Está en la página 1de 26

BIOETICA Y ENFERMERIA LEGAL

Bioética y enfermería legal ¿Qué es el bien? ¿Cómo alcanzar la felicidad? ¿Qué debemos (o
no) hacer? ¿Respetamos la norma solo por temor al castigo? Este tipo de preguntas se inscribe
en el horizonte de la reflexión ética. La pregunta por lo correcto e incorrecto, lo justo y lo
injusto, lo bueno y lo malo nos inscribe en el marco de reflexiones que buscan motivar y
argumentar nuestras prácticas concretas. En esta lectura repasaremos el concepto de ethos a
partir de la distinción entre ética y moral.
Imaginemos la siguiente situación hipotética: Juan es estudiante de la carrera de Enfermería.
Está cursando el último año y tiene aún varias materias para rendir. Además, realiza trabajos de
cuidador y realiza algunos procedimientos enfermeros a domicilio. Tiene un hijo de tres años y
su esposa está sin trabajo. Para él resulta fundamental recibirse cuanto antes, ya que tiene una
institución para emplearse en vista. Llega la época de exámenes y, luego de una ardua semana
laboral, Juan se dispone a estudiar el fin de semana para rendir los dos finales del día martes. Si
bien dedica el mayor tiempo posible al estudio, el día de los exámenes, Juan no se siente
seguro para poder rendir y aprobar ambos. Esto le provoca una gran incertidumbre, pues tiene
un problema: esta es la fecha límite para rendir ambos exámenes. Si no aprueba alguna de las
materias, deberá recusarla. Juan, comenta esta situación con sus compañeros y uno de ellos le
ofrece hacerle uno de los dos exámenes a cambio de una módica retribución económica. De este
modo, Juan rendiría los dos exámenes y se encontraría a unas pocas materias de convertirse en
abogado. ¿Qué debería hacer Juan? ¿Aceptar la propuesta del compañero? ¿Negarse a ello?

Estas preguntas son clave para iniciar nuestra exploración sobre aquella disciplina que
llamamos ética. La vida cotidiana y, por supuesto, la práctica profesional implican siempre
tomar decisiones y asumir una postura respecto de situaciones como la ilustrada en el ejemplo.
La respuesta que le demos a la pregunta final implicará:
1) la naturalización de ciertas prácticas incorporadas como buenas y malas (deseables o
indeseables; correctas o incorrectas);
2) la reflexión sobre por qué –es decir, la justificación– deben ser consideradas buenas o malas.
Volvamos al ejemplo de Juan. ¿Qué debe hacer nuestro personaje en la situación retratada?
¿Qué podríamos recomendarle? Si el personaje quisiera pedir nuestro consejo, probablemente
no tendría una respuesta univoca.
Posibles respuestas:
 Alguien podría aconsejarle que acepte la oferta de su amigo, sin temor a las posibles
sanciones si llegara a ser descubierto, ya que lograría avanzar. Quizá se podría argumentar que
puso su mayor esfuerzo y que, por lo tanto, dejar que el amigo le realice el examen no
constituye netamente un engaño.
 Otra persona podría argumentar que dejar que otro realice un examen es un acto de deshonor.
Juan está estudiando para ser Enfermero y es poco ético mentir, aunque sea para librarse de una
materia universitaria, cuando debería dar el ejemplo.
 También podrán aconsejarle que el amigo realice el examen, ya que lo importante es
conseguir trabajo debido a la situación de desempleo de su esposa y su hijo. El ser deshonesto
no se compara con el mal por el que podría atravesar toda la familia si él no se recibe.
 Y quizá alguno argumentaría que no debería aceptar la oferta de su amigo y enfrentarse a los
hechos.
Ahora bien, en estas recomendaciones se observan propuestas de cursos de acción que se basan
en costumbres, normas y significaciones compartidas, pero también se observan justificaciones
sobre esos cursos de acción, es decir, razones por las cuales Juan debería seguir uno u otro curso
de acción. Si repetimos la pregunta, notaremos que aparece un término clave para comprender
qué es la ética, el concepto de deber. ¿Qué debe hacer Juan? Esta pregunta puede ayudarnos a
desentramar una diferencia fundamental para la ética, la diferencia entre la ética y la moral. Por
un lado, estamos preguntando
qué debe hacer en función del conjunto de normas morales que Juan ha aprendido a lo largo de
su vida y, además, en función del conjunto de normas de la institución (educativa, en este
ejemplo).
Las normas morales sirven para regular las prácticas de una comunidad, determinando y
estableciendo lo que esta reconoce como bueno y como malo, como correcto e incorrecto, como
justo o injusto. Ahora bien, supongamos que la institución a la que asiste Juan –al igual que la
mayoría de las instituciones– no acepta o considera malo o incorrecto que un alumno entregue
un examen que fue realizado por un compañero como si fuera propio. En este caso, Juan, puede
decidir no aceptar el ofrecimiento por temor a la sanción que establezca la norma de la
institución, o por temor a quedar expuesto ante la comunidad. Pero también puede rechazarlo
porque considera que no es correcto engañar o mentir, ya no por temor a la norma o al juicio
externo, sino porque lo que considera bueno, correcto o justo es no engañar y no mentir. A su
vez, a Juan le podemos pedir que nos explique por qué aceptó o rechazó el ofrecimiento, y esto
implicaría una reflexión sobre la acción (u omisión de acción) que la justifica. El plano de la
justificación es el plano en el que se desarrolla propiamente la reflexión ética.
Tal como sostiene Maliandi (2009), la ética y la moral presentan sentidos diferentes:
En el lenguaje corriente suele emplearse el término “ética” como equivalente al término
“moral". En medios intelectuales, y particularmente en los filosóficos y — sobre todo desde
hace algunos años— en los políticos, se procura distinguir entre ambas expresiones, aunque sin
duda es frecuente que esto no pase de ser un propósito. Digamos, por ahora, que, si se atiende a
la etimología, podrían considerarse en efecto como equivalentes: “ética" deriva del vocablo
griego “ethos", y “moral” del vocablo latino “mos", que es la traducción de aquél. Pero, por una
convención bastante extendida, se tiende a ver en la "ética” la disciplina (la “tematización”) y en
la “moral”, lo “tematizado” (por ejemplo, las costumbres, los códigos de normas, etc.). Sin
embargo, en razón de lo que se ha considerado antes, es decir, de la inevitable integración de la
“ética” en el ethos, nuevamente se acercan ambas significaciones, y se advierte que la distinción
no puede ser tan sencilla. (Pp. 18-19).
Para clarificarnos un poco, el concepto de ethos en su acepción latina, como moral, puede ser
entendido como el conjunto de las costumbres, valores y significaciones socialmente
compartidos por una comunidad que determinan normativamente el modo en que los sujetos que
componen esa comunidad deberían actuar, es decir, moral remite a morada. Pero es interesante
prestar atención al sentido que le da Aristóteles al término ethos, el cual –como señala Maliandi
(2009) – responde al carácter, al modo de actuar de cada sujeto, a lo más propio de cada
persona, esto es, el modo de ser o carácter. En este sentido, el ethos remite a una disposición
subjetiva para la acción que requiere una reflexión acerca de lo que cada sujeto considera bueno
o malo, correcto e incorrecto, justo o injusto. Por lo tanto, la distinción esencial sobre la que nos
ocuparemos es aquella que se da entre ético y moral. Prestemos atención a la siguiente
observación del filósofo argentino Darío Sztajnszrajber. En él encontraremos las claves para
comprender la distinción entre ética y moral: Todo lo que hacemos está atravesado por un juicio
valorativo. Antes que nada, incluso antes de pensar, las cosas se nos presentan como buenas o
malas. Y así, cuando queremos entender qué es el bien, buscamos, sin embargo, una explicación
del bien que esté bien. ¿No será que primero valoramos y después pensamos? (Sztajnszrajber en
Matías, 5 de octubre de 2017, https://bit.ly/2JSxGil).
Teniendo en cuenta lo estudiado hasta acá, volvamos al caso de Juan. Como se mencionó, la
situación familiar de nuestro personaje es complicada: su esposa está desempleada y tiene un
hijo de 3 años. Tanto Juan como su esposa son católicos y se consideran practicantes de los
valores del catolicismo. Por otro lado, la institución educativa tiene una normativa rigurosa
respecto de lo que no está permitido hacer a los estudiantes. Entre las situaciones más graves, se
encuentran copiar o plagiar un trabajo, o presentar como propio un trabajo ajeno. Esta falta
presenta consecuencias que van desde la sanción hasta la expulsión de la institución. ¿En qué
sentido estos marcos normativos, el católico y el institucional, sirven como justificación para la
toma de decisión de JUAN? Juan, podría ser descubierto en su intento de presentar el trabajo de
su compañero, ser sancionado por la institución y, sin embargo, no sentir que ha obrado de un
modo incorrecto. ¿Es posible? Sí. Y este es el problema fundamental de la ética. Si bien la
moral funda un marco normativo para la acción, ¿la ética también debe ser normativa? Es decir,
Juan ¿solo debe respetar la normativa de la intuición o además debe querer respetarla? ¿Debe
respetar los principales valores del catolicismo, como “no mentir”, o debe desear no mentir?
Para que una acción sea ética, alcanza con que sea una conducta conforme a la norma (o al
deber).
¿Qué es la ética?
Para aproximarnos a una primera respuesta, debemos tener presente que la ética está inscripta
en el ámbito de la filosofía práctica. El hecho de destacar su pertenencia disciplinar al campo de
la filosofía constituye un punto central porque nos permite anticipar algunos aspectos clave de
su significado. Como parte de la filosofía práctica, el modo más corriente de definir la ética
consiste en afirmar que se trata de una reflexión o una indagación del ethos. Muchas
expresiones emparentadas con estas acciones (reflexionar o indagar) suelen acompañar otras
definiciones de la ética. En cualquier caso, se pone de relieve que esta disciplina de la filosofía
práctica designa un esfuerzo por comprender y esclarecer el hecho moral. Si quisiéramos
ahondar más en el contenido de ese esfuerzo, deberíamos decir que la pretensión fundamental
de la ética es dilucidar el entramado de normas, valores, principios y creencias morales que
rigen o regulan nuestra conducta y las relaciones que entablamos con los demás. De este modo,
la ética está estrechamente relacionada con la determinación de un espacio de examen respecto
a la vida humana: no se hace ética si se inhibe la capacidad de interrogar el sentido de nuestra
existencia porque su punto de partida es la experiencia del ser humano como sujeto reflexivo y
capaz de crear un saber de la praxis y para la praxis. En nuestra vida cotidiana, nos encontramos
constantemente ante la pregunta por el cómo actuar y la justificación sobre el propio actuar.
Esto se debe a que somos sujetos inscriptos en un horizonte vital intersubjetivo, es decir,
vivimos con otros sujetos, quienes tienen percepciones subjetivas acerca de los que está bien y
lo que está mal. Esta vida en comunidad (communitas) es la que exige la reflexión sobre los
hechos morales. La realidad que configura el ethos nos rodea plenamente debido a que está
presente en nuestro obrar diario: puede expresarse, e incluso lo transmitimos en nuestras
preguntas sobre lo correcto o lo legítimo, sobre aquello que está bien o mal, o sobre lo justo o lo
injusto. De cada una de estas manifestaciones del ethos, surgen temas, controversias y
exploraciones que pretenden servir de guía u orientación para llevar adelante proyectos de vida
más plenos y satisfactorios. Como es una dimensión constitutiva de la naturaleza humana,
estamos inmersos en el ethos de manera relevante y concreta, debido a que el hecho moral
atraviesa nuestras acciones, preferencias y decisiones. Por lo tanto, el ethos constituye una
realidad irreductible a otras e ineludible para la comprensión de la realidad. La ética nos sitúa en
el ámbito de la reflexión filosófica de esta gran cantidad de cuestiones que alberga el ethos
como indagación o justificación no de una moral determinada, sino del hecho moral en sí. El
esfuerzo por esclarecer el ethos procura dar cuenta de esa fuente clave de inspiración y elemento
indispensable de comprensión de la actuación humana, que es el fenómeno de la moralidad.
Construir una fundamentación argumentada es una tarea central del quehacer ético, y la
variedad de manifestaciones del ethos en el tiempo y el espacio equivale a un complejo intento
por ofrecer un saber que les permite a las personas crecer en el conocimiento de sí mismas.
Entonces, podemos repasar un punto abordado anteriormente, cuando afirmamos que, aunque
cada cultura posee sus propios valores, costumbres y creencias morales, semejante tarea de la
ética no se circunscribe a una forma determinada de ethos, sino al escenario moral en su
especificidad, es decir, a un aspecto fundamental de nuestra existencia. Por lo tanto, la ética se
pregunta por aquello que es el bien. Muchas respuestas se han dado a esta pregunta: el bien es la
felicidad; el bien es actuar por deber; el bien es lo útil. La reflexión ética, la tematización de lo
ético, intentará determinar argumentativamente qué es el bien y, por lo tanto, no hay una sola
respuesta a la pregunta por el bien que funda la ética.

Conjunto de normas a partir de las cuales


MORAL una comunidad forma sus valores

ETICA Estudio o reflexión sobre la moral, sobre


qué es lo bueno y cómo se debe obrar.

Pues bien, las normas morales que establecen tanto la institución como la religión de Juan lo
obligan a no aceptar la oferta de su amigo. El principio de “no mentir” está explícitamente
señalado por el esquema de ambas instituciones (educativa y religiosa). Ahora bien, Juan debe
tomar una decisión más fundamental, una que implica no solo que acate una norma, sino que
reflexione acerca del bien: ¿la verdad como bien moral se antepone a la responsabilidad del
cuidado de su propia familia en cuanto bien ético? Veremos aquí, entonces, cómo la ética
implica una reflexión sobre la moral que funda un nuevo ámbito de investigación y justificación
que no siempre armonizará con la moral.
Hacia una ética profesional Ahora pensemos juntos sobre el valor de la ética para la vida
profesional. Retomamos el caso de Juan, sobre el cual no hemos dado una respuesta acabada.
Juan quiere ser ENFERMERO y este hecho no es menor para la resolución de su dilema ético.
Por esto, te proponemos leer el siguiente artículo en el que se analiza la ética profesional de
abogados y sociólogos. Esto nos ayudará a reconocer, por un lado, concepciones éticas de
profesiones distintas y argumentos éticos y morales, y por otro lado, a tener un primer
acercamiento al concepto de deontología.
LEER ARTICULO “Ética y valores profesionales” (Ibarra Rosales, 2007)
En relación con lo leído en el artículo “Ética y valores profesionales” (Ibarra Rosales, 2007),
acaso podemos dar una respuesta provisional a la pregunta inicial: ¿qué debe hacer Juan?,
¿aceptar la oferta de su amigo o negase a ello? Pues bien, que Juan decida implicará, por un
lado, que reconozca, encarne y se inserte en normas morales que rigen las acciones en la
comunidad a la que pertenece. Pero la reflexión propiamente ética implicará que Juan pueda
justificar su acción con base en lo que considere como el bien (lo correcto, lo justo, lo útil). Sin
embargo, si pensamos en alguno de los valores que establece el código de ética profesional de
los abogados (en el caso del artículo), honestidad, probidad, rectitud y sinceridad, tendremos
una respuesta, al menos provisoria, al dilema de Juan: no aceptar la ayuda de su compañero, ya
que estaría incumpliendo todos los principios éticos con los cuales se comprometerá en su
práctica profesional. Juan no aceptará la oferta. Se quedará con una materia sin rendir, pues
realizará el examen para el cual se siente más preparado. Regresará a su casa y le comentará a
su esposa que se retrasará un trimestre más en la carrera, ya que debe recusar la materia que no
rindió. Pero esta acción ética no hace sentir a Juan más feliz ni presenta alguna utilidad. En este
sentido, ante la angustia de su esposa, Juan se pregunta si tomó la decisión correcta.

TEMA I

ETICA

La ética es la parte de la antropología filosófica que nos indica el como y el porque de la


conducta humana con objeto de que el hombre pueda alcanzar su fin.
Objeto de estudio:
 El objeto y el material de esta ciencia es el acto racional y libre. Ejemplos: el amar, el

adquirir un objeto, el defender lo que es nuestro.

 El objeto formal de la ética es determinar la rectitud del acto humano. Algunos


ejemplos como: amar lícitamente, adquirir algo de una manera justa, defender lo
nuestros sin ofender a nadie.
 En cuanto a los valores morales, la aspiración de la ética es que la persona humana
alcance el mayor grado de valor que es capaz de adquirir.

 Valores morales: prudencia, justicia, fortaleza y templaza.

Definición Etimológica

 La palabra ética proviene del griego êthos y significaba, primitivamente, estancia,


lugar donde se habita.
 Ethos: vocablo griego que significa “costumbre”.
 Posteriormente, Aristóteles afinó este sentido y, a partir de él, significó “manera de
ser”, “carácter”.
 Así, la ética era como una especie de segunda casa o naturaleza; una segunda
naturaleza adquirida, no heredada como lo es la naturaleza biológica.
 De esta concepción se desprende que una persona puede moldear, forjar o construir
su modo de ser o êthos.
La palabra Ética procede del vocablo ethos que posee algunos significados fundamentales:

• El más antiguo de ellos fue 'residencia', 'morada', o 'lugar donde se habita'.


• Posteriormente Aristóteles “ethos” significa 'modo de ser' o 'carácter'.
 Conceptos que se apoyan mutuamente para dar origen a un significado mucho más
amplio, de mucho más alcance: 'modo de ser' ha de entenderse como 'forma de
vida', la cual se verifica en la adquisición de un 'carácter' particular, que se va

apropiando, incorporando a lo largo de la vida.

 Una característica del ethos, entendido como conjunto de hábitos y maneras de ser
del hombre, es su sentido no natural.
 En efecto, el ethos, según la tradición griega, implica una serie de costumbres
adquiridas por hábito y no innatas; el ethos significa una conquista del hombre a lo
largo de su vida.
 En este sentido, se dice que el ethos constituye una segunda naturaleza; se trata de
un conjunto de hábitos de los cuales el hombre se apropia, modificando su
naturaleza.

RELACIONES ENTRE LA ÉTICA Y MORAL


ETICA: Parte de la Filosofía que estudia la valoración MORAL de los actos humanos.
Conjunto de principios y normas morales que regulan las actividades humanas (
Diccionario Larousse, pag 427.)
MORAL: Relativo a las costumbres o a las reglas de conducta: valores morales, Que es
conforme o favorable a las buenas costumbres. Relativo al pensamiento o conciencia, en
oposición a lo físico y material: formación moral. (Diccionario Larousse, pag 693).-
El uso de la palabra Ética y la palabra Moral está sujeto a diversos convencionalismos y que
cada autor, época o corriente filosófica las utilizan de diversas maneras. Pero para poder
distinguir será necesario nombrar las características de cada una de estas palabras así como
sus semejanzas y diferencias.
1. 1. Características de la Moral. La Moral es el hecho real que encontramos en
todas las sociedades, es un conjunto de normas a saber que se transmiten de generación en
generación, evolucionan a lo largo del tiempo y poseen fuertes diferencias con respecto a las
normas de otra sociedad y de otra época histórica, estas normas se utilizan para orientar la
conducta de los integrantes de esa sociedad.
2. Características de la Ética. Es el hecho real que se da en la mentalidad de algunas
personas, es un conjunto de normas a saber, principio y razones que un sujeto ha realizado y
establecido como una línea directriz de su propia conducta.
3. Semejanzas y Diferencias entre Ética y Moral. Los puntos en los que confluyen son los
siguientes:
• En los dos casos se trata de normas, percepciones, deber ser.
• La Moral es un conjunto de normas que una sociedad se encarga de transmitir de
generación en generación y la Ética es un conjunto de normas que un sujeto ha
esclarecido y adoptado en su propia mentalidad. 4. Puntos en los que difieren
son los siguientes:
• La Moral tiene una base social, es un conjunto de normas establecidas en el seno
de una sociedad y como tal, ejerce una influencia muy poderosa en la conducta
de cada uno de sus integrantes. En cambio la Ética surge como tal en la
interioridad de una persona, como resultado de su propia reflexión y su propia
elección.
• Una segunda diferencia es que la Moral es un conjunto de normas que actúan en
la conducta desde el exterior o desde el inconsciente. En cambio la Ética influye
en la conducta de una persona pero desde si misma conciencia y voluntad.
• Una tercera diferencia es el carácter axiológico de la ética. En las normas morales
impera el aspecto prescriptivo, legal, obligatorio, impositivo, coercitivo y punitivo.
Es decir en las normas morales destaca la presión externa, en cambio en las
normas éticas destaca la presión del valor captado y apreciado internamente
como tal. El fundamento de la norma Ética es el valor, no el valor impuesto desde
el exterior, sino el descubierto internamente en la reflexión de un sujeto.

Características generales:
• Ciencia filosófica que estudia el comportamiento moral del hombre en la sociedad.
• Rama o parte de la Filosofía.
• Su campo de investigación es la Moral.
• Sólo el hombre tiene sentido ético o conciencia moral.
• La Ética necesita de la Moral para concluir y elaborar sus hipótesis y teorías.
La Ética no crea su objeto sino que se limita a reflexionar sobre él. Es una ciencia y l a
Moral es el objeto de esta ciencia.
La Moral está constituida por una serie de normas, costumbres y formas de vida
obligatorias, valiosas y orientadoras de la actividad humana.

• La Ética es una ciencia normativa y práctica porque tiene como objeto la conducta
del hombre: No es una prédica moral, ni un consultorio cívico.
Por ejemplo: ¿Qué queremos decir de una acción, cuando la calificamos de justa o injusta?
¿Qué significa decir de un estado de cosas que es bueno o malo?
La ética, como una rama de la filosofía, está considerada como una ciencia normativa, porque
se ocupa de las normas de la conducta humana, y para distinguirse de las ciencias formales,
como las matemáticas y la lógica, y de las ciencias empíricas, como la química y la física. Las
ciencias empíricas sociales, sin embargo, incluyendo la psicología, chocan en algunos puntos
con los intereses de la ética ya que ambas estudian la conducta social. Por ejemplo, las ciencias
sociales a menudo procuran determinar la relación entre principios éticos particulares y la
conducta social, e investigar las condiciones culturales que contribuyen a la formación de esos
principios.

Cuá l es el origen
de la moral???

Respuestas:
LA RAZÓN:
– Podemos conocer lo que está bien y lo que está mal
– Intelectualismo moral: si conoces el bien, actuarás bien – Sócrates, Platón.
LAS EMOCIONES
– Cuando quieras saber si una acción está bien o mal, mira a tu corazón…¿te
produce rechazo o admiración?
– David Hume (siglo XVIII)

Respuesta materialista:
En filosofía es la posición de que sólo lo material existe independientemente de nuestra
conciencia, y que ésta es un fenómeno derivado de procesos objetivos que afectan a la
materia.
– La moral es un mecanismo evolutivo necesario para la supervivencia
– Sirve para inhibir la agresividad y su potencial destructor – K. Lorenz Respuesta
religiosa
– La moral procede de Dios
– Una norma es buena si responde a la voluntad de Dios
– Religiones monoteístas buscan la universalidad y la objetividad de las normas

Relativismo
Teoría filosófica que mantiene que existen muchas verdades acerca de las cosas, al menos
tantas como personas creen tener un conocimiento de ellas.
– El bien y el mal dependen de cada sociedad o individuo (“tengo mis normas”)
– Sofistas, Nietzsche…
Universalismo
Es la que preconiza que todo (todos los todos) forman EL TODO UNIVERSAL y como tal todo/s
de alguna forma está combinado. Por tanto la teoría universal tiene en cuenta EL TODO y los
todos a la vez (la diversidad/es) como diferente pero a la vez como LO MISMO y forma el todo
– El bien y el mal existen, son objetivos, aunque no los conozcamos siempre
– Su origen puede atribuirse a Dios, a la naturaleza, a las leyes…
– Por ejemplo, inspira los Derechos Humanos
Ética y Moral
La palabra «ética» procede del griego «ethos» que significa «costumbre, modo acostumbrado
de obrar». Igual significado tiene la palabra latina «mos, moris» que ha dado en castellano
«moral». Ética y moral coinciden desde el punto de vista etimológico. Ambas se refieren a
nuestras costumbres y forma de actuar, en la medida en que podemos considerarlas como
buenas o malas, correctas o incorrectas.
La filosofía, sin embargo usa estos conceptos de un modo distinto. Así la moral se ocupa de
establecer las normas y los criterios que utilizamos cuando calificamos determinadas acciones
como correctas o incorrectas, buenas o malas en sentido absoluto. Por ejemplo, sería misión
de la moral definir las normas y criterios que deben regir las relaciones entre los miembros de
una familia, o entre el médico y su paciente. La moral respondería a preguntas como: ¿Debe
el médico decir la verdad al paciente por desagradable que sea? La ética se ocuparía más bien
de discutir racionalmente la validez de estas normas y criterios que la moral nos da. Es decir,
la ética se ocuparía de cuestiones como: ¿por qué es moralmente correcto o incorrecto decir
la verdad? La ética trata de reflexionar críticamente acerca de las normas que la moral
establece. El objeto de la ética es la moral y la moralidad. La ética hace que nos planteemos si
las normas y valores por los que guiamos nuestra conducta son válidas o no.
Distinción entre moral, amoral e inmoral.
En el apartado anterior hemos utilizado la palabra «moral» para referirnos al
conjunto de normas, prohibiciones, valores e ideales de vida buena que regulan la vida de un
conjunto de personas en un momento histórico determinado. Estábamos utilizando la palabra
como un sustantivo, así hablábamos de «la moral»; pero también puede ser utilizada como
un adjetivo en expresiones como: «Tu conducta es moral»,
«Careces de valores morales», «Tus valores morales no son correctos», etc. En estos contextos
moral significa lo moralmente correcto, aquel comportamiento que respeta el código vigente y
su antónimo sería inmoral. Inmoral equivale a moralmente incorrecto. Quien conociendo las
normas morales de una comunidad las trasgrede voluntariamente recibe el calificativo de
inmoral. Tachar a alguien de inmoral depende de la moral que adoptemos como punto de
referencia. Por ejemplo: un polígamo será
calificado de inmoral desde la moral cristiana, pero no lo será para la moralidad musulmana.
Con el término amoral nos referimos a aquello que no cae bajo el ámbito de la moral. En un
sentido estricto sólo los hombres son seres morales y el resto de los seres vivos son amorales
ya que no tienen capacidad para guiar su conducta de acuerdo con un conjunto de normas,
valores o finalidades. Pero también se utiliza dicho término para señalar algunas normas de
conducta o comportamientos que no pertenecen en sentido estricto al ámbito de la moral.
Generalmente son normas de comportamiento que nos indican los usos sociales de una
cultura y las relativas a la higiene o la salud. Por ejemplo, alguien que hable con la boca llena
está incumpliendo la norma que dice que eso no se debe hacer, pero no por ello decimos que
es una mala persona. Será un mal educado, pero no un inmoral porque el comer o Existe, por
último, un uso muy hispánico de la palabra «moral»: nos referimos a expresiones como
«Tener la moral muy alta», «Estar bajos de moral» y otras semejantes. Aquí moral es sinónimo
de «buena disposición de ánimo», «tener fuerzas, coraje o arrestos suficientes para hacer
frente a los retos que nos plantea la vida». En este último sentido es utilizada la palabra
«moral» por los deportistas y sus entrenadores o preparadores.

Tema: 3 niveles de reflexión de la Ética.


Existe una distinción de niveles entre la moral y la ética. Esta distinción remite al tipo de
reflexión que se pone en juego en cada una de ellas. En esta lección examinaremos de cerca los
niveles de reflexión ética con el fin de justificar la diferencia entre moral y ética que trabajamos
en la lectura anterior. Pondremos los conceptos en el terreno de la acción a partir de la situación
de Juan.
Como sostiene Maliandi (2009), podemos hablar de ethos en dos sentidos: uno prerreflexivo y
uno reflexivo. En el primero nos encontramos con la normatividad pura, no cuestionada aún, la
conducta ajustada a determinadas normas, simplemente, y las maneras de juzgar dicha
conducta, especialmente cuando ésta se aparta de aquellas normas (Maliandi, 2009, p. 43).
Pueden incluirse aspectos de la predica moral, a pesar de que la misma no puede permanecer en
el ámbito de la pura normatividad y nos va a conducir indefectiblemente a la reflexión:
• Ocurre así que, casi insensiblemente, se pasa de ese nivel “prereflexivo”, a un primer
nivel de reflexión. Se trata aquí de una reflexión elemental, espontánea, que surge a
consecuencia de discrepancias morales. Es el tipo de reflexión que va adosado a la toma
de conciencia de qué el otro no juzga exactamente como yo. En el ethos hay certezas,
pero también hay dudas.
• La actitud de “pedir consejo", por ejemplo, porque, aunque se conocen las normas, no
se sabe cómo aplicarlas a tal situación concreta —o porque no se sabe cuál norma
habría que aplicar ahí—, y, sobre todo, la actitud de brindar ese consejo solicitado son
actitudes que van necesariamente acompañadas de un tipo de reflexión que podemos
llamar “reflexión moral”. (Maliandi, 2009, p. 43)
En esta cita podemos captar la necesidad de establecer niveles de reflexión que denominaremos
éticos. Juan ha tomado una decisión con base en una evaluación de valores. Ahora bien,
¿podemos reconocer los niveles de reflexión que menciona Maliandi (2009) en el caso de
nuestro personaje? Recordemos –antes de analizar en dilema de Juan y las razones que justifican
su curso de acción– cuáles son estos niveles:
Reflexión moral:
Preguntas del tipo: “¿Debo hacer X?”.
La actitud de “pedir consejo”, por ejemplo, porque, aunque se conocen las normas, no se sabe
cómo aplicarlas a tal situación concreta —o porque no se sabe cuál norma habría que aplicar ahí
—, y, sobre todo, la actitud de brindar ese consejo solicitado son actitudes que van
necesariamente acompañadas de un tipo de reflexión que podemos llamar “reflexión moral”.
(Maliandi, 2009, p. 47).
Ética normativa:
Preguntas del tipo: “¿Por qué debo hacer X?”.

Un segundo nivel está constituido por las reflexiones que es necesario desarrollar cuando no nos
conformamos ya con saber, o con decir, qué se debe hacer, sino que nos planteamos la pregunta
“por qué”, y tratamos de responderla. Ahí se toma conciencia de que la reflexión no sólo es
ineludible, sino también de que hay que desarrollarla racional y sistemáticamente. Ese
desarrollo equivale ya a una “tematización”. O sea, entramos ya en la “ética”. (Maliandi, 2009,
pp. 47-48).
Pero se apela a la razón, a los argumentos en favor o en contra de determinadas normas.
Consciente o inconscientemente, en este nivel de reflexión se hace filosofía práctica, ética.
Metaética:
Preguntas del tipo: “¿Está bien planteada la pregunta anterior?” (Y “¿por qué sí o por qué no?”).
Un tercer nivel es el de la “meta- ética”, o sea, un tipo de reflexión que analiza el significado y
el uso de los términos morales. La metaética constituye un “meta- lenguaje” con respecto al
lenguaje normativo. En principio, pues, pretende ser ya una reflexión no-normativa, sino
“neutral”. (Maliandi, 2009, p. 48).

Ética descriptiva:
Preguntas del tipo: “¿Cree A qué debe hacer X?” (Donde A puede ser un agente individual, un
pueblo, una cultura, un grupo religioso, etcétera).
Se intenta, simplemente, describir la “facticidad normativa". No se toma posición respecto de si
algo está “bien” o “mal”, ni si “se debe” o “no se debe” hacer. Sólo se dice cómo es; se
investiga qué se cree que se debe hacer, se comprueba cómo se comportan los seres humanos.
No es una labor filosófica, sino “científica”: es parte de la labor de la antropología, o de la
psicología, o de la sociología, etc”. (Maliandi, 2009, p. 48).

Tres niveles fundamentales de la reflexión ética


Teniendo en cuenta los cuatro niveles de reflexión ética, vamos a analizar el dilema ético que
se le presenta a Marco. ¿Qué decisión ha tomado? ¿Cómo se justifica esta elección?
Continuamos con el caso de Juan, que está a pocas materias de recibirse de enfermero
profesional y con una amplia experiencia en el rubro de salud, ante el ofrecimiento tentador de
su compañero de curso, Juan decide no aceptar la propuesta, teniendo en cuenta que su tiempo
de carrera se extenderá indefectiblemente.
Aunque sabe que hizo lo correcto, nuestro personaje no se siente mejor por ello. Juan ya eligió
entre mentir o no mentir, uno de los dilemas más habituales en nuestra vida cotidiana.
A partir de los siguientes enunciados, determinaremos qué tipo de reflexión está operando en la
toma de decisión de Juan y, además, comprenderemos el nivel de profundidad reflexivo al que
podemos apelar para ayudar a Juan a justificar su decisión.

¿Por qué no mentir en este caso? Juan es un buen estudiante, la mentira en este caso
sería solo una ayuda, no una calumnia. Además, también se pone en juego su situación
familiar compleja. Sin embargo, Juan piensa que, si todos actuáramos mintiendo,
entonces no podríamos distinguir entre lo bueno y lo falso, ya que todos actuarían con
base en sus propios intereses.

El concepto de mentira se pone en juego: ¿qué es mentir? ¿Cuál es la diferencia de


grado entre una mentira que implica un embuste y una mentira que implica proteger a
una persona de una verdad dolorosa? ¿Qué significa mentir en el contexto de los
estudiantes?
Un amigo de Juan intenta calmar su angustia explicándole lo que leyó en un
artículo académico en el que se afirmaba que los valores a los que apeló son un
contrato social que en otras culturas son más flexibles; por ejemplo, los japoneses son
incapaces de mentir en un examen, mientras que los argentinos mienten con mayor
frecuencia en situaciones en las que no son observados o en situaciones que presentan
consecuencias nulas o moderadas.
Desde chicos sus padres le enseñaron que no hay que mentir. Los niños que
mienten no son niños buenos. Además, Dios inculca la honestidad por sobre la mentira
y, en este sentido, mentir está mal.

En los siguientes enunciados, podemos identificar el tipo de reflexión con las categorías de
Maliandi (2009):

Reflexión moral: desde chico sus padres le enseñaron que no hay que mentir (…)

Reflexión ética: ¿Por qué no mentir en este caso? Juan es un buen estudiante, la mentira
en este caso sería solo una ayuda, no una calumnia (…)

Metaética: El concepto de mentira se pone en juego: ¿qué es mentir? ¿Cuál es la diferencia


de grado entre una mentira que implica un embuste (...)

Ética descriptiva: Un amigo de Juan intenta calmar su angustia explicándole lo que leyó en
un artículo académico en el que se afirmaba que los valores a los que apeló son un
contrato social.

Tema 4

Formación del carácter

A continuación, intentaremos responder a la pregunta inicial de la lectura anterior: ¿por


qué Juan no se siente feliz si actuó correctamente, Para realizar esta tarea, volveremos a
traer a la escena a nuestro desdichado personaje y reflexionaremos sobre su situación a la
luz de los conceptos de carácter, formación y felicidad.

Ya en el módulo anterior, nos hemos preguntado por la relación entre la felicidad y la


buena vida, y respondimos, junto a Aristóteles (1988), que la vida buena es aquella que
busca la felicidad, y que esta solo se alcanza mediante el ejercicio de un carácter virtuoso
apoyado en la prudencia. Este esquema filosófico nos sirve ahora para profundizar y dar
una respuesta a la pregunta inicial. ¿Acaso Juan no ha obrado correctamente y por ello no
alcanza la felicidad? ¿Es la felicidad verdaderamente alcanzable mediante los actos
morales correctos?

• Victoria Camps nos dice:

• [La ética] no solo es un conocimiento de lo que se debe hacer, de lo que está permitido
o prohibido, sino también un conocimiento de lo que es bueno sentir. También la ética es
una inteligencia emocional. Llevar una vida correcta, conducirse bien en la vida, saber
discernir, significa no solo tener un intelecto bien amueblado, sino sentir las emociones
adecuadas en cada caso, entre otras cosas, porque, si el sentimiento falta, la norma o el
deber se muestran como algo externo a la persona, vinculado a una obligación, pero no
como algo interiorizado e íntimamente aceptado como bueno y justo. (2011, p. 16).

Esta es la razón por la cual debemos tener presente que la formación ética es un ejercicio
constante que una persona debe poner en práctica hasta que se habitúa o está dispuesta a
actuar virtuosamente. Recordemos que el concepto de ethos conservaba en sí este doble
sentido: el de costumbre o hábito y el de carácter. Por esta razón, pensar la formación
ética era una de las principales preocupaciones de la filosofía griega. El carácter supone
una inteligencia emocional, como dice Camps (2011) en la cita, que nos mueve a obrar
guiados por la prudencia a la consecución del justo medio entre vicios. La virtud solo se
alzará mediante este ejercicio y se sostendrá cuando se forje un carácter prudente. En este
sentido, la comprensión de la ética como desarrollo de una sensibilidad rectora capaz de
expandir nuestro crecimiento personal de forma íntegra y duradera determinará la
relación del sujeto moral consigo mismo y con los demás. Así, para forjar el carácter se
necesita un “entrenamiento” (Cortina, 2007), una preparación constante para ser
excelentes o virtuosos. Recordemos que la virtud (en griego, areté) es la excelencia del
carácter que nos lleva a tomar buenas decisiones. Pues bien, no se puede generar un buen
carácter si no lo es en el medio y largo plazo, es decir, a lo largo de la vida. Por lo tanto, el
carácter es el resultado de un proceso formativo. Como dice Cortina: • El término ética
viene del griego êthos, que significa carácter. Todos los seres humanos nacemos con un
temperamento determinado que no hemos elegido pero, a medida que tomamos
decisiones a lo largo de la vida vamos generando unos hábitos, unas predisposiciones, a
elegir en un sentido u otro, a las que se da el nombre de hábitos y esos hábitos componen
nuestro carácter. (2007, p. 28).

caracter

habitos virtuosos educación moral ejecitación

principios y normas morales


constante
de convivencia.
autoconocimiento es a mediano y largo plazo
formas de interaccion
autoreflexión social. crecimiento delgrupo de
manera integral y duradera.
inteligencia emocional.

GUERRA ENTRE LA RAZÓN Y LAS EMOCIONES

En la siguiente imagen, podemos observar gráficamente


la guerra entre la razón y las emociones a la hora de
tomar decisiones significativas para nuestra vida.
Juan duda sobre su elección moral porque no encuentra un estado de felicidad. Esto se debe a
que nuestro personaje pretende sentir una gratificación inmediata o, como Cortina (2007)
señala, hay una tendencia al “cortoplacismo”, a encontrar el bienestar en lo inmediato.
Lo primero que deberíamos señalar es que nuestro personaje parece no estar lo suficientemente
“entrenado” en la acción virtuosa. En este sentido, Juan parece motivado por las prohibiciones
dadas por los códigos normativos de la institución educativa y de su religión, aquellas normas
que establecen lo que se debe o no se debe hacer, antes que estar movido por aquello que
considera justo y bueno. Aun así, Juan puede ser educado moralmente, es decir, puede
“entrenar” su carácter. Y una educación moral lo da la ética en cuanto saber práctico. En este
proceso, Juan deberá preguntarse qué es aquello que quiere verdaderamente para él (García-
Marzá y Gonzales Esteban, 2014). ¿Y hacia dónde hay que forjarse ese carácter?, pregunta
Cortina (2007); hacia la toma de decisiones que sean justas y felicitantes, lo que implica un
proceso de autoconocimiento que es esencial para alcanzar el bienestar moral.
Este concepto de autoconocimiento será central en la reflexión ética. Cada perspectiva filosófica
que se ha preocupado por dar cuenta acerca de la dimensión moral del ser humano ha dicho algo
al respecto, pues no es lo mismo actuar conforme al deber, es decir, actuar por el peso de la
norma o la prohibición, que actuar por deber, es decir, que el movimiento de la acción tenga que
ver con el ejercicio de la acción moral como fin en sí mismo. Kant dirá mucho sobre esta
diferencia entre obrar conforme y por deber.
En el marco de las éticas de la virtud, el autoconocimiento va a estar ligado al sentimiento antes
que a la razón. En este punto podemos hacer hincapié en la noción de inteligencia emocional.
Esta inteligencia tiene que ver con un saber que se gesta desde la sensibilidad moral, es decir,
nos conduce de acuerdo con el sentir moral. El ser humano moral, para ser verdaderamente
moral, acompañará su reflexión de un saber sobre lo que es bueno sentir. Este saber versa sobre
lo que es más conveniente sentir para alcanzar cierto grado de crecimiento personal o de
florecimiento personal, de felicidad en términos aristotélicos. Lo que permite el sentir es
adquirir, a partir del ejercicio constante de la acción moral, la disposición a largo plazo de la
conducta virtuosa. Es por esta razón que las emociones ganan relevancia como compañeras
imprescindibles de la reflexión ética y moral.
TEMA V
1. Introducción
Como cada principio de curso los profesores se empeñan en encargar fotocopias a sus alumnos
y tu amigo Carlos y tú bajan a la fotocopiadora para hacerlas. La señora de lo fotocopiadora ha
salido un momento y no hay nadie, pero se ha dejando el cajón donde guarda el dinero abierto.
Tu amigo te pide que vigiles mientras él coge dinero. Tú empiezas a dudar: por un lado es tu
amigo y no te gustaría que lo pillaran haciendo algo malo, además seguro que luego lo cuenta y
tú no quieres que la gente piense que eres un ladrón y desconfíen de ti. Pero hay algo más, lo
que hace Carlos no está bien ¿Qué es eso del bien y del mal? ¿Es una tontería decir que algo
está bien o mal? ¿Quién establece el bien y el mal? Son nuestras creencias morales las que nos
ayudan a distinguir entre el bien y el mal, entre lo que debemos y no debemos hacer.

Todos tenemos una idea acerca de lo que nos parece aceptable e inaceptable, admirable o
despreciable. Todos sabemos, más o menos, cuándo no van bien las cosas y cuándo no.
Tenemos una idea más o menos clara de cuáles son nuestros derechos, es decir, qué esperamos
que los demás hagan por nosotros, y cuáles son nuestras responsabilidades y deberes (aunque
nos cueste un poco más reconocerlos). En definitiva, todos tenemos una idea general de cómo
vivir la vida, de qué es la felicidad y esto es lo que nos permite distinguir entre el bien y el mal,
de qué nos podemos avergonzar o de qué nos podemos sentir orgullosos, qué podemos perdonar
y qué no. Es decir, establece nuestros modelos de conducta. De esto, en líneas generales, se
ocupa la ética y la moral. Podemos decir que la ética nos ayuda a orientarnos en la vida. Antes
de definirlas vamos a hablar un poco más de nosotros mismos, de algunas peculiaridades de la
especie humana.

El ser humano es un animal distinto del resto en muchos aspectos. La mayoría de los animales
cuando nacen necesitan aprender muy poco. La mayoría de los peces, por ejemplo, crecen sin
progenitores que le ‘digan’ cómo comportarse o qué han de hacer en una situación peligrosa. El
canario necesita ser alimentado y oír el canto de otro canario para poder aprender, pero nada
más. Sin embargo, un niño recién nacido no sabe hacer prácticamente nada: chupar, llorar y
poco más. Todo ha de aprenderlo y sin ese aprendizaje no logrará ser una persona; no sabrá
hablar y, por lo tanto, ni nos entendería ni lo entenderíamos. El hombre necesita vivir en
sociedad, en compañía de otros hombres para poder desarrollarse, para aprender a ser un «ser
humano»; pensemos que todo lo que hacemos, decimos, creemos, incluso nuestros gustos lo
hemos aprendido de otros seres humanos y que, por tanto, todo eso lo tenemos gracias a la
sociedad.
Pero vivir en sociedad es complejo y para facilitar la tarea los humanos hemos inventado una
cosa muy útil: las normas. Las normas regulan el comportamiento de los seres humanos. En
general nos dicen lo que debemos y podemos hacer y lo que no; hay normas que prohíben cosas,
como por ejemplo: «No se debe hablar con la boca llena», «No se puede fumar en los centros de
enseñanza» o «No se debe matar». Otras nos dicen o recomiendan lo que debemos hacer: «Se
debe ceder el asiento en el autobús a las personas mayores o mujeres embarazadas». Hay
normas de muchos tipos: de tráfico, de educación o cortesía, de salud, etc. y entre ellas las
normas morales que son las que más nos interesan en esta asignatura. Antes de entrar de lleno
en ellas reflexionemos un poco más sobre las normas en general. Pensemos, por ejemplo, en
deportes como el fútbol o el baloncesto. Como todos los juegos, al fin y al cabo, no son más que
un conjunto de normas que sirven para definir el juego y que podamos pasarlo bien. ¿Tendría
sentido alguien que dijera lo siguiente: «Quiero jugar con vos al fútbol pero yo lo llevo con las
manos porque con los pies no se me da bien ¿Qué pensaríamos de alguien así? No se puede
jugar sin respetar las reglas (al menos las más básicas) porque si no las respeto no estoy jugando
a ese juego, si llevo la pelota con las manos estaré jugando al baloncesto, al balonmano o a otro
juego que me estoy inventando pero no estoy jugando al fútbol. Lo que define un juego, lo que
hace que podamos jugarlo es el conjunto de reglas o normas que lo determinan, sea uno tan
simple como el Juego de la Oca o tan difícil como el Ajedrez.
Todo lo que hacemos los seres humanos está regulado por normas, desde que nos levantamos
por la mañana hasta que nos acostamos todo lo hacemos en función de normas o de costumbres
más o menos estables. Dependiendo de que aspectos de nuestra vida regulen las normas serán
de un tipo o de otro. Por ejemplo la norma que dice que debemos lavarnos los dientes después
de comer es una norma de higiene o de salud, puesto que regula nuestra conducta para que
seamos higiénicos o sanos. Una norma siempre implica un haz esto o no hagas esto otro, una
norma es una indicación acerca de lo que debemos o no debemos hacer. El que lo hagamos o no
ya es cosa nuestra. El hecho de que existan normas no quiere decir que todas las normas sean
buenas. Hay normas absurdas y normas que consideramos malas. Por ejemplo las leyes (que no
son más que un tipo de normas) que promovieron la discriminación racial en algunos estados de
Estados Unidos y en Sudáfrica (haciendo que negros y blancos no pudieran ir a los mismos
colegios, o que no pudieran utilizar el mismo autobús, o prohibiendo a la población negra que
accediera a ciertos puestos de trabajo o beneficios sociales, etc.); etc. La moral hace referencia a
las normas que regulan nuestra conducta diciéndonos lo que está bien y lo que está mal.
Ejemplos de normas morales serían: «No se debe mentir», «No se debe matar», «No se debe
robar», etc. La ética sería una reflexión filosófica acerca de la moral y de sus normas. Veamos
esto más despacio.

2. Ética y Moral
La palabra «ética» procede del griego «ethos» que significa «costumbre, modo acostumbrado de
obrar». Igual significado tiene la palabra latina «mos, moris» que ha dado en castellano
«moral». Ética y moral coinciden desde el punto de vista etimológico. Ambas se refieren a
nuestras costumbres y forma de actuar, en la medida en que podemos considerarlas como
buenas o malas, correctas o incorrectas.
La filosofía, sin embargo usa estos conceptos de un modo distinto. Así la moral se ocupa de
establecer las normas y los criterios que utilizamos cuando calificamos determinadas acciones
como correctas o incorrectas, buenas o malas en sentido absoluto. Por ejemplo, sería misión de
la moral definir las normas y criterios que deben regir las relaciones entre los miembros de una
familia, o entre el médico y su paciente. La moral respondería a preguntas como: ¿Debe el
médico decir la verdad al paciente por desagradable que sea? La ética se ocuparía más bien de
discutir racionalmente la validez de estas normas y criterios que la moral nos da. Es decir, la
ética se ocuparía de cuestiones como: ¿por qué es moralmente correcto o incorrecto decir la
verdad? La ética trata de reflexionar críticamente acerca de las normas que la moral establece.
El objeto de la ética es la moral y la moralidad. La ética hace que nos planteemos si las normas
y valores por los que guiamos nuestra conducta son válidas o no.

2.1. Distinción entre moral, amoral e inmoral.


En el apartado anterior hemos utilizado la palabra «moral» para referirnos al conjunto de
normas, prohibiciones, valores e ideales de vida buena que regulan la vida de un conjunto de
personas en un momento histórico determinado. Estábamos utilizando la palabra como un
sustantivo, así hablábamos de «la moral»; pero también puede ser utilizada como un adjetivo en
expresiones como: «Tu conducta es moral», «Careces de valores morales», «Tus valores
morales no son correctos», etc. En estos contextos moral significa lo moralmente correcto, aquel
comportamiento que respeta el código vigente y su antónimo sería inmoral. Inmoral equivale a
moralmente incorrecto. Quien conociendo las normas morales de una comunidad las trasgrede
voluntariamente recibe el calificativo de inmoral. Tachar a alguien de inmoral depende de la
moral que adoptemos como punto de referencia. Por ejemplo: un polígamo será calificado de
inmoral desde la moral cristiana, pero no lo será para la moralidad musulmana.
Con el término amoral nos referimos a aquello que no cae bajo el ámbito de la moral. En un
sentido estricto sólo los hombres son seres morales y el resto de los seres vivos son amorales ya
que no tienen capacidad para guiar su conducta de acuerdo con un conjunto de normas, valores
o finalidades. Pero también se utiliza dicho término para señalar algunas normas de conducta o
comportamientos que no pertenecen en sentido estricto al ámbito de la moral. Generalmente son
normas de comportamiento que nos indican los usos sociales de una cultura y las relativas a la
higiene o la salud. Por ejemplo, alguien que hable con la boca llena está incumpliendo la norma
que dice que eso no se debe hacer, pero no por ello decimos que es una mala persona. Será un
mal educado, pero no un inmoral porque el comer o Existe, por último, un uso muy hispánico de
la palabra
«moral»: nos referimos a expresiones como «Tener la moral muy alta», «Estar bajos de moral»
y otras semejantes. Aquí moral es sinónimo de «buena disposición de ánimo»,
«tener fuerzas, coraje o arrestos suficientes para hacer frente a los retos que nos
plantea la vida». En este último sentido es utilizada la palabra «moral» por los deportistas y sus
entrenadores o preparadores.
3. Valores y normas
3.1. Los valores.
La mayoría de las cosas que conocemos no nos resultan indiferentes, pensemos, por ejemplo, en
una rosa, el fútbol, un supositorio o el libro de matemáticas. Estos objetos o actividades
producen en cada uno de nosotros actitudes: bien de agrado o desagrado, atracción o repulsión.
Las actitudes que tenemos hacia las cosas las expresamos por medio de valores. Un valor es una
especie de etiqueta mental que ponemos a las cosas y que expresa nuestra actitud (positiva o
negativa) hacia ellas. Existen diversos tipos de valores, económicos: caro, barato; estéticos:
bello, feo; morales: bueno y malo

Continuamente tomamos decisiones. Ahora bien, ¿por qué elegimos lo que elegimos? ¿por qué
elegimos atender o no atender? Hacemos lo que hacemos porque consideramos que es mejor
que su contrario, o porque lo preferimos a su contrario, o porque estimamos que es más valioso,
etc. Elegimos lo que elegimos porque valoramos, en alguna medida aquello que hemos elegido.
Los valores son los que nos ayudan a elegir. Aunque a veces nuestros valores entran en
conflicto y tenemos que elegir entre ellos. Así, por ejemplo, puedo ver un pantalón que me
parece muy bonito (valor estético) pero no me lo compro porque me parece muy caro (valor
económico). ¿Qué valores son los más importantes en caso de conflicto? Eso es algo que cada
uno debe determinar en conciencia.
Podemos definir los valores en general, como «cualidades que poseen las cosas en su relación
con el hombre». No son cosas sino cualidades de las cosas y sólo existen en relación con el
hombre.
3.2. Los valores morales.

Existen diversos tipos de valores:

- valores estéticos: bello, feo

- valores económicos: barato, caro

- valores morales: bueno, malo


Hay más tipos de valores pero los que a nosotros nos interesan son los valores morales. Vamos
a definirlos: «Los valores morales son las características, las cualidades que pueden poseer las
relaciones de los seres humanos entre sí -y las que pueden mantener con el medio en el que se
desenvuelve su vida.- que son consideradas como las más adecuadas, las más convenientes y
que, consecuentemente, les llevan a preferir aquellos comportamientos que contribuyen a su
realización». Los valores morales expresan la incorrección o corrección de nuestras acciones.
Las acciones que consideramos adecuadas las llamamos buenas y las que no, malas.

3.3. Las normas


Somos seres materiales, físicos, y por ello estamos afectados por leyes físicas como la de la
gravedad o de la inercia. Estas leyes son distintas de las leyes que aparecen en los códigos.
Además, somos seres vivos por lo que comemos, respiramos, crecemos, etc. Éstas son acciones
que nos obligan de un modo muy distinto a otras como, por ejemplo tener que cruzar la calle por
el paso de peatones o cuando el semáforo está verde. Las primeras no nos planteamos si
hacerlas o no, aunque no haya un modo único de satisfacerlas. Es decir, somos seres naturales y
como tal estamos constreñidos por nuestra naturaleza biológica: no podemos dejar de comer si
queremos vivir y no podemos saltar desde un sexto piso sin protección. Además de estas leyes
naturales y junto a ellas están otras hechas por los hombres, son aquellas que guían nuestra
conducta: las normas tenemos algunas poseen un sentido meramente instrumental. Son normas
de procedimiento y generalmente consisten en instrucciones para usar correctamente algo, o
participar en algún juego. Si quiero jugar al ajedrez o al baloncesto tengo que seguir ciertas
normas o reglas de juego para mover las piezas.

La mayoría de las normas o reglas que regulan nuestras actividades son el resultado de
acuerdos, convenciones, tradiciones, etc., es decir, han surgido en el seno de alguna sociedad
que las ha considerado convenientes. Algunas normas sociales son impuestas como leyes, tiene
un carácter jurídico y su incumplimiento se castiga con algún tipo de sanción (generalmente una
multa o la pérdida de libertad). Otras, como las normas de cortesía o de educación, no tienen ese
carácter legal y su incumplimiento no conlleva ninguna sanción económica o de pérdida de
libertad, aunque sí puede acarrear un rechazo social hacia el infractor.
Concretando podemos definir las normas en general como una regla, una pauta que indica el
modo como debe realizarse un acto concreto. Si un profesor llega a clase y dice que el examen
sólo se puede hacer con bolígrafo azul está dando una norma acerca de cómo se debe realizar el
examen. Existen diversos tipos de normas, las más importantes son: las normas de cortesía, las
leyes (tráfico, código civil, código penal) y las normas morales, que son las que más nos
interesan a nosotros.
Podemos definir las normas morales como la expresión en forma de mandato, en forma
imperativa de los valores morales. Si consideramos que la vida es algo valioso estableceremos
normas para respetarla como por ejemplo: «no matarás» o «respetarás la vida». Todas las
normas morales son normas de conducta, pero no todas las normas de conducta son morales.
Existe una norma que dice: «Hay que limpiarse los dientes después de comer», ésta es una
norma de conducta puesto que regula nuestra acción, pero no puede ser considerada una norma
moral puesto que no expresa un valor moral sino uno de higiene o salud. Las normas morales
concretan nuestros valores, nos dicen como realizarlos. Si no tuviésemos valores no tendríamos
normas. No podríamos decir «No se debe mentir» si considerásemos que la mentira es algo
valioso.

Origen y variedad de los valores


¿De dónde proceden nuestros valores? ¿Cada individuo crea sus propios valores? Los valores y
normas proceden de la sociedad en la que nacemos y crecemos. Aunque eso no significa que no
podamos asumirlos, hacerlos nuestros. En la medida en que nos dedicamos a hacer lo mismo
que los demás (sean nuestros amigos, padres, etc.) simplemente repetimos los valores y normas
de nuestra sociedad, pero en la medida que somos capaces de reflexionar acerca de ellos,
podemos rechazar o modificar los que no nos parezcan adecuados y aceptar los que sí. En este
segundo caso decimos que hemos interiorizado, hecho nuestros, de un modo consciente, los
valores de nuestra sociedad.

Es normal asumir las normas y valores de las sociedades en las que vivimos por varias razones,
entre las que destacamos:

a) En primer lugar porque solemos tratar a los demás como nos tratan ellos a nosotros. Así,
si crecemos en una sociedad donde las mujeres son consideradas inferiores a los hombres las
mujeres también lo creerán.
b) Si cada uno de nosotros tuviese valores y normas absolutamente distintos no podríamos
vivir todos juntos. Estaríamos condenados a vivir aislados, lo que en principio no parece posible
para el hombre.
c) Lo mismo que un niño nacido en Andalucía hablará el castellano con las peculiaridades
de nuestra tierra y no hablará de modo natural y espontáneo en inglés ocurre con los valores y
normas. El niño aprenderá los de su sociedad. Eso no quiere decir que con el tiempo no pueda
cambiarlos, una vez que entre en contacto con otros o porque piense que son incorrectos.

El caso Vincent Lambert


Muerte digna: en Argentina la ley permite acceder a una “eutanasia pasiva”

Dos expertos, uno legal y otro médico, cuentan cómo cambió el tratamiento de pacientes desde
la sanción de la ley

El caso del francés Vincent Lambert, en coma desde hace 11 años, reabrió en el mundo el
debate por la muerte digna. En nuestro país, está contemplada por ley desde mayo de 2012, a
partir del caso de Camila López, quien estuvo más de dos años en la sala de cuidados paliativos
de un hospital, internada en estado vegetativo.
¿Qué cambio con esta norma? "Hoy hay personas que respiran, que les late el corazón... Están
vivas. Pero la ley permite que a esas personas se les extraigan los órganos para trasplantárselos a
otras personas. ¿Por qué? Porque su cerebro ya no da más señales, hay muerte cerebral", grafica
Marcos Córdoba, titular de Derecho Civil de la Universidad de Buenos Aires (UBA). "Hasta
hace unos años a nadie se le hubiera ocurrido sacarle los órganos a gente que le latía el
corazón”.
"En la Argentina existe el término técnico ortotanasia, que es lo que se conoce como la
eutanasia pasiva; es decir, no sostener a un paciente a una prolongación de su vida médicamente
inútil", explica Córdoba. "En otras palabras es algo así como 'no te mato, pero te dejo morir, sin
acelerar nada'", grafica el letrado, que subraya que "en la Argentina no existe la eutanasia activa
o directa”.
Córdoba se refiere a no someter al paciente a la extensión de un estado de vida innecesario. "Por
más que se le hagan tratamientos al paciente, por más medicación y cirugías, ya no habrá
ningún tipo de mejorías. Es en estos casos cuando se aplica la Ley 26.742 de Muerte Digna".
¿Para qué sirve la muerte digna? "Para proteger al individuo de perder sus valores mínimos de
dignidad, pero también está relacionada para que el individuo, en caso de muerte, sea útil para la
sociedad, para otro, a través de la ley 27.447 de Donación de Órganos".
La muerte digna, u ortotanasia, tiene una relación o vínculo directo con la autonomía de la
voluntad del paciente. "El mismo paciente, en estado de lucidez, pero sabiendo que posee una
enfermedad terminal e irreversible, puede decidir ordenar al médico que lo deje de atender,
hasta que deje de alimentarlo e hidratarlo”.
Agrega el especialista que además está la figura de "directivas anticipadas", que es cuando se
deja por escrito y ante escribano y dos testigos, que uno prescinde de cualquier tipo de
tratamiento invasivo, conocido como encarnizamiento médico. Córdoba afirma que también
está lo que se conoce como 'voluntad informada', que es cuando el médico le tiene que detallar
al paciente los pasos del tratamiento a seguir con los probables resultados, y es allí cuando el
paciente puede pedir no ser sometido a tratamientos inadecuados y pedir la muerte digna".
"Pero hay muchos casos en que los enfermos no están lúcidos ni en condiciones de dar
directivas, entonces la ley dice quiénes de su entorno pueden dar esa autorización que habría
brindado el enfermo si estuviera consciente", expresa Córdoba, que es decano de la Universidad
Abierta Interamericana (UAI). "Cónyuges después de tres años de convivencia; si no hay
cónyuge, la orden la pueden dar hijos mayores de edad; sino, nietos, hermanos y parientes
afines".
En conclusión, para Córdoba la Ley de Muerte Digna se basa en dos aspectos clave: "que el
tratamiento médico que se efectúe no tenga posibilidad de recuperación, o que produzca un
sufrimiento desmesurado en un paciente que, en todo su derecho, puede rechazar". Para Jorge
Duraume, especialista en medicina paliativa del Sanatorio Güemes, la ley es fundamental para
que "el paciente pueda poseer toda la información para que pueda discernir, junto a su familia,
cómo quiere llevar adelante su enfermedad", dice Usal, quien cree que la ley debió llamarse Ley
del Derecho del Paciente.
Para el especialista del Güemes es "esencial cómo comunica el médico las instancias del
tratamiento a seguir, ya que el paciente terminal se va a someter, o no, a lo que le propongamos.
Por eso debemos tener mucho cuidado cómo lo hacemos, ya que estamos hablando de
radioterapias, cirugías, quimioterapias, tratamientos endovenosos, mutilaciones...".
"El 95 por ciento de los pacientes que yo atiendo posiblemente no se recuperen y muchos se van
a morir. Si yo no les comunico a ellos y a los familiares cómo les voy a brindar calidad de vida,
es complicado generar confianza", describe el jefe de cuidados paliativos, que enfatiza en la
comunicación con los familiares del enfermo.
"No sólo son cuestiones farmacológicas, hay que tener en cuenta temas espirituales o pensar en
algún familiar que vive en otra parte del mundo que podría venir a despedirlo". Dureaume
apunta a la cuestión humana, a la necesidad del paciente terminal a despedirse con la mochila
liviana. "Resolver viejos conflictos o peleas familiares es muy importante para irse en paz, algo
que vemos todo el tiempo".
Que el paciente tenga todas las cartas sobre la mesa "es lo más importante de la ley, ya que
cuenta con lo que se llama 'directivas anticipadas', que le permitirá al paciente escribir cómo
quiere el final de su vida, dónde quiere que sea, con quién. Hoy por hoy se puede tomar esa
decisión y esa decisión debe ser respetada", remarca Dureaume, que agrega que "el escrito
puede cambiarse, en caso de que el paciente advierta un alivio o el surgimiento de una
medicación nueva".
Dureaume concluye que ponerle la oreja a un paciente crítico es tan importante como saber
medicarlo. "Es muy terapéutico eso, más allá de que en los consultorios haya poco tiempo, o
que las obras sociales te pongan veinte pacientes por hora... El médico tiene que sobreponerse a
todo eso y brindar su tiempo y ser sensible".
Tema: VI

Razón de Ser de la ética


Necesidad de la Ética
Principios de la ética natural

Moral Formal de Kant:


Entre otras hay una forma de actividad espiritual que podemos condensar en el nombre de
conciencia moral. La conciencia moral contiene dentro de si un cierto número de principios tan
evidentes, tan claros como pueden ser los principios del conocimiento, los principios lógicos de
la razón; los hombres rigen su vida en virtud de tales principios. Acomodan su conducta a estos
principios y por otra parte tiene en ellos una base para la formulación de juicios morales acerca
de sí mismo y de cuanto los rodea. Esa conciencia moral es un hecho de la vida humana, tan
real, tan efectiva, tan inconmovible, como el hecho del conocimiento. Pues bien, ese conjunto
de principios que constituye la conciencia moral, encuentra Kant la base que puede conducir al
hombre a la aprehensión de los objetos abstractos. A ese conjunto de principios de la conciencia
moral Kant les da un nombre. Tomando las premisas de Aristóteles quien los llamaba “Razón
Practica” ( Nous Practikós) Kant lo retoma y llama a la conciencia moral “Razón Práctica”, lo
hace precisamente para mostrar, para hacer patente y manifiesto que en la conciencia moral
actúa algo que, sin ser la razón especulativa, se asemeja a la razón.-
Son también principios racionales, principios evidentes, de los cuales, podemos juzgar por
medio de la aprehensión interna de su evidencia.-
Por lo tanto, los pude llamar legítima razón. Pero no es la razón en cuanto que se aplica a
conocimiento; no es la razón enderezada a determinar la esencia de las cosas, lo que las cosas
son. No es la razón aplicada a la acción, a la práctica, aplicada a la moral.-
Un análisis de estos principios de la conciencia moral conducen a Kant a los calificativos
morales, por ejemplo: bueno, malo, moral, inmoral, meritorio, pecaminosos, etc. Estos
calificativos morales, estos predicamentos morales, que nosotros solemos muchas veces
extenderlos a las cosas, lo que no es conveniente.
Nosotros decimos que esta cosa o aquella cosa es buena o mala, pero en rigor no son ni buenas
ni malas, porque en las cosas no hay mérito ni desmérito.
Por consiguiente los calificativos morales no pueden predicarse de las cosas indiferentes al bien
y al mal. Solo pueden predicarse del hombre, de la persona humana. Las demás cosas que no
sean el hombre, como los animales, los objetos, son los que son, pero no son ni buenos ni malos.
Y por que es el hombre el único ser del cual en rigor se puede predicar la bondad o maldad
moral? Lo es porque el hombre verifica actos y en la verificación de esos actos el hombre hace
algo, que constituye una acción y en esa acción podemos distinguir dos elementos que el
hombre hace efectivamente y lo quiere hacer.
Hecha esta distinción entre lo que hace y lo que quiere hacer, advertimos inmediatamente que
los predicamentos bueno, malo, los predicamentos morales, no corresponden tampoco a los que
efectivamente el hombre hace, sino estrictamente a lo que quiere hacer. Por que muchas veces
acontece que el hombre hace lo que no quiere hacer. Si una persona comete un homicidio
involuntario, evidentemente este acto es una desgracia, pero no puede calificarse al que lo ha
cometido ni de bueno ni de malo. No es pues el contenido de los actos, el contenido efectivo lo
calificado como bueno o malo; sino la voluntad misma del hombre.
Este análisis conduce a la conclusión de que lo único que verdaderamente puede ser bueno o
malo, es la voluntad humana. Una voluntad buena o mala. Entonces el problema que se plantea
es el siguiente: qué es, en que consiste una voluntad buena? A qué llamamos una voluntad
buena? Encaminado en esta dirección, Kant advierte que todo acto voluntario se presenta a la
reflexión, a la razón, en la forma de un imperativo. En efecto, todo acto en el momento de
indicarse, de comenzar a realizarse, aparece la conciencia bajo la forma de mandamiento: Hay
un hacer esto; esto tiene ser hecho, haz esto. Esta forma de imperativo, que es la rúbrica general
en que se contiene todo acto inmediatamente posible, se especifica, según Kant en dos clases de
imperativos: los que el llama imperativos hipotéticos y los imperativos categóricos.
La forma lógica, la forma racional, la estructura interna de imperativo hipotético, es la que
consiste es cimentar el mandamiento, al imperativo hipotético, es la que consiste en sujetar el
mandamiento al imperativo mismo, a una condición. Por ejemplo: “si quiere sanar de la
enfermedad, toma la medicina”, pero ese imperativo está limitado, no es absoluto, no es
incondicional, sino que está puesto bajo condición de que “quieras sanar”. Si me contestara “no
quiero sanar”, entonces ya no es válido el imperativo. El imperativo: “toma la medicina” es
válido, bajo la condición que “quieras sanar”.-
En cambio otros imperativos son categóricos; aquellos justamente en que la imperatividad, el
mandamiento, el mandato, no está puesto bajo condición alguna.
El imperativo entonce impera, como dice Kant, incondicionalmente, absolutamente; no relativa
y condicionadamente, sino es un modo total, absoluto y sin limitaciones. Por ejemplo: los
imperativos de la moral se suelen formular de esta manera, sin condiciones: “honra a tus
padres”, “no mates a otro hombre”.-
A cual de estos imperativos corresponde lo que llamamos la moralidad? Evidentemente la
moralidad no es lo mismo que la lógica. La legalidad de un acto voluntario consiste en que la
acción efectuada en él sea conforme a la ley. Pero no basta que una acción se conforme y esté
ajustada a la ley para que sea moral; no basta que una acción sea legal para que sea moral. Para
que sea moral es menester que algo acontezca no en la acción misma y su concordancia con la
ley, sino que en el instante que antecede a la acción, en el ánimo o voluntad del que ejecuta. Si
una persona ajusta perfectamente sus actos a la ley, pero los ajusta a la ley porque teme el
castigo consiguiente o apetece la recompensa consiguiente, entonce decimos que la conducta
íntima de esa persona no es moral. Para nosotros, para la conciencia moral, una voluntad que se
resuelve a hacer lo que hace por la esperanza de recompensa o por temer el castigo, pierde todo
valor moral. La esperanza de recompensa y el temor al castigo menoscaba la pureza del mérito
moral. En cambio decimos que un acto moral, tiene plano mérito moral cuando la persona que
lo verifica ha sido determinada a realizarlo únicamente por que ese es el acto moral debido.-
Pues bien, si ahora esto lo traducimos a la formulación que antes explicábamos, del imperativo
hipotético y del imperativo categórico, advertimos enseguida que los actos en donde no hay la
pureza moral requerida, los actos en donde la ley ha sido cumplida por temor a el castigo o por
esperanza de la recompensa, son actos en los cuales, en la interioridad del sujeto, el imperativo
ha sido hábilmente convertido en hipotético. En vez de escuchar la vos de la conciencia moral,
que dice “obedece a tus padres”, “no mates al prójimo”, convierte ese imperativo en categórico
en otro hipotético: “si quieres que no te pase ninguna cosa desagradable, si quieres no ir a la
cárcel, no mates al prójimo”. Entonces el determinante aquí ha sido el temor y esa
determinación del temor ha convertido el imperativo categórico y lo ha convertido en
imperativo hipotético al ponerlo bajo esa condición y transformar la acción en un medio para
evitar tal o cual castigo, para obtener tal o cual recompensa.
Entonces diremos que para Kant, una voluntad es plena y realmente pura moral, valiosa cuando
sus acciones están regidas por imperativos auténticamente categóricos.-
Si ahora queremos formular estos en términos sacados de la lógica, diremos que en toda acción
hay una materia y una forma: la materia de la acción es aquella que se hace o se omite ( porque
una omisión es lo mismos que una acción, con el signo menos). La forma es el porque se hace
algo y el por que se omite. La ética de Kant se llama ética formal por que no atiende a la materia
sino a la forma. La fórmula conocida del imperativo categórico o sea la ley moral universal es la
siguiente: "Obra según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley
universal." ( De manual García Moreno Ob.cit.).

Naturaleza y valor de la conciencia moral


La conciencia moral es el conocimiento de la bondad o malicia de las acciones humanas y juzga
acerca de las mismas tanto propias como ajenas.
Para la escuela empírica discernir el bien del mal es simplemente una operación fundada en la
educación recibida, en las costumbres de los pueblos o en la legislación positiva; así pasaron
Hume, Hobbes, Stuart Mill, Spencer y Durkhein, entre los modernos. Esta explicación empírica
es indispensable científicamente y errónea a la luz de la razón; si los fundamentos de moralidad
no tuvieran su raíz en los más hondo de la naturaleza humana, ni la educación, ni la legislación,
ni la costumbre hubieran bastado para crear la ley moral absoluta y universal. Si los hombres
hubieran inventado la distinción entre el bien y el mal, la ley moral habría perdido su
obligatoriedad al descubrirse su origen artificial.-
La ley moral no ha podido ser creación humana, porque ninguna ley positiva tendría autoridad,
si aquella no existiera previamente; más aún, en nombre de la ley moral que reside y fluye de la
naturaleza humana es que podemos juzgar si una ley positiva es justa o injusta, buena o mala,
toda prescripción de la autoridad es siempre referida a los dictados más profundos de la
conciencia. Cicerón en su libro “De la leyes” dice: “Hay una ley conforme a la naturaleza,
común a todos los hombres, razonable y eterna, que impone la virtud y prohíbe la injusticia. No
es esta ley de las que pueden infringirse o eludirse o cambiarse. Ni el pueblo, ni los magistrados
tienen poder para desligar de las obligaciones que impone. No es una Roma y otra en Atenas, ni
diferente hoy de que será mañana; universa; inflexible, siempre la misma, abraza a todas las
naciones y todos los siglos. Por ella instruye Dios y gobierna a todos los hombres; solo El es su
padre, su árbitro, su vengador”
El problema del valor de la conciencia moral es lógico resolverlo en función de su propia
naturaleza. Al ser manifestación de la razón suprema debe ser valorada en esta dimensión. Para
Rousseau la conciencia es infalible; es una voz que manifiesta a cada uno sus obligaciones, juez
infalible del bien y del mal.
En el extremo opuesto se ha colocado los escépticos, para quienes la conciencia moral carece de
valor, pues ha inspirado a los hombres teorías morales contradictorias. En el justo medio ha
buscado cual sea el valor de la conciencia moral. La autoridad de la conciencia moral es
absoluta cuando formula la idea del bien y del mal y los principios fundamentales de la
moralidad; pero su valor es relativo cuando se refiere a la aplicación concreta de las reglas
generales de moralidad, a los hechos de la vida diaria; por eso muchas veces titubeamos y
quedamos indecisos sobre que partido tomar.
Como debemos obrar siempre de acuerdo a nuestra conciencia, debemos formarnos conciencia
recta y no obrar nunca con conciencia errónea o dudosa; para ello debemos reflexionar,
iluminarla, esclarecerla, recurriendo, si fuere necesario, a quienes por experiencia, virtud y
conocimiento morales puedan iluminarnos.-

TEMA IX.- DEONTOLOGÍA PROFESIONAL

1.- DEONTOLOGICISMO
El deontologicismo o teoría deontológica la podemos considerar como una teoría ética que se
ocupa de regular los deberes, traduciéndolos en preceptos, normas morales y reglas de conducta,
dejando fuera de su ámbito específico de interés otros aspectos de la moral.
Cuando esta teoría se aplica al estricto campo profesional hablamos de deontología profesional
y es ella, en consecuencia, la que determina los deberes que son mínimamente exigibles a los
profesionales en el desempeño de su actividad.
Estos deberes, es habitual que se plasmen en códigos, de ahí que oigamos con cierta frecuencia
hablar de determinados códigos de ética de diversas profesiones como documentos que rigen la
actuación de los representantes de una profesión con el fin de que a través del buen hacer se
obtengan resultados deseables.
La deontología profesional enfermera estará constituida, consecuentemente, por el conjunto de
normas que, plasmadas en el código deontologíco de enfermería, determinan los deberes
mínimos que son exigibles al enfermero o enfermera en el desempeño de su ejercicio
profesional.

2.- FUNCIONES DE LOS CÓDIGOS DEONTOLÓGICOS


En la práctica, los códigos de ética profesional, son elaborados por los Colegios Profesionales
que, son corporaciones de derecho público, amparadas por la ley y reconocidos por el Estado,
con personalidad jurídica propia y plena capacidad para el cumplimiento de sus fines, entre los
que se encuentra la ordenación del ejercicio de las profesiones.
En la ordenación del ejercicio profesional los códigos han venido cumpliendo una triple
función:
a) Fijar una serie de criterios, de carácter científico-funcional, para el ejercicio de la
profesión de que se trate al objeto de dar operatividad y eficacia a las actividades ejercidas en el
ámbito cubierto por las normas establecidas.

b) Refundir orientaciones éticas para el ejercicio de la profesión y plasmarlas en códigos


de deontología profesional. En la actualidad es una de las funciones relevantes de los colegios
profesionales.

c) La posibilidad de imponer sanciones disciplinarias a los colegiados que incumplan los


dictados de los códigos deontológicos. Esta función tiene la particular singularidad de conferir a
éstos relevancia jurídica estatal, lo que viene a conferir a la deontología ciertas coincidencias
con el Derecho en lo que se refiere a la utilización de un procedimiento típicamente judicial,
aunque realizado por autoridades profesionales en vez de por jueces.

3.- DIFERENCIAS ENTRE ÉTICA PROFESIONAL Y DEONTOLOGÍA.


ÉTICA PROFESIONAL DEONTOLOGÍA
Orientada al deber (el deber debe estar en
Orientada al bien, a lo bueno.
contacto con lo bueno).
No normativa. Normas y códigos.
No exigible. Exigible a los profesionales.
Propone motivaciones. Exige actuaciones.
Conciencia individual predominantemente. Aprobada por un colectivo de profesionales.

Amplitud: se preocupa por los máximos. Mínimos obligatorios establecidos.


Parte de la ética aplicada. Se ubica entre la moral y el Derecho.

La Deontología, además, tiene algunas consecuencias de carácter sancionador.

• PRINCIPIO DE BENEFICENCIA.
• PRINCIPIO DE AUTONOMÍA.
• PRINCIPIO DE JUSTICIA.

Los principios son orientaciones, perspectivas.

1. º PRINCIPIO DE BENEFICENCIA.

Va en relación a los profesionales: lo bueno es proporcionar un bien porque está al servicio de


un bien.

El problema que se plantea es el de los límites, ¿hay que dar siempre un bien hasta el máximo?,
¿hasta qué punto hay obligación moral del profesional?. Tradicionalmente, el problema de los
límites se ha solucionado de manera sencilla planteándose cuándo es necesaria la obligación
moral:
• Cuando hay un daño.
• Cuando se tiene capacidad para resolver el problema.
• Cuando se tiene posibilidad de solucionar el daño.
• Si hay posibilidad, se debe hacer un cálculo de utilidades de manera que el daño que
pueda sufrir el profesional sea menor que los beneficios que pueda reportar al paciente-cliente.

El problema de la beneficencia es que llevada al extremo genera conductas infantiles en los


pacientes-clientes; por otro lado, lleva a posturas paternalistas en el profesional.

En cuanto a esto, tradicionalmente, en el Derecho se han puesto dos tipos de ejemplos:

• Testigos de Jehová. Ante la objeción del Testigo a hacerse una transfusión, el médico
siempre la hará.

• Huelga de hambre. En función del principio de beneficencia, debería darse de comer al


que está en huelga de hambre.

De acuerdo con el principio de beneficencia siempre se intervendría, incluso yendo en contra de


la autonomía moral de otras personas.

2. º PRINCIPIO DE AUTONOMÍA.

Está en relación con el paciente-cliente-usuario. La autonomía implica tener en cuenta que lo


importante es el cliente, paciente,... Implica que el hombre es un sujeto de derechos, que es el
hombre el que decide su propio destino de acuerdo con sus valores.

Por todo esto es muy importante el concepto de “consentimiento informado”;


¿qué significa?: el profesional informa al paciente-cliente y el consentimiento y la toma de
decisiones la tiene éste.
En la autonomía también hay límites y podemos verlos en dos ejemplos:

• Hace tres años, 28 ó 30 adeptos de la secta “Templo del Sol” se subieron a la cima del
Teide con la intención de quitarse la vida porque pensaban que el fin del mundo estaba cerca.
La Policía se enteró; ¿qué debían hacer? Intuimos que no todas las creencias son igualmente
razonables, por lo que aquí se encuentra un límite en el principio de autonomía.

• A parte del respeto a las creencias, está el límite de la madurez. Si alguien quiere
suicidarse, ¿se debe intervenir?, ¿se considera a una persona que está pasando por un mal
momento como una persona autónoma?

3. º PRINCIPIO DE JUSTICIA.

Implica que la sociedad en su conjunto tiene palabra sobre los temas morales. Por ejemplo, la
eutanasia ¿es una relación contractual entre un “yo” y un “tú”?. Si una persona quiere que se le
practique la eutanasia activa y encuentra a alguien que lo haga, ¿tiene algo que decir la
sociedad?

En la vida hay gente que tiene autoridad para lo cual el principio de beneficencia está bien, pero
con sus límites.
El principio de justicia está centrado en la sociedad. Este principio lo que intenta es arbitrar un
procedimiento para priorizar o decidir entre distintas alternativas en una institución donde las
demandas son múltiples y los recursos escasos.

Este principio lo aplican los directivos o representantes de una sociedad; esto es así porque los
directivos son los que tienen que decidir.

Un ejemplo que podríamos poner sería el de un hospital de la Seguridad Social en el que los
médicos piden un aumento de sueldo, las enfermeras un horario más flexible,… Son muchas
demandas. Por ello el director/empresario debe tener un criterio para arbitrar a quién tiene que
hacer más caso.

También podría gustarte