Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Carlos Mariátegui
CICLO: IX - A
M O Q U E G U A - P E R Ú
2023
PROBLEMÁTICA SOCIAL, SITUACION DE LOS SERVICIOS Y REFORMA DEL
SECTOR - SUNASS
Durante los años noventa, el Estado Peruano realizó un esfuerzo sostenido por
promover el libre mercado en el país, reduciendo substantivamente su propia
participación en la economía. De este modo, el gobierno de Fujimori desarrolló con
amplitud un proceso que incluyó diversas medidas: la privatización de las grandes
empresas públicas, la anulación de todo tipo de control de precios y la liberación de las
leyes para la circulación y repatriación del capital. Así, la década del noventa será
recordada como el mayor esfuerzo realizado en el siglo XX para reducir la participación
del Estado en la economía, liberando al mercado para que opere de acuerdo a sus propias
reglas.
Sin embargo, pasada la experiencia, se constata que el mercado peruano dispone de escasa
libertad; por el contrario, se halla firmemente controlado por un pequeño número de
grandes empresas muy concentradas y con amplio dominio de su posición. Sucede que
los mercados pequeños con fuertes tradiciones monopólicas, como es el caso peruano, en
forma espontánea se orientan hacia la concentración del capital.
Para la historia de las empresas en el Perú, el gobierno del general Juan Velasco constituye
un hito de primer orden. Durante este lapso, 1968-1975, el mundo empresarial peruano se
transformó radicalmente, apareciendo un amplio sector de empresas públicas que dominó el
mercado en forma monopólica. Con algunos altibajos, este esquema estuvo vigente durante
las décadas del setenta y ochenta. Antes de Velasco, la estructura económica peruana
tampoco fue competitiva sino altamente concentrada, aunque en manos privadas y
normalmente extranjeras. De este modo, Velasco constituye un hito porque fue una
excepción; pero incluso en ese período del reformismo militar, la tradición empresarial
peruana fue uniforme en más de un sentido, entre otros el correspondiente al monopolio,
sea público o privado, nacional o extranjero. Esa persistencia de la tradición monopólica
fundamentó el rumbo adoptado por la reforma de la propiedad de la empresa efectuada
durante los noventa. La tendencia espontánea del mercado peruano al monopolio se
refuerza por la inmensa asimetría en la información de la que disponen los diversos
agentes. Así, por ejemplo, las grandes empresas disponen de profesionales y de recursos
materiales destinados a acumular información para prever inversiones, a registrar la
evolución de los mercados y a seguir con atención a sus rivales. Al otro extremo de la
cadena, el consumidor aislado carece de información, excepto la que pueda leer en las
etiquetas de los productos. Entre ambos extremos de la cadena, se hallan una serie de
empresas y pequeñas compañías proveedoras de servicios que disponen de cantidades
muy heterogéneas de información. Esta heterogeneidad provoca que unos agentes
económicos actúen con premeditación, mientras que los otros son sorprendidos por los
acontecimientos. En esas condiciones, algunos obtienen extraordinarias ganancias y
ponen la cadena productiva a su servicio, obteniendo una renta considerable por disponer
de información privilegiada. Mientras que el pequeño productor aislado y el
consumidor suelen ser víctimas de los intermediarios y de los grandes proveedores. A
diferencia de este patrón nacional, otros países que vivieron la fase inicial del despegue
económico atravesaron por una sustantiva democratización de la información
económica y empresarial, como parte de los mecanismos que impulsaron el mercado
hacia la libertad y a los diversos agentes económicos hacia el progreso permitiendo una
mejor distribución de la ganancia.
En el Perú y como parte de un proceso relativamente similar al que se experimentó en
países de nuestro entorno como Argentina y Chile, entre otros la aparición de la mayoría de
los organismos reguladores de los servicios públicos se produjo en el marco del proceso de
transformación del rol del Estado en la economía, que se desarrolló durante la última
década del Siglo XX y que determinó la liberalización de amplios sectores del mercado, la
transferencia al sector privado de la propiedad de numerosas empresas estatales y el
otorgamiento de concesiones de servicios públicos y de obras públicas de infraestructura.
Consecuencia de la reorientación del papel del Estado en la economía se crearon
organismos reguladores de los servicios públicos.
Muchos Estados en el mundo a través de las gestiones de sus gobiernos de tumo han
cambiado su rol de dueños y operadores de empresas de servicios dando lugar al
establecimiento de acuerdos regulatorios con el fin principal de mejorar la prestación de
diversos servicios considerados como esenciales para lograr un adecuado desarrollo
económicos. En este proceso las entidades denominadas reguladores han jugado un rol
crítico dentro del ambiente, influyendo en la implementación de reformas, ante la presencia
de la presión del gobierno, del sector privado, de los consumidores y otros grupos de
interés. El correcto rol del regulador y el respeto por el mismo, trae un beneficio social
como así lo demuestra la experiencia internacional y nacional, un regulador independiente
mejora el desempeño del sector regulado, disminuye el riesgo de los inversionistas y mejora
por lo tanto la situación del consumidor y con ello la economía y condición social del país,
fin principal de todo Estado.
Como grupo hemos visto que una problemática que se presento fue la crisis económica en
la que se encontraba el país a finales de los años ochenta, la epidemia de cólera ocurrida en
el año 1991 y el continuo crecimiento de las ciudades intermedias que fueron los factores
más resaltantes que explicaron y evidenciaron la mala calidad de los servicios de
saneamiento, a nivel nacional, a inicios de los años noventa. De acuerdo con información
del Programa Conjunto de Vigilancia de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se
tiene que, en el año 1990, el acceso a los servicios de agua potable en zonas urbanas era de
un 88 %, mientras que en las áreas rurales llegaba a un 45 %. Por su parte, el acceso a los
servicios de saneamiento resultaba aún más alarmante, pues la cobertura en áreas urbanas se
ubicaba en un 71 %, mientras que para las zonas rurales solo alcanzaba un 16 %, es así que
con el inicio del gobierno de Fujimori (a inicios de la década de los noventa), se
reestructuraron las instituciones públicas para que asumieran nuevos roles, con el propósito
de revertir la crisis económica y social por la que atravesaba el país a finales de los ochenta,
esta reforma tuvo como propósito dejar de lado las políticas proteccionistas y emprender un
conjunto de medidas orientadas a establecer el rol subsidiario del Estado, uno que
promueva y complemente la iniciativa privada con el propósito de mejorar el desempeño de
los mercados, mas no con miras de sustituir esa iniciativa, basándose específicamente al
sector de saneamiento, el motivo principal de la reforma emprendida estuvo dirigido a
mejorar la cobertura y la calidad de los servicios brindados a la población. En esa línea, la
estrategia iniciada por el Gobierno contempló: a separación de las funciones referidas a la
rectoría, regulación y supervisión de los servicios; la confirmación de la responsabilidad de
los Gobiernos locales en la prestación de los servicios; la definición de nuevos esquemas
tarifarios que permitan la sostenibilidad y viabilidad de las empresas prestadoras de
servicios de saneamiento; y el establecimiento de un marco regulatorio y organizacional
que fomente la Participación del Sector Privado (PSP). Mediante el Decreto Ley Nº 574,
Ley de Organización y Funciones del Ministerio de Vivienda y Construcción, de abril de
1990, se dispuso la transferencia de las filiales y las unidades operativas del Servicio
Nacional de Abastecimiento de Agua Potable y Alcantarillado (Senapa) a los Gobiernos
locales de nivel provincial y distrital.
La disposición no contempló la transferencia del Servicio de Agua Potable y Alcantarillado
de Lima (Sedapal), la cual se mantuvo como una empresa dependiente del Gobierno central.
Esta medida se llevó a cabo en medio de un proceso de descentralización a cargo de un
gobierno saliente, aspecto que ocasionó que la transferencia se realizara de forma apresurada,
con muy poca planificación y sin considerar las capacidades que requerían los Gobiernos
locales para asumir esta nueva responsabilidad. Como consecuencia, en un lapso menor a 6
meses ya se habían transferido 19 servicios (entre empresas y unidades operativas) a las
municipalidades 3 y se inició un proceso de traspaso más lento para las unidades operativas
del Senapa.
Tomando como referencia lo expuesto por el (Grupo Macroconsult, 1997), se debe señalar
que, con el propósito de reducir el riesgo de oposición política a la privatización y evitar la
posible resistencia de la población al traspaso de la empresa, el otorgamiento de la concesión
de Sedapal debió llevarse a cabo en 1994, y culminó su transferencia antes de las elecciones
generales programa - das para el primer semestre de 1995. Sin embargo, una vez concluido
el proceso electoral, el interés del Gobierno por realizar la privatización se fue diluyendo con
el paso de los meses, lo que disminuyó el interés de
Como parte del proceso de reforma del sector saneamiento, en diciembre de 1992, por el DL
Nº 25965, se creó la Sunass como un organismo descentralizado del Minpres, con autonomía
funcional, económica, técnica, financiera y administrativa; como el organismo regulador del
Estado con funciones normativas y fiscalizadoras, a fin de responder a la cobertura del vacío
en el sector, causado principalmente por la transferencia de los servicios de agua potable y
alcantarillado a las Municipalidades Provinciales y para facilitar, supuestamente, la
participación del sector privado. Además, se le asignó la finalidad de garantizar a las
personas usuarias la prestación de los servicios de saneamiento en las mejores condiciones
de calidad, contribuyendo así con la salud de la población y con la preservación del
ambiente.
En este proceso las entidades denominadas reguladores han jugado un rol crítico dentro del
ambiente, influyendo en la implementación de reformas, ante la presencia de la presión del
gobierno, del sector privado, de los consumidores y otros grupos de interés. El correcto rol
del regulador y el respeto por el mismo, trae un beneficio social como así lo demuestra la
experiencia internacional y nacional, un regulador independiente mejora el desempeño del
sector regulado, disminuye el riesgo de los inversionistas y mejora por lo tanto la situación
del consumidor y con ello la economía y condición social del país, fin principal de todo
Estado.
CONCLUSION
Este organismo regulador fue creado en 1992 por el Decreto Ley núm. 25965, en conjunto
con las grandes reformas al sector orientadas a descentralizar y comercializar la prestación
de servicios. A la Sunass se le otorgó la responsabilidad de supervisar las recién creadas
Empresas Prestadoras del Servicio de Saneamiento (EPS) que operaban en zonas urbanas y
estaban separadas de las municipalidades en términos legales y financieros.
En diciembre de 2016, una nueva Ley Marco de la Gestión y Prestación de los Servicios de
Saneamiento (en adelante Ley Marco 1280) amplió el papel de la Sunass y le asignó
diversas funciones adicionales. Previamente, el organismo regulador se encargaba de
fiscalizar los servicios de saneamiento en las ciudades de más de 15 000 habitantes, lo que
en la práctica implicaba fiscalizar a 50 EPS. La Ley Marco 1280 amplió el ámbito de
competencia de las funciones del regulador e incluyó la fiscalización de más de 25 000
prestadores de servicios en zonas rurales (conocidos como Juntas Administradoras de
Servicios de Saneamiento, JASS) y 450 operadores en ciudades pequeñas (con una
población de 2 000 a 15 000 habitantes), con el fin de garantizar la calidad del servicio y la
sostenibilidad financiera. Se trata de un gran número de operadores para supervisar en
comparación con otros países