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MODULO I : ASPECTOS GENERALES DE LA ATENCIÓN DE URGENCIAS Y

MANEJO DE TRIAGE

- Deficiones y concepto
El Triage hospitalario, es una parte fundamental de la gestión clínica en emergencia
cuando la demanda excede la disponibilidad de recursos humanos y técnicos. El
Triage de emergencia es un sistema que ofrece un método para asignar prioridad
clínica en situaciones de emergencia. No está diseñado para juzgar si los pacientes
están adecuadamente diagnosticados en el marco de la emergencia, sino para
asegurarse de que aquellos que necesitan atención urgente la reciban adecuada y
oportunamente.
Mediante la implementación del triage en las emergencias se ha producido una
mejora en la calidad asistencial, ya que se atiende de una manera adecuada y en
el tiempo necesario a aquellas situaciones patológicas que hacen necesaria una
asistencia rápida.
El Triage en los servicios de emergencia ha sido evaluado en muchos trabajos de
investigación donde concluyen que es una necesidad su creación, desarrollo y
cambio según las exigencias de una mejor atención e incremento de la demanda en
emergencia. Este último aspecto ha sido el determinante más importante a nivel
mundial en el desarrollo y creación de diferentes escalas de triage para atender las
emergencias de manera adecuada y en el tiempo necesario. En el Perú en general
y en Lima en particular, no existe un desarrollo sistemático de los conceptos y de la
implementación uniforme del triage en los servicios de emergencia hospitalarios. Es
necesario conocer los conceptos que rodean al triage de los servicios de
emergencia hospitalarios y en función a ello establecer las normativas, por los entes
rectores en salud, necesarias para mejorar la atención inicial y de calidad en
emergencia.
Los conceptos sobre las situaciones que actualmente conocemos como
emergencias individuales o colectivas tienen un tiempo de desarrollo relativamente
corto, tanto en la escena mundial como local. En los últimos 40 años, la velocidad
de desarrollo del enfoque sobre emergencias primero se ha ido incrementando, para
llegar a ser vertiginosa después.
La Medicina de Emergencia es una especialidad joven, bien establecida y madura,
pero solo en un número relativamente pequeño de países.
Sin embargo, las emergencias y desastres son tan antiguas como el hombre mismo
y hacen su aparición desde que existe el hombre, ya sea con lesiones o
enfermedades agudas que necesitan atención en forma inmediata, en especial las
que amenazan la vida o la integridad del ser humano.
La situación actual de los sistemas de salud de nuestro país y del mundo ha sufrido
cambios. La transición demográfica y la epidemiológica traducen el incremento de
la esperanza de vida, pero también de las enfermedades crónicas y pluripatología.
Ya desde el Censo de 1993, la pirámide por edad presentó una reducción relativa
en las edades menores y un leve aumento en las edades intermedias. La edad
mediana de la población aumentó de 19 a 22 años durante el periodo intercensal
1981 - 1993, y al 2017 la transformación de la pirámide poblacional de una base
ancha y vértice angosto a una con una base más reducida y un ensanchamiento
progresivo en los centros refleja un número menor de nacimientos y mayor
población en edad activa, figura que tiende a ser rectangular, lo que demuestra que
el Perú se encuentra en una etapa de transición hacia el envejecimiento
demográfico y de un notable aumento de la demanda de los servicios de
emergencia.
Diversos trabajos mencionan el impacto del envejecimiento sobre la casuística de
un hospital y sus diferentes servicios por lo que se plantea la necesidad de adaptar
los recursos hospitalarios a los requerimientos de la población geriátrica, con los
antecedentes y diagnósticos que más frecuentemente presentan y de su tratamiento
en particular.
En la mayor parte de las ciudades de nuestro país, los establecimientos de salud se
encuentran saturados, más aún en los servicios de urgencias y emergencias, debido
probablemente al desigual crecimiento de la población que tiene acceso a estos y
la cartera de servicios de salud que se brindan, problemática que al parecer no ha
sido prevista ni afrontada a tiempo. Las poblaciones en las zonas urbanas crecen
exponencialmente, los altos índices de violencia, delincuencia y la generalización
del pandillaje juvenil se traducen en altas cifras de víctimas con graves lesiones,
potenciándose con un caótico crecimiento vehicular y la aparición de modalidades
de transporte como son los mototaxis.
El hacinamiento en los servicios de emergencia traduce la problemática de los
diversos sistemas de salud. Hoy en día, los principales problemas que aquejan a la
población mayor de 60 años son los relacionados a patologías crónico-
degenerativos, donde las enfermedades cardiovasculares están en el primer orden,
lo que conduce a una mayor utilización de los servicios de salud, en particular las
Emergencias, mayor costo de la atención y mayor capacidad resolutiva de los
establecimientos de salud.
Lo mencionado crea una necesidad de servicios de salud que deben ofrecer calidad,
oportunidad y eficacia en la atención del paciente crítico de emergencia en
concordancia con las nuevas concepciones de atención en salud.
Uno de los aspectos más importantes tanto a nivel hospitalario como del propio
servicio de emergencia en razón a la percepción de calidad de atención de los
pacientes es el primer contacto que realizan los mismos con el hospital. El constante
incremento del número de atenciones en los servicios de urgencias o emergencias
hospitalarios determina la necesidad de disponer de un sistema para clasificar
pacientes que acuden a dichos servicios, en función de su gravedad probable, para
atender de forma prioritaria a quien más lo amerita, este proceso es el Triage y el
lugar donde se realiza el primer contacto de los usuarios de los servicios de
emergencia con el personal de salud son las áreas de Triage las que pueden estar
organizadas en mayor o menor medida en los servicios de emergencia.
Triage, significa clasificación de pacientes según su estado de salud. El triage es un
proceso de valoración clínica inicial que clasifica a los pacientes antes de la
evaluación diagnóstica y terapéutica medica, en base a su grado de urgencia, sin
necesariamente tomar en cuenta el orden de llegada, determinando que los
pacientes más urgentes sean evaluados primero mientras los restantes deben ser
controlados y reevaluados hasta su evaluación médica completa.
El triage es un sistema de selección y clasificación de pacientes en los servicios de
urgencia, basado en sus necesidades terapéuticas y los recursos disponibles para
atenderlo. Existen cinco categorías de triage, con la salvedad que los tiempos
establecidos de atención no aplicarán en situaciones de emergencia o desastre con
múltiples víctimas, que se describen a continuación:
Triage I: requiere atención inmediata. La condición clínica del paciente representa
un riesgo vital y necesita maniobras de reanimación por su compromiso ventilatorio,
respiratorio, hemodinámico o neurológico, perdida de miembro u órgano u otras
condiciones que por norma exijan atención inmediata.
Triage II: la condición clínica del paciente puede evolucionar hacia un rápido
deterioro o a su muerte, o incrementar el riesgo para la pérdida de un miembro u
órgano, por lo tanto, requiere una atención que no debe superar los treinta (30)
minutos. La presencia de un dolor extremo de acuerdo con el sistema de
clasificación usado debe ser considerada como un criterio dentro de esta categoría.
Triage III: la condición clínica del paciente requiere de medidas diagnósticas y
terapéuticas en urgencias. Son aquellos pacientes que necesitan un examen
complementario o un tratamiento rápido, dado que se encuentran estables desde el
punto de vista fisiológico aunque su situación puede empeorar si no se actúa.
Triage IV: el paciente presenta condiciones médicas que no comprometen su estado
general, ni representan un riesgo evidente para la vida o pérdida de miembro u
órgano. No obstante, existen riesgos de complicación o secuelas de la enfermedad
o lesión si no recibe la atención correspondiente.
Triage V: el paciente presenta una condición clínica relacionada con problemas
agudos o crónicos sin evidencia de deterioro que comprometa el estado general de
paciente y no representa un riesgo evidente para la vida o la funcionalidad de
miembro u órgano.

Historia del triage


El desarrollo del Triage nace de las experiencias de la guerra y medicina militar, en
épocas antiguas los ejércitos realizaban escaso o ningún esfuerzo para atender a
sus heridos por el nivel de sus conocimientos, las pocas atenciones brindadas eran
poco o totalmente inefectivas.
El cirujano militar francés barón Dominique-Jean Larrey, cirujano jefe de la Guardia
Imperial de Napoleón es considerado por la mayoría de autores como el primero en
concebir y poner en práctica un sistema oficial de triage en el campo de batalla a
través de la evaluación y clasificación rápida de los soldados heridos.
Según señala Iserson, priorizó el tratamiento y la evacuación de heridos que exigían
cuidados médicos urgentes en lugar de la espera de horas y hasta días o que la
batalla termine. De esa manera, Larrey realizó cientos de amputaciones en el campo
de batalla mientras que la batalla se desarrollaba, y también diseñó carros ligeros,
que denominó "ambulancias voladoras" para transportar rápidamente el herido.
Decía "los que están peligrosamente heridos deben recibir la primera atención, sin
importar rango o distinción, los que se lesionan en un grado menor pueden esperar
hasta que sus hermanos de armas, que están muy mutilados, hayan sido operados
y vestidos, de lo contrario éstos no sobrevivirán durante muchas horas, rara vez,
hasta el día siguiente".
El cirujano naval británico John Wilson sostenía que los cirujanos deberían
centrarse en aquellos pacientes que necesitaban tratamiento inmediato con mayor
probabilidad de éxito; los pacientes con heridas menos graves y aquellos cuyas
heridas eran probablemente fatales el tratamiento se prorrogaba.
Durante la Guerra Civil de los Estados Unidos (EEUU), con el establecimiento formal
de un servicio de ambulancia de campo militar y estaciones de ayuda directas a
través de los esfuerzos de dos cirujanos del Ejército de la Unión, Charles Tripler y
Jonathan Letterman se consolidó lo señalado por Larrey.
Sin embargo, en los primeros días de la Guerra civil en EEUU no existía un método
uniforme de clasificación de los heridos en combate determinando alta mortalidad
lo que devino en la implementación de procedimientos de selección en la primera
línea y servicios de ambulancia disminuyendo la mortalidad.
Con el advenimiento de la primera guerra mundial se desarrolló un número de armas
de alta letalidad con gran número de víctimas no visto antes, que necesitando
tratamiento debían entrar a un sistema de triage. Como refiere Iserson12, Keen en
su libro “Tratamiento de las heridas de guerra” menciona que "un hospital con 300
o 400 camas derrepente puede ser abrumado por 1000 o más casos. A menudo,
por lo tanto, es materialmente imposible dar un tratamiento rápido y completo a
todos. Un solo caso, incluso si se requiere con urgencia de atención y si va a
absorber mucho tiempo, podría tener que esperar, ya que en ese mismo tiempo una
docena de otros, casi igual de exigentes, pero que requieren menos tiempo, podrían
ser atendidos. El mayor bien para el mayor número debe ser la regla”.
Este enfoque reconoce explícitamente que, cuando los recursos son limitados,
algunos pacientes que podrían salvarse pueden esperar mientras se salva a mayor
número. Otros planificadores de triage en la primera Guerra ofrecen un enfoque muy
diferente al triage del campo de batalla, que plantea retrasar el tratamiento de los
menos gravemente heridos, ya que sugirieron dar prioridad a este grupo, pues
pueden ser tratados con rapidez y volver al combate.
En la Segunda Guerra Mundial se introdujeron nuevas armas, incluyendo tanques
mejorados y apoyo aéreo, y nuevos tratamientos, incluyendo plasma y la penicilina.
Médicos militares desarrollaron protocolos nuevos y más detallados para la
evaluación y triage de pacientes.
Del mismo modo, los médicos militares alemanes, durante la campaña rusa de
1941, utilizaron el principio de maximizar la fuerza de combate por el tratamiento de
aquellos que podrían más rápidamente volver a la acción con el menor gasto de
tiempo y recursos. Otro ejemplo de este enfoque de triage militar se puede encontrar
en un manual de 1958 de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte)
que describe tres categorías de triaje:
1. Aquellos que están heridos leves y pueden volver al servicio,
2. Aquellos que están más gravemente heridos y con necesidad de reanimación
inmediata o cirugía, y el "irremediablemente herido" o muertos al arribo.
La evacuación rápida de los heridos empezó con el transporte aeromédico básico
(sin atención médica en el aire) en la Guerra de Corea y avanzó a transporte
sofisticado en helicóptero multicausal con tratamiento aéreo en Vietnam. El tiempo
medio entre la lesión y el tratamiento definitivo se redujo de 12 a 18 horas en la
Segunda Guerra Mundial, de 2 a 4 horas en Corea, y menos de 2 horas en Vietnam.
En los 2 conflictos de Irak, hospitales de campaña móviles, idealmente dentro de 10
millas del campo de batalla, se mantuvo tiempos de evacuación relativamente
cortos.
El uso de armas nucleares en la Segunda Guerra Mundial y la continua amenaza
de armas nucleares, químicas y biológicas de destrucción en masa plantean
desafíos especiales para la clasificación y la planificación de triage. En un ataque
limitado con las armas de destrucción masiva, la planificación de triage para las
grandes catástrofes puede ayudar a los proveedores a distribuir los recursos
limitados entre los supervivientes heridos. Después de que el uso generalizado de
este tipo de armas o un desastre natural de gran magnitud, el número de víctimas,
la destrucción de los recursos disponibles y del orden social puede ser tan grande
que el cuidado médico efectivo, incluyendo triage, se hace imposible.
Se menciona a menudo que los sistemas militares de triage se han adaptado para
triage en contextos civiles, incluidos los desastres. Con base en una revisión
exhaustiva de los desastres de Estados Unidos, Auf der Heide informó de que, a
pesar de la existencia de sistemas de triage, la mayoría de las víctimas de desastres
fuera del hospital, se encuentran y se transportan directamente a los hospitales por
los transeúntes.
La primera descripción del uso civil del triage en los Departamentos de Emergencia
(DE) por primera vez fue en Yale-New Haven Hospital en 1963, con un enfoque
hacia la población civil y fue publicada por Weinerman en 1964. Su clasificación
incluía tres categorías:
a) Emergente (condiciones que requieren atención médica inmediata, ya que ponen
en riesgo la vida).
b) Urgente (condiciones que requieren atención médica dentro de un periodo de
pocas horas por considerarse un padecimiento agudo, pero no necesariamente
grave).
c) No urgente (condición que no amerita el uso de los recursos del Departamento
de Urgencias).
Basado en las necesidades de los pacientes y el personal de salud que recibe en
primer lugar a los pacientes que acuden a Emergencia, dicha clasificación fue
modificándose con la experiencia y los diversos trabajos de investigación
desarrollados, por lo que en la actualidad se plantea un triage con escala de cinco
niveles en base a la priorización en razón a la gravedad presentada.
• Nivel I: prioridad absoluta con atención inmediata y sin demora.
• Nivel II: situaciones muy urgentes de riesgo vital, inestabilidad o dolor muy intenso.
Demora de asistencia médica de hasta 10 minutos.
• Nivel III: urgente pero estable hemodinámicamente, con potencial riesgo vital que
probablemente exige pruebas diagnósticas y/o terapéuticas. Demora de atención
de 60 minutos.
• Nivel IV: urgencia menor, potencialmente sin riesgo vital para el paciente. Demora
máxima de 120 minutos.
• Nivel V: No urgencia. Poca complejidad de la patología o cuestiones
administrativas, citas, etc. Demora de hasta 240 minutos. Con base en el sistema
de cinco prioridades antes mencionado, actualmente existen cinco modelos de
triage hospitalario de uso universal, existiendo diversos intentos locales para
implementar sus propios modelos.
Modelos de triage hospitalario
a) Escala de triage Australiana, NTS de 1993 y ATS 2000
b) Triage del Departamento de Urgencias de Canadá CTAS de 1995
c) Sistema de triage de Manchester MTS de 1996,
d) Índice de Severidad de urgencia ESI de 1999 y
e) Sistema de triage Andorrano o Sistema español de Triage MAT-SET 2003
El modelo de clasificación debe ser estandarizado, normalizado y tener un alto nivel
de concordancia interobservador, válido al clasificar al paciente según su nivel real
de urgencia. El objetivo primario de la clasificación será optimizar el lapso de tiempo
desde que el paciente llega a emergencia y es valorado por el médico que atenderá
al paciente.
La prioridad que se asigne dependerá del motivo de consulta, de la valoración
clínica, de los signos objetivos y subjetivos del paciente, este proceso es continuo
hasta iniciar la atención médica en el tópico respectivo.
Durante el proceso de triage se pone de manifiesto el principio de la beneficiencia,
es decir conseguir lo mejor para el paciente con uso racional de los recursos
existentes, así como el principio de justicia con asignación de dichos recursos a los
que tengan mayores posibilidades de sobrevida.
Los antecedentes del sistema de cinco prioridades se originan en Australia. Como
señala FitzGerald, en Australia el desarrollo de un sistema de clasificación se basó
en las observaciones de las enfermeras en la clasificación de los pacientes. Esta
observación identificó varias acciones consistentes y distintas después de la
evaluación las que fueron determinadas por la urgencia del paciente e incluyeron:
1.Solicitar atención médica de inmediato y comenzar la reanimación.
2.Asignar al paciente al siguiente médico disponible.
3.Colocar la historia de emergencia del paciente al frente de la lista de espera.
4.Colocar la historia de emergencia del paciente en orden en la lista de espera.
5.Animar al paciente a buscar ayuda en otro lugar o en otro momento.
La decisión central que subyace a estas observaciones fue la "urgencia" del
paciente y la evaluación de la enfermera del momento en que debe realizarse la
evaluación médica. Esto condujo al desarrollo del The Ipswich Triage Scale (ITS),
que se basó en gran medida en una escala categórica de 5 niveles en
funcionamiento en el Hospital Box Hill en Victoria.
Sin embargo, el ITS incluyó un descriptor de urgencia funcional basado en la
determinación general de la enfermera de la urgencia del paciente.
En el ITS el paciente debe ser visto bajo circunstancias razonables por un médico
en el plazo de: 1. Segundos, 2. Minutos, 3. Una hora, 4. Horas y 5. Días. La
categoría de "días" no implicaba que los pacientes debían esperar días, sino que
podían hacerlo sin efectos clínicos adversos.
Después de esto, se realizó un análisis detallado del uso de la escala durante 12
meses en el Hospital Ipswich.
Estos estudios mostraron un nivel relativamente alto de concordancia en las
evaluaciones de clasificación entre enfermeras, una relación directa entre la
evaluación de clasificación y una variedad de otras medidas de gravedad (p. Ej.,
Score de trauma, Score de gravedad de lesiones y Score de gravedad de asma) y
una asociación directa con resultados tales como la mortalidad, el tiempo en el
hospital, el tiempo en la UCI y la utilización de recursos.
Otros estudios realizados por Jelinek confirmaron la repetibilidad y la validez del
sistema. Este trabajo constituyó la base de la adopción del ITS en 1994 por el
Australasian College for Emergency Medicine (ACEM) como la Escala Nacional de
Triage (NTS).
McMahon señala que el ATS requiere que el personal de salud capacitado evalúe
a todos los pacientes a su llegada, determinando la categoría de clasificación al
completar la oración: "Este paciente debe esperar para recibir una evaluación
médica y un tratamiento de no más de ___ minutos". Cada categoría de clasificación
tiene un tiempo máximo recomendado para el tratamiento. La evaluación toma de
dos a cinco minutos; Las enfermeras obtienen signos vitales y otros datos solo
cuando es necesario. Un amplio desarrollo de esta escala se puede obtener de
https://acem.org.au/Content-Sources/Advancing-EmergencyMedicine/Better-
Outcomes-for-Patients/Triage.
Posteriormente, el NTS se convirtió en el Australasian Triage Scale - ATS en 2000
y ha sido ampliamente validado por la experiencia de investigación y operativa., el
ATS también es una de las bases del Canadian Triage and Acuity Scale CTAS en
Canadá y el Manchester Triage System MTS del Reino Unido.
McMahon, señala que la escala canadiense de clasificación y agudeza (CTAS) es
similar a la ATS pero tiene pequeñas diferencias en el tiempo para la evaluación del
médico. También incluye escalas de dolor y una escala de agudeza separada para
pacientes pediátricos, y permite la determinación de la gravedad de las afecciones
(como el asma) en más de una categoría, y tiene un "resumen de vista rápida" de
las categorías de clasificación desglosadas por sistema corporal. Además, describe
los marcos de tiempo para la reevaluación de los pacientes en el área de espera y
permite cambiar la categoría de clasificación cuando el paciente ha estado
esperando durante mucho tiempo (por ejemplo, un paciente clasificado como "5"
puede cambiar a un “4” después de esperar dos horas). También tiene un indicador
de calidad que mide si el departamento cumple con sus propios estándares de
tiempo de respuesta. Se puede obtener ampliamente desarrollada en
https://caep.ca/resources/ctas/implementation-guidelines/
El Sistema de Triage de Manchester, desarrollado por el Grupo de Trabajo de Triage
de Manchester, Inglaterra, dirige al personal profesional de salud de triage para
asignar niveles mediante la identificación de signos y síntomas y la evaluación de
seis factores: amenaza para la vida, dolor, hemorragia, nivel de conciencia,
temperatura y agudeza. (Evita específicamente el diagnóstico durante el triaje). Se
han desarrollado cincuenta y dos algoritmos para su uso durante este proceso. Su
desarrollo se puede ver en https://www.triagenet.net/classroom/ o en http://www.
triagemanchester.com/web/presentacion_es_66.php
El Índice de gravedad de emergencia (ESI), desarrollado por un equipo de médicos
de emergencia y enfermeras dirigidos por Wuerz, ya fallecido, en Brigham and
Women's Hospital en Massachusetts y por Eitel en York Hospital en Pensilvania. El
ESI se basa en un modelo conceptual que no solo plantea la pregunta
“¿Cuándo debería verse a este paciente? ” pero también “ ¿Qué necesita este
paciente? ” por lo tanto, el algoritmo primero incorpora la agudeza y luego el
consumo de recursos esperado para determinar la prioridad del tratamiento. Los
componentes incluyen la estabilidad de la vía aérea, la función cardíaca, el nivel de
conciencia, la intensidad del dolor, el número de intervenciones requeridas y el nivel
de riesgo. Se ha probado su alto grado de confiabilidad entre los evaluadores en la
categoría de clasificación.
El Sistema Español de Triaje - Modelo Andorrano de Triaje (SET-MAT), surge en el
año 2000, con el CTAS como referente, pasando de una escala basada en síntomas
y diagnósticos centinela a una escala basada en categorías sintomáticas. Es un
conjunto de síntomas o síndromes que el profesional reconoce a partir del motivo
de consulta y permite clasificarlo en una categoría sintomática.
En el año 2001, se desarrolló el programa informático de ayuda al Triaje y la
Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES) lo adopta
como modelo de triaje para el estado español en el 2003, con el nombre de Sistema
Español de Triaje (SET). El SET posee 32 categorías sintomáticas y 14
subcategorías que agrupan 578 motivos de consulta diferentes.
El SET-MAT utiliza una escala de prioridad de 5 niveles y posee una versión
específica para pediatría con unas categorías sintomática más concreta según la
población empleada. Está versión ha sido validada, aunque no muestra una
correlación tan estrecha entre consumo de recursos de transporte sanitario o índice
de ingresos según el nivel de urgencia, como en la población adulta.
Principios del triage
Según la OPS en su Manual para la implementación de un sistema de triage para
los cuartos de Urgencias, los principios fundamentales que caracterizan a un
sistema de triage estructurado y moderno son:
• Sistema de triage de 5 niveles de priorización, normalizado y dotado de un
programa informático de gestión del triage, que permita el registro de la clasificación,
el control de todos los pacientes dentro y fuera del servicio y el control de tiempos
de actuación (“Timelines”).
• Modelo integrador de los aspectos más relevantes de los modelos actuales de
triage de 5 categorías, a los que ha de aportar aspectos de revisión y adaptación al
entorno sanitario donde se aplique.
• Modelo de calidad, con objetivos operativos, propuestos como indicadores de
calidad del triage, fiable, válido, útil, relevante y aplicable.
• Sistema de triage médico y de enfermería no excluyente, integrado en una
dinámica de servicio donde se prioriza la urgencia del paciente, sobre cualquier otro
planteamiento estructural o profesional, dentro de un modelo de especialización
de urgencias.
• Modelo dotado de un programa informático de ayuda a la decisión clínica en el
triage, evaluado y validado, con ayuda continua y con registro anamnésico del
triage.
• Sistema integrado en un modelo de mejora continua de la calidad, con
monitorización de indicadores de calidad del triage, que defina un estándar de
motivos de consulta a urgencias y que permita entre otros, evaluar la casuística del
servicio.
• Poder integrar en un modelo global de historia clínica electrónica, integradora de
la actividad médica y de enfermería, estandarizada y acorde con estándares de
calidad, que permita un total control de la gestión clínica y administrativa del cuarto
de urgencias.
• Proponer adaptaciones estructurales y de personal en el cuarto de urgencias,
acordes con las necesidades de calidad del sistema de triage y formación específica
para el personal de triage.
• Sistema de triage estructurado holístico, de aplicación tanto en el terreno de la
urgencia hospitalaria como extrahospitalaria, aplicable tanto a niños como a adultos,
y con independencia del tipo de hospital, dispositivo o centro de asistencia.
Objetivos del triage
Los objetivos del sistema de triage en Emergencia apuntan hacia la identificación
oportuna, rápida de los pacientes en situación de riesgo vital, intenta disminuir la
congestión de pacientes asegurando el otorgamiento de la prioridad adecuada
destinándolo al área más adecuada para tratar el caso. Como ya se ha señalado no
es la intención establecer diagnósticos sino otorgar la prioridad de atención.
Un aspecto importante es tener como objetivo la información a los pacientes y sus
familiares sobre el estado general del paciente y de los tiempos probables de
espera.
Ventajas del triage
El triage proporciona al paciente información sobre su estado de salud y tiempo
aproximado de espera priorizando su atención de acuerdo a su gravedad clínica.
Asimismo, orienta los flujos de paciente en función a su gravedad permitiendo la
reordenación de los recursos de emergencia en función de la demanda.
Funciones del triage
Determinar la situación de riesgo vital del paciente, mediante sistema de prioridades
de atención, determinando el área más adecuada para tratar al paciente informando
a los pacientes y familiares de las primeras acciones a realizar según su prioridad
de atención y el tiempo de espera probable.
Indicadores de calidad del triage
La clasificación de un triage estructurado permite tener índices de calidad. Algunos
de ellos son el tiempo de espera para ser atendido en el triage el que debe ser, en
general, menor de 10 minutos. También es índice medible la proporción de
pacientes que dejan el hospital sin ser atendidos por un médico y que, en general,
debe ser menor del 2%.
Se ha planteado10-24 indicadores de calidad para el triage hospitalario los cuales
serían:
1. El índice de pacientes perdidos sin ser visitados por el médico que sería un Índice
de Calidad de satisfacción, riesgo y adecuación. El estándar establecido se sitúa
en 2% del total de pacientes que acuden a urgencias, lo subdividen en:
a. Índice de pacientes perdidos sin ser clasificados que es el porcentaje de
pacientes que deciden dejar el servicio de urgencias después de ser registrados
administrativamente y antes de ser clasificados, sobre el total de pacientes
registrados.
b. Índice de pacientes clasificados y perdidos sin ser visitados por el médico que es
el porcentaje de pacientes clasificados que deciden dejar el servicio de urgencias
antes de ser visitados por el médico, sobre el total de pacientes clasificados.
2. El tiempo desde la llegada del paciente al servicio de urgencias hasta el momento
que se inicia la clasificación. Se recomienda que este tiempo sea de 10 minutos,
este índice no tiene un estándar establecido, es difícil de calcular salvo haya un
sistema electrónico y automático de registro de llegada.
3. El tiempo de duración de la clasificación (tiempo de duración del triaje), se
recomienda que sea 5 minutos.
4. El tiempo de espera para ser visitado, se establece que al menos un 90% de los
pacientes tienen que ser visitados por el equipo médico en 2 horas desde su
clasificación y el 100% en 4 horas.
Los diversos tipos de modelos de triaje, deben tener fiabilidad y reproducibilidad
altas. La fiabilidad es un término estadístico que evalúa el grado de uniformidad
interevaluador e intraevaluador. Ya sea que dos personas distintas o la misma
persona realicen el triage obtendrían el mismo resultado.
En el momento actual un triage correcto se realiza a través de la informatización del
mismo pues a pesar de la fiabilidad y validez científica de las escalas de triage de 5
niveles, la experiencia de su uso ha mostrado problemas traducidos en trabajos de
investigación como fiabilidad de los resultados en la práctica clínica (problemas de
concordancia interprofesional e ínterhospitalaria cuando se aplica sobre pacientes
en el triage), atribuidos a diferentes causas:
1.- heterogeneidad en la formación de los profesionales;
2.- tendencia al subtriage en cuartos de urgencias sobresaturados;
3.- tendencia al subtriage en situaciones agudas comunes;
4.- tendencia al sobretriage para justificar largos tiempos de demora;
5.- tendencia al sobretriage en servicios remunerados por casuística. Todo lo cual
disminuiría con una informatización del triage que se constituiría en un soporte
fundamental para el personal del triage y asimismo permite una auditoria más fiable.
La implementación en los servicios de emergencia del área de triage ha
determinado en parte, satisfacción por parte del personal de urgencias, dado que la
patología que afronta ha sido seleccionada y calificada antes de su atención,
disminuyendo aquella que es la que no debería atender y pero que si debe recibir
atención médica en otros niveles de asistencia.
Se produce una educación sanitaria de la comunidad, haciendo que el paciente con
patología banal, que no requiere estudios ni pruebas complementarias hospitalarias
y que piensa que por acudir a los servicios de urgencias hospitalarias le van a
realizar estos exámenes auxiliares, se encuentre con un necesario triage que
discrimina esa situación. Asimismo, se ha conseguido una mejora en la calidad
asistencial dado que se atiende de manera adecuada y en el tiempo necesario
aquellas patologías que hacen necesario una prontitud en su asistencia, aumenta
la satisfacción de los usuarios externos e internos y racionaliza el consumo de
recursos colaborando en la mejora de la calidad global del servicio y aportando un
orden justo en la asistencia, basado en la gravedad, de los pacientes, emergencia
/urgencia.
Dentro de la organización del triage, se ha estudiado qué profesional podría
ejecutarlo aparte del Médico.
Imperato, en un estudio de intervención de 6 meses antes y después de
implementar la presencia del médico afirma que mediante una encuesta dicha
presencia tuvo una significativa mejora en la satisfacción del paciente.
Rainer, en un estudio observacional prospectivo de pacientes consecutivos que
asistieron a la estación de triage de un servicio de urgencias entre 9am y 5pm, de
lunes a viernes, evaluó el impacto de un especialista en el triage en tiempo de
servicio. Cuando se compararon las diferentes categorías de triage, reducción
significativa sólo se observó en pacientes semiurgentes durante el período de
estudio. Sin embargo, los pacientes semiurgentes constituyen el 68% de todas las
asistencias en el grupo de estudio y 74% en el grupo control, concluyendo que la
presencia de un especialista de medicina de Emergencia puede acortar el tiempo
de servicio de los pacientes de categoría 4 y que el triage de pacientes puede
realizarse mejor por un equipo de triage con la presencia de un especialista en
medicina de Emergencia y enfermeras en lugar de solo una enfermera de triage.
Por otro lado, las decisiones tomadas pueden tener un margen de error que es
necesario monitorear, como lo publica Grossmann al informar sobre un “subtriage”
que se produjo en 117 casos de un total de 519 pacientes de 65 o más años, siendo
las razones principales las situaciones de alto riesgo y la falta de interpretar
adecuadamente los signos vitales concluyendo que en su estudio, los pacientes
mayores corrían riesgo de “subtriage”. Fue realizado con el índice de gravedad de
emergencia o Emergency Severety Index al que sin embargo encontraron confiable
y válido para el triage de pacientes mayores.
Una revisión de búsquedas en las bases de datos de estudios comparativos
publicado de 1994 a 2014 que examinan el papel del médico experimentado en
triage, demuestra que el triage realizado por médicos experimentados puede ser
una medida efectiva para mejorar el rendimiento del departamento de emergencia.
La preocupación por la sensibilidad del triage también se vio revelado en otro trabajo
de Mendoza y Elguero quienes determinaron la sensibilidad del triage clínico en un
servicio de urgencias adultos realizando un estudio prospectivo transversal y clínico,
incluyendo pacientes mayores de 18 años que acudieron a solicitar consulta al
servicio de urgencias y fueron valorados por el médico del servicio de triage. La
muestra fue de 380 y los pacientes que ingresaron fueron aleatorizados. Se utilizó
el sistema de 3 colores, y posterior a su atención médica se volvió a asignar un color
dependiendo de su diagnóstico final, comparándose con el inicial para determinar
la sensibilidad diagnóstica. De 380 pacientes clasificados inicialmente en el área de
triage, obtuvieron una sensibilidad diagnóstica global de 60.2 concluyendo que la
sensibilidad del triage clínico en el Servicio de Urgencias Adultos de su hospital fue
de 60.2, y que la sensibilidad para los pacientes con urgencia real es mejor que la
sensibilidad para los pacientes con urgencia media y sentida.
Por otro lado, Beveridge reporta que hubo alta tasa de acuerdo interobservador
usando la Canadian Triage and Acuity Scale y fue asimismo entendida e
interpretada de manera similar por enfermeras y médicos.
La sobredemanda en emergencia y el cambio demográfico que determina la
asistencia de mayores de la tercera edad a la emergencia, es preocupación de
varias realidades como lo traduce Baumann en su trabajo sobre Triage de pacientes
geriátricos en un departamento de emergencia y la validación y sobrevida con el
índice de severidad en emergencia donde evaluaron la validez de dicho índice y su
asociación con la sobrevida. Cuando se utiliza en el triage para los pacientes
mayores de 65 años, el algoritmo ESI demuestra validez, la hospitalización,
duración de la estancia, utilización de recursos y supervivencia fueron asociadas
con la categorización de la ESI en esta cohorte, y se usó en este grupo de pacientes
pues existe una gran demanda de la Emergencia por este grupo etáreo en diversas
latitudes, incluyendo nuestro país.
Sobre la investigación en Triage, las escalas de triage de cinco niveles son
superiores a los sistemas de tres niveles con respecto a la validez y fiabilidad por lo
que el mayor número de publicaciones se refieren a los instrumentos de cinco
niveles CTAS y ESI, los cuales han sido objeto de estudios multicéntricos y análisis
realizados en Europa. El ATS es también bien documentado, pero son escasos los
datos publicados en el MTS. La capacitación constante permite a los profesionales
que realizan triage un nivel óptimo en sus decisiones incrementando sus
competencias y la seguridad percibida al realizarlo.
Uno de los aspectos observados en el área de triage es el insuficiente o excesivo
triage. Al respecto, la OPS a través de la publicación “desarrollo de sistemas de
servicios de emergencias médicas: experiencia de los Estados Unidos de América
para países en desarrollo” menciona lo siguiente: Se denomina triage insuficiente
a la situación en la cual la enfermedad o la lesión de un paciente es catalogada
como menor que la que en realidad tiene, esto puede dar lugar a alguno o todos de
las siguientes situaciones: mayor probabilidad de muerte, mayor probabilidad de
discapacidad permanente, aumento de los costos por pérdida de productividad
y, en último término, mayores costos de la atención médica como resultado del
retraso del tratamiento de la enfermedad o lesión, o sus complicaciones resultantes.
Por el contrario, se llama triage excesivo a la situación en la cual la enfermedad o
la lesión de un paciente es catalogada como más grave que la que en realidad tiene,
las consecuencias son, sin embargo, paradójicamente similares a las anteriores,
aumento de los costos médicos secundarios al uso innecesario de recursos médicos
(personal, pruebas y equipo).
Además, el hecho es que mientras los pacientes erróneamente catalogados utilizan
los recursos de Servicio de Emergencias Médicas o del Departamento de
Emergencia, alguien con un cuadro más grave no puede hacerlo. Esto hará que el
paciente quizás "desconocido" en el sistema sufra el efecto de las consecuencias
del "triage insuficiente" ya mencionado, lo mencionado sin duda puede ser de
naturaleza cíclica, causando un efecto de propagación en el departamento de
emergencia.
También refiere que “en la mayoría de los sistemas, especialmente en lo que
concierne a la población de pacientes con traumatismos, se acepta universalmente
que un cierto porcentaje de triage excesivo contra un triaje insuficiente es aceptable,
puesto que el error apunta a la cautela. En los traumatismos, se acepta en general
que una tasa de triaje excesivo de 30% a 50% es aceptable (Colegio
Estadounidense de Cirujanos, 1999).
Es aconsejable, sobre una base moral y ética, lograr un equilibrio entre proporcionar
atención de alta calidad a todos y hacerlo con costos razonables, el objetivo es
lograrlo de modo tal de NO infringir las normas de calidad respecto de los pacientes
que están verdaderamente necesitados de atención inmediata y urgente. Este es el
desafío real que enfrentan los sistemas de triage de los SEM y del DE en el nuevo
milenio”38.
Si se ha decidido implementar un sistema de triage, debe seleccionarse un
instrumento cuya validez y fiabilidad ha sido demostrada, idealmente en la lengua
del país de que se trate, además, que permita la correcta identificación de los
pacientes que requieren atención médica urgente; estos instrumentos facultan
estimación y planificación de recursos.
Triage en los servicios de emergencia de Lima En el Perú en general y en Lima en
particular, los cambios no se han dado de manera progresiva y continua, sino más
bien se han sobrepuesto varias etapas como producto del cambio epidemiológico
y demográfico ocurrido en los últimos 30 años y donde la violencia del terrorismo y
de pandillas así como los rápidos cambios en el parque automotor y las
enfermedades crónico-degenerativas han determinado una sobredemanda de los
servicios de emergencia. La respuesta del sistema de salud no ha sido oportuna.
La mayoría de los servicios de emergencia para enfrentar esta sobredemanda han
potenciado áreas como el triage, pero de manera desordenada y sin fundamentos
normativos generales y específicos, lo mencionado se ve reflejado preliminarmente
en un estudio sobre triage en los hospitales de Lima; se evaluaron 20 servicios de
emergencia hospitalario, 65% tenía por categorización el nivel III-1, 25% nivel II-2,
5% nivel IIE y 5% el nivel II-1. El tiempo de inicio del triage en sus servicios de
emergencia es en promedio de 8.61 años, funcionan en promedio las 24 horas en
60% de establecimientos de salud y de lunes a domingo en 70% de ellos.
La prioridad usadas son de 4 en un 61.11%, 5 prioridades en 33.3%, y 3 prioridades
en 5.56%. El triage en 70% está a cargo del profesional médico y el 30% de
enfermería.
Hay 15% (3 establecimientos) realizado por técnicos de enfermería de manera
parcial.
La programación médica es solo total sólo en 30% de los establecimientos y parcial
en 30%. 8 establecimientos no informaron acerca del tipo de programación. 15%
del total de 20 establecimientos informan que el médico que realiza triage tiene
especialidad, niegan que tengan especialidad 11 establecimientos y 6 no informan.
Enfermería presenta un 83.33% que tienen especialidad. En 90% se informa a
familiares o pacientes sobre la situación de salud y 65% es informado sobre los
tiempos de espera. 20% maneja indicadores de calidad y 10% realiza retriaje. 50%
de establecimientos de salud usan escalas de triaje y 85% del personal de los
establecimientos que las usan tienen conocimiento de las mismas. 85% de
establecimientos de salud informa que tienen normativa interna sobre triage y 75%
del personal conocería las mismas. 90% de establecimientos informan que no
realizan investigación en el área de triage.
Todo ello presenta un panorama de inadecuada implementación del área de triage
en servicios de emergencia de establecimientos de salud de Lima por lo que en un
entorno de mejora de la calidad asistencial y en el objetivo de mejorar la atención
del paciente crítico se debería establecer normas del ente rector en salud a fin de
uniformizar conceptos modernos sobre triage e implementar un área tan importante
y en muchos casos decisiva en la primoatención del paciente de emergencia.
Tener en cuenta
En ninguna circunstancia el triage podrá ser empleado como un mecanismo para la
negación de la atención de urgencias.
El proceso de verificación de derechos de los usuarios, será posterior a la
realización del triage y en consecuencia, el triage debe ser realizado a la llegada del
paciente al servicio de urgencias.
Los prestadores de servicios de salud deberán proporcionar la información
adecuada a los pacientes y acompañantes sobre los recursos iniciales a emplear y
los tiempos promedio en que serán atendidos.
Para las categorías IV y V del triage, es fundamental que las entidades responsables
del pago de los servicios de salud en conjunto con sus redes de prestadores de
servicios de salud y de forma articulada con las entidades territoriales de salud,
adelanten estrategias que garanticen y mejoren la oportunidad para el acceso a los
servicios conexos a la atención de urgencias, entre ellos, consulta externa, general,
especializada y prioritaria, así como los servicios de apoyo diagnóstico, entre otros.
- Urgencias

El concepto holístico de la persona del que vamos a partir requiere un abordaje


integral de los problemas de salud desde una labor conjunta de un equipo
pluridisciplinar, a la vez que implica el desarrollo de diferentes materias y aspectos
de la persona, familia y de la comunidad, de la salud y de la enfermedad.
Los cambios acaecidos en los patrones sociales, culturales y económicos en
nuestro país en las últimas décadas han generado transformaciones en los estilos
de vida, las condiciones medioambientales, valores y creencias, etc., que han
influido negativamente en el nivel de salud de la población. El desarrollo industrial,
el alto índice de paro, el estrés o el sedentarismo, entre otros factores
desencadenantes, están propiciando el aumento y la aparición de enfermedades y
patologías agudas y crónico-degenerativas, favorecidas por los nuevos hábitos.
Para hacer frente a estas situaciones los seres humanos estamos adaptándonos
continuamente a los cambios del medio externo e interno. Los factores del medio
ambiente externo que pueden influir en el funcionamiento del cuerpo humano son
de diversa índole: químicos, físicos, biológicos, psicosociales, etc., existiendo
mecanismos de defensa que protegen a las personas de los factores mencionados.
Sin embargo, éstos no siempre son efectivos, rompiéndose el equilibrio dinámico de
la persona y apareciendo la enfermedad.
Para dar respuesta a las necesidades que en materia de salud presenten los
usuarios/clientes, es preciso planificar adecuadamente y poner en práctica los
cuidados de Enfermería, con una base de conocimientos no sólo de las personas y
de los factores relativos a la salud, sino también de las alteraciones fisiopatológicas.
La profesión enfermera, a través de la historia, se ha caracterizado por su capacidad
para responder a los cambios que la sociedad ha ido experimentado y
consecuentemente, a las necesidades de cuidados que la población y el Sistema
Sanitario han ido demandando.
La Enfermería de Urgencias y Emergencias se encuentra en la actualidad en un
pico de relevancia social debido principalmente a dos causas:
• Las patologías cardiovasculares y los accidentes se han convertido en las
principales causas de muerte e invalidez en las sociedades occidentales.
• La atención que se presta a estas patologías quedan enmarcadas en el ámbito de
los cuidados de Urgencias y Emergencias.
La denominada “hora de oro”, donde la actuación sanitaria ha demostrado con
creces rebajar el número de lesiones invalidantes, así como los fallecimientos,
confirma la necesidad de actualizar y reorganizar los distintos Servicios de
Urgencias hospitalarios y extrahospitalarios, así como la creación de Servicios de
Emergencias allí donde aún no se contemplan.
Por ello, la formación en Enfermería de Urgencias y Emergencias, debido a la
demanda social y del entorno, es el primer paso para el desarrollo de profesionales
cualificados para prestar cuidados de calidad a las personas que necesiten estas
atenciones, además de constituir un importante reto para las instituciones
educativas y sanitarias, las cuales deben adaptar las estrategias a cubrir las
demandas de salud de la población.
Todos en algún momento hemos necesitado asistir a un servicio de urgencias, tal
vez hemos tenido buenas experiencias, otras veces no tanto. Una buena atención
de urgencias depende no solo de las instituciones de salud, sino también del uso
responsable y adecuado por parte de nosotros como pacientes.
¿Cómo? ¿Uso responsable, adecuado? Sí, cuando decidimos dirigirnos a
Urgencias es importante revisar si la situación y el estado de salud realmente aplica
para este tipo de atención, y así evitar ocasionar congestión o largas esperas.
Es así que la forma de identificar si debemos o no ir a Urgencias es conociendo en
qué casos sí se debe acudir, identificando cuándo el estado de salud del paciente
puede estar realmente afectado o comprometida su vida.

CONCEPTO DE URGENCIAS Y EMERGENCIAS

Una urgencia es “la alteración de la integridad física y/o mental de una persona,
causada por un trauma o por una enfermedad de cualquier causa que genere una
demanda de atención médica inmediata y efectiva, tendiente a disminuir los riesgos
de invalidez y muerte”.
Cuando se presenta una urgencia es necesaria una atención inicial con el objetivo
de estabilizar signos vitales y clasificar el estado de salud del paciente.
Precisamente para esto se determina una prioridad en el servicio por medio del
Triage.
La terminología usada en el dominio de la ayuda sanitaria urgente varía, no sólo
dentro de nuestro país, sino entre los distintos países de nuestro entorno
socioeconómico.
Urgencia: definiciones
Existen diversos criterios a la hora de definir el concepto de urgencia sanitaria, entre
éstos se encuentra el que resume la filosofía que ha servido a la Seguridad Social
para establecer los Servicios especiales o normales de Urgencia:
• “Urgencia es toda demanda de asistencia que se produce fuera del horario laboral
normal”. Se trata de un criterio eminentemente funcional.
• Las diversas asociaciones sanitarias americanas, a modo de ejemplo, definen
urgencia como: “Toda aquella situación que, en opinión del paciente, su familia o
quien quiera que asuma la responsabilidad de llevar a un paciente al hospital,
requiere una atención sanitaria inmediata”. Se trata de un criterio centrado en la
percepción del usuario.
• Comúnmente se acepta que: “Urgencia es toda situación que plantea una
amenaza inmediata para la vida o salud de una persona”.

¿LAS URGENCIAS TIENEN CLASIFICACIÓN POR NIVELES?


Sí, así es. La atención en urgencias no se hace de acuerdo a un orden de llegada,
sino de acuerdo con el riesgo que presenta la salud del paciente, según los niveles
de clasificación del triage. Primero se atiende a quienes podrían llegar a perder la
vida, un órgano o una parte de su cuerpo; luego siguen las urgencias de menor
complejidad, que no comprometen la vida.
El Triage permite que cada paciente pueda saber un aproximado del tiempo que
debe esperar para la atención.

NIVELES DEL TRIAGE PARA LAS URGENCIAS MÉDICAS

Triage I: requiere atención inmediata del paciente, ya que su condición representa


un riesgo vital. Casos como paro cardiorrespiratorio, hemorragias severas, pérdida
de un miembro u órgano, entre otros.

Triage II: la condición clínica del paciente puede evolucionar hacia un rápido
deterioro, por eso, requiere una atención que no debe superar los treinta (30)
minutos. Por ejemplo, casos como un dolor extremo, heridas no vitales, diarrea
aguda con dolor abdominal o fiebre, vómito sin tolerancia a vía oral, entre otros.

Triage III: la condición clínica del paciente requiere de medidas diagnósticas y


terapéuticas en urgencias. Es decir, necesita un examen o un tratamiento rápido,
pero se debe actuar pronto. Casos como dolor por un par de días, cuerpo extraño
en el oído sin dolor o sangrado, dolor lumbar que se irradia hacia las piernas o
lumbalgia súbita, entre otros.
OTROS NIVELES DEL TRIAGE PARA CLASIFICAR LAS URGENCIAS

Triage IV: el paciente presenta condiciones médicas que no comprometen su estado


general, ni representan un riesgo evidente para su vida. Casos como dolor no agudo
en el estómago, sinusitis, entre otros. En este caso se recomienda atención por
consulta prioritaria.

Triage V: el paciente presenta una condición clínica relacionada con problemas


agudos o crónicos sin evidencia de deterioro que comprometa su estado general.
Casos como dolor de garganta, dolor lumbar de varios días de evolución, cólico
abdominal sin vómito o diarrea, entre otros. Se recomienda asistir a consulta
prioritaria o programar consulta externa.

Tipos de urgencias
Atendiendo a los conceptos expresados sobre las urgencias, podrían hacerse las
siguientes distinciones:
Urgencia subjetiva
Está fundada desde la óptica de la víctima y del gran público; surgiendo de criterios
que tienen carácter de impresión, tales como el dolor agudo o la hemorragia externa,
sin que esos signos pongan necesariamente en peligro la vida o la salud de la
persona.
Urgencia objetiva
Sería por tanto aquella situación que compromete la vida o la salud de la persona,
y que puede ser apreciado por
personal sanitario o no sanitario entrenado.
Urgencia vital
Forma parte de la urgencia objetiva y es definida como la situación en que, por fallo
o compromiso de las funciones vitales respiratorias, circulatorias o cerebrales, existe
a corto plazo riesgo de fallecimiento; este concepto hace referencia al término
Emergencia (Ver Cuadro 1).
Cuadro 1. Definición del término emergencia
Las características específicas del modelo sanitario español definidas en la Ley
General de Sanidad, así como la posibilidad lingüística de utilizar los términos de
urgencia y emergencia, lo que en sí era un anglicismo sinónimo de urgencia, ha
dado lugar a la diferenciación conceptual entre ambos términos y su posterior
aplicación al diseño de los modelos de atención sanitaria.
Con el término emergencia sanitaria se refieren aquellas situaciones que reúnen
las siguientes características:
• Hacen peligrar la vida del enfermo, algún órgano o parte esencial de su
organismo, a no ser que se instauren medidas terapéuticas con prontitud. Siempre
comporta un elevado riesgo vital.
• El problema desencadenante de la emergencia aparece casi siempre de un
modo súbito.
• Requieren de respuesta especializada inmediata, entre unos minutos y una hora.
• La emergencia requiere hospitalización, salvo raras excepciones, y ésta se
produce prácticamente siempre ocupando camas de enfermos críticos o agudos.
• Precisa, por lo general, de asistencia in situ y un transporte asistido o
especializado hasta el hospital.
• La solicitud de atención ante situaciones de emergencia procede de la familia o
del entorno donde se
ha desencadenado el problema. Generalmente, no es solicitada por el propio
paciente.
• Hasta la plena instauración de los servicios de urgencia extrahospitalarios,
necesita con frecuencia la
concurrencia de instituciones no sanitarias para su resolución, como son policía,
bomberos, etc.
• El personal que atienda situaciones de emergencia requiere formación
específica.
Clasificación de las urgencias sanitarias
La clasificación que se establece a continuación viene utilizándose en aquellas
situaciones en que es preciso atender a un grupo numeroso de personas en un
espacio limitado de tiempo y recursos, por lo que la prioridad se establece en función
del tiempo disponible para instaurar las medidas terapéuticas.

PRINCIPIOS GENERALES Y ESTRUCTURALES DE LA ASISTENCIA URGENTE


Y DE EMERGENCIA
Tendencias del sistema sanitario que indican la necesidad de la especialización en
urgencias y emergencias.
La Enfermería de Urgencias y Emergencias aparece en un mundo en constante
evolución, en el que los cambios se desarrollan vertiginosamente, con una
capacidad técnica y científica como hasta ahora jamás conocida. Ésta adquiere su
desarrollo en un momento en el que la Enfermería trata de potenciar, como nunca,
su identidad, con un aumento de su autonomía, de investigación propia, de
búsqueda crítica de teorías y caminos que fundamenten la profesión y los cuidados.
La asistencia sanitaria evoluciona día a día, de manera dinámica. Se incorporan
avances tecnológicos, nuevos conocimientos basados en estudios científicos,
innovadoras formas de gestión y administración, etc., y así, aquello que hace unos
años parecía imposible o simplemente no se tenía en cuenta, hoy cobra una
notoriedad, cimentando la base para la creación de un nuevo concepto asistencial
de salud.
El volumen de la atención urgente y la creciente demanda, ponen de manifiesto la
evolución del desarrollo de estos servicios como un claro indicador de la necesidad
de dotar de profesionales enfermeros especialistas, cualificados y expertos, los
recursos de respuesta a la demanda ciudadana.
Comienzan a quedar atrás los tiempos en que los cuidados de Urgencias y
Emergencias en los centros hospitalarios eran los primeros que recibían las
personas con necesidades críticas. En este nuevo sistema se traslada la atención
al lugar de los hechos: el hospital extiende un brazo imaginario que valora, prioriza,
presta cuidados in situ y traslada a su núcleo central al paciente donde se
complementa y perfecciona la asistencia.
Esta paulatina transformación de la conciencia sanitaria lleva consigo la formación
de personal enfermero cualificado en el área de Urgencias y Emergencias, donde
los cuidados a aplicar y tareas a realizar van a ir encaminados a la prevención, a
prestar atención integral al paciente y a la familia en situaciones muy especiales,
además de participar activamente en la gestión y administración de los recursos.
Cambios en la práctica de la Enfermería en esta especialidad que justifican la
necesidad del conocimiento y práctica especializada.
La Enfermería de Urgencias y Emergencias es un área de especialidad de la
Enfermería profesional que implica la integración de la práctica, la investigación, la
educación y la profesionalidad.
La práctica comprende la valoración, diagnóstico y el tratamiento de la respuesta
humana a los problemas percibidos, reales o potenciales, físicos o psicosociales
que pueden ser episódicos, primarios y/o agudos.
La investigación es el descubrimiento y la verificación de conocimiento en base al
cual puede avanzar el conocimiento de la especialidad. Está basada en la premisa
que el paciente es el principal beneficiario.
La educación engloba la formación continuada de uno mismo y la enseñanza de los
pacientes, de la familia y comunidad y de los otros miembros del equipo de
Urgencias.
La profesionalidad (responsabilidad, autonomía, autoridad y liderazgo) contribuye al
crecimiento de la especialidad, a la formación y mantenimiento de relaciones
interprofesionales.
Podríamos definir la Enfermería de Urgencias y Emergencias como la teoría y
práctica de los cuidados de Urgencias y Emergencias realizados por profesionales
enfermeros.
La Emergency Nurses Association (ENA), hace la siguiente definición de los
cuidados urgentes: “Valoración, diagnóstico y tratamiento de problemas
observados, actuales o potenciales, súbitos o apremiantes, físicos o psicosociales,
que son fundamentalmente episódicos o agudos”. Estos problemas pueden precisar
cuidados mínimos o medidas de soporte vital, educación del paciente y otras
personas allegadas, referencia o traslado adecuado y conocimiento de las
implicaciones legales.
Por su parte, la American Nurses Association (ANA), describe a los especialistas en
Enfermería como los profesionales que están involucrados en campos
especializados dentro de la Enfermería y a la especialización como un enfoque
limitado a una parte del campo global de la Enfermería.
Estándares para la práctica de la Enfermería de Urgencias y Emergencias
Como entidad profesional de Enfermería en España, la Sociedad Española de
Enfermería de Urgencias y Emergencias (SEEUE), mantiene que las enfermeras/os
que trabajan en el área de Urgencias y Emergencias ofrecen a la persona, a la
familia y a la comunidad unos servicios específicos. Así mismo, la SEEUE es
responsable de definir los estándares –norma– que guíen los comportamientos de
la práctica de la Enfermería de Urgencias y Emergencias, como medio de asegurar
la calidad del servicio enfermero que se oferta al paciente (Ver Cuadro 2).
Cuadro 2. Definición de estándar
¿Qué son los estándares?
Son criterios para la práctica profesional. Representan una medida descriptiva,
específica y explicativa de lo que debe ser la Enfermería de Urgencias y
Emergencias en nuestro país, proporcionando un marco para la consecución de
cuidados de calidad.
Además, proporcionan referencia a otros profesionales sanitarios, instituciones y
sociedad de lo que es la Enfermería de Urgencias y Emergencias.
Entre las responsabilidades de la SEEUE, se encuentra el establecimiento,
mantenimiento y la proporción de estándares para la práctica, para de esta
manera intentar ofrecer a la sociedad el máximo de calidad posible en los
cuidados de Urgencias y Emergencias.

La mayoría de los grupos que se constituyen en especialidad se identifican por


tener:
• Sistema corporal específico.
• Proceso salud/enfermedad de intervención específica.
• Entorno del cuidado específico.
• Población específica.
La Enfermería de Urgencias y Emergencias interacciona todas estas
especificidades. Incluye la administración de cuidados que abarca desde la
prevención a las intervenciones destinadas a salvar la vida. Se valoran,
diagnostican, planifican, ejecutan y evalúan los cuidados a personas de todas las
edades, familia y comunidad, que requieren desde formación básica hasta medidas
de soporte vital.
La práctica de la Enfermería de Urgencias y Emergencias tiene un carácter
pluridimensional, ya que se lleva a cabo junto a otros grupos profesionales: médicos,
técnicos, auxiliares, asociaciones e instituciones. Dentro de este rol, las
enfermeras/os de Urgencias y Emergencias se comunican, relacionan y comparten
recursos, así como información, investigación, docencia, tecnología y experiencias.
Podemos identificar tres amplios conceptos como componentes esenciales en la
práctica de la Enfermería de Urgencias y Emergencias, que dan lugar a las áreas
en las que se desarrollan los estándares: (Ver Cuadro 3)
I. PRÁCTICA.
II. INVESTIGACIÓN.
III. FORMACIÓN/DESARROLLO PROFESIONAL.
Ninguna de estas áreas se excluye por lo que de esta manera algunos estándares
pueden estar presentes en más de una.
La característica principal de los estándares es su carácter dinámico, abierto y
flexible. Siempre se ha de estar dispuesto a la modificación, cuando ésta conlleve
la mejora tras el estudio y la contrastación.
Cuadro 3. Aplicación de los estándares
Los estándares para la práctica de la Enfermería de Urgencias y Emergencias sirven
como referencia y guía de nuestra práctica profesional. Están realizados para
promocionar su empleo por los enfermeros/as, miembros de los Servicios de
Urgencias y Emergencias en sus distintas labores profesionales: generalistas,
supervisión y dirección. Además de definir lo que debe ser la Enfermería de Urgencias
y Emergencias en España, existen otras razones que justifican su descripción:
• En cuanto al desarrollo de la profesión enfermera, fomentan el crecimiento científico
y la creación y promoción de la especialidad como consolidación de la Enfermería de
Urgencias y Emergencias.
• Socialmente contribuyen al conocimiento profesional de la Enfermería y más
concretamente de esta especialidad.
• Desde la ética, ayudan a asegurar una práctica basada en el código ético de la
Enfermería.
• Económicamente contribuyen a la promoción profesional y ayudan asegurar la
relación coste-eficacia.
• Desde el punto de vista ofrecen las bases para el desarrollo y consolidación del
currículum básico de la Enfermería de Urgencias y Emergencias.
• En el ámbito investigador, sienta las bases para el descubrimiento y verificación del
conocimiento, en base al cual puede avanzar la especialización.
PERFIL PROFESIONAL EN LA ATENCIÓN URGENTE
Los profesionales especialistas en Enfermería clínica avanzada en Urgencias y
Emergencias proporcionarán cuidados enfermeros a personas con problemas de
salud en situación crítica, de alto riesgo o en fase terminal, individual o
colectivamente, dentro del ámbito sanitario o domiciliario, agilizando la toma de
decisiones mediante una metodología fundamentada en los avances producidos en
el campo de los cuidados de la salud, la ética y la evidencia científica lograda a
través de una actividad investigadora directamente relacionada con la práctica
asistencial.
Asimismo, por ser expertos en dicha área, serán eficaces asesores en el ámbito
institucional o en el equipo de salud en cualquier aspecto relacionado.
Dichos profesionales estarán capacitados para:
• Prestar atención integral a la persona para resolver, individualmente o como
miembros de un equipo multidisciplinar, los problemas de salud que le afecten en
cualquier estadío de la vida con criterios de eficiencia y calidad.
• Utilizar con destreza y seguridad los medios terapéuticos y de apoyo a los
diagnósticos médios que se caracterizan por su tecnología compleja.
• Diagnosticar, tratar y evaluar de forma eficaz y rápida las respuestas humanas que
se generan ante los problemas de salud reales y/o potenciales que amenazan la
vida o no permiten vivirla con dignidad.
• Establecer una relación terapéutica eficaz con los usuarios para facilitarles el
afrontamiento adecuado de las situaciones que padezcan.
• Participar activamente con el equipo multidisciplinar aportando su visión de experto
en el área que le compete.
• Formular, implementar y evaluar los estándares, guías de acción y protocolos
específicos para la práctica de la Enfermería clínica avanzada en urgencias y
emergencias.
• Gestionar los recursos asistenciales con criterios de eficiencia y calidad.
• Asesorar como expertos en el marco sanitario global y en todos los niveles de
toma de decisiones.
• Proporcionar educación sanitaria a los usuarios, así como asesorar al equipo de
salud en todos los aspectos relacionados con su área en la especialidad.
• Asumir las competencias en materia de formación de los futuros especialistas.
• Impulsar líneas de investigación que sean relevantes para el diagnóstico, las
intervenciones y los resultados en la clínica avanzada en urgencias y emergencias.
Competencias enfermeras en Urgencias y Emergencias
Las competencias del enfermero en Urgencias y Emergencias, han sido elaboradas
y aprobadas dentro de los proyectos de especialidad en Enfermería clínica
avanzada y Certificación para especialistas en Enfermería.
1. Utilizar los conceptos teóricos y el conocimiento de los cuidados de Enfermería
como base para la toma de decisiones en la práctica enfermera de urgencias y
emergencias.
2. Impulsar líneas de investigación que sean relevantes para el diagnóstico, las
intervenciones y los resultados en urgencias y emergencias.
3. Adoptar actitudes concordantes, en la toma de decisiones éticas y en su
aplicación, con el Código Deontológico de la Enfermería.
4. Realizar la recogida y análisis de datos de salud o enfermedad de la persona,
familia o comunidad, de forma continua y sistemática, en base al marco conceptual
de Enfermería adoptado para la prestación de cuidados enfermeros en el ámbito de
Urgencias y Emergencias, y en base al conocimiento científico, la concepción de
los cuidados enfermeros, los componentes de la situación y la percepción del
paciente y su ecosistema.
5. Realizar los pertinentes planes de atención de Enfermería estandarizados para
su posterior aplicación mediante planes de atención de enfermería individualizada
basados en los diagnósticos enfermeros formuladas, y evaluar de forma eficaz y
rápida las respuestas humanas que se generan ante los problemas de salud reales
y/o potenciales que amenazan la vida o no permiten vivirla con dignidad.
6. Evaluar, y modificar si hay pertinencia, los planes de cuidados basándose en las
respuestas del paciente, de la consecución de los objetivos y de los resultados
medidos.
7. Prestar atención integral a la persona, para resolver individualmente o como
miembros de un equipo multidisciplinar, los problemas de salud que le afecten en
cualquier estadío de la vida con criterios de eficiencia y calidad.
8. Someter a triage los pacientes a los que se prestan cuidados en situaciones de
emergencias y catástrofes, y aplicar la RAC –Recepción, Acogida y Clasificación–
a los que se prestan cuidados urgentes en el ámbito hospitalario y de atención
primaria de salud, y en el ámbito de la atención urgente extrahospitalaria cuando no
proceda, o esté superado, el triage, determinando la prioridad del cuidado
basándose en las necesidades físicas y psicosociales y en los factores que influyan
en el flujo y la demanda de pacientes.
9. Utilizar con destreza y seguridad los medios terapéuticos y de apoyo al
diagnósticos que se caracterizan por su tecnología compleja.
10. Establecer una relación terapéutica eficaz con los usuarios para facilitarles el
afrontamiento adecuado de las situaciones que padezcan.
11. Participar activamente con el equipo multidisciplinar aportando su visión de
experto en el área que le compete.
12. Formular, implementar y evaluar los estándares, guías de acción y protocolos
específicos para la práctica de la Enfermería en Urgencias y Emergencias.
13. Gestionar los recursos asistenciales con criterios de eficiencia y calidad.
14. Asesorar como experto en el marco sanitario global y en todos los niveles de
toma de decisiones.
15. Proporcionar educación sanitaria a los usuarios para que adquieran
conocimientos de prevención de riesgos y adquieran hábitos de vida saludables.
16. Asesorar al equipo de salud en todos los aspectos relacionados con Urgencias
y Emergencias.
17. Asumir responsabilidades y compromisos en materia de formación de los futuros
enfermeros.
- Desastres
Los desastres son eventos extraordinarios que originan destrucción considerable de
bienes materiales y pueden dar por resultado muerte, lesiones físicas y sufrimiento
humano. Estos sucesos pueden ser causados por el hombre o ser por causas
naturales.
En la primera categoría de estos desastres se incluyen los incendios, los conflictos
bélicos, los disturbios civiles, los actos terroristas y la contaminación química, al
tiempo que las inundaciones, los terremotos, las marejadas, los tornados o los
huracanes son calamidades naturales. Las dos categorías guardan similitud en
cuanto a sus posibles consecuencias en la salud mental, pero los autores del
manual, con base en sus experiencias, se enfocan principalmente en los desastres
naturales.
Las catástrofes usualmente son hechos inesperados a la vez que inevitables, y
tienen diversas características. Algunas surgen con lentitud, mientras que otras lo
hacen de manera repentina y sin advertencia alguna. Las hay que afectan un área
amplia, mientras que otras ejercen sus efectos en un sitio específico.
También varía su duración: algunas persisten durante horas, y otras, sólo duran
segundos o minutos; por último, cada desastre produce daños materiales y pérdidas
humanas en grado variable, como por ejemplo terremotos, el fenómeno que mayor
número de muertos ha provocado a lo largo de la historia. En el año 2012 solo hubo
dos grandes terremotos, pero que supusieron un buen número de desplazados.
Ocurrieron en Yunnan, China (185.000 desplazados) y en Filipinas (182.000
desplazados), inundaciones, anualmente hay entre 20 y 25 millones de personas en
el mundo que se ven afectados por las inundaciones provocadas por tifones,
episodios extremos de lluvia, ciclones o monzones. La mayoría se originan en el
África Subsahariana (Chad, Níger, Nigeria o Sudán del Sur), donde este año se
desplazaron algo más de 7,5 millones de personas, o Asia (Pakistán, India, Filipinas,
China o Bangladesh) con 20 millones de migrantes y huracanes. Por ejemplo, el
paso del huracán Sandy, dejó en Cuba 350.000 personas desplazadas, pero apenas
murió gente, mientras, en EEUU, la falta de organización ante la magnitud de la
catástrofe dejó el doble de desplazados y 120 muertos. El huracán Katrina, que
asoló la zona de Nueva Orleans en 2005, causó el desplazamiento de 1,5 millones
de personas y se calcula que unas 300.000 nunca regresaron a su lugar de origen.
Un terremoto causa daños materiales o humanos mínimos en un área despoblada,
mientras que en otra densamente poblada la destrucción material y humana puede
ser considerable.
Un desastre se trata de una situación excepcional cuyo correcto abordaje se deberá
llevar a cabo medidas muy específicas y contar con un equipo multidisciplinar
altamente cualificado y entrenado para intervenir.
Los integrantes de dicho equipo deben conocer a la perfección cuál es el rol que va
a desempeñar cada uno; dentro de este grupo el papel de los profesionales de
enfermería es fundamental, participando activamente no solo en la respuesta del
desastre sino también en las fases previas y posteriores al mismo.
La presencia simultánea de un número indeterminado de lesionados en demanda
de asistencia urgente plantea grandes dificultades organizativas para adecuar la
oferta a la demanda. Ello obliga a la búsqueda de todas las soluciones posibles en
beneficio de la mayoría. La clasificación según criterios de gravedad es la mejor
opción posible en estas circunstancias.
Dado que el triage no se fundamenta en diagnósticos y la concordancia
interobservador hallada en las diferentes escalas ha resultado muy satisfactoria, el
triage es reivindicado desde sus inicios por enfermería, que consigue muy buenos
resultados incluso con escalas de 4 niveles de prioridad. Hay, sin embargo, sistemas
que defienden que debe ser un médico experimentado de urgencias el encargado
de realizarlo (sistema donostiarra de triage).
Actualmente es el personal de enfermería el que con más frecuencia lo realiza, con
o sin ayuda del facultativo. En este sentido algunos estudios concluyen que el triage
de enfermería con apoyo médico es más eficiente que el triage de enfermería
aislado sobre todo para los casos de alta urgencia y complejidad.
No obstante, otros modelos definen el triage avanzado, en el que el profesional de
enfermería ejecuta un procedimiento o administra una medicación en base a
directrices médicas con protocolos, circuitos y órdenes médicas preestablecidos.
Estos protocolos se han de poner en práctica una vez consensuados y establecidos
y después de que la mayoría de los profesionales de enfermería hayan recibido la
formación adecuada y se haya verificado su capacitación. También deben ser
aprobados por la estructura hospitalaria competente.
La administración de cuidados en todas las etapas del desastre pone en manifiesto
una de las características más relevantes del papel asistencial de la enfermería,
aunque el perfil profesional sea mucho más extenso.
El primer contacto de los pacientes con el personal sanitario en los servicios de
urgencias, tanto hospitalarias como del nivel asistencial de Primaria, es entendido y
definido, por la SEEUE, como RECEPCIÓN, ACOGIDA Y CLASIFICACIÓN DE LOS
PACIENTES EN URGENCIAS (RAC).
La RAC (término que debe sustituir definitivamente a triage) es una correcta
comprensión del problema de salud de los pacientes y su ecosistema, entorno y
familia, desde la óptica asistencial por niveles de gravedad y su correspondiente
clasificación y adecuación a la estructura del medio asistencial de urgencias en el
que nos encontremos.
Da un paso importante en la concepción de clasificación de pacientes en urgencias.
No es solo priorizar. Supera el instante del triage. Mantiene y refuerza la relación
interpersonal entre usuario / víctima y profesional sanitario. La SEEUE establece los
siguientes objetivos de la RAC:
1. Mejorar la calidad y la eficacia de los servicios de urgencias y emergencias,
mediante una respuesta adecuada a las necesidades de los usuarios, estableciendo
criterios homogéneos, científicos y coherentes sobre la necesidad de atención, que
el paciente presenta con respecto a su demanda de asistencia y sobre la base de
ello aplicar las intervenciones enfermeras para garantizar su seguridad.
2. Ordenar de manera eficaz la demanda mediante valoración enfermera inicial.
3. Clasificar y distribuir los pacientes en base a sus necesidades asistenciales según
la organización y estructura de la Unidad.
4. Aplicar, si procede, ciertas técnicas, iniciales y básicas, propias del ejercicio
profesional.
5. Prestar a los pacientes, y a sus familiares o acompañantes, una aproximación
humana y profesional al problema planteado como demanda asistencial en todo su
contexto.
6. Facilitar estabilidad y confort en la medida de lo posible.
7. Prestar apoyo emocional y ayuda psicológica, para disponer al paciente hacia
una actitud terapéutica positiva, obteniendo así el más alto índice de calidad posible
en el conjunto de las prestaciones sanitarias.
Se define, por tanto, una actividad donde la enfermería no sólo es parte del proceso.
La actividad de Recepción, Acogida y Clasificación de los pacientes de urgencias
es propia de la enfermería.
JUSTIFICACIÓN Y RELEVANCIA
Según la Sociedad Española de Enfermería en Urgencias y Emergencias se define
como enfermería extrahospitalaria o emergencia como: “Los profesionales que
proporcionarán cuidados enfermeros a personas con problemas de salud en
situación crítica, de alto riesgo o en fase terminal, a nivel individual o colectivo,
dentro del ámbito sanitario o domiciliario, agilizando la toma de decisiones mediante
una metodología fundamentada en los avances producidos en el campo de los
cuidados de la salud, la ética y la evidencia científica lograda a través de una
actividad investigadora directamente relacionada con la práctica”.
Según la EPES (Empresa Pública de Emergencias Sanitarias, de Andalucía) define
a la enfermera de emergencias: profesional enfermero con conocimientos y
habilidades específicas para el cuidado de pacientes en situación de emergencia
sanitaria. En cuanto a sus actitudes, son profesionales con un especial
entrenamiento ante situaciones de estrés, por lo que han de contar con un alto
autocontrol, así como con habilidades de relación interpersonal para interactuar no
sólo con el paciente, sino también con su entorno.
Por su propio perfil, la enfermera desarrolla su actuación profesional desde su
visión integral del paciente, siendo su responsabilidad prestar los cuidados
necesarios y colaborar con las técnicas y procedimientos definidos para cada
situación de emergencia.
Y siguiendo con la EPES, con respecto a la enfermera de emergencias, a sus
competencias técnico-asistenciales, hay que añadir los conocimientos y habilidades
relacionadas con las nuevas tecnologías, el uso de las telecomunicaciones, el
conocimiento de idiomas…. “La provisión de cuidados especializados de enfermería
a una variedad de pacientes en las diferentes etapas de la vida enfermos o con
lesiones. El estado de salud de dichos pacientes puede ser estable o inestable, sus
necesidades complejas y requerir de vigilancia estrecha o cuidados intensivos”
De todo lo anterior se deduce que la profesión de enfermería ha de poseer los
conocimientos, habilidades y actitudes propias, pero ha de ser la experiencia
práctica la que dote a la enfermera de su cualificación y experiencia profesional.
En caso de una catástrofe, el personal de enfermería constituye una parte
trascendental dentro del equipo multidisciplinario de salud, siendo fundamental su
intervención en las acciones llevadas a cabo antes, durante y después del desastre.
Para que su participación sea exitosa, deberá contar con una preparación tanto a
nivel académico-profesional como personal que le permita realizar técnicas y
procedimientos de manera eficiente, eficaz y con calidad.
Se considera como un desastre a una «disrupción grave del funcionamiento de una
comunidad o sociedad que cause amplios daños humanos, materiales, económicos
o medioambientales y que exceden la capacidad de la comunidad o sociedad
afectada para hacerle frente con sus propios recursos».
Los desastres son el resultado de la combinación de una serie de amenazas a la
que está expuesta una determinada población, la vulnerabilidad existente frente a
dicha amenaza y las medidas insuficientes para reducir las consecuencias
negativas potenciales del riesgo. En un desastre es importante la eficiencia de los
grupos y personas que responden ante la catástrofe. No sólo depende de cómo
desempeñen sus funciones, sino que se vuelve primordial permitir que todos
realicen sus actividades de forma organizada.
El profesional de enfermería debe actuar desde la administración, la investigación,
el servicio y la docencia, adaptando sus conocimientos profesionales, de modo que
puedan identificar y atender las necesidades de las personas que sufren con motivo
de un desastre y estar preparadas para actuar.
Los planes e intervenciones del personal de enfermería deben ser consistentes con
el Programa Global Contra Desastres y las actividades de otros miembros de grupos
asistenciales y médicos. Las actividades de enfermería deben reflejar las
necesidades cambiantes en caso de una calamidad y tener como metas la
prevención primaria, secundaria o terciaria.

Taller: evaluación de daños


BIBLIOGRAFIA

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catastrofes-y-emergencias-papel-de-enfermeria/

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