Los mayos o yoremes son un grupo étnico indígena que
habita en el sur del estado mexicano de Sonora (Valle del Mayo) y el norte de Sinaloa (Valle del Fuerte), en una región costera ubicada entre los ríos Mayo y Fuerte. • Aun cuando las expediciones de los españoles hacia el noroeste tuvieron lugar desde inicios del periodo colonial, su establecimiento permanente en estas tierras sólo ocurrió hasta finales del siglo XVI, cuando se establecieron en el norte de Sinaloa, y a principios del XVII, cuando se asentaron en el sur de Sonora. Los primeros colonizadores fueron principalmente los jesuitas, quienes influyeron en la organización política, económica, territorial y religiosa de los grupos nativos de esta región. • A partir de 1767 con la expulsión de los jesuitas de territorio de la Nueva España, comienza un periodo de expansión de población no indígena hacia territorio mayo, debido al interés que despertaron las grandes planicies costeras para el desarrollo de la agricultura extensiva, iniciándose un largo periodo de lucha entre los indígenas por conservar su territorio ancestral y los impulsores de la colonización de la zona que comprendía los valles de los ríos Mayo y Fuerte. Esta lucha se prolongó hasta finales del siglo XIX, momento en que las tierras pasaron a manos de los hacendados, impactando en el debilitamiento de su cultura. • Los mayos tuvieron una importante participación en los movimientos revolucionarios al lado de Álvaro Obregón, originario de Huatabampo, pero sin lograr satisfacer sus demandas de restitución de tierras. Y sólo más tarde, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, logran una restitución fragmentada de sus tierras bajo el sistema de ejidos, ya que la dotación incluyó a población no indígena avecindada en los poblados mayos, originando un nuevo tipo de relaciones sociales y de asimilación cultural. • Las principales celebraciones religiosas son la semana santa, las fiestas patronales, cuya función principal es consolidar las complejas redes sociales tejidas en el territorio mayo, así como mantener vigente su identidad étnica.
Otras celebraciones son velación de imágenes de santos,
fallecimiento de una persona, el cumplimiento de una semana o un año del fallecimiento y el Día de Muertos. • La fiesta de os maios se celebra entre finales de abril y principios de mayo, aunque el ciclo se desarrolla hasta el mismo comienzo del verano en la noche de San Juan. En la mayoría de las localidades se celebra el 1 de mayo, si bien en Orense lo hacen el día 3, día de la Santa Cruz , que en la tradición cristiana representa el árbol del que proviene la vida, la salud y la resurrección, según dice el introito a la celebración de la misa en ese día.1
• En su manifestación más habitual, la fiesta consiste en realizar
diversas representaciones alrededor de un árbol o escultura, llamada maio o mayo, consistente en una armazón o esqueleto de palos o tablas de forma cónica o piramidal, recubierto de tela metálica o arpillera, que se cubre de mofo, hinojo o hierba. El armazón se construye sobre una plataforma que, a modo de camilla, permitía transportar el mayo por las calles del lugar. Sobre esta estructura se dibujan distintos motivos con flores, hojas, hinojo, helechos, bugallos, frutos o mismo huevos, como materiales más habituales. La cumbre se remata o «corona» con una cruz. Hoy, la imaginación popular también construye mayos con las figuras más variadas: puentes, hórreos, cruceros, casas, animales, figuras humanas etc. En localidades costeras, como Marín, se hacen también con forma de barco. • La celebración de las fiestas de mayo es común en muchas otras partes de España y Europa, donde existen variantes similares de la misma festividad. Su origen está necesariamente vinculado a la manipulación de la naturaleza por parte del ser humano; en este sentido, bien puede remontarse al periodo magdaleniense, momento en que surgen los primeros rituales asociados con la recolección, bien al neolítico, con la consolidación de la agricultura y el sedentarismo.
• Los orígenes de las festividades actuales se remontan a las
manifestaciones específicas de las civilizaciones romanas y prerromanas y La festividad celta de Beltane marcaba el inicio del verano pastoral cuando las rebaños de ganado eran llevados hacia los pastos de verano y las tierras de pasto de las montañas. De ahí la adoración de los fenómenos terrenales: tierra, mar y aire. Una de las principales actividades de la festividad consistía en encender antorchas en las montañas y colinas con rituales y significados políticos.3 La tradición estuvo presente en Roma, entre el culto a multitud de dioses. Los romanos también asimilaron esta tradición mayumea en honra de la llegada de la primavera y de las primeras flores del año, el día que corresponde con el actual primero de mayo. Y todo poblado romano tenía además de los dioses oficiales los propios autóctonos. En Hispania se adoraba la diosa Bona Dé, que no era otra que la diosa de la fertilidad Maia o Fauna en la mitología romana, con la que se celebraba la llegada de la primavera en unas fiestas que recibían el nombre de Floralia