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Me siento agradecido por lo que soy y por lo que tengo. Daría las gracias eternamente.
Es sorprendente cómo se puede estar satisfecho sin nada definitivo, solo con un sentido
de la existencia. Mi respiración me resulta agradable. Me río cuando pienso en mis
vagas e indefinidas riquezas. Mi ‘banco’ nunca podrá agotarlas, porque mi riqueza no
está basada en las posesiones, sino en el disfrute de la vida.
Henry David Thoreau
Las nuevas investigaciones sobre la felicidad nos pueden ayudar. En los últimos años se
ha estudiado mucho el tema y las conclusiones son claras. Llegados a un determinado
punto, el hecho de tener más dinero no aumenta la felicidad. ¿Qué es lo que hace que la
gente sea feliz? ¡Los lazos sociales!
Y, de hecho, un exceso de dinero puede hacer que seas menos feliz. Las investigaciones
que recogen Wilkinson y Pickett en su extraordinario libro The Spirit Level: Why
Equality is Better for Everyone (El nivel espiritual: Por qué la igualdad es mejor para
todos) demuestran que las desigualdades económicas están relacionadas con una
disminución de la esperanza de vida y un aumento de las enfermedades mentales, así
como de la obesidad y los embarazos en adolescentes. ¿Por qué? Porque las
desigualdades económicas minan la cohesión social. Crean una sociedad basada en el
“estás solo” en lugar de una cultura del bien común.
Me he dado cuenta de que, para vencer las connotaciones negativas, nuestra visión de la
simplicidad se debe centrar en mantener a la gente unida en una comunidad feliz. La
felicidad ha ido disminuyendo a medida que los lazos sociales se han reducido. Las
depresiones van en aumento y la gente prefiere que el médico le recete una pastilla en
lugar de hacer nuevos amigos. De hecho, muchas personas ni siquiera reconocen que
están solas porque no entienden la importancia de los amigos, la familia y la comunidad.
Se sienten mal, pero no saben por qué. Así que se van al centro comercial o encienden
la televisión y acaban sintiéndose todavía peor.