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Escuela de Frankfurt

Alemania 1923 - 1924

Entre 1923 y 1924, se crea el Institut für Sozialforschung (Instituto de


Investigación Social), en torno a la Universidad de Frankfurt.
La preocupación fundamental de esta primera etapa, apunta a una
lectura crítica de la obra de Marx y su relación con las prácticas
sociales del contexto alemán de la República de Weimar.
Entre los primeros integrantes del Instituto se cuentan:
Felix Weil
Friedrich Pollock
Kurt Albert Gerlach
Max Horkheimer
Sin embargo, lo que hoy denominamos propiamente como Escuela
de Frankfurt surgirá hacia 1930, cuando Horkheimer toma la
dirección del Instituto y comienza la publicación de la
Zeitschrift für Sozialforschung (Revista de Investigación Social).
En esta segunda etapa se incorporarán los investigadores que serán
reconocidos como sus pensadores fundamentales: el mismo
Horkheimer, Theodor W. Adorno, Erich Fromm, Walter
Benjamin, Leo Lowenthal y Herbert Marcuse (a quienes se
considera el “núcleo duro” de la Escuela de Frankfurt); además
de constantes colaboradores como Franz Borkenau, Siegfried
Kracauer, Otto Kirchheimer, Franz Neumann, Olga Lang y Paul
Lazarsfeld.
Por desgracia, esta etapa coincide con el ascenso del nazismo, lo
que determina el cierre del Instituto y la encarcelación, en
algunos casos, y el exilio, en otros, de sus miembros.
Todavía ha de seguir una tercera etapa, que resulta del regreso de
Horkheimer a Alemania, en 1950. Es el tiempo de la Teoría
Crítica, que va influir de manera determinante en los
movimientos estudiantiles hasta los años setenta.
La crisis de la razón: la modernidad cuestionada

“El hombre de hoy se enorgullece de la razón y de sus concomitantes


triunfos científicos. Desde la Ilustración en adelante, hemos creído
como cierto firmemente que la razón y la ciencia eran vías de liberación.
Hoy, en nuestro tiempo, hemos descubierto la vertiente más sombría
de la razón. Junto a sus grandes triunfos, ha engendrado una sinrazón.
La Escuela de Frankfurt se impuso la tarea de definir la relación entre
ambas.”

Fuente: Georges Friedman. La filosofía política de la Escuela de Frankfurt. FCE. México D.F.:
1986.
“Como Nietzsche y Dostoievski señalaron, el triunfo de
la razón moderna deja tras de sí el problema de
cuáles sean la función y los límites del hombre en un
mundo en el que la función crítica ha sido suprimida
y en donde los límites, concebidos antes como
naturales y eternos, han sido superados. Nosotros,
modernos tardíos, afrontamos después del triunfo de
la razón la tarea de crear –o más exactamente, de
renovar- una teoría crítica capaz de expresar tanto lo
que debe ser como lo que de hecho es la realidad
administrada.”

Fuente: Georges Friedman. Op. Cit.


Esta confusión entre lo que “es” y lo que “debería ser” se encuentra en el
núcleo de la crítica de la Escuela de Frankfurt. Para abordarla, proponen el
concepto de “Teoría Crítica” que, estando ya presente en la Dialéctica de la
Ilustración, será formulada por Horkheimer en los años cincuenta.
Lo que este concepto pretende poner en juego es una análisis crítico-dialéctico,
histórico y negativo de lo existente en cuanto “es”, enfrentado a lo que
“debería ser”, desde el punto de vista de la Razón histórico-Universal.
Esto, por supuesto, supone la incorporación de la dupla Hegel-Marx a la
reflexión de la Escuela.
Este “es” de lo existente en cuanto statu quo, conlleva una preocupación central
para los frankfurtianos: los principios de dominación colectivos. Aquí,
Freud será la referencia necesaria y precisa. Lo irracional, lo racionalizado
o convertido en un principio de dominación, pasa a convertirse en el gran
problema y tema de investigación de la Teoría Crítica. En definitiva, para
comprender el rumbo y la dinámica de la sociedad burguesa que se
organiza económicamente a través del capitalismo, se hace indispensable
la síntesis de las tres grandes concepciones críticas anteriores a la Escuela:
Hegel-Marx-Freud aplicados dialécticamente en el examen de las
direcciones de la relación entre racionalidad-irracionalidad y sus efectos
sociales e históricos.
Auschwitz
El trabajo os hará libres
“En Auschwitz se manifiesta la alianza entre la visión específicamente
moderna de la razón como medio esencial de administración y la locura
que dimana de la razón. Los propios compatriotas de Hegel han
demostrado la capacidad de la razón para el mal cuando ésta deviene
instrumento de los poderosos en un mundo donde la razón crítica ha sido
desterrada. La horrible novedad de Auschwitz es la de una fría carnicería
considerada en sí misma como un fin. Desde siempre, y movidos por la
pasión, los hombres han matado, ya como medio, ya como fin, pero sólo en
Auschwitz, bajo el nazismo, la matanza de inocentes se convierte
simultáneamente en fin y en cuestión de política de Estado diferenciada,
planificada y autoritaria. Aunque incidentalmente siempre han muerto
jóvenes en la guerra, con el nazismo estas muertes llegan a ser el fin de la
guerra y su justificación. Auschwitz es el símbolo adecuado de la
modernidad porque aúna razón y sinrazón de modo tal que resulta
imposible disociarlas.
Auschwitz resulta ser un lugar racional pero no razonable. Es racional en la
medida de la eficacia y sofisticación con que cumple su objetivo. Si no
fuese por las tecnologías de la ciencia moderna hubiese sido irrealizable y
aún, difícilmente concebible. Además, la traducción práctica de la pesadilla
hitleriana hubiese resultado impensable, a no ser por la convicción
moderna de la identidad imposible de teoría y práctica, fundamento de la
tecnología.”

Fuente: Georges Friedman. Op. Cit.


“Lo que nos habíamos propuesto era nada menos que
comprender por qué la humanidad, en lugar de
entrar en un estado verdaderamente humano, se
hunde en un nuevo género de barbarie.”

Fuente: Theodor.W. Adorno, Max Horkheimer. Dialéctica de la Ilustración. Trotta.


Madrid: 2006.
“[…] El escepticismo de la razón científica socava el potencial crítico
de la racionalidad. La obligación de asumir seriamente la cuestión
del mal significa que no sólo somos libres para condenarlo. Los
científicos sociales y los filósofos percibían la iniquidad de
Auschwitz , pero sus metodologías y procedimientos racionales
impedían que el rechazo personal se tradujera en un principio
científico. Sus métodos exigían neutralidad. El rechazo se reducía a
juicios de valor. Puesto que los valores morales se consideraban
irracionales, y lo irracional no encontraba cabida en el pensamiento
científico, los científicos sociales debían estar abiertos a la sospecha
de que no había nada manifiestamente inocuo en Auschwitz.
Eliminado lo sagrado, cualquier hecho puede resultar meritorio.
Cuando la razón renuncia a priori al derecho de renegar de
Auschwitz, nos reduce a una condición completamente irracional
en la que debe negarse toda referencia al sentido común del
humanitarismo. La gran preocupación de la Escuela de Frankfurt
es esta paradoja moderna de la racionalidad.”

Fuente: Georges Friedman. Op. Cit.

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