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SALA DE CASACIÓN CIVIL

Exp. Nro.AA20-C- 2013-000162

Ponencia de la Magistrada  ISBELIA PÉREZ VELÁSQUEZ.

     En el juicio por fraude procesal, seguido por JOSÉ ANTONIO

CARRERO CONTRERAS y CARMEN MARINA CONTRERAS DE CARRERO,

esta última procediendo por sus propios derechos y con el carácter de apoderada

judicial de su cónyuge, contra CLADEY ACELIA GONZÁLEZ DE MÉNDEZ,

GERARDO JOSÉ MÉNDEZ ZAMBRANO y CARLOS ORLANDO MOLINA

CONTRERAS, representados por la abogada Yraima Rodríguez Rodríguez; el

Juzgado Superior Cuarto en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de la

Circunscripción Judicial del estado Táchira, dictó sentencia el día 9 de enero de 2013,

mediante la cual declaró inadmisible la demanda de fraude procesal y ordenó la


suspensión de la medida cautelar innominada decretada. De esta manera, revocó el

fallo recurrido dictado por el Juzgado Cuarto de Primera Instancia en lo Civil,

Mercantil y del Tránsito de la misma Circunscripción Judicial, de fecha 21 de

noviembre de 2011.

Contra la referida decisión de la alzada, los accionantes anunciaron recurso de casación, el


cual fue admitido mediante auto de fecha 18 de febrero de 2013 y posteriormente fue
formalizado en tiempo oportuno. Hubo impugnación.

 Concluida la sustanciación del recurso de casación y cumplidas las demás

formalidades, la Sala procede a dictar sentencia bajo la ponencia de la Magistrada que

con tal carácter la suscribe, en los términos siguientes:

 RECURSO POR DEFECTO DE ACTIVIDAD

 De conformidad con el ordinal 1° del artículo 313 del Código de

Procedimiento Civil, el recurrente denuncia la infracción de los artículos 15, 17 y 341,

del mismo Código, sustentado en lo siguiente:

 “El artículo 341 del Código de Procedimiento Civil establece los motivos

por los cuales los jueces pueden declarar la inadmisibilidad de la demanda:

…Omissis…

La juez de alzada, en punto previo de la sentencia recurrida, con


fundamento en la sentencia N° 910 del 4 de agosto de 2000 de la Sala
Constitucional, la cual transcribió parcialmente, llegó a la conclusión que
sólo hay tres mecanismos procesales contra el fraude procesal: en primer
lugar, cuando no hay sentencia definitivamente firme, por vía incidental
conforme al artículo 607 del Código de Procedimiento Civil; en segundo
lugar, cuando hay sentencia firme, por vía del juicio ordinario; y, en tercer
lugar, el amparo constitucional como vía excepcional.
Conforme a ese razonamiento, llegó a la conclusión que el presente
proceso judicial ha debido tramitarse por vía incidental según el artículo
607 del Código de Procedimiento Civil por cuanto no había sentencia firme
para la fecha que se interpuso la demanda por fraude procesal, razón por la
cual declaró inadmisible la demanda, textualmente expresó:

…Omissis…

Al proceder así la juez de alzada, nos cercenó a los demandantes JOSÉ


ANTONIO CARRERO CONTRERAS y CARMEN MARINA
CONTRERAS DE CARRERO, el acceso a la justicia, el derecho a la
defensa, el debido proceso y a la tutela judicial efectiva, por las siguientes
razones:

En primer lugar, declaró la inadmisión de la demanda por un motivo que


no está previsto en el artículo 341 del Código de Procedimiento Civil, al
considerar que el procedimiento establecido para el fraude procesal
demandado era incidental y no el juicio ordinario, lo cual no ha debido
hacer según lo ha explicado esta honorable Sala en la sentencia N° 708 del
28 de octubre de 2005:

…Omissis…

En segundo lugar, nos menoscabó el derecho a la defensa, al debido


proceso y a la tutela judicial efectiva, infringiendo lo dispuesto en el
artículo 15 del Código de Procedimiento Civil, que establece:

…Omissis…

Efectivamente, la juez de alzada no sólo quebrantó la forma procesal del


artículo 341 del Código de Procedimiento Civil ya mencionada, sino que
con la declaración de inadmisibilidad de la demanda nos lesionó de manera
definitiva el acceso a la justicia, el derecho a ser oídos en juicio y a obtener
una sentencia de fondo sobre nuestros derechos e intereses, como también
lo ha explicado esta honorable Sala en la sentencia N° 15 del 14 de febrero
de 2013:

…Omissis…

En tercer lugar, la juez de alzada infringió el artículo 17 del Código de


Procedimiento Civil, pues, al declarar la inadmisibilidad de la demanda por
fraude procesal, por vía de consecuencia, permite que el proceso
fraudulento terminado definitivamente por perención breve, mediante el
cual se nos despojó de los vehículos identificados en la demanda, quede
exento de control judicial y desacata la doctrina vinculante de la Sala
Constitucional que respecto al fraude procesal estableció en forma expresa
que el juicio simulado se ataca también mediante una acción autónoma.

En efecto, la juez de alzada transcribe parcialmente la sentencia N° 910 del


4 de agosto de 2000 de la Sala Constitucional así:

…Omissis…

En conclusión, la sentencia recurrida está viciada de nulidad absoluta por


ser contraria a las normas legales contenidas en los artículos 15, 17 y 341
del Código de Procedimiento Civil, así como a la jurisprudencia que al
respecto ha dictado esta honorable Sala y la Sala Constitucional, lo cual
fue determinante en el dispositivo del fallo, razón por la cual,
respetuosamente solicitamos que se declare con lugar la presente denuncia,
que se anule el fallo recurrido y que se reponga la causa al estado de dictar
sentencia definitiva de fondo sobre el fraude procesal denunciado, pues al
haber tramitado por el juicio ordinario, ningún perjuicio se ocasiona al no
haberse tramitado incidentalmente conforme al artículo 607 del Código de
Procedimiento Civil…”.

 Plantean los formalizantes, que la juez superior incurrió en el

quebrantamiento de la forma sustancial del juicio y en la infracción de los

artículos 15, 17 y 341 del Código de Procedimiento Civil, al haber declarado

inadmisible la demanda que por fraude procesal interpusieran José Antonio

Carrero Contreras y Carmen Marina Contreras de Carrero, contra Cladey

Acelia González de Méndez, Gerardo José Méndez Zambrano y Carlos

Orlando Molina Contreras, con soporte en que la vía idónea para demandar

esa pretensión era única y exclusivamente la vía incidental, cuando de la

doctrina tanto de la Sala de Casación Civil como de la Sala Constitucional,

es posible hacerlo de varios modos distintos, entre ellos, mediante el juicio

ordinario, cercenándoles con esa decisión, su derecho de acceso a la justicia

y su derecho de defensa.

 La Sala, para decidir observa:


 Las normas procesales regulan los actos de parte y del juez que componen

el juicio, así como la estructura formal que deben reunir éstos, con inclusión de la

sentencia; y algunas de ellas también controlan el juzgamiento del sentenciador en la

decisión de la controversia.

 Por esa razón, la infracción de la norma procesal configura un supuesto

del recurso de casación por quebrantamiento de forma, si se refiere al iter

procedimental o un aspecto del mismo, o bien a la estructura formal de la sentencia, y

constituye el fundamento propio de una denuncia por infracción de ley, si la norma

procesal fue infringida por el juez al resolver la controversia.

 La doctrina pacífica y reiterada de este Alto Tribunal, ha sido

tradicionalmente exigente en lo que respecta a la observancia de los trámites

esenciales del procedimiento. El principio de legalidad de las formas procesales, salvo

las situaciones de excepción previstas en la ley, caracterizan el procedimiento civil

ordinario, es decir, no es relajable por las partes, pues su estructura, secuencia y

desarrollo está regulado en la ley.

 Por esa razón, ha establecido la Sala de forma reiterada que “...no es

potestativo de los tribunales subvertir las reglas legales con que el legislador ha

revestido la tramitación de los juicios, pues su estricta observancia es materia

íntimamente ligada al orden público...”. (Sentencia N° 751 del 28 de septiembre de

2006, caso: Niños Cantores Televisión de Lara, C.A. contra NC Televisión C.A.).

 El derecho a la defensa está indisolublemente ligado a las condiciones de

modo, tiempo y espacio fijados en la ley para su ejercicio. Las formas procesales no
son caprichosas, ni persiguen entorpecer el procedimiento en detrimento de las partes;

por el contrario, una de sus finalidades es garantizar el ejercicio pleno y eficaz de esa

garantía constitucional, como es el derecho a la defensa.

 Por este motivo, la indefensión es imputable al juez cuando quebranta u

omite una forma procesal, lo que debe ser alegado en las instancias y deben ser

agotados todos los recursos, salvo que esté interesado el orden público, como es el

caso de la subversión de los trámites procesales.

 La Sala en sentencia N° 384 del 8 de agosto de 2011, caso: Germán Olinto

Gutiérrez Hernández contra Rocco Fermi Constantina, dejó asentado que las normas

procesales regulan los actos de parte y del juez que componen el juicio, así como la

estructura formal que deben reunir éstos, con inclusión de la sentencia; y algunas de

ellas también controlan el juzgamiento del sentenciador en la decisión de la

controversia.

 En el presente caso, la formalizante denuncia el quebrantamiento de la

forma sustancial del juicio y delata la infracción de los artículos 15, 17 y 341 del

Código de Procedimiento Civil, con soporte en que la juez superior declaró

inadmisible la demanda, por considerar que la vía procesal idónea para dirimir la

controversia de la denuncia de fraude procesal, era la incidental y no mediante el

juicio ordinario, con lo cual se les cercenó su derecho al acceso a la justicia y el de

defensa.

 La decisión del juzgado superior expresó concretamente, lo siguiente:


 

“Resulta necesario indicar que el desarrollo jurisprudencial sobre el


artículo 17 del Código de Procedimiento Civil ha llevado a las Salas
Constitucional y Civil de nuestro Máximo Tribunal, a crear una serie de
mecanismos contra el abuso del proceso, contra las maquinaciones
fraudulentas, a saber: PRIMERO, no habiendo sentencia definitivamente
firme, se puede dar la detectación (sic) oficiosa por el juez o hacerse la
denuncia por vía incidental, la cual se resolverá conforme la incidencia que
dispone el artículo 607 del Código de Procedimiento Civil; SEGUNDO,
existiendo sentencia firme, por vía del juicio ordinario; y TERCERO, la
excepción por vía de amparo constitucional cuando la violación sea
flagrante y sea una situación groseramente manifiesta en autos.

Como vemos, si bien es cierto el pronunciamiento del fraude procesal


puede hacerlo de oficio el juzgador, por cuanto el mismo es absolutamente
contrario al orden público ya que impide la correcta administración de
justicia; cuando el juicio que se pretende impugnar por la vía del
fraude aún está en curso, debe instaurarse y tramitarse por vía
incidental de conformidad a lo establecido en el artículo 607 del
Código de Procedimiento Civil, esto es, en el caso de marras, en el
expediente signado con el N° 6.879 del Juzgado Tercero de los
Municipios San Cristóbal y Tórbes de la Circunscripción Judicial del
estado Táchira, por cuanto no había sentencia firme para la fecha en
que se interpuso el fraude procesal, más aún cuando constató esta
sentenciadora que la co-demandante CARMEN MARINA
CONTRERAS DE CARRERO actuó en dicho juicio y se opuso a la
retención de los vehículos en fecha 27 de julio de 2010.
Finalmente, observa esta sentenciadora en cumplimiento al deber de
suprimir los actos que transgredan el debido proceso y el fin de la justicia,
que en el caso sub examine los co-demandantes estuvieron informados del
proceso cuya impugnación pretenden por la vía del fraude y de los actos
analizados se pudo comprobar que con posterioridad a la interposición
de la presente demanda intervinieron en dicho juicio, solicitaron la
perención breve y obtuvieron una sentencia que extinguió el proceso y
se encuentra firme, por lo que no existen elementos que hagan
presumir maquinaciones fraudulentas.

Como corolario de lo anteriormente expuesto, debe declararse


inadmisible la demanda incoada y modificar el fallo apelado. Y ASÍ SE
RESUELVE”. (Mayúsculas y Negrillas de la Sala).

 
De la transcripción parcial de la sentencia recurrida, la Sala observa que la

recurrida declaró inadmisible la demanda de fraude procesal, con soporte en que la

misma debió ser intentada por vía incidental, por cuanto para la fecha en que José

Antonio Carrero Contreras y Carmen Marina Contreras de Carrero demandaron el

fraude, no había sentencia firme en el juicio de cobro de bolívares en el cual sustentan

hubo fraude, y más al constatar que la co-demandante Carmen Marina Contreras de

Carrero actuó en dicho juicio y se opuso a la retención de los vehículos en fecha 27 de

julio de 2010.

 Por su parte, los accionantes en la demanda de fraude alegaron:

 “…el fraude procesal cometido por Carlos Orlando Molina Contreras y

Cladey Acelia González de Méndez, mediante un proceso simulado de cobro de una

letra de cambio, tiene por objeto perjudicar nuestros derechos que somos terceros

respecto al proceso aparente. En primer lugar, los vendedores buscan recuperar la

propiedad de los vehículos vendidos con reserva de dominio, por tener conocimiento

de las cuantiosas mejoras efectuadas a dichos vehículos como se demostrara en la

oportunidad legal. En segundo lugar, tratar de embargar los vehículos a tan solo diez

(10) días del vencimiento del plazo para pagar el precio total, tiene por objeto

inducirnos a incumplir el contrato, pues, ante los evidentes actos fraudulentos de los

vendedores, ninguna persona sensata pagaría Bs. 200.000, cuando los vehículos están

retenidos por la autoridades de tránsito, en espera de un embargo a favor de un

supuesto acreedor, es decir, que si no se declara el fraude procesal nos quedaríamos

sin vehículos, sin recuperar el valor de las cuantiosas mejoras, después de haber
pagado los elevados intereses usurarios y si pagamos el precio también los

perderíamos…”.

Como evidencia la Sala del libelo de demanda, consta que los accionantes

alegan la ocurrencia del fraude procesal en los actos procurados por Cladey Acelia

González de Méndez y Carlos Orlando Molina Contreras en la acción judicial

intentada para recuperar la propiedad de los vehículos vendidos con reserva de

dominio, así mismo con el embargo de los vehículos a tan solo diez (10) días del

vencimiento del plazo para pagar el precio total y al inducirnos en el incumplimiento

del contrato de compra-venta de los vehículos que suscribieron con Cladey Acelia

González de Méndez, pues invocan que ninguna persona sensata pagaría Bs. 200.000,

cuando los vehículos están retenidos por la autoridades de tránsito, en espera de un

embargo a favor de un supuesto acreedor.

 Sin embargo, antes de decidir la presente denuncia, la Sala, considera

pertinente hacer una narración de los actos ocurridos en el presente proceso, para lo

cual consta de las actas que:

 El 14 de agosto de 2009, Cladey Acelia González de Méndez, en su

condición de vendedora, y Antonio Carrero Contreras, de comprador, convinieron en

suscribir un contrato de venta con reserva de dominio, de dos vehículos, el primero,

un chuto, marca Mack, modelo Mack CH 613 99, año 1999 y, el segundo, una batea,

marca de fabricación nacional, modelo Freeways, año 1992, por un precio de

doscientos mil bolívares (Bs. 200.000) y un plazo de un año para realizar un pago
único, contado a partir de la fecha de autenticación del negocio jurídico, es decir, con

vencimiento el 14 de agosto de 2010 (folio 12 de la pieza 1).

El 22 de enero de 2010, consta de las copias certificadas agregadas al

expediente, que Cladey Acelia González de Méndez (vendedora de los dos vehículos),

interpuso demanda por cobro de bolívares, contra los esposos José Antonio Carrero

Contreras y Carmen Marina Contreras de Carrero (compradores de los vehículos),

para que pagaran el importe de seis letras de cambio suscritas por José Antonio

Carrero Contreras y que, según alegó la accionante, en ese momento estaban insolutas

y de plazo vencido (folio 37 y siguientes de la pieza 1).

Sobre el particular, también consta de las actas que los peticionantes en el

fraude, es decir, José Antonio Carrero Contreras y Carmen Marina Contreras de

Carrero, quienes también fungen como compradores de los dos vehículos antes

mencionados, alegaron que las mencionadas letras de cambio surgieron para esconder

el cobro de unos intereses extraordinarios que fueron obligados a pagar a la vendedora

de los vehículos, durante el año de vigencia del contrato de compra venta, letras éstas

que a pesar de que las cuatro primeras fueron pagadas, la vendedora nunca les entregó

en original, razón por la cual demandó el cobro de todas (folio 46 y siguientes de la

pieza 1).

 Respecto de este juicio, consta de las actas, que el mismo 22 de enero de

2010, el Juzgado de los Municipios Cárdenas, Guasimos y Andrés Bello de la

Circunscripción Judicial del estado Táchira, ordenó abrir cuaderno de medidas y


procedió a decretar medida de embargo provisional sobre bienes muebles propiedad

de la parte demandada, hasta cubrir la cantidad de Bs. 242.280, suma que

correspondía al doble de la cantidad demandada, comisionando para ello, al Juzgado

Ejecutor de Medidas de los Municipios San Cristóbal, Torbes, Cárdenas, Guasimos,

Libertador, Fernández Feo y Andrés Bello de la misma Circunscripción Judicial (folio

26 y siguientes de la pieza 1).

 Recibida la comisión en el juzgado ejecutor de medidas referido, consta

que el 5 de febrero de 2010, el juez negó la medida de embargo de los dos vehículos

vendidos a José Antonio Carrero Contreras y Carmen Marina Contreras de Carrero,

con soporte en que de los documentos de propiedad de los mismos se evidenciaba, en

primer lugar, que le pertenecían a una empresa llamada Transporte La Blanca C.A., y,

en segundo lugar, los mismos habían sido comprados bajo la modalidad de venta con

reserva de dominio, y el comprador -José Antonio Carrero Contreras- tenía aún

vigente el plazo para pagar los vehículos, lo que llevó a que el juez desestimara el

decreto de la medida sobre ellos. Esta fue la primera solicitud de decreto de medida

contra los vehículos. (folio 44 y siguientes de la pieza 1).

 Paralelamente, consta de las actas, en copia certificada, que el 9 de marzo

de 2010, Carmen Marina Contreras de Carrero, interpuso demanda de oferta real de

pago y depósito ante el Juzgado de los Municipios Cárdenas, Guasimos y Andrés

Bello de la Circunscripción Judicial del estado Táchira (folio 46 y siguientes de la

pieza 1), con el fin de ofrecer el pago de la quinta letra de cambio -suscrita por los

intereses de venta- que estaba en posesión de la vendedora de los vehículos. En medio

de ese procedimiento, consta que el comprador y la vendedora suscribieron un


convenimiento (folio 57 de la pieza 1), en el que el primero pagó el saldo de la letra

de cambio y, la segunda, aceptó la oferta, ofreció la entrega de la letra original y

además reconoció que las cuatro letras de cambio anteriores habían sido pagadas por

los compradores. Visto esto, el tribunal procedió a homologar el acto de

autocomposición procesal y dar por terminado el juicio de oferta real de pago y

depósito, ordenando su archivo.

 Asimismo, consta de las actas procesales la existencia de otro juicio

paralelo. En efecto, según las copias certificadas que reposan en el expediente de

fraude, se evidencia que el día 30 de junio de 2010, un ciudadano llamado Carlos

Orlando Molina Contreras intentó demanda por cobro de una letra de cambio contra

Cladey Acelia González de Méndez, es decir, contra la vendedora de los dos vehículos

(folio 66 y siguientes de la pieza 1), con soporte en una supuesta deuda que contrajo

ésta última por la cantidad de Bs. 85.000, cuyo instrumento estaba de plazo vencido.

Alegan los accionantes en el fraude, que dicha letra de cambio es forjada y sólo tiene

el interés de perjudicarlos y, en efecto, en esa demanda el accionante solicita el

decreto de una medida de embargo preventivo (folio 83 de la pieza 1), que recayó

sobre los dos vehículos vendidos a José Antonio Carrero Contreras y, contra los

cuales, Cladey Acelia González de Méndez ya había intentado, en otro juicio, obtener

el decreto de embargo sin éxito.

 En este sentido, consta de las actas que el 30 de junio de 2010, el Juzgado

Tercero de los Municipios San Cristóbal y Torbes de la Circunscripción Judicial del

estado Táchira, admitió la demanda de cobro de bolívares y, apercibido de ejecución,

ordenó a la accionada Cladey Acelia González de Méndez, pagar el capital y los


intereses de la letra de cambio (folio 79 de la pieza 1). Asimismo, consta que el 13 de

julio de 2010 el mismo juzgado, decretó medida preventiva de embargo sobre los dos

vehículos mencionados, es decir, sobre un chuto, marca Mack, modelo Mack CH 613

99, año 1999 y una batea, marca de fabricación nacional, modelo Freeways, año 1992,

que según los documentos mencionados pertenecían a Cladey Acelia González de

Méndez (folio 83 de la pieza 1). En esa oportunidad, el juzgado ordenó la retención de

los vehículos por parte de la Unidad de Tránsito Terrestre N° 61 de la localidad y,

seguidamente, el 27 de julio de 2010, consta que se presentó en el tribunal de

ejecución, como tercero interviniente, Carmen Marina Contreras de Carrero e

impugnó la orden de retención de los vehículos con soporte en que los vehículos que

se pretendían embargar no eran de la parte demandada porque, entre otras cosas, los

vehículos habían sido vendidos por documento autenticado el 14 de agosto de 2009, a

su cónyuge José Antonio Carrero Contreras (folio 98 y siguiente de la pieza 1). Dicha

oposición no fue decidida por el tribunal ejecutor de medidas, con fundamento en que

carecían de competencia funcional para resolver la incidencia planteada, quedando los

vehículos retenidos por la autoridad de tránsito terrestre. Esta fue la segunda solicitud

de medida cautelar contra los dos vehículos vendidos con reserva de dominio a José

Antonio Carrero Contreras.

 Asimismo, consta de las actas una tercera demanda intentada el 17 de

diciembre de 2010 por Cladey Acelia González de Méndez y Gerardo José Méndez

Zambrano contra José Antonio Carrero Contreras, por resolución de contrato de

compra venta (folio 36 y siguientes de la pieza 2) que a pesar de que no aparece el

libelo, sí se encuentra agregada la decisión dictada por el Juzgado Segundo de Primera


Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del

estado Táchira, que en la misma fecha consideró llenos los requisitos establecidos

para la procedencia de la medida de secuestro solicitada sobre un chuto, marca Mack,

modelo Mack CH 613 99, año 1999 y una batea, marca de fabricación nacional,

modelo Freeways, año 1992, comisionándose al Juzgado Segundo Ejecutor de

Medidas de los Municipios San Cristóbal, Torbes, Cárdenas, Guasimos, Libertador,

Fernández Feo y Andrés Bello de la misma Circunscripción Judicial, la cual fue

practicada el día 13 de enero de 2011, y de sus resultas se observa que el juzgado

declaró “legalmente SECUESTRADO los vehículos antes descritos; y hace entrega de

los mismos a los demandantes en su condición de depositarios, quienes los reciben

conforme y en las condiciones en que se encuentran” (folios 66 y siguiente de la pieza

2). En fecha 17 de febrero de 2011, el accionado se opuso a la medida, la cual en

fecha 1° de marzo del mismo año el tribunal la declaró parcialmente con lugar y

ordenó mantener la medida acordada, con todo su vigor legal y eficacia jurídica (folio

81 y siguientes de la pieza 2). Esta fue la tercera solicitud de medida contra los dos

vehículos automotores que fueron vendidos mediante documento autenticado en fecha

14 de agosto de 2009 al ciudadano José Antonio Carrero Contreras.

 De la reseña precedente la Sala evidencia, en primer lugar, la existencia de

una demanda de cobro de bolívares intentada el 22 de enero de 2010, por Cladey

Acelia González de Méndez contra los esposos José Antonio Carrero Contreras y

Carmen Marina Contreras de Carrero, con soporte en el cobro de seis letras de

cambio, del cual consta que la accionante solicitó el decreto de una medida de

embargo preventivo sobre dos vehículos, a saber, un chuto, marca Mack, modelo
Mack CH 613 99, año 1999 y una batea, marca de fabricación nacional, modelo

Freeways, año 1992; el tribunal la negó. En segundo lugar, consta de las actas la

existencia de otro juicio interpuesto el 30 de junio de 2010, por Carlos Orlando

Molina Contreras contra Cladey Acelia González de Méndez, por cobro de bolívares

de una letra de cambio de plazo vencido, en el cual se evidencia que el accionante

solicitó el embargo de los mismos vehículos que unos meses atrás la accionada había

intentado embargar sin éxito; y, en tercer lugar, consta del expediente la existencia de

otro juicio instaurado por Cladey Acelia González de Méndez contra José Antonio

Carrero Contreras, por resolución de contrato de compra venta de los dos vehículos,

en el cual la solicitante pidió al tribunal fuera decretada medida de secuestro, la cual

fue acordada y posteriormente declarada parcialmente con lugar la oposición, sin

embargo el tribunal ordenó mantener la vigencia de la misma.

 Es incuestionable, que la denuncia de fraude no sobreviene de lo ocurrido

en un solo juicio, por el contrario, surge de las irregularidades que alegan José

Antonio Carrero Contreras y Carmen Marina Contreras de Carrero que ocurrieron

tanto en los juicios de cobro de bolívares como en el de resolución de contrato de

compra venta, de los cuales se evidencia que, el primero, fue interpuesto por Cladey

Acelia González de Méndez contra José Antonio Carrero Contreras y en el que a pesar

de que fue solicitada medida de embargo de los vehículos, ésta fue negada; el

segundo, fue intentado por Carlos Orlando Molina Contreras contra Cladey Acelia

González de Méndez, en el que la accionante solicitó medida de embargo sobre los

mismos vehículos y la misma fue decretada, pero por una decisión de perención de la

instancia, posteriormente fue suspendida; y, el tercero, fue interpuesto por Cladey


Acelia González de Méndez contra José Antonio Carrero Contreras por resolución de

contrato de compra venta de los vehículos, en el que el juez decretó el secuestro de los

mismos, y aunque declaró parcialmente la oposición, ordenó que la medida tuviera la

misma eficacia jurídica.

 Ahora bien, en cuanto a la colusión y fraude procesal, la Sala

Constitucional de este Alto Tribunal, estableció en sentencia N° 908 del 4 de agosto

de 2000, caso: Hans Gotterried Ebert Dreger, que:

 “…El fraude procesal puede ser definido como las maquinaciones y


artificios realizados en el curso del proceso, o por medio éste, destinados,
mediante el engaño o la sorpresa en la buena fe de uno de los sujetos procesales, a
impedir la eficaz administración de justicia, en beneficio propio o de un tercero y
en perjuicio de parte o de tercero. Estas maquinaciones y artificios pueden ser
realizados unilateralmente por un litigante, lo que constituye el dolo procesal stricto
sensu, o por el concierto de dos o más sujetos procesales, caso en que surge la
colusión ; y pueden perseguir la utilización del proceso como instrumento ajeno a
sus fines de dirimir controversias o de crear determinadas situaciones jurídicas
(como ocurre en el proceso no contencioso), y mediante la apariencia
procedimental lograr un efecto determinado; o perjudicar concretamente a una
de las partes dentro del proceso, impidiendo se administre justicia correctamente.

El fraude puede consistir en el forjamiento de una inexistente litis


entre partes, con el fin de crear un proceso dirigido a obtener fallos o
medidas cautelares en detrimento de una de las partes, o de terceros
ajenos al mismo, lo que constituye la simulación procesal; o puede
nacer de la colusión de una persona, que actuando como demandante,
se combine con otra u otras a quienes demanda como litisconsortes de
la víctima del fraude, también demandada, y que procurarán al
concurrir con ella en la causa, crear al verdadero codemandado
situaciones de incertidumbre en relación con la fecha real de citación
de todos los demandados ; o asistir con él en el nombramiento de expertos,
con el fin de privarlo de tal derecho; o sobreactuar en el juicio, en los actos
probatorios, etc,  hasta convertirlos en un caos. También -sin que con ello
se agoten todas las posibilidades- puede nacer de la intervención de
terceros (tercerías), que de acuerdo con una de las partes, buscan
entorpecer a la otra en su posición procesal.

Se está ante una actividad procesal real, que se patentiza, pero cuyos
fines no son la resolución leal de una litis, sino perjudicar a uno de los
litigantes o a los terceros (incluso ajenos a cualquier proceso), pudiéndose
dar el caso que el actor convierta a los posibles testigos del demandado en
codemandados, para evitar que puedan testimoniar a su favor en dicha
causa. El fraude procesal puede tener lugar dentro de un proceso, o
mediante la creación de varios juicios , en apariencia independientes, 
que se van desarrollando para formar con todos ellos una unidad
fraudulenta, dirigida a que en una o varias causas la víctima quede
indefensa o disminuida en su derecho, aunque los procesos aparezcan
desligados entre sí, con diversas partes y objetos, que hasta podrían
impedir su acumulación. Se trata de varias personas concertadas entre sí
que demandan consecutiva o coetáneamente a otra, y que fingen oposición
de intereses, o intereses distintos, pero que en realidad conforman una
unidad de acción; fingimiento que igualmente puede ocurrir dentro de una
causa, si el actor demanda junto a la víctima, a quienes se hallan en
colusión con él.

En esta última forma de fraude (varios procesos), el derecho de


defensa de las víctimas de estas actividades se haría nugatorio, si a
pesar del interés procesal actual que ellos tienen (artículo 16 del
Código de Procedimiento Civil) de evitar el perjuicio que tal colusión
les causa, no pudieran accionar con el fin de que se anularan todos los
procesos fraudulentos , sobre todo ante la reticencia de la jurisdicción
penal de no considerar a estas maquinaciones de variada índole como
tipificadoras del delito de estafa, o en algunos casos del de prevaricación,
como cuando la colusión proviene del apoderado de una de las partes.

Pretender que la víctima no pueda pedir en juicio ordinario autónomo,


la nulidad de los diversos y concatenados procesos fraudulentos
preparados para perjudicarla , obligándola a pedir la nulidad en cada
uno de ellos, cuando allí no podrá probar el fraude, ni la colusión,
dentro del lapso fijado en el artículo 607 del Código de Procedimiento
Civil, previsto para las necesidades del procedimiento, y el cual tiene
una limitada articulación probatoria de ocho días de despacho, es
entronizar el dolo y premiar a los litigantes de mala fe .

Cuando el fraude ocurre dentro de un solo proceso, puede detectarse y


hasta probarse en él, ya que allí pueden estar todos los elementos que lo
demuestren; pero la situación cambia cuando el fraude es producto de
diversos juicios, donde los incursos en colusión actúan cercando a la
víctima, y donde las partes de los procesos son distintas, excepto la
víctima y tal vez uno de los incursos en colusión. Pretender que en
cada proceso haya que plantear por vía incidental el fraude, es dejar
indefensa a la víctima, ya que en cada uno de ellos no se podrá alegar
la colusión de las diversas personas que conforman el círculo artero,
puesto que ellas pueden no ser partes en todos los juicios, y mal podría
declararse el fraude múltiple producto de la combinación entre ellos,
sin oírlos. De allí, que en supuestos como éstos, la única manera de
constatarlo es mediante una demanda que englobe a todos los
partícipes, donde -además- se les garantiza el derecho de defensa.
Nacen así, dos vías procesales para enervar el dolo procesal en general, de
acuerdo con la situación como se manifiesta, una acción principal o un
incidente dentro del proceso donde tiene lugar, si ello fuese posible.
La utilización del proceso para fines contrarios a los que le son propios, es
de la naturaleza del hecho ilícito, del fraude a la ley y de la simulación, y
cuando se acude a la demanda para su constatación, ella no persigue
indemnizaciones sino nulidades, tal como acontece en el fraude a la ley o
en la simulación; aunque nada obsta para que la declaratoria de nulidad
conduzca a una indemnización posterior.

…Omissis…

Sin embargo, siempre hay que distinguir, en materia de fraude


procesal, entre dolo procesal específico (estricto), donde uno de los
sujetos procesales, en uno o varios actos, trata de perjudicar
ilegítimamente a otro, sin que haya un concierto entre varios “litigantes o
intervinientes”, y el fraude procesal o colusión en sentido amplio, que
implica el concierto de varios sujetos procesales (lo que puede incluir
jueces).

…Omissis…

La vía del juicio ordinario es la apropiada para ventilar la acción de


fraude procesal adelantado mediante varias causas, ya que es necesario
un término probatorio amplio, como el del juicio ordinario, para que
dentro de él se demuestre el fraude ; y aunque existe la violación
constitucional consistente en la eliminación o minimización  del derecho
de defensa de la víctima (artículo 49 de la vigente Constitución), ella -
debido a las formalidades cumplidas- nunca destaca como  una violación
inmediata de la Constitución, sino que requiere de alegatos y pruebas que
no corresponden a un proceso breve como el del amparo constitucional. La
apariencia que crea la colusión no pone de manifiesto la violación
inmediata de la Constitución, por lo que será necesario, la mayoría de las
veces, desmontar el armazón para que emerja la infracción constitucional.
Además, en un proceso de amparo entre partes particulares, no podría
traerse al juez (quien no es agraviante sino también víctima) y, mediante
proceso ajeno al juez, anular sus actuaciones.

El restablecimiento inmediato de la situación jurídica infringida, es en


principio imposible, porque el fraude se encuentra oculto tras las formas
prefabricadas que tendrán que ser desmontadas, y ello –en principio,
aunque no en forma absoluta- cierra la puerta a la acción de amparo
constitucional.

…Omissis…

Un proceso autónomo por fraude procesal puede incoarse ante el juez


que conoce de todas las causas, o de alguna de ellas, y aun ante un juez
distinto ; y si todas las causas se encuentran en una misma instancia, deben
acumularse, así haya precluido la oportunidad para decretar la
acumulación, ya que se trata de un vicio contrario al orden público o a las
buenas costumbres, que amerita una providencia especial en tutela de
dichos valores; lo cual, a tenor del artículo 11 del Código de Procedimiento
Civil, es una providencia que pueden ordenar los jueces en resguardo del
orden público o las buenas costumbres.

…Omissis…

Es claro para esta Sala, que con el fraude procesal no se juzgan


las actuaciones procesales (formales), sino el fraude como tal (dolo en
sentido amplio), y por ello un juez se adentra en lo proveído por otros
jueces, que pueden haber sido sorprendidos por el conjunto de desviaciones
procesales. Piénsese en la situación que surge si, en diversos juicios, una
parte obliga a la otra a realizar determinadas actividades procesales bajo
violencia. Para demostrar la violencia que anulará los actos cumplidos por
su intermedio, la víctima no podrá acudir a probar en cada proceso por
separado la violencia, en una mini articulación probatoria como la del
artículo 607 del Código de Procedimiento Civil. Como lo que se demanda
es la nulidad por violencia, deberá incoarse una acción principal, para
que todos los actos procesales, producto de ella, en los diversos juicios,
sean anulados.

…Omissis…

El juicio simulado, especie entre los fraudes, se ataca también


mediante una acción autónoma a ese efecto, lo que apuntala el criterio
de esta Sala, que el fraude en todas sus expresiones puede ser objeto de
tal acción …”. (Negrillas y subrayado de la Sala).

  La Sala reitera el criterio jurisprudencial dictado por la Sala


Constitucional precedentemente transcrito, y en este sentido, considera que
debe entenderse el fraude procesal como las maquinaciones y artificios
realizados en el curso del proceso, o por medio de éste, destinados, mediante
el engaño o la sorpresa en la buena fe de uno de los sujetos procesales, a
impedir la eficaz administración de justicia, en beneficio propio o de un
tercero y en perjuicio de parte o de tercero. Estas maquinaciones y artificios
pueden ser realizados unilateralmente por un litigante, lo que constituye el
dolo procesal stricto sensu, o por el concierto de dos o más sujetos
procesales, caso en que surge la colusión; y pueden perseguir la utilización
del proceso como instrumento ajeno a sus fines de dirimir controversias o de
declarar la existencia de determinadas situaciones jurídicas (como ocurre en
el proceso no contencioso), y mediante la apariencia procedimental lograr un
efecto determinado; o perjudicar concretamente a una de las partes dentro
del proceso, impidiendo se administre justicia correctamente.

 Asimismo, el fraude puede consistir en el forjamiento de una inexistente

litis entre partes, con el fin de crear un proceso dirigido a obtener fallos o medidas

cautelares en detrimento de una de las partes, o de terceros ajenos al mismo, lo que

constituye la simulación procesal; o puede nacer de la colusión de una persona, que


actuando como demandante, se combine con otra u otras a quienes demanda como

litisconsortes de la víctima del fraude, también demandada, y que procurarán al

concurrir con ella en la causa, crear al verdadero codemandado situaciones de

incertidumbre en relación con la fecha real de citación de todos los demandados.

 De igual forma, esta Sala reitera que el fraude procesal puede tener lugar

dentro de un proceso, o mediante la creación de varios juicios, en apariencia

independientes,  que se van desarrollando para formar con todos ellos una unidad

fraudulenta, y en el caso que sean utilizados varios procesos, el derecho de defensa de

las víctimas de estas actividades se haría nugatorio, si a pesar del interés procesal

actual que ellos tienen -artículo 16 del Código de Procedimiento Civil- de evitar el

perjuicio que tal colusión les causa, no pudieran accionar con el fin de que se anularan

todos los procesos fraudulentos, por tal motivo, pretender que la víctima no pueda

pedir en juicio ordinario autónomo, la nulidad de los diversos y concatenados

procesos fraudulentos preparados para perjudicarla, es entronizar el dolo y premiar a

los litigantes de mala fe, porque ello la obliga a pedir la nulidad en cada uno de ellos,

cuando allí no podrá probar el fraude ni la colusión, dentro del lapso fijado en el

artículo 607 del Código de Procedimiento Civil, previsto para las necesidades de un

procedimiento, el cual tiene una limitada articulación probatoria de ocho días de

despacho.

 Así, pues, cuando el fraude es producto de diversos juicios, la única

manera de constatarlo es mediante una demanda que englobe a todos los partícipes,

donde además, se les garantice el derecho de defensa, para lo cual surge una vía

procesal idónea para enervar el dolo procesal en general: la acción principal.


 La vía del juicio ordinario es la apropiada para ventilar la acción de fraude

procesal adelantado mediante varias causas, porque es necesario un término

probatorio amplio, como el del juicio ordinario, para que dentro de él se demuestre el

fraude; y aunque existe la violación constitucional consistente en la eliminación o

minimización  del derecho de defensa de la víctima (artículo 49 de la Constitución),

ella -debido a las formalidades cumplidas- nunca destaca como una violación

inmediata de la Constitución, sino que requiere de alegatos y pruebas que no

corresponden a un proceso breve como el del amparo constitucional. El

restablecimiento inmediato de la situación jurídica infringida es, en principio,

imposible porque el fraude se encuentra oculto tras las formas prefabricadas que

tendrán que ser desmontadas, y ello –en principio, aunque no en forma absoluta-

cierra la puerta a la acción de amparo constitucional.

 En este sentido, el proceso autónomo por fraude procesal debe incoarse

ante el juez que conoce de todas las causas o de alguna de ellas, y aun ante un juez

distinto. Si los procesos se encuentran en instancias diferentes, a criterio del juez que

conoce de la acción por fraude, y fundado en el artículo 11 del Código de

Procedimiento Civil, puede ordenar la suspensión de los más avanzados. Con el fraude

procesal no se juzgan las actuaciones procesales (formales), sino el fraude como tal -

dolo en sentido amplio-, por tal razón, deberá incoarse una acción principal para que

todos los actos procesales, producto de ella, en los diversos juicios, sean anulados.

 En casos como el presente, el juicio simulado, especie entre los fraudes,

debe atacarse mediante una acción autónoma, pues tomando en cuenta esta Sala que

estamos en presencia de una denuncia de fraude procesal por dolo y simulación de


actos y juicios propiamente dicho, generados con el objetivo de burlar un contrato de

compra venta, en el cual, según plantean los formalizantes, la vendedora Cladey

Acelia González de Méndez por medios y vías judiciales, ha tratado de enervar y

burlar, mediante la interposición de diferentes procedimientos judiciales y la solicitud

y decreto de medidas de embargo y secuestro contra unos bienes que ya enajenó y

cuyo negocio jurídico quedó plasmado en documento autenticado el día 14 de agosto

de 2009, en el que se evidencia, según los accionantes, la voluntad de uno de vender y

otro de comprar, más sin embargo, posterior a eso, no ha querido cumplir con su

obligación estipulada en ese contrato, manipulando la justicia a su interés, razón por la

cual esta Sala de Casación Civil, considera que en el caso de autos, la única manera

que tienen los solicitantes del fraude de enervar sus efectos, es a través de la vía

ordinaria y, en ningún caso, la incidental, por cuanto, lejos de lo establecido por la

jueza superior, los alegatos que sustentan el fraude se han generado por la existencia

de varios juicios en los que han fraguado burlar la justicia y el orden legal de la

compra venta ya convenida.

 En efecto, se observa que aparece en copia certificada junto al expediente

de fraude, la existencia de una demanda de cobro de bolívares intentada el 22 de enero

de 2010, por Cladey Acelia González de Méndez contra los esposos José Antonio

Carrero Contreras (comprador) y Carmen Marina Contreras de Carrero, por cobro de

seis letras de cambio, del cual consta que la accionante (vendedora) solicitó el decreto

de una medida de embargo preventivo sobre dos vehículos, a saber, un chuto, marca

Mack, modelo Mack CH 613 99, año 1999 y una batea, marca de fabricación nacional,
modelo Freeways, año 1992, los cuales resultan ser los mismos que había vendido seis

meses atrás; el tribunal negó la medida.

 Asimismo, consta de las actas procesales la existencia de otro juicio

interpuesto el 30 de junio de 2010, por Carlos Orlando Molina Contreras contra

Cladey Acelia González de Méndez (la vendedora), por cobro de bolívares de una

letra de cambio de plazo vencido, en el cual se evidencia que el accionante solicitó el

embargo de los mismos vehículos que unos meses atrás la accionada había intentado

embargar sin éxito. La medida fue decretada, pero posteriormente el tribunal declaró

la perención de la instancia por falta de impulso procesal, y la misma fue suspendida.

 En este mismo, orden consta del expediente la existencia de un tercer

juicio, este fue instaurado en fecha 17 de diciembre de 2010, por Cladey Acelia

González de Méndez (vendedora) contra José Antonio Carrero Contreras (comprador),

por resolución de contrato de compra venta de los dos vehículos antes mencionados,

en el cual se evidencia que la solicitante requirió al tribunal el decreto de una medida

de secuestro contra los dos vehículos vendidos en fecha 14 de agosto de 2009, la cual

fue acordada y posteriormente declarada parcialmente con lugar la oposición, sin

embargo el tribunal ordenó mantener su vigencia. No existe constancia en actas sobre

lo que ha ocurrido después con ella.

 En estos tres juicios distintos, ha actuado siempre Cladey Acelia González

de Méndez, quien de una u otra manera ha procurado mantener la propiedad de los

vehículos, bien mediante la instauración de juicios o la solicitud de diferentes

medidas, a pesar de que en fecha 14 de agosto de 2009, realizó una venta con reserva
de dominio a José Antonio Carrero Contreras, otorgándole un plazo de un año para su

cumplimiento, y vemos que en los dos primeros juicios ni siquiera había transcurrido

el plazo acordado en el contrato.

La jueza de la recurrida al declarar inadmisible la acción de fraude

procesal intentada, quebrantó la forma sustancial del juicio en menoscabo del derecho

de defensa de los accionantes, por cuanto del recuento de las actas realizado

precedentemente se evidencia que la acción fue intentada para enervar los efectos de

varios juicios; y siendo que, de acuerdo con la doctrina de este Alto Tribunal, el juicio

ordinario es la única vía idónea para enervar sus efectos, esta Sala declara con lugar la

denuncia y, en este sentido, repone la causa al estado de que el juez superior que

resulte competente decida si en el presente caso se está en presencia de un fraude a la

ley por colusión o simulación de procesos, para anular los efectos del contrato de

compra venta suscrito entre las partes el 14 de agosto de 2009 y, de ser necesario,

situación jurídica infringida. En consecuencia, se declara la infracción de los artículos

15, 17 y 341 del Código de Procedimiento Civil delatados por los formalizantes.

 Por haber prosperado una denuncia por defecto de actividad, la Sala se

abstiene de decidir las restantes contenidas en el escrito de formalización, conforme a

lo dispuesto en el artículo 320 del Código de Procedimiento Civil.

DECISIÓN

 En mérito de las precedentes consideraciones, el Tribunal Supremo de

Justicia de la República Bolivariana de Venezuela, en Sala de Casación Civil,

administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley, declara


CON LUGAR el recurso de casación formalizado contra la sentencia dictada por el

Juzgado Superior Cuarto en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y Agrario de la

Circunscripción Judicial del estado Táchira, en fecha 9 de enero de 2013. En

consecuencia, ANULA la sentencia recurrida, y ORDENA   al juez superior que

corresponda, dicte nueva sentencia sin incurrir en el vicio detectado. Queda de esta

manera CASADA la sentencia impugnada.

 No hay condenatoria en costas, dada la naturaleza de la decisión dictada.


Publíquese y regístrese. Remítase el expediente al Juzgado Superior de origen, de
conformidad con el artículo 322 del Código de Procedimiento Civil.

     Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho del Tribunal Supremo


de Justicia, en Sala de Casación Civil, en Caracas, a los veintinueve (29) días del mes
de julio de dos mil trece. Años: 203° de la Independencia y 154° de la Federación.

Presidenta de la Sala,

__________________________

YRIS PEÑA ESPINOZA

Vicepresidenta-ponente,

_____________________________

ISBELIA PÉREZ VELÁSQUEZ

Magistrado,
 

____________________________________

LUÍS ANTONIO ORTÍZ HERNÁNDEZ

Magistrada,

____________________________

AURIDES MERCEDES MORA

Magistrada,

_______________________

YRAIMA ZAPATA LARA

Secretario,

________________________________

CARLOS WILFREDO FUENTES

Exp. Nro. AA20-C-00013-000162

Nota: Publicado en su fecha a las

Secretario,

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