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¿Es importante Evaluar?

, ¿cuál debe ser el papel de la evaluación en los


procesos formativos?

Qué es la evaluación, pues bien, en los años 70’s del siglo XX, para Daniel
Stufflebeam, evaluar era “un proceso de recolección de información útil que
facilitaba la toma de decisiones”; hoy día, el mundo es mucho más pragmático y
acepta fácilmente entender la evaluación como “el proceso de delinear, obtener,
procesar y proveer información válida, confiable y oportuna que permita juzgar el
mérito o importancia de programas, procedimientos y productos con el fin de tomar
decisiones” (Ahumada Acevedo Pedro, 2001).

De lo anterior y aplicado a la educación, se debe entender y tener claro que la


evaluación tiene dos sentidos prácticos, el primero es que busca dar un valor a algo,
marcar con un criterio de calidad un momento del proceso educativo y, el segundo
sentido se orienta a identificar el progreso en el logro de unos objetivos que se han
planteado o cómo se encuentra respecto al parámetro para medir tales objetivos.

Ahora bien, la evaluación hace presencia en nuestra vida diaria a todo momento, sin
embargo, la evaluación pedagógica es el tipo de evaluación más común y a la que
por lo general se toma como referencia para cualquier situación cotidiana, sin
embargo, con los avances en todas las áreas de la vida, el sector educativo no ha
sido la excepción y por ello es por lo que el término evaluar y evaluación, ahora tiene
otras connotaciones para la vida institucional educativa.

La evaluación en los procesos formativos actuales debe tener un papel


preponderante y ser el eje de los procesos de mejora al interior de las instituciones
educativas. En este orden de ideas, se debe tener claro que, para mejorar el aprendizaje,
se debe mejorar la enseñanza y no los sistemas de evaluación, éstos deben de estar
acordes a las concepciones de enseñanza que se aplicaron durante el proceso.
Para Scriven (1967), existen 3 momentos y tipos de evaluación pedagógica,
evaluación diagnóstica, formativa y sumativa. La evaluación diagnóstica, normalmente
se realiza al inicio de un ciclo educativo porque su objetivo es la identificación del nivel de
conocimientos previos; la evaluación formativa, es “continua y durante todo el ciclo
educativo y se caracteriza por darse de manera continua en todo el ciclo educativo
y está orientada hacia la obtención de información que permita adaptar los procesos
pedagógicos y didácticos a las necesidades de los estudiantes, y retroalimentar el
aprendizaje del estudiante y la enseñanza del docente”. (ICFES, 2018) Este tipo de
evaluación no se debe basar sólo en evaluaciones clásicas, sino también en
actividades de clase, tareas, trabajos cooperativos, talleres, etc; finalmente, la
evaluación sumativa, es aquella que se realiza al final de una unidad de aprendizaje,
debe estar dirigida al establecimiento de un balance o calificación que informe en
qué medida se alcanzaron los objetivos de aprendizaje estipulados, este tipo de
evaluación hace énfasis en el resultado final y no el proceso; sin embargo, puede
tener una función formativa si estos resultados se usan para planificar las estrategias
a usar en la siguiente unidad de aprendizaje.

De acuerdo con todo lo anterior, la evaluación en los procesos formativos no debe


ser una única práctica, sino a un conjunto de acciones que implica recoger, evaluar
y usar información acerca del rendimiento o avances de los estudiantes en torno a
un objetivo determinado de manera constante y que por ende busca que los
docentes y los estudiantes redirijan o reorienten las acciones para mejorar los
procesos de enseñanza y aprendizaje.

Lo ideal en la práctica evaluativa es que cumpla con los siguientes principios,


integralidad, continuidad, detallada, orientadora, participativa, evidenciadora, que
retroalimentadora y que, como tal, sirva como guía para mejorar, los procesos que
se llevan en el aula de clase.

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