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TRES HISTORIAS DE LOCURA Y CRIMEN

Retazos y Fragmentos de Concepción 1970-1979

Marcela Alexandre Moya y Pablo Martínez Fernández1

1.- Introducción. La Sociedad y el Enfermo Mental


Las tres historias de locura y crimen que se presentan en este texto, se dan en la
década de los setenta del siglo veinte en la ciudad de Concepción. Todos ellos llamaron la
atención penquista de manera rutilante. Cada una de las tres tuvo una dedicada atención
ciudadana, graficada, en este caso en particular, en la prensa del diario El Sur2 de esa
década. Con la primera de ellas nace una leyenda, conocida como el caso del Loco del cerro
Caracol, hombre-lobo o tarzanesco que asolaba semi desnudo, cuchillo en mano, por ese
paseo tradicional; la segunda historia, a su vez, fue considerada por la propia policía de la
ciudad como la más destacada trama policial de ese tiempo, en cuanto a homicidios se
refiere. El suceso es conocido como el de La envenenadora de la pensión Freire 451, y
destapa la vida de una mujer asesina -serial- que, por insanos motivos daba muerte a quien
ella considerara que se interponía en sus deseos; la tercera, por último, cuenta el incidente de
un profesor que, enloquecido por los celos y su psiquis perturbada, dio muerte a una mujer
pensando que con ello mataba a su cónyuge, mas, cruel simulacro, la había confundido con
otra mujer, la que finalmente falleció en el lugar de los hechos, caso que se conoció como el
Homicidio por equivocación. Todos ellos evocan, por una vía trágica, a la ciudad con sus
historias la locura, en cuando a los sucesos criminales se refiere y a la atención que las
ciencias de la mente, como acostumbraba a decirse entonces, le refirieron a este fenómeno
en la década de los setenta.
Con relación precisamente a estas ciencias, y en particular con la medicina
psiquiátrica, a comienzos de la década en cuestión, el psiquiatra Otto Dörr Zegers 3, en un
texto publicado por el diario El Sur (el año 1970), ilustraba el estado presente y futuro de las
personas consideradas con una enfermedad mental en las sociedades, desde la perspectiva
que la psiquiatría esbozaba para tal efecto, aunque el alcance de su texto llega más lejos

1
Sociólogos, docentes e investigadores universitarios.
2
Diario tradicional de la ciudad de Concepción, Chile, fundado el año 1882.
3
Otto Dörr Zegers. Médico Cirujano de la Universidad de Chile, Psiquiatra, Universidad de Heidelberg (1972);
especialista en Psiquiatría y Neurología, Universidad de Heidelberg (1980); especialista en Psicoterapia,
Universidad de Heidelberg (1981).

1
todavía, ya que incorpora una reflexión acerca de la sociedad y la relación que esta guarda
con la enfermedad mental destacando el hecho de que la historia del enfermo mental ha
ocupado siempre una posición especial en las preocupaciones generales de la población. Su
texto, en esta dirección, se aboca a realizar un llamado a la sociedad chilena, para no quedar
indiferente ante aquel individuo distinto, peculiar, extrapolado, considerado loco o en estado
de locura. Dörr alerta que ellos, “desde su soledad y su estar desprendido de intereses
vulgares desafía las leyes de los hombres cuerdos remeciendo los principios que
fundamentan sus intereses sociales comunes”4. Ningún destino humano de cierta
singularidad ha dejado de ser sinónimo de locura, por lo demás, de ellos han bebido genios
de toda índole, como ya lo había advertido Enrique Gómez-Correa en su Sociología de la
locura5 . Por eso no se puede ser indiferente frente a ellos, porque la “violencia arranca al
‘normal’, de su mundo rutinario y opaco para referirlo a esferas más hondas, casi abisales de
lo humano que suceden junto a él, sin comprensión ni cooperación entre las partes” 6, como
ocurre con la locura y la razón o con el loco y la sociedad.
Y Dörr se pregunta, “cuál ha sido la actitud de la sociedad moderna de corte
tecnológico-industrial y de filosofía científico-natural frente a este personaje de tanta riqueza
y misterio, frente al loco y su locura”7. Y la respuesta es el temor. Por ello es que opta por
encerrarlo en grandes manicomios muchas veces apartados de las ciudades y del lugar de
origen geográfico del paciente o del lugar donde viven sus familiares más cercanos. Yacen
“encerrados en edificios carcelarios con ventanas enrejadas, personal de escasa cultura y
gran agresividad, a cargo de médicos muchas veces extravagantes que intentan superar su
propia anormalidad latente influyendo sobre destinos que podrían haber sido los de ellos”8,
lo que grafica con mucha acritud la situación de aquellos que padecen este llamado estado
de locura para el contexto que se describe. Incluso, profundizando en la situación, plantea
Dörr, que en aquellas enfermedades de origen aparentemente más “constitucional, como es
la esquizofrenia, existía un peculiar modo de ser familia, una forma específica de darse las
relaciones interpersonales pudiendo ser considerada como patógena, vale decir, como

4
La sociedad y el enfermo mental en El Sur, 1970, sábado 10 de enero de 1970, p. 2.
5
Gómez-Correa, E. (1942): Sociología de la locura. Santiago de Chile: Aire Libre.
6
La sociedad y el enfermo mental en El Sur, 1970, sábado 10 de enero de 1970, p. 2.
7
La sociedad y el enfermo mental en El Sur, 1970, sábado 10 de enero de 1970, p. 2.
8
La sociedad y el enfermo mental en El Sur, 1970, sábado 10 de enero de 1970, p. 2.

2
condicionante del llegar a ser un psicótico por parte del paciente” 9. Y si la familia, en este
sentido, es responsable de la aparición de la locura, “también lo es la sociedad en su
totalidad, porque ambas estructuras no son separables”10. Es decir, una sociedad funciona
como una activa “máquina generadora de locura en sus manifestaciones más diversas” 11,
termina afirmando Dörr.
A partir de este contexto dado por la década de los setenta se trata, en definitiva, de
situar estas fragmentarias historias, en los retazos recuperados para la memoria, con las
experiencias trágicas experimentadas en una ciudad que funciona como una sociedad, como
un proto sistema social, que actúa con la entretejida complejidad y que, en la experiencia
cotidiana de cada una de las personas singulares, juega un papel imperativo e interpelante
para los modos compartidos de la vida social, como regulación, norma, razón o ley
imperante12.

2.- Primera historia: El Loco del Cerro Caracol (Diario El Sur, lunes 14 diciembre de 1970)
“Un hombre pilucho ha saltado nuevamente al primer plano de la actualidad penquista. El
desnudo sino de la ciudad se ha manifestado ahora en el abandonado Cerro Caracol donde un insano,
dicen que se pasea cuchillo en mano y en paños menores asustando a los pobladores de Agüita de la
Perdiz y a los enamorados que prefieren el verde follaje del paseo para sus íntimos coloquios. El
enajenado en cuestión, bautizado con bastante originalidad como el hombre-lobo, le ha matado el
punto al abominable hombre de las nieves que hace las delicias de los investigadores, turistas y
fabricantes de souvenirs de las cordilleras del Nepal. El insano de Concepción, un tanto más
exclusivo para sus cosas y ajeno al parecer al maravilloso mundo de la publicidad y de las public
relations, sólo se ha dejado ver en una sola oportunidad, momento en que demostró su buen juicio al
salir arrancando a notoria velocidad ante el disparo al aire que hizo un carabinero de servicio en el
lugar. El advenimiento del nuevo Mowgli ha hecho que, lejos de aumentar la atracción turística de la
zona, las parejas prefieran el obscuro refugio de una sala de teatro y los pobladores pongan el grito
en el cielo pidiendo protección policial y el inicio de una batida a fondo hasta dar con el loco, que no
los deja talar el cerro. No se sabe si esta petición tiene ese fin concreto o es sólo una maniobra para
que los Carabineros del retencito en la cumbre del Caracol abandonen por unos momentos su oficina.

9
La sociedad y el enfermo mental en El Sur, 1970, sábado 10 de enero de 1970, p. 2.
10
La sociedad y el enfermo mental en El Sur, 1970, sábado 10 de enero de 1970, p. 2.
11
La sociedad y el enfermo mental en El Sur, 1970, sábado 10 de enero de 1970, p. 2.
12
Ver Heidegger, M. (2010): La época de la imagen del mundo. En Caminos del bosque. Madrid: Alianza. Pp.
63-90.

3
Nadie busca al tarzanesco demente del cerro Caracol
Claro que tenemos miedo, pero estamos obligados a venir aquí a buscar leña para la casa.
Los carabineros nos han dicho que no subamos al cerro, así es que tenemos que venir escondidas.
Margarita Salazar, de sólo 10 años de edad, sintetiza el problema que están viviendo los habitantes
de Agüita de la Perdiz desde hace dos semanas, debido a la aparición de un hombre-lobo, o loco
furioso. Junto con Margarita está su hermano Pedro, y otros dos hermanos, Luis y Luisa Aravena.
Mientras recogen leña en las proximidades del retén, se sienten algo protegidos con la presencia de
cuatro perros que ladran y corretean incesantemente a su alrededor. Después de sus atados de ramas,
se van a tranco rápido hacia sus casas en Agüita de la Perdiz, esperando no toparse con el
trastornado.

En busca de comida
Según los pobladores, el loco baja en las noches hacia las casas, seguramente para buscar
comida. Siempre lo hace armado de un cuchillo de respetables dimensiones, con el que ataca a los
vecinos que encuentra en su camino. Después, se retira a su inmenso dormitorio del Cerro Caracol.
Por su aspecto, parece un digno ejemplar de un Tarzán del siglo XX. La versión entregada a El Sur
por los carabineros de la división forestal, que mantiene un retén, casi en la cumbre del Caracol,
señala que el solitario de las cumbres sólo usa una especie de taparrabos. El resto del cuerpo queda
totalmente desnudo. Agregó uno de los policías uniformados que ellos tuvieron que verlo al
comprobar una denuncia que hizo el obrero de 41 años, Humberto Reyes Sepúlveda, quien fue
atacado por el insano en momentos en que iba con su hijo a cortar leña. De vuelta, pasó al retén para
dar cuenta, y acompañado por los dos policías volvió al lugar del hecho. Al ser sorprendido, el loco
huyó por una de las quebradas, esquivando el disparo de revólver que hizo un carabinero.

Nadie más lo ha visto


Según el jefe del retén, absolutamente nadie más ha visto al misterioso personaje. Se trataría,
en el fondo, de un miedo colectivo que nació de la primera aparición en público del loco, sobre el
cual no se tiene la menor sospecha de dónde pudo haber salido, ya que no se han registrado fugas
desde establecimientos para dementes. El jefe del retén agregó de que para ellos es imposible salir a
buscarlo, salvo que haya otras denuncias concretas, ya que sólo son dos y no pueden dejar
abandonado el cuartel, porque la gente se roba todo lo que encuentra. Precisamente hace algún
tiempo, los cacos se robaron el motor que les daba el agua hacia el edificio.
No he visto a carabineros

4
Yo estoy todos los días trabajando aquí en el camino y no he visto pasar carabineros. Quien
lo asegura es Nazario Gatica, que trabaja para la empresa nacional de telecomunicaciones, ENTEL,
limpiando las zanjas del camino del cerro y cumpliendo otras labores similares. De acuerdo a su
información, y la entregada por los carabineros del retén, quienes dicen que el loco no se ha le ha
visto más, al parecer la prefectura no estima importante capturar al demente. Por una parte, para
apresarlo se necesitaría un gran número de policías, ya que la extensión y muchos caminos del cerro
dan amplias posibilidades para fugarse”13.

Sigue el misterio Hombre-Lobo del Caracol (Diario El Sur, 16 diciembre de 1970)


“La leyenda del hombre-lobo del cerro Caracol se tornó un asunto polémico que divide a los
pobladores y conocedores del popular paseo penquista. Raúl Rodríguez Rojas, cuidador municipal de
los bosques del cerro dijo a El Sur: hace más de quince años que trabajo aquí en el cerro. Lo recorro
de día y de noche, en invierno y en verano y jamás vi al mentado hombre desnudo. Desde niño que
vengo escuchando esas historias. José Melgarejo, el anciano que sirve de guía a las patrullas
policiales en el rastreo del cerro Caracol, expresó: tengo cerca de sesenta años. Nací y viví en el
cerro; conozco a todos los guardabosques que viven detrás del cerro y del mirador alemán, hasta
Hualqui y ninguno de nosotros vio jamás un hombre-lobo. Vimos muchas cosas raras, pero nunca
encontramos a un loco que corriera desnudo por el cerro. Son puras habladurías de la gente. Tanto
conozco el cerro que el año 30 (1930), ya jugaba en la vieja mina que abandonaron los españoles del
tiempo de la colonia. Ni sé lo que explotaban, pero allí, en la cueva que dejaron, unos estudiosos
encontraron unas viejas herramientas en el año 1938, un año antes del terremoto. Esa cueva, que
llegaba casi hasta Pedro de Valdivia se desmoronó y quedó tapada. Cuando se construyó el último
estanque de los filtros del agua potable, los obreros dieron con una parte del túnel, pero nadie se
atrevió a entrar. Hace algunos años venían unos caballeros en la mañana y subían al cerro en
pantalón de baño. Nosotros los esperábamos a la subida y los acompañábamos para cuidarles la ropa
que se sacaban abajo. Recuerdo que venía un señor Palma Lavanderos, don Ramón Freire y el señor
Puentes, uno que recita ahora. Parecían tarzanes como hacían gimnasia a las cinco de la madrugada.
No recuerdo a otros desnudos en el cerro.
Eduardo González, poblador de Agüita de la Perdiz señala: yo no he visto al hombre-lobo y
eso que vivo muchos años aquí arriba. Los chiquillos son los que llegan con esos cuentos, pero si
uno les pregunta mucho se largan a reír porque son cuentos para asustar a la gente y nada más. Los
carabineros que habitan el Retén Caracol dijeron el miércoles en la mañana, cuando se dio por
terminado el recorrido de la patrulla que encabezó el teniente Guido Fernández, quien dijo: es una
invención de la gente y nada más. El otro día vino un joven y encontró a un niño cuidando chivos
13
El Sur, lunes 14 de diciembre de 1970, p. 8.

5
cerca de la laguna. Le hizo desvestir y le tomó unas fotos de lejos. Le hizo pisar el barro y después
les tomó fotos a las huellas y sobre eso inventó una historia. Nosotros no hemos visto jamás al
hombre-lobo por los alrededores.
El caso preocupa a la policía. El prefecto Sergio Landa dispuso la continuación de los
patrullajes para despejar toda duda en torno al caso. Se entrevistó con el médico Augusto Moreno,
del hospital siquiátrico y le solicitó guardara una cama hasta hoy viernes, destinada al hombre-lobo,
si este aparece. El teniente Sergio Arévalo, del grupo de instrucción y de la brigada forestal, que
dispone la práctica de los patrullajes en el cerro se niega a creer en la existencia del hombre-lobo, el
demente que se pasea desnudo por el cerro Caracol: no hay nada que confirme su existencia. De
todos modos, los patrullajes continuarán hasta despejar las dudas” 14.

Ese mismo mes, un domingo 27, se presentaba en el diario los problemas de salud
mental y los proyectos del gobierno en esta materia, por parte de la secretaría del ramo En
esta política de salud mental, aclaró la sub secretaría de salud, la posición del Gobierno
acerca de la política de salud mental, inserta en la política general de salud, incluye los
siguientes aspectos:
a) alcoholismo y consumo excesivo de bebidas alcohólicas; b) problemas de
aprendizaje escolar; c) consumo de drogas en la juventud: d) neurosis y
rehabilitación de enfermedades mentales de evolución prolongada y con
tendencia a hacerse crónica (…) El campo de la salud mental es muy amplio, y
es menester determinar programas con prioridades y especificaciones muy
precisas, adecuadamente financiados, que correspondan a una política integral,
que estén coordinados, y que, por último, encajan en los programas generales de
salud y desarrollo. Se siente en la ciudad una postergación en materia de salud
pública, así declara en esta misma visita el director zonal del servicio nacional
de salud, doctor Eduardo Valdés Castaños el que este lunes rendirá un informe
en Santiago. Frente a los graves problemas en este ámbito Eduardo Valdés
Castaños explicó que la solución única consiste en la construcción de un nuevo
hospital, recalcó15.

14
El Sur, miércoles 16 de diciembre de 1970, p. 9.
15
El Sur, domingo 27 de diciembre de 1970, p. 16.

6
3.- Segunda historia: La envenenadora de la pensión Freire 451 (jueves 8 de julio de 1971)
“Los envenenamientos
Una mujer que envenenó a tres personas, incluso a su hijo adoptivo, utilizó el mismo medio
para suicidarse. El cadáver fue encontrado ayer, a cuatro días del deceso en una lúgubre pieza de la
pensión de calle Freire 451. La envenenadora, Eliana Goldberg Fuentes, de 50 años, se suicidó
ingiriendo la misma substancia con que ultimó a sus víctimas. Falta aún un peritaje del toxicólogo
legista, para determinar el veneno. Eliana Goldberg dio muerte a Olga Musante Drago, de 65 años,
en el año 1966; a Sócrates Augusto Baquedano Vargas, de 29, el día cuatro de julio de 1970 y a su
hijo adoptivo Juan Rioutor, de 20 años, el día cuatro pasados. Es decir, exactamente a un año de su
segundo homicidio. El cadáver de la envenenadora fue descubierto poco después de las 14 horas, en
la pieza que habitaba en la pensión de Freire 451, de propiedad de Osvaldo Barril, quien denunció el
hecho a la policía. Los vecinos extrañaron a la pensionista, a la cual no veían en los últimos cuatro
días. Visitada la pieza, se encontraron con el cadáver y una carta que había dejado la suicida. En ella
clarifica que se suicidó ingiriendo veneno y pide que a nadie se culpe de su muerte.
La muerte de la envenenadora golpeó a la policía, puesto que la brigada de homicidios estaba
en la pista de quien era autora de los tres homicidios. La detención debía registrarse ayer u hoy, pues
dependía de un informe de toxicología, según aseguró Enrique Robles, prefecto de investigaciones.
El historial homicida de Eliana Goldberg comenzó a conocerse con la muerte de Rioutor, a quien la
envenenadora la había declarado como muerte natural. Sin embargo, la policía entró en sospechas y
pidió una autopsia y el correspondiente informe de toxicología. Prueba esta aseveración de la BH
(brigada de homicidios), el hecho de que el cadáver de Rioutor aún se encontraba ayer en el instituto
médico legal de Concepción, donde eran examinados por los peritos Francisco Benh y Mauricio
Gerardino. Comprobado el homicidio por envenenamiento de Rioutor, la brigada de homicidios
prosiguió las pesquisas, estableciendo que la Goldberg era autora, además, de la muerte de Olga
Musante Drago y de Sócrates Augusto Baquedano Vargas. La envenenadora fue calificada como una
mujer que sufría delirio de persecución, en las personas de sus mejores amigos. Tenía evidentes
trastornos mentales, dijo Robles. Para ultimar a sus víctimas utilizaba una substancia tóxica no
conocida. Produce una muerte violenta y rápida, aseguró el jefe policial. La misma substancia utilizó
para suicidarse el sábado pasado. Los homicidios los calculaba fríamente. Era ex enfermera del
hospital clínico regional -según dijo la policía-. Ello le permitía elegir el momento propicio para
hacer ingerir el veneno a sus víctimas. Es decir, cuando estos estaban enfermos y recurrían a ella por
algún medicamento. Al hijo adoptivo lo mató por equivocación. Según se estableció, la víctima era
otra mujer, no identificada. La pócima fatal se la dio a beber a su hijo cuando éste se encontraba
enfermo, al tomar equivocadamente el frasco que la contenía. Esto fue lo que la llevó a matarse -dijo

7
Mayo Baltra, jefa de la brigada de homicidios-. La mató su propia conciencia, puesto que se
estableció que adoraba a Rioutor. De su última víctima se había hecho cargo cuando era aún un niño,
hijo de madre soltera. El dueño de la pensión dijo que era una mujer que vivía aquí desde hace cinco
años. Ya era conocida nuestra, porque vivió también antes del terremoto del sesenta. Se notaba que
no andaba bien de la cabeza. Siempre decía que su marido andaba navegando.
En relación a este hecho, hay tres personas detenidas. No se trata de gente que esté implicada
-dijo Baltra-, sino testigos que son necesarios para configurar el cuadro criminal. No se dieron los
nombres, pero entre ellas habría un pariente. Enrique Robles, por su parte, dijo que el caso requeriría
seguramente la exhumación de los cadáveres de Olga Musante Drago y de Sócrates Augusto
Baquedano. El espectacular caso de Freire 451 fue calificado como el más espeluznante de los
últimos diez años, aquí en Concepción, y sólo comparable con los envenenamientos masivos que
protagonizó una empleada doméstica, que en los anales policiales quedó archivada como El caso de
la Teté”16.

La carta suicida de la envenenadora (sábado 10 de julio de 1971)


“La envenenadora, Eliana Goldberg Fuentes, dio muerte a su primera víctima, Olga Musante
Drago, por hocicona y pérfida, según declara en la carta que dejara luego de suicidarse en la pieza de
la pensión de Calle Freire 451, de esta ciudad. La Goldberg dio muerte a tres personas, incluyendo a
su propio hijo, comenzando su serie de homicidios por envenenamiento con Olga Musante, su amiga
de 65 años. Augusto Sócrates Baquedano y luego su hijo Juan Jerónimo Rioutor Rioutor. El prefecto
de investigaciones de Concepción, Enrique Robles, accedió ayer a contar solamente algunos pasajes
de la misiva dirigida a un medio local, ante quien se excusa por implicarlo en su acción criminal. El
médico certificó la defunción de una de sus víctimas como muerte natural. Por su parte, Mayo Baltra,
jefe de la brigada de homicidios, reveló además que la carta contiene disculpas ante el médico y
luego relata cada uno de los crímenes. Según la carta -dijo Baltra- a Olga Musante la asesinó por
hocicona y pérfida. Dice en la nota que siempre esta mujer la andaba desacreditando y criticando,
por lo cual decidió matarla. A Sócrates Augusto Baquedano, dice que lo ultimó pues perseguía la
orfandad del hijo de éste, que ahora tienen cinco meses de edad. Baquedano es el marido de Doralisa
Italia Osorio, quien era la cuidadora de Juan Jerónimo Rioutor, hijo natural de la asesina. También
intentaba matar a Doralisa Italia Osorio. A esta mujer se refiere como la Ita y otras veces la nombra
Dora. También la quería matar, pues según ella, le había quitado el cariño de Juan Jerónimo y, en
segundo lugar, porque a cambio de ello quería quedarse con la guagua.

16
El Sur, jueves 8 de julio de 1971, p. 5.

8
En la última fase de su serie de crímenes fue descubierta, por cuanto se equivocó de pócima,
dándole el veneno a su propio hijo. La Goldberg utilizaba aguas de tilo envenenadas para ultimar a
sus víctimas. Finalmente, en la carta dice que se suicida ante la consternación que le produjo el haber
dado muerte a su hijo Juan Jerónimo. Termina pidiendo perdón a Dios, que sea sepultada
religiosamente y le deja sus pertenencias a la guagua de Doralisa, con la cual esperaba quedarse a la
muerte de ésta. La mujer no dejó dinero, pues antes de ingerir el veneno, lo quemó junto a otras
pertenecías. El veneno usado aún no está determinado. El Doctor Francisco Behen, médico legista,
dijo que se trata de un veneno enérgico, produce una muerte rápida y la mujer lo administraba una
sola vez. En este momento se analizan medicamentos encontrados en la pieza de la envenenadora. Lo
único sospechoso allí, es un raticida (veneno para ratas).
La autopsia de Eliana Goldberg, se hizo ayer. El peritaje para establecer el veneno usado
quedó en manos del experto en toxicología, Mauricio Jeraldino. Según el doctor Behen, hay muchas
pruebas de laboratorio que hacer aún y no sabemos cuándo habrá resultados. Tenemos claro eso sí,
que las víctimas fueron envenenadas. El prefecto Robles dijo por su parte, que antes del lunes
enviarán los antecedentes a los tribunales de justicia” 17.

El informe toxicológico (miércoles 28 de julio de 1971)


“Identificado el veneno
Especialistas del instituto médico legal de esta ciudad establecieron el tipo de veneno que
Eliana Goldberg utilizó para dar muerte a tres personas, incluyendo a su propio hijo, en el más
espeluznante caso policial registrado aquí en los últimos diez años. La mujer envenenó en un periodo
de casi dos años a Olga Musante, una de sus amigas; a Sócrates Baquedano y a su propio hijo Juan
Jerónimo Rioutor Rioutor, a quien le dio el veneno por equivocación. Posteriormente, la
envenenadora se suicidó. El médico legista de Concepción, doctor Francisco Behen, dijo ayer a El
Sur: terminamos la investigación con el doctor Mauricio Jerardino, pero no puedo adelantar nada a la
prensa. El médico escabulló varias preguntas sobre el caso que tenía caracteres muy misteriosos,
pues a veinte días de encontrar el cadáver de la envenenadora aún no se conocía la substancia que
usó para asesinar a sus víctimas y luego suicidarse. El facultativo señaló enfáticamente que no podía
adelantar nada más a la prensa, porque esto todavía está en estado de sumario. Nosotros entregamos
mañana el informe al juez. Puede preguntarle a él el tipo de veneno, cuando declare abierto el
sumario, recalcó Behen. El Sur preguntó: nos informaron que dado el interés que despertó el
desconocimiento de la clase de veneno usado para este caso, usted tendría una relación para la prensa
sobre la investigación. Se han equivocado a decirle eso. La relación que hemos hecho es para el juez.

17
El Sur, sábado 10 de julio de 1971, p..8.

9
El magistrado que conoce el caso de la envenenadora es Enrique Silva, del primer juzgado
del crimen, quien recibirá hoy tal relación aclarando la fatídica substancia utilizada por Eliana
Goldberg. También se supo extraoficialmente, que el magistrado espera el informe médico legal
sobre el día exacto de la muerte de la envenenadora, la que como se sabe se suicidó en la pieza que
arrendaba en una pensión de Freire 541, presumiblemente el día siete de este mes. Conocido el día
del deceso, es posible que el juez Silva se declare incompetente, ya que a esa fecha estaba de turno el
cuarto juzgado del crimen”18.

En los años venideros, entre esta historia y la que se desenvolverá hasta el año 1977,
con el denominado Homicidio por equivocación, la preocupación por el estado de la salud,
en particular en el ámbito de la psiquiatría, siguió extendiéndose con las íntimas relaciones
que las enfermedades denominadas mentales poseen con la sociedad y sus imperativos de
funcionamiento colectivo. En este sentido, el año 1973, en el mes de diciembre, la situación
nuevamente toma ribetes de alarma. En el diario El Sur19 ese año se publica, por ejemplo, el
urgente llamado del doctor Augusto Moreno Henríquez, médico jefe del Servicio de
siquiatría del hospital clínico regional de Concepción, cuyo encabezado señalaba la espera
por trece años ya de un hospital psiquiátrico para la ciudad.
El diagnóstico de la situación era elocuente en su negatividad, ya que “el número de
enfermos mentales sigue aumentando. La consulta cada vez es mayor y los pacientes
aumentan en un diez por ciento de acuerdo al crecimiento de la población” 20, señalaba el
doctor Moreno. Este aumento patológico se registra con mayor notoriedad en una zona como
la de Concepción, además, ya que “esta posee un importante complejo industrial, con
enormes afluencias de gente, de campesinos a los que les cuesta mucho adaptarse por los
problemas que genera el cambio: casa, abastecimiento, demora para encontrar trabajo”21. Por
ello, en ese entonces y como medio de suavizar el impacto mental de la vida en la ciudad es
que, por lo general, se les recomendaba como método de cura la vuelta a sus medios de
origen, porque la gente que no se adapta cae en depresiones. Sufren de lo que el doctor
Moreno denomina “la depresión de los trasplantados” 22. Se vive, destaca el mismo Moreno,
un “aumento progresivo de las enfermedades mentales, producto de la época en que

18
El Sur, miércoles 28 de julio de 1971, p. 5.
19
El Sur, domingo 22 de julio de 1973, p. 12.
20
El Sur, domingo 22 de julio de 1973, p. 12.
21
El Sur, domingo 22 de julio de 1973, p. 12.
22
El Sur, domingo 22 de julio de 1973, p. 12.

10
vivimos”23, por lo que aparece como mínima e insuficiente la cantidad de medios humanos y
técnicos de que dispone Concepción en su servicio de psiquiatría para brindar atención a
toda esta masa de nuevos ciudadanos de la urbe penquista, más aún si pensamos en el
descubrimiento que los fármacos han significado para la evolución en la terapéutica de la
psiquiatría del presente siglo, trayendo consigo un cambio radical del pronóstico de las
enfermedades mentales y el abandono de las viejas técnicas brutales, como camisas de
fuerza, piezas aisladas, ventanas enrejadas, por todo ello podemos “valorar con mayor
justicia el atraso que implica el no disponer de toda la gama que implica el no disponer de
toda la gama de sicofármacos modernos”24, terminó señalando Moreno.
La situación de precariedad, que está instalada como contexto que anima, permite o
genera las relaciones entre los sujetos, entre ellas también las que destacan por su
desmesura, como las historias que acá se narran, encuentra en El Sur una nueva
constatación, ahora de la alarmante falta de recursos por la que atraviesa el psiquiátrico,
entre otras cosas en su “déficit de camas, ya que requiriéndose 500 para atender las
necesidades de la población desde Talca al sur de país, hay solo 50” 25. Nuevamente es el
doctor Moreno quien salta a la palestra, indicando que el problema más grave es el de los
enfermos mentales agresivos o con antecedentes delictuales u homicidas, a los cuales se
reciben en el psiquiátrico mientras dura el proceso. Una vez sobreseídos por su enfermedad
mental, van a la sección penal del psiquiátrico de Santiago, pero desde hace un tiempo y por
la excesiva población que registran sus instalaciones, desde ese penal se ha vuelto costumbre
devolverlos rápidamente a Concepción. En este sentido, recalca el doctor Moreno (director
del psiquiátrico), que, de sus pacientes actuales, “podría nombrar 30 que son homicidas y
circulan libremente por la ciudad y la zona con el consiguiente peligro para la ciudadanía y
el médico que los ha internado, el que no goza precisamente de sus simpatías” 26. En este
clima de deterioro y precariedad para el trabajo médico, en lo que concierne a las
enfermedades mentales en la ciudad, se debe recurrir a todo lo que permita ayudar en la
difícil y contrariada situación. Esto es así, por ejemplo, con el Centro de amigas de la
psiquiatría, organización benéfica y voluntaria de la ciudad, el que, dentro de la oscuridad

23
El Sur, domingo 22 de julio de 1973, p. 12.
24
El Sur, jueves 11 de diciembre de 1975, p. 2.
25
El Sur, jueves 11 de diciembre de 1975, p. 2.
26
El Sur, jueves 11 de diciembre de 1975, p. 2.

11
del panorama, señala finalmente el doctor Moreno, “ofrecen una luz (…) que nos prestan
una enorme y abnegada ayuda”27.

4.- Tercera historia: El homicidio por equivocación (lunes 11 de abril de 1977).


“Horror en pleno centro
¿Se habrá equivocado tanto el profesor Roberto Eduardo Vera Béniz al extremo de ultimar
de dos certeras puñaladas a María Adela Vera Gutiérrez creyendo que era su esposa? El suceso
ocurrido ayer a las 9:25 horas, aproximadamente, en O’Higgins esquina de Angol, merecerá un
exhaustivo sumario del titular del primer juzgado del crimen, donde comenzará a ventilarse hoy el
proceso al profesor de la escuela básica N°2 (Rengo 65), en el ramo de matemáticas. Vera Béniz (37
años, casado, domiciliado en Camilo Henríquez 265, de esta ciudad), como autor del delito de
homicidio con arma blanca. El drama tuvo gran difusión en diferentes círculos penquistas ayer en la
mañana. Fue el comentario del día.
De acuerdo a los antecedentes reportados por la policía uniformada Roberto Eduardo Vera
Béniz asesinó fríamente a María Adela Vera Gutiérrez (27 años, casada, labores de casa, residente en
calle Roberto Hurtado 51, de la población Desiderio Guzmán, de Penco). La confundió con su mujer
legítima (Tránsito Lilian Gajardo Bustos) por la gran semejanza en el físico. Incluso vestía un
pantalón similar a la presunta víctima. El hombre totalmente descontrolado atacó a la mujer por
detrás, armado de un puñal de caza -hoja de más o menos 20 centímetros de largo y ancho de 3
centímetros- e hirió en el cuello comprometiéndole la carótida y tráquea. Luego el victimario remató
su obra con otra puñalada en la región abdominal. Bastaron pocos segundos. Luego, el homicida
huyó por calle Angol hacia Barros Arana. Cruzó por la galería del cine Regina y salió a Barros
Arana. En forma desconcertante caminó unos pocos metros más y se introdujo a la galería del hotel
El Dorado. Allí quedó, prácticamente, bloqueado. Pasó al salón de ventas de Muebles Mauzer. En el
baño se lavó las manos. Salió de ese local y, presumiblemente, se percató de que era perseguido
porque irrumpió a la oficina de la firma Olivatti, encerrándose en el baño. La versión la entregamos
más debajo de acuerdo al relato de Alejando ‘Cacharro’ Tibaud.

Llegó sin vida


Mientras tanto, María Adela Vera Gutiérrez quedó tendida en el pavimento en medio de un
charco de sangre. A los pocos metros dejó de existir. Cuando llegó la ambulancia ya todo estaba
consumado. A la asistencia pública sólo arribó el cadáver. El deceso fue confirmado por el médico
de turno” (El Sur, 1977, lunes 11 de abril, pág. 2).

27
El Sur, jueves 11 de diciembre de 1975, p. 2.

12
En el siquiátrico fue internado el profesor homicida. Funerales de la víctima, a las 16 horas (martes
12 de abril de 1977)
“El autor del ‘homicidio por equivocación cambió’ ayer en la tarde una celda de la cárcel-
presidio por una sala del hospital siquiátrico de Concepción. La resolución la dictó el titular del
primer juzgado del crimen, Enrique Silva Segura, en cuyo tribunal se inició ayer en la mañana el
correspondiente sumario. Los siquiatras doctores Germán Aguilar Zenteno y Pilar Quiroga
examinaron al homicida en el mismo recinto penal por orden del mismo instructor de la causa.

Sólo algunas horas


Poco más de cuatro horas y minutos permaneció ayer en la cárcel-presidio el profesor
Roberto Eduardo Vera Béniz. El lunes en la mañana había dado muerte con arma blanca a María
Adela Vera Gutiérrez. El trágico acontecimiento se registró en Angol esquina de O´Higgins de esta
ciudad. Todo derivó de una equivocación, según se afirmó posteriormente, debido a que Vera Béniz
tenía sus facultades mentales perturbadas. Sus intenciones eran ultimar a su esposa, Tránsito Lilian
Gajardo Bustos.

Muy bien protegido


El profesor Vera permaneció el lunes en la noche en los calabozos de la primera comisaría
de carabineros. Ayer a las 9 horas la fuerza policial encargada de su traslado al primer juzgado del
crimen adoptó todo tipo de precauciones con el objeto de evitar la acción de periodistas que se
habían apostado frente a la unidad policial. Para tales efectos, el carro celular ingresó a la central de
abastecimiento (salida por San Martín). Por los patios interiores el inculpado fue introducido al
vehículo. Con otros detenidos, en cambio, no se tomaron medidas especiales. Lo hizo por la calle
Salas” (El Sur, 1977, martes 12 de abril, pág. 7).

Este último loco homicidio, provocó de nuevo toda una discusión acerca de la locura
que acontece en la actual sociedad, llegando a provocativas afirmaciones publicadas por El
Sur, en una entrevista realizada a un médico destacado de la ciudad (que por razones
“obvias” no quiso identificarse), y que señaló la probabilidad, de manera tajante desde su
punto de vista afincado en su profesión, de que no exista la persona normal, tanto que,
eventualmente todos podríamos estar locos. Desde el punto de vista médico, no existe la
persona normal. “Lo que ocurre, es que la gente suele ‘frenarse’. Pero, en cualquier instante
se puede dar rienda suelta a la ‘válvula de escape’, en que puede convertirse la mente

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humana”28. Toda esta situación convulsiva, enfatiza, “es debido particularmente a la presión
que el medio social, la sociedad, ejerce sobre el sujeto” 29. Los enfermos mentales son
muchísimos dentro de la población, continua el médico no identificado, por lo cual sería
“imposible tener una parte importante de la población recluida, ya que no habría suficientes
recintos para su contención”30, En este sentido, el médico recordó que en el letrero existente
en el manicomio nacional de Santiago dice, para refrendar esta afirmación: “no son todos los
que están y no están todos los que son”31.
El conocido médico de la ciudad entrevistado luego analizó el caso del Homicidio
por equivocación, cometido por el profesor Roberto Eduardo Vera Béniz, el que se
encontraba en esos momentos internado en el hospital siquiátrico. Sobre él postuló la
susceptibilidad del enfermo mental, pues ellos tienen una realidad vista a través de su siquis
enferma, y como se afirmó con anterioridad, definir lo que es normal y lo que no es normal
en una mente es casi imposible. Todos eventualmente tenemos rasgos anormales. “Uno no
es una línea, sino una franja bastante ancha y en cualquier momento puedo descarrilarse. En
caso de una presión, lo hace con mayor facilidad, presión mental o de cualquier tipo, en
situaciones de violencia, de guerra”32, finalizó concluyendo sus argumentos.
En medio de esta conmoción generada por los hechos dramáticos acontecidos, con el
revuelo con que la prensa lo ha masificado, recurriendo en cada caso a la opinión de la
medicina (psiquiátrica) y a la comunidad penquista en general por los sucesos acaecidos, se
avizora la necesaria solución para ya, de una vez, concretar el sueño de un hospital
siquiátrico para Concepción. El día martes 2 de agosto de 1977, y en relación directa a esta
desfavorable situación, del estado de la salud mental en Concepción, visita la ciudad el
Doctor Edgardo Cruz Mena, subsecretario de salud del gobierno de Chile, el que, en
entrevista con El Sur, señaló con respecto al hospital siquiátrico actual que este “está en
condiciones inferiores a las necesarias para una adecuada atención. Es el único en todo el sur
del país, y esto no puede ser” 33. Ahora bien, la solución puntualiza solamente puede ser a
partir de una idea regional, aunque, “obviamente se tratará de ayudar a nivel de ministerio,

28
El Sur, jueves 14 de abril de 1977, p. 4.
29
El Sur, jueves 14 de abril de 1977, p. 4.
30
El Sur, jueves 14 de abril de 1977, p. 4.
31
El Sur, jueves 14 de abril de 1977, p. 4.
32
El Sur, jueves 14 de abril de 1977, p. 4.
33
El Sur, martes 2 de agosto de 1977, pp. 1 y 16.

14
pero la iniciativa tiene que ser regional”34. Más adelante acotó que: “Por supuesto, no se trata
solamente de hacer un edificio, sino conseguir una solución general con un plan y recursos
existentes. Esto, sin desmerecer que la siquiatría es un problema grave para la parte sur de
nuestro país”35, dijo finalmente el doctor Cruz en su paso por la ciudad.

5.- Palabras de desenlace


Al despedir la década, el día sábado 9 de junio de 1979, se publica una vez más en el
diario El Sur, la necesaria búsqueda de una solución para el soñado hospital psiquiátrico. Se
comunica por el diario que, a comienzos de esta semana, la secretaría regional ministerial de
salud solicitó al director del hospital psiquiátrico de Concepción, doctor Augusto Moreno
Henríquez, un estudio de la situación de infraestructura y del personal de la citada unidad de
atención. La razón de esto, la explicó el mismo doctor Hernán Jeria de Folliot, en esa fecha a
cargo de la secretaría de salud, pues él estaba preocupado de que este problema tuviera una
pronta solución, “porque no se puede seguir funcionando en esta forma. A fin de mes,
después de que esté listo el estudio, vendrá a la región el asesor de salud mental del
ministerio, para que vea la cosa en el terreno mismo” 36. En esa actualidad, el hospital
psiquiátrico funcionaba en el parque Ecuador, entre la Avenida Víctor Lamas con la calle
Serrano, en un terreno municipal, frente a la cárcel pública (actualmente se encuentra un
supermercado Unimarc ubicado en ese sitio). El local -a juicio de los especialistas en salud
mental- tiene deficiencias importantes en lo que respecta a la atención de los pacientes como
en la (in)salubridad existente en el recinto37. Un mes exactamente después, el día lunes 9 de
julio de ese año, se presenta en extenso en El Sur, la urgente necesidad de un centro
psiquiátrico regional, con la “larga e incesante tramitación para un proyecto acorde,
moderno y realista”38, considerado tan necesario para lo que la realidad exige. El doctor Ivar
Hermansen Pereira, presidente del comité de salud de la Gobernación provincial
(entrevistado por el diario), desde hace tres años que junto a colegas especialistas está

34
El Sur, martes 2 de agosto de 1977, pp. 1 y 16.
35
El Sur, martes 2 de agosto de 1977, pp. 1 y 16.
36
El Sur, 1979, sábado 9 de junio de 1979, p. 4.
37
Navarrete, A. (1994): Historia de la psiquiatría penquista. Tesis psiquiatría.
38
El Sur, lunes 9 de julio de 1979, p. 5.

15
empeñado en la tarea de lograr un centro psiquiátrico para las regiones séptima, octava y
novena, dice que “sería el único, de Santiago a Punta Arenas y solo eso lo justifica”39.
Lo ideal consistiría, según el proyecto elaborado, en construir un centro siquiátrico
regional, un centro asistencial especializado que atenderá en forma integral a la población.
Sus objetivos son claros, entre estos se menciona, por ejemplo:
Mejorar las condiciones de salud mental de la población; la capacidad de sus equipos;
contribuir a la formación de especialistas multiprofesionales en este campo; efectuar
investigaciones diversas referidas al tema; contribuir al cambio de actitud de la
población y estimular la participación activa de la comunidad en la rehabilitación del
paciente40.

El programa, es su diseño proyectivo, consta incluso de planes y planos


arquitectónicos. En ellos se indica que el centro requiere de un espacio amplio,
(…) alrededor de 20 hectáreas, que permita la edificación de un centro asistencial
moderno y con posibilidades de reacondicionamiento futuro. Debe ubicarse cerca de
núcleos urbanos, como una manera de facilitar la integración del paciente recuperado a
la sociedad. Lo constituirán pabellones de uno o dos pisos, agrupados en áreas que
faciliten el desplazamiento y circulación de los pacientes y su atención oportuna y
eficiente. Existirá un área destinada a consulta externa, atención de urgencia, servicios
de colaboración diagnóstica, pabellones de rehabilitación y hospitalización diurna.
Otras áreas destinadas a la atención cerrada, conformada por el pabellón de
hospitalización, tratamiento intensivo, pabellones de servicios generales, pabellones de
hospitalización y cuidados intensivos, área docente y social. Las diferentes unidades
estarán rodeadas de áreas verdes y espacios destinados a la horticultura, con tránsito
planificado41.

Este sería el panorama ideal, la concretización de un proyecto largamente anhelado por


médicos especialistas y otros profesionales que han trabajado sin descanso y sin desmayo
para lograr su materialización. Mientras tanto, en el cine Regina de la ciudad se proyecta la

39
El Sur, lunes 9 de julio de 1979, p. 5.
40
El Sur, lunes 9 de julio de 1979, p. 5.
41
El Sur, lunes 9 de julio de 1979, p. 5.

16
película que hace dos años causa impacto en Concepción, del director Stanley Kramer 42, en
rotativo de las 14:30 a las 24:00 horas: el mundo está loco, loco, loco, loco.

42
Stanley Kramer (1913-2001) fue un director y productor estadounidense. Su trabajo fue reconocido con el
premio en memoria de Irving G. Thalberg en 1961.

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