xx =€ek>=0,1,2,... 1-1
n

y vuelven a aparecer los números e y r.


(8) No existiendo esta teoría de las posibles subdivisiones del círculo en la época
de Durero, se dedicó a la construcción (imposible) del eptágono y encontró para
éste un método clegante y a primera vista exacto (ver más adelante fig. 35), pero en
verdad hay que estar al corriente del teorema de Gauss para dudar de su rigor ab-
soluto. Hemos visto que entre los polígonos cuyo número n de lados es primo, hay
muy pocos que se puedan construir: para los valores primos de n inferiores a 4.000.000
no hay más que cinco valores n = 3, 5, 17, 0,257 y 65.537 que satisfacen al criterio
de Gauss.
El polígono de 257 lados fué estudiado (en 1832) por Richelot, y hasta su hura-
ño cofrade el 65.537 lados encontró un aficionado: el profesor Hermes, de Góttingen,
que lo estudió durante 10 años y llegó a establecer con éxito su construcción (1894).
(4) Comprobación algebraica: hay que demostrar la igualdad:

V10+2/5 vy5+1
V 10--24/5 2
— ,
62 EsTÉTICA DE LAs PROPORCIONES

CUADRO IV

p lado del polígono regular de x lados


estrellado
R radio del círculo circunscrito al poligono de n lados,
r inscrito en el
s área del polígono regular de nm lados.

NOMBRE
n DEL R T Ss
PoLícono

3 Triángulo |? Po” pr”


equilátero |3 v3 6 v3 4 v3

4 Cuadrado -- yA E p”

an: E VIOGIV LE V5 GV
== 2
5675
= Y
v10-2 y5
Pi MM pi á
estrellado 15 VIO (5-45) E V5 6-37 V/5 (521/53)
» Pentágono Pi [=ARE

_
104245
6 Exágono PR py"
regular Pp 2 v 2 vS
8 Octógono _
regular [2 V224VD E (4 VD pr. D
10 Decágono _—_——— SS alo
regular -- (45) E V 54213 7 pt s+215

» Decágono |p1 PAE 5


estrellado 77 (VD > 5-24/5 EN pi525

Obsérvese que se tiene siempre

s= GAVIA R?—p?
ENTIDADES GEOMÉTRICAS 63

y que, para un pentágono regular dado:


T radio del círculo inscrito $
R radio del círculo circunscrito 2
Entre los polígonos regulares, el triángulo equilátero, el cuadrado, el
pentágono, el exágono, el octógono y (con menos frecuencia) el decágono,
son (con el rectángulo y la circunferencia) los elementos esenciales de todo
trazado arquitectónico, y desempeñan un importante papel en arte decorati-
vo. Los cuatro primeros con sus colaterales el pentagrama Cpentágono estre-
llado) y el exagrama (formado por dos triángulos equiláteros superpuestos en
sentido inverso) han sido la base de los símbolos de escuelas místicas y cofra-
días mágicas de todas las razas. Vamos a estudiar un poco más en detalle
sus características morfológicas.

EL TRIÁNGULO

Además del triángulo regular o equilátero, que es el más sencillo de los


polígonos regulares, hay otros varios triángulos que pueden interesar al ar-
quitecto o al dibujante.
19 El más conocido, llamado por la mayor parte de los autores triángulo

a BETFTTS
>

Fic. 17 DN Y
>

sagrado egipcio o triángulo perfecto, es el triángulo rectángulo cuyos lados


son proporcionales a los números 3, 4 y 5 Cfig. 172). Hemos visto anterior

elevando al cuadrado y simplificando resulta:

vVi1 = Vé-245,
y volviendo a elevar al cuadrado se tiene la identidad
541-245 = 6-25.
64 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

e e o
e” —

LÁMINA 8

ÁRRIBA: Pentágono regular y estrellado


Añajo: Decágono regular y estrellado

mente (cap. 11) que es el único triángulo rectángulo cuyos lados forman una
serie aritmética 4),
Este triángulo, llamado también, a veces, triángulo de Pitágoras o de

(5) Demostración:
yYZ*e=2— f Ahora bien 22 = x2? +4 y2
de donde z = 2y — x !de donde 22 = (2y-1)2 = x2 + y2
3y2 = 4xy
y 4
dy y = 4 .o-==- 5
Al dividir todos los términos de z = 2y — x por y, y al
x 3
reemplazar — por q * encuentra
Fic. 18 y Y
ENTIDADES GEOMÉTRICAS 65
A A A o.

Plutarco, era ya empleado por los agrimensores griegos y por los harpedonap-
tas egipcios para trazar ángulos rectos y rectángulos con una cuerda de nudos
4
marcada en los 7 los 7 yn los 3 de su longitud. Los arquitectos
aqueménides y sasánidas se servían de ella para trazar los perfiles de sus cú-
pulas elípticas (6),
Forma parte de la especie interesante de los triángulos rectángulos dio-
fánticos, cuyos tres lados son proporcionales a números enteros (7,

(6) He aquí su procedimiento: partiendo de NOP, formado por dos triángulos sa-
grados que tienen común el lado menor, se trazan con P y N como centro los arcos de
círculo NQ y PR, y después, con
O como centro, el arco OSR. Re-
pitiendo la construcción hacia aba-
jo se obtendría naturalmente una
pseudo-elipse completa.
(7) Otros ejemplos de triángu-
los rectángulos diofánticos los da
la curiosa serie de igualdades:

12 = 02 + 12
52. = 4 + 32
132 = 122 + 52
252 = 242 + 72
412 = 402 + 92
612 = 602 + 112
852 = 842 + 132 Fic. 19

Los catetos menores son proporcionales a los múmeros impares y los mayores for-
man una serie 0-4-—12-24-40--60-84..., tal que sus primeras diferencias 4-8—
12—16--20—24... constituyen una serie aritmética de razón 4. La hipotenusa se
obtiene en cada caso agregando 1 al cateto mayor.
Esta serie está, por lo demás, lejos de contener las características de todos los
triángulos rectángulos diofánticos posibles. Hay muchos otros que están garantizados
por el procedimiento siguiente:
Un número entero x que puede ponerse bajo la forma de producto de dos nú-
meros enteros x = p X q, representa uno de los lados del ángulo recto de un trián-

gulo rectángulo cuyo otro lado es y = pq?


37 pi+a?
Y la bipotenusa z = A
Se tiene en efecto:

Pax?
> ) _ 1. A pan? l

Este procedimiento garantiza para un valor de x tantas parejas y, z como parejas de


factores p, q, diferentes de (p2—q2), par puedan encontrarse. Por ejemplo,
66 EsTÉTICA DE LAs PROPORCIONES

La figura 17b que se encuen-


tra en el Tchou-Péi, tratado de
matemáticas chino, probablemen-

or
te del siglo x1 antes de Jesucristo

dan
(pero arreglado a principios de
nuestra era), demuestra que los
chinos conocían también este ca-
so particular del teorema de Pi-
| tágoras (5? = 4? 4- 32), La mis
.—

ma figura se encuentra en el tra-


tado hindú de Bhaskara. Como
hace observar Plutarco, el área
del triángulo 5-4-3 es igual a 6
y el cubo de esta área es igual a
la suma de los cubos de los la-
dos 63 = 33 4- 43 + 53, igual-
dad que sirve de armadura a Pla-
tón para el jeroglífico músico-fi-
siológico conocido con el nombre
de número nupcial (República,
libro vir).
Agreguemos aún que la se-
gunda pirámide de Gizeh tiene
este triángulo como semi-perfil
meridiano y que se ha sugerido
emplear la relación 52 = 4? +- 32
entre los invariantes destinados
a establecer el primer contacto
lógico cuando comience la era de
las comunicaciones interplaneta-
ARRIBA: Construcción del pentágono regular
rias.
según Ptolomeo
Abajo: Construcción del pentágono y del decá- 2% Otro triángulo rectángulo
gono regulares según Euclides egipcio es el presentado por Pri-

x= 3 Xx 7 = 21 nos da 292 — 212 + 202, característica del triángulo meridiano de


la pirámide de Snofru en Dahschur.
Dos triángulos diofánticos yuxtapuestos que tienen común un cateto forman un
triángulo heroniano cuya área es un número entero. Ejemplo: los triángulos 5—12—13
14x12
y 2—12-—15 componen el triángulo heroniano 13—14—15 cuya área es
2
ENTIDADES GEOMÉTRICAS 67

ce como característico del (semi) perfil meridiano de la Gran Pirámide y cu-


yas propiedades he bosquejado en el capítulo 1 Cfig. 20).

z
— zz —=>Y va $ == 1,272.. .
m
Y Z:Me+N
2% 51618...

Xx n n
a = 517493872,
X
Recordemos que este triángulo rectángulo es el Fic. 20
único cuyos lados forman una progresión geométrica.
32 En el triángulo rectángulo ABC, presentado también como egipcio por
Viollet-le-Duc (fig. 21), se tiene:

A = 1,250

3[=
e] mn
= 1,601...

a = 51720'24”
Viollet-le-Duc encuentra un
triángulo isósceles formado por
dos de estos triángulos reunidos
que tiene, pues, una altura de 5
unidades por una base de 8, co-
Fic. 21 mo elemento director del trazado
vertical de varias catedrales góti-
cas, en particular de Notre-Dame de París. En el Tratado sobre Isis y Osiris
de Plutarco dice que éste menciona su empleo por los egipcios, quienes lo
habían derivado del triángulo perfecto 3-45,
Observemos que este triángulo rectángulo tiene características bastan-
te análogas a las del precedente; de modo que el triángulo isósceles ACC?
formado por Viollet-le-Duc doblándolo sobre sí mismo, se puede considerar
8
encuadrado en un rectángulo cuyo módulo — = 1,6 forma parte de la se-
rie de los acordes mayores o masculinos de Zeysing y de las aproximaciones
de $ que da la serie de Fibonacci.
40 El triángulo isósceles cuyo ángulo en el vértice mide 36%, estudiado
por los pitagóricos, o triángulo del pentalfa, lo encontraremos, en efecto, más
adelante como elemento del pentágono estrellado y del decágono regular.
68 EsrTéÉTICA DE LAs PROPORCIONES

Es un triángulo isósceles tal que el ángulo de la base sea el doble del


ángulo en el vértice (fig. 22).
De a + 28 = 180%, 6 = 2a se deduce 3a = 180%, a = 36",
De a = 36” resulta que si este triángulo tiene como vértice el centro
de un círculo cuyo radio R sea igual al lado mayor, la base (lado menor) se-
rá igual al lado p del decágono regular inscrito en este círculo, Pero hemos
. . R
visto antes que en este caso se tiene: 7 — 6. En el

., . AC
triángulo considerado tenemos, pues: CE = $: es el

único triángulo isósceles que goza de esta propiedad (6),


Si se traza la bisectriz BD del ángulo de 72” ABC,
, AD BC AC
se tendrá DA = DB = BC y 55 = "56 = 50
= 9 porque el triángulo BDC es semejante al ABC.
Hasta aquí, este triángulo ha escapado a la deno-
minación de egipcio; pero, en cambio, fue calificado
de sublime por sus admiradores,
5? El triángulo isósceles cuya altura es igual a
la base (figura 23), se parece también a la sección — porrereetiarctictccoo” :
áurea, pues en función de la base a el lado es igual a
a a
—> v3 = —7 (Q9-1) 8-1) 0 d;
Ántes de terminar con los
triángulos observemos que dos
triángulos equiláteros reunidos
AL =63%26*
forman un rombo que, sin ser
un polígono regular (no es Fic. 23
inscriptible en una circunfe-
rencia), desempeña cierto papel en el estudio de las
particiones del plano y como elemento de superficie
de ciertos poliedros semirregulares, Lo llamaré rombo
regular (fig. 24).

(8) Observemos que no puede haber triángulo (ni aún escaleno) en el que los
tres lados, a, b, e, formen una progresión $ creciente o decreciente porque se tendria,
en efecto: a = b + e (o bien e = b + 4); y en todo triángulo la suma de dos de sus
lados es mayor que el tercero,
(2) Veremos en los capítulos vr y vi, a propósito de la teoría de Lund, que este
triángulo del doble cuadrado (su lado igual es, en efecto, la diagonal de un doble cua-
drado) es un serio rival del triángulo egipcio de Violletle-Duc como elemento direc-
tor de los trazados góticos.
EnripaDeES GEOMÉTRICAS 69

EL EXÁCONO REGULAR

Después de los triángulos, consideraremos el exágono regular inmediata-


mente a causa de su parentesco con el triángulo equilátero (fig. 25).
El exágono puede, en efecto, descomponerse en seis triángulos equiláte-
ros iguales. Tiene la propiedad, única entre los polígonos regulares, de ser su
lado igual al radio del círculo circunscrito, lo que hace muy sencilla su cons-
trucción (0,
Para inscribir un triángulo equilátero en un círculo dado, se comienza,
pues, por marcar los vértices del exágono por medio de una abertura de com-

FiG. 25 Fic. 26 -
Sor.”

pás igual al radio y se unen entre sí tres de estos vértices A, B, C, saltando


los intermedios (fig. 26).
Si se unen también los tres vértices restantes se obtiene el pseudo-exá-
gono estrellado o exagrama, formado por dos triángulos equiláteros ABC y
A” B' C*. Este exagrama (sello de Salomón) desempeña un papel importante en
la mística y el arte decorativo judaicos (1, El triángulo equilátero es también
por lo demás, un símbolo hebreo. Igualmente se emplea, como su parien-
te el triángulo rectángulo isósceles (escuadra), como símbolo masónico.

(10) Esta propiedad confiere a la red de puntos constituída en un plano por los
vértices y los centros de un sistema de exágonos yuxtapuestos la particularidad de ser
perfectamente isótropa. Las distancias de cualquiera de los puntos de la red a los seis
puntos que la rodean son iguales entre sí y forman ángulos iguales con las direcciones
adyacentes,
(11) Una manifestación curiosa de fetichismo basada sobre el número 6 ha sido
observada en los títulos de las piezas de Henri Bernstein: le Marché, le Détour, la
Griffe, la Rafale, le Voleur, l'Assaut, le Secret, Israel, Samson, Judith. La Galerie
s Glaces rompe el rito, y con Félix, pasamos al signo del pentagrama.
70 EsrÉricA DE LAas PROPORCIONES

EL CUADRADO

La construcción del cuadrado inscrito en una circunferencia dada


—del cuadrado que tiene un lado o una longitud dada— se reduce a la
de trazar una perpendicular a una recta, y encontraremos de nuevo al cua-
drado como elemento importante de las modulaciones rectangulares.

EL PENTÁGONO Y EL DECÁCONO

Al examinar las características algebraicas contenidas en el cuadro 1v,


dijimos que la sección áurea aparece en las razones lineales que resultan
de los trazados conexos del pen-
a tágono regular y del estrellado, y
2 H del decágono regular y del estre-
ARRITTT TS 2 llado.
/
?
!
Entre otras, observé que en
l
! la misma circunferencia circuns-
] crita se tenía:
ss

'
)
lado pentágono estrellado
"

|
a)

)
ia

1
m

!
lado pentágono regular
)

|
l

1
y lado decágono estrellado
=
>
“O

'
Á
-

|
pad

e e

|
)
Y! | radio
' .
o ri
e

/ Y | radio
4
ed

1 i

lado decágono regular


JR

l
Y

l
a e
/

La==- [A En su Tratado de las Pro-


JA=AJ porciones explica Durero la cons-
trucción adjunta (fig. 274) de los
b Hole lados del pentágono y del decá-
To A Ñ gono regulares inscritos en una
/ X MA circunferencia dada. Puede com-
/ N N probarse por medio de las relacio-
/ N V nes siguientes:
¿
/ y
| | p,= - V 10-245
L

p | A J para el lado del pentágono.

10. 27
Fic. 2 =>
= — 3D
R E
5-1) =
R
—=-
para el decágono, siendo PH la
longitud del lado del pentágono regular inscrito en el círculo de radio 1] y PI
el lado del decágono regular.
EnrrIpAaDES GEOMÉTRICAS 71

La figura 27b, que es sencillamente la construcción norma! de la sec-


ción áurea cuando 1f es el término mayor, presenta los interiores geométricos
del diagrama de Durero,
P
Observemos que P] es el lado decágono estrellado por ser y = $,

Se ve inmediatamente en la figura la relación llamada teorema de


Eudoxio. Si:
p, es el lado del pentágono regular
Pe — — estrellado,
h el del exágono igual al radio,
d, el lado del decágono regular,
de — — estrellado,
se tiene, en el triángulo rectángulo PAI:
pr =R? + d2 = h2 + d2,

El lado del pentágono estrellado inscrito en la misma circunferencia de


radio 1H es HE. "También se pueden comprobar en la figura 28, las rela-
ciones:
(d, Hd.? = pr? + pe
po = R? + de (Ry = pr + d

Los rectángulos HGEI


y HERP tienen como H ETT 0 oo. S
módulos
4
respectivos A
. 6

y Ls, siendo los dos igua- , Sa . N


Pr / y S N
les a E, / O
El módulo del rectán- p
2 ,

/ A y
! >

gulo PIH Z es igualmen- + 4 y E


y
te bé = A m0 ?
de ' e /
También se puede Y LoS
comprobar algebraica- AN LS
mente que PE es el la- Sa
do del pentágono estr. "TT utrii===-- y
llado inscrito en una
pe

circunferencia de ra-
dio PH. Esta relación existe entre la diagonal y el lado menor de todo rec-
tángulo de módulo $. Si se divide una circunferencia en diez partes iguales,
7 ESTÉTICA DE LAs PROPORCIONES

R . ,
tomando como abertura de compás d, = -—, se obtiene, uniendo entre sí los
$
puntos consecutivos: el decágono regular (fig. inf. izda., lám. 8), uniendo el
primero con el tercero, etc... (saltando un punto cada vez): cl pentágono
regular (fig. sup. izda., lám. 8) uniendo el primero al cuarto, etc... (saltan-
do dos puntos): el decágono estrellado (fig. inf. dcha., lám. 8), uniendo el
primero al quinto, etc... (saltando tres puntos): el pentágono estrellado C(fi-
gura sup. dcha. lám. 8).
En la figura 29, las cuatro
construcciones están inscritas en
el mismo círculo.
Cinco triángulos isósceles su-
blimes (de ángulo en el vértice
igual a 36%) entrelazados, dan el
pentagrama completo (pentágono
regular y estrellado).
En la lámina 9, la figura de
arriba representa la construcción
de un rosetón pentagonal según
el Almagesto de Ptolomeo, y la
de abajo, dos variantes de la cons-
trucción del lado del decágono;
las tres construcciones son varian-
tes de la sección áurea.
En la página 69 damos el
cuadro y que recapitula las relaciones algebraicas entre la razón 9 y los lados
de los pentágonos y decágonos regulares y estrellados (fig. 30, a, b):
La figura 1, lámina 10, reproduce la elegante construcción con una sola
A
Nia

Ae

mom
an
ENTIDADES GEOMÉTRICAS 73

CUADRO V

a = 36%, B = 2a = 72%, y = 3a = 108"

pr lado del pentágono regular convexo, |


Pe lado del pentágono estrellado, inscritos en el círculo
d, lado del decágono regular convexo, de radio R
de lado del decágono estrellado.
R > 5
2 Q $
B A
Pe = 7 Vi0425 = R.ye?tl=R Vo. 5

R
d, = —
d
d. = R.9
e R de
Pe === =0
pr d, R

sen 18% = - = cos 72"


26

cos 36% = 2 = sen 540


2
]
sen 36% = > V 3-9

sec 72% —= 26

pr = R? + d,?

4 Cd, + d¿)? —= pr + po
| 4R2 = p2 + de

abertura de compás de un pentágono de lado dado AB, dada por Durero y


encontrada nuevamente por F. M. Lund (“2% en un tratado de Geometría del
siglo xv, La construcción es empírica, y el pentágono así obtenido, aunque
equilátero, no es regular, sino ligeramente alargado hacia arriba. La construc-
ción rigurosa necesita el empleo de la sección áurea (fig. 2, lámina 10), y
conduce, como lo observa Lund, a la figura llamada pentagrama de Hipó-
crates (13) (fig. 3, lámina 10).

(12) Ad Quadratum, citado más adelante, en el capítulo vr.


(13) Hipócrates, rico armador de Chios, se dedicó al estudio de la Matemática y
fue expulsado de la secta pitagórica por haber divulgado ciertos secretos geométricos.
74 EstTÉTICA DE Las PROPORCIONES

En la lámina 11, yuxtapongo a la misma escala la construcción rigurosa


detallada (abajo) y el diagrama de Durero (arriba). En este último, el trián-
gulo equilátero, el cuadrado y un pentágono equilátero, pero no rigurosa-
mente inscriptible, están enlazados en un trazado simple y vigoroso, Veremos

LA
CEN

Lámina 10

Tres construcciones del pentágono regular

(capítulo vi) que el arqueólogo noruego F. M. Lund antes mencionado, en-


contró de nuevo el diagrama de Hipócrates y sus variantes en muchos pla-
nos góticos de estructura pentagonal radiada. Ya hemos visto que la razón $
de la sección áurea gobierna las relaciones entre los pentágonos y decágonos
regulares y estrellados y las circunferencias inscritas o circunscritas tanto en
las ecuaciones como en los gráficos.
Los antiguos conocían esta afinidad; los discípulos de Pitágoras dieron
el puesto de honor al pentágono entre las figuras planas. Paccioli lo exalta
ENTIDADES GEOMÉTRICAS 75

con fervor; Vignola, muy influenciado por la doctrina del monje de Bolonia,
levanta sobre un plano francamente pentagonal el soberbio palacio de Ca-
prarola.
Fue el pentágono estrellado o pentagrama el que tuvo el honor del
símbolo. Pitagóricos y neo-pitagóricos lo usaron bajo el nombre de pentalfa
como emblema de la salud y de la vida (cinco A entrecruzadas), de tal mo-
do que las letras situadas en los vértices componían la palabra vyina, que más
adelante los gnósticos la sustituyeron por Inovc. Como estrella de cinco pun-
tas, el mismo símbolo sirvió en la Edad Media de sello a la Santa Vehme;
Paracelso en cel siglo xwi y el P. Kircher en el xvm, lo mencionan
también. Además, el sabio jesuíta narra a este propósito en el capítulo De
Magicis Amuletis de su Aritmología, que en vísperas de una batalla contra
los gálatas, Antíoco vio en sueños
a Alejandro mostrándole la estre-
lla de cinco puntas y que sus ma-
gos le aconsejaron enarbolar este
emblema como estandarte duran-
te el combate.
He vuelto a encontrar una
variante especial del pentagrama
(fig. 31) estampada en la parte
inferior de las actas masónicas de
una logia del rito egipcio hacia
1860 (1%, cuyo último avatar es
la Estrella Roja de los Soviets.
En un artículo publicado en
enero de 1921 en el L'Amour de Coso _>
'Art, Monod-Herzen menciona cn
una ley de la "Taza de Oro que, Fic. 31
enunciada en Egipto y en Gre-
cia, habría sido recogida en Bizancio por los cruzados para ser emplea-
da en seguida por los arquitectos y orfebres de Occidente. “La crónica cuen-
ta que en tiempos de los griegos se construyó un maravilloso tazón de oro
compuesto de una copa propiamente dicha y de su pie. No se dice cuál
era su perfil, sino solamente que si se dibuja un pentágono convexo regular
ABCDE y se trazan las diagonales BE, BD, EC, la parte sombreada da la
armadura esquemática de la taza”.
(14) Gran Oriente de Egipto, Logia de los sabios de Heliópolis. Los puntos 1
equidistan del centro O y de los vértices de la estrella, A Cfig. 31); la figura se ob-
tiene uniendo cada punto I a los dos vértices adyacentes, B y E, de un pentágono del
que sólo se marcan los vértices.
76

11

Construcción del pentágono regular dado el lado, según


Durero (arriba) y según Hipócrates Cabajo)
ENTIDADES GEOMÉTRICAS 717

La Razón de la Taza de Oro está dada, según Monod-Herzen, por:


A Vio2y5 y
V10+2/5 2
que en todo pentágono convexo relaciona las longitudes del lado y de la
diagonal, y se ve que: l
7
No sé en qué crónica se encuentra esta historia de la Taza de Oro,
pero, auténtica o mo, veremos más adelante, a propósito de las medidas prac-
ticadas por Hambidge y Caskey sobre un gran número de vasos griegos, que
resume o simboliza bastante bien el resultado de sus observaciones.
En el diagrama de la fig. 32 se observa que
BE BE NI AM_— NM 5
BA CD IM NM" NA ”
A A A
NA = NI, ABE — EBD = DBC = 36".
Como todos los polígonos regulares construibles cuyo número de lados
no es demasiado grande, el pentágono ha sido a menudo empleado en el tra-
zado de los rosetones góticos: re-
produzco en el capítulo v el es- A
quema original de un par de ba-
yas agujereadas de motivo penta-
gonal que se encuentran en
Notre-Dame de París.
El pentagrama completo, que B k£
Lund descubre ya esculpido en
una iglesia bizantina del siglo vr /
en Spalato, figura también explí- H
citamente en un vitral de Notre-
Dame.
Hemos visto ya que el decá-
gono regular, pariente cercano del
pentágono, se componía de diez Co 1M_-- D
triángulos isósceles sublimes (de =>
ángulos en el vértice iguales a Fic. 32
36%) yuxtapuestos en torno a un
centro al que convergen sus vértices: ha sido empleado en Arquitectura en Jos
trazados del templo de Minerva Médica en Roma, del Mausoleo de Teodori-
co en Rávena, de la iglesia románica de San Geréon, en Colonia y da tam-
bién el trazado de uno de los rosetones de la Sainte-Chapelle.
78 EsTÉTICA DE Las PROPORCIONES

OCTÓGONO

El octógono no es estructuralmente más que una ampliación del cua-


drado por el desdoblamiento de sus lados, lo mismo que el exágono lo es
del triángulo equilátero por el mismo procedimiento.
Uniendo de todas las maneras posibles en una circunferencia los ocho

FiG. 33

puntos equidistantes ABCDEFGH, se obtiene, además de la forma degene-


rada o pseudo-octógono estrellado (fig. 33c) compuesta simplemente de dos
cuadrados (lo mismo que el exagrama, pseudo-exágono estrellado, se redu-
ce a dos triángulos equiláteros):
E 12 El octógono regular (con-
.” e
vexo) ABCDEFGH (fig. 330),
ha representado un gran papel
en Arquitectura, habiendo servido
para el trazado de muchas igle-
sias, cúpulas y torres, principal-
mente en las épocas bizantina,
árabe y románica (San Vital de
Rávena, catedral carolingia de
Aquisgram, mezquita de Omar
en Jerusalén, Saint-Nectaire, etc.);
22 El octógono estrellado
ADGBEHCFA (fig. 33b), ha
sido especialmente empleado co-
mo motivo geométrico de orna-
mentación en el arte decorativo
musulmán (estucos y techos mo-
riscos, encajes de mármol indo-
mongoles, etc.).
ENTIDADES GEOMÉTRICAS 79

Los polígonos de un número de lados superior a diez no ofrecen gran


interés desde el punto de vista gráfico, y a pesar de los diez años que el
profesor Hermes le consagró, el 65.537-gono corre el ricsgo de no alcan-
zar un empleo corriente.
Adjunto, sin embargo, una construcción elegante del pentedecágono
Cpolígono regular de quince lados) que copio del Gran Larousse Ilustrado
(fig. 34).
R
Se construye primero el lado del decágono regular AC = —; luego se
traza ÁB — R, lado del exágono; BC será el lado del pentedecágono, ya que
360% 360%
subtiende un arco de 24” que es la quinceava parte de
10
la circunferencia.
La longitud de este lado BC es:
R qq E 1
K = 4 [Viopa//30/500) = 5 Cp.—d, VY3)

Bl ss YN
=> (ver-É)
La catedral de Ruán y la de
Amiens poseen cada una un ro- .”
'
1

I
a

setón de trazado pentedecagonal, y”


que tiene como núcleo el pen- .
tagrama. /
Para los que, desdeñando el !
teorema de Gauss, quieran inscri- !
bir un eptágono regular en un
E
|

círculo (16, doy finalmente la ! O


Y

construcción de Durero que, aun- '


»”

que empírica, es sorprendente co- N ,


mo aproximación (fig. 35). So- s /
bre I, punto medio del radio OA, A Y”
se traza una perpendicular a éste; " -
IH es entonces un valor aproxi--. “===”
mado del lado del eptágono. Fic. 35

(15) La fórmula dada al comienzo del capítulo demuestra que existen también
dos pentedecágonos estrellados.
(16) Los pitagóricos sabían que no se puede dividir una circunferencia en siete
partes iguales; si 5 era para ellos el número de Afrodita, de la vida universal, suma
del principio masculino y del femenino (del primer número impar completo, 3, y del
primer número par), 7 era, por el contrario, el símbolo de la virginidad.
80 EsrÉTICA DE LAs PROPORCIONES

11
LOS POLIEDROS
Hemos visto que el número de polígonos regulares (lados iguales, án-
gulos en los vértices iguales y situados éstos sobre una misma circunferencia)
es infinito; se pueden concebir polígonos regulares convexos de 3, 4, 5, 6,
7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15,... 1,... lados, representando 4 un número en-
tero cualquiera, tan grande como se quiera. También hemos visto que, aun-
que la construcción geométrica euclidiana (con la regla v el compás) de una
gran parte de estos polígonos sea imposible queda, a pesar de todo, un nú-
mero infinito para los cuales puede hacerse, como por ejemplo, la serie de po-
lígonos para los que 1 — 2", siendo m un número entero cualquiera.
Si del plano pasamos al espacio de tres dimensiones, resultan como co-
rrespondientes a los polígonos regulares convexos, figuras sólidas llamadas
poliedros regulares, que ticnen como caras polígonos regulares idénticos (pa-
ra el mismo poliedro), que convergen en vértices idénticos (ángulos sólidos
superponibles), unidos por aristas de igual longitud. Cada uno de estos po-
liedros regulares es inscriptible en una esfera; pero su número, en lugar de
ser infinito, está limitado a cinco “7, y están representados en la lámina 12,
y sus elementos constan en el cuadro vi de la página 78.
Entre el número de vértices, lados y caras, tenemos para cada poliedro
la fórmula de Euler:
slf=czWR2,
Esta fórmula cs general para todos los poliedros convexos, incluso para

(7 Es fácil demostrar que no puede haber más de cinco, observando que para que
un poliedro regular tenga ángulos sólidos convexos posibles, es preciso que en cada
vértice la suma de los ángulos sea inferior a 360?, debiendo estar estos ángulos planos
Cvistas las caras planas poligonales a que pertenecen) en número mínimo de 3. Esto

120 o ( y y | 900 INN 909 Ss


600 | e
ÚS A 90> SN |
, 1209 S 600 | 602

Fic. 36

excluye, desde luego, la posibilidad de un poliedro regular que tenga exágonos como
caras (pues 3 X 120* es ya igual a 360%) y a fortiori, polígonos de más de seis lados.
Esto excluye también los poliedros en cuyos vértices convergiesen más de tres pen-
EnTiDaDES GEOMÉTRICAS 81

EZ LÁmiva 12

Los cinco poliedros regulares o cuerpos platónicos


82 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

CUADRO VI

Número , , Nombre
de Número de lados Número de caras de]
vértices (Aristas) (Con sus características)
e
poliedro

S c f

4 6 4 triángulos equiláteros Tetraedro


(3 por vértice) (3 por vértice)
6 12 8 triángulos equiláteros Octaedro
(4 por vértice) (4 por vértice)
8 12 6 cuadrados Cubo
(3 por vértice) (3 por vértice)
12 30 20 triángulos equiláteros Icosaedro
(5 por vértice) (5 por vértice)
20 30 12 pentágonos Dodecaedro
(3 por vértice) (3 por vértice)

los irregulares (1%), Los cinco poliedros regulares se llaman cuerpos platónicos
por su importancia en la teoría molecular y en la cosmografía de Platón.
Otra distinción importante es que mientras en el plano, el triángulo,
el cuadrado y el pentágono, por ejemplo, son geométrica y algebraicamente

tágonos (siendo el ángulo en el vértice del pentágono regular de 108” se tiene que
3 x 108 < 360*<4 Xx 108%), más de tres cuadrados (4 Xx 90% = 360%), más
de cinco triángulos equiláteros (6 X 60% = 360"), (fig. 36).
No quedan, pues, como posibles vértices para un poliedro regular, sino aque-
llos en que se encuentran tres, cuatro o cinco triángulos, tres cuadrados o tres pentá-
gonos. Se obtienen precisamente así los cinco poliedros regulares.
(18) Hay en Analisis Situs una teoría lógica muy general de los sistemas de pun-
tos y líneas de la que se puede deducir la teoría de los poliedros cerrados de tres (o
un número cualquiera) dimensiones, y, en particular, la fórmula de Euler ha sido gene-
ralizada por Schláfli para un espacio de un número cualquiera de dimensiones, y es
entonces:

2 (K =0, l,..., £) EDE.A = l


siendo Ax el número de elementos de K dimensiones de un hiperpoliedro convexo Co
más bien politopo) de n dimensiones. Sin salir de los silogismos muméricos del Ana-
lisis Situs, se pueden establecer —partiendo de la fórmula f+s=c«>+.2 las caracte
risticas de los cinco puliedros (convexos) regulares. En efecto, si en cada vértice convergen
a aristas y si cada cara es un polígono de b lados, se tiene a.s = b. f = 2c. Por lo
2c 2e
tanto: s = —f= y y teniendo en cuenta f + s = Cc + 2, resulta:
a
ENrDmADESs GEOMÉTRICAS 83

independientes unos de otros, los cinco poliedros regulares tienen entre sí


íntimas relaciones estructurales.
Observemos primero que del octaedro se puede deducir el cubo y de
éste el octaedro por medio de una transformación recíproca, tomando los
centros de figura de todas las caras o haciendo pasar por los vértices planos
tangentes a la esfera circunscrita.
La misma relación de reciprocidad existe entre el icosaedro y el dode-
caedro. El tetraedro, en particular, es autopolar, lo que quiere decir que se
convierte en sí mismo por trans- D
formación recíproca (19, E
N
Existen otras formas de pasar, Mx

directa o indirectamente, de uno H


cualquiera de los cinco poliedros
platónicos a cualquiera de los
otros.
19 Los vértices ABCD de un
cubo son vértices de un tetraedro
.
regular cuyos lados son seis de las 6 N
S B
diagonales de las caras del cubo >
(fig. 37); las seis diagonales y los /
cuatro vértices EFGH dan otro C F
tetraedro (20), Fic. 37
22% Los puntos medios de los
seis lados de un tetraedro regular son los vértices de un octaedro regular Cfi.
gura 38).

2,2 112
la b 2o—
De aquí se deduce que a y hb no pueden ser a la vez iguales o mayores que 4, y
como, según su significación, no pueden ser menores que 3 ,uno de los dos por lo me-
nos debe ser igual a 3. Pero si uno es igual a 3, el otro debe ser menor que 6, porque
1 1 mo
— + => 5 mayor que —; luego los únicos casos posibles son:
a
a=3 b=3 c= 6 s= 4 f= 4 Tetraedro
a= 3 b=4 c= 12 s= 8 f= 6 Cubo
a=4 b= 3 ce = 12 s= 6 f= 8 Octaedro
a= 3 b=5 e = 30 s= 20 f = 12 Dodecaedro
a=5 b= 3 c= 30 s = 12 f = 20 Icosaedro
(19) Entre un poliedro y su recíproco existen las relaciones siguientes: el número de
caras de uno es igual al número de vértices del otro; y el número de lados es el mismo.
(20) Estos dos tetraedros enantiomorfos (idénticos sin ser superponibles, como
un objeto y su imagen reflejada en un espejo) forman la Stella Octangula de Kepler
y tienen como núcleo común el octaedro recíproco del cubo ABCDEFGH.
84 Estérica DE Las PROPORCIONES

3% Los veinte vértices de un dodccacdro son también los vértices de


cinco tetraedros regulares (con el centro de figura común con el dodecaedro);
su núcleo común es un icosaedro.
Los vértices de un dodecaedro pueden obtenerse, además, de dos gru-
pos diferentes de cinco tetraedros cada uno, siendo los dos grupos enantio-
morfos entre sí.
42 Un grupo de cinco cubos puede dar también los
veinte vértices del dodecaedro de modo que cada vértice
de éste coincida con dos del cubo (si en cada cubo se
inscriben dos tetraedros se obtienen de nuevo los dos jue-
gos de tetraedros de que hemos hablado antes).
59 Los doce vértices de un icosaedro están sobre la
Fic. 38 superficie de un cubo (fig. 39) (2,
6% Si se prolongan todas las aristas (o caras) de un
dodecaedro, los puntos de intersección son los doce vértices de un icosaedro (2),
7% Si se prolongan todas las aristas (o caras) de un icosaedro, se obtie-
nen los veinte vértices de un do-
decaedro (23),
Estos dos procesos de trans-
formación por brote del icosaedro
en dodecaedro y recíprocamente,
dato a ao ma do

están representados en la fig. de


abajo de la lám. 14, en proyección
simétrica ortogonal. El núcleo
=77

generador es un icosaedro que da


origen al dodecaedro punteado y
Se

éste, a su vez, produce un icosae-


dro que lo envuelve todo.
ha

Basta examinar el cuadro vir


para observar que el icosaedro y
el dodecacdro presentan, en todas
sus proporciones numéricas, mo-
dulaciones sobre el tema de la Fic. 39
sección áurea y desde este punto
de vista parecen gozar en el espacio del mismo monopolio que el pentágono
y el decágono en el plano.

(20 La razón entre la arista del cubo y la del icosaedro inscrito es $.


(22) La razón entre la arista del icosaedro envolvente y la del dodecaedro gene-
rador es $2,
(23) La razón entre la arista del dodecaedro envolvente y la del icosaedro ge-
nerador es +,
85

|
e.

CN e SA A
IEREA y 7] 14:8N
S/N oe = ¿7 ==] 140/0 0 $ EN ,
S
OIP3e23Po(]
-
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= 142 A
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OIPI3PSOIT
GEOMÉTRICAS

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22) go] LAN
ZA z Z
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SejsuIe Sep 9p Sorpaur sound so] us ajU>sdue] e19359 e| ap orper d 1emn391 oiparpod un 2p eyspe e] op pniBuoy »
TIA OYUAVNO
EsTÉTICA DE Las PROPORCIONES
00
AN
TETeA Geométricamente se

i
'
l
1
-,

comprende todo esto al


examinar las siguientes
láminas:
La lám. 13 (arriba), re-
presenta las proyecciones
de un icosaedro y un do-
decaedro, inscritos en un
cubo de tal manera que
sobre la superficie de
éste se encuentran los
doce vértices del icosae-
dro (y seis de sus aris-
tas) y doce vértices (de
los veinte) del dodecae-
dro (y seis de sus aris-
tas).
Si a, es la longitud
de la arista del icosaedro,
y aa la longitud de la
arista del dodecaedro,
A

se tiene en este caso:

a =— Y.
da
Los ocho vértices res-
tantes del dodecaedro
da us an
coinciden con los ocho
del cubo interior (de la-
1
do 3 con respecto al
>

del cubo mayor) cuya


arista es igual a la del
icosaedro.
La lám. 13 (abajo), re-
presenta una proyección
análoga. Los doce vérti-
ces del icosaedro (y seis
LAmixa 13
de sus aristas) se en-
Arriba: Proyección ortogonal de un icosaedro y de un cuentran también sobre
dodecaedro inscrito en un cubo la superficie de un cu-
Abajo: Variante. bo, cuyos ocho vértices
ENTIDADES GEOMÉTRICAS 87

coinciden con ocho de


los vértices de un dode-
caedro que tiene su
arista igual a la del ico-
saedro. Los otros doce
vértices y seis de las aris-
tas del dodecaedro se en-
cuentran sobre la super-
ficie de un cubo envol-
vente tal que la longi-
tud de su arista y la de
la arista del otro cubo
están en la razón 0.
Si se colocan sobre la
superfice del cubo menor
los seis vértices de su
octaedro recíproco y los
cuatro vértices de un te-
traedro coincidiendo es-
tos últimos con cuatro
de los vértices del cubo A
(que pertenecen tam-
bién al dodecaedro) se
obtiene una proyección
de todo a uno de los
cinco cuerpos platónicos
(lámina 14, arriba).
>dE
Las figuras de las lá-
minas 13 y 14 presentan
todas modulaciones rec-
tangulares en $ que vol-
veremos a encontrar en
el estudio de los rectán-
gulos dinámicos.
Se pueden todavía in-
dicar, de acuerdo con el LÁMINA 14
cuadro vir y las láminas
15 y 16, que representan ArrrBa: Proyección ortogonal de una misma figura de
las proyecciones simétri- los cinco cuerpos platónicos
cas del icosaedro y del
dodecaedro, una serie de Abajo: Paso del icosaedro al dodecaedro y recíprocamente
relaciones entre el pen- prolongando las aristas
88 EstTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

tágono y el decágono, por un lado, y estos dos cuerpbs, por el otro; por
ejemplo:
El radio de la esfera circunscrita en un icosaedro regular es igual al
lado del pentágono estrellado inscrito en un círculo de radio igual a la mitad
de la arista del icosaedro;
El radio de la esfera tangente en los puntos medios de las aristas del

LámiNa 15
Tres proyecciones ortogonales del icosaedro

icosaedro es igual al lado del decágono estrellado inscrito en el mismo


círculo; etc.
Los veinte vértices del dodecaedro son también vértices de cuatro pen-
tágonos regulares iguales dos a dos y situados en planos paralelos, siendo
la razón entre las longitudes de los lados de los pentágonos igual a 9, lo
mismo que las razones entre las distancias respectivas de estos cuatro planos.
Los doce vértices del icosaedro coinciden con los de tres rectángulos
de módulo + perpendiculares dos a dos, teniendo como diagonales longj-
tudes iguales al diámetro de la esfera circunscrita al icosaedro.
ENTIDADES GEOMÉTRICAS 89

Esta riqueza de correlaciones entre la sección áurea y los dos últimos


cuerpos platónicos no escapó a Paccioli: el pentágono le había inspirado ter-
nura; el dodecaedro le arranca acentos épicos y recuerda a propósito el pa-
saje del 'Timeo en que Platón, luego de haber atribuído a los elementos
que componen el fuego, el aire, la tierra y el agua, las formas respectivas
del tetraedro, octaedro, cubo e icosaedro, da al dodecaedro una importancia

Z
,

Ze
1
1

1
¿4
:
PA
==

Lámina 16

Tres proyecciones ortogonales del dodecaedro

muy diferente (“Dios se sirvió de él para componer el orden final del Todo”).
Y en el retrato del monje por Jacopo da Barbari es un dodecaedro de
mármol blanco lo que sirve de lazo de unión mística entre el maestro ves-
tido de burda saya y el discípulo de jubén veneciano. !
Los cinco poliedros regulares son fáciles de construir en proyección y
en la realidad. Basta dibujar, como lo hacía ya Durero en su Tratado de las
proporciones, su desarrollo sobre el plano prolongado de una de las caras,
recortar este dibujo y construir el cuerpo en el espacio doblando las caras
hasta que sus aristas coincidan.
90 EstÉTICA DE LAS PROPORCIONES

Las figuras 404 y 40b repre-


a sentan los desarrollos del tetraedro
2 y del dodecaedro.
Además de los cinco poliedros
regulares convexos y continuos,
existen también cuatro poliedros
regulares continuos estrellados, de-
rivados del dodecaedro y del ico-
saedro, dos de los cuales son los
poliedros de vértices estrellados de
Poinsot y los otros dos los polie-
dros estrellados de Kepler, o polie-
dros estrellados propiamente di-
chos, a saber:
19 El dodecaedro estrellado de
veinte vértices, obtenido pirolon-
gando las caras (o las aristas) de
b un icosaedro regular convexo (fig.
2) 41); sus vértices coinciden con los
del dodecaedro regular envolvente
obtenido por el mismo brote.
2% El dodecaedro estrellado
de doce vértices obtenido prolon-
gando las caras (o las aristas) de
un dodecaedro regular convexo,
Fic. 40
(fig. 42); sus vértices coinciden
con los del icosaedro regular envolvente obtenido por el mismo brote.
EnrIDADES GEOMÉTRICAS 91

Estos dos cuerpos, cuyo estado civil regular establecerá Kepler, ins-
piraron desde principios del Renacimiento las formas de las linternas este-
lares que todavía se encuentran en Toscana y en Venecia.
Las proyecciones simétricas de las figuras 41 y 42 demuestran su afi-
nidad con el pentagrama, el decágono estrellado y la razón 9. Se tiene,
por ejemplo en una y Otra proyección:
ON OA
OM MA
El grupo de estos dos poliedros estrellados keplerianos constituye en el
espacio una transposición desdoblada del pentagrama. Son propiamente dode-
caedros en el sentido riguroso de la palabra, pues tanto uno como otro pue-
den obtenerse por la combinación y el ajuste en el espacio de doce pentagra-
mas (pentágonos estrellados regulares planos).

POLIEDROS ARQUIMEDIANOS

Volvamos a los poliedros convexos. Comprenden también, además de


los cinco cuerpos platónicos (regulares convexos continuos), trece cuerpos
igualmente inscriptibles en una esfera, llamados poliedros semirregulares ar.
quimedianos, cada uno de los cuales tiene por caras polígonos regulares de
aristas iguales, pero de dos (o en tres casos de tres) especies diferentes, Los
ángulos sólidos de los vértices (a los que convergen tres, cuatro o cinco aris-
tas) son superponibles en cada uno de estos trece poliedros cuyas caracterís-
ticas se dan en el cuadro vin (pág. 88).
La fórmula de Euler s + f = e + 2 se aplica a los cuerpos arquimedia-
nos como a todos los demás poliedros convexos.
Once de entre ellos pueden obtenerse muy fácilmente partiendo de los
cinco poliedros platónicos. Si se toma el punto medio de cada una de sus
aristas y se unen los puntos así determinados, se consiguen ya dos de ellos Cel
tetraedro no da origen a un cuerpo arquimediano, sino el octaedro; el octaedro y
el cubo dan el mismo cuerpo arquimediano de doce vértices, con ocho
caras triangulares y seis cuadradas, llamado cuboctaedro; el dodecaedro y el
icosaedro también producen el mismo cuerpo arquimediano, con doce caras
pentagonales y veinte triangulares, y treinta vértices, llamado triakontágono).
Si en vez de un punto se toman dos sobre cada arista de un poliedro platóni-
co, se obtienen otros cinco cuerpos arquimedianos y repitiendo estas dos ope-
raciones con el cuboctaedro y el triakontágono, resultan cuatro más.
Los once poliedros semirregulares así obtenidos tienen tres o cuatro aris-
tas que convergen en cada vértice. Los dos que quedan tienen cinco en cada
vértice como el icosaedro.
92 ESTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

CUADRO VIII
Los trece poliedros semirregulares arquimedianos

Número de
vértices (€l|ln.
indice da el Nimero Número
número de 70. y características de las superficies
aristas por
vértice)
1234 18 4 exágonos +] 4 triángulos (equiláteros).
12% 24 6 cuadrados + 8 triángulos,
30% 60 12 pentágonos + 20 triángulos,
243 36 8 exágonos + 6 cuadrados.
2434 36 6 octógonos + 8 triángulos.
603 90 20 exágonos + 12 pentágonos.
6033 90 12 decágonos + 20 triángulos.
244 48 18 cuadrados + 8 triángulos,
60% 120 12 pentágonos + 30 cuadrados + 20 triángulos,
4834 72 6 octógonos + 8 exágonos + 12 cuadrados.
1203a 180 12 decágonos + 20 exágonos + 30 cuadrados.
2552 60 6 cuadrados + 32 triángulos,
6054 150 12 pentágonos + 80 triángulos.

Los números 2, 3, 8, 9, se sacan respectivamente


del cubo (o del oc-
taedro), del dodecaedro (o del icosaedro), del n? 2 y del n* 3 tomando un
punto (el medio) para cada una de sus aristas. Los números 1, 4, 5, 6, 7,
10, 11, se sacan del tetraedro, del octaedro, del cubo, del icosaedro, del do-
decaedro, del n* 2 y del n% 3 tomando dos puntos sobre cada una de sus
aristas.
Á estos trece cuerpos arquimedianos propiamente dichos deben agregar-
se dos series infinitas, la de los prismas regulares rectos inscriptibles en una
esfera (dos polígonos regulares idénticos y paralelos de n lados unidos por
n cuadrados) y la de los antiprismas inscriptibles (dos polígonos regulares
36
idénticos paralelos, pero desplazados un ángulo igual a 3 Y unidos por 2n
n
triángulos equiláteros, siendo n el número de lados de los polígonos directores).
Los prismas y los antiprismas regulares así definidos tienen todas las
propiedades de los poliedros arquimedianos y se adaptan a su definición
general,
ENTIDADES GEOMÉTRICAS 93

Sus características son las siguientes:

Número Numero Número


de vértices de lados de caras

s c f
Prismas 2 3n n +2
Antiprismas 2n 4n 2 (n + 1)€%
J

El prisma recto de base cuadrada es idéntico al cubo y el antiprisma de


base triangular idéntico al octaedro.
Los prismas o antiprismas cuyo polígono de base no entra en los tres
casos previstos por el teorema de Gauss, no pueden construirse euclidiana
mente.
Los trece poliedros arquimedianos, así como los prismas y antiprismas
regulares, pueden representarse en desarrollo plano y construirse en seguida
ajustando las caras por el método elemental de Durero.
Entre los poliedros arquimedianos, dos son lo bastante notables, debido
a sus propiedades geométricas, para merecer especial mención, Son los si-
guientes:
1% El cuboctaedro que tiene doce vértices, veinticuatro aristas (iguales),
catorce caras, ocho de las cuales
son triángulos equiláteros y seis a
cuadrados, D
OA=AB=EC, etc. (en realidad) Ñ
arista a =R, S = 2R? (3419), V

V=>RyZ MN )
7

A
-
=>»

Puede obtenerse tomando los I


puntos medios de las aristas de 1
a
Y

un cubo o de un octaedro. La fi- ¿


gura 43 representa esta construc- '
ción aplicada al cubo. El cuboc- NY L-7 Ss
taedro tiene la notable propiedad eN >
de que su arista es igual al radio y
de la esfera circunscrita, y corres-
ponde —desde este punto de vis- Fic. 43

(24) La fórmula de Euler s + f = c + 2 se aplica a los prismas y antiprismas


regulares lo mismo que a todos los poliedros convexos.
94 EsTÉTICA DE LAs PROPORCIONES

ta— al exágono regular que, como hemos dicho, goza de una propiedad aná-
loga en el plano (su lado es igual al radio del círculo circunscrito).
Veremos en el capítulo siguiente (2% que tiene dos propiedades únicas
correspondientes a las características del exágono. Si se considera la esfera que
circunscribe, sus doce vértices coinciden con los de los tres exágonos deter-
minados por las intersecciones de tres circulos máximos inclinados 60% uno
sobre el otro.
El cuboctaedro tiene capital importancia en Cristalografía.
En Arquitectura suministra, con la esfera circunscrita, el diagrama de
la construcción de una cúpula bizantina sobre pechinas. Los vértices del cu-
boctaedro coinciden, en efecto con
los puntos de contacto de seis círcu-
los tangentes ortogonales (inscritos
en las seis caras cuadradas del cubo
generador). Si se considera la mitad
superior de la figura 44, los semi-
círculos verticales AEB, BFC, CGD,
DHA, son las posiciones de los ar-
cos torales, el casquete esférico
MEFGH representa la cúpula, y los
triángulos esféricos EBF, FCG,
GDH y HAE las pechinas que, en
esta solución (la empleada por el
arquitecto de Santa Sofía) forman
parte de la misma esfera que la cú-
Fic. 44 pula 9 (lám. 17, arriba).
2% El octaedro truncado o tetra-
kaidecaedro de lord Kelvin, o eptaparaleloedro de Fedorow, que tiene veinti-
cuatro vértices, treinta y seis aristas iguales, catorce caras de las que ocho son
exágonos y seis cuadrados,
Lo llamaremos poliedro de Kelvin. Puede obtenerse dividiendo en tres
partes iguales todas las aristas de un octaedro; los dos puntos que sirven pa-
ra esta división sobre cada arista dan los veinticuatro vértices del poliedro

(25) En el examen de los problemas:


19 Partición isótropa ideal de los puntos del espacio;
22 Cobertura isótropa del espacio por esferas tamgentes, teniendo estos dos
problemas como solución el mismo conjunto de puntos.
(20) Se sabe que existe otra solución en la que la cúpula es un hemisferio com-
pleto colocado sobre el círculo EFGH como círculo ecuatorial. En este caso, la cúpula
y sus pechinas no forman parte de la misma esfera (lám. 17, abajo).
ENTIDADES GEOMÉTRICAS 95

arquimediano buscado, que tiene ocho caras exagonales y seis cuadradas


Cfig. 45).
Como ha demostrado lord Kelvin posee la propiedad única entre los trece
cuerpos arquimedianos (y reservada al cubo entre los cuerpos platónicos) de
poder (por repetición) llenar el espacio sin dejar intersticios. El exágono tie-
ne la propiedad plana correspondiente.
El prisma exagonal (y, a fortiori, su submúltiplo el prisma triangular)
posee también esta propiedad heredada directamente del exágono.
Se puede decir que, lo mismo que el dodecaedro y el icosaedro represen-
tan la ampliación del pentágono regular en el espacio de tres dimensiones, el
poliedro de Kelvin y el prisma
exagonal son ampliaciones del
exágono regular. : > K 4d
Se ve, pues, que a medida , e :
que se pasa a un espacio de ma- 5
yor número de dimensiones, re- (2
sulta una especie de especializa- '
ción, de división del trabajo, pa- A e
ra las propiedades concentradas ,
en un solo individuo del espacio G-- La
inferior, Por otro lado, tipos que :
—en dos dimensiones— no tie- , .
nen ningún parentesco estructu-
ral o algebraico, como el cuadra-
do, el triángulo, el pentágono, .
descubren afinidades insospecha- E O —Y =
das cuando se generalizan con
los correspondientes tipos supe-
riores,
Se puede construir también el poliedro de Kelvin partiendo de ocho cu-
bos yuxtapuestos, En el centro de cada una de las seis caras del cubo así for-
mado se encuentran cuatro aristas, y los puntos obtenidos al tomar las mita-
des de estas veinticuatro aristas son los vértices del poliedro buscado (lámina
18, arriba).
Antes de dar por terminado este estudio, consagraré todavía algunas lí-
neas a otros dos poliedros arquimedianos:
N9 3, el triakontágono
30 vértices;
60 aristas iguales;
32 caras de las cuales 12 son pentágonos y 20 triángulos equiláteros,
obtenidos tomando como vértices los puntos medios de las treinta aristas del
96 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

dodecaedro o del icosae-


dro. En la lámina 18,
abajo, no doy los detalles
de esta derivación a partir
del poliedro generador,
porque complicaría mucho
la figura, sino el resulta-
do, es decir, el triakontá-
gono en una proyección
simétrica fácil de cons-
truir partiendo de un pen-
tágono y de un decágono
concéntricos y de lados
iguales,
Siendo derivado del
dodecaedro (o, a elección,
del icosaedro), este cuer-
po debe acusar la presen-
cia de la sección áurea. Se
tiene, en efecto, la rela-
R
ción F = 9 entre el radio
R de la esfera circunscri-
ta y la arista t del triakon-
tágono, que es pues, en
cierto modo, la ampliación
del decágono regular a la
tercera dimensión. Sus
treinta vértices coinciden,
por lo demás, con los vér-
tices comunes de seis de-
cágonos definidos por las
Qd----

intersecciones de seis cír-


culos máximos sobre esta
a

esfera circunscrita.
a

Y n? 4:
ela

El cuerpo arquime-
QA ----

diano de 24 vértices, 48
aristas iguales y 26 caras,
| de las que 8 son triángu-
Lámina 17
AnniBa: Cúpula bizantina sobre un cuboctaedro los equiláteros y 18 son
Abajo: Variante con cúpula sobreelevada cuadrados.
ENTIDADES GEOMÉTRICAS 97

LÁmINA 18
Anna: Poliedro de Kelvin. - Apajo: Triakontágono (proyección ortogonal)
98 EsréricA DE Las PROPORCIONES

Se deriva del cuboctaedro tomando como vértices los puntos medios de


las veinticuatro aristas de este último. También se puede obtener combinando
tres prismas regulares octogonales ortogonales dos a dos,
Es el poliedro de cristal que está flotando en el aire en el cuadro de Ja-
copo da Barbari. En general, no ofrece gran interés, si no es que, siendo muy
fácil de construir, sirvió en otro tiempo de modelo para ciertos faroles de vidrio.
Prolongando las caras o las aristas o uniendo a través del cuerpo los lados
de los poliedros arquimedianos convexos, se obtiene un cierto número de po:
liedros estrellados, semirregulares, que se pueden llamar arquimedianos estre-
llados. El más interesante es el icosadodecaedro, cuyas caras son pentágonos
estrellados y triángulos equiláteros.
También se pueden construir los poliedros recíprocos de los trece arqui-
medianos tomando los centros de figura de todas sus caras. Se obtienen así
trece poliedros que no son inscriptibles en una esfera, cada uno de los cuales
tiene por caras polígonos iguales, pero no regulares; los ángulos sólidos en los
vértices son, por el contrario, regulares pero no iguales (no superponibles). No
doy el cuadro, pues puede deducirse del de los poliedros arquimedianos me-
diante una relación de reciprocidad (27,
Tiencn nombres pintorescos: granatoedros, leucitoedros, diamantoedros, gi-
roedros; pero ofrecen poco interés, salvo los dos granatoedros:
19 El granatoedro octaédrico, más comúnmente llamado dodecaedro róm-
bico, cuyas doce caras son rombos regulares. Tiene veinticuatro lados y catcr-
ce vértices (ocho de tres aristas convergentes, y seis de cuatro aristas). Es la
figura recíproca del cuboctaedro (28).
Tiene la propiedad de poder (por repetición) llenar el espacio sin dejar
intersticios (como en el plano el rombo regular, del que es su ampliación al
espacio de tres dimensiones).
29 El granatoedro icosaédrico o triakontaedro rómbico, recíproco del tria-
kontágono. Sus caras son treinta rombos y tiene sesenta aristas y treinta y dos
vértices (veinte con tres aristas y doce de cinco aristas convergentes) (*?,,

(27) Cuando dos poliedros son recíprocos, el número de sus lados es el mismo; el
de vértices de uno es igual al de caras del otro y el de lados de una cara corresponde
al de aristas que concurren en el vértice correspondiente del otro poliedro. La figura
recíproca de un poliedro puede obtenerse también haciendo pasar por cada vértice el
plano normal al radio que une este vértice con el centro de figura.
(28) Si se construyen un cubo y un octaedro entrelazados de manera que los doce
lados de uno sean perpendiculares a los doce lados del otro en sus puntos medios, es-
tos doce pares de lados perpendiculares representan los doce pares de diagonales de
las caras de un dodecaedro rómbico.
GU Si se construye un dodecaedro y un icosaedro entrelazados de manera que
los treinta lados de uno sean perpendiculares a los treinta lados del otro en sus puntos
ENTIDADES GEOMÉTRICAS 99

Como ya hemos dicho, el nombre de Platón está asociado al grupo de


los cinco poliedros regulares propiamente dichos.
Piero della Francesca les consagró su tratado de Quinque Corporibus dedi-
cado al duque de Ulrbino en 1492; Arquímedes estudió los trece cuerpos se-
mirregulares que luego tomaron su nombre; Paccioli analizó, junto a los cuer-
pos platónicos, ciertos poliedros semirregulares, y, en particular, el cuboctae-
dro y el poliedro de Kelvin “il corpo de 14, cive 6 quadrate, 8 exagone”, y,
Durero construyó ocho de ellos por su método de desarrollo sobre el plano. Pe-
ro el autor del Renacimiento que más se dedicó a la representación de *os
cuerpos arquimedianos fue el omnisciente Daniel Barbaro, patriarca de Aqui-
lea y diplomático veneciano. En su Prattica de la Perspettiva (Venecia, 15697,
los obtuvo todos por ablación de los ángulos o de las aristas de los polie-
dros generadores ($%; los desarrolló sobre el plano por el método de Durero,
construyó los cuerpos estrellados obtenidos colocando pirámides regulares so-
bre sus diferentes caras, y reanudó también los estudios de Paolo Uccello Cha-
cia 1400), el primer pintor geómetra del Quattrocento, sobre los anillos pris-
máticos conseguidos inscribiendo polígonos regulares en toros (41 que eriza a su
vez de pirámides.
Por último, Kepler, matemático y astrónomo del emperador Rodolfo II,
protector de los alquimistas, se ocupa extensamente de los cinco cuerpos regu-
lares en su Mysterium Cosmographicum, inspirado tal vez por las pechinas es-
telares que, en la catedral de Fradschin, sirven de candelabros a la capilla de
los Caballeros de la Estrella Roja, y estudia y bautiza (1619) los poliedros es-
trellados.
El siglo xtx reanudó el estudio matemático y la clasificación de los sóli-
dos geométricos que, sirviendo de punto de partida a la teoría de las parti-
ciones homogéneas, permitieron establecer las bases de la Cristalografía. Ob-
servemos que, por un curioso efecto de boomerang, fue la consideración de
los diversos movimientos posibles del icosaedro regular lo que permitió a
Klein aplicar la teoría de grupos a la solución de la ecuación general de
quinto grado (42),

medios, estos treinta pares de lados perpendiculares representan los treinta pares de
diagonales de las caras de un triakontaedro rómbico.
(30) Existe un método rápido para obtener inmediatamente, sin intermedio de figu-
ras, las características del poliedro derivado de otro, tomando uno o dos puntos sobre
cada una de sus aristas. Este procedimiento, basado sobre una notación simbólica muy
sencilla, permite orientarse sin confusión en €sas abundantes filiaciones de poliedros
más o menos regulares, a partir de sus cinco antepasados platónicos,
(31) Figura llamada mazzochio, aludiendo al nombre de un bonete de paño de esta
forma que se usaba en aquella época.
(32) Las sustituciones de las raíces de la ecuación de quinto grado corresponden
a los sesenta movimientos posibles del icosaedro.
CarfruLo IV

PARTICIONES DEL ESPACIO, EQUILIBRIO CRISTALINO


Y PRINCIPIO DE MÍNIMA ACCIÓN

La Naturaleza no infringe jamás su propia


Ley. ¡Oh, necesidad inexorable! Obligas a todos
los efectos a ser los resultados directos de sus
causas, y, por una ley suprema e irrevocable,
cada acción natural te obedece de acuerdo com
el proceso más corto.

LEONARDO DA VINCI

PARTICIONES DEL PLANO

Recortemos trozos de cartón en forma de triángulos, cuadrados, pentágo-


nos, exágonos y octógonos regulares, y tratemos de colocarlos unos al lado de
otros sobre una hoja de papel, con objeto de cubrir su superficie sin dejar in-
tersticios, Si intentamos hacer este mosaico, este dibujo de pavimento con un
sólo tipo de figuras, lo conseguiremos con el triángulo equilátero, el cuadra-
do y el exágono, pero no con los otros dos. La teoría nos demuestra también
inmediatamente que sólo los polígonos regulares cuyo ángulo en el vértice es
un submúltiplo de 360% pueden satisfacer las condiciones impucstas, y obte-
nemos (fig. 46) los ángulos de 120”, 90% y 60% que corresponden justamen-
te al exágono, al cuadrado y al triángulo equilátero, y no hay otra solución.
La lámina 19 representa estas tres redes elementales. La red exagonal se de-
riva de la triangular suprimiendo cierto número de líneas, y, a la inversa, la
segunda puede sacarse de la primera descomponiendo cada exágono en seis
triángulos.
Si se inscribe una circunferencia en cada una de las casillas de la red
exagonal, se obtiene (lám. 20, arriba) la distribución más compacta de circun-
ferencias iguales tangentes en un plano (cada una lo es a las seis que la ro-
dean). El sistema triangular también da la misma agrupación de circunferen-
PARTICIONES DEL EspPAcio 101

cias con los vértices de los triángulos como centros y las mitades de los
lados como radios (1. "Tomando los centros de las circunferencias tangentes ins-
critas en la red exagonal, se vuelven a encontrar los vértices de la triangular,
y el mismo resultado se obtiene
con los centros y los puntos de
contacto. a) b,
Si se consideran los vértices 90% | 909
y los centros de los exágonos Co
los puntos de contacto de las cir-
902 | 902
cunferencias y los centros de és-
tas), la red triangular es también
la única perfectamente isótropa
en el plano, es decir, homogénea
desde el punto de vista de la es-
tructura lineal y angular. Esto se
debe a la propiedad del exágono
de tener su lado igual al radio del
círculo circunscrito.
Se puede obtener este sis-
tema de puntos (red triangular, red de vértices y centros de exágonos yuxta-
puestos, o red de los puntos de tangencia y centros de las circunferencias ins-
critas), dividiendo el plano en
triángulos equiláteros por medio
de tres sistemas igualmente incli-
nados de rectas paralelas equidis-
tantes (fig. 47). La figura puede
concebirse obtenida a partir de un
OVAVAVAVAVA triángulo central (el triángulo som:
breado) como núcleo o de un trián-
gulo envolvente. La red exagonal

VAVAVAVAVAVAVA
propiamente dicha se encuentra
con mucha frecuencia en la Natu-

PIXMANIA YNON raleza, como cuando las células vi.


vas —en gran número y más O
Fic. 47 menos isotrópicamente dispuestas—
se desarrollan por extensión lateral.
En el espacio, la tensión superficial hace tomar a la célula (como en los organis-
mos unicelulares) la forma esférica que, además de la igual repartición de las

(1) Si se toman los lados como radios se obtiene la red lenticular de la lámina 20.
abajo, que es un pavimento ya empleado en Nínive.
102 EsrérTicCA DE LAS PROPORCIONES

tensiones, proporciona el volumen máximo para una superficie dada (o la su-


perficie mínima para un volumen dado) y, del mismo modo en el plano, la
igualdad de tensión y la tendencia a la economía de sustancia (un máximo de
superficie para un perímetro dado) hará tomar forma circular a las figuras
que crecen por expansión, de dentro hacia fuera. Si las células están igualmen-
te distribuídas, se hallan lo bastante próximas y su fuerza de expansión es
lo suficientemente grande para llenar todos los intersticios, adoptarán un con-
torno exagonal que, entre los tres polígonos regulares que pueden servir para
la partición del plano, es el que más se acerca al círculo y da, por consiguien-
te, el máximo de superficie (o el mínimo de perímetro de cierre) compatible
con las demás condiciones del sistema. La red exagonal se encontrará, por tan-
to, en la superficie de muchos tejidos celulares vivos, en las colonias de ma-
dréporas, en el ojo de la mosca, etc.
Una presión exterior isótropa (que se produce en todas direcciones) apli-
cada en un plano a un sistema de células circulares deformables, dará el mis-
mo resultado. Si la presión exterior se ejerciera según direcciones normales a
los cuatro lados de un cuadrado envolvente, se obtendría la red de cuadrados
(lám. 19, centro); si sólo se consideraran dos direcciones de presión opuestas
entre sí (un torno con dos planos paralelos) resultará una red de rombos
más O menos aplastados, y, en particular, una red de rombos regulares (lá-
mina 20, centro). Recordemos que el rombo regular no es un polígono regular
(porque no es inscriptible en una circunferencia y sus ángulos en el vértice
no son iguales), sino que ocupa entre los polígonos
el lugar que corresponde en los sólidos al dodecaedro
rómbico: poliedro semirregular cuyas caras son doce
rombos. Esta red de rombos submúltiplos de la red
exagonal (el exágono regular puede, en efecto, des-
componerse en tres rombos como en la figura 48) y
múltiplo de la red triangular, puede disponerse en
una variante (lámina 20, centro derecha), a menu-
do empleada en los pavimentos de mosaico, y que
da la impresión de la proyección oblicua de una red
Fic. 48 de cubos escalonados,
También se puede intentar hacer pavimentos
con combinaciones de polígonos regulares de diversas especies que tengan sus
lados de la misma longitud, en cuyo caso las soluciones son muy numerosas.
He aquí las más sencillas para estos pavimentos equiláteros (particiones
regulares equiláteras del plano):
19 Cuadrados y triángulos. — La yuxtaposición de n cuadrados y 2n
triángulos da dos combinaciones (lámina 21), cada una de las cuales su-
ministra dos variantes suplementarias no regulares obtenidas reemplazando
103

'AVAVAVAVAV)
'AVAVAVAVAVA
ANYVNIN INN
NIN IN IN INN,
NAVAVAVAVAVAN
AVAVAVAVAVA
VYVV VW
104 EsrTÉTICA DE Las PROPORCIONES

NIN NIN NY,


NAVININ IN,
NANNY,
ANNAN
NANVININ
YARARY
ANNAN
NANVINNINY,

IAINININZN
IÑINININN

AÑINININN
X_A_APH

IAÑININ INN

AAA
+—

AO
OR

EA
LL

>

AO
NN,

EA
AO

>
O
>

AR_AÓSES«CXA
ARG Z_EAR A

A
y ORO

>,
>
O

NY,
>
>

Lámina 20

ARRIBA: Conjunto is Ótropo de circ unferencias tangentes


CenTro: Conjunto de rombos (derecha) y variante del mismo (izquierda)
Apajo: Red isótropa de cir cunferencia s intersec antes
IN NINA NA,
NIN OS
WAVAVA VA
N/ LAN Ny
PARTICIONES DEL Espacio 107

cada pareja de triángu-


los por rombos o las
parejas cuadrado - trián-
gulo por la figura de
cinco lados que resulta
de la supresión del lado
común. La combinación
representada por la lá-
mina 21, abajo, fue ya
dada por Durero como
desarrollo plano del cu-
boctaedro.
2% Exágonos y tri.
ángulos. Dos varian-
tes representadas en la
lámina 22, arriba y aba-
jo. La de arriba se ob-
tiene del pavimento exa-
gonal tomando como
vértices los puntos me-
dios de los lados,
39 Dodecágonos y
triángulos, (lámina 22,
derecha). *
42 Octógonos y
cuadrados (lámina 23,
arriba) Pueden derivar-
se del pavimento cua-
drado tomando dos pun-
tos en cada lado.
59 Exágonos, cua-
drados y triángulos (lá-
mina 23, abajo).
6% Dodecágonos,
exágonos, cuadrados (lá-
mina 24).
De las ocho agru-
LÁmixa 23
paciones equiláteras de
vértices idénticos que ArniBa: Partición equilátera regular del plano en
hemos llamado regula- octágonos y cuadrados
res, puede sacarse un Abajo: Partición en exágonos, cuadrados y triángulos
108 EsTÉTICA DE LAS ProPORCIONES

LÁmINaA 24

Partición equilátera regular del plano en dodecágonos,


exágonos y cuadrados
PARTICIONES DEL EspPAcio 109

TAQRRO)
o V

Lámina 25

Tres particiones equiláteras semirregulares del plano


110 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

gran número de otras igualmente compuestas de polígonos regulares yuxta-


puestos, pero cuyos vértices no son superponibles (presentando, por ejemplo,
dos o más características o disposiciones diferentes de sus ángulos). La lámi-
na 25 da tres ejemplos de agrupaciones de este género (2% (particiones equi-
láteras semirregulares).

11

PARTICIONES DEL ESPACIO

El cubo es el único poliedro regular por medio del cual se puede llenar
el espacio sin dejar intersticios. Ocho cubos y doce aristas (reabsorbidas en
seis direcciones) se encuentran en cada vértice de esta agrupación. La red
Cde tres dimensiones) de puntos así obtenida no es isótropa, como tampoco
lo era la red de dos dimensiones resultante de la partición del plano en cua-
drados. Se debe tener una red isótropa de puntos en el espacio partiendo de
cuatro series de planos equidistantes e igualmente inclinados, es decir, pa-
ralelos a las cuatro caras de un tetraedro; pero, en contra de lo que pudiera
creerse, esta red no corresponde en ningún caso a una partición del espacio
en tetraedros regulares, lo cual es irrealizable en el espacio euclidiano, sino
a una partición en tetraedros y octaedros (los primeros en número doble
que los segundos), o en cuboctaedros y octaedros en igual número. Esta red
está también, si se quiere, formada por los vértices y los centros de una agru-
pación de cuboctaedros, agrupación que no cubre el espacio, pero deja vacíos
rellenables por los octaedros. Es también idéntica a la obtenida al cubrir el
espacio con el sistema más compacto posible de esferas iguales tangentes en-
tre sí tomando todos sus centros, o todos estos centros y, además, todos los
puntos de contacto, lo que da una red semejante, pero cuyos puntos están
dos veces más próximos.
Puesto que lo mismo que en el plano se pueden colocar fuera de una
circunferencia otras seis iguales tangentes entre sí y a la primera cuyos cen-
tros sean los vértices de un exágone regular, se pueden colocar en el espacio,
fuera de una esfera, doce esferas iguales tangentes entre sí y a la primera (%)

(2) La teoría completa de los pavimentos equiláteros se encuentra en la obra de


E. Fourrey titulada Curiosités géométriques (Vuibert, editor, París).
(8) Si se continúa indefinidamente la construcción de circunferencias en el plano,
agregando cada vez un anillo de circunferencias tangentes, se obtienen figuras exago-
n+1
nales que contienen sucesivamente, 1, 7, 19, 37, 61, 91,... 1 + 6n =—— circun-

ferencias cuyos centros forman una red plana isótropa.


Si se hace la construcción correspondiente en el espacio con esferas tangentes, se
PARTICIONES DEL EsPAcio 111

ho”, Set
e a 05
E a
a oy

Lámina 26
Agrupaciones de trece esferas tangentes

con sus centros en los doce vértices de un cuboctaedro, Los doce puntos de
contacto entre la esfera interior y las exteriores corresponden también a los
vértices de un cuboctaedro, de arista dos veces menor que el anterior.
En el capítulo 1 he mencionado ya que la propiedad de tener su aris-
ta igual al radio de la esfera circunscrita es lo que confiere al cuboctaedro

obtienen agrupaciones de esferas que contienen sucesivamente 1, 13, 55, 147, 309,
n—]
561, 923,... 1 + =3T “10n2—54 + 6) esferas.
La capa concéntrica (o gnomon en el sentido griego de la palabra, explicado en
el capítulo v) que, agregada a la tercera agrupación de esta serie, da la cuarta, se com-
pone de 147 — 55 = 92 esferas que es justamente el número total de cuerpos sim-
ples de la tabla periódica de Mendeleief. Los centros de estas agrupaciones de esfe-
ras forman siempre en el espacio redes isótropas de simetría cuboctaédrica.
112 EsrTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

ese monopolio con res-


pecto a las redes isótro-
pas y a las agrupaciones
de esferas tangentes, lo
mismo que el exágono
debe a la propiedad co-
rrespondiente (lado igual
al radio de la circunfe-
rencia circunscrita) su
privilegio análogo en el
plano.
La lámina 26 mues-
tra el núcleo de trece
esferas tangentes Cuna
en el interior) del que
puede derivarse la red
isótropa si se continúan
agregando indefinida-
mente capas de esferas
tangentes iguales,
Las dos figuras de
la lámina 27 presentan
en perspectiva oblicua y
en proyección recta la
forma de obtener la red
que hemos mencionado
en primer lugar y que
consiste en trazar cuatro
IN series de planos
los equidistantes e igual-
parale-

SN
mente inclinados, para
pr
lo cual puede partirse
de un tetraedro regular
que servirá de envolven-
te y tomar sobre cada
arista 1 puntos equidis-
tantes que determinarán
cuatro series de plarros
LÁMINA 27
que responden a las con-
Distribución isótropa de un tetraedro (o del espacio) diciones exigidas.
por cuatro series de planos paralelos La misma red se
PARTICIONES DEL ESPACIO 113

obtiene también partiendo de una agrupación de cubos y derivando de cada


uno de éstos un cuboctaedro por medio de los puntos medios de todas las
aristas.
Lord Kelvin buscó entre todas las equiparticiones posibles del espacio
cuál es la que da para cada célula el volumen máximo para una superficie
dada (o la mínima superficie cerrada para un volumen dado) y encontró
como solución óptima la forma del octacdro truncado que llamó tetrakaide-
caedro, y al que en el capítulo anterior he llamado poliedro de Kelvin,
Este es, pues, el cuerpo que en el espacio hereda del exágono la propie-
dad de ser la célula de equipartición óptima, lo mismo que el cuboctaedro
hereda la propiedad de isotropismo. Entre las células regulares posibles, es
también la que más se acerca a la esfera. Las tres caras que en este poliedro
se encuentran en cada vértice, se cortan de dos en dos según un ángulo me-
ridiano de 120”, igual al ángulo en el vértice del exágono.
Von Fedorow observó que, además del cubo y del poliedro arquimedia-
no de Kelvin (que llama eptaparaleloedro a causa de los siete pares de pla-
nos paralelos de dos en dos que determinan sus caras), el prisma regular
exagonal (que pertenece, como los dos primeros, a la categoría de los cuer-
pos inscriptibles) y por consiguiente su submúltiplo el prisma triangular,
permiten igualmente la equipartición del espacio. Puede obtenerse también
por medio de uno de los trece poliedros semirregulares no inscriptibles, que
son los recíprocos de los trece cuerpos arquimedianos, a saber: el granatoe-
dro o dodecaedro rómbico, cuyas doce caras son rombos regulares (*,
Si se supone que los elementos de una red de esferas tangentes dispues-
tas en la forma más compacta y más estable (formando los centros la red
isótropa de trazado cuboctaédrico) %, tienen la propicdad de expansión elás-
tica indefinida, debe resultar una agrupación de poliedros de Kelvin, y tam-

(1 Adeniás de las cinco equiparticiones anotadas por von Fedorow que, produci-
das por cuerpos con pares de caras paralelas, tienen gran importancia en el estudio de
los sistemas de puntos sobre el que se basa la Cristalografía moderna, existe una equi-
partición sugerida por la agrupación de n octaedros y nm cuboctaedros cuya célula uni-
dad es el zueco irregular, pero de aris-
tas iguales formado por un semioctae- —
dro (pirámide regular de base cuadra- !
da) y por un tetraedro reunidos. (fig.
49,b). :
Este zueco asimétrico tiene seis a
vértices que corresponden a la figura
formada por la reunión de un cua- Fic. 49
drado y un triángulo, que habíamos
encontrado en las variantes irregulares de la equipartición del plano (fig. 49 a).
(5) Esta red cuboctaédrica pertenece al sistema llamado exagonal en Cristalografía.
114

s de una agrupación de poliedros de Kelvin


PARTICIONES DEL ESPACIO 115

bién si la presión se aplica, desde el exterior, en todas las direcciones a la


misma red de esferas supuestas deformables.
Si desde el exterior se hubieran aplicado a este sistema presiones nor-
males y opuestas dos a dos a las seis caras de un cubo, las esferas se dis-
pondrían según una red cúbica, como si fueran tangentes interiores a las cé-
lulas de una porción de espacio distribuida con regularidad en cubos por
tres sistemas de planos ortogonales equidistantes, y luego tomarían la forma
de cubos para llenar el espacio (0),
Se puede obtener la agrupación compacta de poliedros de Kelvin par-
tiendo de una agrupación regular de cubos distribuída en bloques de ocho
cubos. En cada uno de estos bloques los puntos medios de todas las aristas
exteriores determinan un poliedro de Kelvin. Es la aplicación en serie de la
construcción empleada en la lámina 18 Carriba> del capítulo 11. También
puede comprobarse que esta construcción equivale a la siguiente: considere-
mos en el cubo formado por los ocho cubos pequeños que se cortan en un punto,
los catorce radios que parten de este punto según las seis direcciones de las
doce aristas y las ocho de otras tantas diagonales de los cubos pequeños. Si
trazamos un plano normal en el punto medio de cada uno de los ocho radios-
diagonales, obtendremos las catorce caras de un poliedro de Kelvin, La lámina
28 representa dos proyecciones ortogonales planas de una agrupación de di-
chos poliedros. El trazado de la figura de arriba, en particular, se empleó an-
tiguamente en los pavimentos bizantinos y románicos.
Antes de terminar este bosquejo de las equiparticiones del espacio re-
cordemos que mientras en el plano la red exagonal (o triangular) y la cua-
drada no presentan ninguna afinidad estructural, en el espacio de tres di-
mensiones los sistemas exagonal y cúbico no tienen la misma irreducti-
bilidad. La agrupación de poliedros de Kelvin corresponde a la agrupación
exagonal plana, pero si en cada una de sus casillas se inscribe una esfera
tangente a las seis caras cuadradas, se encuentra de nuevo la red cúbica de
las esferas tangentes.
Como hemos hecho para el plano en el párrafo precedente, se pueden
estudiar en el espacio, además de las equiparticiones regulares, las regulares
cuyas células son poliedros regulares o semirregulares de dos o más tipos di-
ferentes, pero de igual arista. La más interesante es la ya mencionada, que
corresponde a la red de puntos perfectamente isótropa (y al conjunto isótropo

(6) Si se suprimen dos de estas presiones opuestas entre sí, los cubos se deforman
en paralelevipedos oblicuos y pueden dar, en ciertas condiciones, la red de dodecaedros
rómbicos. Esta puede obtenerse también partiendo de la red isótropa (exagonal cuboc-
taédrica) de esferas tangentes y aplicándole presiones convergentes en las direcciones
de los doce radios que unen el centro de una esfera con los de las esferas circundantes
(seis tormillos compuestos cada uno de un par de planos paralelos).
116 EsTÉTICA DE Las PROPORCIONES

de las esferas tangentes) y en la cual el espacio está distribuido, sin intersti-


cios, en cuboctaedros y octaedros (en número igual) o en tetraedros y en oc-
taedros (dos tetraedros por cada octaedro). Los vértices de los poliedros en
estas dos particiones (“? forman la misma red puntual por el hecho de que a
causa de la propiedad de tener sus aristas iguales al radio de la esfera cir-
cunscrita, todo cuboctaedro puede descomponerse en seis semioctaedros y
ocho tetraedros que convergen en su centro de figura.
El examen detallado de las equiparticiones y de las particiones homo-
géneas del espacio conduce a la teoría completa de las redes de puntos que,
en los últimos cien años, ha permitido construir la Cristalografía, encruci-
jada de la Ciencia en donde se encuentran la Geometría, la Química mole-
cular y la teoria general de la simetría.

MI
EQUILIBRIO CRISTALINO Y PRINCIPIO DE MÍNIMA ACCIÓN

El estudio, por una parte, de los poliedros regulares y semirregulares, y


el de las equiparticiones del espacio, de las agrupaciones de esferas tangen-
tes y de las redes de puntos, por otra, constituyen, pues, la armadura de la
teoría de los sistemas de simetría sobre la cual se basan la Cristalografía y
una buena parte de la Química molecular.
Hay siete grupos fundamentales de simetría, cada uno de los cuales co-
rresponde al tipo de simetría de un poliedro Y. Los trabajos de Bravais,
Sohncke, Fedorow, Schónflicss y Barlow demuestran que a estos sicte grupos
fundamentales pertenecen doscientos treinta tipos posibles de redes (Y de
puntos que dan una partición del espacio en elementos homogéneos. Un
cristal se compone de tantas redes semejantes (y entrelazadas) de puntos
como átomos tenga por molécula, y estas redes pertenecen siempre a uno de
los doscientos treinta tipos que acabamos de citar. El examen de estos dife-
rentes tipos ha confirmado el buen fundamento de la ley ya adivinada por

(1) Tal como en la equipartición irregular en zuecos asimétricos de seis vértices,


por la reunión de un semioctaedro y de un tetraedro.
($) Cubo, prisma exagonal, roimboedro, prisma recto de base cuadrada, prisma
recto de base rómbica, prisma oblicuo de base rómbica y paralelepípedo oblicuo. Los
sistemas cristalinos respectivos se llaman: cúbico, exagonal, romboédrico, cuadrático, or-
torrómbico, clinorrómbico y triclínico. El número y la naturaleza de los ejes de simetría
son los que diferencian a cada tipo.
(0) Para ser precisos, sería necesario «decir: una fila de puntos (sobre una línea),
una red de filas (en un plano), una celosía o conjunto de redes (en el espacio); en
inglés: row, net, lattice, pero he aplicado más bien la palabra agrupación a los con-
juntos de poliedros y empleo, por consiguiente, el término red tanto para los sistemas
de puntos en el plano como para los que tienen tres dimensiones.
PARTICIONES DEL EsPAcIo 117

el abate Haiy (1743-1822), padre de la Cristalografía, y luego enunciada


como ley de los índices racionales: “Los coeficientes que expresan las rela-
ciones de las diferentes caras planas de un cristal según las direcciones de
los tres ejes principales de simetría son números enteros pequeños” (19),
Las diferentes configuraciones de la materia cristalizada son estados de
equilibrio estable, o relativamente estable, determinados por una causalidad
rigurosa, y las propias reacciones químicas de los diferentes elementos sim-
ples se pueden explicar como una tendencia de los electrones a combinarse
según disposiciones cada vez más estables. Uno de los principios más gene-
rales que gobiernan los estados de equilibrio de los sistemas físico-químicos es el
criterio de Dirichlet, tomado de la Mecánica racional: “Para que el equili-
brio de un sistema cerrado sea estable basta que su energía potencial pase
por un mínimo”.
Aplicado especialmente a los equilibrios químicos, este principio condu-
ce a la ley dinámica de la equipartición de la energía formulada por Curie:
“Un cuerpo tiende a tomar la forma que presenta una energía superficial
mínima compatible con las fuerzas de orientación”.
En muchos casos (tanto para los sistemas cristalinos como para los más
complejos de la Química orgánica), la mínima energía potencial de super-
ficie introduce como solución la que para un volumen dado corresponde a
la superficie mínima compatible con las conexiones (1),
Un principio más general que el criterio de Dirichlet es el del que
Poincaré y Planck decían que, más importante que el principio de la conser-
vación de la energía, permitía teóricamente prever, predeterminar en forma
unívoca toda la evolución de un sistema físico-químico aislado, incluso un
universo, y que no sólo no ha sido desmentido por la física einsteiniana, sino
que permanece consagrado bajo el nombre de principio de acción estacionaria,
como ley dominadora, y relación invariable por excelencia, del universo fí-
sico, Es el principio de mínima acción, cuyo enunciado clásico es el siguien-
te: “Para pasar en el intervalo de tiempo ti — to de un estado a otro, un

(10) De acuerdo con la Geometría analítica, si la ecuación de una cara plana que
pertenece a un cristal se pone bajo la forma hx + ky + lz = 1 Ccortándose los tres
planos coordenados en el centro de simetría del cristal y estando determinados por sus
ejes de simetría), los coeficientes h, k, 1, son los índices en cuestión.
(11) Recordemos «que el círculo contiene la mayor superficie para un perímetro
dado (caso límite de: entre los polígonos regulares isoperímetros, el que tiene mayor
número de lados encierra la mayor área; lo mismo, entre los polígonos isoperímetros
de igual número de lados, el regular es el que tiene el área máxima). En el espacio, es
la esfera la que contiene el mayor volumen pera una superficie dada, y la que tiene
la menor superficie para un volumen dado. También es el cuerpo que da la simetría
más general, la equipartición más perfecta de la energía superficial, y la tensión super-
ficial mínima.
118 EsTÉTICA DE Las PROPORCIONES

sistema de cuerpos debe tomar un camino tal que el valor medio de la ac-
ción (diferencia entre las energías cinética y potencial del sistema) durante
el tiempo considerado, sea lo más pequeño posible”,
Su expresión analítica más sencilla es:

0 ff" (E, — Ep) . dt = O.


0

Una función toma el valor mínimo o máximo cuando se anula su incre-


mento diferencial, lo que también se escribe así:
/ o [8CE, — Ed]. di =0,
y

De igual modo se puede decir que entre todas las transformaciones posi-
bles que satisfacen la ley de conservación de la energía se verifica E, + E, =
constante (12), Se trata, en efecto, de sistemas o de ciclos en los que no inter-
vienen trabajos de fuerzas exteriores, y la que se produce realmente es aque-
lla para la cual la integral pasa por un mínimo.
El principio de mínima acción (a menudo llamado principio de Hamil-
ton bajo la fórmula adoptada antes) aparece como último substratum de to-
das las leyes físicas en los dominios más diversos de las ciencias exactas O ex-
perimentales; pero es fácil descubrirlo bajo sus diferentes disfraces:
Ley de Carnot-Clausius (segundo principio de la Termodinámica). En
todo sistema termodinámico aislado, la energía se degrada progresivamente
pasando de las formas de alta a las de baja tensión, la última de las cuales
es el calor radiante. Es la ley de la degradación de la energía, del aumento
de la entropía (1%) o de la nivelación entrópica,
Ley de Gibbs (simple). — En un sistema aislado, el estado de equili-
brio estable corresponde a un máximo absoluto de entropía.
Variante: para que haya equilibrio de fases en un sistema químico com-
plejo, es necesario que ninguna modificación posible (virtual) sea suscepti-
ble de provocar un aumento entrópico, una degradación de energía en el
conjunto.
Principio de 'Thomson-Berthelot. — Cuando una serie de cuerpos están
en presencia, cuando son posibles múltiples reacciones químicas, se produci-

(12) E, representa la energía potencial, o latente, independiente de las velocidades,


y E, la energía cinética o actual, que es igual a Y. Emv?,.
(13) La entropía de un sistema, la parte de energía degradada en calor difuso, se re-
presenta algebraicamente por la función:
k=fZ
T
siendo dc la cantidad de calor desprendida durante un intervalo de tiempo infinitésimo,
y T la temperatura absoluta del sistema en ese momento.
PARTICIONES DEL EsPACIO 119

rá generalmente la que corresponde a la mayor caída de grado energético, a


la mayor emisión de calor (exotermia, que no es una producción de traba-
jo resistente, sino desgaste, despilfarro).
Ley de las fases de Gibbs (para los sistemas químicos heterogéneos), —
Representado por F el número de grados de libertad de un sistema en equi-
librio, por S el número de fases del sistema, y por C el número mínimo de
componentes (variedades moleculares posibles para todas las fases del siste-
ma), se tiene F + S = C + 2. Obsérvese la analogía con la fórmula de
Euler que liga los números de caras, vértices y lados de un poliedro convexo.
Leyes de Boltzmann. — El Universo va constantemente de los estados
menos probables a los más probables. La entropía de una configuración en
equilibrio es proporcional al logaritmo de su probabilidad (el coeficiente de
proporcionalidad es una constante universal hb —= —, siendo R la constante

de los gases relativa a una molécula-gramo, y N el número de Avogadro de


moléculas en una molécula-gramo.
La configuración de probabilidad máxima es, pues, al mismo tiempo, la
de máxima entropía (de la mayor degradación de energía).
Principio de Curie. — Para que un fenómeno pueda producirse, en un
medio, es necesario que no existan en este medio ciertos elementos de sime-
tría. (La causa del fenómeno es la disimetría. En un medio perfectamente
homogéneo e isótropo, no hay ninguna razón suficiente para que se produz-
ca un cambio).
Las formas modernas del principio de mínima acción o principio de Ha-
milton, generalizado a consecuencia de los trabajos de Einstein, Weyl y Ed-
dington, son las siguientes:
1% — El movimiento de un punto material libre del Universo está de-
terminado por la ley de acción estacionaria de la fórmula 8fds = 0, en
la que el elemento ds de una línea mundial está definido en cada punto por
observadores en caída libre, situados en el mundo euclidiano tangente en di-
cho punto al Universo real. La línea mundial de un punto material libre es,
pues, una geodésica trazada en la multiplicidad de cuatro dimensiones que
es el conjunto de todos los sucesos o universo. La geodésica que une dos
puntos, dada por el de intervalos fds para el cual 8fds = O, corresponde en el
espacio de cuatro o de 1 dimensiones a la línea recta en el plano y al arco
de círculo máximo de la esfera,
29 Forma más general. — Todas las leyes de la Mecánica se pueden re-
sumir en un principio generalizado de mínima acción o más bien de acción
estacionaria:
da =0
120 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

La acción es:
A=5G.vV—2g.dv,
siendo dv la diferencial de la coordenada ecneralizada que representa el ele-
mento de hipervolumen, de capacidad de cuatro dimensiones dx; . dxo dx. des
(la integral es en realidad una integral cuádruple); g es el determinante com-
pleto 811 - 14 49, G es el invariante de la curvatura generalizada de Gauss 0%, y
G.v—g corresponde en el espacio de cuatro dimensiones a una densidad.
En el espacio ordinario de tres dimensiones, el producto de la densidad por el
volumen es igual a la masa; en el de cuatro dimensiones la densidad multi-
plicada por un volumen de cuatro dimensiones da la acción. Como y=g. dv
es un invariante, la acción es proporcional a G, curvatura del Universo fí-
sico,
Las ecueciones de Einstein para la gravitación [G,» = 0, en notación
tensorial (19) resultan como consecuencia inmediata de 84 = 0, lo que per-
mite prescindir de toda otra hipótesis y de toda la casuística relativista,
32 Existe una tercera forma más general del principio de minima ac-
ción de la que al parecer se pueden deducir no sólo las ecuaciones de la gra-
vitación, sino también todas las leyes electromagnéticas y termodinámicas.
El factor G, en la expresión anterior se amplía en (G, + Gs + 63),
siendo Gs, el invariante de la curvatura gaussiana y Gs y Gg los paráme-
tros invariantes análogos relativos a los campos electromagnéticos y entrópi-

(12) Estas g o potenciales son los términos del intervalo ds (distancia generalizada)
entre dos puntos próximos en un espacio de cuatro dimensiones cuando está expresado
bajo la siguiente forma cuadrática:

dv = Bi - de? + Bu + dx? + Bga dx? + gua + dx?


+ 281 + dxy - dio + 2813 «(xy . dxy + 28,1 dxy dx,
+ Z8uoz « dxo . dxy 4 283, « dxy . day + 2834 « dXg . dx,
059. G=-— 2 (KK) + KiKio+4XKiK, + KK, + KK, + KK.
siendo K,, Ko, Kg, Ky, los radios principales de curvatura del espacio de cuatro di-
mensiones (incluído en un espacio de cinco). Es cl invariante principal de la forma
cuadrática g,,. dx, . dx,. En la notación tensorial de la teoría de Einstein es también
igual a gu". G,,.
(16) Un tensor representa una relación física independiente de la clección de ejes
coordenados. Einstein ha demostrado que se pueden representar las leyes naturales
de tal forma que sean independientes de todo sistema de ejes de referencia, bajo la
forma de ecuaciones tensoriales. Encontró completamente hecho el Cálculo diferen-
cial absoluto, tratamiento analítico de la teoría de la invariación. También se puede
elaborar lógicamente el concepto de: tensor aplicando la teoría de grupos a la noción
de simerría abstracta desarrollada por Curie (Ver Rougier: En marge de Carnot, de
Curie et de Einstein).
PARTICIONES DEL Espacio 121

cos ('M (termodinámica). La ley más general, el invariante funcional del


Universo físico se escribirá:
8S(G,+6G,+6G;. V—g . dv = 0 (8)
Perdone el lector la extensión que he dado al presente capítulo que, pa-
ra terminar el estudio morfológico de los sólidos regulares, habría podido li-
mitarse a indicar las relaciones entre la teoría de las equiparticiones del es-
pacio, la Cristalografía, el principio de la equipartición de la energía y la
tendencia a la energía superficial mínima. No obstante, estas detalladas con-
sideraciones permitirán captar mejor las ideas directrices del capítulo siguien-
te, en el cual entraremos por este áspero camino naturalmente en el dominio
de la Geometría estética propiamente dicha.
Y para demostrar que la estética y el amor a las ciencias naturales no
son incompatibles, recordaré que fue Leonardo da Vinci el primero en pre-
sentir el principio de mínima acción como ley cósmica, y lo unió al prin-
cipio de causalidad en la frase de sus cuadernos íntimos que sirve de epí-
grafe a este capítulo,

(17) Se podrían naturalmente agregar otros componentes G,, etc., si hubiera nece-
sidad de introducir nuevos campos; pera estos 3G's parecen bastar en el estado actual
de la Física.
(18) “La enormc importancia de este principio (de mínima acción) se deriva del
hecho de que se puedan sacar de él las leyes fundamentales de la Física. Contiene
además, toda la teoría de la relatividad de Einstein, cuyo mérito atribuirán a Hamil-
ton las generaciones futuras” (R. Francé, Die Gesetze der Welt).
Véase también en J. Becquerel, Le principe de relativité (Gauthier-Villars, 1923),
el cap. xv1 sobre el principio de acción estacionaria.
Digamos a propósito de este concepto de acción en el principio generalizado de
mínima acción, que el quantum de la teoría de los quanta se puede considerar como
una unidad, un quantum de acción. El quantum es numéricamente una fracción me-
nor que 1 que puede identificarse también con la probabilidad de algo o una función
de una probabilidad.
- Ciertos físicos de la escuela estadística de Planck y Boltzmann, han supuesto que
la acción era “menos el logaritmo de la probabilidad estatística del estado del mundo
en la fase considerada”.
CaríruLOo V

DEL CRECIMIENTO ARMONIOSO

...Sensa il suo suffragio, non se possa mai


formare el pentagono, et sensa el pentagono,
non e possibile formare ne immaginare el cor-
po nobilissimo supra tutti gli altri regulati dit-
to el duedecedron... la cui forma el divin Pla-
tone atribué a la s. essentia cive al cielo.
Fra Luca PaccioLr bi BorGo
“De Divina Proportione”

Todo sistema físico-químico aislado (y en el cual no se encuentran or-


ganismos vivos) tiende hacia una posición de equilibrio estable según una
evolución regida por el principio de mínima acción (principio de acción es-
tacionaria de la teoría de la relatividad), cuya forma estatística es, como
hemos visto en el capítulo precedente: “Un sistema (por ejemplo un uni-
verso) evoluciona constantemente de los estados menos probables a los más
probables, siendo la configuración de probabilidad máxima al mismo tiempo
la de entropía máxima, la de mayor degradación de energía”. Cuando el es-
tado de equilibrio final da lugar a configuraciones relativamente estables e in-
cluso rígidas, como en los cristales, pueden resultar formas o agrupaciones
aproximadamente geométricas cuyos detalles están igualmente determinados
por incidencias especiales del principio general antes recordado: ley de equi-
partición de la energía, ley de la energía potencial de superficie mínima 0),
ley de repartición homogénea o simétrica de los elementos moleculares y
atómicos.
Ahora bien, entre las doscientas treinta agrupaciones posibles estableci-
das combinando estas leyes con la teoría de las particiones homogéneas del
espacio, se encuentran las redes cúbicas y exagonales y todas sus mutuas
combinaciones, pero nunca el pentágono ni el sistema pentagonal; del mismo
(1) Un cuerpo tiende a tomar la forma que presenta una energía superficial mí-
nima compatible con las fuerzas de orientación (Curie). Este mínimo de la energía
potencial de superficie introduce como solución (para un volumen dado) la que da la
superficie mínima compatible con las conexiones.
DeL CRECIMIENTO ARMONIOSO 123

modo, en las formaciones cristalinas o geométricas que ofrece realmente el


reino inorgánico, se encuentra el tetraedro, el cubo (y su recíproco el octae-
dro) y todos sus derivados arquimedianos u otros, de simetría ortogonal u
oblicua, pero nunca los dos cuerpos platónicos de armadura pentagonal,
es decir, el dodecaedro y su recíproco el icosaedro, ni ninguno de sus deri-
vados.
El estudio general de las redes isotrópicas (véase el capítulo rv) podía
ya hacer prever una preferencia de los sistemas en equilibrio por las redes
cúbicas o exagonales, o una combinación de estos dos tipos (tipo cuboctaedro,
poliedro de Kelvin, dodecaedro rómbico, etc.). La ley de los índices raciona-
les (que no sólo es una observación empírica, sino que puede deducirse teó-
ricamente del estudio general de los grupos de simetría y de la ley de parti-
ciones homogéneas del espacio) prueba que la comprobación del hecho pre-
cedente tiene una razón lógica que excluve rigurosamente que el pentágono,
el dodecaedro y el icosaedro, puedan aparecer en una forma cristalina inor-
gánica,
El examen microscópico de los cristales de nieve da una de las ma-
nifestaciones más características de la simetría exagonal %. En la lámina 29
reproduzco algunos tipos diferentes de dichos cristales (%),
Pero el pentágono y su derivado superior, el dodecaedro caro a Platón,
toman inesperado desquite cuando se pasa al examen de los sistemas vivos
o que contienen vida. Basta hojear un atlas de Botánica o un libro de Zoo-
logía para observar que en ellos, al contrario, las formas pentámeras (de
simetría pentagonal) aparecen a menudo e incluso con más frecuencia que
las derivadas de los sistemas cúbico y exagonal.
Esta observación ha sido hecha recientemente por algunos sabios que,
conociendo a fondo la Cristalografía, han aplicado la teoría de la simetría
al estudio morfológico de los seres vivos. Me refiero a F. M. Jaeger 4: “Tan-
to en el caso de los animales como de las plantas, parece existir cierta pre-
ferencia por la simetría pentagonal, una simetría claramente relacionada con
la importante proporción de la sección áwrea y desconocida en el mundo de
la materia inerte... En efecto, desde el punto de vista del papel desempeña-
do por el principio de simetría es difícil negar que haya una línea fronte-
riza de demarcación entre las formas del reino inorgánico y las formas vivas;
en éstas, la evolución gradual de las formas a partir de una simetría perfec-

(2) Véase Kepler, De Nive Sexangula.


(3) Los trazados de pavimentos obtenidos en el capítulo rv por medio de las par-
ticiones homogéneas del plano son también todas de tipo cristalino, con simetría cúbica
o exagonal.
(1) Lectures on the Principle of Symmetry, págs. 195 y 196. La casa Gauthier-
Villars publicó una traducción francesa de esta obra en 1925.
124 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

ta (esférica) hacia una simetría inferior, y la preferencia característica por


la razón inconmensurable de la sección áurea; en aquellas, la tendencia ha-
cia una simetría más perfecta, como condición de una mayor estabilidad me-
cánica, y la exclusión de toda relación irracional en los períodos de los ejes
de simetría”.
Jaeger muestra que en los radiolarios de Haeckel se encuentran los cin-
co poliedros regulares, mientras que en las formas cristalinas minerales ja-
más aparece el dodecaedro regular ni el icosaedro.
“Estas dos formas no se encuentran nunca en Cristalografía... en la que
se ha probado que no pueden producirse, porque sus índices (coeficientes
que expresan las relaciones de las caras plamas con los tres ejes principales
de simetría) son irracionales. Ahora bien, una de las leyes cristalográficas
fundamentales, deducida de la teoría matemática de las particiones del espa-
cio, es que los índices de cualquiera de las caras de un cristal son números
enteros pequeños... El dodecaedro pentagonal del radiolario (%) es perfecta-
mente regular, y debemos presumir que no es el resultado de los mismos
principios de partición del espacio que los establecidos en Cristalografía”.
En efecto, en el mundo vivo, el principio de mínima acción y sus va-
riantes proteiformes (Hamilton, Curie, Gibbs, Boltzmann, Mie) no ejercen
ya una dictadura absoluta como entre los sistemas inorgánicos. El equilibrio
estático que converge hacia las hermosas redes cristalinas es el menor de los cui-
dados del organismo vivo. Hay otros dos desiderata con los cuales los prin-
cipios de simetría y de equilibrio deben ponerse de acuerdo más tarde: cl ere-
cimiento y la reproducción reguladas por una ley de economía, no ya de la
acción o de la energía, sino de la sustancia. Mientras que en un sistema pura-
mente físico-químico, aunque fuera tan grande como el universo estelar, el
sistema de Hamilton-Mie (% permite prever teóricamente el desarrollo del de-
venir, un sistema aislado en el que se encuentra un poco de materia viva,

(5) El radiolario en cuestión pertenece al grupo de los circopóridos: es el circo-


rhegma dodecaedra. Esta forma se encuentra también en otros radiolarios de veinte
ejes y en el polen de muchas plantas (Fumaria spicata, Buchholzia maritima, etc.),
El grupo de los circopóridos reproduce también el icosaedro regular (circogonia ico-
saedra, forma que se vuelve a encontrar en muchos radiolarios de doce ejes) y el oc-
taedro (Circoporus octaedrus). Citemos, también para completar los cinco cuerpos pla-
tónicos, los radiolarios tetraplekta y Lithocubus, de forma tetraédrica y cúbica, respec-
tivamente.
No poseo, por desgracia, una fotografía del Circorhegma dodecaedra, que hubiese
dedicado a los manes de Paccioli.
Citemos, entre otros organismos marinos de tendencias geometrizantes los Hexac-
tinelle (o esponjas de vidrio) formadas por redes de silicato transparente de seis ejes
rectangulares que producen la forma cristalina del cubo o del octaedro, y la familia de
las cubomeduse o medusas cúbicas.
(6) Véase el capítulo precedente.
DeL CRECIMIENTO ÁRMONIOSO 125

animal o vegetal, así sea la pareja de conejos de Leonardo da Pisa o la amiba


microscópica o autofecundante (paramecium) de la que un biólogo norteame-
ricano cultivó en trece años más de 8.000 generaciones (M, no parece obedecer
ya a la economía de trabajo e ignora a menudo las líneas geodésicas de acción
estacionaria galantemente ofrecidos por los pulpos de referencia de servicio. Y
ésto no en forma arbitraria, sino a fin de permitir a la vida, una vez encar-
nada, construir su receptáculo morfológico, adaptarse y perpetuarse. Si no
hay economía de trabajo resistente (% hay, en cambio, sobre todo en las espe-
cies que han llegado a un grado avanzado de evolución, una notable econo-
mía de materia, de sustancia, que no se manifestaba en los sistemas inor-
gánicos €,
Esta economía de sustancia, realizada con un éxito extraordinario espe-
cialmente en las plantas, los pájaros y los animales de rápido andar, deriva no de
principio alguno de Mecánica general, sino de una necesidad telcológica, Ja
lucha contra la gravedad terrestre, para permitir a las plantas llegar a la luz,
a los pájaros volar, a los animales correr o saltar. La arquitectura gótica ha
tratado en forma análoga el problema del empuje vertical: lucha contra la
acción de la gravedad; de igual modo, ha realizado una notable economía
de materia con respecto a las alturas alcanzadas.
C. Culmann, el fundador de la Estática gráfica, ya había observado que
los huesos del hombre y de los animales aparecen como un sistema que tiene
la máxima resistencia con el mínimo de sustancia. La disposición de las cé-
lulas en las partes esponjosas de los huesos que deben sostener grandes es-

(7) Estas 8.000 generaciones de protozoarios nacidas de un sólo individuo forma-


rían juntas un volumen más grande que el globo terráqueo. La experiencia tenía por
objeto comprobar si el poder de reproducción sin que intervenga la fecundación sexual
se agotaba o no al cabo de cierto número de generaciones. No conozco el resultado
final de la experiencia, pero en la época del último comunicado que tuve a la vista
(8.460 generaciones) no se había manifestado ninguna degradación de vitalidad.
(5) El principio de mínima acción implica una economía, una pereza, un menor
esfuerzo, en lo que concierne al trabajo llamado resistencia en Mecánica, es decir, al
trabajo que acumula energía como el que consiste en estirar un resorte, o levantar un
volumen de agua. El menor esfuerzo armoniza, por el contrario, con el mayor gasto
posible de trabajo acumulado con anterioridad, cuyo desgaste no exige ningún esfuer-
zo: la energía obtenida al soltar un resorte estirado, al dejar caer un peso, al encender
un combustible (degradación de la energía).
Helmholtz fue el primero que observó esta línea de demarcación matemática entre
los fenómenos físico-químicos y el fenómeno vital.
(%) “Hay una fuerza (que observamos en todas las especies vivas actuales, y que
no estaba tan marcada en las especies desaparecidas) que tiende a la economía de la
sustancia ósea, con la distribución de materia constituyente que realiza el máximo de
potencia en todas las direcciones requeridas” (D'Arcy Thompson: Growth and Form.
Cambridge University Press).
126 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

fuerzos, presentará, por ejemplo, los diagramas que la Estática gráfica prevé
precisamente como curvas de máxima resistencia a la tracción y a la flexión.
El examen microscópico de los tallos de las plantas demuestra que en ellos
el problema de la máxima resistencia con el mínimo de materia tiene solu-
ciones que harían honor a un ingeniero 00,
El hecho de que el principio de mínima acción no se aplique rigurosa-
mente a un sistema aislado que contiene materia viva, no significa que no
se cumplan en él las leyes físico-químicas, sino que dicho sistema no se com-
porta ya como un sistema aislado. La vida actúa (o puede actuar) como
una fuerza exterior cuando está localizada en él, en el sentido de que una
fuerza que procede de la tercera dimensión fuera exterior respecto de un
mundo plano (11 para los observadores infinitamente aplastados de Poincaré.

(10) El biólogo alemán Trancé estableció la Biotécnica, ciencia que consiste en co-
piar o aplicar a la técnica humana los inventos, los esquemas mecánicos dados por los
animales y las plantas. Entre otros, citaré una sembradora construída durante la guerra
en la cual la dispersión homogénea de los granos se obtuvo por medio de un disposi-
tivo copiado de la cápsula de la adormidera. Véase también en la Science Moderne,
enero de 1926, el artículo del profesor M-L. Cuénot, de la Facultad de Ciencias de
Nancy, sobre las Couptaciones (por ejemplo, el órgano de salto en los elatéridos).
(11) En este mismo orden de ideas ciertos geómetras familiarizados con el espacio
tetradimensional creen que la vida actúa en la cuarta dimensión, Según las teorías re-
lativistas el tiempo es la cuarta dimensión y la vida podría concebirse como actuando
en la quinta dimensión.
He aquí un ejemplo concreto de acción exterior: Un péndulo que oscila y una
probeta en que se realiza una reacción química se colocan sobre uma mesa. Puedo con-
siderar la mesa, la probeta y el péndulo (sería preciso decir péndulo-globo terrestre,
para introdutir correctamente la función potencial del péndulo) como un sistema
aproximadamente aislado, El principio de Hamilton, aplicado en forma adecuada, per-
mite prever lo que sucederá mientras no intervenga una fucrza exterior. Si en la mis-
ma cámara, un observador da un golpe al péndulo o vierte ácido sulfúrico en la pro-
beta o si una ráfaga de viento revuelve la habitación, el sistema mesa-probeta-péndulo
derogará las ecuaciones hamiltonianas precedentemente establecidas, ya que la inter-
vención de estas fuerzas no había sido prevista y no podía serlo por ellas porque —de
acuerdo con las reglas del juego” sólo habíamos introducido datos resultantes de energías
potenciales, cinéticas, químicas, etc., del sistema mesa-probeta-péndulo. Ahora bien, po-
dría producirse una discordancia análoga si se agregara al sistema una redoma con pe-
ces rojos o, más sencillamente, si la probeta contuviera un cultivo microbiano; pero
hay una diferencia, y es que en la acción directa del personaje que golpea el péndulo,
o vierte el ácido sulfúrico, las fuerzas que intervienen, aunque exteriores al sistema
arbitrariamente escogido, se mueven en el mismo espacio y pueden aumentar directa-
mente o absorber las energías tanto potenciales como cinéticas de este sistema. Puede
haber adición o sustracción, no sólo de energía, sino también de sustancia. Al contrario,
la acción de la vida se manifiesta verdaderamente como si proviniese de una direc-
ción perpendicular perteneciente al espacio de cuatro o cinco dimensiones: no agrega
ni reduce nada a la masa o a la energía total, pero puede retardar o detener los
desgastes de energía potencial (véase la nota siguiente) actuando en oposición al prin-
DeL CRECIMIENTO ARMONIOSO 127

Desde este punto de vista, puramente determinista, no es riguroso el


principio de Hamilton ni permite prever el devenir. Sería preciso comple-
tarlo en cada caso con términos y coeficientes empíricos o estadísticos en los
que intervendrían ciertas probabilidades.
El sabio moderno ya no tiene derecho a burlarse de las palabras empí-
ricas; las bellas ecuaciones diferenciales de antes se han convertido en apro-
ximaciones; el determinismo clásico, cuya austera actuación habían estable-
cido Laplace y Lagrange, ha sido reemplazado por un determinismo esta-
dístico, y la física molecular de hoy no se distingue ya rigurosamente de
las disciplinas a las que hace treinta años se negaba el título de ciencias
exactas: Economía política, Biometría, estadísticas de mortalidad o de acci-
dentes. El cálculo de probabilidades ha sustituído la causalidad directa al
introducir la ley de los grandes números cuando las causas múltiples están
en escala microscópica con respecto al sistema considerado.
Contrariamente a lo que se podría creer, la Química vegetal está más
a menudo en contradicción con la segunda ley de la energética que la Biolo-
gía animal; el efecto sobre la atmósfera del metabolismo vegetal es, contra-
riamente al del metabolismo animal, absorber el ácido carbónico y emitir
oxígeno, y la fotosíntesis continua del almidón por las plantas constituye una
reacción endotérmica más improbable aún, que el químico no podría repro-
ducir sino a una temperatura muy alta con aducción de energía (12 y

cipio de Hamilton bajo su forma de degradación de la energía. La acción exterior de


la vida terrestre no se manifestará en las ecuaciones de orden interplanetario o inter-
estelar en las cuales figuran, en general, trayectorias de centros de gravedad, porque
los esfuerzos mecánicos sin puntos de apoyo exterior no pueden, aunque estén coor-
dinados y dirigidos conscientemente, influir sobre la trayectoria del centro de gravedad
de un sistema (lo que demuestra la Mecánica racional por el postulado de la igualdad
de la acción y la reacción; ejemplo concreto: un hombre que camine hacia la proa
de una barca atracada en aguas muertas, no podrá desembarcar, porque la barca 're-
trocederá automáticamente a fin de mantener invariable la posición del centro de
gravedad del sistema barca-hombre). La acción de la vida o de fuerzas conscientemen-
te dirigidas al interior de un sistema en movimiento puede, sin embargo, desempeñar el
papel del demonio de Maxwell y actuar de manera directa, en ningún caso sobre la
trayectoria del centro de gravedad, simo sobre el momento de inercia de un sistema
en rotación, modificando a voluntad la velocidad angular de éste. Puesto que el pro-
ducto Mw? es constante, un aumento de M exige, en efecto, una disminución de w y
a la inversa. (Esto no fue comprendido hasta fines del siglo xrx y permitió explicar la
paradoja del gato que cae).
(12) La absorción de la energía degradada de la radiación solar por la clorofilia de
las hojas verdes da lugar a la siguiente reacción improbable:
6C0z + H20 = CyH 205 +60)
(ácido carbónico + agua = dextrosa + oxígeno); la dextrosa se transforma en se-
guida en almidón (C¿ Hypo Os).
“La manera de ser del organismo vivo implica la inversión de la segunda ley de
128 ESTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

que, con sustancias energéticamente degradadas como el agua, el ácido carbé-


nico, y una energía de muy baja tensión, fabrica enormes cantidades de sus-
tancias de muy alto potencial químico y calorífico.
El principio de mínima acción da, pues, una especie de tela, una al-
fombra, a las geodésicas hamiltonianas que la vida hace a veces ondular. En
estas ondulaciones, el principio llega a ser el menor esfuerzo compatible con
el fin, con las directivas que la vida parece proponerse. Hay todavía mínimos
y máximos deseables, pero no son los mismos.
W. Bancroft (Revue Scientifique, 28 de septiembre de 1912) da,
por ejemplo, la transposición biológica siguiente de la tendencia al equili-
brio estable de los sistemas inorgánicos: “Los cambios que afectan a un sis-
tema Chiológico) son tales que tienden a reducir al mínimo la perturbación
de origen exterior “4,
Estas tendencias de orientaciones teleológicas (como la antes citada,
la economía de sustancia) pueden conducir a veces a las mismas solucio-
nes que los sistemas inorgánicos. En los tejidos de células esféricas, la econo-
mía máxima de sustancia podrá dar las mismas equiparticiones que las leyes
de tensión superficial mínima y de superficie mínima. Se encuentran redes
exagonales planas o curvas en muchos tejidos o agrupaciones vivas (1%),
Además de sus condiciones especiales de equilibrio de tipo pragmático y
de su tendencia a la economía, y en ningún caso del trabajo, sino de la
materia misma, los organismos vivos presentan también un fenómeno carac-
teristico, al menos como modalidad: el del crecimiento. Los cristales inorgá-

la Termodinámica... En los fenómenos orgánicos, las diferencias de energía no tien-


den por sí mismas a la nivelación... En las manifestaciones de la vida, consideradas
como un todo, lo que observamos es una tendencia a la perpetuación de las fuentes
de energía. En los fenómenos puramente inorgánicos, la encrgía tiende a ser degrada-
da, pero las reacciones orgánicas se oponen a esta tendencia... En los procesos vivos
el aumento de la entropía es retardado”. (J. Juhnstone, The Mechanism of Life, Lon-
dres, 1921).
Véase también H. Guilleminot, La Matiére et la Vie, Flarmmarion, editor, París.
Estas inversiones y suspensiones improbables de la segunda ley de la Termodinámica se
producen continuamente en la materia viva y Boltzmann ha demostrado que para que
fallase esta ley en un decilitro de gas, sería preciso esperar un número de siglos igual a
la unidad seguida de 10.000 millones de ceros.
(13) Ejemplo: la autorregulación de la temperatura en los animales de sangre caliente.
(14) Las colonias de corales, por ejemplo, en las que se puede observar, además,
una evolución geométrica curiosa: los corales prehistóricos de sección cuadrada (tetra-
coralla) están completamente extinguidos y han sido reemplazados por los corales oc-
togonales (octacoralla), luego por los corales de sección exagonal (exacoralla). Por el
contrario los equinodermos o estrellas de mar, que ignoran la compresión de los fa-
lansterios coloniales, han evolucionado hacia formas cada vez más rigurosamente pen-
támeras. La misma observación cabe hacer para los ursinos y los crinoides.
DeL CRECIMIENTO ARMONIOSO 129

nicos aumentan por aglutinación Cadición de elementos idénticos); el orga-


nismo vivo crece por una especie de expansión de dentro hacia fuera a la
cual se ha dado el nombre de intususcepción (5),
También existe la diferencia radical siguiente: en la materia inorgáni-
ca, los elementos moleculares, una vez en equilibrio Crígido u oscilante) per-
manecen prácticamente idénticos mientras dura el proceso de agrupación,
en tanto que los elementos constitutivos del tejido vivo se renuevan continua-
mente por combustión y eliminación, como la personalidad de los filósofos
tacístas (9, El organismo vivo, aparte de ciertas formas primitivas todavía

(15) La única obra que conozco que haya estudiado las leyes del crecimiento desde
el punto de vista matemático es el tratado titulado Growth and Form (Crecimiento
y Forma) de D'Arcy Thompson, publicado por la Universidad de Cambridge. He aquí
algunos extractos:
“Los cuerpos inorgánicos (cristales) crecen por aglutinación: un cristal crece por
la adición de nuevas moléculas que, una a una y capa a capa, se yuxtaponen progre-
sivamente al sustrato sólido ya formado, Cada partícula parece estar influenciada sola-
mente por las partículas próximas; cada una de las cuales, al agregarse, toma su posi-
ción en el conjunto de sus vecinas inmediatas, generalmente en los huecos y rincones
disponibles, y de manera que entre en contacto con el mayor númcro posible de par-
tículas limítrofes. Cada partícula se fijará en el lugar que pueda alcanzar más cómoda-
mente; si no hay hueco disponible tomará la posición de energía potencial minima con
respecto a sus vecinas ya reunidas, quedando entonces la energía del sistema distribuida
en forma que no quede ninguna fuerza resultante que pueda causar un desplazamien-
to, lo que conduce a la formación de caras planas, porque en una disposición crista-
lina homogénea, las leyes de la simetría exigen que el lugar geométrico de una propie-
dad sea un plano o un grupo de planos, siendo el lugar geométrico en este caso parti-
cular el de la energía superficial mínima. El conjunto de pilas de balas o de granos es-
féricos, que nos permite imitar o repetir las disposiciones cristalinas, nos demuestra en
forma visible que el resultado es siempre la producción, como en el cristal natural,
de superficies planas y de ángulos netos simétricamente dispuestos, Los cuerpos orgá-
nicos, por el contrario, crecen por intususcepción o imbibición, como un trozo de ge-
latina puede aumentar en el agua por la penetración en el líquido de toda su sustan-
cia, inflándose la masa gelatinosa del mismo modo que un globo que se llena de aire.
De aquí resultan a menudo formas esféricas similares a las burbujas de aire, dándose
la energía total de superficie mínima con una superficie esférica”. Observemos una
vez más la importancia de la ley de la energía de superficie mínima, aún en Jas con-
figuraciones inestables y complejas de la materia viva.
Citemos también a FI. Guilleminot (op. cit.): “La unidad cristalina formada no es
más que una colectividad de pequeñas unidades, todas semejantes y llevando en sí mismas
los elementos de simetría del conjunto, es decir, los factores orientadores de la forma ge-
neral, Por el contrario, las unidades vivas tienen formas que no sen únicamente la re-
sultante de las propiedades morfogénicas de los elementos constitutivos y que tampo-
co se justifican totalmente por las relaciones de la individualidad con su medio. Estas
formas parecen proceder de una directiva interior y propicia al agregado, para la me-
jor realización de una función”.
(16) Véase en H. Guilleminot Cop. cit.) la comparación de los organismos vivos
con los sistemas estacionarios en equilibrio morfológico como el chorro de agua o la llama.
130 EsTÉTICA DE Las PROPORCIONES

próximas a una simetría esférica, tiene, además, la particularidad de ofrecer,


en general, un sólo plano de simetría Cen la dirección de su movimiento) y de
ser notablemente asimétrica con respecto al plano perpendicular en el punto
medio de su sección por el anterior, y el ser vivo crece conservando las líneas
generales de su forma. Como dice D'Arcy "Thompson “”;
“La concha (8) retiene su forma inmutable, a pesar de su crecimiento
asimétrico y, lo mismo que los cuernos de los animales, crece sólo por una
extremidad. Esta notable propiedad de aumentar por crecimiento” terminal
sin modificación de la forma de la figura total, es característica de la espiral
logarítmica y no la tiene ninguna otra curva matemática”.
D'Arcy Thompson recuerda en seguida el concepto geométrico del gno-
mon, debido a Aristóteles: Un gnomon es toda figura cuya yuxtaposición a

7
una figura dada produce una fi-
Y | gura resultante semejante a la fi-
gura inicial. Por ejemplo, las por-
a b ciones sombreadas de la figura
) ) Y Y 50 son los gnomones del triángu-
Exc. 50 lo equilátero y del cuadrado “9,

(17) Op. cit.


(18) Esqueleto exterior del molusco que la segrega.
(19) Los griegos trasladaron también este concepto a los números. Á la red triangu-
lar 4) corresponde la serie de igualdades:
0 + 1 = 1
1 + 2 = 3 e... .. .o.s.e0.
3 + 3 = 6 e. ..o.o.o..
6 + 4 —_ 10 a) .... o o

10 + 5 = 15 ct... se.

15 + 6 = 21 . . .
21 + 7 = 28 . e

(ml) n (n+4D
n n=
2 2
La serie de los gnomones (1, 2, 3,..., n) es la de los números enteros; y la su-
(n+1)
cesión 1, 3, 6, 10, 15,..., 21 » son los números triangulares.

A la red cuadrada hb) corresponden las igualdades siguientes:


0 + 1 = 12 ea. ... . . . 09

12 + 3 = 22 b . . . 0 0. ...

22 +- 5 = 32 Y) e... ...0580.08
32 + 7 = 42 ... . o . 0
2 + 9 = 52 . 0... o. .0
z + 11 = 62 ..n.no.no.2..o.oo.[|. m0.
6? + 13 = 72 %e as) o<| s . . .
.o o. . .2.2x.nx2—b. .. o. ....«.-.. . ..0. 6 62. 2. e...

(a-D2 + (2n-1) = n2
DeL CrECcIMIENTO ÁRMONIOSO 131
A —Áká

Debemos a Aristóteles un teo- A


rema fundamental sobre el gnomon.
(fig. 51): En todo triángulo ABC

(e
se puede construir uno semejante y
su gnomon. Basta en efecto trazar
una recta BD que forme un ángulo

o
ABD igual a BCA para obtener un
triáng. ADB
C semejante al
ABC inicial.


BCD será, por
D consiguiente,
el gnomon de
A 8 ADB.
Fic. 51 Se puede
repetir indefi-
nidamente a partir de una figura da-
da la construcción gnomónica. He
aquí tres figuras gnomónicas inte-
resantes (fig. 52):
Figura a. — El gnomon del rec-
tángulo de módulo = vW2 es

un rectángulo idéntico (a la inversa,


un rectángulo de módulo y2 se
puede dividir en dos rectángulos
A

iguales que tengan también y/2 co-


mo módulo).
5
"

Figura h, — El gnomon del rec-

tángulo de módulo = +=
_ DF
vV3+1
—7— es un cuadrado perfecto. En
el capítulo siguiente, veremos la importancia que tiene esta propiedad.

La serie de los gnomones es en este caso la de los números impares y los núme-
ros 1, 22, 32,..., m2 (que corresponden a la vez a las redes de puntos y a las super
ficies de las figuras crecientes) son los números cuadrados. La teoría del crecimiento
gnomónico es un aspecto geométrico de la teoría moderna de las diferencias finitas.
Los conteptos de números poligonales (de los cuales son casos particulares los núme-
Ios triangulares y cuadrados) y poliédricos y el método de los gmomoncs habían per-
mitido a los griegos explorar el aspecto diofántico de la Geometría que nosotros hemos
132 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

Figura c. — El gnomon del triángulo sublime ABC (triángulo isósceles


de ángulo en el vértice igual a 36”, en el que el lado igual y la base están
en la razón $b) es un triángulo isósceles cuyo ángulo en el vértice es igual
a 108% (es el triángulo que se separa del pentágono regular mediante una
diagonal).
D'Arcy Thompson observa que si se continúan indefinidamente estas
construcciones de adición (o sustracción, si se opera en el interior) gnomé:
nica, los puntos correspondientes,
(por ejemplo, todos los vértices de
los triángulos sublimes de la fi-
gura c) de las diferentes figuras
semejantes están situados en una
espiral logarítmica. Recíprocamen-
te, “toda curva plana que parte
de un polo fijo, de tal modo que
el área de un sector sea siempre
un gnomon para el área prece-
Fic. 53 dentemente obtenida, es una es-
piral logarítmica” (fig. 53, a, b).
O pasando al crecimiento de los volúmenes: “Si una estructura crecien-
te está compuesta de partes sucesivas homotéticas (semejantes) y semejan-
temente dispuestas, podemos siempre trazar por los puntos correspondientes
una serie de espirales logarítmicas 20 y cada aumento sucesivo es un gnomon
de la estructura precedente”.
De aquí. resulta, recíprocamente, que en el perfil en espiral logarítmica
de la concha o del cuerno (ejemplos biológicos de crecimiento homotético)
podernos inscribir siempre una variedad sin fin de otras figuras gmoménicas.
D'Arcy “Thompson cita como ejemplo impresionante de crecimiento gnomáó:
nico la bella concha del Haliotis splendens, el Abalone Shell de California

descuidado y que fácilmente puede ampliarse a la Geometría de 4 y de n dimensio-


nes. (Véase en el capítulo 11 la nota relativa al triángulo de Pascal, y también el anexo).
(20) He aquí un resumen de las propiedades algebraicas y geométricas de la espi-
ral logarítmica o Spira Mirabilis de Bernouilli: Si una recta (radio vector) está ani-
mada de una velocidad angular uniforme en torno a uno de sus puntos (polo), un pun-
to que se mueva sobre esta recta con una velocidad proporcional a su distancia al
polo describe una espiral logarítmica, cuya ecuación en coordenadas polares es p = 48.
En efecto, de la definición de la curva resulta E = b.p 0 = ct; de donde
. » e, p

t
dp b boo 9
— = —-d6,
log. p =—0,0 = K log.p o sea p = a”.
e c
El radio crece en progresión geométrica cuando el ángulo crece en progresión arit-
LA MINA 29. Cristales de nieve.
"xIpi9g uno :oloqy “es[eo unog :ofoqy
"CIUOUY :9quey *[€ VNIINY"T "suspua¡ds SBOneH :9quiy *)€ VNIINY"T]
DeL CRECIMIENTO ÁRMONIOSO 135

cuyas espirales logarítmicas generatrices determinan superficies gmomónicas


encorvadas (fig. 55 y lám. 30, arriba).
La espiral logarítmica es la única curva plana cuyos segmentos son ho-
motéticos (semejantes) 21, Tie-
ne, pues, la propiedad de homo-
tecia continua, y es (como lo
había presentido Church) el
símbolo matemático más impre-
sionante de la relación entre
forma y crecimiento.
Se emplea a veces como
símbolo matemático del creci-
miento continuo la curva expo-
nencial y = e* o espiral levan- Fig. 55
tada, o la curva sinusoidal de
oscilaciones amortiguadas según una ley igualmente exponencial. La espiral
de Arquímedes, por el contrario, que se emplea en ciertos diagramas crista-

mética; Co: los radios vectores de los puntos cuyos ángulos vectores están en progresión
aritmética, están en geométrica). Salvo un factor constante, los
ángulos vectores son, pues, los logaritmos de los radios corres-
pondientes, de donde resulta que cuando tres radios vectores
están separados por ángulos iguales (por ejemplo 90” ó 360”) el
radio intermedio es media proporcional entre los radios extre-
mos; cuando estos ángulos iguales son de 90” el punto interme-
dio se encuentra siempre sobre la semicircunferencia que
tiene como diámetro la recta que une los otros dos puntos
y pasa por el polo,
El radio vector forma también en toda espiral logarít-
mica un ángulo constante (el ángulo característico a) con la
curva. Descartes descubrió otra propiedad importante: Si
B y C son dos puntos de una espiral logarítmica, las dis-
tancias del polo O a B y a C son proporcionales a los radios
OB y OC; el crecimiento en la dirección de la curva y el
crecimiento en la dirección del radio vector están en una
d
razón constante, Se tiene So = cos a y S (longitud del
5
arco de curva desde O al punto considerado) = np, sien:
do 1 = sec a, de donde sale la ecuación de la curva en
función de a, p = mel cot a.
Fic. 54 Se tiene también (fig. 54b): arco de la curva desde
O a B = BI. Desde el punto de vista puramente analítico,
la espiral logarítmica posee la notable propiedad de ser su propia evoluta, involuta,
podaria, cáustica, y además, de reproducirse si se arrolla sobre sí misma. Si una
curva cualquiera se arrolla sobre sí misma, y se repite esta operación indefinidamente,
136 EsrÉTICA DE Las ProPORCIONES

lográficos, mo aparece en Botánica ni en los diagramas de crecimiento: es una


curva puramente estática que simboliza, al menos, un movimiento uniforme,
a la inversa de la espiral logarítmica y de las demás curvas exponenciales (2,
Ya hemos visto en el capítulo 1 que toda espiral logarítmica, esquema
de crecimiento, puede a su vez ser esquematizada, caracterizada, por una pro-
gresión geométrica, y como lo ha hecho observar Sir Th. Cook, la serie:
l, 91, e?, 93,.., 0”, tiene, entre los esquemas numéricos del crecimiento,
la propiedad de ser una progresión a la vez geométrica y aditiva, que permite
obtener el crecimiento homotético de carácter exponencial por medio de adi-
ciones de elementos simples. Un esquema todavía más natural (pero sola-
mente aproximado) es el reflejo diofántico (en números enteros) de la serie

resulta como curva límite envolvente una espiral logarítmica. Desde el punto de vista
morfológico, citemos de nuevo las dos propiedades cuya importancia biológica destacó
D'Arcy Thompson: 1* la espiral logarítmica es (en dos dimensiones) la única curva
cuyos arcos son siempre semejantes, es decir, cambian de dimensiones, pero no de for-
ma: propiedad homotética en el crecimiento; 2%, esta propiedad se extiende a las áreas
determinadas por los vectores. Toda curva plana nacida de un polo en forma tal que
el área vectorial de un sector sea siempre un gnomon para la totalidad de la figura
precedente, es una espiral logarítmica: propiedad de crecimiento gnomónico. Observe-
mos que la recta y la circunferencia son casos límites de la espiral logarítmica, para
a =o0 ya == 90*.
(21) Las porciones de una misma circunferencia y de una recta cualquiera son no
solamente semejantes, sino superponibles; los arcos de dos circunferencias de radios
distintos son semejantes, pero no superponibles (en el espacio, la hélice tiene la pro-
piedad análoga a la recta para la translación y del círculo para la rotación, de ser superpo-
nible a sí misma por atornillamiento).
e X (22) La espiral de Arquímedes
1902 p = a.0, está descrita por un punto
animado de un movimiento de traslación
uniforme (de O hacia X) sobre un vec-
tor OX que tiene una velocidad angu-
lar uniforme alrededor del polo O. Los
radios son normales en todo punto de la
0 curva y la distancia radial entre dos es-
piras consecutivas es constante. o
0 En la espiral logarítmica, p = a”,
estos intervalos radiales crecen en pro-
gresión geométrica (por la misma ra-
zón que la pulsación radial de la cur-
va). Se podría considerar la espiral de
Arquímedes como sección meridiana del
volumen de un cilindro flexible, como
un cable, y la espiral logarítmica, como
meridiana del volumen obtenido al des-
arrollar del mismo modo un cono en
Fic. 56 caracol (fig. 56).
DeL CRECIMIENTO ÁRMONIOSO 137

$ representada por la sucesión de Fibonacci, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55,


89, 144,... (sucesión F), en la cual (como en toda serie aditiva de dos tiem-
pos) la razón de dos términos consecutivos tiende rápidamente hacia $. Es-
ta notable propiedad (posibilidad de realizar un crecimiento homotético por
simple adición) nos permite explicar la preeminencia en Botánica de esta
sucesión y de la fraccionaria derivada de ella:
1.2.3 5 8 13 21 34
co. (23),
22.3. 5. 8 13 21 34 55
así como la presencia de estos términos en las proporciones del cuerpo hu-
mano 4%; da también una de las razones del predominio de la simetría pen-
tagonal (íntimamente emparentada con la sección áurea y, por consiguiente,
con la sucesión de Fibonacci) en tantas formas vivas. (Las láminas 32 y 33
reproducen cierto número de estas formas pentámeras orgánicas).
Ya habíamos observado (cap. 11), desde el punto de vista puramente es-
tético, la armonía resultante de la recurrencia rítmica de formas semejantes.
La explicación de Timerding (a propósito del rectángulo +): “la impresión
de seguridad que da lo que es igual a sí mismo en la diversidad de la evo-
lución” evoca no sólo el crecimiento homotético del individuo, sino también
el ciclo inmemorial de ritmo más complejo o ley biogenética de recapitula-
ción de Haeckel (la ontogenia comprende a la filogenia).

(23) Recordemos que estos términos fraccionarios de la sucesión de Fibonacci apa-


recen especialmente en la flor de girasol, y que se utiliza, por ejemplo, para designar
144
determinada cantidad de semilla de gran rendimiento.
21
La razón — caracteriza la disposición de las semillas en la margarita, 3 apa-
rece en la mayor parte de las piñas, etc.
Hemos visto una razón adicional para la presencia de los términos de la suce-
sión fraccionaria de Fibonacci en Botánica, en la solución (aproximada) que da para
la distribución óptima de las hojas bajo la luz cuya solución rigurosa está dada por
o

el ángulo ideal
2
(24) El hecho de que un gran número de mediciones hechas en individuos de
h
uno y otro sexo, dé P como valor medio de la razón — examinada en el capítulo x,
n
deriva de la manera oscilante cuya razón $ = 1,618 es la de los términos de la serie
2 3 5 8 13 21 34 55
a...

11.22 3 5 8 13 21 34
porque se tiene, en efecto:
13 21 34
— = 1,625; — = 1,615; — = 1,619, etc.
8 13 21
138 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

Las espirales logarítmicas que recuerdan la razón $ en su pulsación


radial, diametral o cuadrantal, pueden evocar un crecimiento homotético
armonioso, lo que nos invita a considerar tres espirales diferentes:
19 La pulsación radial de la
primera (fig. 57) es
OC CD
L= 03307?
su pulsación diametral (25) es
OB —
Pq = OB' = Yo

y su pulsación cuadrantal
OB ,- DD”
1= 08 V?*= pp
D'
El rectángulo director ins-
crito en una evoluta de espi-
ral (26) determinada por tres pun-
tos situados en los extremos de
Fic. 57 tres radios que forman entre sí
ángulos de 90” tiene como mó-
dulo la pulsación cuadrantal 4/4 (por ejemplo en la figura el rectángulo ins-
crito D'D"DM).

(25) Se tiene siempre en una misma espiral logarítmica:


P, = (Pa)?, Pa = (P¿)?
y recíprocamente
Ps = VP.,

P, = VP. = VB,
Más generalmente, en una espiral logarítmica de pul-
sación radial Pr = m corresponde, para una separación an-
360" B .-
gular BOA = —— una razón va Vm entre las lon-
n
gitudes de los radios separados por este ángulo (fig. 58).
(28) El módulo (razón entre el lado mayor y el menor)
del rectángulo director así definido basta para caracterizar
una espiral logarítmica, tan bien como la pulsación ra-
dial o cuadrantal o el ángulo característico a. Se obtiene
un rectángulo del mismo módulo (igual a la pulsación
cuadrantal de la espiral) trazando las tangentes a la curva Fic. 58
Lámina 32. Formas pentámeras orgánicas (Flores).
Lámina 33. Formas pentámeras orgánicas. (Organismos marinos).
DeL CRECIMIENTO ÁRMONIOSO 141

Los intervalos definidos sobre un mismo radio por las espiras consecu-
tivas formarán una progresión 9, y se tendrá, en particular, para tres inter-
valos consecutivos CD = AB + BC, lo que, como observa Sir Th, Cook,
hace que esta espiral sea muy fácil de construir. Se la encuentra como traza-
do directivo en las evolutas de muchos capiteles jónicos, Las conchas del
Murex, del Fusus antiquus (fósil), Facelaria, Scalaria pretiosa, Solarium troch-
leare, etc., y de muchas amonitas fósiles (en particular A. Intuslabiatus
lámina 31 arriba), tienen igual-
mente esta espiral como diagra-
ma de crecimiento. Su ángulo ca- p"
racterístico (ángulo de la tangen- Ñ ,?
te en un punto cualquiera con el , o”
radio vector de este punto) es N B,-"
de 8536, A -
2% La espiral de la figura 59 %
OD = 9 como pulsación
tiene —= e” > Na
OD' .”?

OD
diametral, 08 = $? como pulp: ma
OD —
sación radial y OD”
=
vV
$
co-
Y
a

mo pulsación cuadrantal y módu- N


lo de su rectángulo director y Y
Suministra el trazado director de Fic. 59
la hermosísima concha del Do-
lium. Perdix (lámina 31, abajo). Su ángulo característico es 81*22,
39 Por último, tenemos (fig. 60) una espiral de pulsación cuadrantal

UN = 9, pulsación diametral S = €, y pulsación radial OB = pt,


Su ángulo característico es de 7343”,
DD”

Tiene como rectángulo director el rectángulo de módulo + = pp” Y


representa, pues, como curva de crecimiento la que corresponde a los gnomo.
nes cuadrados y a la serie Y (el pequeño escalope de mar o Haliotis parvus

en los cuatro puntos situados en los extremos de los dos diámetros perpendiculares
(como los puntos D', D, D”, N, en las figuras 57, 59 y 60). Esta construcción da el
rectángulo circunscrito en una evoluta de espiral.
142 EstÉricCA DÉ LAS PROPORCIONES

tiene una espiral directiva de pulsación radial 6, que difiere muy poco de
este tercer caso de pulsación radial $* = 6,85...). Si entre estas tres espira-
les en las que interviene la razón $, hubiera una que pudiese reclamar el
título de curva del crecimiento armonioso con preferencia a las otras dos, ésta
parecería ser aquélla (la última)
p” y no, como sugería Sir Th. Cook,
la espiral de pulsación radial $ de
la figura 57.
Doy en la lámina 34 un in-
teresante diagrama de crecimien-
to basado en la sucesión de Fibo-
D nacci y en el cual los lados de los
pseudognomones cuadrados suce-
sivos son precisamente los tér-
minos de esta sucesión. Los mó-
dulos de los rectángulos crecien-
tes así obtenidos son, por consi-
guiente, los elementos de la su-
cesión fraccionaria de Fibonacci:
2.3 5 8 13
y...»

11. 223.
5 8
es decir, que tienden rápidamen-
te a asumir la forma de un rec-
tángulo «+; los pseudognomones
FElc. 60 cuadrados tienen como áreas
(en función del pequeño cua-
drado tomado como célula unidad), 1, 4, 9, 25, 64, 169, 441,..., es decir,
12, 22, 32, 52, 82, 132, 212,..., que son los cuadrados de los términos suce-
sivos de la serie de Fibonacci: la razón de las áreas de dos pseudognomones
consecutivos tiende, pues, hacia $? (47,
La curva obtenida al enlazar sobre este diagrama los arcos de espiral
que pasan por los vértices sucesivos tiende a confundirse con la espiral loga-

(27) En virtud de la propiedad u%y, + 4,2? = Uoy+, mencionada en el capí-


tulo 11 de los términos de la serie de Fibonacci, y derivando de su definición algebraica:
Uy = Un E Uno» 4, =u=l,
las sumas de las áreas de dos pseudo-gnomones consecutivos da la serie 2, 5, 13, 34,
89,..., obtenida al no tomar más que un término de cada dos de la de Fibonacci,
y en la cual la razón de dos términos consecutivos tiende también hacia $2,
DeL CRECIMIENTO ÁRMONIOSO 143
AA

rítmica de pulsación cuadrantal $ considerada en último lugar. Observemos in-


cidentalmente que la propiedad algebraica general de las series aditivas de
dos tiempos, en virtud
de la cual la razón de
dos términos consecuti- e o y
13
vos tiende hacia $, cua-
lesquiera que sean los
dos primeros térmi-
nos, se encuentra
geométricamente en es-
tos diagramas de creci-
miento, partiendo de
cualquier rectángulo
inicial (incluso un rec-
tángulo infinitamente
estrecho formado por
un simple segmento de
recta) y yuxtaponien-
do indefinidamente un
cuadrado sobre el lado
mayor de los rectángu-
los progresivamente ob-
tenidos, resulta un rec-
tángulo creciente cuyo
módulo tiende muy rá-
pidamente hacia 9 Lámina 34
(fig. 61). Diagrama de creci-
Es una razón más miento de pseudo-
gnomones cuadrados
para explicar la ubicui-
dad en la naturaleza viva de aproximaciones más o menos rigurosas de la razón 9
apareadas a contornos espirales asimétricos, a formas simétricas pentagonales
o derivadas del pentágono, La lá-
mina 35 representa tres espirales
o pseudoespirales de construcción
muy sencilla, y se tiene en ella:
Figura 1. — La espiral de
pulsación radial 4, pulsación dia-
metral 2, pulsación cuadrantal (y
módulo del rectángulo directivo)
vw2. Es muy fácil de construir
Fic. 6l empíricamente por medio del
144 EsTÉTICA DÉ LAS PROPORCIONES

compás y corresponde al crecimiento gnomónico por rectángulos en y/2 men-


cionado más arriba (véase figura 524).
Figura 2. — La pseudoespiral señalada por Viollet-le-Duc en el álbum
de Villard d'Honnecourt (volveremos a encontrarla en el capítulo vi a

ponce
rr
leo
em

Lámina 35
Tres espirales de construcción sencilla

propósito de ciertos trazados de ojivas). Se aproxima más bien a una espiral


de Arquímedes (de anillos de espesor constante)
/ .
pe q que a las espirales
P loga-
8
rítmicas de que nos ocupamos.
Figura 3. — Pseudoespiral
p anillada cuya
y construcción, muy y sencilla,
es la traducción geométrica de la fórmula recurrente:

An = Ye -(27)
2
DeL CRECIMIENTO ÁRMONIOSO 145

Su pulsación radial es E 2, es decir, aproximadamente 5,62. Se acer-


ca, pues, al perfil de la Haliotis parvus cuya pulsación radial es 6.
La espiral logarítmica confiere también a los crecimientos gnomónicos
de los que es perfil y símbolo, la elasticidad y la facultad de indetermina-
ción progresiva cuya importancia en la evolución del impulso vital demos-
tró Bergson. Parecería que, desde este punto de vista, las espirales de án-
gulo característico muy grande, cuya forma se aproxima, por consiguiente, a
la espiral estática de Arquímedes (en la cual los radios vectores forman con
las tangentes a la curva ángulos de 90%) y cuyas evolutas definen anillos
bastante próximos, ceden poco a poco el puesto a espirales más elásticas cuyo
ángulo característico se aleja de 90”. Una inmensa porción de la corteza te-
rrestre está formada (2% por conchas microscópicas de numulitas, que eran
protozoarios coloniales (familia de los foraminíferos) espirodiscoides cuya es
piral meridiana es casi una espiral de Arquímedes Cel ángulo característico
variaba entre 89%8 y 90%). Las numulitas están ya casi extingui-
das como organismos vivos. De igual modo, la innumerable tribu de las
amonitas (cuyo ángulo característi-
co variaba de 85” a 86” y de las
cuales ciertos ejemplares alcanzan
tan grandes dimensiones) ha deja-
do su lugar después de largo tiem-
po a conchas de espiral más abierta,
por ejemplo, al clan omnipresente
de las Haliotides (vulgo escalope
de mar) entre los cuales la victo-
riosa Haliotis splendens, antes cita-
da, presenta un tan perfecto ejem-
plo de crecimiento gnomónico. La
directriz de esta última concha es
una espiral logarítmica de ángulo
característico de 60” y de pulsación
radial 41. La vida que se conjuga
con estos perfiles para evitar los '
i
'
fondos de saco biológicos, inserta, ,
'
por lo demás, la espiral y la asime- $
4
1
tría misma en lo infinitamente pe- 1
1
queño. Mientras que la reconstitu- t

ción sintética in vitro de ciertos O X


productos de la Química orgánica Fic. 62

(28) Ver Kirkpatrick, The Nummulosphere, Londres (Lamley, editor).


146 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

da siempre sustancias neutras desde el punto de vista polarimétrico, las sustan-


cias directamente producidas por la materia viva y sus agentes líticos son
siempre ópticamente activos, es decir, de constitución íntima disimétrica (pre-
dominio de un isómetro sobre otro) 4,
Entre las funciones matemáticas que se encuentran en el perfil de los
organismos vivos, citemos también la catenaria. Es, empíricamente, la curva
que forma un hilo pesado inextensible entre dos puntos de suspensión Cfigu-
ra 62 a y b). Su ecuación es:
x+b x+b
C c ec

y=>3 l +e
Es a la vez una curva estática, que a menudo resulta de estados de equi-
librio sometidos al principio de Hamilton (siendo la catenaria, entre las cur-
vas de la misma longitud, aquella cuyo centro de gravedad es el más bajo
posible), y la curva meridiana de ciertas formas biológicas. D'Arcy Thomp-
son observa, en efecto, Cop. cit.) que la catenaria es
igualmente aquella curva capaz de engendrar, por “su
revolución en torno a un eje dado, una superficie
L)
a que sea un mínimo. Se encuentra especialmente en
el perfil del huevo; las meridianas de dos cáscaras
Cuna obtusa y otra aguda) de un huevo cualquiera
son catenarias de longitud diferente. Las formas del
huevo oscilan entre dos tipos extremos, una inscrita
en un rectángulo de módulo + (fig. 634); el otro en
el rectángulo de módulo 3 que ya hemos observa-
do a propósito de la espiral logarítmica de pulsación
cuadrantal y9 (fig. 63b). El círculo de hinchazón
máxima del huevo se encuentra más cerca del cas-
(O

quete aplastado y determina una razón P o próxima


a d, sobre el eje de simetría 0,
Los lectores de la obra de Sir Th. Cook (The
Curves of Life) encontrarán en ella una teoría
Fic. 63 muy sutil del encanto estético de las formas vivas y

(29) H. Guilleminot Cop. cit.) hace notar que en la fabricación sintética de es-
tos productos, los isómeros derecho e izquierdo se forman en igual cantidad porque
ambos equivalen termodinámicamente y son tan probables uno como otro. Por el
contrario, los agentes líticos de la reacción viva (Cdiastasas, toxinas, enzimas) ejercen
con su presencia una opción vital yuxtapuesta al encadenamiento de los fenómenos
previstos por la segunda ley de la energética. Pueden destruir más rápidamente el
isómero izquierdo que el derecho de una sustancia, aunque haya equivalencia diná-
mica para las dos destrucciones.
(80) El ornamento de arquitectura llamado óvalo deriva de la forma del huevo y
DeL CRECIMIENTO ÁRMONIOSO 147

de las creaciones del arte. Después de haber admitido el carácter rigurosa-


mente matemático de las leyes teóricas del crecimiento, hace observar que,
en general, las curvas de las formas naturales denuncian ligeras oscilaciones
o desviaciones con respecto a sus modelos teóricos, y que son justamente es-
tas desviaciones, estos tantcos más o menos perceptibles, los que forman la
característica de la vida y la causa del encanto de las curvas, de las superfi-
cies y de los volúmenes en los cuales se encarna. Transpone esta teoría a las
creaciones artísticas y concluye que también allí la belleza reside en la doble
percepción contradictoria siguiente: 1%: el artista ha establecido un plan
riguroso, ha geometrizado como el Dios de Platón; 2%: en la ejecución se ha
desviado a veces ligeramente, y estas fluctuaciones que denuncian la mano
del hombre confieren justamente a la obra el encanto de que la privaría una
ejecución demasiado rigurosa y mecánica 4, La frecuente presencia en la
Naturaleza de los términos de la sucesión fraccionaria de Fibonacci, con pre-
fercncia a la razón $ ideal, hace esta teoría muy sostenible. "Tal vez Sir Th.
Cook generaliza demasiado su observación cuando parece identificar los con-
ceptos de ejecución rigurosa y de ejecución mecánica con el sacabocados. El
Partenón, por ejemplo, está —como lo observa Le Corbusier Y— no
solamente concebido, sino ejecutado con la misma perfección de ajuste que
la máquina moderna mejor calibrada, y el mármol fue tratado como nosotros
tratamos el acero pulimentado al décimo de milímetro 4%), El tiempo se

se construye por medio del compás por un método tradicional elemental que da una
excelente aproximación de la realidad (fig. 64).
Siendo AB el eje menor de la sección se traza la circun-
ferencia de centro 1 y de diámetro AB; se prolongan BC y
AC hasta sus intersecciones con los arcos de círculo AF (de
centro B) y BE (de centro A) y se completa con el arco A
FME de centro C, Esta construcción da:
DM 42 DM 42
Az = ta? = 1,293...,, —= te = 1,63...
B 2 IM 312
razones que se aproximan a los valores ideales Y$ = 1,272... uN M
y + = 1,618... correspondientes a la forma ovoide de la fi- Exc. 64
gura 63b,
(31) Ruskin ya escribió: All beautiful lines are drawn under mathematical laws or-
gunically transgressed (Todas las líneas bellas están trazadas bajo leyes matemáticas or-
gánicamente transgredidas).
(32) Hacia una arquitectura, Editorial Poseidon, Barcelona.
(33) Por lo demás, el mismo Sir Th. Cook observa a propósito del Partenón
que la no-verticalidad de las paredes y de las columnas, la hinchazón de estas últimas,
la desigualdad de casi todas las dimensiones idénticas en apariencia (diámetros, separa-
ciones de columnas, alturas de capiteles, anchuras de las metopas), son desviaciones
premeditadas, sabiamente calculadas con miras a corregir las desviaciones ópticas. Estas
correcciones ópticas (no descubiertas hasta 1837 en el Partenón; Miguel Angel
148 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

encarga siempre de poner su pátina, tanto en las formas como en los tintes,
de las creaciones arquitecturales del hombre.
La arquitectura gótica se ha reservado mayor margen; los detalles tienen
la libertad de una exuberancia vegetal y las pequeñas desviaciones están, co-
mo en la Naturaleza, a la orden del día. Los perfiles verticales también tie-
nen una variedad y una flexibilidad que a primera vista parecen imitar los
balbuceos del impulso vivo y alejarse completamente del purismo abstracto
de la geometría dórica. Pero esta fantasía gótica, en apariencia tan floralmen-
te caprichosa como las arquitecturas tropicales de la India, del Cambodge o
de la Insulindia, revela un rigor dinámico tan acabado como la geometría y
el equilibrio estático de los templos griegos.
Lo mismo que ciertos tejidos vivos pueden (por ejemplo, cuando la ley
de equipartición de la energía superficial y la tendencia al mínimo de super-
ficie, por un lado, y al mínimo de peso con el máximo de resistencia, por el
otro, tienen efectos convergentes) producir configuraciones estáticas de sime-
tría exagonal, lo mismo que la espiral —por lo gencral patrimonio de la yi-
da— puede aparecer a veces en configuraciones en cuya constitución la vida
no ha tenido parte alguna, pero donde el empuje continuo de una fuerza O
de una inercia puramente mecánicas dejará huellas similares: por ejemplo,
en las nebulosas espirales.
Por el contrario, la sección áurea y la simetría pentagonal que deriva de
ella, son un monopolio absoluto del crecimiento vivo.
En las láminas 32 y 33 doy algunas reproducciones de formas pentámeras,
cuya lista podría prolongarse indefinidamente. Entre las flores de cinco pé-
talos citemos al nenúfar amarillo y la flor del escaramujo (de las que derivan
las simetrías más complicadas pero basadas siempre en múltiplos de 5 de los
otros parientes del loto y de todo el genus rosa), el oxiacanto, el clavel, el
geranio, la ancolía, el malvavisco, la jeringuilla, la primavera, la campánula,
las flores del peral, del manzano, de la fresa, etc., etc... La flor de la pasión
o pasionaria presenta las dos simetrías conexas: pentagonal y decagonal.
Entre los organismos marinos, las medusas, estrellas de mar, los crinoi-
deos, ofrecen también una gran variedad de combinaciones pentagonales,
Reproduzco algunas de una obra de Haeckel 49 (lám. 33).

las había observado en los caballos de Montecavallo) desempeñan en la arquitectura grie-


ga un papel casi tan importante como el trazado principal. Fueron también empleadas
por los antiguos egipcios y por los arquitectos bizantinos y góticos.
(31) Kunstformen der Natur, “Una característica notable del erizo de mar es la
forma pentagonal de todas las pequeñas placas cuyo conjunto compone su armadura
en cúpula. El erizo está, en verdad, establecido sobre un sistema pentagonal. "Todo en
él se encuentra dispuesto en grupos de cinco o de múltiplos de cinco. Dadle vuelta y veréis
que su boca está armada de cinco dientes blancus de puntas convergentes”. (Marvels
of the Universe, Hutchinson Ed.). La figura inferior de la lámina 33 representa este
DeL CRECIMIENTO ARMONIOSO 149

LAMINA 37
Tres diagramas abstractos de simetría pentagonal

La morfología de los insectos proporciona por su parte (en el plano ho-


rizontal) una gran variedad de temas asimétricos simples basados sobre la
serie O,
Una vez más, las simetrías cúbica y exagonal, aunque más raras, se en-
cuentran también en el mundo orgánico. En la citada obra de Haeckel hay

aparato masticatorio del erizo al que los antiguos, a quienes intrigó mucho, dieron el
nombre de linterna de Aristóteles,
150 EsTÉTICA DE Las ProPORCIONES

ejemplos característicos de organismos marinos de simetría tetragonal, octogo-


nal y exagonal,
Entre las flores, observemos que el lirio y el jacinto son exapétalos.
En la lámina 37 doy trazados geométricos abstractos derivados del pen-

Ge sor
5% prusmas acr ral de
foros al ca
té Ó cu le arl de roruemi
y ef enfargaia-
por liquenñae elrer:
E? rafutre
fr cal Se egabons e

LÁmINA 39
Dos hojas del álbum de Villard d'"Honnecourt

Biblioteca Nacional de París

tágono, y que, por contraste con el isotropismo estático y estandarizado de las


formas exagonales introducen siempre, en cuanto se prolongan las líneas para
continuar la figura, la asimetría y el crecimiento homotético según la razón P o
las potencias de ésta. En el capítulo siguiente encontraremos de nuevo, entre
los trazados góticos del tipo radial, algunas modalidades de estos diagramas.
La lámina 40 Cabajo), representa el rosetón de Notre-Dame de Pa-
rís de que he hablado cn el capítulo mi y cuya simetría pentagonal evoca li-
bremente la de las formas submarinas, como los motivos de ciertos vasos cre-
tenses (lámina 40, arriba), como los finos rosetones giratorios que adornan en
Venecia los balcones del palacio de Desdémona.
DeL CRECIMIENTO ÁRMONIOSO 151

Las figuras de la lámina 39 están sacadas del famoso álbum de croquis


de Villard d'Honnecourt, arquitecto francés del siglo x1m; los croquis botá-
nicos de Leonardo da Vinci (especialmente los de la colección del Instituto
de Francia) muestran a menudo, sobre sus márgenes, trazados directivos don-
de aparecen la mayor parte de las construcciones rigurosas encontradas en la
geometría del pentágono. La pentadactilia (fenómeno de tener cinco dedos
por mano o cinco huesos o rudimentos de huesos en los órganos correspon-
dientes a la mano) en el hombre y muchos animales (entre otros, el esque-
leto de la ballena muestra aún estos cinco huesos en la estructura de la aleta)
es otro aspecto de la importancia morfológica de las formas pentagonales y
del número cinco.
La mística numérica de los pitagóricos encubría, bajo un símbolo con-
densado, una mezcla en la cual es imposible proporcionar las partes del conoci-
miento científico, de la inducción intuitiva y de la fantasía. La péntada in-
vencible (ávixia) o número 5, era el número de Afrodita, a la vez simétri-
co (con respecto a la unidad central) y asimétrico, por ser impar, compuesto
del primer número matriz o femenino, 2, y del primer número masculino,
3 (85); el pentágono, y sobre todo el pentagrama, era el símbolo de la vida
misma, especialmente como armonía en la salud, euforia (4%),
A pesar de la presencia de los primeros términos de la sucesión fraccio-
. 2.3,
naria de Fibonacci 3 Y y véanse en el cap. 11 las observaciones de Zeysing
la importancia del número 5 en la teoría de los acordes musicales no parece
tener, a primera vista, ninguna relación con las razones que determinan la
presencia de la sucesión de Fibonacci, de la sección áurea, de las formas pen-
támeras, en morfología biológica (crecimiento gnomónico por adiciones ele-
mentales, etc.). Se debe simplemente al hecho de que para que dos notas
que suenan juntas den un acorde armonioso, las frecuencias de los trenes de
ondas sonoras tienen que estar en una razón sencilla en la que no debe aparecer
ningún número impar superior a 5. Pero los pitagóricos, que ya habían des-
cubierto esta ley bajo la forma de la variante en la cual, en lugar de vibra-
ciones, intervienen las longitudes correspondientes de la cuerda sonora, no

(35) La atribución de la cualidad impar al elemento masculino, fecundador, curio-


samente justificada por las teorías genéticas actuales (cromosomas, cigotos, etc.) apa-
rece ya en los ocho trigramas mágicos de los cuales los filósofos chinos prehistóricos
pretendían, al hablar de un concepto singularmente emparentado con los que encontra-
mos hoy en la teoría de conjuntos y la de grupos de transformaciones (véase cap. IX),
sacar por permutaciones y abultamiento combinatorio, las características de todos
los elementos materiales y espirituales del Universo.
(36) El hecho de que el pentagrama servía de signo de enlace a los pitagóricos está
mencionado ya en una acotación de Aristófanes y en un pasaje de Luciano (E. Four-
rey, Curiosités géométriques, Vuibert, editor, París).
152 EsrÉTICA DE LAS PROPORCIONES

dejaron de admirar esta nueva virtud de la péntada. Pitágoras se detuvo aún


a considerar la gama diatónica como derivada de una sucesión de quintas, Si
se representa esquemáticamente el monocorde por un círculo en lugar de un
segmento rectilíneo, la razón 5 de la quinta determinada sobre las cinco
subdivisiones de la cuerda vibrante sugiere naturalmente esta misma razón
determinada sobre el círculo por cada lado del pentágono estrellado; y como
al número de estos lados corresponde también al de los 5 planetas que con
el Sol y la Luna tenían importancia capital en la Astronomía de la Escuela,
no nos extrañará percibir en sordina los primeros acordes de la armonía
de las esferas.
En el fragmento del Critias que describe las costumbres de la Atlántida,
los períodos alternados de cinco y de seis años desempeñan un papel pre-
ponderante en los ritos políticos y religiosos de Poseidón. Era un homenaje
combinado tributado (al menos en el espíritu de Platón), por un lado a la
Péntada y por el otro a las cualidades estáticas y simétricas del número 6,
primer número perfecto (es decir igual, no solamente al producto, sino tam-
bién a la suma de sus divisores 1, 2, 3).
Y en el Timeo, como Paccioli nos lo hace notar con orgullo, fué el dode-
caedro el muy noble cuerpo entre todos los otros, extensión a tres dimensio-
nes de la simetría pentagonal, y del tema de la sección áurea, el que Platón
escogió como símbolo de la armonía cósmica.
euuso [emod :Sure-anON “gg VNIMY] “¡eu ap Puaze ap seoIdoosoztul sepuo) "YE VNIMY]
Lámina 40. Arriba: Vaso cretense. (Museo de Candía).
Abajo: Notre-Dame: esquema de un rosetón pentagonal.
CarfruLo VI

CÁNONES DINÁMICOS RECTANGULARES


Y RADIALES
Donde el que pasa no ve sino una elegante
capilla. .. he cifrado el recuerdo de un día lu-
minoso de mi vida, ¡Oh dulce metamorfosis!
Este templo delicado —nadie lo sabe— es la
imagen matemática de una hija de Corinto a
quien tuve la dicha de amar. Reproduce fiel:
mente sus proporciones particulares,
PauL VaLÉnY
“Euwpalinos o el Arquitecto”

Los autores que después de Paccioli han redescubierto periódicamente y co-


mentado su divina proporción, siempre la han considerado como razón de
dos longitudes, que se encuentra por ejemplo entre diferentes segmentos
de la altura de un edificio, entre las distancias verticales al suelo de la cima
de la cabeza y del ombligo en el cuerpo humano, entre las longitudes que
separan los nudos consecutivos en los tallos de las plantas, etc.
En el capítulo 1 hemos demostrado las cualidades abstractas del inva-
riante algebraico, geométrico y aún lógico que caracterizan esta razón a la
que Sir Th, Cook tuvo la felicísima idea de dar un estado civil regular al
llamarla 6, y hemos visto en el capítulo anterior cómo su parentesco con to-
das las sucesiones aditivas de dos tiempos (para las cuales la razón de dos
términos consecutivos tiende muy rápidamente hacia $) y en particular a
la de Fibonacci, explicaba de modo satisfactorio su presencia y la de las for-
mas pentagonales en las proporciones o perfiles de crecimiento gnomónico
de los organismos vivos, en general, y de las plantas en particular.
Pero la consideración del aspecto puramente lineal de esta razón (o de

sus convergentes Sp > + etc.) no bastaba para comprender de qué


> ..
modo estaba incorporado en el trazado ordenador de aquellos monumentos
u objetos antiguos en que se ha comprobado su presencia (1, Hasta que, re-
(1) “Conocemos mal el mecanismo armonioso de la arquitectura gis Sólo po-
demos descubrir sus resultados sin haber descubierto hasta ahora sus fórmulas genera-
les”. Viollet-le-Duc, Dictionnaire de 1'Architecture.
156 EsréÉricA DE LAs PROPORCIONES

VT=]

ju

NS
wi

Sas

V4=2
N$

V5

Ll
DO LA

1 V2 V3vá4y5
LAmINaA 41

Rectángulos estáticos y dinámicos


CÁnones Dinámicos 157

cientemente (su primera obra sobre la cuestión (% fue publicada en 1919),


un norteamericano, Jay Hambidge, inspirado en sus investigaciones por un pa-
saje del Theeteto de Platón sobre los números o longitudes conmensurables en
potencia, tuvo la idea de estudiar en estos trazados la disposición y las pro-
porciones relativas, no ya de las líneas, sino de las superficies, lo que es na-
tural cuando se trata, por ejemplo, de Arquitectura.
La planta de los templos egipcios y griegos, en particular, es rectangu-
lar o está compuesta por una yuxtaposición de rectángulos (el cuadrado y el
doble-cuadrado que figuran, naturalmente, entre éstos). La alzada, fachadas
o muros laterales pueden también ser siempre encuadradas por rectángulos
o combinaciones de rectángulos.
Dos rectángulos de forma diferente se distinguen por la razón del lado
mayor al menor, número que es, pues, suficiente para caracterizar un rec-
tángulo. Un rectángulo de módulo n es el que tiene dicha razón igual a
n. Hambidge agrupa, por una parte, todos
los rectángulos cuyo módulo n
3 4
es un número entero (1, 2, 3,...) o fraccionario > >) que él llama
estáticos, y por otra, a aquellos para los que 1 es un número inconmensura-
ble euclidiano %), que llama rectángulos dinámicos. Por ejemplo, la lámi-
na 41 (% muestra a la izquierda los rectángulos estáticos > 5 y a la derecha
los dinámicos y2, y3, y5.
El cuadrado y el doble cuadrado (de módulos 1 y 2 = V%) pertene-
cen tanto a la serie estática como a la serie dinámica (%, y, luego de haber
compilado un gran número de medidas remitiéndose a los monumentos, es-
tatuas, vasos, utensilios rituálicos egipcios y griegos (con el auxilio de la Uni-

(2) Dynamic Symmetry, The Greek Vase, por J. Hambidge. (Yale University Press).
(3) Es decir, un número irracional que puede construirse gráficamente como:

Vm, K Vm, ya , pa

y toda combinación de estas cuatro expresiones en las que los números enteros m, K, a
se pueden permutar de todas las maneras posibles mediante un número finito de opera-
ciones.
(%) En estos diagramas rectangulares los números 1, a, etc., representan, en general,
longitudes; cuando están entre paréntesis o reunidos designan, por el contrario, módu-
los, es decir, razones entre los lados de los rectángulos.
(5) Como el módulo de un rectángulo basta para determinar su forma, se suponé,
en general, que el lado menor es igual a la unidad: el mayor será entonces numérica-
mente igual al módulo.
Las dos figuras inferiores de la lámina 41 muestran los cinco rectángulos, 1, Y2, V3,
V4 = 2, v5 reunidos en el mismo diagrama. En la figura de la izquierda tienen co-
mún el lado horizontal, y en la de la derecha, el vertical.
158 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

versidad de Yale y del departamento de antigiiedades griegas del Museo de


Boston), llega a la conclusión de que todo el arte griego de la gran época
(siglos vi a 11 antes de J. C.),
como antes el arte egipcio,
estaba fundado en el empleo
de rectángulos dinámicos,
manifestado por la ausencia
de razones sencillas conmen-
surables entre la mayor par-
te de las longitudes (contra-
riamente a la teoría modular
estática atribuida a Vitru-
vio); en cambio, las razones
sencillas pueden aparecer en-
tre las superficies, para las
cuales las razones de seme-
janza son naturalmente pro-
porcionales al cuadrado de
la razón lineal correspon-
diente.
Entre los rectángulos di-
námicos especialmente em-
pleados como generadores de
formas, los que se hallan
con más frecuencia son el
rectángulo de módulo 1/5 y
un rectángulo que Hambid-
ge llama the rectangle of the
whirling squares (el rectán-
gulo de los cuadrados gira-
tor10s) y que no es otro que
el de módulo $, caracteriza-
do por su propiedad de tener
gnomones cuadrados (véase
cap. vV). Estos dos rectángu-
los y5 y $ están, por lo
demás, emparentados intima-
mente entre sí por ser
v5+1
LÁminNa 42 b= 2
Ejemplos de descomposición armónica como se comprende obser-
CÁNONES Dinámicos 159

vando las figuras 65a, b y c, y forman parte del mismo tema de modula-
ción armónica.
Existe una forma sencilla de descomponer armónicamente la superficie
de un rectángulo dinámico (Y/2. Y3, Y5, Y5/2, 1/8, 9, 8?, etc.) en rec-
tángulos y en cuadrados por medio de diagonales y de líneas perpendiculares
a éstas, trazadas desde los vértices,
y de paralelas a los lados por los | 5

nooo
puntos de intersección obtenidos; ¡
todas las superficies así determina- a L)

-
Loono
das serán funciones del módulo del
rectángulo inicial. Por ejemplo: las
figuras de la lám. 42 obtenidas en
los rectángulos y/2, + y Y5, res- 0
pectivamente, por simples variantes
de esta construcción. Por otra parte, b, :
la descomposición de los rectángu-
los permanece armónica si en vez de
las diagonales propiamente dichas se

o o
trazan por los vértices las perpendi-

a
culares entre sí que se corten en los
lados del rectángulo. El segundo o
mula
o
or rs o

rectángulo y5 está tratado así, C,)


Más adelante veremos descom- Frc. 65
posiciones armónicas más compli-
cadas, pero el principio es el mismo. El estudio de los perfiles de los vasos grie-
gos del Museo de Boston fue lo que primero reveló este procedimiento de mo-
dulación de las superficies (especialmente la riqueza de las combinaciones mo-
dulares derivables de los rectángulos y5 y £) y el papel importante que desem-
peña la diagonal.
Aconsejo a los que se interesen por este tema, la lectura de los libros
Dynamic Symmetry por Jay Hambidge, y Geometry of the Greek Vase, por
el Dr. Caskey, conservador de antigiiedades griegas del Museo de Bos-
ton, y de los números aparecidos de la revista The Diagonal publicada por la
Universidad de Yale. El enorme interés del método reside en la manipula-
ción geométrica de las superficies, y las numerosas y bellas ilustraciones de
estas publicaciones son más aptas para comprender el procedimiento que
volúmenes enteros de comentarios. No obstante, trataré de resumir clara-
mente las ideas sencillísimas que forman la parte práctica de la simetría
dinámica (%) de Hambidge.
(8) La palabra se toma aquí en el sentido antiguo: “relación de razón entre el to-
do y sus partes”, Vitruvio dijo dando al término la misma acepción: “Proporción sig-
160 EstTÉTICA DE LAs PROPORCIONES

Dos rectángulos semejantes (idénticos desde el punto de vista de la


forma, haciendo abstracción de la escala) tienen evidentemente el mismo
módulo m " (razón entre las longitudes de sus lados). “Todo rectángulo
dinámico simple de módulo m = vn (siendo n un número entero) pue-
de descomponerse en nm rectángulos semejantes dividiendo los lados mayo-
res en n partes iguales y uniendo de dos en dos los puntos correspondientes.
De este modo el módulo m' de los pequeños rectángulos así obtenidos será
1 -
m z = Vn = m.
VA> Va va
vi|? vs Y

BR

RM
ms
Por ejemplo (fig. 66): des-

aa
composición del rectángulo y/5

¿a
en 5 rectángulos semejantes.

o
po
También se pueden obtener . 66

qA
rectángulos semejantes a un rec-
tángulo inicial cualquiera dividiendo cada uno de sus cuatro lados en un nú-
mero igual p de partes alícuotas. Se obtienen así p? rectángulos interiores igua-
les, semejantes al rectángulo continente.
Vamos a ver por qué el método de las diagonales de Hambidge es una for-
ma más armónica de obtener en el
Á B interior de un rectángulo dado uno
o varios rectángulos semejantes.
e
n

Llamando rectángulo recípro-


co de otro dado ABCD al FBCE
Ar AAA Drs
“arar

semejante al primero (e interior)


que tiene como lado mayor uno
de los lados menores del primero
(pues puede haber 2.), se tiene por
?
C definición: (fig. 67):
AB BC
ru

Fic. 67 BC 7 FB = m.

nifica esa armonía de las partes componentes del todo, de que derivan las leyes de
la simetría”.
La expresión $uvape: oupuerpo aplicada por los geómetras griegos a dos números
o a dos dimensiones lineales, significaba conmensurables en potencia, Se trataba pre-
cisamente de números inconmensurables cuyos cuadrados eran conmensurables. Son
los términos mismos que Platón pone en boca de Theeteto, y el sistema de Hambidge
es propiamente un desarrollo lógico del concepto matemático expuesto a Sócrates por
su joven interlocutor.
(1) La palabra módulo no se toma aquí en el sentido corriente de submúltiplo li-
neal introducido por la teoría estática de Vitruvio, sino en el sentido de proporción ca-
racterística del rectángulo.
CÁNONES DINÁMICOS 161

Teorema, — Para construir el recíproco de un rectángulo dado ABCD,


basta trazar la diagonal DB (o AC) y bajar del vértice C Co B) la perpendi-
cular CF (o BE) sobre DB (o AC). CF será la diagonal del rectángulo bus-
cado FBCE (la comprobación es inmediata: los triángulos rectángulos ABD y
BCF son semejantes (fig. 68) por tencr iguales los ángulos agudos ABD y BCF
de Jados perpendiculares).
Las diagonales de los rectángulos recíprocos som, pues, siempre perpen-
diculares a las diagonales del rectángulo principal. Se ve inmediatamente que

A F B
NA A GHNF >

><
| 0

D E C D H E C
Fic. 68 Fic. 69

AFED o GBCH, el exceso del área (luego de haber separado el recíproco


en el interior de un rectángulo) es lo que, en el capítulo anterior y según Aris-
tóteles, hemos llamado un gnomon, es decir, la figura cuya adjunción a una
superficie Cla del rectángulo recíproco en este caso) produce una superficie
semejante (fig. 69).
Como se puede escoger una dirección y repetir la construcción indefi-
nidamente, resulta una doble serie decreciente de rectángulos recíprocos y
de gnomones. Todas las diagonales de estos rectángulos semejantes estarán si-
tuadas sobre la diagonal DB del rectángulo mayor y la diagonal FC del pri-
mero recíproco. Sabemos ya que el rectángulo $ sc distingue de los demás
por el hecho de que el área sobrante, el gnomon AFED, es un cuadrado (%,

1
(8) Esta propiedad tiene como traducción algebraica la igualdad + — 5 = 1,
tomando AD como unidad. Es conveniente tomar como módulo del recíproco el inver-
so del módulo del rectángulo principal para destacar ei hecho de que los elementos
correspondientes de las dos figuras son perpendiculares entre sí. Un módulo inferior a
l Ces decir, en el cual el lado menor se ha tomado como numerador) caracteriza en-
tonces a un rectángulo recíproco, colocado verticalmente si el rectángulo principal
tiene horizontales sus lados mayores. Con este convenio, el número m y su inverso
— designan la misma forma de rectángulo dispuesta horizontalmente en el primer ca-
l » .

so y verticalmente en el segundo, y las relaciones aritméticas entre los módulos de los


rectángulos que forman parte de la misma figura podrán, en general, (como en este
162 Esrérica DE LAas PROPORCIONES

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Lámina 43
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VNS,Xx Divisiones armónicas

Esta propiedad se repite naturalmente en las subdivisiones obtenidas


continuando indefinidamente la construcción como en el caso general de
antes. Así llegamos a la figura 71, o figura de los cuadrados giratorios (am-
pliada en la lámina 47) ya sugerida en el capítulo anterior por el rectángulo
director de la espiral logarítmica de pulsación cuadrantal $, curva ideal ha-

caso) interpretarse directamente como relaciones entre las áreas correspondientes. El


número 1 representa siempre el cuadrado del cual es el módulo.
CÁNONES Dinámicos 163

cia la cual parecen tender asintóticamente los esquemas de crecimiento nor-


mal (véase también nuevamente en la lámina 34 del capítulo anterior el
diagrama del crecimiento pseudognomónico de cuadrados giratorios, basado
en la sucesión de Fibonacci). Recordaré, aun a riesgo de repetirme, que la
propiedad de tener un cuadrado como gnomon se encuentra igualmente si

A B
A B

Fic. 70 Fic. 71

se construye el gnomon al exterior, sobre el lado mayor DC del rectángulo b


dado ABCD, construcción de adentro hacia afuera, que puede repetirse tam-
bién hasta el infinito (fig. 72).
En todas estas construccio- A
nes encontramos la semejanza de B
las figuras crecientes o decrecien-
tes, o crecimiento gnomónico,
atributo característico de la espi- D C
ral logarítmica. Hambidge obser-
va también que el punto de in-
tersección de las dos diagonales
reguladoras DB y CF, es el polo
de una espiral logarítmica que F E
pasa por los vértices DCB del pri- Erc. 72
mer rectángulo y por los puntos
correspondientes de todos los demás rectángulos (de módulo $, por ejemplo,
como en la figura 73) crecientes o decrecientes.
Como hemos visto en el capítulo anterior, para un rectángulo cualquie-
a
ra (fig. 74) de módulo m = q la espiral logarítmica así definida tendrá co-
mo pulsación cuadrantal:
p CD _ 0D _O0B —m
17 CB" OCT OF”
pulsación diametral:
OD OC OB
Pa = = = = m*;
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164 EsTÉTICA DE LAs PROPORCIONES

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Lámina 44

El rectángulo Y 3. -- Divisiones armónicas

A F 8 y pulsación radial:
Nx .”

A e
.o OD a
P, = —+——7 = nm”.
y OI
eS N En particular para la espiral
eS Ñ de la figura 73, que corresponde
> N .

es a al rectángulo director $, se tiene:


Po” 1
e x

Le Ñ P, = 8%, P¿
= e?, P, = 9.
D E C o., ,
Esta descomposición gnomó-
nica por crecimiento o decrecimien-
Fic. 73 to continuo y la aparición subsi-
. . po
guiente de la espiral logarítmica,
justifican el papel importante atribuído por Hambidge a la diagonal en las
165

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Dinámicos

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CÁNONES

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166 EsrTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

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Lámina 46

El rectángulo $. — Divisiones armónicas


CANONES Dinámicos 167

A 1EGJ]B A E B

LÁMINA 47
El rectángulo de cuadrados giratorios. — Divisiones armónicas del cuadrado
168 EsréTICA DE LAS PROPORCIONES

estructuras rectangulares. Las láminas 43, 44, 45 y 46 dan ejemplos de apli-


cación de este método de descomposición armónica y corresponden respecti-
vamente a los temas en yY2 0, Y/3, y5 y 9. La parte inferior de la lámina
47 representa diversas formas de descomponer dinámicamente el cuadrado.
El descubrimiento de Hambidge consiste, lo repito, en el hecho de que
los planos o perfiles de los monumentos, estatuas, vasos u objetos rituálicos
de la gran época griega no son nunca, o casi nunca, analizables por el método
vitruviano del módulo estático y
B lineal, mientras que, en la gran
A F mayoría de los casos (9%: 1% el
0 rectángulo que encuadra el per-
fil principal del monumento o del
J b objeto considerado Cover-all sha-
pe) resulta ser uno de los rectán-
gulos dinámicos simples, o un de-
rivado más o menos directo de
uno de ellos, y 2% si en este rec-
») rá C tángulo se toman los puntos y
Fic. 74 líneas notables que caracterizan
especialmente la forma analizada,
se cae casi siempre en un diagrama abstracto de descomposición dinámica que,
según se advierte en seguida, es análogo a los que hemos dibujado.
Por ejemplo, de los ciento ochenta y dos vasos griegos de encuadramiento
dinámico del Museo de Boston, dieciocho están basados en el tema V2 (seis
tienen como encuadramiento el propio rectángulo y/2 = 1,4142...), seis se
fundan en el tema Y/3 (de los cuales tres están encuadrados por el rectángulo
V3),y todos los dernás se han construído sobre temas que se derivan de 9 o
de y5.
En las páginas 159, 160 y 161 damos algunos detalles sobre la distribu-
ción de estos últimos, tomándolos de la varias veces citada obra del Dr. Caskey
Geometry of Greek Vase.
Las láminas 48, 49, 50, 51 y 52, representan trazados concretos basados

(9) Recordemos la propiedad del rectángulo yY2 de ser su propio gnomon. Per-
manece, pues, semejante a sí mismo cuando se pliega en dos o cuando se dobla
abriéndolo como un libro.
(10) Parece desprenderse del libro de Caskey (Geometry of Greek Vase) que en-
tre los ciento noventa y un vasos griegos de la gran época, del Museo de Boston, sola-
mente nueve están encuadrados por rectángulos estáticos y todos los demás por rectán-
gulos dinámicos, siendo para ciento sesenta de éstos el margen de fluctuación inferior
a 1 milímetro.
169

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Dinámicos

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un e ojsondezxnmÁ Á ajuSuIpeonisA OPeoo[oJ JOTI9]ue 19) +1= 60€'T
Cánones

“(sossandezxnÁ sa[ejuozIoy $ So[náuexd91 2) sz = E = ETE


“(Sa[e9HISA SO[NSUPJIIL G) E = 060€ —
'(SO[LONIIA $ SO[NSURIDOL y) > = ZLHZ —
'(SA[eINISA $ SO[NSUPIDIL €) _ = $681 _
"(SOPpepose sa[e)
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“Z8€E1 = 1690 X7 nd Zge'] JemuoDus e 3apna 2s eustur ]s e emBy eso opusruodiadns (z1)
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*(opexpen un opezimb
$
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*Copexpen> un “[ ope3mb ey a] as onb ¡e 101193ue le) +yv68'I — — €
"(sopepooe sapeopiaa g/A so[n3up3o91 z Á SOPptapemo Z) ZLby TXT = pH687 — — Z
PRoPORCIONES

"(sopepose [eopiaa A o[n3urz


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l (Sopepooe sartopaoa g/A so[nidugiool y) 2
sA = TLpp%0) X y = 888/11' — — 7
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(sopepooe sareopiaa g/A so[nSupioa1 €) E — TLFVO X € = 9IPET — — I


EsTÉTICA

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7 + 1= 0 = Zlbv1 — — L
“(1 (sojsandiodns gA sopn3ug3a1 7) EA? = Bu _ _ L
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Lámina 92

Arriba: Kylix.
Centro: Su trazado armónico.
Abajo: Esquema de trazado.
173

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Dinámicos

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Cánones

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174 EstTéÉTICA DE LAs PROPORCIONES

en los diagramas de este género copiados de las publicaciones de Hambidge


y del libro del Dr. Caskey.
Por ejemplo, la lámina 48: espejo griego de bronce, del Museo de Bos-
ton, y su trazado dinámico basado en el rectángulo y/2.
La lámina 49 es un utensilio rituálico griego, de bronce, del siglo vi a.
de J. C., del Museo Metropolitano de Nueva York y su trazado dinámico en
$ en el interior de un rectángulo 9.
Las láminas 50 y 51: trazados en 9, y5 de dos vasos griegos del Museo
de Boston (Stamnos n% 90.155 y Kantharos n% 95,36 (23),
La lámina 52: vaso griego (Kylix), del Museo Británico; trazado diná-
mico en tema D,
Entre los módulos dinámicos observados en el arte griego de la gran
época y el arte egipcio, los empleados con más frecuencia son y53 y $. Co-
mo recuerda Hambidge son también los que aparecen más a menudo
en la Naturaleza viva, por ejemplo en el cuerpo humano y en las plantas
(veremos más adelante los notables resultados de aplicación del método de
las superficies de Hambidge al estudio del cuerpo humano). Aunque las
razones Y2 y v/3 sean también (en la terminología de Hambidge) temas
dinámicos, las modulaciones armónicas que permiten son mucho más limi-
tadas (1% que las engendradas por y5 y %, que, siendo por añadidura “con-
sanguíneos”, tienen la ventaja de poder combinarse al infinito en la misma
figura. Por el contrario YW/2 y 143 jamás aparecen juntas y no se presentan
tampoco en las combinaciones de tema y5 o 9.
La ley de la no-mezcla de los temas dinámicos en una misma superfi-
cie (5 tratada por el método de las diagonales, es uma comprobación de
hecho al mismo tiempo que una lección. En una composición artística es re-

(13) Según Caskey, op. cit. Estos dos vasos tienen como rectángulo de encuadra-
5
miento 1, 118 = > vertical en el primer caso y horizontal en el segundo. Es el rec-

tángulo de encuadramiento del esqueleto de Harvard (véase más adelante, lámina 55) y la
mayor parte de las subdivisiones armónicas de estos vasos se encuentran en dicho esqueleto.
(14) Ya hemos visto (cap. v) un aspecto biológico de la misma ley en el hecho de
que las simetrías o proporciones de base v2 o V3 tienen más éxito en el reino mi-
neral que en la Naturaleza viva donde, a causa de su violencia poco propicia a la in-
determinación bergsoniana, conducen a menudo a fondos de saco morfológicos. La su-
perioridad rítmica del pentágono estrellado sobre el exágono y el ortógono estrellado es
una variante de la misma comprobación.
(15) Digo superficie porque, como veremos en el capítulo siguiente, en el espacio
(de tres dimensiones) esta ley de la no-mezcla de los temas es más elástica, porque, al
menos, las diferentes superficies de un mismo volumen se pueden considerar como temas
armónicos distintos adaptados justamente a la forma de cada una de ellas.
CAnones Dinámicos 175

lativamente indiferente escoger tal o cual forma de planta o de encuadra-


miento entre los numerosos rectángulos dinámicos posibles; pero una vez ele-
gida esta forma, es un contrasentido descomponerla, modularla de manera
que agregue una nota nueva, en caso de no encontrarse ya un nuevo tema
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LÁMINA 49
A

Utensilio rituálico griego Su trazado armónico en $


De The Diagonal

contenido, al menos en potencia, en la forma inicial. Sería, por ejemplo,


un error (y aquí es donde el método y el espíritu crítico de Hambidge me
parece que ofrecen una gran superioridad sobre la doctrina simplista que
Consiste en aplicar irreflexivamente la sección áurea a todo ajuste de propor-
ciones) si habiendo elegido como plano de conjunto un rectángulo de mó-
dulo 1/3, descomponerlo dividiendo uno de sus lados, o los dos, según la
proporción $, El procedimiento de Hambidge impide este error por ser au-
tomática la comprobación.
Observando el notable predominio de los esquemas dinámicos en las
176 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

estatuas y objetos griegos medidos por él y sus colaboradores, Hambidge de-


dujo que su presencia se debe a su empleo consciente por los autores de las
obras examinadas. Si tiene razón, su descubrimiento es de primordial impor-
tancia para la historia del Arte y sería la clave del problema que Viollet-

V V5

ono

QoS
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A

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LÁmiNa 50
Stamnos Su trazado armónico
De Geometry of the Greek Vase

le-Duc planteaba sin resolverlo al tratar del mecanismo armónico de la com-


posición griega, Es probable que esta parte hipotética de la teoría no sea
nunca rigurosamente probada. Por mi parte, confieso que me impresionaron
mucho tanto los resultados que me dio la aplicación del método al análisis
de objetos y de planos egipcios (más adelante pongo un ejemplo de ello)
como la forma perfecta en que armoniza con el espíritu de ciertas partes po-
co exploradas de la Matemática griega. Pero aunque se prescindiera comple-
tamente del aspecto histórico o arqueológico, quedaría la doctrina de Ham-
bidge, cuyas observaciones matemáticas son sencillas, nuevas y fecundas
como instrumento precioso de análisis y de crítica, por una parte, y de com-
posición armónica (6, por otra.
Volviendo a los rectángulos dinámicos, ya he hecho observar anterior-

(16) La casa Tiffany de Nueva York, cuyo dibujante-jefe, Albert Southwell, es


partidario caluroso de las ideas resumidas en este capítulo, ha establecido a menudo los
planos de sus piezas de orfebrería según la simetría dinámica de Hambidge. Por otra
parte, la Escuela de Bellas Artes de Nueva York introdujo la enseñanza de este método
en sus clases de dibujo y de composición,
CÁNONES DiNÁmICOS 177
— A —Á

mente que el cuadrado (rectángulo 1) y el doble cuadrado (rectángulo


y4 = 2) son, a la vez, estáticos y dinámicos. En su cualidad dinámica for-
man parte del tema Y5, 9, el cuadrado como gnomon de 9, y el doble cuadrado
porque su diagonal es igual a Y 5. La lámina 47 muestra tres descomposi-

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Lámina 51
Kantharos Su trazado armónico
De Geometry of the Greek Vasa

ciones dinámicas del cuadrado según el tema $ con el símbolo de la es


vástica como variante de la primera.
Los rectángulos dinámicos 1, yW2, YW3, yw4= 2, Y5, etc., aunque todos
suministran tonos o temas diferentes Caún siendo irreductibles entre sí vY2,
v3 y 5) se pueden considerar, sin embargo, como formando una misma
progresión, una gama indefinida cuya tendencia espiral se puede explicar
por el diagrama de la izquierda de la lámina 53, tomado de la revista The
Diagonal “7,
Entre las propiedades interesantes de este gráfico, observemos que los
puntos A, A”, A”, A””, obtenidos sobre los lados mayores EP, etc., de los rec-
tángulos Y/2, YW3, W4, V5, al prolongar los lados menores MN, PM, etc.,
del rectángulo precedente, producen los segmentos PA, QA”,..., etc. iguales
1 1 1 1
a —, — —, — de los lados mayores y (si se trazaran por A, A”, A”, etc.
2.3.4 5
las paralelas a PM, OP, etc.) de los rectángulos interiores semejantes a los
exteriores.
Entre los rectángulos emparentados con el tema $, citemos, aparte del

(17) N* 9, julio 1920, diagrama comunicado por A. Finlay.


178 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

v5 ya mencionado, el de módulo $? = 2,618..., obtenido agregando un


cuadrado en el extremo de un rectángulo + (fig. 75). Esta forma se ob-
serva frecuentemente en la Naturaleza y ha sido muy empleada por los
arquitectos del primer Renacimiento como subdivisión vertical de una fa-
chada cuando tenían necesidad de una forma más esbelta que el rectángulo $.
El rectángulo de módulo yW9 = 1,273. ... (si sus lados tienen como longitu-
C des 1 y yY3 su diagonal es igual a
+
' EN vVó+1 = ya? — 9 >) suministra,
CS por el contrario, una forma apaisada
N muy útil cuando se quiere obtener
(
4
B una pulsación más lenta que la de
A< la progresión 9.
ON > He aquí algunos detalles sobre
2= =
ql P+1 2,618 este rectángulo de módulo
EA c=240 VE = 1,272
que Hambidge no menciona.
Para construirlo (lámina 53, izquierda), se puede emplear la propiedad
antes mencionada: la diagonal del rectángulo Yo es igual al lado mayor del
rectángulo $, que tiene el mismo lado menor. Basta, pues, construir primero
un rectángulo b, ABCD, aplicar a DE la longitud DC, y trazar la vertical
EF. Este rectángulo en $, AEFD, se compone de dos triángulos rectángulos
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a DE“SFG*

Lámisa 93
Gama espiral de rectángulos dinámicos (izq.). — El rectángulo $ y la serie VS (der.),
CÁNONES Dinámicos 179

de Price 9, Como los rectángulos $ y 9?, el yY/9 está íntimamente ligado al


ventágono regular.
"Si se parte de la gráfica dada en el capítulo 1 para la construcción del
lado AB del pentágono regular inscrito en un círculo de radio OC, el rectán-
gulo ADCE = OCFG es un rectángulo VE, OCHI = MKCA un rectán-
gulo 6, BKIH un rectángulo 6?2, MNLA un rectángulo y5 Clám. 53, der).
Lo mismo que en la serie $ decreciente cada término es igual a la suma
de los dos siguientes, en una progresión geométrica de razón y/0, la suma
de los términos es igual a la de los cuatro siguientes.
Por ejemplo, si (lám. 53) A, B, C, D, son puntos que determinan una
serie de segmentos en proporción continua d, y A”, B”, C*, D', E, F”, G” de-
terminan segmentos en proporción continua y/$, se tiene AB = BC + CD,
y AB" BIC! = CD DE +EF + FC.
La progresión gráfica A”, B”, C”, D', E”, F', G”,..., puede descompo-
nerse en dos progresiones $ entrelazadas (1?,
AB”, CD', EF..., BC”, DE, FG?...

(18) Son los triángulos rectángulos citados en los capítulos 11 y 111, cuyos tres lados
están en progresión geométrica y cuya razón es, precisamente, P de modo que los lados
de cualquier otro triángulo semejante a él, son proporcionales a 1, 1/2, $. Ya hemos
visto anteriormente que este triángulo de Price es semejante a la semisección meridiana
de la Gran Pirámide. -
(10) Esta propiedad es general: toda progresión geométrica de razón m se puede des-
componer en dos progresiones entrelazadas de razón m2, tres de razón mi, etc.
En virtud de la sucesión de segmentos en V3, la propiedad
AB" + BC =CD'+ DE +4 EF + FG,
se traduce algebraicamente bajo la forma
] 1 1 1 ]
Ll 4 —]= a —+ ++
o 7) Je VS $2 575)
de donde:
1 1
=P
expresión que ya conocemos, como caso particular de $* = $n-1 +4 $n-2 para el
valor n = o.
Del mismo modo, en el límite se tiene:
1 1 1 4
G + 22 + pe +: =208,

y se ve fácilmente que
1 1
+ ho =Y9 48
$ yo $2 PY E
180 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

Casualmente he observado la razón ye = 1,272... al estudiar la mo-


dulación de ciertos muebles (cómodas, papeleras, etc-) ingleses del siglo xvrx,
cuyos cajones tienen alturas progresivamente decre-
a, y cientes. Esta razón de decrecimiento (constante para
1 un mueble dado) oscilaba, en general, alrededor de +
cuando el mueble no llevaba sino tres compartimientos
horizontales (fig. 764), pero era reemplazado por
otro, dando una convergencia menos rápida, cuando
tenía cuatro o más (fig. 76b). Midiendo esta última
b, razón en un cierto número de muebles encontré co-
mo término medio un número que oscila en torno a
Vo 1,27, es decir, que sugiere v/5. Siendo estos muebles
de corte rectangular se prestan perfectamente al aná-
P=1,618--: lisis dinámico por el método de Hambidge. La lámina
Fic. 76 54 muestra las modulaciones que obtuve 40,
Los rectángulos próximos a Y/$ parecen haber sido escogidos a menu-
do por los pintores de todas las épocas para las proporciones de los cuadros
destinados a colgarse verticalmente (es decir, más altos que anchos, fig. 77).
En efecto, una encuesta practicada por Fechner en
todos los museos de Europa dio 1,260 como módulo
medio (para el museo de Dresde, el término medio es vo
1,276) 4D, V9=1,272-.
Este rectángulo y3 tiene la ventaja de permitir
también una descomposición armónica en $ 42; la 1
figura 782, en que
AC _ EC = 9 es el ejemplo Fic. 77
AB" ED
más sencillo. Se obtienen primero tres rectángulos interiores semejantes al rec-
tángulo inicial y continuando la modulación se pueden conseguir tantos rec-
tángulos semejantes como se quiera.
La figura 78b es una variante con diagonales suplementarias. Entre
éstas, las directrices de la espiral logarítmica de polo 1, de pulsación dia-
metral € (espiral del Dolium perdix) hacen comprender cómo este método de

(20) Como muchos de los productos del estilo alternativamente vilipendiado y en-
comiado bajo el epíteto de barroco, estos muebles de cajones decrecientes sugieren
un tema de crecimiento orgánico, Tienen la ventaja de hacer aparecer más grandes
las piezas bajas de techo, por una ilusión óptica análoga a la que los romanos pro-
ducían conscientemente en los casquetes esféricos de sus cúpulas (perspectiva truca-
da de encajonamiento en la bóveda del Panteón, etc.).
(21) Para los cuadros cuyo ancho es mayor que el alto, el módulo medio es 1,350.
(22) Recordemos que, según la ley de no mezcla de temas de Hambidge, sería
un error aplicar a un rectángulo en VZ o 13, un tratamiento por la sección áurea.
Cánones Dinámicos 181

Lámina 54
Cómodas inglesas tipo Reina Ana
182 EsTÉTICA DE LAs ProPORCIONES

diagonales permite, según la expresión de Hambidge, introducir una modula-


ción verdaderamente dinámica: la pulsación de crecimiento gnomónico (48)
de la Spira mirabilis. Existe otra
A E forma dinámica de abordar el rec-
" tángulo y/$ por su módulo mismo
e tomando + = Se vy/5. Se
oo o a,
obtiene entonces la modulación de
Ze 1 la figura 79: dos rectángulos Y/8,
un cuadrado y un rectángulo o 24).
| Ya hemos visto que el perfil
del huevo daba a menudo un rec-

VO

1 VÓ
.-
.”

B

Pt
Ls o”
Pana o

Fic. 79

tángulo director en Y/8 y que la posición de la hinchazón ecuatorial estaba


definida por la partición en * del eje mayor (como en la figura 78 a y b).
Según Hambidge, los egipcios y los griegos de la
F
E gran época emplearon en sus modulaciones arqui-
tecturales o plásticas basadas sobre los rectángulos

(23) El gnomon del rectángulo VF se compone de dos


rectángulos Y3, desiguales acodados.
(24) Más generalmente hablando, si el área de un rectán-
gulo ACEF de módulo 7” se divide por medio de pa-
Á
ralelas a los lados de modo que 4B = ED — m, se obtie-
BC DC
Fic. 80 ne la división modular de la figura 80.
Cánones Drvámicos 183
AA
2

dinámicos del tema y 5, 0, trazados geométricos rigurosamente exactos.


Es cierto que las pequeñas desviaciones, los tamteos que —según Sir
Th. Cook— son la causa sutil del encanto de las formas de la Natu-
raleza y de las creaciones huma-

]
nas, no se manifiestan en el
rigor armónico de estos dos ci- TACTO LL

clos sino por el esmero adicio-


nal de sabias correcciones ópti-
cas. Si la Magdalena de París y E
las demás imitaciones o copias
de templos antiguos tienen el
aspecto de recién salidas de la AT OOO
fundición o de hechas a máqui-
na, no es por exceso, sino por
defecto de ciencia en el trazado.
(Véanse en la figura 81 los
esquemas de las correcciones
ópticas del Partenón, según Ba-
nister-Fletcher (25)),
La riqueza inagotable de las
combinaciones provistas por el
tema (y5, 9) fue revelada a
Hambidge no solamente por el — ¡ncunacion
estudio diagramático de los va- 265 ,
sos griegos, sino también por el (G) 0
esqueleto humano. Además, el A AAA,
método dc descomposición ar- Erc. 81
mónica de las superficies llama-
do por él simetría dinámica le hizo descubrir un filón de ideas enteramente origi-
nales permitiéndole bosquejar una teoría de las proporciones del cuerpo hu-
(25) A History of Architecture, Londres, B. T, Basford, editor. Recomiendo la
reciente obra de M. Borissavlievitch (Les théories de 1 Architecture, Payot, 1926) pa-
ra lo concerniente a la importancia de las correcciones ópticas (la Escemografía de Vi-
truvio) y su papel con frecuencia desconocido en la orquestación de los temas adop-
tados para la composición vertical de un edificio. Viollet-le-Duc había demostrado ya
que al dar la proporción vertical era preciso temer en cuenta el o los puntos desde don-
de será posible ver el edificio (o determinada parte), y las disminuciones producidas
por la altura, las reducciones, salientes, etc., que la perspectiva clásica no permite dis-
cernir, Borissavlievitch señala que estas deformaciones se deben al hecho de que en la
visión real la sucesión de los movimientos diferenciales del ojo ocasiona el reemplazo
del plario vertical teórico de proyección por la curva envolvente de los planos de pro-
yección instantáneos normales a los rayos visuales sucesivos, y elabora sobre esta base
una nueva perspectiva óptico-fisiológica.
184 EsTÉTICA DE LAS PrOPORCIONES

mano más científica y más flexible que todo cuanto se había hecho hasta
entonces.
Habiendo expuesto que, por más cánones que haya en el cuerpo hu-
mano o en el del animal, las longitudes o superficies observadas en un es-
x 2.236 x

3236
4.045

Lámina 55
Proyecciones frontal y lateral del esqueleto de Harvard
2,382

De The Diagonal

queleto no sólo son más fáciles de definir y medir,


sino que deben reflejar también más fielmente 1471
las leyes matemáticas del crecimiento que las ob-
servaciones hechas en el cuerpo provisto de carne, comprobó en cada
esqueleto, medido de frente y de perfil, un ritmo armónico de rectángulos
emparentados siempre con los de módulo y/5 y 0. Pero, salvo para ciertas
proporciones casi inmutables, cada ejemplar normal (% de esqueleto huma-
no no presenta —como pudiera suponerse— fluctuaciones y desviaciones (27
en razón a un tipo ideal o medio, sino más bien una sinfonía dinámica ca-
racterística, basada sobre un esquema muy riguroso (con error menor que

(26) Normal en el sentido de haber pertenecido a un individuo sano.


(27) En el sentido de ligeros errores de la teoría de Sir Th. Cook.
CAnoNeESs Dinámicos 185
AS
e

aD D G F C
1/10 de milímetro) pa- T á
! V | |
sa cada individuo, pu- l | ) ]
diendo, por lo demás, ! Elo, L-- -
ser bastante variados los 2... b — - E b!- O a N Lt

esquemas para indivi-


duos diferentes. En su el AH E | |8
w |
primera serie de medi- 1
das, Hambidge tuvo la |
1809 1 I
buena suerte de que ca-
| ¡
|
vera en sus manos un
esqueleto masculino ad- o Pis Y je
quirido hacía tiempo en O W
e
- |
|
l j

París para la Facultad | nf| ¡9!


de Medicina de Harvard LI X |
| | | |
y que, habiendo perte- | | | !
necido a un individuo | | po; ]
de magnífica salud, pre- X y h i Ja
senta justamente un te- Y
ma dinámico de fácil es-
tudio a la vez que muy
original.
1809
La lám. 35, izquierda,
representa una proyec-
ción de este esqueleto Ss
visto de frente, con bra- R
z
zos extendidos, y la fig.
de la dcha. su proyección
de perfil 28 la lám. 56
representa en perspecti-
va caballera un paralele-
pípedo que encuadra el
esqueleto (sin el brazo)
y en el cual se han Y UÚ

marcado los diferentes 0


rectángulos verticales de- Lámina 56
terminados por las líneas
Esquemas paralelepipédicos del esqueleto de Harvard
naturales perceptibles.
Las cifras que siguen representan longitudes expresadas en metros al décimo
de milímetro, aproximadamente *%%. He aquí algunos detalles:

(28) Estas dos figuras están tomadas de la revista The Diagonal.


(29) Este esqueleto verdaderamente extraordinario tiene por azar la siguiente pro-
186 EstTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

El rectángulo de gran envergadura que tiene por lado horizontal la


abertura de los brazos medida entre los extremos de los dedos medios y
por lado vertical la altura total del esqueleto, tiene el módulo
1,9746 2,236... v5
2 "=1]118..;1118...,= =
1,7664 2 2

, 3
Este rectángulo e se compone de dos en y/5 superpuestos en el sen-
tido de la longitud. Su diagonal AC es igual al triple de BE, altura de los
rectángulos componentes 4% (fig. 82).
vV5 249-1
Este mismo rectángulo =>7 se vuelve a encontrar inver-
2.22
D tido (dispuesto con su dimensión
¿“|C mayor en el sentido vertical) en
VE eS Vabc que encuadra el perfil del
V5 e cráneo:
7] e 0,2000 _ 2
e E 0,2236 vy5
y Vi El rectángulo que encuadra de
e 5 frente todo el esqueleto (sin el bra-
” zo)», DCUT (lám. 56), tiene como
” módulo:
A So E B 17664 43664 — 9-2 cr
e 0,4045 TT q 2
y se compone: 19 de un rectángulo y/5 vertical, DCQP que comprende ca-

piedad desconcertante: las longitudes de sus diferentes elementos expresadas en el


sistema métrico coinciden todas muméricamente con las razones, los módulos de rec-
tángulos dinámicos derivados del tema (VS, 5), que es el leitmotiv del esqueleto.
Estos mismos rectángulos se encuentran precisamente (algunas veces en una disposi-
ción diferente) en la gran mayoría de los esqueletos normales y de los vasos u obje
tos rituálicos griegos analizados por Hambidge (véanse las láminas 50 y 51). Esta iden-
tidad accidental de los números que representan, ya longitudes, ya razones (módulos
de rectángulos) podría prestarse a confusión en el presente caso si no se estuviese
prevenido.
En este orden de ideas Hambidge señala, entre las series aditivas de dos tiempos
del tipo de la de Fibonacci que se podrían emplear como aproximaciones de la serie
$, el interés práctico de la serie 1, 5, 6, 11, 17, 28, 45, 73, 118, 191, 309, 500,
809, 1.309, 2.118, 3.427, 5.545,... sugerida por estas medidas.
(80) Si se tuviese AB = vV5, ya que BE = 1, AC sería igual a 3, como se deduce
inmediatamente del téorema de Pitágoras.
(81) Las expresiones algebraicas rigurosas en $ o en Y5 darían naturalmente frac-
ciones decimales ilimitadas; pero son iguales a las consideradas justamente con la apro-
CÁNONES DINÁMICOS 187

beza y torso hasta la parte inferior de la pelvis. Este rectángulo


a = 2,236 = y5 = 24-—1l, puede a su vez descomponerse así:
O,
a) El rectángulo DCBA, que
ticne como altura la de la cabeza D G F C
(comprendido el cuello) desde la
línca de las clavículas. Su módu-
lo es
0,4045
0,2618
154522
v5+1
2,24 a,
Si se construyen dos cuadrados M N L
superpuestos de una y otra par- K
te como en la figura 83a, queda
en medio un rectángulo EFGH A H E B
de módulo G F G F
0,2618 29+1
01327 = 998 =2 3 1 b
que encuadra la cabeza. Para ob- 2 Y JN /
)
tener el encuadramiento directo P; k
7 ]P p' RFP
del cráneo, GFMN, se recorta ho- 1 k P y
rizontalmente un rectángulo M
DCLK de módulo. M LON |
0,4045 $ Fic. 83
—_——— = = — (42) *
0,2236 1,809 l + 2
0,2236 308 +1
El rectángulo GFNM = — 1,5669 = 2 ————, da enton-
0,1427 4 + 1
ces el encuadramiento del cráneo propiamente dicho, (La figura 83b mues-
ximación de la cuarta decimal posible en estas medidas. Las que se refieren a los esquele-
tos analizados según Hambidge se expresan en metros; la longitud 0,4045, por ejemplo,
representa 404 milímetros y medio,
(32) Este importantísimo rectán-
$
a V5 gulo de módulo 1 + — = 1,809...
2) 2
b está compuesto de un cuadrado y de
y [| | 1809 2) dos rectángulos
>
0,809
$
=
(fig. 84a).
1,618
$
También puede construirse recor-
1,809 tando en un cuadrado un rectángulo
Frc. 84 v5 = 2,236: el rectángulo restan-
1 1
te será 1,809, pues —— + —— = 0,5528 + 0,4472 = 1, (fig. 84b).
1,809 ' 2,236
188 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

tra la estructura interna de este rectángulo 1,5669. Repitiendo la construcción


de los cuadrados GFpp” y p'kIM, se obtiene el diagrama 83 c);
0,4045
b) El cuadrado ABJI1= ==
0, 4045 —

c) El rectángulo IJQP = dos —,


= 1,6981 = iS en cuyo inte-
rior el rectángulo fgih de módulo
0,3118
02382 —= 1,309 =
+1 »
encuadra la pelvis,
y 2? del rectángulo
0,8618 398-]1
PQUT = — =2,1304 = 2 1,0652 = 2 =————-
2 0,4045 A 2+2
que gráficamente consiste en dos rectángulos y/5 y otros dos horizontales
superpuestos, pero que anatómicamente se descompone también así:
0,4045
a) El cuadrado
drado POSR
POSR = -——-
04045 = l; ; ,
0,4 $ —
y b)
b el ] rectángulo RSUT = 0,4045
? —_ 1,1305 ==” +2

La proyección lateral del esqueleto entero (lám. 56) suministra el rec-


1,7664
tángulo VDTO = 0223 = 7,899 (83), Se descompone por el plano horizon-
tal tangente a la base de la pelvis en:
0,9045 5o
19 0 El El rectángulo VDPY = 0,223
—— = 4,0451 = > consiste gráficamen-
te en un rectángulo y5 y un rectángulo 1,809 superpuestos verticalmente.
Los planos anatómicos que ya han servido para la proyección de frente des-
componen a este rectángulo en:
. 0,2618
259+1
a) El rectángulo VDAW = = 2*+ 1 = 1,1708
0,2236 Bb+2
En este rectángulo, la altura del cráneo propiamente dicha (marcada
por la horizontal del mentón) destaca el cuadrado VDCK, en cuyo interior,
la profundidad del cráneo (distancia horizontal desde la punta de la nariz
hasta la parte posterior de la caja craneana) es igual a 0,2000 y determina

(33) Como en este esqueleto la altura del cráneo es igual a la profundidad de


la caja torácica que sirve de lado menor a la proyección lateral, la razón 7,899 o (con
una diferencia muy pequeña) 7,9 da también el número de veces que la altura del
cráneo está contenida en la altura total. Se ve que el hombre a que pertenecía este
esqueleto debía tener casi exactamente Ctomando en cuenta el espesor de la piel) el
módulo clásico de 8.
/ |
Lámina 58
Estudios cubistas: de Durero (arriba) y
de E. Schón (abajo).
Eurídice y Hermes Lámina 60 Iris
Museo Nacional, Nápoles. ARTE GRIECO British Museum, Londres.
CÁnoNeEs Dinámicos 191
A>

0,223 6 _ v5 _ 26-1
un rectángulo Vabc = 0,2000. 2. 2 y encontramos nueyva-

mente como encuadramiento lateral del cráneo el rectángulo frontal de gran


envergadura, colocado verticalmente;
b) El rectángulo WAIX = 9%.
0,2236
= 1809 = 21422 pm este rectán:
gulo, el nivel vertical de los lados inferiores que limitan la caja torácica pro-
piamente dicha, se obtiene "llevando a partir del nivel de las clavículas un

rectángulolo WAdl == 222


02% — 1442
M ==142 + AS
L=>2
TA es decir,

un cuadrado y un rectángulo V5 horizontal (2%,


0,2382 3 9—1
c) El rectángulo XIPY = 0,2236 = 1,0652
l, = ——- 13 (05),

En este rectángulo se intercala un rectángulo + vertical, de la misma


altura, vwxy, que encuadra la proyección lateral de la pelvis, cuya posición
0,2382 2943
se obtiene observando que el rectángulo viPx = 0.2000 — 1,191 = — 7
tiene la misma profundidad 0,2000 que el rectángulo lateral que encuadra el

Q Pp , 5 -

Este rectángulo está emparentado con el 1,1708, ya encontrado en a,


0,854 = —_—
1
68)
pues 0,85 = 78
(84) En el diagrama frontal, la caja torácica tiene como ancho 0,2809, de donde
0,3236 49
resulta un rectángulo de módulo 1
- 0,2809 = 1152 = 4+9
(85) Se puede comprobar que la suma de los rectángulos a y c restituye gráfica,
aritmética y alzebraicamente un rectángulo en v5. En efecto,
1,1708 + 1,0652 = 2,236 = v)5,
2241 36-159
+2 +2 +2
an) 5 1545 -
= ren o $ por ———
a |, ——
+5 = Y5.

(86) Los dos rectángulos 0,854 y 1,1708 son inversos o recíprocos porque
0,854 = : . Ambos tienen la misma forma, pero el primero está dispuesto perpen-
dicularmente con respecto a la dirección modular escogida y el segundo con su longitud
mayor en esta dirección. En general, he elegido el lado horizontal como dirección mo-
192 Estrérica DE Las PrOoPORCIONES

Se descompone (por el plano horizontal de las rodillas) en:


a) El rectángulo
ángulo YPRZ = —z
9405 =
0,2236 1,809
, = 24. mi smo
Celel mismo en-en
contrado ya en b en la parte superior de esta proyección).
0,4573 _509-4
y b el rectángulo RZOT = 0,2236 = 2,045 —_ .

La longitud del pie 0,2618 es igual a la del antebrazo Cacodado) y a


la altura de la cabeza, comprendido el cuello (por encima de la línea de las
clavículas); el tema Y5, *, extraordinariamente pronunciado en este esque-
leto, se encuentra, pues, en todas las combinaciones de áreas imaginables y
también con frecuencia en las pulsaciones lineales; los huesos de la mano y
de las dos primeras falanges medianas dan por ejemplo la proporción:

0,06545 _ 0,05 — 1309 = 6 +1


0,05 0,0382 2
relación que ya hemos encontrado como módulo de un rectángulo que en-
cuadra la proyección de frente de la pelvis.
En el estudio detallado del esqueleto de Harvard publicado en la revista
The Diagonal en 1919 y 1920, de la cual he tomado las medidas y los diagramas
precedentes, Hambidge no se sirve en ningún caso del Algebra y caracteriza
los diferentes rectángulos por el valor numérico de sus módulos aproximados
con tres o cuatro cifras decimales, por ejemplo 1,618— 1,809— 1,1708, etc,
La sencillez del cálculo modular inventado por él para la manipulación grá-
fica y métrica de sus rectángulos, permite aplicar su método sin ningún cono.
cimiento algebraico, ni siquiera elemental (7, Si se toma siempre como mó-
dulo de un rectángulo la razón entre sus lados mayor y menor, el módulo

dular; 2,236 — V/5 representa entonces un rectángulo y/5 horizontal y 0,4472 = 2


un rectángulo y5 yertical. 3
(37) Agregaré aún que su método puramente aritmético permite comprender me-
jor la elasticidad infinita de este tema en $, 5, que las consideraciones algebraicas,
Los módulos 1,618-0,8541-1,7082-1,17082—2,764—1,545-4,045, etc., que aparecen conti-
nuamente en los diagramas de esqueletos (y de vasos griegos) están unidos por expre-
siones curiosamente rítmicas y recurrentes, tales como
1
3,618 = ——- |
1,17082 = A
0,2764 0,8541
]
' 2,764 = —— | 1,7082 =
0,3618 | 0,5854]
= 2 Xx 0,8541.
4,045
1,545 = , etc. ..

2,618
X
Cánones Dinámicos 193

m == - del rectángulo ABCD (fig. 85) será igual a: m =a + y + 5 + >

siendo a = z y y= - los módulos de los rectángulos longitudinales AEGB,

FIJH, y B = _ y 5ó= _ los de los rectángulos verticales EFGH, 1CDJ.


Los valores rigurosos en función de $ o y5 que A ET TA
he agregado respecto de los módulos aritméticos es- X| «a |B| y

O”
tán destinados a quienes interese el aspecto pura- *” 8 CPHcJdD
mente teórico de la cuestión, o la comparación con lua+b»c+d
los temas proporcionados por gran número de Fic. 85
otros esqueletos. En este orden de ideas, la revista
de Hambidge da las características detalladas de otro esqueleto, menos bello
estéticamente que el primero, y a la vez menos puro y menos original como
tema armónico cuando se estudian las áreas por este método. Su modulación
dinámica, aunque los rectángulos v5 y 9 no aparecen personalmente como
en el esqueleto de Harvard (lo que es una característica rara propia de éste)
está a pesar de todo rigurosamente basada en rectángulos derivados del mis-
mo tema, como se puede comprobar mediante el cuadro 1x (98) de la pág. 180,
La lámina 57 que está compuesta según los diagramas detallados por
Hambidge en la revista The Diagonal, sintetiza los trazados de dos esquele-
tos. Es interesante compararlos con los trazados de los dos vasos griegos repro-
ducidos de la obra del Dr. Caskey ($9, en las láminas 50 y 51.
Esta concepción sinfónica de las proporciones humanas es, como se ve,
muy diferente de la teoría del canon ideal admitida, en general, como sus-
ceptible de suministrar una estadística única (o, por lo menos, una para car
da sexo). Las dos concepciones no son absolutamente contradictorias, en el
sentido de que: 1% nada impide, entre un gran número de temas dinámicos,
distinguir uno para adoptarlo como tipo o subtipo ideal, que es probable-
mente lo que hicieron los escultores griegos (canon de Policleto); y 2%
operando con un gran número de esqueletos normales (sanos), y, en lo po-
sible, de la misma raza, se encuentran a pesar de todo ciertos términos me-
dios estables. El juego complejo y variado de las modulaciones dinámicas

(38) Este segundo esqueleto tiene la misma propiedad curiosa que el primero: sus
dimensiones lineales medidas en subdivisiones del metro, representan ya módulos de
rectángulos dinámicos que pertenecen al tema +, Y/5. Así, la profundidad torácica del
Primer esqueleto, en decímetros 2,236, es idéntica al módulo y5” = 2,236 que se en-
cuentra varias veces en este mismo cuerpo. En el segundo, la altura 1,7082m y la en-
vergadura de los brazos 1,8541 m se encuentran de nuevo numéricamente en los módu-
los 1,17082, 7,082, 1,08541, etc., aunque estos números no sean longitudes, sino razones.
(39) Geometry of Greek Vase.
ISI _ 1yS $b = 8191 = siarod op peprpunyod
61-951 siaped op emy
C_— 681 = xe193 [op peprpungoad
(6-89) 01 = 280% cen *%8l [0103 emy
(Tavag)
S 1-97
A = 280211 c = 60€ 1 = >P_PmIV
Sapd op emy
To +9 +9 stayed 2p oqouy
DE LAS PROPORCIONES

c-89 sepredso 2p oyoue


5 = 0bZ8H7Z Il == 97 = (stapad “xelg3 “ezoquo)
3—epl 05103 [9p tIM"y
op oyoue
sepjedso
tt
so _
Obz8%e Tra
== _
P99€pa —= a ay
EsTÉTICA

gs _ ) z z )
UD EE 7 1p580'T 1-87 = SN = 8111 = eIMpegi9Aua UBIO)
CELLNAY.J)
(prearsp ap ojaponbsg)
2 ON otapombsg I eN osajonbsy sopnSupiooy
'9Bpriqureyy 10d soprpatr sour¡noseur sozapanbsa so] 2p so[npour so] ap oanexeduios oIpeng)
XI OYUVNO
194
Lámina 61. Venus Genitrix.
Museo Nacional, Roma.
CAnoNes DivÁámicos 197

parece proporcionar, por compensaciones automáticas, ciertas razones senci-


llas que coinciden con el resultado de las observaciones empíricas resumidas
por los cánones de Leonardo da Vinci, Durero y Zeysing. Hemos visto que el
primer esqueleto analizado, cuando estaba vestido de carne, debía adaptarse muy
O] C

RX
La ÁS LH. Como] e dl
| 1809 S
Z
a Y

LA P

!| |
Y D 3

|
|
|

LÁMINA 57
Diagramas frontales de los dos esqueletos de Hambidge

rigurosamente al canon de las ocho alturas de cabeza. La parte superior de la


pelvis, a la que sobre el cuerpo revestido de carne corresponde el plano ho-
h 1,7664
rizontal del ombligo, determina sobre la altura total la razón — = == =
n 1,1000
1,7082
1,6058 para el primer esqueleto, y 1,630 para el segundo. Ahora
1,0477 —
bien, estos dos números corresponden a $ = 1,618, y el segundo a casi

g= 1,625, es decir, la razón característica del cuerpo masculino tipo Zeysing,


cuyos dos segmentos verticales determinados por el ombligo dan el acorde ma-
yor 20),
8
Por otra parte, Hambidge da los siguientes resultados medios, obtenidos
al operar con un gran número de esqueletos:
12 El rectángulo de gran envergadura encontrado con más frecuencia en
596
los individuos masculinos normales tiene como módulo 1,045 = — 5

2? El rectángulo frontal que encuadra la pelvis es en casi todos los es-


queletos masculinos (también en el de Harvard) de módulo:

1,309 _2+
= =— 1 ,

10 Véase el capítulo n.
198 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

32 Para los esqueletos femeninos, el módulo de este rectángulo es casi


siempre:

1,382 = 291 = v2.


$ $
49 El rectángulo lateral que encuadra la pelvis es casi siempre la mitad
(vertical) del rectángulo pélvico frontal, es decir, para los masculinos:
1,309 1
> = 0,6 = ——
2 9,8345 1,528 )
el rectángulo 1,528 = sy1 colocado verticalmente, y para los esqueletos
femeninos:
1,382 l
- = 0,691 = ——_—
2 172)
el rectángulo 1,4472 =
22. 29 , colocado verticalmente,
221 1/5
Basándose en el descubrimiento —cerca de canteras griegas— de bloques
de mármol paralelepipédicos en los cuales aparecían las proporciones de estatuas
inconclusas marcadas por líneas horizontales y verticales delimitando rectán-
gulos anatómicos de encuadramiento análogos a los que ha establecido Clá-
mina 56) para el esqueleto de Harvard, Hambidge supone que este método
fue efectivamente empleado por los escultores egipcios y luego por los grie-
gos. En los estudios cubistas de ciertos pintores del Renacimiento se advierte
un procedimiento análogo: en la lámina 58 doy reproducciones de un dibu-
jo de Durero y de un estudio cubista de uno de sus discípulos.
La pulsación lineal de los huesos de la mano y del dedo medio es para
$ 1
el primer esqueleto 1,309 = + » y para el segundo, 1,4472 = .
28 +1
Como comprobación reproduzco en la lámina 59 las proporciones medias
del cuerpo masculino según las Tablas de Proporciones de Heller (41M, Esta
obra no está basada en ningún canon teórico sino en los millares de fotografías
y de medidas coleccionadas por Ploss-Bartels, Stratz, Thompson, Schadow, etc.
Estos mismos rectángulos 1,118-1,382-1,309-1,809-1,1708-1,0652-1,545-2,043-
1,618-2,236... constantemente recurrentes en los temas armónicos del esque-
leto humano, son precisamente los que Hambidge había descubierto en los
trazados de los vasos griegos, lo que justifica sus palabras siguientes: “Los
materiales para el estudio de la simetría dinámica se obtienen de tres fuen-
tes: de la simetría del hombre y de la planta, del arte egipcio y griego, y de
los cinco poliedros regulares. Mas para el artista es el esqueleto su fuente
por excelencia”.
(41) Proportionstafeln der Menschlichen Gestalt, por el Dr. H. V. Heller, Viena,
A. Schroll, editor.
CANONES DINÁMICOS 199

Hemos comprobado ya, en el capítulo 11, la presencia de la sección


¿urea en las proporciones lineales del dodecaedro y del icosaedro. Las proyec-
ciones o secciones de los poliedros regulares o semirregulares suministran una
gran variedad de modulaciones dinámicas (véanse las láminas del capítu-

VInR

¿] 9
1% G 146 FAZ
bn

vi
*k

Lámina 59
Proporciones medias del cuerpo humano
Tomado de Proportionstafeln de H. Heller

lo m1). Y Theeteto de Heraclea, al que Platón hace exponer en el diálogo


del mismo nombre el concepto de simetría dinámica (o armonía en poten-
cia) tomado de nuevo por Hambidge, fue justamente el autor del primer
tratado consagrado a los cinco cuerpos platónicos,
En lo que concierne a los trazados egipcios, doy en la lámina 62, izquier-
da, una forma interesante de colocar asimétricamente tres rectángulos dinámi-
cos concéntricos en el interior de un cuadrado, que me fue revelada por el
200 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

análisis dinámico del plano de la tumba de Ramsés IV (42, El resultado es


bastante notable porque descubre instantáneamente una relación íntima entre
los tres rectángulos concéntricos: el menor es un doble cuadrado; el interme-
dio un rectángulo $, y el mayor se compone de dos rectángulos $ acodados
iguales al anterior y dispuestos perpendicularmente a él,
Una vez conocidos estos tres rectángulos, se encuentran fácilmente en

A H B

C
LÁMINA 62
Análisis armónico del plano de la tumba de Ramsés IV

muchos trazados egipcios. La lámina 62, izquierda, repite el núcleo de la cons-


trucción partiendo del rectángulo $ intermedio MNQP.
En la tumba de Tutankhamen se encontró una silla cuyos perfiles pa-
recen ilustrar un diagrama diagonal de Hambidge. Sería muy interesante ana-
lizar desde el punto de vista dinámico las siluetas rigurosas de los animales,
pájaros e insectos en el arte egipcio. Su estilización geométrica está basada
sobre una ciencia morfológica tan profunda que aún respira vida bajo la es-
tandarización milenaria de los jeroglíficos.
- Si el rigor geométrico comprobado en estos trazados de vasos griegos resul-
ta propiamente de la aplicación consciente por sus autores del método de modu-
lación armónica de Hambidge o de un procedimiento equivalente, es natural que

(42) Es uno de los raros planos de tumbas egipcias que han llegado hasta nosotros.
Se encuentra en el Museo de Turín en el Papiro de 'Ramsés. Los rectángulos repre-
sentan las" proyecciones horizontales de cenotafios ó tabermáculos concéntricos como
los que, en la tumba de Tutankhamen, encerraban el sarcófago antropoide.
CÁNONES DINÁMICOS 201

se encuentren en la arquitectura del período correspondiente. Hambidge dedi-


có a esta comprobación sus últimos años: parece que concuerdan notablemente
con los ya obtenidos en las artes menores. Hambidge murió inesperadamente
(en 1924) antes de la publicación de sus últimos trabajos, y no he podido pro-
curarme su Obra póstuma (The Parthenon and Other Greek Temples, their
Dynamic Symmetry); pero debo a la amabilidad del Dr. Caskey la comunica-
ción del esquema dinámico que resume sus conclusiones en lo que respecta
al Partenón: lo reproduzco en la lámina 63. El rectángulo de encuadramien-
29 -—1
to del frontón | 1,708 = 2 | suministra por

medio de cuatro diagonales solamente las principales vs v5


Vs |Vs | va [vs
proporciones horizontales y verticales, El rectángulo 111] y
de encuadramiento de la planta se compone de los
mismos elementos (1 y y5) que la fachada Cfigura
86, a y b).
En el templo de Pesto, llamado la basílica, el
plano es un doble cuadrado, y el rectángulo de la fa- | V5 1
chada (que envuelve al frontón) un rectángulo 9. El
módulo $ se encuentra de nuevo en el interior, en la
proporcionalidad de las dos filas de columnas super- v5 b,
puestas,
Jules Tannery observó que en el templo de la
Concordia de Agrigento (Akragas, Girgenti) la longi- 1
tud total era igual al cuádruple del lado del decágono
inscrito en un círculo cuyo radio sería igual al ancho
del frontón (lám. 64). Veía en ese templo al que me-
jor hace sospechar una preocupación de geómetra (Véa-
se Perrot y Chipiez, Histoire de Art dans l'Antiquité, Fic. 86
volumen vin).
Viollet-le-Duc, libre de toda sospecha de modernismo (pero cuya opinión
sobre el canon estático de Vitruvio, concuerda perfectamente con la de Ham-
bidge) ha escrito juiciosamente: “Las proporciones en Arquitectura no im-
plican de ningún modo relaciones fijas, constantemente idénticas, entre las
partes que tengan un fin determinado, sino al contrario, relaciones variables
con objeto de obtener una escala armónica'*9), agregando: “Bien podemos creer
que los griegos eran capaces de hacer un arte de cada cosa, porque mediante
el sentido de la vista experimentaban goces que nosotros, demasiado toscos,
jamás llegaremos a conocer” (4%,

(18) Diccionario de Arquitectura.


(44) Obra citada.
202 LIsrTÉTICA DE Las PROPORCIONES

En la enumeración de los diez pares de contrastes cuya combinación es


fuente de armonía, la Metafísica de Aristóteles cita en último lugar al par
geométrico antagonista rerpaywvov, erepouyxeia, es decir el cuadrado y el pro

G— : —

AA
LATER TEE
ATEA =$
AS : AE : MT 7 4 B

NJ :
EN
| pp
E s - = 14

rn SpO
A B
V5 V5 V5 V5

arch Neon E
c O
LÁMINA 63
Análisis armónico del frontón del Partenón según Hambidge
Comunicado por el Dr. Caskey

ducto asimétrico o rectángulo (*%, El arqueólogo noruego Lund que, sin co-
nocer los trabajos de Hambidge ni su teoría de los rectángulos dinámicos,
intentó con más dedicación que ninguno redescubrir los procedimientos de
(13) Ambos términos ya los empleaba Platón en la misma parte del Theeteto
que sugirió a Hambidge la terminología y la idea de su simetría dinámica.
203

A
PE > 7
e”
>” , NO

Agrigento
Y
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ly N
17 >

de
I A

de la Concordia
V Ñ Y
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DINÁMICOS

1 X 7 N
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64
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del templo
|
CÁNONES

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armónico
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Ñ
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| Ñ ”
A ”
| /

Análisis
= Ñ ”
SS Ñ Y
NS Y
NS NA Y
So mn
NS / S
204 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

composición armónica de los arquitectos góticos, concluyó después de un exa-


men comparativo de algunos textos griegos y alejandrinos que se refieren al
tema, que lo mismo que “y roun” designaba como sección por excelencia la
áurea, el rectángulo típicamente heterómeco cuya combinación con el cua-
drado constituía una clave de armonía, debía ser, precisamente, el rectángulo
irracional de módulo 9, el rectángulo de los cuadrados giratorios de Hambidge.
En este caso, todo el misterio con que los pitagóricos rodeaban el con-
cepto de lo que llamaban lo irracional, se explicaría no ya como una angus-
tiosa tentativa de salvar las apariencias de la doctrina primitiva basada sobre el
número entero, sino como la voluntad reflexiva de conservar celosamente sólo pa-
ra los iniciados el desarrollo filosófico que en esta relación trascendente les había
suministrado la clave o, por lo menos, la notación matemática de la armonía viva,
En arquitectura bizantina y románica, el cuadrado y el rectángulo de mó-
dulo YZ son los que suministran temas dinámicos (en el sentido adoptado
por Hambidge) que derivan de la propia estructura de los monumentos, con-
cebidos como volúmenes sencillos que se manifiestan tan sinceramente en el
exterior como en el interior: cubo, hemisferio, cub>ctaedro para las cúpulas bi-
zantinas clásicas (* con adjunción o sin ella de cilindros, medios puntos
(semicilindros enlazados en un octante de esfera), prismas octogonales, etc.
Esto no impide que las superficies verticales sean a veces tratadas por una
modulación que deriva de la sección áurea. Como he dicho anteriormente, la
ley de no mezcla de los temas se aplica al trazado de cada superficie en parti:
cular, pero no se impone al conjunto de superficies que pertenecen a un vo-
lumen arquitectónico dado. La modulación del volumen y la de sus superfi-
cies son dos problemas que pueden considerarse distintos, Nada impedirá,
en una basílica bizantina, románica o gótica, preferir por ejemplo —como an-
taño en Pesto— la razón € entre las alturas de las grandes y pequeñas
columnas de dos filas superpuestas. Se puede decir, sin embargo, que, en
tesis general, el módulo y/2, que fluye naturalmente del cubo, del cuboctae-
dro y del prisma octogonal, es característico de la arquitectura bizantina y
románica. Además, para las modulaciones verticales se encuentra a menudo en
ellas el triángulo rectángulo isósceles, que es, a su vez, la mitad de un cuadra-
do cuya diagonal es la hipotenusa de aquél (fig. 87) (47,
(46) Hemos visto (capítulo 111) que un semicuboctaedro aplicado a un cubo da la
armadura de la cúpula con las pechinas triangulares, y de los cuatro grandes arcos de
una cúpula como la de Santa Sofía. "Todas las proyecciones de esta combinación dan
temas en V2. Lo mismo pasa con las proyecciones horizontales de los trazados octogonales
constantemente empleados por los neobizantinos y románicos para levantar cúpulas sobre
saledizos.
(47) Este triángulo isósceles en forma de escuadra masónica se emplea como mo-
tivo de decoración del exterior de la torre cuadrada en la iglesia románica de la Cha-
rité-sur-Loire.
Lámina 65. Mezquita de
Aben Tulum, en El Cairo.

Lámina 66. Abside de la Charité-sur-Loire.


“4Mo29UUHP PIPA 23 pias. "SOJEpIN 3P
uSp1o e] 2p trsapSr eun 2p oue[g :olvqy eomo3 ersajór eun e eno 201 "O VER]
3P epezje e] ap Á epegoe; ey ap seuanbsg :mquiy “69 VNINy"[ Ie1pareO +1 Pp sop a “29
CÁnNoNES Dinámicos 207
A

Ensayando por el método de los triángulos el análisis de los trazados


verticales góticos, Viollet-le-Duc creyó encontrar como triángulos generadores,
o al menos regulares, elevaciones que pueden ser:
19 El triángulo equilátero que introduce (fig. 882) el tema

VY3; (> = va
22 Un triángulo isósceles que él llama egipcio (*)
y cuyas proporciones son cuatro unidades para la base
2/2 para la vertical trazada desde el vértice a la ba-
se (fig. 88b).
Observemos, antes de continuar, (tomando como
unidad > en lugar de b) que el módulo del rectán-

gulo circunscrito a este triángulo es - = 1,6 lo que nos lleva de nuevo, en


primera aproximación de la sección áurea suministrada por la sucesión de Fi-
bonacci, a uno de los rectángulos de la figura pseudo-gnomónica de la lámina
34, cap. v, en la cual el crecimiento gnomónico u homotético ideal es imitado
por aproximaciones sucesivas.
Viollet-le-Duc supone que este perfil de rectán-
a gulo o más bien de triángulo egipcio debió transmi-
2 tirse a los arquitectos occidentales cuando en la épo-
ca de las primeras Cruzadas tomaron contacto con los
monumentos árabes o sirios inspirados por la escuela
que floreció en Alejandría de Egipto justamente
antes del nacimiento del Islam.
Los estudios convergentes de Dieulafoy (*%) y
de Émile Mále (50 revelaron otra vía de acceso de
los elementos árabes, irano-sirios y egipcios por
Africa del Norte y España (%1): el puente de Schus-

(48) Véase el capítulo 111, y más adelante, el vr.


(49) L'Art en Espagne et au Portugal. Hachette.
(50) Las influencias árabes en el arte románico. Revue des Deux Mondes, 15 de no-
viembre de 1923.
(51) Según uno y otro, fueron los monjes cluniacenses quienes —observadores
eclécticos y grandes constructores— recogieron, transmitieron, y luego injertaron el
arte ojival de Siria y de Egipto en el misticismo de violento empuje vertical del año 1000.
La tesis de la vía española, a mi juicio suficientemente fundada por los autores preci-
tados, hace menos arbitraria la denominación de gótico dada al estilo que siguió al
período románico, pues fue en verdad una España gótica la que los árabes invadieron
en el siglo vmi y la que en el siglo x1 reconquistó la antigua capital del rey Wamba.
208 EsTÉTICA DE Las PROPORCIONES

ter, las iglesias coptas del desierto de Nitria, la mezquita de Aben Tulun
(lám. 65), las mezquitas de Toledo, el ábside de la Charité-sur-Loire (lámi-
na 66) darían un esquema figurativo de esta ola de propagación 42,
Los arquitectos góticos, al adoptar este triángulo egipcio como trazado
regulador en la alzada de muchas de sus catedrales, en el preciso momento
en que habían resuelto el problema de las bóvedas de una manera que su-
primía todo límite a su vuclo vertical, habrían introducido inconscientemente
el tema del crecimiento armonioso, no el tipo ideal simbolizado en general
matemáticamente por la espiral de los rectángulos giratorios de módulo +
y encontrada de nuevo en sutiles variantes en la armonía abstracta de los
templos y los vasos griegos, sino una aproximación libre de la clase que
—según Cook— aportan por sí mismas con sus ligeras desviaciones a la ley
teórica, el encanto del estremecimiento, del tanteo vivo. Para aplicar la idea
de Cook a la terminología de Hambidge, se podría decir que un rectángulo
aparentemente estático, pero tal que su módulo >= 1,6 fuera una aproxi-
mación de un módulo dinámico, introducirá en un trazado el dinamismo propio
del rectángulo del que es su aproximación, O aún: los rectángulos teóricamen-
te estáticos (ya que sus módulos son números conmensurables) de módulos
2.3.5 8 u13
.. (sucesión fraccionaria de Fibonacci) pueden pro-
1.2.3.5. 8.
porcionar a veces temas más dinámicos que los rectángulos en verdad diná-
micos (pero de simetría cristalina) yW2 y y3 65, Con un conocimiento per-
fecto de la Geometría y la intuición de lo que más tarde se llamó la
dinámica, los constructores de las catedrales góticas habrían fundado sobre
estos temas dinámicos (en el sentido de Hambidge) simplemente aproxima-
dos, esos monumentos que tienen la unidad de desarrollo, la variedad de
formas y la agilidad vertical de las estructuras orgánicas.

(52) He aquí dos esquemas de propagación análogos para el arco polilobado Co tri-
lobado) propiamente dicho y para el arco de festón polilobado sugeridos por el artícu-
lo de E. Mále: 1% nichos acanalados sasánidas (inspirados por la concha del “pecten”),
mezquita abasida de Samara (cerca de Bagdad, siglo 1x) Mihrab de la mezquita de
Kairuan Csiglo 1x), mezquita de Córdoba, mezquitas de Toledo (Santa María la
Blanca, Cristo de la Luz), La Charité-sur-Loire, Nuestra Señora del Puerto, catedral
de Puy (siglo x1); 2% Palacio sasánida de Ctesifón, mezquita de Kairuan, mezquita
de Córdoba, Santiago de Compostela Csiglo x11), abadía de Cluny Csiglo xr).
10 5
(53) Recordemos que las: aproximaciones —» G = 3 (como proporción linea] ver-
5
tical que determina la posición del ombligo) se encuentran ya en los “cánones” de
las proporciones humanas desde Lisipo y Policleto hasta Durcro y Leonardo da Vinci.
1 1
La altura de q Para la cabeza, la de 0 para la cara (hasta la raíz de los cabellos)
entran en el mismo sistema modular.
CÁNONES DINÁMICOS 209

Ahora bien, para descubrir los diagramas que han debido suministrar a
los arquitectos de la Edad Media esos trazados que no cuadran a primera vis-
ta más que en forma aproximada con las modulaciones rectangulares diná-
micas de Hambidge, se presenta una nueva teoría más rigurosa que las intui-
ciones fragmentarias de Viollet-le-Duc y que preten-
de dar para el análisis de los edificios góticos, una
clave análoga a la que ofrece la teoría americana pa-
ra los trazados egipcios y griegos. Ya he mencionado
en el capítulo 11 (lám. 11) el diagrama pentagonal
observado en un tratado de Geometría del siglo xv
por F. M. Lund. Este arqueólogo, encargado por el
gobierno noruego de dar su opinión sobre la restaura-
ción de la catedral de San Olaf de Nidaros Choy
Trondhjem), encontró, en sus primeros ensayos de
reconstitución del trazado, que todas las directrices
oblicuas formaban con la horizontal o la vertical un
ángulo de 63*26', y comprobó en seguida que este 2320/
ángulo era el ángulo en la base del triángulo rectán-
gulo mitad de un doble cuadrado (fig. 89). Fic. 89
Trató de reconstruir los trazados verticales por
medio de este elemento de figura, y, una vez situadas las grandes líneas y los
puntos extremos, encontró que la mayoría de las demás líneas y puntos nota-
bles del edificio se situaban por
sí mismos en el gráfico así deter-
y minado (fig. 90 y lám. 67). Com-
4
> AS
- ?
probó que el plano horizontal se
Pa - establecía con la misma facilidad
E A Y E --.
-. >» «a =al

por una combinación análoga de


dobles cuadrados (de diversas di-
- mensiones, pero que derivan unos
de otros) cuyas diagonales, ejes
y puntos de intersección resultan-
tes, proporcionaban todos los de-
talles de un plano en perfecta ar-
monía con las alzadas.
Impresionado por la admi-
rable lógica de los trazados
geométricos así obtenidos, Lund
Fic. 90 juzgó que las posiciones de
ciertos elementos —importantes,
por lo demás— que (en la alzada y la fachada) no parecen directamente de-
210 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

terminados por la sencillísima red de estos primeros diagramas, debería tam-


bién emanar de una construcción geométrica rigurosa. Después de diversos
tanteos, recordó que sobre varias piedras del edificio figuraba como sello la-
pidario la figura del pentagrama regular cuyos segmentos presentan (véase
B capítulo 111) un ritmo continuo sobre
po ¡€ el tema de la sección áurea. Esta
E ' indicación le dio la solución com-
Jo e NN ¿| pleta del problema: todos los pun-
Y A ,/ tos y todas las líneas directrices ho-
/ | Ñ ' rizontales no localizadas aún, con.
/ 2.” Cy cordaban con la partición según la
ES 7 sección áurea de uno de los seg-
es, ' mentos obtenidos por los primeros
/ ¿ gráficos, partición tanto más fácil
11 , de realizar cuanto que, como hemos
: ? visto anteriormente, la diagonal
| / del doble cuadrado es igual a y5
M TT A pD “si se toma el lado del cuadra-
Fra. 91 do por unidad), y que la cons-
trucción elemental de la figura
91 permite obtener con dos movimientos de compás el punto 1 de modo que
B_B 50
IA B]
Recordemos aquí que en la clasificación de Hambidge el doble cuadra-
do no solamente forma parte de la serie-tipo de los módulos dinámicos:
VI= 1, Y2, V3, Y4, = 2, V5,
sino que (por el hecho de sex su diagonal igual a y/5), pertenecen al grupo
del tema 9, y5. Su tratamiento interno por la sección áurea no infringe,
pues, la regla de no mezcla de los temas.
Por lo demás, Lund no parece haber tenido conocimiento de los traba-
jos de Hambidge, y aunque muy a menudo, como en los trazados sencillísi-
mos de la catedral de Nidaros (por ejemplo la figura 90 en la que he con-
densado el esquema de la alzada según la lámina 67) sus diagramas mues-
tran las diagonales perpendiculares y los rectángulos recíprocos de la sime-
tría dinámica ortodoxa, las investigaciones del arqueólogo noruego fueron pro-
seguidas por un método de análisis gráfico completamente distinto.
Habiendo estudiado y comparado, después de su primer éxito, los pla-
nos de la mayor parte de las catedrales góticas de Europa, encontró siempre
(54) Indico en la misma figura otra construcción para el punto I basada en el em-
pleo de la diagonal del doble cuadrado. Lund se sirve tanto de una como de otra en
sus diagramas de comprobación.
Cánones DivNÁmicos 211
A

en ellas el doble cuadrado (55) y la sección áurea que —por lo demás— no


es introducida arbitrariamente en los trazados verticales, sino que es la re-

pa)

LÁmINa 68
"Tres trazados góticos con simetría pentagonal radiante

sultante natural de un diagrama central lógico, más o menos complejo, en


el que se combinan el pentágono, el cuadrado, e incluso el triángulo equiláte-
ro como en la lámina 68, abajo, (ya reproducida en el capítulo 1), identifi-

(55) En el álbum de Villard d'Honnecourt se encuentra, por lo demás, el plano


de una iglesia de la orden del Císter, rigurosamente basado en cuadrados y doble-
cuadrados (reproducido en la lámina 69). La misma observación hay que hacer para
el plano de la catedral de Milán, que figura en el Vitruvio publicado en Como en 1521.
212 EsrÉTICA DE LAs PROPORCIONES

cada por Lund con el famoso pentagrama condensado de Hipócrates de


Chios. Las tres figuras de la lámina 68, son las más típicas entre estos diagra-
mas radiantes, que difieren de las construcciones puramente rectangulares de
Hambidge por la presencia concreta del pentágono o del pentagrama y que,
ligados a las combinaciones sencillas de los dobles cuadrados en que se des-
componen los contornos generales de casi todos los edificios góticos, intro-
ducen la polaridad asimétrica, la pulsación vertical característica, Es imposi-
ble resumir en algunas páginas la obra (6% en que Lund expone la serie
de sus deducciones, basadas no sólo en los planos rigurosos de los edificios
de que se ocupa, sino también en un estudio profundo de todos los docu:
mentos capaces de arrojar un poco de luz sobre el espíritu y los procedimien-
tos de estos constructores de catedrales cuyo arte había permanecido envuel-
to en un misterio más denso que el de períodos mucho más lejanos. El miste-
rio era premeditado; los secretos de los maestros de piedra y maestros de obra
se transmitían según ritos de los cuales los profanos eran tan celosamente
apartados como en otro tiempo los que querían penetrar los arcanos de la
doctrina de Pitágoras. Y —-—convergencia fortuita o con más seguridad trans:
misión de los iniciados a través de los siglos bárbaros—. es justamente el
pentagrama de los pitagóricos el que se encuentra como símbolo visible en
la iglesia bizantina de Spalato (500 a. de J. C.), como sello lapidario en la
catedral noruega, y que, combinado con el cuadrado y el doble cuadrado en
una construcción que también se debe a los discípulos del geómetra de Sa-
mos, parece ahora proporcionar la clave gracias a la cual las sinfonías de pie-
dra de Trondhjem, Estrasburgo, York, Notre-Dame de París, Amiens, Beau-
vais y Colonia, revelarían el secreto de su compleja geometría.
Lund no cree en una convergencia accidental, y se esfuerza por encon-
trar las pruebas de la transmisión ininterrumpida de la sección áurea y de
los diagramas pentagonales.
En efecto, en el sarcófago de un arquitecto de la Roma Imperial 67 es
tá esculpida, junto a la escuadra, una regla dividida en cuatro partes que
forman rigurosamente una progresión + decreciente. En el siglo y, Boecio,
cuyos libros de Aritmética, de Música, de Geometría y de Astronomía iban
a constituir el Quadrivium científico de las Universidades de la Edad Me-
dia, da como primera figura de su Geometría, la inscripción en un círculo
del pentágono y del pentagrama regulares. En las abadías benedictinas de
Montecassino, de Irlanda, de Suiza, se conservaban y se copiaban —junto con
los comentarios de Boecio y de su íntimo Casiodoro, matemático y fundador

(56) Ad Quadratum, publicado en 1921 a expensas del Parlamento noruego. Edición


inglesa por B. “T. Batsford (2 volúmenes). Traducción francesa aparecida en las edi-
ciones Morancé.
(57) Reproducido en la obra de Lund de la Iconographie Chrétienne de Didron.
CÁNONES DinÁmicos 213

de órdenes como su amigo San Benito—, los textos de los geómetras griegos-
En los versos latinos de Gautier de Espira (hacia el 907) que sirven a los
monjes de Saint-Gall para enseñar la Geometría como más tarde (en el si-
glo xt), en los comentarios de Campano, resuena el eco del Timeo en lo re-
ferente a la armonía cósmica de los cinco cuerpos platónicos.
El empleo del doble cuadrado para el plano horizontal de los templos
antiguos ya es señalado y aún erigido en regla por Vitruvio. Para las basíli-
cas, admite por el contrario la elección entre el doble Chasílica de Trajano)
y el triple cuadrado. Estos dos tipos se encuentran en las primeras basílicas
cristianas y luego en las iglesias occidentales que derivan de ellas. San Pa-
blo, Santa Inés, la catedral (sajona) de Canterbury presentan, por ejemplo,
el doble cuadrado tradicional. En las catedrales góticas, el alargamiento de
las naves hace aparecer cada vez con más frecuencia el triple cuadrado (Notre-
Dame) o rectángulos aún más esbeltos.
Siempre hay una correlación lógica entre la fachada y el plano hori-
zontal, no sólo para las dimensiones del conjunto (igualdad entre la altura
total 68 y la longitud del rectángulo de base, como en Colonia), sino tam-
bién en las subdivisiones de las redes rectangulares que determinan los ele-
mentos estructurales de volumen o de superficie.
En la proporcionalidad vertical de las naves laterales es donde
aparece unas veces en las iglesias de dos naves laterales, (además de la
central) —la red simple de doble-cuadrados (Salisbury, York, Bever-
ley, esquema de la lámina 70), y otras veces —en las iglesias de cuatro na-
ves laterales (Notre-Dame, Colonia) la red de triples cuadrados (esquema
de la lámina 70 bis), y otras, finalmente—, en las catedrales en que la nave
principal está flanqueada por dos y el ábside por cuatro naves laterales (No-
yon, Chartres, Amiens, Reims, Westminster)— una transacción entre estos
dos tipos de redes (59),
(58) Viollet-le-Duc observa que la altura de las torres propiamente dichas es, en
general, igual a la mitad de la altura total Chasta la punta de las flechas). Por lo de-
más, a menudo (como en Notre-Dame) las torres están inconclusas. La lámina 69, arriba,
representa (según Lund) un esquema teórico que muestra la correlación entre el tra-
zado de los campanarios y el perfil longitudinal de una catedral del tipo de Notre-
Dame, Colonia, etc... Nótese que, en general, los dobles o triples cuadrados verticales
y los demás trazados verticales no tienen el suelo como punto de partida, sino el nivel
superior del plinto. ¿Corrección óptica?
(59 Lund observa que en Amiens y en Reims la construcción es una rigutosa trans-
acción entre ambos diagramas tipos. Las alturas de las bóvedas son exactamente las
medias aritméticas de las que se hubiesen obtenido al tratarlas como si fueran cuatro 0
+32 44+30
dos naves laterales. = 41 metros para Amiens, — 37 metros para Reims.
Por el contrario, en la abadía de Westminster, las dos naves laterales están audaz-
mente tratadas como si tuviera cuatro, obteniendo así la altura de bóveda vertiginosa de
una catedral de cinco naves.
214 EsTÉTICA DE LAS ProPORCIONES

tres veces super-


puesto a sí mismo,
encontramos —por
lo demás— al rec-
tángulo de módu-
(60) El centro O
del gran rosetón di-
vide a AB según la
sección úáurea:

Si se tapa el cam-
panario de la cate-
E

dral de Estrasburgo,
igualando ambas to-
rres, resulta la facha-
da de Notre-Dame,
Lámina 70
Esquema transversal
de una iglesia gótica
con dos naves late-
rales, según Lund.
Si se examinael (777700007730> reportes
trazado exterior de MN A
las fachadas, se
puede comprobar
que el doble cua-
drado está repeti-
do a menudo tres
veces como en las
fachadas de No-
tre-Dame (lámina
71, dcha). (6), y
ss

de la catedral de
York (lámina 71,
izgda.). En este
doble cuadrado

Lámina 70 bis
Esquema transversal
de una iglesia gótica
con Cuatro naves la-
terales, según Lund
CÁnNonNeEs DINÁMICOS 215

lo 3 de la serie > > > Pe de los rectángulos fibonacianos de cre-


cimiento pseudo-gnomónico.
Éste rectángulo > (e1) (o triple doble cuadrado) puede descomponerse
en nueve rectángulos semejantes a aquél (Notre-Dame), o en doce do-
ble-cuadrados verticales (York). En la catedral de Reims, entre el segundo y
el tercer doble-cuadrado horizontal se intercala un semi-doble cuadrado (sec-
ción horizontal) que equivale también a dos doble-cuadrados, cuatro veces más
pequeños que los otros, yuxtapuestos de extremo a extremo. El todo está mo-
dulado verticalmente en tres secciones iguales (como en Notre-Dame) y
proporciona así nueve rectángulos en > verticalmente dispuestos en filas
de tres, más seis rectángulos verticales del mismo módulo, pero cuatro veces
más pequeños, intercalados entre la segunda y la tercera sección de los otros.
Observemos que al doblar horizontalmente la parte inferior del diagrama
de Reims (que queda suprimiendo el doblecuadrado horizontal de arriba),

se encuentra el rectángulo - y el triángulo isósceles egipcio de Viollet-le-


Duc Clám. 71, inf. izq.). Esta comprobación permite relacionar las observacio-
nes empíricas de este último con el sistema más general y riguroso de Lund,
quien encontró una confirmación explícita del empleo del cuadrado y del do-
ble cuadrado para el ajuste proporcional de los perfiles verticales en los ar-
chivos de Milán que contienen las conclusiones de las discusiones que tu-
vieron lugar en 1398 respecto al perfeccionamiento del trazado vertical de
la catedral. No pudiendo entenderse, los arquitectos tuvieron que recurrir
al peritaje de Maese Jean Vignot de París, quien, luego de haber expuesto
el aforismo Ars sine Scientia nihil est (Nada es el Arte sin la Ciencia), les
aconsejó completar el edificio ad quadratum (*2, estando el método antago-
nista (empleado sobre todo en Alemania) basado, por el contrario, sobre el
triángulo equilátero. Por lo demás, parece que no se siguió el consejo del pe-
rito: los dos grabados del Vitruvio impreso por Gotardo Da Ponte en 1521

(61) En el Critias encontramos este rectángulo > como forma de la isla o plano
central de la Atlántida. Esta aparece, en efecto, rodeada de un canal artificial que
forma un rectángulo perfecto que tiene 3.000 estadios como eje mayor y 10 mil esta-
dios como perímetro, El templo al Dios del Mar, cuyas paredes cubiertas de plata y la
techumbre de oro, destellaba sobre Poseidón, tenía —por el contrario, según Platón—
el trazado de un doble cuadrado (más exactamente, de un rectángulo de módulo 2,0018).
(62) Las expresiones ascendere ad quadratum y ad triangulum se encuentran ya
empleados en 1392 en los Annali della fabbrica del duomo di Milano (Lund, op. cit.).
Villard d'Honnecourt llama deslizamiento de escuadra al plano en doble-cuadre-
dos reproducido en la lámina 69.
216 EsrÉTICA DE LAs PROPORCIONES

(páginas xv y xvI), en los que César Cesariano, arquitecto milanés, da el


trazado vertical de esta fachada, revelan un tema rigurosamente basado en el
triángulo equilátero y el círculo. El texto que acompaña a estas dos figuras

Lámina 71
“Tres fachadas características de catedrales góticas según Lund
(Notre-Dame, York y Reims)

es importante no sólo porque confirma el empleo consciente del trazado ale-


mán (...secundum germanicam symmetriam... a trigonali ratione, ac nor-
ma...) sino también porque los conceptos de euritmia y de simetría apare-
CÁNONES DINÁMICOS 217

cen justamente con la acepción empleada por Hambidge. Pero Maese Jean
Vignot guarda su secreto profesional sobre el empleo del pentagrama y de la
sección áurea que derivan de todas sus proporciones y que, según Lund,
conferiría a las obras maestras de la arquitectura gótica su ritmo vivo y sus
sutiles armonías.
Analizando los trazados transversales condensados en los esquemas-tipos
de las láminas 70 y 70 bis, Lund anota que la posición de los contrafuertes
principales está dada, en general, por los lados del pentágono y del cuadra-
do (este último de 90%) inscritos en el círculo director principal (63),
Pero esta utilización concreta del pentágono en el equilibrio de los em-
pujes no es más que un detalle técnico. Es en la síntesis general de los planos
donde el autor de Ad Quadratum descubre la idea geométrica que introduce
la relación armónica continua entre las partes y el todo, lo que hace de la
catedral gótica la imagen material del misterio de la vida. En las láminas 72
y 73 reproduzco los diagramas radiantes así obtenidos para las catedrales de
Beauvais y de Colonia. Las dos construcciones (como también la revelada por
el examen de la catedral de Amiens) son variantes del pentagrama de Hi-
pócrates, única figura que sugiere en el plano la manera de estar ligados en
el espacio, mediante la sección áurea, los cinco cuerpos platónicos.
Para Colonia, la misma figura determina el ajuste proporcional de la
fachada y del plano horizontal. El diagrama de la lámina 74 da las modu-
laciones transversales del interior por medio de siete círculos concéntricos que
forman una pulsación rítmica dirigida por la sección áurea. El diámetro
del séptimo círculo (igual al lado del decágono inscrito en el quinto, y a la
distancia entre los círculos rv y v) da el diámetro externo de los pilares,
el prototipo (el misterioso rovoryo de Vitruvio) que determina la commodulatio
de todo el edificio.
En este notable trazado, cuyo modelado descubrió Lund en varios tem-
plos griegos, mo sólo aparece el esoterismo de la geometría pitagórica, sino
también un resabio de los siete ciclos de la hermética disertación de Platón
sobre el Número del alma del mundo, En el capítulo vur veremos que este
pasaje del Timeo podría ser a su vez el eco de una metafísica envuelta en nú-
meros mucho más antigua que la filosofía griega.

(63) La distancia vertical MN entre el mivel superior del plinto y la bóveda es


igual al lado del triángulo equilátero inscrito en el círculo director, tanto en el
trazado de la lámina 70 (dos maves laterales) como en el de la 70 bis (cuatro na-
ves laterales). En el primer caso los puntos L e l, suministrados por las diagonales del
pentágono director, sitúan los niveles de arranque de los arcos. Finalmente, en el se-
gundo caso, el lado inferior PO, del pentágono, está empíricamente dado in situ por las
intersecciones del círculo director con las diagonales RS, TS, de los triple-cuadrados,
pues su ángulo de inclinación, 71*5 difiere muy poco, como lo observa Lund, de 72”,
ángulo correspondiente del pentágono.
218 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

He tratado de exponer
la teoría de Lund de mo-
do tan detallado cuanto lo
permite el marco de este
capítulo que ya excede de
sus límites, y de destacar
, tanto sus resultados prác-
ticos como los que enri-
quecen la historia de la fi-
losofía matemática. Parece
que el arqueólogo norue-
go ha establecido de mo-
rscoccoaferclocninocafago roo do satisfactorio el aspecto
histórico de su tesis: trans-
misión ininterrumpida,
o
:

aunque por un número


TR A

A
reducidísimo de iniciados,
del esoterismo matemático
platónico y neoplatónico,
y en particular de los tra-
zados inspirados en el pen-
tagrama y la sección áu-
rea. La aplicación de esta
mística geométrica a los
planos concretos de las ca-
tedrales de los arquitectos
de la Edad Media es tam-
bién más que probable.
Tal vez los trazados no
fueron —salyo en casos
muy excepcionales—
el resultado de composi-
ciones tan rigurosamente
sintéticas como estos dia-
gramas radiantes ultrapi-
tagóricos; pero la ocurren-
cia de estos casos está
comprobada por el diagra--
ma de 1521 antes citado
(fachada de la catedral de
LÁmINa 72 Milán) sobre el cual cada
Trazado radiante de la catedral de Beauvais (Lund) trazo y cada punto están
Cánones Dinámicos 219

LÁMINA 73 .
Trazado radiante de la catedral de Colonia según Lund
220 EsTÉTICA DE LAS ProPORCIONES

proporcionados por una construcción rigurosa que fluye de la posición del


triángulo director con respecto a tres círculos concéntricos. Lamento haber
descubierto demasiado tarde para reproducirla aquí esta figura que —prece-
diéndolo en 400 años— parece sacada del álbum de Lund.
Debo señalar que el fallo de una comisión internacional compuesta de

CÍN
¿DO E A du O E E E PU PE a” A, AD UE E E AO A o |

NTE
2,
$
E
Lámina 74
Diagrama transversal modular de la catedral de Colonia según Lund

cuatro arquitectos (dos ingleses, un belga y un francés) y de un arqueólogo


(francés), invitada en 1922 por el gobierno noruego para pronunciarse sobre
los planos de reconstrucción e incidentalmente sobre las teorías de Ad Oua-
dratum, no fue favorable a Lund (6%, Éste, por su parte, no se consideró

(64) Ver en la Illustration del 30 de septiembre de 1922 un artículo a este respec-


to por C. Enlart, miembro de la comisión.
CAnNoNESs DivÁmicos 221

satisfecho con el procedimiento apresurado y el veredicto de la comisión y


apeló en un nuevo volumen (Ad Quadratum 11) ante el jurado de la opi-
nión pública.
Con el Renacimiento se reanudará directamente el contacto del pen-
samiento occidental con la geometría antigua. Al mismo tiempo desaparece,
tal vez para siempre, el
esoterismo de la arqui-
tectura, y los sutiles dia- $
gramas estrellados se
desvanecen con tanto Pg
misterio como habían
llegado. Pero la sectio
aurea, redescubierta de 1
modo oficial por la es-
cuela neo-platónica, cuyo
bardo entusiasta fue Pac-
TT

cioli, es empleada ahora


a plena luz por todos los
A
arquitectos de la gran
época (como también a
veces, conscientemente o
MESA

no, por los que más tar-


de se inspirarán en sus
obras). Alberti, amigo y
corresponsal del monje '
l
bolonés, habla de la ar- l
'

monía en términos que, 1


ha

en general, son tildados


de oscuros, pero que ad- LámiIxa 75
quieren una nueva clari- Notaciones modulares por bandas horizontales
dad a la luz de los
conceptos reformulados por Hambidge: “La armonía arquitectónica —escri-
bió en 1485 en el De Re aedificatoria— consiste para los arquitectos en servir-
se de superficies sencillas, que son sus elementos, no de un modo confuso,
sino haciéndolas corresponder unas a otras en todas sus partes por la sime-
tría. ..” Expresa el principio de no mezcla de los temas, y condensa finalmen-
te la ley de recurrencia de las formas en su comentada frase: “...lineamenta
sentiamus, ubi una atque eadem in illis spectatur forma”.
Los trazados de conjunto y sus modulaciones se adaptarán con fre-
cuencia a una simetría dinámica simple de las superficies rectangulares, y
al empleo frecuente de las proporciones $, $?, etc... que permiten aquí el
análisis o comprobación por la descomposición armónica del método de Ham-
222 EsrÉTICA DE Las ProPORCIONES

bidge. En la página anterior doy tipos de análisis armónico aplicados a ejemplos


correspondientes a diversas épocas.
La figura superior de la lámina 75, muestra la notación dinámica del Ca-
pitolio de Miguel Angel.
Las demás figuras de la misma lámina reproducen los ritmos simples
en bandas horizontales, sugeridos por las molduras y las particiones rectan-
gulares de los siguientes monumentos: Palacio de los Dogos, Capitolio, Villa
Julia (Vignola), Palacio Bolognetti-Cenci (Fuga), Hotel de Crillon y Garde-
Meuble (Gabriel).
Cuando las superficies verticales son muy anchas, este ritmo lineal de las
bandas horizontales puede volver a ser más importante que el que resulta de la
composición dinámica en elementos de superficie verticales, en los que se en-
cuentra de nuevo la propiedad capital de la serie $ de ser a la vez aditiva y geo-
métrica y de poder sugerir por la simple presencia de dos de sus términos
consecutivos, la semejanza en la variedad, la armonía recurrente entre el to
do y la parte.
Para terminar este larguísimo capítulo mencionaré, junto a los dos mé:
todos de modulación armónica que he llamado canon rectangular (Ham:
bidge) y canon radiante (Lund) un tercer procedimiento anticipado por
Borissavlievitch Cop. cit»; y también en La Science de l'Harmonie architec-
turale, Fischbacher, 1925) para realizar la euritmia de una armonía arqui-
tectónica por la recurrencia de las formas y de las proporciones tomando de-
bida cuenta de la perspectiva óptico-fisiológica, cuya importancia demuestra.
Una vez escogida la superficie inicial o fundamental de encuadramiento, ha:
ce derivar de ella todas las proporciones de los elementos interiores fijándo-
se la distancia y la altura del ojo del observador. El polo, la vertical y la
línea del horizonte así determinados, desempeñan un papel capital en la ar-
madura de la composición: la línea del horizonte, por ejemplo, reúne todos
los puntos de intersección de los tímpanos y líneas de techumbre, Las diago-
nales (quebradas) del trazado son las líneas que unen el polo con las extre-
midades del cuadro. Este método perspectivista que efectúa automáticamente
una parte de las correcciones ópticas, tiene una gran elasticidad tanto para
la situación o proporcionalidad de los detalles en una composición cuanto
para la crítica de un edificio dado (véase el ingenioso análisis perspectivista
de la Villa Rotonda en la última obra de Borissavlievitch), Puede completar
con toda felicidad el sistema más abstracto de Hambidge.
En resumen, todos estos procedimientos gráficos de modulación tienen
por objetivo común conseguir con más o menos elegancia la commodulatio
de Vitruvio, y la concinnitas de Alberti, por el reflejo rítmico de un tema
armónico conforme a la teoría antigua de la analogía reformulada por Thiersch:
“La armonía resulta de la repetición de la forma fundamental de la obra
en sus subdivisiones”,
CaríruLo VII

PROPORCIÓN Y VOLUMEN

Y también para los sólidos hemos establecido re-


laciones análogas.
PLATÓN,
“Theeteto”'

Al establecer el método bosquejado en la primera parte del capítulo an-


terior, Hambidge puso de relieve con toda justicia la importancia de las su-
perficies en las modulaciones arquitectónicas u otras, y demostró que —salvo
para observaciones muy sumarias— su examen debe reemplazar al de las
simples proporciones lineales, y de aquí la descomposición analítica en rec:
tángulos.
Cuando se trata, o cuando debiera tratarse, como en Arquitectura, de
examinar o de analizar volúmenes, el ojo se limita a percibir o juzgar rela-
ciones entre superficies. Esto proviene de que nuestro órgano visual, a pe-
sar de su acomodación estereoscópica, registra primero las superficies o los
perfiles, Las construcciones humanas se presentan casi siempre a nuestra vis-
ta como superficies planas caracterizadas por sus ejes o planos verticales de
simetría. El hombre es un animal vertical que construye verticalmente, y
que, cuando contempla o representa un monumento, se coloca de modo que
sus rayos visuales sean aproximadamente perpendiculares a la superficie ver-
tical más interesante,
De modo análogo, la mayor parte de los animales, pájaros, peces, unen
a la asimetría absoluta en el sentido de su más larga dimensión que —salvo
para los bípedos— es también la dirección de su movimiento normal, una
simetría binaria con respecto al plano orientado en la dirección de este mo-
vimiento. Dos diagramas planos (y algunas veces uno solo como en la sor-
prendente condensación de los jeroglíficos egipcios) bastan entonces para
precisar su caracter morfológico,
Además, en las formas vivas, las curvas de desarrollo dan a menudo lu-
gar a un crecimiento homotético de las superficies al determinar la semejan-
za de áreas fáciles de disponer con respecto a espirales directrices, las cuales,
como en el caso de muchas conchas, pueden estar efectivamente contenidas
224 EsrÉTICA DE LAS PROPORCIONES
———,

en, un plano de simetría, o bien, como en las plantas de eje vertical o helio-
trópico, figurar como proyecciones sobre un plano auxiliar (diagramas flo-
rales, foliculares, etc...).
Habiéndose recordado esto para explicar por qué las superficies e incluso
los perfiles desempeñan un papel preponderante en nuestra percepción esté-
tica, conviene, sin embargo, examinar y comparar, por lo menos sumariamen-
te, las proporciones de los volúmenes en cuanto tales.
Así como en el plano el rectángulo es el elemento proporción por exce-
lencia, el paralelepípedo recto de base rectangular, que es la ampliación del
rectángulo a tres dimensiones, será susceptible de representar el elemento de
proporción en el espacio. Este elemento sólido, del que el cubo es un caso
particular, podrá servir para descomponer el espacio como el rectángulo nos
servía para descomponer el plano. Es también el elemento arquitectónico más
== mom»

a
]
!

Fic. 92 Fic. 93

sencillo y pasamos buena parte de nuestra vida encerrados en paralelepípedos


rectos de base rectangular (fig. 92), a los que llamaremos P. R. R. para sim-
plificar la escritura.
Aunque el P. R. R. tenga tres dimensiones perpendiculares y a prime-
ra vista se deba caracterizar por tres rectángulos perpendiculares diferentes,
se comprueba inmediatamente que la elección de dos de estos rectángulos
determina la forma del tercero. Dos rectángulos, es decir dos módulos (2
rectangulares diferentes, m y n, determinan, pues, por completo las propor-
ciones de un P. R. R. En este sentido, podríamos hablar del P. R. R. m, n,

como hablábamos del rectángulo m. El módulo del tercer rectángulo será 2,


n
y las tres dimensiones lineales del P. R. R. serán proporcionales a a-na-ma

(1) En el sentido especial empleado en el capítulo precedente, el módulo de un


a
rectángulo es la razón m = 5 entre las longitudes de sus lados. Esta razón es in-
dependiente de la unidad de medida empleada y de las dimensiones del rectángulo
y caracteriza propiamente la forma de éste.
ProPorcIióÓN y VOLUMEN 225
AA

(ol, 2, m), (fig. 93). También se puede caracterizar el P, R. R. por núme-


ros iguales o proporcionales a estas tres dimensiones lineales, y decir: el
P. R. R. a-6-y. Los módulos de
sus rectángulos serán entonces
(figura 94):

p m Y
Mm = —>qR=—— ==.
a a n 8 =AC"
Los tres rectángulos diago- A y
nales (hay seis iguales dos a L” ==
dos, o sea, tres formas; en el rec- se pz a
tángulo teníamos dos diagonales e
iguales) tienen los módulos res- Al B
pectivos: FiG. 94
VB
TF Y
Rectángulo ACC!A ooo... el módulo MET Y

Rectángulo ABB'CD............ -
Rectángulo A'BCD”............ —
B
Estos tres rectángulos diagonales tienen todos como diagonal la diago-
nal mayor del P. R. R., d = ya? + f? +y? (el P. R. R. de cuatro
diagonales iguales, AC”, BD', CA”, DB”). En lo que sigue me serviré de esta
segunda notación de tres coeficientes (representando el primero la altura)
con preferencia a la notación modular que conservaré, no obstante, para los
rectángulos. El cubo, por ejemplo, será 1-1-1.
Es evidente que una habitación, una sala, consideradas desde el punto
de vista interno del individuo que se encuentra en ella, puede tener pro-
porciones desagradables o agradables: es un caso en que nuestras sensaciones
estéticas son de tres dimensiones, El cubo que, coronado o no por una cú-
pula, permite grandes efectos en los recintos de oración o de ceremonia %),
no es —sin embargo— agradable como habitáculo. Su exceso de simetría
no conviene a las dimensiones pequeñas o medianas. El plano cuadrado del
piso (y del techo) puede aún resultar pasable, pero el cuadrado no es Cesté-
ticamente) propicio a las paredes verticales internas. En general, la altura
pide que se la reduzca en relación con las demás dimensiones para introducir
una escala de proporciones,

(2) Herodoto cuenta que uno de los monumentos egipcios que más le impresio-
naron fue —en Buto, delta del Nilo— un templo constituído por un cubo monolítico
que medía 40 codos en cada dimensión.
226 EsTÉTICA DE Las PROPORCIONES

Teniendo en cuenta las razones examinadas en los capítulos 11 y vi no


debe causarnos extrañeza ver que en las habitaciones de planta cuadrada las
paredes en rectángulo $ (lados largos horizontales) producen un efecto sa-
tisfactorio. Comenzaré, pues, la
enumeración de los P. R. R. que
interesan, por:
H 1% Un P. R. FÉ. a, ab, ad, o
más sencillamente, 1, 9, 9 (figu-
ra 95). Esta forma se encuentra a
$ =1,618--. menudo en el
con las aproximaciones que con-
antiguo Egipto,

1 sisten en tomar para la altura los


6 3 bien ] 10 5
10 = 3” 0 len 10s 16 = 8

del lado del cuadrado (3);


Fic, 95 2% Base cuadrada, que ticne
como lado el doble de la altura.
Es el P. R. R., 1, 2, 2. Los rectángulos laterales son doble-cuadrados.
Los dos rectángulos diagonales (cuando dos de los índices de proporción son
iguales, es decir, cuando uno de los tres rectángulos específicos de un P. R. R.
es un cuadrado, no hay más que
dos formas diferentes para los

oO
¡a

rectángulos diagonales) son:


V
i

ACC ooo módulo 2 y2 a Y


_ L-
A'B'CD... e... ou. .oo _ Ao
2 Á As / Au +
BB ot
1 C

Su diagonal común (diago- OS D ee


nal mayor del P. R. R.) es 3. r . _- A
Este P. R. R. es la mitad ho- Z a Ln” 0
rizontal de un cubo. A B'
3% Base rectángulo $, sección Fic. 96
vertical cuadrada. Resulta que los
dos rectángulos verticales restantes son también rectángulos $. P. R.R. 1, 1, €.
Los dos rectángulos diagonales son:
ACCIUA ooo...... de módulo y+ + 1
ABD 2
v2
Diagonal mayor .............. vo?12

(8) El papiro de Ramsés IV, citado en el capítulo anterior, en el que se describe


ProPOrRCcIÓN Y VOLUMEN 227

Esta es una forma que se encuentra como volumen de encuadra-


miento en muchos muebles egipcios: por ejemplo, la silla procedente de la
tumba de Tutankhamen mencio-
nada en el capítulo precedente, El A => C
templo de Osiris en Ábydos tenía ly A /
también como planta un rectán- f- / 47 =7 $ =1,618 /
gulo $ aproximado, cuyas dimen- Á ; ' B /
siones eran de 100 y 160 codos: pol /
/ / /
,

_160 — 3 / ¿pi TT TA qe C
Y 7
100 5 l ¿rn 7 /
7 - 7
49 Base en doble cuadrado, sec- [lr /
ción cuadrada. Los dos rectángulos A B'
verticales restantes son también do- Fic. 97 .
ble-cuadrados. Este P.R.R. 1, 1, 2
se compone de dos cubos adosados y es, en el espacio, el correspondiente al doble
cuadrado con el que comparte su parentesco con las series dinámicas de tema 5,
Sus rectángulos diagonales son:
a AC ACCA..... de módulo 5
Ll / A'BB'CD..... — Y2
| B/ Diagonal mayor Yy6
Poda, 1 / Esta forma fue muy emplea-
lo Arco pH C0" da en los trazados de templos egip-
ys a / cios y griegos. Del análisis hecho
lan / por Lund (véase capítulo vi) tam:
A' B' bién resulta que se encuentra a me-
Fic. 98 nudo como elemento de volumen
en los edificios románicos y góticos.
Pasemos a los P. R. R. sin elemento cuadrado, es decir, en que los tres
índices, a, 8, y son diferentes.
Tenemos:
52 El P. R.R, 1, 9, e?, lámina 76. Las tres caras características son dos
rectángulos $ de dimensiones diferentes (el lado menor del rectángulo
ABCD es igual al lado mayor del rectángulo BCC'B”) y un rectángulo en $”.
Los tres rectángulos diagonales son:

la Cámara de Oro que contenía la tumba de este Rey, le asigna como dimensiones:
16 codos de largo; 16 de ancho y 10 de alto.
(4) Se ve, por este ejemplo y el del n? 2, que la ley de la no mezcla de los temas
ya no sirve para los sólidos; pero conserva su validez para cada cara y cada sección
diagonal.
228 EsrÉTICA DE Las PROPORCIONES

ACC!A oocccccroo de módulo $ ye?-—+ 1


ABOD occ _ ==
VETE1
Di TV _
BODA — A = Y 0
La diagonal mayor vale 2 9 (%, es decir, que es igual al doble del lado
intermedio BC.
El centro está a una distancia $ = BC de los ocho vértices. Observemos
que el rectángulo diagonal BCD'A” de módulo /3 está determinado gráfi-
camente por dos triángulos equiláteros opuestos por el vértice,
El rectángulo diagonal A”B'CD se compone de dos triángulos isósce-
les cuyas bases están en la razón + con los otros dos lados. Son triángulos
iguales al:PMN del pentágono regular PMNRO. El tercer rectángulo dia-
gonal ACC'A” se compone de dos triángulos isósceles sublimes o triángulos
del pentagrama (iguales a MNT y semejantes al OMR sobre el pentagrama,
lám. 76). La razón entre los lados mayores y la base es 9,
Este P. R,. R., dotado de propiedades geométricas notables, presenta un
caso interesante de mezcla de los temas (9 y y/3) que en el plano son irre-
ductibles. Samuel Colman (” llama a este volumen Golden Solid (Sólido de
Oro). Observa, como lo hemos visto más atrás, que el lado medio BC es
igual a la mitad de la diagonal mayor BD', y además que el lado mayor es
igual a la suma de los otros dos, AB = BC + BB', lo que en efecto resulta
de 92? — 9 + 1.
62 El P. R. BR. 1, 42, e (lám. 76). Esta forma, colocada verticalmente,
fue muy empleada en los muebles del género armario, cofre, doble cómoda,
y muy especialmente en los cajones de altura variable tipo Reina Ana, men-
cionados en el capítulo precedente, Si se traza una sección horizontal que

(%) He aquí el detalle de esta reducción inesperada:


944 1= 834924 17082404824
1 382,
de donde:
4
MA + = Py? = vy3.
$ $
(6) Porque: a2 +82 + y2 —= $4 44924 19349249 +4+2=
P24 39 +3=4(0 + 1) = 4 9, pues Va? pg24y2 = 29,
Recordemos que todas las relaciones en que figuran potencias de $ se pueden siem-
pre reducir a su mínima expresión mediante sustituciones dadas por la ecuación general
$n = gn-1 y gn-2,
(1) Proportional Form (La Forma Proporcional) por S. Colman y C. Arthur Coan,
editada por G. P. Putnam's Sons (Nueva York y Londres), 1920. Esta obra y la que
sus autores habían publicado en 1912 (mismo editor) bajo el título de Nature's Har-
monic Unity constituyen por la riqueza de su documentación gráfica, especialmente en
lo que respecta a flores y conchas, un repertorio precioso de formas naturales.
PropPorcióN Y VoLUMEN 229

separe un cuadrado en la parte superior del rectángulo vertical ABCD (de


3
módulo e — $), se obtiene en HGK]DCC'D' el Golden Solid 1, e, 8%,
del n? 5. D C
En este último, como en todo
P.R.R. cuyos tres lados están en pro-
gresión geométrica, la altura es me:
dia proporcional entre las otras dos A
B
dimensiones (GC*= HG Xx GKO).
Palladio, en su Tratado de Arquitec-
tura, dice que la altura ideal de una VÓ-1,202
sala debe ser la media proporcional - C'
entre las otras dos dimensiones (%, Y”
El dibujo que da no parece corres- .
ponder al Golden Solid. 1, 9, e”,
sino más bien a: A' B
7% Un P.R.R, ye, e, 1, en el Fic. 100
cual la base y el techo serían rectán-
gulos $, siendo entonces las paredes dos pares de rectángulos en vd, dos
horizontales y dos verticales. Si se toma ABB'A” como cara horizontal, se
obtiene con el mismo P. R. R. una forma de pieza más baja de techo. La
característica se escribe entonces 1, yY0, 9 (fig. 100).
Los rectángulos diagonales del P. R, R. de Palladio son:
ACC de módulo y 42
$
ABCD ocio — ye
VeFTI 69
ABOD o — MA == 1,

> = Los rectángulos diagonales

/ Ñ (8) La figura 99 muestra la cons-


/ y trucción de una media proporcional
/ y BB' cuando se dan las dos dimensio-
nes extremas AB y BC. ABCD, ABB'A'
A B Ca y BB'C'C, son entonces los rectángulos
¡ característicos de un P.R.R. en que la
/ altura es media proporcional entre las
/ otras dos dimensiones si se toma ABCD
Y? como base. Si se toma ABB'A” como ba-
.-” se horizontal, es el ancho el que será
D Cc media proporcional entre la longitud
Fic. 99 y la altura.
230 EsTÉTICA DE Las PROPORCIONES

A'B'CD y ABC'D' son, pues, en este caso, cuadrados, y la diagonal mayor


vale entonces Py2.
Citemos, en fin, como ejemplo de P. R. R. de proporciones sutilmente
ns refinadas:
> 8% La forma de la Cá-
a e mara del Rey de la Gran
pe
A ] Eno
e :
ai
z
Pirámide de Keops, cuya
ÓN
dt base es un doble cuadrado.
A E Su longitud es el doble
At -
py: de su anchura BC, y su al-
q
tura es igual a la mitad de
la diagonal del doble cua-
drado de base. Las caracte
rísticas son, pues:

Mar
2
Los rectángulos diagona-
les son:
ACC'A”.. de módulo 2

AB'CD _ >
AB'C'D _ YA
d= DB'=AC' eto, =>
1 1 j En BCC'B' encontramos
8 p* ING ' nuevamente al rectángulo
A ¡
¡
1
í
I
de módulo Y del esque-
leto de Harvard. Si BC=1
|

$2. 11-2,618 1 $-1618


o
h?
como en la figura 101, su
0 ' diagonal B'C es igual a >
A Cleo ooo ooo----- A PITA 4
si BC = 2, BC = 3,
A
CD = 4, DB' = 5, se ve-
AS D3-p
: +P)-4,236 > rifica que el rectángulo dia-
gonal A'B'CD de módulo
Lámina 76
+ se compone de dos trián-
El P.R.R. 1, 9, 92 y sus tres rectángulos dia-
gonales (arriba), y el P.R.R. 1, $2, 63 (abajo) gulos sagrados 3-4-5.
Proporción y VOLUMEN 231

El paralelepípedo de la Cámara del Rey, que volveremos a encontrar en


el capítulo siguiente, tiene otras propiedades muy notables en la geometría
de la esfera y de los poliedros regulares. Fueron estudiadas por F. J. Dick en
un artículo del American Mathe-
matical Monthly ), D¿- — C
Se puede aplicar la descom- Pla Ñ
posición dinámica de Hambidge AfpÉ= ica AT 1,
a estos volúmenes rectangulares tra- A 2 >] 8 e
zando los planos diagonales, como Zoo M3 lx
A'BCD”, luego los perpendiculares / y 2 Ze a
a éstos, como B'C'EF, y así sucesi- Co 2D a a Cc”
vamente (1), Este procedimiento es 2 Sol
puede dar lugar a interesantes des- A B'
arrollos teóricos, pero no es reco- Fic. 101
mendable en la práctica (2,
Una vez establecidos o escogidos los volúmenes, es más sencillo tratar
por el método dinámico plano las superficies de los diferentes rectángulos
verticales para obtener las líneas horizontales de corte y proporción o de los

(9) Ver más adelante capítulo viu. Puede decirse también que este paralelepí-
pedo egipcio es el único que, teniendo por base un doble cuadrado, presenta, además,
un doble cuadrado entre sus rectángulos diagonales, Acabamos de ver que otro de sus
rectángulos diagonales se compone de dos triángulos sagrados, 3-4-5.
(10) (Fig. 103) La correspondencia no llega hasta la reciprocidad o semejanza de
los P.R.R, BB'C'CEEFF y ABCDA'B'C'D”, Si este último tiene como dimensiones
BB' = a, BC' = b, A'B' = c, es decir,
D como módulos para sus rectángulos b/a,
ny
7”

.” c/b, c/a, las dimensiones del prime:


|

vo? ro serán a?/c, a y b, es decir, como mó-


AAA

AN dulos rectamgulares: c/a, b/a y cb/a?


y No habrá semejanza sino cuando
y c/b = cb/a?2, es decir, cuando a = b.
4

Ñ (11) Se puede establecer una teoría


FAA

Poo Na rigurosa del crecimiento gnomónico Cho-


motético) en tres dimensiones. Hemos
visto que todo crecimiento plano de
Q
>

Fic. 103 pseuclo-gnomones cuadrados producía un


rectángulo cuyo módulo tiende rápida-
mente hacia $. Las dimensiones sucesivas forman una serie cuyo ritmo se aproxima progre-
sivamente al de la serie $, siendo el modelo normal de este crecimiento pseudo-gnomónico
suministrado por la serie de Fibonacci o serie pura aditiva de dos tiempos 1, 1, 2, 3, 5,
8, 13, 21, 34, 55, etc. De igual modo, en el espacio todo crecimiento paralelepipédico regi:
do por pseudo-gnomones giratorios (crecimiento en tres dimensiones) tiende a producir una
forma estable límite, un P. R. R. de módulo (1, y, y2), siendo y = 1,8395... la
raíz real de la ecuación 18 = x2 + x + 1 y la razón de una progresión geométrica
232 EsrTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

puntos de referencia para los trazados de construcción. Esta operación sugie-


re para idéntica oportunidad la descomposición armónica del volumen y da
en general los mismos resultados.
La regla de no-mezcla de los temas (2) subsiste para cada superficie to-
mada en forma aislada, pero no se aplica necesariamente al conjunto (9,
Las tres dimensiones nos dan más
/
A B elasticidad, y tendremos a menudo
grupos de volúmenes, como, por
+
ejemplo, los que pertenecen a una
catedral románica, de tema princi-
cipal y/2, que tienen sobre las su-
perficies planas, cilíndricas o pris-
máticas exteriores, una decoración
armónica en $. Pues, digámoslo
una vez más, si en el plano el
triángulo equilátero, el cuadrado y
D ' + : C el pentágono son irreductibles, los
cinco poliedros regulares que les
Fic. 102 corresponden en el espacio están ín-
timamente relacionados entre sí (1% por “y ron”, la sección o proporción por
excelencia de Eudoxio y de Euclides.

1) Y, y2, y3..., ya... (con ya = yal y ya-2 4 yn-3) hacia la cual tienden
asintóticamente todas las series aditivas de tres tiempos y en particular la serie “pu-
ra” 1, 1, 2, 4, 7, 13, 24, 44, 81, 149, 274,... Pero el hecho de que el número y
contenga radicales cúbicos y no pueda construirse “euclidianamente” (por medio de la
regla y del compás) quita todo interés práctico a esta serie y y al volumen ortogonal
cuyas dimensiones son 1, y, y2, Por lo demás, sólo habría que dejarse llevar de la
tentación de aplicar prácticamente estas consideraciones sobre el crecimiento de tres di-
mensiones cuando la ausencia de un eje o de un plano de simetría haga imposible la
esquematización de un crecimiento por medio de diagramas planos (espirales logarít-
micas, etc.).
Cuando los seres vivos carecen de eje o plano de simetría determinado, vuelven a
caer, en general, en la simetría esférica (con un centro de simetría) como los radiola-
rios; y entonces, todo plano que pase por el centro de figura puede servir de plano de
simetría y dar un diagrama indicador y el crecimiento en tres tiempos no tiene ya ningu-
na utilidad.
(12) Recordemos su enunciado: “una superficie plana debe ser tratada por el módu-
lo resultante de su forma o un módulo emparentado”,
y/2, Y3, Y5, son temas irreduc-
tibles entre sí; W5, $, VS, son temas emparentados.
(13) Por ejemplo, en una pieza de base rectangular y sección cuadrada (el nm? 3,
P.R.R. 1, 1, %, anterior), se podrá tratar una pared cuadrada por el tema V2 para
distinguirla de las demás paredes verticales tratadas por + o V5.
(14) Recordemos (véase capítulo 111), que: cuatro de los vértices de un cubo A
son los vértices de un tetraedro que tiene el mismo centro de figura. Los ocho vérti-
ProPorRCcIÓN Y VOLUMEN 233
a

Diversos pasajes de Platón nos muestran que la comparación de las pro:


porciones de los cuerpos (o de los números) sólidos desempeña en su estética
un papel tan importante como el de las proporciones lineales o planas. Enuncia
aún elípticamente que son necesarias dos progresiones de tres términos (media-
nas) para comparar dos sólidos, pero ¡ay de nosotros! luego de haber dado (en
el Critias) la longitud y la anchura del templo fabuloso de Poseidón, se limita a
agregar que la altura era ( cupuerpoy ) proporcionada a las otras dos dimen-
siones,

ces de este mismo cubo son, si se quiere, ocho de los veinte vértices de un dodecae-
dro envolvente, estando los otros doce vértices del dodecaedro situados sobre un cubo
B exterior al primero. Sobre el cubo A se encuentran también los doce vértices de un
icosaedro, y también naturalmente los seis vértices del octaedro recíproco de A. Si se
suprime el cubo exterior, se tiene un “todo en uno” compacto de los cinco cuerpos
platónicos. Las aristas del dodecaedro y del icosaedro son iguales.
También se puede partir del cubo B, considerar el mismo dodecaedro (con doce
vértices sobre el cubo), tomar el icosaedro que tiene sus doce vértices sobre el mismo
cubo, el octaedro recíproco, y un tetraedro cuyos vértices coinciden con cuatro de los
vértices del cubo. El dodecaedro y el icosaedro tienen en estos casos sus aristas en
la razón $.
En ambos casos, todos los vértices de los cinco cuerpos regulares se encuentran
sobre dos cubos concéntricos tales que sus aristas están entre sí en la razón $. Tal
como ya lo he recordado, fue estudiando las correlaciones entre los cinco cuerpos pla-
tónicos inscritos en una misma esfera y partiendo —como más tarde Einstein— de da-
tos puramente geométricos, que Kepler descubrió tres leyes astronómicas que llevan su
nombre.
CarítuLo VIII

LA PIRÁMIDE DE KEOPS

.. La verdad es que grandes revoluciones se


cumplen en el cielo y en el espacio que rodea
la tierra, y que a largos intervalos los objetos
que cubren el globo desaparecen en un vasto
incendio... A nosotros el Nilo, nuestro salva-
dor cotidiano, nos salvó además de esta calami-
dad...
PLATÓN
“Timeo”

A los astrónomos que, desde Herschell, se han ocupado de la Gran Pi-


rámide de Egipto, les han impresionado sus notables propiedades astronómicas
y geodésicas. Voy a recapitular brevemente sus conclusiones antcs de abordar
el estudio puramente geométrico del monumento gigantesco que, según la
expresión del abate Moreux (”, viene a “abrir la era de la Arquitectura no
por una iniciación insignificante destinada a aumentar a través de los si-
glos bajo la forma de progresos lentos y continuos, sino por un impulso de
Ciencia, de majestad y de excelencia incomparable, alcanzando de un golpe
un, ideal que la humanidad tal vez jamás superará”.
La pirámide de Keops es una pirámide de base cuadrada (% orientada
(siendo el plano de orientación el plano meridiano que contiene el eje del
paso de entrada) de norte a sur, con un error de 435”, error que correspon-
de a la 4700-ava parte del horizonte angular o a la 1175-ava parte del cua-
drante. Es una precisión rara vez obtenida actualmente. El meridiano de la
Gran Pirámide es el que atraviesa más continentes y menos mares, y divide
exactamente en dos partes iguales las tierras de la superficie del globo.
El paralelo 30% Norte (exactamente el de 29*58'5”) sobre el cual se
encuentra el centro de la Gran Pirámide es también el que atraviesa el má-
ximo de tierras.
Si se multiplica la altura de la Gran Pirámide h = 148=208 por

(1) La science mystérieuse des Pharaoms.


(2) Más adelante veremos que no es un semi-octaedro, pues las cuatro caras triangu-
lares no son equiláteras.
La PIRÁMIDE DE Keops 235

1.000.000.000, se encuentra 148.208.000 kilómetros. Ahora bien, la distancia


de la “Tierra al Sol es de: 149.400.000 kilómetros, con una oscilación de
error de 70.000 kilómetros 8),
2a 232805
La razón 5 2AZ = 365247" donde 2a representa la longitud del
cuadrado de la base y 365,242 el número de días del año, da una medida igual
a 0,6373991 llamada metro piramidal por Piazzi-
ANorte
Smyth y codo sagrado por el abate Moreux. Multi-
plicando esta longitud por 10.000.000, se tienen 6.374

ooo--b
kilómetros: ahora bien, el radio medio del esferoide
terrestre es de 6.371 kilómetros (%,

232,80
El abate Moreux observa también que multi-

cono
plicando la pulgada piramidal, es decir la 25-ava
parte del codo sagrado precedentemente obtenido, |
por 100 mil millones resulta la longitud dcl trayecto
de la Tierra sobre su órbita en el intervalo de veinti- Y Sud
cuatro horas, y que agregando el número de pulga- Esc. 104
das piramidales contenidas en las dos diagonales de
la base, se obtiene 25.800, número de años del ciclo de la precesión del eje
terrestre sobre la eclíptica.
El canal de entrada orientado
al norte en el plano meridiano de
la Gran Pirámide, es un telesco-
pio meridiano natural que tiene
una inclinación fija de 26%30" (6)
aproximadamente sobre el horizon-
S Corte AS N te y que permite actualmente la ob-
meridiano ; servación circunmeridiana (culmi-
N-S nación inferior) de la estrella Po-
Fro. 105 lar. Según los cálculos del abate
Moreux, en el momento de la construcción de la Gran Pirámide era la estrella

(3) Esta cifra h X 10%, ya observada por Piazzi-Smyth, que hizo las primeras me-
didas completas y rigurosas de la Gran Pirámide, da para la distancia de la Tierra al
Sol una aproximación más exacta que la conocida en 1860.
2
(4) El abate Moreux toma para la razón 55237 el valor 0m,635660, lo que co
respondería a un valor para 24 de 232m, 170, diferente de 232,805, admitido desde
las observaciones de Piazzi-Smyth. Multiplicando por 10.000.000, el abate Moreux ob-
tiene 6.356,600 km. 'Toma 6.356,700 km. como valor aproximado en menos de 1 kilóme-
tro del radio medio de la Tierra, lo que da una concordancia absoluta.
(5) El abate Moreux da $8 = 26” 16', Piazzi-Smyth 26 18” 10”, Petrie 26* 31' 23”
236 EsTÉTICA DE Las PROPORCIONES
— y-

«a del Dragón la que desempeñaba el papel astronómico de la Polar y culmina-


ba en el campo visual del canal en cuestión. |
Ya he dicho antes que la latitud exacta de la Gran Pirámide era de
29% 58'51”, Este paralelo coincide de manera curiosa con un elemento de la
teoría de Drayson sobre lo que
llama el año cósmico. He aquí las
grandes líneas de esta teoría:
Se sabe que las estaciones
del año ordinario se deben al he-
cho de que el plano de la eclípti-
ca (trayectoria de la Tierra en
torno al Sol) es oblicuo con res-
pecto al plano del ecuador terres-
tre. Esta oblicuidad se mide por
el ángulo entre dos ejes perpen-
diculases a estos dos planos, la
línea de los polos de la eclíptica
y la línea de los polos de la Tie-
rra, es decir, por la distancia an-
p gular (sobre la esfera celeste) (%
Fic. 106 entre el polo P (Norte, por ejem-
plo) de la Tierra y el polo corres-
pondiente de la eclíptica E. Esta distancia angular, PE, (actualmente de
2328”, ...) no es constante, sino que varía a causa de un doble fenómeno:
la precesión del polo de la eclíptica (50”” 2 por año) y el corrimiento del
eje mayor de la eclíptica o línea de los ábsides (117 por año). Estos dos co-
rrimientos angulares actúan en el mismo sentido, dando origen a una varia-
ción de la oblicuidad de la eclíptica entre 2325/57” y 35%25'47”, que corres"
ponden a un ciclo de 31.756 años,

para la inclinación sobre el horizonte del eje del camal de entrada. Veremos más
adelante la tesis de Kleppisch según la cual sería simplemente un ángulo tal que:
1
tang f = 7 de dónde 6 = 26* 33' 55”,

(8) Sobre esta esfera celeste, esfera ideal que tiene como centro al observador y
sobre la cual P y P” son las intersecciones con una paralela a la línea de los polos o
eje de rotación de la Tierra, el círculo máximo SS' es el lugar de las posiciones merl-
dianas del Sol en el curso de un año y constituye un plano paralelo a la eclíptica, lo
mismo que el círculo máximo Q0O” (ecuador celeste) perpendicular a PP”, corresponde al
ecuador terrestre. El punto y, intersección de la trayectoria ascendente SS' y del ecuador
celeste OO", es el punto vernal correspondiente al equinoccio de primavera (21 de
marzo en Europa), y su simétrico y” corresponde al equinoccio de otoño. Los puntos
S' y S marcan los solsticios de verano e invierno, respectivamente.
Lia PirámipeE De Keops 237

Se puede decir también que sobre la esfera celeste, el polo P de la Tie-


rra describe un círculo de radio constante 29925'47” en torno a un punto C
situado a 6” de E, polo de la eclíptica. En el triángulo esférico PCE, PC y
CE son constantes. Este ciclo de 31.756 años reproduce en gran escala las
estaciones del año ordinario. Hay un verano que comienza cuando PE es
mínimo a los 23%23'57”, y un invierno que comienza cuando es máximo a
los 35%25'47”, una primavera y un otoño. El último Gran Invierno comenzó
en el año 13583 antes de Jesucristo.
Este último solsticio de invierno del
Gran Año, o Ciclo de Drayson, co- Pp
rresponde al período glacial que si:
guió a la era auriñaciense. El último )
equinoccio cíclico o Gran Primavera
tuvo lugar en el 5644 antes de Jesu-
cristo (diluvio, período lacustre).
Actualmente nos acercamos a la No-
che de San Juan o Solsticio del Gran
Verano, que caerá en el año 2295.
El Gran Otoño de 10234 verá el Fic. 107
comienzo de la próxima época glacial,
y Europa se convertirá de nuevo en un inmenso ventisquero. El reno y el carne-
ro salvaje brotarán de los líquenes sobre el emplazamiento de lo que fue Lon-
dres y París, marcando el año 18173 el solsticio de este invierno cíclico. El
astrónomo inglés Alfred Barley calculó la oblicuidad PE para la época de
los equinoccios cíclicos (M y encontró como oblicuidad 2995853”, En el año
del Gran Otoño, y en el año de la Gran Primavera, los hombres que habiten
el paralelo que tiene esta latitud verán al Sol culminar en el cénit... exac-
tamente por encima del centro de la Gran Pirámide, ya que está situada so-
bre el paralelo 29%58'51"N (5),
La Gran Pirámide reproduciría así, para el Gran Año, una variante de
los alineamientos equinocciales observados en ciertos grupos megalíticos (%),

(T) PC y EC, cuyos valores se conocen, están entonces en ángulo recto. Se tiene
cos PE = cos PC X cos CE (fig. 107).
(8) ¡La diferencia de 2” no representa más que 60 metros de separación sobre la
circunferencia del globo! Y el lado de la base de la pirámide tiene 232 metros.
(9) El círculo de dólmenes de Stonehenge, en Inglaterra —que es el monumento
megalítico más importante de Europa— muestra justamente un alineamiento de este
género. En la época en que fue colocado este grupo de monolitos colosales Calrede-
dor de 1.600 años antes de J. C. según los cálculos más recientes), el sacerdote de
los sacrificios veía desde el altar —el día del solsticio de verano (21 de junio)—
elevarse el Sol exactamente sobre la extremidad cóncava de un menbhir aislado situado
uera del círculo, que determinaba su orientación.
238 EsTÉTICA DE LAs PROPORCIONES

como si, con miras al planeta más notable (y al abrigo de las mareas gla-
ciales), hombres que poseían en Geofísica y en Astronomía conocimientos
que nosotros apenas acabamos de adquirir, hubiesen querido erigir un mo-
numento que debiera durar tanto como el Globo y que fuera un gnomon,
un Cuadrante cósmico, el que señala el Gran Año de la Humanidad, que
regula las eras glaciales y los diluvios, las muertes y los nacimientos de nue-
vas civilizaciones.
Cada una de estas propiedades puede ser una casualidad. La presen-
cia fortuita de su conjunto sería un haz de coincidencias casi tan improba-
ble como las reversiones temporales del segundo principio de la “Termodiná-
mica (el agua que se pone a helar al fuego, etc.) imaginadas por los físi-
cos, o el milagro de los monos dactilógrafos, tan grato a Émile Borel. Lo que
hay de más curioso en este enigma (pero lo que, según el abate Moreux,
podría sugerir su solución) es que si se compara la Gran Pirámide con los
demás monumentos egipcios que en su mayoría son posteriores a ella, nos
sentimos casi imperiosamente arrastrados a concluir que no se trata de los
comienzos balbucientes de la civilización y de la ciencia egipcias, sino más
bien de la culminación de una cultura llegada a su apogeo y que, a punto
de desaparecer, hubiese querido, en un gesto de supremo orgullo, legar a las
civilizaciones venideras un soberbio testimonio de su superioridad.
Los conocimientos de los sacerdotes de Heliópolis o de Sais, de cuyos
labios Pitágoras, y luego Platón, recibieron el dogma del Número —cuan-
do la Gran Pirámide era ya dos veces milenaria— no habrían formado más
que un residuo penosamente reconstituído por los herederos respetuosos de
la gran cultura desaparecida.
Y quiérase o no, se evoca, engañoso como el cruel enigma de una Es-
finge, turbador como en un sueño, el llamamiento de una voz desde remo-
tos tiempos olvidada, la imagen del Templo en que sobre los delfines que
circundan la gran estatua de Poseidón sonreíanm las nereidas de oro.
Hasta ahora no hemos examinado las proporciones de la Gran Pirá:
mide. Haciéndolo, veremos que el milagro de los monos dactilógrafos no ha
agotado aún sus sorpresas.
Fe aquí, según Piazzi-Smyth, las medidas de los elementos específicos
que bastan para caracterizar su forma geométrica:
h = 1487208, 24 = 232805, a = 116402, a = 5150 (00)
Ahora bien:
148,2 148,2
A == 1,272, AAA 1,273;
116,5 116,4
Pero (1D 1/9 está comprendido entre 1,272 y 1,273, pues el cuadrado de
(10) Angulo medido por el general Howard Vyse.
(11) He dado ya estos resultados en el capítulo 11.
La PirámiDeE pe Keops 239
—————

1,272 es igual a 1,617984. Se puede tomar y = 1,272 con la misma aptroxi-


mación que $ = 1,618.
El triángulo meridiano de la Gran Pirámide, NAM, está, pues, con
una aproximación tan rigurosa como la de las medidas actualmente posibles,
compuesto por dos triángulos rectángulos de Price, NAO y MAO (véase ca-
pítulo 11 y capítulo 11) tales, que 7 = h = vy9. Antes de Price, esto ya
a
había sido observado por Jarolimek y Kleppisch. La concordancia es bastan-
, 4
te precisa, pero como —por otra parte— se encuentra que — = 1,27324...
es también natural pensar (12) que los
constructores de la Gran Pirámide
han tomado:
h 4 4
a r. h 4
de donde 84 = 2xh, lo que corres-
ponde a:
área sección meridiana
A . . »

/ = Tr,
área base
o también: perímetro base = períme-
tro circunferencia de radio h. Esta se-
gunda teoría tiene el mayor número de Fc. 108
partidarios, entre otros Piazzi-Smyth
(que efectuó las medidas lineales aceptadas en general como oficiales) y Pe-

trie, La otra teoría | la de la sección áurea z = Yo, = = ) tiene como re-


ciente paladín a W. Price, el primero en demostrar (véase capítulos 11 y 11)
que lo mismo que el triángulo rectángulo 3-4-5 (llamado triángulo sagrado
egipcio) es el único que tiene sus lados en progresión aritmética, y el único
cuyos lados están en progresión geométrica es justamente aquel en el cual
la razón de esta progresión es yY/% y 9 la razón entre la hipotenusa y el
cateto menor.
El hecho accidental de que:

VE = 1,27205..., 2 = 1727324...
T

(12) Como los revestimientos exteriores de las piedras angulares de los vértices
de los cuadrados ya no están en su sitio (como tampoco la cúspide de la Pirámide),
se debe admitir sobre cada una de las longitudes medidas por Piazzi-Smyth un margen
de error difícil de estimar. Petrie encontró, por ejemplo, para la altura 146,71m. Por
el contrario, el ángulo a fue obtenido sobre piedras meridianas aún revestidas de su
argamasa de caliza pulimentada.
240 EsTÉTICA DE LAas PROPORCIONES
2

hace a primera vista igualmente probables las dos teorías: sobre el terreno,
darían una diferencia inferior a 5 centímetros para los 148",2,.. de la altura
h y los 116,4... de la semibase a.
Al darse también el mismo margen para los ángulos, no es admisible de-
cir que las medidas favorecen más a una de las dos tesis que a la otra. En la
tesis se tendría: a = 51*51'14”3; y en la tesis 9, a = 51493872,
Ahora bien, el general Howard Vyse, después de reiteradas medidas,
adoptó como término medio para sus cálculos la cifra 51*50".
Lógicamente, la tesis de la sección áurea parecería más probable, por-
que de ella emana una construcción rigurosa, elegante y sencilla del trián-
gulo meridiano, mientras que en la otra hipótesis, aún suponiendo conocido
con una aproximación muy grande el valor de ”, la construcción sería pu-
ramente empírica y desprovista de verdadero interés geométrico.
Por lo demás, es un argumento bastante probatorio en favor de la pri-
mera tesis el que encontré en el libro del abate Moreux, quien fue —y he
A aquí un detalle divertido— partidario personal de la
otra. Dice en efecto (La science mysterieuse des Pha-
raons, pág. 23): “Herodoto relata que los sacerdotes
O poro

egipcios le habían enseñado que las proporciones esta-


po

blecidas para la Gran Pirámide entre el lado de la ba-


se y la altura eran tales que el cuadrado construído sobre
la altura vertical era exactamente igual al área de cada
una de las caras triangulares”, Ahora bien, si traducimos
la frase de Herodoto al lenguaje algebraico (fig. 109),
Fic. 109 obtenemos h —= ca.
Pero c? — h2 + a?, de donde h? = c? — e?,
Reemplazando h? por este valor en la primera ecuación:
, €2 c
c2d=a=c6==—=-+ 1
a? a
.. C ,
Si ponemos — = X, encontramos X2 —= X + 1. Es justamente la
dl

ecuación
,, fundamental
OR
cuya raíz positiva es el número $ =
V5 +1
>
Los dos trabajos matemáticos más serios sobre la Gran Pirámide han
sido los publicados por Jarolimek 3 y K. Kleppisch (49, ambos partidarios
de la tesis B. Parecen desconocer el pasaje en que Herodoto confirma su
tesis de una manera bastante definitiva. He aquí un resumen de sus obser-
vaciones, que son más o menos concordantes.

(13) Der Mathematische Schlussel zu der Pyramide des Cheops, Viena, 1890.
(14) Die Cheops-Pyramide: Ein Denkmal Mathematischer Erkenntnis, Munich.
1921 (Oldenburg, editor).
La PIRÁMIDE DÉ Keops 241

Jarolimek dice, como Petrie antes que él, que si llamamos r al codo real
egipcio de 07524 —la unidad de longitud— el módulo lineal empleado en
la construcción de la Gran Pirámide podría haber sido 4r = 2,096 m.
Si se toma a + e = 144 X 4r = 301,824 m, la construcción de la fi-
gura 110 basada sobre la sección áurea da:
e=2 - “- 186,527 m; a = 115,297 m; 24 = 230,594 m.

h=a Xx Ye =a X 1,272 — 146,660 = 5776 pulgadas inglesas.


En función de 4r, se tendría h = 4r X 69,971 m. Este valor de 5776
pulgadas inglesas para h coincide con el observado por Petrie, cuyas medi-
das, al tiempo que dan las mis-
mas proporciones para el triángulo
meridiano, difieren ligeramente
de las de Piazzi-Smyth. Petrie
supone que el arquitecto, partien-
do de 2a = 440r = 110X4r | — _u==-- Í N
= 230,560 m para el lado de la ! SS A
base, es decir, de a = 55 Xdr ¡ So N
(valor que equivale a 4538,5 ; NY
pulgadas inglesas y concuerda tam- > N

bién con la medida de Petrie L sn NM


., . . V

£ ., Y
a = 4534”) construyó el triángu- “| As N
lo rectángulo MAO tomando ; >= |
, e

M c >
c = 89 X 4r y (a + c) sería igual. y ==>
| e

a 144 X 4r, como antes, y OS = h = 144 x4r


sería en aquel caso (h = y/c2-a?), Fic. 110
igual a 146,804 m = 4r X 70,04.
Petrie no conocía la sucesión de Fibonacci o, por lo menos, no reparó en que
55 y 89 son dos términos consecutivos de la misma cuya razón €s
89
= 1,61818... o sea, una aproximación de $ que tiene la máxima preci-
55
sión que se puede obtener en una realización concreta de este género. Por
lo demás, se obtiene todavía mayor aproximación del triángulo en vo de Pri-
ce con h = 70 X 4r en vez de 69,971 Xx 4r (5),

(15) Los números 55, 70, 89, tienen la particularidad de medir aproximadamente
los lados de un triángulo rectángulo diofántico:
552 = 3025
702% = 4900
552 + 702 = 7925. Ahora bien 892 = 7921,
Observemos también que tomando h = 70 X 4r y a = 55 X 4r (siendo siempre
7 el codo egipcio llamado real por Kleppisch), se tiene:
242 EsTÉTICA DE LAs PROPORCIONES

La elección de 4 X 144, es decir, 576 codos reales para a + c, habría


sido, pues, muy atinada como punto de partida para una construcción que
con los números enteros 55, 89 y 70
permite establecer una planta con
tanto rigor para la ejecución prác-
tica como la construcción teórica
exacta,
Para obtener rigurosamente 4,
h, c, y el ángulo a partiendo de una
longitud dada o escogida
PM=aw+<c,
he aquí la elegante construcción de-
Fic. 111 C5syT bida a Kleppisch 09 (figura 111):

PR será igual a 35 (Y5— 1) = 2

de donde — = 9 = ere
a c
8 2
Ss == 8 x 220 = 22 = 3,142...

2h 2 x 280 7
aproximación de ” empleada por los matemáticos del antiguo Egipto.
(16) A propósito de c = 144 X 4r, Kleppisch observa que 144 = 122 es el déci-
mosegundo término de la serie de Fibonacci (que él llama 1 escalg de oro):
1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144,...;
a+c= 144 X 4r = 576r
576 = 4 (55 + 89) = 12 x 22 x 32 x 42 = 242 = 42 x 62
] (1+3) (3 +56) (6 + 10)
(1 +43+54+7DXx1[Q+44+6+8)4(14+3+5 4 7).
2-11

1, 6, 10, son los cuatro primeros números triangulares, 36 = 2 +4 +6


3, 6, + 8
+1+4+33+5+?7 es el doble tetracto de los pitagóricos y el cuadrado del primer
número perfecto (6 = 1 X 2 X 3= 1 + 2 + 3, igual tanto a la suma como al
producto de sus divisores). El número 576 = 242 se halla también en Platón (Timeo)
como factor del número del alma del mundo, igual al doble tetracto multiplicativo, o
(1x2Xx4X8) Xx (1 x3Xx09 Xx 27)
= 242 x 81. Esto no debilita
las con-
cordancias entre los elementos de la Gran Pirámide y los del jeroglífico algebraico y
musical en que Platón parece haber condensado sus ideas sobre el ritmo del Cosmos
en cuanto todo armonioso y unidad orgánica.
En efecto, hemos observado que en la altura de la Pirámide medida en codos
reales parece intervenir el factor 7. Más adelante veremos (fig. 116) que se obtiene
un trazado completo del interior tomando precisamente el séptimo de esta altura como
semi-arista de la base de una pirámide central auxiliar. Ahora bien, en el pasaje del
Timeo antes mencionado se ve que es por cierta subdivisión rítmica en siete interva-
los como se obtiene la estructura completa del número del alma del mundo. Véanse también
los siete círculos del diagrama de la lámina 74, capítulo vr, relativo a la catedral de Colonia.
mer IS - rre
17

LÁMINA 77
Arriba: La*Gran Pirámide.
Abajo: Sección meridiana, según Jarolimek.
La Pirámioe DE Keops 245

. 4a? 4
De £— ze Kleppisch deduce . ze » lo que puede
c 4ac 4a2-+4a
enunciarse así: “El área total de la Gran Pirámide está dividida según la sec-
ción áurea de tal modo que la razón del área de la base a la lateral es igual
a la razón entre esta última y el área total”.
En esta igualdad residiría, según él, el pensamiento directivo de la cons-
trucción de la Gran Pirámide. Observa también que el área de una cara trian-
gular es igual al cuadrado de la altura (h? = ac), pero parece no conocer a
este respecto el pasaje de Herodoto citado anteriormente.
Por último de z = — y c? = a? + h?, deduce:
a
Cc? h2 a? + hi2 h?2 + (?

Hg h2 _ e?
Las áreas de los cuadrados construídos sobre los tres lados, c, h, a, del
semitriángulo meridiano MAO forman una progresión geométrica cuya razón
es la sección áurea, lo que no debe extrañarnos, ya que sabemos que estos lados
forman una progresión de razón y£. Kleppisch observa también en una varian-
te de la construcción precedente que

D
el ángulo £ tal que tang 6 = > eS
/
I
1


/
A
Ñ

AN,
es igual a 26%33'548, Ahora bien, y
siendo el valor observado por Petrie /
para la inclinación del túnel de entra- , e
e”

éA

da sobre el horizonte, de 26%31'23”, ¡ _._-


supone que esta inclinación ha sido ¡218
op==

a,
ma

directamente sugerida por el ángulo P


que resulta de este diagrama Cfigu- y ¡
ra 112). Ñ 7
Ya hemos examinado al fin del so .
capítulo precedente las proporciones o
del paralelepípedo que constituye el Erc. 112
núcleo de la Cámara Real. Igual-
mente Kleppisch observa el carácter interesante de este volumen, y nota que
designando por r, como antes, al codo real (0,524). se tiene: (fig. 113):
d by5
bp = 10r y, como l =2byj=-=>7 >

b=2x 5d =P =3x 5, 1=M=4Xx558=>7=5X ón


Si se toma 5r como unidad, dy, 1, 8 forman el triángulo sagrado
de los harpedonaptas.
246 EsTÉTICA DE Las PROPORCIONES

El rectángulo diagonal ACC'A” es (véase el capítulo anterior) un doble


cuadrado (lo mismo que el rectángulo de la base).
Este volumen sugiere también
C a Kleppisch dos construcciones muy
sencillas que dividen según la sec.
ción áurea la longitud y el ancho
de la Cámara Real, y en las cuales
se sirve de tres dimensiones

e e e
» l=2b, ¡=M1=5
Se obtiene, (fig. 114, a y b):
n ni
—l=-— x=,
m1 My
Las tres dimensiones de la pie-
Fic. 113
za llamada Cámara de la Reina
acusan también una propiedad arit-
mética curiosa. Si se miden en codos reales, sus cuadrados respectivos son
720, 220 y 60 cuya suma es exactamente 1.000 = 10%. Hay también en la
Cámara del Rey un dornajo rectangular de granito rojo pulimentado que
durante mucho tiempo se llamó arbitrariamente el sarcófago de Keops, y
que podría ser una medida de capacidad. Su volumen interior es igual a la
mitad del definido por las aristas
exteriores (7) cuyas longitudes son
1?
1, a 1D / 1
c
1,97m, 0,68m y 0,85m, respectiva-
. y 4 y ?

mente, e
,
: 1
/ ,
,
,
1
» ,
,

Ninguna dimensión, ninguna .


: ?
, ;
;
a
, ?
,

dirección, parece hecha al azar. | Pol: Mod


e. l : , '
Habiendo observado Jarolimek no:
. , , !
. n Ne
s / a” B

que en el alineamiento de la aris- PDllorona


y 4
grrr
7
a '
,
AS
| t
A
7

:, / :e AS
ta de la base Norte se encuentra ; .
1
' 4
? Y,
A

a una pequeña distancia de la Pi- , Y


4
,
LN
gos

rámide el reborde exterior de un ,


e '
,
m
1 ?
0 sr y
y

pavimento de basalto en forma de .


; ,
, :
, y
Y N
y

Y v /
rectángulo alargado cuya razón de Y b B' A 22... + B

ser era inexplicable, midió dicho pa- . R,


vimento y encontró que su contor- Fic, 114
no limitaba un doble cuadrado,
cuyo lado menor era igual a la distancia que separa el pavimento de la base

(17) Este volumen interior equivale exactamente a cuatro cuartas inglesas (una
cuarta inglesa contiene 8 celemines —antigua medida de áridos— es decir 2,90 HI).
La PirámiDeE De Keops 247

de la Pirámide (figura 115). Esta distancia, medida sobre el terreno


en una época en que el pavimento fue momentáneamente nivelado, era
de 108072 (en pulgadas inglesas) y la longitud p del doble cuadrado de
2q = 21605 —= 54,877m.,
Suponiendo que este pavimento de basalto podía representar una especie
de clave o referencia de las proporciones del monumento vecino, Jarolimek cal-
cula que construyendo una pirámi-
de interior concéntrica (que tenga N A
igualmente O como centro de base) EM D F G
semejante a la Gran Pirámide, cu-
ya semiarista de base, a, = OM,
sea igual a la séptima parte de la |
altura OA (de la Gran Pirámide), : MD:=a
+ 11674
se obtendrá como elemento corres- KH=p=2q-59"87
pondiente a 4 + c = OP una DF=FK=q
AA
longitud OP, = a + cx igual a
21605, es decir, precisamente la
longitud del pavimento de basal-
E

to (18),
uN

Expuesto esto, en la figura Fic. 115


h
(18) 4, = 7 = 10 X 4ro= 9,996 X 4r según que se tome h = 70 X 4r
= 146,72m ó 69,971 X 4r (sección áurea rigurosa partiendo de 4 fu = 144 X 41).
144
Entonces OP, = 4, += 4, X 55 ó a, X $2, según que se suponga la
89
pirámide pequeña establecida sobre el módulo 550 sobre el módulo $ riguroso.
144
Por lo demás, 92 = 2,6180... = 2,61818... los resultados serán po-
55
co más o menos idénticos por aproximación a estos cálculos. He aquí los cuatro re-
sultados:
144

10 Xx 4r x 42 — 54,873m
144
9,996 Xx 4r Xx Sa = 54,857m

9996 x 4r x 2 — 54,852m
siendo —como antes— r igual al codo egipcio o codo real de 0,524m (2063
en pulgadas inglesas).
Como en este caso la última cifra representa milímetros y como todas estas
variaciones son inferiores a los errores de medida o de construcción, sería arbitrario
dar la preferencia a una de las cuatro hipótesis resumidas por estas expresiones. Ob-
servemos, sin embargo, que el primer número es (en pulgadas inglesas) 2160”5
exactamente igual a la medida encontrada para la longitud del pavimento de basalto,
248 EsTÉTICA DE Las PrororcioNES

116, Jarolimek escogió todavía un punto Ma situado a igual distancia de P,


y de M y trazó P¡Q y M2H: paralelas a M,A, y MA. Luego, sobre la verti.
cal OA, señaló tres puntos K, N, R, tales que:

OK = 0%2 on = 9%2 og = 2M2 7

y obtuvo así un diagrama meridiano que le permitió situar todos los puntos y
todas las líneas observables en el
po .. interior de la Pirámide (ver los de-
A a talles en la lámina 77).
Ñ En resumen, la hipótesis de
, Jarolimek y de Kleppisch se redu-
N ce a:
2, , 19 El arquitecto de la Gran
a . Ú ., . ”l. .
o SN Pirámide concibió rigurosamente el
OM, MMT 77p trazado del monumento como una
OP=a»c aplicación de la sección áurea, lo
om. Er. 116 cual parece confirmado por la cita
de Herodoto antes mencionada.
29 Para la ejecución práctica del trazado, se sirvió de una de las dos cons-
trucciones aproximadas, que damos a continuación:
a) Partiendo de 576 = 144 X 4 codos reales para a + c, suma del ca-
teto y de la hipotenusa del scmitriángulo meridiano tomó —en lugar de en-
sayar la partición rigurosa en $—, a = 55 X 4r y c = 89 X 4. Entonces
h = 70,04 Xx 4r (la partición rigurosa en $ de la misma longitud a + €
habría dado h = 69,971 Xx 41).
O bien:
b) Tomó a = 55 X 4r y h= 70 X 4r; c difiere entonces muy poco de
89 X 4r y es igual a 89,025 X 4r.
Siempre será imposible comprobar con certeza el buen fundamento de
una de las hipótesis a) o b), pero es interesante recordar que Petrie, que fue
el primero en descubrir los múltiplos 55, 89, 144 en las dimensiones a, c,
a + c, ignoraba la sucesión de Fibonacci y sus relaciones con la sección
áurea, y creía, como la mayoría de los que han estudiado la Gran Pirámide,
que su construcción derivaba de un intento de cuadrar el círculo.
El volumen geométrico definido por las proporciones de la Gran Pirámi-
de, así como el paralelepípedo que tiene como proporciones las de la Cámara
del Rey, se relacionan de una manera notable con los cuerpos platónicos y la
esfera. Por ejemplo:
19 La arista lateral d = a ya*+P1 de la Gran Pirámide es igual al lado
del pentágono estrellado inscrito en una circunferencia de radio a;
La PirámiDe De Keops 249

2? Si se traza la esfera que tiene como centro el vértice vertical de la


Gran Pirámide y pasa por los cuatro vértices del cuadrado de la base, el lado
del icosaedro circunscrito a esta esfera es igual al lado de la base de la Gran
Pirámide.
Partiendo del doble cuadrado ABCD (lámina 78), se obtiene (por medio
de la circunferencia circunscrita MDANBC) en FJ] = GH — OA la altura
de un P.R.R. semejante a la Cámara del Rey que tiene ABCD como base, y
en JG = FH una longitud igual a la diagonal cúbica de este P.R.R. (9,
ÁN y CM son entonces dos aristas de un icosaedro inscrito en la esfera que
tiene O como centro y OA como radio, y basta trazar la perpendicular 09
en los puntos medios de AN y CM luego de prolongar NY y Ct en K y L
para obtener todos los puntos de la proyección ortogonal MLANKCtt “del
icosaedro en cuestión (*%, En virtud de la proposición anterior 2, el cuadrado
PORS representa la base de una pirámide semejante a la Gran Pirámide que
tiene como vértice el centro O de la misma esfera y cuyos cuatro vértices
PORS de su base están sobre la superficie de ésta.
Es probable que el arquitecto de la Gran Pirámide no estuviese al corrien.
te de todas las propiedades geométricas que nosotros descubrimos en ella a
primera vista. Estas propiedades no son, sin embargo, accidentales, pero
fluyen en cierto modo orgánicamente de la idea matriz conscientemente rea-
lizada en el trazado del triángulo meridiano. Una concepción geométrica sin-
tética y clara suministra siempre una buena construcción. Tuvo la originali-
dad de engastar en la rigidez abstracta y cristalina de la pirámide, una pulsa-

siderar como el símbolo matemático del crecimiento orgánico.


Las otras dos Pirámides están construídas sobre trazados triangulares
interesantes: la segunda Pirámide de Gizeh y la Pirámide N de Dashouhr.
cuyos semitriángulos meridianos son respectivamente el triángulo sagrado
3, 4, 5 y cl triángulo rectángulo diofántico 20, 21, 29 (20? 4- 21* = 292),
Ya hemos visto (capítulo 111 y vi) que Viollet-le-Duc creyó encontrar un

(19) En efecto:
0] _ow JF. 0
OD O0V' "DA OD
Así pues, si:
AD = 2a,/ OT = 5a
AB= 4a 4 9) = 2
JF = a.y45 = OD = OW.
El rectángulo (doble cuadrado) JFGH es uno de los tres rectángulos diagonales
del P. R. R. egipcio que tiene ABCD como base, y OD como altura.
(20) Este notable diagrama se debe al profesor Dick, de cuyo estudio aparecido en
el American Mathematical Monthly hice mención en el capítulo precedente.
250 EsrÉTICA DE Las PROPORCIONES

triángulo isósceles con la altura y la base proporcionales 5 y a 8 como figura


directriz del trazado vertical de muchas catedrales góticas 1 y que atribuye
la aparición en Occidente de este triángulo (que llama egipcio porque,
según él, se ha copiado del perfil
Triangulo meridiano Triangulo egipcio de la Gran Pirámide) al contacto
de lagran pirámide. de Violler-le-Duc de los cruzados y de los monjes
a cluniacenses con las iglesias y los
monumentos de Oriente. Su trián-
gulo egipcio es, en efecto, una
<= m— OS aproximación práctica de la sec:
Elo 117 1 ción meridiana de la Gran Pirá-
e mide, pues se tiene
1 8 or
2= —=l6 y a, = 5192024”; en el triángulo de la Pirámide, los va-
ho 5 y sn
lores correspondientes son
L= 21572. .ya= 51496.
h ye
En apoyo de su teoría, cita especialmente a la escuela de arquitectura
nestoriana de Alejandría que florecía en Egipto en el siglo vr, justamente con
la eclosión del Islam (2% y que, heredera por una parte de los diagramas
triangulares transmitidos en las Pirámides y por el otro de los temas helenís-
ticos de composición armónica mediante los cuales los griegos de Asia espiritua-
lizaron la majestad romana, había adoptado también eclécticamente los arcos
ojivales, las cúpulas ovoides de la Persia aqueménida y sasánida 4, la ar-
chivolta romana, la cúpula bizantina.
Los arquitectos arábigo-egipcios, continuadores inmediatos de esta escuela
de Alejandría, adoptaron definitivamente el arco quebrado persa para los va-
nos y los arcos de sus grandes mezquitas, pero son siempre —observa Viollet-
le-Duc— los antiguos triángulos egipcios los utilizados como directivas. El
triángulo de la Gran Pirámide (o, por lo menos, su aproximación de altura 5,
y base 8) sirve para el establecimiento del arco quebrado normal (no es sino
mucho más tarde cuando se empleará el triángulo equilátero): es el trazado
que se encuentra en las ojivas de Notre-Dame. Para el arco excedido, se des-
taca en los pórticos de la mezquita de Amrou en El Cairo (640 a. de J. C.)

(21) También en la fachada del hospital de Compiégne.


(22) Conquista mahometana de Egipto en el año 638, de Siria en 632-639, de
Persia en 632-654, de España en 710-713.
(23) Dieulafoy, op. cit.
El puente de Schuster, en Persia, en el cual el rey sasánida Sapor Chacia 260 a.
de J. C.) hizo trabajar al emperador prisionero Valerio, nos ha conservado una hermosa
agrupación de arcadas en arco quebrado.
La PirnámpDe pe Keops 251

el empleo del triángulo diagonal de una pirámide de base cuadrada cuya sec-
ción meridiana sería un triángulo equilátero,
Estos trazados habrían acompañado al arco quebrado en su propagación
de Oriente a Occidente, cuya trayectoria más importante, como supone bien
Dieulafoy, parece haber sido la que —por el Africa del Norte y España—

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lo] e

H G ,

l q + n

LÁMINA 78
La cámara del Rey (diagrama de Dick, a la izquierda) y trazado de ojivas
según Villard d"Honnecourt (a la derecha)

penetró en Francia desde el siglo xt, llevando hasta Borgoña los arcos ojiva-
les góticos de la mezquita de Abén Tulum (879 a. de J. C.), cuyos precurso-
res se encuentran ya en las iglesias coptas del desierto de Nitria (siglos 1v, v
VI).
Viollet-le-Duc hace notar en la colección de croquis de Villard d'Honne-
court (siglo x11), que se conserva en la Biblioteca Nacional de Francia, un
diagrama que muestra cómo, con la misma abertura de compás, un arquitecto
del siglo xn podía establecer los tres arcos específicos de una bóveda oblonga.
Es una pseudoespiral (29 (lám. 78, fig. sup. dcha.) compuesta de semicírculos
relacionados de una y otra parte con un segmento dividido en cinco intervalos
iguales. AMS representa entonces el arco diagonal semicircular (nm en proyec-
ción horizontal en la fig. inf. dcha., lám. 78), Aa4 el arco apuntado (nl en pro-
yección horizontal), 25 el arco formero (lm en proyección horizontal). En el
diagrama de la fig. de la izda., C es el centro del arco diagonal (llamado arco

(24) Ya citada en el cap. v.


252 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

ojival aun cuando es un semi-círculo normal), C y e son los centros del arco
apuntado, C y f los del arco formero (e, C, 1, f, son las mitades de los segmen-
tos 12, 23, 34, 45).
Viollet-le-Duc observa que el rectángulo horizontal que encuadra en pro-
yección esta bóveda oblonga se compone de dos triángulos sagrados 3-4-5, y que
el triángulo vertical directivo del arco apuntado difiere muy poco del triángu-
lo de altura 5 y de base 8 (su triángulo egipcio).
Es posible que el triángulo meridiano de la Gran Pirámide haya sido trans-

mitido a veces bajo la forma fibonaciana: > Hemos comprobado igualmente


en el capítulo vi (a propósito de la fachada de la catedral de Reims) que el

rectángulo 5h cuyo triángulo isósceles inscrito es «7 Jpuede presentarse como


resultado de cierto fraccionamiento horizontal de los dobles cuadrados em-
pleados en los trazados de las naves góticas. Este triángulo meridiano pudo,
por otra parte, perpetuarse bajo su forma rigurosa (YE) sea por transmi-
sión directa, sea más bien como resultado orgánico, impremeditado, de com-
binaciones sutiles entre los volúmenes ortogonales egipcios emparentados por
un lado con el doble cuadrado (véase cap. vi) y por otro con el pentagrama
(diagramas radiantes de Lund).
Los conocimientos geométricos de los maestros arquitectos árabes y cris-
tianos de la Edad Media estaban, pues, lejos de tener el carácter rudimentario
y empírico sugerido por la ausencia casi total de planos y de comentarios rela-
tivos a las construcciones de este período, cuyo éxito estético y técnico presen-
taba por este hecho la apariencia de un milagro felizmente repetido. El álbum
de Villard d'Honnecourt —único en su género— deja ya presentir el carácter
superficial de este punto de vista, El plano riguroso de la fachada proyectada
para la catedral de Colonia, que data igualmente del siglo xux, y que, hallado
en 1814 en el granero de un albergue de Darmstadt por un soldado francés,
permitió reanudar y luego llevar a buen fin su construcción (en 1842), con-
firma que los arquitectos de la época habían meditado a su vez —a ejemplo de
los matemáticos escolásticos, precursores de Kepler— sobre la forma en que
la sección áurea (proportionem habentem medium duoque extrema) 05 permi-
te concertar de manera clara, en una armonía trascendente (rationabiliter...
irrationali simphonia) 9, las formas en apariencia irreductibles de los cinco
cuerpos platónicos. Como lo adivinó Viollet-le-Duc, los contemporáneos de San-

(25) Comentario sobre el libro x1v de Euclides, por Campano (siglo xi), citado
por Lund.
(28) Id.
La PiráMIDE De KreoPs 253

to "Tomás de Aquino y de Alberto el Grande comprendicron mejor que los su-


yos el espíritu de la arquitectura griega. Pero, análogo en esto a la ciencia de
los arquitectos egipcios y griegos, de la que parece proceder sin interrupción,
la de los magistri lapidum de la Edad Media se transmitía como un código se-
creto celosamente guardado. Conocemos bastante mal la Siria de los seléucidas
y el Egipto posterior a los Ptolomeos. Entre Antioquía, Antinoe y Alejandría,
fulguró durante dos o tres siglos una cultura filosófica, científica y artística que
encarna una de las épocas más brillantes del pensamiento humano, y a causa
de su mismo destello cegador y de su brevedad meteórica, una de las más os-
curas en cuanto a historia,
Los dos incendios de la biblioteca de Alejandría (47 a. de |. C. y 392 de
nuestra era) fueron dos grandes catástrofes intelectuales para la Humanidad.
Con las claves de muchos otros enigmas, desaparecieron las fuentes manuscri-
tas que hubieran podido darnos detalles sobre el enlace de la antigua ciencia
de los constructores de pirámides, la geometría griega y la del Egipto neo-pita-
górico, gnóstico y cristiano (27). Sin embargo, así completada y puntualizada gra-
cias a las investigaciones de Dieulafoy, E. Mále y Lund, la hipótesis de Viollet-
le-Duc sobre la transmisión de ciertos diagramas egipcios a los árabes y luego
a los cluniacenses por intermedio de la escuela greco-nestoriana de Alejandría,
es bastante plausible. La Gran Pirámide, que astronómicamente puede ser el
Gnomon del Gran Año, sería también el metrónomo cuyo acorde armonioso,
incomprendido a veces, resuena en el arte griego, la arquitectura gótica, el pri-
mer Renacimiento, y en todo arte que, junto con la divina proporción, encuen-
tra la pulsación de la vida.

(27) El estudio de las tradiciones y de los documentos relativos al gremio podría


ayudar tal vez a reanudar algunos hilos en la misteriosa trama. Ánoto en un reportaje
concedido por Bernet Albert de Séméac CIntransigeant, 18 de Julio de 1924), el
Maestro de Obra elegido nuevamente en Francia como jefe de los oficiales de todos
los oficios y de todos los ritos, que el Maestro de Obras fue siempre, por obligación,
un oficial tallador de piedras; que hasta la Revolución, debía dirigirse cada año a
Saintes-Maries-de-la-Mer para la elección del Rey de los Bohemios (se sabe que éstos,
en la Edad Media, eran llamados egipcios); que una tradición observada hasta 1870
quería que una vez al año el maestro de obras fuese introducido al crepúsculo
en la catedral de Estrasburgo por el obispo de la ciudad para pasar allí la noche, y
que esta catedral fue siempre la sede tradicional de la cofradía. Por lo demás, fué la ca-
tedral de Estrasburgo desde donde se propagó por Europa una serie característica de
sellos lapidarios apareciendo hacia el este hasta en las iglesias moldavias del siglo xv
(por ejemplo Cotnar, que data de 1496).
Entre estos signos lapidarios, jeroglíficos, claves o señales simbólicas, el nuevo
Maestro de Obras cita (en Bayeux y en otras cuatro iglesias de Francia) el laberinto
cretense.
CapíruLo IX

LA CIENCIA DEL ESPACIO Y LA EVOLUCIÓN DE


LA ARQUITECTURA MEDITERRÁNEA

El pensamiento, tomado en su sentido más


general para abarcar el arte, la filosofía, la
ciencia —tomados a su vez en su acepción más
general— es la búsqueda de lo invariable en un
mundo en fluctuación,
C. J. Keyser
“Mathematical Philosophy”

Ya Pitágoras había observado que no sólo todo concepto, todo hecho geo-
métrico, tenía como correspondiente un hecho, una ley aritmética paralela, sino
que toda armonía (comenzando por la armonía musical) dependía de una pro.
porción, de una relación numérica. "Teniendo el orden y la belleza del Univer-
so su origen o su explicación en los números, la filosofía de su escuela se resu-
mía en la Idea del Número como esencia o símbolo de todas las cosas. No era
en la sustancia de los fenómenos sino en su estructura donde sus discípulos
—como más tarde Platón— situaban y buscaban la realidad.
Es curioso comprobar hasta qué punto la Matemática moderna, la física
de la Relatividad y de los quanta, la Química infra-atómica de Bohr, Ruther-
ford, Braggs, concuerdan con esta concepción (». Sobre una base puramente
abstracta —la teoría de conjuntos de Cantor— se ha elaborado desde luego una
nueva teoría de números que gracias al cálculo de las clases y al cálculo
de las relaciones de Peano, Frege, Couturat, Russell (que forman con el nom-
bre de Logística una rama común a la Lógica y a la Matemática) permitió re-
construir del modo más general la Aritmética, el Algebra y el Análisis con el
principio de identidad (% exclusivamente; y estos números cantorianos, cardi-

(1) “Tal vez lo más extraño de la ciencia moderna es su vuelta al pitagorismo”,


Bertrand Russell (The Nation, 27 de septiembre de 1924).
(2) El principio de identidad, o de no contradicción (atribuído a Parménides de
Elea, que nació hacia el año 570 antes de J. C., y puesto de relieve por Platón en
el Parménides, el Sofista y el Timeo, “lo que es, es”, o, ampliado: “lo que es no pue-
de no ser al mismo tiempo y en la misma relación”) es la primera idea lógica captada
La Ciencia DeL Espacio 255

nales u ordinales, definidos como clases, clases de clases (9 o tipos de orden,


resucitan el concepto de número platónico.
El estudio de las funciones simétricas y de los grupos de permutaciones,
el desarrollo que Klein hizo de los trabajos de Abel y de Galois, ya habían
traído consigo el descubrimiento de un isomorfismo inesperado entre la teoría
de ecuaciones y la geometría de los poliedros inscritos en una esfera. A comien-
zos del siglo xx, la ciencia —pasando de la teoría de conjuntos a un grado de
abstracción aún más elevado— llegó a la disciplina matemática más general y ló-
gica que se pueda imaginar: la teoría de los grupos de transformaciones, o más
simplemente teoría de grupos en la cual se estudian y comparan ciclos, grupos de
operaciones y transformaciones, consideradas independientemente de los obje-
tos o de los conjuntos, concretos o ficticios, a que pudieran aplicarse.
Como lo preveía Henri Poincaré, la nueva teoría no sólo permite obtener

por la inteligencia en cuanto ésta ha formado la noción de su existencia, del ser. Se


puede tomar como punto de partida de una ordenación rigurosa de la teoría del co-
nocimiento, exponiéndolo como axioma derivado de la frase cartesiana: “pienso, luego
existo” (o más bien “hay algo que piensa.. .”), o de un modo puramente logístico con-
siderándolo como la definición de la ficción lógica (de la palabra) ser.
Los conceptos de individualidad, de entidad y de identidad en este desarrollo lo-
gístico son anteriores a la del número uno; la noción de negación, de mo ser, expli-
cada por la ampliación del principio de identidad, es anterior a la del número cero; la
de dualidad, sugerida por la discriminación entre la entidad pensante, el sujeto, el
yo, y el resto del Universo, objeto de la percepción, es anterior a la del número dos.
Esto es importante para prescindir de las peticiones de principio que a primera vista
parecen deslizarse en las definiciones de la nota siguiente.
(3) He aquí una muestra del método:
Se llaman equivalentes dos conjuntos tales que a cada elemento de uno se pueda
hacer corresponder un elemento, y sólo uno, del otro (correspondencia unívoca y
recíproca),
Luego se define como número cardinal de un conjunto la característica común a
todos los conjuntos que son equivalentes a él; se le llama también potencia (la defini-
ción de Russell, más logística aún, dice: el número cardinal de un conjunto o de una
clase, es la clase de las clases equivalentes). Las potencias de los conjuntos infinitos
Clos que pueden ser equivalentes a una de sus partes, y reflejarse en ellas según la
imagen de Russell) corresponden a los números cardinales transfinitos de Cantor, o
serie de las alephs, entre las cuales consideraremos al aleph-0: potencia de los conjun-
tos infinitos numerables (todos equivalentes, ejemplos: la sucesión de números ente-
ros indefinidamente prolongada, la de todos los números fracciomarios entre O y 1, o
entre O y el infinito, la de todos los números algebraicos), aleph-1: potencia del con-
tinuo: el conjunto de todos los puntos de un segmento de recta, de todos los puntos
del plano y del espacio, el conjunto de todos los números trascendentes; aleph-2
(potencia del conjunto de todas las funciones discontinuas), etc..., estando estas po-
tencias relacionadas por la ley recurrente.
2(aleph nm) = aleph (n + 1).
Las potencias de los conjuntos finitos son los números enteros naturales (1, 2, 3,....);
los números fraccionarios, algebraicos, reales, complejos, se definen fácilmente a par-
256 EsTÉTICA DE Las PROPORCIONES

toda la Geometría (Y mediante el examen de los grupos de transformaciones de


conjuntos de 2, 3 o n dimensiones, sino que da también las leyes de la gravi-
tación y del electromagnetismo (Linstein-Weyl), con la mecánica y la dinámi-
ca clásicas como simples casos particulares (véase capítulo rv), mediante el exa-
men de los grupos de transformaciones que, en un conjunto de cuatro dimen-
siones, satisfacen el principio de mínima acción dejando invariante la forma
cuadrática fundamental que traduce en lenguaje matemático intrínseco el prin-
cipio espacial de identidad.
Con la teoría de grupos, término y coronación de la ciencia moderna 6),
las fronteras ya nebulosas entre la Matemática pura, la Física, la Lógica y la
teoría del conocimiento han sido completamente borradas. La teoría matemática
de funciones pasa a ser un simple capítulo de la de las funciones proposiciona-
les ( que, a su vez, forma parte de la teoría abstracta de las relaciones (cálculo

tir de lcs números enteros como clases de pares o clases de clases. El concepto de
número ordinal está inspirado en otro aspecto de razones lógicas posibles entre con-
juntos diferentes. En un conjunto dado se considera la forma en que sus elemen-
tos están agrupados u ordenados entre sí, y se dicen semejantes dos conjuntos bien
ordenados (o series) en tal forma que toda relación de orden entre dos términos cua-
lesquiera del uno exista también entre los dos términos correspondientes del otro.
El tipo de orden característico de una serie (y de todas las series semejantes a ella)
se llamará su número ordinal. Para las colecciones finitas, un sólo número ordinal co-
rresponde a un conjunto dado, y los símbolos « números cardinales u ordinales coin-
ciden, No ocurre lo mismo en el caso más general de las colecciones infinitas en que
a la misma potencia cardinal transfinita corresponden una infinidad de tipos de
órdenes posibles. El menor número ordinal transfinito, «wp, es el tipo de orden de
la serie inductiva de los números naturales (1, 2, 3, 4, 5,.., 1...) prolongada al
infinito. Esta forma de introducir desde el principio los conjuntos infinitos como
objetos normales del conocimiento y de deducir en seguida las leyes de la Aritmé-
tica y del Análisis como casos muy particulares que se aplican a la modesta especie
de las colecciones fimitas, es de una audacia épica que aún no ha recibido el exequatur
de todos los matemáticos; pero la armadura lógica del método es inatacable, y es di-
fícil imaginar hoy la teoría de funciones, o la topografía del gran continuo, ampu-
tadas de los métodos de exploración introducidos por el advenimiento de las hordas
transfinitas.
(%) “El espacio euclidiano no es más que un grupo de transformaciones” (H.
Poincaré).
La Geometría ordinaria es la teoría de los invariantes del grupo de los desplaza-
mientos euclidianos, y toda Geometría es el estudio de las propiedades invariantes
en cierto grupo de transformaciones (el Análisis situs, la Geometría proyectiva y la
Geometría euclidiana corresponden a tres grupos fundamentales: cada una estudia
las propiedades invariantes de urlo de estos grupos).
(5) “La teoría de grupos es, por decirlo así, toda la Matemática despojada de
su materia y reducida a una forma pura” (H. Poincaré).
“Sobre esta intuición grandiosa de universos espaciales simbólicos se edifica la
concepción última y final de la Matemática occidental: la ampliación y espirituali-
zación de la teoría de funciones en teoría de grupos” (Oswald Spengler).
(6) Función proposicional: función que se convierte en una proposición cuando
LA CreNcIa DEL EspPAcio 257

de relaciones) de la nueva Lógica. El silogismo aristotélico se hallaba colocado


naturalmente en el cálculo de las clases (que se aplica aproximadamente a las
colecciones reales como la Geometría pura al espacio o a los sólidos reales). El
principio de inducción completa se presenta como un caso particular de un teo-
rema general sobre la iteración que tiene su puesto en la teoría abstracta de las
operaciones (el Algebra simbólica de las funciones de verbos de Sir Ronald
Ross). Con el concepto de función se han generalizado los de simetría, isotro-
pismo y transformación. Del mismo modo que desde lo alto de una cima
que durante mucho tiempo se ha tenido por inaccesible se revela súbitamente
un paisaje en que montañas, ríos y llanuras se complementan y armonizan en
una inmensa sinfonía de formas y de colores, parece en verdad haberse realiza-
do ahora el sueño de Pitágoras y de Platón: la síntesis completa del universo
sensible en ideas-números.
La filosofía del geómetra de Samos tuvo su origen y su conclusión metafí-
sica en especulaciones de música trascendente. Es curioso comprobar que in-
cluso el concepto de la armonía de las esferas, luego de haber puesto en otra
época a Kepler en camino de sus grandes descubrimientos astronómicos, revela
ser mucho más que un clisé eufónico: la serie de Titius-Bode (4 + 3 X 2n),
que da números proporcionales a las distancias medias de los planetas al Sol
(representando 4 esta distancia para Mercurio), se encuentra en la escala de los
tonos armónicos superiores (Francé, op. cit.) (7,
Pero las tropas de asalto de la teoría de grupos, el instrumento técnico que
ha permitido romper la envoltura opaca y mutable de los fenómenos y entrever

se sustituyen entidades o clases determinadas por las variables que figuran en ella.
Ejemplo: “X es un hombre”, “Todo A es B”, etc. “Toda ecuación algebraica es tarn-
bién una función proposicional.
(1) Involuntariamente se siente uno llevado al siguiente dilema: discernir, con
los pensadores antiguos, el reflejo del pensamiento del Gran Ordenador en la eurit-
mia lógica del Cosmos, o suponer que el universo hamiltoniano de tensores e in-
variantes —en el cual es la materia el epifenómeno—, no es después de todo más que
una simple proyección de la actividad creadora del pensamiento humano, la sección
de un mundo exterior incognoscible o aún imaginario, según las categorías lógicas
preexistentes en la conciencia del pensador. Y en esto estaríamos junto a los más
avanzados de entre los matemáticos post-einsteinianos que, confundidos por la lumino-
sa armonía de su última síntesis, vuelven a dudar de su correspondencia con una
realidad exterior. Para resumir el factor común de estos dos puntos de vista, ninguna
fórmula tan prudente como el arranque de la epistemología cartesiana: “La armonía
existe en alguna parte”.
En el Extremo Oriente Asiático, la filosofía de la secta budista Zen, directamen-
te basada en la búsqueda de la concordancia entre el yo del pensador y la armonía
del Cosmos, imprimió su carácter original, fusión de remunciamiento estoico y de fer-
vor estético, culto de la belleza y del honor, durante seiscientos años de colectivismo
aristocrático.
258 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

su estructura ($), única realidad accesible a la Ciencia, es la teoría de invarian-


tes (9, Por lo demás, del principio de identidad —y por su extensión en la du-
ración— se pueden también derivar lógicamente los conceptos de invariación y
de invariante.
Ya que las consideraciones estéticas y musicales son las que sugieren la
interdependencia de las sensaciones y de las ideas de armonía, de ritmo, de or-
den, de belleza, las que hemos encontrado como punto de partida de esta filo-
sofía mediterránea del Número y de la Forma, se nos permitirá —ahora que
después de veintiséis siglos parece haber culminado en su evolución— buscar
recíprocamente su reflejo o aplicación en las ramas de la actividad creadora hu-
(8) “No son conjuntos o elementos materiales los que nuestro método científico
ubserva en la Naturaleza, sino más bien coincidencias espacio-tiempo. .. Nuestro co-
nocimiento del mundo es un conocimiento de forma y no de contenido. Sólo conoce-
mos relaciones, y el substratum desconocido del mundo podría ser con toda verosimi-
litud tanto nuestra conciencia como una constelación de electrones”, (J. Johnstone,
The Mechanism of Life, Londres, 1921).
Esta síntesis voluntariamente formalista que, regida por el principio de Hamilton,
permite al matemático pensar lógicamente el universo físico-químico objeto de per-
cepción, sus leyes y sus avatares, no se vanagloria de explicar la conciencia perceptiva. Por
su mismo principio directivo, empleado como criterio, suministra, al contrario, una
prueba rigurosa de la trascendencia de la vida (cap. v). Pero en la envoltura, la
huella, la sombra de la materia tanto inorgánica como viva, percibida en cuanto
forma, estructura o ritmo, reaparecen los números, y allí hemos encontrado que cier-
tos números, referencias y reflejos, que ciertas notaciones, mo pertenecen más que a
la vida.
(0) “Un invariante es una cosa que, cuando se modifican otras relacionadas con
ella, permanece inmutable: y el cambio... es representado en Lógica (y desde lue-
go también en Matemática) por medio de relaciones que... los matemáticos llaman
transformaciones”. (C. ]. Keyser, Mathematical Philosophy).
“Cada paso por el camino del progreso en las artes, las ciencias o la filosofía,
consiste virtualmente en descubrir los invariantes de cierto grupo de transformacio-
nes, o el grupo de transformaciones que deja inalteradas ciertas cosas”. (Id).
“En el flujo de las sensaciones existen invariantes que son lo que hay de fijo
en la variación de las sensaciones en funciones del tiempo, o en funciones recípro-
cas de unos sobre otros. Son los invariantes funcionales, que no son más que las
leyes de la Naturaleza”. (Rcugier).
El Cálculo diferencial absoluto o Análisis tensorial, cuya celebridad se debe
a la aplicación genial que de él hizo Einstein, es una de las ramas matemáticas de
la teoría lógica de invariantes.
Señalemos, entre las últimas aplicaciones de la teoría de grupos, la obra de
Keynes sobre el cálculo de probabilidades. Y me permitiré citar una frase de Paul
Valéry que demuestra no sólo que puede sentirse la tentación de proyectar la luz po-
derosa del nuevo método sobre el Maya del mundo exterior, sino también sobre el su-
jeto inicial del conocimiento:
“Hubiera podido escribirse de un modo absolutamente abstracto que el grupo
más general de nuestras transformaciones, que comprende todas las sensaciones, todas
las ideas, todos los juicios, todo lo que se manifiesta intus et extra admite un inva-
riante”. (Introduction a la méthode de Leonard de Vinci. Notas y digresiones).
La CIENCIA DEL EsPAcio 259

mana cuyas producciones tienden a perpetuar por la forma pura un ideal de


Belleza estética, un símbolo de pensamiento o de plegaria 00,
Asi Oeoc yewperper, decía Platón hablando en el Tíimeo del que llama el
Gran Ordenador. Hemos visto reflejos de esta geometría a propósito de las
formas cristalinas o vivas.
No es extraño que entre todos los creadores de formas (1), sean los arqui-
tectos los que tuvieron que geometrizar, ni que lo hayan hecho conscientemen-
te en las grandes épocas de esta cultura mediterránea (entendida en el más am-
plio sentido de modo que junto con Europa abarque el Asia Menor y el Africa
del Norte), que tuvo propiamente como punto de vista y como patrimonios ca-
racterísticos la idea y el sentido de la proporción, de la ciencia de las referen-
clas armoniosas,
El sociólogo y filósofo contemporáneo Oswald Spengler, cuya obra La
Decadencia de Occidente (2) ha tenido una repercusión tan grande en la Ale-
mania de la post-guerra de 1914-1918, insiste mucho sobre la íntima correlación
entre la Matemática y la Arquitectura (13) y además bosqueja un ingenioso pa-

(10) Citemos a Novalis: '“Todo método es ritmo: suprimid el ritmo del Universo,
y suprimiréis el Universo. Cada hombre tiene su ritmo individual, El Algebra es poe-
sía; el sentido del ritmo es genio”.
Flaubert: “La ley de los números gobierna, pues, los sentimientos y las imágenes;
lo que se juzgaba como exterior es en verdad lo interior” (Citado por el conde Key-
serling en Das Gefiige der Welt).
Y Bourdelle: “El arte es un Algebra velada que toma la luz de los que levantan
su velo” (La Matiére et Esprit dans V'Art).
(11) La aplicación del concepto de proporción al ritmo del lenguaje (especialmen-
te del lenguaje ritmado en segunda potencia, que es la poesía) no forma parte del
cuadro de este ensayo. Citaré, sin embargo, una definición debida al profesor Son-
nenshein, director del Laboratorio de Fonética Experimental de la Universidad de
Londres (en What is Rythm — Lo que es el Ritmo — Blackwell, editor, Oxford,
1925) y sugerida a su autor por series de medidas fonéticas efectuadas sobre el len-
guaje hablado: “El ritmo —dice— es la propiedad de una sucesión de acontecimien-
tos en el tiempo que produce sobre el espíritu del observador la impresión de una
proporción entre las duraciones de los diferentes acontecimientos o grupos de acon-
tecimientos de que se compone la sucesión”. Las medidas fonéticas que constituyen
el objeto de sus experiencias se obtienen mediante un instrumento (kimógrafo)
que durante la recitación de un fragmento de poesía o de prosa registra las dura-
ciones comparadas de cada sílaba (Por ejemplo el verso de Tennyson:
The long light shakes across the lakes
“Lento el resplandor, cruza los lagos como un temblor”... da la sucesión de duracio-
nes silábicas (tómese en cuenta sólo el original inglés): 12-31-27-45-7-34-9-55 . El
principio de experimentación parece fecundo: la definición tiene la ventaja de sugerir
las correlaciones estructurales entre los ritmos poéticos, musicales y plásticos. (La ci-
ta y el ejemplo están tomados del artículo de fondo del Times Literary Supplement del
10 de septiembre de 1925).
(12) Der Untergang des Abendlandes.
(13) “La Matemática es un verdadero arte, que puede colocarse junto a las ar-
260 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

ralelo entre la evolución de la arquitectura europea y la de las ciencias exactas,


Esta idea ha sido continuada por el doctor Geilen en su obra Matemática y
Arquitectura como bases de la cultura occidental (1%, Me permitiré, a mi vez,
desarrollar sumariamente una versión de ella basada de un modo más especial
desde el punto de vista geométrico que ha guiado esta obra.
Como dice Spengler, la arquitectura egipcia ya constituía un “tratado mudo
de geometría”. La Gran Pirámide, estudiada detalladamente en el capítulo an-
terior, nos ofrece, entre las creaciones de esta geometría, un ejemplo particu-
larmente interesante en el cual, bajo la austeridad del volumen resultante, es-
tán encubiertas, condensadas, replegadas sobre sí mismas —por decirlo así— al-
gunas de las construcciones más características de la morfología de los cinco
cuerpos platónicos, con las proporciones y progresiones que se derivan de ella,
Los templos griegos, por el contrario, proyectan exteriormente la claridad
de las grandes líneas y la sutileza refinada de la geometría de Euclides y de
Arquímedes. Expresan para el iniciado todo un sistema filosófico: la armonía

tes plásticas y a la música... Sobre todo, está relacionada con las grandes arquitec-
turas dórica y gótica, etc. La arquitectura de los grandes templos egipcios constituye
un tratado mudo de Geometría... y el Análisis matemático es a la inversa una
arquitectura del más alto estilo”. (Op. cit).
Novalis (¿o fué Schelling?) había escrito ya: “La arquitectura es música con-
gelada”. La modulación exterior del ábside de San Pedro me produce siempre una
sensación, o mejor diría casi una audición musical directa.
(14) Mathematik und Baukunst als Grundlagen Abendlándischer Kultur, colec-
ción Vieweg, cuaderno 53.
No sé si el doctor Geilen tuvo conocimiento de los trabajos de Hambidge y de
Lund, pero el siguiente extracto de su obra demuestra que ha llegado a las mismas
conclusiones:
“Las proporciones de las plantas y alzados de los templos griegos están tomados
de las que se encuentran en el triángulo equilátero o en el exagrama que resulta
de su duplicación, o de las razones lineales del pentágono regular y del pentagrama,
es decir, de la figura de la sección áurea, que se puede considerar también desde el
punto de vista puramente matemático como la figura rectilínea más perfecta, que
puede contar como símbolo de la armonía más elevada y de aquí el poder casi ma-
ravilloso que en otro tiempo le fue atribuído,
La figura plana del pentagrama está estrechamente ligada al más perfecto de
los cinco cuerpos regulares platónicos... Es digno de observarse que en los cristales,
que son sus producciones inorgánicas mejor logradas desde el punto de vista de la
forma, la Naturaleza no sale de las figuras del cuadrado y del exágono, y es por
una razón matemática (la ley de los índices racionales: véase el capítulo vw de este
libro) que no puede salir. Es tanto más notable cuanto que las pronorciones del
cuerpo humano parecen estar moduladas sobre el ritmo de la sección áurea, es decir,
sobre las relaciones encontradas en el pentagrama. Parece que los griegos conocieron
este secreto sobre la belleza de las formas... que fue encontrado de nuevo durante
el Renacimiento. .. y que emplearon la sección áurea no sólo en las reproducciones del
cuerpo humano... y en sus templos, sino también —se diría— en los menores deta-
lles de los objetos destinados al servicio del culto...”
LÁMINA 79
Arriba: Templo de la Concordia, en Agrigento. CItalia).
Abajo: Basílica de Majencio (o Constantino). (Roma).
Lámina 80
Arriba: Coliseo (Roma).

Abajo: San Stefano Ro-


tondo. (Roma).
La Ciencia DEL EsPACIO 263

perfecta, la unidad orgánica del Universo. Citemos a Valéry: “La geometría


griega ha sido ese modelo incorruptible; no sólo el modelo propuesto a todo
conocimiento que tiende a su estado perfecto, sino también el modelo incom-
parable de todas las cualidades más típicas del intelecto europeo. Jamás pienso
en el arte clásico sin que una fuerza invencible me haga tomar como ejemplo
el monumento de la geometría griega” (Variété).
“Son templos destinados a los filósofos” —dice Lund. En las ruinas de
Agrigento y de Pesto, y en las que inspiraron a Renan su Oración sobre la
Acrópolis, resuenan los acordes puros —indefinidamente armónicos, inexorable-
mente reflejados desde el todo a las partes— de esta música apolínea .
Los romanos, grandes urbanistas y técnicos, no trataron de encerrar en las
proporciones de un templo armonías inaccesibles a los profanos, pero propor-
cionaron —en arquitectura como en otros aspectos— soluciones concretas a los
problemas cívicos o económicos planteados por sus concepciones políticas, admi-
nistrativas y sociales. Adoptaron tanto las columnas, el dintel, el arquitrabe de
los griegos, como la bóveda de cañón etrusca y la cúpula aqueménide. Su espí-
ritu técnico les hizo realizar además formas inéditas, hallazgos de ingenieros que
fueron incorporados para siempre a la arquitectura: el medio-punto inspirado
en la radiación en arco de descarga de esos ladrillos densos, grises y menudos,
cuya vista evoca mejor la grandeza romana que la del mármol y del pórfido,
y la bóveda de cemento, vaciada —por decirlo así— en un sólo bloque para
suprimir los empujes interiores (reposando directamente sobre su tambor cilín-
drico como la tapa de una tetera, según la pintoresca comparación de los in-
gleses).
Esta arquitectura de ingenieros produjo volúmenes sinceros que correspon-
den exactamente a su función. Por lo demás, la franqueza y la envergadura de
los planos tuvieron a veces como resultante una belleza monumental premedi-
tadamente humana, es decir, desprovista de toda invocación mística, cuya sere-
na grandeza jamás ha sido superada: basílica de Majencio (o Constantino),
Panteón, San Stefano Rotondo (la antigua Bolsa de trigos), Coliseo, acueducto
de Segovia, puente de Alcántara...
Estos mismos elementos —el arco y la cúpula— son los que más tarde en
Bizancio, en una atmósfera en que habrían de encontrarse la claridad matemá-
tica griega y el misticismo cerebral de los neo-platónicos y los gnósticos de
Alejandría, Antemio de Tralles combina con el cubo en un monumento en
que el Asia, el Africa y la Europa unen sus sentimientos de misterio divino
y sus concepciones de volumen arquitectónico: la estructura de Santa Sofía es
lógica y definitiva como un teorema de geometría alejandrina dibujado sobre
la esfera de cristal de la cosmografía de Ptolomeo (15),
(15) Santa Sofía fue construída en cinco años, desde 532-537, bajo el imperio de
Justiniano. Conviene no olvidar que una de las experiencias más importantes para la
264 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

La época románica sólo es una prolongación de la sinceridad bizantina en


la expresión de los volúmenes. El alargamiento de las naves reemplaza, en ge-
neral, a la simetría demasiado cristalina y satisfecha del cubo introduciendo co-
mo elemento nuevo una modulación dirigida del espacio y una sugestión para-
lela de energía acumulada y suspendida; pero en ella volvemos a encontrar los
cilindros, semicilindros, prismas octogonales, casquetes esféricos de pechinas
triangulares de la arquitectura bizantina, en una limpia geometría de volúme-
nes honestos.
Durante el período gótico aparecen dos hechos nuevos: uno espiritual y
el otro estructural, de diferente origen. El misticismo occidental, celto-gótico
retardado —o por lo menos detenido bajo una forma puramente potencial du-
rante el ciclo precedente— hace crujir sus moldes geométricos y estalla en un
impulso vertical que desafía las leyes de la gravedad, rompe el arco de círculo,
y lo sustituye por la ojiva irano-árabe (9),
Este empuje vertical, combinado con la tendencia a la economía de ma-
teria pesada que dimana necesariamente de ella, producirá, por convergencia,
proporciones, modulaciones que recuerdan las de la vida, las del cre-
cimiento armonioso. La naturaleza orgánica se afirma, por lo demás, al mismo
tiempo en los detalles de ornamentación, bajo una forma a la vez simbólica y
realista.
La sinceridad, la verdad en los volúmenes, es reemplazada por la sinceri-
dad en el equilibrio de las fuerzas y de los empujes. Las catedrales góticas no
son ya teoremas de geometría del espacio, sino diagramas de estática gráfica.
El contorno del volumen como tal, sólo desempeña un papel secundario: está
dinámicamente desconectado, espiritualizado, según la expresión de P. Fe-
chter (17, Los muros ya no cuentan; las bóvedas mismas no son sino relleno de

arquitectura europea fue hecha en la construcción del palacio de Diocleciano en


Spalato (terminado hacia 305 a. de J. C.), en que por primera vez los arcos arrancan
directamente de los capiteles de las columnas sin interposición de pseudo-arquitrabes.
Con sus torres octogonales y su largo claustro de arcadas de medio punto que domi-
nan el mar, el palacio de Diocleciano se adelantó en ocho siglos a su tiempo.
(16) Recordemos además que la bóveda gótica, que elimina el arco de círculo de
las secciones longitudinales o tramsversales (arcos formeros y apuntados) lo introdujo
en las nervaduras diagonales que en las bóvedas romanas y románicas eran arcos
elípticos (intersecciones de dos hojas cilíndricas ortogonales).
(17) Paul Fechter, Die Tragódie der Architektur, E. Lichtenstein, editor, Jena,
1921.
Esta obra analiza con perspicacia la forma cómo la arquitectura, en sus diferen-
tes períodos, ha considerado y tratado el volumen interior semtido y expresado de den-
tro a afuera. “El arte gótico —dice, entre otras cosas— es la exteriorización más intensa
de la arquitectura cristiana, pero ya no tiene en el fondo relación directa con el ele-
mento característico de toda construcción: con el volumen. Su primer resultado es, en
efecto, la supresión del equilibrio estático de sus coordenadas y, por consiguiente, la
supresión de la tendencia cúbica... Es el estilo más trascendente que fuera jamás rea-
La CIENCIA DEL EspPAcIo 265

materia celular, los pilares y arbotantes que recogen, equilibran y descargan


los empujes, no son sino ejes casi ideales cuya masa no tiene importancia y que
podría apoyarse sobre puntos o líneas sin espesor, como el fiel de una balanza:
es una arquitectura vectorial, como lo son ahora los trazados de nuestras gran-
des armazones metálicas: torre Eiffel, grúas, puentes de acero, etc.
Si el impulso místico de las ciudades, de las órdenes monásticas, de los
príncipes, de los gremios, fué la causa eficiente de la inmensa floración de pie-
dra que brotó del suelo de la Europa gótica, hemos visto (cap. v1 y vi) que la
seguridad de ejecución y la belleza sinfónica de los resultados deben atribuirse
también a una cultura técnica y matemática, cuyos indicios —que permiten
adivinar su trama— no son menos reveladores por el hecho de que haya sido
celosamente guardada en secreto por sus sucesivos depositarios.
No es sólo por convergencia causal, orgánica, que Notre-Dame, la cate-
dral de Reims, los campanarios de Estrasburgo, Miinster, etc..., reproducen
las pulsaciones del crecimiento armonioso. Transmitido por los arquitectos gnós-
ticos, coptos, árabes, mozárabes, a los maestros de obra franceses, normandos,
renanos, el emblema pitagórico que dibujó en sueños Alejandro a Antíoco,
reaparece ondulante y enmascarado en el rosetón marino de Notre-Dame (18),
riguroso, abstracto, canónico, en la magnífica rosa norte de Amiens y sobre
el sello lapidario, vuelto a la luz después de ochocientos años en la catedral
de Trondhjem (9,

lizado. La producción gótica se eleva de modo natural como una colonia de madrépo-
ras, y es, al mismo tiempo, el logro estructural de un refinamiento inaudito en cuan:
to a técnica y a cálculo... un esqueleto matemático convertido en piedra. Pero su
voluntad animadora es un misticismo proyectado más allá de los límites del pensa-
miento lógico, una inmersión en las ondas luminosas del alma donde Dios mismo es
vivido como sensación pura antes de toda percepción intelectual”. He aquí también
la opinión sobre lo gótico de un arquitecto inglés libre de toda sospecha de parcia:
lidad, pues el Renacimiento lo ha conquistado por entero, y el pasaje que cito está
sacado de un libro —notable por lo demás— consagrado a la glorificación del hw-
manismo en Arquitectura:
“En ninguna arquitectura del mundo se manifiestan tantos rasgos que tengan
con tanta evidencia una finalidad estructural, Sólo el estilo griego podía exhibir una
concepción tan estructural, mas para una generación interesada en la sutileza me-
cánica, la arquitectura gótica tiene la ventaja de estar construída dinámicamente an-
tes que estáticamente, de ser, por consiguiente, a la vez más audaz y más refinada,
triunfo de la ciencia tanto como del romanticismo”. (G. Scott, "The Architecture of
Humanism).
(18) NotreDame contiene, de un modo muy particular, en los trazados de sus
ojivas y de sus rosetones todo un tratado mudo —para citar la expresión de Spengler—
de las relaciones geométricas entre el círculo y los polígonos inscriptibles.
(19) “En el arte gótico , desde el más pequeño hasta el más grande de los elemen-
tos, todo tiene una significación ostensible o recóndita. El número y la medida, lo que
la composición antigua exigía en la ordenación visible, está aquí indicado por símbolos
a la manera pitagórica: una mística de los números, sutil o poderosa, recorre y de-
266 _EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES

La arquitectura humanista del primer Renacimiento presenta justamente


entre otros componentes, una reacción de la claridad latina contra ese velo
de esoterismo místico. El contacto espiritual con el pensamiento platónico y
alejandrino se reanudó rodeado de una luz fulgurante en que sabios, filósofos
y letrados se entregan sin remordimientos a la embriaguez rediviva de pensar
sin trabas, de mirar sin anteojeras. De nuevo se cree, sin exigir un exequatur
previo, en la excelencia, en la virtud de la verdad, de la belleza, en sí mismas.
Haciéndolo, se siente tal vez un poco el engaño, y hasta se corre un riesgo si
se carece de tacto o de suerte. Pero nada quita esto a la exaltación de la hora:
monjes y príncipes de la Iglesia no son los invitados menos ardorosos a esta
bacanal del pensamiento.
En esta tendencia a comenzar de nuevo la gran síntesis, a volver a crear
todos los valores, entre otros los valores estéticos, bebiendo a sus anchas en
las fuentes antiguas mediante este juego de la inteligencia, los humanistas
descubren nuevamente y a un mismo tiempo la arquitectura griega y romana
y la filosofía geométrica de Platón. La geometría del espacio pasa a ser el
fundamento de la enseñanza, no sólo de los arquitectos, sino también de los
pintores, de donde resulta que casi todos los grandes pintores de esta época son
también arquitectos, y recíprocamente, e incluso podría decirse que todos los
hombres instruídos, conforme al voto de Platón, son geómetras, y todos se
ocupan de arquitectura, cuando menos para discutir (2%, La frase en que Vi-
truvio compara la euritmia del cuerpo humano con la de un edificio cuyas
dimensiones y proporciones están relacionadas por un tema de corresponden-
cia general y por ritmos recurrentes, combinada con el estudio de los cuerpos
platónicos, hace revivir la ley de pulsación viva y de composición armónica
que durante millares de años había sido uno de los grandes secretos de los hie-
rofantes 21), y es el monje Paccioli (22 amigo de Alberti y de Leonardo quien,

termina la contextura de las catedrales góticas. Entre todas las proporciones se teje
un juego de razones invisibles, cuya representación aritmética proporciona al iniciado
la imagen de las verdades eternas que conducen a la salvación” (P. Fechter, op. cit.).
(20) Véase el Sueño de Polifilo.
(21) “El espíritu latino se vuelve hacia el estudio del origen histórico de su arte:
hacia Grecia. En su búsqueda de una nueva forma, que rebasaría los límites de lo in-
orgánico, encuentra el camino hacia la luz en la estructura del cuerpo humano. He-
mos llegado al punto inicial del Renacimiento... Así es como el latino es conducido,
por su espiritu lógico... y por intermedio de la ciencia griega, a la Matemática y
como vuelve a descubrir la ley de la estructura del cuerpo humano en el pentagrama
y en la sección áurea”. (Dr. Geilen, op. cit.).
(22) Para ilustrar el radio de acción de la curiosidad intelectual que anima los ce-
rebros de la primera oleada humanista, recordemos que Paccioli, que acompañó a
Leonardo durante su segundo viaje a Venecia para ayudarlo a estudiar la defensa de
la ciudad de los dogos contra un presunto ataque por parte de los turcos, había publi-
cado en 1494 el primer tratado de contabilidad comercial, Tractatus de Computis et
Lámina 81
Arriba: San Lorenzo de Sahagun (España).
Abajo: San Gimignano (Toscana, Italia).
Lámina 82
Iglesia de Kobern. Iglesia de Schwarzrheindorf.

LÁmiINa 83.
Catedral de Estrasburgo.
La CIENCIA DEL EsPACcIo 269

consagrándole el tratado lírico y erudito evocado en el prefacio de este libro,


la hace entrar triunfalmente en el dominio público bajo el nombre de divina
proporción.
La cúpula de Brunelleschi había liberado a los arquitectos de la fórmula
gótica, de un gótico envejecido que encubría bajo el absurdo y delicioso alar-
de de sus últimos destellos, el agotamiento o la descomposición del impulso
espiritual que había sido su fuerza motriz; la cúpula de Florencia devuelve al
mismo tiempo a la arquitectura la serenidad olvidada del volumen puro. Es
en la herencia de los ingenieros —constructores de la Roma imperial— donde
se beberá de nuevo. Las tres arcadas de la basílica de Majencio dominan aún
el Foro después de mil años de olvido y, con el Panteón, inspiran a Bramante
el grandioso proyecto realizado en San Pedro en forma incompleta. Las arca-
das y las pilastras del Coliseo suministran todos los elementos suplementarios
que, incorporados primero por Bramante y Sangallo en el Palacio de la
Cancillería y el Palacio Farnesio, por Palladio en la basílica de Vicenza, re-
percutirán durante tres siglos, más o menos deformados o academizados, de
fachada en fachada, de ciudad en ciudad, en la mayoría de los palacios de
Europa.
A pesar de la uniformidad de inspiración y el purismo respetuoso de las
intenciones, la monotonía está completamente ausente en estas primeras pro-
ducciones del Renacimiento italiano. Flota en la atmósfera demasiada bús-
queda fervorosa, demasiada grandeza y demasiada audacia en el pensamiento
y en la ejecución, para dar lugar a la pobreza del clisé o al academicismo
estéril; así en las grandes líneas como en el más nimio detalle, tensa por la
meditación fecunda, vibra la individualidad de los potentes espíritus que los
concibieron.
El sello distintivo del Renacimiento es, en efecto, como lo hace notar G,.
Scott Cop. cit.), la combinación del intelectualismo crítico y del estudio de los
modelos antiguos, con un formidable impulso creador. Aún en la pureza, en
la sencillez aparente de los planos de Palladio, hay siempre creación viva,
y la justeza armónica de los acordes compuestos por el maestro de Vicenza
resonará todavía en sus imitadores del siglo xvrH.
El impulso productor, lejos de agotarse en esta primera fase clásica eucli-
diana, se convierte en un impetuoso torrente. La potencia y la amplitud de las
concepciones son estimuladas por los papas constructores, auténticos herede-
ros de los césares cuyo título de Pontifex Maximus, transmitido desde la Ro-
ma real, han conservado celosamente.
La arquitectura humanista encontrará en el desarrollo de la nueva geo-

Scripturis. Dos años antes (1492: Alejandro Borgia se ceñía la tiara pontificia y Colón
descubría el Nuevo Mundo), Piero della Francesca había impreso su tratado sobre los
cinco poliedros platónicos.
270 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES
a)

metría, donde la elipse, la parábola, y la espiral han suplantado al círculo,


un alimento para su voraz curiosidad experimental. Entre todos estos geóme-
tras apasionados, un temperamento aún más fuerte y apasionado, concentra en
el fuego de su individualidad las aspiraciones, las energías, los cambios que
se gestan en la atmósfera, y, rompiendo los ritos ya anquilosados del culto
de Vitruvio, compone el conjunto arquitectónico que si hubiera sido entera-
mente ejecutado, como lo demuestra Le Corbusier (*%), habría señala-
do una perfección tan definitiva como el Partenón o Santa Sofía. Se trata
de Miguel Ángel y de su trazado para el exterior de San Pedro, cuyo ábside
permanece como única parte realizada: la no ejecución del plano completo fue
por cierto una de las tragedias de la arquitectura, pero la influencia fecun:
dante, en lo bueno y en lo malo, de Miguel Angel, fue de todos modos enor-
me. Desde ese momento en adelante los órdenes de Vitruvio se alargarán, se
comprimirán, se desdoblarán elásticamente al arbitrio del arquitecto: los mu
ros pierden su rigidez plana, euclidiana, para encorvarse plásticamente. Pietro
da Cortona introduce la elipse en el peristilo de Santa Maria della Pace, Borro-
mini perfila en elipse todo el patio interior de la Sapienza, hace alternar en
paredes convexas y cóncavas el campanario de San Andrea della Frate (2%,
corona con una espiral helicoidal el de la Sapienza: constituye, con la primera
oleada del estilo barroco (%5, la realización efectiva del paralelismo imaginado
por Spengler entre la Matemática y la Arquitectura de una época, la invasión
de la cinemática, de la astronomía kepleriana, y luego de la Geometría ana-
lítica en el dominio de la morfología estética. Además de la elipse, la espiral
está especialmente de moda. En esto, los arquitectos aventajan a los mismos
geómetras: los aleros del Gesu, en que las ramas de cicloide dispuestas en
curva de caída rápida terminan en volutas de amonita, habrán dado la vuelta

(23) Hacia una arquitectura, Editorial Poseidon, Barcelona.


(24) Detalle curioso: en esta civilización brillante y poco conocida de la cuenca
oriental del Mediterráneo entre los siglos 1 y 111 de nuestra era, evocada en el capítulo
precedente, hubo una floración análoga de estilo elíptico. Las ruinas de Petra, la ciudad
rosa tallada en la roca del desierto árabe, y el pequeño templo de Venus en Baalbek, son
impresionantes anticipaciones de los frontis y de los campanarios de Borromini (en
la lám. 88 se ve el templo de Baalbek y la fachada de San Carlino).
(25) Se puede definir el barroco italiano como la segunda fase de la arquitectura
del Renacimiento, la que reniega a conciencia del criterio de Serlio: “Entiendo por
error todo lo que es contrario a los preceptos (incluyendo los cánones) de Vitruvio”,
que se reserva libertad absoluta tanto en las proporciones respectivas de los elemen-
tos como en la composición del conjunto.
Bramante, Rafael y los Sangallo son los únicos entre los arquitectos romonos
que no caen bajo esta definición del barroco lato semsu, A pesar del efecto clásico
de sus límpidos trazados, y su parentesco espiritual con los precursores venecianos
que en el Palacio Dario y el cortile del Palacio Contarini del Bovolo igualaron con
una gracia más virginal aún la pureza de Bramante, Palladio fue un innovador audaz
y francamente barroco en la composición de muchas de sus villas rústicas,
La CrieNCIA DEL EspPAcio 271

al mundo por Lima y Macao para llegar a la cúpula de la Salute a reflejarse


en la laguna veneciana, antes de que Bernoulli haya formulado triunfalmen-
tc la ecuación de la Spira Mirabilis que quiso que grabaran en su tumba,
Con las fluxiones de Newton y el cálculo diferencial de Leibnitz, el cre-
cimiento gnomónico de los antiguos geómetras griegos vuelve a la Matemáti-
ca. La arquitectura barroca, que reina a la sazón en España, en Portugal, en
los Virreinatos de las Indias Occidentales y Orientales, en Alemania, en Aus-
tria, en Bohemia, en Polonia *P, la adopta también aplicándola al espacio. Ya
no bastan los puntos de inflexión y de retroceso, ni el símbolo curvilíneo —es-
piral o sinusoidal— de la exponencial, de la pulsación logarítmica, ni la on-
dulación de las fachadas inauguradas por Borromini en su pequeña iglesia
de San Carlino alle Quattro Fontane. Es el volumen mismo lo que los virtuo-
sos de esta segunda fase del barroco se ingenian por diferenciar o integrar co-
mo las aguas de una ola que se rompe y se rehace. Es éste un juego científico
desempeñado con brillante fantasía. La gravedad ferviente, la pasión (para
emplear una vez más el término tan justo de Le Corbusier) de Mi-
guel Angel, han desaparecido desde hace tiempo; pero la imaginación, el to-
rrente de energía acumulados desde los comienzos del Renacimiento y desata-
dos por él permanecen aún activos, y los resultados, aunque desconcertantes y
que llegan a veces a cxasperar, jamás son fatigosos, pues siempre hay crea.
ción continua, original, y nunca definitiva.
Como en el gótico, los motivos orgánicos se manifiestan desde muy pron-
to en el barroco: las proporciones del cuerpo humano, en particular la sec-
ción áurca 27, explicada por Paccioli, son ya empleadas con entero conocimien-
to por Miguel Angel, Palladio, Vignola, en las modulaciones de sus superfi-
cies, y más tarde las pulsaciones exponenciales aplicadas por sus sucesores a
los perfiles y a los volúmenes introducirán, de modo absolutamente natural,
temas de crecimiento vivo, un crecimiento que no es ya únicamente vertical,
arborescente, como en el gótico, sino que sugerirá la exuberante expansión
de los organismos marinos. Estos serán, por lo demás, especialmente aprecia-
dos como símbolos o motivos directos de ornamentación (28),

(26) En Francia, salvo algunas excepciones en las provincias, el barroco jamás fue
un estilo espontáneo, sino una importación de escuela, un ejercicio académico ex-
halando la frialdad taciturna aneja a este estilo que tiene algo de la lección de re-
cargo con que se castiga a los escolares. (Ejemplo: Saint-Paul, en París).
(27) Incidentalmente: los grandes fabricantes italianos de instrumentos de cuerda,
Maggini, Amati, Guarneri, Stradivarius, parecen haber aplicado a conciencia la geo-
metría del pentagrama y el tema de la sección áurea al trazado de sus inimitables
violines. Remito al lector que se interese por este asunto a los diagramas que acom-
pañan el artículo titulado: Der goldene Schnitt, das Geheimnis der alten italienischen
Geigenbauer, publicado por Max Móckel en el número de 1925 de la revista Europa.
(28) En una de las primeras manifestaciones regionalistas del barroco, la fase
manuelina de Portugal, donde, por lo demás, el gótico y el barroco se entrelazan sin
272 EsrTÉTICA DE LAs PROPORCIONES

El Renacimiento francés conserva las tendencias clásicas y, evitando en


general asociarse a las experiencias curvilíneas y a los virtuosismos matemáti-
cos del barroco propiamente dicho, llega a ser rápidamente un estilo acadé-
mico, con poca o ninguna imaginación en la composición arquitectónica y la
modulación armónica, bebiendo para su ornamentación en un repertorio
ad hoc de clisés alegóricos. Como cualidades de compensación, hay que hacer
notar un control, un gusto por la medida que impide toda falta chillona de
proporción, y como aporte positivo, un arte muy seguro, a veces poderoso, en
la ordenación alternada sobre el plano horizontal de las masas arquitectónicas
y de los espacios vacíos (patios, plazas, jardines) (??,
Un ejemplo interesante de los bajos fondos de monótona pesadez en que
puede estancarse una escuela de arquitectura cuando sus protagonistas,
por falta
de impulso generador —por un lado— y de conocimiento razonado
o sentimiento de las proporciones, por el otro, reemplazan la creación sintéti-
ca por la simple mecanización de motivos empalagosos o de temas académi-
cos, es el que suministra el Renacimiento inglés. San Pablo de Londres es
típico del sector académico y ofrece a este respecto una lección tanto más im-
presionante cuanto que en Wren la ornamentación alegórica no se manifies-
ta siempre por las erupciones extemporáneas, por los revestimientos fuera de
lugar característicos de sus rivales y de sus discípulos: la nube de tedio que se
desprende del inmenso pastel de piedra proviene ante todo de la honesta es-
terilidad del procedimiento de que deriva.
El barroco propiamente dicho no terminará en el agotamiento senil y
la indigencia estandarizada de los estilos respetables, sino que, humanista has-
ta el extremo, como un abate del siglo xvrr1 que enamorado en sus mocedades
de la Matemática y la Astronomía se consagrara más tarde a las bailarinas y a
la buena mesa, terminará su carrera cosmopolita en una orgía teatral y estre-
pitosa. Ya en San Ignacio de Roma, el techo del P. Pozzo, obra maestra
de perspectiva (lám. 90) corona la nave con una arquitectura fantástica de
perfecto acuerdo con la realidad y da al ensueño de los fieles la opción entre
transición clásica, el orgullo de la epopeya marítima lusitana hace que toda la fauna
del Océano se injerte en los palacios monásticos de Batalha, Cintra y Evora, En la
Iglesia de los Navegantes, construída en 'Thomar por los Caballeros de Cristo, Tem-
plarios del Mar, bogan carabelas y sirenas, delfines e hipocampos, sobre florescencias
de algas y de corales encuadradas por cadenas y cordajes de piedra, dominadas de on-
da en onda por las esferas armilares de la dinastía de Aviz.
(20) La diferenciación leibnitziana de los volúmenes, el simbolismo cinemático de
los arcos de espiral o de elipse, las inflexiones y los retrocesos, que no tienen
sino muy poco éxito en la arquitectura francesa, se manifiestan por el contrario a
partir de la Regencia en el mobiliario y la decoración interior. Por lo demás, antes
que una copia del barroco italiano, es un estilo nuevo, inspirado primero por los
meandros, las nubes y los torbellinos de las porcelanas chinas del siglo xv1r, y luego por
las formas audaces y gráciles del arte nuevo de las épocas Yung-Cheng y Kien-Lung.
LÁMINA 84
La Cancillería (Roma). Palacio Farnesio (Roma).

Lámina 85. Ábside de San Pedro (Roma).


LÁmINaA 86
Arriba: Palladio: Palacio Chiericati (Vicenza).
Abajo: Palladio: Villa Rotonda (Vicenza).
LÁMINA 87
Patio de San Gregorio (Valladolid, España). Catedral de Murcia (España).
Lámina 88
Arriba: Burromini: Frontón de San Carlino
(Roma).
Abajo: Templo de Venus, en Baalbeck.
La Ciencia DEL Espacio 277

dos iglesias, de las cuales no es la imaginaria la menos viva. Esta sed de lo


plástico y de lo pintoresco hará evolucionar rápidamente a los arquitectos ba-
rrocos hacia una concepción puramente teatral de su arte, y, junto a la pa-
sión de la dificultad, y hasta de la prestidigitación técnica, y a un buen humor
que no retrocede ni ante la broma de mal gusto (9%, los arrastrará a mezclar
pintura, escultura, y arquitectura erigiendo la mentira en principio.
El espacio no está ya solamente modulado, sino proyectado en ondas y
en volutas que brotan y caen como capas de agua. Los ornamentos plásticos
abandonan las superficies y saltan al interior o al exterior de los volúmenes:
ángeles, amores sólidos de mármol o de yeso, se sientan sobre fantasmas de cor-
nisas y giran sobre los capiteles de pilastras imaginarias; capillas ilusorias
son iluminadas por ventanas reales de contornos de viola o de guitarra, mien-
tras por buhardillas pintadas sonríe un cielo de ópera C(lám. 91). Es un fue
go de artificio sólido, de piedra, de oros, de estucos de colores tiernos en que
lo ficticio y lo real alternan irónicamente, ora evocando —según la expresión
de Fechter— el precioso decorado de un teatro metafísico, ora los sueños de
un matemático opiómano. “Todos los medios serán buenos, ninguna materia
espantará a la fase ilusionista de la arquitectura barroca. En Roma, en el de
pósito de las aguas calcáreas de Tívoli (el calcáreo tenaz y blando punteado de
orificios por las burbujas del gas de los pantanos prehistóricos, que ya había
servido para construir el Coliseo y las Termas de Caracalla y que se patina
de rosa-té y de ámbar rojo) una materia ideal para sus fachadas de iglesias y
de palacios, sus pilas orladas, sus cascadas de escaleras; pintará con leche de
cal blanca, amarillo de heno, huevo de ánade, los ladrillos y los morteros de
las grandes abadías bávaras y austríacas, orillará de pilastras de lava gris la
pasta de malvavisco de los palacios napolitanos, y en España se complacerá
cincelando en el granito sus decorados de ópera cómica donde entre los vasos
torcidos guarnecidos de rosas las vírgenes perpetúan su mohín doloroso o su
sonrisa fugaz (52,
El ensueño se torna delirio y convergimos finalmente a la teratología de
San Juan Nepomuceno de Munich, del Palacio del marqués de Dos
Aguas en Valencia. En los dominios españoles y portugueses, las mitologías

(80) La mueca rabelesiana del palacio Zachari.


(31) Hagamos notar aquí que tal vez sea España la que, entre todas las naciones
de Europa, tuvo en todo tiempo (o por lo menos hasta principios del siglo xix) el
sentido natural, innato, más seguro, de la proporción arquitectónica. Ni las orfebre-
rías platerescas de piedra, ni más tarde los gomgorismos arquitectónicos de la escuela
de Churriguera, hicieron olvidar a los arquitectos españoles la importancia dominante
del volumen. La ciudad o el municipio más insignificante de Extremadura o de Cas-
tilla perfila el granito leonino de sus casas en masas cuya asombrosa sobriedad presenta
siempre la segura armonía de una entidad orgánica. Es más bien intuición atávica
que ciencia, pero que no extraña en una raza cuyo lenguaje mismo tiene el garbo vi-
ril de una arquitectura.
278 Estética DE Las PROPORCIONES

aztecas y dravidianas, las selvas vírgenes del Amazonas y de Ceylán entran en


resonancia morfológica injertando su rumorosa fecundidad en la ornamenta-
ción jesuítica, sin olvidar al Océano que, habiendo agotado su existencia de del-
fines y de moluscos de Saint-Jacques, vomita de sus profundidades pulpos,
meclusas, conchas gigantescas en las que se agazapan capillas enteras, o que
inspira a los franciscanos de las misiones californianas la torre de Guadalupe
cuya triple curvatura, imitando la tela inflada de un mástil guarnecido de ve-
las, sugiere una fragata mística que leva anclas hacia el Mer Incógnito del
más allá.
Por el hastío del público —«reacción natural contra la larga tiranía de
un estilo, aspiración periódica y, en este caso, muy comprensible hacia la
sencillez de las líneas—- perece esta fase barroca que supo unir a su virtuo-
sismo matemático la más desordenada fantasía. Arrastró en su naufragio a los
estilos derivados de las otras oleadas más o menos separadas del segundo Re-
nacimiento. Se siente la saturación de las espirales, las volutas, los arcos ca-
racoleados, y se piensa como en 1450 en la línea, el plano y el medio punto.
La antigiiedad se pone de nuevo de moda con las excavaciones de Herculano
y el descubrimiento de Pompeya (1748). Es de la pureza antigua o de la
idea que sugiere, de donde vendrá una vez más la salvación, Piranesi insufla
en Robert Adam, al mismo tiempo que un luminoso reflejo de su pasión
de visionario por la grandeza arquitectónica de la antigua Roma, su gusto
por el documento analizado en el terreno mismo: el joven escocés va a es-
tudiar a Spalato los restos olvidados del Palacio de Diocleciano en cuyo recin-
to se ha incrustado una ciudad, y habiendo asimilado en Venecia las ense-
ñanzas y el espíritu de Palladio, vuelve a Gran Bretaña con la ambiciosa de-
terminación de regenerar la arquitectura y el arte decorativo de su país de-
volviéndole la claridad y la medida de las proporciones antiguas.
En Francia, idénticas reacciones llevan a un idcal y a resultados análo-
gos. También son el maestro de Vicenza y el Miguel Angel apaciguado del
Palacio del Senador los que inspirarán a Cabriel (32
( ). son los vasos, candela-
bros, bronces, devueltos a la luz en las muevas excavaciones o dibujados por
Piranesi, Flaxman y sus discípulos en las colecciones pontificias, los que su-
ministran las líneas simples, los motivos griegos o etruscos del estilo Luis XVI,
Rara vez un programa estético ha sido mejor cumplido que el de Robert
Adam: supo introducir en las proporciones de sus casas urbanas y rura-
les y sobre todo en su decoración interior, una armonía cuya nota dominante
es su elegante pureza. Los hermanos Ádam rehabilitaron con brillo el honor
(82) Recordemos que la primera etapa arquitectónica del neoclasicismo francés,
comúnmente llamada estilo Luis XVI, data en realidad del reinado precedente. Fue
—detalle curioso— Mme. Pompadour la que decidió a cierto grupo de jóvenes artis-
tas franceses a acompañar a su hermano menor a Roma para buscar en las fuentes an-
tiguas los elementos de una renovación, de una purificación del arte.
La CrenNCcIA DEL Espacio 279

del Renacimiento inglés, y su escuela tuvo —especialmente en el estilo de


las casas de campo— una influencia muy grande en el extranjero, coincidien-
do con la boga de los jardines ingleses. Aun se encuentra su reflejo en los
pórticos de residencias coloniales en Virginia o en Nueva Inglaterra, y en mu-
chos palacios y mansiones rusas de la época de Catalina 11 y de Pablo IL. En
razón de esta inspiración paladiana y del acto de fe Cy aun de contricción) es-
tética que acompaña su concepción, el neo-clasicismo de Adam y de Gabriel
(Pequeño Trianon, Hotel de Crillon y Guardamuebles) debe ser lógicamente
considerado como formando parte del Renacimiento (4%, Es el último y muy
límpido eco, junto con los postreros ensayos de composición armónica, de la
estética humanista y de las síntesis platónicas del Cuattrocento.
Y luego viene el fin, si no de la arquitectura europea, al menos de su
impulso creador: entramos en el gran bazar del siglo xx.
“El Renacimiento muere a fines del siglo xvim con un estilo imitativo
neo-griego, y un estilo neo-gótico” (G. Scott, op. cit.).
El gusto por la antigiedad no decae, sino al contrario. Pero la reconsti-
tución analítica, en el espíritu de los trabajos concienzudos de un Winckel-
mann, reemplaza a la síntesis, a la idea creadora. Se cree que con detalles
exactos se puede rehacer lo antiguo, como un mosaico. Vignon construye la
Magdalena, se fabrica el dórico en Londres, y en Alemania Klenze, Schinkel,
etc., cubren Munich y Berlín de templos griegos. Son los albores y la adoles-
cencia ingrata de la escuela arqueológica (4% en arquitectura, el reinado del
calco y del pantógrafo. Muy pronto, no sólo se copiará de la antigiedad sino
del gótico, del renacimiento, del morisco, del Luis XVI... El vínculo entre

(88) Es —si se quiere— el tercer Renacimiento.


(34) La ejecución de un edificio público o religioso en un estilo histórico o ar-
queológico no es un crimen en sí mismo, ni es fatalmente una confesión de impo-
ter- ia, Pero, muy difícil de lograr, requiere --aparte de la erudición indispensable—
el fervor creador necesario para conferir vida a toda producción artística. Entre los
raros ejemplos coronados por el éxito, citemos en este orden de ideas el gótico per-
pendicular del Parlamento inglés (1840), el interior de la catedral católica de West-
minster, de concepción bizantina, las cúpulas del Sagrado Corazón de Montmartre, la
nueva catedral de Liverpool. En América, el arquitecto de la inmensa estación de
Pensilvania, en Nueva York, se atrevió a reconstruir exactamente en la gran sala
de espera (con residuos calcáreos sacados del mismo Tívoli) el Tepidarium de las
termas de Caracalla: el resultado es uno de los éxitos arquitectónicos más hermosos
de los tiempos modernos. Es también en Estados Unidos, especialmente en Califor-
nia, donde en nuestros días se encuentra tanto en el exterior como en el interior
de residencias privadas construídas durante los últimos quince años, elementos es-
tructurales o decorativos copiados de los estilos de todas las épocas y de todas las
naciones. Estos elementos están adaptados con inteligencia a la finalidad, al clima, a
la luz, a las materias empleadas y, aun cuando su razón de ser no es más que me-
tamente ornamental, son incorporados discretamente a la superficie o al volumen,
como lo sería una cesura, una rima, o un vocativo, en una composición prosódica.
280 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES o

la arquitectura y la Matemática en general, y el espíritu geométrico en parti-


cular, se ha roto por completo. Se fabrican estilos: el neorrenacimiento, el
neo-Luis XVI y sus híbridos bastardos, hacen estragos tanto en Río de Ja-
neiro, en Bucarest, en Tokio, como en París ($), Hacia el 1900 ya no es só-
lo una decadencia, sino propiamente la desaparición de la arquitectura en
cuanto creación viva, y el remedio ensayado, arte nuevo, con sus pretensio-
nes de ornamentación orgánica o floral y su ignorancia completa de la diná-
mica de la vida, parece todavía peor que la enfermedad. Sus símbolos suenan
tan huecos como los entrepaños alegóricos de las escuelas oficiales. No olvi-
demos el estilo Casino que, lo mismo que el super-Luis XVI de pastelero, bro-
tado al sol de la Exposición Universal en el amanecer del siglo xx, representa-
ba una reacción conmovedora contra los tristes tonos rojizos, las desagradables
cristalerías, las ferreterías pintadas de la época del gas. En efecto, el hombre
había sido aplastado estéticamente por la primera fase del maquinismo y la pe-
sada intromisión de éste en todas las manifestaciones de la producción, de
los transportes, de la vida en común. Se tuvo la impresión de un divorcio
irremediable entre la belleza y la vida moderna; se creyó que las estaciones,
las fábricas, los barrios obreros, las dársenas, estaban condenados, y la huma-
nidad con ellos, a la fealdad perpetua, al tedio del olor a hollín y de cigarro
mojado, al que en vano se trataba de escapar en las casas cerradas del natu-
ralismo, en los ojos garzos de las reinas de Stuart-Merril, o en la Trapa de
Durtal.
Pero ha pasado la época del gas, y después de ella, insensiblemente, la
de las oprobiosas herrumbres bajo su sucia pintura. La electricidad y el hormi-
gón armado ha venido en su reemplazo.
Y aquí se produce un fenómeno paradójico: desde el cantón de los cons-
tructores de fábricas, de dársenas, de puentes, de los servidores austeros del
industrialismo arrasador de ensueños, es de donde parece lucir ahora el alba
de resurrección para la muerta arquitectura.
En su lucha con los problemas concretos en que era preciso dominar el
espacio, las masas y los empujes, en que los diagramas de la estática gráfica,

(35) “Hoy en día la arquitectura no recuerda sus comienzos.”


“La arquitectura no tiene nada que ver con los estilos.”
“Los arquitectos de esa época, perdidos en los remansos estériles de sus planos, los
follajes, las pilastras o las cumbreras de plomo, no han adquirido la concepción de los vo-
lúmenes primarios. En la Escuela de Bellas Artes jamás se les ha enseñado eso.”
“Hoy los arquitectos temen los constituyentes geométricos de las superficies.”
“Como la arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes reu-
nidos bajo la luz, el arquitecto tiene por misión dar vida a las superficies que envuelven
esos volúmenes, sin que éstos se conviertan en parásitos, devoren el volumen y lo absor-
ban en su beneficio: triste historia de los tiempos presentes.” (Le Corbusier, Hacia una
arquitectura, Editorial Poseidon, Barcelona.)
Lámina 89
Arriba: San Andrea della Fratte.
Abajo: Escalinata de San
Domenico.
"U[PpoIsurg ap [epeqe elsojó] -[6 VNINY] (euoy) Opeu3] ueg ap 0493] :02204 *a1puy “6 VNINYT
La Ciencia DEL Espacio 283

las ecuaciones diferenciales de la mecánica aplicada determinaban las direc-


ciones y los espesores de las vértebras de acero, en que, poco a poco, despoja-
das de todo revestimiento, se apoyaban solamente las necesidades estructurales,
los ingenieros vieron surgir de entre sus manos los perfiles armoniosos ya tan-
tas veces olvidados. Es sobre todo en Norteamérica donde la amplitud de la
concepción, la virilidad de ejecución, la eliminación de todo lo superfluo, la
franca afirmación del objetivo, produjeron edificios o estructuras que se im-
ponían a la atención por su sencillez, su potencia, y, lo que en verdad no fue
premeditado, su belleza arquitectónica. Al contemplarlas, la vista experimen-
taba un placer que, después de su tan larga ausencia en las construcciones
modernas, fue necesario reeducar durante varios años para confesarse que se
trataba propiamente de un goce estético, y que la serenidad que se despren-
de de ciertos silos canadienses o de tal o cual fábrica de Chicago o de Detroit,
es la misma que emana de la tumba de Cecilia Metella, o de las basílicas ro-
mánicas; que el simbolismo vibrante de los grandes puentes de acero que brotan
de una a otra orilla en los estuarios norteamericanos se debe a la misma ver-
dad dinámica que nos conmueve en las bóvedas y contrafuertes de las cate-
drales góticas.
A través de las altas y áridas mesetas de la necesidad matemática, los in-
genieros —sin quererlo— han conducido la verdad al solio de las Academias.
En torno a su dios cruel, al Moloch destructor de sueños antes evocado ha caído
la máscara de hollín y de llamas, y —¡oh milagro!— aparece la sonrisa de
Apolo.
Parece que la lección fue comprendida: hay actualmente en Francia €9),
como en los Estados Unidos y en Alemania, una nueva escuela que pregona

(36) “El ingeniero, inspirado por la ley de la economía, y llevado por el cálculo,
nos pone de acuerdo con las leyes del universo. Logra la armonía.”
“Sometidos a las estrictas obligaciones de un programa imperativo, los ingenieros
emplean las generatrices y las acusatrices de las formas. Crean realidades plásticas, límpi-
das e impresionantes.”
“He aquí los silos y las fábricas norteamericanas, magníficas primicias del tiempo
nuevo. Los ingenieros norteamericanos aplastan con sus cálculos la arquitectura agoni-
zante.”
“Guiándose por el cálculo, los ingenieros utilizan las formas geométricas, satisfacen
nuestros ojos mediante la geometría y nuestro espíritu mediante la matemática; sus obras
marchan por el camino del gran arte.”
“Los ingenieros hacen arquitectura, porque emplean el cálculo surgido de las leyes
de la naturaleza, y sus obras nos hacen sentir la armonía.” (Le Corbusier, Hacia una ar-
quitectura, Editorial Poseidon, Barcelona.)
“La arquitectura viva es la que expresa fielmente su época. Se buscarán sus ejem-
plos en todos los dominios de la construcción; se escogerán las obras que —estrictamente
subordinadas a su uso y realizadas por el empleo juicioso de la materia— alcancen la
belleza por las disposiciones y las proporciones armoniosas de los elementos necesarios
que las componen.” (Auguste Perret, L'architecture vivante, cuaderno de otoño, 1923).
284 EsTÉTICA DE Las PROPORCIONES

el retorno a la sinceridad de los volúmenes y de las líneas. Muy juiciosa, por


lo demás, no pretende en absoluto identificar para siempre las construcciones
pragmáticas del ingeniero y las creaciones platónicas del arquitecto. Su cubismo
iconoclasta, luego de haber puesto de nuevo a este último frente a la verdad
geométrica en su desnudez, tranquila pero en ningún caso desagradable, des-
pués de haberle recordado brutalmente que una casa es una máquina para
habitar y que debe adaptarse francamente a las condiciones materiales y so-
ciales de nuestra época, le predice que esta disciplina depuradora lo pondrá
de nuevo en condiciones de hacer obra de creador, así en la ordenación, en
el trazado regulador del conjunto y de las partes, como en el corte y propor-
ción de las cornisas y los detalles ornamentales.
Á una fase de un purismo rigurosamente ortogonal (37) sucederán sin du-
da reacciones curvilíneas de dinamismo morfológico, y hasta cromático, más
explícito. Estas oscilaciones pendulares entre el ascetismo y la alegría de vivir,
entre la introversión y la extroversión, para emplear la terminología freudiana,
que a menudo aparecen en los estados de ánimo de los individuos, han acom-
pañado siempre las manifestaciones artísticas, intelectuales, religiosas, de los
pueblos o de los grupos que pertenecen a la misma civilización. Formulemos
solamente votos —con el autor de Ad Quadratum— para que la arquitectura
en sus futuros avatares, así sean los inspirados por el cubo, el prisma, Chicago,
Cuzco o Nínive, o aquellos en que, dionisíaca o frívola, recurra al arte Khmer,
al ballet ruso o a Dada, jamás olvide el Ars Sine Scientia Nihil que hace cin-
co siglos el magister lapidum gótico pronunció ante los ediles de Milán. No
se trata tanto de la ciencia técnica que permite controlar las posibilidades me-
cánicas de existencia y de duración de las concepciones arquitectónicas y rea-
lizarlas (ésta, por otra parte, no ha faltado jamás) sino de la ciencia abstracta
del espacio, la única que hace adquirir en su plenitud el sentido de las rela-
ciones armoniosas.
Esta teoría de las particiones y de las modulaciones del espacio Clínea,
superficie, volumen) en cuanto generadoras o elementos de las formas obser-
vadas en la Naturaleza, inorgánica o viva, por un lado, y en las produccio-
nes del arte, especialmente de la arquitectura, por el otro, es la que hemos in-
(37) Entre los rascacielos de los Estados Unidos los más interesantes son aquéllos
en que —sin ningún ensayo de estilo o de ornamentación— los volúmenes se presentan
como puros bloques paralelepipédicos de caras ortogonales. Sólo las innumerables fi-
las de ventanas rompen con sus series paralelas la blancura de los immensos planos
verticales, que evocan las perspectivas convergentes de un Piranesi del siglo xx, o,
para apropiarnos una vez más de la idea de Spengler, las teorías alucinantes de los
números transfinitos en un teorema de Cantor, las casillas numeradas del cubo má-
gico de un sabio brobdignaciano.
A este respecto no olvidemos que, aún como dimensiones, el Septizonium de
Severo y el Faro de Alejandría habrían resistido honorablemente la comparación con
los rascacielos de Nueva York y de Chicago.
La CIENCIA DEL EsPAcIo 285

tentado bosquejar. Es también, si se quiere, un ensayo para relacionar con la


gran síntesis (aquella que bajo el nombre de teoría de grupos, tiene por ob-
jeto, según la definición de Rougier, la “investigación y el estudio de los in-
variantes estáticos y funcionales que aportan los datos de la percepción sen:
sible”) con el sistema del mundo examinado bajo el aspecto de la estructura
funcional de los fenómenos, una teoría estética de la estructura armoniosa.
Desde el comienzo, buscando la forma más general para efectuar una
partición asimétrica, es decir, para establecer una proporción, y luego en el
estudio del crecimiento y de la morfología de los seres vivos, especialmente en
Botánica y en el esqueleto humano, hemos encontrado cierta constante o pro:
porción invariante conocida por los antiguos, sentida por los góticos y encon-
trada como verdad lógica en los albores del Renacimiento, que directamente,
o en los temas derivados fáciles de explicar por la simetría pentagonal o el
análisis dinámico de las superficies, da nacimiento a un juego de modulacio-
nes armónicas de una flexibilidad y de una variedad infinita. Ella es también
la que, al parecer, entrega la clave del pasaje enigmático del Timeo (justa-
mente interpretado por Paccioli) en que el dodecaedro se cita como símbolo
de la armonía cósmica.
Y en el trazado y las modulaciones del edificio que ha prevalecido como
más notable para simbolizar y perpetuar el ideal de la raza o de la época, a
comienzos de cada gran período de creación artística trascendente, en este
ciclo mediterráneo cuyos aportes a la arquitectura fueron los conceptos de pro-
porción y de euritmia, hemos encontrado este mismo acorde transmitido como
el leit-motiv de una sinfonía misteriosa, desde la Gran Pirámide a los templos
de Agrigento, desde el Partenón a Notre-Dame.
APÉNDICE

CUERPOS REGULARES EN EL ESPACIO DE


CUATRO DIMENSIONES

Se sabe que uno de los resultados de la teoría de Einstein es la compro-


bación de que el espacio de nuestra experiencia tiene cuatro dimensiones
y no tres.
Antes de esto, ciertos matemáticos imaginativos habían intentado esta-
blecer cuáles serían —en un espacio de cuatro dimensiones— los cuerpos que
corresponden a los poliedros regulares de la Geometría ordinaria. Por absurda
que pueda parecer esta afirmación, se llega a ella sin mucha dificultad. Es
tan lícito y casi tan fácil para la Geometría razonar sobre cuerpos de cuatro o
n dimensiones, como para su colega el Análisis buscar las propiedades de fun-
ciones de cuatro o n variables independientes. La Geometría moderna es,
por lo demás, como el Análisis, una ciencia puramente abstracta que se vana-
gloria de no tomar nada de la experiencia, Una vez expuestos a priori los con-
ceptos fundamentales, se deduce de ellos un corpus de teoremas y de conse-
cuencias para todas las series de deducciones lógicas posibles. Si más adelan-
te se encuentra con que una parte de la Geometría concreta o de la Física
armoniza rigurosamente con el terreno así preparado... tanto mejor para la
Física. Y, cosa curiosa, esta correspondencia como punto de partida de las
especulaciones matemáticas más paradójicas, más arbitrarias como reglas (a
condición, naturalmente, de respetar estas reglas mientras dura el juego) con
un sector, conocido o inexplorado de nuestro universo experimental, se pro-
duce siempre, y muchas veces resulta de una gran utilidad práctica. El ejem-
plo más conocido, al menos por los ingenieros, es el cálculo con los números
imaginarios, que, considerado largo tiempo como una elucubración patológi-
ca, resultó ser la única rama del Análisis capaz de representar con todo rigor
(1) Según Einstein y Weyl, sería un espacio no-euclidiano de cuatro dimensiones
del tipo riemanniano Celíptico) de curvatura positiva, que se encuentra a su vez en
un universo de cinco dimensiones. De igual modo, la superficie de una esfera en la
Geometría ordinaria es un espacio de dos dimensiones encorvado sobre un universo
de tres.
Lámina 92
Arriba: Abadía de Melk (Austria).
Abajo: Palacio de Gobierno (Nancy).
e ce

LÁmINaA 93
Arriba: Silo americano.
Abajo: Eiffel: Puente de Garabit.
HiPERCUERPOS REGULARES 289
Wa
A

los fenómenos eléctricos relativos a las corrientes alternas, y esto tanto en teo-
ría como en su aplicación técnica.
A propósito de las geometrías de 4, 5 y n dimensiones, he enunciado
——En una nota del capítulo 1— una aplicación curiosa de las hiperpirámides
de Pascal al cálculo de probabilidades. Emile Borel (Introduction géométrique
a quelques théories physiques) se sirve de la geometría de veinticinco dimensio-
nes para abordar problemas de física molecular. Me permitiré, pues, presentar
rápidamente los cuerpos regulares de cuatro dimensiones correspondientes a los
poliedros regulares platónicos, que son inscriptibles en una hiperesfera (2 y
tienen como células-fronteras, separándolos de la extensión o hiperespacio cir-
cundante, poliedros regulares de tres dimensiones. Estos hiperpoliedros (8)
o más correctamente politopos regulares de cuatro dimensiones son seis: el
cuadro x da sus características detalladas. Es necesario, por cierto, alguna gim-
nasia mental para familiarizarse con sus concepciones, y pueden parecer com-
pletamente absurdas a las personas que, empleando la expresión de los estu-
diantes de Geometría Descriptiva, no ven en el espacio. Pero las demás pue-
den llegar, con el ejercicio, si no a ver los politopos en su complejidad, por
lo menos a ver y dibujar sus desarrollos y sus diversas proyecciones en el espa-
cio de tres dimensiones.
El método clásico consiste en estudiar antes que nada (mediante la ficción
de los seres infinitamente planos de Helmholtz y de Poincaré) el paso de las
entidades correspondientes (triángulo-tetraedro, cuadrado-cubo) del espacio
de dos dimensiones al espacio de tres dimensiones, y luego generalizarlos para
pasar de la tercera a la cuarta dimensión.
La lámina 94 da esta serie de pasos para las filiaciones triángulo-tetraedro-
(2) La hiperesfera es en la extensión (o espacio de cuatro dimensiones) el
lugar de los puntos a igual distancia de un punto dado. Su ecuación es:
y? + x2 + x2 + a2 = R2, Un espacio de tres dimensiones corta a una hiperes-
fera según una esfera (lo mismo que la intersección de una esfera con un plano da
una circunferencia). Una hiperesfera dada puede medirse con la unidad de volumen
ordinario de tres dimensiones —el metro cúbico por ejemplo— lo mismo que la super-
ficie de una esfera, aunque sita en tres dimensiones, se mide en metros cuadrados.
El volumen de la hiperesfera de radio R es V = 2m2R3.
De igual modo se puede, para el octaedroide, por ejemplo, establecer la medida
para la unidad de volumen ordinario del volumen que lo separa de la extensión exte-
rior: el octaedroide cuya dimensión lineal es de 3 metros estará limitado por un vo-
lumen de 8 X 33% = 216 metros cúbicos. Su hipervolumen o medición propiamente
dicha se expresará, por el contrario, en unidades de hiperespacio (el metro a la cuarta
potencia, o hipermetro, o metro-extensión) por el número 3% = 8l.
(3) La expresión hiperpoliedros es incorrecta, y mo debiera emplearse sino para
los cuerpos regulares de tres dimensiones cuyas caras son polígonos, pero que no tie-
nen todos sus vértices en el mismo espacio de tres dimensiones. Son inscriptibles en
una hipcresfera (analogía en el espacio de dos dimensiones: un cuadrado cuyos cuatro
vértices no están en el mismo plano).
(som3upry) (so1p38:1J93)
OIP3eSOI] OZI O7L 00ZI 009 009 O IPLOAPISOMIXH
(souo3pjuad ) (so1paex29pop)
OIP3PIAPO(] 009 DOI OTL Oct 031 IP1OJp2WSOMUOIIA
(som3upun) (SO1p3eJ0)
CounSury) vz 96 96 vT 350 2p101pov191DSO9]
(som3upun) (so1paenay)
OIPIEYO 8 bz Ct IP101P3VI09PVXH
DE Las PROPORCIONES

91 o
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290
HIPERCUERPOS REGULARES 291

pentaedroide, cuadrado-cubo-octaedroide. Se ve que el desarrollo del octaedroi-


de en el espacio de tres dimensiones da la cruz sólida bizantina, y que en la
cuarta dimensión, el descendiente (*) del triángulo, o pentaedroide, muestra

E EA

H G Ca
DC,

A, B,

Lámina 94

ArriBA: Desarrollo y proyección del pentaedroide


Añajo: Desarrollo y proyección del octaedroide

una afinidad insospechada con el pentágono, y por consiguiente con la sección


áurea.
Se tiene s — e + f — v = O (fórmula de Euler generalizada para cua-
tro dimensiones).
El C; y el Cas son autopolares (se transforman en sí mismos mediante
la transformación recíproca). El C4 y el Cyg son recíprocos; y también lo son
el Ci20 y el Cooo-
La lámina 95 da dos proyecciones diferentes del hipercubo (C8>, dos del
hiperoctaedro (C;6) y una del icosatetraedroide (C24).
La cuarta dimensión posee también sus politopos semirregulares arquime-
dianos (en particular un cuerpo que corresponde a la serie exágono-poliedro
de Kelvin limitado por treinta células de las cuales diez son poliedros de Kel-
vin y veinte, prismas regulares exagonales). "Tiene igualmente sus politopos
(1) Recíprocamente, pueden considerarse los cuerpos de un espacio como los refle-
jos, las proyecciones de los cuerpos correspondientes en el espacio superior (de un
número mayor de dimensiones).
292 EsTÉTICA DE Las PROPORCIONES

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Mo? 4
4

Cy = Hipercubo

Cie = Hiperoctaedro

Cos = Icosatetraedroide

LÁMINA 95

Proyecciones de los cuerpos regulares de cuatro dimensiones


HIPERCUERPOS REGULARES 293
€——

regulares estrellados estudiados por E. Hess. Son diez, derivados todos del
Ciz0 y del Copo, es decir, en la serie áurea; dos son autorrecíprocosy los ocho
restantes recíprocos dos a dos. El estudio de la Geometría de cuatro dimen-
siones ha revelado teoremas inéditos de la de tres y dos. Con la teoría de ten-
sores O Cálculo diferencial absoluto, ha constituído un instrumento muy efi-
caz para la dinámica de Einstein. G. Constantinesco, el genial inventor de
las transmisiones de energía por pulsaciones sónicas, se valió igualmente de
las ecuaciones de una mecánica de cuatro dimensiones para poner el con-
vertidor de pares al servicio de su nuevo tipo de automóvil. Puede parecer
fuera de lugar hablar de Geometría de cuatro dimensiones en un manual de
Geometría estética: sólo lo hago para aquéllos a quienes interese el aspecto
puramente matemático de la Geometría de las proporciones, y estoy seguro
que las sombras de Durero y de Leonardo, me absolverán de todo pecado de
pedantería, ya que —si hubieran vivido en nuestra época— habrían agregado
probablemente a sus escritos o a sus notas numerosos desarrollos y disecciones
de politopos para nutrir más de un criterio entre las huestes de cubistas, si-
multaneístas o futuristas (%,
La Geometría general no se detiene naturalmente en las cuatro dimensio-
nes. El Universo de nuestra experiencia parece ser, como he dicho anterior-
mente, una extensión de cuatro dimensiones no euclidiana, es decir inflexio-
nada en un universo de cinco dimensiones (que, por su parte, podría ser eu-
clidiano (9), y se puede, partiendo de la teoría de conjuntos continuos de un
número cualquiera de índices paramétricos, construir geometrías, euclidianas o
no, de un número cualquiera de dimensiones, y encontrar las características
de los politopos regulares correspondientes. He citado ya la fórmula de Schlafli:
3(K=0,1,2..,1n) CIA Ax=10
siendo Ax el número de elementos de K dimensiones de un politopo de la
n—-sima dimensión.

(5) Un arquitecto norteamericano, Claude Bragdon, se valió en efecto de las


proyecciones planas de los politopos C;, Cy C¡g4 y Cos para obtener una serie de
motivos decorativos inéditos reproducidos en un folleto titulado Projective Ornament
CA. Knopf, editor, Nueva York, 1915).
(6) La Geometría general, como rama abstracta de la Matemática por la teoría
de conjuntos y la teoría de grupos de transformaciones, comprende no sólo los espa-
cios de un número cualquiera de dimensiones, sino para cada grado de espacio, tres
tipos diferentes de Geometría, según que el espacio sea:
a) Homaloidal (plano, de curva total nula): tipo de los espacios euclidianos,
b> De curvatura positiva: es el tipo correspondiente a la geometría elíptica o
riemanniana.
c) De curvatura negativa: corresponde a la geometría hiperbólica (Lobatchevsky).
(MA, es igual a 1.
A, es igual al número de vértices.
294 EsTÉTICA DE LAS PROPORCIONES
a

Cuando n es un número par, 2m (como para los espacios de dos o cua-


tro dimensiones), toma la forma:
A2m—1 — Ama + ÁAgm3—...
— Ag =0.
Cuando a es un número impar, 2m-1 (como para el espacio de tres
dimensiones), toma la forma:
A2m—2 — Á2m-—3 + Agm—s — o. + Ao = 2.

Para los politopos de la serie del triángulo (comúnmente llamados hiperpi-


rámides) y para los de la serie del cuadrado (comúnmente llamados hi-
percubos) existen dos cuadros simples que permiten establecer inmediatamente
las características de sus representantes en un número cualquiera de dimensio-
nes. El primero es (lo he mencionado en el capítulo 11) el triángulo de Pas-
cal depilado, cuya n-sima fila da para el espacio de 1 dimensiones todas las
características de la hiperpirámide de n dimensiones (%. El segundo (inédito,
por lo menos según mis conocimientos) da del mismo modo en su n-sima fila
las características de los elementos de (n—1), n—2),..., 0, dimensiones del
hipercubo de 1 dimensiones.
D 2
3 3
4 6 4
5 10 10 5
6 15 20 15
7 21 35 35 21 7

2)
2xl= 2
2x2= 4/4X l= 4
2x3= 6|4x 3=12|8x l= 8
2xX4= 8|4x 6=24|8x 4= 32| l6xl= 16
2x5=10|4x10=40| 8x10= 80]| 16x5= 80 | 32x1= 32 |
2x6=12| 4x15=60| 8x20=160 | 16<15=240 | 32x6=192 | 64 <x1—64
..... .........0—0.. +... ...01001.0*%0*%0.000002 ...0..0004«0<«< o »$ eo. . ....0.0o<0.02s0.o toos... . se.» .«<.o..0...o.o< .. +. .»+o >...

PP...» o... . +... .... » . . ..... . 9.» 0%. +). .;1.0.>.00150.0000.07/...0..000000000000%04400.. .<.- 0. .0000000%001/ 0.

2 | 4Xn 9D E 8n (n—1) (n—2) | l6n (n—1) (n-2) (n-3)


1 1.2.3 1.2.3,+
32X... ) o...) 2nXl.

(8) Para completar este triángulo de Pascal con los An = 1 de la fórmula de


Schláfli, basta restituirle su hipotenusa agregando un 1 a la cabeza de cada columna
vertical. Entonces es la (n + 1)-sima fila la que da las características de los ele-
mentos (de O, 1, 2,... um dimensiones) de la hiperpirámide de nh dimensiones.
HiPERCUERPOS REGULARES 295

La segunda columna contiene como factores para multiplicar por 22 los


números triangulares (segunda columna del triángulo de Pascal, y la K-sima
contiene como factores de multiplicar por 2* los números hiperpiramidales
de K dimensiones (K-sima columna del triángulo de Pascal). Como en éste,
cada columna está separada de un elemento con respecto a la precedente y el
factor de la K-sima de n-sima fila es el (n—K-+-1)-simo número hiperpi-
1amidal (9 de K dimensiones:
n Mm—D...(mM-K+D
1.2...K
La capacidad, la medición de la hiperpirámide de n dimensiones de aris-
ta les:
J. n
= 15
—— .
v producto de los h primeros números triangulares > 7 .

Cproducto de los 1. primeros números) 2

(9) He mencionado ya en los capítulos 11: y v la importancia de estos números


figurados poligonales y poliedrales en la geometría griega. El cuadro siguiente da las
sucesiones de los números poligonales planos para los crecimientos gnomónicos de los
polígonos regulares de un número cualquiera de lados:
Números triangulares 136 10 15 ........ non

— cuadrados 14 9 16 25 ........ n?
n (3n-1)
— pentagonales 1. 512 22 35 ........ 3
— exagonales 1.615 28 45 ........ n (2n-1)

— r—gonales 1 r3(r—1) + nm) (r—2)

Para explicar la ley de formación del cuadro, se puede escribir la última línea:
1 +0. (1-2), 2 +1. (1-2), 3 + 3. (r-2),
n (n—)
4 + 6.(r-2),... n + AA (r-2).

El n-simo número r:gonal es igual a la suma del m-simo número entero y del
producto de (r—2) por el (n—1)-simo número triangular, y también a la suma del
n-simo número (r—1)-gonal y del (n—1)-simo número triangular, Entre los números
sólidos, citaré aquí la sucesión de dodecaedrales 1, 20, 84, 220, 455, 816, 1330,..,
n (9n2-94+2)
, Observando que pueden deducirse de la serie pentagonal 1, 15, 12, 22,
2
35, 51,..., multiplicando sus términos por los de la sucesión 1, 4, 7, 10, 13, 16...
que no es otra que la serie de las primeras diferencias de la serie pentagonal.
De igual modo que en Análisis la derivada n-sima de una función de n-simo
grado es una constante y la derivada (nm + 1)-sima es nula, en Geometría gnomónica
la sucesión de las diferencias n-simas de una serie de crecimiento gnomónico de nú-
meros sólidos de n dimensiones es una serie de números iguales, y las diferencias
(n + l1)-simas son nulas. Se ye una vez más la correlación entre nuestro Cálculo
296 EsTÉTICA DE Las ProPORCIONES
q P————,
,

El radio del hiperesferoide circunscrito a la hiperpirámide de n dimen-


siones es:
]
Rn = EY V n-simo número triangular
n

v2 Y n+1

y R tiende hacia cuando 4 aumenta indefinidamente.

Los dos cuadros anteriores nos muestran que las dos series de politopos
de filiaciones triangular y cuadrada tienen como antepasado común en el es-
pacio de una dimensión (representado por una línca recta de longitud infi-
nita) un cuerpo de una dimensión, compuesto de dos vértices y del segmento
de recta que los une. Para pasar de este bipolo al cuerpo superior en la serie
triangular, basta agregar un tercer polo, exterior al espacio de una dimensión,
que contiene a los dos primeros, y que dista de cada uno de ellos una longi-
tud igual a la del segmento que los une. Repitiendo esta construcción, es de-
cir, agregando cada vez un polo (n-+1)-simo situado fuera del espacio prece-
dente, da la sucesión infinita de las hiperpirámides. Por el contrario, la serie de
los hipercubos, se obtiene transportando cada vez el cuerpo correspondiente al
espacio de 1, 2, 3,... m dimensiones Cbipolo, cuadrado, cubo, octaedroide,
etc...) en una dirección perpendicular a todas las dimensiones de este espacio
(introduciendo así la dimensión [n+1]-sima) una distancia igual a la lon-
gitud del segmento inicial: se obtiene el nuevo cuerpo uniendo los vértices
correspondientes del precedente antes y después de su traslación Casí es co-
mo se consigue la proyección del octaedroide de la lámina 94). La célula pri-
mordial de la evolución de los cuerpos geométricos, es el bipolo o segmento de
recta que, a comienzos del capítulo 11, nos proporcionó ya la sección áurea “0
mediante su partición asimétrica.
Se han estudiado las equiparticiones del espacio de cuatro dimensiones
o extensión. "También se pueden dividir sin intersticios los conjuntos homo-
géneos de los politopos siguientes:

diferencial y la teoría griega del crecimiento gmomónico que nos ha sido tan útil en
los capítulos v y vi.
(10) Entre los demás protozoarios geométricos, citemos:
1% En el origen de la serie de los polígonos regulares un dígono compuesto de
dos vértices y dos lados, abatidos estos últimos recíprocamente y confundidos. Los
dos ángulos del vértice son nulos y el dígono tiene el mismo aspecto que el bipolo.
2* La protoesfera compuesta de dos puntos y constituyendo el primer elemento
Cen el espacio de una dimensión) de la serie continuada por la circunferencia, la esfera,
la hiperesfera, etc.
HIPERCUERPOS REGULARES 297

Número de politopos
Nombre del politopo que hay en cada vértice

Octaedroides (comúnmente llamados


hipercubos) o Cg 16

Cie Chiperoctaedros) ....o.oooomommmmo.o.o. 24

Cos o . 8

Se ve que en el espacio (euclidiano) de cuatro dimensiones, tres polito-


pos regulares (de cada seis) permiten efectuar la equipartición. Existe una equi-
partición óptima de la extensión que corresponde exactamente a la red de exá-
gonos en el plano y al conjunto de poliedros de Kelvin en el espacio, y se obtie-
ne por medio de un politopo semirregular (de tipo arquimediano) limitado por
treinta células, diez de las cuales son poliedros de Kelvin y veinte, prismas
exagonales,
No es necesario insistir sobre el interés filosófico de estas generalizaciones
que con otros ejemplos de ellas, proporcionan las Geometrías no euclidianas,
limitándome a destacar un punto que tiene cierta relación con la teoría del
crecimiento orgánico, del que nos hemos ocupado en el curso de este estudio.
Aun antes de que las ideas de Minkovski y Einstein hubiesen hecho pasar
la concepción de un universo de cuatro dimensiones desde el dominio de las
fantasías paradójicas al de las cosas probables, los pocos geómetras que se ha-
bían familiarizado con la teoría de la extensión (como Jouffret en Francia, Hin-
ton en Norteamérica), habían observado que para el ser infinitamente plano
de Poincaré, que vive en un espacio de dos dimensiones (es decir, sobre una
superficie plana o curva), los pasos de los objetos o de los seres sólidos (de tres
dimensiones), a través de su universo o recíprocamente, se manifestarían como
un principio de evolución, de crecimiento, en las intersecciones de este objeto
con dicho universo plano o curvo, Ejemplo: el paso de una esfera se manifestaría
por la aparición de un punto, que se transformaría en una circunferencia de
diámetro gradualmente creciente hasta un máximo; luego se produciría la evo-
lución inversa hasta que la circunferencia se redujese a un punto, que después
se desvanecería. El paso de un toro, o anillo de sección circular, daría una evolu-
ción más curiosa: el ser infinitamente plano vería el punto de contacto inicial to-
mar la forma de una pequeña elipse (exactamente un óvalo de Cialdini) que
aumentaría, y luego de haber adelgazado en su punto medio hasta convertirse
en una especie de 8 acostado (lemniscata), se escindiría bruscament= en dos óva-
298 EsTÉTICA DE Las PROPORCIONES
EA

los, y después en dos círculos absolutamente separados. En seguida, se produ-


ciría la evolución en sentido inverso.
Del mismo modo, el paso de una hiperesfera, por ejemplo, a través de nues-
tro espacio ordinario de tres dimensiones, se manifestaría por la aparición de
un punto que se transformaría en una esfera aumentando hasta un máximo,
para decrecer en seguida y desaparecer. Esto puede sugerir, respecto a la natu-
raleza del tiempo y del crecimiento de los seres vivos, hipótesis que, si a prime-
ra vista presentan un carácter paradójico, deben, sin embargo, ser objeto de
meditación.
ÍNDICE DE TEXTO

Prefacio 11

Capítulo 1

DE LA FORMA EN GENERAL 15
Generalidades sobre la evolución de las formas. — Analogía entre la evolución de
las especies vivas y la de ciertas producciones humanas. — Adaptación al
fin y belleza estética, en biología, en tectónica, en arte aplicado. — El sim-
bolismo de la forma en el arte del Extremo Oriente. — El concepto de pro-
porción característica de la estética mediterránea. — Simbolismo directo o
abstracto de la línea en arte decorativo. — La estética: ciencia de las refe-
rencias armoniosas,

Capítulo II
DE LA PROPORCIÓN 24
Problema general de la partición de una recta en dos segmentos. — La partición
asimétrica más lógica dada por la ley de economía de los conceptos. —
La sección áurea de Leonardo da Vinci y su representante algebraico; el
número $ de Sir Theodore Cook. — Propiedades notables de + en Aritmé-
tica, en Álgebra y en Geometría. — La sección áurea introduce automática-
mente la proporción continua y una sucesión infinita de reflejos armónicos. —
La Sociedad de los Números. — La ley de las proporciones de Zeysing. —
Presencia de la razón + en las proporciones del cuerpo humano y en Botá-
nica. — Series aditivas, serie de Fibonacci y serie $. — La serie $ y el trián-
gulo de Pascal. -- Progresiones geométricas y espirales logarítmicas.

Capítulo III
LAS ENTIDADES GEOMÉTRICAS EN EL PLANO Y EN EL
ESPACIO. POLÍGONOS Y POLIEDROS REGULARES
Y SEMIRREGULARES 59
Polígonos regulares. — Teorema de Gauss. — Los triángulos notables. — El nú-
mero $ gobierna las proporciones del pentágono y del decágono. — El exa-
grama de Salomón, el pentagrama de Pitágoras y el octógono árabe. — Po-
liedros regulares: los cinco cuerpos platónicos. — El número + gobierna
también las proporciones del dodecaedro y del icosaedro. — Paccioli y Pla-
tón: el dodecaedro del Timeo. — Los trece poliedros semirregulares arqui-
medianos. — El cuboctaedro y el poliedro de Kelvin.
Capítulo IV
PARTICIONES DEL ESPACIO, EQUILIBRIO CRISTALINO Y
PRINCIPIO DE MÍNIMA ACCIÓN 100
Particiones regulares del plano y del espacio. — Partición isótropa del espacio; la
red cuboctaédrica y la agrupación de esferas tangentes. — El cuboctaedro,
el poliedro de Kelvin y el prisma exagonal representan al exágono en el es-
pacio de tres dimensiones. — La teoría de los sistemas de simetría y los
doscientos treinta tipos de redes cristalinas. — Ley de la equipartición de la
energía. — Principio de mínima acción o principio de Hamilton, ley suprema
que rige todo sistema físico-químico cerrado; sus diferentes etapas, desde
Leonardo da Vinci a Einstein.

Capítulo V
DEL CRECIMIENTO ARMONIOSO 122
Presencia exclusiva de las simetrías cúbica y exagonal en Cristalografía. — Papel
preponderante de la simetría pentagonal y de la sección áurea en la morfo-
logía de los seres vivos. — El principio de mínima acción no rige rigurosa-
mente los sistemas que contienen vida. — El crecimiento homotético de los
seres vivos y la geometría gnomónica de los antiguos. — La espiral logarít-
mica, curva ideal de crecimiento homotético. — La serie de Fibonacci, la
serie $ y la espiral de crecimiento armonioso. — Espirales y pulsaciones di-
rectrices de las conchas. — Las formas pentámeras en Botánica, en Zoología y
en el Árte. — La péntada invencible de los pitagóricos.

Capítulo VI
CÁNONES DINÁMICOS RECTANGULARES Y RADIALES 155
La simetría dinámica de los antiguos y las dimensiones conmensurables en po-
tencia. — Los rectángulos dinámicos de Hambidge. — Rectángulos recípro-
cos y crecimiento gnomónico. — Papel de la diagonal en la descomposición
armónica de los rectángulos, — El rectángulo $ o rectángulo de los cuadrados
giratorios. — Papel de los rectángulos + y V3 en el análisis armónico de los
yasos griegos. — Ley de la “no mezcla de los temas”. — La sinfonía del es-
queleto. — Aplicación del método de Hambidge al estudio de los trazados
arquitectónicos egipcios y griegos. — Los triángulos egipcios de Viollet-le-
Duc. — La teoría de Lund sobre los trazados góticos: diagramas radiantes de
foco pentagonal. — Más sobre el pentagrama. — Platón y la estética del
Renacimiento. — La sección áurea o divina proporción introducida por Pac-
cioli. — Un tercer método de análisis armónico: el perspectivismo de Boris-
savlievitch.

Capítulo VII

PROPORCIÓN Y VOLUMEN 223


Aplicación a los volúmenes ortogonales de las nociones de proporción y de si-
metría dinámica. — Los paralelepípedos rectos notables. — El sólido de oro
de Colman. — La Cámara del Rey y otros volúmenes egipcios. — Creci-
miento gnomónico de los volúmenes.
PÁG.
Capítulo VIII
LA PIRÁMIDE DE KEOPS
Propiedades geodésicas y astronómicas de la Gran Pirámide. — El Gnomon del
Gran Año. — Propiedades matemáticas. — Más sobre la sección áurea. —
El Número del alma del mundo. — La Cámara del Rey, la Pirámide y los
cuerpos platónicos. — Transmisión de los trazados egipcios y del arco que-
brado; teorías de Violletle-Duc y de Dieulafoy. — Cofradías y tradiciones
gnósticas.
Capítulo 1X
LA CIENCIA DEL ESPACIO Y LA EVOLUCIÓN
DE LA ARQUITECTURA MEDITERRÁNEA 254
La evolución de la ciencia moderna o el triunfo de Pitágoras. — La teoría de los
grupos y de los invariantes, culminación de la ciencia mediterránea. — Sín-
tesis del Universo en Ideas. — Número y filosofía de la forma pura. — Co-
rrespondencia de la Arquitectura y de la Matemática en las grandes épocas
de la cultura occidental, — Las causas de la decadencia de la Arquitectura en
el curso del siglo xix. — Prolegómenos de un Renacimiento.

Apéndice
CUERPOS REGULARES EN EL ESPACIO DE
CUATRO DIMENSIONES
Los cuerpos regulares en el espacio de cuatro dimensiones. — Aplicaciones de la
geometría gnomónica de los antiguos al estudio de los hiperespacios.
Este libro se terminó de imprimir para
EDITORIAL POSEIDON, S.L.
en los talleres gráficos Romargraf, S.A.
Juventud, 55, L'Hospitalet de Llobregat, Barcelona,
el día 15 de marzo de 1979

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