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Pillco Laura Julio Cesar.

Durante esta década surgió el “Modelo del Cono Sur” caracterizado por la prohibición de
actividades sindicales e independientes, por un Estado-cuartel autoritario, por la exaltación
belicosa del “cristianismo occidental” y del “nacionalismo”, y por sistemas corporativistas
de organización social, La represión fue generalizada y extremadamente cruel a través de la
ejecución y desaparición de centenares de personas y la prisión de miles de ciudadanos.

En el año 1974 Banzer prescinde de sus aliados civiles, instituye una administración
exclusivamente militar y pone en vigencia un conjunto de decretos corporativistas similares
a los promulgados por Pinochet en Chile. Esto le permite mantenerse en el poder por tres
años más.

La represión, tanto legal como de facto, excede a aquella impuesta por Barrientos y es
particularmente violenta en la fase inicial del régimen. Banzer designa al Cnel. Andrés Selich
como ministro de interior, cierra las universidades por seis meses, reinstaura la pena de
muerte y no hace nada por contener a aquellos adeptos al régimen que proclaman: “diez
extremistas caerán por cada nacionalista que caiga”. Toma la Universidad Mayor de San
Andrés el 23 de agosto, aludiendo a la “subversión comunista” como causa de los arrestos,
deportaciones y cierre de periódicos o radioemisoras; aquellas personas que mueren a
manos de los militares invariablemente son calificadas de “subversivos” o “castro
comunistas”

De 1971 a 1977 El Departamento de Orden Público (DOP) se constituye en un instrumento


de control político. Eran civiles reclutados de los rangos inferiores de la FSB o del hampa,
su actividad se realizaba en torno a las cárceles, centros de interrogatorio y campos de
concentración en Madidi, Chochocoro, Viacha y en la isla Coati del lago Titicaca. Durante
este tiempo también se reúne copiosa documentación por varias organizaciones de
Derechos Humanos donde se señala un mínimo de 200 muertos, 14.750 personas
encarceladas por “ofensas al régimen”, casi todas sin pasar por nada parecido a un juicio y
generalmente después de haber sido interrogadas con distintas técnicas, 19.140 son
obligadas a salir al exilio político, se proscribe la libertad de participación política, 68
periodistas son exiliados, 32 encarcelados, 20 emisoras de radio “intervenidas” o
clausuradas, como las radios mineras. La economía popular recibe un duro golpe con
decretos originalmente anunciados en octubre de 1973 pero postergados hasta enero de
1974, en ellos Banzer elimina o reduce el subsidio estatal a una gama de servicios y
productos básicos, generando paros y huelgas en el área urbana pero teniendo un mayor
impacto en el campo, generando una gran crisis.

En enero de 1974, adhiriéndose a la convocatoria de huelga, los trabajadores de la fábrica


de zapatos Manaco realizan una marcha de protesta al que se suman otras fábricas siendo
tan grande que el destacamento local de la policía tiene que retroceder. Unos días después
Banzer declara Estado de Sitio y envía al regimiento Tarapacá para reforzar a tropas locales
con la orden de “una barrida total de los subvertores”, así el 29 de enero de 1974 tiene lugar
la Masacre del Valle, donde se registraron gran cantidad de muertos y desaparecidos en las
zonas de Tolata y Epizana en el valle de Cochabamba.

El 9 de julio de 1978 se llevaron adelante la elecciones generales pero al demostrarse que


existió fraude en ellas, éstas son anuladas y el gobierno tiene que ceder. En vista de que la
CNE no puede declarar un ganador, informa que entregaría el poder a una junta militar el 6
de agosto de 1978.

El 20 de julio de 1978, consciente de que sin victoria electoral Banzer era de mínima
utilidad, Pereda visita las guarniciones de Cochabamba y Santa Cruz. Al día siguiente se
declara en rebelión “contra el comunismo internacional” e inmediatamente recibe apoyo de
los Rangers y de la FAB. Siguen 20 horas de indecisión ya que Banzer intenta sustentarse
con la lealtad de la guarnición de La Paz pero no puede limitar el apoyo al golpe declarado
fuera de la capital. Al final, la FAB amenaza con bombardear el Palacio Quemado y Banzer
es obligado a ceder y renunciar utilizando el pretexto de “evitar un derramamiento de
sangre entre hermanos”. Luego de un largo y lacrimoso discurso se retira a su domicilio.
Durante tres horas una junta de comandantes toma el poder hasta que Pereda llega para
ponerse la banda presidencial. Apresa a cerca de cien opositores y envía tropas al municipio
de yungueño de Coripata donde una veintena de campesinos mueren después de haber
realizado manifestaciones en contra del aparato montado para el fraude electoral. Para el
Departamento de Estado de EE.UU., el levantamiento militar es un “serio revés al proceso
democrático” que va en contra de la administración del presidente Carter y su política de
Derechos Humanos en la región. Insta a Pereda a “tomar medidas inmediatas para
restablecer el proceso genuino de desarrollo democrático”. Se informa que Bolivia perdería
70 millones de dólares si no fijaba una fecha para nuevas elecciones.

Pereda se apresuró a anunciar que posiblemente habría elecciones en 1980 y no en 1979,


por cumplirse centenario de la de la Guerra del Pacífico, motivo por el que se necesitaba un
gobierno fuerte y estable.

El 6 agosto de 1979 Pereda anuncia que los comicios se realizarán en 1980 y que él no se
postulará. Libera a todos los detenidos en el golpe y levanta el Estado de sitio, restablece las
relaciones diplomáticas con EE. UU. Pereda tiene que reconocer el carácter interino de su
régimen que le impide consolidar el continuismo. En un golpe bien planeado los jóvenes
comandantes desalojaron a Pereda al amanecer del 24 de agosto y lo remplazan por el
comandante del ejército, Gral. David Pinilla Arancibia, uno de los pocos oficiales de alto
rango que había ascendido de acuerdo al reglamento y no en virtud de favores políticos: era
un institucionalista, estricto en moral y respetado, que se pronuncia a favor de próximas
elecciones ya que desea que los militares se retiraran intactos y en servicio.

Entre julio de 1978 y julio de 1980 se llevaron adelante otras dos elecciones generales, cinco
presidentes asumen el poder, ninguno como resultado de un triunfo electoral. Las grandes
movilizaciones populares de este periodo se levantan contra la dictadura y las agresiones a
la economía popular. En julio de 1979 se llevan adelante nuevas elecciones que culminan
con un empate entre el MNR y la UDP y con ello la situación se empantana, unos días después
luego de negociaciones e interminables votaciones, finalmente se nomina, en concordancia
con la línea de sucesión prioritaria dictada por la Constitución, a Walter Guevara Arze
(presidente del senado) como presidente interino por un año, término en el que deberían
realizarse otras elecciones generales.

El mismo año se presenta en el Parlamento un juicio de responsabilidades contra Hugo


Banzer. Esta acción es liderada por Marcelo Quiroga Santa Cruz, quien a nombre del PS-1
pero con el apoyo táctico de diversos grupos, con excepción de ADN, acusa al exdictador, a
muchos de sus ministros y a sus colaboradores más inmediatos de 234 casos distintos de
delitos civiles y penales. Quiroga brinda una puntillosa denuncia de todo el banzerato en un
discurso de 14 horas, esgrime valiosas pruebas y muestra una vehemente capacidad y
habilidad oratoria que fue totalmente transmitida por la televisión estatal así como por la
radio. El juicio adquirió una enorme popularidad y se tornó peligroso para Banzer y la
institución militar, ya que la impugnación indudablemente estaba dirigida a las FF. AA. en
su conjunto.

El 31 de octubre de 1979 la Sexta División con base en Trinidad (Beni) rompió filas y se
declaró en rebeldía pidiendo la renuncia de Guevara, la disolución del Congreso y el
nombramiento de una junta militar para garantizar la seguridad durante la reunión de la
OEA, cuya celebración estaba prevista para fines de ese mes en La Paz.

El alzamiento de Trinidad no fue ni más ni menos que una acción táctica dirigida a obtener
el tiempo necesario para coordinar la preparación de otro golpe. Se acusa públicamente al
Cnel. Alberto Natusch Busch de estar preparando el mismo; a su vez, éste se defiende
declarándose absolutamente inocente, demandando pruebas y amenazando con iniciar un
juicio por difamación, sin embargo él, Guevara y Padilla hacen un compromiso de lealtad
respecto a lo señalado por Cyrus Vance (Secretario de Estado de EE.UU.) que se encontraba
en La Paz con motivo de la reunión de la OEA, quien había reiterado que Washington no
reconocería a ningún régimen en el poder a través de las armas.

Después de haberse logrado un acuerdo tentativo respecto a una estrategia conciliadora con
la extrema derecha para evitar un golpe, los principales partidos se retiran una vez más.
Guevara declara: “estamos en el mismo barco, si naufraga, todos naufragaremos con él”.

El 1 de noviembre de 1979, cuando todavía se encontraban en La Paz muchos de los


delegados de la OEA, los tanques del regimiento Tarapacá, comandados por el coronel
Arturo Doria Medina, ocuparon el centro de la ciudad y el Palacio Quemado. A las siete de la
mañana, toda la ciudad se hallaba controlada por los alzados bajo la dirección del Cnel.
Natusch Busch, quien horas más tarde es designado presidente. Guevara y Padilla deben
refugiarse mientras la COB se declara inmediatamente en huelga general e indefinida.

La masacre del Valle (Tolata y Epizana)


En octubre de 1972 el gobierno dirigido por Hugo Banzer Suárez decretó una
alta devaluación del peso boliviano. Esto provocó el descontento de los
campesinos que se vieron particularmente afectados no solo porque el poder
adquisitivo de los salarios afectó la economía campesina, sino también
porque, con el objetivo de favorecer la economía empresarial, gran parte del
peso de las medidas recayó en los campesinos, al congelarse los precios de los
productos agrícolas producidos en pequeñas parcelas en el Altiplano y los
valles.

En 1974 la situación en el campo empeoró. El 20 de enero el gobierno expidió


una resolución por la cual los precios de algunos productos de consumo
esencial en el agro, como el azúcar, el arroz, la harina, los fideos y el café se
incrementaron hasta más de 100 por ciento. Esto perjudicaba profundamente
a los campesinos de tierras altas, ya que tendrían que comprar estos
productos y a cambio no subiría el precio de los que ellos producían.

Desde la etapa barrientista el llamado “Pacto Militar-Campesino” había


impedido que se generen levantamientos en el área rural, mediante la
práctica del clientelismo en ese sector. Sin embargo, para 1974, el
descontento no se hizo esperar frente a la falta de respuesta del gobierno a
los reclamos campesinos.

Los primeros en manifestarse fueron los obreros de la fábrica de calzados


“Manaco”, ubicada en Quillacollo, que salieron a las calles para protestar
contra las medidas económicas. Pronto lograron el apoyo de otros obreros y
campesinos de la región. Se produjo un bloqueo de la carretera a Cochabamba
y en el enfrentamiento con las fuerzas del orden resultó un muerto y varios
heridos.

Para el 24 de enero el descontento de los campesinos se extendió a todo el


Valle Alto, con el bloqueo de carreteras que impedían el ingreso a la ciudad de
Cochabamba. Dos días después, al ver que la sublevación se expandía, el
gobierno movilizó contingentes militares y trató de dividir a los campesinos.
El intento de negociar fracasó ante la negativa del gobierno de derogar las
medidas económicas.

El domingo 27 de enero el número de campesinos que en distintas partes


participaban en los bloqueos llegaba a veinte mil. A pesar del optimismo de
los bloqueadores, el gobierno no aceptó sus demandas y, más bien, al día
siguiente, el presidente Banzer decretó el estado de sitio en todo el país y
nombró al Gral. Juan Pérez Tapia interventor militar en Cochabamba.

En la mañana del 29 de enero Pérez Tapia se reunió con los dirigentes de los
bloqueadores, se logró un acuerdo por el cual se levantaron los bloqueos y
Banzer llegó a entrevistarse con los campesinos en el kilómetro 45 de la
carretera a Cochabamba. Sin embargo, cuando el negociador se retiraba de la
reunión ingresaron a la zona seis tanques y ocho camiones que transportaban
tropas para despejar la ruta de forma violenta.

A las cinco de la tarde, el grupo militar llegó al sitio del bloqueo cercano a
Tolata e iniciaron la masacre con ráfagas de ametralladora. Ante la situación
la gente empezó a correr, pero muchos cayeron bajo las balas.

Hasta hoy no se conoce con exactitud el número de muertos, aunque el


testimonio de uno de los soldados participantes indicó que habían “visto
montones de cadáveres de campesinos amontonados como leña”.

Luego de pasar Tolata la columna militar prosiguió reprimiendo


violentamente en otros pueblos como Cliza, Tarata, San Isidro, Toco y otros.
El número de víctimas no fue aclarado. Algunos testigos declararon que
vieron cargando en un camión muchos muertos que se los llevaron con rumbo
desconocido; otro testigo indica que contó 42 cadáveres; finalmente, otro
señaló que vio en el aeropuerto de Cochabamba transportar 30 camillas con
muertos o heridos a un avión militar.
De forma paralela el gobierno mandó otro grupo militar perteneciente al
regimiento Manchego hacia Epizana, sobre la carretera Cochabamba-Santa
Cruz, donde se masacró a los campesinos que la bloqueaban. Las víctimas
fueron de 15 muertos y 20 desaparecidos.

La represión militar violenta se dio también en otros pueblos del valle de


Cochabamba como Sacaba, Suticollo y Lawachaca. Para el 31 de enero, de
acuerdo al informe oficial, el bloqueo había terminado y se había normalizado
la situación. El informe entregado a la prensa señalaba que hubo 13 muertos,
10 heridos y 21 presos, sin embargo, una Comisión posterior de “Justicia y
Paz” señala que en Tolata hubo 16 muertos y 42 desaparecidos; en Epizana,
tres muertos y de 12 a 15 desaparecidos; en Sacaba un muerto, y en
Quillocollo, otro muerto, dando un total de víctimas de entre 70 y 80. Por su
parte, informes militares señalan un número aún mayor, cercano a 200
muertos.

El gobierno responsabilizó de la masacre a la acción de grupos insurgentes


comunistas; así, el primero de febrero, Banzer dijo en un mensaje a los
campesinos: “A ustedes, hermanos campesinos, voy a darles una consigna
como líder: el primer agitador comunista que vaya al campo, yo les autorizo,
me responsabilizo, pueden matarlo. Sino me lo traen aquí para que se
entienda personalmente conmigo. Yo les daré una recompensa”.

La Masacre del Valle marcó no solo el inicio del fin del pacto militar campesino
sino también un hito en la construcción de proyectos políticos propios por
parte de los campesinos, lo que llevaría años después a la creación de la
CSUTCB y el surgimiento del movimiento katarista.

Juicio de responsabilidades y participación política (1978-1997)

El Congreso Nacional de Bolivia intentó enjuiciar a Banzer por crímenes de lesa


humanidad, durante su dictadura; pero el juicio de responsabilidades no llegó a producirse.
Uno de los principales impulsores del juicio, Marcelo Quiroga Santa Cruz murió asesinado
durante el golpe de estado de Luis García Meza en 1980, quien luego sí fue juzgado y
condenado a prisión. Este, ya en prisión, declaró que quienes asesinaron a Quiroga Santa
Cruz eran paramilitares que recibieron órdenes de Banzer.
En 1979 Hugo Banzer Suárez fundó su propio partido de derecha, Acción Democrática
Nacionalista-ADN, donde Alfredo Arce Carpio fungió como apoyo. Con este partido
participó en las subsecuentes elecciones nacionales en 1979 y 1980: el 29 de junio de
1980 salió tercero, muy lejos de los dos primeros que pugnaron en el Congreso por la
Presidencia, Hernán Siles Zuazo, quien sería electo Presidente y Víctor Paz Estenssoro.
En las elecciones generales del 14 de julio de 1985, luego del fracaso de la
izquierdista Unidad Democrática y Popular (UDP) de Siles Zuazo, ganó la votación por
muy poco margen al Movimiento Nacionalista Revolucionario de Víctor Paz Estenssoro,
quien resultó elegido en el Congreso con los votos del centro-izquierdista MIR, liderado
por Jaime Paz Zamora. Una vez en la Presidencia, Paz Estenssoro vio que tenía que
pactar con Banzer si quería tener margen de maniobra para aplicar sus medidas de shock
para frenar la inflación. En el llamado Pacto por la Democracia, el partido de Banzer
asumió el control de las dos cámaras del Congreso a cambio del apoyo congresal de este
partido a las medidas del ejecutivo.
En las elecciones de 1989 obtuvo la segunda mayor votación y se alió con el Movimiento
de Izquierda Revolucionaria (MIR) para ser parte del Gobierno, esta vez dando sus votos
por el tercer candidato más votado, Jaime Paz Zamora, partido fundado en 1971
precisamente para combatir a la dictadura banzerista.

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