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Nuestros estados anímicos en medio de las crisis hacen que se nos abra y cierre nuestro
propio tiempo como un mundo epocal determinado. Y en ese sentido vemos apertura de
posibilidades, de oportunidades, y también vemos que se nos cierran ciertos tipos de
desarrollos. Y así el mundo epocal no es el mismo para todes. En una época existen diversos
y distintos mundos según las disposiciones afectivas colectivas que se den. Así, la
globalización tiene muchas localidades. La globalización no es la misma vista y vivida desde
un pueblo chino que desde Punta Arenas. No es la misma en tierra mapuche que en la
ciudad de Las Vegas en Estados Unidos. Y, sin embargo, se pueden dar vivencias parecidas
desde mundos tan distintos.
Acaso el primer proyecto haya sido el lanzamiento de una piedra que hizo que el
homínido lo siguiera con su vista, y al observar que daba en algo que podía considerarse un
blanco lo hizo comprender y teorizar (Sloterdijk, 2001). Así el primer proyectil habría sido
el primer proyecto. Cuenta la leyenda que Isaac Newton estaba sentado a la sombra de un
árbol frutal, apoyada su espalda al tronco, cuando un fruto cayó de maduro y golpeó su
cabeza, y que tal caída lo habría hecho teorizar. El asunto es que el ser humano parece que
siempre ha sido un proyecto lanzado hacia adelante y hacia arriba, un vector decía
Nietzsche, y que por así serlo, su comprensión de sus propios lanzamientos va a la siga, va
en retardo. Así no es raro que la Educación y la Formación vayan siempre en retardo
respecto de los proyectos modernos… apúrense necesitamos técnicos en…. Ahora bien, otra
cosa es que la Educación y la Formación vayan en atraso (como en nuestro país).
Si nuestras producciones – la inteligencia artificial hoy, por ejemplo – van por delante
de nosotros, y la historia nos hace, y nos hacemos en la historia, y hacemos historia, el
desarrollo de nuestra existencia se da preferentemente en la incertidumbre y en situaciones
críticas. Necesitamos experimentar y ensayar respuestas ante los desafíos inciertos.
Necesitamos comprender las situaciones críticas que vivimos y en ese ejercicio a veces nos
encontramos con aporías (callejones sin salida de la reflexión: “sólo sé que nada sé”); con
antinomias (visiones opuestas que no se pueden resolver: libertad – determinismo; finito –
infinito, etc.); y con paradojas. De estas últimas hay de dos tipos: las lógicas, que en cierto
sentido son como antinomias; y las estéticas. De las primeras un ejemplo: el Informe del
PNUD para Chile del año 1998 se tituló “Las Paradojas de la Modernización”, y la central
que relevaba el informe era aquella entre la percepción del beneficio del crecimiento
económico y la percepción de pérdida de felicidad. Es decir, la paradoja lógica sería entre
eficiencia y calidad de vida, y como tal provoca a que se responda y se tomen medidas, a
que se defina un qué hacer.
La paradoja estética supone una expresión discursiva que afecta la disposición
afectiva de la persona que la dice y de las personas que la leen o escuchan. “Para vivir fuera
de la ley, hay que ser honesto” (Bob Dylan). Tal expresión no invita a ser delincuente, sino
a estar más allá de la ley, invita a lo extraordinario. Lo mismo el pasaje evangélico donde
los Fariseos ponen a prueba a Jesús llevándole una mujer que dicen haber encontrado
cometiendo adulterio: la ley de Moisés nos manda a apedrear a esta mujer, pero también
nos dice “no matarás”, ¿qué dices tú maestro”?… El que esté libre de pecado que lance la
primera piedra.
Si se ven los diálogos de Platón se verá que mediante la puesta en escena de distintos
argumentos se llega siempre a una verdad. Aristóteles puso aquello bajo forma de
silogismos. Y la Escolástica se estructuró a partir de ellos. Descartes inauguró el discurso
del Método, Kant la dialéctica trascendental; Hegel el despliegue del Espíritu Absoluto que
hacía avanzar la historia hacia la unidad total entre realidad-objetividad mediante un
sistema en el que la tesis subsumía a la antítesis generando una síntesis; y Marx expuso que
la ideología, que la superestructura que justificaba el modelo de producción capitalista era
una falsa conciencia en el proletariado que no le permitía ser libre, sino vivir enajenado.
Toda dialéctica supone un adversario a superar, un contrincante a vencer. La Crítica en
la Modernidad ha sido preferentemente dialéctica… La pregunta es si acaso los inmensos
acontecimientos del siglo XX nos han llevado, y nos estén llevando, hacia una comprensión
distinta de la crítica, y de la dialéctica, una que establezca una tensión entre competitividad
y colaboración, y que en ese sentido sea una post-crítica, una post-dialéctica… o acaso sea
una que al igual que Heráclito la pensara tuviera que responder a lo complejo y confuso de
los pálpitos de la vida… Y en ese sentido esa post-dialéctica ¿sería también la Ética para el
siglo XXI?
11) La crítica ha tendido a entenderse cada vez más como un proceso en el que
la persona que la realiza está envuelta e involucrada: a partir de ahí se ha ido
instalando la autocrítica y la honestidad intelectual. Y de una manera más
radical la deconstrucción o desmantelamiento genealógico de nuestros
pensamientos y discursos.
12) La puesta en cuestión de todos los ismos – incluido el cinismo – nos ha puesto
en una situación muy compleja en la que nuestra finitud se golpea con lo
inmenso haciendo muy improbable que emerja lo honesto