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La EDUCACIÓN es en cambio, fruto de un proceso sistemático e intencional destinado a lograr unos objetivos
que pretenden una educación integral, la cual va más allá de la transmisión y adquisición de conocimientos y busca el
perfeccionamiento y mejora de todas las dimensiones humanas, tanto sociales como personales. Un proceso educativo
de este tipo es complejo y duradero, por lo que requiere la actuación rigurosa, sistemática y planificada de muchos
educadores a lo largo de varias etapas. Un proceso en el que confluyen actuaciones de diversas naturalezas (diagnosis,
constatación de resultados, diseño de programas, uso de metodologías, evaluación…).
Ruth Riesco
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Conociendo el potencial de mejora de la evaluación:
▪ Las valoraciones del alumnado son útiles para el profesorado, ya que el alumnado es el espejo natural de la
actividad docente y educativa.
▪ Es importante estimular la internalización de la actitud evaluadora en el alumnado para que puedan conocerse
y plantearse metas realistas según sus verdaderas posibilidades (AUTOEVALUACIÓN). Teniendo en cuenta la
dimensión social de la persona y la necesidad de aprender a relacionarse y trabajar en equipo, es necesario
estimular la COEVALUACIÓN y facilitar su aprendizaje. Autoevaluación y coevaluación tienen un eminente sen-
tido formativo porque contribuyen a que el alumnado adquiera habilidades importantes y útiles para su vida.
EVALUACIÓN CONTINUA
La evaluación continua alcanza todo su potencial de mejora cuando, además de la continuidad, adquiere una
naturaleza formativa (de mejora). El proceso educativo es una realidad que se prolonga en el tiempo de forma con-
tinua y regular, por lo que es necesario que lleve asociada una acción evaluativa que permita tomar decisiones (co-
rrectivas, potenciadoras o preventivas) de forma inmediata respecto al desarrollo de la realidad evaluada. La evalua-
ción representa una gran ayuda e impulsa la unión de los procesos de enseñanza y de aprendizaje.
Esta educación orientada a la mejora de la persona necesita también la autoevaluación como medio de promo-
ver la capacidad de metacognición, de toma de conciencia de las propias posibilidades y limitaciones, la aceptación de
sí mismo o el compromiso con determinadas metas asumidas libre y autónomamente.
EVALUACIÓN INTEGRADA
Debido a su carácter formativo, la evaluación está en total sintonía con la actividad educativa: la integración de
la evaluación en el plan de acción de un programa (en su diseño y desarrollo), es un medio más para que éste alcance
sus objetivos. Incluso una evaluación sumativa (final) puede ser formativa al permitir extraer las conclusiones necesa-
rias para la mejora del programa (aprendizaje, enseñanza…) Por ello, se concede a la evaluación un papel diagnóstico
a la hora de diseñar programas (evaluación inicial, preventiva) o actuaciones de mejora.
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EVALUACIÓN INTEGRADORA
Se trata de la evaluación que engloba las características de integral (que engloba todos los objetivos de un pro-
grama) e integrada (inserta en el diseño y desarrollo de su plan de acción). La evaluación integradora tiene un papel
activo en la acción educativa: dinamiza las actuaciones, promueve la reflexión, el análisis y la autocrítica, fomenta la
innovación y estimula el deseo de mejora continua, base de cualquier actuación educativa de calidad.
A partir de aquí, NUESTRO CONCEPTO es: La evaluación pedagógica es la valoración, a partir de criterios y refe-
rencias preespecificadas, de la información técnicamente diseñada y sistemáticamente recogida y organizada, sobre
los factores relevantes que integran los procesos educativos para facilitar la toma de decisiones de mejora.
MOMENTOS O ETAPAS
La evaluación, ya sea orientada al control o a la mejora, es una actividad técnica de carácter instrumental, es decir,
está subordinada a algo, en este caso, a la realidad evaluada.
❖ MOMENTO PREVIO: los objetivos (del objeto evaluado y del propio sistema de evaluación) son el elemento di-
rectriz, es decir, los que deciden en primera instancia sobra la calidad de la evaluación (su coherencia, adecuación
y armonía con ellos).
En conclusión: es necesaria la coherencia entre objetivos, metodología y actividades del proceso con las técni-
cas e instrumentos utilizados en la evaluación.
• VALORACIÓN: para poder hablar de evaluación, después de recoger la información, debemos valorarla, lo que
implica contar con criterios y referencias que deben estar especificados de antemano (diseño del programa)
para poder así llevar a cabo valoraciones más objetivas y orientar la toma de decisiones de mejora:
▪ CRITERIOS: normas que permiten asignar valor a la realidad evaluada (actividades, comportamientos…).
▪ REFERENCIAS: permiten realizar juicios globales sobre la realidad evaluada. Para una valoración más objetiva,
debe contarse con referencias concretas:
̵ Normativa: ofrecen una valoración relativa al relacionar la puntuación concreta de un sujeto (persona, grupo, pro-
grama…) con un conjunto de puntuaciones obtenidas por el mismo tipo de sujetos (BAREMO: regla que permite la
interpretación)
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̵ Criterial: los criterios son las metas que deben superar los sujetos para alcanzar una evaluación positiva. Ofrece una
valoración absoluta (se llega o no se llega)
̵ Personalizada: valoración de la información tomando como referencia al propio sujeto (persona, programa o institu-
ción). Además de apreciar si existe o no progreso del sujeto, permite ver si lo alcanzado está en relación con las posibi-
lidades y limitaciones de cada uno, atendiendo a sus características personales, familiares y sociales en el caso de las
personas, o al contexto, características, etc., en el caso de programas e instituciones. En este segundo caso, la referencia
personalizada se denomina idiosincrática.
• TOMA DE DECISIONES: La evaluación no puede quedar en un mero juicio de valor, sino que debe ser el funda-
mento de las acciones educativas posteriores. Son las decisiones las que dan sentido pedagógico a la evalua-
ción, ya que repercuten en los objetivos, dándolos por superados o permitiendo incidir con nuevos medios y
planes para su logro.
❖ MOMENTO POSTERIOR: las decisiones derivadas de la evaluación son algo complejo, no suelen producir un
cambio inmediato y pueden aparecer circunstancias no previstas, por lo que es conveniente realizar un segui-
miento de los planes de mejora para comprobar su corrección y eficacia y, si fuera necesario, introducir los cam-
bios que fueran necesarios.
INSTITUCIONALIZACIÓN DE LA EVALUACIÓN
La evaluación no es una actuación que se realiza una sola vez, sino una actuación que, dado su carácter de me-
jora, debe integrarse en el conjunto de la actividad educativa como un proceso continuo y armónico (evaluación inicial,
continua y final), donde la evaluación final de un ciclo evaluador sirva de base para un nuevo ciclo educativo y así
sucesivamente.
5. EVALUACIÓN y MEJORA
El término mejora queda unido de forma sistemática al de evaluación porque hemos concedido a la evaluación
un carácter instrumental al servicio de los objetivos educativos, cuya esencia es la mejora de las personas y de cuanto
PRECISIONES CONCEPTUALES
MEJORAR es hacer una cosa mejor de lo que era (superarla, lograr metas más amplias o profundas). Incluye llevar
a cabo actuaciones tanto para la mejora de los resultados (meta directa a lograr), como la mejora de la técnica, control,
gestión… para llegar a ellos, y es precisamente aquí donde hay que incidir, ya que es donde se dan las deficiencias o
actuaciones inadecuadas. Las mejoras se establecen en relación con algún tipo de referencia (vistas anteriormente).
La mejora (perfeccionamiento) es un anhelo del ser humano y para ello resulta necesaria la acción sistemática
perfectiva de la educación, la cual se concreta en proyectos y programas que, debido a su enorme complejidad y a las
dificultades que deben superar para conseguir sus objetivos, necesitan de la EVALUACIÓN como una actividad técnica
con una doble perspectiva: capaz de ayudar, tanto al logro de los objetivos, como a mejorar técnicamente los progra-
mas para que sean más eficaces, eficientes y satisfactorios, edición tras edición.
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LA MEJORA: una cuestión de actitud y de información
Son dos las RAZONES que explican la IMPORTANTE CONTRIBUCIÓN DE LA EVALUACIÓN:
▪ Razón de carácter actitudinal: LA ACTITUD: la condición básica para mejorar consiste en asumir que cualquier
realidad (programa), por bien realizada que esté, siempre puede mejorarse. Tener una actitud evaluadora per-
mite valorar las realidades de forma realista, sabiendo que hay implicados aspectos positivos, pero también ne-
gativos o susceptibles de mejora. Poseer, además, una actitud de mejora conlleva una predisposición de las per-
sonas a implicarse en todas las acciones de mejora derivadas del proceso de evaluación.
LA INFORMACIÓN NECESARIA
Cuando la evaluación pretende promover la mejora del programa y, como consecuencia, la de sus resultados, no
basta sólo con saber si se alcanzaron sus objetivos y en qué medida, sino que es preciso contar con información sufi-
ciente para poder tomar las decisiones pertinentes de forma eficaz y efectiva. Para ello, la evaluación debe proporcio-
nar información que atienda a todos los componentes del programa: las carencias y necesidades que pretende dar
respuesta, los resultados alcanzados por cada objetivo, el diseño del programa y su ejecución, y cada uno de sus ele-
mentos técnicos (técnicas, instrumentos…).
La evaluación se convierte así en un medio excelente para la mejora de los programas y de su eficacia final.
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