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Hasta de 1840 no podemos hablar de una poesía enteramente romántica en España. Para
ver la evolución del género, lo haremos de mano de José de Espronceda, ya que la
trayectoria de su obra es un fiel reflejo de las etapas que se sucedieron en la lírica
española del siglo XIX.
Inicia entonces la moda del Romanticismo histórico, sobre todo volviendo la vista a la
Edad Media, reflejo de la añoranza por los principios heroicos así como una defensa
reaccionaria de las tradiciones.
Otra tendencia del Romanticismo español, será la exaltación de las figuras marginadas
y comportamientos antisociales. Elementos, pura individual, que se salen de la sociedad
e impone sus propias reglas desde su suprema libertad. Es el caso del celebérrimo
pirata de Espronceda que declara:
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que ni enemigo navío, cuanto abarca el mar bravío
sea cualquiera,
cien naciones
es de ver
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En las presas Por perdida
yo divido ya la di
por riqueza
el estrépito y temblor
y del viento,
Y si caigo, al rebramar,
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sosegado, que es mi Dios la libertad;
Su libro Rimas, que compendia su obra poética y fue publicado póstumamente, supone
el inicio de la lírica moderna española. El mismo resume su credo literario en una de sus
cartas donde afirma:
Hay otra natural, breve, seca, que brota del alma como una chispa
eléctrica, que hiere el sentimiento con una palabra y huye, y desnuda de
artificio, desembarazada dentro de una forma libre, despierta, con una
que las toca, las mil ideas que duermen en el océano sin fondo de la
fantasía.
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sensaciones al margen de la lógica. Hay una revelación íntima que luego el poeta tiene
que pasar al lenguaje escrito, el cual siempre se muestra insuficiente. En esta poética
predominarán la mujer y el amor, elementos que se relacionan con la belleza y la
intuición.
El poeta, tantas veces marcado por la melancolía, interpreta el mundo según su propio
sentimiento, es éste el prisma a través del cual ve cuanto le rodea. Así, veremos, la
naturaleza también participa y dialoga con ese íntimo sentimiento del poeta.
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LIII
jugando llamarán;
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las palabras ardientes a sonar;
¡así no te querrán!
IV
habrá poesía.
palpiten encendidas,
perfumes y armonías,
no sepa a dó camina,
¡habrá poesía!
a nublar la pupila;
batallando prosigan,
¡habrá poesía!
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mientras sentirse puedan en un beso
¡habrá poesía!