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Legitimidad en términos Jurídicos

Cuando una norma jurídica es obedecida sin que medie el recurso al monopolio de la ley. Los
requisitos que ha de cumplir una norma jurídica para ser legítima son tres: validez, justicia, y
eficacia. Esta legitimidad se subdivide en dos: legitimidad formal y material. La formal se entiende
como el correcto proceder de los órganos estatales con respecto a todos los procedimientos
establecidos en el Ordenamiento Jurídico. La legitimidad material es aquel consenso
(reconocimiento) del pueblo creado en aprobación de la ley creada o de la actuación
gubernamental.

La validez

Se refiere a que una norma es válida cuando es emitida por un órgano competente. Así, es inválida
una ordenanza municipal del Ayuntamiento de Madrid que pretenda organizar el tráfico de la
ciudad de Nueva York, pero son válidas las ordenanzas del Ayuntamiento de Madrid para organizar
el tráfico de esa misma ciudad. La validez es expresable en términos más o menos formales y
objetivos («puede tal órgano emitir tal norma…»). Ahora bien, si lo vemos desde el punto de vista
de la doctrina jurídica, una norma es válida cuando pertenece a un sistema jurídico específico.

La justicia

Es la voluntad constante de dar a cada uno lo que le corresponde. Subjetivamente, una norma es
justa si la población considera mayoritariamente que se atiene a los objetivos colectivos de esa
misma sociedad, e injusta si ocurre lo contrario, con independencia de si la considera válida o no.
Ocurre en muchos lugares, por ejemplo, que se considera injusto pagar por aparcar en la vía
pública, a pesar de las ordenanzas municipales son válidas y obligan a ello. Como contra ejemplo,
se puede mencionar que entre 1789 y 1849 en el sur de los Estados Unidos, la norma que permitía
la esclavitud era subjetivamente justa porque así lo consideraba la mayoría de la población de la
región. Objetivamente una norma es justa cuando es precisa y equitativa. Objetivamente las
personas no determinan que es justo o injusto, simplemente lo descubren.

La eficacia

Se refiere al seguimiento o acatamiento de la norma. Una norma es eficaz si la población la


cumple, con independencia de si la percibe como justa o válida, e ineficaz si es ampliamente
desobedecida. Por ejemplo, la prohibición de aparcar en doble fila suele ser percibida por todo el
mundo como algo justo, y es desde luego una prohibición válida. Sin embargo es desobedecida por
la gran mayoría de los conductores. La eficacia es una cuestión descriptiva y fáctica, referida a los
hechos (“ocurre un acatamiento generalizado de la norma…”).

Así pues:

La coincidencia de justicia, validez y eficacia en una norma jurídica es la medida de su legitimidad.


(Así pues ya que la legitimidad es graduable, cada norma jurídica será más o menos legítima).

Cuando una norma es percibida por la sociedad como legítima es masivamente obedecida, no
siendo necesaria la sanción salvo en casos puntuales. Dicho a la inversa: El cumplimiento de una
norma jurídica de manera habitual y sin necesidad de recurso a la violencia suele ser prueba de
que es percibida como legítima.

Cuando una norma es percibida como ilegítima es masivamente desobedecida (a no ser que se
recurra, directamente, a la sanción, y por tanto a la violencia). En general, el ejercicio habitual de la
sanción y la violencia por parte del Estado para hacer efectivo el cumplimiento de una norma
jurídica es síntoma inequívoco de que o bien es inválida, o bien es percibida como injusta, o bien

es ineficaz (o dos de las tres o las tres cosas al mismo tiempo).

Legitimidad en sentido político

Si la legitimidad jurídica se refiere a la ley, la legitimidad política se refiere al ejercicio del poder. El
poder político que es percibido como legítimo será mayoritariamente obedecido, mientras que el
percibido como ilegítimo será desobedecido, salvo que se obtenga obediencia por medio de la
violencia del Estado.

No debe confundirse legitimidad política con afinidad política. En democracia, los votantes del
partido político perdedor pueden lamentarse por haber perdido las elecciones, pero no por ello
desobedecen al nuevo gobierno. Tampoco debe confundirse legitimidad con democracia, puesto
que durante la Monarquía Absoluta, por ejemplo, el pueblo consideraba masivamente legítimo al
monarca, que no había sido elegido por mayoría.

La legitimidad así entendida es un compromiso entre ambos extremos. Desde luego, la teoría de la
legitimidad no prejuzga la bondad o maldad de tal o cual régimen político, sino que examina,
simplemente, los mecanismos de mando y obediencia. Resta decir que, en términos generales,
cuando el poder pierde su legitimidad deja de ser poder, salvo que ejercite la coacción.

Autores

El estudio de la legitimidad política así entendido proviene de antiguo. Aristóteles parece


presuponer tal concepto de legitimidad al establecer su lista de estados legítimos e ilegítimos. Sin
embargo tal distinción se basa en un elemento ajeno a este concepto, que es el "bien común", y no
en la percepción subjetiva del binomio gobernante-gobernado. Uno de los primeros pensadores
que reflexionó sobre este problema fue Étienne de la Boétie en su famoso “Discurso de la
Servidumbre Voluntaria, o el Contra-uno”, publicado anónimamente en 1576. Según Jean-Jacques
Rousseau la legitimidad la otorga la voluntad general de los sometidos al poder. Otro pensador
preocupado por el problema de la legitimidad política fue Guglielmo Ferrero en su libro “El Poder”.
Sin duda el autor clásico en materia de legitimidad es el alemán Max Weber. Desde entonces la
legitimidad ha sido un tema recurrente en la Ciencia Política.

Norberto Bobbio

El término tiene, para Norberto Bobbio, dos significados: uno genérico y otro específico. En el
significado genérico Legitimidad es casi sinónimo de justicia o de razonabilidad (se habla de
legitimidad de una decisión o de una actitud, etc). El significado específico aparece a menudo en el
lenguaje político. En este contexto el referente más frecuente del concepto es el Estado.
Naturalmente aquí nos ocupamos del significado específico. En una primera aproximación se
puede definir como el atributo del Estado que consiste en la existencia en una parte relevante de la
población de un grado de consenso tal que asegure la obediencia sin que sea necesario, salvo
casos marginales, recurrir a la fuerza. Por lo tanto, todo poder trata de ganarse el consenso para
que se le reconozca como legítimo, transformando la obediencia en adhesión. La creencia en la
legitimidad es pues el elemento integrante de las relaciones de poder que se desarrollan en el
ámbito estatal.

Existen procesos de legitimación, en donde se considera al Estado desde el punto de vista


sociológico y no jurídico, se comprueba que el proceso de legitimación no tiene como punto de
referencia al Estado en su conjunto sino a sus diversos aspectos. En la comunidad política, el
régimen, el gobierno y cuando el estado no es independiente, la legitimación del Estado
hegemónico al que está subordinado, por lo tanto, es resultado de una serie de elementos
dispuestos a favor de su aceptación.

Forma de Gobierno Nacional

En Paraguay, la forma de gobierno es la más conocida como República presidencial, lo que se


traduce básicamente en que el Presidente de la República es a la vez Jefe de Estado y Jefe de
Gobierno.

Poder Ejecutivo
Poder Ejecutivo de Paraguay

El Poder Ejecutivo es ejercido por el presidente de la República. Además, existe un vicepresidente


que, en caso de impedimento o ausencia temporal del presidente o vacancia definitiva de dicho
cargo, lo sustituye con todas sus atribuciones. El presidente y el vicepresidente son elegidos por
votación popular en forma conjunta, sobre la misma boleta, para un mandato de cinco años, sin
posibilidad de reelección.

El presidente es el jefe de estado y de gobierno de Paraguay. Tiene, entre otras atribuciones, la


facultad de nombrar y remover a su voluntad a los ministros del Poder Ejecutivo, que son los jefes
de la administración de sus respectivas carteras, en las cuales, bajo la dirección del presidente de
la República promueven y ejecutan la política relativa a las materias de su competencia. La reunión
de todos los ministros, por convocatoria del presidente, se denomina Consejo de Ministros. El
gabinete o consejo de ministros tiene por finalidad coordinar las tareas ejecutivas, impulsar la
política del gobierno y adoptar decisiones colectivas.

Poder Legislativo

Congreso de Paraguay

El Congreso Nacional de Paraguay, también llamado Parlamento Nacional, es el órgano


constitucional encargado de ejercer el poder legislativo del Paraguay. Está compuesto por la
Cámara de Senadores (cámara alta), y la Cámara de Diputados (cámara baja). El Congreso de
Paraguay se conforma por una asamblea bicameral con 125 miembros, dividido en el Senado (45
escaños), y la Cámara de Diputados (80 escaños).

Se reúnen anualmente en sesiones ordinarias desde el 1 de julio de cada año hasta el 30 de junio
del año siguiente con un periodo de receso desde el 21 de diciembre al 1 de marzo.2 Las cámaras
del Congreso sesionan conjuntamente en los casos previstos en la Constitución y en el Reglamento
del Congreso. Una ley orgánica institucional regula las atribuciones y funcionamiento del Gobierno
Nacional en materia de tramitación de los proyectos de ley, los vetos del presidente de la república
y tramitación de las acusaciones tramitacionales. Su sede se encuentra en el Palacio Legislativo,
sobre las calles 14 de Mayo e/ Avda. República en la ciudad de Asunción capital de Paraguay.

La Cámara de Senadores o Senado representa a la población en una circunscripción nacional, es


decir, el territorio paraguayo cuenta como un solo distrito electoral, a diferencia de la Cámara de
Diputados. De acuerdo con el Artículo 223 de la Constitución de Paraguay, la Cámara de Senadores
se compondrá de cuarenta y cinco miembros (45) titulares como mínimo, y de treinta (30)
suplentes, elegidos directamente por el pueblo en una sola circunscripción nacional. La ley podrá
acrecentar la cantidad de senadores, conforme con el aumento de los electores.3 Además, cuenta
con los senadores vitalicios (con voz, sin voto), que consisten en aquellos que se hayan
desempeñado en el cargo de presidente de Paraguay.

La Cámara de Diputados representa los intereses de cada departamento. De acuerdo con el


Artículo 221 de la Constitución de Paraguay, la Cámara de Diputados se compondrá de ochenta
(80) miembros titulares como mínimo, y de igual número de suplentes, elegidos directamente por
el pueblo en colegios electorales departamentales. La ciudad de la Asunción constituirá un Colegio
Electoral con representación en dicha Cámara. Los departamentos serán representados por un
diputado titular y un suplente, cuanto menos; el Tribunal Superior de Justicia Electoral, antes de
cada elección y de acuerdo con el número de electores de cada departamento, establecerá el
número de bancas que corresponda a cada uno de ellos. La ley podrá acrecentar la cantidad de
diputados conforme con el aumento de los electores.

Poder Judicial

Poder Judicial de Paraguay

El Poder Judicial está constituido por todos los tribunales de la República del Paraguay, ordinarios y
especiales, bajo la dirección de la Corte Suprema, la que tiene la superintendencia directiva,
correccional y económica sobre todos los tribunales de la nación. Los tribunales son los encargados
de conocer, juzgar y ejecutar todas aquellas causas que la Constitución y las leyes han puesto en la
esfera de sus atribuciones.5 El Senado con el acuerdo del presidente designan a sus nueve
miembros o ministros, sobre la base de ternas presentadas por el Consejo de la Magistratura,
previa selección basada en la idoneidad, con consideración de méritos y aptitudes.

Se descentraliza en 18 Circunscripciones a lo largo de la República, pues cada departamento del


Paraguay posee su propia Circunscripción Judicial, además de la capital Asunción. Cada
Circunscripción Judicial del interior de la República cuenta con un Tribunal de Apelaciones, la
mayoría de ellos con dos Salas, compuestas de tres camaristas que atienden en alzada los juicios
de todos los fueros.

Funciones

Son deberes y atribuciones de quien ejerce la presidencia de la República:

1. representar al Estado y dirigir la administración general del país;

2. cumplir y hacer cumplir esta Constitución y las leyes;

3. participar en la formación de las leyes, de conformidad con esta Constitución,


promulgarlas y hacerlas publicar, reglamentarlas y controlar su cumplimiento;

4. vetar, total o parcialmente, las leyes sancionadas por el Congreso, formulando las
observaciones u objeciones que estime convenientes;

5. dictar decretos que, para su validez, requieren el refrendo del ministro del ramo;

6. nombrar y remover por sí a los ministros del Poder Ejecutivo, al procurador general de la
República y a los funcionarios de la Administración Pública, cuya designación y
permanencia en los cargos no estén reglados de otro modo por esta Constitución o por la
ley;

7. el manejo de las relaciones exteriores de la República. En caso de agresión externa, y


previa autorización del Congreso, declarar el Estado de Defensa Nacional o concertar la
paz; negociar y firmar tratados internacionales; recibir a los jefes de misiones diplomáticas
de los países extranjeros y admitir a sus cónsules y designar embajadores, con acuerdo del
Senado;

8. dar cuenta al Congreso, al inicio de cada período anual de sesiones, de las gestiones
realizadas por el Poder Ejecutivo, así como informar de la situación general de la República
y de los planes para el futuro;

9. es Comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de la Nación, cargo que no se delega. De


acuerdo con la ley, dicta los reglamentos militares, dispone de las Fuerzas Armadas,
organiza y distribuye. Por sí, nombrar y remover a los comandantes de la Fuerza Pública.
Adopta las medidas necesarias para la defensa nacional. Provee, por sí los grados en todas
las armas, hasta el de teniente coronel o sus equivalentes y, con acuerdo del Senado, los
grados superiores;

10. indultar o conmutar las penas impuestas por los jueces y tribunales de la República, de
conformidad con la ley, y con informe de la Corte Suprema de Justicia;

11. convocar a sesiones extraordinarias al Congreso, a cualquiera de las Cámaras o a ambas a


la vez, debiendo éstas tratar sólo aquellos asuntos sometidos a su respectiva
consideración;

12. proponer al Congreso proyectos de ley, los cuales podrán ser presentados con solicitud de
urgente consideración, en los términos establecidos en esta Constitución;
13. disponer la recaudación e inversión de las rutas de la República, de acuerdo con el
Presupuesto General de la Nación y con las leyes, rindiendo cuenta anualmente al
Congreso de su ejecución;

14. preparar y presentar a consideración de las Cámaras el proyecto anual de Presupuesto


General de la Nación;

15. hacer cumplir las disposiciones de las autoridades creadas por esta Constitución, y

16. los demás deberes y atribuciones que fije esta Constitución.

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