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UNIVERSIDAD NACIONAL DE CORDOBA
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
LICENCIATURA EN SOCIOLOGÍA Y EN CIENCIA POLÍTICA - CIC
FUNDAMENTACION
Esta materia se propone analizar y discutir los principales problemas de la historia argentina en el
período que abarca desde 1880 hasta la crisis del 2001. A la luz de los estudios teóricos e
históricos de los últimos años, se examinará la articulación de los diferentes procesos que
conformaron la sociedad argentina (política, social, económica y cultural) como así también las
modalidades de inserción de la Argentina en el contexto internacional.
Desde una clave analítica que intenta dilucidar los cambios y continuidades de la historia
argentina, la materia se estructura sobre cuatro ejes principales: a) La conformación de los actores
sociales, económicos y políticos, b) Las transformaciones del Estado y su relación con la sociedad
civil; c) Las políticas económicas y su inserción en el mercado mundial; d) El funcionamiento del
sistema político, modalidades de participación y representación. Estos ejes cruzan todo el
programa que se divide en cinco unidades, cuyo recorte temporal está definido en torno a nudos
problemáticos que resultan claves en los períodos históricos establecidos.
La selección y organización de los contenidos se abordan desde la misma lógica de temas-
problemas y que tienen como objetivo plantear a los alumnos de las Licenciaturas en Sociología y
Ciencia Política una serie de interrogantes que les permita pensar la historia como una ciencia
interdisciplinaria, que se construye y reconstruye permanentemente en diálogo con las otras
ciencias sociales. Desde este nivel analítico, la materia pretende brindar a los alumnos, futuros
docentes e investigadores, las herramientas conceptuales necesarias para desarrollar una actitud
crítica y reflexiva frente a las diferentes interpretaciones teóricas y políticas de la producción
historiográfica argentina.
De todo lo anterior pueden desprenderse los siguientes
OBJETIVOS GENERALES
CONTENIDOS A DESARROLLAR
UNIDAD DE APERTURA
Objetivos específicos:
Contenidos:
UNIDAD I:
EL DESARROLLO DEL MODELO AGRO-EXPORTADOR Y LA CONSTRUCCIÓN DEL ORDEN
OLIGARQUICO. LAS CONSECUENCIAS SOCIALES DE LA MODERNIZACION (1880-1930).
Objetivos Específicos:
Contenidos:
- La conflictiva construcción de un orden y la organización del Estado nacional. El
funcionamiento del sistema político antes de la ley Sáenz Peña: orden y dominación
oligárquica. La revolución del ´90 y el surgimiento de los partidos políticos. Las formas
de mediación entre sociedad civil y Estado. La construcción de la ciudadanía. Los
objetivos de la reforma electoral de 1912. El radicalismo en el poder: prácticas
políticas y conflictos institucionales. El sistema de partidos hasta 1930.
- Las características del desarrollo agro-exportador y las condiciones de la
infraestructura para la expansión: tierra, capitales y mano de obra. La inversión de
capitales extranjeros en los sectores dinámicos de la economía. Las regiones extra
pampeanas y sus condiciones de crecimiento. La expansión del mercado interno. El
crecimiento industrial ligado a la producción agro-exportadora.
- El mercado de trabajo urbano y rural. Los cambios en la estructura social y la
emergencia de nuevos actores. El Estado y la “emergencia” de la cuestión social. Las
organizaciones sindicales. El Estado, entre la coerción y la mediación. Cambios y
continuidades con las presidencias radicales.
UNIDAD II:
LA CRISIS DEL LIBERALISMO Y LA CONFORMACION DE LA MATRIZ ESTADO CENTRICA. EL
PERONISMO Y EL ESTADO DE COMPROMISO SOCIAL (1930-1955).
Objetivos específicos:
Contenidos:
- La política después del golpe. La crisis del consenso liberal. La restauración socio-política
conservadora. El “fraude patriótico”, la abstención radical y las nuevas formas de la
dominación oligárquica. El golpe del GOU y la llegada de Perón al poder: el 17 de octubre
de 1945. Los debates en torno a los orígenes del peronismo. Estructura y dinámica del
régimen político peronista. Las configuraciones de la oposición peronista. El conflicto con
la Iglesia y con las FFAA.
- El impacto de la Gran Depresión (1929-1933). La dinámica económica entre 1930-1943:
crisis del modelo agroexportador y el comienzo del proceso de industrialización por
sustitución de importaciones. El intervencionismo estatal y de regulación de la
producción. El Pacto de Londres (Roca-Runciman). La política económica del peronismo:
economía mercado internista y redistribución de ingresos. Expansión del rol
empresarial del Estado. Las limitaciones del modelo de sustitución de importaciones .
- Cambios y continuidades en la estructura social en los años treinta. La extensión del
bienestar social durante el peronismo. La regulación de las relaciones laborales:
estructura organizativa de los trabajadores, convenios colectivos y Ley de Asociaciones
Profesionales.
- Los imaginarios presentes en el discurso y simbología peronista. El conflicto cultural. El
desarrollo de los medios masivos de comunicación y su incidencia en las representaciones
colectivas.
UNIDAD III:
INESTABILIDAD INSTITUCIONAL, DESARROLLISMO Y EL PROYECTO DEL ESTADO
BUROCRATICO-AUTORITARIO. MOVILIZACIÓN SOCIAL Y RADICALIZACIÓN POLITICA.
1955-1973.
Objetivos específicos:
Contenidos:
UNIDAD IV
EL TERCER GOBIERNO PERONISTA. 1973-1976
VIOLENCIA POLITICA, CONFLICTOS SOCIALES Y CRISIS DEL PROGRAMA REFORMISTA
Objetivos específicos:
Contenidos:
UNIDAD V
EL TERRORISMO DE ESTADO Y LA IMPLANTACION
DEL MODELO ECONOMICO NEO-LIBERAL. 1976-1983
Objetivos específicos:
- Analizar el golpe de estado de 1976 como resultado de una lógica de funcionamiento del
sistema político.
- Caracterizar el “Terrorismo de Estado” y sus efectos sobre la sociedad.
- Identificar las principales características del proyecto de reestructuración económica
basado en la valorización financiera.
- Visualizar las transformaciones en la estructura social, fundamentalmente las vinculadas
a la relación capital- trabajo.
- Reconocer el papel de los actores opositores, en especial, el surgimiento del movimiento
por los Derechos Humanos.
Contenidos:
UNIDAD VI
LA RECONSTRUCCION DE LA DEMOCRACIA EN EL MARCO DE LA HEGEMONIA NEOLIBERAL
1983-2001
Objetivos específicos:
Contenidos:
METODOLOGIA:
La materia se dictará a través de clases teóricas y de clases prácticas. Las primeras estarán a cargo
de lxs Profesorxs Adjuntxs, y las segundas de las Profesorxs Asistentes. Las clases teóricas tienen
una duración de 4 (cuatro) horas semanales y las clases prácticas de 2 (dos) horas semanales. Las
responsabilidades de los integrantes de la cátedra se distribuyen de la siguiente manera:
- En las clases teóricas se trabajará sobre los ejes principales del programa, esto es, la constitución
de actores sociales y sus formas de articulación en el espacio público, las transformaciones de las
identidades colectivas, el funcionamiento del sistema político y las particularidades de las políticas
estatales en los diferentes momentos. Se intentará también aproximarse a las condiciones
"materiales" de producción de los fenómenos sociales, a las representaciones que de las mismas
se hicieron los actores, y los discursos sobre la realidad que emergieron en las de distintas zonas
de la cultura.
- En las clases prácticas el interés se centrará en analizar cuatros acontecimientos históricos que
irrumpieron en la vida política y social de la argentina y tuvieron efectos en la redefinición de las
relaciones de poder, en tanto implicaron realineamientos de grupos políticos, surgimiento de
nuevos actores sociales y significaron la irrupción de nuevos discursos, demandas y repertorios de
confrontación. Con el propósito de analizar estos acontecimientos en clave interdisciplinaria,
cruzando la sociología, la ciencia política y la historia, los casos a revisar son: 1) La Cuestión Social
a principios del Siglo XX, 2) el 17 de Octubre de 1945, 3) el 29 de mayo de 1969 y el Cordobazo;
4) los sucesos del 20 y 21 de diciembre del 2001. Se pretende analizar en profundidad las
condiciones que habilitaron tales acontecimientos, el significado que los mismos tuvieron en la
política y la sociedad argentina, y los efectos en el corto y largo plazo. La idea que subyace en esta
selección es pensar estos hechos como parte de un proceso histórico que marcaron hiatos o
bisagras y a partir de los cuales analizar las rupturas y las continuidades.
Las condiciones para cursar la materia se regirá por el Régimen de Enseñanza de la FCS Resolución
del HCS Nº 1748/2017.
- Aprobar 2 (dos) parciales con un promedio mínimo de 7 (siete) puntos, siempre y cuando
se hubiera obtenido nota mínima de 6 (seis). Podrá recuperar un parcial cuando habiendo
aprobado uno de los dos parciales no haya alcanzado la nota de 7 puntos.
- Aprobar 1 (uno) de un mínimo de 3 (tres) trabajos prácticos evaluables con un mínimo de
7 (siete) puntos.
- Aprobación de un coloquio integrador oral con, por lo menos, 7 puntos ( El Coloquio se
realizará en la fecha programada por la cátedra y/o en el primer turno de examen
posterior a la finalización de la asignatura. Si el/la estudiante no se presentase a la
instancia integradora o no alcanzara el puntaje mínimo de 7 –siete- puntos, pasará a la
condición de regular).
- Aprobar DOS PARCIALES con, por lo menos, 4 puntos, pudiendo recuperar sólo uno de
ellos El recuperatorio será tomado después del segundo parcial y se evaluarán los temas
correspondientes al examen reprobado o en el que hubieren estado ausentes.
- Aprobar con 4 puntos UN TRABAJO PRÁCTICO sobre un total de tres prácticos
evaluables.
Evaluación exámenes
Para el Coloquio Promoción Indirecta: El coloquio para los que obtuvieron la Promoción
Indirecta se rinde de forma oral. Les estudiantes deberán preparar y desarrollar un tema del
programa. Como requisito: deberán abordarlo desde el análisis de, al menos, 2 autores y
relacionarlo con algunas de las dimensiones analíticas trabajadas en la materia: económicas,
sociales o políticas.
Regulares: Los exámenes para estudiantes regulares se rinden en forma oral. Los estudiantes
deberán preparar y desarrollar un tema del programa. Como requisito: deberán abordarlo
desde el análisis de, al menos, 2 autores y relacionarlo con algunas de las dimensiones
analíticas trabajadas en la materia: económicas, sociales o políticas. Se harán preguntas
generales sobre el programa.
Libres: El examen para la condición de libres está estipulado en el Régimen de Enseñanza de la FCS
(Resol. HCS N° 1748/2017). Se rinde escrito y oral sobre la base del último programa vigente con
su bibliografía obligatoria (No incluye la bibliografía de los prácticos). Son tres preguntas de
desarrollo y si el escrito es aprobado, se pasa a la instancia del oral.
BIBLIOGRAFIA OBLIGATORIA
(Se recomienda la lectura en el orden en que están enumerados los textos)
UNIDAD DE APERTURA
UNIDAD I
- LOBATO, Mirta “Estado, gobierno y política en el régimen conservador” en Lobato Mirta,
El progreso, la modernización y sus límites (1880-1916) Colección Nueva Historia
Argentina T. V., Buenos Aires, Sudamericana 2000, pp.179-208.
- GERCHUNOFF, Pablo y LLACH, Lucas. El ciclo de la ilusión y el desencanto. Un siglo de
políticas económicas argentinas. Buenos Aires, Editorial Planeta, 2.000. Cap. I.
- DEL CAMPO, Hugo. "Sindicatos, partidos obreros y Estado en Argentina". En: Ansaldi, W y
Moreno, J.L. Estado y sociedad en el pensamiento nacional. Buenos Aires, Cántaro,
1989.pp. 235-262.
- ANSALDI Waldo “La trunca transición del régimen oligárquico al régimen
democrático”, en Falcón, Ricardo (dirección de tomo), Democracia, conflicto social y
renovación de ideas, Colección Nueva historia argentina, Tomo VI, Buenos Aires,
Editorial Sudamericana, 2000, pp. 15-57.
UNIDAD II
- DE PRIVITELLIO Luciano “La vida política” En: CATARUZZA Alejandro Argentina mirando
hacia adentro. Colección América Latina en la historia contemporánea. T. IV. Madrid,
Fundación MAPFRE, 2012 pp 39-90.
- BELLINI, Claudio y KOROL, Juan Carlos. Historia económica de la Argentina en el siglo XX,
Buenos Aires, Editorial Siglo XXI, 2012. Cap.2 y Cap. 3, págs. 67-154.
- DOYON Louise “La formación del sindicalismo peronista”, en TORRE, Juan Carlos (comp.)
Los años peronistas (1943-1955), Colección Nueva Historia Argentina T. VIII, Buenos Aires,
Sudamericana 2002.
- TORRE Juan Carlos y PASTORIZA, Elisa “La democratización del bienestar”, en TORRE, Juan
Carlos (Comp.) Los años peronistas (1943-1955), Colección Nueva Historia Argentina T.
VIII, Buenos Aires, Sudamericana 2002. pp. 259-312.
UNIDAD III
Unidad IV
- DE RIZ, Liliana La política en suspenso 1966/1976. Buenos Aires, Paidós, Cap- II, desde
pág. 108-126 y Cap. III, págs.127-181.
- CALVEIRO, Pilar: Política y/o violencia. Una aproximación a la guerrilla de los años 70,
Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2005, pp. 97-142
- FRANCO, Marina, Un enemigo para la nación. Orden interno, violencia y “subversión”,
1973-1976, Buenos Aires, FCE, 2012, Primera Parte, pp.59-63 y 129--167.
UNIDAD V
- QUIROGA Hugo “El tiempo del proceso”. En SURIANO, Juan Dictadura y democracia
(1976-2001). Colección Nueva Historia Argentina, T. X. Buenos Aires, Sudamericana, 2005
pp. 33-86.
- AGUILA, Gabriela: “La represión en la historia reciente argentina: fases, dispositivos y
dinámicas regionales” en Águila, Gabriela y Alonso, Luciano (Coord.) (2013): Procesos
represivos y actitudes sociales. Entre la España franquista y las dictaduras del Cono Sur,
Buenos Aires, Editorial Prometeo, Págs.97-121.
- AZPIAZU, Daniel y SCHORR, Martín, Hecho en Argentina. Industria y economía, 1976-
2007, Buenos Aires, Editorial Siglo XXI, pp. 19-38 y 71-78.
- CRENZEL, Emilio: “Enfrentando el retroceso. Justicia, verdad y memoria en la Argentina
reciente”, en AGUILA, Gabriela, LUCIANI, Laura, SEMINARA, Luciana y VIANO, Cristina
(comps), La Historia reciente en argentina. Balances de una historiografía pionera en
América Latina, Buenos Aires, Editorial Imago Mundi, 2018, pp.129-150.
UNIDAD VI
- ORTIZ, Ricardo y SCHORR, Martín. "La economía política del gobierno de Alfonsín:
creciente subordinación al poder económico durante la 'década perdida'". En
PUCCIARELLI, Alfredo (Coord.), Los años de Alfonsín. ¿El poder de la democracia o la
democracia del poder?, Buenos Aires, Siglo XXI, 2006. Pp.291-333.
- SIDICARO, Ricardo. Los tres peronismos. Buenos Aires: Editorial Siglo XXI, 2003. Cap.4,
desde pág.161-189.
- SCHNEIDER, Alejandro: “Del alfonsinismo al kirchnerismo: el movimiento obrero bajo
la democracia (1983-2012), en AAVV: Observatorio Latinoamericano 12, Dossier
Argentina: 30 años de democracia, Universidad de Buenos Aires, Instituto de Estudios
de América Latina y el Caribe, Buenos Aires, 2013. Pp.222-233.
- CRENZEL, Emilio: “Enfrentando el retroceso. Justicia, verdad y memoria en la Argentina
reciente”, en AGUILA, Gabriela, LUCIANI, Laura, SEMINARA, Luciana y VIANO, Cristina
(comps), La Historia reciente en argentina. Balances de una historiografía pionera en
América Latina, Buenos Aires, Editorial Imago Mundi, 2018, pp.129-150.
- PUCCIARELLI, Alfredo y CASTELLANI, Ana (coord.) Los años de la Alianza. La crisis del
orden neoliberal, Buenos Aires, Editorial Siglo XXI, 2014. Introducción, pp.13-30.
TRABAJO PRÁCTICO Nº 1. La cuestión social a principios del Siglo XX. (NO EVALUABLE)
- SURIANO, Juan (2001). "La cuestión social y el complejo proceso de construcción inicial de
las políticas sociales en la Argentina moderna" en Ciclos, Año XI, Vol. XI, N° 21, 1er
semestre de 2001, pp. 123-147.
- LOBATO, Mirta (2000). "Entre la protección y la exclusión. Discurso maternal y protección
de la mujer obrera, Argentina, 1890-1934" en SURIANO, Juan (comp.), La cuestión social
en argentina, 1870-1943, Buenos Aires: La Colmena, pp. 245-275.
TRABAJO PRÁCTICO N° 4. La crisis del 2001. (EVALUABLE, escrito y oral, en grupo, no más de
cinco estudiantes.)
- GORDILLO, Mónica (2011), "Las temporalidades del 2001", Estudios. Revista del Centro
de Estudios Avanzados, Nº 26, julio- diciembre 2011, págs. 25 - 41.
- SVAMPA, Maristella (2005). La sociedad excluyente. Buenos Aires, Taurus. Capítulo 7
“Crisis estructural y nuevas formas de resistencia”.
- Trabajo y análisis de fuentes orales: entrevista a testigos del acontecimiento de
diciembre del 2001. Consigna: ¿Qué me podes contar?¿De qué te acordás?
Lectura optativa
- SVAMPA, Maristella (2013), "Tras las lecturas y las huellas de diciembre de 2001", en:
Pereyra, Sebastián, Gabriel Vommaro y Germán J. Pérez (Editores), La Grieta. Política,
economía y cultura después de 2001, Buenos Aires, Ed. Biblos, págs. 21 - 32.
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA
UNIDAD N°1
BONAUDO Marta Liberalismo, Estado y orden burgués (1852- 1880) Colección Nueva Historia
Argentina T. IV. Buenos Aires, Sudamericana, 1999.
BOTANA Natalio El orden conservador. Buenos Aires, Hyspamérica, 1977.
CASTRO, Martín: El ocaso de la República Oligárquica. Poder, política y reforma electoral, 1898-
1912, Buenos Aires, Editorial Edhasa, 2012.
DEVOTO Fernando y FERRARI Marcela La construcción de las democracias rioplatenses: proyectos
institucionales y prácticas políticas 1900-1930. Buenos Aires, Biblos, 1994.
FALCON, Ricardo. Los orígenes del movimiento obrero (1857-1899). Buenos Aires. CEAL, 1986.
FALCON, Ricardo (dir.), Democracia, conflicto social y renovación de ideas (1916-1930), Nueva
Historia Argentina, Tomo VI, Sudamericana, Buenos Aires, 2000, pp.151-193.
GERCHUNOFF, Pablo. El eslabón perdido. La economía política de los gobiernos radicales,
1916-1930, Buenos Aires, Edhasa, 2016.
FERRARI, Marcela. Los políticos en la república radical. Prácticas políticas y construcción del
poder, Buenos Aires, Siglo XXI, 2008.
LOBATO Mirta. El progreso, la modernización y sus límites (1880-1916) Colección Nueva Historia
Argentina T. V. Buenos Aires, Sudamericana, 2000.
PERSELLO, Ana: Historia del Radicalismo, Buenos Aires, Edhasa, 2007.
ROY HORA: Los terratenientes de la pampa argentina. Una historia social y política, 1860-1945,
Buenos Aires, Siglo XXI, 2000.
SABATO, Hilda. Historia de la Argentina. 1852-1890, Buenos Aires, Editorial Siglo XXI, 2012.
SURIANO, Juan (comp.) La cuestión social en Argentina, 1870-1943, Editorial La Colmena, Buenos
Aires, 2000.
UNIDAD N° 2
BAILY Samuel Movimiento obrero, nacionalismo y política en la Argentina. Buenos Aires,
Hyspamérica, 1986.
BELINI, Claudio. Convenciendo al capital. Peronismo, burocracia, empresarios y política
industrial, 1943-1955, Buenos Aires, Imago Mundi, 2014.
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MILANESIO, Natalia, Cuando los trabajadores salieron de compras, Buenos Aires, Siglo XXI,
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ROY HORA. Los terratenientes de la pampa argentina. Una historia social y política, 1860-1945,
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SCHVARZER Jorge: La industria que supimos conseguir. Una historia político-social de la industria
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TCACH César: Sabattinismo y peronismo. Partidos políticos en Córdoba, 1943-1955. Buenos Aires,
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UNIDAD N°6
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TORRE J.C., NOVARO M., PALERMO V. Y CHERESKY I. Entre el abismo y la ilusión. Peronismo,
democracia y mercado. Buenos Aires, Norma, 1999.
CRONOGRAMA DE CLASES TEORICAS, PARCIALES, RECUPERATORIOS Y COLOQUIOS.
2020
PARCIALES /
FECHAS TEORICOS RECUPERAT. / Prof. a cargo
COLOQUIOS Teóricos.
25/3 Apertura Alicia Servetto
31/3 Clase Introd. Enrique Shaw
26/5
Semana de Mayo - exámenes
27/5
EL ESTADO BUROCRATICO
AUTORITARIO
Triunfos, derrotas y crisis
Editorial de Belgrano
PREFACIO A LA NUEVA EDICIÓN
Todos los derechos de esta edición reservados parla Fundación Editorial de Belgrano,
qq!lÍ: .
Bucnos Aires, Argentina.
Como cuento en lq,;Introducción, empecé este libro en 1974 y lo
terminé afines de 1976, pocos meses después del golpe de ese mio. Es
La Fundación editorial de Belgrano es una entidad que se rige conforme a las disposi- un libr,g nacido de la desesperación y la rabia que, un poco para mi
ciones del decreto ley 19.836172, que reglamenta la creación y funcionamiento de las sorpresa, he revivido intensamente al escribir este Prefacio. No es fá-
Fundaciones, y cuyo artículo ¡o dispone lo siguiente: "Las Fundaciones a que se refiere cil narrar, ni recordar, los pasos que conducen al despeñadero de su
el artículo 33 del Código Civil son personas jurídicas que se constituyen con un objeto
de bien común sin propósito de lucro ".
propio país, ni detectar un encadenamiento de hechos y decisiones que,
hacia el final de la historia narrada en este libro, pareció conducir a
Prohibida la reproducción total o parcial de este libro, osu almacenamicnto en un siste- todos, casi como en una tragedia griega, al amargo final con que, en el
ma informático, o su transrvisión por cualquier forma o medio electrónico, mecánico, Capítulo X, termino el libro.
fotocopia, registro u otros medios sin el permiso previo por escrito de los titulares del Independientemente de mis aciertos y desaciertos en narrarla, ésta
copyright.
es una historia importante: está fresca en la memoria de muchos, ha
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723. producido víctimas que no deben ser olvidadas y dolores que no han
© 1996 by Fundación Editorial de Belgrano.
GUILLERMO Ü'DONNELL PREFACIO A LA NUEVA EDICIÓN
cicatrizado, y contiehe algunas lecciones que tienen valor permanente. libro. en desacuerdo con
Una de estas lecCiones, a la cual dedico buena parte de los cápí- sos hicimos demasiado poco para rebatirlos y para iJnped(r
tulos finales, es el terrible error de endiosar la violencia. ¡Esto trans- a que conducían -que en su momento esos intentos hubieran sido
formó a algunos en asesinos convencidos de matar eor una buena cau- o no efectivos no alcanza á excusar esos silencios.
sa, a muchos en espectadores pasivos pero no ,siempre críticos de esos Una segunda lección importante, que se conecta cercanamente con
hechos y también a muchos en víctimas de un miedo que nos dejó iner-. es la del horror absoluto, la profunda deshumanización
mes contra todas las violencias, especialrneáte frente al terrorismo de resultante de ser abarcado y penetrado por la violencia,
Estado comenzado en 1974 Y llevado,!!: su paroxístico perfeccionamiento ejecutor, como víctima, cOlno espectador (hubo meses, como comento
después del golpe de marzo de I976.ilunto con el endiosamiento de la en el libro, en los cuales cada día la televisión y los diarios inform.aban
violencia y como inevitable corolariO, ocurrió la desvalorización de la de hechos horribles) o, simple pero también
democracia, tanto por los que en algunos momentos la vieron como consecuencia.del temol~ más o
una trampa insidiosa tendida por el "sistema" para perpetrarse, como atenazador, de quien se siente una posible víctima
por los que, en otros momentos, la consideraron un obstáculo para La violencia sistemática por razones políticas ha sido, felizmente,
lograr la necesaria y justificable eliminación de los adversarios. terminada entre nosotros -éste es un logro inmensamente importante,
Es cierto, eran otros tiempos, que invito a los jóvenes lectores de que los que vivimos en los años del terror debemos recordar y ayudar a
este libro a tratar de captar y entender. Pero éste no es un pedido de reconocer a quienes no los han vivido. Haber pasado por estas violen-
just~ficación. Ni siquiera hoyes popular decir que hubo responsabili- cias y estos miedos, y entender lo que en y por ellas se siente, es para
dades amplia y solidariamente compartidas por todos los que partici- personas de mi origen social un privilegio que no nos es habitualmente
paron en ese frenesí de violencia -aunque me parece claro que aque- conferido. Esto nos crea responsabilidades importantes.
llos que la ejercieron desde el Estado y, por si fuera poco, Digo esto porque me parece fundamental recordar que otras vio-
son los monstruos más condenables. lencias, no menos sistemáticas y aterro rizado ras, persisten hasta
Creo importante, como intelectual que soy, insistir en las respon- contra los más pobres y diversas minorías. Esto es un escándalo no
sabilidades que los intelectuales hemos compartido. El mar de menor las carencias materiales de aquéllos. Este escándalo desa-
res de este período de nuestra historia no hubiera /JC)d¡dc a un país en el muchos tal
eficaz y persistente endiosamiento de la violencia perpetrado por intec empatizarcon el hambre, vero en el
lectuales de las más diversas corrientes -cuando digo intelectuales miedo y con
me refiero a todos los que de alguna manera dedican parte de su tiem- momento a
po a la creación y difusión de ideas, incluyendo a los que por nuestra menudo de agentes estatales) más poderosos que nQsgtros. Me
identidad profesional somos públicamente reconocidos como tales y parece qye otra de las lecciones de las páginas que siguen es que debe-
que por cierto no fuimos los menos culpables. El ruidd de esos discur-
sos fue acompañado -también debemos reconocerlo- por el silencio
'" Cuando era tarde para hacerlo porque ya nadie se hubiera atrevido a difundir tes·
'a~ó(fós Tritelettuales, los que por una mezcla de miedos y escasez de
timonios contra la violencia, descubrí lo que, con la amarga ironía con que a veces uno
oportunidades no tuvimos el coraje de dar público e insistente testimo- trata de defenderse de! miedo, llamé "el primero y principal derecho humano: saber quién
nio, personal y colectivo, de lo que hacía falta: una condena incondi- va a matarlo a uno". Hacia fines de 1976, cuando nuestras casas y en el CEDES vivíamos
el temor de ser "desaparecidos" por [os agentes de la represión, pidió hablar conmigo al·
cional de todos y de cada uno de esos actos y discursos de violencia. guien que invocó ser representante de Montoneros y me informó que. como era claro que
Sabemos que el resultado de esos discursos de violencia -de los que en el CEDES éramos agentes del imperialismo (por entonces recibíamos financiación de la
Fundación Ford y del SAREC sueco), debíamos pagar a su "organización" un "impuesto"
muy pocos se han hecho cargo- fue llevar a la muerte a miles de jóve- que excedía varias veces el ingreso anual del CEDES. Cuando me negué me amenazó con
nes, a los que rememoro en la Introducción yen las últimas páginas del cosas no menos terribles de las que temíamos ele los represores estatales.
GUILLERMO O'DONNELL
ríamos esforzarnos junto con esas persistentes víctimas para que ellas
se conviertan en auténticos sujetos del derecho de una polis democrá-
tica.
Si las páginas que siguen muestran contundentemente, a contrario
y ad absurdum, los males de la violencia y de la dominación autorita-
ria y, por lo tanto, las ventajas de la democracia, ellas también seña-
lan el horizonte hacia el que deberían orientarse nuestros actuales es-
fuerzos. Una forma de leer las páginas que siguen es, primero, como la
historia de una escalada en la que diversos actores fueron producien- ADVERTENCIA PRELIMINAR
con creciente crueldad y decreciente conciencia, una abrumadora
cantidad de violaciones de derechos humanos y, segundo, como una
serie de lecciones escrita por las víctimas -no sólo
que murieron- tan numerosas que ni siquiera hemos podido contarlas
con exqctitud.Me parece que esta triste historia debe ser resignificada Este libro es producto de trabajo académico, incluso de una detalla-
no sólo seilalando la impunidad jurídica lograda por perpetradores da investigación. Los datos emergentes de ella sólo pueden ser inter-
que ni siquiera muestran ~;n atisbo de arrepentimiento; a ellos pode- pretados mediante conceptos que tienen un cierto status teórico.
mos, y debemos, mostrarles nuestro desprecio y, con ello, hacerlos un Pero mi esperanza es que este libro pueda ser leído, sin dificulta-
poco menos impunes. Se trata también, más positivamente, de hacer des, por cualquier persona que tenga un razonable interés en la
que la validez de elementales derechos humanos sea efectiva para to- política. Por eso me permito una sugerencia. El lector del mundo
dos los habitantes de este no siempre bendito territorio. académico seguramente querrá comenzar por los conceptos que
A pesar de sus numerosos defectos, sin la democracia que tene- utilizo, sus definiciones e interrelaciones. Los mismos están pre-
sentados en el capítulo I. Pero ese capítulo es de ardua lectura.
mos no podríamos siquiera plantearnos esta responsabilidad. Pero sin
Por ello, cualquier otro lector podría comenzar directamente por
plantearnos esta responsabilidad no llegaremos a tener el tipo de de- el capítulo II, a partir del cual el texto es mucho menos abstruso.
mocracia que implicaría, finalmente, la superadora negación de los A lo largo de su lectura, cuando se encuentre con términos cuyo
terribles años sobre los cuales, ciudadano o intelectual sumergido en significado quiera precisar, puede recurrir a las respectivas sec-
esas tormentas, escribí este libro. ciones y acápites del capítulo 1 (cuyos títulos intentan facilitar
esa búsqueda) o bien1eer ese capítulo después de haber termina-
GUILLERMO Ü'DONNELL do los restantes.
NOVIEMBRE DE 1996 CGn la misma intención he hecho un desdoblamiento de las
referencias en el texto para facilitar su lectura. Aquellas que agre-
gan detalles o matices a 10 aIlí dicho van como notas al pie de las
respectivas páginas. Otras que se limitan a identificar las fuentes
de afirmaciones o datos, de interés para el lector que pueda querer
verificarlos, están transcriptas al final del libro.
La ilusión no es sólo que este libro contribuya al conocimien-
to sino también que ingrese a la discusión política de quienes
comparten valores realmente opuestos a toda forma autoritaria
de dominación.
CAPÍTULO Ir
Hay, de entrada, un hecho que marca una fundamental dife- dones y sus expresiones políticas. He intentado explicar el golpe
rencia con Erasil y Chile: el golpe argentino de 1966 tuvo la de 1966 en otros trabajos *. Aqui me limitaré a algunas referen-
aquiescencia de buena parte del sector popular y, además, contó cias, necesarias para introducirnos a un problema diferente: el
con el apoyo de la mayor parte de los dirigentes sindicales a nivel de los factores precedentes a ese golpe que continuaron teniendo
nacional. El golpe también fue aprobado por el peronismo, y por incidencia una vez implantado aquel BA. En especial, nos ocu-
Perón *. Aparentemente, el golpe de 1966 era sólo contra un go- parán en esta sección los factores que permiten entender este
bierno ineficaz e irrepresentativoJ cómplice pasivo del aducido caso como el EA implantado desde un nivel comparativamente
desorden imperante -no contra el sector popular, sus organiza- más hajo de crisis (y su consiguiente amenaza).
No impidió esto -como veremos- que a partir de la implan-
sólo 6 % se oponía al mismo; Encuesta de "A y e Investigación", mimeo, tación de ese Estado surgieran políticas públicas, impactos socia-
4 de julio de 1966; en la misma encuesta el 73 % expresó que creía que la les y oposiciones típicas de los BA. Pero, por otra parte, en este
situación mejoraría, 17 % que seguiría igual y sólo el 9 % que empeoraría. caso la menor profundidad de la crisis previa permitió que se
Pero el pequeño número de encuestados y la imprecisa infonnación sobre generaran tempranamente tensiones y confIictos~ así como cier-
el método seguido exige tomar estos datos con cautela. Según otra encuesta,
en el Gran Buenos Aires, 77 % de los entrevistados respondió afirmativa-
tos ¡¡éxitos" económicos, que suelen quedar postergados en HAs
mente a la pregunta "¿Cree usted que la revolución del 28 de junio fUe nece- implantados en condiciones más extremas que el argentino de
saria'?"; Correo de la Tarde, 6-12 de junio de 1967 (1.000 entrevistados en 1966 -estos temas los iremos viendo en los siguientes capitulas.
la ciudad de Buenos Aires, metodología no informada). Por su lado, todos Los dos años completos, 1964 y 1965, de gobierno radical
los órganos de difusión masiva aplaudieron el golpe y los principales perio-
distas políticos llegaron a tonos líricos en su entusiasmo; por ejemplo, "La fueron de fuerte crecimiento del producto: 10,3 ro
y 9,1 %, res-
nación y el caudillo se buscan entre mil crisis, hasta que, para bien o para pectivamente; el consumo pe,· cápita aumentó 10,0 % en 1964 y
mal, celebran su misterioso matrimonio" (Mariano Grandona, Primera Plana, 7,4 70 en 1965. Estas tasas surgieron de niveles deprimidos por
30 de junio de 1966, p. 3) Y UDetrás de Onganía, queda la nada. El vacío,
el abismo último ... Onganía hace rato que probó su eficiencia. La de su
la recesión de 1962 y 1963 ( - 3,1 ro
y - 3,9 ro
del producto,
autoridad. La del mando. Si organizó un ejército desteñido de orden, ¿por respectivamente) y, por otro lado, en el primer semestre de 1966
qué no puede encauzar al país'? Puede y debe. Lo hará" (Bernardo Neustadt, el crecimiento se habia desacelerado casi por completo. A pesar de
Extra, agosto de 1966, p. 4.) Para un buen relato de la trama y circuns- que no es por este lado que puede hallarse una explicación de la
tancias inmediatas al golpe, Extra, junio 1969, pp. 1-16. caída del gobierno radical **, había otros factores económicos que
* Ver las declaraciones de apOYo al golpe hechas, entre otros, por
Francisco Prado (secretario general de la CGT) y los principales dirigentes
sindicales (entre ellos José Alonso, Augusto Vandor y sus respectivos ali- * Para un enfoque general de ese período, mi Modernizaci6n y auto-
neamientos, sobre los que volveré), en La Nación del 30 de junio (p. 8), ritarismo, Paidós, Buenos Aires, 1972; un estudio más detallado de las FUer~
1 Q de julio (p. 7), 2 de julio de 1966 (p. 14), Y Rubén Rotondaro, Realidad zas Armadas dUrante ese lapso es "Modernización y golpes militares. Teoría,
y cambios en el 8indicalismo, Pleamar, Buenos Aires, 1971, pp. 318 pass"im. comparación y el caso argentino", Desa,rrollo Económico, nQ 47, octubre-
Algunas de esas declaraciones, como la de la CGT ya citada del 30 de junio diciembre 1972. La obra fundamental sobre las Fuerzas Armadas en la
(texto completo de la misma en Santiago Senén González, El sindicalismo Argentina es Alain Rouquié, P01L1Joir Militaireet Société Politiquc en Repu-
después de Perón, Editorial Galerna, pp. 95-99, Buenos Aires, 1971), adqui- bUque Argentine, Presses de la Fondation Nationale des Sciences Politiques,
rieron tonos, de los que pronto debieron arrepentirse, tah truculentos en su Paris, 1978; cf. también Carlos A. Fayt, El político armado: dinámica del
condena del gobierno anterior como exuberantemente optimistas respecto proceso político argentino (1960/1971), Pannedille, Buenos Aires, 1971. De~
del recién implantado: " ... la caótíca situación en lo social, político y eco- masiado tarde como para publicarla aquí, se ha publicado otra obra impor~
nómico, €ngendraban día a día la falencia del poder constituido, la falta de tante para el estudio -de las intervenciones militares en la Argentina de la
autoridad (sic) y la falencia total de representatividad [del gobierno] .. ' posguerra, Robert Potash, El ejército y la política en la Argentina, 1945-
Una vez más el caos fagocitaba a sus responsables. Una vez más un gobierno 1962. De Perón a F'f'ondizi, Editorial Sudamericana~ Buenos Aires, 1981.
fue víctima de sus propios aetas," Ciertamente, el nuevo gobierno quería ** La tasa de inflación' se mantuvo a un alto nivel (1963 = 24,0 0/0;
implantar "orden", abolir "el caos" y restablecer el "principio de autoridad" 1964 = 22,1 %; 1965 = 28,6 % y 1966 = 31,9 0/0, pero esto no implicaba un
_.. contra el sector popular y la clase obrera que esos dirigentes de la CGT cambio sustancial respecto de los anteriores años de la década 1960 = 27,1 %;
decían representar. Para las primeras reacciones de Perón aplaudiendo 1961 = 13,7 % y 1962 = 28,1 % -incluso 1959 había registrado un pico muy
-aunque menos incautamente- el golpe, La Nación, 29 de junio de 19lJü, superior, 113,9 %; Minil'lterio de Economía o de Hacienda (varias denomi-
p. 11. naciones), Boletín Trimestral de Estadística-, varios números. Por otra parte,
IMPLANTACIÓN DEL EA 69
GUILLERMO O'DONNELL
68
1964: - 39 millones de dólares EE. UU.: 1965: - 177; Y 19G6:
sugieren una situación que tendía a hacerse bastante más negati- -76'.
va. Según puede apreciarse en la columna 1 del cuadro U-l, la En 10 que respecta al aparato estatal, aunque luego de la agu-
inversión bruta interna como porcentaje del producto bruto in- da caída de 1964 se recuperaron sus ingl~esos córfiéfites:y tribu-
terno decreció bastante. tarios (columnas 1 y 2 del euadro Ir -2), puede vers~ellJacolumna
;~ del mismo cuadro el alto nivel elel déficit fiscal. A pesar de la
caída en las inversiones públicas ya señalada, ese déficit implicó
Cuadro II-1 que muy poco de su financiación pudiera hacerse con recursos
más o menos genuinos (ver columna 4 del cuadro II-2).
INVERSIÓN INTERNA, HASTA 1966
No es éste un líbro sobre el periodo 1963-1966 sino sobre el en el peronis:rno *. Sólo cabe mencionar aquí que, a pesar de los
inmediatamente posterior. Baste, entonces, 10 ya señalado para intentos de 1955-1957 por debíJítarlos, el pacto electoral con Perón
puntualizar una situación que combinó, durante 1964 y 1965, un por el cual Frondizi llegó a la presidencia en 1958, marcó el punto
fuerte crecimiento del producto con signos inequívocos de crisis, en el que fue evidente que los sindicatos habían logrado un res-
y que en el primer semestre de 1966 había entrado en un camino petable margen de autonomia frente al aparato estatal. Luego de
francamente recesivo *. Pero la perspectiva adecuada para enten- una gran ola de hnelgas en 1959, y la consiguiente represión, el
der las condiciones de emergencia del EA argentino en 1966 se debíJítamiento del gobierno de Frondizi fue parte de un agitado
coloca más sobre el conjunto del periodo iniciado con el derro- período que llegó a los enfrentamientos mílítares de 1962-1963.
camiento del general Perón en 1955 y, dentro de él, con una con, Los sindicatos y la CGT habian pasado, por derecho propio, a ser
tinuada crisis política signada por una alta activación del sector actores importantes en la arena politica. Por nn lado, en condi-
popular. Sobre esto me he ocupado en los trabajos ya citados, por ciones sumamente críticas y de casi nulo crecimiento de la ecO-
]0 que aquí sólo mencionaré brevemente algunos puntos funda- nomía * *, combinadas con la fragilidad de gobiernos siempre ame-
mentales. nazados de ser volteados por un golpe, los sindicatos impulsaron
El gobierno radical fue elegido con un magro 22 ro
de los agresivamente las demandas económicas de su clase. Huelgas y
votos emitidos, en medio de la masiva abstención del peronismo, manifestaciones callejeras y estentóreas declaraciones fueron los
poco después del derrocamiento del gobierno constitucional del Dr. principales instrumentos de nna lucha que, al nivel de sus diri-
Frondizi y de los enfrentamientos entre facciones de las Fuetzas gentes, no exclui« una notable capacidad para negociar pragmá-
Armadas a los que me referiré en la siguiente sección. Ese gobier- ticamente ventajas económicas para sus representados y para sus
no pronto se vio atacado duramente por prácticamente todas las sindicatos ***. Espectaculares conflictos ocurrieron atrás de de-
organizaciones de la burguesía urbana y pampeana. Por otro lado, mandas fundamentalmente económicas, contribnyendo a impnlsar
con no menor rapidez se encontró en un arduo enfrentamiento los péndulos y espirales económicos y políticos del periodo " " .
con los sindicatos y el peronismo.
Desde 1955 el régimen político argentino no había logrado * Los sindicatos de empleados y con ellos, buena parte de los respec-
tivos sectores medios, sólo ingresarían o se reincorporarían al peronismo
digerir la fuerza electoral del peronismo. La posibilidad de que en los últimos años del período que estudiamos aquí. Los cambios a lo largo
este movimiento ganara elecciones, aunque no fueran presidencia- del tiempo en la base social del peronismo son indispensables para entender
les, conducía a un golpe, como lo había mostrado la caída de Fron- a este multifacético fenómeno. Por supuesto, lo indicado en el texto acerca
dizi en 1962. Por otro lado, la proscripción electoral del peronisrno, del peso decisivo adquirido por la clase obrera a partir de 1955 se refiere
a los grandes centros urbanos.
con su enorme arrastre en el sector popular, corroía la legitima-
ción de las instituciones estatales y de su vacilante dominación. ** Incluso con años (19'59, 1962 Y 1963), de fuertes caídas del pro~
ducto bruto interno.
Pero la incapacidad de digerir al peronismo derivaba de un plano *** Un primer pro-ducto de un importante estudio de estos patrones
más profundo. Después de 1955 la proscripción del movimiento de comportamiento y temas cercanamente vinculados, es Marcelo Cavarozzi,
peronista desplazó hacia los sindicatos el peso principal -y, por "Sindicatos y política en Argentina, 19551958", Estudios CEDES, nv 1,
lejos, el principal sU~i_:ento organizacional- en ese movimiento. 1979; ver también Rubén Zorrilla, E8tructura- y dinámica del sindicalismo
argentino, Editorial La Pléyade, Buenos Aires, 1974.
Esto a su vez implicó que la clase obrera adquiriera peso decisivo
**** Un dirigente sindical ligado a un alineamiento del que nos ocupa-
remos más adelante, el vandorismo, recapitulaba esta táctica años más tarde:
* Además, en el mes anterior al golpe las reservas del Banco Central "En realidad no podía h.aber órgano más indicado [que el sindicato] para
llegaban a 209 millones de dólares EE.UU., equivalentes a menos de dos una clase obrera orientada por su conciencia defensiva, ya que la finalidad
meses de importaciones. Las reservas internadonales a fin de cada año [del sindicato] es la negociación. Es eierto que en la situación de crisis e
fueron: 1961: 558 millones de -dólares EE.UU.; 1962: 222; 1963: 375; 1964: inestabilidad política en que se encontraba el país esta negociación no tenía
272 y 1965: 3ú1; pera durante el gobierno radical esta relativa estabilidad por qué ser institucional: el sindicato tanto recurre a la huelga, como a la
fue lograda mediante una fnerte caida (del orden del 50 % respecto de los financiación de partidos, como a la ocupación de fábricas. Este pasaje [desde]
restantes años de la década) en la impo,rtul.:ióll de bienes de capital; datos sus instrumentos propios -la huelga- por otros que le son -ajenos -la lu-
de BCRA, Bolet'tn Estrulístico, varios números. cha política-, hasta otros que, como las ocupaciones de fábricas, suponen
72 GUILLERMO Ü'DONNELL IMPLANTACIÓN DEL BA 73
Por otro lado, al convertirse en lo que Perón llamaba "la co- Pero esta es sólo una <;ara de la moneda. Mirando por el otro
lumna vertebral del movimiento" l los sindicatos compusieron un&- lado, vemos que la situación contenía elementos que preOcüpahan
compleja relación con aquél, signada tanto por la dificultad de gravemente a la burguesía y sus aliados. En primer lugar, la con-
prescindir de lo que uno y otros aportaban a la notable vitalidad centración de los sindicatos en el logro de deriúiiidas económicas
y peso popular del peronismo, como por toda una historia de y de ventajas organizacionales fue, en sus propios términos, su-
mutuos intentos de subordinar -e incluso eliminar- el papel que mamente eficiente. La historia del período 1955-1963 es la de ún
jugaba la contraparte. Pero el hecho fue que, al insertarse los lento crecimiento económico a los saltos, gracias a las erráticas
sindicatos en un movimiento en el que Perón * y la adhesión po- variaciones de todas las variables pertinentes. Los intentos por
pular que despertaba el recuerdo de su gobierno también eran "normalizar" la economía (tema sohre el que volveremos), cho-
decisivos, se consolidó una tendencia que ya venía puesta por la caron una y otra vez con la capacidad defensiva del sector popular
orientación fundamentalmente economicista de aquéllos y por las -articulada sobre todo a través de los sindicatos-, en alianza
recurrentes alianzas con fracciones burguesas a que esa orienta- con fracciones burguesas y regiones a las que esos intentos tam-
ción conducía. Esto es, a encerrar a los sindicatos en una ideología bién castigaban duramente. Aquellos intentos, estas defensivas Y
que proponía una versión "más justa" y socialmente equilibradora las fuerzas sociales que se alineaban atrás de unos y otras, deter-
de desarrollo capitalista. Perón, el movimiento peronista en su minaron un pobre crecimiento que era la evidencia de que -sin
discontinua existencia y los sindicatos con su fortaleza organi- perjuicio de los cambios estructurales que se produjeron, sobre
zaeional, se colocaban tan explícitamente en contra de lasco- todo mediante la ola de inversiones directas de capital internacio-
rrientes "liberales" y "apátridas" como del '¡comunismo". Nin- nal ocurrida durante el gobierno de Frondizi-, los circuitos de
guno de ellos, ni gran parte de las cIases y sectores que a través acumulación de capital no lograban engancharse con mínima flui-
de ellos se expresaban corporativa y políticamente, articulaba me- dez *. Cierto, las demandas de 108 sindicatos eran economicistas,
tas no capitalistas. Este es un punto crucial para entender ei pero su capaCidad para articularlas aparecía como fundamental
menor nivel de amenaza que precedió al EA argentino de 1966 obstáculo para la Hestabilidad" ec.onÓmica -y el udesáfrollo". N () es
respecto de los otros casos **. zorprendente, entonces, que la burguesía y prácticamente todas
sus organizaciones exigieran, con un tono cada vez más p_er~Iltorio
a partir de 1958/1959, que el gobierno doblegara a los sindicatos,
una subversión del orden capitalista, no debe confundir. Es la correlación por una parte anulando su significativa autonomía y por la otra
de fuerzas, la coyuntura, la que fija la táctica aplicada dentro de una línea 'ldespolitizándolos" -es decir, escindiéndolos del adicional apoyo
de objetivos invariantes: la defensa de las mejoras conseguidas durante el popular quc les daba su papel dentro del peronismo. Estaba en
perúnismo. Si hay pues un atributo que caracteriza este movimiento zigza-
gueante es el realismo, un realismo estrecho si se quiere, al servicio de una juego el fundamental interés de clase de garantizar condiciones
politicJ.- (le grupo de presión, pero -de ninguna manera una perspectiva {(uto- medianamente estables para la acumulación del capital, cuya sa-
pista» que rompiera los vínculos -con las instituciones y las fuerzas sodales tisfacci6n parecía pasar por la "domesticación" de los sindicatos.
y estuviere comandada por una voluntad de oposición sin concesiones". (De~
c1uniCiones de Miguel GaZzera, transcriptas en Loa libros, nI,' 9, julio 1970, Pero - y éste es el segundo factor del reverso de la moneda-
4; ver también Miguel Gazzera y Norberto Ceresole, PCTo.nis-mo, autocrí- esas exigencias eran planteadas a gobiernos extraordinariamente
1 y perspecti-vos, Editorial Descartes, Buenos Aires,· 1970.). Volveremos
vaTias veces sobre este tema.
* Y, a partir de Perón, el personal de lo que quedaba de la maqui- parámetros capitalistas de esa socíedad. Obviamente, en Chile el control de
naria partidaria <lel pCTonismo, sobre todo en los r1l0melltos que Perón de" parte del aparato estatal por la Unidad Popular y sus mdas 8"cplidLamente
cídía "contrapesar" a los sindicatos o anular los recurrentes intentos de $oclalistas acentuaron aún más esos temores.
"traicionarlo".
r He analizado estos desplazamientos de alianzas sociopoliHeas en
** A lo cual debe agregarse que ni el peronismo ni los sindicatos con- otro trabajo al que debo remitir al lector interesado en detalles que, en lo
trolahan alt.u.s posiciones en el aparato estatal. En el caso que sigue de mé~
que respecta al período lD55-19GG, no puedo introducir aquí; Cf. "Estado
tlOl' a mayor en el nivel de amenaza --Brasil 1964~-, la presencia de grupos y alianzas en la Argentina, 1956.1976", Desn1"1'ollo económico, n" 64, enero-
y discursos radicalizados en algunas de aquellas posiciones fue dec':sivo par~ uw 1'7.0. 1n77.
agudizar los temores de que estaba por ocurrir una drástica ruptura de los
74 GUILLERMO O'DONNELL IMPLANTACIÓN DEL BA 75
débiles. Las ofensivas contra los sindicatos y los paralelos intentos Un tercer factor es que los gobiernos del periodo 1955/1966,
de normalización económica (con sus consecuencias de fuertes nacidos con el pecado original de la proscripción. del peronismo
regresiones en la distribución del ingreso) fueron contestados con y obligados a intentar la normalización de la economía, no podían
olas de huelgas y movilizaciones populares. Esto hacia aparecer dejar de antagonizar al sector popular. Pero, cuando se acercaban
a los gobiernos desbordados por el ¡'desorden" y por la subversión elecciones en las que no podían ignorar el peso electoral del pero-
que asomaba por debajo de aquél, y los ponia al borde de un golpe. nisroo, y cuando debían hacer concesiones para amortiguar el "de-
En el corto plazo -y la posibilidad del golpe determinaba que sólo sorden" y alej ar el riesgo de un golpe, lograban ponerse en contra
el· corto plazo fuera relevante--, la única manera de amortiguar a una burguesía que cada vez clamaba más insistentemente por
el "desorden" era satisfacer buena parte de las demandas popula- un gobierno "fuerte" y no dependiente de mecanismos electorales
que planteaban el enigma irresuelto del peronismo. En realidad,
res que lo generaban -pero esto implicaba eancelar "demag6gi-
hacia 1962-1963 casi todas las cartas estaban echadas para que
camente" los intentos de normalización de la economía y estaba
ello ocurriera, salvo la de que -por razones que examinaremos
destinado, por lo tanto, a reproducir no mucho después similares en la próxima sección-, el intento nevado a
cabo en esos años
procesos. El punto principal es que esto ocurría mediante rápidas para superar la fraccionalización de las Fuerzas Armadas, con-
incorporaciones del sector popular a movimientos huelguísticos y dujo a una reacción profesionalista que permitió que se llevaran
movilizaciones callejeras, casi siempre atrás de las demandas de a cabo las elecciones en las que el radicalismo logró la presiden-
los sindicatos y del peronismo. Esta presencia popular, activa y cia. Pero cuando no mucho después los líderes militares sintieron
recurrente, tendía a realirnentarse por las mismas características que sus metas de recohesionamiento institucional estaban logra-
del proceso. En efecto, era exitosa en términos de la satisfacción das, quedó abierto el camino para el derrocamiento del gobierno
inmediata de buena parte de sus demandas' y, además, la repre- radical.
sión -por parte de gobiernos débiles y, en el mejor de los casos, Vn cuarto factor, ya más cercano al golpe de 1966, derivó de
ambiguamente apoyados por la facción de turno en las Fuerzas /111'! ~n parte apuntando a dividir al peronismo y tener asi pro-
Armadas-, se quebraba rápidamente. Los liderazgos políticos y babilidades de enfrentarlo electoralmente·, en parte para lograr
corporativos del sector popular eran explícitos en mantenerse alguna base de apoyo organizado en la sociedad- !'! gobierno hos-
adentro del capitalísmo, pero no es menos cierto que estaba ahi tilizó a los sindicatos. Poco alegraron a sus dirigentes los intentos
-potencialmente amenazante de los lldesbordes" contra los que la. gubernamentales por supervisar (yen algún caso manipular) ¡os
burguesía clamó tantas veces- un sector popular capaz de movi- mecanismos de elección interna y -sobre todo--, 1?9r ~{)Ilt:rºlªr
lizarse rápida y masivamente, y enhebrado por una densa red el uso de los fondos sindical~q. Por añadidura, era evidente para
organizacional. Para colmo, era claro el peso decisivo que la clase todos que el epiléptico crecimiento económico del período impli-
obrera tenía dentro del peronismo. Hace un momento señalé el eaba costos crecienternente pesados y -para sindicatos y pero-
obstáculo que todo esto presentaba para el fundamental interés nistas- que 'no; se habría de admitir el acceso al gobierno del
de garantizar una acumulación de capital medianamente estable. peronismo por la vía electoral. Ante·· esta evidencia. resucitaban
lfay 'lne q,grf.'g-nr ,!Pf> PR:3 presencia popular, activa y significati- viej as ilusiones populistas de "unión del pueblo y las Fuerzas Ar-
vamente autónoma respecto del aparato estatal y de las clases do- madas" que, impulsadas por corrIentes nacionalistas del Ejército
nünantes, aparecía también como una traba fundamental para y la Aeronáutica, lanzarían un estilo de desarrollo consonante con
consolidar algún tipo de dominación política y -por lo tanto-·
como un campo minado que podía explotar en cualquier dirección. * Sobre todo si se considera que el gobierno radical estaba enfrentado
al típico dilema del periodo. Si proscribía al peronismo perdía toda base de
legitimación, quedaba en manos de Fuerzas Armadas de cuyas motivaciones
* Aunque las mismas características del proceso determinaban que tenía buenas razones para no confiar y entraba así en el tobogán de su
esto condujera a nuevos estrangulamientos económicos e intentos de norma- propio derrocamiento, Pero si no proscribía al peronismo, entonces era al-
lización. Lo cual a su vez generaba una nueva vuelta de estos ciclos político- tamente probable que éste ganara las elecciones y -como había ocurrido
económicos. con Frondizi- que los radicales fueran depuestos pOr: esta razón.
GUILLERMO O'DONNELL IMPLANTACIÓN DEL EA 77
76
el postulado por el peronismo y abrirían ancho espacio a los sin- Cierto, las demandas formuladas por la CGT tenían las ca-
dIcatos y al "empresariado nacional". Vistas desde hoy estas ilu- racterísticas economicistas ya señaladas y era claro que los má-
siones parecen poco fundadas, pero en aquel período parecían una ximos d,irigentes sindicales no apuntaban a metas revolucionarias
de las direcciones hacia las que podían canalizarse los militares sino a crear el clima de "desorden" que promovería la intervención
que habian triunfado en los enfrentamientos de 1962/3'. En militar *. Pero, por otro lado, esto parecía mostrar varias cosas
consecuencia, los dirigentes sindicales no sólo se colocaron en fron- que fueron acusadas como una grave amenaza por iabui~guesía
tal oposición al gobierno radical sino también participaron en y la gran prensa. Primero, la extraordinaria capacidad de acción
conversaciones con diversos altos jefes de las Fuerzas Armadas de la clase obrera, que se había apoderado, en un movimiento si-
multáneo y masivo, de prácticamente todo el parque industrial
para promover el golp,e *" *".
argentino. Segundo, la lección que podía sacarse de esto como
En parte por lo recién señalado, en parte porque la debilidad "gimnasia revolucionaria", que podía movilizarse mañana hacia
del gobierno radical Y su búsqueda de apoyos en el sector popular metas diferentes de las declaradas por la CGT. Tercero, la no
ofrecía una coyuntura favorable para presionar *' *' *, los sindicato8 menos preocupante espontaneidad con que algunas bases habían
aumentaron la actividad huelguistica durante ese período. Las tendido a rebalsar -sobre todo mediante la toma de rehenes y
manifestaciones callejeras de protesta también aumentaron. Pero algunos casos de gestión obrera de las fábricas ocupadas-, .las
el punto más amenazante fue un "Plan de Lucha" que la CGT consignas de aquellos dirigentes. En síntesis, ya no se trataba
lanzó en 1964, mediante una gran ola de ocupaciones de fábricas. sólo de una clase obrera cuya capacidad de articulación de deman-
Durante ellos los periódicos registran un total de 1.436 ocupacio- das trababa la acumulación y que, a través de su apoyo al pero-
nes **'~*. Por añadidura, en numerosos casOS los trabajadores nismo, no podía ser digerida por el régimen político vigente. Apa-
tornaron como rehenes a ejecutivos de las empresas. recía entonces, además, una clase que, más allá de las intenciones
de sus dirigentes, podía movilizarse coordinadamente en dIrec-
* Conviene tener presente que la facción militar derrotada en 1962/3 ciones objetivamenle antagónicas con elementales intereses de
era declaradamente antiperonista, punto que los "profeslonalístas" recal- clase de la burguesía y que insinuaba fisuras en la dominación
caron en su favor. Pronto se mostró qUe el antipei'onismo no era atributo
social. Ante el clamor para que se i},pIicara de inmediato ta i;c-
exclusivo de la facción derrotada y que, como veremOS, los ganadores es-
taban lejos de ser homogéneos respecto de ésta y otras cuestiones. Pero esta
misma heterogeneidad fue la que dio pie a las alusiones cornentaJas en el
tfH'c/e para utili::mdos aqul, !legmt a mi cOTwcimienl;o los rn'in1'-)¡:'us [r',;u!tn··
texto.
H Para lloü(Cias periodísticas sobre estos encuentros y sn inequívoca dos d0 una intcrcJ3D.ntc .in vel1!;ignción :::obTe est.€ "Pbn de Lucha", de J{aúl
intención, d. PiiJllJotl1 Pluiw del 22 de marzo de 1966 }', justo antes del H. Bisio y Héi.:tor CutdÚ1H', "La Segunda Etapa dd Plan de Lneha de la
golpe,ibid., 28 de junio de lDGG, artículo titulado "¿Quiénes si/no están CGT. Un episudio :o;illgubr en la rcbción sin(lknV,s."8stado en la Argell"
con el golpe?" Esta parLicipaciún de buena parte de los pl"ineipales dirigen- tina", dnc1:i]ografifHlo, CEIL, Bueno!.! Aires, 1980. Lo:". nutorcsdi,;cuten allí
tes sindieales en la promoción del golpe era, !-'ur otra parte, ampliamente las muy prohables conexiones de ese ''I'lm1 de Lucha", en las intenciones de
comentada en circulo::> H18dianumcnLe informados y :fue -corTohol":'hla en mis sus rn:.incipales dirigenr,es, con un golpe milItar. A su vez, ilus!,rnnr!fl la Hm-·
big-üedad de la situD-ci(,n, t:nm!Ji6n ret:;sLrall los i;r;llloJ:'('S de la lmrguesí:-l, y
entrevistas. sus aitados p~dam(ls al gobierno para que reprimiern. Las lJiversas ob_s de
*** No ~'ie apuntaba sólo a denu:tndas inmediatamente económicas, que
fueron futHlamenlulmenLe ::ml.¡síechas mediante aumentos en el nivel de suelo ocupadones, que tu'rieron lugur entre_ !ú ;U de mayo y el 24 de julio de J964.
jornales y mediante la sap.óón de UI.la h~y- que aseguraba un salario diel"On lugar a esLinweiones muy diversas del gobierno y de h CGT, pun-
bastante Dlevado y rúpichl.l1wnLe aju::Jta13lc a la inflación. Otra cnes- en arnbos casos las dfrns no dejaron de ser impTc:;ionantcs. Según la
CllYO conflictivo tratamienLo ayudó a precipitar la caída del
, durante f;se lajJ,~() fueron realizu-t1as 11.0UO O{'UfiU{'iuIH'ii por un tokJ.l
discusión de una nueva ley so132'0 despidos favorables a de 3.913.000 Cn.l.18.jD.dores. Según el g()l'\I.~l.'no, que no dio ud;1macjl)(lPéi del
obreros Y empleados, qtle de"IwrLó a¡nargas quejas de la burguesía por ht número de tralmjaol):res pal'Licipnnl'{>8, 'fuenm realiznclas ~J..~¡6J DCUp'-l,·.iiQI';;S.
"ine"ponsabilidad" con que la cuestión fuE' tratacla parlamentariamente; En ambos casos se computó cada ocuptu:ión; es (jpdr, e::;bu; eif.n!.3 no COC"(),Cf-
ponden :;,J total de establecimientos ocupados. ya qtlB en un núrnero indeter_
ver, llor -ejemplo, E·(;())l.umic Survl!Y, 25 de enero de 19tH;, p, 22.
minado d¡~ casos algunos :fueron tontados nl8.S de PTlB. "/('Z.
"",,-t- Ver en ABex\} l\1etutlolúgico sobre estos dat0s. Con ,wgurirlad ellos
"' Esto fUe llwh'ría de nutn\,.t'osos cO!Hentnr.ins en h {'fl!l'_'a y lo ,'on-
sl~best¡rnan el total de 0cupÜe\unes ol'urridusya q11l" simplemente, ]0",; dia-
rios no podí,\rt registl'rtT la gran ('antidad de eventos IH'aecida.
n nB'" ['JI mis entrevistas.
78 GUILLERMO O'DONNELL
IMPLANTACIÓN DEL EA 79
preSIón necesaria para desocupar las fábricas y restablecer la
"disciplina", el gobierno optó por el procedimiento, lento y engo-
rroso, de presentarse a los tribunales pidiendo órdenes judiciales
de desocupación de las plantas. Para esto influyó la firme creencia Cuadro TI-S
del presidente IIlia en el debido proceso legal. Pero también era
evidente que si ordenaba directamente la desocupación militar de RELACIONES ENTRE EL DÓLAR EE. UU. y EL PESO,
las plantes hubiera precipitedo el golpe o, por lo menos, hubiera HASTA 1966
quedado prisionero de Fuerzas Armadas mucho más preocupadas
por encontrar el momento adecuado para el golpe que por soste-
ner al gobierno. Pero el costo de este actitud del gobierno radical (1) (2)
Diferencia porcentual entrQ la cotización Tasa de recargo del dólar
fue dar aún más pábulo a los argumentos de que no había un promedio mensual del dólar EE. VU. del EE.UU. por compras a término
estado capaz de garantizar lo más elementel del orden. mercado oficial y del mercado negro a so días
(%) (%)
El susto de la burguesía se expresó de Ilumerosas maneras.
La sensibilidad con que diversos comportamientos especulativos 1964 Enero 1,4 1965 Junio 3,6
reflejaron las negativas expectativas resultantes y la incierta es- Febrero 0,0 Julio 14,0
pera del momento y de la orientación que tendría el golpe, puede Marzo 0,0 Agosto
Abril 6,9
verse en los datos del cuadro Ir-3, en los que el salto en la cotiza- 3,8 Setiembre
Mayo 6,8
2,2 Octubre
ción del dólar en el mercado negro y en su tasa a futuro' -ade- Junio 11,6
13,2 Noviembre
más de los datos anuales ya presentados de movimiento interna- Julio 31,8
25,4 Diciembre
Agosto 10,8
cioual de capiteles- sólo pueden entenderse desde esta perspec- 17,0
Setiembre 11,6 1966 Enero
tiva**. Octubre 14,1
5,9
Febrero 4,7
Noviembre 18,8 Marzo
Diciembre 15,4
27,3 Abril 30,2
Mayo 47,9
1965 Enero 41,4
Febrero 52,9
*" En los extraordinarios aumentos de esta tasa en los meses inme- Marzo 42,8
diatamente precedentes al golpe de junio de 1966 tenemos, además, una in- Abrí! 32,4
directa pero elocuente indicación de lo notorio que era ~al menos para las Mayo 42,5
fracciones de gran burguesía y de capital financiero que suelen monopolizar Junio 58,7
el acceso a este mercado-, la aproximación del desenlace. Para comentarios Julio 28,3
sobre anticipacione!'l del golpe y su relación con aquellos aumentos, Econo- Agosto 30,3
mic Surt>e-y 7, 14 Y 21 de junio de 1966. Setiembre 36,3
** Tal vez convenga insistir en que no e5 éste un estudio sobre el Octubre 40,0
Noviembre 48,2
periodo del gobierno Radical ni, por lo tanto, puede ser u~a evaluación global
de su política económica. Tomando en cuenta el contexto de hostilidad con Diciembre .."
.... "",'"
,;
Por otra parte, las organizaciones de la burguesía y prácti- promovía el gobierno y discutía el parlamento, teatro de inciden-
camente toda la prensa repitieron incansablemente que, si bien tes que poco aumentaron el ya escaso prestigio de aquella institu-
no podían imputarse al gobierno intenciones subversivas, su "pa- ción y de "los políticos". Además, los intentos de establecer con-
~ividad", "falta de autoridad" e "ineficiencia" lo hacía cómplice troles de precios bajo una resurgente inflación y salarios en aumen-
de algo que ya era bastante más que el "desorden" que se había to, antagonizaban a una burguesía que encontraba en este plano al
padecido en los años anteriores. Ese gobierno -y, más en general. "intervencionismo estatal" que se esfumaba cuando se trataba de
un Estado que no podía "poner en su lugar" a los sindicatos y a aplicar la represión por la que clamaba. Por añadidura, diversas
la clase obrera, y un régimen que no podía absorber el peso elec- medidas nacionalistas *, de control de cambios y de restricción al
toral del peronismo-- aparecían condenados a fomentar la sub- flujo externo de capitales habían generado la hostilidad del capital
versión, incluso a pesar de las intenciones de los liderazgos sin- transnacioriaJ y de los sectores internos ligados a éste y a la ex-
dicales y peronistas *. portación.,Por si fuera poco, las elecciones provinciales de 1965
En 1965 y 1966 na volvieron a registrarse acciones tan ma- demostraron que el radicalismo seguía sin posibilidades de com-
,ivas y coordinadas como las de 1964. Pero siguieron ocurriendo petir electoralmente con el peronismo, incluso si éste -como en
numerosos incidentes, algunos de los cuales terminaban espontá- Mendoza- se presentaba dividido entre listas apoyadas por los
neamente en ocupaciones de plantas que el gobierno seguía sin dirigentes sindicales y por Perón. Ante ello, el futuro del radica-
reprimir **. A ello se agregaron disturbios regionales, sobre todo lismo, si no proscribía a aquel movimiento, parecía abrirle
en la provincia de Tucumán, donde ocurrieron diversos hechos de camino al gobierno, precisamente cuando su principal base social
violencia ***. A ello se agregaba la legislación' "demagógica" que no sólo seguía apareciendo como el principal agente de una crisis
de acumulación sino también, a partir del Plan de Lucha y sus
* Incluso el papel que parte de los primeros cumplía en la promoción derivaciones, insinuaba una crisis de dominación social. Además r
del golpe era considerado, por ,parte de los empresarios con los que con- ello se produciría en condiciones que parecían asegurar un gravi-
versé en el período y/o entrevisté más tarde, como una indicación del dis-
loque a que se había llegado. Parecía indispensable derrocar al gobierno tante papel al mismo Perón, todavia absolutamente inaceptable
radical y -más aún- terminar con el estado "débil" y "demagógico" que
13e venía sufriendo, por lo menos, desde 1958. Pero esto requería un golpe,
y el que grupos de ]l~S Fuerzas Armadas mantuvieran intensos contactos Llar del "general desorden", afirma que "prácticamente no hay autoridad
con los dirigentes sindicales alrededor de ello, provocaba en aquellos entre- Ifonstituida que ejerza funciones en l'esguardo <.le la tranquilidad pública y
vistados agudas inquietud{;B acerca del rumbo que se tomaría ~ya fuera que de la seguridad individual; impera la amenaza, que se convierte sin dificul-
aquellos contactos se hió€ran por trasnochadas ilusiones populistas o por- tad en violencia ... Establecimientos industriales, locales de comercio, es-
tJ.ue tomaran pasivamente como un dato el "poder sindical" que, por el con- cuelas y oficinas públieas se convierten a cada rato en especie de cuarteles
trario, habría que comenzar pOr destruir. Veremos que todo esto tuvo im- {) iortalezasde grupos amotinados, un dia como protesta pOr el atraso en
lJortantes Co1l.sN'uencias. los pagos de sueldos y saIari08, otro por discünfü,midad con una resolución
** E:n el primer semestre de 19GB, las organizaciones de la gran bur- administrativa o manifestación de solidaridad con autores de desmanes an-
f,;'uesía arreciaron sus críticas a la ¡{cDl,sctivizadón totalitaria" y al "de- teriores" (La- Prenso, G de junio de 1966, p, 8). Sobre las presuntas im-
8enfTenado estatismo" que la política_ económica promovía, así como a la plieaciones subversivas de todo esto ver La Nación del 13 de enero, 17 de
"llt\sividad" gubernamental frente a la "ola subversiva". Ver las dec1al'aeio- marzo, 24 de marzo, 21 de abril, 2 de junio, 11 de junio, 19 de junio y 26
:mes .:1e ACIlDL, UTA, SRA, CAe y Bolsa de Comercio de Buenos Aires en de junio de 196G; d. también -~-entre muehas otras citas posibles de un
La Nac'ión, 16 {le abril, 23 de abril, 6 de mayo, 10 de mayo, 11 de mayo, coro casi unánime- Pálncra. Plana, 10 de enero, 17 de enero, 31 de marzo
1:) de mayo, 14 de mayo y 5 de junio de 1966. Por su parte la CGT tanlbién y 17 de junio de 1966; Confirmadu del {; de enero, 10 de marzo, 24 de mar-
contribuyó con duras críticas al gobierno (declaración en La Nación del Iv ~o, 26 de mayo, 2de junio y 23 de junio de 1966, y Economil' 8nr'l'üy del
<\le abril de lflGG) y con un paro nacional el 6 de junio, que se agregó a 1'1 {le febrero, IG dn :rehrel'o, 22 de marzo y 7 de junio de 1966. Estas y otras
huelgas que dUl'Rute los meses -previos al golpe sostuvieron trabajadores publicaciones propídaban inequívocamente la pronta perpetrací6n del golpe.
tan ,crl.ldale" y cuyo. paralización se hada tan notoria~ como los em"
picados judiciales, de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, de "' Sobre todo la anulación de los contratos ~on compaüías petroleras
transportes públicos, <.le aeronavegación, de correos y telecomunicaciones, de 'Ostadounidenses celebrados durante la presidencia de .Frondizi que puso en
ferrocarriles, 'ji maestros y proÍesores, además de diversos conflictos obreros, movimiento diversas sanciones pOr parte de organismos financieros trans-
H* De las innumerables expl'esione:i atemorizadas y hostiles de la bur-
ro2.cionales V del gobierJlo estadom:dd(onse. atlí como fomentó la lleta <1e8in-
guesía y la prenga, UIla que sintetiza bien Su tono eS la que, luego de ha- versión ext~rna ya cOHlenlade.. .
82 GUILLERMO Ü'DONNELL IMPLANTACIÓN DEL EA 83
para buena parte de las clases dominantes y para las Fuerzas Ar- todo ello implicaba *. Incluso, la hostilidad de peronistas, sindi-
catos y buena parte del sector popular hacia el gobierno radical
madas.
y hacia un régimen que se proclamaba democrático pero les cerra-
Conviene una recapitulación. Sin duda. la percepción de la ba acceso electoral, realimentaba una activación política que el
amenaza exageró lo que ella implicaba objetivamente. Sin duda, aparato estatal no podía controlar. Esto a su vez concurría al
también, sobre esa percepción se montó una sistemática campaña fenómeno más general de la erosión de la escasa legitimación
apuntada a promover el golpe. Por añadidura, y como ya he in- del régimen, así como a los comportamientos especulativos lanza-
sistido, en contraste con otros EA, ni los liderazgos del sector dos por los temores de la burguesia y por hostílídad hacia el go-
popular proponian metas anticapitalistas, ni la activación de aquél bierno radical.
era impulsada desde el aparato estatal, ni se habia !legado a una para quienes más tarde descubririan amargamente -sobre
extendida impugnación de la dominación celular en la sociedad. todo los dirigentes sindicales- que la irnplantaCí6ridel EA de
Además, el grado de crisis y amenaza contenido en aque!la situa- 1966 conducía a su derrota, el apoyo al golpe fue, fundamental-
ción parece nimio comparado con el que habría de alcanzarse en mente, el apoyo a la destrucción de un régimen que les negaba
la Argentina a partir de 1969. Pero debemos tratar de reconstruir sistemáticamente acceso al gobierno, así como laesperal1za de
el sentido de los acontecimientos tal como los actores los vivieron. forjar alianzas alrededor de lln nuevo Estado que dier" m"yor
En este sentido no cabe duda de que lo sintetizado en esta sec- y más estable lugar a sus intereses económicos y corporativos,
ción fue vivido por buena parte de la sociedad argentina como Para gran parte de la burguesía, la promoción de ese golpe apun-
una profunda crisis que, entre otras cosas, contenía -de manera taba a resolver el magno problema de encontrar un Estado que
que el "Plan de Lucha" y sus derivaciones parecían mostrar que organizara condidones más estables para la acumulación y garan;.
operaban activa y generalizadamente- potencialidades intolera- tizara más firmemente su dominación de clase, aparte de que
blemente subversivas. El problema no era, como en otros BA, la también quería destruir un régimen que no había logrado digerir
articulación del sector popular con liderazgos politicos socialistas al peronismo y " través del cual se habian filtrado gobernantes
o con segmentos radicalizados del aparato estatal. En el caso aqui "débÜes" que, al -menos por la pasiva, parecían promover el res-
estudiado la cuestión se colocaba directamente al nivel de clase, quebrajamiento de la dominación social.
pero con dos particularidades. La primera es que los enfrenta- El sector popular y, en especial, la clase obrera, venian ju-
mientos se daban en términos fundamentalmente económicos, siIl gando un papel mu)' importante desde por lo menos 1945. Después
cuestionar la dominación misma, planteando una clara crisis de del derrocamiento de Perón en 1955 y la proscripción del peronis-
acumulación. La segunda, que tampoco se formulaban esos cues- mo, la combinación del peso propio de esa claBe con la red orga-
tionarnientos desde los sindicatos nacionales ni el peronisma, y nizacional de los sir dicatos y el arrastre ·electoral del perollismo,
que tampoco había partidos con un mínimo caudal electoral que dio al periodo 1955-1966 las caracteristicas que he delineado. Ya
lo hicieran.
En estas condiciones el corte de clase aparecía claramente * Esta sensaclOn, junto con la ambigüedad resultant.e de q\1B esa ncti-
vación no se dirigía a una alternativa anticapitalista, es bien resumida por
dibuj ado ante una burguesía que no se sentía -como habría de el Economic Survey (19 de febrero de 1966, p. 67): "(los conflictos) de-
ocurrir en la década del· 70- directamente amenazada en su su- muestran el trastrocamiento de los conceptos a que, en materia laboral, se
pervivencia como clase, pero que por otra parte resentía los ha llegado en la Argentina, gracias a la inercia del gobierno y su incalificable
lenidad en la defensa de los intereses del {mis, Los sindicatos, luego de
obstáculos interpuestos a su acumulación y temía que, aunque no haberse dado el gusto de usurpar impunemente propiedades ajenas, duran-
lo quisieran asi los liderazgos del sector popular, la situación se te el desarrollo del así Hamado Plan de Lucha, y de privar de su libertad
fuera deslizando hacia una crisis de dominación social. Por aña- a centenares de hombres de empresa, sin que el Poder Ejecutivo mueva un
dedo para evitar la comisión de esos delitos, ya han perdido evidentemente
didura, esa burguesía sentía encontrarse, cada vez más, ante un noción de la desproporción que existe entre los fines que persiguen y los
aparato estatal incapaz de resolver los crecientes problemas que medios que emplean:'
84 GUILLERMO Ü'DONNFLL
IMPLANTACIÓN DEL EA 85
señalé que debido a esto muchas cartas estaban echadas hacía
1962-1963, y que la continuidad de un gobierno civil hasta 1966
se debió en gran medida a la introversión profesionalista con que 2) }rfodrilidades de -i-nte?·vención, ,1j corrientes internas
las Fuerzas Armadas buscaron reconstituir su cohesión luego de
en las Fuerzas Armadas
los enfrentamientos de aquellos años. Entretanto, el ya viejo pro-
blema que subyacía a la incapacidad de absorber a un movimiento
político y sindicatos que tenían su centro (le gravedad -sobre to~ Las modalidades con que las Fuerzas Armadas Argentinas inter-
do después de 1955-- en una clase obrera que parecía pronta a vinieron el 28 de junio de 1966 no fueron ajenas a su historia
desbordar los límites en que sus dirigentes querían encerrarla, posterior al derrocamiento del general Perón en 1955. Hasta 1963
generaron una crisis política menos intensa pero más prolongada su fr<:+ccionalización facilitó la realización de varios golpes, nume-
que en los períodos precedentes a los otros BA. Esta amenaza má3 rOsos 'putschs internos y un marcado relajamiento de la disciplina
difusa (en tanto no se corporizaba en partidos ni en grupos ope- y de las líneas de comando. Hacia 1962 se produjo una reacción
rantes en el aparato estatal), y menos inminente (porque, a pesar l<profesionalista", apuntada a lograr cohesión interna, aumentar
de histéricas exageraciones que no faltaron, no ponía inmediata-
la capacidad operativa de las Fuerzas Armadas y capacitarlas pa-
mente en juego a la sociedad en tanto capitalista) marca, junto ra la comprensión de problemas sociales desde la óptica de las
con una crisis económica correspondientemente menos aguda, 1& doctrinas de seguridad nacional que comenzaban a prevalecer en
diferencia originaria de este EA con los otros. el continente. Este intento se conectaba con el diagnóstico de que
Otra diferencia fue que, por sus propias razones, tanto el el fraccionamiento interno se debía a la constante intervención
peronismo como los dirigentes sindicales apoyaron el golpe de en la política nacional en alianza con, y en función de las metas
1966, y que muy buena parte de la opinión pública por lo menos de, partidos politicos y grupos civiles. En contraste, lo que los
no se opuso al mismo. Dada esa amenaza menos intensa e inmi- profesionalistas propmlían eran unas Fuerzas Armadas "por en- .
nente, el golpe de 1966 no sólo tuvo un carácter Inás preventivo cima de la política", dispuestas a intervenir sólo en situaciones
que los de otros BA. También pudo apareeer inicialment.e como el -que se reservaban definir- de inminente amenaza a la seguridad
punto de partida de una reconciliación nacional que sólo requería nacional. Superar la fraccionalización y ampliar la capacidad
retirar piadosamente del escenario los despojos de una rnalhadada operativa de las Fuerzas Armadas entrañaba entonces "volver a
scmi-duDocracia. Pt~rdedorcs y ga_uadores creyeron haber ga.nado los cuarteles". Esto a su vez implicaba, en el agitado período que
j, aunque el error de los primeros no tardaría en quedl:o\r despeo. sucedió al derrocamiento del presidente Arturo Frondizi en 1962,
ve_remos CÓUlO el menor nivel de crisis previa, junto con. permitir la subsistencia del sistema electoral, aunque restringido
la eclosi6n de conflictos internos nI por la proscripción del peronismo. La reacción profesionalista
xmcvo sí.i:.',tcrna ;1,8domInnción que, en EAs implantados en. condi- contra los oficiales más politizados y antiperonistas culminó en
dones rnás extrernas, qucchn¡ arnol'Ugnadü3 pUl' más Pero, los enfrentamientos armados de 1962 y 1963. Ellos dieron un de-
por otro lado, In erisis y HU UILlcnaza también estaban en cisivo triunfo a los profesionalistas, a los que -sin perjuicio de
el caso argeuLlrw de 1966 como datos básicos de la situación y cD- la ironía que ello implicaría pocos años después~ se llamaba
mo grandes -orientadoras de lo que (especialmente) la gran bur- "legalistas", debido a que su posición implicaba negarse al recu-
guesía ha!Jr1a de exigir al nuevo gobierno; esto 10 VCrCI:t10S en !o8 rrente golpismo que había terminado por querer arrasar con el
conflictos internos .al nuevo sÜJtemade dorninacÍón y en la tri_unCIa sistema de partidos y elecciones. Esto permitió la realización de
-en que ellos terminaron por engarzarse con las clases y sectores las elecciones de 1963 en las que, con el peronisrno abstenido, se
en eUJiu exclusión se basa todo BA. impuso el Partido RadicaL El Ejército surgió como netamente
dominante sobre las otras cios armas y el teniente general Juan
Carlos Onganía, su Comandante en Jefe y conductor de las ()pe-
raciones contra la facción derrotada, como su líder indiscutido.
Con su dirección las Fuerzas Armadas lograron básicamente las
86 GUILLERMO O'DONNELL IMPLANTACIÓN DEL EA 87
metas organizacionales que se habían proclamado en los enfren- tarías de Estado, y a ese personal, junto con militares retirados,
tamientos de 1962 y 1963. Igualmente, el anterior patrón de fre- en las intervenciones a las provincias y empresas estatales. La
cuentes intervenciones y planteas contra el gobierno civil terminó. idea ~ra que las Fuerzas Armadas eran el "respaldo' de' la Revo-
Pero si con ello las Fuerzas Armadas quedaron por Hencima de lución" pero "no gobiernan ni cogobiernan" 2. Su participación que-
la política", no quedaron afuera de ella. La continuación de la daba formalmente limitada a ciertos organismos no ejecutivos, a
crisis política bajo el gobierno Radical y su evidente falta de apo- los que sólo tenían acceso los comandantes en jefe y algunos ofi-
yos sociales mantuvieron viva la posibilidad de un golpe. La dife- ciales especialmente designados *. Pero no se ex.tendía a 'la desig-
rencia era que, con las Fuerzas Armadas recohesionadas e iin- nación de oficiales en actividad en funciones ejecutivas de gobier-
pregnadas de la doctrina de seguridad nacional, ese golpe seria no ** ni a inmiscuirse personalmente en su marcha diaria ***.
resuelto y ejecutado por sus lineas formales de comando, no ya en Para Ongania esto tuvo el deseable efecto de aumentar sus gra-
apoyo de tal o cual sector civil sino invocando metas de "trans- dos de libertad respecto de las Fuerzas Armadas, pero la razón
formación estructural" estrechamente vinculadas a dicha doctri- principal de este régimen militar formalmente tan poco militari-
na 1. Las Fuerzas Armadas conservaron un vivo recuerdo de los zado debe hallarse en la interpretación que Ongania y no pocos
costos e incertidumbres que habia traido aparejada su anteríor de sus camaradas hacian de la an1;~rior fraccionalízación de las
fraccionalización. Esto convirtió en una preocupación dominante Fuerzas Armadas. Veremos que el 'resultante aislamiento del ge-
el no volver a incurrir en situaciones que disolvieran las líneas neral Onganía respecto de éstas generó' una insatisfacción que se
jerárquicas de comando y pudieran nevar a nuevos enfrentamien- agudizó cuando en 1969 tuvieron que actuar,_pªJ:'ª_}."~pl;'iD:1jrlºªal-
tos internos. Una de las personas para las que esta preocupación zamientos populares de Rosario y Córdoba. A partir de entonces
fue tan viva como notoria fue Onganía. La cohesión y disciplina la pérdida de apoyos civiles por parte del gobierno, y la evidencia
logradas por las Fuerzas Armadas no debian ser puestas en juego; para las Fuerzas Armadas que nopodian sustraerse a algunas de
si asi fuera se pondria al horde de la destrucción a la única insti- las más costosas responsabilidades de la situación, se conjugaron
tución que había logrado {'organizarse" en medio del faccionalismo, para precipitar el derrocamiento de Ongania.
la conflictualidad y la "desjerarquización" -más tarde oiremos Una segunda consecuencía del pasado reciente de las Fuerzas
ecos de estos temas-, de las organizaciones sociales y del aparato Armadas fue que lo que se consideró como su exitosa reconstruc-
civil del Estado '. cíón tendió a ser transpuesto analógicamente para orientar las
La historia reciente de las Fuerzas Armadas tuvo varias con- metas y criterios de acción del nuevo gobierno. Esto a su vez re-
3ecuencias de importancia a partir de junio de 1966. En primer forzó predisposiciones más generales impresas en la socialización
lugar, si su fraccionalización había sido producida por la partici- militar y en las doctrinas de seguridad nacional. Supuestamente,
pación directa en política partidaria y en la conducción diaria del las Fuerzas Armadas habían salido de su fraccionalizacián debido
gobierno, parecía que estas Fuerzas Armadas que volvían a inter- a que, primero, se había implantado Un orden interno basado en
venir, arrasando el sistema constitucional y postergando sine die líneas de autoridad jerárquicamente definidas y ep el que el papel
3U restauración, quedaban expuestas a riesgos similares. ¿ Cómo de los rangos inferiores se limitaba a obedecer y a transmitir in-
se las podia resguardar de ello? Esta pregunta fue contestada
mediante la designación de civiles, "técnicos" y "apolíticos", en los * Estos organismos fUeron el Consejo Nacional de Desarrollo (CO-
altos niveles decisorios del gobierno, incluso ministerios y secre- NADE), el Consejo Nacional de Seguridad (CONASE), el Consejo Nacional
de Ciencia y Técnica (CONACYT), el Estado Mayor Conjunto de las FUer~
* La preocupaclOn por evitar una nueva fraccionalización también zas Armadas, la Secretaría de Informaciones del Estado (SIDE) y la Junta
fue importante para la decisión de intervenir y ~particularmente- para la Militar. Ninguno de ellos tenía formalmente atribuciones ejecutivas.
fecha en que así se hizo. En 1967 debían realizarse elecdones que volvian ** Con excepción de los ferrocarriles, cuyo catastrófico déficit se pen-
a plantear el dilema de proscribir o no al peronismo; la intervención en só podía ser solucionado por un equipo de oficiales en servicío activo.
junio de 1966 buscó anticiparse a la eclosión de este dilema y de sus consi- n* Según me 10 manifestaron los ministros y secretarios de Estado
guientes efectos -divisorios en las Fuerzas Armadas; cí. Guillermo O'Don- qne entrevisté, tenían órdenes de Ongania de informarle de presiones o pe-
nell, "Modernización ...", op. cit. did0s personales provenientes de miembros de las Fuerzas Armadas.
88 GUILLERMO O'DONNELL IMPLANTACIÓN DEL EA 85
formación hacia la cúspide; segundo, porque los componentes de sus jerarquías, pero no j3aben intereses contrapuestos entre sus
las F'uerzas Armadas se habían ceüido a un alto grado de espe- componentes. La carrera de intendencia puede tener poco presti-
cialización; y, tercero, porque todo había quedado englobado por gio pero -lo mismo que los soldados- es indispensable para que
concepciones y metas comunes, cuyo logro satisfacía el interés de el Ejército pueda funcionar. Así, también, la "estructuración de
todos sus miembros. No es ésta una descripción de lo realmente comunidad" es su integración mediante organizaciones funcional-
ocurrido, pero fue la visión que buena parte de los jefes militares mente especializadas y jerárquicamente articuladas, que se rela-
tenía de cómo habían logrado mejorar la situación de las Fuerzas cionan desigual pero armónicamente para el logro de un interés
Armadas. Un esquema similar generalizado a la sociedad global común a cada organización y a cada uno de sus miembros. Ade-
-sobre el que volveremos varias veces- es el que puede advertirse más, la integración de aquéllos no puede ser una mera adición de
en los discursos y declaraciones de Onganía, así como en diversos las parcialidades de que cada una se ocupa, sino su "ensambla-
documentos militares del período. Era ahora la nación la que tenía miento" con una autoridad superior cuya misión es formular crea-
que ser salvada de la fraccionalización y los conflictos, de su po- tivamente el interés de un cuerpo social que sólo puede ser detec-
litización y de su "crisis de autoridad", so pena de que sufriera tado "por encima" de cualquiera de aquellas "partes".
el colapso al que se habían acercado las Fuerzas Armadas. La sa- Lo que acabo de delinear es la visión arquitectónica del Es-
ciedad tenía que ser Uestructurada" según patrones que concreta- tado y la sociedad de la ideo1ogii\ corporatiy!sta '. Las implicacio-
rían en todos sus niveles una integradora arquitectura social. Y nes del corporativismo quedan lejos de ser agotadas con 10 dicho.
esto en un doble sentido: por una parte, llledíante la representa- Pero lo que importa señalar es que una i:qstitll~i9n Ipilitarme-
ción de clases y sectores sociales a través de organizaciones ajus- dianamente profesionalizada en mucho se parece, en su perfil for-
tadas a criterios "técnicos" y "apolíticos" de especialización fun- mal y en sus patrones de ftln~i()_l'la1pie~to, 3:. lln sistem~eo_l:'p()rft
cional y, por la otra, mediante la infusión de un propósito común tívo. Es probable que en el caso argentino, el reciente proceso de
que presuponía que toda visión discrepante se debía a egoísmos reorganización militar según estas pautas haya ejercido despro-
sectoriales que esa integración ayudaría a eliminar. Haciendo la porcionada influencia sobre la concepción de la manera en que la
analogía aún más cercana, en el encadenamiento jerárquico de la sociedad debía ser "reorganizada" a partir de 1966. Es claro, al
30eiedad los rangos inferiores también debían "participar", pero menos, que impregnó a Onganía y era coincidente con la de sus
limitándose a informar y asesorar a la instancia superior sobre colaboradores más cercanos.
108 temas, técnicos y específicos, para los que iba a capacitarlos
su especialización funcionaL Lo mismo que el Comando en Jefe Una tercera consecuencia de la historia reciente de las Fuer-
traza la estrategia en base a los aportes de sus diversos servicios zas Armadas exige matizar lo dicho acerca de la cohesión lograda.
y departamentos, en la cúspide de esta jerarquía social aparecía Los militares triunfantes en 1963 podían coincidir en un "retorno
un gobierno que, resumen de los niveles en que se articularía la a Jos cuarteles" orientado a preservar y potenciar su institución,
sociedad, debía detectar el interés general y convertirlo en órdenes pero esto no implicaba que estuvieran de acuerdo sobre cuestio-
y disuasiones. Obviamente, una autoridad impuesta sobre una so- nes qne habrían de convertirse en ineludibles a partir del golpe
ciedad así "organizada", no puede ser sU representante sino en el de 1966. Esto hace necesario delinear ahora los principales trazos
particular sentido que un comandante en jefe lo es de su arma: de sus corrientes internas en 1966 -'o
como detector y agente de un interés general sólo perceptible por En primer lugar, la corriente que cabe denominar "paterna-
encima de los sectores en que ella se compartimentaliza. En esta J)~4l", cuyo representante más destacado fue Onganía, y que tuvo
concepción el Comando en Jefe -y el gobierno- encarnan una gran peso entre sus colaboradores en la presidencia,· en ell\tIinis-
racionalidad superior, única que puede abarcar el conjunto de su ter¡o de! Interior y en una proporción indeterminable pero sin
sistema social. Por esto tienen no tanto el derecho sino la obliga- (it:da gravitante de los miembros de las Fuerzas Armadas. A ella
ción de imponerla por sobre la visión inevitablemente parcializada es la que mejor corresponde la transposición anaIÓ!;lea de lo mi-
de sus subordinados. En este sistema hay asignaciones de respon- li~,-;r a lo social recién deline~da. Entroncados con las corrientes
sabilidades y beneficios marcadamente desiguales a lo largo de tl'~;(.1i('ionalistas de la Iglesia) con un origen de pequeüa clase media
90 GUILLERMO O'DONNELL IMPLANTACIÓN DEL EA 91
provinciana, admiradores de Francisco Franco, corresponden cer- tivo económicamente que el de los paternalistas, y mejor preparado
canamente a la "mentalidad autoritaria" delineada por Juan Linz 5. para reprimir con buena conciencia. Hostil al . big business, por
Su visión corporativista está surcada por imágenes organicistas, grande y por extranjero, quiere descubrir en el "empresariado na-
pero queda lejos de una ideología fascista gracias a un conserva- cional" la base de sustento política y económica de un capitalismo
dorismo impregnado de paternalismo, hostil a toda movilización nacionalista y, en definitiva, estatista. Flor tardía y marcada-
política e ilusionado en recuperar la "integración social" de un mente autoritaria del populismo, este nacionalismo se encuentra
mítico pasado patriarcal. Conservadores o, mejor, tradicionalistas, con que ni el pueblo se presta a movilizarse dentro de los límites
la sociedad que querrían construír es tan ajena a la polítíca de que pretende imponerle ni su "empresariado nacional" puede ni
masas como al big business; antes bien, es evidente su reticencia quiere, demasiado penetrado por el capital transnacional, ser co-
frente al capitalismo, el lucro y la gran empresa, rodeada por la impulsor de la "revolución nacional" a que lo invita. Rechazado
ilusión de que, a la lllrga, serán superlldos medíante un sístemll por el sector popular, hostil a (y bostilízado por) el capital trans-
menos crematístico y más justo para el pueblo --que míentras tan- nacional, buscando el fantasma de una burguesía local que no fue
to debe esperar, confíada y disciplinadamente, que sus benefacto- ni es 10 que "debería ser", sus fobias y sus ilusiones de moviliza-
res creen las condiciones para que así ocurra., Partidarios del ción de masas, no tienen, sin embargo, bases estructurales para ge-
"orden", la Hautoridad" y la despolitización, tienen una veta nerar un estado fascista. A,'y~ce,g esta.corrie I1 te,se superpone con
moderna en su fascinación con los "técnicos", que parecen porta- los paternalistas, pero en momentos cruciales -como la caída de
dores de una racionalidad que les permite negar -y aquí está el Onganía y, sobre todo, el breve gobierno de su sucesor, el general
origen de esa fascinación- la politicidad y eonflíctualidad intrín· Roberto Levingston-, muestra claramente sus diferencias. El pa-
secas a cualquier cuestión social. Son portadores de una ilusión. de trón ideal de organizac'16n social también es, para esta corriente,
integración social, que esperan lograr mediante un corporativis- corporativista. Pero, en contraste con el corporativismo despo-
mo englobante no sólo del sector popular sino también de una litizante de-los paternalistas,·el··de-lOs riaCionalistuEI-querfía ·cOm~
burguesía cuya orientación internacionalista y secularizada les es binarIo de alguna manera --que apunta a la formación de un
extraña. "movimiento" controlado desde el gobierno-, con su ilusión de
movilización autoritaria del pueblo.
Una segunda corriente tiene bastante en cOmún con la prime-
ra pero es importante no confundirlas. Es también autoritaria y Una tercera corriente es la de los "liberales autoritarios", o,
corporativista pero, en contraste con la orientación desmovilizan- simplemente, "lib~rales" *. Aunque ignoro-el· orig€!n sódaJ '·de sus
te y Hapolítica" de la anterior, t~ene la ilusión de generar y mani- seguidores, .sus-lj(¡eres del período aquí estudiado, los generales
pular movimientos de masas que apoyen sus consignas. Esta co- Julio Alsogaray y Alejandro Lanusse y varíos de suscóJaborado-
rriente puede denominarse r.~:nacionalista'\*. Alienta la ilusión de res inmediatos, provenían de la alta clase urbana y eran los menos
una unión entre "pueblo y' Fuerzas Armadas" en la que aquél provincianos por origen y por mentalidad. Sus amístades y cone-
aparece como una masa atomizada, incapaz de generar sus propios xiones están, por familia y por elección,mucho más orientadas
liderazgos y movilizable atrás de una ideología que afirma 10 na- que las de paternalistas y nacionalistas hacia el mundo de la gran
cional en la negación conjunta del ¡¡comunismo'" y de los patrones burguesía y el circuito de abogados, economistas, publicistas e
-"liberales", "individualistas" e internacionalizados- de creci- intelectuales que lo circunda. Se consideran verdaderos demócra-
miento capitalista. ~a nación que querría construir, obediente a las tas, en contraste con las sospechosas profesiones de lIfe democrá-
"jerarquías" y dispuesta a movilizarse atrás de consignas emana-
das desde la cumbre, apunta a un aparato estatal fuerte, más ac- * A pesar de sus inconvenientes, este término sirve para distinguir
a esta corriente del corporativismo y el autoritarismo que, aun en su so-
ciedad ideal, mantendrían paternalistas y nacionalistas; los liberales, aun-
* Uso este término y el siguiente ~"liberales"~ con no pocas dud<lS, que estén dispuestos a postergado por largo tiempo, optarían idealmente
dado que están cargados de connotaciones que no coinciden con las que aquí por una sociedad que funcionaría de acuerdo con los moldes clásicos del
estipulo para definirlos. Pero como no encuentro otros mejores, debo confiClT constitucionalismo liberal. Veremos que estas diferencias no dejan de tener
que el lector se atenga a mis definiciones. consecuencias prácticas.
IMPLANTACIÓN DEL EA 93
92 GUILLERMO O'DONNELL
nal del Es'k1.do el representante más importante de la corriente
tica" que sus camaradas antes perfilados pueden verse obligados paternalista, 10 que despejó el camino para un importante grado
a hacer. La imposición de un sistema autoritario es una lamenta- de control del Ejército por parte de los liberales. Entre éstos, in-
ble necesidad que, aunque deba durar largo tiempo, no obsta para cumbió al general Julio Alsogaray -y a su hermano, Álvaro *-,
que en su punto de terminación quieran hallar nuevamente llna un activo papel en la preparación del golpe, incluso la conducción
democracia política -aunque, eso sÍ, acotada y garantizada con- del "operativo" que desalojó al Dr. Illia de la presidencia. Tam-
tra las "demagógicas" irrupciones del período previo al BA. SOl1, bién se expresó en la redacción de los capítulos sobre "Política eco-
en otro contraste con sus camaradas, pro-capitalistas sin reser- nómica" y I<Política laboral" -contenidos en el "Anexo III" de las
vas mentales y entienden mucho mejor el funcionamiento de una "Actas de la Revolución Argentina", que se suponía debían orien-
economía capitalista. El big business no les choca; es parte de su tar la acción del nuevo gobierno. A pesar de algunas ambigüeda-
medio de interlocutores civiles, con el único apoyo militar seguro des, esos textos son expresión de la corriente de la que emanó, con
para quienes se hacen cargo de la política económica del BA. su contenido y terminología libreempresistas y privatistas, y su
Queda en el trasfondo un cuarto grupo, probablemente mÚ3 reafirmación de la democracia constitucional como punto de lle-
numeroso que los anteriores, los Hprofesionales", escasamente pro·- gada de lo que aparecía como un interludio, aunque prolongado,
cIiv€,s a los liberales pero siempre alertas a detectar y seguir la de dominación autoritaria. El contraste de este documento con los
distribución de fuerzas dentro de sus armas. emanados del presidente Onganía es una indicación de un tema
sobre el que deberemos volver: la distancia existente entre estas
Este es un primer esbozo de ideologías y tendencias que vere-
dos corrientes.
mos irse perfilando más nítidamente, en su interacción con otros
En el momento del golpe el comandante en jefe del Ejército
factores, a 10 largo de los procesos a estudiar. Una particularidad
era el general Pascual Pistarini, un profesional de escaso peso.
del caso argentino es que entre 1966 y 1973 ocuparon la presiden-
En dicíembre de 1966 fue reemplazado por el general Alsogaray,
cia representantes de cada una de las tres primeras tendencias,
con quien Onganía mantuvo una serie de conflictos que culmina-
en el orden que las he presentado aquí -Onganía, 1966-1970;
ron con el relevo del primero; después de aquél el comandante en
Levingston, 1970-1971, y Lanusse, 1971-1973-. Cada una de ellas
jefe natural en términos de su prestigio militar y de sus apoyos
se enfrentó con, y generó, problemas muy diferentes, que fueron
sociales era otro liberal, el general Alejandro Lanusse. Este jugó
desde la triunfal instalación del EA en 1966 hasta el incierto re-
un papel protagónico en el derrocamiento de Onganía, en la de-
pliegue íniciado en 1971. signación como presidente del general Levingston y en su derroca-
Estas corrientes internas a las Fuerzas Armadas pudieron míento, y a partir de entonces fue el presidente del último periodo
coincidir en dar por terminada la semi-democracia vigente en el de la Revolución Argentina, signado por la búsqueda de una so-
período 1955-1966. También coincidieron en inaugurar un nuevo lución negociada con los sectores y las organizaciones políticas
sistema de dominación política que se proponía, sin plazo pre- que el golpe de 1966 había buscado excluir. El Ejército, bilsica-
determinado, el logro de metas tan amplias como recuperar la "dig- mente no liberal, encontró en los general~s Ongal1ía y LevAIlgston,
nidad internacional" y "modernizar" la Argentina, "asegurar la sucesivamente, auténticas expresiones en la cumbre del aparato
unión nacional", "posibilitar el bienestar general", y "reencauzar estatal. Pero, al mismo tiempo, qlJedó con gran peso en las jerar-
al país por el camino de sU grandeza" 6. Estas corrientes no podían quías superiores de las Fuerzas Armadas su corriente liberal
sino coincidir en que el líder natural era Onganía, quien tenía -única que estaba estrechamente conectada con las fracciones
gran prestigio en las tres armas y proyectaba una imagen de auto- más poderosas y dinámicas de las clases dominantes.
ridad y sobríedad que parecia especialmente adecuada para el pe-
ríodo que se abría. El ejercicio de la presidencia por Onganía * Alvaro Alsogaray había sido dos veces ministro de Economía du-
expresó sU liderazgo-militar pero a la vez lo distanció del ejercicio rante las presidencias de Frondizi y Guido (1958-1963), oportunidades en
del mismo, 10 cual se acentuó debido a la decisión de apartar a las las que puso de manifiesto una ortodoxia liberal que poco ayudó a su po-
pularidad, al tiempo que los programas antiinflacionarios que intentó tu-
Fuerzas Armadas de participar directau1ente en "su" gobierno. vieron corta vigencia y escaso éxito.
Con su designación se trasladó a la cumbre del sistema instit.ucio-
94 GUILLERMO Ü'DONNELL
IMPLANTACIÓN DEL EA 95
Esta ambigüedad contribuyó a marcar el ritmo de los pro-
blemas internos del EA argentino y señalaría ya inicialmente, en sirve para mostrarnos los límites de la autonomía que, sobre el
el contraste entre el paternalismo de Onganía y el liberalismo de proceso politico general y los avatares del EA, pueden adquirir
Castelo Branco 7, algunas especificidades de este caso respecto estos factores internos a las Fuerzas Armadas.
del brasileño. Pero 10 que importa destacar -para i1'lo desarro-
llando en futuros capítulos- es que el bajo nivel de amenaza en
el caso argentino de 1966, permitió un alto grado de explicitación 3) j'aternalÚitas y liberales
de las diferencias entre las corrientes paternalistas, nacionalis-
ta, y liberal. Los casos de mayor amenaza previa tienden a pro-
vocar una mayor cohesión en las Fuerzas Armadas, al menos La Revolución Argentina se inició cOn el anuncio de que habría
mientras pueda hacerse un argumento verosímil de que aquélla no de durar por tiempo indeterminado, el necesario para que el
ha sido extirpada. Además, la mayor profundidad de la crisis im- país fuera "modernizado" y Hreencontrado con su destino" y para
plicada por un más alto grado de amenaza tiene un doble efecto: que los males del periodo 1955-1966 -inflación, escaso crecimien-
por una parte liquidar las ilusiones de pronta "integración social" to económico, agudos 'Conflictos sociales, corrupción, egoísmos sec-
de los paternalistas y, por la otra, dificultar las ilusiones de los toriales, subversión, "descreimiento de los argentinos", <¡falta de
nacionalistas de promover Una movilización que pudieran contro- cohesión espiritual", "inorganicidad" y "falta de representativi-
lar verticalmente. El efecto combinado de esto tiende a fundir dad" de las organizaciones civiles, entre otros- fueran definiti
aparentemente a paternalistas y nacionalistas en una misma co- vamente erradicados. :La sociedad tenía que ser integrada y ¡¡en-
rriente, más dispuesta que en casos de baja amenaza a coaccionar samblada" Con un Esfado que sería transformado en un "eficien..;
que los primeros y menos tentada a movilizar que los segundos. te" conjuIlto de instituciones. Para ello era iIldispérisáble realizar
Por añadidura, la mayor gravedad de la crisis económica tam- una vasta tarea de Hordenamiento" que, junto con los frutos del
bién implicada -como vimos en el capítulo antedor-, por un crecimiento económico, permitiría, primero, distribuir más equi~
más alto grado de amenaza, entraña que es más estrecho el des- tativamente bienes y oportunidades y, más tarde -preparando
filadero de ortodoxia a través del cual el EA debe intentar la nor- su desemboque en un sistema estable y legitimadó-, la reapari-
malización de la economía. Esto a su vez implica que, cualquiera ción de Hl a actividad política" y, de la,"~~!llO~~i:l.~i_a !epresentati-
que fuere su peso al interior de las Fuerzas Armadas, entonces ya". Se seguirían entonces pautas orientadas exClusivamente al
los liberales -militares y civiles- determinan más decisivamen- bien común, nutridas de la "auténtíca representatividad" de las
te que en los casos de m.enor amenaza el rumbo de las políticas Horganizaciones básicas de la comunidad" que articularían la par-
económicas y sociales del BA. De manera que. además del efecto ticipación y los valores de °solidaridad" que entonces prevalece-
de fusión entre paternalistas y nacionalistas, un alto grado de rían 8. Habría así tres tramos, Htres tiempos", uno en el que el
amenaza previa tiende a subordinar a ambos más completamente énfasis recaería s'obre 10 "eCónornico" y el-Hordenamiento", otro
a las políticas que derivan de los intereses y orientaciones de las posterior en el que el tema principal sería lo ¡¡social", apuntado
principales bases sociales del EA. a la justicia distributiva y en el que se daría impulso a "trans-
formaciones estructurales" po~ibilitada8porel ordenamiento pre-
Las diferencias entre aquellas corrientes, sin embargo, no de- vio y otro, final, en el que el énfasis recaería sobre 10 "político",
jan de existir y vuelven a manifestarse después de la primera eta- articulado por un nUevo Estado y por "las organizaCiolleS álitén
pa de "ordenamiento" y "normalización", ya sea que ella haya ticamente representativas de la comunidad *. Estos tres "tiempos"
desembocado en un colapso del EA o que, según las premisas de
sus actores, haya logrado "éxitos" importantes. La ventaja del * Cf. declaraciones de Origanía en La Nación, 30 de octubre de 1966,
caso argentino de 1966, con su nivel relativamente bajo de crisis p. 1, sobre la intención de promover la "participación" por medio de "las
previa y amenaza, es que nos permite examinar más nítidamente organizaciones básicas de la comunidad" a las que primero hahía también
que "ordenar" y "hacer auténticamente l'epresentativas". En el mismo sen-
esas tres líneas, a la vez que el cotejo con casos de alta amenaza tido el ministro del Interior, Enrique Martínez Paz, en La Nación, 9 de no-
viembre (p. 8), 11 de noviembre (p. 1) Y 27 del mismo mes, 1%6 (p, 1).
GUILLERMO Q'DONNELL
IMPLANTACIÓN DEL EA 97
96
corresponden a.}ajdeología de Onganía y su corriente, que con- se trata de remover los obstáculos para llegar a la ¡Iintegración".
viene explicitar un poco más. En ella se expresa un prejuicio fun- Las manifestaciones de Ildesorden" y 'Ifalta de cohesión", así co-
damental : ¡¡política" es sinónimo de intereses parcializados, de mo elecciones, partidos políticos, huelgas y diversas formas de
desorden, de promesas demagógicas que alientan aspiraciones pre- "indisciplina" y Ilegoísmos sectoriales", tienen que ser suprimidos
rnaturas; es, también, campo de manipulaciones y oportunismos para lograr lo principal, la "cohesión espiritual" que surge de la
que hieren el sentido moralista de esta corriente. Además, la po- búsqueda del bien común y de la aceptación de cada uno del lugar
lítica implica el sacrificio de las soluciones de largo plazo, cuando que ·Ie toca. Además, porque se parte de una sociedad tan lejana
una de las metas era asegurar la estabilidad necesaria para enca- a esto, ei paternalista no puede ser su representante, porque ello
rar I'profundas transformaciones". Política es, además, "división lo haría eco reproductor de los males que debe extirpar; al con-
de los argentinos" y, consiguientemente, fomento del desorden y trario, tiene que emerger por sobre la fraccionalización de la "co-
subversión -todo lo cual conduce a la fraccionalizaeión de la so~ munidad" para imponerle la integración y solidaridad que ella no
ciedad y a la eclosión de egoismos sectoriales que ofenden tanto puede darse a sí misma. Para esto es necesario. controlar un .apa~
a la visión organicista subyacente como a las lecciones que sus rato estatal fuerte y eficaz. Éste es, corno necesaria consecuencia
de esta visión jerárquica, integracionista y polarizada -corpora-
portadores ereían extraer de la experiencia reciente de las Fuer~
tivista-, el único ámbito desde el que puede detectarse el bien
zas Armadas *. común. Por eso esta ideología reclama un aparato estatal capaz
En contraste, el orden a instaurar era integración social, uni- de imponer decisiones y de organizarse de manera que lo con-
dad espiritual y supresión de toda causa auténtica de conflicto. viertan en instrumento apto para la magna tarea a realizar. Pro-
Estado y sociedad son una comunidad orgánica, en la que cada blema difícil, porque la crisis ante la que se reacciona ha dismi-
miembro, y los sectores en los que se integra, debe cumplir ftiii~ nuido la capacidad ejecutoria de ese aparato, lo ha parcelado y ha
ciones que concurren armónicamente al bien del todo, incJ¡.lso de impedido reclutar los devotos funcionarios que pueden ir "ensam-
aquellos que, menos favorecidos, merecen la preocupación de la blando" a la comunidad entre si y con el Estado. Igualmente, el
Hélite" para, cuando haya recursos suficientes, hacerlesjiistieia. aparato estatal ha ido disminuyendo su capacidad de extracción
Nada podría oponerse a esto, salvo un injustificable egoísmo afe- de Jos recursos que deberia controlar para llevar a cabo la estruc-
rrado a intereses sectoriales. Esta visión puede ser dura cuando turación corporativista de la sociedad y, paralelamente, ha ido
perdiendo el control sobre cuestiones tan elementales coma la in-
* Así, junto con las fulminaciones a la fraccionalización o "desinte- flación, la tasa de inversión, el desempeño de sus propias institu-
gración" sodal que pueden hallarse en los documentos y declaraciones ya ciones y las expresiones de protesta. Es por esto que, junto con el
citados, Onganía agregaba (La Nación, 31 de diciembre de 1966, p. 8) "Los inicial "ordenamiento" de la sociedad, esta corriente ·se propone,
partidos políticos algún día tendrán que ser reemplazados por otras orga-
nizaciones, igualmente politicas, basadas en una comunidad revitalizada,
en realidad privilegiándola, la uracionalización" del aparato es-
basadas en el ideal antes que en el prejuicio, con lealtad primaria y viva a tatal para controlar a la "comunidad", imponerle decisiones y
la Nación, antes que al grupo". por su parte, Martínez Paz agregaba en obtener de ella información para la solución -técnica, por supues-
tono altisonante que "la vieja política ha terminado definitivamente", de- tú- de problemas que ésta no puede encarar porque sus orga~
bido a que "los partidos políticos fomentaron la división del pueblo y, aro
parados en la falacia de una legalidad puramente formal y estéril, esta~
nizaciones se han ido destruyendo en una desenfrenada lucha_ de
blecieron la opción como sistema", agravado por "su falta de representll~ -intereses sectoriales *. El "tiempo económico", la primera tanda
tividad real, su inautenticidad, el egoísmo ..." y, prosigue, eran "expresión
de intereses parcializados que no coincidían con el interés nacional ... y
constituía (n) una pugna entre fracciones artificialmente cristalizadas en "' Este es otro de los temas sobre los que Onganía insistió una y otra
vez. Para ceñirnos al año 1966, d. sus declaraciones (Da Nación, 30 de oc-
torno. a banderías ideológicas ..." (La Prensa, 27 de noviembre de 1966,
pp. 1-7.) Según ambos funcionarios la "participación" debía canalizarse t.ubre de 1966, p. 1) en el sentido de que "hay que organizar preferentemen-
pOr medio de las organizaciones básicas (o "grupos intermedios" funcio-
te al Estado ... Hay que organizar el Estado para que ... tenga incidencia
efectiva sobre el otro (sic) que también tiene que organizarse, que es la
nalmente especializados) y del municipio ("célula de la comunidad"), al
tiempo que negaban con tanto énfasis como escasa convicción las primeras t:ornunidad ..." ef. también discurso en La Nación, 8 de noviembre de 1966,
y Plancam-icnto ...• ops. cíts.
expresiones de preocupación de que fueran "corporativistas".
98 GUILLERMO O'DONNELL IMPLANTACIÓN DEL EA 99
de políticas de "ordenamiento" es, en realidad, el período de emer- reniega de la "democracia formal" y <.llle,a4~?1á~,su Estado~u
gencia de un Estado autoritario que se expande conquistadora- telar y corporativiza!lte se propone acotar lª,¡,'Jiºi,l;:,,~p:1presa",en
mente sobre la sociedad, revirtiendo así el avasallamiento a que lo que ésta lleva a un ¡¡lucro desmedido"yaun, ~,¡ego~smo social"
había quedado sujeto su predecesor, el Estado pretoriano. que afectan el "justo equilibrio" de las clases. Esto separa a esta
Incluso cuando se haya logrado la utopía de la ¡lcomunidad ideología tanto de la fuertemente privatista de los sectores agro-
organizada" sigue vigente el sesgo antipolítico y autoritario de exportadores, como de la visión más compleja del big busín,Bss
esta ideologia. Entonces podrá o no haber partidos políticos, pero urbano, local e internacional. Por otro lado, el Estado tutelar de
ellos ya no representarán intereses sectoriales sino visiones integra- los paternalistas no es el Estado empresario de los náCiOnalistas;
doras del bien común. Además, el10s serán parte, y no la más im- por aplicación del "principio de subsidiariedad", debe reinar"la
portante, de la "participación", que se daría en consejos y comi- "iniciativa de la comunidad", aunque -elaro está- siempre con-
siones, integrados por las Horganizaciones básicas de la comuni- trolada para impedir excesos 10. Pocas cosas COmo esta concepción
dad", fnncionalmente especializadas y englobantes de todos los de un aparato estatal económicamente a la vez antilíberal y no
miembros de la sociedad: grandes cuerpos de "trabajadores", ¡¡em- empresarial muestran tan claramente el arcaísmo de los paterna-
presarios" y "profesionales" que se "ensamblan" con - y se hacen listas, en una estructura productiva compleja y en una sociedad
parte de-- los más altos niveles decisorios del gobierno. Pero esa altamente modernizada y transnacionalizada, cuyas clases domi-
participación, por lo mismo que no deja de venir de los sectores nantes no se reconocen ni se ligan orgánicamente -con sus porta-
parcializados que la misma corporativizac.ién genera, no va más dores. Éstos, a su vez, con respetable congruencia, intentan tomar
allá de transmitir información (presuntamente dotada de un alto distancia respecto de aquéJ1a~*, porque piensan 'qUe; aunque
contenido técnico y preocupada, gracias a los valores de solidari- tengan que apoyarse en ellas, su tarea es también la de contro-
dad que la impregnan, por trascender los intereses del sector), larlas en beneficio de una sociedad más l/equilibrada", y más
de asesorar al gobierno para la toma de decisiones y también preocupada por hacet justicia distributiva, de lo que las clases
-aunque no sea este el lenguaje--, para actuar como correa de dominantes están dispuestas a tolerar.
transmisión hacia la sociedad para facilitar la implementación de
Me he detenido en delinear esta ideologia -de la que antes
las politicas estatales. Más allá de la cohesión espiritual que se
evoqué sus consonancias con concepciones típicamente militares-
haya logrado y de que cada clase haya aceptado su lugar y fun-
porque fue importante envari()13sC:Iltid08, por más distancia que
ción, para esta ideología, el cemento que sigue uniendo a la "co-
mediara entre ella y la realidad. Primero, porque, según lo dicen
munidad organizada" es un Estado que la trasciende soberana-
mente'9. clara e insistentemente los textos citados,· era la de Ongania, de
su corriente militar y de buena parte de los funciOnarios civiles
Esta visión jerárquica, integradora y arquitectónica corres- de la Presidencia de la Nación, del M:inisterio del}nterior y va-
ponde a la de no pocos miembros de las Fuerzas Armadas y de rias gobernaciones. Segundo, porque inspiró decisiones, que 'estu-
parte -los estratos superiores, sobre todo- de la Iglesia Católi- diaremos más adelante, que contribuyeron para aislar a los,)?a-
ca. Aunque sus implicaciones de "ley y orden" podrían atraer a ternalistas de sus aliados originarios sin ganarles ninguno nuevo.
la pequeña burguesia, su fidelidad a aquella tradición la lleva a y tercero, porque. a pesar de Slls,puntos de contacto, los DO pocos
un rnoralismo y a una insistencia en su catolicidad que aleja a uml que tenia de conflicto con los liberales estuvieron en el origen de
pequeña burguesía urbana altamente secularizada, sin contar que episodios que, junto con la oposición externa al BA, fúeron decisi-
su estilo acartonado contrasta con el cinismo político de ésta >1'. vos para su colaps.o.,
Es, además, declaradamente antiliberal, en el doble sentido que
* De mis entrevistas con los pat.el'nnJistns surg"ió marcadament.e su
'" Poco ayudaron a las nuevas autoridades sus "campañas de mora- 'oOensación -de "no pertenecer" al mundo del big business y 1r. de que, en de-
Hdad", la censura de publicaciones y espectáculos por sus implicadonc'ó fir,itiva, su utopía social implicaba someterlo a controles ene la gran bur-
sexuales, el barroco protocolo con que rodearon sus apariciones públicas y guesía no aceptaría de buen grado. Estas sensaciones enm simétricamente
la clausura de alguna publicación que intentó ironizar esas característic<.l'i_ l'ct)pl'oeadas.
UNlH.RSlDAD DE JlUk:!\OS A
~CUIJ:~D 1Ji: FILOSOFÍA YLETRAS
Dir~' ," loa B'b" GUILLERMO O'DONNELL IMPLANTACIÓN DEL BA 101
~CUVJ, IU I IllOt~Cl\S
Conviene que continúe perfilando la ideología liberal --en el lugar" y despolitizar a sus clases y sectores más ~'co_nflictivos.",
sentido que he estipulado este término-, luego de la primera r.enía también que inducir el aumento de inversiones y que apa-
caracterización hecha al referirme a sus portadores en las Fuer- recer -y ser creído- proyectando su dominación por un largo
zas Armadas. Ella suele corresponder a los sectores más moder- período. Esta es la coincidencia inicial, súfiCiente .pára-aliátló's
nos, más dinámicos y en definitiva más poderosos de la sociedad. en el golpe que implanta el BA. Pero estas corrientes contenían,
Si los paternalistas tienen que hallar, enquistándose en el apara- además de las ya señaladas, otras diferencias que generaron con-
to del Estado, alguna compensación para sus endebles bases so- flictos que fueron rodeados, exasperados y en definitiva transfor-
ciales, los liberales de las Fuerzas Annadas se prolongan en las mados por otras luchas, las de las clases y sectores excluidos por
cIases dominantes y en las más poderosas organizaciones de la el BA, Pero aquellos conflictos -y su modalidad de resolución-,
sociedad. Las organizaciones de la gran burguesía, las fracciones son un importante factor explicativo de la suerte corrida por estos
oligopólicas del capital urbano, el capital transnacional Y la gran sistemas de dominacíón, Brevemente -para fundamentarlo des-
prensa se entienden, Hhablando el mismo idioma", con los milita- pués-, ni los paternalistas ni los nacionalistas pueden ganar la
res liberales y proveen el punto de origen y de retorno para los lucba por el control del aparato económico del BA sin contribuir
"técnicos" civiles que no tardan en controlar, nwlgré las preven- a destrozarlo. Todo EA "exitoso" es un BA que se entiende con
ciones de paternalistas Y nacionalistas, los principales resortes de el gran capital local y transnacional en términos que sólo los li-
la conducción económica del EA. ¿ Qué es este liberalismo? Es la berales entienden y comparten, El BA no puede realizar por de-
ideología de los sectores más avanzados y dinámicos de la socie- masiado tiempo la proeza de agarrarse a su. propro pe~()_~omo
dad de la que emerge el EA, de sus partes más modernas y trans- sistema institucional; para sostenerse necesita estrechos lazos con
nacionalizadas. las clases dominantes de la sociedad nacional e interp.acional.
Este liberalismo, tal como se expresó en 1966, no era anti- Esos lazos sólo pueden ser proporcionados por los militares
estatista ni proponia un retorno al laissez-jaire, En una sociedad y los "técnicos" liberales que participan de la implaIltación del
como la Argentina de 1966, sujeta a una alta activación popular, BA, Ellos son, por su ideología y por la constelación de intereses
marcada por conflictos en los que la clase obrera y las capas sin- que los rodea, pseudopodios con que el gran capital abraza al sis,
dicalizadas de los sectores medios actuaban con alta -y crecien- tema institucional del BA. Claro está, esto no bace al BA un merO
te- autonomía frente al Estado y la burguesía, sujeta a recu- agente de la gran burguesía; este Estado COnserva autonomía
rrentes crisis económicas, abandonada, por esto mismo, de nue- respecto de aquélla -€ntre otras razones- porque tiene que aj us-
vas inversiones de capital transnacional, Y abierta a promesas tal' sus intereses a los de nacionalistas y paternalistas (siempre
"demagógicas", ese liberalismo promovió activamente la implan- fuertes en las Fuerzas Annadas) y, por supuesto, a los requisitos
tación del BA. Aunque quisiera un desemboque democrático, es políticos de viabilizar la dominación que ayuda a imponer,sobre
desembozadamente autoritario por todo el tiempo necesario para el resto de la sociedad, Pero lo que importa por ahora señalar es
que las condiciones de esa democracia estén, a su criterio, plena- que no hay BA sin el control de los liberales sobre la politica eco-
mente garantizadas. Además, no es hostil per se a una expansión nómica, Los minístros Otávio Bulh6es y Roberto Campos (Brasil),
del aparato estatal, ni siquiera de sus actividades económicas -lo Adalbert Krieger Vasena (Argentina), Jorge Cauas (Cbile) y
que 10 aleja del la'l$sez-jaire de algunos de sus aliados más tradicio- Alejandro Vegb Villegas (Uruguay), son claras corroboraciones
nales-, siempre que sirva a la expansión de la estructura produc- de esto -sólo hay ministros de Economía nacionalistas cuando
tiva oligopólica de la que surgen sus principales portavoces (10 el EA se ha desmoronado y, tal vez, aunque no hay experiencia
cual a su vez lo aleja tanto del Estado "equilíbrador" de los pa- de esto, cuando y si el BA ha avanzado mucbo más que lo hecho
ternalistas como del estatismo empresarial al que apuntan los na- hasta ahora, aun en sus versiones exitosas. En particular, es tan
cionalistas) . evidente la simílitud de antecedentes personales y de ideología en-
Lo dicho no excluía que existieran importantes coincidencia,:, tre Roberto Campos y Adalbert Kríeger Vasena, como lo es la di-
entre paternalistas y liberales, Para ambos el BA tenía que em- ferencia entre la ideología de Onganía con la internacionalista
pezar por ordenar a la sociedad; es decir, había que "poner en su y liberal de Castelo Branco y su grupo militar, La similitud de
102 GUILLERMO ü'DONNELL IMPLANTACIÓN DEL EA 103
éste es con el comandante en jefe Julio AIsogaray y con el pre- sector popular y como no. tienen -no pueden tener- unl1..política
sidente Alejandro Lanusse (1971-1973); pero el primero jaqueó económica propia, aunque controlen la cumbre del aparato estatal
mas no logró derrocar al gobierno Onganía y el segundo fue pre- tienen que abrir sus áreas económicas a lóS"teciikós"·1iberales.
sidente cuando ya se trataba de negociar alguna salida para el Pero no dejan de entorpecerlos y, sobre todo, de suscitar graves
colapso del EA. conflictos cuando las opciones parecen bifúrcarse entre un H pre_
Estas no son, por el momento, más que diferencias sugeren- rnaturo distribueionismo" y seguir obedeciendo a la lógica d~ la
tes. Pueden empezar a hacer notoria su importancia si considera- acumulación de esa gran burguesía. Por eso es claro para los li-
moS otras disidencias entre los paternalistas (y también, en gran berales -lo fue en la Argentina-, ya desde los comienzos del
medida, los nacionalistas) por una parte, y los liberales y el gran EA, que uno de sus frentes de batalla es contra nacionalistas y
capital, por la otra. En primer lugar, todos ellos coincidian en paternalistas. Después de todo, los primeros expresan, y lo saben,
"domesticar" a los sindicatos, sometiéndolos al control del gobier- a sociedades que han hecho arcaica la visión paternalista pero
no. Pero los primeros son corporativistas plenos que pretenden que siguen lejos de la opulencia que en las centrales les permite
encapsular a toda la sociedad, no sólo al sector popular. Nada vestirse, nuevamente, de un ropaje benévolo y "social".
tienen que ver los liberales con este corporativismo de "equilibrio" Finalmente, los paternalistas quieren tanto Corno los libera-
de clases. Para ellos se trata, al contrario, de debilitar al sector les "orden" en la sociedad y "fortaleza" en el aparato estatal,pero
popular y de fomentar la expansión de la gran burguesia. Esto es para acotar la victoria de clase que el EA implica y que la gran
conflictivo con los paternalistas, quienes quieren, para Ucontra- é burguesia y los liberales no pueden sino querer consolidar. Esta
pesar" a aquélla, un sindicalismo subordinado pero unificado. Ade- victoria no es sólo sobre el sector popular sino también sobre bue-
más, nada podría ser más lej ano a los liberales que el intento de na parte de la burguesia local, a la que el EA tiende, en su período
los paternalistas de replicar con la burguesía la corporativización inicial, a dejar inerme frente al gran capital. La burguesía tiene
del sector popular. El gran capital no tiene por qué subordinarse entonces los brazos libres para devorarse a sí misma en beneficio
de esta manera al aparato estatal; menos cuando, en momentos de su vanguardia más dinámica y transnacionalizada. También
de triunfal ofensiva, se está "domesticando" al sector popular y, sufren la "racionalización" vastos segmentos de clase media --em-
dentro de él, a la clase obrera. Por eso, aun en su apoyo al EA, pleados de servicios tradicionales, del Estado y pequeños comer-
el lenguaje de la gran burguesía y sus voceros se viste de un ro- ciantes, sobre todo--, quienes también deben oblar su libra de
paje libertario: "libertad de agremiación", "libertad para la ini- carne. Veremos que esto produce tensiones que repercuten al in-
ciativa privada" y, allá lejos, una "democracia" que contrasta, terior del aparato e,,+aÜll, en especial de las Fuerzas Armadas,
rasgándose las vestiduras, con el "corporativismo" y el "autori- desatando las ambigüedades de los paternalistas entre su imposi-
tarismo" de sus aliados. bilidad de prescindir de los liberales y sus símpatias por muchos
Un segundo punto de fricción entre estas corrientes se co~ de los que se están perjudicando, y abriendo la puerta por la que
necta estrechamente con el anterior. La visión de equilibrio de cla:- irrumpe otro problema: la exasperada versión pequeño-burguesa
ses amenaza en. el largo plazo la acumulación de capital que, des- de los nacionalistas, que claman conj untamente contra 108 libera-
- pués de todo, es principal misión del EA garantizar. Paternalistas les (por "entreguismo") y contra lospate~!lalistas (por Hcompli~
y nacionalistas son proclives al "sentimentalismo" de defender cidad" o "indiferencia") y pretenden que el EA se "nacionalice",
un nivel "razonable" de salarios, de lanzarse prematuramente aIl arrinconando al gran capital y apoyándose en el ¡¡pequeño y me-
"bienestar social" y, sobre todo, de proponerse "distribuir", Hha_ diano empresariado".
(2er justicia", antes -siempre antes ...- del "desarrollo", En
Estos temas los veremos desplegarse y entrelazarse con otros
cambio, los liberales expresan mejor la lógica brutal de una acu-
en el resto de este libro. Podernos entrar ahora al estudio de los
mulación que en nuestros paises requiere, es cierto, un aparato procesos origínados en el golpe de junio de 1966.
estatal fuerte y expansivo, pero no para trabarla y desviarla ha-
cia el óldistribucionismo" sino para garantizarla y promoverla.
Los paternalistas intentan junto con los liberales subordinar al
104 GUILLERMO O'DONNELL IMPLANTACIÓN DEL EA 105
radicales sin capacidad de oposición, el "desorden" del período en imprimir a sus actos. Sólo quedaba como reducto conflictivo
anterior parecía haber desaparecido por la magia de la "imagen la 1]niversidad, "politizada y plagad~~~~_i~(llli~~·~i~_~<:ls_"_. Muchos
de autoridad" que militares y nuevos gobernantes se empeñaban aprobaron la intervención de las universidades, ocurridas el 29 de
jlllio, aunque no dejó de haber algún púdico comentario por las
brutalidades cometidas al hacerlo. Pero los que esperaba'.ll el to-
comentario acerca de la estructura económka de esta sociedad dependiente rrente de decisiones que inauguraría una "tónica ~evolucionaria"
y extensamente industrializada) no pueden ser rigurosamente verificadas
ya que ambas asociaciones tenían obvio interés en exagerar sus bases de
se vieron defraudados. El primer gabinete estaba formado por
representación. Pero no me cabe duda ~ni la cupo a actores y observadores Quienes se llamaban a sí mismos "naeionalistas moderados", de
políticos, ni a los mismos dirigentes de aquéllas~, que el c1ivaje implicado, orientación paternalista congruente con la del presidente, en tan-
y los divergentes intereses que en no pocos temas surgían del mismo, co- to algún liberal que había participado prominentemente en el gol-
rrespondían básicamente a la realidad. Además, este c1ivaje tenía sus co-
rrelatos. Por parte de la DIA y, en general, de las organizaciones de la
pe, como el general Julio Alsogaray, volvía a su comando de di-
gran burguesía y de la gran prensa, la CGE-CGI eran un residuo de las visión y algunos civiles, como el hermano de aquél, Alvaro, reci-
inclinaciones "totalitarias" de Perón, sus dirigentes seguían sospechosamen- bían cargos importantes pero alejados de las decisiones diarias
te cer<ca de esos origenes (incluso, el principal líder de la CGE durante el de gobierno, eomo la embajada en Estados Unidos. En especía1,
período aquí estudiado, José B. Gelbard, 10 era desde la creación de aquélla),
habían tendido a apoyar cuanta política "demagógica" se había intentado
el ministro del Interior, Enrique Martínez Paz, además de des-
desde entonces y, en cuanto a sus empresas, ellas eran el malvado resultado pertar resquemores por la manera en que había manejado la in-
del "artificial .proteccionismo" que se había practicado desde el peronismo. tervención de las universidades *, se sintió obligado a proclamar
En lo que hace a la DIA, la pereepción de los dirigentes de la CGE-CGl el fin de la política y sus condenas a los infinitos males que ha-
era que en la UlA concurrían los intereses "monopólicos" y "extranjeri-
zantes"que atentaban contra la expansión del mercado interno y .contra un
bían causado los partidos políticos, a lo que agregaba una inequí-
desarrollo económico basado en una industrialización controlada _por el "em- voca condena de la democracia y una paralela insistencia sobre el
presariado nacional". Díchas percepciones mutuas de las respectivas bases papel que tendrían que cumplir "las organizaciones básicas de la
sociales y ~descontando 10 que tenían de hostil estereotipo elaborado en comunidad" 15. Estas expresiones llevaron a la gran prensa a des-
numerOSOS enfrentamientos-- de las respectivas orientaciones políticas, sur-
cubrir que en el gobierno no sólo había "nacionalistas" sino tam-
gieron daramente en mis entrevistas, así como de una investigación que
tiene el particular interés de haber sido llevada a cabo, mediante entrevis- bién que tal vez fueron estos "corporativistas" 16. Aunque algo
tas a dirigentes de la CGE-CGI y UIA durante 1968 y 1969; John Freels, más cauto en sus fulminaciones de la Hdemocracia formal", el se-
El sector industrial en la política nacional, EUDEBA, Buenos Aires, 1970, cretario de gobíerno, Mario Díaz Colodrero, otro paternalista,
e "Industrialist and politice in Argentina. An opinion Survey of Trade AssO"' agregó similares expresiones 17. Tampoco faltaron referencias de
cíation Leaders", Journal o{ Inter.American World A//airs, vol. 12, n" 3,
julio 1970. Ver también Jorge Niosi, Los empresarios y el Estado argentino este tipo en los discursos ya citados de Onganía, en los que agre--
(1955-1969), Siglo XXI, Buenos Aires, 1974, y Dardo Cúneo, Crisis y com- gaba, j unto con Díaz Colodrero y contra los impacientes que es-
portamiento de la clase empresaria, Pleamar, Buenos Aires, 1967. Las ca- peraban una dinámica diferente, que "la Revolución no tiene pla-
rencias de investigaciones surgidas de muestras representativas de la base zos ni términos", por lo que no terminaría sino después de "mu-
social de ambas organizaciones hace imposible determinar con precisión el
grado en que esas mutuas opiniones de sus lideres, así como el consenso
existente entre otros actores y observadores acerca de que dichas percep-
ciones se ajustaban a la realidad, correspondieron a las opiniones efectiva- y de alta tecnologia, eslabonadas a filiales de ETs recientemente implan-
mente sostenidas por aquellas bases. Pero lo que he señalado, unido a que tadas -sobre todo automotores--- y/o surgidas corno contratistas del Estado j
tampoco se alzaron voces empresarias que, tanto en una como en otra aso- nO se trataba entonces, corno era el caso de buena parte de sus representa-
ciación, podrían haber disentido con el discurso de sus líderes acerca de a das, de empresas actuantes en sectores menos dinámicos y/o en mercados
quiénes, y en base a qué intereses, decian representar, me hacen pensar altamente competitivos, donde sobrevivían en los márgenes que dejaba la
que es válida, con, razonable aproximación, la atribución de real represen- gran burguesía.
tatividad que realizo en este texto. Una cuestión diferente, a la que me * Entre los numerosos relatos y análisis a que dieron lugar, en la
refiero más adelante, es que, si bien los dírigentes de la CGE-CGI repre- Argentina y en el extranjero, esa intervención y la violencia con que se
sentaban a quienes decían representar, buena parte de ellos no surgia del forzó la desocupa.ción de algunos edifiCÍos universitarios, tal vez el más
tipo de empresa predominante en su propia base social. Esos dirigentes sistemático sea R(nJistt} Latinoamérica de Sociología, "Crónica de un con-
más bien provinieron de empresas, generalmente medianas pero modernas flicto", n9 2/3, 1966.
108 GUILLERMO O'DONNELL IMPLANTACIÓN DEL BA 109
eho tiempo", cuando se hubieran cumplido los objetivos de gran- derogación de la Ley de Asociaciones Pre;tfesionales y la instaura-
deza y unión nacionales enunciados por la junta. En ese período ción de la "libertad sindical". Por elcontrari()~y: éste es uno de
inicial el énfasis debía recaer en dos puntos: la implantación de los problemas que va a recorrer todo el período- era evidente
"orden" en la sociedad y la "reorganización del Estado". A éste que las autoridades trataban que el control de la CGT pasara a
había que hacerlo más "eficiente": disminuir el personal, ra- sectores que les respondieran *'; para los pat~riúiHstas no se
cionalizar la administración central y las empresas públicas, lÍle~ trataba de atomizar los sindicatos sino de unificarlos subordina-
joral' su capacidad de recaudación y realizar numerosas obras de damente baj o su control. Si estassituaciories· gériéfaróhévidéiltés
infraestructura física. La ejecución de obras públicas llevaría su ambigüedades en una CGT cuyos miembros estaban siendo trata-
tiempo y la "racionalización" dio lugar a una orgía de organigra- dos de maneras tan diferentes **, otros episodios fortificaron el
mas y reglamentaciones, de manera que 10 que más rápidamente ánimo de la burguesía y comenzaron a mostrar que ]a clase obrera
se pudo hacer fue despedir empleados. El movimiento hacia un y diversos sectores medios eran, más allá de las intenciones "equi-
aparato estatal que parecía dirigido a encogerse en general y sólo librantes" de los paternalistas, netos perdedores en el BA. Uno
a expandirse para proveerle economías externas, contó con el be:. de ellos fue un discurso de Onganía, en el que repitió los lugares
neplácito de la gran burguesia ", pero chocó frontalmente eon los comunes más caros a la ortodoxia económica ** *. Otro, más impor-
sindicatos de empleados estatales 19. Lo mismo ocurrió con los
obreros portuarios, ni bieti-cOméfizá la "modernización" del puerto
de Buenos Aires mediante despidOB- y modificaciones del régimen que ésta constituía el principal sustento organizacional del peronismo-.
Además, como la legislación vigente impedía la "libertad" de crear una
laboral que dieron origen a una prolongada huelga '"o Simultá- pluralidad de sindicatos y de aportar o no a los mismos, era obviamente
neamente, el otro gran intento inicial de "modernización" (supe- un residuo "totalitario" que debía Ser eliminado en el muy libertario perío_
rar el monocultivo azucarero de la provincia de Tucumán) empe- do que había comenzado. Cf. ibid., 25 de agosto, p. 6; 15 de diciembre de
zó con un cierre de ingenios que agudizó los problemas de esa 1966, p. 6, y 16 de debrero de 1967; La Prensa, 18 de diciembre de 1966,
p. 6; 25 de enero de 1967, p. 6, Y Economic Survey, 19 de julio de 1966,
provincia. Esto generó huelgas y protestas n. Pero algo diferente
p.605, entre otras.
a esta mano dura -que era aplaudida por la burguesía y la gran * El problema no era sólo, por lo tanto, que los paternalistas no
prensa- estaba ocurriendo con los sindicatos de actividades que reimplantaran la "libertad" en el plano sindical sino que impulsaban la
se hallaban en manos privadas. Dos importantes gremios, meta- unificación de una CGT, surcada por divisiones entre los sectores dirigidos
lúrgicos y textiles, entraron en agosto de 1966 en una ardua ne- por Alonso, Van dar, los "independientes" y el Partido Comunista; d. La
Nación, 3 de octubre, p. 6 Y 20 de octubre, p. 6 de 1966, entre otras.
gociación de sus convenciones colectivas de trabajo, marcadas por
*" En octubre de 1966 se eligieron nuevas autoridades de la CGT, de
denuncias contra los empleadores y amenazas de huelga". Aquí las que fueron excluidos los sindicatos alineados en el sector de Alonso y
el gobierno intervino en busca de "soluciones justas", arbitrando del Partido Comunista (cf. ibid., 24 de octubre de 1966, p. 6); Prado fue
acuerdos que dejaron a la burguesía el sabor amargo de haberse reelecto secretario general. A pesar d~ las tendencias que ya eran mani-
favorecido fundamentalmente a los obreros *. Por otra parte, los fiestas y de la resistencia a que estaban siendo arrojados no pocos de sus
propios sindicatos, las máximas autoridades de la CGT anunciaron su deseo
gobernantes no aceptaban el clamor de la burguesía * * para la de "dialogar con el gobierno y los empresarios" (declaraciones de Prado
en ib'Íd., 27 de octubre de 1966, p. 20), Y solicitando participación "en la
*- El Convenio Colectivo de Trabajo para los obreros metalúrgicos fue Ilevolución Argentina" (cf. ibid., 26 de agosto, p, 11; 2 de noivembre, p. 1,
Buscripto con gran boato en presencia dE; Onganía, al tiempo que la asocia- e incluso el 9 de, ·diciembre de 1966, p. 1, ya en pleno enfrentamiento con
ción de empresarios textiles y la UIA Se quejaban amargamente por las el gobierno).
"presiones" que habían recibido desde la Secretaría de Trabajo en la tra- *** Cf. el discurso ya citado en ibid., 8 de noviembre de 1966, p. 1.
mita-ción de un convenio que coronó a satisfacción del sindicato de obreros Además de anunciar un frontal ataque a la inflación y al déficit fiscal,
textiles y de los paternalistas pero costó Su cargo al subsecretario de aqué- anunció que "es propósito del gobierno que la industria esté en manos de
lla cartera; cí. ibid., 5 de octubre de 1966, p. 1, Y UIA, M emoTial anual, los industriales y no del Estado", cuya actividad se limitaría a energía,
1966-1967, Bs. As., 1967, p. 59. siderurgia y a "resolver los problemas de infraestructura". Por otra parte,
** La gran prel1sa tomó la delantera en el planteo de esta cuestión, p.njuició severamente las "diferencias de cambio constituidas en perjuicio
argumentando que "razones de equidad" exigían que, si se habían disuelto dE' la exportación" y "un sistema impositivo que rquita] seguridad al pro-
los partidos políticos, igual criterio debía adoptarse con la CGT -máxime ductor [agropecuario]", palabras que despertaron una alegría de la bur-
UD GUILLERMO Ü'DONNELL IMPLANTACIÓN DEL EA UI
tante, fue la sanción de la "Ley de Arbitraje Obligatorio" 23, que pital transnacional, "empresario católico", tanto por su pública
prohibió todo conflicto laboral hasta que no hubiera sido some- ·posición como por el, trato típicamente paternalista que dispensa-
tido a procedimiento arbitral por el gobierno. Esta ley parecía ba en sus empresas. \Salimei se encontró dirigiendo un heterogé-
a los paternalistas el medio para poner coto a las huelgas que ca" neo equipo que incluí'a a otros "empresarios católicos", a liberales
menzaban a crecer luego de la idílica paz de los primeros días de y a "técnicos" demócrata cristianos que sonaban hallarse bastante
la revolución y, más a largo plazo, para eliminar comportamien- a la izquierda de unos y de otros. Cuando el embaj ador Alsogaray
tos incompatibles con la "comunidad organizada". La gran bur- opinó públicamente que la Argentina debía firmar un Convenio
guesía y sus voceros, así como parte de los dirigentes sindicales, de Garantia de Inversiones con el gobierno de los Estados Unidos
entendieron *, mucho mejor, que esto implicaba despojar al sector si queria obtener el necesario influjo de capitales de ese pais, fue
popular del único medio institucionalizado de formulación de de- evidente la posición del gobierno de que, si bien esos capitales
mandas que le quedaba luego de la supresión del sistema electoral, eran indispensables, no era cuestión de llegar a la abdicación de
y que esto implicaba además debilitarlo no sólo frente al aparato soberanía que su embajador trataba de impulsar 21. Si esta posi-
estatal sino también en las relaciones directas entre una y otra ción poco entusiasmó a la gran burguesía, tampoco ayudaron a
clase* * . - Salimei los conflictos internos a su equipo *, ni su evidente de-
sorientación acerca de qué hacer con la economía. Mil novecientos
Los intentos de manipular la CGT, las decisiones en los con-
venios metalúrgico y textil, las sanciones a los sindicatos estatales sesenta y- seis cerró con un nulo crecimiento del producto ** y
y la ley de arbitraje obligatorio eran ostensible responsabilidad con una caída en la tasa de inversión ***, en tanto alguna deva-
del ministro de Economia y Trabajo, Jorge Salimei, un self made luación no mejoraba la exigua posición de balanza de pagos ****
man de la industria alimenticia sin conexiones directas con el ca- ni la inflación heredada del período anterior *****. Para peor,
luego que los sindicatos y el gobierno 25 expresaran varias veces su
preocupación por el alza de precios, se reactualizaron disposicio-
gllesfa pampeana que la política economlca de 1967-1969 habría de rectificar.
nes que permitían a aquel fijar precios máximos y sancionar a
Todo elIo englobado en un panegirico a la "iniciativa privada" que no de-
jaba, sin embargo, de mostrar sus componentes paternalistas; por ejemplo, * Antes de fin de año Salimei, criticado por los liberales y la gran
en sus referencias a Hla capacidad técnica y la responsabilidad del obrero burguesia, forzó la renuncia de los "técnicos" demócrata cristianos -incluso
argentino, sobradamente demostradas cuando se mueve en el ámbito de una el presidente del Banco Central y el ya mencionado subsecretario de 'l'raba~
empresa organizada y con una funcionalidad asegurada por el ajustado sen- jQ-----., en un intento de soltar lastre que sólo sirvió para poner más en evi-
tido de autoridad y de lealtad recíproca". La gran prensa comentó con dencia las insuficiencias de su "equipo".
entusiasmo este discurso; d., por ejemplo, Economic SUTiJey, 9 de noviem- ** La variación del producto bruto interno a costo de factores en
bre de 1966, p. 1003. 1966 respecto de 1965 fue del 0,7 %, equivalente al - 0,4 % per cápítu;
* A pesar de lo cual la conducción de la CGT, empeñada en "dialogar", Banco Central de la República Argentina (en adelante "BCRA"), Sistema.
se limitó a un comentario extraordinariamente sllave y ambiguo de esta ley. de cuentas del producto e ingreso de la Argentina, voL n, Cuadros estadís-
Ver el comunicado de prensa transcripto en Santiago Senén González, El ticos, Buenos Aires, 1975.
sindicalismo despué8 de Perón, Editorial Galerna, Buenos Aires, 1971, pp. *** La variación en 1966 respecto de 1965 en la inversión bruta fija
101/2. A nivel de diversos sindicatos y de agrupaciones excluidas de la di- interna fue de -7,1 %. Las inversiones directas del exterior y los préstamos
rección de la CGT la reacción fue mucho más firme. a corto y largo plazo alcanzaron un saldo de 2,5 -105 Y -76 millones
** Cf. VIA, Memoria ... , op. cit., p. 57, en la que se felicita por los de dólares EE. UU. respectivamente. Para estos datos y sus fuentes cf.
,avances logrados en el "saneamiento de las normas y costumbres" en las Cuadros.
relaciones laborales y sindicales. Más tarde (UIA, Memoria anual 1967-1968, **** A fin de 1966 la posición neta de reservas del BCRA era de
Buenos Aires, 1968, pp. 33/34), comentando estas medidas y la posterior 176,9 millones de dólares, menor aún que los ya mencionados 208,9 del mes
congelación de salarios comentó públicamente que si bien siempre había anterior al golpe; Cf. cuadro.
defendido la libertad "sin intervención del Estado", incluso en las relaciones ***** El promedio mensual de alza del costo de la vida en el Gran
con trabajadores y sindicatos, " ... cabe reconocer que en situaciones espe- Buenos Aires en el segundo semestre de 1966 fue del 3,5 %" nulo progreso
ciales y de emergencia es lícito que se arbitren medidas de orden público ... respecto de los dos últimos semestres de 1!Hi4 y 1965 (no tomo en cuenta
de tal manera que forme(n) un todo armónico con las finalidades perse~ estos años completos debido a la estacionalidad de las series de costo de
guidas [por la política económica]". yida), en los que la tasa promedio mensual de numento fue de il,O; cf. cuadro.
112 GUILLERMO O'DONNELL IMPLANTACIÓN DEL BA 113
los Hempresarios inescrupulosos" que los infrigieran *. El "in- neral Pistarini y el nombramiento en su lugar del general AIso-
tervencionismo estatal" del período anterior, que castigaba a garay.
las empresas ignorando que la causa de la inflación se encontraba Entretanto, los intentos de los paternalistas por manipular
en el déficit estatal y en los aumentos de salarios 26, volvía a aso- la emergencia de una conducción de la CGT que les fuera favora-
mar ·1a cabeza.
ble habian fracasado. Las incongruencias de la política económi~
Por otra parte, la agitación estudiantil renaCÍa, en especial ca habían tenído la virtud de dejar descontentos a todos. Y, ade-
despüesque -con gran impacto en un país todavía no acostum- -mas~'la evidencia que los planes de "raciónaJizáCióri" seguirían
brado a esos episodios- fue muerto en Córdoba un estudiante du- adelante, agregada a la ley de arbitraje obligatorio, 'hicieron-pa-
rante una manifestación callejera 21. sar a la oposición al sector "62 ÚrganiZáéiOries-dePié",- diri-
Para la burguesía algunas cosas estaban bien pero había gido por José Alonso, en el que SaÍirnei y suScoJaboradores ha-
otras, demasiadas, que estaban mal. Sobre todo, era claro que ese bían confiado en encontrar su prindpár---aliádO'süidical *: Se
gobíerno no entendía realmente de qué se trataba. Y la oportuni- suponía además que este sector era "leal" a perón, quien no'tardó
dad brindada por el golpe de junio no debia ser desaprovechada. en enviar instrucciones que revertían su anterior actitud yexhór-
Después de todo, si bien Onganía no era fácilmente prescindible, *.
taban a oponerse al gobierno * Por otra parte, 'lasaproxi:rriaeió-
no ocurría 10 mismo con sus colaboradores. Pronto estaba ocu- nes de los paternalistas a aquel sector sindical ayudaron a empu-
rriendo 10 que en junio era inimaginable: rumores de una "inquie- jar a la oposición a sus competidores de ese momento, las "62
tud" militar que no era descartable terminara en un nuevo golpe**. Organizaciones" dirigidas por Augusto Vandor. De esta manera,
1Iartínez Paz y Salimei eran el principal blanco de lascríticas***. Jos principales agrupamientos sindicales no tardarOn en mariiíes-
En parte como consecuencia de estas presiones, en parte para _társé desilusionadoS con el contenido "liberal;' y "fUltipopular';'
soltar lastre, únganía solicitó sus renuncias y designó, el 30 de de las medidas adoptadas, no ya por la Revolución Argentina, sino
diciembre de 1966, a Guillermo Borda como ministro del Interior "por el gobierno surgido del golpe de Estado de junio".Elvando-
y a Adalbert Kríeger Vasena como ministro de Economía. Poco rismo, las "62 de Pie" y el otro gran alineamiento del momento,
antes -6 de diciembre-- la situación había repercutido en el Ejér- los Independientes, se pronunciaron contra el ya mencionado dis-
cito mediante el desplazamíento como comandante en jefe del ge- curso del general Onganía del 7 de noviembre. De esta.hüt.hefa,
la hasta hace poco dividida conducción sindiCal paréCíaühificarse
~ Ver en La Nación, 4 de agosto de 1966, p. 1, los anuncios de en contra de un gobierno que, por otra parte, aparecia ante la
qlle se aplicar1a la legislación (sandonada con anterioridad al golpe) de burguesía cometiendo el desatino, no sólo de haber desaprovecha-
eontrol de precios. Como para ratificar estas preocupaciones el 18 de no~ do la ocasión para completar aquella división sino también de ha-
víembre de 1966 se editó la ley 17,017 de "Control de Abastecimiento" que
aumentaba la capaddad de control estatal de los precios y las sanciones
ber fomentado su unificación -con tanta torpeza que se hacia
aplicables a los infractores. en su contra. Empujada por los sindicatos de trabajadores esta-
** Entre otros, La Nac-¡:ón, 9 de octubre, p. 6 ("Crisis en gran escala tales que sentían los efectos de la "racionalización", por alinea-
en el gabinete nacionnl" y "trascendencia insólita" de nerviosas reuniones mientos como las "62 de Pie", por las instrucciones de Perón y
militares que tenían lugar), 8 de diciembre, p. 6; 11 de diciembre, p. 8 por las crecientes dificultades que el vandorismo encontraba para
(título "Detrás de la crisis", dando cuenta del "descontento militar"), y
Primera Plana, 6 y 13 de diciembre de 1966. imponer sus preferencias negociadoras a buena parte de. los sin-
*** eL las ya citadas críticas al "corporativismo" del ministro del In-
terior y su equipo, en La Nación, 6 de octubre, p. 6 Y 13 de noviembre de "* Los que por otra parte quedaron desplazados de la nueva eonduc-
1:J6(i, p. 6 (subtítulo "¿Corporativismo?"), Primera Plana, 25 de octubre ción de la CGT en octubre de 1966.
de IDGG, p. 12, Economú: SU1'vey. 10 de enero de 1D67, p. 1, entre otros. No .;,* Sobre su cambio de posición luego de su aprobación inicia] al golpe,
se tardó en propiciar abiertamente la "candidatura" a ministro de Econo- Prin/C1"U Plana, 11 de abril de 1967, p. 17. Para la gran fecha conmemora-
rnía y Trabajo de liberales como Roberto Alemann, José A. Martínez de tiva del peronismo -el 17 de odubre- díspuso la realización de un acto
Hoz, Alvaro Alsogaray y Adalbert Krieger Vasena; cf. p. ej., La Nación público que fue prohibido y dio lugar a incidentes callejeros que pusieron
tan pront.o ('01110 el 14 de agosto de l'JGG, p. 6, Y Primera Plana, 22 de otra nota de déjú un sobre la "Revolución" inaugurada con tanta fanfarria
noviembre de '1%G, p. 18. en junio; cL La NaciÓN, 18 de octubre de 1066, p. 4.
114 GUILLERMO O'DONNELL
IMPLANTACIÓN DEL BA 115
dicatos que agrupaba, el 19
de diciembre de 1966, la CGT declaró
un paro nacional -aunque sin dejar de insistir sobre su deseo nivel y de la temperatura de las luchas sociales implieados por el
de "dialogar" *. concepto de amenaza: la ideología no es condición suficiente para
eSa gran ilusión, como lo muestra el caso de otros paternalistas
Finalmente, ya a esa altura los sectores civiles más militantes --el general Pinochet en Chile- que, ante un nivel de amenaza
del nacionalismo también tomaban distancias respecto de lo que mayor no han podido ignorar algo que en la Argentina la gran
les aparecía corno un gobierno puramente "administrador" que, burguesía también había visto claramente: que el advenimiento
lejos de tomar el camino de la "Revolución Nacional" adoptaba del EA es un episodio decisivo en la reimposición de una domina-
una política económica "liberal" y mantenía en su seno a persona- ción de clase que es sacudida, pero no eliminada, durante la crisis
jes tan notorios de esta tendencia como el embajador Alsogaray que precede su implantación.
--quien tampoco perdía ocasión para expedirse sobre la marcha
de los acontecimientos, de manera que .eran una clara crítica a Sus inclinaciones y una situación objetiva derivada de que
la gestión económica y laboral de su gobierno 2D, Menos de seis el EA es en gran medida una reacción a la crisis precedente, llevó
meses después del golpe, el gobierno aparecia extrañado de la a los paternalistas a medidas -apuntadas a la reimposición del
sociedad y sólo sostenido por un poder militar que daba signos "orden", a la despolitización, y a la "racionalización" del aparato
inequívocos de intranquilidad * *. estatal- que Se hallaban en linea con los intereses objetivos y las
demandas de la gran burguesía. Esto, agregado a su carencia de
Con el cambio de gabinete de fin de diciembre, el gobierno una política económica alternativa, los condujo a un enfrenta·';;
de Onganía, en el sentido de que sus posiciones superiores fueran llliento con el sector popular, al que pretendían Hintegrar}' y "or-
ocupadas por personas cercanas a su persona y orientaciones, ha-
ganizar". Por otra parte, y aunque mediante esto rindieran impor-
bia terminado. Junio a diciembre de 1966 fue un periodo de tantes servicios a la burguesía, la ambigüedad de sus medidas
demora en la iniciación de las tareas del BA, fomentada por la económicas y su negativa a atomizar el sindicalismo -así cornO
confusión sufrida por no pocos de los aetores relevantes acerca sus evidentes intenciones de llegar a una comprensiva corpora-
de quién en realidad habia perdido y ganado. He señalado que tivización de todas las clases-, marcaron nítidamente la distancia
esto marca una importante diferencia con los BA de Brasil y Chile. que separaba a los paternalistas de los intereses, las demandas y
En la Argentina, la amenaza previa relativamente baja, y el apoyo
la ideología de la gran burguesía y sus Voceros.
inicial Prestado al golpe por el sindicalismo y el peronismo, favo-
recieron una confusión de la que fueron víctimas, especialmente, ¿ Por qué no podía conducir la Revolución Argentina alguien
los dirigentes sindicales y los paternalistas. Éstos, en su gran ilu- que no padeciera las confusiones, las tendencias corporativistas Y
sión de equilibrio social, creyeron que era posible emerger de inme- la "falta de comunicación con la comunidad empresaria" de Onga-
diato COmo árbitros ecuánimes entre las clases. Pero la posibilidad nía? ¿ Por qué no alguien que compartiera y diera pleno respaldo
de creerlo no depende sólo de la ideología- sino que es función del a la conducción económica y social de los ¡'técnicos" liberales?
¿Por qué mantener un presidente cuya popularidad habia caido
* Para esta combinación de críticas a la política económica -----en las verticalmente y que carecía de apoyo organizado en la sociedad
que la desocupación, el costo de vida, los salarios y las lTminorías librecam- aunque contaba, es cierto, con un importante pero difícilmente
bistas" eran los temas prindpales~ y ofrecimientos de "diálogo" y "parti~ determinable apoyo militar? Estos interrogantes contribuyeron
dpación" por parte de la CGT, cf. ibid, 9 de diciembre, p. 1; 18 de diciembre, a aislar a Ongania y su sector, y jaquearon a partir de entonces
pp. 1-18 Y 29 de diciembre, p. 9, 1966.
su supervivencia en la presidencia. Quedó sostenido por unas
** Además de la ya citada información periodística acerca de tensiones
Fuerzas Armadas cuyo escalón superior en el arma de más peso
en las Fuerzas Armadas, mis entrevistas con oficiales militares --afectos
y desafectos a Onganía~ las confirman plenamente. El cambio de Coman- --el Ejército- no controló a partir del acceso al Comando en
dante en Jefe del Ejercito y, poco despues, del gabinete nacional, fue consi~ Jefe del general Alsogaray y a las que, con su preocupación por
derado por los paternalistas como el precio que habia que pagar para evitar no "politizarlas", apartó de intervención directa en el gobierno.
un golpe (entrevistas con funcionarios de la Presidencia y del Ministerio
del Interior). A partir de entonces,. los recurrentes temas de organizar la comu-
nidad y de lograr la emergencia de organizaciones auténticamente
116 GUILLERMO O'DONNELL
IMPLANTACIÓN DEL EA 117
18. Cí. los favorables comentarios de estas organizaciones al discurso de 29. Cí. entre otras sus declaraciones en La Razón, 17 de octubre de 1966,
Onganía del 7 de noviembre de 1966 en ibid, 9 de noviembre, p. 8, Y la p. 3.
importante suba de las cotizaciones de la Bolsa -de Comercio de Buenos
Aires que siguió inmediatamente a ese discurso. Ver también las entu·
siastas declaraciones del presidente de la UIA en ibid, 19 de agosto de
1966, p. 1, Y del de la CAC, ibid, 23 de agosto de 1966, p. 7.
biscito de la gran burguesía y sus voceros 2. La reforma de los Quedaban en control de los paternalistas el Ministerio del
ministerios los hahía reducido a cinco 3. El que ocupaba Krieger Interior y el staff de Ongania en la Secretaria General de la Pre-
Vasena era un verdadero imperio que, además de incluir los depar~ sidencia. El primero fue confiado a Gui1lerrno Borda, quien no
tamentos económicos y financieros, absorbfa el anterior I\1inisterio tardó en evidenciar, aunque en términos más sofisticados que el
de Trabajo. Fue designado como secretario de esta área Rubens anterior ministro, que implicaba plena continuidad con las posi-
San Sebastián, antiguo funcionario que ya había revelado habili- ciones sostenidas desde ese ministerio a partir del golpe. En su
dad para manipular las situaciones sindicales. El resto de los jurisdicción la Secretaría de Educación y Cultura quedaba bajo
altos cargos en Economía fue confiado a personas de antecedentes similar orientación y otro elemento de continuidad estaba dado
similares a los del ministro; salvo cuatro posibles excepciones que por la permanencia, como secretario de Gobierno, de Díaz Colo-
no he podido verificar, todos ellos eran, y volvieron a ser, asesores drero. Este y Borda no tardaron en repetir las condenas al "de-
y miembros del directorio de grandes compañías, buena parte de sorden", la "falta de autoridad" y la "sectorización" que había
ellas filiales de empresas transnacionales, o de organismos finan- padecido el período fenecido en 1966 4 ; insistieron también en la
cieros internacionales. En el nivel de asesores y subsecretarios necesidad de construir un aparato estatal fuerte que eliminara
preponderaban jóvenes "técnicos". muchos de ellos con anteceden- definitivamente estos problemas *. Si alguna duda quedaba que
tes en el asesoramiento de grandes empresas. Con Krieger Vasena éste era también el pensamiento de Ongania, quedó despejada
y sus colaboradores, las fracciones más dinámicas y transnacio- mediante nuevos discursos y declaraciones en los que insistió sobre
nalizadas de las clases dominantes ocnpaban buena parte del apa- estos temas, asi como sobre los que habian dado lugar a las "preo-
rato civil del Estado. Este impcrio se extendia hacia el Ministerio cupaciones" de la gran prensa sobre su Hcorporativismo" **.
de Relaciones Exteriores, cuyo titular, Nicanor Costa Méndez, a Aquellos funcionarios y el mismo Ongania agregaban ahora un
pesar de su pasado nacionalista, era parte -por ideología, por matiz importante, que abría campo para un entendimiento con los
contactos personales y por las empresas a las que estaba vincu- liberales que ocupaban el Ministerio de Economía y Trabajo, ba-
lado- del mismo grupo *; también se extendía al Ministerio de
Obras y Servicios Públicos, cuyo personal no sólo correspondía .. Cí. ibid. y la insistencia de Diaz Colodrero (La- Razón, 16 de mayo
de Hl68,p. 1) sobre "[un] supuesto fundamental del proceso revolucionario
cercanamente a los antecedentes del equipo de Economía y Trabajo es el orden asentado en la autorídad" y que "cabe una soln actitud cons-
sino que también -por medio del control por parte de éste de los tructiva. Responder con la eficiencia de un Estado puesto a punto para
fondos para el programa de obras públicas- jugó un papel subor- cumplir con las funciones que le corresponden y con la eficiencia de la
dinado a este último. Afuera de esto quedaba el Ministerio de aetividad privada estimulada y orientada adecuadamente por el Estado.
Bienestar Social, un conglomerado de departamentos -seguridad Pocos objetivos tan urgentes como el de ordenar el Estado, dimensionándolo
y racionalizándolo con criterios modernos para que cumpla eficazmente con
social, salud, vivienda- al que se agregó una nebulosa Secretaría su cometido".
de Promoción y Asistencia de la Comunidad. A lo largo de los ** Cí. esp., Discurso del prcHúientc de la Nación en la comida de
cambios que ocurrieron en este ministerio, esta secretaría fue CUlIwHlderia de las Fuerzas Armadas, G de julio de 1967 y IIIcf1saje al puir;
confiada a personas cercanas a Onganía, quienes aparentemente del presidente de la Nación teniente general Juan Carlos Onganín, 29 de
dicíembre de 1967, ambos Secretaría de Difusión y Turismo, Buenos Aires,
no lograron descubrir para qué debía ser utilizada; en el cargo de 1967. Véase de este último: "La Revolución disolvió a los partídos Ilolíticos,
ministro de Bienestar Social las sucesivas designaciones fueron pero se abstuvo de intervenir los otros órganos de la comunidad, en la con-
hechas con el evidente criterio de que fueran equidistantes entre fianza de que encontrarían en sí mismos las fuerzas para l'eencauzarse al
liberales y paternalístas, lo que no contribuyó a aumentar su escaso servicio del país. Tanto los organismos de los empresarios como los del
peso sobre la dirección general y el contenido de las políticas sedor laboral, deberán superarse para que podamos cumlllit, con nuestro
objetivo, que es acercar al gobierno a la comunidad y gohernm< con ella.
estatales. A.spiramos a que los órganos de la comunidad se reestrueturen ... con honL
brl'S representativos de los tiempos nuevos que el Dais quiere vivir, los órga-
.. Este funcionario, que había sido designado en julio de 1966, según nos fundamentales de la comunidad adquirirán un peso y una fuerza que
mis entrevistas jugó un papel decisivo en la designación de Krieger Vasena, hoy faltan ... Ningún grupo o sector puede abusar del conjunto." Sobre las
sobre todo al proponerla a Ongania y al asegurar a otros influyentes pater~ ,lwncionadas preocupaciones de la gran prensa, cf, entre otras ya citadas,
nalistas que aquél no era Un "liberal dogmático". Ll Í'rcusu, 2 de julio, p. 1, D de ngosto, p. 8 Y 11 de octubre, p. 5, 1967.
124 GUILLERMO ü'DONNELL PATERNALISTAS, LIBERALES Y NORMALIZACIÓN ECONÓMICA 125
sado en acotar qué es lo que se debía hacer desde el "área política" el "tiempo político", a cuyo término culminaría la revolución me-
del gobierno. Ya he comentado el sesgo de los paternalistas: la diante la transferencia de un poder que sería muy diferente del
política es conflicto de facciones, expresión de intereses parciali- existente porque surgiría del "orgánico ensamblamiento del Es-
zadas, confusión, desorden y, en definitiva, un atentado contra la tado con la comunidad organizada" *. Hasta entonces, el tiempo
integración y armonía sociales tan caras a esta ideología. Por eso, económico sería de las "realizaciones concretas" que, en tanto im-
la Revolución Argentina no hacía política ni podía plantearse una plican sacrificios por parte de una sociedad que no está espontá-
"salida política" que sólo ocurriría mucho más tarde y una vez que, neamente dispuesta a hacerlos porque aún no rige la Hsolidaridad"
si es que iba a haber partidos, ellos fueran parte solidaria de utla -que será fruto del "tiempo social"-, no pueden ser supeditados
comunidad estructurada alrededor de los "Consejos y Comisiones a la búsqueda de una popularidad fácil **; ceder a esta tentación
de las organizaciones básicas de la comunidad". Por eso "la política sería recaer en un típico vicio de la vieja política e impedir el
de la Revolucíón" consistía en seguir el consejo de Ortega y trabajo que permitirá desembocar en los futuros "tiempos". Final-
Gasset, "argentinos, a las cosas, a las cosas" *. Esta política sería, mente, esas realizaciones son materia de competencia técnica, des-
en la primera etapa, ordenamiento y comienzo de la "transforma- politizada y neutra ~ no importa quién las haga sino que se ha-
ción": lograr paz social, estabilidad económica, realizar grandes gan ***; de la misma forma, la participación no puede sino con-
obras de infraestructura para "la modernización y la integración sistir en el "asesoramiento técnico" a prestar por organizaciones
física del país", racionalizar la administración pública,_ mejorar la de la comunidad cuyo principal deber es, por lo tanto, capacitarse
situación presupuestaria de las provincias y sentar bases de con- para cumplir esa función. Un obstáculo central para esto es la
cordancia y respeto a la autoridad **. Esa primera etapa es el
"tiempo económico" que más tarde dará lugar al "tiempo social",
en el que se podrán producir los "verdaderos cambios estructura- tivo"; Discurso del presidente de la Nación en la comida de camaradería
les" y distribuir, con justicia imposible en la primera etapa, los de las Fuerzas Armadas, 5 de julio de 1968, Secretaría de Difusión y Tu-
beneficios de un desarrollo hecho posible por el ordenamiento que rismo, Buenos Aires, 1968, -p. 15, donde típicamente esa definición es prece~
se lograría ***. Más tarde aún, en un nebuloso futuro, se hallaba di da por una -condena al "capitalismo sin cortapisa" y a las concepciones
de "lucha de clases" (p, 14).
* Según Díaz Colodrero, discurso en La Razón, 16 de mayo de 1968. * Por eso, "Nada puede estar más lejos del pensamiento de la Revo-
Borda: "Se le reprocha a este gobierno carecer de un plan político y no se lución que la búsqueda de salidas políticas"; ibid, p. 20. "Este tema de las
advierte que ese plan, en su IJrimera faz, existe y ha dado buenos frutos. actividades políticas electorales tiene que ser inevitablemente postergado en
Ha consistido hasta hoy en algo muy simple y al mismo tiempo muy su análisis. Si el gobierno procediese de otra manera en estos momentos,
complejo y ,¡jifícil -de lograr: hacer la unidad y la pacificación nacional y atentaría contra las aspiraciones ya concretadas y pondría en peligro el
restablecer el orden y la autoridad del gobierno ... La nuestra es llna polí- futuro de la Nación, por cuanto perturbaría nuevamente, como ha sucedido
tica de hechos" (La Razón, 27 de junio de 1967, p. 1), Onganía: "Sabemos en el pasado inmediato, la necesaria estabilidad espiritual y material de la
en qué consisten los planes políticos: en un estatuto de los partidos y en República"; Onganía, conferencia de prensa, La Nación, pp. 1-4. Antes había
un calendario electoral, cumplido el cual todo seguirá como antes, y la Repú- que lograr "una participación funcionalmente orgánica" que tenía "su área
blica con la mentira de una democracia que hace mucho no practica.,. La inicial más adecuada en los municipios" y culmínaría en el "ensambla-
democracia no se confunde con el acto mecánico y obligado de la votación míento" de las "organizaciones básícas de la comunidad con el estado".
ni con los partidos políticos hoy disueltos" (Discurso .del pres'idente . .., 01J. (Onganía, La Nación, 19 de abril de 1968, p. 1.)
C1:t,) p. 9). Todo lo cual implicaba que "esa política" destruiría lo principal, ** Lo cual, por otra parte, se facilitaba porque "El pueblo argentino
"[el] proceso espiritual de reconstrucción de la unidad de la Nación, lque estaba ansioso de autoridad ... [y se estaba estableciendo un) "orden que
exige] subordinar al ideal común, al ideal que compartimos todos, la pugna da relación a las partes, coherencia a la comunídad y armonía al conjunto
de intereses y sectores" ('{bid.) p. 11). social ..." (Onganía, Discurso del pres-idente ..., op. cit., 1967, pp. 11/12).
** Cf. entre otros ibid; eri los documentos citados en esta secóón puro Cf. también las palabras de Díaz Colodrero (La Razón, 8 de mayo de 1968,
den hallarse diversos enunciados sobre los "tres tiempos" sucesivos de la p. 1) sobre el "orden asentado en la autoridad". Ya veremos cómo éstas y
Revolución Argentina, así como la reiteración de los temas mencionados en otras expresiones de los paternalistas que analizaremos en el capítulo si·
el capítulo anterior. guiente, se convirtieron en un formidable boomerang cuando el "orden" S~
*** El "tiempo social" sería el de creación de "una cOlllunidád espi- evaporó.
ritual y físicamente integrada en la que cada ciudadano participe de los *** Prácticamente todos los paternalistas que entrevisté afirmaron
beneficios mediante la justa distribución de los frutos del esfuerzo ('ole('- rotundamente esta neutralidad de la técnica y los "técnicos".
126 GUILLERMO O'DONNELL
PATERNALISTAS, LIBERALES Y NORMALIZACIóN ECONÓMICA 127
politización de organizaciones que, corno los sindicatos, se obstinan
en no reconocer la naturaleza intrínsecamente "técnica" de los donado, con la salida de Salimei, toda capacidad de iniciativa en
problemas. Sólo cuando éstos y otras organizaciones (incluidas las las decisiones económicas hacia las cuales se desplazó el centro de
empresarias) lleguen a ello serán, además, "auténticamente repre- gravedad de la Revolución Argentina.
sentativas" ; entre tanto, no se trata de destruirlas sino de contro- ¿ Fueron solamente los sesgos ideológicos y la escasa habilidad
larlas para que no obstaculicen un tiempo económico después del de los paternalistas los que los llevaron a rendír tanto de su poder,
cual la vigencia de valores de solidaridad abrirá nuevas posibi- a la vez que quedaban corno cadeudores de los costos políticos del
lidades. "tiempo económico"? Así es, pero esto es sólo parte de la respuesta.
En otras palabras, al tiempo que los liberales conquistaban Subyaciendo a esto hay razones más importantes. Lo fundament..'11
el aparato económico del Estado, los paternalistas reducían su pa- es que!1º hayBA viable sin normalización de la economía (tema
pel a conservar el "orden" que permitiría cumplir un "tiempo eco- que comenzaremos a examinar al final de este capítulo), y que
nómico" a cargo de los liberales que habian logrado el control de ésta requiere un papel protagónico -importante y sostenido-
la politica económica y social. Quedaba en manos de los paterna- del gran capital local y transnacional. En casos de alta amenaza
listas reprimir y cargar con los costos consiguientes, hacer l/autén- previa y, consiguientemente, de una crisis económica mucho más
ticamente representativos" a los sindicatos, sanear presupuestos profunda, esto es evidente. En un caso de amenaza relativamente
provinciales, "jerarquizar" la educación y seguir incurriendo en baja, la confusión puede durar más tiempo, pero los paternalistas
una oratoria que reavivaba las preocupaciones "democráticas" de
tienen escaso sustento en las clases dominantes, al tiempo que la
los liberales. Los "técnicos" del Ministerio de Economía y Trabajo
imposición del Horden" priva a aquéllos de apoyo en el sector po-
podían llevar a cabo lo principal del "primer tiempo" aunque,
pular. T"odo 10 que esto les permite, si conservan peso en las Fuer-
como "liberales", ya no servirían cuando llegara el tiempo social"'.
zas Armadas, es sobrevivir enquistados en el aparato estatal previa
Entretanto, quedaba vigilar que no se filtraran motivaciones anti-
rendición a los liberales de los más importantes resortes de deci-
nacionales o que sirvieran innecesariamente al egoísmo de ciertos
sión de la política económica. En Brasil 1964 este problema no se
intereses. Para que esto no ocurriera se montó un elenco en la
planteó tan agudamente con un liberal como Castelo Branco en la
Secretaría General de la Presidencia de la N ación, encargado de
presidencia; más tarde, las insinuaciones nacionalistas de Costa e
supervisar las decisiones enviadas para la firma del general
Silva y de Garraztazu Medici coexistieron con una gestión econó-
Onganía **. ASÍ, quedó a éste y a su sector un poder de veto que
mica, la de Delfim Neto, tan transnacionalizada y conectada con el
produjo abundantes roces ***, pero que presuponía haber aban-
gran capital (pero bastante menos ortodoxa) COmo la de BulhOes
* De mis entrevistas con paternalistas, liberales y empresarios surge y Campos. En Chile los paternalistas han sido acompañados, sobre
claramente que nadie ignoraba la intención de los primeros de prescindir de todo desde 1975, por superortodoxos ejemplares de liberalismo en
los segundos cuando, una vez logradas las metas del "tiempo económico", la conducción económica 5. Pero en Argentina 1966 los paterna-
se pudiera entrar en una etapa de mayor "sensibilidad social". Volveré sobre
este tema.
listas ocuparon inicialmente mucho más espacio en el sistema ins-
*'/' Este staf! fue creciendo y ampliando sus atribuciones. Su poder de titucional del Estado y, aún después de ser desplazados de buena
veto de las decisiones sometidas a Onganía por los liberales, y sus no insig~ parte de él, mantuvieron una ambigua relación, con capacidad de
nificantes disidencias con éstos, dieron lugar a numerosos conflictos y a veto, Con la gran burguesía y sus "técnicos".
una mutua animosidad ampliamente confirmada por mis entrevistas. Para
j comentarios periodísticos sobre esta situación, y quejas por el bloqueo de Debido a su arcaica ideología y a que flotan enquistados en
decisiones que se argumentaba producía la Secretaría General, cf. entre el aparato estatal sin verdaderos soportes en la sociedad, los pa-
¡~ ot:!:os, Primera Plana, 11 de julio de 1967, p. 13. Esto y lo señalado en la
terna listas no tienen otra posibilidad que hacer -mal ydesper-
l1üta anterior era expresión de la distancia que seguía separando a patel'-
nalistas y liberales, y a los que aludía La Nación al referirse a los "pro-
blC-'las de comunicación" existentes entre Onganía y Krieger Vasena (27 de
,
julio de 1967, p. 6). Los mIos de Ongan{u, Ediciones La Campana, Buenos Aires, 1980. En el
,,*'" Demasiado tarde para utilizarlo aquí, se publicó el interesante mismo el autor da un fascinante panorama de los conflictos a que hago
liLro de Hoherto Hoth, líder de ese equipo en la presidencia de la Nación, referencia en el texto. Igualmente da una detallada versión, similar a la
1
que veremos más adelante, del proceso que nevó a la caída de Onganía.
I1
il
128 GUlLLERM(l O'DONNELL PATERNALISTAS, LIBERALES Y NORMALIZACIÓN ECONÓMICA 129
tundo recelos- la política económica del gran capital. Por su- capitalista.. Claro está, quedan también las afirmaciones sobre el
puesto, no estoy hablando de posibilidades abstractas sino de las "contenido' espiritual" del desarrollo, que el capital transnacional
objetivamente existentes en el capitalismo extensamente industria- será bienvenido siempre que coincida con las "políticas y priori-
lizado, dependiente, desequilibrado y profundamnte penetrado por dades nacionales", que la propiedad privada es "sagrada" pero
el capital transnacional que corresponde a la emergencia del BA. debe usarse en "función social", y que en definitiva todo debe ir
Previamente a los golpes que han inaugurado este tipo de estado hacia una "justa retribución" del capital y el trabajo *. Pero, en
se había alcanzado una crisis que hacIa inviables las políticas po- términos de sus políticas, lo que realmente producen son retazos de
pulistas, económicamente expansionistas, parcíalmente redistribll- las medidas que aplican -mejor y con más apoyo- los liberales.
tivas e ideológicamente nacionalistas que fueron posibles antes de A esto se agrega una concepción del papel del aparato estatal que
la ola de inversiones extranjeras, y de la transnacionalización y combina intenciones de controlar el "lucro excesivo" y los llegoís-
concentración de la estructura productiva que precedió al surgi- mas" sectoriales -testimonio de su imposibilidad de aceptar la
miento de los BA '. Conflictos que desnudaban cada vez más su lógica de acumulación capitalista-, con un "sentido nacional"
contenido de clase,lá imposibilidad de continuar sustituyendo in- demasiado estrecho para no preocupar al gran capital. El discurso
discriminadamente importaciones, la caída de inversiones internas sobre el contenido espiritual del desarrollo y los cuidadosos. inven-
y externas, la necesidad de aliviar con créditos externos y con el tarios de quienes serán sus beneficiarios últimos luego que la era
crecimiento de las exportaciones las cada vez más severas restric- de "sacrificios" haya terminado, son escuchados por la gran bur-
ciones de balanza de pagos y la creciente incapacidad guberna- guesía en ratificación de sus recelos, sin que la nación a la que
mental para implementar políticas y controlar comportamientos apelan les escuche más allá de corto tiempo y luego empIece a
de aliados y adversarios; estas fueron algunas de las razones que actuar según su percepción de realidades mucho más tangíbles.
determinaron que la penalidad que aguardaba a ¡¡soluciones" am- Paternalistas y nacionalistas sólo pueden -en ciertas condlcíones
biguas era volver a los mismos problemas que se quiso eliminar que el caso argentino durante la presIdencía de Levingston nos
con la implantación del BA. Claro, en este contexto politicas no permitirá examinar- ímponer desde el aparato estatal sus ambi-
ambiguas son políticas congruentemente capItalistas, en el doble güedades sobre la economía, al precio pírrico de naufragar con el
sentido de adecuarse suficientemente a la lógica de acumulación BA. Pero para sobrevivIr enquistados en un BA, su política econó-
y reproducción de estos capitalismos y de apoyarse, imbricándose mica sólo puede ser dejar que la hagan los liberales. Para paterna-
profundamente, en las capas más dinámicas - y por las·caracte~ listas y naclonalístas puede quedar espacio no InsignIficante en el
rístiCas del capItalismo del que nace el BA- más concentradas y sistema institucíonal del estado: ciertas empresas públicas, gobier-
transnacionalizadas de la g:raI1burguesía., nos provinciales, embajadas y los mil vericuetos que ofrecen las
Los paternalistas (y los nacionalistas) son en varios sentidos cristalizaciones institucionales de un estado que a lo largo del
más "antiizquierdistas'; que la gran burguesía y sus técnicos. Pero
sus afirmaciones de que quieren superar tanto el "comunismo ma- * En el momento que los paternalistas dejaban el control de la eco-
nomía a los liberales y sin poder todavía entrever el comienzo del "tiempo
terialista" como el "capitalismo apátrida", al tiempo quena los social", los primeros no dejaron de manifestar -para evidente preocupación
u:,/udan demasiado con una gran burguesía de la que, les guste o- de sus aliados--- su ideología apuntada a un estado tutelar equilibrante de
lIO, dependen, no les evitan producir en los hechos una versi6n las clases. Cf. los discursos de Onganía y Borda ya citados y "El objetivo
desleída, y, realmente, ineficiente, de política económica y social final, en materia eC(lnómica y social, €s sobr€ todo promover el bíenestar
popular. Si de este ordenamiento que hemos emprendido, de esta moderni-
zación de la economía nacional, resulta como sin duda resultará, una mayor
.~ Un detallado estudio de esta dinámica y sus dificultades en el caso riqueza, ella ha de revertir sobre todo en beneficio de sus clases más nece-
argentino es Adolfo Canitrot, "La experiencia populista de redistribución sitadas. Sin este objetivo final, la política económica emprendida, que im-
de ingresos", Dcsanollo Económico, n'l 59, octubre-diciembre 1975, pp. 331- porta sin duda algunos sacrificios, carecería de sustento moral y no res-
:.\52; allí pueden encontrarse referencias a la abundante literatura que se ponderíaa la filosofía cristiana de la Revolución". (Borda en La Razón,
ha generado sobre este tema. Sobre la problemática más sociológica- y de 16 de marzo de 1967, p. 1.) Por supuesto, los liberales, la gran prensa y
largo plazo lígada a este tema, Guillermo O'Donnell, "Estado y alianzas .. .", las organizaciones de la gran burguesía mantuvieron un conspicuo silencio
op. cit. sobre estos temas.
130 GUILLERMO Q'DONNELL PATERNALISTAS, LIBERALES Y NORMALIZACIÓN ECONÓMICA 131
tiempo ha navegado tantas aguas. Pero los nudos decisorios de la En febrero de 1967 la CGT se lanzó a un curso de acción que ha-
acumulación de capital -de la "política de ingresos", de las polí- bría de precipitar la derrota sindical que ya estaba en el aire.
ticas monetarias y crediticias, de las vinculaciones con el sistema Con altisonantes declaraciones que sin embargo concluían en de~
capitalista mundial-, son controlados por los liberales y por lo mandas tan moderadas cOmo la de un inespecificado cambio de
que ellos contribuyen como ligazón orgánica con el gran capital política económica -salvo en el aumento des'a1ados y en el logro
local y transnaciona1. Lo otro, lo que queda en manos de paterna- de "participación" en las decisiones gubernamentales- y.~in d~jar
listas y nacionalistas, es un tributo que aquéllos deben pagar a una de insinuar que estaba pronta a negociar,la eG.! ~~:tl!11~i.9.~I)ªnza~
relación de fuerzas interiorizada en el aparato estatal, sobre todo miento de un "Plan de acción" 6. Este se concl'et~rí~en paros na-
a través del peso que sus aliados tienen en las instituciones espe- cionaJes, con un escalonamiento de "campafía.sge eªcJar~GirpÜ~l1J9"
cializadas en la coacción, sin la cual tampoco habría BA. Por eso y "movilizaciones", pasibles de coronar en ocupaciones de fábrica
el período de Salimei era "demasiado" paternalista. Pero, por otra similares a las de 1964. Este era el estilo vigente durante el preto-
parte, después del ingreso de Krieger Vasena quedó pendiente el rianismo, que había servido para colocar a los sindicatos más
interrogante derivado de una presidencia que parecía tener real fuertes en situación de hacer atender sus demandas económicas
sustento militar y que, aunque dejaba hacer a los "técnicos" y y corporativas. Esto había sido efectivo - y más tarde volveria a
ocasionalmente vetaba, mantuvo tozudamente (y, para peor, osten- serlo-- sobre gobiernos débiles y jaqueados por la posibilidad de
siblemente) la intención de recuperar pleno control del aparato un golpe basado en su incapacidad para controlar el "desorden"
del BA. Esta ilusión tuvo importantes consecuencias, en tanto ali- y las implicaciones subversivas que parecían contener huelgas,
mentó conflictos internos al BA y, más sutilmente, porque impidió manifestaciones y ocupaciones de fábricas. Esta fue la constante
despejar la duda que pendia sobre la viabilidad a largo plazo de táctica del sindicalismo, en especía1 del sector que a lo largo del
ese BA y de sus éxitos económicos iniciales. periodo tuvo, con las alternativas que examinaremos, el control de
los principales sindicatos: . eJ. Ymldºrü~m9. Nacido en un medio en
el que todos los contendientes usaban de amenazas para el logro
de las que no dejaban de ser modestas metas de corto plazo, usó
2) La gran derrota sindical a su manera el mismo método: presionar, incluso mediante la
amenaza de disrupciones como las que implicaba el Plan de Acción
de 1967, pero moviéndose dentro de estrictos limites en sus de-
Vimos que, ª~~pués de iniciales ilusiones, los sindicatos se vieron
mandas en cuanto a no ir más allá de los parámetros capitalistas
~mpujados hacia la oposición. Hacia fin de año las críticas de la del sistema del que era parte. La meta era fortalecer sus propias
CGT recalcaban la situación creada por los despidos en la admi-
organizaciones y penetrar el aparato estatal para influir las posi-
nistración pública y las negativas consecuencias sobre el salario
ciQ.!les 11l ás determinantes de la política económica y social,· basado
que tenían las politicas estatales y la continuación de la inflación *.
en una pragmática estrategia de alianzas con otras fuerzas socía-
les ---:-sin excluir a la gran burguesía, en cuyas ramas tendían a
* Cf. declaraciones de la CGT en La Nación, 9 de diciembre de 1966,
pp. 1-14, que luego de criticar a los "monopolios internacionales" y el nivel ~star insertados los sindicatos del vandorismo- 7. Este si:hdica~
del costo de vida, la desocupación y el salario real, acusa a "minorías libre- lismo estaba habituado a presionar, a veces con violencia, para
cambistas ... [que] introducen la división entre los argentinos, excitan a negociar pragmáticamente, y a producir condenas altisonantes
los núcleos sociales unos contra otros, ocultan 10 que nos une y exaltan contra políticas económicas, pero rodeándolas con una vaga ver-
intereses contrapuestos", aunque, como ya he señalado, agregaba su "inten-
ción de dialogar" con gobierno y empresarios. Cf. también CGT, La Nación, sión de capitalismo Hnacionalista" en el que se al~ticulariari cOn
29 de diciembre de 1966, p. 9. Las 62 de Pie (Alonso), excluidas de la con- "justicia" el capital y el trabajo, Combativo en sus tácticas y tibia~
ducción de la CGT, y los sindicatos de trabajadores estatales reunidos en mente reformista en ,sus metas, arriesgaba encontrarse ante dos
una "Comisión Coordinadora de Gremios Estatales" -víctimas directas' de alas que reconciliaran más lógicamente medios v metas: una que
la "racionalización" y antagonizados por los intentos de "privatizar" algunas
empresas públicas, adoptaron un lenguaje más combativo; c.f. declaraciones negara a cuestionamientos anticapitalistas y otr; que buscara una
en Crónica, 30 de noviembre de 1966, p. 17, y 28 de febrero de 1967, p. 15. vía de influencia subordinándose a una táctica estrictamente ne-
132 GUILLERMO O'DONNELL PATERNALI8TAS, LIBERALES Y NORMALIZACIÓN ECONÓMICA 133
gociadora. Ambas posibilidades, insinuadas en el período anterior, cado a las asociaciones de la burguesía para "analizar la situa-
habrían de eclosionar después que la CGT se lanzó, en el verano ción", pero con la excepción de la CGE -que informó cautamente
de 1967, a un enfrentamiento con un gobierno que, si bien a fines que había concurrido para "dialogar" y exhortar a la CGT a en-
de 1966 habia aparecido jaqueado y sujeto a la posibilidad de un contrar "soluciones constructivas" 1'2_ el resto se negó tajante-
golpe, podía y quería imponerle una fuerza que el Estado preto- mente a reunirse con una asociación que se había puesto "fuera
riano llunca pudo tener. de la ley". Antes bien, aprovecharon la ocasión para insistir sobre
~_il_r.espuesta al anuncio del Plan de Acción fue severa. Acu- un tema sobre el que venian repicando desde el golpe: que la CGT
sada la CGT de incurrir en "técnicas subversivas" 8, se reunió el era una asociación 'jtotalitaria n , ya que era el brazo político de
Consejo Nacional de Seguridad (CONASE), que advirtió que la un movimiento político de ese carácter --el peronismo-- y que,
decisión de la CGT "afecta a la seguridad nacional al pretender por medio del sindicato único, la agremiación obligatoria y las
subvertir el orden interno y amenazar la paz social" y estaba retenciones compulsivas sobre los salarios, era un atentado contra
influida por "grupos comunistas", por 10 que las instituciones la "libertad de asociación", de la que las organizaciones burguesas
y militares, ¡'interrumpida toda clase de diálogo", se eran, por supuesto, un saludable ejemplo 1.7. Por fin, luego de años
aprestaban {1. "iniciar la adopción de las medidas propuestas con de gobierno demasiado débiles para imponerse a la CGT, parecía
el escalonamiento y orden de prioridad previstos" 9. Al mismo posible lograr una central aspiración de la gran burguesía: los
tiempo se congelaron los fondos de varios sindicatos, y se anunció sindicatos podían ser subordinados al aparato estatal y, además,
que todo trabajador estatal que adhiriera a los paros sería des- podían ser atomizados mediante la imposición de la "libertad" de
pedido sin indemnización 10. También se advirtió a los sindicatos formar varios sindicatos y confederaciones sindicales, de afiliarse
que la persistencia en su actitud llevaría a la cancelación o retiro y de contribuir a cualquiera de ellos -sin esto el ¡¡poder sindical"
de su personería gremial 11 -lo cual implicaba, entre otras cosas, dificultaría siempre la "paz social" y el prolongado periodo de
la remoción de sus dirigentes y la privación del principal recurso acumulación de capital sin los que no habría "verdaderas solu-
económico de los sindicatos, los fondos provenientes de las reten- ciones" para la Argentina.
ciones que los empleadores debían efectuar sobre el salario de los Con un sector popular recalcitrante a su Plan de Acción, ata-
trabaj adores. cada por quienes explicitaban sus antagónicos intereses de clase,
El Plan de Acción ya estaba lanzado y, a pesar de agónicas y amenazada por un gobierno que contaba con amplio apoyo para
dudas y discusiones *'. los dirigentes sindicales decidieron mantener "domesticarla", la CGT se encontró ante el dilem? de continuar
los paros de febrero y marzo. En ellos el ausentismo fue bajo y un camino en el que sólo encontraría una represión cada vez más
no hubo movilizaciones callejeras. La CGT había confundido la severa, o someterse a lo que no era menos que una rendición
rápida pérdida de popularidad del gobierno con disposición a opo- incondicional. Mientras tanto se sancionaban nuevas disposiciones
nerse activamente a él -por el momento la población no estaba represivas"', se producían masivas cesantías de trabajadores estií.-
dispuesta a participar en la agitación política cuya aparente ter- tales H y se lanzaban trascendidos periodísticos de que .ser.fá inmi-
minación había aplaudido en junio de 1966. La CGT había convo- nente la intervención o incluso la disolución de la CGT "~o Asi-
mismo, el gobierno suspendió o retiró la personería gremial de los
" Cf. La Nación, 26 de febrero de 1967, p. 2, donde se agrega que el sindicatos de trabajadores textiles, azucareros, químicos, ll1et:1~
vandorismo quiso cancelar al "Plan de Acción" pero fue superado por la lúrgicos y de teléfonos. Si a estas sanciones se agregan las inter-
conjunción del resto de los agrupamientos sindicales. Confirmado por mis
entrevistas, de las que surge además la realización de angustiadas gestiones
venciones que se habían dispuesto en 1966 contra otros sindicatos
por dirigentes sindicales -no sólo vundoristas.-- ante el gobierno, para (portuarios, prensa, tabaco, pescado, forestales, vendedores de dEl-
obtener términos que les permitieran una "retirada elegante". No deja de
ser interesante que. enfrentada con el gobierno y cuando las organizaciones * En especial la "ley de defensa civil", ll9 17.192 del 4 de marzo de
de la gran burguesía reclamaban que éste acentuara la represión, la CGT 1967, que "para satisfacer los fines de seguridad nacional" .pennitía al go-
declarara "clara y terminantemente que las medidas de lucha correspondien- bierno poner bajo jurisdicción militar a civiles -incluso por supuesto hueL
tes al Plan de Acción no están dirigidas al sector empresarial"; La Razón, guistas-, que quedaban entonces sujetos a la disciplina y penalidades del
28 de febrero de 1967, p. 9. fuero militar por desobediencia o deserción (del lugar de trabajo).
134 GUILLERMO Ü'DONNELL PATERNALISTAS, LIBERALES Y NORMALIZACIÓN ECONÓMICA 135
rios, radiotelegrafistas y prensa, así como varios estatales) 1", los su "regularización" y por la crecida influencia de los que habían
sindicatos sancionados tenían unos 930<000 afiliados y compren- adoptado las actitudes más tibias y por eso mismo habían sido
dían aproximadamente un 45 % de los obreros y empleados sindi- eximidos de las sanciones ya mencionadas. Con escaso apoyo de
calizados en la Argentina *, y a muy buena parte de los sindicatos su base, sin ánimos para volver a lanzarse a huelgas, atomizados
más ricos, más grandes y de mayor peso en la conducción de la internamente y gestionando ante el gobierno --de manera que no
CGT. Las sanciones privaban a los dirigentes sindicales del manejo contribuyeron a aumentar su prestigio-, su supervivencia al fren-
de sus organizaciones; además, la suspensión de la recepción de te de sus organizaciones, la derrota de estos dirigentes sindicales
los fondos retenidos por las empresas implicaba, junto con la evi- era también la del conjunto del sector popular - y muy en espe-
dente disposición gubernamental de aplicar sanciones contra diri- cial, de su centro de gravedad, la clase obrera-, que quedaba
gentes Hdíscolos", que cualquier acción tendría que haber seguido sin capacidad organizada de oposición ant.e el EA y los que, ahora
por canales clandestinos y sin contar con los recursos institucio- era claro, eran rea~mente sus aliados y vencedores. La derrota de
nales de los sindicatos. Muy pocos de sus dirigentes estaban dis- la CGT y los sindicatos arrastraba a sus representados y parecía
puestos a esto ni a la radicalización a que seguramente hubiera abrir camino para la ofensiva de la gran burguesía implicada por
conducido. Así fue como el secretario de la CGT suspendió las las políticas que mientras tanto elaboraba el nuevo equipo econó-
medidas subsiguientes del Plan de Acción y citó a la máxima auto- mico.
ridad del organismo, el Comité Central Confederal, "parª r~ªliz;ªr Para Onganía y su corriente era un grande y muy necesario
un profundo análisis del problema" 17. Nuevas sanciones a emplea- triunfo. Se había demostrado, primero, que el sector popular no
dos públicos, incluso a más de 100.000 trabajadores ferroviarios estaba dispuesto a acompañar las tácticas de los dirigentes sin"
que, como las anteriores, eran una bienvenida ocasión para la . dicales y, segundo y sobre todo, que ahora había una ~iautoridad
"racionalización -administrativa", llevaron a una pronta reunión en disposición y capaCidad de imponer orden. Luego de las Íncer-
de aquel comité. En él, y a pesar de la oposición de algunos de los tidumbres de fin de año esto lo congració con la gran burguesía
sindicatos sancionados y de los gráficos -que no tardarían en que, por otra parte, ahora tenía a Krieger Vasena y su equino en
desempeñar un importante papel contestatario-, y con la abs- la conducción económica. Esta victoria terminaba por hacer
tención de la mayor parte de los vandoristas, fueron levantados con unos ocho meses de retraso, quién había ganado y quién había
los paros anunciados para el 21 y 22 de marzo y las restantes perdido con la implantación del BA. Con esto y con el nombra-
medidas del Plan de Acción '"o La derrota de la CGT era completa, miento del nuevo equipo económico, los paternalistas habían he-
no sólo por la rendición incondicional que estas decisiones entra- cho suficientes méritos para conservar --sus
posicioncúpei'"o,'"iSor lás'
ñaba. Lo era también por las agrias acusaciones entre quienes se mismas razones, habían cortado sus puentes con el sector
quejaban de haber sido irresponsablemente llevados a una táctica Un requisito para la normalización -la imposición del "orden" y
perdedora (reproche extensivo a Perón, quien venía ordenando la verosimilitud de la capacidad y voluntad de mantenerlo en el
actitudes "combativas" lU) y los que acusaban de traición a quienes futuro--, acababa de dar un importante paso para ser satisfecho.
habian apoyado tibiamente el Plan de Acción. Las divisiones in- Las consecuencias de que esto terminara de alienar al sector po-
ternas también explotaban debido al "sálvese quien .pueda" al que pular de los paternalistas y dejara a éstos en manos de la gran
se lanzó buena parte de los sindicatos sancionados para obtener burguesía sólo se harían evidentes más tarde.
Pero, tambíén, pronto se manifestarían las divergencias entre
paternalistas y liberªles -sobre las que deberemos volver varias
* Calculado en base a los datos de afiliación sindical para 1963 en veces- acerca de la "cuestión sindical". A lo largo de 1967 el
DIL, Nucleamientos ..., op. dt. Este eálculo debe eonsiderarse una gruesa
aproximación, ya que tanto los datos gubernamentales como los sindicales
secretario de Trabajo y el mismo Onganía hicieron saber varias
de afiliación gremial son poco confiables, cf. Juan Carlos Torre, "La tasa veces que estaba Ha estudio" la ,Ley de AsocüL~i(rI1e¡;Prof~,gi-º-DªJP;_S,
de sindiealización en la Argentina", Desarrollo Económico, D.Q 48, eneto- al tíempo que enviaban auditorías sobre uno de los arcanos de los
marzo 1973. De lo que no puede caber duda es que estas sanciones desca- sindicatos -su manejo de fondos- y se anunciaba que en el fu-
bezaron a la CGT al alcanzar a casi todos los sindicatos capaces de rnov-ilizar turo la elección de sus dirigentes se haría con padrones depnra-
importantes recursos.
136 GUILLERMO Ü'DONNELL PATERNALISTAS, LIBERALES Y NORMALIZACIÓN ECONÓMICA 137
dos, sobre la base del voto directo y secreto de sus afiliados 2(J. clase en términos de beneficios aportados por su "participación";
Pero por parte de Onganía y su corriente esto apuntaba a un sin- la política económica de los liberales y su acatamiento por los pa-
dicalismo "auténticamente representativo" que se insertara, en ternalistas no dejaba campo para más. A pesar de su incongruen-
cumplimiento de sus "funciones específicas" y previa despoliti- cia con el sonsonete de la "auténtica representatividad", los pa-
zación, en el comprensivo sistema corporativo al que apuntaban. ternalistas creían haber encontrado en estos dirigentes a quienes
Esto implicaba un sindicalismo unificado, aunque bajo la conduc- debian reunificar la CGT y, desde allí, concretar la "participación
ción de dirigentes "apolíticos" y respetuosos de la especificidad orgánica y técnica de los trabajadores" *. Pero corno 10 acotaba
de la contribución del trabajo a la integración de la sociedad *. con &atisiaccián La Nación, la CGT era entonces una "entidad
Ya he señalado que esto era muy diferente de 10 que quería la gran fantasmal", alrededor de la cual giraban sindicatos participacio-
burguesía. Si una de las dimensiones definitorias del corporativis- nistas -cuyo oportunísmo no llegaba a confonnar una táctica
mo es la conquista y estricto control de los sindicatos por parte congruente--; vandoristas -lamiéndose las heridas de la derro-
del aparato estatal 21 , los liberales no lo eran menos que los p~ter ta, ofreciendo "dialogar" y haciendo "buena letra" para obtener
nalistas, aunque, en contraste con éstos, querían que ese- control el levantamiento de sanciones, pero conscientes del abrazo mor-
se ejerciera sobre un sindicalismo atomizado. En medio de los tal que se les ofrecía con la '¡participación" **-; sindicatos inter-
éxitos-de la gestión de Krieger Vasena estas disidencias volverían venidos -cuyas autoridades, caducadas legalmente pero insisten-
a asumir importancia; en 1967 -año al que me limito en esta tes en su derecho a seguir siendo miembros de los cuerpos direc-
sección- apareció la "Nueva Corriente de Opinión", formada tivos de la CGT, no facilitaban ni el colaboracionismo de los pri-
por sindicatos "dialoguistas" o "participacionistas". Ellos volvie- meros ni las negociaciones más acotadas a las que estaban dis-
ron a hablar de la "Revolución Argentina" y postularon un re- puestos los segundos***- Yt finalmente, algunas agrupaciones
chazo de toda politización que les abriría paso a la "participación" que comenzaban a tener eco en su propuesta de luchas oríentadas
según las pautas definidas por los paternalistas **. Pelegos perci-
bidos como tales, poco podian ofrecer, aparte de algunas ventajas
trabajadores -además de beneficiarse del aumento de ocupación generado
para sus propios gremios***, al conjunto de los sindicatos y de la por el auge de esta actividad durante 1968-1970- fueron premiados por el
liderazgo de sus dirigentes en la corriente participacionista COn mejoras en
* La sinceridad de los paternalistas en sus aspiraciones de lograr un su régimen de trabajo y con la creación de un fondo de desempleo.
"justo equilibrio" social sólo era comparable a su escaso tino. El ministro * Los intentos conciliadores del vandorismo y de 10 que quedaba de
Borda (La Razón, 16 de marzo de 1967, p. 1), hablando del Plan de Acción las 62 de Pie tropezaron con la cerrada negativa de los paternalistas a
se sintió obligado a declarar: "En este episodio el gobierno ha puesto de entenderse con ellos, en la errónea creencia que con ello apresuraban el
relieve una decisión firme de mantener el principio de autoridad. No asume control de la CGT por los participacionistas. Cf. La Nación, 10 de julio de
postura de triunfador ni es su propósito hacer sentir sobre ningún sector 1967, p. 6, Y 28 de agosto de 1967, p. 6, confirmado por mis entrevistas.
el peso de su eondición de taL Insiste, simplemente, en cumplir sus planes En mayo de 1967 renunciaron las autoridades de la CGT y designaron una
políticos o económicos, sin admitir presiones, por medio de las cuales un "Comisión delegada" con predominio vandorista encargada de convOcar un
sector social, cualquiera que sea, pretenda dificultar la adopción de medidas Congreso 'General de la CGT -lo que ocurrirí~ recién en 1968, con conse-
que el bien común exige." En el mismo acto en que los paternalistas ganaban cuencias de las que nos ocuparemos más adelante. Entre otras cosas, las
una gran victoria de clase para la burguesía, tras los ditirambos sobre el tradicionales celebraciones del 1 \l de mayo y del 17 de octubre pasaron prác-
"orden" y el "principio de autoridad" pretendían negarla. La gran prensa ticamente inadvertidas y hacia fines de año la gran prensa (cf. por ejemplo
no ocultó su disgusto por estas actitudes; como lo expresara el Econornic La Nación, 26 de diciembre de 1967, p 6). comentaba triunfalmente la virtual
5'ur-vey (2 de marzo de 1967, p. 3), las mismas "constituyen un síntoma hibernación de la CGT.
inequívoco del deseo de renovar el contacto con los dirigentes gremiales, que ** Esta pretensión de negociar, pero poniendo ante el gobierno distan-
puede echarlo todo por tierra, No se advierte ahora por qué hay que renovar cias que no preocupaba guardar a los participaciol1istas, continuó separando
diálogo ni monólogo alguno con eSOS dirigentes." a los vandoristas de éstos y alimentando la decisión de Onganía de marginar
** Los primeros sindicatos alineados en esta corriente fueron los de a la CGT hasta que no fuera controlada por los participacionistas.
la construcción, electricidad (Luz y Fuerza), petroleros, vitivinícolas y parte *** Cf. por ejemplo, la negativa del ministro de Bienestar Social a reci-
de los ferroviarios (Fraternidad); cL La Nación, 29 de mayo de 1967, p. G. bir una delegación de la CGT porque ella incluía a dirigentes de sindicatos
intervenidos (cuyos mandatos se consideraban en consecuencia legalmente
*** Especialmente en tenninos de ventajas derivadas de ingresos no caducados), en La Nación, 19 de abril de 1967, p. 4.
dircetamentc monetarios; sobre todo, el sindicato de la construcción, cuyos
138 GUILLERMO Q'DONNELL
PATERNALISTAS, LIBERALES Y NORMALIZACIÓN ECONÓMICA 139
por metas anticapitalistas. En medio de esta atomización no eran cia" y de la Heficiencia", así como de las "inversiones foráneas"
los participacionistas quienes podian lograr la unificación de la se sentarían las bases de un desarrollo COn estabilidad 2:',. En rá-
CGT por medios que no fueron groseramente incongruentes con la pida sucesión se adoptaron otras medidas: f) la suspensión de las
"auténtíca representatividad" que se pretendía de los sectores de convenciones colectivas de trabajo y el otorgamiento a los traba-
la "comunidad organizada". Veremos que el sindicalismo partid-· jadores del sector privado (poco después se decidió lo mismo pa-
pacionista podía tener otras consecuencias, pero no la de "ensam- ra los estatales) de un aumento promedio del 15 jo, que debía
blar al Estado con los trabajadores organizados"; su impotencia mantenerse congelado por casi dos años, hasta diciembre de
y la de los paternalistas para ello, si bien en un primer momento 1968 24 ; g) la terminación del régimen de prórroga automática y
alivió los agravios de la burguesía por haber dejado pasar congelación de los arrendamientos rurales 25; h) la celebración de
una dorada oportunidad para atomizar al sector popular, impidió un "acuerdo voluntario de precios" con 85 "empresas industriales
advertir que incubaba metas y modalidades de lucha más radica- líderes", por el que se comprometían a congelar sus precios por
les que los que la últimamente moderada y negociadora CGT ha- seis meses y a su vez se hacían acreedores de ventajas especiales
bia desarrollado. para el acceso al crédito bancario y a las compras estatales 26; i)
la desgravación impositiva para la compra de maquinaria agraria
e índustrial"; j) el revalúo contable e impositivo de hs empre-
3) El progTamade normalización
sas 28; k) la desgravación impositiva del 50 ro
de las inversiones
en vivienda 29; Y 1) el establecimiento de líneas especiales de cré-
dito para la financiación del consumo y reparaciones de vivien-
das 30. Otras medidas tuvieron menos impacto directo pero sirvie-
No bien desígnado Krieger Vasena viajó a los Estados Unidos. ron como demostraci6n al capital transnacional que se estaba dis-
Poco después el Comité Interamericano para la Alianza para el puesto a actuar ortodoxamente *.
Progreso (CIAP) comunícó su aprobación de los planes --que no
Estas medidas fueron recibidas con beneplácito por la gran
eran todavía públicamente conocidos en la Argentina- expues-
burguesía y sus organizaciones, que concertaron una polifonía
tos por aquél :<2. La atención estaba entonces acaparada por el en-
de expresiones de apoyo**. Esto se sumaba a similares mensajes
frentamiento con la CGT, durante el cual hubo pocas noticias so-
bre las actividades del nuevo equipo económico. Pero muy poco * Especialmente la ley de hidrocarburos, n<;> 17.318 del 24 de junio de
después de la rendición de la CGT, Krieger Vasena tomó la pala- 1967 y la pronta terminación, a plena satisfacción de la contraparte, de los
bra. En un discurso pronunciado el 13 de marzo de 1967 anunció diferendos con empresas petroleras originados durante el gobierno radical;
que se había adoptado un conjunto de medidas de gran trascen- cf. La Nación, 7 de abril de 1967, p. 1-
dencia. Ellas consistieron de: a) una devaluación de casi 40 ro ** De la- UIA, cf. La Nación, 15 de marzo de 1967, p. 1 (aunque no
pudo dejar de protestar por la reducción de los gravámenes a la importa-
del valor del peso, llevándolo a $ 350 por dólar; b) la "compen- ción); 7 de abril de 1974, p. 1, Y 2 de setiembre de 1967. De la CAe cí.
sación" de esa devaluación mediante un impuesto a los tenedores ibid., 15 de marzo de 1967, p. 1; 23 de marzo de 1967, p. 7, Y 3 de mayo de
de divisas Y retenciones a los precios de exportaciones de produc- 1967, p. 16 (telegrama a Krieger Vasena felicitándolo por el "apoyo externo"
logrado) e ibid., 2 de agosto de 1967, p. 1. De ACIEL, 18 de marzo de
tos agropecuarios, que implicaba que el valor del dólar para unos
1967, p. 3 (aunque pidiendo apretar aún más clavijas en materia de déficit
y otros continuaba a su precio anteríor de $ 245; e) la dísminu- fiscal y de "política laboral"), y 6 de marzo de 1967. De la Bolsa de Comercio
ción de gravámenes para la importación; d) la ¡¡liberalización" de Buenos Aires, ibid., 20 de abril de 1967, p. 6, De la gran prensa cf.
del mercado de cambios; y e) el anuncio de diversas medidas entre otros editoriales de La Nación, 16 de marzo, p. 6, 1967; 2 de mayo,
orientadas al "saneamiento" del gasto público. Tanto o más im- p. 6, Y 15 de julio, p. 6, 1967, Y Economic SUT1JCY, marzo y abril 1967, Incluso
la CGE y su afiliada, la CGI, a pesar de que no se sumaron a este entu~
portante que las medidas fue el tono del discurso en el que fueron siasmo, adoptaron una actitud muy cauta, limitándose a expresar "preocu-
anunciadas: ellas eran las primeras decisiones de una acción des- pación" por e) aumento de costos que suponían traería aparejada la deva-
tinada a reducir la inflación, rápidamente pero sin efectos recesi- luación y a criticar la "inexplicable falta de consulta" (con ellos) previa a
YC"':, al tiempo que, mediante "la activa promoción de la competen- la adopción de estas medidas; cf. La Nación, 18 de marzo de 1967, p. 3.
En cuanto a las organizaciones de la burguesía pampeana (SRA y CARBAP,
140 GUILLERMO Ü'DONNELL LIBERALES Y NORMALIZACIÓN ECONÓI\IICA 141
desde el exterior; inmediatamente después del discurso del 13 de bks) ; p8ro debido al encarecimiento de aquéllas y del precio in-
marzo los cables informaban de la confianza que habían desper- i:~~rno de éCótos que traía aparejada la devaluación, y a la elevación
tado en Europa y Estados Unidos las medidas adoptadas 31, con- de la tasa de interés a que llevaba la restricción crediticia y mo-
firmada porque ya en marzo se anunciaba que el FMI había acor- netaria, alimentaron la inflación que supuestamente iban a eli-
dado a la Argentina un stand by de 125 millones de dólares 32; en rni nar ;;1;.
los meses subsiguientes esta aprobación sería ratificada por nue-
La gran novedacl de la politica inaugurada en marzo de 1967
vos créditos de un consorcio de bancos europeos (100 millones),
fue que partió de la base que las principales causas de la inpación
de bancos estadounidenses (la misma cantidad) y de la Tesorería
debían hallarse por el lado de los costos y de factores psicológicos
del gobierno de los Estados Unidos (75 míllones)". Por si fuera
de aj uste de las decisiones microeconámicas a la predicción de una
poco, el Departamento de Estado de ese país -que había desa-
elevada tasa de inflación 37. La solución, por 10 tanto, no estribaba
probado públicamente el golpe de 1966.,- hacia saber su apoyo a
en el manejo restrictivo de variables monetarias sino en estabi-
este programa, que "habia modificado la política [estadounidense]
lizar los costos de factores y hacerlos tender relativamente a la
en cuanto a la concesión de ayuda a la Argentina" 34:.
baja en el mediano plazo. Si, además de lograr este éxito objetivo,
¿ Qué estaba ocurriendo para despertar estas respuestas? Era se lograba que fuera percibido como tal por los agentes económi-
el comienzo de la ofensiva de la gran burguesía, basada en la de- cos -quienes entonces ajustarían sus comportamientos a una pre-
rrota del sindicalismo y en el control del aparato económico del dicción de baja inflación-, entonces la. estabilidad. estaría log.ra-
Estado por un equipo que notoriamente se proponía nevar a cabo, da. Este diagnóstico permite comprender el ataque simultáneo a
y comenzaba a hacerlo con precisión y ejecutívidad, las tareas de diversos precios: a) el de los salarios, compulsivamente congela-
normalización de este capitalismo. La principal meta de corto plazo dos por casi dos años; b) el de los productos industriales, que
era erradicar la inflación y lograr una desahogada posición de ba- quedaban controlados a nivel mayorista mediante el "acuerdo vO-
lanza de pagos; sobre esta base, y con el refuerzo de las medidas luntario de preCios" al que fueron adhiriendo otras empresas. in-
de inducción de la inversión interna y externa, junto con el clima dustriales; c) eIdel precio interno de los principales eXPOrtables
de confianza que todo ello generaría, no se tardaria en retomar (alimentos), cuyo valor de exportación en pesos se mantuvo es-
un crecimiento estable 3\ Hasta Krieger Vasena los "planes de table gracias a la mencionada retenCión ;···d)hiégó di;L<il.liiiéiifos
estabilización" convenidos con el Fondo habían partido de atri- iniciales, el de las tarifas de servicios públicos ycoIllº.uªtiJ:~l~s,
buir la causa principal de la inflación y los déficit en las cuentas hecho posible por la masa de recursos que generaba pa:r;,:.l,elapa-
externas del país a un exceso de demanda. La receta era recesio- rato estatal aquella retención *; y e) el delpreeio dl:; . Jªs__ giyi.sªs.
narla, por vía tanto del impacto en el consumo interno de la ele- respecto de las cuales se insistió que la del 13 de marzo sería Hl a
vación de precios resultante de las devaluaciones, como de las última devaluación". Daba alguna credibilidad a esta-aÍii;riiáCi6li
restricciones de emisión monetaria, de créditos y de erogaciones el que su monto excedía significativamente el que hubiera sido
estatales que seb:ruía de ese diagnóstico. Estos intentos lograron necesario para una real paridad peso~dólar; esto, unido a la pre-
mejorar transitoriamente la situación de balanza de pagos (por
medio -aunque no fuera este el mecanismo previsto-, de la re~ * Anuncio de Krieger Vasena del 7 de marzo, ratificado el 11 de
ducción del nivel de actividad económica interna, que disminuía marzo de H)G7, en ocasión de celebrar el "acuerdo de precios"; Ministerio
la demanda de importaciones y aumentaba los excedentes exporta- de Economía y Trabajo, Política cconÓ1nica ...., op. cit., p. 50, donde vale
la pena advertir la puntualización de los factores de estabilidad de costos
que contribuía el gobierno: la firme paridad cambiaria del peso, la conge-
lación de salarios (eufemísticamente mencionada como "está definida clara~
esp.) expresaron su oposición n. las retenciones de manera extraordinaria- mente la política d'e salarios"), la "contención de la emisión monetaria" y
mente tibia, al tiempo que apoyaban con entusiasmo el resto de las medidas la reducción del déficit fiscal, así como la importancia que allí se adjudica
y en especial, algo que les i.~~eresaba tan directamente como la ley sobre
j
a "eliminación de las expectativas inflacionarias" (ibid, p. 50). Veremos
arrendamientos rurales (cí. 701d., 4 de mayo de 1967, p. 18). Respecto de que no todo ocurrió como se anunciaba, pero' lo importante por el momento
todas las organizaciones mencionadas, cí. también, las respectívas iUemoria~ es señalar el esfuerzO hecho en el sentido de revertir las expectativas infla-
correSl)ondie~tes al periodo que estamos analizando. cionarias de los principales aetores económícos.
142 GUILLERMO O'DONNELL
PA.TERNALISTAS, LIBERALES Y NOH,ivTALlZAClÓN ECONÓMICA H3
dicción dl~ reducción de la inflación, permitía pensar que se con- ,l.!t"t'SOS fueron íntegramente por el estatal;
taba con suficiente margen como para que no fueran necesarias Kricger Vasena, su, equipo y apoyos no
nuevas devaluaciones formales * en el futuro previsible. Esto era Eran ni "oUi;arcas", ni "anti~estatistas
importante desde el punto de vista de los factores psicológicos de Se plantea aquí un problema de exposición, Prefiero suspen-
la inflación. Para actores acostumbrados a abruptas devaluacio- der el análisis de este programa en e1punto a que hemos
nes, y a sus impactos sobre los precios internos, la creencia de -la enunciación de sus principales 11ledidas en 1967, el primer
que no volvetían a ocurrir parecía fundamental para lograr el año de su aplicación. Conviene ahora que, aun a costa de la fluidez
deseado ajuste de sus expectativas 3S. Respecto de los salarios, el de la exposición, examinemos algunas características generales
propósito anuneiado era mantenerlos al nivel promedio anual de de los programas de normalización económica durante los BA.
1966. Como veremos más adelante, esto no se cumplió respecto Luego de ello, y con la penmeetiva quo nos dará esa visión mús
de los jornales industriales y menos aún con otros ingresos sala- amplia, estaremos en mejores condiciones para analizar las espe-
riales, sobre todo de diversas categorías de empleados. los impactos socioeconómicos .y las luchas
El año 1966 había registrado un nulo crecimiento del produc- que se tejieron alrededor del programa lanzado en marzo de 19G7.
to, pero este estancamiento se había producido al nivel más eleva-
do de actividad registrado hasta entonces, luego del crecimiento
registrado en 1964 y 1965. Por otra parte, en febrero de 1967 la
posición de balanza de pagos era aún más estrecha que en junio 4) El EA Y la normalización
de 1966. A pesar de ello existia un importante grado de subutili-
zación de la capacidad productiva'" -típíco de la deseqnilibrada
estructura productiva de estos capitalismos, que suelen encontrar Las medidas adoptadas por el equipo Krieger Vasena
su techo de expansión en la balanza de pagos bastante antes de a 10 que he llamado la "normalización" de la economía. En esta
hacerlo en su capacidad instalada 40. Estas situaciones, bajo el sección examinaremos este concepto desde un ángulo abarcante
diagnóstico de inflación de demanda, habían sido tratadas con po- de diversos casos de Estado BA. En el capítulo siguiente volve-
Hticas recesivas aún más restrictivas del crecimiento. Por el con- remos al caso argentino, para considerar los principales datos y
trario, una de las originalidades -y aciertos- de la política eco- algunas importantes especificidades del intento de normalización
nómica de 1967 fue que, partiendo de atribuir la causa principal iniciado en marzo de 1967.
de la inflación por el lado de los costos y las expectativas, en lugar En el lapso que signe inmediatamentc_a_su,imvJªn.tflcjÓn, el
de restringirla, aumentó la circulación monetaria y el crédito EA enfrenta dos problemas fundamentales¡ que se hallan estre-
bancario. chamente interrelacionados, Uno de ellos es la imposición del "or-
Otra novedad --que, como las ya mencionadas, examinare- den", ~)(presaqQ ~n la qpUcRción de coerción apu!'!tadaa,suprimir
mos en el próximo capítulo- fue el carácter "compensado" de la la amenaza planteada por los procesos previos a la emergencia
devaluación. Hasta e¡llonces éstas habian implicado un correlativo d~ ese Estado, Esto se concreta, fundamentalmente, en los inten-
aumento de ingresos para el sector agrario-exportador, con la cOn- tos de desactivar al sector popular, controlar sus organizaciones
siguiente redistribución en perjuicio del sector urbano, por medio de clase, prohibir sus expresiones en el plano de partidos o movi-
del aumento de los precios relativos de los productos agropecua- mientos políticos, y cerrar 108 canales de aCceso al gobierno ante-
rios en el mercado interno. En cambio, al establecer una reten- riormente provistos por un régimen en el que esos partidos o mo-
ció.n equivalente al monto de la devaluación, en este caso esos in- vimientos tenían gravitación. El éxito en estos intentos implica
.exdl.l$ión. PQHticfl del sector popl}lar, cuya. coutrafªz eS la flparien-
* La salvedad implicada pOr el término "formales" surge de que a cia de "paz social". Esto es, a su vez, requisito para la recupera-
lo largo de la gestión de este ministro se fueron reduciendo -aunque sin ción de la confianza interna y externa en el futuro de la economía,
compensar el alza interna de precios_ las retenciones originariamente esta- expresada en la reversión de las pesimistas expectativas genera-
blecidas sobre el valor dólar de las exportaciones pampeanas.
144 GUILLERMO O'DONNELL PATERNALISTAS, LIBERAIJES y NORMALIZACIÓN ECONÓMICA 145
das por la crisis que la implantación del EA se propone extirpar. E;:(:Qnámicas, aunque siga siendo alta,qlledaEluj~ta a fluctuaciones
Pero la importancia de la imposición de ese orden no es sólo que implican incertidumbre agravadas por la "Indisciplina" labo-
la que deriva de su logro; también es fundamental que su con- ral y por las políticas -desde el punto de vista de aquellos acto-
tinuidad aparezca verosímilmente garantizada hacia un futuro res- "demagógicas" típicas de aquellos perí(),d,?s. Además, las
bastante prolongado. Para revertir e:'\P~~ta,tivas y lograr confian- políticas de expansión del consumo popular ocurridas en Chile,
za, el EA tiene que parecer capaz de"{~ontim.iar garantizando en Brasil, Uruguay y Argentina antes de los respectivos EA implican
el futuro la "paz social" que impone. Esto se conecta con la se- que, mientras ese impulso no termina chocando contra la balanza
-'gurida'tarea--c1eiB.A-~-I~_j19rIl).a1ización
económica. de pagos, el dinamismo de la economía no es pautado tanto por
La normalización consiste fundamentalmente de: 1) reduc- las principales unidades económicas como por el -aparato estatal,
ción de las fuertes fluctuaciones que, en el período anterior al por el consumo masivo y por las variadas oportunidades que esto
EA, ocurrían en casi todas las variables económicas; 2) reversión ofrece a las franjas más débiles de la burguesia. Estos booms
de la tendencia negativa alrededor de la cual solían producirse previos a la plena eclosión de la crisis de la que emerge el EA son
esas fluctuaciones; 3) modificación de las expectativas de, al me- la anormalidad * de una economía en la que la expansión de las
nos, los actores --oligopólicos- dotados de mayor capacidad para unidades oligopólicas y transnacionalizadas no juega su habitual
determinarla situación de la economía, en un sentido congruente papel de estrecha subordinación del comportamiento de las res-
con los cambios de los puntos anteriores; 4) más en general, ter- tantes unidades. Más tarde, el crecimiento de la amenaza, la infla-
minación de la economía de saqueo del período anterior, como re- clón, la fuga de capitales y la extinción de aquellos impulsos di-
quisito para retomar en el futuro los patrones de crecimiento nanlizadores provocan dos hechos centrales: por un lado, el dis-
"normal" (desigual y transnacionalizante) de estas economías; loque de la estructura productiva generado por las estrategias
5)~~reconversión de la estructura económica (y de clases, aunque defensivas adoptadas por las principales unidades económicas (des-
no se plantee asi por los ejecutores de la normalízación). en el de la retracción de inversiones y su lanzamiento a la más voraz
sentido de subordinar aquéllas a los patrones de expansión de sus especulación financiera, hasta su expulsión o fuga de esos merca-
unidades oligopólicas; y 6) implicado parcialmente' por ,lo ante- dos) ; por la otra, que estas estructuras productivas quedan de-
rior, la reconexión de esa estructura económica con el capital senchufadas del sistema capitalista mundial ....,.......con excepción, cla-
transnacionalluego de la crisis previa al BA, durante la cual aquel TO está, de conexiones que canalizan una acelerada extracción de
suspendió sus préstamos e inversiones desde el exterior, y se re- capital y las que en algunos casos permiten continuar participan-
trajo considerablemente -salvo como participantes del saqueo- do en las rondas del saqueo. En otras palabras, los oJigOpoJios y
en sus actividades en el mercado local. el capital transnacional siguen teniendo su lugar estructuralmen-
te determinado por la transnacionalización y oligopolización de
¿ Qué e..9 normalizar?, ¿cómo se logra?, ¿ cómo se reconoce estas economías. Sin embargo, las crisis precedentes al BA, sin
cuando se ha logrado?, ¿quién importa que lo reconozca? Comen- cancelar ese lugar estructural, tienden a vaciarlo de las unidades
cemos por algunas observaciones generales. La normalidad en es- económicas que, por una parte, desde allí lideran el crecimiento
tas economías consiste fundamentalmente en que la acumulación interno y que, por la otra, son la principal bisagra que conecta
de capital se realice eu principal y sistemático beneficio de sus a estos mercados con el sistema capitalista mundial. La crisis pre-
unidades oligopólicas y más transnacionalizadas, en condiciones via al EA entraña, entonces, un reflujo en el proceso de concen-
que les aseguran una tasa alta de acumulación. Esto implica que tración y transnacionalización del capital, que no llega, sin em-
los patrones de expansión de aquellas unidades tienden a subor- bargo, a anular las características estructurales de alta oligopoli-
dinar el del resto de la economía en un grado aún mayor que en zación y transnacionalización de estas economías **. La pérdida
las economías -más diversificadas y flexibles- de los países
centrales. Es precisamente esa supremacía de las unidades oligo-
pólicas y transnacionalizadas lo que interrumpe la crisis previa * Debo esta observación a Roberto Frenkel.
al BA. Durante ella la acumulación de las principales unidades ** Nuevamente, la necesidad de no extender aún más este texto me
fUerza a remitir, al lec-oor interesado en un desarrollo más completo de
146 GUILLERMO Ü'DüNNELL
PATERNALISTAS, LIBERALES Y NORMALIZACIÓN ECONÓMICA 147
de confianza, las expectativas pesimistas y el miedo ante la ame- mar para reingresar a una sociedad que hace poco ha mostrado
naza desligan del sistema capitalista mundial a estructuras pro- sus explosivas potencialidades. ~{ayor ha sido también el grado
ductivas para las que no se ha logrado plasmar un modelo alter- y el. tiempo en el que se ha praeticado el saqueo. Mayor ha sido
nativo. también el papel que ha ido tomando la especulación financiera,
M᪠ªlJá de las políticas antiinflacionarias y de balanza de a la que se lanzan casi todos como la mejor defensa contra los
pagos, la particular "normalización" de estos capitalismos entra- riesgos cada vez más impredecibles de una economía tan errática
ñá;'pór lo tanto, dos aspectos fundamentales. Primero, la restitu':' e inflacionaria. Claro está, aunque casi todo el que pueda espe-
cióú de la supremacía de sus unidades oligopólicas y transnaeio"- cula, la parte del león se la llevan las grandes empresas y las en-
nalizadas *, cuya acumulación vuelve a gobernar el dinamismo de tidades financieras que tienen acceso a las oportunidades y a la
la" economía y a subordinar marcadamente la acumulación de otras información necesarias como para hacer de la especulación finan-
unidades económicas. Segundo, la reconexión de esta estructura ciera el ámbito en el que pasan a lograr sus mayores y menos ries-
productiva con el sistema capitalista mundial, en formas que, sin" gasas ganancias. p~~l)ta:tnan~r_a-, cuanto,Il'l,á~ ~allegado a ahon-
dejar de extraer una pesada cuota de dependencia, implican mo- darse la crisis qúe- precede al BA, más decisivf<_p~s~n a serIas
vimientos de capitales no sólo desde sino tambiép hacia estas eco- op~!3:e~()pes finaIlcier3:s ~iT1.d_llY~:r1q() ()peI'_a~icmes can:biarias non
nomías. Por supuesto, f:llgraqoy la modalidad concreta en que se sanctas- para empresas (y tanto más así, cuanto más grande
producen estos resultados varían de caso a caso, dependiendo son) industriales o comerciales. Finalmente,Eomo fue evidente en
-fundamentalmente-- de características específicas de la estruc- Chile hacia 1973 y en Argentina háCia 1976, esas actividades
tura económica previa a cada BA, de' la profundidad de la crisis industriales o comerciales pasan a ser, más que propiamente ta':'
de que éste surgió y de la coyuntura económica internacional. les, la ocasión o el soporte operativo de un capital quc, tratando
En el período siguiente a la implantación del BA el gran de no ser tragado en el saqueo y de optimizar ganancias, seva
problema para los ganadores -aparte de la imposición del "or- transformando en un capital financiero altamente especulativo.
den"- es revertir la situación de manera que la gran burguesía Por añadidura -y a mcdiano plazo, con toda probabilidad, cen
vuelva a cumplir su papel «normal" en estas economías. Pero esta mayor importancía-, el acentuado trasvasamiento de capital ha-
meta no es sencilla; su grado de dificultad es función directa de cia los circuitos financieros, engorda velozmente a las compañías
la hondura de la -crisis política y económica que precede a cada financieras, los bancos y las diversas invenciones institucionales
BA. Cuanto mayor ha sido esa crisis -y, por consiguiente, cuan- que -por parte de quienes tienen el complejo de recursos necesa-
to mayor ha sido la amenaza-, mayor el disloque de una econo- rio, en general grandes grupos económicos-, aparecen en esos
circuitos~' Visto desde esta perspectiva, el saqllco se[tp~()ximaa
mia que no ha dejado de ser capitalista ni ha podido sustituir
a su franja oligopólica y transnaeionalizada. Mayores han sido ªº limite: la metamorfosis de buena parte del capital productivo
también la crisis de balanza de pagos, la desinversión, la infla- en capital financiero. Esto es la faz complementaria - y activo
ción y el grado en el que el aparato estatal se ha ido alejando de agente de aceleración- del disloque de la estructura productiva
su papel de apoyo y promoción de un funcionamiento de la eco- que se agudiza paralelamente con la profundidad de la crisis a la
nomía subordinado a esa gran burguesía. Mayor ha sido también que se llega previamente a cada BA.
el grado en que el capital transnaeional y el gran capital local han Todo esto implica que, cuanto más honda ha sido la crisis
huido de ese mercado, y mayores los resguardos que querrán to- económica y política previa -cuanto más se ha planteado como
una crisis de dominación social o, equivalentemente según vimos
en el capítulo J, cuanto más profunda, como en los golpes de la
estas reflexiones, a un trabajo anteriormente pul)Jicado; Guillermo O'Don- década del 70, ha sido la amenaza-, por exitoso que sea el EA
ncH, "Notas para el estudio de la burguesía local", Documento de Trabajo en su otra gran tarea de imponer el "orden", más empinada y
CEDES N9 12, Buenos Aires, julio 1978. larga será la cuesta que tendrá que remontar hasta que se haya
'* Veremos que esto entraña también importantes novedades en el papc1 logrado algo parecido a un funcionamiento normal -en el sentido
cumplido por ciertas instituciones y actividades estatales. ya especificado- de estas economías.
148 GUILLERMO Ü'DONNELL PATERNA~JISTAS, LIBERALES Y NORMALIZACIÓN ECONÓMICA 149
Típicamente, la implantación del EA ocurre en momentos de rnediante abruptas devaluaciones, con agudo impacto sobre la es-
agudas carencias de balanza de pagos. Además, la inflación suele tructura general de precios. En otras palabras, Ulla alta, creciente
haber a1canzado tasas macro y microeconómicamente inmaneja- y fluctuante tasa de inflación suele resultar de grandes y erráticos
bles. Finalmente, poco o nada queda de impulsos dinamizadores cambios en los precios relativos. Además, en cualquier momento
de la economía que no agudicen uno ti otro, o ambos, de esos pro- sería posible encontrar a cualquiera de diversos sectores -incluso
blemas. ;, Cómo afrontar esto, y sobre todo, cómo cambiar expec- capas del sector popular- como ganador transitorio en la carrera
tativas de manera que ya no alimenten el saqueo sino que comien- de sucesivos reajustes de los precios relativos. Si las fluctuaciones
cen a orientarse hacia reingreso de capital desde el exterior y ha- del nivel general de precios obstaculizan el cálculo económico, es-
cia actividades e inversiones más "sanas"? No es esta tarea fácil. tas fluctuaciones son aún l11ás antagónicas con un funcionamiento
Comencemos por el gran símbolo y resumen de la crisis previa normal de estas economías. Esto no sólo porque las primeras re-
al BA, la inflación. La reducción de. la inflación a tasas "razo- sultan de la agregación de las segundas, sino tanlbién porque sue-
nables" y la predicción de que en el futuro seguirá disminuyendo len ser más violentas, al nivel más directamente relevante para
o al menos se mantendrá estable, es condición necesaria para el determinar el desempeño microeconómico de cada uno de los ac-
cálculo económico a mediano y largo plazo. Un componente crucial tores. Esto, entre otras cosas, determina que la tasa de ganancias
de la normalización es la inflación ¡¡controlada". La inflación es baile al compás de los desplazamientos de precios relativos, inclu-
sólo superficialmente un aumento del nivel general de precios; es so - y esta es una diferencia sustancial entre la inflación del Es-
en realidad la agregación de numerosas fluctuaciones en la estruc- tado pretoriano y del BA- de los salarios. Esto no impide realizar,
tura de precios relativos. En tales condiciones las ganancias sec- en la suma a lo largo del tiempo de esas fluctuaciones, importan-
toriales suelen ser temporarias, ya que generan reacciones de otros tes ganancias. No es este el problema. Lo es la incertidumbre que
sectores que, mediante sus intentos de recuperar o mejorar sus provoca en lo que se refiere a su quant'mn. También es crucial
posiciones, repiten continuamente un doble efecto: nuevos cam- problema -como he insistido en las reflexiones del capítulo 1 que
bios en la estructura de precios relativos y nuevos empujones en estamos retomando- las especiales complicaciones que esto crea
la tendencia general de la inflación'. para las grandes organizaciones de la franja superior de estos
Mientras tanto se rezagan los precios de sectores que no tie- capitalismos *.
nen recursos de poder como para imponer un reajuste favorable; Afirmé que el funcionamiento normal de estas economías es
así ocurre con las capas peor organizadas del sector popular, con incompatible con una tasa alta y fluctuante de inflación. Lo dicho
jubilados y rentistas, con regiones enteras y, también con el debi- hace un momento implica precisar un poco más: es incompatible
litado aparato del Estado pretoriano **. Algún otro precio, como con una inflación cuya tasa agregada resulta de empujones pro-
el de las divisas, puede también quedar rezagado, pero suele saltar venientes de -para retomar un lenguaje más sociológico- diver-
sas clases y fracciones. En otras palabras, la reproducción de es-
'" En el caso argentino la inflación no sólo ha sido alta y errática tos capitalismos no requiere una tasa nula o siquiera baja de in-
en las variaciones de período a período en su tasa agregada, sino también flación; sólo que sea básicamente estable y predecible, y que resul-
muy errática en los cambios a lo largo del tiempo de los precios relativos. te de un tipo de impulso que no afecte Una tasa alta, establé y pre:e
Cí. las observaciones de Juan C. de Pablo ("Precios relativos ... H, op.' cit.)
sobre el carácter nada "neutral" de la inflación argentina. Ver asimismo decible de acumulación de capitaL Esto entraña" qúe se "lógreYi ,dos
Wchard Mallan y Juan Sourrouille, Política económica ..., op. cit. condiciones básicas: 1) que ía tasa de variación dei preCio del
"'* Para datos y análisis del aparato estatal argentino como uno de los trabajo no se adelante a la de la tasa de ganancias; eúelRA se
grandes perdedores de la inflación en términos de sus precios relativos, d. logra en un primer momento mediante la congeh'ición de salados
Carlos IHaz Alejandro, Ensayos, .. ; Richard Mallan y Juan Sourrouille, La y, más tarde, mediante aumentos acordados por decisiones guber:e
política económica_ ..., ops. cits.,. Alieto Guadagni, "Aspectos económicos del
saneamiento urbano en Argentina", Desarrollo económico, 52, vol. 1;3, enero- n~:Illentalcs sujetas a pautas predecibles; y 2) que el precio de
marzo, 1974, y Osear Oszlak, "Inflación y política fiscal en Argentina: el
impuesto a los réditos en el período 1956-1965", Centro de Investigaciones l\'lás aún lo es la amen878, en cS]1C'cial el temor acerca de la conti-
en Administración Pública, Instituto Torcuato Di Tella, Buenos Aires, 1970. nuidad misma de la organización capitalista de la sociedad.
150 GUILLERMO Q'DONNELL
PATERNALISTAS, LIBERALES Y NORMALIZACIÓN ECONÓMICA 151
otros factores también se congele o acompañe, pasivamente la in- allá de cuanto ingreso pierda-~!! qYI:l.Yt:tno puede coimpulsar la
flación sin constítuirse en un factor de modificación de la estruc- inflación. La inflación, s'us fluctuaciones y los factores que la Ím-
türaex ante de precios relativos. Este es el caso de los servicios pulsan están lejos de sersglo un problema ecánornTcó;·'Soú expre-
públicos y de las divisas, con lo que el gobierno modera los facto- sión de alianzas, victorias y derrotas entre un cambiante haz de
res autónomos de inflación sobre los que ejerce algún control di- fuerzas sociales. Por supuesto, esto deja espacio para conflictos
recto'. El logro de ambas condiciones tiende no sólo a amorti- alrededor de qué fracciones de la burguesía y qué actividades es-
guar las tendencias inflacionarias sino también a una reducción tatales seguirán impulsando la inflación remanente -pero esto
en los factores que pueden impulsarlas autónomamente. Aparte por el momento no nos interesa.
de variables que, EA o no, son exógenas a estas economías -como
El segun<l() granpr()p~erpª,~90nórnil3Q,,~:I'lj9~ªLq~~ BA es la ba-
el precio relativo de importaciones y exportaciones-, con el EA
lanz" de pagos. En todos los casos previos al BA,aunque con di-
los impulsos inflacionarios endógeno~ quedan fllndall1erltahnente
ferente inteTIBidad, diversas medidas nacionalistas o socializantes
reducidos a dos campos: 1) la burguesia, especialmente sus frac- dejaron una larga lista de agravios y reclamos econOri1.1eOS'del
ciones superiores, cuyo poder de mercado se concreta, entre otras
capital transnacional -desde ufilidades declaradas que se prohibió
cosas, en su eufemístico "liderazgo de precios"; y 2) ull aparato
remesar hasta montos indemnizatorios por expropiaciones-, que
estatal que tiende a sujetar sus acciones y omisiones a una H ra_
ejercen fuerte presión sobre las exangües divisas co~ Q'l1e se iriu ll-
cionalidad" codificada en relación a la estructura fuertemente
gura al BA. Por otro lado, el mantenimiento de algún nivel de
oligopolizada de estos capitalismos.
actividad económica, así como el pago de la deuda externa, exi-
Insistimos: la normalización no entraña llegar a inflación gen disponibilidades de divisas a una economía cuyo crédito in-
cero ni a lasas consideradas normales en las economías centrales. ternacional se ha acercado" cero. j, Cómo obterrer, eón la urgen-
Se·'trata,es cierto, de reducirla a tasas no explosivas, pero den- cia del caso, los préstamos' y moratorias que permitan evitar la
tro de ellas basta con que sea estable y predecible, y que los fac- cesación internacional de pagos y mantener la actividad econó-
tores que la impulsan autónomamente desde estos mercados sean mica interna, aunque sólo fuese al recesivo nivel impuesto por las
controlados por la gran burguesía y por un aparato estatal que políticas antiinflacionarias? Éste es un crucial test para una po-
ésta ha penetrado profundamente. Esta es una inflación "razona· lítica económica que apunta tan centralmente a reengarzar estas
bIe", que no sólo no es incompatible con la reconstitución y am~ economías con el sistema capitalista mundial *. La respuesta a
pliación de los canales de acumulación de capital de aquélla; es esta pregunta depende fundamentalmente del capital financiero
también un eficaz instrumento para ello. Una tasa anual de, di- transnaciona1. Veremos que esto entraña imponer condiciones a
gamos, el SO % puede ser intolerable para la gran burguesía si ha las políticas internas del EA en beneficio de un alivio de la balan-
sido imprevista y si, además, en parte significativa es impul- za de pagos que se espera sirva, a través de la restitución de)l1
sada por aumentos salariales, o por erogaciones o decisiones es- '.l.li.bertad" a los .movimientos internacionale~.d.e"cap~~a}~.~
... y.. d~i~
tatales que aquella percibe como demagógicas. En cambio, la mis~ nerosos ajustes de las cuentas que dejó pendientes el período· an-
ma tasa puede ser perfectamente aceptable -encuadrada dentro terior, para que comience a llnormaliúirse" la m6d'aH'dacf depen-
de la peculiar "normalidad" de estos capitalismos- si fue previsi- diente de inserción de estos capitalismos en el sistema mundial.
ble e impulsada fundamentalmente por la misma burguesía. En Pero lo importante es que tanto por clla.d(;de poHUca.
otras palabras, ni económica ni políticamente es lo mismo la mis- antiinflacionaria corno por el de la bali\IlZa de pagos, la"mUrreras
ma tasa de inflación si es impulsada por diferentes actores socia- de lograr la norrnalizaciónestán... 90dAfi<;a~ªs,."y,.gy?_,,~!h~~LJ,º:r}!lP~J';l
les. En este plano la exclusión del sector popular se expreEla -más
* En muy buena medida porque es la recuperaClOn de la capacidad
internacional de pagos (y de endeudamiento) 10 que más interesa al capital
.. Salvo en el primer período del EA, en el que tanto las tarifas de
financiero transnacional, máxime en una coyuntura, como la actual, en la
servicios públicos como el valor de las divisas suelen ser aumentados fuer-
que se superponen una crisis económica internacional y el creciente endeu-
temente -~,pOr encima de la tasa de inflación- para compensar los depri-
damiento de los países "en desarrollo"; sobre estos aspectos d . .Roberto
midos precÍos "políticos" vigentes durarJte el estado pretoriano.
I<'renkel y Guillermo O'Donnel1, "Los programas ...", op. cit.
152 GUILLERMO O'DONNELL PATERNALISTAS, LIBERALES Y NORMALIZACIÓN ECONÓMICA 153
un importante CaplrUlO de los criterios de racionalidad de la con- también. Luego de la crisis que precede al EA, todo lo que puede
ducción de una economía capitalista. La normalización no se lo- obtener de inmediato la entronizaci6n-de--liberaleS--enSü-áparato
gra sin recuperar la confianza del capital financiero transnacio- económico, es esa actitud de expectativa. La gran burguesía y el
nal *; los criterios que rigen su aprobación y, en definitiva, su
capital transnacional cautamente suspenden juicio:· recortan el sa-
confianza, marcan el desfiladero por el que tienen que pasar las
queo pero todavía no arriesgan a mediano y iargo plazü---en una
de normalización del BA.
ecoriomía que -gran carnbio~ ahora creen que puede mejorar,
En el capítulo I argumenté que el juicio sobre estas econo- pero cuya probabilidad de hacerlo es todavía indetermiñáble.
mías que por lejos más importa es el de sus principales unidades
económicas. En particular, un programa de normalización tiene ¿ Qué es ser "ortodoxo:'? Esto es lo que está codific:ado. Dada
escasas posibilidades de éxito si no es considerado l'racional" y una situación de aguda inflación y crisis de balanza de pagos,
"adecuado" por aquéllas, y -como acabarnos de ver a través del todo ortodoxo debe: 1) reducir drásticamente el déficit fiscal; 2)
acuciante problema inicial de ]a balanza de pagos- por el capital controlar los salarios, ajustándolos. cuantó má.slpasiY~IIl~~t~_a
financiero transnacional. Es imaginable que hayan políticas que las tasas de inflación ya ocurridas; 3) mantener cuidadoso con-
puedan conducir a la normalización, pero bajo el EA, dada la re- trol de la oferta monetaria y del crédito; 4) eliminar subsidios
lación de fuerzas sociales que éste cristaliza, solo es viable el sub-
eonjunto que es aprobado por aquellos actores. Si así no ocurre
al consu:mo masivo; 5) elevar el nivel de ,Heficienci3."~e la_,'_~,~_?~o-
mía, fomentando de hecho la expansión de .las unidades. olígoP91i,
ellos se seguirán comportando de maneras fundadas en pesimistas cas y "abriendo" la economía mediante fuertes rebajas de la ¡;>ro-
expectativas, que influirán decisivamente para que se confirmen lección efectiva con que cuenta la producción local 6) ¡;>ermitir
esas predicciones. Sostendré ahora que ese subconjunto de polí- el "libre" movimiento de capitales desde y hacia su mercado;· y
ticas viables es sumamente reducido, que esto se relaciona estre- 7) evitar abruptas e imprevistas devaluaciones de la moneda-lo-
chamente con uno de los capítulos más rígida y explícitamente cal. Estas prescripciones no ¡;>rovienen de alguna verdad onfóló-
codificados de la "racionalidad" en una economía capitalista, y glca. Son criteríos que a¡;>lican éxplícitamente el capital transna-
qU(~ el Iogrode la normalización pasa por la hipertrofia interna donal, la gran burguesía y la "ciencia económica" contenida en
del cat)ital financiero y, asimismo, por la consolidación y expan- una compleja red de foros, instituciones, pontífices y divulgado-
sión de las fracciones oligopólicas :Y' transnacionalizadas de estas res. Además, basta leer las "recomendaciones" del Fondo Mone-
economías. tario Internacional y conocer los criterios con que func).amentan
No hay normalización posible sin aplicación, respetuosa y sus decisiones ésta y otras grandes organizaciones públicas del
reconocida como tal, de lo que los principales actores económicos capitalismo mundial, para advertir hasta qué punto sus evalua-
consideran racional y caw'íalmente eficiente para ello. ~J EA sólo ciones dependen de que crean que se quiere y se puede aplicar ese
ser el EA conducido, ~_Tl_,s~~_~princip~les resor_t(;se~on6l-rlicos, código. Por otra parte, el Fondo es el gran dispensador de certi-
ortodoxos en la aplícación de ficados de racionalidad de las políticas de normalización; como re-
si no son reconocidos, como conocido custodio de-esa racionalidad, su evaluaci?~e~ ª_~,_ª_~J~~ya
para la normalización: que la importancia para la~ decisiones de otras instituciones fin~1?:cier~s
TIlOdifiquen transnacionales, públicas y p'rivaª_a~,_y, en general, paralas."]±~Ts.
adopten una actitud Las decisiones de esta -institución no -son tan Importantes por su
cOnvencerse más ade- monto como porque suelen ser requisito para que otros segmentos
modificar clicha.s -públicos y privados- del capital finan clero transnaclonal acuer-
andando y la ortodoxia den sus créditos o m<,)ratorias. Además, los compromisos asumi-
dos por los gobiernos para un stand by y el periódico seguimiento
* Como veremos, las condiciones Lajo las c\.;aJes el capital industri;:::} de su cumplimiento por el Fondo son el "certificado de racionali-
y cOll1etTial t¡'ansnacJonal decide volver a arriesgar a mediano y largo plazo dad" de las políticas económicas y.sociales, que se extiende por ese
en estas economías son aún mús rlgul"osas.
gran guardián del código ante la "comunidad internacional de n.e-
PATERNALISTAS, LIBERALES Y NORMALIZACIÓN ECONÓMICA 155
154 GUILLERMO Ü'DONNELL
Nada. casualmente el EA es un claro contraste a todo esto. La apoyo de aquéllos. Esto implica agregar a la exclusión del sector
exclusión del sector popular, el control de los sindicatos y la su- popular una sistemática falta de atención a las quejas y demandas
presión de las organizaciopcs políticas y de los canales de repre- de, incluso, parte de una burguesía local que querría que el apara-
sentaCión desde los que se invocaban sus intereses, eliminan ti to estatal, víolando el código, la ampare de los costos de la nor-
varios contendientes y reducen las combinaciones de alianzas po- malización y de su agudizada debilidad frente a la gran burguesía
sibles, al tiempo qüela'imposición del "orden" reduce sus moda- y el capital transnacional. La negativa a hacerlo -sin perjuicio
lidades posibles de acción, de l/favores" parciales y altamente desagregados-, entraña un
BA. también erige barreras defensivas contra otras clases alto precio político, que el EA tiene que demostrar su dísposición
v sectores enbcncficio ~e las políticas que estarnos _cOI1sic1~raI1??' a pagar, La capacidad de excluir al sector popular y de mantener
;unque no lo haga con los medios que aplica contra el sector po':' su sordera ante buena parte de la sociedad es el gran test del pe-
pular y sus portavoces, La adhesión del EA al código de la ortodo- ríodo inicial del EA frente al' grancajJital lOcal)' transnacionaL
xia es la prenda fundamental del apoyo de la gran burguesía El EA sólo puede extender a la gran burguesía esas garan-
y del capital transnacio!Jal *, Para ello, el EA tiene que ofrecer la tías con su propia gente; es decir, si y cuando abre sus institucio-
garantía verosímil de s"u adhesión a la ortodoxia, de no caer en el nes a los «técnicos" que encarnan ante el gran capital una visión
futuro en tentaciones de 'isentimentalismo" y "caminos fáciles". de racionalidad económica suficientemente cercana a la de éste.
Esta garantía no es sólo ni tanto contra el sector popular, sino Esta es la base de una aceptación que se sustenta en la pertenen-
contra diversos see~ºr~ªrp~clíos y de 'burguesía local,quienes tie- cia a un mundo común de relaciones, de experiencias y de inter-
nen que aportar importantes "sacrificios" para la recuperación de cambios personales en los que cierta visión del mundo y de lo que
la peculiar normalidad de estos capitalismos, Empleados estata- es en él I<racional" se expresa en común. Esos. Htécnicos" son, por
les, pequeños comerciantes, regiones enteras y no pocos empresa- eso, el punto de imbricación del EA con la gran burguesía y el
rios, entre otros, no tardan en descubrir que la implantación del capítal transnacional. Ellos creen sinceramente servir a un abs-
EA les impone una lógina "eficíentistal> que --en términos de sus tracto interés general cuando ajustan su comportamíento a la ló-
intereses económicos inmediatos- no es menos temible que las goca de funcionamíento de estos capítalismOll. Por eso pueden
fluctuaciones e incertidumbres del periodo anterior, Aquí se juega transar en el EA con paternalístas y nacionalistas en la medida
la credibilidad de la ortodoxia proclamada: ¿ es verosímil que, con- en que no acoten demasiado su control de la política económica
tra los crujidos, no ya del sector popular, sino de partes no insig- y social. Por lo mismo pueden también sacrificar sus "conviccio-
nificantes de las clases dominantes locales, se la mantendrá? Que nes d~rnocráticas" al autoritarismo que, les_re8~1~ claro, es un
el sector popular debe continuar excluido y severamente contro- requísito para que su tarea sea posible, Son, por eJlo, los Interlo-
lado es "obvio", pero de la respuesta que se dé a aquella pregunta cutores de los organismos transna'cionales y de los financistas que
también depende la confianza de la gran burguesía y del capital brindan apoyo al EA; en realidad, ese apoyo se da, si no directa-
transnacionaL Una actitud" firme" y "sin concesiones" de adhe- mente a ellos, al EA en tanto ellos tienen y parece probable que
sión al código es la prenda que desde el EA se entrega para el conserven una decisiva cuota de poder. Pero, aun con esta cons-
telación de factores favorables, la tarea de quíenes toman á sU
.. Por cierto, esta alianza no excluye fricciones entre segmentos de cargo la normalízación no es fácil, Este tema lo seguiremos exa-
la gran burguesía y del capital transnacional con los liberales a cargo de la minando desde diversos ángulos; aquí, en línea con el nivel de
normalización. No pocas veces --como tendremos ocasión de ver incluso
en el caso relativamente menos ortodoxo de estos BA, el de la gestión de
análisis en el que se ha colocado esta sección, me limitaré a algu-
Krieger Vasena- esas fricciones se deben a lo que, para algunos de aque- nas consideraciones generales., Afirmé que cuanto más profunda
llos segmentos, aparece como excesiva ortodoxia de los gobernantes. Una ha sido la crísis previa, mayor es el tiempo con que cuenta él BA
importante cuestión en este sentido es el de las protestas del capital local- para recuperar la confíanza de la burguesía y Iograrlano1'1l1"~
mente radicado (incluso filiales de ETs) frente a las consecuencias prác- lización. Pero por otra parte, en .el capít,ulo 1 vimos que la _pro~
ticas de la aplicación del sacrosanto principio de "abrir" la economía y
hacerla "eficiente" a nivel internacional en términos de sus ventajas compa- fundidad de la crísis social y política se víncula ,_estrechamente
rativaS. con la gravedad de la crisis económica que también precede al BA.
158 GUILLERMO Ü'DONNELL PATERNALISTAS, LIBERALES Y NORMALIZACIÓN ECONÓMICA 159
Esto a su vez entraña que cuanto mayor ha sido la cnSlS econó- tinuidad futura. Mientqs ello no ocurra aquellos arriesgan poco,
mica menos probable es que se recupere la confianza y se llegue por más que apoyen políticamente a los ortodoxos que quieren y
a la normalización; o, por lo menos, es significativamente mayor tal vez puedan extender esa garantia. Además, mientras dura el
el tiempo necesario para ello. Brevemente, cuanto más profunda lapso requerido, y como parte de la garantía misma, el aparato es-
la crisis previa, mayor el lapso con que se cuenta para recuperar tatal tiene que "racionalizarse", aumenUJ.:r:lQ() ...D9 SQ}() su, eapaci
ü
confianza y normalizar, pero menor la probabilidad y mayor el dad de control sobre los excluidos sino también de manejo de los
lapso en que ello es eventualmente posible. Aquí veremos rápida- instrumentos de política económica que deben disminuir las fluc-
mente la fundamentación de estas afirmaciones, que más adelan- tuaciones preexistentes. También tendria que realizar las obras
te retomaremos en base a los datos del caso aquí estudiado. de infraestructura física y comunicaciones que _ permitirán sopor-
El programa de Krieger Vasena fue menoS ortodoxo que el de tar y brindar economías externas a las eventuales inversiones
Campos-Bulh6es en Brasil y, por cierto, menoS aún que el de Chi- futuras. Sin un. esfuerzo exitoso en estos sentidos las inversiones
le post-1973 H. ¿Se debe esto a idiosincrasias personales o a ¡¡es- privadas internas y externas no se producen en la cantidad y re-
cuelas" económicas que influyen más o menos en uno u otro caso? gularidad necesarias o, simplemente, la incipiente confianza se
Tal vez, pero sólo en parte y secundariamente respecto de otros evª,pora. Cortado abruptamente el amenazante período previo y
dos factores. El primero, la diferente gama de oportunidades de enfrentado a una profunda crisis económica, el gobierno del EA
políticas económicas que, aún dentro de la ortodoxia, ofrecen la inicia, con evidentes intenCÍones nupciales, su cortejo del gran ca-
dimensión del mercado interno de cada uno de estos casos y varia- pital -local y transnaciona1. Estentóreas adhesiones al código,
ciones en la coyuntura económica internaciona1. El segundo, el rechazo de toda Hdemagogia" o "sensiblería", espectaculares de-
que cuanto mayor es la profundidad de la crisis (incluso econó- mostraciones de la capacidad y volnntad que abora existen para
mica) previa al EA, mayor la dependencia frente al capital finan- imponer "orden", son características iniciales que sólo pueden ser
ciero y, por lo tanto, mayor la necesidad de ajustarse a la ortodo- entendidas en función de ese anhelante cortejo. Pero la espera no
xia -aunque ella entorpezca con toda evidencia la normalización es fácil ni breve. Por lo tanto, para atraer grandes y continuadas
a la que se apunta. inversiones internas y externas sería necesario que. la economía
retomara una tasa razonable de crecimiento -para ]0 cual a su
Los liberales en la conducción económica del BA hacen su par- vez haria falta que la gran burguesia y el capital transnacional
te, ajustándose al código. Antes del EA poco o nada quedaba de ya estuvieran jugando el papel impulsor que no desempeñan de-
la confianza del gran capital interno y externo. La crisis desliga bido a la cautela con que todavia evalúan la situación. Pero la or-
a estos capitalismos del sistema mundial del que son parte. En todoxia impone la contención de sueldos y salarios, la drástica re-
mayor grado que en el caso de economías menoS complejas y trans- ducción del déficit estatal y la eliminación de subsidios a activi-
nacionalizadas, ese desenchufe de los capitalismos del que emerge dades "ineficientes" y al consumo masivo, COIDQffiapeXa de fÜU5-
el EA es la medida de la profundidad de su crisis. Ante ello una tar el nivel de actividad de la economía a sus «verdaderas" posi-
tarea central del EA es recomponer la alianza con la gran burgue- hilidades. Por 10 tanto, el impacto recesivo de estas recetas aumen-
sia y el capital transnacional. Pero parte del gran capital que ta la sub-utilización de la capacidad productiva instalada, lo que
deberia liderar la nueva etapa no está abi. La crisis previa al EA hace irracional invertir en su ampliación. Dado todo esto, ¿ de dón-
lo ha ahuyentado y, aunque la estructura que tanto ayudaron a de pueden provenir los impulsos que en corto plazo mantengan
conformar les ofrece ancho espacio, para que la gran burguesía el nivel de actividad global y eventualmente generen algún creci-
y el capital transnacional jueguen ese papel impulsor -invirtien- miento? Natural, pero poco ortodoxamente, del aparato estatal.
da en actividades menos especulativas y reingresando desde el ex- Esto es otro de los originales aspectos de estos caS08. Por una
terior-, el EA tiene que hacer méritos, compitiendo con coloca- parte el código exige que también el aparato estat.:'ll se 'Iracionali-
ciones alternativas a escala mundiaL Esos méritos son, como ya ce", entre otras cosas, eliminando personal "sobrante", reducien-
he señalado, no sólo la adopción de politicas social y económica- do su déficit y devolviendo a la '1iniciativa privada" actividades
mente <lracionales" sino también la verosímil garantía de su con- productivas de las que se fue apropiando en períodos anteriores.
160 GUILLERMO O'DONNELL PATERNALISTAS, LIBERALES Y NORMALIZACIÓN ECONÓMICA 161
Por cierto, en su período inicial, el BA se sujeta a estos requeri- rniten -único éxito indiscutible de la ortodoxia- mejorar la po-
mientos. Pero, al mismo tiempo, el impacto recesivo de las po1í~ siciq:r¡ de divisas y el. accesoa¡;J:'~.ªit9i:rlte:.t:"n8:cia.nal. .d~c{)r.tQ ..pla-
ticas de. normalización y la persistente retracción de inversiones zo *'. En parte también mediante un aum·entó-de la capacidad
privadas internas y externas hacen del aparato estatal, casi por administrativa de recaudación tributaria. Pero eso no basta. El
descarte, la única Íllente a corto plazo de dinamización econó- aparato estatal tiene que aumentar fuertemente sus ingresos si
mica, o por lo menos de mantenimiento de cierto nivel de activi- es que se va a mantener algún impulso de dil}a.111izaciÓn de la eco-
dad. Pero esto entraña el crecimiento del gasto de inversión pú- nomía en el duro período de la ortodoxia, sin violar el sagrado
blica, al tiempo que el código exige que se reduzca el déficit fiscal. precepto de disminuir drásticamente el déficit fiscal. Aqui lils
El impacto de las políticas que derivan del código es netamente variaciones de uno a otro caso son importantes pero, por supues-
recesivo, pero si el gobierno no encuentra maneras de aliviar ese to, el código exige que el consiguiente aumento de la capacidad
impacto, difícilmente atraiga inversio:n.es productivas ni los prés~ extraetiva del aparato estatal no se haga a expensas de la gran
tamos a largo plazo de un capital transnacional que mantiene su burguesía, cuya confianza interesa especialmente lograr; es decir,
reticencia ante una economía que no sale de su postración, s~n esas reformas fiscales acentúan aún más, con su claro impacto
contar a-Igo que, al menos por el momento, poco preocupa a los redistributivo, las penurias del resto de la sociedad. Por esas ra-
gobernantes -como lo es agudizar el ya serio empeoramiento de zones, el tránsito "desde una economía de especulación a una eco-
las condiciones de vida del sector popular. Esa reticencia, por su nomía de producción" -corno lo llamaron las. autoridades argen-
parte, se manifiesta en que si bien las clases dominantes, inter- tinas después de 1976- encuentra enormes dificultades. A estas
nas y externas, prefieren la supervivencia de este Estado - y subyacen no sólo los impactos recesivos y socialmente regresivos
en consecuencia, políticamente le brindan apoyo-- no están seria- de la política económica sino también que, como se vio claro en los
mente dispuestas a arriesgar capital a mediano o largo plazo en golpes de la década del 70, cuanto más profunda fue la crisis (y
una economía que no sale del marasmo impuesto por la combina- consiguiente amenaza) precedente, mayor es la tendencia de la
ción de la crisis previa y de los impactos recesivos de la ortodoxia. burguesía a volcarse hacia una desenfrenada especulación. En
estos casos, aqueIIa continúa desviando hacia los circuitos finan-
En otras palabras, el código exige cirugía macroeconómica
cieros buena parte de sus recursos, incluso después de implantado
como testimonio de la uracionalidad" que el BA debe acatar, pero
el BA. De esta manera el mismo sujeto social que es el principal
los impactos de esa cirugía, combinados con las reverberaciones
bE'neficiario de la normalización económica, la dificulta grande-
de la crisis que precede al EA, orientan las orientaciones micro-
mente.
económicas de la gran burguesía y del capital transnacional hacia
el mantenimiento de una cauta expectativa y de comportamient08 Los casos de la década del 70, donde la crisis se centró al
especulativos que quedan cortos del impulso dinamizador que ha- nivel de la dominación social, necesitan de detalladas investiga-
ria falta para que adopten una evaluación optimista de las pers- ciones. Todo indica que, a partir de una crisis más profunda que
pectivas de la economía. la que precedió al EA aquí estudiado, se desatan procesos bastan-
te más complejos y destructivos que los que forman el campo em-
Este enigma sólo puede ser resuelto por un gobierno que no pírico del presente caso. Una diferencia importante es que, a pesar
puede"·,riolar el código··sin arruinar sus posibilidades de vencer (le que, como veremos, el capital financiero creció velozmente du-
la cautela de la gran burguesia y el capital internacional. Con una rante el período de Krieger Vasena -en lo que, dicho en tales tér-
base tributaria congelada por el escaso o nulo creciníiento al que
contribuyen las políticas antiíriflacionarias, ¿ de dónde pueden sa- * Otro factor que puede adquirir peso es el aumento del saldo positivo
lir losféeursos,rgénuinos" necesarios? (si no lo fueran aumenta- de la balanza comercial, generalmente debido al efecto combinado de un
rían el déficit fiscal, lo que violaría uno de los sagrados íterns del ,lLlnll'nto de las exportaciones y de la caída de importaciones resultante de
código) .En parte de la reducción del personal estatal y de sus la recesión interna, Pero este factor varía de caso a caso, de acuerdo con
las especificidades de los principales productos de exportación y coyunturas
sueldos, lo que hostiliza a sectores medios que suelen apoyar la de la eCOl1ornía internacional, por lo que aquí sólo puedo dejado mencionado,
la implantación del EA. En parte de diversos mecanismos que per- L"('ll cargo dl;~ relomarlo en relación al caso aquí estudiado.
GUILLERMO O'DONNELL
PATERNALISTAS, LIBERALES Y NORMALIZACIÓN ECONÓMICA 163
162
Universidad Federal de Rio de J aneiro, 1978; y el comprensivo estudio
minos de generalidad, todo período de normalización durante un de José Serra, "O crecimerlto económico Braaileiro (1967-1980) e seua
EA se parece-, no llegó a subordinar el ritmo y dirección de la principais problemas", mimeo, CEPAL-CEBRAP, Sio PauIo, 1981.
economia en el grado en que Jo hR hecho en los EA contemporá- Sobre Chile, Tomás Moulián y Pilar Vergars, "PoHticRS de estabiliza-
neos. Diferencias como estas sólo pueden ser debidamente resal- ción y comportamientos sociales, 1973-1978". mímeo, CIEPLAN, San.
tiago de Chile, 1979; Alejandro Foxley, I'Hacia una economía de libre
tadas una vez que hemos detectado, a mayor nivel de generalidad, mercado: Chile, 1974-1979", mimeo, CTEPLAN, Santiago de Chile, 1980;
un tipo, el Estado BA, junto con algunas características que Joseph Ramos, "Inflación persistente, inflación reprimida e hiperinfla~
comparten todos los programas de normalización intentados a par- ción = lecciones de inflación y estabilización en Chile H , Cuadernos de
tir de su implantación. Podemos ahora emprender el estudio del Economía, n9 43, diciembre 1977. Interesantes aportes comparativos pue-
programa de Kríeger Vasena. Luego de ello, podremos volver a den hallarse en Carlos Díaz Alejandro, "Southern Cone Stabilization
Plan s", mimeo, PUC·IRI, Rio de Janeiro, 1980; Alejandro Foxley, "In·
algunas comparaciones. flación, Brasil y Chile", Estudio8 CIEPLAN, n\' 1, 1979, y, desde una
perspectiva más larga, Thomas Skidmore, "Toward a Comparative
Analysis of the link between politics and economic development in -Ar-
gentina and Brazil", mimeo, Universidad de Wiscou&in, Madison, 1980.
6. Cf. declaraciones adoptando el ¡'Plan de Acción" - y el endurecimiento
del lenguaje, aunque no de las demandas formuladas-- en La Razón,
19 de febrero de 1967, p. 15.
NOTAS
7. Cf. Documentación e Información Laboral (DIL), Nucleamiento8 8in-
d1'cales, Serie Documentos, Buenos Aires, julio 1972, y los datos de con-
centración-extranjerización de la industria argentina que, resumiendo
1. Cf" p. ej" Primera Plana, 22 de noviembre de 1966, p. 18. Para datos
los estudios alli citados, se presentan en Guillermo O'Donnell y Delfina
sobre las numerosas vinculaciones de Krieger Vasena con grandes em- Linck, Dependencia y autonomía, Amorrortu Editores, Buenos Aires,
presas nacionales y transnacionales, así como con ADELA y otros or· 1973, cap. lII.
ganismos del capital transnacional, d. Rogelio García Lupa, 1'tlercenarios 8. Como primer paso el gobierno querelló judicialmente a la CGT por in-
y rnonopolios en la Argentina, de Onganía a Lanusse: 1966-1973, pp. currir en "técnicas subversivas"; La Nación, 10 de febrero de 1967, p. 2.
116-121, Editora Achával Solo, Buenos Aires, 1973, y Gregario Selser, Poco después (14 de febrero), sancionó el decreto 738/67, reglamen.
El onganiato " la espada y el hisopo, vol. l, pp. 283-291, Carlos Samanta tario de la ley de Defensa Nacional.
Editor, Buenos Aires, 1973. 9. Comunicado del CONA SE en La· Nación, 15 de febrero de 1967, p. 1.
2. Cf., p. ej., Primera Plana, 22 de noviembre de 1966, p. 18. 10. Cf. ibid., 11 de febrero, p. 1; 23 de febrero, p. 1, y 25 de febrero de
3. Ley 16.956 del 24 de setiembre de 1966. 1967, p. 1.
'1. CL, p. ej., discurso de Borda en La Razón, 16 de marzo, p. 1, Y 27 de 11. Comunicado en ibid., 19 de febrero de 1967.
junio de 1967, p. 1, Y Diaz Colodrero en La Nación, 24 de junio de 1967,
12. Ibid., 21 de febrero de 1967, y CGE, Memoria anual, Buenos Aires, 1967.
p. 1. Ver también la compilación Cinco discursos y 'Una re-volución, Mo-
vimiento Humanista de Derecho, Buenos Aires, 1968. 13. Cf. las "Memorias anuales" (Buenos Aires, 1967), de SRA, CAe y UIA.
La misma posición fue adoptada por la gran prensa, que desde junio
G. Para las referencias que iré haciendo sobre la política e.conómica en
1966 vino planteando este tema; cf., por ej., La Nación, 16 de febrero de
Brasil y Chile después de los respectivos golpes, las principales fuentes
son: sobre Brasil, Thomas Skidmore, l'The years between the harvcst:;:;: 1067, p. G; La P1'cnsa, 18 de diciembre de 1966, p. 6, y 25 de enero de
1967, p. 6, y Economic Survey.
the economics of the Castelo Branco Presidency, 1964-1967", Luso-Era·
~ilian Review, vol. 15, nQ 2, Invierno, 1978; Edmar Bacha, Os mitos de 1,1. Cí., La Nación, 6 de marzo, 7 de marzo, 9 -de marzo y 10 de marzo de
tema década, Paz e Terra, Rio de Janeiro, 1976; Albert FishJow, "Some 1967, p. l.
refleetions on Post-1964"; "Brazilian Economic Policy", en Alfred Ste- liJ. Cf., p. ej., Confirmado, 14 de marzo de 1967, p, 14.
pan ed., Authoritarian Brazil; Origine, PoUcies and Futu1'e, pp. (lfJ·
Hi. Cf.,Crónica, 16 de junio de 1967, p. 6.
113, Yale University Press, New Huven, 1973; Paulo Singer, A c'l"ise do
]l,Jilagre, Paz e Tena, Riode Janeiro, 1976; André Lara Rescnde, "A 17. La Naóóll, 8 de marzo de 1967, p. 1.
politica Bra"ileira de estabiliza¡;ao = 1%7-1968", PU-IRI, nio de .la- 18. ¡bid.,11 de marzo de 1967, p. 1.
neiro, 1980; Franeisco de OUveira, A cC0110mia da (/c}umdellóaiJlljll'l"_
'-U. Cf., Primera Plana, 11 de abril de 1967, p. 17; comentando instrucciones
(dta, Graal, Hio de Janeiro, 1977; Maria da Concei~ao Ta\'arcs, A,!!-
de Perón para que los sindicatos adoptaran actitudes "combativas".
'lIIu!ar¡¡o de ('upi!a[ (' r)l(lllstri(l!i_z(l~'ÜO no }]nlsil, Tesis de Libre Docencj".
164 GUILLERMO O'DONNELL PATERNALISTAS, LIBERALES Y NORMALIZACIÓN ECONÓMICA 165
20. CL, por ej., La Nación, 15 de marzo de 1967, p. 18; declaraciones de 37. Cí. esp., Juan C. de Pablo, "Precios relativos -_ distribución de ingreso
Kriegcr Vasena en ibid., 23 de marzo de 1967, p. 6; Comunicación de la y planes de estabilización: la experiencia argentina durante 196-7·1970",
Secretaría de Trnbajo en ibid" 4 de marzo, p. 1, }' 14 de junio, p. 1, Desarrollo Económico, nQ 57, abril~junio de 1975.
e ibid., 21 de agosto de 1967.
38. Cf. Juan e, de Pablo, Política ant'iinflaciona?'ia en la Argentina, 1967-
21. Sobre este punto, Guillermo O'Donnell, «El <tcorporativismo» ...", ap. 1970, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1972, y Richard Mallan y Juan
c-it. Para una actualización teórica y empírica del tema, Ruth Berins Sourrouille, Política económica en una sociedad conflictiva. El caso aJ'~
Colliel' y David Collier, "Inducements vs. Constraínts; disaggregating gentino, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1976.
t:Corporatlsm)", American Political Scicnce Revicw, vol. 73, nQ 4,
39. El grado de sub utilización de la capacidad industrial, hacia fines de
diciembre, 1979. 1966, había sido estimado por el Consejo Nacional de Desarrollo
22. La Nación, 18 de enero de 1967, p. 1. (CONADE), en aproximadamente el 30%; cL Juan C. de Pablo, Polí-
tica . . " OJ). cit.
23. Texto del discurso en política econó~nica argentina - DisCIU'SOS del mi-
nú'ira de Economía ¡¡ Tyubajo, t. 1, Ministerio de Economía y Trabajo, 40. Para análisis de este fenómeno, esp. Osear Braun, "El desarrollo del
Buenos Aires, 1%8, pp. 25~36. ('apital monopolista en la Argentina", en Osear Braun, comp., El capi H
EL GOBIERNO DE VIDELA
LA VIOLACIÓN ORGANIZADA
DE LOS DERECHOS HUMANOS
Esta guerra, como todas, deja una secuela, tremendas heridas que el
tiempo y solamente el tiempo puede restañar. Ellas están dadas por las
bajas producidas; los muertos, los heridos, los detenidos, los ausentes
para siempre [...] lo peor no es perder la vida. Lo peor hubiera sido
perder la guerra [...] Hemos cumplido nuestra misión.
EL GOBIERNO DE VIOLA
APERTURA LIMITADA
LA MULTIPARTIDARJA Y LA RECOMPOSICIÓN
DE LA OPOSICIÓN
LA CRISIS INSTITUCIONAL
EL GOBIERNO DE GALTIERI
EL GOBIERNO DE BIGNONE
Green, Raúl H., "Le Système Financier, 1976-1981: bilan d'une expérience",
en Problèmes d'Amérique Latine, N° 68, 2° trimestre, La Documentation
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(1.1 a 1
DEL ALFONSINISMO AL KIRCHNERISMO: EL
MOVIMIENTO OBRERO BAJO LA DEMOCRACIA (1983-2012)
ALEJANDRO M. SCHNEIDER*
Por otro lado, no menos trascendente fueron las alteraciones que soportó el mercado laboral.
Aunque en términos de ocupación, las cifras de la población económicamente activa fueron
variando, continuaron estando vigentes determinadas características que se incorporaron en la década
del noventa como la precarización del empleo.
En este sentido, por la amplitud de su trama, estas problemáticas necesitan ser estudiadas en
forma pormenorizada; sin embargo, frente a la brevedad que impone el presente artículo, aquí sólo se
esbozarán algunas cuestiones.
El proyecto fue acompañado por un conjunto de agrupaciones que habían conformado la Mesa de
Enlace Gremial, entidad sindical compuesta principalmente por el Encuentro Nacional de Trabajadores
En ese contexto, la derrota condujo a una drástica modificación de la política laboral de Alfonsín: esta
pasó de la confrontación a la negociación. Entre otros temas, nombró como su delegado personal ante la
cúpula gremial al líder fideero Hugo Barrionuevo; por otra parte, reemplazó al ministro del área: en lugar de
Mucci designó a Juan Manual Casella. De este modo, la principal tarea que encaró fue la de coordinar, con la
hasta entonces denostada dirigencia laboral, el proceso de normalización sindical en las entidades de primer y
segundo grado. Si bien el proceso electoral fue restrictivo, puesto que no permitió la participación de nuevos
activistas, en algunas entidades fueron derrotados ciertos personajes que habían tenido un comportamiento
cómplice con la dictadura. Asimismo, se lograron cambios a nivel de las seccionales, entre otras, en el gremio
de la construcción de Neuquén y en Sanidad de Capital Federal. Aunque, en términos generales, el control de
la denominada burocracia sindical continuó estando presente en la mayoría de los gremios.
En cuanto a los conflictos laborales es notable el incremento de los mismos a partir de 1983.
Es evidente que, ante el inicio de la democracia, los trabajadores aprovecharon la ocasión para
plantear sus reivindicaciones en torno al pedido de mejoras salariales como las demandas a favor de
la reincorporación de aquellos obreros que se encontraron cesanteados por la dictadura.
Por otro lado, durante este período, en reiteradas circunstancias, el gobierno intentó crear,
mediante diversas negociaciones con representantes empresarios y laborales, un mecanismo de
concertación para acordar distintos temas económicos. En lo que respecta a la dirigencia gremial, se
intentó consensuar cuestiones referentes a salarios, condiciones de trabajo, leyes de convenios
colectivos, de asociaciones profesionales y de obras sociales; sin embargo, en la mayoría de las
ocasiones, terminaron en rotundos fracasos. Por entonces, la CGT comenzó a tomar conciencia de la
fuerza que poseía a la hora de negociar. Esto lo demostró por medio de la realización de trece paros
generales; el primero de ellos, en septiembre de 1984, condujo a que el presidente reemplace a
Casella por Barrionuevo (Gaudio y Thompson, 1990).
De manera simultánea, uno de los efectos inmediatos del Plan Austral fue que algunas empresas
redujeron sus costos laborales mediante suspensiones, despidos, argumentando el congelamiento de precios.
En ese marco, por ejemplo, el 26 de junio los operarios de la Ford -al margen de la conducción del sindicato-
ocuparon la planta del General Pacheco. Durante varias semanas se desató un conflicto en el marco de
asambleas internas conducidas por una Comisión Interna que intentó reincorporar a los trabajadores
A pesar de esta derrota, en los siguientes años se produjo un incremento en las medidas de fuerza; en
particular, aumentaron las demandas por salarios y por mejoras en las condiciones de trabajo, sobre todo, en el
sector público. Por su parte, al compás del deterioro de la situación económica, la CGT expuso su “Programa
de 26 puntos”, que pretendió ser una alternativa a la propuesta gubernamental. En su declaración figuraba una
moratoria para el pago de los intereses de la deuda externa, un incremento de salarios, medidas para garantizar
pleno empleo, créditos para la industria y suba de haberes para los jubilados, entre otros reclamos. Como parte
de ello, la cúpula sindical dispuso el 29 de agosto de 1985 un tercer paro general con movilización a Plaza de
Mayo, en donde se reunieron unas 120.000 personas. Asimismo, el Consejo Directivo de la central obrera
ratificó como único secretario general, hasta la normalización de la entidad, al dirigente cervecero.28
De este modo, a comienzos de 1987, en el marco de la octava huelga general dirigida por la
CGT, algunos dirigentes, identificados como el grupo de los “15” (electricistas, municipales, textiles,
bancarios, portuarios, gráficos, comercio, sanidad, mecánicos, etc.) establecieron un diálogo fluido
con el Poder Ejecutivo. Como consecuencia, en marzo, Alfonsín incorporó como ministro del área al
dirigente de Luz y Fuerza, Carlos Alderete; su ingreso representó beneficios en ambos sentidos. Por
un lado, bajo su gestión no se realizaron paros generales; por el otro, la dirigencia sindical avanzó en
diversos temas que les preocupaban, y que no se habían resuelto desde el inicio de la democracia.
Entre estos se destacaron las leyes sobre asociaciones profesionales, los convenios colectivos y las
obras sociales. Sin embargo, el panorama para el gobierno radical tuvo un nuevo giro negativo con la
derrota electoral en los comicios de septiembre de 1987. Frente al escenario abierto, el presidente
nombró a Ideler Tonelli como Ministro de Trabajo en reemplazo de Alderete. Por su parte, la
recuperación del justicialismo –de la mano de los renovadores- hizo que el aparato partidario
sustituyese lentamente el protagonismo del sindicalismo en el papel de oposición (Belardinelli, 1994).
En esa coyuntura, si bien la CGT exhortó a nuevas huelgas generales, éstas carecieron de la
fuerza y del poder de movilización de los que habían gozado en tiempos pretéritos (Iñigo Carrera,
2001). Pese a este escaso nivel de convocatoria, los últimos años de la administración radical se
caracterizaron por tener un incremento en el nivel de protesta en comparación con los anteriores.
Entre los conflictos más importantes se destaca el paro docente que tuvo una amplia repercusión en
el conjunto de la sociedad, con una masiva participación en los tres niveles de enseñanza. La activa
28 Finalmente el congreso normalizador de la CGT del 7 de noviembre de 1986 designó en forma oficial a
Ubaldini como Secretario General. Cabe indicar que el encuentro, además de reconocer el papel del líder
cervecero, implicó un reparto explícito de cargos en la conducción de la central laboral de acuerdo con el peso
gremial de cada una de las corrientes existentes dentro del sindicalismo.
224
adhesión se logró por medio de plebiscitos, la coordinación de escuelas y colegios, cortes de calles y
marchas multitudinarias, etc.
La década del noventa fue testigo del desvanecimiento del sistema centralizado de
negociaciones colectivas, pieza característica de las relaciones industriales en Argentina desde los
años cuarenta. En concordancia con el aumento de los índices de desocupación y subempleo, los
empleadores aprovecharon la descentralización laboral para flexibilizar las condiciones contractuales
y de trabajo. En ese lúgubre escenario, se modificó la base estructural de los acuerdos: un notable
número de convenios fueron firmados a nivel de las empresas. No obstante, hubo casos donde las
entidades preservaron las disposiciones de los convenios firmados en forma previa al ajuste
económico de Menem; para eso aplicaron las cláusulas de ultraactividad por medio de las cuales los
convenios mantuvieron su validez, hasta la firma de un nuevo pacto.
225
rotación interna laboral en diferentes puestos y oficios. Este fenómeno se acompañó con un proceso
de terciarización de actividades dentro de las empresas a través de un uso extensivo de contratos
precarios por medio de agencias de empleo.29 En general, estas modalidades de empleo apuntaron a
desgastar el poder de organización de los asalariados en los propios lugares de trabajo. Más aún, en
determinados ámbitos se produjo un quiebre entre los trabajadores de una misma empresa,
propiciando distinciones en torno al monto de los salarios percibidos y las condiciones de labor.
La precariedad laboral se manifestó no sólo con la contratación de las tareas sino también en la
forma en que se generalizó el pago de haberes en “negro”. En íntima vinculación con estas prácticas,
el uso de subcontratos de personal derivó en que estos empleados debieran hacerse cargo por sí
mismos de la seguridad social y de la salud, eximiendo a los empresarios de asumir esa
responsabilidad. La generalización de esta modalidad incidió en la conformación de una importante
camada de trabajadores que, juntos con sus familias, pasaron a carecer de algún tipo de protección en
materia de estos servicios. En un contexto signado por la privatización del sistema de salud y del
régimen previsional de jubilaciones, esto se tornó más grave.
29 En este marco, el asalariado por locación pasó a no formar parte de la planta efectiva de la compañía; por lo
tanto, no se lo acogió a los beneficios y protecciones legales que otorgaban los convenios por industria.
30 La primera partición se produjo en octubre de 1989, cuando emergió la CGT de Azopardo, encabezada por
Ubaldini, y la CGT San Martín, liderada por el mercantil Güerino Andreoni. En 1992 estos sectores se
reunieron; pero poco tiempo después hubo nuevos desprendimientos sindicales.
226
Argentina (CTERA), crearon en 1992 el Congreso de los Trabajadores Argentinos, que en 1996
desembocó en la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA). Por otra parte, entidades lideradas
por la Unión Tranviaria Automotor (UTA) y por el sindicato de los camioneros conformaron, en
1994, un grupo autónomo dentro de la CGT: el Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA).
Finalmente, con un menor peso gremial pero con un elevado impacto político, también en 1994,
nació la Corriente Clasista y Combativa (CCC).
Desde su origen, la CTA se planteó construir un sindicalismo autónomo respecto del Estado,
los partidos políticos y los grupos empresariales. Además, incorporó a desocupados, empleados
temporarios y cuentapropistas y acogió a agrupaciones de base territorial. En idéntico sentido,
permitió la afiliación de comisiones internas y de trabajadores en forma individual.31 Durante esos
años convocó a una serie de actividades opositoras: la campaña del millón de firmas contra la
jubilación privada en 1993, la marcha federal en 1994, el apagón multisectorial en 1997, entre otras
acciones. Por otro lado, el antagonismo respecto a la gestión gubernamental de Menem condujo a
varios dirigentes de esta central a adherir a los postulados del gobierno aliancista de Fernando de la
Rúa. Sin embargo, frente a la visualización de las continuidades con las políticas económicas
neoliberales, la CTA regresó al campo opositor (Palomino, 2000).
El MTA agrupó a cerca de treinta entidades laborales, prevaleciendo, sobre todo, los sindicatos
del transporte, siendo sus principales referentes Hugo Moyano (camioneros), Juan M. Palacios
(colectiveros) y Alicia Castro (aeronavegantes). Ante el acercamiento de la mayoría de la cúpula
cegetista al gobierno, este agrupamiento se propuso desplazar a dicha conducción con el objetivo de
retomar los lineamientos del tradicional sindicalismo peronista. De esta manera, retomaron tanto las
clásicas formas de intervención gremial (el “golpear para negociar”) como los postulados ideológicos
próximos a una concepción intervencionista en la economía que asumiera medidas redistributivas de
ingreso en beneficio a los asalariados. Cabe observar que, en determinadas circunstancias, la postura
de este sector terminó acercándose momentáneamente a la dirección de la CGT, como sucedió
durante el congreso de la Central en 1996 cuando se eligió a Rodolfo Daer (alimentación) como
Secretario General, acompañado por Palacios como Adjunto. Así, la postura del MTA alternó entre
convivir con la dirigencia aliada a Menem o alejarse de ella para terminar conformando la “Mesa de
Enlace” con la CTA, la CCC y la regional San Lorenzo de la CGT en 1995 (Ferrer, 2005).
Por último, la CCC surgió en el norte del país en torno a la figura de Carlos Santillán del
gremio de los municipales de Jujuy. Si bien no hubo numerosas entidades sindicales en su redil, su
presencia se hizo sentir (sobre todo en las provincias) por la metodología disruptiva de sus luchas a
través de ocupaciones de edificios públicos y por los enfrentamientos con la policía. Asimismo, la
organización articuló algunas de sus protestas con otros grupos como la Federación de Tierra y
Vivienda (FTV). En lo que respecta a sus posturas políticas, en todas las presidencias de la década del
noventa, fue consecuente su enfoque antagónico con el poder.
Vivienda y Hábitat (FTV). Esta se destacó por efectuar numerosos cortes de rutas y calles como forma de
protesta para hacer oír sus reclamos.
227
justicialista, mientras un sector de la dirigencia sindical avaló y participó en esta transferencia de
ingresos.
Como consecuencia, durante los primeros años del gobierno de Menem, las principales
protestas estuvieron dirigidas a detener la caída salarial en términos reales y a la defensa de las
empresas públicas; algunos de los conflictos más resonantes fueron protagonizaron por los
ferroviarios, los obreros telefónicos y los metalúrgicos de Somisa. Posteriormente, las medidas de
fuerza giraron alrededor de las cesantías y suspensiones, los atrasos en los pagos de haberes, entre
otros reclamos. Cabe indicar que el crecimiento de los despidos se produjo tanto en el sector público
como en el privado. En el primero de los casos, la drástica expulsión de mano de obra se debió a las
desregulaciones de las empresas estatales, mientras que en el ámbito privado, la pérdida de empleos
se generó tanto por la reconversión productiva (sobre todo, en la industria) como por la apertura de
la economía. Por entonces, además, se produjo una importante cantidad de protestas con un alto
nivel de enfrentamiento; una proporción notable de ellas se desplegaron por fuera y -en varias
oportunidades en contra- de las conducciones gremiales.
Por otro lado, desde 1993, los enfrentamientos sociales se agudizaron en el ámbito regional y
provincial: la protesta en Santiago del Estero, con el incendio de la sede de gobierno, los tribunales,
la legislatura, las residencias de políticos locales, entre otros sitios, fue una de sus máximas
expresiones de descontento. A partir de 1995, como resultado de la recesión provocada por el
“efecto tequila”, los conflictos, que tendieron a disminuir en términos numéricos, giraron en torno a
la defensa de la fuente de empleo. El aumento de la desocupación y el subempleo, las
transformaciones en la estructura de calificaciones, el incremento de productividad laboral, la
precarización de los contratos y la tercerización de actividades en las empresas actuaron como
factores que incidieron en el accionar defensivo y atomizado que adoptó la clase trabajadora. A pesar
de ello, los empleados estatales (nacionales y provinciales) protagonizaron una notable cantidad de
protestas ante los recortes salariales, por demoras en el pago de haberes y por la mejora en las
condiciones de trabajo. Dentro de este sector, la mayor cantidad de medidas de fuerza la llevaron a
cabo los docentes; entre otras acciones, una de las más impactantes en la población, fue la instalación
de la “Carpa Blanca” frente al Congreso de la Nación, entre abril de 1997 y diciembre de 1999, en
reclamo de una ley nacional que garantizase un fondo para la educación pública (Vázquez, 2005).
32 Corresponde indicar que en el transcurso de la década del noventa se desarrollaron nueve huelgas generales
En esa coyuntura, en el año 2000, la central obrera se dividió en dos sectores: uno oficial,
dirigido por Daer, y el otro, la CGT disidente, liderado por Moyano.34 A pesar de ese
fraccionamiento, en el transcurso del gobierno de la Alianza se efectuaron nueve huelgas generales
convocadas por una o ambas entidades laborales. Por su parte, entre otras actividades, la CTA junto
con diversas organizaciones sociales, organizó la Marcha del Frente Nacional contra la Pobreza, cuyo
objetivo fue realizar una consulta popular para la implementación de un seguro de empleo y
formación para los jefes de hogar desocupados junto con una asignación universal para cada hijo
menor que cubriera a todos los trabajadores. En un escenario de creciente conflictividad social y de
carencia de legitimidad popular, con elevados niveles de represión, el presidente de la Rúa renunció
en diciembre de 2001.35
Tras la caída del mandatario radical, se sucedieron cuatro presidentes que intentaron
recomponer la crisis institucional. El último de ellos, Eduardo Duhalde, logró en cierta forma
apaciguar la situación tras una serie de acuerdos con la dirigencia sindical. Sin embargo, no consiguió
lo mismo con los trabajadores desocupados quienes continuaron protestando, e incluso, sufrieron
una brutal represión policial que costó la vida de Maximiliano Kosteki y de Darío Santillán en junio
de 2002.
A partir del 2003, durante las presidencias de Néstor Kirchner y Cristina Fernández se produjo,
en términos globales, una reactivación de los conflictos protagonizados por la clase obrera. Este
resurgir no sólo se manifestó en la relevancia que adquirió la principal central laboral sino también en
el papel destacado que cumplieron diferentes organizaciones de base en este proceso; sobre todo, los
delegados y las comisiones internas que sostuvieron los conflictos más impactantes del período.
Uno de los principales elementos para entender la situación laboral fue que coincidió con una
fase de incremento de la actividad económica la cual permitió una importante incorporación de
asalariados a la producción. No obstante, en esos años siguió siendo muy elevado el número de
trabajadores del sector informal que convivió con aquellos que tenían empleo registrado. De esta
forma, a pesar del incremento del empleo en la década, una de las principales características del
mercado de trabajo en la Argentina fue que, para el año 2012, el 53,6% de la fuerza laboral se
encontraba precarizada (Lozano, 2012).
33 Se conoce popularmente como Ley Banelco a la norma que surgió tras un supuesto soborno pagado por el
gobierno de la Alianza a un grupo de Senadores peronistas para que voten a favor de la mencionada reforma
legislativa.
34 Durante la presidencia de Fernando de la Rúa, el MTA se articuló con otros gremios conformando la CGT
disidente. La misma coexistió con la central dirigida por Daer hasta que ambas se unificaron bajo el gobierno
de Néstor Kirchner.
35 Es necesario recordar que comenzó su mandato con una fuerte represión en Corrientes, a lo que siguió el
asesinato de Aníbal Verón en General Mosconi en noviembre del 2000. A esto deben sumarse las más
conocidas muertes de diciembre de 2001.
229
Por otro lado, la situación debe ser enmarcada dentro del propio armado político efectuado por
Kirchner. La búsqueda de un acuerdo estable con la CGT fue uno de sus pilares centrales a la hora
de comenzar a construir su legitimidad y su proyecto de gobierno sostenido -en parte- en tratar de
incrementar la capacidad del consumo mientras estimulaba el aparato productivo. Por su parte, la
central obrera también obtuvo numerosas ventajas tanto frente a otros actores políticos como las
organizaciones piqueteras, como frente a la CTA. Al respecto, corresponde observar que esta última
desempeñó un escaso papel con el renacimiento de la protesta laboral; más aún, en el transcurso de
esos años, sus líderes comenzaron a pelearse en torno a la postura a adoptar frente a la política
oficial. En el 2004, con la anuencia del ex mandatario se reunificó la CGT, primero conformando
una conducción tripartita y luego con un secretariado unificado tras la figura de Moyano. El acuerdo
logrado en el seno de la central laboral fue un hecho político significativo, ya que casi la totalidad de
los trabajadores sindicalizados se encontraban enrolados en sus filas (Etchemendy y Collier, 2007).
A las conducciones sindicales la negociación colectiva les permitió recuperar cierta credibilidad
frente a los afiliados; asimismo, gracias a su acercamiento a Kirchner, varios representantes laborales
se incorporaron en los consejos directivos de empresas de servicios que regresaron a manos del
Estado, como en el caso de las compañías de correo y la de provisión de agua.36 Es evidente que la
dirigencia logró estos acuerdos como parte del intercambio de favores que mantuvo con el gobierno:
era necesario controlar la protesta y la movilización de las bases, aceptando las pautas salariales
fijadas por la cartera económica, aceptando explícitamente cláusulas de paz social. Algunos de los
convenios firmados con las entidades más importantes tuvieron una amplia expresión política, ya que
fueron rubricados en la Casa Rosada con la participación del extinto mandatario.
En relación con la conflictividad laboral, un segundo tipo de protesta que se desplegó fue en
demanda de efectivizar a aquellos asalariados que se encontraban precariamente contratados. Este
fue un reclamo que cruzó todo el período, comprendiendo tanto a empleados estatales como a
privados. Algunas de las medidas de fuerza más impactantes la protagonizaron los trabajadores de
subterráneos, ferroviarios, telefónicos, neumáticos, entre otros. Por otro lado, hubo medidas de
fuerza por mejorar las condiciones de trabajo (Astilleros Río Santiago), por reducción del impuesto a
las ganancias (petroleros), por la participación en los beneficios de las empresas (neumáticos), etc.
Ante esto, uno de los elementos característicos que se observó es que, por lo general, las peticiones
salariales se canalizaron a nivel de las entidades por rama, mientras que las restantes demandas
nacieron y se desenvolvieron en los lugares de empleo (Schneider, 2013).
36 También la cúpula gremial se benefició por la participación en la Superintendencia del Sistema de Salud,
organismo que controla el funcionamiento del sistema de obras sociales. En idéntico sentido, algunas
entidades lograron ventajas particulares como el gremio camionero que se hizo acreedor de acciones en la
reprivatización del ramal de transporte de cargas de la línea ferroviaria Belgrano.
230
Por otra parte, cabe observar que en el transcurso de estos diez años no fue homogéneo el
número de conflictos desplegados; así, durante el primer mandato presidencial de Fernández hubo
una disminución en la cantidad de enfrentamientos, entre otros motivos, por las distintas crisis
(nacionales e internacionales) que sostuvo su gestión.
En otro orden de cuestiones, cabe observar que durante esta última década la relación del
gobierno con la dirigencia sindical no fue homogénea. Desde los inicios del mandato de Kirchner
hasta mediados del primer gobierno de Fernández la relación con Moyano, el principal referente
sindical, se mantuvo en forma estable sobre la base de mutuos acuerdos.38 Sin embargo, a raíz de una
serie de problemas como la incorporación de dirigentes sindicales en las listas de candidatos en el
justicialismo junto con críticas al modelo económico, se produjeron un conjunto de desavenencias
entre la presidenta y distintos sectores de la cúpula gremial. Este panorama, entre otros asuntos,
derivó en que la CGT disidente, encabezada por el dirigente camionero junto con un sector de la
CTA que responde a Pablo Micheli, realizase el primer paro general contra la administración
kirchnerista en noviembre de 2012.39
Por último, también se fue modificando el comportamiento del gobierno frente al descontento
social. Si bien en los primeros años fueron tolerados un número importante de enfrentamientos, a
partir del segundo trimestre del 2005 no pocos reclamos comenzaron a ser reprimidos. En este
sentido, la postura inicial se expresó en que las demandas salariales, en gran parte, fueron
incorporadas en las negociaciones. Sin embargo, esta actitud fue cambiando al compás tanto de un
conjunto de restricciones en la gestión económica como con la emergencia de una serie de
organizaciones de base que cuestionaron los límites que se querían imponer a las protestas. De este
modo, en numerosas ocasiones, las disputas fueron reprimidas por las fuerzas de seguridad
(trabajadores de la carne, Mafissa, LAFSA, Casino, petroleros de Santa Cruz) o bien, por matones a
sueldo enviados por la cúpula sindical del sector involucrado (Hospital Garrahan, trabajadores del
subterráneo, ferroviarios).40
37 Si bien esto último sigue siendo un proceso minoritario en términos numéricos, su impacto social es muy
notable cuando estos nuevos organismos protagonizan una medida de fuerza.
38 Esto se reflejó en el hecho que la CGT, en una sola ocasión, convocó a un cese general de actividades de
una hora, el mismo se hizo en repudio al asesinato del maestro Carlos Fuentealba por parte del gobierno
neuquino en abril de 2007.
39 En los últimos años se han producido una serie de divisiones en las diferentes centrales obreras. De este
modo, para fines de 2012, el gremialismo se hallaba divido en cinco confederales; por un lado, la CGT oficial,
la CGT disidente y la CGT Azul y Blanca; por el otro, la CTA oficial y la CTA opositora.
40 El hecho más representativo de estos acontecimientos fue el asesinato de Mariano Ferreyra, a manos de un
grupo de hombres que respondían al dirigente ferroviario José Pedraza, durante una protesta sindical de los
trabajadores terciarizados del ferrocarril Roca en octubre de 2010.
231
A modo de breve conclusión
Si bien durante las últimas tres décadas el movimiento obrero ha transitado por distintas
experiencias, su protagonismo en la historia reciente continua vigente. A pesar de los embates
sufridos por los diferentes gobiernos, los trabajadores han defendido sus conquistas sociales y han
mantenido sus entidades nacionales, seccionales y de base. Sin embargo, este panorama no ha sido
sencillo.
232
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Balances de una historiografía pionera en América Latina, Buenos Aires, Editorial Imago Mundi, 2018, pp.129-150. está
disponible en la Unidad 5 de este Apunte, ya que el mismo corresponde a Unidades las Unidades 5 y 6.Ver Programa General de la
Materia.
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