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Los mandatos de masculinidad como factor de riesgo 1

2 Género y territorio
Género y territorio
Herramientas feministas
para la gestión local

03
Los mandatos
de masculinidad
como factor
de riesgo

Los mandatos de masculinidad como factor de riesgo 3


Género y territorio
Herramientas feministas
para la gestión local

Axel Kicillof Coordinación de proyecto


Gobernador Josefina Itoiz

Coordinación de contenidos
Verónica Magario Evangelina Trebisacce
Vicegobernadora
Equipo de contenidos
Laura Carral y Bárbara Salum
Estela Díaz
Contenido
Ministra de las Mujeres, ­Políticas
Ariel Sánchez
de Género y ­Diversidad Sexual
Diseño gráfico
Julián Balangero y Marianela Micoli
Claudia Villamayor
Directora Provincial de Formación, Ilustraciones
Investigación y Políticas Culturales Fernanda Genobesio

para la Igualdad Corrección de estilo


Brenda Axelrud

Natalia Laclau Coordinación de proyecto


Directora de Políticas por Iniciativa Spotlight
Culturales para la Igualdad Victoria Vaccaro

4 Género y territorio
6 Prefacio, Estela Díaz

8 Prólogo, Ariel Sánchez

11 Presentación

12 ¿De qué hablamos cuando hablamos


de masculinidad hegemónica?

15 ¿Cómo se expresan en la sociedad la masculinidad


hegemónica y las relaciones de poder?

16 Masculinidad, grupalidad y mandatos:


¿cómo se construye el ejercicio de la masculinidad?

19 ¿La masculinidad puede transformarse


en un factor de riesgo?

20 ¿Qué vemos cuando visibilizamos la estructura


de la masculinidad?

24 El efecto de ser varón sobre las personas

27 El rol de los varones en un mundo que cambia:


los nuevos desafíos

28 Bibliografía

30 Propuesta pedagógica
Los mandatos de masculinidad como factor de riesgo 5
Prefacio

Desde la gestión del gobernador Axel Kicillof, y con la decisión de crear el primer Ministerio Estela Díaz
de las Mujeres en la provincia de Buenos Aires, se ha puesto el acento en construir una Ministra de las Mujeres,
política de cercanía que garantice la llegada de las iniciativas gubernamentales a cada uno Políticas de Género y
de los municipios bonaerenses. Sabemos que es una tarea compleja en un territorio de más ­Diversidad Sexual de la
de 300.000 kilómetros cuadrados, casi diecisiete millones de habitantes, ciento treinta y Provincia de Buenos Aires
cinco municipios, más de dos mil localidades, ámbitos urbanos, rurales, isleños, costeros, y
podríamos seguir nombrando la larga lista de diversidad geográfica y humana que hace a la
enorme riqueza y posibilidades de este ámbito que habitamos en conjunto.
Impulsar las políticas de género y diversidad como prioridad en nuestro gobierno su-
pone, en muchos casos, acercar contenidos, definiciones, herramientas, recursos y cualquier
iniciativa que pueda ayudar a fortalecer la incorporación de la perspectiva de género en las
gestiones locales. Para nosotras, esto además supone un recorrido de ida y vuelta, ya que
los planes, programas, proyectos e iniciativas que impulsamos se retroalimentan todo el
tiempo en contacto con cada municipio, que es donde aprendemos y enriquecemos nues-
tros enfoques y propuestas.
El material que aquí se presenta es una realización conjunta con la Iniciativa Spotlight,
una alianza global de la Unión Europea y las Naciones Unidas que busca eliminar la violencia
contra las mujeres y niñas en todo el mundo. Esta caja de herramientas que acercamos a
las áreas de género municipales se inscribe en el proceso de dotarlas de materiales teó-
ricos, prácticos y didácticos con contenidos simples que sean de utilidad para sus tareas
cotidianas. En estos diez cuadernillos, además, entre otros temas se abordan algunas ideas
fuerza sobre género, diversidad, identidad, el trabajo, el deporte, las violencias, la salud y
educación, esto es, un abanico de cuestiones básicas que evidencien que la perspectiva de
género es un enfoque, una lente, fundamental para mirar la gestión que abarca todas las
cuestiones de gobierno.

6 Género y territorio
Hemos convivido mucho tiempo con la idea de que existían “temas de mujeres”.
­Afortunadamente, hoy sabemos que el enfoque de género es mucho más que eso, que la
desigualdad de género es estructural en nuestras sociedades y, por lo tanto, que las relacio-
nes sociales han sido organizadas a partir de estas relaciones de poder jerarquías, opresivas,
discriminatorias y violentas. El movimiento de mujeres y los feminismos posibilitaron el re-
conocimiento de esta realidad, lo que ha supuesto un paso fundamental para profundizar
las transformaciones necesarias para lograr una sociedad más justa.
Esta comprensión histórica, además, abarca los principales espacios del Estado, como la
salud, la educación, el trabajo y la seguridad, entre otros, y en este sentido contar con minis-
terios de mujeres (tanto a nivel nacional como provincial) y con áreas de género creadas y/o
jerarquizadas en los municipios resulta central.
Para nosotras la prioridad es seguir construyendo herramientas de gestión que per-
mitan que esa tarea se funde en conocimientos teórica metodológica y pedagógicamente
rigurosos, pero sobre todo en el compromiso, la pasión y la ternura. La perspectiva de gé-
nero nos recuerda que quienes trabajamos en gestión somos personas con historia, con
identidad, con amores y desamores, y que el trabajo es para nosotras fundamental dado que
organiza nuestras vidas y apunta a cubrir las necesidades de nuestro pueblo.
Esperamos que disfruten, usen y critiquen estas herramientas que aquí presentamos y
que compartan con nosotras sus experiencias y visiones porque nuestro trabajo es dinámi-
co, sigue creciendo y se nutre con el recorrido que haga cada uno de los ciento treinta y cinco
municipios de nuestra querida provincia.

Los mandatos de masculinidad como factor de riesgo 7


Prólogo

En los últimos años, gracias a la interpelación de los movimientos feministas, de mujeres y Ariel Sánchez
de la diversidad sexual, las preguntas en torno a la construcción de la masculinidad como Director de Promoción
dispositivo de poder han comenzado a resonar con mayor fuerza en la vida cotidiana de las de Masculinidades para
organizaciones sociales y de los espacios educativos, sindicales, laborales y políticos. la Igualdad de Género,
¿Cómo producir formas de habitar las masculinidades por fuera de las complicidades y MMPGyDS de la Provincia
los silencios machistas? ¿Qué lugares podemos/debemos ocupar los varones en las luchas de Buenos Aires
por la igualdad de género? ¿Cómo pensamos políticas de cuidado que incluyan a los varones
cis heterosexuales? ¿Qué debates debemos darnos en relación con las paternidades para
que intervengan en la responsabilidad del cuidado y no solo en el ocio?
Desde el Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual nos plantea-
mos estos interrogantes, entre muchos otros, para diseñar políticas públicas que nos permi-
tan producir otras imágenes, otras posibilidades de potenciar modos de vida libres de vio-
lencias y de cualquier forma de humillación y vulneración por razones de género, identidad
de género u orientación sexual. En este sentido, la creación de la Dirección de Promoción de
Masculinidades para la Igualdad de Género posibilitó profundizar las miradas intersecciona-
les dentro de la inclusión de la perspectiva de género e incorporar el trabajo con varones y
masculinidades como parte del desarrollo integral de políticas para la igualdad.
Esperamos que el cuadernillo que aquí presentamos sirva como herramienta formativa
y de acción en los abordajes con varones que han ejercido violencias de género en los territo-
rios y en el desarrollo de cualquier política que apunte a la promoción de formas igualitarias
de vincularnos. El material, a su vez, busca evidenciar la marca de género en la construcción
de la masculinidad normativa para lograr desarmar ciertos guiones y tramas que se estruc-
turan a partir de vínculos de humillación, vulneración y exclusión. Hablar de factor de riesgo
implica poner de manifiesto esos mandatos y esas formas de actuar y de vincularse que,
muchas veces, pasan desapercibidos por considerarse “naturales en los varones”. En este

8 Género y territorio
sentido, pensar estas conductas desde el riesgo habilita ciertas preguntas necesarias para
reconocer, prevenir y erradicar distintas formas de violencia y/o vulneraciones de derechos.
Por otra parte, este material pretende establecerse como un núcleo intermedio entre las
dos líneas de trabajo que desarrollamos desde la Dirección de Promoción de Masculinidades
para la Igualdad de Género: por un lado, la prevención y promoción de modelos alternativos
de masculinidad que nos permitan desarticular los mandatos establecidos por el sistema
patriarcal y, al mismo tiempo, potenciar y visibilizar otros modos de habitar y construir las
masculinidades. Y, por otro, poner a disposición estrategias para llevar adelante abordajes
integrales con varones que ejercen o hayan ejercido violencias por razones de género.
Asimismo, estas líneas de acción destinadas a trabajar con varones y masculinidades
se enmarcan en un enfoque de derechos y de género, y deben ser entendidas no solo como
una política de sensibilización o prevención, sino como una práctica transformadora y repa-
ratoria de los efectos de las violencias contra mujeres y LGTBI+.
Por último, la guía que aquí presentamos se suma a otras actividades que venimos lle-
vando adelante desde el Ministerio en articulación con las direcciones de políticas de género
municipales, las Mesas Locales Intersectoriales y otros espacios de la administración pública
provincial y municipal que intervienen en la construcción de una provincia más igualitaria,
justa y libre de toda forma de violencia y discriminación.

Los mandatos de masculinidad como factor de riesgo 9


10 Género y territorio
Presentación

En este cuadernillo nos sumergimos en el


concepto de masculinidad y sus múltiples
entramados para comprender cómo se
instala y naturaliza un deber ser “masculino”
y, así, visibilizar las diferentes formas en las
que se produce la inequidad de género en
nuestras vidas cotidianas.

Los mandatos de masculinidad como factor de riesgo 11


¿De qué hablamos cuando
hablamos de masculinidad
hegemónica?
Nuestro sistema de valores, esto es, la regulación que, entre otras cosas, dicta qué es —y
qué debe ser— un varón, se transmite de generación en generación a través de normas
familiares, costumbres, sanciones, mitos, prejuicios y hábitos cotidianos. Se trata de un pro-
ceso que se expresa con mayor o menor sutileza, pero que adquiere una enorme eficacia en
la reproducción de los roles y expectativas socialmente esperadas acerca de los géneros.
La masculinidad se define en forma negativa diciendo lo que no es: no es un hecho
biológico, es decir, no depende de los genitales con los que la persona haya nacido, y tam-
poco es un conjunto de atributos que poseen los varones; es, en cambio, un concepto re-
lacional, ya que existe en contraposición con la feminidad: es todo aquello que no son —ni
deben ser— las mujeres.
Para que la sociedad reconozca a los varones y los valore como sujetos que habitan una
masculinidad esperable y deseable tienen que cumplir con ciertas premisas: haber nacido
con pene y testículos, ser asignados con el género varón e identificarse de
esa manera y, además, una característica no menor es que tienen que ser Hablamos de varones

heterosexuales, es decir, que su deseo sexual tiene que estar orienta- cisheterosexuales cuando a
una persona que nace con pene y
do hacia mujeres cisgénero. A partir de allí, desarrollarán y desplegarán
­testículos se le asigna el género
toda una serie de comportamientos, actitudes, actividades y deseos en
varón al ­nacer, se identifica con ese
sintonía con esa asignación inicial. De esta manera se cumple la corres-
género y su deseo sexual se orienta
pondencia (supuestamente natural) entre sexo, deseo y conductas.
hacia ­mujeres ­cisgénero (esto es,
Veamos un ejemplo. Cuando nace un bebé con pene y testículos, de
­nacidas con vulva y vagina, asignadas
inmediato se le atribuye el género varón —“¡Es un nene!”— en todas las como mujeres al nacer e identificadas
instituciones por las que transita (familia, escuela, club, iglesia, templo, con ese género).
etc.) y se establecen pautas, valores, normas y reglas que definen y con-
trolan su comportamiento: se le asigna un rol (siempre de mayor jerarquía que el de las
mujeres), un color (el azul), se espera que no llore, que sea buen deportista (sobre todo en

12 Género y territorio
los deportes que requieren fuerza física) y que sienta un deseo sexual irrefrenable hacia las
mujeres, entre otros mandatos. Su infancia y su proceso de socialización, entonces, están
atravesados por el hecho de ser varón.
Dentro de este universo, se exalta e impone un tipo de masculinidad
La masculinidad hegemónica
(que se denomina masculinidad hegemónica) por sobre muchas otras reúne todo lo que la sociedad define
posibles. Así, se privilegia un modelo de varón racional, activo, fuerte, como posible, esperable y deseable
productivo, exitoso, potente, autosuficiente y protector, y se establecen para los varones. Son esos mandatos
fronteras con todas aquellas otras formas de vivir y habitar la masculini- los que hacen que los varones sean
dad que no cumplan con ese ideal. reconocidos como tales. Se establece
Al asumir esos atributos, mandatos y discursos, los varones cis 1 como referencia y única posibilidad
­adquieren una posición social privilegiada respecto de todas las otras y, si bien no es un ideal fácilmente
identidades de género. alcanzable, es el modelo a seguir y la
norma establecida.

1 De aquí en adelante, cada vez que utilicemos el término “varones” estamos


haciendo referencia a varones cisheterosexuales.

Los mandatos de masculinidad como factor de riesgo 13


Todas las versiones que no se
correspondan con el modelo
hegemónico de masculinidad
resultarán formas inadecuadas,
incompletas y menos acertadas
de ser varón. Esas masculinidades
serán socialmente desvalorizadas
y sobre ellas recaerán sanciones,
castigos y violencias.

14 Género y territorio
¿Cómo se expresan en la sociedad
la masculinidad hegemónica
y las relaciones de poder?
La masculinidad hegemónica se caracteriza por establecer relaciones desiguales de poder
opresivas hacia las feminidades. Como vimos, de acuerdo a nuestro género las personas
somos criadas de manera distinta, lo que lleva a potenciar ciertos rasgos en los varones y
otros distintos en las mujeres. Así, a los varones se los incentiva desde pequeños a practicar
juegos de velocidad, competitivos y con cierto grado de violencia, lo que supone expecta-

!
tivas sociales diferenciadas que habilitan un uso exclusivo de ciertos dominios: el ámbito
económico y el monopolio de la fuerza.
!
Los varones, por ende, se van construyendo socialmen-
te en esa masculinidad, habitando y reproduciendo los atri- Una de las características
butos masculinos y demostrando su posición en todos los
fundamentales de la masculinidad
ámbitos en los que participan.
¿Cómo se expresa esto en la sociedad? Un varón que
es su invisibilidad. Por eso, una
siente miedo es considerado “menos varón” que uno que se tarea fundamental es lograr que
atreve a todo; uno que llora es catalogado como “maricón”;
los varones puedan pensarse como
uno que no pelea es una “nena”; uno que no avanza con las
mujeres es “gay”, y uno que no tiene el control en la casa es
sujetos que encarnan un conjunto de
un “dominado”. normas, valores, roles y funciones
que definen lo que debe o no debe
ser un varón en nuestra sociedad.

Los mandatos de masculinidad como factor de riesgo 15


Masculinidad, grupalidad
y ­mandatos: ¿cómo se construye
el ejercicio de la masculinidad?
La masculinidad hegemónica es la encargada de determinar los sentidos y significados de
lo que la sociedad define como esperable y recomendable para los varones, y, por contraste,
todo aquello que resulta inadecuado dentro del universo de la masculinidad. Los mandatos
operan como guiones a interpretar para cumplir con el ideal de masculinidad.

OMNIPOTENTE

Supone que el varón tiene la responsabilidad de Este mandato apunta a mostrar que el varón lo
garantizar el bienestar económico de la casa. Debe puede todo: es el encargado de resolver cuestiones
ser el “jefe” de familia. de su vida y de la de las personas de su entorno, ya
Esta situación le otorga ciertos privilegios en rela- que por ser varón cuenta con atributos específicos,
ción con las mujeres: es quien genera y administra como la racionalidad y la autodeterminación, que le
los recursos económicos, obtiene reconocimiento permiten hacerlo. Se considera que estas son carac-
por su trabajo, ocupa el espacio público, y no es terísticas inherentes: se adquieren simplemente por
responsable de las tareas de cuidado y crianza ni ser varón.
del trabajo doméstico. Esas cualidades son valoradas en forma positiva en
Este mandato genera muchas presiones: cuando la el ámbito laboral porque suponen mayor capacidad
persona no logra cumplir con el rol de proveedor, de liderazgo y productividad, y esta ventaja les per-
esto se traduce en una falta en sus obligaciones mite desplegar sus capacidades en este ámbito.
como varón. Por otro lado, es un mandato que no da lugar a que
los varones se muestren vulnerables o expresen que
necesitan ayuda de otras personas, por ejemplo.

16 Género y territorio
La masculinidad hegemónica tiene como uno de sus La masculinidad hegemónica impone a
­principales mandatos la heterosexualidad y un ejerci- los varones la responsabilidad de prote-
cio ­activo de la sexualidad. Es decir que, por un lado, ger a quienes se considera vulnerables:
el deseo y la atracción deben dirigirse hacia mujeres mujeres, niñas y niños. Esto supone que
­cisheterosexuales y, por el otro, el varón siempre tiene que sean ­fuertes y agresivos, y que tengan
estar dispuesto y demostrar interés sexual hacia la mujer ­capacidad para defenderse y defender a
(­siempre tiene que tener ganas). quienes están a su cargo.
Una ventaja de este mandato es que da libertad a los varo- Es un mandato que les permite gozar
nes para vivir su sexualidad sin restricciones, cuestión que de ciertos privilegios, como habitar sin
no ocurre con las mujeres. ­restricciones los espacios públicos (a
Sin embargo, no deja lugar para las prácticas no hetero- cualquier hora del día) y ser autónomos
sexuales ni para mostrar debilidad o fragilidad, ya que se en sus acciones y decisiones pero, por otro
las considera atributos de la feminidad. La violencia, por su lado, no les permite expresar ningún tipo
parte, es el indicador más evidente de la virilidad. de debilidad o miedo.

Hablar de masculinidad hegemónica y de su carácter normativo


es hablar también de ­jerarquías sostenidas por los mandatos
sociales de lo que significa ser varón, que se reproducen en la Homosociabilidad significa que los
vida, en las prácticas y en los vínculos cotidianos. ­comportamientos, actitudes, deseos, pensa-
mientos y valores que encarnan los varones
en la sociedad se encuentran bajo la mirada,

En este orden social y cultural, la clasificación y aceptación de otros varones


(sus pares), quienes, en cuanto autoridad
masculinidad se ejerce y legitima a masculina, aprobarán o no la pertenencia a
través de la validación homosocial. ese universo de quien se esté evaluando.

Los mandatos de masculinidad como factor de riesgo 17


Desobedecer el cumplimiento de los mandatos de masculinidad implica un costo muy alto
para los varones porque muchas masculinidades suelen ser rechazadas y excluidas por no
cumplir con la normatividad.
En gran medida, el ejercicio y reproducción de esa masculinidad son causados por varo-
nes que no quieren ser expulsados de sus grupos de referencia. Pensemos cómo comparten
sus logros entre sí: hacen alarde de las mujeres con las que tuvieron relaciones sexuales,
se jactan del partido de fútbol que ganaron o del auto que se compraron. De esta manera,
repasan el repertorio de prácticas que hacen a la virilidad: poder, mujeres, éxito. Se prue-
ba la virilidad ante los demás varones de quienes se espera

!
aprobación tratando de asegurarse de que no se cuele nada !
del mundo femenino. Los demás varones actúan como “su- La masculinidad es una
pervisores” de género que guían y corrigen constantemente
aprobación homosocial:
el papel que les corresponde a los demás.
En este escenario, los que no cumplan con las presiones
los varones se prueban,
y obligaciones para ser y pertenecer quedarán excluidos de ejecutan actos heroicos
la grupalidad masculina. Pensemos en las dinámicas de un
y asumen riesgos enormes
grupo de WhatsApp: uno comparte un video de una mujer
con la que tuvo relaciones y recibe chistes, aprobaciones y
para que otros varones
felicitaciones. Nadie se anima a decir algo en otro sentido. confirmen su virilidad
Romper con esa lógica de grupalidad es difícil y a la vez im- (Kimmel, 1997).
plica poner en riesgo la propia masculinidad.

Es urgente y necesario desarmar la


complicidad masculina que genera
pactos, refugio e impunidad, y
cuestionar las violencias que
también se ejercen entre varones.

18 Género y territorio
¿La masculinidad
puede transformarse
en un factor de riesgo?
Algunas características de la masculinidad contribuyen a que el ser varón represente un
peligro para todas las personas, incluido él mismo, porque son los principales destinatarios
de los mandatos de socialización. Esto, según Kaufman (1989), los transforma en un factor
de riesgo en al menos tres sentidos:

Hacia las mujeres, Entre varones, mediante el Para el varón mismo, debido a que
niñas, niños y LGTBI+, ejercicio de las violencias sobre la realización de esos mandatos lo
a través de distintas otros cuerpos e identidades sitúa en lugares de riesgo que pueden
formas de violencias: masculinas: agresiones, llevarlo al suicidio, a producirse
física, psicológica, peleas, disturbios, homicidios, lesiones autoinflingidas, a consumos
sexual, simbólica, violencia en el deporte, problemáticos (tabaquismo,
económica y patrimonial. homofobia, etc. alcohol y drogas), a enfermedades
psicosocioafectivas (depresión y
melancolía), a enfermedades prevenibles
(como el cáncer, las enfermedades
coronarias, etc.), al descuido del propio
cuerpo (a causa de la mala alimentación
o el sedentarismo) y a accidentes (de
tránsito, laborales, etc.).

Los mandatos de masculinidad como factor de riesgo 19


¿Qué vemos cuando
visibilizamos la estructura
de la masculinidad?
Consideraremos ahora en detalle cómo la masculinidad se evidencia a través de los man-
datos y qué riesgos implica para las mujeres, para otros varones, para niñas y niños, para
personas con otras identidades y para ellos mismos.

Ser varón, ser impenetrable:


masculinidad, salud y prevención
La socialización masculina establece una serie de mandatos o requisitos para alcanzar con
La ­impenetrabilidad
éxito el estatuto de varón. Uno de estos suele denominarse impenetrabilidad.
significa que los ­varones
Parte del ser varón supone demostrar impenetrabilidad. Para eso, es necesario conver-
se constituyen a partir
tir a la otra persona en penetrable. Esto no solamente tiene que ver con el acto sexual sino
de la idea de que sus
con controlar, definir y construir los límites de lo que puede y no puede hacerse. cuerpos y sus subjeti-
Desde su infancia y adolescencia a los varones se les enseña que para ser reconocidos vidades son impene-
por su género tienen que ser los dueños de los cuerpos y de las acciones de las demás per- trables, tanto a nivel
sonas: “Los varones aprenden que tienen que rechazar cualquier rasgo asociado a lo que físico y material como
socialmente se comprende como ‘femenino’. Y la vulnerabilidad y la fragilidad son parte de emocional y simbólico.
esos rasgos” (Chiodi, Fabbri y Sánchez, 2019: 30).
Esto tiene consecuencias en su salud. Subestimar los riesgos de ciertas conductas y
comportamientos que suponen invulnerabilidad y autosufi-
ciencia provoca que el autocuidado y la prevención en salud
A los varones les resulta difícil comunicar sus
sean secundarios en la construcción de la identidad mascu-
problemas de salud o su estado emocional por-
lina: cuidarse no es parte de los mandatos de ser varón sino
que hacerlo tiende a considerarse una muestra
que supone prácticas asociadas a las mujeres; por eso se ha-
de debilidad.
bla de la feminización en el cuidado de la salud.

20 Género y territorio
Vayamos a un ejemplo: la atención en el sistema de salud de
nuestro país evidencia notorias diferencias según el género. Los Esta posición frente a la salud tiene un
varones jóvenes casi no consultan profesionales ni se preocupan vínculo directo con el modo de cons-
demasiado por su salud: no se hacen controles o chequeos salvo truir los modelos masculinos en nuestra
en casos de urgencia, por accidentes o luego de algún intento de sociedad. La virilidad se destaca por la
suicidio. Después de los 40 años aumentan las consultas porque autosuficiencia, las demostraciones de
es el momento en el que aparece el riesgo de padecer algún tipo de poder, la autonomía y la fuerza.
enfermedad cardiovascular, diabetes, cáncer, entre otras dolencias.

“Los hombres no lloran”:


!
En la infancia y adolescencia, ­ !
emociones como el cariño, la ternura,
la dimensión afectiva el afecto, el miedo, la inseguridad
y la tristeza provocan rechazo en los
Estas maneras de ser varón y su consecuente dificultad a la hora
­varones por no considerarse del orden de lo
de identificar y verbalizar problemas de salud se relacionan directa-
masculino. Esto hace que muchos aprendan
mente con la dimensión emocional y con la salud mental; en otras
a vivir desconectados de sus emociones y
palabras, con cómo se entiende y se da lugar a lo afectivo.
tengan dificultades para encontrar formas
Cumplir con el modelo hegemónico empobrece la salud emo-
­saludables de ­expresarlas.
cional de los varones. Muchos de ellos manifiestan enormes dificul-
tades para conectarse con sus emociones y sentimientos, y tienen
dificultades tanto para identificarlos como para expresarlos abiertamente. Esta incapacidad
emocional es una de las principales consecuencias de la socialización estereotipada de género.

Suicidio y consumos problemáticos


La falta de flexibilidad para conectarse con la dimensión emotiva muchas veces también
tiene consecuencias graves, como los consumos problemáticos de drogas, las depresiones
y los suicidios.
Incumplir las obligaciones que impone el género, por ejemplo, no tener éxito en el mun-
do laboral, en lo sexual, en lo económico y en todo lo referente a lo social, los lleva al silencio
y al aislamiento emocional. Ante estas situaciones, muchos sienten que buscar ayuda los
hará perder estatus y control y, en consecuencia, lo viven como un daño a su identidad.

Los mandatos de masculinidad como factor de riesgo 21


Veamos algunas cifras: la tasa de suicidio masculino es
El consumo desmedido se asocia con signos de
mayor que la femenina y representa un 85% de los casos
poder (aguante, resistencia) y con la violencia.
según la Dirección de Estadísticas e Información de la Salud
(DEIS) del Ministerio de Salud la Nación.
Con respecto al uso de drogas, en general los varones consumen más y de forma más
problemática, es decir, afectando sus vidas y las de las personas que los rodean. Una po-
sible explicación de esta situación es que el consumo representa un medio para afirmar la
virilidad, sobre todo si se trata de exhibir la capacidad de consumir grandes cantidades de
alcohol, cannabis o cocaína sin que en apariencia eso provoque demasiadas alteraciones.
Son acciones que operan como ritos de “endurecimiento y resistencia”, especialmente ante
el dolor, el sufrimiento y el miedo.

El cuerpo como instrumento de trabajo


Las corporalidades de los varones están cargadas de sentidos y significados que determinan
la forma en la que viven su masculinidad y, por ende, su sexualidad, su emocionalidad y su
intimidad. Los cuerpos masculinos no pueden comprenderse como objetos neutros y ajenos
a las prácticas sociales, ya que se encuentran atravesados y constituidos por numerosas
actividades, como el trabajo, el deporte, el sexo, etc.
Desde esta perspectiva, la relación entre el cuerpo y lo viril puede analizarse teniendo
en cuenta la centralidad del trabajo en la construcción de la identidad masculina. El varón
tiende a fusionarse con su profesión u ocupación, y refuerza así el rol de proveedor. El cuer-
po, entonces, es vivido como instrumento para el trabajo y, cuando deja de cumplir esta
función, es desechado o suplantado.

!
! El modelo masculino normativo en- “Ser macho” implica “bancársela”, es ­decir,
tiende y significa estos cuerpos como ­soportar más de lo que el cuerpo puede
máquinas y, en consecuencia, se supone ­aguantar. Cuando ya no se aguanta, se buscar
que los varones se encuentran genéti- la forma de seguir aparentando hacerlo para
camente “programados” para dominar, no mostrar el más mínimo atisbo de fragilidad
gozar, controlar y someter. corporal-física y/o psicológico-emocional.

22 Género y territorio
Las relaciones de género no escapan a estos modos de habitar los cuerpos. Las diferentes
formas de vivirlo se convierten en argumentos de diferenciación de la feminidad y en prue-
bas simbólicas de superioridad masculina. Esto es, asimismo, lo que legitima la violencia y
el poder de los varones.

Consentimiento y cuidado: el factor de riesgo


en la sexualidad y en la reproducción
La sexualidad es, sin duda, otro campo central en la comprensión de las identidades mascu-
linas que repercute en la salud de los propios varones y de quienes los rodean.
El placer pasa a ser terreno de lo masculino mientras
que todo lo referido a lo reproductivo está construido en
Los mandatos de la masculinidad normativa
torno a la mujer. Esto supone el desconocimiento de las
centran la ­atención en el placer de los varones
prácticas de cuidado y de las formas de prevenir infecciones
y en la ­satisfacción de sus apetitos a través
de transmisión sexual o embarazos no intencionales.
de la ­utilización del cuerpo de las ­mujeres.
Los varones se han criado y socializado bajo un sistema pa-
No hay ­espacio para el placer mutuo y mucho
triarcal que considera que las mujeres se encuentran a su
menos para el cuidado y la corresponsabilidad.
disposición, tanto para las tareas del hogar (cocinar, limpiar,
comprar alimentos, etc.) como en los vínculos sexoafectivos.
La consulta o el diálogo no entran en escena ni se da lugar
al consentimiento. Esto lleva a situaciones de contacto no Hablamos de consentimiento cuando hay
consentido o de abusos sexuales y violaciones. ­aprobación de una persona a otra mediante
­exteriorización de la voluntad de hacer o de no
hacer algo. El ­consentimiento es un elemento
­fundamental para la construcción de vínculos
basados en la ­simetría y en la consideración
de lo que la otra persona quiere, siente y desea.

Los mandatos de masculinidad como factor de riesgo 23


El efecto de ser varón
sobre las personas

Basta con leer o escuchar las noticias policiales para ver que el varón es el principal respon-
sable de los actos de violencia, no sólo la producida por razones de género (como los femi-
cidios y los travesticidios), sino también la que se da en peleas callejeras, siniestros viales,
crímenes de odio y otros delitos contra las personas o la propiedad.
Los datos muestran que los varones, y en especial los más jóvenes, tienden a tener
conductas más agresivas y a expresarlas de modo más virulento que otras personas e iden-

!
tidades de género. Esto impacta de manera directa en la forma en que se establecen las rela-
ciones de género y se vincula con las violencias. Un ejemplo
!
claro es la violencia grupal. En esos casos, los varones no En la mayoría de los casos los varones ­protagonizan
actúan bajo un instinto natural ni desconociendo su fuerza las peleas, los homicidios y otros delitos (95%).
y su poder, sino que responden a las tramas de violencia También representan la población que más muere en
que les impone la homosocialización masculina para formar ­accidentes de tránsito (71%) y, además, según el ­Instituto
parte del grupo de pares. Se trata de un pacto en el que de Estudios ­Comparados en Ciencias Penales y ­Sociales
se miden fuerzas; una mostración del poder masculino por (Inecip), son ­quienes portan el 99% de las armas de
sobre los cuerpos considerados subordinados (femeninos o ­fuego en Argentina.2
feminizados); una forma de exhibir y aprender sobre la viri-
lidad, porque la masculinidad necesita ser permanentemente mostrada, sobre todo frente
a los demás varones.
Veamos otro ejemplo: el vial es uno de los ámbitos que más masculinizado se encuen-
tra en nuestra sociedad. Está atravesado por el pleno ejercicio del poder masculino y sos-
tenido por el privilegio que tienen los varones de ocupar el espacio público. Allí, muchos
­demuestran y confirman su virilidad y, al mismo tiempo, hay un lugar común que sostiene
2 Datos disponibles en: <https://
que las mujeres manejan peor , lo que refuerza la división tradicional entre el derecho natu-
inecip.org/prensa/inecip-en-los-­
ral del varón a habitar el espacio público y el repliegue de la mujer sobre el espacio privado medios/armas-de-fuego-un-­
y la vida doméstica, ese lugar donde se lavan los platos. dominio-masculino/>.

24 Género y territorio
La violencia es un recurso que sirve para sostener y Las características ­
organizar las jerarquías, esto es, para establecer un asociadas a lo ­masculino,

orden a partir del sistema de valores que sostienen como la ­fuerza,


la ­competencia, la toma
las masculinidades normativas hegemónicas. de riesgo y la ­temeridad,
son ­determinantes para
­entender las causas y
Según los datos de la Asociación Civil Luchemos por la Vida, en nuestro país el 76%
las responsabilidades
de las víctimas fatales en accidentes son producto de siniestros viales. Estos números son
en los siniestros viales.
indicativos de la conducta, el sistema de valores y las normativas aprendidas por los varo-
nes, según los cuales, el exceso de velocidad, manejar bajo los efectos del alcohol, no usar
cinturón de seguridad ni casco, y no respetar las normas de tránsito muestran la exposición
al riesgo propio y de otras personas.
La información provista por los seguros indica que en Argentina, sobre un total de
73.621 tramitaciones, los varones participan en el 75,7% de los siniestros mientras que las
mujeres solo lo hacen en el 24,3%.4
Esto indica que los varones construyen su identidad a partir de modelos masculinos que
los definen como factor de riesgo para sí mismos, para otras y para otros. a igual cantidad de
­kilómetros ­recorridos
Entendemos que para empezar a transformar esta realidad, para respetar los deseos,
las mujeres, ­dependiendo
los momentos y la integridad de las demás personas, y para comenzar a poner el foco en el
del país, causan
cuidado de sí son fundamentales la educación (en todas sus formas) y la deconstrucción de
de dos a cinco veces
los patrones y mandatos cultural y socialmente impuestos.
menos ­siniestros ­graves
(con h
­ eridos y/o muertes)
que los varones? 3

3 Datos de Luchemos por la Vida: <www.luchemos.org.ar/es/­ 4 Datos del Centro de Experimentación y Seguridad Vial (CESVI).
investigaciones/mujeres-al-volante-2017>.

Los mandatos de masculinidad como factor de riesgo 25


Es principalmente
tarea de los varones
transformar estos modos
de ser/hacer y producir
alternativas desde la
discusión, la integración
y la renuncia de aquello
que los hace frágiles
y peligrosos para las
y los demás.

26 Género y territorio
El rol de los varones
en un mundo que cambia:
los nuevos desafíos
El contexto actual de conquistas de derechos y de mayor libertad para vivir nuestras
sexualidades y formas de ser requiere repensar los lugares que ocupamos, y en especial los
que ocupan los varones, en las jerarquías de poder porque la reproducción de los mandatos
de masculinidad y las violencias siguen sucediendo y generando daño principalmente a las
mujeres y otras identidades de género.
Si bien muchos varones comienzan a distanciarse del ideal de masculinidad que
presentamos aquí, sigue siendo una tarea pendiente revisar las relaciones de género y las
prácticas y comportamientos que sostienen y actualizan la dominación de los varones por
sobre las mujeres y otras identidades, y de ciertos varones por sobre otros.
En este camino, es necesario y urgente transformar y reconocer otras maneras de ser
varón, es decir, nuevos modelos que establezcan vínculos también nuevos y otras formas de
ser padres, hijos y compañeros. “La identidad masculina puede construirse promoviendo ac-
ciones individuales que transformen lo cotidiano y también promoviendo políticas públicas
que incorporen a los varones en el proceso de armado de un nuevo modelo de ‘ser varones’,
que nos ayuden a construir relaciones más acordes con los cambios sociales, proponiendo
un proyecto de identidad colectiva” (Sáchez, 2020).
Para eso, es fundamental que los varones se encuentren en espacios de reflexión
compartida donde puedan expresar e intercambiar sus experiencias personales, y promover
cambios individuales y procesos de organización social y comunitaria que den lugar a la
construcción de nuevas subjetividades masculinas no machistas.

Los mandatos de masculinidad como factor de riesgo 27


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Los mandatos de masculinidad como factor de riesgo 29


Propuesta Dinámica
pedagógica
Introducción 5’

Presentación de los objetivos del
taller y de ­quienes coordinan.
El objetivo de este encuentro es reconocer —
los mandatos tradicionales de la masculinidad
e ­identificar de qué manera la masculinidad
­hegemónica puede convertirse en un factor Primer momento 25’
de riesgo para mujeres, LGTBI+ y otros varones. —
Comenzaremos proponiendo una
“lluvia de ideas” acerca de lo que es
la masculinidad.

Conceptos centrales En un afiche o pizarrón se escribe, de un lado,
“La masculinidad es…” y, del otro, “La masculinidad
no es…”. Alguien de la coordinación va anotando las
ideas/palabras que para las y los participantes repre-
Definición de Costos y riesgos sentan qué es y qué no es la masculinidad.
­masculinidad de la masculinidad —
­hegemónica. hegemónica, tanto Una vez que cada listado contiene varias palabras,
para los varones se lee cómo quedó conformada cada columna.
como para las —
­demás personas. Algunas preguntas orientadoras para motivar
Mandatos el intercambio:
­tradicionales de · ¿Sumarían alguna característica más acerca
la masculinidad. de qué es la masculinidad?
·¿Consideran que estas características definen
a todos los varones?

30 Género y territorio
· ¿A qué tipo de masculinidad corresponden? Las preguntas se pueden escribir en el pizarrón o
· ¿Cuáles son las características que se resaltan ­afiche para que los grupos las tengan como ­r­eferencia.
y que socialmente se consideran más valiosas? —
La idea es promover el intercambio entre las y los En forma plenaria, cada grupo comparte alguno de
participantes. los ejes trabajados y los intercambios que surgieron.
— La participación dependerá del tiempo del encuentro
Para este momento, se pueden tomar como referen- y de la cantidad de participantes.
cia los contenidos del apartado “Masculinidad, gru- —
palidad y mandatos: ¿cómo se construye el ejercicio Para este momento, sugerimos tomar como referen-
de la masculinidad?”. cia los contenidos del apartado “¿La masculinidad
— puede transformarse en un factor de riesgo?”.

Segundo momento 45’


— Tercer momento
Invitamos a quienes participan a mirar — 15’
el video sobre masculinidades del cuadernillo. Como última actividad se propone que
— cada persona se junte con quien tenga al lado
Luego, en grupos de entre cuatro y seis personas, y entre ambas realicen la siguiente consigna:
las/os participantes comparten impresiones acerca del · Pensar qué cambios en lo cotidiano podrían hacer
video y debaten considerando los siguientes puntos: para desarmar la masculinidad hegemónica.
· ¿A qué se refiere la masculinidad como factor ­Escribirlo en una hoja.
de riesgo? · Después de leer lo que cada par escribió, se pide a
·¿Cuáles son los costos y peligros de la todas/os que armen una cartelera con algunas de
­masculinidad hegemónica? las propuestas que inviten a habitar otras formas
·¿Qué consecuencias tiene la masculinidad de masculinidad.
­hegemónica sobre una/o misma/o y sobre otras —
personas?

Los
Lamandatos
masculinidad
de masculinidad
hegemónica como factor de riesgo 31
Ideas centrales a trabajar en el encuentro

1 2
La masculinidad no es un hecho biológico, es La masculinidad hegemónica reúne todo lo que
decir que no depende de los genitales con los la sociedad define como posible, esperable y
que la persona nació, y tampoco es un conjunto de adecuado para los varones: aquellos mandatos que
atributos que tienen o poseen los varones sino un hacen que los varones sean varones, y se establece
concepto relacional, ya que existe en contraposi- como referencia y única posibilidad.
ción con la feminidad.

3
La masculinidad hegemónica se caracteriza
por establecer relaciones desiguales de poder
opresivas hacia las feminidades.

32 El género
Género y territorio
sobre la Mesa
4 5
Todas las versiones de masculinidad que no Los varones son los principales destinatarios
se correspondan con el modelo hegemónico de los mandatos de socialización y su ejerci-
resultan inadecuadas, menos completas y menos cio y reproducción los transforma en un factor de
acertadas acerca de lo que significa ser varón. Es- riesgo en, al menos, tres sentidos: hacia las mujeres,
tas serán socialmente desvalorizadas y sobre ellas niñas, niños y LGTBI+, a través de distintas formas
recaerán sanciones, castigos y violencias. de violencias; entre varones, a través del ejercicio
de las violencias sobre otros cuerpos e identidades
masculinas, y para sí mismos, a través de la ejecu-
ción de mandatos que los sitúan en lugares que los
ponen en riesgo.

Los mandatos de masculinidad como factor de riesgo 33


34 El género sobre la Mesa
Los mandatos de masculinidad como factor de riesgo 35
36 Género y territorio

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