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Eduard von Hartmann

Pesimismo, ética y felicidad


Selección de textos, introducción,
traducción y notas
José Carlos Ibarra Cuchillo

Prólogo
Fernando Burgos

Biblioteca pesimista
sequitur
sequitur [sic: sékwitur]:
Tercera persona del presente indicativo del verbo latino sequor :
procede, prosigue, resulta, sigue.
Inferencia que se deduce de las premisas:
secuencia conforme, movimiento acorde, dinámica en cauce.

Diseño cubierta: Inda Anaiis Navarrete Durán

© de la Introducción, selección y traducción,


José Carlos Ibarra Cuchillo

© Ediciones sequitur, Madrid, 2023

Todos los derechos reservados


w w w.s e quitur.es

ISBN: 978-84-15707-94-3

Impreso en México
ÍNDICE

EL OLVIDO E INTERÉS ACTUAL


DE EDUARD VON HARTMANN
Fernando Burgos 7

INTRODUCCIÓN
José Carlos Ibarra Cuchillo 21

PESIMISMO, ÉTICA Y FELICIDAD

PREFACIO 45
¿SUBESTIMA MI ÉTICA LA JUSTIFICACIÓN
RELATIVA DEL EUDEMONISMO? 46
¿ES MI ÉTICA EUDEMONISTA
EN EL SENTIDO CENSURABLE DE LA PALABRA? 66

Notas 125
Prólogo
EL OLVIDO E INTERÉS ACTUAL
DE EDUARD VON HARTMANN

Fernando Burgos

Karl Robert Eduard von Hartmann, oficial prusiano,


nace el 23 de febrero de 1842 y muere el 5 de junio de 1905.
En 1868 publica su tesis doctoral titulada Sobre el método
dialéctico. Al año siguiente publica, gracias a Carl
Heymons, la obra que le daría fama: La filosofía de lo
inconsciente. Esta obra será traducida al francés (1874) y al
inglés (1884). Se sabe, por medio de Dennis N. Kenedy
Darnoi, que existe una traducción al español (La filosofía
del inconsciente. 2 vols. Trad. Suarez y de Urbina, José.
Madrid, 1879), sin embargo, como informa Manuel Pérez
Cornejo -gran conocedor de la obra de Hartmann-, no ha
podido hallar dicho libro en ninguna biblioteca o librería
de viejo. De ahí que se niegue la existencia de esta traduc-
ción.
La filosofía de lo inconsciente desatará una segunda fase
en la controversia sobre el pesimismo (la primera será pro-

7
vocada por Arthur Schopenhauer de 1854 a 1870), que
durará de 1870 a 1890. No obstante, como bien señala el
propio Hartmann en la edición francesa de 1877:

La filosofía de lo inconsciente no es un sistema, sino que tan


solo se limita a trazar las líneas principales de un sistema.
No es, por tanto, la conclusión sino el programa de una
vida entera de trabajo, porque para concluirla sería necesa-
rio disponer de salud y de una vida larga. (p. 168, trad. de
Manuel Pérez Cornejo)

Con este pasaje se quiere dar a entender al lector que


tiene interés por acercarse a la obra de Hartmann, que su
obra principal no es la culminación de su filosofía, sino tan
solo una especie de prólogo a todo su corpus, aun a pesar de
contar en su última edición con más de 900 páginas.
Olga Plümacher, principal defensora de Hartmann, ha
señalado lo mal que fue comprendido el filósofo por sus
críticos al no dar estos un seguimiento puntual a las edi-
ciones de un libro que se editó, aumentó y corrigió hasta
once veces (oficialmente fueron doce ediciones, más esta
última, de 1923, solo es una copia de la anterior). De ahí
que tanto la versión francesa como inglesa de La filosofía de
lo inconsciente, deban ser leídas con cuidado, ya que dichas
traducciones no agregaron los últimos añadidos.

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Además, si se quiere entender a Hartmann deben tener-
se en cuenta las obras posteriores a La filosofía de lo incons-
ciente, pues en ellas aclara, aumenta y corrige sus ideas. Ni
tampoco se debe olvidar lo escrito por sus tres acérrimas
defensoras: Agnes Taubert, Alma von Hartmann y Olga
Plümacher, ya que estas lo entendieron muy bien, pues se
dedicaron a responder a las críticas más importantes de sus
adversarios. De ahí que los libros y artículos de estas defen-
soras sean esclarecedores y no deban dejarse de lado.
Quienes prontamente se implicaron en la recepción de
Hartmann fueron los alemanes, ingleses y franceses. Sin
embargo, la influencia de este filósofo llegó a otras regio-
nes, pero en la mayoría de los casos fue leído a partir de tra-
ducciones, artículos y reseñas inglesas y francesas. Ese es el
caso de España. Como bien documenta Manuel Pérez
Cornejo en su artículo: "La recepción de Eduard von
Hartmann en España y Portugal", el Hartmann que se leyó
fue a partir de artículos y traducciones francesas. Si bien, a
pesar de que existen traducciones directas de dos de sus
escritos (El darwinismo: lo verdadero y lo falso de esta
teoría, 1879 y La religión del porvenir, 1877), y aunque "el
público filosófico español de la época conocía bastante bien
las líneas generales del pensamiento de Hartmann a través
de sendos artículos" (55), el oficial prusiano no despertó un
gran interés en este país, como sí fue el caso de Karl Krause

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o August Comte; más allá de alguna discreta discusión sus-
citada por los aspectos religiosos y estéticos de su pensa-
miento, en España se le vio ante todo como un peligro
inminente para un pueblo en vías de desarrollo y de pro-
greso; críticos hubo, en efecto, que se tomaron como un
peligro el pesimismo hartmanniano.
Héctor del Estal en su artículo "Pompeu Gener. Una res-
puesta positivista a la Filosofía de lo inconsciente en
España", publicado en el segundo número de Cuadernos de
pesimismo (2023), trata un caso muy concreto de la crítica
hecha a partir de ciertos tópicos de la época que generó el
pesimismo de Eduard von Hartmann y que tuvo su contra-
parte, involuntariamente caricaturesca, en Pompeu Gener
(1848-1920). Del Estal señala que el positivismo estaba
muy impregnado en la burguesía industrial española de la
época. Hartmann significaba el gran peligro que traía con-
sigo su pesimismo para el país en vías de desarrollo. Así que
Pompeu Gener clasifica el "pesimismo moderno" como un
tipo de "enfermedad colectiva", la cual tiende a partir de la
causa patológica de todo un pueblo, en este caso del ger-
mano, que no "irradia vida" sino veneno (p. 98). En este
sentido, el pesimismo de Hartmann se entiende como una
"patología cultural" que impide que el positivismo potencie
la vida. Gener apuesta por seguir propagando el positivis-
mo, al tenerlo por más adecuado a la España de la época, y

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no el pesimismo moderno, visto como "una patología que
merma y lastra la potencia de la vida del ser humano y, por
lo tanto… supone un verdadero obstáculo para el progreso
de la humanidad" (p. 105).
El interés por Hartmann en España fue prontamente
olvidado conforme el siglo XX transcurría. No fue hasta
entrado este siglo que Manuel Pérez Cornejo tradujo una
selección de la Filosofía de lo bello (2001) [Die Philosophie
des Schönen, 1887] y, posteriormente, publicó algunos artí-
culos relacionados con la estética y el espiritismo del oficial
prusiano (1998, 2000, 2001 y 2016). En 2022, aparece por
primera vez, en Alianza Editorial, una selección de La filo-
sofía de lo inconsciente traducida e introducida por Pérez
Cornejo, lo cual representa un hito para los hispanopen-
santes. Estos últimos años han ido aparecido varios artícu-
los y traducciones de la obra de Hartmann, publicados, en
su mayoría, en la Revista Hénadas y en Cuadernos de pesi-
mismo.
En este breve paréntesis, dejando la invitación abierta
para futuras investigaciones, cabría preguntarnos si en paí-
ses de Iberoamérica hubo algún tipo de interés durante, y
después de, la polémica del pesimismo. En México también
existió una polémica sobre el espiritismo, como ha docu-
mentado Everardo G. González en su tesis doctoral, La
república de los espíritus. Historia del espiritismo en México,

11
1848-1897, sin embargo, no encontramos una recepción
directa de Eduard von Hartmann en territorio mexicano, a
pesar de ser un referente importante sobre este tema, tal y
como Pérez Cornejo ha señalado en el artículo ya citado
(pp. 65-69).
En cambio, la recepción de Schopenhauer la podemos
encontrar en pensadores como José Vasconcelos, León
Portilla, José Martí (Cuba), etc., mas la de Hartmann des-
graciadamente no, aunque si bien, al ser México un país
muy influenciado por Francia habría que indagar si no hay
algún caso aislado de una posible recepción. Juan Larrea
(1895-1980), poeta español exiliado y radicado en México
y Argentina, de 1926 a 1931 escribió un diario espiritual,
Orbe, en donde se refleja la gran influencia que tuvo de
Hartmann y Schopenhauer. No obstante, no hay ningún
indicio de que haya dejado algún legado pesimista en
dichos países. El trabajo está aún por hacerse.
El interés por el filósofo de lo inconsciente ha ido cre-
ciendo en el mundo, no solo el de habla española (inclu-
yendo México, Argentina o Chile), sino en los de habla
inglesa, alemana, francesa e italiana. Cabe, sin embargo,
preguntarse si puede realmente hablarse de una posible
recepción -aunque tardía- de la obra de Hartmann. Del
Estal señala que nuestra época representa "un auténtico
pessimisme-renaissance", pero habría que preguntarse de

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qué tipo de renacimiento estamos hablando, y en qué
medida tiene en cuenta el corpus hartmanniano. Sin duda,
podemos encontrar en el mundo anglosajón, francés e ita-
liano cierto interés por el pesimismo (Thacker y Ligotti,
Cioran, Marco Lanterna, Manlio Sgalambro); pero, si bus-
camos cuáles son los fundamentos de sus respectivos pesi-
mismos, concluiremos que Hartmann no figura entre sus
pilares. De modo que la respuesta es negativa: no hay una
recepción de su obra, pues los estudios sobre la misma son
aún demasiado recientes como para haber podido dejar
impronta en el pesimismo actual.
Hoy, y tratando de intentar no pensar en los nacionalis-
mos, sino en la patria de nuestra lengua española, misma
que comparte Iberoamérica, nos preguntamos si habrá en
un futuro no muy lejano una primera recepción en nuestra
época de Hartmann, o si este interés pertenece a un
pequeño círculo aislado de estudiosos de su obra. Ya el
tiempo lo dirá, pero por lo mientras señalaremos la impor-
tancia de repensar y traer a nuestra época actual el concep-
to de pesimismo de corte hartmanniano.

***
En la historia del pesimismo, hay un antes y un después
de la Filosofía de lo inconsciente, toda vez que Hartmann
resignifica el concepto de pesimismo, el cual redefine como

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un pesimismo-optimista. Hartmann vino a mezclar dos
corrientes aparentemente antitéticas, pero que a partir de él
se compaginarán. El unir a Hegel, Schelling y Schopen-
hauer posibilitó al oficial prusiano salir del quietismo en el
que el Buda de Frankfurt había circunscrito el pesimismo.
Con Hartmann, la tesis de que la vida no vale la pena ser
vivida, de que hay más dolor que placer, alcanza una justi-
ficación científica, y encuentra su fundamento en el ideal
del progreso cultural y en la metafísica de lo inconsciente
que él mismo elabora. Por ello, a su pesimismo se le deno-
minará, pesimismo activo. La influencia de este nuevo pesi-
mismo activo, científico y político, aún no se ha reconoci-
do en en la historia de la filosofía y de otras disciplinas del
saber humano (Nietzsche, Mainländer, Bahnsen, Freud y
Jung), y vale la pena tener una breve noción de esta para
futuras investigaciones.
Por ejemplo, en Philipp Mainländer podemos encontrar
un influjo muy marcado, cuya veta bien merecería ser
explorada. A pesar de que el filósofo le dedica un ensayo
titulado "Crítica de La filosofía de lo inconsciente" en el
segundo volumen de La filosofía de la redención, y de que
señala una cantidad de errores imperdonables, llegándolo a
tachar de "inválido espiritual", encontramos en el corazón
de su obra varias tesis hartmannianas reelaboradas. En esta
crítica que Mainländer hace a Hartmann hay una defensa

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de un pesimismo-optimista, solo que es expuesto bajo un
método distinto, y desde una visión política no aristocráti-
ca sino socialdemócrata. El filósofo de Offenbach apuesta
por una formación de masas, mientras que Hartmann cree
que las clases altas irán desplegando el pesimismo de
manera gradual a las clases bajas.
En Friedrich Nietzsche, ya encontramos, en los escritos
preparatorios a El nacimiento de la tragedia, un análisis de
la génesis de la tesis hartmanniana sobre la preponderancia
del conocimiento sobre la voluntad. En dichos escritos,
más exactamente en "Sócrates y la tragedia", Nietzsche
argumenta que Sócrates inserta esta tesis y la esparce en el
mundo occidental, alejando a Europa de Dionisos. A lo
largo de su obra publicada en vida, de su correspondencia
y de sus Fragmentos póstumos, se puede advertir que nunca
dejó de lado su crítica al pesimismo y a Hartmann. Al con-
trario, Nietzsche buscó entender las causas que provocaron
la enfermedad del pesimismo en Europa. Tampoco debe-
mos ignorar el hecho de que Nietzsche leyó a Olga
Plümacher, sobre todo el Pesimismo en el pasado y en el pre-
sente, y que no pocos pasajes de la Genealogía de la moral y
de la Gaya ciencia los tomó directamente de este libro.
También habría que preguntarse de dónde Sigmund
Freud y Carl Jung tomaron el concepto de lo inconsciente y
algunas tesis propias del pesimismo. Sabemos que Freud, al

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igual que Nietzsche, no daba crédito a sus influencias.
Mainländer, con su voluntad de morir, sería un claro ante-
cedente de la pulsión de muerte de Freud; por esa razón,
sería conveniente calibrar la influencia, sin duda evidente,
que tuvo el pesimismo tanto schopenhaueriano como hart-
manniano sobre el psicoanálisis freudiano y jungeano. Aún
queda mucho por investigar respecto a los vínculos entre el
psicoanálisis, Nietzsche, Mainländer y el pesimismo de
Hartmann, puesto que su influencia fue tan grande que no
puede negarse. Estas investigaciones, aún por hacerse, de
saber cómo repensaron al filósofo, puede tener un interés
actual para refundamentar el pesimismo de corte hartman-
niano.
A pesar del duro rechazo que tuvo el siglo XX con el ofi-
cial prusiano, ya fuera por su idealismo o por su simpatía
política hacia Bismarck, Hartmann no puede ser olvidado,
pues en su obra encontramos ideas que fácilmente pueden
desarrollarse independientemente de su sistema. Si bien, ya
no puede creerse en un inconsciente que permea en toda la
naturaleza, ni se puede creer en la preponderancia de un
pueblo sobre otros, ni se podría apostar por una política
nacionalista enmascarada bajo una filosofía progresista que
defiende la violencia, aún puede pensarse en y con
Hartmann desde distintas tesis (optimismo cultural, el
valor de la vida, la preponderancia de la conciencia sobre la

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voluntad) que aparecen en su obra y en la de sus defenso-
ras (Olga, Alma y Agnes).
El pesimismo como tal no fue olvidado, y la línea de corte
quietista se postergará en las últimas décadas, lo cual ha
generado, hoy en día, una idea negativa (y un rechazo) del
pesimismo dentro y fuera de las Universidades. Con
Hartmann podría cambiar esta idea negativa, y podría
verse su sentido positivo. Hoy en día, podríamos hablar de
un renacimiento del pesimismo, pero solo del quietista,
mas no del de corte hartmanniano, pues sus estudios serios
apenas comienzan. Hartmann está siendo reivindicado
desde donde fue rechazado en su época: las academias, y
existe la posibilidad que desde ellas se pueda (re)pensar su
obra. Los hispanopensantes, quienes hemos incursionado
en la obra de Hartmann, lo hemos hecho, gracias a la labor
de Manuel Pérez Cornejo y Carlos Javier González Serrano.
Ambos han iniciado la dura tarea de presentar al filósofo a
nuestra lengua mediante traducciones, sendos artículos y
conferencias. Con su interés, la obra del filósofo comienza
a germinar.
Este pequeño libro busca contribuir a estimular los estu-
dios de Eduard von Hartmann para los que compartimos la
lengua española. Aún queda mucho por hacer, y aunque no
es fácil el camino que hay que recorrer, pues eso implica
tomarse al filósofo en serio y leer todo el corpus, es de total

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relevancia para los estudios actuales del pesimismo restau-
rar su imagen, una imagen exenta de prejuicios. Solamente
de esta manera podremos resignificar el concepto de pesi-
mismo y verlo en un sentido positivo, esto es, optimista.
La Biblioteca pesimista busca difundir a los pesimistas
más representativos de distintas épocas. Cada libro contie-
ne un prólogo, una introducción y una traducción de un
texto, seleccionado por un traductor especializado en el
tema. Este primer bloque está dedicado a los pensadores
alemanes decimonónicos más representativos: Eduard von
Hartmann, Philipp Mainländer, Julius Bahnsen, Agnes
Taubert y Olga Plümacher. En este primer volumen José
Carlos Ibarra Cuchillo, responsable de la revista Hénadas,
introduce la vida y obra de Hartmann y traduce un extrac-
to, que lleva por título Pesimismo, ética y felicidad, corres-
ponde al capítulo "Ethik und Eudämonismus", pertene-
ciente a los Etische Studien (Herman Haacke, Leipzig, 1898,
pp. 160-214).
La Sociedad Iberoamericana de Estudios sobre
Pesimismo (SIEP), apoya esta colección por medio de los
aportes económicos generados por sus miembros, y cuenta
con el soporte de sus traductores e investigadores. Además,
los traductores y el encargado de dicha colección,
Fernando Burgos, agradecen la disposición de Francisco
Ochoa, dueño de la editorial Sequitur, a publicar esta colec-

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ción y otra serie de traducciones de pensadores pesimistas
que irán saliendo a lo largo de estos años.
EDUARD VON HARTMANN
(Berlín, 1842-1906)
Biblioteca pesimista
primeros títulos

1. Eduard von Hartmann - José Carlos Ibarra Cuchillo


Pesimismo, ética y felicidad

2. Julius Bahnsen - Manuel Pérez Cornejo


Breviario pesimista (Extractos)

3. Philipp Mainländer - Sandra Baquedano


Fragmentos pesimistas

4. Agnes Taubert - Manuel Pérez Cornejo


El pesimismo y sus adversarios

5. Olga Plümacher - H. W. Gámez


El pesimismo en el budismo y otras religiones

www.sequitur.es

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