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Bioética y enfermería legal ¿Qué es el bien? ¿Cómo alcanzar la felicidad? ¿Qué debemos (o
no) hacer? ¿Respetamos la norma solo por temor al castigo? Este tipo de preguntas se inscribe
en el horizonte de la reflexión ética. La pregunta por lo correcto e incorrecto, lo justo y lo
injusto, lo bueno y lo malo nos inscribe en el marco de reflexiones que buscan motivar y
argumentar nuestras prácticas concretas. En esta lectura repasaremos el concepto de ethos a
partir de la distinción entre ética y moral.
Imaginemos la siguiente situación hipotética: Juan es estudiante de la carrera de Enfermería.
Está cursando el último año y tiene aún varias materias para rendir. Además, realiza trabajos de
cuidador y realiza algunos procedimientos enfermeros a domicilio. Tiene un hijo de tres años y
su esposa está sin trabajo. Para él resulta fundamental recibirse cuanto antes, ya que tiene una
institución para emplearse en vista. Llega la época de exámenes y, luego de una ardua semana
laboral, Juan se dispone a estudiar el fin de semana para rendir los dos finales del día martes. Si
bien dedica el mayor tiempo posible al estudio, el día de los exámenes, Juan no se siente
seguro para poder rendir y aprobar ambos. Esto le provoca una gran incertidumbre, pues tiene
un problema: esta es la fecha límite para rendir ambos exámenes. Si no aprueba alguna de las
materias, deberá recusarla. Juan, comenta esta situación con sus compañeros y uno de ellos le
ofrece hacerle uno de los dos exámenes a cambio de una módica retribución económica. De este
modo, Juan rendiría los dos exámenes y se encontraría a unas pocas materias de convertirse en
abogado. ¿Qué debería hacer Juan? ¿Aceptar la propuesta del compañero? ¿Negarse a ello?
Estas preguntas son clave para iniciar nuestra exploración sobre aquella disciplina que
llamamos ética. La vida cotidiana y, por supuesto, la práctica profesional implican siempre
tomar decisiones y asumir una postura respecto de situaciones como la ilustrada en el ejemplo.
La respuesta que le demos a la pregunta final implicará:
1) la naturalización de ciertas prácticas incorporadas como buenas y malas (deseables o
indeseables; correctas o incorrectas);
2) la reflexión sobre por qué –es decir, la justificación– deben ser consideradas buenas o malas.
Volvamos al ejemplo de Juan. ¿Qué debe hacer nuestro personaje en la situación retratada?
¿Qué podríamos recomendarle? Si el personaje quisiera pedir nuestro consejo, probablemente
no tendría una respuesta univoca.
Posibles respuestas:
Alguien podría aconsejarle que acepte la oferta de su amigo, sin temor a las posibles
sanciones si llegara a ser descubierto, ya que lograría avanzar. Quizá se podría argumentar que
puso su mayor esfuerzo y que, por lo tanto, dejar que el amigo le realice el examen no
constituye netamente un engaño.
Otra persona podría argumentar que dejar que otro realice un examen es un acto de deshonor.
Juan está estudiando para ser Enfermero y es poco ético mentir, aunque sea para librarse de una
materia universitaria, cuando debería dar el ejemplo.
También podrán aconsejarle que el amigo realice el examen, ya que lo importante es
conseguir trabajo debido a la situación de desempleo de su esposa y su hijo. El ser deshonesto
no se compara con el mal por el que podría atravesar toda la familia si él no se recibe.
Y quizá alguno argumentaría que no debería aceptar la oferta de su amigo y enfrentarse a los
hechos.
Ahora bien, en estas recomendaciones se observan propuestas de cursos de acción que se basan
en costumbres, normas y significaciones compartidas, pero también se observan justificaciones
sobre esos cursos de acción, es decir, razones por las cuales Juan debería seguir uno u otro curso
de acción. Si repetimos la pregunta, notaremos que aparece un término clave para comprender
qué es la ética, el concepto de deber. ¿Qué debe hacer Juan? Esta pregunta puede ayudarnos a
desentramar una diferencia fundamental para la ética, la diferencia entre la ética y la moral. Por
un lado, estamos preguntando
qué debe hacer en función del conjunto de normas morales que Juan ha aprendido a lo largo de
su vida y, además, en función del conjunto de normas de la institución (educativa, en este
ejemplo).
Las normas morales sirven para regular las prácticas de una comunidad, determinando y
estableciendo lo que esta reconoce como bueno y como malo, como correcto e incorrecto, como
justo o injusto. Ahora bien, supongamos que la institución a la que asiste Juan –al igual que la
mayoría de las instituciones– no acepta o considera malo o incorrecto que un alumno entregue
un examen que fue realizado por un compañero como si fuera propio. En este caso, Juan, puede
decidir no aceptar el ofrecimiento por temor a la sanción que establezca la norma de la
institución, o por temor a quedar expuesto ante la comunidad. Pero también puede rechazarlo
porque considera que no es correcto engañar o mentir, ya no por temor a la norma o al juicio
externo, sino porque lo que considera bueno, correcto o justo es no engañar y no mentir. A su
vez, a Juan le podemos pedir que nos explique por qué aceptó o rechazó el ofrecimiento, y esto
implicaría una reflexión sobre la acción (u omisión de acción) que la justifica. El plano de la
justificación es el plano en el que se desarrolla propiamente la reflexión ética.
Tal como sostiene Maliandi (2009), la ética y la moral presentan sentidos diferentes:
En el lenguaje corriente suele emplearse el término “ética” como equivalente al término
“moral". En medios intelectuales, y particularmente en los filosóficos y — sobre todo desde
hace algunos años— en los políticos, se procura distinguir entre ambas expresiones, aunque sin
duda es frecuente que esto no pase de ser un propósito. Digamos, por ahora, que, si se atiende a
la etimología, podrían considerarse en efecto como equivalentes: “ética" deriva del vocablo
griego “ethos", y “moral” del vocablo latino “mos", que es la traducción de aquél. Pero, por una
convención bastante extendida, se tiende a ver en la "ética” la disciplina (la “tematización”) y en
la “moral”, lo “tematizado” (por ejemplo, las costumbres, los códigos de normas, etc.). Sin
embargo, en razón de lo que se ha considerado antes, es decir, de la inevitable integración de la
“ética” en el ethos, nuevamente se acercan ambas significaciones, y se advierte que la distinción
no puede ser tan sencilla. (Pp. 18-19).
Para clarificarnos un poco, el concepto de ethos en su acepción latina, como moral, puede ser
entendido como el conjunto de las costumbres, valores y significaciones socialmente
compartidos por una comunidad que determinan normativamente el modo en que los sujetos que
componen esa comunidad deberían actuar, es decir, moral remite a morada. Pero es interesante
prestar atención al sentido que le da Aristóteles al término ethos, el cual –como señala Maliandi
(2009) – responde al carácter, al modo de actuar de cada sujeto, a lo más propio de cada
persona, esto es, el modo de ser o carácter. En este sentido, el ethos remite a una disposición
subjetiva para la acción que requiere una reflexión acerca de lo que cada sujeto considera bueno
o malo, correcto e incorrecto, justo o injusto. Por lo tanto, la distinción esencial sobre la que nos
ocuparemos es aquella que se da entre ético y moral. Prestemos atención a la siguiente
observación del filósofo argentino Darío Sztajnszrajber. En él encontraremos las claves para
comprender la distinción entre ética y moral: Todo lo que hacemos está atravesado por un juicio
valorativo. Antes que nada, incluso antes de pensar, las cosas se nos presentan como buenas o
malas. Y así, cuando queremos entender qué es el bien, buscamos, sin embargo, una explicación
del bien que esté bien. ¿No será que primero valoramos y después pensamos? (Sztajnszrajber en
Matías, 5 de octubre de 2017, https://bit.ly/2JSxGil).
Teniendo en cuenta lo estudiado hasta acá, volvamos al caso de Juan. Como se mencionó, la
situación familiar de nuestro personaje es complicada: su esposa está desempleada y tiene un
hijo de 3 años. Tanto Juan como su esposa son católicos y se consideran practicantes de los
valores del catolicismo. Por otro lado, la institución educativa tiene una normativa rigurosa
respecto de lo que no está permitido hacer a los estudiantes. Entre las situaciones más graves, se
encuentran copiar o plagiar un trabajo, o presentar como propio un trabajo ajeno. Esta falta
presenta consecuencias que van desde la sanción hasta la expulsión de la institución. ¿En qué
sentido estos marcos normativos, el católico y el institucional, sirven como justificación para la
toma de decisión de JUAN? Juan, podría ser descubierto en su intento de presentar el trabajo de
su compañero, ser sancionado por la institución y, sin embargo, no sentir que ha obrado de un
modo incorrecto. ¿Es posible? Sí. Y este es el problema fundamental de la ética. Si bien la
moral funda un marco normativo para la acción, ¿la ética también debe ser normativa? Es decir,
Juan ¿solo debe respetar la normativa de la intuición o además debe querer respetarla? ¿Debe
respetar los principales valores del catolicismo, como “no mentir”, o debe desear no mentir?
Para que una acción sea ética, alcanza con que sea una conducta conforme a la norma (o al
deber).
¿Qué es la ética?
Para aproximarnos a una primera respuesta, debemos tener presente que la ética está inscripta
en el ámbito de la filosofía práctica. El hecho de destacar su pertenencia disciplinar al campo de
la filosofía constituye un punto central porque nos permite anticipar algunos aspectos clave de
su significado. Como parte de la filosofía práctica, el modo más corriente de definir la ética
consiste en afirmar que se trata de una reflexión o una indagación del ethos. Muchas
expresiones emparentadas con estas acciones (reflexionar o indagar) suelen acompañar otras
definiciones de la ética. En cualquier caso, se pone de relieve que esta disciplina de la filosofía
práctica designa un esfuerzo por comprender y esclarecer el hecho moral. Si quisiéramos
ahondar más en el contenido de ese esfuerzo, deberíamos decir que la pretensión fundamental
de la ética es dilucidar el entramado de normas, valores, principios y creencias morales que
rigen o regulan nuestra conducta y las relaciones que entablamos con los demás. De este modo,
la ética está estrechamente relacionada con la determinación de un espacio de examen respecto
a la vida humana: no se hace ética si se inhibe la capacidad de interrogar el sentido de nuestra
existencia porque su punto de partida es la experiencia del ser humano como sujeto reflexivo y
capaz de crear un saber de la praxis y para la praxis. En nuestra vida cotidiana, nos encontramos
constantemente ante la pregunta por el cómo actuar y la justificación sobre el propio actuar.
Esto se debe a que somos sujetos inscriptos en un horizonte vital intersubjetivo, es decir,
vivimos con otros sujetos, quienes tienen percepciones subjetivas acerca de los que está bien y
lo que está mal. Esta vida en comunidad (communitas) es la que exige la reflexión sobre los
hechos morales. La realidad que configura el ethos nos rodea plenamente debido a que está
presente en nuestro obrar diario: puede expresarse, e incluso lo transmitimos en nuestras
preguntas sobre lo correcto o lo legítimo, sobre aquello que está bien o mal, o sobre lo justo o lo
injusto. De cada una de estas manifestaciones del ethos, surgen temas, controversias y
exploraciones que pretenden servir de guía u orientación para llevar adelante proyectos de vida
más plenos y satisfactorios. Como es una dimensión constitutiva de la naturaleza humana,
estamos inmersos en el ethos de manera relevante y concreta, debido a que el hecho moral
atraviesa nuestras acciones, preferencias y decisiones. Por lo tanto, el ethos constituye una
realidad irreductible a otras e ineludible para la comprensión de la realidad. La ética nos sitúa en
el ámbito de la reflexión filosófica de esta gran cantidad de cuestiones que alberga el ethos
como indagación o justificación no de una moral determinada, sino del hecho moral en sí. El
esfuerzo por esclarecer el ethos procura dar cuenta de esa fuente clave de inspiración y elemento
indispensable de comprensión de la actuación humana, que es el fenómeno de la moralidad.
Construir una fundamentación argumentada es una tarea central del quehacer ético, y la
variedad de manifestaciones del ethos en el tiempo y el espacio equivale a un complejo intento
por ofrecer un saber que les permite a las personas crecer en el conocimiento de sí mismas.
Entonces, podemos repasar un punto abordado anteriormente, cuando afirmamos que, aunque
cada cultura posee sus propios valores, costumbres y creencias morales, semejante tarea de la
ética no se circunscribe a una forma determinada de ethos, sino al escenario moral en su
especificidad, es decir, a un aspecto fundamental de nuestra existencia. Por lo tanto, la ética se
pregunta por aquello que es el bien. Muchas respuestas se han dado a esta pregunta: el bien es la
felicidad; el bien es actuar por deber; el bien es lo útil. La reflexión ética, la tematización de lo
ético, intentará determinar argumentativamente qué es el bien y, por lo tanto, no hay una sola
respuesta a la pregunta por el bien que funda la ética.
Pues bien, las normas morales que establecen tanto la institución como la religión de Juan lo
obligan a no aceptar la oferta de su amigo. El principio de “no mentir” está explícitamente
señalado por el esquema de ambas instituciones (educativa y religiosa). Ahora bien, Juan debe
tomar una decisión más fundamental, una que implica no solo que acate una norma, sino que
reflexione acerca del bien: ¿la verdad como bien moral se antepone a la responsabilidad del
cuidado de su propia familia en cuanto bien ético? Veremos aquí, entonces, cómo la ética
implica una reflexión sobre la moral que funda un nuevo ámbito de investigación y justificación
que no siempre armonizará con la moral.
Hacia una ética profesional Ahora pensemos juntos sobre el valor de la ética para la vida
profesional. Retomamos el caso de Juan, sobre el cual no hemos dado una respuesta acabada.
Juan quiere ser ENFERMERO y este hecho no es menor para la resolución de su dilema ético.
Por esto, te proponemos leer el siguiente artículo en el que se analiza la ética profesional de
abogados y sociólogos. Esto nos ayudará a reconocer, por un lado, concepciones éticas de
profesiones distintas y argumentos éticos y morales, y por otro lado, a tener un primer
acercamiento al concepto de deontología.
LEER ARTICULO “Ética y valores profesionales” (Ibarra Rosales, 2007)
En relación con lo leído en el artículo “Ética y valores profesionales” (Ibarra Rosales, 2007),
acaso podemos dar una respuesta provisional a la pregunta inicial: ¿qué debe hacer Juan?,
¿aceptar la oferta de su amigo o negase a ello? Pues bien, que Juan decida implicará, por un
lado, que reconozca, encarne y se inserte en normas morales que rigen las acciones en la
comunidad a la que pertenece. Pero la reflexión propiamente ética implicará que Juan pueda
justificar su acción con base en lo que considere como el bien (lo correcto, lo justo, lo útil). Sin
embargo, si pensamos en alguno de los valores que establece el código de ética profesional de
los abogados (en el caso del artículo), honestidad, probidad, rectitud y sinceridad, tendremos
una respuesta, al menos provisoria, al dilema de Juan: no aceptar la ayuda de su compañero, ya
que estaría incumpliendo todos los principios éticos con los cuales se comprometerá en su
práctica profesional. Juan no aceptará la oferta. Se quedará con una materia sin rendir, pues
realizará el examen para el cual se siente más preparado. Regresará a su casa y le comentará a
su esposa que se retrasará un trimestre más en la carrera, ya que debe recusar la materia que no
rindió. Pero esta acción ética no hace sentir a Juan más feliz ni presenta alguna utilidad. En este
sentido, ante la angustia de su esposa, Juan se pregunta si tomó la decisión correcta.
TEMA I
ETICA
Definición Etimológica
Una característica del ethos, entendido como conjunto de hábitos y maneras de ser
del hombre, es su sentido no natural.
En efecto, el ethos, según la tradición griega, implica una serie de costumbres
adquiridas por hábito y no innatas; el ethos significa una conquista del hombre a lo
largo de su vida.
En este sentido, se dice que el ethos constituye una segunda naturaleza; se trata de
un conjunto de hábitos de los cuales el hombre se apropia, modificando su
naturaleza.
Características generales:
• Ciencia filosófica que estudia el comportamiento moral del hombre en la sociedad.
• Rama o parte de la Filosofía.
• Su campo de investigación es la Moral.
• Sólo el hombre tiene sentido ético o conciencia moral.
• La Ética necesita de la Moral para concluir y elaborar sus hipótesis y teorías.
La Ética no crea su objeto sino que se limita a reflexionar sobre él. Es una ciencia y l a
Moral es el objeto de esta ciencia.
La Moral está constituida por una serie de normas, costumbres y formas de vida
obligatorias, valiosas y orientadoras de la actividad humana.
• La Ética es una ciencia normativa y práctica porque tiene como objeto la conducta
del hombre: No es una prédica moral, ni un consultorio cívico.
Por ejemplo: ¿Qué queremos decir de una acción, cuando la calificamos de justa o injusta?
¿Qué significa decir de un estado de cosas que es bueno o malo?
La ética, como una rama de la filosofía, está considerada como una ciencia normativa, porque
se ocupa de las normas de la conducta humana, y para distinguirse de las ciencias formales,
como las matemáticas y la lógica, y de las ciencias empíricas, como la química y la física. Las
ciencias empíricas sociales, sin embargo, incluyendo la psicología, chocan en algunos puntos
con los intereses de la ética ya que ambas estudian la conducta social. Por ejemplo, las ciencias
sociales a menudo procuran determinar la relación entre principios éticos particulares y la
conducta social, e investigar las condiciones culturales que contribuyen a la formación de esos
principios.
Cuá l es el origen
de la moral???
Respuestas:
LA RAZÓN:
– Podemos conocer lo que está bien y lo que está mal
– Intelectualismo moral: si conoces el bien, actuarás bien – Sócrates, Platón.
LAS EMOCIONES
– Cuando quieras saber si una acción está bien o mal, mira a tu corazón…¿te
produce rechazo o admiración?
– David Hume (siglo XVIII)
Respuesta materialista:
En filosofía es la posición de que sólo lo material existe independientemente de nuestra
conciencia, y que ésta es un fenómeno derivado de procesos objetivos que afectan a la
materia.
– La moral es un mecanismo evolutivo necesario para la supervivencia
– Sirve para inhibir la agresividad y su potencial destructor – K. Lorenz Respuesta
religiosa
– La moral procede de Dios
– Una norma es buena si responde a la voluntad de Dios
– Religiones monoteístas buscan la universalidad y la objetividad de las normas
Relativismo
Teoría filosófica que mantiene que existen muchas verdades acerca de las cosas, al menos
tantas como personas creen tener un conocimiento de ellas.
– El bien y el mal dependen de cada sociedad o individuo (“tengo mis normas”)
– Sofistas, Nietzsche…
Universalismo
Es la que preconiza que todo (todos los todos) forman EL TODO UNIVERSAL y como tal todo/s
de alguna forma está combinado. Por tanto la teoría universal tiene en cuenta EL TODO y los
todos a la vez (la diversidad/es) como diferente pero a la vez como LO MISMO y forma el todo
– El bien y el mal existen, son objetivos, aunque no los conozcamos siempre
– Su origen puede atribuirse a Dios, a la naturaleza, a las leyes…
– Por ejemplo, inspira los Derechos Humanos
Ética y Moral
La palabra «ética» procede del griego «ethos» que significa «costumbre, modo acostumbrado
de obrar». Igual significado tiene la palabra latina «mos, moris» que ha dado en castellano
«moral». Ética y moral coinciden desde el punto de vista etimológico. Ambas se refieren a
nuestras costumbres y forma de actuar, en la medida en que podemos considerarlas como
buenas o malas, correctas o incorrectas.
La filosofía, sin embargo usa estos conceptos de un modo distinto. Así la moral se ocupa de
establecer las normas y los criterios que utilizamos cuando calificamos determinadas acciones
como correctas o incorrectas, buenas o malas en sentido absoluto. Por ejemplo, sería misión
de la moral definir las normas y criterios que deben regir las relaciones entre los miembros de
una familia, o entre el médico y su paciente. La moral respondería a preguntas como: ¿Debe
el médico decir la verdad al paciente por desagradable que sea? La ética se ocuparía más bien
de discutir racionalmente la validez de estas normas y criterios que la moral nos da. Es decir,
la ética se ocuparía de cuestiones como: ¿por qué es moralmente correcto o incorrecto decir
la verdad? La ética trata de reflexionar críticamente acerca de las normas que la moral
establece. El objeto de la ética es la moral y la moralidad. La ética hace que nos planteemos si
las normas y valores por los que guiamos nuestra conducta son válidas o no.
Distinción entre moral, amoral e inmoral.
En el apartado anterior hemos utilizado la palabra «moral» para referirnos al
conjunto de normas, prohibiciones, valores e ideales de vida buena que regulan la vida de un
conjunto de personas en un momento histórico determinado. Estábamos utilizando la palabra
como un sustantivo, así hablábamos de «la moral»; pero también puede ser utilizada como
un adjetivo en expresiones como: «Tu conducta es moral»,
«Careces de valores morales», «Tus valores morales no son correctos», etc. En estos contextos
moral significa lo moralmente correcto, aquel comportamiento que respeta el código vigente y
su antónimo sería inmoral. Inmoral equivale a moralmente incorrecto. Quien conociendo las
normas morales de una comunidad las trasgrede voluntariamente recibe el calificativo de
inmoral. Tachar a alguien de inmoral depende de la moral que adoptemos como punto de
referencia. Por ejemplo: un polígamo será
calificado de inmoral desde la moral cristiana, pero no lo será para la moralidad musulmana.
Con el término amoral nos referimos a aquello que no cae bajo el ámbito de la moral. En un
sentido estricto sólo los hombres son seres morales y el resto de los seres vivos son amorales
ya que no tienen capacidad para guiar su conducta de acuerdo con un conjunto de normas,
valores o finalidades. Pero también se utiliza dicho término para señalar algunas normas de
conducta o comportamientos que no pertenecen en sentido estricto al ámbito de la moral.
Generalmente son normas de comportamiento que nos indican los usos sociales de una
cultura y las relativas a la higiene o la salud. Por ejemplo, alguien que hable con la boca llena
está incumpliendo la norma que dice que eso no se debe hacer, pero no por ello decimos que
es una mala persona. Será un mal educado, pero no un inmoral porque el comer o Existe, por
último, un uso muy hispánico de la palabra «moral»: nos referimos a expresiones como
«Tener la moral muy alta», «Estar bajos de moral» y otras semejantes. Aquí moral es sinónimo
de «buena disposición de ánimo», «tener fuerzas, coraje o arrestos suficientes para hacer
frente a los retos que nos plantea la vida». En este último sentido es utilizada la palabra
«moral» por los deportistas y sus entrenadores o preparadores.
Un segundo nivel está constituido por las reflexiones que es necesario desarrollar cuando no nos
conformamos ya con saber, o con decir, qué se debe hacer, sino que nos planteamos la pregunta
“por qué”, y tratamos de responderla. Ahí se toma conciencia de que la reflexión no sólo es
ineludible, sino también de que hay que desarrollarla racional y sistemáticamente. Ese
desarrollo equivale ya a una “tematización”. O sea, entramos ya en la “ética”. (Maliandi, 2009,
pp. 47-48).
Pero se apela a la razón, a los argumentos en favor o en contra de determinadas normas.
Consciente o inconscientemente, en este nivel de reflexión se hace filosofía práctica, ética.
Metaética:
Preguntas del tipo: “¿Está bien planteada la pregunta anterior?” (Y “¿por qué sí o por qué no?”).
Un tercer nivel es el de la “meta- ética”, o sea, un tipo de reflexión que analiza el significado y
el uso de los términos morales. La metaética constituye un “meta- lenguaje” con respecto al
lenguaje normativo. En principio, pues, pretende ser ya una reflexión no-normativa, sino
“neutral”. (Maliandi, 2009, p. 48).
Ética descriptiva:
Preguntas del tipo: “¿Cree A qué debe hacer X?” (Donde A puede ser un agente individual, un
pueblo, una cultura, un grupo religioso, etcétera).
Se intenta, simplemente, describir la “facticidad normativa". No se toma posición respecto de si
algo está “bien” o “mal”, ni si “se debe” o “no se debe” hacer. Sólo se dice cómo es; se
investiga qué se cree que se debe hacer, se comprueba cómo se comportan los seres humanos.
No es una labor filosófica, sino “científica”: es parte de la labor de la antropología, o de la
psicología, o de la sociología, etc”. (Maliandi, 2009, p. 48).
¿Por qué no mentir en este caso? Juan es un buen estudiante, la mentira en este caso
sería solo una ayuda, no una calumnia. Además, también se pone en juego su situación
familiar compleja. Sin embargo, Juan piensa que, si todos actuáramos mintiendo,
entonces no podríamos distinguir entre lo bueno y lo falso, ya que todos actuarían con
base en sus propios intereses.
En los siguientes enunciados, podemos identificar el tipo de reflexión con las categorías de
Maliandi (2009):
Reflexión moral: desde chico sus padres le enseñaron que no hay que mentir (…)
Reflexión ética: ¿Por qué no mentir en este caso? Juan es un buen estudiante, la mentira
en este caso sería solo una ayuda, no una calumnia (…)
Ética descriptiva: Un amigo de Juan intenta calmar su angustia explicándole lo que leyó en
un artículo académico en el que se afirmaba que los valores a los que apeló son un
contrato social.
Tema 4
• [La ética] no solo es un conocimiento de lo que se debe hacer, de lo que está permitido
o prohibido, sino también un conocimiento de lo que es bueno sentir. También la ética es
una inteligencia emocional. Llevar una vida correcta, conducirse bien en la vida, saber
discernir, significa no solo tener un intelecto bien amueblado, sino sentir las emociones
adecuadas en cada caso, entre otras cosas, porque, si el sentimiento falta, la norma o el
deber se muestran como algo externo a la persona, vinculado a una obligación, pero no
como algo interiorizado e íntimamente aceptado como bueno y justo. (2011, p. 16).
Esta es la razón por la cual debemos tener presente que la formación ética es un ejercicio
constante que una persona debe poner en práctica hasta que se habitúa o está dispuesta a
actuar virtuosamente. Recordemos que el concepto de ethos conservaba en sí este doble
sentido: el de costumbre o hábito y el de carácter. Por esta razón, pensar la formación
ética era una de las principales preocupaciones de la filosofía griega. El carácter supone
una inteligencia emocional, como dice Camps (2011) en la cita, que nos mueve a obrar
guiados por la prudencia a la consecución del justo medio entre vicios. La virtud solo se
alzará mediante este ejercicio y se sostendrá cuando se forje un carácter prudente. En este
sentido, la comprensión de la ética como desarrollo de una sensibilidad rectora capaz de
expandir nuestro crecimiento personal de forma íntegra y duradera determinará la
relación del sujeto moral consigo mismo y con los demás. Así, para forjar el carácter se
necesita un “entrenamiento” (Cortina, 2007), una preparación constante para ser
excelentes o virtuosos. Recordemos que la virtud (en griego, areté) es la excelencia del
carácter que nos lleva a tomar buenas decisiones. Pues bien, no se puede generar un buen
carácter si no lo es en el medio y largo plazo, es decir, a lo largo de la vida. Por lo tanto, el
carácter es el resultado de un proceso formativo. Como dice Cortina: • El término ética
viene del griego êthos, que significa carácter. Todos los seres humanos nacemos con un
temperamento determinado que no hemos elegido pero, a medida que tomamos
decisiones a lo largo de la vida vamos generando unos hábitos, unas predisposiciones, a
elegir en un sentido u otro, a las que se da el nombre de hábitos y esos hábitos componen
nuestro carácter. (2007, p. 28).
caracter
Todos tenemos una idea acerca de lo que nos parece aceptable e inaceptable, admirable o
despreciable. Todos sabemos, más o menos, cuándo no van bien las cosas y cuándo no.
Tenemos una idea más o menos clara de cuáles son nuestros derechos, es decir, qué esperamos
que los demás hagan por nosotros, y cuáles son nuestras responsabilidades y deberes (aunque
nos cueste un poco más reconocerlos). En definitiva, todos tenemos una idea general de cómo
vivir la vida, de qué es la felicidad y esto es lo que nos permite distinguir entre el bien y el mal,
de qué nos podemos avergonzar o de qué nos podemos sentir orgullosos, qué podemos perdonar
y qué no. Es decir, establece nuestros modelos de conducta. De esto, en líneas generales, se
ocupa la ética y la moral. Podemos decir que la ética nos ayuda a orientarnos en la vida. Antes
de definirlas vamos a hablar un poco más de nosotros mismos, de algunas peculiaridades de la
especie humana.
El ser humano es un animal distinto del resto en muchos aspectos. La mayoría de los animales
cuando nacen necesitan aprender muy poco. La mayoría de los peces, por ejemplo, crecen sin
progenitores que le ‘digan’ cómo comportarse o qué han de hacer en una situación peligrosa. El
canario necesita ser alimentado y oír el canto de otro canario para poder aprender, pero nada
más. Sin embargo, un niño recién nacido no sabe hacer prácticamente nada: chupar, llorar y
poco más. Todo ha de aprenderlo y sin ese aprendizaje no logrará ser una persona; no sabrá
hablar y, por lo tanto, ni nos entendería ni lo entenderíamos. El hombre necesita vivir en
sociedad, en compañía de otros hombres para poder desarrollarse, para aprender a ser un «ser
humano»; pensemos que todo lo que hacemos, decimos, creemos, incluso nuestros gustos lo
hemos aprendido de otros seres humanos y que, por tanto, todo eso lo tenemos gracias a la
sociedad.
Pero vivir en sociedad es complejo y para facilitar la tarea los humanos hemos inventado una
cosa muy útil: las normas. Las normas regulan el comportamiento de los seres humanos. En
general nos dicen lo que debemos y podemos hacer y lo que no; hay normas que prohíben cosas,
como por ejemplo: «No se debe hablar con la boca llena», «No se puede fumar en los centros de
enseñanza» o «No se debe matar». Otras nos dicen o recomiendan lo que debemos hacer: «Se
debe ceder el asiento en el autobús a las personas mayores o mujeres embarazadas». Hay
normas de muchos tipos: de tráfico, de educación o cortesía, de salud, etc. y entre ellas las
normas morales que son las que más nos interesan en esta asignatura. Antes de entrar de lleno
en ellas reflexionemos un poco más sobre las normas en general. Pensemos, por ejemplo, en
deportes como el fútbol o el baloncesto. Como todos los juegos, al fin y al cabo, no son más que
un conjunto de normas que sirven para definir el juego y que podamos pasarlo bien. ¿Tendría
sentido alguien que dijera lo siguiente: «Quiero jugar con vos al fútbol pero yo lo llevo con las
manos porque con los pies no se me da bien ¿Qué pensaríamos de alguien así? No se puede
jugar sin respetar las reglas (al menos las más básicas) porque si no las respeto no estoy jugando
a ese juego, si llevo la pelota con las manos estaré jugando al baloncesto, al balonmano o a otro
juego que me estoy inventando pero no estoy jugando al fútbol. Lo que define un juego, lo que
hace que podamos jugarlo es el conjunto de reglas o normas que lo determinan, sea uno tan
simple como el Juego de la Oca o tan difícil como el Ajedrez.
Todo lo que hacemos los seres humanos está regulado por normas, desde que nos levantamos
por la mañana hasta que nos acostamos todo lo hacemos en función de normas o de costumbres
más o menos estables. Dependiendo de que aspectos de nuestra vida regulen las normas serán
de un tipo o de otro. Por ejemplo la norma que dice que debemos lavarnos los dientes después
de comer es una norma de higiene o de salud, puesto que regula nuestra conducta para que
seamos higiénicos o sanos. Una norma siempre implica un haz esto o no hagas esto otro, una
norma es una indicación acerca de lo que debemos o no debemos hacer. El que lo hagamos o no
ya es cosa nuestra. El hecho de que existan normas no quiere decir que todas las normas sean
buenas. Hay normas absurdas y normas que consideramos malas. Por ejemplo las leyes (que no
son más que un tipo de normas) que promovieron la discriminación racial en algunos estados de
Estados Unidos y en Sudáfrica (haciendo que negros y blancos no pudieran ir a los mismos
colegios, o que no pudieran utilizar el mismo autobús, o prohibiendo a la población negra que
accediera a ciertos puestos de trabajo o beneficios sociales, etc.); etc. La moral hace referencia a
las normas que regulan nuestra conducta diciéndonos lo que está bien y lo que está mal.
Ejemplos de normas morales serían: «No se debe mentir», «No se debe matar», «No se debe
robar», etc. La ética sería una reflexión filosófica acerca de la moral y de sus normas. Veamos
esto más despacio.
2. Ética y Moral
La palabra «ética» procede del griego «ethos» que significa «costumbre, modo acostumbrado de
obrar». Igual significado tiene la palabra latina «mos, moris» que ha dado en castellano
«moral». Ética y moral coinciden desde el punto de vista etimológico. Ambas se refieren a
nuestras costumbres y forma de actuar, en la medida en que podemos considerarlas como
buenas o malas, correctas o incorrectas.
La filosofía, sin embargo usa estos conceptos de un modo distinto. Así la moral se ocupa de
establecer las normas y los criterios que utilizamos cuando calificamos determinadas acciones
como correctas o incorrectas, buenas o malas en sentido absoluto. Por ejemplo, sería misión de
la moral definir las normas y criterios que deben regir las relaciones entre los miembros de una
familia, o entre el médico y su paciente. La moral respondería a preguntas como: ¿Debe el
médico decir la verdad al paciente por desagradable que sea? La ética se ocuparía más bien de
discutir racionalmente la validez de estas normas y criterios que la moral nos da. Es decir, la
ética se ocuparía de cuestiones como: ¿por qué es moralmente correcto o incorrecto decir la
verdad? La ética trata de reflexionar críticamente acerca de las normas que la moral establece.
El objeto de la ética es la moral y la moralidad. La ética hace que nos planteemos si las normas
y valores por los que guiamos nuestra conducta son válidas o no.
Continuamente tomamos decisiones. Ahora bien, ¿por qué elegimos lo que elegimos? ¿por qué
elegimos atender o no atender? Hacemos lo que hacemos porque consideramos que es mejor
que su contrario, o porque lo preferimos a su contrario, o porque estimamos que es más valioso,
etc. Elegimos lo que elegimos porque valoramos, en alguna medida aquello que hemos elegido.
Los valores son los que nos ayudan a elegir. Aunque a veces nuestros valores entran en
conflicto y tenemos que elegir entre ellos. Así, por ejemplo, puedo ver un pantalón que me
parece muy bonito (valor estético) pero no me lo compro porque me parece muy caro (valor
económico). ¿Qué valores son los más importantes en caso de conflicto? Eso es algo que cada
uno debe determinar en conciencia.
Podemos definir los valores en general, como «cualidades que poseen las cosas en su relación
con el hombre». No son cosas sino cualidades de las cosas y sólo existen en relación con el
hombre.
3.2. Los valores morales.
La mayoría de las normas o reglas que regulan nuestras actividades son el resultado de
acuerdos, convenciones, tradiciones, etc., es decir, han surgido en el seno de alguna sociedad
que las ha considerado convenientes. Algunas normas sociales son impuestas como leyes, tiene
un carácter jurídico y su incumplimiento se castiga con algún tipo de sanción (generalmente una
multa o la pérdida de libertad). Otras, como las normas de cortesía o de educación, no tienen ese
carácter legal y su incumplimiento no conlleva ninguna sanción económica o de pérdida de
libertad, aunque sí puede acarrear un rechazo social hacia el infractor.
Concretando podemos definir las normas en general como una regla, una pauta que indica el
modo como debe realizarse un acto concreto. Si un profesor llega a clase y dice que el examen
sólo se puede hacer con bolígrafo azul está dando una norma acerca de cómo se debe realizar el
examen. Existen diversos tipos de normas, las más importantes son: las normas de cortesía, las
leyes (tráfico, código civil, código penal) y las normas morales, que son las que más nos
interesan a nosotros.
Podemos definir las normas morales como la expresión en forma de mandato, en forma
imperativa de los valores morales. Si consideramos que la vida es algo valioso estableceremos
normas para respetarla como por ejemplo: «no matarás» o «respetarás la vida». Todas las
normas morales son normas de conducta, pero no todas las normas de conducta son morales.
Existe una norma que dice: «Hay que limpiarse los dientes después de comer», ésta es una
norma de conducta puesto que regula nuestra acción, pero no puede ser considerada una norma
moral puesto que no expresa un valor moral sino uno de higiene o salud. Las normas morales
concretan nuestros valores, nos dicen como realizarlos. Si no tuviésemos valores no tendríamos
normas. No podríamos decir «No se debe mentir» si considerásemos que la mentira es algo
valioso.
Es normal asumir las normas y valores de las sociedades en las que vivimos por varias razones,
entre las que destacamos:
a) En primer lugar porque solemos tratar a los demás como nos tratan ellos a nosotros. Así,
si crecemos en una sociedad donde las mujeres son consideradas inferiores a los hombres las
mujeres también lo creerán.
b) Si cada uno de nosotros tuviese valores y normas absolutamente distintos no podríamos
vivir todos juntos. Estaríamos condenados a vivir aislados, lo que en principio no parece posible
para el hombre.
c) Lo mismo que un niño nacido en Andalucía hablará el castellano con las peculiaridades
de nuestra tierra y no hablará de modo natural y espontáneo en inglés ocurre con los valores y
normas. El niño aprenderá los de su sociedad. Eso no quiere decir que con el tiempo no pueda
cambiarlos, una vez que entre en contacto con otros o porque piense que son incorrectos.
Dos expertos, uno legal y otro médico, cuentan cómo cambió el tratamiento de pacientes desde
la sanción de la ley
El caso del francés Vincent Lambert, en coma desde hace 11 años, reabrió en el mundo el
debate por la muerte digna. En nuestro país, está contemplada por ley desde mayo de 2012, a
partir del caso de Camila López, quien estuvo más de dos años en la sala de cuidados paliativos
de un hospital, internada en estado vegetativo.
¿Qué cambio con esta norma? "Hoy hay personas que respiran, que les late el corazón... Están
vivas. Pero la ley permite que a esas personas se les extraigan los órganos para trasplantárselos a
otras personas. ¿Por qué? Porque su cerebro ya no da más señales, hay muerte cerebral", grafica
Marcos Córdoba, titular de Derecho Civil de la Universidad de Buenos Aires (UBA). "Hasta
hace unos años a nadie se le hubiera ocurrido sacarle los órganos a gente que le latía el
corazón”.
"En la Argentina existe el término técnico ortotanasia, que es lo que se conoce como la
eutanasia pasiva; es decir, no sostener a un paciente a una prolongación de su vida médicamente
inútil", explica Córdoba. "En otras palabras es algo así como 'no te mato, pero te dejo morir, sin
acelerar nada'", grafica el letrado, que subraya que "en la Argentina no existe la eutanasia activa
o directa”.
Córdoba se refiere a no someter al paciente a la extensión de un estado de vida innecesario. "Por
más que se le hagan tratamientos al paciente, por más medicación y cirugías, ya no habrá
ningún tipo de mejorías. Es en estos casos cuando se aplica la Ley 26.742 de Muerte Digna".
¿Para qué sirve la muerte digna? "Para proteger al individuo de perder sus valores mínimos de
dignidad, pero también está relacionada para que el individuo, en caso de muerte, sea útil para la
sociedad, para otro, a través de la ley 27.447 de Donación de Órganos".
La muerte digna, u ortotanasia, tiene una relación o vínculo directo con la autonomía de la
voluntad del paciente. "El mismo paciente, en estado de lucidez, pero sabiendo que posee una
enfermedad terminal e irreversible, puede decidir ordenar al médico que lo deje de atender,
hasta que deje de alimentarlo e hidratarlo”.
Agrega el especialista que además está la figura de "directivas anticipadas", que es cuando se
deja por escrito y ante escribano y dos testigos, que uno prescinde de cualquier tipo de
tratamiento invasivo, conocido como encarnizamiento médico. Córdoba afirma que también
está lo que se conoce como 'voluntad informada', que es cuando el médico le tiene que detallar
al paciente los pasos del tratamiento a seguir con los probables resultados, y es allí cuando el
paciente puede pedir no ser sometido a tratamientos inadecuados y pedir la muerte digna".
"Pero hay muchos casos en que los enfermos no están lúcidos ni en condiciones de dar
directivas, entonces la ley dice quiénes de su entorno pueden dar esa autorización que habría
brindado el enfermo si estuviera consciente", expresa Córdoba, que es decano de la Universidad
Abierta Interamericana (UAI). "Cónyuges después de tres años de convivencia; si no hay
cónyuge, la orden la pueden dar hijos mayores de edad; sino, nietos, hermanos y parientes
afines".
En conclusión, para Córdoba la Ley de Muerte Digna se basa en dos aspectos clave: "que el
tratamiento médico que se efectúe no tenga posibilidad de recuperación, o que produzca un
sufrimiento desmesurado en un paciente que, en todo su derecho, puede rechazar". Para Jorge
Duraume, especialista en medicina paliativa del Sanatorio Güemes, la ley es fundamental para
que "el paciente pueda poseer toda la información para que pueda discernir, junto a su familia,
cómo quiere llevar adelante su enfermedad", dice Usal, quien cree que la ley debió llamarse Ley
del Derecho del Paciente.
Para el especialista del Güemes es "esencial cómo comunica el médico las instancias del
tratamiento a seguir, ya que el paciente terminal se va a someter, o no, a lo que le propongamos.
Por eso debemos tener mucho cuidado cómo lo hacemos, ya que estamos hablando de
radioterapias, cirugías, quimioterapias, tratamientos endovenosos, mutilaciones...".
"El 95 por ciento de los pacientes que yo atiendo posiblemente no se recuperen y muchos se van
a morir. Si yo no les comunico a ellos y a los familiares cómo les voy a brindar calidad de vida,
es complicado generar confianza", describe el jefe de cuidados paliativos, que enfatiza en la
comunicación con los familiares del enfermo.
"No sólo son cuestiones farmacológicas, hay que tener en cuenta temas espirituales o pensar en
algún familiar que vive en otra parte del mundo que podría venir a despedirlo". Dureaume
apunta a la cuestión humana, a la necesidad del paciente terminal a despedirse con la mochila
liviana. "Resolver viejos conflictos o peleas familiares es muy importante para irse en paz, algo
que vemos todo el tiempo".
Que el paciente tenga todas las cartas sobre la mesa "es lo más importante de la ley, ya que
cuenta con lo que se llama 'directivas anticipadas', que le permitirá al paciente escribir cómo
quiere el final de su vida, dónde quiere que sea, con quién. Hoy por hoy se puede tomar esa
decisión y esa decisión debe ser respetada", remarca Dureaume, que agrega que "el escrito
puede cambiarse, en caso de que el paciente advierta un alivio o el surgimiento de una
medicación nueva".
Dureaume concluye que ponerle la oreja a un paciente crítico es tan importante como saber
medicarlo. "Es muy terapéutico eso, más allá de que en los consultorios haya poco tiempo, o
que las obras sociales te pongan veinte pacientes por hora... El médico tiene que sobreponerse a
todo eso y brindar su tiempo y ser sensible".
Tema: VI
1.- DEONTOLOGICISMO
El deontologicismo o teoría deontológica la podemos considerar como una teoría ética que se
ocupa de regular los deberes, traduciéndolos en preceptos, normas morales y reglas de conducta,
dejando fuera de su ámbito específico de interés otros aspectos de la moral.
Cuando esta teoría se aplica al estricto campo profesional hablamos de deontología profesional
y es ella, en consecuencia, la que determina los deberes que son mínimamente exigibles a los
profesionales en el desempeño de su actividad.
Estos deberes, es habitual que se plasmen en códigos, de ahí que oigamos con cierta frecuencia
hablar de determinados códigos de ética de diversas profesiones como documentos que rigen la
actuación de los representantes de una profesión con el fin de que a través del buen hacer se
obtengan resultados deseables.
La deontología profesional enfermera estará constituida, consecuentemente, por el conjunto de
normas que, plasmadas en el código deontologíco de enfermería, determinan los deberes
mínimos que son exigibles al enfermero o enfermera en el desempeño de su ejercicio
profesional.
• PRINCIPIO DE BENEFICENCIA.
• PRINCIPIO DE AUTONOMÍA.
• PRINCIPIO DE JUSTICIA.
1. º PRINCIPIO DE BENEFICENCIA.
El problema que se plantea es el de los límites, ¿hay que dar siempre un bien hasta el máximo?,
¿hasta qué punto hay obligación moral del profesional?. Tradicionalmente, el problema de los
límites se ha solucionado de manera sencilla planteándose cuándo es necesaria la obligación
moral:
• Cuando hay un daño.
• Cuando se tiene capacidad para resolver el problema.
• Cuando se tiene posibilidad de solucionar el daño.
• Si hay posibilidad, se debe hacer un cálculo de utilidades de manera que el daño que
pueda sufrir el profesional sea menor que los beneficios que pueda reportar al paciente-cliente.
• Testigos de Jehová. Ante la objeción del Testigo a hacerse una transfusión, el médico
siempre la hará.
2. º PRINCIPIO DE AUTONOMÍA.
• Hace tres años, 28 ó 30 adeptos de la secta “Templo del Sol” se subieron a la cima del
Teide con la intención de quitarse la vida porque pensaban que el fin del mundo estaba cerca.
La Policía se enteró; ¿qué debían hacer? Intuimos que no todas las creencias son igualmente
razonables, por lo que aquí se encuentra un límite en el principio de autonomía.
• A parte del respeto a las creencias, está el límite de la madurez. Si alguien quiere
suicidarse, ¿se debe intervenir?, ¿se considera a una persona que está pasando por un mal
momento como una persona autónoma?
3. º PRINCIPIO DE JUSTICIA.
Implica que la sociedad en su conjunto tiene palabra sobre los temas morales. Por ejemplo, la
eutanasia ¿es una relación contractual entre un “yo” y un “tú”?. Si una persona quiere que se le
practique la eutanasia activa y encuentra a alguien que lo haga, ¿tiene algo que decir la
sociedad?
En la vida hay gente que tiene autoridad para lo cual el principio de beneficencia está bien, pero
con sus límites.
El principio de justicia está centrado en la sociedad. Este principio lo que intenta es arbitrar un
procedimiento para priorizar o decidir entre distintas alternativas en una institución donde las
demandas son múltiples y los recursos escasos.
Este principio lo aplican los directivos o representantes de una sociedad; esto es así porque los
directivos son los que tienen que decidir.
Un ejemplo que podríamos poner sería el de un hospital de la Seguridad Social en el que los
médicos piden un aumento de sueldo, las enfermeras un horario más flexible,… Son muchas
demandas. Por ello el director/empresario debe tener un criterio para arbitrar a quién tiene que
hacer más caso.