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Colegio Técnico y Centro de Entrenamiento Vocacional de Villarrica

Trabajo Grupal de castellano

Orígenes de la Literatura
Castellana.
Primeras Manifestaciones literarias del Paraguay
Independiente. Características, obras y representantes.

Integrantes Grupo – 6

María José Acosta.


Ronald Britez.
Elva Boggino.
Miguel Martínez.
Mercedes Oviedo.

1° curso BTI
2023
Introducción:
En este trabajo indagaremos acerca del origen de la Literatura Paraguaya y
las distintas manifestaciones literarias del Paraguay independiente, sus
características, obras y representantes con el fin de adquirir conocimientos de
vital importancia en el desarrollo de la historia de nuestro país. Este trabajo
nos presenta una perspectiva del proceso e integración de la cultura Guaraní
dentro de la literatura. Asimismo como parte de un modelo de cultura
bilingüe, sigue atravesando un proceso de transición hacia la completa
aceptación de su valor y aporte a la identidad nacional.

ORIGENES DE LA LITERATURA PARAGUAYA


La literatura paraguaya es una de las más desconocidas de Hispanoamérica, ha
estado oculta por varios siglos. Unos escritores pusieron talento y dedicación a
sus escritos como: Josefina Pla, Gabriel Casaccia, Elvio Romero, Rubén
Bareiro Saquier y Augusto Roa Bastos y gracias a esto se fue conociendo
detalles desconocidos de una historia rica en cultura y naturaleza
incomparables. Incluso las historias de la literatura hispanoamericana no
incluyen a autores nacidos con posterioridad a 1940. Su desconocimiento no
implica, sin embargo, que no exista un corpus de obras que, por distintos
motivos, no han trascendido fuera de las fronteras del país guaraní.
El siglo XIX es un campo yermo en la creación literaria paraguaya. La férrea
censura de la dictadura del Dr. Francia eliminó la práctica literaria. Solo se
conocen hasta la fecha algunos autores dedicados fundamentalmente a la
poesía, como Natalicio Talavera, y algunos hitos literarios aislados, como la
creación de la revista La Aurora. La agravante de la Guerra de la Triple
Alianza supuso la interrupción de esas incipientes actividades literarias. Así,
con el país dedicado a su reconstrucción durante el último cuarto del siglo
decimonoveno, las primeras producciones paraguayas importantes aparecerían
en pleno siglo XX. La primera novela escrita por un paraguayo se llamó
"Viaje Nocturno de Gualberto o las Reflexiones de un Ausente", escrita por el
Coronel Juan Crisóstomo Centurión, publicada en Nueva York en 1877.
Durante este siglo, la práctica de la literatura se incrementa paulatinamente
hasta el punto de lograr su máximo exponente en los poetas de la Generación
del 40. Entre ellos se encuentra Augusto Roa Bastos, el escritor más universal
del país. Con él, a partir de 1960, aparecen progresivamente más obras, y en la
década de los ochenta, por primera vez, un conjunto de editoriales
estabilizadas que favorecerán la publicación de nuevos autores. Desde finales
de los ochenta, se aprecia el aumento notable de la producción narrativa,
frente al escasísimo número de obras de este género publicadas hasta
entonces.
LA LITERATURA ANTES DE LA CONQUISTA Y EN LA ÉPOCA
COLONIAL

Literatura antes de la conquista (Precolombina Guaraní).


Muchas son las leyendas guaraníes que enriquecen el acervo folklórico-
cultural de las regiones de las cuencas litoraleñas del Paraguay y el Paraná.
Estas culturas son riquísimas en su producción de historias y músicas que
explican las cosas que les rodean, y en la preservación de las tradiciones
ancestrales.
La lengua Guaraní tradicionalmente fue ágrafa (no tenía escritura) pero tenía
en su expresión oral una estructura gramatical propia. El idioma que
desarrollaron los guaraníes era el tupí -guaraní, perteneciente o relativo a una
familia lingüística y cultural. Sus lenguas principales son el tupi y el guaraní.
El Tupi se habla sobre todo en el Paraguay, Bolivia, Brasil y Argentina. El
guaraní era la lengua más extendida en toda la región amazónica y es el
segundo idioma oficial del Paraguay. Ayvu Rapyta (El fundamento de la
Palabra), conocido hacia el año 50, es considerado el más importante texto
mítico de los indígenas guaraní como el Popol Vuh de los Mayas. Los poetas
de esta época más reconocidos fueron: Félix Fernández, Emiliano R.
Fernández, Teodoro S. Mongelós, Darío Gómez Serrato y Carlos Miguel
Jiménez.

La Literatura en la Época Colonial.


Menéndez Pelayo negó que el Paraguay tuviera historia literaria. Su error
consistió en atribuir a la Argentina, y solamente a la Argentina, mucho de lo
que con igual o mayor derecho pertenece también a la historia literaria del
Paraguay. En efecto, el primer poeta del Río de la Plata no sólo fue vecino de
la recién fundada Asunción, sino que parece haber escrito en Asunción, y no
en Buenos Aires, las famosas coplas de pie quebrado consideradas como la
primera obra poética del Cono Sur.
Pertenece a la historia literaria del Paraguay el clérigo Martín del Barco
Centenera (1544-1605) nacido en Gressa, Trujillo, que llegó al Río dé la Plata
en 1573 con la armada del Adelantado Ortiz de Zárate. Este arcediano de la
Catedral de Asunción, que compuso el largo poema de veintiocho cantos en
octavas reales titulado La Argentina (Lisboa, 1602), fue el primer cantor de la
ciudad de su arcedianato.
El coplero anónimo elogia entre las virtudes de Cárdenas la pobreza del
franciscano, opuesta a la actitud mundana y dominadora de los jesuitas. Por su
parte el obispo, nombrado gobernador en 1649 por voto popular, expulsó a sus
enemigos de la Provincia y su gobierno no fue precisamente el de un santo,
aunque no se le puede negar que fuera el de "el varón más singular" de su
tiempo. Nacido en 1578, este vehemente franciscano que acaudilló a los
"comuneros" y proclamó que "la voz del pueblo era la voz de Dios", fue dos
veces desterrado de la Provincia. Murió a los 110 años de edad. El pueblo
lamentó su segundo destierro. Una copla anónima asegura que hasta la
Naturaleza estuvo de duelo cuando, vencido por sus poderosos enemigos, lo
expulsaron del Paraguay para siempre.
El panameño José de Antequera y Castro (1690-1731), líder de la Revolución
de los Comuneros del Paraguay, proclamando en la entonces provincia "Padre
de la Patria", fue el ídolo del pueblo durante aquella lucha colonial que duró
casi veinte años (1717-1735). Al frente del ejército comunero venció en la
batalla de Tebicuary a las fuerzas del gobernador de Buenos Aires el 12 de
agosto de 1724. Antes de morir ajusticiado en Lima, escribió un soneto, el
único del siglo XVIII paraguayo. No es un poema de mérito sobresaliente
porque el discreteo en que incurre el autor acerca del sentido del tiempo -
palabra ésta diecisiete veces repetida en los catorce versos- sacrifica la
expresión más íntima del poeta condenado a muerte.
A los jesuitas debe el Paraguay una vasta labor historiográfica. La
historiografía paraguaya, civil y militar en sus comienzos asume carácter
religioso en la obra de los misioneros. La primera crónica de la fundación de
las misiones se debe al P. Antonio Ruiz de Montoya, nacido en Lima en 1585
y muerto en la misma ciudad en 1652. La conquista espiritual, publicada en
Madrid en 1639, relata los trabajos de la Compañía de Jesús desde los
primeros días de la gran empresa civilizadora. Como Montoya fue Superior de
las Misiones y más tarde Procurador de la Provincia y vivió entre los indios
durante más de veinte años siendo protagonista importante de la conquista
espiritual, su obra se funda en documentos que fácilmente pudo consultar y en
recuerdos personales, de valor único porque conocía mejor que nadie la lengua
e idiosincrasia de los indígenas.
En efecto, el Tesoro de la Lengua Guaraní no es sólo un diccionario sino un
verdadero tratado de etnografía. La primera edición apareció en Madrid en
1639.
Efraím Cardozo en su Historiografía paraguaya estudia un gran número de
obras históricas coloniales sobre el Paraguay debidas a una veintena de
autores. Entre éstos hay figuras tan importantes como las de Félix de Azara y
Juan Francisco de Aguirre.
Contrasta la riqueza de esta literatura histórica con la extrema pobreza de la de
pura creación. Y es que ya en los siglos coloniales, como después de a
independencia y de ya bien entrado el siglo XX, el Paraguay ha sido,
intelectualmente, más un país de historiadores que de poetas, dramaturgos y
narradores de ficción.
El último siglo colonial, por otra parte, es el de la Revolución de los
Comuneros, cuyas consecuencias fueron desastrosas para el desenvolvimiento
de la cultura. La clase dirigente de la provincia rebelde pereció en los
combates o en el cadalso o languideció durante largo tiempo en los calabozos.
Casi veinte años de contiendas civiles apartaron a los colonos de toda
actividad que no fuera la política. Tras la derrota comunera, las represiones
virreinales y el aplastamiento moral de la Provincia prolongaron el marasmo
intelectual.
El Cabildo de Asunción pugnó por dar impulso a la cultura. Esta, en su
opinión, debía desarrollarse en su nivel más alto para formar una élite
inspiradora surgida del seno de la lejana provincia en su aislamiento
mediterráneo. De aquí que, en 1780, a medio siglo del desastre comunero,
trazara un plan bien meditado para la fundación de una universidad. El virrey
alegó carencia de fondos para llevar a cabo este plan. Y entonces no faltó un
colono rico que se ofreciera a dotar la universidad tan vivamente anhelada por
la provincia. Pero si los hombres de Asunción lograron persuadir a la Corona
de España y al Papa Clemente XII, el virrey de Buenos Aires siguió obstinado
en su negativa. Esta negativa no se fundaba precisamente en razones de
carácter financiero. En efecto, fundado el virreinato del Río de la Plata en
1777 y establecida su capital en Buenos Aires, esta ciudad, que aún no tenía
universidad, no quería que Asunción se le anticipara.
Y transcurrió más de un siglo antes que el Paraguay pudiera al fin realizar su
viejo anhelo: en 1889 Asunción, a veinte años del saqueo de los vencedores de
la Triple Alianza, satisfizo la secular aspiración del Cabildo y de los
prohombres coloniales.

PRIMERAS MANIFESTACIONES LITERARIAS DEL PARAGUAY


INDEPENDIENTE.

El aislamiento histórico del Paraguay ha impedido que conozcamos la mayor


parte de sus obras literarias. Y si bastante ignoradas resultan las del siglo XX,
no lo son menos las del XIX, y, en concreto, sus manifestaciones románticas.
De hecho, Emilio Carilla cita sólo a dos paraguayos, que, si bien son
exponentes de ideas románticas, no son creadores literarios: el dictador
Francia y Juan A. Gelly. Ambos presentan notables diferencias: mientras
Gelly participó en el movimiento intelectual bonaerense del 37, Francia, aun
conociendo las ideas europeas del momento, no puede ser vinculado a la
literatura, sencillamente porque no la ejerció. Más aún, su férrea censura
impidió el desarrollo de las letras en Paraguay, hecho que se convirtió en una
de las causas de sus tantas veces mentados anacronismo y aislamiento. Habrá
que esperar al gobierno de Carlos Antonio López (1842-1862) para asistir al
nacimiento de una generación de escritores que intenten sincronizar las letras
paraguayas con las del ámbito del Río de la Plata. Uno de los acontecimientos
históricos acaecidos durante su mandato fue decisivo para la aparición de los
primeros escritores paraguayos desde la independencia: la introducción de la
primera imprenta civil. Los intentos de Carlos Antonio López por desarrollar
el país se sostenían en la imprenta, como signo de progreso nacional. Entonces
surgieron las primeras publicaciones periódicas del Paraguay independiente.
Desde la creación de la Imprenta Nacional en 1845, se editó el primer
periódico en la historia del Paraguay, El Paraguayo Independiente, y al año
siguiente la revista El Semanario. Otra cuestión a tratar sería el que esta única
imprenta, utilizada con prioridad por el poder político para su beneficio
propagandístico, porque ambas publicaciones divulgaban continuamente las
proclamas apologéticas de la política de López y del nacionalismo paraguayo
xenófobo con los países vecinos. Además de la imprenta, López creó las
primeras instituciones pedagógicas y culturales desde la independencia, y en
ellas se forjó el Romanticismo en el Paraguay. Fundó la Academia Literaria en
1842, y en 1854, contrató para ejercer labores docentes a Ildefonso A.
Bermejo (1820-1892), maestro español de Cádiz. Bermejo permaneció en
Paraguay hasta 1863. En 1953 comenzó a dirigir El Semanario, y tres años
después, creó el Aula de Filosofía. Fue el hombre de la cultura oficial
paraguaya, y López respondía con su contratación a la necesidad de importar
las formas culturales europeas, para empujar al Paraguay hacia el progreso
civilizador y el racionalismo. De las actividades que Bermejo impulsó durante
los años de su estancia en Paraguay, destaca para la literatura la fundación y
dirección de la revista La Aurora. Se publicó entre el 1 de octubre de 1860 y
julio o agosto de 18619, y en ella encontramos los primigenios testimonios
literarios del Paraguay desde la independencia. De hecho, para Raúl Amaral,
su importancia radica en que "representa el punto de partida del romanticismo
paraguayo". La revista, además de ser portavoz de una generación, suplía la
carencia de empresas editoriales. Sus redactores eran jóvenes alumnos del
Aula de Filosofía que dirigía Bermejo; ninguno de ellos salvo el propio
Bermejo y algún colaborador esporádico- superaba los veinticinco años, de ahí
el carácter juvenil por ingenuo y optimista que tienen buena parte de sus
creaciones". Algunos redactores o colaboradores de la revista fueron las
primeras grandes figuras del romanticismo paraguayo: Mariano del Rosario
Aguilar, Gumersindo Benítez, José Mateo Collar y, especialmente, Natalicio
de María Talavera.

Características de la literatura Paraguaya


Por lo general, predomina el ensayo histórico, y en la escasa producción
narrativa prevalece las corrientes romántico- nacionalista de exaltación del
pasado y de afirmación de los valores espirituales del pueblo paraguayo,
heroico, sobreviviente de la catástrofe de la guerra de la Triple Alianza (1864-
1870)

Obras más destacadas del Paraguay


 El dolor paraguayo (ensayos, 1909), de Rafael Barrett.
 Ceniza redimida (poesía, 1950), de Hérib Campos Cervera.
 La Llaga (novela, 1963), de Gabriel Cassaccia.
 Ojo por diente (cuentos, 1971), de Rubén Bareiro Saguier.
 Angola y otros cuentos (cuentos, 1984), de Helio Vera.
 Cuentos, microcuentos y anticuentos (cuentos, 1987) de Mario Halley
Mora.
 Poesías completas (poesía, 1996) Josefina Plá
 Memorias de la Guerra del Paraguay (narrativa histórica, 2011), de
Augusto Roa Bastos.

Representantes de la literatura Paraguaya


Julio correa: Nació el 30 de Agosto de 1890. Vivía en la ciudad de
Luque, donde permaneció hasta su último minuto de vida. Fue
perseguido, apresado y luego exiliado. No solo se dedicaba a escribir,
también fue actor y director de teatro. Murió el 14 de julio de 1953.
Hérib Campos Cervera: Vino al mundo en marzo de 1905 y murió en
Buenos Aires el 28 de agosto de 1953. Fue radicado en el Paraguay
desde 1906, en sus inicios escribió poemas bajo el seudónimo de
Alfonso Monteverde, pero después de 1923 utilizó su propio nombre.
Josefina Plá: Una mujer con agallas y mucho talento. Fue una
destacada poetisa, dramaturga, narradora, ensayista, ceramista, crítica
de arte y periodista, representante de la Generación del 40, la
generación de mayor destaque dentro de la poesía paraguaya. Escribió
‘’Los treinta mil ausentes’’ en memoria de los soldados compatriotas
que murieron en la batalla de la Guerra del Chaco.
Gabriel Casaccia: De Areguà, nació en abril de 1907 y falleció en
Argentina en noviembre de 1980. Gran escritor Paraguayo, cuentista,
novelista, dramaturgo y periodista. Estudió Derecho en la Universidad
Nacional de Asunción, pero luego trabajó como periodista. Lo
consideran el fundador de la narrativa paraguaya contemporánea.
Augusto Roa Bastos: Fue uno de los grandes narradores
latinoamericanos contemporáneos. Pero no solo fue un narrador,
también se destacó como periodista, poeta, ensayista, guionista
cinematográfico y dramaturgo. Fue testigo de la revolución de 1928,
trabajó como voluntario en el servicio de enfermería durante la etapa
final de la guerra del Chaco, y sin afiliarse a ningún partido político, se
puso de lado de las clases oprimidas de su país.

CONCLUSION
En conclusión, creemos poder afirmar, en base a las
investigaciones y observaciones realizadas a lo largo de este
trabajo, que la literatura Paraguaya fue y sigue siendo una
parte fundamental para el desarrollo cultural e histórico de
nuestro país, representando por medio de esta: nuestra historia,
cultura y tradiciones.
Anexos

Antaño Casa de los Gobernadores


Ahí habitó y murió Gaspar Rodríguez de Francia.
Foto quitada en el año 1897.

Josefina Pla Dr. Francia


Augusto Roa Bastos

Las restantes están compuestas por un


Indígena Tupi-Guaraní centenar de proverbios expresados.
Orígenes del teatro medieval. El teatro
nació en los templos cristianos.

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