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AL DESTINO A ÉL
Escrito estaba, sí: se rompe en vano No existe lazo ya: todo está roto:
Una vez y otra la fatal cadena, plúgole al cielo así: ¡bendito sea¡
Y mi vigor por recobrar me afano. Amargo cáliz con placer agoto:
Escrito estaba: el cielo me condena mi alma reposa al fin: nada desea.
A tornar siempre al cautiverio rudo,
Te amé, no te amo ya: piénsolo al menos:
Y yo obediente acudo,
¡nunca, si fuere error, la verdad mire!
Restaurando eslabones
Que tantos años de amarguras llenos
Que cada vez más rígidos me oprimen;
trague el olvido: el corazón respire.
Pues del yugo fatal no me redimen
De mi altivez postreras convulsiones. Lo has destrozado sin piedad: mi orgullo
una vez y otra vez pisaste insano...
¡Heme aquí! ¡Tuya soy! ¡Dispón, destino,
Mas nunca el labio exhalará un murmullo
De tu víctima dócil! Yo me entrego
para acusar tu proceder tirano.
Cual hoja seca al raudo torbellino
Que la arrebata ciego. De graves faltas vengador terrible,
¡Tuya soy! ¡Heme aquí! ¡Todo lo puedes! dócil llenaste tu misión: ¿lo ignoras?
Tu capricho es mi ley: sacia tu saña... No era tuyo el poder que irresistible
Pero sabe, ¡oh cruel!, que no me engaña postró ante ti mis fuerzas vencedoras.
La sonrisa falaz que hoy me concedes.
Quísolo Dios y fue: ¡ gloria a su nombre!
Todo se terminó, recobro aliento:
MI MAL – Soneto – A...
¡Ángel de las venganzas!, ya eres hombre...
En vano ansiosa tu amistad procura ni amor ni miedo al contemplarte siento.
Adivinar el mal que me atormenta; Cayó tu cetro, se embotó tu espada...
En vano, amigo, conmovida intenta Mas, ¡ay!, cuán triste libertad respiro...
Revelarlo mi voz a tu ternura. Hice un mundo de ti, que hoy se anonada
Puede explicarse el ansia, la locura y en honda y vasta soledad me miro.
Con que el amor sus fuegos alimenta... ¡Vive dichoso tú! Si en algún día
Puede el dolor, la saña más violenta, ves este adiós que te dirijo eterno,
Exhalar por el labio su amargura... sabe que aún tienes en el alma mía
Mas de decir mi malestar profundo, generoso perdón, cariño tierno.
No halla mi voz, mi pensamiento medio,
Y al indagar su origen me confundo:
IV VII
Mientras las ondas de la luz al beso ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
palpiten encendidas; como el pájaro duerme en las ramas,
mientras el sol las desgarradas nubes esperando la mano de nieve
de fuego y oro vista; que sabe arrancarlas!
Te vi un punto, y, flotando ante mis ojos, dos olas que vienen juntas
la imagen de tus ojos se quedó a morir sobre una playa,
como la mancha obscura, orlada en fuego, y que al romper se coronan
que flota y ciega si se mira al sol. con un penacho de plata;
No son nube ni flor los que enamoran; ¡Mas no importa!; a lo lejos otro arroyo murmura
eres tú, corazón, triste o dichoso, donde humildes violetas el espacio perfuman.
ya del dolor y del placer el árbitro,
quien seca el mar y hace habitar el polo. Y de un sauce el ramaje, al mirarse en las ondas,
tiende en torno del agua su fresquísima sombra.
AUNQUE MI CUERPO SE HIELA
El sediento viajero que el camino atraviesa,
Aunque mi cuerpo se hiela, humedece los labios en la linfa serena
me imagino que me quemo; del arroyo que el árbol con sus ramas sombrea,
y es que el hielo algunas veces y dichoso se olvida de la fuente ya seca.
hace la impresión del fuego.
LAS CAMPANAS
PRODIGANDO SONRISAS
Yo las amo, yo las oigo
Prodigando sonrisas
cual oigo el rumor del viento,
que aplausos demandaban,
el murmurar de la fuente
apareció en la escena, alta la frente,
o el balido del cordero.
soberbia la mirada,
y sin ver ni pensar más que en sí misma, Como los pájaros, ellas,
entre la turba aduladora y mansa tan pronto asoma en los cielos
que la aclamaba sol del universo, el primer rayo del alba,
como noche de horror pudo aclamarla, le saludan con sus ecos.
pasó a mi lado y arrollarme quiso Y en sus notas, que van repitiéndose
con su triunfal carroza de oro y nácar. por los llanos y los cerros,
Yo me aparté, y fijando mis pupilas hay algo de candoroso,
en las suyas airadas: de apacible y de halagüeño.
-¡Es la inmodestia! -al conocerla dije,
y sin enojo la volví la espalda. Si por siempre enmudecieran,
Mas tú cree y espera, ¡alma dichosa!, ¡qué tristeza en el aire y el cielo!,
que al cabo ese es el sino ¡qué silencio en las iglesias!,
feliz de los que elige el desengaño ¡qué extrañeza entre los muertos!
para llevar la palma del martirio.
Del libro Follas novas (en gallego)
ALMA QUE VAS HUYENDO DE TI MISMA
Cando penso que te fuches,
Alma que vas huyendo de ti misma,
Negra sombra que m'asombras,
¿qué buscas, insensata, en las demás?
Ó pe d'os meus cabezales
Si secó en ti la fuente del consuelo,
Tornas facéndome mofa.
secas todas las fuentes has de hallar.
¡Que hay en el cielo estrellas todavía, Cando maxino qu'es ida
y hay en la tierra flores perfumadas! N'o mesmo sol te m'amostras,
¡Sí!... Mas no son ya aquellas Y eres a estrela que brila,
que tú amaste y te amaron, desdichada. Y eres o vento que zóa.