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Este documento describe el contexto histórico y literario que llevó a la consagración de la literatura nacional en Argentina a fines del siglo XIX. Señala que la llegada masiva de inmigrantes y la expansión de la educación pública buscaban forjar una identidad nacional. En este contexto, Leopoldo Lugones emergió como el principal canonizador de la literatura argentina al promover el Martín Fierro de José Hernández como la obra que mejor representaba las raíces auténticas del país frente a la influencia extranjera.
Este documento describe el contexto histórico y literario que llevó a la consagración de la literatura nacional en Argentina a fines del siglo XIX. Señala que la llegada masiva de inmigrantes y la expansión de la educación pública buscaban forjar una identidad nacional. En este contexto, Leopoldo Lugones emergió como el principal canonizador de la literatura argentina al promover el Martín Fierro de José Hernández como la obra que mejor representaba las raíces auténticas del país frente a la influencia extranjera.
Este documento describe el contexto histórico y literario que llevó a la consagración de la literatura nacional en Argentina a fines del siglo XIX. Señala que la llegada masiva de inmigrantes y la expansión de la educación pública buscaban forjar una identidad nacional. En este contexto, Leopoldo Lugones emergió como el principal canonizador de la literatura argentina al promover el Martín Fierro de José Hernández como la obra que mejor representaba las raíces auténticas del país frente a la influencia extranjera.
PROFESOR: RAMIREZ, ROLANDO JAVIER CURSO: 5° INFORMÁTICA APELLIDO Y NOMBRE: DUCROT JUAN CRUZ
Tema: LA CREACIÓN DE LA LITERATURA NACIONAL
LA FIGURA DE LEOPOLDO LUGONES
Los procesos de modernización en el territorio latinoamericanos son muy notables, y
estas ideas constituyeron avances muy significativos sobre todo en la vida política, cultural y literaria. Estos acontecimientos se gestaron de manera disímil en los casos particulares de Buenos Aires y Lima a finales del siglo XIX, ya sea debido al fenómeno inmigratorio y ampliación educacional, y del mercado editorial que vivió Argentina y en el caso de Perú el surgimiento de una clase social media y el poder del formato folletín como trasmisión cultural. En el caso particular de Argentina, las postrimerías del siglo trajeron consigo la llegada de gran cantidad de inmigrantes provenientes de Europa, y esto sin dudas, convirtió, especialmente a Buenos Aires en un crisol cultural e idiomático. En este contexto, se produjeron importantes avances con respecto a la educación, que tenía un alcance universal mediante la Ley 1420 donde el estado asumió garantizar la educación básica, laica y gratuita: el principal objetivo de este hecho fue “argentinizar” a las masas. En otras palabras, se buscó forjar una identidad nacional sobre los hijos de los inmigrantes. Este hecho fue casi exclusivo de nuestro país, a diferencia del caso de peruano. Así pues, la ampliación de la educación pública trascenderá en la formación y masificación de un público lector, y gestará de algún modo a los consumidores de cultura. El peso del estado en la Argentina fue muy fuerte, aparte de la universalización de la escuela primaria como instrumento de saber y control, también se promovió la expansión de bibliotecas, diarios y revistas como lo señala Pelegrino. Este contexto fue absolutamente fértil para el crecimiento de un mercado editorial proveniente del viejo continente que se fortaleció y permitió un contacto más estrecho y de intercambio cultural entre Argentina y España. Tener un público instruido en materia cultural incentiva a la vez a las producciones literarias propias y aquí también es importante remarcar el posicionamiento económico de algunas familias en el país, que sin dudas influyen en sostener este sistema de bienes culturales, como ser la literatura, el teatro, museos. El fenómeno modernizador también trajo consigo molestias porque se constituye como un arma de doble filo. El ideario de una sociedad más justa e igualitaria y con el acceso generalizado a la educación apuntará la queja de los intelectuales de elite que se sienten amenazados por su propio discurso. Por lo tanto, en sus producciones artísticas apuntarán contra estas molestias y reafirmarán el cambio de rumbo que implica trazar fronteras sociales. El foco está puesto en la amenaza que representa para el orden social los inmigrantes que vinieron del Europa que contaminan y no son adecuados para el proyecto de la modernidad. Estos malestares se manifiestan sin dudas en las producciones literarias que denuncian la contaminación de la sociedad argentina. Por eso la novela tiene un fuerte sesgo racial, y encuentra en la literatura naturalista su expresión. Lo auténticamente argentino ya no está en Buenos Aires, que ha perdido su aura por culpa de inmigración descontrolada, sino en el interior, y por tal razón, se exaltan las características de lo autóctono y se pone de manifiesto el peligro que representan lo impuro. Los acontecimientos sociales que marcaron el entresiglo en la Argentina propiciarán la conformación de un nuevo tipo de intelectual que se personifica en los jóvenes provenientes de ámbitos emergentes. Sin lugar a dudas, estos nuevos escritores buscan posicionarse en el sistema literario, que tenía como centro al modernismo. En este contexto es importante destacar a Leopoldo Lugones, tal vez el mayor representante de esta clase intelectual nueva. El acercamiento de Lugones al campo intelectual se dio de manera muy moderada y lenta, sus orígenes no están en Buenos Aires sino el interior del país. No obstante, la llegada a la capital fue crucial en el paulatino ascenso del autor, su acercamiento a lo político significó una apertura notable. Uno de los grandes momentos en su carrera profesional fue su vinculación con la “bohemia” literaria reunida en el Ateneo, cuya figura central es el poeta nicaragüense Rubén Darío, quien, desde su posición de poeta consagrado, celebra y elogia los escritos de Lugones y le da un lugar en la literatura. En paralelo a esto, su labor de periodista le posibilita entrar en contacto con diferentes personalidades conocidas quienes le brindarán el empujón que necesita para coronarse en prototipo de intelectual. Y es desde aquí, donde señala Laera que el periodismo es un espacio donde construir su figura de moderno, y tantear sus “estrategias de intervención pública” que lo acerca más adelante con el poder político. En esta línea, uno de las primeras manifestaciones se evidencia en los “artículos de propaganda” divulgados en el diario “El Tiempo”, que manifiestan una marca de indocilidad del poeta, además con otras publicaciones “anarco- socialista La Montaña” que las realiza junto a José Ingenieros. Ya hacia fines del siglo XIX pública textos ficcionales y poesía en sintonía con sus trabajos periodísticos, sin embrago, a inicios del nuevo siglo sus producciones se diferencian de esta vía discursiva para explorar el ensayo. Sin dudas, el trabajo de Leopoldo Lugones en la prensa favoreció su acercamiento a la política y de la mano del roquismo, se aseguró la posición y reconocimiento oficial en la carrera de escritor profesional. Sin embargo, la intervención de Lugones no se circunscribe solamente a lo literario porque en su concepción de elite interviene en asuntos sociales, culturas y políticos vigentes. Además, su posición de escritor oficial lo lleva a plantear la construcción de una nación y lo hace desde la literatura. Este hecho en particular, tiene lugar en el Centenario de la Revolución de Mayo, y ante la necesidad de la construcción del mito fundacional, del pasado heroico, Leopoldo Lugones ve en el Martín Fierro de José Hernández la configuración épica para marcar lo auténticamente nacional, y lo contrapone con los inmigrantes europeos. La elite argentina no comulgaba con la oleada inmigrante del territorio, y, por lo tanto, necesitaba imponer un mito fundacional. Es por eso que el laureado poeta erige en el gaucho lo auténticamente nacional, la identidad argentina, y de esta forma acompaña a la edificación de nación. El gaucho es presentado entonces como el habitante auténtico del territorio frente al forastero que no sabe ni siquiera hablar el idioma. Leopoldo Lugones logra el encargo oficial, y es el canonizador indiscutible del sistema literario argentino, porque tiene el apoyo total del estado, es la voz estatal que determina y organiza la vida cultural argentina. El camino que realizó Lugones para posicionarse en ese pedestal fue paulatino pero seguro, desde sus inicios beneficiado por un mecenazgo privado que fomenta el arte como lujo. Su desempeño en el periodismo posibilitó luego que se convirtiera en el escritor oficial del estado.
Bibliografía
- LAERA, Alejandra (2006). “Padrinos, mecenas y patrones: Leopoldo Lugones en la arena de
entresiglos”. En: Alfredo RUBIONE (dir.) La crisis de las formas. Noé JITRIK (dir.). His-toria crítica de la literatura argentina. Volumen 5. Buenos Aires: Emecé. - LUGONES, Leopoldo (2012 [1916]). “Martín Fierro es un poema épico”. El payador. Prólogo de Edgardo DOBRY. Buenos Aires: Eudeba. Consignas 1. ¿Quién es el gran canonizador de la literatura argentina? Explique su figura.
- El gran canonizador de la literatura argentina es Leopoldo Lugones. Este poeta,
narrador, periodista, no solo hizo un gran trabajo como productor literario, sino también como el principal aportador para consolidar la identidad social que, en ese entonces, se estaba difuminando entre los inmigrantes. Es por esto, que Leopoldo pasa de ser una persona sin más, a ser una figura para el pueblo argentino, ya que trata de volver a darle una identidad fuerte, visualizada y respetable a nuestras raíces argentinas.
2. Desarrolle el contexto histórico de la consagración de la LITERATURA NACIONAL, en
ese sentido, explique las razones que llevaron la consagración del Martín Fierro. - La consagración de la literatura nacional en Argentina se produjo a fines del siglo XIX con la llegada de una gran cantidad de inmigrantes europeos y la ampliación de la educación pública mediante la Ley 1420. El objetivo era “argentinizar” a las masas y forjar una identidad nacional sobre los hijos de los inmigrantes. El peso del estado en Argentina fue muy fuerte y promovió la expansión de bibliotecas, diarios y revistas teñidas de las raíces argentinas. Este contexto fue absolutamente fértil para el crecimiento de un mercado editorial que se fortaleció y permitió un contacto más estrecho y de intercambio cultural. El Martín Fierro fue consagrado como obra nacional —y más representativa de este movimiento— por su reflejo de las características autóctonas de la cultura gauchesca, representando una voz propia de la literatura argentina luego de un tiempo siendo tapada.