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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA CULTURA


MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA,
CIENCIA Y TECNOLOGÍA
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LAS ARTES
CENTRO DE ESTUDIOS Y CREACIÓN ARTÍSTICA “ARMANDO REVERÓN”
Teoría de Interpretación de los Signos en la Pintura – Sección 01

Tres pinturas de Gauguin:


EL COLOR COMO SÍMBOLO

Profesora: Bachiller:
María E. Arria Carrasco, Juan C.I.: 14.407.554

Caracas, Marzo de 2016


En la pintura de Gauguin el empleo del color está intrínsecamente ligado a la
belleza y la intensidad de la vida en el Pacífico Sur. Frecuentemente los desnudos
que pinta se encuentran rodeados de un penetrante colorido, viéndose afectados
los primeros por éste, en la psicología que pretenden transmitir con miradas y
gestos enigmáticos. El color, entonces, termina siendo un elemento importantísimo
en la “teatralidad” desplegada por el artista en sus telas tahitianas.

No en vano, este empleo del color como estrato simbólico de la obra pasará,
a modo de influencia, a las subsiguientes vanguardias -fauvismo y expresionismo,
principalmente-, confirmando de esta manera lo anteriormente dicho.

Gauguin es el más importante representante del Simbolismo pictórico, al que


devino después de considerársele uno de los pintores neo-impresionistas, junto a
Seurat, Van Gogh y Signac, entre otros. Como éstos, Gauguin llevó la pintura de la
época -finales del siglo XIX- a experimentaciones cada vez más retadoras, incluso
para los impresionistas. Mientras éstos se decantaban por una pintura
atmosférica, naturalista y con apoyo sobre los recientes descubrimientos en el
campo de la óptica, la fotografía y la física del color, los neo-impresionistas /
simbolistas se enfocaban en la capacidad expresiva del color y en su empleo
como elemento alegórico per se dentro de la pintura.

Para Gauguin, el color se convierte en vibraciones musicales que se


traducen en estados de ánimo, sensaciones indefinidas e intensidades, y esto lo
reflejó en su serie de pinturas en las Islas Polinesias, entre 1888 y principios del
siglo XX. En ellas sintetizó, en formas estilizadas y con una esencia de
primitivismo, el paisaje y la figura humana, proceso al que llega mediante la
reducción del dato natural, basado en la visión de la memoria, proceso en el cual
el color pasa a ser protagonista, pero no a la manera de los pintores
impresionistas. Al respecto, el mismo Gauguin señalaba, como consejo a los
jóvenes pintores, “no copies la naturaleza literalmente. El arte es una abstracción.
Deriva el arte a partir de la naturaleza mientras que tu sueñas en presencia de la
naturaleza, y piensa más acerca del acto de creación que del resultado”.

Básicamente, en la obra de Gauguin -en las de la Bretaña francesa y las de


Tahití y las Islas Marquesas-, el color se emplea como una alternancia de cálidos y
fríos. Los cálidos, además de señalar los primeros planos en el cuadro, expresan
también cercanía, sensualidad, presencia, vitalidad. Un cielo amarillo, por ejemplo,
nos habla de “una gran simplicidad, rústica y supersticiosa”, según palabras del
propio artista.

El Cristo amarillo, óleo sobre lienzo, 92 x 73 cm, 1889. Museo Albright-Knox.


En esta obra, el amarillo domina el centro de la composición e, incluso, hace parte del
cuerpo del Cristo crucificado. A pesar del dominio evidente de los colores cálidos
(amarillos, rojos y naranjas) existe un equilibrio entre éstos y la presencia de gamas más
frías (azules, grises, violetas, verdes). Como señala el artista, para él el amarillo representa
“simpleza, rusticidad y superstición”, algo que queda bien definido en esta obra, realizada
en la Bretaña francesa.

En Pont-Aven, Bretaña francesa, se interesó por las investigaciones del


joven pintor Émile Bernard, destinadas a reemplazar el cromatismo vibrante y
fragmentado del Impresionismo y su apariencia sensible y transitoria, por amplias
zonas de colores planos y unidos, rodeados de bordes oscuros y espesos. A partir
de aquí, Gauguin, más que una exaltación de la luz, fue en pos de una armonía
sorda, de tonos densos, cargada de resonancias musicales entre formas
simplificadas, resueltas en amplios ritmos decorativos.
La visión tras el sermón, (1888), Galería Nacional de Escocia, Edimburgo.
El color rojo, con casi imperceptibles variaciones tonales, se adueña de la mayor parte
de la superficie pictórica, lo que realza las formas que denotan a las mujeres campesinas y
sus capotes de tela blanca. Este cuadro es un ejemplo del uso, por parte de Gauguin, de la
armonía por colores primarios, que eventualmente combinará con verdes, naranjas, violetas
y grises de diferentes tonalidades.

Llegado a Tahití, Gauguin recupera el valor emotivo y mágico de los colores,


de la mano del misterio del paisaje y las tradiciones populares y/o primitivas, junto
a la profunda sacralidad de los mitos indígenas polinesios.

Nave nave moe (Somnolencia deliciosa), óleo sobre lienzo, 73 x 98 cm, 1894.
Museo del Hermitage, Francia.
En esta imagen del cuadro Nave nave moe, de su período en las islas
Polinesias, Gauguin basa su equilibrio tonal principal en una armonía por
complementarios (rojo-verde), que domina la escena, mientras que en segundo
plano se hayan el par amarillo-violeta / azul-naranja. Entre estas armonías resaltan
las vibraciones de tonos intermedios (una sucesión de contrastes cálidos-fríos,
simultáneos y cualitativos), puestos sobre la vegetación del fondo. El colorido,
estructurado de esta manera, otorga a la composición un hálito de
“sobrenaturalidad”, casi como un sueño o su recuerdo, lo que va muy afín a aquél
postulado del artista: “soñar ante la naturaleza”.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

CHILVERS, Ian, OSBORNE, Harold y FARR, Dennis (1992). Diccionario de Arte.


Alianza Editorial, Madrid, España, pp. 281 – 282.

El Mundo del Arte. Autores, movimientos y estilos. Ed. Océano, pág. 225

Historia Universal del Arte, Tomo IV. De la revolución industrial al nacimiento del
arte moderno, nuevas tendencias en el cambio de siglo: el Post-impresionismo.
Ed. Everest, pp. 502 – 504.

ITTEN, Johannes (S/F). El Arte del color (edición abreviada). Ed. Bouret, Paris,
Francia.

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