Está en la página 1de 3

El toro encantado 

 
La hermosa laguna de Razuhuillca, ubicada en Huanta, es escenario de esta popular leyenda
ayacuchana. Cuenta la historia que en este lugar habitaba un corpulento y violento toro negro que en
ocasiones salía de las profundidades causando destrucción e inundaciones en todo el pueblo
huantino. Cansados de esta situación, los pobladores diseñaron un plan para detener al animal.
 
Fue así que una anciana, sabiendo de su delicado estado de salud, decidió sacrificarse para poder
contener a la salvaje especie. Cuenta la leyenda que, luego de un ritual, la mujer se lanzó junto con
una enorme jaula de gruesos barrotes de fierro encantados al fondo del lago. Allí, encontró al animal
dormido, y como pudo, lo ingresó dentro de la jaula. Esto trajo la paz y tranquilidad de los habitantes
de Huanta que sabían que su peor enemigo estaba encerrado en las profundidades del lago.
 
Sin embargo, un día, el toro logró desprenderse de su prisión, lo que ocasionó la inundación de la
localidad. Ante esto, los pobladores no tuvieron más opción que volver a amarrar al toro y
resguardarlo para que no vuelva a escapar. Desde aquel momento, el pueblo vive en constante vigilia
ante el peligro de que el toro encantado pueda inundar nuevamente la ciudad de Huanta.
 

El Chullachaqui
 
Un ser endemoniado que vive en la Amazonía es el personaje de esta popular leyenda amazónica.
Entre los muchos poderes que ostenta, tiene la capacidad de imitar el aspecto físico de cualquier
allegado o pariente de sus víctimas. Su engaño resulta tan convincente que la víctima es incapaz de
recordar si dicha persona está viva o no, o si se encuentra lejos de allí.
 
Mientras ambos caminan, el Chullachaqui aprovecha para conversar y, de esa manera, lograr que el
desdichado viajero se interne cada vez más en el bosque. Luego, la criatura lo abandona en medio de
la nada a fin de que muera lentamente. Los ancianos de la Amazonía describen a este personaje
como un viejo enano con un siniestro rostro cubierto de arrugas.
 
Mientras camina, el chullachaqui va marcando dos huellas en el suelo completamente distintas: una
humana, y la otra similar a la de un animal. Por ello su nombre en español significa "duende de pies
desiguales".
 

Un ser endemoniado que vive en la Amazonía es el personaje de esta popular leyenda amazónica. Crédito:
Difusión.
 
El tunche
 
La Amazonía peruana está no solo repleta de exóticas especies animales, sino también de misterios y
leyendas que dejan boquiabiertos a sus visitantes. Una de ellas cuenta la antigua historia del tunche,
más conocido como el espíritu maligno del bosque. Se trata de la versión amazónica del típico
fantasma occidental.
 
Generalmente, es un hombre atormentado por el mal y que, luego de morir, su alma, mellada por el
odio, vaga en la oscuridad ahuyentando a sus víctimas. Dicen que cuando el tunche se acerca, se
escucha un agudo silbido, el cual anuncia la muerte de quien lo escucha. Ya sabes, si te encuentras
en medio de una expedición nocturna y sientes el silbido del tunche, mejor huye a un sitio seguro.
 

El tunche también es conocido como el espíritu maligno del bosque. Crédito: Difusión.
 
La Runamula
 
Esta es otra de las tantas leyendas populares de la Amazonía del Perú. La Runamula es, según la
leyenda, una criatura mitad humana y mitad cuadrúpedo que recorre a todo galope los pueblos en
busca de hombres y mujeres que hayan tenido comportamientos libertinos e indebidos.
 
Otra versión de esta leyenda cuenta que la mujer que fue transformada en esta bestia mitológica, en
ocasiones se convierte nuevamente en un ser humano sin recordar lo sucedido. Esto debido a que su
mente permaneció en estado de trance durante la transformación.
 
El Mito de Cuniraya Huiracocha
 
Esta leyenda prehispánica cuenta la historia de Cuniraya Huiracocha, un dios del campo que se
disfrazaba habitualmente de mendigo. Vestía trajes deteriorados y tenía un aspecto descuidado. Un
día, caminando por el Santuario de Pachacamac, se cruzó con Cahuillaca, la doncella más hermosa
del lugar, y se enamoró a primera vista de ella.
 
Cuniraya se acercó a ella para presentarse, pero la bella joven no le hizo caso.
 
Un día en que la joven se encontraba tejiendo bajo un árbol de lúcuma, el dios aprovechó para
convertirse en un pájaro y, de esta manera, depositó su germen en uno de los frutos. Ella cogió el
fruto y lo probó.
 
Luego de nueve meses, Cahuillaca engendró a una bebé, y tras cuidarla durante un año, decidió
reunir a todos los dioses (huacas) con el fin de saber quién era el padre de la niña. Todos fueron muy
elegantes, a excepción de Cuniraya Huiracocha. Ante la negativa de todos los asistentes de reconocer
a la pequeña, la joven colocó en el piso a su hija y dejó que se desplace hasta donde se encontraba su
padre. Fue así que la niña se acercó y abrazó a Cuniraya.
 
Al ver indignada aquella escena, Cahuillaca no dudó en cargar a su hija y correr hacia al mar de
Pachacamac para arrojarse al agua junto con ella. Cuniraya Huiracocha trató de detenerla, pero no lo
consiguió, por lo que ambas quedaron convertidas en dos islotes, los cuales se pueden observar
frente a las playas de Pachacamac, en el sur de Lima.
 

También podría gustarte