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Cofré González
Psicólogo de Niños y Adolescentes
La desesperanza aprendida
Este fenómeno fue estudiado ampliamente por Martin Seligman, padre de la psicología positiva.
En un experimento que realizo en 1967, Seligman sometió a dos perros a descargas eléctricas, el
primero de ellos podía apagar la descarga pulsando una palanca. En el caso del segundo perro,
esté no tenía manera de parar la descarga y por tanto la suspensión de la descarga era aleatoria.
En la segunda parte del experimento, puso a ambos perros en una habitación en la que el suelo
emitía descargas eléctricas que podían evitar yendo al fondo de la habitación saltando un pequeño
muro que separa la zona de descargas de la zona de “no descargas”.
Pues bien, el primer perro, es decir el que había aprendido a parar las descargas con la palanca,
buscó una manera de evitar estas nuevas descargas y enseguida pasó a la zona de no descargas, el
Centro Evolutiva - Barros Arana 1668 oficina 207, Concepción - +56 9 90905221 – centroevolutivaccp@gmail.com
Jorge O. Cofré González
Psicólogo de Niños y Adolescentes
perro que no había podido controlarlas a través de la palanca, se quedó en la zona de descargas
eléctricas sin hacer nada y sin buscar una manera de evitarlas como había hecho el otro perro.
La conclusión que extrajo Seligman fue que el segundo perro percibía que nada podía hacer, que
no podía poner en marcha ninguna conducta para modificar la situación, es decir, había aprendido
a comportarse de manera pasiva. El perro había desarrollado una actitud de resignación que se
extendía incluso a aquella situación en la que si podía modificar su situación saltando el muro. Este
experimento le sirvió a Martin Seligman, para desarrollar su concepto de desesperanza aprendida.
Estos mismos resultados se han visto en los presos de cárceles en las que se permite a los
prisioneros mover el mobiliario están menos estresados. (Myers, 2012).
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Jorge O. Cofré González
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Como se puede ver en el ejemplo, María se mantiene indefensa. Es decir, no hace nada porque
piensa que no es capaz de hacerlo. Es pasiva porque cree que si se defiende sus actos no tendrán
ningún tipo de efecto. Se llama desesperanza aprendida, por un lado, porque María está indefensa
y, por otro lado, porque ha aprendido a serlo. Probablemente en el pasado María haya vivido un
suceso negativo e incontrolable donde se defendió, pero esta defensa no obtuvo buenos
resultados.
A raíz de esto, María aprendió que defenderse no tenía resultados positivos y a partir de ese
momento, empezó a experimentar la desesperanza aprendida. Estas personas adquieren una
actitud pasiva porque piensan que lo que hagan no tendrá ningún tipo de efecto (percepción de
falta de control). Podría incluso decirse que son personas resignadas.
En muchas ocasiones las mujeres víctimas de violencia de género, niños que han sido maltratados,
o incluso personas que han sufrido bullying o mobbing pueden desarrollar este fenómeno.
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Jorge O. Cofré González
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Por ello, las estrategias para superar la desesperanza aprendida irán orientadas a re-significar
estas creencias erróneas (a estas técnicas se les denomina técnicas de reestructuración cognitiva)
y a fomentar la autoeficacia. A continuación, se explican algunas estrategias:
Piensa que eres una persona capaz. Identifica los pensamientos de tipo “no puedo”, “no se
hacerlo”, “no soy capaz”, “no valgo para nada”, etc. Trata de modificar tu discurso interno
orientándolo a “soy capaz”, “yo puedo”, “soy una persona válida”. Pregúntate a ti mismo ¿por
qué no vas a poder hacer algo que otras personas hacen? Piensa que eres una persona capaz y
totalmente válida.
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Jorge O. Cofré González
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Realiza actividades que antes no hacías. Si has dejado de hacer cosas por tu desesperanza
vuelve a hacerlas. Siguiendo el ejemplo que pusimos en el primer punto, María podría haber
dejado de ir a ese restaurante o podría haber dejado de salir con sus amigos por no volver a
encontrarse con esa persona que le dijo cosas negativas. Para superarlo María tendría que
volver a ese restaurante y hacerle frente a la situación.
Hay otros caminos. Piensa que siempre existen otras alternativas y que podemos hacer frente
a los problemas de diferentes maneras. No existe solo la vía de la desesperanza.
Pon en práctica las técnicas de asertividad. Como vimos anteriormente, existen 3 estilos
comunicacionales: pasivo (priorizar los derechos o necesidades de otros por encima de los
nuestros), agresivo (priorizar los derechos o necesidades nuestros por encima de los de otros)
y asertivo (luchar por nuestros derechos y necesidades sin pisar los de otros). El estilo asertivo
es el más adecuado y existen diferentes técnicas que pueden servir en este tipo de
situaciones. Las personas con desesperanza aprendida suelen ser pasivas.
Analiza la situación. Cuando te encuentres ante una situación en la que tiendas a responder
de manera pasiva piensa y analiza. Párate un momento a pensar cuál podría ser una respuesta
asertiva y llévala a cabo. Pregúntate a ti mismo “¿por qué no puedo defenderme?”, “¿qué
puedo hacer para defenderme de una manera asertiva?”.
Referencias Bibliográficas:
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