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Todavía a principios del SXIX seguían siendo visibles en Iberoamerica las huellas del proceso de
conquista.
En el SXVIII lo que había movido a los conquistadores era la búsqueda de metal precioso. Si
hasta 1520 el núcleo de la colonización española estuvo en las Antillas, las dos décadas siguientes
fueron de conquista de las zonas continentales de meseta, donde iba a estar por dos siglos y medio
el corazón del imperio español, desde México hasta el Alto Perú.
Sin duda las Antillas y hasta mediados el SXVIII el entero frente atlántico son el flanco débil de
ese imperio organizado en torno a la minería andina desde Jamaica hasta colonia de Sacramento en
el Río de la Plata, el dominio español ha retrocedido en más de un punto ante la presión de sus
rivales. Aún así el imperio llega casi intacto hasta 1810.
El sistema colonial tan capaz de sobrevivir s sus debilidades tenía el fin principal de obtener la
mayor cantidad posible de metálico con el menor desembolso de recursos metropolitanos. A más de
la porción extraía por la Corona por vía de impuesto, era necesario orientarla hacia la metrópoli,
mediante el intercambio comercial. Las consecuencias de este intercambio comercial para la
economía hispanoamericana eran múltiples y tanto más violentas cuanto más las favoreciesen los
datos de la geografía. La primera de ellas era la supremacía económica de los emisarios locales de
la economía metropolitana: el fisco y los comerciantes que aseguraban el vínculo con la Península.
La segunda era el mantenimiento casi total de los demás sectores de la economía colonial al margen
de la circulación monetaria.
Lo que hizo del are a de las mesetas y montañas de México a Potosí el núcleo de Indias
españolas no fue solo su riqueza minera, sino también la presencia de poblaciones indígenas, a la
que su organización anterior a la conquista había utilizables para la economía surgida en esta.
Para la minería, pero también para las actividades artesanales y agrícolas. Hacia esta última se
orientan predominantemente los conquistadores y sus herederos, primero como encomenderos a
quienes un lote de indios ha sido otorgado para percibir de ellos tributo que de todos modos los
vasallos indígenas deben a la corona; luego como dueños de tierras recibidas de mercedes reales. La
situación de los nuevos señores de la tierra no ha sido ganada sin lucha, primero abierta y luego más
discreta contra las exigencias de la corona y de los sectores mineros y mercantiles que contaban en
principio con su apoyo: a medida que el derrumbe de la población indígena se aceleraba, la defensa
de la mano de obra se hacía más urgente, la mita había ganado antipatía entre los señores de
territorios y administradores laicos y eclesiásticos de las zonas en que los mitayos debían ser
reclutados.
Los señores de la tierra tenían así un amplio predominio sobre amplias zonas de la sociedad
colonial; no habían conquistado situación igualmente predominante en la economía
hispanoamericana globalmente considerada.
La catástrofe demográfica del XSVII provocará transformaciones en el sector agrario: reemplazo
de la agricultura por la ganadería del ovino, respuesta elaborada desde el México hasta el Tucumán
a la disminución de la población trabajadora; reemplazo parcial de la comunidad agraria indígena,
de la que el sector español se limita a extraer una renta señorial en frutos y trabajo, por la hacienda,
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Capìtulo 1: sobre Misiones y Paraguay esta en la Pág 42
estructura de la administracion hispanoamericana (cabildos, virreyes,etc.) 56-58
población del Brasil 69-70
demografía brasilera 73-74
Capítulo 2: Alto Peru y Quito 92-93
Moreno vs Funes 101-102
Chile, Venexuela, Nueva Granda y su proceso de independencia 104-108
biografia de San Martin y Bolivar 116-130 (esta que hizo cada uno en los países tb)
México (Hidalgo y Morelos) 131-135
Capitania de Guatemala 135
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unidad de explotación del suelo dirigida por españoles. Este último cambio, es muy incompleto; de
intensidad y de formas jurídicas variables según las comarcas, de algunas estuvo totalmente
ausente. A diferencia de la comunidad indígena, a la que la conquista a impuesto un nuevo señor, la
hacienda es una organización orientada hacia consumidores ajenos a ella.
Su triunfo es entonces limitado; se da con mayor pureza allí donde el contacto más directo con la
economía metropolitana, gracias al cual los sectores mercantiles y mineros defienden mejor su parte
del producto de la actividad económica. Esa es sin duda la causa del ritmo relativamente más
acelerado que el proceso tuvo un México, que pese al papel secundario que al principio le cupo
dentro de la producción minera hispanoamericana alcanzó, desde muy pronto, una situación
relativamente privilegiada en sus relaciones económicas con la metrópoli.
Dentro del orden económico colonial la explotación agrícola forma una suerte de segunda zona,
dependiente de la mercantil y la miera, pero a la vez capaz de desarrollos propios bajo el signo de
una economía de autoconsumo que elabora sus propios y desconcertantes signos de riqueza.
La función del sector agrícola es, dentro del orden colonial, proporcionar fuerza de trabajo,
alimentos, tejidos y animales de carga a bajo precio para ciudades y minas.
Esa combinación de intereses privados y presiones oficiales tienen acaso su expresión más típica
en la institución del repartimiento de efectos: los corregidores, los funcionarios ubicados por la
corona al frente de enteros distritos, ofrecían esos productos al trueque de las poblaciones indígenas
sometidas a su mando. Las quejas sobre las muchas cosas inútiles que se obliga a comprar a los
indios se hacen cada vez más ruidosas a lo largo del SXVIII.
El pacto colonial, laboriosamente madurado en los SXVI y SXVII, comienza a transformarse en
el SXVIII. Influye en ello la decisión por parte de la metrópoli de asumir un nuevo papel frente a la
economía colonial, cuya expresión legal son las reformas del sistema comercial introducidas en
1778-82, que establecen el comercio libre entre la península y las Indias.
Las reformas implican: por una parte la admisión de que el tesoro metálico no era el solo aporte
posible de las colonias a la metrópoli; por otra el descubrimiento de las posibilidades de las colonias
como mercado consumidor. Una y otra innovación debían afectar el delicado equilibrio
interregional de las Indias españolas; los nuevos contactos directos entre la metrópoli y las colonias
hacen aparecer a aquella como rival de las que entre estas habían surgido como núcleos secundarios
del anterior sistema mercantil.
El contacto directo con la península comienza la fragmentación del área económica
Hispanoamericana en zonas de monocultivo que terminarán por estar mejor comunicadas con su
metrópoli ultramarina que con cualquier otra área vecina. Esa fragmentación es a la larga
políticamente peligrosa; si parece fortificar los vínculos entre Hispanoamérica y su metrópoli,
rompe los que en el pasado han unido entre sí a las distintas comarcas de las Indias españolas.
La reforma comercial no los consolida y promueve esos cambios en la economía indiana; se
vincula además con otros que se dan en la metrópoli. Esa nueva oleada de conquista mercantil que a
lo largo del SXVIII es denunciada en todas partes como afirmación del monopolio de Cádiz.
Junto con la hegemonía mercantil de la renaciente España septentrional se afirma también su
avance industrial, que las medidas proteccionistas incluidas en el nuevo sistema comercial intentar
fortalecer asegurándole facilidades en el mercado colonia. En este sentido la reforma alcanza un
éxito muy limitado: el despertar económico de la España del setecientos no tiene vigor bastante para
que la metrópoli pueda asumir plenamente el papel de proveedora de productos industriales para su
imperio.
Así los privilegios que el nuevo sistema comercial otorga a la metrópoli benefician menos a su
industria que a su comercio: el nuevo pacto colonial fracasa sustancialmente porque mediante él
España sólo logra transformarse en onerosa intermediaria entre sus Indias y las nuevas metrópolis
económicas de la Europa industrial.
De la Hispanoamérica marcada por las huellas contradictorias de tres siglos de colonización,
México era la región más poblada, la más rica, la más significativa para la economía europea. Es la
expansión de la plata del México septentrional la que sostiene el crecimiento capitalino.
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Ese México septentrional es menos indio que el centro meridional; ha sido más tocado que este
por la evolución que va desde la comunidad agraria indígena a la hacienda, que parte porque en
amplias zonas de él la hacienda ganadera se implantó allí donde nunca se había conocido
agricultura. En el Norte en expansión son los mineros quienes dominan la sociedad local; junto con
los hacendados, ambos predominantemente blancos ocupan las primeras filas de la alta clase criolla
que en la capital rivaliza con la peninsular, ostentando frente a ella títulos de nobleza que en el
SXVIII no ocultan su origen venal. Los comerciantes que conquistaron desde Veracruz el sistema
mercantil mexicano, estaban también detrás del avance de la agricultura de mercado. Luego de
1795, el avance del azúcar estaba destinado a durar. Existe además en México central una industria
artesanal más importante que en el Norte, es el centro textil de Puebla y su producción se destina
sobre todo al mercado interno.
El crecimiento mexicano, muy rápido en la segunda mitad del SXVIII, parece hacer crecer las
causas del conflicto entre los miembros de la clase alta. En primer lugar, en una clase alta
inevitablemente encendida entre señores de la plata y grande comerciantes del México central, que
son predominantemente peninsulares. En el plano político es el Cabildo México la fortaleza de la
aristocracia criolla, frente a las magistraturas de designación metropolitana.
Toda esa clase alta es rica y su prosperidad va acompañada de una honda miseria popular. Por el
momento, este contraste no paree haber hecho temer nuevas tensiones. Las oposiciones se daban,
en primer lugar, en medio de una rápida expansión demográfica; de menos de tres millones de
habitantes a mediados del SXVIII. México pasa a más del doble medio siglo después. La mayor
expansión dentro de la economía, se da en el sector de autoconsumo, cuya participación en el
dominio de la tierra es disminuida por el avance de la economía comercial. He aquí un problema
que va a gravitar con dureza creciente en la vida mexicana: ya es posible adivinarlo detrás de la
violencia de los levantamientos de Hidalgo y de Morelos. Otro problema que afecta a factores
menos numerosos es el del desemboque para la población urbana que, en parte a causa de la
inmigración forzada de campesinos, en parte por el puro crecimiento vegetativo, aumenta más
rápidamente que las posibilidades de trabajo en la ciudad.
Para la corona, cuyo progresismo esta inspirado, en parte, en criterios fiscalistas, México, capaz
de proporcionar los dos tercios de las rentas extraídas de las Indias, es la colonia más importante.
Para la economía metropolitana también: la plata mexicana parece encontrar como
espontáneamente el camino de la metrópoli. Esa riqueza está concentrada en pocas manos; es por
añadiría el fruto de la acumulación de una parte mínima del producto de la minería mexicana.
Si México es al final del SXVIII, la más importante económicamente de las posesiones indianas,
no es ya la que crece rápidamente. Las Antillas españolas originariamente ganaderas, desde
comienzos del SXVIII se orientan hacia la agricultura tropical. Es sobre todo la Cuba la beneficiaria
de esta expansión, acelerada luego por la ruina de Haití y anticipada desde el SXVII por la aparición
del tabaco como segundo rubro de la economía cubana al lado del ganado. Pero el monopolio del
tabaco es variable y la compre pone un limite en la expansión. La del azúcar, por el contrario,
acelerada por la coyuntura internacional: la guerra de la independencia de los EE UU abre la
economía cunaban al contacto de estos aliados de España; luego el ciclo de la revolución francesa y
las guerras civiles imperiales le asegura una nueva y más rápida expansión. La expansión azucarera
se produce en medio de una crónica escasez de capitales, en exploraciones pequeñas, que trabajan
con esclavos relativamente poco numerosos cuyos propietarios arrastras deudas frente a los
comerciantes habaneros que les han prestado lo necesario para instalarse.
Venezuela se volcaba al comercio ultramarino: cacao y ganado menos y vacuno. Con la mitad de
población que Nueva Granda, exportaba el doble. El más importante de sus rubros es el cacao,
luego el café y el algodón. Los señores del cacao –mantuanos- dominan la economía venezolana.
La presidencia de Quita, opone más que el Perú la diferencia entre Sierra y Costa. La costa
estaba consagrada a la agricultura tropical exportadora para ultramar. Es una agricultura de
plantación con mano de obra esclava. Pero la mayor parte de la población se encuentra en la Sierra,
esta es predominantemente india. La sierra esta mal integrada a la economía ultramarina, es en
buena parte de autoconsumo.
El virreinato del Perú vivió una etapa complicada. La reorganización imperial de la segunda
mitad del SXVIII se ha hecho en él su primera victima: la separación del virreinato neogranadino y
del rioplatense, arrebatan a Lima la importancia administrativa y el dominio mercantil de la meseta
altoperuano y el de los circuitos comerciales del interior rioplatense. Como compensación a esta
reorganización se queda con la producción de la plata que se da en las tierras bajo peruanas que le
pertenecen. La minería seguía estando en la bese de la economía y del comercio ultramarino de
Perú.
La sierra meridional, es el gran centro de población indígena peruana, con su capital Cuzco.
La agricultura serrana vive oprimida por la doble carga de una clase señorial española y otra
indígena, agravada por la del aparato político-eclesiástico, que vive también de las tierras.
La sede virreinal lo es también de una aristocracia que une al dominio de la agricultura costeña el
del comercio del conjunto del virreinato. Aún conserva parte del mercado chileno, aunque antes lo
controlaba por completo
En el SXVII Chile también crece: la producción de metales preciosos esta en ascenso y llega
hacia fines de siglo a cerca de dos millones de pesos anuales. La población crece más rápidamente
que la economía y sigue siendo en su mayor parte rural formada de blancos y mestizos. Este avance
demográfico vinculado con la expansión del área ocupada se da sin transformaciones notables de la
estructura social: el campo es dominado por la gran propiedad y trabajado cada vez más por los
labradores que explotan lotes individuales a la vez que cultivan la tierra señorial. La clase
terrateniente se renueva en el SXVIII abriéndose a muchos inmigrantes peninsulares llegados a
Chile como burócratas o comerciantes.
La oposición dominante es entre peninsulares y americanos; la población negra es escasa.
Con las transformaciones de la segunda mitad del SXVIII el Río de la Plata, Venezuela y las
Antillas son las comarcas mas profundamente afectadas. Bs. As centro de importación de esclavos
para todo el sur del imperio español desde 1714 y desde 1776 capital del virreinato. La gobiernan
un conjunto de medidas sobre el comercio que derivan de algo más que de la posición geográfica,
ya que la dotan de un hinterland económico que va hasta el Pacífico y el Titicaca. El ascenso de la
ciudad es rápido, crece su población y su aspecto de transforma.
El sector prospera gracias a su dominio sobre los circuitos que rematan en el Alto Perú.
Igualmente vinculada con el norte esta le economía del interior rioplatense la de los distritos
comerciales, ganaderos, artesanales de la ruta al alto Perú. Unos y otros encuentran un mercado
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alternativo en el litoral, pero los productos agrícolas han sufrido han sufrido un golpe provocado por
el comercio del trigo y el vino del Levante que expulsan a los de Bs. As y Cuyo.
En el litoral los indios no constituyen una amenaza, sino que sirven de intermediadotes entre las
tierras españolas y las tierras portuguesas. El litoral vive dominado por los comerciantes de Bs. As.,
los salarios son aquí altos, pero las necesidades de mano de obra tan limitadas que ello no frena la
expansión ganadera. La ganadería del litoral tiene por principal rubro la exportación de cueros y la
industria de carne salada en menor medida
Pero el núcleo demográfico y económico de este virreinato sigue estando en el Alto Perú y sus
minas. En torno a ellas se expande la agricultura altoperuano. La lado de las ciudades mineras
surgen las comerciales, la más importante es La Paz.
La economía y sociedad del virreinato rioplatense muestran una complejidad que deriva, en
parte, de que sus tierras han sido reunidas por decisión política en fecha reciente, luego de haber
seguido trayectorias profundamente distintas.
Rasgos comunes de América Española. Una de ellas es el peso económico de la Iglesia y sus
Órdenes y como estas influyen de maneras diversas en la vida colonial. Otro rasgo, es la existencia
de líneas de castas cada vez más sensibles, que no se afirman solo en donde las diferencias
económicas son muy marcadas, sino también, donde deben dar nueva fuerza a diferenciaciones que
corren peligro de borrarse, sobre todo entre los blancos, los mestizos y mulatos libres. Las tensiones
entre estos grupos étnicos están dispersos por todo el territorio hispanoamericano.
La diferenciación de castas es un elemento estabilizador, destinado a impedir el ascenso de los
sectores urbanos más bajos a través de la administración, el ejercito y la Iglesia, a la vez que a
despojar de consecuencias sociales el difícil ascenso económico obtenido por otras vías, pero se
acuidad creciente revela el problema capital de la sociedad hispanoamericana: si las fronteras entre
castas se hace dolorosas es porque la sociedad colonial no tiene lugar para todos sus integrantes.
La sociedad colonial crea así, en sus muy reducidos sectores medios, una masa de descontento
creciente: es la de los que no logran ocupación, o la logran solo por debajo del que juzgan su lugar.
Este conflicto estuvo condicionado por las migraciones desde la metrópoli.
Al agolpamiento de la población urbana en torno a posibilidades de ocupación y ascenso
demasiado limitadas para ella, se revela como un aspecto de otro rasgo más general: la desigualdad
extrema de la implantación de la sociedad hispanoamericana en el vastísimo territorio bajo dominio
español.
El orden colonial deja abiertas las nociones de que la actividad mercantil es prestigiosa (porque
es lucrativa), al igual que la noción de que grupos humanos cada vez mas vastos en torno de las
limitadas posibilidades que ofrecen los “oficios de repúblicas” que también dan prestigio.
El escaso dominio de la tierra, sumando a los obstáculos naturales, explica la importancia que
conservan los ríos en el sistema de comunicación Hispanoamérica: el transporte fluvial permite
esquivar las dificultades que una naturaleza apenas transformada impone al terrestre; proporciona
además una relativa seguridad cuando se trata de bordear zonas pobladas por indios de guerra. Los
ríos pueden ser preferibles a las rutas terrestres aún así presentan a menudo riesgos muy serios.
Por estas dificultades en la comunicación terrestre, en transporte se agota una parte importante de
la fuerza de trabajo, a menudo escasa, a la vez el consumo desenfrenado de mulas como medio de
transporte no contribuye a abaratar las comunicaciones; introduce uno de los rubros mas pesados en
el coste total del sistema.
Las innovaciones dirigidas por la corona tienen dos aspectos: el comercial y el administrativo.
En el primero lograron comenzar la transformación del comercio interregional hispanoamericano y
favorecieron el surgimiento de núcleos de economía exportadora al margen de la minería. Aunque
esta sigue dominando las exportaciones hispanoamericanas.
La reforma mercantil se encuentra más influyente en torno a las importaciones. La libertad del
comercio en el marco imperial acerca a las Indias a la economía europea, abarato localmente los
productos importados y hace posible aumentar su volumen. Esta transformación, que corresponde al
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cambio de las funciones asignadas a las Indias frente a su Metrópoli, esta lejos de significar una
incorporación plena de los potenciales consumidores hispanoamericanos a un mercado hispánico
unificado, el uso de bienes de consumo importados que se limita a las capas sociales mas altas,
conoce además limitaciones geográficas, y se funde peor lejos de los puntos de ingreso de la
mercancía ultramarina.
Con todas esas limitaciones las reformas mercantiles parecen introducir un nuevo equilibrio
entre importaciones y exportaciones, menos brutalmente orientado a favor de la metrópoli. Esa
innovación es balanceada por otras: en primer lugar, la que significa la conquista de los grandes
circuitos comerciales hispanoamericanos por comerciantes peninsulares y en segundo, la presencia
de la corona cuyas tentativas de reforma tienen motivación múltiple, pero están inspiradas por una
vocación fiscalista que no se esfuerza por ocultarse. Detrás de las reformas administrativas puede
encontrarse también la intención de fortalecimiento político, visto sobre todo en la perspectiva
militar; además era para las autoridades un fin en si mismo: sin ellas, creían, que el vinculo imperial
iba a terminar desapareciendo.
Dentro del cuadro tradicional, el SXVIII asistirá a un proceso de creación de nuevas unidades
administrativas (Nueva Granda 1717; Río de la Plata 1776) que otorgan mayor poder de decisión a
autoridades regionales dentro de los virreinatos. Pero al lado de esas transformaciones, vinculadas
sobre todo a la necesidad de defensa y destinadas a hacer más eficaz la administración, se da otra
modificación de intención más ambiciosa.
El resultado de las reformas: se descubrirá que las reformas no logran disminuir los conflictos
institucionales, se descubrirá también que los procesos contra la corrupción de la administración
colonial son modestos.
Ese fracaso era inevitable: la corona buscaba crear un cuerpo de administradores que fueran
realmente sus agentes, pero el cuerpo que organizo era demasiado limitado en número; cada
intendente de hallaba solo frente a un sistema de intereses consolidados. Esas limitaciones impiden
entonces que la reforma administrativa haya puesto realmente en manos de la corona el gobierno de
sus Indias; el poder de los agentes del Rey sigue limitado, a la vez que por corrupción podía ser
muy amplia.
La reforma en la administración se extiende a la esfera militar: también aquí encuentra una
organización que descansa sobre todo en las fuerzas locales, a la que va a transformar creando como
núcleo de las fuerzas armadas de las Indias un ejercito profesional, con soldados enganchados en la
península. Para los soldados de este ejército las reformas se procuran de asegurar una posición
social respetable, mediante fueros especiales y una buena situación en la jerarquía de precedencias.
Se crea un ejército propio de Indias, antes inexistente.
La preocupación por la guerra esta muy cerca de la inquietud por el progreso técnico.
La Iglesia también iba a ser muy tocada por la oleada de renovación. Constituidas en un aspecto
fundamental de la administración española en Indias, La iglesia y las órdenes debían a esa situación
un patrimonio cuya importancia relativa variaba según regiones, pero que era muy importante.
A mas de dominar tierras diseminadas entre las de españoles, las ordenes siguen al frente de
empresas complejas que son a la vez de evangelización y gobierno: misiones y reducciones que, en
las fronteras imperiales, cumplen una función política precisa. Expulsados los jesuitas, es el clero
secular el que domina el panorama eclesiástico en las Indias, y la corona juzga sin duda bueno que
esto sea así. El clero secular es más dócil y en la medida en que se renueva en su jerarquía por
impulso directo de la corona, podrá ser remodelado conforme a los deseos de esta.
El clero secular posee también bastas riquezas, lo mismo que en la metrópoli y aun más que ella,
esas riquezas se vuelven sobre obispos y cabildos catedralicios y alcanzan la mayor parte del clero
parroquial. Este colabora con la obra reformadora de la corona: el párroco de aldea es visto como el
pastor de las almas perdidas que son la de los indios (esa es la idea más o menos).
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Brasil durante el SXVIII ha sido más transformado que Hispanoamérica. Su zona nuclear se ha
trasladado del norte azucarero al centro minero; al mismo tiempo se da una expansión al norte sobre
la amazonía y al sur se abren nuevas tierras ganaderas sobre Río Grande.
Hasta finales del SXVII es Brasil un núcleo azucarero rodeado de un contorno que lo
complementa, proveyéndolo de hombres y ganados. Uno y otro sufren de manera distinta las
consecuencias de la decadencia azucarera, unidas a las de una secesión secular que excede el marco
brasileño (fines del SXVII).
La decadencia del azúcar tiene consecuencias inesperadas sobre las zonas marginales. En ella
sobrevive la que ha sido cronológicamente la primera de las formas de maderas, algo de oro y
piedras preciosas, obtenidas todas por trueques con la población indígena. Otras has adquirido
importancia creciente: la ganadería en la retaguardia de la zona azucarera; está y la caza de hombres
en lo que será el brasil central. La expansión de esa caza indígena se da en forma de defensa de la
economía azucarera demasiado golpeada, que no podía seguir recibiendo un ritmo creciente de
esclavos africanos, cuyo comercio estaba integrado en circuitos cuyo instrumento de cambio era esa
moneda metálica, a la que por la crisis exportadora del azúcar se tenia cada vez menos acceso.
El desarrollo de la minería produjo una nueva importancia para el Brasil, y la importación de
esclavos retomo un ritmo rápido. Pero la pequeña empresa de explotación admitía una multiplicidad
de empresarios individuales y provoco una inmigración metropolitana que no tuvo paralelo en
Hispanoamérica; gracias abre todo a ella Brasil pudo alcanzar, a fines del SXVIII, los 3 millones de
habitantes. Ya para entonces la explotación minera había cerrado su ciclo de prosperidad. Aún
luego de la decadencia de su nuevo núcleo, el Brasil del oro se habia ampliado de modo irreversible
hacia el norte y hacia el sur.
Las alternativas de prosperidad se vinculan también con las políticas comerciales sucesivamente
adoptadas por la corona. De comienzo del SXVIII es la total integración de la economía portuguesa
en el área británica: el oro brasilero va hacia su metrópoli y concluye su recorrido en Gran Bretaña.
La diferenciación entre productores y mercaderes tiene en Brasil un sentido diferente del que
tiene en Hispanoamérica: aquí hay desde el comienzo un amplio sector agrícola que produce para
ultramar y tiene a su frente a una clase de terratenientes muy homogénea; aquí la metrópoli no
puede tener una política económica tan definida y sobre todo tan determinante como la Española.
Solo muy tardíamente tiene el Brasil una administración colonial comparable en coherencia a la que
tuvo Hispanoamérica ya en la segunda mitad del SXVI; ese punto de apoyo a las fuerzas que
aseguran la cohesión economiza entre metrópoli y colonia es por lo tanto menos sólido.
En Portugal la Corona no puede llevar adelante por sí sola la exploración y conquista:
reservándose la soberanía de los territorios americanos conquistados por portugueses, reconoce muy
amplias atribuciones a quines ponen el dinero y los hombres necesarios para la empresa. El primer
Brasil, el de las capitanías, es entonces un conjunto de factorías privadas (escasamente rendidoras)
en la costa americana: no solo su transformación en colonia de la corona es más lenta que en
Hispanoamérica es además menos completa. Cuando un nuevo Brasil, surge del primitivo, junto con
el surgirá una clase terrateniente cuya mano de obra no depende de las concesiones mas o menos
gratuitas de la Corona; esta compuesta de negros esclavos comprados en el mercado. Del mismo
modo cuanto la tierra: falta en el Brasil del azúcar esa imprecisión en la posesión jurídica de la
tierra por los conquistadores, que en Hispanoamérica, sigue haciendo depender su fortuna
inmobiliaria de los favores del poder político.
En Hispanoamérica la posesión de la tierra y la de la riqueza no van juntas; en el Brasil si suelen
acompañarse, y eso da a las clases dominantes locales un poder que les falta en las Indias
castellanas.
La compañía de Jesús en Brasil solo adquieren una débil importancia en el SXVIII y en el
remoto Amazonas, aunque rica e influyente. El personal eclesiástico era en Brasil parte de esa clase
dominante de base local y rural, cuyo poderío no tiene paralelo en Hispanoamérica.
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Capítulo 2: La crisis de la Independencia
Ese edificio colonial entró en rápida disolución a principios del SXIX; en 1825 Portugal había
perdido todas sus tierras americanas, y España sólo conservaba Cuba y Puerto Rico.
En el marco de la nueva Europa industrial, la Lucha por la independencia, sería en este aspecto,
la lucha por un nuevo pacto colonial que conceda a los productores accesos menos limitados al
mercado ultramarino y una parte menos reducida del precio allí pagado por sus frutos.
Al lado de la reforma económica estaba la reforma política administrativa: el reclutamiento de
funcionarios (preferentemente metropolitanos para la corona) dispuestos a defenderlos intereses de
la corona frente a las demasiado poderosas ligas de intereses locales. Pero no hay duda de que esa
reforma aseguro a las colonias una administración más eficaz que la antes existente.
La enemiga contra los peninsulares favorecidos en la carrera administrativas como la oposición
frente al creciente centralismo, eran solo un aspecto de las reacciones despertadas en las colonias
por la creciente gravitación de una metrópoli renaciente. La misma resistencia se presenta frente a
los cambios en la estructura comercial: ese enjambre de mercaderes metropolitanos que en la
segunda mitad del SXVIII avanzaba sobre los puertos y los nudos comerciales de las Indias,
cosechando una actividad importante de los frutos de la activación económica, era aborrecida.
Esa renovación no tenía necesariamente contenido políticamente revolucionario. Por el contrario,
avanzo durante una muy larga primera etapa en el marco de una escrupulosa fidelidad a la corona.
Ello se fundaba en que era la corona la más poderosa de las fuerzas renovadoras que actuaban en
Hispanoamérica. La crítica de la economía o de la sociedad colonial, la de ciertos aspectos de su
marco institucional o jurídico no implicaba una discusión del orden monárquico o de la unidad
imperial.
Desde fines del SXVIII esta fe antigua y nueva tenia sus descreídos. En este sentido indudable se
ha hallado más de una vez la explicación para los movimientos sediciosos que abundan en la
segunda mitad del SXVIII, y en lo que se ven los antecedentes inmediatos de la revolución
independiente. Vistos de cerca, ellos presentan una fisonomía escasamente homogénea t a la vez no
notablemente nueva. Sin duda, podemos encontrar un elemente desencadenante creada por las
reformas administrativas, pero las respuestas son localmente muy variables.
Menos discutible es la relación entre la revolución de independencia y los signos de descontento
manifestados en muy estrechos círculos dentro de algunas ciudades de Latinoamérica desde
aproximadamente 1790. Esos signos fueron magnificados primero por sus represores y luego por
los historiadores: el resultado de esos episodios eran los mártires y los desterrados.
Frente a un Portugal encerrado en una difícil neutralidad y a una España a partir de 1795 aliada a
Francia revolucionaria y napoleónica, se desarrolla en América española en particular la crisis de la
independencia a partir de la degradación del poder español que desde 1795 se hace cada vez mas
rápida.
El primer aspecto de esa crisis: ese poder se hace cada vez más lejano. La guerra con Gran
Bretaña que domina el Atlántico separa progresivamente a España de sus Indias. Hace más difícil
mandar allí soldados y gobernantes, hace imposible el monopolio comercial. Un conjunto de
medidas de emergencia autorizan la progresiva apertura del comercio colonial con otras regiones; a
la vez conceden a los colonos libertad para participar en la navegación cada vez más riesgosa en las
rutas internas del imperio.
Esta nueva política es recibida con entusiasmó en las colonias. Las Indias comienzan a sentirse
capaces de valerse solas por un sistema comercial profundamente perturbado por las guerras
europeas.
Los comerciantes especuladores y los productores a los que las vicisitudes de la política
metropolitana privan de sus mercados tienden a ver cada vez más el lazo colonial como una pura
desventaja; la libertad que derivaría de una política comercial elaborada por las colonias mismas
pasa a ser una inspiración cada vez mas viva.
En lo administrativo, el agotamiento de los vínculos entre la metrópoli y colonias comenzara a
darse más tardíamente que en lo comercial, pero en cambio tendrá un ritmo más rápido. En este
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campo y en el de aislamiento de España por la ineficiente comunicación marina los quince años que
van desde 1795 a 1810 borran los resultados de esa lenta reconquista del imperio colonial que había
sido una de las hazañas de la España borbónica. Por otra parte, la Europa de las guerras
napoleónicas no esta tampoco dispuesta a asistir a una marginalización de las Indias, que solo le
deje abierta, como en el SXVII, la puerta del contrabando.
En 1806, en el marco de esta guerra, el dominio español en Indias recibe su primer golpe
realmente grave; en 1810, ante lo que parece ser una ruina inevitable de la metrópoli, la revolución
estalla desde México hasta Bs. As.
En 1806 la capital del virreinato del Río de la Plata es conquistada por sorpresa por una fuerza
británica; la guarnición local fracasa en una breve tentativa de defensa. Las conspiraciones se
suceden y finalmente, un oficial naval francés al servicio del rey de España conquista Bs. As con
tropas que se han organizado en Montevideo. El virrey, que en 1806 y 1807 ha huido frente a las
invasiones es declarado incapaz por la Audiencia, interinamente lo reemplaza Liniers, el jefe
francés de la reconquista (ese que tiene una casa en Alta gracia). Son las milicias la que hacen la
Ley y la Audiencia si inclina ante u voluntad.
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intendentes, las audiencias, se veía ahora sobre todo a los agentes e la supremacía de los españoles
sobre las altas clases locales.
En 1815 solo quedaba en revolución la mitad meridional del virreinato del Río de la Plata. Su
situación parecía aun más comprometida porque ya la lucha había dejado de ser una guerra civil
americana: la metrópoli de vuelta a su legítimo soberano comenzaba a enviar hombres y recursos a
quienes durante más de cuatro años habían sabido defender con tanto éxito y con solo recursos
locales su casa.
Los más prudentes jefes realistas y patriotas se veían obligados a entrar por un camino cuyos
futuros tramos los llenaban de una alarma no inmotivada. Tenían que formar ejércitos cada vez más
numerosos. Ahora pasan a primer plano los jefes criollos y alguno de los futuros generales
mestizos de la Hispanoamérica Independiente han alcanzado su grado en las altas filas realistas.
Tenían que también dotarlos recursos y aquí la política toca con la economía.
En Bs. As, en Venezuela, en Santiago de Chile, menos marcadamente de Nueva Granada, el libre
comercio significa una vertiginosa conquista de las estructuras mercantil por emprendedores
comerciantes ingleses, que vuelcan sobre Sudamérica el exceso de una producción privada de un
mercado continental. Todo es ahora mucho más barato, comienza una lenta ruina de las artesanías
regionales.,
La lucha contra el peninsular va a significar la proscripción sin inmediato reemplazo de una parte
importante de las clases coloniales: el peligro que para las clases altas tenía la humillación y el
empobrecimiento de los peninsulares era muy lucidamente advertido por algunos jefes
revolucionarios. Vencida la revolución, la represión utiliza mecanismos parecidos.
La transformación de la revolución en un proceso que interesa a otros grupos al margen de la
elite criolla y española ha avanzado de modo variable según las regiones, desde un máximo en
Venezuela hasta un mínimo en Nueva Granada, donde las disensiones revolucionarias son las de las
oligarquías municipales.
La transformación de la guerra civil en guerra colonial no deja de causar tensión entre los
realistas: oficiales y soldados metropolitanos y criollos estarían pronto divididos por muy fuertes
rivalidades. Pero, por otra parte, la posibilidad de nuevos apoyos metropolitanos parecía asegurar
sostén indefinidamente prolongado para la causa del rey. Ahora las soluciones políticas se
subordinaban a las militares, a los episodios armados de una compleja revolución los reemplaza una
guerra en regla.
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En ese momento, la guerra de la independencia había ya avanzado hasta muy cerca de su final
exitoso. El avance de la revolución había sido la obra de San Martín y Bolívar, el primero con la
base que proporcionaban las provincias del Río de la Plata; el segundo, al comienzo sin base
ninguna en el continente.
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Cambios ocurridos: no hay sector de la vida hispanoamericana que no haya sido tocado por la
revolución. La más visible de las novedades es la violencia: en el Río de la Plata, en Venezuela, en
México, y mas limitadamente en Chile o Colombia, la movilización militar implica una previa
movilización política, que se hace en condiciones demasiado angustiosas para disciplinar
rigurosamente a los que convoca la lucha. La guerra de la Independencia, transformada en un
complejo haz de guerras en las que hallan expresión tensiones raciales, regionales, grupales
demasiado tiempo reprimidas, se transforma en el relato de “sangre y horror”. Al lado de la
violencia surge un nuevo estilo de acciones de la elite criolla que en 15 años de guerra saca de sí
todo un cuerpo de oficiales: estos obligados a menudo a vivir y hacer vivir a los soldados de sus
país que ocupan, terminan poseídos por un espíritu de cuerpo rápidamente consolidado y son a la
vez un incubo y un instrumento de poder para el sectores que ha desencadenado la revolución y
entiende seguir gobernándola.
Esa violencia llega a dominar la vida cotidiana, y los que recuerdan los tiempos coloniales en
que era posible recorrer sin peligro Hispanoamérica casi vacía de hombres armados, tienden a
tributar a los gobernantes españoles una admiración. El hecho es que eso ya no es posible: luego de
la guerra es necesario difundir las armas por todas partes para lograr un orden interno tolerable; así
la militarización sobrevive a la lucha.
Pero la militarización es un remedio costoso e inseguro: los jefes de grupos armados se
independizan bien pronto de quienes los han invocado y organizado. Para conservar su favor, estos
deben tenerlos satisfechos: esto significa gastar en armas lo mejor de las rentas el Estado. Las
nuevas republicas llegan a la independencia con demasiado nutrido de cuerpo de oficiales y no
siempre se atreven a deshacerse de ellos. Pero para pagarlos tienen que recurrir a más violencia,
como medio de obtener recursos de países mucho de ellos arruinados, y con ello dependen cada vez
más del apoyo militar. Al lado de ese ejercito, los países han hecho la guerra fuera de sus fronteras,
pero pesan mas las milicias rusticas para guardar el orden interno, estas comienzan a veces su
ingreso en la lucha política expresando las protestas de las poblaciones agobiadas por el paso del
ejercito regular; a medida de que se internan en esa lucha se hacen también ellas mas costosas; ese
es el precio de una organización mas regular, sin la cual no podrían rivalizar con el ejercito.
La imagen de una Hispanoamérica prisionera de los guardines del orden debe ser matizada.
Solo en parte puede explicarse la hegemonía militar como un proceso que se alimenta así mismo, y
su perduración como una consecuencia de la imposibilidad de que los inermes desarmen a los que
tienen armas. La gravitación de los cuerpos armados, surgía en el momento mismo en que se da la
democratización, limitada, de la vida política y social hispanoamericana, por eso aun quienes
deploran algunas de las modalidades de la militarización hacen a veces poco por ponerle fin.
Esa democratización es otro de los cambios que la revolución ha traído consigo. Adecuado o
no el termino “democratización”, los cambios advertidos en este aspecto han sido importantes.
Ha cambiado la significación de la esclavitud: si bien los nuevos estados se muestras remisos
a abolirla, la guerra los obliga a manumisiones cada vez mas amplias; las guerras civiles serán luego
ocasión de otras..Esas manumisores tienen por objeto conseguir soldados. La esclavitud domestica
pierde importancia, la agrícola se defiende mejor en las zonas de plantaciones que dependen de ella.
Pero aun donde sobrevive la institución, la disciplina de la mano de obra esclava parece haber
perdido buena parte de su eficacia: en Venezuela, como en la costa Peruana, la productividad baja;
lo mismo ocurre en las zonas mineras de Nueva Granada, que había utilizado mano de obra
africana. Por otra parte, la reposición plantea temas delicados: a largo plazo la esclavitud no puede
en Hispanoamérica sobrevivir a la trata, y con las trabas puestas en esta, el precio de los esclavos
sube rápidamente. Antes de ser abolida la institución de la esclavitud se vacía de su anterior
importancia. Esto lleva a pensar en una sociedad, que si bien no es igualitaria, organiza sus
desigualdades de manera diferente a la colonial.
La revolución ha cambiado también el sentido de la división de castas. Frente al
mantenimiento del estatuto real de la población indígena, son los mestizos, los mulatos libres, en
general los legalmente postergados en las sociedades urbanas o en las rurales de trabajo libre los
que aprovechan mejor la transformación revolucionaria: aun cuando los censos de la primera etapa
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independiente siguen registrando la división de castas, la disminución a veces vertiginosa de los
registrados como de sangre mezclada nos muestra de que modo de reorganiza la sociedad
posrevolucionaria en este aspecto.
Simultáneamente se a dado otra cambio: ha variado la relación entre elites urbanas
prerrevolucionarias y los sectores, no solo de castas sino también de blancos pobres, desde los
cuales había sido muy difícil es acceso a ellas. Ya la guerra, creaba posibilidades nuevas, en las filas
realistas aun más que en las revolucionarias. Este proceso se da también en donde la fuerza militar
es expresión directa de los poderosos de la región, pero los cambios también se vinculan a la
perdida de poder de estas frentes a los sectores rurales (pasa en Venezuela y en el Río de la Plata)
La revolución, porque armaba bastas masas humanas, introducía un nuevo equilibrio de poder
en que la fuerza del numero contaba mas que antes: necesariamente este debía favorecer a la rural..
Los resultados de la radicalizaron revolucionaria son efímeros, en la medida en que solo esta
preside la organización para la guerra, la reconversión a una economía de paz obliga a devolver
poder a los terratenientes. Es el entero sector terrateniente, al que el orden colonial había mantenido
en posición subordinada, el que asciende en la sociedad posrevolucionaria. Las elites urbanas no
solo deben adaptarse a las consecuencias de ese ascenso: el curso del proceso revolucionario las ha
perjudicado de modo más directo al hacerles sufrir los primeros embates de la represión
revolucionaria o realista. Además la ha empobrecido
Pero la revolución no priva solamente a las elites urbanas de su riqueza. Acaso sea mas grave
que despoje de su poder y prestigio al sistema institucional con el que sus elites se identifican, y que
hubieran querido dominar solas, sin tener que compartirlo con los peninsulares favorecidos por la
corona. La victoria criolla tiene aquí un resultado paradójico: los poderes revolucionarios no solo
han debido remplazar el personal de las altas magistraturas, las ha privado de modo más permanente
de poder y prestigio, transformándolas en agentes escasamente autónomos del centro de poder
político. La revolución han traído ara ellas una decadencia irremediable.
Un proceso análogo se da con la Iglesia.: la colonial estaba muy vinculada a la Corona, y no
se salva de la politización revolucionaria. Los nuevos dirigentes de la Iglesia son a menudo
apasionados patriotas, y no solo las consideraciones debidas al poder político del cual dependen las
que los hacen figurar en primer termino en las donaciones para los ejércitos revolucionarios,
ofreciendo ornamentos preciosos y vasos sagrados, esclavos conventuales y ganados de las tierras
eclesiásticas.
Así, la Iglesia se empobrece y subordina al poder político, en algunas zonas el cambio es
limitado y compensado por el nacimiento de un prestigio popular muy grande. En otras partes esto
no ocurre y el proceso es agravado por las deserciones de curas y frailes (caso del río de la plata). El
papa no reconoce oro soberano legítimo que no sea el rey de España, el resultado es que
administradores de sedes episcopales y párrocos son designados por las autoridades políticas y con
criterios políticos. Lo mismo que en las dignidades civiles, las eclesiásticas han perdido buena parte
de las ventajas materiales que solían traer consigo; han perdido aun mas prestigio.
Debilitadas las bases económicas de su poder por el coste de la guerra, despojados en las
bases institucionales de su prestigio social, las elites urbanas deben aceptar ser integradas en
posición muy subordinada en un nuevo orden político, cuyo núcleo es militar. Los más pobres
dentro de esas elites hallan en esa adhesión un camino para la supervivencia; los que han salvado
parte importante de su riqueza aprecian en la hegemonía militar su capacidad para mantener el
orden interno, que limitada y costosa es por el momento insustituible; se unen entonces en apoyo
del orden establecido a los que han sabido prosperar en medio del cambio revolucionario.
La revolución ha suprimido un rasgo esencial de la realidad hispanoamericana, luego de ella
sigue siendo imprescindible el apoyo del poder político-administrativo para alcanzar y conservar la
riqueza. En los sectores rurales se da una continuidad muy marcada: ahora y antes la tierra se
obtiene por el favor del poder político, que es necesario conservar. En los urbanos la continuidad no
excluye cambios más importantes: si en tiempos coloniales el favor por excelencia que se buscaba
era la posibilidad de comerciar con ultramar, esta ya no plantea serios problemas en épocas
posrevolucionarias.
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La miseria del Estado crea por todas partes una nube de prestamistas a corto término en todas
partes. La relación entre poder político y los económicamente poderosos ha variado: el poderío
social, expresables en términos de poder militar, de algunos hacendados, la relativa superioridad
económica de os prestamistas los coloca en posición nueva frente a un estado al que no solicitan
favores, sino imponen concesiones.
Desde 1810 toda Hispanoamérica se abrió plenamente al comercio extranjero; la guerra se
acompaña entonces de una brutal transformación de las estructuras mercantiles, que se da tanto en
las zonas realistas como en las dominadas por los patriotas.
En la primera mitad del SXIX ningún país europeo hace apreciables inversiones de capitales
en Hispanoamérica. Durante toda esta primera mitas Hispanoamérica entra en contacto con una
Inglaterra y secundariamente con una Europa que solo puede cubrir con dificultad los
requerimientos de capital de la primera edad ferroviaria en el continente y en EE.UU.
Esa Europa no quiere arriesgar mucho porque les queda poco que arriesgar, por esto buscan
cosas muy precisas de las nuevas relaciones que se han abierto. Lo que se busca en Latinoamérica
son sobre todo desemboques a la exportación metropolitana, y junto con ellos un dominio de los
circuitos mercantiles locales que acentué la situación favorable para la metrópoli.
Desde México hasta Bs. As, la parte mas rica, más prestigiosa, de comercio local quedara en
manos extranjeras, luego de 50 años en Bs. As o Valparaíso los apellidos ingleses abundaran en la
aristocracia local. Aun fuera de los puertos la situación de los comerciantes extranjeros es
privilegiada. Así la ruta de Liverpool reemplaza a la de Cádiz y sus emisarios pasan a dominar el
mercado. El cambio sin duda no se detiene aquí: el comercio de la nueva metrópoli es en muchos
aspectos diferente al español. Entre 1810-1815, los comerciantes ingleses buscan a la vez conquistar
los mercados y colocar un excedente industrial cada vez más amplio. Es esos años es destruida la
estructura mercantil heredada. La economía confirma a la política impulsando a la emancipación del
productor rural frente al mercader y prestamista urbano.
Luego de 1815 esa relación entra en crisis: por una parte la depresión metropolitana obliga a
cuidar los precios a que se compran los frutos locales; por otra, la capacidad de consumo
hispanoamericana ha sido colmada. Pero a la vez han aparecido competidores a los nuevos señores
del mercado, y frente a la rivalidad norteamericana los ingleses comienzan a advertir que
debilidades se escondían bajo sus aparentes cartas de triunfo.
No es casual que luego de 1825, se hagan abundantes la toma de posición británica sobre
Hispanoamérica en que se hace amplia justicia al antiguo régimen.
En muchos aspectos, Inglaterra es la heredera de España, beneficiaria de una situación de
monopolio que puede ser sostenida ahora por medios más económicos que jurídicos. La
Hispanoamérica que emerge en 1825 no es igual a la anterior a 1810: en medio de la expansión de
comercio ultramarino, ha aprendido a consumir mas, pero al lado de esta conquista, el mercado
existente, estaba la creación de un mercado nuevo: los años de ofertas superabundantes llevaban a
ventas de liquidación que si podían arruinar a toda un oleada de inversores comerciales, preparaban
una clientela para quien los seguirían. Sin duda, esa ampliación encontraba un límite en la escasa
capacidad de consumo popular.
Pero quizá su consecuencia mas grave no fue esa; el aumento de las importaciones, al parecer
imposible de frenar significaba un peso muy grave sobre la economía en su conjunto, sobre todo
cuando se daba un aumento paralelo e igualmente rápido de las exportaciones. El interés principal
de los nuevos dueños del mercado, como el de los anteriores, era obtener metálicos y no frutos;
ahora la fragmentación del antiguo impero había separado a zonas enteras de sus fuentes de metal
precioso, aun en zonas que las había conservado, el ritmo de la exportación, mas rápido que el de la
producción, podía llevar al mismo resultado.
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había esperado hacia 1810; Hispanoamérica parece entonces encerrada en un mismo equilibrio,
acaso mas resueltamente estático que el colonial.
Desde el comienzo de su vida independiente Hispanoamérica parecía ofrecer un campo
privilegiado para la lucha entre nuevos aspirantes a la hegemonía. Esa lucha iba a darse, pero la
victoria siempre estuvo muy seguramente en manos británicas. Las más decididas tentativas de
enfrentar esa hegemonía iban a estar a cargo de EE.UU. y a partir de 1930 de Francia.
El avance norteamericano se apoyaba en una penetración comercial que comenzó por ser
exitosa: desde México a Lima y Bs. As, lo denunciaban los informes consulares británicos para los
años muy cercanos a 1825. Los favores de la diplomacia británica eran buscados ansiosamente y
recibidos con un agradecimiento, mientras que los EE.UU. encontraban una cortés indiferencia. En
lo económico la presencia norteamericana se desvaneció mas lentamente sostenida de un sistema
mercantil extremadamente ágil, iba a perder buena parte de sus razones de superioridad cuando se
rehiciera solidamente una red de tráficos regulares.
La presencia francesa nunca significo un riesgo para el comercio británico: más que
concurrente, el comercio francés era complementario al inglés, orientado como estaba hacia los
productos de consumo de lujo y semilujo y secundariamente hacia los de alimentación de origen
mediterráneo, en lo que Francia tendía a reemplazar a España.
En la década del ´20 Inglaterra se va a consolidar aun mas haciendo pagar el reconocimiento
de la independencia a los nuevos estados con tratados de amistad, comercio y navegación que
recogen por entero sus aspiraciones. En ese momento la hegemonía de Inglaterra se apoya en su
predominio comercial, en su poder naval, en tratados internacionales. Los esfuerzos británicos por
imponer determinadas políticas serán siempre limitados: a falta de un rápido éxito suelen ser
abandonados, dejando en situación a menudo incomoda a quienes creyeron contar
incondicionalmente con su apoyo. No hay que olvidar que las aspiraciones políticas de Gran
Bretaña en Latinoamérica están definidas por el tipo de interés económico que la vincula con estas
tierras.
Si a mediados de siglo el comercio y la navegación británicos siguen ocupando el primer
lugar en Latinoamérica, están muy lejos de gozar todavía el comercio monopólico de los años
posteriores a la revolución. Pero, pese a la multiplicación de conflictos locales, el influjo ingles, que
en líneas generales no combate, sino apoya a los sectores a los que las muy variadas evoluciones
locales han ido dando predominio, es a la vez favorecido por estos. Es en este sentido muy
característica la indiferencia que un gobernante gustoso de identificarse con la causa de América
frente a las agresiones europeas, Juan Manuel de Rosas, establece entre las francesas y las
británicas, frene a las cuales busca discretamente soluciones conciliatorias, convencido como esta
de que a la postre Gran Bretaña descubriría donde están sus intereses en el río de la plata, y de que,
no bastaría la resistencia mas tenaz para borrar de influjo británica de esa comarca.
A mediados del SXIX parece surgir de nuevo EE.UU. Por un lado, esta la voluntad de
expansión territorial de regiones consagradas a una economía agraria, divididas entre si por el
problema del trabajo servil; en particular, el sur esclavista debe expandirse o perecer, y la guerra de
México es su triunfo, como la anexión de cuba es su proyecto. En ese aspecto la presencia
norteamericana se traduce en un avance sobre las fronteras de las tierras iberoamericanas. Hay
también el esbozo de una relación nueva, a la que el descubrimiento del oro californiano transforma
en ejes de las comunicaciones de la amplia área económica; en este aspecto la amplia presión
estadounidense anuncia un futuro que solo ha de madurar a comienzos del SXX en un marco muy
distinto del que encierra a Latinoamérica entre la emancipación y los años centrales del SXX.
Hacia la década del ´40, definitivamente alejada la posibilidad de una restauración del antiguo
orden, dejan ver los cambio negativos traídos por la independencia: degradación de la vida
administrativa, desorden y militarización, un despotismo mas pesado de soportar porque debe ejerce
sobre poblaciones que la revolución a despertado a la vida política y que solo deja la alternativa de
la guerra civil, incapaz de fundar sistemas e convivencia menos brutales. En lo económico desde
una perspectiva general hispanoamericana se da un estancamiento. Pero esa situación general
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conoce variaciones locales muy importantes, que se relacionan, más bien que con la diferente
intensidad del desorden intenso, con las características de las distintas economías regionales.
Venezuela en su agricultura y el río de la plata tienen en su ganadería, desde antes de 1810, el
germen de una estructura económica orientada a ultramar, que compensará las desventajas del
nuevo clima político-social con las ventajas que le aporta la nueva organización comercial, y así
podrá afirmarse. En cambio Bolivia, Perú y México, cuya economía minera ha sufrido de muchas
maneras el impacto de la crisis revolucionaria, y requeriría aportes de capitales ultramarinos para
ser rehabilitada, no logran reconquistar su nivel de tiempos coloniales.
Entre estos casos extremos se sitúa la mayor parte de las regiones hispanoamericanas, cuya
evolución es menos rica en altibajos.
Es entonces, la Hispanoamérica marginal, la que en tiempos coloniales estaba en segundo
plano, y solo comenzaba a despertarse luego de 1780, la que resiste mejor las crisis del periodo de
emancipación: junto con el río de la plata, Venezuela, chile, costa rica, las islas de las antillas.
Junto con esa Hispanoamérica dinámica, que se superpone casi totalmente con que ha
empezado a expandirse en la segunda mitad del SXVIII, también Brasil supera sin dificultades
económicas inmediatas la crisis de independencia. Si el imperio logra vivir, el brasil independiente
solo adquirirá una cierta cohesión cuando el café vuelva a colocar al centro del país en el núcleo de
la economía. Bajo el predominio del norte azucarero, brasil debe sostener una luche tenaz, pero de
resultado necesariamente negativo, con un Inglaterra dispuesta a abolir la trata. Absorbido
paulatinamente en la defensa de su economía esclavista, Brasil cede paulatinamente en los otros
puntos de conflicto con la potencia hegemónica: a partir de 1845 Gran Bretaña pasa a reprimir la
trata por la violencia; solo cuando se resigna a eliminarla, Brasil recupera la posibilidad de una
política en otros aspectos mas independiente de la tutela británica. Entretanto, se ha constituido en
el principal mercado latinoamericano para gran bretaña. Los resultados por esto son los esperables:
déficit comercial, desaparición del circulante metálico, penuria de las finanzas.
Para esa situación inesperadamente dura, la América latina fue elaborando soluciones que
solo lentamente iban a madurar. Allí donde la crisis fue, a pesar de todo, menos honda, las
soluciones fueron halladas más pronto, y significaron transformaciones menos profundas. El viejo
orden era en Brasil mas parecido al nuevo que en Hispanoamérica; una metrópoli menos vigorosa, y
por lo eso, menos capaz de hacer sentir su gravitación.; un contacto ya directo con la nueva
metrópolis, un peso menor de los agentes de la corona respecto de poderes económicos sociales de
raíz local acostumbrados a imponerse, eran todos los rasgos que en brasil colonial anticipaban el
orden independiente. Las transformaciones eran, sin embargo, indudables y la transición difícil.
Un liberalismo brasileño, vocero sobre todo de las distintas aristocracias locales choca con un
conservadurismo urbano, comprometido por la presencia en sus filas de los portugueses que
dominan el pequeño y mediano comercio de los puertos y representado sobre todo por funcionarios
herederos de la mentalidad del antiguo régimen. Sin duda, entre esos adversarios el equilibrio era
posible. Aun así su tarea no era fácil: el emperador Pedro I iba a fracasar sustancialmente en ella;
termino por quedar identificado con los sectores que en el nuevo brasil mantenían nostalgia del
absolutismo y de la unión con Portugal. Antes había tenido tiempo de lanzar al Imperio a la primera
de sus aventuras internacionales: la guerra del río de la plata por la posesión de la banda oriental,
bautizada provincia cisplatina e incorporada como tal al imperio brasileño, luego de haber sido
ocupada, a partir de 1816, por tropas portuguesas. La guerra no fue un éxito; derrotado por tierra
brasil ahoga económicamente a su enemigo mediante el bloqueo al puerto de Bs. As; debe
finalmente aceptar la mediación inglesa: la independencia de la Banda Oriental en 1828 constituida
como estado republica.
La vida política del Imperio haya sido agitada. En 1831 don Pedro decide trasladarse a
Portugal, a luchar contra la rebelión absolutista y asegurar la sucesión para su hija. Su retiro es un
implícita confesión de fracaso, y marca el comienzo del imperio parlamentario. Los alcances de la
innovación son limitados por el hecho de que si el gabinete requiere el apoyo de la mayoritaria
parlamentaria, es a la vez capaz de conquistar esa mayoría en elecciones suficientemente dirigidas.
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Hacia finales de la década del 40, la persecución creciente de la trata hacia el comercio de
esclavos aun mas lucrativo, ponía a la vez en crisis a la agricultura que utilizaba esa mano de obra
cada vez mas costosa; esa creciente divergencia de destinos e intereses puso fin a la mansa rebelión
de los parlamentarios con sus lideres que coincidían en pedir medidas eficaces contra la trata; estas
llegaron en 1851.
La guerra de independencia había confirmado las divisiones internas de la Hispanoamérica
colonial, y había creado otras: fueron sus vicisitudes las que hicieron estallar la unidad del
virreinato del río de la plata. Solo en América central el proceso de fragmentación iba a proseguir
luego de 1825, con la disolución de las provincias unidas de Centroamérica en 1841 y con la
separación de Panamá de Colombia, producida en un contexto muy diferente y ay en el SXX. Más
que la fragmentación de Hispanoamérica habría entonces que hablar, para el periodo posterior a la
independencia, de la incapacidad de superarla. Esta incapacidad se pone de manifiesto a través del
fracaso de las tentativas de reorganización que intentan evadirse del marco estrecho de los nuevos
estados, herederos del marco territorial de los viejos virreinatos, presidencias y capitanías: la más
importante es la de Bolívar.
Si en casi todas partes estos ensayos de restauración se tradujeron en rápidos fracasos, a los
cuales siguió su abandono definitivo, fue en México, donde por el contrario, ocuparon buena parte
de la primera etapa independiente. El imperio de Iturbide, solución demasiado personalizada a los
problemas de transición a la independencia, se derrumba sin contar con más vivo apoyo de los que
serán conservadores que de futuros liberales. La caída del régimen imperial es fruto de la acción de
ejército. La gravitación del ejército, al que las guerras de independencia han dejado en herencia un
demasiado nutrido cuerpo de oficiales y una función inexcusable de guardián del orden interno, se
revela decisiva. A la caída del primer imperio sigue la convocación de una constituyente y la
elección de presidente a Guadalupe Victoria, que pese a sus inclinaciones liberales tratará de
guardar un cierto equilibrio frente a las facciones cuya hostilidad crece progresivamente.
En 1836 guerra de Texas: los colonos del sur de EE.UU. que allí se han instalado y han sido
bien recibidos por las autoridades mexicanas, no aceptan el retorno al centralismo que esta en el
programa conservador. Santa Ana corre a someterlos. La independencia de Texas en un hecho, pero
no es reconocida por México. En 1845 estalla la guerra entre México y EEUU, la cual era el
desenlace de toda una etapa de política estadounidense; pero la guerra fue demasiada fácilmente
ganada por EEUU. Esa victoria se explica en parte porque el ejercito mexicano no había sido
organizado como elemento de combate en guerras internacionales y porque en México las
disensiones que se han formado a través del proceso de lucha fraccionaria todavía no se habían
resuelto. México perdía en 1848 la mitad de su territorio a favor del vencedor.
México conservador fracasaba por falta de dirección homogénea; porque además eran
demasiadas las dificultades de esta zona, antes tan prospera para adaptarse al nuevo orden abierto
con la independencia que le era favorable. La guerra había destruido el sistema de explosión
minera; si los hombres que le habías arrebatado podían ser devueltos o reemplazados, no ocurría lo
mismo con las perdidas materiales. La guerra había producido un cambio aun mayor, aunque
indirecto, al hacer desaparecer los capitales cuya relativa abundancia era uno de los secretos de la
expansión minera mexicana en la segunda mitad del SXVIII
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No es extraño que el nuevo orden político arraigue mal en tierras que no han podido encontrar
su lugar en Latinoamérica deshecha por la revolución y lentamente devuelta a rehacer en medio de
una coyuntura desfavorable. En otras partes soluciones políticas mas adecuadas a esa coyuntura
logran imponerse de modo mas solidó.
Aun en ellas, la conquista de un orden estable se revela extremadamente difícil. La dificultad
deriva en parte de la vigencia de un nuevo clima económico, que no favorecen a quienes dominaron
economía y sociedad antes de 1810. Pero surge también de que el elemento que actúa como arbitro
entre esos dirigentes urbanos y mineros, los de las zonas rurales de economía semiaislada, la plebe
urbana que comienza a hacerse escuchar, es un ejercito también él no suficientemente arraigado en
el nuevo orden: solo paulatinamente los jefes veteranos de la revolución, a los que a veces el azar de
su ultimo destino ha dado influencia en una región a la que no pertenecen por origen, establecen
relaciones con sectores cuyo poderío local ha sido favorecido por el cambio de coyuntura, y llegan a
diferenciase con ellos. Hasta entonces la intervención de los generales se da al azar de las
coincidencias entre las oposiciones que se dan dentro de la sociedad civil y las rivalidades entre
jefes militares. Esa situación es consecuencia del modo particular en que México y Perú han vivido
la lucha de independencia.
En Ecuador los que hacen de árbitros en la vieja y siempre vigente oposición entre la elite
costeña y la aristocracia de la sierra son militares que permanecen siempre extranjeros al país.
En Nueva Granda y Venezuela desde 1830 se liberan de la influencia de elementos de origen
extraño. La disolución de la Gran Colombia devuelve a Santander el poder de Bogota, se marca el
avance paulatino del conservadurismo neogranadino. En sus comienzos el régimen, que tiene rasgos
de duro autoritarismo, retoma frente a la iglesia la tradición colonial; la quiere gobernada por el
poder civil. Esta exigencia es abandonada a medida que la normalización de las relaciones con
Roma hace sentir sus efectos en la iglesia colombina; a mediados de la década del cuarenta ésta
entra a integrar el sistema conservador en sus propios términos. Colabora así en una empresa de
modernización cautamente llevada adelante; en particular domina el nuevo sistema de enseñanza
elemental y los ensayos de enseñanza media y superior. La etapa conservadora con las primeras
tentativas de navegación a vapor en los ríos neogranadinos y de construcción de los ferrocarriles, y
el ritmo a menudo lento de los desarrollos futuros mostrara que el éxito limitado de esos ensayos no
puede achacarse solamente a la timidez del régimen conservador.
América central no conoció revolución ni resistencia realista; pasada 1821, junto con México,
de la lealtad a Fernando VII a la independencia, se separo de su vecino del norte a la caída de
Iturbide, a quienes seguían fieles los jefes de las guarniciones del antiguo ejército regio acantonadas
en la capitanía de Guatemala. Surgen así las Provincias Unidas de América Central; destinadas a
una vida breve y azarosa, son desgarradas por las luchas entre liberales y conservadores, que se
superpone a la oposición entre Guatemala y El salvador. La pérdida de Guatemala deshace la
confederación: El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica se constituyen en diminutos Estados
republicanos; por el momento poco ha cambiado en esos rincones del imperio español.
En el extremo sur de Hispanoamérica el río de la plata sufre una revolución muy compleja. El
Paraguay luego de ser gobernado por un efímero triunvirato, cae en manos del dr. De Francia que
impone una dura dictadura y aísla a paraguay de sus vecinos, ese aislamiento se extiende a lo
económico.
En Bs. As la disolución del estado unitario en 1820 había estado lejos de constituir una
calamidad sin mezcla: sirvió para liquidar una situación ya insostenible. Pero en esa liquidación no
solo salía destrozado el centralismo de Bs. As., sino también el federalismo del resto del litoral. La
política de Bs. As alcanzaba un éxito póstumo cuando los portugueses concluían la conquista de la
Banda Oriental y convertían al antiguo protector de los pueblos libres en un fugitivo cada vez
menos respetado por sus secuaces del litoral argentino; estos obligaron a Artigas a buscar en el
Paraguay un refugio que Francia convirtió en cautiverio; luego emprendieron luchas por la
supremacía, que permitieron a Bs. As, derrotada en 1820 y transformada en un provincia mas de la
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vaga federación sin instituciones centrales, alcanzar en el litoral argentino una hegemonía
indiscutida. Armada de ella, la provincia de Bs. As se opuso a la tentativa de reorganización del
país, que en nombre de las de Tucumán y cuyo dirigió el gobernador de Córdoba, Bustos.
La disolución del estado ha puesto fin a la participación de argentina en la guerra de
independencia. La nueva provincia se encuentra rica y libre de compromisos externos; puedo
consagrarse a mejorar su economía y su organización interior. Este programa encuentra el apoyo de
una clase nueva de hacendados. Frente a la ruina de las tierras ganaderas del resto del litoral, las de
Bs. As prosperan gracias a la paz interna. Comienza “la admirable experiencia de Bs. As”; bajo la
égida de Martín Rodríguez, quien reduce el cuerpo de oficiales, reforman el sistema aduanero
disminuyendo las tasas y aumentado los ingresos del estado, etc. Al mismo tiempo llevan a cabo
una reforma eclesiástica mostrando simpatía por la libertad de culto. Detrás de estas reformas se
encuentra Rivadavia.
La guerra con el Brasil llevo a anular muchos de los cambios que había traído 1820: de nuevo
era preciso costear un ejército, devolver gravitación a los oficiales veteranos de la independencia y
arruinar al fisco. La guerra trajo además el bloqueo y la inflación. Declara a fines de 1825, la guerra
culmina en 1827 con la victoria argentina de Ituzaingo.
La guerra era cada vez más impopular entre los ricos de Bs. As, y era ahora la primera causa
de desconfianza frente al nuevo espíritu aventurero de los dirigentes del antiguo partido del orden
que dominaban el congreso constituyente. Estos harían presidente de la republica a Rivadavia y
pondrían a la entera provincia de Bs. As bajo la autoridad del gobierno nacional. Mientras tanto, la
redacción de una constitución unitaria termino de enajenar al congreso la buena voluntad de los
gobernantes del interior, ya comprometida por episodios como la aprobación del tratado de
comercio y amistad con Gran Bretaña, que imponía la libertad de cultos aun en las provincias
interiores, y por otros mas turbios, vinculados a las rivalidades entre compañías mineras
organizadas en Londres con auspicios de Rivadavia y otras igualmente lanzadas al mercado.
La guerra civil estallo primero en el norte y luego en el centro del país, Quiroga, jefe de las
milicias de los Llanos de la Rioja, termino por dominar allí.
A la renuncia de Rivadavia siguió la restauración de la provincia de Bs. As gobernada por
Borrego. Por detrás del el eran los antiguos sostenes sociales del partido del orden los que volvían a
gravitar, obligando a Borrego a seguir las negociaciones de paz. Estas culminan en 1828 en un
tratado que creaba un nuevo estado independiente: la republica oriental del Uruguay. Vuelto de la
Banda Oriental, el ejercito argentino, se apresuro a derrocar a Borrego, el general Lavalle, asumió la
responsabilidad de la decisión. La ejecución de Borrego seguida de un gobierno militar que
gravitaba duramente sobre la campaña fatigada de guerra, provoco un alzamiento rural que
reconoció como jefe a Juan Manuel de Rosas. En seis meses el régimen militar se derrumba en Bs.
As y el camino al poder quedo abierto para Rosas. Mientras tanto el movimiento antifederal era más
exitoso en el interior, con Paz. Capturado este por Quiroga en 1831 la argentina estaba dominaba
por Rosas, Quiroga y López. Entre ellos es Rosas la figura dominante.
Este miembro de las clases económicamente dominantes de Bs. As ha entrado en política por
reacción frente a los errores de la clase política en la que había confiado. En esa provincia fue
gobernador de 1829-1932, lo es de nuevo a partir de 1835 con una suma de poder publico. Pero
tiene menos éxito en el interior, donde ha faltado una politización igualmente intensa, y donde todo
es sobre el temor a la intervención porteña el que acalla a los jefes provinciales, poco adictos a una
estricta disciplina de partido. El clima de la argentina rosista es la de una constante guerra civil, con
complicaciones internacionales, sobre todo del turbulento estado oriental.
Este ha estado sometido a la acción contrastante de dos caudillos rurales, Lavalleja y Rivera.
Ambos son hacendados. Rivera termino por triunfar, luego de gobernar el nuevo estado dejo el
mando a su sucesor elegido.
Mientras tanto tiene que enfrentar el bloqueo establecido en Bs. As. En defensa de las
exigencias discutibles de algunos súbditos franceses. Las penurias traídas por el bloqueo le enajenan
simpatías en el litoral, mientras las de la guerra con la confederación perú boliviana crean una
20
corriente antirosista en el norte argentino. Las rebeliones se suceden: en 1839 el sur ganadero de Bs.
As se levanta también.
La victoria sobre todos sus adversarios internos. Un ejército cuyas tropas comanda Oribe
conquista el interior e impone en todas partes gobernadores rositas; desde 1842 éste tiene un poder
que ningún anterior gobernante había alcanzado sobre el conjunto del territorio argentino.
Es el comienzo de un nuevo conflicto internacional en donde Bs. As vuelve a ser bloqueada
en 1845, y una expedición guerrero-comercial penetrara en el Paraná, que rosas mantiene cerrado a
las navegación extranjera. Estos éxitos no bastan para derribar a rosas; los agresores fatigados de
una operación cada vez mas costosa, retoman el comino de las negociaciones, que rosas encara sin
ansiedad.
En caseros, se confirma la derrota de Rosas, quien parte a un destierro a Gran Bretaña.
Termina así la época de rosas; a partir de la década del cuarenta las provincias del interior
comienzan a prosperar.
21
Idea y Cuestión nacional latinoamericanas. De la independencia a la emergencia del
imperialismo.
Ricaurte Soler
22
Apropiación de la historia de América.
Nuestra América se afirma en defensa de los derechos humanos conculcados por los españoles
peninsulares. En defensa de los derechos universales del hombre. Se afirma en la especial
interpretación que de la historia de nuestra América realizan. En los sectores más ilustres de la
sociedad la historia se constituye en elemento ideológico afirmativo de la nación americana. No es
la historia de los venezolanos o ecuatorianos, sino la historia de América. Se tiene plena conciencia
de que se ha delimitado un sector de una realidad más amplia.
El “Diálogo entre Atahualpa y Fernando VII en los Campos Eliseos” (1809, documento
clandestino) de Monteagudo, es contra la dominación española a partir de la hecatombe de la
conquista. La historia de la amada patria percibida como una totalidad social y nacional, afirma, por
boca de Atahualpa, su derecho a la libertad.
José Cecilio del Valle, trata el tema de la apropiación de la historia americana.
La apropiación de la historia de América se realiza en función de una patria continental (de los
españoles americanos) concebida como unidad totalizadora. Incluso cuando se establecen
distinciones geográficas entre ambas Américas. Éstas se hacen en el supuesto de la unidad social y
nacional primigenia.
Francisco Miranda.
En la corriente demoliberal todos los temas hispanoamericanistas –la nación americana,
autodeterminación de sus pueblos, reinterpretación de su historia- encontraron en la acción y
pensamiento de Miranda la más decidida formulación. Desde el propósito de encontrar el nombre
común hasta la acción militar que afirme el punto de partida de la confederación continental. Hubo
precedentes, Juan Francisco de León, y criollos aislados. Tuvieron un importante papel para la
formación de la conciencia nacional americana los escritos de los jesuitas desterrados.
La conciencia de una América que es nuestra nunca podría asimilarse a ningún panamericanismo
definido por la geografía continental.
La filiación hispanoamericanista de Miranda se define, en la corriente de pensamiento que hace
emerger de la conciencia social y anticolonial de los españoles-americanos el contenido y
afirmación de su conciencia nacional.
23
Documentos hispanoamericanistas.
En las regiones que se esforzaban por constituirse sin declarar formalmente la independencia no
dejaba de manifestarse la conciencia de la patria continental. La propuesta de los revolucionarios de
Santiago a Buenos Aires (1810) señalaba la conveniencia de unificar los gobiernos para la guerra y
en la paz; celebrar pactos comerciales y políticos con otros países.
A partir de las declaraciones formales de independencia es posible comprobar una paulatina
declinación de las perspectivas e intenciones americanistas de amplias perspectivas. La
conformación real de centros de poder requeridos por la lucha revolucionaria y teorizados, por Fray
Servando Teresa de Mier en México, condujo a estrechar los límites a que apuntaba la conciencia
nacional en formación. Nuestra América referida a todo el continente. En otra oportunidad a la
Nueva España.
Podríamos considerar que sólo en los grandes caudillos americanos: San Martín, O’Higgins,
Bolívar, Sucre la idea de la patria americana mantenía su vigor esbozando el diseño de su
institucionalización política en planes confederativos.
Comunidad Económica.
El estudio más digno de un americano es la América; propuso en el mismo año de 1822 la
creación de una academia americana y en 1824 la formación de una expedición científica costeada
por los gobiernos de todos los Estados americanos.
En la década del veinte, en trance de afianzarse la independencia, los problemas inmediatos de la
organización nacional asumen carácter ineludible y perentorio.
En el principio de las nacionalidades no se afirma el concepto de nacionalismo (Hobsbawn). En
el caso de Hispanoamérica la aparición del fenómeno se da en los años veinte, al culminar la
emancipación e iniciarse las tareas de organización nacional.
Nacionalizar.
Nacionalizar a Centroamérica y nacionalizar nuestra América. Se planteaba lo mismo para la
patria chica que para el continente. El proceso debía ser igual, crear la homogeneidad en la
diversidad o la diversidad en la homogeneidad. Valle propondrá la americanización del idioma. La
lengua castellana se irá mudando insensiblemente; cada estado tendrá su dialecto.
Pide que las leyes que castiguen con iguales penas a delitos de una especie y sólo tengan por
delito la violación de los derechos del hombre: leyes que no sean el voto de una clase.
Desde la perspectiva demoliberal: nacionalizar todas las clases es lo que debe formar el plan de
un gobierno paternal. Comenzar por las clases propietarias: respetar la propiedad y nacionalizar al
propietario dándole garantías de seguridad y penetrar a los capitalistas del espíritu público.
Nacionalizar al obrero atendiendo sus derechos y reivindicaciones; es coproductor de las riquezas.
Finalmente un programa de organización nacional no podía prescindir de la mujer.
Nacionalización y colonialismo.
La convocatoria a una asamblea general de ambas Américas, hecha por el Congreso Federal de
Centroamérica en 1823, tenía el objetivo de la comunidad económica.
24
Habría que registrar también la proposición de Troncoso en El Indicador de crear una
confederación continental que atendiese a puntos tan concretos como la fundación de un banco
nacional, un montepío de labradores y la apertura del canal de Panamá. (Valle alertó contra la
ambición extranjera).
Sus aportes a la memoria colectiva del pensamiento nacional hispanoamericano fundamentan un
legado que trasciende las discontinuidades históricas.
Proyecto demoliberal: existencia de un real proceso nacionalizador, históricamente progresista.
El Congreso de Panamá fue boicoteado por el liberal Rivadavia. Se trata de las limitaciones de un
bloque policlasista que ahogaba en sus contradicciones externas e internas sus mejores
formulaciones ideológicas.
No por ello hay que desconocer la contribución demoliberal al proceso nacionalizador.
Expresión de las clases sociales más favorecidas, también ellas se encontraban colonizadas.
Productos de una diferenciación social modernizante no podían tener interés en la conservación de
los estamentos, y a su extinción contribuyeron. En la esfera de la circulación, iniciaron el empeño
de afincarla en circuitos interiores de integración. La Ilustración sirvió de arma ideológica para
secularizar una sociedad corporativizada. Al fijar un marco estatal-nacional para sus intereses de
clase la democracia liberal del período formuló el diseño de un programa nacionalizador cuyos
contenidos fundamentalmente resultaron válidos, a escala latinoamericana, hasta la fractura
histórica creada por la emergencia del imperialismo.
El radicalismo agrario.
La primera de estas _desde Hidalgo y Morelos en el norte hasta Artigas en el sur- hay que
subrayar el carácter profundamente social de sus reivindicaciones. 1810 Hidalgo redactó decretos
destinados a la abolición de la esclavitud; proclamó la extinción del tributo indígena; y la restitución
de las tierras a las comunidades indígenas. Afectó considerablemente los intereses de los
terratenientes y dueños de minas. Medidas que fueron tomadas en “nombre de la autodeterminación
de los conciudadanos americanos”.
Morelos.
Nuevas dimensiones en la escala del radicalismo alcanzarán la acción y el pensamiento de José
María Morelos. Interpreta y decida en función de empeños profundamente igualitaristas. 1810
proclama que los habitantes novohispanos no se nombran en calidades de indios, ni mulatos, ni
castas sino todos generalmente americanos. Es esta misma radicalidad igualitaria la que lo enfrenta
a antagonismos que no se logran superar en aras de la unidad anticolonialista de las clases en
conflicto. En 1811 al presentir una horrorosa anarquía reconoce que son los blancos los primeros
representantes del reino.
Hubieron de fracasar los intentos conciliadores de Morelos. En 1813 se abandonan las eventuales
reservas y moderadas actitudes; ya es negativo seguir invocando el nombre de Fernando VII. Es
necesario expropiar a los realistas. Considerar como enemigos de la nación a todos los ricos, nobles
y empleados de primer orden, criollos y gachupines que tienen autorizados sus vicios y pasiones en
el sistema y legislación europea. Deben también inutilizarse todas las haciendas grandes porque el
beneficio positivo de la agricultura consiste en que muchos se dediquen a beneficiar con separación
un corto terreno que puedan asistir con su trabajo e industria.
Quizá el radicalismo de estas instrucciones no tenga parangón en el continente
hispanoamericano. La lucha por la tierra dio origen en Yucatán a las formulaciones socialistas-
utópicas del cura Vicente María Velázquez. Organizar la nación a partir de una democracia radical
agraria.
En la aislada Haití, la revolución antiesclavista de Toussaint Louverture rápidamente había
derivado en una revolución agraria; en Venezuela por su composición demográfica y mayor
importancia de la esclavitud, la revolución de independencia se inclinaba derivar en una pardocracia
de reivindicaciones agrarias radicales. Aquí la iniciativa de la expropiación agraria para favorecer
posiciones políticas correspondió a los realistas. Significación oportunista que implicaba el diseño
de una política agraria de largo alcance.
Las montoneras, fueron en el Alto Perú, oto movimiento social revolucionario que buscó hacer
solidarias las reivindicaciones agrarias con el proceso independentista.
Incluso en el Río de La Plata, donde la tardía colonización y abundancia de tierras disminuyó la
presión por su propiedad, hubo regiones donde la cuestión agraria dio la tónica al movimiento
emancipador. No sólo en la Banda Oriental, en Salta también; favorecida por la apertura al
Atlántico, en Salta se afirmó una aristocracia tardía que monopolizaba la tierra y también el
comercio. Reforzó sus instrumentos de control social en las distinciones de castas. De esta situación
resultó que, en la coyuntura independentista, y con más intensidad que en cualquiera otra, la
revolución contra el rey adquiriese carácter de lucha social.
Artigas.
La acción social y política de Artigas resume la práctica revolucionaria de la democracia radical
agrarista de las varias regiones del continente.
26
1813 Artigas establece condiciones los representantes de los pueblos de la Banda Oriental para
formar parte de la Confederación argentina. Total independencia de España, estado federativo,
igualdad aduanera, tolerancia religiosa y gobierno económico provincial.
La redistribución de la tierra es su objetivo fundamental. En la aplicación de los principios
generales Artigas procedía sobre la base del supuesto de que las tierras afectables eran, en primera
instancia, propiedad del Estado Oriental.
No es de extrañar que surgieran caudillos populares que iniciaran el diseño de una organización
nacional con la idea de la universalización de la pequeña y mediana propiedad agraria. El intento
democratizador encontrará la más decidida oposición de las clases afectadas. En primer término de
Buenos Aires.
Es necesario situar en un verdadero contexto la pureza y evidente radicalismo de estos empeños
de democracia agraria.
Cabe comprobar que es la patria y soberanía de los americanos la que se intenta organizar a
través de un modelo que elimine la esclavitud, las distinciones de casta y que universalice la
pequeña y mediana propiedad agraria. La conciencia nacional no deriva del sentimiento de
pertenecer a la comunidad de los españoles americanos como en el caso de la democracia-liberal.
La fórmula de Morelos: todos generalmente americanos, subyace en los varios planteamientos de la
democracia radical agraria. No sólo pone de relieve la oposición a las peninsulares; también anuncia
las contradicciones con los peores americanos.
Esa democratización encuentra valladares distintos, incluso al de los intereses económicos y
sociales afectados. El escaso desarrollo de las fuerzas productivas explica el fracaso esta
organización social propuesta.
En Hidalgo parecieron precisarse más los objetivos económicos y sociales. De ellos es
fundamental la liquidación de los monopolios internos del estado en la producción y el comercio;
un programa demoburgués pero sin un agente histórico capaz de realizarlo: la independencia
hispanoamericana fue una revolución burguesa sin burguesía. Este programa se contradecía con el
interés de conservar la propiedad indígena comunitaria.
El esfuerzo de democracia agraria representó una alternativa imposible pero no inútil. Una
medida de su eficacia la da el hecho que sus detractores tuvieran que dictar decretos análogos a los
insurgentes a fin de mantener a los indígenas leales al pacto colonial. La acumulación de políticas
radicales frustradas define la dirección de un curso histórico progresista. Observaciones análogas
para la democracia agraria del doctor Francia en Paraguay.
Radicalismo urbano.
El radicalismo agrario no fue la única fuerza convergente en el proceso de formación de las
naciones de nuestra América. Desde los centros urbanos, desde finales del XVIII, una distinta
variante de la democracia radical mostraba su fuerza y posibilidades. Temas igualitarios del
contractualismo de Rosseau o de la Convención Nacional francesa están presentes. Con las tareas
concretas de la lucha de liberación y de afirmar el estado, se perfiló cada vez más la tendencia a
supeditar toda consideración social a la tarea de la organización estatal nacional. Promovido por la
pequeña burguesía y las capas medias radicalizadas. Su vocación para la afirmación nacional,
americana, encontró su culminación den los grandes caudillos, Bolívar en Especial.
Primeras manifestaciones: conspiración de los franceses de Buenos Aires (1795), de aliento
jacobino inspirado en la Rev. Francesa. Conspiración de los franceses en Chile y la de Chirinos y
González en Venezuela en 1795 bajo la proclama la ley de los franceses.
América debía ser para los americanos.
Proclamadas e instaladas ya las juntas supremas americanas, en la democracia radical de origen
urbano emergieron más profundas e inéditas formulaciones. No desaparecieron los esfuerzos
igualitaristas. En Cartagena los hermanos Gutiérrez de Piñeres acaudillaron los estratos populares
frente al patriciado criollo, pugnaban por su representación y legitimación políticas. Por encima de
los temas igualitarios, la pequeña burguesía y capas medias urbanas fundamentalmente tendieron a
promover la salud pública y la consolidación irreversible del estado nacional. El radicalismo en el
Plata, más significativo en cuanto se considera la firme tendencia que allí existía a favor a la
monarquía. Castelli, Moreno, Vieytes: erigir nuestra América en esa independiente de la España
europea reconociendo a la señora infanta de España doña Carlota Joaquina de Borbón.
A pesar de todo favorecieron que en Buenos Aires la pequeña burguesía y las capas medias se
expresaran en figuras extraordinariamente radicales, el hecho de que la invasión inglesa propiciara
la formación de un ejército propiamente argentino, y vencedor por añadidura.
Experiencia que no encuentra paralelo en América Latina. Que establece un punto de apoyo
significativo para la erección de un estado nacional coherentemente estructurado.
Mariano Moreno.
Estas posibilidades no eran factibles, según él, considerando las relaciones precapitalistas de
producción. Sustentaba la ilegitimadad jurídidica de la servidumbre indígena, era uno de los puntos
centrales de la práctica política en 1810. Las providencias que en Alto Perú tomaron Belgrano y
Castelli contra el tributo y la servidumbre indígenas suscitaron el antagonismo de las clases
aristocráticas, lo que explica el fracaso de las tres expediciones para liberar aquellas tierras. Castelli
estableció el sufragio indígena el 25 de mayo de 1811 y proclamó la igualdad absoluta de los
indígenas e importantes medidas de distribución de las tierras.
La igualdad política es sólo uno de los aspectos en el diseño del estado nacional. Moreno
profundiza la metodología y objetivos de la democracia desbordando los marcos del
demoliberalismo. Ningún estado envejecido o providencias pueden regenerarse sin cortar sus
corrompidos abusos, sin verter arroyos de sangre.
Objetivos de esta metodología eran la consolidación del Estado y la organización nacional.
Moreno prevé la gestión empresarial del estado. Es también en aras de la consolidación del estado
que aconseja favorecer las relaciones con Inglaterra consciente de los peligros que estas relaciones
entrañan.
Rechazaba como nocivo el federalismo interno a la vez que propugnaba la federación
continental. “Es una quimera pretender que todas las Américas españolas formen un solo estado”.
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Lo que no le impide asentar que se impone la unidad continental en aras de la seguridad de las
partes y del todo.
Bernardo de Monteagudo.
Igual que moreno inicia denunciando la servidumbre indígena en nombre de un igualitarismo
rousseauniano. Insta la formal declaración de independencia y no olvida hacer un llamado al
patriotismo del sexo femenino.
Otra era la verdadera contradicción en que se debatía: la que emergía de la propia sociedad: la
que oponía los conflictos sociales y regionales al imperativo de consolidar el estado nacional. Desde
1812 propone la dictadura y repudia el federalismo; por un estado fuerte erigido en árbitro de las
contradicciones. Combinar decisiones radicales para la conformación del estado con medidas
conservadoras en cuanto al status político de las clases subordinadas constituirá la definición y
esencia de su práctica política.
Conservar el status quo de las clases es el prerrequisito para la consolidación del estado nacional.
Lo que no impide el inicio de las reformas sociales destinadas a promover la condición de las clases
explotadas.
Revolucionar la sociedad; en lo cultural los americanos han estado ocupados en cuestiones
abstractas, errores escolásticos. Para corregir esos males se crea la escuela normal, se funda la
Sociedad patriótica de Lima y se crea la Biblioteca Nacional. Se expulsa a los peninsulares y se
promueve la condición social del indio.
La abolición del tributo y de todo servicio personal a que estaban sujetos los indígenas. Se inicia
con ello el prolongado empeño de liquidar las relaciones precapitalistas de producción. Eliminan los
monopolios y se racionaliza la administración de los bienes que pertenecieron a los jesuitas y a la
extinguida inquisición. Proceso de estructurar un estado nacional moderno que se afirme por encima
y a despecho del poder económico de la Iglesia.
Medidas conservadoras en cuanto al poder popular que se combinan con decisiones avanzadas
por lo que respecta a la afirmación de la independencia y consolidación del estado nacional.
Esfuerzo por consolidar interna y externamente el estado nacional. La interdependencia de las
diferentes entidades políticas que se creen es el dato primero para esa consolidación. La federación
Hispanoamérica frente a la amenaza real de la Santa Alianza, y la potencial del Brasil, es una lógica
consecuencia de las medidas de política exterior e interior tomadas en el Perú. Es la extensión, a
escala hispanoamericana, del proyecto nacional tan radicalmente esbozado durante los años 1821-
1822.
Caudillos americanos.
Durante el período emancipador les correspondió la posibilidad y responsabilidad de sentar las
bases más sólidas y viables de la organización nacional. Situados en posiciones privilegiadas
pudieron escogitar discriminadamente entre los diversos empeños de la democracia radical agraria o
pequeñoburguesa. Sus márgenes para la acción fueron considerables. Preocupados por afirmar la
independencia frente a la metrópoli y por la estabilidad política interna, ejercerán una función
arbitral socialmente moderada, nacionalmente avanzada, a la vez privilegiada y necesaria. Se inicia
con ellos la estructuración nacional a partir del estado. Lo que los caracteriza es la supeditación de
la conciencia social a la conciencia nacional americana.
Función arbitral que no implica márgenes arbitrarios en su ejercicio. Marcos dados por los
límites de democratización social alcanzados por el jacobinismo pequeño burgués y el radicalismo
agrario. La conciencia y acción nacionalizadoras de ellos no puede concebirse como ajenos a las
dimensiones reales de los conflictos sociales. Modelaron el perfil psicológico de su nacionalismo y
las dimensiones reales de su ejercicio. Bolívar constituye la mejor expresión del nacionalismo
americano. En él alcanza su máxima tensión la síntesis y disociación de la cuestión nacional y la
cuestión social.
Un primer período, 1810-1815, en el cual la preocupación nacional e independentista aparece
relativamente desligada de la cuestión social americana. La práctica política y la acción militar del
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aristócrata mantuano subordina incontrastablemente a una conciencia limitadamente política toda
otra forma de percepción de la realidad.
Ésta es americana desde sus inicios. 1810 prevé y propugna la absoluta independencia de España
a partir de un movimiento revolucionario iniciado en Venezuela pero con miras continentales.
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Hispanoamericanismo en el Plata.
1816 Tomás Guido: la Argentina no debe insistir en la campaña del Alto Perú, debe enviar sus
fuerzas a Chile para su liberación, para una federación o alianza.
Pueyrredón le excita a San Martín en Chile para que obtenga de este país el envío de un diputado
al congreso general de las Provincias Unidas, a fin de que se constituya una forma de gobierno
general, que de toda la América unida en identidad de causas, intereses y objeto, constituya una sola
nación. Bolívar convoca al pacto continental.
Las perspectivas sociales y nacionales de la democracia liberal, lo mismo que las del radicalismo
agrario y el jacobinismo pequeñoburgués, comienzan a ser resumidas, arbitradas, interpretadas y
realizadas por los grandes dirigentes de la revolución. Incluso por caudillos de regiones
circunscritas que comprendían a cabalidad la importancia militar de la promoción social de las
masas.
Reformulación de las bases sociales de la organización nacional, encontrará decididos
opositores. El congreso de Angostura (1819) y Cúcuta (1821) limitaron los alcances del decreto
bolivariano de 1816. Sin embargo, la sociedad hispanoamericana es objeto de lentas aunque
dolorosas mutaciones. 1816 la máscara de Fernando VII ha caído en casi todas partes. La dirigencia
revolucionaria ha logrado avances significativos en cuanto a la ampliación de sus bases sociales de
sustentación. No parece imposible la organización nacional de la patria hispanoamericana.
1816-1826 la conciencia americana no fue excepción sino regla. Las perspectivas de su
institucionalización política se acrecían a medida que batallas decisivas afirmaban la independencia.
Chacabuco y Maipú, antes que los triunfos bolivarianos de Boyacá y Carabobo. Por eso los
proyectos de unidad continental más definidos desde el punto de vista diplomático, aunque no los
más decisivos, se formularon en el sur y no en el norte bolivariano.
Hispanoamericanismo en Chile.
1810, al constituirse las juntas de Buenos Aires y Santiago, remontan las primeras convocatorias
para estrechar los lazos entre Argentina y Chile. La conciencia americana sigue siendo el común
horizonte nacional. Carrera; O’Higgins.
No sólo se trata, por otra parte, de los lazos que han de vincular a Chile con las provincias del
Plata. 1818 O’Higgins convoca a un Congreso llamado a instituir una gran confederación de los
pueblos americanos. La causa que defiende Chile es la de todo el continente de Colombia (es decir
toda Hispanoamérica- perspectivas continentales).
Una medida concreta a favor de esa independencia colombiana la constituyó el envío de un
contingente armado a Acapulco para colaborar en la emancipación de México.
San Martín.
O’Higginis es el más inmediato e importante antecedente de las medidas concretas tomadas por
Bolívar con vistas a la confederación hispanoamericana. En cuanto a la significación nacional
aparece más ejemplarizante que San Martín para el decurso posterior de la historia americana. Esto
por el hecho de que, al igual que Bolívar, se empeñaba en una reformulación más radical de las
relaciones sociales existentes a fin de asentar sobre sólidos fundamentos el estado nacional. San
Martín también prohijó miras continentales y apoyó las medidas radicales de Monteagudo en Lima.
Decretó la libertad de vientres, abolió el tributo indígena, prohibió la mita y el trabajo servil. Pero
frente a la cuestión social asumía posiciones de moderación y temperancia. Ha de mantener las
barreras que separaban las diferentes clases de la sociedad conservando la preponderancia de la
clase instruida y que tiene algo que perder para afirmar sobre bases sólidas la estructura del estado.
O’Higgins, Bolívar y Sucre, no entendían por cierto que era necesario abatir todas las barreras
clasistas. Pero para funda el estado nacional, entendían liquidar las relaciones de producción y
formas de propiedad precapitalistas. Más moderado, también éste era objetivo de San Martín. Los
jefes de la revolución coincidían con los lineamientos generales del proyecto nacional de la
democracia liberal, lo mismo que de las variantes agraria y urbana de la democracia radical. De
ellas se distinguen:
De la democracia agraria podían alentar las reformas antifeudales de la propiedad.
Eludieron todo igualitarismo redistributivo.
De la democracia radical urbana asimilaron, institucionalizándolos, los empeños
fundacionales del estado dirigidos a implantar la unidad y organización nacional. Pero el poder
militar y político acumulado les permitía márgenes de acción y decisión de que carecían la pequeña
burguesía y las capas medias.
Frente a las clases conservadoras impusieron decisiones coyunturalmente inapelables,
que afectaron sus intereses y aspiraciones conservadores o francamente reaccionarios.
Centralismo y federalismo.
El proyecto nacional y el de la confederación hispanoamericana, fue propuesto por la dirigencia
revolucionaria en clara diferenciación del modelo norteamericano o inglés. Algunas instituciones de
estas democracias burguesas triunfantes fueron adoptadas. Ante la restauración europea existía sólo
el absolutismo monárquico como alternativa de inspiración. Es por ello tanto más notable el
intransigente repudio del federalismo a la manera norteamericana. Combatieron el federalismo
cuando se intentó adaptar a las estrechas circunscripciones en que se iban afirmando los gobiernos
americanos. En la federación, o mejor, en la confederación sólo se pensaba cuando el horizonte del
discurso alcanzaba la totalidad del continente hispanoamericano. En cuanto a la verdad está
entrañada por el progreso, el centralismo representaba una y otra durante el período de la
emancipación.
El poder dislocador del estado y disociador de la nación estaba representado por las relaciones de
producción y formas de propiedad precapitalistas. No sólo las autonomías locales postuladas por el
federalismo constituían obstáculos a la centralización del mando revolucionario y a la consolidación
nacional. Desde 1816, las disposiciones antiesclavistas de Bolívar tenían como referente explícito la
convocatoria a la unidad nacional. Las mismas directrices caracterizan el proceso del cual Bolívar
renueva con vigor, su enfrentamiento contra las estructuras precapitalistas de sus empeños de
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afirmación nacional y confederación hispanoamericana. Esa renovación de esfuerzos fue
poderosamente estimulada por los éxitos militares de Boyacá y Carabobo.
Congreso de Panamá.
Paralelamente a la reformulación de estos planteamientos sociales, y a medida que el éxito
corona su campaña hacia el sur, va cobrando forma el diseño de la confederación americana. 1822
se firma entre Colombia y Buenos Aires un convenio a perpetuidad que sanciona una mutua alianza
defensiva.
La inesperada aunque breve unión de Santo Domingo a la Gran Colombia, independencia de
España en 1821; la independencia del istmo de Panamá en 1821 y de su espontánea adhesión a la
república colombiana. Antecedentes, y sus miras continentales, le hicieron exclamar en relación con
el localismo de Guayaquil: “una ciudad con una río no puede formar una nación”.
Convocatoria al congreso de Panamá en 1823 con dimensiones netamente hispanoamericanistas,
sólo extendidas a otras naciones, Estados Unidos en especial, por iniciativas de Santander, lo mismo
que su carácter fundacional y estratégico-político a nivel mundial. Pero desearíamos destacar que en
modo alguno el proyecto bolivariano de confederación está desvinculado de sus decretos
antifeudales de Trujillo.
Ambos procesos convergen en el mismo empeño de fundación y afirmación de los estados
nacionales emergentes. Crear el mercado interno, implantar la libre contratación de la fuerza de
trabajo y liberar al indio del tutelaje de terratenientes, burócratas y eclesiásticos es el propósito
explícito de aquellos decretos. Mal podría estructurarse un estado nacional donde no se
universalizara la calidad real y formal del ciudadano. La legislación bolivariana establece por ello,
el régimen salarial y la abolición de la servidumbre.
Se completó este cuerpo de leyes con las medidas decretadas en 1825 que disponía, en Bolivia,
la distribución de las tierras del estado entre los indios que careciesen de ellas.
Legado bolivariano.
Mientras Bolívar conservó un verdadero poder arbitral sin duda que sus medidas fueron
progresistas y avanzadas. Difícilmente podrían ser más radicales si las miramos desde el punto de
vista de las bases fundacionales de la nacionalidad. La Constitución boliviana extendió los derechos
civiles y liberó los esclavos a la vez que abolía las vinculaciones. Se empeñó en crear el sistema
fiscal y proteger las manufacturas americanas. Reservó al estado el derecho a la explotación del
subsuelo. Afirmar el estado nacional por encima de los intereses de su propia clase social es la
suprema lección del bolivarismo. Frente a las clases precapitalistas, y en ausencia de una burguesía
industrial, ese magisterio fue continuado por auténticos dirigentes nacionales empeñados en
fortalecer el estado a despecho de la incoherencia del tejido social.
Mientras dispuso de verdadero poder arbitral fue el más radical de los reformadores. A medida
que perdía poder político, y que se acercaba a la muerte física, intentó apoyarse en los
conservadores. Un clericalismo político –que era la negación de toda su vida- empañó aún más su
decadencia.
Hispanoamericanismo y conservadurismo.
Entre las múltiples fuerzas e intereses en el Congreso de Panamá, se encontraban presentes la de
los nacionalismos circunscritos. El bolivarismo iba más allá de este propósito exclusivo. Con él
coincidían aquellas fuerzas, renovadoras o conservadoras que, dentro de cada recortado
nacionalismo proponían una diferente imagen social y política de las naciones emergentes. De la
misma manera que surgían distintas formulaciones –conservadores o reformadoras- de los estados
nacionales, igualmente eran contradictorias, más aun, antagónicas, las premisas de que se partía y
los objetivos que se esperaban ver concretados en su posible alianza o confederación.
Lo que nunca faltó, ni a conservadores ni a liberales, fue una clara conciencia de las potencias
enajenantes que distorsionaban las soberanías emergentes. Otra cosa era las limitaciones que sus
bases de sustentación social imponían a sus respectivas prácticas políticas cuando intentaban
enfrentar con eficacia aquellos poderes alienantes. No sólo se señalaron los obvios peligros
inmediatos para las soberanías políticas. También se denunció la inminente enajenación económica.
El máximo teórico del conservadurismo mexicano, Lucas Alamán apoyó decididamente el
congreso bolivariano. El proyecto industrializador del Banco de Avío. En 1831 tomó la iniciativa de
enviar un embajador ante los diferentes gobiernos de la América hispana a fin de lograr un consenso
para reemprender las labores del congreso de Panamá. Se propone, a escala hispanoamericana, una
medida para la ciudadanía común.
Señalaba como una de las causas del fracaso del congreso de Panamá “la presencia de agentes de
potencias que de ninguna manera estaban interesadas en que el proyecto saliera avante”.
El imperativo de preservar la independencia unía a liberales y conservadores en los más distantes
puntos del amplio marco geográfico del continente. Esa conciencia hispanoamericanista se
agudizaba frente a cada agresión europea o cada empuje de expansionismo norteamericano.
La agresión de Francia a México en 1833 y a Buenos Aires en 1839 se renuevan, en las más
distintas regiones, las propuestas hispanoamericanistas del congreso de Panamá.
Es paradójico que la iniciativa del congreso se realizara inmediatamente después de la
desmembración de la confederación peruano-boliviana. Es de notar también, la persistencia de una
conciencia hispanoamericanista que se desembaraza, explícitamente, de supuestas afinidades con
los Estados Unidos en razón de las formas republicanas de sus estados. A la agresión francesa se
responde con una convocatoria a las repúblicas hispanoamericanas para la reunión de un congreso
de unidad continental. Se excluía a los Estados Unidos y el Brasil.
Correspondió a Chile en 1841, continuar los esfuerzos para reunir la asamblea
hispanoamericana. Apoyo cuyo régimen había sido objeto de agresiones europeas.
Liberalismo e hispanoamericanismo.
Superar los mercados locales y crear el mercado nacional era el propósito económico inmediato
del proyecto liberal-burgués. Desde este punto de vista no estaba atado, como el conservadurismo, a
intereses de clase indesligables de la producción servil o esclava con sus consecuentes zonas
económicas locales, compartimentalizadas y estancadas. Nada impedía que, a nivel de ideología, se
pudiera pensar en extender al continente hispanoamericano proyectos nacionales propuestos para
más reducidas escalas.
En los casos de más extrema fragmentación del continente, precisamente por su carácter de casos
límites, conviene señalar esta compatibilidad ideológica entre liberalismo e hispanoamericanismo.
Las primeras y más profundas reformas liberales del continente, aunque derrotadas, se dan en
México de Gómez Farías en 1833 y en Centroamérica de Morazán de 1827 a 1842. Las fuerzas
fragmentadotas eran los mayorazgos, de cierta importancia en Guatemala aunque casi inexistentes
en el resto de Centroamérica, y la propiedad eclesiástica, prepotente en toda la región con la
excepción relativa al vacío demográfico de Costa Rica. Tanto o más que en otras regiones en el caso
36
centroamericano la exportación de numerario a las casas matrices europeas de las distintas órdenes
religiosas parece haber sido un importante factor de descapitalización y desintegración.
La permanente guerra civil dentro de cada estado federado se desdoblaba en permanente guerra
civil de un estado contra otro. Esto sucedía, pero a menor escala, en el interior de los otros estados
hispanoamericanos. Disuelta la República Centroamericana en 1838, hubo que esperar hasta el
reformismo liberal de la década del ’80 para un nuevo esfuerzo, también frustrado de restaurar la
unidad. El poder conservador no sólo liquidó la unión centroamericana. Hay que consignar el
intento del clerical Rafael Carrera de anexar Guatemala al imperio de Maximiliano.
Era en las ciudades, y no en el capo, donde se encontraban los elementos fundamentales para la
cohesión del estado nacional. La autonomía de Panamá frente a Nueva Granada está ligada a los
intereses de la burguesía comercial y pequeña burguesía de la zona de tránsito que esperaba ver
explotado en su favor el principal recurso del istmo: su posición geográfica.
Reclamos autonomistas encontraron concreción en 1855 al erigirse en el primer estado federal en
la Nueva Granada. Pero ya otros intereses, que no eran panameños ni neogranadinos ni
hispanoamericanos se habían hecho presentes en el istmo. En 1846-1848 estados Unidos había
concertado con el gobierno conservador de la Nueva Granada el tratado Mallarino-Bidlack.
Representó la primera ingerencia norteamericana en los asuntos ístmicos que culminarían en la
independencia mediatizada en 1903.
La autonomía federal panameña se opone a una liga o confederación hispanoamericana. Dentro
de ese marco es que se postula el desarrollo de las diferentes nacionalidades del continente, las que
así podrían enfrentar con éxito las agresiones europeas y el expansionismo norteamericano.
Planteamiento que concretará Arosemena en 1864 y propondrá formar un “proyecto de tratado para
fundar una liga sudamericana”.
Alberdi, 1844.
En el país que representó la última fragmentación del continente y en el proceso mismo de su
afirmación como entidad nacional, sobrevivió la idea y proyecto de la confederación
hispanoamericana. Ideología demoliberal pugnaba impotente por allanar la distancia entre el país
real y la organización nacional ideal, en salvar el abismo que existía entre las fuerzas disociadas y el
programa de unificación hispanoamericana. En el joven Alberdi encontrará una de sus mejores y
más originales formulaciones.
1843 a 1847, es en el plano político, la culminación de un americanismo cultural propuesto con
anterioridad y que expresaba una aspiración profunda a la autenticidad.
Que la época militar de la fundación nacional americana ha de dar paso a su organización
económica, política y cultural es la premisa básica y general de las tesis desarrolladas por Alberdi.
El congreso de plenipotenciarios se ocuparía de recomponer el mapa político de los estados
existentes, ajustándolo a criterios geográficos y demográficos nacionales. Todavía no se percibían
como definitivamente consolidados los estados existentes. El derecho internacional americano ha de
ser absolutamente específico y original.
La unión aduanera completa el cuerpo de las mejores proposiciones alberdianas. Del congreso
excluye a los Estados Unidos.
La Memoria de Alberdi. Estos textos, posteriores a la guerra entre Estados Unidos y México,
estuvieron directa o indirectamente estimulados por el impacto producido por la agresión norteña.
Pero no en todos ellos hubo unanimidad en relación con la actitud a tomar frente a los Estados
Unidos. La prevención de Alberdi, fue diferentemente compartida tanto por publicistas políticos
como por gobiernos establecidos.
La primera tendencia consistía en el rescate para el liberalismo de la tradición bolivariana,
ajustada a la fundación de un pacto anfictiónico exclusivamente entre los estados antes colonias
españolas. Continúa el espíritu de la circular de Bolívar de 1824. Prevenida contra la expansión
yanqui y europea, objetivo fundamental de la acumulación de fuerzas mediante la más estrecha
asociación económica y política. Entre los gobiernos, su mejor representante es el que en México
salió de la reforma liberal.
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Bilbao, Vigil, Samper y otros.
Bilbao propugnaba la creación de una Universidad Latinoamericana para una mejor y mayor
integración. Corriente que también incluye al demócrata peruano Vigil, a los ecuatorianos Noboa y
Montalvo; al chileno Arteaga y al neogranadino Samper. “La unión americana es la Roma de los
tiempos modernos”. Martí y Rodó retomarán el símil. Samper: necesidad de unificar los derechos
civiles y políticos de todos los hispanoamericanos, la urgencia de abatir las tarifas aduaneras entre
los estados confederados. Excluye al Brasil por ser una monarquía oligárquica y esclavista, con
tendencias expansionistas.
En estas corrientes incluimos finalmente al argentino Juan María Gutiérrez y al Chileno
Benjamín Vicuña Mackena (vieron q se llama igual q el guacho d pampita!)
La invasión anglo-franco-española de 1861 planteaba un problema inmediatamente mexicano
pero, en corto plazo, podría ser acuciante para toda Hispanoamérica. Pero aún antes de que las
tropas europeas desembarcaran su política exterior se había hecho eco de las aventuras de Walter. Y
ese eco cobra forma bolivariana. Pereda denuncia el peligro de exterminio o subyugación de la
entera raza hispanoamericana por la expansión de la sajona.
Más que la guerra entre México y Estados Unidos y la invasión de Walter, la intervención
francesa en México hizo patente el carácter nacional o antinacional de las fuerzas sociales que en
Hispanoamérica pugnaban por la hegemonía. El reformismo liberal ya se anotaba los primeros
éxitos en los países de menor atraso relativo (Argentina, Chile, México). Y sangrientas guerras
civiles no concluían el diferendo liberal-conservador en Venezuela y en la Confederación
neogranadina.
El conservadurismo tampoco fue ajeno a las dificultades y final frustración del último congreso
hispanoamericanista celebrado hasta el día de hoy con las representaciones oficiales de los
gobiernos establecidos: el de Lima de 1864 al calor de la conmoción por la invasión a México; en
los momentos que España reconquistaba santo Domingo, se apoderaba de territorio insular peruano
y bombardeaba Callao y Valparaíso. Romero: las contradicciones liberal-conservadoras expresaban
realidades y no voluntades, y no podían dejar de proyectarse en los preparativos y celebración del
congreso.
Hispanoamericanismo y panamericanismo.
Vicuña, a raíz de la guerra de Chile contra la confederación peruano-boliviana plantea la unión
de sus pueblos, mas que de sus gobiernos. En 1864 ha derivado a posiciones panamericanistas
atribuyendo el expansionismo norteamericano de las décadas del treinta al cincuenta a los intereses
esclavistas del sur de la Unión. Sus puntos de vista son reveladores de crecientes fisuras ideológicas
en gran parte estimuladas por las esperanzas puestas en la política exterior del Norte de la Unión
Americana en guerra contra el sur esclavista.
El colombiano Torres Caicedo en 1861 publicó unas bases para la unión económica y política de
los estados latinoamericanos incluyendo al Brasil. No se incluye a los Estados Unidos pero critica el
tratado de 1856 entre Chile, Perú y Ecuador señalando que tiene el defecto capital de mostrar un
espíritu hostil contra los Estados Unidos (consecuencia de las expediciones de Walter). Ha puesto
esperanzas en el Norte antiesclavista.
El problema de invitar o no a los Estados Unidos hubo de debatirse entre las cancillerías
hispanoamericanas en los momentos en que se preparan el congreso de Lima de 1864, y se rompió
la unanimidad. En 1862 Ancízar, ministro de relaciones exteriores de Colombia, escribe al de Costa
Rica que se debe invitar a la república norteña a lo que le contestan oponiéndose.
Dos años más tarde, otro canciller colombiano cambia la postura. El canciller chileno dice que
debía invitarse a todos los estados del continente incluidos EEUU y Brasil.
La polémica entre la cancillería peruana y la argentina ilustra, con bastante anticipación por
cierto, la degeneración del nacionalismo demoliberal. Y decimos con bastante anticipación pues no
es posible olvidar que ese nacionalismo aún no mostró considerable vigor con las posiciones
industrialistas y proteccionistas que intentaron afirmarse durante dos décadas (1860-1880). Vicente
Fidel López fue el máximo exponente de este nacionalismo económico.
La posición argentina también es signo de degeneración anticipada desde el punto de vista
diplomático, pero no hay que subestimar las posiciones antiimperialistas de Manuel Quintana y
Roque Sáenz Peña durante el primer congreso panamericanista de Washington. La respuesta que en
1862 da Rufino Elizalde, ministro de Mitre, a la convocatoria cursada por el canciller peruano
significa el inicio de prácticas ideologías entreguistas y colonizadas que se abren paso no sin
encontrar oposición y contradicciones. Europeísmo de Mitre. Al congreso se le considera
completamente estéril e inútil.
La réplica de Buenaventura Seoane, ministro del Perú en Argentina, es la del sentido común y la
de la tradición hispanoamericanista.
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Primeras formulaciones del nacionalismo demócrata-revolucionario en el Caribe.
La más promisoria y amplia de esas avenidas apareció en el Caribe, directamente enfrentado al
colonialismo español y al expansionismo norteamericano.
En tanto que las condiciones de la guerra revolucionaria en Cuba permitieron que ésta se
prolongara durante 10 años (1868-1878) y aunque concluyera con un último y breve estertor, la
sublevación en Puerto Rico, conducida por Betances, fue rápidamente sofocada. Desde el punto de
vista ideológico el grito de Lares presenta un interés fundamental. Es el de que por ser más
nítidamente que el cubano, fruto de la acción revolucionaria de las capas medias y de la pequeña
burguesía. Lares anuncia, tanto o más que Yara, las características de la gesta martiana de la década
del noventa. Hay entre Betances y Martí una línea de desarrollo político democrático
revolucionario.
Un cubano cuya posición asume Betances complacido, plantea desde 1871, y en contraste con el
anexionismo, que la independencia de Cuba ha de servir de balanza y contrapeso a la expansión
norteamericana. Son las primeras formulaciones de una política nacional-revolucionaria que habrá
de adquirir, con la emergencia del imperialismo, más definidas connotaciones.
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La formación del estado argentino. Orden, progreso y organización nacional.
Oscar Oszlak
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nacional aparecía como la única instancia capaz de movilizar los recursos y crear las condiciones
que permitieran superar el desorden y el atraso.
La tradición conspiraba contra la centralización en el estado de ciertos instrumentos de control
social: registro de las personas, aparato educacional. A la vez las unidades subnacionales
continuaban manteniendo fuerzas regulares propias, sobre la base de normas constitucionales y
legales dispares.
El orden aparecía como una drástica modificación del marco habitual de relaciones sociales;
implicaba la imposición de un patrón de convivencia diferente.
Durante la primera etapa del período independentista los esfuerzos estuvieron dirigidos a
eliminar todo resabio contestatario. La reiterada y manifiesta capacidad de ejercer control e imponer
mando efectivo y legítimo sobre territorio y personas, en nombre de un interés superior material e
ideológicamente fundado en el nuevo patrón de relaciones sociales, es lo que definía justamente el
carácter nacional de esos estados. De aquí que en esta primera etapa los nuevos estados
exteriorizaran su presencia fundamentalmente como aparatos de represión y control social.
La cuestión del orden acaparó la atención y recursos del Estado nacional desde el momento de su
constitución. Resolverla representaba una condición básica de su supervivencia y consolidación.
Además constituía una premisa elemental para el establecimiento de formas estables de relación
social, compatibles con las oportunidades y expectativas que surgían con la lenta pero creciente
integración de las economías latinoamericanas al mercado mundial. Orden y progreso, pero primero
orden, luego progreso.
La coexistencia de ambas cuestiones en la segunda mitad del siglo XIX planteaba no pocas
contradicciones desde el punto de vista de las instituciones estatales.
Ello suponía un grado de presencia en estos diversos planos que la precariedad de los nuevos
estados no estaba en condiciones de institucionalizar. Asignar sus escasos recursos al orden restaba
posibilidades de facilitar el progreso, con lo cual su legitimación tendía a fundarse en la coacción,
resintiéndose su viabilidad institucional. Pero imponer orden creaba condiciones materiales para
impulsar el progreso.
Los estados que emergieron del proceso de internacionalización de la economía mostraron una
débil capacidad extractiva y una fuerte dependencia del financiamiento externo, lo cual sumado a su
papel en la formación de un mercado interno, la consolidación y ordenamiento jurídico de la
propiedad de la tierra, el aliento de la producción de materias primas y manufacturas con escasos
requerimientos tecnológicos y la canalización de recursos hacia sectores primario-exportadores,
mercantiles y financieros, reforzaron las características de un sistema productivo y un orden social
subordinada frente a los centros del capitalismo mundial.
Dependiendo de los bienes primario exportables, se fueron conformando relaciones de
producción e intercambio que condicionaron las modalidades de intervención del Estado.
Ello dio origen a nuevas actividades intermediadotas lo cual exigió a su vez el perfeccionamiento
de la legislación y la regulación de las transacciones. La acción del Estado resultó crucial a través
de la inversión directa, crédito oficial, legislación y creación de unidades administrativas a cargo de
la producción de bienes, regulaciones y servicios, el Estado pudo ofrecer seguridad a personas,
bienes y transacciones, facilitó las condiciones para el establecimiento de un mercado interno,
extendió los beneficios de la educación y la preservación de la salud y contribuyó a poblar el
territorio y a suministrar medios de coacción extraeconómica para asegurar el empleo de una fuerza
de trabajo a mentido escasa.
Recapitulación.
En su origen, la formación de los estados nacionales latinoamericanos implicó la sustitución de
la autoridad centralizada del Estado colonial y la subordinación de los múltiples poderes locales que
eclosionaron, luego de la independencia, como consecuencia de las fuerzas centrífugas desatadas
por el proceso emancipador. La identificación con la lucha emancipadora fue insuficiente para
producir condiciones estables de integración nacional. La base material de la nación recién comenzó
a conformarse con el surgimiento de oportunidades para la incorporación de las economías locales
al sistema capitalista mundial y el desarrollo de intereses diferenciados e interdependientes
generados por tales oportunidades.
La articulación de los mercados internos y su eslabonamiento con la economía internacional, se
vieron acompañados por la consolidación del poder de aquella clase o alianza de clases que
controlaba los nuevos circuitos de producción y circulación de bienes en que se basó la expansión
de la economía exportadora. Las nuevas formas de dominación económica, a cuya sombra se
consolidaban nuevas relaciones sociales, requerían la paralela constitución y control de un sistema
de dominación capaz de articular, expandir y reproducir el nuevo patrón de relaciones.
Este sistema –el Estado Nacional- fue determinante y consecuencia del proceso de expansión del
capitalismo iniciado con la internacionalización de las economías de la región. Determinante, en
tanto creó las condiciones, facilitó los recursos, y hasta promovió la constitución de los agentes
sociales. Consecuencia, en tanto a través de estas múltiples formas de intervención se fueron
diferenciando su control, afirmando su autoridad y, en última instancia, conformando sus atributos.
Los problemas relativos al orden y al progreso concentraron la atención de estos actores,
resumiendo la agenda de cuestiones socialmente vigentes durante la etapa formativa del estado. Las
modalidades que sumió, fueron definiendo la naturaleza y significación de los sectores sociales y de
las instituciones estatales generados por el propio proceso de resolución.
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F.Mallón: Las sociedades indígenas frente al nuevo orden
48
Beato. G :LA NUEVA ESTRUCTURA COMERCIAL.
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Moreno Fraginals: La abolición de la esclavitud
Desintegración y abolición
Para el caso e la abolición de la esclavitud en Latinoamérica se plantean diversos problemas que
han llevado a los autores a hablar de “esclavitudes” ante la imposibilidad de reducir a un valor
común las variables de cada región. La esclavitud es una sola , pero el carácter de la dependencia
que está implica vario profundamente atendiendo a diversas circunstancias.
La esclavitud de plantación y la de minas se caracterizó por el trabajo de grupos que
constituyeron núcleos cerrados, aislados de la sociedad en general y dirigidos por manos de
individuos inapelables. Fueron por lo general centros con predominio masculino , en donde se hizo
casi imposible la formación de núcleos familiares . La incomunicación mantuvo a los grupos
ignorantes sobre cualquier forma de emancipación.
Los esclavos urbanos, en cambio, se encontraban en contacto con la sociedad dominante y con
amplios sectores dominados. Esto les permitió conocer las vías legales de emancipación y los
recursos legales de protección dentro del sistema legal.
La legislación española en las indias adopto desde temprano instituciones , como la “coartación”
que implicaban la posibilidad de que el esclavo compre su libertad por un precio previamente
establecido. Claro que para que esto pase el esclavo tenia que tener alguna forma de ingreso
económico y conocer ese derecho ambas cosas muy raras.
Evidentemente los esclavos de plantación y de minas no conocían este derecho , ni tenían los
medios para hacerlos efectivo. Pero con los esclavos urbanos era diferente , desde muy
temprano ,en algunos casos, estos fueron entrenados en labores artesanales, lo que implicaba que
estos esclavos tuviesen internalizados los patrones de dominación, pa no escaparse cuando los
largaban a trabajar. Los esclavos que trabajaban por cuenta propia y entregaban una parte de su
ganancia a sus amos eran llamados “negros a jornal”.A estos de les enseñaba desde muy chicos en
talleres , y cuando llegaban al rango de oficial generalmente ya eran libres. Existen menciones de
este tipo de esclavitud desde el s XVI en Hispanoamérica.
De aquí que cuando en el SXIX comienzan las guerras de independencia y las leyes de abolición,
ya existía una tradición de más de dos siglos de negros a jornal , que dominaban ramas especificas
de las labores artesanales.
En México donde la esclavitud entró en crisis muy temprano se trato de prohibir a los negros el
ejercicio de ciertos oficios .Algo similar ocurrió en el Río de la Plata. En la Habana y otras ciudades
cubanas este proceso de eliminación es mucho más tardío tiene lugar a partir de 1830.
Durante las tres primeras décadas del SXIX estallan violentamente en América Latina estallan
las aspiraciones nacionalistas que desembocan en las luchas anticoloniales. Las colonias ,
constantemente amenazadas , se vieron obligadas a usar hombres negros en las operaciones de
guerra. Los seleccionados como soldados eran manumitidos pero de les exigía prestar servicio por
cierto tiempo. Esta presencia de esclavos y libertos en las tropas respondía a las ideas de los grandes
jefes anticoloniales: Bolívar , San Martín, Sucre.
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Se ve como es en realidad escaso el número de esclavos liberados durante este período de
legislaciones (1821-1828).
La lucha por la abolición en la América Hispana fue como un movimiento ideológico asociado a
la guerra de independencia política. En ciertas zonas donde el sistema esclavista estaba en franca
desintegración , la abolición se produjo entre las primeras leyes promulgadas por los
independentistas. En regiones con fuerte economía minera y de plantaciones , en donde el trabajo
esclavo aún era un sistema rentable, el régimen opuso resistencia a desaparecer. De todos modos, la
supresión de la trata y su persecución por Inglaterra, el caos organizativo provocado por las guerras
y el fermento burgués-liberal de la época , exigió a la larga el fin de la esclavitud.
55
Zoraida Vazquez J: La inserción de los nuevos estados en el orden internacional
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Zoraida Vázquez j ;Relaciones internacionales e intervencionismo.
Relaciones internacionales
La prosperidad que Nueva España había tenido en tiempos de la colonia no se tradujo en una
hegemonía en tiempos de las naciones. Las ambiciones que existían sobre el territorio mexicano lo
convirtieron en uno de los más amenazados del continente.
La capitanía de Guatemala , a pesar de no haber experimentado movimientos independentistas,
se encontraba en 1821 en una situación bastante precaria . El hecho de sentir que se estaba
desintegrando logro que el capitán entrara en tratas para anexarla al imperio mexicano. Pero al
desintegrarse el imperio en 1823 , Centroamérica decide separarse.
Durante los primeros años , México y Colombia actuaron al unísono , tanto para promover la
unidad hispanoamericana como para emprender la independencia de Cuba, el precursor de esta idea
fu Simón Bolívar.
En 1822 Bolívar había convocado a los gobierno de México , Perú , Chile y Argentina a una
reunión en Panamá para formar una Confederación , pero la última fase de las luchas de
independencia lo complicaron.
El proyecto Bolivariano buscaba consolidar una Liga de Naciones Hispanoamericanas
independientes, unidas por una ley común y un congreso general que decidiera las relaciones
exteriores y asegurara una defensa común, en esta liga Bolívar no contemplaba la participación de
Brasil ni de EEUU.
El 22 de junio de 1826 finalmente se reunieron representantes de Centroamérica, Perú
Colombia , México, en Panamá . Bolivia y Paraguay no enviaron representantes; Las provincias
unidas del Río de la Plata y Chile se abstuvieron.
El 15 de julio de 1826 se firmo el tratado de Unión , Liga y Confederación Perpetua de los países
hispanoamericanos , cuyo objetivo era sostener su soberanía e independencia contra toda
dominación extranjera. Se eligió Panamá para la reunión por su situación geográfica como centro de
Hispanoamérica .
La reunión decidió también conceder derecho de ciudadanía a todo hispanoamericano residente
en otra república.
Para entonces las naciones hispanoamericanas se iban centrando cada vez más en sí mismas , lo
que hizo que sus contactos pasaran a un segundo plano y sus empeños iniciales fueran relegados.
Sin embargo algunos estadistas mantuvieron la fe en la Liga como forma de resolver algunos
problemas comunes. Uno de estos hombres fue Lucas Alaman quien en 1830 al asumir como
ministro de relaciones exteriores de México , replanteo el proyecto de unión hispanoamericana ,
ideo promover la formación de una asamblea general americana.
El proyecto se sustentaba en la comunidad cultural y de intereses que unían a los países
hispánicos, como una base sólida para la acción común. Las contestaciones de los países se
retrasaron pero fueron entusiastas.
Almán decidió entonces enviar dos representantes diplomáticos, uno a Centroamérica y otro al
Cono Sur . Entre las propuestas estaban, consensuar las bases para lograr la paz con España , los
concordatos con la Santa Sede y las que regían el comercio entre naciones hermanas y con el
exterior.
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Aunque la recepción de las propuestas fue buena las respuestas fueron elusivas. En realidad los
problemas entre diversos países fueron los que interfirieron en llevar a cabo la reunión. Chile tenía
problemas con Argentina , Bolivia y Perú, prefería relaciones bilaterales. Argentina no lograba
consolidar su federación con Brasil , quien prefería mantener relaciones con Europa. Venezuela por
ejemplo nunca contestó.
Las discordias y fracciones internas , sumadas a las amenazas norteamericanas, relegaron el
proyecto y, cuando Perú lo retomó en 1846, para hacer frente a la amenaza de intervención española
a Ecuador y Perú, México no pudo asistir por estar invadido.
A la reunión de Lima de 1847 asistieron Colombia , Ecuador , Perú, Bolivia y Chile, que
firmaron diversas convenciones comerciales diplomáticas y postales.
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El expansionismo norteamericano en Estado Unidos
México fue la víctima de las principales amenazas externas del continente, aunque más
importante fueron las amenazas estadounidenses .
Hacia 1825, México fue víctima de los constantes bombardeos de la guarnición española en San
Juan, en 1829 enfrentó un intento de reconquista español , en 1836 la guerra con Texas , en 1838 la
flota francesa invadió y bombardeó sus puertos .
Que México se convirtiera en víctima del expansionismo norteamericana era prácticamente
inevitable .La república vecina había mostrado su expansionismo y éxito en obtener terreno desde
su independencia. En 1804 compra Luisiana española a Napoleón, en 1819 obliga a España a
cederle las Floridas .Si en 1821 Mx y EEUU tenían territorios y poblaciones comparables, en 1840
su vecina había triplicado su población, en tanto MX apenas había logrado superar las pérdidas de
la independencia.
Los gobierno mexicanos se percataron de la amenaza que significaba el país del norte y que de
hecho se diera una política de colonización ilegal sobre tierras mexicanas deshabitadas .La
depresión norteamericana de 1819 hizo que la afluencia norteamericana fuera constante , de tal
manera que en 1830 la población norteamericana en Texas era 10 veces mayor que la mexicana. En
1835 se desato la rebelión definitiva , los colonos norteamericanos anexionistas ocupaban puestos
importantes; los texanos hicieron importantes propagandas en EEUU donde ofrecieron tierras a
quienes estuviesen dispuestos a luchar por la libertad y reunieron ,además dinero y armas.
Los texanos declaran su independencia en 1836 , con una declaración que busca despertar
simpatías norteamericanas, puesto que su objetivo claro era la anexión a EEUU.
Entre 1840-44 los roces entre EEUU y MX se multiplicaron , mientras la república de Texas
amenazaba los puertos mexicanos y buscaba conquistar Nuevo México. Los gobiernos
norteamericanos por su parte , promovían la anexión de Texas y promovían la colonización ilegal
de California.
México inicia en 1845 negociaciones para reconocer la independencia de Texas , en el mismo
momento que se aprueba si anexión a EEUU. MX rompe relaciones con EEUU, pero trata a toda
costa de evitar la guerra.
Los dos países quisieron evitar la guerra por diversos motivos: MX por debilidad , el presidente
Polk para evitar gastos y confrontación regional. Polk recurrió a todo tipo de medidas (nada legales
como sobornos) para evitar la guerra , pero finalmente se dio el avance del ejército norteamericano
hacía el Río Bravo. Con el ingreso de tropas yankys en tierra mexicana , era previsible que se diera
un incidente violento eso paso en 1846. A partir de aquí comenzaron las acciones belicas
norteamericanos; se bloquearon puertos y enviaron tropas a California , Chihuahua y Nuevo
México.
México parecía desmoronarse , al tiempo que las victorias norteamericanas convertían al
expansionismo en un paroxismo que clamaba la anexión de todo México. Pero finalmente se
termino con exigir toda California y Nuevo México.
En el tratado de Guadalupe firmado en 1848, los comisionados mexicanos logran mantener Baja
California y obtienen además una serie de indemnizaciones por daños.
México todavía sufriría una intervención francesas entre 1862-1867 so pretexto de la
suspensión temporal de los pagos de la deuda externa , declarada por el presidente Juárez.
Muchos países hispanoamericanos sufrirían incursiones extranjeras con diversos pretextos ;
especialmente de EEUU que con el pretexto de la doctrina Monroe se convertiria en gendarme de
America .
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