En 1418 el rey tepaneca Tezozómoc subyugó el reino de
Texcoco. El príncipe Nezahualcóyotl, heredero de la corona, entonces de quince años, vio asesinar a su padre Ixtlilxóchitl y logró escapar. Poco después cayó en manos del enemigo, fue encarcelado y condenado a muerte. Huyó y durante diecisiete años llevó una existencia errante de privaciones y peligros. Finalmente, Tezozómoc le permitió retirarse a Tenochtitlán, donde permaneció ocho años preparando la reconquista de su reino. Durante su próspero reinado, Nezahualcóyotl hizo de Texcoco la capital más culta del Anáhuac, fundó leyes e instituciones, construyó palacios y diques, trazó jardines y dispuso la creación del bosque de Chapultepec, cuyos cipreses quiere la leyenda que él haya sembrado. Trazó el hermoso jardín de Tetzcotzingo, que contaba con teatro al aire libre. Nezahualcóyotl solía quedarse en una habitación redonda de techo alto con vista al lago, donde se reflejaban las altas torres de los templos y las terrazas de los palacios de Texcoco. Allí realizaba certámenes de música y poesía y escuchaba el canto de las aves enjauladas traídas para él de regiones remotas. Fue el primero en crear un zoológico y un jardín botánico. Su palacio de Cillan tenía trescientas habitaciones alfombradas con ricas pieles de animales y tapices de algodón y plumería y paredes de estuco incrustadas de jaspe y alabastro. Se convirtió en centro de reunión de los sabios de la región de los lagos. Nezahualcóyotl cometió un crimen que pesó largamente sobre su conciencia. Enajenado por el amor que sentía hacia la joven Azcaxochitzin, hizo matar a traición sobre el campo de batalla al hombre con quien la doncella estaba comprometida. Según una tradición, el gobernador de Otumba, acusado de haber cometido un crimen, compuso un poema cuando le iba a juzgar Nezahualcóyotl: al llegar lo recitó y el monarca lo perdonó. Al igual que Harum al- Raschid, acostumbraba salir a solas y disfrazado de cazador para escuchar los reclamos del pueblo. Después de oír los padecimientos y las quejas de los campesinos, los hacía llamar a su palacio para hacerles magníficos regalos. Era contrario a los sacrificios humanos. Erigió un templo en forma de alta torre sin ninguna estatua ni ídolo, dedicado al dios desconocido. Su incomparable biblioteca atesoraba gran cantidad de códices o libros policromos. En diciembre de 1520, Cortés y los tlaxcaltecas prendieron fuego al palacio y a la biblioteca. Ardieron archivos reales, mapas, códices y registros genealógicos de los imperios mexica y texcocano. Lo que quedó en manos de algunos principales fue quemado en 1528 por orden de Juan de Zumárraga, primer arzobispo de México. Mandó reunir pinturas y códices, especialmente de Texcoco, los hizo apilar en la plaza de mercado de Tlatelolco y los redujo a cenizas. Nombrado primer Inquisidor de la Nueva España, Zumárraga formó proceso a un nieto de Nezahualcóyotl, a quien hizo quemar vivo. Nezahualcóyotl, coyote hambriento, brazo de león, flor del canto, luz de la historia, guerrero y poeta de mucha y célebre memoria, rey del pueblo acolhua de Texcoco, arquitecto y aficionado a la astronomía. Sus poemas cantan la fragilidad de la vida y lo precario del amor, el tiempo que pasa, la belleza que se desdibuja como una pintura y la juventud que se marchita como las flores.
Azteca: Una Guía Fascinante De La Historia Azteca y la Triple Alianza de Tenochtitlán, Tetzcoco y Tlacopan (Libro en Español/Aztec Spanish Book Version)