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F R E U D I A N A

Revista psicoanalítica
publicada en Barcelona
bajo los auspicios de la
Escuela Lacaniana de Psicoanálisis

Difusión
Ediciones Paidós
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La Escuela Europea de Director José Manuel Álvarez López
Psicoanálisis es una asocia-
ción translingüística e Comité Ricard Arranz,
interregional, creada el 21 de redacción Myriam Chang Ramos,
de septiembre de 1990, Lidia López Schavelzon,
que tiene como objetivo Josep Sanahuja
promover el desarrollo del
psicoanálisis en Europa. Se
inscribe en el movimiento Redactor asociado Daniel Cena Reido
de reconquista del Campo
freudiano, lanzado por el
Dr. Jacques Lacan el 21 Responsable Luis Miguel Carrión
de la página web
de junio de 1964.
Asesor Jacques-Alain Miller
Con la fundación en mayo
del 2000 de la Escuela
Lacaniana de Psicoanálisis
y de la Scuola Lacaniana de
Psicoanalisi en mayo del Diseñador Carlos Rolando
2002, la EEP confirma su
vocación federativa.

La Escuela Lacaniana de
Psicoanálisis es miembro © de todos los artículos
de la Asociación Mundial incluidos en la revista
de Psicoanálisis (AMP). Freudiana es propiedad de
sus respectivos autores.
Quedan reservados todos
Freudiana es una revista periódica los derechos de su repro-
cuatrimestral. ducción.

nº 45 noviembre 2005-febrero 2006 Distribuye Paidós


Mariano Cubí 92
08021 Barcelona

Depósito legal B-4249-91


ISSN 1131-5776

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S U M A R I O
Editorial (5) José Manuel Álvarez

La Orientación Lacaniana La era del hombre sin cualidades (7) Jacques-Alain Miller

La Escuela Hoy El derecho al Psicoanálisis (43) Manuel Fernández Blanco

Curar por el deseo (47) Enric Berenguer

Síntomas actuales (49) Anna Aromí

Síntomas nómadas (53) Vicente Palomera

La adicción a la felicidad (59) Marta Serra

Migraciones y exclusiones (63) Hebe Tizio

Angustia y urgencia subjetiva (69) Rosa Mª Calvet

La clínica del CPCT (75) Xavier Esqué

Zona Bluetooth. Victoria Vicente


Angustia y adolescencia (81)

CPCT-Barcelona (85) Pierre-Gilles Guéguen

Temas cruciales La medida del síntoma (89) Marie-José Asnoun

¿Psicoanálisis o TCC? (93) Patrick Monribot

Entre el síndrome y el trastorno, Ana Simonetti


el síntoma (97)

La construcción en el equívoco (103) Adela Fryd

Forclusión de la transferencia (109) Marcelo Veras

La objeción del tiempo Silvia Elena Tendlarz


de la neutralidad (119)

Síntomas de la cultura Lo imposible de comunicar. Astrid Álvarez de la Roche


Acerca de algunos impasses de la
“Ciencia de la Comunicación” (125)

El consumo de los medios (135) Blanca Sánchez


y Ernesto Sinatra

Don Quijote, autor de Cervantes (145) Alberto Manguel

El aposento de los libros Psicoanálisis y arte de ingenio. Neus Carbonell


De Cervantes a María Zambrano,
Erminia Macola & Adone Brandalise,
Málaga, Miguel Gómez, 2004 (153)

Abstracts (159)
4
Freudiana 45, 2005, pp. 5-6

Uno de los temas más apasionantes EDITORIAL en la historia de la teoría y la técnica psicoanalítica
es, sin duda, el de su eficacia terapéutica.
Lo fue desde el primer momento, desde los mismos inicios del método hipnótico aplicado
por Freud y la decepcionada verificación de que los efectos terapéuticos obtenidos por ese
método, eran tan rápidos y sorprendentes como caducos en el tiempo: al cabo de un más o
menos breve periodo de franca mejoría la sintomatología regresaba como alma en pena a
los mismos lugares de donde abruptamente había sido desalojada…
La renuncia a la sugestión es el acto ético mediante el cual Freud inventa el método analítico
propiamente dicho.Y será a partir de este punto que veremos alzarse una tensión constante
entre lo analítico y lo terapéutico —al decir de Freud, entre el oro puro del análisis y el
cobre de la sugestión—, tanto en el interior de las elaboraciones teóricas y clínicas, como
en el seno mismo del movimiento psicoanalítico.Ya que si por un lado, Freud se encuentra
con poderosas fuerzas que se oponen al análisis conforme este progresa, e incluso conforme
va obteniendo espectaculares efectos terapéuticos, por el otro, en el seno del movimiento
psicoanalítico
Desde la aparición algunosdeldelegendario
sus discípulos propondrán
número recursos técnicos
1 de Freudiana hastayeste
clínicos para 45
número aumentar
que el
esa eficacia terapéutica, y de paso acortar lo más posible la
lector tiene en sus manos, han transcurrido 15 años. Han sido, por tanto, 45 númerosduración del tratamiento.
Así,
editadosnos cada
encontramos
uno de ellos concuidando
un Freudla que con relación
exposición a su propia
y el desarrollo práctica
de otros tantosclínica, se ve
argumentos
confrontado a un real que se opone de continuo a la labor analítica
teóricos y clínicos surgidos del interior mismo del dispositivo analítico y en éxtima conexión —pero con el que
finalmente se guía a modo de brújula en la dirección de la
con lo más actual de la problemática subjetiva de nuestro tiempo. Buen ejemplo de ellocura—, y con respecto a sus
discípulos
fue aquel número será el1que —amparándose
dedicado fundamentalmente en la aestructura
dos temas del quegoce,
siguenel formando
famoso factor
parte
económico— se alzará, como si de un representante
de la más candente actualidad: “Nosotros y la Muerte” y “Sobre el racismo”. de lo real se tratase, en contra del
siempre
Igualmente peligroso furor sanandi.
este Freudiana 45 expone y desarrolla otro argumento de plena actualidad,
Esa tensión, tensión de estructura,
al tomar como su eje central una amplia se prolongó
selecciónadelotrabajos
largo delpresentados
siglo pasado en labajo diversas
1ª Jornada
formas y rostros, hasta llegar hasta nuestros días en
“La clínica del CPCT” —Síntomas actuales, deslocalización y exclusión social, los que sigue siendo motivo de
apasionados debates en todo el campo de la salud mental;
angustia y urgencia subjetiva— que tuvo lugar en Barcelona el día 7 de Octubre de máxime cuando con respecto al
síntoma se ha llegado a alcanzar tales cuotas de odio,
2005 con motivo del primer año de funcionamiento del Centro Psicoanalítico deque pocos parecen haber caído en la
cuenta
Consultas de que todo el inmenso
y Tratamiento arsenal Institución
(CPCT). terapéuticoque,que tal
se esgrime
y como ha para luchar su
señalado en Directora
su contra
yElvira
eliminarlo, no consigue sino hacerlo crecer y multiplicarse por doquier.
Guilañá, extrae su fuerza material:“De cada inicio de tratamiento, de cada demanda
Sin embargo,
de análisis nuestra política
suscitada, ya que sones otra
caday vez
se encuentra marcadapara
una enseñanza por launa orientaciónanalítica
comunidad lacaniana
en
muy precisa: la política del síntoma, una elección radical que trata
tanto se realiza desde una nueva perspectiva de la aplicación del psicoanálisis, desde la de orientarse a partir
del núcleo real
actualidad del síntoma en
del psicoanálisis de tanto imposible
orientación e ineliminable.
lacaniana en el siglo XXI, en la invención de
Las contribuciones contenidas en este
un nuevo espacio vinculado a la Escuela y abierto doble número de Freudiana
a lo social.asíLas lo demuestran.
condiciones Su de
eje central se articula alrededor de una selección de trabajos
funcionamiento del CPCT, la duración del tratamiento y su gratuidad ponen en juego expuestos en el Taller sobre
Efectos Terapéuticos de
estos significantes-amo delloPsicoanálisis,
social y movilizan y muestra
el deseocómo una práctica
del analista en elorientada
sentido delporacto
lo
real puede obtener efectos terapéuticos sin eliminar la singularidad propia
analítico y en el sentido de la ‘acción analítica’, en la apuesta sostenida día a día de incidir del sujeto en su
implicación
en las nuevasenformaslo sintomático,
del síntoma”.al mismo tiempo que, tal y como lo señala Jacques-Alain

5
EDITORIAL

El lector
Miller en podrá
su “Psicoanálisis
comprobar cómo y Sociedad”,
en cadapermite
uno deinterrogarnos
los trabajos presentados
desde el núcleoen aquella
mismo del 1ª
Jornada,
dispositivoenanalítico
cada uno de aquello
sobre los detalles teóricos y clínicos,
que consideramos en en
el Otro definitiva,
su dimensiónen cada unaesdedecir,
social, las
que dicha orientación
exposiciones de esa permite
praxis interrogarnos
tan singularsobre comolo lo
másesíntimo
al finyyloalmás cabo
extimo
la experiencia
del sujeto.
psicoanalítica,
En torno a eseseejeponen centralende juego los conceptos
los efectos fundamentales
terapéuticos de la orientación
y de esa interrogación sobreelaborada
el Otro,
yel transmitida por Jacques
lector podrá encontrar unaLacan; resultando
larga serie de ello
de trabajos efectos terapéuticos
fuertemente articulados sensiblemente
entre sí, sobre
diferentes
el pase y su a los que se nos
pasador, sobrevende con ese marketing
las terapias breves, sobredelaandar pordel
política casaanalista
de la psicoterapéutica
en relación al
actual.
bien y También
al mal, sobrese podrá apreciardecon
el abordaje lassuma nitidez en
emergencias cómoese dan respuesta,
pliegue abismalcadapor uno a sua
el que
veces transita
manera, a lo que
el ciudadano
nos atreveríamos
actual adellamar
las megápolis,
“la ideología
hasta
delllegar
número a poder
diabólico”
recrearse
—ideología
en una
que se figuras
de las ha apoderado
centralesdeentodos los sistemas del
la transmisión de gestión de la en
psicoanálisis salud—,
lenguaycastellana,
de la cual como
el lector
lo
fue eseleer
podrá singular
una extraordinaria
analista llamado arqueología
Ángel Garma.
en el texto de Jacques-Alain Miller, “El hombre
sin
Paracualidades”.
concluir, no dejaremos de señalar la enorme satisfacción de contar en Freudiana con
un excelente,
Desde otra vertiente,
a la parlosque
textos
delicioso
de la artículo
sección Temas
de PaulCruciales
Auster, enyelSíntomas
que lanzadeuna la Cultura,
reflexión
debaten
muy certeracon yargumentos
aguda sobre clínicos y epistémicos
las paradojas de la contra
economíaese up-date
de mercado deenla el
viejísima
régimenPsicología
capitalista
del
y laYo, ahora con
estructura delolor a refrito
sujeto conductista y recalentado con las nuevas técnicas de training
allí comprometida.
y management, como son las TCC; responden a la actual nosografía que borra el síntoma
en “beneficio” del trastorno y del síndrome; critican la concepción científica de la enfermedad
mental derivada de la alianza de la psiquiatría biológica con la psicología cognitiva; realizan
un recorrido clínico sobre el tormento de las modernas ciencias de la comunicación, es decir,
ponen el dedo en la llaga de lo “imposible de comunicar”; y trabajan con casos clínicos
sobre la construcción del equívoco y la concepción de la neutralidad analítica en la dirección
de la cura.
Freudiana no podía cumplir 15 años de existencia en el mismo año del aniversario del
sin par Don Quijote de la Mancha sin incluir un artículo sobre “Don Quijote autor
de Cervantes” del escritor Alberto Manguel y una reseña sobre el libro “Psicoanálisis
y arte de ingenio. De Cervantes a María Zambrano”, para brindar nuestro particular
homenaje a un autor y a su insigne caballero, Don Quijote, ejemplo extraordinario
—entre otras muchísimas cosas— de que lo más universal del sujeto es su más profunda,
íntima y muy saludable división.

josmail@wanadoo.es José Manuel Alvarez

6
Freudiana 45, 2005, pp. 7-41

Jacques-Alain Miller
LA ERA DEL HOMBRE SIN CUALIDADES*

Invectivas
Comenzaré por una lectura con la que me he entretenido durante estas va-
caciones. Se trata de una carta de Petrarca llamada “Invectivas contra un médi-
co”, que comienza así: “Quienquiera que seas que despertaste con tus
inoportunos ladridos a la pluma que yacía y al dormido —por así decirlo— león,
te darás cuenta de que una cosa es destruir con lengua ardiente ajena fama y
otra defender la propia con razón […]. Pero, ya que me fuerzas a lo que por mí
mismo nunca haría, es necesario que diga algo, para que por ventura de mi si-
lencio no goces, si menospreciando las cosas —como a veces mi ánimo que-
rría— callara; pidiendo perdón, no a ti sino al lector si dijera alguna cosa contra
mi costumbre, responderé a algunas de las cosas que dices. Porque dices tantas
cosas sin sentido, que quien las considerara dignas de respuesta podría ser con-
siderado con justeza mayor inepto y desdonado”.1
El contexto de esta carta de Petrarca es muy interesante: se trata del entorno
papal. Resulta que “en septiembre de 1351 Clemente VI cae gravemente enfer-
mo. El poeta le transmite un mensaje oral por medio de uno de sus allegados:
debía evitar confiar en muchos médicos y elegir sólo a uno. El Papa pide a
Petrarca que le escriba sus recomendaciones, fingiendo no haberlas compren-
* Texto y notas establecidas por Catherine Bonningue a partir de las lecciones del 14 y 21 de
enero y 4 de febrero de 2004 de La orientación lacaniana III, 6, enseñanza pronunciada en el marco
del Departamento de Psicoanálisis de París VIII y la Sección Clínica de París-Saint-Denis. Han
sido publicadas en francés en La Cause freudienne 57, Paris, 2004, con la amable aotoriazación de
Jacques-Alain Miller.

7
LA ORIENTACIÓN LACANIANA

dido, probablemente para suscitar la polémica y ofrecer una diversión a la corte


papal. Petrarca le envía entonces la Familiari V, 19, con fecha del 15 de marzo de
1352, una violenta crítica tanto de la medicina como de los que la practicaban”.2
Esta carta familiar nos da idea de la relación que había entre la medicina y la
sociedad en el siglo XIV, según el testimonio de Petrarca que no es sólo un poeta
sino también un pensador.
“Sé que tu lecho está asediado por los médicos; esta es la primera razón que
tengo para estar inquieto. Ellos están en desacuerdo entre sí a propósito, porque
sienten vergüenza de parecer que siguen las huellas de otro si no aportan nada
nuevo. Está fuera de toda duda, como afirma Plinio con elegancia, que todos
estos individuos que buscan la gloria a través de cualquier novedad comercian
con desenvoltura con nuestras existencias… que la medicina es el único arte
donde se acuerda enseguida confianza al primero que llega pretendiendo ser
médico, por lo que la impostura es más temible que en cualquier otra parte”.
Es la época charlatana de la medicina, que permite explicar, por razones de es-
tructura muy profundas, la emoción que parece embargar en la actualidad a los
médicos ante la idea de que los charlatanes curen, pues la acusación de charla-
tanería a los médicos es multisecular.
“Los médicos se instruyen a riesgo y peligro nuestro, consiguen su experiencia
gracias a los muertos; solamente el médico goza de una impunidad total si co-
mete un homicidio. Considera, Padre muy Clemente, al tropel de esas criaturas
como un ejército de enemigos. A guisa de advertencia acuérdate del breve epi-
tafio que este célebre desgraciado había ordenado grabar en su tumba: ‘He pe-
recido víctima de un ejército de enemigos’. Pero como ya no nos atrevemos a
vivir sin médicos, sin los cuales sin embargo numerosas naciones viven sin duda
mejor y con mejor salud, elige uno entre ellos que se distinga no por su ciencia
sino por su rectitud”. La ética, la deontología… “En la actualidad olvidan su pro-
fesión. […] Para concluir: evita al médico que brille por su elocuencia y no por
sus diagnósticos, ¡considérale un hombre que quiere atentar contra tu vida, un
asesino, un envenenador!”.3
Petrarca señala este deseo de originalidad en los médicos que se esfuerzan
por estar en desacuerdo para hacer valer sus innovaciones. Evidentemente es justo
lo contrario de lo que sucede en la medicina llamada científica, que valora en
primer término el acuerdo entre los practicantes. Este acuerdo se ha vuelto pre-

8
LA ERA DEL HOMBRE SIN CUALIDADES

dominante y anima al movimiento actual que dirige el sector llamado de salud


mental. Se trata sin duda del núcleo duro de esta disciplina nueva con la cual
tratamos: la epidemiología en salud mental.

I. EL HOMBRE CUANTITATIVO
1. El invencible Uno
El registro
La polémica es necesaria, no hay que abandonarla en los lugares que con-
vienen, pero tratemos de comprender, de acuerdo con Spinoza: “No lamentes
ni te alegres, sed intelligere”. Querría entender qué es lo que ocurre, compren-
der el fenómeno del cual formamos parte para que podamos oponernos a él.
Hay que hacer una arqueología.
El registro, al cual parece adherirse unánimemente la mayoría del Senado de
la República —aún no está hecho—, se inscribe claramente en el mismo con-
texto que la ideología de la evaluación. Al igual que ella, el registro pone en pri-
mer plano el “devenir unidad contable” del sujeto. Hay un “devenir unidad
contable” que va más allá del Sr. Mattei, del grupo UMP del Senado y de otras
eminentes personalidades. Devenir unidad contable y comparable traduce de
manera efectiva la dominación contemporánea del significante-amo en su for-
ma más pura y estúpida: la cifra 1.
Este escritor profético que fue Robert Musil lo percibió muy bien cuando
su profunda reflexión sobre el pensamiento estadístico le condujo a intitular su
gran novela: El hombre sin cualidades.4 El hombre sin cualidades es aquel cuyo
destino es el de no tener más cualidad que la de estar marcado por el 1 y, a este
título, poder entrar en la cantidad. El secreto del título de Musil es que el hom-
bre sin cualidad es el hombre cuantitativo.
No hay necesidad de ponerse a desfilar para cantar: “Somos todos hombres
cuantitativos”. Todos somos cuantificables y cuantificados. Puede que no nos
guste, pero el modo actual, el modo contemporáneo de gestión de la sociedad
pasa por la cuantificación, incluso la hace reinar en exclusiva, puesto que el dis-
curso universal no tiene otras cualidades, otras propiedades que proponernos que
dominen el 1 del orden, el 1 que nos vuelve contables y comparables.
Lacan nos anunció que el significante-amo es el significante del amo, pero
amo y esclavo son categorías que han desaparecido del discurso jurídico, ya no

9
LA ORIENTACIÓN LACANIANA

son más que recuerdos. ¿Por qué, me dicen, los psicoterapeutas no se registran
en las prefecturas si lo hacen los VRP*, los cartománticos y recientemente —de
manera discreta— los psicólogos? Se impone a todo el mundo registrarse en la
prefectura. Es el devenir prefectura del Estado.
De la misma manera que la esencia del significante-amo, antes revestido con
atavíos espléndidos, se extrae al devenir unidad contable, el Estado desnudo re-
vela que su matriz, como dijo Hegel, como retomó Lacan, es la policía. Al igual
que el significante-amo revela su esencia en la cifra 1; el Estado, al dirigirnos en
orden cerrado hacia las prefecturas, nos indica el pivote de su estructura. Que-
dan exceptuados de ello los médicos y psicólogos quienes, en cierta forma, ya
están registrados, y esto podrá hacerse extensible también, gustosamente, a los
psicoanalistas cuyos nombres figuren en los anuarios de las sociedades analíti-
cas. ¿Cómo se les reconocerá? ¿Cómo se les definirá? Vean los decretos de apli-
cación, pueden ser cualquier cosa.
El significante-amo como unidad contable es el más estúpido de los
significantes-amo que hayan surgido en la escena de la Historia, el menos poé-
tico, pero también —reconozcámosle— el más elaborado, ya que está vaciado
de cualquier significación. Conduce a algo que parece ser una necesidad de las
sociedades contemporáneas: el establecimiento de listas. Lacan lo había señala-
do para “l’âne-à-liste”** —este juego de palabras dio lugar al nombre de un
periódico que recientemente he hecho que volviera a aparecer—, pero es la so-
ciedad, el Estado, quien es este “l’âne-à-liste”. Él necesita listas, necesita poner-
nos en listas: ya se trate de pasajeros de avión, de cartománticos o de
psicoterapeutas, es el mismo principio. Esto no ha hecho más que empezar y
marcará —podemos apostar por ello en base a lo que ya sabemos— al siglo XXI,
que será el siglo de las listas.
Se trata tal vez de algo más profundo que aquello que se denuncia con el
nombre de mercantilización. Se habla del reino del dinero y se le opone valores
espirituales, humanistas. El dinero, el equivalente simbólico universal, sólo es una
forma, una realización del significante-amo contable. ¿Cómo evaluarles cuan-

* VRP son las siglas de “vendeurs représentants placiers”: viajante representante corredor. (Nota
de la traducción)
** En francés, “l’âne-à-liste”, literalmente “el asno con listas” suena parecido a “l’analyste”, “el
analista”. (N. de T.)

10
LA ERA DEL HOMBRE SIN CUALIDADES

do las cualidades han desaparecido? Sólo queda la evaluación cuantitativa mo-


netaria. Esto no quiere decir que reine lo comercial. No reina en absoluto. Reina
esta espiritualización del significante-amo que se encarna en la cifra 1, y hemos
de dar cuenta de su aparición. En su Seminario XX, Lacan se esforzaba, dificul-
tosamente, en hacerlo. ¿Cómo ha advenido el significante uno? Él se planteaba
la pregunta porque, ahora podemos verlo, anticipaba que este significante uno
gobernaría al sujeto y que el conglomerado social, el vínculo social, estaría go-
bernado por el uno. Se trata de un producto muy elaborado.
Este reino de la cantidad se traduce por la evaluación financiera. El proceso
más profundo consiste en reducir el significante-amo al hueso del uno para fi-
nalidades de control, que tenemos que aislar como tales.
Mantengámonos a distancia de la emoción, de la turbación. La sociedad re-
clama control. Es posible que los que se encargan de organizar esta sociedad
realicen este control de manera torpe, como ocurre en el asunto que nos ocu-
pa. Es una falta de tacto unir las palabras “psicoterapia” y “prefectura”. Los que
lo hacen no tienen tino —felizmente, quizás. Esto disgusta. Si fueran más hábi-
les, quizás sería más fácil que la cosa pasase. Pero, para lo que hoy quiero desa-
rrollar esto es secundario. La sociedad reclama controles y crea una dinámica del
control. Ella reclama saber cuáles son los ingredientes de los alimentos que in-
gerimos. ¿Qué puede ser más legítimo? El deseo de control está ya presente en
esta preocupación que cualquiera puede tener.

La escritura
Me pregunté de dónde venía la palabra “control”. Esto me permitió saber
que se trata de una palabra del siglo XIV. No he tenido tiempo de buscar con
más precisión pero puedo suponer que apareció o fue validada en los círculos
de la burocracia real en formación. “Control” viene de “contre-rôle”*, donde
“rôle” quiere decir “registro”, uno de los antiguos sentidos de esta palabra. El
“contre-rôle” es un registro doble que sirve para verificar un primer registro.
Por un lado, hay un registro, y por otro, hay un segundo registro que verifica el

* El “contre-rôle” o “contrerole” fue un invento de la Administración francesa que implicaba


un doble registro de verificación recíproca. Se trataba de desenrollar el rollo de papel (“rôle”)
donde estaba hecho el registro en dirección contraria para verificar que no había habido erro-
res en el desenvolvimiento del tema. (N. de T.)

11
LA ORIENTACIÓN LACANIANA

primero: el “contre-rôle”. Pero “control”, en particular, es la lista nominativa de


las personas que pertenecen a un cuerpo, especialmente, a un cuerpo militar.
La palabra “rol” es más antigua, del siglo XII. Viene del latín medieval
“rotulus”,“rollo”,“pergamino enrollado”. Era un rollo, una hoja enrollada, donde
se consignaban los actos notariales, los asuntos del tribunal. Nuestra expresión
“à tour de role” [por turno], no se refiere en absoluto al rol teatral, “sino a “su
turno según la lista del registro, según su plaza jerárquica, cuando llegue su tur-
no según la lista, que es un rol”. La palabra adquirió después el sentido de las
partes de una obra de teatro que corresponden a un personaje o el nombre del
personaje mismo, con todas las expresiones consecuentes: por ejemplo, “él me
deja el mejor papel [rôle]”.
El registro, palabra del siglo XIII, viene del latín “regerere”, que dio lugar a
“regestus”, “referido”, “inscrito”. “Regerere” es “llevar hacia atrás”, “referir”,
“transcribir” y, especialmente, “anotar” para guardar el recuerdo.5
Cuando hablamos de nuestra época como la de la dominación de las imá-
genes nos equivocamos. Sin duda la producción de imágenes es prevalente,
pregnante, extremadamente multiplicada, multiforme. Dominan con su seduc-
ción, ejercen una captación que intenta manejar el discurso político. Pero de
hecho, la escritura en forma de registro, sigue constituyendo el hueso del asun-
to. Es lo que el filósofo italiano Agamben denunciaba recientemente en la prensa.6
El cuerpo mismo, el cuerpo contemporáneo se exhibe bajo formas magníficas,
estilizado en las imágenes de la publicidad, en las imágenes cinematográficas,
televisivas. Se exalta la imagen, pero lo que es efectivo es la escritura, el depósi-
to electrónico del uno por uno contable. El cuerpo se transforma en escritura,
es decir, se busca en su cuerpo lo que hace escritura. Habría podido despertar
su admiración citando las frases, las investigaciones, la filosofía del señor Bertillon,
francés, quien descubrió que llevamos en nuestra mano una escritura indeleble
y encontró en su época una marca, un símbolo, un significante indeleble.7 El
señor Bertillon es un hombre que reflexionó en la prefectura de Policía, alto lugar
del espíritu. No olvidemos que Gaëtan Gatian de Clérambault ejerció la clíni-
ca bajo el tejadillo de la Prefectura de Policía, y Lacan también.Verdaderamen-
te era un lugar para aprender clínica porque allí se encontraban, por perturbar
el orden social, los diferentes trastornos mentales, como ahora se les llama. Si-
guiendo los pasos del señor Bertillon, se ha encontrado, en particular en el ojo,

12
LA ERA DEL HOMBRE SIN CUALIDADES

índices escriturarios susceptibles de traducirse y de identificarles desde el naci-


miento hasta la muerte. Ésta es una aspiración que anima a la civilización con-
temporánea desde la revolución industrial.
Bentham fue el primero en decirlo: “Sería necesario que cada uno tuviera
una cifra, que conservara del nacimiento a la muerte, para tenerlo localizado”.
Esto dio lugar al carnet de identidad. El último día felicitaba a los ingleses por
resistirse al carnet de identidad y sospechaba del señor Blair por querer intro-
ducirlo.8 He sabido después que está previsto que en el año 2007 el carnet de
identidad se introduzca en Gran Bretaña. Parece que es el pueblo más vigilado
de la tierra: hay cámaras de vigilancia colocadas en las calles de Londres, de tal
manera que el londinense medio es filmado o fotografiado una media de qui-
nientas veces por día.

La sociedad del miedo


Estamos en ella. Lo estamos más de lo que lo yo pensaba en el año 2003.
Entramos, a principios del 2004, en el siglo XXI, en la época de la vigilancia.
No es seguro que se trate de “vigilar y castigar”, pero es una sociedad cuya con-
signa es “vigilar y prevenir”. Estamos en la época de la prevención sanitaria y
también guerrera. Hacer la guerra a un país antes de que éste nos la haga es algo
similar a diagnosticar la enfermedad mental antes de que se manifieste.9
Los hechos reagrupados desde principios de este siglo nos indican que ha co-
menzado a escribirse un capítulo importante de los grandes miedos del siglo XXI,
al lado de lo cual el miedo a los psicoterapeutas no es más que un miedo menor. Se
juega a dar miedo pero no son más que las notas con las que luego se organizará
una sinfonía. Aquello que el eminente sociólogo alemán Ulrich Beck llama ama-
blemente la sociedad del riesgo10 no es otra cosa que la sociedad del miedo. A prin-
cipios del siglo XXI el sujeto está en peligro. Comer, respirar, desplazarse, hacerse
cuidar se hace bajo la égida del peligro y de la toma de precauciones. Se reclaman
soluciones, al menos en Francia, y por lo general al Estado, que ya no es el Estado-
providencia de antes, el Estado maternal, sino un Estado al que se pide que se con-
sagre a sus propias tareas. Es la idea del Estado estratega.11 Y, ¿cuál es la tarea propia
fundamental del Estado?: la policía. Entonces se reclama un Estado policial.
La sociedad se siente en peligro. Escuchamos de distintas formas un “SOS
sociedad”. Es lo que Ulrich Beck enmascara con el nombre de “riesgo”, quizás

13
LA ORIENTACIÓN LACANIANA

para no aumentar el pánico.Vamos a devenir sociedades del miedo y del páni-


co.Yo trato de construir algo sobre ello para que podamos tener, incluso aun-
que seamos la chusma a exterminar o los inclasificables a clasificar, un saber acerca
de la configuración en la que hemos entrado, y para que una iniciativa u otra
logre desviar o retardar el proceso. Esto es esencial.
Carl Schmidt, del que se pueden decir muchas cosas negativas, aisló bien en
la historia la función de lo que llamó “el retardador”, aquello que consigue re-
tardar procesos inevitables. Al retardarse, se gana tiempo y otros factores pue-
den entrar en juego de manera que lo fatal pueda contornearse. Saber que es
inevitable que se aplique una lógica no implica en absoluto desarmarse.

2. Quételet
Ironía de las Luces
Me dije que podía aprovechar la investigación arqueológica en la que que-
ría embarcarme para darles a conocer, porque pienso que no se aprende en cla-
se a un gran espíritu, alguien que creo que es uno de los nombres importantes
en el inicio de esta cuestión del hombre cuantitativo: Quételet.
Tengo algo en común con Quételet y esto me llevó a interesarme un poco
más en él. Quételet era belga —no es mi caso— y profesor en la Universidad
de Gante, única universidad en el mundo que, sin duda por error, juzgó bien
nombrarme hace mucho tiempo honoris causa. En los agradecimientos que di-
rigí entonces a la Universidad de Gante cité entre los personajes augustos de esta
universidad a Quételet.
Quételet era astrónomo y tuvo la idea de aplicar, en la primera mitad del siglo
XIX, las concepciones y los métodos de la astronomía a las sociedades huma-
nas. Es el nombre más eminente en el origen del enfoque estadístico del fenó-
meno social, este enfoque estadístico que la epidemiología en la salud mental
nos propone.
Entre los siglos XVIII y XIX se produjo un cambio en el régimen de pen-
samiento. En el XVIII se acumuló de una manera muy entretenida —que siem-
pre me ha encantado y de la cual llevo el sello— una gran cantidad de
informaciones que describían sociedades distintas a las nuestras. En ello se pue-
de apreciar el mismo movimiento ya presente en Montaigne, quien buscó sus
referencias en los autores de la Antigüedad para mostrar la diversidad de las cos-

14
LA ERA DEL HOMBRE SIN CUALIDADES

tumbres y las leyes humanas. Pero lo que se produce en el siglo XVIII es una
multiplicación de los relatos de viajeros, aventureros, misioneros. Se acumula una
gran literatura sobre la diversidad humana, la diversidad de hábitos, de usos y
costumbres, de religiones, de regímenes políticos, de leyes, y se comienza a ela-
borar de manera eminente. Piensen en El espíritu de las leyes de Montesquieu
que se prestaba a la agudeza: “El señor Montesquieu no hizo el espíritu de las
leyes sino el espíritu sobre las leyes”. Es muy injusta, pero señala que en el siglo
XVIII la acumulación de datos sobre las sociedades ponía de relieve la contin-
gencia, mostraba que nuestras costumbres no eran necesarias, nos invitaba a dis-
tanciarnos de nuestras prácticas, y ello estuvo marcado por cierto esteticismo.
En un pequeño speech en el teatro Hébertot,12 dije que los filósofos del siglo
XVIII, al creer en la unidad de la naturaleza humana, pusieron en el registro de
la comedia humana el hecho de que aquí se vista de una manera y allí de otra,
que aquí se gobierne de una manera y allá de otra diferente, que aquí se coma
esto y allí esto mismo esté prohibido. Si el hombre es uno, si hay unidad de la
naturaleza humana, la diversidad es una muestra de la comedia humana.
En el siglo XVIII la acumulación de estos datos comparativos introdujo una
postura irónica, en definitiva muy socrática y, podemos decir, muy psicoanalítica.
Fue una manera de desprenderse de las identificaciones y de aprender que no
estamos sólo nosotros, que hay otras maneras de hacer. Este enfoque tuvo un
efecto de disolución sobre el imaginario que rodea a los significantes-amo. Us-
tedes son cristianos, pero otros son musulmanes y otros adoran a los animales.
En el siglo XVIII se desechó la sustancia imaginaria, la carne imaginaria del
significante-amo que cayó hecha pedazos. Este momento de una ironía deliciosa,
al que me refiero siempre que puedo, constituye una etapa en el proceso hacia
la simplificación del significante-amo. Aparece su esqueleto: la cifra 1. La ironía
disolvente de las Luces constituye un momento del proceso histórico que con-
duce hasta el momento presente, en que reina el invencible 1.

Lo real social
El espíritu del siglo XIX es completamente diferente.Ya no es cuestión de
ironía, sino, si se quiere, del progreso del espíritu científico que avanza sobre estos
datos buscando construir regularidades. Podríamos decir que parte de la obser-
vación. Se encuentran regularidades en los nacimientos, las muertes, los matri-

15
LA ORIENTACIÓN LACANIANA

monios, los crímenes. Hay regularidades sociales, patterns, configuraciones regu-


lares, y estas regularidades invitaron a buscar leyes en el universo social. Es aquello
que Montesquieu esbozó con agudeza y que se comenzó a abordar a través de
la cuantificación, con la convicción de que había un saber inscrito en lo social
y que lo social era un real con el mismo título que lo real de la física.
Se da allí un paso más que en Descartes, quien reservaba esta investigación
del saber matemático inscrito en lo real al universo físico, a las ciencias natura-
les y a la física matemática. Con relación al orden social y político, aconsejaba
adherirse al significante-amo en vigor en la propia sociedad, es decir, no dárse-
las de listo o de sabio con el significante-amo. Éste fue también el punto de vista
de Montaigne. Bien sabe Dios que los semblantes sociales le parecían necesa-
rios. Sabía que eran semblantes, pero su moral decía que lo prudente era con-
formarse al espíritu de su sociedad en lo relativo a la organización social. Se ve
cómo Descartes avanza en el discurso científico, pero al mismo tiempo mantie-
ne la reserva montaigniana en el terreno social y político.
¿Cómo se franqueó esta barrera? No puedo reconstruir de memoria esta
arqueología. Habría que dar, ya en el siglo XVIII, un lugar especial a la econo-
mía política, al espíritu escocés. Efectivamente se pueden encontrar cosas ya en
Adam Fergunson y en la escuela escocesa, pero no es hasta el comienzo del si-
glo XIX, y a partir del momento en que la revolución industrial opera una trans-
ferencia sensacional de población del campo a las ciudades, que se vuelve un
imperativo social disponer de informaciones estadísticas sobre la población.
Marx describió este desplazamiento del campo a la ciudad de manera sensa-
cional, poética: el proceso de los enclosures o closure. Algunos historiadores lo re-
visaron pero sigue estando, en sus líneas más importantes, bien fundado. En las
ciudades se acumula una población nueva, asalariada, empobrecida, que consti-
tuye un riesgo social. Son inmigrados del interior. Estos inmigrados, que ahora
vemos llegar con terror desde el perímetro mediterráneo de Europa, venían en
aquella época del campo. Las invasiones de inmigrados eran invasiones de cam-
pesinos que se aglomeraban en las ciudades. Esto provocó un movimiento
epistémico: el deseo de tener informaciones cuantitativas sobre la sociedad y sobre
lo que comenzó a llamarse por entonces “la población”.
¡Ah, la palabra “población”! La población no es el pueblo. El pueblo, que se
evocó en la Revolución francesa como principio de soberanía, es un significante-

16
LA ERA DEL HOMBRE SIN CUALIDADES

amo. La población es otra cosa. Se trata de cuerpos, que están ahí, un conglo-
merado de cuerpos que nacen, viven, se acoplan, mueren y, eventualmente, se
agreden entre sí. En todos los escritos de este periodo se habla del nacimiento,
la muerte, el matrimonio, el crimen. “Población” es como “poblado”, pero so-
bre una extensión más vasta y considerado con un punto de vista bio-político.
Por otra parte, una de las palabras del discurso de un eminente epidemiólogo
que nos visitó, y que me hizo poner mala cara, fue la palabra “poblacional” muy
empleada en epidemiología. Le dije: “¡Cómo, hablan de ‘poblacional’!”. Me res-
pondió: “Yo no hablo así, son los quebequeses quienes lo hacen”. ¡No!, el pun-
to de vista poblacional está presente en el discurso estadístico desde el comienzo
del siglo XIX. No hay que excusarse.

Estadísticas
Me hubiera gustado citarles una obra del siglo XVIII que leí mucho hace
tiempo, en mi época de estudiante, Primer ensayo sobre la población,13 del eminente
espíritu que fue el reverendo Malthus. Él dio su nombre, injustamente, al
malthusianismo, al igual que el marqués de Sade dio lugar al sadismo y Sacher-
Masoch al masoquismo. Me hubiera gustado citarla e incluso volverla a leer desde
la perspectiva que me proporciona el asunto actual.
Hay dos tendencias opuestas que Lacan nos ayuda a situar. Por un lado, en el
siglo XIX hay una sociología que toma como principio las normas y las insti-
tuciones, las representaciones colectivas que se imponen, aunque no sea éste el
vocabulario que utilizan, a una población dada. Es la perspectiva de Emile
Durkheim a quien Lacan hizo referencia, porque, en efecto, nos da una repre-
sentación sociológica del gran Otro, un discurso hecho de creencias, de institu-
ciones que se imponen y estructuran una población. En este sentido Lacan, de
entrada, fue durkheimniano, al menos en su artículo de la Encyclopédia.14 Encon-
tramos allí esbozado lo que más tarde desarrollará como el orden simbólico. Pero
hay también otra sociología, aquella que triunfa en la epidemiología en salud
mental que no parte de arriba sino de abajo. No parte del gran Otro sino de las
acciones del individuo, de la multitud abigarrada de acciones individuales. Y
considera, por el contrario, que las normas e instituciones sociales resultan de
esta multitud de acciones individuales, por lo que busca, a través del cálculo es-
tadístico aislar las regularidades y partir de lo cuantitativo.

17
LA ORIENTACIÓN LACANIANA

El primero de estos dos enfoques parte del contenido significativo, mien-


tras que el segundo parte de lo cuantitativo. Quételet se aproxima a la sociedad
como astrónomo —los planetas no hablan— y se equipa con la estadística y
el principio de distribución de los errores de las observaciones astronómicas.
Dice: “Yo no tengo teoría, no tengo sistema, observo, anoto”. Esta segunda
perspectiva es en nuestro lenguaje la del “Otro que no existe”. Es la perspec-
tiva de que el gran Otro resulta de facilitaciones continuadas del sujeto. Se trata
del segundo punto de vista de Lacan, que es conforme con el segundo
Wittgenstein, y aparece en el seminario Aún.15 Por otro lado, la sociología
durkheimniana, que siempre ha tenido una perspectiva sobre el todo,
funcionalista, un macro punto de vista ha resistido siempre al pensamiento
distribucional y probabilista. El punto de vista del “Otro no existe” es un punto
de vista micro, es decir, que recoge datos cuantitativos y estudia distribucio-
nes, medias, dispersiones y desviaciones con relación a la media, esto es, sin
hacer referencia a un contenido significativo o a un absoluto. Se dice: “El
hombre debe medir 1,72 metros”. No se impone. Se marca la talla de los hom-
bres de determinada edad y se dice: “El promedio mide 1,72 metros. Los que
no llegan a esa medida son bajos y los que miden más son altos”. El estudio
de la talla constituye uno de los ejemplos más importantes de Quételet. Está
bien fundado. No pueden imaginar el entusiasmo que había alrededor de sus
estudios. Hoy en día la epidemiología en salud mental hace lo mismo, salvo
que ello afecta a la salud mental.
A lo largo de la primera mitad del siglo XIX se constata la acumulación de
datos cuantitativos. Hay una pasión por ello, precisamente porque ha habido
ruptura y recomposición del lazo social y esto se se traduce como un peligro
para la estabilidad social, un peligro para la seguridad —la primera mitad del si-
glo XIX se consagra a velar por la seguridad— y también un peligro sanitario.
La literatura lleva su sello. La felicidad en el crimen de Barbey d’Aureville
se escribió en ese contexto. ¿De qué habla Stendhal en Rojo y negro, crónica
de 1830? Habla de una historia leída en los diarios, de un mozo de granja
que deviene amante de su patrona y la mata. A continuación nace el detec-
tive, Edgar Poe… No encontraremos nada semejante en la literatura del si-
glo XVIII en la que, por el contrario, cuando hay crímenes, se trata de
pequeños delitos divertidos o pequeños envenenamientos entretenidos y

18
LA ERA DEL HOMBRE SIN CUALIDADES

estéticos. Todo deviene negro a partir del siglo XIX porque estamos en este
contexto de criminalidad.
No he encontrado tampoco entre mis libros la gran referencia historiográfica,
el libro de Chevalier, publicado en 1955, Classes laborieuses et clases dangereuses,16
que ofrece un panorama de la época. Hablaré de él a partir de las notas que tomé
para mi examen de oposición a cátedra de instituto. Chevalier explica que el
inicio del siglo XIX está marcado por una voluntad de cuantificarlo todo, me-
dirlo todo, saberlo todo bajo la amenaza del peligro. Nosotros también lo esta-
mos. Revivimos el comienzo del siglo XIX con los medios del XXI.
En aquella época, como tenía tiempo para leer hacía lecturas curiosas. Hice
referencia al doctor Parent-Duchâtelet, un médico francés que en particular con-
sagró en 1836 una obra muy erudita, De la prostitution dans la ville de Paris…,17
en la que hacía estadísticas sobre las prostitutas parisinas. Es una obra de refe-
rencia para la estadística.
En Inglaterra pasamos por alto el papel eminente que jugaron los
utilitaristas, los alumnos de Bentham, y la creación en 1857 por lord Brougham,
un benthamniano eminente, de la Asociación de Ciencias sociales. Es la épo-
ca en que se crean las sociedades estadísticas —Quételet es todavía un inves-
tigador individual—, se forman equipos para reunir datos y tratarlos. Y en
Francia se comienza a publicar todos los años diversas recopilaciones de ci-
fras estadísticas. A partir de 1827 aparecen cada año datos cuantitativos sobre
los crímenes —los que son elucidados—, sobre los castigos que sufren los cri-
minales. Esta moda alcanzó su apogeo durante la primera mitad del siglo XIX
y, esto da alguna esperanza, decreció un poco durante la segunda mitad, pero
se mantuvo presente.
Antes de Quételet, algunos estudios ya habían observado regularidades es-
tadísticas en las variables demográficas, en particular, en las relativas a la morta-
lidad y la sex ratio en el nacimiento, que Lacan evoca en L’étourdit.18 Se hace un
estudio comparado del número de niñas y niños que nacen. Todos los campos
de la vida social se estudian de esta manera: el crimen, el suicidio, los nacimien-
tos adulterinos, la frecuentación de las iglesias, la frecuentación de la escuela, la
pobreza, incluso las donaciones filantrópicas. Se consagran a hacer anotaciones
y comparar los datos. Hay una obra de 1833 sobre la criminalidad que se inti-
tula Essai sur la statistique morale de la France.19

19
LA ORIENTACIÓN LACANIANA

El hombre medio
Quételet, que escribió una obra llamada Le système social, pensó que iba a
fundar una ciencia nueva de física social. Promovió lo que, en mi opinión, ha
quedado como principio de la epidemiología en salud mental: la teoría del hom-
bre medio. Al estudiar las cifras sobre la talla de los reclutas militares se dio cuenta
de que ésta seguía una curva de Gauss y que los errores de observación coinci-
dían con la distribución normal de los errores de medida en astronomía. Con
estos datos sensacionales, verdaderamente inteligentes, planteó los principios de
una especie de astronomía social.
De la misma manera que se ha reconocido para el desplazamiento de los
cuerpos celestes la existencia, entre comillas, “de una fuerza de gravitación”, es
decir, que su órbita sigue una fórmula matemática, se debe dar lugar también a
una multitud de pequeñas fuerzas de perturbación que hacen que el cuerpo
celeste no se encuentre nunca en su lugar matemático. Hay siempre una ligera
perturbación, las observaciones astronómicas tienen siempre algo azaroso. A partir
de los cálculos se le busca en una zona determinada del cielo pero siempre se
encuentra un poco desplazado.
“Mi” Quételet planteó que, en el universo social y moral de las represen-
taciones del individuo, existe el equivalente a la gravitación y lo llamó “la in-
clinación”. Las inclinaciones obligan a una distribución normal según la curva
de Gauss. Él distingue la inclinación al crimen, la inclinación al suicidio o la
inclinación al matrimonio. Señala por ejemplo que el porcentaje de crímenes
es más elevado entre los hombres que tienen de veinte a veintinueve años. ¡Es
a esa edad que están en el top nivel para el crimen! Igualmente hay edades para
el matrimonio. Concluye que se pueden encontrar en el universo moral del
comportamiento del individuo las mismas leyes que rigen la mecánica celes-
te, pero que hay que tener en cuenta la existencia de pequeñas fuerzas de per-
turbación que hacen que el cálculo no sea nunca del todo exacto sino que haya
siempre un desfase.
Para él, estas inclinaciones son formas instintivas en relación con las cuales
la voluntad humana en el orden normal tiene una intensidad cero. Es una fuer-
za poco utilizada que sólo interviene como una de esas fuerzas mínimas de per-
turbación en relación a la regularidad orbital de las inclinaciones. Quételet
considera que la base de la estabilidad del orden social viene dada por el hom-

20
LA ERA DEL HOMBRE SIN CUALIDADES

bre medio, esto es, por aquellas propiedades estadísticas que son estables en las
principales acciones humanas, en el matrimonio y en el crimen.
Esto fue ampliamente criticado. Un pre-sociólogo alemán, Drobisch, en La
statistique sociale,20 criticó al hombre medio como una ficción matemática abstracta.
Max Weber también se refiere a Quételet y critica esta voluntad de hacer un aná-
lisis astronómico de los acontecimientos de la vida, pero es sobre todo Durkheim
quien, a la vez que se refiere a Quételet, le opone un punto de vista distinto, el de
la exterioridad del orden social a los individuos, mientras que Quételet encuen-
tra el orden social en las regularidades de las acciones humanas.
El célebre estudio de Durkheim sobre el suicidio se inscribe en esta polé-
mica.21 Él hace un análisis mucho más fino que el enfoque global cuantitativo
de Quételet ya que distingue las tasas de suicidio según cualidades muy preci-
sas: según los grupos religiosos, el sexo, la profesión, la edad y el estatuto mari-
tal. Pero el aguijón y la motivación del famoso estudio de Durkheim se inscribe
en este contexto de Quételet. Se trata de una polémica con él, con su punto de
vista astronómico. Durkheim y Quételet están de acuerdo en muchas cosas.
Ambos son deterministas y plantean que, en el universo social, nada se produce
al azar sino que hay leyes que lo rigen. Incluso, Durkheim admite que se puede
definir lo normal y lo patológico sin ideal: lo normal es la media, lo patológico,
la desviación en relación a la media. Se trata de un punto de vista muy laico que
lleva a decir que el crimen es normal. Hay una regularidad del crimen, lo anor-
mal es cuando se dan más de la cuenta o no suficientemente. Cuando hay po-
cos crímenes es porque falta energía. Es lo que decía alguien como Stendhal:
cuando los italianos vivían bajo regímenes de principados se apuñalaban con
gallardía; pero cuando llegó la democracia perdieron el ardor. Constituye un
punto de vista extremadamente laico, pero se trata de la dictadura de la media.
Antes de venir aquí, para influir sobre la media del senador UMP, llamé a mi
amigo François Ewald y le señalé el estado desastroso de nuestra campaña parla-
mentaria. Me prometió hacer lo imposible. Seguidamente le dije: “Despidámo-
nos ya porque voy a hablar un poco de Quételet”. Estuvimos de acuerdo respecto
a la grandeza de Quételet.Y me dijo: “La teoría de Quételet instaló un perpetuo
juicio de la sociedad sobre sí misma”. Esto me pareció muy adecuado. En efecto,
la media es un ideal secretado por la estadística cuantitativa misma. No viene de
una prescripción, de un orden, son las cifras mismas las que les proporcionan un

21
LA ORIENTACIÓN LACANIANA

ideal, el de la norma, distinto del de la ley. La ley mantiene siempre su anclaje en


un gran Otro. Es la ley divina, la ley del Estado que en determinado momento
viene impuesta desde arriba, desde el exterior. Mientras que la media —es mu-
cho más suave, es invisible— proviene de ustedes mismos, de la combinación de
sus decisiones o de sus propiedades individuales, y luego se desprende sigilosamente
y uno no puede ya oponerse a ella. En esta pequeña discusión, François Ewald
me decía: “Lo que asustaba a Michel Foucault del reino de la norma es que la
norma no tiene exterior”. Esto es congruente con lo que evocaba la última vez:22
uno puede rebelarse contra la ley —es lo que hacemos—, pero no puede hacerlo
contra la media, contra la dictadura de la norma.
Aislar esta referencia a la norma nos permite ver que, incluso si se despren-
de de la estadística, decidir conformarse a la norma, hacer una ley de la norma
es una elección política. Es ahí donde podemos oponer algo a nuestros estadís-
ticos en salud mental que puede ser el vector de una intervención propiamente
política: hacer de la norma, ley, y perseguir a los que se desvían de ella es un factor
de estancamiento. Esto se opone precisamente a lo que sería la ambición de al-
gunos: la innovación. Para preservar la innovación de una sociedad es esencial
que la norma no sea la ley. Después de todo, es muy lógico que esto se formule
a partir del discurso psicoanalítico.

II. EL OBJETO-MÁQUINA
1. Acontecimiento
Hold-up
Este curso nos conduce a preguntarnos cómo hemos llegado a esto. Hay un efecto
de “era más cierto aún de lo que pensábamos”. Por un lado, no hay de qué sorpren-
derse porque se había anunciado de todas las maneras posibles pero, por otro, cuan-
do pasa, cuando el acontecimiento se produce trae siempre consigo un elemento
de desconcierto, de perplejidad. La lectura que hice primero de lo que pasaba era
que se habían meditado los medios para reducir, asfixiar y hacer desaparecer el psi-
coanálisis; proyecto que al menos muestra que no se ha pensado que la evolución
simple de las cosas conduciría a ello, sino que era necesario darle un empujón.
¿Qué representa el psicoanálisis para merecer tal empresa?, ¿qué es el psico-
análisis para frenar esta empresa y para aparecer, al menos hoy, por el momento,
como un núcleo de resistencia a dicha empresa?

22
LA ERA DEL HOMBRE SIN CUALIDADES

Un personaje de Balzac que se llama Vautrin, formula este buen principio:“No


hay principios, sólo hay acontecimientos”. Es un principio de oportunismo del
que se dice que Balzac podría haberse inspirado en el príncipe de Bénévent.
Nosotros, que tenemos principios, constatamos que no es sencillo conseguir que
dominen a los acontecimientos. Cuando se puede considerar con cierta perspec-
tiva, se ve que el acontecimiento, sea cuál sea su fuerza, comporte la sorpresa que
comporte, se sitúa en una estructura y se inscribe en un proceso.
Al pronunciar el nombre de Quételet,23 he querido poner un nombre pro-
pio —he elegido éste por suponer que no les era familiar— en el origen del
proceso que hizo nacer, extenderse y dominar a un nuevo tipo de hombres, aque-
llos que Robert Musil llamaba “los hombres sin cualidades”. Lo que Quételet
percibió incluye su reflexión sobre la estadística, sobre el cálculo de las medias
y la importancia que da a la emergencia de la psicología cuantitativa. La
cuantificación, la entrada de la persona en el cálculo produjo el hombre sin
cualidades. La palabra “persona” lleva a lo que normalmente se llama “psiquismo”,
del que el psicoanálisis porta aún, para su desgracia, la huella. Sólo el respeto de
los semblantes hizo que Lacan conservase este nombre que consideraba una
herencia de la historia, por poco adecuado que fuera para lo que él estructuró
de la práctica freudiana. Es necesario que un día aprendamos a pasar de él, a
prescindir de ese nombre.
Asistimos a un verdadero hold-up24 sobre el nombre de psicoterapeuta, que
sin duda no es el nuestro. Se produce cuando en un momento dado, la potencia
del Estado, su mano, se abate sobre un significante y decide darle un nuevo sen-
tido, un nuevo uso y unos nuevos agentes. Sean cuáles sean las finas diferencias
que podamos hacer entre psicoanálisis y psicoterapia,25 ambas palabras llevan el
estigma del psiquismo. Y se ha tocado eso, una zona que, con los psiquiatras y
los psicólogos, ha sido durante tiempo una zona si no protegida, más bien poco
protegida, es decir, protegida por los excesivos intereses en juego. Es necesaria
una particular necedad para que algunos colegas formulen, si se toma en consi-
deración un parte de la AFP* de esta mañana, que están tranquilos.26 Por el con-
trario, tenemos que preguntarnos durante cuánto tiempo se protegerá el nombre
de psicoanálisis, en cuánto tiempo más estos protectores venideros lo dejarán a
su libre uso —por ello se puede constatar hasta qué punto ha sido, en su con-
* AFP son las siglas de Agence France-Presse. (N. de T.)

23
LA ORIENTACIÓN LACANIANA

junto, en la media, asegurado por agentes que, por indignos que hayan sido de
los ideales freudianos, velaban mal que bien por la función. Estamos en un mo-
mento en que tenemos que plantearnos la pregunta de cómo seremos llevados
a llamarnos un día para continuar haciendo lo que queremos.

La muerte del absoluto


La entrada de la persona en la cuantificación se traduce en lo que Musil lla-
mó un “desencanto”. Lo hace en el transcurso de un episodio de su gran nove-
la en el que su héroe Ulrich —Ulrich que cree en la ciencia, que reflexiona sobre
la estadística— es conducido a la comisaría. Como Musil dice de manera ex-
quisita: “Es capaz de apreciar, incluso en ese instante, el desencanto que la esta-
dística hacía sufrir a su persona, y el método de descripción y medida que el
policía le aplicaba le entusiasmó como un poema de amor inventado por Sa-
tán”. Ulrich se siente extasiado al constatar que “el operador diseca su persona
en elementos insignificantes, irrisorios” y luego, a partir de estos elementos puede
recomponerle, “hacerle de nuevo distinto de los otros y reconocerle por estos
rasgos”. Esta operación, aquí policial, es la operación científica descompuesta en
elementos insignificantes. Es a lo que ha procedido la lingüística, sobre el len-
guaje, y que permitió distinguir el significante del significado en conformidad
con la orientación estoica. Esta descomposición, elemental cuando se efectúa
sobre la mayoría, tiene como efecto la evaporación de lo que durante siglos se
ha llamado la libertad.
Ahí se inscribe, se impone, lo que podría llamarse la ley de Quételet, a la
sombra del cual Musil escribió su gran poema novelesco. “Cuanto mayor es el
número de individuos, dijo Quételet, más se borra la libertad individual y deja
que predomine la serie de hechos generales que dependen de causas según las
cuales crece, existe y se conserva la sociedad”. Se trata de la constatación co-
mún de que usted toma individualmente la decisión que le conviene en rela-
ción a sus vacaciones, y la SNCF es capaz de calcular a grosso modo el número
de viajeros que subirá en sus trenes y añadir vagones suplementarios si hace fal-
ta. Estos cálculos que nos rodean vuelven al individuo ínfimo y le prescriben
un nuevo tipo de destino, que era desconocido para los griegos, el destino esta-
dístico, que pesa sobre la escritura de Musil con el efecto de hacer desaparecer
lo único y reemplazarlo por lo típico. Es en Musil, cómo se siente subir a lo largo

24
LA ERA DEL HOMBRE SIN CUALIDADES

del siglo XX, “el asombro, el estrago, el lamento de filiación romántica de los
intelectuales, escritores y artistas ante lo que emerge como el hombre de las
masas”, decía Ortega y Gasset. Musil escribe que la influencia creciente de las
masas, de la mayoría vuelve a la humanidad cada vez más mediocre. Hay un
aumento de lo común de la civilización. Se cumple irresistiblemente un ascen-
so en potencia de los valores medios, de los valores medianos y asistiremos a su
triunfo. Es una versión de la muerte del absoluto, el remplazo del absoluto por
la media, es decir, por el cálculo estadístico, de tal manera que Musil puede de-
cir que lo verdadero es suplantado por lo probable.

Lo incomparable
Este es el marco, el contexto en el que surgió el psicoanálisis, que no había-
mos aislado. Lacan decía que la condición del acontecimiento-Freud fue la reina
Victoria. Es una manera gráfica, emblemática de señalar que fue necesario un re-
crudecimiento social de la represión para que se produjera lo que en este contex-
to debemos calificar como una liberación de la palabra. Lo vemos en las pacientes
de Freud, ellas encuentran a Freud y le forman para ser un interlocutor, alguien
que escuche lo que no se puede decir en ningún sitio. Dócil a su deseo de decir,
Freud se conformó poco a poco a esto que, para nosotros, de manera desencanta-
da, constituye la posición del analista, posición por la que lo que está reprimido
puede llegar a decirse de una manera distinta que por el simple retorno de lo re-
primido, puede decirse de manera que se resuelva. Freud preveía que las socieda-
des victorianas se desmoronarían y el psicoanálisis tendría algo que ver en ello.
Anticipaba en su famoso texto de 1910,27 que ya he comentado, una Aufklärung
social, el triunfo de las Luces en la sociedad que haría que lo que no podía decir-
se, mostrarse en los regímenes victorianos, pudiera abrirse paso.
En las sociedades en las que vivimos muchas cosas se han realizado ya en este
sentido. Es por lo que sugiero que el psicoanálisis no sólo ha sido posible o ne-
cesario en relación a la reina Victoria. El psicoanálisis apareció en la época del
hombre sin cualidades y nosotros no hemos salido aún de esa época. Entramos
en ella más que nunca, decididamente. Ninguna Aufklärung nos protege de ello,
ya que el reino del cálculo, al aproximarse con cifras y medidas al campo del
psiquismo, puede encomendarse también al espíritu de las Luces. ¡No hay que
tener prejuicios!

25
LA ORIENTACIÓN LACANIANA

Es sin duda porque la presión de la mayoría, la emergencia del hombre sin


cualidades se ha vuelto insoportable que el psicoanálisis se ha hecho cargo de la
clínica, el arte del uno por uno. Se ha hecho cargo no del uno por uno de la
enumeración, sino de la restitución de lo único en su singularidad, en lo incom-
parable. Es el valor profético, poético, de la recomendación técnica de Freud de
escuchar a cada paciente como si fuera la primera vez, olvidando la experiencia
adquirida, es decir, sin compararle y sin pensar que las palabras que salen de su
boca son empleadas como lo haría otro, incluso el mismo paciente, e instalarse
de esta manera con la experiencia analítica en la extrañeza de lo único.
Esto me parece bastante convincente. Hay en efecto un juego, una correla-
ción, una compensación entre la dominación creciente de la estadística y este
arte singular que ha conocido durante cierto tiempo una expansión universal
en las sociedades que practicaban este cálculo de la mayoría. Alguien como Bion
ha llegado a decir: “Olvídenlo todo de un paciente. Que cada sesión sea como
una primera vez, es decir, una emergencia”.Y, al mismo tiempo, es la misma época,
la de Freud o Quételet, la del hombre sin cualidades, puesto que el psicoanálisis
sólo funciona sobre la base del determinismo más descabellado, esto que Lacan
cristalizó con el significante del sujeto supuesto saber.
La asociación libre, el método que consiste en partir de un enunciado cual-
quiera, como al azar, sólo puede pensarse si en el horizonte está la noción de que
se trata de una asociación determinada. Por tanto, en la operación analítica se cum-
ple la misma volatilización de la libertad individual que en el cálculo estadístico.
La asociación libre aparece estrictamente condicionada. Del lado del analista —es lo
que Lacan veía como el fundamento mismo de la certeza del analista—, se trata
de situar, de demostrar regularidades en el enunciado azaroso —Lacan decía “como
primer impulso”—, del analizante. No serían sólo las leyes de la palabra las que
estarían allí en cuestión, las leyes del significante, sino otras muchas leyes internas
al discurso del paciente que permiten extraer sus constantes y sus leyes propias.

La práctica del cuestionario


Casillas a marcar
Para continuar situando estos elementos que se ordenan con la época, po-
demos poner en correlación el método de la asociación libre con esta práctica
que no conocemos todavía más que en su inicio —pero que está extendiéndo-

26
LA ERA DEL HOMBRE SIN CUALIDADES

se, difundiéndose hasta los entornos de nuestro acto—, la del cuestionario. Quizás
nos queda aún un poco lejos, pero la próxima generación ya se formará en ella.
Yo lo aprendí con cierto espanto en los últimos días del año 2003 al leer la cir-
cular difundida por el Bulletin officiel de l’Education nationale del 11 de diciem-
bre. Gabriel, como el ángel Gabriel, Gabriel Chantelauze, me anunció que entre
el ministerio de Educación nacional y el de Salud habían tomado la decisión
de hacer que los niños de tercero* rellenasen, a partir del regreso a clase, cues-
tionarios de salud mental. Esto no es obra de un impulsivo, está meditado, fun-
dado en el pensamiento de la administración.
Al escuchar, al observar el debate que tuvo lugar en el Senado este lunes me
he alegrado de oír resonar en el hemiciclo —estas tripas de la democracia—,
una voz, la del Sr. Jean-Pierre Sueur senador y catedrático de instituto de gra-
mática que interpeló todo lo que pudo sobre lo desorbitada que podía ser esta
decisión.28 Si esto se hace, las generaciones que vienen serán formadas desde muy
temprano para pensar, para pensarse, en términos de cuestionario. No puedo
juzgar de antemano que el cuestionario será: “¿Estás triste alguna vez?”, y se
marque la casilla: nunca, raramente, un poco, a menudo, mucho, siempre.
La práctica del cuestionario tiene, sin duda, bases extremadamente com-
plejas. Con el barullo actual no he tenido tiempo de remontarme al nacimiento
del cuestionario, a la manera en la que tomó forma. Él cuestionario supone
interrogar al sujeto, darle la palabra, solicitarle, es decir, un movimiento opuesto
al de una medicina que prescinde cada vez más de la palabra del sujeto. Al me-
nos formalmente tiene alguna relación con el psicoanálisis. Se le dice “Hable”
o, más bien, “Escriba”. Se le invita a responder, pero cuando lo hace queda in-
sertado en un aparato de escritura, en un dispositivo que hace que su respuesta
sea necesariamente comparable con la de otro, ya sea la misma, diferente, esté
en la media… Esto servirá para saber que el 40 por ciento de los alumnos están
tristes de vez en cuando. El resultado o la ineptitud del resultado no es lo que
importa. Por el sólo hecho de situar al sujeto en un dispositivo de escritura,
se le priva de lo que tiene de único. Si rasga la hoja, si no responde, entrará en
el porcentaje de los rebeldes. Hay allí algo que no tiene exterior.
Llegará el momento quizás en que se quemen los cuestionarios y con ellos
la escuela, y se negarán a imprimir cuestionarios con casillas, porque estas pe-
* Cuarto curso del bachillerato francés. (N. de T.)

27
LA ORIENTACIÓN LACANIANA

queñas casillas a rellenar se vengarán de nosotros. No de nosotros sino de aque-


llos que vendrán.Vemos cómo se ha comenzado a utilizar este instrumento, antes
no se marcaban casillas, pero se constató que resultaba muy cómodo para obte-
ner respuestas calibradas, sin retórica. Este instrumento comporta que en la exis-
tencia, todo es cuestión de más o menos, y que este más o menos no viene dado
en un continuum sino en unidades discretas. Se compone una cadena significante
de ceros y unos, una cadena significante binaria propiamente digital. Entonces
entran en el cálculo estadístico, un cálculo de medias. No hay nada que expli-
que mejor la prevalencia de la media que la casilla vacía en la que tienen que
poner su huella en forma de rasgo, este rasgo que Lacan ubicó como marca pre-
histórica del animal abatido. ¡El animal abatido es usted!

El behaviorismo
Entre los promotores de esta era, tenemos que situar en un lugar impor-
tante a Watson el creador del behaviorism, el “comportamentalisme” en fran-
cés.* Durante mucho tiempo sólo se dijo la palabra en inglés para poner de
relieve que “¡para nosotros no es importante!”, pero he retomado los textos
originales de Watson, la introducción a la segunda edición de su obra
Behaviorism.29 Él dice allí con todas las letras: “Si como psicólogo quiere se-
guir siendo científico, debe describir —¿qué quiere decir?— el comportamien-
to del hombre en términos que no son diferentes de los que utilizaría para
describir el comportamiento del buey que va a degollar”. Pueden ver que
incluso cuando me dejo llevar tengo referencias.
El cuestionario, que entraña una cadena significante, que les convierte en ca-
dena significante, es también la encarnación, la materialización de un lenguaje
que quiere ser unívoco. De ahí el cuidado con el que se establece el cuestiona-
rio para que pierda toda ambigüedad: la estandarización opera sobre el lengua-
je mismo y podemos ver que, de manera binaria, la práctica del cuestionario se
opone término a término a la práctica analítica, la cual, por el contrario, inten-
sifica la ambigüedad. El arte del análisis reside en que, en el contexto de la se-
sión analítica, cada palabra entrañe múltiples significaciones, que el analista tenga
como disciplina saber que no sabe lo que el paciente dice, que tiene que aprender
su lengua, el uso único que éste hace de ella. Esto sólo es posible a condición
* En castellano, “conductismo”. (N. de T.)

28
LA ERA DEL HOMBRE SIN CUALIDADES

de que ustedes mismos tengan en relación a su propio dicho, una posición de


extranjeridad. La elaboración del cuestionario apunta por el contrario, a hacer
con la lengua corriente un metalenguaje unívoco. Evidentemente todas las pre-
guntas son allí infinitas, por ello se hacen ediciones de cuestionarios. El señor
X critica el cuestionario del señor Y porque la pregunta es siempre tendencio-
sa, nunca es lo suficientemente unívoca. Si la práctica del cuestionario se extiende
hasta la infancia acabará por tener un efecto de estandarización de la lengua, que
es inducido cada día por el manejo de las máquinas. Para lograr que haga lo que
quieren, es necesario que hablen su lenguaje con ella. En el cuestionario se tra-
ta de esto: el operador le obliga a hablar su lengua.
En el análisis, no saber qué quiere decir algo produce un efecto de sujeto su-
puesto saber, mientras que su palabra queda referida a sí misma. Si hay
determinismo, es un determinismo de lo único. Mientras que aquí el sujeto no
está supuesto, es el saber en persona quien se presenta. Se podría hablar de la
acción de rellenar casillas como del ritual que impone lo sagrado del saber, a
quien aportan lo que les pide. Acepta reducirse a una combinatoria de peque-
ñas marcas y devienen “el hombre sin cualidades”. Todas sus cualidades se in-
troducen en casillas y, a partir de ellas, les pueden componer. No hay mejor
representación del sujeto barrado de Lacan que la casilla que se marca, que no
es más que una variable. Cuando rellenan el cuestionario, declaran que sólo son
una variable del cuestionario.
Podemos discutir la referencia etológica que fue la primera referencia del
conductismo y que pueden ver por ejemplo en el “buey que se va a degollar”.
Un día tendré que ilustrar el emblema del conductismo: The ox that you slaughter.
Sólo conocía de la obra de Watson este libro, pero quizás se podría averiguar qué
relación tenía con la matanza.
El previó la resistencia, la indignación.Y replicó a ellas de una manera que no
resulta antipática, en la que se ve el parentesco de época con Freud, que el
behaviorismo, como el psicoanálisis, son las disciplinas que han aportado la
desidealización a la era del hombre sin cualidades. La imagen sanguinolenta par-
ticipa de este gran movimiento de desidealización del que el psicoanálisis forma
parte y del que se le ha reprochado apartarse al sublimar el lenguaje. Pero en las
terapias —el conductismo, el cognitivismo y aquellas terapias derivadas de ellos—,
el modelo no es el animal, sino más bien la máquina, el objeto máquina.

29
LA ORIENTACIÓN LACANIANA

3. El ideal de salud mental


Saturación
A cierto número de objetos, considerados inútiles, se les ha calificado como
gadgets. Son objetos nacidos de la industria, que incorporan el cálculo. Quiero
poner en evidencia la relación del sujeto con unos objetos que comportan una
incorporación simbólica. Esto no es decir mucho. Se trata de objetos nacidos
de lo simbólico. Los objetos nacidos de lo simbólico, que son objetos construi-
dos, deducidos, calculados, producidos masivamente, como mínimo en nume-
rosos ejemplares, es un nuevo género de real que apareció con la revolución
industrial, un real que es el producto de la medida y de la cifra —no de un sa-
ber hacer. Son subproductos del discurso científico y se fundamentan en el tra-
bajo de la cifra. Es a lo que Lacan apuntaba en determinado momento de su
enseñanza cuando evocaba la invasión de la vida por lo real, y decía que este
real se nos ha vuelto, según su expresión, extremadamente incómodo.
Se trata de atrapar el malestar en la civilización de una manera distinta que
Freud, es decir, no a partir de la represión, de la incomodidad en que se encon-
trarían las pulsiones debido a la represión. Es atrapar este malestar en la civiliza-
ción a partir de lo que domina el discurso científico, que tiene la propiedad de
incrementar lo real de una manera muy especial. Lacan lo dijo en una confe-
rencia en Italia, tomando como ejemplo la mesa misma del conferenciante:“Esta
mesa es algo que tiene una insistencia distinta que la que haya podido tener nunca
en la vida anterior de los hombres”. No es gran cosa pero se trata ya de un ob-
jeto que no puede ser construido por la mano del hombre, no tiene que ver con
un saber hacer. A través de ciertas mediaciones es hijo de la cifra y la medida.
Es un aparato y el aparato reemplaza a la cosa. No se trata ahí de la represión
que incomoda, se trata de la máquina en tanto que reconfigura el mundo y tie-
ne un efecto de invasión y de acumulación.
El psicoanálisis compensa. Lacan evocaba al mismo psicoanálisis como una
respuesta a esta saturación de lo real, como un medio para sobrevivir a ello.
Esto le parecía fundar la necesidad de analistas. La necesidad no implica la
probabilidad sino que indica, a pesar de todo, otra manera de considerar los
callejones sin salida de la civilización: para seguir siendo analista, es necesa-
rio comenzar por sustraerse a devenir este género de objeto, atrapado en la
medida y la cifra.

30
LA ERA DEL HOMBRE SIN CUALIDADES

No nos piden gran cosa: “Háganos la lista” ¡Sólo eso! Pero lo que viene con esta
demanda es la invitación y, al mismo tiempo la promesa:“Conviértanse en máquinas. Serán
como máquinas”. Se promete, por ejemplo, que se les podrá reparar, reprogramar, se podrá
tocar el programa. ¡Así se introduce la gran promesa! Estamos con los bancos de órga-
nos pero ya se evoca, para cuando se sepa producirlos, los supermercados de órganos. Esto
estará en los expositores. Lo he visto representado no en utopías sino en proyecciones.
¿Qué se necesita para que en efecto se llegue a que, dando un paseo, se pueda ir y pre-
guntar: “¿cuánto cuesta este hígado?”. ¡Será el suyo! Se irán con él y todo esto se hará
felizmente.Todo lo que gira alrededor de la clonación gira alrededor del ideal máquina.
Para que esto se lleve a cabo es preciso haber sido reducido primero al estado de hom-
bre sin cualidades, hay que empezar por marcar las casillas. Cuando Lacan señala que este
real es incómodo, incluso insoportable, se trata de la definición misma de lo real como
imposible de soportar. Es la definición que Lacan daba de la clínica: “Lo real como lo
imposible de soportar”. En cierta manera, la clínica está por todas partes y como lo real
es cada vez más difícil de soportar asistimos a la promoción de la salud mental.

Adaptación
Hay ahí también una historia, una arqueología que hacer, pero tendrá que
esperar hasta días más serenos. Antes de buscar su arqueología captemos la lógi-
ca en juego. La salud mental es el ideal de un sujeto para el que lo real cesaría
de ser insoportable. Cuando se parte de esto no se encuentran más que trastor-
nos mentales, disfuncionamientos. Es preciso que la lengua, la nuestra, no se deje
ganar por el sintagma de trastorno mental. El concepto de trastorno mental lleva
implícito el concepto de salud mental, y ha deshecho las soberbias entidades
nosológicas heredadas de la clínica clásica. El trastorno mental es una unidad,
es algo que puede cernirse, ubicarse con el método de las casillas.
No es absurdo, tuve la ocasión de señalar de pasada que el concepto
lacaniano de sinthoma respondía a la misma exigencia de pasar por debajo
de las construcciones nosológicas para aislar unidades discretas de funcio-
namiento. El sinthoma es el trastorno mental considerado en tanto que se
extrae de él goce. Es más bien esto lo que les permite soportar lo real, lo
que les permite gozar de lo real.
¿Por qué no existía antes este ideal de salud mental? Tampoco existía la OMS.
Hay que interesarse por la OMS, la Organización Mundial de la Salud. Por lo

31
LA ORIENTACIÓN LACANIANA

que he visto de la organización de la salud en Francia, estoy convencido que la


organización mundial de la salud es terrorífica. En ella se busca la respuesta uni-
versal al malestar en la civilización. ¿Por qué no había antes esta promoción de
la salud mental? Porque se pensaba que el mundo estaba hecho a medida del
hombre y que, por tanto, la relación era naturalmente armónica. En la actuali-
dad la armonía hace reír. Hay Ersätze: las personas escapan para buscar una pe-
queña zona de armonía, respirar aire puro, no ver a sus congéneres, estar en la
naturaleza, en lo que queda de ella, pero el concepto que ha suplantado al de
armonía, que dominó el imaginario durante siglos, es el de adaptación.
Esto lo dice todo: hay que adaptarse. Por otra parte es el único criterio de la
salud mental y Heinz Hartmann lo quiso introducir rápidamente en psicoaná-
lisis porque era muy astuto. Hizo una monografía sobre la adaptación, que fue
uno de sus primeros escritos.30 La adaptación traduce precisamente el hecho de
que tenemos que vivir en un mundo que ya no está hecho para el hombre, en
la medida misma en que está cada vez más hecho por el hombre. Lacan pudo
decir: “Las personas son devoradas por lo real”. Podríamos pensar esta pequeña
casilla a marcar como una boca que les va a comer.

Un real de semblante
Lo real al que nos referimos aquí, ¿es lo real? Es un real en la medida en que
es imposible. Lacan dice. “Es lo real al que las personas pueden acceder”. Son
capaces de acceder a este real que han producido a partir del cálculo y la cifra, y
a partir de ello se hacen una vida infernal. Es un real “materializado” —Lacan
emplea este adjetivo. Es preciso comprender de qué materialismo se trata. Este
materialismo es también un artificialismo. Es lo que animaba la política discreta
de Lacan con Lévi-Strauss, que creía que la combinatoria de la estructura tal
como él la utilizaba, por ejemplo en relación con el pensamiento salvaje, que
esta combinatoria hecha de una complejización de relaciones binarias, reflejaba
la estructura del cerebro —él había escandalizado en su momento con esta con-
clusión—, e incluso reflejaba la estructura de la materia de la que era como un
doblete. Esto no es un materialismo artificialista, un materialismo estilo siglo
XVIII sino un materialismo primario.
Lacan oponía a esto argumentos que extraía del mismo Lévi-Strauss: no hay
sólo el mundo y la materia tal cuales, hay también el lugar donde las cosas se

32
LA ERA DEL HOMBRE SIN CUALIDADES

dicen, que él llamaba la escena. Es preciso que el mundo suba a la escena y allí
quede apresado en una estructura distinta. Es lo que Lacan llamó el gran Otro.
El lugar del Otro es el lugar donde, cualesquiera que sean la estructura de la
materia, las leyes de la física e incluso de la estadística social, esto viene a decir-
se. Es sin duda por lo que, por otra parte, hay tantas referencias al teatro en la
obra de Lacan. El teatro es como el redoblamiento de la escena a la que el mundo
debe subir. El lenguaje impide reducir el mundo a la inmanencia. Por el hecho
del lenguaje la inmanencia es trabajada por la trascendencia, que es un efecto
del lenguaje. Esto es lo que traduce el grafo de Lacan en dos pisos: hay un más
allá del funcionamiento mismo del lenguaje, un efecto de trascendencia.31 Si se
separa el efecto de trascendencia, se obtiene la instancia de Dios Padre, se le
imagina como anterior y creador, mientras que para Freud y Lacan, Dios no es
creador, sino creado, creado por el lenguaje.Y si existe es como mucho con una
ex-sistencia, con una subsistencia a partir del lenguaje.
El mundo es reconfigurado por la escena según las leyes del significante. Se
trata de leyes propias, las del significante, distintas de las leyes físicas o estadísti-
cas. Lacan podía utilizar los mismos ejemplos de Lévi-Strauss. Hay el calenda-
rio cronológico pero ciertas fechas están cargadas de significación. Si dicen el 2
de diciembre, el 18 de junio, al menos en determinado contexto cultural, estas
fechas señalan, responden a otras funciones que tienen otra presencia, una ins-
tancia distinta que una fecha puramente cronológica.
Se puede ver al menos la imaginarización que se apodera de la cosa tal cual
es, pero un paso más allá la misma ciencia, a medida que opera sobre una rea-
lidad, la hace desaparecer. Lacan tomaba a partir del lenguaje, el ejemplo de
los elefantes en su Seminario I. La explicación científica de que sea lo que sea
no deja como residuo de aquello que se trata más que una combinatoria de
elementos significantes, volatiliza todo lo que podría de entrada engancharles
en la investigación y la sustancia misma de la cosa. La explicación del cientí-
fico hace desaparecer la causa para reemplazarla por la ley. La ciencia reem-
plaza la causa por el significante y conduce a la creación de semblantes. Lo que
prueba su eficacia es que pueda reproducir. Hay un efecto de reproducción
interno a la operación científica. Tal vez pueda decirse que este real que inva-
de y que no es lo real, que es tanto más opresivo e insoportable en tanto que
es un real de semblante.

33
LA ORIENTACIÓN LACANIANA

Afirmación de sí
Vamos a parar a que no tienen el mismo régimen el significante, que es
universalizable, reproducible, desmontable, que pertenece en último análisis al
semblante, y el pequeño a, que no es universalizable sino que, por el contrario,
está marcado por la singularidad del encuentro. De ahí lo imposible de lo que
se escribe como S2 dominando al pequeño a y que constituye la línea superior
del discurso de la universidad, según Lacan, la imposible ambición de que el saber
domine al goce. Hay un amo escondido que es la decisión misma de instaurar
al significante como amo.
El resultado de la operación, y el resultado que se espera de este dominio del
goce por el saber, está encarnado en todos estos cuestionarios de salud mental.
No se trata de otra cosa que de dominar las turbaciones, las emociones, la sin-
gularidad de la experiencia, con un pequeño aparatito de saber ultrarreducido,
y cuyo producto es transformarle en un hombre sin cualidades, en un hombre
cuantitativo, esperando reunirles, pero eso es imposible, con el significante-amo.
¿Cuál es la clave de todas las terapias cognitivo-conductuales? Es algo que
se llama la afirmación de sí. Se tome por el bies que se tome, el elemento
de atracción de todas las terapias cognitivo-conductuales es la afirmación de
sí. Una vez que se ha hecho de usted un hombre sin cualidades se le con-
vierte en amo de sí mismo. La promesa llega lejos. Se le promete un poder
ilimitado sobre sí mismo.
Hay técnicas para eso. Me refiero a un manual que va por su tercera edición32
y está especialmente dirigido a personas que son víctimas de trastornos de las
competencias sociales. ¿Hay personas que no padezcan perturbaciones de sus
competencias sociales? Esto puede ir hasta los grandes tímidos; el problema es
que con los grandes tímidos es muy difícil hacer terapia de grupo.Voy a expli-
carles los principios, que sólo sirven si soportan la vida de grupo: “A menudo
se debe hacer preceder los grupos de afirmación por una fase de terapia de grupo.
Cunghi (1996) ha desarrollado un programa de terapia en un libro que propo-
ne una serie de ejercicios prácticos. Este método está en curso de evaluación”.
Este es el núcleo de las técnicas de afirmación de sí: “Las técnicas de afirma-
ción de sí preparan al sujeto a afrontar las situaciones sociales difíciles, tienen sus
raíces en una concepción democrática de las relaciones humanas y pueden
resumirse en siete mensajes principales”. Es preciso repetirlos con insistencia, a

34
LA ERA DEL HOMBRE SIN CUALIDADES

menudo, para recondicionarse y asegurarse. La autoterapia es una parte bastan-


te importante de lo que se puede aprender.“Primero, sea respetuoso con los otros.
Segundo, afirme sus derechos”. ¡Lo hacemos, señor! “En tercer lugar, no espere
ser amado siempre por los demás”. Yo lo he intentado y no lo he conseguido.
“Cuarto, tenga una imagen positiva de sí mismo. Quinto, luche contra la de-
presión activamente”. ¡No lo habían pensado! “Sexto, afronten a los otros. Sép-
timo, el fracaso importa poco, lo importante es afirmarse”.
He aquí un esfuerzo sensacional para colmar el abismo entre S/ y S1.

III. UNA CONSCIENCIA DE SÍ


La autoevaluación
Me he molestado en mirar el Bulletin número 38, del pasado noviembre, del
Comité nacional de Evaluación de las universidades33 (CNE), fundado y presi-
dido de entrada por Laurent Schwartz, y que tiene que hacer frente a la consti-
tución del espacio europeo en la enseñanza superior. Se trata de hacer de las
colectividades de enseñanza superior —y se puede generalizar a todas las co-
lectividades que trabajan, en los establecimientos, en los centros de cuidados—
sujetos autónomos definidos como sujetos responsables en el sentido de que se
comprometen a realizar una tarea y son capaces de responder a estos compro-
misos. Se trata de un esfuerzo, a través de la evaluación, para transformar en su-
jeto de lo colectivo. Ser responsables es ser capaz de responder ante un Otro. La
paradoja es que el hecho de convertir estos colectivos en sujetos y asignarles una
autonomía responsable, hace al mismo tiempo emerger un Otro cada vez más
exigente, que es su partenaire. Cito una frase de esta literatura un poco ingrata:
“En la perspectiva de una autonomía creciente, el número de partenaires a los
que conviene suministrar información fiable aumenta”.
He aquí un Otro, el Otro al que es preciso informar, al que es necesario trans-
mitir el saber, que está en constante inflación. Es un Otro que no sólo exige que se
haga, se opere, sino también que se demuestre. Se debe demostrar que se asumen las
responsabilidades, que se respetan los compromisos, y esto se debe conseguir con el
menor coste posible. Es un espacio en que los colectivos son sujetos que tienen
continuamente que demostrar bajo la mirada del Otro que se les puede tener con-
fianza, es decir, hay que demostrar para dar confianza. Ellos lo llaman “la lógica de la
demostración”. Éste me parece el núcleo de lo que se percibe en la evaluación, que

35
LA ORIENTACIÓN LACANIANA

es el paso que sigue al que acabo de evocar. Los dos polos son la demostración y la
confianza, lo que sólo puede querer decir que estos colectivos-sujetos tienen rela-
ción con un Otro que es desconfiado por estructura, ante el que es preciso exonerarse
permanentemente, justificarse sin cesar por existir y funcionar.
El discurso de Laurent Schwartz del 10 de mayo de 1985 para la toma de
posesión del Comité nacional de Evaluación34 no habla de otra cosa que de
confianza, libertad, coraje, objetividad, transparencia. Asegura que el Comité de
Evaluación no ejerce un control policial. ¡Esto genera confianza! Pone de re-
lieve que para que sus colectivos devengan sujetos, la etapa más importante de
la subjetivación de lo colectivo es la autoevaluación. Leemos allí la recomenda-
ción de que, en un colectivo, se confíe siempre a una instancia específica, que
asegura permanentemente el pilotaje del colectivo.
Esto sólo quiere decir una cosa: se trata de dotar al colectivo de una cons-
ciencia de sí. Esta autoevaluación que se confía a una instancia que, permanen-
temente, pilota al colectivo, sólo puedo conceptualizarla como una consciencia
de sí objetivable en forma de un saber transparente y comunicable al Otro. El
resultado es que toda actividad del colectivo —y esto compete evidentemente
a los elementos individuales— debe doblarse permanentemente con el saber de
la actividad.Tienen una tarea que hacer, cuidados que distribuir, su actividad es-
pecífica en tanto colectivo debe redoblarse con la actividad de elaboración de
saber sobre esta actividad. Es aristotélico. Se trata de crear un alma al colectivo,
dotarlo de un alma. Podría incluso decirse —quizás por esto la evaluación ge-
nera tales entusiasmos religiosos— que esto forma parte del proceso de
conscienciación de la humanidad, en el sentido de Teilhard de Chardin. El co-
lectivo accede a la consciencia a través del proceso de evaluación. En términos
aristotélicos se dota a lo colectivo de un alma. En el horizonte, la autoevaluación
dota al cuerpo de lo colectivo de un alma que lo pilota.

… y su callejón sin salida


Se trata de un modo totalmente inédito de formación de los colectivos.
Conocíamos el modo aislado por Freud en su Massenpsychologie, el de la forma-
ción de la unidad del colectivo a través de la identificación, y en términos de
Lacan, se discute si es al significante-amo o por el bies del objeto a. Aquí se tra-
ta de otra cosa, de intentar dar a lo colectivo su unidad a través del saber, S2. Esto

36
LA ERA DEL HOMBRE SIN CUALIDADES

no se había intentado nunca, todas estas formaciones colectivas, incluida la que


Lacan estudia en “La psiquiatría inglesa y la guerra”, a partir de Rickmann y
Bion pasan por la formación del líder, del uno-de-más.35 Esta función está to-
talmente ausente de todos estos tratados de evaluación porque se trata de obte-
ner la subjetivación de lo colectivo únicamente por el saber, y por un saber
homogéneo. La función del más-uno es estrictamente impensable en este caso.
Esta evaluación, la elaboración del saber de sí de la actividad tiene en sí mis-
ma un coste. Cuesta y sustrae recursos del colectivo donde se implanta, antes
de justificar ella misma su existencia en la relación coste-ganancia. Deben ad-
vertir que el primer efecto de la implantación de la evaluación en un colectivo
es el de desorganizarlo y empobrecerlo, y han de añadir: “La evaluación debe
difundir una cultura económica para que sus ventajas económicas estén identi-
ficadas y sean superiores al coste financiero que engendra”. Si en este panora-
ma de ruinas y pesadillas debe brillar una esperanza, ésta procede del callejón
sin salida intrínseco de esta operación de evaluación. Primero, no es posible
obtener la subjetivación de los colectivos únicamente por el saber. Es un sueño
propiamente burocrático. Segundo, este sueño está desgastado en la práctica por
la paradoja de la evaluación, es decir, por el empobrecimiento inmediato y el
caos que introduce la evaluación bajo el pretexto de introducir el orden.
Es más lúcido constatar, como hizo Lacan, un poco después de su “Psiquia-
tría inglesa y la guerra”, que las reglas de autonomía de la consciencia de sí, in-
cluso traspuestas a lo colectivo, son condenadas por el acontecimiento del
discurso sobre el saber.36 El imperio del saber se contradice con este sueño re-
manente de la autonomía de la consciencia de sí. La evaluación no hace más que
traducir este sueño de autonomía, él mismo debilitado por la época en que es-
tamos, la de un saber, por el contrario, anónimo e impersonal. Se trata de un
esfuerzo desesperado para restituir una consciencia de sí a lo colectivo, cuando
le es imposible emerger en el reino del saber.

Notas
1. F. Petrarca, Invectives, Jerôme Millon, París, 2003, p. 45. Existe una traducción
al castellano: Invectivas o reprehensiones contra el médico rudo y parlero, Edizioni di
Nicolo, Messina, 2000.
2. Ibíd., p. 7.

37
LA ORIENTACIÓN LACANIANA

3. Ibíd., pp. 7-8.


4. R. Musil, L’Homme sans qualités, Seuil, co. “Points poche”, París, 1956. Cf. J.
Bouveresse, La voix de l’âme et les chemins de l’esprit. Dix études sur Robert Musil,
Seuil, París, 2001. Existe traducción al castellano de la obra de Musil: El hombre
sin atributos, Seix Barral, col. Formentor, Madrid, 2004.
5. Cf. A. Rey, Dictionnarie historique de la langue française, Le Robert, París, 2000.
6. Artículo aparecido en Le Monde del domingo lunes 11-12 de enero de 2004
y citado por Phillips Sollers en el Grand Meeting de la Mutualité del 10 de enero
de 2004.
7. Alphonse Bertillon nació en 1853 en el seno de una familia de la que nu-
merosos miembros han sido demógrafos. Hacia 1880, inventa la demografía
judicial, un método de identificación de los criminales fundada en una veintena
de medidas antropométricas que permitía suministrar una descripción única
e infalsificable de una persona. El método que puso a punto tomó el nombre
de bertillonaje. Alphonse Bertillon es contratado en 1879 en la prefectura de
Policía para establecer las fichas signaléticas de los malhechores. Imaginó una
“descripción antropométrica” propia para cada detenido. Esta técnica consis-
te en una enumeración metódica y sistemática de las características físicas in-
variables de un individuo: talla, envergadura, amplitud y longitud de la cabeza,
color del iris, longitud del dedo corazón, del meñique y del pie izquierdo. El
primero de julio de 1887 se creó oficialmente el “servicio de identificación
de los detenidos”, que se confió naturalmente a A. Bertillon. Este método se
impuso muy rápidamente en el mundo: los Estados Unidos lo adoptaron a
partir de 1888, seguidos por más de cincuenta países en el curso de la década
siguiente. Este método se completó rápidamente con “la fotografía
antropométrica” constituida con clichés de cara y de perfil de los detenidos
tomados en rigurosas condiciones (aparato y asiento fijo, iluminación cons-
tante). Este eficaz método se reemplazará sin embargo, a comienzo del siglo
XX, por las huellas digitales, de manejo más fácil y con un coste menos one-
roso. Hacia 1914, poco antes de su muerte, Alphonse Bertillon sugirió a los
artistas que pusieran sus huellas en su trabajo a fin de evitar el fraude. Sobre
este tema apareció un artículo en Le Matin con el título “Bertillonaje, ya no
se falsificarán obras de arte”, en el cual cierto número de artistas célebres como
Rodin declaraban ser favorables a este sistema.

38
LA ERA DEL HOMBRE SIN CUALIDADES

8. http://www.prefecture-police.interieur.gouv.fr/documentation/reportages/
liaisons76/p20.pdf.
9. Cf. lección del 10 de diciembre de 2003, publicada en J.-A. Miller y J.-C.
Milner, Voulez-vous être évalué? París, Grasset, 2004. Existe traducción al castella-
no: ¿Quiere usted ser evaluado?, Miguel Gómez Editores, Málaga, 2004.
10. Cf. el informe del INSERM sobre Le dépistage des troubles mentaux chez les
enfants et les adolescents, publicado en diciembre de 2002, una síntesis de este in-
forme está disponible en el sitio del INSERM desde comienzos de 2003.
11. Cf. U. Beck, La société du risque. Sur la voie d’une autre modernité, París, Aubier,
2001. Existe traducción al castellano: La sociedad del riesgo. Hacia una nueva mo-
dernidad, Siglo XXI de España editores, Madrid, 2002.
12. Cf. P. Bauby, L’état stratège, París, Les Éditions ouvrières, coll. Portes ouvertes, 1991.
13. Cf. J.-A., Miller, “La ironíe des Lumières”, dossier “Théâtre Hébertot,
10.11.2003: La question des Lumières”, en La règle du jeu 24, enero de 2004.
14. Cf. T. R. Malthus, Essai sur le principe de population (1798), París, Garnier-
Flammarion, 1992. Existe traducción al castellano: Primer ensayo sobre la pobla-
ción, Alianza Editorial, Madrid, 2000.
15. Cf. J. Lacan,“Les complexes familiaux dans la formation de l’individu” (1938),
Autres écrits, París, 2001, pp. 23-84. Texto publicado por primera vez en el tomo
VIII de L’encyclopédie française. Existe traducción al castellano: La familia,
Argonauta, Barcelona, 1978.
16. Cf. J. Lacan, Le Séminaire, Livre XX: Encore, París, Seuil, 1973. Existe traduc-
ción al castellano: Seminario XX: Aún, Paidós, Buenos Aires, 1992.
17. Cf. L. Chevalier, Classes laborieuses et classes dangereuses, à Paris, pendant la première
moitié du XIXe siècle, Plon, coll. “Civilisation d’hier et d’aujourd’hui”, 1958.
18. Cf. A. Parent-Duchâtelet, La prostitution à Paris au XIXe siècle, París, Seuil, 1981.
19. Cf. J. Lacan, “L’étourdit” (1973), Autres écrits, op. cit. p. 460.
20. Cf. A.-M. Guerry, Essai sur la statistique morale de la France, París, Crochard, 1853.
21. Cf. M.W. Drobisch, Die Moralische Statistik und die Menschliche Willensfreiheit,
Leipzig, L.Voss, 1867.
22. E. Durkheim, Le suicide, París, PUF, Quadrige, 2002. Traducción al castella-
no: El suicidio, Losada, Madrid, 2004.
23. Cf. lección del 10 de diciembre de 2003, publicada en Voulez-vous être évalué?,
op. cit.

39
LA ORIENTACIÓN LACANIANA

24. Lambert-Adolphe Quételet (Gante 1796-Bruselas 1874) estudió astronomía


en el Observatorio de París y teoría de las probabilidades con Laplace. En Sur
l’homme et le développement de ses facultés ou Essai d’une physique sociale (1835),
Quételet presenta su concepción del hombre medio como valor central alre-
dedor del que se agrupaban las medidas de una característica humana que sigue
una curva normal. Influido por Pierre Laplace y Joseph Fourier, Quételet fue
el primero en utilizar la curva normal de otra forma que como repartición de
errores. Sus estudios sobre la consistencia numérica de los crímenes suscitaron
una larga discusión entre libertad y determinismo social. Agrupó y analizó, para
su gobierno, las estadísticas sobre el crimen, la mortalidad, y aportó mejoras en
las toma de decisiones sobre las sanciones. Su trabajo suscitó una gran contro-
versia entre los sociólogos del siglo XIX. En el Observatorio de Bruselas, que
establece en 1833 a petición del gobierno belga, trabajó sobre datos estadísti-
cos, geofísicos y meteorológicos, estudió las lluvias de meteoros y estableció
métodos de comparación y evaluación de datos. Quételet organizó la primera
conferencia internacional de estadística en 1853. La medida de obesidad utili-
zada internacionalmente es el índice de Quételet:
QI = (peso en kilogramos)/(altura en metros)2
Si QI > 30, entonces una persona es oficialmente obesa.
25. Cf. los boletines de la Agencia Lacaniana de Prensa, La guerra de los palotinos,
especialmente el número 10, del 20 de enero de 2004 (sitio: www.forumpsy.org).
26. Podemos remitirnos especialmente al texto de J.-A. Miller “Psychanalyse pure,
psychanalyse appliquée à la thérapeutique et psychotérapie”, La cause freudienne
48, París, diffusion Seuil, 2001, pp. 7-35. Existe traducción al castellano: “Psico-
análisis puro, psicoanálisis aplicado y psicoterapia”, Freudiana 32, Barcelona, 2001.
27. Cf. nota de Pontalis.
28. Cf. S. Freud, “Les chances d’avenir de la thérapie psychanalytque” (1910),
Oeuvres complètes, París, PUF, 1993, pp. 63-73. En castellano: “Las perspectivas
futuras de la terapia analítica”, O. C., vol. XI, op. cit. Este texto ha sido comen-
tado por J.-A. Miller en L’orientation lacanienne III, 4, “Refléxions sur le moment
présent”, lección del 6 de febrero de 2002.
29. Debate del Senado del lunes 19 de enero de 2004 sobre la enmienda Accoyer-
Giraud-Mattei, cuya transcripción se puede leer en el sitio del Senado.
30. J. B. Watson, Behaviorism, traducción francesa, Le behaviorisme, París, Éd. du

40
LA ERA DEL HOMBRE SIN CUALIDADES

Centre d’études et de promotion de la lecture, 1972. Existe traducción al caste-


llano: El conductismo, Paidós, Buenos Aires, 1976.
31. Cf. H. Hartmann, La psychologie du moi et le problème de l’adaptation, París, PUF,
1968. Existe traducción al castellano: La psicología del yo y el problema de la adap-
tación, Paidós, Buenos Aires, 1987.
32. Cf. J.-A. Miller, L’orientation lacanienne II (1997-98), lección del 28 de enero
de 1998.
33. J. Cottraux, Les thérapies comportementales et cognitives, París, Mason, 1998. Existe
traducción al castellano: Las terapias comportamentales y cognitivas, Masson, Barce-
lona, 1991.
34. Cf. http://www.cne-evaluation.fr/WCNEpdf/bulletin38.pdf. Se puede ac-
ceder a este discurso en el sitio del CNE.
35. Cf. J. Lacan, “La psychiatrie anglaise et la guerre” (1947), Autres écrits, op. cit.,
p. 107. Existe traducción al castellano: “La psiquiatría inglesa y la guerra”, Uno
por Uno 40, Barcelona, 1994.
36. No hemos encontrado la referencia exacta. Puede ser que J.-A. Miller se
refiera al “Discours de Rome” (1953), Autres écrits, op. cit., p. 158 y siguientes.

Traducción de Margarita Álvarez

jam@lacanian.net

41
42
Freudiana 45, 2005, pp. 43-46

Manuel Fernández Blanco


EL DERECHO AL PSICOANÁLISIS*

Es para mí un motivo de especial satisfacción asistir a la I Jornada sobre La


Clínica del CPCT, coincidiendo con el primer año de su puesta en marcha. Co-
nozco bien todos los pasos que llevaron a la materialización de este proyecto.Yo
formaba parte del Consejo de la ELP que, bajo la presidencia de Vicente Palome-
ra, y contando con el empuje de Elvira Guilañá, como directora del proyecto, hizo
posible la existencia de un Centro de Psicoanálisis Aplicado de vocación pública,
así como de la Fundación para la Clínica Psicoanalítica de Orientación Lacaniana
(FCPOL) que es su soporte institucional, como lo será de los futuros centros que
la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis está promoviendo en Madrid y en Bilbao.
¿Por qué esta política de promoción de Centros de Psicoanálisis Aplicado?
Porque queremos hacer posible el encuentro con un psicoanalista para todos aque-
llos que puedan beneficiarse de esta posibilidad, sin que la dificultad económica,
o de otro tipo, para hacer un tratamiento a nivel privado, suponga un obstáculo
para nadie. Esta iniciativa supone defender, en acto, el psicoanálisis como un de-
recho ciudadano, como una alternativa frente al sufrimiento más intimo de cada
uno. Consideramos que el encuentro con un psicoanalista es algo demasiado va-
lioso como para que sólo sea posible para algunos. Sabemos de la eficacia tera-
péutica de nuestras intervenciones, y de la rapidez de las mismas, incluso en aquellos
casos donde llevar un psicoanálisis hasta su final lógico sería imposible.
* Los trabajos recopilados en esta sección La Escuela Hoy, fueron expuestos en la 1ª Jornada “La
clínica del CPCT” —Síntomas actuales, deslocalización y exclusión social, angustia y urgencia subjeti-
va— que tuvo lugar en Barcelona el día 7 de Octubre de 2005, con motivo del primer año de
funcionamiento del Centro Psicoanalítico de Consultas y Tratamiento (CPCT).

43
LA ESCUELA HOY

El psicoanálisis no da una respuesta estándar frente al sufrimiento psíquico, ni


se orienta en su práctica por ningún ideal de adaptación preestablecido. En algu-
nos casos se puede ir bastante lejos con un paciente, en otros tenemos que limi-
tarnos a la intervención posible cuando, como dice Jacques-Alain Miller, un
psicoanálisis en sentido estricto es imposible. Así,“en un caso se aflojan las identi-
ficaciones ideales cuyas exigencias asedian a un sujeto. En el caso en el que el yo
sea débil, se intenta extraer de los dichos de un sujeto algo con lo que consolidar
una organización viable. Si el sentido está bloqueado, se intenta articularlo, hacer-
lo fluido, introducirlo en una dialéctica. Si el sentido se desliza sin detenerse en
ninguna significación substancial, se intentan instalar puntos de detención, pun-
tos de capitón, como solemos decir, que darán al sujeto un armazón de sostén”.1
Sabemos que permitir la posibilidad de hacer la experiencia del inconscien-
te a un sujeto, para encontrar la lógica de sus decisiones y de su posición en la
vida, es lo que abre a la posibilidad de salir de la repetición de lo peor. Por eso,
el psicoanalista lacaniano es un psicoanalista disponible. Está tan disponible que
hace algo muy raro en la sociedad contemporánea: acepta trabajar gratis. Acep-
ta proyectarse más allá de su consulta privada para, por su acto, sostener en la
ciudad el derecho al psicoanálisis.
La creación de instituciones de Psicoanálisis Aplicado es una de nuestras prio-
ridades, con el objetivo de hacer valer la utilidad social de psicoanálisis. Este obje-
tivo anima al Campo Freudiano en todo el mundo a sostener dispositivos
asistenciales de vocación pública. Sucede, por ejemplo, en Buenos Aires, o en Pa-
rís con el CPCT de la rue Chabrol, que inspiró la experiencia del CPCT de Bar-
celona, y en otros lugares. En España, como antecedentes, tenemos la Clínica del
Campo Freudiano en La Coruña, y la Red Asistencial que puso en marcha la ELP,
en Madrid, para atender a los afectados por los atentados del 11-M. En todos es-
tos casos, los psicoanalistas no nos encerramos en nuestras consultas y abrimos
espacios públicos para la escucha del sujeto del trauma o del malestar.
En esta política de defensa de “La utilidad pública del psicoanálisis”, uti-
lizando el título de nuestras próximas jornadas de la ELP, que se desarrolla-
rán en esta misma ciudad el 26 y 27 de noviembre próximos, el CPCT de
Barcelona es nuestro buque insignia. Hoy, tras su primer año de funciona-
miento, nos reunimos para hacer análisis de esta experiencia. Que la haya,
ya es a resaltar, pues el CPCT de Barcelona es el nombre de una apuesta de

44
EL DERECHO AL PSICOANÁLISIS

toda la Escuela, pero que la haya no basta, y es por eso que hoy estamos aquí
para analizarla.
En todo análisis, el factor cuantitativo es fundamental: es en RSI donde Lacan
dice que el número tiene que ver con lo real. Escucharemos los datos, sabiendo
que no se evalúa el CPCT como una empresa, o sea, mediante una cuenta de re-
sultados y su traslación en beneficios. En el CPCT los beneficios son claros, pero
son de otro orden. Primero están los beneficios para los analistas: un dispositivo
que altera el convencional del gabinete privado del analista, obliga a manejarse de
forma diferente. La ganancia de saber es incuestionable. Está, además, el beneficio
del lazo social intra-nos, la posibilidad de reforzar la affectio societatis entre aquellos
que han querido poner su tiempo y saber a disposición de esta causa.
Pero fundamentalmente está la demostración para toda la Escuela de que
vosotros queríais lo que decíais desear. Se dio un paso al frente en su momento,
y después vinieron muchos pasos más, tantos como han sido necesarios para
desplazarse hasta el Centro día a día y sostener esta experiencia ad honorem.
Esta Jornada es la puesta a cielo abierto de lo hecho, pero es también el paso
del anonimato del trabajo realizado a la exposición con nombres y apellidos. Ha-
blaremos de la experiencia, pero, como Presidente de la ELP, lo que más me im-
porta es deciros algo que probablemente sabéis muy bien, pero que no por ello
debe quedar en silencio: la ELP está muy pendiente de vuestra experiencia.
El CPCT de Barcelona no es sólo la apuesta de los colegas de Cataluña, era
y es una prueba para el resto de la Escuela, la prueba de que la experiencia era
y es posible si deseo, inteligencia y trabajo se anudan en el empeño de sacar el
proyecto adelante.
La ciudad de Barcelona, y más genéricamente la comunidad de Cataluña, se
beneficiarán de vuestro trabajo en tanto analistas, pero la Escuela también, por-
que si esta experiencia fracasara, ¿cómo podríamos hacer serie? No digo que fuera
imposible, pero sí digo que sería muy difícil. Resalto el término de serie por-
que de hacer serie se trata, ya que la Escuela y el discurso que la anima, están
llamados a sostenerse allí donde haya analistas que quieran ponerse en cruz frente
al avance de las técnicas de la ingeniería de la conducta, que nunca fueron clí-
nicas y nunca podrán ser éticas.
Decía Santa Teresa que en tiempos de crisis no es bueno hacer mudanza. Sea,
pero los nuestros no son tiempos de crisis sino de acoso por parte del Otro. De

45
LA ESCUELA HOY

acoso, pero no de derribo —aunque bien parece que lo quisieran así—, no de


derribo porque al acoso del Otro, a la intimación del Otro, la Escuela y sus
analistas puede y debe responder con el paso al frente que supone la creación
de Instituciones Analíticas.
El Uno por Uno es el modo en que tenemos de definir la relación al Psico-
análisis, pero los CPCT son los espacios donde la decisión de uno confluye con
la decisión de otro, sumando esfuerzos para multiplicar resultados. En efecto, en
los Centros se suma para multiplicar, pues bien sabemos que Uno más Uno no
dan dos, sino la posibilidad o no de llevar a cabo un proyecto. Por eso digo que
el Uno más Uno es el lado sinérgico del Uno por Uno. Cada analista, Uno por
Uno, aquí, en Barcelona, y en cualquier lugar de España, tomará su decisión y
de ella será responsable.
Pero hay algo más, el CPCT no es sólo un centro de consultas y tratamien-
to, no es sólo un espacio donde “en tiempo real”, como se dice en el díptico de
esta Jornada, se le toma el pulso a las formas que toma el malestar en la actuali-
dad. Este CPCT, y los que vamos a impulsar en otras ciudades, serán el mejor
argumento para hacer valer la formación clínica de los psicoanalistas y los efec-
tos terapéuticos del Psicoanálisis.
Los tiempos han cambiado y por ello hemos de responder, en el ámbito social,
organizados en Instituciones que no puedan ser cuestionadas. Estas Instituciones se
han vuelto necesarias porque para preservar el agalma de la Escuela, o sea, el analista,
hemos de dar algo al Otro: no se preserva la separación sin dar algo a la alienación.
Como Presidente de la ELP, no vengo aquí sino para aprender de lo hecho,
para animar a la prosecución, y para, si me lo permitís, agradeceros a todos vuestro
trabajo en nombre de la Escuela. Agradecimiento especial para la directora del
CPCT, Elvira Guilañá, para el equipo directivo y para todos los que conforman
el equipo asistencial. Todos habéis dado muestras de vuestro buen hacer y de
vuestra generosidad. En nombre del conjunto de la ELP, gracias.

Notas:
1. J.-A. Miller, “Les contre-indications au traitement psychanalytique”, en
Mental 5, 1998, p. 14.

mafeba@arrakis.es

46
Freudiana 45, 2005, pp. 47-48

Enric Berenguer
CURAR POR EL DESEO

Hace poco, cierto profesor de Comunicación, basándose en la boutade de


un hispanista célebre, se regodeaba comparando a Stalin, Hitler y Freud, y defi-
niéndolos como los peores males del Siglo XX. Finalmente, a modo de punti-
lla, decía que el Prozac solucionaba en pocas semanas aquello contra lo que el
psicoanálisis se mostraba impotente.
Es una infamia muy propia de nuestra época poner a la víctima en el mismo
saco que a su agresor. Resulta que Freud, además del inventor del psicoanálisis,
fue un viejo enfermo que tuvo que huir para no sufrir el destino atroz de mi-
llones de judíos europeos. Por otra parte, bajo el régimen de Stalin el psicoaná-
lisis fue prohibido, en beneficio de la versión rusa del conductismo. Sobran
comentarios
En la columna de marras, el agudo profesor decía de paso que Barcelona
compartía con París y con su “querida Buenos Aires” (sic) la fama de ser las ciu-
dades psicoanalíticas por excelencia. Pues bien, gracias: esta fama, compartida con
ciudades tan ilustres en lo que se refiere al pensamiento y a la cultura, nos com-
place enormemente. Como nos complace constatar que las administraciones
barcelonesa y catalana hayan tenido gestos de apoyo para un proyecto como el
del CPCT. Nos gusta pensar que vivimos en un lugar donde los políticos pue-
den ser sensibles a proyectos hechos en nombre del deseo. Sí, de hecho, lo que
aquí nos reúne, en esta celebración del primer año de funcionamiento del CPCT,
es el deseo de Freud, que parece inmortal frente a todas las tentativas de acabar
con él, de matarlo.

47
LA ESCUELA HOY

Por otra parte, en un mundo asolado por la depresión, convertida ya en un


lugar común del hombre contemporáneo, ¿qué es lo que de verdad puede cu-
rar, sino el deseo? Y no ese sucedáneo del deseo que nuestro comunicólogo nos
propone como panacea, deseo en lata que es un pálido y triste reflejo de lo que
está en juego. Sino ese otro deseo que el dispositivo analítico presentifica: aquel
que pasa por el Otro, aunque su finalidad última sea encontrar la buena separa-
ción, aquella que no se basa en el pasaje al acto o en la renuncia.
Nos divirtió enterarnos de que el profesor en cuestión es conocido además
por sus poemas eróticos. Da mucho que pensar que algunos poetas hayan podi-
do perder tanto la fe en la palabra que prefieran las pastillas. Frente a esa derrota
humillante y humillada, impropia de poetas, sostenemos que la palabra es irre-
nunciable. En ella, acompañada del acto justo, se basa el tratamiento que ofre-
cemos en nuestro Centro.
Como Director de la Comunidad de Cataluña de la ELP, celebro que esta
experiencia haya tenido lugar con el apoyo de nuestros miembros y también de
algunos socios de sede. El CPCT es tanto la aportación de la Escuela a la ciu-
dad como un instrumento eficaz para la formación de los analistas.
Por todo ello, muchas gracias a la Dirección del CPCT y a los representan-
tes de la administración que nos han apoyado.

Alocución pronunciada en la 1ª Jornada “La clínica del CPCT” —Síntomas actuales,


deslocalización y exclusión social, angustia y urgencia subjetiva— que tuvo lugar
en Barcelona el día 7 de Octubre de 2005, con motivo del primer año de funcionamien-
to del Centro Psicoanalítico de Consultas y Tratamiento (CPCT).

enricberenguer@gmail.com

48
Freudiana 45, 2005, pp. 49-51

Anna Aromí
SÍNTOMAS ACTUALES

Ocurre que hay profesionales que no quieren escuchar los índices del suje-
to, que se resisten a admitir que enfrente de ellos hay una subjetividad, que el
caso del que se ocupan no se puede reducir a datos y cifras tratables
estadísticamente. No pueden, no quieren, o no saben reconocer esos índices
porque entonces tendrían que hacer algo. Poner algo de su parte.
Así ha empezado el siglo. Con un cambio de paradigma. El mundo ya no
ama las preguntas ni a las gentes que se comprometen con ellas, sólo las acepta
si se presentan en términos de “problema”, de problema matemático, en el sen-
tido de que todo problema debe poder resolverse, debe encontrar su solución.
En el fondo es el colmo de un autoritarismo encubierto, que dice: usted sólo
puede tener un problema si el sistema ya tiene la solución. Si no, no existe.
Este cambio de paradigma, tan claramente explicado por Jean-Claude
Milner, 1 ha traído consigo una nueva figura del amo: los gestores, los
evaluadores. Ellos no son nuevos, lo nuevo es que hoy mandan, casi comple-
tamente, en solitario y sin control.
Esta hegemonía de la gestión ha producido a su vez un fenómeno nuevo: hoy
apenas hay espacio para ejercer las profesiones llamadas “sociales”, las que ejer-
cen los educadores, los juristas, los trabajadores sociales, los médicos… y los psi.
Donde antes existían el espacio y el tiempo para el acto de cada uno de es-
tos profesionales, hoy —de forma más o menos encubierta— es el discurso de
la gestión y de la eficacia quien decide. Por ejemplo, cuando un Estado se pone
a tomar las decisiones en nombre de esa aberración ética llamada “déficit cero”.

49
LA ESCUELA HOY

Pero, sin ir tan lejos, eso también opera cuando cada uno se “autocensura” y
acepta lo que siente que no debería aceptar, al menos pasivamente.
Hoy la responsabilidad profesional (con lo que tiene de riesgo y de inven-
ción) ha sido colonizada por el discurso de la evaluación.2 Ese es un síntoma
actual que nos afecta como profesionales y como ciudadanos.
Frente a esto, la orientación lacaniana responde entablando una conversación
permanente con cada ciudad. Una conversación laica, esto es sin fundamentalismos,
pero sin renegar de los fundamentos de la condición humana, sus grandes preguntas
sin respuesta: sobre la vida y la muerte, sobre el amor y el sexo. Es una conversa-
ción que culturiza a quienes participan en ella. Y no hay medicamento más
entusiasmante que estas preguntas, porque en el hueco que ellas albergan es don-
de caben las invenciones de cada uno y es donde tomar los riesgos auténticos,
incluso los que no acaban bien, siempre tiene su reconocimiento.
Por eso decimos que el tratamiento del CPCT es corto, no porque se ter-
mina cuando se cumple un número de sesiones sino porque en él se ha trabaja-
do una pregunta,3 una sola, que se podría resumir así: cómo cada uno consiente
en hacerse sujeto de la condición humana.
El tratamiento del CPCT consiste en abrir esta puerta de las preguntas
sin respuesta justo hasta donde cada situación lo requiere, no más, y luego
cerrarla. El paciente, con la mejoría encontrada, se lleva esa llave preciosa.
Después podrá ir a buscar, o no, el manual para usarla que no es otro que su
propio inconsciente.

Notas
1. Jacques-Alain Miller y Jean-Claude Milner, Voulez-vous être évalué? Entretiens
sur une machine d’imposture, Grasset, París, 2004.Ver del mismo autor: Jean-Claude
Milner, La politique des choses, Navarin, París, 2005.
2. Esta idea se comentó en la IIa Jornada del CPCT de la rue Chabrol,
Psychanalyse et precarité, realizada en París el 1 de octubre de 2005.
3. La frase, pescada en la IIa Jornada del CPCT de la rue Chabrol, es de Yasmine
Grasser.

Trabajo presentado en la 1ª Jornada “La clínica del CPCT” —Síntomas actuales, des-
localización y exclusión social, angustia y urgencia subjetiva— que tuvo lugar en

50
SÍNTOMAS ACTUALES

Barcelona el día 7 de Octubre de 2005, con motivo del primer año de funcionamiento del
Centro Psicoanalítico de Consultas y Tratamiento (CPCT).

a.aromi@ilimit.es

51
52
Freudiana 45, 2005, pp. 53-57

Vicente Palomera
SÍNTOMAS NÓMADAS

La orientación clínica del trabajo en el CPCT nos enseña a no confundir


las nociones de sufrimiento y de enfermedad, es decir, a tomarlas por separado.
Es un hecho que se puede estar enfermo sin sufrir. Igualmente, se puede sufrir
sin estar enfermo, es decir, se puede sufrir de algo que no es una enfermedad.
Hago hincapié en esto para señalar que nada de lo que empujaba a aquellos que
consultaron y atendí a lo largo del curso pasado, tenía que ver con la enferme-
dad: ya fuese la soledad del soltero, o las barreras en relación al sexo que se in-
terponían entre una joven y su pareja desde que empezaron a vivir juntos, el
adulto atormentado por la procrastinación y el paso del tiempo, el espíritu an-
gustiado de un estudiante que está a punto de terminar su carrera, o los riesgos
al pasajes al acto de un sujeto que ponía en juego su integridad física. En todos
estos casos, la queja en cuestión era algo que se parecía mucho a la vida misma.
Verificamos siempre que vivir es una experiencia difícil que no puede reducir-
se, en el ser hablante, a ningún tipo de programación.
Los encuentros que tuve con cada uno de ellos se producían en coyunturas
importantes de sus vidas, se trataba de momentos de encrucijada en los que, o
bien ya habían hecho sus elecciones, o bien tenían que tomar una decisión con
consecuencias, razón por la cual se trataba de recapitular, uno por uno, lo que
estaba en juego. Tomaré, por razones de tiempo, únicamente dos ilustraciones.

1. “La quinta rueda del coche”


El primer caso que atendí, sirvió para que una joven mujer de lengua ale-

53
LA ESCUELA HOY

mana, en un estado de gran urgencia (el CAP que lo derivó hacia el CPCT no
la podían atender hasta un mes después), pudiera en cinco encuentros tomar una
decisión importante.
En la primera entrevista me aclararía que, siendo hija de madre soltera, tras
su nacimiento había sido alojada en una Pflegefamilie (familia de adopción).* A
los dos años y medio, tras un segundo embarazo de la madre y del nacimiento
de su hermana (hija del mismo padre), los padres decidieron vivir juntos. El padre
era conductor en una empresa de trasportes. Justamente ella ha intentado sin
lograrlo hacer funcionar una empresa en Barcelona encargada de organizar la
“relocalización” (relocation) de individuos y familias de su país u otros países
europeos en nuestra ciudad. La empresa nunca llegó a funcionar bien. La creó
con una amiga, quien aportó un pequeño capital y que, tras el fracaso, se sepa-
raron. Angustiada y sin demasiados recursos, requiere ser atendida en la urgen-
cia. Así le dije: “Also, Ihr Zustand verlangt besondere Pflege” (“Entonces, su estado
requiere cuidados especiales”). Lo cual tuvo un efecto automático de reducción
de la angustia, que dará paso a un llanto y un reproche por el hecho de haber
sido separada de su familia adoptiva. Le hago observar que todo esto está muy
vivo todavía.
En nuestro segundo encuentro, se trata de la repetición. Para mi sorpresa, nada
más sentarse, me dice: “He visto que en mi vida siempre se repiten tres cosas”:
en primer lugar, siempre se encuentra siendo la “quinta rueda” del coche (“Ich
bin das fünfte Rad am Wagen”, es decir, “soy la rueda de repuesto”); en segundo
lugar, la relación con los hombres nunca pasa de los 2 años y medio, y ellos siem-
pre son adictos al alcohol; y, en tercer lugar, siempre acaba con el sentimiento
de ser excluida en relación a las mujeres. Le indiqué que la cifra de 2 años y medio
era también una repetición: exactamente los años que estuvo en la Pflegefamilie,
los que la separan de su hermana y el tiempo que tardaron sus padres en deci-
dirse a vivir juntos. Le propongo que trabajemos hasta llegar a una quinta se-
sión. Ella está de acuerdo.
Podemos decir que siempre la repetición conduce a una operación de reduc-
ción que ya implica una primera formalización del pathos de esta mujer. En ver-
dad, es ella misma quien, en la segunda consulta, produce inopinadamente esa
operación de reducción que es la esencia de lo que se apuntaría en un análisis.
*Pflegen: cuidar (de), atender (a). Por ejemplo, “einen Kranken pflegen”: atender a un enfermo.

54
SÍNTOMAS NÓMADAS

En los siguientes dos encuentros, viene con el ánimo resuelto y hablando de


haber estado postergando demasiado tiempo la solución de su situación econó-
mica. Luego, hace un balance de los años de estancia en Barcelona, ciudad en la
que no ha podido encontrar los suficientes recursos económicos para subsistir.
Llegan las Navidades y viaja a Berlín para buscar un trabajo relacionado con sus
estudios y encuentra dos ofertas interesantes. Me dice, a la vuelta de Berlín, que
allí aún se puede vivir con 1.000 euros al mes mientras que Barcelona esto es,
en los últimos años, imposible.
En la quinta entrevista, acordamos concluir y ella se despide no sin dedicar
unas alabanzas al Centro y “al trabajo que ustedes están haciendo”.Termina pi-
diéndome el nombre de un psicoanalista en Berlín y me hace entrega de un
regalo, una botella de vino de Rioja. Lo acojo preguntándole por qué esa mar-
ca, sólo dirá que es un vino muy agradable para disfrutar entre amigos. Le digo
que lo aceptaba y daría esa botella al Centro en su nombre.
Aunque vivimos en una época cuyo movimiento se dirige hacia el enmu-
decimiento de los síntomas, es decir, hacia la modalidad de un síntoma que “no
tiene nada que decir” y donde sólo el portador afectado por el síntoma va a que
se lo extraigan y supriman lo más rápido posible, en este caso se ve que la vía
de la repetición hizo que el síntoma se abriera a un posible desciframiento.

2. “No debería estar aquí”.


Los síntomas, si bien están articulados en significantes (verdaderos “átomos”
del lenguaje), no son esencialmente mensajes, sino que son, ante todo, signos que
fijan el goce y están constituidos como ensamblajes de elementos agrupados en
enjambres (de S1). Entre los significantes que hacen síntoma existe un cierto li-
gamen sintomático: S1(S1 (S1 (S1))), pero hay que decir también que el síntoma
resiste al hecho de ser puesto en cadena: S1→S2.
Esta es la razón por la cual, más que intentar reducir el síntoma al sentido,
intentamos abrirnos paso en la lógica de ese ensamblaje del síntoma y, partien-
do de la lógica del síntoma como ensamblaje, podemos apuntar a extraer el
significante de esos S1.
Es lo que me enseñó el trabajo desplegado con un joven universitario que
se hallaba literalmente trabado por angustias diversas, angustias que remitían a
preguntas sobre su ser. Estudiante al final de la carrera, tiene dudas sobre si quiere

55
LA ESCUELA HOY

dedicarse a esta profesión, hasta tal punto que siente que no debería estar allí,
en la Facultad universitaria junto a sus compañeros de promoción. Últimamente,
cuando está con ellos atisba en sus miradas una acusación: “¿Pero tú qué estás
haciendo aquí?”, que no sabe explicar. La culpabilidad esta bien articulada a cier-
tos reproches que él se hace y la demanda imaginada en los otros toma la for-
ma de un “Yo no tendría que estar allí”, en la Universidad.
A renglón seguido, empieza a desgranar varias dudas sobre su ser: no sabe si
es homosexual o heterosexual; si es loco o no (un abuelo paterno se suicidó tres
años antes de nacer él). Finalmente, dudas de su amor por su novia.
Antes del primer encuentro, había ordenado una serie de recuerdos que relata
ordenadamente. Primero, las obsesiones que le asediaban a los 7-8 años en el
momento de su Primera Comunión: pensamientos blasfemos, en el encuentro
con las imágenes religiosas y la vergüenza. Segundo, una obsesión por las más-
caras. A los 7 años, empezó a tener la obsesión de que iba a ser abandonado: su
ciudad estaba llena de agujeros, trampas y pasillos por donde sus habitantes se
escaparían y lo dejaban solo. Miraba a sus padres y se decía que no eran sus pa-
dres, sino otras personas que llevaban una máscara. Se fijaba si se apreciaban los
cordeles de las máscaras en el cuello.
En esta primera entrevista, me cuenta un último recuerdo. Debía tener unos
3 años, se encontraba solo en casa y su madre había acompañado a su hermana,
cuatro años mayor que él, a la escuela. En el recuerdo él se sitúa en el alfeizar de
una ventana del piso superior de su casa mirando a la calle. La gente al advertir
su presencia hacían signos de su inquietud ante la situación. Después, una gran
sensación de vergüenza le invadió cuando una tía paterna le preguntó repeti-
damente “Pero, ¿en qué estabas pensando cuando estabas en la ventana?”. Apro-
veché entonces para decirle que en ese recuerdo de la ventana se hacía presente
lo que él había traído: “¿Qué estaba haciendo allí?”.
Vuelve a la segunda cita, habiéndose apaciguado su estado de angustia pero
sumamente interesado por comunicarme que, si bien él es muy intranquilo, su
angustia había surgido cuatro meses antes coincidiendo con el fallecimiento de
su abuela paterna y al ir a vivir junto con su hermana en el mismo piso, recién
comprado por los padres. Para ser breve, señalaré que toda la coyuntura de la
angustia apuntaba a la naturaleza del goce en juego. De la certeza del sujeto que,
al encontrarnos se situaba del lado del fantasma, ahora empezó contornear algo

56
SÍNTOMAS NÓMADAS

del objeto causa de su deseo. Este “no debería estar allí” —viviendo con su her-
mana— le dio la oportunidad de hablar del desplazamiento a otros “no tener
que estar allí” que se han repetido en su historia. Juan me hablará entonces de
haber podido tomar dos decisiones. Una que concierne a la búsqueda de un
nuevo alojamiento y, la segunda, una decisión que le facilita el finalizar su ca-
rrera universitaria este mismo año.
Este caso pone de manifiesto cómo un signo puede abandonar bruscamente
la cadena a la que pertenecía, para ir a insertarse en otra que nada tiene que ver
con la precedente, con su cadena original. La nueva significación que se despren-
de coge al sujeto por sorpresa.Todo esto nos muestra que la escritura del síntoma,
moderno o no, puede analizarse en función de estos bruscos injertos.
Para terminar, este caso pone de manifiesto que a través de estas consultas
este joven pudo hacer una primera lectura de su alienación en las redes del fan-
tasma. En el Seminario sobre La lógica del fantasma, Lacan definió el fantasma
como un cortocircuito, es decir, como un “aparato de conducción por donde
se sustrae en cortocircuito un goce” (J. Lacan, Autres écrits, pág. 327).
Si para el neurótico, el fantasma se reduce a la pulsión, es decir, la demanda
del Otro toma función de objeto en su fantasma, este sujeto nos enseña que la
ventana sobre lo real del fantasma estaba obturada por la demanda. No se ha
necesitado todo un análisis para que él haya atisbado que esa demanda era una
demanda que él suponía al Otro. Ahora bien, sí se requeriría de un análisis com-
pleto para saber que es una demanda que él demanda que el Otro le dirija.

Trabajo presentado en la 1ª Jornada “La clínica del CPCT” —Síntomas actuales, des-
localización y exclusión social, angustia y urgencia subjetiva— que tuvo lugar en
Barcelona el día 7 de Octubre de 2005, con motivo del primer año de funcionamiento del
Centro Psicoanalítico de Consultas y Tratamiento (CPCT).

vpalomera@ilimit.es

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58
Freudiana 45, 2005, pp. 59-62

Marta Serra
LA ADICCIÓN A LA FELICIDAD

Felicidad no es un término moderno, es un sentimiento antiguo, tan anti-


guo como el propio ser humano. Freud en su estudio del hombre y la sociedad
también se ocupó de la felicidad, la definía como el sentimiento producido por
“la satisfacción de necesidades acumuladas que han alcanzado una elevada ten-
sión”.1 No tenía la menor duda al calificarla de instantánea, sin embargo, llama-
ba también la atención sobre su carácter fundamentalmente episódico: decía que
el ser humano sólo puede gozar intensamente del contraste y en muy poca
medida de lo estable.
Por tanto, las facultades para vivenciar la felicidad están limitadas. No sucede
así con la desgracia, ésta —y el sufrimiento que comporta— “nos es mucho me-
nos difícil de experimentar —decía Freud— e irrumpe por tres vías distintas: el
propio cuerpo, el mundo exterior y las relaciones con otros seres humanos”.
Sólo tres vías, es cierto, pero todas muy importantes, tanto, que Freud no
dudaba al afirmar que “la finalidad de evitar el sufrimiento relega a segundo plano
la de lograr el placer (…) y un método crudo, pero muy efectivo para impedir-
nos percibir lo desagradable es la intoxicación a la que no sólo se le debe el placer
inmediato sino también la anhelada independencia del mundo exterior”. La
intoxicación, las toxicomanías, los tóxicos, “quitapenas” los llama Freud.
Si ampliamos un poco la categoría de “tóxicos” veremos desfilar, de la mano
de las toxicomanías, a otras múltiples modalidades de adicción, catalogadas en
ocasiones como “síntomas modernos”, como son la ludopatía, la compra
compulsiva, o la adicción al ordenador, y que bien podríamos llamar “síntomas

59
LA ESCUELA HOY

en la modernidad”, no sólo porque su aparición depende de los avances técni-


cos y científicos que las han hecho posibles, sino también por otro motivo aún
más importante: La felicidad, no ahora sino desde siempre, se ha conjugado con
el verbo ser y no con el verbo estar; en general, no se dice “estoy feliz”, lo que
marcaría claramente el carácter episódico que Freud enunciaba, sino que se dice
“soy feliz” como si más que un estado pasajero pudiera ser una característica
propia, un algo que —de manera permanente y constante— embriagara al ser.
Si en algún momento los humanos aceptaron la felicidad como un estado del
que disfrutar en algunos momentos para verlo desvanecerse después, no lo du-
den, no es en nuestra sociedad moderna.
Ahora la felicidad, lejos de ser un ideal, se ha convertido en un imperativo:
es obligatorio ser feliz, se debe ser feliz aquí y ahora, la felicidad es un derecho
adquirido, se tiene derecho a ella siempre y en todo momento, no debe haber
desfase alguno entre la pregunta ¿soy feliz?, y la autorespuesta: “Sí”
Este imperativo moderno de felicidad redobla el rechazo del sufrimiento, de
forma que todo lo que es susceptible de generar malestar debe ser extirpado,
suprimido, remodelado o anulado, a veces —y cada vez con más frecuencia—,
sin que medie ningún proceso interno del sujeto: si muere un ser querido, como
es obligatorio ser feliz, se intenta anular el trámite del duelo con antidepresivos
y ansiolíticos; si algún pedacito del cuerpo no agrada a su portador, se le quita y
se pasa a otra cosa; si durante algunos días la satisfacción sexual con el partenaire
no lleva al éxtasis, se finiquita la relación de pareja y asunto arreglado…
Se sigue evidenciando el carácter instantáneo que Freud atribuía a la felici-
dad, pero su rasgo episódico se ha transformado más bien en un carácter adictivo.
La felicidad es una adicción: cuando no se tiene, se exige a cualquier precio.
Cuando se tiene…, se quiere más.
Frente a todo esto, puede resultar sorprendente que Lacan, siguiendo las
elaboraciones de Freud, afirmara: “el sujeto siempre es feliz”. Su enunciado
va aparentemente en contra de esa idea de discontinuidad en la felicidad y
resulta especialmente chocante si debe sostenerse también respecto a alguien
que acude a consultar a un analista a causa del sufrimiento que le produce
algo que se repite en su vida produciéndole malestar, dolor psíquico, triste-
za. ¿Cómo de alguien que expresa un sufrimiento sostenido podemos afir-
mar “el sujeto es feliz”?

60
LA ADICCIÓN A LA FELICIDAD

Ese alguien podría ser Dolores que acudió al CPCT buscando el alivio que
no había logrado con los ansiolíticos. Ella está triste, muy triste y también can-
sada, muy cansada de vivir para satisfacer a los demás, siendo esos demás, esen-
cialmente, sus padres.
El malestar que describe no es puntual ni debido a un encuentro fortuito
con algo nuevo, su malestar hace años que la acompaña. Sin embargo, la vida
que relata parece envidiable: estudia y trabaja media jornada, convive con sus
padres que cubren todas sus necesidades y también todos sus caprichos, tiene
buenos amigos y disfruta de toda la libertad que sea capaz de utilizar.
¿Cuál es su queja? Estar atrapada en el medio de la pareja parental, no poder
escapar a la influencia de sus padres, acabar siempre haciendo lo que ellos le
indican o aconsejan tanto en lo que respecta a las decisiones sobre su presente
como sobre su futuro.
Y otra queja más, los años pasan y ella no logra acabar sus estudios. En cada
curso lectivo debe invertir tres años y no parece que vaya a ser capaz de llegar
al final: “No soy tonta, entonces, ¿por qué, si deseo acabar, no logro ponerme a
estudiar en serio?, ¿por qué no puedo acabar lo que otros acaban?”
La última frase que enunció en nuestro primer encuentro la sorprendió: “Soy
feliz pero estoy triste”.
En las siguientes entrevistas desgranó la primera parte de su afirmación: soy
feliz, y localizó claramente como el “estar atrapada entre sus padres” era la rea-
lización, la satisfacción cotidiana de un anhelo infantil. Ella fue el único vástago
de la pareja que no dormía en la casa familiar, “porque no había sitio”, por tan-
to, las pocas veces que logró quedarse a pasar la noche fue ocupando el lugar
central de la cama parental.
El “estar entre sus padres” había sido un deseo consciente en su infancia que
ahora, simbólicamente, se satisface a diario. Es ese sujeto infantil que la habita
quien puede afirmar, cada día, a cada instante: “soy feliz”.
Llegada a este punto no le fue difícil relacionar su fracaso en los estudios con
el discurso que su padre siempre ha sostenido: “Mientras estudies no debe ha-
ber otra preocupación, ni amores ni responsabilidades. Nosotros nos hacemos
cargo de todo”.
Instalada en la imposibilidad de diplomarse, esquiva la compleja problemática
de ubicarse como mujer frente a un hombre y como adulta frente a la sociedad.

61
LA ESCUELA HOY

El psicoanálisis —desde Freud, y de manera invariable— ha sostenido que


en el síntoma, tras el malestar consciente que se enuncia, hay un goce, una sa-
tisfacción inconsciente. Es en referencia a esa satisfacción que deben entender-
se las palabras de Lacan: “el sujeto siempre es feliz”.
Ahora, después de siete entrevistas, la queja que empujó a Dolores a consul-
tar se ha transformado para ella misma: más allá de hacer felices a sus padres, su
vida está organizada en torno a evitar la más mínima decisión que pudiera po-
ner en riesgo la felicidad infantil lograda.
Podríamos pues decir que es adicta a la felicidad y por ella paga un precio:
el de la tristeza.
Si su adicción parece relacionada con una felicidad edípica, aparentemente
desexualizada, no es difícil ver aparecer lo sexual en juego ya que en la vida fa-
miliar Dolores es quien asume el papel de la madre en las discusiones con el padre,
tanto para los pequeños detalles cotidianos como para recordarle que, una vez,
fue infiel.
Esa infidelidad paterna causó mella en Dolores, hasta el punto de inscribir
la feminidad con valores absolutos: “o eres la Una o eres las Otras”, ambos lu-
gares imposibles para ella porque “la Una” deberá, invariablemente, sufrir la in-
fidelidad de su hombre y “las Otras” serán, invariablemente, abandonadas por el
suyo. Dolores elige —sin saberlo antes y sabiéndolo ahora— un lugar de excep-
ción para la mujer que es el de ser una niña.
“Lo tengo todo” dice, y quien habla es la niña. “Estoy triste”, dice, y quien
habla es la mujer que algo deberá arriesgar, perder, de la completud, para po-
derse realizar.

Trabajo presentado en la 1ª Jornada “La clínica del CPCT” —Síntomas actuales, des-
localización y exclusión social, angustia y urgencia subjetiva— que tuvo lugar en
Barcelona el día 7 de Octubre de 2005, con motivo del primer año de funcionamiento del
Centro Psicoanalítico de Consultas y Tratamiento (CPCT).

serrafrediani@telefonica.net

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Freudiana 45, 2005, pp. 63-68

Hebe Tizio
MIGRACIONES Y EXCLUSIONES

El tema que he escogido para hacer esta presentación lleva por título “Mi-
graciones y exclusiones” y aborda algunas de las aportaciones que puede hacer
el psicoanálisis para pensar la cuestión de la inmigración y los efectos de exclu-
sión social. El plural sirve, en este caso, para señalar que hay modalizaciones en
los dos términos que los particularizan en cada momento y lugar.

Migraciones
Las migraciones son los movimientos que realizan los seres humanos despla-
zándose de un lugar a otro. Las migraciones son consustanciales a la humanidad
y no está de más en estos tiempos recordar que, como lo han probado los estu-
dios de ADN, todos somos africanos emigrados y venimos de la misma familia.
Allí donde la arqueología encontró su límite, la genética desenterró la escritura
oculta en los genes.
Estructuralmente la migración conlleva dos movimientos: salida de un lugar
como emigrante, llegada a otro como inmigrante. Entre esos dos significantes
emigrante-inmigrante se juega para cada sujeto su integración, es decir, sus identi-
ficaciones y el lugar que pueda tener su modo de goce y su saber hacer con eso
en un nuevo contexto.
La cuestión es la interpretación que de esos dos lugares hacen el migrante y la
sociedad, de los ideales y expectativas y de las políticas de integración. Hoy sólo
se habla de inmigración lo que implica una lectura desde el lugar de llegada. Como
lo ha precisado Delgado (2002), el significante “inmigrante” puede funcionar como

63
LA ESCUELA HOY

un estigma cuando se mantiene a través del tiempo, señalando que el otro es ex-
tranjero a perpetuidad. Extranjeridad que puede atravesar las generaciones, “hijo
de inmigrantes”, “nieto de inmigrantes”… Es una de las formas actuales de la
exclusión social pues el significante inmigrante no se aplica nunca a personas cua-
lificadas tanto por profesión o posición social. Aunque a veces es el sujeto mismo
el que se ubica como eterno inmigrante, no se integra pero tampoco regresa y
queda como atrapado en un estado crónico de provisionalidad.
Este uso del término inmigrante tiene una función precisa en el vínculo social.
La extranjeridad permanente del otro enmascara la propia división subjetiva, la
propia extranjeridad. El otro se opone así a un nosotros familiar, los semejantes,
los de “aquí”…
El plural migraciones indica que hay diferentes tipos que son producto de
distintos discursos como lo es hoy el de la globalización. Las marcas de este dis-
curso en el desplazamiento de sectores poblacionales es lo que se llama diversi-
dad. En muchos casos lo que desde el discurso neocolonial se consideraba
“exótico” hoy da base a la “diversidad”, de un término a otro hay, entre otras
consideraciones, los parámetros de lejanía y proximidad.
A esa diversidad se la reduce con el significante “multicultural” que da cuenta
de otra forma de discriminación. Para Bauman (2003, pág. 126), el
multiculturalismo sería la nueva indiferencia respecto a la diferencia. Zizek (1998,
pág. 172) precisa que con ese término se ubica al otro como una comunidad
cerrada frente al cual se toma distancia. De esta manera quien discrimina se
adjudica una supuesta posición universalizada, la suya sería “La cultura”, dado
que la multiculturalidad se aplica a los otros. El supuesto relativismo del “cada
uno con su cultura” es un enunciado segregativo que veda la posibilidad de in-
tegración en la cultura de acogida.

Exclusiones
En el proceso de socialización el sujeto es fundado como excluido de sí, es
decir, lo más íntimo le está vedado por la vía del acceso directo, se trata del in-
consciente y de su modalidad de goce. El ser humano es así un sujeto dividido
entre su inconsciente y su yo, entre sus apetencias y la conveniencia social. Es
por eso que el autoanálisis encuentra su límite dado que hay que pasar por el
Otro para producir un saber sobre sí mismo.

64
MIGRACIONES Y EXCLUSIONES

Lo más íntimo deviene éxtimo, es decir, somos extranjeros para nosotros mis-
mos. La interpretación del inconsciente y los sentidos socialmente compartidos y
tramados en una lengua, hacen de amortiguadores al sin sentido radical sobre el
que se asienta la existencia. La respuesta a la propia extranjeridad está dada por el
vínculo social y las distintas formas de reconocimiento y la modalidad de goce.
Así, la lengua, el sentido común, los gustos, las tradiciones hacen el campo
donde el sujeto se reconoce y es reconocido. Está anudado a una cultura bajo
el modo de lo familiar que aparece como natural. Pero la verdadera identidad
del sujeto está dada por su modalidad de goce que siempre retorna bajo las dis-
tintas formas sintomáticas.
¿Por qué se asocia “inmigración” a exclusión social? Primeramente tendría-
mos que definir qué entendemos por exclusión social dado que se ha transfor-
mado en un significante para todo uso, un verdadero cajón de sastre. En realidad
se trata de una construcción discursiva que intenta interpretar lo real de la épo-
ca que genera malestar.
Como señala Karsz (2004, pág.144) “La exclusión social concierne a los funda-
mentos de la existencia individual y colectiva, al ser-juntos tanto como al ser a secas. Radical,
ella interpela la raíz de los seres y las sociedades, su tronco, aquello que los sostiene, aquello
a lo que se aferran.”
Toca los fundamentos de lo social, lo que hace “común-unidad” produciendo
una fractura que afecta el vínculo social. Los sujetos que se hallan en situacio-
nes de precariedad pueden ser, por esa fragilidad, los más afectados. De allí la
importancia de ofrecer un lugar donde esas personas puedan encontrar ayuda.
Pero también hay que señalar que la categoría exclusión social requiere la
lógica del inconsciente (Karsz. pág.191), se articula a una movilización
fantasmática y descubre la exclusión estructural del sujeto.

Lo traumático de una experiencia


Vivimos un momento histórico donde los hechos sociales se consideran
traumáticos per se e inmediatamente se arbitran los medios de atención a las
personas supuestamente traumatizadas. Lo engañoso de esta posición es que, en
lugar de generarse recursos adecuados y políticas sociales efectivas, se hacen re-
caer los efectos en el sujeto y se lo trata como mandan los protocolos sin espe-
rar su demanda particular.

65
LA ESCUELA HOY

Del discurso analítico no dependen las políticas sociales y económicas pero


sí la oferta de un trabajo que permite a algunas personas salir de lugares margi-
nales o de evitar el peligro de exclusión.Tal oferta para efectivizarse necesita que
el sujeto haga una demanda. Es importante señalar que el sector con el que tra-
bajamos se encuentra determinado por el tipo de oferta que hace el CPCT.
Al mismo tiempo hay otro servicio que el CPCT presta a la comunidad y
es poner en circulación el saber que se produce en la clínica. Esta Jornada es
prueba de ello.
En el CPCT se atienden sujetos de distintas nacionalidades no por ese rasgo
sino, como señalaba hace un momento, porque han hecho una demanda por un
sufrimiento que no pueden resolver. Esa demanda ya es una forma de ubicarse
frente a la exclusión dado que son personas que se dirigen al Otro, a una mo-
dalidad del vínculo social, buscando ayuda.
El sufrimiento puede tener que ver con el cambio de lugar o con síntomas
nuevos o reediciones de anteriores. No somos “especialistas” en las distintas
modalidades sintomáticas sino que el CPCT representa una oferta para alber-
gar el síntoma lo que es una forma de darle un lugar al sujeto, a su palabra, para
permitirle reconstruir nuevos itinerarios libidinales. Todo duelo de hecho im-
plica un tiempo necesario para rehacer nuevos caminos para la libido. Sin duda
que hay un duelo en juego y muchas veces cuando hay dificultades en el plano
de las identificaciones el sujeto se refuerza en su identidad de goce.
¿Qué nos enseña la clínica a través de la particularidad de cada caso? Que
alguien puede quedar identificado al resto social, al menos que implica el lugar
del no derecho del llamado inmigrante; que puede reencontrar la cara más os-
cura del desamparo cuando se le ubica como “ilegal”, no sólo desamparo social
sino desamparo frente a lo pulsional que emerge como angustia; que puede
aparecer algo de un goce trasgresor porque el funcionamiento del Ideal no lo
mantiene a distancia o que puede sufrir una desestabilización porque los recur-
sos con los que se las arreglaba, los apoyos del Otro, se han perdido.
El cambio de lugar, más aún cuando es forzado, ubica al sujeto en un medio
que no les es familiar. Es como si los recursos que aporta la socialización no sir-
vieran, esto abre la dimensión del sin-sentido frente al cual la respuesta es
fantasmática. Como decía Borges, cuando uno se va de su lugar ya no es de nin-
guna parte, es decir, ya se ha atisbado el sin-sentido.

66
MIGRACIONES Y EXCLUSIONES

A veces esto refuerza el recurso al gueto, quedarse con los iguales, o la adap-
tación excesiva para suturar la diferencia. El riesgo de estas situaciones es el re-
chazo mutuo de comunidades, a veces las más desfavorecidas. De allí que nunca
se hablará lo suficiente de la importancia de las políticas de integración, sobre
todo porque quienes corren más peligros suele ser lo que se llama la “segunda
generación” a caballo entre dos culturas. Los adolescentes son una franja de cen-
tral importancia y comenzamos a ver los casos de bandas rivales, fenómeno ya
ubicado en los años 50 años en EEUU. (Cabe recordar West side story de 1961).
Los sujetos buscan un lugar y esa identificación a grupos de los países de ori-
gen habla claramente de la falta de un lugar local.
El sujeto busca un lugar en el Otro. Pero, ¿a qué Otro se dirige? La diferen-
cia de los dos lugares que se hallan en juego en la migración implica un cam-
bio de Otro. Ese Otro puede ser los Latin King o la Mara X y los sujetos se hacen
“ser” con sus marcas, buscan ser reconocidos por ellas en el lugar de acogida en
la lucha contra otros.
Sin duda que un cambio de lugar trae siempre malestares, basta pensar sim-
plemente en la mudanza de casa, pero eso no quiere decir que obligadamente
esos malestares se transformen en síntomas que requieran de una consulta.
Como se señalaba más arriba, hay una tendencia a pensar que los aconteci-
mientos por sí mismos son traumáticos. Sin embargo lo que aporta el psicoaná-
lisis es que un acontecimiento no es traumático per se. Efectivamente, algo deviene
traumático cuando toca el trauma originario, cuando reduce al sujeto a la di-
mensión del objeto. La migración no es traumática per se lo son sus condicio-
nes cuando producen desestabilizaciones subjetivas.
Desde la clínica aparecen en primer lugar las interpretaciones que se han
construido para el sujeto de los dos lugares: un lugar que se deja aunque sea por
dificultades económicas y otro que aparece como un ideal, en ciertos casos hay
algo también de la subjetividad o de la relación con el Otro que quiere dejarse
atrás. Hay que pensar que el sujeto busca resolver algo con la migración aun-
que a veces la desesperación lo empuje en una huída hacia delante de conse-
cuencias penosas.
Hay que recordar que el sujeto sufre de una falta en ser y que las identifica-
ciones son el velo de su ser de goce. Cuando las identificaciones fundamentales
se tocan el sujeto puede quedar reducido, como se señalaba más arriba, a ser el

67
LA ESCUELA HOY

objeto que responde al punto de falta del Otro. La identidad, cuando se atra-
viesan las barreras del sentido, es hacerse idéntico al objeto.
Esa falta en ser se trata por la vía del Ideal colectivizante que permite hacer
lazo social y el objeto a que es desocializado. Cuando se empuja al sujeto hacia
lo peor, a través de las distintas formas de exclusión, se puede producir la pérdi-
da de la subjetividad que trae la identificación al objeto Esto trae aparejada la
pérdida de la responsabilidad y tensiones agresivas porque es el sujeto el que
puede poner, de alguna manera, freno al descontrol pulsional y porque, a veces,
cierta forma de violencia es un intento de separación de lo que daña.
La inmigración de hoy viene a dar los hijos que faltan en la pirámide
poblacional, aporta los superávits que mejoran las economías y la mano de obra
que se necesita. Pero también cambia las tradiciones, los gustos, los colores y los
aromas, y se deja envolver por los semblantes de siempre de la cultura de acogi-
da para cambiarle los ojos o el color de la piel. La inmigración nos hace extran-
jeros en casa, nos devuelve diversos, nos hace ricos en más de un sentido. Es decir,
toca nuestro modo de goce y allí es donde se juega algo que hay que poder
tolerar.

Bibliografía:
Bauman, Z. (2003) Comunidad. Siglo XXI. Madrid
Delgado, M. (2002) “¿Quién puede ser inmigrante en la ciudad?” En: Exclusión
social y diversidad cultural. Mugak. Donostia.
Ziziek, S. Jameson, F. (1998) Estudios Culturales: Reflexiones sobre el
multiculturalismo. Paidós. Argentina.

Trabajo presentado en la 1ª Jornada “La clínica del CPCT” —Síntomas actuales, des-
localización y exclusión social, angustia y urgencia subjetiva— que tuvo lugar en
Barcelona el día 7 de Octubre de 2005, con motivo del primer año de funcionamiento del
Centro Psicoanalítico de Consultas y Tratamiento (CPCT).

hebe@tizio.e.telefonica.net

68
Freudiana 45, 2005, pp. 69-73

Rosa Mª Calvet
ANGUSTIA Y URGENCIA SUBJETIVA

La apertura del CPCT que la Fundación para la Clínica Psicoanalítica de


Orientación Lacaniana oferta a los ciudadanos, recibe derivaciones de las trans-
ferencias al psicoanálisis: en repetidas ocasiones las primeras palabras que me ha
dirigido alguien al entrar en la consulta han sido: “vengo porque tal me lo ha
indicado pero desconozco el método, ¿qué debo hacer?”.
La Iª Jornada del CPCT nos convoca a cada uno de los psicoanalistas de la
Escuela Lacaniana de Psicoanalisis que trabajamos en esta nueva oferta ciuda-
dana, a transmitir alguna reflexión sobre esta experiencia clínica inaugural.
El abordaje de esta intervención es parcial como los son mis reflexiones hasta
la fecha; trato de acercarme a esta topología de borde, a este real sin concepto
que preside la primera mesa de trabajo de esta tarde, bajo el enunciado de: “An-
gustia y urgencia subjetiva”.
Hablar de urgencia subjetiva presupone que recibimos una demanda que ha
sido subjetiva en términos de lenguaje, como también indica que la angustia es
el motor, la fuerza que urge y empuja, que instaura un vinculo de palabra, una
llamada al otro articulada bajo la modalidad de una demanda que busca un lu-
gar en el lazo inédito que el discurso del psicoanalisis oferta.
El mensaje que quiero transmitir es simple y paradójico a la vez: No hay
posibilidad de que la subjetividad emerja en un ser viviente sin el operador formal
de la angustia. El uso del termino operador formal indica que tomo a la angustia
en un valor de función que apunta a una falta de fundamento en la ex-sistencia,
a una falta que es una falla estructural y no accidental, entre la vida y el sentido.

69
LA ESCUELA HOY

Angustia y sentido
La pregunta por el sentido de la vida nos atraviesa y Baltasar Gracian la for-
mula así: “¿Qué puede ser una vida que comienza con los gritos de la madre
que la da y los llantos del hijo que la recibe?”. Los elementos con los que la
pregunta es formulada indican una respuesta: un trauma.
El encuentro del ser viviente con lalengua es siempre traumático, el trauma
es un nombre del malentendido generalizado, porque los cuidados de la satis-
facción de las necesidades de la supervivencia nos llegan en el malentendido de
palabras escuchadas y no entendidas, y de cosas vistas que son signos faltos de
cualquier significacion.
La especie parlante recibe junto a la vida a una especie de injerto extraño
que parásita al cuerpo, al que llamamos lalengua, lengua que Baltasar Gracian
presenta tanto en el grito como en el llanto. En ambos casos, sonidos fuera de
sentido movilizan a los cuerpos en un encuentro marcado por lo imposible.
Jacques Lacan tiene en cuenta este injerto extraño en la practica clínica del
tratamiento del síntoma, lo introduce como un órgano exterior fuera-de-cuer-
po que no es inmaterial, ya que la práctica clínica de la palabra verifica la ins-
tancia de la letra en el inconsciente; en otro momento de su enseñanza presenta
este injerto de lalengua con una imagen un poco ansiógena: como a una lami-
nilla inmortal que junto a la oscuridad de la noche se desparrama sobre el rostro
durmiente para sellarlo, sueños y pesadillas testimonian de la parasitación en el
sujeto dormido.
Dos versiones de este órgano-fuera-de-cuerpo que es lalengua: como mar-
ca fuera de sentido en la letra y como un organismo inmortal que se toma una
inquietante familiaridad con el cuerpo durmiente.
Esta imagen ansiógena anuda algo verdadero porque lalengua precisa de los
cuerpos vivientes. El retorno, la insistencia de los debates sobre el estado de sa-
lud de lalengua catalana, el llamado de atención, las imposiciones, los debates y
las legislaciones así como las conminaciones, resuenan de una manera particu-
lar con esta indicación clínica de Lacan.
Las marcas de este órgano-fuera-de-cuerpo que es lalengua, desnaturaliza en
los cuerpos hablantes que sexuamos como hombre y sexuamos como mujer a
cada uno de los otros órganos; ya sea que la boca se transmute en fuente de sa-
tisfacción erótica de este borde corporal en el chupeteo infantil, ya sea que la

70
ANGUSTIA Y URGENCIA SUBJETIVA

voz o la mirada se recorten para que en un tiempo segundo sean elevadas a objeto
causa de deseo que se busca en otro cuerpo, cada uno de los otros órganos de-
ben encontrar una función en el campo de una sexualidad que es lenguajera.
Cada serdicente tiene que encontrar las modalidades de saber hacer con un
goce de lalengua que el lenguaje no puede significar porque se inscriben en el
cuerpo como signos de puntuación insensibles al saber, al sentido y a la
significacion.
Los cuerpos parlantes están ligados a este órgano-fuera-de-cuerpo en una
modalidad de lazo, que al mismo tiempo que parásita al viviente y le resta vida
porque la desnaturaliza al pasarla por el embrollo del lenguaje, se escapa en una
incesante fuga de sentido, un sentido gozado cuya única finalidad es realizarse
aunque sea a expensas de un daño orgánico, de un acontecimiento de cuerpo.
La causa cojea, se nos escapa, nos falta, sin embargo, podemos seguir sus huellas,
sus marcas.
¿De qué habla un síndrome de depresión cuando se le da un lugar de sínto-
ma en un lazo de palabra? Cuestiona al sentido y al sinsentido, al valor que puede
tener una existencia singular, sexuada, parlante y mortal. La nueva pandemia que
nos acosa junto a gripe del pollo, las dichas fibromialgias, ¿no son acaso jeroglí-
ficos de dolor en la carne de los cuerpos parlantes?

Angustia, diferencia, sexualidad


La diferencia de los sexos produce un agujero en el campo de los saberes
establecidos sobre la sexualidad, y cada época oferta identificaciones para suplir
a esta proporción sexual que no deja de no inscribirse. Tomemos como ejem-
plo la monogamia heterosexual: el pasado siglo hizo del matrimonio —que es
un contrato social—, un lazo sagrado y natural. Hoy, el discurso amante de la
evaluación conductual contable, en una simetría especular invertida al modelo
desfalleciente del siglo XX, preconiza la gimnasia sexual, empuja a probar las
ofertas del mercado como si las prácticas sexuales pudieran inscribir una rela-
ción que no hay, y una certeza sobre la pregunta existencial y consustancial a la
existencia: ¿qué es ser un hombre, qué es ser una mujer?
Una adolescente decía la semana pasada: “Pasar cada sábado de un lado al otro
de la cama no sólo es muy peligroso a causa del sida y otras enfermedades, sino
que además no me da acceso a un chip de inserción”. El retorno casposo en la

71
LA ESCUELA HOY

hipermodernidad discursiva de la propuesta identificatoria de “ser-bisexual” de la


que se queja y que angustia a esta mujer adolescente, da cuenta de un nudo
tridimensional que embrolla al sexo cromosómico del organismo a las modalida-
des identificatorias mediatizadas por el discurso imperante “ser bisexual” y a la falla
de la función de representación que es antinómica a cualquier ontología de ser.
No hay acceso a un chip de inserción en el disco duro que pueda escribir
de una vez por todas el programa “ser mujer”, y porque eso no deja de no es-
cribirse, la angustia es índice de un real.
Cada serdicente debe tomar decisiones acerca de su goce sexual, de los vín-
culos de palabra a sostener en el campo del lenguaje y de cómo vivir una mo-
dalidad de existencia que se presenta como finita. Cada uno de nosotros está
conminado a tomar decisiones en la elección forzada que esta tres determina-
ciones nos imponen y la angustia en su función de operador de separación, de
cesión —ya sea de un objeto o de una identificación—, acude a la cita.

Acto y angustia
La decisión implica al acto en su dimensión ética de deseo y cuando nos si-
tuamos en la dimensión del acto que instituye al sujeto, la angustia es un opera-
dor de separación que hace signo de real al sujeto.
¿Por qué angustia y acto conforman un partenaire-sintoma? Por la razón de
que las elecciones son siempre sin garantía, la angustia no hace signos de un Otro
que detenta el saber sobre la verdad del goce sexual en el campo del deseo, esto
lo hace la infatuación del amo. Lo que la angustia pone a cielo abierto es la evi-
dencia de una falacia, de una ideología de mercado. La angustia señala a este sujeto
objetivado, constituido como si fuera causa de sí, dueño y señor de los aparatos
de cognición lenguajera que consume los objetos de satisfacción que le oferta
el mercado, sin preguntarse si desea lo que quiere. La angustia le señala y le in-
dica que sólo las decisiones son constituyentes de una subjetividad, que no hay
un lugar para el acto sin la presencia de la angustia que no engaña al partenaire,
en tanto no se presenta como lo real, sino como un operador para su abordaje.
He tratado de indicar. —de forma insuficiente sin duda— que la angustia
lacaniana es la matriz estructural mediante la cual el viviente, en tanto respues-
ta de lo real, accede a su constitución de serdicente, y que en este advenimiento
paradojal de consecuencias incalculables el inconsciente toma cuerpo.

72
ANGUSTIA Y URGENCIA SUBJETIVA

Voy a concluir ahora con una petición. Seguramente muchos de ustedes son
conocedores de la gran presión que ejerce el discurso científico dominante para
borrar a la angustia de los manuales de psiquiatría. Durante el pasado siglo la
estrategia consistió en aplastar a la angustia sobre el registro psicológico de los
sentimientos de ansiedad. En el que ahora nos encontramos, el discurso de la
ciencia propone forcluir a la angustia y para ello trata de camuflarla, de rebajar-
la al nivel de una disfunción de un organismo sin sujeto, y la presenta en el
mercado como una problemática de hiperventilación del aparato respiratorio.
El tratamiento del sintoma en el lazo social que el discurso del psicoanalisis
instituye pone de manifiesto momentos en los que, en nombre de un bien pro-
pio o ajeno, un sujeto ha cedido sobre sus palabras y esta autocensura le ha
llevado al extravío de ceder sobre las cosas que son realmente importantes en
su deseo.
No olviden —esta es mi demanda—, que hay buenos usos de la angustia, usos
que si bien orientan la entrada en una la certeza subjetiva, sobre las modalida-
des sintomáticas de vida que se han elegido con algún tipo de sufrimiento, ya
sea que este desasosiego se haga presente en el cuerpo angustiado o que la an-
gustia enganche a un cuerpo con las cadenas de la inhibición, al mismo tiempo
orienta en los vínculos a los otros, incompletos e inconsistentes porque están
atravesado por lalengua, hacia la dimensión de un deseo singular que anuda cada
modalidad sintomática de sostenerse en una existencia, que si es subjetiva es
parlante, sexuada y mortal; en consecuencia cuando se les indica que ustedes
hiperventilan, pueden responder no, no se tratada del organismo de la ciencia,
es la angustia que hace signo de ex-sistencia.

Trabajo presentado en la 1ª Jornada “La clínica del CPCT” —Síntomas actuales, des-
localización y exclusión social, angustia y urgencia subjetiva— que tuvo lugar en
Barcelona el día 7 de Octubre de 2005, con motivo del primer año de funcionamiento del
Centro Psicoanalítico de Consultas y Tratamiento (CPCT).

rm-calvet@powercorreo.com

73
74
Freudiana 45, 2005, pp. 75-80

Xavier Esqué
LA CLÍNICA DEL CPCT

Sobre la institución
El CPCT es una firme respuesta a todos aquellos que quieren enterrar el
psicoanálisis. Con el CPCT podemos verificar que el psicoanálisis está más vivo
que nunca, se puede comprobar —y esta primera Jornada es una buena muestra
de ello— que cuando los analistas salen de la comodidad de sus consultas en-
frentando el real del malestar en la civilización, cuando se implican en la clí-
nica de su tiempo tienen una incidencia real y su experiencia puede ser
transmitida a todos.
El CPCT es algo más que una institución de psicoanálisis aplicado, es un lugar
donde no se parte de lo ya sabido sino que se trata, en cada momento, de
reinventar el psicoanálisis, se trata de cuidar la dimensión de experiencia, es de-
cir, posibilitar el encuentro necesario a partir de algo que es muy singular: el deseo
del analista.
Con la clínica del CPCT actualizamos, ponemos al día, la relación entre psi-
coanálisis puro y aplicado. Con el CPCT abrimos nuevas vías en lo social, inci-
diendo también en el campo de la salud mental. Por otra parte, haciendo frente
a las nuevas formas del síntoma, extendemos la práctica lacaniana y renovamos
la formación de los analistas.

La urgencia subjetiva
Desde el psicoanálisis una urgencia siempre es subjetiva porque no puede ser
atendida sin tener en cuenta la causa. ¿Y cómo aprehendemos la causa? Por medio

75
LA ESCUELA HOY

de la palabra del paciente. Entendemos, entonces, una urgencia como la necesi-


dad, a veces imperiosa, de un sujeto en poder hacerse escuchar. De ahí nuestra
insistencia en subrayar lo singular de cada consulta.
¿Cuándo una consulta deviene urgente? Cuando el malestar se torna inso-
portable, cuando el malvivir toma la dimensión real de la angustia. Así enten-
demos la concepción de Lacan sobre la clínica como “lo real en tanto es
imposible de soportar”.
Nos encontramos ante momentos de crisis en la vida de sujetos que tienen
dificultades para explicar su sufrimiento por medio de la palabra, a veces inca-
paces de poder manejar sus actos, otras presos directamente por la angustia. De
entrada tratamos de dar un mínimo marco a los fenómenos para permitir la
puesta en forma del sufrimiento en discurso. Sólo entonces será posible formu-
lar un problema, una demanda. Se pueden frenar así los acting-out o los pasajes
al acto que con frecuencia acechan detrás de cada crisis que toma la vía de la
urgencia. Cuando los fenómenos ya toman la forma de un decir se puede loca-
lizar al sujeto y también al goce.
Decir, por otra parte, que no hay campo de la subjetividad sin responsabi-
lidad, y ésta implica hacerse cargo de los actos y de sus consecuencias, es la
ética analítica.

Tres viñetas clínicas


1. Abusos
Una joven madre acude al CPCT angustiada. Acaba de descubrir que su hija,
que un tiempo atrás había sufrido abusos en la esfera familiar del padre de la niña
y ex-marido de la consultante, continúa en riesgo por la irresponsabilidad de
este último. La paciente quiere hacer escuchar que el Otro no es un buen pa-
dre, que es culpable.Y en efecto, hay razones fundadas para pensar que el padre
de la niña no es capaz de hacerse cargo de su hija.
Pero ello no será óbice para que el analista introduzca la responsabilidad del
sujeto que habla, su implicación subjetiva en lo que ocurre. Es el acto del analista.
Es lo que en este caso frenará un posible pasaje al acto de la paciente. En efecto,
si bien la paciente ya llevaba dos años sin convivir con el padre de la niña, de
quien había sufrido reiterados malos tratos, la separación de hecho seguía sin
haberse efectuado de forma definitiva.

76
LA CLÍNICA DEL CPCT

Ella pudo hablar entonces de su propio padre y del gran amor que sintió por
él. Pero también señaló de pasada, y como quien no quiere la cosa, que a veces
este último tenía comportamientos “un poco raros”. Interpelada por el analista
sobre este punto se sorprenderá al decir que determinados contactos corpora-
les de su padre no eran propios de su función.
A partir de aquí esta mujer pudo empezar a poner los límites necesarios: por
una parte, poner un punto y final en lugar de los puntos suspensivos en los que
continuaba escribiéndose la relación con su ex-marido. Por otra parte, emprender
las diligencias necesarias para modificar el régimen de visitas de la niña con el
padre, asegurándose de la protección de la niña.

2. El bastón
M. llega angustiada al CPCT por encontrarse en plena crisis. El mismo día
en que era atendida en el CPCT abandonaba su domicilio conyugal. En la pri-
mera entrevista en el CPCT se dio cuenta con sorpresa que la crisis con su pa-
reja actual tenía lugar a los mismos años de relación que duró su primer y anterior
matrimonio.
Ella se queja de que su marido no le dedica la atención que precisa, la apatía
de él la hace sentirse demasiado mayor. Pero en realidad su marido siempre fue
así: un hombre independiente, reservado, poco expresivo. Pero ahora a ella eso
se le volvía insoportable. Con la confesión de que siempre le gustaron los hom-
bres apasionados se impuso la pregunta del porqué de sus elecciones amorosas.
“¿Por qué …? Tal vez —dice— necesite ser frenada”. El analista subrayó ese
“tal vez”.
En la siguiente sesión dirá que en su infancia fue la “buena nena” de sus pa-
dres. La buena niña explotó en una adolescencia tremendamente conflictiva. De
ella salió con el freno de un hijo y un marido. Pasó del padre al primer marido,
y de éste a su pareja actual sin solución de continuidad.
“Parece como si necesitara un bastón”, dirá. Es su manera de expresar lo que es
el “partenaire-síntoma”.Y en efecto, sus elecciones fueron hechas en función de po-
der ser ella el bastón de su pareja. El efecto de esta operación fue que M. frenó su
acting-out y volvió a su casa para plantear en otros términos la crisis con su marido.
Pudo hablar, entonces, de otro freno, esta vez en el cuerpo, que la acompaña
desde la adolescencia y que haciendo aparición en los momentos de mayor

77
LA ESCUELA HOY

malestar la puede dejar postrada uno o dos días en la cama sin poder hacer nada.
Se trata de fuertes ataques de migraña.
Alternando sesiones y alguna que otra crisis de migraña, M. pudo darse cuenta
que ella no era la causa de la indiferencia de su marido. Pudo apreciar de nuevo
en su marido su cualidad: alguien con quien puede hablar, con el que existe un
gran respeto y cosas a compartir… Y, encima, lo ama.
Se da cuenta, entonces, que ella tendría que “frenar” sus impulsos de meterse
en la vida de los demás y ocuparse más de sus cosas. M. había hecho otros trata-
mientos psicoterapéuticos anteriores, pero dirá que nunca había llegado a lo que
en estos pocos meses en el CPCT tocó. Ahora ve más claro, se siente aliviada.
M. se irá con una interesante pregunta hecha en el mismo umbral de la puerta.
Pregunta que creo que la va a seguir trabajando un tiempo y que tal vez abra
más adelante un nuevo ciclo. La pregunta fue la siguiente: “¿con lo que aquí he
aprehendido tendré que estar siempre alerta o algún día eso se incorporará ya a
mi hacer?”. “Excelente pregunta como puntuación de este trayecto” —le res-
pondí.Y me despedí de ella acompañándola hasta la calle.

3. Facturas
Antes de terminar los cuatro meses posibles de tratamiento en el CPCT, C.
será padre. La noticia del embarazo de su mujer le hizo volver con ella cuando
ya había decidido dejarla por otra mujer con quien había empezado la convi-
vencia. No sin cierta angustia dice que las circunstancias eligieron por él, que
las cosas siempre son así, que ya está acostumbrado a ello. Éste es su discurso.
La relación con su mujer y futura madre de su hijo es la de toda la vida, una
relación con muchas idas y venidas debido a las continuas, y explícitas, infideli-
dades de C.
C. trae un síntoma que revela muy bien la naturaleza que el síntoma tiene
para el psicoanálisis: aquello de lo que el sujeto sufre es también de lo que goza.
C. se olvida de las cosas, tiene despistes importantes que afectan sus relaciones
afectivas e inciden en su campo profesional. Como él dice, eso siempre acaba
pasándole “factura”.
A los seis años fue diagnosticado de un trastorno por déficit de atención
generalizada, fue un niño problemático en la escuela a causa de este problema,
lo que de todas formas no le impidió cursar una carrera técnica superior. A causa

78
LA CLÍNICA DEL CPCT

de este problema, un par de años atrás, C. completó una terapia cognitivo-


conductual de la que salió con tres pautas a seguir: 1) debía escribir cada noche
lo que había hecho durante el día; 2) debía comprarse una agenda y anotar en
ella sus actividades y citas; 3) debía seguir siempre la consigna no dejes para ma-
ñana lo que puedas hacer hoy.
C. no acudió a su cita en las dos siguientes sesiones. Se olvidó de cada una
de ellas. Cuando volvió le pregunté por la agenda. Me cuenta, entonces, son-
riendo, que se olvida, que se cansa de ella. Comprende, ahora que no se trata de
pautas. Le digo que eso viene a demostrar que el síntoma y su satisfacción in-
consciente son más fuertes que su yo.
Se puede observar muy bien aquí como las terapias cognitivo-conductuales
con la pretensión de erradicar el síntoma sólo inciden en el comportamiento,
tratan el síntoma como una conducta a enderezar en nombre de la norma y del
sentido común.
C. que es el pequeño de varios hermanos.Vino al mundo para unir la pareja
de los padres y apaciguar las continuas peleas que éstos mantuvieron durante toda
su vida. Al subrayarle este punto y situarlo en relación con su próxima paterni-
dad, C. se sorprendió y dijo: “Qué cosas tiene la psicología…”. “No, la psicolo-
gía no… —le dije— en todo caso qué cosas tiene su inconsciente”.
Trajo a la siguiente sesión un recuerdo de su primera infancia. Como verán
se trata de una versión traumática del Fort-da: C. se encontraba jugando sólo en
su habitación, en otra instancia estaba su madre con sus asuntos, el niño cada
tanto decía: “mamá…”, y ella respondía desde la otra estancia “¿qué…?”. C. se
quedaba tranquilo al escuchar la voz de su madre y seguía un buen rato jugan-
do hasta que volvía a empezar. Un día dijo “mamá…” y no escuchó nada… Salió
corriendo a mirar por la ventana y vio a su madre alejarse de la casa…
A continuación dirá: “Pienso que desde entonces ya no creí nunca más en
nada”. El sujeto encontró algo de la marca y de la opacidad de su goce. El acto
del analista fue señalar que “eso de lo que sufre es de lo que goza”.
En efecto, C. siempre se encuentra en otra parte, siempre se está yendo, en
su decir son las circunstancias que lo llevan a otra parte: países, mujeres, traba-
jos… Estamos ante la vertiente de la repetición como memoria de goce.
Puede empezar a reconocer, entonces, su gran dificultad para hacerse cargo
de sus elecciones y asumir sus responsabilidades.

79
LA ESCUELA HOY

Para concluir
El psicoanálisis, como demuestran estas tres viñetas, es una experiencia de
palabra que apuesta por modificar la relación que un sujeto tiene con lo real del
goce. Podemos decir en cierta manera que la enfermedad está en relación di-
recta con la ignorancia que un sujeto tiene de su goce. Cada uno de estos tres
sujetos habrá salido del CPCT con una pequeña, o no tan pequeña, ganancia
de saber sobre su goce, con una nueva nominación provisional del goce, éste ha
sido el efecto terapéutico.
La clínica del CPCT es una clínica que tiene en cuenta la función del sín-
toma. De ahí que dada su temporalidad limitada esté más del lado del bricolage
que del desciframiento. Se trata de producir un desenredo, de encontrar una salida.
Alguien puede, tal vez, querer continuar después pero esto siempre correrá de
su cuenta.

Trabajo presentado en la 1ª Jornada “La clínica del CPCT” —Síntomas actuales, des-
localización y exclusión social, angustia y urgencia subjetiva— que tuvo lugar en
Barcelona el día 7 de Octubre de 2005, con motivo del primer año de funcionamiento del
Centro Psicoanalítico de Consultas y Tratamiento (CPCT).

esque@ilimit.es

80
Freudiana 45, 2005, pp. 81-84

Victoria Vicente
ZONA BLUETOOTH. ANGUSTIA Y ADOLESCENCIA

Bajo este título me propongo compartir con ustedes una reflexión que, con
motivo del primer año del CPCT, me permitió hacer en torno a las demandas
recibidas en el Centro relativas a la adolescencia.
Es sabido que la adolescencia y los jóvenes en general es un colectivo espe-
cialmente sensible al malestar de nuestra época. Sabemos también, y los progra-
mas de atención a la salud de los adolescentes desde cualquier ámbito político
y social así lo recogen, la dificultad que implica tanto el acercamiento como el
abordaje de su malestar y el cuidado y el empeño puesto en el ofrecimiento de
lugares para acoger y tratar sus problemáticas, constatando de esta manera, no
solamente la dificultad de nuestra época por hallar la manera de conversar con
ellos, sino también el apuro de los mismos adolescentes para disponer de pala-
bras para decir su sufrimiento.
Así en este marco, lo que me pareció interesante —y es lo que intento con
la escritura de estas pocas páginas que les voy a presentar— fue reflexionar y pre-
guntarse sobre qué tipo de lugar ha sido el CPCT para los adolescentes; es de-
cir, qué uso particular ha tenido este lugar nuevo abierto en la ciudad, cuyos
fundamentos aplican el psicoanálisis.
Les voy a decir que las peticiones que ha recibido el Centro de jóvenes en-
tre 12 a 20 años ha ido en aumento de manera progresiva: durante los seis pri-
meros meses de funcionamiento las demandas que llegaron fueron más bien
escasas para producirse un aumento a partir del segundo semestre. A nivel nu-
mérico representa en torno a un 4,5 % del total de las demandas recibidas.

81
LA ESCUELA HOY

La sorpresa: en algunos casos la demanda fue del otro familiar y ellos, los
adolescentes, consintieron; pero también varios de estos jóvenes realizaron una
demanda de ser escuchados por un analista.
A estos sujetos se les ofreció un punto de encuentro y de escucha.
¿Qué hemos encontrado? Nos encontramos con la verdadera pareja del ado-
lescente: su angustia.
Así surgió en las entrevistas la desorientación al perder el cobijo de las iden-
tificaciones y los amores infantiles o el desconcierto al no encontrar una mira-
da desde la cual mirarse como amable para el Otro.
Se presentaron perdidos en el código del Otro o identificados a nombres recibi-
dos desde la ciencia, o la educación, sumidos bajo su peso, hiperactivos, desatentos,…
Nos hemos encontrado en definitiva con la angustia en sus variadas presen-
taciones, y de la cual los adolescentes se defienden negándola. Angustia que es
el afecto compañero de sus opciones y que cruza sus caminos en la estructuración
de sus deseos.
Pero también hemos recogido en este espacio la desorientación de los pa-
dres que han planteado sus dificultades para hallar el punto del buen encuentro
con sus hijos, ya sea por estar sumidos en una posición de igualdad que obsta-
culizaba el poder mantener un cierto semblante de autoridad; ya sea por pade-
cer el retorno de sus propias dificultades producto ya de sus neurosis.
Estos padres nos han permitido constatar que el saber didáctico, divulgativo
o incluso profesional, no asegura las decisiones a tomar en nuestra época. Que
las decisiones no se apoyan en el saber, sino que son actos sostenidos por los
deseos. En estas situaciones, se abrió una doble línea: acusar recibo de la difi-
cultad de ese hombre o de esa mujer frente al hijo o la hija adolescente y, por
otro, ofrecer un lugar de escucha para el adolescente.
Ustedes quizás saben, yo lo he estado buscado por internet, que la zona
Bluetooth implica la utilización de aquellos medios técnicos que hoy los adoles-
centes se dan para establecer contacto y conversar entre ellos, es decir, el teléfo-
no, el ordenador.
Así, la zona Bluetooth se inscribe dentro de los nuevos lenguajes que ha ge-
nerado internet y supone el manejo de los nuevos objetos alrededor de los que
giran las comunicaciones entre los adolescentes y que se han convertido, por otro
lado, en una manera de verificar la impotencia del otro adulto.

82
ZONA BLUETOOTH. ANGUSTIA Y ADOLESCENCIA

Bluetooth es como una onda de una emisora de radio abierta que permite a
los dispositivos entenderse en distancias cortas. Su mayor mérito, para los ex-
pertos, consiste en simplificar el uso conjunto de varios aparatos que hasta el
momento trabajaban cada uno por su cuenta. La idea es que si un equipo se
encuentra dentro del radio de cobertura de otro, éstos pueden establecer co-
nexión entre ellos para transmitirse una cierta cantidad de datos o de archivos
de manera fácil y muy económica.
Como en esta zona, donde la distancia y la presencia del otro cuenta, los
adolescentes en el CPCT han transmitido y han pasado su angustia.
La teoría psicoanalítica, en la cual apoyamos nuestra clínica, nos enseña que
hay diferentes destinos de la angustia en los adolescentes: están los malos desti-
nos y los buenos.
Hay tratamientos sintomáticos para la angustia: uno de ellos es la inhibición,
donde el sujeto se centra sobre sí mismo, con los efectos subjetivos que llevan a
la depresión, a la pérdida de amigos y de intereses, etc. Es una manera de negar
la angustia mediante el evitamiento o la apatía.
El otro tratamiento es el pasaje al acto: corta la angustia mediante la acción
por la descarga motriz, son las dificultades para pensar, es el no pienso instalado
en el hacer del sujeto, un hacer que conlleva una buena parte de riesgo. Los dos
son malos destinos.
La inhibición y el pasaje al acto son dos formas de posiciones subjetivas que
se definen en relación al hacer, a la acción como dos polos opuestos y excén-
tricos. La inhibición pone el acto en suspenso y el pasaje al acto lo acentúa.
Pero es posible dar a la angustia otro destino y para ello encontrar las coorde-
nadas del deseo bien estructurado es el mejor alivio y curación de la angustia.
Así, nuestra propuesta, en estos encuentros, es ofrecer un lugar donde con-
trariar los malos destinos de la angustia, dar otro recorrido, crear otro circuito
por donde la angustia pueda deslizarse. Es únicamente en el registro subjetivo
donde hallar la salida de la angustia.
Por ello pensamos que nuestra propuesta en torno a la duración de las con-
sultas y los tratamientos en el CPCT es propicia y acorde al tiempo y a la ma-
nera de contactar del adolescente moderno.
Son recorridos, tratamientos rápidos orientados por una práctica
psicoanalítica: en un caso un sujeto ve algo en relación a su apuesta siempre fa-

83
LA ESCUELA HOY

llida al intentar la separación del otro materno; para otro sujeto puede ser un
alivio aligerarse de los significantes que lo retenían en una posición estática y
poder así despejar sus propios significantes; para otro lo importante ha sido des-
cubrir que la energía con la que dividía al Otro también le dividía a él mismo.
¿Qué ofrecer? No un lugar para la comprensión, tampoco un lugar donde
proponer medidas que impliquen renuncias educativas. En realidad orientamos
nuestro propósito sobre la idea de que las tensiones, los conflictos, las rupturas
resultan de una problemática de elecciones difíciles con consecuencias durade-
ras para el adolescente.
Para volver a la pregunta del inicio podemos atrevernos a dar una respuesta:
El uso de este lugar se orienta en la ubicación de esta zona que permita reco-
ger la angustia.
Lo que conlleva, también, el ofrecimiento de un Otro con el que interlocutar,
justamente allí donde la respuesta de la época es la de poner un objeto del mundo,
ya sea por los remedios del mercado tecnológico y/o comercial, ya sea por los
farmacológicos.
Esta es nuestra apuesta: hacer posible conectar esta angustia al Otro, allí donde
el otro está justamente en cuestión. Se trata de estar ahí, en la zona Bluetooth para
recoger el mensaje sin borrar ni fagocitar al sujeto.

Trabajo presentado en la 1ª Jornada “La clínica del CPCT” —Síntomas actuales, des-
localización y exclusión social, angustia y urgencia subjetiva— que tuvo lugar en
Barcelona el día 7 de Octubre de 2005, con motivo del primer año de funcionamiento del
Centro Psicoanalítico de Consultas y Tratamiento (CPCT).

vvicente@powercorreo.com

84
Freudiana 45, 2005, pp. 85-87

Pierre-Gilles Guéguen
CPCT-BARCELONA 2005

Nuestro título de hoy “El psicoanálisis de la urgencia” viene muy bien a la


actualidad del panorama de la salud mental en Francia. Por lo que me han di-
cho mis amigos de la ELP, la situación de vuestro país no por ser menos crítica,
en parte sin duda por el hecho de que vuestro territorio está más descentrali-
zado, está menos influenciada por las mismas corrientes de pensamiento que
declaran la guerra abierta al psicoanálisis.
Después de la aparición del Libro negro del psicoanálisis, que compila viejos artí-
culos ofensivos y llenos de odio contra el psicoanálisis y su fundador, el INSERM
(Instituto Nacional de la Salud e Investigación Médica) publica un nuevo informe.1
Su objetivo es concretar la orientación “científica” de las medidas a tomar respecto
a aquellos niños y adolescentes cuyos comportamientos son “atípicos”, como me-
dida de prevención y diagnóstico precoz, desde la edad de 36 meses. El informe
recomienda formar a los docentes a partir de parrillas de lectura derivadas del DSM
e incitarlos a esta “detección” sistemática. Recomienda que estos niños y adolescentes
sean tratados con terapias conductistas y, en caso de fracaso, con medicamentos.
No me extenderé sobre este “peritaje”, sobre sus fallos metodológicos, su ins-
piración directamente norteamericana, sus vínculos indudables con lo que ha
devenido, según una expresión que Jacques-Alain Miller utilizaba hace muy poco,
“el mercado de lo mental”, acólito él mismo de las potencias financieras de los
laboratorios farmacéuticos.
Simplemente subrayaré que se trata del segundo informe, formulado según
esta ideología indigente de los cuidados, que se publica en nombre del INSERM

85
LA ESCUELA HOY

y de sus expertos en un corto periodo de tiempo, después de que el primero


fuese espectacularmente desautorizado por el Ministro de Sanidad de entonces
(P. Douste-Blazy). Esta vez apunta al segmento del mercado “juvenil”, desde una
perspectiva de seguridad pública, y completa al primer informe y al plan Clèry-
Melin contra el cual hemos elevado las más vivas protestas en los Forums pro-
puestos por Jacques-Alain Miller a lo largo de los dos últimos años, cuyo
auditorio sobrepasó el del medio de los especialistas. Sólo falta un informe de
este estilo sobre gerontología psiquiátrica y el panorama quedará ya completa-
mente cerrado.
Esta tentativa de introducción masiva de una política de salud mental que
excluye la orientación psicoanalítica, pone de relieve la urgencia del psicoaná-
lisis y de su presencia en la ciudad. La razón es simple: estas teorías quieren el
bien del prójimo, entendido como anulación del mensaje de sufrimiento. So-
bre todo quieren conseguir el silencio: que los asociales anormales se callen y
dejen en paz a las buenas gentes, a los políticos y a la seguridad social. Desco-
nocen la dimensión del acto.
Es por lo que el decisionismo de gestión, que ha infectado el campo de la
política y la ha desencantado, y las TCC (terapias cognitivo-conductuales) se jun-
tan: creen que piensan y que el pensamiento es saber y crea el acto. En realidad,
están en un perpetuo actuar y por ello son el engaño del amo moderno. Lacan lo
decía a propósito de Pavlov, al que evocó en numerosas ocasiones a lo largo de su
enseñanza (y en particular en el Seminario sobre el Acto analítico), el psicoanalista,
a diferencia del gestor o del conductista, opera sin pensar. Entendámoslo bien, no
se trata de hacer el elogio a la necedad sino de que el psicoanalista se adentra con
cada sujeto en aquello que éste tiene de más particular, de más desconocido, y que
no puede tratarse aplicando recetas preparadas burdamente para una población
estadísticamente definida. Es esto lo que permite el acto, es decir, lo que da la opor-
tunidad a un cambio verdadero, sólo verificable après coup. No se trata de la sim-
ple aplicación de un saber, aunque sea necesario mucho saber “en reserva”; no se
trata de acallar el sufrimiento sino, al contrario, de hacerlo hablar.
No son meras declaraciones “teóricas” sino una oposición concreta y pro-
funda relativa a la concepción de la salud mental y al lugar que el practicante
puede tener allí la que separa el modelo de psicoanálisis aplicado del modelo
conductual aliado con el psiquiatra del DSM.

86
CPCT-BARCELONA 2005

Tomemos el ejemplo de los niños agitados y de los adolescentes violentos a


los que apunta la prevención.
Es cierto que se pueden observar estas dificultades de socialización. Sus causas
son múltiples, competen a factores que los estudios sociológicos pueden obser-
var. Sólo el psicoanálisis capta que estas observaciones sociológicas o
epidemiológicas son, a la vez, costosas y vanas, que en la medida en que los ni-
ños o adolescentes (cuyos casos, por otra parte, responden a patologías diversas),
no han podido subjetivar su desgracia están impelidos a actuarla cada vez más,
en un esfuerzo de que el Otro la reconozca. Si hay alguna urgencia es la de ofre-
cerles lugares donde esa desgracia pueda decirse bajo transferencia, a fin de sus-
pender la actuación sistemática y autorregular el exceso de goce que es la fuente
de los “comportamientos violentos y repetidos” denunciado por el informe del
INSERM. Hay ya muchos en España y la Conversación de Barcelona sobre
“Efectos terapéuticos rápidos en psicoanálisis” prueba que el método freudia-
no, que asegura un tratamiento a medida, en lugar del forzamiento por suges-
tión y adiestramiento, es tan eficaz como las que preconiza el Instituto francés
de Investigación médica. Desde el punto de vista de política de la salud los cos-
tes a largo plazo de la opción conductista (en términos de exclusión, de recur-
so a la droga, de violencia, etc.) están subestimados. Queda decir que el
psicoanálisis es a la vez demasiado conocido y demasiado mal conocido y, en
particular, que sus resultados están mal difundidos ante las instancias guberna-
mentales.
Nos incumbe velar mejor por esa tarea, a la cual la Jornada de hoy, por su
parte, ha contribuido.

Notas:
1. Le Monde del 22 de setiembre del 2005.

Trabajo presentado en la 1ª Jornada “La clínica del CPCT” —Síntomas actuales, des-
localización y exclusión social, angustia y urgencia subjetiva— que tuvo lugar en
Barcelona el día 7 de Octubre de 2005, con motivo del primer año de funcionamiento del
Centro Psicoanalítico de Consultas y Tratamiento (CPCT).

pgguegue@wanadoo.fr

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Freudiana 45, 2005, pp. 89-91

Marie-José Asnoun
LA MEDIDA DEL SÍNTOMA

El psicoanálisis de orientación lacaniana toma la medida del síntoma y no se


dedica, contrariamente a las prácticas de los TCC, a medir el síntoma.
En el hilo de Sigmund Freud, no sin Jacques Lacan, el psicoanalista es dócil
frente a la persona que se dirige a él. No le pide una docilidad, incluso una sumi-
sión a una técnica coercitiva que se considera la erradicación de una disfunción.
Además, la orientación lacaniana nos permite tomar la medida de la teoría
del síntoma en la enseñanza de Lacan, ilustrado por el curso de este año de
Jacques-Alain Miller, no sin una dimensión de vuelco.1
El enfoque psicoanalítico proporciona las condiciones que transforma el sín-
toma en tratable, a la vez que sitúa su parte de intratable. Se trata de definir el
síntoma psicoanalítico. La función del síntoma, su ilustración por numerosos casos
clínicos, es la de una función para cada sujeto. El síntoma es lo que designa la
parte de goce para cada uno. Hay un uso de ello, un uso que se aborda con tac-
to y agudeza, y con el objetivo de una solución. El síntoma también puede co-
rresponder, según nuestra práctica, a un refugio contra la desmedida para un
sujeto psicótico. Esto requiere saber reconocer lo que lo designa en lo más ínti-
mo, lo que es su parte más íntima.
J. Lacan nos enseña el pasaje de la concepción de un síntoma que dice a un
síntoma que goza. Pasamos de un desciframiento del inconsciente a apuntar al
goce pulsional. Este enfoque, que implica al sujeto en lo que le ocurre, que acen-
túa la causa del sujeto, se opone radicalmente a una concepción de las TCC re-
duciendo el funcionamiento de un sujeto humano al de un comportamiento,

89
TEMAS CRUCIALES

que le hace equivalerse a una máquina reparable. Reconocemos en estas prac-


ticas “tccistas” la elección de lo útil, incluso bajo formas virtuales (¡¡las terapias
virtuales al servicio de los soldados!!) contra la elección de un mundo deseante
y por lo tanto vivo, donde el cuerpo se encarna tanto del lado del sujeto como
del psicoanalista…
Al contrario del sujeto “tccisado”, el sujeto en psicoanálisis puede descubrir
la virtud del fracaso, descubrir que hay siempre algo que cojea y decidir, habla-
remos incluso de decisión, qué respuesta dará a su relación con la lengua, a su
relación con el lenguaje, a su relación de su lalengua con el lenguaje. El psicoa-
nálisis no le intima, tal como lo exigen los TCC de parecerse a todos, sino que
le ofrece el dispositivo que, según su consentimiento, hará de su singularidad una
posibilidad de invención. Esta invención, a través del pase, puede ser transmiti-
da a todos, puede formar un vínculo tal como lo han manifestado y manifesta-
rán los AE. Aquel que sufre de su cuerpo o de su pensamiento encontrará la
respuesta que lo separará de este sufrimiento. Podrá transmitir, a través de un
lenguaje público, su lenguaje privado sin rebajarse del lado del lenguaje común.
El sujeto habrá encontrado lo que hace su valor, su síntoma habrá encontrado
su valor de sinthome.
La pertinencia del psicoanálisis de orientación lacaniana consiste en trans-
formar el síntoma descifrable en un sinthome fuera de sentido. Saber hacer con
el fuera de sentido. Esta reducción a lo que no tiene sentido, a lo que no vincula
con nada es, sin embargo, una invención del sujeto que hará uso de ella. El uso
ya no será de inhibiciones, de síntoma o de angustia, sino un uso consistente en
hacer mantener lo que fallaba. Esta apuesta por el fuera de sentido, apuesta a tra-
vés de la transferencia y el deseo del analista, esta apuesta sobre el fuera de senti-
do, allí donde el síntoma podía objetar el vínculo social, abre a otra relación con
el Otro, a otra relación con el deseo y con el goce.
No querer saber que el sujeto humano esta parasitado por el lenguaje, que
hay un valor de goce de la lengua, que el traumatismo es lo sexual que hace irrup-
ción en la lengua, es efectivamente querer hacer desaparecer la especificidad del
sujeto humano. Pensarlo simplemente reeducable remite a concepciones dema-
siado conocidas y a combatir.
Las palabras nos determinan. Cada sujeto encuentra en ellas una inscripción
singular. El sujeto es la respuesta que ha aportado más allá de esta determina-

90
LA MEDIDA DEL SÍNTOMA

ción significante. El sujeto puede, según su uso de la lengua, su uso de las pala-
bras, según su encuentro con las palabras y su cuerpo, hacer una elección de vida.
La palabra no ha dicho su última palabra, mal que les pese a los defensores de
los TCC. Hay palabras que resisten.2
El sujeto está enfermo de la lengua que afecta su cuerpo. Cada uno, dirigién-
dose a un psicoanalista, debe hacer una apuesta para saber lo que hay de su re-
lación entre “su decir y su cuerpo”,3 hacer la apuesta de elevar su síntoma a la
dignidad de su sinthome.

Notas
1. Jacques-Alain Miller, La orientación lacaniana, Pièces détachées (Piezas de
recambio), (2004-2005), inédito, enseñanza pronunciada en el marco del depar-
tamento de psicoanálisis de París VIII, lección del 8 de diciembre de 2004.
2. Arlette Farge et Michel Chaumont, Les mots pour resister (Las palabras para
resistir), París, Bayard, 2005.
3. Jacques-Alain Miller, La orientación lacaniana, Pièces détachées (Piezas de re-
cambio,(2004-2005), inédito, enseñanza pronunciada en el marco del departa-
mento de Psicoanálisis de París VII, lección del 25 de mayo de 2005.

Traducción: Catherine Galaman Baqué

mjaa@club-internet.fr

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92
Freudiana 45, 2005, pp. 93-95

Patrick Monribot
¿PSICOANÁLISIS O TCC?

El psicoanálisis no es nada sin el síntoma que pone a trabajar. En cambio, las


TCC no son nada si los trastornos a los que apuntan toman de repente valor de
síntomas psíquicos. Entre psicoanálisis y TCC existe el intervalo de la
formalización del síntoma. Es la razón de la fobia probada del concepto de sín-
toma en el marketing del cognitivismo: Trastorno, nada más que trastorno…
Una estudiante en psicología se encuentra en una gran dificultad subjetiva. Confía
su tormento a uno de sus enseñantes, profesor titular de la Universidad, famoso
coautor del informe Inserm sobre la evaluación de las psicoterapias y sobre todo gran
promotor de los CTT. Éste preconiza ipso facto su producto fetiche y le aconseja
consultar en la ciudad con un colega conductista, en guisa de viático, con una única
consigna firme, breve y muy clara: “Sobre todo, ¡nada de análisis!”
Guiada por el poder atractivo del maestro situado en el lugar de sujeto supuesto
saber, inicia una terapia cognitiva. El balance inicial establece un “diagnóstico”, es
decir, una serie de trastornos alineados en fila india, y cuyo inventario pretende
desnudar el o los patterns patológicos que se tratará de rectificar. Su dificultad re-
currente es la siguiente: en público, cada vez que es el centro de interés de todos,
surge un “trastorno ansioso”. Le da vueltas la cabeza hasta llegar al vértigo, sus
miembros inferiores se contraen fuertemente al nivel de los muslos, luego en el
mejor de los casos pierde el equilibrio, y en el peor se desvanece. De todas for-
mas, se cae. En resumen, mirada del otro, angustia, vértigo, contracción de los
muslos, perdida de conocimiento. Último episodio en fecha: la defensa de su
memoria durante la cual se desmaya, a partir de la misma secuencia en cadena.

93
TEMAS CRUCIALES

El balance médico es perfectamente normal y sin explicación, cosa que pro-


voca en ella una angustia mayor. Evidentemente, el diagnóstico de psicosis sub-
yacente no se descubre en los manuales universitarios de referencia, con todo
considerados en la cima del progreso…
Empieza entonces lo que llamará más tarde “el recorrido del combatiente”,
protocolizado en dos fases que trata cada una de ellas una “disonancia cognitiva”.
Primera etapa: se trata de desparejar la sensación vertiginosa y la pérdida de
conocimiento. Se somete a una serie de sesiones de “giro-sillón” parecido al
asiento utilizado por el ORL en la exploración del oído interno. La hacen gi-
rar en un sentido y luego en otro hasta llegar a la sensación de mareo, la cual
sirve de límite para la prueba giratoria. Ella dirá: “me han vuelto tarumba”.
Evidentemente es un éxito en la medida en que el vértigo inducido no se salda
con un desvanecimiento.
En esta fase del tratamiento, liberada del sillón infernal empieza a querer
hablar y a acordarse de cosas. Su padre, por ejemplo, tenía el mismo tipo de
síntoma. La leyenda familiar cuenta que así sucedió con motivo de su naci-
miento: “perdió el conocimiento”, dice. Sin embargo, sus terapeutas la in-
vitan al silencio requerido por la ciencia. Le ruegan reservar “sus historias”
para más tarde, “puede que a la atención del médico de cabecera”, para que
se concentre mejor en las cosas serias. Es el comienzo de la segunda etapa
del protocolo.
Se trata esta vez de desparejar el binario “contracción de los muslos, desva-
necimiento”. Una serie de sesiones consisten en colocar un torniquete alterna-
tivo en cada muslo, después en los dos a la vez. Se hincha progresivamente hasta
obtener una sensación dolorosa, cada vez más dolorosa. El umbral de lo inso-
portable sirve de límite para la dosificación de la presión del torniquete. No se
emociona demasiado; “estaba tan contenta de no girar más en todos los senti-
dos”. El fantasma sádico muy poco reprimido del protocolo no es objeto de
ningún cuestionamiento, ni por parte de los terapeutas ni de la paciente que
hablará de ello solamente a posteriori. Aquí, también, el resultado se impone
flagrante: le duelen los muslos, pero no se cae ni pierde el conocimiento, en
resumen: segundo éxito. Pronto se acabarán las preocupaciones, la familia se alegra
de ello y ella también. Fin del programa terapéutico; rellena una encuesta anó-
nima de satisfacción solamente “para los estudios”.

94
¿PSICOANÁLISIS O TCC?

Hay una celebración. La felicidad no llega nunca sola y su novio decide en


secreto organizar su próximo cumpleaños con una de estas reuniones sorpresa
donde cincuenta personas surgidas de ninguna parte alegran a uno gritando:
“¡sorpresa, somos nosotros!”. ¿Qué creen que ocurrió?
Risas, emociones, vértigos, nada a nivel de los muslos, constricción inédita
de los dos hombros, pérdida de conocimiento, fin de fiesta en la cama. Con
humor, se considerará curada de los muslos. La fiesta se arruinó. Entonces se
acuerda de la única consigna de su bienhechor: ¡Nada de analista! Deduce que
una prescripción puede esconder otra y se precipita… hacia el analista.
La psicosis se detecta en la primera entrevista. Solamente escuchándola: la
mirada, verdadera intrusión especular, la fulmina por la angustia. Desencadena
“como un agujero”; el cuerpo la abandona y “la deja caer”. “Sus historias”, en
particular la que se refiere a su nacimiento, no forman una historia; la leyenda
familiar del padre desvanecido no es el detonante de una novela familiar, ni si-
quiera una pizca de mito. En resumen y sobre todo, los trastornos registrados
por el DSM no constituyen la sombra de un síntoma.
El trabajo sólo acaba de empezar. ¿Qué síntoma para hacerla mantenerse de
pie? Un trabajo preliminar: no erradicar los trastornos sino fabricar un síntoma.
Sin duda la transferencia será el instrumento de esta ambición.
Continuará…

Traducción: Catherine Galaman Baqué

monribot.patrick@wanadoo.fr

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Freudiana 45, 2005, pp. 97-102

Ana Simonetti
ENTRE EL SÍNDROME Y EL TRASTORNO, EL SÍNTOMA*

1-. Algunas consideraciones de partida


En el momento actual de furor de la evaluación y la cuantificación del pa-
decimiento subjetivo, haré algunas consideraciones referidas a las clasificaciones
de la clínica actual, para situar en ese contexto dos casos clínicos que reflejan el
contrapunto entre la práctica médica y la práctica psicoanalítica. La “nomencla-
tura oficial” de “alcance mundial”, constituye un sistema clasificatorio, presen-
tado en los manuales de diagnóstico, como el DSM cuyo inicio data de 1840.
La primera consideración es que son clasificaciones que responden a la de-
manda creciente de los psiquiatras y de los estamentos de la Salud Mental, de
contar con un “acuerdo generalizado” de los síntomas. Eric Laurent en el curso
dictado con J-A Miller “El Otro que no existe y los comités de ética”, plantea
cómo esta demanda no va sin relación a un “escape generalizado” que sorpren-
de a los practicantes. Se advierte el surgimiento continuo de fenómenos que no
están contemplados en las clasificaciones, y que empuja, en pos de ese acuerdo
generalizado, a realizar cada tanto nuevas clasificaciones.
Una segunda consideración, y es el punto de mayor interés para el presente
trabajo, es la observación de otro cambio ligado a la denominación de las en-
fermedades. En el caso del DSM III encontramos un lugar para los síndromes,
mientras que en el siguiente —en el DSM IV—, ya no hay rastros de ellos en
cambio dominan los trastornos.
* Trabajo presentado en el XIV Encuentro Internacional del Campo Freudiano, Segundo En-
cuentro Americano sobre los resultados terapéuticos del psicoanálisis y las nuevas formas de la
transferencia, realizado en Buenos Aires en Agosto de 2005.

97
TEMAS CRUCIALES

Si se remite a la medicina para definir síndrome aporta datos para esclarecer


el porqué de este deslizamiento: se trata del conjunto de signos y síntomas con
desconocimiento de la etiología o bien con diversidad de causas. En cambio,
trastorno puede englobarlo, y proviene de la traducción del término inglés disorder,
que implica una “…ambigüedad indispensable para incorporar los avances del
conocimiento…”, dado que se desconoce su etiopatogenia; mejor dicho: no
interesan las causas ni los procesos, sólo el fenómeno, enumerable y captado casi
instantáneamente en el encuentro con el paciente. En este punto podemos con-
siderar que su instantaneidad se contrapone a cierta investigación que impone
el sindrome, que requiere del tiempo de la recolección de los datos subjetivos y
objetivos, de la búsqueda del origen.
Este borramiento del síndrome para dar paso al trastorno en los manuales ac-
tuales, extrema la provisoriedad diagnóstica y patentiza la inutilidad de la causa
así como de la subjetividad. No obstante, en el campo médico persisten aún
enfermedades que ameritan el nombre de síndrome, es decir, algo resiste al tras-
torno generalizado.
La tendencia de la ciencia —falsa ciencia nombrada por Miller— a excluir
la singularidad, persigue fines que nada tienen que ver con el nacimiento de la
medicina: su fin terapéutico. Para el psicoanálisis, alojar la singularidad es la vía
regia para el tratamiento del síntoma.
La tendencia es la del mercado al “alcance mundial”, que implica extremar
el acertijo de mucho, poco, nada, para adecuar el trastorno al medicamento, re-
chazando de un modo radical la procedencia del hombre de ser de lenguaje.
Sin embargo, como la medicina presenta agujeros, es para el psicoanálisis la
oportunidad de incidir en los restos de su fracaso, tornándolo fecundo.
Es esta la perspectiva por la que introduzco el llamado Síndrome de fatiga cró-
nica (SFC), de etiología desconocida, donde no falta el stress como hipótesis
generalizada, así como los procesos inmunológicos y alérgicos. Cabe aclarar que
este síndrome no se alojaría en un manual diagnóstico psiquiátrico por ingresar
más bien al campo médico clínico, pero se desplaza a la psiquiatría por carecer
de respuestas eficaces en aquél.
Presento dos viñetas que ilustran el camino seguido por cada sujeto con este
mismo diagnóstico y las consecuencias de su encuentro con la medicina y pos-
teriormente con el psicoanálisis.

98
ENTRE EL SÍNDROME Y EL TRASTORNO, EL SÍNTOMA

2-. La clínica en el nuevo contexto


Ambos casos, mujeres, expectantes de un saber que preferirían que fuese
médico, recurren al psicoanalista, empujadas, desahuciadas por las respuestas de
la medicina. La etiología idiopática justifica la búsqueda de otro saber ante el
fracaso médico.
A. viene con ese diagnóstico realizado por varios especialistas, avalado por su
propio esposo que también es médico y quien la alienta a buscar la vía del psico-
análisis ante la falta de respuesta a los tratamientos antialérgicos y antidepresivos.
Está muy informada con los detalles que le ofrece Internet de la patología, des-
cribiendo el cansancio intenso como el eje, al que se agregan rosácea, cefalea, in-
somnio. Cuenta con antecedentes de gravedad: síndrome urémico hemolítico y
anemia, y últimamente hemorroides, cuya cirugía marca el momento de desen-
cadenamiento del SFC. Pero ¿cómo? La pregunta instalada por el analista permi-
te localizar el real: cuando el cirujano ante el fracaso de la primera intervención
se encuentra con una mujer angustiada, le dice ¡si no te vas a morir!
La brutalidad con que experimenta esas palabras que retornan como estra-
go a su demanda, la lanzan a la ubicación de su máximo goce: sometida al amo…
médico.
Esa localización le permite iniciar un trayecto en la cura, posible también
porque ese saber desaloja en parte la ilusión de un saber médico salvador.
Ese saber da paso a la elaboración del lazo al Otro materno, quien rechazó
en la hija su condición femenina; y del lazo al Otro paterno, quien estaba ocu-
pado en la exaltación narcisista de su condición de escriba y docente. La sujeto
consiente en develar su interpretación de haber sido arrojada tempranamente
del seno familiar —se fue a estudiar— con precariedad de recursos, lo que la
dispuso a continuar sujeta a la satisfacción de someterse a cuanta corriente cul-
tural, filosófica y política encarnada en hombres, encontró.
Es el marido médico —la excepción— quien le permite un orden de vida
familiar y detener la corriente hasta que “otro médico” la arroja a la cama, al
cansancio.
El rasgo paterno de poeta exaltado, casi místico, es el que toma del padre ha-
ciéndose poeta, ella misma. Puede localizar en esta práctica, en esta posición de
“romántica soñadora”, el máximo de sufrimiento que ofrenda al padre, y que
trae al analista en un viejo cuaderno regalado por él y escrito por ella “con sangre”.

99
TEMAS CRUCIALES

El gesto de que se trata de un objeto que tiene mal olor y que sin embargo re-
tiene el analista ante la sorpresa de la sujeto, introduce un bienestar que borra
la fatiga, la empuja a retomar sus actividades y produce una transformación en
su posición enunciativa. Ese objeto nunca fue reclamado.
B. concurre a la primera entrevista con el psicoanalista llevando un sueño
de angustia que la precede: iba a visitar a una tía (quien se quedó con un mueble
de su casa que su padre vende al trasladarse a vivir a otra ciudad), que la apretaba
y le hacía doler los huesos; ella lloraba diciendo: devuélvanme lo que me quitaron.
Interpreta: nadie se preocupó por mi infancia.
Esta presentación viene luego de manifestar haber hecho clic! Al visitar al
penúltimo médico que le diagnostica fiebre reumática por unas anginas de re-
petición y resfriados constantes, decide ver a otro que le dice que se trata de
fibromialgia, cuando hace 10 años fue diagnosticada por un eminente clínico
con sindrome de fatiga crónica (también llamada fibromialgia), iniciando en
aquella ocasión una serie medicamentosa de vitaminas, energizantes, antibióticos,
corticoides. El último médico aclara la sintomatología: cansancio crónico, causa
idiopática o bien stress. Ahí fue el clic! Un saber vertido por el Otro de la medi-
cina que consuena con un saber a la espera. Agrega a esta demanda la gran dis-
tancia instalada con su marido, de quien reclama atención.
Las primeras entrevistas se centran en justificar la interpretación del sentido
dado a su sueño: su madre fallece cuando ella tiene 6 años, quedando con cua-
tro hermanos más, una de sus hermanas muere al poco tiempo que la madre.
Los hermanos mayores, 16 y 13 años van por un lado; los menores, ella y un
varón, por otro quedando ambos al cuidado de tíos paternos, ya que el padre se
muda a otra ciudad a trabajar. B. interpreta que no se podía hacer padre de ellos.
El Otro materno había rechazado a esta tercera hija mujer, cuarta de la serie de
hijos, agotada por la maternidad y una gran insatisfacción que hacía escuchar a
esta niña (padece hoy de hipoacusia).
Luego de la muerte de la madre, es en casa de esos familiares que permanece
por diez años, donde no recibió buen trato ya que la hacían trabajar “hasta el can-
sancio, no me daba el físico, caía a la cama sin comer”. Ante esta prepotencia del Otro
sustituto materno y el desamparo del Otro paterno, acuña un “ya me las van a pa-
gar”, iniciándose la serie de enfermedades recurrentes, a modo de llamado de aten-
ción —interpreta— para que el padre se ocupara al viajar a verlos: hernia de disco,

100
ENTRE EL SÍNDROME Y EL TRASTORNO, EL SÍNTOMA

febrícula por varios años, depresión, anginas, sinusitis, y luego lo que mueve al
diagnóstico de SFC: cansancio, fatiga, somnolencia, astenia, anemia.Así se encuentra
al venir, a lo que agrega su sentimiento de abandono recurrente.
Su disposición en la transferencia de no me da el físico, y no venir con la fre-
cuencia conveniente, a lo que el psicoanalista se aviene, permite instalar su de-
manda. Localizar su enunciación ya me las van a pagar, le revela la vía del cansancio
y el dolor como la ubicación en el cuerpo de la rabia, la bronca y el resenti-
miento que no pasa al decir, produciendo una cesión del goce que se anudaba
al sentido que había segregado con anterioridad. La firmeza del analista en lle-
varla a articular (le duelen las articulaciones) su reconocimiento de que la
fibromialgia comienza cuando su hermano mayor le avisa que iban a cremar el
cuerpo de su padre muerto, cuyos últimos días fueron de intensos dolores óseos,
produce un decir: “él quería que yo lo atendiera, lo cuidara y no quise darle con el gusto”.
El alivio terapéutico producido, sostenido en el tiempo como nunca antes, la va
llevando en la cura a situar el amor al padre, el odio al padre y a revisar sus lazos
a los otros desde esta enunciación.

3. El psicoanálisis incidiendo por la falla


Ambas mujeres llegan, entonces, por el fracaso de la medicina en responder
a su demanda. El diagnóstico de sindrome de fatiga crónica o fibromialgia no
configura un trastorno, impone su radicalidad de conjunto de síntomas, que no
encuentra correspondencia farmacológica unívoca. Tratado médicamente con
pocos resultados en la regulación de los síntomas y la etiopatogenia imprecisa
para la medicina patentiza la falta de respuesta terapéutica y terminan disponien-
do a A. y B. a apelar al psicoanálisis.
Si bien para cualquier persona puede resultar tranquilizador que el saber mé-
dico responda con eficacia, cuando no ocurre, la disponibilidad de psicoanalistas,
es una posibilidad de acceso para quienes cuentan con una sensibilidad a los efec-
tos de la palabra o arrastran grandes padecimientos y es una chance última…
En ambas mujeres había un creer a medias en el psicoanálisis y la sorpresa
de encontrarse con un saber otro, revela el efecto del encuentro por la contin-
gencia que opera por la transferencia conferida en el acto analítico. La creencia
en el saber médico en ellas era también a medias, con la forma de la demanda
aniñada en A., de la desconfianza en B.

101
TEMAS CRUCIALES

El psicoanalista en el lugar de agente hace posible que ese encuentro afian-


ce la creencia y sostenga la continuidad, abonada por los efectos terapéuticos.
La ganancia de saber no alcanza, hace falta el efecto terapéutico. Es lo que posi-
bilitó la continuidad y la caída progresiva de la espera de un saber médico.
Podemos interpretar que la medicina cortocircuitó el lazo al Otro, mientras
que el psicoanálisis, al instalarlo y ser ese su dispositivo, el discurso, de partida
va a contrario que aquella.
El particular interés de estos casos es porque define otro campo de opera-
ción del psicoanálisis; no se trata de diferenciar su práctica de la psicoterapia ni
de la psiquiatría, se trata de recibir sujetos segregados de la medicina que bien
podrían ir al psicoterapeuta o al psiquiatra. Entonces encontramos una aplica-
ción del psicoanálisis que abre otra vía de investigación, fuera del alcance del
presente trabajo.
Finalmente, para el psicoanalista, no sólo es hacer posible que hable el sínto-
ma, es el alojamiento de la singularidad y las consecuencias de su consentimiento
la diferencia radical de ambos tratamientos, si bien también se trata de introdu-
cir un cambio de paradigma en el saber médico.

asimonetti@arnet.com.ar

102
Freudiana 45, 2005, pp. 103-108

Adela Fryd
LA CONSTRUCCIÓN EN EL EQUÍVOCO*

La construcción en Freud es el descubrimiento de la implicación del analista


en el análisis. Freud lo llama trabajo preliminar. Lacan respeta el binario freu-
diano construcción-interpretación, implicación para nosotros que el analista debe
construir. La construcción para Lacan es el trabajo del analizante y lo que llega
del analista es la autorización simbólica para proceder al trabajo del analizante.
Sin embargo, la experiencia me plantea que en ciertos casos observamos que la
construcción hecha por el analista permitiría recién allí la apertura del trabajo
del analizante. Construcción realizada a partir de los dichos del paciente, logrando
un “simulacro de enlace” que permitiría la puesta en juego de la división del
sujeto, tomando la palabra del analista como un empuje a hablar.
El trabajo analítico me ha planteado cuál es el alcance de la construcción
hecha por el analista. Este punto quedaba justificado en el caso por caso, pero el
papel que juega la construcción en el inicio y las posibilidades que luego se abren
me permiten pensar en el tema más allá de la discusión en el caso mismo.
Si tomamos que la construcción en un primer momento para Freud fue la
búsqueda de la existencia del inconsciente, siguiendo a J.-A. Miller podemos decir
que es la búsqueda de la convicción sobre un sujeto dividido; así podríamos seguir
esta interlocución que hace Freud con las respuestas de los pacientes, respuestas
a sus construcciones.
Para Freud la construcción era una vía para reconstruir en la cura la expe-
riencia olvidada y los acontecimientos decisivos de la infancia. Pero no le fue
*Texto publicado originalmente en La lettre mensuelle 231, octubre 2004.

103
TEMAS CRUCIALES

suficiente decir las experiencias vivas del sujeto y sus afectos. Más allá del prin-
cipio de placer sabemos que lo esencial en su búsqueda es, a saber, que justa-
mente lo que determina la compulsión a la repetición no puede ser rememorado.
¿Cuál puede ser, para Freud, el criterio de una buena construcción? Por un
lado concierne el material que aparece en la cura después de la comunicación
al paciente de la construcción, es allí que aparecen trazos mnésicos significati-
vos, y por el otro, subjetivo, implica la convicción del analizante.1, 2
La idea de la construcción de un real originario gracias a las huellas que dejó,
proviene de una colusión de la verdad y de lo real. Lo que es verdadero para el
sujeto se convierte en el indicio de real que la construcción tocó. La convic-
ción del sujeto es la prueba de este real.
El hecho de que buenas construcciones traigan a veces fragmentos de recuer-
dos casi alucinatorios lo conduce a interrogarse sobre la relación del delirio a la
verdad. La locura también parece un “trozo de verdad histórica implicando la
convicción del sujeto”, será entonces para Freud en el delirio la misma verdad his-
tórica que habla. De ahí la comparación de la construcción del analista y del de-
lirio, en los dos casos se apunta a la restitución de la verdad histórica. El delirio es
el punto donde esta colusión de verdad y de lo real es realmente palpable.
Pero el punto que me gustaría destacar es que para Freud había en la construc-
ción una posibilidad de engarce de verdad y real. Esto supone un perjudicado, po-
dríamos pensar que es el saber. Se trata en pensar en este real que Freud apunta a
tocar, ya que Construcciones la piensa sobre el modelo del bricolage, de construir con
los restos, con los fragmentos, restos de real, sobre todo pulsional. Pero es allí donde
nos importa diferenciar la verdad material de lo real, dejando a la verdad histórica
su carácter como guía de aproximación de lo que marcó al sujeto, y lo real —aque-
llo que ya hizo Freud—, con ese carácter heterogéneo al sujeto.
Si rastreamos el tema construcción en Lacan, no se tratará para él nunca en un
sentido freudiano de una verdad o de un real.
De hecho, nunca lo trae como “construcción de lo real”, pero si seguimos
las pistas del momento en que Lacan con su clínica borromea muestra su ten-
tativa de acercarse “directamente a lo real”, allí se trata para él del sentido de pro-
porcionarle una lógica a la práctica analítica y a la “operación del analista, le
interesa específicamente el discurso analítico”. Es la experiencia analítica que
le rinde cuenta.3

104
LA CONSTRUCCIÓN EN EL EQUÍVOCO

Me oriento en esos puntos donde él plantea “lo real como lo expulsado del
sentido”, afirma allí que “el nudo borromeo sería una escritura que sostiene lo
real”4 y es allí donde vuelve hacer valer el equívoco, un lugar donde el fuera de
sentido permite la posibilidad de acercarse a lo real. El peso lo tiene el equívo-
co gramatical y lógico. Lacan lo dice en “El fenómeno lacaniano”, que si bien
los que escuchan hablar del fenómeno lacaniano es porque ese fenómeno se
presenta teniendo un sentido, no obstante hay algo de lo que Freud se dio cuenta
y es de la relación del inconsciente con el chiste y el chiste es el equívoco y el
equívoco es el lenguaje.
Si el chiste tiene un sentido es precisamente porque hace equívoco. Es por
eso que nos ofrece el modelo de la interpretación analítica justa.
Es interesante destacar cómo aborda Freud el equívoco en Construcciones. Él
nos remarca la construcción como trazos: lo que opera no es la exactitud del sa-
ber sino lo que llega es aquello que viene tangencialmente, que va más allá de lo
que el sujeto tiene a su disposición (es lo que podemos hacer como lo real, lo que
hace a espaldas del sujeto) la relación de la palabra con la estructura. Freud nos lo
plantea, es lo que viene,5 lo que cae; tal y como lo toma Freud en Construcciones
en Psicoanálisis, en el ejemplo del sueño del paciente donde afloraba el apellido
Jauner, persona muy conocida en Viena. Freud toma la palabra gauner (pícaro) a
lo que el paciente responde diciéndole que le parece demasiado aventurado Jeuvat
permutando G por J. Es decir, tomando el escrito como lo que está escrito en la
propia palabra sin reducir el sujeto a lo que está escrito por el recuerdo.
El planteo es que esa formación equívoca tiene su contundencia no en la
verdad ni en el saber, sino porque produce —al decir de Freud— “eunnfalle es
lo que viene, es lo que cae”, y al decir de Lacan el equívoco toca allí donde puede
caer el objeto.
Lacan con relación al nudo nos dice que el punto hay que encontrarlo en el
corazón en el centro, es también aquello que lo deshace en tanto es el resultado
de la verdadera trabazón, la más central. El objeto “causa del deseo” está en el
nudo donde coinciden los tres círculos RSI. Esta coincidencia es la del sujeto
determinado por el objeto. El nudo implica un gran grado de determinismo
“elimino al sujeto que se le figura en cuestión, son acorralamientos del nudo
que el sujeto se condiciona”,6 es entonces un sujeto acomodado y determina-
do en la causa de su deseo.

105
TEMAS CRUCIALES

Si bien Lacan no menciona allí el fantasma, el estrechamiento del sujeto por


el objeto, el ir alrededor del objeto es lo que podría estar en el lugar de la cons-
trucción del fantasma. Esto que cae, esto que nos desplaza, Freud por el equí-
voco en el lenguaje permite —y lo muestra la experiencia—, que cuando el
sujeto equivoca toca el objeto. Lo que quisiera mostrar es cómo una construc-
ción, que puede ser un empuje, un forzamiento, un modo de enlazar para que
se produzca un sujeto supuesto saber, puede ser una orientación que abre el
camino del analizante: pasado un tiempo de trabajo reaparecen trazos de este
enlace simbólico-imaginario que, recuperado en el discurso del paciente como
equívoco, pone en juego esto que plantea Freud y que retoma Lacan cuando
toca lo real de lo dicho y que conmueve esta compulsión a la repetición. Lo real
se muestra allí donde está dotado de características que no son negativas en la
escritura, pero esto no se hubiera podido alcanzar sin esta primera construcción.
R., la mayor de cinco hermanas, ya había tenido un tratamiento anterior con
la misma analista. En ese tratamiento se habían desplegado algunos significantes
de su historia. Estaba invadida por una tristeza que no cesaba, y la relación con
su madre era tan fuerte que impedía que entrara en juego cualquier otra. Mu-
cho tiempo después de haber dejado su análisis, su madre me llama nuevamen-
te porque R. ha intentado suicidarse.
En este segundo tiempo de tratamiento, R. cuenta que, por primera vez, es-
taba saliendo con alguien que le encantaba. Llega un día a su casa y en el con-
testador telefónico encuentra la voz del joven que le anuncia que se va de Buenos
Aires. Escucha varias veces el mensaje, y entonces llama a su madre, y también
le responde un contestador esta vez con la voz de la madre. Entra en un ahogo
y un temblor imparable, y como no puede dormirse, toma todos los barbitúri-
cos que tiene a su alcance. Lo único que piensa es:“Qué lastima, no tendré un hijo”.
Después de ingerir las pastillas, desesperada, va a buscar a su madre.
El analista decide hacer una construcción al comienzo: usted va al lugar del
que nunca fue escuchado más que en su ahogo (voz sin respuesta). Esta era su certeza,
construcción hecha con los restos de lo dicho por la paciente sin subjetivizar.
Cuando R. tenía un año, muere al nacer un hijo varón. Su madre entra en una
profunda depresión.
Para R. su madre sólo hubiera estado satisfecha con ese hijo que había muerto
y a pesar de tener cuatro hijas mujeres luego. “Nunca tuvo un hijo”, frase que R.

106
LA CONSTRUCCIÓN EN EL EQUÍVOCO

retoma al intentar suicidarse. Ella sabe que el Otro no puede oír por esta fijeza
con el hijo muerto.
La construcción del comienzo retoma el “Tú buscas un imposible”: satisfa-
cer a su madre como varón; y esto es la rectificación: cuando se localiza como
ubicada sobre un imposible, la falta de la madre. Pero aparece como interpreta-
ción cuando hace aparecer la verdad, lo que ese sujeto es en su dimensión de
objeto y subjetiviza un afecto mortífero que lo capturaba casi en el límite de
hacer un acto. R. era un objeto diluido, y en ese momento se produce esta pri-
mera forma de transposición como sujeto. La construcción como ensamble toma
esta identificación de “nunca tendré un hijo” y la remite a lo nunca pronunciado
por el Otro maternal, transformado el objeto que se vacía de un goce concen-
trado en este sujeto que puede ser nombrado. Mucho tiempo después al estar
en pareja, un matrimonio donde tiene el lugar que nunca tuvo con la madre.
Ella no queda embarazada pero no está segura de querer tener hijos: ella que
antes del episodio decía que lo único que podía tener sentido en la vida era tener
un hijo, teme que un hijo cambiaría todo su matrimonio. Esta temática la
conflictúa, ella y su marido tienen una relación totalmente dedicada uno a otro,
ella es la niña que no pudo ser para nadie, teme además no ser buena madre.
Hablando de un síntoma que ella tiene “se ruboriza al hablar” y dice “lo
vergonzoso está en el mismo lugar que lo embozoso”, lapsus que surge al querer
decir embarazoso.
La interpretación “esa voz no es para vos” conmueve aquella construcción
que inauguró su trabajo analítico, punto de embrollo, abroquelamiento que no
permite poner al objeto en causa.
Su decir que retoma “ese embarazo que no es para vos”, esa voz que no pone
en juego, le permite quedarse en ese lugar de falo, lugar que está en el núcleo
de esa insistencia repetitiva falo-niña-niño del marido. “No sé si quiero tener
un niño”, no está en el lugar de una elección sino que continúa la alienación a
su trama fantasmática.
Allí donde ese acto-intento de suicidio dio lugar a la formación de una cons-
trucción donde aparece ella en su dimensión de objeto, R., estaba en una posi-
ción de objeto diluido; el trabajo avanzó en dirección a un lugar que ella pudo
armar para Otro. Esta nueva vuelta por aquella construcción, pero esta vez por
el decir del analizante, algo cae, toca este “para vos”, “su voz como vos”, produ-

107
TEMAS CRUCIALES

ciéndose allí una separación. La construcción formulada al inicio había permi-


tido una caída parcial de la identificación, hijo y muerto seguían agrupados.
Se produce una oscilación entre construcción y equívoco como modalidad
interpretativa enfatizando el equívoco que toca la primera construcción, pero
que no es sin esta.

Notas:
1. Freud, S., “Ms allá del principio de placer”, Amorortu ediciones, tomo XVIII,
(1920).
2. Freud, S., “Cnstrucciones en el análisis”, Amrrortu ediciones, tomo XXIII,
(1937).
3. Lacan, J., El Seminario, RSI (1979-1975), inédito, clase del 17 de diciembre
de 1974.
4. Lacan, J., El Seminario, RSI (1974-1975), inédito, clase del 11 de marzo de 1975.
5. Freud, S., “Cnstrucciones en el análisis”. Am,rortu ediciones, tomo XXIII,
(1937).
6. Lacan, J., El Seminario, RSI (1974-1975), inédito, clase del 18 de marzo de 1975.

Cartel formado por: Diana Dukelsky, Adela Fryd, Carmen González Táboas, Catali-
na Guerberoff. Más uno: Erneta Luis

adelafryd@fibertel.com.ar

108
Freudiana 45, 2005, pp. 109-117

Marcelo Veras
FORCLUSIÓN DE LA TRANSFERENCIA*

Propongo abordar la problemática de la transferencia y de las nuevas demandas


de la subjetividad actual a través de dos hechos que afectaron al Otro social. La
alianza de la psiquiatría biológica con la psicología cognitiva y la nueva ley bra-
sileña para el tratamiento de la enfermedad mental. Es decir, algunas reflexio-
nes sobre la transferencia en sus relaciones con la ciencia y la política. En las dos
situaciones es posible identificar aquello que Habermas llamó desacralización
(Entzauberung) de las imágenes del mundo (Weltbilder).1 Para él, la racionalización
creciente de la sociedad está ligada a la introducción del progreso científico y
técnico en las esferas institucionales de la sociedad, destruyendo las antiguas
legitimaciones, orientando las nuevas acciones y transformando profundamen-
te el conjunto de las tradiciones culturales. Estos hechos interesan directamente
al psicoanálisis, tanto en la clínica desarrollada en los consultorios como en los
nuevos y variados espacios donde el psicoanálisis tiene algo que hacer.

Una pequeña viñeta clínica


Hace poco más de dos años, un joven y exitoso profesional me viene a ver
al consultorio debido a los desdoblamientos de una relación extraconyugal más
allá de una dificultad de concentración, elemento fundamental en su trabajo
como creador. En el momento en que había obtenido reconocimiento profe-

*Trabajo presentado en el XIV Encuentro Internacional del Campo Freudiano, Segundo En-
cuentro Americano sobre los resultados terapéuticos del psicoanálisis y las nuevas formas de la
transferencia, realizado en Buenos Aires en Agosto de 2005.

109
TEMAS CRUCIALES

sional y una bella e igualmente exitosa esposa, se involucra con una colega de
trabajo, generando una situación de impasse en cuanto al deseo. Ama a su espo-
sa, pero no consigue desearla; en cuanto a la amante, “se trata sólo de sexo, de la
mejor calidad”. El encuentro con la situación analítica permitió que el sujeto
abandonase sus propias creencias sobre la causa de la impotencia sexual frente a
su esposa, haciendo emerger un punto de angustia enigmático, promoviendo la
vacilación de los cuestionamientos que esperaba formular al demandar un aná-
lisis. Él interrumpe en este momento las entrevistas, sin dar al analista la míni-
ma chance de insistir en que no abandone el tratamiento. Recientemente ha
vuelto al consultorio, diciendo que está convencido de la necesidad de emprender
un análisis, luego de haber pasado por otros intentos de psicoterapia, y estando
actualmente en tratamiento con un psiquiatra de inspiración comportamentalista.
Dice estar mucho más preparado para un análisis y que en el tiempo de ausen-
cia, buscó en internet la causa de su problema de concentración, proveniente
de una “excitación psíquica permanente”. Por internet se descubrió que tenía
DDA, Disturbio de Déficit de Atención, y también por internet localizó una
institución donde encontró a su psiquiatra. Las evaluaciones a las que se some-
tió confirmaron su pre-diagnóstico de DDA y, a pesar de una resistencia inicial,
fue convencido por el psiquiatra de hacer uso regular “y probablemente duran-
te toda su vida”, de Ritalina, para contener su híper-excitación.
La Ritalina había cambiado su vida. Menos excitado y excitable, había con-
seguido mejor concentración y se convenció definitivamente de la explicación
del médico, luego de haber sido sometido a baterías de test, que lo ubicaban en
un 100 % en el diagnóstico de DDA. La expresión “todo parece andar mucho
mejor” contrastaba con la urgencia con que el paciente volvió a buscar al analista,
pidiendo una entrevista lo antes posible, tal como había hecho en su primer
intento de análisis.
¿Por qué me buscaba? La respuesta trae a la superficie un resto que su médi-
co se negaba a escuchar. En diversas oportunidades intentó traer a las consultas
la falta de excitación sexual frente a su esposa, recibiendo de su psiquiatra la
misma respuesta. Primero, él debería pasar un largo momento tratándose de su
DDA, ¡para luego comenzar a traer esos asuntos a la superficie! Encerrado por
su propio psiquiatra, que nada quería saber sobre el sujeto, el paciente trataba su
excitación con Ritalina sin espacios para hablar del problema que realmente le

110
FORCLUSIÓN DE LA TRANSFERENCIA

aflige, es decir, una falta muy particular de… excitación. Este ejemplo es em-
blemático de los cuestionamientos que podremos hacer sobre la transferencia
en una época que rechaza los enigmas, sustituyendo al Sq del matema de la trans-
ferencia, por el S1 del discurso de la norma. Podríamos pensar en el primer Lacan
criticando la superación de la connotación por la denotación.Volveremos a esa
cuestión más adelante, cuando hablemos de los riesgos de una clínica sin trans-
ferencia —si es que aun podemos llamarla clínica.

Legislando sobre lo imposible, creando nuevos mundos posibles


A partir de 2001, con la ley 10.216, que reorienta la modalidad de atención en
salud mental en Brasil, es posible constatar que el significante “mental” es incapaz
de dar la síntesis necesaria al funcionamiento institucional sin que potentes
significantes amos sean perturbados. Esta ley consolida la fusión de dos significantes,
salud mental y ciudadanía, holofraseando la estructura del sujeto en su “insondable
decisión del ser”. Siguiendo con cierto atraso los pasos de la reforma psiquiátrica
en otros países, legitima un nuevo espacio para la locura, un mundo posible recu-
bierto por las leyes. Aprendemos con Freud en el texto “El malestar de la cultura”,
que el mundo de las leyes exige del sujeto la condición paradojal de encontrar su
lugar a costa de la inhibición, del síntoma o de la angustia, sabiendo que poco im-
porta la respuesta, ya que él estará siempre de este lado de los ideales de este mundo.
Al integrar al loco en el mundo de la ciudadanía, se crea otro ideal que pesará sobre
el sujeto en su relación con la institución. El ideal de la re-socialización. No hay
reivindicación de derechos que no esté presidida por el imperativo de un ideal. Es
decir, en la demanda al Otro por los propios derechos, el ciudadano siempre tiene
razón.Tiene al Otro como garantía, y la identificación como derecho asegurado por
el estado, derecho a identificarse. La demanda del sujeto se distingue de la demanda
del ciudadano. Implica una pregunta singular hecha al Otro sólo apuntando al ser
hablante, una demanda privada que hace del sujeto un eterno traidor del discurso
universal. El ciudadano obedece a cálculos colectivos, el sujeto teje estrategias pri-
vadas que portan una falla de estructura, el Otro nunca le dará aquello que él pide.
Entre él y el Otro, siempre estará el goce como diferencia irreconciliable. La ley, desde
este enfoque, se confronta con una relación de imposibilidad.
Se vuelve necesaria una política del síntoma, única forma de promover la
separación del ciudadano ideal de los ideales del sujeto. La transferencia funda-

111
TEMAS CRUCIALES

da por una demanda se distingue, entonces, de la exigencia actual de satisfacer


al sujeto en sus necesidades biológicas, psíquicas y sociales. Ninguna política
evitará que el sujeto sea un fuera de la ley, en la medida en que el vínculo es-
tructural del psicoanálisis lo mantiene referenciado al deseo que excede a la
demanda.
Tratándose de sujetos psicóticos, en su mayoría, los que son afectados por la
nueva ley, cabe preguntar qué efectos clínicos y qué efectos terapéuticos pue-
den esperarse del nuevo contexto.
Vale decir que la escena dominante hasta entonces era compartida por dos
polos bastante distintos, más o menos estabilizados en sus principios de acción.
En un polo, la psiquiatría que, en las grandes instituciones públicas, fue reduci-
da paulatinamente a la prescripción de farmacoterápicos y demás instrumentos
de acción biológica (incluyéndose aquí la polémica acción de la electroconvulso-
terapia). Y los movimientos de inspiración en la antipsiquiatría que frecuente-
mente niegan la enfermedad psiquiátrica estableciendo una causalidad
predominantemente social.
Lo que parecía inicialmente una victoria del segundo polo sobre el primero
(más ciudadanía, y menos clínica) corre en Brasil el riesgo de sufrir un grave
revés con el debate sobre la ley del acto médico, una nueva ley que pretende
restituir al médico la exclusividad de la prescripción y diagnóstico de las enfer-
medades. Esta ley ingresaba, especialmente, el funcionamiento de la práctica
interdisciplinaria en la salud mental, provocando grandes y acaloradas discusio-
nes entre las diversas especialidades que circulan por el mundo de la salud mental.
¿Cómo definir el espacio para la subjetividad si el debate actual prioriza los
embates corporativos en detrimento de la construcción del caso clínico?
Fatídicamente recaímos sobre una cacofonía discursiva en que el tratamiento
clínico es disputado al precio del sacrificio del sujeto.

De la institución que hace sentido a la institución que hace signo


Recientemente, un paciente psiquiátrico fue elevado a la condición de íco-
no de las causas antipsiquiátricas. Externado de años de sórdidos tratamientos
hospitalarios, en hospitales que orillaban los presidios, la estabilización de su
psicosis fue posible cuando pasó a militar contra el Otro que lo mantuviese
encarcelado. En sus intervenciones en coloquios y debates, se presentaba como

112
FORCLUSIÓN DE LA TRANSFERENCIA

mártir aclarador de una causa al mismo tiempo en que satisfacía perfectamente


los ideales del discurso que lo sostenía y promovía. Esta identificación ideal le
permitió un lugar en el mundo sin revelar la astucia de su metáfora delirante.
Su delirio era justamente creer que era loco. Se estableció, por lo tanto, una
curiosa relación transferencial. Públicamente crítico de la institución, el paciente
hizo de esta crítica la razón misma de su existencia.
Esta organización paranoide parece estar en el fondo de las nuevas relacio-
nes transferenciales en las instituciones públicas. La entrada de los códigos de la
ley en un espacio hasta entonces segregado por la cultura (el viejo asilo psiquiá-
trico) produjo nuevos efectos de sentido. El hospital trata al paciente. La ley trata
al hospital. El paciente hace la ley.
La institución pasa a ocupar un lugar inédito en la clínica. Podemos seguir
las consideraciones hechas por Miller en la Conversación de Arcachon. Ella deja
de tener que encarnar un lugar que esté al servicio de la restauración del senti-
do como exigencia terapéutica, para ocupar un lugar donde es posible encon-
trar los signos para la entrada en la matriz del discurso. Para Miller toda la teoría
de la transferencia está en juego en la segunda clínica: “se trata de hacerse pun-
to de almohadillado y destinatario de estos signos ínfimos”.2
Esta sería hoy la variación más factible para el Secretario del Alienado en el
juego institucional. Las quejas y demandas de reforma suceden en un plano
donde es posible una negociación. Se establece por consecuencia una relación
que se juega en el eje a-a’. Es necesario estar atento a este cambio en el mo-
mento de pensar el destino de la institución psiquiátrica. La babel democrática
de la militancia de diversos discursos en una institución pública es bien diferente
de la pureza que puede obtenerse en un hospital psiquiátrico privado, donde el
dominio de un discurso puede ser totalizante. La lógica común puede ser in-
vertida. La queja frecuente es que la pluralidad del discurso interdisciplinario es
infernal, que es en ella en donde reside la mayor dificultad en hacer existir una
unidad terapéutica sintetizada en el proyecto terapéutico individual. Ahora, sólo
un espacio público y democrático podrá garantizar y soportar el choque de los
discursos, creando un lugar para el sujeto. Pero el sujeto está capturado por un
único discurso, tiende a ser eclipsado. No es posible hacer un cálculo que ga-
rantice el sentido que orientará la clínica de las psicosis en una institución, tam-
poco será posible aprehender a priori la contingencia que hace que tal signo haya

113
TEMAS CRUCIALES

posibilitado la instalación de la transferencia para un caso específico. Sólo es


posible escuchar y aprender con el propio paciente un saber hacer que progre-
sivamente restituya para él un mundo habitable. En este sentido, la práctica de
la presentación de pacientes es fundamental en una institución. No una presen-
tación tal como era hecha en los tiempos de Charcot; se busca un espacio para
que el sujeto mismo enseñe el punto donde la institución no es total, punto
donde ella suelta sus pretensiones holísticas para reconocerse como deseante de
algo nuevo. Esta sería una estrategia para sustituir la complicidad del sentido único
preestablecido por las directivas institucionales por una búsqueda común de un
trabajo siempre con el riesgo de ser recomenzado o deshecho, pero siempre un
trabajo atravesado por el deseo. Esto es la transferencia de trabajo.
En este sentido la clínica no puede ser un discurso pedagógico, ella implica
una acción. Lacan dice, precisamente, que lo que lo salva de la pedagogía es su
acto. Librar al sujeto de las identificaciones contingentes que lo condicionan
preservando, con todo, al síntoma. Este es un principio lacaniano, una identifi-
cación sólo es necesaria cuando es síntoma. El desaliento del mundo moderno
frente al síntoma es patente. Se alimenta la esperanza de poder eliminarlo con
los avances de la ciencia. Se espera que él pase desapercibido en el mundo si fuese
aceptado socialmente, y las nuevas leyes de protección parten invariablemente
de la premisa de que todo síntoma es hándicap, déficit. El psicoanálisis en una
institución puede apuntar a la imposibilidad de encontrar un discurso común
sobre el sujeto. No alimentar esperanzas de que algún proyecto terapéutico
interdisciplinario sea posible y duradero, pero que sea eficaz o suficiente para
convocar al sujeto a subvertir el real en juego en su sufrimiento. El fin del hos-
pital público puede significar el fin de los debates y la proliferación de institu-
ciones encerradas en sus certezas privadas.

La transferencia à la carte
La gran variedad de instituciones de salud mental componen un listado donde
se acentúa la demanda condicionada por la identificación. El sujeto busca más
de lo mismo. Las tendencias actuales, de especificar al extremo lo ambulatorio
de consulta psiquiátrica, dirigen la demanda según principios de auto-evalua-
ción. El paciente es formado por los mass-media y educado sobre sus síntomas y
enfermedades probables. Munidos de un saber, ellos procuran lo ambulatorio más

114
FORCLUSIÓN DE LA TRANSFERENCIA

adecuado a su demanda. De este modo, los pacientes se dirigen a lo ambulato-


rio de depresión, alcoholismo,TOC, entre otros, creando una relación donde la
transferencia se establece obedeciendo las leyes de consumo. No se busca res-
puesta al enigma, se busca un saber hacer. Por otro lado, es posible encontrar toda
una gama de psicoterapias donde es el sujeto quien elige el modo en que quie-
re ecuacionar su relación transferencial. “Quiero un terapeuta que me explique
todo”, “Quiero un psicoanalista de parejas”, etc. Así, las psicoterapias pueden ser
un gadget como cualquier otro.
En otras situaciones se trata de anticipar una demanda a través de los profe-
sionales del trauma, presentes inmediatamente en los lugares de catástrofe, bus-
cando prevenir sus efectos. Fabien Grasser identifica en este movimiento la
“prevención de un real por su transformación inmediata en semblante…, ocul-
tando la demanda que podría surgir”.3
Es del acontecimiento imprevisto que se tiene la mejor chance de alcanzar
al sujeto, allí donde sus ropajes identificatorios fueron insuficientes para que la
estructura pudiera dar cuenta de lo real. La actuación en estos casos recae prin-
cipalmente en una escucha floja, partiendo de la hipótesis de que toda catarsis
hace bien al sujeto. Tal como exceptúa Jacques-Alain Miller, este semblante de
psicoanálisis no tiene nada que ver con el psicoanálisis aplicado.4
Apartándose de este semblante, la transferencia se vuelve incómoda a la clí-
nica actual que exige precisión y constancia en sus evaluaciones. Un pequeño
fragmento que involucra a una joven residente de psiquiatría nos puede dar el
tono preciso de lo embarazoso. Llamada para participar de consultorios exter-
nos de psicoterapia del hospital, luego de la intervención de un supervisor que
le señalaba dificultades con la transferencia, ella disparó “Muy bien, yo acordé
en participar de externos de psicoterapia, ¡pero había dicho que yo dejaría esta
cuestión de transferencia de lado!”. Percibimos el sueño de una clínica donde
se pueda apartar la angustia inherente a la propia transferencia. Mauricio Tarrab
resaltó el hecho de que la transferencia es la entrada en juego de la fantasía in-
consciente. Ella aparece, consecuentemente, “como pivote y orientación de la
interpretación”.
Es importante incluir las incidencias del retorno en lo real de la transferen-
cia forcluida del armazón simbólico de la ciencia en la medida en que cada vez
más ésta se confunde con la técnica. La presencia del sujeto en el procedimien-

115
TEMAS CRUCIALES

to científico es un viés —bias en inglés—, que debe ser siempre eliminado en


pos de la objetividad del experimento. La importación de este modelo científi-
co para las prácticas clínicas produce efectos inusitados que van del rebajamiento
de la demanda al estatuto de necesidad, a la proliferación de curas espontáneas
en el camino de las auto-ayudas. Incluso en el corazón de la ciencia, un filósofo
como Alan Chalmers constata que es posible dividir los problemas de la mente
en “easy problems”, ligados a la conciencia y las respuestas a las experiencias, y
“hard problems”, a saber, cómo los procesos físicos en el cerebro que fueron diri-
gidos por los easy problems dan origen a los sentimientos subjetivos.5
Es decir, el precio que se pagó para que la clínica fuese vaciada de sentido
es el retorno feroz del sentido en todo o más en el mundo. Este retorno en-
cuentra su mayor expresividad en la ascensión de dos discursos, el religioso y
el jurídico. Nuevas prácticas de separación del Otro son puestas en acción. El
sujeto no se satisface más con la respuesta de que es imposible satisfacer la
demanda del Otro. Provenientes de las más variadas direcciones políticas, son
propuestas constantemente leyes que apuntan a transformar lo imposible en
impericia. De este modo, si muchas psicoterapias son vistas como gadgets,
muchas demandas son moldeadas por los derechos del consumidor. El ciuda-
dano repleto de derechos exige satisfacción. La falla del Otro, que es funda-
mentalmente falta de sentido, irónicamente se transforma en el sentido último
de toda reivindicación de reparación de daños. ¡No se trata entonces de chercher
la femme sino de chercher la faute!
Volviendo al paciente diagnosticado como DDA, su capacidad de soportar
la angustia y enfrentar el desencadenamiento de un análisis sólo fue posible cuan-
do la búsqueda de sentido se dirigió nuevamente a un psicoanalista. Al contra-
rio del psiquiatra cognitivista, éste no descartó el sentido sexual, único que podrá
llevar al paciente a los desfiladeros de la asociación libre. Es necesario el trans-
curso de un análisis para que el sujeto constate que ningún S1 responderá por
este sentido. La relación sexual no está en el horizonte del discurso, ella no será
obtenida al final de un análisis. Esta estrategia, con todo, exige una temporali-
dad muy distinta de los ideales de eficiencia y rapidez del amo moderno. La
axiomática moderna, citando a Jean-Claude Milner,6 permite que el amor y el
coito puedan estar presentes en la misma relación. De este modo, el casamiento
feliz, que antes era una posibilidad entre otras, se transformó en necesidad. Mien-

116
FORCLUSIÓN DE LA TRANSFERENCIA

tras que el mundo antiguo consideraba el placer sexual imposible, el mundo


moderno se estructura en torno a la culpabilidad de no haber gozado lo sufi-
ciente. Innumerables prácticas terapéuticas se dedican a la maximización del goce
sexual. El goce es la norma de un mundo que confunde deseo con insatisfac-
ción. En este mundo, la transferencia forcluida en nombre de la cientificidad, re-
tornará en demandas cada vez más atípicas, pues toda atipia rápidamente se
convierte en norma y será, o nombrada por la ciencia o encuadrada por una ley.
Podemos acompañar el avance reciente del comportamentalismo en este
sentido. Le cabe al psicoanálisis mantenerse presente para garantizar al sujeto el
derecho de ser mal comportado.

Notas:
1. Habermas, J., La technique et la science comme “idéologie”, Gallimard, París 1973, p. 4.
2. AAVV, La Conversation d´Arcachon, Segunda Parte, Agalma, París 1997, p.186.
3. Grasser, F.,“Y a-t-il um droit à la castration ?”, Archives de l´Envers de Paris, 1997.
4. Miller, J.-A., “Psychanalyse pure, psychanalyse appliquée & psycothérapie”,
La Cause Freudienne, número 48, Mayo 2001.
5.Vale la pena acompañar todo el desarrollo del capítulo “The mind” del libro de
Edward O.Wilson, Consilience, the unite of knowledge,Vintage Books, NewYork, 1998.
6. Milner, J.-C., Le Triple du plaisir,Verdier, Lagrasse, p. 65.

Traducción: Marina Recalde (versión revisada por el autor)

marcelo.veras@terra.com.br

117
118
Freudiana 45, 2005, pp. 119-123

Silvia Elena Tendlarz


LA OBJECIÓN DEL TIEMPO DE LA NEUTRALIDAD*

¿Qué es la neutralidad analítica? ¿La homologación identificatoria de la masa


de analistas de acuerdo a un standard? ¿El patrón de medida de un tratamiento
guiado por la indiferencia? ¿El desdén por lo particular, por lo que difiere, por
lo que no entra en la norma, en definitiva, por los estilos de goce?
La dictadura de la opinión es satirizada por Voltaire en su Pequeña digresión.1
De acuerdo a la decisión del dictador, los ciegos atribuyen un único color a sus
vestimentas, el blanco, aunque ninguno de sus atuendos sea de ese color. Ante
la inevitable revuelta, el orden se restablece a través de la suspensión del juicio
acerca del color de su ropa. Frente a la alternativa entre homogenización y de-
cisión se suspende así el juicio.
Jacques-Alain Miller al retomar esta digresión indica que la “suspensión” del
juicio ante la falta de la experiencia sensible, que en definitiva es ante la castra-
ción, “es una manera de hacer con el Otro barrado, a falta del saber, renunciar
al acto”.2 A esta utopía liberal se opone lo real que se hurta velado por el fan-
tasma neutral.
Graciela Brodsky me hizo notar el matiz de crítica de la neutralidad que
involucra este párrafo de Miller. Intentaré explicitar esta crítica a partir de la
oposición entre decisión y suspensión en la temporalidad3 que interviene en el
dispositivo analítico.

* Este trabajo es el resultado del rasgo que he tomado en el trabajo del cartel de la AMP com-
puesto por A. Abeles, G. Brodsky (más uno), S. Geller, M. Marchesini y S. Tendlarz.

119
TEMAS CRUCIALES

1. El narrador
La “poética analítica”, expresión introducida por Miller4 que permite apre-
hender de otra manera la narrativa que compone el análisis, involucra tanto al
narrador, que es el analizante, como al lugar desde donde se sostiene lo narrado,
vale decir, al analista.
En la última propuesta de Italo Calvino de su libro titulado Seis propuestas
para el próximo milenio,5 Calvino se ocupa de lo que llama el arte de empezar y
el de terminar la escritura de una novela. Esto puede rápidamente aproximarse
a la experiencia analítica, ya que su recorrido puede pensarse como un largo
relato en el que el sujeto, en la medida en que da forma épica a la estructura,
escribe su propia novela. Novela, al decir de Lacan, que describe el amor del
sujeto con la verdad.
Para Calvino el comienzo es un instante crucial puesto que es el momento
de una elección: ante la posibilidad de decirlo todo de innumerables maneras,
el sujeto se distancia de esa chance ilimitada y llega a decir algo de un modo
subjetivo a través de la aceptación de reglas, en este caso, la de la asociación li-
bre orientada por el principio de disimetría.6
Es más, se trata de desprenderse de la multiplicidad de historias posibles para
aislar y hacer narrable la historia que se decidió contar, elección, podemos aña-
dir, determinada por el propio fantasma. Italo Calvino insiste en que el lengua-
je tiene que llegar a ser lo que queremos contar. Sin duda, esta búsqueda atañe
al estilo que involucra al goce del sujeto y que queda impregnado en su moda-
lidad narrativa.
A modo de ilustración, Calvino retoma el libro El narrador de Benjamín.7 El
narrador era quien transmitía la experiencia en una época en la que la capaci-
dad de los hombres para aprender de la experiencia no se había perdido aún. Se
trata de captar un suceso aislado en su singularidad que nos diga algo del senti-
do de la vida. El esfuerzo del analizante por capturar aquello que diga acerca
del sentido de su goce va en la misma orientación, puesto que se trata de aislar
a través de la repetición significante el marco fantasmático que aloja esa histo-
ria sin fin que marca a fuego su estilo de goce. Este es un tiempo de compren-
der que expresa una suspensión temporal que da cuenta de las “bodas del amor
y de la verdad”, también llamado amor al saber, para que logre así dar un paso
más que le permita encontrar una salida.

120
LA OBJECIÓN DEL TIEMPO DE LA NEUTRALIDAD

2. La prisa lenta
¿Cuál es el derrotero del lado del analista y cómo interviene la neutralidad?
La neutralidad analítica —planteada como la posición neutra en torno a las
pasiones, a las condiciones de goce y al propio fantasma— interviene tanto del
lado del standard de la IPA como en la orientación lacaniana pero de diferentes
maneras de acuerdo a los principios que sostienen la práctica analítica.
Del lado de la IPA la neutralidad toma como punto de partida la presencia
de un Ideal, I(A), de cómo se dirige la cura, por lo que la suspensión del juicio
se confunde con la indiferencia —de acuerdo al equívoco de su traducción al
español—,8 diferente a la “toma de partido” que caracteriza al analista lacaniano.
La suspensión del analista de su propia contratransferencia, a través de la indife-
rencia y del juicio atributivo, se vuelve una duplicación de la suspensión
fantasmática que se encuentra del lado del analizante.
En cambio, en la orientación lacaniana la suspensión del fantasma y del goce
que se encuentra del lado del analista, que lo vuelve proclive a encarnar el sem-
blante, se funda en la falta estructural del S(A
/) que hace que lo neutro permita
que el deseo del analista encarne una temporalidad diferente a la propuesta por
la IPA. No se trata ya sólo de la suspensión, sino del instante y de la prisa por
concluir característico del acto analítico. Prisa que, al mismo tiempo, encarna la
lentitud necesaria para el advenimiento subjetivo.9 Se trata de conmover la fije-
za fantasmática del paciente dada por sus condiciones de goce que petrifican el
tiempo y mantienen al sujeto suspendido en la repetición que se expresa en un
tiempo para comprender eternizado.
En verdad el standard propuesto por la IPA y la práctica lacaniana no son
igualmente neutrales. El vacío intermedio, según la expresión retomada opor-
tunamente por Lacan,10 en el que se aloja el analista en la práctica analítica
lacaniana, lo sitúa más del lado del Gelassenheit,11 de la serenidad con que se
puebla el vacío central, que de la indiferencia que propone la IPA.
La decisión, el partido tomado, se opone así a la neutralidad indiferente, y
permite que, a su vez, la suspensión del lado del analizante se vuelva una deci-
sión que lo extraiga de la continuidad temporal narrativa e introduzca la dis-
continuidad del tiempo de concluir.
La lógica de las sesiones cortas sigue esta orientación y muestra que la prisa
y el corte quedan incluidos en cada sesión y no actúan sólo al final del análisis.

121
TEMAS CRUCIALES

El estilo, el tacto o el gusto de cada analista determinan las modalidades del acto
analítico que interviene oportunamente en el corte de la sesión. La compresión
del tiempo apunta a la reducción extraída de la continuidad que finalmente se
revela como el elemento neutro que es el objeto a, objeto asemántico y asexuado.
En definitiva, cada corte de sesión pone en juego la decisión que involucra al
tiempo como objeción a la neutralidad. En el interior del dispositivo el tiempo
apremia, por lo que la prisa se opone a la suspensión temporal.

3. La conclusión de lo narrado y su resto


En la conferencia de Italo Calvino antes evocada, el escritor indica que
de cualquier manera que termine la historia, lo importante de la narración
es el sentido que adquiere ese segmento aislado de sucesos extraídos de la
continuidad de lo narrable. De las múltiples posibilidades se desemboca en
una posición de la que se diseña un punto de perspectiva. Pero siempre queda
algo por decir, por lo que aunque se agoten las historias, todavía se siguen
contando.
En el del final de análisis la narrativa del escritor de una novela se separa
definitivamente del analizante. El texto que resulta de un análisis no sostiene
el todavía por decir, sino que produce un efecto de separación: la letra escrita
durante el análisis se desprende del narrador e introduce una nueva tempora-
lidad que concierne al “tiempo de hacerse al ser”. Tiempo que supone una
sustracción del influjo de los poderes del destino e introduce en su lugar las
contingencias del encuentro que supone “de lo real hacer azar”. La decisión
del analizante concierne a esta puerta de salida en la que interviene el resto y
el saber hacer con eso que se es, saber hacer con el resto pulsional que nunca
cesa de operar.12
La decisión que interviene del comienzo al final del análisis expresa la obje-
ción del tiempo a la neutralidad analítica como contrapunto de la suspensión
temporal. La decisión concierne al acto y a la prisa por concluir, y funciona tanto
del lado del analista como del analizante. Esto se verifica en cada sesión, de allí
la impronta particular que deja su brevedad. Del lado del analista expresa una
política de la dirección de la cura, del lado del analizante no opera sólo al final
sino que también involucra los distintos momentos de atravesamiento del fan-
tasma que se traducen en cambios de posiciones subjetivas.

122
LA OBJECIÓN DEL TIEMPO DE LA NEUTRALIDAD

El resto del vaciamiento semántico, el objeto a, define finalmente la partida.


Y así, el real que se hurta se conjuga con la decisión que comporta el saber ha-
cer con el síntoma.

Notas:
1. Diderot, Pequeña digresión.
2. J.-A. Miller, Le neveau de Lacan,Verdier, París, 2003, p. 297.
3. En lo que concierne a la temporalidad seguiremos los desarrollos expuestos
por J.-A. Miller en “Los usos del lapso”, curso inédito (1999-2000).
4. J.-A. Miller, Un effort de poésie, curso inédito (2002-2003).
5. I. Calvino, Seis propuestas para el próximo milenio, Siruela, España, 1998.
6. G. Brodsky, El principio de disimetría.
7.W. Benjamín, “El narrador”, Para una crítica de la violencia y otros ensayos,Taurus,
Madrid, 1998.
8.Véase el artículo de A. Luka “Variantes de la neutralidad analítica” presentado
en las noches de la EOL.
9. E. Laurent,“El tiempo de hacerse al ser”, Estudios Psicoanalíticos 2, Madrid, 1994.
10. E. Laurent desarrolla esta idea en “La carta robada y el vuelo sobre la letra”,
Síntoma y nominación, Colección Diva, Buenos Aires, 2002.
11. S.Tendlarz, “Dejar ser”, La práctica del pase, Eolia-Paidós, Buenos Aires, 1996.
12. E. Laurent, “Du réel faire hazard”, Bulletin de l’ACF-Bordeaux.

stendlarz@fibertel.com.ar

123
124
Freudiana 45, 2005, pp. 125-133

Astrid Álvarez de la Roche


LO IMPOSIBLE DE COMUNICAR. ACERCA DE ALGUNOS
IMPASSES DE LA “CIENCIA DE LA COMUNICACIÓN”

Suspendido sobre la lógica que la ciencia propone al sostener la catego-


ría de estrés postraumático —fenomenología, tratamiento medicamentoso,
psicoterapia—, encontramos una problemática que denuncia la inconsistencia
sintomática que el discurso clasificatorio y evaluativo produce desde su ló-
gica interior.
Un ejemplo lo encontramos cuando la psiquiatría —dividida— se hace la
pregunta por el tratamiento de aquellos sujetos que han sobrevivido a un even-
to traumático: ¿cuándo atenderlos si de acuerdo a los criterios diagnósticos que
el DSM IV indica, se hace necesario que los síntomas hayan durando por lo me-
nos un mes? Si se espera a que pase un mes, aunque la persona lo pida, ¿no hace
esto que la repetición de imágenes y el tormento se agrave? Y aún si le dan aten-
ción, ¿respecto a qué cuadro justificar la atención si es imposible diagnosticarla
con el Síndrome? En todo caso no sería un “postraumatizado”, tal vez cuando
pase el mes se le pueda dar el nombre que se espera para ofrecerle el tratamien-
to. Mientras… burocracia mental.
Algunos psiquiatras, por otro lado, piensan que es mejor intervenir an-
tes de que haya malestar, con un objetivo preventivo —luego de la bom-
ba, tratamiento obligado. Pero, hay un problema: si existe en el organismo
una tendencia a metabolizar convenientemente el impacto, a partir de un
manejo apropiado de la adrenalina y el cortisol, la consulta puede hacer
que el paciente suspenda estos mecanismos, con lo que la lesión traumáti-
ca quedaría fijada.

125
SÍNTOMAS DE LA CULTURA

Así, la “magnitud” de la confusión resulta “directamente proporcional” a la


importancia del fenómeno y su nomenclatura, igual a la fuerza con que se ex-
cluye el discurso del sujeto: des-bordada.
Cabe destacar que el diagnóstico es muy importante para el psicoanalista
lacaniano, y que su delimitación en el sentido de la dirección de la cura es funda-
mental. Sin embargo, la lógica que lo posibilita es diferente, enmarcado en el tiempo
de las entrevistas preliminares, en donde la no comprensión de los dichos del pa-
ciente —orientación hacia lo real— es condición para pensar la emergencia del
sujeto, la instalación de la transferencia y los efectos terapéuticos derivados.
Ahora bien, otro ejemplo que ilustra bien los efectos del rechazo de lo real
subjetivo lo encontramos en el impasse de la “Ciencia Militar de las Comuni-
caciones”. Así lo muestra el artículo del New York Times, publicado el 15 de
marzo de este año, titulado “For troops, home can be too close”,1 que hace evidente
el problema que conlleva hacer del diálogo un imperativo con el que se supone
solventar cualquier malentendido, guerra, conflictos, etc.
La conversación supone un intercambio entre iguales, permutación de opi-
niones sobre la base de la intersubjetividad. Es una problemática que al final tien-
de a producir segregación (“mientras el distinto no se meta conmigo, no hay
problema.”), y un empuje a “saberlo todo”, o a “decirlo todo”, condición para
sostener la fantasía de canje efectivo, de que no hay abuso en la relación.
Entonces, bajo un ideal de entendimiento universal, se incita al ser humano
a descubrir su intimidad en una exposición de tinte pornográfico porque rom-
pe con cualquier idea de pudor y vergüenza.2
En la clínica con niños este ideal tiene repercusiones en el manejo de la trans-
ferencia, puesto que el analista ha de poner en juego su deseo para suspender la
tendencia invasiva de los padres, maestros y colegio, al querer estar enterados de
todo lo que ocurre en la cura del niño (a qué jugó, qué dijo, si reveló algo del
problema de la pareja, etc.).
Tampoco se trata de promulgar una política del silencio. Sabemos sobre los
efectos nefastos de los “secretos familiares”, del mutismo pesado y avasallante de
la pulsión de muerte, de la posición de goce autista. Entonces, ¿cuánto hablar?
¿Qué hay que decir, cuándo, en dónde y a quién? ¿Cuándo escuchar, recibir o
no un mensaje? Es un problema, un problema de comunicación. Sin embargo,
la posición clara del psicoanálisis es que en este sentido no hay salida universal.

126
LO IMPOSIBLE DE COMUNICAR

Por eso, las técnicas, los manuales “hacerse entender”, sobre efectividad en este
sentido, este tipo de know how producidos por la Ciencia tienden a fracasar. Se
venden… sí, pero hay que ver sus efectos a largo plazo, y en cada cual.
Ahora, ¿cuál es el problema que enfrenta la Ciencia Militar de las Comuni-
caciones? Pretenden seguirle la pista al impacto de la tecnología sobre la comu-
nicación, su carácter instantáneo, tanto en lo interpersonal como en temas de
seguridad nacional y militar. La pregunta que se hacen es cómo promover un
mejor uso generalizado de recursos como el e-mail, los teléfonos celulares y otros
implementos interactivos, en la medida en que su mala implementación tiene
en algunos casos consecuencias tan graves como la pérdida de vidas humanas.
“Los expertos dicen que aún intercambios que parecen mundanos tienen
implicaciones en la moral de las tropas y en la salud emocional de las familias
de aquellos en servicio”.
Paradójicamente, los avances en el intercambio de información han estado
enmarcados por objetivos bélicos (si el tiempo es dinero, la rapidez es ganan-
cia). Entonces, ¿a qué corresponde la pregunta que se hacen ahora los científi-
cos con relación al “impacto psicológico” de la comunicación interactiva, en
tiempo real, sino a la manera —patética— en que se les devuelve lo imposible
de simbolizar? En este sentido, el síntoma toma cuerpo en el ámbito de la co-
municación tecnificada.
Mientras, las familias de los soldados manifiestan problemas como un aumen-
to de la ansiedad ya existente —derivada de saber a sus allegados en el campo de
guerra—, por ser testigos en vivo de la cruda experiencia de los combates, gracias
a la televisión y/o Internet. De la misma forma, ven rota la rutina del hogar por
la omnipresencia de mensajes. Lo anterior contrasta con la aperiodicidad y dis-
tancia que permitían las cartas (en papel y lápiz), cuestión que incluso permitía a
las esposas un espacio, una separación que tenía como consecuencias —en algu-
nos casos— el desarrollo y fortalecimiento de nuevas habilidades personales.
Para los soldados, el exceso en la comunicación altera en ciertos casos su con-
centración sobre los temas propios del campo de batalla, al estar demasiado en-
terado acerca de problemas domésticos, respecto a los cuales no pueden hacer
mucho desde la distancia.
Pero no solo hay dificultades cuando la información llega. Las fallas en la
comunicación, como la pérdida de e-mails, o la caída del sistema de redes celu-

127
SÍNTOMAS DE LA CULTURA

lares, hace que las familias tiendan a concluir lo peor sobre el ser ausente. La
expectativa acerca del carácter inmediato del intercambio con el otro —sopor-
tada sobre los avances en la tecnología— hace que el hecho de no poderse co-
nectar sea una causa adicional de intranquilidad.
Desde el psicoanálisis, podemos decir que tanto el exceso de datos, como la
falla en la comunicación, consiguen leerse desde la lógica articulada a la castra-
ción. En los dos casos se pone en juego la falta del Otro, pero no en su vertien-
te apaciguadora, de regulación del deseo, sino del lado del “no querer saber”
tormentoso, ya sea por la vía de la saturación del objeto (percepción sucesiva e
imparable de imágenes que evocan un goce aterrador) o a partir del surgimiento
de fantasmas en los que el otro aparecer acribillado, muerto, despedazado —“si
no llama es porque algo muy malo le ha pasado…”. Con esto, la potencia de lo
real sin brújula, toma cuerpo, toma consistencia. Los signos que se aprenden en
los datos vistos u oídos, se significan a partir de la lógica que cada cual sostiene
en su fantasma. Sabemos que toda fantasía tiene una estructura fundamentalmen-
te perversa, con lo que aparece la pulsión desde su naturaleza “salvaje”.
¿Por qué pensar que la precisión y eficiencia en la compresión de tiempo y
espacio, necesaria para que los chats funcionen, va a garantizar que el mensaje
sea recibido y devuelto al emisor de manera lineal, “totalmente comprensible”?
La manera distorsionada en que las personas “oyen” lo que el otro dice no se
debe, como se anota en el artículo, a elementos del ambiente o del contexto.
No es cierto que un mejor volumen y calidad del sonido garantice el adecuado
entendimiento entre los humanos.
Ubicar el engaño sobre el que se sostiene la ciencia de la comunicación
implica valernos de los artificios simbólicos, del Nombre del Padre, para ponerle
barrera a ese exceso de goce que implica el palabrerío, la verborrea, la retahíla
de palabras, el flujo incontrolado de representaciones. Todas las anteriores tie-
nen la estructura del fenómeno elemental, indicador clínico que desde el psi-
coanálisis permite dar cuenta de la forclusión propia de las psicosis. Allí la falta
del significante paterno tiene consecuencias, sobretodo en lo referido a la posi-
bilidad de construir barreras que velen —no hay fantasma que vincule
dialécticamente al sujeto y al objeto a.
Ahora bien, ¿por qué se muestra interrogada en la actualidad la Ciencia Militar
de las Comunicaciones? Siempre que busca fundamentar su acción a partir de

128
LO IMPOSIBLE DE COMUNICAR

los últimos descubrimientos, derivados de investigaciones que observan, miden


y registran actitudes y fenómenos, pierde la posibilidad de ubicar elementos de
estructura. Entonces, luego de que las evidencias cotidianas y los estudios con-
trolados realizados desde los años 1800´s hasta la II Guerra Mundial sugerían la
necesidad de promover la comunicación de los soldados con sus familiares, a
partir de la evidencia de que había una tendencia en las tropas aisladas hacia la
rendición, con lo que se promulgaron políticas y estrategias innovadoras de co-
municación —como las postales y las V-Mail Letters—, se encuentra ahora que
la mayor velocidad en las comunicaciones no genera bienestar. Más bien hay una
pérdida de privacidad.
Desafortunadamente, el problema ha generado respuestas que no hacen más
que continuar forcluyendo al sujeto, y su responsabilidad en la manera de rela-
cionarse con el Otro: se enseña a los soldados a autocensurarse en sus cartas y
llamadas, y a las familias a mantener sus conversaciones a ritmo acelerado (upbeat).
Sabemos el efecto de la censura en los sueños: puede cambiarse el ropaje de la
pulsión, pero ésta encontrará caminos para expresarse.
En consecuencia, no se trata de “todos a decir más o decir menos”, de llamar
o no llamar, comportamientos sostenidos a partir de la orden de un “superior”
o de una ley imaginaria. Siempre que el no saber de la castración se repela, éste
vuelve fortalecido. ¿Por qué? Porque la no relación sexual es cuestión de estruc-
tura; el trauma no es la lesión ocasionada por un impacto del que podamos re-
cuperarnos, no al modo del modelo médico.
Frente al efecto del lenguaje, cuya consecuencia más directa es la pulsión y
la pérdida de naturalidad del objeto, no hay proceso de cicatrización restitutivo.
Allí más bien la tendencia es a una “falla en la sanación”, no hay cirugía plástica
que devuelva lo intocado del sujeto del lenguaje. Por tanto, la salida no es la
tecnificación del tratamiento traumático sino la aventura del sujeto en la cons-
trucción de un saber sobre su propia determinación inconsciente, y su verdad
de goce. Es la única manera en que podría sortear la angustia que implica el Otro
castrado, la ausencia de sentido, lo real de la comunicación.
Quiero proponer unas palabras de Laurent3 en donde nos habla de la mane-
ra en que Lacan reorganizó lo propuesto por Freud acerca del trauma humano.
Allí me interesa destacar el malentendido en la comunicación como efecto del
atravesamiento del lenguaje, la experiencia del límite en el saber, el sujeto del

129
SÍNTOMAS DE LA CULTURA

inconsciente; todas categorías puestas en interrogación en la actualidad, en donde


se llega incluso a hacer idolatría de lo real en tanto experiencia extrema, últi-
ma, de goce —por ejemplo en la denominada “hex culture”—, que se pretende
ubicar en el lugar de ideal-adoración:
“Lacan mostró que la tesis de Freud puede formularse así: venimos al mun-
do con un parásito que él nombra el inconsciente. En el momento mismo en
que aprendemos a hablar, hacemos la experiencia de algo que vive de otra ma-
nera que el viviente, que es el lenguaje y las significaciones. Es en el mismo
movimiento en el que comunicamos nuestras experiencias libidinales, que ha-
cemos el descubrimiento de los límites de esa comunicación: el hecho de que el
lenguaje es un muro. Si no estamos demasiado aplastados por el malentendido,
llegamos entonces a hablar; pero también hacemos la experiencia de que no
saldremos más del lenguaje.”
Entonces, el atravesamiento del sujeto a partir del lenguaje es una cuestión
propia de la impotencia de la castración. Si no hay falta registrada, afirmada en
la vía significante, no hay un sujeto barrado; hay la ilusión del yo, que todo se
puede, que la totalidad existe. Pero ni siquiera al yo le cabe el control, porque
cuando Freud propone la lectura del psiquismo desde el modelo estructural,4
enuncia el lado inconsciente del yo, de tal forma que radicaliza esta idea de que
el yo no es amo en su propia casa.
Sin embargo, lógicamente podemos sostener que si hay imposibilidad en la
comunicación, habrá un trozo de entendimiento. De no ser así es imposible
pensar el lazo social, la comunidad, el sujeto inscrito en lo social. De esta for-
ma, podemos vincular un fragmento de la obra de Freud de 1895, con la situa-
ción actual que describe el artículo arriba mencionado.
En el “Proyecto de una Psicología para Neurólogos”, 5 el término
Verständigung es traducido por entendimiento o comunicación, y sería efecto de la
urgencia derivada de la pulsión que no logra descargarse totalmente a partir de
la motilidad, con lo que se hace necesaria la realización de una acción especí-
fica, que introduce la dimensión del Otro simbólico y sus efectos en térmi-
nos de marcar, de dejar un surco (neuronas del pallium) en el detalle, en el punto
preciso en que logra ocupar el lugar de “persona experimentada sobre el es-
tado en que se encuentra el niño”. Es a partir de este lugar que la descarga, a
través de la lectura “deseada” de la urgencia al principio amorfa, que la des-

130
LO IMPOSIBLE DE COMUNICAR

carga adquiere, secundariamente, la función de la comprensión, de la comu-


nicación. En este sentido, la inermidad inicial del ser humano, su condición
de sometimiento frente al “apremio de la vida”, se convierte, retroactivamente
y a partir de la invención y funcionalidad del Otro del inconsciente, en cir-
cuito de vivencia de satisfacción, esto es, en un rodeo que da cabida al prin-
cipio de realidad complementando al del placer.
Sabemos sin embargo que esta vuelta trae consigo también la introducción del
equívoco porque el entendimiento supone la experiencia, la asertividad del Otro,
una suerte de “Otro experto”, que evalúa, mide y posee la verdad, en lo real.
Si bien se da, a partir de esta vivencia de satisfacción, una facilitación del sis-
tema que suaviza la situación de tensión una vez ésta se reproduzca, no hay un
100% de efectividad del proceso —no hay necesidad: hay pulsión. Freud es cla-
ro: lo que funciona en el psiquismo es del ámbito de las representaciones (“imá-
genes menmónicas”), procesos de facilitación, y asociación por simultaneidad y
resistencias, todos procesos simbólicos, que nos remiten a la condensación y el
desplazamiento, metáfora y metonimia. Si el sujeto se empecina en rebajar su
“reactivación desiderativa” al nivel del “acto reflejo” no recibirá sino “defrau-
dación”, y es justamente lo que hace el neurótico, mucho más cuando conta-
mos por el marketing y sus técnicas.
Con esto, la “moraleja” es que la verdad es a medias; lo que hay es malversa-
ción, treta, fantasma, pre-texto. De no ser así, lo que viene es angustia, y es lo
que vemos emerger cuando la tecnología se esfuerza en cortar la presencian del
Otro del inconsciente, empatando distancias, negando el circuito bajo el man-
dato de “hay que saberlo todo”. Eso anula cualquier desarrollo cognitivo, afec-
tivo, de habilidades. Por eso, la distancia permite que la demanda se pueda
producir, y de allí, de su no saturación (distancia), el deseo.
Ahora bien, sobre el sujeto contemporáneo, Lacan ubica una preponderan-
cia del objeto a, una relación con un tipo de goce que se sale de los límites pro-
pios de la estructura de los cuatro discursos (amo, analítico, histérico,
universitario), que es por principio social. Es decir, si bien se trata de un mismo
significante (la letra a) para designar el goce, no es un real que logre articularse
en un circuito pulsional atrapado y orientado por el falo, por la metáfora pater-
na. En este sentido, el goce comanda a un sujeto que desconoce el significante
que lo comanda, empujado de manera ávida, exagerada, hacia el consumo, cre-

131
SÍNTOMAS DE LA CULTURA

yendo que allí podrá finalmente encontrar el estado de pacificación para la


pulsión descontrolada que no logra atar.
El término crave expresa de manera ejemplar esta fuerza, que evoca la peren-
toriedad de la pulsión, en el instante en que no hay fantasma para articular sus
términos. El estado de high, de máxima “adrenalina”, esa bandera que enarbo-
lan los sujetos X-tremos contemporáneos, una suerte de éxtasis “religioso” que
se convierte en el dios en nombre del cual la meta es la diversión, el entreteni-
miento,6 el juego.
En este sentido, creo posible articular la expresión lacaniana de aletosfera, o
mejor, de letosa.7 Lacan dice que el sujeto está en la aletosfera siempre que se
encuentre suspendido, sostenido, por el objeto a, la voz. En esta condición, so-
portado de esta manera, el hombre logra la proeza científica: esos “menudos
objetos pequeño a que ustedes van a encontrar al salir sobre el pavimento, a la
vuelta de la esquina, atrás de todas las vidrieras, en esa proliferación de estos
objetos hechos para causar vuestro deseo, en tanto que es la ciencia que nos
gobierna, piénsenlos como letosas”.
Paradójicamente, habla a continuación sobre la posición del analista:“Si es real
que haya analista, es justamente porque es imposible. Esto forma parte de la posi-
ción de la letosa. El problema, es que para estar en la posición de la letosa, hay que
haber ceñido verdaderamente que es imposible. Es por esto que a uno le gusta tanto
poner el acento sobre la impotencia que existe también, pero que es otra cosa que
les voy a mostrar y que está en otro lugar que la imposibilidad”.
Aunque lo X-tremo y los objetos de la ciencia, tengan en relación con la
posición del analista una “comunión” en el sentido de poder ser asociados con
la imposibilidad, es importante ubicar que mientras el sujeto extremo cree que
lo imposible y lo posible son Uno, el analista sabe que lo que hay es que no hay
analista. Entonces, lo que hay es que no hay comunicación, aún así hace Escue-
la, hace lazo, chatea, escribe correos electrónicos, “bloguea”. Tal vez, en la medi-
da en que justamente ha dado vuelta, ha permitido que algo de la distancia
significante medie, que no hace de este medio el de la angustia, sino el del tra-
bajo. La Web en este sentido, esa una red-libido.
Para el ejército, sus soldados y la comunicación: nadie más que el sujeto puede
saber cuándo, cómo y qué decir, en qué términos y a quién. No se trata de re-
gular desde un para-todos las normas de la comunicación militar, ni en guerra

132
LO IMPOSIBLE DE COMUNICAR

ni en paz. Tampoco se trata de volver a los telégrafos. Incluso demasiado “tic-


tic”, o muy poco, enloquece a cualquiera cuando el sujeto del inconsciente es
anulado.

Notas:
1. “Para las tropas, el hogar puede parecer demasiado cercano”
2. Pudor y vergüenza son términos tratados en Miller, J.-A. (2004), “Notas so-
bre la Vergüenza”, en Freudiana 39. Revista Psicoanalítica, publicada con el aus-
picio de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, Barcelona.
3. Laurent, E., (2002), “El Revés del Trauma”, Virtualia # 6, extraído en marzo
de 2005 de http://www.eol.org.ar/virtualia/006/default.asp?notas/elaurent-
01.html.
4. Freud, S., (1926), Inhibición, síntoma y angustia.Versión en CD-Rom.
5. Freud, S., (1985), Proyecto de una Psicología para Neurólogos. Capítulo 11.
Versión en CD-Rom.
6. Goldenberg, M., (2004), ¿Dios ha muerto? Clase inédita dictada en el De-
partamento de Psicoanálisis y Filosofía de la Escuela de Orientación Lacaniana
(EOL), Buenos Aires, el 27 de abril.
7. Lacan, J., (1969), El reverso del psicoanálisis. Seminario 17, clase 14. Ed. Paidós.

astaldelar@hotmail.com

133
134
Freudiana 45, 2005, pp. 135-143

Blanca Sánchez y Ernesto Sinatra


EL CONSUMO DE LOS MEDIOS*

Los mass media se insertan en —y resultan de— una determinada política de


mercado. El problema que se plantea a los analistas es cómo intervenir para po-
der incidir respecto de la subjetividad de la época sin ser consumidos por esas
mismas leyes que los mass media reproducen. En ese sentido, se plantea la pre-
gunta acerca de nuestra intervención en dos niveles: por un lado, respecto de
los sujetos que se presentan en nuestros consultorios; por el otro, la presencia
de los analistas en los medios masivos de comunicación.

Los mass media y el mercado globalizado


La radicalización de las consecuencias de la modernidad tardía conlleva no sólo
el problema de la desprotección simbólica —crisis de los articuladores culturales vi-
gentes durante este último siglo— sino también el de la disgregación al implantarse
una nueva sociabilidad que depende el mercado, en razón del violento avance de
las posiciones neoliberales a partir de la reestructuración de la economía. Se gene-
ran diferentes y múltiples lógicas de funcionamiento en los distintos ámbitos de la
vida social (educación, salud, comunicaciones) que dan lugar a la conformación de
velocidades temporales distintas y espacios diferentes. La tecnología acortó el tiem-
po en sus diversas manifestaciones, dando lugar al advenimiento de un tiempo libre
que, planteado como una paradoja, es ocupado en mirar televisión, por ejemplo.

* Trabajo presentado en el XIV Encuentro Internacional del Campo Freudiano, Segundo En-
cuentro Americano sobre los resultados terapéuticos del psicoanálisis y las nuevas formas de la
transferencia, realizado en Buenos Aires en Agosto de 2005.

135
SÍNTOMAS DE LA CULTURA

Por otra parte, se adjudica un valor especial a lo novedoso, lo que da susten-


to a la lógica del mercado centrada en el “último modelo”.
La revolución tecnológica incrementó el número y la sofisticación de los
medios de información y comunicación. Así, la historia de los mass media se
puede dividir en tres grandes momentos de la comunicación, que —podríamos
conjeturar— engendran tres modos de construir la realidad y tres sujetos dife-
rentes: la comunicación oral, la escrita y la electrónica.
Los medios de comunicación, vinculados a los sentidos, han privilegiado en
nuestra era —la electrónica— la mirada, en contraposición a la comunicación
oral en la que lo que se privilegió fue la voz. Estas tecnologías homogenizan el
tiempo y el espacio; lo que está allá, está aquí, al mismo tiempo; de este modo,
se han roto las fronteras. Una de las consecuencias de la televisión, por ejemplo,
es la diplopía de la imagen, o la imagen doble: el no saber si algo es real o no lo
es, si está sucediendo o no. Eso le brinda a la experiencia una especie de
iridiscencia. Otra consecuencia es la miopía cronológica, la tendencia a concen-
trarse en lo más reciente. El mercado ubica en su vacío central la novedad como
el plus ultra de su política, donde mercado y política son uno con los mass media
creados por ellos con el fin de sostener el efecto global de dominio. Así, los mass
media crearon fábricas de actualidades que rompieron fronteras entre lo públi-
co y lo privado.
Pasó a priorizarse la medición del fenómeno al análisis del mismo. Adorno1
pensaba que en la época del mundo planificado y administrado por la tecnolo-
gía, todo lo que pudiese suceder se convertiría en hecho social, quedando el
mundo y sus acontecimientos regulados por las mediciones y las encuestas, y poco
espacio para la sorpresa.
Los medios de comunicación siempre fueron utilizados por los monopolios
políticos y económicos para ejercer su poder. La información se convirtió en
mercancía y cada vez que se comunica algo hay que revisar a qué interés afecta.
En el cambio de siglo vivimos en una nueva “economía” de la información, “la
información es poder” y es la llave del éxito en la aldea global. Comprobamos
que los mass media están regulados también por la economía del mercado.
En el fin del milenio se intensificó la búsqueda del éxito a través de la fama.
El desenfreno rige a la sociedad del espectáculo, dando a todos la misma posi-
bilidad; si se está dispuesto a cualquier cosa, se puede ser famoso. Todo puede

136
EL CONSUMO DE LOS MEDIOS

ser mostrado sin vergüenza; es un llamado constante a mirar cómo se goza, ya


que hoy la imagen vende, el consumido consumidor de medios gráficos, virtuales
o televisivos es un escéptico observador de la tragedia ajena y del siguiente pro-
ducto que va a comprar.
En el Seminario XVII,2 Lacan anticipa lo que luego serán los reality shows:
es mirar cómo gozan y gozar ahí. El llamado a gozar de esa mirada es a lo que
nos envía directamente la pantalla. De lo que se trata es del estadio del espejo
y de su relación mortífera con el superyo. El espectáculo televisivo tiene como
misión y, en todo caso como consecuencia, demostrar que la vergüenza ha
muerto.
La actualidad nos muestra, en complicidad con la ciencia y la tecnología, la
sociedad del exceso de goce, la hiperrealidad, exceso de manipulación de los mass
media que viene a distorsionar y velar el punto de angustia.
La mezcla de la extensión sin fronteras de tiempo y espacio, y el privilegio
de la mirada como modo de goce, asociados a la democratización de la inesta-
bilidad y el cambio social, ¿debería hacernos considerar una nueva subjetividad?

Los verdaderos consumidos son los consumidores


Podemos mencionar el modo de lectura de los hechos sociales que hace un
grupo político local, El Colectivo Situaciones, quien propone a través de una
“investigación militante” crear un contrapoder al imperante en el mercado del
consumo, empleando —por ejemplo— un uso de las imágenes que no sea me-
ramente descriptivo.3
“Llamamos investigación militante a una indagación (co-investigación) en
donde se trata de conocer y acompañar el advenimiento de rasgos de un nuevo
protagonismo social, de modo independiente de la investigación universitaria
tradicional, pero también de la política de los partidos. (…) Nuestra labor con-
junta pasa por el desarrollo de un contrapoder, al nivel de la propia existencia
cotidiana…”.4
Ahora desde nuestro ámbito, se trata de precisar las modificaciones que se
producen en la experiencia subjetiva frente al nuevo “protagonismo social”.
Cuando nos referimos a los efectos de la tecnología sobre la experiencia debe-
mos considerar lo que sucede cuando se borran las distinciones de tiempo y
espacio. En primer lugar, lo que denominamos la diplopía de la imagen o la

137
SÍNTOMAS DE LA CULTURA

imagen doble, despierta en los sujetos espectadores la eterna pregunta por la


verdad de lo que estamos viendo (¿será real o está preparado?) nos mantiene
atónitos frente a la pantalla, gozando de la escena sin percatarnos de ello. Una
vez más, se comprueba que la verdad es hermana del goce.
La preocupación por lo más reciente y la avidez de sensaciones e imágenes
que provoca el apretar una y otra vez el teclado del control remoto de la TV,
responde al deseo de que nada se escape, de poseer todo al mismo tiempo. Pero
sobre todo, enquista a los sujetos frente a las pantallas.
Si el mundo es omnivoyeur, decía Lacan, no es exhibicionista. Se impone y
uniformiza un modo de gozar; la pantalla entra en nuestros hogares, lugares de
trabajo y hasta en nuestros bolsillos; la imagen omnipresente nos acompaña a
todos lados, nos da a ver todo el tiempo, y cuanto más nos muestra “más acen-
túa su función fantasmática, más fascina, inmoviliza, inhibe nuestra capacidad de
actuar”.5 La trampa está en el goce que nos mantiene presos de la imagen.Y por
paradójico que suene, el consumidor de los medios de comunicación, se trans-
forma en el consumido por ellos; no mira televisión sino que, capturado por la
imagen que le muestran y borrada su subjetividad del asunto, goza de ser mira-
do por ella. Para nosotros es ése el consumo real de los medios.
A diferencia de la modernidad temprana, en donde lo que circulaba y se
vendía era la mercancía, lo que hoy se vende es la imagen. El acontecimiento
deja de serlo cuando se vuelve imagen, ya sea del ideal o del horror, pues am-
bos propician el dormir.
A la figura del letrado de la era de la comunicación escrita, se contrapone la
del espectador, figura devaluada, ya que a su experiencia no se le da estatuto de
pensamiento. Es una subjetividad que se escapa y que tiene una configuración
inestable; dueño de una competencia comunicativa muy entrenada por los mass
media, comprende metáforas mediáticas. ¿En qué condiciones esto puede ser una
experiencia de pensamiento? No podemos exigir a la experiencia del especta-
dor que tenga los mismos atributos que tenía la del letrado, aquél que se cons-
tituye en la experiencia del libro o de la letra. Con el espectador aparece la figura
de alguien que no interpreta sino que se conecta directamente y opera con el
estímulo, pues la interpretación no es un requisito para habilitar el entorno
informacional, pero si lo es para habitar un entorno textual: no se puede leer
sin interpretar.

138
EL CONSUMO DE LOS MEDIOS

Hay declinación del nombre del padre, pero también hay aislamiento y de-
gradación de la experiencia, y los medios y las ofertas ilimitadas del mercado
alimentan esa tendencia del goce solitario. El individuo, llevado al límite, siem-
pre preferirá eludir el encuentro con el cuerpo del Otro para no confrontarse a
la no complementariedad entre los sexos. Los medios ofrecen a este dilema una
promesa de satisfacción inmediata, completa, constante.
Una característica paradójica de la era de la ciber-comunicación es la sole-
dad globalizada, la soledad del autoerotismo y del aislamiento, del Uno con su
aparato —aunque el discurso de los medios ofrezca el ciberespacio como el sin
fin de oportunidades de encuentros, negocios, contactos. La soledad está
vertebrada en red: hoy existen masas mediáticas. “Ahora se es masa sin ver a los
otros”, los individuos no se orientan por experiencias corporales sino que se
perciben a través de símbolos mediáticos.6
Los sujetos que gozan en soledad frente a las pantallas se diferencian de los
grupos que se identificaban por sus modos de goce sin importar su nombre
propio pero sí su presencia física (alcohólicos anónimos, jugadores anónimos,
etc.). Los de hoy no tienen su grupo anónimo, sino que los nombres se encar-
nan en cuerpos virtuales, en presencias virtuales: predominancia del goce del
anonimato en tiempos de la soledad globalizada.

Los analistas y los mass media


La actual crisis del lazo social requiere que el psicoanalista —no sólo el
analizante— elija el desapego por los modos actuales del goce; frente a la des-
vergüenza de la época, será el encargado de dar vergüenza,7 al decir de Lacan;
también se encargará de interpretar el modo por el cual “la verdad es la herma-
na del goce”, cuando —por ejemplo— casi todos los individuos tele-gozan de
la pantalla omnivoyeur.
La presencia de los analistas en los medios de comunicación será conve-
niente a nuestra orientación sólo si logra reproducir nuevas transferencias sin
declinar los principios, transmitiéndolos al gran público. Contamos con dis-
positivos institucionales para efectuar tal abordaje,8 ya que la actual promo-
ción del objeto a al cenit de la civilización 9 debe advertirnos de que la
captación del plus de gozar ya ha sido realizada por el mercado para sus fines
propios y a ello debemos responder; mientras el concepto de síntoma consi-

139
SÍNTOMAS DE LA CULTURA

derado en su faz de goce puede orientar las intervenciones del analista ciuda-
dano. Nuestra presencia en los medios debería regirse por la interpretación de
los hechos10 apuntando a una “intervención que sea inolvidable”;11 para ello
sería imprescindible no favorecer el goce del sentido ni ofrecerse al desplie-
gue de una escena al servicio de capturar miradas. En un mercado ávido de
novedades, tal vez ésa pueda ser la novedad que ofrezca el analista en nombre
de la acción lacaniana.
“Toda irrupción de lo real llama hoy a una palabra que acuerde sentido. Esto
puede ocurrir en un contexto de urgencia… La palabra es hoy instrumentalizada
en esta función de urgencia disolvente… Se trata de la confianza acordada al
sentido para filtrar, evacuar lo real”.12
Incluso, cuando un suceso conmueve a la sociedad —como fue en nuestra
ciudad la reciente tragedia del incendio del local “República de Cromañón”—13
se suele convocar al mundo psi para obturar la angustia.
Frente a esta apelación al sentido desde lo social, la acción lacaniana puede
operar en la dirección opuesta: de la ausencia de sentido que conduzca a lo real
que sostiene a la experiencia analítica, la falta de proporción entre los sexos. Tal
vez, de ese modo, ubicarse como un síntoma para ir contra el discurso de la ci-
vilización que, cada día más, se ‘aprovecha’ del plus de gozar.
En estas coordenadas, ¿cómo interpretar el hecho social de un modo que no
espante al televidente?
Por lo pronto, un analista en los medios podría, nada más ni nada menos, hacer
entrever la responsabilidad del goce de cada uno en su sufrimiento,14 o bien en
su lugar de telegozante.

Notas:
1. Adorno, T., Teoría de la estética, 1969.
2. Lacan, J., El seminario libro 17 El reverso del psicoanálisis, capítulo XIII “El po-
der de los imposibles”, Paidós, Buenos Aires, 1992, pp. 198-204.
3.Verónica Gago y Diego Sztulwark.“Políticas de la mirada”, Pto.V. Buenos Aires,
22 de septiembre de 2004, inédito.
4. Colectivo Situaciones, grupo de investigación militante formado por Edgardo
Fontana, Diego Sztulwark,Verónica Gago, Natalia Fontana, Mario Santucho,
Sebastián Scolnik que trabaja en Buenos Aires (Argentina) y sus alrededo-

140
EL CONSUMO DE LOS MEDIOS

res, investigando sobre experiencias cotidianas, tanto en una escuela del


conurbano de Buenos Aires, como con un grupo piquetero de un barrio al
sur de la ciudad de Buenos Aires, artistas callejeros, y campesinos del Norte
del país, grupos de educación popular (como la universidad Trashumante).
desaparecidos, etc.
5. Aramburu, J., El deseo del analista, Tres Haches, Buenos Aires, 2000, pág. 287.
6. Sloterdij, P., El desamparo de las masas, Pretextos,Valencia, 2002, pp. 17-19.
7. Sobre este tema, Torres, M. “La ética de la vergüenza” y Laurent, E., “Inter-
pretar el inconsciente político”, ambos en revista Enlaces N° 8, publicación del
Departamento de Estudios Psicoanalíticos sobre la familia, Enlaces, Buenos Ai-
res, septiembre 2003.
8. Entre nosotros, por ejemplo, la creación de P.A.U.S.A. —para el tratamiento
y abordaje de la urgencia—, la Red Asistencial de la EOL, Enlaces en el Centro
Cultural Borges, etc.
9. Miller, J.-A., Conferencia en Comandatuba, en ocasión del IV Congreso de la
Asociación Mundial de Psicoanálisis, Comandatuba, Brasil, 2004.
10. Al respecto, las cartas de Jacques-Alain Miller a la opinión ilustrada consti-
tuyen un hito para orientarnos
11. Laurent, E., Conferencias en el Congreso de Salud Mental Organizado por
el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2002.
12. Miller, J.-A., Curso 2000-20001 “El lugar y el lazo”, París, inédito.
13. El 30 de diciembre de 2004, vísperas de Año Nuevo, siendo las 23 horas,
los medios irrumpen la transmisión programada e informan: “Catástrofe por
un incendio en un boliche de Once, República de Cromañón”. En el lugar
había casi 2000 personas que asistían a un recital de la banda de rock “Calle-
jeros”. El detonante que provocó el desastre fue el lanzamiento de una ben-
gala que impacta en la tela del techo del local. Según los testigos, había una
sola salida de emergencia —cerrada— y el lugar estaba ocupado por encima
de su capacidad. Confirman 177 muertos y más de 700 heridos, 102 de ellos
en estado crítico. Entre los muertos había niños. La mayoría de las muertes
fueron causadas por quemaduras de las vías aéreas o por intoxicación con
monóxido de carbono.
14. Según la experiencia de una colega convocada a un programa de la televi-
sión local de su ciudad.

141
SÍNTOMAS DE LA CULTURA

Bibliografía:
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Aramburu, J., “Síntoma y modernidad”, El deseo del analista, Tres Haches, Bue-
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Zizek, S., La Revolución Blanda, Atuel, Buenos Aires, 2004.

Departamento de estudios sobre la Familia, Enlaces, del CICBA (Centro de Investiga-


ciones del Instituto Clínico de Buenos Aires).
Relatores: Blanca Sánchez y Ernesto Sinatra.
Integrantes: Mariel Allende, Laura Baumarder, Susana Besson, Alejandro Daumas, Ale-
jandra Fernández, Liliana Mauas, Alicia Rodríguez,Walter Sierra, Débora Sznaider, Inés
Szpunt, Raquel Vargas.

blancasanchez@ciudad.com.ar
ernestosinatra@fibertel.com.ar

143
144
Freudiana 45, 2005, pp. 145-151

Alberto Manguel
DON QUIJOTE, AUTOR DE CERVANTES

Entre los muchas maravillas que nos depara El ingenioso hidalgo Don Quijote
de la Mancha, hay una, que si no más misteriosa que las otras es, al menos para
mí, más desconcertante.Todos —aún quienes no han leído el libro— saben quién
es Don Quijote. A su lado, Cervantes es casi fantasmagórico, un personaje mu-
cho menos importante de la obra, un intruso que de vez en cuando comenta y
opina sobre la acción, un desocupado lector que un día halló un bulto de pape-
les en un mercado de Toledo y se lo hizo traducir para así dar a luz las aventuras
del iluminado caballero. Cervantes, digo, es un personaje menor que cede con
los años sus características físicas al héroe de la historia. A partir del siglo dieci-
nueve, la transformación es definitiva, y los ilustradores del Quijote entienden que
ambos son idénticos. El Don Quijote lampiño de los primeros grabados se es-
fuma y aparece en cambio un caballero que usurpa los rasgos cervantinos: su
“rostro aguileño (…) nariz corva (…) barbas de plata (…) dientes ni menudos
ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor pues-
tos (…) el cuerpo entre dos extremos, ni grande ni pequeño (…) algo cargado
de espaldas y no muy ligero de pies (…)”. Esta descripción que Cervantes hace
de sí mismo a los 66 años de edad, es la de Don Quixote frisando los 50: “seco,
avellanado, antojadizo (…) de complexión recia, seco de carnes, enjuto de ros-
tro.” La creación artística cobra cuerpo y experiencia, mientras que su autor per-
manece inmutable en el tiempo, inalterable como un frontispicio.
Es posible que Cervantes sospechara tal destino. Cuando en el sexto capítu-
lo de la primera parte, el cura y el barbero purgan la biblioteca de Don Quijote

145
SÍNTOMAS DE LA CULTURA

y encuentran, junto al Cancionero de López Maldonado, la inconclusa Galatea de


Miguel de Cervantes, ocurre la primera instancia de este juego vertiginoso:
Cervantes existe porque Don Quijote lo ha leído, y La Galatea se salva porque
el cura dice ser, desde hace muchos años, gran amigo del autor.Y aquí el lector
se encuentra ante un primer abismo: si las páginas que está recorriendo son fic-
ción, entonces el autor de esas páginas pertenece a esa ficción; y aquel que las
está leyendo —el lector partícipe en la historia— no reside ya en el mundo de
cosas tangibles sino en un círculo de existencias imaginarias cuya permanencia
depende sólo de un acto de fe —fe en la realidad de esa ficción.
Cervantes —o esa figura imaginaria que llamamos Cervantes— da varias vueltas
de tuerca más a esta maquinaria ficticia. Cuando al cabo de apenas ocho capítu-
los, y en la mitad de una aventura, Cervantes confiesa no saber proseguir con la
historia de su caballero, ocurre un milagro. Hallándose un día en el Alcaná de
Toledo, dice Cervantes, encuentra un cartapacio lleno de papeles escritos en ca-
racteres arábigos y, puesto que no sabe leerlos, busca un morisco aljaimado —es
decir, un moro que habla castellano— para que se lo traduzca. Descubre enton-
ces que el manuscrito es de un tal Cide Hamete Benegeli, y que narra la conti-
nuación de la historia de Don Quijote. Es decir: dependiendo de nuestro punto
de partida, Cide Hamete Benegeli escribe la historia de Don Quijote que un
morisco de Toledo traduce para Cervantes, ese Cervantes que es un personaje en
los capítulos que la preceden; o, el personaje Cervantes, autor de un libro que se
encuentra en casa de Don Quijote, se hace contar la historia de lo que sigue a las
primeras aventuras del caballero, por un traductor que puede leer el manuscrito
de un autor árabe que escribe en aljaimía, es decir, un texto morisco en lengua
romance, transcrito en caracteres árabes. El libro que lee el lector de Don Quijo-
te es uno que, por donde se lo abra, englute la realidad y la vuelve ficción, para
hacerla más real. “Las historias fingidas tanto tienen de buenas y de deleitables
cuanto se llegan a la verdad o la semejanza della, y las verdaderas tanto son mejo-
res cuanto son más verdaderas,” dice Don Quijote al descubrir el apócrifo Quijote
de Avellaneda en una imprenta de Barcelona, en el capítulo 62 de la segunda par-
te. Cervantes (y Don Quijote) reconocen esta regla esencial de la literatura: hay
grados de verdad a los cuales sólo podemos llegar a través de la ficción.
Hasta tal punto asume la ficción de Cervantes la realidad para hacerla “más
verdadera”, que acaba por canibalizarse a sí misma. En el segundo capítulo de la

146
DON QUIJOTE, AUTOR DE CERVANTES

segunda parte, el bachiller Carrasco hace saber a Sancho que sus aventuras están
contadas en un libro —que Carrasco ha leído en Salamanca, universidad seria si
las hay— “con nombre del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha”. Al oir esto,
Sancho se hace cruces espantado: reacción similar debe tener el lector para quien,
si la primera parte del libro que tiene entre las manos ha sido leído por los perso-
najes de la parte que está leyendo ahora, él, lector de carne y hueso, es también
parte de ese acuerdo, de esa treta, de ese mundo imaginario, fantasma entre los fan-
tasmas, dependiente no de sus propias acciones sino de los sueños de otro que ahora
es polvo y cenizas y que alguna vez se llamó Miguel de Cervantes Saavedra.
Este método de auto-referimiento o juego de espejos —que Gide, inspirán-
dose en un término de la heráldica, llamó “mise-en-abyme” —, es antiquísimo.
En la corte de Alcino, en el octavo libro de la Odisea, un huésped extranjero
a quien el rey ha acogido, oye al poeta Demódoco (ciego como dicen que era
Homero) cantar la lucha entre Ulises y Aquiles en Troya; nadie sabe que el hués-
ped es Ulises quien, al escuchar cantar sus propias hazañas, oculta su cara bajo
su capucha para que no lo vean llorar. Homero ofrece a Demódoco (su Cide
Hamete) la autoría de la Ilíada como Cervantes otorgó a Cide Hamete la de la
primera parte del Quijote y hace que Ulises —como Don Quijote en la segun-
da parte— la escuche narrar, emocionado.
Chaucer, en los Cuentos de Canterbury, se incluye a sí mismo entre sus pere-
grinos y se hace contar una de las narraciones. Pero la cuenta tan mal y de for-
ma tan torpe, que sus compañeros de viaje le piden que la interrumpa. La ficción
de Chaucer contiene a Chaucer, pero un Chaucer inepto, tal como la bibliote-
ca de Don Quijote incluye a Cervantes, pero un Cervantes inconcluso, salvado
por el cura sólo por su amistad, no por su genio literario.
Borges, en un pequeño ensayo sobre las magias parciales del Quijote, publi-
cado en La Nación de Buenos Aires en 1949, propuso otras: el caso de Hamlet,
que hace representar a los actores en la corte de Elsinore una obra titulado La
ratonera que es, más o menos, la tragedia de Hamlet; y el Ramayana, el poema de
Valmiki escrito en sánscrito hacia el IV siglo a.C., en cuyo último libro un ex-
traño asceta enseña a leer a los hijos de Rama: el asceta es Valmiki, el libro en el
que estudian, el Ramayana.
Dicho de otro modo: ficción y realidad son, desde un punto de vista narra-
tivo, intercambiables, y la verdad de la realidad como la verdad de la ficción

147
SÍNTOMAS DE LA CULTURA

dependen de nuestra voluntad como lectores. El texto fija una verdad narrativa;
el lector impone otra o la misma que desdobla, extiende, refleja y transforma la
de la página escrita. Borges, en un texto hoy clásico, nos aclara el milagro.
Un cierto día de septiembre de 1939 en Buenos Aires —Byrd estaba por co-
menzar su tercera expedición antártica y las primeras cartas “vía aérea” desde
Inglaterra acababan de llegar a las costas porteñas—, los pocos lectores suscriptos
a la revista Sur leyeron un breve texto firmado “Jorge Luis Borges” en el que se
alababa con fervor crítico la obra de un tal Pierre Menard. Algunos amigos fe-
licitaron a Borges con más lealtad que entusiasmo; un viejo colega, con ejem-
plar pedantería, le dijo que sus comentarios sobre Menard, si bien justos, no
decían nada sobre Menard que no se hubiese dicho antes. Ni los distraídos lec-
tores de Sur, ni los atentos amigos del autor, ni la directora de la revista, la pers-
picaz Victoria Ocampo, tal vez ni siquiera el propio Borges, se dieron cuenta que
aquella publicación marcaba una de las pocas fechas esenciales de la historia de
la literatura. Tal inatención no hubiera sorprendido a Borges quien trece años
más tarde, en un artículo llamado “El pudor de la historia” declararía: “Yo he
sospechado que la historia, la verdadera historia, es más pudorosa y que sus fe-
chas esenciales pueden ser, asimismo, durante largo tiempo, secretas.”
“Pierre Menard, autor del Quijote” nació con voluntad de fracaso. Los he-
chos que lo engendraron son harto conocidos. Durante la Navidad de 1938,
Borges se hirió la frente con el borde de una ventana abierta. La herida se in-
fectó y durante varias semanas los médicos creyeron que moriría de septicemia.
Cuando empezó a reponerse, temió haber perdido sus capacidades mentales y
dudó poder volver a escribir. Hasta aquel momento había publicado poemas y
reseñas literarias. Pensó que si probaba escribir una reseña y no lo lograba, se
sentiría incapacitado para siempre. Pero si trataba de hacer algo nuevo, algo que
no había intentado antes, y fallaba, no juzgaría el fracaso tan grave y quizás el
hecho mismo lo prepararía para la severa revelación final. Decidió escribir un
cuento. El resultado fue “Pierre Menard…”.
Pierre Menard es el lector ideal, el hombre que quiere rescatar un texto vol-
viéndolo a crear tal como su autor lo concibió. Borges explica:“No quería com-
poner otro Quijote —lo cual es fácil— sino el Quijote. Inútil agregar que no
encaró nunca una transcripción mecánica del original; no se proponía copiarlo.
Su admirable ambición era producir unas páginas que coincidieran —palabra

148
DON QUIJOTE, AUTOR DE CERVANTES

por palabra y línea por línea— con las de Miguel de Cervantes”. Que en últi-
ma instancia la tarea sea imposible, que el texto re-imaginado sea ahora (a pesar
de la coincidencia formal entre los dos) de Menard y ya no de Cervantes, es la
lección implacable que aguarda a cada lector. Nunca leemos un arquetípico ori-
ginal: leemos una traducción de ese original vertido al idioma de nuestra pro-
pia experiencia, de nuestra voz, de nuestro momento histórico y de nuestro lugar
en el mundo, como los lectores de Cervantes leyeron no una crónica de Cide
Hamete Benegeli, sino un texto traducido al vocabulario castellano de inicios
del siglo diecisiete.
La terrible conclusión de Pierre Menard es ésta: El ingenioso hidalgo Don
Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra no existe, y nada podrán
contra este hecho irrefutable la amenaza de celebraciones, institutos cervantinos,
cursos de literatura española, sesudos estudios críticos y ediciones de obsceno
lujo. El Quijote original, si insistimos en creer en su existencia, desapareció con
el lector Cervantes. Sólo quedaron (lo cual no es poco) los cientos de millones
de Quijotes leídos desde que un primer Quijote entró en la imprenta de Juan de
la Cuesta y salió despojado de una parte de los capítulos XXIII y XXX. Desde
entonces, los colegas de Pierre Menard han invadido el mundo de las letras y
nos han dado —y siguen dándonos— sus múltiples Quijotes: el torpe Quijote de
Lope, el divino Quijote de Dostoievski, el filosófico Quijote de Unamuno, el brutal
Quijote de Nabokov, el risueño Quijote de Graham Greene, el tedioso Quijote
de Martin Amis, el desdoblado Quijote de Borges, el Quijote de cada uno de
nosotros, sus desocupados lectores.
Borges observaría, en un ensayo fundamental sobre Kafka, que “cada escri-
tor crea a sus precursores”. Menard no es distinto y a partir de su propia exis-
tencia creó una vasta genealogía que incluye, entre muchos otros, al Diderot de
“Esto no es un cuento”, al Lawrence Sterne de Tristam Shandy, al Italo Calvino
de Si una noche de invierno un viajero… También, a Robinson Crusoe que lee la
Biblia como si fuese una crónica de sus propias desventuras, a Hamlet que lee
“palabras, palabras, palabras” y ve en una nube un camello, una comadreja o una
ballena, a un tal William Sefton Moorhouse que se convirtió a la fe cristiana
leyendo la Anatomía de la Melancolía de Burton creyendo que se trataba de un
manual teológico de Butler, a los censores militares que prohibieron la entrada
a la Argentina de El rojo y el negro, pensando que trataba de una apología del

149
SÍNTOMAS DE LA CULTURA

comunismo. Acaso no había sugerido Borges, a propósito de Pierre Menard, que


“atribuir a Louis Ferdinand Céline o a James Joyce la Imitación de Cristo ¿no es
una suficiente renovación de esos tenues avisos espirituales?”.
En América Latina, tenemos una tradición de lecturas creativas —por así lla-
marlas— que comienza con la invasión española. Colón famosamente no quie-
re llegar a América —que no sabe existe— sino a las Indias, y ve en la extraña
tierra un irrefutable muestrario de sus expectativas nacidas en el mundo mito-
lógico de Grecia y Roma, y en el mundo caballeresco de Arturo y de Tirant lo
Blanc. Los seres fabulosos de la antigüedad y de las novelas de caballería presta-
ron realidad a las maravillas del Nuevo Mundo; las recompensas prometidas a
los héroes de la literatura —como el vellocino de oro a Jasón y Elena al prínci-
pe Paris—, justificaron en la imaginación europea las rapiñas y los saqueos de
los reinos indígenas. El Nuevo Mundo es, desde el principio de la invasión, un
mundo imaginario, no como aquel de polvo y piedra que atraviesa Sancho sino
aquel de reinos mágicos por el que se aventura Don Quijote, poblado no de co-
merciantes y arrieros y otros seres ordinarios, sino de princesas y hechiceros y
gigantes y paladines.
El historiador Irving Leonard (Books of the Brave) cuenta como, por ejemplo,
en la novela de Sergas de Esplandián (publicada años antes de la entrada de Cor-
tés en Méjico), el caballero no tiene escrúpulos de matar al león que protege la
entrada a un antiguo sepulcro ni de apoderarse del fabuloso tesoro que allí se en-
cuentra, porque su misión es heroica, y un héroe tiene todos los derechos. Así lo
creyeron los conquistadores europeos que no tuvieron escrúpulos de allanar tumbas
y profanar templos para apoderarse de los tesoros de los incas y aztecas. Para ellos,
América era prueba de la verdad de la ficción: una tierra imaginaria que, gracias a
sus intrépidos viajes, ahora cobraba por fin realidad física. Cuando Cristóbal Co-
lón, durante su viaje de regreso a España en enero de 1493, cuenta que vio tres
sirenas “que salieron bien alto de la mar,” no se le ocurre pensar que está viendo
tres animales nuevos —tres manatís en este caso, esa especie de lobo marino del
Caribe— sino que, al contrario, insiste en corregir las antiguas autoridades litera-
rias y anota: “pero no son tan hermosas como las pintan.”
Leer el Quijote hoy es una tarea casi imposible. Quiero decir, no puede leer-
se el Quijote como un libro virgen, cuyas páginas nunca hemos abierto.Vivimos
en un mundo que es, en gran parte, fruto de la lectura del Quijote. Generacio-

150
DON QUIJOTE, AUTOR DE CERVANTES

nes de interpretaciones y comentarios previos, las alabanzas oficiales obligato-


rias en casi todo acto literario, las historias de la literatura española y también
universal, los ecos quijotescos en cientos de obras célebres, las multitudes de ilus-
traciones y retratos de nuestros héroes, y hasta las chucherías turísticas con las
que los viajeros tratan de inmortalizar su visita a España, brindan al más inge-
nuo de los lectores un ampuloso preámbulo que cuenta y juzga a priori la obra,
hasta para aquellos que no tendrán nunca al libro en sus manos. Hoy no hay
lectores del Quijote: sólo relectores. En el ya citado capítulo 62 de la segunda
parte, los amigos del anfitrión de Don Quijote le cosen a la espalda del caballe-
ro un pergamino en el que se lee:“Éste es Don Quijote de la Mancha”, de modo
que, cuando se pasea por Barcelona, todos saben quien es y lo llaman por su
nombre. Así le ha ocurrido a Don Quijote en el mundo que llamamos real. “Éste
es Don Quijote de la Mancha” reza el pergamino en todas las lenguas del mundo.
Y todos repetimos, la mayoría sin leer más que el cartel, “Sí, éste es Don Quijo-
te, autor de Miguel de Cervantes.”
A partir de Pierre Menard, nadie puede volver a leer un libro, cualquier li-
bro, de la misma manera que pensaban leerlo nuestros antepasados. Menard nos
ha vuelto creadores o, más bien, nos ha obligado a ser conscientes, como lecto-
res, de nuestra responsabilidad creativa —responsabilidad detallada por muchos
pero reconocida por casi ninguno. Antes de aquel mes de septiembre de 1939,
podíamos creer que un libro insulso o maravilloso o altisonante o transforma-
dor debía su calidad exclusivamente al ingenio de su autor. Después de aquella
fecha, no sin cierto orgullo y no sin cierto terror, sabemos que no es así.

151
152
Freudiana 45, 2005, pp. 153-157

Erminia Macola & Adone Brandalise, Psicoanálisis


y arte de ingenio. De Cervantes a María Zambrano.
Málaga, Miguel Gómez, 2004.

Psicoanálisis y arte de ingenio de Erminia Macola y Adone Brandalise es un


tratado sobre el encuentro entre el psicoanálisis y la literatura. Sus autores afir-
man en la introducción: “El encuentro entre literatura y psicoanálisis no se pro-
duce, pues, entre un aparato de técnicas interpretativas y un conjunto de objetos,
sino entre los deseos que operan en el corazón de prácticas intrínsecamente
infinitas”. Efectivamente, ¿Cómo entender el cruce entre el psicoanálisis y la
literatura? ¿Es el psicoanálisis una teoría literaria entre las muchas que han flo-
recido en las últimas décadas? Sin duda, en los programas de Teoría Literaria de
las carreras de Filología en la Universidad, el psicoanálisis se presenta puesto en
serie con los movimientos post-estructuralistas: deconstrucción, feminismo, post-
colonialismo. De modo que aparece como una hermenéutica del texto, como
un aparato que da cuenta del sentido. Es cierto también que el post-
estructuralismo ha puesto en cuestión precisamente el sentido, principalmente
la posibilidad de fijarlo en último término, de dar cuenta de él. Pero el resulta-
do de este cuestionamiento ha consistido, paradójicamente, en la proliferación
de prácticas interpretativas. Si por un lado, la crítica literaria se ha visto liberada
de La interpretación única y verdadera, por otro han florecido las interpreta-
ciones. Sin embargo, no parece ser éste el propósito del libro que aquí nos con-
voca.Ya nos lo advierten sus autores, cuando nos dicen:
“Nuestro modo de laborar a lo largo de las páginas del presente volumen
no quisiera alejarse del lugar producido por este acuerdo entre razones ín-
timas y decisivas en las que psicoanálisis y literatura más que confundirse se

153
EL APOSENTO DE LOS LIBROS

entrecruzan, abriendo hacia una manifestación más pura del deseo que allí
insiste”.
Es, sin duda, un libro para quien quiere profundizar en la relación del psico-
análisis con la letra.Y para quien quiera aprender de psicoanálisis y de literatu-
ra. Su título nos resulta profundamente sugerente. Psicoanálisis y arte de ingenio,
en paralelo con el texto de Baltasar Gracián “Agudeza y arte de ingenio”, y no
deberíamos obviar que Psicoanálisis se escribe palimsésticamente sobre la agu-
deza. Pero, sin duda, el texto de Gracián hace del arte de ingenio un tratado sobre
la producción significante y el significado como un efecto del significante. Éste
es el espíritu con el que se inscribe el libro de Macola y Brandalise. En realidad,
vemos cómo esto se convierte en el hilo conductor los análisis de las obras lite-
rarias estudiadas, puesto que todos los capítulos abordan desde ángulos diversos
los efectos del significante sobre el ser. Efectivamente, cada uno de ellos va ahon-
dar en un aspecto de la complejísima relación entre ser y significante, así el li-
bro adquiere una suerte de forma calidoscópica.
El libro se abre con un Don Quijote enfermo de la palabra, como somos todos
los humanos, ya que lo mejor que nos puede pasar es que enfermemos del
significante y que busquemos sanarnos con el significante también, al fin y al
cabo esta es la propuesta del psicoanálisis. “Don Quijote recrea las cosas con el
poder de la palabra”, la palabra entonces como el motor de la vida. Quisiera
resaltar una afirmación que me ha parecido particularmente sorprendente y
hermosísima en estos tiempos. Escriben Macola y Brandalise: “Su locura atenúa
el malestar en la cultura”, para ello atenúa las reglas… Bien distinto a nuestro
momento en que no parecemos saber hacer frente al malestar en la cultura más
que redoblando el valor de las reglas.
Quijote es un creador, afirman Macola y Brandalise, aunque se vuelva loco sin
causa. Crea no sólo a partir de la lectura, sino también de la escritura. Puesto que
son recíprocas, una no va sin la otra. Así, pues, el primer capítulo nos sitúa en una
tesis: el poder de la palabra, de la lectura y de la escritura y su indisociable condi-
ción de subjetiva, en el sentido que el significante produce el sujeto: existimos
porque hablamos, con todas las consecuencias que tiene la palabra.
“El manifiesto de Marcela. Sabotaje de la retórica”, segundo capítulo dedi-
cado al episodio de la pastora Marcela, lo es también sobre la comedia de los
sexos. De nuevo encontramos una exploración de la relación entre el sujeto y

154
EL APOSENTO DE LOS LIBROS

el lenguaje, pero esta vez por medio del episodio cervantino. Marcela es una
mujer que rechaza a Crisóstomo (boca de oro) y que rechaza la palabra porque
quiere quedar más allá de ella. Esta especie de página en blanco que Marcela
escribe, se puede entender no sólo como un malentendido entre los sexos, sino
también como una afirmación de aquello de la feminidad que no puede ser
subsumido por el significante ni apresado por él. Es decir, aquello acerca de lo
femenino que la palabra no alcanza a decir, pero que sólo por la palabra pode-
mos suponer que existe. En el apartado “feminidad” los autores consideran como
se puede interpretar la feminidad de muy diversas manera, pero cada una de ellas
es la mascarada que vela un vacío. La originalidad de Cervantes es presentificar
este vacío haciendo salir a Marcela de escena, de manera que Marcela “se sus-
trae a las figuras codificadas de lo femenino”.
“El licenciado Vidriera. En torno a la fragilidad de los puntos de vista” adentra
al lector en los caminos del delirio cuya importancia radica en que se trata de
un significado que reorganiza el mundo. La novela constituye un ejercicio me-
tafórico acerca del delirio”. Así, “El licenciado” también es una metáfora del
escritor. La locura lo empuja a la relación con la palabra, las letras (es jurista, le-
trado) mientras que cuando está cuerdo es militar.
En “Amar por ver amar. Juegos de transferencia en El perro del hortelano”,
se aborda desde otro ángulo la relación entre los sexos y la cuestión de la femi-
nidad. Se trata de la histeria, es decir, de la mujer que sólo puede amar a través
de otra mujer.
El análisis de la comedia de Lope de Vega se aborda como un análisis de una
posible solución al malentendido estructural entre los sexos. Pero a diferencia
de Marcela, en la que Cervantes parece resistirse a “resolver” el malentendido,
Lope de Vega opta por un final feliz. Un acuerdo entre el deseo de los prota-
gonistas y el medio social (muy distinto al deseo de Antígona). Para los autores
se trata de la eficacia al precio de la verdad.
“Tomar al pie de la letra. Utilidad y daño” resulta un capítulo extremada-
mente estimulante puesto que los autores presentan a la anorexia y la mística
como experiencias límite de la palabra. Sostienen que se trata de la experiencia
de un goce que tras-pasa la palabra. Pero hay una diferencia. En las místicas hay
una experiencia del Otro radical: el Otro divino, que es el lugar del goce, del
goce Otro. Mientras que en la anorexia hay un cerrarse sobre el cuerpo propio.

155
EL APOSENTO DE LOS LIBROS

En la mística hay una letra “gozada” no interpretada, “letra practicada”. En la


anorexia se quiere llegar al “cuerpo cero” un cuerpo sin carne, como “un libro
cerrado”. Finalmente, la anorexia moderna conduce a la negación de la letra.
Es decir, dos manera muy distintas de hacer con los límites de la palabra. Místi-
ca y anorexia son dos experiencias límites del goce y del cuerpo. Macola y
Brandalise las presentan con sus puntos de encuentro pero, finalmente, con lo
que las separa radicalmente.Y aquello que las separa tiene que ver, justamente,
con una relación con la letra más allá del significante: la letra gozada (mística) la
letra cerrada (anorexia).
En “La razón de Antígona y su voz (y sus voces)”, encontramos sin duda el
texto clásico, pero también el texto freudiano, el texto de María Zambrano y el
texto lacaniano, todos ellos leídos intertextualmente. Subrayar que los autores
parten de la premisa que aunque en el siglo XX la literatura vuelve sus ojos a
Antígona a menudo, por su contenido político, Zambrano va más allá. Lo que
se pone en juego es la feminidad, la maternidad, el orden de la ciudad, el padre.
Esta lectura de la Antígona de María Zambrano (condicionadas por la guerra
civil), permite enlazar a los autores directamente con el texto lacaniano.
“Lacan Gracián: psicoanálisis manual”, resigue las referencias de Lacan a
Gracián a lo largo de su enseñanza. Es un claro ejemplo de cómo Lacan recurre
a la literatura para explicar el sujeto, la relación analítica y el lugar del analista.
Por ejemplo, para analizar la relación con la verdad que, como dice Gracián, es
coja y siempre llega tarde.Y a partir de la relación con la verdad también con el
lugar del analista. El analista en la cura debe pasar de hacer semblante de amo a
ocupar el lugar del santo, el lugar de un vacío. Ello lo distingue del amo. “Santo,
sabio y sano”, dice Gracián, y así sería el psicoanalista según Lacan. Aquel que
ha conseguido vaciarse de goce en su lugar de analista, atravesado por el deseo.
Por fin, “Hacia un bestiario lacaniano” resigue las referencias de Lacan a los
animales en su enseñanza. Me ha sugerido que el uso de Lacan de los animales
podría evocar los bestiarios literarios. Ello nos aclara porqué aparece este capí-
tulo en un libro sobre literatura. Casi a modo de fábulas, Lacan recurre a ejem-
plos del mundo animal, no como lo haría un conductista, sino como sabio, un
filósofo, un literato. Lo encontramos en el precioso ejemplo de las golondrinas
de mar que se intercambian un pez del pico. Si bien para un observador ello
puede ser entendido como un signo, Lacan subraya la diferencia con la palabra,

156
EL APOSENTO DE LOS LIBROS

puesto que como dicen los autores, la palabra “en su evanescencia ofrece al sím-
bolo la posibilidad de permanecer en forma de concepto” Este último capítulo
es, pues, una reivindicación del sujeto de la palabra, y, en última instancia, de la
literatura. Un sujeto que enloquece porque habla y porque lee. No un animal
cuya locura está determinada por un desarreglo de las sinapsis neuronales.
En fin, este breve recorrido ha tenido como objetivo presentarles un libro
animado por el deseo de la letra, atravesado por él. Un libro para los “heridos por
la letra”, lletraferits, como se dice en un catalán quizá ya de otra época. Ojalá que
la letra continúe hiriendo a los humanos. Este libro, así lo creo, contribuye a ello.

Neus Carbonell

ncarbonelli@uoc.edu

157
158
ABSTRACTS

JACQUES-ALAIN MILLER faire valoir l’utilité sociale de la psychanalyse.


Psicoanalista en París. Miembro de la École de Cet objectif encourage au Champ Freudienne
la Cause Freudienne. Director del Departa- partout dans le monde à soutenir des disposi-
mento de Psicoanálisis de la Universidad de tifs d’assistance de vocation publique.
París VIII. Mots clés : psychanalyse appliquée, gratuité,
formation clinique, effets thérapeutiques.
“El hombre sin cualidades”
El hombre sin cualidades es aquel cuyo desti- The right to the Psychoanalysis”
no es el de no tener más cualidad que la de The creation of Applied Psychoanalysis insti-
estar marcado por el 1 y, a este título, poder tutions is one of our priorities, with the objec-
entrar en la cantidad. El secreto del título de tive making the social utility of psychoanalysis
Musil es que el hombre sin cualidad es el hom- worth while. This objective motivates the
bre cuantitativo. Freudian Field all over the world to maintain
Palabras clave: registro, control, escritura, socie- welfare devices of public vocation.
dad del miedo, estadísticas, salud mental. Key words: applied psychoanalysis, gratuity,
clinical formation, therapeutic effects.
“L’Homme sans qualités”
L’homme sans qualités est celui dont le destin
est celui de ne pas avoir davantage de qualité ENRIC BERENGUER
que celle d’être marqué par le 1 et, à ce titre, Psicoanalista en Barcelona. Miembro de la
pouvoir entrer dans la quantité. Le secret du Comunidad de Catalunya de la ELP.
titre de Musil est que l’homme sans qualité “Curar por el deseo”
c’est l’homme quantitatif. En un mundo asolado por la depresión, con-
Mots clés : registre, contrôle, écriture, société de vertida ya en un lugar común del hombre con-
la peur, statistiques, santé mentale. temporáneo, ¿qué es lo que de verdad puede
“The man without qualities” curar, sino el deseo? Ese otro deseo que el dis-
The man without qualities is that whose des- positivo analítico presentifica: aquel que pasa
tiny is not having more qualities than to be por el Otro, aunque su finalidad última sea
marked by the 1 and, to this title, power to encontrar la buena separación, aquella que no
enter the amount. The secret of Musil’s title is se basa en el pasaje al acto o en la renuncia.
that the man without quality is the quantitative Palabras clave: curación, deseo, Otro, separación.
man. “Traiter par le désir”
Key words: registry, control, writing, fear soci- Dans un monde détruit par la dépression,
ety, statistics, mental health. transformée déjà un lieu commun de l'homme
contemporain, qui de vérité peut guérir, mais
MANUEL FERNÁNDEZ BLANCO le désir ? Ce autre désir qui le dispositif analy-
Psicoanalista en La Coruña. Miembro de la tique presentifica : celui que passe pour l'Autre,
Comunidad de Galicia de la ELP. bien que son dernier but soit trouver la bonne
séparation, celle qui ne se base pas dans le pas-
“El derecho al Psicoanálisis” sage à l'acte ou sur le renoncement..
La creación de instituciones de Psicoanálisis Mots clés : guérison, désir, Autre, séparation.
aplicado es una de nuestras prioridades, con el
objetivo de hacer valer la utilidad social del psi- “To cure by desire”
coanálisis. Este objetivo anima al Campo Freu- In a world knocked down by the depression,
diano en todo el mundo a sostener dispositivos turned already a common place of the con-
asistenciales de vocación pública. temporary man , what is that really can cure,
Palabras clave: psicoanálisis aplicado, gratuidad, but desire? That other desire that the analyti-
formación clínica, efectos terapéuticos. cal device turn up: that happens through the
Other, although their last purpose is to find the
“Le droit à la Psychanalyse” good separation, that is not based on the pas-
La création d’institutions de Psychanalyse ap- sage to the act or the resignation.
pliquée est une de nos priorités, dans le but de Key words: healing, desire,Another one, separation.

159
ABSTRACTS

ANNA AROMÍ “Symptômes nomades”


Psicoanalista en Barcelona. Miembro de la L’orientation clinique du travail dans le CPCT
Comunidad de Catalunya de la ELP. nous enseigne à ne pas confondre les notions
de souffrance et de maladie, à les prendre sépa-
“Síntomas actuales” rément. C’est un fait qui peut s’être malade sans
El siglo ha empezado con un cambio de para- souffrir. Également, il peut être souffert sans
digma. El mundo ya no ama las preguntas ni a être malade, c’est-à-dire, il peut être souffert de
la gente que se compromete con ellas, sólo las quelque chose qui n’est pas une maladie.
acepta si se presentan en términos de problema Mots clés : névrose, demande, jouissance, fan-
matemático, en el sentido de que todo debe tasme.
poder resolverse. En el fondo es el colmo de un
autoritarismo encubierto. “Nomadic symptoms”
Palabras clave: síntomas actuales, gestión de lo The clinical orientation of the work in the
mental, evaluación. CPCT teaches us not to confuse the notions of
disease and suffering, to take them separately. It
“Symptômes actuels” is a fact that can be ill without suffering. Also,
Le siècle a commencé avec un changement de it is possible to suffer without being ill, that is
paradigme. Le monde n’aime déjà pas les to say, it is possible to suffer from that is not a
questions ni aux gens qui sont compromis disease.
avec elles, seulement il les accepte s’ils se pré- Key words: neurosis, demand, enjoyment,
sentent en termes de problème mathématique, phantasy.
dans le sens que tout doit pouvoir être résolu.
Dans le fonds c’est le débordement d’un auto-
ritarisme caché. MARTA SERRA
Mots clés : symptômes actuels, gestion de ce qui Psicoanalista en Barcelona. Miembro de la
est mental, évaluation. Comunidad de Catalunya de la ELP.
“Present symptoms” “La adicción a la felicidad”
The century has begun with a shift of para- La felicidad, lejos de ser un ideal, se ha conver-
digm. The world no longer loves the ques- tido en un imperativo: es obligatorio ser feliz,
tions nor the people who commit themselves se debe ser feliz aquí y ahora, la felicidad es un
with them, only accepts them if they appear derecho adquirido, se tiene derecho a ella siem-
in terms of mathematical problem, in the pre y en todo momento. Este imperativo mo-
sense that everything must be solvable. At derno de felicidad redobla el rechazo del
heart it is the overflow of a concealed au- sufrimiento.
thoritarianism. Palabras clave: felicidad, tóxicos, satisfacción
Key words: present symptoms, management of inconsciente.
the mental thing, evaluation. “La dépendance au bonheur”
Le bonheur, loin d’être un idéal, s’est transfor-
VICENTE PALOMERA mée un impératif : il est obligatoire être heu-
Psicoanalista en Barcelona. Miembro de la reux, il doit être heureux ici et maintenant, le
Comunidad de Catalunya de la ELP. bonheur est un droit acquis, on a droit à elle
toujours et à tout moment. Cet impératif mo-
“Síntomas nómadas” derne de bonheur redouble le rejet de la souf-
La orientación clínica del trabajo en el CPCT france.
nos enseña a no confundir las nociones de su- Mots clés : bonheur, toxiques, satisfaction in-
frimiento y de enfermedad, a tomarlas por se- conscient.
parado. Es un hecho que se puede estar
enfermo sin sufrir. Igualmente, se puede sufrir “The addiction to the happiness”
sin estar enfermo, es decir, se puede sufrir de Happiness, far from being an ideal, has become
algo que no es una enfermedad. an imperative: it is obligatory to be happy, to be
Palabras clave: neurosis, demanda, goce, fantasma. happy here and now, happiness is an acquired
right, with a right to it always and at all times.

160
ABSTRACTS

This modern imperative of happiness redoubles sobre las modalidades sintomáticas de vida que
the rejection of suffering. se han elegido con algún tipo de sufrimiento,
Key words: happiness, toxics, unconscious sat- al mismo tiempo orienta en los vínculos a los
isfaction. otros, hacia la dimensión de un deseo singular
que anuda cada modalidad sintomática de sos-
HEBE TIZIO tenerse en una existencia.
Psicoanalista en Barcelona. Miembro de la Palabras clave: angustia, urgencia subjetiva,
Comunidad de Catalunya de la ELP. cuerpo, existencia.
“Migraciones y exclusiones” “Angoisse et urgence subjective”
La falta-en-ser se trata por la vía del Ideal Il y a de bonnes us de l’angoisse, us que bien
colectivizante que permite hacer lazo social y el qu’elles orientent l’entrée dans une certitude
objeto a que es desocializado. Cuando se empuja subjective, sur les modalités symptomatiques de
al sujeto hacia lo peor, a través de las distintas vie qui ont été choisies avec un certain type de
formas de exclusión, se puede producir la pér- souffrance, en même temps il oriente dans les
dida de la subjetividad que trae la identificación liens aux autres, vers la dimension d’un désir
al objeto. Esto trae aparejada la pérdida de la singulier qui attache chaque modalité sympto-
responsabilidad y tensiones agresivas. matique d’être soutenu dans une existence.
Palabras clave: migraciones, exclusión, pasaje al Mots clés : angoisse, urgence subjective, corps,
acto. existence.
“Des migrations et des exclusions” “Anguish and subjective urgency”
Le manque-en-être est traitées par la voie de There are good uses of the anguish, uses which
l’Idéal collectiviste qui permet de rendre lien although they orient the entrance in one sub-
social et l’objet a qu’est desocialisé. Quand on jective certainty, on the symptomatic modalities
pousse au sujet vers le pire, à travers les diffé- of life which they have been chosen with some
rentes formes d’exclusion, peut se produire la type of suffering, at the same time orients in
perte de la subjectivité qui apporte l’identifica- the bonds to the others, towards the dimension
tion à l’objet. Ceci apporte la perte de la res- of a singular desire that ties each symptomatic
ponsabilité et tensions agressives. modality to maintain itself in an existence.
Mots clés : migrations, exclusion, passage à Key words: anguish, subjective urgency, body,
l’acte. existence.
“Migrations and exclusions”
The lack of identity is treated with the collec- XAVIER ESQUÉ
tivization Ideal which allows a social engage- Psicoanalista en Barcelona. Miembro de la
ment and the object a which is dissocialized. Comunidad de Catalunya de la ELP.
When the subject is pushed towards that which “La clínica del CPCT”
is worse, through the different forms from ex- La clínica del CPCT actualiza la relación en-
clusion, loss of the subjectivity can be produced tre psicoanálisis puro y aplicado. El CPCT abre
which brings identification to the object. This nuevas vías en lo social, incidiendo también en
produces, both, loss of responsibility and ag- el campo de la salud mental, haciendo frente a
gressive tensions. las nuevas formas del síntoma, extendemos la
Key words: migrations, exclusion, passage to the práctica lacaniana y renovamos la formación de
act. los analistas.
Palabras clave: psicoanálisis puro y aplicado,
ROSA Mª CALVET nuevos síntomas, práctica lacaniana.
Psicoanalista en Barcelona. Miembro de la “La clinique du CPCT”
Comunidad de Catalunya de la ELP. La clinique du CPCT met à jour la relation
“Angustia y urgencia subjetiva” entre psychanalyse pure et appliquée. Le CPCT
Hay buenos usos de la angustia, usos que si bien ouvre de nouvelles voies dans le secteur social,
orientan la entrada en una certeza subjetiva, en influençant aussi le champ de la santé men-

161
ABSTRACTS

tale, en faisant face aux nouvelles formes du PIERRE-GILLES GUÉGUEN


symptôme, étendons la pratique lacanienne et Psicoanalista en París. Miembro de la École de
renouvelons la formation des analystes. la Cause Freudienne.
Mots clés : psychanalyse pure et appliquée,
nouveaux symptômes, pratique lacanienne. “CPCT-Barcelona 2005”
Crítica a las técnicas cognitivistas en contraste
“The clinic of the CPCT” con la clínica psicoanalítica que se adentra con
The clinic of the CPCT updates the relation- cada sujeto en aquello que éste tiene de más
ship between pure and applied psychoanalysis. particular, de más desconocido, y que no puede
The CPCT opens new routes in the social tratarse aplicando recetas preparadas burdamente
thing, also affecting the field of the mental para una población estadísticamente definida.
health, doing in front of the new forms of the Palabras clave: TCC, mercado de lo mental,
symptom, extends the Lacanian practice and pasaje al acto, acto analítico.
renewed the formation of the analysts.
Key words: pure and applied psychoanalysis, “CPCT-Barcelona 2005”
new symptoms, Lacanian practice. Critique aux techniques cognitives en opposi-
tion avec la clinique psychanalytique qui est
examinée avec chaque sujet dans cela que ce-
VICTORIA VICENTE lui-ci a de plus particulier, de plus inconnu, et
Psicoanalista en Barcelona. Miembro de la qui ne peut pas être traité avec préscriptions
Comunidad de Catalunya de la ELP. préparées grossierment pour une population
“Zona Bluetooth. Angustia y adolescencia” statistiquement définie.
La adolescencia y los jóvenes en general es un Mots clés : TCC, marché de ce qui est mental,
colectivo especialmente sensible al malestar de passage à l’acte, acte analytique.
nuestra época. Constatamos no solamente la “CPCT-Barcelona 2005”
dificultad de nuestra época por hallar la manera Critic to the cognitive techniques in contrast
de conversar con ellos, sino también el apuro de to the psychoanalytic clinic that is entered with
los mismos adolescentes para disponer de pala- each subject in what this one has of more par-
bras para decir su sufrimiento. ticular, of more unknown, and cannot be
Palabras clave: adolescencia, angustia, inhibi- treated coarsely applying prescriptions prepared
ción, pasaje al acto. for a population statistically defined.
“Zone Bluetooth. Angoisse et adolescence” Key words: TCC, market of the mental thing,
L’adolescence et les jeunes en général est un passage to the act, analytical act.
groupe spécialement sensible au malaise de
notre époque. Nous constatons non seulement MARIE-JOSÉ ASNOUN
la difficulté de notre époque pour trouver la Psicoanalista en París. Miembro de la École de
manière de converser avec eux, mais aussi le la Cause Freudienne.
dépêche des mêmes adolescents pour disposer
de mots pour dire sa souffrance. “La medida del síntoma”
Mots clés : adolescence, angoisse, inhibition, El psicoanálisis de orientación lacaniana toma
passage à l’acte. la medida del síntoma y no se dedica, contra-
riamente a las prácticas de los TCC, a medir el
“Bluetooth Zone. Anguish and adolescence” síntoma. El psicoanalista es dócil frente a la
Adolescence and the young people in general persona que se dirige a él. No le pide una do-
are a specially sensible group to the malaise of cilidad, incluso una sumisión a una técnica
our time. We stated not only the difficulty of coercitiva que se considera la erradicación de
our time to find the way to talk with them, but una disfunción.
also the hardship of such adolescent to find Palabras clave:TCC, síntoma, fuera de sentido.
words to express its suffering.
Key words: adolescence, anguish, inhibition, “La mesure du symptôme”
passage to the act. La psychanalyse d’orientation lacanienne prise
la mesure du symptôme et n’est pas consacrée,

162
ABSTRACTS

contrairement aux pratiques des TCC, à mesu- ANA SIMONETTI


rer le symptôme. Le psychanalyste est docile Psicoanalista en Córdoba (Argentina). Miem-
face à la personne qui s’adresse à lui. Il ne de- bro de la Escuela de la Orientación Lacaniana.
mande pas une obéissance, y compris une sou-
mission à une technique coercitive qui est “Entre el síndrome y el trastorno, el síntoma”
considérée l’éradication d’un mauvais fonc- La tendencia de la ciencia —falsa ciencia— a
tionnement. excluir la singularidad, persigue fines que nada
Mots clés : TCC, symptôme, hors de sens. tienen que ver con el nacimiento de la medi-
cina: su fin terapéutico. Para el psicoanálisis,
“The measurement of the symptom” alojar la singularidad es la vía regia para el tra-
The psychoanalysis of Lacanian direction takes tamiento del síntoma.
the measurement from the symptom and it is Palabras clave: síndrome, trastorno, síntoma,
not dedicated, contrary to the practices of the fibromialgia.
TCC, to measure the symptom. The psycho-
analyst is docile in front of the person who goes “Entre le syndrome et le dérangement, le
to him. He does not request docility towards symptôme”
him, even a submission to a coercive technique La tendance de la science —fausse science— à
that considers the eradication of a dysfunction. exclure la singularité, poursuit des fins qui n’a
Key words: TCC, symptom, nonsense. rien avec la naissance de la médecine : sa fin
thérapeutique. Pour la psychanalyse, loger la
singularité il est la voie royale pour le traite-
PATRICK MONRIBOT ment du symptôme.
Psicoanalista en París. Miembro de la École de Mots clés : syndrome, dérangement, symptôme,
la Cause Freudienne. fibromialgia.
“¿Psicoanálisis o TCC?” Between the syndrome and the disorder, the
El psicoanálisis no es nada sin el síntoma que symptom”
pone a trabajar. En cambio, las TCC no son The tendency of science —false science— to
nada si los trastornos a los que apuntan toman exclude singularity, seeks goals that are unre-
de repente valor de síntomas psíquicos. Entre lated with the birth of medicine: its therapeu-
psicoanálisis y TCC existe el intervalo de la tic goal. To the psychoanalyst, to lodge the
formalización del síntoma. singularity is the regal route for the treatment
Plabras clave:TCC, síntoma, diagnóstico, psicosis. of the symptom.
“Psychanalyse ou TCC ?” Key words: syndrome, disorder, symptom,
La psychanalyse n’est pas rien sans le symptôme fibromialgia.
qui met à travailler. Par contre, les TCC ne sont
pas rien si les troubles à auxquels ils tendent ADELA FRYD
prennent de commencement valeur de symp- Psicoanalista en Buenos Aires. Miembro de la
tômes psychiques. Entre psychanalyse et TCC Escuela de la Orientación Lacaniana.
il existe l’intervalle de la concrétisation du
symptôme. “La construcción en el equívoco”
Mots clef : TCC, symptôme, diagnostic, psy- La construcción en Freud es el descubrimien-
chose. to de la implicación del analista en el análisis.
Freud lo llama trabajo preliminar. Lacan respeta
“Psychoanalysis or TCC?” el binario freudiano construcción-interpreta-
The psychoanalysis is not nothing without the ción, implicación para nosotros que el analista
symptom that puts to work. However, the TCC debe construir.
are nothing if the disorders at which they are Palabras clave: interpretación, construcción.
aimed take suddenly value from psychic symp-
toms. Between psychoanalysis and TCC the “La construction dans l’équivoque”
interval of the formalization of the symptom La construction en Freud est la découverte de
exists. l’implication de l’analyste dans l’analyse. Freud
Key words:TCC, symptom, diagnosis, psychosis. l’appele travail préliminaire. Lacan respecte ce

163
ABSTRACTS

binaire freudian construction-interprétation, lado del standard de la IPA como en la orien-


implication pour nous que l’analyste doit cons- tación lacaniana pero de diferentes maneras de
truire. acuerdo a los principios que sostienen la prác-
Mots clés : interprétation, construction. tica analítica.
“The construction in the misunderstanding” Palabras clave: tiempo, neutralidad, fantasma.
The construction in Freud is the discovery of “L’objection du temps de la neutralité”
the implication of the analyst in the analysis. La neutralité analytique intervient tant du côté
Freud calls it preliminary work. Lacan respects du standard de l’IPA comme dans l’orientation
the Freudian binary construction-interpretation, lacanienne mais de différentes manières en ac-
implication for us that the analyst must build. cord avec les principes qui soutiennent la pra-
Key words: interpretation, construction. tique analytique.
Mots clés : temps, neutralité, fantasme.
MARCELO VERAS “The objection of the time of the neutrality”
Psicoanalista en Salvador/BA. Miembro de la The analytical neutrality takes part as much of
Escola Brasileira de Psicoanálisis. the side of the standard one of the IPA like in
“Forclusión de la transferencia” the Lacanian direction but in different ways
Abordaje de la problemática de la transferencia according to the principles that maintain the
y de las nuevas demandas de la subjetividad ac- analytical practice.
tual a través de dos hechos que afectaron al Key words: time, neutrality, phantasy.
Otro social. La alianza de la psiquiatría bioló-
gica con la psicología cognitiva y la nueva ley ASTRID ÁLVAREZ DE LA ROCHE
brasileña para el tratamiento de la enfermedad Psicoanalista en Bogotá. Asociada NEL Bogota.
mental. “Lo imposible de comunicar. Acerca de algu-
Palabras clave: institución, signo, sentido. nos impasses de la Ciencia de la Comunica-
“Forclusion du transfert” ción”
Abordage de la problématique du transfert et Aunque lo X-tremo y los objetos de la ciencia,
des nouvelles demandes de la subjectivité ac- tengan en relación con la posición del analista
tuelle à travers deux faits qui ont affecté l’Autre una “comunión” en el sentido de poder ser
social. L’alliance de la psychiatrie biologique asociados con la imposibilidad, es importante
avec la psychologie cognitive et la nouvelle loi ubicar que mientras el sujeto extremo cree que
brésilienne pour le traitement de la maladie lo imposible y lo posible son Uno, el analista
mentale. sabe que lo que hay es que no hay analista.
Mots clés : institution, signe, sens. Entonces, lo que hay es que no hay comunica-
“Forclusion of the transference” ción.
Boarding of the problematic one of the trans- Palabras clave: trauma, stress postraumático,
ference and the new demands of the present comunicación.
subjectivity through two facts that affected the “L’impossible de communiquer. Sur quelques
Other social one. The alliance of biological impasses de la Science de la Communication”
psychiatry with cognitive psychology and the Même si le X-treme et les objets de la science,
new Brazilian law for the treatment of the ont par rapport à la position de l’analyste une
mental disease. “communion” dans le sens de pouvoir être as-
Key words: institution, sign, sense. sociés avec l’impossibilité, il est important de
placer que tandis que le sujet extrême croit que
SILVIA ELENA TENDLARZ ce qui est impossible et ce qui est possible sont
Psicoanalista en Buenos Aires. Miembro de la Un, l’analyste sait que ce qu’il y a est qu’il n’y
Escuela de la Orientación Lacaniana. a pas analyste. Alors, ce qui il y a il est qu’il n’y
a pas une communication.
“La objeción del tiempo de la neutralidad” Mots clés : traumatisme, stress post-traumatique,
La neutralidad analítica interviene tanto del communication.

164
ABSTRACTS

“The impossible thing to communicate. About ALBERTO MANGUEL


some impasses of the Science of the Commu- Escritor canadiense, nacido en Buenos Aires y
nication” residente en Francia. Autor de Una historia de la
Although the X-treme and the objects of sci- lectura.
ence, have in common the position of the ana-
lyst a “comunión” in the sense of being “Don Quijote, autor de Cervantes”
associated with the impossibility, it is important Entre los muchas maravillas que nos depara El
to stay that while the extreme subject believes ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, hay
that the impossible and the possible are One, una, que si no más misteriosa que las otras es
the analyst knows that what there, is that there más desconcertante.Todos saben quién es Don
is no analyst. Then, what there is, is that there Quijote. A su lado, Cervantes es casi fantasma-
is no communication. górico, un personaje mucho menos importante
Key words: post-traumatic trauma, stress, com- de la obra.
munication. Palabras clave: Quijote, Cervantes, Borges, P.
Menard, lectura.
BLANCA SÁNCHEZ Y ERNESTO SINATRA “Don Quijote, auteur de Cervantes”
Psicoanalistas en Buenos Aires. Miembros de la Entre le beaucoup de merveilles que nous pro-
Escuela de la Orientación Lacaniana. cure le ingénieux gentilhomme Don Quijote
de La Mancha, il y a un, qui si non plus mys-
“El consumo de los medios” térieuse que les autres est plus déconcertante.
Los mass media se insertan en una determina- Tous savent qui est Don Quijote. À son côté,
da política de mercado. El problema que se Cervantes est presque fantasmagorique, un
plantea a los analistas es cómo intervenir para personnage à peine important de l’œuvre.
poder incidir respecto de la subjetividad de la Mots clés : Quijote, Cervantes, Borges, P
época sin ser consumidos por esas mismas le- Menard, lecture.
yes que los mass media reproducen.
Palabras clave: analista, mass media, mercado “Don Quixote, author of Cervantes”
globalizado. Between the many wonders of the ingenious
hidalgo Don Quixote of Mancha, there is one,
“La consommation des moyens” that if not more mysterious, is more disconcert-
Les mass media s’insèrent dans une certaine ing than the others. Everyone knows who Don
politique de marché. Le problème qui se pose Quixote is. Cervantes is almost phantasmago-
aux analystes est comment d’intervenir pour rical, a personage much less important than the
pouvoir influencer en ce qui concerne la sub- work.
jectivité de l’époque sans être consommés par Key words: Quixote, Cervantes, Borges, P.
ces mêmes lois que les mass media reproduisent. Menard, reading.
Mots clés : analyste, mass media, marché globa-
lisé.
“The consumption of means”
Mass-media is inserted in determined market
politic. The problem posted to the analysts is
how to take part for being able to affect respect
to the subjectivity of the time without being
consumed by those same laws that mass aver-
age reproduce.
Key words: analyst, mass media, globalized
market.

165
NORMAS DE PRESENTACIÓN DE TEXTOS

1. Justificar el texto a la izquierda, sin usar ningún tipo de sangría.


2. En la primera línea se pondrá el nombre del autor y en la segunda el título del artículo,
ambos en minúscula (no utilizar negrita ni cursivas).
3. Si se incluyen subtítulos en el texto, éstos irán en cursiva y minúscula, sin cambiar el ta-
maño de letra. Pueden numerarse o asignárseles letras: 1. 2. 3. etc.; a) b) c) etc. No utilizar
guión.
4. No numerar las páginas, hacerlo a mano en las copias enviadas.
5. No usar negrita ni subrayar, en su lugar utilizar cursiva. Todas las palabras en otro idioma
se escribirán en cursiva.
6. No utilizar “Notas a pie de página”. Para introducir notas usar Superíndice1, 2, 3…, evitar el
sistema automático de introducción de notas e introducir éstas al final del texto con letra
normal y precedidas del número seguido solamente por un punto: 1. 2. 3. Titular este apar-
tado Notas (en cursiva).
7. Las citas mantendrán el siguiente formato:
Nombre y apellidos del autor (no al revés), título del artículo o capítulo en letra normal y
entre comillas, título del libro o revista en cursiva, editorial, ciudad, año y páginas.
Ejemplo:
1. J.-A. Miller, “A propósito de los afectos”, Matemas II, Manantial, Buenos Aires, 1988, p. 147.
2. J. Lacan, Seminario XI: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1987,
p. 158.
8. Abreviación de títulos ya citados:
Si volvemos a citar la misma referencia a continuación pondremos: Ibid., p.
Cuando se trata de una cita ya mencionada con anterioridad, pero separada por otra refe-
rencia, pondremos: Nombre del autor, título del artículo o capítulo, op. cit., p.
Ejemplo:
3. J. Lacan, “Intervención sobre la transferencia”, op. cit., p. 204.
4. Ibid., p. 204.
9. Modalidades de envío de los originales:
a) Envío por correo de dos copias y diskette, preferentemente en formato PC, indicando
procesador de textos utilizado.

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Freudiana 22 ______________________________________ 11.72 € 5.00 €
Número extra sobre el pase __________________________ 11.72 € 5.00 €
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Freudiana 24 ______________________________________ 11.72 € 5.00 €
Freudiana 2 al 24 _________________________________ 224.65 € 103.83 €
Freudiana 25 ______________________________________ 11.72 €
Freudiana 26 ______________________________________ 11.72 €
Freudiana 27 ______________________________________ 11.72 €
Freudiana 28 ______________________________________ 11.72 €
Freudiana 29 ______________________________________ 11.72 €
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Freudiana 31 ______________________________________ 11.72 €
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Freudiana 37 ______________________________________ 13.00 €
Freudiana 38 ______________________________________ 13.00 €
Freudiana 39 ______________________________________ 13.00 €
Freudiana 40 ______________________________________ 13.00 €
Freudiana 41 ______________________________________ 13.00 €
Freudiana 42 ______________________________________ 13.00 €
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