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El chico de la última fila es uno de los textos más ricos, complejos y profundos de Juan
Mayorga, autor que cultiva desde hace décadas el mejor teatro de ideas que se hace en
España. Mayorga es el dramaturgo de su generación más laureado y reconocido. Un
dramaturgo poliédrico con un universo en múltiples dimensiones en el que los conflictos que
azotan a sus personajes, humanos, carnales y tangibles, son a la vez una constante invitación al
pensamiento, a la crítica y al conflicto real, el ético. Y todo con una prosa vibrante y viva.
Publicada en 2006, se estrena ese mismo año bajo la dirección de Helena Pimenta. Ha sido
representada en la sala La cuarta pared y en la temporada 2020-21 en el Centro Dramático
Nacional.
Germán y Juana son un matrimonio maduro sin hijos, él es profesor de instituto y ella trabaja
en una galería de arte contemporáneo cuyas dueñas están a punto de cerrar ya que no es un
negocio rentable. Durante las primeras semanas del curso, Germán manda a sus alumnos
hacer una redacción que narre qué han hecho durante el fin de semana, entre todas las
redacciones sobresale con diferencia la de Claudio, que se sienta en la última fila. En su
redacción cuenta cómo, proponiéndole un intercambio de clases particulares a Rafa Artola, un
compañero de clase, ha podido entrar en su casa y conocer a su familia. Y a partir de aquí se
desarrolla la trama, donde realidad y ficción se van entremezclando.
Entre los temas principales de la obra están la relación maestro-discípulo, el interés que
generan las vidas de otros, la crítica a la clase media, la dicotomía realidad-ficción, el papel del
arte, y sobre todo, la manipulación entre los personajes (Claudio manipula la existencia de los
Artola en pro de una obra narrativa, y Claudio manipula a Germán en pro de la misma obra
narrativa).
Escrita de forma continua, no hay escenas. Además, hay saltos constantes entre unos
personajes y otros, entre unos espacios y otros, incluso se entremezclan, lo que da como
resultado una estructura muy dinámica.
Los personajes se articulan en torno a varios núcleos: Germán y Claudio (lo literario); Germán y
Juana (lo íntimo); los Artola, familia de clase media (lo social y existencial)
El desarrollo de la trama se produce de manera cronológica esta obra es continua y los avances
en el tiempo no se nos indican de forma específica, sino a través de los diálogos que se van
sucediendo. En cuanto al espacio escénico, podríamos hablar de tres espacios patentes, la casa
de Germán y Juana, la escuela y la casa de los Artola, pero hay un cuarto espacio, el parque,
ausente la mayor parte del drama y que se hace patente al final de este.
El chico de la última fila nos invita a una reflexión ética de lo que ocurre cuando un personaje
aparece en la vida de otro y altera su existencia y sobre el papel de la literatura frente a la vida,
en ese juego entre la verdad y la ficción.