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1
Epicuro, frag. 374 en John Hospers, An Introduction to Philosophical Analysis, Psychology Press, Londres, 1997, 310.
Traducción: Ignacio Garay.
2
Paul Henri Thiry, barón de Holbach, El cristianismo desvelado, cap. IV, p. 42. en
https://omegalfa.es/downloadfile.php?file=libros/el.cristianismo.desvelado.pdf .
3
Tomás de Aquino, Suma Teológica, I, q. 2, a. 3, Club de Lectores, Buenos Aires, 1944.
4
John Mackie, “Evil and Omnipotence”, Mind 64, 1955, 200-212; 200.
Texto 5: Fiodor Dostoiewski: El sufrimiento de los inocentes:
“Toda la sabiduría del mundo es insuficiente para pagar las lágrimas de los niños. No hablo de los
dolores morales de los adultos, porque los adultos han saboreado el fruto prohibido. ¡Que el diablo
se los lleve! ¡Pero los niños…! (…) Comprendo la solidaridad entre el pecado y el castigo, pero ésta
no puede aplicarse a un niño inocente. Que éste sea culpable de las faltas de sus padres es una
cuestión que no pertenece a nuestro mundo y que yo no comprendo. El malintencionado afirmará
que los niños irán creciendo y llegarán a la edad de los pecados, pero el chiquillo que murió
destrozado por los perros no tuvo tiempo de crecer… (…) «Los verdugos padecerán en el
infierno», me dirás. ¿Pero qué valor puede tener este castigo, cuando los niños han tenido también
su infierno?”5.
Texto 6: Fiodor Dostoiewski: Contra el argumento del mal como parte de la armonía universal:
“No quiero que mi cuerpo, con sus sufrimientos y sus faltas, sirva tan sólo para contribuir a la
armonía futura en beneficio de no sé quién. Quiero ver con mis propios ojos a la cierva durmiendo
junto al león, a la víctima besando a su verdugo. Sobre este deseo reposan todas las religiones, y yo
tengo fe. Quiero estar presente cuando todos se enteren del porqué de las cosas. ¿Pero qué papel
tienen en todo esto los niños? No puedo resolver esta cuestión. Todos han de contribuir con su
sufrimiento a la armonía eterna, ¿pero por qué han de participar en ello los niños? No se
comprende por qué también ellos han de padecer para cooperar al logro de esa armonía, por qué
han de servir de material para prepararla. (…) Comprendo cómo se estremecerá el universo
cuando el cielo y la tierra se unan en un grito de alegría, cuando todo lo que vive o haya vivido
exclame: “¡Tienes razón, Señor! ¡Se nos han revelado tus caminos!”; cuando el verdugo, la madre y
el niño se abracen y digan con lágrimas en los ojos: “¡Tienes razón, Señor!” Sin duda entonces se
hará la luz y todo se explicará. Lo malo es que yo no puedo admitir semejante solución. (…) Ahora
que puedo, me niego a aceptar esta armonía superior. Opino que vale menos que una lágrima de
niño, una lágrima de esa pobre criatura que se golpeaba el pecho y rogaba a Dios en su rincón
infecto. (…) Por otra parte, ¿qué armonía es esa que requiere el infierno? Yo deseo el perdón, el
beso universal, la supresión del dolor. Y si el tormento de los niños ha de contribuir al conjunto de
los dolores necesarios para la adquisición de la verdad, afirmo con plena convicción que tal verdad
no vale un precio tan alto. (…) Mi amor a la humanidad me impide desear esa armonía. Prefiero
conservar mis dolores y mi indignación no rescatados, ¡aunque me equivoque! Además, se ha
enrarecido la armonía eterna. Cuesta demasiado la entrada. Prefiero devolver la mía. Como
hombre honrado, estoy dispuesto a devolverla inmediatamente”6.
5
Fiodor Dostoiewski, Los hermanos Karamazov, Ed. Juventud, Barcelona, 2009, 234-243
6
Ibidem.
7
Sam Harris, Un manifiesto ateo, https://laicismo.org/data/docs/archivo_399.pdf.
Texto 8: La objeción en silogismo condicional
“- Si hay un Dios con poder y bondad infinitos, entonces no hay mal.
- Pero hay mal.
- Entonces, no hay un Dios con poder y bondad infinitos”8.
8
Trent Dougherty y Jerry Walls, “Arguments from Evil” en The Routledge Companion to Theism, editado por Charles
Taliaferro, V. S. Harrison, S. Goetz, 369-382; 379. 2013, New York y London: Routledge.
9
Tomás de Aquino, Suma contra Gentiles, III, BAC, Madrid, 1952.
10
Clive Lewis, El mero cristianismo, Rialp, Madrid, 2009, 56.
todas estas cosas, aunque no sin disputa, son, sin embargo, tan aproximadamente ciertas que una
filosofía que las niega no puede abrigar esperanzas de subsistencia. Sólo en la armazón de estas
verdades, sólo sobre las firmes bases de una inflexible desesperanza, desde ahora en adelante
podrá construirse con seguridad el habitáculo del alma... (…) Breve e impotente es la vida humana.
Lenta y segura, la condenación cae inexorable y atroz sobre la especie. Ciega para el bien y para el
mal, indiferente ante la destrucción, la materia omnipotente sigue su curso, implacable. Al hombre,
condenado hoy a perder a su ser más querido, condenado a pasar él mismo por la puerta de la
muerte, sólo le es permitido abrigar, antes de que caiga el golpe, los elevados pensamientos que
ennoblecen su efímera existencia; desdeñando los cobardes terrores del esclavo del Destino,
venerar el altar que sus propias manos han construido; inflexible ante el imperio del azar,
conservar el espíritu libre de la caprichosa tiranía que gobierna su vida exterior; desafiando
orgullosamente las irresistibles fuerzas que toleran por un momento su conocimiento y su
condenación, sostener a solas, cual Atlas cansado e inflexible, el mundo plasmado por sus propios
ideales a pesar de la marcha destructora de la fuerza inconsciente”11.
11
Bertrand Russell, El culto de un hombre libre, en: Misticismo y Lógica y otros ensayos, Buenos Aires, Paidós, 1975,
60 y ss.
12
Michel Onfray, Tratado de ateología. Física de la metafísica, Ed. de la Flor, Buenos Aires, 2008,
90-93.
¿Cómo es posible que exista el mal, si hay un Dios bueno, sabio y todopoderoso? ¿Cómo puede un
ser tal permitir los horrores que cotidianamente experimentamos en el mundo? En esta entrada se
analizarán estas preguntas en sus diferentes formulaciones y variantes. Se expondrán también
algunas de las principales alternativas de solución propuestas a lo largo de la historia de la
filosofía, haciendo una valoración crítica de cada una de ellas. Por razones de brevedad y de
relevancia en el debate actual, se dará una cierta preeminencia (aunque no exclusividad) a los
planteamientos del problema y las soluciones provenientes de la tradición de la filosofía analítica.
Contenido
1 Formulación del problema
o 1.1 El problema lógico del mal o argumento “global”
o 1.2 El problema evidencial del mal o argumento “local”
2 Respuestas al problema del mal
o 2.1 La devaluación de los atributos divinos
2.1.1 Devaluación de la omnipotencia
2.1.2 Devaluación de la bondad
o 2.2 Respuestas al problema del mal desde el teísmo clásico
2.2.1 Teodicea y defensa
2.2.2 La teodicea optimista
2.2.3 Defensa del libre arbitrio
2.2.4 La defensa del libre arbitrio expandida
2.2.5 El teísmo escéptico
3 Argumentos teístas a partir del mal
o 3.1 La definición de “mal” y sus implicaciones
o 3.2 La permisión del mal
4 Bibliografía
5 Cómo Citar
6 Derechos de autor
1. Formulación del problema ↑
La formulación más antigua del problema del mal de la que se tiene noticia es la que Lactancio
atribuye a Epicuro, y está formulada a modo de un pseudo-cuatrilema: “O bien Dios quiere
suprimir los males y no puede, o bien puede y no quiere, o bien ni puede ni quiere, o bien quiere y
puede; si quiere y no puede, entonces no es omnipotente, lo cual es impropio de Dios; si puede y
no quiere, entonces no es bueno, lo cual tampoco conviene a Dios; si no puede ni quiere, entonces
no es ni omnipotente ni bueno, con lo cual no es Dios; finalmente, si puede y quiere, ¿de dónde
procede el mal?” (Lactantius 1844, 120B-121A). Según Rovira (2009, 123), no se trata de un
auténtico cuatrilema, porque mientras las tres primeras alternativas conducen a una contradicción
entre la misma noción de Dios y la existencia del mal, la cuarta deja abierta la posibilidad de evitar
esa contradicción, a condición de que se encuentre una plausible explicación al origen del mal.
Otra formulación clásica del problema es la presentada por Boecio: “Si Dios existe, ¿de dónde
provienen los males? Por otra parte, ¿de dónde proceden los bienes, si Dios no existe?” (Boethius
1984, 9). En este caso, la creencia en la existencia de Dios y en la no existencia de Dios se
presentan prima facie en igualdad de condiciones frente a evidencia de la existencia del mal, por
estar este contrabalanceado por la existencia del bien, que reclama un origen causal.
Ninguna de estas formulaciones clásicas apunta inequívocamente a la conclusión de la no
existencia de Dios. No obstante, el problema del mal es presentado con mucha frecuencia como el
principal argumento a favor del ateísmo. Conviene entonces analizar el problema en su
formulación expresamente ateísta. Las formulaciones del problema que intentan concluir la no
existencia de Dios a partir de la no existencia del mal pueden clasificarse según dos criterios
diferentes.
Según que intenten establecer su conclusión de manera apodíctica o, por el contrario, de manera
meramente probable, los argumentos ateístas a partir del mal pueden ser “deductivos” o
“inductivos”. Son “deductivos” aquellos argumentos que pretenden probar que la existencia de
Dios es absolutamente incompatible con la existencia del mal, sea del mal tomado en general, sea
considerando algún tipo de mal en particular. A su vez, son “inductivos” aquellos argumentos
que, aunque admiten que la existencia del mal no elimina por completo la posibilidad de la
existencia de Dios, afirman que la existencia del mal aporta mayor evidencia en contra de la
existencia de Dios que a favor de su existencia.
Por otra parte, si se toma como criterio de clasificación de los argumentos ateístas a partir del mal
el que tomen como punto de partida la existencia del mal en general o la existencia de algún tipo o
especie de mal en particular, encontramos por un lado el llamado “problema lógico del mal”, y por
otro el llamado “problema evidencial del mal”. Como se verá, esta clasificación se solapa de algún
modo con la anterior, pero, dado que esta última es más difundida y aceptada, se adoptará aquí
como criterio de exposición.
13
Echavarría, Agustín.2018."El problema del mal". En Diccionario Interdisciplinar Austral, editado por Claudia E.
Vanney, Ignacio Silva y Juan F. Franck. URL=http://dia.austral.edu.ar/El_problema_del_mal.
14
Boecio, La consolación de la filosofía, Ediciones Perdidas, retamar, 2005, 156.
15
Boecio, La consolación de la filosofía, Ediciones Perdidas, retamar, 2005, 167.
Texto 17: Boecio: Respuesta al argumento de la incompatibilidad entre la omnisciencia divina y
la libertad humana 2.
“Puedes modificar tu resolución; pero como la Providencia en su certidumbre eternamente
presente sabe que tú tienes esta facultad, prevé también si tú vas a hacer uso de ella y en qué
sentido; por lo cual te es imposible esquivar la divina presciencia, como tampoco te es posible huir
de las miradas del que actualmente te está viendo, si bien es tu libre voluntad la que te dirige en
las diferentes acciones que ejecutas”16.
16
Boecio, La consolación de la filosofía, Ediciones Perdidas, retamar, 2005, 174.
17
Jacques Maritain, Significación del ateísmo contemporáneo, 3-4 en
http://www.jacquesmaritain.com/pdf/12_FyR/09_FR_Atei.pdf.
18
Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra, Nogal, Madrid, 1986, 268.
libertad que os enseña Zaratusta. ¡Lejos de mí el cansancio de los que ya no quieren, no valoran, ni
crean! También en el conocer siento tan sólo el placer de mi voluntad de crear y de devenir, y si mi
conocimiento es inocente, es porque en él hay voluntad de crear. Esta voluntad me ha alejado de
Dios y de los dioses. ¿Qué iba yo a poder crear si hubiera dioses?”19
(2a) Si hay un Dios personal insuperablemente grande, entonces hay un Dios personal que es
insuperablemente amoroso.
(2b) Si hay un Dios personal que es insuperablemente amoroso, entonces para cada persona H y
todo tiempo t, si H es capaz de relacionarse personalmente con Dios en t, está al alcance del poder
de H en t el hacerlo (i.e., querer hacerlo, con sólo elegirlo), a menos que H esté culpablemente en
una posición contraria en t.
(2c) Para cada persona humana H y todo tiempo t, H tiene en su poder en t el relacionarse
personalmente con Dios, sólo si H cree que Dios existe en t.
19
Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra, Nogal, Madrid, 1986, 104-105.
20
John L. Schellenberg, “Divine Hiddenness and Human Philosophy”, in Green and Stump (eds.), 2016, Hidden
Divinity and Religious Belief: New Perspectives, New York: Cambridge University Press; 13–32; 23.
(2d) Por consiguiente, si existiera un Dios insuperablemente grande, entonces para cada persona
H y todo tiempo t, si H es capaz de relacionarse personalmente con Dios en t, H cree en t que Dios
existe, al menos que H esté culpablemente en una posición contraria en t.
Reformulación:
(4) Necesariamente, si Dios existe, entonces él ama perfectamente a cuantas personas finitas haya.
(5) Necesariamente, si Dios ama perfectamente a cuantas personas finitas haya, entonces, para
cada persona finita S y todo tiempo t, Dios está en t abierto a una relación consciente,
positivamente significativa y reciproca con S en t.
(6) Necesariamente, si para cada persona finita capaz S y todo tiempo t, Dios está en t abierto a
estar en una relación consciente, positivamente significativa y recíproca con S en t, entonces, para
cada persona finita capaz S y todo tiempo t, no se da el caso de que S en t se encuentre, sin
resistencia por su parte, en un estado de no creencia en relación con la proposición ‘Dios existe’.
(7) Hay al menos una persona finita capaz S y un tiempo t tal que S está o estuvo en t, sin
resistencia por su parte, en un estado de no creencia en relación con la proposición ‘Dios existe’.
(8) Por consiguiente, no se da el caso de que Dios exista”21.
21
Ibidem.
22
Sebastián Faure, Doce pruebas de la inexistencia de Dios, en
https://memoriasyminutos.files.wordpress.com/2009/06/doce-pruebas-de-la-inexistencia-de-
dios-sebastian-faure.pdf (consulta julio 2018)
–puesto que son intrínsecamente viciosos–, sino a los rabinos, curas, papas, obispos, pastores,
imanes y con ellos a sus fieles, a todos sus fieles –y son muchos…– practicar el bien, sobresalir en
la virtud, predicar con el ejemplo y demostrarle al perverso sin Dios que la moralidad se encuentra
de su lado: que respetan punto por punto los Diez Mandamientos y obedecen los mandatos de los
suras elegidos, y por lo tanto no mienten ni saquean, no roban ni violan, no levantan falsos
testimonios ni matan –mucho menos fomentan atentados terroristas contra Manhattan o
expediciones punitivas en la franja de Gaza y no ocultan las prácticas de sus curas pedófilos–.
¡Veríamos, entonces, que sus comportamientos impecables y ejemplares serían capaces de
convertir a los fieles a su alrededor! En lugar de eso…”23.
23
Michel Onfray, Tratado de ateología. Física de la metafísica, Ed. de la Flor, Buenos Aires, 2008, 66-67.
24
Augusto Comte-Sponville, El alma del ateísmo, Paidós, Buenos Aires, 2009, 89.
Texto 27: Comte: Demasiado bueno para ser real
“Estoy a favor de Dios, como la mayoría de la gente, quiero decir que preferiría que existiese; pero
esto no es una razón suficiente para creer en él, e incluso es una muy fuerte para negarse a hacerlo.
(…) Precisamente es esto lo que hace sospechosa a la religión: ¡es demasiado bella, como suele
decirse, para ser cierta! (…) Dios es demasiado deseable para ser verdad; y la religión, demasiado
reconfortante para ser creíble”25.
Texto 30:
Francisco Conesa, “El nuevo ateísmo: exposición y análisis”, en Scripta Theologica, Vol. 43,
Número 3Pamplona, 2011, 547-592.
Lecturas complementarias:
Roldán J. P., El Nuevo Ateísmo y el problema del mal ¿Un discurso racional acerca del mal?, conferencia
pronunciada en el VII Congresso Brasileiro de Filosofia da Religião en la Universidad Pontificia
Católica de San Pablo. São Paulo en octubre 2017. Disponible en
https://www.academia.edu/36574588/El_Nuevo_Ate%C3%ADsmo_y_el_problema_del_mal_Un
_discurso_racional_acerca_del_mal (consulta agosto julio 2018).
25
Augusto Comte-Sponville, El alma del ateísmo, Paidós, Buenos Aires, 2009, 133-135
26
Ludwig Feuerbach, La esencia del cristianismo, Editorial Claridad, Buenos Aires, 1941, 134.
27
Karl Marx, Crítica de la Filosofía del Estado de Hegel, Editorial Biblioteca Nueva, Madrid, 2010, 3-4.