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LA LEYENDA DEL NAHUAL

En una noche muy oscura, silenciosa y quieta, un grupo de cazadores,


merodeaba por los bosques del actual municipio de Chiautempan en busca de
alguna presa. Los árboles parecían inertes, apenas se oía algún ruido, salvo el
temible movimiento de algo que se esconde entre los arbustos.

Cansados de no encontrar ningún animal, los cazadores avanzaban lentamente.


De repente, algo despertó sus sentidos. Allá, a lo lejos avistaron la figura sombría
de un enorme perro negro que los miraba fijamente. El perro no hacia nada;
permaneciendo estático, como una estatua. Uno de los hombres pensó que
podría serles útil. Así que decidieron acercarse y capturarlo. Pero en cuanto
estuvieron a menos de dos metros el perro comenzó a ladrar y a mostrar los
dientes, y en sus ojos había una violencia inusitada. Los cazadores asustados le
dispararon en una pata, hecho que hizo al perro huir apresuradamente. Los
hombres lo siguieron hasta llegar a una extraña cabaña en medio del bosque,
iluminada tenuemente. Llamaron a la puerta para alertar a la gente del interior
de la existencia de un perro salvaje en las cercanías, y al abrirse vieron
únicamente a un campesino que los invito a entrar a la cabaña. Allí, los cazadores
se sorprendieron al ver una enorme cantidad de oro, joyas y otras riquezas.

Mientras los hombres le preguntaban al campesino si había visto al perro, el


aldeano se curaba una herida en la pierna. Poco después abandonaron la cabaña
y salieron del bosque. Al llegar a la aldea más cercana decidieron descansar en
una taberna contándole al tabernero lo que les había pasado aquella noche. El
tabernero les explico que en realidad ese perro no era otra cosa que el campesino,
que había vendido s alma al diablo. El demonio le había concedido el poder de
transformarse en animales para robar numerosas riquezas. El tabernero también
los alerto de que su ambición podría resultar muy peligrosa, por lo que les
aconsejo ir provistos de crucifijos y un cinturón de piel de víbora, prenda usada
para que el nahual se transformase de nuevo en hombre.
LEYENDA EL CONEJO EN LA LUNA.
La leyenda cuenta que Quetzalcóatl, el poderoso y buen dios azteca se
encontraba paseando en el cielo y decidió bajar a visitar la tierra en forma
de humano. Ya caída la noche se sentó para descansar, había quedado
exhausto con sed y hambre, después de dar un largo paseo durante todo
el día.
Mientras descansaba en la orilla de la vereda vio a un pequeño conejo que
había salido a cenar y le preguntó qué estaba comiendo. El animal le
ofreció un poco de su zanahoria, pero Quetzalcóatl le contestó que no
porque no era lo que él comía.
El conejo, preocupado, se ofreció el mismo como alimento para el dios,
Quetzalcóatl se sorprendió y quedo conmovido ante tan noble gesto. Por
lo que acarició suavemente la cabeza del conejito y le dijo que a partir de
esa noche sería recordado por todos, estampo la silueta en la Luna y lo
trajo de nuevo a la tierra para que sea recordado por su generosidad por
siempre.
LA LEYENDA DEL CHUPACABRAS
Muchos animales eran encontrados sin vida, pero lo sorprendente, era que
aquellos cuerpos tenían dos agujeros en sus cuellos y ni una gota de
sangre. Algunos decían que esto se debía a que una terrible bestia bebía
su sangre y la obtenía a base de una gran mordida con filosos colmillos.
Conforme los pobladores dieron a conocer este suceso, fue
expandiéndose la noticia sobre la matanza a estos animales por el que
parecía ser un vampiro que atacaba principalmente las cabras. En otros
países también comentaron sobre cómo sus animales aparecían de la
misma forma y rápidamente, empezó a circular la historia de este terrible
monstruo con el nombre de Chupacabras.
Desde entonces distintos avistamientos se han dado, la mayoría cree
haber visto una especie de lobo con ojos color rojo brilloso y filosos
colmillos que salen de su boca, pero nadie ha podido atraparlo ni
fotografiarlo.
La Leyenda de los Volcanes

La leyenda más difundida cuenta que Iztaccíhuatl, la mujer más hermosa de la


región e hija de Tezozómoc, cacique de Tlaxcala, se enamoró perdidamente de
Popocatépetl, un valiente guerrero que correspondió a su amor. El guerrero pidió
la mano de la princesa y el cacique se la concedió, siempre y cuando regresara
victorioso de su enfrentamiento con los aztecas.

Los meses pasaron y a oídos de la joven llegó la falsa noticia de que su amado
había muerto en el campo de batalla. Ella, hundida en un profundo dolor, murió
de tristeza. Cuando Popocatépetl regresó triunfante a su pueblo se enteró de la
desgracia y mandó construir una tumba.

Cuentan que 20 mil esclavos amontonaron 10 cerros para formar una gigantesca
montaña. El guerrero posó el cuerpo de Iztaccíhuatl en aquella montaña, pero no
pudo dejarla sola, así tomó una antorcha para velar su sueño eterno.

La Leyenda de La Llorona

La historia de la Llorona se remonta a la época colonial mexicana, ahí vivía una


bella mujer soltera con sus tres hijos que habían nacido fruto del amor, no
correspondido, con un marinero español. Este hombre, que los niños conocían
de visitas esporádicas, una noche de invierno volvió a la casa y aprovechando que
no se encontraba su mujer se llevó a los 3 hijos consigo.

Cuando la mujer volvió y no los encontró enloqueció, pregunto a todos en el


pueblo, pero nadie pudo decirle nada. Siguió su búsqueda incansable durante
meses hasta que la fatiga pudo con ella y se perdió en la oscura noche hasta que
se convirtió en un alma en pena, alma que ahora recorre su pueblo con un
lamento inquietante que se puede escuchar en las noches más frías de invierno.

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