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El reporte precisó que Venezuela tiene 52 cárceles, de las cuales 35 son para hombres,

una para mujeres y 16 son anexos femeninos. Pueden albergar a 20.438 personas, pero
la población carcelaria es hoy de 32.200 detenidos.

El informe indica que 35.000 personas permanecen en centros de detención policiales


de las 23 regiones y el Distrito Capital de la nación. En total, son 67.200 presos, de los
cuales 2.500 son mujeres, según el informe presentado ante la CIDH.

Penología
Origen del término
La idea de penología tiene su origen en penology, un vocablo de la lengua inglesa
acuñado por el jurista Francis Lieber en 1834, cuyo nombre de pila en Alemania era
Franz, también se dedicó a la filosofía, a la política y a la enseñanza. Cuando creó el
concepto de penología lo hizo entendiéndolo como una disciplina independiente y bien
definida, tal y como la conciben sus defensores al día de hoy.

Penología Enciclopedia jurídica


Es una ciencia auxiliar del Derecho penal que estudia los sistemas punitivos o de
castigo. La organización administrativa de los institutos públicos encargados de la
aplicación de las penas de privación de libertad da lugar, a su vez, a una rama jurídica
denominada Derecho penitenciario, en la que se combinan elementos del Derecho penal
con otros del Derecho administrativo. Las modernas tendencias despenalizadoras y el
auge de las medidas de seguridad como reacciones frente al delito, ponen a prueba
planteamientos clásicos de la Penología. En todo caso, es de esperar que dicha ciencia
alumbre nuevas soluciones que reencaucen los criterios de política jurídica hacia una
equilibrada valoración del delito y del delincuente.

Recta y etimológicamente, la ciencia de la pena; el estudio de las finalidades que debe


cumplir y de los medios de su aplicación más eficaz. No obstante, y siempre dentro del
campo penal, se le atribuyen a esta voz otros significados: a) neologismo por
criminología; b) parte de éste que estudia la penalidad como fenómeno social; e) teoría
y método para sancionar el delito.

Penología (diccionario prehispánico del español jurídico)


Ciencia penal que tiene por objeto la determinación, la sistematización, la aplicación y
la ejecución de las medidas cautelares penales y de las penas, las medidas de seguridad
y las consecuencias accesorias.

Definición de penología
La penología es una disciplina científica orientada a los sistemas de castigo que
establece el derecho penal. Se trata de una ciencia auxiliar que se encarga de examinar
cómo se establecen, sistematizan, aplican y ejecutan las penas y las medidas cautelares
penales.
Castigo y rehabilitación
En un sentido amplio, la penología estudia los mecanismos de castigo y de
rehabilitación de los delincuentes. Muchas veces la penología es asociada al derecho
penitenciario, aunque este se limita a la pena de encarcelamiento mientras que la
penología considera también la aplicación de las penas que llevan al convicto a cumplir
su sanción fuera de un establecimiento penitenciario.

La penología, en definitiva, examina las sanciones que se aplican a un reo,


entendiéndose esta punición como la limitación o la privación de un derecho. Por
extensión, la penología apunta a la prevención del delito y a la corrección de la conducta
que no se ajusta a lo legal.

Semilibertad
Este concepto es clave para diferenciar la concepción que la penología ha tenido a lo
largo de la historia, en particular el contraste entre el final del siglo XIX y la actualidad.
Otra forma de llamar la semilibertad es tercer grado, una clasificación del régimen
abierto que se aplica a aquellas personas que pueden cumplir su pena fuera de un centro
penitenciario. En pocas palabras, se acerca más a la libertad porque no debe estar preso,
pero no la alcanza completamente porque existen ciertas obligaciones inamovibles.

Para que la semilibertad sea exitosa es necesaria la colaboración de diferentes


instituciones y organismos que ayuden a la persona a la vez que se aseguren de que
cumpla con sus obligaciones. Entre los principios sobre los que se apoya este concepto
podemos señalar los siguientes:
* se reducen las medidas de control;
* se promueve el sentido de responsabilidad;
* la vida del individuo se normaliza socialmente, porque puede integrarse una vez más;
* colabora con la reestructuración del grupo familiar.

Fuera del diccionario


Es importante tener en cuenta que el término penología no forma parte del diccionario
de la Real Academia Española (RAE) y que su significado suele ser motivo de debate
entre los especialistas. Por eso sus alcances y sus limitaciones no son precisos y varían
de acuerdo a diferentes posturas.

Esta ausencia del diccionario no es arbitraria ni responde únicamente a cuestiones


lingüísticas, sino que está relacionada con la confusión antes mencionada entre este
concepto y el de derecho penitenciario, más precisamente con la ciencia penitenciaria.
Haber tomado prestado el término de la lengua inglesa no es un hecho raro en nuestro
idioma, el cual se compone de diversos ejemplos similares, algunos que han sido
adaptados a nuestros fonemas y otros que simplemente se escriben de la misma manera
pero se pronuncian «como cada uno pueda».
Autores: Julián Pérez Porto y Ana Gardey. Publicado: 2020. Actualizado: 2021.
Definición de: Definición de penología (https://definicion.de/penologia/)
¿Qué es la Penología?
La Penología es la ciencia que se ocupa del estudio de la pena, sus aplicaciones y sus
efectos. El fin del delito es la pena. Es una rama de las ciencias penales que estudia los
sistemas de castigo y redención de los criminales, así como de los métodos y
procedimientos legales destinados a prevenir el delito.

La Penología es el "Estudio de las sanciones englobando bajo esta palabra la privación o


limitación de derecho que el reo sufre, pero también la prevención y la corrección
buscadas.

Para algunos estudiosos como Francis Pierre y el Autor John Howard Wines la
Penología es la rama de la ciencia criminal que trata o debe tratar el castigo del
delincuente.

El Jurista español, experto en Penología y catedrático de derecho penal de las


universidades de Barcelona y Madrid, Eugenio Cuello Calón, define la penología como:
el estudio de diversos medios de lucha contra el delito, tanto de las penas como las
medidas de seguridad.

Para Cuello Calón es el conjunto de doctrinas e investigaciones relativas a todas las


penas y medidas y a su ejecución.

Contenido de la Penología
La Penología contiene  toda clase de penas y medidas de seguridad, así como los medios
de ejecución y aplicación de las mismas. Dentro de ella ocupa un sector muy importante
la ciencia penitenciaria, concebida como rama de la penología que se ocupa de la pena
de prisión, de sus métodos de ejecución y aplicación, y de toda la problemática que la
vida en prisión plantea. Los modernos medios de tratamiento en libertad trascienden de
lo puramente penitenciario, pero quedan dentro de los límites de la penología.

El Penitenciarismo constitucional en Venezuela. Una mirada holística desde los


derechos humanos… Víctor Alfonso Román Acosta

I. Introducción
II. Metodología
III. Antecedentes del Sistema Penitenciario en Venezuela
IV. El Penitenciarismo en la Constitución de 1999
V. Realidad Carcelaria Actual
VI. Conclusiones
VII. Recomendaciones

Resumen
El propósito de este artículo es develar los principios, fundamentos y alcances del
Sistema Penitenciario Venezolano, en el marco del Estado Democrático y Social de
Derecho y de Justicia, sustentado en la vida, la libertad, la justicia, la igualdad y la
preeminencia de los derechos humanos, como valores superiores. En ese sentido, el
texto constitucional lega un modelo penitenciario humanista e inclusivo, que desluce de
la realidad de la prisión venezolana actual. Esta producción se realizó en la matriz
epistémica interpretativa, como una investigación documental de tipo monográfico,
desarrollada a través de la matriz de análisis de contenido. Se utilizaron como técnicas
la observación documental, la lectura evaluativa, las técnicas del resumen, del
subrayado y de asociación, concluyendo en la necesidad de motorizar cambios desde la
participación de los diversos actores sociales, como única vía para alcanzar la
transformación penitenciaria, centrada en la dignidad del hombre.

I. Introducción
La sociedad venezolana epocal es un reflejo de lo que no debe ser: ausencia de eticidad
y moral; costumbrismo, aletargamiento y falta de apropiación de las herramientas
legales, políticas y sociales para la solución de sus problemas; insensibilidad humana y
desprecio por el otro; suficientes aristas para lograr una descomposición inimaginable a
principios de siglo. Dentro de esta centrífuga de elementos, subyace la realidad de un
grupo social vulnerable, los olvidados de siempre, marginados de ayer, invisibilizados
hoy: las personas privadas de libertad. Ahí nuestra ocupación. Se trata de los colectivos
que vive en contextos prisionales, con caracteres y valores comunes, así como metas,
sueños, aspiraciones y objetivos.

Como se ha dicho, las personas privadas de libertad son individuos, sujetos de derecho,
que transgredieron las leyes penales y en consecuencia, están sometidos a cumplir una
condena, en un espacio aislado denominado cárcel, establecimiento penitenciario u
organización penitenciaria. La persona privada de libertad sufre un cambio de hábitat,
del mundo social en libertad a una frontera a la que es limitada su libertad de
movimiento, donde poco puede decidir por sí mismo, mientras cumple su condena,
sometido a las normas del régimen penitenciario. En similar sentido, la privación de
libertad es una transición que padece la persona, en la búsqueda nuevamente de su
libertad, que comporta un proceso de transformación, conjugado con el ejercicio de sus
derechos como persona y el cumplimiento de actividades guiadas, en el marco del
nuevo paradigma de los derechos humanos.

Dicho de esta manera, las personas privadas de libertad son acreedoras de derechos,
pero también tienen obligaciones y deberes que cumplir, para transitar hacia la
integración social. Por lo tanto, la “rehabilitación” o “reeducación”, más que volver a
habilitar o desestructurar lo aprendido y estructurar nuevos saberes, es la construcción
de vivencias, prácticas y empoderamiento de valores a través del trabajo, la educación,
el deporte, la recreación, la cultura y la instrucción disciplinaria para la emancipación;
configurando principios nucleares que validan el paso a la reinserción social.
Por consiguiente, las organizaciones penitenciarias son entes para la transformación
individual y social de las personas privadas de libertad, proyectadas a la resocialización.
Más allá de las fronteras y barrotes, representan un cúmulo de aspiraciones, metas,
sueños y esperanzas de sus miembros. Dicho a través de otro ejemplo, al amparo del
paradigma de los derechos humanos, se desmitifica la concepción de la cárcel como un
espacio físico, depósito o almacén humano.

De este modo, el Penitenciarismo constitucional moderno es una nueva forma de ver y


pensar la cárcel, no como el instituto total de otrora, sino como una armonización de
elementos materiales y espirituales, en las que sus actores protagonizan el proceso
transformacional, redimiendo sus penas, como hombres nuevos. Esta investigación tiene
como propósito general analizar el sistema penitenciario venezolano a la luz del texto
constitucional venezolano desde la perspectiva de los derechos humanos, para lo cual se
plantea los siguientes propósitos específicos: 1) develar los antecedentes y fundamentos
del Penitenciarismo constitucional venezolano; 2) describir la realidad penitenciaria
actual; 3) interpretar el sistema penitenciario desde la esfera de los derechos humanos.

II. Metodología
Este artículo se desarrolló en el paradigma interpretativo (Leal, 2017: 127), que busca
interpretar y comprender al individuo para fijar su propio sentido. La naturaleza del
estudio es documental, de tipo monográfico. Como consecuencia de ello, se realizó una
recolección de datos en forma sistemática, ordenada, secuencial, acudiendo a fuentes
fidedignas sobre el Penitenciarismo constitucional venezolano, sus antecedentes,
fundamentos y realidad actual, a través de la observación documental, la lectura
evaluativa, las técnicas del resumen, del subrayado y de asociación, formando un
repositorio, acentuando en los aspectos críticos para extraer las aproximaciones teóricas
que consoliden el tejido neurálgico de la investigación, a través de la matriz de análisis
del contenido categorizado (Bardin, 2002: 32), complementado a través del método
analítico, lógico y crítico. La investigación es simétrica con el paradigma de los
derechos humanos como superación del paradigma etiológico o de la rehabilitación, a
pesar que el texto constitucional venezolano ubicó el término “rehabilitación” en la
norma matriz (artículo 272) 7.

III. Antecedentes del Sistema Penitenciario en Venezuela


La atrocidad y crueldad en contra de las personas privadas de libertad ha sido un signo
característico del sistema penitenciario venezolano desde sus orígenes, a pesar de que en
el devenir de la historia las leyes regulatorias de la materia se inclinen hacia el impulso
de actividades que desvanezcan el ocio, los tratos crueles o humillantes, las violaciones
y muertes. Es así que, en la época colonial, se aplicaron sanciones aflictivas distando
abismalmente a cualquier alternativa educativa para los prisioneros. La sanción corporal
ascendía a diez años como pena máxima y también se aplicó la pena de muerte, los
azotes, las torturas y la mutilación (Gómez Grillo, 2000: 173).
La primera Ley de Régimen Penitenciario se aprueba en Venezuela en 1915 y
posteriormente se decretan otros instrumentos legales semejantes en 1916, 1926, 1937 y
1961, reformada en 1981 (Gómez Grillo, 2000). Al final de la dictadura Gomecista, en
1936, empieza una nueva era para nuestro país y también para el Penitenciarismo,
enmarcado en la contemporaneidad y los idearios de Tulio Chiossone, patentados en la
obra “Organización Penitenciaria Venezolana” (1936), a quien se le considera por sus
aportes fecundos como Padre del Penitenciarismo en Venezuela. La Ley de Régimen
Penitenciario de 1961 se redactó inspirada en las Reglas Mínimas de las Naciones
Unidas para el Tratamiento de los Reclusos, destacando entre sus logros “el sistema
progresivo -concesión de beneficios al recluso de acuerdo a su conducta-” (Gómez
Grillo, 2000: 176). Empero, el auge delictivo nacional incrementó el número de la
población penal, desbordando los centros penitenciarios de la época, aunado al retraso
procesal de los Tribunales Penales, hecho aún vigente, lo que convirtió a las cárceles
venezolanas y con ello, a su sistema, en depósitos de hombres.

Posterior a ello, en 1981 al reformar la Ley del Régimen Penitenciario, se le adecua a


los mandamientos de la moderna penología (Morais, 1992: 104), alcanzando logros
significativos, como bien describe Gómez Grillo (2000: 178):

Además, en el aspecto penológico general, fue el gobierno que hizo realidad el logro
progresista quizás más importante de toda nuestra historia sancionatoria, como lo es la
puesta en vigencia de la Ley de Sometimiento a Juicio y Suspensión Condicional de la
Pena, sancionada el 1º de abril de 1980, con la que Venezuela se coloca a la vanguardia
de la modernidad legislativa penal del mundo hispanoparlante, ya que se trata del
establecimiento del régimen probatorio. Se aprobó, además, la Ley de Registro de
Antecedentes Penales, dirigida hacia una finalidad loable de buena política criminal. Se
pusieron en funcionamiento las primeras cárceles abiertas o Centros de Tratamiento
Comunitario que conoció el país y se reformó la Ley de Régimen Penitenciario, con
algunas mejoras en cuanto a la regulación de determinados beneficios. Ese gobierno
instituyó, además, los muy exitosos Festivales de Teatro Penitenciario y aprobó la Ley
Tutelar del Menor.

En 1990 es creado mediante Decreto Presidencial Nº 1.313 el Instituto Universitario


Nacional de Estudios Penitenciarios (IUNEP), el cual se inauguró el 3 de febrero de
1992 (Gómez Grillo, 2009: 48), con la finalidad de profesionalizar al personal
penitenciario mediante la formación de Técnicos Superiores Universitarios en
Penitenciarismo, con especialidad en cuatro menciones; a saber: Administración
Penitenciaria, Educación Penitenciaria, Gerencia Penitenciaria y Seguridad
Penitenciaria.

En esta orbita, una profundización penitenciaria centrada en el paradigma de los


derechos humanos inicia en 1999, con la entrada en vigencia del Código Orgánico
Procesal Penal, que enarbola los principios de la presunción de inocencia (artículo 8),
afirmación de la libertad (artículo 9) y respeto a la dignidad humana (artículo 10) así
como la obligación de los jueces de ejecución de visitar los establecimientos
penitenciarios (artículo 471)8.

En el año 2000, se dicta una nueva la Ley del Régimen Penitenciario que, según Áñez
(2015: 23) “ratifica en su artículo 2, el mandato constitucional que afirma como objetivo
fundamental de la pena, la reinserción social del penado, en estricto respeto a todos los
derechos inherentes a la persona humana”. Luego, en el año 2011 se crea el Ministerio
del Poder Popular para el Servicio Penitenciario (conforme a la Gaceta Oficial Nº
39.721, con fecha 26 de julio de 2011, vía decreto N° 8.266). Posteriormente, en el año
2013, es aprobado el Código Orgánico Penitenciario, publicado en Gaceta Oficial en
2015, como norma regulatoria y compilatoria de toda la materia penitenciaria, vigente,
hasta el momento.

IV. El Penitenciarismo en la Constitución de 1999


La Constitución (primera en entrar al tema penitenciario)9 concibió un modelo
humanista y social posible, no utópico, entendiendo los fines sociales de la pena y la
igualdad de derechos de las personas privadas10. Desde la aprobación del texto
constitucional, Venezuela como Estado Social de Derecho y de Justicia11, asume un
carácter humanista del sistema penitenciario, como se observa en el artículo 272 que
consagra:

El Estado garantizará un sistema penitenciario que asegure la rehabilitación del interno


o interna y el respeto a sus derechos humanos. Para ello, los establecimientos
penitenciarios contarán con espacios para el trabajo, el estudio, el deporte y la
recreación, funcionarán bajo la dirección de penitenciaristas profesionales con
credenciales académicas universitarias, y se regirán por una administración
descentralizada, a cargo de los gobiernos estadales o municipales, pudiendo ser
sometidos a modalidades de privatización. En general, deberá preferirse en ellos el
régimen abierto y el carácter de colonias agrícolas penitenciarias. En todo caso las
fórmulas de cumplimiento de penas no privativas de la libertad se aplicarán con
preferencia a las medidas de naturaleza reclusoria. El Estado creará las instituciones
indispensables para la asistencia postpenitenciaria que posibilite la reinserción social del
ex interno o ex interna y propiciará la creación de un ente penitenciario con carácter
autónomo y con personal exclusivamente técnico.

Derivado de esta norma rectora, Gómez Grillo (2001: 99) visiona siete principios
esenciales 12 para la acción en el campo penitenciario. Dichos pilares serán descritos
aquí en nueve aspectos teóricos: primero) “Institucionalización de las Personas
sometidas al Sistema Penitenciario”, que se sustenta en dos bastiones: a) la
rehabilitación del interno o interna y b) el respeto a sus derechos humanos, en búsqueda
de la reinserción social, que depende de las siguientes condiciones previas (intra-
muros):
 La adherencia institucional del individuo a la organización penitenciaria.
 la no asimilación de las normas de la subcultura delincuencial.
 Apoyo socio familiar constante durante la privación de libertad.
 Promoción de la educación como eje impulsor de la libertad pensamiento y
expresión.
 Facilitar los medios laborales, deportivos, artísticos y recreativos.
 Participación en actividades comunitarias.
 Fortalecimiento de la libertad de religión y de cultos.
 Prohibición del uso de drogas y alcohol.
 Disminución de la violencia mediante el uso de los mecanismos alternativos para
 la resolución de conflictos.
 Tolerancia al resto de las personas con las que convive forzadamente.

De igual forma, el respeto a los derechos humanos consiste en la posibilidad de las


personas privadas de libertad de exigir condiciones mínimas para su proceso de
transición, adecuando el servicio penitenciario a las normas internacionales,
constitucionales y legales centradas en la dignidad del hombre, tal como prescribe la
Regla 1 de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos o Reglas Mandela
(2015) que contiene: “Todos los reclusos serán tratados con el respeto que merecen su
dignidad y valor intrínsecos en cuanto seres humanos”. Sobre esta base, Román (2020a:
66) 13 ha expresado que:

El Ministerio del Poder Popular para los Servicios Penitenciarios, las autoridades
penitenciarias locales, funcionarios de custodia, familiares, amigos, consejos
comunales, deben promover el respeto de los derechos humanos. De hecho, son pocos
los compromisos de la sociedad con las personas privadas de libertad; regularmente son
etiquetados al salir de la cárcel, se le cercenan oportunidades laborales y de estudio.
Para evitar esto, hay que empoderar a todas los privados de libertad de estrategias
comunicacionales sobre sus derechos y obligaciones.

El segundo sustento secuencial es “La Organización Penitenciaria como Entidad


Funcional”, ceñido a la norma que define: “…los establecimientos penitenciarios
contarán con espacios para el trabajo, el estudio, el deporte y la recreación”, por lo
tanto, la cárcel ya no es un conglomerado humano sin normas, sino un ente promotor
del desarrollo de las personas a través de las actividades redentoras.

Luego, el tercer sustento es “Gerencia y Asistencia Penitenciaria Profesional -


Multidisciplinar”, que responde al principio de la profesionalización (Gómez Grillo, ob.
cit.) el cual compele a la dirección de las organizaciones en manos de “(…)
penitenciaristas profesionales con credenciales académicas universitarias”;
despolitizando el manejo de los centros de reclusión y fomentando la labor de
verdaderos penitenciaristas14.

El cuarto aspecto es la “Forma de Organización Administrativa Penitenciaria”, bajo la


galera de los principios de la descentralización y privatización, por lo que las
competencias del servicio penitenciario deben ser transferidas a los estados y
municipios. Un quinto sustento teórico-normativo se extrapola como “Modalidades de
Funcionamiento de las Organizaciones Penitenciarias”, bajo la preferencia del “(…)
régimen abierto y el carácter de colonias agrícolas penitenciarias”.

El sexto engranaje corresponde con “El Uso de la Privación de Libertad en casos


estrictamente necesarios”, lo que concuerda con el principio universal de la presunción
de inocencia. Correlacionado a ello, el séptimo eslabón es la “Asistencia
Postpenitenciaria” para garantizar la resocialización, lo que implica:

 Voluntad irrestricta e inequívoca de no volver a delinquir, no reincidir.


 El apoyo de la familia (moral, económico).
 La interacción con nuevos círculos de amigos.
 El apoyo de la sociedad.
 El cumplimiento del sistema jurídico vigente.
 El acompañamiento del Estado a través de políticas públicas que favorezcan la
ocupación, renta o adquisición de viviendas, igualdad en el mercado laboral
mediante la proscripción del uso del antecedente penal como forma de
discriminación social y jurídica, tal como estipula el artículo 166 del Código
Orgánico Penitenciario15.
 Políticas empresariales de segunda oportunidad.
 La confidencialidad del Registro de Antecedentes Penales de las personas
condenadas por un delito por parte de los organismos autorizados por el Estado
(conforme al artículo 28 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela).16
 La corresponsabilidad Estado- Familia- Universidad- Empresa- Sociedad-
Egresado para rehacer su vida en la armonía social.

Como otro aspecto teórico podemos destacar la creación de las UTSO Unidades
Técnicas de Supervisión y Orientación17, como ente penitenciario con carácter
autónomo y con personal exclusivamente técnico, el cual tendrá como misión el
seguimiento y acompañamiento de los sujetos penitenciarios. Respecto al
funcionamiento de este ente, Payares y Boueri (2011) han asegurado que:

(…) las dificultades en el funcionamiento actual de la institución están más asociadas a


la poca claridad en los objetivos que se persiguen y en los medios para lograrlo, que en
los problemas técnico-operativos señalados por el personal durante las entrevistas.
Un noveno aspecto a considerar es: “La Interrelación Cárcel-Comunidad- Cárcel”,
rompiendo las fronteras entre la prisión y la sociedad, como prevé el artículo 184
ordinal séptimo de la Constitución que contempla:

La ley creará mecanismos abiertos y flexibles para que los Estados y los Municipios
descentralicen y transfieran a las comunidades y grupos vecinales organizados los
servicios que éstos gestionen previa demostración de su capacidad para prestarlos,
promoviendo: 7. La participación de las comunidades en actividades de acercamiento a
los establecimientos penales y de vinculación de éstos con la población.

La participación de las comunidades en las cárceles es una gestión avanzada en el


Penitenciarismo mundial. Al respecto, Gómez Grillo (2000, p. 188) enuncia que:

Esto quiere decir que la población libre entrará a las cárceles para participar con la
población reclusa en actividades comunitarias -folklóricas, culturales, pedagógicas,
artísticas, deportivas, laborales-, y la población reclusa saldrá a la calle para unirse a la
población libre participando en manifestaciones de su vida colectiva. Esto es lo que se
está haciendo desde hace mucho tiempo, en los países de mejor Penitenciarismo del
mundo: la desaparición de las fronteras entre la cárcel y la comunidad. La cárcel
incorporada a la comunidad y la comunidad incorporada a la cárcel.
A continuación, se presenta el Mapa Conceptual Número. 1“Sustentos Teóricos del
Penitenciarismo Constitucional Venezolano”.18

V. Realidad Carcelaria Actual


El Estado Venezolano se encuentra en mora en la prestación de un servicio
penitenciario eficiente, eficaz y efectivo, vulnerando los postulados constitucionales
vigentes. En refuerzo de ello, Morais (2009: 2) enuncia que:

No cabe duda de que el marco jurídico venezolano, pese a algunas deficiencias,


incoherencias e inconsistencias, tanto en la norma constitucional como en las legales, es
suficiente para propiciar la garantía de los derechos humanos de los reclusos. Pero una
cosa es el reconocimiento formal de unos postulados garantizadores de derechos
humanos y otra muy distinta es la verificación efectiva de los mismos en el interior de
las instituciones penales. La historia y la realidad de las prisiones ponen de manifiesto
que es precisamente allí donde se vulneran todos y cada uno de los derechos de los
reclusos.

En una mirada a las realidades de las prisiones venezolanas, en primer orden, “la
rehabilitación del interno o interna”, no es medible ni verificable en Venezuela, ya que
no se efectúan estudios que validen el proceso “rehabilitador”. El Ministerio del Poder
Popular para el Servicio Penitenciario ha centrado sus esfuerzos en deshacinar, lo cual
no ha sido logrado, ante la desbordante criminalidad y la inoperatividad de los
tribunales de justicia, caracterizado por excesivos volúmenes de causas y retardo
procesal injustificado.

En segunda instancia, en el espectro de los derechos humanos, los comentarios huelgan


por sí solos, configurando una violación sistemática durante los últimos 50 años
(Morais, ob. cit.: 2). Las múltiples vulneraciones a los derechos fundamentales han sido
denunciadas por las diferentes organizaciones no gubernamentales, como el Programa
Venezolano de Educación-Acción19 y el Observatorio Venezolano de Prisiones20,
frente a los inconmensurables esfuerzos del Ministerio por mantener la paz en las
organizaciones penitenciarias. Entre las transgresiones a los derechos humanos
destacan: a) hacinamiento21; b) densidad poblacional crítica22; c) ausencia de
clasificación de las personas privadas de libertad23; d) poquedad de funcionarios de
seguridad y custodia para garantizar la tranquilidad de los centros de reclusión24; e)
infraestructura deplorable25; f) ofertas laborales escasas sin contribución a la acervo
económico del trabajador; g) ofertas educativas exiguas; h) ausencia de condiciones
para mantener una vida sexual digna; i) falta de material deportivo para la realización de
actividades de esta índole; j) tratos crueles, inhumanos y degradantes en las
instituciones penitenciarias26; k) escasez hídrica; l) falta de alimentación balanceada;
m) maltrato por parte de las autoridades penitenciarias tanto a los privados de libertad
como a los visitantes; n) coexistencia de centros penitenciarios bajo el liderazgo de
reclusos denominados PRANES, lo que se traduce como una forma de violencia
ejercida por los internos entre sí mismos27; o) aislamiento de personas privadas de
libertad como formas de reflexión y castigo; p) inaccesibilidad de las comunidades para
la interrelación con las personas privadas de libertad en vulneración de lo preceptuado
en el texto constitucional; q) ausencia de equipos multidisciplinarios para el tratamiento
de los internos; r) falta de personal médico, enfermeros, y recursos de salud; s)
existencia de presos por razones políticas y mezclados con la población común, entre
otros muchos aspectos28.

A continuación, se presentan tres gráficos en los que se muestra el hacinamiento de la


población penal total en Venezuela, por condición de procesados o penados y por sexo.
(Gráfico 1, 2, 3)

Como agregado, hay que desnudar la labor de los Jueces de Ejecución, quienes tienen
encomendado vigilar el cumplimiento de las penas, además de inspeccionar los
establecimientos de reclusión, de acuerdo al artículo 471 del Código Orgánico Procesal
Penal, lo cual no se materializa en la práctica, al igual que la exigua participación de los
Fiscales del Ministerio Público en fase de ejecución de sentencias, en resguardo de los
derechos humanos de las cárceles según los artículos 16 y 39 de la Ley Orgánica del
Ministerio Público29.

En tercer escalón, las actividades diarias redentoras de las penas no se cumplen a


cabalidad, dado el alto número de privados de libertad que hace imposible su manejo en
los recintos, optando los directores por mayor encierro y menos trabajo o estudio.
Agregado a ello, las opciones laborales en las prisiones venezolanas no generan un
aporte económico real para el trabajador, lo que no contribuye a la inserción social, a
pesar del regimiento del Instituto Autónomo Caja de Trabajo Penitenciario, una
institución que no ha logrado emplear ni en sus mejores momentos a más del 13% de
los privados de libertad.

En el contorno educativo, el mayor problema que existe actualmente está directamente


ligado a los actores: por un lado, la deserción de los profesores y facilitadores por los
sueldos vigentes, y por el otro lado, la escasa matriculación de los privados de libertad.
En esta visión, Román (2020b: 133) estipula como límites para la inserción educativa en
contextos de encierro los siguientes aspectos:
… la convivencia forzada, fractura familiar, restricciones afectivas, carencia
alimentaria, deficiencia de los servicios médicos y odontológicos, inaccesibilidad a
servicios de internet, escasez de libros en la biblioteca, la incertidumbre diaria y
prisionización, riñas, motines, las pautas de la subcultura delincuente, agresividad,
violencia interna y baja autoestima.

Por otra parte, las personas privadas de libertad se esfuerzan por tomar las medidas de
higiene que les permitan salir en libertad sanos, frente al cúmulo de enfermedades que
se han acrecentado en los últimos años en las organizaciones penitenciarias,
especialmente, la tuberculosis. Ahora bien, una deuda grande del Estado Venezolano es
“la no descentralización” de las prisiones, lo cual sería una salida a tantos problemas
que aquejan las prisiones. Por un extremo, para que los estados y municipios asuman
responsabilidades naturales, además que, habiendo 24 gobernaciones y 333 alcaldías,
difícilmente todas puedan hacerlo mal.

VI. Conclusiones
Acobijados en el paradigma constitucional de los Derechos Humanos y en los valores
del Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia apostamos por la
humanización de las organizaciones penitenciarias y el resguardo de los derechos de las
personas privadas de libertad, con ánimo de procrear una íntegra conciencia social y
subsecuente reinserción.

Desde el bucle educativo, frente a la “Universidad del Crimen”, como se ha marginado


a las cárceles por su realidad; también existe la “Universidad de la Estigmatización”,
conformada por los integrantes de la sociedad que ejercen la violencia simbólica y la
educan, de generación en generación, con eufemismos cada vez más elaborados, para
segregar e invisibilizar a sus pares.

Por supuesto, que todo ello deviene de la ineludible obligación de toda persona post
penitenciaria de no reincidir y vivir bajo las máximas del respeto como columna
vertebral de las relaciones interpersonales. Por ello, los sistemas penitenciarios de
avanzada creen y apuestan por las segundas oportunidades, y nosotros debemos
comenzar a navegar esas aguas, para garantizar el Sistema Nacional de Protección de
los Derechos Humanos que enarbola la Constitución. En definitiva:

PRIMERO: El servicio penitenciario venezolano ha estado signado a lo largo de su


historia por los mismos problemas: edificaciones ruinosas, hacinamiento, carencia de
recursos, ocio, drogas, violencia institucional e intracarcelaria, carencia de
oportunidades laborales, en fin, vulneración a los derechos fundamentales.

SEGUNDO: Los instrumentos internacionales, constitucionales y legales prescriben un


acervo normativo desde el paradigma de los derechos humanos que debe motorizar una
profunda reflexión sobre la realidad penitenciaria y generar políticas sociales y
humanistas que realmente transformen el sistema.

TERCERO: A pie y renglón de lo anterior, la educación es el principio nuclear para la


resocialización, como derecho humano de todo individuo, creadora de nueva
conciencia, conjugando la educación formal con la educación en valores, más allá de los
contenidos curriculares.

CUARTO: El Penitenciarismo Constitucional ha quedado en letra muerta, toda vez que


las políticas ministeriales han sido insuficientes para cumplir con el mandato de la lex
superior, debido a problemas presupuestarios, manejo de un porcentaje de prisiones por
parte de PRANES, hacinamiento desbordado, mayores índices de criminalidad y retardo
procesal injustificado.

QUINTO: El objeto de las organizaciones penitenciarias debe ser egresar una persona
con nueva conciencia, transformada y emancipada a través de la educación y el trabajo,
con competencias generales y específicas para un área determinada en el mercado
laboral, en donde se le brinden nuevas oportunidades, contribuyendo al desarrollo
productivo del país, abandonando la reincidencia.
Este es el penitenciarismo constitucional de esta centuria: rehabilitación y reinserción de
la mano de la educación. Esto no se ha cumplido. Pese a ello, creemos que solo el
trabajo mancomunado de los actores sociales (Estado, Empresas, Universidad, Iglesia,
Sociedad Civil, Medios de Comunicación, Familia y Privados de Libertad) podría
provocar un verdadero cambio.

VII. Recomendaciones
Algunas recomendaciones han quedado al final de este trayecto, sea para quienes les
competa la gestión pública penitenciaria, para los docentes, para otros investigadores o
la sociedad en general.

PRIMERO: es posible que las Universidades que funcionen en las penitenciarías


realicen programas conjuntos con el Ministerio respectivo para generar espacios de
divulgación de los productos intelectuales en las cárceles y a la inversa, así como la
visita de los estudiantes privados de libertad a las Bibliotecas Universitarias donde ellos
estén matriculados, incidiendo positivamente en su proceso de aprendizaje e interacción
social.

SEGUNDO: fortalecer los programas nacionales de formación de los funcionarios


penitenciarios en la educación en y para los derechos humanos.

TERCERO: descentralizar los centros de reclusión.

CUARTO: crear mesas de trabajo con todos los actores sociales para articular las
políticas de segunda oportunidad de las personas post penitenciarias.
QUINTO: educar desde la infancia a todas las personas para precaver el uso de
estereotipos cargados de resentimiento en contra de las personas privadas de libertad,
pulverizando la pena de banquillo con tanto importe para el país.

http://www.derechoglobal.cucsh.udg.mx/index.php/DG/article/view/401/534#toc

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