Está en la página 1de 9

Juraba que estaba preparada para cualquier momento en mi vida, que

sería fuerte y valiente, inquebrantable como mi esposo, pero verlo a él


creer que llegaría a perderse en su oscuridad ha sido el punto donde o me
quebraba o alzaba el mentón y me convertía en la mujer que estoy
destinada a ser. Su pilar, su soporte. La mafia no es fácil, nunca lo será.
Nos golpeara de una y mil formas distintas, esto no era el cierre. La muerte
de Kain no garantizaba ningún futuro, si no era Kain Ivanov serian otros
deseando el poder. Siempre tendríamos la condena en la espalda.
La diferencia era, que yo estaría aquí, sin importar que tan pesada fuera
la cruz, lo ayudaría alzarla y mantenernos en nuestro trono.
Raze es el primero en volver preguntando por Bess, ella sigue dormida
gracias a lo sedantes sin mostrar ningún tipo de fiebre o alteración.
—¿Dónde están? ¿Dónde están mis chicos? —pregunto
interponiéndome en su camino. La cabeza me palpita de pensar en tantos
escenarios, cada uno mas fatalista que el anterior.
—Emilie…
—¡No! ¡No, no, no! ¡¿Dónde está mi esposo?!
—Don se marchó, necesita tiempo, pero volverá.
—Me abandono —Jadeo aterrada, empiezo a tirarme del pelo. Se alejo,
¡no puede hacerme esto! ¡Le necesito!
—No —ruge el motero acunándome el rostro, su toque me lastima, es
rudo y preciso, justo lo que necesito—. Él volverá a ti como el infierno,
no lo dudes, pero necesita controlar su oscuridad antes de estar junto a su
luz, ¿no lo entiendes mujer? Eres su luz, a quien nunca va a querer
manchar con sangre y muerte.
—No puede dejarme…
—Y él no podrá vivir sin ti o con la culpa de herirte. Incluso dentro de
brutalidad logra pensar en su esposa, en el bienestar de sus hijos. Es mas
de lo que cualquier hombre “normal” haría.
«Él volverá… Tiene que». Afirmo tranquilizándome.
—¿Y Roth?
—En el club…
—¿Kain?
—Roth se hará cargo, ve a descansar.
—Iré —susurro acariciando mi vientre.
Raze me observa un poco más, antes de soltarme y marcharse. Me
quedo en medio de su casa, mirando la puerta de salida.
Prometí no más estupideces, pero esta no lo seria. Sin darme cuenta
estoy caminando apresurada. La camioneta de Raze se encuentra en la
entrada, con la puerta abierta corro hacia ella y me trepo con premura. Ha
dejado la llave en el contacto de encendido, la giro y acelero colina abajo.
Nadie me detiene, todos deducen que es uno de los Nikov quienes
conducen, atravieso el portón de seguridad viendo a parte de los hombres
de la famiglia tirados en el suelo, comiendo algo y tomando.
La llegada al club es un borrón, solo se que voy manejando deprisa,
sobre el límite «Un riesgo innecesario». No es así, no viviré en paz hasta
que no vea con mis propios ojos que ha muerto, que no es una amenaza,
que recibió su merecido el hijo de puta.
Entro en la carretera de piedra, frenando en la entrada del club. Lo
primero cuando salgo en golpearme es la sangre en el ambiente. Los
cuerpos apilados, los miembros y partes humanas dispersas.
Fue una masacre. Casquillos de balas, brazos desmembrados, pozos de
sangre… Todo se siente pesado, erróneo. Dos hombres de Raze levantan
la cabeza cuando entro al club, pero no me detienen, simplemente vuelven
a su tarea de sacar los cadáveres.
Camino con cuidado, el suelo se encuentra pegajoso. Es la imagen
sacada digna de una guerra, hombres muertos en batalla luchando de uno
y otro lado.
¿Cómo la policía nunca interfirió? ¿Tienen temor de venir aquí? No lo
dudaría. El estomago se me revuelve viendo una cabeza abierta, pero no
vomito. Es solo la impresión nada más, como si me sintiera acostumbrada
a esta vida «Lo estas». Me recuerdo, es parte de lo que ya viví en el ático.
—Nikov —susurro a otro que está limpiando el cadáver de Leo. Oh,
pobre niño. Parecía tan fuerte, animado. Le toco su pelo, dejando caer una
lagrima. Lo tienen sobre la mesa del bar—. Oh, bebe ¿Qué te han hecho?
—No debería estar aquí señora, Cavalli.
—Esta gente murió por mi… Protegiéndome —reviro. Me limpio la
mejilla furiosa. Necesito la sangre de Kain en mis manos. ¡Es mi maldito
derecho!—. ¿Dónde está, Roth Nikov?
—En el patio, pero le advierto que es demasiado fuerte.
¿Fuerte? Soy la mujer que enfrento a Gabriel Cavalli, entere un
cuchillo en su pecho cuando era una niña, soy la misma mujer que dejo a
Kain violarme solo por darle a Nikov su legado.
Y seré quien le ponga fin a su miserable vida.
¿Es así como ellos se sienten? ¿Dominados y cegados por la ira?
El calor del deseo de matarlo es mayor que aquello a lo que siempre
me aferre en mi interior. Quería ser buena, fiel a vivir la moral del mundo,
aquello que llaman correcto antes los ojos de Dios y el mundo, pero la
venganza es mayor a cualquier rastro de inocente. Asegurare el fututo de
los míos.
Kain Ivanov esta atado de manos a ambos lados, en unos pósteres,
parece estar a su máximo nivel, y los pies unidos, su cuerpo desnudo,
maltratado, no reconocería su cara, un pedazo de piel cuelga.
La satisfacción me enferma, la siento en mi cuerpo la adrenalina de
verlo sufrir… Pagar. Damián esta golpeándolo, sudando mientras no deja
de atinarle golpe tras golpe y Roth cubierto de sangre. Cuando me ubica
se pone de pie e intenta llegar a mí, y luego se detiene con el ceño fruncido
mirándome cauteloso ¿así de desquiciada me veo?
Humedezco mis labios y empiezo a recoger mi pelo en una cola alta,
anudándomelo. Quiero matar a Kain… Voy a asesinar a Ivanov.
Por sus piernas cae sangre, va desangrándose poco a poco, tiene una
especie de alambre en la polla y me dan ganas de reír buscando a Roth,
quien prepara una guillotina.
—Así que estas jugando a decapitar, y no me invitaste.
—Señora —Jadea Damián retrocediendo cuando llego a su lado y toco
a Kain, hundiendo mi dedo en una herida abierta en su estómago. Se
retuerce despertando de su adormilado estado. Abre la boca y entrecierro
los ojos al notar la falta de lengua.
—Yo también quiero divertirme —canturreo sonriendo. No me
reconozco, ¿he perdido la razón? ¿a quien carajos le importa? Este es mi
momento—. ¡Oh, hermoso Kain! ¡Grande eres!
Roth aparece en mi espalda, agarrando mi mano, pegándome la sangre
que ya tiene en el cuerpo, me hace retroceder, cuando Kain me ubica, su
mirada fija en mí. Y el mio… Oh, dulce cristo. Puedo saborear su miedo.
—No puedes estar aquí, Ángel —susurra el primer demonio a quien
ame, por quien daría mi vida.
—Él me violo contra una pared, se hundió en mi interior. ¡Me quito
algo! ¡Y solo su muerte me lo dará!
—Y lo matare —Garantiza Roth.
—¡Quiero ser yo! —grito—. Dejame hacerlo, por favor. Dejame
matarlo.
—Em…
—¡Él regreso a Gabriel! ¡Las pesadillas, el recuerdo! Si lo mato se ira
—Giro en sus brazos agarrándome de sus hombros—. Lo único que me
dejo vivir dentro de mi piel era saber que Gabriel de alguna manera había
muerto por mí, cuando despertaba llorando me recordaba que le entere un
cuchillo en el pecho y sonreía Roth, jodidamente lo hacia porque aunque
me marco, le costó la vida.
—La muerte nos hace libres —susurra Damián—. Si mi Dayah
estuviera viva, le daría un cuchillo y la ayudaría a hundírselo al hijo de
puta si eso la libra del recuerdo —Observa el filo curvo y dorado en su
mano, lo reconozco. Pertenece a Roth, luego lo gira entregándomelo.
—Gracias —musito tomándolo.
—Mis labios están sellados. Lo ultimo que supe es que Kain Ivanov
murió en las manos del carnicero. Hazlo memorable, bonita. Y no tengas
culpa, solo aplastaras una cucaracha.
Es lo ultimo que dice antes de dejarnos solos. Roth no me suelta y
busco refugio en su pecho, sus brazos me rodean y estabilizan.
—Nunca he dejado a una mujer tocarme, ninguna que no seas tu.
Cuando lo hacen recuerdo a Gabriel, cada puta vez. Así que las ato y me
las follo como un animal, pero el recuerdo no se va. Siempre prevalece.
Desnudar el cuerpo es fácil, pero dejar que alguien mas vea tu alma.
Oh, cuan terrorífico es. Acaricio su rostro con una mano, su mejilla, sus
ojos, sus labios. Él cierra sus ojos y suspira, me alzo un poco, dejando que
nuestros labios se toquen en un roce íntimo, pero no sexual ni ardiente.
—Te amo —musito suavemente, el labio inferior me tiembla—.
Siempre lo hare, eres el hermano que no tengo. Me has protegido, salvado
y llevado a conocer a mi gran hombre. Todo lo que soy te lo debo a ti.
—Eres tu Ángel quien me libero del odio, no te das cuenta ¿cierto?
—Solo se que nos tenemos uno al otro, que estaré para ti y tu para mi
por los años.
—Y más alla de la muerte.
—Incluso entonces —concuerdo. Besa mi frente y se queda un poco
mas sosteniéndome, hasta que retrocede. Sus ojos evalúan mi temple y
parece hallar lo que desea. Kain patalea y retuerce entendiendo lo que
significa que Roth vaya hacia él y corte las cuerdas que le sostienen.
Su cuerpo cae en la tierra y deja salir una especie de gruñido.
Ya recuerdo porque odio los gatos, me llevan al recuerdo de Gabriel.
Ese chillido agonizante. Sostengo con fuerza el mango del cuchillo. Mi
corazón se acelera con fuerza cuando lo hinca a mis pies. Los ojos de Kain
sobresalen asustados, mientras una sonrisa tira de mis labios.

—El mundo creerá que un Nikov te asesino, pero sabremos la verdad


Kain. Morirás en mis manos, en las de una mujer ¿estas agonizando por
ello bebe? ¿no sientes vergüenza de ti mismo? Por que yo sí, ¿y sabes que
mas hare? Desapareceré tu nombre, hare que todos te olviden. Un día
nadie sabrá que exististe, “¿crees que el va a quererte luego de esto?”
Serás la vergüenza mas grande de Rusia y Vladimir lo sabrá. Le enviare
tu cabeza, luego me encargare de decirle -cuando sea el momento- que fui
quien te asesino. Su orgullo no le dejara creerlo, me va a escusar porque
me ama, esta obsesionado conmigo, y se negara a admitir que le arrebate
a su hermano, pero se lo recordare siempre. Una y otra vez.

Odio que me rete, que grite con su mirada que no puedo hacerlo. Que
soy una cobarde, cuando se que no lo soy. Alzo el cuchillo y con todas mis
fuerzas se lo entierro en el hombro, curvándolo hacia delante y gritando
mientras la piel se abre y la sangre burbujea. La cucaracha grita, me anima,
enloquezco y empujo su cuerpo con violencia al piso. Roth me deja
derribarlo y se aparta manteniendo su mirada en mí. Cuando me siento
sobre su cuerpo, solo quiero destruirlo. Todos los recuerdos impactan,
Gabriel, su toque, como me ahogaba, la forma en la que quería violarme.
Roth en el piso, yo sobre su pecho llorando. Kain, la saliva, el dentro de
mí, su golpe, la basura de ser humano que me hizo sentir.
Grito más fuerte, golpeando el filo en su pecho, hundiendo y sacándolo
sin descanso. Y lloro, las lagrimas caen sin control. Nadie me tocara sino
quiero o a mis hijos. Nadie hará conmigo lo que quiera. No lo permitiré.
Soy poderosa, única ¡Soy la maldita Reina!

Su sangre me cae en el rostro, en los brazos, me empapa la blusa, pero


no dejo de golpear hasta que me duelen los brazos y su torso es un picadillo
de carne desfigurado, Roth me levanta abrazándome, llevándome a su
pecho mientras continúo llorando, pero no puedo dejarlo así.
Quiero que finalice, quiero que acabe. Quiero asegurar que esta
muerto, que nunca volverá hacerme daño. Si, fue un error que debí pagar
para darle a Roth lo que por derecho le pertenece. Sin embargo él abuso
de mí, para molestar a Dominic aun sabiendo que nunca tendría lo que
demandaba. Fui solo su burla, un mensaje, como si mi vida no tenia valor.
Y ahora es la suya aquella que no cuesta nada.

Me aparto y empiezo a tirar de su cuerpo, arrastralo.


Roth me grita que me detenga, pero me deja terminar esta locura, no
me detiene y como puedo llevo su cuerpo hasta la improvisada guillotina,
es una herramienta de jardinería enterrada en el piso y una hoja pulida
colgando de una cuerda. Lucho hasta colocarle el cuello sobre esta y luego
agarro la cuerda. Roth niega, me suplica que pare, ofrece hacerlo por mi
pero no puedo, no quiero… Así que la dejo caer hasta que la hoja se
entierra, pero no rebana al completo.

Las venas de su cuello se vuelven chorros de sangre que me empapan


por completo, mientras termino de descuartizarlo con mis propias manos.
Cuando la cabeza se separa, caigo en la tierra de rodillas y dejo salir mi
dolor. Me abusaron, humillaron, traicionaron. Mi padre y hermanos me
vendieron, mi madre intento matarme.
Fui quebrada de tantas maneras que temí perderme en algún punto,
pero no lo hice. sobreviví, me reinvente y busque la manera de demostrar
quien era. Hice que el hombre más poderoso del mundo cayera a mis pies,
se enamorara de mi e hiciera todo por ello.
Me libere… Y ahora estoy aquí.
¡Que el mismísimo diablo intente romperme! ¡Solo descubrirá que soy
dueña del infierno!
—Ya termino, ángel. Ya acabo —repite abrazándome contra su pecho,
ambos llenos del liquido viscoso.
—No, este no es el final. Es apenas el principio.

También podría gustarte