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LA PROTESTA DE LOS

PRÍNCIPES
Uno de los testimonios más nobles dado en favor de la reforma, fue
la protesta presentada por los príncipes cristianos de Alemania, ante
la dieta de Spira, el año de 1,529. El valor, la fe, la entereza de aquellos
hombres de Dios, aseguraron para las edades futuras la libertad de
pensamiento y la libertad de conciencia. Esta protesta dio a la iglesia
reformada el nombre de protestante.
Pero antes, veamos cómo se llegó a la dieta o asamblea de Spira de
1,529, donde los príncipes alemanes protestantes, delante de Carlos
V, consiguen la libertad de pensamiento y la libertad de conciencia
para toda la humanidad.
Luego de la exposición de la salvación
por la fe y no por las obras por Lutero, en
la catedral de Worms, en 1,521, frente a
Carlos V y demás dignatarios del Sacro
Imperio Romano Germánico, el
reformador fue condenado a ser muerto
por cualquiera que lo encuentre y,
también se prohibió la lectura y la
circulación de sus libros. Esto nunca se
cumplió porque los príncipes alemanes lo
protegieron.
Por lo tanto en 1,526, en la dieta de
Spira, se había dado a cada estado del
imperio libertad en asuntos religiosos.
Esto dio prosperidad a la obra
del protestantismo. Y, porque
también los ejércitos de
emperador estaban ocupados en
contrarrestar el ataque de los
turcos, con nuevas armas de fuego
e incluso de cañones, que podían
destruir castillos y palacios.
Después, pasados un poco estos
peligros, Carlos V, convocó a una
segunda dieta de Spira, para 1,529,
con el fin de aplastar a los
protestantes reformistas.
Pero Carlos V, no asistió a esta asamblea; su hermano, el Rey
Fernando fue su substituto. Muchos representantes de Roma
acudieron a la ciudad de Spira, así como también los príncipes
reformadores de Alemania. Miles de ciudadanos acudían en las noches
a escuchar la prédica de los reformadores.
Enterado Carlos V, lo prohibió mediante un comunicado imperial.
Uno de los protestantes dijo: “Cristo a caído de nuevo en manos de
Caifás y de Pilatos”.
Después de varios días de sesiones y del interés de los
representantes de Roma de aprobar un decreto para prohibir la
libertad religiosa; hubo una respuesta de los reformadores.
“Rechazamos este decreto, porque en asuntos de conciencia, la
mayoría no tiene poder… Proteger la libertad de conciencia es
el deber del estado”.
El rey Fernando les suplicó que acepten el decreto, pero los
reformadores contestaron con toda calma: “Nosotros
obedeceremos al emperador en todo aquello que contribuya a
mantener la paz y la gloria de Dios”.
Finalmente el rey Fernando, les manifestó
que el edicto será promulgado como decreto
imperial, y que lo único que les quedaba, era de
someterse a la decisión de la mayoría. Y,
habiéndose expresado así, salió de la asamblea,
sin dar oportunidad a los reformadores para
discutir o replicar.
Los reformadores siguieron en la asamblea
nacional y presentaron su protesta del modo
Sgte: “Protestamos por medio de este
manifiesto, ante Dios nuestro creador y
salvador, que un día será nuestro Juez, que no
daremos nuestro consentimiento al decreto
propuesto, en todo aquello que sea contrario
a Dios, a su Palabra, a los derechos de nuestra
conciencia, y a la salvación de nuestras
almas...”
“Declaramos que no hay doctrina
verdadera sino la que este conforme a
la Palabra de Dios… Por tanto
rechazamos el yugo que se nos impone,
al mismo tiempo esperamos que su
majestad imperial se portará con
nosotros como un príncipe cristiano que
ama a Dios sobre todas las cosas, y
declaramos que estamos dispuestos a
prestarle a él, lo mismo que a vosotros,
dignísimos señores, todo el afecto y la
obediencia que creemos daros en
justicia”
Este acto produjo honda impresión
en el ánimo de todos los presentes.
Para calmar las disensiones que
perturbaban el imperio, Carlos V, un
año después de la protesta de Spira,
convocó a una dieta en Augsburgo,
manifestando que el mismo la
presidiría en persona.
Llegó el momento señalado para
comparecer ante el emperador. Carlos
V, sentado en su trono, rodeado de los
electores y príncipes , dio audiencia a
los protestantes.
Se dio lectura a la confesión de los reformadores. Fueron
presentadas con toda claridad las verdades del evangelio y
señalados los errores de la iglesia de Roma. Con razón fue
llamado aquél día, “el día más grande de la Reforma y uno
de los más gloriosos de la historia del Cristianismo y de la
Humanidad”.
El auditorio se componía de reyes, de
nobles; los predicadores eran príncipes
coronados, y el sermón era la Verdad de Dios.
Varios príncipes alemanes fueron
convertidos a la fe reformada, y el mismo
emperador declaró que los artículos
protestantes contenían la verdad. La confesión
fue traducida a muchos idiomas, y circuló por
toda Europa, y en las generaciones
subsiguientes millones la aceptaron como
expresión de su fe.
CUESTIONARIO
1.-¿Qué consiguieron los príncipes alemanes para toda la humanidad el
año de 1,529?
2-¿Dónde y en qué año Lutero predicó que la salvación es por la fe y
no por las obras?
3-En asuntos de conciencia, ¿Quién tiene la razón, la mayoría o la
minoría?
4.-¿Cuándo una doctrina no es Verdadera?
5.-¿Quién presidió la dieta de Augsburgo?

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