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Tulio Halperin Donghi - Historia contemporánea de América Latina1

Capítulo I: el legado colonial

Todavía a principios del SXIX seguían siendo visibles en Iberoamerica las huellas del proceso de
conquista.
En el SXVIII lo que había movido a los conquistadores era la búsqueda de metal precioso. Si
hasta 1520 el núcleo de la colonización española estuvo en las Antillas, las dos décadas siguientes
fueron de conquista de las zonas continentales de meseta, donde iba a estar por dos siglos y medio
el corazón del imperio español, desde México hasta el Alto Perú.
Sin duda las Antillas y hasta mediados el SXVIII el entero frente atlántico son el flanco débil de
ese imperio organizado en torno a la minería andina desde Jamaica hasta colonia de Sacramento en
el Río de la Plata, el dominio español ha retrocedido en más de un punto ante la presión de sus
rivales. Aún así el imperio llega casi intacto hasta 1810.
El sistema colonial tan capaz de sobrevivir s sus debilidades tenía el fin principal de obtener la
mayor cantidad posible de metálico con el menor desembolso de recursos metropolitanos. A más de
la porción extraía por la Corona por vía de impuesto, era necesario orientarla hacia la metrópoli,
mediante el intercambio comercial. Las consecuencias de este intercambio comercial para la
economía hispanoamericana eran múltiples y tanto más violentas cuanto más las favoreciesen los
datos de la geografía. La primera de ellas era la supremacía económica de los emisarios locales de
la economía metropolitana: el fisco y los comerciantes que aseguraban el vínculo con la Península.
La segunda era el mantenimiento casi total de los demás sectores de la economía colonial al margen
de la circulación monetaria.
Lo que hizo del are a de las mesetas y montañas de México a Potosí el núcleo de Indias
españolas no fue solo su riqueza minera, sino también la presencia de poblaciones indígenas, a la
que su organización anterior a la conquista había utilizables para la economía surgida en esta.
Para la minería, pero también para las actividades artesanales y agrícolas. Hacia esta última se
orientan predominantemente los conquistadores y sus herederos, primero como encomenderos a
quienes un lote de indios ha sido otorgado para percibir de ellos tributo que de todos modos los
vasallos indígenas deben a la corona; luego como dueños de tierras recibidas de mercedes reales. La
situación de los nuevos señores de la tierra no ha sido ganada sin lucha, primero abierta y luego más
discreta contra las exigencias de la corona y de los sectores mineros y mercantiles que contaban en
principio con su apoyo: a medida que el derrumbe de la población indígena se aceleraba, la defensa
de la mano de obra se hacía más urgente, la mita había ganado antipatía entre los señores de
territorios y administradores laicos y eclesiásticos de las zonas en que los mitayos debían ser
reclutados.
Los señores de la tierra tenían así un amplio predominio sobre amplias zonas de la sociedad
colonial; no habían conquistado situación igualmente predominante en la economía
hispanoamericana globalmente considerada.
La catástrofe demográfica del XSVII provocará transformaciones en el sector agrario: reemplazo
de la agricultura por la ganadería del ovino, respuesta elaborada desde el México hasta el Tucumán
a la disminución de la población trabajadora; reemplazo parcial de la comunidad agraria indígena,
de la que el sector español se limita a extraer una renta señorial en frutos y trabajo, por la hacienda,
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Capìtulo 1: sobre Misiones y Paraguay esta en la Pág 42
estructura de la administracion hispanoamericana (cabildos, virreyes,etc.) 56-58
población del Brasil 69-70
demografía brasilera 73-74
Capítulo 2: Alto Peru y Quito 92-93
Moreno vs Funes 101-102
Chile, Venexuela, Nueva Granda y su proceso de independencia 104-108
biografia de San Martin y Bolivar 116-130 (esta que hizo cada uno en los países tb)
México (Hidalgo y Morelos) 131-135
Capitania de Guatemala 135
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unidad de explotación del suelo dirigida por españoles. Este último cambio, es muy incompleto; de
intensidad y de formas jurídicas variables según las comarcas, de algunas estuvo totalmente
ausente. A diferencia de la comunidad indígena, a la que la conquista a impuesto un nuevo señor, la
hacienda es una organización orientada hacia consumidores ajenos a ella.
Su triunfo es entonces limitado; se da con mayor pureza allí donde el contacto más directo con la
economía metropolitana, gracias al cual los sectores mercantiles y mineros defienden mejor su parte
del producto de la actividad económica. Esa es sin duda la causa del ritmo relativamente más
acelerado que el proceso tuvo un México, que pese al papel secundario que al principio le cupo
dentro de la producción minera hispanoamericana alcanzó, desde muy pronto, una situación
relativamente privilegiada en sus relaciones económicas con la metrópoli.
Dentro del orden económico colonial la explotación agrícola forma una suerte de segunda zona,
dependiente de la mercantil y la miera, pero a la vez capaz de desarrollos propios bajo el signo de
una economía de autoconsumo que elabora sus propios y desconcertantes signos de riqueza.
La función del sector agrícola es, dentro del orden colonial, proporcionar fuerza de trabajo,
alimentos, tejidos y animales de carga a bajo precio para ciudades y minas.
Esa combinación de intereses privados y presiones oficiales tienen acaso su expresión más típica
en la institución del repartimiento de efectos: los corregidores, los funcionarios ubicados por la
corona al frente de enteros distritos, ofrecían esos productos al trueque de las poblaciones indígenas
sometidas a su mando. Las quejas sobre las muchas cosas inútiles que se obliga a comprar a los
indios se hacen cada vez más ruidosas a lo largo del SXVIII.
El pacto colonial, laboriosamente madurado en los SXVI y SXVII, comienza a transformarse en
el SXVIII. Influye en ello la decisión por parte de la metrópoli de asumir un nuevo papel frente a la
economía colonial, cuya expresión legal son las reformas del sistema comercial introducidas en
1778-82, que establecen el comercio libre entre la península y las Indias.
Las reformas implican: por una parte la admisión de que el tesoro metálico no era el solo aporte
posible de las colonias a la metrópoli; por otra el descubrimiento de las posibilidades de las colonias
como mercado consumidor. Una y otra innovación debían afectar el delicado equilibrio
interregional de las Indias españolas; los nuevos contactos directos entre la metrópoli y las colonias
hacen aparecer a aquella como rival de las que entre estas habían surgido como núcleos secundarios
del anterior sistema mercantil.
El contacto directo con la península comienza la fragmentación del área económica
Hispanoamericana en zonas de monocultivo que terminarán por estar mejor comunicadas con su
metrópoli ultramarina que con cualquier otra área vecina. Esa fragmentación es a la larga
políticamente peligrosa; si parece fortificar los vínculos entre Hispanoamérica y su metrópoli,
rompe los que en el pasado han unido entre sí a las distintas comarcas de las Indias españolas.
La reforma comercial no los consolida y promueve esos cambios en la economía indiana; se
vincula además con otros que se dan en la metrópoli. Esa nueva oleada de conquista mercantil que a
lo largo del SXVIII es denunciada en todas partes como afirmación del monopolio de Cádiz.
Junto con la hegemonía mercantil de la renaciente España septentrional se afirma también su
avance industrial, que las medidas proteccionistas incluidas en el nuevo sistema comercial intentar
fortalecer asegurándole facilidades en el mercado colonia. En este sentido la reforma alcanza un
éxito muy limitado: el despertar económico de la España del setecientos no tiene vigor bastante para
que la metrópoli pueda asumir plenamente el papel de proveedora de productos industriales para su
imperio.
Así los privilegios que el nuevo sistema comercial otorga a la metrópoli benefician menos a su
industria que a su comercio: el nuevo pacto colonial fracasa sustancialmente porque mediante él
España sólo logra transformarse en onerosa intermediaria entre sus Indias y las nuevas metrópolis
económicas de la Europa industrial.
De la Hispanoamérica marcada por las huellas contradictorias de tres siglos de colonización,
México era la región más poblada, la más rica, la más significativa para la economía europea. Es la
expansión de la plata del México septentrional la que sostiene el crecimiento capitalino.

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Ese México septentrional es menos indio que el centro meridional; ha sido más tocado que este
por la evolución que va desde la comunidad agraria indígena a la hacienda, que parte porque en
amplias zonas de él la hacienda ganadera se implantó allí donde nunca se había conocido
agricultura. En el Norte en expansión son los mineros quienes dominan la sociedad local; junto con
los hacendados, ambos predominantemente blancos ocupan las primeras filas de la alta clase criolla
que en la capital rivaliza con la peninsular, ostentando frente a ella títulos de nobleza que en el
SXVIII no ocultan su origen venal. Los comerciantes que conquistaron desde Veracruz el sistema
mercantil mexicano, estaban también detrás del avance de la agricultura de mercado. Luego de
1795, el avance del azúcar estaba destinado a durar. Existe además en México central una industria
artesanal más importante que en el Norte, es el centro textil de Puebla y su producción se destina
sobre todo al mercado interno.
El crecimiento mexicano, muy rápido en la segunda mitad del SXVIII, parece hacer crecer las
causas del conflicto entre los miembros de la clase alta. En primer lugar, en una clase alta
inevitablemente encendida entre señores de la plata y grande comerciantes del México central, que
son predominantemente peninsulares. En el plano político es el Cabildo México la fortaleza de la
aristocracia criolla, frente a las magistraturas de designación metropolitana.
Toda esa clase alta es rica y su prosperidad va acompañada de una honda miseria popular. Por el
momento, este contraste no paree haber hecho temer nuevas tensiones. Las oposiciones se daban,
en primer lugar, en medio de una rápida expansión demográfica; de menos de tres millones de
habitantes a mediados del SXVIII. México pasa a más del doble medio siglo después. La mayor
expansión dentro de la economía, se da en el sector de autoconsumo, cuya participación en el
dominio de la tierra es disminuida por el avance de la economía comercial. He aquí un problema
que va a gravitar con dureza creciente en la vida mexicana: ya es posible adivinarlo detrás de la
violencia de los levantamientos de Hidalgo y de Morelos. Otro problema que afecta a factores
menos numerosos es el del desemboque para la población urbana que, en parte a causa de la
inmigración forzada de campesinos, en parte por el puro crecimiento vegetativo, aumenta más
rápidamente que las posibilidades de trabajo en la ciudad.
Para la corona, cuyo progresismo esta inspirado, en parte, en criterios fiscalistas, México, capaz
de proporcionar los dos tercios de las rentas extraídas de las Indias, es la colonia más importante.
Para la economía metropolitana también: la plata mexicana parece encontrar como
espontáneamente el camino de la metrópoli. Esa riqueza está concentrada en pocas manos; es por
añadiría el fruto de la acumulación de una parte mínima del producto de la minería mexicana.
Si México es al final del SXVIII, la más importante económicamente de las posesiones indianas,
no es ya la que crece rápidamente. Las Antillas españolas originariamente ganaderas, desde
comienzos del SXVIII se orientan hacia la agricultura tropical. Es sobre todo la Cuba la beneficiaria
de esta expansión, acelerada luego por la ruina de Haití y anticipada desde el SXVII por la aparición
del tabaco como segundo rubro de la economía cubana al lado del ganado. Pero el monopolio del
tabaco es variable y la compre pone un limite en la expansión. La del azúcar, por el contrario,
acelerada por la coyuntura internacional: la guerra de la independencia de los EE UU abre la
economía cunaban al contacto de estos aliados de España; luego el ciclo de la revolución francesa y
las guerras civiles imperiales le asegura una nueva y más rápida expansión. La expansión azucarera
se produce en medio de una crónica escasez de capitales, en exploraciones pequeñas, que trabajan
con esclavos relativamente poco numerosos cuyos propietarios arrastras deudas frente a los
comerciantes habaneros que les han prestado lo necesario para instalarse.

Frente al crecimiento de México y Cuba, América central organizada en la Capitanía General de


Guatemala, se mostraba más estática. El mayor predominio indígena se encuentra en el Norte,
tierras de grandes haciendas y comunidades indígenas orientadas al autoconsumo.
El Salvador tiene una población más densa de indios y mestizos y una propiedad más dividida.
Son los comerciantes los que dominan las zonas y controlan la producción y exportación del
principal producto, el índigo.
Más al Sur, Honduras y Nicaragua son tierras de ganadería extensiva y escasamente prospera.
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Las tierras sudamericanas del Caribe son de nuevo zonas de expansión. Nuevas Granada tiene su
principal producto de exportación, el oro, cuya producción creció rápidamente en el SXVIII. Esta
región era compleja: integrada por una costa en que Cartagena de Indias, la ciudad-fortaleza, era el
centro de poder militar español en la orilla sudamericana del caribe. La capital, Bogota, ciudad
surgida en medio de la meseta ganadera tenía dificultad para imponerse sobre sus rivales. Nueva
Granada avanza sobre líneas muy tradicionales y su contribución a la economía ultramarina es sobre
todo la de sus minas de metales preciosos.

Venezuela se volcaba al comercio ultramarino: cacao y ganado menos y vacuno. Con la mitad de
población que Nueva Granda, exportaba el doble. El más importante de sus rubros es el cacao,
luego el café y el algodón. Los señores del cacao –mantuanos- dominan la economía venezolana.

La presidencia de Quita, opone más que el Perú la diferencia entre Sierra y Costa. La costa
estaba consagrada a la agricultura tropical exportadora para ultramar. Es una agricultura de
plantación con mano de obra esclava. Pero la mayor parte de la población se encuentra en la Sierra,
esta es predominantemente india. La sierra esta mal integrada a la economía ultramarina, es en
buena parte de autoconsumo.

El virreinato del Perú vivió una etapa complicada. La reorganización imperial de la segunda
mitad del SXVIII se ha hecho en él su primera victima: la separación del virreinato neogranadino y
del rioplatense, arrebatan a Lima la importancia administrativa y el dominio mercantil de la meseta
altoperuano y el de los circuitos comerciales del interior rioplatense. Como compensación a esta
reorganización se queda con la producción de la plata que se da en las tierras bajo peruanas que le
pertenecen. La minería seguía estando en la bese de la economía y del comercio ultramarino de
Perú.
La sierra meridional, es el gran centro de población indígena peruana, con su capital Cuzco.
La agricultura serrana vive oprimida por la doble carga de una clase señorial española y otra
indígena, agravada por la del aparato político-eclesiástico, que vive también de las tierras.
La sede virreinal lo es también de una aristocracia que une al dominio de la agricultura costeña el
del comercio del conjunto del virreinato. Aún conserva parte del mercado chileno, aunque antes lo
controlaba por completo

En el SXVII Chile también crece: la producción de metales preciosos esta en ascenso y llega
hacia fines de siglo a cerca de dos millones de pesos anuales. La población crece más rápidamente
que la economía y sigue siendo en su mayor parte rural formada de blancos y mestizos. Este avance
demográfico vinculado con la expansión del área ocupada se da sin transformaciones notables de la
estructura social: el campo es dominado por la gran propiedad y trabajado cada vez más por los
labradores que explotan lotes individuales a la vez que cultivan la tierra señorial. La clase
terrateniente se renueva en el SXVIII abriéndose a muchos inmigrantes peninsulares llegados a
Chile como burócratas o comerciantes.
La oposición dominante es entre peninsulares y americanos; la población negra es escasa.

Con las transformaciones de la segunda mitad del SXVIII el Río de la Plata, Venezuela y las
Antillas son las comarcas mas profundamente afectadas. Bs. As centro de importación de esclavos
para todo el sur del imperio español desde 1714 y desde 1776 capital del virreinato. La gobiernan
un conjunto de medidas sobre el comercio que derivan de algo más que de la posición geográfica,
ya que la dotan de un hinterland económico que va hasta el Pacífico y el Titicaca. El ascenso de la
ciudad es rápido, crece su población y su aspecto de transforma.
El sector prospera gracias a su dominio sobre los circuitos que rematan en el Alto Perú.
Igualmente vinculada con el norte esta le economía del interior rioplatense la de los distritos
comerciales, ganaderos, artesanales de la ruta al alto Perú. Unos y otros encuentran un mercado
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alternativo en el litoral, pero los productos agrícolas han sufrido han sufrido un golpe provocado por
el comercio del trigo y el vino del Levante que expulsan a los de Bs. As y Cuyo.
En el litoral los indios no constituyen una amenaza, sino que sirven de intermediadotes entre las
tierras españolas y las tierras portuguesas. El litoral vive dominado por los comerciantes de Bs. As.,
los salarios son aquí altos, pero las necesidades de mano de obra tan limitadas que ello no frena la
expansión ganadera. La ganadería del litoral tiene por principal rubro la exportación de cueros y la
industria de carne salada en menor medida
Pero el núcleo demográfico y económico de este virreinato sigue estando en el Alto Perú y sus
minas. En torno a ellas se expande la agricultura altoperuano. La lado de las ciudades mineras
surgen las comerciales, la más importante es La Paz.
La economía y sociedad del virreinato rioplatense muestran una complejidad que deriva, en
parte, de que sus tierras han sido reunidas por decisión política en fecha reciente, luego de haber
seguido trayectorias profundamente distintas.

Rasgos comunes de América Española. Una de ellas es el peso económico de la Iglesia y sus
Órdenes y como estas influyen de maneras diversas en la vida colonial. Otro rasgo, es la existencia
de líneas de castas cada vez más sensibles, que no se afirman solo en donde las diferencias
económicas son muy marcadas, sino también, donde deben dar nueva fuerza a diferenciaciones que
corren peligro de borrarse, sobre todo entre los blancos, los mestizos y mulatos libres. Las tensiones
entre estos grupos étnicos están dispersos por todo el territorio hispanoamericano.
La diferenciación de castas es un elemento estabilizador, destinado a impedir el ascenso de los
sectores urbanos más bajos a través de la administración, el ejercito y la Iglesia, a la vez que a
despojar de consecuencias sociales el difícil ascenso económico obtenido por otras vías, pero se
acuidad creciente revela el problema capital de la sociedad hispanoamericana: si las fronteras entre
castas se hace dolorosas es porque la sociedad colonial no tiene lugar para todos sus integrantes.
La sociedad colonial crea así, en sus muy reducidos sectores medios, una masa de descontento
creciente: es la de los que no logran ocupación, o la logran solo por debajo del que juzgan su lugar.
Este conflicto estuvo condicionado por las migraciones desde la metrópoli.
Al agolpamiento de la población urbana en torno a posibilidades de ocupación y ascenso
demasiado limitadas para ella, se revela como un aspecto de otro rasgo más general: la desigualdad
extrema de la implantación de la sociedad hispanoamericana en el vastísimo territorio bajo dominio
español.
El orden colonial deja abiertas las nociones de que la actividad mercantil es prestigiosa (porque
es lucrativa), al igual que la noción de que grupos humanos cada vez mas vastos en torno de las
limitadas posibilidades que ofrecen los “oficios de repúblicas” que también dan prestigio.
El escaso dominio de la tierra, sumando a los obstáculos naturales, explica la importancia que
conservan los ríos en el sistema de comunicación Hispanoamérica: el transporte fluvial permite
esquivar las dificultades que una naturaleza apenas transformada impone al terrestre; proporciona
además una relativa seguridad cuando se trata de bordear zonas pobladas por indios de guerra. Los
ríos pueden ser preferibles a las rutas terrestres aún así presentan a menudo riesgos muy serios.
Por estas dificultades en la comunicación terrestre, en transporte se agota una parte importante de
la fuerza de trabajo, a menudo escasa, a la vez el consumo desenfrenado de mulas como medio de
transporte no contribuye a abaratar las comunicaciones; introduce uno de los rubros mas pesados en
el coste total del sistema.

Las innovaciones dirigidas por la corona tienen dos aspectos: el comercial y el administrativo.
En el primero lograron comenzar la transformación del comercio interregional hispanoamericano y
favorecieron el surgimiento de núcleos de economía exportadora al margen de la minería. Aunque
esta sigue dominando las exportaciones hispanoamericanas.
La reforma mercantil se encuentra más influyente en torno a las importaciones. La libertad del
comercio en el marco imperial acerca a las Indias a la economía europea, abarato localmente los
productos importados y hace posible aumentar su volumen. Esta transformación, que corresponde al
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cambio de las funciones asignadas a las Indias frente a su Metrópoli, esta lejos de significar una
incorporación plena de los potenciales consumidores hispanoamericanos a un mercado hispánico
unificado, el uso de bienes de consumo importados que se limita a las capas sociales mas altas,
conoce además limitaciones geográficas, y se funde peor lejos de los puntos de ingreso de la
mercancía ultramarina.
Con todas esas limitaciones las reformas mercantiles parecen introducir un nuevo equilibrio
entre importaciones y exportaciones, menos brutalmente orientado a favor de la metrópoli. Esa
innovación es balanceada por otras: en primer lugar, la que significa la conquista de los grandes
circuitos comerciales hispanoamericanos por comerciantes peninsulares y en segundo, la presencia
de la corona cuyas tentativas de reforma tienen motivación múltiple, pero están inspiradas por una
vocación fiscalista que no se esfuerza por ocultarse. Detrás de las reformas administrativas puede
encontrarse también la intención de fortalecimiento político, visto sobre todo en la perspectiva
militar; además era para las autoridades un fin en si mismo: sin ellas, creían, que el vinculo imperial
iba a terminar desapareciendo.

Dentro del cuadro tradicional, el SXVIII asistirá a un proceso de creación de nuevas unidades
administrativas (Nueva Granda 1717; Río de la Plata 1776) que otorgan mayor poder de decisión a
autoridades regionales dentro de los virreinatos. Pero al lado de esas transformaciones, vinculadas
sobre todo a la necesidad de defensa y destinadas a hacer más eficaz la administración, se da otra
modificación de intención más ambiciosa.
El resultado de las reformas: se descubrirá que las reformas no logran disminuir los conflictos
institucionales, se descubrirá también que los procesos contra la corrupción de la administración
colonial son modestos.
Ese fracaso era inevitable: la corona buscaba crear un cuerpo de administradores que fueran
realmente sus agentes, pero el cuerpo que organizo era demasiado limitado en número; cada
intendente de hallaba solo frente a un sistema de intereses consolidados. Esas limitaciones impiden
entonces que la reforma administrativa haya puesto realmente en manos de la corona el gobierno de
sus Indias; el poder de los agentes del Rey sigue limitado, a la vez que por corrupción podía ser
muy amplia.
La reforma en la administración se extiende a la esfera militar: también aquí encuentra una
organización que descansa sobre todo en las fuerzas locales, a la que va a transformar creando como
núcleo de las fuerzas armadas de las Indias un ejercito profesional, con soldados enganchados en la
península. Para los soldados de este ejército las reformas se procuran de asegurar una posición
social respetable, mediante fueros especiales y una buena situación en la jerarquía de precedencias.
Se crea un ejército propio de Indias, antes inexistente.
La preocupación por la guerra esta muy cerca de la inquietud por el progreso técnico.

La Iglesia también iba a ser muy tocada por la oleada de renovación. Constituidas en un aspecto
fundamental de la administración española en Indias, La iglesia y las órdenes debían a esa situación
un patrimonio cuya importancia relativa variaba según regiones, pero que era muy importante.
A mas de dominar tierras diseminadas entre las de españoles, las ordenes siguen al frente de
empresas complejas que son a la vez de evangelización y gobierno: misiones y reducciones que, en
las fronteras imperiales, cumplen una función política precisa. Expulsados los jesuitas, es el clero
secular el que domina el panorama eclesiástico en las Indias, y la corona juzga sin duda bueno que
esto sea así. El clero secular es más dócil y en la medida en que se renueva en su jerarquía por
impulso directo de la corona, podrá ser remodelado conforme a los deseos de esta.
El clero secular posee también bastas riquezas, lo mismo que en la metrópoli y aun más que ella,
esas riquezas se vuelven sobre obispos y cabildos catedralicios y alcanzan la mayor parte del clero
parroquial. Este colabora con la obra reformadora de la corona: el párroco de aldea es visto como el
pastor de las almas perdidas que son la de los indios (esa es la idea más o menos).

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Brasil durante el SXVIII ha sido más transformado que Hispanoamérica. Su zona nuclear se ha
trasladado del norte azucarero al centro minero; al mismo tiempo se da una expansión al norte sobre
la amazonía y al sur se abren nuevas tierras ganaderas sobre Río Grande.
Hasta finales del SXVII es Brasil un núcleo azucarero rodeado de un contorno que lo
complementa, proveyéndolo de hombres y ganados. Uno y otro sufren de manera distinta las
consecuencias de la decadencia azucarera, unidas a las de una secesión secular que excede el marco
brasileño (fines del SXVII).
La decadencia del azúcar tiene consecuencias inesperadas sobre las zonas marginales. En ella
sobrevive la que ha sido cronológicamente la primera de las formas de maderas, algo de oro y
piedras preciosas, obtenidas todas por trueques con la población indígena. Otras has adquirido
importancia creciente: la ganadería en la retaguardia de la zona azucarera; está y la caza de hombres
en lo que será el brasil central. La expansión de esa caza indígena se da en forma de defensa de la
economía azucarera demasiado golpeada, que no podía seguir recibiendo un ritmo creciente de
esclavos africanos, cuyo comercio estaba integrado en circuitos cuyo instrumento de cambio era esa
moneda metálica, a la que por la crisis exportadora del azúcar se tenia cada vez menos acceso.
El desarrollo de la minería produjo una nueva importancia para el Brasil, y la importación de
esclavos retomo un ritmo rápido. Pero la pequeña empresa de explotación admitía una multiplicidad
de empresarios individuales y provoco una inmigración metropolitana que no tuvo paralelo en
Hispanoamérica; gracias abre todo a ella Brasil pudo alcanzar, a fines del SXVIII, los 3 millones de
habitantes. Ya para entonces la explotación minera había cerrado su ciclo de prosperidad. Aún
luego de la decadencia de su nuevo núcleo, el Brasil del oro se habia ampliado de modo irreversible
hacia el norte y hacia el sur.
Las alternativas de prosperidad se vinculan también con las políticas comerciales sucesivamente
adoptadas por la corona. De comienzo del SXVIII es la total integración de la economía portuguesa
en el área británica: el oro brasilero va hacia su metrópoli y concluye su recorrido en Gran Bretaña.
La diferenciación entre productores y mercaderes tiene en Brasil un sentido diferente del que
tiene en Hispanoamérica: aquí hay desde el comienzo un amplio sector agrícola que produce para
ultramar y tiene a su frente a una clase de terratenientes muy homogénea; aquí la metrópoli no
puede tener una política económica tan definida y sobre todo tan determinante como la Española.
Solo muy tardíamente tiene el Brasil una administración colonial comparable en coherencia a la que
tuvo Hispanoamérica ya en la segunda mitad del SXVI; ese punto de apoyo a las fuerzas que
aseguran la cohesión economiza entre metrópoli y colonia es por lo tanto menos sólido.
En Portugal la Corona no puede llevar adelante por sí sola la exploración y conquista:
reservándose la soberanía de los territorios americanos conquistados por portugueses, reconoce muy
amplias atribuciones a quines ponen el dinero y los hombres necesarios para la empresa. El primer
Brasil, el de las capitanías, es entonces un conjunto de factorías privadas (escasamente rendidoras)
en la costa americana: no solo su transformación en colonia de la corona es más lenta que en
Hispanoamérica es además menos completa. Cuando un nuevo Brasil, surge del primitivo, junto con
el surgirá una clase terrateniente cuya mano de obra no depende de las concesiones mas o menos
gratuitas de la Corona; esta compuesta de negros esclavos comprados en el mercado. Del mismo
modo cuanto la tierra: falta en el Brasil del azúcar esa imprecisión en la posesión jurídica de la
tierra por los conquistadores, que en Hispanoamérica, sigue haciendo depender su fortuna
inmobiliaria de los favores del poder político.
En Hispanoamérica la posesión de la tierra y la de la riqueza no van juntas; en el Brasil si suelen
acompañarse, y eso da a las clases dominantes locales un poder que les falta en las Indias
castellanas.
La compañía de Jesús en Brasil solo adquieren una débil importancia en el SXVIII y en el
remoto Amazonas, aunque rica e influyente. El personal eclesiástico era en Brasil parte de esa clase
dominante de base local y rural, cuyo poderío no tiene paralelo en Hispanoamérica.

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Capítulo 2: La crisis de la Independencia

Ese edificio colonial entró en rápida disolución a principios del SXIX; en 1825 Portugal había
perdido todas sus tierras americanas, y España sólo conservaba Cuba y Puerto Rico.
En el marco de la nueva Europa industrial, la Lucha por la independencia, sería en este aspecto,
la lucha por un nuevo pacto colonial que conceda a los productores accesos menos limitados al
mercado ultramarino y una parte menos reducida del precio allí pagado por sus frutos.
Al lado de la reforma económica estaba la reforma política administrativa: el reclutamiento de
funcionarios (preferentemente metropolitanos para la corona) dispuestos a defenderlos intereses de
la corona frente a las demasiado poderosas ligas de intereses locales. Pero no hay duda de que esa
reforma aseguro a las colonias una administración más eficaz que la antes existente.
La enemiga contra los peninsulares favorecidos en la carrera administrativas como la oposición
frente al creciente centralismo, eran solo un aspecto de las reacciones despertadas en las colonias
por la creciente gravitación de una metrópoli renaciente. La misma resistencia se presenta frente a
los cambios en la estructura comercial: ese enjambre de mercaderes metropolitanos que en la
segunda mitad del SXVIII avanzaba sobre los puertos y los nudos comerciales de las Indias,
cosechando una actividad importante de los frutos de la activación económica, era aborrecida.
Esa renovación no tenía necesariamente contenido políticamente revolucionario. Por el contrario,
avanzo durante una muy larga primera etapa en el marco de una escrupulosa fidelidad a la corona.
Ello se fundaba en que era la corona la más poderosa de las fuerzas renovadoras que actuaban en
Hispanoamérica. La crítica de la economía o de la sociedad colonial, la de ciertos aspectos de su
marco institucional o jurídico no implicaba una discusión del orden monárquico o de la unidad
imperial.
Desde fines del SXVIII esta fe antigua y nueva tenia sus descreídos. En este sentido indudable se
ha hallado más de una vez la explicación para los movimientos sediciosos que abundan en la
segunda mitad del SXVIII, y en lo que se ven los antecedentes inmediatos de la revolución
independiente. Vistos de cerca, ellos presentan una fisonomía escasamente homogénea t a la vez no
notablemente nueva. Sin duda, podemos encontrar un elemente desencadenante creada por las
reformas administrativas, pero las respuestas son localmente muy variables.
Menos discutible es la relación entre la revolución de independencia y los signos de descontento
manifestados en muy estrechos círculos dentro de algunas ciudades de Latinoamérica desde
aproximadamente 1790. Esos signos fueron magnificados primero por sus represores y luego por
los historiadores: el resultado de esos episodios eran los mártires y los desterrados.
Frente a un Portugal encerrado en una difícil neutralidad y a una España a partir de 1795 aliada a
Francia revolucionaria y napoleónica, se desarrolla en América española en particular la crisis de la
independencia a partir de la degradación del poder español que desde 1795 se hace cada vez mas
rápida.
El primer aspecto de esa crisis: ese poder se hace cada vez más lejano. La guerra con Gran
Bretaña que domina el Atlántico separa progresivamente a España de sus Indias. Hace más difícil
mandar allí soldados y gobernantes, hace imposible el monopolio comercial. Un conjunto de
medidas de emergencia autorizan la progresiva apertura del comercio colonial con otras regiones; a
la vez conceden a los colonos libertad para participar en la navegación cada vez más riesgosa en las
rutas internas del imperio.
Esta nueva política es recibida con entusiasmó en las colonias. Las Indias comienzan a sentirse
capaces de valerse solas por un sistema comercial profundamente perturbado por las guerras
europeas.
Los comerciantes especuladores y los productores a los que las vicisitudes de la política
metropolitana privan de sus mercados tienden a ver cada vez más el lazo colonial como una pura
desventaja; la libertad que derivaría de una política comercial elaborada por las colonias mismas
pasa a ser una inspiración cada vez mas viva.
En lo administrativo, el agotamiento de los vínculos entre la metrópoli y colonias comenzara a
darse más tardíamente que en lo comercial, pero en cambio tendrá un ritmo más rápido. En este
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campo y en el de aislamiento de España por la ineficiente comunicación marina los quince años que
van desde 1795 a 1810 borran los resultados de esa lenta reconquista del imperio colonial que había
sido una de las hazañas de la España borbónica. Por otra parte, la Europa de las guerras
napoleónicas no esta tampoco dispuesta a asistir a una marginalización de las Indias, que solo le
deje abierta, como en el SXVII, la puerta del contrabando.
En 1806, en el marco de esta guerra, el dominio español en Indias recibe su primer golpe
realmente grave; en 1810, ante lo que parece ser una ruina inevitable de la metrópoli, la revolución
estalla desde México hasta Bs. As.

En 1806 la capital del virreinato del Río de la Plata es conquistada por sorpresa por una fuerza
británica; la guarnición local fracasa en una breve tentativa de defensa. Las conspiraciones se
suceden y finalmente, un oficial naval francés al servicio del rey de España conquista Bs. As con
tropas que se han organizado en Montevideo. El virrey, que en 1806 y 1807 ha huido frente a las
invasiones es declarado incapaz por la Audiencia, interinamente lo reemplaza Liniers, el jefe
francés de la reconquista (ese que tiene una casa en Alta gracia). Son las milicias la que hacen la
Ley y la Audiencia si inclina ante u voluntad.

La guerra de la independencia significa nuevamente que la metrópoli (ahora aliada de Inglaterra)


puede entrar en contacto con sus Indias. Significa también que es poderosa aliada se abre el acceso
al mercado indiano.
En México reaccionan frente a la inclinación del virrey Iturrigaray a apoyarse en el cabildo de la
capital, predominantemente criollo, para organizar con su colaboración una junta de gobierno que
gobernase en nombre del rey cautivo. En 1808 un golpe de los peninsulares captura al virrey y lo
reemplaza.
En el Río de la Plata el cabildo de Bs. As. Intenta reemplazar a Liniers, pero fracasa debido a la
supremacía local de las milicias criollas.
En Montevideo los oficiales peninsulares dominan y establecen una junta que desconoce al
virrey y pretende gobernar todo el virreinato.
Estos episodios siguen un esquema que luego se repiten: son ahora fuerzas de raíz local las que
contraponen; los grandes cuerpos administrativos ingresan en el conflicto político para conferir una
legitimad por otra parte bastante dudosa a las soluciones que esas fuerzas han impuesto. Los
movimientos criollos reiterarán sustancialmente el mismo esquema de los dirigidos por
peninsulares.
Estos movimientos criollos se habían mantenido en los límites (cada vez más imprecisos) de la
legalidad. En 1809 otros iban a avanzar hasta la rebelión abierta, por Ej.: Alto Perú.
Esos episodios preparaban la revolución. Mostraban en primer término, el agotamiento de la
organización colonial: en más de una región esta había entrado en crisis abierta; en otras las
autoridades anteriores a la crisis revelaban, a través de sus vacilaciones, hasta que punto había sido
debilitadas por ellas. Por Ej.: así en Nueva Granada en 1809, el virrey acepto ser flanqueado por una
junta consultiva.
En el naufragio del orden colonial, los puntos reales de disidencia eran las relaciones futuras
entre la metrópoli y las Indias y el lugar de los peninsulares en estas. En estas condiciones, las
fuerzas cohesivas, que en la Península eran tan fuertes, aún en medio de la crisis, contaban en
Hispanoamérica bastante poco; ni la veneración por un rey cautivo; ni la fe en un nuevo orden
español surgido de cortes constituyentes, podía aglutinar a este subcontinente entregado a tensiones
cada vez mas insoportables.
Pero de los dos puntos de disidencia, relaciones con la metrópoli y lugar de los peninsulares en
las colonias; el más grave era el segundo. El problema del lugar de los peninsulares en
Hispanoamérica se hacia cada vez más agudo: las revoluciones comenzaron por ser tentativas de los
sectores criollos de las oligarquías urbanas por reemplazarlos en el poder político. La
administración colonial, puso, todo su peso a favor de los peninsulares. En los virreyes, los

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intendentes, las audiencias, se veía ahora sobre todo a los agentes e la supremacía de los españoles
sobre las altas clases locales.

En 1810 se dio otra etapa en el que parecía irrefrenable el derrumbe de la España


antinapoleonina: la perdida de Andalucía reducida el territorio real a Cádiz y alguna isla de su
Bahía; en medio de la derrota, La Junta Suprema Sevillana, depositaria de la soberanía, era disuelta
sangrientamente por la violencia popular, en busca de responsables del desastre: el cuerpo que
surgía en Cádiz para reemplazarla se había designado a sí mismo; era titular extremadamente
discutible de una soberanía ella misma algo problemática.
Este episodio proporcionaba a la América Española la oportunidad de definirse nuevamente
frente a la crisis del poder metropolitano: en 1808, una sola oleada de lealtad dinástica y patriotismo
español había atravesado las Indias. Dos años de experiencia con un trono vacante, y que lo seguiría
estando por un futuro indefinido, los ensayos por definir de un modo nuevo las relaciones con la
revolucionaria metrópoli, parecían anticipar una respuesta mas matizada.
La caída de Sevilla es seguida en casi todas partes por la revolución colonial; una revolución que
ha perdido ya a presentarse como pacifica y apoyada en la legitimidad. Sin duda había razones para
que un ideario independentista maduro prefiriese ocultarse a exhibirse: junto al vigor de la tradición
de lealismo monárquico entre las masas populares pesaba la coyuntura internacional que obligaba a
contar con la benevolencia inglesa. Pero en medio de la crisis del sistema político español, el
pensamiento de los revolucionarios podía ser sinceramente más fluctuante de lo que la tesis del
fingimiento quiere suponer.
En casi todas partes las autoridades pueden exhibir signos de esa legitimidad que tanto les
interesa. Las revoluciones que se dan sin violencia, tienen por centro al Cabildo; esta institución
municipal tiene por lo menos la ventaja de no ser delegada de la autoridad central en derrumbe; por
otra parte, el Cabildo Abierto asegura en todos los casos la supremacía de las elites criollas. Son los
cabildos abiertos los que establecen las juntas de gobierno que reemplazan a los gobernantes
designados desde la metrópoli. Esos gobernantes se inclinan en casi todas partes ante los
acontecimientos: la Junta de Bs. As. no se cansara de exhibir la renuncia del ultimo virrey, que
previamente a aprobado las reuniones de las que el cambio de régimen ha surgido.
Por ahora la revolución es un drama que se presenta en un escenario muy limitado: las elites
criollas de las capitales toman su venganza por las demasiadas postergaciones que han sufrido,
heredadas de sus adversarios, los funcionarios metropolitanos; si bien saben que una de las razones
de su triunfo es que su condición de americanas les confiere una representatividad que todavía no
les ha sido discutidas y están dispuestas a abrir a otros sectores una limitada participación en el
poder, sin embargo, no apoyan cambios demasiados profundos en las bases reales el poder político.
Por mucha que sea su habilidad para envolverse con el manto de la legalidad, saben de ante
mano que esta podrá ponerlos en mejor situación que sus adversarios internos, pero no doblegara la
resistencia de los mismo. En todas partes, funcionarios, clérigos, militares peninsulares utilizan su
poder en contra de un movimiento que saben tramado en su daño; la defensa de su lugar en las
Indias la identifican con la del dominio español. Hay así una guerra civil que surge en los sectores
dirigentes; cada uno e los bandos procurará extenderla como pueda, buscar, fuera del circulo
estrecho en que la lucha se ha desencadenado, adhesiones que le otorguen la supremacía.
Las primeras formas de expansión de la lucha siguen también cauces nada innovadores: las
nuevas autoridades requieren la adhesión de sus subordinados.
En el Río de la Plata la Junta revolucionaria envía dos expediciones militares a reclutar
adhesiones; una de ellas dirigida por Belgrano al Paraguay (fracasa), otra a Córdoba. La revolución
de 1810 iba a ser punto de partida para una nueva disidencia de Montevideo, en la que más e las
reticencias del puerto rival de Bs. As. contaba la presión de la estación naval española y sus
oficiales peninsulares. Frente a ella se decidio una accion militar: en 1811 la interrumpió mediante
un armisticio que daba a las fuerzas portuguesas papel de garantes; junto con Portugal, era Gran
Bretaña la que aprecia como arbitro de la situación en esa frontera entre América española y
portuguesa.
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Al mismo tiempo iba a darse en la Banda Oriental un alzamiento rural encabezado por José
Artigas: el movimiento rompía más radicalmente con las divisiones sociales heredadas, debilitadas
por la emigración temporaria de uruguayos a Entre Ríos por la ocupación portuguesa a la Banda
Oriental aceptada por Bs. As.
La Junta constituida para reemplazar al virrey estuvo bien pronto divida entre los influjos
opuestos de su presidente, el coronel Saavedra y de su secretario Mariano Moreno. El triunfo de los
moderados en 1811 fue efímero y se estableció el Triunvirato para enfrentar la difícil situación
revolucionaria y aplicar también ellos la política dura. Los oficiales del ejército regular y algunos
sobrevivientes d las etapas políticas anteriores formaron en la Logia Lautaro, que iba a dirigir de
modo apenas secreto la política de Bs. As. hasta 1819

En 1815 solo quedaba en revolución la mitad meridional del virreinato del Río de la Plata. Su
situación parecía aun más comprometida porque ya la lucha había dejado de ser una guerra civil
americana: la metrópoli de vuelta a su legítimo soberano comenzaba a enviar hombres y recursos a
quienes durante más de cuatro años habían sabido defender con tanto éxito y con solo recursos
locales su casa.
Los más prudentes jefes realistas y patriotas se veían obligados a entrar por un camino cuyos
futuros tramos los llenaban de una alarma no inmotivada. Tenían que formar ejércitos cada vez más
numerosos. Ahora pasan a primer plano los jefes criollos y alguno de los futuros generales
mestizos de la Hispanoamérica Independiente han alcanzado su grado en las altas filas realistas.
Tenían que también dotarlos recursos y aquí la política toca con la economía.
En Bs. As, en Venezuela, en Santiago de Chile, menos marcadamente de Nueva Granada, el libre
comercio significa una vertiginosa conquista de las estructuras mercantil por emprendedores
comerciantes ingleses, que vuelcan sobre Sudamérica el exceso de una producción privada de un
mercado continental. Todo es ahora mucho más barato, comienza una lenta ruina de las artesanías
regionales.,
La lucha contra el peninsular va a significar la proscripción sin inmediato reemplazo de una parte
importante de las clases coloniales: el peligro que para las clases altas tenía la humillación y el
empobrecimiento de los peninsulares era muy lucidamente advertido por algunos jefes
revolucionarios. Vencida la revolución, la represión utiliza mecanismos parecidos.
La transformación de la revolución en un proceso que interesa a otros grupos al margen de la
elite criolla y española ha avanzado de modo variable según las regiones, desde un máximo en
Venezuela hasta un mínimo en Nueva Granada, donde las disensiones revolucionarias son las de las
oligarquías municipales.
La transformación de la guerra civil en guerra colonial no deja de causar tensión entre los
realistas: oficiales y soldados metropolitanos y criollos estarían pronto divididos por muy fuertes
rivalidades. Pero, por otra parte, la posibilidad de nuevos apoyos metropolitanos parecía asegurar
sostén indefinidamente prolongado para la causa del rey. Ahora las soluciones políticas se
subordinaban a las militares, a los episodios armados de una compleja revolución los reemplaza una
guerra en regla.

Entre la primera y segunda etapa de revolución hispanoamericana se dio restauración de España


y Europa: de ella derivaban para la revolución peligros, pero también posibilidades nuevas.
En 1823 la restauración del absolutismo español por Francia de Luís XVIII marco un momento
importante en la quiebra de la inquieta concordia que había caracterizo los primero años de la
restauración en Europa. Esto significaba una victoria diplomática de Francia frente a Inglaterra. Un
nuevo avance de Francia no iba a ser tolerado por Gran Bretaña, gracias a la restauración del
absolutismo en España, la neutralidad británica se inclinaba más decididamente a favorecer a la
revolución hispanoamericana. A la vez, EE UU aliaba su política a la británica: la doctrina Monroe,
formulada en diciembre de 1823, declaraba, entre otras cosas, la hostilidad norteamericana a una
empresa de reconquista de Hispanoamérica por Europa de la restauración.

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En ese momento, la guerra de la independencia había ya avanzado hasta muy cerca de su final
exitoso. El avance de la revolución había sido la obra de San Martín y Bolívar, el primero con la
base que proporcionaban las provincias del Río de la Plata; el segundo, al comienzo sin base
ninguna en el continente.

En las diferencias entre la independencia de Brasil y la Hispanoamérica remata un proceso de


diferenciación que viene de antiguo; desde la restauración de su independencia, Portugal había
renunciado a cumplir plenamente su función de metrópoli económica respecto de sus tierras
americanas, pronto integradas junto con la madre patria en la orbita británica. La revolución
emancipadora era en Brasil menos significativa.
Diferente en el marco local, la situación de Brasil era también profundamente distinta en la
perspectiva proporcionada por la política internacional, que adquirió importancia creciente a partir
de las guerras revolucionarias y napoleónicas.
La perdida de la metrópoli significo un cambio profundo en la vida brasileña; ahora Río de
Janeiro, capital aun reciente de una colonia de unidad mal consolidada, se transformaba en corte
regia. Por otra parte y aun más radicalmente que en Hispanoamérica, el alineamiento al lado de
Inglaterra llevaba a un cambio en el ordenamiento mercantil; por los tratados de 1810, Gran Bretaña
pasaba a ser en la vasta colonia la nación más favorecida.
Todo esto no se daba sin tensiones, pero la relación de fuerzas hacia imposible que estas
encontrasen manera de expresarse en cualquier resistencia, por moderada que fuese, a la inclusión
directa del brasil en la orbita británica. Todo ello había debilitado los ya frágiles lazos entre Brasil y
su metrópolis política. En 1820 la revolución liberal estallo en Portugal: el rey de decidió entonces a
retornar a su reino, dejando a su hijo Pedro como regente del Brasil, una tradición no probada, pero
verosímil, quiere que al partir, le haya aconsejado ponerse al frente del movimiento de
independencia de todos modos inevitable.
La ruptura fue acelerada por la difusión de tendencias republicanas en Brasil, y por la tendencia
dominante en las cortes liberales portuguesas a devolver a la colonia a una situación de veras
colonial, mal disfrazada de unión estrecha entre las provincias europeas y americanas, estas ultimas
insuficientemente representadas en el Gobierno Central. Don Pero declaro la independencia en
septiembre de 1822
América española: la corona imperial iba a ser vista como el fundamento de la salvada unidad
política de la América Portuguesa, frente a la disgregación creciente de aquella. Aunque la ausencia
de una honda crisis de independencia aseguraba que el poder político seguiría en manos colonial
había entre estas bastantes tensiones para asegurar al imperio brasileño una existencia rica en
tormentas. En ellas encontramos un eco mas apacible de las que conmovían a la América Española,
unas y otras nacían de la dificultad de encontrar un equilibrio interno, que absorbiese las
consecuencias del cambio en las relaciones entre Latinoamérica y el mundo que la independencia
había traído consigo

Capítulo 3: La larga espera 1825-1850

En 1825 terminaba la guerra de la Independencia, la cual, dejaba un legado nada liviano:


ruptura de las estructuras coloniales, consecuencia a la vez de una transformación profunda de los
sistemas mercantiles, de la persecución de los grupos mas vinculados a la antigua metrópoli, de la
militarización que obligaba a comparto el poder con grupos antes ajenos a el.
La noción, al parecer impuesta por la realidad, de que se habían producido en Hispanoamérica
cambios sin duda diferentes, pero no menos decisivos que los previos, si esta muy presentes en los
que deben vivir y sufrir cotidianamente el nuevo orden hispanoamericano, no logra, sin embargo,
penetrar en los esquemas ideológicos vigentes.

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Cambios ocurridos: no hay sector de la vida hispanoamericana que no haya sido tocado por la
revolución. La más visible de las novedades es la violencia: en el Río de la Plata, en Venezuela, en
México, y mas limitadamente en Chile o Colombia, la movilización militar implica una previa
movilización política, que se hace en condiciones demasiado angustiosas para disciplinar
rigurosamente a los que convoca la lucha. La guerra de la Independencia, transformada en un
complejo haz de guerras en las que hallan expresión tensiones raciales, regionales, grupales
demasiado tiempo reprimidas, se transforma en el relato de “sangre y horror”. Al lado de la
violencia surge un nuevo estilo de acciones de la elite criolla que en 15 años de guerra saca de sí
todo un cuerpo de oficiales: estos obligados a menudo a vivir y hacer vivir a los soldados de sus
país que ocupan, terminan poseídos por un espíritu de cuerpo rápidamente consolidado y son a la
vez un incubo y un instrumento de poder para el sectores que ha desencadenado la revolución y
entiende seguir gobernándola.
Esa violencia llega a dominar la vida cotidiana, y los que recuerdan los tiempos coloniales en
que era posible recorrer sin peligro Hispanoamérica casi vacía de hombres armados, tienden a
tributar a los gobernantes españoles una admiración. El hecho es que eso ya no es posible: luego de
la guerra es necesario difundir las armas por todas partes para lograr un orden interno tolerable; así
la militarización sobrevive a la lucha.
Pero la militarización es un remedio costoso e inseguro: los jefes de grupos armados se
independizan bien pronto de quienes los han invocado y organizado. Para conservar su favor, estos
deben tenerlos satisfechos: esto significa gastar en armas lo mejor de las rentas el Estado. Las
nuevas republicas llegan a la independencia con demasiado nutrido de cuerpo de oficiales y no
siempre se atreven a deshacerse de ellos. Pero para pagarlos tienen que recurrir a más violencia,
como medio de obtener recursos de países mucho de ellos arruinados, y con ello dependen cada vez
más del apoyo militar. Al lado de ese ejercito, los países han hecho la guerra fuera de sus fronteras,
pero pesan mas las milicias rusticas para guardar el orden interno, estas comienzan a veces su
ingreso en la lucha política expresando las protestas de las poblaciones agobiadas por el paso del
ejercito regular; a medida de que se internan en esa lucha se hacen también ellas mas costosas; ese
es el precio de una organización mas regular, sin la cual no podrían rivalizar con el ejercito.
La imagen de una Hispanoamérica prisionera de los guardines del orden debe ser matizada.
Solo en parte puede explicarse la hegemonía militar como un proceso que se alimenta así mismo, y
su perduración como una consecuencia de la imposibilidad de que los inermes desarmen a los que
tienen armas. La gravitación de los cuerpos armados, surgía en el momento mismo en que se da la
democratización, limitada, de la vida política y social hispanoamericana, por eso aun quienes
deploran algunas de las modalidades de la militarización hacen a veces poco por ponerle fin.
Esa democratización es otro de los cambios que la revolución ha traído consigo. Adecuado o
no el termino “democratización”, los cambios advertidos en este aspecto han sido importantes.
Ha cambiado la significación de la esclavitud: si bien los nuevos estados se muestras remisos
a abolirla, la guerra los obliga a manumisiones cada vez mas amplias; las guerras civiles serán luego
ocasión de otras..Esas manumisores tienen por objeto conseguir soldados. La esclavitud domestica
pierde importancia, la agrícola se defiende mejor en las zonas de plantaciones que dependen de ella.
Pero aun donde sobrevive la institución, la disciplina de la mano de obra esclava parece haber
perdido buena parte de su eficacia: en Venezuela, como en la costa Peruana, la productividad baja;
lo mismo ocurre en las zonas mineras de Nueva Granada, que había utilizado mano de obra
africana. Por otra parte, la reposición plantea temas delicados: a largo plazo la esclavitud no puede
en Hispanoamérica sobrevivir a la trata, y con las trabas puestas en esta, el precio de los esclavos
sube rápidamente. Antes de ser abolida la institución de la esclavitud se vacía de su anterior
importancia. Esto lleva a pensar en una sociedad, que si bien no es igualitaria, organiza sus
desigualdades de manera diferente a la colonial.
La revolución ha cambiado también el sentido de la división de castas. Frente al
mantenimiento del estatuto real de la población indígena, son los mestizos, los mulatos libres, en
general los legalmente postergados en las sociedades urbanas o en las rurales de trabajo libre los
que aprovechan mejor la transformación revolucionaria: aun cuando los censos de la primera etapa
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independiente siguen registrando la división de castas, la disminución a veces vertiginosa de los
registrados como de sangre mezclada nos muestra de que modo de reorganiza la sociedad
posrevolucionaria en este aspecto.
Simultáneamente se a dado otra cambio: ha variado la relación entre elites urbanas
prerrevolucionarias y los sectores, no solo de castas sino también de blancos pobres, desde los
cuales había sido muy difícil es acceso a ellas. Ya la guerra, creaba posibilidades nuevas, en las filas
realistas aun más que en las revolucionarias. Este proceso se da también en donde la fuerza militar
es expresión directa de los poderosos de la región, pero los cambios también se vinculan a la
perdida de poder de estas frentes a los sectores rurales (pasa en Venezuela y en el Río de la Plata)
La revolución, porque armaba bastas masas humanas, introducía un nuevo equilibrio de poder
en que la fuerza del numero contaba mas que antes: necesariamente este debía favorecer a la rural..
Los resultados de la radicalizaron revolucionaria son efímeros, en la medida en que solo esta
preside la organización para la guerra, la reconversión a una economía de paz obliga a devolver
poder a los terratenientes. Es el entero sector terrateniente, al que el orden colonial había mantenido
en posición subordinada, el que asciende en la sociedad posrevolucionaria. Las elites urbanas no
solo deben adaptarse a las consecuencias de ese ascenso: el curso del proceso revolucionario las ha
perjudicado de modo más directo al hacerles sufrir los primeros embates de la represión
revolucionaria o realista. Además la ha empobrecido
Pero la revolución no priva solamente a las elites urbanas de su riqueza. Acaso sea mas grave
que despoje de su poder y prestigio al sistema institucional con el que sus elites se identifican, y que
hubieran querido dominar solas, sin tener que compartirlo con los peninsulares favorecidos por la
corona. La victoria criolla tiene aquí un resultado paradójico: los poderes revolucionarios no solo
han debido remplazar el personal de las altas magistraturas, las ha privado de modo más permanente
de poder y prestigio, transformándolas en agentes escasamente autónomos del centro de poder
político. La revolución han traído ara ellas una decadencia irremediable.
Un proceso análogo se da con la Iglesia.: la colonial estaba muy vinculada a la Corona, y no
se salva de la politización revolucionaria. Los nuevos dirigentes de la Iglesia son a menudo
apasionados patriotas, y no solo las consideraciones debidas al poder político del cual dependen las
que los hacen figurar en primer termino en las donaciones para los ejércitos revolucionarios,
ofreciendo ornamentos preciosos y vasos sagrados, esclavos conventuales y ganados de las tierras
eclesiásticas.
Así, la Iglesia se empobrece y subordina al poder político, en algunas zonas el cambio es
limitado y compensado por el nacimiento de un prestigio popular muy grande. En otras partes esto
no ocurre y el proceso es agravado por las deserciones de curas y frailes (caso del río de la plata). El
papa no reconoce oro soberano legítimo que no sea el rey de España, el resultado es que
administradores de sedes episcopales y párrocos son designados por las autoridades políticas y con
criterios políticos. Lo mismo que en las dignidades civiles, las eclesiásticas han perdido buena parte
de las ventajas materiales que solían traer consigo; han perdido aun mas prestigio.
Debilitadas las bases económicas de su poder por el coste de la guerra, despojados en las
bases institucionales de su prestigio social, las elites urbanas deben aceptar ser integradas en
posición muy subordinada en un nuevo orden político, cuyo núcleo es militar. Los más pobres
dentro de esas elites hallan en esa adhesión un camino para la supervivencia; los que han salvado
parte importante de su riqueza aprecian en la hegemonía militar su capacidad para mantener el
orden interno, que limitada y costosa es por el momento insustituible; se unen entonces en apoyo
del orden establecido a los que han sabido prosperar en medio del cambio revolucionario.
La revolución ha suprimido un rasgo esencial de la realidad hispanoamericana, luego de ella
sigue siendo imprescindible el apoyo del poder político-administrativo para alcanzar y conservar la
riqueza. En los sectores rurales se da una continuidad muy marcada: ahora y antes la tierra se
obtiene por el favor del poder político, que es necesario conservar. En los urbanos la continuidad no
excluye cambios más importantes: si en tiempos coloniales el favor por excelencia que se buscaba
era la posibilidad de comerciar con ultramar, esta ya no plantea serios problemas en épocas
posrevolucionarias.
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La miseria del Estado crea por todas partes una nube de prestamistas a corto término en todas
partes. La relación entre poder político y los económicamente poderosos ha variado: el poderío
social, expresables en términos de poder militar, de algunos hacendados, la relativa superioridad
económica de os prestamistas los coloca en posición nueva frente a un estado al que no solicitan
favores, sino imponen concesiones.
Desde 1810 toda Hispanoamérica se abrió plenamente al comercio extranjero; la guerra se
acompaña entonces de una brutal transformación de las estructuras mercantiles, que se da tanto en
las zonas realistas como en las dominadas por los patriotas.
En la primera mitad del SXIX ningún país europeo hace apreciables inversiones de capitales
en Hispanoamérica. Durante toda esta primera mitas Hispanoamérica entra en contacto con una
Inglaterra y secundariamente con una Europa que solo puede cubrir con dificultad los
requerimientos de capital de la primera edad ferroviaria en el continente y en EE.UU.
Esa Europa no quiere arriesgar mucho porque les queda poco que arriesgar, por esto buscan
cosas muy precisas de las nuevas relaciones que se han abierto. Lo que se busca en Latinoamérica
son sobre todo desemboques a la exportación metropolitana, y junto con ellos un dominio de los
circuitos mercantiles locales que acentué la situación favorable para la metrópoli.
Desde México hasta Bs. As, la parte mas rica, más prestigiosa, de comercio local quedara en
manos extranjeras, luego de 50 años en Bs. As o Valparaíso los apellidos ingleses abundaran en la
aristocracia local. Aun fuera de los puertos la situación de los comerciantes extranjeros es
privilegiada. Así la ruta de Liverpool reemplaza a la de Cádiz y sus emisarios pasan a dominar el
mercado. El cambio sin duda no se detiene aquí: el comercio de la nueva metrópoli es en muchos
aspectos diferente al español. Entre 1810-1815, los comerciantes ingleses buscan a la vez conquistar
los mercados y colocar un excedente industrial cada vez más amplio. Es esos años es destruida la
estructura mercantil heredada. La economía confirma a la política impulsando a la emancipación del
productor rural frente al mercader y prestamista urbano.
Luego de 1815 esa relación entra en crisis: por una parte la depresión metropolitana obliga a
cuidar los precios a que se compran los frutos locales; por otra, la capacidad de consumo
hispanoamericana ha sido colmada. Pero a la vez han aparecido competidores a los nuevos señores
del mercado, y frente a la rivalidad norteamericana los ingleses comienzan a advertir que
debilidades se escondían bajo sus aparentes cartas de triunfo.
No es casual que luego de 1825, se hagan abundantes la toma de posición británica sobre
Hispanoamérica en que se hace amplia justicia al antiguo régimen.
En muchos aspectos, Inglaterra es la heredera de España, beneficiaria de una situación de
monopolio que puede ser sostenida ahora por medios más económicos que jurídicos. La
Hispanoamérica que emerge en 1825 no es igual a la anterior a 1810: en medio de la expansión de
comercio ultramarino, ha aprendido a consumir mas, pero al lado de esta conquista, el mercado
existente, estaba la creación de un mercado nuevo: los años de ofertas superabundantes llevaban a
ventas de liquidación que si podían arruinar a toda un oleada de inversores comerciales, preparaban
una clientela para quien los seguirían. Sin duda, esa ampliación encontraba un límite en la escasa
capacidad de consumo popular.
Pero quizá su consecuencia mas grave no fue esa; el aumento de las importaciones, al parecer
imposible de frenar significaba un peso muy grave sobre la economía en su conjunto, sobre todo
cuando se daba un aumento paralelo e igualmente rápido de las exportaciones. El interés principal
de los nuevos dueños del mercado, como el de los anteriores, era obtener metálicos y no frutos;
ahora la fragmentación del antiguo impero había separado a zonas enteras de sus fuentes de metal
precioso, aun en zonas que las había conservado, el ritmo de la exportación, mas rápido que el de la
producción, podía llevar al mismo resultado.

La economía nos muestra un Hispanoamérica detenida, en la que la victoria del productor


sobre el mercader se debe, sobre todo, a la decadencia de este y no basta para inducir un aumento de
producción que el contacto mas intimo con la economía mundial no estimula en el grado que se

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había esperado hacia 1810; Hispanoamérica parece entonces encerrada en un mismo equilibrio,
acaso mas resueltamente estático que el colonial.
Desde el comienzo de su vida independiente Hispanoamérica parecía ofrecer un campo
privilegiado para la lucha entre nuevos aspirantes a la hegemonía. Esa lucha iba a darse, pero la
victoria siempre estuvo muy seguramente en manos británicas. Las más decididas tentativas de
enfrentar esa hegemonía iban a estar a cargo de EE.UU. y a partir de 1930 de Francia.
El avance norteamericano se apoyaba en una penetración comercial que comenzó por ser
exitosa: desde México a Lima y Bs. As, lo denunciaban los informes consulares británicos para los
años muy cercanos a 1825. Los favores de la diplomacia británica eran buscados ansiosamente y
recibidos con un agradecimiento, mientras que los EE.UU. encontraban una cortés indiferencia. En
lo económico la presencia norteamericana se desvaneció mas lentamente sostenida de un sistema
mercantil extremadamente ágil, iba a perder buena parte de sus razones de superioridad cuando se
rehiciera solidamente una red de tráficos regulares.
La presencia francesa nunca significo un riesgo para el comercio británico: más que
concurrente, el comercio francés era complementario al inglés, orientado como estaba hacia los
productos de consumo de lujo y semilujo y secundariamente hacia los de alimentación de origen
mediterráneo, en lo que Francia tendía a reemplazar a España.
En la década del ´20 Inglaterra se va a consolidar aun mas haciendo pagar el reconocimiento
de la independencia a los nuevos estados con tratados de amistad, comercio y navegación que
recogen por entero sus aspiraciones. En ese momento la hegemonía de Inglaterra se apoya en su
predominio comercial, en su poder naval, en tratados internacionales. Los esfuerzos británicos por
imponer determinadas políticas serán siempre limitados: a falta de un rápido éxito suelen ser
abandonados, dejando en situación a menudo incomoda a quienes creyeron contar
incondicionalmente con su apoyo. No hay que olvidar que las aspiraciones políticas de Gran
Bretaña en Latinoamérica están definidas por el tipo de interés económico que la vincula con estas
tierras.
Si a mediados de siglo el comercio y la navegación británicos siguen ocupando el primer
lugar en Latinoamérica, están muy lejos de gozar todavía el comercio monopólico de los años
posteriores a la revolución. Pero, pese a la multiplicación de conflictos locales, el influjo ingles, que
en líneas generales no combate, sino apoya a los sectores a los que las muy variadas evoluciones
locales han ido dando predominio, es a la vez favorecido por estos. Es en este sentido muy
característica la indiferencia que un gobernante gustoso de identificarse con la causa de América
frente a las agresiones europeas, Juan Manuel de Rosas, establece entre las francesas y las
británicas, frene a las cuales busca discretamente soluciones conciliatorias, convencido como esta
de que a la postre Gran Bretaña descubriría donde están sus intereses en el río de la plata, y de que,
no bastaría la resistencia mas tenaz para borrar de influjo británica de esa comarca.

A mediados del SXIX parece surgir de nuevo EE.UU. Por un lado, esta la voluntad de
expansión territorial de regiones consagradas a una economía agraria, divididas entre si por el
problema del trabajo servil; en particular, el sur esclavista debe expandirse o perecer, y la guerra de
México es su triunfo, como la anexión de cuba es su proyecto. En ese aspecto la presencia
norteamericana se traduce en un avance sobre las fronteras de las tierras iberoamericanas. Hay
también el esbozo de una relación nueva, a la que el descubrimiento del oro californiano transforma
en ejes de las comunicaciones de la amplia área económica; en este aspecto la amplia presión
estadounidense anuncia un futuro que solo ha de madurar a comienzos del SXX en un marco muy
distinto del que encierra a Latinoamérica entre la emancipación y los años centrales del SXX.
Hacia la década del ´40, definitivamente alejada la posibilidad de una restauración del antiguo
orden, dejan ver los cambio negativos traídos por la independencia: degradación de la vida
administrativa, desorden y militarización, un despotismo mas pesado de soportar porque debe ejerce
sobre poblaciones que la revolución a despertado a la vida política y que solo deja la alternativa de
la guerra civil, incapaz de fundar sistemas e convivencia menos brutales. En lo económico desde
una perspectiva general hispanoamericana se da un estancamiento. Pero esa situación general
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conoce variaciones locales muy importantes, que se relacionan, más bien que con la diferente
intensidad del desorden intenso, con las características de las distintas economías regionales.
Venezuela en su agricultura y el río de la plata tienen en su ganadería, desde antes de 1810, el
germen de una estructura económica orientada a ultramar, que compensará las desventajas del
nuevo clima político-social con las ventajas que le aporta la nueva organización comercial, y así
podrá afirmarse. En cambio Bolivia, Perú y México, cuya economía minera ha sufrido de muchas
maneras el impacto de la crisis revolucionaria, y requeriría aportes de capitales ultramarinos para
ser rehabilitada, no logran reconquistar su nivel de tiempos coloniales.
Entre estos casos extremos se sitúa la mayor parte de las regiones hispanoamericanas, cuya
evolución es menos rica en altibajos.
Es entonces, la Hispanoamérica marginal, la que en tiempos coloniales estaba en segundo
plano, y solo comenzaba a despertarse luego de 1780, la que resiste mejor las crisis del periodo de
emancipación: junto con el río de la plata, Venezuela, chile, costa rica, las islas de las antillas.
Junto con esa Hispanoamérica dinámica, que se superpone casi totalmente con que ha
empezado a expandirse en la segunda mitad del SXVIII, también Brasil supera sin dificultades
económicas inmediatas la crisis de independencia. Si el imperio logra vivir, el brasil independiente
solo adquirirá una cierta cohesión cuando el café vuelva a colocar al centro del país en el núcleo de
la economía. Bajo el predominio del norte azucarero, brasil debe sostener una luche tenaz, pero de
resultado necesariamente negativo, con un Inglaterra dispuesta a abolir la trata. Absorbido
paulatinamente en la defensa de su economía esclavista, Brasil cede paulatinamente en los otros
puntos de conflicto con la potencia hegemónica: a partir de 1845 Gran Bretaña pasa a reprimir la
trata por la violencia; solo cuando se resigna a eliminarla, Brasil recupera la posibilidad de una
política en otros aspectos mas independiente de la tutela británica. Entretanto, se ha constituido en
el principal mercado latinoamericano para gran bretaña. Los resultados por esto son los esperables:
déficit comercial, desaparición del circulante metálico, penuria de las finanzas.
Para esa situación inesperadamente dura, la América latina fue elaborando soluciones que
solo lentamente iban a madurar. Allí donde la crisis fue, a pesar de todo, menos honda, las
soluciones fueron halladas más pronto, y significaron transformaciones menos profundas. El viejo
orden era en Brasil mas parecido al nuevo que en Hispanoamérica; una metrópoli menos vigorosa, y
por lo eso, menos capaz de hacer sentir su gravitación.; un contacto ya directo con la nueva
metrópolis, un peso menor de los agentes de la corona respecto de poderes económicos sociales de
raíz local acostumbrados a imponerse, eran todos los rasgos que en brasil colonial anticipaban el
orden independiente. Las transformaciones eran, sin embargo, indudables y la transición difícil.
Un liberalismo brasileño, vocero sobre todo de las distintas aristocracias locales choca con un
conservadurismo urbano, comprometido por la presencia en sus filas de los portugueses que
dominan el pequeño y mediano comercio de los puertos y representado sobre todo por funcionarios
herederos de la mentalidad del antiguo régimen. Sin duda, entre esos adversarios el equilibrio era
posible. Aun así su tarea no era fácil: el emperador Pedro I iba a fracasar sustancialmente en ella;
termino por quedar identificado con los sectores que en el nuevo brasil mantenían nostalgia del
absolutismo y de la unión con Portugal. Antes había tenido tiempo de lanzar al Imperio a la primera
de sus aventuras internacionales: la guerra del río de la plata por la posesión de la banda oriental,
bautizada provincia cisplatina e incorporada como tal al imperio brasileño, luego de haber sido
ocupada, a partir de 1816, por tropas portuguesas. La guerra no fue un éxito; derrotado por tierra
brasil ahoga económicamente a su enemigo mediante el bloqueo al puerto de Bs. As; debe
finalmente aceptar la mediación inglesa: la independencia de la Banda Oriental en 1828 constituida
como estado republica.
La vida política del Imperio haya sido agitada. En 1831 don Pedro decide trasladarse a
Portugal, a luchar contra la rebelión absolutista y asegurar la sucesión para su hija. Su retiro es un
implícita confesión de fracaso, y marca el comienzo del imperio parlamentario. Los alcances de la
innovación son limitados por el hecho de que si el gabinete requiere el apoyo de la mayoritaria
parlamentaria, es a la vez capaz de conquistar esa mayoría en elecciones suficientemente dirigidas.

17
Hacia finales de la década del 40, la persecución creciente de la trata hacia el comercio de
esclavos aun mas lucrativo, ponía a la vez en crisis a la agricultura que utilizaba esa mano de obra
cada vez mas costosa; esa creciente divergencia de destinos e intereses puso fin a la mansa rebelión
de los parlamentarios con sus lideres que coincidían en pedir medidas eficaces contra la trata; estas
llegaron en 1851.
La guerra de independencia había confirmado las divisiones internas de la Hispanoamérica
colonial, y había creado otras: fueron sus vicisitudes las que hicieron estallar la unidad del
virreinato del río de la plata. Solo en América central el proceso de fragmentación iba a proseguir
luego de 1825, con la disolución de las provincias unidas de Centroamérica en 1841 y con la
separación de Panamá de Colombia, producida en un contexto muy diferente y ay en el SXX. Más
que la fragmentación de Hispanoamérica habría entonces que hablar, para el periodo posterior a la
independencia, de la incapacidad de superarla. Esta incapacidad se pone de manifiesto a través del
fracaso de las tentativas de reorganización que intentan evadirse del marco estrecho de los nuevos
estados, herederos del marco territorial de los viejos virreinatos, presidencias y capitanías: la más
importante es la de Bolívar.
Si en casi todas partes estos ensayos de restauración se tradujeron en rápidos fracasos, a los
cuales siguió su abandono definitivo, fue en México, donde por el contrario, ocuparon buena parte
de la primera etapa independiente. El imperio de Iturbide, solución demasiado personalizada a los
problemas de transición a la independencia, se derrumba sin contar con más vivo apoyo de los que
serán conservadores que de futuros liberales. La caída del régimen imperial es fruto de la acción de
ejército. La gravitación del ejército, al que las guerras de independencia han dejado en herencia un
demasiado nutrido cuerpo de oficiales y una función inexcusable de guardián del orden interno, se
revela decisiva. A la caída del primer imperio sigue la convocación de una constituyente y la
elección de presidente a Guadalupe Victoria, que pese a sus inclinaciones liberales tratará de
guardar un cierto equilibrio frente a las facciones cuya hostilidad crece progresivamente.
En 1836 guerra de Texas: los colonos del sur de EE.UU. que allí se han instalado y han sido
bien recibidos por las autoridades mexicanas, no aceptan el retorno al centralismo que esta en el
programa conservador. Santa Ana corre a someterlos. La independencia de Texas en un hecho, pero
no es reconocida por México. En 1845 estalla la guerra entre México y EEUU, la cual era el
desenlace de toda una etapa de política estadounidense; pero la guerra fue demasiada fácilmente
ganada por EEUU. Esa victoria se explica en parte porque el ejercito mexicano no había sido
organizado como elemento de combate en guerras internacionales y porque en México las
disensiones que se han formado a través del proceso de lucha fraccionaria todavía no se habían
resuelto. México perdía en 1848 la mitad de su territorio a favor del vencedor.
México conservador fracasaba por falta de dirección homogénea; porque además eran
demasiadas las dificultades de esta zona, antes tan prospera para adaptarse al nuevo orden abierto
con la independencia que le era favorable. La guerra había destruido el sistema de explosión
minera; si los hombres que le habías arrebatado podían ser devueltos o reemplazados, no ocurría lo
mismo con las perdidas materiales. La guerra había producido un cambio aun mayor, aunque
indirecto, al hacer desaparecer los capitales cuya relativa abundancia era uno de los secretos de la
expansión minera mexicana en la segunda mitad del SXVIII

Desarrollos análogos marcados por el estancamiento económico y la incapacidad de hallar un


estable ordenamiento político, encontramos en otras tierras hispanoamericanas de la plata, ahora
divididas entre la republica de Perú y Bolivia. Aquí el cuadro es aun mas complicado, porque las
elites sobrevivientes están necesariamente desunidas: los herederos de la lima comercial y
burocrática, los de los centros mineros del Alto Perú, los hacendados ricos solo en tierras que
dominan las sierra desde el ecuador hasta la raya de argentina, los hacendados de la costa peruana y
golpeados por la quiebra de una agricultura de regadío y de mano de obra esclava. Y frente a ellos
un personal militar que sirve alternativamente en el ejército de Perú y el de Bolivia, y esta destinado
a tener decisivo poder.

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No es extraño que el nuevo orden político arraigue mal en tierras que no han podido encontrar
su lugar en Latinoamérica deshecha por la revolución y lentamente devuelta a rehacer en medio de
una coyuntura desfavorable. En otras partes soluciones políticas mas adecuadas a esa coyuntura
logran imponerse de modo mas solidó.
Aun en ellas, la conquista de un orden estable se revela extremadamente difícil. La dificultad
deriva en parte de la vigencia de un nuevo clima económico, que no favorecen a quienes dominaron
economía y sociedad antes de 1810. Pero surge también de que el elemento que actúa como arbitro
entre esos dirigentes urbanos y mineros, los de las zonas rurales de economía semiaislada, la plebe
urbana que comienza a hacerse escuchar, es un ejercito también él no suficientemente arraigado en
el nuevo orden: solo paulatinamente los jefes veteranos de la revolución, a los que a veces el azar de
su ultimo destino ha dado influencia en una región a la que no pertenecen por origen, establecen
relaciones con sectores cuyo poderío local ha sido favorecido por el cambio de coyuntura, y llegan a
diferenciase con ellos. Hasta entonces la intervención de los generales se da al azar de las
coincidencias entre las oposiciones que se dan dentro de la sociedad civil y las rivalidades entre
jefes militares. Esa situación es consecuencia del modo particular en que México y Perú han vivido
la lucha de independencia.
En Ecuador los que hacen de árbitros en la vieja y siempre vigente oposición entre la elite
costeña y la aristocracia de la sierra son militares que permanecen siempre extranjeros al país.
En Nueva Granda y Venezuela desde 1830 se liberan de la influencia de elementos de origen
extraño. La disolución de la Gran Colombia devuelve a Santander el poder de Bogota, se marca el
avance paulatino del conservadurismo neogranadino. En sus comienzos el régimen, que tiene rasgos
de duro autoritarismo, retoma frente a la iglesia la tradición colonial; la quiere gobernada por el
poder civil. Esta exigencia es abandonada a medida que la normalización de las relaciones con
Roma hace sentir sus efectos en la iglesia colombina; a mediados de la década del cuarenta ésta
entra a integrar el sistema conservador en sus propios términos. Colabora así en una empresa de
modernización cautamente llevada adelante; en particular domina el nuevo sistema de enseñanza
elemental y los ensayos de enseñanza media y superior. La etapa conservadora con las primeras
tentativas de navegación a vapor en los ríos neogranadinos y de construcción de los ferrocarriles, y
el ritmo a menudo lento de los desarrollos futuros mostrara que el éxito limitado de esos ensayos no
puede achacarse solamente a la timidez del régimen conservador.

América central no conoció revolución ni resistencia realista; pasada 1821, junto con México,
de la lealtad a Fernando VII a la independencia, se separo de su vecino del norte a la caída de
Iturbide, a quienes seguían fieles los jefes de las guarniciones del antiguo ejército regio acantonadas
en la capitanía de Guatemala. Surgen así las Provincias Unidas de América Central; destinadas a
una vida breve y azarosa, son desgarradas por las luchas entre liberales y conservadores, que se
superpone a la oposición entre Guatemala y El salvador. La pérdida de Guatemala deshace la
confederación: El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica se constituyen en diminutos Estados
republicanos; por el momento poco ha cambiado en esos rincones del imperio español.

En el extremo sur de Hispanoamérica el río de la plata sufre una revolución muy compleja. El
Paraguay luego de ser gobernado por un efímero triunvirato, cae en manos del dr. De Francia que
impone una dura dictadura y aísla a paraguay de sus vecinos, ese aislamiento se extiende a lo
económico.
En Bs. As la disolución del estado unitario en 1820 había estado lejos de constituir una
calamidad sin mezcla: sirvió para liquidar una situación ya insostenible. Pero en esa liquidación no
solo salía destrozado el centralismo de Bs. As., sino también el federalismo del resto del litoral. La
política de Bs. As alcanzaba un éxito póstumo cuando los portugueses concluían la conquista de la
Banda Oriental y convertían al antiguo protector de los pueblos libres en un fugitivo cada vez
menos respetado por sus secuaces del litoral argentino; estos obligaron a Artigas a buscar en el
Paraguay un refugio que Francia convirtió en cautiverio; luego emprendieron luchas por la
supremacía, que permitieron a Bs. As, derrotada en 1820 y transformada en un provincia mas de la
19
vaga federación sin instituciones centrales, alcanzar en el litoral argentino una hegemonía
indiscutida. Armada de ella, la provincia de Bs. As se opuso a la tentativa de reorganización del
país, que en nombre de las de Tucumán y cuyo dirigió el gobernador de Córdoba, Bustos.
La disolución del estado ha puesto fin a la participación de argentina en la guerra de
independencia. La nueva provincia se encuentra rica y libre de compromisos externos; puedo
consagrarse a mejorar su economía y su organización interior. Este programa encuentra el apoyo de
una clase nueva de hacendados. Frente a la ruina de las tierras ganaderas del resto del litoral, las de
Bs. As prosperan gracias a la paz interna. Comienza “la admirable experiencia de Bs. As”; bajo la
égida de Martín Rodríguez, quien reduce el cuerpo de oficiales, reforman el sistema aduanero
disminuyendo las tasas y aumentado los ingresos del estado, etc. Al mismo tiempo llevan a cabo
una reforma eclesiástica mostrando simpatía por la libertad de culto. Detrás de estas reformas se
encuentra Rivadavia.
La guerra con el Brasil llevo a anular muchos de los cambios que había traído 1820: de nuevo
era preciso costear un ejército, devolver gravitación a los oficiales veteranos de la independencia y
arruinar al fisco. La guerra trajo además el bloqueo y la inflación. Declara a fines de 1825, la guerra
culmina en 1827 con la victoria argentina de Ituzaingo.
La guerra era cada vez más impopular entre los ricos de Bs. As, y era ahora la primera causa
de desconfianza frente al nuevo espíritu aventurero de los dirigentes del antiguo partido del orden
que dominaban el congreso constituyente. Estos harían presidente de la republica a Rivadavia y
pondrían a la entera provincia de Bs. As bajo la autoridad del gobierno nacional. Mientras tanto, la
redacción de una constitución unitaria termino de enajenar al congreso la buena voluntad de los
gobernantes del interior, ya comprometida por episodios como la aprobación del tratado de
comercio y amistad con Gran Bretaña, que imponía la libertad de cultos aun en las provincias
interiores, y por otros mas turbios, vinculados a las rivalidades entre compañías mineras
organizadas en Londres con auspicios de Rivadavia y otras igualmente lanzadas al mercado.
La guerra civil estallo primero en el norte y luego en el centro del país, Quiroga, jefe de las
milicias de los Llanos de la Rioja, termino por dominar allí.
A la renuncia de Rivadavia siguió la restauración de la provincia de Bs. As gobernada por
Borrego. Por detrás del el eran los antiguos sostenes sociales del partido del orden los que volvían a
gravitar, obligando a Borrego a seguir las negociaciones de paz. Estas culminan en 1828 en un
tratado que creaba un nuevo estado independiente: la republica oriental del Uruguay. Vuelto de la
Banda Oriental, el ejercito argentino, se apresuro a derrocar a Borrego, el general Lavalle, asumió la
responsabilidad de la decisión. La ejecución de Borrego seguida de un gobierno militar que
gravitaba duramente sobre la campaña fatigada de guerra, provoco un alzamiento rural que
reconoció como jefe a Juan Manuel de Rosas. En seis meses el régimen militar se derrumba en Bs.
As y el camino al poder quedo abierto para Rosas. Mientras tanto el movimiento antifederal era más
exitoso en el interior, con Paz. Capturado este por Quiroga en 1831 la argentina estaba dominaba
por Rosas, Quiroga y López. Entre ellos es Rosas la figura dominante.
Este miembro de las clases económicamente dominantes de Bs. As ha entrado en política por
reacción frente a los errores de la clase política en la que había confiado. En esa provincia fue
gobernador de 1829-1932, lo es de nuevo a partir de 1835 con una suma de poder publico. Pero
tiene menos éxito en el interior, donde ha faltado una politización igualmente intensa, y donde todo
es sobre el temor a la intervención porteña el que acalla a los jefes provinciales, poco adictos a una
estricta disciplina de partido. El clima de la argentina rosista es la de una constante guerra civil, con
complicaciones internacionales, sobre todo del turbulento estado oriental.
Este ha estado sometido a la acción contrastante de dos caudillos rurales, Lavalleja y Rivera.
Ambos son hacendados. Rivera termino por triunfar, luego de gobernar el nuevo estado dejo el
mando a su sucesor elegido.
Mientras tanto tiene que enfrentar el bloqueo establecido en Bs. As. En defensa de las
exigencias discutibles de algunos súbditos franceses. Las penurias traídas por el bloqueo le enajenan
simpatías en el litoral, mientras las de la guerra con la confederación perú boliviana crean una

20
corriente antirosista en el norte argentino. Las rebeliones se suceden: en 1839 el sur ganadero de Bs.
As se levanta también.
La victoria sobre todos sus adversarios internos. Un ejército cuyas tropas comanda Oribe
conquista el interior e impone en todas partes gobernadores rositas; desde 1842 éste tiene un poder
que ningún anterior gobernante había alcanzado sobre el conjunto del territorio argentino.
Es el comienzo de un nuevo conflicto internacional en donde Bs. As vuelve a ser bloqueada
en 1845, y una expedición guerrero-comercial penetrara en el Paraná, que rosas mantiene cerrado a
las navegación extranjera. Estos éxitos no bastan para derribar a rosas; los agresores fatigados de
una operación cada vez mas costosa, retoman el comino de las negociaciones, que rosas encara sin
ansiedad.
En caseros, se confirma la derrota de Rosas, quien parte a un destierro a Gran Bretaña.
Termina así la época de rosas; a partir de la década del cuarenta las provincias del interior
comienzan a prosperar.

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Idea y Cuestión nacional latinoamericanas. De la independencia a la emergencia del
imperialismo.
Ricaurte Soler

1- Nuestra América y la cuestión nacional en la democracia liberal.


Conciencia nacional hispanoamericana está arraigada en el concepto de que América, y los
americanos, forman parte esencial de la unidad del imperio y de la nación española. Contradiciendo
la colonización económica, la explotación social y la coerción cultural, la superestructura jurídica
del imperio y sus instancias ideológico-políticas se esforzaban por implantar el concepto de la
igualdad de todos los súbditos ante la Corona. Para difuminar los regionalismos existentes, los
nacionalismos nacientes y la explotación de las diversas clases trabajadoras. Concepto de igualdad
de la corona se podía volver el instrumento que denunciara la desigualdad real, lo que sucedió en las
sociedades americanas en el período entre la invasión napoleónica a la península y las declaraciones
formales de independencia.
En ese contexto afloraron las primeras formulaciones de un panhispanismo conservador y
tradicionalista. Momento en que la unidad de la nación española es invocada a favor de las
reivindicaciones de los españoles-americanos.
Constitución liberal de Cádiz en 1812: igualdad de todos los españoles, europeos y americanos.
En nombre de la igualdad abstracta de todos los españoles se formulan reivindicaciones de
carácter económico, social y nacional.

Los españoles americanos: conciencia social y conciencia nacional.


La igualdad de los integrantes de la nación española era, pues, el postulado a partir del cual se
planteaban las reivindicaciones americanas públicas inmediatamente anteriores a las declaraciones
de independencia. Otros eran la forma de los documentos clandestinos.
El concepto de nación sufre distintas transiciones al tenor de las mutaciones que se gestan en la
sociedad.
Las transiciones ideológicas obligadas en los grupos que actuaban en el marco institucional
establecido no tenían que ser recorridas por quienes se agitaban en la clandestinidad o que ya
frontalmente combatían el dominio peninsular. En ellos se descubre la raíz social del concepto
nacional en gestación. Ligado con la concepción del mundo, aspiraciones sociales y proyectos
emancipadores de los que se llaman criollos o españoles americanos enfrentados a los españoles
europeos.

Hacia un proyecto nacional hispanoamericano.


El bloque de las clases sociales emergentes estaban limitadas por el pacto colonial.
La designación de españoles americanos cubría también a la aristocracia terrateniente.
Fuertemente afectada cuando la corona en guerra contra Inglaterra, expide la Real Cédula de
consolidación para la venta de bienes pertenecientes a obras pías (1804). Se proliferan
representaciones y protestas, más vehementes en México, la Banda Oriental. A los terratenientes y
comerciantes no monopolistas se incorporaron la pequeña burguesía urbana y rural. Capas medias
que veían reales posibilidades de ascenso social y político en la estructuración de estados
independientes de la metrópoli.
Raíz social de la cual, en primera instancia, emergía el concepto nacional de lo
hispanoamericano. En lo político, parte sustantiva del bloque social asumirá la ideología
democrático-liberal; instrumento más ajustado al imperativo de denunciar y desacreditar el
absolutismo monárquico. Como quiera que la conciencia nacional de cada de este bloque insurgente
está directamente relacionada con su conciencia social de español-americano, la patria no es
percibida, en primer término, en los estrechos límites de cada audiencia, presidencia, o virreinato,
sino en los más amplios del continente hispanoamericano.

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Apropiación de la historia de América.
Nuestra América se afirma en defensa de los derechos humanos conculcados por los españoles
peninsulares. En defensa de los derechos universales del hombre. Se afirma en la especial
interpretación que de la historia de nuestra América realizan. En los sectores más ilustres de la
sociedad la historia se constituye en elemento ideológico afirmativo de la nación americana. No es
la historia de los venezolanos o ecuatorianos, sino la historia de América. Se tiene plena conciencia
de que se ha delimitado un sector de una realidad más amplia.
El “Diálogo entre Atahualpa y Fernando VII en los Campos Eliseos” (1809, documento
clandestino) de Monteagudo, es contra la dominación española a partir de la hecatombe de la
conquista. La historia de la amada patria percibida como una totalidad social y nacional, afirma, por
boca de Atahualpa, su derecho a la libertad.
José Cecilio del Valle, trata el tema de la apropiación de la historia americana.
La apropiación de la historia de América se realiza en función de una patria continental (de los
españoles americanos) concebida como unidad totalizadora. Incluso cuando se establecen
distinciones geográficas entre ambas Américas. Éstas se hacen en el supuesto de la unidad social y
nacional primigenia.

Francisco Miranda.
En la corriente demoliberal todos los temas hispanoamericanistas –la nación americana,
autodeterminación de sus pueblos, reinterpretación de su historia- encontraron en la acción y
pensamiento de Miranda la más decidida formulación. Desde el propósito de encontrar el nombre
común hasta la acción militar que afirme el punto de partida de la confederación continental. Hubo
precedentes, Juan Francisco de León, y criollos aislados. Tuvieron un importante papel para la
formación de la conciencia nacional americana los escritos de los jesuitas desterrados.
La conciencia de una América que es nuestra nunca podría asimilarse a ningún panamericanismo
definido por la geografía continental.
La filiación hispanoamericanista de Miranda se define, en la corriente de pensamiento que hace
emerger de la conciencia social y anticolonial de los españoles-americanos el contenido y
afirmación de su conciencia nacional.

Nuestra patria: nuestra América.


Aun centrando la atención en los documentos que revelan la perseverancia de la idea continental
la materia se asfixia frente a todo empeño de sistematización y síntesis.
La acción y pensamiento mirandinos constituyen, con anterioridad a Bolívar, el más perseverante
empeño en pro de la unidad hispanoamericana. Las iniciativas concretas para establecer uniones y
alianzas entre las distintas regiones se veían favorecidas, y hasta se percibían como necesarias, en
aquellos movimientos que tempranamente declararon la independencia absoluta. Para los países que
declararon la independencia en tiempos comparativamente tardíos es importante señalar una doble
comprobación. Primero, constituir políticamente estos estados, no dejaba de concebirse como
incongruente con la proclamada adhesión a Fernando VII. Segundo que aun en estas circunstancias
no dejaba de revelarse la conciencia de una patria continental y las iniciativas unificadoras que de
esa conciencia emergían.
Igual de manera pública se denunciaba la incosencuencia que implicaba estructurar el estado real
junto con la declaración formal de fidelidad a la monarquía, y lo que es peor, cuando ya se
implantaba la necesaria violencia revolucionaria y corría la sangre en los campos de batalla. En
1809 los revolucionaros proclaman que La Paz ha dejado de lado la careta de fidelidad a Fernando,
declara abiertamente la independencia absoluta del dominio español. Desde 1811 uno de los
propósitos de la prédica revolucionaria desplegada por Monteagudo. Fidelidad es política hipócrita
y máscara inoficiosa.

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Documentos hispanoamericanistas.
En las regiones que se esforzaban por constituirse sin declarar formalmente la independencia no
dejaba de manifestarse la conciencia de la patria continental. La propuesta de los revolucionarios de
Santiago a Buenos Aires (1810) señalaba la conveniencia de unificar los gobiernos para la guerra y
en la paz; celebrar pactos comerciales y políticos con otros países.
A partir de las declaraciones formales de independencia es posible comprobar una paulatina
declinación de las perspectivas e intenciones americanistas de amplias perspectivas. La
conformación real de centros de poder requeridos por la lucha revolucionaria y teorizados, por Fray
Servando Teresa de Mier en México, condujo a estrechar los límites a que apuntaba la conciencia
nacional en formación. Nuestra América referida a todo el continente. En otra oportunidad a la
Nueva España.
Podríamos considerar que sólo en los grandes caudillos americanos: San Martín, O’Higgins,
Bolívar, Sucre la idea de la patria americana mantenía su vigor esbozando el diseño de su
institucionalización política en planes confederativos.

José Cecilio del Valle


Excepción, la de José Cecilio del Valle, constituye la máxima expresión americanista alcanzada
por las corrientes demoliberales. Extrema tensión de su pensamiento.
Producto de la Ilustración veía en la educación la panacea a las aflicciones americanas.
Ideario americanista: Guatemala por su situación ístmica, habría de corresponderle un papel
fundamental y unificador; plaza central de ambas Américas; el concepto América nunca
comprendió a los Estados Unidos sino a Nueva España y la Suramérica hispánica.
Es la explicitación del programa nacional hispanoamericano de la democracia liberal,
anticolonialista e independentista.

Comunidad Económica.
El estudio más digno de un americano es la América; propuso en el mismo año de 1822 la
creación de una academia americana y en 1824 la formación de una expedición científica costeada
por los gobiernos de todos los Estados americanos.
En la década del veinte, en trance de afianzarse la independencia, los problemas inmediatos de la
organización nacional asumen carácter ineludible y perentorio.
En el principio de las nacionalidades no se afirma el concepto de nacionalismo (Hobsbawn). En
el caso de Hispanoamérica la aparición del fenómeno se da en los años veinte, al culminar la
emancipación e iniciarse las tareas de organización nacional.

Nacionalizar.
Nacionalizar a Centroamérica y nacionalizar nuestra América. Se planteaba lo mismo para la
patria chica que para el continente. El proceso debía ser igual, crear la homogeneidad en la
diversidad o la diversidad en la homogeneidad. Valle propondrá la americanización del idioma. La
lengua castellana se irá mudando insensiblemente; cada estado tendrá su dialecto.
Pide que las leyes que castiguen con iguales penas a delitos de una especie y sólo tengan por
delito la violación de los derechos del hombre: leyes que no sean el voto de una clase.
Desde la perspectiva demoliberal: nacionalizar todas las clases es lo que debe formar el plan de
un gobierno paternal. Comenzar por las clases propietarias: respetar la propiedad y nacionalizar al
propietario dándole garantías de seguridad y penetrar a los capitalistas del espíritu público.
Nacionalizar al obrero atendiendo sus derechos y reivindicaciones; es coproductor de las riquezas.
Finalmente un programa de organización nacional no podía prescindir de la mujer.

Nacionalización y colonialismo.
La convocatoria a una asamblea general de ambas Américas, hecha por el Congreso Federal de
Centroamérica en 1823, tenía el objetivo de la comunidad económica.

24
Habría que registrar también la proposición de Troncoso en El Indicador de crear una
confederación continental que atendiese a puntos tan concretos como la fundación de un banco
nacional, un montepío de labradores y la apertura del canal de Panamá. (Valle alertó contra la
ambición extranjera).
Sus aportes a la memoria colectiva del pensamiento nacional hispanoamericano fundamentan un
legado que trasciende las discontinuidades históricas.
Proyecto demoliberal: existencia de un real proceso nacionalizador, históricamente progresista.
El Congreso de Panamá fue boicoteado por el liberal Rivadavia. Se trata de las limitaciones de un
bloque policlasista que ahogaba en sus contradicciones externas e internas sus mejores
formulaciones ideológicas.
No por ello hay que desconocer la contribución demoliberal al proceso nacionalizador.
Expresión de las clases sociales más favorecidas, también ellas se encontraban colonizadas.
Productos de una diferenciación social modernizante no podían tener interés en la conservación de
los estamentos, y a su extinción contribuyeron. En la esfera de la circulación, iniciaron el empeño
de afincarla en circuitos interiores de integración. La Ilustración sirvió de arma ideológica para
secularizar una sociedad corporativizada. Al fijar un marco estatal-nacional para sus intereses de
clase la democracia liberal del período formuló el diseño de un programa nacionalizador cuyos
contenidos fundamentalmente resultaron válidos, a escala latinoamericana, hasta la fractura
histórica creada por la emergencia del imperialismo.

2- Nuestra América y la cuestión nacional en la democracia radical.

Concepto de democracia radical.


Entender por democracia radical, en primera instancia, movimientos populares de definidas
reivindicaciones sociales que significaron esfuerzos de articulación nacional y social superadores de
los marcos en que se estancaban las formaciones sociales precapitalistas. No cabe comprender en
ello, cualquier insurgencia que, desde abajo, implique un cuestionamiento del orden establecido,
sino sólo aquellas que, aun contradictoriamente, definan un proyecto de organización nacional
empeñado en abatir las relaciones de producción precapitalistas.
En efecto no podrían calificarse de democráticas y nacionales, por ejemplo, las insurgencias
indígenas anteriores a la independencia. No podría desvincularse el concepto de democracia del
desarrollo de las fuerzas productivas que abatieron las relaciones de producción precapitalistas.
Tampoco divorciar de los procesos de nacionalización que ofrecieron el espacio indispensable para
la organización de las potencias productoras. Desde estos miradores se precisa identificar en la
cultura material y espiritual, opuestas a las formaciones precapitalistas, y en los correlativos
procesos de nacionalización, el espacio histórico que abre la dialéctica democracia formal-
democracia real nuevos estadios de progreso. Estas realidades y posibilidades históricas estuvieron
ausentes en las insurgencias indígenas anteriores a la emancipación.
Menos aludir a los movimientos populares, generalmente campesinos, que con posterioridad a la
independencia se señalaron por una clara manipulación por parte de actores sociales empeñados en
conservar las estructuras coloniales. No fueron escasos, sobre todo en aquellas regiones donde la
iglesia poseía el cuasi monopolio de la cultura y un efectivo poder de control social. En estos casos,
las fuerzas opuestas a las conformaciones precapitalistas sólo podían alcanzar logros de
significación abriendo cauces a efectivos procesos de nacionalización y democratización.
Identificar como demócratas-radicales, aquellos procesos de raíz popular que a partir de la
independencia se empeñaron en conjugar las tareas de la organización nacional con las
reivindicaciones sociales de las clases subordinadas. Las luchas de liberación nacional, al crear el
marco adecuado para el despliegue de todas las fuerzas sociales latentes, establecieron también el
escenario dentro del cual han de emerger las principales tendencias de radicalización democrática.
No desaparecieron en el transcurso del siglo XIX; tendencias fundamentales: 1) la que surge de
reivindicaciones agrarias y democratizadoras y se expresa en consignas que establecen la síntesis de
tierra y libertad; 2) la que nace de la pequeña burguesía y capas medias radicalizadas
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profundizando, con rasgos jacobinos, los temas demoliberales en aras de la saludo pública y la
afirmación nacional; 3) la que “desde arriba” se empeña en organizar la nación a través de caudillo
y egregias personalidades; arbitran sobre los conflictos sociales y coyunturalmente imponen
medidas democratizadores y de fortalecimiento del aparato estatal.

El radicalismo agrario.
La primera de estas _desde Hidalgo y Morelos en el norte hasta Artigas en el sur- hay que
subrayar el carácter profundamente social de sus reivindicaciones. 1810 Hidalgo redactó decretos
destinados a la abolición de la esclavitud; proclamó la extinción del tributo indígena; y la restitución
de las tierras a las comunidades indígenas. Afectó considerablemente los intereses de los
terratenientes y dueños de minas. Medidas que fueron tomadas en “nombre de la autodeterminación
de los conciudadanos americanos”.

Morelos.
Nuevas dimensiones en la escala del radicalismo alcanzarán la acción y el pensamiento de José
María Morelos. Interpreta y decida en función de empeños profundamente igualitaristas. 1810
proclama que los habitantes novohispanos no se nombran en calidades de indios, ni mulatos, ni
castas sino todos generalmente americanos. Es esta misma radicalidad igualitaria la que lo enfrenta
a antagonismos que no se logran superar en aras de la unidad anticolonialista de las clases en
conflicto. En 1811 al presentir una horrorosa anarquía reconoce que son los blancos los primeros
representantes del reino.
Hubieron de fracasar los intentos conciliadores de Morelos. En 1813 se abandonan las eventuales
reservas y moderadas actitudes; ya es negativo seguir invocando el nombre de Fernando VII. Es
necesario expropiar a los realistas. Considerar como enemigos de la nación a todos los ricos, nobles
y empleados de primer orden, criollos y gachupines que tienen autorizados sus vicios y pasiones en
el sistema y legislación europea. Deben también inutilizarse todas las haciendas grandes porque el
beneficio positivo de la agricultura consiste en que muchos se dediquen a beneficiar con separación
un corto terreno que puedan asistir con su trabajo e industria.
Quizá el radicalismo de estas instrucciones no tenga parangón en el continente
hispanoamericano. La lucha por la tierra dio origen en Yucatán a las formulaciones socialistas-
utópicas del cura Vicente María Velázquez. Organizar la nación a partir de una democracia radical
agraria.
En la aislada Haití, la revolución antiesclavista de Toussaint Louverture rápidamente había
derivado en una revolución agraria; en Venezuela por su composición demográfica y mayor
importancia de la esclavitud, la revolución de independencia se inclinaba derivar en una pardocracia
de reivindicaciones agrarias radicales. Aquí la iniciativa de la expropiación agraria para favorecer
posiciones políticas correspondió a los realistas. Significación oportunista que implicaba el diseño
de una política agraria de largo alcance.
Las montoneras, fueron en el Alto Perú, oto movimiento social revolucionario que buscó hacer
solidarias las reivindicaciones agrarias con el proceso independentista.
Incluso en el Río de La Plata, donde la tardía colonización y abundancia de tierras disminuyó la
presión por su propiedad, hubo regiones donde la cuestión agraria dio la tónica al movimiento
emancipador. No sólo en la Banda Oriental, en Salta también; favorecida por la apertura al
Atlántico, en Salta se afirmó una aristocracia tardía que monopolizaba la tierra y también el
comercio. Reforzó sus instrumentos de control social en las distinciones de castas. De esta situación
resultó que, en la coyuntura independentista, y con más intensidad que en cualquiera otra, la
revolución contra el rey adquiriese carácter de lucha social.

Artigas.
La acción social y política de Artigas resume la práctica revolucionaria de la democracia radical
agrarista de las varias regiones del continente.

26
1813 Artigas establece condiciones los representantes de los pueblos de la Banda Oriental para
formar parte de la Confederación argentina. Total independencia de España, estado federativo,
igualdad aduanera, tolerancia religiosa y gobierno económico provincial.
La redistribución de la tierra es su objetivo fundamental. En la aplicación de los principios
generales Artigas procedía sobre la base del supuesto de que las tierras afectables eran, en primera
instancia, propiedad del Estado Oriental.
No es de extrañar que surgieran caudillos populares que iniciaran el diseño de una organización
nacional con la idea de la universalización de la pequeña y mediana propiedad agraria. El intento
democratizador encontrará la más decidida oposición de las clases afectadas. En primer término de
Buenos Aires.
Es necesario situar en un verdadero contexto la pureza y evidente radicalismo de estos empeños
de democracia agraria.
Cabe comprobar que es la patria y soberanía de los americanos la que se intenta organizar a
través de un modelo que elimine la esclavitud, las distinciones de casta y que universalice la
pequeña y mediana propiedad agraria. La conciencia nacional no deriva del sentimiento de
pertenecer a la comunidad de los españoles americanos como en el caso de la democracia-liberal.
La fórmula de Morelos: todos generalmente americanos, subyace en los varios planteamientos de la
democracia radical agraria. No sólo pone de relieve la oposición a las peninsulares; también anuncia
las contradicciones con los peores americanos.
Esa democratización encuentra valladares distintos, incluso al de los intereses económicos y
sociales afectados. El escaso desarrollo de las fuerzas productivas explica el fracaso esta
organización social propuesta.
En Hidalgo parecieron precisarse más los objetivos económicos y sociales. De ellos es
fundamental la liquidación de los monopolios internos del estado en la producción y el comercio;
un programa demoburgués pero sin un agente histórico capaz de realizarlo: la independencia
hispanoamericana fue una revolución burguesa sin burguesía. Este programa se contradecía con el
interés de conservar la propiedad indígena comunitaria.
El esfuerzo de democracia agraria representó una alternativa imposible pero no inútil. Una
medida de su eficacia la da el hecho que sus detractores tuvieran que dictar decretos análogos a los
insurgentes a fin de mantener a los indígenas leales al pacto colonial. La acumulación de políticas
radicales frustradas define la dirección de un curso histórico progresista. Observaciones análogas
para la democracia agraria del doctor Francia en Paraguay.

Doctor Gaspar Rodríguez Francia.


Inauguró una etapa progresista en la que redistribuyó la tierra y creó un sector económico estatal.
Experimento insólito de organización social y política con la creación de las “maestranzas de la
República” para la industria y las “estancias de la patria”. Tenía miras a toda América pero se
desarrolló en los marcos del Paraguay, donde el estancamiento por no poder desarrollar un proceso
industrializador constituyó su final. Las fuerzas productivas se desarrollaron especialmente en el
agro y por ello no fueron suficientes para materializar una organización estatal nacional vigorosa y
moderna. Fue bastante limitado lo realizado frente a las relaciones precapitalistas.
La redistribución de la tierra no garantizaba la producción de excedente exportable; el estado
nacional no podía organizarse sobre la yuxtaposición de pequeñas o medianas haciendas volcadas al
autoconsumo.
Estas condiciones obligaron a Artigas, por ejemplo, a imponer a todos los habitantes no
propietarios la obligación de llevar prueba de estar asalariados por un propietario, lo que devolvía el
poder político a los propietarios. Los jefes más radicales habrían de volverse en contra de su propia
obra.
La democracia radical agraria constituyó la expresión de las masas rurales que, logrando superar
la manipulación, eran portadoras de su propio proyecto de organización nacional. Trató de
promoverse, al principio, en nombre de los americanos. Y tal como sucedió con la democracia
liberal se ajustó a las más circunscritas regiones donde se erigieron estados nacionales. Pero importa
27
destacar que constituyeron efectivas fuerzas de consolidación nacional. Durante la emancipación y
posteriormente cada vez que el campesinado tuvo oportunidad de levantar sus reivindicaciones, con
independencia de las mediaciones liberales o conservadoras, se hicieron con raíces nacionales.
Durante el XIX se continuó con este legado radical.

Radicalismo urbano.
El radicalismo agrario no fue la única fuerza convergente en el proceso de formación de las
naciones de nuestra América. Desde los centros urbanos, desde finales del XVIII, una distinta
variante de la democracia radical mostraba su fuerza y posibilidades. Temas igualitarios del
contractualismo de Rosseau o de la Convención Nacional francesa están presentes. Con las tareas
concretas de la lucha de liberación y de afirmar el estado, se perfiló cada vez más la tendencia a
supeditar toda consideración social a la tarea de la organización estatal nacional. Promovido por la
pequeña burguesía y las capas medias radicalizadas. Su vocación para la afirmación nacional,
americana, encontró su culminación den los grandes caudillos, Bolívar en Especial.
Primeras manifestaciones: conspiración de los franceses de Buenos Aires (1795), de aliento
jacobino inspirado en la Rev. Francesa. Conspiración de los franceses en Chile y la de Chirinos y
González en Venezuela en 1795 bajo la proclama la ley de los franceses.
América debía ser para los americanos.
Proclamadas e instaladas ya las juntas supremas americanas, en la democracia radical de origen
urbano emergieron más profundas e inéditas formulaciones. No desaparecieron los esfuerzos
igualitaristas. En Cartagena los hermanos Gutiérrez de Piñeres acaudillaron los estratos populares
frente al patriciado criollo, pugnaban por su representación y legitimación políticas. Por encima de
los temas igualitarios, la pequeña burguesía y capas medias urbanas fundamentalmente tendieron a
promover la salud pública y la consolidación irreversible del estado nacional. El radicalismo en el
Plata, más significativo en cuanto se considera la firme tendencia que allí existía a favor a la
monarquía. Castelli, Moreno, Vieytes: erigir nuestra América en esa independiente de la España
europea reconociendo a la señora infanta de España doña Carlota Joaquina de Borbón.
A pesar de todo favorecieron que en Buenos Aires la pequeña burguesía y las capas medias se
expresaran en figuras extraordinariamente radicales, el hecho de que la invasión inglesa propiciara
la formación de un ejército propiamente argentino, y vencedor por añadidura.
Experiencia que no encuentra paralelo en América Latina. Que establece un punto de apoyo
significativo para la erección de un estado nacional coherentemente estructurado.

Mariano Moreno.
Estas posibilidades no eran factibles, según él, considerando las relaciones precapitalistas de
producción. Sustentaba la ilegitimadad jurídidica de la servidumbre indígena, era uno de los puntos
centrales de la práctica política en 1810. Las providencias que en Alto Perú tomaron Belgrano y
Castelli contra el tributo y la servidumbre indígenas suscitaron el antagonismo de las clases
aristocráticas, lo que explica el fracaso de las tres expediciones para liberar aquellas tierras. Castelli
estableció el sufragio indígena el 25 de mayo de 1811 y proclamó la igualdad absoluta de los
indígenas e importantes medidas de distribución de las tierras.
La igualdad política es sólo uno de los aspectos en el diseño del estado nacional. Moreno
profundiza la metodología y objetivos de la democracia desbordando los marcos del
demoliberalismo. Ningún estado envejecido o providencias pueden regenerarse sin cortar sus
corrompidos abusos, sin verter arroyos de sangre.
Objetivos de esta metodología eran la consolidación del Estado y la organización nacional.
Moreno prevé la gestión empresarial del estado. Es también en aras de la consolidación del estado
que aconseja favorecer las relaciones con Inglaterra consciente de los peligros que estas relaciones
entrañan.
Rechazaba como nocivo el federalismo interno a la vez que propugnaba la federación
continental. “Es una quimera pretender que todas las Américas españolas formen un solo estado”.

28
Lo que no le impide asentar que se impone la unidad continental en aras de la seguridad de las
partes y del todo.

Bernardo de Monteagudo.
Igual que moreno inicia denunciando la servidumbre indígena en nombre de un igualitarismo
rousseauniano. Insta la formal declaración de independencia y no olvida hacer un llamado al
patriotismo del sexo femenino.
Otra era la verdadera contradicción en que se debatía: la que emergía de la propia sociedad: la
que oponía los conflictos sociales y regionales al imperativo de consolidar el estado nacional. Desde
1812 propone la dictadura y repudia el federalismo; por un estado fuerte erigido en árbitro de las
contradicciones. Combinar decisiones radicales para la conformación del estado con medidas
conservadoras en cuanto al status político de las clases subordinadas constituirá la definición y
esencia de su práctica política.
Conservar el status quo de las clases es el prerrequisito para la consolidación del estado nacional.
Lo que no impide el inicio de las reformas sociales destinadas a promover la condición de las clases
explotadas.
Revolucionar la sociedad; en lo cultural los americanos han estado ocupados en cuestiones
abstractas, errores escolásticos. Para corregir esos males se crea la escuela normal, se funda la
Sociedad patriótica de Lima y se crea la Biblioteca Nacional. Se expulsa a los peninsulares y se
promueve la condición social del indio.
La abolición del tributo y de todo servicio personal a que estaban sujetos los indígenas. Se inicia
con ello el prolongado empeño de liquidar las relaciones precapitalistas de producción. Eliminan los
monopolios y se racionaliza la administración de los bienes que pertenecieron a los jesuitas y a la
extinguida inquisición. Proceso de estructurar un estado nacional moderno que se afirme por encima
y a despecho del poder económico de la Iglesia.
Medidas conservadoras en cuanto al poder popular que se combinan con decisiones avanzadas
por lo que respecta a la afirmación de la independencia y consolidación del estado nacional.
Esfuerzo por consolidar interna y externamente el estado nacional. La interdependencia de las
diferentes entidades políticas que se creen es el dato primero para esa consolidación. La federación
Hispanoamérica frente a la amenaza real de la Santa Alianza, y la potencial del Brasil, es una lógica
consecuencia de las medidas de política exterior e interior tomadas en el Perú. Es la extensión, a
escala hispanoamericana, del proyecto nacional tan radicalmente esbozado durante los años 1821-
1822.

Caudillos americanos.
Durante el período emancipador les correspondió la posibilidad y responsabilidad de sentar las
bases más sólidas y viables de la organización nacional. Situados en posiciones privilegiadas
pudieron escogitar discriminadamente entre los diversos empeños de la democracia radical agraria o
pequeñoburguesa. Sus márgenes para la acción fueron considerables. Preocupados por afirmar la
independencia frente a la metrópoli y por la estabilidad política interna, ejercerán una función
arbitral socialmente moderada, nacionalmente avanzada, a la vez privilegiada y necesaria. Se inicia
con ellos la estructuración nacional a partir del estado. Lo que los caracteriza es la supeditación de
la conciencia social a la conciencia nacional americana.
Función arbitral que no implica márgenes arbitrarios en su ejercicio. Marcos dados por los
límites de democratización social alcanzados por el jacobinismo pequeño burgués y el radicalismo
agrario. La conciencia y acción nacionalizadoras de ellos no puede concebirse como ajenos a las
dimensiones reales de los conflictos sociales. Modelaron el perfil psicológico de su nacionalismo y
las dimensiones reales de su ejercicio. Bolívar constituye la mejor expresión del nacionalismo
americano. En él alcanza su máxima tensión la síntesis y disociación de la cuestión nacional y la
cuestión social.
Un primer período, 1810-1815, en el cual la preocupación nacional e independentista aparece
relativamente desligada de la cuestión social americana. La práctica política y la acción militar del
29
aristócrata mantuano subordina incontrastablemente a una conciencia limitadamente política toda
otra forma de percepción de la realidad.
Ésta es americana desde sus inicios. 1810 prevé y propugna la absoluta independencia de España
a partir de un movimiento revolucionario iniciado en Venezuela pero con miras continentales.

Bolívar: la cuestión nacional hispanoamericana.


La experiencia que deja la primera república venezolana es fundamentalmente militar y política.
La fragmentación de los recursos disponibles por la implantación del federalismo dejó honda huella
en Bolívar. Hasta su muerte combatirá esa forma de gobierno. Los localismos urbanos y los
caudillismos conspiraban contra la implantación del estado y la unidad nacional.
Guerra a muerte de 1813 y la segunda república venezolana. Se intentaba crear la conciencia
americana frente a la metrópoli. A la lucha de razas y de castas desatada por los caudillos españoles,
que había hecho de la emancipación una guerra civil entre americanos, Bolívar contestaba con la
guerra a muerte, destinada a unificar al Nuevo Mundo frente a la metrópoli.
La derrota reveló que eran insuficientes las medidas militares extremas. En Argentina de 1812 se
prohíbe absolutamente la introducción de expediciones de exclavatura en territorio de las Provincias
Unidas. En 1811 ya se habían tomado parecidas decisiones en Venezuela.
En otras regiones de Hispanoamérica se decretaban medidas análogas. La salud pública, la
afirmación de la independencia y la implantación del Estado nacional exigirán tomas de decisiones
más radicales en Venezuela y la Nueva Granada. Bolívar era consciente de que la guerra de
emancipación se había tornado guerra social.
Con excepción del Plata, 1814-185 son éxitos militares de las fuerzas colonialistas. La
composición de los ejércitos realistas no deja lugar a dudas sobre el fracaso de la dirigencia
revolucionaria en aglutinar los recursos propios de las sociedades hispanoamericanas.
Las disensiones internas, en el Río de La Plata, estimularon el monarquismo y las soluciones
exógenas que tanto favor gozaron siempre en estas regiones.

Bolívar: la cuestión social hispanoamericana.


1815 se inicia el período más creador, generosos y fecundo del bolivarismo. Su signo es el de la
búsqueda y comprometimiento de las fuerzas sociales endógenas en la consolidación de los
emergentes estados nacionales. Cabe hablar de la supeditación de su conciencia social a su
conciencia nacional americana.
Arbitrar sobre los conflictos sociales para estructurar el estado nacional es desde ahora el
leitmotiv del pensamiento y acción bolivariana. Decisiones que hubo de imponer a despecho de los
intereses de los criollos y en oposición a los fines inmediatos de las clases y fracciones que en él se
veían ahora muy contradictorias representadas.
1816, abolición de la esclavitud. Los hombres todos serán ciudadanos. Se confiesa ineficaz la
estrategia limitadamente política seguida hasta ese entonces a través del decreto de guerra a muerte.
Se ampliaba así la base social de los ejércitos independentistas reformulándose, los fundamentos de
la unidad nacional.
En el extremo sur se había iniciado un proceso análogo. La abolición del tributo indígena y el
tributo civil y eclesiástico de los indios peruanos en 1811. En 1813 se amplía extinguiendo la
encomienda, el yanaconazgo y los servicios parroquiales y personales. Los efectos fueron palpables
en el ejército.
Reformulación de las bases sociales de la unidad nacional permitió aclarar las posibilidades y
renovar las esperanzas de la integración política hispanoamericana. Siempre presente desde los
inicios del movimiento emancipador. Pero no es hasta que se despeja este nuevo proyecto de
organización social-nacional que la idea integradora cobra vicios de implantación institucional.
El proyecto perfilaba su viabilidad en la medida que desde el Plata y Venezuela convergían sobre
el Perú las dos grandes masas de ejércitos libertadores.

30
Hispanoamericanismo en el Plata.
1816 Tomás Guido: la Argentina no debe insistir en la campaña del Alto Perú, debe enviar sus
fuerzas a Chile para su liberación, para una federación o alianza.
Pueyrredón le excita a San Martín en Chile para que obtenga de este país el envío de un diputado
al congreso general de las Provincias Unidas, a fin de que se constituya una forma de gobierno
general, que de toda la América unida en identidad de causas, intereses y objeto, constituya una sola
nación. Bolívar convoca al pacto continental.
Las perspectivas sociales y nacionales de la democracia liberal, lo mismo que las del radicalismo
agrario y el jacobinismo pequeñoburgués, comienzan a ser resumidas, arbitradas, interpretadas y
realizadas por los grandes dirigentes de la revolución. Incluso por caudillos de regiones
circunscritas que comprendían a cabalidad la importancia militar de la promoción social de las
masas.
Reformulación de las bases sociales de la organización nacional, encontrará decididos
opositores. El congreso de Angostura (1819) y Cúcuta (1821) limitaron los alcances del decreto
bolivariano de 1816. Sin embargo, la sociedad hispanoamericana es objeto de lentas aunque
dolorosas mutaciones. 1816 la máscara de Fernando VII ha caído en casi todas partes. La dirigencia
revolucionaria ha logrado avances significativos en cuanto a la ampliación de sus bases sociales de
sustentación. No parece imposible la organización nacional de la patria hispanoamericana.
1816-1826 la conciencia americana no fue excepción sino regla. Las perspectivas de su
institucionalización política se acrecían a medida que batallas decisivas afirmaban la independencia.
Chacabuco y Maipú, antes que los triunfos bolivarianos de Boyacá y Carabobo. Por eso los
proyectos de unidad continental más definidos desde el punto de vista diplomático, aunque no los
más decisivos, se formularon en el sur y no en el norte bolivariano.

Hispanoamericanismo en Chile.
1810, al constituirse las juntas de Buenos Aires y Santiago, remontan las primeras convocatorias
para estrechar los lazos entre Argentina y Chile. La conciencia americana sigue siendo el común
horizonte nacional. Carrera; O’Higgins.
No sólo se trata, por otra parte, de los lazos que han de vincular a Chile con las provincias del
Plata. 1818 O’Higgins convoca a un Congreso llamado a instituir una gran confederación de los
pueblos americanos. La causa que defiende Chile es la de todo el continente de Colombia (es decir
toda Hispanoamérica- perspectivas continentales).
Una medida concreta a favor de esa independencia colombiana la constituyó el envío de un
contingente armado a Acapulco para colaborar en la emancipación de México.

O’Higgins: la cuestión nacional.


Fueron algo más que deseos los decretos de O’Higgins destinados a sentar las bases del estado
nacional chileno. Con él se inicia el largo proceso de derrumbar las relaciones de producción y
formas de propiedad precapitalistas, incompatibles con la existencia del estado nacional.
Constituyen uno de los ejemplos que mejor aclaran las dificultades internas de la organización
nacional en todas las regiones que tenían una estructura social similar a la chilena. El radicalismo se
da en la medida en que se afectaba intereses seculares, poderosos y firmemente asentados en la
conciencia social dominante.
Los mayorazgos. Con la excepción de los países del Plata, esa institución feudal revistió
extraordinaria importancia en muchas de las otras regiones hispanoamericanas. Entre ellas, Chile.
Historia constitucional de Chile. Cada triunfo liberal se señalaba en una constitución que abolía los
mayorazgos y declaraba la tolerancia religiosa. Cada triunfo conservador daba origen a una nueva
constitución que restablecía los mayorazgos e implantaba la intolerancia religiosa. Sólo a partir de
1852 se estableció la posibilidad legal de desmantelar esta forma de propiedad agraria.
La propiedad eclesiástica se expresaba políticamente solidaria con los intereses de los poderosos
propietarios de vinculaciones. El capital corporativo acumulado sobre la base de censos y préstamos
a interés fijaban parasitaria e improductivamente una riqueza estancada y sin rotación alguna.
31
Desamortizar el agro y desestancar este tipo de acumulación era un prerrequisito para transformar el
estado feudal en estado nacional. Correspondió también a O’Higgins dar los primeros pasos.
Abolición del tributo indígena, continuación de las medidas antiesclavistas, eliminación de los
títulos de nobleza: impuesto directo sobre las propiedades rurales y el uso del patronato a favor del
estado completaban el cuadro de una legislación destinada a sentar las bases nacionales del país
austral.
Las fuerzas tradicionalistas no tardarían en nulificar este tipo de medidas y la caída de O’Higgins
fue a este respecto causa y consecuencia.

San Martín.
O’Higginis es el más inmediato e importante antecedente de las medidas concretas tomadas por
Bolívar con vistas a la confederación hispanoamericana. En cuanto a la significación nacional
aparece más ejemplarizante que San Martín para el decurso posterior de la historia americana. Esto
por el hecho de que, al igual que Bolívar, se empeñaba en una reformulación más radical de las
relaciones sociales existentes a fin de asentar sobre sólidos fundamentos el estado nacional. San
Martín también prohijó miras continentales y apoyó las medidas radicales de Monteagudo en Lima.
Decretó la libertad de vientres, abolió el tributo indígena, prohibió la mita y el trabajo servil. Pero
frente a la cuestión social asumía posiciones de moderación y temperancia. Ha de mantener las
barreras que separaban las diferentes clases de la sociedad conservando la preponderancia de la
clase instruida y que tiene algo que perder para afirmar sobre bases sólidas la estructura del estado.
O’Higgins, Bolívar y Sucre, no entendían por cierto que era necesario abatir todas las barreras
clasistas. Pero para funda el estado nacional, entendían liquidar las relaciones de producción y
formas de propiedad precapitalistas. Más moderado, también éste era objetivo de San Martín. Los
jefes de la revolución coincidían con los lineamientos generales del proyecto nacional de la
democracia liberal, lo mismo que de las variantes agraria y urbana de la democracia radical. De
ellas se distinguen:
 De la democracia agraria podían alentar las reformas antifeudales de la propiedad.
Eludieron todo igualitarismo redistributivo.
 De la democracia radical urbana asimilaron, institucionalizándolos, los empeños
fundacionales del estado dirigidos a implantar la unidad y organización nacional. Pero el poder
militar y político acumulado les permitía márgenes de acción y decisión de que carecían la pequeña
burguesía y las capas medias.
 Frente a las clases conservadoras impusieron decisiones coyunturalmente inapelables,
que afectaron sus intereses y aspiraciones conservadores o francamente reaccionarios.

Centralismo y federalismo.
El proyecto nacional y el de la confederación hispanoamericana, fue propuesto por la dirigencia
revolucionaria en clara diferenciación del modelo norteamericano o inglés. Algunas instituciones de
estas democracias burguesas triunfantes fueron adoptadas. Ante la restauración europea existía sólo
el absolutismo monárquico como alternativa de inspiración. Es por ello tanto más notable el
intransigente repudio del federalismo a la manera norteamericana. Combatieron el federalismo
cuando se intentó adaptar a las estrechas circunscripciones en que se iban afirmando los gobiernos
americanos. En la federación, o mejor, en la confederación sólo se pensaba cuando el horizonte del
discurso alcanzaba la totalidad del continente hispanoamericano. En cuanto a la verdad está
entrañada por el progreso, el centralismo representaba una y otra durante el período de la
emancipación.
El poder dislocador del estado y disociador de la nación estaba representado por las relaciones de
producción y formas de propiedad precapitalistas. No sólo las autonomías locales postuladas por el
federalismo constituían obstáculos a la centralización del mando revolucionario y a la consolidación
nacional. Desde 1816, las disposiciones antiesclavistas de Bolívar tenían como referente explícito la
convocatoria a la unidad nacional. Las mismas directrices caracterizan el proceso del cual Bolívar
renueva con vigor, su enfrentamiento contra las estructuras precapitalistas de sus empeños de
32
afirmación nacional y confederación hispanoamericana. Esa renovación de esfuerzos fue
poderosamente estimulada por los éxitos militares de Boyacá y Carabobo.

Congreso de Panamá.
Paralelamente a la reformulación de estos planteamientos sociales, y a medida que el éxito
corona su campaña hacia el sur, va cobrando forma el diseño de la confederación americana. 1822
se firma entre Colombia y Buenos Aires un convenio a perpetuidad que sanciona una mutua alianza
defensiva.
La inesperada aunque breve unión de Santo Domingo a la Gran Colombia, independencia de
España en 1821; la independencia del istmo de Panamá en 1821 y de su espontánea adhesión a la
república colombiana. Antecedentes, y sus miras continentales, le hicieron exclamar en relación con
el localismo de Guayaquil: “una ciudad con una río no puede formar una nación”.
Convocatoria al congreso de Panamá en 1823 con dimensiones netamente hispanoamericanistas,
sólo extendidas a otras naciones, Estados Unidos en especial, por iniciativas de Santander, lo mismo
que su carácter fundacional y estratégico-político a nivel mundial. Pero desearíamos destacar que en
modo alguno el proyecto bolivariano de confederación está desvinculado de sus decretos
antifeudales de Trujillo.
Ambos procesos convergen en el mismo empeño de fundación y afirmación de los estados
nacionales emergentes. Crear el mercado interno, implantar la libre contratación de la fuerza de
trabajo y liberar al indio del tutelaje de terratenientes, burócratas y eclesiásticos es el propósito
explícito de aquellos decretos. Mal podría estructurarse un estado nacional donde no se
universalizara la calidad real y formal del ciudadano. La legislación bolivariana establece por ello,
el régimen salarial y la abolición de la servidumbre.
Se completó este cuerpo de leyes con las medidas decretadas en 1825 que disponía, en Bolivia,
la distribución de las tierras del estado entre los indios que careciesen de ellas.

Doctrina nacional y social del bolivarismo.


Se desplegaban las más francas iniciativas para la confederación hispanoamericana. Acreditaba
esta apreciación la prohibición de que las tierras indígenas puedan ser enajenadas a manos muertas,
lo mismo que pueden privatizarse las propiedades comunales antes de veinte años. Para que los
indígenas asumieran su calidad de ciudadanos emancipados de la servidumbre. Si bien las
encomiendas habían sido abolidas desde principios del XVIII durante esa misma centuria se
implantaron nuevos repartimientos. A la luz de estos hechos se aclaran, todavía más, las
dimensiones y alcances de las leyes bolivarianas.
Al congreso de Panamá (junio-julio de 1826) convergía no sólo el empeño de sentar las bases
exteriores de la confederación. Se habrían de sancionar los éxitos más relevantes alcanzados en
cuanto a los fundamentos sociales de la unidad nacional. La esclavitud no comenzó a desaparecer
realmente sino a mediados del XIV. Los estudios sobre el congreso de Panamá han revelado que
uno de los propósitos de la delegación norteamericana (que no alcanzó a estar presente) era el de
mediatizar los efectos adversos que pudieran tener en el sur de los Estados Unidos las previsibles y
remidas disposiciones antiesclavistas del congreso.
La institucionalización de la confederación alentó, durante breve período, los más enérgicos
empeños bolivarianos de organización nacional. Frente a las amenazas de la Santa Alianza, Bolívar
aprobó la presencia en el cónclave de Gran Bretaña y estados Unidos. En aras de la unidad nacional
rechazaba la monarquía a que lo invitaba Páez. No desestimaba una liga antiabsolutista, a escala
mundial, donde Inglaterra necesariamente constituiría el fiel de la balanza. Las Américas
desplegarían sus iniciativas antiabsolutistas, antiesclavistas, antifeudales y profundamente
nacionales en el nuevo equilibrio del universo. El proyecto parecía viable. La Gran Colombia, Perú
y Bolivia se encontraban –en apariencia- sujetas a las decisiones del Libertador. Desde Córdoba se
le invitaba a convertirse en el “protector de la federación entre Buenos Aires, Chile y Bolivia”. Dos
poderosas e influyentes personalidades, aunque desplazadas del poder, alentaban el proyecto:
Alvear y O’Higgins. Sucre, al mando del Alto Perú lo invitaba para que él mismo redactase las
33
instrucciones a los plenipotenciarios bolivianos a fin de que se actúe en beneficio, no de Bolivia,
sino de los intereses de América.
Lucas Alamán, secretario de estado de la República Mexicana, apoyaba decididamente el
congreso –aunque con perspectivas y objetivos conservadores y tradicionalistas. Centroamérica
también había comprometido su participación.
Pero voluntad y realismo se conjugaban en los proyectos de Bolívar. En los momentos mismos
en que los congresistas viajaban a Panamá se empeñó en implantar la confederación de la Gran
Colombia, Perú y Bolivia. El pacto no sólo es político. La Constitución boliviana, por él redactada,
habría de sentar las bases económicas y sociales de la confederación. Los reajustes sociales para
fundar la nación son imperativos. Arbitrar contra las contradicciones sociales constituyó el objetivo
prioritario de la carta.
No sólo los amos de esclavos se horrorizaron ante la Constitución. En ella se ampliaban
considerablemente, en comparación con la carta colombiana de Cúcuta, los derechos ciudadanos. A
éstos tenían ahora acceso importantes núcleos de no propietarios. El debate sobre la confederación
política hispanoamericana y sobre sus fundamentos sociales fue estrictamente paralelo. Y en ambos
pactos fue también el hundimiento de los proyectos bolivarianos. Sus perspectivas de arbitraje
social para la fundación nacional se esfumaban también, a medida que sus ejércitos se retiraban de
Perú y Bolivia. A las tensiones sociales acompaña la fragmentación política.

Legado bolivariano.
Mientras Bolívar conservó un verdadero poder arbitral sin duda que sus medidas fueron
progresistas y avanzadas. Difícilmente podrían ser más radicales si las miramos desde el punto de
vista de las bases fundacionales de la nacionalidad. La Constitución boliviana extendió los derechos
civiles y liberó los esclavos a la vez que abolía las vinculaciones. Se empeñó en crear el sistema
fiscal y proteger las manufacturas americanas. Reservó al estado el derecho a la explotación del
subsuelo. Afirmar el estado nacional por encima de los intereses de su propia clase social es la
suprema lección del bolivarismo. Frente a las clases precapitalistas, y en ausencia de una burguesía
industrial, ese magisterio fue continuado por auténticos dirigentes nacionales empeñados en
fortalecer el estado a despecho de la incoherencia del tejido social.
Mientras dispuso de verdadero poder arbitral fue el más radical de los reformadores. A medida
que perdía poder político, y que se acercaba a la muerte física, intentó apoyarse en los
conservadores. Un clericalismo político –que era la negación de toda su vida- empañó aún más su
decadencia.

5- Conciencia agónica de nuestra América.


Cuba y Nicaragua eran los objetivos inmediatos del expansionismo yanqui. Nociones como la de
estrategia, correlación de fuerzas, están involucradas en todo proceso de emancipación. Pero como
lo demuestra el caso de Nicaragua en las luchas liberadoras no podría subestimarse la solidaridad
latinoamericanista. Incomprensible sin la memoria colectiva con la que las clases, y los individuos
de la historia, se apropian, interpretan y recrean el sueño de Bolívar.

De la conciencia americanista a los nacionalismos circunscritos.


Las guerras de independencia se desarrollaron con una conciencia americana diferentemente
ajustada a las diversas exigencias ideológicas de las clases insurgentes. Perdió vigor y consistencia
en la práctica y en la teoría de la organización nacional del siglo XIX, compatible con la emergencia
de estados tan distintamente conformados. Pero nunca desapareció.
Las transiciones ideológicas se dieron tempranamente. En México, inmediatamente después de la
independencia, asistimos a una ideologización del pasado indígena. Relegar el concepto de
americano a un plano secundario para realzar las más circunscrita realidad novohispana. En Perú,
donde era insoslayable la presencia de Bolívar, la exaltación de lo peruano revistió formas más
refinadas.
34
La patria de los congresistas no era la del jacobino Monteagudo, ni la de Bolívar, caudillo
americano.

Hispanoamericanismo y conservadurismo.
Entre las múltiples fuerzas e intereses en el Congreso de Panamá, se encontraban presentes la de
los nacionalismos circunscritos. El bolivarismo iba más allá de este propósito exclusivo. Con él
coincidían aquellas fuerzas, renovadoras o conservadoras que, dentro de cada recortado
nacionalismo proponían una diferente imagen social y política de las naciones emergentes. De la
misma manera que surgían distintas formulaciones –conservadores o reformadoras- de los estados
nacionales, igualmente eran contradictorias, más aun, antagónicas, las premisas de que se partía y
los objetivos que se esperaban ver concretados en su posible alianza o confederación.
Lo que nunca faltó, ni a conservadores ni a liberales, fue una clara conciencia de las potencias
enajenantes que distorsionaban las soberanías emergentes. Otra cosa era las limitaciones que sus
bases de sustentación social imponían a sus respectivas prácticas políticas cuando intentaban
enfrentar con eficacia aquellos poderes alienantes. No sólo se señalaron los obvios peligros
inmediatos para las soberanías políticas. También se denunció la inminente enajenación económica.
El máximo teórico del conservadurismo mexicano, Lucas Alamán apoyó decididamente el
congreso bolivariano. El proyecto industrializador del Banco de Avío. En 1831 tomó la iniciativa de
enviar un embajador ante los diferentes gobiernos de la América hispana a fin de lograr un consenso
para reemprender las labores del congreso de Panamá. Se propone, a escala hispanoamericana, una
medida para la ciudadanía común.
Señalaba como una de las causas del fracaso del congreso de Panamá “la presencia de agentes de
potencias que de ninguna manera estaban interesadas en que el proyecto saliera avante”.
El imperativo de preservar la independencia unía a liberales y conservadores en los más distantes
puntos del amplio marco geográfico del continente. Esa conciencia hispanoamericanista se
agudizaba frente a cada agresión europea o cada empuje de expansionismo norteamericano.
La agresión de Francia a México en 1833 y a Buenos Aires en 1839 se renuevan, en las más
distintas regiones, las propuestas hispanoamericanistas del congreso de Panamá.
Es paradójico que la iniciativa del congreso se realizara inmediatamente después de la
desmembración de la confederación peruano-boliviana. Es de notar también, la persistencia de una
conciencia hispanoamericanista que se desembaraza, explícitamente, de supuestas afinidades con
los Estados Unidos en razón de las formas republicanas de sus estados. A la agresión francesa se
responde con una convocatoria a las repúblicas hispanoamericanas para la reunión de un congreso
de unidad continental. Se excluía a los Estados Unidos y el Brasil.
Correspondió a Chile en 1841, continuar los esfuerzos para reunir la asamblea
hispanoamericana. Apoyo cuyo régimen había sido objeto de agresiones europeas.

Segundo congreso hispanoamericanista 1847-1848


La guerra de Estados Unidos contra México en 1847, y todavía más los planes de la monarquía
española de recuperar muchas de sus posiciones americanas aprovechando aquella coyuntura y la
mediación del traídos general ecuatoriano Juan José Flores, propiciaron al fin la realización efectiva
del primer congreso hispanoamericano posterior al de Bolívar. Se firmó en 1848 un Tratado de
confederación entre los plenipotenciarios de Perú, Bolivia, Chile, Nueva Granada y Ecuador.
Esto no impidió que en los preparativos del congreso, y durante las deliberaciones del mismo,
tuvieran lugar sucesos desafortunados y aún grotescos. Como el “Tratado Millarino-Bidlack” entre
la Nueva Granda y los Estados Unidos por medio del cual la potencia yanqui se comprometía a
garantizar la soberanía neogranadina sobre el istmo de Panamá. Sirvió después para múltiples
intervenciones en Panamá. Desde 1846 hasta 1848, en el mismo período que los Estados Unidos
descuartiza a México, se preparaba y celebraba el congreso hispanoamericanista en Lima. Hay que
señalar también la actitud despreciativa y prepotente de Inglaterra.
Se aprobó un Tratado de comercio y navegación, no tenía ninguna relevancia económica como
quiera que la intercomunicación y el intercambio no existían en el orden comercial.
35
No por ello se detendrá el empeño-sísifo de confederar a los estados hispanoamericanos. Porque
tampoco se detenían ni las agresiones europeas ni el expansionismo norteamericano. En 1853 un
tratado general de navegación y comercio entre Estados Unidos y Paraguay ofreció el marco para el
desarrollo de conflictos y contradicciones. A raíz del descubrimiento de minas de oro en California
menudearon incidentes entre norteamericanos e hispanoamericanos, lo mismo en Panamá, principal
zona de tránsito hacia el Pacífico.

Tercer congreso hispanoamericanista. 1856-1857.


Las acciones depredadoras de William Walter en Centroamérica, a partir de 1855, fueron las que
mayormente estimularon las iniciativas diplomáticas hispanoamericanas.
Venezuela tomó en esta oportunidad la iniciativa, dirigiendo una circular en 1856 a los gobiernos
hispanoamericanos. No tuvo efectos prácticos. Tampoco la reunión de los representantes
hispanoamericanos acreditados en Washington, que tenía como propósito crear un frente común
para oponerlo a Walter.
Dispersas iniciativas desembocaron, finalmente, en el “Tratado que fija las bases de unión de las
Repúblicas americanas” en Santiago de Chile en septiembre de 1856. Firmado por Chile, Perú y
Ecuador, cabe recordar el renovado esfuerzo por alcanzar la unidad económica. Tampoco alcanzó a
tener vigencia.
En los reiterados esfuerzos participaron indistintamente representantes de las corrientes liberal-
burguesas lo mismo que exponentes de los intereses de las precapitalistas oligarquías
conservadoras. Como el reformismo liberal apenas comienza a prevalecer a partir de mediados del
XIX, sólo en los países de menor atraso económico, podríamos afirmar que en los cónclaves
hispanoamericanistas hasta ahora mencionados el pensamiento conservador daba la tónica a buen
número de las iniciativas propuestas y las premisas aceptadas. A medida que el reformismo liberal
se anotaba éxitos las fuerzas conservadoras exhibían con mayor evidencia su carácter objetivamente
antinacional.
Fue el gobierno de Rafael Carrera, el representado por Irisarri, el que se opuso en 1849 a un
nuevo esfuerzo de unión centroamericana y el que cedió Belice a Inglaterra. Ya a medida que las
reformas liberales se asientan en una institucionalidad precaria no hay ideología que pueda cubrir la
desnuda antinacionalidad de las fuerzas y clases sociales precapitalistas.
El colapso del proyecto nacional conservador, precisamente por ser esencial, objetiva y
francamente antinacional, arrastró consigo las formulaciones hispanoamericanistas de la primera
hora. En el excepcional Paraguay Francisco Solano López sostuvo en algún momento que, frente al
Brasil, era necesaria la cohesión virreinal, y en lo inmediato, la alianza de la Argentina, Paraguay,
Bolivia y Uruguay.

Liberalismo e hispanoamericanismo.
Superar los mercados locales y crear el mercado nacional era el propósito económico inmediato
del proyecto liberal-burgués. Desde este punto de vista no estaba atado, como el conservadurismo, a
intereses de clase indesligables de la producción servil o esclava con sus consecuentes zonas
económicas locales, compartimentalizadas y estancadas. Nada impedía que, a nivel de ideología, se
pudiera pensar en extender al continente hispanoamericano proyectos nacionales propuestos para
más reducidas escalas.
En los casos de más extrema fragmentación del continente, precisamente por su carácter de casos
límites, conviene señalar esta compatibilidad ideológica entre liberalismo e hispanoamericanismo.
Las primeras y más profundas reformas liberales del continente, aunque derrotadas, se dan en
México de Gómez Farías en 1833 y en Centroamérica de Morazán de 1827 a 1842. Las fuerzas
fragmentadotas eran los mayorazgos, de cierta importancia en Guatemala aunque casi inexistentes
en el resto de Centroamérica, y la propiedad eclesiástica, prepotente en toda la región con la
excepción relativa al vacío demográfico de Costa Rica. Tanto o más que en otras regiones en el caso
36
centroamericano la exportación de numerario a las casas matrices europeas de las distintas órdenes
religiosas parece haber sido un importante factor de descapitalización y desintegración.
La permanente guerra civil dentro de cada estado federado se desdoblaba en permanente guerra
civil de un estado contra otro. Esto sucedía, pero a menor escala, en el interior de los otros estados
hispanoamericanos. Disuelta la República Centroamericana en 1838, hubo que esperar hasta el
reformismo liberal de la década del ’80 para un nuevo esfuerzo, también frustrado de restaurar la
unidad. El poder conservador no sólo liquidó la unión centroamericana. Hay que consignar el
intento del clerical Rafael Carrera de anexar Guatemala al imperio de Maximiliano.
Era en las ciudades, y no en el capo, donde se encontraban los elementos fundamentales para la
cohesión del estado nacional. La autonomía de Panamá frente a Nueva Granada está ligada a los
intereses de la burguesía comercial y pequeña burguesía de la zona de tránsito que esperaba ver
explotado en su favor el principal recurso del istmo: su posición geográfica.
Reclamos autonomistas encontraron concreción en 1855 al erigirse en el primer estado federal en
la Nueva Granada. Pero ya otros intereses, que no eran panameños ni neogranadinos ni
hispanoamericanos se habían hecho presentes en el istmo. En 1846-1848 estados Unidos había
concertado con el gobierno conservador de la Nueva Granada el tratado Mallarino-Bidlack.
Representó la primera ingerencia norteamericana en los asuntos ístmicos que culminarían en la
independencia mediatizada en 1903.
La autonomía federal panameña se opone a una liga o confederación hispanoamericana. Dentro
de ese marco es que se postula el desarrollo de las diferentes nacionalidades del continente, las que
así podrían enfrentar con éxito las agresiones europeas y el expansionismo norteamericano.
Planteamiento que concretará Arosemena en 1864 y propondrá formar un “proyecto de tratado para
fundar una liga sudamericana”.

Alberdi, 1844.
En el país que representó la última fragmentación del continente y en el proceso mismo de su
afirmación como entidad nacional, sobrevivió la idea y proyecto de la confederación
hispanoamericana. Ideología demoliberal pugnaba impotente por allanar la distancia entre el país
real y la organización nacional ideal, en salvar el abismo que existía entre las fuerzas disociadas y el
programa de unificación hispanoamericana. En el joven Alberdi encontrará una de sus mejores y
más originales formulaciones.
1843 a 1847, es en el plano político, la culminación de un americanismo cultural propuesto con
anterioridad y que expresaba una aspiración profunda a la autenticidad.
Que la época militar de la fundación nacional americana ha de dar paso a su organización
económica, política y cultural es la premisa básica y general de las tesis desarrolladas por Alberdi.
El congreso de plenipotenciarios se ocuparía de recomponer el mapa político de los estados
existentes, ajustándolo a criterios geográficos y demográficos nacionales. Todavía no se percibían
como definitivamente consolidados los estados existentes. El derecho internacional americano ha de
ser absolutamente específico y original.
La unión aduanera completa el cuerpo de las mejores proposiciones alberdianas. Del congreso
excluye a los Estados Unidos.
La Memoria de Alberdi. Estos textos, posteriores a la guerra entre Estados Unidos y México,
estuvieron directa o indirectamente estimulados por el impacto producido por la agresión norteña.
Pero no en todos ellos hubo unanimidad en relación con la actitud a tomar frente a los Estados
Unidos. La prevención de Alberdi, fue diferentemente compartida tanto por publicistas políticos
como por gobiernos establecidos.
La primera tendencia consistía en el rescate para el liberalismo de la tradición bolivariana,
ajustada a la fundación de un pacto anfictiónico exclusivamente entre los estados antes colonias
españolas. Continúa el espíritu de la circular de Bolívar de 1824. Prevenida contra la expansión
yanqui y europea, objetivo fundamental de la acumulación de fuerzas mediante la más estrecha
asociación económica y política. Entre los gobiernos, su mejor representante es el que en México
salió de la reforma liberal.
37
Bilbao, Vigil, Samper y otros.
Bilbao propugnaba la creación de una Universidad Latinoamericana para una mejor y mayor
integración. Corriente que también incluye al demócrata peruano Vigil, a los ecuatorianos Noboa y
Montalvo; al chileno Arteaga y al neogranadino Samper. “La unión americana es la Roma de los
tiempos modernos”. Martí y Rodó retomarán el símil. Samper: necesidad de unificar los derechos
civiles y políticos de todos los hispanoamericanos, la urgencia de abatir las tarifas aduaneras entre
los estados confederados. Excluye al Brasil por ser una monarquía oligárquica y esclavista, con
tendencias expansionistas.
En estas corrientes incluimos finalmente al argentino Juan María Gutiérrez y al Chileno
Benjamín Vicuña Mackena (vieron q se llama igual q el guacho d pampita!)
La invasión anglo-franco-española de 1861 planteaba un problema inmediatamente mexicano
pero, en corto plazo, podría ser acuciante para toda Hispanoamérica. Pero aún antes de que las
tropas europeas desembarcaran su política exterior se había hecho eco de las aventuras de Walter. Y
ese eco cobra forma bolivariana. Pereda denuncia el peligro de exterminio o subyugación de la
entera raza hispanoamericana por la expansión de la sajona.
Más que la guerra entre México y Estados Unidos y la invasión de Walter, la intervención
francesa en México hizo patente el carácter nacional o antinacional de las fuerzas sociales que en
Hispanoamérica pugnaban por la hegemonía. El reformismo liberal ya se anotaba los primeros
éxitos en los países de menor atraso relativo (Argentina, Chile, México). Y sangrientas guerras
civiles no concluían el diferendo liberal-conservador en Venezuela y en la Confederación
neogranadina.
El conservadurismo tampoco fue ajeno a las dificultades y final frustración del último congreso
hispanoamericanista celebrado hasta el día de hoy con las representaciones oficiales de los
gobiernos establecidos: el de Lima de 1864 al calor de la conmoción por la invasión a México; en
los momentos que España reconquistaba santo Domingo, se apoderaba de territorio insular peruano
y bombardeaba Callao y Valparaíso. Romero: las contradicciones liberal-conservadoras expresaban
realidades y no voluntades, y no podían dejar de proyectarse en los preparativos y celebración del
congreso.

Antonio Leocadio Guzmán: nacionalismo económico e hispanoamericanismo.


A triunfo del liberalismo radical en Colombia de Tomás Cipriano Mosquera se debe mucho la
realización del congreso de Lima. Hay que reconocer el aporte ofrecido a este respecto por otros
sectores del liberalismo suramericano. El del istmeño Justo Arosemena y el del liberalismo
venezolano Leocadio Guzmán que pugnó por la restauración en un pacto federal de la Gran
Colombia bolivariana.
Defendió la constitución boliviana en Ecuador, Panamá y Venezuela, luchando en 1826 por la
realización de la confederación andina (de Bolivia a Venezuela). Adhirió al liberalismo y
federalismo venezolanos y cometió el error de reducir las contiendas liberal-conservadoras de su
patria a simples voluntarismos de grupos o personalidades. En 1845 en distintos artículos intenta
nacionalizar, americanizar la teoría económica.
Sostiene que los economistas oligarcas quieren aplicar a los países nuevos doctrinas económicas
sólo aplicables a las condiciones de las sociedades industrializadas.
En nuestras circunstancias la institución social (estado) debe tomar parte activa en la suerte
económica del pueblo. No alcanza a comprender que es la burguesía industrial extranjera la que, en
primer término, se beneficia de las doctrinas librecambistas.
El proteccionismo se desprende de estas premisas. Plantear la necesidad de una ley agraria que
racionalizara la propiedad de la tierra. El conservadurismo se opuso. Intentó culminar su
americanismo económico en lo político, con la restauración de la Gran Colombia a principios de los
sesenta.
La insurrección liberal y federalista neogranadina triunfó en julio de 1861. Mosquera concedía
derechos de ciudadanía a los venezolanos y ecuatorianos en territorio de la extinguida Nueva
38
Granada y reconoce al partido federal de Venezuela el carácter de beligerante. La constitución
denominada de Río Negro, fruto de la convención de 1863, incitó al poder ejecutivo de la
extinguida Nueva Granada a iniciar negociaciones con Ecuador y Venezuela a fin de restaurar la
Gran Colombia. Fue el último intento para federar los estados grancolombinos. El gobierno de
Colombia apeló al congreso para consignar en su legislación el principio de que no sería reconocido
ningún pacto de protectorado, de cesión, de venta o de cualquiera otra especie que menguase la
soberanía de algún Estado americano.
Lo propuso Lastarria a las cámaras de Chile y fue sometido a la deliberación de Perú y Bolivia.
A escala hispanoamericana, en el seno mismo de las corrientes demoliberales comienza a
dibujarse una tendencia pronorteamericana y aun proeuropea.

Hispanoamericanismo y panamericanismo.
Vicuña, a raíz de la guerra de Chile contra la confederación peruano-boliviana plantea la unión
de sus pueblos, mas que de sus gobiernos. En 1864 ha derivado a posiciones panamericanistas
atribuyendo el expansionismo norteamericano de las décadas del treinta al cincuenta a los intereses
esclavistas del sur de la Unión. Sus puntos de vista son reveladores de crecientes fisuras ideológicas
en gran parte estimuladas por las esperanzas puestas en la política exterior del Norte de la Unión
Americana en guerra contra el sur esclavista.
El colombiano Torres Caicedo en 1861 publicó unas bases para la unión económica y política de
los estados latinoamericanos incluyendo al Brasil. No se incluye a los Estados Unidos pero critica el
tratado de 1856 entre Chile, Perú y Ecuador señalando que tiene el defecto capital de mostrar un
espíritu hostil contra los Estados Unidos (consecuencia de las expediciones de Walter). Ha puesto
esperanzas en el Norte antiesclavista.
El problema de invitar o no a los Estados Unidos hubo de debatirse entre las cancillerías
hispanoamericanas en los momentos en que se preparan el congreso de Lima de 1864, y se rompió
la unanimidad. En 1862 Ancízar, ministro de relaciones exteriores de Colombia, escribe al de Costa
Rica que se debe invitar a la república norteña a lo que le contestan oponiéndose.
Dos años más tarde, otro canciller colombiano cambia la postura. El canciller chileno dice que
debía invitarse a todos los estados del continente incluidos EEUU y Brasil.
La polémica entre la cancillería peruana y la argentina ilustra, con bastante anticipación por
cierto, la degeneración del nacionalismo demoliberal. Y decimos con bastante anticipación pues no
es posible olvidar que ese nacionalismo aún no mostró considerable vigor con las posiciones
industrialistas y proteccionistas que intentaron afirmarse durante dos décadas (1860-1880). Vicente
Fidel López fue el máximo exponente de este nacionalismo económico.
La posición argentina también es signo de degeneración anticipada desde el punto de vista
diplomático, pero no hay que subestimar las posiciones antiimperialistas de Manuel Quintana y
Roque Sáenz Peña durante el primer congreso panamericanista de Washington. La respuesta que en
1862 da Rufino Elizalde, ministro de Mitre, a la convocatoria cursada por el canciller peruano
significa el inicio de prácticas ideologías entreguistas y colonizadas que se abren paso no sin
encontrar oposición y contradicciones. Europeísmo de Mitre. Al congreso se le considera
completamente estéril e inútil.
La réplica de Buenaventura Seoane, ministro del Perú en Argentina, es la del sentido común y la
de la tradición hispanoamericanista.

Cuarto congreso hispanoamericanista: 1864.


La posición argentina era proeuropea y pronorteamericana. En 1864, una esquemática
composición de lugar revela la potencia de los elementos y fuerzas disociadoras. A Venezuela y
Colombia, el texto constitucional de Río Negro suministró el marco institucional adecuado. Su
eficacia quedó reducida a la nobleza de la mejor letra jurídica. El ultraconservadurismo en repliegue
reverdeció sus intentos monarquistas. Y por primera vez, desde posiciones demoliberales, una
cancillería de nuestra América milita activamente contra la idea misma del congreso de la liga
hispanoamericana. Sarmiento, representante de la Argentina, recibió orden expresa de no concurrir.
39
Los acuerdos del último congreso con carácter de asamblea hispanoamericana tuvieron la misma
suerte que los de los tres anteriores. En adelante sólo tendríamos cónclaves panamericanos.
Lo que de ningún modo implica que desaparecieron los intentos de solidarizar los intereses de las
repúblicas hispanoamericanas. Se firmaron diversos tratados que incluían a distintas naciones. En
1878 algunos reconocieron la independencia cubana.
La década del ’80 es la del triunfo del panamericanismo. Durante ese mismo período se hicieron
los últimos desvanecidos esfuerzos por lograr la reunión de un cónclave en los marcos de la
tradición bolivariana. Es el que convocó Colombia, en 1881 en Panamá con el limitado propósito de
acordar un tratado colectivo de arbitraje. Concurrieron sólo Costa Rica, El Salvador y Guatemala.
Con motivo del centenario del nacimiento de Bolívar se realizó en Caracas en 1883 una asamblea a
la que concurrieron Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela y Santo Domingo.
Pero se trató de una conferencia oficiosa. En 1886 en una reunión de embajadores
hispanoamericanos en Francia, el de Colombia manifestó la preocupación por las amenazas de Italia
y las tendencias dominadoras de los EEUU sobre todo en Panamá.
Todos estos esfuerzos concluyeron con los acuerdos del congreso de juristas en Montevideo en
1888.
Finalizada la guerra civil norteamericana las ilusiones puestas en el Norte antiesclavista y
republicano rápidamente perdieron asideros en la realidad. Durante la guerra de la Triple Alianza
EEUU dio su respaldo diplomático a Solano López. La rivalidad con Inglaterra, que apoyaba a los
aliadas, explica su posición. Éstos tienen lugar entre el último congreso hispanoamericanista de
1864 y el primer intento en 1881 de reunir una asamblea panamericana.

Declinación del hispanoamericanismo liberal.


Durante este período el nacionalismo hispanoamericanista de inspiración demoliberal declinó
paralelamente con el desvanecimiento de las potencialidades progresistas de las clases que lo
sustentaron. Éstas conformaron un frente policlasista en el cual la pequeña burguesía y las capas
medias tenían un papel protagónico. El nacionalismo económico y cultural perdió asideros entre los
comerciantes librecambistas y los hacendados del monocultivo. Pero permaneció invariable, y aun
acentuado en sectores de las capas medias y de la pequeña burguesía. Es lo que permitirá, a finales
de siglo y principios del XX, un reordenamiento de clases que enarbolarán, con otra significación
social las mismas banderas nacionalistas y aun hispanoamericanistas, arriadas por la democracia
liberal en degeneración. Cobrarán forma en movimientos populistas, partidos radicales y
socialismos nacionales. En el mundo antillano éstas directamente enfrentadas a la emergencia del
imperialismo, asumirán las características de un nacionalismo revolucionario.
Importa destacar que la complejidad y asincronía de los procesos históricos hispanoamericanos
eluden toda comprensión unívoca y lineal de sus desarrollos. De ese liberalismo y de esa tradición
nace la gesta nacional-revolucionaria de Augusto Sandino.
En Chile, la sociedad hispanoamericana políticamente más avanzada del siglo XIX. La Unión
Liberal de ideología nacionalista e hispanoamericanista y su desembocadura en la fundación del
Partido Radical de Chile. Recordar el hispanoamericanismo de sus orígenes es tanto más oportuno
por cuanto coincide con idénticas formulaciones sustentadas posteriormente en los actos
fundacionales del Partido Socialista de Chile.
Al calor de las reacciones suscitadas por la invasión de Napoleón III a México se crearon, desde
1862 y aun antes, numerosas sociedades de Unión Americana en diversos países. La más importante
la de Santiago de Chile en 1862. Esta sociedad centralizó sus iniciativas desplegadas en diversas
ciudades y provincias de Chile y entró en contacto con otras análogas establecidas en diversos
países americanos.
Sin perjuicio de apelar a los gobiernos establecidos es la directa convocatoria a los pueblos
hispanoamericanos lo que anima a muchas de estas sociedades. Estamos frente a las primeras
formulaciones ideológicas, con esperanzas bolivarianas, de unas capas medias que comienzan a
desistir, desengañadas, tanto del ideario del liberalismo clásico como de sus asideros sociales.

40
Primeras formulaciones del nacionalismo demócrata-revolucionario en el Caribe.
La más promisoria y amplia de esas avenidas apareció en el Caribe, directamente enfrentado al
colonialismo español y al expansionismo norteamericano.
En tanto que las condiciones de la guerra revolucionaria en Cuba permitieron que ésta se
prolongara durante 10 años (1868-1878) y aunque concluyera con un último y breve estertor, la
sublevación en Puerto Rico, conducida por Betances, fue rápidamente sofocada. Desde el punto de
vista ideológico el grito de Lares presenta un interés fundamental. Es el de que por ser más
nítidamente que el cubano, fruto de la acción revolucionaria de las capas medias y de la pequeña
burguesía. Lares anuncia, tanto o más que Yara, las características de la gesta martiana de la década
del noventa. Hay entre Betances y Martí una línea de desarrollo político democrático
revolucionario.
Un cubano cuya posición asume Betances complacido, plantea desde 1871, y en contraste con el
anexionismo, que la independencia de Cuba ha de servir de balanza y contrapeso a la expansión
norteamericana. Son las primeras formulaciones de una política nacional-revolucionaria que habrá
de adquirir, con la emergencia del imperialismo, más definidas connotaciones.

41
La formación del estado argentino. Orden, progreso y organización nacional.
Oscar Oszlak

Lineamientos conceptuales e históricos.

Estado, nación, Estado nacional: algunas precisiones.


La formación del Estado es un aspecto constitutivo del proceso de construcción social en el cual
se van definiendo los diferentes planos y componentes que estructuran la vida social organizada.
Conforman un cierto orden cuya especificidad depende de circunstancias históricas complejas.
Elementos como el desarrollo relativo de las fuerzas productivas, los recursos naturales disponibles,
el tipo de relaciones de producción, la estructura de clases resultante o la inserción en la trama de
las relaciones económicas internacionales, contribuyen en diverso grado a su conformación.
Depende también de los problemas y desafíos que el propio proceso de construcción social
encuentra en su desarrollo histórico, de las posiciones adoptadas y recursos movilizados por los
diferentes actores, incluido el Estado, para resolverlos.
La conformación del Estado nacional supone a la vez la conformación de la instancia política
que articula la dominación y la materialización en un conjunto interdependiente de instituciones que
permiten su ejercicio. El Estado se verificaría a partir del desarrollo de un conjunto de atributos que
definen la estatidad, es decir, el surgimiento de una instancia de organización del poder y de
ejercicio de la dominación política. El Estado es relación social y aparato institucional.
La estatidad supone la adquisición de:
1. capacidad de externalizar su poder, obteniendo reconocimiento como unidad soberana
dentro de un sistema de relaciones interestatales
2. capacidad de institucionalizar su autoridad, imponiendo una estructura de relaciones de
poder que garantice su monopolio sobre los medios organizados de coerción.
3. capacidad de diferenciar su control; creación de un conjunto funcionalmente diferenciado de
instituciones públicas con reconocida legitimidad para extraer recursos de la sociedad civil, con
cierto grado de profesionalización de sus funcionarios y cierta medida de control centralizado sobre
sus variadas actividades.
4. capacidad de internalizar una identidad colectiva, emisión de símbolos que refuerzan
sentimientos de pertenencia y solidaridad social que permiten el control ideológico como
mecanismo de dominación.
Estos atributos no definen a un Estado nacional. El surgimiento de éste es el resultado de un
proceso de lucha por la redefinición del marco institucional considerado apropiado para el
desenvolvimiento de la vida social organizada. Esto implica que el estado nacional surge en
relación con una sociedad civil que tampoco ha adquirido el carácter de sociedad nacional.
Resultado de un proceso de mutuas determinaciones entre ambas esferas.
El doble carácter del Estado (abstracto y material) encuentra un cierto paralelismo en el
concepto de nación. En la idea de nación también se conjugan los elementos materiales e ideales.
Los primeros se vinculan con el desarrollo de intereses resultantes de la diferenciación e integración
de la actividad económica dentro de un espacio territorialmente delimitado. Los segundos implican
la difusión de símbolos, valores y sentimientos de pertenencia a una comunidad diferenciada por
tradiciones, etnias, lenguaje y otros factores de integración que configuran una personalidad común
que encuentra expresión en el desarrollo histórico.
Definido el Estado como instancia de articulación de relaciones sociales, es difícil pensar en
relaciones más necesitadas de articulación y garantía que las implicadas en una economía de
mercado plenamente desarrollada.
La formación del Estado nacional es el resultado de un proceso convergente, aunque no unívoco,
de constitución de una nación y un sistema de dominación. La constitución de la nación supone, en
un plano material, el surgimiento y desarrollo, dentro de un ámbito territorialmente delimitado, de
intereses diferenciados generadores de relaciones sociales capitalistas; y en un plano ideal, la
creación de símbolos y valores generadores de sentimientos de pertenencia que tienden un arco de
42
solidaridades por encima de los variados y antagónicos intereses de la sociedad civil enmarcada por
la nación. Este arco de solidaridades proporciona a la vez el principal elemento integrador de las
fuerzas contradictorias surgidas del propio desarrollo material de la sociedad y el principal elemento
integrador de las fuerzas contradictorias surgidas del propio desarrollo material de la sociedad y el
principal elemento diferenciador frente a otras unidades nacionales. La constitución del sistema de
dominación que denominamos Estado, supone la creación de una instancia y de un mecanismo
capaz de articular y reproducir el conjunto de relaciones sociales establecidas dentro del ámbito
material y simbólicamente delimitado por la nación.
En su objetivación institucional, el aparato del Estado se manifiesta como un actor social,
diferenciado y complejo, en el sentido de que sus múltiples unidades e instancias de decisión y
acción traducen una presencia estatal difundida en el conjunto de relaciones sociales. El elemento
homogeneizador de su heterogénea presencia es la legítima invocación de una autoridad suprema
que pretende encarnar el interés general de la sociedad.
De esta forma el origen de las instituciones estatales resultarían de intentos por resolver la
creciente cantidad de cuestiones que va planteando el contradictorio desarrollo de la sociedad.
La ampliación del aparato estatal implica la apropiación y conversión de intereses civiles,
comunes, en objeto de su actividad, pero revestidos entonces de la legitimidad que le otorga su
contraposición a la sociedad como interés general. Además conlleva la apropiación de los recursos
que consolidarán las bases de dominación del estado y exteriorizarán su presencia material.
El grado de consenso o coerción depende de la particular combinación de fuerzas sociales que la
enmarcan.

Emancipación, organización y estados nacionales en América Latina.


El acto de ruptura con el poder imperial no significó la automática suplantación del Estado
colonial por uno nacional. En parte, se debió a que en su origen, la mayoría de los movimientos
emancipadores tuvieron un carácter municipal. En la medida que consiguieron suscitar apoyos, se
fueron extendiendo hasta adquirir un carácter nacional. Los débiles aparatos estatales del período
independentista estaban constituidos por un reducido conjunto de instituciones locales. A ellos se
fueron superponiendo órganos políticos para sustituir el sistema de dominación colonial y establecer
un polo de poder alrededor del cual constituir un Estado nacional. Intentos no siempre exitosos, y en
muchos casos desembocaron en largos períodos de enfrentamientos regionales y lucha entre
fracciones políticas, en los que la existencia del Estado nacional se fundaba en uno de sus atributos:
el reconocimiento externo de su soberanía política.
El fracaso se debió a la escasa integración territorial, precariedad de los mercados y agravada por
la interrupción de los vínculos con la vieja metrópoli.
El período independentista se caracterizó por tendencias secesionistas y modificaron
drásticamente el mapa político de América Latina. Furtado: la estructuración de los nuevos estados
se vio condicionada por dos factores: la inexistencia de interdependencia real entre señores de la
tierra que se someterían a uno de ellos en función de la lucha por el poder; y la acción de la
burguesía urbana que mantendría contactos con el exterior y exploraría toda posibilidad de
expansión del intercambio externo al cual se irían vinculando segmentos del sector rural.
La extraordinaria expansión del comercio mundial y la disponibilidad e internacionalización del
flujo de capitales financieros, abrieron en América Latina nuevas oportunidades de inversión y
diversificación de la actividad productiva e intermediadota. Crecimiento de la demanda externa,
grandes corrientes migratorias e inversiones en infraestructura y el auge de las exportaciones.
Con mercados muy localizados, población generalmente escasa, rutas intransitables, anarquía
monetaria, inexistencia de un mercado financiero y vastos territorios bajo control indígena o de
caudillos locales. Para los sectores económicos dominantes que encontraban en la apertura hacia el
exterior creciente terreno de convergencia para la homogeinización de sus intereses, la superación
de tales restricciones pasaba por la institución de un orden estable y la promoción de un conjunto de
actividades destinadas a favorecer el proceso de acumulación. “Orden y Progreso”. El estado

43
nacional aparecía como la única instancia capaz de movilizar los recursos y crear las condiciones
que permitieran superar el desorden y el atraso.
La tradición conspiraba contra la centralización en el estado de ciertos instrumentos de control
social: registro de las personas, aparato educacional. A la vez las unidades subnacionales
continuaban manteniendo fuerzas regulares propias, sobre la base de normas constitucionales y
legales dispares.
El orden aparecía como una drástica modificación del marco habitual de relaciones sociales;
implicaba la imposición de un patrón de convivencia diferente.
Durante la primera etapa del período independentista los esfuerzos estuvieron dirigidos a
eliminar todo resabio contestatario. La reiterada y manifiesta capacidad de ejercer control e imponer
mando efectivo y legítimo sobre territorio y personas, en nombre de un interés superior material e
ideológicamente fundado en el nuevo patrón de relaciones sociales, es lo que definía justamente el
carácter nacional de esos estados. De aquí que en esta primera etapa los nuevos estados
exteriorizaran su presencia fundamentalmente como aparatos de represión y control social.
La cuestión del orden acaparó la atención y recursos del Estado nacional desde el momento de su
constitución. Resolverla representaba una condición básica de su supervivencia y consolidación.
Además constituía una premisa elemental para el establecimiento de formas estables de relación
social, compatibles con las oportunidades y expectativas que surgían con la lenta pero creciente
integración de las economías latinoamericanas al mercado mundial. Orden y progreso, pero primero
orden, luego progreso.
La coexistencia de ambas cuestiones en la segunda mitad del siglo XIX planteaba no pocas
contradicciones desde el punto de vista de las instituciones estatales.
Ello suponía un grado de presencia en estos diversos planos que la precariedad de los nuevos
estados no estaba en condiciones de institucionalizar. Asignar sus escasos recursos al orden restaba
posibilidades de facilitar el progreso, con lo cual su legitimación tendía a fundarse en la coacción,
resintiéndose su viabilidad institucional. Pero imponer orden creaba condiciones materiales para
impulsar el progreso.
Los estados que emergieron del proceso de internacionalización de la economía mostraron una
débil capacidad extractiva y una fuerte dependencia del financiamiento externo, lo cual sumado a su
papel en la formación de un mercado interno, la consolidación y ordenamiento jurídico de la
propiedad de la tierra, el aliento de la producción de materias primas y manufacturas con escasos
requerimientos tecnológicos y la canalización de recursos hacia sectores primario-exportadores,
mercantiles y financieros, reforzaron las características de un sistema productivo y un orden social
subordinada frente a los centros del capitalismo mundial.
Dependiendo de los bienes primario exportables, se fueron conformando relaciones de
producción e intercambio que condicionaron las modalidades de intervención del Estado.
Ello dio origen a nuevas actividades intermediadotas lo cual exigió a su vez el perfeccionamiento
de la legislación y la regulación de las transacciones. La acción del Estado resultó crucial a través
de la inversión directa, crédito oficial, legislación y creación de unidades administrativas a cargo de
la producción de bienes, regulaciones y servicios, el Estado pudo ofrecer seguridad a personas,
bienes y transacciones, facilitó las condiciones para el establecimiento de un mercado interno,
extendió los beneficios de la educación y la preservación de la salud y contribuyó a poblar el
territorio y a suministrar medios de coacción extraeconómica para asegurar el empleo de una fuerza
de trabajo a mentido escasa.

Cuestiones dominantes en la etapa de consolidación del Estado.


Seguridad desarrollo, estabilidad crecimiento.
Los sucesivos sinónimos del orden y progreso no serían más que eufemísticas versiones del tipo
de condiciones que aparecen como necesarias para la vigencia de un orden social que ve amenazada
su continuidad por las mismas tensiones y antagonismos que genera.
Así como el capitalismo no se desarrolló de igual manera en todas partes, tampoco los estados.
La especificidad de estos fue un reflejo de la especificidad de los respectivos capitalismos. Y esta
44
última fue producto de las fuerzas desatadas por este sistema de producción, apropiación y
dominación; de las clases y sectores surgidos de estas relaciones; de sus respectivas bases de
recursos; y de su movilización, a través de alianzas y enfrentamientos, en torno a las cuestiones
suscitadas por el contradictorio desarrollo de ese complejo sistema.
Desde esta perspectiva adquieren nuevo sentido ciertos rasgos comunes observables en la
evolución histórica del aparato estatal en América Latina. Los organismos de seguridad social
surgieron como intentos de resolver parcialmente la llamada cuestión social. Los organismos de
expropiación de tierras y desarrollo agrario fueron creados como unidades especializadas para
atender las necesidades creadas por la reforma agraria. Y los mecanismos de regulación cambiaria,
tributaria, arancelaria y crediticia creados en la década del 30 constituyeron formas de paliar los
efectos locales de la crisis mundial. Otro rasgo común es el crecimiento del aparato estatal a través
de tandas de organismos y recursos funcionalmente especializados. Un tercer rasgo común, es el
carácter conflictivo que adquiere el propio acceso de expansión estatal.

Recapitulación.
En su origen, la formación de los estados nacionales latinoamericanos implicó la sustitución de
la autoridad centralizada del Estado colonial y la subordinación de los múltiples poderes locales que
eclosionaron, luego de la independencia, como consecuencia de las fuerzas centrífugas desatadas
por el proceso emancipador. La identificación con la lucha emancipadora fue insuficiente para
producir condiciones estables de integración nacional. La base material de la nación recién comenzó
a conformarse con el surgimiento de oportunidades para la incorporación de las economías locales
al sistema capitalista mundial y el desarrollo de intereses diferenciados e interdependientes
generados por tales oportunidades.
La articulación de los mercados internos y su eslabonamiento con la economía internacional, se
vieron acompañados por la consolidación del poder de aquella clase o alianza de clases que
controlaba los nuevos circuitos de producción y circulación de bienes en que se basó la expansión
de la economía exportadora. Las nuevas formas de dominación económica, a cuya sombra se
consolidaban nuevas relaciones sociales, requerían la paralela constitución y control de un sistema
de dominación capaz de articular, expandir y reproducir el nuevo patrón de relaciones.
Este sistema –el Estado Nacional- fue determinante y consecuencia del proceso de expansión del
capitalismo iniciado con la internacionalización de las economías de la región. Determinante, en
tanto creó las condiciones, facilitó los recursos, y hasta promovió la constitución de los agentes
sociales. Consecuencia, en tanto a través de estas múltiples formas de intervención se fueron
diferenciando su control, afirmando su autoridad y, en última instancia, conformando sus atributos.
Los problemas relativos al orden y al progreso concentraron la atención de estos actores,
resumiendo la agenda de cuestiones socialmente vigentes durante la etapa formativa del estado. Las
modalidades que sumió, fueron definiendo la naturaleza y significación de los sectores sociales y de
las instituciones estatales generados por el propio proceso de resolución.

45
F.Mallón: Las sociedades indígenas frente al nuevo orden

En relación a las comunidades aborígenes y frente a la posibilidad de crear un nuevo orden


postcolonial, diferentes grupos imaginaron diferentes alternativas, desde la integración ciudadanía y
nacionalidad, hasta diversas formas de autonomía negociada. Los resultados variaron de zona en
zona, pero en casi todo el continente el siglo XIX terminaría con procesos de exclusión y represión.
La autora propone una división que mantiene a lo largo de todo el artículo entre la zona
periférica del Cono Sur (Argentina y Chile) y la zona de los Andes(analiza Perú) y México.
Durante el período colonial en las sociedades periféricas del Cono Sur se llega a una cierta
correlación de fuerzas en la frontera, gracias a la cual los criollos e indígenas mantienen relaciones
de intercambio e interdependencia, mientras siguen sin conquistarse grupos indígenas , ni
subyugarse política ni económicamente. La autora atribuye esto , en el caso de Chile a la existencia
de una sociedad (la española no) relativamente pobre , donde las empresas agrícolas se daban de
forma extensiva , informar y casi autosuficiente , con fronteras y ganado protegido por sus
inquilinos; estos grupos convivían con el impresionante poder militar de mapuches y reches quienes
habían firmado con la corona el pacto de Quilín que les reconocía autonomía entre los ríos Bío-Bío
y Tólten. Esto generaba formas mutuas de tolerancia interrumpidas por enfrenamientos casuales.
Para el caso argentino , por ser usado el puerto del Río de la Plata como último punto del recorrido
comercial desde Potosí , no había necesidad de conquistar a los indios de las pampas.
Todo esto lleva a que entre el SXVIII y primera mitad del XIX se de una pujante economía de
contrabando de ganado que genere prestigio a ciertos clanes mapuche.
A comienzos del s XIX , con la crisis del orden colonial y el surgimiento de una opción
nacional , la presencia de grupos indígenas sin conquistar se vuelve un problema.
Los casos de relaciones fronterizas en el sur de Chile y en las pampas argentinas tienen en
común la supervivencia de poblaciones aborígenes importantes, que aún después de la
independencia no obedecían al poder estatal .A partir del s XIX cuando la integración a un nuevo
mercado internación y los cambios en los sistemas de armamento combinasen con los proyectos de
integración nacional y territorial la situación de relativa armonía entre criollos e indios cambiara
para incrementar la importancia del sometimiento de las zonas fronterizas. Ambos países se
embarcaran en proyectos que subyugarán a los grupos rebeldes en el seno de la nación.
En los andes y el México central , el proyecto colonizador se baso en la conquista y dominación
de importantes poblaciones nativas , quienes pasaron a ser fuerza de trabajo en distintas empresas
españolas. El sistema colonial reposaba sobre una especie de acuerdo entre las comunidades
indígenas y el sistema español(tributo y trabajo por protección legal y de lo comunal) de ahí la
división entre pueblos de indios y de españoles.
Ahora bien, esta forma de dominación entra en crisis a partir del s XVIII, por diversas razones
como la ineficiencia de los mediadores entre indios y españoles , o las disputas territoriales, entre
otros.
En el caso Mexicano el estado colonial se establece en el centro del estado precolombino
posibilitando la reorganización del poder de forma más hegemónica y por lo tanto un control más
directo sobre los grupos indígenas. En el caso peruano el centro de poder colonial(Lima) se
establece en un lugar distinto que indígena (Cuzco) con lo que se da una división espacial entre
poder español e indígena generándose formas de mediación.
En un contexto postcolonial la relación entre grupos indígenas y el Estado deberá replantearse
atendiendo a las particularidades propias del pacto colonial.

El Estado liberal frente a las poblaciones indígenas El caso de México.(también va a hablar


de Perú)
La relación entre el estado liberal mexicano y, modernizante y en expansión, y los grupos y
comunidades indígenas fue una relación de diálogo conflictivo alrededor de dos cuestiones
principales :la propiedad agrícola comunal y la organización y descentralización del poder político.
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En los casos en los que era posible establecer una alianza con el campesinado indígena ,el
liberalismo lo hizo en términos de autonomía municipal: control local sobre tierras y las
instituciones políticas. En los casos en que fue imposible hacerlo , el deseo autónomo se articulo a
través de líderes étnicos, religiosos o conservadores, y en vez de diálogo predomino la represión y
resistencia. Existieron también alianzas parciales y particular de algunas comunidades en algún
momento específico.
Una vez entrado el s XX el desarrollo de una agricultura comercial y la colonización de tierras al
norte resquebrajarían los tratados entre el gobierno liberal y grupos campesinos e indígenas en el
norte y el sur.
El estado que emerge en Perú a finales del s XIX , reproduce la “república de indios”colonial, ya
no como proteccionismo en una sociedad de estamentos , sino como fragmentación, aislamiento y
exclusión en una sociedad supuestamente nacional.

Argentina :La frontera se vuelve desierto.


Hacia 1870 la sociedad rural hace un llamado al gobierno argentino para “solucionar el problema
indio”. Pero no hacia 1880 que Roca se abre paso hasta la Patagonia , cerrando los pasos andinos
entre Chile y Argentina , exterminando a los pueblos mapuche y tehuelches de las pampas de Río
Negro. Este exterminio fue seguido por la expansión de la frontera agraria y la instalación del
ferrocarril.
Los gobiernos chilenos y argentinos iniciaron campañas conjuntas de exterminio, para evitar que
las poblaciones derrotadas de un lado pasaran al otro.
Existen diferencia entre el caso chileno y el argentino. Del lado argentino los indígenas
sobrevivientes fueron puestos en territorios o resguardos especiales. El gobierno chileno inicio un
proceso de radicación de la población derrotada militarmente , cuyo nombre(reducción) era apto en
dos sentidos: se reducía la tierra otorgada a los mapuche y al mismo tiempo se reducía la definición
de linaje y parentesco (dividir pa gobernar).
En ambos casos , los indígenas fueron reducidos a la condición de “otro” sin derecho a la
ciudadanía.
Una diferencia importante es también el nombre de la campaña; en el caso de Roca , “la
campaña del desierto” implica la conquista de un territorio vacío , el cual sabemos (que a pesar de
las epidemias y combates anteriores) estaba ocupado por importantes poblaciones aborígenes y
mestizas. El proceso por medio del cual la frontera se vuelve desierto , comienza entre 1800 y
1825 , cuando una serie de procesos contribuyeron a desestabilizar la situación de convivencia entre
criollos e indios. Por un lado la apertura comercial con Inglaterra , aumenta la demanda de trigo , y
se expande la frontera ganadera ; del lado indígena la introducción de nuevos grupos mapuche
provenientes de Chile desestabilizan el equilibrio demográfico. Entre 1860-1870 se cierran las vías
habituales de comercio entre criollos e indios , con lo que estos últimos comienzan a recurrir al
malón como forma de abastecimiento. Esto sumado a todas las ideas de “civilización “y “barbarie”
de la generación del 80, transforman a la guerra en conquista del desierto.

Las sociedades indígenas se enfrentan al s XX: México Perú y el Cono Sur


En Chile como en Argentina la derrota final de los Mapuche en 1882 abrió la inversión y
colonización de una zona rica ,inmigrante y nacionales acumularon enormes extensiones de terreno
entre 1880y 1920.
Una diferencia importante entre Argentina y Chile reside en las diversas presencias indígenas en
el período posterior a la conquista . En Argentina la escasa presencia demográfica de los indígenas
después de la campaña los expulsa de la vida nacional. En Chile , la política de radicación surge
como respuesta a la presencia más numerosa y dramática del pueblo mapuche .Este pueblo logra
reconstruirse dentro de las reservas y generar una importante fuerza urbana intelectual que a lo
largo del siglo XX participan activamente en la organización política.
Tanto en Argentina como en Chile un gobierno en consolidación utiliza un ejército recién salido
de un conflicto internacional para hacerle guerra a un enemigo interior. A través de la derrota
47
militar se termina con la autonomía indígena , creando regímenes de excepción , en los cuales los
indígenas que sobreviven son definidos como poblaciones no ciudadanas, esta marginación genera
posibilidades de mitificación de la figura del indio.
Posibilidades que no se dan en Perú y en México, en donde las poblaciones no habían sido
marginadas ni demográfica y políticamente, aquí los estados postcoloniales tuvieron que enfrentar
de modo distinto el problema de las poblaciones indígenas.
En México la Revolución de 1910 hizo posible un discurso de mestizaje , dentro del cual , a la
larga, la “incorporación” , del campesino indígena al proceso de desarrollo nacional , supervisado
por el Estado , llevaría a la eventual desaparición del problema.
En Perú , la continuidad de una separación neocolonial , entre indígenas y criollos , sierra y
costa. Llevaría a partir de 1920 a la promulgación de una legislación proteccionista. Adicionalmente
la fuerte represión de un movimiento a favor de la ciudadanía indígena llevaría a un cambio de
estrategia tendiente a un cierto tipo de mestizaje cultural en pos de la supervivencia.

48
Beato. G :LA NUEVA ESTRUCTURA COMERCIAL.

América Latina: Los límites de la mercantilización.


La vida social latinoamericana entre 1820-1880 acusa un escaso desenvolvimiento de la
mercantilización , debido en gran parte a las trabas que dificultaban la fluidez de las transacciones.
Una gran proporción de la población permanecía marginada del intercambio mercantil, por sus
condiciones económicas o sociales.
Entre estas podemos mencionar , las poblaciones esclavas y las comunidades indígenas.
Además una gran proporción de la población se encontraba vinculada a las actividades
agropecuarias, esto determinaba una escasa mercantilización , ya que los establecimientos agrícolas
buscaban el autoabastecimiento , y trataban de minimizar la adquisición de de insumos exteriores.
Si bien existía esta marcada “estrechez” en los “mercados”, la mayoría de las unidades
agropecuarias requerían insumos externos que variaban según su especialización.
Con todo esto las nociones de mercado en América Latina debe entenderse de la forma más
laxa , abarcando la más amplia gama de maneras o modos de intercambio y combinación de las
mismas.
La marcha de la economía latinoamericana desde tiempos de la independencia hasta 1880
(aprox) atravesó por momentos diferentes.
Un primer momento comprende hasta la mitad del SXIX resintió el efecto negativo de las
guerras civiles y las secuelas de las guerras de independencia , al mismo tiempo se dio un momento
de crisis e iliquidez en Europa. Diversos países dentro de la economía de la época comenzaron a
recuperarse.
El tercer cuarto del siglo (no en todos los países) , la recuperación se hizo manifiesta aunque con
altibajos como la crisis de 1873.A partir de la década del 70 se inicia la inserción de Latinoamérica
en la economía mundial, caracterizada por la exportación de productos primarios hacia las
metrópolis , y desde estas la aportación de capitales y productos industriales. Esto sumado a la
masiva ola de inmigración , contribuye a definir abiertamente la relación centro periferia.
Es importante destacar que la generalidad de los países latinoamericanos no contó con un
mercado nacional sino hasta que estuvieron integrados en sus respectivos territorios , a la paz que el
proceso de construcción del Estado nacional hubo alcanzado suficiente madurez.
No existía un mercado integrado a nivel nacional, sino áreas de intercambio de nivel local o
regional , con vinculaciones comerciales no muy fluidas con otras regiones.
Entonces entre las condiciones que limitaban las posibilidades de intercambio en América
latina , tenían lugar la precariedad de los caminos , la pesadez de los transportes terrestres y la
inseguridad propia de las nuevas naciones.
Hacia 1880 América latina estaba en el umbral de una amplia expansión de exportación de
productos primarios hacia los países mas industrializados. Al mismo tiempo tenía lugar un
incremento de importaciones de productos industrializados y capitales , de la mano de fuertes
oleadas de inmigrantes y el inicio de un política de corte positivista próxima a la idea de “orden y
progreso”.

Los mercados internacionales.


América Latina estableció sus relaciones comerciales con Gran Bretaña, Estados Unidos ,
Francia , Alemania y Francia. En el conjunto de intercambio predominaron Gran Bretaña y Estados
Unidos. El último país a pesar de una industrialización más tardía durante el s XIX gracias a una
extraordinaria expansión económica , pudo rivalizar con Gran Bretaña.
En un primer momento la política comercia de GB se orientó a captar parte del comercio exterior
y fundamentalmente a la colocación de manufacturas . Un rasgo importante de la política británica
fue la tenacidad para obtener situaciones de favoritismo y no conceder condiciones de reciprocidad.
Los comerciantes británicos contaron con la “protección” de sus intereses por parte de GB.
Tuvieron custodios en los representantes diplomáticos quienes se inmiscuían en las políticas
nacionales presionando a los gobiernos nacionales.
49
El comercio con los británicos solía venir asociado al crédito , por lo que migrantes mercantiles
se asentaron en América Latina , como agentes viajeros reclamantes de viejos adeudos. Muchos de
ellos proveían información para alimentar tácticas a nivel global .De hecho los representantes
diplomáticos , jugaron un papel decisivo, y a ellos estaban vinculados toda una gama de
profesionales.
La cantidad de británicos asentados en diversas regiones latinoamericanas dependía la de las
posibilidades del área, de sus condiciones estratégicas para la política de penetración y control de
circuitos.
El sistema de control y presión sobre puntos de interés comercial estratégico se complementan
con una intimidante distribución de navíos de guerra convenientemente apostados para asegurar
pronta intervención.

La producción para la exportación.


Las características de la producción para la exportación latinoamericana en países continentales
constituían dos grupos: los exportadores netos de artículos agropecuarios (Centroamérica,
Paraguay , Brasil, Argentina , Uruguay);aquellos cuya exportación de productos mineros era muy
importante aunque también colocaran en el mercado productos agrícola ganaderos.(México,
Colombia, Venezuela ,Perú, Bolivia , Chile).
Entre las mercancías de mayor exportación figuran , azúcar , algodón , café , cacao, caucho,
tabaco , grana cochinilla, añil, maderas, especiales , entre otras.
Los países del Río de la Plata , la exportación de cueros fue un rubro importante , junto con la
grasa sebos y el tasajo , tenían un mercado importante en las zonas esclavistas como Brasil y Cuba.
A partir de mediados de siglo la lana para países europeos desplaza a las demandas exportaciones y
permanece hasta fin de siglo como el más importante.
En Brasil , el azúcar permanece como una de las exportaciones más importantes seguida por el
algodón y el café en tercer lugar.
La competencia internacional , hace que el café a mediados de siglo se colocara como principal
exportación dejando al azúcar en segundo lugar.
Ecuador ,desde los primeros tiempos de la independencia la exportación es principalmente de
paja toquilla , pero su importancia fue disminuyendo principalmente por la caída del precio. Otros
productos importantes fueron el caucho , café y la tagua. Sin embargo el cacao fue el producto de
mayor colocación
Las importaciones mas importantes de Paraguay fueron yerba, tabaco , maderas duras , cigarros,
cueros , almidón, subproductos de caña de azúcar.
Centroamérica , enclavada en un área de asentamiento británica (Belice), era de gran interés
estratégico para el control de rutas interoceánicas. Bajo el control de GB Centroamérica tenía un
interés económico menor desde la perspectiva de integración económica mundial .Costa Rica es
una excepción allí se da una expansión cafetera. Nicaragua y Honduras , no logran salir del
aislamiento .Guatemala y El Salvador , experimentan momentos de auge y declinación de cultivos
regionales.
México tubo en la plata su principal producto de exportación durante todo el período ; el capital
extranjero de firmas centralizadas fuera del país irrumpió masivamente y barrió de la cúpula
minerometalúgica a los nacionales y sus socos residentes.
La actividad agropecuaria para el comercio se basó en las haciendas que pueden clasificarse en
las del norte (ganaderas), centro (cerealeras) sur (caña de azúcar, algodón, café , tabaco y
henequén); existieron también exportaciones mixtas productoras de bebidas alcohólicas.
Perú al principios del SXIX experimentó una importante crisis minera . Hacia 1840 el guano
existente en las islas del litoral comienza a tener una altísima demanda y fue el principal producto
de exportación desde 1840 hasta la década del 70
Al finalizar el período del guano el gobierno recurrió a los yacimientos de salitre de Tarapacá (y
todos saben lo q paso así q no lo voy a poner)
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Bolivia desde la independencia la producción de plata continuo en descenso , se apelo a la
sobreexplotación de la mano de obra para resolverlo pero no se pudo.
Otros productos de exportación fueron el salitre coca quinoa estaño caucho, textiles lana,
algodón.
Chile .Dos conflictos armados marcaron el límite de la expansión económica y territorial ; la
guerra contra la confederación Peruano-Boliviana que significo el predominio en el Pacífico .Y la
guerra del Pacífico contra Bolivia y su aliado Perú . A partir de está última la explotación de salitre
sería un factor decisivo hasta la crisis de 1930.
Venezuela .La exportación de oro tubo una importancia relativa ya que desde antes de mediados
de siglo el café fue por excelencia el producto de mayor exportación.
El predominio absoluto de uno o de pocos de los productos colocables en el mercado externo, tan
común en Latinoamérica , implicaba la extrema vulnerabilidad ante las fluctuaciones de precios y
otros factores internacionales.

Las flotas mercantes.


A GB la construcción de la flota mercante más poderosa del siglo le permitió controlar el
transporte de la mayor parte de los productos de importación y exportación , a la vez que captaba
buena parte de los fletes de otros países importantes.
Distintos convenios comerciales, colaterales al reconocimiento británico de las independencias
latinoamericanas , establecían que los intercambios debían realizarse en navíos de las partes
intervinientes , lo que implicaba que los costos debían pagarse en su mayoría a GB .
El predominio de la importante y poderosa marina de guerra creaba espacios de excluyentes a lo
largo de los mares magnificando las posibilidades que por sí mismas brindaban los productos de la
industrialización que brindaba la potencia.

Rutas marítimas circuitos y puertos.


El tráfico marítimo más intenso entre América Latina , EEUU y Europa se daba vía atlántico
norte; en segundo lugar figuraba la faz atlántica latinoamericana seguida por la navegación en las
costas pacíficas.
México a través de Veracruz tubo el puerto de mayor relevancia durante todo el período.
En el Atlántico sur Brasil era el principal cliente británico, Recife, Belem , Salvador (Bahía), Río
de Janerio y Santos eran los puertos más significativos. El Río de la Plata era también un centro
muy importante
Valparaíso se constituyo en una decisiva base en el proceso de expansión mercantil y de
transporte náutico chileno que abarco el Pacífico americano hasta California.
En Perú Callao después de Valparaíso jugo un papel importante. En Ecuador Guayaquill era un
punto de paso hacia los puertos del sur.
Panamá por su lugar estratégico se conservó como lugar de paso de diversas mercancías.
Existían también vías de tránsito para quienes no necesitaran circunvalar el continente , una de
las más importantes en Nicaragua.
Se da además la expansión ferroviaria que significaba para un país o región contar con un medio
de transporta rápido barato y viable, era también una forma de superar el aislamiento de recursos
materiales y humanos y hacer llegar a muchas zonas oportunidades económicas , educativas,
sanitarias y de integración general al Estado nacional en construcción. El ferrocarril también
desplazo productores que quedaban aislados en el tramado de las vías.

América Latina y el intercambio con Gran Bretaña y Estados Unidos


Las exportaciones de GB hacia AL se integraban con artículos de su propia producción , de sus
colonias, y de diversos países extranjero. No obstante los textiles británicos constituían los
porcentajes mas altos de las mercancías introducidas durante el período de 1820.
Entre 1820-1880 Gb mantuvo la condición de principal exportado a AL y a la vez de mayor
mercado para los productos de ésta.
51
Hacia 1873 las Indias Orientas desplazaron a AL absorbiendo el 60% de las exportaciones
algodoneras.
En AL la estructura económica y la sociedad, aún el Estado no posibilitaban la creación
científica y tecnológica y menos la construcción de medios de producción para llevar adelante el
nivel de producción textil británica.
La independencia hispanoamericana trajo consigo la incorporación, a la actividad mercantil, de
una importante cantidad de comerciantes nacionales o extranjeros que antes se veían
imposibilitados a raíz de las prohibiciones derivadas del monopolio español. Tras la apertura
comercial arribaron extranjeros europeos yankis o latinoamericanos. Los nacionales frecuentemente
vieron limitada su capacidad de acción frente a estos extranjeros.
Los comerciantes que prosperaban solían intervenir en otros sectores , privilegiando la
adquisición de inmuebles u otros bienes y servicios , pero incorporando a la actividad mercantil la
especialización financiera tanto en la forma de financiamiento con intereses o de préstamo usurero.
La participación de prestamistas comerciales extranjeros fue amplia en AL , cubrió casi toda
AL , si bien se estableció en zonas metropolitanas , en algunos casos tubo incidencia en el interior
de distintas naciones.
Se da un fenómeno de intensa proyección internacional de los capitales metropolitanos ,
conocido también como imperialismo. Es decir los capitales son masivamente exportados por las
grandes firmas internacionales para ser invertidos y retornadas sus ganancias a las metrópolis mas
avanzadas.
Algunos autores en función de las relaciones comerciales que se establecieron entre los grupos
nacionales mas desarrollados entre sí y con las regiones no industrializadas distinguen diversos
subsistemas según el tipo de productos intercambiados ,llamando subsistema centro-periferia al que
corresponde al intercambio de productos primarios del grupo de países no industrializados , por
productos secundarios del grupo de países industrializados.
Estos grupos mercantiles-financieros se constituyeron en importantes grupos de poder con los
cuales los diferentes gobiernos mantenían relaciones no siempre armónicas; fue frecuente que el
poder económico mantuviese el poder político sin estar necesariamente al frente de la política.

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Moreno Fraginals: La abolición de la esclavitud

Desintegración y abolición
Para el caso e la abolición de la esclavitud en Latinoamérica se plantean diversos problemas que
han llevado a los autores a hablar de “esclavitudes” ante la imposibilidad de reducir a un valor
común las variables de cada región. La esclavitud es una sola , pero el carácter de la dependencia
que está implica vario profundamente atendiendo a diversas circunstancias.
La esclavitud de plantación y la de minas se caracterizó por el trabajo de grupos que
constituyeron núcleos cerrados, aislados de la sociedad en general y dirigidos por manos de
individuos inapelables. Fueron por lo general centros con predominio masculino , en donde se hizo
casi imposible la formación de núcleos familiares . La incomunicación mantuvo a los grupos
ignorantes sobre cualquier forma de emancipación.
Los esclavos urbanos, en cambio, se encontraban en contacto con la sociedad dominante y con
amplios sectores dominados. Esto les permitió conocer las vías legales de emancipación y los
recursos legales de protección dentro del sistema legal.
La legislación española en las indias adopto desde temprano instituciones , como la “coartación”
que implicaban la posibilidad de que el esclavo compre su libertad por un precio previamente
establecido. Claro que para que esto pase el esclavo tenia que tener alguna forma de ingreso
económico y conocer ese derecho ambas cosas muy raras.
Evidentemente los esclavos de plantación y de minas no conocían este derecho , ni tenían los
medios para hacerlos efectivo. Pero con los esclavos urbanos era diferente , desde muy
temprano ,en algunos casos, estos fueron entrenados en labores artesanales, lo que implicaba que
estos esclavos tuviesen internalizados los patrones de dominación, pa no escaparse cuando los
largaban a trabajar. Los esclavos que trabajaban por cuenta propia y entregaban una parte de su
ganancia a sus amos eran llamados “negros a jornal”.A estos de les enseñaba desde muy chicos en
talleres , y cuando llegaban al rango de oficial generalmente ya eran libres. Existen menciones de
este tipo de esclavitud desde el s XVI en Hispanoamérica.
De aquí que cuando en el SXIX comienzan las guerras de independencia y las leyes de abolición,
ya existía una tradición de más de dos siglos de negros a jornal , que dominaban ramas especificas
de las labores artesanales.
En México donde la esclavitud entró en crisis muy temprano se trato de prohibir a los negros el
ejercicio de ciertos oficios .Algo similar ocurrió en el Río de la Plata. En la Habana y otras ciudades
cubanas este proceso de eliminación es mucho más tardío tiene lugar a partir de 1830.
Durante las tres primeras décadas del SXIX estallan violentamente en América Latina estallan
las aspiraciones nacionalistas que desembocan en las luchas anticoloniales. Las colonias ,
constantemente amenazadas , se vieron obligadas a usar hombres negros en las operaciones de
guerra. Los seleccionados como soldados eran manumitidos pero de les exigía prestar servicio por
cierto tiempo. Esta presencia de esclavos y libertos en las tropas respondía a las ideas de los grandes
jefes anticoloniales: Bolívar , San Martín, Sucre.

Las leyes de abolición


Durante las guerras de independencia la palabra libertad fue la más empleada; pero tenía
diversos significados , según el sector o casta. Estos significados abarcaban la libertad del
individuo(incluyendo esclavos, negro y mulatos). Para los sectores esclavos, el término tenía una
significación más estrecha que e el campo político.
Para los políticos independentistas , dadas sus influencias, fue imposible hablar de libertad sin
referirse en forma concreta a la esclavitud
Dentro de las grandes contradicciones de América hispana, posible entender que los caudillos de
la libertad política , se pronunciaran contra la esclavitud, dictaran leyes de manumisión y, sin
embargo el régimen esclavista se mantuviese alrededor de treinta años más.
El tema es que la esclavitud que en los SXVI-XVIII fue un sistema funcional de trabajo, creo
tales complejidades sociales y tantos desajustes en las relaciones productivas que en muchos
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sectores se fue tornando improductiva. La esclavitud de plantación y minas, determinaba un
continuo decrecimiento de las dotaciones además de un envejecimiento mas acelerado. Esto no se
presto a crisis mientras fue posible seguir obteniendo esclavos en los mercados , pero con las
prohibiciones de la trata durante el SXIX se produjo una inevitable alza de precios en los mercados.
A esto se sumaron factores culturales y tecnológicos que originaron una disminución constante del
rendimiento per-cápita del trabajo esclavo. A esto agregamos el caos institucional provocado por la
independencia y el cambio en los valores éticos de las nuevas generaciones dominantes, se entiende
la acelerada disgregación de la esclavitud.
Dentro del bando independentista aparecen fuerzas contradictorias, unos rechazaban la
esclavitud, otros impugnaban las aboliciones. Por lo que se opto por la “abolición con
indemnización” a los amos, esto fue imposible de realizar con los gastos de la independencia.
El cambio económico, social ,cultural e institucional que significo enfrentar tres siglos de
esclavitud, no pudo ser resuelto con dictar leyes; las leyes y reglamentos fueron la expresión teórica
de un compromiso político de transformación social. Así la legislación esclavista dictada hacia el
SXIX fue confusa y contradictoria y fue acompañada siempre por medidas de fuerza que respondían
a y situaciones concretas en un momento y lugar dados.
La primera ley de abolición se dicta en México. Aquí por una serie de razones económicas y
sociales se produjo un fenómeno paralelo de cruce racial entre negros e indias y de manumisión que
fue diluyendo la sangre negra y haciendo desaparecer los esclavos.
En estas condiciones sociales , el cura Hidalgo a tres días del grito de Dolores , en 1810, entre
otras cosas decreta el fin de la esclavitud. Este fue un dictamen legal surgido de la situación de
excepción , y en una región en donde la esclavitud como sistema estaba en claro proceso de
desaparición.
En el resto de América Latina , con excepción se Brasil, las leyes de abolición siguen en orden
cronológico de las expresiones políticas de independencia. En el Río de la Plata , en 1812 se
suprimió la entrada de negros esclavos, en 1813, se declaró la libertad de vientre , claramente que
con la situación política de la región no se le dio bola a nada de esto. Hasta 1853 hay registro de
ingreso de esclavos, pero en 1861 con la primera constitución ya no había esclavos y había cada vez
menos negros.
En Chile en 1811 se declaró el vientre libre y la liberación de todo esclavo que pisase el suelo
chileno, y en 1823 la libertad definitiva; por la escasa cantidad de esclavos no hubo mayores
inconvenientes.
El restos de América del Sur (menos Brasil), repite las normas con variantes regionales. Al final
de manera generalizada se reproducía siempre el mismo panorama : una masa negra y mulata
(diferenciada de la india) que trataba de ser empleada como soldado por el bando realista e
independentista. Al contrario de los indios y los negros libres, los esclavos representan una
inversión que se pierde si cambia su condición social. Además buena parte de la producción minera
y agrícola depende de esos brazos que si van al ejército no vuelven a trabajar.
Esta situación hizo posible que simultáneamente se mantuviera la retórica de la libertad, junto
con el esfuerzo por preservar la esclavitud
Entre los criollos insurgentes había un importante grupo a favor de la abolición y otro , también
importante interesado en mantenerla. La lucha interna entre esclavistas y anti-esclavistas estaba
planteada dentro de la propia estrategia independentista. La forma de transacción entre ambos
grupos fue la abolición con indemnización.
El intento de abolir la esclavitud en la zona que hoy comprende Venezuela , Colombia, Ecuador,
Bolivia y Perú , se expresa en una serie de legislaciones , originadas en la necesidad de tropas para
los ejércitos independentistas.
Las guerras independentistas habían roto el orden institucional existente y los precarios
mecanismos burocráticos que aún subsistían no servían para encauzar la nueva legalidad. Las leyes
eran fácilmente violadas por los dueños de plantaciones y minas, aún por los pequeños propietarios
urbanos.

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Se ve como es en realidad escaso el número de esclavos liberados durante este período de
legislaciones (1821-1828).
La lucha por la abolición en la América Hispana fue como un movimiento ideológico asociado a
la guerra de independencia política. En ciertas zonas donde el sistema esclavista estaba en franca
desintegración , la abolición se produjo entre las primeras leyes promulgadas por los
independentistas. En regiones con fuerte economía minera y de plantaciones , en donde el trabajo
esclavo aún era un sistema rentable, el régimen opuso resistencia a desaparecer. De todos modos, la
supresión de la trata y su persecución por Inglaterra, el caos organizativo provocado por las guerras
y el fermento burgués-liberal de la época , exigió a la larga el fin de la esclavitud.

Puerto Rico , Cuba y Brasil


Estas son la últimas tres regiones en abolir la esclavitud: Puerto Rico(1873), Cuba(1886),
Brasil(1887).
En Brasil Cuba y Puerto Rico ,los plantadores se aferraron a la esclavitud no permitieron la
propaganda abolicionista hasta que la guerra de ceseción Norteamericana cambio el panorama
político . A la larga y por distintos caminos estas tres naciones llegaron al mismo punto que el resto
de las naciones latinoamericanas.
La esclavitud, como sistema de trabajo , inhibía el desarrollo tecnológico, se tornaba
económicamente irracional y era un desafío a la ética de la época. Mantenerla significaba la ruina a
corto o medio plazo. Abolirla significaba descapitalizar , en tanto se perdía una importante
inversión en el sector de trabajo que era capital fijo en vez de capital variable .
La solución que reclamaban los dueños de plantaciones era la misma que en el resto de América
latina : abolición con indemnización .
Esta fue la componeda que los plantadores de Cuba y Puerto Rico llevaron a la “Junta de
Información”, convocada por el gobierno español. L junta termino sin acuerdos, el gobierno
colonial termino por no tocar el tema de la esclavitud en las islas.
A partir de los suceso de 1868 (inicio de guerras independentistas en Cuba y Puerto Rico), en
Cuba la cuestión de la abolición comienza a discutirse, los sublevados , estaban de acuerdo respecto
de la abolición.. Puede afirmarse que al finalizar la primera gran guerra de independencia cubana en
1880era evidente el proceso de desintegración de la esclavitud. En estas condiciones en 1880 fue
puesta en vigor la llamada ley del Patronato como penúltima etapa de abolición de la esclavitud.
Muchos amos ni se molestaron por cumplir esta ley. El esclavo irrentable se convertía en un
problema económico. Con la ayuda de las fuerzas públicas se desalojaron los ingenios. La situación
fue terrible para niños y viejos , legalmente libres pero sin techo comida o protección. En 1886 se
da la abolición pero en una situación trágica.
En Brasil pasa más o menos lo mismo. La esclavitud , en crisis como sistema, era rechazada
como institución social. En 1871 se promulga la ley de vientre libre , entre 1884-1885 la ley de
sexagenarios que da libertad a los viejos y en 1887 la legislación definitiva.
Conclusión
El sistema esclavista creó un entramado socioeconómico y ético de tal categoría y complejidad
que en muchos aspectos terminó oprimiendo a los opresores.
Creo nuevos patrones de conducta social , nuevas actitudes religiosas, nuevas formas de
comportamiento sexual y nuevas escalas de valor respecto al otro . Por ello abolir la esclavitud no
fue solo suprimir un régimen de trabajo sino enfrentar una estructura económica y cultural.

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Zoraida Vazquez J: La inserción de los nuevos estados en el orden internacional

Durante el SXVIII se dieron grandes cambios en el orden internacional. La expansión marítima


de Holanda e Inglaterra, la diplomacia bélica, las revoluciones atlánticas y la expansión del
comercio internacional dando paso a la libertad de comercio. Se da también un reacomodamiento de
los poderes dentro de las naciones europeas que terminaran en , la marginación de Francia del
escenario americano y la independencia norteamericana.
La independencia norteamericana significaría cambios en las relaciones entre estados. Los
líderes angloamericanos convirtieron a los tratados a firmar con las potencias europeas en tratados
de comercio , con perfecta reciprocidad socavando los principios mercantilistas .La admisión de las
colonias en igualdad de derecho significaba el fin del orden político existente.
Dentro de un contexto de hostilidad europea a las ideas liberacionistas (todos contra la
revolución francesa) surgió la lucha hispanoamericana por la independencia, lo que haría más
difícil conseguir legitimidad y apoyo de las potencias europeas.

Los reconocimientos mutuos y el sueño de solidaridad


Los españoles americanos compartían no solo un pasado , sino un presente con amenazas y
problemas comunes. La conciencia de esto despertó fuertes solidaridades.
Las leyes de los nuevos estados extendieron la nacionalidad a los nacido en cualquier parte de la
“antes América española” y muchos hombres sirvieron en distintos países como funcionarios.
El reconocimiento de unos países a otros choco con los problemas de la distancia , la falta de
comunicación dificultaba los contacto e intercambios entre nacientes naciones. De manera que el
contacto se realizó muchas veces a través de ministros en Washintong o Londres.

Los obstáculos para conseguir el reconocimiento de las potencias.


A inicios de la década de 1820, la independencia de las colonias hispanoamericanas era
prácticamente un hecho. Los territorios ejercían su soberanía aunque la debilidad de los gobiernos
los hacía presa fácil de las potencias comerciales. Necesitados de préstamos y apoyo para
defenderse de su ex metrópoli.
GB convertida en primer potencia marítima tras la derrota de Napoleón representa la respuesta a
las necesidades de estos nuevos estados
Varios eventos incrementaron los problemas que representaron los nuevos estados a GB: había q
armonizar los intereses británicos con los compromisos de los países de la Gran Alianza ; además
había que soportar la desconfianza norteamericana con respecto a las intenciones británicas en
América.
El gobierno de los estados unidos , ante la posibilidad de injerencia europea en el Nuevo Mundo
y la presunción rusa de tener derechos sobre el NO yanky , reacciono con el mensaje del presidente
Monroe el 2/12/1823. . Allí el presidente advertía que los estados unidos considerarían como
atentado en su contra cualquier intervención europea en el hemisferio occidental. El mensaje fue
entendido por los hispanoamericanos como un apoyo contra los designios intervencionistas
europeos , aunque no tardaron en percatarse de su carácter retórico.
Las relaciones con la santa cede , se vieron entorpecidas por la presión española y la política
defensiva antiliberal adoptada por la iglesia con motivo de los embates revolucionarios y el
radicalismo hispanoamericano. El triunfo del liberalismo español en 1820 permitió al vaticano
adoptar una política neutral y enviar hacia América meridional un vicario apostólico con facultades
para nombrar obispos y otros etc.

Tratados para regular la libertad de comercio


Al ser reconocida Buenos Aires y Nueva Granada se apresuraron a firmar y ratificar tratados de
amistad y comercio con GB y EEUU.
Las negociaciones mexicanas , por el contrario , se alargaron. Entre otras cosas las negociaciones
se estancaron por la insistencia británica en utilizar el término genérico Estado y evitar toda
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mención de Republica , esto derivo en el deseo de México de reservar por diez años el privilegio de
España y las naciones hermanos , antes que a GB sin otorgarle el estatus de nación favorecida.
Del lado británico se presentaron dificultades para definir que se consideraría como barco
mexicano. Pero el dilema mayor fue la exigencia de tolerancia de cultos , ya que tropezaba con la
declaración de la católica como religión de Estado. Finalmente pudo llegarse a un
compromiso .Aunque no se incluyo el reconocimiento explícito que pedian los mexicanos , se
estableció un tratado de completa reciprocidad , pero México se reservaba por diez años el derecho
de favorecer a su propia marina , se elimino además la exigencia de tolerancia.
La negociación con EEUU , empezó al mismo tiempo pero fue más larga , concluye en 1832 y se
ratifica en 1835.
La firma de los tratados comerciales solo fue el principio, pues pronto aparecerían los problemas
inherentes a su aplicación. La tradicional burocratización y altas tasas de impuesto provocaron las
primeras fricciones .Por otro lado el estatus de nación privilegiada o reciprocidad concedida en los
tratados provocaron reclamaciones.
Otra fuente de conflicto fue la aplicación de préstamos forzosos y aportaciones extraordinarias a
los extranjeros en caso de guerra.
La irrupción de extranjeros y su influencia social y política fue también causa de muchos
problemas

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Zoraida Vázquez j ;Relaciones internacionales e intervencionismo.

Las relaciones internacionales estuvieron obstaculizadas por la distancia y la falta de


comunicación. Estas dificultades también afectaron al correo .De esta manera ,y junto a que cada
país luchaba por establecer su sistema político, la voluntad inicial de mantener estrecho contacto
entre países latinoamericanos se fue diluyendo. En esto influyeron otros elementos, como las
sospechas con que algunos políticos vieron las iniciativas de colaboración , así como la idea de que
toda la respuesta a sus problemas vendría vía Europa.
Las naciones europeas, por su parte , veían a los nuevos estados, como proveedores de materias
primas y mercados para sus productos industriales, por lo que competían por llevarse la mejor
tajada ; esto generaba presiones importantes sobre los gobierno latinoamericanos.

Relaciones internacionales
La prosperidad que Nueva España había tenido en tiempos de la colonia no se tradujo en una
hegemonía en tiempos de las naciones. Las ambiciones que existían sobre el territorio mexicano lo
convirtieron en uno de los más amenazados del continente.
La capitanía de Guatemala , a pesar de no haber experimentado movimientos independentistas,
se encontraba en 1821 en una situación bastante precaria . El hecho de sentir que se estaba
desintegrando logro que el capitán entrara en tratas para anexarla al imperio mexicano. Pero al
desintegrarse el imperio en 1823 , Centroamérica decide separarse.
Durante los primeros años , México y Colombia actuaron al unísono , tanto para promover la
unidad hispanoamericana como para emprender la independencia de Cuba, el precursor de esta idea
fu Simón Bolívar.
En 1822 Bolívar había convocado a los gobierno de México , Perú , Chile y Argentina a una
reunión en Panamá para formar una Confederación , pero la última fase de las luchas de
independencia lo complicaron.
El proyecto Bolivariano buscaba consolidar una Liga de Naciones Hispanoamericanas
independientes, unidas por una ley común y un congreso general que decidiera las relaciones
exteriores y asegurara una defensa común, en esta liga Bolívar no contemplaba la participación de
Brasil ni de EEUU.
El 22 de junio de 1826 finalmente se reunieron representantes de Centroamérica, Perú
Colombia , México, en Panamá . Bolivia y Paraguay no enviaron representantes; Las provincias
unidas del Río de la Plata y Chile se abstuvieron.
El 15 de julio de 1826 se firmo el tratado de Unión , Liga y Confederación Perpetua de los países
hispanoamericanos , cuyo objetivo era sostener su soberanía e independencia contra toda
dominación extranjera. Se eligió Panamá para la reunión por su situación geográfica como centro de
Hispanoamérica .
La reunión decidió también conceder derecho de ciudadanía a todo hispanoamericano residente
en otra república.
Para entonces las naciones hispanoamericanas se iban centrando cada vez más en sí mismas , lo
que hizo que sus contactos pasaran a un segundo plano y sus empeños iniciales fueran relegados.
Sin embargo algunos estadistas mantuvieron la fe en la Liga como forma de resolver algunos
problemas comunes. Uno de estos hombres fue Lucas Alaman quien en 1830 al asumir como
ministro de relaciones exteriores de México , replanteo el proyecto de unión hispanoamericana ,
ideo promover la formación de una asamblea general americana.
El proyecto se sustentaba en la comunidad cultural y de intereses que unían a los países
hispánicos, como una base sólida para la acción común. Las contestaciones de los países se
retrasaron pero fueron entusiastas.
Almán decidió entonces enviar dos representantes diplomáticos, uno a Centroamérica y otro al
Cono Sur . Entre las propuestas estaban, consensuar las bases para lograr la paz con España , los
concordatos con la Santa Sede y las que regían el comercio entre naciones hermanas y con el
exterior.
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Aunque la recepción de las propuestas fue buena las respuestas fueron elusivas. En realidad los
problemas entre diversos países fueron los que interfirieron en llevar a cabo la reunión. Chile tenía
problemas con Argentina , Bolivia y Perú, prefería relaciones bilaterales. Argentina no lograba
consolidar su federación con Brasil , quien prefería mantener relaciones con Europa. Venezuela por
ejemplo nunca contestó.
Las discordias y fracciones internas , sumadas a las amenazas norteamericanas, relegaron el
proyecto y, cuando Perú lo retomó en 1846, para hacer frente a la amenaza de intervención española
a Ecuador y Perú, México no pudo asistir por estar invadido.
A la reunión de Lima de 1847 asistieron Colombia , Ecuador , Perú, Bolivia y Chile, que
firmaron diversas convenciones comerciales diplomáticas y postales.

El problema de las fronteras


El asunto más espinoso de las cuestiones entre los países hispanoamericanos iba a ser el de las
fronteras , pues las nuevas repúblicas eran parte de un mismo imperio, éstas no estaban definidas ,
sino que complicadas por la existencia de distintas divisiones: eclesiástica, administrativas y
militares. La división administrativa de 1780 sirvió de base para la fragmentación de los virreinatos.
Paraguay se separó de Buenos Aires en 1811 y Chile de Perú en 1818.Centroamérica y Gran
Colombia se dividieron más tarde a lo largo de las líneas de intendencia. El alto Perú se convirtió
después de la batalla de Ayacucho en 1825 en la república de Bolivia.
Las confrontaciones por cuestiones de frontera fueron múltiples: en 1829 Perú y Gran Colombia
provocaron el primer enfrentamiento serio . Desde 1817, los portugueses habían invadido la Franja
Oriental que mantuvieron como provincia hasta 1825, esto provocó un enfrentamiento entre
Argentina y Brasil que termino con la independencia de la provincia en 1830.
Otras veces las ambiciones territoriales se mezclaron con las políticas y económicas como en el
caso de la guerra del Pacífico.

Reclamaciones presiones y amenazas extranjeras.


La disputa ,entre los estado comerciales por los mercado hispanoamericanos, en especial EEUU
y GB , no tardó en convertirse en pugna por la influencia política. Las zonas de mayor competencia
fueron México y Centroamérica, pues GB aseguro desde un principio su domino sobre Argentina y
Brasil.
GB mantuvo el predominio sobre América latina durante la primera mitad del SXIX , pero sus
interese en Asia y África hicieron que fuera perdiendo presencia al tiempo que se afirmaba EEUU.
Las amenazas adquirieron diversas formas . Una derivo de la gran influencia de los ministerio
extranjeros con los gobiernos . Ministros , cónsules y otros agentes extranjeros en muchas ocasiones
contribuyeron a derribar distintas presidencias.
Las presiones que ejercieron las potencias comerciales fueron provocadas por cargas fiscales y
las reclamaciones de sus nacionales, estos en muchas ocasiones habian sido maltratados por las
autoridades hispanoamericanas. Después las reformar fiscales, préstamos forzosos , violaciones de
tratados comerciales, serían los reclamos más frecuentes.
Los franceses, norteamericanos y británicos fueron los principales reclamantes.
A excepción de los británicos , las representaciones de extranjeros aceptaban muchas de las
reclamaciones sin discernir su justicia. Los gobiernos hispanoamericanos aceptaban la mayoría pero
no todas. Sostenían que los reclamos debían pasar primero por vía judicial , y que no se harían
responsables de las pérdidas ocasionadas durante las revueltas independentistas.
Los norteamericanos y franceses se negaron a llevar sus reclamos a la justicia y recurrieron al
bloqueo de los puertos y a la amenaza.
El gobierno británico insto a sus compatriotas a llevar los reclamos ante la justicia, que les
reditúo buenos resultados por la manipulación de estas instituciones. Por otra parte opto por aceptar
solamente las reclamaciones de sus nacionales, cuando se trataba de violación de tratados
comerciales.

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El expansionismo norteamericano en Estado Unidos
México fue la víctima de las principales amenazas externas del continente, aunque más
importante fueron las amenazas estadounidenses .
Hacia 1825, México fue víctima de los constantes bombardeos de la guarnición española en San
Juan, en 1829 enfrentó un intento de reconquista español , en 1836 la guerra con Texas , en 1838 la
flota francesa invadió y bombardeó sus puertos .
Que México se convirtiera en víctima del expansionismo norteamericana era prácticamente
inevitable .La república vecina había mostrado su expansionismo y éxito en obtener terreno desde
su independencia. En 1804 compra Luisiana española a Napoleón, en 1819 obliga a España a
cederle las Floridas .Si en 1821 Mx y EEUU tenían territorios y poblaciones comparables, en 1840
su vecina había triplicado su población, en tanto MX apenas había logrado superar las pérdidas de
la independencia.
Los gobierno mexicanos se percataron de la amenaza que significaba el país del norte y que de
hecho se diera una política de colonización ilegal sobre tierras mexicanas deshabitadas .La
depresión norteamericana de 1819 hizo que la afluencia norteamericana fuera constante , de tal
manera que en 1830 la población norteamericana en Texas era 10 veces mayor que la mexicana. En
1835 se desato la rebelión definitiva , los colonos norteamericanos anexionistas ocupaban puestos
importantes; los texanos hicieron importantes propagandas en EEUU donde ofrecieron tierras a
quienes estuviesen dispuestos a luchar por la libertad y reunieron ,además dinero y armas.
Los texanos declaran su independencia en 1836 , con una declaración que busca despertar
simpatías norteamericanas, puesto que su objetivo claro era la anexión a EEUU.
Entre 1840-44 los roces entre EEUU y MX se multiplicaron , mientras la república de Texas
amenazaba los puertos mexicanos y buscaba conquistar Nuevo México. Los gobiernos
norteamericanos por su parte , promovían la anexión de Texas y promovían la colonización ilegal
de California.
México inicia en 1845 negociaciones para reconocer la independencia de Texas , en el mismo
momento que se aprueba si anexión a EEUU. MX rompe relaciones con EEUU, pero trata a toda
costa de evitar la guerra.
Los dos países quisieron evitar la guerra por diversos motivos: MX por debilidad , el presidente
Polk para evitar gastos y confrontación regional. Polk recurrió a todo tipo de medidas (nada legales
como sobornos) para evitar la guerra , pero finalmente se dio el avance del ejército norteamericano
hacía el Río Bravo. Con el ingreso de tropas yankys en tierra mexicana , era previsible que se diera
un incidente violento eso paso en 1846. A partir de aquí comenzaron las acciones belicas
norteamericanos; se bloquearon puertos y enviaron tropas a California , Chihuahua y Nuevo
México.
México parecía desmoronarse , al tiempo que las victorias norteamericanas convertían al
expansionismo en un paroxismo que clamaba la anexión de todo México. Pero finalmente se
termino con exigir toda California y Nuevo México.
En el tratado de Guadalupe firmado en 1848, los comisionados mexicanos logran mantener Baja
California y obtienen además una serie de indemnizaciones por daños.
México todavía sufriría una intervención francesas entre 1862-1867 so pretexto de la
suspensión temporal de los pagos de la deuda externa , declarada por el presidente Juárez.
Muchos países hispanoamericanos sufrirían incursiones extranjeras con diversos pretextos ;
especialmente de EEUU que con el pretexto de la doctrina Monroe se convertiria en gendarme de
America .

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