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JOSÉ DE ESPRONCEDA (1808 – 1842)

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CANCIÓN DEL PIRATA »Allá muevan feroz guerra


Ciegos Reyes
Con diez cañones por banda,
Por un palmo más de tierra,
Viento en popa, a toda vela,
Que yo aquí tengo por mío
No corta el mar, sino vuela
Cuanto abarca el mar bravío,
Un velero bergantín:
A quien nadie impuso leyes.
Bajel pirata que llaman
Por su bravura el Temido, »Y no hay playa,
En todo el mar conocido Sea cualquiera,
Del uno al otro confín. Ni bandera
De esplendor,
La luna en el mar rïela,
Que no sienta
En la lona gime el viento,
Mi derecho
Y alza en blando movimiento
Y dé pecho
Olas de plata y azul;
A mi valor.
Y ve el capitán pirata,
Cantando alegre en la popa, »Que es mi barco mi tesoro,
Asia a un lado, a otro Europa, Que es mi Dios la libertad,
Y allá a su frente Estambul. Mi ley, la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.
«Navega, velero mío,
Sin temor, »A la voz de '¡barco viene!'
Que ni enemigo navío, Es de ver
Ni tormenta, ni bonanza Cómo vira y se previene
Tu rumbo a torcer alcanza, A todo trapo a escapar:
Ni a sujetar tu valor. Que yo soy el rey del mar,
Y mi furia es de temer.
»Veinte presas
Hemos hecho »En las presas
A despecho Yo divido
Del inglés, Lo cogido
Y han rendido Por igual.
Sus pendones Sólo quiero
Cien naciones Por riqueza
A mis pies. La belleza
Sin rival.
»Que es mi barco mi tesoro,
Que es mi Dios la libertad, »Que es mi barco mi tesoro,
Mi ley, la fuerza y el viento, Que es mi Dios la libertad,
Mi única patria la mar. Mi ley, la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.
»¡Sentenciado estoy a muerte! A LA MUERTE DE TORRIJOS Y SUS
Yo me río; COMPAÑEROS
No me abandone la suerte, Helos allí: junto a la mar bravía
Y al mismo que me condena Cadáveres están ¡ay! los que fueron
Colgaré de alguna entena Honra del libre, y con su muerte dieron
Quizá en su propio navío. Almas al cielo, a España nombradía.

»Y si caigo, Ansia de patria y libertad henchía


¿Qué es la vida? Sus nobles pechos que jamás temieron,
Por perdida Y las costas de Málaga los vieron
ya la di, Cual sol de gloria en desdichado día.
Cuando el yugo
Españoles, llorad; mas vuestro llanto
Del esclavo,
Lágrimas de dolor y sangre sean,
Como un bravo,
Sangre que ahogue a siervos y opresores,
Sacudí.
Y los viles tiranos con espanto
»Que es mi barco mi tesoro,
Siempre delante amenazando vea
Que es mi Dios la libertad,
Alzarse sus espectros vengadores.
Mi ley, la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.
CANCIÓN DE LA MUERTE
»Son mi música mejor Débil mortal no te asuste
Aquilones, mi oscuridad ni mi nombre;
El estrépito y temblor en mi seno encuentra el hombre
De los cables sacudidos, un término a su pesar.
Del ronco mar los bramidos Yo, compasiva, te ofrezco
Y el rugir de mis cañones. lejos del mundo un asilo,
»Y del trueno donde a mi sombra tranquilo
Al son violento, para siempre duerma en paz.
Y del viento Isla yo soy del reposo
Al rebramar, en medio el mar de la vida,
Yo me duermo y el marinero allí olvida
Sosegado, la tormenta que pasó;
Arrullado allí convidan al sueño
Por el mar.» aguas puras sin murmullo,
»Que es mi barco mi tesoro, allí se duerme al arrullo
Que es mi Dios la libertad, de una brisa sin rumor.
Mi ley, la fuerza y el viento, Soy melancólico sauce
Mi única patria la mar.» que su ramaje doliente
inclina sobre la frente
https://www.youtube.com/watch?v=cv84M2tfIPg
que arrugara el padecer,
https://www.youtube.com/watch?v=xHxW4QJE5ms
y aduerme al hombre, y sus sienes
con fresco jugo rocía
mientras el ala sombría
bate el olvido sobre él.
AL SOL
Soy la virgen misteriosa
HIMNO
de los últimos amores,
y ofrezco un lecho de flores, Pára y óyeme ¡oh sol! yo te saludo
sin espina ni dolor, Y extático ante tI me atrevo A hablarte ,
y amante doy mi cariño Ardiente como tú mi fantasía,
sin vanidad ni falsía; Arrebatada en ansia de admirarte,
no doy placer ni alegría, Intrépidas a ti sus alas guía.
más es eterno mi amor. ¡Ojalá que mi acento poderoso,
Sublime resonando,
En mi la ciencia enmudece,
Del trueno pavoroso
en mi concluye la duda
La temerosa voz sobrepujando,
y árida, clara, desnuda,
¡Oh sol! a ti llegara
enseño yo la verdad;
Y en medio de tu curso te parara!
y de la vida y la muerte
¡Ah! si la llama que mi mente alumbra
al sabio muestro el arcano
Diera también su ardor a mis sentidos;
cuando al fin abre mi mano
Al rayo vencedor que los deslumhra,
la puerta a la eternidad.
Los anhelantes ojos alzaría,
Ven y tu ardiente cabeza Y en tu semblante fúlgido atrevidos,
entre mis manos reposa; Mirando sin cesar, los fijaría.
tu sueño, madre amorosa; ¡Cuánto siempre te amé, sol refulgente!
eterno regalaré; ¡Con qué sencillo anhelo,
ven y yace para siempre Siendo niño inocente,
en blanca cama mullida, Seguirte ansiaba en el tendido cielo,
donde el silencio convida Y extático te vía
al reposo y al no ser. Y en contemplar tu luz me embebecía!
De los dorados límites de Oriente
Deja que inquieten al hombre
Que ciñe el rico en perlas Océano,
que loco al mundo se lanza;
Al término sombroso de Occidente,
mentiras de la esperanza,
Las orlas de tu ardiente vestidura
recuerdos del bien que huyó;
Tiendes en pompa, augusto soberano,
mentiras son sus amores,
Y el mundo bañas en tu lumbre pura,
mentiras son sus victorias,
Vivido lanzas de tu frente el dia,
y son mentiras sus glorias,
Y, alma y vida del mundo,
y mentira su ilusión.
Tu disco en paz majestuoso envia
Cierre mi mano piadosa Plácido ardor fecundo,
tus ojos al blanco sueño, Y te elevas triunfante,
y empape suave beleño Corona de los orbes centellante.
tus lágrimas de dolor. Tranquilo subes del zenit dorado
Yo calmaré tu quebranto Al regio trono en la mitad del cielo,
y tus dolientes gemidos, De vivas llamas y esplendor ornado,
apagando los latidos Y reprimes tu vuelo :
de tu herido corazón. Y desde allí tu fúlgida carrera
Rápido precipitas,
Y tu rica encendida cabellera Y tornan otra vez a sucederse;
En el seno del mar trémula agitas, Mientra inmutable tú, solo y radiante
Y tu esplendor se oculta, ¡Oh sol! siempre te elevas,
Y el ya pasado dia Y edades mil y mil huellas triunfante.
Con otros mil la eternidad sepulta. ¿Y habrás de ser eterno, inextinguible,
¡Cuántos siglos sin fin, cuántos has visto Sin que nunca jamás tu inmensa hoguera
En su abismo insondable desplomarse! Pierda su resplandor, siempre incansable,
¡Cuánta pompa, grandeza y poderío Audaz siguiendo tu inmortal carrera,
De imperios populosos disiparse ! Hundirse las edades contemplando
¿Qué fueron ante tí? Del bosque umbrío Y solo, eterno, perenal, sublime,
Secas y leves hojas desprendidas, Monarca poderoso, dominando?
Que en círculos se mecen No; que también la muerte,
Y al furor de Aquilón desaparecen. Si de lejos te sigue,
Libre tú de tu cólera divina, No menos anhelante te persigue.
Viste anegarse el universo entero, ¿Quién sabe si tal vez pobre destello
Cuando las aguas por Jehová lanzadas, Eres tú de otro sol que otro universo
Impelidas del brazo justiciero Mayor que el nuestro un dia
Y a mares por los vientos despeñadas, Con doble resplandor esclarecía!!!
Bramó la tempestad: retumbó en torno Goza tu juventud y tu hermosura,
El ronco trueno y con temblor crujieron ¡Oh sol! que cuando el pavoroso dia
Los ejes de diamante de la tierra: Llegue que el orbe estalle y se desprenda
Montes y campos fueron De la potente mano
Alborotado mar, tumba del hombre. Del Padre soberano,
Se estremeció el profundo; Y allá á la eternidad también descienda,
Y entonces tú, como señor del mundo, Deshecho en mil pedazos, destrozado
Sobre la tempestad tu trono alzabas, Y en piélagos de fuego
Vestido de tinieblas, Envuelto para siempre y sepultado ;
Y tu faz engreías, De cien tormentas al horrible estruendo,
Y a otros mundos en paz resplandecías. En tinieblas sin fin tu llama pura
Y otra vez nuevos siglos Entonces morirá: noche sombría
Viste llegar, huir, desvanecer» Cubrirá eterna la celeste cumbre :
En remolino eterno, cual las olas Ni aun quedará reliquia de tu lumbre!!
Llegan, se agolpan y huyen de Océano,
GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA (1814-1873)
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AL DESTINO A ÉL

Escrito estaba, sí: se rompe en vano No existe lazo ya: todo está roto:
Una vez y otra la fatal cadena, plúgole al cielo así: ¡bendito sea¡
Y mi vigor por recobrar me afano. Amargo cáliz con placer agoto:
Escrito estaba: el cielo me condena mi alma reposa al fin: nada desea.
A tornar siempre al cautiverio rudo,
Te amé, no te amo ya: piénsolo al menos:
Y yo obediente acudo,
¡nunca, si fuere error, la verdad mire!
Restaurando eslabones
Que tantos años de amarguras llenos
Que cada vez más rígidos me oprimen;
trague el olvido: el corazón respire.
Pues del yugo fatal no me redimen
De mi altivez postreras convulsiones. Lo has destrozado sin piedad: mi orgullo
una vez y otra vez pisaste insano...
¡Heme aquí! ¡Tuya soy! ¡Dispón, destino,
Mas nunca el labio exhalará un murmullo
De tu víctima dócil! Yo me entrego
para acusar tu proceder tirano.
Cual hoja seca al raudo torbellino
Que la arrebata ciego. De graves faltas vengador terrible,
¡Tuya soy! ¡Heme aquí! ¡Todo lo puedes! dócil llenaste tu misión: ¿lo ignoras?
Tu capricho es mi ley: sacia tu saña... No era tuyo el poder que irresistible
Pero sabe, ¡oh cruel!, que no me engaña postró ante ti mis fuerzas vencedoras.
La sonrisa falaz que hoy me concedes.
Quísolo Dios y fue: ¡ gloria a su nombre!
Todo se terminó, recobro aliento:
MI MAL – Soneto – A...
¡Ángel de las venganzas!, ya eres hombre...
En vano ansiosa tu amistad procura ni amor ni miedo al contemplarte siento.
Adivinar el mal que me atormenta; Cayó tu cetro, se embotó tu espada...
En vano, amigo, conmovida intenta Mas, ¡ay!, cuán triste libertad respiro...
Revelarlo mi voz a tu ternura. Hice un mundo de ti, que hoy se anonada
Puede explicarse el ansia, la locura y en honda y vasta soledad me miro.
Con que el amor sus fuegos alimenta... ¡Vive dichoso tú! Si en algún día
Puede el dolor, la saña más violenta, ves este adiós que te dirijo eterno,
Exhalar por el labio su amargura... sabe que aún tienes en el alma mía
Mas de decir mi malestar profundo, generoso perdón, cariño tierno.
No halla mi voz, mi pensamiento medio,
Y al indagar su origen me confundo:

Pero es un mal terrible, sin remedio,


Que hace odiosa la vida, odioso el mundo,
Que seca el corazón... ¡En fin, es tedio!
CAROLINA CORONADO (1820-1912)
*****
¡Oh, cuál te adoro! Con la luz del día
Las fatigas que se cantan
Tu nombre invoco apasionada y triste,
son las fatigas más grandes,
Y cuando el cielo en sombras se reviste
porque se cantan llorando
Aún te llama exaltada el alma mía.
y las lágrimas no salen.
Tú eres el tiempo que mis horas guía,
Tú eres la idea que a mi mente asiste, *****
Porque en ti se concentra cuando existe, Los que la cuentan por años
Mi pasión, mi esperanza, mi poesía. dicen que la vida es corta;
a mí me parece larga
No hay canto que igualar pueda a tu acento porque la cuento por horas.
Cuando tu amor me cuentas y deliras
Revelando la fe de tu contento. *****
Pasé por un bosque y dije:
Tiemblo a tu voz y tiemblo si me miras,
«aquí está la soledad...»
Y quisiera exhalar mi último aliento
y el eco me respondió
Abrasada en el aire que respiras.
con voz muy ronca: «aquí está.»
NADA RESTA DE TI... Y me respondió «aquí está»
y sentí como un temblor,
Nada resta de ti..., te hundió el abismo...,
al ver que la voz salía
te tragaron los monstruos de los mares...
de mi propio corazón.
No quedan en los fúnebres lugares
ni los huesos siquiera de ti mismo.
*****
Fácil de comprender, amante Alberto, Es una historia sencilla:
es que perdieras en el mar la vida, ella quería de veras,
mas no comprende el alma dolorida y él de veras no quería.
cómo yo vivo cuando tú ya has muerto.
*****
Darnos la vida a mí y a ti la muerte;
Pesar como el mío
darnos a ti la paz y a mí la guerra,
yo no lo conozco:
dejarte a ti en el mar y a mí en la tierra
entre las gentes no digo palabra,
¡es la maldad más grande de la suerte!...
y hablo si estoy solo.

AUGUSTO FERRÁN (1835-1880)


*****
Eso que estás esperando
*****
día y noche, y nunca viene;
Si abres la ventana un poco, eso que siempre te falta
entrará un rayo de luz mientras vives, es la muerte.
a ver lo que hacemos solos.
*****
¡Cierra, por Dios, la ventana, A medida que me acerco
que en la oscuridad las horas a la muerte silenciosa,
nos parecerán más largas! duermo más, pero no sueño.
GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER (1836-1870)
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IV VII

No digáis que agotado su tesoro, Del salón en el ángulo obscuro,


de asuntos falta, enmudeció la lira; de su dueño tal vez olvidada,
podrá no haber poetas; pero siempre silenciosa y cubierta de polvo
habrá poesía. veíase el arpa.

Mientras las ondas de la luz al beso ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
palpiten encendidas; como el pájaro duerme en las ramas,
mientras el sol las desgarradas nubes esperando la mano de nieve
de fuego y oro vista; que sabe arrancarlas!

mientras el aire en su regazo lleve ¡Ay! —pensé—, cuántas veces el genio


perfumes y armonías; así duerme en el fondo del alma,
mientras haya en el mundo primavera, y una voz, como Lázaro, espera
¡habrá poesía! que le diga: «¡Levántate y anda!»

Mientras la ciencia a descubrir no alcance


IX
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo Besa el aura que gime blandamente
que al cálculo resista; las leves ondas que jugando riza;
mientras la humanidad siempre avanzando el sol besa a la nube en Occidente
no sepa a do camina; y de púrpura y oro la matiza;
mientras haya un misterio para el hombre, la llama en derredor del tronco ardiente
¡habrá poesía! por besar a otra llama se desliza,
y hasta el sauce, inclinándose a su peso,
Mientras sintamos que se alegra el alma, al río que le besa, vuelve un beso.
sin que los labios rían;
mientras se llore sin que el llanto acuda X
a nublar la pupila;
Los invisibles átomos del aire
mientras el corazón y la cabeza
en derredor palpitan y se inflaman;
batallando prosigan;
el cielo se deshace en rayos de oro;
mientras haya esperanzas y recuerdos,
la tierra se estremece alborozada;
¡habrá poesía!
oigo flotando en olas de armonía
Mientras haya unos ojos que reflejen rumor de besos y batir de alas;
los ojos que los miran; mis párpados se cierran... ¿Qué sucede?
mientras responda el labio suspirando —¡Es el amor, que pasa!
al labio que suspira;

mientras sentirse puedan en un beso


dos almas confundidas;
mientras exista una mujer hermosa
¡habrá poesía!
XIV y armoniosas se abrazan;

Te vi un punto, y, flotando ante mis ojos, dos olas que vienen juntas
la imagen de tus ojos se quedó a morir sobre una playa,
como la mancha obscura, orlada en fuego, y que al romper se coronan
que flota y ciega si se mira al sol. con un penacho de plata;

Adondequiera que la vista fijo dos jirones de vapor


torno a ver sus pupilas llamear; que del lago se levantan,
mas no te encuentro a ti, que es tu mirada: y al juntarse allí en el cielo
unos ojos, los tuyos, nada más. forman una nube blanca:

De mi alcoba en el ángulo los miro dos ideas que al par brotan,


desasidos fantásticos lucir: dos besos que a un tiempo estallan,
cuando duermo los siento que se ciernen dos ecos que se confunden...,
de par en par abiertos sobre mí. eso son nuestras dos almas.

Yo sé que hay fuegos fatuos que en la noche


XXVI
llevan al caminante a perecer:
yo me siento arrastrado por tus ojos, Voy contra mi interés al confesarlo;
pero adónde me arrastran no lo sé. pero yo, amada mía,
pienso, cual tú, que una oda sólo es buena
XX de un billete del Banco al dorso escrita.
No faltará algún necio que al oírlo
Sabe, si alguna vez tus labios rojos
se haga cruces y diga:
quema invisible atmósfera abrasada,
«Mujer al fin del siglo diez y nueve,
que el alma que hablar puede con los ojos,
material y prosaica...» ¡Bobería!
también puede besar con la mirada.
¡Voces que hacen correr cuatro poetas
que en invierno se embozan con la lira!
XXI
¡Ladridos de los perros a la luna!
—¿Qué es poesía? —dices mientras clavas Tú sabes y yo sé que en esta vida,
en mi pupila tu pupila azul—; con genio, es muy contado quien la escribe,
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? y con oro, cualquiera hace poesía.
Poesía... eres tú.
XXVIII
XXIII
Cuando entre la sombra obscura
Por una mirada, un mundo; perdida una voz murmura
Por una sonrisa, un cielo; turbando su triste calma,
por un beso..., ¡yo no sé si en el fondo de mi alma
qué te diera por un beso! la oigo dulce resonar;
dime: ¿es que el viento en sus giros
XXIV se queja, o que tus suspiros
me hablan de amor al pasar?
Dos rojas lenguas de fuego
que a un mismo tronco enlazadas, Cuando el sol en mi ventana
se aproximan, y al besarse rojo brilla a la mañana,
forman una sola llama; y mi amor tu sombra evoca,
si en mi boca de otra boca
dos notas que del laúd sentir creo la impresión;
a un tiempo la mano arranca, dime: ¿es que ciego deliro,
y en el espacio se encuentran
o que un beso en un suspiro Yo voy por un camino, ella por otro;
me envía tu corazón? pero al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: «¿Por qué callé aquel día?»
Si en el luminoso día
Y ella dirá: «¿Por qué no lloré yo?»
y en la alta noche sombría;
si en todo cuanto rodea
XXXIII
al alma que te desea
te creo sentir y ver; Es cuestión de palabras, y no obstante,
dime: ¿es que toco y respiro ni tú ni yo jamás,
soñando, o que en un suspiro después de lo pasado, convendremos
me das tu aliento a beber? en quién la culpa está.

¡Lástima que el amor un diccionario


XXIX
no tenga donde hallar
Sobre la falda tenía cuándo el orgullo es simplemente orgullo,
el libro abierto; y cuándo es dignidad!
en mi mejilla tocaban
sus rizos negros; XXXVIII
no veíamos las letras
Los suspiros son aire, y van al aire.
ninguno, creo;
Las lágrimas son agua y van al mar.
mas guardábamos entrambos
Dime, mujer: cuando el amor se olvida,
hondo silencio.
¿sabes tú adónde va?
¿Cuánto duró? Ni aun entonces
pude saberlo;
XLI
sólo sé que no se oía
más que el aliento, Tú eras el huracán y yo la alta
que apresurado escapaba torre que desafía su poder:
del labio seco. ¡tenías que estrellarte o abatirme!...
Sólo sé que nos volvimos ¡No pudo ser!
los dos a un tiempo,
y nuestros ojos se hallaron, Tú eras el Océano, y yo la enhiesta
y sonó un beso. roca que firme aguarda su vaivén:
¡tenías que romperte o que arrancarme!...
.........................
......................... ¡No pudo ser!
Creación de Dante era el libro, hermosa tú, yo altivo; acostumbrados
era su Infierno. uno a arrollar, el otro a no ceder;
Cuando a él bajamos los ojos, la senda estrecha, inevitable el choque...
yo dije trémulo: ¡No pudo ser!
—¿Comprendes ya que un poema
cabe en un verso? XLII
Y ella respondió encendida:
—¡Ya lo comprendo! Cuando me lo contaron sentí el frío
de una hoja de acero en las entrañas;
XXX me apoyé contra el muro, y un instante
la conciencia perdí de donde estaba.
Asomaba a sus ojos una lágrima
Cayó sobre mi espíritu la noche;
y a mi labio una frase de perdón;
en ira y en piedad se anegó el alma...
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
¡y entonces comprendí por qué se llora,
y la frase en mis labios expiró.
y entonces comprendí por qué se mata!
Pasó la nube de dolor..., Con pena arrastrando en el ciego torbellino,
logré balbucear breves palabras... ¡llevadme con vosotras!
¿Quién me dio la noticia?... Un fiel amigo...
Nubes de tempestad que rompe el rayo
¡Me hacía un gran favor!... Le di las gracias.
y en fuego ornáis las desprendidas orlas,
arrebatado entre la niebla obscura,
XLIII
¡llevadme con vosotras!
Dejé la luz a un lado, y en el borde Llevadme, por piedad, adonde el vértigo
de la revuelta cama me senté, con la razón me arranque la memoria...
mudo, sombrío, la pupila inmóvil ¡Por piedad!... ¡Tengo miedo de quedarme
clavada en la pared. con mi dolor a solas!
¿Qué tiempo estuve así? No sé: al dejarme
la embriaguez horrible del dolor, LII
expiraba la luz, y en mis balcones
Volverán las obscuras golondrinas
reía el sol.
en tu balcón sus nidos a colgar,
Ni sé tampoco en tan terribles horas y otra vez con el ala a sus cristales
en qué pensaba o qué pasó por mí; jugando llamarán;
sólo recuerdo que lloré y maldije,
pero aquellas que el vuelo refrenaban
y que en aquella noche envejecí.
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres,
XLIX
ésas... ¡no volverán!
Cuando sobre el pecho inclinas Volverán las tupidas madreselvas
la melancólica frente, de tu jardín las tapias a escalar,
una azucena tronchada y otra vez a la tarde, aún más hermosas,
me pareces. sus flores se abrirán;
Porque al darte la pureza pero aquellas cuajadas de rocío,
de que es símbolo celeste, cuyas gotas mirábamos temblar
como a ella te hizo Dios y caer, como lágrimas del día...,
de oro y nieve. ésas... ¡no volverán!

LI Volverán del amor en tus oídos


las palabras ardientes a sonar;
Olas gigantes, que os rompéis bramando tu corazón de su profundo sueño
en las playas desiertas y remotas, tal vez despertará;
envuelto entre la sábana de espumas,
pero mudo y absorto y de rodillas,
¡llevadme con vosotras!
como se adora a Dios ante su altar,
Ráfagas de huracán, que arrebatáis como yo te he querido..., desengáñate,
de alto bosque las marchitas hojas, ¡así no te querrán!
ROSALÍA DE CASTRO (1837-1885) http://www.cervantesvirtual.com/portales/rosalia_de_castro/

UN MANSO RÍO, UNA VEREDA ESTRECHA YA NO MANA LA FUENTE...

Un manso río, una vereda estrecha, Ya no mana la fuente, se agotó el manantial;


un campo solitario y un pinar, ya el viajero allí nunca va su sed a apagar.
y el viejo puente rústico y sencillo
completando tan grata soledad. Ya no brota la hierba, ni florece el narciso,
ni en los aires esparcen su fragancia los lirios.
¿Qué es soledad? Para llenar el mundo
basta a veces un solo pensamiento.
Sólo el cauce arenoso de la seca corriente
Por eso hoy, hartos de belleza, encuentras
le recuerda al sediento el horror de la muerte.
el puente, el río y el pinar desiertos.

No son nube ni flor los que enamoran; ¡Mas no importa!; a lo lejos otro arroyo murmura
eres tú, corazón, triste o dichoso, donde humildes violetas el espacio perfuman.
ya del dolor y del placer el árbitro,
quien seca el mar y hace habitar el polo. Y de un sauce el ramaje, al mirarse en las ondas,
tiende en torno del agua su fresquísima sombra.
AUNQUE MI CUERPO SE HIELA
El sediento viajero que el camino atraviesa,
Aunque mi cuerpo se hiela, humedece los labios en la linfa serena
me imagino que me quemo; del arroyo que el árbol con sus ramas sombrea,
y es que el hielo algunas veces y dichoso se olvida de la fuente ya seca.
hace la impresión del fuego.
LAS CAMPANAS
PRODIGANDO SONRISAS
Yo las amo, yo las oigo
Prodigando sonrisas
cual oigo el rumor del viento,
que aplausos demandaban,
el murmurar de la fuente
apareció en la escena, alta la frente,
o el balido del cordero.
soberbia la mirada,
y sin ver ni pensar más que en sí misma, Como los pájaros, ellas,
entre la turba aduladora y mansa tan pronto asoma en los cielos
que la aclamaba sol del universo, el primer rayo del alba,
como noche de horror pudo aclamarla, le saludan con sus ecos.
pasó a mi lado y arrollarme quiso Y en sus notas, que van repitiéndose
con su triunfal carroza de oro y nácar. por los llanos y los cerros,
Yo me aparté, y fijando mis pupilas hay algo de candoroso,
en las suyas airadas: de apacible y de halagüeño.
-¡Es la inmodestia! -al conocerla dije,
y sin enojo la volví la espalda. Si por siempre enmudecieran,
Mas tú cree y espera, ¡alma dichosa!, ¡qué tristeza en el aire y el cielo!,
que al cabo ese es el sino ¡qué silencio en las iglesias!,
feliz de los que elige el desengaño ¡qué extrañeza entre los muertos!
para llevar la palma del martirio.
Del libro Follas novas (en gallego)
ALMA QUE VAS HUYENDO DE TI MISMA
Cando penso que te fuches,
Alma que vas huyendo de ti misma,
Negra sombra que m'asombras,
¿qué buscas, insensata, en las demás?
Ó pe d'os meus cabezales
Si secó en ti la fuente del consuelo,
Tornas facéndome mofa.
secas todas las fuentes has de hallar.
¡Que hay en el cielo estrellas todavía, Cando maxino qu'es ida
y hay en la tierra flores perfumadas! N'o mesmo sol te m'amostras,
¡Sí!... Mas no son ya aquellas Y eres a estrela que brila,
que tú amaste y te amaron, desdichada. Y eres o vento que zóa.

Si cantan, ês tí que cantas,


DE LA VIDA ENTRE EL MÚLTIPLE... Si choran, ês tí que choras,
Y-ês o marmurio d'o río
De la vida entre el múltiple conjunto de los seres,
Y-ês a noite y ês a aurora.
no, no busquéis la imagen de la eterna belleza,
ni en el contento y harto seno de los placeres, En todo estás e ti ês todo,
ni del dolor acerbo en la dura aspereza. Pra min y en min mesma moras,
Nin m'abandonarás nunca,
Ya es átomo impalpable o inmensidad que asombra,
Sombra que sempre m'asombras.
aspiración celeste, revelación callada;
la comprende el espíritu y el labio no la nombra,
https://www.youtube.com/watch?v=RoEveEEKGlI
y en sus hondos abismos la mente se anonada.
https://www.youtube.com/watch?v=gAiiy_NdNyQ
SINTIÉNDOSE ACABAR CON EL ESTÍO
******
Sintiéndose acabar con el estío
la desahuciada enferma, N'o ceo, azul crarísimo;
-¡Moriré en el otoño! N'o chan, verdor intenso;
-pensó entre melancólica y contenta-, N'o fondo d'a alma miña,
y sentiré rodar sobre mi tumba Todo sombriso e negro.
las hojas también muertas. ¡Qu'alegre romaría!
Mas... ni aun la muerte complacerla quiso, ¡Qué risas e contentos!...
cruel también con ella; Y os meus ollos en tanto
perdonóle la vida en el invierno De bágoas están cheos.
y cuando todo renacía en la tierra
la mató lentamente, entre los himnos Cubertos de verdura,
alegres de la hermosa primavera. Brilan os campos frescos,
Mentres qu'a fél amarga
Rebosa n'o meu peito

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