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SIGLO XIX, POESÍA ROMÁNTICA

Hasta de 1840 no podemos hablar de una poesía enteramente romántica en España. Para
ver la evolución del género, lo haremos de mano de José de Espronceda, ya que la
trayectoria de su obra es un fiel reflejo de las etapas que se sucedieron en la lírica
española del siglo XIX.

Espronceda se inició con un claro influjo de la poesía neoclásica que predominaba


entonces. No sería hasta más adelante, tras una estancia en Portugal, Inglaterra y
Francia, y habiendo aprendido los principios románticos de poetas extranjeros como
Byron, cuando vuelve a España y configura una obra que, ahora sí, podemos denominar
como puramente romántica.

Inicia entonces la moda del Romanticismo histórico, sobre todo volviendo la vista a la
Edad Media, reflejo de la añoranza por los principios heroicos así como una defensa
reaccionaria de las tradiciones.

Otra tendencia del Romanticismo español, será la exaltación de las figuras marginadas
y comportamientos antisociales. Elementos, pura individual, que se salen de la sociedad
e impone sus propias reglas desde su suprema libertad. Es el caso del celebérrimo
pirata de Espronceda que declara:

Con diez cañones por banda, en la lona gime el viento

viento en popa a toda vela, y alza en blando movimiento

no corta el mar, sino vuela, olas de plata y azul;

un velero bergantín; y ve el capitán pirata,

bajel pirata que llaman cantando alegre en la popa,

por su bravura el Temido Asia a un lado, al otro Europa,

en todo el mar conocido Y allá a su frente Estambul:

del uno al otro confín.

-Navega, velero mío,

La luna en el mar riela, sin temor

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que ni enemigo navío, cuanto abarca el mar bravío

ni tormenta, ni bonanza a quien nadie impuso leyes.

tu rumbo a torcer alcanza,

ni a sujetar tu valor. Y no hay playa

sea cualquiera,

Veinte presas ni bandera

hemos hecho de esplendor,

a despecho que no sienta

del inglés mi derecho

y han rendido y dé pecho

sus pendones a mi valor.

cien naciones

a mis pies. Que es mi barco mi tesoro,

que es mi Dios la libertad;

Que es mi barco mi tesoro, mi ley, la fuerza y el viento;

que es mi Dios la libertad; mi única patria, la mar.

mi ley, la fuerza y el viento;

mi única patria, la mar. A la voz de ¡barco viene!,

es de ver

Allá muevan feroz guerra cómo vira y se previene

ciegos reyes a todo trapo a escapar:

por un palmo más de tierra, que yo soy el rey del mar

que yo tengo aquí por mío y mi furia es de temer.

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En las presas Por perdida

yo divido ya la di

lo cogido cuando el yugo

por igual: del esclavo

sólo quiero como un bravo sacudí.

por riqueza

la belleza Que es mi barco mi tesoro,

sin rival. que es mi Dios la libertad;

mi ley, la fuerza y el viento;

Que es mi barco mi tesoro, mi única patria, la mar.

que es mi Dios la libertad;

mi ley, la fuerza y el viento; Son mi música mejor

mi única patria, la mar. aquilones,

el estrépito y temblor

¡Sentenciado estoy a muerte! de los cables sacudidos

Yo me río: del negro mar los bramidos

no me abandone la suerte, y el rugir de mis cañones.

y al mismo que me condena

colgaré de alguna antena Y del trueno

quizá en su propio navío. al son violento,

y del viento,

Y si caigo, al rebramar,

¿qué es la vida? yo me duermo

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sosegado, que es mi Dios la libertad;

arrullado mi ley, la fuerza y el viento;

por el mar. mi única patria, la mar.

Que es mi barco mi tesoro,

- GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

Junto a la corriente anterior, también se da un tipo de poesía de corte más intimista, de


un lirismo más desnudo, sentimental y sincero. Aquí destacará Gustavo Adolfo
Bécquer (Sevilla, 1836- Madrid, 1870), uno de los más importantes poetas españoles de
todos los tiempos.

Su libro Rimas, que compendia su obra poética y fue publicado póstumamente, supone
el inicio de la lírica moderna española. El mismo resume su credo literario en una de sus
cartas donde afirma:

Hay una poesía magnífica y sonora; una poesía hija de la meditación y el


arte, que se engalana con todas las pompas de la lengua, que se mueve
con una cadenciosa majestad, habla a la imaginación, completa sus
cuadros y la conduce a su antojo por un sendero desconocido,
seduciéndola con su armonía y su hermosura.

Hay otra natural, breve, seca, que brota del alma como una chispa
eléctrica, que hiere el sentimiento con una palabra y huye, y desnuda de
artificio, desembarazada dentro de una forma libre, despierta, con una
que las toca, las mil ideas que duermen en el océano sin fondo de la
fantasía.

La que él defiende y desarrollará es lógicamente la segunda. Surge de un proceso


creador semejante a una visión y se relaciona con el mundo de las emociones y

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sensaciones al margen de la lógica. Hay una revelación íntima que luego el poeta tiene
que pasar al lenguaje escrito, el cual siempre se muestra insuficiente. En esta poética
predominarán la mujer y el amor, elementos que se relacionan con la belleza y la
intuición.

El poeta, tantas veces marcado por la melancolía, interpreta el mundo según su propio
sentimiento, es éste el prisma a través del cual ve cuanto le rodea. Así, veremos, la
naturaleza también participa y dialoga con ese íntimo sentimiento del poeta.

Yo sé un himno gigante y extraño

que anuncia en la noche del alma una aurora,

y estas páginas son de este himno

cadencias que el aire dilata en la sombras.

Yo quisiera escribirlo, del hombre

domando el rebelde, mezquino idioma,

con palabras que fuesen a un tiempo

suspiros y risas, colores y notas.

Pero en vano es luchar; que no hay cifra

capaz de encerrarle, y apenas ¡oh hermosa!

si teniendo en mis manos las tuyas

pudiera, al oído, cantártelo a solas.

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LIII

Volverán las oscuras golondrinas

en tu balcón sus nidos a colgar,

y otra vez con el ala a sus cristales,

jugando llamarán;

pero aquellas que el vuelo refrenaban

tu hermosura y mi dicha al contemplar;

aquellas que aprendieron nuestros nombres,

esas... ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas

de tu jardín las tapias a escalar,

y otra vez a la tarde, aun mas hermosas,

sus flores abrirán;

pero aquellas cuajadas de rocío,

cuyas gotas mirábamos temblar

y caer, como lágrimas del día...

esas... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos

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las palabras ardientes a sonar;

tu corazón, de su profundo sueño

tal vez despertará;

pero mudo y absorto y de rodillas

como se adora a Dios ante su altar,

como yo te he querido... desengáñate,

¡así no te querrán!

IV

No digáis que, agotado su tesoro,

de asuntos falta, enmudeció la lira;

podrá no haber poetas; pero siempre

habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso

palpiten encendidas,

mientras el sol las desgarradas nubes

de fuego y oro vista,

mientras el aire en su regazo lleve

perfumes y armonías,

mientras haya en el mundo primavera,


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¡habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance

las fuentes de la vida,

y en el mar o en el cielo haya un abismo

que al cálculo resista,

mientras la humanidad siempre avanzando

no sepa a dó camina,

mientras haya un misterio para el hombre,

¡habrá poesía!

Mientras se sienta que se ríe el alma,

sin que los labios rían;

mientras se llore, sin que el llanto acuda

a nublar la pupila;

mientras el corazón y la cabeza

batallando prosigan,

mientras haya esperanzas y recuerdos,

¡habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen

los ojos que los miran,

mientras responda el labio suspirando

al labio que suspira,

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mientras sentirse puedan en un beso

dos almas confundidas,

mientras exista una mujer hermosa,

¡habrá poesía!

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