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Introducción
A comienzos del siglo XX en América Latina los gobiernos se caracterizaron por una
inestabilidad política presa de fantasmas de su pasado colonial, inestabilidad que fue
aprovechada por potencias para anclar sus garras neocolonialistas, y que vieron en las
elites tradicionales un fuerte aliado para sacar adelante su proyecto económico, pero
despertando los instintos de lucha de las masas que se encontraban envueltos en una
construcción de identidad nacional e influenciados por nuevas corrientes ideológicas. La
alianza entre potencia y elite local marcó la experiencia política, social y económica de los
pueblos Latinoamericanos, a partir de la búsqueda del poder y la riqueza, y es
precisamente en este contexto donde aparecen las dictaduras del siglo XX, y aquí, en este
contexto, la República Dominicana tiene su propia historia en estos tiempos de represión y
de explotación del poder. El dictador de la República Dominicana se llamó Rafael Leónidas
Trujillo (1891-1961) y gobernó el país durante 31 años, su dictadura conocida como la Era
de Trujillo, es considerada como una de las tiranías más sangrientas de América Latina.
Antecedentes
Estos lazos marcaron el inicio del descontento del pueblo dominicano, que había
despertado un espíritu nacionalista desde que se liberaron de la invasión de Haití en el
siglo XIX. El país a comienzos del siglo vivió una verdadera guerra civil, que Estados
Unidos no veía con buenos ojos ya que podía afectar sus intereses, por ello, cuando en
1911 asesinan al presidente dominicano Ramón Cáceres y se registran olas de protesta,
EE.UU decidió valerse de una convención dominico- americana pactado en 1907 para el
control de las aduanas, para intervenir y mediar la política interna dominicana, justificando
que dicha convención había sido violada. [2]
Una vez por medio de la violencia y represión se estabilizó la política de RD, EE.UU firmó
un acuerdo mediante el cual las tropas saldrán del país luego de se realizarán elecciones
en 1924, llegando así a la presidencia el General Horacio Vásquez, dirigente del Partido
Nacional. Tras la salida de las tropas la única fuerza pública que había quedado era la
Policía Nacional, institución en donde Trujillo había ascendido rápidamente de rango por
mostrar pleitesías a los norteamericanos, por ello Vásquez no dudó en nombrarlo Teniente
Coronel y jefe del Estado Mayor, luego en 1927 la policía se convierte en ejército nacional
y queda bajo el mandato de Trujillo, quien para la fecha con los ascensos había adquirido
riquezas y era reconocido por ser un militar déspota.
Los líderes del Partido Republicano, débil organización personalista creada por el Lcdo.
Rafael Estrella Ureña, optaron por el empleo de esas tácticas, quiméricas en apariencia,
debido al desarme total del país. Ureña se encontró frente a este dilema: introducir armas
del extranjero, cosa costosa y difícil, o celebrar pactos secretos con miembros importantes
del ejército para realizar a su lado y con los armamentos que ellos brindarán, el movimiento
subversivo. Resuelto a aceptar esta última fórmula, se puso en contacto con el jefe del
ejército Rafael L. Trujillo. El contacto trajo como consecuencia la concertación de un
convenio confidencial, cuyos términos fueron más tarde conocidos. Trujillo se comprometió
a ir colocando en diversos sitios un número de rifles para que los hombres de Estrella
Ureña los utilizaran cuando llegara el momento oportuno; además, prometió tomar todas
las disposiciones para que las tropas no hicieran fuego, sino más bien cooperaran con los
civiles armados, tan pronto estallara el movimiento. Todos estos aportes los haría él a
cambio de que Ureña apoyara abiertamente su candidatura para la Presidencia, por lo
tanto se cocinaron dos traiciones, las masas, anhelosas de un cambio, no se detenían a
pensar en los métodos empleados por Ureña para la obtención de las armas. La
insurrección aparecía ante sus ojos como el vehículo cardinal para el logro del más
imperioso anhelo del momento: la caída del gobierno de Vásquez, y por su parte Trujillo
había traicionado a quien lo ascendió en el poder. [5]
Con las armas entregadas por el jefe del Ejército, y las órdenes de cooperación que
recibieron numerosos oficiales, el 23 de febrero de 1930 se realiza el golpe de Estado,
Ureña se convirtió en presidente provisional, y en pocos días de estar instalado en el poder
aparece el crimen político. El pueblo estupefacto ante la rápida transición de un régimen de
libertad absoluta y de respeto a la vida, como lo fué el de Vásquez, a una situación
despótica, que se servía del asesinato para imponerse. [6] El propósito legal del Gobierno
de Ureña era darle paso, después de unas elecciones, a un régimen constitucional
definitivo. Organizándose con tal objeto, los diversos partidos actuantes, y es así como el
partido nacionalista dirigido por Ureña postular al General Trujillo para la Presidencia de la
República y a Ureña para la Vicepresidencia.
Utilizaba Trujillo para consumar esos actos, a criminales que actuaban aisladamente o que
formaban parte de organizaciones represivas creadas al efecto, organizó grupos de
hombres civiles o vestidos de civil, encargados de sembrar el terror y el pánico,
desbaratando por la violencia mítines y reuniones contrarias, impedir la expresión de
pensamientos hostiles, y “liquidar” a todos los que hicieran resistencia. Esas
organizaciones fueron conocidas como “La 42”.
Estas ejecutorias dieron los resultados apetecidos, las elecciones se llevaron a cabo el 16
de mayo de 1930, sin oposición. En los campos, numerosas personas, amenazadas por
las autoridades militares, acudieron a las urnas y ante el inexistente control de
delegaciones de los partidos contrarios se llevó a cabo el fraude electoral.
El control militar
Después del ejército, la intelectualidad y la burguesía corrompida ofrecían dos pilares que
sostenían al régimen. Los intelectuales de todas las castas en actitud abiertamente de
politiquería fueron los autores de actos bochornosos del régimen. Estos intelectuales
llegaron a límites inimaginables en el plano del servilismo y la abyección, no obstante, la
existencia de ese apoyo intelectual a la dictadura dominicana no es fenómeno que
sorprende, sobre todo en las tierras de Iberoamérica. Todo César iberoamericano encontró
dentro de la intelectualidad un rico número de lacayos. Por otro lado estaba el burgués
auténtico, dedicado éste a sus negocios, ve con indiferencia total la desgracia del pueblo.
Sólo procura obtener ventajas y beneficios personales. Como esos beneficios no podrían
lograrse si él adoptara una actitud hostil, opta por la cooperación abierta o por la pasividad
aparente, que es una forma de cooperación. Viven los burgueses, por lo general, en las
ciudades, y acceden gustosos a toda clase de demanda que con fines de adulación hacen
los intelectuales corrompidos o los politicastros militantes. Forman ellos ficticias
asociaciones para brindar homenajes, celebrar los natalicios del dictador, o construirle
estatuas. En sus centros sociales, la tiranía recibe los más espléndidos agasajos. A
menudo experimentan ellos orgullo cuando en las fiestas, sus hijas y señoras conversan o
bailan con el “Supremo Jefe”. [11]
El clero
El cuarto pilar en que se apoyó el régimen es la alta jerarquía del clero católico. Numerosos
sacerdotes, “representantes de Cristo” compitieron con los politicastros, y los intelectuales
corrompidos, y los burgueses ricos, en el sahumerio y el servilismo. El Arzobispo del
momento, un italiano de apellido Pittini, se convirtió en mensajero de la voz cesárea.
Viajando por el exterior realizo propaganda a Trujillo para satisfacción de su megalomanía,
y como fuente de nuevos negocios deshonestos. El Nuncio del Papa calificó en una
ocasión al Presidente como creador de una gran obra de civilización. Si un sacerdote
quería permanecer en su parroquia sin ser molestado, tenía forzosamente hacer acto de
sumisión al déspota. [12] Esto no permitió que se realizara desde el púlpito la más ligera
crítica al régimen. La intervención de la voluntad dictatorial trascendió, pues, hasta el
campo de las creencias. Lo más repugnante del caso es que las altas dignidades se
mostraron aparentemente complacidas de ello. En verdad, si así no fuera, todos los bienes
de la Iglesia correrían peligro, ante la codicia y el rigor del gobernante.
Las corporaciones extranjeras ofrecieron el quinto pilar en que reposo la estructura del
régimen. Se dedican ellas, principalmente, al negocio azucarero. Ese negocio llego a
adquirir vastas proporciones: puede afirmarse que él constituye la actividad económica
más importante y disciplinada del país. Las corporaciones lograron organizar sobre bases
científicas la industria. Su existencia imprimió movimiento a la vida bancaria. Por desgracia,
casi todas ellas trabajan con capital extranjero, y los beneficios que ofrecen van también,
por ende, hacia al exterior. La ausencia de tratados comerciales de reciprocidad con los
Estados Unidos obliga a vender el producto a precios muy inferiores de los que se tenían
en Cuba y Puerto Rico. Comprometiéndose a convertirse en los defensores de la
administración dominicana ante los círculos gubernamentales de Washington y los centros
financieros de Wall Street, exigieron del mandatario una sola cosa, a la cual él visiblemente
accedió la promesa de que no pondría trabas o cortapisas al desarrollo de la industria. [13]
Intentos de derrocamiento
Ante la fuerte represión hacia los opositores del régimen, la vía del exilio parecía la única
posibilidad para sobrevivir. Así, en los últimos años de la década de 1940, los exiliados anti
trujillistas fueron cada vez más numerosos. Obtuvieron la ayuda de la Cuba de Prío
Socarrás y de la Guatemala de J. J. Arévalo e intentaron llevaron a cabo las invasiones de
Cayo Confites, en 1947 y Luperón, en 1949.
Cayo Confites, llamada así por ser ese islote cubano, al noroeste de Nuevitas, fue el sitio
donde durante varios meses se entrenaron cerca de mil 200 combatientes dominicanos y
cubanos que pretendían derrocar a la dictadura trujillista. Entre los combatientes que
zarparon en los barcos rumbo a dominicana se encontraba Fidel Castro, por aquel
entonces estudiante de la Universidad de La Habana. El 26 de septiembre de 1947
unidades de la Marina de Guerra arrestan a los expedicionarios de Cayo Confites.
Este intento de derrocamiento fue una de las primeras acciones militares desde las filas de
lo algunos historiadores han llamado la “Legión del Caribe” [14], aunque no fue la única
desplegada durante la década del cuarenta. Hacia mediados de 1948, se comenzó a
articular en Guatemala otra operación armada contra Trujillo, la Expedición de Luperón.
Dicho proyecto se elaboró teniendo como sustento el armamento que lograron salvar de
Cayo Confites. El intento de los legionarios en la Bahía de Luperón tuvo lugar a finales de
junio de 1949. Fue preparado en territorio guatemalteco, contando con el beneplácito del
presidente Arévalo y del coronel Francisco Arana. [15] La acción militar estuvo en manos
de un reducido grupo de costarricenses, dominicanos, nicaragüenses, guatemaltecos,
cubanos y americanos que descendieron de un hidroavión en Luperón.
No obstante los anti trujillistas que llegaron al apartado poblado de Luperón no pudieron
hacer contacto con la resistencia clandestina de la ciudad de Puerto Plata, como fue
previamente acordado. Frustrados y desairados por la falta de apoyo, decidieron abortar la
misión y escaparse por lo menos con sus vidas. En su intento de despegar de la bahía
fracasaron y no pasó muchos antes de que fueran capturados y asesinados. [16]
Como se menciona arriba ambas expediciones fracasaron, y dejaron motivos para que el
régimen tomará medidas fuertes, tras estos intentos Trujillo empezó a incrementar la
inversión en el ejército tanto en personal como en armamento. Para recaudar fondos, y
para su propio prestigio y conveniencia personal, interfirió en todas las empresas y
negocios del país y en todas las ramas de la producción con la práctica de extorsionar y
amenazar cuando se le presentaban dificultades, logrando acumular una considerable
fortuna. [17]
Trujillo, no solo se blindó con un gran ejército y medios materiales, sino que puso en
marcha un creciente método de intimidación y extensión del terror a cualquier simple
ciudadano que se manifestara contra el régimen. Así comenzaron a ser frecuentes los
secuestros, asesinatos, desapariciones de personas, dentro del país y en el extranjero,
hasta convertirse en la práctica normalizada durante todo el mandato de Trujillo. Pero pese
a su prevención con el final de las dictaduras en algunos países de Latinoamérica durante
la década de 1950 asustó a Trujillo. Cada vez más inseguro, derrochaba cantidades
ingentes de dinero en pagar sobornos, vigilancia, fidelidades militares y asesinatos por
encargo. El temor creciente de Trujillo a un serio ataque de exiliados se vería nuevamente
confirmado meses después con el desembarco en tres puntos neurálgicos. [18]
La fobia anticomunista de la llamada Guerra Fría entre la Unión Soviética y los Estados
Unidos de América, alentada en la región del Caribe por los avances de la Revolución
Cubana iniciada en 1959, se afirma que influyó para el involucramiento del Gobierno de los
Estados Unidos a través de su Central Intelligency Agency (CIA), en los planes para
desplazar del poder al régimen de Rafael Trujillo.
El “grupo político” pidió a los norteamericanos todo tipo de armas sofisticadas, pero lo
único que entregaron a los dominicanos, fueron tres revólveres y tres carabinas que
habían dejado los marines que habían custodiado la embajada, las cuales fueron
desarmadas el 7 de abril, colocadas en fundas y llevadas a su casa por una
puertorriqueña, secretaria del oficial de la CIA, donde allí las entregó el 26 de abril a
Lorenzo “Wimpy” Berry, quien las pasó a Thomas Stocker, un norteamericano, ex militar,
casado con una dominicana, quien, a su vez, las pasó a Antonio de la Maza el 26 de abril.
Fueron utilizadas la noche del 30 de mayo aunque luce que fue mucho más efectiva una
escopeta recortada que utilizaría De la Maza.
Finalmente la vida del dictador terminó el martes 30 de mayo de 1961, Trujillo fue
ametrallado en una emboscada tramada por Modesto Díaz, Salvador Estrella Sadhalá,
Antonio de la Maza, Amado García Guerrero, Manuel 'Tunti' Cáceres Michel, Juan Tomás
Díaz, Roberto Pastoriza, Luis Amiama Tió, Antonio Imbert Barrera, Pedro Livio Cedeño y
Huáscar Tejeda. El Chevrolet Balair azul modelo 1957 que conducía su chófer, Zacarías de
la Cruz, recibió más de 60 impactos de bala de diversos calibres, de los cuales siete
impactaron en el cuerpo del “jefe”. [22]
La responsabilidad del consulado americano sobre la muerte de Trujillo causó un largo
debate, pruebas sobre el envolvimiento del gobierno de los Estados Unidos en el caso
Trujillo aparecen en el informe «Alleged Assassination Plots Involving Foreign Leaders»,
reporte interino, presentado el 20 de noviembre de 1975 por el Comité Selecto del Senado
Norteamericano creado para investigar las actividades de inteligencia y los planes para
eliminar líderes extranjeros.[23] Pese a las pruebas de la intervención de Estados Unidos
en el asesinato, en una entrevista realizada en el 2011 por la cadena BBC a Antonio Imbert
Barrera, único sobreviviente de aquel 30 de mayo, ya que al resto de los involucrados
fueron asesinados posteriormente y sus familias fueron perseguidas por los militares
trujillistas, le afirmó a la cadena que nadie les ordenó matarlo, y como lo mencionamos
arriba que no contactaron nunca con los americanos.[24]
El legado Trujillista
Otro experto que opina sobre el tema es el historiador Miguel Ángel Díaz, quien explica
que el principal legado de la dictadura trujillista persiste en la sociedad dominicana, de hoy
es el autoritarismo, cuyas características ideológicas se sustentan en la imposición de la
violencia, no solo política sino también cultural. Afirma que después de tanto tiempo el
trujillismo está presente en el dominicano (biológico y cultural), y eso se manifiesta a través
de prácticas de autoritarismo en la función pública y empresarial. La violencia que
actualmente impera en las escuelas, en los hogares y el miedo que el dominicano tiene al
hablar son manifestaciones del autoritarismo, que es la principal expresión que queda. [26]
Ahora bien, el porqué de la persistencia de este legado lo explica Roberto Cassá otro
historiador dominicano, quien menciona que con la caída de la dictadura, en 1961, el
contorno coyuntural se manifestó en una brecha entre una población carente de
experiencia y conocimiento políticos y una burocracia imbuida de las certezas doctrinales
del autoritarismo trujillista y dotada de experiencia práctica en el manejo de los asuntos
públicos. Cuando se produjo la desbandada de los trujillistas se puso de relieve el cúmulo
de dificultades para fundar una hegemonía alternativa. La eliminación física de Trujillo, el
30 de mayo de 1961, se llevó a cabo, en gran medida, bajo el supuesto de una solución
conservadora que pudiera evitar un estallido revolucionario, por lo que adivino una tensión
entre las aspiraciones democráticas de las porciones más activas de la población urbana y
los esfuerzos de los norteamericanos por mantener contornos del pasado que garantizaran
la estabilidad. Aun los antitrujillistas de derecha resistieron esos propósitos de Washington,
pero a la larga, terminaron por aceptar una transición que comportaba el mantenimiento de
prácticamente todos los moldes institucionales existentes, en aras de acceder al poder y de
prevenir cambios excesivos que pudieran hacer peligrar sus intereses, la burguesía que
tomó el gobierno, vio su permanencia en el poder a partir de conservar viejas estructuras
de control. [27]
Referencias
[1] Arias, Bernabel & otros, Antecedentes inmediatos del ascenso de Trujillo al poder, Historia de
los procesos políticos y sociales de Republica Dominicana. Universidad Autónoma de Santo
Domingo, República Dominicana, 2012.
[2] Ibíd.
https://es.slideshare.net/rosalbareyesb/antecedentes-historicos-trujillo2
[3] Villalona, Augusto, Niñez y juventud de Trujillo, L a dictadura de Trujillo (1930-1961), Archivo
General de la Nación, Vol. CLXXXIII, Editorial Búho, República Dominicana, 2012.
[4] Ibíd.
https://es.slideshare.net/MichellPaolaAcostaSa/historia-la-dictadura-de-trujillo
[5] Jiménez, Juan, La era tenebrosa, La Republica Dominicana Historia de su Pasado y presente,
Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Colección Bibliófilos 2000. Vol. XIII, Santo Domingo, 2004.
[6] Ibíd.
[7] Ibíd.
[8] Ibíd.
[9] Ibíd.
[10] Ibíd.
[11] Ibíd.
[11] Ibíd.
[12] Ibíd.
[14] Álvarez, David. Cayo Confites y la legión del Caribe y la participación de Juan Bosch,
Universidad Complutense de Madrid, 2016, España. Pág. 1-2
[15] PÉREZ, Marisleidys Concepción. La Legión del Caribe: un espacio de confluencias En: Las
Izquierdas Latinoamericanas: Multiplicidad y Experiencias durante el Siglo XX. Santiago: Ariadna
Ediciones, 2017
https://books.openedition.org/ariadnaediciones/815?lang=es#text
[16] La expedición del 1949 a Luperón Puerto Plata, blog del Ayuntamiento de Luperón Puerto
Plata, autor desconocido, 7 de junio de 2012.
[17] Dolores, María & San Francisco, Matilde, 1959: Los intentos de derrocamiento de las
dictaduras de Trujillo, Stroessner y Luis Somoza, Historia Actual Online, 39 (1), 2016: 7-28, ISSN:
1696-2060. Pág. 10
[18] Ibíd.
https://www.academia.edu/23934256/1959_los_intentos_de_derrocamiento_de_las_Dictaduras_de
_Trujillo_Stroessner_y_Luis_Somoza
[19] Lora, Quisqueya. Historia dominicana y sociedad civil, 1935-1978, MUDE, CIES/UNIBE,
Alianza ONG, República Dominicana, 2009, pág. 15.
https://www.researchgate.net/publication/301777388_Historia_dominicana_y_sociedad_civil_1935-
19781
[20] Vega, Bernardo. El papel norteamericano en la muerte de Trujillo, Articulo virtual, Revista
Acento, 7 de noviembre de 2017, República Dominicana.
[21] Ibíd.
[22] Ibíd.
https://acento.com.do/2017/opinion/8506606-papel-norteamericano-la-muerte-trujillo/
https://almomento.net/la-cia-y-la-muerte-de-trujillo-preambulo-de-la-invasion-norteamericana-de-
1965/#
[24] Tim Mansel, "Era la única forma de deshacerse de él", entrevista a Antonio Imbert Barrera,
BBC, República Dominicana, 29 mayo 2011.
https://www.bbc.com/mundo/noticias/2011/05/110523_republica_dominicana_trujillo_amab
[26] Ibíd.
https://www.metrord.do/do/destacado/2017/05/30/triste-legado-trujillo-aun-permanece-56-anos-
muerte.html
[27] Cassá, Roberto. La instauración del neotrujillismo, Algunos componentes del legado de
Trujillo, Iberoamericana, I, 3 (2001), 113-127, pág. 116.