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(kákamééhuúá)
Antiguamente en una comunidad nativa Bora; vivía una pareja de esposos.
Que solían convivir raramente. Cada día al amanecer, el esposo como era
un experto en la caza y pesca, agarraba sus anzuelos, remo, flecha en busca
del mitayo (alimento) y su esposa se dedicaba a irse a la chacra.
Todos los días al regresar el esposo todo cansado de pescar a su casa, no
encontraba nada que comer, ni a su esposa. Pues se echaba a descansar en
su hamaca como esperarla, que llegaba a altas horas de la tarde, sin traer
nada en su panero que cargaba.
Por un tiempo el esposo al irse a pescar paso por la chacra y vio que las
hiervas crecían y remontaban. Y se dijo haci mismo: “porque mi chacra esta
monte y sin cuidado”, si mi esposa viene todos los días aquí, y continuo su
camino pensado.
Un día el esposo ya cansado de lo ocurrido, engaño a su esposa con irse a
pescar. Sin embargo se escondió en las espalda de los arboles grandes para
seguirla y saber qué es lo que pasa.
Está viendo que su esposo ya se había ido, agarro su panero y se dirigió a su
chacra. El esposo con silencio y cuidado, persiguió a su esposa
detenidamente para que esta no se diera cuenta.
Al llegar a su chacra el esposo quedo sorprendido, pues vio a su esposa
sentada en sobre un árbol, sin tener su cabello, la cabeza le brillaba pues su
pelo lo tenía en sus piernas con la intención de comer sus piojos. Al ver eso
el esposo, con asombro y con el remo que tenía en la mano golpeo la aleta
de un árbol, al escuchar el fuerte golpe, la esposa con el susto y la
desesperación se convirtió se en gavilán y se fue volando.
LA EXISTENCIA DEL PIJUAYO
Unas de las leyendas contada por los Boras (etnia nativa de la amazonia),
antiguamente el pijuayo solo crecía dentro del agua y su dueño era
Dóoránie Bóóa (Padre infinito de los peces), considerando también a los
peces como sus piojos de Dóoránie Bóóa.
A él fue quien el hombre pucunero (hombre sabio), primer cultivador, invito
a competir en el juego de pelota en las profundidades del rio, con la
intención de distraerle a Dóoránie Bóóa y robarles las semillas para
sembrarla en la tierra.
Como lo planeado en un descuido el hombre pucunero cogió las semillas y
nado hacia la superficie para sembrarlas. Al darse cuenta y encolerizado
Dóoránie Bóóa, quiso recuperar su pijuayo y provoco una gran inundación
ordenando a sus peces, el pez cachorro, piraña, zungaro etc. Soldados de
Dóoránie Bóóa para comerse todas las raíces del árbol sembrado por el
hombre pucunero, pero este con astucia atrajo a los peces hacia una
quebrada para matarlos con barbasco (bebida venenosa natural) echo por
el pucunero, y luego una vez envenenado todos los peces los reemplazo
con tallado de topa.
Así fue como el pijuayo creció en la tierra para convertirse en alimento y
bebida de los boras.
El pijuayo es además una palmera sagrada y mítica, pues cuatro de ellas
sostienes el mundo.
EL NIÑO LLORON
Los pobladores de la comunidad nativa boras de pucaurquillo, cuenta la
historia de sus antiguos abuelos que en aquello tiempo era muy peligroso,
pues existían muchos espíritus malos y ende que había artos brujos, unos
que curaban y otros que hacían daño.
Vivía una abuelita y su nieto de 4 años; la abuelita tenía una chacra de
diferentes y cada tipo de frutas por montón que todos quisieran tener, su
nieto era un fregado y llorón, que por cualquier cosa lloraba. El nieto le
pedía caimito y la abuela como quería a su nieto se iba a la chacra a traer el
caimito, al regreso ya no quiso la fruta pues por la demora se rabio, y
llorando pidió guaba, la abuelita que ni bien regresaba de su chacra volvió a
ella para traer la guaba; al regreso el nieto ya no quiso la guaba y llorando
pidió comer su pescado y la abuela para que dejara de llorar le hacia lo que
quería. Y haci pasaba todos los días, día y noche lloraba y la abuela lo
consentía.
Una noche ya cansada la abuela de su nieto, lo llevo al medio rio y prendió
un palo grande y en la punta le amarro y se dijo: “ahí llora tanto que
quieres llorar”, y ella se fue a la orilla a ver de allá.
Su nieto llorando asustado decía: abuelita sácame de aquí, tengo frio,
abuelita sácame, abuelita…y la abuela escondida solo la miraba. Ya como a
media noche sin dejar de llorar el niño, vino del cielo como un espíritu de
diablo con ojos amarillos y apariencia negra, sobre el niño lo agarro de su
cabeza y lo llevo. El niño llorando decía: abuelita auxilio, abuelita…La abuela
mirando que le llevaba a su nieto al cielo decía muérdale hijito, muérdale.
El niño llorando decía amargo abuelita, amargo…Y el diablo lo llevo hasta el
espacio para que dejara de llorar y respirar. Entonces de lo alto lo soltó ya
muerto, cayendo al rio.
La abuela se fue en busca de su nieto y nunca más lo volvió, a ver amaneció
y los pobladores buscaron al niño pero no lo hallaron.
Por eso los niños no deben llorar a altas hora de la noche, deben dormir
temprano por que el diablo (Cóóñohií) roba los espíritus de los niños.
DOMINGO SIETE
En un pueblo de la selva vivía un montaras y su mujer e hijos, el señor dice
a su señora que ira a buscar añuje en la chacra y que ahorita iba a volver y
agarro su escopeta y se mando a la selva. Camino cierto tiempo y no
encontraba nada, desesperado de no encontrar nada de comida para sus
hijos no se dio cuenta que ya oscurecía y estaba muy lejos de su casa.
Como no tenia linterna, el pensó en quedarse dormir en un árbol muy
grande, por que si dormia abajo le podría picar la vivora o comer el tigre,
entoces, comenzó a buscar el oje. Se subio allí y se acomodo para dormir;
como a las doce de la noche oye una canción en medio monte y se puso en
alerta preguntándose quien podría cantar en medio monte a altas hora de
la noche, cada vez se oía mas fuerte y cerca. Hasta que pudo ver al pie del
oje unos hombresitos, barrigones, orejones y barbones que cantaban asi:
Caspikani, caspikani patamata matacho lunes, martes, miércoles 3; y haci
repetían varias veces, el montaras creyendo que eran personas normales y
como una broma de arriba le responde: jueves, viernes, sábado 6. Oyendo
esto los hombresitos molestos y mirando hacia arriba dijeron: ¿Oh quien
esta arriba? ¡vajese! Y el montaras se bajo con tanto susto, los hombresitos
les preguntaron ¿Qué haces aquí? Y el les dijo que estaba buscando
animales para comida de sus hijos y no encontraba nada, y como ya era
oscuro se quedo dormido en el árbol. Entonces los hombresitosle
respondieron : buen hombre usted por aver alargado y areglado nuestra
canción te vamos a dar los animales que tu quieras, vete por este camino y
veras los animales, lleva lo que tu quieras, ven cuando quieras, pero eso si
no cuentes a nadie. Entonces se fue por el camino que le indicaron y
encontró animales de toda especie mancitos y llevo lo que podía.
Cada vez que se iva al monte traía gran cantidad de carne, y sus vecinos y
familiares lo envidiaban, por que ellos cuando se iban al monte no traían
nada. Sus vecinos y demás moradores le preguntaban de donde sacaba
tanta carne y el les respondia: ¡por ahí nomas!.
Hasta que un dia su compadre le invito a una fiesta de cumpleaños y le
dieron de tomar trago. Cuando ya estaba bien borracho su compadre le
pregunta de donde traía tanta carne, y el le conto lo ocurrido a el.
Al dia siguiente el compadre se fue en busca del oje para quedarse
dormido. Entonces paso lo mismo; aparecieron los hombresitos y cantando
toda la canción que el montaras le había alargado. Se fueron al mismo oje,
y el compadre abisioso interviene en la canción diciendo: domingo 7,
domingo 7. Los hombresitos molestos dijeron: ¿Oh quien esta arriba?
¡Vajese!, el compadre alegre se bajaba del árbol, y les dijo a los
hombresitos que se había quedado dormido en ese árbol.
Los hombresitos furiosos le dijeron: tu por haber arruinado nuestra
canción, diendo domingo siete; para nosotros esa fecha es muy especial y
nadie lo menciona, vamos con nosotros. Y lo llevaron a convertirle en uno
de ellos. El montaras cuando se fue a traer animales por el camino que lo
había indicado, no encontró ya nada, pues por haber contado la verdad se
perdió de todo.
EL MANGUARE
Es un antiguo instrumento de comunicación de los boras utilizado para
enviar mensajes a través de la selva mediante golpeos rítmicos con mazos
de caoba de una pareja de troncos huecos, uno de mayor tamaño que el
otro.
Para construir un manguare se utilizan dos troncos (macho y hembra) de
charapilla (madera dura), sobre los que son trazados con un hacha líneas
similares (caños) a fin de abrir huecos en sus extremos con la forma de una
ihyowa (vagina).
La tradición bora establece que solo el jefe de un clan (curaca) puede
construir y tocar el manguare, quien lo protege de las lluvias
construyéndole una maloca especial.
Solo los hombre pueden golpearlo, especialmente sus nietos del curaca
pues el manguare no les hace nada; y si alguna mujer intenta golpearlo o
tocarlo queda con un hechizo: de hacerle crecer más grande su ihyowa
(vagina).
Es fabricada solo en las noches con los poderes de los espiritus de animales
y del cielo que el curaca invoca, si entonces es fabricada de dia este no
funciona o no suena fuerte.
CLANES Y SIMBOLOS BORAS
Entre los boras cada clan tiene su propio curaca, y su propio símbolo que lo
identifica con un animal, planta o estrella del cual creen haberse originado.
Antiguamente había muchos clanes, ahora solo existe unos cuantos
compuestos a veces por solo 8 a 15 personas.
El clan pelejo representa a la gente del perezoso, pero los que pertenecen a
esta clan no se consideran perezoso, sino cautos, y tienen gran rivalidad
con el clan venado. El clan venado identifica a quienes dicen poseer la
agilidad de este animal; actualmente son muy pobres y no tienen maloca, y
tienen gran rivalidad con el clan aguaje.
El clan carana es mas reducido, y agrupa a la gente que cree provenir de
esta palmera, la cual es utilizada para construir chozas. El clan aguaje
pertenece a la gente que se identifica con esta palmera que crece en
abundancia en esta región. Son los mas numerosos , según se dice porque
los antiguos curacas de este clan tuvieron muchas esposas e hijos.
Es un alma en pena, que vaga por las oscuras noches de la selva (diablo)
que goza aterrorizando a la gente. Pero nadie lo ha visto, y todos lo
reconocen con temor cuando en plena oscuridad lanza al aire un silbido
penetrante: “fin…fin…fin…” que por instante se pierde en el monte a los
lejos, pero vuelve a silvar ya sobre el techo de una casa o a la orilla del rio.
Todo es tan rápido que la gente solo se pone a persignarse o resar, porque
existe la creencia de que cuando silva con insistencia, por los alrededores
de un pueblo, anuncia malos presagios y cuando lo hace sobre una casa,
enfermedad o muerte.
Que cantando en lengua bora alegremente pedía más belleza para que este
entre medio de la gente.
Los hombres del pueblo al verla, la admiraban, y querían saber de dónde
aparecía esa linda y hermosa señorita y desaparecía antes del anochecer.
Un día unos de los hombres del pueblo decidió seguirla y conocerla mejor
pero se dio con la sorpresa que era una mariposa, y cruzaba el rio volando,
al perseguirla e intentar cruzar el rio su madre la boa, se le aparece y con su
imán que posee, lo jala a su boca para tragarle.
Y haci, hacía con todos los hombres que querían saber de ella. La seguían y
nunca más regresaban.
DIABLO
En los boras antiguamente existía un hombre brujo muy malo, que la gente
al verlo se corrían de él, y se morían de la curiosidad de saber a dónde iba.
Pero había personas que le preguntaba y les respondía.
Le decían: coño a dónde vas,
Y él le respondía: estoy yendo a cosechar maní para poner mi muela.
Y se le acerco otro preguntándole: coño a dónde vas,
Y este le respondía: me estoy yendo a traer el rocoto de ungurahui de mi
abuelita para mi pelo.
Se le acerco otro y le pregunto: coño a dónde vas,
Y el respondió: a traer sacha papa para mi huevo.
Y otro pregunto: coño a dónde vas,
Y el respondió: a sacar shapaja para hacer mi lengua.
Y otro: coño a dónde vas,
Respondía: a coger ojo de vaca para poner mi ojo, y haci pasaba todos los
días, hasta completar su cuerpo.
Una vez completado su transformación era un diablo intocable, cada
persona que andaba en altas horas de la noche, al sentir un aire en
cualquier parte del cuerpo, se torcía y vivía haci toda su vida.