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La adopción en el

cristianismo
“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de
Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en
temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos:
¡Abba, Padre!” (Palabra en arameo que significa Padre mío). (Romanos 8.14–
15).
Dios recibe en su familia sólo a las personas que han sido regeneradas. La
regeneración y la adopción son dos temas muy parecidos. Pero la
regeneración enfoca la vida espiritual, mientras que la adopción enfoca
la relación con el Padre.
La adopción es el acto amoroso de Dios, de recibir en su familia espiritual a sus
hijos en este mundo, y claro… que cumplen con ciertas condiciones para
pertenecer a la gran familia.
Una adopción de la misma manera que Moisés fue adoptado como hijo por la
hija del Faraón.
Así como Mefi-boset fue acogido por David, así también Dios nos recibe en su
familia, como hijos e hijas, a los que hemos llegado a ser herederos de su gloria,
nuevas criaturas en Cristo Jesús.

Con respecto a la adopción es necesario que sepamos esto:


1. Que no todos pertenecen a la familia de Dios
Cristo les dijo a algunos fariseos que se le oponían: “Vosotros sois de vuestro
padre el diablo” (Juan 8.44).
43 
¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. 44 vosotros sois
de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida
desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando
habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.

Cuando el hombre pecó en el Huerto de Edén, él perdió su relación con la


familia de Dios. La única manera de restaurar esa relación es por medio de la
regeneración y la adopción. Las teorías de la hermandad universal del hombre
y la paternidad de Dios han sido antibíblicas desde la caída del hombre.

2.Que Dios está dispuesto a adoptar como suyos a los que no son miembros
de su familia
Efesios 1.4–5 dice: 4 
según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que
fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5 en amor habiéndonos predestinado para ser
adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad

En esto se manifiesta el amor maravilloso de Dios en que él proveyó la


adopción para los hijos pródigos de la tierra, miles de años antes que muchos de
ellos hubieran nacido.
3.Que Dios adopta a quienes desean ser adoptados (La adopción es el acto
amoroso de Dios, de recibir en su familia espiritual a sus hijos). (Relación).
Dios nunca obliga a nadie a convertirse en su hijo. Nosotros tenemos la facultad
de elegir. La adopción obligatoria no tiene lugar en la relación de Dios con los
hombres. Aun la predestinación, por la cual algunos tropiezan, tiene su base en
la presciencia de Dios (Romanos 8.29). Dios ha provisto para la adopción de
todas las almas, pero él abre el hogar divino solamente a los que
voluntariamente vienen a él. (Lea Isaías 55.1; Juan 1.12; 3.16; Apocalipsis
22.17.)

Condiciones bíblicas que necesitamos para la adopción


1.Fe
“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio
potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1.12). “Pues todos sois hijos de
Dios por la fe en Cristo Jesús” (Gálatas 3.26).
2.Regeneración
Juan dice que los que creen en el nombre de Cristo son nacidos de Dios (1 Juan
5.1). La declaración de Cristo que nadie podrá ir al cielo sin “nacer de nuevo”
(Juan 3.3, 5, 7) confirma que la regeneración es esencial para la adopción.
3.La gracia de Dios
La adopción, como la justificación, es algo que no tiene como fundamento el
mérito humano.
Porque no hay nada en nosotros que conmueve tanto al Padre a recibirnos en su
familia: ni inteligencia, ni buenas obras, ni bondad innata, ni nada atractivo.
Si no fuera únicamente por su gracia admirable, su benevolencia infinita, sus
misericordias tiernas y su bondad amorosa.
Es esto que lo conmueven a desearnos como sus propios hijos.
Ahora lo que queda por nuestra parte es aceptar sus condiciones. Él hace lo
demás.

Las bendiciones de la adopción


Las bendiciones de la adopción son muchas:
1. Obtenemos todos los privilegios como hijos.

Cuando venimos a EL, nos recibe con fiesta


El hijo pródigo pensó que sería como uno de los jornaleros de su padre,
pero su padre amorosamente lo restauró a su posición anterior como un
hijo. Así es la gracia de Dios. Perdona al pecador penitente y lo adopta en
su amada familia. Esto quiere decir que somos hechos hijos por la
invitación y la acción de Dios. Así somos coherederos con Cristo porque
ahora tenemos en abundancia la herencia eternal de los santos en luz.

Algunas de las bendiciones de la adopción:


a. La presencia y dirección del Espíritu Santo.
b. La comunión de Dios y de los santos.
c. El privilegio de brillar a la imagen de nuestro Padre celestial
d. La oportunidad de servir a Dios
e. El consuelo de saber que hemos hecho firme nuestra vocación y elección
f. Finalmente, la bendita esperanza de estar en la presencia de nuestro Señor
Jesucristo.

Evidencias de la adopción
1.Seguir en pos del Espíritu Santo
“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de
Dios” (Romanos 8.14).
Según Romanos 8.1, ser guiados por el Espíritu Santo es lo opuesto de andar
“conforme a la carne”. “El Espíritu es el que da vida” (Juan 6.63). Los hijos de
este mundo son dominados por la carne, mientras que los hijos de Dios son
dominados por el Espíritu Santo. “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro
espíritu, de que somos hijos de Dios” (Romanos 8.16).
2.Obedecer
“Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus
mandamientos”
Los que voluntariamente desobedecen a Dios, confiesan por sus hechos que no
conocen a Dios y, por tanto, no pueden ser sus hijos (1 Juan 2.4; Romanos
6.16–22).
3.Ser como niños
Hay una semejanza notable entre los hijos de Dios y los niños en nuestros
hogares (Mateo 18.1–3). Ellos confían en sus padres, son sencillos, humildes,
puros e incapaces de guardar rencor.
Contemple el rostro de un pequeño, indefenso, confiado e inocente niño y
entonces verá la imagen del verdadero hijo de Dios. “Por cuanto sois hijos, Dios
envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!”
(Gálatas 4.6).
4.Amar a los hermanos
“Todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado
por él” (1 Juan 5.1). Una de las evidencias más claras de que somos hijos de
Dios es cuando nuestros corazones se conmueven con ternura y amor por la
familia espiritual de Dios. Nosotros le mostramos a Dios nuestro amor, al
amarnos los unos a los otros cuando seguimos unidos en la fe en Jesucristo.
5.Ser pacificadores
“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”
(Mateo 5.9). (Lea Romanos 12.17–21; Santiago 3.17–18.)
6.Imitar a Dios
“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados” (Efesios 5.1).
Tal y como los hijos se parecen a sus padres, asimismo los hijos de Dios se
parecen a él.
7.Amar a los enemigos
(Lea Mateo 5.43–48.) Cristo dijo que debemos amar a nuestros enemigos “para
que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5.45).

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