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Miguel Fabian Vasquez Franco

I.D. 000302274

Semiótica de la cultura visual

NRC 7299

Enfoque, filtro y ángulo; luces cámara. ¿Segmentación?

Hacia el año 1697, apareció la historia de caperucita roja, de mano del señor

Charles Perrault. Ésta muy conocida historia nos relata un trágico acontecimiento

desde los ojos de una niña inocente, ingenua e indefensa que se enfrenta a un

lascivo lobo, embustero. Posteriormente, los hermanos Grimm, le dan un tono más

indirecto y realzan la voz infantil de la escena. Sin embargo, casi medio siglo

después, en la pluma de Triunfo Arciniegas hemos conocido la versión del lobo, la

cual no coincide con la de caperucita. De acuerdo con Arciniegas, el lobo no es tan

victimario, es más, en realidad es quien peca de ingenuidad.

Este breve recuento literario de inmediato nos plantea un interrogante ¿quién

dice la verdad? O más profundo aún ¿qué es la verdad? Resolver dichos

interrogantes es una ardua tarea, más aún, si tomamos en cuenta la actualidad en

que habitamos, donde la prolífica producción de información nos dificulta el poder

sostener una posición concreta, determinada, que no se vea sesgada por alguna u

otra situación. Realizar una reflexión sobre caperucita y el lobo, pone de manifiesto

que el criterio que tenemos sobre el mundo corresponde al ángulo y margen que

abarca nuestra visión.

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Debido a que nuestra visión, apenas abarca unos 45 grados de extensión, no

sospechamos la realidad porque la misma es limitada. Nuestro criterio se basa en

el espectro de lo que puede ser real, de lo que nos alcanzan a ofrecer nuestros

sentidos. Es entonces cuando optamos por tomar partido, por aceptar una visión

como lo ‘’real’’, quizá de manera subjetiva porque no hay otra manera de tomarlo;

así lo afirma Jean Baudrillard:

‘’ La afirmación o la impugnación de la realidad, del principio de realidad, es

pues una elección política, casi religiosa, en la medida en que cualquier

infracción de este principio constituye un sacrilegio, y hasta la hipótesis

misma de la simulación es profundamente percibida como diabólica (se hace

sucesora de las herejías en la arqueología del pensamiento del Mal).

(Baudrillard, 2004 P. 17).

El mundo actual, que se cierne en la digitalidad y la tecnología ha deformado

aún más nuestra visión de realidad. Fue bastante astuta la empresa de quien nos

sorprendió, en épocas de la colonia con el espejo y en nuestros días con la lente; la

cámara que todo lo reproduce, lo recrea y nos ofrece una realidad virtual de la

misma realidad. Esa imagen en el espejo (producto de la reflexión física) no soy yo,

pero se percibe tan real. ¿Nos engañan nuestros sentidos? No. Por el contrario, nos

justifican dicha virtualidad. Dicho ente existe, en realidad existe, pero el engaño está

en nuestra mente que lo asume como otro yo, como un soberbio desdoblamiento del

ser. En palabras del filósofo francés ‘’(...) la imagen es re-presentación, es decir, en

definitiva, resurrección, y dentro de esta concepción, lo inteligible resulta antipático a

lo vivido.’’ (Barthes, 1964. P.1). Partiendo de dicha afirmación, la representación no

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corresponde a una verdad; crea una. Puede concebirse casi como un universo

paralelo. Se presenta ante nosotros un esbozo de lo que puede ser real y de lo que

es real, la virtualidad a que llevamos el mundo.

Ahora bien, una de las facultades inherentes al ser humano es la

comunicación y para ello el lenguaje es el vehículo indispensable. No obstante,

dicho lenguaje requiere por ende, una representación, una manufactura tácita que

tergiversa lo existente. El lenguaje es una fascinante herramienta, cabe aclarar, pero

nos introduce en un mundo virtual que ya no es lo que es. ¿Qué es entonces? Es

una recreación del mundo, una construcción del mundo que parte del mismo, pero a

su vez lo encasilla de forma arbitraria en una simulación. Sumergimos entonces, el

universo en una virtualidad donde todo es reproducido, partiendo desde la lengua

misma. Perro, no es un animal como tal, pero recrea en nuestros cerebros la imagen

de éste, sin ser aún en esencia ‘’perro’’. A esto denominamos la imagen fonética.

Pero si la imagen no es lo que representa ¿en donde se encuentra la frontera de la

realidad? Delimitarla no pasará de un imaginario como las líneas meridianas. La

realidad objetiva, la que es en esencia, no nos es alcanzable ahora debido a los

múltiples sistemas de codificación que han puesto un velo entre la realidad y

nosotros, como afirma Baudrillard:

‘’ Nos acercamos así a un mundo integralmente realizado, efectuado e

identificado como tal, pero no al mundo tal como es, lo cual es

completamente distinto. Pues el mundo tal como es pertenece al orden de las

apariencias "' hasta de la ilusión integral, ya que no hay de él representación

posible.’’ (Baudrillard, 2004. P. 26)

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No obstante, los medios han hallado en esta característica un recurso invaluable del

que han sabido sacar provecho para imponer lo ‘’correcto’’, de acuerdo con su

perspectiva. La posibilidad de escoger que se capta a través del instrumento, ha

proporcionado herramientas para modificar el mundo. Los mísmos que poseen la

cámara, deciden que realidad se mostrará al público. Así como nuestra visión es

limitada y no alcanza a abarcar 360 grados, la realidad que puede captar una

cámara lo es también. Su capacidad de alcance se encuentra limitada por el marco

que rodea la lente; situación que los sistemas de información han convertido en una

cualidad, más que una carencia. De acuerdo con Baudrillard, la realidad no es más

que aquello que nos quieren dar a entender como realidad ‘’En este sentido, la

realidad es inconcebible. La Realidad Integral es una utopía. Sin embargo, es lo que

se nos está tratando de imponer a través de un artificio gigantesco.’’ (Baudrillard,

2004 P. 25). Debido a esto, aunque la definición de dichas cámaras sea mucho más

avanzada y casi alcance los matices que captura la pupila humana, dicha imagen

reproducida no es la realidad, es una recreación de aquello. Como plantea Barthes,

aunque se asemeje tanto a lo real, está muy distante de serlo.

‘’(…) en la fotografía se produce una conjunción ilógica entre el aquí y el

antes. Es pues, a nivel de este mensaje denotado, o mensaje sin código, que

se puede comprender plenamente la irrealidad real de la fotografía; su

irrealidad es la del aquí, pues la fotografía no se vive nunca como ilusión, no

es en absoluto una presencia; será entonces necesario hablar con menos

entusiasmo del carácter mágico de la imagen fotográfica. Su realidad es la

del haber-estado-allí, pues en toda fotografía existe la evidencia siempre

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sorprendente del: aquello sucedió así: poseemos pues, milagro precioso, una

realidad de la cual estamos a cubierto. (Barthes, 1964. P. 5).

Es válido entonces, cuestionar la información que a nosotros llega, pues sí

desde su origen ya se encuentra segmentada por el alcance de captación, aquella

irrealidad o ‘’hiperrealidad’’ en palabras de Baudrillard, ya es incompleta y está

sesgada; manufacturada. Y es que la verdad no es unívoca, no hay forma de

comprobarla, pues la visión siempre estará segmentada por una postura, una

posición y un ángulo. Estamos pues, frente a un intencionalismo del flujo de

información, dado que la manera en que las representaciones no son una duplicidad

del mundo, son en cambio una creación a partir del mundo, estas crean

disposiciones y realidades alternas; modifican el mundo per se.

Si el mundo actual pretende modificar nuestro pensamiento a su antojo,

mediante mecanismos e instrumentos altamente desarrollados, la autenticidad del

ser será entonces hegemónica para la posteridad. La automatización de las

máquinas y de la realidad nos lleva al borde de un abismo donde, todo es

previamente codificado para ser ‘’ideal’’. Nuestro autor lo plantea de la siguiente

manera:

‘’Esta manipulación dice a las claras lo que va a ocurrir con el futuro ser. Será

un ser humano corregido, rectificado. De entrada será lo que tendría que

haber sido idealmente, y por lo tanto jamás llegará a ser lo que es. Ni siquiera

estará alienado, por cuanto, para bien o para mal, se lo modificará

preexistencialmente. No correrá tampoco el riesgo de toparse con su propia

alteridad, puesto que desde el principio habrá sido devorado por su modelo.’’

(Baudrillard, 2004 P. 23).

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Es menester tomar en cuenta, que los medios son sólo uno de los instrumentos del

sistema que nos encauza en la uniformidad, ya que nos prolongaríamos demasiado

al hablar de genética y otras áreas de la ciencia moderna. ¿Qué nos queda para

evadir la realidad? Este interrogante queda dispuesto para el lector que siguió

nuestra postura.

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Bibliografía.

● El pacto de la lucidez o la inteligencia del mal. Jean Baudrillard (2004). Traducción


de Irene Agoff (2008), Argentina. Editorial Amorrortu.
Recuperado en abril, 2018
http://201810.aulasuniminuto.edu.co/pluginfile.php/579501/mod_resource/content/1/s
lide.mx_jean-baudrillard-el-pacto-de-lucidez-o-la-inteligencia-del-mal.pdf
● Retórica de la imagen. Rolland Barthes. (1967) Traductor no específico.
Recuperado en abril, 2018
http://201810.aulasuniminuto.edu.co/pluginfile.php/542893/mod_resource/content/1/r
et%C3%B3rica%20de%20la%20imagen.pdf

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