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Todo el camino espiritual podría describirse como aprender a dejar ir, pero no es
posible dejar ir todo al mismo tiempo. Este es un camino compuesto de muchos
pequeños pasos, es un proceso de reemplazar reacciones automáticas por otras con
una mayor conciencia. Estos son los lineamientos a lo largo del camino que han
probado ser efectivos para mí en lo personal y que me parece que funcionarán para
mucha gente:
Las falsas intenciones pueden ser vagas, pero puedes reconocerlas por el matiz de
sentimientos que evocan, ya se trate de miedo, avaricia, rabia, desesperanza o
debilidad. Primero percibe el sentimiento, rehúsate a dejarte llevar por él y
después está atento hasta que encuentres la intención oculta.
Proponte ser un santo y un hacedor de milagros. ¿Por qué no? Si sabes que la meta
del crecimiento interno es adquirir sabiduría, entonces pide que llegue a ti lo más
pronto posible. No intentes hacer milagros, pero tampoco te los niegues. El
comienzo de la sabiduría consiste en la visión; ve los milagros que te rodean y eso
facilitará que se multipliquen.
3. Visualízate en la luz.
Todos vivimos en la misma luz. Cuando te sientas tentado a juzgar a otro ser
humano, sin importar qué tanto se lo merezca, recuérdate que todos estamos haciendo
lo mejor que podemos desde nuestro propio nivel de conciencia.
6. Perdónate.
Todos caemos en las trampas del egoísmo y los engaños cuando menos lo esperamos. El
comentario fortuito que hiere, la mentira imprudente y la urgencia irresistible de
engañar son universales. Perdónate por estar donde estás. Aplica la misma máxima
para los demás en ti: Estoy haciendo lo mejor que puedo desde mi propio nivel de
conciencia. Me gusta la definición de un maestro espiritual del discípulo perfecto:
“El que siempre tropieza pero nunca se cae».
La paradoja de ser espiritual es que siempre estás mal y siempre estás bien al
mismo tiempo. Estás bien en tratar de conocer a Dios, pero estás mal en pensar que
las cosas no cambiarán mañana. Cada estado de crecimiento interno es bueno y está
alimentado por Dios, pero cuando sea momento de seguir adelante, no dudes en dejar
ir.
8. Venera lo sagrado.
Tal vez te hayan enseñado a ser escéptico ante lo sagrado. En nuestra sociedad,
pocas personas pasan mucho tiempo indagando en la gran riqueza de las escrituras
del mundo. Sin embargo, los santos y los representantes humanos de Dios son un
tesoro infinito. Recurrir a este tesoro te ayudará a abrir tu corazón. Las palabras
de un santo o sabio podrían ser justo el fertilizante que necesitas en el momento
exacto en el que tu alma quiere florecer.