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Vicent Sanchis Claramunt

Edad Media: una época no tan apestosa


La Edad Media es uno de los periodos históricos sobre los que se han acumulado más
imágenes tópicas, y la higiene (o la supuesta falta de ella) no iba a ser una excepción.

En la imaginería colectiva se acumulan toda clase de visiones estereotipadas, generalmente


negativas, sobre este periodo, y que abarcan desde costumbres sexuales como los cinturones
de castidad y el derecho de pernada a cuestiones científicas, se supone que todo el mundo
daba por supuesto que la tierra era plana, pasando por una ausencia generalizada de
costumbres higiénicas relativas al aseo personal. Tópicos y creencias que, como señala
Frontela (2022), provienen en gran parte de la época de la Ilustración y su intento de
menosprecia esta época.

Partiendo de este punto, en el presente artículo vamos a tratar de desmontar precisamente uno
de estos tópicos, la falta de higiene personal en el Edad Media, pues si bien como apunta
Gómez (2020), en lo referente a costumbre higiénicas, las medievales distan mucho de las
actuales, no estaban tan ausentes a como lo pinta el tópico. Higiene personal y limpieza que,
como señala Moreno, era vista como un requisito necesario para la salud, no porque fuese
origen de propagación de gérmenes y bacterias (que todavía no se conocían), sino porque la
falta de la misma viciaba el aire, lo corrompía, y eso si que era considerado origen de
enfermedades. Incluso, como señala Frontela (2022), en el escritos del cristianismo medieval
aparecen recomendaciones como lavarse los pies y cuidarse el cabello como parte del ritual
litúrgico y en las peregrinaciones.

Lo que está claro, es que la gente de todas las clases se mantenía tan limpia como sus
circunstancias se lo permitían, y que los hábitos y costumbres higiénicas, como tantas otras
cosas, variaban en función del estamento y clase social a la que se pertenecía. Pero lo cierto,
es que el estamento que peor reputación tenía fuese, como apunta Cartwright (2008), el
campesinado, cuyo medio de vida era muy exigente, distaba mucho del que tenían los nobles
y el clero.

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Este sector de la población ha sido durante mucho tiempo objeto de bromas sobre la higiene,
algunas de ellas se recogen incluso en tratados clericales
de la época, que a menudo los describían como poco más
que brutos animales, olvidando que casi todo el mundo
tenía costumbre de lavarse la cara y las manos por la
mañana. Un lavado temprano también era deseable
porque las pulgas y los piojos eran un problema común,
así como al terminar la jornada para quitarse la mugre de
todo el día. También era usual lavarse las manos, antes y
después de comer (el uso de cubiertos era una rareza).

Mujer lavando a un hombre. Detalle de la letra B con la que empieza el


manuscrito "Omne Bonum", c. 1360-1375. British Library Royal

Dado que el agua corriente era muy escasa, y teniendo en cuenta el esfuerzo físico que
suponía conseguir un cubo de un pozo o de una fuente de agua cercana, no es de extrañar que
tomar un baño completo cada día no resultara una opción factible para la mayoría de la gente.
Al no existir en las casas particulares un lugar específico para el baño se colocaba la tina en la
alcoba, o en la cocina (cerca del fuego para poder calentar el agua con más facilidad durante
el invierno) y se retiraba después.

Pero lo que valía para un campesino no era


suficiente para un aristócrata, las clases
más acomodadas sí que se bañaban con
más frecuencia, y en sus dependencias no
faltaban mejores retretes o salas para el
baño, e incluso sistemas primitivos de agua
corriente. Era necesario para los nobles
preocuparse por algunos detalles más para
no quedar fuera de la sociedad educada.

Enero, 'les tres riches heures'


Limbourg Brothers (Public Domain)

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Las reuniones sociales, como los banquetes, en las que se interrelacionaba con sus iguales,
hacía necesario una atención especial a la higiene, e incluso había reglas de etiqueta
elaboradas, como las que recoge Cartwright (2008) extraídas de Les Countenance de Table:

 ...y que los dedos estén limpios y las uñas bien cuidadas.
 Una vez que se ha tocado un bocado, no debe devolverse al plato.
 No se debe tocar las orejas ni la nariz.
 No deben limpiarse los dientes con un hierro afilado mientras se come.
 Debe ordenarse por reglamento que no se lleve un plato a la boca.
 El que quiera beber debe terminar primero lo que tiene en la boca.
 Y que antes se limpie los labios.
 Una vez recogida la mesa, lávese las manos y beba.

(Singman , 154)

Los monjes, sigue diciendo Cartwright (2008), también tenían sus zonas especiales para
lavarse. En la abadía de Cluny, en Francia, había un lavabo o pila grande donde los monjes se
lavaban las manos antes de las comidas. Además. por los registros sabemos que tenían toallas,
que se cambiaban dos veces por semana, las mismas veces que les estaba permitido bañarse,
mientras que el agua solo se cambiaba una vez a la semana.

Una costumbre generalizada en todos los estamentos era, como señala Sanz de Bremond
(2021), la de lavarse “por parroquias”, lo que se traduce en bañarse “por partes”. Y era
habitual usar lo que tenían a su alcance para este fin, así que algunos también aprovechaban
los ríos cercanos o sus afluentes para bañarse y lo hacían desnudos sin ningún tipo de pudor,
enfatiza Cubillos (2021).

Si el aseo personal era importante, el aseo y cuidado de la


ropa también tenían sus costumbres higiénicas, pues, como
apunta Frontela (2022), en aquella época la vestimenta era
un bien muy preciado, especialmente si se tiene en cuenta
que, además de tejerse, el acopio de materias primas para
elaborarla requería de un trabajo arduo. Tan es así, que
incluso se pasaba a los descendientes si se había logrado
conservar en buen estado, ya fuese para su uso como tal o
reutilizada para otros menesteres.

Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio, hacia 1280-85,


Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, Madrid

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Aparecen entonces las prendas interiores, camisolas de lino, algodón o sarga, que se llevaban
entre la ropa exterior y el cuerpo, que aislaban las secreciones del cuerpo del resto de la ropa.
Además, estas prendas interiores resultaban más fáciles de lavar e incluso de reponer.

En general para la limpieza de la ropa se utilizaba jabón y otros productos que, además,
también su usaban para el propio aseo personal, llegando a aromatizarse con el tiempo. El uso
y la elaboración del jabón, cuya invención se remonta al imperio sirio antiguo, era
transmitido, según señala Bremond, por las mujeres que acumulaban todo tipo de recetas para
el aseo y embellecimiento personal.

A modo de resumen final, incorporamos aquí una serie de recomendaciones presentes en


obras de Juan de Toledo (s XIV) y Juan Luis Vives (s XV), recogida por Frontela (2022):

 “¿Por ventura preguntas si nos lavamos? Cada día las manos, y la cara, y muy
a menudo: porque la limpieza del cuerpo, conviene para la salud, y para el
entendimiento”
 “Eusebio, trae la fuente con el aguamanil, levanta un poco la mano: dexa caer el
agua poco a poco por el pico, no de golpe, que la derrames: lava las suciedades
de los artejos de los dedos: enjuágate la boca, y garganta: estrega bien las cejas y
los párpados, también fuertemente las agallas: toma la toalla, límpiate […]
peynate primero con las púas  ralas, después con las espesas”.
 “Muchacho tráeme camisa limpia, porque ya seis días que traigo esta […].
No quiero esta camisa del cuello colchado, sino aquella otra del cuello llano:
porque estas arrugas en este tiempo, qué otra cosa son, que nidos y retiros de
piojos y pulgas”.
 “Quita el polvo de essas calzas sacudiéndolas con aquella escobilla de cerdas.
Dame también los escarpines limpios, porque estos están ya sudados, y huelen.
Phy, quítales de aí al punto, me ofende muchíssimo su mal olor, no puedo
sufrirlo […] yo que te he prevenido los chapines con las chinelas cubiertas, bien
limpios de polvo. Antes bien limpia los zapatos del moho y dales lustres”.

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Conclusión

En conclusión, bañarse no era desde luego «el pan nuestro de cada día», pero sí lavarse
aquellas partes del cuerpo más susceptibles de mancharse u oler mal: cara, manos, axilas,
pies..., (y partes íntimas). Algo que se haría de manera habitual a la vuelta del trabajo o antes
de acostarse para, entre otras cosas, no manchar el lecho.

Ojalá que lo aquí expresado sirva para cambiar, como dice Frontela (2022), la visión de una
época pasada, que resultaba ser más limpia y menos olorosa de lo que señalan los tópicos.

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Para profundizar en el tema tratado recomendamos la lectura de las obras de Mark Cartwright:
“La higiene en el medioevo”. Se trata de obra sencilla y fácil de leer que recoge todos los
aspectos relaciones con la higiene de la Edad Media, desde el aseo personal, los aseos o el
suministro de agua, así como la prevención de enfermedades.

Otra fuente que nos ayudara a comprender un poco más la época es el artículo de Isabel
Gómez Melenchon: “Edad Media: una era solo medianamente apestosa”, escrito para para la
revista “Historia y Vida”, transcrito a un podcast de La Vanguardia, donde se recogen recetas
y recomendaciones de la época para la higiene personal.

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BIBLIOGRAFÍA:

 CARTWRIGHT, Mark traducido por Miriam López. 2008. La higiene en el medioevo.


Disponible en: https://www.worldhistory.org/trans/es/1-17656/la-higiene-en-el-medioevo/
 CUBILLA POBLETE, Marcela; SANZ DE BREMOND, Consuelo. (2021). La
higiene en la Edad Media: conversatorio derribó mitos y noticias falsas sobre esta época
histórica. 2021. Disponible en: https://www.uv.cl/pdn/?id=12812
 FRONTELA CARRANZA, Alberto Javier. Higiene durante el Medievo y la
Modernidad. Una muestra holística del saneamiento y la compostura en tiempos pretéritos.
Desperta Ferrro Ediciones. Disponible en:
https://www.despertaferro-ediciones.com/2022/higiene-aseo-medievo-edad-media-moderna/
 GIL, Gonzalo Piédrola; NAVAJAS, Joaquín Fernández-Crehuet; GARCÍA, Miguel
Espigares. Medicina preventiva y salud pública. Barcelona. Masson, 2001.
 GÓMEZ MELENCHÓN, Isabel. (2020). Edad Media: una era solo medianamente
apestosa. La Vanguardia Podcast. Disponible en:
https://www.lavanguardia.com/historiayvida/edad-media/20200808/27110/
 MORENO-MARTÍNEZ, Francisco José; GÓMEZ GARCÍA, Carmen Isabel;
HERNÁNDEZ-SUSARTE, Ana María. Evolución histórica de la higiene corporal: desde la
edad antigua a las sociedades modernas actuales. Cultura de los Cuidados (Edición digital),
2016. (pag. 115-126). Disponible en: http://dx.doi.org/10.14198/cuid.2016.46.11
 La higiene desde la Edad Media hasta el siglo XVII. Disponible en
http://opusincertumhispanicus.blogspot.com/2016/03/la-higiene-desde-la-edad-media-hasta-
el.html

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