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Respecto a su biografía, Händel comenzó a estudiar música debido a que desde muy
pequeño, y en contra de su padre, había mostrado un gran amor hacia ella. Tanto que en
1698 ya estaba interpretando para el rey Federico I de Prusia, y en 1705 había escrito sus
dos primeras óperas: “Almira” y “Nero”.
Händel también viajó a Italia donde se pasó cuatro años estudiando su música y
componiendo obras como la ópera “Agripina”, la cual le lanzó a la fama. En 1710, volvió a
Alemania para convertirse en el maestro de capilla de el príncipe Jorge, quien en 1714 se
convirtió en Jorge I de Gran Bretaña, llevando a Händel hasta Londres, donde pasaría la
mayor parte del resto de su vida, obteniendo así él acta de naturalización, convirtiéndolo
en 1727 en ciudadano inglés.
En Londres, sirvió a Jorge I, y tras su fallecimiento, a Jorge II. Para el primero compuso
grandes obras como la “Música acuática” en 1717 o las óperas “Rinaldo” o “Julio César en
Egipto”. En esa época también fundó una compañía teatral: la Royal Academy of Music”,
la cual obtuvo gran éxito y funcionó durante nueve años.
En 1727, tras el fallecimiento de Jorge I, se produjo la coronación de Jorge II, para lo que
Händel compuso los “Coronation Anthems”, himnos que se siguen interpretando en cada
coronación en Gran Bretaña desde entonces. Así, junto a este rey también compuso el
gran oratorio “El Mesías” en 1741 o la obra “Música para los reales fuegos de artificio” en
1749.
En cuánto a su producción musical, incluye una gran colección, tanto vocal como
instrumental, estimando que tiene en total alrededor de 620 composiciones, aunque
establecer un número exacto es muy difícil. Todas ellas se encuentran recogidas en su
catálogo HWV.
Por otra parte, este compositor, fue un músico prolífico, cuya producción abarca todos los
géneros de su época, encontrando dentro de su música vocal tanto óperas como
oratorios, cantatas, himnos o pasiones. Y dentro de la música instrumental: concerti
grossi, música de cámara, obras para teclado, suites o marchas, entre otros. Mostrando
una especial predilección por la ópera y los oratorios, a los que con su aportación,
contribuyó a llegar a una etapa de gran esplendor.
Por otra parte, y en términos generales cuando Händel compuso la obra “Música para los
reales fuegos de artificio”, en 1749, se encontraba en un período artístico regido por el
cambio, ya que este compositor vivió en la etapa musical que se reconoce como Barroco
tardío, o incluso llegó a presenciar el inicio del Clasicismo. Un momento en el que el arte
El siglo XVIII, lo que ocupó la mayor parte de la vida de Händel, constituyó en general una
época de progresos de los conocimientos racionales y de perfeccionamiento de las
técnicas de la ciencia. Fue un siglo de enriquecimiento que constó de dos etapas bien
diferenciadas: la primera supone una continuidad del Antiguo Régimen, y la segunda, de
cambios profundos, que culmina con la Revolución estadounidense, la Revolución
francesa y la Revolución Industrial en Inglaterra.
Sin embargo, también surgieron otro tipo de movimientos más antirracionalistas como
“Empfindsamkeit” (Sensibilidad), el cual fue un estilo de composición musical y poético
desarrollado principalmente en Alemania, y que influyó mucho en el desarrollo del estilo
sentimental. En esencia, Estel estilo busca la expresión de los sentimientos verdaderos y
naturales, marcando el comienzo del abandono del Barroco.
O el “Sturm und Drang” (Tormenta y Empuje), un movimiento literario que también tuvo
sus manifestaciones en la música y las artes visuales, desarrollado sobre todo en la
segunda mitad del siglo XVIII, el cual buscó intensificar la respuesta emocional del
espectador, concediéndole a los artistas libertad de expresión, subjetividad individual y los
extremos de la emoción, en contraposición a las limitaciones impuestas por el
racionalismo de la Ilustración.
Algo que también influyó mucho en Händel fue el “bel canto” italiano, es decir, el arte del
canto según el estilo de la ópera italiana romántica. Se comenzó a desarrollar a finales del
siglo XVII pero se extendió ya en el siglo XVIII, y en el se buscaba la perfecta producción
del legato a lo largo de todo el registro vocal y el desarrollo de elementos virtuosos como
la coloratura o la brillantez de los agudos.