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20 AÑOS DESPUÉS
ISBN: 978-980-18-1608-9
El autor manifiesta su compromiso con los derechos establecidos en el marco legal vigente y las
normativas internacionales sobre propiedad intelectual, por lo cual, para cualquier solicitud o sugerencia,
pone a disposición su dirección de correo electrónico: lopezjoseluis7@gmail.com
Prefacio
Agradecimientos
Capítulo I Página
APORTES AL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO Y TECNOLÓGICO
11. Acciones e implicaciones asociadas a la gestión integral del riesgo de aludes 205
torrenciales e inundaciones
José Luis López, Alejandro Liñayo, Sergio Marín, Jenny Moreno
12. Propuestas de densificación de la red de estaciones pluviométricas usando 222
soluciones de bajo costo
José Pereira, Julio Cabanerit, Arnaldo Lugo, Kleiver García, Diógenes
Santander
13. Sistema de información hidrometeorológica con fines de alerta en las cuencas de 236
las quebradas Tacagua, la Zorra y el Río Mamo
Diogenes Santander, Abraham Salcedo
14. Contextos vulnerables en las áreas urbanas de Río Camurí Chico, Río San Julián 254
y Quebrada La Chara, Parroquia Caraballeda, Estado Vargas: 20 años después
del alud torrencial de Diciembre 1999
Mariela Gómez
15. Enseñando gestión de riesgos en comunidades escolares de la parroquia Naiguatá, 276
Estado La Guaira, Venezuela
Elvin Barreto, Lelys Bravo
16. Vulnerabilidad y escenarios de riesgo en la cuenca norte del río Guaire 288
Jesús Delgado
Capítulo III
MEDIDAS ESTRUCTURALES
17. Efectos del desarrollo incompleto de los proyectos de obras de control y 314
canalización en los ríos Mamo, Naiguatá y Camurí Grande
José Ignacio Sanabria
18. Obras de mitigación de riesgos en los ríos Macuto, San Julián y Cerro Grande, 331
Estado Vargas, Venezuela
Gian Franco Morassutti
19. Influencia de las obras de control de aludes torrenciales en la reducción de la 379
amenaza en el Estado Vargas
Francois Courtel, José Luis López, María Elena Bello, Karol Sánchez
20. El micro-modelo didáctico para demostración de aludes torrenciales y sus 405
medidas de mitigación
Enrique Luque, Jimmy Gomes, José Luis López
21. Aportes en el diseño de obras de control de inundaciones y aludes torrenciales 427
Sergio Marín
22. Protección de Caracas contra aludes torrenciales en el flanco sur del Ávila 447
José Luis López, Francois Courtel
Capítulo IV
ASPECTOS URBANÍSTICOS, SOCIALES E INSTITUCIONALES
Anexo 2
572
Lista de desaparecidos en la tragedia del estado Vargas entre el 15 y 17 de
diciembre de 1999
Anexo 3
Lista de desaparecidos bajo sospecha de vida 584
Capítulo V
A MANERA DE CONCLUSIONES Y SUGERENCIAS PARA LA ACCIÓN
Los asentamientos urbanos en el Estado Vargas (hoy Estado La Guaira) se desarrollaron en una zona de
alto riesgo, ocupando una franja estrecha de terreno entre la montaña y el mar, usurpando el territorio
conformado por las gargantas y abanicos aluviales de los cursos torrenciales que drenan el macizo Ávila.
Las altas pendientes de la montaña y los efectos de la actividad tectónica, que resquebrajan las laderas
de los cerros, aumentan la fragilidad de la región. La tragedia de Vargas puso de manifiesto que a pesar
de que los deslaves y aludes torrenciales eran fenómenos crónicos y recurrentes en la Cordillera de la
Costa, no estábamos preparados para afrontar esa nueva escalada de la naturaleza. No escuchamos los
avisos de eventos previos, recientes, ocurridos en los años 1938, 1948 y 1951, los cuales incluso estaban
grabados en documentales de Bolívar Films. A pesar de tener escuelas de hidráulica, mecánica de fluidos,
hidrometeorología, geología y geografía, así como laboratorios e institutos de investigación en el valle
de Caracas, muy cerca de la montaña, los deslaves y aludes torrenciales que habían ocurrido en la
cordillera eran prácticamente desconocidos para los profesionales que hacían vida en estas instituciones.
Esta obra constituye el tercer libro de una trilogía que se inicia el año 2000 y que pretende mantener vivo
en nuestro país el recuerdo de la tragedia de Vargas a través de la descripción minuciosa de los orígenes,
efectos y consecuencias de los aludes torrenciales, de sus impactos morfológicos, ambientales y sociales,
de sus medidas de mitigación de tipo estructural y no-estructural, así como de los estudios e
investigaciones que se han adelantado en nuestro país en esta materia en los últimos años. Se espera que
ellos contribuyan a informar y educar a la población en general, y en particular a los jóvenes y a las
nuevas generaciones de profesionales quienes tendrán la responsabilidad de proteger nuestras ciudades
ante estos eventos.
La trilogía de publicaciones se inició el año 2000 con la edición del primer libro titulado “Los aludes
torrenciales de diciembre de 1999 en Venezuela”, basado en un foro internacional realizado en la UCV
en donde se describió el acontecimiento de 1999 y se presentó el estado del arte de los fenómenos
torrenciales en el mundo, así como las experiencias foráneas sobre las medidas que debían adoptarse para
su mitigación. Para ello se contó con la participación de 40 expertos internacionales provenientes de 15
países de Europa, Asia y América. El segundo libro, titulado “Lecciones aprendidas del desastre de
Vargas”, fue editado el año 2010 y describe en detalle todos los proyectos ejecutados, las investigaciones
realizadas, las experiencias y los conocimientos adquiridos, y las obras de mitigación de riesgos
construidas en ese lapso de 10 años (2000-2010), finalizando con una crítica constructiva sobre lo que se
hizo bien, lo que se hizo mal y lo que faltaba por hacer.
El tercer libro, que se presenta en esta obra, recoge las opiniones de los expertos después de 20 años de
ocurrida la tragedia. El libro es el resultado de un esfuerzo conjunto de 37 profesionales de distintas
disciplinas que aportan sus conocimientos y experiencias para dar una visión retrospectiva sobre la
situación actual en que se encuentra Vargas, sirviendo también para recopilar e integrar conocimientos
adquiridos en el campo de la mitigación de riesgos. Se persigue adicionalmente brindar un soporte
profesional mediante la definición de un conjunto de medidas y acciones que sirvan de orientación a las
instituciones gubernamentales que laboran es este campo.
En el Capítulo III se describe el estado actual de una gran parte de las obras de control de aludes
torrenciales construidas después del desastre, y se presentan propuestas de obras de mitigación para las
cuencas ubicadas en el flanco sur del Ávila, a los fines de proteger a los habitantes de la ciudad de
Caracas.
A los especialistas que contribuyeron con sus artículos a enriquecer el contenido de este libro, el cual se
ha nutrido grandemente con sus conocimientos y experiencias. Mención especial se hace al Prof. Rogelio
Altez por su entusiasmo y disposición para conseguir el aporte de otros profesionales que sometieron sus
trabajos para conformar esta publicación.
Los resultados del libro fueron presentados en el Foro “Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20
años después”, realizado en la Universidad Central de Venezuela del 4 al 6 de diciembre del 2019. Se
reconoce el apoyo prestado por la Prof. María Esculpi, Decana de la Facultad de Ingeniería, y por el Prof.
Alexander Cepeda, Director de Extensión de la Facultad de Ingeniería de la UCV, cuya colaboración fue
fundamental para que este evento tuviera éxito. Igualmente se reconoce el apoyo de la Prof. Virginia
Jiménez para la realización del foro. Los profesores (as) Mercedes Marrero, María Eugenia Korody,
Francois Courtel e Iván Saavedra participaron en el comité organizador y sirvieron como moderadores
en las conferencias. El Prof. Christopher Mendoza también formo parte del comité organizador. Los
profesores Abraham Salcedo, Virginia Jiménez y Francois Courtel participaron en el panel de discusión
con las comunidades y Edgar Yajure se encargó de moderar la sesión de testimonios de las comunidades.
La Lic. Alba Marina Gutiérrez se encargó de la promoción y difusión del evento, así como de la
coordinación con los medios de comunicación. Las conferencias fueron transmitías en vivo por medio
de la plataforma V-RED del CIGIR, gracias a la colaboración del Prof. Alejandro Liñayo. La sesión de
testimonios de las comunidades fue grabada por la Gerencia de Medios Audiovisuales de la UCV. A
todos ellos va nuestro profundo agradecimiento.
El foro se realizó bajo el auspicio y con el apoyo logístico de la Universidad Central de Venezuela (UCV),
la Facultad de Ingeniería (UCV), el Instituto de Mecánica de Fluidos (IMF-UCV), el Programa
Coordinado para la Mitigación de Riesgos (COMIR-UCV), la Academia Nacional de la Ingeniería y el
Hábitat (ANIH), el Centro de Investigación en Gestión Integral de Riesgos (CIGIR), y la International
Association for Hydro-Environment Engineering and Research (IAHR). La exposición audiovisual contó
con el auspicio y financiamiento de la empresa TOTAL.
Se agradece también a la Arq. Elizabeth Raven por el diseño de la portada y a la Lic. Dilia Pestana por
la colaboración prestada en la diagramación del libro.
APORTES AL CONOCIMIENTO
CIENTÍFICO Y TECNOLÓGICO
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
RESUMEN
Las lluvias extraordinarias que se produjeron en el estado Vargas en diciembre de 1999 generaron
masivos deslizamientos y aludes torrenciales que arrasaron con las poblaciones asentadas en las faldas
del macizo Ávila. Entre los años 2000 y 2008 las autoridades gubernamentales iniciaron un ambicioso
proyecto de reconstrucción que abarcó tanto medidas estructurales como no-estructurales. Como parte
de ese gran esfuerzo se construyeron 63 presas de retención de sedimentos y se canalizaron la mayoría
de las quebradas. En este trabajo se intenta responder a la interrogante de si las medidas adoptadas y las
obras construidas garantizan hoy en día una protección adecuada a sus habitantes. Para ello se hace una
revisión crítica del estado en que se encuentran las obras y se examinan los impactos causados por las
lluvias extraordinarias del 2005 y 2010. Observaciones de campo indican que aproximadamente el 60%
de las presas se encuentran totalmente sedimentadas, por lo que han perdido su capacidad para controlar
los aludes torrenciales. Se estima que aproximadamente un 20% de las obras (diques, contradiques,
canalizaciones) han sufrido daños significativos, que han colapsado o amenazan con colapsar las
estructuras. Se concluye que se requiere de medidas urgentes que involucren la extracción del material
acumulado en las presas, remoción de vegetación y dragado de sedimentos en las canalizaciones, y
reparación y rehabilitación de obras dañadas, para garantizar un grado de protección adecuado en las
zonas urbanas.
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
INTRODUCCIÓN
Las lluvias torrenciales ocurridas en Venezuela en Diciembre de 1999, generaron masivos
deslizamientos, inundaciones y aludes torrenciales, produciendo en la región norte-costera donde se
ubica el estado Vargas, el peor desastre de origen hidrometeorológico que haya ocurrido en nuestro país.
Numerosas vidas se perdieron y los daños materiales superaron los cinco mil millones de dólares
(Genatios, 2010). A partir del año 2000, las autoridades gubernamentales iniciaron un programa masivo
de implementación de medidas estructurales y no estructurales para proteger a los habitantes de Vargas
de futuros deslaves. En el campo de la mitigación de tipo estructural, se canalizaron 18 quebradas y se
construyeron 62 presas de retención de sedimentos distribuidas en 24 cuencas. En relación a las medidas
no-estructurales, se elaboraron planes de ordenamiento y se desarrollaron proyectos de desarrollo urbano
y vialidad, se elaboraron mapas de amenaza en las cuencas, se instalaron 33 estaciones pluviométricas y
9 hidrométricas y se implementó un sistema de alerta temprana en Catia La Mar, (López, 2010). No se
conocen antecedentes en América Latina de un esfuerzo de tal envergadura, en tan corto tiempo, en el
campo de la prevención y mitigación de riesgos de origen hidrometeorológico. A 20 años de ocurrida la
tragedia, en este trabajo se realiza una revisión crítica del estado actual de las medidas implementadas en
el estado Vargas, tratando de responder a la interrogante sobre si sus habitantes están protegidos o no, en
caso de ocurrencia de un nuevo deslave o alud torrencial en dicha región. El presente artículo actualiza
un trabajo similar realizado por el autor el año 2018 (López, 2018).
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Camurí
Grande Naiguatá
Caraballeda
Macuto
La Guaira
5 km Maiquetía
Catia
La Mar
Figura 1. Imagen satelital del Macizo Ávila y la región norte-costera de Venezuela mostrando las poblaciones y
las cuencas principales afectadas por los deslaves en el Estado Vargas (Google Earth).
La Figura 2 muestra los deslaves producidos en las laderas de una de estas cuencas, la cuenca del río
Naiguatá, los días 15 y 16 de diciembre de 1999, los cuales se transformaron en aludes torrenciales que
colmataron de sedimentos los cauces aguas abajo. La zona de afectación se extendió a lo largo de 50 km
entre Los Caracas y Catia La Mar. Barrios y urbanizaciones enteras fueron barridos por las avalanchas
de los flujos de barros, rocas y escombros que descendieron de la montaña (Figura 3). Los volúmenes de
sedimentos depositados en los abanicos aluviales fueron calculados en el orden de 20 millones de metros
cúbicos. La deposición de sedimentos desplazó la línea de costa, en algunos casos, hasta 200 m hacia el
mar, generando nuevas playas y zonas potenciales de recreación. La extensión del área ganada al mar se
estimó en aproximadamente 150 hectáreas (López y Pérez, 2010). Unas 260.000 personas,
aproximadamente el 85% de los habitantes de Vargas, fueron afectadas por los deslaves. Los daños
materiales fueron estimados entre 4.000 y 5.000 millones de dólares (Genatios y La Fuente, 2006;
Genatios, 2010). Sin embargo, la cifra de personas muertas nunca fue cuantificada con precisión. El
estudio de CAF-PNUD (2000) reporta entre 15.000 y 50.000 víctimas, y un trabajo reciente de
investigación estima en un número no mayor a 800 personas, el total de víctimas (entre fallecidos y
desaparecidos) de los deslaves de 1999 en Vargas (Altez, 2010). Detalles sobre el evento de 1999 se
encuentran descritos exhaustivamente en las referencias CAF-PNUD (2000), López y García (2006),
López (2010) y Genatios (2010). Observaciones geológicas demuestran que los deslaves y los aludes
torrenciales se han producido en esta región desde hace decenas de miles de años (Urbani, 2010; Singer,
2010).
En resumen, las altas pendientes en los cauces y laderas, la presencia de abundantes sedimentos y la
enorme cantidad y duración de lluvia precipitada fueron los ingredientes necesarios para desencadenar
los deslaves en las laderas de los cerros y los aludes torrenciales en los cauces, causantes de la tragedia.
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Figura 2. Vistas aéreas de las cicatrices en la montaña que evidencian los deslizamientos y deslaves producidos
en las laderas de la cuenca del río Naiguatá en diciembre de 1999, los cuales dieron origen a los aludes torrenciales
que se desplazaron en los cauces aguas abajo causando enorme destrucción en los asentamientos urbanos.
Figura 3. Daños producidos por erosión del flujo en Carmen de Uria (izquierda) y por impacto de peñones en
Los Corales (derecha).
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
los deslaves que se produjeron en 1951 inundaron de sedimentos casi las mismas zonas que los de 1999.
Sin embargo, estas áreas (garganta y abanico aluvial) fueron ocupadas y urbanizadas sin tomar ninguna
medida de prevención. El evento de 1951 era desconocido por quienes poblaron a riesgo de sus propias
vidas la garganta del río Cerro Grande y su abanico aluvial (Figura 5).
Abanico
aluvial
garganta
Figura 4. Fotografías aéreas del Río Cerro Grande y la Urbanización Tanaguarena antes y después del desastre
de Vargas: 1951 (izquierda), 1998 (centro) y 1999 (derecha).
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Como parte de las medidas estructurales de mitigación, se han construido también canalizaciones, en
concreto y en gaviones, para conducir los flujos a través de los abanicos aluviales hasta su descarga en
el Mar Caribe. La Figura 6 muestra el sistema combinado de presas y canalización que se construyó en
el río San Julián, típico de los sistemas implementados en las cuencas de Vargas. Usualmente la
canalización se inicia con una obra de transición desde la primera presa aguas arriba hasta empatar con
el canal, el cual se continúa aguas abajo hasta finalizar en el sitio de descarga al mar (ver obra de
transición en foto inferior de Figura 6).
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 5. Fotografías de diferentes tipos de presas construidas en Vargas: a) presa cerrada de gaviones en la
quebrada San José de Galipán; b) presa de gaviones con ventanas en río Camurí Chico; c) presa tipo rastrillo de
concreto armado en río San Julián; d) presa tipo rastrillo de tubos de acero en la quebrada Tacagua; e) presa
ranurada de concreto ciclópeo en la quebrada Curucutí; y f) presa de barrera flexible (tipo Geobrugg) en quebrada
Osorio (López y Courtel, 2012).
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Figura 6. Vista aérea de las obras de control en el río San Julián, mostrando: a) el canal de fondo móvil protegido
con traviesas para control de erosión y con recubrimiento de concreto en las márgenes; y b) tres presas abiertas
para retención de sedimentos. Fotos izquierda e inferior miran hacia aguas abajo. Foto derecha mira hacia aguas
arriba (López y Courtel, 2012).
La sedimentación acelerada que han sufrido las presas de Vargas se manifiesta claramente en la presa
cerrada de Macuto, de 7 m de altura, en la quebrada San José de Galipán. La construcción de la presa fue
culminada en Marzo del 2003 y para Noviembre del 2004 estaba casi totalmente llena de sedimentos a
pesar de no haber ocurrido crecientes extraordinarias en ese periodo. El rápido proceso de sedimentación,
que se ilustra con fotografías en la Figura 8, se asocia a la ausencia de ventanas o aberturas en el cuerpo
de la presa, que permitieran el paso de los materiales más finos con los flujos normales de agua y
sedimentos y las crecientes anuales.
20
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
a) b)
d)
c)
Figura 7. Presa abierta ranurada en la quebrada Guanape: a) vista frontal desde aguas abajo después de finalizada
la construcción en Mayo 2001; b) después de la creciente de Diciembre 2001; c) vista desde aguas arriba del vaso
sedimentado en Diciembre 2001; y d) vista desde aguas abajo después de la creciente de Febrero 2005, mostrando
la capacidad de auto-limpieza de la presa capaz de remover los sedimentos atrapados.
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Figura 8. Acumulación progresiva y rápida de sedimentos aguas arriba de la presa de Macuto en la quebrada San
José de Galipán: a) recién construida en marzo 2003; b) enero 2004; c) enero 2005; y d) febrero 2005.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
presas retuvieron un volumen de 160.000 m3 de sedimentos, transportados por la creciente del 2010,
impidiendo que llegaran a las zonas urbanas de Camurí Grande, con lo cual salvaron a la población de
otra inundación y consecuente desastre.
Figura 9. Vista satelital (Google Earth) mostrando la población de Maiquetía y las quebradas Piedra Azul y
Curucutí después de la tormenta de febrero de 2005. Las 7 presas construidas entre los años 2002 y 2003
retuvieron la mayor parte de la carga sólida de los deslaves de febrero del 2005 y ayudaron a proteger a la
población aguas abajo.
Figura10. Arriba: vista de los vasos sedimentados de las presas Nº 1 (izq.) y Nº 2 (der.) por los aludes de 2005
en quebrada Piedra Azul. Abajo: vista frontal de Presa Nº 2 (izq.) y de su vaso totalmente sedimentado (der.) en
la Quebrada Curucutí.
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Figura 11. Efecto de las lluvias de Febrero 2005 en la zona de Camurí Grande cuando no se habían construido las
obras de protección. Observe la obstrucción y colmatación del puente por arrastres vegetales y sedimentos
(izquierda) y daños en viviendas aledañas (derecha).
Presa Nº 2
Qda. Camurí Grande
Presas
1
1 2
Presas
2
3
3
Presa Nº 1 Qda. Camurí Grande (vista desde
aguas abajo)
Figura 12. Presas de retención de sedimentos y canalización construida en los ríos Camurí Grande y Migueleno,
entre los años 2006 y 2007, para proteger a la población de Camurí. Observe el grado de sedimentación total de
las presas después de la creciente de finales del 2010 (Fotos 2011).
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Figura 13. Inundación en la Avenida La Playa de Macuto (izq.) y en la Calle Los Baños en Maiquetía (der.).
3m
Figura 14. Fotografía del vaso totalmente sedimentado de la Presa Nº 2 (izquierda) y erosión general del lecho
al pié de la presa aguas abajo (derecha), estimada en 3 m, debido al flujo de aguas claras durante la creciente de
febrero del 2005 (Fotos 2011).
3m
Figura 15. Vista frontal de la presa abierta de ventanas construida en gaviones en Camurí Chico. Foto (izq.) recién
construida en 2004. Foto (der) tomada en 2011 muestra erosión de 3 m. por degradación general del lecho causada
por los flujos de la creciente de diciembre de 2010.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 16a. Vista (izq.) de la canalización del río San Julián en Los Corales mostrando el grado de colonización
por la vegetación, induciendo a la sedimentación (foto 2014) y vista (der.) después de la remoción del material en
un tramo cercano a 300 m de longitud, 15 m de ancho y 2 m de profundidad (foto 2016 de Mariela Gómez).
Figura 16b. Izq.: la luz del puente era de tan solo 2 m debido a la sedimentación, cuando la profundidad del canal
es de 4 m. Der.: trabajo de maquinarias removiendo la terraza sedimentaria de 2 m de espesor debajo del puente
(Fotos de Mariela Gómez, 2016).
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
importante de su capacidad de retención. Pero la brecha, con la venida de otras crecientes, puede
expandirse también lateralmente y terminar de destruir el dique principal, por lo que es necesario
acometer las labores de mantenimiento y reparación a la mayor brevedad.
Figura 17. Daños por impacto de bloques producto de derrumbes en el talud derecho de la presa Nº 3 del río
Camurí Grande. Foto izquierda mirando la brecha desde aguas abajo hacia aguas arriba (11/05/11). Foto derecha,
recién construida la presa en mayo 2008.
Fallas en contradiques
En algunas presas se han observado fallas en los contradiques, causados por socavación al pie de las
estructuras, tal es el caso de dos presas de gaviones construidas en el río Cerro Grande y una presa en el
río Migueleno. La función del contradique es servirle de protección al dique principal de la presa, por lo
que se hace necesario reparar los tramos de gaviones que han sido dañados y colocarles su enrocado de
protección aguas abajo (Figura 20) (fotos tomadas en Septiembre 2011). La Figura 21 muestra el avance
de la socavación en la Presa N° 2 de Camurí Grande debido a la falta oportuna de mantenimiento.
Figura 18. Presa de gaviones de 8 m de altura construida en quebrada Seca el año 2007.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 19. Restos de la presa de gaviones en quebrada Seca destruida por las lluvias del 2010 y 2013 (foto de
Marzo, 2016).
Figura 20. Fallas en contradiques de Presa Nº 2 en Río Migueleno (foto izquierda, mirando desde aguas arriba) y
en Presa Nº 1 en río Cerro Grande (derecha, mirando desde aguas abajo) (2011).
2011 2019
Figura 21. Avance del proceso de socavación y colapso del contradique de la Presa N°2 en el río Camurí Grande
entre los años 2011 y 2019.
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Se observaron también problemas de erosión al pie de algunas de las traviesas, que en realidad son diques
transversales de muy pequeña altura, ubicadas en el río Camurí en el tramo aguas abajo de la confluencia,
cuya socavación pudiera poner en peligro la estabilidad de los muros laterales de la canalización. La
Figura 23 muestra una traviesa fractura y socavación al pie del talud. Se infiere la necesidad de construir
pequeños contradiques, aguas abajo de los diques para darles protección a estos.
Figura 22. Vista de la falla en los taludes de la estructura de transición al inicio de la canalización del río
Migueleno. Se observan losas fracturadas en peligro de desplomarse al río con el paso de las crecientes y
socavación en el pié del muro de la canalización (2011).
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 23. Daños en traviesas de la canalización del río Camurí Grande por socavación aguas abajo.
Durante los últimos años se han otorgado permisos y se han creado empresas para la explotación con
fines comerciales del material granular (grava y arena) en algunas de las quebradas de Vargas, el cual
está siendo utilizado para la construcción de la Misión Vivienda, ampliación del Puerto de La Guaira y
para reparaciones de vialidad. Esta medida luce apropiada para extraer los sedimentos acumulados en las
presas, siempre y cuando se tomen las medidas adecuadas para no acrecentar los problemas de fragilidad
ambiental de las cuencas. En este capítulo hacemos una breve revisión sobre las actividades de extracción
que se han llevado a cabo en algunas de estas cuencas.
El año 2014 comienza a operar el Consorcio Minero Luso Vargas C.A. (Conluvar), empresa de capital
mixto entre el Estado venezolano (Gobernación del estado Vargas) y la compañía Teixeira Duarte
Engenharia e Construcoes, S.A para el manejo de la extracción, aprovechamiento y comercialización de
materiales no metálicos en el río Naiguatá. La comunidad de Naiguatá se queja de que se le está dañando
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
uno de sus grandes patrimonios naturales, una de sus zonas de expansión, ya que el río era uno de los
principales sitios para bañarse en sus pozos a la sombre de frondosos árboles, pero hoy en día, es un hilo
de agua que baja por el canal aún en tiempos de lluvia.
Figura 24. Daños en las losas de la canalización del río Naiguatá. Foto izquierda de mayo del 2011 y derecha de
diciembre 2017.
En visita efectuada el 07/06/16 se pudo constatar que las instalaciones del mencionado consorcio,
oficinas, maquinarias y montículos donde se acumula el material granular extraído, habían sido ubicadas
sobre el vaso de la presa (Figura 26). A pesar de que es positivo el hecho de que se esté extrayendo el
material sedimentario acumulado en el vaso, se considera inapropiado colocar las instalaciones de la
arenera en el mismo sitio, ya que este es un espacio reservado para retener y almacenar sedimentos en
caso de ocurrir una creciente extraordinaria. El caudal del río, aguas abajo de la presa, se observa muy
pequeño y con aguas turbias cargadas de sedimentos (Figura 26). Este sedimento proviene del proceso
de lavado del material granular extraído de las riberas del río. A pesar de que la empresa tiene tres lagunas
de sedimentación para reducir la carga sedimentaria, parecen ser insuficientes para impedir las altas
concentraciones de sedimentos finos que se observan en el río aguas abajo y que causan las protestas de
la comunidad.
Figura 25. Vista aérea de la presa abierta de concreto ciclópeo de 5 m de altura construida en el río Naiguatá.
Foto tomada el 2008 recién construida la obra. Obsérvese las ranuras en el cuerpo de la presa y el contradique a
unos 20 m del dique principal. El ancho del cauce en el sitio es de 155 m.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 26. Foto (2016) desde aguas abajo de la presa Naiguatá, mostrando el vaso invadido por maquinarias,
instalaciones y montículos de material granular clasificado del consorcio Conluvar. A la derecha se muestra el
flujo con altas concentraciones de sedimentos en el cauce del río Naiguatá, aguas abajo de la presa.
Figura 27. Extracción inadecuada de material sedimentario entre el dique y el contradique de presa en el río
Migueleno (Sanabria, 2016), con lo cual se elimina la capa protectora del dique.
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Deslizamientos en Caraballeda
Un deslizamiento de grandes proporciones se generó o intensificó con las lluvias del 2011 en el cerro
San Julián en la parroquia de Caraballeda. El movimiento de masas se ubica en las laderas de la quebrada
La Chara, a una elevación cercana a 800 m, y amenaza a numerosas familias ubicadas aguas abajo en las
comunidades de Santa Bárbara, Las Trillas, La Charita y La Miel (Figuras 28 y 29). La quebrada La
Chara es un afluente del río San Julián, donde se construyeron tres grandes presas abiertas con aberturas
de 3 m de ancho (ver Figura 5c). La quebrada confluye con el río San Julián por su margen derecha en
un sitio ubicado entre las presas 1 y 2.
Grandes rocas y restos de vegetación han sido movilizados por el deslizamiento y se encuentran en
situación inestable en el lecho de la quebrada. De producirse una lluvia extraordinaria, pudiera generarse
un alud torrencial que impactaría fuertemente a las comunidades aguas abajo. Dependiendo del volumen
de sedimentos que movilice el alud, y del tipo y tamaño del material que arrastre (finos, gruesos, rocas,
restos vegetales), este podría ser detenido parcialmente por la Presa Nº 1, pero los sedimentos más finos
pasarían por las amplias aberturas de la estructura. Tomando en cuenta que la canalización del río San
Julián se encuentra colonizada fuertemente por la vegetación, su capacidad de conducción se encuentra
reducida por lo que es de esperar que se produzca la deposición de los sedimentos arrastrados por el alud,
aumentando el riesgo de desbordamiento de los flujos hacia la zona de Los Corales y Palmar Este.
Macro-
deslizamiento
Quebrada La
Chara
Río San Julián
Comunidades
afectadas
Figura 28. Deslizamiento reciente, intensificado a consecuencia de las lluvias del 2011, en la cuenca del río San
Julián, quebrada La Chara, sector Caraballeda. Imagen Google Earth.
34
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 29. Fotos más cercanas del deslizamiento en las laderas de la quebrada La Chara, sector Caraballeda (fotos
del 2011).
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
Previo al evento de 1999, a pesar de la historia de eventos torrenciales extraordinarios y frecuentes que
habían ocurrido en la región, solamente se habían construido tres (3) presas de control de sedimentos,
localizadas en las quebradas Curucutí, Las Pailas y Carmen de Uria. Es indudable entonces que la
construcción de 63 presas de retención de sedimentos y la canalización de la mayor parte de las quebradas
de Vargas, así algunas obras estén incompletas o presenten fallas, constituyen una situación muy
diferente a la situación de alta vulnerabilidad existente en 1999.
De las 63 presas construidas entre los años 2000 y 2008, al menos 5 de ellas han sido destruidas por las
crecientes de los años 2005 y 2010.
La importancia de estas obras se puso en evidencia al contener los flujos torrenciales que se produjeron
en febrero 2005 y en noviembre 2010. Los casos específicos de las quebradas Curucutí y Piedra Azul,
donde 6 presas retuvieron un estimado de 100.000 m3 de sedimentos el año 2005, y de las quebradas
Camurí Grande y Migueleno, donde 6 presas retuvieron 160.000 m3 el año 2010, demostraron la
efectividad de estas obras, las cuales protegieron a las poblaciones de Maiquetía y Camurí de un nuevo
desastre.
Uno de los problemas actuales se relaciona con la perdida de la capacidad de retención de la mayoría de
las presas, al haberse colmatado de sedimentos. Se estima que un 60% de las presas se encuentran
totalmente sedimentadas. Eso significa que han perdido una parte importante de su capacidad para
interceptar y controlar futuros deslaves que puedan producirse en la región. Adicionalmente, muchas de
las canalizaciones se encuentran invadidas por la vegetación y sedimentadas parcialmente, por lo que se
ha reducido significativamente su área de flujo y su capacidad de conducción. Además de que se hace
muy difícil inspeccionar adecuadamente las obras para conocer el estado estructural en que se encuentran.
Estos dos hechos aunados hacen que muchas de las obras hayan perdido su capacidad para proteger de
futuros eventos torrenciales a las poblaciones aguas abajo.
Esfuerzos aislados se han hecho para desmalezar y remover vegetación de unas pocas canalizaciones,
pero no se aprecia la existencia de un plan coordinado que represente un esfuerzo sistemático y periódico
para remover la vegetación y los sedimentos acumulados en las obras. Se considera prioritario proceder
35
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Aunque los permisos otorgados a empresas areneras para la extracción de material granular del cauce de
los ríos y quebradas es una medida positiva, que contribuye a remover los sedimentos de los vasos de las
presas, estas actividades han creado otros problemas relacionados con la reducción del caudal ecológico
del río y con la contaminación de las aguas por sedimentos finos (barros) que no son eliminados
adecuadamente por la empresa después del lavado del material de explotación. Adicionalmente, saques
de material se están haciendo en tramos muy cercanos a los diques y contradiques de las presas, pudiendo
comprometerse su estabilidad estructural.
Tomando en cuenta que la remoción mecánica de los sedimentos acumulados en los vasos de las presas
es un proceso costoso y laborioso, que implica grandes maquinarias y apertura de vías de acceso, pudiera
pensarse en abrir brechas o aberturas en el cuerpo de las estructuras de forma que el mismo flujo del río
se encargue de erosionar y transportar los sedimentos acumulados. Por ejemplo, en las presas abiertas,
bastaría con remover los arrastres vegetales y peñones que obstruyen algunas de las aberturas para que
el río durante las crecientes menores, de orden anual, pueda concentrarse en dichas aberturas y generar,
mediante un proceso de erosión regresiva, un sub-cauce que progresivamente lave parte del material
acumulado aguas arriba en el vaso de la presa. En las presas cerradas, habría que consultar con ingenieros
estructurales para evaluar la posibilidad de abrir brechas o aberturas, ya sea del tipo de ventanas o ranuras
en el cuerpo de las presas, para que actúen como descargas de fondo y permitan la salida del material
sedimentario acumulado en los vasos mediante el mismo proceso de erosión regresiva.
Otras opciones que pueden estudiarse a fin de restablecer la capacidad del sistema para retener los
sedimentos generados por eventos extremos son las siguientes: a) ampliación del dique principal de
algunas de las presas, donde haya condiciones topográficas y geotécnicas favorables para aumentar su
altura; y b) construcción de nuevas presas en los tramos aguas arriba. Cualquiera de estas soluciones
amerita la ejecución de estudios y proyectos de ingeniería los cuales deben solicitarse a las autoridades
competentes.
La presencia de las obras de control de sedimentos en las cuencas de Vargas ha creado una sensación
falsa de seguridad, que ha hecho que nuevas construcciones se hayan erigido muy cerca de las
canalizaciones de las quebradas. El caso de Quebrada Seca en Caraballeda es elocuente, ya que las presas
y la canalización no están prestando su función protectora corriéndose el riesgo de que futuros eventos
torrenciales alcancen las zonas que han sido objeto de reocupación.
Para responder a la interrogante sobre si los habitantes de Vargas están protegidos en caso de ocurrencia
de un nuevo deslave o alud torrencial, tenemos que diferenciar los tipos e intensidades de los deslaves
que han ocurrido y que pueden ocurrir en la región. Es indudable que nunca estaremos lo suficientemente
protegidos para un evento similar al de diciembre 1999, debido a su extraordinaria magnitud (entre 500
36
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
y 1000 años de periodo de retorno), ya que las obras de control se han diseñado para protegernos contra
un evento de menor magnitud (100 años). En caso de producirse un evento como el de Febrero 2005 o
como el de Febrero de 1951, cuyos periodos de retorno han sido estimados en el orden de 100 años, no
estaríamos tampoco protegidos ya que una parte importante de las presas están sedimentadas y los canales
vegetados y parcialmente sedimentados, por lo que se ha reducido grandemente la capacidad de retención
y conducción de estas obras.
Tomando en cuenta entonces la reocupación que está ocurriendo en zonas afectadas por los eventos de
1999 y 2005, los efectos potenciales del cambio climático que van a aumentar la intensidad y frecuencia
de eventos extremos, y el deterioro y grado de sedimentación que presentan algunas de las obras, se
puede concluir que algunas de las comunidades siguen siendo vulnerables a la ocurrencia de aludes
torrenciales y que un nuevo desastre puede producirse en esa región.
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
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38
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
RESUMEN
La historia del litoral central de Venezuela puede conocerse a partir de las adversidades padecidas a
través de los siglos por las manifestaciones regulares de los fenómenos naturales que son propios de esa
región. La capacidad destructora de algunos de esos fenómenos ha sido potenciada con el paso del
tiempo, demostrando claramente que las amenazas naturales son el resultado de relaciones históricamente
producidas, y no el efecto de la contundencia del propio fenómeno. Lo que queda claro luego de revisar
y comprender el proceso histórico del litoral central, es que los fenómenos no son naturalmente amenazas
porque tengan la capacidad de destruir; solo son fenómenos. Aquello que les convierte en amenazas es
la relación que la sociedad establece con sus regularidades, y no su capacidad destructora. En este trabajo
observaremos ese aspecto crítico sobre una región que convive con diferentes tipos de amenazas, las
cuales pueden manifestarse de forma concatenada, aumentando las probabilidades de riesgos con relación
a los efectos característicos de esos fenómenos, y convirtiendo al litoral central de Venezuela en una
región multiamenazada.
PALABRAS CLAVE: Litoral central de Venezuela; amenazas naturales, multiamenazas; procesos
históricos
1
Este trabajo fue realizado durante la estancia como Profesor Invitado en el Departamento de Historia y Ciencias Sociales
de la Facultad de Artes Liberales (Universidad Adolfo Ibáñez, Santiago de Chile), durante el segundo semestre de 2019.
39
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
La Cordillera de la Costa, accidente que determina el paisaje de este territorio, enseña “en sentido Este-
Oeste […] un claro escalonamiento que muestra grados distintos de exhumación de las rocas más viejas.
El macizo del Ávila propiamente dicho corresponde a los bloques Galipán y Naiguatá” (Urbani, 2002).
Este macizo adquiere su aspecto actual en el Neógeno (Schmitz et al., 2000) y está compuesto
principalmente por esquistos y gneisses de edad Paleozoica-Precámbrica, removilizados al final del
Paleozoico (Urbani y Ostos, 1989). Según lo indicó Singer (1977), el levantamiento tectónico de la región
continúa activo, y la actividad registrada se ve directamente afectada por el Sistema de Fallas de San
Sebastián, complejo con accidentes dextrales, que conforma a su vez el sistema principal Boconó-San
Sebastián-El Pilar, cuyo movimiento promedio es de 1 cm al año (Audemard, 2002).
Las características descritas resumen las condiciones naturales de la región, las cuales se combinan con
factores climáticos también determinados por estos accidentes, así como por la latitud en la que se ubica
este territorio. Las elevaciones imponen variaciones climáticas según la altura, donde la temperatura
varía de acuerdo con las diferencias altitudinales; sin embargo, la altura de la cordillera y su abrupta
elevación sirve de muro a las grandes masas de aire que se desplazan desde el mar o desde el sur,
evitando, entre otras cosas, fuertes corrientes o el alcance regular de los huracanes cada año. Ninguno de
esos dos aspectos es absoluto, y los registros históricos lo demuestran; no obstante, la Cordillera de la
Costa, finalmente, sí hace las veces de barrera ante grandes masas de aire o de agua, y es por ello que los
vientos no alcanzan allí altas velocidades, o bien el efecto de los huracanes es más reducido y menos
consuetudinario en comparación con otras áreas del Caribe. Por la latitud en la que se encuentra la región,
10º35’N – 66º53’O, puede calificarse al clima como tropical árido, básicamente, especialmente en el
espacio donde se encuentra el desarrollo urbano (Vila, 1975).
La suma de las características naturales mencionadas produce una serie de fenómenos que normalmente
tienen actividad en la región. De acuerdo con las condiciones más generales, estos fenómenos podrían
conjuntarse según ciertos grupos que les definen: geológicamente (sismos, desprendimientos en masa,
licuación de suelos); climatológicamente (lluvias torrenciales, sequías, vientos, huracanes, marejadas);
hidrometeorológicamente (inundaciones, aludes torrenciales, remociones en masa). Ninguno de estos
fenómenos habría de ser una amenaza si no hubiese asentamientos humanos vulnerables en la región. El
litoral central, ya por el proceso histórico de su asentamiento, así como por los procesos contemporáneos
que definen el desarrollo urbano, reúne un conjunto de comunidades distribuidas de forma desigual sobre
esa estrecha e inhóspita franja que representan contextos vulnerables en todos los sentidos.
40
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Al reconocer que el litoral central de Venezuela convive con estos grupos-fuente de amenazas naturales,
es posible concebirle como una zona multiamenazada por fenómenos de origen geológico, climatológico
o hidrometeorológico. Más allá de lo obvio, la convivencia entre diferentes amenazas naturales
predispone su articulación, lo que eleva las probabilidades del riesgo ante la posibilidad de que se
manifiesten de forma concatenada. La obstrucción de un cauce por un movimiento de masa ocasionado
por un sismo, puede generar una laguna de obturación que, una vez colmatada, podría reventar tras un
periodo de lluvias intensas y derivar en aludes que produzcan daños aguas abajo, y si esto tiene lugar en
un río o quebrada cuya pendiente resulta muy abrupta por correr desde una gran elevación, como sucede
con la Cordillera de la Costa, el alud será más intenso y acelerado (trabajos que atienden estos efectos
concatenados: Ferrer y Laffaille, 1998; Ferrer, 1999; Laffaille y Ferrer, 2002 y 2005; Singer, 1998).
Dadas las condiciones naturales que hemos descrito, este ejemplo puede tener lugar en la región, desde
luego.
Al mismo tiempo, la convivencia entre varias amenazas, así como la convivencia con varias amenazas,
también representa la probabilidad, comprobada históricamente por su mayor frecuencia, de que sus
manifestaciones tengan lugar individualmente. Esto es: que un sismo ocurra sin asociarse con lluvias, o
bien que los aludes sucedan sin articularse con temblores. La convivencia con las amenazas debe
conducir, en todo caso y por encima de todas las probabilidades, a que la sociedad que las padece
desarrolle recursos y respuestas capaces de mitigar sus efectos a través del tiempo y de forma
estructuralmente sostenida, y no ante un solo evento. Los fenómenos cuentan con una regularidad que es
independiente del sentido humano del tiempo, y es por ello que deben ser incorporados a nuestro sentido
41
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
del transcurrir, es decir, a nuestra percepción del tiempo y a la conciencia que de ello poseen las
sociedades.
HISTÓRICAMENTE SUSCEPTIBLES
Esa relación históricamente producida que supone la transformación de los fenómenos naturales en
amenazas, es la manifestación contextualmente determinada de los procesos sociales, materiales,
simbólicos y culturales que una sociedad pone en práctica en su devenir en el tiempo y sobre
determinados espacios o medioambientes. Esto significa que esas relaciones en forma de amenazas no
necesariamente se transportan en la historia de manera inmutable, como una “cosa” que sólo se expone
al desgaste por el paso del tiempo; estas relaciones, como todas las relaciones, son histórica y
contextualmente susceptibles, de manera que no sólo pueden transformarse, sino que pueden crecer en
su peligrosidad, desaparecer, o cambiar su significado y sus efectos. Del mismo modo que advienen
como expresión y cristalización de un proceso histórico, resultan variables ante ese mismo proceso.
Quizás los mejores ejemplos al respecto se representen en los cambios operados sobre la calidad y la
intensidad de ciertas amenazas. Algunas de las modernizaciones aplicadas a las infraestructuras
contribuyeron a desvanecer las amenazas de tiempos coloniales, por ejemplo, como ocurrió con el caso
de los puertos o de las embarcaciones, cuyos adelantos tecnológicos hicieron pasar al olvido los embates
destructores de marejadas o tormentas. En el litoral central, a pesar de que por sus condiciones naturales
continúen produciéndose marejadas, ya no causan los daños que provocaban en siglos pasados. El
desarrollo industrial y material permitió que las infraestructuras expuestas ante este tipo de fenómenos
no continuasen siendo tan vulnerables ante el azote de oleajes y tempestades.
Sin embargo, ninguno de estos cambios supuso la desaparición de todas las amenazas, pues el control de
algunas de ellas no condujo a la eliminación de su totalidad. Las amenazas, en tanto que expresiones
contextuales de relaciones históricamente producidas, no dejan de existir por los avances tecnológicos
de la sociedad, pues no se trata de “evoluciones” ni “desarrollos”, sino de condiciones sociales y
desigualdades que no se esfuman con la adquisición de recursos materiales. Del mismo modo que ciertas
amenazas han desaparecido o se han atenuado, otras han irrumpido con nuevos o peores efectos que en
el pasado sobre esos contextos modernizados o pretendidamente modernos. Algunas amenazas, además,
permanecen allí induciendo situaciones adversas con la misma intensidad que en tiempos coloniales,
cambiando únicamente los resultados cuantitativos de sus efectos.
Si las amenazas y las vulnerabilidades cambiaron en el tiempo, es porque cambió la sociedad y todas sus
condiciones. Y estas transformaciones, que producen resultados legibles en las realidades construidas,
deben ser atendidas metodológicamente para poder comprender y conocer críticamente a los procesos
que construyen y reproducen los riesgos, las vulnerabilidades y las formas de respuestas antes tales
circunstancias. No obstante, podemos afirmar que la vigencia de cierto tipo de amenazas llama la
atención sobre las carencias e ineficiencias de los procesos tecnológicos, especialmente en el
desequilibrado presente de la contemporaneidad. El litoral central, región multiamenazada, ha sostenido
y potenciado buena parte de las amenazas naturales que ha producido en el tiempo, y su presente material
y social exhibe estas condiciones con dramatismo.
42
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
su vez, de un contexto natural que favorece todos los efectos adversos que las lluvias pueden ocasionar.
Es por ello que llama la atención que, tras más de cuatrocientos años de asentamiento urbano en la zona,
este fenómeno continúe siendo una amenaza capaz de generar destrucción generalizada, e incluso
contribuir con la probabilidad de muertes masivas, como sucedió en 1999.
La vigencia de ciertas amenazas a través del tiempo, como sucede aquí con las lluvias, y sobre todo la
permanencia de los efectos adversos a la vuelta de sus manifestaciones regulares, nos enseña la condición
estructural de la vulnerabilidad, así como su reproducción en el tiempo. Esto es indicador de un axioma
decisivo al respecto: los fenómenos no cambian; las amenazas sí, y en ese sentido, pueden potenciar su
capacidad destructora en relación directamente proporcional a las condiciones de vulnerabilidad
históricamente producidas y reproducidas.
Lo que se observa con las lluvias en el litoral central es prueba de ello. El fenómeno es el mismo, pero
su característica de amenaza ha crecido y se ha potenciado en relación con las condiciones de
vulnerabilidad que enfrenta. Una de las relaciones más claras al respecto se observa en que las lluvias
enseñan un aumento sostenido y progresivo de sus efectos destructores, lo que, evidentemente, no
significa que las lluvias son peores que en el pasado, sino que la vulnerabilidad se ha reproducido y
propagado a través del espacio y de las comunidades. El aumento de la población es directamente
proporcional al aumento de las adversidades asociadas con un fenómeno, toda vez que dicho fenómeno
no ha sido advertido como una amenaza que debe ser contenida. Una vez más: no es el fenómeno el que
cambia, sino su condición de amenaza.
Del mismo modo podemos observar que, especialmente con relación a las lluvias, cuanto más nos
ahondemos en el pasado, menos información hallamos. Está claro que nada tiene que ver con la
intensidad de las lluvias, sino con la ausencia de población y con un espacio menos ocupado que en el
presente. Un ejemplo claro lo podemos atender si comparamos las lluvias de 1999 con las de 1951: no
existe información de Carmen de Uria porque esta población no existía, y no porque las lluvias no
hubiesen impactado en ese cauce. La ausencia de información del pasado (por falta de ocupación del
espacio) no es indicador de fenómenos con menor alcance ni de mayor resistencia ante sus embates.
El caso de Los Corales, siguiendo con los mismos ejemplos, son representaciones de cómo los procesos
de concreción y satisfacción de intereses producen y reproducen la vulnerabilidad, incluso sobre el
desarrollo de los mismos procesos de desastre. La urbanización Los Corales va a desarrollarse en la
década de 1960 sobre el abanico de deyección del río San Julián, al cual se le desvió el cauce con ese fin
luego del evento de 1951. Cuando las lluvias retornaron en 1999, la urbanización fue arrasada, generando
un elevado número de fallecidos en el lugar y pérdidas millonarias. El proceso de reconstrucción
conducido por las autoridades regionales y nacionales desde el año 2000 en adelante ha vuelto a poner
en práctica la misma lógica con la que se urbanizó el lugar, y han permitido su refundación, además de
construir allí, especialmente sobre la zona de mayor impacto, viviendas de interés social, algo que
incorpora al hecho cierta perversidad en su decisión. Lo mismo puede decirse de la zona de La Veguita,
en Macuto (ver: Revet, 2007; Altez, 2010), o bien de la fundación de Ciudad Caribia, desarrollo que
contradice toda lógica preventiva o de gestión de riesgos.
La recurrencia, vigencia y potenciación de las lluvias como amenaza posee significado, y la comprensión
del mismo la hallaremos en los procesos históricos de satisfacción de intereses que se concretan
materialmente. Los intereses, por cierto, no deben leerse únicamente asidos a la satisfacción económica;
también los intereses políticos son igualmente intereses de poder, y en su concreción se satisfacen
asimismo los proyectos de enriquecimiento económico. El litoral central, y sobre todo las sociedades que
43
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
ocupan su espacio, han padecido históricamente a los fenómenos naturales con los que conviven en forma
de amenazas, precisamente, por la reproducción en el tiempo de intereses que desarrollan desigualdades
materiales capaces de producir contextos vulnerables y potenciar los efectos de esas amenazas. Esto ha
sido así en el pasado colonial, carente de recursos tecnológicos para enfrentar exitosamente esos
fenómenos, como en el presente moderno, lleno de recursos al respecto.
La ocupación del espacio, proceso de escasas alternativas para su despliegue y desarrollo en el litoral
central, se hizo de espaldas a las amenazas, potenciando sus alcances y profundizando la relación
históricamente producida con el fenómeno. En el caso de las lluvias, de regularidad estacional e impacto
recurrente, resulta mucho más fácil observar estos procesos; con los sismos, fenómenos de baja
frecuencia, no sucede igual. Su distribución en el tiempo, con periodos de retorno que pueden desplegarse
entre siglos, impide desarrollar seguimientos nutridos de información como sucede con las lluvias. No
obstante, su capacidad destructiva favorece una lectura analítica de las tipologías constructivas, de los
tipos de daños, de los materiales, así como del propio fenómeno (Altez, 2012; Altez y Laffaille, 2006).
De los terremotos más intensos del pasado apenas sabemos de sus efectos en la región, precisamente, a
través de la información producida en donde había desarrollos materiales. La presencia humana, la
ocupación de esos espacios, produce información; la ausencia de esa presencia nos deja vacíos al respecto
con relación a las características de esos fenómenos, tal como si no hubiesen existido más allá de donde
causaron daños (Grases et al., 1999). Es por ello que el sismo de 1641 en el litoral central, por ejemplo,
apenas se refleja como una mención en las relaciones y testimonios de sus impactos; y en el caso de
1812, por otro lado, hallamos información dispersa y de escasos detalles sobre la región, más allá de sus
contundentes embates en La Guaira o Maiquetía, los cuales tuvieron lugar en esos pocos desarrollos
urbanos consolidados para entonces.
En el caso de las sequías sucede algo aún más crítico. Este fenómeno representa una amenaza
contundente en la región, especialmente en la contemporaneidad. No obstante, la información del pasado
(y cuanto más lejano, aún peor), es muy escasa, casi nula. Esto se debe, básicamente, a las características
del fenómeno: no tiene lugar en un momento puntual, como sucede con los sismos o las lluvias, y su
presencia, esparcida en el tiempo, resulta muy difícil de precisar. Además, sus efectos pueden tener
consecuencias mucho tiempo después, como podría suceder con la pérdida de cultivos o ganado. De esta
manera, las sequías solo podrían generar información en el pasado a la vuelta de haberse convertido en
un desastre de grandes proporciones. Sin embargo, en el presente, este fenómeno es una amenaza de
envergadura en el litoral central.
La histórica ocupación del espacio dando la espalda a las amenazas naturales en esta región ha potenciado
la capacidad de impacto de las sequías. El desarrollo urbano contemporáneo, dependiente de la atención
pública para el acceso al agua potable, ha demostrado la ineficiencia del servicio, así como la
profundización de las condiciones de vulnerabilidad al respecto. Ciertamente, el litoral central no ha
desarrollado ningún sistema de autoabastecimiento de agua que sea eficiente, bajo la excusa de que no
posee ningún río de gran caudal en la zona. De esta manera, se ha hecho dependiente del bombeo de agua
desde los embalses que surten a Caracas, generando un problema en la demanda que, además, afecta a la
capital. El crecimiento de la población en el litoral, así como de la ocupación descontrolada de su espacio,
ha potenciado el problema del acceso al agua desde hace décadas, por lo que las sequías que impactan
en el norte del país producen un problema grave de abastecimiento de agua en toda la región. Esto se ha
agravado, además, luego del desastre de 1999, toda vez que el desarrollo indiscriminado de viviendas de
interés social impulsado desde el Estado no ha contado con la debida planificación sobre el problema.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Otros fenómenos, como los aludes, los deslizamientos, inundaciones, o desprendimientos de rocas, se
pueden observar en la cronología asociados con fenómenos que disparan su manifestación (lluvias o
sismos), de manera que el incremento de sus efectos, una vez más, se encuentra asociado con la
reproducción de la vulnerabilidad, que en nuestro caso se aprecia contundentemente a través de la
ocupación desregulada del espacio, la falta de planificación, la satisfacción de intereses económicos y
políticos, y el crecimiento de la población en la región, directamente determinado por estas variables.
Lo que nos queda claro, a la vuelta de este sobrevuelo a las condiciones naturales e históricas del litoral
central, es que la vulnerabilidad, materializada en contextos vulnerables de todo tipo, es un producto
exclusivamente humano que se reproduce en el tiempo y en el espacio por condiciones y determinantes,
a su vez, exclusivamente humanas. Los fenómenos en sí mismos no son amenazas; lo que les convierte
en ello proviene de procesos concretos, materiales, subjetivos y sociales, es decir, procesos históricos. Y
lo que advertimos en esta región es, ciertamente, la reproducción y potenciación de la capacidad
destructiva o perjudicial de esas amenazas, con una relación de aumento progresivo de esa potenciación
que es directamente proporcional a la perversidad de los intereses de poder.
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
CRONOLOGÍA RESUMIDA DE MANIFESTACIONES DE FENÓMENOS NATURALES Y SUS EFECTOS EN EL LITORAL CENTRAL DE VENEZUELA
Fuentes: Landaeta Rosales, 1900; Vila, 1975; Singer et al., 1983; Grases et al., 1999; Pacheco, 2002; Altez, 2005; Altez y Rodríguez, 2009;
Singer, 2010; Grases et al., 2012; Novelo et al., 2016; www.estudiosydesastres.org
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
hasta las 6 p.m. Un comercio, en la calle El Comercio en La Guaira, se inundó. Los empleados del establecimiento dijeron
que el evento se produjo por el mal funcionamiento de las alcantarillas o desagües.
1936, 16 de Lluvias Obstrucción de la carretera entre La Guaira y Maiquetía, e inundación de algunas casas. Las quebradas que se desbordaron
mayo fueron El Garín, Brillante y la del Cerro de los Cachos. Debido al arrastre de las aguas se amontonó una cantidad inmensa
de lodo y piedras en unos 300 metros de vialidad.
1937, 31 de Lluvias Un fortísimo aguacero cayó sobre todo el Litoral, varios establecimientos destruidos completamente. En la carretera a
octubre Macuto hubo numerosos derrumbes, el techo de la oficina de correos se cayó, el cuartel de la policía se inundó y un billar
quedó destruido. El hecho de que varios de los inmuebles y todo su contenido fuesen arrastrados se debe a que estas
fabricaciones se hallaban construidas sobre una plataforma de madera, por debajo de las cuales pasaba una quebrada. El
valor de las pérdidas calculadas fue de Bs. 500.
1938, 22 al Huracán Desbordadas varias quebradas en el Litoral Central producen aludes torrenciales, destruyen viviendas e interrumpen la
29 de vialidad, aislando a Naiguatá. Derrumbes en la carretera Caracas-La Guaira. En Maiquetía, donde el daño fue mayor, se
noviembre anegaron barrios enteros. Muchas casas cayeron en El Cardonal. Las murallas del río Osorio se rompieron. Varios locales
comerciales dañados. Deslizamientos y desprendimientos de rocas.
1939-1940 Sequía Sin información puntual; registrado por estación meteorológica en La Guaira.
1940, 14 de Lluvias Fuerte vendaval en todo el Litoral Central. Una vivienda inundada en El Cantón, Maiquetía.
noviembre Vientos
1941, 14 de Lluvias Dieciocho horas de lluvia afectaron las operaciones portuarias de los vapores Maracaibo y Trinidad, en el Puerto de La
abril Marejada Guaira, por el fuerte oleaje.
1941, 01 de Lluvias Fuerte vendaval causó daños en La Guaira y Macuto. La caída de árboles interrumpió el tránsito. Varios muelles del Puerto
octubre Vientos sufrieron daños. La línea telegráfica fue derribada y la planta generadora de electricidad fue averiada.
1942, 14 de Lluvias El desbordamiento de la quebrada Tacagua inundó calles y viviendas en Catia La Mar y La Guaira. El balneario también
junio fue afectado por las lluvias.
1942, 17 de Lluvias Inundadas las calles y avenidas de La Guaira, el paso quedó interrumpido. Hubo caída de varios árboles.
septiembre
1942, 28 de Lluvias El desbordamiento de la quebrada El Brillante ocasionó daños en El Cantón, en La Guaira. Varias calles y avenidas
octubre inundadas, el tránsito de vehículos quedó interrumpido. El almacén de la Aduana (Cantón 1 y 2) quedó inundado. Cuarenta
sacos de arroz y doscientos de harina quedaron dañados.
1943, 17 de Lluvias Calles inundadas e invadidas de lodo y piedras en La Guaira y Maiquetía. El transporte se vio afectado.
mayo
1944, 12 de Lluvias Más de cien personas afectadas por las inundaciones en Caruao. Ocho viviendas destruidas. También hubo daños en
mayo conucos y sembradíos. Alerta epidemiológica. En Caruao vivían aproximadamente unas 400 personas. Treinta casas fueron
arrasadas y otras treinta quedaron afectadas en Chuspa. Ciento treinta y cinco personas damnificadas. La actividad agrícola
fue afectada. En Chuspa vivían aproximadamente unas 800 personas.
1944, 30 de Lluvias Inundadas varias viviendas en el barrio Nuevo Mundo, Cerro Seco, Pueblo Nuevo y otros de Macuto. El balneario también
octubre se afectó. El valor de las pérdidas se estimó en Bs. 40.000.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
1944, 21 de Lluvias El desbordamiento de algunos cauces inundó veinte viviendas, derrumbó un puente y causó deslizamientos en La Guaira.
noviembre Varios vehículos quedaron atascados en las vías. El desbordamiento de la quebrada Cerro Grande inundó y destruyó diez
viviendas; un puente se cayó; hubo daños en algunas sementeras; varios locales comerciales se inundaron; una tubería del
acueducto de Macuto quedó destruida y un camión de la Hacienda Los Caracas quedó destrozado. El desbordamiento de
la quebrada Tacagua dejó incomunicada a Catia La Mar. Varias viviendas destruidas y afectadas por las aguas. El agua
hizo estragos en El Cardonal de La Guaira. Dos viviendas destruidas. Al menos dos familias damnificadas. El ducto de las
aguas servidas colapsó.
1948, 04 de Lluvias Más de 26 muertos y cerca de 60 heridos por el desbordamiento de la Quebrada Piedra Azul. Daños incalculables,
agosto interrumpido el tránsito entre Caracas y Maiquetía. Derrumbes en Macuto. Afectadas más de 300 familias. Cadáveres
aparecieron flotando. El cementerio de Punta de Mulatos fue inundado. Desbordadas también las quebradas Quenepe y
Germán. Lanchas del servicio portuario rescataron cadáveres en el mar.
1949, 15 de Lluvias Algunas quebradas se desbordaron en el Litoral Central.
octubre
1949, 27 de Lluvias Desbordamiento de algunas quebradas y daños en diferentes sectores. Once viviendas se inundaron; el lodazal paralizó el
octubre Vientos tránsito y varios vehículos quedaron accidentados; el edificio donde funciona la escuela República de Panamá se inundó
por una alcantarilla obstruida. Las pérdidas generales fueron de gran cuantía.
1949, 07 de Lluvias La crecida del río Caruao causó inundaciones en la población y los caseríos cercanos. Hubo tres personas muertas y
diciembre aproximadamente dos mil afectadas. Las comunicaciones con Todasana, Oritapo, Osma y Los Caracas quedaron
interrumpidas. Ochenta y nueve conucos arrasados y otros se inundaron, incluyendo el hospital.
1949, 26 de Lluvias Varias quebradas se desbordaron. Una persona herida, varias viviendas se inundaron y una se desplomó. Las aguas entraron
diciembre en varios comercios. El tránsito de vehículos quedó paralizado.
1950, 08 de Lluvias En Macuto se desbordó la quebrada que baja desde Galipán, las aguas inundaron las calles y avenidas de la urbanización
junio Álamo. Varias viviendas inundadas. Un aluvión de agua y roca arrastró al mar el puente provisional de Punta de Mulato.
El tránsito, inclusive para los peatones, resultó imposible debido a la capa gruesa de lodo que arrastraron las aguas. El río
San Julián rebasó el puente de Caribito y se extendió sobre la carretera, las aguas inundaron quintas y otras residencias
cercanas. No se registraron heridos, muertos ni damnificados en la zona. El río Piedra Azul en Maiquetía socavó las bases
de un muro de contención, protector de una casa, y al arrastrarlo llevó consigo toda la pared posterior de la misma. En
zonas aledañas varias familias desalojaron sus viviendas por inundaciones y derrumbes de paredes. Se contabilizaron 117
personas damnificadas.
1950, 27 de Lluvias En La Guaira se inundaron varias viviendas y comercios, hubo pérdidas por más de Bs. 10.000. El servicio eléctrico fue
septiembre interrumpido por el aguacero.
1950, 25 de Lluvias Aproximadamente dos horas de lluvia ocasionaron daños a varias viviendas. Las aguas obligaron a desviar el tránsito de
octubre vehículos desde La Peñonera hasta los muelles. Una vivienda colapsó.
1950, 27 de Lluvias En Chuspa aumentó el volumen de los ríos y las aguas anegaron la población y arrastraron a su paso conucos y sementeras.
noviembre Muchas viviendas inundadas. Las comunicaciones estuvieron interrumpidas por varias horas.
1951, 18 de Lluvias Cuarenta horas de lluvia en el Litoral Central afectaron a varias poblaciones. Setenta familias damnificadas alojadas en
febrero edificios públicos. Dieciséis automóviles arrastrados hasta la playa de Macuto, donde fallecieron siete personas. Muchos
puentes afectados. Varios almacenes portuarios inundados, hubo pérdidas en mercancías. Unas quince personas perecieron
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
ahogadas en La Guaira. Trescientas viviendas destruidas. Todos los servicios quedaron paralizados. La carretera de La
Guaira obstruida por más de cien derrumbes. Inutilizado por mucho tiempo el ferrocarril Caracas-La Guaira. Arrecifes y
El Playón arrasadas. La Planta Eléctrica quedó destruida. El valor de las pérdidas se estimó en Bs. 105.000.
1951, 26 de Lluvias Todo el Litoral, en sus costas y montañas, impactado por las lluvias. Las aguas de ríos y quebradas arrasaron centenares
febrero de casas y sembradíos. Macuto quedó desolada. Más de quinientas personas quedaron sin hogar y cuatro fallecieron. Planta
eléctrica del estado quedó destruida por las lluvias. Varios sembradíos afectados.
1952, 19 de Lluvias Llovió en La Guaira por 6 horas consecutivas. Varias calles y viviendas inundadas y varios árboles fueron derribados.
octubre
1955, 08 de Marejada Pérdidas en La Guaira por Bs. 200.000. Varias viviendas afectadas, con pérdidas estimadas en Bs. 53.000.
febrero
1956, 13 de Lluvias 8 horas de torrencial aguacero, hubo varios derrumbes en la carretera vieja Caracas- La Guaira, muchos ranchos ubicados
agosto en Catia la Mar fueron destruidos, 8 horas estuvo sin luz la parte oeste del litoral.
1959-1960 Sequía Sin información puntual; registrado por estación meteorológica en Mamo.
1960, 08 de Lluvias La quebrada Cerro Colorado se desbordó y afectó varios sectores de Naiguatá. Entre ellos, los barrios San Francisco y San
diciembre Antonio. Varias calles y viviendas se inundaron. Veinticinco viviendas destruidas y unas novecientas personas
damnificadas.
1962-1964 Sequía Sin información puntual; registrado por estación meteorológica en Mamo.
1964, 20 de Lluvias 92 llamadas de emergencia de la parroquia Maiquetía luego de las lluvias. Varias casas anegadas y tres ranchos destruidos.
julio Muchos ranchos destruidos en el Cerro Quenepe al quedar obstruidas las quebradas por falta de limpieza. Hubo varias
personas damnificadas. Un rayo cayó sobre la inspectoría de tránsito de la zona. La energía eléctrica quedó suspendida
mientras duró del aguacero. Varias calles fueron interrumpidas por el agua.
1967, 22 de Lluvias Los Caracas afectada por las aguas. Entre Naiguatá y Anare las vías quedaron interrumpidas por el desbordamiento de una
abril quebrada. Otra quebrada se desbordó en Maiquetía; interrumpido el tránsito en la Calle Los Baños y en la calle Real de
Pariata, frente al Periférico.
1967, 29 de Sismo Destruidos pisos superiores de la mansión Charaima, frente al hotel Sheraton. Agrietamientos en el edificio del hotel.
julio Grieta de más de 15 metros en playa del Sheraton. Licuación de terrenos en Caraballeda. Paredes caídas, casas derrumbadas
y agrietadas en toda la actual parroquia Caraballeda. Agitación de las aguas frente a las costas. Deslizamientos en la
Cordillera de la Costa, y en varios tramos de la autopista Caracas-La Guaira, especialmente en el sector Gramoven. Daños
parciales en el edificio del aeropuerto de Maiquetía. Grietas en las paredes del cuartel de bomberos del aeropuerto. Al
menos unas cuarenta y cuatro personas fallecieron.
1970, 09 de Lluvias Por varios días de lluvias acumuladas algunos ríos se desbordaron en el Litoral Central; siete pueblos quedaron
septiembre incomunicados, entre ellos, Quebrada Seca, Osma, Todasana, Caruao, Oritapo, Urama y La Sabana. Varias calles y
viviendas inundadas. Diez mil habitantes afectados.
1971 Sequía Sin información puntual; registrado por estación meteorológica en Mamo.
1974, 18 de Lluvias En Maiquetía, el aeropuerto sufrió daños en sus instalaciones, cuando el agua y el lodo entraron en las oficinas.
junio
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1974, 26 de Marejada Impactos desde La Guaira hasta Los Caracas. En algunos sitios las olas alcanzaron más de 2 metros, causando daños de
octubre consideración en instalaciones situadas a orillas de la playa. El restaurante Las Quince Letras de Macuto tuvo pérdidas de
Bs. 50.000. En Caraballeda, la Marina Club del Hotel Sheraton sufrió daños en sus instalaciones y unas 10 embarcaciones
resultaron con averías menores.
1975, 09 de Vientos Fuertes vientos causaron la caída de varios techos y árboles en Carayaca, Maiquetía y Caraballeda. Se contabilizaron
junio trescientas diez viviendas con daños y una persona herida.
1975, 26 de Lluvias Desbordadas varias quebradas; se deslizaron cerros en el Litoral Central, varias poblaciones afectadas, entre ellas,
diciembre Caraballeda y La Guaira. Numerosas casas inundadas. Calles y carreteras obstruidas; aislamiento de caseríos y poblados.
La tubería matriz del acueducto se rompió y dejó sin agua a todo el sector. Cinco mil personas damnificadas.
1976, 08 de Lluvias Atrasos en las actividades en el Puerto de La Guaira, al igual que en el tránsito de vehículos hacia Caracas, por inundación
enero de la avenida principal. Se paralizaron las operaciones de desembarque de mercancía.
1976, 16 de Lluvias Daños en Carayaca. Cuatrocientas viviendas afectadas, doscientas eran ranchos. Grandes pérdidas materiales,
enero especialmente en viviendas y cosechas de la parroquia Caruao. Las vías de comunicación entre esa zona y el resto del
Litoral Central quedaron afectadas. Las aguas servidas circulaban por las calles. Se desconoce el número de familias
damnificadas. Los habitantes del sector quedaron aislados. Vehículos de doble transmisión despejaron el lugar para hacer
llegar combustible y cobijas. Las familias recibieron alimentos por aire y por mar.
1979, 22 de Vientos Vientos huracanados de 60 nudos causaron destrozos en varias viviendas del sector Mamo en Catia La Mar. Varias
mayo viviendas fueron afectadas. Hubo personas damnificadas.
1981, 18 de Lluvias Dieciséis personas heridas y seiscientas damnificadas en La Guaira. Varias viviendas fueron destruidas por las aguas.
abril Hubo calles inundadas.
1981, 20 de Lluvias Cuantiosos daños en edificios públicos y privados en el Litoral Central. Varias viviendas fueron afectadas por la tempestad.
agosto Vientos Hubo personas damnificadas. Los sectores de energía y de comunicaciones fueron afectados debido a la caída de muchos
postes.
1984, 21 de Lluvias El río Naiguatá se desbordó. La crecida dejó a una persona fallecida y un herido. Varias calles y viviendas fueron afectadas
julio por las aguas del río.
1984, 15 de Lluvias Fuerte oleaje destruyó cuatro viviendas y afectó otras treinta y cinco en el barrio Atanasio Girardot de Maiquetía.
noviembre Marejada Fuertes lluvias afectaron varias calles y viviendas del barrio Catamare, La Pichona, El Desagüe de Mamo y Los Olivos de
Catia La Mar. Hubo varias personas afectadas.
1985, 04-05 Lluvias Desbordamiento del río San Julián dejó tres fallecidos y quince heridos en Caraballeda. Varias calles y viviendas afectadas.
de diciembre La vía entre Los Caracas y La Sabana quedó intransitable por la crecida de los ríos Oritapo, Osma, La Sabana y Caruao.
Varios sembradíos y viviendas dañadas. La quebrada Tacagua se desbordó y afectó algunas viviendas en el barrio La
Lucha, Catia La Mar. La quebrada Mamo también se desbordó y destruyó cuarenta viviendas en Marapa. Varias familias
evacuadas. Diez viviendas arrasadas por las aguas. Al menos unas cuarenta familias damnificadas. Cuatro personas
fallecidas. La Escuela Municipal de Mamo fue afectada por las aguas.
1988, 08 de Lluvias Desbordado el río El Rincón, las aguas inundaron sesenta viviendas. Varias calles también se inundaron.
octubre
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
1989, 03 de Lluvias Desbordamiento de una quebrada dejó doscientas cuarenta y siete viviendas afectadas y ciento veintiséis destruidas en el
enero sector Montesano de Maiquetía. Ocho personas muertas, treinta desaparecidas, sesenta afectadas y quinientas cincuenta y
tres damnificadas. Los sectores transporte, agropecuario y de comunicaciones fueron afectados por las aguas. El evento
comenzó el día 30 de diciembre con las fuertes lluvias caídas en la región.
1990, 28 de Lluvias Varias quebradas se desbordaron en Tanaguarena. Unas cincuenta familias afectadas. Otras diecisiete familias tuvieron
julio que ser reubicadas.
1991, 22 de Lluvias Desbordamiento del río Piedra Azul, el agua afectó a varias viviendas en Maiquetía. La zona quedó sin energía eléctrica y
noviembre varios postes se cayeron. Dos menores desaparecieron.
1991, 25 de Lluvias Murió una niña de 9 años al desplomarse su casa. Se produjeron desbordamientos de ríos, quebradas y lodo en las calles y
noviembre avenidas. Tres personas desaparecieron.
1994, 24 de Lluvias La quebrada Tacagua causó inundaciones en Catia La Mar. Treinta viviendas fueron destruidas y ciento treinta familias
agosto quedaron damnificadas.
1994, 09 de Lluvias La quebrada Rincón Chiquito se desbordó. El agua destruyó unas treinta casas y cinco vehículos. El valor de las pérdidas
noviembre se estimó en Bs. 12.000.000.
1996, 03 de Lluvias En Montesano, Maiquetía, se desbordó la quebrada Curucutí; tres personas lesionadas. El agua dañó trece viviendas y
diciembre otras siete fueron declaradas inhabitables. Alrededor de cien personas damnificadas. El cauce de la quebrada Piedras
Blancas quedó obstruido y el tránsito fue interrumpido. Se declaró emergencia.
1996, 08 de Lluvias El río Tanaguarena inundó veinte viviendas en el barrio Jardín Botánico. Las viviendas estaban edificadas en el cauce del
diciembre río. Al menos unas veinte familias afectadas. La inundación inutilizó el puente del boulevard Caribe.
1996, 11 de Lluvias El río San Julián se desbordó y afectó algunas viviendas. Veinte familias afectadas. También el río Los Caracas se desbordó
diciembre y destruyó dos viviendas en la ciudad vacacional. Al menos dos familias damnificadas. La población de Todasana afectada.
Algunas viviendas y calles inundadas. Sesenta y nueve personas afectadas.
1997, 20 de Lluvias 10 horas de lluvias. Anare y Camurí Grande afectados por el desbordamiento de sus ríos. El agua dañó dos casetas de
junio seguridad del Club Camurí Grande y las instalaciones de la Universidad Simón Bolívar. Diez viviendas inhabilitadas;
varias zonas sin electricidad; colapso de la represa de Hidrocapital y suspensión del servicio de agua potable; daños en el
sector transporte. En el sector El Corozo de Los Caracas, dos viviendas se desplomaron y dos puentes de la ciudad
vacacional se destruyeron.
1998, 18 de Lluvias En el sector Marapa de Catia La Mar, una quebrada se desbordó y afectó a varios vehículos.
abril
1999, 22 de Lluvias Una persona falleció en Arrecife. En el barrio Carlos Soublette de La Guaira un derrumbe afectó diecisiete viviendas.
agosto Vientos Desalojadas unas cuarenta y siete personas.
1999, 22 de Lluvias Algunos cauces se desbordaron y afectaron Catia La Mar, La Guaira y Maiquetía. Varias calles inundadas. Las lagunas
septiembre interrumpieron el tránsito. El aeropuerto cerró operaciones por 40 minutos, visibilidad nula, de apenas 1 km. Uuna decena
de vuelos nacionales e internacionales desviados hacia Porlamar y Barcelona.
1999, 01 de Lluvias Varios sectores afectados, entre ellos, El Picacho de Galipán. Allí unas cinco viviendas se derrumbaron. Cuarenta y un
octubre damnificados. En Las Tunitas de Catia La Mar unas cuatro viviendas se derrumbaron. En el sector Rincón Chiquito de
Mamo en Catia La Mar cuatro viviendas destruidas.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
1999, 24 de Lluvias En Las Tunitas cuatro viviendas resultaron muy afectadas por la inundación. Unas quince personas quedaron damnificadas.
octubre Una pared del Liceo Olivares Espósito cayó. En el barrio Los Olivos una quebrada se desbordó y arrastró un vehículo en
la calle José Félix Ribas. En el barrio La Roraima una casa fue inundada por de lodo que bajó abruptamente del cerro. En
el barrio La Pichona una casa destruida. Ocho personas damnificadas.
1999, 17-22 Huracán Fuertes ráfagas de viento y olas de hasta tres metros por el huracán Lenny en el Mar Caribe. Algunos sectores afectados:
de El Cardonal, La Zorra, Arrecife, La Guaira y Macuto, donde hubo daños de consideración.
noviembre
1999, 03 de Lluvias En, Canaima, Maiquetía, veinte viviendas dañadas por la quebrada Curucutí. Afectada vialidad por inundaciones y
diciembre deslizamientos, esto dificultó el envío de ayuda a damnificados. Drenajes se llenaron de basura y escombros.
1999, 15-17 Lluvias 36 horas de lluvia sobre el Litoral Central. Deslizamientos, aludes, acarreo de bloques de varias toneladas y
de diciembre desbordamientos masivos produjeron la ruina de la región y la destrucción de casi toda la infraestructura vial entre Macuto
y Los Caracas. Hasta 911 mm registró la estación de Maiquetía por las lluvias. Unas 24 cuencas se desbordaron y
produjeron aludes torrenciales que destruyeron prácticamente todo lo hallado a su paso. Se estima en unos 50Km la
extensión de los deslizamientos y los aludes entre Los Caracas y Catia La Mar. Hasta 20 millones de metros cúbicos se
calcula el volumen de sedimentos transportados y depositados aguas abajo, sobre las zonas urbanizadas. Un 25% de la
población del estado Vargas fue desplazado por el evento, con mayor afectación en Macuto, Caraballeda y Naiguatá. Los
daños se calculan en unos U$ 2.069 millones de dólares, según CEPAL-PNUD. Nunca se precisó el número de fallecidos,
y aunque se anunciaron 20.000 o 50.000 según las declaraciones, estudios recientes estiman en aproximadamente 700 el
número de víctimas fatales.
2000, 12 de Lluvias Desbordados ríos y quebradas en el este y el oeste. Murió un hombre de 69 años en la quebrada Picure, Las Salinas, Catia
noviembre La Mar. Allí desaparecieron otras dos personas. En Maiquetía las personas salieron de sus casas y se refugiaron
temporalmente en centros comerciales y en la estación de bomberos. Cuatrocientas personas desalojadas en Piedra Azul y
El Rincón. Con este nuevo evento se suman otros miles a la lista de damnificados de 1999. Varios vehículos arrastrados.
Suspendidas las operaciones en el aeropuerto. El Hospital Periférico de Pariata, Maiquetía, se inundó. Cincuenta familias
en el barrio El Piache, Catia La Mar quedaron incomunicadas. Unas cien personas fueron trasladadas hasta el refugio
ubicado en la sede de la Policía Aeroportuaria.
2000, 15 de Lluvias Desbordamiento de varios ríos y quebradas. En Montesano, la quebrada Curucutí hizo estrago en calles y viviendas. En
noviembre cuatro días hubo más de seiscientas personas damnificadas.
2001, 03 de Lluvias En Macuto, rocas y lodo fueron arrastrados por el agua de la quebrada. Varias viviendas se inundaron. Unas treinta familias
diciembre fueron desalojadas.
2004, 16 de Lluvias El río Carmen de Uría se desbordó. Se desalojó preventivamente a las personas que estaban en ese sector.
enero
2004, 01 de Marejada Fuerte oleaje causó daños en el Parque Paseo del Mar del Camurí Chico. Las olas superaron la escollera.
abril
2004, 21 de Lluvias Las calles y avenidas de Maiquetía, Macuto y Catia La Mar se llenaron de lodo, escombros, piedras y maleza. La avenida
mayo Soublette, en la calle Los Baños de Pariata, quedó intransitable. Las calles y avenidas de Catia La Mar, también. El servicio
eléctrico quedó interrumpido por varias horas.
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
2004, 29 de Lluvias Desbordado el río Marapa, destruyó tres viviendas en el barrio Marapa, Catia La Mar. Al menos tres familias afectadas.
mayo También se desbordó la quebrada Los Cascabeles. El agua afectó las calles y viviendas en el barrio Aeropuerto de Catia
La Mar. Una vivienda quedó completamente destruida; diez personas damnificadas.
2004, 06 de Vientos Caída de dieciocho árboles en Catia La Mar. Algunas viviendas sufrieron pérdidas en techos y ventanas. El tránsito de
septiembre vehículos quedó obstaculizado. Maiquetía, La Guaira, Macuto y Naiguatá también afectadas.
2004, 08-09 Huracán Coletazo del huracán Iván. Árboles arrancados de raíz en Macuto. Los nuevos malecones construidos luego de 1999 fueron
de vencidos por el oleaje. Una playa de Camurí Chico sepultada en arena. Las olas, que alcanzaron hasta 9 metros, destruyeron
septiembre quioscos en la playa del antiguo Hotel Meliá Caribe. 18 veleros hundidos en la marina de Caraballeda. Suspendidas
operaciones aeroportuarias y pesqueras. Un muerto en Playa Los Cocos arrastrado por las olas cuando estaba en uno de
los kioscos de la playa. El Paseo Costero y las canchas deportivas de Camurí Chico se inundaron. Varias viviendas
resultaron afectadas y la población quedó incomunicada.
2004, 29 de Lluvias En el sector El Piache y el sector de Marapa en Catia La Mar, algunas viviendas resultaron inundadas. Seis casas inundadas.
octubre En Punta de Mulatos colapsaron parcialmente dos casas.
2004, 07 de Lluvias Varios ríos y quebradas se desbordaron e inundaron la Avenida Soublette, en La Guaira y Maiquetía. El tránsito
diciembre obstaculizado. Las avenidas principales de Caraballeda, Macuto y Naiguatá también se inundaron.
2005, 10 de Lluvias En Anare un tramo carretero se fracturó por las aguas del río. El servicio de transporte quedó interrumpido hacia Los
enero Caracas. Algunos vehículos quedaron atrapados en la curva El Francés. Los pasajeros tuvieron que pernoctar cerca de los
automóviles. Miles de metros cúbicos de rocas y lodo cayeron sobre el pavimento. En el edificio La Playa, al lado del Club
Camurí Grande, las aguas arrastraron doce vehículos. Diez apartamentos fueron afectados por los troncos que bajaron de
los cerros. El puente de Camurí Grande sufrió socavaciones.
2005, 11 de Lluvias En Quebrada Seca el agua arrastró seis viviendas y causó severos daños en otras setenta casas. Algunos tramos carreteros
enero desaparecieron por la fuerza de las aguas. El servicio eléctrico también presentó deficiencias.
2005, 15 de Lluvias En El Piache, Catia La Mar, treinta viviendas afectadas y otras tantas con problemas de agua potable por daños en la
febrero tubería. Afectados los vuelos en el aeropuerto de Maiquetía. Se decretó el estado de emergencia.
22/04/2005, Lluvias Toma de agua de Caraballeda, Macuto y Naiguatá fuera de servicio. La gran cantidad de sedimentos obstruyó la toma de
22 de abril este dique, lo que interrumpió el servicio de agua potable en estas comunidades.
2005, 30 de Lluvias Desbordamiento de la quebrada Carmen de Uría y cierre de tránsito por siete derrumbes en la carretera. Los derrumbes se
abril produjeron desde Tanaguarena hacia Naiguatá. El arrastre de piedras y lodo obstaculizó la vía e impidió el tránsito en la
zona oeste de la región. Quedaron varados cientos de temporadistas.
2007, 30 de Lluvias El río Curucutí se desbordó e inundó varias viviendas ubicadas en el barrio Atanasio Girardot, Maiquetía. Varios vehículos
agosto atrapados en las aguas. Afectado también el sector Mare Abajo. Unas veinticinco viviendas afectadas.
2009, 08 de Lluvias Crecida del río Osma, torrenciales aguaceros y fuertes vientos. Inundación parcial en catorce viviendas.
agosto Vientos
2010, 16 de Lluvias 10 horas de lluvias y descargas eléctricas afectaron más de ciento veinte familias en Mare Abajo, Maiquetía. Sesenta y
abril cinco viviendas se inundaron. El río Mamo se salió de cauce y dañó cinco viviendas y la capilla en el sector El Piache de
Catia La Mar. Al menos unas cinco familias afectadas.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
2010, 05 de Lluvias Lluvia, fuertes vientos y descargas eléctricas se produjeron en horas de la noche en las zonas central y este de la región.
julio Vientos Varias poblaciones quedaron sin servicio eléctrico. Uno de los transformadores de las calles principales de La Guaira fue
afectado por la caída de un rayo. La Guaira estuvo 24 horas sin servicio eléctrico.
2010, 18 de Lluvias El sector Los Pioneros de Las Salinas resultó afectado. Unas veinticuatro viviendas se inundaron.
julio
2010, 16 de Lluvias Desbordamiento del río Marapa-Piache a la altura de Ciudad Tablita, cerca del Círculo Militar en Catia La Mar. Una
septiembre vivienda desalojada. Sedimentos en la vía. Cayó un árbol de 80 centímetros de diámetro.
2010, 20 de Lluvias Seis casas inundadas por crecida del río Mamo e interrumpido el paso por sedimentos en la calle El Río. En la parte baja
septiembre del sector Mamo cuarenta y tres familias quedaron en riesgo. Este sector se llenó de barro. El canal había perdido dos losas
de concreto en mayo, las cuales abrieron un boquete en las calles El Río y La Playa. Una tanquilla de aguas negras reventó
y se acumuló cerca de la playa. Una casa afectada por el agua de la tanquilla.
2010, 23-24 Lluvias El río Chichiriviche se desbordó. La lluvia de dos horas fue acompañada de vientos huracanados y descargas eléctricas.
de Vientos Una casa arrastrada por el río. Una familia de seis personas, que vivía en la parte alta del río, desapareció. La quebrada La
septiembre Zorra se desbordó. El agua afectó los apartamentos de la planta baja de los sectores Los Bloques y las Casitas de la
Soublette en Catia La Mar. Las lluvias arrastraron gran cantidad de sedimentos, así como rocas y troncos por el
desbordamiento del río Mamo, afectando vialidad y viviendas del sector Marapa de Catia La Mar. Este evento también
afectó al sector El Piache. Entre las dos localidades sumaron al menos ciento treinta viviendas afectadas. La calle Los
Baños de Pariata quedó completamente inundada.
2010, 29 de Lluvias Una fuerte tormenta se desató en el extremo Este de la región. El río Chuspa creció e inundó cinco viviendas. Lanchas de
octubre la zona fueron arrastradas. Las vías fueron afectadas por derrumbes menores entre Caruao y Chuspa.
2010, 12 de Lluvias Los derrumbes y desbordamientos de los ríos Mamo y Picure dificultaron la movilidad hacia las zonas como Las Tunitas,
noviembre Paraíso Azul, La Esperanza, Picure, Las Salinas y el casco de Carayaca. El agua del río Mamo afectó cinco viviendas en
el sector Marapa de Catia La Mar. Al menos unas cinco familias resultaron afectadas.
2010, 21 de Lluvias Varias poblaciones afectadas, entre ellas, El Tigrillo. Tres casas se inundaron. En Chuspa el río inundó las principales
noviembre calles del pueblo, al igual que varias viviendas. En Caruao varias calles, viviendas y comercios fueron dañados. Se
contabilizaron unas treinta y seis familias afectadas. Unas doce familias perdieron sus viviendas. En La Sabana dos
viviendas dañadas por la caída de árboles. La población de Todasana también se vio afectada.
2010, 26 de Lluvias En Naiguatá siete casas del sector Las Colinas se desplomaron al caerles encima varios cerros. Las caminerías y escaleras
noviembre quedaron destruidas. Seis familias damnificadas. Una persona herida. Días después las clases fueron suspendidas. Todos
los consultorios y áreas del ambulatorio de Naiguatá fueron afectados por el agua.
2011, 13 de Lluvias En el sector Mare Abajo -hacia Plaza Los Negros- en Maiquetía varias residencias sufrieron pérdidas de parte de sus
abril Vientos techos. El sector 5 de Julio en quebrada de Germán, en La Guaira, tres viviendas perdieron parte del techo. Al menos unas
tres familias quedaron afectadas debido a la condición en la que quedaron las viviendas.
2011, 16 de Lluvias Desbordamiento de los ríos Oricao, Chichiriviche y Puerto Cruz. El agua imposibilitó el paso hacia la costa oeste del litoral
abril central y afectó parcialmente algunas zonas privadas, como la entrada y la piscina del club Oricao. En el club, así como
hacia el oeste de la entidad, quedaron cientos de personas aisladas.
2011, 22 de Lluvias El río Mamo se desbordó. En el sector El Piache, Catia La Mar, por lo menos unas treinta y cuatro viviendas se inundaron.
abril Al menos unas treinta y cuatro familias resultaron afectadas. En el sector Marapa, Catia La Mar, el agua y el lodo afectaron
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
la Escuela Marapa, el estacionamiento de los bloques homónimos y llenó de pantano el Llenadero de Hidrocapital, donde
se surten las cisternas. Varias calles y viviendas fueron afectadas por el agua.
2011, 01 de Lluvias Derrumbes e inundaciones. El río La Sabana se desbordó. Una persona en Playa Paraíso, La Boca, arrastrada por la
mayo corriente. El río Chuspa se desbordó. Varias calles inundadas. El servicio de energía eléctrica fue afectado.
2011, 02 de Lluvias Las quebradas Algarín, Las Pailas I y II se desbordaron. Se contabilizaron unas sesenta viviendas inundadas. La quebrada
mayo Las Pailas II fue la que ocasionó mayor destrozo, al llenar las viviendas de lodo y pantano. El dispensario Víctor Perdomo
Pérez, el Simoncito Mare Abajo y el anexo de la escuela pública se inundaron.
2011, 02 de Lluvias Algunos cauces se desbordaron. En Chuspa y La Sabana unas cinco familias quedaron damnificadas. Las viviendas se
diciembre inundaron.
2012, 29 de Lluvias Varios ríos y quebradas en la Parroquia Caruao se salieran de sus cauces y se produjeron deslizamientos en algunos tramos
febrero de la carretera. En Todasana el río creció e impidió el paso durante unas cuatro horas.
2012, 23 de Lluvias Desbordamiento de los ríos Santa Clara, San Juan, Todasana, Osma y Caruao. Destruida parte de las vías que comunican
marzo a Urama, Osma y Caruao con los otros pueblos de la parroquia. Al menos tres viviendas afectadas.
2012, 06 de Lluvias Desbordamiento de tres quebradas que arrastraron sedimentos colapsando cinco calles del casco central de Las Salinas.
mayo Las calles Orinoco, Los Caciques, Angelitos Negros, Bolívar y La Gonzalera se llenaron de tierra.
2013, 29 de Lluvias Inundación de las vías alrededor de las residencias Marina Mar, en la urbanización El Caribe, Caraballeda. El problema
noviembre llevaba desde 2011; treinta y cuatro familias afectadas: perdieron cinco vehículos y dos ascensores por la inundación que
siempre se forma en la planta baja y los estacionamientos del edificio. Los drenajes de la avenida La Playa con calle
Comercio, donde está ubicado el edificio, están colapsados. Los canales que salían hacia la playa Los Cocos, situada detrás
del complejo, también fueron clausurados. El agua alcanzó cinco metros.
2014, 06 de Lluvias Crecida de la quebrada en Todasana. El agua arrastró todo a su paso. La carretera improvisada que fue levantada dos años
febrero antes como ruta alterna, desapareció. Dos viviendas resultaron afectadas por la crecida y los habitantes tuvieron que salir
a la madrugada a auxiliarse entre sí. Al menos unas dos familias vieron afectadas sus viviendas. Los habitantes de Caruao
quedaron atrapados, al igual que los de Chuspa y otros pueblos vecinos. El servicio de agua quedó suspendido porque la
corriente también destrozó las tuberías. A la orilla del mar llegaron desperdicios y seis lanchas fueron arrastradas por la
corriente. Una fue recuperada en alta mar.
2014, 27 de Lluvias Anegadas avenidas en Macuto y Caraballeda. Obstaculizado el tránsito en Pariata, Caribe, en Macuto y Mare Abajo. Varias
agosto viviendas anegadas en Pachano, Punta de Mulatos, avenida España y Caribe. Cayó un árbol sobre una vivienda en
Corapalito, Caraballeda. En el sector 27 de julio, Caraballeda, una vivienda afectada.
2014, 01 de Lluvias Incomunicados Oritapo, Todasana y San Rafael. La situación se agravó a partir de las 11:00 pm hasta la 1:00 am con el
septiembre desbordamiento del río Todasana. El agua desbordada afectó los hoteles de la zona, con pérdida total en la posada Elegua.
Hubo sembradíos y vegas de plátano devastadas. También se generaron pérdidas parciales de algunas viviendas y totales
en algunos locales comerciales. El servicio eléctrico presentó fallas constantes.
2015, 14 de Marejada Ráfagas de viento calculadas entre 17 y 21 nudos que ocasionaron un mar altamente picado con olas de 1,5 a 2,4 metros
febrero Vientos de altura. El oleaje afectó los balnearios de Playa Caribe, El Yate, Playa Coral y San Luis en Caraballeda. El rompiente de
las olas alcanzó el espacio de toldos y sillas e inundó algunos locales.
56
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
2015, 30 de Vientos En el sector La Esperanza IV de Carayaca el evento duró desde las 11:00 pm hasta las 5:00 am. Las ciento veintisiete
abril familias que viven en el sector no pudieron dormir. Sus casas, construidas hace 30 años, son de anime revestido de cemento.
El ventarrón arrancó los techos de unas quince viviendas.
2015, mayo Sequía Un incendio forestal de origen desconocido se produjo el 6 de mayo en el km 19 de la Carretera El Junquito-Colonia
(Incendios Tovar, a la altura de Las Lomas, El Junko. Las llamas alcanzaron varias viviendas. Una de ellas quedó destruida. Al menos
Forestales) una familia damnificada. Otras veinte afectadas por la onda expansiva de calor que derritió tuberías de electricidad y demás
servicios. Otro incendio ocurrió el 25 de mayo, también por causa desconocida, en la quebrada El Segundo Dique,
Maiquetía, y se propagó con rapidez por la cantidad de desechos sólidos y maleza en el cauce. Línea Vieja, El Jabillo y
Santa Ana, en Maiquetía, afectadas por la humareda.
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
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www.estudiosydesastres.org (No disponible actualmente).
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
RESUMEN
Se hace una revisión de los aludes torrenciales más significativos que han ocurrido en el territorio
nacional, a lo largo de la Cordillera de la Costa y de la Cordillera de los Andes. Se describen sus
principales características y los impactos más resaltantes. Al final se comparan los volúmenes de
sedimentos movilizados por estos eventos extremos, lo cual sirve para describir la magnitud del alud
torrencial. El mayor evento documentado es el que ocurrió en el valle de Caracas entre los años 1300-
1500 que movilizó un volumen cercano a los 35 millones de metros cúbicos, seguido del de Vargas 1999
con 20 millones y el de El Limón (precolombino) con 10 millones.
PALABRAS CLAVE: Deslaves; aludes torrenciales; Venezuela.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
INTRODUCCIÓN
Los aludes torrenciales han sido frecuentes en Venezuela, sobre todo a lo largo de la Cordillera de los
Andes y su prolongación en la Cordillera de la Costa. En este trabajo se hace una revisión de los deslaves
y aludes torrenciales más significativos que se han producido en nuestro país. Aunque los términos
“deslave” y “alud torrencial” se utilizan indistintamente en la literatura técnica, hay que acotar que el
primero se refiere al fenómeno geodinámico que ocurre en las laderas de los cerros (flujo superficial no
confinado) y que aporta el material sedimentario al “alud torrencial” que ocurre en el cauce de las
quebradas y torrentes.
Singer (2010), presenta una base de datos de paleo-eventos y manifestaciones históricas de deslaves y
aludes torrenciales en Venezuela, que agrupa a más de 150 eventos, desglosados estado por estado, con
indicación del lugar y fecha de su ocurrencia, así como de sus efectos más dañinos, demostrando que
estos fenómenos han sido recurrentes a lo largo del pasado geológico reciente y del acontecer histórico,
en una extensión significativa del territorio nacional. Se concluye que la ocurrencia de los deslaves
constituye un fenómeno geológico endémico en las áreas montañosas de país, ubicadas entre 1.000 y
2.500 m de elevación, y que el mayor potencial se concentra en las cordilleras de Perijá, los Andes,
central costera y oriental. Más del 50% de los eventos reseñados se distribuyen en los estados Vargas,
Trujillo, Mérida y Táchira.
Entre el 15 y 17 de febrero de 1951 se produjo una tormenta de tipo frontal, denominada situación
norte, que tuvo una duración de 60 horas. Aunque la mayor precipitación registrada ocurrió en
el litoral y en la vertiente norte de la Cordillera de la Costa, también afectó el lado sur de la
cordillera. El centro de la tormenta estuvo en El Infiernito, estación localizada a 1850 msnm en
el flanco norte del macizo Ávila, donde, según el Servicio de Hidrología de INOS, se registraron
419 mm, en 24 horas (CAF-PNUD, 2000), con una precipitación acumulada de 529 mm, en 60
horas (Wiese, 1959). En la cuenca del río Guaire, las estaciones pluviométricas Alto Ño León,
Topo Los Espejos, Sabaneta, Oficina INOS, Chacaito y Fila Maestra, registraron 149 mm, 109
mm, 181 mm, 72 mm, 188 mm, y 105 mm, respectivamente (Wiese, 1959). Las lluvias
torrenciales produjeron deslaves en las cuencas de las quebradas Catuche, Anauco y Tócome. En
el estudio Prevene (2001) se cartografiaron los fenómenos geodinámicos que ocurrieron en el
Ávila Sur, para el evento de 1951, en base a la interpretación geomorfológica de fotos aéreas de
ese mismo año. Se estimó que, alrededor de 600.000 m3 de materiales de suelos, rocas y
vegetales, fueron objeto de deslaves en la cuenca de la quebrada Tócome, de los cuales,
aproximadamente el 50% pudo haber sido evacuado por los flujos torrenciales.
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Observatorio Cagigal, para el mes de diciembre fue de 181 mm, ocurriendo la mayor parte de ella
en los 10 días antecedentes al 15/12/1999 (Dubois y Martínez, 2000). El período de retorno de la
lluvia de 10 días consecutivos, de diciembre de 1999, fue estimado en 50 años. Las Figuras 1 y 2
muestran algunos de los efectos de los aludes de 1999, en zonas de Caracas. La gran cantidad de
arrastres vegetales y material sedimentario obstruyó la entrada de los embaulamientos de las
quebradas Catuche y Anauco, desbordando sobre estos y las calles adyacentes, afectando y
destruyendo las viviendas aledañas. El flujo, al llegar a la avenida México, inundó también de
agua y barro la estación Bellas Artes del Metro de Caracas y los túneles de los trenes (Figura 2).
Figura 1. Flujos de barros y escombros por las lluvias de diciembre de 1999 en la quebrada Catuche (izquierda)
y en la quebrada Anauco (derecha) (IMF, 2005).
Figura 2. Depósitos de barro en la estación Bellas Artes del Metro y en la avenida México en diciembre de 1999
(IMF, 2005).
Otro alud torrencial ocurrió en la quebrada Cotiza en enero de 2006. Los arrastres torrenciales de
las lluvias precedentes, del mes de diciembre, obstruyeron el paso de la alcantarilla en el
denominado dique Cotiza, justo aguas arriba de la avenida Cota Mil, originando la formación de
una gran laguna. La presión del agua acumulada en el dique produjo el rompimiento brusco del
material vegetal que obstruía el conducto y generó una onda repentina de crecida, en la madrugada
del 4 de enero, causando los daños que se observan en las fotos de la Figura 3.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 3. Daños producidos por el alud de la quebrada Cotiza el 04/01/06 (Fuente propia).
La enorme cantidad de sedimentos y escombros movilizados por los deslaves y aludes torrenciales, que
han ocurrido en el pasado prehispánico, han obstruido y represado el cauce del río Guaire generando
inundaciones y contribuyendo a la formación de grandes lagunas, como se evidencia por la presencia de
depósitos de sedimentos lacustres (limos y arcillas), de varios metros de espesor, en las partes más bajas
del valle de Caracas (Singer, 1977b). Una de estas lagunas es la que generó el depósito de origen lacustre
que hoy existe en la Zona Rental de la UCV en la Plaza Venezuela. La Figura 6 muestra una foto aérea
del año 1936, observándose el curso del río Guaire en su recorrido por la Hacienda Ibarra, donde hoy se
ubica la Ciudad Universitaria de Caracas. El cauce del río cruza bruscamente hacia el sur, para
encontrarse a corta distancia aguas abajo con el cauce del río Valle. Del estudio de la geomorfología, se
puede concluir que el desvío brusco del curso del Guaire fue causado por un alud torrencial que se
produjo en la falda sur de Ávila, entre San Bernardino y La Florida, obstruyendo el cauce y generando a
su vez lagunas ubicadas hacia Puente Hierro y El Paraíso (Centeno, 2010).
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Las referencias históricas reportan la ocurrencia de grandes lluvias, deslaves e inundaciones, desde el
siglo XVIII en Vargas, tales como los de 1740, 1780, 1798, 1909, 1912, 1914, 1927, 1938, 1944, 1948,
1951, 1954, 1999 y 2005 (Rhol, 1949; Sardi, 1959; Pacheco, 2002; Sardi, 2006. Algunos de los más
relevantes se resumen a continuación.
El testimonio escrito más antiguo sobre la ocurrencia de aludes torrenciales en nuestro país, se
remonta a la tormenta de setenta horas de duración, del 11 al 13 de febrero de 1798, en la región
de La Guaira, que ocasionó una crecida extraordinaria del río Osorio en el puerto de La Guaira,
arrastrando troncos de árboles y masas de rocas de un volumen considerable, destruyendo
numerosas viviendas y puentes (Rohl, 1949).
El 4 de agosto de 1948 se registró una tormenta de gran intensidad que en 3,5 horas acumuló, a
una altura de 1618 m bajo el Picacho de Galipán, una precipitación de 455 mm (Rohl, 1949). La
tormenta abarcó una zona entre Maiquetía y Camurí Chico, y fue particularmente devastadora en
Punta de Mulatos y El Cojo. Los aludes torrenciales de 1938 y 1948, están documentados en los
videos de Bolívar Films y en periódicos de la época, apreciándose nuevamente desplazamientos
de grandes rocas y sedimentos, que dejaron decenas de víctimas y cuantiosos daños materiales
(Figura 7).
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 4. Mapa geológico del cuaternario y aludes torrenciales prehispánicos (color beige) en el noreste del valle
de Caracas (Singer, 1977a).
Figura 5. Peñones encontrados en excavaciones en la urbanización Altamira y en fosas excavadas en los campos
de Golf del Country Club en Caracas (Fotos de Roberto Centeno).
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Figura 6. Mapa geológico y foto aérea de 1936 mostrando depósitos torrenciales y el desvío brusco del cauce del
río Guaire hacia el sur en las inmediaciones de la Ciudad Universitaria de Caracas (Centeno, 2010).
Figura 7. a) Obstrucción de puente en La Guaira por aludes torrenciales en 1938; b) peñones depositados por la
quebrada Piedra Azul, en el alud torrencial de 1948 (Fuente: Bolívar Films).
Una tormenta más extraordinaria, azotó la región central del norte del país entre el 15 y el 17 de
febrero de 1951, abarcando Caracas y las poblaciones del Litoral, entre Choroní y Los Caracas
(Sardi, 1959). Un número considerable de ríos y quebradas crecieron arrastrando automóviles y
grandes troncos y peñones, destruyendo nuevamente puentes y viviendas, estimándose un
balance de más de 30 personas muertas o desaparecidas (Sucre, 1951). La estación El Infiernito,
localizada a una elevación de 1850 msnm, registró 529 mm en un periodo de 60 horas, mientras
que Maiquetía, al nivel del mar, reportó 282 mm (Sardi, 1959). Garner (1959) estimó, basado en
las dimensiones de los deslizamientos, que un mínimo de 15,3 millones de m3, fueron removidos
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
de la montaña, de los cuales, en base a los espesores y extensión de los depósitos sedimentarios,
1,5 millones de m3 fueron depositados en los abanicos aluviales de Maiquetía y La Guaira.
Entre el 21 de noviembre y el 10 de diciembre del año 2010, fuertes y persistentes lluvias azotaron
una gran parte del territorio nacional produciendo derrumbes, deslizamientos, crecidas y
desbordes de numerosos ríos. En el estado Vargas, las lluvias causaron estragos en 11 parroquias,
siendo La Guaira y Catia La Mar las más afectadas. Se reportaron 4.000 nuevos refugiados, 1.012
casas con pérdida total y 3.000 declaradas en alto riesgo.
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Figura 8. Vista aérea del alud torrencial en el cauce del río San José de Galipán e imagen ampliada del deslave
en la ladera del cerro en el sector La Veguita, en Macuto, que enterró varias viviendas y causó la muerte de 60
personas que allí se habían refugiado huyendo de la crecida del río (López y Courtel, 2010).
Figura 9. Vista de la población de Carmen de Uria antes y después de los deslaves de diciembre de 1999 en el
estado Vargas (Muguerza, 2004).
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 10. Obstrucción total del Puente de Camurí Grande y daños en viviendas aledañas al cauce del río debido
a los deslaves de febrero 2005 en Vargas (Fuente propia).
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Figura 11. Deslizamientos en la parte alta de la cuenca y depósitos de peñones (izq.) y efectos del alud torrencial
del 6-09-87 en la población de El Limón (der.) (Fotos: André Singer).
Después de varios días de incesante lluvia, en la madrugada del 03 de junio de 2003, se produjeron
fuertes y continuas precipitaciones que, debido a la sobresaturación de los suelos, ocasionaron
deslaves y crecidas de las quebradas La Sucia, Santa Filomena, El Chorro, y la quebrada del
Pueblo, así como de los ríos Pueblo Llano (sector Las Piedras) y Santo Domingo en la zona del
páramo. El alud arrastró lo que encontró a su paso y acabó con la vida de, al menos 31 personas
residentes de los municipio Cardenal Quintero y Pueblo Llano (Aguirre, et al., 2003). Se
contabilizaron 50 viviendas destruidas y 500 damnificados, sin contar las pérdidas agrícolas. El
caserío La Sucia fue destruido totalmente y fue declarado campo santo (Figura 12). Todas estas
quebradas son afluentes del río Santo Domingo, que tiene sus cabeceras a una altura de 4.800
msnm en el pico de mismo nombre, el cual después de 200 km de recorrido, descarga sus aguas
en el río Apure. A pesar de ser la cuenca alta, del río Santo Domingo, de gran pluviosidad (2600
mm/año), no se tienen registros pluviométricos sobre esta lluvia, ya que las estaciones en la zona
no han estado operativas desde 1977. Aguirre et al. (2003), concluyen que el evento del
03/06/2003, corresponde a un fenómeno hidrológico recurrente en la zona, que acontece en esa
magnitud con una periodicidad de al menos una vez en veinticinco años, teniendo eventos
menores cada diez años.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 12. Viviendas destruidas y sepultadas por los aludes de la quebrada La Sucia el 3 de junio del 2003
(Aguirre et al., 2003).
Las lluvias extraordinarias que ocurrieron en febrero del 2005, se extendieron por la región norte-
centro costera de Venezuela, y por las montañas en el oeste, causando grandes daños en los
estados Vargas, Miranda, Carabobo, Falcón, Zulia, Yaracuy, Mérida y Táchira. Solamente en el
estado Táchira, alrededor de 20 puentes colapsaron, o fueron severamente dañados, por los flujos
torrenciales. En el estado Mérida, los mayores efectos ocurrieron en el pueblo de Santa Cruz de
Mora, debido a los aludes torrenciales generados por el río Mocotíes, tributario del río Chama.
Durante los días 7/02 al 13/02/2005, se produjeron lluvias continuas que tuvieron su pico el 11/02,
en horas de la noche, cuando después de 5 horas de lluvias intensas, no registradas, se
desbordaron varias de sus quebradas afluentes y el propio río Mocotíes (Figura 13). Se
contabilizaron aproximadamente 16.000 personas afectadas por las inundaciones, y 48 personas
fallecidas (Campos y Bravo, 2011). Una de las causas de la tragedia se asocia a la ocupación
gradual de las planicies del río Mocotíes y al desvío del cauce original para la construcción de
una vía perimetral al sur de la población (Laffaille, et al, 2005) (Figura 14).
Figura 13. Daños por flujos de detritos en el valle del río Mocotíes y por depósitos de barros en Santa Cruz de
Mora (Prieto et al., 2005).
71
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Figura 14. Comparación de fotos aéreas de 1967 (izquierda) y 1994 (derecha) mostrando el desvío del cauce
original del río Mocotíes y la población de Santa Cruz de Mora (Laffaille, 2005).
Los deslaves que han ocurrido en las Cordilleras de La Costa y de Los Andes, han desplazado
millones de metros cúbicos de suelos, rocas y material vegetal de las laderas de las montañas, pero
solo una parte de ese volumen, transportado por los aludes torrenciales, deben haber alcanzado los
abanicos aluviales y planicies donde se encuentran los asentamientos humanos. No existen estudios
que hayan cuantificado los volúmenes del material removido de la montaña, pero para algunos
eventos específicos se han hecho estimaciones de la cantidad de sedimentos acumulados en los valles
de los cursos torrenciales. La Tabla 1 muestra los volúmenes de sedimentos depositados por algunos
aludes torrenciales, que han ocurrido en la geografía venezolana y que han podido ser cuantificados
mediante mediciones de las áreas superficiales y de los espesores sedimentarios acumulados. Estos
valores dan solo una idea aproximada de las cantidades inmensas de material sólido que pueden ser
desplazados de la montaña, ya que una porción importante de ellos deben haberse quedado en las
laderas y cauces de los tramos superiores de las cuencas, y otras porciones, como en el caso de Vargas,
fueron descargados hacia el mar ampliando en algunos casos la superficie emergida. Para las
principales cuencas de Vargas afectadas por los deslaves de 1999, con una superficie total
aproximada de 200 km2, el promedio de la producción de sedimentos está en el orden de 100.000
m3/km2, equivalentes a una masa de 170.000 ton/km2, lo cual lo ubica como uno de las más grandes
documentadas en el mundo, para un evento de origen hidrometeorológico (Larsen y Wieczorek,
2006).
Tabla 1. Volúmenes de sedimentos depositados por algunos eventos de aludes torrenciales en Venezuela.
Volumen de sedimentos
Sitio Año
(m3x106)
Valle de Caracas 1100-1500 35
Vargas 1999 20
El Limón Precolombino 10
Vargas 1951 1,5
El Limón 1987 2,0
Vargas 2005 0,8
72
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
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75
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Resumen
A los fines de describir las proyecciones futuras del efecto que tendrá el cambio climático sobre los
desastres generados por inundaciones y/o aludes torrenciales a nivel de la zona donde ocurrió el desastre
de Vargas en 1999, se procedió a realizar, en primer lugar, la identificación de las variables climáticas
susceptibles a modificar este tipo de riesgo. Posteriormente, se realiza una evaluación del efecto que
tendrán los escenarios de cambio climático sobre dichas variables, y sobre el riesgo a la ocurrencia de
inundaciones y/o aludes torrenciales. Esta descripción se lleva a cabo, principalmente, utilizando la
información oficial generada por el IPCC, la cual se encuentra documentada en el cuarto y quinto informe
de evaluación del cambio climático (IPCC, 2012; IPCC, 2014). Posteriormente, se analizan las fuentes
de incertidumbres asociadas a las proyecciones descritas, la brecha que existe entre la información
suministrada por los informes de evaluación del cambio climático y la requerida por los diseñadores de
las medidas tanto estructurales como no estructurales, para la protección contra la ocurrencia de las
inundaciones y/o aludes torrenciales, y, finalmente, se describen las principales conclusiones donde se
destacan las relacionadas con el desastre de Vargas.
ABSTRAC
To describe future projections of the effect that climate change will have on disasters generated by floods
and / or landslides at the level of the area where the Vargas disaster occurred in 1999, first, we proceeded
to identify climatic variables that are likely to modify this type. . risky. . Subsequently, an evaluation of
the effect of climate change scenarios on these variables and on the risk of flooding and / or landslides is
described, mainly using the official information generated by the IPCC, which is documented in the
fourth and fifth report of climate change assessment. . . (IPCC, 2012; IPCC, 2014). Subsequently, the
sources of uncertainty associated with the projections described are analyzed, establishing the gap
between the information provided by the climate change assessment reports and that required by
designers of both structural and non-structural measures, for protection against the occurrence of floods
and / or landslides, and finally, the main conclusions are described, highlighting those related to the
Vargas disaster.
76
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
INTRODUCCIÓN
Desde el punto de vista meteorológico, las tormentas de alta intensidad, amplia cobertura espacial y larga
duración, son los eventos extremos que generan los desastres que producen tanto las inundaciones
(pluviales y fluviales), como los aludes torrenciales, por lo tanto, las variables climáticas susceptibles a
modificar el riesgo a inundaciones y/o aludes torrenciales, son aquellas que caracterizan la ocurrencia de
dichas tormentas extremas.
La magnitud de los daños causados por inundaciones y deslaves, dependen del grado de exposición y
vulnerabilidad, que tienen las zonas afectadas por la ocurrencia de estos eventos extremos. El constante
crecimiento tanto de la huella urbana como de la frontera agrícola, que generalmente producen
deforestaciones y cambios en los patrones de uso de la tierra, generan aumentos del escurrimiento
superficial y disminuyen los tiempos de respuestas de las cuencas, lo que resulta en un aumento de los
caudales máximos de los hidrogramas de crecidas extremas y de sus volúmenes de agua asociados.
Adicionalmente, en la mayoría de los países latinoamericanos y caribeños, otros aspectos que aumentan
la vulnerabilidad corresponden al incremento de la pobreza y la disponibilidad limitada de recursos
económicos, que, aunados a los problemas relacionados con la gobernanza, planificación y capacidad de
gestión, disminuye la resiliencia de las zonas expuestas, generando una falta de capacidad de adaptación
ante la ocurrencia de dichos eventos extremos.
En el caso particular de la vertiente litoral del estado Vargas en Venezuela, las crecidas que se producen
en los torrentes o quebradas que drenan la Cordillera de la Costa, desde la cuenca del río Maya hasta la
cuenca del río Chuspa, traen consigo serios problemas de deposición de escombros en el fondo de las
quebradas en sus tramos inferiores. Este fenómeno ha sido observado en la catástrofe ocurrida en el mes
de diciembre de 1999, cuando los aludes torrenciales produjeron una reducción de las secciones del flujo
de las quebradas con el consiguiente desborde lateral generando grandes conos de deyección. El origen
de la ocurrencia de estos caudales con altas concentraciones de lodo, piedras y árboles es producto de la
presencia de altos volúmenes de precipitación que se traducen en un alto escurrimiento superficial sobre
las laderas produciendo deslizamientos en masas y el movimiento, por efectos gravitacionales, de un
flujo muy denso en los canales de las cuencas (Córdova y González, 2003).
En la descripción del evento extremo que ocurrió en el estado Vargas en diciembre de 1999 (González y
Córdova, 2003), se estima que para los días 15 y 16, la lluvia en Maiquetía, alcanzó un total del orden de
unos 700 milímetros (del orden de 410 mm el día 15 y de unos 290 mm el día 16), mientras que el valor
estimado durante los tres días que duró el evento se ubica en el orden de los 820 milímetros, aunque
algunos autores mantienen que llegó a los 910 milímetros. Independientemente del valor total de la
lámina de precipitación que se generó durante dicho evento, la conclusión es que fue muy grande durante
una duración tan corta (tres días), producida por la ocurrencia secuencial de un conjunto de tormentas de
alta intensidad, que dispararon los grandes aludes torrenciales que caracterizaron este evento.
Como se detalla en la sección que sigue a continuación, los resultados que se presentan en los informes
oficiales del IPCC, sobre el efecto de los escenarios de cambio climático debido a la ocurrencia de
fenómenos climáticos extremos, sólo hacen referencia a los valores máximos anuales, de las láminas de
lluvias diarias y de las acumuladas en cinco días.
En el caso de la definición del efecto que tienen los escenarios climáticos sobre las lluvias diarias
máximas anuales, es muy importante, ya que esta información permite la estimación de los hietogramas
77
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
de las tormentas, desagregando dicha lámina para diferentes intervalos de tiempo (inferiores a un día),
utilizando técnicas como las basadas en la teoría de escalamiento (Pulgarín y Poveda, 2009; Yu, Yang y
Lin, 2004). De esta forma se puede evaluar el efecto del cambio climático sobre los hidrogramas de
crecidas extremas que pueden ocurrir en cuencas tanto rurales como urbanas. Por otra parte, la variable
asociada a las lluvias máximas anuales acumuladas en cinco días produce una información importante
del efecto del cambio climático sobre la ocurrencia secuencial de grupos de tormentas durante varios
días, que es uno de los fenómenos climáticos extremos que pueden generar desastres asociados a flujos
torrenciales y deslaves, como los observados en Vargas.
En esta sección se presenta un resumen de los descrito en la referencia Córdova (2017), sobre los
principales resultados contenidos en el Quinto Informe de Evaluación del IPCC (2014), conocido como
AR5, y relacionados con el efecto del cambio climático sobre las variables que pudiesen modificar el
riesgo asociado a la ocurrencia de inundaciones y/o aludes torrenciales.
Las principales contribuciones descritas en este informe de evaluación corresponden a las obtenidas por
tres grupos de trabajos, relacionados con: i) La Base de la Ciencia Física, ii) Impactos, Adaptación y
Vulnerabilidad, y iii) Mitigación del Cambio Climático; adicionalmente, en dicha evaluación se incluyen
los resultados obtenidos en dos informes especiales sobre “Fuentes Renovables y Mitigación del Cambio
Climático” IPCC (2011), y “Gestión de los Riesgos de Fenómenos Meteorológicos Extremos y
Desastres” IPCC(2012).
Para la definición de los escenarios considerados en el Quinto Informe de Evaluación del IPCC (AR5)
(IPCC, 2013), fueron analizados los impulsores del cambio climático, estableciendo los llamados
forzamientos radiativos, los cuales se describen en Córdova (2017). Utilizando estos conceptos sobre
forzamientos radiativos, en la referencia IPCC (2013) se procedió a la definición de cuatro nuevos
escenarios identificados como Trayectorias de Concentración Representativa (RCP en inglés,
Representative Concentration Pathways). El forzamiento radiativo se expresa en unidades de W/m2, es
decir, vatios (Watts) por metro cuadrado de superficie.
En la Figura 1 (Figura 12.3 (a), de la referencia IPCC, 2013), se presenta la evolución temporal del
forzamiento radiativo total, relativo a la pre-industria (alrededor del año 1765), entre los años 2000 y
2300, para escenarios RCP en líneas continuas (AR5), y para los escenarios SRES en líneas punteadas
(escenarios considerados en el cuarto informe de evaluación, AR4), calculadas utilizando los Modelos
de Evaluación Integrada (IAM) usados para desarrollar dichos escenarios. Esta figura permite establecer
las similitudes entre los escenarios considerados en los informes de evaluación AR4 (SRES) y AR5
(RCP).
78
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 1. Evolución temporal del forzamiento radiativo total relativo a la pre-industria, entre los años 2000 y 2300
para escenarios RCP y sus extensiones (líneas continuas) y escenarios SRES (líneas punteadas) calculadas por los
Modelos de Evaluación Integrada (IAM) utilizados para desarrollar esos escenarios. Los cuatro escenarios RCP
utilizados en CMIP5 son: RCP2.6 (azul oscuro), RCP4.5 (azul claro), RCP6.0 (naranja) y RCP8.5 (rojo). Los tres
escenarios de SRES utilizados en CMIP3 son: B1 (azul, discontinuo), A1B (verde, discontinuo) y A2 (rojo,
discontinuo). Los valores positivos corresponden a la RF (Radiative Forcing) antropogénico total. Fuente: IPCC
(2013).
En la Figura 2, que corresponde a la Figura RRP.7 de la referencia IPCC (2013), se muestran las series
temporales simuladas, basadas en modelos múltiples de la quinta fase del proyecto de comparación de
modelos acoplados (CMIP5), entre los años 1950 y 2100, correspondientes al cambio anual en la
temperatura media global en superficie, respecto a la media estimada durante el período 1986-2005
(anomalías); donde se puede observar el efecto esperado de cada uno de los escenarios RCP considerados
en el análisis.
Desde la finalización del AR4, incluyendo la evaluación exhaustiva de extremos realizada en el Informe
Especial del IPCC sobre el Manejo del Riesgo de Eventos y Desastres Extremos (IPCC, 2012), se ha
avanzado mucho en la evaluación del efecto del cambio climático sobre la ocurrencia de extremos
climáticos, debido a la nueva evidencia disponible y mejoras en la comprensión y en la capacidad de los
modelos para simular eventos extremos.
79
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Figura 2. Series temporales simuladas, basadas en modelos múltiples de la quinta fase del Proyecto de
Comparación de Modelos Acoplados (CMIP5), entre 1950 y 2100, correspondientes al cambio anual en la
temperatura media global en superficie respecto de 1986-2005 (anomalías). Las series temporales de las
proyecciones y la medición de la incertidumbre (sombreado) se muestran en relación con los escenarios RCP2,6
(azul) y RCP8,5 (rojo). El color negro (sombreado gris) representa la evolución histórica en los modelos, utilizando
forzamientos históricos reconstruidos. Las incertidumbres medias y asociadas, promediadas entre 2081 y 2100,
figuran en todos los escenarios de RCP indicadas con barras verticales de colores. Se indica asimismo el número
de modelos de la CMIP5, utilizados para calcular la media de los modelos múltiples. Fuente: IPCC (2013).
Sin embargo, la mayoría de los modelos no estiman en forma adecuada la sensibilidad que tienen los
cambios de eventos extremos de precipitación a los cambios o tendencias de la temperatura, lo cual
ocurre, principalmente, en los trópicos, subestimando el aumento que las precipitaciones extremas
pueden tener en el futuro. A pesar de estas limitaciones, existe un nivel de confianza alto en que, a medida
que aumenta el calentamiento, las precipitaciones extremas diarias aumentarán a una tasa superior al
aumento de los valores medios. Hay un nivel de confianza medio que el aumento de estos extremos
diarios estará entre 5 a 10 %, por cada grado centígrado de aumento de la temperatura local. En general
los resultados obtenidos con el AR5 siguen las mismas tendencias de los obtenidos en el AR4, pero con
variaciones importantes a nivel regional.
En la Figura 3 (Figura 12.26 b, en Collins et al., 2013), se presentan los cambios proyectados, en el
período 2081-2100, de la precipitación máxima anual acumulada en cinco días, correspondiente al
escenario más extremo del AR5, RCP8.5. El promedio global sobre todo el globo terráqueo es de un
80
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
incremento del orden del 20 %, a finales del Siglo XXI, del citado índice. Sin embargo, a nivel regional
existen zonas donde se produce una disminución de dicho índice, como es el caso del estado Vargas,
ubicado en la costa norte de Venezuela, donde dichos valores tienden a disminuir respecto a la condición
actual.
En la Figura 4 (Figura 12.27 a, en Collins et al., 2013), se evalúa el cambio porcentual de la lámina de
lluvia diaria máxima anual, que utilizando los valores observados durante el período 1986-2005, se le
había estimado un período de retorno de 20 años; este cambio porcentual es por cada grado centígrado
de incremento de la temperatura media local, debido al efecto del cambio climático. Por otra parte, en la
Figura 5 (Figura 12.27 b, en Collins et al., 2013) se expresan estos cambios en términos del valor que
tendría el período de retorno de la citada lámina de lluvia (con 20 años de período de retorno según los
datos de 1986-2005), utilizando la información proyectada correspondiente al período 2081-2100 para
un grado centígrado de incremento de la temperatura media local. Los cambios que se incluyen en ambas
figuras se obtuvieron utilizando la mediana de los resultados correspondientes a las aplicaciones de los
modelos que forman parte del conjunto de la quinta fase del proyecto de comparación de modelos
acoplados (CMIP5). A nivel del estado Vargas, los cambios que se observan en las Figuras 4 y 5, tienen
una distribución espacial similar a la observada en la Figura 3. Los valores de la lámina diaria máxima
anual, que se presentan al norte de Venezuela, y que utilizando los valores observados durante el período
1986-2005 se le había estimado un período de retorno de 20 años; tienden a disminuir o a mantenerse
constantes en el tiempo.
Resultados similares se obtienen en las aplicaciones que hace el Instituto Meteorológico Holandés
(KNMI), a través de un proyecto que ha sido financiado por el Centro Climático de la Cruz Roja / Media
Luna Roja y el Ministerio holandés de Infraestructura y Medio Ambiente, DGMI; utilizando los
resultados del IPCC-AR5. Dichos resultados, para toda Venezuela se muestran en las Figuras 6 y 7, para
las láminas de lluvias diarias máximas anuales y láminas de lluvias máximas anuales, acumuladas en
cinco días, respectivamente. En estas figuras, el rayado significa que el cambio es relativamente pequeño
o que hay poco acuerdo entre los modelos sobre el signo del cambio. Según estos resultados, en Vargas,
los valores de lluvias diarias máximas anuales y láminas de lluvias máximas anuales, acumuladas en
cinco días; tienden a disminuir.
Según el IPCC (2012), los modelos climáticos globales (MCG) simulan relativamente bien los cambios
observados en las temperaturas extremas, pero la frecuencia, la distribución y la intensidad de las fuertes
precipitaciones todavía no son simuladas en forma adecuada (Randall et al., 2007), ya que no pueden
reproducir bien los cambios observados en las precipitaciones intensas (Alexander y Arblaster, 2009).
Además, las proyecciones de los cambios en las temperaturas extremas tienden a ser más consistentes en
los modelos climáticos (en términos de signo) que en los extremos de precipitación (Tebaldi et al., 2006;
Orlowsky y Seneviratne, 2011).
81
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Figura 3. Cambios proyectados, en el período 2081-2100, de la precipitación máxima anual, acumulada en cinco
días. Escenario RCP8,5. Fuente: Collins et al., (2013).
Figura 4. Cambios proyectados, en el período 2081-2100, por cada grado centígrado de incremento de la
temperatura media local. Cambio porcentual de la lámina de lluvia diaria máxima anual, que utilizando los valores
observados durante el período 1986-2005, se le había estimado un período de retorno de 20 años. Los cambios que
se incluyen en esta figura se obtuvieron utilizando la mediana de los resultados correspondientes a las aplicaciones
de los modelos que forman parte del conjunto del CMIP5. Fuente: Collins et al., (2013).
82
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 6. Cambios relativos de la precipitación máxima anual durante el período 2081-2100, respecto a los datos
observados durante el período 1986-2005. Escenario RCP 8.5. Fuente: KNMI
83
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Figura 7. Cambios relativos de la precipitación total acumulada en cinco días, máxima anual, durante el período
2081-2100, respecto a los datos observados durante el período 1986-2005. Escenario RCP 8.5. Fuente: KNMI
En general, uno de los problemas asociados a la evaluación de los cambios, tanto en frecuencia como en
intensidad, de los fenómenos climáticos extremos, corresponde a la falta de información adecuada, ya
que la poca frecuencia de ocurrencia de este tipo de eventos determina que la cantidad de datos
disponibles es pequeña, y a veces, inexistente. Mientras menos frecuente es la ocurrencia del evento
extremo mayor será su intensidad y, por lo tanto, su capacidad para generar desastres, pero menor será
la disponibilidad de registros históricos.
En resumen, la confianza en las proyecciones del cambio climático depende de la escala y variable
(temporal y espacial) que se está considerando y de si se están proyectando valores extremos o cantidades
medias, ya que la confianza en las proyecciones para los extremos es, generalmente, más incierta que
para las proyecciones de promedios a largo plazo.
Como fue descrito en secciones anteriores, de acuerdo a lo reportado en la referencia Stocker et al., 2013
(publicación que forma parte del Quinto Reporte de Evaluación del Panel Intergubernamental de Cambio
Climático), desde la publicación del Informe Especial del IPCC sobre el Manejo del Riesgo de Eventos
y Desastres Extremos (IPCC, 2012), se ha avanzado mucho en la evaluación del efecto del cambio
climático sobre la ocurrencia de extremos climáticos, debido a las mejoras en las capacidades de los
modelos para simular dichos eventos, mejoras en la comprensión de la ocurrencia y las características de
estos eventos y a la nueva evidencia que se ha podido recopilar. Sin embargo, a pesar de estos avances,
todavía la mayoría de los modelos no estiman adecuadamente el efecto de los cambios o tendencias de
la temperatura sobre los cambios de los eventos extremos de precipitación. Esto ocurre, principalmente
en las zonas tropicales, donde se proyectan cambios que subestiman el aumento de las precipitaciones
extremas.
84
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Por otra parte, la validación de los resultados que se obtienen con la aplicación de los modelos climáticos,
generalmente, se lleva a cabo evaluando en qué medida se aproximan dichos resultados a las
observaciones históricas realizadas, en referencia a una variable climática específica (Acevedo y Poveda,
2011). En el caso de extremos de precipitación, un ejemplo de este tipo de variable, pudiese ser las
láminas de lluvias diarias máximas anuales.
A este respecto, se consideran muy importantes los comentarios expresados en la referencia Camilloni
(2015) que reflejan el tipo de errores que se obtienen cuando se evalúan las bondades de los modelos
climáticos a nivel regional (que es lo que se requiere en la evaluación de impactos), utilizando
información histórica observada en dicha región, concluyéndose que las proyecciones de los MCG
pudiesen tener sesgos significativos y no pueden, en general, aplicarse directamente para la evaluación
de impactos. Por este motivo, es necesario realizar la corrección del sesgo estadístico de los errores
sistemáticos de los modelos climáticos, a los fines de producir series temporales, a largo plazo, con una
distribución estadística cercana a la de las observaciones, para que se puedan utilizar como insumo en la
aplicación de los modelos hidrológicos. Tanto las técnicas de reducción de escala (“Downscaling”), como
la corrección estadística, requieren de datos históricos a escalas espaciales apropiadas, para ser usados
como entrada a los modelos que evalúan los impactos del cambio climático. Estos son procedimientos
que se deben aplicar, especialmente, cuando se consideran los extremos. En particular, la evaluación del
impacto del cambio climático en la frecuencia y duración de las inundaciones, debido a los cambios
proyectados en las precipitaciones extremas, requiere de una metodología que considere un enfoque
basado en la física de dicho proceso, incorporando la información meteorológica, corregida por el sesgo
que pudiesen generar los modelos climáticos.
Un ejemplo de la gran incertidumbre asociada a los resultados obtenidos con los MCG que integran el
CMIP5, en la estimación del efecto del cambio climático sobre eventos extremos, se presenta en la Figura
8. En dicha figura se presentan los valores promedios sobre toda Venezuela, de la precipitación diaria,
máxima anual, durante el período 1900-2100, estimados utilizando el conjunto de MCG que integran el
CMIP5. El período 1986-2005, dispone de registros históricos (la línea negra corresponde a los valores
observados, y las líneas grises representan las estimaciones obtenidas con diferentes MCG); mientras
que durante el período 2006-2100, se muestran las estimaciones asociadas a dos escenarios de cambio
climático, RCP 4.5 (color azul) y RCP 8.5 (color rojo). Como se puede observar en esta figura, la
incertidumbre es inmensa. Cercanas a la margen derecha de la figura se presenta un resumen de los
resultados obtenidos para los dos escenarios durante el período 2081-2100; donde se presentan unos
rectángulos que muestran la variación del 50 % de los resultados, las líneas verticales que muestran la
variación de la mayoría de los resultados, y una línea horizontal que cruza el rectángulo que representa
la mediana de todos los valores estimados.
85
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Figura 8. Valores promedios sobre toda Venezuela, de la precipitación diaria, máxima anual, durante el período
1900-2100, estimados utilizando el conjunto de MCG que integran el CMIP5. El período 1986-2005, dispone de
registros históricos; mientras que durante el período 2006-2100, se muestran las estimaciones asociadas a dos
escenarios de cambio climático, Escenario RCP 4.5 (color azul) y RCP 8.5 (color rojo). Fuente: KNMI
Recientemente, en el mes de mayo de 2017, se celebró un taller de trabajo auspiciado por la Sociedad
Americana de Ingenieros Civiles (ASCE), relacionado con métodos de ingeniería para estimar la
precipitación de diseño bajo un clima cambiante, debido al efecto del cambio climático.
Como parte de este taller, los autores Sreetharan y Giovannettone (2017), presentaron un trabajo sobre
el ejercicio de la ingeniería y el problema del cambio climático, debido a la necesidad de incluir dentro
de los parámetros de diseño de las obras de ingeniería, el efecto que tendrá dicho cambio.
Esto es especialmente cierto en el diseño de las obras hidráulicas que se utilizan para controlar los
desastres que causan las tormentas extremas que generan inundaciones y/o aludes torrenciales. Obras
como canalizaciones, diques marginales, puentes, embalses y lagunas, presas para la retención de
sedimentos, etc.; requieren de la definición de las tormentas de diseño, a través de la estimación de la
variación tanto temporal como espacial de estos eventos, asociadas a un determinado período de retorno
o probabilidad de excedencia de dicho evento. Las metodologías estándar que se usan para realizar dichas
estimaciones consideran que el clima es estacionario, es decir, que los parámetros de las distribuciones
probabilísticas que se le ajustan a los registros históricos de dichos eventos permanecen constantes en el
tiempo. Bajo la condición de un clima cambiante (no estacionario), la consideración de clima estacionario
generaría subestimaciones en el diseño de estas obras.
Por otra parte, analizando algunas de las conclusiones que se dan en los informes de evaluación del
cambio climático, se observa que se usa mucho una terminología cualitativa para definir el
86
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
comportamiento futuro de estos eventos extremos (Por ejemplo, en el caso de precipitación se utilizan
términos en inglés como “heavy”, “very heavy” y “extreme”); mientras que para el diseño de obras se
requiere de una información cuantitativa. Es importante reconocer que en estos últimos informes de
evaluación del efecto del cambio climático (AR4 y AR5), ya se están produciendo avances en este sentido
(cuantitativo), al incluir el efecto de los escenarios de cambio climático en los valores de variables como
la precipitación máxima anual acumulada en cinco días y la precipitación diaria máxima anual (ver
Figuras 6, 7 y 8).
Las principales conclusiones del trabajo de Sreetharan y Giovannettone (2017), se pueden resumir de la
siguiente forma:
Para considerar la influencia de las tendencias climáticas en el diseño de obras civiles, los
ingenieros han tenido que salir de su zona de confort, relacionada con la implementación de
estándares de diseño aceptados a nivel de cada país, a los fines de desarrollar otros tipos de
metodologías que incluyan el efecto del cambio climático.
Por lo tanto, a nivel del país (refiriéndose a Estados Unidos de América, pero aplicable a cualquier
país), se identifican dos necesidades apremiantes: primero, un estudio a escala nacional para
evaluar la evidencia de la no estacionariedad climática en los registros de precipitación y,
segundo, evaluar si dicha no estacionariedad impactará las normas y prácticas actuales de diseño.
En septiembre de 2016, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército Americano (USACE, 2016), emitió un
boletín identificado como 2016-25, sobre Ingeniería y Construcción, donde se establecen unas guías para
incorporar el efecto del impacto del cambio climático en los estudios hidrológicos requeridos para el
diseño de obras civiles. Recientemente, en enero del 2017, el USACE publicó el manual de usuario de
una herramienta para detectar la no estacionariedad en series de tiempo hidrológicas (USACE, 2017).
Ambas publicaciones muestran la importancia que le asigna la USACE a la consideración de estos efectos
en el diseño de las obras requeridas para controlar inundaciones y aludes torrenciales.
Debido a la necesidad que tienen los ingenieros relacionada con la toma de decisiones sobre los criterios
a utilizar para el diseño de obras civiles bajo un clima cambiante, se están realizando evaluaciones, como
las descritas en USACE (2017), a los fines de probar la existencia de la no estacionariedad de las series
climáticas e hidrológicas; como es el caso del trabajo descrito en la referencia Bonnin, Kazungu and
Yekta (2011). En dicha referencia se analizan las tendencias que presentan las lluvias extremas
observadas en algunas zonas de USA, encontrándose tendencias positivas en algunas zonas y negativas
en otras, pero al analizar las magnitudes de dichas tendencias se encontró que las mismas eran inferiores
a las incertidumbres asociadas a los resultados obtenidos mediante la aplicación de diferentes métodos
de estimación de la frecuencia de ocurrencia de estos eventos extremos. Otro trabajo reciente, que se
considera muy importante, sobre análisis de tendencias de registros históricos de eventos extremos, es el
descrito en la referencia Barros, et al., (2014), relacionado con los caudales máximos anuales registrados
en un gran número de estaciones hidrométricas (seleccionadas analizando la información de más de
10.000 estaciones, donde 47 de ellas disponen de más de 100 años de registros) ubicadas en las regiones
del sureste y atlántico medio norteamericano, encontrándose que en más del 80 % de las estaciones no
se observó una tendencia estadísticamente significativa (sin tendencia), en más del 11 % la tendencia fue
negativa (estaciones ubicadas aguas abajo de embalses o en zonas kársticas) y sólo en menos de un 7 %
87
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
la tendencia fue positiva (generalmente en áreas urbanas); sin embargo, al observar la distribución
espacial de las tendencias positivas, en mapas de estas regiones, se encontró que las mismas estaban
mezcladas con estaciones que en su mayoría no presentaban tendencia alguna. Adicionalmente, en la
referencia Archfield (2017), se presenta un análisis de los cambios en frecuencia, duración, magnitud y
volumen de los hidrogramas de crecidas extremas, en todo el territorio norteamericano, en los últimos
70 años; concluyendo que no se encontraron tendencias consistentes sobre los cambios en las propiedades
de estos hidrogramas, con la excepción de algunas pocas regiones en U.S.A., que presentaron tendencias
a cambios en la frecuencia o duración, pero no en la magnitud de los caudales máximos (caudales picos
de las crecidas).
Finalmente, en septiembre del año 2015, se llevó a cabo en Brasil un taller de trabajo auspiciado por el
IPCC (2015), sobre proyecciones climáticas a nivel regional y su uso en la evaluación de impactos y
análisis de riesgo, donde participaron 110 expertos representando a 52 países. Uno de los principales
resultados de este taller correspondió al establecimiento de una serie de recomendaciones para que sean
tomadas en cuenta en la elaboración del próximo informe de evaluación, identificado como AR6. Dentro
de este conjunto de recomendaciones, una de las más importante, corresponde a la necesidad de realizar
un diálogo entre los integrantes de los grupos de trabajo del AR6, con los responsables de la toma de
decisiones, que serán los usuarios de las proyecciones del efecto de los cambios climáticos sobre la
ocurrencia de los eventos extremos, a los fines de definir las características que debe tener la información
que les será suministrada. Es decir, este diálogo será (o debería ser) entre los científicos relacionados con
las áreas de modelación climática a nivel regional, técnicas de reducción de escala, impactos climáticos
y análisis de riesgo; con los hidrólogos, ingenieros hidráulicos, ambientalistas evaluadores de impactos
ambientales, expertos en la evaluación de riesgos asociados a la ocurrencia de eventos climáticos
extremos, etc.; a los fines de definir el tipo de información que requiere cada uno de estos grupos, para
poder incorporar, en forma adecuada, el efecto del cambio climático sobre cada una de las actividades
que desarrollan dichos grupos.
88
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
CONCLUSIONES
Desde el punto de vista meteorológico, las tormentas de alta intensidad, amplia cobertura espacial y
larga duración, son los eventos extremos que generan los desastres que producen tanto las
inundaciones (pluviales y fluviales), como los aludes torrenciales, por lo tanto, las variables
climáticas susceptibles a modificar el riesgo a inundaciones y/o aludes torrenciales, son aquellas que
caracterizan la ocurrencia de dichas tormentas extremas.
Los cambios proyectados de la precipitación máxima anual, tanto diaria como el total acumulado en
cinco días, para el período 2081-2100 y correspondiente al escenario más extremo del AR5, RCP8,5,
muestran que el promedio global sobre todo el globo terráqueo es de un incremento del orden del 20
%, a finales del Siglo XXI, aunque, a nivel regional existen zonas donde se produce una disminución
de dicho índice, como son los casos de algunas islas del caribe, en algunos países de Centroamérica,
en el norte de Venezuela (donde se ubica Vargas) y la costa norte de Chile.
En la actualidad existe una gran incertidumbre asociada a las proyecciones del efecto del cambio
climático sobre la ocurrencia de tormentas extremas.
o Según el IPCC (2012), los modelos climáticos simulan relativamente bien los cambios
observados en las temperaturas extremas, pero la frecuencia, la distribución y la intensidad de
las fuertes precipitaciones todavía no son simuladas en forma adecuada (Randall et al., 2007).
Existe una brecha entre la ciencia climática y los responsables de la toma de decisiones, respecto al
diseño de obras civiles, tomando en consideración el efecto del cambio climático.
En mayo de 2017, se llevó a cabo un taller de trabajo auspiciado por la Sociedad Americana de
Ingenieros Civiles (ASCE), sobre Métodos de ingeniería para estimar la precipitación de diseño
bajo un clima cambiante, debido al efecto del cambio climático. Durante este evento los autores
Sreetharan y Giovannettone (2017), presentaron un trabajo sobre el ejercicio de la ingeniería y el
problema del cambio climático, con las siguientes conclusiones:
o Para considerar la influencia de las tendencias climáticas en el diseño de obras civiles, los
ingenieros han tenido que salir de su zona de confort, relacionada con la implementación de
estándares de diseño aceptados a nivel de cada país, a los fines de desarrollar otros tipos de
metodologías que incluyan el efecto del cambio climático.
89
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
o Por lo tanto, a nivel del país (refiriéndose a Estados Unidos de América, pero aplicable a
cualquier país), se identifican dos necesidades apremiantes: primero, un estudio a escala
nacional para evaluar la evidencia de la no estacionaridad climática en los registros de
precipitación y, segundo, evaluar si dicha no estacionaridad impactará las normas y prácticas
actuales de diseño.
En septiembre de 2016, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército Americano (USACE, 2016), emitió un
boletín identificado como 2016-25, sobre Ingeniería y Construcción, donde se establecen unas guías
para incorporar el efecto del impacto del cambio climático en los estudios hidrológicos requeridos
para el diseño de obras civiles. Recientemente, en enero del 2017, el USACE publicó el manual de
usuario de una herramienta para detectar la no estacionaridad en series de tiempo hidrológicas
(USACE, 2017). Para la consideración de la no estacionaridad en la estimación de los períodos de
retorno, para seleccionar los parámetros de diseño de estructuras hidráulicas, ya existen trabajos como
los descritos en las referencias:
o Salas y Obeysekera (2014), donde se realiza una revisión de los conceptos de período de
retorno y riesgo, que se deben tomar en cuenta cuando se analizan eventos hidrológicos
extremos no estacionarios.
o Gilroy and McCuen (2012), se describe una metodología para la realización de análisis de
frecuencias de inundaciones, utilizando la no estacionaridad que introduce, no sólo el clima
cambiante (cambio climático), sino también el crecimiento futuro de la huella urbana.
Lo descrito en los apartes anteriores refleja la importancia que le están dando los tomadores de
decisiones, a la evaluación de las tendencias que presentan los registros históricos de variables
climáticas e hidrológicas.
Resumen de las recomendaciones descritas en la referencia IPCC (2015), para la elaboración del
Sexto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (AR6).
o Desarrollar índices integrados de riesgo y vulnerabilidad que incluyan tanto variables físicas,
como las amenazas naturales (ocurrencia de eventos climáticos extremos), así como variables
que describan tanto la exposición como la vulnerabilidad (factores socioeconómicos,
biodiversidad, distribución demográfica, infraestructuras, etc.).
o Fomentar el diálogo entre los integrantes de los grupos de trabajo del IPCC, con los
responsables de la toma de decisiones, a los fines de definir las características que debe tener
la información que será suministrada como producto del AR6, para poder satisfacer los
requerimientos de los diferentes grupos que conforman los tomadores de decisiones.
90
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
o Elaboración de guías sobre las técnicas que se deben llevar a cabo para la reducción de los
sesgos que se pudiesen presentar en las proyecciones futuras de la ocurrencia de eventos
climáticos extremos.
Resumen de los resultados presentados en el Quinto Informe de Evaluación del IPCC, que se pueden
relacionar con el desastre de Vargas.
o Analizando los cambios proyectados de la precipitación máxima anual, tanto diaria como el
total acumulado en cinco días, para el período 2081-2100 y correspondiente al escenario más
extremo del AR5, RCP8,5, muestran que en Vargas el efecto del cambio climático sobre los
valores de los índices de amenaza climática es negativo.
o Sin embargo, dado el crecimiento de la huella urbana y sobre todo de la pobreza, en el estado
Vargas, se concluye que el índice de vulnerabilidad es alto (ver referencia CAF, 2014).
o Todo esto aunado a la gran incertidumbre asociada a los resultados obtenidos con los MCG
que integran el CMIP5, en la estimación del efecto del cambio climático sobre eventos
extremos, se concluye que el riesgo a sufrir daños por la ocurrencia de inundaciones y aludes
torrenciales, en la zona de Vargas, sigue aumentando.
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93
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
RESUMEN
Se proponen modelos estadísticos multivariados para estimar las respuestas hidrológicas extremas
(crecidas y aludes torrenciales) de cuencas de la vertiente norte del macizo El Ávila, sustentados en sus
parámetros morfométricos. Se aplicaron técnicas estadísticas multivariadas (análisis de correlación lineal
(ACL), análisis de componentes principales (ACP) y análisis de regresión lineal múltiple con
componentes principales (ARLM-CP), mediante las cuales se obtuvieron los modelos predictivos de
respuestas hidrológicas extremas. El ACP permitió reducir la dimensionalidad de los grupos de
parámetros morfométricos. Los ARLM revelaron, para la mayoría de los casos, muy buenos ajustes entre
los parámetros morfométricos y los parámetros de respuesta hidrológica. Los parámetros morfométricos
de la variable escala de la cuenca, son los mejores predictores de caudales máximos instantáneos y
volúmenes de crecidas y, los de la variable gradiente y forma del relieve de la cuenca, de los volúmenes
de detritos.
94
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
INTRODUCCIÓN
En las cuencas de drenaje desarrolladas en ambientes montañosos, las salidas del sistema están
representadas por caudales líquidos y materiales sólidos (detritos), como consecuencia de los efectos
causados por las lluvias (entradas) capturadas en sus áreas de recepción que, en el caso de tratarse de
eventos extraordinarios, activan procesos hidrogeomorfológicos como la erosión (procesos de remoción
en masa) y el transporte vinculados a las aguas de escorrentía, potenciales de generar eventos extremos
de crecidas y aludes torrenciales; estos procesos naturales son muy agresivos y tienen un alto poder
destructivo (De Haas et al., 2018; Yuan et al., 2019b).
Estos efectos observables y medibles –en cierta medida– en las salidas de las cuencas, es lo que se conoce
como sus respuestas hidrológicas súbitas y, unos de los parámetros cuantificables y de gran peso en su
definición, sobre todo cuando nos referimos a crecidas y aludes torrenciales, son los caudales máximos
instantáneos y los volúmenes de detritos transportados y depositados fuera de la cuenca (Borga, 2019;
Yuan et al., 2019a).
Durante los días 14, 15 y 16 de Diciembre de 1999, ocurrió un evento de lluvias extraordinarias que
afectó principalmente la vertiente norte-caribeña del macizo El Ávila (estado Vargas, Venezuela),
atribuida a una situación meteorológica sinóptica definida como vaguada en altura (Foghin, 2001). Estas
condiciones desencadenaron complejos movimientos en masa, cuyas concentraciones de agua y
materiales sólidos en los cauces principales de las cuencas, se tradujeron en imponentes aludes
torrenciales que, cobraron numerosas vidas humanas y cuantiosas pérdidas materiales y económicas
(Wieczorek et al., 2000; Larsen et al., 2002).
La ausencia de una red pluviométrica bien distribuida en la vertiente norte del macizo El Ávila, la
inoperancia de la mayoría de las estaciones de esta red en Diciembre de 1999, la falta de estaciones
hidrométricas y, la carencia de registros pluviométricos e hidrométricos históricos estadísticamente
suficientes, son algunas de las razones técnicas que han limitado las aproximaciones para cuantificar las
precipitaciones (evento extremo) y las magnitudes relacionadas con el evento de aludes torrenciales.
Ello expone la necesidad de indagar sobre alternativas metodológicas que, permitan realizar estimaciones
indirectas de parámetros de respuestas hidrológicas extremas, basadas en la cuantificación y relaciones
con factores del medio físico que condicionan su ocurrencia y magnitudes. Esto cobra mayor significado
para cuencas montañosas no instrumentadas y de las que, sus registros pluviométricos e hidrométricos
son escasos o inexistentes.
Bajo esas consideraciones, diversas investigaciones han demostrado las relaciones de dependencia
existentes entre la geomorfología (morfometría) de una cuenca y sus respuestas hidrológicas. En los
últimos seis años, algunas contribuciones han centrado sus esfuerzos en este tema, sustentados en técnicas
estadísticas multivariadas, sistemas de información geográfica (SIG) y modelamiento hidrológico
(Karalis et al., 2014; El Tahan et al., 2016; Tsanakas et al., 2016; Esper et al., 2017; Tunas et al., 2017;
Abdulkareem et al., 2018; Grelle et al., 2019; Mahmood y Rahman, 2019; Esper et al., 2020).
En ese sentido, es propósito de este trabajo de investigación, generar modelos estadísticos predictivos
que permitan cuantificar las magnitudes de respuestas hidrológicas extremas en cuencas de drenaje de la
vertiente norte del macizo El Ávila, a partir de la aplicación de técnicas estadísticas multivariadas entre
parámetros morfométricos de esas cuencas y, parámetros de respuestas hidrológicas previamente
calculados para los mismos sistemas hidrológicos. Estos modelos permitirán, como aproximación,
95
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
estimar las magnitudes de caudales máximos instantáneos y volúmenes de detritos, vinculados a eventos
hidrogeomorfológicos extremos, en otras cuencas del mismo contexto fisiográfico estudiado y de las
cuales, no se dispone de información hidrométrica instrumental.
ÁREA DE ESTUDIO
Las cuencas seleccionadas para esta investigación, en atención a la importancia de las magnitudes de sus
respuestas hidrogeomorfológicas, como consecuencia del evento catastrófico de aludes torrenciales
ocurrido en Diciembre de 1999, están ubicadas en la región centro-norte de Venezuela, específicamente
en la parte central del estado Vargas. Las mismas, en conjunto, ocupan una superficie de 198,89 km 2
aproximadamente, cuya localización geoastronómica está definida por las coordenadas 10º32’25” –
10º37’35” de latitud norte y 66º40’08” – 66º59’12” W de longitud oeste (Figura 1).
El macizo El Ávila se extiende a lo largo de 100 km, desde el valle de la quebrada Tacagua en el extremo
occidental hasta el cabo Codera en el borde oriental. Este complejo montañoso se levanta entre el mar
Caribe y los valles intramontanos de origen tectónico de Caracas y de Guarenas-Guatire. Estas unidades,
en conjunto, conforman un relieve controlado por bloques morfotectónicos (Guevara, 1983).
El clima presenta una temperatura media anual de 26,1°C en la parte más baja del área y, entre 12,7°C y
22°C en la parte más alta. Las lluvias son escasas a moderadas, con promedios anuales que exceden los
500 mm (Ministerio del Poder Popular para el Ambiente [MPPA], Dirección General de Cuencas,
Dirección de Hidrología y Meteorología, 2011).
En las laderas de las partes más bajas de las cuencas, los suelos tienen deficiencias de humedad y
clasifican como Haplargids y Torriorthents, por el contrario, en las laderas y cumbres más altas, hay
suelos muy evolucionados y profundos que clasifican como Haplohumults (temperatura más baja) y
Hapludults (humedad más alta) (Elizalde et al., 2007).
En atención a un perfil altitudinal, desde la línea de costa hasta la fila montañosa de El Ávila, coexisten
las formaciones vegetales: litoral, cardonales y espinares, bosque deciduo, bosque semi-deciduo, bosque
transicional, selva nublada, sub-páramo, bosque de galería y vegetación secundaria (Steyermark y Huber,
1978).
96
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 1. Localización de las cuencas de drenaje del área de estudio (vertiente norte del macizo El Ávila, estado
Vargas, Venezuela): (1) quebrada Curucutí, (2) quebrada Piedra Azul, (3) quebrada Osorio, (4) quebrada
Cariaco, (5) río San José de Galipán, (6) quebrada El Cojo, (7) quebrada Camurí Chiquito, (8) quebrada San
Julián, (9) quebrada Seca, (10) río Cerro Grande, (11) río Uria, (12) río Naiguatá y (13) río Camurí Grande.
MATERIALES Y MÉTODOS
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
2000), así como imágenes satelitales de Ikonos (1 m de resolución espacial) (CPDI, 1999), Landsat 7
ETM (30 m de resolución espacial) (CPDI, 2002) y Spot 5 (5 m de resolución espacial) (CPDI, 2005).
Se ensamblaron mosaicos cartográficos, sobre los que se delimitaron los polígonos del área de estudio.
La información fue digitalizada utilizando el software ArcGIS 9.2 para SIG. Con la herramienta
ArcHydro se trazaron las redes de drenaje y perímetros de las cuencas y, con el módulo Spatial Analysis,
se construyó el Modelo Digital de Elevación (MDE). A partir del MDE se levantaron perfiles
topográficos longitudinales y transversales de las cuencas, así como perfiles topográficos longitudinales
de ríos y quebradas principales.
Información Hidrológica
Se consideraron datos de parámetros de respuesta hidrológica para un período de retorno de 100 años:
(a) caudales máximos instantáneos previos al evento de aludes torrenciales de Diciembre de 1999 y, (b)
caudales máximos instantáneos posteriores al evento de aludes torrenciales de Diciembre de 1999, (c)
volúmenes de crecidas posteriores al evento de aludes torrenciales de Diciembre de 1999 y, (d)
coeficientes de escorrentía, estimados por González y Córdova (2003) y; con relación a los parámetros
referidos a cargas sólidas, datos de: (e) volúmenes de detritos del evento de aludes torrenciales de
Diciembre de 1999; (f) volúmenes de detritos producidos previos al evento de aludes torrenciales de
Diciembre de 1999 y, (g) volúmenes de detritos producidos posteriores al evento de aludes torrenciales
de Diciembre de 1999, estimados por Córdova y González (2003).
Para estudiar el grado de relación entre parámetros de respuesta hidrológica y parámetros morfométricos,
se realizaron análisis de correlación lineal (ACL), basados en la estimación del coeficiente de Pearson,
empleando Xlstat de Microsoft Excel.
El ARLM maneja varias variables independientes y, cuenta con varios parámetros. Estos análisis también
se realizaron con SPSS Statistics Versión 17.0, cuyas variables independientes estuvieron representadas
por los CP de las variables morfométricas y, las variables dependientes, por los parámetros de respuesta
hidrológica.
98
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
En el caso de los caudales máximos instantáneos posteriores al evento de aludes torrenciales, son
notoriamente superiores a los estimados previos a los aludes. En los volúmenes de crecidas, se observa
el mismo comportamiento. Y, en cuanto a los coeficientes de escorrentía, se muestran bastante uniforme
entre todas las cuencas.
Los volúmenes de detritos transportados por el evento de aludes torrenciales, representan cargas sólidas
importantes depositadas sobre los abanicos aluviales, responsables de la destrucción de áreas urbanas.
Para el caso de los volúmenes de detritos producidos previos y posteriores al evento de aludes, muestran
magnitudes potenciales, capaces de ser generadas por las cuencas durante eventos hidrometeorológicos
extremos. Estas magnitudes referidas a los caudales máximos y volúmenes líquidos, así como a las cargas
sólidas de las respuestas hidrológicas de las cuencas, representan montos importantes que evidencian el
potencial hidrogeomorfológico de los eventos de aludes torrenciales que han ocurrido en el sector, bajo
la combinación de lluvias extraordinarias y condiciones de inestabilidad del medio físico.
Los parámetros morfométricos relacionados con la geometría de los sistemas (grupo de parámetros
correpondientes a la variable escala de la cuenca), son los que determinan, en mayor proporción,
condiciones particulares que favorecen la ocurrencia de crecidas con hidrogramas de picos pronunciados
y corta duración. Otros parámetros, que definen atributos distintos de estas cuencas, contribuyen, de igual
manera, con pesos significativos en el control de las magnitudes y características de las respuestas
hidrológicas. Estos parámetros están representados, en específico, por las pendientes de los perfiles
longitudinales de las quebradas y ríos principales (Figura 2), lo pronunciado del relieve montañoso, las
99
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
cortas longitudes de los cursos de agua principales, los altos órdenes de las cuencas, el número total de
corrientes de las redes de drenaje y las magnitudes de las mismas.
Figura 2. Perfiles topográficos longitudinales de los cauces principales de ríos y quebradas de la vertiente norte
del macizo El Ávila, estado Vargas, Venezuela.
100
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Tabla 1. Parámetros Morfométricos Medidos y Calculados para las Cuencas y Redes de Drenaje.
1. Área (A) (Km2); 2. Área de la vertiente mayor (Avmay) (Km2); 3. Área de la vertiente menor
Gravelius (1914); Horton (1945);
Escala de la cuenca (10 (Avmen) (Km2); 4. Perímetro (P) (Km); 5. Longitud (L) (Km); 6. Ancho promedio (a) (Km);
Langbein (1947); Schumm (1977);
parámetros) 7. Ancho máximo (amáx) (Km); 8. Diámetro (D) (Km); 9. Área del rectángulo equivalente al
Gardiner (1981)
de la cuenca (Ar) (Km2); 10. Perímetro de un círculo igual al área de la cuenca (Pc) (Km)
11. Altitud mínima (h) (msnm); 12. Altitud máxima (H) (msnm); 13. Altitud media (Hm)
(msnm); 14. Altitud de la naciente de la corriente principal (Hn) (msnm); 15. Altitud del
De Martonne (1909); Horton (1945);
desagüe de la corriente principal (hd) (msnm); 16. Relieve máximo (Rm) (m); 17. Radio del
Langbein (1947); Strahler (1964);
relieve (R) (m/Km); 18. Pendiente media del relieve (Pm) (m/m); 19. Concavidad del perfil
Gradiente y forma del Potter (1953); Schumm (1977);
longitudinal de la corriente principal (Cp); 20. Pendiente media del perfil longitudinal de la
relieve de la cuenca Melton (1958); Hadley y Schumm
corriente principal (Pcpm) (m/m); 21. Relieve máximo de la corriente principal (Rmcp) (m);
(18 parámetros) (1961); Roche (1963); Pike y Wilson
22. Factor topográfico de la corriente principal (Ft); 23. Pendiente media del total de
(1971); Henao (1998); Sreedevi et al.
corrientes de la red de drenaje (Ptcm) (m/m); 24. Integral hipsométrica (IH); 25. Coeficiente
(2005)
de masividad (Cm) (msnm/Km2); 26. Coeficiente orográfico (Co); 27. Relieve relativo (Rr)
(m/Km); 28. Número de rugosidad de Melton (NR)
29. Elongación (E); 30. Perímetro relativo de crenulación (Prc); 31. Coeficiente de
Gravelius (1914); Horton (1945);
compacidad (Kc); 32. Índice de alargamiento (Ia); 33. Índice de homogeneidad (Ih); 34.
Miller (1953); Schumm (1977); Hack
Forma de la cuenca (14 Índice de simetría (Is); 35. Factor forma (Ff); 36. Alargamiento de caquot (Ac); 37. Radio de
(1957); Strahler (1964); Mueller
parámetros) elongación (Re); 38. Radio de circularidad (RC); 39. Índice de forma (If); 40. Índice entre el
(1968); Seyhan (1977); Gardiner
largo y el área de la cuenca (ICo); 41. Coeficiente de forma (Cf); 42. Coeficiente de redondez
(1981); Henao (1998)
(Cr)
43. Longitud de la corriente principal (Lcp) (Km); 44. Longitud media del valle de la corriente
principal (Lvm) (Km); 45. Longitud total de las corrientes de la red de drenaje (Ltc) (Km); 46.
Sinuosidad total de la corriente principal (S); 47. Sinuosidad topográfica de la corriente
Horton (1945); Smith (1950); Strahler
Extensión de la red de principal (St); 48. Sinuosidad hidráulica de la corriente principal (Sh); 49. Centro de gravedad
(1964); Schumm (1977); Faniran
drenaje del cauce principal (Cg) (Km); 50. Densidad de drenaje (Dd) (Km/Km2); 51. Textura del
(1968); Mueller (1968); Shreve
(15 parámetros) drenaje (Td) (Km-1); 52. Coeficiente de mantenimiento del canal (Cmc) (Km2/Km); 53.
(1974); Morisawa (1985)
Extensión media de la escorrentía superficial (Em) (Km); 54. Longitud del flujo superficial
(Lfs) (Km); 55. Textura topográfica (Tt); 56. Intensidad de drenaje (Id) (Km); 57. Alejamiento
medio (Am)
58. Número total de corrientes de la red de drenaje (Nt); 59. Orden de la cuenca (u); 60.
Orden y magnitud de la Relación de bifurcación media (Rbm); 61. Relación de longitud media (RLm); 62. Relación de
Horton (1945); Strahler (1964);
red de drenaje pendiente media (Rpm); 63. Frecuencia media de las corrientes totales de la red de drenaje
Melton (1958)
(9 parámetros) (Fmc) (Nt/Km2); 64. Coeficiente de torrencialidad (Ct) (N1/Km2); 65. Coeficiente de
almacenamiento (Ca); 66. Magnitud de la cuenca (M) (N1)
101
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Caudal
Caudal máximo Volumen de Volumen de Volumen de
máximo Volumen de
instantáneo crecidas Coeficiente detritos previo detritos
instantáneo detritos (evento
posterior al alud posterior al alud de al alud posterior al alud
Cuenca previo al alud Dic. 1999)
(Tr = 100 años) (Tr = 100 años) escorrentía (Tr = 100 años) (Tr = 100 años)
(Tr = 100 años) (Vd)
(Qmipos-d) (Vcpos-d) (CE) (Vdpre-d) (Vdpos-d)
(Qmipre-d) (m3)
(m3/s) (Hm3) (m3) (m3)
(m3/s)
Quebrada Curucutí 148 159 1,39 0,56 – – –
Quebrada Piedra Azul 387 413 3,77 0,61 2.217.861 1.313.876,6 1.450.556,8
Quebrada Osorio 72 80 0,70 0,60 839.182 484.302,0 559.328,6
Quebrada Cariaco 91 115 0,95 0,67 1.000.866 598.214,6 763.351,3
Río San José de Galipán 290 320 2,79 0,63 1.616.197 949.533,7 1.105.391,8
Quebrada El Cojo 101 114 1,05 0,60 1.142.693 645.815,8 785.742,1
Quebrada Camurí
180 204 1,86 0,66 1.789.882 790.841,8 955.779,3
Chiquito
Quebrada San Julián 410 448 3,91 0,62 2.636.280 1.167.764,1 1.339.209,2
Quebrada Seca 60 71 0,60 0,66 1.616.905 701.950,7 924.004,9
Río Cerro Grande 449 500 5,00 0,64 1.680.163 726.539,7 855.618,0
Río Uria 219 260 2,37 0,66 1.396.063 594.491,5 773.861,3
Río Naiguatá 489 544 5,48 0,60 2.070.029 1.171.900,4 1.379.301,3
Río Camurí Grande 365 401 3,78 0,57 2.225.500 1.268.855,7 1.393.452,4
Valor máximo = 489 544 5,48 0,67 2.636.280 1.313.876,60 1.450.556,80
Valor mínimo = 60 71 0,60 0,56 839.182 484.302 559.328,60
Media = 250,85 279,15 2,59 0,62 1.685.968,42 867.840,55 1.023.799,75
Moda = – – – 0,60 – – –
Mediana = 219 260 2,37 0,62 1.648.534 758.690,75 939.892,10
Varianza = 23953,14 28293,31 2,78 0,00 291879464928,81 86006404768,72 90624073612,82
Desviación estándar = 154,77 168,21 1,67 0,04 540.258,70 293.268,49 301.038,33
Asimetría = 0,21 0,22 0,41 -0,24 0,08 0,40 0,21
Curtosis = -1,63 -1,55 -1,18 -0,97 -0,65 -1,51 -1,41
Coeficiente de variación
0,32 0,34 0,29
= 0,62 0,60 0,64 0,06
Primer cuartil = 101,00 115,00 1,05 0,60 1.332.720,50 633.915,50 782.771,90
Segundo cuartil = 219,00 260,00 2,37 0,62 1.648.534 758.690,75 939.892,10
Tercer cuartil = 387,00 413,00 3,78 0,66 2.106.987 1.168.798,18 1.349.232,23
102
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
103
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Tabla 3. (Cont.).
Td Cmc Em Lfs Id
Estadístico (Km2/Km Tt Am Nt u Rbm
(Km-1) ) (Km) (Km) (Km)
Media 430,41 0,11 0,03 0,05 1,30 4,09 2,27 497,54 5,15 4,10
Des. est. 288,61 0,03 0,01 0,02 0,12 0,71 0,32 323,65 0,69 0,44
Fmc Ct M
Estadístico RLm Rpm Ca
(Nt/Km2) (N1/Km2) (N1)
Valor
2,84 1,66 76,92 60,85 0,58 886
máx.
Valor mín. 1,92 1,16 15,48 11,72 0,50 127
Media 2,26 1,41 40,83 31,51 0,55 384,54
Des. est. 0,23 0,15 16,97 13,47 0,02 253,84
Algunos parámetros de la variable gradiente y forma del relieve exhiben buenas correlaciones con los de
respuesta hidrológica. Los parámetros altitudinales y de desniveles se correlacionan bien (entre 0,63 y
0,70) y muy bien (entre -0,80 y 0,70) respectivamente, con los de respuesta hidrológica, definiendo
desniveles y gradientes topográficos que, influyen en las magnitudes de los últimos. La pendiente media
del perfil longitudinal de la corriente principal (entre -0,73 y -0,77) y los parámetros vinculados con lo
pronunciado del relieve (entre -0,71 y -0,83), son los que mejor se relacionan con los de respuesta
hidrológica, cuyos valores negativos indican que, las menores pendientes y la mayor intensidad de la
denudación, corresponden a las cuencas con mayores áreas y, las pendientes mayores con relieves más
pronunciados, a las cuencas con menores superficies.
La mayoría de los parámetros de la variable forma de la cuenca, presentan muy bajas correlaciones con
los de respuesta hidrológica debido a que, muestran valores de forma muy cercanos entre sí, por lo que
estos parámetros, no son buenos predictores de las respuestas de los sistemas estudiados. Algunos
parámetros mostraron buenas correlaciones (entre -0,70 y 0,72) con el de volumen de detritos posterior
al alud, demostrando que, las cuencas con formas más alargadas tienden a transportar y depositar menos
detritos que las cuencas más circulares.
En la variable extensión de la red de drenaje, solamente los parámetros referidos a las longitudes de las
corrientes de los sistemas de drenaje, presentaron altas correlaciones (entre 0,82 y 0,91) con los de
caudales máximos instantáneos y volúmenes de crecidas, indicando que, las magnitudes de las respuestas
hidrológicas, son una función de la extensión y distribución espacial de las redes de drenaje. Dentro de
la variable orden y magnitud de la red de drenaje, destacan con buenas correlaciones los parámetros
orden de la cuenca, número total de corrientes de la red de drenaje y magnitud de la cuenca con
coeficientes entre 0,71 y 0,85, vinculados principalmente con los caudales máximos instantáneos y
volúmenes de crecidas. Ello demuestra que, mientras más extensas son las redes de drenaje, mayores son
las magnitudes de sus respuestas hidrológicas.
104
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Para el caso de la variable gradiente y forma del relieve de la cuenca, se obtuvieron cuatro CP, aunque,
son los dos primeros los que mayor proporción albergan en la explicación de los mismos (Figura 3). Con
las rotaciones de las sumas de las cargas al cuadrado, los porcentajes parciales de la VTE de los CP 1 y
2 se equipararon, al igual que, entre los CP 2 y 4, con lo cual, los porcentajes acumulados hasta el CP 3,
disminuyeron en comparación con los autovalores iniciales. En la variable forma de la cuenca, la VTE
alcanzó su mejor porcentaje de representación en dos CP. Para la variable extensión de la red de drenaje
se generaron tres CP, en el tercero de los cuales se explica más del 90% de la varianza total acumulada
(VTA) para los autovalores iniciales. Finalmente, con la variable orden y magnitud de la red de drenaje,
se obtuvieron, de igual forma, tres CP, en cuyo CP 3 se alcanza una VTEA mayor al 80%.
Con relación a las cargas factoriales asignadas a cada parámetro de las variables morfométricas y, según
los CP generados para cada una, se observa que, en el caso de la escala de la cuenca, sus parámetros
poseen cargas factoriales equiparables, con valores por encima de 0,85. En la variable gradiente y forma
del relieve de la cuenca, cada CP es representativo de un grupo de parámetros que guardan estrechas
relaciones entre sí, de esta manera, se observa que, el CP 1 es representativo, principalmente, de
parámetros relacionados con altitudes, desniveles y pendientes del relieve, mientras que, el CP 2, agrupa
a lo pronunciado del relieve montañoso y pendientes de los cauces; en el CP 3, están representadas la
altitud del desagüe y la altitud mínima y, en el CP 4, la integral hipsométrica y la concavidad del perfil
longitudinal de la corriente principal (Figura 4).
En los modelos correspondientes a la variable gradiente y forma del relieve de la cuenca se aprecia que,
en los correspondientes a los parámetros de caudales máximos instantáneos y volúmenes de crecidas, se
satisfacen solo con los CP 1 y 2; mientras que, los CP 3 y 4 no satisfacen a dichos modelos, con lo cual,
éstos quedan desechados para la construcción de las ecuaciones. Para el caso de los parámetros
relacionados con volúmenes de detritos, solamente los CP 2 y 3 satisfacen a los modelos, por el contrario,
los CP 1 y 4 quedan desechados de los modelos.
Para la variable forma de la cuenca, solo el CP 1 satisface a los modelos en todos los casos, por lo cual,
las ecuaciones para estimar las respuestas hidrológicas son más sencillas. Con los modelos de la variable
extensión de la red de drenaje se obtuvieron situaciones diversas; en el caso de los parámetros relativos
a caudales máximos instantáneos, volúmenes de crecidas y volumen de detritos (evento Diciembre de
1999), los tres CP de la variable satisfacen a dichos modelos. En el caso de los modelos correspondientes
a los parámetros volúmenes de detritos previo y posterior a los aludes, solo el CP 2 los satisface.
Para la variable orden y magnitud de la red de drenaje, solo los modelos relacionados con caudales
máximos instantáneos y volúmenes de crecidas, mostraron resultados relativamente satisfactorios. Con
estos parámetros, solo el CP 1 de los tres representativos de la variable, satisface a sus respectivos
modelos predictivos
105
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
106
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
A B C
D E
Figura 3. Gráficos de sedimentación generados por el ACP de los parámetros morfométricos de las cuencas y
redes de drenaje correspondientes a las variables: (A) escala de la cuenca, (B) gradiente y forma del relieve de la
cuenca, (C) forma de la cuenca, (D) extensión de la red de drenaje y (E) orden y magnitud de la red de drenaje.
A B
C D
Figura 4. Gráficos de saturaciones en espacio rotado generados por el ACP de los parámetros morfométricos de
las cuencas y redes de drenaje correspondientes a las variables: (A) gradiente y forma del relieve de la cuenca, (B)
forma de la cuenca, (C) extensión de la red de drenaje y (D) orden y magnitud de la red de drenaje.
107
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Según los coeficientes de correlación estimados entre los caudales máximos instantáneos previos y
posteriores a los aludes, volúmenes de crecidas posteriores a los aludes y, sus magnitudes calculadas con
los modelos generados en este trabajo, se aprecia que, los menos ajustados corresponden a las variables
forma de la cuenca y orden y magnitud de la red de drenaje; por el contrario, se muestran como excelentes
predictores, los de las otras variables.
En el caso del parámetro volumen de detritos (evento Diciembre 1999), sus mejores modelos están
representados por los de las variables gradiente y forma del relieve de la cuenca y extensión de la red de
drenaje, mientras que, con las otras variables, sus coeficientes de correlación indican que, dichos modelos
son poco eficientes como predictores. Con los parámetros volúmenes de detritos previos y posteriores a
los aludes, solamente funcionaron como buenos predictores, los modelos generados con la variable
gradiente y forma del relieve de la cuenca.
CONCLUSIONES
Los ACL señalan que, las mejores correlaciones se observan entre los parámetros referidos a caudales
máximos instantáneos y volúmenes de crecidas y, los parámetros de la variable escala de la cuenca y,
algunos de la variable extensión de la red de drenaje; así como, entre algunos parámetros de la variable
gradiente y forma del relieve de la cuenca, con los referidos a volúmenes de detritos.
Los ACP permitieron reducir la dimensionalidad de los grupos de parámetros morfométricos iniciales,
definiendo como nuevas variables a los componentes principales creados por cada variable morfométrica.
Los ARLM con los CP, revelaron muy buenas correlaciones e índices de determinación entre los CP y
los parámetros de respuestas hidrológicas extremas, observándose las mejores correspondencias entre los
CP de la variable escala de la cuenca y los parámetros referidos a caudales máximos instantáneos y; entre
los CP de las variables gradiente y forma del relieve de la cuenca y extensión de la red de drenaje, con
todos los parámetros de respuestas hidrológicas extremas.
La variable escala de la cuenca es las mejor predictora de caudales máximos instantáneos previos y
posteriores al evento de aludes torrenciales y volúmenes de crecidas y; la variable gradiente y forma del
relieve de la cuenca es la mejor predictora de volúmenes de detritos del evento de aludes torrenciales
(Diciembre de 1999) y volúmenes de detritos producidos previos y posteriores al evento de aludes
torrenciales.
108
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Tabla 5. Modelos (Ecuaciones) Predictivos de las Respuestas Hidrológicas de las Cuencas y Redes de Drenaje.
Parámetro de respuesta
Variable morfométrica Modelo estadístico-matemático predictivo de la respuesta hidrológica
hidrológica
Y = β0 + β1X1
Escala de la cuencaa
Qmipre-d = 250,846 + 153,191(CP1)
Y = β0 + β1X1 + β2X2
Gradiente y forma del relieve de la cuenca
Caudal máximo Qmipre-d = 250,846 + 94,765(CP1) + (-108,799(CP2))
instantáneo previo al alud Y = β0 + β1X1
Forma de la cuenca
(Tr = 100 años) (Qmipre-d) Qmipre-d = 250,846 + 113,072(CP1)
(m3/s) Y = β0 + β1X1 + β2X2 + β3X3
Extensión de la red de drenaje
Qmipre-d = 250,846 + (-64,161(CP1)) + 132,447(CP2) + (-34,074(CP3))
Y = β0 + β1X1
Orden y magnitud de la red de drenaje
Qmipre-d = 250,846 + 108,980(CP1)
Y = β0 + β1X1
Escala de la cuenca
Qmipos-d = 279,154 + 166,882(CP1)
Y = β0 + β1X1 + β2X2
Gradiente y forma del relieve de la cuenca
Caudal máximo Qmipos-d = 279,154 + 106,140(CP1) + (-116,567(CP2))
instantáneo posterior al Y = β0 + β1X1
Forma de la cuenca
alud (Tr = 100 años) Qmipos-d = 279,154 + 122,679(CP1)
(Qmipos-d) (m3/s) Y = β0 + β1X1 + β2X2 + β3X3
Extensión de la red de drenaje
Qmipos-d = 279,154 + (-67,028(CP1)) + 145,189(CP2) + (-36,443(CP3))
Y = β0 + β1X1
Orden y magnitud de la red de drenaje
Qmipos-d = 279,154 + 120,246(CP1)
Y = β0 + β1X1
Escala de la cuenca
Vcpos-d = 2,588 + 1,657(CP1)
Y = β0 + β1X1 + β2X2
Gradiente y forma del relieve de la cuenca
Vcpos-d = 2,588 + 1,045(CP1) + (-1,156(CP2))
Volumen de crecidas
Y = β0 + β1X1
posterior al alud (Tr = 100 Forma de la cuenca
Vcpos-d = 2,588 + 1,210(CP1)
años) (Vcpos-d) (Hm3)
Y = β0 + β1X1 + β2X2 + β3X3
Extensión de la red de drenaje
Vcpos-d = 2,588 + (-0,647(CP1)) + 1,472(CP2) + (-0,274(CP3))
Y = β0 + β1X1
Orden y magnitud de la red de drenaje
Vcpos-d = 2,588 + 1,201(CP1)
Volumen de detritos
Y = β0 + β1X1
(evento Diciembre 1999) Escala de la cuenca
Vd = 1664659,595 + 387055,437(CP1)
(Vd) (m3)
109
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Tabla 5. (Cont.).
Parámetro de respuesta
Variable morfométrica Modelo estadístico-matemático predictivo de la respuesta hidrológica
hidrológica
Y = β0 + β2X2
Extensión de la red de drenaje
Vdpre-d = 872484 + 152077,774(CP2)
Y = β0 + β1X1
Escala de la cuenca
Vdpos-d = 1011982,558 + 214648,581(CP1)
Y = β0 + β2X2
Extensión de la red de drenaje
Vdpos-d = 1028949,535 + 155519,996(CP2)
a
Las variables morfométricas y los modelos resaltados en negritas, corresponden a los que mejor predicen las magnitudes de los respectivos parámetros de respuesta
hidrológica.
110
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Tabla 6. Comparación Entre las Magnitudes de los Parámetros de Respuesta Hidrológica Estimadas por Otros Autores y las Estimadas con los Nuevos
Modelos Predictivos Generados.
111
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Tabla 6. (Cont.).
Volumen de detritos (evento Volumen de detritos previo al alud Volumen de detritos posterior al
Diciembre 1999) (Tr = 100 años) alud (Tr = 100 años)
(Vd) (Vdpre-d) (Vdpos-d)
(m3) (m3) (m3)
Cuenca
Estimados por Estimados por Estimados por Gradiente y
Gradiente y Gradiente y
Córdova y Córdova y Córdova y forma del
forma del relieve forma del relieve
González González González relieve de la
de la cuenca de la cuenca
(2003) (2003) (2003) cuenca
Río San José de Galipán 1.616.197 1.536.783,07 949.533,7 794.429,03 1.105.391,8 948.663,16
112
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
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116
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
RESUMEN
Posteriormente a la Tragedia de Vargas y hasta 2015 se integraron 449 mapas geológicas a escala 1:25k
de todas las regiones de rocas ígneo-metamórficas del norte del país, incluyendo las islas. En este trabajo
se presenta una síntesis de los terrenos geológicos de dominio Caribe, originalmente formados en
distintos lugares y con historias-edades distintivas, que luego de ser apilados forman la Cordillera de la
Costa. De norte a sur se tienen los terrenos Carayaca (subducido) y Tacagua (no subducido). Siguen el
Terreno Ávila (Proterozoico-Paleozoico) y Las Mercedes-Las Brisas. La Serranía del Interior de oeste a
este está constituida por los terrenos Tinaco (Proterozoico-Cretácico), Cachinche, Paracotos,
Tucutunemo (Pérmico), Loma de Hierro (ofiolita proto-Caribe, Cretácico), Tácata, Villa de Cura (arco
de islas subducido) y San Sebastían (no subducido). Debido a la colisión oblicua de la placa Caribe contra
la Suramericana, en el Eoceno medio en el occidente de Venezuela se inicia un intrincado proceso de
apilamiento de napas, que va migrando diacrónicamente hacia el este. Para el Mioceno, todos los terrenos
ya estaban emplazados en su posición actual. Para luego verse afectada la Cordillera por fallas
transcurrentes dextrales permitiendo una rápida y aún activa exhumación alcanzando elevaciones de ~2,8
km en el Pico Naiguatá.
117
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
INTRODUCCIÓN
En los meses siguientes a la Tragedia de Vargas, el Ministerio de Ciencia y Tecnología convocó a
diversas empresas y profesionales para iniciar estudios en varias disciplinas, tanto para realizar estudios
básicos del evento ocurrido, como para la reconstrucción y planes futuros. En ese momento se nos solicitó
preparar los mapas geológicos del Estado Vargas a escala 1:25.000, los cuales serían utilizados por varios
grupos de trabajo. Entonces dentro del paragua institucional de FUNVISIS y con tesistas del
Departamento de Geología de la Universidad Central de Venezuela, se inició la elaboración de estos
mapas, con base a publicaciones y decenas de trabajos especiales de grado (TEG) previos e inéditos, así
con la realización de dos nuevos TEG en la zona comprendida entre Caraballeda y Osma, que no había
sido previamente levantada geológicamente. Esto dio como resultado a 18 hojas geológicas, que incluían
todo el estado Vargas y el flanco sur del macizo del Ávila. Con la experiencia adquirida y el estímulo de
diversos profesionales, a continuación, se planteó a la Presidencia de FUNVISIS la realización de la
recopilación de las hojas geológicas a escala 1:25k de la mayor parte de la Cordillera de la Costa,
resultando en la publicación del Atlas Geológico de la Cordillera de la Costa (Urbani & Rodríguez
2004).
La parte nor-central de Venezuela está dominada por la Cordillera de la Costa (CdlC), objeto del presente
trabajo, una cadena montañosa con orientación este-oeste, con unos 350 km de longitud y 80 km de
ancho, correspondiente a una parte del denominado Sistema Montañoso del Caribe. Estas montañas
fueron formadas como resultado de las interacciones entre las placas Caribe y Suramérica. Hacia el
occidente más allá del gran valle de San Felipe – Yaritagua, controlado por la falla de Boconó se
encuentran las serranías de Aroa y Bobare y el sistema orográfico Lara-Falcón (Fig. 1).
TERRENOS GEOLÓGICOS
Menéndez (1966) es el primer autor en presentar una visión simplificada de la CdlC, posteriormente fue
subdividida en un número mayor de fajas, hasta el concepto actual de terrenos geológicos (ver tabla 2).
En las figuras 3 a 5 se muestran los mapas geológicos simplificados mostrando la distribución de terrenos,
observándose la clara geometría de apilamiento de napas, usualmente con unidades de distintas edades y
litología, a veces intercaladas y con claros contactos tectónicos.
A continuación se sintetiza las principales características de los terrenos según su orden de aparición de
norte a sur, primeramente para las serranías del Litoral e Interior, para luego separadamente con las
montañas occidentales (Baragua, Carora, Bobare, Aroa, Yumare y El Guayabo). Se pondrá mayor énfasis
en la descripción de la Faja Caucagua-El Tinaco, por haber sido la menos tratada en trabajos previos.
118
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 1. Subdivisión geográfica de Venezuela norcentral. 1: Sistema falconiano. 2: Serranías de Bobare y Aroa.
3: Estribaciones nororientales de los Andes de Mérida con rocas de dominio tectónico Caribe. 4: Cerros de
Yumare. 5: Serranía del Litoral. 6: Serranía del Interior. 7: Barlovento.
Figura 2. Localización de las regiones estudiadas desde 2001 a 2015. Los números 3 a 5 ubican a las figuras
siguientes. A: Archipiélago de Los Monjes. B: Guajira. C: Toas. D: Paraguaná. E: El Baúl. F: Margarita. G: Araya.
H: Paria. I: Gran Roque. J: La Orchila. K: La Blanquilla. L: Yaracuybare. M: Falcón central.
119
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Tabla 2. Subdivisión de los grandes grupos de unidades de la Cordillera de la Costa (fajas, napas, terrenos).
Urbani y
Menéndez Stephan Beck (1986), Urbani (2015) y este trabajo
Ostos
(1966), fajas (1982), fajas napas Fajas Terrenos
(1989), fajas
Margarita- Margarita- Costera Tacagua (s.s.)
Costera
Costera Costera (septentrional) Carayaca
Cordillera Ávila
Ávila Ávila
de (central) Nirgua
la Cordillera Cordillera
Costa Los Cristales
de la Costa de la Costa Caracas
Caracas Las Mercedes
(meridional)
Las Brisas
Tinaco
Cachinche
Caucagua- Caucagua - Caucagua - Caucagua - Caucagua - Tucutunemo
El Tinaco El Tinaco El Tinaco El Tinaco El Tinaco Tácata
Tacagua (Caucagua)
Loma de Loma de Loma de Paracotos
Paracotos Paracotos
Hierro * Hierro * Hierro Loma de Hierro
Villa de Villa de Villa de Cura
Villa de Cura Villa de Cura Villa de Cura
Cura Cura San Sebastián
* Incluye a Paracotos
Terreno Carayaca
Las rocas de AP-BT como los esquistos azules y las eclogitas son fundamentales para entender los
procesos de subducción que ocurren en las zonas de colisión entre placas. En Venezuela estos tipos de
rocas afloran en la isla de Margarita y en la zona costera de la CdlC. El Terreno Carayaca corresponde a
un melange de complejo de subducción donde se mezclan elementos de corteza oceánica con elementos
continentales. La unidad más extensa es el Complejo Carayaca, que contiene metasedimentos (con
120
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
protolito pelítico, psamítico y carbonático) y cuerpos máficos (eclogita, anfibolita, metagabro: Morgan
1970). Una unidad formal minoritaria del Terreno, es el Mármol de Antímano cartografiado en el área
de Caracas, caracterizado por mármol masivo con intercalaciones de rocas máficas.
Este terreno muestra asociaciones mineralógicas de AP-BT. Como lo demuestran los estudios
geotermobarométricos en las rocas de Puerto Cabello, allí, utilizando la coexistencia de cianita y Mg-
glaucofano en un esquisto pelítico dichos autores determinan condiciones mínimas de P ~2000 MPa a
una T > 600 C (equivalente a una profundidad de unos 75 km, si se considera solo como presión
litostática) (Sisson et al. (1997).
Figura 3. Mapa geológico simplificado de la zona occidental de la CdlC. Para el esquema completo de las unidades
mostradas en las figs. 3 a 5, véase la Tabla 3. Nótese la separación dextral del Terreno Los Cristales en unos 50
km a través de la falla de Boconó.
121
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
122
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Nueva evidencia geocronológica en rocas del Terreno Carayaca aporta interpretaciones novedosas. Así,
Viete et al. (2015) en muestras de la región de Patanemo-Cata, puede distinguir varios eventos de
crecimiento de zircón de corta duración (<1 Ma) en edades de c.33.0, c.28.3, c.23.0 y c.18.2 Ma. Mientras
que Fournier et al. (2017) en la Quebrada Miguelena, Vargas, interpretan que el evento metamórfico de
AP-BT pudo ocurrir en el Eoceno tardío en una posición más bien cercana a la actual Goajira. En
particular, la preservación de la edad de c.35 Ma de fengita de un lente de onfacitita del Marmol de
Antímano y el valor constante del perfil de Si indica que tal evento fue de corta duración seguido de una
rápida exhumación, probablemente más rápida que las rocas del mismo Terreno en Carabobo-Aragua.
123
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Faja
Ávila
15 Terreno Nirgua Pérmico-Jurásico? EVb,g
16 Terreno Ávila Mesoproteroz.-Paleozoico. AE-A
Faja Caracas
17 Terreno Las Mercedes Cretácico Tardío EVc
18 Terreno Las Brisas Jurásico Tard.-Cret. Temp. EVc
Serranía del Interior
Faja Caucagua – El Tinaco
19 Terreno Tinaco Neoproteroz.-Cretac. Temp. EVc-G
19a Peridotita de Tinaquillo G
19b Formación Mamonal Cretácico Temprano nM
20 Terreno Cachinche Neoproteroz.-Paleozoico A-EVb
21 Terreno Tucutunemo Pérmico EVc
22 Terreno Tácata Neoproteroz.-Cretac. Tardío AE-EVc
13b Terreno Tacagua (Caucagua) Cretácico Tardío EVc
Faja Loma de Hierro
23 Terreno Paracotos Cretácico Tardío sEV
24 Terreno Loma de Hierro Cretácico Temp.-Paleoceno sEV
Faja Villa de Cura
27 Cobertura sedimentaria Cretácico Tardío-Eoceno nM
25 Terreno Villa de Cura Cretácico Temprano AP-BT
26 Terreno San Sebastián Cretácico Temprano sEV
26a Cuerpos máficos-ultramáficos Cretácico Tardío sEV
Ultramáficas diversas
28 Peridotitas serpentinizadas Jurásico Tard.-Cret. Temp. EVc
Abreviaturas de edades: E: Paleógeno. J3: Jurásico Tardío. K: Cretácico. K1: Cretácico Temprano.
K2: Cretácico Tardío. N: Neógeno. NP: Neoproterozoico. MP: Mesoproterozoico. P: Pérmico. PZ:
Paleozoico. Q: Cuaternario.
Abreviaturas de facies metamórficas: nM: No metamórfico. sEV: Sub-esquisto verde. EVc: Esquisto
verde-clorita. EVb: Esquisto verde-biotita. EVg: Esquisto verde-almandino. AE: Anfibolita
epidótica. A: Anfibolita. G: Granulita. AP-BT: Alta presión – baja temperatura. EH: Efectos
hidrotermales. Estas abreviaturas se utilizarán en todas las figuras y tablas siguientes.
124
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Terreno Ávila
Este Terreno se divide en dos bloques mayores: El Bloque Occidental se extiende desde Carayaca hasta
Yaracuy con una forma irregular, mientras que el Bloque Oriental o Naiguatá, tiene una forma lenticular
que se inicia en el valle de Tacagua hasta Cabo Codera. El Bloque Occidental está exhumado en
menor grado y constituido predominantemente por rocas metasedimentarias con intrusiones de
granitoides usualmente bien delimitadas. A diferencia, el Bloque Oriental ha sido exhumado en mayor
grado por la zona de relevo transpresivo entre la pareja de fallas dextrales de San Sebastián-Macuto y
Tacagua-El Ávila. Este bloque está constituido mayormente por rocas metaígneas tonalíticas incluyendo
migmatitas.
El Complejo San Julián es la unidad más extensa de este terreno y muestra una mezcla de rocas
metasedimentarias y metaígneas (tonalíticas a graníticas) de origen continental. A los fines de la
cartografía geológica, el Complejo San Julián es una unidad donde se han incluido todas las rocas cuarzo-
feldespáticas ± micáceas, ya sea esquistosas o gnéisicas, de protolito sedimentario o ígneo con
metamorfismo de medio grado (Urbani y Ostos 1989). En la región de la carretera vieja Caracas-La
Guaira, el protolito sedimentario del Complejo San Julián probablemente se depositó inconformemente
sobre un basamento continental constituido por el actual Augengneis de Peña de Mora (1659,4 ±5,8 Ma,
Paleoproterozoico, U-Pb en zircón, Urbani et al. 2013).
Fournier et al. (2017) realiza estudios de geocronología Ar-Ar de varias muestras del Terreno Ávila del
río Miguelena, Vargas. Así, extraen cristales de hornblenda-Mg y flogopita-Fe de una muestra de la
Metatonalita de Caruao, de las cabeceras del Río, obteniendo edades de 275±7 Ma (Pérmico) y 119±4
Ma (Cretácico Temprano), que sugieren por lo menos dos eventos termales en esas edades, lo cual
concuerda con la amalgamación de Pangea e infiltración de fluidos, respectivamente. En otras muestras
obtienen edades en el intervalo 35-20 Ma, que reflejan eventos cortos de infiltración de fluidos
relacionados con eventos tectotermales. En estas edades las rocas del Terreno Ávila se mantuvieron en
niveles corticales más someros que el Terreno Carayaca. Así mismo, el sistema Ar del Terreno Ávila en
general, fue reajustado a c.35 Ma debido al tectonismo asociado a la subducción del Terreno Carayaca y
el emplazamiento de la Faja Villa de Cura. La amplia cloritización de las unidades de la Serranía del
Litoral se adscribe a una infiltración por fluidos pobres en 40Ar a unos c.20 Ma, como parte de la
transpresión dextral de las unidades de la Serranía.
La asociación mineralógica más generalizada del Terreno Ávila corresponde a la coexistencia de biotita
y granate, además de anfíbol verde-azul (barroisita) siempre presente en los escasos cuerpos de rocas
máficas (diques?), correspondiente a la facies de la anfibolita epidótica en la serie Barroviana.
Figura 8. Distribución del Terreno Ávila (rojo), subdividido en dos bloque. El Complejo San Julián ocupa >80%
del área de este terreno. Fragmento del mapa de Hackley et al. (2006).
125
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Terreno Nirgua
Con este nombre solamente consideramos a las rocas descritas por Bellizzia et al. (1976), como
"Formación Nirgua " en la región de la localidad tipo y en las montañas de Aroa, pero separado de las
rocas metamórficas de AP-BT de la Faja Costera que se extiende desde el Litoral Central hasta Morón,
ahora Terreno Carayaca. Bajo este redefinido Complejo Nirgua, sus tipos de rocas pueden ser divididos
en tres grupos: (1) Metasedimentos pelíticos-psamíticos (esquisto grafitoso, esquisto muscovítico-
cuarcífero, esquisto carbonático, mármol, cuarcita, metaconglomerado-gneis cuarzo-muscovítico-
plagioclásico). (2) Rocas carbonáticas azul-grisáceas (tanto esquisto como mármol, muy bien expuestas
en la carretera Nirgua-Chivacoa). (3) Volcánicas minoritarias (rocas verdes tanto esquistosas como
masivas, conteniendo actinolita, epidoto y clorita). Cerca de Urachiche aparecen niveles de espesores
métricos a decamétricos de yeso intercalados en la secuencia esquistosa. Los protolitos corresponden a
sedimentos pelíticos, psamíticos, carbonáticos, evaporíticos y volcánicas mayormente piroclásticas. No
hay evidencias paleontológicas, ni geocronológicas que permitan dilucidar la edad de este terreno.
Debido a la presencia de evaporitas (yeso) se infiere que los sedimentos probablemente fueron
depositados ya sea en tiempo Pérmico durante el cierre de los océanos dando lugar a Pangea, o en una
cuenca rift en tiempos del Jurásico durante la ruptura de Pangea. Ambos casos también explicarían el
hidrotermalismo evidenciado por los depósitos de polisulfuros de Pb-Sb de la zona de Cocuaima.
Faja Caracas
En trabajos previos, las unidades Las Brisas y Las Mercedes fueron consideradas incluidas en el Grupo
Caracas (terminología estratigráfica sedimentaria: Dengo 1951), pero a partir de nuevo trabajo de campo
y el reexamen de datos cartográficos y petrográficos se revela que los contactos entre ambas unidades
son tectónicos. Los mejores ejemplos se encuentran en la región de Caracas donde justamente en el
contacto entre Las Brisas y Las Mercedes, aparecen cuerpos de rocas metamórficas de AP-BT o
serpentinitas. Entre Mamera, El Calvario y Alta Florida aflora una franja del Mármol de Antímano. En
localidades como Las Adjuntas y la carretera Panamericana en Coche, en el contacto entre Las Brisas y
Las Mercedes se localizan cuerpos de serpentinita. En consecuencia, en este trabajo consideramos a Las
Brisas y Las Mercedes como terrenos separados, aun cuando los protolitos de ambas unidades se hayan
formado en tiempo Jurásico-Cretácico en el margen pasivo del norte de Suramérica.
La edad del Esquisto de Chuspita está sujeta a dudas ya que los amonites desenrollados hallados por
Asuaje (1972) y determinados como Albiense por Macsotay (1972), pudieran más bien corresponder al
Tithoniense superior – Berriasiense (Blin 1989: 59).
Los protolitos de los esquistos de Las Mercedes y Tacagua (de confirmarse la edad Cretácica Tardío
propuesta para ambos) probablemente se depositaron en las márgenes del océano Proto-Caribe en
126
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
ambientes pobres en oxígeno, si bien Tacagua al oeste frente a arco, mientras que Las Mercedes, La Luna
y Querecual en el margen pasivo del norte de la placa suramericana, sin influencia de volcanismo, pero
luego, en el proceso de interacción de las placas Caribe y Suramericana las formaciones La Luna y
Querecual al no ser sobrecorridas permanecieron sin ser metamorfizadas.
La unidad incluye cuerpos de dimensiones métricas a hectométricas (Fig. 15) de mármol mayormente
dolomítico (subunidad del Mármol de Zenda) interpretada como "mega-budines" por Laubscher (1955),
que probablemente pudieron corresponder a olistolitos o megaolistolitos.
Dentro de la unidad aparecen cuerpos de metaconglomerado con áreas kilométricas, algunos en la región
de Baruta a Tusmare (el "gneis microclínico" de Dengo, 1951) y otros entre La Mariposa y Sebastopol,
hoy conocidos informalmente como metaconglomerados de Baruta y La Mariposa, respectivamente
(ver su extensión areal en los mapas de Urbani y Rodríguez, 2004).
Hay dos reportes de moluscos fósiles: Wolcott (1943) los encontró en la quebrada Care al este de Guatire,
asignados por el Dr. Virgil Winkler al Jurásico Tardío. Dentro de la Cueva del El Indio (Mi.24) en el
sureste de Caracas, Urbani (1973) halló una ostrea identificada por el Dr. Earle Kauffman como
Nanogyra virgula, un fósil índice del Kimmeridgiense.
Tradicionalmente se ha considerado que la fase metamórfica que afectó a los esquistos de Las Brisas y
Las Mercedes fue debida al emplazamiento del gran bloque de la Faja de Villa de Cura que ocurrió en el
Oligoceno.
Terreno Tinaco
La unidad más conocida de este terreno es la Peridotita de Tinaquillo (lherzolita), que se encuentra en
contacto con una secuencia que MacKenzie (1966) describe como Gneises hornbléndicos de contacto
(GHC). Los estudios de Seyler et al. (1998) concluyen que la peridotita representa un bloque de manto
subcontinental, seguida de rocas de la corteza continental inferior, donde el contacto entre ambas
unidades corresponde a lo que fuera la discontinuidad de Mohorovich. Según Seyler et al. (1998) la
unidad GHC, que ellos denominan TCF (“Tinaquillo crustal formation”) presenta metamorfismo en
facies de granulita, equilibrados a condiciones P-T de 5,5 kbar y 760°C.
La Peridotita de Tinaquillo fue subdividida por Seyler et al. (1998) en dos unidades: A: Peridotita y
granulitas ígneas asociadas con relictos de texturas protomiloníticas. B: Peridotita y granulitas ígneas
asociadas con texturas miloníticas de grano muy fino. Mientras que la GHC la subdividen en una Unidad
127
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Máfica Basal (BMU), con granulitas máficas (metagabronorita) y su Formación Cortical Tinaquillo
(TCF) con granulitas intercaladas félsicas, intermedias, máficas y ultramáficas. Estos autores interpretan
que el contacto entre su TCF con el Gneis de La Aguadita sea una falla de corrimiento.
Los cristales de zircón extraídos de la unidad GHC/TCF por Seyler et al. (1998) aportan una discordia
U-Pb zircón con interceptos en c.1.1 Ga y c.125 Ma, que para esa época cuando en Venezuela no se
habían encontrado fragmentos de terrenos relacionados con Rodinia, no se consideraron geológicamente
significantes y fueron interpretadas como edades de eventos heredados y de pérdida de plomo,
respetivamente. Ahora, Fournier et al. (2017) interpretan la edad de c.1,1 Ga como una edad valedera
relacionada con el desarrollo del orógeno Putumayo (Ibanez-Mejia et al. 2011). Seyler et al. (1998)
también aportan una edad de 150±2 Ma correspondiente al intercepto superior de la Concordia U-Pb para
un dique de granulita félsica. |Estas edades Jurásico Tardío – Cretácico Temprano pueden corresponder
a diversos eventos ocurridos durante el proceso de deriva del bloque cortical desde una posición cercana
a la subducción de la placa Farallón (Choi et al., 2007, fig. 8).
128
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Continuando hacia el sur, en contacto concordante con la precedente, pero que en su origen
probablemente fue una falla de corrimiento, aparece el Gneis de La Aguadita (GdLA) descrito por
Menéndez (1965) como para- y ortogneises en facies de la anfibolita, con hornblenda de color verde-
azul. Luego en contacto descrito como transicional por Menéndez (1965), adyacente con el GdLA
aparece su unidad “Zona de Inyección” (ZI), que correspondería al mismo GdLA pero profundamente
inyectado por diques y sills de trondhjemita.
Dentro de ésta ZI aparecen extensos cuerpos intrusivos de trondhjemita - leucogranodiorita (los cuerpos
de La Gloria, Tinatepo, Carrizal y Las Carpas), que presentan un aspecto variable pasando desde
homófanos hasta claramente gnéisicos. Ahora se han reunido bajo el nombre formal de Metatrondhjemita
de La Gloria. Dentro de esta unidad, a unos 7 km a NNO de Tinaco hay una cantera de feldespato, donde
Grande (2013) identifica un solo cristal de hipersteno por lo cual interpreta que la roca fue afectada por
metamorfismo en facies de la granulita. Este hallazgo no concuerda con los extensos estudios
petrográficos de la unidad (Menéndez, 1965; Medero, 2015), donde como máximo se ha identificado
biotita, por consiguiente consideramos factible que la muestra en cuestión proceda de un xenolito de los
GHC.
En el cerro Pilancones la Formación Mamonal (redefinida por Blin 1989) yace inconforme sobre la ZI.
Está constituida por una unidad basal conglomerática, seguida por lava basáltica -inclusive
almohadillada- (Basalto de Los Pilancones) y una secuencia sedimentaria. Esta unidad así redefinida por
Blin (1989), incluye al Miembro Mamonal y las formaciones Pilancones y Cojedes cartografiadas
previamente por Menéndez (1965). De acuerdo a foraminíferos encontrados por Renz y Short (1960) y
Stephan (1982: 176) la unidad se atribuye al Aptiense-Albiense.
La definición original del Complejo El Tinaco (CET) de Renz y Short (1960) solo refería al basamento
cristalino antiguo sobre la cual descansa la secuencia sedimentaria - metasedimentaria más joven, es
decir que comprendía las unidades GHC, GdLA, ZI y la metatrodhjemita de Menéndez (1965).
Posteriormente, este último autor amplia la denominación del Complejo para incluir al Esquisto de
Tinapú. Pero como este Esquisto es una unidad separada y no asociada genéticamente al GdlA,
proponemos removerla del CET y este último restringirlo a la definición original de Renz y Short (1960)
con el “gneis hornbléndico de contacto”, el Gneis de La Aguadita, la trondhjemita intrusiva en él y la
zona migmatítica intermedia.
Por lo anterior se ha propuesto formalizar dos unidades nuevas (Urbani 2018):
(1) Elevar al Gneis Hornbléndico de Contacto (GHC) de MacKenzie (1960), equivalente a las unidades
BMU y TCF de Seyler et al. (1998), a Gneis de Vallecito (GdV). El nombre de Vallecito fue utilizado
previamente en las “Capas de Vallecito”, pero invalidado por el Léxico Estratigráfico de Venezuela,
además, en los estudios de Aguasuelos Ingeniería (1990) dichas Capas aparecen como sinónimo de la
Formación Garrapata.
129
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
(2) Formalizar la unidad de Zona de Inyección (ZI) de Menéndez (1965), asignándole el nombre de
Migmatita de Camoruco (MC), por aflorar conspicuamente en el río Tinaco, adyacente a la carretera
Tinaco-Tinaquillo en la localidad de Camoruco.
Así mismo sobre el basamento constituido por el Complejo El Tinaco de posible edad Neoproterozoico,
se depositaron varias unidades: (1) El actual Tinapú con protolito enteramente sedimentario,
probablemente del Paleozoico inferior. (2) Las Placitas con protolito sedimentario rico en materia
orgánica y elementos volcánicos máficos (tobas y lavas no almohadilladas), que pudo haberse formado
en un ambiente retroarco, ya sea en el Paleozoico superior o en el Jurásico. (3) La Formación Mamonal
no metamorfizada y mayormente de protolito psamítico, con un miembro que contiene basaltos, algunos
con estructuras de almohadillas y brechas de flujo (Basalto de Pilancones). Esta es la única unidad con
de edad certera, por foraminíferos del Aptiense-Albiense.
En tiempos del Jurásico Tardío las rocas más profundas del terreno, como la Peridotita de Tinaquillo y
el Gneis de Vallecito fueron afectados geoquímicamente por fluidos derivados de la subducción hacia el
este de la placa Farallón bajo el margen occidental de la PSA (Choi et al. 2007).
La presencia de rocas volcánicas del Cretácico (Pilancones) no se ajusta al ambiente del margen pasivo
entonces imperante en Venezuela, esto, junto a las interpretaciones de Choi et al. (2007), apoyan la idea
de aloctonía del terreno en vez de corrimientos del basamento profundo.
Las unidades incluidas en el Terreno Tinaco tienen una larga historia geológica con distintos ambientes.
Su origen probable está en el margen occidental de la Placa Suramericana, donde hoy se encuentran
Ecuador o Colombia, para luego ir desplazándose hacia el norte y al este. En el Eoceno, estando ya el
bloque incluido en el frente de avance del Caribe, junto a otros terrenos también de origen continental,
coliden con el norte de Suramérica. En ese momento se origina una cuenca antepaís donde se deposita la
megaunidad denominada Olistostromo de Patillón, definida en la zona de San Juan de Los Morros. La
Formación Orupe es una de las unidades del Olistostromo y está constituida principalmente por rocas
psamíticas; en el cerro Galera Pequeña se encuentra depositada inconformemente sobre la Migmatita de
Camoruco (ver esquina inferior derecha de la Fig. 3).
Terreno Cachinche
Desde la parte oriental de la cuenca cuaternaria de Tinaquillo, Cojedes, hasta cerca de Taguayguay,
Aragua, aflora una unidad que varios autores la cartografiaron como “Formación Las Mercedes”,
“Formación Las Brisas” o “Complejo El Tinaco”. Esta unidad metasedimentaria posee una asociación
metamórfica de biotita – granate, pero en algunas pocas localidades se ha reportado cianita. Como esta
unidad no tiene ningún parecido, ni relación genética con el Complejo El Tinaco, se propuso el nombre
de Complejo Cachinche, por el poblado y embalse del mismo nombre-
Terreno Tucutunemo
La Filita de Tucutunemo es la unidad mayoritaria de este terreno y aflora en una franja con dirección
este-oeste, abarcando desde el sur de Tinaquillo, Cojedes, hasta poblado de El Pao de Zárate, Aragua. Se
ha mencionado una microfauna del Paleozoico superior. En la zona de El Pao de Zárate las rocas
metasedimentarias típicas de Tucutunemo están intercaladas con el Basalto de Los Naranjos, en
localidades con estructura almohadillada. La geoquímica de las rocas volcánicas, permite interpretar una
afinidad intraplaca, transicional a MORB, correspondiente a un marco de rift continental incipiente, en
la etapa de golfo-protoceánico, con basamento continental, donde fue posible la interestratificación de
130
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Terreno Tácata
Al sur de la falla de La Victoria, desde el meridiano de Cagua hasta Caucagua aflora una compleja serie
de nueve unidades, cartografiadas por Smith (1952), MacLachlan et al. (1960), Shagam (1960) y Seiders
(1965) y Beck (1986).
Para la región de Cúa-Charallave-Tácata de más antiguo a más joven se tienen las siguientes unidades:
- Cuerpos relativamente pequeños de gneis anfibólico - cuarzo - plagioclásico que en las tesis de la
Universidad de Princeton y Beck (1986) fueron denominados como “Gneis de La Aguadita”. En este
trabajo se propone el nombre informal de Complejo Sacua (a) por aflorar típicamente cerca del caserío
y quebrada de Sacua a 8 km al oeste de Charallave. Beck (1986: 184-187, 190-191) señala que consiste
en gneis feldespático cuarcífero, gneis anfibólico (hornblenda), diorita y anfibolita, señala la presencia
de anfíbol azulado. Por las relaciones de campo y su mayor metamorfismo parece ser la unidad más
antigua. Probablemente haya alcanzado la facies de la anfibolita epidótica.
- Una unidad de rocas metasedimentarias que BECK (1986) denomina Esquisto de la Quebrada
Curucujul, y que aquí denominamos en forma simplificada como Esquisto de Curucujul (b), que incluye
esquisto micáceo, cuarcita, metagrauvaca, metaconglomerado y esquisto verde de protolito volcánico,
donde se menciona la presencia de granate almandino (Beck (1986: 181-182, 195). Dicho autor lo
correlaciona con el "Esquisto de Tinapú".
- La Metadiorita de La Guacamaya (c) aflora extensamente al sur de La Victoria e intrusiona tanto al
Esquisto de Curucujul (b) como al Complejo Sucua (a). En distintas localidades grada desde
afloramientos sin deformación, pasando a gneis y en algunos lugares donde fue sometido a intenso
cizallamiento adquiere una textura esquistosa.
- El `Granito Sódico` de MacLachlan et al. (1960) es redefinido por Beck (1986) como Gneis Tonalítico
de Curiepe (d). Mayormente aparece como cuerpos elongados semejantes a diques y sills, que cortan a
las unidades (a), (b) y (c).
- En contacto con el Esquisto de Curucujul hay otra unidad esquistosa a la cual Beck (1986: 187-188,
193) le asigna el nombre de “Formación Tucutunemo”, si bien sus detalles litológicos son distintos al
Tucutunemo clásico. Para esta unidad se propone el nombre informal de Esquisto de La Magdalena (e),
por aflorar extensamente en los alrededores del poblado de La Magdalena, ubicado a unos 9 km al oeste
de Charallave. Consiste en tres grupos litológicos: Una secuencia carbonática variada, una de rocas
pelíticas mayormente filitas sericíticas, así como esquisto verde correspondiente a metalava y metatoba.
Beck (1986: 206) le asigna una edad Cretácico Temprano.
- En la margen derecha del río Tuy, a unos 10 km al NO de Cúa, BECK (1986: 194) cartografía las
Capas de la Quebrada Onoto (f). Esta es una unidad no metamorfizada y consiste en pelita, pelita
carbonática, caliza recristalizada, conglomerado con cemento carbonático y ausencia de material
orgánico. Contiene foraminíferos de edad Campaniense-Maastrichtiense. Su contacto con el Esquisto de
La Magdalena se presume discordante y el autor del nombre considera que estas Capas corresponden a
una unidad de cobertura sedimentaria de la serie metamórfica.
- Al oeste de la ciudad de Charallave aflora la unidad homónima, el Metaconglomerado de Charallave
(g). La litología predominante es un esquisto cuarzo muscovítico y cuarcita, con intercalaciones de
espesores métricos del característico metaconglomerado con cristales de cuarzo ahumado (Beck, 1986:
195-197). Su contacto con los esquistos de La Magdalena y Curucujul, los interpretamos como
tectónicos.
131
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
- Al este de Santa Lucía aflora el Gneis Granítico de San Vicente (h) que intrusiona al gneis anfibólico
del tipo del Complejo Sucua (a) (Beck 1986).
- Entre Santa Lucía y Caucagua afloran el Rocas de Conoropa (i), una unidad informal definida por
Seiders (1965) y estudiada más recientemente por San Martín & Otero (2003). Beck (1986) la considera
como una unidad equivalente al Esquisto de Curucujul, opinión compartida por el autor de este trabajo,
pero a los efectos de los mapas integrados a escala 1:25k mantendremos el nombre original. Dentro de
su área de afloramientos se encuentran cuerpos gnéisicos relativamente pequeños que Seiders (1965)
denomina "Gneis de La Aguadita" (ahora Complejo Sacua).
Terreno Paracotos
El Terreno está constituido por la Filita de Paracotos depositada en ambiente turbidítico e integrado por
lutita, limolita, arenisca, conglomerado y caliza. Las rocas fueron afectadas por un metamorfismo de
muy bajo grado mostrando en sitios localizados una incipiente esquistosidad. Los clastos de caliza tienen
una abundante fauna de foraminíferos de edad Maastrichtiense.
132
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
AGRADECIMIENTOS
Este trabajo se ha beneficiado notablemente de las discusiones durante la última década en campo y
laboratorio, con Sebastián Grande, James Pindell, James E. Wright, Marvin Baquero, David Mendi, Alí
Gómez, Walter Reátegui y Herbert Fournier. La integración de los 435 mapas geológicos a escala 1:25k
resumidos en este trabajo, fueron realizados por tesistas de Ingeniería Geológica de la UCV, sin cuyo
esfuerzo no se hubiera llegado a esta meta. Al personal de Funvisis por el constante apoyo a estas
investigaciones en los últimos tres lustros, dentro del marco de los proyectos GEODINOS e
Investigaciones Geológicas del Norte de Venezuela (FONACIT-FUNVISIS-UCV). Este capítulo es una
versión resumida del trabajo previo de Urbani (2018). Se agradece a Alí Gómez y Rosbeydy Hernández
por la elaboración de las figuras que ilustran el texto.
133
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
RESUMEN
La zona que va desde Los Caracas, al este, hasta Catia la Mar, al oeste, representa el espacio conurbado
por el desarrollo moderno impulsado desde la década de 1950, el cual ha transformado la región en una
unidad interconectada como nunca antes lo había sido. Este desarrollo ha sepultado buena parte de la
morfología característica del litoral, especialmente la que enseñan los abanicos aluviales, el lugar donde,
precisamente, ha podido desplegarse el urbanismo moderno. La infraestructura vial y el crecimiento de
la ocupación urbana han intervenido sobre estas morfologías ocultando sus relieves o directamente
cercenando sus elevaciones en beneficio de la circulación automotriz. Tales relieves ofrecen una
perspectiva diferente de los abanicos, la que se exhibe como “lomos de camello” en correspondencia con
el paso del cauce. Con la ocupación moderna del espacio, estas morfologías, determinantes para
comprender el comportamiento de cada cauce y para observar los riesgos asociados con ello, han
desaparecido del mismo modo que despareció toda oportunidad de memoria colectiva al respecto. Con
este trabajo llamamos la atención sobre el problema, describiendo con otra perspectiva la morfología de
los abanicos aluviales y reconstruyendo la ocupación histórica del espacio en el litoral central, con
especial énfasis en el urbanismo moderno.
ABSTRACT
The area that goes from Los Caracas to the east, to Catia la Mar to the west, represents the space conurbed
by modern development promoted since the 1950s, which has transformed the region into an
interconnected unit like never before. This development has buried much of the characteristic
morphology of the coast, especially that of alluvial fans, the place where, precisely, modern urbanism
has been able to unfold. Road infrastructure and the growth of urban occupation have intervened on these
morphologies by hiding their reliefs or directly cutting off their elevations for the benefit of automotive
circulation. Such reliefs offer a different perspective of the fans, which is displayed as “camel backs” in
correspondence with the passage of the channel. With the modern occupation of space, these
morphologies, determinants to understand the behavior of each channel and to observe the risks
associated with it, have disappeared in the same way that every opportunity for collective memory in this
regard disappeared. With this work we draw attention to the problem, describing with another perspective
the morphology of the alluvial fans and reconstructing the historical occupation of space in the central
coast, with special emphasis on modern urbanism.
138
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Bajo esta premisa debemos comprender que la región no representa una unidad urbana sino hasta ese
momento en que se interconecta por medio de avenidas construidas para facilitar el acceso desde y hacia
Caracas; antes de esto, es solo una unidad geográfica e histórica, pero no una misma área urbana, tal
como se aprecia al presente. Esta imagen de unidad, por otro lado, ha enviado al olvido la historia
particular y fragmentada de los diferentes pueblos y desarrollos urbanos que conforman la región,
creando una idea equívoca sobre el litoral en torno a una supuesta experiencia común que solo puede
tener lugar en el presente, y únicamente desde la aparición de la vialidad mencionada. Este aspecto es
clave para entender la relación específica que cada espacio habitado ha construido con su entorno natural
y los fenómenos que allí tienen lugar, así como el efecto interconectado que ese mismo entorno y sus
fenómenos causan en la región desde la mitad del siglo XX en adelante.
Cuando en el siglo XVI los conquistadores avanzaron sobre este litoral, perseguían ocupar el espacio
estratégicamente con el objeto de obtenerlo como posesión y como base de nuevas exploraciones en
búsqueda de riquezas minerales y explotación indígena. Las fundaciones de Caraballeda y La Guaira
serán estas bases, y apoyarán, entre otras cosas, la conquista del valle de Caracas. Esta primera fase de
ocupación del espacio en la región tuvo estos derroteros, y no otros. Los primeros sembradíos que van a
desarrollarse sobre las pequeñas planicies y laderas existentes en las proximidades de Caraballeda, o bien
en otros puntos que luego serán espacio de haciendas y cosechas (El Cojo, Macuto o Camurí), no
contemplan la idea de una región unificada, ni mucho menos.
La segunda fase de esta ocupación determinará el destino del litoral sin solución de continuidad: servir
con diversas funciones a los intereses de Caracas. En efecto, una vez fundada la ciudad que va a ser la
punta de lanza del desarrollo territorial de la Provincia de Venezuela, La Guaira será su puerto, la entrada
y salida de una capital pobre, pero ambiciosa (Altez, 2016). La conexión entre ambos lugares, además,
se verá intervenida por la gran elevación que las separa, y dependerá de un solo camino desde comienzos
del siglo XVII, lo que contribuirá con un escaso desarrollo urbano e infraestructural por varios siglos
(Fig. 1). En tanto que puerto que asiste a otra ciudad, La Guaira no pudo crecer en su beneficio más allá
de lo que ciertas familias invirtieron en el lugar durante la colonia, o lo que algunas casas comerciales
desarrollarán en provecho de sus intereses a partir del siglo XIX. Este lugar, el más importante del litoral,
no crecerá materialmente en sus primeros tres siglos de existencia, independientemente de cierta
infraestructura de defensa que, asimismo, tampoco fue apostada allí en su favor, sino como protección
de la ciudad capital.
139
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Figura 1. El litoral central hacia 1720, según Ermila Troconis de Veracoechea (1979). Nótese la dispersión de los
asentamientos, concentrados como haciendas y sin la existencia entonces de vías carreteras de comunicación.
Podemos identificar una tercera fase de esa ocupación del espacio que posee un doble sentido: por un
lado, está especialmente dedicada al puerto y sus inmediaciones; mientras que por otro lado tendrá que
ver con el resto de la región. En efecto, esta tercera fase de ocupación, que podríamos ubicar desde la
segunda mitad del siglo XVII y comienzos del XVIII hasta el proceso de independencia, se enfoca en la
fortificación de La Guaira como defensa de Caracas, así como en el desarrollo de haciendas de cultivos
intensivos desplegadas en las proximidades de pequeños asentamientos, algunos de ellos surgidos,
ciertamente, de las propias haciendas.
La fortificación del litoral no tuvo otro objeto que la defensa de Caracas, y por ello el desarrollo de la
infraestructura al respecto es local y puntual (Fig. 2). No hubo fortalezas más allá de La Guaira y sus
cercanías, y esto significó que, durante el periodo colonial, las únicas infraestructuras desarrolladas en la
región estuvieron dedicadas a la defensa, con la excepción de la Casa Guipuzcoana, construida en la
segunda mitad del siglo XVIII y con funciones comerciales, luego aduanales. El desarrollo de las
haciendas estuvo determinado por la demanda de cacao, y es por ello que este fruto fue sembrado en
todas las plantaciones de la región, solo acompañado de otras cosechas para consumo interno y
subsistencia. En torno al cacao, por lo tanto, se fundaron, proliferaron y crecieron haciendas en los
siguientes lugares (yendo desde La Guaira hacia el este): Punta de Mulatos, Macuto, El Cojo, al pie de
Caraballeda, Naiguatá y sus inmediaciones, Camurí Grande, y los pueblos que hoy ocupan la Parroquia
Caruao, desde Osma hasta Higuerote. Todas estas haciendas y sembradíos jamás representaron pueblos
y comunidades interconectados entre sí, sino puntos focalizados de explotación desplegados sobre la
región.
Así permaneció la ocupación del litoral, sin mayores crecimientos ni desarrollos más allá de los que
específicamente tuvieran lugar en cada uno de esos espacios, hasta que Caracas comenzó a observar la
región como un sitio de esparcimiento (Fig. 3). Esto tendrá lugar a finales del siglo XIX, a partir del
gobierno de Antonio Guzmán Blanco. Su interés en ello va contribuir con las primeras modificaciones
urbanas de la zona: la construcción de los baños (iniciada en 1876) y la llegada del ferrocarril hasta
Macuto (1883), lo que marca el desarrollo de este lugar como un balneario. Estas transformaciones del
espacio indican el comienzo de la cuarta fase en la modalidad de ocupación del espacio en el litoral
central. Antes de esto, entre el proceso de independencia y los arrebatos urbanizadores de Guzmán
Blanco, el litoral solo contó con un desarrollo en forma de infraestructura: la construcción del camino
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
carretero, antiguo proyecto de finales del siglo XVIII que se concluye en 1845 (Altez, 2006). Incluso las
casas comerciales que comienzan a hacer vida en La Guaira desde la década de 1820, como la firma
Boulton, no aportarán desarrollos materiales al lugar.
Figura 2. Abanico fluvial del Río Osorio, La Guaira. Detalle del Plano de Puerto Cabello en la Costa Firme, con
planos de la ensenada de Barcelona y fondeadero de La Guaira, 1804 (Archivo Histórico de la Marina de España,
P2-B7-N53). Nótese cómo La Guaira es un desarrollo puntual y aislado.
Figura 3. “Vista general de Naiguatá después del terremoto del 29 de octubre de 1900”, publicada en El Cojo
Ilustrado. Tomada de Troconis (1979). Queda claro que, para la época, Naiguatá era un caserío sin desarrollos
modernos, lo que nos permite imaginar cómo habría de ser buena parte del litoral.
La llegada del ferrocarril (Fig. 4) y la construcción de los baños de Macuto (Fig. 5) conectaron a La
Guaira con esas inmediaciones hacia el este; mientras que hacia el oeste la acercaron a Maiquetía, su
pequeña población vecina que servía de punto de partida y de llegada al camino que unía al litoral con
Caracas. Esta secuencia Caracas-Maiquetía-La Guaira-Macuto, será la primera conexión territorial que
141
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
unificará estos puntos, dando una imagen de unidad regional por primera vez en su historia. Con todo, el
desarrollo infraestructural del litoral, anclado a la importancia de su puerto, crecerá poco en las primeras
décadas del siglo XX (Fig. 6). No obstante, ya adquiere desde la creación de los baños de Macuto en
adelante el aroma que definirá su condición más característica de la modernidad: la de balneario.
Figura 4. El ferrocarril Caracas-La Guaira a su paso por Peña de Mora. Imagen de Martin (1888).
Esta fase, impulsada por las iniciativas de Guzmán Blanco, tendrá un periodo de ralentización de las
inversiones, aunque sin alterar la imagen de lugar de descanso con el que ya había sido identificado,
especialmente en el caso de Macuto. Allí, durante el gobierno de Juan Vicente Gómez, se van a fundar
los primeros hoteles modernos: el Hotel Macuto, el Hotel Miramar, y la Pensión Santiago, los cuales,
junto a la Plaza de Las Palomas, le darán un ambiente bucólico a las estancias recreativas que ofrecía el
lugar (Troconis, 1979: p. 180). Para favorecer el acceso a la zona con los recursos que la modernidad del
contexto exigía, Gómez consolidó el camino carretero como una carretera de asfalto y cemento,
construyó una variante que bifurcaba la vía entre la zona de La Llanera (poco antes del actual Plan de
Manzano), y el Zig-Zag, ya casi llegando al litoral, y le ofreció a la comunicación entre La Guaira y
Caracas un sistema multimodal: dos carreteras que operaban junto al ferrocarril (Altez, 2006).
Figura 5. Los baños de Macuto, sin fecha, pero probablemente de comienzos de siglo XX. Tomado de Veer-
Englert (1989).
142
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 6. Vista del puerto de La Guaira en 1939. Tomada de Rainey Langley (1939).
Otros clubes le darán al este del litoral ese impulso decisivo hacia el urbanismo que consolida a la región
como balneario moderno: el Club Puerto Azul (iniciado en 1955, inaugurado en 1962); el Club Playa
Azul (diseñado en 1956 y desarrollado en la década de 1960); y el Club Camurí Grande (creado en 1958,
desarrollado en años siguientes). Acompañan a estas inversiones otros desarrollos con igual sentido: el
Gran Hotel Palmar de la Playa Lido y su playa privada (c. 1951); la Ciudad Vacacional de Los Caracas
(1955), desarrollada por el Estado; las urbanizaciones Palmar Este y Los Corales (desarrolladas entre
1956 y 1957), con diseños de Carlos Raúl Villanueva; y los grandes hoteles del este (Sheraton, 1963;
Meliá, 1975). A todo eso hay que sumar la construcción de edificios cuyo destino fue, básicamente, el
de ser segundas viviendas o apartamentos de balneario, lo que sucedió, casi explosivamente, entre las
décadas de 1960 y 1970, aunque todavía hubo desarrollos por el estilo en las de 1980 y 1990 (Tabla 1).
143
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Un caso de interés lo representa la población de Carmen de Uria, inexistente antes de la década de 1950,
cuyo proceso de conformación comienza a partir de la venta de los terrenos de la antigua Hacienda Uria
(que pertenecía a los descendientes del francés Bernardo Ferrero, su dueño desde el periodo de
independencia) al constructor Felipe Galliardi en 1953 (véase: Muguerza y López, 2010). Galliardi solo
alcanzó a construir allí un edificio, abandonando el proyecto luego de la caída de Pérez Jiménez en 1958,
y dejando el sitio sin un destino formal de desarrollo urbano. El lugar fue ocupado de la mano de un
proceso informal de autoconstrucción de viviendas sobre el único espacio disponible para ello: el cauce
que pasa por allí. El resultado de esto, al igual que en la mayoría de los cauces invadidos por procesos
similares, viene a dar en el desastre de 1999. Como sucedió con Carmen de Uria, otros espacios ocupados
con viviendas autoconstruidas aparecen como efecto del estímulo suscitado por la vialidad y el urbanismo
desarrollados a partir de la década de 1950: El Tigrillo y El Teleférico son dos ejemplos más de estos
procesos de ocupación informal con un origen similar.
Figura 7. Vista aérea de La Guaira en 1959. Tomada de Gasparini y Pérez Vila (1981). Nótese el corte sobre el
abanico del río Osorio que lleva la cota de la Avenida Soublette al nivel del mar, prácticamente. La imagen es
elocuente para destacar el relieve que enseña el abanico aluvial.
Interesa destacar que, como indicamos anteriormente, esta fase de ocupación del espacio viene a
transformar la región, no solo al otorgarle la unidad urbana que le caracteriza al presente y que nunca
antes tuvo, sino también al sustituir un modelo de uso y tenencia de la tierra consolidado desde el siglo
144
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
XVII: el de las haciendas, “la forma predominante de tenencia de la tierra en el litoral” (Troconis, 1979:
p. 182). Todos los asentamientos del litoral contaban con sembradíos cuya explotación pertenecía a
propietarios de haciendas; no obstante, en un movimiento histórico determinante, esos terrenos fueron
adquiridos para los desarrollos antes mencionados, y fueron la base para el horizonte urbano que el litoral
exhibió hasta 1999.
Tabla 1. Transformación del uso del espacio en el litoral central a partir del desarrollo urbano moderno, teniendo
en cuenta los nuevos destinos de algunas de las antiguas haciendas de la región. Elaboración propia para este
trabajo a partir de la información hallada en la investigación y de aproximaciones directas en la zona.
Estos espacios que han permitido el desarrollo urbano esconden o sepultan a los abanicos aluviales,
resultado del depósito de materiales arrastrados hasta el mar a través de las docenas de cauces y
torrenteras que bajan de la cordillera, estimulados por lluvias torrenciales estacionales o irregulares. Los
abanicos, tal como se les denomina por su forma característica en vista cenital, son modelados aluviales
conformados por esos sedimentos arrastrados con cada alud. Se forman cuando una corriente de agua
que fluye rápidamente (a través de una pendiente pronunciada) entra en una zona de menor pendiente y
su velocidad disminuye, depositando así su carga de sedimentos y extendiéndose en forma de abanico.
145
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
El punto de vista desde el cual han sido descritos e interpretados estos abanicos es, precisamente, cenital,
lo que permite adjudicar el término (Figs. 8 y 9). Esta vista, sin embargo, no parece tomar en cuenta el
resto de su morfología característica, la cual debe entenderse en la tridimensionalidad natural de los
objetos materiales, pues no pueden ser advertidos únicamente como una idealización plana.
Un punto de vista diferente comienza por reclamar dicha tridimensionalidad, lo que supone observar los
abanicos desde un ángulo bajo-oblicuo que permita apreciar el relieve que les identifica. En este sentido,
todos los abanicos, por la naturaleza de su conformación a través de sedimentos sucesivos, enseñan
elevaciones que esconden o afloran la estratigrafía de esos depósitos y, del mismo modo, exponen
relieves en las márgenes de los cauces que les alimentan. Esto, desde luego, se aprecia en la zona del
propio abanico, es decir: en su espacio de expansión final.
Figura 8. Fotografía aérea de Punta de Mulatos, diciembre de 1999, publicada en Altez (2007). Fue cedida
gentilmente entonces por la Autoridad Única para la reconstrucción del estado Vargas.
Figura 9. Vista aérea del río San Julián y Los Corales (diciembre de 2000). Fotografía: Franco Urbani.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
El depósito sucesivo de esos sedimentos se distribuye, además, conforme la corriente lo transporta sobre
el cauce, y en correspondencia con dicho cauce. En su paso violento, debido a la velocidad alcanzada por
la pendiente y al volumen que arrastra en forma de corriente, el cauce se erosiona en un nivel subyacente
y se va haciendo más profundo, y al llegar a la zona de expansión, estos materiales se esparcen hacia los
márgenes, conformando las terrazas aluviales que se despliegan en forma de escalones. La representación
característica del abanico indica esa expansión: en dirección hacia esos márgenes y de acuerdo la
topografía.
Siguiendo este enfoque, los abanicos, por tanto, representan el espacio de descanso o depósito final de
los sedimentos arrastrados por los aludes o desbordamientos del cauce sobre un área en la que pueden
expandirse lateralmente. Las imágenes cenitales descubren el símil con el que se identifica su nombre:
abanico; sin embargo, la observación que proponemos conduce a observarles recorriendo su relieve, de
manera de poder apreciar el modelado que mencionamos, que representa al propio cauce y al efecto de
su desbordamiento. Por consiguiente, se observa allí al canal construido por el cauce como resultado de
la fase terminal del fenómeno de los aludes, donde se entalla al abanico en sus terrazas, generando las
elevaciones que se aprecian a los lados del canal y marcan la profundidad a su paso. En ese sentido,
puede observarse una depresión en el sitio por donde se desplaza el cauce, así como elevaciones a los
lados adonde se depositan los materiales. La topografía que resulta de todo esto recrea símiles de lomos
de camello o bateas (Fig. 10), desniveles característicos que han sido construidos en los pasos de ríos o
quebradas donde no hay puentes o necesidad de los mismos (Altez, 2007: p. 61).
Figura 10. Imagen del cauce de Camurí Chico (2004). Fotografía: Rogelio Altez. En esta imagen se aprecia lo
descrito anteriormente: la hondonada que indica el paso del cauce y el relieve a los márgenes que indica el depósito
de los sedimentos produciendo una morfología en forma de “lomos de camello”.
El depósito sucesivo de los sedimentos, además, ha tenido lugar con cada evento a través del tiempo, lo
que puede comprenderse en la estratigrafía característica de todos los depósitos aluviales (Figs. 11, 12 y
13). El aluvión, por otro lado, es un fenómeno de mecánica caótica, arrastrando lo que encuentra a su
paso y arrojándolo sobre esas terrazas; por tanto, las terrazas enseñan, como el propio subsuelo de los
depósitos aluviales, una estructura claramente estratigráfica, pero contundentemente enmarañada.
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Figura 11. Corte en terraza del cauce del río San Julián. Fotografía: Franco Urbani, abril 2000. Queda clara la
condición caótica de la conformación de la terraza.
Al comprender lo explicado anteriormente, queda claro que aquella estrecha franja que representa al
litoral y sobre la cual se ha desarrollado el urbanismo de mitad de siglo XX, supone un espacio
conformado por abanicos aluviales que yacen bajo ese desarrollo. O bien, el urbanismo moderno del
litoral se ha asentado sobre abanicos aluviales cuya conformación no solo debe apreciarse en el subsuelo,
sino también en elevaciones que pueden alcanzar decenas de metros de altura.
Figura 12. Vista de un corte en el abanico aluvial de Punta de Mulato desde la Avenida Soublette. Se observa allí
la estratigrafía de la terraza y se aprecia la elevación alcanzada por este margen del abanico, así como las viviendas
informales ancladas al lugar. Fotografía: Rogelio Altez, 2004.
148
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 13. Vista lateral, de oeste a este, del abanico aluvial de Camurí Chico. Se observa en primer plano la
elevación producida por el depósito de sedimentos con el evento de 1999, y al fondo, sobre una antigua terraza
abandonada por el cauce, el desarrollo de las viviendas de la Urbanización La Llanada, comenzadas en la década
de 1990. Fotografía: Rogelio Altez, 2004.
Hemos tomado en cuenta algunos de los abanicos aluviales más característicos de la descripción anterior,
y al efecto hemos realizado representaciones gráficas de su morfología. La robustez de sus lomos,
aflorada (como en el caso de Camurí Chico), sepultada por la vialidad (como en el caso de Piedra Azul
en Maiquetía, o Cerro Grande en Tanaguarena), intervenida por el desarrollo urbano (como en el abanico
del río San Julián en Caraballeda, al cual se le añade el de Quebrada Seca), acoplada a la ocupación
formal e informal (como en el caso de El Teleférico y Las Quince Letras sobre la quebrada de El Cojo),
o desapercibida tras el paso de la carretera (como en El Tigrillo), da cuenta de su presencia determinante
bajo la ocupación del espacio en el proceso de desarrollo urbano moderno.
Se elaboraron los perfiles topográficos de los seis abanicos fluviales (Fig. 14) mencionados, y para ello
se utilizaron los mapas topográficos a escala 1:5.000 con curvas de nivel cada cinco metros, de las
ediciones de 1959 (Bitucotex C.A. para Dirección de Cartografía Nacional) y 1984 (Aeromapas
Saravenca C.A. para la Gobernación del Distrito Federal, 1984). Los perfiles tienen una orientación
general este-oeste atravesando los abanicos en forma perpendicular al cauce. Todos los perfiles
comienzan y terminan en la cota de 0 m s.n.m. Su ubicación puede verse en las Figuras 14a-c y
corresponden a los cauces de Piedra Azul, El Cojo, Caraballeda, Punta Tanaguarena, El Tigrillo y Camurí
Grande.
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Figura 14a. Mapa de localización de los perfiles topográficos mostradas en la figura 15, sobre fragmentos del
mapa “Caracas, Área metropolitana y alrededores” (1957).
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
En la Figura 15 se muestran los perfiles elaborados, y en todos ellos se observa un gradual ascenso para
llegar a la posición actual del cauce, el cual siempre presenta un entallamiento de su propio abanico. El
perfil más extenso de los presentados es el de Caraballeda y el que presenta mayor pendiente en los lados
es el de El Cojo.
Los efectos de la ocupación del espacio desplegada por el urbanismo moderno no solo pueden advertirse
en la interconexión que la vialidad unificada enseña, sino en lo que ese desarrollo ha transformado sobre
el entorno. En primer lugar, estas morfologías desparecieron en su mayoría a partir de la construcción de
la vialidad, o bien con la urbanización de ese espacio, del mismo modo que con los desarrollos
informales. Podemos advertirlas todavía enseñando su robustez en algunos casos, como sucede con la
quebrada Piedra Azul en Maiquetía, o la quebrada que baja de Galipán en Macuto. La vialidad construida,
o el desarrollo del urbanismo en esos lugares siguió la topografía característica de los abanicos aluviales.
Figura 15. Perfiles topográficos a través de algunos abanicos fluviales del litoral central. Ver ubicación en la
Figura 14a-c.
En otros casos, como en Los Corales o Punta de Mulatos, el paso de la vialidad llevó la topografía a una
cota plana y casi a nivel del mar en beneficio de la circulación automotor, eliminando las elevaciones o
lomos de camello. Otros casos exponen desarrollos formales o autoconstruidos que se plegaron
linealmente a la topografía, o bien conviven con los grandes bloques depositados en las márgenes de los
abanicos; este es el caso de Caraballeda, sobre altas terrazas ya abandonadas por el río San Julián, o El
Teleférico y Las Quince Letras, adosados a las terrazas de la quebrada de El Cojo (ver Figs. 16, 17 y 18).
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Figura 16. Vista de un sector del barrio El Teleférico, en Macuto, donde se aprecian los bloques de una de las
terrazas de la quebrada de El Cojo, sobre los cuales se desarrollaron las viviendas informales a partir de la década
de 1950 y en adelante. Fotografía: Rogelio Altez, 2004.
Figura 17. Vista del sector Punto Fijo, a un lado del antiguo pueblo de Caraballeda, también construido sobre
materiales trasladados hasta allí alguna vez por la actividad del río San Julián. Fotografía: Rogelio Altez, 2004.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 18. Vista de la Avenida Soublette a la altura de Maiquetía, sobre el margen oeste de la quebrada Piedra
Azul. La imagen enseña el recorrido de la avenida siguiendo la topografía del abanico, donde se aprecia el paso
del cauce al descender el margen oeste y ascender el margen este. Fotografía: Rogelio Altez, 2004.
Con el evento de 1999 pudimos advertir directamente estos depósitos y las alturas alcanzadas, lo que nos
permite realizar reconstrucciones en retrospectiva, interpretando que en cada uno de los cauces
desbordados por los aludes se arrojaron sedimentos que, de no haberse removido, habrían elevado la
altura de todos los abanicos aluviales del litoral. El urbanismo intervino en su beneficio, pero del mismo
modo que en el pasado, sepultó las evidencias de la regularidad de estos eventos al remover los escombros
y llevar la vialidad a su condición anterior al evento. Solo en el caso de Camurí Chico esto no fue así, y
de allí que el cauce sirva de ejemplo y estímulo a buena parte de los razonamientos en este trabajo. El
desarrollo urbano que unificó la región como nunca antes, creó asimismo una falsa idea de unidad que
se proyectó hacia el pasado del litoral. Tal como lo explicamos, no pudo haber experiencias comunes de
largo alcance en ningún evento similar anterior a la urbanización del siglo XX, pues cada espacio
habitado representaba un núcleo no necesariamente interconectado con el resto de la región. Solo cuando
el litoral fue conurbado a partir de la década de 1950 podemos advertir la magnitud real de eventos
similares al de 1999, de los cuales no existe memoria entre sus habitantes, a pesar de las claras evidencias
que cada abanico aluvial representa.
El desarrollo urbano pasó por encima de la condición natural y sembró un hábitat de espaldas al
comportamiento del entorno y sus fenómenos. Los sitios que emergieron con este proceso no pueden
recoger ninguna memoria sobre la naturaleza de la región pues, precisamente, surgieron sepultando esa
naturaleza. El Tigrillo, Carmen de Uria, La Llanada o Los Corales, por ejemplo, no son pueblos ni
asentamientos tradicionales; son el resultado de diferentes formas de desarrollo urbano producidas como
efecto de la materialización de intereses sobre la región. En el primer caso, El Tigrillo o Carmen de Uria,
sobre la carretera hacia Naiguatá, provienen del desarrollo vial construido por el Estado y como
despliegue de procesos marginales de autoconstrucción. En el segundo caso, La Llanada o Los Corales,
son la cristalización de inversiones y de nuevas formas de uso de la tierra asociadas, asimismo, con
nuevas formas de inversión de capital. Los dos ejemplos, opuestos por la condición social y material de
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
sus desarrollos, condujeron a la ocupación de cauces con diferentes estrategias de aprovechamiento del
espacio. El efecto de estas estrategias diferentes se observó con el evento de 1999. Lo sucedido en cada
uno de estos espacios describe específicamente estas condiciones.
La morfología característica de los abanicos aluviales enseñada en sus relieves ha sido sepultada por el
desarrollo urbano, enviando al olvido las evidencias de ese comportamiento y convirtiendo cada
asentamiento en un contexto vulnerable. La reproducción de esas condiciones luego de 1999, a partir del
estímulo a la reconstrucción sobre los mismos espacios destruidos con los aludes y, peor aún, de la mano
del incentivo a la reocupación o retorno de los habitantes damnificados, contribuye con la ausencia de
memoria, con el olvido y, desde luego, con la vulnerabilidad de toda la región. No se trata de que estos
espacios son inhabitables, sino de que pueden ser habitados teniendo en cuenta las condiciones naturales
en las que se encuentran asentados, algo que desde el desarrollo urbano en adelante no ha sido
considerado como una característica decisiva en el litoral.
Lo que el desarrollo urbano ha demostrado, a su vez, ha sido que no surge por necesidades naturales de
habitabilidad o por relaciones tradicionales con la naturaleza donde se asienta, sino que es la
materialización de intereses concretos, siempre asociados con el poder, sea el que fuere y en el momento
histórico que sea (Fig. 19).
Figura 19. A la derecha, vista aérea de la destrucción causada en Los Corales por los aludes del río San
Julián. Fotografía: Franco Urbani, diciembre de 2000. A la izquierda, desarrollo de la Misión Vivienda
exactamente en el lugar que indica la flecha. Fotografía: Rogelio Altez, 2016.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Esta reconstrucción del uso del espacio y del sentido con el que ha sido desarrollado el litoral central,
demuestra que su función histórica no se encuentra articulada con sus condiciones naturales, sino con
intereses siempre asidos a Caracas. Concebido finalmente como un balneario, produjo una representación
del lugar con sentido recreacional para el uso de visitantes, y no una región enfocada en asentarse y
desarrollarse sobre sus condiciones naturales para adaptarse a ellas. Este resultado ha producido una
región materialmente vulnerable, y una sociedad transversalmente vulnerable. Esta es una sociedad que
vive de espaldas a la montaña y solo viendo al mar como una playa en beneficio de temporadistas y como
oportunidad para la economía informal.
El efecto balneario sobre esta sociedad le ha arrancado la posibilidad de adaptarse a las condiciones
naturales sobre las que se encuentra asentada. Apretada entre la Cordillera de la Costa y el Mar Caribe,
como lo indicamos antes, no ha desarrollado ninguna tradición montañista y la pesca apenas es una
actividad aislada. El resto de su relación con el mar está determinada por la vida balnearia, y nada más.
Ha consolidado una economía informal anclada al servicio del temporadista y un vínculo clientelar con
los gobiernos de turno, sin contar con más desarrollos infraestructurales que esa vialidad construida a
mediados del siglo pasado. No posee universidades, más allá de un núcleo técnico de la Universidad
Simón Bolívar. Hasta 1999 solo poseía dos centros comerciales y dos cines en toda la región, de los
cuales hoy no funciona ninguno de los dos. No cuenta con otra fuente de empleo que no sea el aeropuerto
o el puerto, siempre determinados por clientelismos insoslayables. Con la desaparición de los grandes
hoteles del este, los que se levantaron cerca del aeropuerto no representan una fuente de empleo que haga
crecer la economía de la región. No posee ningún medio de transporte público eficiente que le conecte
con Caracas (recién en 1997 se inauguraron dos líneas de autobuses para el transporte público, y ambas
desaparecieron en 1999; el Metrobus solo funcionó por unos años, y hoy es un servicio irregular e
insuficiente). La cultura del balneario hizo del litoral central una región sin oportunidades de crecimiento,
adaptación ni conciencia sobre el entorno en el que se asienta.
El desarrollo urbano moderno vino a consolidar estas condiciones, o bien a incrementar lo que ya se
había perfilado desde el siglo XIX. Entre otros efectos, además de los ya mencionados, el urbanismo
desplegado desde la década de 1950 construyó un sistema monomodal de vialidad (Altez, 2006) que
refuerza la vulnerabilidad de sus vías de comunicación internas y hacia Caracas. Este desarrollo, a su
vez, contribuyó con la consolidación de construcciones y asentamientos informales, incluyendo el
surgimiento de poblaciones que aparecen en esa década, precisamente, así como los urbanismos formales
que no existían antes. Tal como se comentó, El Tigrillo, Carmen de Uria, El Teleférico, por mencionar
algunos de esos desarrollos informales, surgen después de la vialidad y la urbanización moderna.
Esos asentamientos consolidados sobre abanicos aluviales sepultados, intervenidos, o incorporados como
suelo y subsuelo de estos desarrollos, no solo están expuestos a la recurrencia de aludes torrenciales como
los de 1999 o tantos otros, sino que también han sido construidos en zonas que, como todas las terrazas
aluviales, amplifican las ondas sísmicas. El litoral central en su totalidad es una zona sísmica de alto
riesgo, y el urbanismo moderno ha producido una región aún más vulnerable, escasamente relacionada
con una de las mayores amenazas naturales con las que convive. Cuando en 1967 tuvo lugar el sismo del
29 de julio, uno de los espacios más golpeados (acaso el único realmente dañado) fue, precisamente, el
este (Fig. 20). Las imágenes de la mansión Charaima en ruinas, por ejemplo, y el rescate de las víctimas
en el lugar fueron elocuentes muestras de lo que representó el desarrollo material de la zona enfocado en
servir como balneario, y no como espacio adaptado a su entorno. Lo mismo podría decirse de las
imágenes de 1999.
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Esta premisa, por otro lado, nos comprueba que fenómeno y desastre no son sinónimos ni representan lo
mismo. Los aludes de 1999 (Fig. 21), por ejemplo, que enseñan el retorno de estos efectos característicos
asociados con fenómenos naturales propios de la región, producen desastres cada vez más destructores,
pues impactan sobre mayor presencia humana que en el pasado. Esta presencia, a su vez, da cuenta de
una ocupación del espacio interconectada entre sí por la vialidad moderna, pero desconectada de su
pasado y de la convivencia con la naturaleza donde tiene lugar esa presencia humana. Los eventos del
pasado, similares a los de 1999, son “menores” simplemente por hallar en su paso menos ocupación
urbana; no obstante, son el mismo fenómeno. El desarrollo urbano moderno viene a cristalizar, además,
la lógica histórica de la ocupación del espacio en el litoral: en ningún momento, en ninguna de sus fases,
prestó atención a la relación y la convivencia con la regularidad de los fenómenos naturales que se
manifiestan allí, ni siquiera con las lluvias estacionales y sus efectos sobre los cauces que hoy yacen bajo
la vialidad y ese urbanismo formal o informal.
El litoral central es una región desarrollada como balneario, ya en lo material como en lo simbólico y
cultural. Su sociedad no se ha consolidado en relación adaptativa con el medio natural en el que se
encuentra asentada, y su perfil más conspicuo es la vulnerabilidad. Los abanicos aluviales que le
conforman, y que permiten el desarrollo urbano al ofrecer los espacios más amplios para la
construcción, representan una doble función estructural de hábitat y riesgo. Las amenazas naturales con
las que convive no han sido incorporadas a su vida cotidiana; antes bien, han sido conminadas al olvido
colectivo que caracteriza a sus comunidades. La urbanización moderna no solo ha sepultado las
morfologías características de esos abanicos, sino que con ello y con todo el desarrollo material de la
región en forma de balneario que asiste a visitantes y no a sus habitantes, construyó una región de
espaladas a sus condiciones naturales, inmersa en el olvido y enfocada en la playa. La variable más
determinante de toda vulnerabilidad, desde luego, es el olvido, y aquí lo advertimos como una condición
insoslayable de esta región y sus comunidades.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 20. Imagen de la Mansión Charaima luego del sismo de 1967, publicada en el Diario La Verdad,
y consultada en la Colección CEDI, FUNVISIS.
Figura 21. Panorámica de Los Corales luego del evento de 1999. Fotografía: Franco Urbani, diciembre
de 1999.
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
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Nota: Una versión de este trabajo fue publicado en Memorias: Revista Digital de
Historia y Antropología, de la Universidad del Norte (Colombia), bajo el nombre
de "Morfología del olvido: Ocupación histórica del espacio y vulnerabilidad en
el Litoral Central de Venezuela", No. 45., septiembre-diciembre 2021, pp.
119-152
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
RESUMEN
El presente trabajo tiene como finalidad estudiar los movimientos en masa y procesos erosivos que se
han dado en la cuenca del río Mamo y la subcuenca El Tigre, en el litoral central, Venezuela. Esto con
el propósito de conocer las áreas más susceptibles de la cuenca a sufrir deslizamientos y erosión. Los
resultados obtenidos, para los modelos de susceptibilidad y estabilidad de taludes indican que la cuenca
baja densamente poblada del río Mamo (que además incluye la subcuenca El Tigre), es más susceptible
a deslizamientos que las zonas medias y altas de la misma. Esto se complementa y refuerza con el cálculo
de los índices de erosión unitario (USP) y de esfuerzo cortante (SSP), en donde para el primero se resalta
la presencia de erosión en la parte baja de la cuenca, mientras que para el segundo se observa una erosión
significativa en las partes media y baja de la misma, con el SSP se detecta además una erosión relevante
a lo largo de la subcuenca El Tigre, que correlaciona con el inventario de deslizamientos.
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
INTRODUCCIÓN
En cuanto a los desastres naturales que afectan a las comunidades cada año, los deslizamientos de tierra
o movimientos de masas son algunos de los de mayor frecuencia e impacto. En Venezuela a partir de las
fuertes precipitaciones ocasionadas por las tormentas que afectaron el área de estudio; cuenca del río
Mamo en los años 1999, 2005 y 2011, se desencadenaron y/o reactivaron deslizamientos en la misma,
de igual manera las fuertes lluvias ocasionaron inundaciones y flujos detríticos que dañaron las
comunidades que hacen vida en esa área (ej. Marapa, Piache, etc.) y que afectaron las obras de
infraestructura del canal del río. Debido a que se conocen casos de deslizamientos en la cuenca del río
Mamo (Batista, 2015) hemos constatado que es un fenómeno recurrente de data reciente en los años de
2005 y 2011.
Esta investigación es importante por aportar una metodología que nos permita ubicar aquellas áreas que
sean propensas a deslizamientos y a erosión, con el fin de cartografiar zonas pobladas que se puedan ver
afectadas por deslizamientos y la tasa de erosión. Su aplicación nos permitirá conocer mejor la dinámica
geomorfológica con respecto a eventos extraordinarios para esta cuenca y otras colindantes dentro de la
Cordillera de la Costa, además de realizar aportes en el campo geomático demostrando las ventajas de
contar con la plataforma ArcGIS, que nos provee las herramientas de análisis apropiadas para este estudio
como Hydrology y el ArcGIS Online para ubicación cartográfica precisa
ÁREA DE ESTUDIO
El área de estudio limita al norte con el Mar Caribe, al sur con los estados Aragua y Miranda, al este con
las cuencas de las quebradas La Zorra y Tacagua y al oeste con las cuencas del río Oricao y Chichiriviche.
Comprende el municipio Vargas, parroquias Catia La Mar, Carayaca y El Junko del estado Vargas. La
cuenca del río Mamo abarca una superficie de 144,6 Km². La misma pertenece a la Serranía del Litoral
Central. “El río Mamo nace en el Pico Geremba (El Palmar) a una altura de 2.210 msnm y recorre 38,4
km antes de descargar sus aguas al Mar Caribe justo en el Club de Mamo con una pendiente de fondo de
1,4%. Está formado por numerosos afluentes entre los que cabe destacar al río Petaquire y a las quebradas
Yaguara, El Piache y El Tigre” (COTEV, 2004). Ver figura 1.
Así mismo define deslizamiento como “movimiento de una masa de roca, debris o tierra, pendiente
abajo”. Mientras que el término “talud” (“slope”) es utilizado tanto para pendientes naturales como
artificiales. “A los taludes naturales se les conoce también como “ladera”, mientras que un talud artificial
puede ser en “corte” o en “lleno (relleno)” (Suárez, 1998). Un talud estable puede convertirse en un
“deslizamiento”, por lo que los deslizamientos son “taludes inestables” (Suárez op cit.).
Para esta investigación se aplica el concepto de susceptibilidad a deslizamientos manejado por Cereceda
(Cereceda, 2006) quien indica que “la susceptibilidad es la potencialidad de un terreno o área a la
ocurrencia de deslizamientos y no implica el aspecto temporal del fenómeno”.
En la cuenca del río Mamo se han hecho estudios poco detallados de estabilidad de taludes, pero no de
susceptibilidad a deslizamientos o índices de erosión, por lo que esta investigación es de tipo exploratoria.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Para este artículo se trabajó con una combinación de técnicas de geomorfología cuantitativa y de métodos
estadísticos-determinísticos. Estos últimos para lograr una zonificación de las áreas de mayor
susceptibilidad a la ocurrencia de deslizamientos, mediante la evaluación de factores causantes y el
inventario de dichos eventos; mediante la implementación de un SIG (Cereceda, 2006).
161
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Donde:
Ppa: Superficie probable de deslizamientos por cada factor de ocurrencia (km2 o ha de deslizamientos por cada
tipo de litología, de pendiente, de vegetación, etc.).
Y la probabilidad:
Ppa = Área de deslizamiento por cada clase del factor de ocurrencia (3)
Área de cada clase de factor de ocurrencia
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Para determinar el Índice de estabilidad de taludes (IS) se procede a integrar ecuaciones y modelos
matemáticos bajo un módulo de SIG llamado StabilityIndexMAPing (SINMAP), inventario de
deslizamientos e inferencia de ciertos parámetros de precipitación. “La estabilidad de taludes se basa
principalmente en el concepto de Factor de seguridad (FS), donde el FS se define como la relación que
existe entre la resistencia al corte del suelo o roca y los esfuerzos cortantes a lo largo de una superficie
de falla” (Cereceda, 2006). Para calcular el grado de estabilidad de laderas, en base al factor de seguridad
(Cereceda, 2006) se necesita primero un Modelo de Estabilidad Infinita de Taludes + Modelo
Hidrológico (TOPMODEL) + Índice Topográfico de Humedad = Índice de estabilidad de taludes. Ver
Tabla 2
En cuanto a los índices de erosión (Stream Power Index-SPI), estos se consideran parámetros
generalizados útiles para el modelado de procesos erosivos. El análisis se basa como una predicción en
la tasa de incisión en el lecho de roca vista como una función de la potencia de la corriente (Finlayson et
al, 2002, Tucker y Whipple, 2002). La siguiente ecuación es la expresión general, utilizada para el cálculo
de los índices de erosión.
e= kAsmSn (6)
Donde e representa la tasa de incisión local, As es el área de drenaje (desagüe) aguas arriba (tomada como
una aproximación para el caudal), S es el valor de la pendiente local, mientras que k se relaciona
directamente con la litología y es llamado el coeficiente de erodabilidad que refleja la dureza (Whipple,
2001). Diferentes valores de m y n pueden ser usados dependiendo de la forma como son controladas
las tasas de incisión de los ríos.
Potencia Unitaria del Flujo (USP): La tasa de incisión está controlada por la amplitud o ancho del canal,
m=1/2, n=1.
USP= kAs0.5S (7)
Potencia de Corte del Flujo (SSP): La incisión es controlada por la potencia del esfuerzo cortante sobre
el lecho del curso de agua“, m=1/3, n=2/3.
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Herramientas empleadas
El procesamiento y análisis espaciales fueron realizados con la plataforma ArcGIS Esri, en particular el
programa ArcMap versión 10.5, las funcionalidades empleadas que más se destacan son las siguientes:
Uso de Geodatabases: Debido al volumen de información tanto espacial como atributiva procesada, la
misma se almacena y maneja dentro de esta estructura, se organiza las capas en datasets por temas
(urbano, medio físico, amenaza, etc.) se incluyen validaciones topológicas de las coberturas con el fin de
que los cálculos de área y distancia sean lo mas preciso posible, además empleamos dominios, subtipos
y relaciones con el fin de minimizar errores de entrada. Adicionalmente, contiene las imágenes de
sensores remotos y mapas raster de apoyo.
Herramienta Hydrology: Nos provee de los comandos necesarios para calcular índices de erosión como
Flow Direction (Dirección de Flujo), Flow Accumulation (Acumulación de flujo) entre otros; además
nos permite identificar cursos y órdenes de los ríos así como extraer de forma automática microcuencas.
Modelo SINMAP (Stability Index MAPing): SINMAP es un complemento ArcGIS que implementa el
cálculo de un índice de estabilidad de taludes basado en un modelo digital de elevación (DEM) que se
utiliza entre otras funciones para obtener la información de necesaria como la pendiente y el área de
captación específica.
ArcGIS OnLine: Nos permitió calibrar las capas vectoriales desarrolladas por los autores y las obtenidas
mediante diferentes fuentes, se puede utilizar para completar vacíos de información, de apoyo en línea
en los trabajos de campo y para mostrar el contexto de localización de la cuenca.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
A continuación presentaremos y discutiremos los mapas generados en este trabajo.
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
El 69,19% de los deslizamientos que han ocurrido en la cuenca se han dado en la formación “Mármol de
Antímano” (mármol y anfibolitas), a pesar de que el 54,7% de la cuenca está ocupada por la formación
“Esquisto de Las Brisas” (esquistos cuarzo albíticomuscovítico clorítico).
El 48,02% de los deslizamientos se presenta en la cobertura vegetal tipo “Matorral”; a pesar de que en
toda la cuenca predomina la categoría de “Bosque” (37,4%).
Figura 4. Mapa de susceptibilidad final de la cuenca. Fuente: Elaboración propia a partir de la combinación de
los FC. Enero de 2015
Figura 5. Categorías de Susceptibilidad para la Cuenca del Río Mamo. Fuente: Elaboración propia, con base a
cálculos propios.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 6. Mapa de índices de estabilidad de taludes. Fuente: Elaboración propia a partir del uso del Módulo
SinMap para el programa ArcGis. Agosto de 2014.
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Figura 7. Índice de erosión Unitario (Unit Stream Power - USP). Fuente: Elaboración propia.
El resultado del índice SSP pesado con precipitación y litología, se muestra en la figura 8. Se detalla
mucho mejor la erosión en el cauce principal; así como en algunas de las subcuencas (ej. El Tigre).
Integración de modelo de susceptibilidad e índices de erosión.
El modelo de susceptibilidad combinado con los diferentes mapas de índices de erosión coincide o tienen
en común que los deslizamientos y áreas de mayor erosión ocurren en la parte baja de la cuenca,
afectando zonas urbanas o de uso agrícola intensivo (presentes en la zona media), de hecho solo alrededor
de un 30% de los terrenos de la cuenca expresan una propensión a sufrir algún tipo de deslizamiento,
ubicándose estos principalmente en la parte baja (densamente poblada) y media- baja de la cuenca
(Batista, 2015). Mientras que para la parte media y alta la incidencia de deslizamientos es menor o casi
nula debido a que son colinas suaves de poca pendiente con una vegetación de pastos que cubren
uniformemente el terreno, también se observaron algunas obras de estabilización de taludes como la
siembra de bosques de pinos. Es de resaltar que en las salidas de campo realizadas a la cuenca (años
2011, 2013 y 2016) se observaron pocos deslizamientos y de baja magnitud en las partes altas de la
cuenca (ejemplo de uno de los deslizamientos más grandes que sin embargo, no llegó a bloquear la vía,
ver figura 9), mientras que en la parte baja se presenta acumulación de sedimentos y movimientos en
masa de mayor magnitud (ver figura 10); respecto a este último fenómeno hidrometeorológico los
mismos pueden activarse o reactivarse cuando se presentan lluvias extraordinarias como las acontecidas
en los años 1999 y 2011.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 9. Ejemplo de deslizamiento en la parte alta de la cuenca del río Mamo. Salida de campo, 16/12/2013.
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Figura 10. Ejemplos de deslizamientos en zonas de distinta susceptibilidad a deslizamientos en la Cuenca del Río
Mamo. Fuente: Elaboración propia. Año 2013.
Un caso que llama la atención es la subcuenca de la Quebrada El Tigre, la cual presenta gran cantidad de
deslizamientos registrados en los años 1952, 1999, y 2005 (Courtel, 2008), además de valores notables
de erosión (USP-SSP). Lo que podría explicarse porque en las nacientes de la misma predominan: 1)
litología de material esquistoso; 2) vegetación de matorral (por intervención humana); 3) geomorfología
cóncava, 4) una alta intervención humana en sus cabeceras ya que allí se encuentra el urbanismo llamado
“Ciudad Caribia”, cuyos trabajos de construcción empezaron en el año 2008.
Caso subcuenca Quebrada El Tigre.
Esta subcuenca está ubicada al noreste de la cuenca de Mamo, tiene una superficie de aproximada 9,71
Km2, una pendiente promedio de 46 %, con unos valores altitudinales entre los 140 y 960 msnm. Ver
ubicación de la subcuenca en la Figura 11. Es importante señalar el aporte de sedimentos a la cuenca baja
del Río Mamo proveniente de esta subcuenca; debido a que en la zona Centro-Norte de la misma se
presenta una combinación de altas pendientes (46% en promedio), una litología de esquistos, propensa a
que se produzca o reactiven deslizamientos y se presenten altos niveles de erosión (tal como muestra el
índice SSP, Figura 12). Respecto a la asociación entre la litología y los deslizamientos se observa que
el 43% de esta subcuenca está ocupada por la formación Mármol de Antímano, en donde se concentra la
mayor superficie de deslizamientos, ya que es una formación que está compuesta por una mezcla
compleja de litologías fundamentalmente de esquistos de variada mineralogía que tienden a meteorizarse
muy fácilmente con la presencia de la lluvia sobre todo cuando las laderas poseen una pobre cobertura
vegetal. Esto se corrobora con el índice de erosión SSP que presenta valores altos para esa litología; con
respecto a la cobertura vegetal, se observó que el 62,8% de la subcuenca está ocupada por matorral y
170
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
sobre estos ocurren la mayor parte de los deslizamientos, a diferencia de la parte alta de la cuenca que
está ocupada por pastos y ocasionalmente bosques en zonas de suaves pendientes. Finalmente, se tiene
que la mayoría de los deslizamientos de la subcuenca (53,86%) ocurren en tipos de relieve cóncavos
(geomorfología). Esto sumado a los urbanismos desarrollados en la cabecera de la cuenca ocasiona que
a la hora de presentarse lluvias excepcionales se incremente la posibilidad de ocurran aludes torrenciales
tal como se presentaron en la semana santa del año 2011.
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
• Con respecto a la susceptibilidad para toda la cuenca del río Mamo (144,5 km2) se concluye que hay
pocas probabilidades de ocurrencia de deslizamientos, ya que el 70% de las categorías (47% de
“Incertidumbre” más 23% de “Mediana estabilidad”) están en el rango de valores que tienden a la
estabilidad.
• Muy importante, para toda la cuenca solo alrededor de un 30% de los terrenos de la misma expresan
una propensión a sufrir algún tipo de deslizamiento (Zonas inestables), distribuidos principalmente
en la parte baja que además está densamente poblada.
• Para toda la cuenca, el 69,19% de los deslizamientos se han dado en la formación “Mármol de
Antímano” compuesta por una mezcla compleja de litologías fundamentalmente de esquistos de
variada mineralogía (micas, anfibolitas, mármol, anfibolitas granatíferas, etc.) que tienden a
meteorizarse muy fácilmente con la presencia de la lluvia sobre todo cuando las laderas poseen una
pobre cobertura vegetal.
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
• En cuanto a la cobertura vegetal la categoría que recoge o concentra la mayoría de los deslizamientos
que han ocurrido en la cuenca es el “Matorral” (48,02%); sin embargo, para toda la cuenca predomina
la categoría “Bosque”.
• Con respecto a la Estabilidad de Taludes para la cuenca del Río Mamo, se puede decir que el 63% de
la cuenca tiende a ser “estable” (24% corresponde a “Baja estabilidad”, 23% se corresponde con
“Alta estabilidad” y un 16% a “Estabilidad media”) de acuerdo a las categorías de índices de
estabilidad (IS).
• El modelo de susceptibilidad combinado con los de índices de erosión para toda la cuenca coinciden
en que los deslizamientos y áreas de mayor erosión ocurren en la parte baja de la misma, afectando
zonas urbanas densamente pobladas (Marapa y El Piache). Esta área (zona baja) se localiza
aproximadamente el 30% del total de terrenos que tienden a ser inestables.
• En la parte media y alta de la cuenca la incidencia de deslizamientos es menor o casi nula debido a
que en estos sectores se localizan suaves colinas de poca pendiente con una vegetación de pastos y
bosques que cubren uniformemente el terreno, también se observaron algunas obras de estabilización
de taludes como la siembra de bosques de pinos, además según el Plan de Ordenamiento Territorial
del Estado Vargas -POTEV (COTEV, 2004) las características litológicas de estas zonas le dan
mayor estabilidad a diferencia de la zonas bajas. Es de resaltar que en las salidas de campo realizadas
(años 2011, 2013 y 2016) se corroboró que el 70 % de la parte media y alta de la cuenca tiende a ser
estable.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
• A diferencia de los cálculos de susceptibilidad para toda el área de estudio, la subcuenca El Tigre
tiende a ser inestable, ya que aproximadamente el 80% de la misma presenta una “Media y Baja
Inestabilidad”.
• Para la subcuenca El Tigre, los valores más altos de erosión (índice SSP) tienden a localizarse en la
franja de susceptibilidad donde se han concentrado históricamente los deslizamientos.
• Por lo anterior, se concluye que existen dos dinámicas para toda la cuenca; Durante la ocurrencia de
lluvias extraordinarias o de alta intensidad se afecta principalmente la parte baja de la cuenca y en
menor medida las zonas medias y altas.
• Las herramientas del módulo Hydrology y la extensión SINMAP que trabajan dentro del entorno de
la plataforma ArcGIS-Esri, probaron su utilidad para este tipo de investigación; demostrando la
versatilidad y potencia de esta plataforma tecnológica.
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174
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
RESUMEN
Ocurridos los deslaves de Vargas en 1999, el Instituto de Mecánica de Fluidos de la Facultad de
Ingeniería de la UCV se abocó a estudiar dichos fenómenos mediante el uso de un modelo matemático
bidimensional de última generación para la época, capaz de simular flujos no newtonianos. Con esa
herramienta se logró obtener mapas de amenazas de baja resolución espacial. A 20 años de los eventos
de Vargas el desarrollo de nuevos esquemas numéricos, los avances tecnológicos en el hardware que han
potenciado el cálculo concurrente, y los sistemas de información geográfica han permitido desarrollar
modelos hidráulicos-hidrológicos de alta resolución con gran eficiencia computacional. Para mostrar los
avances en el modelaje hidráulico y mapeo de amenazas por inundaciones y aludes torrenciales en estos
20 años, en este trabajo contrastaron los resultados obtenidos en el estudio de 2001 con los obtenidos
usando el reciente modelo del RiverFlow2D para simular los flujos de barro en el área urbana de Macuto
obteniéndose mapas de amenaza de alta resolución espacial.
175
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
INTRODUCCIÓN
Ocurridos los deslaves de Vargas en 1999, el Instituto de Mecánica de Fluidos de la UCV se aboco a
estudiar dichos fenómenos. Las características de estos eventos representaron un desafió técnico ya que
no se tratan de flujos solo de agua, sino que son flujos que contienen una gran carga de sedimentos y
rocas que le imprimen un comportamiento no newtoniano Además, la forma como se distribuyeron los
flujos en las áreas afectadas en forma de abanico requería un enfoque bidimensional para poder estudiar
la variabilidad espacial de los flujos y la interacción de estos con la topografía y edificaciones.
Una de las herramientas usadas en el estudio de los deslaves fue la modelación matemática, para lo cual
se hizo uso de un modelo bidimensional de última generación para su momento, el cual podía simular
flujos no newtonianos y usaba una cuadricula de cálculo de celdas cuadradas con un esquema de
diferencia finitas explicitas para resolver las ecuaciones de flujo. Con esta herramienta se logró obtener
una simulación bidimensional de baja resolución que permitió reproducir los flujos de los deslaves, así
como crear mapas de amenazas y riesgo.
A 20 años de los eventos de Vargas, muchos han sido los avances tanto en los algoritmos de los modelos
matemáticos, así como en la capacidad computacional que han llevado al desarrollo de modelos
hidráulicos-hidrológicos de alta resolución con gran eficiencia computacional. En este artículo se plantea
evaluar los avances en el modelaje hidráulico y mapeo de amenazas por inundaciones y aludes
torrenciales contrastando los resultados obtenidos en los estudios de 2001 con un modelo bidimensional
de baja resolución, con un modelo actual de alta resolución. Veinte años después de estos sucesos los
avances en la capacidad de cómputo y los métodos numéricos han permitido el desarrollo de modelos
hidrodinámicos de alta resolución temporal y espacial.
Figura 1. Principales características del modelo RiverFlow2D. Fuente: Manual de referencia del RiverFlow2D.
176
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
El código del modelo RiverFlow2D está desarrollado para aprovechar el computo concurrente usando
los GPU de las tarjetas de video. Esto le imprime una alta capacidad para implementar modelos de
elevada resolución espacial, logrando tiempos de cómputo prácticos. En la Figura 2 se muestra los
tiempos de ejecución de RiverFlow2D en diferentes hardware GPU usando tres tamaños de malla
tomando como base una corrida en un modelo no paralelizado (Intel CPU). Como puede apreciarse, la
aceleración que implica el empleo del cómputo concurrente usando GPU es notable y su desempeño
crece en la medida que la resolución de la malla (número de celdas) se incrementa. En el ejemplo para la
malla más densa (algo más de 1 millón ochocientos mil celdas), un cálculo que toma 8 días, 23 horas, 17
minutos y 47 segundos con un solo procesador, se ve reducido a 18 minutos con 49 segundos usando
una tarjeta 5.120 GPU, lo que significa una aceleración de 678 veces.
Otro aspecto relevante es la estabilidad numérica alcanzada debido a la alta resolución temporal que le
permite a los modelos trabajar con pasos de tiempo tan pequeños como sean necesarios para cumplir
con la condición de Courant-Friederich-Lewy. Esta alta capacidad de rendimiento en tiempo de cómputo
ha permitido enriquecer el modelo hidrodinámico con otros procesos asociados como son la simulación
del flujo de lodos y detritos, así como el transporte de sedimentos y contaminantes, cálculos que
demandan alto costo computacional.
177
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
manual, así también, se aprovecha los recursos del SIG para el post-procesamiento y visualización de los
resultados del modelo, transformando los archivos de salida (que generalmente contienen filas y
columnas de números que muchas veces requieren el apoyo del manual de usuario para su interpretación)
en mapas y gráficos que se explican por sí solos. El modelo RiverFlow2D posee una GUI integrada al
software QGIS 3 la cual tiene automatizadas todas las tareas de pre y post procesamiento de datos
requeridos por el modelo, adema, la GUI ha sido potenciada usando el lenguaje Python con rutinas para
crear animaciones y secciones transversales que vienen a enriquecer las herramientas del SIG.
METODOLOGÍA
Para demostrar los avances de los modelos matemáticos hidrodinámicos, este artículo se enfocó en
contrastar los resultados obtenidos en el sector de Macuto (desemboca el río San José de Galipan) del
modelo FLO-2D usado en 2001 y el modelo RiverFlow2D para un hidrograma de TR = 100 años. En la
Figura 3 se muestran fotografías aéreas del área de Macuto, a la izquierda antes de los deslaves y a la
derecha después de los deslaves.
- Datos usados:
Topografía: La información planimétrica y altimétrica se obtuvo de planos CAD a escala 1:000 con las
curvas de nivel son cada metro derivado de levantamiento aereofotogramétricos realizados antes y
posterior a los eventos (Figura 4).
Hidrología: Los hidrogramas y la concentración volumétrica de sedimentos fueron tomados del estudio
realizado por el IMF 2001. Los hidrogramas empleados en dicho estudio de la cuenca del Río San José
178
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
de Galipán son tomados de CGR Ingeniería, 2.000. En la Figura 5 se presentan los hidrogramas de caudal
líquido correspondientes a las crecientes de Tr = 100 años.
Figura 3. Fotografías aéreas de del área de Macuto antes y después d ellos deslaves ocurridos en 1999. Fuente:
IMF-UCV [1].
179
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
180
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
- Elaboración de la malla
En el caso de los modelos bidimensionales el dominio de cálculo se discretiza mediante una malla que
puede ser de elementos cuadrados, triangulares, etc. En el caso del modelo FLO-2D, se empleó una malla
de elementos cuadrados de 25 m x 25 m, la malla total contaba con 2.400 celdas de las cuales solo 751
estuvieron propiamente dentro del dominio de cálculo. En el caso del modelo RiverFlow2D, después de
un proceso de optimización se obtuvo una malla de elementos triangulares con 160.126 celdas cuyas
dimensiones varían entre 2 m y 6 m. En la Figura 7 se pueden apreciar a la izquierda la malla usada en
el modelo FLO-2D y a la derecha la malla usada en el modelo RiverFlow2D.
Figura 7. Malla de cálculos usadas por el modelo FLO-2D (izq) y el modelo RiverFlow2D (der).
El modelo RiverFlow2D emplea una malla de celdas triangulares, la cual tiene dos ventajas importantes
sobre la malla de elementos cuadrados La primera ventaja es que las celdas triangulares pueden tener
diferentes tamaños, lo que permite densificar las malla donde se requiere una mejor precisión espacial
La segunda ventaja es la flexibilidad para adaptarse a dominios irregulares lo que evita tener celdas fuera
del dominio de cálculo que no son usados. En la Figura 8 se muestra un detalle de la malla creada para
el modelo de Macuto, donde se puede apreciar como en las zonas topes de los edificios donde no se
espera escurrimiento las celdas son más grandes lo que se traduce en un menor número de celdas de la
malla.
- Implementación de puentes
Para 1999 existían 5 puentes que cruzaban el cauce de la quebrada San José de Galipán en el sector de
Macuto El efecto de estas estructuras también fue contempladas en el modelo ya que es unos de los
componentes que contempla el RiverFlow2D. En la Figura 9 se muestra el perfil de 2 de los puentes.
181
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Figura 8. Detalle de la malla de cálculo usada por el modelo RiverFlow2D para simular las inundaciones de
Macuto.
182
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Ajuste de la malla
Para ajustar la extensión de la malla, se realizó una corrida preliminar considerando solo caudal líquido
La Figura 10 muestra la mancha máxima de inundación alcanzada. Estos resultados permitieron reducir
la extensión de la malla 20%.
En las imágenes de la Figura 12 se presentan los mapas de profundidades máximas obtenidas tanto para
el método de Full Bingham (izquierda) como el método Turbulento, Coulumb y Yield (derecha), siendo
los resultados obtenidos con este último modelo el que más se ajustó a los valores observados.
183
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Figura 12. Mapas de Profundidades máximas obtenidas para el método de Full Bingham (izq.) y el método
Turbulento, Coulomb y Yield (der.).
En la Figura 13 se contrastan los mapas de profundidades máximas obtenidos con los modelos FLO-2D
en 2001 y RiverFlow2D para el mismo escenario, se puede apreciar que el rango máximo de profundidad
fue muy similar 8,5 m y 8,65 respectivamente. La diferencia se aprecia en la resolución espacial, en el
mapa generado por el modelo RiverFlow2D se puede observar como la infraestructura presente afecta la
distribución espacial del flujo.
184
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 13. Diferencia en la resolución espacial entre modelos con 20 años de diferencia.
185
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
La Figura 16 muestra 3 mapas de amenaza para tres diferentes grados de vulnerabilidad, Hogares,
Adultos y Niños usando los criterios del USBR, estos mapas se generan de forma automática a partir de
los resultados del modelo gracias a la integración de la interfaz con QGIS El modelo cuenta con otras
opciones de criterios para crear mapas de amenaza utilizado en diversos paises.
186
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
CONCLUSIONES
En este trabajo se ha mostrado el avance en la modelación hidráulica lograda en los últimos 20 años y se
han descrito los factores que han proyectado este avance. Además, para mostrar el avance, se contrastaron
los mapas de amenaza obtenidos con los generados hace 20 años en el sector de Macuto debido a los
aludes torrenciales de 1999 en el Estado Vargas.
El desarrollo de algoritmos para el mallado han permitido construir mallas flexibles y eficientes.
La integración de los SIG como interfaces de usuarios para el pre y post procesamiento de la
información requerida y generada por los modelos han hecho los modelos más accesibles y han
potenciado sus capacidades.
Se obtuvieron los mapas de amenaza en alta resolución para el área de Macuto basados en el
hidrograma para TR de 100 años considerando una concentración volumétrica de sedimentos
entre 20% y 25%.
REFERENCIAS
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Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
RESUMEN
Los aludes torrenciales ocurridos en agosto 2017 en la cuenca alta de Choroní tuvieron su origen en los
deslaves que afectaron las cabeceras de la subcuenca de la quebrada Romerito y que generaron flujos
torrenciales de escombros detríticos y lodo, los cuales ocasionaron pérdidas materiales y de vidas
humanas, además de incomunicar al pueblo de Choroní por varios días. Este trabajo reconstituye los
procesos dinámicos que dieron origen a los referidos aludes torrenciales y presenta recomendaciones de
interés para aminorar el nivel de exposición de los usuarios de la vía que conduce a la costa y de las
instalaciones humanas ubicadas en el cruce de la misma con la trayectoria de los referidos fenómenos
destructores recurrentes, en particular en el sector de Romerito-Tremaria-La Isleta.
ABSTRACT
The debris flows that occurred in August 2017 in the upper Choroni basin had their origin in the
landslides that affected the headwaters of the sub-basin of the Romerito ravine and that generated
torrential flows of detritic debris and mud, which caused material losses and human lives, as well as
incommunicating the town of Choroni for several days. This work reconstitutes the dynamic processes
that gave rise to the referred torrential debris flows and presents recommendations of interest to reduce
the level of exposure of users of the road leading to the coast and the human facilities located at the
crossroads with the trajectory of the aforementioned recurrent destructive phenomena, particularly in the
sector of Romerito-Tremaria-La Isleta.
188
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
ANTECEDENTES
Como lo ilustran el mapa sinóptico incluido en el Inventario Nacional de Riesgos Geológicos (Singer
et al., 1983) y los correspondientes catálogos de eventos (Audemard et al., 1989; Audemard y Singer,
1997; Pacheco Troconis, 2002; Singer, 2010a), evidencias históricas y hasta prehistóricas de deslaves
acompañados de flujos torrenciales (Singer, 2010a, b), se encuentran documentadas en ambas
vertientes de la divisoria de drenaje correspondiente a la fila maestra de la Serranía Litoral entre los
meridianos de Mariara/Cuyagua y de La Victoria/Puerto Cruz, y con una particular concentración de
eventos en las cuencas de los ríos El Limón, Cuyagua, Choroní, Guayabita y Chuao. A título
ilustrativo, esta última cuenca, incorporada al Parque Nacional Henri Pittier en 1937 y después de
haber estado sus laderas boscosas sometidas a una prolongada presión de desarrollo de conucos de
subsistencia por parte de la mano de obra agrícola a raíz de la otrora prospera economía de plantación
y exportación del afamado cacao de Chuao, desplazado luego por cultivos de café, resultó devastada
por aludes torrenciales en enero y junio de 1742 y a final de noviembre de 1796. En aquellos eventos,
las difluencias del río Chuao provocaron el azolvalmiento por los sedimentos de la casa de hacienda,
de los cacaotales, de los sistemas de toma de aguas y acequias, así como de la iglesia convertida en
refugio por estar construida en un topo más alto que el resto del asentamiento. Los referidos eventos
hidrometeorológicos destructores, el primero del cual impactó también a las quebradas Caroata y
Catuche en Caracas en el mismo mes de enero (Singer, 2010a), aparecen reseñados en los legajos
documentales de la obra pía de Chuao fundada en 1671 y conservados en los archivos de la
Universidad Central de Venezuela por resultar traspasada aquella hacienda a la Universidad de
Caracas por decreto del Libertador en 1827 (Brito Figueroa, 1968; Tovar, 1968). Aquellos
antecedentes destacan la elevada vulnerabilidad ante la generación de manifestaciones destructoras de
flujos torrenciales de las cabeceras de drenaje de la referida divisoria ubicada entre el Pico Guacamaya
al norte de Rancho Grande y el Pico Palmarito al norte de El Castaño. Este escenario de amenaza
amerita por lo tanto una particular atención por parte de los centros de investigación científica
especializados y de los organismos de atención preventiva de la ciudadanía ante la ocurrencia de este
tipo de eventos exogeodinámicos muy peligrosos.
En la propia cuenca del río Grande del Medio o río Choroní, sectores como el de Romerito fueron
severamente azolvados por flujos de avalanchas y aludes torrenciales en oportunidades anteriores al
evento trágico de agosto de 2017, como ocurrió en particular el 24-11-1938 cuando quedaron
obstruidas por los deslaves las vías hacia Choroní y hacia Maracay (Pacheco Troconis, 2002; Singer,
2010a) de acuerdo a un escenario de afectaciones análogo al de 2017, pero felizmente sin causar
víctimas. De acuerdo a fuentes locales de información, la quebrada Fajardo también habría generado
flujos torrenciales entre los años 1940 y 1946, posiblemente relacionados con eventos mejor
documentados, ocurridos en el faldeo sur más poblado de la cordillera en octubre de 1943, los cuales
motivaron el desvío artificial de las crecidas del río Aragua hacia el embalse regulador, entonces en
construcción, de Zuata; así como el 14-09-1946, cuando resultó destruida la planta hidroeléctrica de El
Pedregal ubicada en la cabecera del río Macanillal en La Loma, e interrumpido el servicio de energía
hacia La Victoria (Briceño Enriquez,1972). En fechas más recientes y en período de vacaciones
escolares, filas de vehículos de temporadistas suelen quedar atrapadas en la única y estrecha vía que
comunica Maracay con Choroní en determinados tramos críticos interrumpidos por los deslaves y
avalanchas torrenciales, y bloqueados en la costa sin posibilidad de retorno, como ha ocurrido el 19 de
agosto de 1979 con saldo de un muerto (Singer, 2010a; Leiva Santana, 1982); y así como el 26-08-
2011 al quedar interrumpida la misma vía en la divisoria entre las cuencas de Choroní y de El Castaño
y en la llamada Regresiva del Diablo por la cabecera de un alud torrencial inducido por el colapso del
189
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
talud de la vía cortado en los materiales residuales deleznables correspondientes a un espeso perfil de
meteorización del granito de Choroní.
Los flujos torrenciales que son el objeto de este trabajo corresponden a 3 picos de lluvias intensas
registrados en las cabeceras de la subcuenca de la quebrada Romerito y ocurridos los días 21/08, 29/08
y 13/09 de 2017. El evento de mayor impacto destructor y con saldo de 4 víctimas fatales sucedió en
la primera fecha señalada y corresponde a la parte esencial del contenido de este trabajo. Sin embargo,
eventos lluviosos posteriores de gran intensidad ocurridos el 29/08/2017 durante el trabajo de campo
efectuado por los autores de este trabajo y sus acompañantes en el tramo alto de la quebrada Romerito,
generaron nuevas ondas de crecida pero de menor importancia, que interrumpieron temporalmente el
paso por la batea vial de Romerito y azolvaron parte del pueblo de Choroní con barro. En esta misma
oportunidad, volvió a quedar interrumpida la vía hacia Maracay por las avalanchas de deslaves
detríticos provenientes de las laderas, y la cual tuvo que ser reabierta por medio del uso de maquinaria
pesada. Un tercer pico de lluvias hinchó la quebrada Romerito y el río Choroní el día 13/09/2017,
cuando la onda de crecida sobrepaso el puente de La Pantojera en Choroní y causó el azolvamiento con
barro de algunas calles del pueblo, así como el arrastre de peñeros en Puerto Colombia.
CONDICIONES DE SITIO
La Serranía Litoral de la cordillera de la costa donde se inscribe la cuenca del río Choroní (Figura 1)
constituye un volumen montañoso muy accidentado, característico de una mole tectónica de origen
geológico reciente, con perfil transversal abovedado asimétrico, mucho más corto en dirección al sur
debido a la cercanía de la depresión tectónica del Lago de Valencia con respecto a la fila maestra de
rumbo este-oeste. El entallamiento muy profundo del drenaje principal de rumbo preferencial norte-
sur y perfil longitudinal a menudo en escalera, contribuye junto con sus afluentes a la excavación de
estrechas cuencas subparalelas de mismo rumbo norte-sur, a expensas del referido volumen montañoso
y con un fuerte control estructural noroeste-sureste de los estribos de relieve que definen los contornos
angulosos de aquellas cuencas, así como de ciertos tramos del referido drenaje.
La parte axial cercana a la fila maestra cordillerana corresponde a rocas metamórficas del llamado
gneiss granítico de Choroní (Urbani y Rodríguez, 2004), rico en granos gruesos de cuarzo y
feldespatos. Esta roca se encuentra convertida en espesos perfiles de meteorización, mejor conservados
a lo largo de la envolvente topográfica abovedada de la mole cordillerana, y que subsisten en particular
en los remanentes amesetados de la divisoria principal este-oeste y de las divisorias secundarias
ortogonales a aquella, en los interfluvios que separan las diversas cuencas de drenaje norte-sur. En
cambio, las laderas de mayor declive y de pendientes pronunciadas (>40°) y rumbo controlado por la
foliación regional noroeste-sureste, no conservan sino perfiles incompletos de la secuencia-tipo de
zonas de meteorización definida por Ruxton y Berry (1957) en el granito de Hong Kong, al resultar
truncados los mismos a nivel del contacto con la roca sana entre las zonas III y IV (Figura 2). Estas
condiciones de afloramiento son las que caracterizan en particular las exposiciones más secas de las
laderas hacia el este y sureste, como es el caso en las laderas de la subcuenca de la quebrada Romerito
donde se generaron los deslaves que impulsaron los aludes torrenciales objeto de este trabajo. En los
geotopos de menor inclinación, asociados con las hombreras convexas de la morfología residual fósil
suspendida encima del volumen excavado de las cuencas de drenaje, y que constituyen los remanentes
discontinuos de la envolvente virtual de la mole cordillerana neotectónica, los perfiles de meteorización
se encuentran truncados por lo general al nivel del contacto de la zona II/zona III, como lo evidencian
las concentraciones caóticas de lajas de gneiss en los tor residuales del Cerro Piedra de Turca y Pico
La Mesa, en la cabecera de la quebrada Romerito.
190
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
El desarrollo vertical de la subcuenca de la quebrada Romerito se inscribe entre la cota de 500 metros
en su desembocadura en Tremaria y más de 2000 m.s.n.m en la Fila El Tigre y el Pico La Mesa, que
cierran esta cuenca al occidente y dominan la cicatrices de deslaves generadoras de los flujos
torrenciales de agosto 2017.
Figura 1. Cuenca del Río Grande del Medio y subcuenca de la quebrada Romerito donde afectadas por deslaves
y el alud torrencial del día 21/08/2017, además de 2 episodios de ondas de crecida ocurridas los días 29/08/2017
y 13/09/2018.
Figura 2.Perfil-tipo de zonas de meteorización según Ruxton y Berry (1957) valido para rocas graníticas-
191
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
gneissicas. Zona I: suelo residual arcilloso; Zona II: saprolito areno-limoso con preservación de la textura y
discontinuidades originales de la roca; Zona III: concentración de lajas de roca no descompuestas embebidas en
saprolito; Zona IV: penetración de la descomposición geoquímica por los sistemas de diaclasa de la roca al
contacto del basamento rocoso no meteorizado.
Bajo las condiciones bioclimáticas húmedas de la cubierta boscosa de la referida subcuenca, cuyo límite
altitudinal superior coincide con el techo de nubes (Figura 3), los remanentes delgados de la zona II de
meteorización, constituidos por saprolitos limo-arenosos permeables y deleznables (Zinck, 1986) que
subsisten encima del basamento rocoso metamórfico, alcanzan a saturarse localmente bajo el impacto
de precipitaciones atmosféricas acumuladas como las registradas en los días anteriores al 21 de agosto.
Bajo el efecto de la gravedad, estos materiales saturados resbalan en las laderas de mayor declive, lo
cual acciona deslaves erráticos en plancha que desnudan la roca (debris slides) o coladas incipientes
por despegue de los materiales saturados en los geotopos con forma de nicho (bowl slides), los cuales
suelen arrastrar o no a la cubierta boscosa cuando alcanzan a generar surcos de avalanchas de deslave
(debris avalanches). Estos surcos de avalanchas se encuentran señalados en las laderas por cicatrices
en forma de “arañazos” (Figura 3) que rajan la roca y suelen llegar a los drenajes principales donde los
materiales detríticos arrastrados en las laderas pasan a generar flujos de escombros torrenciales
canalizados conocidos en la literatura geológica e hidráulica como aludes torrenciales o lavas
torrenciales canalizadas (channelized debris flows) (Tricart, 1957; García Nájera, 1962; Sauret, 1987;
JICA, 1994; Coussot, 1996, Lopez, J.L y F. Courtel, 2010).
OBSERVACIONES DE CAMPO
Como base de este trabajo, se efectuó un reconocimiento de campo conjuntamente con Protección Civil,
Bomberos e INPARQUES del estado Aragua los días 29 y 30 de agosto de 2017, que concierne a las
evidencias geomorfológicas más importantes de los fenómenos geodinámicos concatenados, que
originaron los flujos torrenciales destructivos de agosto pasado: a) desde las fuentes de inicio de los
mismos; b) a lo largo del corredor de su trayectoria por la quebrada Romerito y el río Grande del Medio
o río Choroní; y c) en los sectores de explayamiento forzado y libre de los mismos, correspondientes al
sitio de represamiento parcial artificial de aquellos flujos en el dique de Uracá, y por último en la
desembocadura de los mismos en la costa en Puerto Colombia.
El conjunto de los materiales detríticos arrastrados por los flujos ocurridos en la ladera señalada (Figura
3), conformó el cuerpo aluvial de los aludes torrenciales que recorrieron la quebrada Romerito los días
21/08/2017 y en menor magnitud el 29/08/2017. Como prueba fehaciente del origen de estos aportes
detríticos desde el surco principal, quedó varado un enorme peñón en el tramo inferior del referido surco
192
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
de avalancha.
Figura 3.Vertiente-fuente de los deslaves generadores de los aludes torrenciales de agosto 2017 en la cabecera
de un afluente de izquierda de la quebrada Romerito debajo del Pico La Mesa, fotografiada desde la carretera
hacia Romerito en dirección al oeste. Se aprecian claramente las cicatrices frescas y/o tenues de cuatro fuentes
de deslaves 1, 2, 3 (fuente principal) y 4, prolongadas por surcos ramificados (2 y 3) o no (1 y 4) de avalanchas
detríticas bajo bosque, intercalados con tramos donde la roca quedo desnuda por el arrastre de la cubierta
vegetal.
193
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
dirección a Maracay. 4a) muestra de uno de los numerosos surcos de avalanchas de deslaves responsables de
las interrupciones locales de la vía tanto hacia Maracay como hacia Choroní en agosto de 2017; 4b) ancha
cicatriz triangular de avalanchas coalescentes de deslaves hacia un drenaje y fotografiada en la vertiente sur de
la cordillera desde la vía hacia Maracay.
La subcuenca alta del Río Grande del Medio, también conocido localmente como río Choroní, podría
constituir otra fuente de los aportes detríticos que alimentaron los referidos aludes torrenciales de agosto
2017, como se infiere del crecimiento distal del sector de agradación aluvial conocido como La Isleta y
que corresponde a la formación de un delta de confluencia en la unión del referido drenaje con la
quebrada Romerito.
Recorrido de los flujos torrenciales de agosto de 2017
Desde el punto de vista dinámico, un alud torrencial corresponde por lo general a la invasión-relámpago
y de gran impacto mecánico, de un eje de drenaje por colapsos localizados de materiales detríticos,
provenientes de las laderas adyacentes al mismo, como resultado de la sobresaturación de los suelos de
aquellas laderas por precipitaciones atmosféricas duraderas y/o de gran intensidad, lo cual conduce a su
movilización repentina muy veloz por deslaves bajo el efecto de la gravedad. De esta manera, la
irrupción de un volumen masivo de aportes detríticos hacia el eje de drenaje, conduce a la canalización
forzada de los mismos a lo largo del cauce, cuya sección hidráulica se encuentra rebasada por aquellos
flujos torrenciales de alta densidad. En efecto, estos flujos tienden a hincharse por la cantidad de
partículas sólidas arrastradas, cuyo volumen logra equiparar y hasta superar la proporción de agua
correspondiente al propio caudal líquido. De esta manera, el flujo adquiere características
hidrodinámicas muy peculiares, más parecidas a las de un comportamiento reológico no newtoniano
que a las regidas por las leyes de la hidrología convencional (Sauret, 1987). Estas condiciones
particulares explican la sensibilidad comparativamente mucho mayor del comportamiento de estos
flujos de detritos a las irregularidades del trazado de los corredores de drenaje en los cuales ellos se
encuentran canalizados, como es el caso cuando enfrentan sinuosidades del cauce. En los márgenes
cóncavos de las mismas, estos flujos se encuentran sometidos a efectos de bamboleo centrífugo y anti-
gravitacional muy peligrosos para las instalaciones y actividades humanas cercanas, como los que
ocurrieron a la altura de la batea vial que cruza la quebrada en el sector Romerito.
Desde el afluente de izquierda de la quebrada Romerito donde impactaron los deslaves y avalanchas
detríticas generadas desde la vertiente ubicada debajo del Pico La Mesa, hasta la desembocadura en el
mar de los correspondientes flujos torrenciales por medio de su canalización a través del río Choroní,
es posible individualizar tres tramos principales con características dinámicas propias en la referida
longitud del referido corredor de descarga, que se analizan a continuación:
194
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
altura de la onda de crecida contra la orilla cóncava del cauce. Este efecto local de bamboleo se
encuentra evidenciado por la altura alcanzada por las caramas vegetales en los arboles ubicados en la
referida orilla, la cual contrasta con el crecimiento máximo de solamente 3 metros alcanzado por el
flujo en la orilla opuesta, donde se salvó de ser arrastrada por aquella razón, una vivienda ubicada en
el tope del barranco socavado (Figura 6 y 7).
Figura 5. Efecto concentrado de chorro inducido por la reducción local de la sección hidráulica de la quebrada
Romerito estrangulada por la presencia de un extenso afloramiento del basamento rocoso en el margen derecho
del canal de descarga, limpiado por la sobreexcavación del mismo en dirección a la acumulación forzada
subsiguiente de peñones abandonados en el fondo de la vista por el alud torrencial del 21-08-2017.
Figura 6. Obstrucción del canal de descarga de la quebrada Romerito, acorazado el lecho por los peñones muy
voluminosos arrastrados por el alud torrencial del 21-08-2017 y abandonados localmente junto con troncos de
árboles bajo la forma de una acumulación forzada. En el primer plano, arrastre de sedimentos finos por el flujo
de decrecida a través del obstáculo creado.
195
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Figura 7. Vistas del sector de vado de alto peligro de la quebrada Romerito, fotografiadas aguas arriba (a y b) y
aguas abajo (c) de la batea vial. a y b) Evidencias de la asimetría transversal de la onda de crecida torrencial del
21-08-2017 debido al desplazamiento centrifugo del flujo hasta alcanzar la parte superior de los árboles ubicados
en el costado izquierdo de la fotografía a unos 12 metros de altura, donde quedaron varados restos vegetales
arrastrados hasta el nivel de los trazos horizontales de color amarillo. Aquella altura contrasta con el
hinchamiento hasta solo 3 metros alcanzado por el mismo flujo en el costado derecho de la foto, donde arrancó
el muro perimetral de la parcela de la vivienda en el borde derecho de la vista “b” al salirse el alud del cauce de
la quebrada; c) vista del mismo sitio en dirección al cañón de la quebrada Romerito obstaculizado por
acumulaciones forzadas de peñones. La expansión lateral muy violenta de la onda de crecida al sobrepasar la
batea vial es responsable del arrastre de un número indeterminado de turistas, algunos parados en un quiosco
ubicado a mano derecha fuera de la fotografía, y otros en espera de cruzar la quebrada con su carro, con el
resultado lamentable de 4 víctimas fatales. La vivienda ubicada sobre un terraplén detrás de los árboles en el
fondo de la vista 7b se salvó de ser arrastrada por el flujo, el cual se limitó en socavar la barranca del cauce donde
se encuentra construido el muro perimetral de la referida parcela. Aguas abajo de la batea vial, la misma onda de
crecida arrastró una pasarela peatonal construida sobre el cauce.
196
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
El represamiento mutuo de los flujos de crecida en el sitio de empalme de la quebrada Romerito y el río
Choroní condujo a un abandono forzado masivo de los materiales gruesos de arrastre bajo la forma de
un delta de confluencia elongado, responsable del azolvamiento distal de ambos lechos de crecida, y de
la progradación en unos 100 metros del sitio de unión de aquellos drenajes.
Las referidas condiciones locales de sedimentación de la fracción más gruesa del caudal sólido en el
referido sitio de confluencia, explican la conversión del flujo torrencial de escombros en una onda de
crecida torrencial de sedimentos más finos aguas abajo de Tremaria en dirección al dique de la antigua
planta hidroeléctrica de Uracá. Esta obra se encontraba en gran parte sedimentada previamente a los
eventos de agosto 2017 y contribuyó en atenuar la violencia de la onda de crecida al explayarse la misma
detrás del dique y quedar retenida parte de la fracción fina en un espesor estimado de 3 metros, con lo
cual quedó repleto de sedimentos el vaso de la presa a raíz de los eventos torrenciales del 21 y
29/08/2017 (Figura 9 y 10).
197
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
Figura 8.Acumulación forzada de peñones por la onda de crecida del 21-08-2017 responsable de la destrucción
de una pasarela peatonal en el Sector La Isleta, cuyo estribo izquierdo de concreto resultó volcado aguas abajo
de la misma (1) y de las difluencias del flujo hacia la orilla izquierda, así como hacia la vivienda (2) ubicada
en el lecho de inundación y abrigada detrás de una acumulación de peñones de una crecida torrencial anterior,
que se observa en la orilla del bosque a la derecha.
Figura 9. Rebosamiento del dique repleto de sedimentos de la antigua central hidroeléctrica de Uracá por el
flujo de crecida convertido en torrente de barro a raíz del segundo pico de lluvia del 29-08-2017.
198
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 10. Estado de colmatación del dique de Uracá completamente azolvado por los sedimentos arrastrados
por las crecidas torrenciales de agosto 2017 y obstrucción del aliviadero por restos de vegetación.
CONCLUSIONES
1. Los materiales detríticos de deslave originados por los picos de lluvia de los días 21 y 29 de
agosto de 2017 en la cara este del Pico La Mesa, generaron los aludes torrenciales que
ocasionaron pérdidas de vidas y destrucciones entre Romerito y Tremaria.
2. El impacto dinámico destructor de los referidos eventos de deslaves y aludes torrenciales de
agosto 2017, no alcanzó a afectar sino al eje de drenaje de la subcuenca de la quebrada
Romerito en dirección a su confluencia con el drenaje principal correspondiente al río Choroní,
causando víctimas en los turistas parados en las instalaciones adyacentes al sitio de vado de
Romerito sobre la referida quebrada, así como destrucciones en dos infraestructuras de
comunicación peatonal atravesadas en este mismo drenaje, la primera ubicada en aquel sitio y
la otra unos kilómetros más abajo del referido sitio.
3. La generación de acumulaciones forzadas de escombros rocosos a lo largo de la quebrada
Romerito y en el delta de confluencia de La Isleta, contribuyeron junto con la amortiguación
del flujo torrencial y correspondiente azolvamiento del dique de Uracá, a minimizar el traslado
del impacto destructor de este flujo aguas abajo del referido sitio en dirección a Choroní. Sin
embargo, en caso de ocurrir una multiplicación de fuentes de deslaves en otras subcuencas del
río Choroní en un evento de características parecidas a las de El Limón de 1987, no se debe
descartar que, debido al volumen mucho mayor de sedimentos que resultaría movilizado desde
estas fuentes, la onda de detrítica de crecida destructora alcance una mayor distancia en
dirección a la costa, sobre todo en consideración del estado actual de colmatación del dique de
Uracá.
199
Capítulo I: Aportes al Conocimiento Científico y Tecnológico
RECOMENDACIONES
2- En relación con el tramo de mayor peligro de esta vía ubicado entre el Puesto de Control Mixto
Las Cocuizas y Uracá, solicitar a las autoridades viales nacionales proceder a la señalización del
sector de vadeo correspondiente a la batea sobre la quebrada Romerito como paso de alto riesgo,
por medio de paneles viales ad hoc instalados a una distancia prudencial suficientemente alejada
de este sitio y en ambos sentidos de circulación;
4- Proceder al retiro con maquinaria pesada de los sedimentos acumulados detrás del dique de
Uracá y evitar depositar los mismos en los márgenes y a fortiori en el lecho del correspondiente
río Choroní, de manera de permitir que aquella antigua obra hidráulica siga prestando servicios
útiles como trampa de retención de sedimentos
200
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
AGRADECIMIENTOS
Los autores del presente trabajo quieren dejar constancia de su agradecimiento a Protección Civil,
Bomberos del estado Aragua e INPARQUES Aragua, en la persona de Jesús Madey González, por el
apoyo táctico y logístico brindado durante los trabajos de campo efectuados en la subcuenca Romerito
del río Choroní. De la misma manera se agradece la información oral recibida de diversas fuentes
locales, como las aportadas por el Sr. Manuel Escobar en Romerito y el Sr. Pablo Castel en Tremaria.
GLOSARIO
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203
Capítulo II
VULNERABILIDAD Y RIESGO
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
RESUMEN
Ante el incremento global y regional sostenido de los daños asociados a desastres hidroclimáticos, se
vienen promoviendo desde hace algunos años esfuerzos importantes orientados a propiciar formas cada
vez más integrales, sostenibles y sistémicas de minimizar el impacto que estos eventos dejan en nuestras
sociedades. A lo largo de este documento se resumen los principales resultados de un esfuerzo
desarrollado en este sentido por los autores durante el año 2017, y que tuvo como propósito el evaluar
comparativamente la integralidad de los compromisos y esfuerzos que vienen siendo asumidos por los
países de América Latina y El Caribe en función de reducir sus niveles de riesgo de desastres asociados
a aludes torrenciales e inundaciones.
PALABRAS CLAVE: aludes torrenciales, inundaciones, gestión integral de riesgos, América Latina.
ABSTRACT
The sustained global and regional increase of damages associated with climatic disasters, has promoted
during the last years very important efforts to promote more systemic, comprehensive and sustainable
ways of minimizing the impact of these events in our societies. Throughout this document, the main
results of an effort developed in this direction for the authors during 2017 are summarized. The main
purpose was to evaluate comparatively the integrality of the commitments and efforts that have been
assumed by the countries of Latin America and Caribbean in order to reduce disaster risk levels
associated with floods and debris floods.
KEY WORDS: debris flows, floods, integral risk management, Latin America.
205
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
INTRODUCCIÓN
El incremento sostenido y exponencial en el nivel de pérdidas asociadas a la ocurrencia de los desastres
que se ha registrado en las últimas décadas, ha ido propiciando, en particular en los países de América
Latina y el Caribe, una completa revisión y rediseño tanto de la conceptualización y el marco normativo,
como de la agenda de acciones concretas y que pudieran implementarse con la finalidad de reducir el
impacto asociado a estos eventos.
El intenso debate regional que se ha venido dando con la intención de poder identificar la agenda concreta
de acciones que pudieran promoverse con el fin de gestionar integral y eficientemente el riesgo de
inundaciones y aludes torrenciales, viene hoy acompañado del agravante del cambio climático y los nada
halagadores escenarios que el mismo pudiera acarrear en nuestra región. Unos escenarios que auguran
en casi todo el continente la ocurrencia de fenómenos hidrometeorológicos extremos mucho más intensos
y mucho más frecuentes, que sin duda afectarán de modo importante a todas aquellas regiones del
continente ubicadas en zonas de reconocida amenaza hidrogeológica.
En el marco de la discusión regional que se viene dando, en procura de saber cómo reducir este tipo de
desastres, es posible evidenciar como ha venido ganando espacio entre actores institucionales, científicos
e incluso sociales de nuestra región, un enfoque para la reducción de los desastres articulado desde el
enfoque de la gestión integral de riesgos socionaturales. Un discurso que pudiera caracterizarse por su
empeño en mostrar a los desastres como manifestaciones sintomáticas asociadas a la falta de
sostenibilidad del modelo de desarrollo imperante en nuestros países, y que en sintonía con ello propone
como estrategia central para propiciar un tratamiento “de fondo” del problema, la transversalización de
la gestión del riesgo de desastres como un condicionante de sostenibilidad que debe ser asumido por
todos y cada uno de los actores de desarrollo de un país.
La gestión de riesgos de desastres sostiene la idea de que los desastres son esencialmente una prueba de
nuestra incapacidad de con-vivir con el territorio que ocupamos. Metafóricamente hablando, esto implica
entender que inexorablemente somos objeto, en algún momento no siempre determinado, de la ocurrencia
de eventos detonadores de desastres (terremotos, tormentas, erupciones volcánicas, lluvias torrenciales,
deslizamientos, etc.). Eventos que, lejos de ser una suerte de “mal funcionamientos” de la naturaleza,
deben ser entendidos como manifestaciones propias de la dinámica evolutiva de nuestro planeta en esos
espacios particulares, y con las cuales estamos obligados a saber cómo convivir. La conclusión lógica a
que nos lleva este tipo de concepciones es muy sencilla: O aprendemos a entender y a respetar las reglas
básicas de ocupación que emanan de las dinámicas del territorio que ocupamos, o nos preparamos para
seguir inexorablemente pagando a futuro las facturas importantes en vidas y bienes materiales que los
desastres nos ocasionarán; facturas como las que hace 20 años tuvimos en el estado Vargas y otras
poblaciones norte costeras venezolanas.
206
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Probablemente uno de los estudios comparativos regionales más completos que han sido recientemente
desarrollados a fin de sistematizar los esfuerzos que pudieran hacerse para promover la gestión integral
del riesgo de inundaciones y aludes torrenciales, fue el elaborado para el Banco Interamericano de
Desarrollo BID por el Centro de Investigación en Gestión de Riesgos CIGIR, en el marco de una
consultoría desarrollado durante los meses de agosto a diciembre del año 2017, como parte de un estudio
titulado “Identificación de Riesgo Climático y Definición de Estrategias Financieras para su Mitigación
en el Sector Agua y Saneamiento en América Latina y el Caribe (BID RG-E1507)”.
Uno de los 4 ámbitos de acción de aquel diagnostico regional estuvo específicamente orientado a
recopilar antecedentes regionales que pudieran apoyar el diseño de estrategias financieras para la
mitigación del riesgo de desastres asociados a aludes torrenciales e inundaciones en los países de América
Latina y el Caribe, y para ello se conformó un equipo de expertos regionales, mayoritariamente
venezolanos, que elaboraron el documento que lleva como título: “Visión General de la Gestión de
Riesgo de Inundaciones y Aludes Torrenciales en América Latina y El Caribe, ante el Cambio
Climático”, y en el mismo, aparte de demostrar la nada halagadora prognosis asociada al potencial
impacto que pudieran tener los desastres hidroclimáticos en nuestro continente en el corto y mediano
plazo, se presenta una propuesta integral de acciones que debieran ser promovidas para la gestión de este
tipo de riesgos socionaturales.
Se presentan a continuación algunos resultados relevantes de aquel estudio, que pudieran servir de guía
a la hora de tratar de intervenir integralmente las condiciones que anteceden y propician la ocurrencia de
desastres como el que impacto tanto al estado Vargas, como a buena parte de las zonas costeras del centro
y occidente de Venezuela en diciembre de 1999.
Figura 1. Número total de eventos naturales por año que han ocasionado desastres (1900 - 2018). Fuente:
Modificado de Ritchie & Roser (2019).
207
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Un detalle muy relevante de estos trabajos es que consistentemente sostienen que el porcentaje más
grande de desastres que se registran en el mundo desde 1970 hasta el 2018 están asociados a la escases
o exceso de precipitaciones y a los procesos geodinámicos que dichos extremos desencadenan (Figura
2). Un indicador interesante de este hecho se aprecia observando en la gráfica el número absoluto de
eventos disparadores de desastres generados durante los últimos años. Se puede evidenciar lo poco que
ha variado la frecuencia de eventos de origen geológico (terremotos, volcanes, etc.) en contraposición
con el incremento sostenido en el registro de desastres asociados a la ocurrencia de eventos de origen
hidro-climático.
Figura 2. Reporte global de frecuencia de desastres por tipo de amenaza natural (1970 - 2018).
Fuente: Modificado de Ritchie & Roser (2019).
Este tipo de diferencias también se hacen evidentes cuando se establecen en el plano de las pérdidas
económicas asociadas a desastres de distinto origen (Figura 3) y de vidas humanas (Figura 4), y en ambos
casos nuevamente se puede evidenciar que los desastres asociados a fenómenos hidroclimáticos ocupan
los primeros lugares en términos de su capacidad de generar pérdidas tanto humanas como materiales.
Figura 3. Daños económicos ocasionados por tipo de desastre (1900 - 2018). Fuente: Modificado de Ritchie &
Roser (2019).
208
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 4. Reporte anual global de personas fallecidas por tipo de desastre (1900 - 2016). Fuente: Modificado de
Ritchie & Roser (2019).
A la hora de identificar las causas que pudieran estar detrás de estas tendencias conviene citar algunos
informes del Panel Internacional para el Cambio Climático (IPCC, 2012), que sugieren que las dos causas
centrales que parecieran estar promoviendo el incremento en el número absoluto anual de desastres de
origen hidrometeorológico son: la existencia de anomalías en el comportamiento de los patrones de lluvia
asociadas al calentamiento global (tema sobre el que aún se debate si obedece a un proceso de cambio
climático asociado a la emisión descontrolada de gases invernadero de origen antrópico, o a la
variabilidad climática propia del planeta) y la consolidación acelerada y descontrolada de escenarios de
vulnerabilidad rural y/o urbana.
Un elemento que respalda estas dos posibles causas lo constituye, por una parte lo que sugieren los
modelos regionales que han sido desarrollados con relación a los efectos que el cambio climático pudiera
generar en términos de potenciar la ocurrencia de eventos meteorológicos cada vez más extremos. Con
relación a la segunda de las hipótesis causales, un aspecto interesante que pareciera apoyarla, y que
resulta particularmente aplicable al contexto venezolano, lo constituye el hecho de que muchas de las
lluvias extremas que en los años recientes han detonado importantes desastres hidrogeodinámicos, lejos
de ser una suerte de “anomalías” climáticas aisladas, constituyen fenómenos intrínsecos y recurrentes a
las dinámicas de esos mismos territorios, y esta es una realidad que resulta particularmente aplicable al
contexto venezolano en general y al caso de Vargas en particular, en donde es imposible desconocer que
el más importante agravante del escenario de riesgo de desastres asociados a aludes torrenciales e
inundaciones lo constituye el modo exponencial como ha crecido la vulnerabilidad de sus espacios
producto de décadas de prácticas de ocupación territorial y desarrollo sectorial insostenibles.
209
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
210
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Datos proporcionados de la base de datos mundial de desastres y que son citados por el BID-CIGIR
(2017) presentan un panorama general de los principales desastres de origen hidroclimático registrados
en el continente en los últimos 100 años, y allí nuevamente las inundaciones, sequias y tormentas
encabezan la lista de los peores eventos, siendo los países de Centroamérica y las islas del Caribe los
lugares más afectados.
Figura 7. Número de afectados por los mayores desastres en los últimos 100 años en América Latina y el Caribe
Fuente: BID – CIGIR (2017)
Algunos eventos regionales significativos que en este sentido se mencionan son los siguientes:
Los huracanes: San Calixto (1780), Fifí (1974), Allen (1980) y Mich (1998).
Los ciclones tropicales: David, Frederick (1979) y Gordon (1994).
Las inundaciones en Guatemala (1949) y Río de Janeiro, Brasil (2011).
El Fenómeno de El Niño (1982-1983) y (1997-1998) en los países andinos
El lahar en Armero, provocado por la Actividad volcánica del Nevado Ruiz, Colombia (1985),
Macrodeslizamiento de La Josefina, Ecuador (1993)
Aludes torrenciales en Vargas, Venezuela (1999)
211
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Esta declaración dio pie a un enorme esfuerzo institucional orientado a la temática de los desastres y
propició que se diera la aparición de un sinnúmero de instituciones de todo tipo dedicadas a su reducción.
También se fomentó la cooperación científica y la ejecución de muchas iniciativas creativas de distintas
comunidades de países en vía al desarrollo para la reducción del riesgo de los desastres. Sin embargo,
penosamente, a pesar del entusiasmo puesto en procura de reducir el impacto de los desastres durante
aquellos años, a la hora de evaluar los resultados obtenidos al final de ese decenio (Asamblea General de
la ONU, 1999) resultó imposible obviar que, independientemente del esfuerzo realizado, la tendencia
creciente del impacto de los desastres, no solo se mantenía, sino que se exacerbaba (Lavell 1994).
Esfuerzos globales como el mencionado, han invitado a promover esfuerzos para la reducción del riesgo
de desastres que sean mucho menos espasmódicos, y mucho más integrales, sistémicos y sostenidos. En
este sentido, declaraciones dadas por el secretario general de la ONU Sr. Kofi Annan en el marco del
cierre de aquel decenio, recomienda un abordaje global de este problema desde sus causas y no solo de
sus consecuencias, lo cual demanda una agenda de acción que, además de contemplar los ineludibles
preparativos de respuesta, permitan también fomentar un tratamiento mucho más prospectivo y
correctivo del riesgo de desastres al que pudiéramos estar expuestos hoy.
Aseveraciones como la anterior han dado pie en los últimos años a que existan diferentes iniciativas que
se promueven desde lo que se conoce como el enfoque de la gestión integral del riesgo de desastres socio-
naturales, y que lejos de limitarse al tratamiento post-impacto (enfoque asistencialista, humanitario y
operativo), o a un abordaje estrictamente tecnocrático, fiscalista e ingenieril del problema (que toma muy
poco en cuenta el contexto socio-cultural y político institucional de los espacios de vulnerabilidad que se
pretenden intervenir), fomentan formas mucho más integrales de actuación ante estos contextos de riesgo.
Si bien los llamados a la integralidad y al abordaje sistémico de los esfuerzos que deben ser hechos para
reducir escenarios de riesgo de desastres parecieran loables y necesarios, no resulta siempre fácil
consolidar estas declaraciones en agendas concretas de acción, actuación e inversión, que es lo que en
realidad los tomadores de decisiones a la larga necesitan realmente. De hecho, si se hace el ejercicio
concreto de diseñar una propuesta integral de trabajo para reducir específicamente el riesgo de desastres
por inundaciones y aludes torrenciales, rápidamente podemos llenar una lista de acciones que incluyen
estudios de amenazas de muy diverso tipo, diversos diagnósticos de vulnerabilidad, la implementación
de redes de monitoreo de diversos parámetros climáticos, hidrológicos, geomorfológicos, el diseño y
construcción de distintas obras hidráulicas de control y mitigación, temas de planificación y gestión
territorial, esfuerzos educativos, agendas de información pública, diseño e implementación de sistemas
de alerta temprana, iniciativas para el fortalecimiento institucional y social de las capacidades de
respuesta, etc.
212
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
El largo abanico de acciones descrito demanda sin duda algún esfuerzo que permita organizar, sintetizar
y esquematizar formas de intervención integrales destinadas a promover la gestión del riesgo de desastres
asociados a aludes torrenciales e inundaciones, y en este sentido son diversos los esfuerzos que han sido
desarrollados y que merecen ser referidos.
Un aporte interesante y que ha manera de primera aproximación hacia lo que pudiéramos llamar un
enfoque holístico para el abordaje de esta problemática fue planteado por López (2005), como respuesta
a la reducción integral del impacto asociado a flujos torrenciales e inundaciones (Figura 8). Un esquema
que divide las acciones que pudieran ser ejecutas en medidas o acciones de tipo estructurales y no
estructurales, y cuyo esquema general de actuación se puede ilustrar en la Figura 8.
Figura 8. Esquema propuesto en el plan de trabajo para la reducción del riesgo de aludes torrenciales e
inundaciones. Fuente: López (2005).
Antecedentes como el expuesto, así como aportes de otros autores importantes y que por temas de espacio
nos abstenemos de mencionar en este momento, dieron pie a posteriores discusiones y consideraciones
que han ido enriqueciendo los modelos conceptuales de actuación que pudieran sugerirse para promover
la gestión integral de riesgos de inundaciones y aludes torrenciales. Modelos que en todos los casos sean
capaces de incorporar esfuerzos y medidas que permitan abordar la problemática desde tantas ópticas
complementarias como sea posible. En el marco de esta búsqueda, una consulta regional desarrollada
recientemente (BID-CIGIR, 2017) ha sugerido utilizar un esquema metodológico adaptado de lo sugerido
213
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
por Lavell (2014) y que incorpore además diferentes recomendaciones, esfuerzos y lecciones especificas
aprendidas para el quehacer de los escenarios de inundaciones y aludes torrenciales. La propuesta que en
este sentido ha sido definida establece los cinco grupos de acciones (Figura 9) para el abordaje integral
de este tipo de riesgos que se resumen a continuación:
Acciones para la Gestión Reactiva ante desastres (riesgos consumados, post-evento): Esfuerzo
centrado esencialmente en fortalecer las capacidades operacionales y de coordinación
interinstitucional que garanticen una respuesta rápida y eficientemente ante la ocurrencia de
desastres. Estas acciones no evitan el riesgo en las infraestructuras de desarrollo expuestas, sin
embargo, si ha demostrado su capacidad de reducir la morbi-mortalidad asociada a este tipo de
desastres.
Acciones transversales: son aquellas que actúan en los demás grupos de acciones, se enfocan en
el fortalecimiento y concientización institucional y de la comunidad, en crear mecanismos de
seguimiento, evaluación y control que permitan autoevaluaciones y disminuyan los hechos de
corrupción, y finalmente, en articular agendas de investigación aplicada que respondan a las
demandas y necesidades para fortalecer los demás grupos de acciones.
Una vez definidos los 5 espacios de acción de este esquema, se procedió a estructurar en dicho esquema
tantos esfuerzos concretos y prioritarios cómo fue posible a los fines de poder consolidar una agenda
competa de acciones y actuaciones que pudieran instrumentarse a los fines de gestionar integralmente el
riesgo de desastres asociados a inundaciones y aludes torrenciales en espacios como el que hoy ocupa el
estado Vargas. En este sentido un total de 24 acciones concretas fueron distribuidas entre las 5 grandes
áreas de actuación previamente definidas, y ello nos permitió generar una propuesta esquematizada para
la gestión integral del riesgo de aludes torrenciales e inundaciones, que pudiera ser aplicable a buena
parte de los escenarios regionales caracterizados por este tipo de riesgos.
214
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 9. Esquema propuesto que identifica las acciones y los grupos de acciones propuestas, para gestionar el
riesgo de desastres por aludes torrenciales e inundaciones en nuestra región. Fuente: BID – CIGIR (2007).
A los efectos del esquema de actuación referido conviene destacar la manera en el marco de este esquema
son contemplados no solo el desarrollo de esfuerzos importantes orientados al tratamiento reactivo y
enfocados en el fortalecimiento social e institucional de capacidades de preparación y actuación en caso
de inundaciones/aludes, sino que también se incluye el desarrollo de esfuerzos que pudieran hacerse en
función de gestionar prospectiva y correctivamente este tipo de riesgos, promoviendo para ello, por
ejemplo, más y mejores formas de planificar y ordenar el uso del territorio, y en particular sus cuencas
hidrográficas, esfuerzos educativos e informativos focalizados, más que en enseñar a la población a
responder al próximo desastres, a convivir con las dinámicas de su territorio, el desarrollo de estudios y
el diseño y desarrollo de obras de control y mitigación, el establecimiento de sistemas de alerta temprana,
etc. Todos estos son esfuerzos que de alguna manera deben ser contemplados y articulados a la hora de
promover formas más sostenibles de ocupación de aquellos terrenos que, como en el caso del estado
Vargas, han sido objeto de importantes y reiterados desastres asociados a la ocurrencia de inundaciones
y aludes torrenciales en el pasado.
215
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
De este esfuerzo fue posible consolidar un Índice Sectorial de Compromiso País para la Gestión del
Riesgo de Inundaciones y Aludes Torrenciales (ICPGRIAT), cuya máxima valoración responde a lo que se
ha considerado un “tipo ideal” de gestión institucional ante el riesgo de desastres por inundaciones y
aludes torrenciales que permite identificar la importancia e integralidad que pudiera caracterizar al
abordaje de esta temática en cada país, destacando eventuales fortalezas, debilidades, omisiones y/o
brechas en cuanto al abordaje que actualmente se asume que debería caracterizar el tratamiento de estos
escenarios de riesgo de desastres.
Figura 10. Resultados de la asignación de pesos a los Indicadores y Criterios del ICPGRIAT. Fuente: BID-CIGIR
(2017)
216
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
A partir de esa ponderación y del uso del esquema metodológico desarrollado, fue posible obtener una
mirada regional al nivel y el grado de integralidad de los compromisos asumidos por los distintos países
de América Latina y El Caribe ante los diversos aspectos que demanda la gestión de sus riesgos por
aludes torrenciales e inundaciones, lo cual constituye uno de los más importantes retos que sin duda
dichos países deberán enfrentar como parte de sus compromisos de adaptación ante los escenarios de
Cambio Climático que han sido previstos para nuestra región (Figuras 11 y 12; Tabla 1).
Figura 11. Representación gráfica para evaluar el nivel de compromiso establecido en la NDC de cada país para
gestionar el riesgo de desastres por aludes torrenciales e inundaciones. Fuente: BID–CIGIR (2017).
217
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Tabla 1. Resultados de la evaluación realizada a cada país en base a su NDC, para obtener el Índice de
Compromiso País ante la Gestión del Riesgo de Inundaciones y Aludes Torrenciales (ICPGRIAT).
CRITERIOS DIAG GP GC GR AT
VALORACIÓN
SUB-
20%
SUB-
20%
SUB-
25%
SUB-
25%
SUB-
10%
ICPGRIAT
TOTAL TOTAL TOTAL TOTAL TOTAL
218
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Visto como conjunto a nivel regional, la Figura 11 muestra los resultados gráficos del índice obtenido
para cada país. En general, el valor obtenido del índice para los países de Suramérica es de 2,03; mientras
que para los de Centroamérica es 1,62 y de 0,88 para los países del Caribe. Estos resultados reflejan de
manera general las eventuales brechas que pudieran existir en nuestra región en cuanto al abordaje
integral de la Gestión del Riesgo de Inundaciones y Aludes Torrenciales.
Figura 12. Resultado del Índice Sectorial de Compromiso País para la Gestión del Riesgo de Inundaciones y
Aludes Torrenciales (ICPGRIAT) para América Latina y El Caribe.
CONCLUSIONES
América Latina y El Caribe constituye una de las regiones del mundo en donde la frecuencia y severidad
de los desastres asociados al clima (inundaciones, sequias, heladas, etc.) han golpeado con más fuerza a
los esfuerzos de desarrollo de sus países. A la hora de referirnos estrictamente al impacto de inundaciones
y aludes torrenciales, es posible demostrar que esta región ha sido duramente afectada por importantes
desastres de esta naturaleza en el pasado, y todo sugiere que en la misma se seguirán presentando aún
más y aún peores desastres de esta naturaleza a futuro.
Si bien existe mucha controversia a la hora de definir con rigurosidad en qué medida el cambio climático
previsto para nuestra región pudieran incidir en la frecuencia e intensidad de lluvias extremas capaces de
acentuar el impacto de desastres asociados a aludes torrenciales e inundaciones, todo sugiere que todos
y cada uno de los países de nuestra región deben asumir las previsiones y las políticas necesarias para
encarar potenciales incrementos en la ocurrencia de desastres asociados a aludes torrenciales e
inundaciones en el futuro.
219
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Queda pues por verse en qué medida este tipo de agendas pudieran llegar a ser instrumentadas en el
futuro inmediato, tanto a lo interno del contexto venezolano, como en el resto de países de nuestra región.
Lo que sí es claro, es que del compromiso que hoy asuman nuestras sociedades, y muy particularmente
nuestros gobiernos y sus instituciones, ante este tema, dependerá la factura que deberemos pagar ante los
futuros y nada halagadores escenarios de amenazas hidroclimáticas que tenemos en un horizonte que
cada vez se hace menos lejano.
REFERENCIAS
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(EM-DAT)”, Université catholique de Louvain, Bruselas – Belgica, Enlace: https://www.emdat.be
International Panel for Climate Change (IPCC). (2012), “Managing the Risks of Extreme Events and
Disasters to Advance Climate Change Adaptation”, SREX.
Lavell A. (2014), “Viviendo en Riesgo”, La Red – FLACSO, Editorial Tercer Mundo, Bogotá.
Organización de las Naciones Unidas (ONU). (1989), “Declaración 44/236. Decenio Internacional para
la Reducción de los Desastres Naturales”, 22 de diciembre
220
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Ritchie, H. and Roser, M. (2019), "Natural Disasters". Emergency Events Database (EM-DAT), Office
of U.S. Foreign Disaster Assistance (OFDA), Centre for Research on the Epidemiology of Disasters
(CRED, International Disaster Database, Université Catholique de Louvain-Belgica Publicación en línea
de: OurWorldInData.org, Enlace: https://ourworldindata.org/natural-disasters.
Université Catholique de Louvain (2019), Centre for Research on the Epidemiology of Disasters (CRED)
& United States Agency for International Development (USAID)., “Natural disasters 2018: An
opportunity to prepare”, Boletín anual, Pag. 8.
Wilches-Chaux, G. (2007), “¿Qué nos pasa?”, Red de estudios Sociales en Prevención de Desastres,
OXFAN, ARFO Editores, Bogotá.
World Bank. (2010), “Disaster Risk Management in Latin America and the Caribbean Region: GFDRR
Country Notes”, LCR Disaster Risk Management Team of the World Bank.
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Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
José Pereira1, Julio Cabanerit2, Arnaldo Lugo3, Kleiver García4, Diógenes Santander5
1
Presidente del INAMEH, jose.pereira@inameh.gob.ve
2
Coordinador Unidad Ejecutora de Proyectos del INAMEH, jcabanerit@inameh.gob.ve
3
Gerente de Redes Hidrometeorologicas del INAMEH, alugo@inameh.gob.ve
4
Coordinado de proyectos Especiales del INAMEH, kgarcía@inameh.gob.ve
5
Director TECNUM Electrónica, c.a., diogenes.santander@gmail.com
RESUMEN
Una de las variables meteorológicas que presenta mayor variabilidad en espacio y tiempo es la
precipitación, por lo que se requiere de una nutrida red de estaciones que permita explicar el
comportamiento de esta. Este artículo describe dos propuestas para aumentar la cantidad de pluviómetros
mejorando así el registro espacial-temporal. La primera considera la utilización de pluviómetros
artesanales (comunitarios), construidos con elementos reutilizables con la participación de las
comunidades como factor importante, lo cual representa un mínimo de inversión para este equipamiento.
La segunda combina el uso de los pluviómetros comunitarios con equipos automáticos más sofisticados
para fortalecer la precisión y el detalle temporal de la medición, conservando una baja inversión.
222
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
INTRODUCCIÓN
La medición de los parámetros meteorológicos es de suma importancia para analizar el comportamiento
histórico de los mismos, la mejoría de los pronósticos y la toma de decisiones que pudieran suponer el
salvaguardar vidas y bienes materiales. Sin embargo, los costos de adquisición e instalación de las
estaciones de medición son considerables, no solo en recursos económicos para la adquisición de equipos,
sino en las horas hombres para la ubicación de espacios disponibles, su instalación y sostenibilidad en el
tiempo.
La precipitación representa uno de las mediciones más relevantes, debido a su variabilidad espacial y
temporal, por lo que se requiere una mayor cantidad de estaciones distribuidas correctamente. Por otra
parte, las precipitaciones intensas son las causantes de las crecidas de los ríos y de los deslaves, lo cual
resulta ser el origen principal de las situaciones de riesgo en nuestro país.
ESTACIONES PLUVIOMÉTRICAS
En Venezuela las estaciones pluviométricas típicas están ubicadas en un emplazamiento entre cuatro y
nueve metros cuadrados, rodeadas de una malla ciclón. Como nota importante este espacio debe ser
representativo del área en la cual se desea medir la precipitación y debería cumplir con las
recomendaciones de la Guía N° 8 de la Organización Meteorológica Mundial “OMM”. Además el
espacio no debe utilizarse con otros fines en el futuro, para garantizar continuidad en las mediciones por
un período indefinido.
Figura 1. Estación pluviométrica sencilla para fines de registro histórico. Integra el pluviómetro y el gabinete en
una sola unidad.
223
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Cuando se desea que la estación posea algún tipo de telemetría, los datos medidos son transmitidos a un
centro de control, disminuyendo la necesidad de visitar la estación para retirar los datos, como suele
suceder en las estaciones que registran en bandas de papel, solo será con fines de mantenimiento. Los
datos recibidos en tiempo real, pasan por el control de calidad y alimentan modelos matemáticos que
mejoran la generación pronósticos de inundación y la emisión de Alertas Tempanas que pueda
salvaguardar la vida de las comunidades vecinas.
Figura 2. Estación pluviométrica completa con para fines de alerta temprana. Incluye doble sistema de telemetría
pararrayos, paneles solares y un gabinete que contiene un banco de baterías, radios, regulador y datalogger.
Por otra parte, para conformar una red de medición pluviométrica automática se requiere instalar un
número suficiente de estaciones que permitan conocer con mayor exactitud la espacialidad del parámetro,
lo que se traduce en un costo de adquisición e instalación de las estaciones considerable, no solo en
recursos económicos para la adquisición de equipos, sino en tiempo y esfuerzo para la ubicación de
espacios disponibles, su instalación y su mantenimiento.
EL PLUVIÓMETRO COMUNITARIO
A fin de aumentar la disponibilidad del dato pluviométrico, se han hecho esfuerzos para la fabricación
de pluviómetros básicos tipo cántaro a través de técnicas artesanales y con elementos reutilizables.
224
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
La idea de este instrumento es recolectar el agua de lluvia en un envase de forma tal que se pueda apreciar
una medida del acumulado de precipitación en un lapso de tiempo, que por lo general es un día, o por
evento.
En la siguiente imagen se observa un modelo que utiliza una botella de refresco protegido por un tubo
de PVC. La recolección se realiza mediante un embudo colocado en la parte superior.
Una versión aún más económica pudiera prescindir del tubo de PVC y un embudo hecho con otro
recipiente al que se le ha cortado a un cuarto de su parte superior y colocado en forma invertida.
La medición de la precipitación vendrá dada por el área de la boca del embudo AE en cm2 y el volumen
recolectado en cm3 o ml. El volumen recolectado vendrá dado por la ecuación VR=AE*PR/10, donde
PR es la precipitación en mm. Luego, PR=10*VR/AE. Para calcular el área del embudo aplicamos la
fórmula A=PI*DE, donde DE es el diámetro de la boca del embudo.
Una forma de hacer la medición más sencilla para el operador es agregar una cinta adhesiva con la escala
de la medición. Para generar la escala se calcula cual es el volumen para una precipitación de 10mm.
Esto es, VR10= AE*10mm /10. Se agrega sucesivamente el volumen VR10 en el recipiente y se hace
una marca en la escala. Cada marca corresponderá a 10mm de precipitación.
225
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
El proyecto de Pluviómetro comunitario ha sido llevado a cabo por varias instituciones en el país, como
Protección Civil, INAMEH, UCV, INIA, etc.
El pluviómetro debe ser observado diariamente a la misma hora, incluso si está lloviendo. Se toma nota
de la lectura y se vacía el contenido, de manera de comenzar la recolección del nuevo período en cero.
Figura 5. A la izquierda Casa de Roberto Pérez, Presidente de la asociación de vecinos, San José de Galipán
A la derecha Casa de la familia Báez, San Francisco de Galipán Proyecto proceda UCV-IMC 2002
A continuación, se muestra una hoja modelo para el registro de los datos registrados usando un
pluviómetro de este tipo. Cada fila corresponde a un día de medición. Obsérvese que el día de la lectura
corresponde al día anterior de la recolección. En la columna HORA se coloca la hora en la cual se hizo
la medición, que como se mencionó, debería ser la misma todos los días. En la columna CONT se coloca
la medición, en volumen (ml) o en precipitación (mm) según se acuerde. Se agrega la columna de Nombre
de Operador y Comentarios en caso que exista alguna duda o nota de interés sobre la medición.
226
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
La información medida puede ser reportada mensualmente como información histórica, o diariamente
mediante mensajes de texto, voz, email o mediante plataformas informáticas diseñadas para tal fin.
Figura 7. José Fra, funcionario de Protección Civil Metropolitana, explica cómo atender el pluviómetro de cántaro
a Manolo Carro, vecino del sector Campo Alegre, Camino de los Españoles, Parque El Ávila.
227
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Una ventaja es usar la gran infraestructura nacional que posee el estado para facilitar los trámites de
permisos de instalación pudiéndose realizar a nivel institucional, lo que facilitaría el proceso
administrativo para el uso del sitio de medición. Por ejemplo, una sola autorización emitida para la
instalación en los puestos de Protección Civil, pudiera ser suficiente para la instalación en un nutrido
número de puntos de medición.
Instalación
En una instalación típica el pluviómetro se colocaría en el techo o en las adyacencias de la edificación
cumpliendo las normativas, y desde allí el cableado hasta se el sitio seguro en donde se disponga de
electricidad y conexión Internet, para la unidad de almacenamiento de datos “Data logger” con su
respectiva configuración y puesta en marcha de la estación, no requiriendo trabajos mayores para la
totalidad de una estación.
En la siguiente figura se observa un ejemplo de una instalación en el techo de un edificio con el datalogger
colocado en una oficina de un piso inferior.
228
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Concepto de la Red
Siguiendo el objetivo de lograr una red de medición de precipitación de muy bajo costos, se propone que
el medio de comunicación sea la Internet.
Mediante el uso de la Internet se garantiza un costo muy bajo de telemetría. Otra ventaja de la Internet
es que se trata de un medio bidireccional y que permite flujo continuo por lo que se adaptaría muy bien
a sistemas de alerta.
Las estaciones de campo son interrogadas desde un computador central, en donde se almacena la
información en bases de datos. Los datos recibidos pueden ser validados al momento de ser recibidos o
luego de su almacenamiento.
VENTAJAS: Bajo costo de equipamiento, ubicación e instalación, precisión de una estación profesional,
fácil masificación.
229
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Figura 10. Diagrama de enlace de una red conformada por varias estaciones dotadas con la unidad de registro
electrónico.
En la Figura 11se observa una propuesta de instalación en una Casa Comunal donde se coloca un
Pluviómetro comunitario en el jardín y un Pluviómetro electrónico en el techo de la construcción.
El Pluviómetro tipo RG100 (Figura 12) capta la precipitación en su embudo recolector y la dirige a un
dispositivo de Balancín para su cuantificación y generación de una señal eléctrica para ser registrada por
un medio electrónico de registro.
De allí el agua es recogida por un segundo embudo para dirigirla a una botella recolectora de manera de
obtener una referencia para una lectura directa, lo cual puede ser llevado a cabo por parte de un operador
comunitario a la vez de servir de verificación de la precipitación reportada por el dispositivo electrónico.
230
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 11. Integración de pluviómetro comunitario con unidad de registro electrónico mediante unidades
independientes en una misma locación.
En la siguiente figura se muestra una propuesta de instalación en una Casa Comunal en donde el
Pluviometro comunitario y el pluviómetro electrónico estan integrados en la misma unidad instalada en
el jardín. La señal electrica del pluviómetro se canaliza hasta el interior de la construcción, en donde se
instalaría el datalogger.
231
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Figura 13. Integración de pluviómetro comunitario con unidad de registro electrónico utilizando un pluviómetro
tipo RG100.
Figura 14. Contador de eventos colocado en el interior del pluviómetro para ser usado por el operador comunitario.
232
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
datos del INAMEH. Es lo que se llama en el mundo de las telecomunicaciones y la telemetría como
resolver el problema de “la última milla”.
Este mismo concepto se puede aplicar a cuencas más extensas y más accidentadas. La idea es llegar a un
punto con acceso a la Internet. Estos puntos pudieran contar con acceso al Satélite Simón Bolívar, ABA
de CANTV, Fibra Óptica de CORPOELEC o cobertura Telefonía móvil de datos.
233
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Los equipos se instalarían en la parte alta de un poste de manera disminuir los costos de obras civiles,
manteniendo un mínimo de seguridad mediante un acceso restringido por la altura. Debido al bajo
consumo del datalogger y del sistema telemétrico, el mismo pudiera operar varios años utilizando pilas
comerciales y sin necesidad de paneles solares.
Beneficios y Costos
Esta solución combina los beneficios de ambas propuestas a la vez de continuar siendo una solución
sumamente económica. Adicionalmente los costos son minimizados en la infraestructura como
preparación de terreno, obras civiles, cercados, caminerías, entre otros, y la no necesidad de Paneles
solares, bancos de baterías, regulador de carga, equipos de radio, antena, gabinete y conexionado.
Ademas se contaría con una mayor seguridad de los equipos, lo cual con el tiempo representa un ahorro
adicional en reemplazo de equipos y un beneficio adicional en disponibilidad de los datos.
En la Figura 18 se muestra una un grafico comparativo estimado de los costos de ambas soluciones.
CONCLUSIONES
Se presentan 2 alternativas para la masificación de la medición pluviométrica. Ambas alternativas
ofrecen ser viables y económicas.
El pluviómetro comunitario ofrece ser una solución de muy bajo costo que incluye a los miembros de la
comunidad. La principal desventaja del pluviómetro comunitario es la imprecisión, la falta de detalle del
evento y la falta de acceso a la información en tiempo real.
Estas desventajas pueden ser solucionadas con la propuesta de la integración del registrador electrónico
de bajo costo.
Se ofrecen las alternativas de integración, las ventajas y desventajas de cada uno de las soluciones
planteadas.
234
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
BIBLIOGRAFIA
Santander, D., 2010, “Desarrollo de Tecnología Nacional en la Recolección de información básica para
la mitigación de desastres”, en el libro: Lecciones Aprendidas del Desastre de Vargas. José L. López
(Ed.), Edición Fundación Polar-UCV.
Santander, D., Salcedo, A., 2010, “Sistemas de información hidrometeorológica para la generación de
alertas tempranas”, en el libro: Lecciones Aprendidas del Desastre de Vargas. José L. López (Ed.),
Edición Fundación Polar-UCV.
Olivares, B., Cortez, A., Rodríguez, M., Rey, J., Lobo, D., 2016, “Desarrollo del sistema de
información de la red de pluviómetros alternativos en medios rurales”. Caso estado Anzoátegui,
Venezuela.
235
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
diogenes.santander@gmail.com, salcedoa54@gmail.com
RESUMEN
En este artículo se describe una breve memoria descriptiva del proceso de diseño, instalación y puesta en
marcha de la red de estaciones con fines de alerta para las quebradas Tacagua, La Zorra y río Mamo. Se
incluyen detalles del proceso de selección de sitios, construcción, operación, entrenamiento y
mantenimiento de las estaciones.
ABSTRACT
This article describes a brief descriptive report of the design, installation and commissioning process of
the network of stations for alert purposes for the Tacagua, La Zorra streams and Mamo River. Details of
the site selection process, construction, operation, training and maintenance of the stations are included.
KEY WORDS: network of hydro-meteorological stations, early warning system, telemetry, real time.
236
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
INTRODUCCIÓN
Cuando se presenta una situación de lluvias intensas es de sumo interés el conocimiento de los parámetros
que permitan realizar pronósticos de muy corto plazo sobre el comportamiento de los ríos y quebradas.
En la medida que estos parámetros sean conocidos, precisos, suficientes y se obtengan en forma oportuna,
será posible determinar con mayor certeza la posibilidad de una crecida de un río o de un alud torrencial
que pueda afectar las poblaciones cercanas a las zonas de riesgo.
La precisión de estos pronósticos es de suma importancia para generar alertas ciertas y creíbles que
permitan salvaguardas vidas. Paralelamente, se desea evitar alertas falsas que generen alarma en la
población, movimiento de funcionarios y pobladores innecesariamente. Si se genera una alerta a la
población y el evento pronosticado no ocurre, bajaría la credibilidad en eventuales futuras alertas y
generaría gastos innecesarios.
Las lluvias torrenciales de diciembre de 1999 generaron una tragedia en el estado Vargas. Muchas de las
pérdidas humanas pudieron evitarse de haber estado disponible un sistema de alerta temprana que
indicara a las instituciones y a las comunidades sobre la situación de riesgo y la necesidad de abandonar
las zonas de mayor vulnerabilidad. Por esta razón, como parte de las medidas del Eje Estratégico de
prevención NO Estructural del proyecto PREDERES, se incluyó una red de estaciones de medición con
fines de conformar un sistema de alerta temprana.
Figura 1. A la izquierda: vista de la zona de interés. A la derecha: cuencas consideradas en la red de medición.
Qubrada Tacagua, Quebrada la Zorra y Río Mamo.
PROCESO DE ADQUISICIÓN
Para la adquisición e instalación de la red de estaciones se llamó a un proceso de licitación abierta
internacional que tuvo por nombre “Suministro de equipos para un Sistema de información
hidrometeorológico en las cuencas de las Quebradas Tacagua, La Zorra y el Río Mamo” con el código
de publicación EuropeAid/120404/D/S/VE en el año 2005.
237
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
El contrato fue otorgado a la empresa alemana SEBA Hydrometrie y la ejecución iniciada a principios
del año 2006.
DISEÑO DE LA RED
El diseño conceptual de la red fue realizado por el Departamento de Ingeniería Hidrometeorológica de
la UCV. Como todo Sistema de Información, es necesario contar con un buen diseño. En este se consideró
el área y características de la cuenca a cubrir, variabilidad espacial, número de estaciones a instalar y sus
posibles ubicaciones, parámetros de interés a medir, viabilidad de los medios de comunicación
telemétrica, y sala técnica. Todos estos factores están estrechamente afectados por las necesidades de
información y el presupuesto disponible.
El diseño consideró la instalación de doble sistema telemétrico de manera de contar con la redundancia
requerida para que un sistema de alerta sea confiable. Uno de los sistemas de telemetría ofrece un amplio
ancho de banda, por lo que fue posible incluir cámaras de video, que pueden ser de mucha utilidad para
la adecuada interpretación de un fenómeno.
Debido a que el sistema telemétrico está basado en enlaces punto a punto, la elección de los sitios de
medición fue de mucha importancia y se debieron tomar en consideración todos los aspectos de
representatividad del dato, disponibilidad, y seguridad, acompañado del requerimiento de contar con
líneas de vista entre estaciones, lo cual fue un factor que hacía excluyente la elección de los sitios.
CONSTRUCCIÓN
Antes de comenzar el proceso de construcción, fue necesario validar cada uno de los sitios de medición
para verificar que contaran con las condiciones técnicas necesarias. También fue necesaria la tramitación
de los permisos de construcción para cada sitio de instalación.
Se dibujaron los planos correspondientes a las obras civiles de cada una de las estaciones. Con la ayuda
de los planos de construcción se comenzaron a realizar los trabajos para las obras.
Una vez finalizada la obra civil, se iniciaron los trabajos de instalación de equipos en cada una de las
estaciones, así como en las salas técnicas.
El equipamiento de las estaciones comparte algunos elementos en común de una estación a otra. Las
estaciones climatológicas y las repetidoras suelen ser las más complejas. En las siguientes imágenes se
puede observar las partes que conformas una estación climatológica (Figuras 2, 3 y 4).
238
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 2. Etapas de construcción de la obra civil replanteo, preparación del terreno, cercado e instalación del poste
central.
239
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
En la imagen siguiente (Figura 5) se pueden apreciar algunos detalles del equipamiento adosado a los
postes y a las torres. En primer lugar, se tienen las antenas, que necesitan ser colocadas en puntos altos
de la estructura para poder sobrepasar posibles obstáculos y facilitar las líneas de vista. En la figura se
observa una antena direccional tipo Yagi utilizada en los enlaces UHF. Seguidamente se observa una
antena direccional parabólica utilizada en enlaces punto a punto a 2.4GHz. Ambas antenas deben estar
alineadas con precisión al punto con el que se desea realizar el enlace. Luego se observa un sensor de
precipitación del tipo balancín o Tipping Bucket y finalmente un elemento pararrayos ubicado en la parte
más alta de la estructura.
240
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
En la Figura 6 se observan otros elementos fijados a la estructura elevada de la estación. Se observa una
cámara IP de 3MPixel tipo intemperie y dirigida a la escena de interés. En la sub imagen inferior se
observa un par de paneles solares, encargados de mantener la energía de las baterías. A la derecha se
observan dos sensores de nivel tipo ultrasónicos. El superior está adosado en la parte lateral del puente
de Mamo. El sensor de la imagen inferior está adosado a una estructura con un brazo abatible en la
desembocadura de la quebrada Tacagua.
Algunas estaciones fueron instaladas en el interior de edificaciones, por lo que se tuvo que hacer
modificaciones en el diseño para poder fijar los equipos a las paredes de la estructura. Este fue el caso
de la estación hidrométrica La Zorra, instalada en la Unidad Educativa Narciso Gonell de Catia La Mar.
Como se observa en la Figura 7, las antenas y el sensor de precipitación fueron fijados a una pared lateral,
mientras que los paneles solares fueron colocados en el techo.
241
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Los equipos electrónicos y las baterías fueron instalados en gabinetes con protección IP66. En la Figura
8 se observa una imagen del gabinete de protección. En su interior se pueden apreciar las baterías, el
regulador de carga, la unidad de adquisición de datos, y los radios. Todas las estaciones cuentan con al
menos 2 baterías, debido a que el sitema telemétrico por microondas funciona con 24V.
242
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
El conexionado de los equipos que van incluidos en el gabinete fue realizado en la fabrica en Alemania
antes de ser despachados. Sin embargo, se entregaron todos los diagramas de conexiones de manera de
facilitar el mantenimiento preventivo y/o correctivo (Figura 10).
243
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
MODELOS DE ESTACIONES
Todas las estaciones cuentan con todo el equipo necesario para las telecomunicaciones, baterías,
regulador de carga, paneles solares, datalogger y los sensores propios del tipo de estación.
Las estaciones pluviométricas solo miden precipitación por lo que están dotados de un pluviómetro tipo
balancín. A continuación en la Figura 11 se observan 2 estaciones pluviométricas: Banqueo y Junquito.
Figura 11. Estación Pluviométrica Banqueo. Ubicada en los terrenos de la actual Ciudad Caribea. Estación
Pluviométrica El Junquito, ubicada en el patio de los Bomberos del Junquito.
Las estaciones hidrométricas miden precipitación y nivel del río. Cuentan con el mismo pluviómetro
que las estaciones pluviométricas, más un sensor de nivel del río tipo ultrasónico. Adicionalmente, todas
las estaciones hidrométricas están dotadas de cámara de video. A continuación en la Figura 12 se
observan 2 estaciones hidrométricas: Boquerón y Tacagua. La primera ubicada en la cuenca media y la
segunda en la desembocadura de la quebrada Tacagua.
Las estaciones climatológicas cuentan con el sensor de precipitación tipo balancín, además de una serie
de sensores de parámetros ambientales y del suelo, como lo son dirección y velocidad del viento,
radiación, temperatura y humedad del aire, temperatura y humedad del suelo.
244
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 13. A la Izquierda Estación Cantinas, ubicada en los antiguos patios de PDVSA cerca del Viaducto Nº 1
de la Autopista Caracas La Guaira. A la derecha la Estación Bajo Seco ubicada en instalaciones de la Facultad de
Agronomía de la UCV.
ESTACIONES REPETIDORAS
Las estaciones repetidoras son necesarias en un sistema telemétrico cuando los enlaces entre las
estaciones y las salas técnicas no cuentan con línea de vista directa. Debido a lo extenso y accidentado
del terreno de la zona en donde se instala la red de estaciones, fue necesario incluir varias estaciones
repetidoras. Las estaciones repetidoras suelen estar en sitios altos en donde se cuente con línea de vista
hacia varias estaciones, hacia las salas técnicas o eventualmente hacia otras repetidoras.
La principal estación repetidora de esta red es la de Alto de Irapa. Está enlazada con la Sala Técnica de
La UCV y con 8 estaciones. Esta estación está ubicada en una zona militar de la Armada Venezolana
usada para telecomunicaciones, por lo que cuenta con torres altas que fueron utilizadas para instalar las
antenas del sistema de comunicación de la red. Al igual que las otras estaciones repetidoras de la red,
esta estación cuenta también con medición pluviométrica.
245
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Otra estación repetidora de gran interés es Maderita. Esta estación es la encargada de lograr la conexión
con todas las estaciones hidrométricas ubicadas en las desembocaduras de los ríos Mamo, La Zorra y
Tacagua. También realiza medición de precipitación y cuenta con 2 cámaras IP. Una apunta hacia la
costa y otra hacia la cuenca de la quebrada Tacagua, a lo largo una sección de la autopista Caracas-La
Guaira.
Algunas estaciones sirven para realizar tareas puntuales de repetición. En estos casos se les llama sub-
repetidoras. Tal es el caso de la estación Hermandad Cristiana, que transmite sus datos a la estación
repetidora Pozo Negro. A la vez también retransmite los datos que recibe de la estación Pluviométrica
Patio Recreacional, ubicada en la carretera Junquito - Colonia Tovar, y de la estación hidrométrica
Petaquire, ubicada a un lado de la laguna del dique.
Figura 16. Estación sub-repetidora Hermandad Cristiana. Obsérvese a la lejanía a la estación Petaquire que
necesita una sub-repetidora ya que se encuentra ubicada en el fundo de un cañón.
246
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
SALAS TECNICAS
El diseño original de la red cuenta con dos salas técnicas dotadas de equipos y mobiliario para la
recepción y presentación de los datos recolectados en la red de estaciones.
Figura 17. A la derecha un aspecto de la Sala Técnica de la UCV con un operador observando los datos
recolectados por una de las estaciones.
TELEMETRIA
Según el diseño, el sistema debe contar con un doble sistema de telemetría. Un enlace en la banda de
UHF de 460 - 470 MHz. Este enlace se utiliza únicamente para la transmisión de datos de medición y
trabaja a una velocidad de 9600bps. Este enlace es sumamente robusto y confiable ya que se trata de
onda larga. Sin embargo, es de muy baja velocidad para la transmisión de imágenes.
247
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
El segundo enlace se encuentra en la banda de 2400-2470 MHz, el cual entra en el espectro de las
microondas y permite enlaces de alta velocidad. Por este medio se pueden enviar imágenes mediante
enlaces IP de 10Mbps. En la práctica se trata de una red local conformada por el grupo de estaciones y
las salas técnicas. La desventaja de este medio de comunicación es que resulta relativamente susceptible
a las condiciones de mal tiempo.
Figura 19. Software de análisis de radio enlaces. Obsérvese el perfil obtenido por software y el accidente
geográfico en la imagen entre la estación Mamo y repetidora Maderita (ubicada en la montaña, círculo rojo).
Con la combinación de ambos sistemas se puede contar con datos en forma continua e imágenes de las
condiciones de los ríos y situaciones de interés.
Todos los enlaces se realizaron tipo Punto a Punto o Punto-Multipunto, por lo que se debía contar con
línea de vista (LOS) entre los puntos de enlaces. Esto dificultó en buena medida la selección de los sitios,
ya que no solo debían contar con las condiciones de representatividad de los parámetros a medir,
seguridad y los permisos de instalación; también debían contar con línea de vista franca a los puntos de
conexión. El estudio de cada sitio requirió el uso de programas de análisis de radio enlaces, así como de
visitas continuas en días despejados con cuadrillas en ambos puntos.
Otro aspecto importante en la telemetría lo constituye el permiso para el uso de enlaces de radio
frecuencias en la zona. Esto fue tramitado por CORPOVARGAS ante CONATEL. Debido a que la zona
de interés es relativamente extensa, los permisos para los enlaces de UHF se solicitaron para cada enlace
dependiendo de la zona de influencia. CONATEL debe estudiar qué frecuencias en el espectro solicitado
se encuentran disponibles de manera de no afectar a otros usuarios que ya tengan permiso de uso de un
canal en esa banda en cada uno de los enlaces. La respuesta sobre las frecuencias asignadas era de suma
importancia, ya que de eso dependía el ajuste de los equipos de radio.
248
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
El enlace de 2400 MHz corresponde al espectro denominado “banda libre” pero que igual debe contar
con la notificación a CONATEL de manera que se respeten las potencias de transmisión y uso. De hecho,
se presentó un problema en el sector Alto Irapa con otro usuario que estaba usando potencias muy altas
en esta banda que causaban interferencias en la comunicación de la red, pero finalmente fue subsanado.
CAMARAS VIDEO
El diseño de la red contempla la recolección de imágenes de algunos sitios de interés. De esta manera las
salas técnicas pueden contar, no solo con los datos provenientes de las mediciones de los parámetros de
interés, sino que podrán observar lo que ocurre en el evento.
Se colocaron cámaras en cada una de las estaciones hidrométricas y 2 cámaras en la estación Alto
Maderita, la cual ofrecía una excelente vista de la costa y una en la estación Hermandad Cristiana, que
ofrece una excelente vista del embalse.
Figura 21. Imágenes reales tomadas por las cámaras instaladas en las estaciones y transmitidas a las salas técnicas.
249
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
DOCUMENTACIÓN
Todos los manuales de operación, planos de construcción, diagramas de conexión y documentación de
los cursos fueron entregados en cuatro copias de manera que pudiera quedar una copia en
CORPOVARGAS, UMC, UCV y Ministerio del Ambiente.
SOFTWARE DE MONITOREO
Para el monitoreo de la red de estaciones se utilizó el software DEMASole en conjunto con el software
de presentación de datos DEMASdb. DEMAS se traduce por Data Evaluation Management Alarm
Software. DEMASole se encarga de la interrogación periódica de las estaciones y almacenamiento de la
información recabada en las bases de datos. DEMASdb toma la información de las bases de datos y las
utiliza para la presentación gráfica, tabular, generación de alarmas, o divulgación.
Figura 23. Aspecto del software DEMASdb mostrando información instantánea de la estación hidrométrica
Mamo.
250
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
PAGINA WEB
La información recabada por la red de estaciones llega a cada una de las salas técnicas y es copiada desde
la base de datos de la UCV hasta una base de datos ubicada en Alemania para estar disponible mediante
la Internet en una página llamada SebaHydroCenter. Desde esta página se podían generar reportes
tabulares y graficas de un período determinado de tiempo para cada uno de los parámetros de las distintas
estaciones. Adicionalmente, se diseñó una página web que mostraba la ubicación de cada una de las
estaciones e imágenes de las estaciones.
Figura 24. Aspecto de la página web desarrollada para el manejo de la red de estaciones.
ENTRENAMIENTO
Se llevó a cabo un entrenamiento sobre el funcionamiento y operación de la red, el funcionamiento de
las estaciones y cada uno de sus sensores. También se realizó un entrenamiento teórico-práctico sobre el
mantenimiento preventivo que se debía realizar a las estaciones.
Figura 25. Entrenamiento teórico en las instalaciones del Departamento de Ingeniería Hidrometeorológica de la
UCV.
En las prácticas de laboratorio, los participantes podían manejar directamente los sensores y equipos de
medición y simular condiciones reales de medición para poder verificar su principio de funcionamiento.
En las visitas de campo los participantes pudieron conocer las estaciones e interactuar con los equipos
instalados.
251
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
El entrenamiento culminó con una celebración en la Sala técnica de la Universidad Marítima del Caribe
en donde se entregaron los certificados de asistencia a los participantes.
CONCLUSIONES
En este artículo se hizo una descripción de un sistema de medición hidrometeorológica diseñada para
cumplir fines de alerta en el marco del Proyecto PREDERES.
Se describen los detalles de diseño, construcción, instalación y puesta en marcha. Se hace especial
relevancia de las características particulares que hacen que este sistema de medición sea apropiado para
un sistema de Alerta Temprana.
El sistema demostró funcionar correctamente para los fines que fue diseñado y contribuir con la
generación de datos para la generación de pronósticos y alertas en la zona de interés.
El proyecto fue llevado a cabo durante el año 2006 e inicios de 2007, culminado y entregado en el año
2007 a total satisfacción.
252
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
BIBLIOGRAFÍA
253
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
RESUMEN
Se analizan los factores que conducen a la reproducción histórica del contexto vulnerable que determinó
que el fenómeno natural – alud torrencial - de 1999 se transformara en una tragedia; un contexto
vulnerable repotenciado por: la construcción de nuevas viviendas en sitios de alto riesgo, la falta de
mantenimiento de las obras de mitigación, el desarrollo de asentamientos informales en zonas
previamente afectadas por el deslave de 1999 y un deslizamiento en la quebrada La Chara, afluente del
río San Julián en Caraballeda.
PALABRAS CLAVE: alud torrencial, contexto urbano, vulnerabilidad, Vargas.
ABSTRACT
In this paper, the factors that led to the historical reproduction of the vulnerability context that made
possible that the natural phenomenon – debris flows - of 1999 became a tragedy are analyzed. This
vulnerable context was repowered by: the construction of new homes in high-risk sites, the lack of
maintenance of mitigation works, the development of informal settlements in areas previously affected
by the 1999 landslide, and a landslide in La Chara Creek, tributary of the San Julián River in Caraballeda.
KEY WORDS: debris flows, urban context, vulnerability, Vargas.
254
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
1. INTRODUCCIÓN
Transcurridos 20 años del alud torrencial que tuvo lugar los días 15 y 16 de diciembre de 1999, en el
estado Vargas, Venezuela, el cual devino en una de las mayores tragedias del siglo XX en América
Latina, y entendiendo que éste fue un fenómeno natural debido a lluvias extraordinarias, que originó el
colapso de las condiciones de vulnerabilidad en que se encontraban muchas áreas del estado Vargas para
esa fecha, es menester analizar aquellos factores o elementos que actualmente se reproducen en las áreas
urbanas de los ríos Camurí Chico, río San Julián y quebrada La Chara y los cuales permiten la
reproducción histórica del contexto vulnerable en que estas áreas se hallaban en 1999. Se intenta
adicionalmente explicar en lo posible, el origen de cada una de estas áreas desde el punto de vista social
y geomorfológico y su evolución hacia el urbanismo que vemos y vivimos actualmente.
Este artículo sugiere implícitamente una guía para futuras construcciones en el área estudiada, al señalar
aquellas “microzonas” de poca o ninguna afectación de viviendas, métodos y estilos constructivos
dañados, así como también posibles áreas de refugio ante eventuales fenómenos hidrometeorológicos.
2. CONCEPTOS: Amenaza, Vulnerabilidad, Desastre - Contexto Vulnerable
Amenaza. Según la Terminología sobre Reducción de Riesgos de Desastres de las Naciones Unidas
UNISDR, 2009, el término amenaza se refiere a un fenómeno, sustancia, actividad humana o condición
peligrosa que pueden ocasionar la muerte, lesiones u otros impactos a la salud, al igual que daños a la
propiedad, la pérdida de medios de sustento y de servicios, trastornos sociales y económicos, o daños
ambientales.
Vulnerabilidad. “Es la condición en virtud de la cual una población está o queda expuesta o en peligro
de resultar afectada por un fenómeno de origen humano o natural, llamado amenaza.”
“...Todas los enfoques o propuestas sobre el concepto de vulnerabilidad, la señalan como un dispositivo
socialmente producido que se ubica entre la sociedad y la naturaleza, articulando a ambas en situación
siempre desfavorable para la primera”, (Altez, 2016).
Según Wilches Chaux (citado por Leal, 2008), existen 11 tipos de vulnerabilidad: natural, física, técnica,
económica, social, política, ideológica, cultural, educativa, ecológica, institucional; entre éstas solo se
describen en este trabajo las tres primeras, por ser las que se reflejan en las áreas urbanas estudiadas:
Vulnerabilidad Natural. Son las geológicas o hidrometeorológicas presentes en el entorno, definición
a la cual se añaden las amenazas antrópicas. Considerando que el espacio ocupado por una comunidad
está culturizado y socializado, debe tenerse presente la presencia en el ambiente de amenazas antrópicas,
las cuales coexisten con las naturales.
Vulnerabilidad física. Destaca la localización de los asentamientos humanos en zonas de riesgo y las
deficiencias de sus estructuras físicas para “absorber” los efectos de esos riesgos., a esta definición se
añade la densidad poblacional, la cual incide directamente en los niveles de vulnerabilidad física de una
comunidad. Leal, Op.Cit; p. 41.
Vulnerabilidad técnica. Se refiere a la inadecuación de la infraestructura física – edificios, dispositivos,
diques, sistemas de regadío, etc., frente a las amenazas naturales del entorno.
Desastre – Contexto Vulnerable. “Un contexto Vulnerable es la totalidad social, material, histórica y
cultural expresada en la carencia de respuestas eficaces ante las amenazas y los riesgos que una sociedad
ha producido a través del tiempo.”
255
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
“… Las articulaciones y relaciones entre vulnerabilidad, riesgo y amenaza y el contexto humano que las
produce, se expresan concreta y simbólicamente en forma de contextos vulnerables.” Cuando un contexto
vulnerable (urbanización Los Corales) se cruza en el tiempo (15 y 16 de diciembre de 1999) y espacio
con la manifestación de una amenaza (lluvias extraordinarias) entonces ocurre un desastre (Alud
Torrencial de diciembre 1999, Estado Vargas). Altez, Op.Cit; p.36. – paréntesis propio.
3. ANTECEDENTES
El Litoral Central localizado en el estado Vargas, por sus características geomorfológicas - una franja
de terreno muy larga y angosta entre el Mar Caribe al norte y la Cordillera de la Costa al Sur - desde
tiempos de Humboldt, siglo XVIII, ha estado sufriendo los efectos de fenómenos hidrometeorológicos
naturales, que al concretarse como aludes torrenciales han permitido el flujo de sedimentos a través de
los conos de deyección, conformando la geografía visible del estado Vargas; pero dado su desarrollo
urbanístico sobre conos de deyección, llanuras de inundación, sobre y bajo laderas de deslizamientos,
aunado a la ausencia de una política de ordenación del territorio cónsona con el riesgo, esta recurrencia
de eventos hidrometeorológicos se transformó en una tragedia o desastre en Diciembre de 1999, de tales
magnitudes que fue catalogada, entre varias denominaciones, como la peor tragedia del siglo XX en
Latinoamérica.
Se presenta a continuación un registro cronológico de estos eventos, desde el siglo XVIII hasta nuestros
días, haciendo hincapié en el alud torrencial del estado Vargas en diciembre de 1999, con el fin de
preservar la memoria histórica de los mismos, en el entendido de que ciertamente el olvido de estos
eventos, es uno de los “ingredientes” para la reproducción social del desastre, ya que desarrollamos de
forma continua la falsa percepción de que vivimos en construcciones idóneas y estables, en un ambiente
marino, tranquilo y perfecto para zona residencial-recreacional, por desconocimiento de nuestras
vulnerabilidades, a espaldas de las verdaderas políticas de desarrollo urbanístico que debemos exigir,
acorde a la zona de riesgo en que vivimos .
“En esta entidad federal el proceso de urbanización cobró fuerzas desde 1960, desconociendo los
antecedentes de avenidas de ríos y de movimientos rápidos de masas característicos de su geografía, los
cuales habían coexistido con los asentamientos humanos desde sus inicios. La fragilidad de la memoria
fue sustrato fértil para que se diese un proceso acelerado e irrespetuoso de invasión de los espacios
naturales, no sólo en las zonas bajas y aun medias de los conos de deyección de antiguos cursos, pudiendo
más la mercantilización de las conciencias y la perentoriedad habitacional.” (Pacheco, citado por
Vásquez, 2011).
3.1 Registro de eventos hidrometeorológicos que han afectado las costas venezolanas desde el siglo
XVIII hasta nuestros días.
Temporales de octubre de 1780; marzo 1781; 11 al 14 de febrero de 1798; 22 de octubre de 1817; 21 de
diciembre de 1822; mar de leva en 1838; mar de leva del 2 al 5 de diciembre de 1887; 3 de octubre de
1890; 7 de octubre de 1892; lluvias y aludes del 23 al 29 de noviembre de 1938; lluvias del 21 de
noviembre de 1944. Lluvias y aludes del 2 al 4 de agosto de 1948.
256
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
257
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Figura 1. Inundaciones en el Litoral por lluvias torrenciales el 1 de Septiembre. a) Inundación en la avenida Carlos
Soublette, adyacente al elevado de Pariata. b) Inundación y arrastre de sedimentos y basura en Calle Los Baños,
Maiquetía. C) y d) inundaciones en la Guaira, parada de Punta Mulatos e inundación en la avenida Álamo de
Macuto, frente al parque temático de Macuto (Fotografías tomadas del Muro de REPORTA YA).
258
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 2a. A la izquierda, en un corte de talud de la urbanización La Llanada, se aprecian dos ciclos de
sedimentación aluvial: uno dado por alineación de rocas redondeadas y otro superior de sedimentos finos.
A la derecha, posible antigua posición del río Camurí Chico en la actual urbanización La Llanada.
Fotografía de Muguerza (2009).
259
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Figura 2b. De izquierda a derecha: a) Urbanización La Llanada, construida sobre la terraza abandonada del río
Camurí Chico. b) Cono de deyección del río Camurí Chico, a raíz de las lluvias de diciembre 1999.
En la margen oeste del río Camurí Chico y también sobre una terraza del mismo río se ubica el antiguo
Colegio San Benito, el cual tampoco sufrió daños durante el evento de 1999. No obstante haber observado
que gracias a esta ubicación respecto al cauce del río - sobre terrazas abandonadas - tanto la urbanización
La Llanada al este, como el antiguo Colegio San Benito al oeste , no resultaron afectados por el evento
señalado, vemos como en pleno cauce y bajo una ladera caracterizada por deslizamientos se construyó
el “Conjunto Residencial Frente al Mar”, sitio en el cual el río Camurí Chico desarrolla una curva hacia
el oeste – curva convexa – que imprime mayor velocidad y por tanto mayor fuerza de impacto a lo que
esté ubicado en esa dirección (Figura 3).
Figura 3. Flujo de sedimentos del río Camurí Chico en diciembre 1999 (izquierda) y 25 de noviembre 2010
(derecha), en la cual se observa como la acción erosiva de las aguas destruyó la vía de acceso a “Residencias
Frente al Mar” , ubicadas en su margen oeste y bajo una ladera de deslizamiento de suelo laterítico rojizo de la
Formación Tacagua. Fotografía tomada del blog de Ernesto Leidenz, residente de la urbanización Los Corales.
260
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
es de 15 a 35 metros contados a partir del borde del río, para proteger a las zonas urbanas aledañas de
posibles desbordamientos – POTEV ,2005-. Cabe señalar que las laderas que forman el río Camurí Chico
están formadas por los esquistos lateríticos de la Formación Tacagua, muy metamorfizado; forman suelos
rojizos debido a que la arcilla illita es predominante, al meteorizar el esquisto pasa de hierro 2 a hierro
3 imprimiéndole a esta unidad la coloración rojiza. Por otra parte, la illita es una arcilla higroscópica, de
allí que estas laderas sean propensas a deslizamientos.
Figura 4. Presa abierta del tipo de ventanas construida en gaviones en la cuenca de Camurí Chico; a la izquierda
se muestra recién construida; a la derecha muestra un descenso del nivel del río de tres metros, por degradación
general del lecho. Fotografía tomada de López (2017).
261
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
los sectores La Trilla, La Chara, San Julián, La Miel, Las Tucacas y la urbanización Palmar Este al este,
la cual fue poco afectada dada su ubicación en una terraza abandonada del río San Julián.
La urbanización Los Corales, una zona residencial para la clase media – alta creada en 1963 y cuyo
desarrollo urbanístico alcanzó su máxima expresión, respecto a densidad poblacional y parcelas
construidas, en los años setenta, con la construcción de casas prefabricadas, resultó una de las zonas
residenciales más afectadas por el alud torrencial de Diciembre de 1999, ya que fue construida sobre el
cono de deyección y la llanura de inundación del río San Julián, sin obras de mitigación de riesgos
adecuadas, como las actuales presas de retención de sólidos, y con solo una canalización sin
mantenimiento (Figura 5).
Figura 5. De izquierda a derecha: Vista aérea del cono de deyección del río San Julián.1956, 1998, 1999.
Fotografìas aèreas tomadas de Muguerza (2009).
Casi inmediatamente después del alud torrencial, muchas viviendas fueron invadidas por lugareños y
foráneos, independientemente del estado de las estructuras; otras viviendas fueron reconstruidas por sus
dueños y adicionalmente el Gobierno ha construido mediante el programa Misión Vivienda Venezuela,
soluciones habitacionales en zonas de la urbanización Los Corales que fueron afectadas por las lluvias
de Dic. 1999, como es el caso de la serie de Lotes de Town Houses en el terreno denominado “Socavón”
en la intersección de la avenida principal con la calle 9-A.
Estas construcciones de nuevas viviendas en sitios de alto riesgo, asentamientos de viviendas informales
al borde de la canalización del río San Julián, servicios públicos muy escasos y no adaptados a la nueva
demanda- dado el aumento poblacional - y otros factores que se describen a continuación, han
reproducido con creces el contexto vulnerable en el cual se encontraba la urbanización Los Corales en
diciembre de 1999.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
pendientes - desembocó en él mismo, descargando su carga sólida desde tres (3) direcciones (Figuras 6
y 7).
Figura 6. Correlación entre vista satelital (Google earth) y vista en planta de la construcción de Town Houses en
la urbanización Los Corales, en el terreno denominado por los residentes como “el socavón”, localizado en la
intersección de la avenida principal de la urbanización Los Corales con la calle 9-A.
Figura 7. Las flechas señalan tres de las múltiples direcciones de flujo que tomó el río San Julián en diciembre
1999, vertiendo su carga sólida en el terreno donde actualmente se construyen los Town Houses.
En este punto, cabe hacer la observación de que en Diciembre de 1999, la mayoría de las viviendas que
se rellenaron y fueron impactadas por el flujo de detritos del río San Julián eran viviendas de un solo piso
y algunas de muros perimetrales de poca resistencia; “ el río San Julián deflectó en innumerables
direcciones, algunas hasta en ángulo de 90º, desviando su curso según la resistencia de los obstáculos”
( Ingeniero Feliciano De Santis, comunicación personal) de modo que una de las medidas de mitigación
de riesgos debe ser tomar en cuenta el sistema constructivo, el número de pisos de las viviendas y la
resistencia de materiales, considerando además que muchos bloques de rocas arrastrados y socavados
por el río son de más de 4.0 m de diámetro y pesan más de 10 toneladas.
5.1.2. Construcción de nuevas viviendas en la avenida La Costanera de la urbanización Los Corales
5.1.2.1. La Misión Vivienda Venezuela hasta la fecha ha construido dos “series” de lotes de townhouses
en la avenida La Costanera: uno que consta de 7 townhouses o apartamentos, localizado al norte de la
avenida La Costanera y adyacentes a las Residencias Bahía Mar. Aunque realmente esta microzona en
263
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
particular no sufrió daños en 1999, sin embargo llama la atención la “barrera o presa” hecha por los
habitantes para habilitar un garage, en el espacio de separación entre una serie de 4 apartamentos y otra
serie de 7 apartamentos de oeste a este con puerta hacia el norte, lo cual impediría la salida de sedimentos
y carga del río San Julián ya experimentada (Figura 8).
Figura 8. Pared al fondo, entre dos series de 4 y 7 townhouses en la avenida La Costanera, serviría de presa de
retención de sedimentos, que eventualmente traería el río San Julián en caso de lluvias torrenciales y
desbordamiento del río. Destaca la pendiente hacia el norte del terreno.
Lo anterior constituye una “pequeña muestra” de una acción antrópica que incrementaría una amenaza
natural, puesto que al definirse esta presa rudimentaria, los sedimentos tendrían menos área de salida al
mar, invadiendo la avenida La Costanera, afectando los town houses aledaños, ejemplo típico de riesgo
socialmente construído.
5.1.2.2. Construcción de townhouses en la avenida La Costanera adyacente a La Casa Hogar Don Orione.
Esta serie de townhouses define una barrera horizontal vista desde la avenida La Playa; se trata de la
construcción de veinte (20) módulos tetrafamiliares para un total de 80 viviendas – según valla colocada
en la avenida La Costanera. La disposición de estos módulos incrementa la vulnerabilidad, ya que están
orientados en dirección este-oeste, de frente al mar, de espaldas al cauce del río San Julián y
adicionalmente uno de los módulos cierra perpendicularmente el área, de modo que formaría una presa
en caso de un virtual alud torrencial (Figura 9).
Figura 9. Es notable la orientación de estos módulos, el del centro y al fondo pudiese formar una barrera en caso
de un virtual alud torrencial, ya que impediría la salida hacia el mar de los sedimentos arrastrados.
264
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 10. Parque marino-costero sobre el relleno o elevación de 3.0 m del terreno ganado al mar. Fotografía
tomada desde la avenida La Costanera .
Figura 11. Plano de ubicación de la secuencia de edificaciones inmediatamente al frente o sur del parque marino
costero en la avenida La Playa (actual avenida José Maria España).
La Figura 12 muestra como la carga sólida que venía desde el sur o avenida La Costanera , avanza hacia
el norte atravesando el edificio Coral Park – lo que obviamente sucedió en los edificios aledaños – hasta
rellenar la parte norte – piscina y cancha – y la avenida La Playa hasta desembocar en el mar. Esto viene
a colación para entender qué pasaría en caso de un eventual alud torrencial en la cuenca del río San Julián,
respecto a la ubicación del parque marino- costero señalado, sobre un relleno de tres metros de altura en
el área ganada al mar.
265
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Figura 12. Piscina y cancha de tennis de Residencias Coral Park. De izquierda a derecha se observa la invasión
de lodo y restos vegetales en las áreas de recreación de las residencias, hasta su desembocadura en el mar, durante
el flujo torrencial de diciembre 1999. Fotografía tomada del Blog de Enrique Freire.
Suministro de agua desde el río, a través de una especie de “red artesanal de mangueras”, con
constantes fugas de agua que enmohecen el talud oeste de la canalización, favoreciendo el
desarrollo de vegetación sobre éste, su erosión a mediano plazo y, por tanto, el acortamiento de
su vida útil.
266
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Bote de basura y escombros sobre los taludes este y oeste de la canalización y al cauce del río.
Vertido de aguas residuales directamente al cauce del río San Julián, mediante tubos PVC, lo
cual altera la calidad y PH del agua subterránea, creando graves problemas a la salud, sobre
todo considerando que numerosas viviendas y edificaciones adyacentes al río San Julián, se
surten de agua potable proveniente de pozos de agua subterránea del mismo río.
Figura 13. A la izquierda se muestra el asentamiento de viviendas informales en la zona de protección del canal
del río San Julián, asì como la colonización por vegetación del cauce; a la derecha : red artesanal de mangueras
(M) para suministro de agua desde el cauce, colocadas sobre el talud oeste del canal del río San Julián. Los puntos
a, b y c, señalan las paredes mohosas por dichas fugas de agua. T1 y T2, tendidos eléctricos “aéreos”
perpendiculares a la dirección longitudinal del cauce. Es notable el relleno del cauce por la vegetación.
Los detergentes por su alto contenido en fosfatos, actúan como fertilizantes y éstos sumados a los que ya
contiene el cuerpo de agua contribuyen a la proliferación y total colonización de las plantas en el área,
hasta transformarla en un pantano – caso observado en el cauce.
Figura 14. Descarga de aguas residuales de los fregaderos de los comercios de la denominada “Calle El Hambre”
mediante un tubo PVC directamente al cauce del río San Julián.
267
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Las acciones antrópicas señaladas en los apartados 5.3.1 y 5.4. pueden incluirse en las denominadas
Amenazas Antrópicas de efecto lento, según la clasificación de Martín C. (2000 citado por Vásquez, F.
2011) o en las denominadas Amenazas Biológicas según la clasificación de ISDR, 2009 - Estrategia
Internacional para la Reducción de Desastres - dado que dichas acciones antrópicas pueden generar la
proliferación de moscas, zancudos y otros agentes vectores de bacterias originando en consecuencia una
epidemia., y además generar la contaminación del agua de las cuales se surten los sectores aledaños – la
población de Palmar Este se surte de agua potable proveniente de un pozo de agua subterránea del río
San Julián, el cual está ubicado en las antiguas canchas de tenis. La UNISDR establece que “una amenaza
biológica es un proceso o fenómeno de origen orgánico o que se transporta mediante vectores biológicos,
lo que incluye la exposición a microorganismos patógenos, toxinas y sustancias bioactivas que pueden
ocasionar la muerte, enfermedades u otros impactos a la salud o daños ambientales; entre los ejemplos
se incluyen los brotes de enfermedades epidémicas, contagio de plantas o animales, insectos u otras
plagas e infestaciones” .Vemos entonces, como una comunidad de viviendas informales , que de por sí
ya es vulnerable ante la amenaza hidrometeorológica, por la precariedad de sus construcciones y por
estar asentada en el cono de deyección y borde de la canalización del río San Julián, (amenaza natural,
física y técnica) definen un contexto vulnerable y que por sus costumbres y/o condiciones de vida
(cultura) generan otra amenaza, la amenaza biológica, que ocasiona serios daños a todos los habitantes
del área urbana aledaña.
5.5. Colonización del cauce del río San Julián por la vegetación
La canalización del río San Julián es una obra de Mitigación de Riesgo, calculada con una profundidad
tal que soporte o permita el flujo de sus caudales pico o máximos durante lluvias extraordinarias - tales
como las ocurridas en Diciembre de 1999 y más recientemente, 2005 y 2010 - protegiendo las áreas
pobladas aledañas de eventuales desbordamientos o inundaciones y aludes torrenciales; para cumplir ésta
función, el canal debe mantenerse libre de sedimentos; en contraposición a esto, observamos que el canal
del río San Julián está absolutamente colonizado por vegetación, “la cual actúa aumentando la resistencia
y por ende las profundidades del flujo, induciendo a la deposición del material sedimentario arrastrado
por las crecientes anuales. La sedimentación contribuye a la reducción de la sección de flujo y por ende
a la disminución de la capacidad de conducción del canal”, López (2017). En el año 2016 la Gobernación
del estado Vargas logró limpiar el cauce en una extensión aproximada de 350 m contados a partir de la
desembocadura hacia aguas arriba, sin embargo, actualmente el cauce del río San Julián se encuentra
colmatado de sedimentos y vegetación (Figura 15).
La amenaza biológica o antrópica de efecto lento se manifiesta también en la descarga de aguas negras
desde Caraballeda y Palmar Este, hasta su desembocadura directa en el mar, mediante una canalización
adyacente a Playa Carrilito, originando en consecuencia la contaminaciòn de las playas ubicadas al oeste
de la descarga, dado que la dirección de la corriente marina es de este a oeste (Figura 16).
268
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 15. Secuencia del estado del río San Julián desde el año 2016 hasta septiembre 2019: a) sedimentos y
vegetación colmatando el cauce del río San Julián, bajo el puente La Costanera, el año 2016; b) terraza formada
por sedimentación de finos aguas abajo del río San Julián, el espesor de sedimentos disminuye la luz del puente
La Costanera; c) resultado de la limpieza del cauce en el año 2016; d) bote de escombros a orillas del cauce del
río San Julián. Obsérvese la invasión total del cauce por vegetación. Fotografía tomada el 16 de agosto de 2019.
Dirección de la fotografía SW-NE, hacia el puente La Costanera. La flecha señala la dirección aproximada del río
San Julián, aguas abajo hacia el puente La Costanera.
Figura 16. A la izquierda, canal de aguas negras inmediatamente al oeste de Playa Carrilito. A la derecha, vista
aérea de la desembocadura del río San Julián (RSJ) en el mar; se señala Playa Carrilito (a) y el canal de aguas
negras (b) que conduce las mismas desde Caraballeda hasta su desembocadura en el mar Caribe. Al oeste el parque
acuático (PA) sobre un relleno de 3 metros. La flecha verde indica la dirección de la corriente marina (c), lo cual
conduce las aguas negras en esta dirección, contaminando las playas adyacentes.
269
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Un factor adicional que afecta la estabilidad de los coluviones, es la cantidad de lluvia infiltrada.
Campbell (1975, citado por Suarez 1998) sugiere que una lluvia de 5 a 6 mm por hora, es necesaria para
activar flujos de detritos y que se requiere una lluvia acumulada de 267mm para obtener un contenido de
agua en el cual, el agua que se infiltra es igual al agua que drena.
La sismicidad también puede activar el deslizamiento del coluvión en estudio, ya que los coluviones
tienen un alto poder de licuefacción, debido a su poca cohesión y a la falta de confinamiento en taludes
de alta pendiente.
270
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 17. A la izquierda la quebrada La Chara y la ubicación vulnerable de las comunidades aguas abajo del
macrodeslizamiento. A la derecha la morfología alargada del deslizamiento y en la fotografía inferior el material
deslizado -fragmentos de rocas, restos vegetales y troncos de árboles en una matriz predominantemente arcillosa.
271
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
272
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 18. De izquierda a derecha: El edificio Queniquea, casas y edificio invadido en Los Corales.
9. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES.
La recurrente formación de un contexto vulnerable en las áreas urbanas estudiadas sin duda alguna
repotenciará los efectos catastróficos de un eventual fenómeno hidrometeorológico, dado por los
siguientes factores:
1) La reconstrucción y construcción de nuevas viviendas en zonas afectadas por los aludes torrenciales
de 1999, como lo son: a) La construcción de las Residencias Frente al Mar en la cuenca baja del río
Camurí Chico y bajo una ladera de deslizamiento; b) Las construcciones de soluciones habitacionales en
la avenida 9-A con la avenida principal de Los Corales; c) La construcción de nuevas viviendas en la
urbanización Los Corales definiendo futuras represas de contención a la salida del flujo de detritos hacia
el mar; d) La proliferación de viviendas informales en el borde de la canalización del río San Julián,
desarrollando una nueva amenaza, la amenaza biológica o antrópica de efecto lento, dada por la
contaminación del agua del río por el vertido de aguas servidas al mismo.
2) El desarrollo de la amenaza biológica por la descarga de aguas servidas al río por los comerciantes de
la “calle el hambre” y por la descarga de aguas servidas desde una canalización abierta directamente al
Mar Caribe.
3) El incremento poblacional a consecuencia de estas nuevas construcciones y asentamientos informales
(vulnerabilidad física).
4) La construcción de un parque marino- costero en la avenida La Playa sobre un relleno de 3 metros,
definiendo otra represa que impediría la desembocadura de sedimentos en el mar.
5) La falta de mantenimiento de las obras de mitigación de riesgo como canales y presas de retención de
sólidos de los ríos Camurí Chico y San Julián, los cuales están colmatados de sedimentos y vegetación.
6) La falta de mntenimiento y ausencia de obras de mitigación de riesgos – canalización y presas de
retención de sólidos -ante el macrodeslizamiento de la quebrada La Chara, lo cual pone en riesgo
excesivo a los habitantes ubicados aguas abajo.
7) La ausencia de una política de ordenación del territorio cónsona con el riesgo.
8) La inexistencia de cumplimiento a ordenanzas de zonificación, lo cual ha dado lugar a la proliferación
de comercios informales de todo tipo en la urbanización Los Corales, a riesgo de contaminación
ambiental y producción de enfermedades.
273
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
9) Ninguna de las áreas estudiadas son absolutamente estables o invulnerables ante la amenaza de un
alud torrencial, ya que aún las terrazas abandonadas pueden reactivarse; sin embargo, las siguientes
observaciones son válidas para las áreas citadas:
a) El área urbana relativamente estable en Camurí Chico es la urbanización La Llanada, ya que
está construida en la terraza abandonada del río Camurí Chico; ésta sería una zona de eventual refugio
para los residentes de las residencias "Terrazas Frente al Mar".
b) Respecto a las áreas urbanas adyacentes al río San Julián, la de mayor estabilidad es la
urbanización Palmar Este, ya que se ubica en la terraza abandonada del río San Julián; las avenidas más
alejadas del cauce del río y ubicadas hacia el noreste, servirían de eventual refugio a los residentes de
la urbanización Los Corales; en ambas áreas urbanas las construcciones idóneas en las avenidas
adyacentes al río, deben ser de más de tres o cuatro pisos - preferiblemente edificios y no casas -
rodeadas de muros perimetrales de alta resistencia, y orientados en dirección norte - sur., de frente al
cauce - y no de frente al mar en dirección este -oeste; esta orientación permitirá declarar un alerta
temprana como medida de mitigación de riesgo ante un eventual desbordamiento o alud torrencial, dado
que no se pierde de vista el cauce.
c) La quebrada La Chara, afluente del río San Julián, hasta la fecha carente de alguna medida
estructural de mitigación de riesgo, tal como canalización y presa de retención de sólidos, constituye una
amenaza latente para las poblaciones situadas aguas abajo, ante eventuales deslizamientos por flujos
torrenciales o por sismos. Para mantener la estabilidad relativa de los sectores residenciales aguas abajo
de la quebrada La Chara, se requiere investigar cuáles son las medidas estructurales de mitigación de
riesgo más aptas, para lo cual se recomienda el Instituto de Mecánica de Fluidos de la UCV.
d) Las soluciones habitacionales construidas en la urbanización Los Corales entre la avenida
principal y la calle 9-A deben ser destinadas a funciones que no impliquen pernocta de personas, tales
como oficinas o centros educativos.
e) Es imperioso rectificar las construcciones en la avenida La Costanera que forman represas a la
eventual salida de sedimentos hacia el norte, así como también rectificar por el mismo motivo la
construcción sobre un relleno, de un parque marino costero en la avenida La Playa, al oeste de la
desembocadura del río San Julián.
f) Es absolutamente imprescindible retomar El Plan de Manejo para la Ordenación y Restauración
Ambiental del eje Arrecife – Los Caracas, año 2001; Plan Vargas 2005 y Plan de Ordenación Urbanística
del Estado Vargas 2009, para desarrollar un urbanismo modelo mundial, acorde con la zona de riesgo
que habitamos y con la insustituible función geoestratégica que define a nuestro estado Vargas.
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Universidad Central de Venezuela. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Escuela de
Antropología. Departamento de Etnología y Antropología Social.
275
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
RESUMEN
Este artículo muestra las experiencias pedagógicas por implementar Sistemas de Alerta Temprana (SAT)
para la Gestión de Riesgos ante lluvias extraordinarias, en comunidades escolares pertenecientes a la
parroquia Naiguatá, Estado La Guaira, en Venezuela. Metodológicamente se insertó en el paradigma
cualitativo interpretativo, de campo, de carácter descriptivo y se fundamentó en un diseño de estudio de
casos a través de la aplicación del método etnográfico de observación participante que identificó las
condiciones de riesgo en los planteles y su entorno, así como la vulnerabilidad de la comunidad escolar
para operacionalizar las posibles soluciones y mejorar las condiciones de bienestar y seguridad. Además
se ofrece como resultado el esquema de trabajo de los tres momentos de la sinergia entre los estudiantes
facilitadores de la Universidad Simón Bolívar y la comunidad escolar durante el proceso de
implementación y asimilación del SAT.
PALABRAS CLAVES: Gestión del Riesgo, Sistema de Alerta Temprana, Comunidad Escolar,
Naiguatá.
276
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
INTRODUCCIÓN
El Caribe se encuentra entre las regiones del mundo más expuestas a eventos hidrometeorológicos
extremos. Históricamente las costas venezolanas, especialmente el litoral central, zona que ocupa el
Estado La Guaira (ver Figura 1), se han visto afectado por lluvias extraordinarias que han producido
inundaciones y aludes torrenciales. (Ver Tabla 1).
Figura 1. El Estado La Guaira en el mapa de Venezuela. Fuente: Guía Viajes Virtual, Vargas (2014) [mapa],
recuperado de http://www.guiaviajesvirtual.com/mapatur/ vargas.jpg.
Tabla 1. Poblaciones del estado La Guaira (Venezuela) afectadas por inundaciones y aludes torrenciales durante
el siglo XX y XXI. Tomado y adaptado de Rodríguez (2008: 275).
Población(es) Año(s)
Caraballeda 1951, 1999, 2005.
Camurí Chico 1944, 1999, 2005.
Camurí Grande 1951, 1999, 2005.
Chichiriviche 1944, 1999.
La Guaira. (capital) 1909, 1914, 1924, 1938, 1944, 1948, 1951, 1999,
2005.
Maiquetía 1909, 1938, 1999, 2005.
Macuto 1909, 1924, 1948, 1999.
Mamo 1951, 1999, 2005.
Naiguatá 1951, 1999, 2005.
Puerto Cruz 1914.
Punta de Mulatos 1938, 1948, 1999, 2005.
Sin embargo, poca importancia le prestan las Autoridades del Gobierno local a estos antecedentes de
inundaciones y aludes torrenciales que indican que el Estado La Guaira (antes Estado Vargas y desde
septiembre 2019 cambió a Estado La Guaira) es una zona de alto riesgo. A esto se le adiciona la alta
vulnerabilidad de las comunidades varguenses, alcanzada a partir de la segunda mitad del siglo XX
cuando la actividad económica (aerotransporte, portuaria y turística) recibió una significativa inversión
277
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Foto 1. Edificios, depósitos de carga portuaria y viviendas construidas en las laderas de cerros inestables son una
muestra del crecimiento anárquico y vulnerabilidad de las comunidades. Fuente: foto archivo de Elvin Barreto
Guédez. (Maiquetía, Edo. La Guaira, Venezuela. 2013).
En la Universidad Simón Bolívar (USB) toma auge el interés por el tema de gestión de riesgo ambiental,
apropósito del llamado “deslave de Vargas”, ocurrido en diciembre de 1999. Puesto que la Sede del
Litoral de la mencionada universidad, estuvo localizada dentro del abanico aluvial del río Camurí
Grande, de la parroquia Naiguatá del estado Vargas, viéndose seriamente afectada por consecuencia de
los aludes torrenciales, con una pérdida del 90% de la planta física y del 98% de la dotación y
equipamiento. (Ver Foto 2).
A la par con la reconstrucción y reactivación de la Sede del Litoral de la USB, se formó a mediados de
2009 el Grupo de Gestión de Riesgos Ambientales (GERA-USB) adscrito al Decanato de Investigación
y Desarrollo de la USB (DID –USB) y bajo la coordinación general de la Dra. Lelys Bravo de Guenni.
El GERA-USB se creó con el propósito de promover actividades relacionadas con la reducción de la
vulnerabilidad y el riesgo de la USB y sus comunidades adyacentes a los desastres socio-naturales,
mediante la elaboración de un plan de gestión de riesgo a corto, mediano y largo plazo (Bravo de Guenni,
et al, 2012)
278
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Foto 2. Fachada de la sede del Litoral de la Universidad Simón Bolívar afectada su infraestructura por el deslave
de 1999. Fuente: Oficina de Prensa de la USB. (Camurí Grande, Parroquia Naiguatá).
A pesar de las catástrofes de los años 1999, 2005 y de otros eventos menores ocurridos en el presente
siglo, las comunidades de la parroquia Naiguatá, entre estas: El Tigrillo, Camurí Grande, Care, Anare y
el pueblo de Naiguatá; no se encuentran preparada para el manejo (gestión) del riesgo ante lluvias
extraordinarias, ni están vinculadas a planes de mitigación y cultura preventiva, promovidos por entes
gubernamentales local y nacional.
Ante esta realidad el GERA-USB formuló el proyecto el proyecto: “Mitigación de riesgos ambientales
en Camurí Grande y Naiguatá” avalado entre 2009-2010 por el Fondo de Cooperación de la Embajada
del Reino Unido. Seguidamente, otro proyecto: “Reducción de la vulnerabilidad de las poblaciones de
Naiguatá y Camurí Grande (Vargas, Venezuela) a eventos hidrometeorológicos extremos”, con
financiamiento del Programa de Pequeñas Donaciones (PPD/SGP) del Fondo para el Medio Ambiente
Mundial (FMAM/GEF) y el Programa Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Ambos proyectos se plantearon como objetivos sensibilizar a las comunidades cercanas a la Universidad
Simón Bolívar sobre los problemas y riesgos Hidrometeorológicos, a través de la implementación,
operación y promoción de iniciativas para la gestión de riesgos con énfasis en Sistemas de Alerta
Temprana.
El GERA-USB llevó adelante el mencionado proyecto, con fines de extensión e investigación
universitaria, con la participación voluntaria de estudiantes y profesores de la sede del Litoral de la USB,
que denominamos Preventores Universitarios. Con el acompañamiento técnico del Departamento de
Ingeniería Hidrometeorológica y del Instituto de Mecánica de Fluidos de la Universidad Central de
Venezuela.
Estos Preventores Universitarios pasaron a ser los estudiantes prestadores de servicio comunitario del
proyecto: “Sistema de Alerta Temprana para la gestión de riesgos en las comunidades de la parroquia
Naiguatá”. Actividades avaladas por el Decanato de Extensión de la USB.
279
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Este accionar viene generando desde el año 2009 hasta la actualidad, una sinergia entre los Preventores
Universitarios y la Comunidad Escolar, representados este último por los estudiantes, personal
trabajador y docente de las escuelas que se acompañan durante todo el año.
Este trabajo muestra las experiencias partiendo de los mencionados proyectos, por implementar Sistemas
de Alerta Temprana (SAT) siguiendo el esquema de Maskrey (1997), para la gestión de riesgos por
lluvias extraordinarias. Experiencias en escuelas pertenecientes a la parroquia Naiguatá, del estado La
Guaira, en Venezuela; concretamente en las instituciones Escuela Integral Bolivariana Gral. Carlos
Soublette, Escuela Nacional Naiguatá, Escuela Bolivariana Los Caracas, Escuela Bolivariana Martín
Luther King, Escuela Bolivariana Francisco Lazo Martí, todas pertenecientes a comunidades de la
mencionada parroquia.
ANTECEDENTES TEÓRICOS
Se tomaron conceptos básicos referidos a la gestión de riesgos del Plan Escolar para la Gestión de Riesgos
(1999), instrumentado por la Alcaldía Mayor de Santa Fe de Bogotá, Colombia. Este material, elaborado
especialmente para las comunidades escolares del país hermano, nos sirvió de apoyo durante el desarrollo
del trabajo con la comunidad escolar. Los conceptos básicos tomados fueron:
Riesgo y Desastre: “el desastre es algo visible, que ocurrió, que se puede medir en sus consecuencias y
sobre el cual intervenimos una vez ocurrido. El riesgo por su parte es algo latente, puede ocurrir, pero no
ha ocurrido. Sin embargo, podemos actuar sobre sus causas y de esta manera disminuir o eliminar sus
consecuencias, en caso de materialización del riesgo en un evento peligroso.” (p. 12)
Amenaza: “es la probabilidad de que un fenómeno de origen natural o humano, potencialmente capaz
de causar daño, se produzca en un determinado momento y lugar.” (p. 5)
Vulnerabilidad: “condición existente en la sociedad por la cual puede verse afectada y sufrir un daño o
una pérdida en caso de materialización de una amenaza. También puede expresarse por la incapacidad
de una comunidad para recuperarse de los efectos de un desastre”. (p. 12)
Gestión del riesgo: “constituyen las formas de intervención sobre las condiciones generadores de riesgos
(que son condiciones sociales), con el fin de reducir los niveles del mismo y eliminarlo hasta donde sea
posible” (p. 8)
Los conocimientos en materia de Gestión del Riesgo impartidos en las Comunidades Escolares,
enfatizaron la implementación de Sistema de Alerta Temprana (SAT). Los SAT son herramientas de
mitigación y prevención de tipo comunitario que permiten identificar los riesgos y planificar acciones
para alertar de una manera rápida y eficaz de la ocurrencia de algún evento generador de daños en la
población y en la economía. Salvando las vidas y bienes de la población. Según el esquema de Maskrey
(1997), el SAT se resume en cuatro etapas. (Ver Figura 2).
En nuestro trabajo de campo con las comunidades escolares se adaptó el esquema general de Maskrey
(1997) a las condiciones y particularidades de cada caso. Siguiendo a Maskrey (1997), estas etapas se
explican a continuación:
280
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 2. Esquema del SAT según Makrey (1997). Fuente: elaboración del Autor
Caracterización del riesgo: donde se generan los escenarios de riesgo y se debe indicar los impactos
potenciales de un evento sobre los sectores más vulnerables de la comunidad. Los riesgos deben
plasmarse en planos o croquis de riesgos.
281
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Según Maslow (1991), las mencionadas necesidades son importantes para la supervivencia de la persona.
Una vez que los individuos tienen satisfecha su nutrición, cobijo y seguridad vital, tratan de satisfacer
otras necesidades. Por consiguiente, al ofrecer alternativas para la mitigación de riesgos a los actores
comunitarios que vivieron las experiencias de lluvias e inundaciones, estos las asumirían adquiriendo la
capacidad de transformar sus amenazas y factores de vulnerabilidad antes de que ocurra un nuevo
desastre. Es decir, estarán obligados a hacer gestión de riesgo para sobrevivir.
DISEÑO METODOLÓGICO
Desde el punto de vista metodológico el trabajo se insertó en el paradigma cualitativo interpretativo, de
campo, de carácter descriptivo (Martínez, 2009: 23) y se fundamentó en un diseño de estudio de casos a
través de la aplicación del método etnográfico, donde con la observación participante se identificaron y
analizaron las condiciones de riesgo, así como la vulnerabilidad de la Comunidad Escolar para
operacionalizar las posibles soluciones y mejorar las condiciones de bienestar y seguridad ante amenazas
de lluvias extraordinarias. Igualmente, parte de las técnicas cualitativas utilizadas fueron la observación
directa in situ, registros anecdóticos, fotográficos, fílmicos, entrevistas no–estructuradas, charlas
informativas y talleres para adultos y niños pertenecientes a la comunidad escolar.
La escogencia de estas escuelas fue discrecional por encontrarse en comunidad que fueron afectadas por
lluvias extraordinarias y otros eventos hidrometeorológicos de menor rango. Se ha involucrado a toda la
Comunidad Escolar: tanto a los niños y niñas (cuyas edades oscilan entre 9 y 11 años) como a los adultos
que cumplen roles de personal obrero, administrativo o docente. La población escolar influida es de
aproximadamente de 1400 niños y niñas, mientras que el personal que labora en las instituciones es de
282
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
200 adultos. Que hacen un total de 1600 seres humanos que tuvieron conocimiento directo de las
actividades en materia de gestión de riesgos y sistemas de alerta temprana desarrolladas por los
Preventores Universitarios.
Primer Momento: Adiestramiento Básico a los Preventores Universitarios. Durante el lapso septiembre
2017 –diciembre 2018, participaron voluntariamente treinta (30) Preventores Universitarios quienes
luego de recibir una charla introductoria acerca de los objetivos del proyecto, contaron también con
adiestramiento básico en materia de gestión del riesgo y SAT. Los Preventores Universitarios, además
recibieron inducción sobre el manejo de herramientas de etnografía, elaboración de presentaciones y
micro-talleres. El producto final: Un personal capacitado para recabar información con rigurosidad
científica y transmitir información especializada en materia de gestión de riesgo y SAT a la Comunidad
Escolar.
Segundo Momento: Levantamiento de Información. En el campo, los Preventores Universitarios
tomaron información valiéndose de herramientas metodológicas de la etnografía: observación directa in
situ, descripción, grabación y transcripción de registros anecdóticos, fotográficos, fílmicos, entrevistas
no–estructuradas, elaboraron croquis y mapas de peligro e inundación, entre otras materiales. El producto
final: Caracterización participativa del riesgo en la comunidad escolar y sus alrededores.
Tercer Momento: Transmisión del conocimiento. Los Preventores Universitarios realizaron reuniones
cortas, micro charlas y talleres dirigidos al personal adulto de la comunidad escolar. Sensibilizaron y
motivaron la constitución de comisiones de apoyo para la implementación del SAT en el plantel.
Construyeron pluviómetros comunitarios y enseñaron a la comunidad escolar a registrar y monitorear las
precipitaciones. Elaboraron con el consenso de la comunidad escolar los protocolos de activación del
SAT, que luego fueron validados con un simulacro de desalojo. El producto final: Un modelo de SAT
elaborado de forma participativa, validado y en funcionamiento.
Los Preventores Universitarios junto con la Comunidad Escolar elaboraron una propuesta de protocolo
para el desalojo de las instalaciones educativas en caso de emergencia de lluvias o cualquier otra. (Ver
Figura 6) De forma esquemática el protocolo indica las actuaciones que deben tener los actores
comunitarios en caso de la declaratoria de emergencia, así como los mecanismos de organización interna
que la activan.
Dicho protocolo fue validado con la realización de dos simulacros de emergencia. Los PSC elaboraron
un video aficionado que fue incorporado como material demostrativo-didáctico para los futuros trabajo
de campo.
283
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Figura 4. Esquema de funcionamiento del Sistema de Alerta Temprana (SAT). Fuente: Elaboración de
los Autores.
DISCUSIÓN
Durante el desarrollo del proyecto, se demostró la factibilidad de implementar el SAT, siguiendo el
esquema de Maskrey (1997). Además, se verificó que la transmisión de conocimientos en materia de
gestión del riesgo, minimizando la vulnerabilidad de las comunidades escolares, en correspondencia con
el esquema teórico de Maslow (1991).
A pesar que el marco normativo venezolano que rige la gestión del riesgo está centrado en la Ley para la
Gestión Integral de Riesgos Socionaturales y Tecnológicos (LGIRST), no se pudo evidenciar iniciativas
educativas ni preventivas de esta materia durante nuestra permanencia en las comunidades escolares.
Ante la precaria preparación en materia de prevención en las comunidades, en particular en las
comunidades escolares, la labor investigativa y de extensión universitaria del GERA-USB y de los
Preventores Universitarios cobra vigencia. Teniendo importante impacto en las comunidades intra y
extra universitaria que se encuentra en una región venezolana que históricamente ha estado sujeta a alto
riesgo por inundaciones y aludes torrenciales.
284
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Adiestramiento a los Preventores Presentación de información para Esquema del protocolo para
Universitarios en materia de validación comunitaria. desalojo en caso de emergencia
Gestión de Riesgo y SAT. para una escuela.
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Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Figura 6. Nota periodística del diario nacional Últimas Noticias, del 13/12/2011 que reseña uno de los simulacros
de emergencia efectuado con la comunidad escolar de la EIBGCS, para validar esquema de protocolo.
286
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
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287
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
RESUMEN
Este trabajo muestra el recorrido de una línea de investigación en vulnerabilidad urbana desarrollada en
la Universidad Central de Venezuela (UCV) que evidencia la utilidad que ha tenido para el diagnóstico
de vulnerabilidad o la configuración de escenarios de riesgo en Caracas. Esta ciudad es un continuo
urbano que comienza a nivel del mar y culmina a más de 2000 msnm, con pendientes que pueden superar
los 45 grados y zonas de muy alta densidad poblacional en terrenos peligrosos, donde se espera un sismo
de magnitud mayor a 7.
Se muestran estudios realizados en una ¨Zona O¨, definida en el Plan de Reducción de Riesgos
Ambientales y Adaptación al Cambio Climático del Área Metropolitana de Caracas como ¨Zona Sinaxis¨,
en la cual debe llegarse a lineamientos de diseño urbano y de urbanismo sostenible ya que es fundamental
para el funcionamiento de servicios, la toma de decisiones, la educación y la salud en Venezuela y es
vulnerable a cualquiera de sus amenazas naturales: sísmica (terremotos recurrentes), hidrometeorológica
(derrumbes, aludes torrenciales, inundaciones), epidemiológica (endemias, problemas derivados del
inadecuado saneamiento ambiental) y asociadas a la vegetación (incendios forestales, caída de árboles).
PALABRAS CLAVE: vulnerabilidad, susceptibilidad, resiliencia, escenarios de riesgo.
288
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
INTRODUCCIÓN
En Caracas los estudios de vulnerabilidad se iniciaron con la vulnerabilidad sísmica de edificaciones
afectadas por el terremoto de Caracas de 1967, en los que varios autores de la Universidad de California,
demostraron la particular concentración de los daños.
Lo ocurrido en Caracas fue un caso de estudio para científicos e ingenieros en el mundo, debido a una
coyuntura: un sismo moderado produjo severos daños en una ciudad moderna. Una afortunada
coincidencia, dado que unos 10 años antes del sismo, la compañía Weston Geophisycal Illinois,
contratada por el Instituto Nacional de Obras Sanitarias (INOS), hizo un completo estudio del subsuelo
del valle principal de Caracas, con el objetivo de caracterizar el acuífero e identificar zonas de
explotación de aguas subterráneas.
Este estudio suministró un mapa del subsuelo que evidenció los daños concentrados en dos zonas de la
ciudad, el noroeste y el noreste, muy cerca de la montaña, coincidían con las zonas de mayor profundidad
de la roca. En la zona ubicada al noreste, los edificios que cayeron o se dañaron severamente eran nuevos,
construidos según las normas de ingeniería vigentes y estaban en uno de los urbanismos mejor
planificados del país, desarrollado menos de 20 años antes.
Quedó demostrada la interacción suelo – estructura, la necesidad de estudiar las condiciones de suelo
locales y de evaluar la vulnerabilidad de edificios en zonas sísmicas, pero el estudio quedó en el olvido;
la ciudad creció en altura, aumentó la densidad poblacional, los sectores de construcción informal
crecieron verticalmente y en extensión.
La ciudad se hizo más vulnerable apenas diez años después del sismo, cuando se reactivó la
municipalización en Venezuela, pues no fueron tomadas en cuenta ni las amenazas ambientales de origen
natural ni la vulnerabilidad en las ordenanzas municipales. El desastre de Vargas, 30 años después,
demostró que la vulnerabilidad de las edificaciones no es sólo sísmica, muchos edificios sismoresistentes
cedieron al impacto de las grandes rocas. Se demostró la importancia de la exposición cuando
edificaciones frágiles, fueron menos vulnerables, por no estar expuestas.
La vulnerabilidad de la ciudad también se expresa en eventos como incendios en edificios, que han
terminado en pérdidas totales, debido a la imposibilidad de llegar a tiempo o por no disponerse de agua,
para no hablar de las frecuentes rupturas de las tuberías del acueducto metropolitano o los derrumbes
masivos en los cuáles se han perdido decenas de edificaciones sismoresistentes.
La Vulnerabilidad Urbana es un enfoque comprensivo de la vulnerabilidad, en el que no se considera
solo las edificaciones, solo la fragilidad. Entran en juego múltiples factores y ser vulnerable puede ser
una oportunidad de cambio, una variable de diseño.
A lo largo del texto se mostrará la evolución de esta escuela de pensamiento surgida en la Universidad
Central de Venezuela (UCV), reconociendo la participación de diversas organizaciones y dejando por
sentado que otras universidades, entre las que cabe destacar la Universidad Simón Bolívar, han
desarrollado importantes aportes.
Una investigación que en la UCV ha sido posible gracias a una estrategia de vinculación de la
investigación y la docencia con la extensión en las organizaciones. Finalizando el trabajo, se presenta el
escenario actual y el contexto en el cual se encuentra la ciudad en caso de producirse un desastre.
LA ZONA SINAXIS
El Área Metropolitana de Caracas, estaba integrada por los municipios Baruta, Chacao, El Hatillo,
Libertador y Sucre, con una población estimada en 2019 de 3,347 millones de personas, a la que se agrega
289
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
la de otros doce municipios de los estados Miranda y Vargas, en los que residen unos 2,123 millones de
personas, que interactúan con Caracas bien como ciudades dormitorio, bien como sitios de recreación o
porque prestan servicios metropolitanos como el puerto y el aeropuerto.
Hay un espacio geográfico en el cual colindan los cinco municipios, que abarca las cuencas de los
principales ríos que drenan a la ciudad: Anauco, Agua de Maíz, Baruta, Catuche, Chacaíto, La Guairita,
Maripérez, Sebucán, Seca, Tenería, Tócome y sus intercuencas, todas las cuales confluyen en el río
Guaire.
Esta zona, además de reunir geográficamente a la ciudad, es neurálgica para la movilidad, ya que
distribuye el tráfico hacia toda la región metropolitana. También es estratégica, debe estar operativa tanto
para Caracas como para el resto del país, porque en ella se encuentran las sedes del Poder Público
Nacional, Palacio de Gobierno, Tribunal Supremo de Justicia, ministerios, Pdvsa, la empresa eléctrica
nacional Corpoelec, la telefónica Cantv, la hidrológica Hidroven.
También están en esta zona las sedes de organismos multilaterales como Naciones Unidas, las embajadas,
las alcaldías de los cinco municipios, el Gobierno del Distrito del Capital, la banca privada, centros de
referencia nacional para enfermedades de tratamiento especial o exámenes de alta tecnología, las
religiones que se profesan en el país, las academias nacionales, la principal universidad pública y los
principales teatros, galerías y museos.
Asimismo se localizan en esta área los cuerpos de seguridad del Estado, los cuerpos policiales nacionales,
las Comandancias generales de la Armada y de la Fuerza Aérea, el Cuartel Central de los Bomberos, las
escuelas de Medicina y de enfermería (Figura 1).
Paradójicamente, esta es la zona de Caracas que ha sido más afectada por terremotos y aludes
torrenciales, debido a que abarca el tramo más alto de la Cordillera de la Costa, el que tiene mayores
pendientes, donde se producen fenómenos meteorológicos locales que producen lluvias intensas y
concentradas geográficamente, capaces de generar crecidas rápidas de recurrencia anual. Esta Zona, tan
susceptible, tan expuesta, pero a la vez tan resiliente, es una especie de Zona 0, en caso de conflicto
bélico.
Valga como anécdota que el nombre ¨SINaxis¨, surgió en una conversación sostenida en la Facultad de
Arquitectura de la UCV, en el marco del proyecto ¨Caracterización ambiental para el Parque la Carlota¨,
que formó parte del Plan Especial Maestro sobre el Antiguo Aeródromo ¨La Carlota¨, en la cual se
discutía la vulnerabilidad que representa la fragmentación de la ciudad en torno a estas instalaciones
ubicadas en el lecho de inundación del río Guaire y de 3 quebradas, que la inundaron apenas 4 años antes;
pero a la vez, los efectos de varias convergencias que en ella se producen: convergencia de amenazas,
convergencia de vientos, convergencia del tráfico vehicular de casi toda la ciudad, convergencia de
personas, siendo la zona con mayor población transeúnte de Venezuela, convergencia de servicios
metropolitanos. La convergencia territorial de los cinco municipios.
Es así que SIN cómo prefijo significa simultaneidad, convergencia, reunión. AXIS significa ejes,
alineaciones. Sin proponérselo, el equipo produjo una palabra compuesta, ¨sin ejes¨ o sin divisiones, que
investigando por mera curiosidad mucho tiempo después del proyecto, resultó que existía, es muy
antigua, tiene connotación mística y significa concentración, lugar de reunión o de encuentro. En el Plan
de Reducción de Riesgos Ambientales y Adaptación al Cambio Climático del Área Metropolitana de
Caracas esta Zona tan particularmente expuesta, susceptible, como potencialmente resiliente, se le
denominó entonces como Zona SINaxis (foto 1).
290
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 1: Zona Sinaxis. Los cinco municipios del Área Metropolitana de Caracas (AMC). En color rojo la zona
delimitada por cuencas hidrográficas ubicadas en los cinco municipios del Área Metropolitana de Caracas definida
como Zona SINaxis. En color amarillo los municipios Libertador y Sucre, sin color los municipios Baruta y El
Hatillo y en verde el área de estudio del Plan básico de manejo de desastres realizado por JICA.
291
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
292
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 2. Mapa de Vulnerabilidad del Municipio Chacao. El color de cada zona, expresa una convolución con los
valores atribuidos por los expertos a cada variable en cada manzana. Rojo: muy vulnerable, naranja: vulnerable;
verde: alteración de la actividad cotidiana; amarillo: mayor seguridad. Fuente: Cenamb, 1995.
293
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Figura 3. Este mapa muestra las calles interrumpidas en una pequeña cuenca urbanizada de manera informal en
las adyacencias del Parque Nacional El Ávila. Las líneas azules representan al drenaje, cursos intermitentes o
permanentes, las líneas rojas representan la vialidad y los puntos azules son las calles interrumpidas.
294
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
del muestreo, blancas eran formaciones urbanas sin uso social. Fuente: Planificación y gestión de riesgos en
municipios urbanos.
Tomada del estudio cuantitativo del Proyecto JICA que trata de detectar cuáles peligros reconoce la
población y con qué frecuencia piensa que ocurren (Estudio para el Plan Bàsico de Manejo de Desastres.
Proyecto JICA, 2005).
En 2005, las variables de vulnerabilidad física se adaptaron a la Macrozonificaciòn Sísmica, de acuerdo
con la Escala Macrosísmica Europea (EMS 98) en el estudio de vulnerabilidad de la ciudad de
Barquisimeto.
En 2006, el Instituto de Materiales y Modelos Estructurales (IMME-UCV), introdujo modificaciones al
instrumento de evaluación de vulnerabilidad y a los criterios de priorización, aplicados en el estudio de
vulnerabilidad de edificaciones escolares. Por otra parte, en ese estudio el Cenamb evaluó el tiempo de
levantamiento, el tipo de equipo para la inspección rápida de edificaciones escolares o civiles y se
desarrolló dos experiencias paralelas, una con estudiantes de arquitectura e ingeniería, mediante un
proyecto de servicio comunitario, y otra con bomberos.
Estos estudios permitieron decantar quién y cómo realiza la auditoría de vulnerabilidad, porque creó el
perfil del inspector de vulnerabilidad urbana, después de haber levantado 180 escuelas en toda Venezuela
seleccionadas por la Fundación de edificaciones y dotaciones educativas (FEDE) y el IMME, que se
sumó a las cerca de 6000 edificaciones civiles previamente estudiadas.
En 2007, el estudio de Delgado, ¨La Vulnerabilidad Humana: Del Paradigma de la Resistencia al
Paradigma de la Resiliencia¨, introduce un marco teórico para la Vulnerabilidad, en el cual la resiliencia,
la exposición activa y el régimen ambiental, son factores de la Vulnerabilidad, la resiliencia fue propuesta
en los estudios de la Red por Omar Darío Cardona, pero en esta propuesta se mide, así como se mide la
Susceptibilidad, introduciendo los índices correspondientes.
En el proyecto ¨Caracterización ambiental para el Parque la Carlota¨ desarrollado para la empresa Texne
Consultores Ambientales, con el objetivo de determinar las potencialidades y restricciones ambientales
295
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
para el recién decretado parque a construirse en la actual base aérea, se introdujo el estudio de
Vulnerabilidad del Entorno (Figura 5).
Figura 5. Vulnerabilidad del entorno urbano local del aeródromo La Carlota. El color verde representa zonas de
baja susceptibilidad de origen; el naranja zonas de susceptibilidad de origen y adquirida; el rojo zonas de
susceptibilidad de origen y adquirida por cambios de uso. El rojo con círculos zonas con alta exposición activa; el
naranja con puntos zonas con alta exposición pasiva; el amarillo zonas resilientes. Fuente: Plan especial maestro
sobre el antiguo aeródromo La Carlota. Texne, Consultores Ambientales, 2008.
Con este enfoque integral y prospectivo, se introdujo como variable de diseño urbano la vulnerabilidad
del entorno del parque. Un resultado de este análisis es que permitió comprender que el aeródromo, sus
instalaciones y las instalaciones de su entorno, deberían adecuarse como el Centro de Operaciones
Conjuntas de la Caracas metropolitana y, por qué no, de Venezuela, contribuyendo a hacer de Caracas
una ciudad resiliente.
Simultáneamente, con este soporte teórico y aplicado, se realizan entre 2007 y 2008 los estudios de
vulnerabilidad de las cuencas de Mamo, Tacagua y La Zorra, en el estado Vargas, conjuntamente con el
Instituto de Mecánica de Fluidos, los cuales marcan la primera experiencia de Curso multimodal y
multinivel en Gestión de Riesgos, el curso de ¨Reducción de Vulnerabilidad y Manejo de Amenazas
Ambientales¨, en el cual participaron estudiantes de pregrado, postgrado y funcionarios, todos trabajando
en la evaluación de la amenaza hidrometeorológica y la vulnerabilidad urbana.
Hernández en Funvisis, evaluó diez prácticas de diseño y constructivas, producidas en concreto armado
con las distintas normas sísmicas, un estudio orientado a la definición de políticas prioritarias de atención
a las edificaciones ubicadas en las microzonas sísmicas (Hernández & Domínguez, 2009) (Tabla 2).
Notación en la Tabla: P (prioritaria); O (obligatoria); C (Conveniente); I (innecesaria). Intervención
significa la evaluación y refuerzo de la edificación. Al disponer de un mapa de altura de las edificaciones,
se tiene una primera aproximación de cuántos edificios deben ser evaluados en detalle. De acuerdo con
los autores, las prioridades de intervención solo abarcan edificaciones regulares. Otros trabajos como el
296
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
proyecto JICA proponen que edificios informales construidos en pendientes iguales o mayores de 20
grados son esencialmente susceptibles y por lo tanto no deben ser evaluados. Fuente: Schmitz et al. 2011.
Todos los investigadores del proyecto fueron docentes invitados en el Curso. En la filosofía de los
estudios de desempeño estructural y Macrozonificaciòn Sísmica Francois Courtel y Delgado hicieron
aportes sobre cómo evaluar la susceptibilidad de las edificaciones en las zonas de alta amenaza
hidrometeorológica (Delgado, Jesús y Francois Courtel 2010).
En 2008, con la creación de la Coordinación de Gestión de Riesgos en la Secretaría de Seguridad
Ciudadana de la Alcaldía del Distrito Metropolitano de Caracas y gracias al Convenio Marco entre la
Alcaldía Metropolitana y la Universidad Central de Venezuela (Convenio Marco AMC-UCV), se crearon
las condiciones para que en 2009, se desarrollara el Curso de Gestión Integral de Riesgos en la
Planificación Ambiental, con asignaturas como Gestión Integral de Riesgos, dictada por Virginia
Jiménez, Vulnerabilidad Humana y Amenazas Ambientales, dictada por Jesús Delgado, Sistemas
Ambientales de Venezuela, dictada por Antonio De Lisio y un conversatorio donde participaban distintos
expertos, dirigido por Sergio Barreto y Delgado, que posteriormente se convirtió en Taller de
Planificación Ambiental Urbana.
En este Curso, sucesor del mencionado curso de 2007 y dictado hasta el año 2015, se capacitó una
importante cantidad de funcionarios de alcaldías y se implementó la observación no participante como
297
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Figura 6. Mapa de amenaza hidrometeorológica ajustado para escenarios de riesgo en la U.V.A. Agua de Maíz.
Color rojo: Alta; naranja: media; amarillo: baja. Fuente: Instituto de Mecánica de Fluidos, 2006
Figura 7. Mapa de amenaza Sísmica ajustado para escenarios de riesgo en la U.V.A. Agua de Maíz. Fuente:
Funvisis, 2010. Violeta – naranja: alta; celeste – lila: media; verde: baja
298
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Tabla 3. Matriz de resiliencia de las formaciones urbanas de la cuenca de Agua de Maíz. Nótese que la zona 13,
que corresponde a Agua de Maíz Sur, es la menos resiliente.: Modificado de Delgado, 2010. Fuente: Estudio de
Vulnerabilidad Social del Proyecto JICA.
Matriz de Resiliencia del Entorno Socioambiental Personal de la U.V.A. Agua de
Maíz
No. de Familias / Vivienda
Edad y Discapacidad
Nivel educativo
Tipo de empleo
Ubicación del empleo
Ingresos Familiares
Seguros contratados
Alertas Comunitarias
Experiencias en desastres
Consciencia de Vulnerabilidad
Entrenamiento recibido
preventiva
Disposición a mudanza
Tot
Zona al
1 1 2 3 2 1 1 2 1 1 2 2 1 3 1 2 3 1 1 2 1 2 2 3
2 1 2 2 1 1 2 2 1 1 2 2 1 3 1 2 1 1 2 3 3 2 2 3
4 1 2 2 1 1 2 1 1 2 3 3 1 3 2 3 1 1 1 2 3 2 1 3
6 1 1 2 3 1 3 2 1 1 2 3 1 2 1 3 1 1 1 3 3 1 2 3
7 1 1 1 1 1 2 3 2 1 3 2 1 3 1 2 1 1 2 3 3 1 3 2
10 1 1 2 2 1 2 2 2 1 3 2 1 3 3 3 1 1 2 2 3 3 2 2
13 3 3 1 3 3 2 2 3 3 2 3 3 2 3 3 1 3 1 1 3 3 3 2
299
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Figura 8: Mapa de exposición activa inherente al entorno urbano metropolitano, específicamente la condición
legal en los sectores. Son afectaciones en la U.V.A. La Julia. Colores y significado: verde: Parque Nacional El
Ávila; rosa, tramado: Zona de seguridad de Venezolana de Televisión; todos los tonos de fucsia y el color marròn
representan afectaciones o expropiaciones de diverso tipo. Fuente: Plan especial Boleíta, 2011.
Figura 9. Mapa de exposición activa inherente al ambiente de cada edificación donde se muestra la exposición en
función del entorno de influencia de cada formación urbana. Amarillo oscuro: entorno local; lila claro: entorno
metropolitano; naranja: entorno metropolitano y local; rosa: entorno regional; rojo claro: entorno metropolitano y
300
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
regional; rojo oscuro: entorno local, metropolitano y regional; vino tinto: entorno local, regional y global; marrón:
todos los entornos. Fuente: Plan especial Boleíta, 2011.
Figura 10. Mapa de exposición activa inherente al ambiente de cada edificación. Leyenda por color: Fuente: Plan
especial Boleíta, 2011
301
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Figura 11. Mapa que integra variables de vulnerabilidad urbana, en donde se incorpora la exposición al viento.
Fuente: Criterios para la inserción de la variable riesgos en los planes de desarrollo locales. Municipio Chacao.
En este estudio se mejoró los protocolos para el cálculo de los índices de vulnerabilidad urbana en las
formaciones urbanas utilizados en el Plan Especial de Boleíta, detallando el valor del suelo a la superficie
construida total, obteniéndose un valor de pérdida absoluto, en superficie construida y en términos
monetarios. Otro aporte de este estudio de vulnerabilidad urbana para generar escenarios de riesgo fue la
posibilidad de actualizar la información por métodos de cartografía comparativa y sensores remotos.
Esto en primer lugar, permitió generar el protocolo de actualización, que sirve para detectar distorsiones
y desplazamientos en la localización geográfica de los edificios que se originan por los sistemas de
coordenadas. También permitió identificar las edificaciones que se construyen entre uno y otro
levantamiento. Fue el caso que se encontraron desplazamientos de más de 30 metros y además se constató
que algunos edificios que están en unas bases cartográficas no están en otras.
Para solventar estas falencias, se utilizó la base cartográfica de referencia en línea ESRI – Imagery, que
abarca la región capital a una alta resolución espacial. Esta imagen fue desarrollada por la empresa
Environmental Systems Research Institute (ESRI) de California. Se re-proyectaron coberturas de
sistema PSAD-56 a sistema REGVEN-UTM 19N. Luego de la re-proyección de los puntos del Sistema
Loma Quintana a Regven, se realizó la calibración de las zonas de escenarios para las edificaciones
302
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
expuestas a la amenaza en una U.V.A. modélica, la cuenca de la quebrada de Anauco, que tiene la mayor
diversidad urbana en la Zona Sinaxis (Figura 12).
Figura 12. La cuenca urbana del río Anauco es la más diversa en cuanto a usos y tipologías urbanas, su cauce
principal se genera en la ciudad, por lo tanto todas las quebradas que la integran drenan dentro de la ciudad.
Debido al carácter de investigación se buscó estimar la altura de las edificaciones, utilizando una nube
de puntos de las imágenes LIDAR, para cotejarla con los valores obtenidos por métodos de contaje
manual y crear modelos de elevación y superficiales para obtener la altura precisa.
Para el caso de las cuencas donde no hubo disponibilidad de imágenes LIDAR, la altura de los edificios
se calculó a partir del campo “número de plantas” de Proyecto Ávila, asumiendo como valor promedio
de la altura de las losas tres metros (factor de cálculo n pisos x 3m); sin embargo, hay edificaciones
emblemáticas que no estaban para la época en que se realizaron los estudios de vulnerabilidad urbana de
Proyecto Ávila y Proyecto JICA, algunas que estaban ya no están.
Con la base de datos del área construida total de los edificios, de la superficie total de los espacios
abiertos, se procedió a la determinación de la densidad constructiva y se utilizaron el Índice de Superficie
Total Construida (ISTc) y el Índice de Vulnerabilidad Urbana (IVu), propuesto por Delgado en 2007,
en cada Formación Urbana (Figura 13).
303
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Figura 13. Formaciones urbanas de la cuenca Agua de Maíz generadas aplicando los índices y los sistemas de
información geográfica. Fuente: Estudio de vulnerabilidad urbana para el diseño de pre factibilidad del proyecto
de obras de control de aludes torrenciales en cuencas del flanco sur del Macizo El Ávila.
Para sistematizar este proceso Xavier Bustos programó rutinas en lenguaje Python, que se ejecutaron
desde el programa ArcGis; se crearon modelos cartográficos (herramienta Model Builder) que
complementaron esta tarea. Toda la información fue gestionada desde geodatabases que permiten un
manejo de la información tanto espacial como atributiva.
En cuanto a la población, el mayor nivel de detalle en Venezuela es el “Segmento de Población”, un dato
suministrado por el Instituto Nacional de Estadística a partir del Censo de Población y Vivienda, que es
la agregación en el territorio de 200 unidades de vivienda.
Esta forma de expresar la población puede indicar zonas pobladas continuas de poca extensión, pero que
tienen más población, lo cual refleja concentración de población cuando los segmentos de población son
pequeños. Un segmento de población puede ser tan pequeño como un conjunto residencial, o tan grande
como un Country Club, pero, a pesar de ello, es la información más detallada para estudiar el impacto de
un alud torrencial.
Para estudiar la susceptibilidad, además del IVU, se aplicó el índice de estabilidad constructiva, que fue
propuesto por Francois Courtel, con base en las tipologías de edificaciones suministradas por Delgado
en 2017, mejorado en este proyecto (Figura 14).
304
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 14. Mapa de Estabilidad constructiva (susceptibilidad) de las edificaciones en la cuenca del río
Catuche. Fuente: Estudio de vulnerabilidad urbana para el diseño de pre factibilidad del proyecto de
obras de control de aludes torrenciales en cuencas del flanco sur del Macizo El Ávila.
Para evaluar la población en función de generar un escenario de riesgos, primero debe aclararse que la
densidad de población es una relación entre el número de habitantes y un espacio abstracto, la hectárea
y es necesario ajustar territorialmente la población de los segmentos censales a cada formación urbana.
En la Zona Sinaxis, debido a que el último censo de población confiable se realizó en 2001, Ylsi Vásquez
tomó como base de cálculo el dato poblacional estimado para el Plan Estratégico Caracas 2020, para lo
cual, se realizó una unión de atributos (spatial join), entre las formaciones urbanas y la densidad de
población. El spatial join consiste en una unión de tablas en función de la localización compartida de los
elementos de dos capas.
En las zonas de barrio expuestas, los resultados fueron calibrados con los datos de población del más
reciente estudio de Cartografía de los Barrios de Caracas (CABA) (1996-2014) (Figura 15).
Para determinar la susceptibilidad de la infraestructura y la resiliencia se trabajó con las instalaciones
críticas, se actualizaron las capas de Proyecto Ávila y de Proyecto JICA referidas a instalaciones y
tuberías de gas y agua, plantas de tratamiento, estaciones de bombeo, entre otras.
305
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Figura 15. Densidad de población en la cuenca de la quebrada Agua de Maíz. Fuente: Estudio de
vulnerabilidad urbana para el diseño de pre factibilidad del proyecto de obras de control de aludes
torrenciales en cuencas del flanco sur del Macizo El Ávila.
Luego se incorporaron los nuevos equipamientos, se ajustó la capa de usos del suelo en cada U.V.A.
En este caso, un aporte metodológico fue la representación de las tuberías de agua y gas, debido a que
generalmente han sido representadas por fragmentos de líneas que se colocan uno al lado del otro. En
otras palabras, no se pueden hacer cálculos a partir de líneas discontinuas.
Se determinó y fue necesario desplazar manualmente cada fragmento de la línea que representa a la
tubería que pasa por debajo de cada calle, de manera de generar una línea continua. Un trabajo
meticuloso, desarrollado por Rafael Batista, necesario para hacer estimaciones de pérdida y costo de los
daños potenciales asociados a la infraestructura y servicios de redes (Figura 16).
El otro gran aporte de este proyecto, fue la elaboración de los mapas de riesgo, basados no ya en
combinaciones o convoluciones. El estudio de vulnerabilidad urbana de Boleíta fue mejorado la etapa
cualitativa de la evaluación de riesgos para entrar en una etapa cuantitativa, que entiende al riesgo como
el valor de pérdida debido a la vulnerabilidad del patrimonio construido y en las zonas expuestas a
determinado peligro o ante amenazas complejas, en donde se considera a la población permanente o
transeúnte como elemento fundamental en la determinación de las políticas públicas municipales de
reducción de riesgos.
306
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
En este aspecto, Carlos Urdaneta logró estimar con los parámetros establecidos por el Catastro de cada
uno de los municipios involucrados en el proyecto (Chacao, Libertador y Sucre), cuál es el valor del
patrimonio construido en zonas expuestas (Tabla 4).
Figura 16. Infraestructura de gas y electricidad de la cuenca de Agua de Maíz. No es una imagen, cada
línea de servicio tiene su longitud asociada en una base de datos. Fuente: Estudio de vulnerabilidad
urbana para el diseño de pre factibilidad del proyecto de obras de control de aludes torrenciales en
cuencas del flanco sur del Macizo El Ávila.
307
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
Tabla 4. Riesgo asociado al valor de pérdida en la cuenca del río Catuche (estimado en 2017, en la cual se
encuentra la sede del Palacio de Miraflores, el Panteón Nacional, el Banco Central y que fuera una de las más
severamente afectadas en el desastre de Vargas. Zona Sinaxis. Fuente: Cenamb, 2017).
.Tipo de Formación Urbana Edificaciones área construida Total (m2) Valor pérdida (Bs.)
Vivienda unifamiliar
2.152 213.272 224.867.450.287
informal
Vivienda multifamiliar
1.141 2.376.978 3.206.090.696.703
formal
En la cuenca sur, los ríos Baruta y La Guairita, aunque tienen problemas menores, éstos son más
frecuentes. Se trata de colinas conformadas por rocas meteorizadas, donde abundan los cortes y rellenos,
produciendo taludes inestables o taponamiento de las quebradas. De hecho, varios barrios del Municipio
Baruta están construidos sobre antiguos rellenos generados con los movimientos de tierra de los años 50
al 70.
La deforestación es intensa, el sistema de drenaje no se da abasto para movilizar el agua de lluvia.
Anualmente se producen derrumbes y hundimientos en la vialidad, se desborda el río La Guairita.
Un sismo de magnitud similar al de 1900 o al más reciente de 2018 entre Venezuela y Trinidad, puede
tener un impacto similar al del terremoto de Haití en 2010 pero, en caso de producirse en época de lluvias,
un impacto que puede asemejarse al causado por el terremoto de Katmandú en 2015, multiplicándose los
daños estructurales por derrumbes y los fallecidos debido a enfermedades como el cólera, la malaria, el
sarampión. Esto sin contar los problemas de salud mental.
Viene al caso tomar en cuenta la salud en todos sus aspectos porque, más allá de los impactos directos,
la situación país o contexto de un desastre de origen natural o social, requiere comprender la
vulnerabilidad de la ciudad en todas sus dimensiones, un ejercicio necesario en lo inmediato para resolver
la crisis humanitaria y la intensa degradación ambiental, pero que debe insertarse en la planificación
urbana si se quiere que Caracas sea una ciudad próspera, resiliente, sostenible.
En ese sentido, Venezuela tiene un territorio ordenado con un modelo político – administrativo que
dificulta su administración y control, con una población donde 60% de los habitantes vive en el 10% del
territorio que tiene menos recursos, menos agua y más peligros naturales, lo que incide en la
gobernabilidad basada en una organización burocrática centralizada, cuyas instituciones estatales y
municipales son desproporcionadas, están descoordinadas y poco informadas.
Pero la gobernabilidad se dificulta más aún si se evalúan los servicios públicos. Para funcionar, Caracas
requiere destinar el 25% de su energía para traer agua desde embalses situados unos 500 metros por
308
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
debajo de su cota media y a más de 100 kilómetros lineales de distancia de la ciudad. Este esfuerzo, que
equivale al consumo eléctrico de una ciudad de un millón de habitantes, se produce con suministro
eléctrico nacional inestable, dependiente en gran medida de la generación del embalse de Guri, una fuente
generadora que se encuentra ubicada a más de 680 km de la ciudad, compuesta por 16 turbinas de la cual
unas 11 no están generando energía.
A una distancia similar se producen los insumos agrícolas que se consumen en Caracas y distribuyen al
resto de un país que importa más del 70% de lo que se consume, provenientes del occidente del país.
Para principios de 2020 no hay inventario de alimentos, se acerca la época de sequía y con ella la
interrupción masiva de energía eléctrica. Caracas es también el principal y, en muchos casos, el único
centro de prestación de servicios y generador de empleo del país, y los primeros meses del año se produce
la caída cíclica del empleo.
La gobernabilidad se dificulta más aun cuando la ciudadanía tiene escasa formación social, ética, moral
y cívica, incluso en algunos casos está organizada en estructuras verticales de tipo paramilitar y religioso,
excluyente de la mayoría de la sociedad civil. De acuerdo con Rafael Uzcátegui, coordinador de la Red
Provea, quien cita al Centro Gumilla, se puede hablar de daño antropológico de la sociedad venezolana,
entendiendo el impacto que en cada ciudadano ha tenido la injerencia del Estado en todos los asuntos de
la cotidianidad, así como en la penetración ideológica.
Este impacto habla de disminución de la autoestima, de la incapacidad de visionar el futuro en medio de
la depresión que constituye un presente castrador. Es una claudicación ante las fuerzas de dominación.
Según cita Uzcátegui, ¨Raúl Fornet-Betancourt afirma que hay un daño antropológico cuando además
del deterioro en los órdenes social, político y cultural existe, fundamentalmente, un daño a la condición
humana como tal…cuando la persona deja de sentir aprecio por su propia vida, cuando pierde la
conciencia de sí misma como obrera de su destino y se abandona a los dictámenes con que la someten
fuerzas de dominación obligándola a hacer y pensar de una manera dirigida. Más aún, cuando se la obliga
a dejar de pensar” Uzcátegui (2020).
En el mismo artículo, citando el libro de Luis Aguilar León, “Cuba y su futuro”, detalla que ¨hay 6 tipos
de daños antropológicos específicos: 1) El servilismo, 2) El miedo a la represión, 3) El miedo al cambio,
4) La falta de voluntad política y de responsabilidad cívica, 5) La desesperanza, el desarraigo y el exilio
dentro del país (insilio) y 6) La crisis ética.¨ (Ibídem), todos los cuales en mayor o menor medida están
presentes en las zonas escenario de riesgo estudiadas.
En otras palabras, de ocurrir un desastre, la complejidad del impacto es tal que los ciudadanos, con el
deterioro de la salud mental y de la salud física que los afecta, tendrán que enfrentar un aumento de la ya
alta inseguridad ciudadana, que en algunos sectores de barrio se expresa en muertes violentas, pero en
las urbanizaciones de clase media-alta se traduce en secuestro y robos.
En los sectores controlados por bandas urbanas, se propician saqueos y destrucción de la propiedad
privada. En las urbanizaciones, se producen invasiones. Ahora llega a Caracas más población del interior
del país, que desconoce los peligros ambientales de la ciudad.
La Capacidad de Respuesta de la ciudad es mínima. Con la crisis política en Venezuela, que se acentuó
desde 2014, acompañada de una caída del PIB del -35% en 2019, no solo se ha producido escasez de
alimentos, de medicinas y de otros insumos médicos para atender muchas emergencias. La salud, los
trámites legales y la educación se prestan con dificultad en todas las ciudades, todo el país dispone de
1400 camas hospitalarias, en su mayoría no operativas.
Las clínicas y hospitales de referencia están en Caracas, pero muchas camas están en clínicas privadas.
Luego del desastre de Vargas no se ha inaugurado más que una maternidad y se han mejorado las
309
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
condiciones de algunos hospitales como el Pérez de León de Petare, pero es notorio el cierre o reducción
de operaciones en otros hospitales públicos como el Hospital de Coche o el Hospital Clínico
Universitario.
En este contexto, los bomberos disponen de muy pocas unidades, pocas de las cuales están totalmente
operativas. En la mayor parte de la ciudad no se dispone del sistema de agua contra incendios, los
ciudadanos no han sido capacitados para autoprotegerse. Por el contrario, la gran emigración de
ciudadanos de todos los estratos sociales hacia el extranjero ha traído por consecuencia evidente un
incremento de la economía informal pero, más importante aún: la ciudad no dispone de suficientes
médicos, enfermeras, técnicos medios, superiores y profesionales. A 20 años del desastre de Vargas, la
capacidad de respuesta de la ciudad se ha reducido.
CONSIDERACIONES FINALES
La línea de investigación Ciudad y Riesgos Ambientales del Cenamb, ha podido una desarrollar una
teoría cuyas propuestas se han aplicado. No menos importante es que se haya generado docencia y creado
una escuela de pensamiento que garantice la continuación del conocimiento, una experiencia exitosa, que
actualmente está en etapa de validación de sus principios y factores.
De las personas mencionadas en este documento, los geógrafos Ignacio Rincón y Miguel Ríos han
contribuido con el desarrollo de los índices e indicadores y del sistema Microzon. Los geógrafos Ylsi
Vásquez, Rafael Batista y el licenciado en computación Xavier Bustos han profundizado en el uso de las
tecnologías aplicadas a los diagnósticos de vulnerabilidad urbana, incluyendo el uso de sensores remotos.
El urbanista Carlos Urdaneta y los geógrafos Virginia Jiménez y Jesús Delgado han investigado en todo
lo relacionado con la aplicación de la vulnerabilidad en la planificación urbana ambiental y en la gestión
integral de riesgos.
Virginia Jiménez ha desarrollado la Gestión Integral de Riesgos y ha impulsado varios de los proyectos
aquí mencionados. Delgado está completando el enfoque ambiental y sistémico de la vulnerabilidad y
Batista, Rincón, Urdaneta y Bustos son actualmente profesores de la Universidad Central de Venezuela
y de la Universidad Simón Bolívar. Hay otros profesionales formados en esta línea de investigación que
están aplicando estos conocimientos desde el mundo profesional
El estudio de la Vulnerabilidad es necesario para la determinación de escenarios de riesgo de desastres,
pero el diagnóstico de vulnerabilidad es una poderosa herramienta de planificación urbana que contribuye
a cumplir con los objetivos de desarrollo sostenible de la Naciones Unidas o las prioridades del Marco
de Sendai para la Reducción de Riesgos de Desastres, entre otras agendas globales que promueven
ciudades resilientes y sostenibles.
310
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
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311
Capítulo II: Vulnerabilidad y Riesgo
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Uzcátegui, Rafael (2020). El daño antropológico a los venezolanos. Artículo. Opinión. Diario Tal Cual,
digital, del día 15 de enero de 2020
312
Capítulo III
MEDIDAS ESTRUCTURALES
Capítulo III: Medidas Estructurales
RESUMEN
En este trabajo se analiza las consecuencias de la construcción incompleta de algunas obras de
canalización y retención construidas en el Estado Vargas luego de los deslaves de 1999, y el efecto que
ha tenido en el funcionamiento hidráulico de los canales y el grado de protección de la zona urbana.
Destaca como común denominador, el efecto perjudicial de la falta de mantenimiento y la explotación
no controlada de material granular en la zona aguas arriba de los canales.
This paper analyzes the consequence of the incomplete construction of some canalization and retention
works constructed in the Vargas State after the landslides of 1999, and the effect it has had on the
hydraulic operation of the canals and the degree of protection of the urban area. The lack of maintenance
and the uncontrolled exploitation of granular material in the area upstream of the canals stands out as a
negative effect and a common denominator
314
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
INTRODUCCIÓN
Los proyectos desarrollados luego de las grandes inundaciones por deslaves ocurridos en el Estado
Vargas en diciembre de 1999, fueron el fruto de largas discusiones y consideraciones por parte de los
que participamos en una serie de reuniones de trabajo. Los criterios fueron desde proteger 100% el área
urbana para el caudal total máximo, lo cual dejaba prácticamente sin área urbana desarrollable al Estado
Vargas, hasta minimizar las obras y trabajar con alto riesgo y medidas de alarma temprana. Los criterios
finalmente adoptados fueron los de obras de protección mediante presas de retención, canales revestidos
para un caudal máximo de 100 años de período de retorno y un mantenimiento permanente y adecuado
de las obras construidas para garantizar la capacidad de las obras.
El análisis que se hace a continuación, enfoca el tema desde el punto de vista del efecto que ha tenido el
desarrollo parcial de las obras proyectadas y la ausencia de mantenimiento adecuado en los ríos Mamo,
Naiguatá y Camurí Grande.
RIO MAMO
El diagnóstico se realizó con base en una serie de visitas de campo efectuadas entre octubre de 2010 y
junio de 2014, tomando como base que el canal originalmente proyectado era de fondo móvil y taludes
de roca con ancho de base de 20 m (es bueno destacar que un fondo móvil es lo más adecuado para ríos
con gran arrastre de sólidos de fondo), sin embargo, la canalización fue construida con variadas secciones
que van desde el concreto con ancho de base variable entre 10 y 12 metros aproximadamente, hasta
secciones muy anchas con taludes de roca.
En el proyecto original estaban previstas igualmente presas para control de arrastre de sólidos, de las que
sólo fueron construidas las de la quebrada El Piache, La Tigra y Las Lajas, no así las del cauce principal.
Tramo 1: Desde la cantera (Arrastradero) hasta el inicio del canal: Este tramo se modificó el proyecto
original construyendo primero un tramo de fondo móvil y a continuación uno en concreto (Tramo 2).
Este tramo se ha comportado adecuadamente después de su construcción.
Figura 1. Erosión de la vía en la margen izquierda y daños a la vialidad en el río Mamo antes de construir la
canalización.
315
Capítulo III: Medidas Estructurales
Tramo 2: Desde el inicio del canal hasta el antiguo puente en N 1.169.650: Un poco más aguas abajo
comienza la canalización con taludes y fondo de concreto, la cual presenta gran abrasión del fondo que
deja expuesto el acero de refuerzo.
En este tramo, además de la abrasión general del fondo, se observa que hay gran deposición de gravas y
cantos rodados de regular tamaño y algo de daño a las paredes del canal como consecuencia del impacto
de ese material. El acero de refuerzo del fondo está completamente expuesto.
Tramo 3: Desde el antiguo puente en N1.169.650 hasta subida Barrio El Tigre: En este tramo continúan
observándose daños en el fondo de la canalización y gran cantidad de sedimentos gruesos. Al inicio del
tramo el revestimiento de la margen derecha fue descontinuado y aguas abajo se observan daños
estructurales por socavación detrás de las losas sobre la margen izquierda. El acero de refuerzo del fondo
ha quedado expuesto.
316
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Tramo 4: Desde frente al Barrio El Tigre hasta el puente “Altura Máxima”: Este tramo presenta una
serie de inconvenientes y daños que es necesario destacar. El primero de ellos es una zona donde no hay
sobrealto en la parte externa a la salida de la primera curva ubicada sobre la margen derecha del canal,
donde se generan sobreelevaciones importantes durante las crecidas extraordinarias que hacen que el río
se desborde hacia la vialidad y continúe por ella afectando la zona urbana de Marapa. El proyecto original
incluía un sobrealto en muchas curvas, la mayoría de los cuales no fueron ejecutados.
El segundo es una discontinuidad en el alineamiento del canal frente a la escuela de Marapa, debido a
que dicha escuela interfiere con el alineamiento del talud derecho del canal; razón por la cual
construyeron un muro vertical que perturba el flujo supercrítico que allí ocurre, generando ondas
diagonales de choque que afectan el flujo y la capacidad del canal. El proyecto original preveía la
reubicación de la escuela; tanto por hidráulica, como por seguridad de la misma.
Figura 4. Muro vertical del grupo escolar que interfiere con el flujo. Se observan daños aguas abajo sobre la
margen izquierda.
Aguas debajo de la escuela ocurre la confluencia con la quebrada El Piache, uno de los afluentes más
importantes y activos de la cuenca. Este afluente tenía proyectos de control que fueron desarrollados en
etapas.
317
Capítulo III: Medidas Estructurales
Tramo 5: Desde el puente Altura Máxima hasta los bloques de Marapa: Este es el tramo final de
canalización en la zona urbana existente. Aquí el canal tiene interrupciones en la margen derecha y
presenta daños en algunos tramos de la canalización.
318
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Este tramo presenta discontinuidades que afectan el flujo por tratarse de un régimen supercrítico,
generando ondas transversales que incrementan la altura de canal requerida. El tramo final no ha podido
ser terminado porque falta ejecutar expropiaciones en algunos inmuebles.
Figura 9. Se aprecia que el canal no ha podido ser terminado porque no se han hecho las expropiaciones en la
margen izquierda.
319
Capítulo III: Medidas Estructurales
Figura 10. Vista actual de Google Earth del tramo urbano de Marapa, donde se aprecian las discontinuidades en
la canalización.
Tramo 6: Desde los bloques de Marapa hasta la descarga: Luego de un tramo sin canalización. El río
vuelve a ser canalizado para cruzar bajo el puente de la carretera y continúa hasta la descarga al mar. En
este tramo sólo se han observado problemas de deposición de sedimentos.
1. Abrasión del fondo y descalce de los taludes en los tramos de canal de concreto, lo cual genera
daños estructurales, rotura de los revestimientos y ondas de choque debido a los obstáculos.
2. Sedimentación de rocas y tierra a todo lo largo de la canalización, disminuyendo la capacidad
del canal
3. Crecimiento de vegetación en el lecho del cauce a todo lo largo, por falta de mantenimiento.
320
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Es necesario destacar que la mayor parte del sedimento grueso de arrastre de fondo se origina en la
cuenca aguas arriba del inicio de la canalización (Tramo 1), y no es controlado porque no han sido
construidas las presas para control de sedimentos previstas en el proyecto original.
Conclusiones:
1. Los daños producidos a la canalización son considerables en todo su recorrido, estos daños
fueron causados mayormente por el arrastre de sedimentos.
2. El canal originalmente proyectado era de fondo móvil y taludes de roca o gaviones revestidos,
con ancho de base de 20 m, lo cual es lo más adecuado para ríos con gran arrastre de sólidos de
fondo; sin embargo, la canalización fue construida con tramos de concreto con ancho de base
variable entre 10 y 12 metros aproximadamente, tramos de enrocado y tramos con muros y
fondo móvil. Como consecuencia, hay muchos tramos de canal dañados por abrasión en el
fondo y socavación de los revestimientos de talud.
3. Uno de los problemas más graves es el exceso de tierra y rocas en el canal, escombros de los
taludes de concreto y crecimiento indiscriminado de la vegetación. Se requiere un
mantenimiento general para remoción de escombros y vegetación.
4. No fueron construidas las presas para control de sedimentos, por lo que no hay control de
sedimentos gruesos.
5. El canal de la quebrada El Piache está en bastante buen estado, muy probablemente gracias a la
presa de control de sedimentos.
321
Capítulo III: Medidas Estructurales
Tramo alto de Camurí: En la parte alta del Río Camurí Grande, aguas arriba de la USB (Río Camurí),
han sido construidas tres presas para control de sedimentos y la toma de agua de Hidrocapital. Si
enumeramos las presas desde aguas arriba hacia aguas abajo, tenemos lo siguiente:
Presa 1: Esta es una presa con ventanas que permite la salida de materiales finos en los momentos de
crecida. La presa ha retenido materiales aguas arriba, cumpliendo su función de formar una pendiente
menor que la del cauce natural, propiciando así la deposición de las rocas de gran tamaño.
La presa se encontraba en buen estado en 2009; sin embargo, desde el año 2016 se ha observado que el
estribo de la margen derecha del río está fallado por el impacto de unas rocas de gran tamaño que
deterioraron el gavión (originalmente fueron propuestas de concreto ciclópeo).
Figura 13. Falla del estribo de margen derecha de la Presa 1 sobre el río Camurí Grande.
Presa 2: La presa 2 se encontraba en buen estado en 2009 y continúa así. Se observa una gran cantidad
de material depositado entre las presas 1 y 2 y el crecimiento de vegetación, que ha alcanzado a
desarrollar árboles de gran tamaño.
Presa 3: Al igual que la 2, la presa 3 se encuentra en buen estado y se ha depositado gran cantidad de
material granular entre las presas 3 y 2, donde además se ha extraído material desde la cara de la presa,
ambas acciones inconvenientes pues exponen los gaviones a impacto y falla potencial.
322
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 14. Presa 2 sedimentadas aguas arriba. Actualmente tiene un canal excavado al pie de la presa que debe
ser tapado.
Figura 15. Presa 3 y zona aguas arriba. Se observa la limpieza hecha en forma no adecuada.
Zona aguas abajo: Inmediatamente aguas abajo de la toma de Hidrocapital, en la curva aguas arriba de
los terrenos de la USB, se observó la existencia de un paso vehicular de acceso a la arenera que ha actuado
como dique o deflector del flujo hacia la universidad.
323
Capítulo III: Medidas Estructurales
Figura 16. Tubos metálicos a la entrada de la arenera, que causan obstáculos al flujo.
Tramo de la confluencia: En la confluencia de los ríos Camurí y Migueleno es donde se observa una
mayor diferencia respecto al proyecto original.
En esta zona estaba prevista la protección de la margen derecha para evitar que el Río Camurí pudiera
erosionar el dique existente de material arrimado del lecho del río, que protege la zona urbana de Camurí;
y se había previsto una zona de seguridad de desbordes hacia la margen izquierda. Actualmente la
confluencia es más estrecha y no existe protección del talud superior.
Igualmente se observa que no fueron construidos contradiques en las caídas del canal, lo cual ha impedido
el control de socavación en dichas caídas.
Los diques ubicados en el Río Migueleno frente a la arenera están socavados aguas abajo por falta de
contradique y se ha originado la falla del talud de margen derecha de la canalización.
324
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Tramo final de la canalización: Aguas abajo de la confluencia de los ríos Camurí y Migueleno está
construida la canalización con taludes de mampostería de roca y caídas espaciadas.
En este tramo de canal se observa que han comenzado a crecer algunos árboles en la zona cercana al
recubrimiento, cuyas raíces a futuro podrían agrietar el revestimiento, haciéndolo fallar en una crecida
del río. Esta situación se aprecia en todo el tramo aguas arriba y aguas abajo del puente, así como en la
desembocadura. De igual forma hay un sector aguas arriba del puente, entre éste y la primera caída,
donde la zona entre el muro de mampostería y el muro lateral no está protegida, lo cual se convierte en
una zona de peligro potencial de erosión en grandes crecidas. En la actualidad se observa que una gran
cantidad de caídas que han fallado por socavación aguas abajo debido a la ausencia de contradiques.
Al final de este tramo, antes del canal de descarga al mar, existe un puente vial que fue construido a una
cota inferior a la recomendada por el proyecto, el cual incluía terraplenes de acceso que obligaron a
relocalizar la entrada principal al Club Camurí Grande, lo cual fue hecho.
325
Capítulo III: Medidas Estructurales
Este hecho, aunado a la ausencia de presas abiertas tipo rastrillo para la retención de grandes sólidos, tal
como había sido previsto en el proyecto original, han hecho que lleguen al sitio de puente grandes rocas
y árboles, que en el año 2005 obstruyeron el puente.
En la figura a continuación se aprecia el problema aquí descrito, ocasionado por una crecida
extraordinaria ocurrida en el año 2005.
El tramo final de canal fue proyectado originalmente como un canal rectangular de concreto, igual que
el del Río Naiguatá; sin embargo, fue construido un canal trapecial de mampostería, disminuyendo tanto
la capacidad hidráulica del canal, como la de transporte de sedimentos.
326
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Conclusiones
RIO NAIGUATA
La canalización fue construida conforme al proyecto; sin embargo, se ha observado una gran
sedimentación especialmente originada por la explotación de una cantera aguas arriba. No han sido
construidas la totalidad de las presas para control de sedimentos, particularmente las presas abiertas tipo
rastrillo. La canalización se ha comportado adecuadamente, aunque presenta signos de abrasión
Se requiere mantenimiento y control en la explotación de la cantera, pues ha sido construida una vialidad
en el fondo del canal, lo cual hace que se compacte el relleno con el paso de camiones, dificultando la
posibilidad de arrastre del mismo durante crecidas, lo cual disminuye la capacidad del canal y
eventualmente, al ser arrastrado, puede ser depositado en la desembocadura, pues constituyen aportes
extraordinarios para la crecida hidráulica correspondiente.
327
Capítulo III: Medidas Estructurales
Figura 23. Vialidad desarrollada para la explotación de arena, reseñada en el diario La Verdad
Uno de los efectos más perjudiciales de la explotación arenera, es la obstrucción de la obra de derivación
para la toma de agua de Hidrocapital, y el exceso de material granuras que es conducido hacia la planta
de tratamiento.
El canal aguas abajo se ha observado en buen estado después de una reparación inicial, aunque muestra
de nuevo signos de abrasión por el arrastre de material de fondo.
328
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 25. Canalización aguas abajo de la arenera. Se observa la vialidad de acceso ya comentada.
Figura 26. Tramo final de canalización Rio Naiguatá frente a Puerto Azul.
329
Capítulo III: Medidas Estructurales
Figura 27. Vista Google Earth del tramo final de canalización Rio Naiguatá con gran cantidad de vegetación.
Conclusiones:
Los principales problemas observados que afectan el canal del Río Naiguatá son;
COMENTARIO FINAL
Se ha podido observar que en ninguna de las cuencas analizadas fueron respetados los proyectos
originales, particularmente en cuanto al tipo de canalización y la construcción de presas abiertas de
control. Esto, aunado a la falta de mantenimiento, ocasiona que las obras no brinden el grado de
protección originalmente previsto.
330
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
RESUMEN
El presente trabajo tiene como finalidad la de dar a conocer las obras proyectadas y construidas por
Corpovargas para el Río Macuto, en el Río San Julián y en el Rio Cerro Grande, durante el período entre
el año 2.001 y el año 2.008, período en el que el autor tuvo la oportunidad de trabajar como Asesor,
Proyectista, Supervisor e Inspector de Obras. De igual forma se analiza el comportamiento de las obras
en los años posteriores a su construcción.
PALABRAS CLAVES: Flujos torrenciales, presas cerradas, presas abiertas, gaviones, roca cementada,
erosión, socavación.
ABSTRACT
The present work have to purpose to make known the works designed and built by Corpovargas for the
Macuto River, San Julian River and Cerro Grande River, during the period between 2,001 and 2,007,
during which time the author had the opportunity to work as an Advisor, Designer, Supervisor and Works
Inspector. Similarly, the behavior of the works in the years after their construction is analyzed.
KEY WORDS: Debris flows, close dams, open dams, gabions, masonry, erosion, local scour.
331
Capítulo III: Medidas Estructurales
1. INTRODUCCIÓN.
En vista de los continuos y extremos eventos meteorológicos que han venido ocurriendo a nivel mundial,
teniendo como característica importante las altas precipitaciones, así como la ocurrencia de flujo de lodos
y piedras que ha traído como consecuencia la desestabilización geomorfológica de los cauces y de los
taludes de las vertientes de las cuencas hidrográficas, y en general han generado afectaciones a las zonas
urbanas ubicadas aguas abajo, la finalidad de este trabajo es dar a conocer el comportamiento de las
estructuras construidas por Corpovargas (Corporación para la Recuperación y Desarrollo del Estado
Vargas) entre los años 2001 y 2008 en el Rio Macuto, en el Rio San Julián y en el Rio Cerro Grande en
el Estado Vargas, así como exponer una evaluación del comportamiento de las obras proyectadas y
construidas, de manera que sirva como referencia y de experiencia para eventuales controles de torrentes
en otras áreas geográficas.
En el año 2000, en la Autoridad Única de Vargas, se plantearon una serie de criterios de diseño que luego
fueron revisados y replanteados en el año 2002 por Corpovargas (Morassutti, 2002). Entre los criterios
de diseño planteados se puede inferir que dos de ellos son los más resaltantes y son los que se refieren a
la forma de sistematizar el control de torrentes en las cuencas del Estado Vargas.
Una de las premisas se refiere a que: “La estabilidad de los cauces en la cuenca media y alta, deberá
contemplar presas abiertas de retención de sedimentos de gran tamaño (Dm > 0,80 m) y presas de
retención de sedimentos finos”.
La segunda premisa se refiere a los materiales a utilizar en la construcción de las presas de retención, en
donde se plantea la alternativa de presas con estructuras de gaviones para retención de materiales finos,
con la finalidad de disminuir los costos y optimizar la inversión. Esta segunda premisa fundamentada por
la existencia de abundante material pétreo en los cauces y especialmente adecuado para la construcción
de estructuras en gaviones.
La retención de materiales finos se resalta debido al hecho de que todas las cuencas se encontraban
desestabilizadas desde el punto de vista geomorfológico y muy frágiles y susceptibles a la erosión y
arrastre de sedimentos ante la ocurrencia de escurrimientos generados por tormentas de baja o mediana
intensidad. Debido a las particulares características geomorfológicas de las cuencas del Estado Vargas,
este arrastre de sedimentos finos podría originar la colmatación de los cauces en el tramo de su descarga
al mar, originando el desborde sobre los desarrollos urbanos ubicados en las márgenes adyacentes, así
como el atarquinamiento de los puentes de la única vía de comunicación con que cuenta el Estado Vargas,
por lo que la protección de esta vía debía ser de suma importancia para el libre tránsito de vehículos y
personas en el caso de cualquier evento, por razones de seguridad y evacuación de la población.
Estas premisas fueron corroboradas con el Evento de Febrero de 2005, en donde se pudo verificar que
en aquellas cuencas que se había logrado construir al menos una presa de retención de finos, las
afectaciones de las zonas urbanas ubicadas aguas abajo fueron mínimas, como fue el caso de la Cuenca
del Rio Macuto, la Cuenca de la Quebrada Piedra Azul o la Quebrada Curucutí, mientras que en aquellas
cuencas que no se habían intervenido las afectaciones fueron importantes como fue el caso de la Cuenca
de Río Camurí Grande o Cerro Grande. Adicionalmente es importante destacar que las obras construidas
se comportaron satisfactoriamente ante un evento como el de Febrero de 2005.
332
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
La presa construida es del tipo cerrado de gaviones, mientras que el canal se diseñó y construyó con
fondo móvil con traviesas y protección de gaviones en las márgenes, en donde el primer tramo en la
descarga al mar fue construido con enrocado que conecta con los espigones, desde este enrocado la
canalización hasta el Puente de la Av. La Playa, la canalización es de sección rectangular de 20 metros
de ancho y tres metros de altura construida con muros de gaviones, mientras que el segundo tramo que
se alinea entre el puente antes mencionado y la Presa Macuto 3, es de sección trapecial de 10 metros de
ancho y taludes 1,5 H:1V, con protección con colchoneta de gaviones hasta una altura de 3 metros.
333
Capítulo III: Medidas Estructurales
Figura 5. Vista de la colocación de los gaviones saco. Figura 6. Detalle de la colocación de los gaviones saco.
Figura 7. Fabricación del muro de gaviones. Figura 8. Trabajos de canalización con colchonetas Reno.
334
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 10. Vista hacia aguas arriba de la descarga de Figura 11. Vista de la canalización desde el puente de
la canalización (Noviembre 2004). la Av. La Playa hacia la descarga al mar (Noviembre
2004).
Figura 12. Vista hacia aguas arriba de la canalización Figura 13. Vista de la canalización y de la presa de
desde el puente de la Av. La Playa (Noviembre 2004). retención (Noviembre 2004).
El evento ocurrido en Febrero del 2.005, fue de características excepcionales, que aunque no es
comparable con el evento de Diciembre de 1.999, los escurrimientos ocurridos fueron generados por un
evento cercano a los 100 años de período de retorno, si se consideran los registros pluviométricos
históricos con que se contaban para ese momento.
El único sistema de control de torrentes que se había construido parcialmente en el Estado Vargas antes
del evento de Febrero de 2005, fue la de la Cuenca del Río Macuto, cuyo comportamiento en el evento
de Febrero de 2.005 fue satisfactorio y se describe e ilustra en detalle a continuación.
A lo largo de la canalización, el único punto donde se observaron afectaciones fue un pequeño tramo de
unos 36 metros de largo en el tramo de canalización de forma trapecial revestida con colchón reno® (ver
335
Capítulo III: Medidas Estructurales
Figura 15). Si se analiza desde el punto de vista porcentual, para una canalización de unos 900 metros de
longitud, el tramo afectado representa el 4 % de la canalización, lo cual se podría indicar que el
comportamiento de la canalización ante un evento extraordinario fue totalmente satisfactorio.
Figura 14. Vista de la canalización del Río Macuto en Figura 15. Vista del tramo de la canalización en el
el tramo aguas arriba del Puente de la Av. La Playa. tramo aguas arriba del Puente de la Av. La Playa
(Febrero 2005). afectado por la crecida. (Febrero 2005).
Durante el evento del Febrero del 2005, la Presa se sedimentó totalmente con materiales de arenas finas
y gruesas, así como gravas gradadas desde finas hasta gruesas.
Además, el arrastre de rocas durante el evento de los días 8 y 9 de Febrero de 2005, impactaron en los
escalones ubicados aguas abajo del vertedero. Con lo anterior, las protecciones de concreto en los
escalones aguas abajo del dique principal sufrieron un importante deterioro por el impacto de las rocas
que cayeron desde el vertedero, llegando a demoler dicha protección y llegando a deteriorar algunas
mallas de gavión ubicadas en el paramento aguas abajo de la presa. Es preciso destacar que la protección
de concreto tiene la función de proteger las mallas contra el impacto de las rocas, por lo que se puede
inferir que cumplió su objetivo parcialmente.
Por otra parte, el vertedero del dique y del contradique sufrieron una leve abrasión por el paso del flujo
de agua con arena y piedras, sin embargo, fue un deterioro sin importancia.
Luego del evento de Febrero de 2005, Corpovargas planificó y realizó trabajos de reparación de los
escalones aguas abajo de la Presa Macuto 3, los cuales se realizaron en el año 2006.
336
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 16. Vista de los deterioros en el paramento Figura 17. Vista de los deterioros en el paramento
aguas abajo de la presa. (Marzo 2005). aguas abajo de la presa. (Marzo 2005).
Figura 18. Reparaciones realizadas a las cestas y la Figura 19. Vista en detalle de la reparación realizada
protección de concreto del paramento aguas abajo de la (Octubre 2006).
presa. (Octubre 2006).
Es importante destacar que para el caso de la Presa Macuto 3, en el año 2002 el equipo de Corpovargas
realizó un análisis técnico – económico de alternativas de diseños de presas, cuyo objetivo era obtener la
mejor solución desde el punto de vista financiero para un umbral de 20 años, considerando soluciones
idóneas según los criterios técnico y ejecutadas bajo las mejores prácticas de la ingeniería.
En este análisis técnico - económico realizado en el año 2002 para la construcción de la Presa Macuto 3,
se establecieron los parámetros de hipótesis de cálculo considerando la construcción de una presa en
concreto armado y una presa de gaviones. Los beneficios anualizados de la construcción de la presa
fueron estimados a partir de la valorización de las viviendas y terrenos adyacentes y eventualmente
beneficiados por las obras, calculando el aumento en el valor de una vivienda y en los terrenos al
comparar una situación con y sin proyecto.
337
Capítulo III: Medidas Estructurales
Figura 20. Vista de la presa luego de las reparaciones Figura 21. Vista de la presa unos meses después de las
realizadas. (Noviembre 2006). reparaciones realizadas y crecimiento de la vegetación
autóctona. (Marzo 2007).
La inversión inicial que se deriva de los costos que tienen lugar desde el inicio de la ejecución de la obra
hasta su puesta en servicio. En lo que se refiere a los costos de mantenimiento, para la presa de concreto
se estimó un solo mantenimiento del orden del 20% de la inversión inicial en el año veinte (20) del
período de análisis. En el caso de la presa de gaviones, con la finalidad de “castigar” los gastos de
mantenimiento comparativamente con los de una presa de concreto, estos gastos fueron estimados en el
orden del 12 % del monto de la inversión inicial cada 5 años. Finalmente, para ambos casos se estimó un
gasto de reposición del orden del 30 % del monto de la inversión inicial en el año veinte (20) del período
de análisis.
Una vez realizados los cálculos financieros y obtenidos los flujos netos hasta el año 20 del análisis
realizado, se realizó el cálculo del Valor Actual Neto (VAN) y la Tasa Interna de Retorno (TIR), los
cuales fueron los criterios utilizados para verificar la rentabilidad del proyecto. Sobre la base de los
criterios de la banca multilateral, la tasa de descuento promedio de este tipo de proyectos debería ser
mayor 12 %, para considerarlo como un proyecto rentable.
Para el año 2002, sobre la base de datos y análisis de precios de Corpovargas, en el caso de la alternativa
de concreto, el costo de la inversión inicial era de $ 1.013.405,65, mientras que el costo de la alternativa
de gaviones fue de $ 611.992,98, por lo que se puede indicar que la presa en gaviones resultaba ser
aproximadamente un 40 % más económica que la alternativa en concreto.
La decisión para seleccionar el tipo de estructura la define la Tasa Interna de Retorno (TIR), que en el
caso de la alternativa de concreto, el TIR resulto ser de 20,91 %, mientras que para la alternativa de
gaviones el TIR resultó ser de 34,48%, es decir que la alternativa de gaviones resultó ser un proyecto
más rentable desde el punto de vista técnico – económico. Este análisis permitió tomar la decisión en
cuanto a materiales constructivos se refiere, razón por la cual la Presa Macuto 3.- de la cuenca del Río
Macuto fue construida como una presa cerrada en gaviones, dado que esta alternativa resultó ser las más
idónea según los criterios técnicos y económicos evaluados.
338
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Tal y como se indicó anteriormente, Corpovargas realizó trabajos de reparación de los escalones aguas
abajo de la Presa Macuto 3.- en Noviembre de 2006. Una vez obtenidos los costos de la reparación, se
realizó un trabajo cuyo objetivo fue la verificación de las hipótesis establecidas en el análisis técnico –
económico realizado por Corpovargas en el año 2002, el cual se puede detallar en (Haro – Romanello,
2007).
Para poder realizar esta verificación, se estableció una comparación entre los gastos de mantenimiento
estimados en el año 2002, y los gastos reales que establecidos en el año 2006. Para ello fue necesario
actualizar, mediante métodos y expresiones financieras, los precios del año 2002 al año 2006, a fin de
lograr una comparación acorde con los cambios económicos ocurridos en el período comprendido entre
estos dos umbrales.
Al comparar el valor obtenido al actualizar al año 2006 los costos de mantenimiento estimados para el
año 2002 (Bs. 200.824.557,00) y el monto real por concepto de mantenimiento real invertido en el 2006
(Bs. 218.250.934,15), se pudo observar que la diferencia entre estos dos valores fue del 8,7 %. Esto
significa que la estimación de los gastos por concepto de mantenimiento en un 12 % cada 5 años, en
función de la evaluación de un caso real, se estaría realizando una aproximación adecuada a los eventos
que podrían presentarse en la realidad.
Con el análisis técnico – económico realizado, se considera que las estimaciones propuestas por
Corpovargas en relación a los costos de mantenimiento y reposición fueron acertadas y dentro de un
rango práctico real. De igual forma se corrobora la premisa original planteada de que los gaviones han
sido una solución idónea para el control de sedimentos y en general para mitigar el riesgo ante eventuales
crecidas y arrastre de sedimentos en las cuencas del Estado Vargas en Venezuela
Siguiendo con las premisas expuestas en el aparte 1, en el año 2008 se terminó de construir una presa
abierta en concreto armado ubicada aguas arriba a la presa de retención de sedimentos finos construida
en el año 2003 (Presa Macuto 3).
Las estructuras diseñadas para las presas abiertas de la cuenca del Rio San Julián, considerando los
criterios de diseño establecidos por el CEDEX (Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas
- Madrid, España) (CEDEX, 2003), resultaron unas estructuras muy robustas, pues el ancho de los
“dientes” es aproximadamente el 25 % de la altura. En vista de la robustez de estas estructuras, se planteó
la necesidad de realizar un estudio con el objetivo de reducir las dimensiones de los dientes y de la
estructura en general, con la finalidad de reducir los costos de la presa, sin modificar su funcionabilidad
y seguridad en el diseño.
Con la finalidad de establecer los criterios de diseño de este modelo de presa, fue necesario realizar un
estudio estructural de la misma, a fin de determinar en qué medida contribuye la existencia de la viga de
amarre, en la distribución de los esfuerzos. (Haro – Romanello, 2007).
Sobre la base de los resultados obtenidos del estudio, en términos generales, la colocación de las vigas
longitudinales de amarre en las presas tipo peine, permiten minimizar el momento en las bases del diente
más solicitado en un 45%, con respecto al mismo elemento de las presas abiertas tipo peine sin viga
porque se produce le repartición de esfuerzos entre los elementos que se encuentran vinculados
339
Capítulo III: Medidas Estructurales
Figura 22. Modelo de la Presa tipo “peine” de concreto Figura 23. Vista de la presa tipo “peine” de concreto
armado, con viga longitudinal de amarre utilizado en el armado, con viga longitudinal de amarre y con estribos
estudio de Haro – Romanello, 2007. de concreto en el Río Macuto en el Estado Vargas,
Venezuela. (Marzo 2008).
En Julio de 2.019 se realizó una visita al Rio Macuto con la finalidad de poder observar el estado actual
de las estructuras. Sobre la base de lo observado, se puede inferir que la vegetación ha ocupado
prácticamente la totalidad de la canalización y de la Presa Macuto 3. Esto refleja una absoluta falta de
mantenimiento y el abandono de las estructuras existentes, que en el caso de la canalización preocupa la
ocupación de la vegetación (Ver Figura 25 y Figura 27) pues disminuye notablemente su capacidad
hidráulica.
Figura 24. Vista de la canalización desde el puente de Figura 25. Vista de la canalización desde el puente de
la Av. La Playa hacia la descarga al mar.- la Av. La Playa hacia la descarga al mar. Obsérvese que
(Noviembre 2004). la vegetación de arbustos medianos que ocupa el cauce
de la canalización (Julio 2019) (Foto cortesía Ing. José
Marañón).
340
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 26. Vista hacia aguas arriba de la canalización Figura 27. Vista de la canalización hacia aguas arriba
desde el puente de la Av. La Playa (Noviembre 2004). del puente de la Av. La Playa. Solo se pude observar la
primera traviesa de la canalización, pues la vegetación
ocupa la totalidad del cauce de la canalización (Julio
2019) (Foto cortesía Ing. José Marañón).
341
Capítulo III: Medidas Estructurales
El proyecto y construcción de la canalización y control de torrentes del Río San Julián, consta de tres
presas abiertas tipo peine y una canalización de fondo móvil con traviesas estratégicamente ubicadas y
revestimiento de márgenes en roca cementada. Las obras de canalización y presas del Rio San Julián se
iniciaron en el año 2006 y se culminaron en el año 2007.
Con la finalidad de optimizar el diseño de la canalización propuesto por el CEDEX y lograr una reducción
de costos que permitiera optimizar la inversión, se sugirió una modificación de esta especificación con
la finalidad de minimizar el transporte del material, y considerando que el material presente en el cauce
del Río San Julián más abundante se encuentra entre 20 y 40 centímetros de diámetro medio.
Además de lo anterior, al utilizar rocas de dimensiones ligeramente inferiores, se lograría un mejor
rendimiento y un mejor acabado, pues se consideró que para darle el mejor acabado posible al
“encachado”, esta elaboración debería ser estrictamente manual, prácticamente en forma artesanal, lo
que tendría un impacto social positivo sobre la población por la generación de empleo que se originaría.
De modo que al ser las rocas de menores dimensiones, éstas pesarían menos y podrían ser manipuladas
con mayor facilidad por el personal destinado a esta actividad.
342
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
A manera de ejemplo se puede indicar que una roca de 50 centímetros de diámetro medio tiene un peso
de unos 170 Kg, que obviamente sería de difícil manipulación manual para la elaboración del
“encachado”, mientras que una roca de diámetro medio 30 centímetros tiene un peso de unos 37 Kg, lo
que resulta una roca con un peso más adecuado para ser manipulada manualmente y así poder lograr un
acabado acorde con los requerimientos.
Desde el punto de vista de la hidráulica fluvial, los revestimientos con roca cementada, también
denominado “encachado hormigonado”, trabajan como estructuras rígidas y son altamente resistentes a
la acción abrasiva del flujo de la corriente con altos contenidos de arenas y gravas. Estos revestimientos
son una mezcla de concreto con cantos o bloques de roca dura, en donde generalmente, se utilizan
mezclas de 40 % de concreto y 60 % de volumen de bloques de roca.
En el caso del Rio San Julián y considerando la granulometría de las rocas presentes en el cauce, se
estableció un espesor de 40 cm de roca cementada, con la finalidad de que resistiera el eventual efecto
abrasivo de flujos con velocidades de hasta 5,7 m/s.
La sección transversal típica de la canalización es de forma trapecial y cuenta con una base de 30 m de
ancho y una altura de revestimiento de 4 m con taludes laterales 1,5H: 1V, en una longitud total de unos
2.030 metros desde su descarga al mar hasta la Presa Nº 1.
343
Capítulo III: Medidas Estructurales
Figura 34. Vista panorámica de la canalización durante Figura 35. Vista de la colocación de la roca para la
su construcción. conformación de la roca cementada.
Figura 36. Vista de la colocación del concreto para la Figura 37. Vista general de la construcción del
conformación de la roca cementada y su revestimiento de roca cementada.
reperfilamiento.
344
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figuras 38, 39 y 40. Vista en detalle de la construcción de traviesas. En las imágenes se muestra el proceso
constructivo: encofrado y acabado de las traviesas.
Sobre la base de lo establecido y recomendado por el CEDEX (CEDEX, 2003), las presas de retención
de sólidos resultaron ser estructuras muy robustas diseñadas en concreto armado para el sector
correspondiente a los dientes, por donde se prevé el paso del flujo de lodos y piedras, mientras que los
estribos, los cuales no estarían sometidos a los esfuerzos dinámicos del flujo de lodos y piedras, se optó
por una estructura flexible en gaviones, la cual se había demostrado en la zona que es una solución más
económica y de práctica común en las obras de realizadas por Corpovargas durante los años 2.002 y
2.003.
Los criterios de diseño para la estabilidad de la estructura fueron establecidos por el CEDEX (2003),
partiendo del principio que la presa se encuentra colmatada hasta su máximo nivel, y adicionando la
acción de una roca arrastrada por el caudal pico y producir un impacto sobre la cresta de un diente, en
donde el cálculo se debería realizar considerando que la roca que actúa sobre el diente presenta una
geometría esférica con un diámetro de 3 metros, con una densidad de 2.600 Kg./m3 y que la roca viaja a
la misma velocidad del flujo pico, que para el Río San Julián sería de unos 5,7 m/s.
La Presa N° 1 cuenta con 11,00 metros de altura y está conformada por una estructura de concreto armado
en la parte central de 46,00 metros de ancho, el cual constituye el cuerpo del vertedero, constituida por
una fila de diez (10) dientes de concreto armado de 7,00 metros de alto y 2,40 metros de ancho
distanciados a 2 m, mientras que los estribos se han establecido con muros de gaviones. La losa de
fundación cuenta con 10,50 m de ancho y 2,45 m de espesor.
La Presa N° 2 y la Presa Nº 3 cuentan con 15,00 metros de altura, con dientes de 11,00 metros de altura
ubicados en la parte central de las presas, mientras que los estribos se han establecido con muros de
345
Capítulo III: Medidas Estructurales
gaviones. Estas presas están conformadas por una estructura de concreto armado en la parte central de
43,60 metros de ancho, el cual constituye el cuerpo del vertedero, constituidas por una fila de siete (7)
dientes de concreto armado de 11,00 metros de alto y 2,80 metros de ancho distanciados a 3 m. La losa
de fundación cuenta con 13 m de ancho y 2,80 m de espesor.
346
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 46. Vista hacia aguas arriba de la canalización Figura 47. Vista hacia aguas abajo de la canalización
del Rio San Julián. Obsérvese y las áreas urbanas en las del Rio San Julián. Obsérvese las tres presas abiertas
adyacencias (Marzo 2008). construidas y la canalización (Marzo 2008).
Es preciso indicar que lamentablemente la canalización del Río San Julián, debido a la falta de recursos
no se pudo terminar, quedando por concluir un tramo de revestimiento en la margen derecha de unos 300
347
Capítulo III: Medidas Estructurales
metros antes del puente de la Av. La Playa. Si se analiza desde el punto de vista porcentual el tramo que
no se pudo ejecutar, considerando los 2.500 metros de longitud de la canalización y por ende 5.000
metros de revestimiento, los 300 metros que no se pudieron ejecutar representan escasamente el 6 % de
lo que se había previsto.
Tramo de
canalización
no terminado
Figura 48. Vista de la descarga al mar de la canalización del Rio San Julián. Obsérvese el tramo de canalización
que no pudo ser terminado (Marzo 2008).
En la visita realizada al sitio en Diciembre de 2010, se pudo verificar que la canalización del Río San
Julián tenía un comportamiento satisfactorio, en donde se pudo observar que el revestimiento de roca
cementada hasta la fecha no había sufrido ningún tipo de deterioro. Adicionalmente se pudo verificar
que el tramo de revestimiento que no se pudo terminar en la margen derecha, afortunadamente no había
tenido problemas de erosiones o socavaciones indeseables.
En Julio de 2019 se realizó una visita al Rio San Julián con la finalidad de poder observar su situación
actual. Sobre la base de lo observado, se puede inferir que la vegetación ha ocupado prácticamente la
totalidad de la canalización. Aunque la vegetación existente es del tipo arbustiva, pues el fondo de la
canalización cuenta con presencia de estratos rocosos que dificultan el crecimiento de vegetación arbórea,
refleja una absoluta falta de mantenimiento. De igual forma se pudo observar vegetación arbórea en la
parte superior de las márgenes, pero representan vegetación de crecimiento natural y desordenado, no
348
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
representa una siembra ordenada con la finalidad de mejorar el paisaje urbano y resaltar el paisaje fluvial.
Ver fotos en Figuras 51 a 54.
Figura 49. Vista hacia aguas arriba de la canalización del Rio San Julián (Diciembre 2010).
349
Capítulo III: Medidas Estructurales
Figura 51. Vista hacia aguas abajo del Puente de la Av. Figura 52. Vista hacia aguas abajo del Puente de la Av.
La Costanera (Diciembre 2010). La Costanera. Obsérvese la vegetación en el cauce.
(Julio 2019) (Foto cortesía Ing. José Marañón).
Figura 53. Vista hacia aguas arriba del Puente de la Figura 54. Vista hacia aguas arriba del Puente de la
Av. La Costanera (Diciembre 2010). Av. La Costanera. Obsérvese la vegetación arbustífera
en el cauce, así como la vegetación arbórea en la parte
superior de las márgenes. (Julio 2019) (Foto cortesía
Ing. José Marañón).
4.1. Antecedentes
A juicio del autor del presente artículo, el Proyecto de Control de Erosión de la Cuenca del Rio Cerro
Grande, fue uno de los proyectos más emblemáticos realizados en Corpovargas. El término emblemático
se establece en el sentido de que además de todos los esfuerzos desde el punto de vista técnico que se
realizaron para la elaboración del proyecto, hubo un componente social relevante, el cual fue una
350
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
importante relación con los antiguos habitantes de la Urbanización Cerro Grande, cuyas viviendas
quedaron completamente sepultadas por el deslave de Diciembre de 1999.
Figura 55. Vista aérea de la garganta de la cuenca del Figura 56. Vista aérea del cono de deyección del Rio
Rio Cerro Grande después de Diciembre de 1.999. Cerro Grande después de Diciembre de 1.999.
(Foto cortesía I.M.F. - U.C.V.). (Foto cortesía I.M.F. - U.C.V.).
Altura Restos de la
H 1,5 metros canalización existente
Figura 57. Vista desde el cauce del río que visualiza la magnitud de la sedimentación ocurrida en Diciembre de
1999 (Marzo 2003).
351
Capítulo III: Medidas Estructurales
Figura 58. Fotografía aérea de la parte baja de la Figura 59. Fotografía aérea de la parte baja de la
cuenca del Río Cerro Grande en Marzo 1999 (Foto cuenca del Río Cerro Grande, Diciembre 1999 (Foto
cortesía I.M.F. - U.C.V.). cortesía I.M.F. - U.C.V.)
En las figuras 58 y 59 se muestran las fotografías aéreas antes y después del deslave de Diciembre de
1.999, en donde se puede observar la inundación de la Urbanización Cerro Grande y de la Urbanización
Tanaguarena y en especial la variación de la línea de costa en la descarga al mar del rio por el avance de
los sedimentos provenientes del deslave, la cual se estima que fue de unos 300 metros medidos a partir
de la línea de costa existente.
El Instituto de Mecánica de Fluidos elabora un proyecto (IMF – UCV, 2001), en donde se proponen dos
presas de retención de sedimentos ubicadas en la garganta de la cuenca y una canalización en concreto
con un alineamiento desde la presa que sirve de captación de la canalización hasta su descarga en el mar,
atravesando la planicie de lo que era la Urbanización Cerro Grande y parte de la Urb. Tanaguarena.
Las soluciones planteadas en este proyecto, aunque idóneas desde el punto de vista hidráulico, resultaron
ser muy costosas desde el punto de vista constructivo, además de que involucraba una cantidad
importante de expropiaciones en la Urbanización Cerro Grande y en la Urbanización Tanaguarena. Para
el año 2003 estas expropiaciones eran imposibles de costear con los recursos disponibles en Corpovargas,
por lo que se optó por elaborar un nuevo proyecto con el objetivo específico de mitigar los efectos de
los aludes torrenciales y que además considerara la recuperación de los terrenos de la Urb. Cerro Grande
y en especial que considerara como premisa que el alineamiento de la canalización coincidiera con el
cauce existente.
El nuevo proyecto se elaboró en el año 2003 (TECNICIV, 2003). En términos generales el proyecto
contempla una canalización con muros de gaviones y dos presas de retención. La canalización cuenta
352
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
con unos 1.455 metros de longitud desde los espigones de descarga al mar hasta el contradique de la
Presa Nº 1.-, de los cuales cuenta con unos 143 m (Prog. 0+000 – Prog. 0+143,3) de sección trapecial
con enrocado que empalma con los espigones, luego una sección con muros de gaviones de unos 460 m
hasta el Puente de la Av. La Playa (Prog. 0+143,3 – Prog. 0+603) y finalmente un tramo con la misma
sección de gaviones de unos 850 hasta la Presa Nº 1 (Prog. 0+603 – Prog. 1+455), mientras que aguas
arriba de esta primera presa se propuso una la Presa N° 2.-. Ambas presas se proyectaron del tipo cerradas
considerando la gran cantidad de materiales finos presentes en la cuenca.
Es preciso resaltar que para este proyecto se utilizaron todos los elementos de diseño disponibles para
lograr la mejor solución posible, es por ello que una vez establecidas las obras de ingeniería y sus
dimensionamientos, se realizó la simulación mediante el modelo matemático FLO 2D, el cual se realizó
353
Capítulo III: Medidas Estructurales
con el Instituto de Mecánica de Fluidos de la Universidad Central de Venezuela (IMF - UCV, 2003). La
finalidad de esta simulación deriva en la necesidad de verificar, desde el punto de vista teórico, el
comportamiento del flujo de lodos y piedras y de evaluar el funcionamiento hidráulico de las obras
propuestas, bajo la premisa de que la cuenca del Río Cerro Grande es una de las que más sedimentos
podría arrastrar en el momento de la ocurrencia de las precipitaciones.
En el estudio se simularon seis (6) escenarios, los cuales se describen a continuación. El primer escenario
se refiere a la simulación de las condiciones actuales del cauce natural, a fin de establecer un patrón de
referencia para poder comparar con los resultados que se obtengan de las simulaciones con obras de
control. Una vez obtenida la simulación de la situación actual, se simularon cinco (5) escenarios, los
cuales se indican a continuación:
Con la finalidad de ilustrar las simulaciones realizadas, en la Figuras 63 se muestra lo que era la situación
actual, en donde toda la Urb. Cerro Grande y toda la Urb. Tanaguarena serían inundadas, tal y como
ocurrió en el evento de 1999 y parcialmente en el evento de 2005. En la Figura 64.-. se muestra el Caso
4.- que se refiere a las Presas sedimentadas con canalización, es decir como si las presas ya estuvieran
sedimentadas por efectos de eventos anteriores y como funcionaria la canalización. Del análisis se
desprende que la canalización funcionaria adecuadamente hasta cerca de la descarga al mar, en donde
se pudieran presentar desbordes para una creciente de 100 años de periodo de retorno con flujo de lodos
y piedras.
En las conclusiones del Informe del Instituto de Mecánica de Fluidos (IMF-UCV, 2003), se indica que y
se cita: “Los resultados de la simulación con el modelo FLO-2D indican que el conjunto de obras de
control de sedimentos propuestas en la cuenca del Río Cerro Grande, son adecuadas para reducir
notablemente la mancha de inundación en la garganta y abanico aluvial del área de estudio, sin afectar
mayormente las viviendas aledañas al canal.”
De igual forma se indica la necesidad de que las obras se construyan en su totalidad y se cita: “De allí la
necesidad de la construcción del conjunto de obras propuestas y del adecuado mantenimiento de la
canalización y las dos presas a fin de conservarlas libres de sedimentos. En esta forma se garantiza la
preservación de la capacidad de almacenamiento del conjunto de obras a construir, ya que, si las presas
están sedimentadas o sin construir, el canal no será capaz de conducir la creciente y se producirá el
desbordamiento del mismo afectando las edificaciones ubicadas en las márgenes del canal aguas abajo
de la Avenida Naiguatá.”
354
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 63. Simulación de la situación actual para el Figura 64. Simulación para el Caso 4, presas
año 2003 en donde no había obras de canalización. sedimentadas y canalización.
En vista de lo anterior, Corpovargas entrego diversos proyectos elaborados a los diferentes entes
establecidos. El proyecto de la Cuenca Cerro Grande fue entregado al Ministerio de la Defensa a través
del Cuerpo de Ingenieros de la Armada, bajo la premisa de que era uno de los proyectos más completos
y relativamente fáciles de ejecutar, pues no involucraban expropiaciones y las obras eran relativamente
fáciles de ejecutar considerando los sitios y la accesibilidad de los mismos.
Lamentablemente, los trabajos de la canalización a cargo de la Armada fueron muy mal organizados,
construidos e inspeccionados, pues las obras ejecutadas fueron objeto de varias afectaciones debidas
355
Capítulo III: Medidas Estructurales
Desde el punto de vista de la hidraulica fluvial, cualquier tramo de un cauce natural ubicado al
piedemonte o en el cono de deyecciòn de una cuenca, sufre la deposiciòn de los sedimentos arrastrados
desde la parte superior de la cuenca.
En el tramo de canalizaciòn del Rìo Cerro Grande, desde la descarga al mar hasta la Av. La Playa, a
travès del tiempo posterior a la limpieza realizada en el año 2000 luego del evento de 1999, el arrastre
de sedimentos desde la parte superior de la cuenca había generado una importante sedimentación en este
tramo cerca de la descarga al mar. Esta sedimentaciòn generò la disminución de la capacidad hidráulica
del cauce, en donde se había estimado que ante la ocurrencia de un escurrimiento generado por una
tormenta mayor de solo 10 años de periodo de retorno, las aguas se desbordarian hacia los edificios
ubicados en las adyacencias.
En tal sentido, en el proyecto realizado por Corpovargas (TECNICIV, 2003), se había previsto bajar la
rasante existente del cauce en un promedio de unos 2,5 metros de profundidad en el tramo entre la
descarga al mar y el Puente de la Av. La Playa, pues era imperante lograr una capacidad hidraulica de la
canalizaciòn, cuyo nivel de aguas maximas, para una escurrimiento generado por una tormenta de 100
años de periodo de retorno, estuviera por debajo de los niveles de los edificios adyacentes. Por su parte,
en el tramo entre el Puente de la Av. La Playa y la Presa Nº 1.- la rasante del proyecto se ajustaba a la
rasante existente. Adicionalmente se propusieron traviesas estrategicamente ubicadas para controlar la
pendiente longitudinal, pues al construir las presas, la retencion de sedimentos generarìa el escurrimiento
de aguas claras hacia aguas abajo con mayor poder erosivo y por ende la posiblidad de originar erosiones
y socavaciones indeseables.
En el mes de Febrero de 2007, se realizò una visita por parte de Corpovargas debido a las irregularidades
que se estaban presentando en la ejecuciòn de las obras por parte de la Armada. En la visita realizada se
pudo verificar que solo se había construido parcialmente el tramo entre la descarga al mar y el puente de
la Av. La Playa y el muro de la margen izquierda aguas arriba de este puente en una longitud de unos
250 metros. La construcciòn de la canalizacion ejecutada hizo caso omiso a las consideraciones de
proyecto y se construyó sin ningun control, ni por parte de la empresa contratista, ni por parte de la
inspeccion, ni por la parte del Cuerpo de Ingenieros de la Armada. En este tramo los muros de gaviones
se construyeron muy por encima de la rasante de proyecto y ademàs no se construyeron las traviesas de
control de pendidnte longitudinal.
356
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 65. Vista del muro de la margen izquierda antes Figura 66. Vista del muro de la margen izquierda hacia
de los espigones de descarga. Obsérvese el aguas arriba. Obsérvese el alineamiento caprichoso del
alineamiento caprichoso del muro (Febrero 2007). muro (Febrero 2007).
357
Capítulo III: Medidas Estructurales
Desde el punto de vista topográfico, el sitio que se ilustra en la Figura 67, se puede visualizar en la
Figura 68 con el levantamiento topográfico realizado para tal fin y se ilustra a continuación.
Figura 68. Análisis comparativo de superposición entre la sección de proyecto y la sección construida en la
Sección Transversal Prog. 0 + 329,38.
En las figuras que se muestran a continuaciòn se ilustran otras secciones en el tramo entre la descarga al
mar y la Av. La Playa, en donde no se siguieron los lineamientos de proyecto y donde se puede indicar
que los muros construidos estan unos 2,5 metros por encima de la rasante de proyecto.
En la misma visita realizada en Febrero de 2007, otro de los problemas observados es que no hubo
planificación de los trabajos con los recursos disponibles. A tal efecto, en el tramo de canalización aguas
abajo de la Av. La Playa, no se construyeron las traviesas previstas en el proyecto, por lo que la
escorrentía había generado importantes erosiones y socavaciones poniendo en peligro la estabilidad de
los muros construidos.
358
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Lo anterior ha sucedido debido a que las presas cerradas construidas aguas arriba, atrapan los sólidos
provenientes de la cuenca media y alta, de manera que las aguas claras, libres de sedimentos, escurren
hacia aguas abajo con mayor poder erosivo, de modo que al no construirse las traviesas propuestas en el
proyecto, las cuales están estratégicamente ubicadas para el control de la pendiente longitudinal, los
muros laterales de la canalización han sufrido importantes socavaciones por efecto de la erosión general
del cauce, dejándolos en una inestabilidad progresiva, la cual pudiera llegar al colapso.
En el tramo aguas arriba del puente de la Av. La Playa, se construyó solo el muro de la margen izquierda
de la canalizaciòn en una longitud de solo 250 metros, a difrencia de los 850 metros previstos en el
proyecto y al igual quye en el tramo aguas abajo del puente, no se construyeron las traviesas de control
longitudinal. Los trabajos de la canalizaciòn en este tramo aunque fueron mejor ejecutados, el muro
cuenta con un alineamiento caprichoso y ondulante, mientras que desde el punto de vista topografico, se
pudierion verificar diferencias en el alineamiento planimètrico y altimètrico del muro construido
comparativamente con lo propuesto en el proyecto.
En las figuras 75, 76 y 77 se ilustran otras secciones en el tramo aguas arriba del puente de Av. La Playa,
en donde, aunque las diferencias no son tan extremas como el tramo de aguas abajo, se puede evidenciar
que no hubo concordancia topografica entre lo construido y el alineamiento propuesto en el proyecto.
359
Capítulo III: Medidas Estructurales
Rasante del cauce en el momento de la
construcción
Figura 72. Vista general del muro de la margen Figura 73. Vista en detalle de la Figura 60, en donde
izquierda en el tramo aguas abajo de la Av. La Playa. se identifica el nivel de rasante del cauce en el
Obsérvese la socavación general del cauce, la cual ha momento de la construcción, la rasante del muro de
puesto en descubierto la fundación del muro de gaviones construido y la rasante del cauce para Marzo
gaviones. 2007.
360
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
En relación a las presas de retención propuestas, ambas se construyeron según el proyecto realizado, que
al igual que el tramo de canalización aguas arriba del puente de la Av. La Playa, sobre la base de la
inspección visual realizada, la obras tuvieron una mejor ejecución.
Es importante resaltar, y se puede observar en las Figuras 80 y 81, que en el área aguas abajo de los
contradiques no se colocó el enrocado de protección, lo cual los hace vulnerables ante eventuales
socavaciones por efecto del impacto de la lámina vertiente, generando una posible desestabilidad
originando la posibilidad de colapso del contradique por volcamiento.
En vista de las observaciones realizadas por Corpovargas a la ejecución de los trabajos realizados, en
Junio del 2008, la Dirección Nacional de Protección Civil y Administración de Desastres del Ministerio
361
Capítulo III: Medidas Estructurales
del Poder Popular para Relaciones Interiores y Justicia, realizó una visita con la finalidad de inspeccionar
la obra de canalización del cauce del Río Cerro Grande y verificar in situ el cumplimiento de las
normativas constructivas y las especificaciones establecidas en el proyecto con el propósito de verificar
el buen desarrollo de las obras y establecer medidas que permitan corregir las eventuales irregularidades
y que pudieran impedir el buen funcionamiento de estas obras de mitigación.
Como resultado de la visita realizada, la mencionada Dirección emitió un informe con diversas
observaciones que, entre otras, se resaltan las siguientes:
El alineamiento de las cestas de gaviones es desigual desde el punto de vista planimétrico como
altimétrico, lo que manifiesta una deficiencia constructiva importante que pone en riesgo la
funcionabilidad de la obra, por ello se presume que no existe amarre entre las cestas que
conforman los muros de gaviones.
Socavación y desprendimiento del material que sirve de soporte a los muros de gaviones lo que
pone en riesgo la estabilidad de los mismos.
362
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Gran desnivel entre la cota de la canalización original y la actual cota inferior de los muros de
gaviones.
Ausencia de traviesas de fondo que controlan el proceso de erosión en el fondo del canal.
Los resultados del informe emitido por la Dirección Nacional de Protección Civil y Administración de
Desastres del Ministerio del Poder Popular para Relaciones Interiores y Justicia, coincidió con las
observaciones realizadas por Corpovargas, por lo que deberían haber servido para tomar los correctivos
necesarios para reparar las deficiencias constructivas de las obras construidas, sin embargo las obras
fueron abandonadas, por lo que no se hicieron los correctivos necesarios para lograr la ejecución de las
obras con la buena práctica de la ingeniería para el correcto funcionamiento hidráulico de las obras
proyectadas.
En una visita realizada en Diciembre de 2010, se pudo visualizar que las socavaciones en el cauce habían
persistido, originando un asentamiento en el muro de gaviones de la margen derecha del tramo aguas
abajo del puente de la Av. La Playa. Afortunadamente como los muros de gaviones son flexibles, pueden
absorber asentamientos diferenciales a lo largo del mismo, sin embargo, si no se toman medidas para
controlar la pendiente longitudinal, a pesar de su flexibilidad, estos muros podrían colapsar.
Figura 82. Vista general del muro de la margen Figura 83. Vista en detalle de la Figura 82, en donde se
derecha en el tramo aguas abajo de la Av. La Playa. observa el asentamiento del muro de gaviones
(Diciembre 2010) (Foto cortesía Ing. José Marañón). (Diciembre 2010) (Foto cortesía Ing. José Marañón).
En la misma visita se observaron socavaciones al pie del estribo del puente de la Av. La Playa, aunque
no presentaba problema para el estribo. De igual forma se observaron socavaciones que pusieron al
descubierto las fundaciones del puente que se había iniciado a construir en la Av. Tanaguarena ubicada
aguas abajo de la Av. La Playa, en donde se puede indicar que se cometió el mismo error que en la
363
Capítulo III: Medidas Estructurales
canalización, es decir se fundó el muro de los estribos en la rasante existente sin prever eventuales
erosiones y socavaciones en el cauce del rio.
Figura 84. Vista del estribo derecho del puente de Figura 85. Vista del estribo derecho del puente de la Av.
la Av. La Playa. (Diciembre 2010) (Foto cortesía Tanaguarena (Diciembre 2010) (Foto cortesía Ing. José
Ing. José Marañón). Marañón).
En el caso de la canalización del Río Cerro Grande, en vista de que se trata de muros de gaviones, su
flexibilidad característica podrá soportar con mayor integridad las erosiones y socavaciones en la base
de los muros, sin embargo, no se puede dejar esta obra en estas condiciones, pues independientemente
de las bondades de los materiales utilizados, esto podría derivarse la pérdida parcial o total de las obras
construidas.
Según lo que se pudo observar, el colapso del contradique es en el tramo del vertedero, por lo que se
podría asumir que aguas abajo del contradique se generó una socavación al pie del mismo debido al
efecto de la lámina vertiente. Sobre este particular se puede indicar que la ocurrencia de este colapso del
contradique se puede aludir a dos elementos. El primer elemento que puede generar este colapso es que
en la construcción no se colocó el enrocado de protección en la descarga del vertedero del contradique.
El segundo elemento y tal vez el más importante, es que la canalización no se construyó hasta el
contradique de la Presa Nº 1 como se había proyectado, en donde las traviesas de control de la pendiente
longitudinal juegan un papel importante en evitar la degradación del cauce y la profundización del
mismo. De manera que estos dos elementos hacen que el área aguas abajo del contradique sea vulnerable
a la socavación por efecto de la lámina vertiente y la profundización del cauce sin ningún control.
364
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Ahora bien, según las observaciones realizadas, la Presa principal no presentaba ningún tipo de
afectación, en lo que se refiere a asentamientos, así como tampoco abrasiones por efecto del eventual
flujo con arenas y gravas (Ver Figura 88).
365
Capítulo III: Medidas Estructurales
En el momento de la visita realizada en Diciembre de 2010 no se pudo tener acceso a la Presa Nº 2 para
analizar su situación para ese momento. En Julio de 2.019 se realizó una visita al Rio Cerro Grande con
la finalidad de poder observar su situación actual. Sobre la base de lo observado, se puede inferir que la
vegetación ha ocupado prácticamente la totalidad de la canalización.
Se pudo verificar que la vegetación existente es del tipo arbustiva y arbórea, ocupando prácticamente la
totalidad de la canalización, pues la misma es casi imperceptible. Aunque, como se ha mencionado
anteriormente, esta canalización cuenta con diversos problemas constructivos que derivan en una
capacidad hidráulica inferior a la de proyecto, todo ello basado en las premisas de Corpovargas, y donde
ya se ha relatado que estos problemas constructivos nunca fueron reparados, es obvio intuir que la
vegetación presente en la canalización disminuye notablemente la capacidad hidráulica de la misma, lo
que seguramente originara problemas de desbordes hacia las márgenes adyacentes en el momento de la
ocurrencia de precipitaciones.
Figura 89. Vista hacia aguas abajo del Puente de la Av. Figura 90. Vista hacia aguas abajo del Puente de la Av.
La Playa (Diciembre 2010) (Foto cortesía Ing. José La Playa. (Julio 2019) (Foto cortesía Ing. José
Marañón). Marañón).
En la visita al sitio no se pudo observar con claridad la Presa Nº 1 sobre el Rio Cerro Grande debido a
que se encontraba totalmente cubierta de vegetación, así como todo el cauce natural aguas abajo de la
misma. Lo preocupante de esta situación es que la vegetación presente es arbustiva y arbórea, con árboles
de hasta 5 metros de altura, los cuales dificultan el escurrimiento, y por ende reducen la capacidad
hidráulica del cauce natural, además de que en el momento de una crecida, estos árboles podrían ser
arrastrados hacia aguas abajo y atarquinar el puente de la Av. La Playa.
De la visita al sitio también se pudo verificar que, luego de más de diez años que han transcurrido desde
el inicio de su construcción, el Puente de la Av. Tanaguarena, no ha sido culminado y se encuentra
abandonado (Figuras 95 y 96).
366
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 91. Vista hacia aguas arriba del Puente de la Figura 92. Vista hacia aguas arriba del Puente de la
Av. La Playa (Febrero 2010) (Foto cortesía Ing. José Av. La Playa (Julio 2019) (Foto cortesía Ing. José
Marañón). Marañón).
Ubicación de la
Presa Nº 1.
Figura 93. Vista de la Presa 1 en el Rio Cerro Grande Figura 94. Vista de la Presa 1 en el Rio Cerro Grande.
(Febrero 2010) (Foto cortesía Ing. José Marañón). En la imagen no se pude observar la Presa pues está
totalmente cubierta de vegetación, así como todo el
cauce hacia aguas debajo de la presa (Julio 2019) (Foto
cortesía Ing. José Marañón).
367
Capítulo III: Medidas Estructurales
Figura 95. Vista del puente de la Av. Tanaguarena Figura 96. Vista del puente de la Av. Tanaguarena
(Diciembre 2010) (Foto cortesía Ing. José Marañón). (Julio 2019) (Foto cortesía Ing. José Marañón).
5. CONCLUSIONES
Las medidas de prevención y mitigación implementadas en las cuencas del Río Macuto y San Julián, han
reducido la vulnerabilidad de la población ante la ocurrencia de aludes torrenciales.
Sin embargo, en el caso del Rio Cerro Grande, aunque las presas han reducido la vulnerabilidad ante la
ocurrencia de aludes torrenciales, la canalización del Rio Cerro Grande no cumple con lo propuesto en
el proyecto, por lo que las márgenes adyacentes seguirán siendo vulnerables ante la ocurrencia de
escurrimientos que sigan erosionando y socavando la base de los muros construidos, así como las
márgenes desprovistas de revestimiento.
Tanto las presas cerradas sobre el Rio Macuto, así como las dos presas del Rio Cerro Grande, están
totalmente sedimentadas, por lo que se ha reducido significativamente su capacidad de retención de
sedimentos y por ende su capacidad para proteger a las poblaciones ubicadas aguas abajo. En el caso del
Rio Macuto, a pesar de la retención total de los sedimentos en la presa cerrada, las traviesas de la
canalización han logrado proteger y estabilizar la pendiente longitudinal de la canalización de los efectos
de degradación del lecho por el efecto de del flujo de aguas claras sin sedimentos.
En el caso del Río Cerro Grande, debido a la retención total de los sedimentos en las presas cerradas y
en especial por la omisión de la construcción de las traviesas previstas en el proyecto, se ha originado un
proceso de degradación general del lecho en los tramos aguas abajo, que han erosionado y socavado las
bases de los muros de gaviones, poniendo en peligro la estabilidad de dichos muros.
En el caso del Rio Cerro Grande, los problemas constructivos de la canalización ponen en riesgo las
márgenes adyacentes aguas abajo del puente de la Av. La Playa ante la eventual ocurrencia de
precipitaciones cercanas a los 10 años de periodo de retorno, con una probabilidad de ocurrencia del 10
% en un año cualquiera.
En el caso del Rio San Julián, los sedimentos arrastrados pasan a través de las presas abiertas hasta llegar
al tramo de descarga al mar, lo cual ha originado frecuentes sedimentaciones que disminuyen la
368
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
capacidad hidráulica de la canalización en el tramo de la descarga. Es preciso indicar que en el año 2007
en Corpovargas se planteó la necesidad de construir dos presas cerradas adicionales a lo establecido en
el Convenio Hispano–Venezolano, pues los sedimentos que eran arrastrados hacia la parte baja de la
cuenca, obstruir los dos puentes de las vialidades existentes. En este caso se había propuesto la
construcción de una presa cerrada aguas abajo de la Presa Nº 3.- y otra presa cerrada aguas abajo de la
Presa Nº 2.- con la finalidad de retener los sedimentos y evitar que estos lleguen a la parte final de la
canalización y disminuya su capacidad hidráulica. Con esta propuesta también se estaría generando sitios
de retención de material idóneo para la construcción y ubicados en un solo sitio para ser eventualmente
explotados adecuadamente.
Sobre la base de las visitas realizadas a través de los años, luego de su construcción, en general las presas
cerradas han logrado mantener la capacidad hidráulica de las canalizaciones y proteger las zonas urbanas
adyacentes.
Se considera que el problema principal observado es que no se han realizado trabajos de mantenimiento
a las presas para desazolvarlas, así como tampoco a las canalizaciones para mantenerlas libres de
vegetación que disminuye la capacidad hidráulica de las mismas y propician la retención de sedimentos.
Sobre la base de la visita realizada en Julio de 2019, se puede indicar que el mantenimiento de los cauces
naturales y de las obras construidas ha sido inexistente. En especial se debe indicar la presencia de la
vegetación arbustifera (≈ 90 cm) y arbórea con árboles de mediano tamaño (≈ 5 - 6 metros) dentro de los
cauces, los cual propicia la retención de sedimentos, y que por ende disminuye notablemente la capacidad
hidráulica de las canalizaciones construidas, pero en especial se podría indicar que en el momento de una
crecida, esta vegetación podría ser arrastrada hacia aguas abajo originando problemas de atarquinamiento
y colmatación de las canalización, obstruir los puentes de las vialidades y generar problemas de desbordes
den la márgenes adyacentes. En tal sentido, debe efectuarse la limpieza y remoción periódica de la
vegetación y los sedimentos depositados en los tramos inferiores de las canalizaciones y en su descarga
al mar, sobre todo al inicio del período de lluvias.
Es importante señalar, que si bien es cierto que una de las premisas de diseño en las canalizaciones fue
la de mantener el fondo móvil, así como en la medida de lo posible, proponer revestimientos con
gaviones, para lograr la renaturalización de los cauces y propiciar el crecimiento de vegetación, también
es cierto que el descuido y total abandono del mantenimiento de los cauces no es lo recomendable, pues
el crecimiento de vegetación incontrolada, con crecimiento de vegetación arbustífera o arbórea como se
ha observado, origina la obstaculización del escurrimiento y la disminución de la capacidad hidráulica
de los cauces.
6. RECOMENDACIONES
Es imperante la necesidad de efectuar trabajos de mantenimiento periódico en las presas, que contemplen
la limpieza y extracción de los sedimentos en los vasos de las presas cerradas, y la extracción de
vegetación y materiales gruesos acumulados en las ranuras o ventanas en las presas abiertas. En el
momento de la construcción de las presas, se construyeron vías de penetración por los estribos de dichas
presas, estas vías han sido abandonadas y se deberían analizar su situación actual, con la finalidad de
planificar y programas su rehabilitación, con la finalidad de proveer vías de acceso a las estructuras para
permitir la limpieza y remoción de los sedimentos acumulados en los vasos de las presas.
369
Capítulo III: Medidas Estructurales
Es preciso destacar que, desde el punto de vista económico, las presas cerradas inducen a la realización
del mantenimiento periódico; este se realizaría en un área única detrás de las presas, a diferencia de si
estos sedimentos estuvieran depositados a lo largo de la canalización, pues la extracción sería en un área
mucho mayor y por ende mayores costos de limpieza a lo largo de una canalización, si se comparan con
los que se realizarían en el vaso de almacenamiento de las presas.
En relación a este mantenimiento de las presas, en Corpovargas se había planificado lo que se denominó
el Plan de Extracción de Sedimentos, el cual se describe en el siguiente aparte.
Las observaciones realizadas desde el punto de vista geotécnico, permiten inferir que la mayor parte de
los sedimentos sueltos y fácilmente erosionables que se encuentran en los cauces y laderas de las cuencas
de la Vertiente Norte del Cerro El Ávila, son sedimentos finos con diámetro medio inferior a 150 mm,
que son fácilmente arrastrables con escurrimientos generados por tormentas de baja intensidad.
Pero en especial estos materiales son de gran demanda en las actividades de la construcción civil, pues
se trata de materiales originarios de roca caliza, por lo que la extracción de estos materiales y su
comercialización traería un importante beneficio económico para la comunidades de las distintas
cuencas.
Adicionalmente, debido al origen de roca caliza de este material, se podría utilizar en la fabricación de
cemento, el cual es un conglomerante formado a partir de una mezcla de material proveniente de roca
caliza y arcilla calcinadas y posteriormente molidas. Esta idea surgió de diversas conversaciones con la
Empresa Cementera CEMEX, con la cual se había llegado a acuerdos preliminares para la remoción de
los sedimentos y su utilización. Lamentablemente esta cementera estuvo operativa hasta el año 2008, por
lo que los acuerdos preliminares fenecieron. Es preciso indicar que este acuerdo con la cementera hubiera
sido muy beneficioso para el Estado Vargas, pues hubiera generado importantes recursos para la
planificación de la recuperación del estado Vargas en lo que se refiere a la remodelación urbana, cuyos
planes y proyectos deberían haber sido implementados una vez culminada la primera parte de Gestión de
Riesgo, que esencialmente se refería a la protección de la cuencas ante eventuales precipitaciones.
La extracción de arenas de ríos en forma excesiva puede causar la degradación de los lechos. La
extracción rebaja el lecho del río, lo que puede resultar en la erosión de las márgenes adyacentes. Sin
embargo, si esta extracción se realiza de una manera planificada y con el respeto por el transporte natural
370
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
de los sedimentos del río, resulta positiva desde el punto de vista geomorfológico y con especial énfasis
en la mitigación del riesgo de sedimentación y atarquinamiento de los cauces aguas abajo y en especial
aquellos que escurren a través de zonas urbanas, pues la pérdida de la sección del cauce o canalización
por sedimentación puede generar desbordes sobre las márgenes adyacentes y afectar las zonas urbanas.
El Plan de Extracción diseñado por Corpovargas, proponía realizar la extracción de material aluvional
presente en los cauces en las áreas ubicadas detrás de las presas construidas. Esta acción se llevaría a
cabo mediante la utilización de maquinaria convencional de excavación. El método operacional de la
acción propuesta consistía en extraer el material suelto existente en el cauce y arrastrado por el río con
profundidades variables.
Una vez extraído el material, el mismo sería procesado en una cernidora, la cual separa el material
granular en diversos tamaños estratégicamente seleccionados. Posteriormente este se distribuye según su
uso propuesto.
En el caso de los materiales de la cuencas del Estado Vargas existe un importante volumen de sedimentos
con unan granulometría promedio de unos 10 mm a 15 mm ideal para ser utilizado en la construcción de
obras civiles.
En especial se planteaba que el material a extraer debería ser exclusivamente el depositado en los cauces
respetando las laderas de las cuencas, donde se debe destacar que no se debe alterar los taludes laterales
de la cuenca, sino más bien propiciar el crecimiento de vegetación autóctona para facilitar su
estabilización.
Por otra parte, el material a extraerse sería el que se encuentra aguas arriba de cada una de las presas
construidas, planteando una excavación que garantice la estabilidad de la estructura.
371
Capítulo III: Medidas Estructurales
Figura 98. Visualización del planteamiento de que el material a extraerse sería el que se encuentra aguas arriba
de cada una de las presas construidas, planteando una excavación que garantice la estabilidad de la estructura.
Se debería propiciar una zona de circulación de 4 m de ancho y una zona de transición, no perturbada,
de 3 m de ancho como zona de seguridad entre el área de extracción y la calzada de circulación. (Ver
Figura 99.-)
Figura 99. Visualización del planteamiento para la ubicación de la zona de circulación de maquinaria y camiones,
de la zona de seguridad y del área de extracción.
Una de las premisas de este Plan de Extracción era la de no afectar los taludes laterales de la cuenca y
propiciar su estabilización mediante el crecimiento de vegetación autóctona, dejando el cauce libre de
vegetación arbustífera o arbórea que pudiera obstruir el paso de las crecidas. De igual forma se había
planteado no construir caminos pavimentados dentro del cauce natural.
372
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Los impactos ambientales de la extracción de arenas y gravas en las cuencas podrían ser resumidos como
sigue:
Los volúmenes extraídos se deben limitar a aquellos que puedan ser rellenados normalmente con
el transporte hidráulico de las arenas provenientes de la cuenca aguas arriba. Además, la
extracción debe concentrarse en áreas de deposición, lo cual será propiciado por las estructuras
de las presas.
No se espera ningún impacto a la fauna del arroyo, puesta que ésta es insignificante.
Los impactos a la flora en el cauce serán prácticamente nulos, pues la vegetación existente es
vegetación primaria compuesta por yagrumos jóvenes y gamelote.
No hay puentes en los alrededores donde se realizará la extracción. La mitigación del
escurrimiento de los sedimentos hacia aguas abajo evitaría la sedimentación del cauce y la pérdida
del gálibo de los puentes, por lo que la extracción tendrá un impacto positivo en la operatividad
del cauce y por ende la mitigación de los posibles desbordes sobre las márgenes y la
transitabilidad de la carretera.
No existirían niveles elevados en el ruido, pues se trabajaría lejos de la zona urbana, por lo que
los niveles de ruido no serían alterados. En donde el ruido se define como cada sonido que causa
molestia, interfiere con el sueño, trabajo o descanso, o que produce daño físico o psicológico a
individuos, flora, fauna, y a bienes públicos o privados.
Los impactos socio - económicos de la extracción de arenas y gravas de las cuencas pueden ser resumidos
de la siguiente manera:
La extracción de los sedimentos del vaso de almacenamiento de cada una de las presas
construidas, lograría mantener dichos vasos libres de sedimentos y dispuestos para recibir
sedimentos provenientes de la parte alta de la cuenca y evitar que los mismos sean transportados
hacia la parte baja de la cuenca donde se ubica la zona urbana.
El mantener los vasos de almacenamiento detrás de las presas libres de sedimentos, implica
directamente la mitigación del riesgo de colmatación de los cauces y por ende el eventual
desborde de las aguas sobre las márgenes adyacentes,
373
Capítulo III: Medidas Estructurales
Los trabajos de extracción beneficiarían a las diversas comunidades de cada cuenca a intervenir,
en el sentido de que una parte de los beneficios por la comercialización de estos materiales
podrían ser destinado a la Comunidad para ser invertidos en obras y mejoras para la misma.
Se podría crear pequeñas empresas locales con habitantes de cada cuenca que se dedique a la
fabricación de bloques de concreto de alta calidad y ser comercializados en el Estado Vargas y
fuera del mismo.
El primero se refiere a la inversión a realizar para la instalación de Plantas Operadoras con cernidoras de
arenas con la finalidad de producir arenas gradadas para fines de utilización en la construcción.
La extracción de las arenas y gravas sería procesada en las plantas anteriormente mencionadas, para
luego ser comercializada en el mercado demandante del Estado Vargas, así como en los estados vecinos.
Como segundo aspecto se planteaba que las empresas que realizarían la inversión para los diversos el
Planes de Extracción en las cuencas pudieran comercializar el producto de la extracción en el mercado
del Estado Vargas, así como en otros estados aledaños. Una parte del beneficio económico de la
extracción del material de arenas y la operación de la actividad, debería ser destinado a la Gobernación
del Estado Vargas como ente rector de la explotación de los materiales minerales no metálicos y otra
parte fuera destinado a las diversas Comunidades, el cual podría ser entregado en obras, servicios y
suministros diversos que requiera la comunidad y previamente planificados y proyectados, todo ello bajo
la gerencia de las empresas que operarían los Planes de Extracción y bajo la supervisión de Corpovargas.
Considerando los estudios geológicos y geomorfológicos realizados, los volúmenes de material que se
podrían extraer de la cuenca son del orden de unos doscientos cincuenta (250 m3) metros cúbicos diarios.
El beneficio económico por concepto de regalías para la Gobernación del Estado Vargas, se proponía
que fuera de una Unidad Tributaria por cada diez (10) metros cúbicos de material procesado sea de
material de características arenosas o de material pétreo provenientes de la cernidora o la trituradora.
Por su parte, el beneficio económico por concepto de regalías para las Comunidades, se proponía que
fuera de una Unidad Tributaria por cada diez (10) metros cúbicos de material procesado sea de material
de características arenosas o de material pétreo provenientes de la cernidora o la trituradora.
En el caso de los beneficios por regalías para la Gobernación del Estado Vargas se proponía que se
entregaran mensualmente mediante pago con depósito bancario, una vez computados los volúmenes de
material realmente procesados.
En el caso de los beneficios por regalías para las diversas Comunidades, se proponía que se acumularan
mensualmente una vez computados los volúmenes de material realmente procesados. La entrega de estos
recursos se proponía que se realizara en función de las necesidades y requerimientos que la Comunidad
así lo solicitara, previa la revisión y elaboración de proyectos por parte de la Autoridad Única de Vargas
y de Corpovargas como entes rectores del Estado Vargas. Es decir, que la Comunidad, mediante una
asamblea de vecinos, tendría el deber de elaborar un listado de prioridades para beneficio exclusivo de
la Comunidad, sean éstas obras de infraestructura y servicios, suministro o dotación de equipos o bienes
de servicio, o cualquier tipo de actividad que sea para el bien común de la Comunidad.
374
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Las arenas y otros sedimentos que se originan en las cuencas se depositan en los vasos de
almacenamiento de las presas construidas, los cuales una vez colmatados, estos sedimentos
podrían ser transportados hacia aguas abajo e ir colmatando la canalización, aumentando el riesgo
de desbordes e inundación.
La arena depositada es un material de construcción de alta calidad y, por lo tanto, comercializable
a clientes potenciales en otros lugares.
Si es ejecutada correctamente, la explotación de arena reduce el riesgo de inundación a las zonas
urbanas ubicadas aguas abajo.
Los impactos socio - económicos de la explotación de arenas en las cuencas serán marcados, pues
el beneficio económico para la comunidad se visualizará en mejoras de la calidad de vida de sus
habitantes.
8. CONSIDERACIONES FINALES
Sobre la base de lo expuesto para las tres cuencas anteriormente descritas, se puede indicar que en el caso
del Rio Macuto y del Rio San Julián, desde el punto de vista de la Gestión de Riesgo, los trabajos
realizados cumplen satisfactoriamente la protección de las márgenes adyacentes, hasta eventos de
escurrimientos de flujos con lodos y piedras generados por tormentas de hasta 100 años de periodo de
retorno.
En el caso del Río Cerro Grande, aunque las presas contribuyen a la minimización de los riesgo ante
eventuales crecidas, la precariedad de la construcción de la canalización permite indicar que las márgenes
adyacentes quedarían vulnerables ante eventos de escorrentía, especialmente el tramo aguas abajo del
puente de la Av. La Playa, en donde los niveles del agua estarían por encima de la rasante de los
estacionamientos, y por ser muros de gaviones permeables, estos sótanos se inundarían en cada crecida.
La experiencia indica que, si la ejecución de las obras hidráulicas no se planifica en función de los
recursos disponibles, como el caso que se ha analizado del Rio Cerro Grande, las obras construidas
pueden quedar vulnerables a erosiones y socavaciones, lo que conlleva a eventuales afectaciones e
inclusive al colapso. En el caso de la canalización del Río Cerro Grande, en vista de que se trata de
muros de gaviones, su flexibilidad característica podría soportar con mayor integridad las erosiones y
socavaciones en la base de los muros, tal y como se muestra en la Foto 83.-, sin embargo, no se puede
dejar esta obra en estas condiciones, pues independientemente de las bondades de los materiales
utilizados, esto podría derivarse en la pérdida parcial o total de las obras construidas.
Es obvio que eventos como el ocurrido en Febrero de 2.005 deterioren las estructuras hidráulicas, sean
estas de gaviones o de concreto armado. Pues como en el caso de la Presa de Macuto se fracturaron las
losetas de concreto de protección y parte de las mallas por efecto del impacto de las rocas, sin embargo
su reparación fue ejecutada en un lapso no mayor de tres meses y con costos razonables dentro del marco
de una obra ejecutada considerando costos de mantenimiento periódico y eventual por efecto de futuras
crecidas.
El hecho es que estas estructuras han sido diseñadas y conceptualizadas para soportar deterioros y ser
reparadas en el caso de que se requiera, pero su objetivo fundamental es el de mitigar y minimizar el
375
Capítulo III: Medidas Estructurales
riesgo de las zonas urbanas ubicadas aguas abajo por efecto de escurrimientos de lodos y piedras, lo cual
se considera que se ha logrado a satisfacción.
Uno de los aspectos resaltantes de las visitas y observaciones personales realizadas por el autor en el año
2000, es que se propuso construir varias presas cerradas. La retención de materiales finos se resalta
debido al hecho de que, luego del evento de Diciembre de 1999, todas las cuencas se encontraban
desestabilizadas desde el punto de vista geomorfológico y muy frágiles y susceptibles a la erosión y
arrastre de sedimentos ante la ocurrencia de escurrimientos generados por tormentas de baja o mediana
intensidad, razón por la cual se insistió en que la primera etapa de las obras a construirse en el Plan
Vargas fueran presas cerradas. Afortunadamente esto se realizó con éxito, lo cual se pudo comprobar en
el evento de Febrero del 2005, y se logró la retención, aunque sea parcial, de estos sedimentos y así se
evitó el arrastre de sedimentos finos hasta los tramos de las canalizaciones en su descarga al mar,
generando la disminución de su capacidad hidráulica y originando el desborde sobre los desarrollos
urbanos ubicados en las márgenes adyacentes, así como el atarquinamiento de los puentes de la única vía
de comunicación con que cuenta el Estado Vargas.
Es obvio pensar que este tipo de fenómeno seguirá ocurriendo en el Estado Vargas, hasta que las cuencas
arrastren los sedimentos en tránsito o se estabilice con el crecimiento de la vegetación, lo cual conllevaría
al establecimiento de una nueva condición de equilibrio morfológico en los cauces.
Sin embargo, una nueva crecida de características similares a la de Diciembre de 1999 o la de Febrero
de 2005, generaría un nuevo proceso de desestabilización similar al ocurrido y se repetiría el proceso ya
vivido.
Sobre la base de las visitas realizadas por el Autor en años posteriores a la ejecución del Plan Vargas,
tanto al Rio Macuto, así como en el Rio San Julián, ambos trabajos ejecutados por Corpovargas, y
reflejadas en los apartes anteriores, se puede indicar que las obras se han comportado satisfactoriamente.
Sin embargo, en el caso del Rio Cerro Grande, ejecutado por el Cuerpo de Ingenieros de la Armada,
lamentablemente no fue así, es por ello que debe quedar como corolario de que las obras deben ser
ejecutadas por organismos competentes, con personal competente, con empresas competentes, y con una
inspección con amplio conocimiento de los trabajos a realizar y que tenga como premisa la permanente
presencia durante la ejecución de la obra, con la finalidad de garantizar el buen desarrollo de la obra
conforme las normas técnicas, los planos, especificaciones, presupuesto y demás documentos que
constituyen el proyecto correspondiente.
Considerando lo expuesto en el párrafo anterior, se puede deducir que se puede elaborar un buen
proyecto, se puede llegar a la obra con un buen proyecto y buenas intenciones, ppero lo más importante
para lograr que un proyecto tenga buenos resultados es que se cuente con un personal profesional idóneo
por parte de la empresa contratista, y en especial hacer una Buena Inspección de los trabajos.
En términos generales se debe indicar que si las decisiones políticas continúan prevaleciendo sobre las
decisiones técnicas no habrá posibilidad de recuperación y desarrollo del Estado Vargas, así como
tampoco de ningún punto en la geografía de nuestra querida Venezuela. A veces las decisiones técnicas
podrían resultar no ser las más convenientes desde el punto de vista político, pero ser las correctas, en tal
sentido, se debe “tecnificar la política” y en especial que los proyectos, así como los problemas técnicos
sean, analizados, planificados y ejecutados por los técnicos, para que así, no solo el Estado Vargas sino
376
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Venezuela, se enrumbe en el camino correcto hacia un verdadero desarrollo y bienestar para sus
habitantes.
Los riegos que se originan por la ocurrencia de los aludes torrenciales no pueden ser eliminados y no se
pueden eliminar. Lo que sí se puede hacer es estar mejor preparados para evitar, en la medida de lo
posible, que un nuevo alud torrencial origine afectaciones en las áreas urbanas ubicadas en los
piedemontes de las serranías y a sus habitantes.
A lo largo de la historia, el hombre ha logrado interpretar una pequeña parte de los hechos, elementos o
fenómenos que han transformado su relieve.
Es importante destacar que estos fenómenos, que ocurren generalmente en las áreas adyacentes a los
piedemontes de las serranías, deben ser del conocimiento público. La población en general debe conocer
los riesgos que corre cuando decide habitar determinado lugar. No obstante, los organismos públicos
deben restringir las áreas de riesgo mediante la implementación de Planes de Desarrollo Urbano que
limiten o circunscriban las áreas a desarrollar y que definan las áreas delimitadas como planicies
inundables con riesgo potencial, en este caso con riesgo de eventuales inundaciones o desbordes de los
cauces naturales.
Todo ello se logra con algo muy simple…………. con la educación de la población.
REFERENCIAS
BM3, 2005. “Proyecto de Control de Erosión y Canalización del Río San Julián, Parroquia
Caraballeda, Estado Vargas”. BM3 OBRAS Y SERVICIOS S.A. (Valencia - España) (2005)
Convenio Hispano – Venezolano.
GERPROCON C.A., (2005 - 2007). Corpovargas. “Informes y Expedientes de Inspección de las obras
de Control de Torrentes de la Cuenca del Río San Julián, Parroquia Caraballeda, Estado Vargas”.
IMF – UCV, 2001. Instituto de Mecánica de Fluidos - Universidad Central de Venezuela (IMF –
UCV), “Proyecto para control de sedimentación y canalización de aguas pluviales del Río Cerro
Grande”, Autoridad Única de Área del Estado Vargas (AUAEV), Noviembre 2.001.
377
Capítulo III: Medidas Estructurales
IMF – UCV, 2003, Simulación del Comportamiento Hidráulico de las Obras Propuestas Para el
Control de Sedimentos en Cerro Grande, Instituto de Mecánica de Fluidos Abril, 2003.
TECNICIV, 2003. TECNICIV C.A., “Proyecto de Control de Erosión de la Cuenca del Rio Cerro
Grande, Parroquia Caraballeda, Estado Vargas”. Autoridad Única de Área del Estado Vargas
(AUAEV), Noviembre 2.001.
378
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Francois Courtel, José Luis López, María Elena Bello, Karol Sánchez
RESUMEN
Este trabajo se propone estimar cual es la influencia real de las obras de control de aludes torrenciales
construidas en el estado Vargas después del desastre de 1999, en lo que se refiere a la reducción de la
amenaza en las áreas urbanas. Se basa en la reseña de estudios puntuales efectuados en varias cuencas,
donde se elaboraron mapas de amenaza basados en modelos de simulación matemática, con el objetivo
de actualizar los mapas inicialmente elaborados en todo el Litoral Vargas en el marco del proyecto
AVILA, antes de la construcción de las obras. La comparación de los mapas de amenaza en varias
condiciones de estado de las obras de control muestra que las obras en su estado original (o casi-original)
reducen considerablemente la amenaza, sin eliminarla totalmente, y que luego esa eficiencia va
disminuyendo con el tiempo, debido al deterioro de las obras. La eficiencia en reducir la amenaza se ve
entonces limitada por una parte, en varios casos, por carencias en los diseños originales, las cuales se
detallan, y por otra, por la falta de mantenimiento de las obras que se traduce en deterioro estructural,
sedimentación o invasión por la vegetación. Finalmente se formulan algunas propuestas para restablecer
y mejorar el nivel de protección mediante las obras de control.
KEY WORDS: debris flows, control works, hazard reduction, hazard maps, simulation models.
379
Capítulo III: Medidas Estructurales
INTRODUCCIÓN
Después del desastre de 1999 se construyeron en el estado Vargas una serie de obras de control
(canalizaciones y presas de retención de sedimentos) destinadas a mitigar la amenaza por aludes
torrenciales, que fueron complementadas por medidas no estructurales. Para programas de prevención
de este tipo, la elaboración de mapas de amenaza constituye una herramienta básica, tanto en la etapa
inicial de formulación como a lo largo de su implementación y seguimiento. Esos mapas se usan en
efecto, entre otros, para: a) identificar las áreas que pueden ser inundadas por los aludes; b) evaluar el
efecto de las obras de control existentes o propuestas sobre la amenaza; c) priorizar acciones; d) orientar
la reglamentación del uso del suelo; e) informar a las instituciones y a la población acerca de los peligros
existentes; f) determinar rutas de escape y sitios de refugio durante las emergencias. Para cumplir con
esas funciones, los mapas deben actualizarse periódicamente a fin de tomar en cuenta la evolución de las
cuencas, tanto en sus partes vegetadas como en sus partes urbanas, y el estado de las obras de control
para la mitigación de riesgos.
A tal efecto se elaboraron a partir del año 2000, en el marco del Proyecto AVILA coordinado por el
Instituto Geográfico de Venezuela Simón Bolívar (IGVSB), mapas de amenaza por aludes torrenciales,
movimiento en masa y sismos, en el valle de Caracas y el Litoral Vargas, áreas urbanas ubicadas
respectivamente en las vertientes sur y norte del Macizo Waraira Repano, llamado en aquel momento
Macizo Ávila. Esos mapas fueron elaborados antes de la construcción de las obras de control, y se usaron
principalmente para orientar la reglamentación del uso del suelo. En el caso de Vargas, no se usaron para
determinar las cuencas que requerían de atención prioritaria, visto que todas las cuencas se beneficiaron
por igual de obras, con excepción de la cuenca de Uria donde se decidió prohibir todo tipo de ocupación.
En el valle de Caracas, aunque los mapas realizados indicaran también una amenaza alta por aludes
torrenciales por parte de todas las quebradas provenientes del Waraira Repano, se construyeron
solamente, obras en algunas quebradas afectadas en 1999 (Catuche, Cotiza y Anauco). Un estudio más
reciente de prefactibilidad de obras de control de aludes torrenciales para toda esta vertiente retomó los
estudios de amenaza de los proyectos AVILA y CARACAS (un proyecto posterior donde los mapas se
elaboraron a una escala más precisa, IMF, 2006), y evaluó la vulnerabilidad estructural y el riesgo,
estimado mediante los daños potenciales en varios escenarios, para formular finalmente una propuesta
de una primera etapa de construcción de presas de retención aguas arriba del área urbana, destacando que
para reducir el riesgo a un nivel aceptable tendría que completarse por un redimensionamiento de las
obras de conducción urbanas.
En el estado Vargas, a pesar del tiempo transcurrido entre la construcción de las obras (2001-2008) y la
fecha actual (2020), no se ha efectuado por parte de las autoridades competentes la actualización de los
mapas de amenaza originales del proyecto AVILA, elaborados en el año 2001. Sin embargo algunas
evaluaciones puntuales de la amenaza remanente después de su construcción se han realizado por parte
de investigadores del Instituto de Mecánica de Fluidos de la Universidad Central de Venezuela (IMF-
UCV), siguiendo la metodología original del proyecto AVILA. El objetivo del presente artículo es
reseñar esos estudios y apoyarse en ellos para evaluar a partir de esos casos la eficiencia de las obras de
control construidas en reducir la amenaza, tanto en su estado original como en su estado actual.
Resumiremos primero cuales fueron la metodología y los resultados del proyecto pionero AVILA, y
luego cuales fueron las obras de control construidas en Vargas.
380
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
381
Capítulo III: Medidas Estructurales
canales deben tener la capacidad de transportar los sedimentos finos remanentes hasta el mar. El periodo
de diseño para los cálculos hidráulicos corresponde a una tormenta de 100 años de periodo de retorno.
Este periodo ha sido aplicado al parecer en todas las obras, excepto en Mamo, donde el canal se diseñó
para 50 años. Nótese sin embargo que en la mayoría de los proyectos no se efectuaron previamente a
los diseños estudios geológicos y geomorfológicos de las cuencas altas para evaluar la producción de
sedimentos, tanto en volumen como en características granulométricas y propiedades reológicas.
Por otra parte el periodo de diseño de 100 años corresponde a la “frecuencia media” de los mapas de
amenaza del Proyecto AVILA. En consecuencia, debe estar claro que según la definición de la amenaza,
después de la construcción de las obras seguirá probablemente existiendo una amenaza, eventualmente
alta, debida a eventos de mayor magnitud que el de diseño. Esta amenaza remanente se deberá enfrentar
mediante medidas no-estructurales, en especial por un ordenamiento adecuado del territorio amenazado.
382
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
383
Capítulo III: Medidas Estructurales
Figura 2. PREDERES- Mapas de amenaza de Mamo (izquierda), La Zorra (centro) y Tacagua (derecha).
Figura 3. Ubicación de las cuencas estudiadas por López y Sereno (2009) y Bello (2012).
384
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 4. Mapas de amenaza del río San José de Galipán en la zona urbana de Macuto: a) sin obras de mitigación
(Proyecto AVILA); b) con obras de mitigación.
385
Capítulo III: Medidas Estructurales
Figura 5. A la izquierda: vista satelital de la cuenca media y baja de Piedra Azul. A la derecha vista del área de
las presas. (Fuente: Google Earth).
Obras de Control
Las obras de control de torrentes construidas en la cuenca del río Piedra Azul consisten en una
canalización de 1.976 m de longitud, 2 presas cerradas y 3 abiertas, todas de gaviones construidas entre
el año 2002 y el año 2003 (Morassutti, 2010).
La canalización consta de tres tramos. El primero es de sección transversal trapezoidal con revestimiento
de enrocado, desde la descarga en el mar hasta el puente de la vialidad interna del Puerto de La Guaira.
El segundo tramo es de 362 m de longitud de sección rectangular revestido en concreto, de 19 m de
ancho y 3 m de alto. Por último, un tramo de 19 m de ancho con muros de gaviones de 4 m de altura, con
dentellón de protección y traviesas. La Figura 6 muestra el estado del segundo tramo del canal en el
momento del estudio.
En la Figura 5 se puede observar el área de las 3 presas del río Piedra Azul. La primera presa en el río
Piedra Azul está ubicada aguas arriba de la zona urbana y es del tipo cerrada con 5 m de altura y 65 m
de ancho. La segunda presa también es cerrada y tiene 4 m de altura y 77 m de ancho. Mientras que la
tercera presa es abierta con 4 m de altura y 78 m de ancho (López, Pérez-Hernández y Courtel, 2010).
En el momento del estudio las presas 1 y 2 estaban totalmente sedimentadas mientras que la presa 3
presentaba sedimentación parcial. Asimismo, aguas abajo de la presa 2 se había producido una fuerte
degradación del lecho.
En la Quebrada Dos Comadres o La Comadre, que es una afluente del río Piedra Azul, se construyeron
2 presas abiertas.
386
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 6. Vista de canalización del río Piedra Azul, aguas abajo de avenida Soublette (2010).
Figura 7. Río Piedra Azul. Hidrograma de caudal líquido y distribución de la concentración volumétrica de
sedimentos para crecientes de 10, 100 y 500 años de periodo de retorno.
387
Capítulo III: Medidas Estructurales
Debido al proceso de sedimentación de las presas y del canal, se simularon dos casos: 1) presas en las
condiciones presentes al momento del estudio en el año 2010, es decir canalización con abundante
vegetación y presa Nº 1 sedimentada; 2) presas y canal sedimentados.
Se ilustran a continuación los resultados con el detalle del cálculo para el Caso 1. Se simuló además un
escenario prospectivo donde se suponía una sedimentación total de las obras (Caso 2). En la Figura 8 se
presentan los resultados de las simulaciones efectuadas con el modelo FLO-2D para cada período de
retorno, en cuanto a profundidades máximas de flujo.
Figura 8. Río Piedra Azul. Profundidades máximas del flujo para los períodos de retorno de 10, 100 y 500 años
respectivamente (Caso 1).
En la Tabla 2 se muestran los resultados obtenidos en las simulaciones del río Piedra Azul para los
períodos de retorno de 10, 100 y 500 años.
Se presentan en la Figura 9a los mapas de amenaza correspondientes a tres condiciones: sin obras (mapas
originales del Proyecto AVILA), con obras en su condición del año 2010 (Caso 1) y con obras totalmente
colmatadas (Caso 2). Se aprecia la reducción importante de la amenaza gracias a las obras en estado casi-
original, que permiten una reducción de 72% del área de amenaza total. Las obras colmatadas reducen
poco el área total amenazada, pero disminuyen en algo el área de amenaza alta. La capacidad que pueden
tener presas de retención colmatadas para reducir la amenaza está analizada más en detalle en el estudio
de Sánchez (2018) relativo a la cuenca Camurí Grande, presentado más adelante.
Tabla 2. Río Piedra Azul - Resumen de resultados (Caso 1: Condiciones del año 2010).
Período de Retorno
Cuenca Río Piedra Azul unidad Tr = 10 años Tr = 100 Tr = 500
años años
Caudal máximo m3/s 141,23 413,43 574,44
Volumen total de hidrograma de entrada m3 1.385.771,15 3,750,460,32 5.187.755,54
Volumen total de entrada de agua + m3 1.769.751,44 4.913.191,07 7.129.599,99
sedimento
Área total inundada m2 79.943,28 150.118,38 246.045,64
Profundidades máximas de flujo en planicie m 0,09 0,1-0,47 0,06-1
Profundidades máximas de flujo en canal m 1,5-2 2,5-3,5 2,5-4
Velocidades máximas de flujo en planicie m/s 0,1-0,5 0,1-0,8 0,3-1,9
Velocidades máximas de flujo en canal m/s 2,44-4 7-9 9-12
388
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 9a. Rio Piedra Azul. Mapa de amenaza sin obras (izquierda), con obras en su condición del año 2010
(centro) (Caso 1) y con obras sedimentadas (Caso 2).
Obras de Control
En la cuenca de Quebrada Seca se proyectó una canalización dividida en dos tramos, la sección
transversal del primer tramo es rectangular con muros de gaviones, ancho base 7 m y altura 3 m. El
segundo tramo tiene sección trapecial y taludes revestidos con colchoneta de gavión de 7 m de ancho
base y 2,22 m de altura, seguidos de 8 diques transversales y finalmente una presa cerrada de 8 m de
altura con 3 mechinales de 33” de diámetro (Morassutti, 2010). Debido a los problemas de
desbordamientos constantes de la quebrada entre 1999 y 2005 que producían daños a las viviendas
aledañas y obstrucción de vías principales, se modificó el alineamiento del cauce y la presa se reubicó
389
Capítulo III: Medidas Estructurales
aguas arriba de la zona urbana, de dimensiones 8 m de altura hasta el vertedero y 10 m de altura total, tal
como se puede observar en la Figura 9b y Figura 10.
Figura 9b. Vista satelital de las cuencas media y baja de Quebrada Seca, y detalle del área de la presa (tomada
del Google Earth).
En el momento de una visita de campo realizada en 2011, la presa presentaba pocos sedimentos finos
retenidos y material grueso entre 10 cm y 50 cm de diámetro y mucha vegetación. Aguas abajo de la
presa se observaban sedimentos gruesos de gran tamaño. Además de la presa descrita, aguas abajo de
ésta se observaron 3 diques transversales construidos en gaviones de 4 m de altura aproximadamente que
se encontraban totalmente sedimentados y con gran cantidad de vegetación alrededor, que prácticamente
los cubren (Figura 10). El primer dique se ubica cerca de los campos de golf del Club Caraballeda; el
segundo dique está ubicado unos metros aguas arriba y está en ruinas. Mientras que el tercer dique
presenta daños estructurales en la base.
Figura 10. Quebrada Seca. Vista de la Presa 4 (2006) y de la canalización a la altura de los campos de golf
(Avenida Charama) donde se observa uno de los diques transversales construidos (2011).
390
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 11. Quebrada Seca. Hidrogramas de caudal líquido y distribución de la concentración volumétrica de
sedimentos para crecientes 10, 100 y 500 años de periodo de retorno respectivamente.
Tr = 10 Tr = 100 Tr = 500
Figura 12. Quebrada
años Seca. Profundidades máximas
añosdel flujo para 10, 100 y 500 años de período de años
retorno
respectivamente.
391
Capítulo III: Medidas Estructurales
En la tabla 4 se muestran los resultados obtenidos en las simulaciones de la cuenca para cada período de
retorno.
Tabla 4. Quebrada Seca. Resumen de resultados (condiciones del año 2011).
Período de Retorno
Cuenca Qda. Seca unidad Tr = 10 años Tr = 100 años Tr = 500 años
Caudal máximo m3/s 26,80 71,29 96,83
Volumen total de hidrograma de entrada m3 236.000 596.000 824.000
Volumen total de entrada de agua + sedimento m3 295.000 783.000 1.119.000
Área total inundada m2 16.191,89 17.554,74 178.620,86
Profundidades máximas de flujo en planicie m 0,05-0,16 0,04-0,24 0,07-1,91
Profundidades máximas de flujo en canal m 0,96-1,57 2,31-2,60 2,91-4,35
Velocidades máximas de flujo en planicie m/s 0,07-0,73 0,05-0,60 0,05-1,21
Velocidades máximas de flujo en canal m/s 3,07-4,22 4,73-6,26 4,55-5,41
Finalmente se generó el mapa de amenaza de Quebrada Seca y se dibujó sobre la topografía digitalizada,
como se muestra en la Figura 13, donde la comparación con el mapa de amenaza del Proyecto AVILA
permite apreciar la influencia considerable de las obras en la reducción de la amenaza (78%), debido a
que la presa tenía todavía para la fecha una gran capacidad de retención de sedimentos. Sin embargo no
la elimina completamente y persiste un área de amenaza media en las zonas cercanas al mar.
Figura 13. Quebrada Seca. Mapas de Amenaza, sin obras (izquierda) y con obras en su condición del año 2010
(derecha).
392
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
La cuenca urbana se encuentra ubicada en la urbanización Tanaguarena al este de Los Corales (Figura
14). En la Tabla 5 se presentan los caudales máximos para la cuenca del río Cerro Grande estimados por
CGR (2000) y empleados en este estudio.
Figura 14. Vista satelital de la cuenca media y baja del Río Cerro Grande y detalle del área de las presas
(Fuente: Google Earth).
Obras de Control
Para la cuenca del río Cerro Grande se construyó una canalización de 1.200 m de longitud con muros de
gaviones. El primer tramo es de 450 m de longitud desde los espigones de descarga al mar hasta el puente
de la avenida La Playa, y el segundo tramo tiene una longitud de 750 m hasta la primera presa de control.
Adicionalmente, se proyectaron 2 presas de control de tipo cerrada (Morassutti, 2010).
Se encuentran construidas dos presas cerradas de gaviones (Figura 14). La presa Nº 1, ubicada más aguas
abajo, tiene 3 m de altura de vertedero y 6 m de altura total, según mediciones aproximadas realizadas
en campo (Figura 16). En el momento del estudio en su vaso se encontraba una pequeña cantidad de
material fino retenido y rocas de 30 cm de diámetro aproximadamente. La presa Nº 2 de 9 m de altura
total y 6 m de altura a nivel de vertedero (Figura 17), se encontraba parcialmente sedimentada con
material fino. El contradique se veía fracturado. A lo largo de la canalización se observan rocas desde
10 cm hasta 100 cm de diámetro.
393
Capítulo III: Medidas Estructurales
394
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 18. Río Cerro Grande. Hidrogramas de caudal líquido y distribución de la concentración volumétrica de
sedimentos para crecientes de 10, 100 y 500 años de periodo de retorno respectivamente.
Una vez recopilados los datos, se procedió a montar toda la información en el modelo FLO-2D y se
realizaron las simulaciones para cada período retorno considerando las condiciones de la cuenca (año
2011) con canalización y presa con poca vegetación. En la Figura 19 se presentan los resultados obtenidos
de profundidades máximas de flujo para los períodos de retorno de 10, 100 y 500 años.
Figura 19. Río Cerro Grande. Profundidades máximas del flujo para 10, 100 y 500 años de período de retorno
respectivamente.
A continuación, en la Tabla 6 se muestra un cuadro resumen con los resultados obtenidos de la simulación
de la cuenca para los distintos períodos de retorno.
395
Capítulo III: Medidas Estructurales
En otro escenario se simularon las obras totalmente sedimentadas. Los mapas de amenaza
correspondientes al Proyecto AVILA y a los 2 casos estudiados se presentan en la Figura 20. Se aprecia,
al igual que en Piedra Azul, una rebaja considerable de la amenaza (76%) por parte de las obras en su
estado casi original, sin llegar a una eliminación total. En cuanto a las obras sedimentadas se evidencia
que todavía tienen una capacidad para rebajar la amenaza.
Figura 20. Cerro Grande. Mapas de Amenaza, sin obras (izquierda), con obras en su condición en el año 2010
(centro), y con presas sedimentadas (derecha).
El estudio señala que en esta cuenca, al igual que en las anteriores, la capacidad de retención de las presas
es netamente insuficiente para retener el flujo de sedimentos, basado en las estimaciones del estudio
hidrológico de Córdova y González (2003), tal como se puede ver en la tabla 7. Nótese que en esta
cuenca, al igual también que en las anteriores, se han producido cambios en los proyectos originales, los
cuales han disminuido la eficiencia del sistema de retención (Bello y López, 2010).
La cuenca Camurí Grande, de 42,6 km2, está conformada por el río Camurí y el río Migueleno, que
confluyen antes de su desembocadura en el mar Caribe, ver Figura 21. Los ríos Camurí y Migueleno
nacen el Parque Nacional El Ávila, con una cota máxima de 2.200m sobre el nivel del mar, zona de
pendiente promedio de 15 % y confluyen en el abanico aluvial con una pendiente promedio de 2,5 %.
La parte baja de la cuenca está ocupada desde los años 60 por viviendas, instituciones educativas y
desarrollos recreacionales. Fue afectada en el evento de aludes torrenciales registrado en 1999, que tuvo
un período de retorno estimado de 500 años (Caudal líquido máximo estimado, 880 m³/s) cuyas
estimaciones de sedimentos aportados van desde 1.263.500 m3 (Ishikawa, 2001) hasta 2.225.500 m3
(C.G.R., 2000). De nuevo, en menor medida, fue afectada por otro evento en el año 2005, cuyas lluvias
fueron registradas en la estación pluviométrica “Naiguatá”. Se estimó un caudal líquido máximo de
330 m3/s. Previamente, en el año 1951, también había sido afectada por un evento similar, pero en ese
396
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
397
Capítulo III: Medidas Estructurales
La influencia de esas obras sobre la seguridad de la zona baja se evaluó mediante la aplicación del modelo
matemático bidimensional RiverFlow2D, un modelo hidrodinámico de volumen finito (Hydronia, 2015)
que para el momento del estudio de Cerro Grande no había sido aplicado en modelaje del fenómeno de
aludes torrenciales en Venezuela. Las ventajas de este modelo radican en su gran adaptación a entornos
complejos debido al uso de mallas triangulares no estructuradas de alta resolución, su estabilidad y
precisión numérica, el uso de un motor computacional optimizado para simulaciones más rápidas, la
posibilidad de incluir estructuras hidráulicas, la posibilidad de reproducir procesos de erosión-
deposición, la salida de animaciones y gráficos en 3D incluyendo Google Earth, entre otras ventajas. En
este estudio se usó la plataforma libre QGIS como interfaz gráfica (QGIS, 2019).
398
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
combinación ponderada de las intensidades de los tres eventos. La calibración se efectuó con el evento
ocurrido entre el 7 y el 10 de Febrero de 2005, para el cual se disponía de registros pluviométricos
continuos de la estación “Naiguatá”. Se desarrolló el transito hidrológico para obtener los hidrogramas
líquidos de la crecida mediante el modelo matemático HEC-HMS (USACE, 2016) y la estimación del
hidrograma total (agua + sedimentos) con base en registros del evento e información de campo. Así
mismo, se realizó una recopilación de datos de campo para desarrollar el escenario de calibración,
incluyendo una encuesta a testigos del evento donde se registró, entre otras cosas, las profundidades
máximas alcanzadas por el flujo. Los resultados de la calibración fueron satisfactorios.
La malla contó con 93.337 elementos triangulares, con un tamaño promedio de 5 m de lado. Como
condiciones aguas arriba, se emplearon hidrogramas de agua y sedimentos para períodos de retorno (Tr)
de 10,100 y 500 años (C.G.R.,2000). Aguas abajo, se estimaron niveles de marea con base en las
predicciones de alturas horarias para el puerto de La Guaira, estado Vargas (IGSB, s.f.).
Se aplicó el módulo ST (Transporte de sedimentos) para evaluar la deposición en las obras de retención,
lo que permitió estimar la reducción de la concentración volumétrica del flujo pasante. En la Figura 23
se presentan los resultados de la simulación de retención en las presas para un evento de período de
retorno de 100 años, Escenario 3. Se muestran perfiles del lecho en diferentes momentos del hidrograma.
Las presas vacías retienen el 40%, 23% y 18% de los sedimentos para periodos de 10, 100 y 500 años,
respectivamente. Para el mismo caso (Tr = 100 años) en el Escenario 4, se evidencia una retención de
sedimentos cercana al 50% del sedimento retenido en el Escenario 3, lo que indica que las presas a pesar
de estar llenas al comienzo del evento y estar aproximadamente en sus condiciones de equilibrio, llegan
a retener temporalmente un volumen adicional. Luego, en el área urbana se aplicó el módulo MD (Flujos
de barro y de detritos), haciendo uso de la formulación reológica cuadrática (IMF, 2002) y considerando
una modificación del fondo del canal basada en una simulación previa con el módulo ST.
Figura 23. Resultados de la simulación de la retención de sedimentos en las presas vacías, Escenario 3,
Tr=100 años.
399
Capítulo III: Medidas Estructurales
Los resultados evidencian que las obras en su estado original disminuyen considerablemente la amenaza,
en especial de la amenaza alta, reducida en 66%, pero no la eliminan totalmente. El rol del canal es
preponderante en la reducción de la amenaza, aunque está limitado por la baja capacidad de su tramo
final, su mal estado y la existencia de un puente susceptible a obstrucciones en casos de arrastre de
material flotante de gran tamaño, tal como ocurrió en 2005.
400
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Las simulaciones comprueban por otra parte que las presas llenas tienen todavía una capacidad de
retención adicional temporal de sedimentos. Las diferencias entre las superficies amenazadas son pocas
entre los escenarios 3 y 4, debido a que en el evento de 500 años las diferencias entre los volúmenes
retenidos no generan cambios en la clasificación de la amenaza. Sin embargo, las diferencias son más
notables si se consideran las intensidades del evento centenario en los dos escenarios. La retención de
sedimentos, aunque sea parcial, disminuye la intensidad del flujo en la planicie de inundación (abanico
aluvial), y permite reducir la sedimentación del canal, y por ende su desbordamiento. Con el objetivo de
bajar más aún el nivel de amenaza, el estudio reseñado recomienda en lo inmediato la extracción del
material acumulado en las presas y el mejoramiento de la capacidad del tramo final del canal. Luego
propone continuar con estudios que incluyan una estimación más precisa de los sedimentos disponibles
en la cuenca (laderas y lechos de los ríos), así como el análisis de la conveniencia de un aumento de la
capacidad de retención de las presas existentes o de la construcción de presas nuevas, incluyendo presas
abiertas de tipo rastrillo aguas arriba de las existentes que retengan los sedimentos de mayor tamaño
(peñones, troncos de árboles) para evitar la obstrucción del puente y los daños por impacto en el área
urbana. Adicionalmente, la amenaza residual debido a eventos con periodos de retorno mayores de 100
años deberá enfrentarse por medios no estructurales.
CONCLUSIONES Y PROPUESTAS
Se presentan a continuación algunas conclusiones en cuanto a la eficiencia de las obras de control
construidas en el estado Vargas para reducir la amenaza por aludes torrenciales Se formulan luego
algunas propuestas para restablecer y mejorar el nivel de protección mediante obras de control,
propuestas válidas para todo el estado Vargas, asumiendo de alguna manera que las 8 cuencas reseñadas
son representativas de las 25 cuencas existentes en la zona central de Vargas.
Eficiencia de las obras originales. Cuando ha sido posible la comparación “sin obras” y “con obras”
(nuevas o en buen estado) los estudios han concluido a una reducción muy notable de la amenaza. Las
canalizaciones parecen jugar un papel tan o más importante que las presas. Sin embargo los estudios
muestran que las obras, aun originales, no eliminan totalmente la amenaza. En primer lugar, es lógica la
existencia de una amenaza remanente después de la construcción de las obras, debido a la definición de
la amenaza vigente en Venezuela, que toma en cuenta eventos de 500 años de periodo de retorno, los
cuales superan el periodo de diseño de las obras (100 años). Intervienen también, en varios casos, otros
aspectos, tales como la construcción incompleta de la serie de obras previstas en los proyectos, o la
modificación de los diseños originales.
Eficiencia de las obras en su estado actual. En las fechas de elaboración de los estudios reseñados era
incipiente la sedimentación de las obras y su invasión por la vegetación, así que esos factores influyeron
poco en la variación de la amenaza. Sin embargo este tipo de deterioro ha progresado mucho desde
401
Capítulo III: Medidas Estructurales
entonces, hasta el punto que la mayoría de las presas están ahora casi colmatadas e invadidas por la
vegetación. Se han acentuado también los daños estructurales señalados en diques, contradiques y
canales, y la erosión al pie de las presas. Incluso en un caso (Qda. Seca) después del colapso de la presa
principal no existe actualmente capacidad de retención de sedimentos. Se puede presumir entonces que
la eficiencia de las obras ha seguido disminuyendo después de los estudios reseñados.
Eficiencia de las obras totalmente colmatadas. Algunos de los estudios reseñados examinaron la
influencia en la amenaza de las presas totalmente colmatadas, una referencia importante, visto que esta
condición podría ser la condición final de todas, si siguen sin mantenimiento. Un resultado notable de
las simulaciones numéricas es que las presas, aún colmatadas, tendrían una capacidad adicional de
retención de sedimentos durante los eventos extremos, debido al incremento temporal de la pendiente
aguas arriba de los diques, lo que se traduciría por una reducción de la amenaza con respecto a la
situación sin obras.
Propuestas. De todo lo anterior se puede concluir que existe un gran desconocimiento de la amenaza
real existiendo actualmente en Vargas, en un momento cuando se está produciendo la reocupación, e
incluso la densificación, de las áreas afectadas en 1999. Es por lo tanto necesario y urgente la
actualización de los mapas de amenaza de todas las cuencas urbanas, lo que supone previamente generar
o actualizar la información relativa a: a) la producción de sedimentos de las cuencas altas durante eventos
extremos; b) las obras existentes (estado original, estado actual); c) las nuevas características del área
urbana.
Se propone proseguir luego con una caracterización de la vulnerabilidad de los elementos actualmente
expuestos, para finalmente evaluar el riesgo actual en Vargas. Esa evaluación sentaría las bases para la
elaboración de un Plan Maestro de rehabilitación y ampliación de las obras de control, así como la
definición de medidas no-estructurales. Permitiría igualmente completar o actualizar los diferentes
instrumentos de ordenación territorial, los cuales deberían servir de marco para la reocupación de las
áreas afectadas.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
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403
Capítulo III: Medidas Estructurales
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404
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Enrique Luque (1), Jimmy Gomes (2), José Luis López (3)
(1)
Escuela de Ingeniería Mecánica, Facultad de Ingeniería, UCV. luquev14@gmail.com
(2)
Escuela de Ingeniería Mecánica, Facultad de Ingeniería, UCV. jimmy74848@hotmail.com Instituto de
(3)
Mecánica de Fluidos, Facultad de Ingeniería, UCV. lópezjoseluis7@gmail.com
RESUMEN
Tomando en cuenta el carácter crónico-recurrente que tienen los aludes torrenciales y sus catastróficos
efectos en zonas densamente pobladas del país, se diseñó y construyó un micromodelo físico de tipo
didáctico que facilita, a través de la experimentación, la enseñanza al público en general sobre los
fenómenos torrenciales y sus medidas de mitigación. El modelo reproduce adecuadamente los procesos
de transporte, erosión y deposición de sedimentos que ocurren en la garganta y el abanico aluvial de un
cauce torrencial, así como los efectos de diversos tipos de presas, cerradas o abiertas, para retener y
separar las diferentes fracciones del arrastre sólido, cumpliendo con el propósito de proteger a la
población asentada aguas abajo. El modelo permite visualizar procesos físicos que son muy difíciles de
observar en la naturaleza y que son usualmente invisibles para el ser humano. La portabilidad del modelo
y la posibilidad de realizar ensayos in situ lo convierten en un instrumento didáctico muy poderoso para
educar y concientizar, tanto a la población como a las autoridades gubernamentales, sobre los flujos
torrenciales y sus medidas de mitigación.
ABSTRACT
Taking into account the recurrence of debris flows and its catastrophic effects in our country, a small-
scale physical model (micromodel) of didactic character has been designed and constructed to facilitate,
trough experimentation, the learning processes of torrential flows and mitigation measures. The model
reproduces satisfactorily the process of erosion, sediment transport and deposition in the canyon and
alluvial fan of a torrent and the impact of using different sediment control dams to regulate the debris
flow, in order to protect the urban settlements downstream. The model allows visualizing physical
processes that are difficult to observe in nature. The portability of the model and the possibility of
performing in situ experiments make it a powerful tool to educate and contribute to preparedness of
communities and government institutions.
405
Capítulo III: Medidas Estructurales
INTRODUCCIÓN
Las lluvias extraordinarias y consecuentes aludes torrenciales que ocurrieron en el estado Vargas en
Diciembre de 1999, causaron el peor desastre de origen hidrometeorológico que haya ocurrido en nuestro
país. Tuvo que suceder este evento trágico para que adquiriéramos conciencia de la gran cantidad de
desarrollos urbanos que se han asentado en zonas de alto riesgo, constituidas por las faldas de la montaña
y los abanicos aluviales de las quebradas, siendo estas zonas propensas a inundación de tipo torrencial.
De nada valieron los antecedentes de eventos anteriores, los más recientes ocurridos en los años 1938,
1948 y 1951 en el estado Vargas, muy bien documentados en los videos de Bolívar Films, así como en
fotografías aéreas y en libros de la época, tal como el trabajo de Rohl (1949). La conclusión obvia es que
no se aprendieron las lecciones del pasado y el hombre reconstruyó el riesgo al desastre al ocupar las
riberas, gargantas y los valles y abanicos aluviales de los cursos torrenciales o quebradas que bajan del
Ávila, tanto en el estado Vargas, como en el valle de Caracas.
406
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
diferentes tipos de presas construidas en el Estado Vargas para retención y control de los aludes
torrenciales (López, 2010).
Las presas de ranura pueden tener una o varias aberturas que alcanzan la cresta del vertedero y pueden
extenderse hasta el lecho. Las presas de ventana están provistas de aberturas rectangulares o circulares
en el cuerpo del dique, debajo de vertedero. Las presas de rastrillo consisten en una serie de elementos
verticales, perfiles de acero, tubos o columnas de concreto, encajados en una zapata de concreto. Las
presas de enrejado están formadas por una retícula de perfiles de hierro, concreto armado o tubos de
acero, anclados en el fondo y lateralmente. Recientemente, se han comenzado a utilizar también presas
constituidas por mallas flexibles de redes de anillos de acero, tipo Geobrugg, las cuales se han
experimentado en Suiza y Perú con resultados satisfactorios.
Dependiendo del tamaño de las aberturas, las presas abiertas cumplen la función de filtrar los sedimentos,
ramas y troncos de árboles, o de dosificar el transporte de sedimentos aguas arriba. Si la abertura es
estrecha, la dosificación del transporte ocurre por medio del remanso hidráulico que se genera arriba de
la presa. Si las aberturas son grandes, o si la presa es del tipo mallado, la retención se produce por la
acción mecánica de filtro que ejerce la malla. La selección del tipo de presa a usar para el control de los
sedimentos depende en buena medida del tipo de flujo o alud torrencial que se pueda generar en la cuenca.
Por ejemplo, los flujos de detritos exigen la construcción de presas abiertas ranuradas en el cañón del
torrente para remover los grandes clastos de la matriz del flujo. Los flujos de barros, donde predomina
el material fino (arenas, limos y arcillas), por otro lado requieren de la construcción de presas cerradas,
abiertas con ventanas, o de lagunas de sedimentación para almacenar los arrastres sólidos y reducir las
concentraciones del flujo.
En nuestro país, debido al aumento en la frecuencia de ocurrencia de deslaves y aludes torrenciales
durante los últimos años, se ha incrementado la construcción de estas obras para darle una protección
adecuada a las poblaciones asentadas en las faldas y valles de las montañas. En el estado Vargas, entre
los años 2000 y 2008, fueron construidas 63 presas de retención de sedimentos, de diferentes tipos
(cerradas y abiertas) y materiales (gaviones, concreto, y acero) (Figura 1) (López, 2010; López, 2020).
407
Capítulo III: Medidas Estructurales
(Davinroy, 1999). Su uso también se ha aplicado para estudios en ingeniería de costas (Vryonidi, 2011).
Los micromodelos tienen la ventaja de que son más económicos y pueden ser una alternativa cualitativa
flexible a los más grandes modelos que requieren de grandes espacios y mayores costos para la
experimentación.
c) Presa de ranuras (concreto) en Naiguatá. d) Presa de rastrillo (concreto) en río San Julián.
e) Presa de rastrillo (acero) en Qda. Tacagua. f) Presa de malla flexible en Qda. Osorio.
Figura 1. Vista de seis (6) diferentes tipos de presas de retención de sedimentos construidas en el Estado
Vargas.
408
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
EL MICROMODELO DIDÁCTICO
La idea de un micromodelo hidráulico es predecir cualitativamente la respuesta esperada de un sistema
fluvial. En el caso que tratamos en esta investigación, la idea es reproducir la respuesta de un río de
montaña a la ocurrencia de un alud torrencial y el impacto a la construcción de presas de retención de
sedimentos.
La topografía del modelo se inspiró en la cuenca del río Cerro Grande, en Tanaguarena, una de las
cuencas afectadas por los deslaves de 1999 en el estado Vargas. La Figura 2 muestra una comparación
de fotografías aéreas antes (1998) y después (1999) de los aludes torrenciales en Tanaguarena. Se muestra
solamente el tramo inferior de la cuenca conformado por la garganta y el abanico aluvial. La garganta es
la parte estrecha al final de la cuenca receptora donde se concentran los flujos y predomina el transporte
de sedimentos. El abanico aluvial es un área de pendiente suave a la salida de la montaña, donde
predomina la sedimentación. Los flujos torrenciales de diciembre de 1999, con su carga extraordinaria
de sedimentos, no pudieron ser transportados a la salida de la montaña y obstruyeron el cauce principal,
provocando el desborde y la creación de varios ramales de flujo que escurrieron por las calles de la
población, depositando los sedimentos e incluso ganándole nuevas tierras al mar, tal como se observa en
las foto derecha de la Figura 2. La panorámica de la Figura 3 muestra las cicatrices de los deslizamientos
en las colinas circundantes y la extensión de la zona de sedimentación, identificada por los colores claros
en las fotografías.
Diciembre 1999
Marzo 1999
Diciembre 1999
Figura 2. Comparación de fotografías aéreas antes (Marzo 1999) y después (Diciembre 1999) de los aludes
torrenciales de diciembre de ese año en el río cerro Grande en Tanaguarena.
409
Capítulo III: Medidas Estructurales
Abanico
Garganta aluvial
1. Diseño conceptual
En esta fase se establecieron, a partir de los objetivos establecidos y la revisión de bibliografía, las
limitaciones y los criterios a priori de diseño, que se resumen a continuación:
El Micromodelo debía ser transportable usando los medios propios (vehículos) del IMF,
por lo que se decidió limitar el tamaño del modelo físico a 1,6 x 0,8 x 0,8 m;
En base a observaciones de campo, la relación entre las pendientes de la garganta y el
abanico aluvial de la cuenca a representar debía estar entre 2 y 4;
La cuenca seleccionada debía haber sufrido eventos de aludes torrenciales y se debía
contar con datos suficientes de la misma y de estos eventos.
410
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 4. Cuenca del tramo inferior del río Cerro Grande, mostrando ubicación de cortes transversales en la
garganta y abanico aluvial en la urbanización Tanaguarena, estado Vargas (Google Earth).
Teniendo el espacio disponible para representar (1,6 x 0,8 x 0,8 m) y el espacio a representar se buscaron
escalas apropiadas:
1000 m/1,6 m = 625 y 500 m/0,8 m = 625
Con el objeto de facilitar el manejo de las escalas se elige una escala de 1:600 en el plano horizontal, así:
600 x 1,6 m = 960 m y 600 x 0,8 m = 480 m
Para mantener un rango de relación de pendientes acorde con lo planteado anteriormente (entre 2 y 4) se
escogió una distorsión horizontal-vertical de 6, quedando esta escala en 1:100.
Se midieron las cotas en seis puntos del río, así como la distancia entre sí y se calcularon las pendientes
en diversas unidades los resultados se presentan a continuación (Tabla 1):
Donde:
X: es la distancia medida perpendicular al río desde la esquina NO.
411
Capítulo III: Medidas Estructurales
412
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
70
60 Abanico Garganta
S = 10 % S = 30 %
50
Elevación (cm)
40
30
20
10
0
0 50 100 150 200
Distancia (cm)
Figura 5. Perfil longitudinal del cauce en el micromodelo. La pendiente del canal en la garganta es de S
= 30% y en el abanico aluvial es de S = 10%.
Un enfoque similar se usó para conseguir el perfil del terreno más allá del cauce del rio. Se encontró que
el ancho promedio del canal del río Cerro Grande, en el tramo de estudio, era de aproximadamente 35
m. Al llevarlo a la escala horizontal este queda de la siguiente manera:
35 m/600 = 0,058 m, que se aproximó a 0,06 m.
Considerando que la altura de las presas está entre 4 y 7 m, se le dio al canal una profundidad de 4 m,
que al llevarlos a la escala vertical de 1:100 se representaron como 4 cm. Con el objeto de facilitar la
construcción se tomó el fondo del canal de un ancho de 2 cm (que no se encuentra fuera de escala al
representar 12 m) con una pendiente del talud de 0,5 m en la horizontal por 1 m en la vertical. El canal
se representa con sus dimensiones en la Figura 6.
413
Capítulo III: Medidas Estructurales
cuenca ha sufrido algunas modificaciones para resaltar aspectos importantes de un torrente en general.
Una vez definida una malla con la forma de la topografía se procedió a cortar con planos horizontales
con una diferencia de cota de 2 cm entre sí. Las curvas resultantes de las intercepciones de la malla y de
estos planos (curvas de nivel) fueron rebatidas sobre un plano horizontal, consiguiéndose así un plano
con las curvas de nivel cada 2 cm de cota. Estos planos se usaron como plantillas para crear el modelo,
usando láminas de anime de 2 cm de espesor. Los resultados de estas acciones se presentan en las figuras
7 y 8.
Figura 8. Vista del modelo preliminar en su etapa de construcción. Izquierda: modelo de la topografía en anime;
Derecha: modelo construido en masilla.
4. Ensayos preliminares
Sobre el modelo preliminar se realizaron ensayos cuantitativos (caudal, velocidad, profundidad del canal)
y cualitativos (comportamiento del sistema usando distintos tipos de presas) para determinar el caudal y
el coeficiente de rugosidad de Manning para el diseño del modelo definitivo.
La medición de caudal (Q) fue realizada usando un recipiente de volumen conocido y un cronometro
para determinar el tiempo de llenado del mismo; la velocidad (V) se midió cronometrando el tiempo de
recorrido de una partícula flotante desde la entrada al canal hasta la descarga y la profundidad (h) se
midió a lo largo del canal con una sonda de madera. Las mediciones se realizaron diez veces cada una y
414
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
se promediaron los resultados. Estos valores fueron usados en la Ecuación de Chezy-Manning para
determinar el coeficiente de Manning (n). La Tabla 4 resume los resultados obtenidos en estos ensayos.
Por otro lado, se usaron presas provisionales (ranurada, de ventana, de vertedero rectangular) construidas
en anime para probar los comportamientos presentados por el flujo con sedimentos al encontrarse con
estas. En estos ensayos, el flujo se comportó de acuerdo a lo esperado.
El sistema hidráulico se concibió como un sistema de dos recipientes, conectados por tuberías e
impulsado por una bomba centrifuga, el recipiente superior al ser rebalsado suministraría de agua al
modelo. Es importante que la tubería de descarga al modelo nunca se llene y actué como un vertedero
circular, de esta manera garantizaríamos que el agua en el modelo caería solo por la acción de la gravedad.
Usando la ecuación de Azevedo y Acosta (1993) para vertederos circulares, se definió un diámetro de
0.0254m (1 pulgada) para esta tubería. A raíz de esto, se extendió la decisión de usar un diámetro de
0.0254m para todas las tuberías del sistema. El recipiente inferior se dimensionó en 15L, y se le adicionó
un filtro de 1 mm de apertura para evitar que los sedimentos entrasen en él. Se calculó la altura de bombeo
necesaria para el sistema y se seleccionó una bomba de ½ HP de potencia, que, aunque excedía con
creces los requerimientos, era la opción más económica disponible en el mercado. La Figura 10 muestra
un esquema del sistema hidráulico diseñado.
415
Capítulo III: Medidas Estructurales
Figura 10. Vista superior (izq.) y lateral (der.) del sistema hidráulico.
El diseño del sistema de presas de retención de sedimentos se hizo en una secuencia comenzando aguas
arriba con una presa ranurada, seguida de una presa de ventana y finalizando con una presa cerrada
provista de un vertedero rectangular. Para el diseño de la primera se usó el ancho del canal como ancho
de la ranura. La de ventana y la de vertedero rectangular fueron calculadas usando los modelos de
“orificio rectangular sumergido” y “vertedero rectangular con contracciones”. Para la forma del lado en
contacto con el modelo físico, se hicieron formas de arcilla en lugares seleccionados a lo largo del canal.
Estas formas se usaron para hacer un molde de yeso, que finalmente se usó para construir las presas en
masilla moldeable. La Figura 11 muestra las dimensiones de las distintas presas.
Figura 11. Modelo digital de presas, mostrando de izquierda a derecha: presa ranurada, presa de ventana y presa
cerrada de vertedero rectangular.
Para la selección de los tamaños de sedimentos apropiados se usaron como guías los criterios de
movimiento incipiente de Shields y de Aguirre-Pe y Fuentes, que determinan el diámetro crítico de una
partícula de sedimento para unas condiciones dadas de velocidad, pendiente y altura de flujo (López y
Falcón, 1999). La Tabla 5 presenta los resultados obtenidos para cada tramo del modelo.
416
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Tabla 4. Diámetro crítico (Dcr) de acuerdo a los criterios de Shields y Aguirre-Pe y Fuentes.
Con estos datos, se prepararon tres muestras de sedimentos que cumplen aproximadamente con los
criterios de movimiento incipiente dados en la Tabla 5. Las curvas granulométricas se presentan en la
Figura 12 y sus diámetros típicos en la Tabla 6.
La Figura 13 presenta dos vistas del micromodelo en su versión final una vez completada su construcción,
observándose la garganta, parte del abanico aluvial, el tanque de almacenamiento y la presa de ventana.
Figura 5. Curvas granulométricas de las muestras de sedimentos usadas en los ensayos experimentales.
417
Capítulo III: Medidas Estructurales
Tabla 7. Resultados de los ensayos experimentales para determinar la capacidad de transporte (Qs) en el abanico
aluvial del micromodelo.
Tabla 8. Resultados de los ensayos experimentales para determinar la capacidad de transporte (Qs) en la garganta
del micromodelo.
418
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Se calculó también la capacidad de transporte en ambas secciones del canal (garganta y abanico) usando
las ecuaciones de Meyer-Peter-Muller, Engelund-Hansen, y Schoklitsch (López, 1997). Los resultados
se muestran en la Tabla 10.
La comparación entre valores medidos y teóricos (calculados por las fórmulas) se indica en el gráfico de
la Figura 14. Se observa una gran diferencia entre ellos, siendo la fórmula de Schoklitsch la que más se
aproxima a los valores medidos. Sin embargo hay que tomar en cuenta que las ecuaciones no están
diseñadas para usarse en un micromodelo sino en corrientes reales, y es conocido el hecho de que en los
cálculos de capacidad de transporte de sedimentos en ríos se presentan con regularidad divergencias de
hasta 20 veces la magnitud del caudal sólido medido. El criterio de Schoklistch tiene una relación con el
caudal medido de prácticamente la mitad, para la pendiente de 0,3, y es prácticamente la misma en la
pendiente de 0,1, lo que en el marco de lo dicho anteriormente indica que se tiene una buena
aproximación con este criterio.
Tabla 10. Capacidad de transporte calculada teóricamente en la garganta (S = 0.3) y en el abanico aluvial (S =
0,1).
Capacidad de
Criterio
Transporte (g/s)
S = 0,3 S = 0,1
Meyer-Peter 23,24 3,81
Scholklitsch 52,52 9,64
Engelund-Hansen 8,68 0,73
419
Capítulo III: Medidas Estructurales
7. Maquetería
Con el objeto de hacer el modelo lo más representativo posible, se introdujeron elementos de maquetería,
tales como cubierta de grama, edificios, casas, puentes, carreteras y vehículos, manteniendo la escala en
la medida de lo posible. La Figura 15 muestra una vista desde aguas abajo de los elementos principales
incorporados en el micromodelo.
Figura 15. Vista del abanico aluvial y la garganta del torrente mostrando los elementos de maquetería
incorporados en el micromodelo en conjunto con las tres presas de retención de sedimentos.
8. Ensayos experimentales
Con el objetivo de mostrar la capacidad del micromodelo para simular el fenómeno de aludes torrenciales
y los efectos que tienen las presas en proteger a la población aguas abajo, se describen a continuación
algunos de los ensayos realizados.
Caso 1: Alud torrencial sin la presencia de presas de retención.
El alud torrencial se simula suministrando en el extremo aguas arriba del modelo una sobrecarga de
sedimentos por encima de la capacidad de transporte del canal. Se usan 5 kg de sedimentos de una
muestra granulométrica tipo 3, la cual se suelta gradualmente en el canal. El caudal líquido es constante
e igual a 0,12 l/s. El flujo entonces no puede transportar toda la carga de sedimentos y lo deposita en el
abanico aluvial, obstruyendo el cauce, ayudado también por la presencia del puente que constituye una
restricción vertical al flujo. La obstrucción genera el desborde de los flujos de agua y sedimentos
inundando las zonas aledañas y causando daños en las viviendas del abanico aluvial. La Figura 16
muestra algunos resultados de este ensayo, así como una comparación cualitativa con el evento de aludes
torrenciales que tuvo lugar en una de las cuencas de Vargas el año 1999. Se observa similitud en los
procesos de sedimentación y obstrucción del cauce en las cercanías del puente.
420
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 16. Similitud entre el micromodelo y la realidad. Arriba: resultados de la simulación en el micromodelo
de un alud torrencial sin la presencia de obras de control (presas). Abajo: imágenes de los efectos del alud torrencial
ocurrido en Camurí Grande, Edo. Vargas, el año 2005, cuando todavía no se habían construidos las presas.
421
Capítulo III: Medidas Estructurales
Figura 17. Ensayos con presa cerrada. Izquierda: retención de sedimentos y colmatación del cauce aguas arriba
de la presa. Derecha: al aumentar el caudal líquido, simulando la ocurrencia de otra crecida extraordinaria, los
sedimentos son arrastrados y depositados aguas abajo, creando una situación similar al caso anterior (sin presas).
Figura 18. Ensayo con presa de ventana mostrando la capacidad de la estructura para filtrar los sedimentos
arrastrados por la corriente, atrapando los más gruesos y dejando pasar los más finos.
422
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 19. Similitud en los procesos de retención de sedimentos por una presa abierta del tipo ranurada. Izquierda:
resultados del ensayo en el micromodelo. Derecha: vista de la acumulación de sedimentos aguas arriba de la presa
de Camurí Chico por los aludes torrenciales de febrero del 2005.
423
Capítulo III: Medidas Estructurales
Figura 20. Resultados del ensayo de un alud torrencial con la presencia de un sistema integrado de tres presas que
retienen los sedimentos mediante un proceso de filtrado de acuerdo a su tamaño, protegiendo a la zona urbana
ubicada en el abanico aluvial.
SINTESIS Y CONCLUSIONES
2. El micromodelo reproduce dos partes fundamentales de una cuenca torrencial: la garganta del
torrente y el abanico aluvial, y está inspirado en la cuenca del río Cerro Grande en Tanaguarena,
estado Vargas. Tiene unas dimensiones de 1,6 m de largo, 0,80 m de ancho, y 1,20 m de altura,
cuyo tamaño es adecuado para ser trasladado en una camioneta grande tipo Pick-Up. Para
reproducir la topografía se modeló una concha de fibra de vidrio colocada sobre un cajón de
madera. Se utilizó un sistema de recirculación impulsado por una bomba centrífuga, que
suministra agua al modelo rebalsando un tanque ubicado adecuadamente. Las tuberías de este
sistema son de PVC (ϕ 1”) y los tanques están fabricados de acrílico.
3. El micromodelo consta de dos módulos: a) un primer módulo que incluye el modelo físico en
escalas de 1:600 en el plano horizontal y de 1:100 en el plano vertical, con su carro de transporte
y una parte del sistema de tuberías (de medidas máximas plegado 160 x 80 x 70 cm) provisto de
un tanque de descarga, y b) un segundo módulo (60 x 20 x 60 cm) que contiene un tanque de
almacenamiento que usa una bomba para hacer circular el agua. Estos se juntan entre ellos usando
un acople de tuberías de fácil instalación y remoción.
424
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
4. El canal del torrente se representa con una sección que se aproxima a un trapecio de 2 cm de
ancho base, y 4 cm de altura, con una pendiente de talud de 0,5 en la horizontal por 1 en la vertical.
Siguiendo principios de similitud hidráulica entre el modelo y el sistema real, las pendientes
longitudinales del lecho del cauce fueron fijadas en 0,3 m/m y 0,1 m/m en el cañón o garganta y
en el abanico aluvial, respectivamente. Se determinó un caudal de operación normal que oscila
entre 0,11 y 0,12 lps, con un máximo de 0,24 lps.
5. Dados los valores de caudal de agua y pendiente del lecho, se calculó el diámetro crítico de los
sedimentos en cada tramo del cauce, usando el criterio de Shields y el criterio de Aguirre-Pe y
Fuentes, obteniéndose que el diámetro para el abanico aluvial es de 4,3 mm y 7 mm, y para la
garganta es de 13,4 mm y 9 mm, respectivamente.
6. Para simular el arrastre del material sólido, se usaron 3 muestras de sedimentos con valores de
diámetro variando entre 1 y 10 mm, en el rango de las arenas gruesas y las gravas finas, cuyas
curvas granulométricas se determinaron en el laboratorio; la masa total de sedimentos usada en
los ensayos fue de aproximadamente 5 Kg.
8. Se realizaron ensayos demostrativos para los casos de alud torrencial sin presas, con presa
cerrada, con presa abierta del tipo ranurada, con presa abierta de ventana y con un sistema
estructurado conformado por las tres presas actuando simultáneamente. Se pudo verificar a través
de comparaciones con observaciones de campo, la capacidad del modelo de replicar los
fenómenos de resalto hidráulico, transporte y deposición de sedimentos, obstrucción de cauces,
desbordes del flujo e inundación de agua y sedimentos en el abanico aluvial, retención y filtrado
de sedimentos en presas abiertas y cerradas, formación de pendientes de equilibrio, efecto de
aguas claras y el efecto de la ruptura de un dique natural.
9. El modelo permite visualizar procesos físicos generados por la interacción entre el flujo del río y
las presas de retención de sedimentos, los cuales son muy difíciles de observar en la naturaleza y
que son usualmente invisibles para el ser humano, debido a la dificultad de acceso a las obras y
al peligro existente en las cercanías de los cauces en el momento de la ocurrencia de los aludes
torrenciales.
10. El micromodelo constituye una poderosa herramienta didáctica que refuerza la capacidad para
divulgar información del fenómeno de aludes torrenciales, sus consecuencias y la efectividad de
las presas de retención para proteger a la población aguas abajo. Está concebido y orientado como
un medio educativo dirigido especialmente a personas que no manejan conceptos de ingeniería
hidráulica, pero que pueden estar en riesgo de sufrir las consecuencias de estos eventos
catastróficos. La característica de ser portátil le permite ser transportado directamente hacia las
425
Capítulo III: Medidas Estructurales
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Davis, C.V. y Sorensen, K. 1969. “Handbook of Applied Hydraulics”. McGraw-Hill Book Company.
Gomes, J. y Luque, E. 2012. “Diseño y construcción de un modelo hidráulico de carácter didáctico para
demostraciones del fenómeno de aludes torrenciales y los efectos de sus medidas de mitigación”. Trabajo
Especial de Grado. Escuela de Ingeniería Mecánica. Facultad de Ingeniería. UCV (Tutor: Prof. José Luis
López).
IILA. 1983. “Manual para el diseño de diques de corrección de torrentes”. Instituto Italo
Latinoamericano. IILA. Roma.
López, J.L. 1997. “Modelación Matemática del Flujo y Transporte de Sedimentos en Ríos de Montaña”.
Trabajo de Ascenso para ascender a la categoría de Profesor Titular. UCV. Caracas.
López, J.L. y Falcón, M. 1999. “Calculation of Bed Changes in Mountain Streams”. Journal of Hydraulic
Engineering. ASCE. Marzo. Vol.125. No.3. p.263-271.
López, J.L. y Pérez H.D. 2003. “La Investigación y Desarrollo de la Ingeniería Hidráulica en Venezuela
en los Albores del Siglo XXI”. Revista de la Facultad de Ingeniería. UCV. Vol. 18. N°1. Octubre.
López, J.L. 2010. “Lecciones Aprendidas de Desastre de Vargas”. Edición Fundación Polar-UCV.
López, J.L. 2020. “Aprendiendo del desastre de Vargas: Una visión crítica y constructiva sobre las
medidas adoptadas para la mitigación del riesgo de aludes torrenciales”. Trabajo de Incorporación como
Individuo de Número. Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat.
Rohl, E. 1949. “Los Diluvios en las Montañas de la Cordillera de La Costa”. Boletín N° 38. Academia
de Ciencias.
Suarez, L.M. 1993. “Presas de corrección de torrentes y retención de sedimentos”. Ministerio del
Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables. MARNR.
426
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
RESUMEN
Aportes en el diseño de obras de control de inundaciones y aludes torrenciales. Está basado en la
experiencia acumulada en el desarrollo de proyectos en Venezuela, a raíz de los sucesos de Vargas,
Venezuela en 1.999 y en proyectos ejecutados en América Latina y El Caribe. Se describen las obras y
medidas aplicadas en el control o remediación, así como sus objetivos, según las características o tipos
de inundaciones y flujos torrenciales; se definen las investigaciones y estudios básicos requeridos para
la determinación de amenazas por inundaciones y aludes torrenciales, así como para el diseño de
Ingeniería Básica y de Detalle de las obras de control. Luego se propone una metodología que toma en
cuenta los conceptos generales de diseño desde los puntos de vista hidráulico, geotécnico y estructural.
Finalmente se presentan dos ejemplos de proyectos ejecutados según la metodología propuesta.
427
Capítulo III: Medidas Estructurales
INTRODUCCIÓN
Diversos estudios que han sido desarrollados a fin de caracterizar la frecuencia y el impacto que en la
actualidad dejan los desastres en América Latina y El Caribe, sugieren que el porcentaje más grande de
desastres que hoy se registra está asociado a la escasez o al exceso de precipitaciones, y a los procesos
geodinámicos que dichos excesos disparan. (CIGIR, 2017). Como parte de esta situación, la ocurrencia
de inundaciones y aludes torrenciales representa un elemento generador de frecuentes catástrofes en los
países de América Latina y El Caribe, ejemplos de ello son:
La tragedia de Armero por la erupción del volcán Nevado del Ruíz, en Colombia en noviembre
de 1.985, cuyas inundaciones produjeron 23.000 víctimas aproximadamente.
Los deslizamientos y deslaves de tierra, roca y lodo, ocurridas por las inundaciones ocasionadas
por el fenómeno de El Niño en Perú en 1.987.
La tormenta “Nate”, en 2.017 en Nicaragua que dejó13 muertos, 3 mil 518 viviendas afectadas
a consecuencia de severas inundaciones.
Los deslaves y aludes torrenciales ocurridos por las lluvias extremas ocurridas en diciembre de
1.999 en el Estado Vargas, Venezuela, que produjeron gran cantidad de víctimas, la destrucción
de más de 8.000 viviendas e infraestructura, por el arrastre y depósito de más de 20 millones de
metros cúbicos de sedimentos y la afectación de 40 km de franja costera (López y Pérez, 2010).
Figura 1. Aludes torrenciales en el Estado Vargas, Venezuela (diciembre 1.999). Aludes, deslaves: 15–
16/12/1.999 - Imágenes: 20/01/2000. Arriba: cuenca del rio Naiguatá, al fondo población de Naiguatá y Club
Puerto Azul. Abajo, de izquierda a derecha: vista general de la urbanización Carmen de Uria, Universidad Simón
Bolívar en el rio Migueleno y detalle en Carmen de Uria.
428
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Las obras de control de inundaciones y aludes torrenciales aquí tratadas forman parte de las medidas
estructurales de Prevención y Mitigación de Aludes Torrenciales e Inundaciones tipificadas por López y
Courtel (2010). Las mismas, concebidas o estudiadas dentro del concepto de la Gestión Integral del
Riesgo de Aludes Torrenciales e Inundaciones, conforman acciones para la Gestión
Correctiva/Compensatoria del Riesgo; su esfuerzo se dirige esencialmente al desarrollo de
infraestructuras y obras de ingeniería tendientes a mitigar/reducir niveles de riesgos de aludes e
inundaciones ya existentes e identificados en entornos de desarrollo urbanos y/o rurales (CIGIR 2.017).
En este ámbito se incluyen los siguientes elementos:
Para el desarrollo de los conceptos de diseño, nos referiremos en primer lugar, a las características
generales de las inundaciones y flujos torrenciales, luego se establecerán los objetivos y funciones que
deben cumplir las obras, enmarcándolas dentro del ámbito general de las obras hidráulicas. Se hace
referencia a los estudios e investigaciones básicas necesarias en el diseño o proyecto y luego se propone
una metodología que toma en cuenta los conceptos generales de diseño desde los puntos de vista
hidráulico, geotécnico y estructural.
Inundaciones fluviales
Inundaciones urbanas
Fenómenos torrenciales
Aludes torrenciales
Inundaciones costeras
Las inundaciones fluviales se generan cuando el agua desborda el cauce de los ríos o quebradas y corre
por las planicies o llanuras de inundación (López y Courtel, 2010).
Las inundaciones urbanas son de origen pluvial. Se producen cuando las aguas de escorrentía superan
la capacidad del drenaje en zonas pobladas, urbanizadas.
Los aludes torrenciales son flujos con altas concentraciones de sedimentos que pueden estar
conformados por agua, barro, rocas y grandes restos de vegetación (López y Courtel, 2010).
Las inundaciones costeras son producidas por ciclones, huracanes, tormentas, tornados, tormentas
tropicales, tifones y desastres de tormentas de invierno o tormentas de oleaje. No serán objeto de este
429
Capítulo III: Medidas Estructurales
trabajo. Sin embargo, muchas de sus medidas correctivas son similares a las aplicadas por las
inundaciones fluviales.
Características Objetivos
Control de erosión
o Reducción / Minimización de los efectos de las aguas de escorrentía
o Protección y/o recuperación de las superficies susceptibles de ser erosionadas
430
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Control de sedimentos
o Reducción de los desencadenantes de la erosión / Reducción de velocidad de los
flujos
o Retención de materiales de arrastre, producto de la erosión
Si bien esta clasificación no debe tomarse como rígida, habida cuenta de que se pueden tener torrentes
con tramos socavantes y tramos depositantes, la misma es útil desde el punto de vista práctico para la
formulación de las soluciones de diseño.
Torrentes depositantes son aquellos en los cuales el aporte de materiales transportados por el flujo es
tal que su energía se emplea en el transporte de los mismos; existe un aporte de sedimentos mayor al que
puede ser transportado, con lo cual se produce acumulación de materiales en el fondo y márgenes. El
cauce no tiende a profundizarse ya que la erosión del fondo no es posible (Suarez, L.M 1.993).
Torrentes socavantes son aquellos en los cuales la energía del flujo es suficiente para transportar todos
los materiales sólidos provenientes de la cuenca, teniendo capacidad de transporte adicional, con lo cual
se produce erosión del fondo y de las márgenes del cauce. (Suarez, L.M 1.993).
En función de estas características se definen o disponen los métodos y obras de control indicados a
continuación. (Tabla 2).
431
Capítulo III: Medidas Estructurales
432
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
o Ingeniería de Detalle
Las disciplinas involucradas en los estudios de investigaciones básicas están íntimamente ligadas entre
sí. Es así como la información cartográfica y topográfica es fundamental como base para los estudios y
levantamientos geológicos y geotécnicos, así como en la construcción de modelos hidrológicos o en la
determinación de mapas de áreas inundables o mapas de amenaza. De igual modo, la información
geológica-geotécnica suple elementos básicos para la construcción de modelos de escorrentía para la
determinación de zonas inundables.
INFORMACIÓN GEOLÓGICA
Geología Regional
Fotogeología
Geomorfología y Sedimentología
Geología de Superficie
INFORMACIÓN GEOTÉCNICA
Información de la superficie
Información del subsuelo
Información hidrológica
Esta información es de vital importancia en la formulación y análisis relativos a los modelos hidráulicos:
en la determinación de escurrimientos, áreas de afectación y en elaboración de mapas de amenaza. En
términos generales la misma está constituida por informaciones y datos relativos a:
Lluvias y tormentas
Escurrimientos medios y máximos
Crecientes
ESTUDIOS DE DETERMINACIÓN DE AMENAZAS POR INUNDACIONES Y ALUDES
TORRENCIALES
Estos estudios están orientados a determinar las potenciales áreas de afectación por inundaciones y/o
aludes torrenciales, estableciendo planicies de inundación, distribución de parámetros hidráulicos de los
433
Capítulo III: Medidas Estructurales
flujos (velocidades, profundidades, volúmenes de arrastre y calidad de arrastre de sedientos, entre otros),
potencial grado de afectación de zonas urbanizadas, infraestructura, medios de producción u otros
conceptos de interés, estableciendo así una visión espacial de las amenazas asociadas a estos fenómenos
y expresadas en magnitudes o características en función de períodos de retorno o probabilidades de
ocurrencia de eventos extremos. Sobre esta base se elaboran mapas de amenaza y de vulnerabilidad.
Modelos Hidrológicos
Estos modelos tienen por objeto la determinación de hidrogramas de crecidas extremas asociados a
probabilidades de excedencia o períodos de retorno. Con este objetivo, se desarrollan los siguientes
conceptos (CIGIR, Córdoba, et al 2019):
Definición de hietogramas de diferentes niveles de probabilidad de excedencia o períodos de
retorno, basados en el análisis de la variación temporal y espacial de tormentas extremas.
Estimación de hietogramas efectivos en función de las características físicas de los suelos y la
cobertura vegetal y uso de la tierra, en las subcuencas que integran la cuenca total
contribuyente al sitio bajo estudio.
Definición y aplicación de la metodología para estimar la respuesta hidrológica de las
subcuencas, ante la ocurrencia de tormentas extremas, y el tránsito de los hidrogramas de
crecidas que se generan en dichas subcuencas, a través de la red de drenajes que forma parte de
la cuenca total.
Implementación de modelo o modelos de lluvia-escorrentía de eventos extremos, a los fines de
determinar los hidrogramas de crecidas que definen las amenazas hidrológicas asociadas a
probabilidades de excedencia o períodos de retorno
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Diagnóstico
Basado en los estudios de amenaza, el diagnóstico comprende la identificación de los problemas
ocasionados por las inundaciones y/o aludes torrenciales, su jerarquización, el análisis de su naturaleza,
la cuantificación tanto de sus características como de las consecuencias o daños que ocasionan para luego,
sobre esta base, establecer una síntesis que oriente o establezca lineamientos para el diseño de soluciones.
El diagnóstico en general hace uso de herramientas de análisis de la hidráulica en general, de la hidráulica
fluvial, de los principios y de la hidráulica de canales, que en muchos casos son complementados con
conceptos o herramientas de la Geomorfología o de Geología-Geotecnia. En el aparte “Diseño
Hidráulico”, se presentan las herramientas técnicas de Análisis y Diseño Hidráulico, las cuales son
empleadas en los análisis de diagnóstico, como en el prediseño y en el diseño definitivo de Ingeniería
Básica y de Detalle.
En general, en la fase de prediseño se plantea una solución o soluciones globales que agrupan diversas
obras, adaptadas a las necesidades de cada área o región de las zonas donde se generan potenciales daños.
Se pueden plantear diversas soluciones o sistemas de solución que son evaluados y comparados desde
los puntos de vista técnico y económico, así como desde el punto de vista de la reducción o eliminación
de potenciales daños a la población e infraestructura o de la reducción o eliminación de las áreas de
afectación. Las obras prediseñadas son evaluadas luego mediante modelos hidráulicos (situación con
obras). El prediseño deberá tomar en cuenta, según aplique, elementos de Hidráulica, Estructuras y
Geotecnia.
435
Capítulo III: Medidas Estructurales
Figura 4. EJEMPLO – Modelo Hidráulico – Situación con obras. Áreas de inundación en una zona de la ciudad
de Managua (área Villa Sol). (A) Situación sin obras (B) Situación con obras. Obras: dos micropresas de
regulación, rectificación del cauce, modificación de puentes. Fuente: Estudio Hidrológico del Cauce El Borbollón,
Managua 2.018. Cortesía: Equipo Alcaldía de Managua, Nicaragua.
DISEÑO
La etapa de diseño comprende la definición detallada de las obras de control, a los fines de poder proceder
a su contratación y construcción. El grado de detalle y alcance de los documentos de proyecto (Ingeniería
Básica y/o Ingeniería de Detalle), está en función de la estrategia de contratación de las obras y medidas
correctivas, según se tengan procesos de contratación por licitación, contratación directa o según
esquemas IPC (Ingeniería, Procura y Construcción). Los conceptos de desarrollo de las Ingenierías
Básicas y de Detalle indicados en las secciones siguientes, corresponden a las estrategias o esquemas de
contratación más difundidos o empleados para obras hidráulicas en general.
Ingeniería Básica
En esta etapa se definen todas las dimensiones de las obras. Se realiza el diseño detallado desde los
puntos de vista hidráulico y geotécnico. Desde el punto de vista estructural, se desarrolla el dimensionado
de los elementos, se hacen las verificaciones de estabilidad y resistencia de las estructuras y de los
elementos estructurales respectivamente, Los documentos de proyecto de este nivel permiten definir el
alcance de las obras, elaborar la descripción de las mismas mediante memorias descriptivas, la
determinación de cantidades de obra, establecer especificaciones técnicas y elaborar planos que definen
la geometría y dimensiones de las obras. Desde el punto de vista estructural se definen las dimensiones
de los miembros o elementos estructurales, pero no se definen todos los detalles del refuerzo (refuerzo
de concreto armado) o de elementos o estructuras metálicas. Estos conceptos se desarrollan en la
Ingeniería de Detalle. En general los documentos de Ingeniería Básica, permiten la estructuración de los
documentos de Licitación y luego la contratación de la construcción.
Ingeniería de Detalle
La Ingeniería de Detalle tiene como alcance el desarrollo de todos los elementos necesarios para la
construcción. Se elaboran los denominados planos de detalle, válidos para construcción. Desde el punto
de vista estructural, se elaboran los planos detallados de acero de refuerzo de concreto armado, y en caso
de tenerse estructura de acero, se definen todos los elementos de juntas, conexiones, etc. En el caso de
obras de estabilización, aplica el mismo concepto que para las obras de concreto armado en general, los
planos detallados de acero de refuerzo se desarrollan como parte de la Ingeniería de Detalle
En el caso de las obras de tipo geotécnico: obras de estilización (pantallas atirantadas, anclajes), obras
de tierra (diques, terraplenes, etc) se definen todos los detalles necesarios para la correcta ejecución de
las obras.
436
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Estudios
Ingeniería Conceptual
Ingeniería Básica
Ingeniería de Detalle
Es de resaltar que en general, en la etapa de Ingeniería Básica, se definen en detalle las dimensiones de
las obras, con base en el análisis y diseño hidráulico y se realiza el dimensionado de las estructuras, las
verificaciones de estabilidad y resistencia de las estructuras y obras geotécnicas, a nivel básico. En la
etapa de Ingeniería de Detalle se desarrollan todos los detalles, para construcción, de las estructuras y
obras geotécnicas. En el Cuadro 1 se representan de manera esquemática, las etapas de estudios, diseño
y proyecto y los documentos o productos correspondientes a dichas etapas.
En tal sentido, la mayoría de las normas y manuales de diseño de obras hidráulicas definen de manera
práctica el riesgo aceptable, mediante la selección del caudal de diseño de cada elemento del sistema, en
términos de la probabilidad de ocurrencia o con el período de retorno. Asímismo, los estudios de amenaza
437
Capítulo III: Medidas Estructurales
ante acciones de la naturaleza, definen los concetos de clasificación de las estructuras según su
importancia y con base en esa clasificación, se diferencian los niveles de riesgo aceptable.
GRUPOS DE ESTRUCTURAS
Los estudios de amenaza y normas relativas a acciones de la naturaleza, sismos, por ejemplo,
establecen los siguientes valores límite:
PROBABILIDAD DE
GRUPO DESEMPEÑO ESPERADO EXCEDENCIA EN LA
VIDA ÚTIL (50 AÑOS)
Las condiciones de operación no deben ser afectadas en la
A 4.9 %
condición de diseño
Pueden ocurrir algunos daños reparables para la condición
B 10 %
de diseño
Deben adoptarse disposiciones constructivas que aseguren
C su estabilidad y que no comprometan el desempeño de las 20 %
estructuras de los grupos A y B
De este modo, para obras de importancia vital como las presas y diques de retención o de regulación,
que constituyen obras que involucran alto riesgo por eventual rotura. Su falla puede dar lugar a cuantiosas
pérdidas humanas o económicas. Las presas y diques de retención o de regulación forman parte del
Grupo A.
438
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Donde:
Pe 25 es la probabilidad de excedencia durante la vida útil (25 años).
Tr es el período de retorno.
Tomando en cuenta la importancia de los elementos que conforman los sistemas de control o remedición
y en concordancia con los criterios que se siguen en el diseño de obras de drenaje tanto vial como urbano,
se recomiendan los parámetros y niveles resumidos en la Tabla 3.
(*) El proyecto de estas obras deberá estar acompañado de un estudio y plan de contingencia que incluyan la
estimación de áreas de inundación y amenaza en caso de rotura de la obra de regulación
DISEÑO HIDRÁULICO
439
Capítulo III: Medidas Estructurales
• Construcción • Construcción
• Operación Normal • Operación Normal
• Condición excepcional. Crecientes • Condición excepcional – Creciente
(Condición nivel de aguas máximas) máxima
• Inspección y/o Mantenimiento • Sismo durante la construcción
• Sismo durante la Construcción • Sismo en operación normal
• Sismo en Operación Normal • Inspección y/o Mantenimiento
Obras de regulación – Diques y presas
(además de los anteriores)
• Vaciado rápido – En caso de diques o
presas con obras de embalse
Observación importante:
440
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
El río San Juan descarga sus aguas en la Laguna de Las Maritas. En su tramo final, corre paralelo a varios
conjuntos habitacionales. En dicho tramo, de baja pendiente, en casos de lluvias de moderada a baja
intensidad, las aguas rebosaban el cauce y producían inundaciones de las urbanizaciones aledañas, con
una frecuencia aproximadamente anual. El proyecto tuvo como objetivos:
Levantamiento Topográfico
Estudio Geotécnico
Estudio Hidrológico
Modelo Hidráulico unidimensional
Diagnóstico
Diseño de Ingeniería de Detalle
o Diseño hidráulico
Canalización
Drenaje superficial
Diseño geotécnico
o Muros de gaviones
o Taludes
Análisis y diseño estructural
Figura 5. Ubicación del área del proyecto. Después de construidas las obras del proyecto, las inundaciones
de las áreas urbanizadas cesaron.
Este proyecto se desarrolló como parte de las acciones de control de torrentes y aludes torrenciales que
se llevaron a cabo de las cuencas hidrográficas del Estado Vargas, afectadas por los deslaves ocurridos
en diciembre de 1.999. El mismo permitió modificar el alineamiento del cauce de la quebrada, la cual
descargaba hacia las áreas de un conjunto de edificios. Asimismo, la canalización se desarrolló con
conceptos de control de torrentes y la eventual descarga de aludes torrenciales.
441
Capítulo III: Medidas Estructurales
Obras principales
CANAL PRINCIPAL
Canal Principal. Longitud 3.052 m
− Obra de Entrada-Disipador
− Transición
− Canalización – Tramo1
− Confluencia
CANAL
− Canalización – Tramo 2
TRIBUTARIO − Obra de descarga
Tributario. Longitud 1.200 m
Drenaje superficial
Obras de contención
Entrada: muros de concreto armado
Disipador: muros de gaviones
HACIA LA LAGUNA
LAS MARITAS
Figura 6. Canalización río San Juan. Arreglo General – Planta. Fuente: MARN - MGR Consultores
(2.002).
442
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 8. Canalización río San Juan - Obra de Entrada – Sección longitudinal. Fuente: MARN - MGR Consultores
(2.002).
Figura 9. Canalización río San Juan - Obra de Entrada – Sección transversal. Fuente: MARN - MGR Consultores
(2.002).
Figura 10. Canalización río San Juan - Sección típica. Fuente: MARN - MGR Consultores (2.002)
443
Capítulo III: Medidas Estructurales
Figura 11. Canalización Quebrada Seca – Planta. Fuente: CORPOVARGAS - MGR Consultores (2.002).
444
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 12. Canalización Quebrada Seca - Perfil longitudinal (Escala distorsionada 1H:10V). Fuente:
CORPOVARGAS - MGR Consultores (2.002).
REFERENCIAS
Bolinaga, Juan José. (1.999), “Proyectos de Ingeniería Hidráulica”. Capítulo 4, Regulación y control de
las aguas. Fundación Polar, 1.999.
445
Capítulo III: Medidas Estructurales
CIGIR (2.019); Marin E., Sergio; García, Reinaldo; Córdova, José R.; De Marco, Pietro; Artigas, Jacinto;
Liñayo, Alejandro; Cavas, Yenny. “Curso Control de Inundaciones y Aludes Torrenciales”. En fase de
preparación bajo la plataforma del CIGIR. 2019
FERROCAR (1.999), - Instituto Autónomo Ferrocarriles del Estado (FERROCAR) “Normas para el
Trazado de Vías Férreas, Venezuela, 1.999
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Colegio de Ingenieros de Venezuela, 1.984.
López, José Luis; Pérez Hernández, David. (2.010), “El extraordinario evento hidrometeorológico de
Diciembre de 1999 en el estado Vargas”, Cap. 1 del libro Lecciones Aprendidas de Desastre de Vargas,
López S., José Luis Editor, 2.010.
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Aludes Torrenciales”, Cap.4 del libro Lecciones Aprendidas de Desastre de Vargas, López S., José Luis
Editor, 2.010.
Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales (MARN) – MGR Consultores (2.002),
“Canalización del Rio San Juan, Tramo Avenida Juan Bautista Arismendi – Laguna Las Maritas. Isla De
Margarita, Estado Nueva Esparta”. Caracas, 2002
446
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
José Luis López1, Francois Courtel1, José Arismendi2, Jesús Delgado3, José Gaspar1, Jacinto Artigas1,
Reinaldo García4
(1)
Instituto de Mecánica de Fluidos, Facultad de Ingeniería, Universidad Central de Venezuela
lopezjoseluis7@gmail.com; fcourtel7@gmail,.com
(2)
Escuela de Geografía, Universidad Central de Venezuela
(3)
Centro de Estudios Integrales del Ambiente, Universidad Central de Venezuela, jrdelgadov2@gmail.com
(4)
Hydronia LLC, Pembroke Pines, FL. USA.
RESUMEN
La ciudad de Caracas está amenazada por aludes torrenciales que pueden generarse en el flanco sur del
macizo Ávila. Existen evidencias de grandes eventos torrenciales que han ocurrido en el pasado. A los
fines de proteger a la ciudad de esta amenaza se propone la construcción de un conjunto de presas capaces
de retener los volúmenes de sedimentos arrastrados por la creciente de 100 años de periodo de retorno.
Se plantea, para cada una de las 23 cuencas en estudio, una secuencia de presas en serie, comenzando
aguas arriba con presas abiertas y finalizando en el extremo aguas abajo con una presa cerrada, de forma
de ir filtrando gradualmente los materiales de arrastre del alud torrencial. El estudio se complementa con
estimaciones del riesgo en las zonas potencialmente afectadas y la elaboración de los análisis costo-
beneficio de las obras propuestas.
PALABRAS CLAVE: aludes torrenciales, protección de Caracas, presas de retención.
ABSTRACT
The city of Caracas is threatened by debris flows from the Avila Mountain. There are evidences of large
debris flows occurring in the past. In order to protect the inhabitants of the city a set of check dams is
proposed with the function of retain the sediment volumes transported by the 100-year flood. For each
one of the 23 basins in study, a set of sequential dams is proposed starting upstream with open dams and
finishing with a close dam at the downstream end. The idea is filtering the sediment material load. The
study includes a risk analysis of the potentially affected areas and a cost-benefit analysis of the proposed
works.
447
Capítulo III: Medidas Estructurales
INTRODUCCIÓN
Los barrios y urbanizaciones de Caracas ubicados entre las faldas del Ávila (flanco sur) y el río Guaire,
se asientan sobre las planicies fluviales conformadas por enormes cantidades de sedimentos erosionados
de la montaña y transportados aguas abajo por los deslaves y aludes torrenciales ocurridos durante miles
de años. En el inventario nacional de riesgos geológicos, elaborado por investigadores de FUNVISIS, se
registran un total de 20 eventos torrenciales destructivos, documentados históricamente, que han afectado
el valle de Caracas entre 1781 y 1979, al cual habría que añadir el evento extraordinario de 1999. También
existen evidencias geológicas y arqueológicas de deslaves ocurridos en época prehispánica (entre 1100
y 1500 D.C.) que sepultaron el valle de Caracas bajo un manto de escombros rocosos, cuyo volumen ha
sido estimado en 30 millones de metros cúbicos (Singer, 1977). Esta cantidad de sedimentos es mayor
que los volúmenes depositados por el catastrófico evento de 1999 en el estado Vargas (flanco norte del
macizo Ávila), estimado en 20 millones de metros cúbicos (López y Pérez, 2010). Por otra parte, los
cambios climáticos que están sucediendo a nivel mundial como consecuencia del calentamiento global,
indican que se incrementarán la frecuencia e intensidad de las lluvias torrenciales y por ende la
probabilidad de ocurrencia de inundaciones, deslaves y aludes torrenciales.
En este artículo se presenta un resumen del estudio realizado por los autores entre los años 2016-2017
para analizar la problemática del riesgo de ocurrencia de aludes torrenciales provenientes del flanco sur
del macizo Ávila (parque Waraira Repano) y proponer soluciones para su mitigación. El estudio fue
realizado bajo el auspicio del Vice-ministerio de Gestión del Riesgo y Protección Civil con el apoyo del
Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Los objetivos específicos fueron:
a) Caracterización de los aludes torrenciales que pueden producirse en el macizo Ávila.
b) Identificación y priorización de las cuencas y quebradas que deberán ser objeto de intervención
para el control y mitigación de los aludes torrenciales.
c) Estimaciones del riesgo en las zonas potencialmente afectadas.
d) Diseño a nivel de pre-factibilidad de las obras de mitigación requeridas.
e) Elaboración de los análisis costo-beneficio de las obras propuestas.
.
ÁREA DE ESTUDIO
El área de estudio se circunscribe a las veintitrés (23) cuencas de las quebradas que drenan el flanco sur
de la Serranía del Ávila y que tributan por la margen izquierda al río Guaire, el principal drenaje de la
ciudad de Caracas. En la Tabla 1 se presenta el listado de dichas cuencas ordenadas en sentido oeste-
este, y en la Figura 1 se muestra la ubicación espacial de dichas cuencas sobre una imagen de Google
Earth. Como se observa en la imagen, la intercepción de las quebradas con la avenida Boyacá (Cota
Mil), representa un límite entre la zona con alta vegetación y la zona urbanizada, así también un límite
entre las cuencas altas y las cuencas bajas. El estudio se enfoca en el estudio de las cuencas altas de las
quebradas, las cuales se caracterizan por tener: a) altas pendientes de las laderas (mayores de 35°), que
imprimen una gran movilidad de los sedimentos generados hacia los cursos de agua; b) cauces
torrenciales con pendientes promedio pronunciadas en el orden de 30% (13,5º) que le otorga a los flujos
considerable capacidad de transporte de los sedimentos generados en la montaña; y c) grandes rangos de
tamaños de los sedimentos del lecho entre 0,06 mm (arenas finas) y 1 m (peñones grandes).
448
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
ESTUDIOS PREVIOS
Entre los trabajos previos realizados se mencionan los siguientes:
- El Proyecto Mapas de Riesgo “El Ávila”, que coordinó el Instituto Geográfico de Venezuela Simón
Bolívar (IGVSB) adscrito al Ministerio del Ambiente (MARN), durante los años 2000-2002, tuvo
como objetivo principal elaborar una base cartográfica oficial relativa a riesgos ante amenazas de
origen natural y tecnológico para apoyar el proceso de reconstrucción y desarrollo de las vertientes
norte y sur del macizo el Ávila afectadas por los aludes torrenciales de 1999 (ÁVILA, 2002).
- El Proyecto Caracas (IMF-UCV, 2005), desarrollado por investigadores del Instituto de Mecánica
de Fluidos de la Universidad Central de Venezuela, tuvo como objetivo evaluar el impacto de las
inundaciones de agua y sedimentos en el Valle de Caracas y recomendar medidas de acción. El
estudio, financiado por el FONACIT y el Ministerio de Ciencia y Tecnología, permitió elaborar los
mapas de amenaza por inundaciones y aludes torrenciales a escala 1:10.000 de los principales
cursos de agua del Valle de Caracas.
- La Agencia de Cooperación Internacional del Japón, JICA, realizó entre Diciembre 2002 y Marzo
2005 el estudio “Plan Básico de Prevención de Desastres en el Distrito Metropolitano de Caracas”.
El estudio examinó las condiciones existentes relacionadas con los desastres de terremotos y de
sedimentos en tres municipios del Distrito Metropolitano de Caracas, Libertador, Chacao y Sucre, y
presentó un plan maestro para la prevención de desastres en esta área (JICA, 2005).
- El BID elaboró un perfil del riesgo de desastres para Venezuela el año 2015. Analizó en una
primera fase la frecuencia y los daños producidos en Venezuela por los desastres de origen natural
(deslizamientos, inundaciones, sismos, huracanes y sequías) registrados en el periodo 1970-2011, y
luego, para cubrir el rango de los eventos poco frecuentes, efectuó un análisis probabilístico de los
desastres potenciales por sismos (a nivel nacional) y por inundaciones (a nivel de cuenca). La
cuenca seleccionada fue la de la Quebrada Chacaíto, la cual forma parte del área del presente
estudio (BID, 2015).
449
Capítulo III: Medidas Estructurales
Figura 1. Área de Estudio mostrando la ubicación de las cuencas hidrográficas (elaborado por Jacinto Artigas a partir de imagen Google Earth).
450
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
METODOLOGÍA Y RESULTADOS
Estimación del riesgo en las zonas expuestas
Para la estimación del riesgo actual se estudiaron los efectos sobre el área urbana de un evento de aludes
torrenciales con periodo de retorno de 100 años. Este periodo se consideró como el umbral de ocurrencia
de aludes torrenciales en el flanco sur del macizo Ávila y se eligió igualmente como periodo de diseño
de las obras de control. Se evaluaron más especialmente los dos parámetros destinados a servir de base
al análisis costo-beneficio de las obras propuestas: uno monetario (el monto de los daños producidos) y
el otro no-monetario (el número de personas residiendo en viviendas amenazadas de destrucción total,
tomado como indicativo del número de personas en peligro de perder la vida). Este evento había sido
simulado anteriormente por el Proyecto Caracas (IMF-UCV, 2005) mediante el modelo bidimensional
FLO-2D, cuyos resultados proporcionaron una estimación de los valores de las variables hidráulicas
durante el evento: concentración de sedimentos, profundidades y velocidades máximas del flujo en cada
cuenca.
El estudio de Vulnerabilidad Urbana permitió primero caracterizar los Elementos Expuestos, siguiendo
la clasificación de la CEPAL (2003): sectores sociales (residencial, equipamientos urbanos),
infraestructura (transporte, redes) y sectores productivos. El estudio distingue nueve (9) “Unidades de
Análisis” correspondiendo a las áreas amenazadas de las cuencas urbanas, visto que las 23 quebradas
altas originales se reducen por confluencia a 9 quebradas antes de su desembocadura en el Río Guaire.
En cada cuenca, la unidad de análisis es la “Formación Urbana”, unidad compuesta de edificaciones
semejantes en cuanto a configuración, tamaño, edad y materiales de construcción. En cada una de estas
unidades a partir de la información cartográfica digital disponible, y de trabajo de campo, se identificaron
y caracterizaron los Elementos Expuestos presentes y se evaluaron los principales parámetros urbanos.
Se estimaron las características de las edificaciones y se clasificaron en 6 Grados de Estabilidad
Estructural frente a la solicitación hidrodinámica. Se determinó el valor de la superficie construida según
el tipo de edificación en las distintas cuencas. Se estableció una lista de las instalaciones puntuales más
notables de los distintos sectores (Equipamientos Urbanos, Sectores Económicos e Infraestructuras),
llamados “Centros e Instalaciones Notables”, que incluyen también centros esenciales para situaciones
de emergencia.
Para estimar los daños directos se tomaron en consideración tanto los daños por inmersión, relacionados
con la profundidad del agua, como los daños hidrodinámicos producidos por la fuerza de arrastre del
flujo, los cuales dependen de la profundidad, la velocidad y la concentración de sedimentos. Una función
de daño permite, a partir del valor de estas variables y del Grado de Estabilidad Estructural de las
edificaciones, estimar su nivel de afectación (daño menor, parcial o total). En el sector residencial, la
función de daños determina además, para cada tipo de edificación y nivel de afectación, el daño
monetario como porcentaje del valor total del bien.
Partiendo de los valores de las variables hidráulicas proporcionados por el Proyecto Caracas se
elaboraron mapas de amenaza hidrodinámica y de amenaza por inmersión. El cruce de estos mapas con
los mapas de Vulnerabilidad Urbana, incluyendo los de Estabilidad Constructiva, permitió determinar
entonces el nivel de afectación de las distintas Formaciones Urbanas y Centros e Instalaciones Notables,
con especial atención a los que se ven amenazados de destrucción total.
El sector residencial ubicado a lo largo de los tramos urbanos de las quebradas en sus distintas
conformaciones (canal natural, canal artificial abierto o canal cerrado) es el más afectado. El evento
afecta en toda el área de estudio a 6.036 edificaciones, incluyendo 856 viviendas unifamiliares con
451
Capítulo III: Medidas Estructurales
posibilidad de destrucción total, la mayor parte viviendas informales ubicadas en las cuencas Catuche,
Anauco y Chacaíto. Las personas con riesgo de perder la vida, se estiman en 4.651.
A partir del nivel de afectación de las edificaciones y de su valor inmobiliario, se calculan los daños
residenciales en cada UVA (unidad de vulnerabilidad urbana). Los daños residenciales totales en el área
en estudio ascienden a 688.806 millones de Bs (0,7 billones de bolívares). Los daños directos totales, que
incluyen a los sectores no-residenciales, se evalúan por su parte suponiendo que guardan la misma
relación con los daños residenciales que calculó CEPAL (2000) para el evento de 1999. Se obtiene de
esta manera una estimación de 3.120.291 millones de bolívares (3,1 billones de bolívares) para los daños
directos totales. Estas estimaciones en bolívares, y las que se mencionan en el resto del informe, se
refieren a la moneda local (bolívares fuertes) a la fecha del 31 de mayo de 2017, fecha de conclusión
del estudio.
El evento produce también daños indirectos, a consecuencia de la incidencia de los daños directos sobre
la producción de bienes y servicios, por las fallas e interrupciones en servicios de infraestructura y
actividades económicas. Una estimación detallada se sale de los alcances del presente estudio, pero se
puede obtener un valor indicativo mediante la aplicación de la relación daños totales/daños directos de
CEPAL (2000), lo cual daría un monto aproximado de 5.000 millardos de Bs (5 billones de bolívares)
para los daños totales.
Caudales máximos del alud torrencial
Los caudales y los hidrogramas líquidos de las crecientes utilizados en este estudio provienen del
proyecto Caracas, los cuales fueron obtenidos a partir de la aplicación de modelos de simulación de los
procesos de lluvia-escorrentía de las cuencas (CGR, 2001). Los caudales e hidrogramas sólidos se
obtienen en este estudio siguiendo la metodología de O´Brien y Julien (1997), suponiendo una
concentración volumétrica máxima de sedimentos de 25%. La Tabla 2 presenta los resultados de los
valores calculados para las crecientes de 100 años de periodo de recurrencia en cada una de las cuencas
en estudio.
452
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Tabla 2. Caudales pico del agua y del alud torrencial para una creciente de 100 años de periodo de retorno en las
cuencas en estudio.
Como un ejemplo, la Figura 2 muestra los hidrogramas del caudal líquido, de la concentración de
sedimentos y del alud torrencial para la quebrada Catuche, obtenidos mediante la aplicación de esta
metodología.
453
Capítulo III: Medidas Estructurales
100.00 0.40
90.00
0.35
Hidrograma de crecientes para Tr 100
80.00
años
0.30
Caudal Total
70.00
Concentración Volumétrica de
Sedimentos 0.25
60.00
Caudal (m3/s)
50.00 0.20
CV
40.00
0.15
30.00
0.10
20.00
0.05
10.00
0.00 0.00
0 2 4 6 8 10 12 14 16 18
Tiempo (h)
Figura 2. Hidrogramas de flujo de la quebrada Catuche para la creciente de 100 años de período de retorno. Se
indican los hidrogramas de la creciente del flujo de agua, de la concentración de sedimentos (Cv) y del caudal total
(alud torrencial).
Los hidrogramas para las quebradas en estudio han sido determinados en el estudio hidrológico y
sedimentológico realizado en el marco del Proyecto Caracas (IMF-UCV, 2005). La integración del
hidrograma de la creciente (caudal liquido) permite determinar el volumen de agua. La integración del
hidrograma del caudal total (agua más sedimento) permite calcular los volúmenes totales del flujo del
alud torrencial. La diferencia entre estos volúmenes es el volumen potencial de sedimentos que transporta
el alud torrencial. La Tabla 3 presenta los valores obtenidos de los volúmenes de agua (caudal líquido) y
los volúmenes potenciales de sedimentos arrastrados por los aludes torrenciales. También se indica en la
tabla el volumen disponible de sedimentos en el lecho de las quebradas. Basándose en el principio de
continuidad del sedimento, el volumen de sedimentos que se adopta para el diseño de las presas es el
menor valor entre el volumen potencial de ser arrastrado y el volumen disponible.
El volumen máximo de sedimentos de diseño para una quebrada se encuentra en la quebrada Tócome,
con un valor de 237.821 m3. El volumen total a retener por el conjunto de presas en las 23 quebradas
analizadas es de 1.620.225 m3 de sedimentos.
454
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Tabla 3. Volumen disponible, volumen potencial arrastrable de sedimentos y volumen seleccionado para el
diseño de las presas en cada una de las cuencas.
En coherencia con los criterios aplicados a las obras de mitigación de riesgos en el estado Vargas en
1999, las presas fueron diseñadas para garantizar una protección adecuada contra una tormenta de 100
años de período de retorno.
La concepción general del proyecto de obras de control de sedimentos parte del principio de que hay que
enfatizar el uso de presas abiertas, en lugar de las presas cerradas, para evitar los problemas de erosión
aguas abajo que se generan cuando se retiene toda la carga sólida de los flujos torrenciales. Por lo tanto,
el proyecto plantea diseñar para cada cuenca una secuencia de presas en serie, comenzando aguas arriba
con presas abiertas y finalizando en el extremo aguas abajo con una presa cerrada, de forma de ir filtrando
gradualmente los materiales de arrastre del alud torrencial.
Dado que el área a intervenir es un parque nacional, se adoptaron los siguientes criterios: a) minimizar
el uso del concreto como material a emplear en la construcción de las presas, a los fines de reducir la
intervención y afectación de las cuencas por el uso de maquinaria pesada; b) maximizar en consecuencia
455
Capítulo III: Medidas Estructurales
el uso de elementos tubulares y mallas de acero, los cuales son más fáciles de transportar e instalar en el
sitio.
Tomando en cuenta las consideraciones anteriores, la propuesta de obras contempla que las primeras
presas aguas arriba sean abiertas del tipo de rastrillo o enrejados conformados por elementos tubulares
de acero, para detener los peñones y materiales más gruesos, seguidas de presas compuestas por barreras
flexibles de mallas de acero, con aberturas menores para retener los cantos rodados, y finalizando con
una presa cerrada de concreto ciclópeo, lo más cercano posible a la avenida Boyacá (Cota Mil), para
retener las gravas y las arenas. La avenida se encuentra al pie de la montaña y representa el límite entre
la cuenca urbana y la cuenca vegetada.
Las presas fueron diseñadas para retener entre el 90 y el 100% de los sedimentos producidos por la
creciente centenaria. El número total requerido de presas para proteger a la ciudad de Caracas de un alud
torrencial de 100 años de período de recurrencia se ha estimado en 146 presas, repartidas en las 23
cuencas, las cuales son capaces de retener un volumen de sedimentos estimado en 1,5 millones de metros
cúbicos. De estas presas, 27 son del Tipo 1 (cerrada de concreto), 75 son del Tipo 2 (abierta de malla
flexible de acero), 34 del Tipo 3 (abierta de enrejado de acero) y 10 son del Tipo 4 (abierta de rastrillo
de acero). La Tabla 4 presenta las características principales de las presas requeridas en cada cuenca de
estudio.
Esta propuesta se considera como solución estructural eventual a largo plazo, no factible a realizar en
una sola etapa por razones técnicas, financieras, institucionales y ambientales, pero que se podría
implementar en varias etapas a medida que se demuestre la conveniencia de ampliar las obras realizadas.
Por esa razón se ha planteado la realización en una primera etapa de la mitad de las obras,
aproximadamente, y se ha estudiado en término de costos y beneficios dos opciones de propuestas de
obras que consisten en:
Opción 1: repartir proporcionalmente las obras en todas las quebradas estudiadas, lo que permitiría
rebajar en todas ellas la intensidad de los flujos torrenciales y llevarlos a la categoría de flujo con
transporte convencional, con una concentración remanente de sedimentos de 10% aproximadamente,
lo cual reduciría parcialmente la amenaza en todas las áreas expuestas.
Opción 2: concentrar el esfuerzo en quebradas consideradas como prioritarias, donde se eliminarían
virtualmente la mayor parte de los sedimentos transportados, mientras las otras quebradas se
quedarían en la situación actual.
Las cuencas y quebradas prioritarias fueron seleccionadas tomando en cuenta aquellas con mayor
historial de frecuencia de ocurrencia de aludes torrenciales y aquellas con mayor vulnerabilidad social
en las áreas de afectación, dando como resultado la identificación de las siguientes quebradas: a) Agua
Salud; b) Catuche; c) Anauco (incluye las subcuencas de Cotiza y Gamboa); d) Chacaíto (incluye la
subcuenca de Chapellín); e) Tócome; y f) Caurimare (incluye la subcuenca de Galindo).
456
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Tabla 4. Resumen de las características principales (número, tipo y volumen almacenado) de las presas de
retención de sedimentos requeridas en cada una de las cuencas de estudio.
Para la Opción 1 se propone como objetivo una reducción de la concentración de sedimentos hasta un
valor de 10%, garantizando que los flujos que sobrepasen las obras sean menos perniciosos al quedar
atrapada una parte importante de la matriz sedimentaria en las presas. Para cumplir con este objetivo se
requiere de la construcción de 76 presas, de las cuales 21 son del Tipo 1 (cerrada de concreto), 33 son
del Tipo 2 (abierta de malla flexible de acero), 17 del Tipo 3 (abierta de enrejado de acero) y 5 son del
Tipo 4 (abierta de rastrillo de acero).
La Opción 2 conduce a que el número de presas requerido para las cuencas prioritarias es de 75, de las
cuales 14 son del Tipo 1 (cerrada de concreto), 36 son del Tipo 2 (abierta de malla flexible de acero), 18
del Tipo 3 (abierta de enrejado de acero) y 7 son del Tipo 4 (abierta de rastrillo de acero).
457
Capítulo III: Medidas Estructurales
tope de la presa, estimado en función de la altura de la presa y la pendiente de los taludes de la montaña;
bsedim es el ancho promedio estimado de sedimentación; So es la pendiente del lecho del cauce; Se es la
pendiente de equilibrio calculada como 2/3 de la pendiente original; L es la longitud estimada de la cuña
de sedimentos aguas arriba de la presa; Prog es la progresiva aproximada donde se ubica la presa.
La Figura 3 muestra la secuencia de las presas ubicadas en un plano topográfico y un corte o vista frontal
de las estructuras. Se indica el tamaño de las aberturas que se hacen más angostas en dirección hacia
aguas abajo, variando desde 1,20 m en la presa de rastrillo, 0,80 m en la presa de enrejado, 0,30 m en las
presas de barrera flexible hasta culminar con la presa cerrada.
La Presa Nº 1, ubicada en el extremo aguas abajo, es una presa cerrada de 10 m de altura efectiva, la cual
para una pendiente del lecho de 6% almacena un estimado de 56.250 m3 de sedimentos. Las presas Nº 2,
3 y 4, son presas abiertas de 6 m de altura máxima, del tipo de barrera dinámica-flexible compuesta por
anillos de acero de 0,30 m de diámetro, las cuales almacenan cada una 17.357, 9.600, y 9.600 m3 de
sedimentos, respectivamente. Las presas Nº 5 y 6 son presas del tipo enrejado, de 6 m de altura,
constituidas por elementos tubulares de acero, verticales y horizontales, que forman aberturas de 0,80 m,
almacenando un estimado de 21.937 y 23.625 m3 de sedimentos. La Presa Nº 7 es la última presa aguas
arriba, siendo la primera en recibir el impacto del alud torrencial, con una altura de 6 m y una retención
sedimentaria de 21.000 m3. La presa es del tipo de rastrillo, con elementos verticales constituidos por
tubos de acero separados 1,2 m entre sí, distancia suficiente para retener peñones con un tamaño
promedio de 1 m de diámetro.
Análisis costo-beneficio
El análisis costo-beneficio busca comparar la eficiencia que podrían tener distintas propuestas de obras
de control en reducir el riesgo actual, que fue estimado anteriormente. La comparación monetaria se
efectúa sobre los costos y los beneficios de cada opción, siguiendo los procedimientos del análisis costo-
beneficio convencional, donde se consideran como beneficios los daños evitados por las obras. Se usan
los valores de los daños directos, que se consideran más confiables para el análisis que los daños totales
(directos más indirectos). Debido a la poca incidencia de las actividades económicas en las áreas
afectadas, una comparación efectuada en base a daños totales no cambiaría probablemente las principales
conclusiones del estudio. En cuanto al factor no-monetario de decisión se trata de la reducción del número
de personas en peligro de perder la vida, el cual se comparó entre las distintas opciones.
Para estimar los costos de cada opción, se determinaron las cantidades de obra, los costos unitarios y los
presupuestos para cada una de las presas propuestas en las quebradas. Las presas Tipo 1, Tipo 3 y Tipo
4 usan esencialmente componentes nacionales, mientras que la Presa Tipo 2 utiliza materiales
importados. Motivado a la situación económica existente en Venezuela, caracterizada por un elevado
nivel de inflación, estos presupuestos han sido estimados para los costos existentes a la fecha del
458
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
31/05/17, con una tasa de cambio del denominado Dólar DICOM a 2.000 Bs/$. Los costos de inversión
de la Opción 2 han sido estimados en 45.938 millones de Bs (45,9 millardos de Bs) y son ligeramente
superiores a los de la Opción 1, estimados en 44.256 millones de Bs (44,2 millardos de Bs).
Figura 3. Plano de planta mostrando el mapa de ubicación de las presas de retención en la quebrada Chacaíto y
vistas frontales de las obras.
Para estimar los beneficios se evaluó el riesgo remanente en cada opción, repitiendo la secuencia de la
evaluación del riesgo actual: estimación de las nuevas variables hidráulicas tomando en cuenta la
reducción del caudal sólido ocasionado por las presas durante el evento de referencia, elaboración de
mapas de amenaza hidrodinámica y por inmersión, determinación de los niveles de afectación, y de los
daños directos residenciales resultantes en cada Formación Urbana, y finalmente estimación de los daños
directos totales.
La disminución de los daños con respecto a la situación actual permite estimar los beneficios de cada
opción, y compararlos. Los beneficios de la Opción 2, estimados en 1.261.076 millones de bolívares
(1.261 millardos o 1,26 billones) son ligeramente superiores a los de la Opción 1, estimados en 1.122.439
millones de bolívares (1.122 millardos o 1,12 billones).
Las estimaciones económicas anteriores están afectadas por un margen de incertidumbre considerable
debido a la muy alta inflación existente en el país (16% a 20% mensual para mayo del 2017, según
estimaciones oficiosas ya que no existe estimación oficial desde el año 2014).
Con respeto al cambio de divisas, existe en el país un control de cambio desde el año 2003, cuyo esquema
prevé varias tasas de cambio y ha sido modificado varias veces. El último cambio (instauración del
sistema DICOM, donde la tasa de cambio del dólar pasó de 700 a 2.000 Bs para el tipo de materiales
importado por la construcción de las presas) ocurrió durante la culminación del presente estudio y fue
459
Capítulo III: Medidas Estructurales
tomado en cuenta, pero esta tasa debe en principio variar según la oferta y la demanda. Señalemos que
esta tasa no permite necesariamente la comparación de valores internos con los internacionales.
El valor de las viviendas informales, las cuales constituyen la mayor parte de las edificaciones
amenazadas de destrucción total, es difícil de estimar, visto que no existe para este sector inmobiliario
elementos de valoración tales como mercado de transacciones organizado, registro de propiedades,
medición de superficie construida, etc. Se ha utilizado en el presente estudio una estimación del valor
basado en la superficie construida, para guardar coherencia con el análisis del sector formal, pero las
estimaciones se deben considerar como aproximadas. Una solución más rigorosa sería evaluar el daño
como el valor de reposición de la vivienda en programas de viviendas social, los cuales tienen mucho
auge en el país, pero no fue posible conseguir costos de construcción recientes y fiables para este
sector.
El análisis costo-beneficio realizado sobre los valores anuales muestra que las dos opciones presentan
poca diferencia en la relación beneficio-costo (B/C = 2,07 para la Opción 1 y 2,24 para la Opción 2) por
lo que ambas son atractivas con respecto a la situación actual. En términos monetarios, para una inversión
similar, la Opción 2 es ligeramente más atractiva que la Opción 1 al tener una mayor relación
Beneficio/Costo. El proyecto de construcción de obras de control de sedimentos se justifica por lo tanto
económicamente. Esta conclusión proviene de la comparación de los daños directos solamente. Al incluir
en la comparación los daños indirectos (daños evitados debidos a la interrupción de servicios y
actividades económicas), los beneficios aumentarían y el proyecto de obras de control de sedimentos se
vería más justificado todavía.
El número de personas en peligro de perder la vida baja notablemente con las dos opciones con respecto
a la situación actual, particularmente en la Opción 2, donde se construyen las obras en las quebradas más
afectadas actualmente. Los resultados indican una disminución de 2.352 personas en la Opción 1 y 2.990
personas en la Opción 2.
Las dos opciones suponen que las presas están operativas con toda su capacidad de retención intacta, es
decir en buen estado y vacías. En caso contrario, tendrían solamente un efecto permanente de
consolidación de los cauces y de cierta amortiguación de la energía cinética durante un evento de aludes
torrenciales, pero no podrían evitar los daños en la proporción estimada en el estudio. Esta posibilidad se
debe tomar en cuenta, visto el descuido de las obras que han sido construidas en el flanco norte de la
montaña para proteger a los habitantes de Vargas. La dificultad de mantenimiento será mayor en las
presas ubicadas en las zonas más altas, un argumento que va en contra de la Opción 2.
Es muy notable que la Opción 2 (cuencas prioritarias) no llega a suprimir el riesgo de destrucción total
de edificaciones y el riesgo de pérdida de vidas asociado a ella. En los tramos urbanos donde se han
eliminado virtualmente todos los sedimentos se siguen produciendo daños importantes a las estructuras,
debido a varios factores: la magnitud del empuje hidrodinámico de agua “clara” para este periodo de
retorno, la ubicación de viviendas en la orilla inmediata de los canales, la resistencia estructural menor
de las estructuras informales construidas sin normas, la baja capacidad de diseño de las obras de
canalización y la existencia de puntos críticos con capacidad reducida a lo largo de las canalizaciones.
Esta situación demuestra que es indispensable acompañar un programa de obras de control de sedimentos
en las cuencas altas por otras medidas en el área urbana, tanto estructurales (aumento de capacidad de
los canales existentes) como de ordenamiento urbano (reubicación de las edificaciones ubicadas en las
orillas), con el objetivo final de asegurar un paso para las crecientes del flujo de agua con periodo de
retorno de 100 años hasta el Río Guaire.
460
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
ReducciónReducción
Costos
Daños del
de daños número
(Evento de 100 años) de personas
(Evento Relación
Inversión inicial Costo anual en peligro de
de 100 años) B/C
perder
9
(10 Bs) 6 9 6 9 6 9 6
(10 $) (10 Bs) (10 $) (10 Bs) (10 $) (10 Bs) (10 $) la vida
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
- A los fines de proteger a la ciudad de Caracas de un alud torrencial de 100 años de período de
recurrencia se diseñó a nivel de prefactibilidad, una secuencia de presas en serie comenzando
aguas arriba con presas abiertas y finalizando en el extremo aguas abajo con una presa cerrada, de
forma de filtrar gradualmente los materiales de arrastre del alud torrencial. El número total
requerido de presas se ha estimado en 146 presas, repartidas en las 23 cuencas, las cuales son
capaces de retener un volumen de sedimentos estimado en 1,5 millones de metros cúbicos. De estas
presas, 27 son del tipo cerradas con estructuras de concreto, 75 son estructuras abiertas constituidas
por malla flexible de acero, 34 son abiertas del tipo de enrejado de acero y 10 son abiertas del tipo
de rastrillo de acero.
- Tomando en cuenta el alto número requerido de presas, se ha propuesto que en una primera etapa se
construya la mitad de las obras. Para ello se plantearon dos opciones La primera opción consiste en
76 presas repartidas proporcionalmente en las 23 cuencas, de forma de reducir parcialmente la
amenaza en todas las áreas expuestas. La segunda opción consiste en 75 presas concentradas en
quebradas consideradas como prioritarias, donde se eliminarían virtualmente la mayor parte de los
sedimentos transportados, mientras las otras quebradas se quedarían en la situación actual.
- En vista de los resultados del análisis costo-beneficio de las dos opciones propuestas para la
primera etapa del proyecto, la Opción 2 consistiendo en concentrar la inversión en las quebradas
consideradas como prioritarias (Agua Salud, Catuche, Cotiza, Anauco, Gamboa, Chacaíto,
Chapellín, Tócome, Galindo y Caurimare) es más atractiva que la Opción 1 (construcción de un
número reducido de obras en todas las quebradas), porque, si bien la relación costo-beneficio es
461
Capítulo III: Medidas Estructurales
parecida en términos monetarios para la dos opciones, esta opción permite en cambio una mayor
disminución del número de víctimas potenciales y de personas afectadas.
- Los inconvenientes de la Opción 2 son: contempla presas ubicadas más adentro del Parque
Nacional, las cuales pueden provocar un mayor impacto ambiental durante su construcción y más
dificultad para su posterior mantenimiento, un aspecto importante dado las fallas constatadas en las
obras construidas en el flanco norte. Otra limitación importante de la opción propuesta a nivel de
prefactibilidad es que esta opción no permite evitar totalmente los daños en el área urbana, ya que,
a pesar de retener los grandes peñones, el flujo libre de sedimentos tiene todavía fuerza suficiente
(empuje hidrodinámico) para causar daños considerables a las viviendas y causar pérdidas de vidas.
- En definitiva se propone la Opción 2 para su Estudio de Factibilidad, el cual debe buscar soluciones
a los inconvenientes señalados y complementar la opción seleccionada en el presente estudio con
propuestas hidráulicas y de ordenamiento en el área urbana que permitan la mayor disminución
posible de los daños remanentes.
- Los problemas de obstrucción y colmatación de las presas abiertas, incentivados por los abundantes
arrastres vegetales de las quebradas del Ávila, solo podrán evitarse con un mantenimiento adecuado
y permanente de dichas obras, que debe involucrar inspecciones periódicas o cada vez que se
produzca una creciente significativa a los fines de remover el material causante de la obstrucción.
La previsión de vías o caminos de acceso es un requisito indispensable que debe acompañar los
proyectos de ingeniería de detalle que se realicen a futuro.
b) Estudiar el aspecto ambiental de las propuestas, con el objetivo de reducir el impacto ambiental
de las obras durante la construcción y su vida útil
c) Estudiar los aspectos institucionales, a partir de los problemas encontrados en el estado Vargas
y proponer soluciones para asegurar el seguimiento y mantenimiento de las obras después de su
construcción.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ÁVILA, 2002. “Proyecto Mapas de Riesgo El Ávila”, Instituto Geográfico de Venezuela Simón Bolívar
(IGVSB), Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales (MARN).
BID, 2015. “Perfil de Riesgo de Desastres para Venezuela”. Nota Técnica IDB-TN-831.
462
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
463
Capítulo IV
ASPECTOS URBANÍSTICOS,
SOCIALES E INSTITUCIONALES
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
RESUMEN
En este ensayo planteamos tres escenarios que deben evaluar regiones que sufren catástrofes. Vargas, sin
lugar a dudas, es una de las regiones venezolanas que más necesidad tiene de evaluar la manera como ha
enfrentado en estos veinte años la Vaguada de 1.999. Esos tres escenarios se condensan en: Abandonar
y desaparecer, rendirse y conformarse o enfrentar y salir más fuertes que antes. Parece que el segundo
escenario es que se está presentando en Vargas 20 años después.
A menudo escuchamos que hemos realizado lo que se podía, que hay muchas obras que se han acometido,
que no contamos con suficientes recursos, que las decisiones políticas no han sido organizadas, que
somos pesimistas, que somos optimistas. Estas opiniones reflejan un fuerte conformismo, es necesario
tener la lista de metas a cumplir para cada período y al finalizarlo evaluar lo realizado y por ende lo que
no hemos alcanzado. Es inevitable conocer cuáles han sido los aciertos y las equivocaciones y cuáles han
sido los procesos que hemos ido construyendo para enfrentar el problema. Reflexionar y establecer
balances sobre lo sucedido es de capital importancia, no solo para Vargas sino para toda Venezuela.
465
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
Introducción
El Estado Vargas ha sido centro de preocupación en cuanto a su desarrollo urbano desde hace mucho
tiempo por muchos especialistas, sociólogos, ambientalistas, ingenieros, arquitectos, urbanistas,
antropólogos, agrónomos y en general por los habitantes de esa región. En este texto se muestra la
evolución del territorio de Vargas en los tres momentos en las cuales hemos publicado trabajos sobre
Vargas: 2001, 2012 y 2020.
Las catástrofes ponen a prueba a los pueblos que la sufren. Históricamente observamos que en ocasiones
producen la destrucción y desaparición total de una ciudad o una civilización. En otras ocasiones la
destrucción causada ha postrado a las sociedades que la han sufrido y nunca más han podido recuperarse.
Sin esta recuperación las personas se han acostumbrado a un nivel de vida inferior al que tenían y quedan
impotentes frente a lo perdido. En otras, la tragedia se enfrenta para producir respuestas que permitan no
solo recuperar lo perdido sino, mejorar el nivel anterior. Estas tres alternativas dan origen a muchas
situaciones en las cuales se mezclan partes de cada una de ellas en proporciones variables. Enfrentar la
adversidad es una de las características del ser humano, vencerlas se reduce a pocas ocasiones y se vive
como un triunfo que fortalece a las comunidades afectadas. Mientras ellas no han sido enfrentadas
perviven como testigos de fracaso.
Abandonar y desaparecer, rendirse y conformarse o enfrentar y salir más fuertes que antes, son actitudes
que demuestran la potencia de una sociedad. El vacío causado por una catástrofe cuando no se enfrenta
deja heridas que no se borran. La importancia de averiguar cómo enfrentamos sucesos como el deslave
de Vargas y conocer el nivel de afectación sobre nuestro corpus social estriba en responder a preguntas
vitales que permitirán marcar rumbos. No se puede hacer como si no hubiera pasado nada, lo sucedido
actúa como una rémora que absorbe la vitalidad de una sociedad y ralentiza su marcha. Es inevitable
preguntarnos, cómo reaccionamos frente a ella, cómo la situación nos ha ido transformando, cuáles han
sido los aciertos y las equivocaciones y cuáles, han sido los procesos que hemos ido construyendo para
ignorarla, enfrentarla o vencerla. Las puertas que no se cierran dejan abiertos espacios por donde se
cuelan fantasmas. Reflexionar y establecer balances sobre lo sucedido es de capital importancia, no solo
para Vargas sino para toda Venezuela.
La Vaguada de Vargas 1.999 o Tragedia de Vargas, son los sucesos acaecidos a raíz de las intensas
lluvias que asolaron el territorio venezolano y produjeron que la región montañosa de Vargas no pudiera
1
Cita de Fernand Braudel que se encuentra en la página 13 del libro de Schlogel Karl. “En el espacio leemos el tiempo. Sobre
Historia de la civilización y Geopolítica” Ediciones Siruela. Madrid 2007
466
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
absorber las grandes cantidades de lluvias que recibieron y produjeron fortísimos aludes que arrasaron la
estrecha franja costera y fuertemente urbanizada del litoral Vargas. En esa ocasión las dimensiones de
esa tragedia galvanizaron al país. Lo sucedido impactó como nunca al venezolano y fue declarada como
zona militar y evacuada totalmente. Las dimensiones de la fuerza de la naturaleza, el número de
fallecidos, el nivel de destrucción de las infraestructuras y la transformación del medioambiente fueron
de tal magnitud que impactó a toda la colectividad.
El territorio destruido abarcó grandes extensiones de terreno urbano y su población fue evacuada
totalmente, pues no había servicios de agua, electricidad ni infraestructuras viales, por lo tanto, no
existían medios para hacer llegar alimentos o cuidados básicos. Las condiciones de inseguridad eran muy
graves y no había posibilidad alguna de asegurar la vigilancia del territorio a los que permanecieron en
él. La evacuación se realizó mediante operaciones de carácter militar y para acometer una operación de
tal envergadura se necesitaba la participación del ejército nacional y la zona fue declarada bajo un
régimen especial. Las áreas destruidas se convirtieron en zonas abandonadas donde deambulaban miles
de personas buscando como salir o en busca de sus familiares desaparecidos, equipos de recuperación de
los restos de los fallecidos y de saneamiento para evitar las epidemias, equipos de ingenieros
inspeccionaban esa área para encontrar la solución técnica a los más de 16 cauces afectados.
Para enfrentar el problema de la reconstrucción de Vargas el equipo de la UCV se inclinó por estudiar el
territorio a nivel general de manera de entender sus características naturales, urbanas y socioeconómicas
y luego pasar a estudiar cada parte de ese territorio reconociendo sus particularidades.
En el año 2000, recién comenzada la investigación que entregamos a las autoridades encargadas del
rescate de Vargas, planteamos escenarios como forma de acotar y definir el enfoque del trabajo. Los
escenarios son instrumentos que permiten definir alternativas para explorar problema y desechar con
rapidez las menos convenientes de acuerdo a unos objetivos generales. Se estudiaron tres escenarios.
Para las dos últimos se realizó un estudio económico de costos de las obras a realizar para poder decidir
las acciones a tomar de acuerdo a presupuestos establecidos. Con estos estudios económicos pensamos
reforzar la capacidad de selección de las instituciones encargadas de decidir qué alternativa escoger e
incluso de mezclar propuesta de alternativas diferentes conociendo costos aproximados de cada
componente o proyecto.
467
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
este escenario la gente regresaría y reconstruiría sus viviendas, los terrenos invadidos se llenarían
de viviendas precarias y con pocos servicios, conformándose una ciudad de viviendas
autoconstruidas. El Estado tendría que asumir la construcción de los servicios imprescindibles
para esas autoconstrucciones y las infraestructuras anti vaguadas necesarias.
b) Segundo Escenario: Intervención media: Recuperar el territorio al nivel como estaba antes
del Deslave. El territorio afectado se recupera asegurando el regreso de los habitantes. Plan de
movilidad mejorada, construcción de alojamientos y recuperación de puestos de trabajo. (Puerto,
Aeropuerto y actividades de turismo). El Litoral recupera su imagen anterior con una intervención
fuerte del estado y los privados. Es decir, reconstruir para recuperar lo perdido, las deficiencias
urbanas que tenía Vargas se reproducen con algunas pocas mejoras. El Estado tendría que asumir
la construcción de las infraestructuras destruidas, las infraestructuras viales anti vaguadas
necesarias, además de las viviendas y los servicios necesarios.
Nuestra propuesta recomendada fue la tercera pues la consideramos la más beneficiosa para el territorio
y sus habitantes, aunque la decisión estaba en manos del gobierno central.
Tres momentos para evaluar lo sucedido y observar cómo se enfrenta el problema en cada uno de esos
tiempos; reflexionar si las propuestas aportadas, necesariamente marcadas por la inmediatez, fueron las
adecuadas; entender cómo reaccionamos frente a lo inesperado, pero también y no menos importante de
cara al tiempo transcurrido, esa evaluación permite corregir rumbos y mejorar aproximaciones. Esos tres
momentos se detallan a continuación.
468
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Primer momento. La Vaguada de Vargas 1999: El suceso como toda tragedia no permite reflexionar,
sino que es imprescindible actuar frente a lo inmediato. Sin embargo, un proceso de reflexión se dio en
paralelo a la “respuesta en caliente” ejecutada por los organismos encargados del rescate. Esta reflexión
abarca la etapa 2000 – 2001 cuando la Autoridad Única de Vargas convocó a la Universidad Central de
Venezuela (UCV) a participar con otras universidades de Caracas a estudiar y hacer propuestas frente al
deslave. Nuestra propuesta como equipo de la UCV se plasmó en una publicación editada en el año 2001.
A esta publicación añado mi participación en el año 2002, en el Foro Territorial realizado por Analítica
Research (AR) “Más allá de la tragedia, ¿Reconstrucción o impulso al eje Orinoco-Apure?” En este Foro
participaron también Federico Villanueva (FV), Marco Negrón (MN), Helia del Rosario (ER), Sonia
Barrios (SB), Oscar Tenreiro (OT) y Marta Vallmitjana (MV). Caracas 2002.
La Universidad Central de Venezuela participó en los estudios que se realizaron inmediatamente después
de los sucesos. La UCV nombró un equipo conformado por el Instituto de Urbanismo (IU) de la Facultad
de Arquitectura y Urbanismo (FAU) junto con el CENDES (Centro de Estudios para el Desarrollo).
Estudio coordinado por la Urbanista Sonia Barrios del CENDES y el Arquitecto-Urbanista Frank
Marcano Requena del IU-FAU. Como producto de esta investigación publicamos en el año 2001 el libro
antes citado: “Sistema Productivo del Litoral Vargas y Desarrollo y Características de la Red Vial
Estructurante y del Corredor Urbano del Litoral”2. En esta publicación se presentaban las condiciones
socio-económicas de la población del Estado Vargas y cómo se estructuraban las relaciones productivas
antes de la Vaguada del 1999 y se estudiaron criterios para reconstruir esa estructura. Como acción
prioritaria se identificó la manera de intervenir para ordenar la reconstrucción y organizar el nuevo
territorio urbano. Se propuso replantear la estructura urbana alrededor de tres ejes:
- Nuevo Plan Urbano de Vargas: Plan que respete e integre las recomendaciones de los
acuciosos estudios hidráulicos de los cauces de agua que causaron la tragedia, de manera de no
urbanizar de nuevo zonas inundables y así proteger las nuevas áreas urbanas de la repetición de
una nueva Vaguada.
- Red Vial Estructurante del Corredor Urbano del Litoral: La desaparición del sistema de
vialidad dificultó al extremo la evacuación de la población. Dejó patente la necesidad de contar
con un sistema de circulación que permita una evacuación rápida y eficiente del territorio de
Vargas, sistema que no pueda ser destruido por las crecidas de ríos como sucedió en 1.999. Un
nuevo sistema de movilización era una de las principales prioridades.
Se estudiaron alternativas para construir una vía que recorra la angosta franja costera de alrededor
de 25 kms de largo localizada entre el mar Caribe y la Cordillera de la Costa entre Catia La Mar
y Caraballeda, donde se aloja más de la mitad de la población de ese estado. Se verificó la
2
Marcano Requena, Frank y Barrios, Sonia. Sistema Productivo del Litoral Vargas y Desarrollo y Características de la Red
Vial Estructurante y del Corredor Urbano del Litoral. Ed Instituto de Urbanismo FAU- UCV. Caracas 2001
469
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
posibilidad de su construcción, ya que era necesario reconstruir los puentes que atravesaban los
cauces de agua que bajaban de la montaña y la destrucción de infraestructuras urbanas causada
por la Vaguada permitía contar con espacio suficiente para reconstruir la antigua y colapsada
Avenida Soublette, transformándola en la Gran Soublette: nueva vía que atravesaría toda la zona
destruida permitiendo cumplir con las necesidades de evacuación en casos de emergencia. Esta
vía debe cumplir con las especificaciones recomendadas en los estudios contra vaguadas: en caso
de emergencia permitir la evacuación del territorio, contando con puentes con la altura suficiente
para no ser derrumbados de nuevo por las crecientes, acceso expedito a los edificios que sirvan
como refugio y sobre todo ruta de evacuación a personas que lleguen peatonalmente para ser
evacuados, condiciones de acceso para personas de la tercera edad y con movilidad reducida.
Finalmente, se identificaron los casos conflictivos de esa vía por causa de falta de espacio para
construirla, encontrándose alternativas para su trazado. El sector más complejo es el de La Guaira,
frente al puerto, pues el espacio disponible entre la montaña y el mar es de menos de 300 metros
y está densamente construido por edificaciones patrimoniales y el puerto. Esta vía debía contener
canales para servicio de transporte público (tren ligero o tranvía o buses) y los tres canales en
cada sentido del tráfico privado. Esta vía permitiría la evacuación, bien por vía terrestre o
marítima.
La propuesta de la UCV planteó estudiar toda el área urbana a efectos de tener una evaluación integral y
recomendaciones que sirvieran para que cada zona tuviese respuestas desde el punto de vista de
evacuación aún general en caso de peligro, servir de marco para integrar los estudios particulares de cada
cauce de agua, recomendar la educación ambiental como instrumento capital para que la comunidad
pueda afrontar estos eventos, estudios socioeconómicos que recomienden la manera de optimizar las
condiciones de los servicios y de empleos de esa comunidad y nuevos planes urbanos adaptados a las
condiciones reveladas por el deslave de 1.999.
Segundo momento. Vargas 2010, en busca lo perdido. Se produce al cumplirse 10 años del suceso y su
evaluación se concretó en una ponencia presentada en el Seminario “Hacia una Agenda de Desarrollo
para el Estado Vargas” patrocinado por el Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales
(ILDIS) Caracas, 2012. En esa ocasión, a título personal, presenté el documento “Desarrollo urbano del
Estado Vargas. Situación actual y desafíos 2012”, el cual intenta reflexionar acerca de lo realizado en
esos primeros 10 años. De igual manera incorpora el resultado de los estudios desarrollados en la
Maestría de Diseño Urbano del Instituto de Urbanismo de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de
la UCV. En esa maestría se exploraron en los Talleres de Diseño Urbano diferentes zonas del Litoral
Vargas a lo largo de cada quebrada, siguiendo los lineamientos presentados en la publicación del año
2001 antes citada.
Tercer momento. Vargas 2020, Veinte años después. Momento en que se cumplen dos décadas del
Deslave de 1999. La UCV, en esta ocasión, convoca a una reflexión sobre el proceso desarrollado en el
territorio de Vargas, y esta publicación en el año 2020, sirve para evaluar que se ha hecho en Vargas en
estos 20 años. Nos preguntamos: ¿Qué hemos hecho en este territorio? No podemos más que afirmar
que Venezuela no ha sido capaz de cerrar este suceso y la recuperación de Vargas no ha sido concluida.
Sabemos que hace falta aún mucho tiempo y trabajo para pasar la página. ¿Podíamos haber hecho más
que lo realizado? Evidentemente queda mucho por hacer para responder las preguntas que esbozaban los
tres escenarios citados. El tercer escenario recomendado: “Aprovechar la tragedia como oportunidad para
reconstruir una nueva infraestructura urbana de gran nivel”, no fue desarrollado y menos alcanzado, incluso no
hemos cumplido con el segundo escenario: “Recuperar el territorio al nivel como estaba antes del Deslave”
y parece que estamos más cerca del primero “Recuperar la estructura de la vialidad del territorio y
470
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
algunos servicios básicos”, que del Segundo. Las metas enunciadas en el documento de 2010 están muy
lejos de cumplirse.
Los tres momentos permiten una reflexión en la cual tiempo y espacio son las variables para comparar
procesos, tomando en cuenta el cumplimiento de sus metas establecidas. En el espacio observamos si se
han realizado las acciones recomendadas en cada uno de esos momentos. La contrastación de su
corporización espacial son datos fácticos importantes para realizar una evaluación, que permita conocer
qué se ha hecho, qué falta por hacer e incluso intervenir dinámicamente en el proceso suprimiendo o
añadiendo acciones que mejoren esos momentos.
A continuación, presentamos las reflexiones que presentan el estado actual del Estado Vargas veinte años
después. Nos gustaría tener datos estadísticos y tiempo para desarrollar una investigación detallada del
grado de cumplimiento de metas de desarrollo de los planes realizados en Vargas durante los últimos 20
años objeto de esta revisión. No los tenemos, cuesta mucho conseguirlos y hemos verificado que los
intentos realizados para conseguirlos son considerados como acciones subversivas por las agencias de
desarrollo encargadas de realizarlas.
Las superficies planas, aledañas a la costa, son de reducidas dimensiones y en ellas se ha ubicado gran
parte de la población urbana del estado. Estas tierras ocupan 180,40 km2 de terrenos relativamente
planos, que equivalen al 15,38% de la superficie del estado. Se localizan en una angosta franja costera
de alrededor de 25 kms de largo entre el mar Caribe y la Cordillera de la Costa. Está conformada por las
parroquias Caraballeda (29.721 hab), Carlos Soublette (38.636 hab), Catia La Mar (93.402 hab), Macuto
(15.399 hab) y Maiquetía (34.273 hab) con una población de 231.822 habitantes, equivalente al 70% de
la población total del estado3.
El territorio urbano citado, situado en la vertiente norte de la Cordillera de la Costa a nivel del mar, se
encuentra a solo 17 kms de la ciudad de Caracas (959 msnm), que se encuentra en la vertiente sur de esa
Cordillera. La singularidad de Vargas viene dada por formar parte indisoluble de Caracas y su región
metropolitana, pero estar separadas geográficamente por la Cordillera de la Costa. De hecho, la reciente
3
Barrios, Nancy. GeoVenezuela. Volumen 7, p410. Fundación Empresas Polar. Caracas 2009.
471
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
creación en 1998 de este estado levantó una fuerte discusión sobre la pertinencia de ese acto
administrativo, principalmente debido a que se la reconoce más por ser una decisión política que
socioeconómica o territorial4. En efecto, ese reducido territorio concentra actividades de equipamientos
de nivel metropolitano de gran importancia para la ciudad de Caracas. El aeropuerto internacional Simón
Bolívar y el Puerto Internacional de la Guaira son la puerta de entrada, no sólo a la capital de Venezuela,
sino el principal acceso de entrada al país. A estas características se le suma de ser la principal área de
recreación de Caracas y uno de los principales destinos turísticos del Caribe venezolano.
Estas dos condiciones: aspectos geográficos extremos y constituir parte de la unidad urbana más
importante de Venezuela condicionan el desarrollo del estado Vargas. Son características que deben ser
valoradas tanto en sus aspectos positivos como en las restricciones que ella tiene.
La vaguada que arrastró toneladas de fango y rocas produjo pérdidas humanas no precisadas
oficialmente aún, pero estimadas entre 15.000 y 30.000 personas, tal como lo presentamos en el
trabajo de investigación realizado en el año 2.000 y publicado en el 20015
La línea costera se modificó drásticamente pues con todo el material arrastrado desde las cumbres de El
Ávila se formaron 1.024 nuevas hectáreas de terrenos ganados al mar. Después del Deslave de 1999 el
Estado Vargas se transformó totalmente, nunca más volverá a ser el mismo.
Los estudios realizados por diferentes instituciones tanto nacionales como extranjeras coinciden en
afirmar que hasta el momento las vaguadas en Vargas se han sucedido entre períodos de alrededor de
sesenta años (en los años cincuenta sucedió la que la precedió), pero los períodos entre vaguadas
seguramente se acortarán si se toma en cuenta el cambio climático como fenómeno mundial, el cual
ocasionará alzas de temperatura en toda la tierra acompañada con una subida del calor y nivel de las
aguas de los océanos por efecto del deshielo de los casquetes polares. El fenómeno de períodos de lluvias
más fuertes y temporalmente más seguidas aparece en Vargas como variable que no se puede despreciar.
4
En el año 2019 el Ejecutivo cambió de nuevo el nombre del estado. Vargas pasó a llamarse Estado de la Guaira.
5
Marcano Requena, Frank y Barrios, Sonia (coordinadores). Estado Vargas, Aspectos socioeconómicos, función urbana y
opciones de desarrollo. Litoral Vargas, corredor urbano y red vial estructurante. p35. Instituto de Urbanismo FAU-UCV.
Caracas 2001.
6
Ibid.
472
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Quizás este fenómeno ya se está presentando en nuestras costas, después de la tragedia de 1999, Vargas
fue de nuevo azotada en noviembre de 2004 por coletazos del huracán Iván que asoló las costas
venezolanas del caribe y por la vaguada del 2005 con lluvias torrenciales, producto de una baja presión
que se originó en el área occidental del océano Atlántico. De nuevo la cantidad de lluvia caída superó la
media histórica de esa época del año. En esta ocasión se destruyeron 231 km de vialidad, varios puentes
se desplomaron, el suministro de agua potable se interrumpió por 20 días, afectando al 80% de la
población varguense, las infraestructuras turísticas-recreacionales sufrieron grandes daños, el 16,9% de
los afectados quedaron sin vivienda y el 59,15 sufrió pérdidas parciales en ellas.7
Estas condiciones explican las relaciones entre el territorio de Vargas y sus condiciones geográficas, a
este efecto se han realizado periódicamente por diversos organismos reuniones y evaluaciones de la
evolución de la recuperación de ese territorio. Desde el 2001 en el documento citado y en la evaluación
del 2012, se ha advertido que su geografía tiene que ser tomada en cuenta en los planes de desarrollo
urbano que se realicen en este estado para precisar lógicas de actuación en lo urbano. Estas lógicas son
específicas para encarar cualquier infraestructura que se construya en Vargas.
Tenemos una dolorosa experiencia con el fenómeno de 1999, 2004 y 2005 y en el 2012 realizamos la
evaluación, cuando se cumplían trece años de la Vaguada de 1999, la cual fue presentada en el Seminario
“Hacia una Agenda de Desarrollo para el Estado Vargas” patrocinada por el Instituto Latinoamericano
de Investigaciones Sociales” (ILDIS)
Hacemos notar que las recomendaciones de los estudios sobre Vargas realizados en el año 2000 están en
su mayor parte sin acometer. Condición que no puede ser ignorada, tiene que estar en el centro de todas
las propuestas y políticas para avanzar en un desarrollo urbano sostenible y en un desarrollo humano
orientado a que la población de Vargas esté educada ambientalmente y preparada para enfrentar con éxito
los embates de la naturaleza. Es de todos sabido que no hay manera de evitar los eventos naturales, que
hay que prepararse pues se repetirán y agudizarán y es imprescindible que estemos preparados para
minimizar sus efectos. En este aspecto la cultura ambiental es un imperativo y reiteramos en esta ocasión
que no hemos desarrollado estudios y procesos que permitan a la ciudadanía enfrentar estos eventos.
Sabemos que se repetirán, seguimos sin estar preparados para enfrentarlos.
Si aceptamos que Vargas pertenece al área metropolitana de Caracas y que esa condición explica muchas
de sus peculiaridades urbanas, tendremos entonces que tomar en cuenta las externalidades que derivan
de su pertenencia a esa unidad mayor. Es clave comprender los retos y ventajas y desventajas que esa
macro estructura impone a Vargas. Aprovechar su rol como parte de un todo complejo puede permitir
acceder a aspectos que no existirían si esa realidad no estuviera presente.
7
Marcano Requena, Frank. “Desarrollo urbano del Estado Vargas. Situación actual y desafíos” Seminario Hacia una Agenda
de Desarrollo para el Estado Vargas. Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales (ILDIS) . Caracas 2012
473
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
En torno a la discusión sobre las posibles opciones de desarrollo global para el Estado Vargas, es
importante tomar en cuenta dos aspectos aparentemente contradictorios:
A 20 años del Deslave de 1999 observamos que a nivel nacional, a partir del 2018, Venezuela,
sufre un éxodo poblacional que alcanza según cifras internacionales a más de 5 millones de
personas, esta nueva tragedia seguramente impacta también a las áreas urbanas de Vargas. La
economía se encuentra decreciendo y los recursos son cada vez más escasos. Reducción de
recursos y falta de aplicación de planes urbanos y ambientales coherentes forman en Vargas una
mezcla que debe preocuparnos.
Esta conurbación que en 2012 contaba con una población de más de 8 millones de personas,
seguramente ha descendido considerablemente. La región del Litoral Vargas contaba cerca de
300.000 habitantes según el censo de 20118
El Estado Vargas se encuentra en posición privilegiada por sus infraestructuras de escala internacional
de puerto y aeropuerto, este último de gran importancia nacional y continental. Además, constituye la
puerta de entrada a la ciudad más poblada del país, centro del poder político nacional y espacio de
recreación natural de la ciudad de Caracas.
8
Capra Ribeiro, Fabio “Urban regions uncertaing foresight” Universitá IAUV di Venezia. Doctoral Programme in
architectrure, city and design, Curriculum: Urbanism. (Pag. 17) 2019. Venezia, Italia
474
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
como si estuvieran aisladas unas de otras. Vargas no se escapa a esta situación. En 2020 el proceso de
desconcentración ha continuado y se ha empeorado, la ventaja de Vargas en este aspecto ha disminuido,
el mantiene su fortaleza en el caso de una mejora de las circunstancias económicas y políticas. Es sabido
que los planes de desarrollo urbano deben estar pendientes y preparados para aprovechar la forma como
estos procesos impactan sus áreas.
Hoy se reconoce plenamente la estrecha relación existente entre las economías de urbanización con el
crecimiento económico y el desarrollo (Gilbert, 1996; Hjerpper y Berghall, 1998). El proceso de
conformación de realidades urbanas de gran escala en formación en la región central de Venezuela, que
comprende un conjunto de ciudades que integran un tejido urbano fuertemente relacionado, ya se
encuentra formado por más de 8 millones de habitantes y en ese continuo urbano Vargas es uno de los
polos más importantes como parte de la ciudad capital y gracias a sus infraestructuras: aeropuerto y
puerto internacional y su vocación turística.
No se puede descartar la hipótesis según la cual la Región Capital es una región con ventajas
comparativas para el desarrollo de actividades claves para el desarrollo nacional, especialmente en
actividades de transporte, comunicación y turismo, cuyas potencialidades no se han podido aprovechar
en forma adecuada por la ausencia de la acción pública que genere las externalidades necesarias. En este
sentido, el planteamiento global para la sub-región es el de propiciar la especialización funcional de la
misma y un desarrollo global coherente, y al mismo tiempo consistente con el rol del AMC de centro
nervioso fundamental dentro del territorio nacional.
Para el Estado Vargas quedan claramente evidenciadas sus ventajas comparativas para el desarrollo de
actividades de transporte, comunicación y turismo, cuyas potencialidades no se han podido aprovechar
en forma adecuada por la ausencia de la acción pública que genere las externalidades necesarias. Estas
tres actividades en Vargas encuentran un espacio privilegiado reforzado aún más por su pertenencia a la
9
La asignatura Teorías Urbanas ha tratado los siguientes temas urbanos: “La cuestión metropolitana” (1999), “La
Megalópolis del Norte de Venezuela” (2001), “Los Grandes Proyectos Urbanos como Instrumentos de la Planificación
Estratégica” (2003-2004), “Ciudad y Universidad” (2005), este último dictado en Bogotá, en la sede de la Universidad
Nacional de Colombia, ‘‘Metrópolis Binacionales’’ (2005-2006), “El Rol del Casco Histórico en la Dinámica de las
Metrópolis Contemporáneas” (Caracas 2007-2008), ‘‘Metrópolis del Caribe’’ (Caracas 2010), “Metrópolis
Fragmentadas” (Caracas 2015), “Dinámicas Metropolitanas y Cambio Climático” (Caracas 2016) y “Tecnología y
Metrópolis” (Caracas 2019).
10
Capra Ribeiro, Fabio ibid
475
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
estructura urbana de la Región Capital y al eje Centro Norte Costero. Ellas deben constituir palancas del
desarrollo urbano que se debe acometer.
Este enfoque tiene amplio respaldo en la moderna literatura que relaciona el crecimiento y la
urbanización (Rommer, 1994; Arocena, 1995; Albuquerque, 1997; Boisier, 1997; Castell y Borja, 1998,
Vásquez-Baquero, 1999). Por lo general, en estas literaturas se analiza con cuidado el actual proceso de
globalización; y una de las claves para aprovechar sus potencialidades y evitar sus debilidades, se
encuentra en la estructuración de regiones y sub-regiones urbanas con características particulares
(reconociendo el valor de lo local) que les permita captar y asentar los impulsos que genera la
globalización. Es decir, la fuente del crecimiento estaría relacionada con las posibilidades para estructurar
complejos de actividades urbanas con importantes externalidades, que necesariamente implica
combinarlas con las internalidades, fortaleciendo un proceso social coherente.
En otras palabras, se trata de buscar el crecimiento que ofrece el modelo de desarrollo exógeno
conjuntamente con una distribución que corresponda al modelo endógeno. Es bien conocido que los
logros del modelo de desarrollo exógeno (crecimiento económico), basado en iniciativas e intereses
externos a las regiones, son frecuentemente empañados por la agudización de las disparidades sociales.
El desarrollo endógeno en cambio, enfatiza las iniciativas de los agentes locales buscando impulsar
cambios económicos, institucionales y culturales integrales vía la adopción de tecnologías blandas, que
tienden a generar empleos de mediana y baja calificación. Es importante para Vargas combinar los
componentes exógenos y endógenos para reducir sus debilidades y aprovechar sus fortalezas.
Para este caso, el componente exógeno fundamental estaría representado por las actividades de puerto y
aeropuerto. Estas actividades constituyen dos grandes palancas para el crecimiento económico de Vargas,
con indudables repercusiones en el AMC y el resto del país. Caracas siempre se había visualizado junto
a su puerto y aeropuerto como un “Centro Estratégico para las Américas”. Esta visión viene perdiendo
vigencia por las crisis económicas y políticas que sufre el país. La principal diferencia entre el 2012 y el
2020 es la enorme crisis que actualmente se presenta en Venezuela. Esto hace que sea más importante
prepararse y tener planes listos para la fase de recuperación, Caracas, Vargas y la Región Central de
Venezuela (RCV) tienen que recuperar sus roles perdidos como centro de negocios de grandes
corporaciones; centro de generación y difusión de información relevante; sede de universidades, centro
cultural y turístico y centros de investigación avanzada, entre otras cosas. No es tarea fácil pero no cabe
duda que es imprescindible hacerlo y sin perder tiempo.
Por lo antes dicho, es indispensable proceder a la modernización y la complementación de su Puerto y
Aeropuerto, teniendo en vista recuperar su rol de puerta de entrada a Suramérica desde el norte y puerta
de acceso al Caribe desde el Sur del continente, y como centro de distribución de pasajeros y carga al
resto del país. Esto, sin duda alguna, será muy difícil pues Panamá y Bogotá se han apoderado de ese rol
y además tendrá que lograr recuperar el servicio de las compañías aéreas que antes operaban en
Venezuela. Repensar el país es acto obligatorio de cualquier política económica y el éxito que se logre
tendrá un efecto cascada en el resto del país, y específicamente en Vargas por el aumento del volumen
de pasajeros y carga a atender, así como elemento clave para enfrentar futuras contingencias ambientales.
476
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Será necesario, por lo tanto, modernizar, ampliar y especializar la red del puerto y el aeropuerto de
Vargas. Las actuaciones previstas para Vargas tendrán efectos multiplicadores positivos en el resto del
país.
El componente endógeno lo constituye en Vargas, la actividad turística y los servicios, teniendo como
principal mercado a Caracas y funcionando también como centro de promoción y de redistribución del
turismo internacional recuperado al resto del territorio nacional, lo que se traducirá, en el apuntalamiento
del turismo de playa, del turismo ecológico y del turismo de aventura, tanto en las poblaciones de su
franja marítima, como en las distintas zonas del país. En menor medida, Vargas podrá también atender
al llamado turismo de negocios, centrado en la ciudad capital. La actividad turística venía sirviendo y
deberá seguir haciéndolo a dos estratos de ingresos bien diferenciados: el de los sectores populares y el
de los sectores de ingresos medios y altos. En ambos casos y en función de sus respectivos mercados,
habrá que establecer como objetivo ineludible la prestación de servicios de alta calidad. Una primera
línea de actuación en el sentido señalado implica la superación de los déficits acumulados en materia de
infraestructuras de acogida de personas y actividades, teniendo en cuenta las restricciones ambientales,
las variables urbanas y los estándares de calidad. A los balnearios públicos y los clubes privados, en
particular, les tocará jugar un importante papel en su condición de grandes generadores de empleo de
mediana y baja calificación. Es evidente que la reconstrucción del tejido urbano, de lo que hemos llamado
el corredor de actividades urbanas de Vargas, incluyendo a las grandes obras de infraestructura,
representarán, a corto plazo la mayor palanca para la reactivación urbana y regional.
La red vial estructurante para el Estado Vargas, mantiene su importancia, las obras de vialidad realizadas
no responden a una planificación integral como lo necesita Vargas. Es imperativa la construcción de esta
vía que debe responder a las distintas demandas por accesibilidad y conectividad que plantean y
plantearán las actividades existentes y a desarrollarse en la sub-región. Por un lado, están los
requerimientos de la población residente y flotante, ligada esta última en buena medida a la actividad
turística y por el otro las actividades económico regionales, ya localizadas o por localizar, cuya funciones
y roles se ejercen no sólo en el marco regional sino en el nivel nacional, como las actividades del
aeropuerto internacional y las del puerto.
En la evaluación del 2012 observamos que la reactivación del puerto y el aeropuerto no se había logrado.
El panorama en el 2020 se ha deteriorado mucho más, tanto el puerto como el aeropuerto han perdido
dinamismo empresarial y sus flujos se han reducido fuertemente. La Vía Estructurante o Gran Soublette
entre Catia La Mar y Caraballeda, instrumento clave para la movilidad sigue esperando su construcción
tal y como fue recomendada en el 2001. Se evidencia que 20 años después habrá que ser más cuidadoso
y asertivo con un plan de reactivación, pues es más compleja su realización. Planificar es aún más
necesarios ahora que anteriormente.
Prevenir es la más importante tarea de un territorio y una sociedad para asegurar su futuro. Los sucesos
de 1.999 nos enseñaron duramente que tener la capacidad de responder ante los acontecimientos con
prontitud y eficiencia, tanto naturales como sociales, es un imperativo. Actuar frente a la emergencia sin
estar preparados ya no puede seguir siendo una opción.
477
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
Esa experiencia nos enfrentó y obliga a pensar de otra forma ante acontecimientos naturales. Sabemos
que van a repetirse, que son cíclicos, de hecho, la periodicidad de ese evento es ya conocida. Los estudios
realizados determinaron que los deslaves se han venido sucediendo históricamente cada 60 años, esos
estudios también decían que en el futuro ese lapso tendía a acortarse. Hace veinte años aprendimos -o
debimos haber aprendido- que tendríamos por delante un deslave similar en menos de 50 años, es decir,
actualmente en el 2020 ha transcurrido casi el 50% del tiempo que disponíamos. La evaluación en esos
veinte años no puede ser otra que al haber perdido la mitad del tiempo de que disponíamos estamos
obligados a acelerar el proceso de reestructuración del territorio.
Lo que no hemos hecho, ahora tiene que ser realizado con carácter de urgencia. Otra vez a planificar en
emergencia. Sigue siendo vital identificar una serie de acciones estratégicas que aseguren nuestra
capacidad para enfrentar los eventos extraordinarios, pero también acciones que se inserten dentro de
una política de desarrollo que mire más allá y asegure un crecimiento sostenido, sustentable y
económicamente factible. Nos referimos a contar con plan y con los proyectos que aseguran que el plan
tenga éxito.
Prevención, acciones estratégicas y planes y proyectos, continúan formando las tres bases del modelo
que aseguran la viabilidad de las acciones necesarias para Vargas. Hemos ya señalado que la historia de
los acontecimientos pasados no se relata solamente en el tiempo, se escribe también en el espacio. Esta
evaluación tiene como objetivo enfrentar un problema que sigue existiendo. Escribir la historia del futuro
de Vargas tiene que realizarse con estas dos variables, pero estableciendo las temporalidades de las
acciones necesarias para que este ensayo de futurología se nutra de la mayor cantidad de aciertos. Si
quedan veinte años hay que acertar en las acciones para que la nueva evaluación sea mejor que hemos
realizado hasta ahora.
La situación en la cual se encontraba el Estado Vargas después de la vaguada de 1999, -empeorada por
la del 2005- hizo necesario repensar un continuo urbano como ejercicio de planificación, es decir,
enfrentar el problema de la ordenación del territorio con enfoques que permitiesen una mayor libertad en
la elaboración de la agenda de las intervenciones.
A este efecto se hizo hincapié en valorizar, como actitud frente a los desastres, la preparación de las
comunidades para que se constituyesen en agentes activos en la protección de ellos mismos y de su
entorno. La organización de una Gestión de Riesgo Integral de acuerdo a lo recomendado por la
Organización Mundial de la Salud debe ser implementada. Por esta razón se propuso crear mecanismos
de gestión que diseñe y organice: "una cadena ininterrumpida de acciones concertadas que ameritan la
respuesta al desastre, el alivio y la rehabilitación, la reducción del riesgo, la mitigación, la preparación y,
si resulta posible, el aviso temprano"11. Es vital reconocer que en Vargas se necesita todavía hoy una
revisión profunda de los aspectos citados. Por supuesto que las propuestas urbanas deben incluir este
axioma de forma que ellas se diseñen incorporándolas.
Vargas es un ámbito en el cual sus pobladores viven bajo condiciones de riesgo, las comunidades e
instituciones públicas y privadas deben reconocer que para minimizar las consecuencias de la geografía
11
Marcano, Frank y Barrios, Sonia. Op cit p348.
478
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
del desastre es necesario dotarse de las armas de la prevención. La emergencia inmediata no puede ser la
respuesta a esa geografía. Prevención como respuesta a la emergencia es hoy más urgente que en el 2001.
Se proponía apoyar el modelo endógeno para privilegiar iniciativas de los agentes locales y evitar
disparidades sociales, aprovechando las bondades del modelo exógeno que proporciona el puerto y el
aeropuerto. Como se constató, esas dos infraestructuras nacionales han sido y continúan siendo las dos
grandes palancas del crecimiento económico de Vargas y principales fuentes de trabajo del Litoral. Desde
el punto de vista del mercado laboral Vargas siempre se ha apoyado primero, en el sector de transporte,
almacenamiento y comunicaciones estrechamente vinculados con el puerto y el aeropuerto y luego, en
el sector de servicios relacionados con la actividad turística interna.
La propuesta física central de la movilidad: la Red Vial Estructurante (RVE) para el Estado Vargas, debe
responder a las distintas demandas por accesibilidad y conectividad que plantean y plantearán las
actividades existentes y a desarrollarse en la sub-región, además de cumplir con la función de elemento
clave en ocasiones de emergencia. Por un lado, están los requerimientos de la población residente y
flotante, ligada esta última en buena medida a la actividad turística y por el otro las actividades económico
regionales, ya localizadas o por localizar, cuya funciones y roles se ejercen no sólo en el marco regional
sino en el nivel nacional. Red Vial Estructurante, Aeropuerto Internacional y Puerto de la Guaira
conforman la base estratégica de la recuperación de Vargas.
La RVE se propone para servir al Litoral Metropolitano, aprovechando que allí está concentrada la casi
totalidad de las actividades urbanas del Vargas. Responde a los imperativos de la geografía del estado:
un sistema montañoso que ocupa el 80% del territorio y una franja costera alargada y muy angosta donde
se localizan el sistema de centros poblados de Vargas. Este sistema urbano, constituido por un eje
conocido como el Litoral Metropolitano (Catia La Mar, Maiquetía, La Guaira, Macuto y Caraballeda) y
dos polos de carácter rural (Carayaca al este y Naiguatá al oeste). Dado lo estrecho del territorio dicha
infraestructura de vialidad debe ser una vía multimodal que permita el transporte de carga del puerto y
12
Marcano, Frank y Barrios, Sonia. Op cit p24
479
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
La RVE se compone por tres grandes componentes, una avenida entre Catia La Mar y Caraballeda
llamada la Gran Soublette que utiliza el derecho de vía de la actual avenida Soublette, manteniendo los
canales existentes para el transporte privado y reforzándola con canales de transporte masivo de
autobuses, tranvía o ferrocarril con vías exclusivas. Otra avenida, a lo largo de la costa, llamada el
Bulevar del Caribe que recorre las playas paralelamente a la Gran Soublette, aprovecha tramos existentes
(Playa Grande y Caraballeda) y comparte espacio con la Gran Soublette en sitios donde la distancia entre
el mar y la montaña tiene dimensiones restringidas (Maiquetía, La Guaira y Macuto). Finalmente, una
vía de Servicios del puerto de la Guaira y del aeropuerto que permita la circulación de la carga por
terrenos actuales del puerto conectada directamente con el distribuidor de la autopista Caracas-La Guaira.
Finalmente es importante poner de relieve que todas las recomendaciones de opciones de desarrollo
deberán ser cuidadosamente contrastadas con los estudios especializados que diferentes instancias
realizaron para determinar los riesgos ambientales y ecológicos. De esta manera podremos asegurar que
los nuevos desarrollos urbanos tomen en cuenta las variables ambientales, para de esa forma minimizar
los riesgos que ocasionaron la tragedia de fines de 1999.
Tenemos conocimiento de que la mayoría de las quebradas del litoral cuentan con estudios de obras para
control de inundaciones y un gran número de presas y obras de control de sedimentos han sido realizadas.
No todas las obras han sido completadas y no disponemos cuáles son los porcentajes de avance en cada
caso, incluso en los periódicos nacionales constantemente aparecen llamados de alerta acerca de la falta
de mantenimiento y limpieza que se observa en esas obras. Hemos notado que en el plan de Ordenamiento
y Reglamento aprobado se incluyen recomendaciones acerca de los espacios abiertos que deben dejarse
libres de construcciones. En algunos casos estos espacios llegan a ser de más de 25 metros a cada lado
del eje de la quebrada. En ellos no se puede construir y deben quedar como espacios abiertos destinados
a actividades recreativas que no acepten la pernocta, aunque observamos que comienzan a ser invadidos.
No existe control o vigilancia sobre ellos y puede ser que con el tiempo sean construidas viviendas en
zonas de altísimo riesgo. Incluso, en Camurí Chico, el mismo estado construyó conjuntos de viviendas
en los conos de deyección de la quebrada, ellas se encuentran en zonas de alto riesgo.
Desde el punto de vista de la elaboración de planes de ordenamiento urbano diversas instancias han sido
creadas para actuar en la recuperación de Vargas:
480
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
-La Autoridad Única de Área para el Estado Vargas tiene entre sus objetivos la administración,
manejo y elaboración del Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso, Plan aprobado en Gaceta
Oficial extraordinaria 5.578 de fecha 27 de enero de 2005, para el sector comprendido entre
Arrecife y Quebrada Seca. Esa instancia fue eliminada y sustituida por instancias del Estado.
-Corpovargas, institución gubernamental de carácter regional adscrita al Ministerio de
Planificación y Desarrollo se encarga de la recuperación y desarrollo del estado. Muchas de sus
obras están destinadas a la protección de cuencas medias y bajas, control de sedimentos y
canalización de quebradas con fines de prevención de desastres naturales. En el año 2012 se
informó que se habían ejecutado 233 obras y 63 se encontraban en ejecución.
Corpovargas desde el 2005 lleva a cabo el Plan Vargas que se encarga de construir las obras
generadas por los Convenios de la Comunidad Europea y España, la canalización de las quebradas
Piedra Azul en Maiquetía, Osorio en la Guiara y Quebrada Seca, los colectores del sistema de
Los Corales y presas de retención de sedimentos en el río Migueleno y Camurí Grande.
-Han sido elaborados el Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso del Área de Protección y
Recuperación Ambiental del municipio Vargas y el Plan de Ordenamiento del Territorio del
estado Vargas.
La Gobernación y la Alcaldía del estado tienen planes especiales de construcción que en
ocasiones no se encuentran coordinados entre sí.
- Desde el punto de vista urbano el puerto de la Guaira cuenta con su Plan Maestro de
Desarrollo, son relevantes los aspectos de adecuación de la infraestructura del puerto y la
construcción del eje de desarrollo integración puerto aeropuerto.
Algunas de las obras que se construyeron antes de las vaguadas de 2004 y 2005 demostraron debilidades
técnicas en las obras de ingeniería y falta de continuidad en la construcción de infraestructuras en zonas
vulnerables que están desprotegidas. Por lo tanto, sigue siendo imperiosa una revisión por parte de los
entes involucrados en el desarrollo del estado de los planes y proyectos ejecutados y previstos para la
entidad, a fin de reorientarlos, corregirlos y mejorarlos, así como, incorporar nuevos desarrollos que
ayuden a recuperar económicamente a Vargas y mejorar la calidad de vida de sus habitantes.13
La devastación de Vargas fue tan grande que indudablemente su recuperación es una tarea lenta y costosa,
a pesar de las obras realizadas pareciera hacer falta un plan general que compatibilice los diversos entes
que actúan y que los coordinan y, no menos importante, la asignación de recursos suficientes para
acometerlas. Igualmente hace falta un plan general con metas precisas que permita saber cómo se
invierten los recursos, un cronograma integrado que indique cuando se deben finalizar las obras y un
sistema de evaluación que permita a las comunidades monitorear el avance o retraso de cada acción que
se ejecuta. La contraloría social no parece estar bien organizada y es difícil obtener información acerca
de lo que se construye. Los mecanismos de participación no dejan de ser referenciales y parecen ser poco
utilizados.
13
Marcano, Frank y Barrios, Sonia. Op cit p405.
481
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
Esos planes estudian el contexto urbano y proponen las acciones de diseño urbano necesarias para su
rescate. En todos se necesita dejar libre el área de protección a ambos lados de las quebradas que
especifica el Plan de Ordenamiento realizado por Corpovargas. En estos espacios es imperativo colocar
actividades de recreación que permitan ser evacuados en momentos de necesidad. Los planes Especiales
de Diseño Urbano contemplan la creación de redes de espacios públicos con sistemas de ciclovías,
equipamientos culturales, educacionales y asistenciales necesarios para cada comunidad. Las áreas de
protección a cada lado de los cauces de agua se convertirán en los grandes espacios verdes conectores
entre la montaña y el mar.
Aspectos Ambientales: Las propuestas de control de crecidas de ríos y quebradas que se han
construido deben ser revisadas, evaluadas y sobre todo asegurar su mantenimiento y limpieza constante.
El respeto de las áreas de protección de ríos y quebradas previstas en el Plan de Ordenamiento y
Reglamento de Uso será la llave para asegurar el éxito del rescate de Vargas, en ellas no podrán ubicarse
actividades de pernocta. El dimensionamiento definitivo, el tratamiento paisajístico de las áreas de
protección y el equipamiento se detalla en Planes Especiales de Diseño Urbano a realizar. La disposición
del material arrastrado (arena y piedra) debe ser aprovechado para consolidar el nuevo frente marítimo,
construir vías y proteger el borde de ríos y quebradas.
Parque Nacional de El Ávila: Rescate y reforzamiento de la vertiente norte del Parque como
activo de recreación del Litoral Metropolitano. Rescate de estructuras coloniales e históricas del Parque
y creación de infraestructuras que mejoren las condiciones de su uso y aprovechamiento. Visualizar la
conexión del mar y la montaña a través de los espacios protectores de ríos y quebradas. El Teleférico
Ávila Litoral debe ser recuperado como atractivo turístico y como sistema de evacuación en tiempos de
emergencia.
Aeropuerto Simón Bolívar y Puerto de La Guaira: Revisar y actualizar el Plan Especial del
Puerto y del Aeropuerto. Mantener el aeropuerto y adecuarlo como pieza fundamental de transporte de
pasajeros y de carga. Redimensionar la zona de carga y descarga del puerto. Actualizar la infraestructura
portuaria y rescatar terrenos para uso urbano en el frente urbano de Maiquetía. Modernizar la operación
del puerto, mediante la concentración del puerto de contenedores en el área oeste de la zona portuaria. El
espacio liberado se destinará a un puerto turístico y a una operación urbana de renovación. Reubicar el
puerto pesquero. Construcción de una vía de carga exclusiva para ambas instalaciones con conexión
directa con la autopista Caracas – La Guaira y un ramal directo de conexión con el aeropuerto.
Sector de Punta de Mulatos: Rehabilitar los barrios de Punta de Mulatos. Prever operaciones de
renovación urbana. Mejorar las condiciones de diseño de la Gran Soublette. Consolidar la vialidad
colectora de Punta de Mulatos. Consolidar el frente marino. Definir como espacio público la zona de
protección de la quebrada de Cariaco,
482
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Sector de Camurí Chico: Consolidar Camurí Chico como centro vacacional, recreacional con
alojamiento turístico (hoteles, parque de atracciones y balnearios). Definir como áreas bajo régimen de
estudio especial los sectores afectados inmediatos a la quebrada Camurí Chico. Solucionar el problema
de las viviendas construidas en el cono de deyección de las quebradas. Prever operaciones mixtas público
privadas para actividades recreacionales y turísticas. Completar y mejorar las condiciones de diseño de
la vialidad troncal. Integrar la franja costera y el canal del río Camurí Chico a la red de espacios públicos.
Consolidar el frente marino.
Los objetivos de diseño para el trazado propuesto que conforma la vialidad estructurante de Vargas son
los siguientes: Construir una vialidad que pueda servir en casos de emergencia (deslave o terremoto) en
vía de escape a los habitantes y de acceso a los equipos de socorro necesarios, y en tiempo normales,
483
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
El Boulevar del Caribe: Esta vía también va desde Catia La Mar hasta Caraballeda. Recorre un
trazado cercano al mar aprovechando casi en su totalidad la vialidad existente. En casos especiales -
Maiquetía y Casco de La Guaira comparte vía con la Gran Soublette y en Macuto con la vialidad
Intercomunal. El trazado propuesto recomienda la construcción de esta vía para aprovechar su alto nivel
escenográfico y maximizar el acceso peatonal a las diferentes playas del corredor urbano. Puede ser
indistintamente unifuncional o multifuncional: cuenta con canales para transporte público, vías de
servicio, vías escenográficas, vías de paso, ciclovías. Se descarta la condición de vialidad expresa.
La vía del frente marítimo -Bulevar del Caribe- debe aprovechar el nuevo borde del mar, surgida por el
deslave y debidamente protegido por espigones y escolleras. Crear un sistema de movilidad suave
compuesto por carriles de bicicletas. Completar los circuitos de movilidad intra sectorial (colectores
secundarios), con acciones de rehabilitación en los barrios y áreas urbanas que sean afectadas.
Contemplar vías exclusivas de transporte público donde lo requiera la demanda.
Vía de carga del Puerto y el Aeropuerto: Construir la vía exclusiva de carga para conectar el
Puerto de la Guaira y el Aeropuerto Simón Bolívar con el distribuidor Pariata de la Autopista Caracas-
La Guaira. Esta vía exclusiva para transporte de carga del aeropuerto y el puerto debe ser construida en
terrenos del puerto, en el área entre las dos infraestructuras.
484
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
4. REFLEXIONES FINALES
Terminamos con algunas reflexiones acerca de los pasos importantes que se han debido aplicar en Vargas
con el objeto de que ese territorio se recupere del Deslave de Vargas de 1.999. Cuatro temas aparecen
como claves para orientar las acciones de esa recuperación, la primera es que la sostenibilidad del
territorio sigue siendo tema central; la segunda, comprender las externalidades e internalidades que
actúan sobre Vargas para aprovechar sus ventajas y sortear sus aspectos negativos, la tercera, entender
que convertir a Vargas en un “Laboratorio de la Sostenibilidad” es clave para encontrar pautas y adecuar
nuestra huella en ese territorio y ofrezca la experiencia que Venezuela necesita para otas regiones y
finalmente una cuarta, que compila las anteriores: comprender la importancia de la evaluación de
nuestros procesos sociales y urbanos.
El informe de la Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo, conocido como Informe
Bruntland (CMMAD, 1988), se titula "Un futuro amenazado". Ese texto llamó la atención acerca de las
amenazas que penden sobre el ambiente, tema que ahora poco se discute ya que se acepta su fragilidad y
los efectos que sobre él la civilización ha causado. Parece que el futuro nos alcanzó, sólo discrepamos en
cuándo se cumplirá. En ese trabajo se utilizó una primera definición sobre el concepto de sostenibilidad:
"El desarrollo sostenible es el que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer
la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades"
No tiene sentido aspirar a una ciudad o un país sostenible pues la sostenibilidad exige planteamientos
holísticos globales, aunque si lo tiene trabajar para que un país o una ciudad o un proyecto -que no dejan
de ser acciones individuales- contribuyan a la sostenibilidad. Este axioma sirve de base a las propuestas
que pensamos que Vargas debe acometer. Vargas puede ser para Venezuela un laboratorio de ese futuro
en el cual la sostenibilidad es una premisa. Comprender la importancia de construir un laboratorio urbano
ambiental en nuestro país, en una región que sufrió la vaguada de 1999 tiene una importancia capital en
este mundo interconectado. Ese es el rol que proponemos, esa es la contribución que podemos realizar
para que en Venezuela comprendamos que el futuro se construye en Vargas. De alguna manera
rescatamos el carácter modélico de la tercera alternativa enunciada en el año 2000. Integrar ambiente y
desarrollo puede ser el aporte más importante que los venezolanos realicemos trabajando en nuestro
territorio Vargas. Incorporar lo ambiental a planes de desarrollo urbano en Vargas no causa asombro ni
se considera descabellado ya, que el estupor lo presenciamos y lo vivimos en 1999.
485
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
En el punto 1.3 Externalidades e Internalidades de Vargas, tratamos el rol que juegan las externalidades
y las internalidades y la manera como ellas pueden ser aprovechadas en Vargas, allí afirmamos que:
"Una de las claves para aprovechar las potencialidades de este proceso y evitar sus debilidades
estaría en la estructuración de regiones y sub-regiones urbanas con características particulares
(reconociendo el valor de lo local) que les permita captar y asentar los beneficios que genera.
Es decir, la fuente del crecimiento estaría relacionada con las posibilidades para estructurar un
complejo de actividades urbanas con funcionalidad adecuada, lo que implica combinar aspectos
técnicos con un proceso social coherente".
En otras palabras, buscar el crecimiento que da el modelo de desarrollo exógeno conjuntamente con una
distribución que corresponda al modelo endógeno. Esta es una ecuación interesante y debe servir de base
a los proyectos urbanos que propondremos para Vargas. Aprovechar las características de lo endógeno:
reforzar las iniciativas de lo local vía tecnologías blandas, respeto del ambiente, generando empleo de
mediana y baja calificación pueden transformar radicalmente el panorama social y urbano de Vargas,
siempre y cuando no despreciemos el crecimiento económico que ofrecen a Vargas las variables
exógenas relacionadas con el puerto y el aeropuerto y con todas aquellas que se derivan de la
conformación del eje urbano del Área Central Norte de Venezuela (ACNV). Formar parte de una realidad
urbana potente tal como pudiera ser la de la ACNV permite trazar objetivos que no podrían ser
considerados si vemos solamente la escala de Vargas. Si a esto añadimos los particulares de este territorio
(Laboratorio ambiental de lo urbano: turismo y recreación) estaremos organizando propuestas
estructuradas y rentables socialmente.
Finalmente, si los componentes exógenos y endógenos necesitan privilegiar las actividades de transporte,
comunicación y turismo, para el Estado Vargas es imprescindible potenciar las infraestructuras del puerto
y el aeropuerto (infraestructuras que recomendamos volver a manos del Estado Vargas), así como
acometer una red vial estructurante que solucione la movilidad tanto de los habitantes y visitantes, como
de pasajeros y mercancías. La movilidad de la actividad cotidiana y turística mejora fuertemente la calidad
de vida de Vargas cumpliendo con los objetivos imprescindibles de lo exógeno y lo endógeno.
En el Museo de Ciencias Naturales de Caracas presentamos en marzo del año 2000 los “Lineamientos
Generales para la recuperación del Litoral Vargas”. Ese documento recogía de forma sintetizada
diferentes propuestas que aún conservan su vigencia. Allí se presentaron alternativas de intervención
urbana en toda el área comprendida entre Catia La Mar y Caraballeda.
Propuestas que han sido estudiadas y formuladas en Talleres de la Maestría de Diseño Urbano del
Instituto de Urbanismo de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de
Venezuela, realizados antes del deslave, durante los estudios recogidos en la publicación del 2001 y los
486
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
estudios que se continuaron entre el 2002 y el 2016 en la Maestría de Diseño Urbano del Instituto de
Urbanismo de la FAU-UCV. Ellas ya incluían lo ambiental como tema clave para Vargas.
Conformaron un primer acercamiento para encarar propuestas de recuperación físico-espacial del Litoral
Vargas. Al listado de acciones previas a los estudios e investigaciones que se editaron en el 2001 y a la
formulación de los planes de ordenamiento territorial y urbano correspondientes, se le añadieron otras
propuestas de Diseño Urbano para la mayoría de las áreas urbanas atravesadas por quebradas en Vargas,
Caracas y Maracay que se desarrollaron en ese postgrado en el programa titulado “Las Constelaciones
del Colibrí. Metáfora del espacio público”14.
Posteriormente, en la misma Maestría de Diseño Urbano en los años 2005, 2006, 2010, 2011, 2014 y
2016 se continuaron esos talleres de postgrado con los arquitectos que los cursaban y desarrollaban
proyectos sobre algunas de las quebradas de Vargas y sobre La Vía Estructurante del Litoral, algunas de
ellos culminaron en tesis de postgrado. Esta experiencia ha formado un plantel de arquitectos de
postgrado especializados en los temas urbanos en los cuales la experiencia de Vargas reviste una gran
importancia y conforma un grupo de profesionales con experiencias importantes en esa área.
Crear el Laboratorio de la Sostenibilidad en Vargas permite que las obras que se han construido desde el
año 2001 y las que necesitan ser construidas se estructuren alrededor de la variable que domina en Vargas.
Los desarrollos urbanos tienen que integrarse a la particular naturaleza de esa región y asegurar que sus
habitantes se encuentren protegidos de los riesgos que en ella se corren y disfruten de los beneficios que
sin duda alguna Vargas ofrece. La experiencia en desarrollo sostenible será de gran importancia para el
futuro de Venezuela.
Rendirse y conformarse es la actitud que observamos en este 2021. A menudo escuchamos que hemos
realizado lo que se podía, que hay muchas obras que se han acometido, que no contamos con suficientes
recursos, que las decisiones políticas no han sido organizadas, que somos pesimistas, que somos
optimistas. Estas opiniones reflejan un fuerte conformismo, no basta con razones que expliquen por qué
no hicimos más, es necesario tener la lista de metas a cumplir para cada período y al finalizarlo evaluar
lo realizado y por ende lo que no hemos alcanzado. Solo así podemos saber si las metas trazadas las
hemos cumplido. Es inevitable conocer cómo la situación ha ido transformándose a medida que el tiempo
pasa, cuáles han sido los aciertos y las equivocaciones y cuáles han sido los procesos que hemos ido
construyendo para ignorarla, enfrentarla o vencerla. Finalmente, repetimos:
Las puertas o procesos que no se cierran o culminan dejan abiertos espacios por donde se cuelan
fantasmas. Reflexionar y establecer balances sobre lo sucedido es de capital importancia, no solo para
Vargas sino para toda Venezuela.
14
Marcano Requena, Frank. “Las Constelaciones del Colibrí. Metáfora del Espacio Público de Caracas”. Colección
Textos de Postgrado Nª7. Facultad de Arquitectura y Urbanismo. UCV. Caracas 2011.
487
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
RESUMEN
Los desastres constituyen siempre la manera más contundente e inobjetable de evaluar la eficacia de los
esfuerzos que hacen los países, tanto para evitar y/o reducir sus escenarios de riesgos socionaturales,
como para responder articulada y eficientemente a la hora de registrarse uno de estos eventos.
Penosamente las evaluaciones que se han hecho tras la ocurrencia de los últimos desastres que se han
registrado en Venezuela - y muy particularmente aquellas desarrolladas luego de Vargas 1999 -, solo han
servido para demostrar las profundas debilidades institucionales preexistentes, y para disparar procesos
espasmódicos de reingeniería institucional en los que, a la larga, parecieran reconstruirse invariablemente
las mismas malas prácticas y errores que posibilitaron el desastre previamente vivido.
A lo largo de este artículo se describe como este fenómeno pareciera haberse registrado en el marco del
desastre de Vargas de diciembre de 1999 y se esbozan algunas teorías que sugieren que las causas de
estas recurrentes formas de debilidad institucional, lejos de deberse exclusivamente a elementos
circunstanciales o coyunturales, pudieran obedecer a razones de fondo propias del contexto social,
cultural y político que fundamenta el quehacer de la reducción de desastres socionaturales en el contexto
latinoamericano.
488
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
INTRODUCCIÓN
En diciembre del año de 1999 Venezuela padeció uno de sus peores desastres del siglo XX, cuando un
incremento notable en los niveles de pluviosidad registrado durante los meses de noviembre y diciembre
en sus regiones de la costa norte central, saturaron las cuencas y sub-cuencas altas y medias de la vertiente
norte de la cordillera de la costa, detonando con ello una serie de procesos geomorfológicos e
hidrológicos que generaron enormes niveles de destrucción entre distintas poblaciones del estado Vargas,
así como de otras regiones localizadas en la costa central de ese país suramericano.
El Desastre de Vargas de 1999 sirvió para demostrar lo deficiente que eran las capacidades nacionales
de actuación de aquel entonces ante este tipo de calamidades, y este hecho propició que pocas semanas
después de aquella calamidad, se comenzaran a instrumentarán procesos de reingeniería y fortalecimiento
de la institucionalidad venezolana para la reducción de desastres en dos planos de gran importancia y
mutuamente complementarios: El primero de estos planos estuvo referido al del mejoramiento de las
capacidades de preparación y actuación del país, y en particular de sus instituciones, para responder
rápida, eficiente y coordinadamente ante futuros escenarios de desastres; mientras que el segundo apuntó
al complejo reto de tratar de transformar las insostenibles prácticas sociales e institucionales de ocupación
del territorio que caracterizan a ese país suramericano, y que siempre subyacen y anteceden la ocurrencia
de los grandes desastres que se han registrado en nuestra región.
En el marco del proceso mencionado, se abrió un debate nacional muy interesante alrededor de las
inmensas debilidades institucionales que quedaron expuestas en los dos planos referidos anteriormente,
y producto de aquel debate se consolidaron en el país nuevas formas de conceptualizar, legislar e incluso
de institucionalizar el papel que debería asumir el Estado venezolano a fin de reducir sus actuales
escenarios de riesgo y de ser capaz de responder adecuadamente ante las futuras calamidades que con
toda seguridad este deberá hacer frente en el futuro.
Entre las primeras trasformaciones de importancia que se dieron como producto de aquel proceso destaca
la reestructuración que se le hizo al aparato nacional responsable de la gestión de desastres de Venezuela;
un ente que en el momento del desastre de Vargas estaba representado por el Sistema Nacional de
Defensa Civil y cuya creación fue justamente un producto de las debilidades institucionales de actuación
y coordinación que habían quedado expuestas tras el terremoto de Caracas de 1967. El hecho cierto es
que, producto de lo ocurrido en el desastre de Vargas 1999, un nuevo proceso de reingeniería a fondo se
dio en aquella institución - al menos en lo que a su expresión discursiva y su marco normativo formal se
refiere – que a la larga la llevo a convertirse en lo que actualmente conocemos como el Sistema Nacional
de Protección Civil y Administración de Desastres. (Decreto Presidencial 1557 del 13 de noviembre del
2001).
Un segundo y mucho más audaz grupo de transformaciones en el aparato institucional venezolano que
cobro algún impulso tras aquel desastre, fue promovido por el deseo de consolidar a nivel nacional un
enfoque para la reducción de los desastres articulado desde la noción de la gestión de riesgos
socionaturales. Un enfoque surgido en el contexto latinoamericano durante la última década del siglo
pasado, y que está caracterizado por su empeño en mostrar a los desastres como productos “naturales”
de la falta de sostenibilidad de los modelos e inversiones para el desarrollo que actualmente impera en la
mayoría de nuestros países, y que en sintonía con ello propone como estrategia central para abordar esta
problemática el desarrollo de políticas y esfuerzos que, lejos de limitarse al abordaje sintomático que
representa la respuesta asistencialista que se debe dar ante una calamidad, sean capaces de identificar e
intervenir las causas estructurales que permiten la construcción de las condiciones de vulnerabilidad que
anteceden a todo desastre.
489
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
En procura de tratar de avanzar en este proceso profundo de transformación, se dieron durante las dos
primeras décadas de este siglo pasos que inicialmente parecieron ser muy esperanzadores. Pasos que
incluyeron contundentes declaraciones y compromisos políticos por parte de las más altas autoridades
del país: la aprobación de leyes y normas nacionales de distinto tipo: la creación de grupos de trabajo de
muy alto nivel – incluyendo Comisiones Presidenciales - específicamente creadas para promover la
gestión de riesgos socionaturales como una Política de Estado transversal a los esfuerzos sectoriales de
desarrollo del país. También se consolidaron estructuras institucionales y permanentes para promover el
abordaje integral del trinomio riesgos-emergencias-desastres, e incluso se llegó a lograr la creación de
organismos de muy alto nivel –como el Viceministerio para la Gestión de Riesgos y la Protección Civil–
con la responsabilidad de instrumentar este tipo de políticas.
Penosamente si algo pareciera enseñar la historia venezolana es que la creación de leyes e instituciones
constituye en esfuerzo que rara vez garantiza por sí mismo, el logro de las transformaciones y la
consolidación de las soluciones que demanda el país a sus problemas. Siempre es necesario evaluar,
analizar y hacer seguimiento a lo que “por ley” supuestamente se obliga, y la conmemoración de los 20
años del desastre de Vargas de 1999 constituye sin duda un buen momento para mirar en retrospectiva
los aparentes resultados alcanzados tras dos décadas esfuerzos empeñados en consolidar en Venezuela
formas mucho más eficientes y sensatas, tanto de transformar y corregir a tiempo los innumerables
escenarios de riesgos socionaturales que hoy caracterizan al país, como de mejorar las capacidades de
actuar ante las calamidades que sin duda alguna deberemos seguir enfrentando en el futuro.
Iniciemos y priorizaremos en este escrito el análisis sobre el segundo de estos esfuerzos. Ese esfuerzo
institucional que se ha tratado de hacer e procura de consolidar en el país unas capacidades mínimas de
preparación y respuesta ante desastres, y para justificar la importancia que este esfuerzo tiene,
recordemos someramente en las próximas páginas, algunos ejemplos de las situaciones que de manera
personal llegamos a vivir en el estado Vargas hace exactamente 20 años, en el marco de lo que fue nuestra
participación personal como parte de los equipos de rescate y salvamento que trabajaron en la respuesta
institucional que se pretendió dar a aquel desastre.
Sobre la base de lo expuesto, procederemos a continuación a describir algunos hechos interesantes que
nos tocaron vivir en el marco de aquella calamidad, y que reflejan cuan costoso puede ser para un país el
no disponer de adecuadas capacidades institucionales de actuación ante un desastre.
490
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
La noche del 15 de diciembre de 1999, cuando el país entero esperaba y recibía los resultados de aquel
referéndum, los medios nacionales informaban que los resultados obtenidos para el estado Vargas no se
conocían porque las lluvias habían causado problemas en la vialidad y las comunicaciones en aquella
región, y realmente aquello no parecía tan extraño en un país con una infraestructura tan marcadamente
vulnerable como Venezuela, en donde con frecuencia lluvias moderadamente acentuadas suelen ser
capaces de incomunicar localidades o regiones enteras. No parecía pues haber motivos especiales para
preocuparse, incluso a pesar de los reportes extraoficiales que eran recibidos y sobre los que inicialmente
vale la pena mencionar que eran bastante confusos, incompletos e inclusive contradictorios.
De hecho, algunos de aquellos mismos reportes mencionaban que la Dirección Nacional de Defensa Civil
había enviado esa misma noche hacia Vargas algunas unidades y equipos que integraban lo que entonces
se denominaba su equipo UNDAI (Unidad de Asistencia Inmediata). Una práctica común en el marco
del cada vez más cuestionable - y penosamente aún predominante – quehacer del sistema de preparación
para desastres venezolano e inclusive latinoamericano, y que suele empeñare en entender que los
desastres son, y deben ser tratados, como emergencias grandes. El hecho es que extraoficialmente se
supo que pronto se perdió la comunicación con aquel contingente y posteriormente se recibió información
de que buena parte de aquellos recursos habían quedado inicialmente bloqueados por problemas vialidad,
y posteriormente habían sido arrastrados por aludes torrenciales.
El reconocimiento aéreo de lo que ocurría en Vargas tampoco era tarea fácil durante los peores momentos
de aquel desastre, justo por las limitaciones que el mal tiempo imponía en toda la costa central durante
aquellos días, sin embargo en algún momento del días 16 de Diciembre un equipo del canal de noticias
nacional logro sobrevolar brevemente y entre mucha nubosidad, parte de la zonas ubicadas al este del
aeropuerto de Maiquetía, y fue justo entonces cuando finalmente el país logro evidenciar el nivel de
devastación que parcialmente se apreciaba en zonas como Macuto, Playa Lido, Los Corales, etc. Es allí
cuando realmente se activaron todas las alarmas.
Esas mismas alarmas se tradujeron nuevamente en un fenómeno de solidaridad nacional abrumadora que
es bien conocido, y que con frecuencia resulta ser bastante contraproducente. Un efecto inmediato de
estas alarmas fue la aparición de un discurso muy acentuado en los medios de comunicación en el que se
llamaba a la población a donar de inmediato y lo que puedan (enlatados, agua, pañales, medicinas, etc.)
para los hermanos de Vargas, y este mensaje dio pie a que se conformaran espontánea y anárquicamente
un gran número de “centros de recolección de ayudas”, en los que no siempre se sabía quién lo
organizaba, ni a donde, ni como finalmente llegarían a las víctimas de aquel desastre lo que allí se recogía.
491
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
A pesar de ello, a esos lugares la población se apersonó a entregar aportes en los que se recibía
prácticamente de todo, incluyendo fármacos vencidos, zapatos de tacón altos, medicamentos para
cualquier tipo de patología, alimentos a medio consumir, vestidos de fiesta, etc.
Algunas instituciones y ONGs nacionales asumieron el reto logístico que supone la clasificación y
disposición de parte de estas donaciones, y para ello trataron de seguir algunos protocolos internacionales
para la gestión de ayudas de ese tipo y que en aquel entonces promovía la Organización Panamericana
de la Salud en la región (protocolo SUMA-OPS). Este esfuerzo era entonces desarrollado tan bien como
se podía y ocupaba buena parte de la capacidad y los espacios de aquel organismo regional (Imágenes 1
y 2).
Figuras 1 y 2. Imágenes de los esfuerzos de clasificación de las donaciones que eran entregadas en las sedes de
Defensa Civil Mérida. Fuente: registro audiovisual del autor (diciembre 1999).
Una anécdota que pudiera ser interesante sobre aquella situación se dio en el marco de una conversación
que logramos tener con representantes de algunos medio de comunicación regional que trasmitían en
vivo uno de aquellos operativos de “Solidaridad con Vargas”. En ese encuentro les felicitamos por su
sensibilidad, sin embargo les advertimos también a aquellos profesionales sobre los problemas que suele
generar ese llamado público a “donar lo que sea y de inmediato”. Les comentamos también que lo más
difícil y más costoso de ese proceso no es el costo del material que se dona en sí mismo, sino el costo
asociado a la recepción, clasificación, transporte y disposición final de lo que se dona, y que este costo
comúnmente lo termina cubriendo el que recibe la donación. Finalmente pudimos mencionarles a
aquellos periodistas que esos procesos esencialmente se justifican si las donaciones que se hacen
obedecen a un análisis previo de los daños registrados y las necesidades reales que existen en el área de
impacto (protocolo EDAN), y que dicho diagnostico debe venir de quienes están al frente de la respuesta
que se brinda ante el evento.
492
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
atender estos eventos. Un plan que de hecho asumimos que debería existir en algún lado, pero que
nosotros desconocemos realmente como gremio”
Figuras 3 y 4. Imágenes del interior del Centro de Operaciones del RCC Maiquetía y de los equipos desplegados
en las afueras del mismo por parte de la entonces Dirección Nacional de Defensa Civil. Fuente: registro audiovisual
del autor (diciembre 1999).
Este nada nuevo escenario de tensión y celo institucional entre organizaciones de protección civil y
militares alcanzo un momento importante cuando en la mañana del día 18 de diciembre se hizo presente
en el Centro de Operaciones del RCC Maiquetía el Ministro de la Defensa en funciones en aquel
momento, junto a un grupo de militares de alto rango, con la intención de “organizar las operaciones”.
Para ello estos oficiales decidieron operar en base a un esquema sorprendente simple – al menos en los
términos que nos fueron informadas – y que eran los siguientes: Las operaciones de apoyo a la población
a desarrollare al este de Maiquetía estarían a cargo de efectivos del Ejército Nacional; las
correspondientes al oeste de Maiquetía estarían a cargo de personal de la Armada, mientras que la Fuerza
Aérea continuaría prestando apoyo aéreo en toda la zona.
Lo paradójico de estos conflictos de competencia es que suelen centrarse en un protagonismo sobre quien
administra las operaciones durante el desastre, que a la postre suele ser bastante banal, dado que nadie
por si solo puede llevar adelante la respuesta que este tipo de escenarios demanda. De allí que la clave
del éxito en ese tipo de esfuerzos siempre se centra en cuan solidas sean las labores previas de preparación
493
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
y coordinación conjunta que se hayan desarrollado entre los entes que a la larga se ven forzados a
participar.
Penosamente este tipo de coordinaciones previas prácticamente nunca se realiza, y quizás sea justamente
producto de estas falencias crónicas la posición que las fuerzas armadas de muchos países de nuestra
región suelen asumir ante estos escenarios. Una posición en la que lo común es que, una vez que sus
representantes se hacen presentes en los centros de operaciones y se percatan de la inexistencia de
protocolos preestablecidos, claros y específicos de acción que pudieran servirles para coordinar su
actuación, estos se ven obligados a asumir el control de lo que allí se planifica y se decide. El principio
que opera en este sentido pareciera ser simple y queda claramente recogido en una frase que en algún
momento nos hiciera un oficial de alto rango de un país latinoamericano con el que nos tocó trabajar y
que sostenía: “Pues la verdad nosotros sabemos que no somos especialistas en este asunto de los
desastres, pero si al llegar a la operación el asunto se trata de improvisar, nosotros en las fuerzas
armadas estamos convencidos de que podemos ser mejores improvisadores que ustedes”.
Al desplazarse por aquellos espacios era posible evidenciar la gran cantidad de personas que
deambulaban por las áreas de servicio y de recepción y despacho de equipajes hacia las correas
transportadoras que desembocan en las áreas de servicio de la terminal nacional del aeropuerto. Varios
espacios adscritos a diversos servicio del aeropuerto habían sido abiertas y eran ocupadas por grupos
diversos de personas evacuadas que esperaban allí por instrucciones acerca de cuál sería su destino
inmediato (Figuras 5 y 6).
Figuras 5 y 6. Imágenes de las áreas de servicio y otras instalaciones colindantes ocupadas por personas
evacuadas. Fuente: registro audiovisual del autor (diciembre 1999).
En otros espacios de las zonas de servicio de la terminal Nacional había sido habilitada un área destinada
a brindar apoyo médico primario y triaje de pacientes tanto adultos como pediátricos. El escenario allí
era también caótico, a pesar de los esfuerzos de organización que algunos médicos trataban de hacer,
demarcando con avisos improvisados áreas de pediatría, farmacia, etc. en un salón en donde no había
agua, no operaban el aire acondicionado, y en donde muchas personas deambulaban de un sitio a otro
494
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
tratando de lograr alguna atención para ellos o sus familiares, la cual, en el mejor de los casos, se prestaba
en colchones que habían sido colocadas en el piso (Figuras 7 y 8).
Figuras 7 y 8 Imágenes de pacientes adultos y pediátricos que eran atendidos en el improvisado espacio de apoyo
médico que se instaló. Fuente: registro audiovisual del autor (diciembre 1999).
Un elemento que destacaba en aquel escenario improvisado de apoyo médico primario, es el área de
farmacia que se había tratado de organizar con el fin de dotar tanto a médicos como a pacientes, de los
fármacos que pudieran requerir para paliar sus dolencias. Los insumos que allí llegaban parecían ser
donaciones que venían de distintas fuentes, pero lo que era realmente notorio era evidenciar el modo
completamente caótico como estos insumos estaban dispuestos dentro de esos espacios, ello a pesar de
los loables, pero insuficientes esfuerzos de organización que hacían los profesionales de salud que habían
asumido la responsabilidad de gestionar aquellos espacios de acopio (Figuras 9 y 10)
Figuras 9 y 10 Imágenes del área de farmacia e insumos que formaba parte del improvisado centro de salud que
se instaló en Maiquetía. Fuente: registro audiovisual del autor (diciembre 1999).
Lo que según el testimonio de algunos médicos allí destacados, si logro operar bastante bien en aquellos
espacios fue el mecanismo de triaje que se implementó y que permitía que los pacientes con lesiones
leves fuesen allí atendidos, mientras que aquellos casos más graves fuesen los exclusivamente referidos
a los quirófanos móviles que habían sido instalados por el Ejercito en los espacios de estacionamiento
localizados entre la terminal nacional e internacional del aeropuerto (Figuras 11 y 12)
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Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
Figuras 11 y 12 Imágenes de pacientes que eran atendidos con lesiones menores y de las unidades quirófanos
instaladas por el Ejército. Fuente: registro audiovisual del autor (diciembre 1999).
Vale la pena aquí recordar que la mayoría de aquellas personas habían sido evacuadas sin nada más que
la ropa que tenían encima, y en muchos casos ello se limitaba a un pantalón corto y, con suerte, una
franela. Este hecho propiciaba que fuese común ver en aquellos espacios a muchas de esas personas
escarbando entre aquellos apilamientos anárquicos de ropa y calzado, tratando de encontrar alguna
prenda de vestir que le quedara o esforzándose por ubicar dos zapatos de su talla y que fuesen más o
menos parecidos (Figuras 13 y 14).
Figuras 13 y 14. Imágenes de los apilamientos de ropa y zapatos que eran “puestos a disposición” de los
evacuados. Fuente: registro audiovisual del autor (diciembre 1999).
La terminal nacional
También era caótica la situación en los espacios interiores que usualmente son utilizados por los usuarios
de la terminal nacional del aeropuerto. Unos espacios en donde se evidenciaba una verdadera cacofonía
de sonidos, olores e imágenes asociadas a la incontable cantidad de personas que habían sido ubicadas
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
en ese lugar luego de su evacuación - algunos de los cuales relataron que supuestamente tenían allí varios
días- y que ocupaban los distintos espacios de unas instalaciones en las que no había agua hace días y
donde de nuevo la ausencia de aire acondicionado realmente generaba unas condiciones de calor y
humedad muy difíciles de sobrellevar.
Figuras 15 y 16. Imágenes de pacientes que eran atendidos con lesiones menores y de las unidades quirófanos
instaladas por el Ejército. Fuente: registro audiovisual del autor (diciembre 1999).
En aquel escenario, la situación de los baños, y del control sanitario en general, era realmente muy difícil
de describir. Todos los sanitarios habían colapsado ante la gran cantidad de personas y de días de su uso
indiscriminado, a pesar de la ausencia de agua. Y ante el colapso de los inodoros que ello supuso, las
personas optaron por hacer sus necesidades en los suelos y paredes de los espacios interiores de los baños,
y posteriormente, de los cortos pasillos de acceso que comunican a los mismos con la sala central de esa
terminal aérea. No hace falta esforzarse mucho por describir el riesgo sanitario que aquello representaba,
sin embargo, era posible constatar cómo, a pocos pasos de esos mismos baños, algunas personas eran
atendidas por pequeños equipos de salud, e inclusive vacunadas con toxoides tetánicos en condiciones
de asepsia muy cuestionables, por decir lo menos (Figuras 17 y 18).
Figuras 17 y 18. Imágenes del colapso de los baños y de las vacunaciones y curetajes que eran aplicados a varios
pasos de los mismos. Fuente: registro audiovisual del autor (diciembre 1999).
La misma noche del día 18, llegó la orden de acelerar la evacuación de todas las personas que estaban
ocupando aquella terminal aérea, y para fueron dispuestos un número importante de autobuses de las
escuelas de formación militar en sus puertas principales, con el propósito de llevar a la gente que lo
deseara hacia zonas de refugios que habían sido establecidas en la ciudad de Caracas. También se había
dispuesto un importante número de vuelos de aviones comerciales con el fin de trasladar hacia diversas
497
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
ciudades del interior del país, a aquellos que prefirieran esa opción. Aquel proceso de desalojo también
se caracterizó por ser débilmente organizado, un hecho que sin duda propicio el desmembramiento
temporal de algunos grupos familiares, y las consecuentes angustias que de ello derivó durante los días
posteriores a aquella operación de desalojo (Figuras 19 y 20).
Figuras 19 y 20. Imágenes de los mecanismos de evacuación utilizados tanto hacia Caracas como hacia ciudades
del interior. Fuente: registro audiovisual del autor (diciembre 1999).
La pregunta obligada que en estos casos emerge es sin duda: ¿Cómo es posible que estos escenarios tan
caóticos se generen con tal frecuencia?, ¿Por qué no se asumen las más mínimas previsiones de
preparación y actuación que demandan la ocurrencia de estos eventos?, ¿Es que acaso nadie ha trabajado
en el establecimiento de protocolos que permitan brindarle un mínimo de organización a estos caos?, y
la respuesta es que ese tipos de esfuerzos, protocolos en efecto si existen desde hace años y vienen siendo
promovidos global y regionalmente en buena parte gracias al esfuerzos de organismos internacionales
que poseen programas especializados en fortalecer las capacidades de actuación ante este tipo de crisis.
Y más allá de las iniciativas internacionales que pudieran existir, es también necesario reconocer y
destacar la importante estructura legal e institucional que suelen existir en nuestros países, con el
propósito central de fortalecer las capacidades da preparación y respuesta a la hora de desastres. Unas
estructuras institucionales que para el caso de Venezuela cuentan con medio siglo de historia, y que hoy
operan en base a una infraestructura nada despreciable en la que es posible encontrar numerosas oficinas
nacionales, estatales y municipales para la reducción de desastres que están distribuidas a nivel nacional
en las que trabajan hoy un nuero superior a los 10 mil funcionarios públicos.
498
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Estos hechos hacen difícil entender, que sea posible que a la hora de registrarse un desastre como el
vivido en diciembre de 1999 en el estado Vargas, las capacidades de actuación y coordinación
institucional suelan ser tan precarias, y es en función de ello que conviene evaluar con algún detenimiento
las características que pareciera tener el fenómeno de la institucionalización para la reducción de
desastres que se ha dado en Venezuela lo largo de los últimos años.
La segunda vertiente por su parte apunta a prepararnos para responder ante unos eventos que
denominamos desastres, y que por definición quiebran, rompen la capacidad que se suele tener instalada
para atender emergencias. Cuando en ciudadano enfrenta una situación de emergencia, el rol que se
espera de él se limita a que llame al número de emergencias establecido. Si ese ciudadano lo desea y
tiene la formación requerida, pudiese apoyar momentáneamente con técnicas de primeros auxilios a los
afectados, pero en el momento en el que llega el ente competente de atención de emergencias, el apoyo
de este ciudadano es comúnmente eliminado. Los funcionarios de atención de emergencias suelen asumir
el completo control de su área de trabajo – delimitando incluso celosamente con una cinta amarillo que
dice “no pase”- y una vez en control del área, proceden a desarrollar una serie actuaciones y de pasos
bastante metodológicos que suelen definir su respuesta ante cada tipo emergencia.
Es muy importante entender que este tipo de respuestas institucionales no es propia de lo que ocurre en
caso de desastres. En los escenarios de desastres por lo general no es posible llamar a los números de
emergencia porque no hay líneas para que te comuniques, ni puedes esperar a que vengan los bomberos
o las ambulancias a ayudarte, porque probablemente no existan carreteras que les permitan a estos entes
desplazarse. Lo anterior sugiere que a la hora de un desastre, la noción de “ente competente” suele
diluirse, y la respuesta de asistencia inmediata debe darla el actor que circunstancialmente se encuentra
allí. Es ese mismo actor el que deberá responder y la calidad de su respuesta será tan buena o tan mala
como sean sus capacidades previas de saber cómo enfrentar ese tipo de situaciones.
499
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
Es fundamental entender estas emergencias a la hora de pretender generar formas institucionales para
atender emergencias y/o generar institucionalidad para atender desastres. Se trata de dos cosas distintas,
que pudieran en algunos casos incluso llegar a tener un importante nivel de complementariedad, pero
que bajo ninguna circunstancia son labores equivalentes. Y este tema queda más o menos claro en la
Constitución Nacional de Venezuela, que es una de las pocas a nivel de nuestra región que contempla en
su articulado la institucionalidad diferenciada que tiene que existir alrededor de la gestión de emergencias
y de la gestión de desastres. De hecho en su artículo 332, nuestra carta magna contempla la organización
de un Sistema Nacional de Seguridad Ciudadana, que será establecido por el Poder Ejecutivo con el
propósito de garantizar la seguridad de las personas, y que comprende cuatro grandes aristas de actuación.
Obsérvese que las dos primeras aristas de este sistema son estrictamente policiales; la primera define la
existencia de la Policía Nacional, y se refiere al servicio que deben prestar esos funcionarios que andan
en las calles uniformados, desarrollando labores de prevención y que responden a la hora de un problema
de orden público. El segundo de estos cuerpos, también es de carácter policial, pero su quehacer se
focaliza a la investigación del hecho criminal ya consumado, y en el que en base a la aplicación de una
serie de protocolos y recursos científicos y judiciales, se recaban evidencias, se identifican a los culpables
y se suministran los elementos con los que se imparte justicia.
Posteriormente se definen en ese artículo dos aparatos institucionales que se dedican al tema de las
emergencias y desastres. El primero es el de bomberos, bomberas y administración de emergencias de
carácter civil, y un último es el ente encargado de la Protección Civil y la Administración de Desastres.
Uno trabaja en la gestión de emergencias y otro trabaja en la gestión de desastres. Sin embargo,
penosamente esta diferencia no es del todo clara en la sociedad venezolana ni latinoamericana, y varios
trabajos de campo que hemos desarrollado con la intención de indagar la percepción social que prevalece
sobre estos temas sugieren que el ciudadano común, si bien tiene clara la diferencia que existe entre los
dos tipos de policías, no entiende del todo las diferencias en las competencias que debería existir entre
los servicios de bomberos y de atención de emergencias civiles, y los servicios que deberían prestar las
instituciones que integran el sistema de Protección Civil y Administración de Desastres, y la razón de
ello no es otra que el que a su juicio ambos entes se dedican esencialmente a lo mismo.
500
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
y control. Ante un escenario de desastres, estas capacidades básicas de gestión también suelen quebrarse,
al menos en sus formas más comunes y conocidas, y esto es así también por definición.
Desde hace ya algunos años se vienen planteado algunos modelos conceptuales que tratan de hacer ver
a los desastres como escenarios en los que se dispara una cacofonía súbita de eventos que resultan muy
difíciles de caracterizar y atender integralmente, al menos en sus fases iniciales. Se trata de un flujo de
eventos que tienden a ser siempre caóticos y que por ende resultan ser muy difíciles de organizar y
abordar integralmente desde una aproximación y una racionalidad marcadamente estructurada, como las
que suelen sugerirse en la mayoría de los enfoques administrativos. En este sentido conviene citar al
conocido experto regional en temas de gestión de riesgos y sostenibilidad Gustavo Wilches, quien ha
sugerido que “Un desastre es un desastre, porque es un desastre.” (Wilches 1998). A algunos esta frase
le podrá parecer una perogrullada, pero definitivamente hay mucho que extraer de esa frase a la hora de
pretender generar capacidades para “administrar desastres”, pues administrar desastres constituye un
ejercicio que invita a administrar escenarios que por definición suelen ser inadministrables – reiteramos
que al menos desde lo que se estipula en los enfoques administrativos clásicos -, y desde esa perspectiva
eso de “administrar un desastre” se vuelve una paradoja, una contradicción en sí misma.
Pareciera de hecho que si es posible generar herramientas que pudieran organizar algunos aspectos
parciales del escenario de un desastre. Se han desarrollado incluso iniciativas y propuesto protocolos para
mejorar el abordaje de temas como el manejo y gestión de lesionados en masa, la coordinación de los
sistemas de comunicaciones, la evaluación de daños y el análisis de necesidades, el manejo de
suministros logísticos, etc. y estos protocolos han funcionados más o menos bien en los distintos
escenarios que han sido puestos a prueba. Pero a la hora de salir del contexto puntual que abordan estas
herramientas y pretender abarcar integralmente la complejidad de la gestión que impone un desastre en
todas sus facetas, se hace necesario entender que todo desastre demanda en mayor o menor medida el
tener que enfrentar esas etapas caóticas que se suceden tras el momento en que se da el quiebre en el
equilibrio del sistema. Un sistema que de hecho tiende a auto-regularse y auto-ajustarse a las nuevas
condiciones que impone el escenario post-impacto, en base a una serie de saltos y aproximaciones
sucesivas que parecieran ser orientados por el principio de autoregulación de sistemas complejos (Moon,
1990) que forma parte integral del cuerpo conceptual que actualmente integra la Teoría del Caos (ver
figura 21).
Figura 21. Modelo que sugiere el comportamiento que parecieran seguir los sistemas sociales tras la ocurrencia
de un desastre. Obsérvese en el esquema como a partir del momento del impacto – señalado en el grafico como t0
– se suceden las etapas de pre-crisis, crisis, periodo de resolución y postcrisis que suelen darse sucesivamente en
estos escenarios.
501
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
Un aspecto muy interesante que sugiere este esquema es la importancia que tiene en el mismo lo que se
ha denominado como el periodo de resolución tres y que comprende ese tiempo que va desde el momento
mismo del impacto, hasta culmina ese periodo de autoajuste a las nuevas condiciones y se hace posible
volver a tener algún control sobre la dinámica del sistema. En términos empíricos, es justo durante este
periodo que se evidencian las facetas más anárquicas del desastre – saqueos, desorden, descoordinación
en las operaciones, y una pérdida de control social que ha sido incluso referida como un “segundo
desastre” que en muchos casos puede llegar a tener consecuencias tan graves como las del desastre que
le antecedió.
La clave y el objetivo primario que en función de este esquema se pudiera definir para los esfuerzos de
“administración de desastres” es el consolidar mecanismos que permitan que a la hora de un desastre sea
posible minimizar el tiempo de resolución, y con ello permitir que se maximicen las capacidades de
organizar y articular adecuadamente los esfuerzos de asistencia y rehabilitación que el escenario impone.
El principio es entonces el de promover la existencia de las condiciones que permitan acortar, y con ello
lograr disminuir tanto como se pueda, ese indeseado comportamiento caótico inicial, hasta llegar un
momento en que se haga posible reordenar el sistema y permitir procesos de toma de decisiones que sean
más o menos viables ante aquel escenario (Figura 22).
Figuras 22. Imágenes que sugieren las diferencias que pudieran darse en los tiempos de resolución asociados a
dos desastres y que sugieren que el esfuerzo de la gestión de desastres apunta a garantizar comportamientos
como el que se ilustra en la imagen de la derecha.
En algún momento sugerimos algunos modelos matemáticos que pudieran ilustrar estos
comportamientos, trabajando para ello con algunos modelos caóticos bastante conocidos - como es el
caso de la ecuación logística y sus distintas derivaciones – y su combinación con modelos matemáticos
comúnmente utilizados en el mundo de la investigación de operaciones y la estocástica. Uno de los
resultados que en ese sentido sugerimos está representado en la ecuación (1):
En donde: F(x)(t) = es el comportamiento del sistema en el momento t; P = El estado original del entorno
del sistema, H(t-td) es la función de Heaviside, y donde el valor 𝝋 = hace las veces del parámetro que tiende
a definir el tiempo de resolución característico del sistema y sobre el cual se sugiriera que puede depender
de parámetros como la magnitud y el tipo de impacto inicial, el nivel y características internas previas del
sistema y el tipo de vinculación que pudiera establecerse entre el sistema y su entorno. La simulación de este
modelo conduce a salidas similares a la que se muestra en la Figura 23.
502
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 23. Salida típica de un modelo caótico representado por la ecuación (1).
Un aspecto importante de estos aportes, es que ellos en principio nunca tuvieron la pretensión de predecir
comportamientos, ni siquiera de hacer estimaciones. Lo que se pretendía con ellos era poder ilustrar un
concepto que sostiene que los desastres son eventos esencialmente caóticos en sus primeros momentos,
y que los esfuerzos de gestión de desastres deben focalizarse en tratar de garantizar las capacidades que
permitan disminuir tanto como sea posible los tiempos de resolución.
¿Y cómo se logra que estos períodos de resolución sean cada vez menores?, ¿Cómo se pueden facilitar y
acelerar los procesos de auto-organización que tanto se requieren luego de un desastre?. Pues varios
autores, desde distintas disciplinas, han sugerido cosas interesantes en este sentido. L. Confort, por
ejemplo, basándose en los aportes y conceptos de Kauffman sobre auto-organización y las condiciones
que la impulsan o inhiben, ha sugerido que existen cinco condiciones críticas que facilitan los procesos
de auto-organización en contextos dinámicos de cambio rápido como los desastres. Estas condiciones
son:
1. Que existan estructuras previas y suficientes para retener e intercambiar información.
2. Que exista suficiente flexibilidad previa en el comportamiento de los distintos actores para
ajustarse a los cambios dinámicos.
3. Que existan metas previas negociadas y compartidas entre los entes que integran el sistema.
4. Que existen oportunidades recurrentes de interacción previa.
5. Que exista capacidad para integrar información en una base de conocimiento dinámica y que
sirva de sustento a la acción consciente.
Lo interesante de este tipo de aportes es que siempre apuntan a la necesidad de generar en el sistema
capacidades previas de actuación y articulación entre los actores, que les permita que a la hora del
desastre, estos puedan desarrollar las acciones y establecer los vínculos y los mecanismos de
coordinación que demandará la contingencia. Fuera de ello, todo “Plan de Contingencias” que se pretenda
elaborar de manera sectorial o unilateral, en donde se le asignan arbitraria e inconsultamente
responsabilidades a un montón de terceros, etc. constituye sencillamente una pérdida de tiempo.
Este es un hecho destaca una diferencia muy marcada que tiene la gestión de emergencias y la gestión
de desastres, y es que en los sistemas de gestión de emergencias, sus niveles de calidad los puedes medir
a lo interno de las instituciones de respuesta, valorando sus estadísticas, sus tiempos de respuesta, la
calidad de sus equipos, de sus vehículos, en la cantidad y calidad profesional de su personal, etc. Por el
contrario, a la hora de pretender evaluar la calidad de los esfuerzos de gestión de desastres que existe en
una localidad, sus indicadores deben ubicarse en los esfuerzos y capacidades de preparación que
demuestran tener actores externos a los organismos de bomberos, o de Protección Civil. La gestión de
desastre se sabe que funciona en la medida en que los colegios, las instituciones públicas, las
universidades, los hospitales y clínicas públicas y privadas, el sector comercio, etc. demuestran que
503
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
entienden y saben qué hacer ante los escenarios de riesgo con los que conviven, y de qué manera ellos
han definido que van a articularse a la respuesta especifica que pudiera demandarles a ellos un desastre.
Un aspecto importante que conviene mencionar en este momento, es que las razones que parecieran estar
detrás de este nivel de incompetencia de nuestra institucionalidad para la gestión de desastres no
necesariamente pudiera deberse solo a elementos circunstanciales asociados a la mala gestión vigente, a
la poca formación de los funcionarios de turno, a la crisis que atraviesa la institucionalidad del país, o
cualquiera de las otras circunstanciales que pudieran estar vinculadas con esa suerte de “realismo
mágico” por el que atraviesa la institucionalidad venezolana actualmente. De hecho, si nos atreviéramos
a observar estas debilidades desde una perspectiva un poco más sistémica e integral, pudiéramos incluso
sugerir la existencia de ciertas “razones de fondo” que inevitablemente parecieran propiciar las
debilidades descritas en nuestro aparato nacional para la gestión de desastres.
Para poder explicar estas razones de fondo, pudiéramos inicialmente sugerir que las instituciones son en
esencia estructuras organizacionales que emergen por iniciativa del Estado y como producto a su vez de
que en el seno de una sociedad particular, se identifica un sub-grupo de individuos que manifiesta padecer
un problema o una carencia que les es común. Llamemos a este subgrupo de la sociedad el Sector Social
Receptor (SSR) de una problemática social particular. Por ejemplo, un subgrupo de la sociedad pudiera
estar representado por todos aquellos individuos que le demandan al Estado educación básica para sus
hijos. Desde luego que aquello individuos de esa sociedad probablemente presionaran menos por
encontrar respuestas a esta problemática, pero los que sí tienen hijos en edad escolar, tienden a
conformarse como un importante Sector Social Receptor de un problema, ante el cual el Estado responde
comúnmente con una estructura organizacional, representada en este caso por un Ministerio de
Educación y un aparato educativo capaz de satisfacer los requerimientos educativos de los hijos menores
de los individuos que integra el sector social receptor que hemos referido. Con frecuencia se suele
entender que la relación que se implanta entre una institución y su sector social receptor es de tipo
unidireccional, en la que qué la institución solo está allí para resolver el problema y atender las demandas
que le impone su Sector Social Receptor, sin embargo, no siempre logramos apreciar que es la existencia
de ese mismo Sector Social Receptor el que a la larga garantiza la existencia y sostenibilidad de esa
institución en el tiempo.
Penosamente el modelo anterior no parece operar de igual manera cuando nos referimos al caso de las
instituciones para la gestión de desastres. En este caso particular la dinámica que se genera pareciera
poder describirse por 6 etapas se ilustran en la Figura 24 y que trataremos de describir de a continuación:
504
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 24. Dinámica de la relación Respuesta Institucional – Sector Social Receptor ante la gestión de desastres.
Inicialmente se parte de una situación de normalidad – con un SSR inexistente – en la que de un momento
a otro irrumpe un desastre y se genera súbitamente un inmenso Sector Social Receptor y que está
integrado no solo por las víctimas directas e indirectas de los efectos del desastre, sino que incluye
además a todo esa inmensa población del país que se solidariza con lo que está ocurriendo y clama con
vehemencia al Estado por soluciones ante lo que está pasando. Millones de personas se vuelven entonces
Sector Social Receptor de una adecuada capacidad institucional de actuación ante desastres para el cual
el Estado demuestra lo mal preparado que estaba, y que comienza a responder más o menos como puede,
con mucha improvisación, desorden y descoordinación.
En la medida que el tiempo pasa, el mismo tejido social e institucional van haciéndose cargo del problema
y poco a poco la contingencia inicial va disminuyendo, justo en la medida en que las medidas que toma
el Estado para fortalecer sus formas institucionales de gestión de desastres van aumentando. De ese
modo se da un fenómeno en que el problema explota y crece ante una institucionalidad inicialmente muy
pequeña, luego el problema va mermando mientras la institucionalidad crece, y esto sigue hasta un
momento en que la institucionalidad – comúnmente entre 2 y 4 años después del desastre que la generó
- se ve en su momento de mayor fuerza, pero ante un escenario en que ya no existe sector social receptor.
Y como los períodos de retorno de los desastres suelen ser largos, pues en ese momento el SSR se termina
de diluir, la gente se desinteresa por el asunto de los desastres y se enfoca en temas mucho más cotidianos,
y por ende la institución para la gestión de desastres invariablemente decae hasta el momento que un
nuevo desastre se hace presente, y entonces todo comienza a repetirse. De este modo se gesta en las
capacidades institucionales para la gestión de desastres una especie de desfase entre la respuesta
institucional y los periodos de retorno y los efectos que genera la ocurrencia de desastres (Figura 25) que
suele propiciar que siempre ante la ocurrencia de desastres, la institucionalidad creada para mejorar
nuestras capacidades de respuesta a estos eventos, ya decayó luego de alcanzar su mayor pico. Su fuerza
original ya no está en su mejor momento y por ende el nuevo desastre nos suele encontrar muy mal
preparados.
505
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
DESFASE PROBLEMA/ORGANIZACION
DESFASE ENTRE EL SSR Y LA PROBLEMÁTICA DE
LOS DESASTRES
7
0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25
tiempo
PROBLEMA ORGANIZACIÓN
Es importante mencionar finalmente en este punto que, cuando referimos que la institucionalidad “se
diluye”, no necesariamente nos referimos a que la institución en si misma desaparezca, lo que si
desaparece es su compromiso con la agenda de acciones que demanda una adecuada gestión de desastres,
dado que – al quedarse sin Sector Social Receptor – estas instituciones suelen mutar y transformarse en
algo que genuinamente tenga demanda social, antes de terminar de extinguirse apegadas a un problema
o a una misión que no tiene dolientes. Obviamente que entre los ámbitos más comunes al cual esas
instituciones mutan es al de la gestión de sistemas de emergencia, y es por ello que nos acostumbramos
a ver a la gente de Protección Civil ofreciendo servicios de ambulancias, a bordo de carros de rescate y
últimamente hasta en camiones de control de incendios, olvidando con ello por completo la agenda de
generar esas capacidades que debería tener la sociedad para responder al próximo desastre.
Para el caso venezolano, el escenario descrito pareciera haber contribuido marcadamente con que nuestra
institucionalidad y nuestras capacidades para la gestión de desastres sean tan ineficientes, a pesar de la
importante cantidad de leyes, disposiciones y decretos que se han desarrollado con el fin de fortalecer
este sector. De hecho, la figura 26 nos muestra en una línea de tiempo, los principales instrumentos
legales que han sido desarrollados en el país entre 1940 y el 2020, con el fin de organizar nuestras
capacidades de atención de emergencias y desastres, y allí se ilustran varios aspectos interesantes.
Inicialmente se muestra que antes de 1969, se solían crear estructuras como juntas de socorro, comisiones
nacionales, etc. usualmente integradas por distintas instituciones del Estado y la sociedad, y con la misión
de responder a escenarios de desastres (comúnmente asociados a grandes inundaciones. Tras el terremoto
de Caracas de 1967, se crean por primera vez dos estructuras institucionales abocadas específicamente a
la gestión de desastres: La Fundación para la Solidaridad Social FUNDASOCIAL en 1969, y dos años
después, el Sistema Nacional y la Dirección Nacional de Defensa Civil, en el año de 1971.
Estas instituciones comienzan a operar con fuerza a inicios de la década de 1970, sin embargo poco
tiempo después su desempeño comienza a decaer y de hecho FUNDASOCIAL termina desapareciendo
en 1986 sin que apenas se percibiera, y sus competencias fueron asumidas por la Defensa Civil Nacional;
un organismo que se mantuvo medianamente operando en el tiempo – con algunas modificaciones
menores y esporádicas en su marco legal – hasta que – casi un año después del desastre de Vargas de
1999 – finalmente desaparece, siendo sustituida por el Sistema Nacional de protección Civil y
Administración de Desastres que actualmente opera. Desde ese momento en adelante han seguido
promoviéndose en el país cada vez con mayor frecuencia, leyes, decretos y normativas con la intención
de garantizar estructuras eficientes para la reducción de desastres, ello en el marco de un proceso en el
que la falta de coordinación y el desorden han estado presentes, generando múltiples problemas asociados
506
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
a la poca articulación, el solapamiento e incluso la contradicción entre las disposiciones legales rigen
actualmente estas materias.
Figura 26. Evolución del marco legal e institucional venezolano para la gestión de desastres 1949 – 2020.
El compromiso con el abordaje prospectivo y correctivo de las condiciones de riesgo socionaturales que
se promueve desde la gestión de riesgos socionaturales, constituye la tercera y última de las tres vertientes
de actuación mencionadas al inicio de este documento, con las que los gobiernos deberían comprometerse
para fomentar la reducción de emergencias y desastres de un país. Penosamente su instrumentación - a
pesar de ser reconocida mundialmente como la manera más sensata, eficiente y rentable de reducir los
efectos de los desastres - ha sido en el caso venezolano un tema que -si bien ha sido sólidamente apoyado
en el plano retorico, discursivo e incluso normativo desde el alto gobierno (mediante la creación de leyes
e instituciones para la gestión de riesgos socionaturales), en términos concretos ha terminado siendo un
ámbito olvidado y huérfano en el que, no solo se han exacerbado los niveles de riesgo de desastre de la
mayoría de los espacios urbanos del país, sino que se han permitido la reconstrucción de los niveles de
vulnerabilidad e insostenibilidad que permitieron en Vargas el desastre del año 99 y que penosamente
hoy nos augura tener que repetir esa amarga historia en el futuro.
Penosamente, lo expuesto nos obliga a reconocer que en el plano de la institucionalidad para la reducción
de desastres, muy poco aprendimos de las lecciones que dejo el Desastre de Vargas de 1999. No hemos
entendido la importancia ni la naturaleza de las tareas que deben ser atendidas para mejorar nuestras
capacidades de responder a los próximos desastres que con seguridad enfrentaremos, ni muchísimo
507
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
menos el hecho el que nuestros desastres han sido en el pasado, y seguirán siendo en el futuro, facturas
que nos pasa el territorio que ocupamos por no saber negociar con el “por las buenas” el donde y como
asentarnos y con-vivir con sus dinámicas.
Ese pareciera ser el escenario, al menos por ahora, en términos de nuestra institucionalidad para la
reducción de desastres, y nada sugiere que las cosas tiendan a mejorar en el corto ni en el mediano plazo.
Pocas esperanzas de hecho se pueden tener en que nuestras debilidades institucionales para reducir los
futuros grandes desastres que enfrentaremos, puedan llegar a ser atendidas a lo interno de un país en
donde - en términos fácticos – los efectos nocivos de un desastre (precarios servicios de salud, de
suministro eléctrica, de agua potable, de comunicaciones, pésima vialidad, hambruna, destrucción de la
infraestructura productiva, etc.) pareciera estarse viviendo aquí y ahora. Es esa la realidad que en este
momento se vive y que obliga a entender que lo que en este sentido debe ser desarrollado, constituirán
puntos de agenda pendientes cuando sea que llegue el momento de reconstruir a Venezuela.
REFERENCIAS
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Quarantelli, E. L. (1988). “Future disasters in the United States: More and worse.” - Preliminary Paper #
125. Disaster Research Center. Universidad de Delaware.
Linayo A. (2006). “¿Cambio climático o modelo de desarrollo?.” – Artículo publicado en las memorias
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Latina”. Centro de Estudios en Sistemología Interpretativa. Universidad de Los Andes. Mérida.
Liñayo, A. – Estévez, R. (2000). “Consideraciones para la Formulación de una Política Nacional en
Materia de Gestión de Riesgos Y Desastres”. Ministerio de Ciencia y Tecnología, Programa de Gestión
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Moon, Francis (1990). “Chaotic and Fractal Dynamics”. Springer-Verlag New York, LLC.
Willches-Chaux, G. (1989)."Desastres, Ecologismo y Formación Profesional”. Instituto Nacional de
Aprendizaje SENA. Editorial SENA. Bogotá.
508
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
PALABRAS CLAVE: Catástrofe natural, pensamiento naturalista, retórica del riesgo, simbolismo
religioso, Venezuela.
KEY WORDS: natural catastrophe, naturalist reason, religious symbolism, risk rhetoric, Venezuela.
(1) Este artículo es una traducción de una versión publicada en francés en la revista Terrain n°54, 2010. Gracias a los
directores de la revista por autorizar esta traducción y a Rogelio Altez. Gracias también a Luis Molina Pantin por el
permiso para reproducir una de sus fotos (Figura 2).
509
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
INTRODUCCIÓN
En la noche del 15 al 16 de diciembre de 1999, después de un mes de lluvias continuas, un fenómeno
natural de violencia sin precedentes golpeó la costa norte de Venezuela. Ubicado en la costa y separado
de Caracas por el cerro El Ávila, el estado de Vargas fue el más afectado por este fenómeno. En esta
estrecha franja de tierra, situada entre el mar y la montaña, atravesada por numerosos ríos que descienden
por laderas muy empinadas de la cordillera, las inundaciones se convirtieron en flujos de lodo y luego en
deslizamientos de extraordinaria fuerza. Ríos de barro, piedras y árboles fluyen por esta costa, en su
mayor parte urbana, causando varios cientos de muertes y daños excepcionales. Una proporción
significativa de los edificios costeros fueron totalmente destruidos. El 80% de la población del estado
estuvo afectada, es decir, unas 250.000 personas. Este desastre ocurrió el mismo día en que la nueva
Constitución acababa de ser aprobada en un referéndum celebrado por el gobierno del presidente Chávez,
que llevaba un año en el poder.
En los meses siguientes, “La Tragedia”, como así se denomina el evento en Venezuela, (la expresión y
las mayúsculas enfatizan su carácter fatal y singular), dio lugar a una abundante producción de
explicaciones sobre el fenómeno y sus causas. Este artículo se centra en el análisis de esta producción.
En efecto, para hacer frente a la dificultad de las ciencias sociales con respecto al evento 15, podemos
tratar de proponer la aprehensión de un desastre natural desde una perspectiva antropológica, una postura
que nos permita comprenderlo no como un hecho, sino como una construcción, como un proceso. En
este sentido, las distintas producciones que contribuyen a hacer de un fenómeno físico (flujos de lodo)
un acontecimiento social (La Tragedia) constituyen un material precioso. Me basaré aquí en una
selección de materiales recogidos durante mis estancias en el campo16. Sin ser exhaustiva, esta
producción refleja la variedad de medios que dan forma a la búsqueda de sentido al desastre. Informes
técnicos, discursos institucionales, obras artísticas, comentarios periodísticos, sermones religiosos, todos
tratan, al igual que los discursos de los habitantes, de poner orden en el desorden causado por el desastre.
Las múltiples formas que adoptaron los intentos de explicar el desastre de 1999 revelan la diversidad de
los marcos de interpretación de la sociedad venezolana. Para vislumbrar esta diversidad, sin embargo, es
necesario romper con la postura que considera que las sociedades contemporáneas se caracterizan por
una cierta falta de sentido. En esta perspectiva, nuestro mundo actual, heredero de una modernidad caída
que pretendía explicarlo todo por la ciencia, y ante el fracaso de este intento positivista, se vería tentado
a "dar la vuelta" hacia explicaciones simbólicas, mitológicas, religiosas o incluso "arcaicas" 17. Al
considerar todos los tipos de producción postdesastre que buscan darle sentido, sin distinguir entre los
que serían "científicos" y los que serían "míticos"18, es posible resaltar la copresencia y circulación de
los diferentes marcos de interpretación que están en funcionamiento después del desastre de 1999.
15
Alban Bensa, y Eric Fassin (2002) « Les sciences sociales face à l’événement », Terrain n°38, 2002, Paris, p.5-20
16
Trabajo de campo realizado entre 2003 y 2005 como parte de mi investigación doctoral: Sandrine Revet, Anthropologie
d’une catastrophe. Les coulées de boue de 1999 au Venezuela, Presses de la Sorbonne Nouvelle, Paris, 2007.
17
Georges Balandier lo expresó de la siguiente manera: "La ciencia actual concede (a los mitos) lo que nunca más puede
pretender: dar sentido, proponer justificaciones morales, presentar una visión del mundo. El pensamiento científico plantea
preguntas, el pensamiento mítico da respuestas". Georges Balandier, Le désordre. Eloge du mouvement, Fayard, Paris, 1988,
p. 17
18
“No habría, por un lado, representaciones (científicas) determinadas únicamente por imperativos del conocimiento y que
encontrarían su propia justificación en sí mismas, y por otro lado representaciones (no científicas) sujetas a factores sociales
y culturales y que requerirían una explicación extrínseca", Gérard Lenclud, « Vues de l'esprit, art de l'autre », Terrain n°14,
1990, p.19.: http://terrain.revues.org/document2967.html
510
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Existen tres marcos interpretativos principales que proporcionan herramientas para explicar el desastre
en Venezuela: el simbolismo religioso, el pensamiento naturalista y la retórica del riesgo. Cada uno de
estos sistemas de pensamiento corresponde a un régimen de acción que debe permitir actuar frente a los
desastres. Cada uno de estos marcos funciona como un escenario en la medida en que establece un marco
dramático en torno al acontecimiento que despliega su trama y lo resuelve, designa a sus actores, describe
sus escenarios y prevé sus diálogos. Cada escenario -religioso, naturalista y del riesgo- opera tanto
retrospectivamente como de manera prescriptiva. Nos permite decir qué pasó - por qué, qué pasó, quién
lo hizo - y qué pasará - ¿qué debemos hacer ahora? No se limita a establecer lo que hay que decir -
prácticas discursivas- sino que también se refiere a lo que hay que hacer. El escenario es, por tanto, una
forma de escribir sobre la realidad que contribuye a su ficción. Aquí, cada escenario contribuye a la
producción de La Tragedia, con personajes que, como en la tragedia griega, se enfrentan a
acontecimientos fuera de su control, un mito -religioso, naturalista, del riesgo- como principio rector, y
como telón de fondo, intenta responder a las grandes preguntas del lugar del hombre, la fuerza de la
naturaleza o la voluntad de los dioses.
Sin embargo, si podemos distinguir entre diferentes marcos para interpretar el desastre con estos
escenarios, es imposible asociar un escenario con un grupo social en particular. Por otro lado, estamos
asistiendo a la circulación de actores entre los diferentes escenarios. Esta porosidad es, sin duda, tanto
más necesaria por el hecho de que las cuestiones planteadas por la catástrofe son numerosas.
IGLESIAS Y POLÍTICA
El 18 de diciembre de 1999, tres días después de los deslizamientos, el Arzobispo de Caracas celebró
una liturgia en la Basílica de Santa Teresa, en la capital. Desde el púlpito explica que el desastre no es
ajeno al contexto político:
“Hay pecados nuestros que atraen la ira de Dios. Así ocurre con nuestras contiendas políticas y
administrativas, en las que no tratamos con nobleza ni con respeto al otro. Es el caso de este señor
que improvisa y dice cosas con soberbia. Vamos a pedirle a Dios que perdone sus pecados. Es
19
La explicación divina no es la única históricamente, y la explicación sobrenatural en general también está muy extendida.
Véase: James Frazer, La crainte des morts, Emile Nourry Ed Paris, 1934, p. 172-183, o también Jean Delumeau, La peur en
Occident. XIVe-XVIIIe siècles, Fayard, Paris, 1978.
20
Para la reflexión sobre la violencia del agua que se refiere al agua primordial de las grandes cosmogonías de Occidente,
podemos referirnos a Alain Corbin, Le ciel et la mer, Bayard, Paris, 2005.
511
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
El Arzobispo continúa diciendo: “La única repuesta que tienen los cristianos cuando la naturaleza se
desata, es humillarse ante Dios, el único que puede doblegarla”22. En la prensa del día siguiente
encontramos esta descripción de la misa: “La gente aplaudía, lloraba y pedía al Señor no estar
eternamente enojado”23.
La catástrofe del 15 de diciembre de 1999 se produjo, por tanto, la tarde del referéndum que permitió
votar sobre la nueva Constitución. Sin embargo, durante la campaña para este referéndum, algunos
líderes de la Iglesia Católica, renuentes a apoyar una nueva Constitución que extienda la libertad de culto
a todas las religiones y reduzca los subsidios estatales a la Iglesia Católica, les pidieron que no votaran a
favor de ella. El Presidente Chávez respondió entonces llamando a los obispos "demonios en sotana". El
conflicto entre el presidente y algunas tendencias del clero católico fue abierto. Al interpretar el desastre
como un mensaje de un Dios enojado por el resultado de la votación, el Arzobispo coloca el debate en la
escena política.
Este discurso no es exclusivo de la Iglesia Católica. También se puede encontrar en la prensa, por
ejemplo, en un artículo publicado al día siguiente del desastre, titulado "La venganza de Dios", donde el
periodista Roberto Giusti también establece un vínculo entre la actitud del presidente Chávez y el castigo
divino:
“Como si le hubiera tomado la palabra al Presidente, quien el martes por la noche no pudo evitar
la tentación de citar una de las más socorridas frase de Bolívar –« Si la naturaleza se opone… »
y todo lo demás- el elemento agua se desató con furia sobrenatural poniendo en evidencia que si
Dios no estaba con el NO, tampoco votó SI como predijo el Presidente y, a juzgar por las
desastrosas consecuencias del diluvio, uno colige que más bien se pronunció por la abstención.
Tampoco es descabellado barruntar que, tomando el guante que le arrojaron desde Miraflores,
ordenó a San Isidro desatender cualquier solicitud proveniente de Venezuela, y la Quinta
República nació bajo una torrencial lluvia que no fue de votos, mientras la Cuarta se despedía con
un saldo de muerte y destrucción que canceló cualquier tipo de celebración.”24
Por lo tanto, Dios habría interferido en el debate político permitiendo que ocurriera la inundación. Su
enojo sería idéntico al que siente la parte del clero insultada por el presidente Chávez. Y si la naturaleza
se presenta como una verdadera actriz del desastre, es una naturaleza divinizada (la letra mayúscula lo
atestigua), un instrumento de poder sagrado.
La interpretación divina del desastre también es el hecho de algunas iglesias evangélicas protestantes.
Por ejemplo, el pastor de la Iglesia Rehobot, Hiske Engels, publicó un artículo diez días después del
desastre en el que atacó los cultos populares:
"¿Y por qué permitió Dios que ocurriera este desastre? (...) A la luz de las Escrituras, podemos
ver que la raíz del problema es el pecado. (...) También creo que Dios se dirige al Presidente de
21
Citado por Antonio Pérez, « De Avalanchas, Arzobispos y otras Calamidades », 2000, URL :
http://www.inkarri.net/gracias/desasost/venedisa.htm
22
El Universal, 19/12/1999
23
El Universal, 19/12/1999.
24
El Universal, 16/12/1999.
512
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
una manera particular (...) Si reconstruimos el país con la ayuda (de Dios), ¿lo haremos en
compañía de la idolatría o sin ella?25
El "pecado" al que se refiere aquí el pastor evangélico son religiones como el culto a María Lionza y el
culto afrocubano a la santería. En la medida en que la Constitución abre un nuevo espacio para las
religiones distintas de la religión católica, las iglesias evangélicas se preocupan por el desarrollo de estas
prácticas religiosas. La interpretación de la catástrofe ofrece por tanto al párroco la posibilidad de pedir
al presidente que se posicione respecto a estos cultos, que él califica de idólatras. Además, es interesante
notar que para el pastor evangélico, el desastre no fue cometido o enviado por Dios, sino sólo
"autorizado". Finalmente, el desastre sirve nuevamente como un mensaje para reflejar el juicio divino de
las acciones humanas.
“Dios quiso mandar esta tragedia porque Dios quiso que la gente cambiara, que el mundo
cambiara, pero las personas que vivieron la Tragedia no creen que Dios hizo esto para que
cambiara su modo, sus instintos, como que se puso más mala, más ladrones.”26
En el escenario religioso, ante la catástrofe enviada o autorizada por Dios para desafiar o castigar a los
hombres por su egoísmo, frivolidad u orgullo, existen varios remedios disponibles. La oración es una de
ellas, mencionada a menudo, ya sea por los dignatarios de la Iglesia o por las propias víctimas. La Iglesia
Católica también propone otro tipo de acciones para la expiación o redención de faltas, como las misas
que se entregan después del evento en las iglesias más grandes de la capital, o la construcción de una
gran cruz en la cima del cerro El Ávila una semana después de la tragedia. Pero al referirse a la causa
moral o social del desastre, el escenario religioso propone también otro tipo de intervención que puede
calmar la ira divina, a saber, una transformación de las mentalidades y actitudes humanas, una
"remoralización" de la sociedad.
Algunos investigadores que trabajan sobre la forma en que las sociedades afectadas manejan los desastres
establecen un vínculo directo entre las explicaciones religiosas y una actitud pasiva a la que a menudo se
refieren como "fatalismo"27. Por lo tanto, explicar el desastre por un acto divino conduce menos a la
pasividad que a un cuestionamiento moral o social del contexto en el que ocurre el desastre. El hecho
mismo de volver a colocar la cuestión de la intervención divina en la escena política puede leerse como
un intento de despertar el miedo y guiar las futuras opciones políticas de los creyentes. Y los que optan
por la explicación divina del desastre confían en esta interpretación para tratar de entender lo que necesita
ser transformado en la sociedad que acaba de ser afectada. Por lo tanto, no podemos analizar esta postura
como una postura "pasiva". Está íntimamente ligada a una dinámica de cambio. Además, si Dios es
considerado como el que desencadena la catástrofe, son sin embargo los seres humanos los que tienen la
responsabilidad última.
25
Últimas Noticias, 26/12/1999
26
Entrevista, Sra. T. 78 años, La Veguita, Vargas, 25/11/2003.
27
Gustavo Wilches-Chaux, « La vulnerabilidad global » en Andrew Maskrey, Los desastres no son naturales, La Red, 1993,
p.11-44; Allan Lavell, (1993), « Ciencias sociales y desastres naturales en América latina : un encuentro inconcluso » en
Andrew Maskrey, Los desastres no son naturales, La Red, p. 111-127.
513
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
“No es la primera vez que el territorio Venezolano ha sido elegido 30por la Naturaleza para que
ésta descargue toda su omnipotente fuerza y energía.”31
“Veintidós cuencas ubicadas a lo largo del Litoral Central decidieron desbordarse32, arrasando a
su paso con todo lo que encontraban sus enfurecidas aguas”33
“Irónicamente, la furia de la naturaleza enfiló ayer sus fuerzas, particularmente contra los sectores
sociales donde la influencia del presidente Chávez es mayor.”34
Para otros, la naturaleza busca "recuperar su territorio". Habitantes, geólogos o expertos coinciden en
argumentar que lo que la naturaleza reclamaría es lo que los humanos han "tomado" de ella, urbanizando
la costa, construyendo en los cauces de los ríos y en las laderas de las montañas.
“Al río se le irrespetó, a la naturaleza se la irrespetó y la naturaleza pidió su lugar otra vez.”35
“Ya la naturaleza nos alertó. Hizo urbanismo. Ya nos dijo dónde iba a pasar y tenemos que
respetarlo.” 36
“La naturaleza es la que determina las pautas, y en estos momentos está tratando de hacer un
ordenamiento.” 37
28
Philippe Descola, Par delà nature et culture, Gallimard, Bibliothèque des sciences humaines, Paris, 2005.
29
Philippe Descola distingue la interioridad -que da conciencia y animación a los seres- de la fisicalidad -dimensión material
y orgánica- de los existentes.
30
Subrayado por mí.
31
Extracto de « El Ministerio del Ambiente y de los recursos naturales ante la tragedia que asola al país », Documento
preparado por Miguel Luna y Pedro Delfín, DGPOA (Dirección general de la Planificación y Ordenación Ambiental).
32
Subrayado por mí.
33
Carlos Parmigiani, Vargas Hoy, 2002 p.5
34
El Universal, 16/12/1999.
35
Entrevista, Sra. M. 55 años, Macuto, 12/11/2003.
36
Ex Director de la Protección Civil, acto público, Vargas, 22/06/2004.
37
José Méndez, geólogo, El Nacional, 15/01/2000.
514
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Es sorprendente observar que, en esta perspectiva, la naturaleza está asociada con el orden y la sabiduría.
Sin embargo, en otros contextos, la situación es diferente. Susana Hoffman, en su estudio del incendio
de Oakland de 1991 en Estados Unidos, muestra, por ejemplo, que las víctimas se refieren al fuego como
una entidad "salvaje" e "incontrolable" que produjo "caos" y "perturbó el orden espacial"38. En la misma
línea, Pierre Sansot se refiere también a estas representaciones en relación con la inundación de la ciudad
francesa de Nîmes del 3 de octubre de 1988. Al analizar las reacciones de sorpresa de los habitantes,
sugiere la siguiente lectura: "Los habitantes de Nîmes creían haber entrado en el orden de la cultura que
ya no admite las fantasías demoníacas de la naturaleza"39. En Vargas, en cambio, para los que ponen a la
naturaleza como protagonista de los flujos de lodo, el orden está del lado de la naturaleza, y el caos se
encarna en todas las construcciones humanas.
Sin embargo, encontramos aquí un tema bien conocido, el de la existencia de dos órdenes distintos: el
orden natural y el orden social, que sólo podrían coexistir si hubiera una separación clara y estricta de
estos dos mundos. Como en la literatura medieval, "el desorden y los dolores y molestias y la muerte
resultan de la no separación de dos mundos distintos (naturaleza salvaje/ciudad organizada), la
hibridación de los seres y la confusión de categorías" (Balandier, 1988: 98)40.
Al urbanizar los cauces de los ríos y las laderas de las montañas, los seres humanos habrían invadido el
territorio natural, violando la regla de la separación, causando la furia y el desorden de la naturaleza. Pero
todavía hay una falta de contexto para entender cómo se ve la naturaleza en este escenario. Porque estas
sentencias no se formulan en Europa en la Edad Media, sino en América Latina a finales del siglo XX,
cuando la noción de medio ambiente se extendió por todo el mundo y con ella, una aproximación a los
"recursos naturales" como bienes limitados y a la naturaleza como una entidad bella y frágil que el ser
38
Susana Hoffman “The Monster and the Mother. The Symbolism of Disaster”, en Susana Hoffman y Anthony Oliver-Smith
editors, Catastrophe and Culture. The Anthropology of Disaster, School of American Research, Santa Fe, 2002, p.124.
39
Pierre Sansot, « Mémoire collective et perdurance urbaine. Nîmes inondée », Les Annales de la recherche urbaine, n°42,
1989, p.9.
40
Georges Balandier, Le désordre. Eloge du mouvement, Fayard, Paris, 1988, p. 98. Vease también : Jean Delumeau, Yves
Lequin editores, Les malheurs des temps. Histoire des fléaux et des calamités, Larousse, 1987.
515
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
El desorden, entonces, toma la forma de un desastre, causado por la culpa de los humanos, quienes
habrían despertado una oleada vengativa y de restauración del orden por parte de la naturaleza
amenazada. Muchas fotografías, obras de artistas o aficionados, muestran instalaciones humanas
destruidas.
Figura 3. Barrio destruido de Macuto, enero de 2000. Foto tomada por un residente local. Foto así
subtitulada por su autor, que aparece en la foto: “Macuto La Veguita La Guzmania. Estoy sobre lo que
516
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
era antes el « Restaurante Villa Luisa » al frente está la Iglesia de Macuto, lo que quedó de ella. A mi
lado derecho lo que quedó de la « Pensión Guanche » aproximadamente una altura de 15 m.”
Estas imágenes muestran la destrucción de los emblemas de la sociedad moderna por una naturaleza que
ya no se manifiesta a través de los rastros -de barro, de tierra- que deposita. Es el conjunto de
construcciones humanas que sirven de referencia para medir la fuerza destructiva del desastre y para dar
testimonio del sentimiento de aniquilación que sienten los testigos y las víctimas de los deslizamientos
de tierra.
El informe de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) sobre las consecuencias del
desastre recomienda, por ejemplo, que se realicen “diversas obras de gestión ambiental” y proyectos
“que permitan intervenir la naturaleza, tales como drenajes, canales, defensas fluviales, embalses, etc. en
el marco de un equilibrio ecológico sustentable en el tiempo y que reduzca la vulnerabilidad de la acción
antrópica.”41
En cuanto a los ingenieros y geólogos de la Asociación "Crisis sin Fronteras", que contribuyen al informe
elaborado por la Universidad Central de Venezuela sobre el desastre42, recomiendan adoptar un enfoque
de desarrollo para la reconstrucción que respete la naturaleza:
“Además de una lección y de una advertencia, la naturaleza nos ha dado, en el caso del estado
Vargas, una oportunidad. En primer lugar, la de asumir un concepto de vida y de desarrollo cuyo
primer principio sea el de la armonía con la naturaleza, de comprensión y respeto a sus leyes.”43
41
CEPAL / PNUD, Los efectos socioeconómicos de las inundaciones y deslizamientos en Venezuela en 1999, 2000, p.91.
42
UCV, Los aludes torrenciales de diciembre 1999 en Venezuela, 2000, CD-ROM.
43
“La tragedia de Vargas, un desastre socionatural con solución”, Baduy et al. en UCV, Los aludes torrenciales de diciembre
1999 en Venezuela, 2000, CD-ROM.
517
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
“La obstrucción de los cauces de ríos y quebradas por acumulación de desechos sólidos,
escombros y todo tipo de desperdicios por la falta de conciencia ciudadana al respecto, aunado a
una falta de atención oportuna por parte de las autoridades responsables.44”
Los habitantes de la zona también deploran la "irracionalidad" de los que construyen en las orillas o en
los cauces de los ríos:
“En Vargas los desastres naturales, porque hay que llamarlo así en su mayoría, los han inducido
el hombre pero son naturales, son mayormente sismos, deslaves y marejadas. Y de eso hemos
sufrido y seguiremos sufriendo lamentablemente, no hay posibilidad de escaparse de eso.
(...)Ahora ¿ por qué se producen? Por la irracionalidad nuestra, que no queremos entender que
construimos en las márgenes e inclusive, increíblemente, dentro del propio cauce.45”
Una residente de Macuto confiesa que lamenta no haber intervenido para evitar estas peligrosas
construcciones.
“Nosotros veíamos con preocupación que la gente estaba construyendo en el cauce del río.
Inclusive cuando veíamos las bases () dentro del río, dentro de la quebrada (…) Y en aquel
momento debimos protestar una pila de gente, deberíamos ir por allí y hace la denuncia, pero no
lo hicimos.”46
Periodistas, habitantes, actores institucionales circulan con facilidad en este escenario, lo que, al igual
que los dos anteriores, también da lugar a intentos de deslizarse hacia la arena política. La culpa es del
gobierno regional, que no tomó las medidas necesarias para evitar la catástrofe, o del Presidente, que
estaba demasiado ocupado con el referéndum.
“Si para el momento el gobierno regional se hubiese interesado más por el pueblo que por las
elecciones y se maximiza con medidas preventivas, el desastre pudo haber sido menos
traumático.”47
“Claro, lo deseable hubiese sido que antes que los lamentos de anoche el Presidente tomara las
debidas previsiones, porque el diluvio ya databa de 20 días atrás y quizás, si en vez de dedicarse
a hacer campaña hubiera leído los reportes de Defensa Civil, se habrían podido evitar algunas de
las 37 muertes de este 15 de diciembre.”48
44
“El Ministerio del Ambiente y de los Recursos naturales ante la tragedia que asola al país”, MARN, documento con fecha
1999.
45
Entrevista Sr. L, Vargas, 04/12/2003.
46
Entrevista, Sra. M., Vargas, 11/12/2004.
47
Coromoto Hurtado de Chang, Sobrevivientes de Carmen de Uria, Correio de Caracas, 2004, p.16.
48
El Universal, 16/12/1999.
518
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
actor, en el sentido primero y latino del término: "el que actúa". Porque explicar el desastre tiene
ciertamente como primera función llenar el vacío de sentido, pero la operación también permite restaurar
la posibilidad de acción y compensar la sensación de impotencia causada por la magnitud del fenómeno.
Por lo tanto, la necesidad de prevención es unánimemente aceptada en muchas esferas de la sociedad,
aunque lo que abarca esta noción no siempre es explícito y adopta formas diferentes. Si para algunos, la
prevención consiste sobre todo en difundir información49, para otros, debería permitir influir en la
legislación urbana, cartografiar los riesgos o evaluar la vulnerabilidad de las instalaciones estratégicas50,
pero la prevención también se refiere a todos los trabajos necesarios para el mantenimiento y el control
de las presas o el establecimiento de un sistema de alerta temprana para decidir sobre la evacuación de
las zonas en peligro51.
Este último escenario, que al centrarse en las nociones de riesgo, vulnerabilidad y responsabilidad, sitúa
al hombre en el centro de las explicaciones de la catástrofe, ilustra aún mejor que los dos anteriores la
imposibilidad de aceptar la explicación del azar. A través de la prevención, este escenario intenta
reinvertir a los humanos en su postura como actores. Entonces nos sentimos tentados - y él mismo nos
invita a hacerlo - a trazar un paralelo con los pensamientos de Georges Canguilhem sobre la
enfermedad52. "Para actuar, debemos al menos localizar. ¿Cómo actuar en un terremoto o huracán? La
iniciativa de cualquier teoría ontológica de la enfermedad debe probablemente ser atribuida a la necesidad
terapéutica. »53.
Esta necesidad de "localizar", para colocar al hombre en su papel de actor, conduce a la identificación de
los factores más visibles. En el contexto de la situación post-desastre en Vargas, los basureros arrojados
descuidadamente a los barrancos y los edificios de las laderas de la montaña son condenados
unánimemente en este sentido, y se encuentran en todos los discursos que ponen de relieve la necesidad
de la prevención. Esto nos lleva a pensar en los mecanismos que Rony Brauman describe en el campo de
la salud y define como resultantes de la "ideología preventiva":
"El juego de manos de la ideología preventiva consiste en aislar ciertos parámetros presentándolos
como determinantes por la única razón de que pueden ser influenciados. Esta ideología preventiva
(...) mantiene y desarrolla el miedo a la enfermedad, una amenaza omnipresente contra la que es
necesario protegerse a través de un comportamiento "sano y correcto", ya sea a través de la dieta,
el estilo de vida o la medicación"54.
El paralelismo es tanto más interesante cuanto que está en la raíz de cómo se ha pensado durante mucho
tiempo en las catástrofes "naturales". En esta perspectiva, estamos asistiendo a la creación de mitos como
el del "riesgo cero", que equivale al de la "salud perfecta" y sobre el que se ha construido todo un sistema
de administración, análisis de riesgos y prevención55.
49
Revista infantil: “Prevenir para no lamentar.” La Cadena Tricolor, Cadena Capriles, Caracas, Junio 2004, p.12.
50
PNUD, Efectos de las lluvias caídas en Venezuela en diciembre de 1999, PNUD, CAF, CDB Publicaciones, Caracas, 2000.
51
UCV, Los aludes torrenciales de diciembre 1999 en Venezuela, Seminario Internacional, UCV-Facultad de Ingeniería
Instituto de Mecánica de Fluidos, CD-ROM, 2000
52
¿No consideran también Marc Augé y Claudine Herzlich que "la enfermedad constituye una "forma elemental del
acontecimiento"? Marc Augé y Claudine Herzlich, editores, Le sens du mal, Editions des Archives Contemporaines, 1984,
p.4).
53
Georges Canguilhem, Le normal et le pathologique, Presses Universitaires de France, Paris, 1966, p.11.
54
Rony Brauman, Penser dans l’urgence, Seuil, Paris, 2006, p.125
55
José Da Cruz, Ecología social de los desastres, Coscoroba, CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social),
Montevideo, 2003. A Kenneth Hewitt se le atribuye generalmente la primera crítica, en el campo de los estudios de desastres,
519
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
Frente a los llamados desastres "naturales", la actitud considerada la peor es la de la "pasividad". Esta
pasividad se asocia a la imagen de un hombre dominado, "arcaico", porque interpreta lo que está viviendo
desde el campo religioso, un hombre sumiso e impotente. El hecho de actuar debe permitir devolver a
este ser humano a su condición de ser social. Las instituciones nacionales e internacionales hacen de la
prevención su caballo de batalla, ya que reintroduce la posibilidad de acción. La prevención, por tanto,
deberá actuar sobre las actitudes y comportamientos "desviados" que se han identificado: irracionalidad,
falta de memoria, falta de conciencia cívica, etc... que llevan a los humanos a construir en los cauces de
los ríos y a arrojar su basura en las quebradas.
Por supuesto, no se trata de negar el hecho de que las llamadas medidas preventivas pueden tener efectos
concretos en la reducción de la vulnerabilidad y, por lo tanto, en la seguridad humana. Por otra parte, es
relevante señalar que las respuestas propuestas por el escenario de riesgo son tan culturalmente
construidas como las derivadas del escenario religioso o naturalista. Debido a que forma parte de nuestro
entorno cotidiano, la "cultura" de la prevención es más difícil de identificar como tal. Por lo tanto, la
situación posterior al desastre nos brinda la oportunidad de ponerla de relieve.
En este sentido, sería posible analizar el desastre "natural" de Vargas a la luz de los desastres tecnológicos
o industriales o de los grandes problemas de salud pública. Muchos autores que afirman tener una cierta
"sociología del riesgo" han hecho de estas cuestiones su objeto de investigación desde finales de los años
ochenta56, y todos ellos subrayan la creciente complejidad de las situaciones contemporáneas.
de la construcción del edificio tecnocrático sobre la base de ideales estándar o concepciones "míticas" de la sociedad. Kenneth
Hewitt, editor, Interpretations of Calamity, Alen and Unwin, Boston, 1983.
56
Ulrich Beck, La société du risque : sur la voie d’une autre modernité, Champs Flammarion, 2001 (1ra edición: 1986) ;
Niklas Luhmann, Risk: A Sociological Theory, Walter de Gruyter, Berlin, 1993 ; Anthony Giddens, Les conséquences de la
modernité, l’Harmattan, coll. Théories sociales contemporaines, Paris, 1994 ; Bruno Latour, Nous n’avons jamais été
modernes. Essai d’anthropologie symétrique. La Découverte, Coll. Sciences Humaines et sociales, Paris, 1997.
520
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
el agujero de ozono, el calentamiento global? ¿Dónde poner estos híbridos? ¿Son humanos?
Humano ya que es nuestro trabajo. ¿Son naturales? Natural, ya que no son obra nuestra. ¿Son
locales o globales? Ambos. "57
La búsqueda de sentido en el evento destructivo que ha devastado parte del país es, por lo tanto, un acto
colectivo que permite no sólo a las víctimas, sino también a todo el país -y a un conjunto de actores
internacionales- rechazar la inaceptable suposición del azar. Esta operación también da como resultado
la definición de acciones que pueden evitar que un desastre de este tipo se repita. La oración, el respeto
por el medio ambiente o las medidas preventivas tienen la misma función en este sentido: dar a las
personas un sentido de control sobre su destino, un control sobre los acontecimientos, una capacidad de
acción.
La sociedad venezolana, que se deja capturar por su forma de pensar sobre el desastre de 1999, nos da
una imagen compleja de sí misma. Por un lado, es la heredera segura del pensamiento moderno y su fe
en el progreso. La ciencia -nos dice esta sociedad- podrá explicarnos lo que pasó y la tecnología nos
ofrecerá las claves de lo que debemos hacer. Por otro lado, al mismo tiempo que admite su filiación con
la Modernidad que la construyó, la sociedad venezolana se está convirtiendo en su principal acusador.
Denunciando el caos urbano o los abusos que la actitud moderna ha generado, y oponiéndole un "orden
natural" caracterizado tanto por su sabiduría como por su poder, la sociedad del Progreso admite que fue
derrotada de alguna manera por el acontecimiento de 1999.
En el centro de esta batalla de sentido está la perplejidad en la que se encuentra el país después de la
catástrofe. El desastre, por su fuerza y magnitud, y por la complejidad de sus causas, hace vacilar a las
certezas e introduce la confusión. Por lo tanto, los diferentes escenarios -religioso, naturalista, de riesgo-
ofrecen la posibilidad de encontrar, según los momentos y los interlocutores, respuestas satisfactorias a
las múltiples preguntas que plantea el acontecimiento. Luego son convocados alternativamente por los
diferentes actores. El análisis de estos escenarios en sus relaciones entre sí pone de relieve la circulación
de las formas de pensar y la porosidad existente entre los mundos presentados clásicamente como dos
esferas opuestas, el mundo "experto" y el mundo "profano". Esto abre la posibilidad de una comprensión
dinámica del desastre y de los diferentes niveles de contexto en los que se produce.
57
Bruno Latour, Nous n’avons jamais été modernes. Essai d’anthropologie symétrique. La Découverte, Coll. Sciences
Humaines et sociales, Paris, 1997, p.72.
521
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
RESUMEN
Los desastres de muertes masivas son usualmente comprendidos a través de sus aspectos técnicos. La
tragedia de Vargas de 1999 no es la excepción. Sin embargo, un enfoque analítico y crítico para el estudio
de las muertes masivas, nos brinda las herramientas necesarias para comprender el contexto en el que
este desastre tuvo lugar. Es por eso que a través del informe publicado por la Organización Panamericana
de la Salud y las listas de personas con paradero desconocido y de restos de víctimas fatales hallados a
raíz de la tragedia, reconstruimos la ruta de los cadáveres, discutiendo además con el informe
institucional sobre la forma en que se manejaron los cuerpos durante y después del desastre. Es a través
de esta discusión que somos capaces de distinguir la ambigüedades, contradicciones, equívocos y
omisiones que se presentan entre las fuentes y la realidad sobre la gestión de muertes masivas en
Venezuela.
PALABRAS CLAVE: Desastres de muertes masivas; Vargas 1999; ruta de los cadáveres; identificación
de cadáveres.
ABSTRACT
Mass death disasters are usually understood through their technical aspects. The Vargas tragedy of 1999
is no exception. However, an analytical and critical approach to the study of mass deaths gives us the
necessary tools to understand the context in which the disaster took place. That is why, through the report
published by the Pan American Health Organization and lists of people with unknown whereabouts and
found remains of fatal victims in the wake of the tragedy, we reconstruct the route of the bodies, also
discussing with the institutional report on the manners in which the bodies were handled during and after
the disaster. It is through this discussion that we are able to distinguish the ambiguities, contradictions,
mistakes and omissions that arise between the sources, and the reality about the management of mass
deaths in Venezuela.
KEYWORDS: mass death disasters; Vargas 1999; route of the bodies; body identification
522
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
La comprensión de los desastres de muertes masivas se ha basado y ha sido clasificada desde sus aspectos
técnicos, y los desafíos que estos representan para una sociedad. Las muertes y la cifra que las
contabilizan se utilizan de manera únicamente accesoria, como un adjetivo que se añade al desastre, y
que nos brinda una imagen del lugar tras el suceso. La definición de las muertes masivas, como un
problema y un reto netamente técnico que acarrean los desastres, ha relegado el desarrollo teórico y
analítico sobre estos hechos, perpetuando su uso como el calificativo de un desastre, y no como un
aspecto merecedor de atención crítica.
Los desastres de muertes masivas no son únicamente situaciones, o incidentes, en los que los recursos
locales se ven superados al momento de abordar el número de víctimas fatales; o que impiden el
funcionamiento normal de los servicios de salud y emergencia. Tampoco se definen por el número de
muertes que causan, dentro de una escala que señala la barrera de lo que se considera “masivo” y lo que
no, o que clasifica la mortalidad de un desastre por niveles y gravedad. Casi la totalidad de las
definiciones de muertes masivas dan un giro sobre sí mismas, volviendo la atención al manejo técnico
de los cadáveres o la superación de la capacidad de respuesta, y se centran en los aspectos que
mencionamos.
El enfoque analítico que el problema de las muertes masivas requiere, y la atención que le hemos prestado
al tema y su desarrollo como objeto de estudio, nos llevó a proponer una noción que permitiera su
entendimiento como indicadores de la conjunción de un contexto vulnerable y una amenaza.
Comprendemos entonces los desastres de muertes masivas como la existencia de una alta densidad de
víctimas fatales dentro de un espacio y tiempo determinados, asociados a una única causa (ver: Altez y
Osuna, 2018). Dicha noción no asigna el calificativo dependiendo de las capacidades locales para hacer
frente al manejo de los cuerpos, que resulta relativo en muchos aspectos. Al igual que no resta
importancia al desastre o al número de muertes al condicionar el apelativo a un total neto de muertes;
“Decenas de vidas perdidas durante un hecho catastrófico no deberían ser comparables cualitativamente
con otras miles, pues la sumatoria de los cadáveres no da cuenta analíticamente de sus causalidades”
(Ibid., pág. 219). La relevancia de un evento catastrófico no se encuentra en la cantidad de muertes que
fue capaz de causar, sino en el hecho mismo de que el desastre y las muertes hayan tenido lugar. Por lo
tanto, asumimos esta definición como una categoría analítica, capaz de articularse con aquellas propias
del estudio de los desastres.
Teniendo presente esta concepción de las muertes en calidad de masivas asociadas a eventos desastrosos,
se pueden abordar los desafíos que estos representan social, política, económica y técnicamente, para un
contexto que experimenta un desastre, desde un punto de vista analítico, crítico y reflexivo; siempre
523
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
conscientes de que su significación no se limita a los efectos o consecuencias que derivan de un fenómeno
o un hecho. Desde un punto de vista técnico, el apropiado manejo de los cadáveres tras un desastre
comprende numerosos aspectos, y representa uno de los mayores retos: desde la localización y traslado
de las víctimas fatales, pasando por contar con centros de depósito destinados para tal fin, hasta la
individualización e identificación de los cuerpos y su disposición final.
Por supuesto que la muerte es un fenómeno con el que cualquier comunidad tiene que enfrentarse
diariamente, por lo cual, el manejo de cadáveres resulta una necesidad regular. Sin embargo, las
capacidades de atención al problema pueden verse superadas cuando el número de muertes, su
distribución y su concentración varían sobre las esperadas (Blanshan y Quarentelli, 1977). Incluso los
pasos normados en protocolos institucionalizados, que deben seguirse cuando la muerte tiene lugar en
circunstancias normales, se ven sobrepasados por las peculiaridades de cada contexto desastroso,
requiriendo de protocolos especiales, acordes a la situación.
El proceso de duelo, por otra parte, se entiende que también tiene una serie de pasos que se involucran
en el manejo de los cuerpos, en los ritos funerarios y en las formas de expresión del duelo, muchas veces
tomados en cuenta en el área institucional. Estos mismos procesos dan origen a complejas industrias
relacionadas con los actos funerarios, que cuentan con personal, instalaciones y equipos para manejar los
cadáveres. Todas estas normas y procesos que se llevan a cabo de forma regular se ven interrumpidos en
un desastre de muertes masivas, incapacitados de hacer frente al elevado número de fallecidos que se
genera. ¿Cómo se manejan los muertos cuando se presenta una desviación de los procesos y ritos
acostumbrados día a día? ¿Cómo son tratados cuando son una cifra elevada, cuando su aparición no es
anticipada pero sí inesperada, y cuando la respuesta para la muerte y el proceso social para lidiar con ella
no puede seguir la ruta usual para esa comunidad? Esto es, ¿cómo se manejan las muertes masivas en un
desastre?
Con la intención de dar respuestas a estas preguntas, con respecto al caso del litoral central venezolano
en diciembre de 1999, se deben tener en cuenta los trabajos e investigaciones que han dedicado su espacio
a entender cómo se abordó el manejo y la atención a las muertes masivas de esta fecha. Si dirigimos
nuestra atención hacia las áreas y disciplinas forenses, nos encontramos con que el número de
publicaciones dedicadas a investigar, relatar y reflexionar sobre el manejo de cadáveres en ese desastre
es virtualmente inexistente. No obstante, hallamos menciones al papel de las diversas áreas forenses que
participaron en el manejo e identificación de los cuerpos en trabajos que hacen un recorrido sobre las
524
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
En cuanto al tema de la cuantificación sistemática del número de muertes, dejamos que los trabajos e
investigación de Altez (2007 y 2010) hablen por sí mismos, siendo un aporte reconocible hacia una
estimación no estadística del total de muertes que se produjeron, y un aporte importante en la discusión
del mismo tema. Este investigador, sin embargo, realizó un esfuerzo metodológico e investigativo,
logrando reunir y sistematizar las listas de personas desaparecidas y de cuerpos recuperados de las costas
venezolanas a raíz del desastre. Estas listas brindaban información sobre el lugar en donde se hizo el
levantamiento de los cadáveres y su disposición final, tal como indicaban los registros que reposaban en
la Medicatura Forense de Caracas, en donde se centralizó esta información.
Fuera del campo académico, y dentro del ámbito de los organismos internacionales, la Organización
Panamericana de la Salud (OPS) publicó en el año 2000 un informe en donde se analizaba cada aspecto
de la respuesta al desastre, incluyendo el manejo de cadáveres. Esta evaluación incluía el papel que cada
organismo asumió ante el desastre, el proceso de traslado, reconocimiento, identificación e inhumación
de los fallecidos, y las lecciones aprendidas a partir de la experiencia.
Es nuestra intención hacer una revisión del proceso de manejo de cadáveres en el desastre de Vargas de
1999, y si el mismo es tal como fue representado en las fuentes que abordan el tema. Nos interesa observar
el protocolo que se siguió para lograr un manejo correcto y digno de los cuerpos, su almacenamiento, la
correcta identificación y su disposición final. Nos interesa conocer la ruta de los cadáveres en el litoral
central de Venezuela con relación al evento de aquel diciembre.
Por lo regular, los cadáveres siguen una ruta prestablecida cuando, debido a su casusa de muerte, estos
deben ser manejados por los servicios forenses. Esta ruta del cadáver, como nos referimos a ella, son los
distintos pasos e instancias que recibe el cuerpo desde que es levantado del lugar de muerte, hasta que se
le brinda su disposición final. Es de esperar que durante o después de un desastre este protocolo
establecido para los cadáveres sea modificado o alterado ante el evento y los impedimentos que presente.
Reconstruir la ruta que siguieron las víctimas de un desastre de muertes masivas nos brinda la
oportunidad de reconstruir los hechos, de evaluar un contexto vulnerable, y de comprender cómo una
sociedad aprecia a sus muertos cuando estos, más allá de ser parte de un fenómeno y un proceso privado,
representan un problema colectivo, al que la sociedad debe hacer frente en conjunto.
Los datos ofrecidos por las listas de desparecidos y de cuerpos hallados permiten formar una imagen
sobre la ruta que los cadáveres siguieron después del desastre en Vargas. En conjunto con el informe de
la OPS, y la descripción de los protocolos seguidos, podremos alcanzar el objetivo antes mencionado,
revisar los procedimientos que se siguieron para el abordaje de las muertes, y si estos, finalmente,
esclarecen los detalles sobre uno de los desastres de muertes masivas más renombrados de la historia
venezolana.
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Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
cada organismo despliega al respecto. Recorre, sin embargo, los pasos que los cuerpos siguieron desde
que fueron levantados hasta su inhumación o la entrega a sus familiares.
En dicho texto se reconoce que la recuperación de los cadáveres fue lenta, teniendo en cuenta las
condiciones en las que se encontraba la región, y los impedimentos que se presentaban para el traslado a
lo largo del litoral tras el desastre. De forma general, se reconoce el estado de emergencia que los
Bomberos del Distrito Federal habían asumido desde semanas anteriores al evento, así como las muertes
causadas por las lluvias torrenciales antes del 15 de diciembre, día en que el fenómeno dio como resultado
los extensos aludes. Hace mención, además, a una creencia que sobrevive hasta hoy en día, sobre “los
cuerpos que se llevó el mar”, pero que en este caso fueron recuperados: “Muchos de estos cadáveres
fueron encontrados a las orillas de la costa del estado Vargas, o flotando en el mar. Algunos fueron
arrastrados por las corrientes marítimas, hasta las costas del estado Falcón” (OPS, 2000, pág. 171).
Dentro de los organismos que jugaron un papel en la ruta y el manejo de los cadáveres, y que son
mencionados por la OPS, destacan el Ministerio Público (MP), el Ministerio de la Defensa, y el Cuerpo
Técnico de la Policía Judicial (CTPJ). El primero asumió el papel de revisar las normativas nacionales e
internacionales existentes referentes al manejo de cuerpos en situaciones de muertes masivas. Dicho
organismo dirigió su atención a eventos previos con los que se tuvo que hacer frente a problemas
similares, como el Caracazo o el golpe de Estado del 27 de noviembre de 1992. En ambos casos la
normativa establecida dentro de la legislación venezolana había sido insuficiente para normar los
procedimientos, problema al que se enfrentarían nuevamente en 1999. Acudiendo posteriormente a las
sugerencias de Amnistía Internacional, quienes habían hecho substanciosas recomendaciones tras el 27
de febrero de 1989, y las convenciones internacionales concernientes al tema, especialmente en materia
de Derechos Humanos, finalmente, se diseñaron normativas ajustadas a la realidad nacional y coyuntural
del evento, que sirvieron de guía en la identificación de los cuerpos. Debemos mencionar que una revisión
de las normativas venezolanas actuales evidencia de forma contundente que este vacío sigue existiendo,
incluso tras enfrentarnos a muertes masivas de forma repetida. La Dirección General Sectorial de Justicia
Militar del Ministerio de la Defensa brindó apoyo en la revisión de las normativas, en su caso,
examinando las disposiciones legales en materia civil y penal sobre la identificación y manejo de
cadáveres. Ante las necesidades detectadas, se diseñó en conjunto con el MP un protocolo para el
levantamiento de los datos de los cadáveres encontrados, y el acta de entrega a los familiares, en vista de
la inexistencia de las mismas.
El papel del CTPJ resultaba crucial. Este organismo era el encargado del levantamiento de los cuerpos
cuando las personas fallecían en circunstancias violentas o, en este caso, en un desastre, requiriendo de
las experticias de sus profesionales para ser identificados positivamente. Sus funcionarios fueron los
encargados del levantamiento de cadáveres y de las experticias necesarias. Para el traslado de los cuerpos
se estableció el hangar de la empresa Petróleos de Venezuela (PDVSA) en el Aeropuerto Internacional
de Maiquetía como centro de acopio de los cuerpos, además de haberse establecido un tribunal de
contingencia para manejar los procesos legales necesarios.
Los cadáveres eran recuperados por distintas instancias que se involucraron en los rescates en la región.
El cuerpo de Bomberos, efectivos del Ejército, Defensa Civil y voluntarios. En otros casos, personas
particulares que no estaban envueltas en el proceso entregaban cuerpos a las autoridades, o daban
información sobre en cuáles sectores se encontraban víctimas fatales. Como el mismo informe señala, el
proceso de recuperación fue considerablemente lento, a pesar de la ayuda internacional que se recibió
para tal cometido.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
En “los centros de acopio”, citando el informe, los cadáveres eran ordenados, clasificados y
sistematizados por su orden de llegada. Según el número correlativo de cada cuerpo, se abría una ficha
con información básica, como la procedencia y el sexo; incluyendo además datos como las prendas que
usaban o su identificación personal. De allí eran trasladados a la Morgue de Medicina Legal del CTPJ en
Caracas, donde se mantenían en cavas refrigeradas. Expertos en el área forense, incluyendo antropólogos,
odontólogos, fotógrafos, dactiloscopistas, patólogos y médicos forenses, así como voluntarios de otros
estados del país, participaron en los estudios necesarios para la identificación de cadáveres no
reconocidos y la determinación de la causa de muerte. Este equipo multidisciplinario trabajó para intentar
identificar cadáveres que se encontraban casi irreconocibles, debido a los múltiples traumatismos que
sufrieron durante el desastre.
Los familiares, de acuerdo al informe, tenían entre dos y tres días para reconocer los cuerpos. Destaca,
además, como parte de los esfuerzos para reconocer a las víctimas, el uso de las fotografías de los mismos,
que fueron colocadas en el sótano de la Medicatura Forense: “Se colocaron las fotos de los que, a pesar
de los traumatismos, todavía podían reconocerse” (Ibid., pág. 177). Sin embargo, nos consta según la
experiencia de Altez, que dicha exposición se mantuvo por pocos días, y que gran parte de los familiares
no tuvo la oportunidad de verlas para intentar reconocer a sus seres queridos.
Las fotos fueron exhibidas durante dos o tres días. Dos detalles importantes destacan al respecto: por un lado,
en las investigaciones citadas no fue posible hallar entre los funcionarios de la Medicatura de Caracas ninguna
memoria al respecto; por el otro, en las entrevistas a familiares de desaparecidos, se denunció que la exposición
de las fotografías fue desmantelada en breve tiempo y que la mayoría de ellos jamás pudo revisarla. Las
fotografías se encuentran al presente en la propia medicatura, algunas de ellas anexadas a los protocolos y otras
archivadas por separado (Altez, 2010, pág. 137).
La mayoría de los cuerpos identificados fueron entregados a sus familiares. Aquellos que no pudieron
ser identificados fueron preparados para ser inhumados en el Cementerio General del Sur, junto con los
cadáveres no reclamados por ningún familiar, o los que se solicitó que fueran enterrados en el mismo
cementerio, debido a que las familias no poseían los medios económicos para asumir los servicios
funerarios. Los cadáveres eran trasladados desde la morgue hasta el cementerio en vehículos de carga,
dentro de sus urnas, y al arribar al camposanto se contaba el número de fallecidos que ingresaban y se
verificaban los datos que constaban en los documentos que acompañaban a cada uno. Por último, se
dejaban escritos los ingresos en los libros del cementerio, dejando un importante registro sobre el número
de cuerpos que fueron ingresados, detalle que el informe falla en mencionar (Figura 1).
De acuerdo con lo que la OPS describe, las “Máquinas con personal del Ejército venezolano abrieron
2.000 fosas, en un sector del Cementerio General del Sur para dar sepultura a todas la [sic] víctimas de
la tragedia, tanto de Caracas como del estado Vargas” (OPS, 2000, pág. 175-176). Todas estas fosas
estaban destinadas para los miles y miles de fallecidos que presuntamente resultaron del desastre. Es
necesario recalcar que, en la lista de restos hallados en la tragedia de Vargas, que consta de 520 entradas,
solo 377 cuerpos no fueron entregados a familiares, de los cuales 165 fueron enterrados en las fosas del
Cementerio; una considerable brecha entre las fosas que por necesidad fueron supuestamente excavadas
(Figura 2).
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Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
Figura 1. Fotografía del libro de defunciones N° 52 del Cementerio General del Sur, en la fecha 19 de diciembre
de 1999. Se aprecian las entradas de los cuerpos correspondientes a Vargas que fueron destinados a la Terraza 5.
Figura 2. Fosas individuales en la Terraza 5 del Cementerio general del Sur, cubiertas de maleza debido a la falta
de mantenimiento. Fotografía: Rogelio Altez (2004).
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
El lugar donde las víctimas fatales de 1999 fueron enterradas se encuentra en lo alto de los cerros que
rodean el Cementerio General del Sur. En el sector que recibe el nombre de Terraza 5, es donde fueron
abiertas las fosas individuales destinadas a las personas que murieron debido a las lluvias y aludes, una
reducida franja de terreno, con grandes nichos a un lado de la fina calzada, y dos largas hileras de fosas
individuales al otro, junto al barranco que lleva hasta los terrenos bajos del cementerio. En este espacio,
que no supera los 200 metros de longitud, es donde según el organismo internacional se cavaron 2.000
fosas. Con una estimación elemental sobre el tamaño estándar de una sepultura convencional, esto es: 3
metros de profundidad, 2 de largo y 1 de ancho (según la disposición del Concejo Municipal del Distrito
Federal, 1994), las fosas excavadas ocuparían no menos de 4.000 m2. Resulta incomprensible, y
simplemente burlesco, pensar que en esta pequeña terraza del cementerio se llevó a cabo la titánica tarea
de cavar tal cantidad de fosas.
Los cuerpos que llegaron al cementerio fueron sepultados cada uno en un ataúd enumerado, de acuerdo
al número correlativo que les había sido otorgado desde el principio (Figura 3). Se identificó cada fosa
con los datos necesarios para su plena individualización, facilitando la búsqueda de los restos de ser
necesario en un futuro. Se destaca que no se implementaron fosas comunes, atribuyendo esto a la
experiencia obtenida y las críticas tras su uso con las víctimas de El Caracazo. Los cuerpos que habían
sido sepultados en Vargas, ante la imposibilidad de trasladarlos, fueron posteriormente exhumados y
llevados al camposanto en Caracas, siendo inhumados junto al resto. En cuanto a los cuerpos que fueron
arrastrados por las corrientes marinas hasta las costas del estado Falcón, fueron sepultados en el
cementerio de la ciudad de Coro, siguiendo “el mismo procedimiento que en los casos anteriormente
mencionados” (Ibid., pág. 176).
Figura 3. Fosas individuales en la Terraza 5 del Cementerio general del Sur. Fotografía: Rogelio Altez (2004).
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Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
El informe concluye este apartado dedicado al manejo de cadáveres con las “lecciones aprendidas”, los
aciertos y deficiencias en el proceso. Las primeras se centran en la revisión del marco legal venezolano,
y la solidaridad de distintos sectores en el arduo trabajo. Las últimas las revisaremos posteriormente.
Esta sistematización nos abre una ventana al manejo que se le dio en los registros oficiales al manejo de
los cadáveres dentro de los organismos encargados de las distintas labores. De igual forma ofrecen la
oportunidad de constatar la ruta de los cadáveres descrita por el informe de la OPS. Si volvemos atrás,
haciendo un resumen, podemos asegurar que de acuerdo a este documento institucional los cadáveres
siguieron una ruta que comenzaba en el lugar donde fueron hallados, siendo levantados del lugar y
trasladados hasta el hangar de PDVSA, donde eran sistematizados. Posteriormente fueron llevados hasta
la Medicatura Forense de Caracas donde los expertos realizaban los estudios necesarios para su
identificación, para finalmente ser entregados a sus familiares o inhumados en la Terraza 5 del
Cementerio General del Sur.
Para la discusión con este informe prestaremos atención a dos listas en particular, en primer lugar, aquella
que recoge los nombres de las personas desaparecidas durante el desastre; en segundo lugar, la más
extensa de todas, que engloba los restos hallados en el territorio nacional, y la información disponible
sobre cada uno de ellos.
La lista de desaparecidos contiene 330 nombres, provenientes de las denuncias formales y entrevistas
realizadas a familiares. Además del nombre completo de cada persona, incluye la edad de la misma, su
género y el lugar en donde desapareció. Realizamos una revisión de esta lista tomando en cuenta
cualquier elemento que llame nuestra atención, y que pueda evidenciar una inconsistencia o
incongruencia con lo señalado por el informe, con el resto de los casos registrados, con el correcto
proceso de reporte de personas con paradero desconocido, o, en general, con el sentido común.
En primer lugar, hallamos en la lista a tres sujetos cuyas edades están contenidas dentro de un rango con
intervalos de 2, 4 y hasta 6 años. Aunque las denuncias de desaparecidos fueron realizadas por familiares,
según la información ofrecida, se puede comprender que, en el caso de parientes distantes, amigos,
conocidos o vecinos no se tuviera información exacta sobre la edad. Sin embargo, ante un infante
reportado como desaparecido, de entre 3 y 4 años de edad, el cual además no cuenta con un nombre, es
difícil creer que no fuera denunciado por sus padres o familiares, quienes habrían de conocer su edad
exacta. Se presentan casos similares, en los que se describe a una persona como de edad senil, y otro en
el que se marca “¿? meses”; además de contar con dos casos en los que se menciona la edad con el
530
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
comentario de “aproximado”. Aparte de los ejemplos mencionados relacionados con la edad de los
desaparecidos, hay 70 entradas que no tienen información sobre la edad de los sujetos con paradero
desconocido.
Sin embargo, en cuanto a la lista de personas desaparecidas, el caso más singular resulta el de aquellos
que son denunciados con paradero desconocido, y que no poseen información sobre nombre u apellido.
Las siete personas que aparecen reflejadas en esta lista como “sin información”, van acompañadas
además con comentarios sobre su parentesco con otras personas, que no aparecen como personas
desaparecidas en la lista. Queda para la especulación el problema sobre cómo fueron denunciadas estas
desapariciones sin poseer datos acerca del nombre o la edad de las personas. Si sus familiares fueron
quienes denunciaron su desaparición, aunque no supiesen de su paradero, ¿cómo no se registró el nombre
de cada una de estas personas anónimas? En la Tabla 1 ofrecemos una síntesis de las inconsistencias
halladas en la lista de desaparecidos.
Tabla 1. Resumen de casos inconsistentes contenidos en la lista de desaparecidos en la tragedia del estado
Vargas. Ver Anexo 2.
Sujetos con paradero desconocido: 330
3 casos de edades entre rangos
1 senil
1 sin especificar meses de edad
2 con edad aproximada
70 sin información sobre su edad
7 sin información sobre su nombre
A pesar de que esta lista, y los casos que presenta, no forman parte de los aportes a la ruta de los cadáveres
o al manejo de los mismos durante el desastre, es importante tomar en cuenta cómo fueron manejados
las denuncias y registros oficiales. Estos reflejan la atención al detalle y los criterios seguidos para recabar
información que a futuro podría ser de utilidad para brindar respuestas a una familia en busca de sus seres
queridos. Para mayores detalles sobre este documento, referirse al Anexo 2.
La lista que enumera los restos hallados de víctimas fatales de la tragedia de Vargas cuenta con 520
entradas. Esta identifica cada uno con el número de protocolo, su fecha de estudio y el nombre o apellido,
de haber sido reconocido el cuerpo. Incluye además la edad exacta o aproximada del occiso, su género y
causa de muerte. Contiene igualmente la procedencia del cuerpo y su disposición final, ya sea haber sido
entregado a sus familiares para su inhumación particular o el número de identificación de la fosa donde
fue enterrado en el Cementerio General del Sur. Los cuerpos que fueron hallados en el estado Falcón
contienen indicaciones particulares en los campos correspondientes, que dejan clara su procedencia.
Este documento, gracias a los datos particulares que contiene cada caso, aporta en gran medida a la
reconstrucción de una ruta de los cadáveres, así como a la imagen en general del manejo de los cuerpos
durante y después del desastre. Al igual que con la lista anterior, nos interesa observar las anomalías que
podemos observar con respecto al correcto proceso de manejo de los cadáveres y con lo expuesto dentro
del informe de la OPS.
De las 520 entradas existentes, 290 son personas que no fueron identificadas tras las experticias realizadas
por los equipos forenses. La mayoría de estos casos, contando únicamente nueve excepciones, no tienen
especificada su causa de muerte; se presenta el caso contrario en aquellos que fueron identificados, donde
la mayoría sí tienen su causa de muerte señalada, contando 48 excepciones en las que no se especificó.
531
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
Considerando que todos los cuerpos recibidos fueron estudiados, de acuerdo al informe institucional,
cabe preguntarse por qué, justo aquellos cuerpos que no recibieron un nombre que les devolviera su
identidad, no tuvieron reflejada la cusa de su muerte. Con respecto a los no identificados, debemos
destacar un caso en particular. Se trata de un sujeto femenino, entre 21 y 25 años de edad, sin causa de
muerte especificada, sobre quien se señala que fue entregado a sus familiares. Nos preguntamos,
naturalmente, sin poder plantear muchas más interrogantes, aclaratorias o argumentos, cómo el cuerpo
de una persona que no fue identificada pudo ser entregado a sus parientes.
En cuanto a la procedencia de los cuerpos, muchos de ellos hacen mención a las zonas específicas en las
que fueron hallados, en algunos casos con gran detalle, incluyendo puntos de referencia. Un número
considerable coloca como procedencia el Hangar de PDVSA, así como el Hospital Naval. El primero de
estos casos, al poner como procedencia el centro de acopio de cadáveres en la región del desastre, deja
por fuera parte importante de su ruta, como por ejemplo el lugar del que fue levantado. Esta información
no puede descartarse por falta de relevancia, pues su procedencia puede dar importantes indicios para la
identificación positiva del sujeto. En cuanto a los casos que provienen del Hospital Naval, es de
importancia considerar que, debido al desastre, la destrucción material, la obstrucción de las arterias
viales y, en general, el caos que se vivía en la región, los centros asistenciales como éste no podrían
atender de forma regular, en muchos casos paralizando los servicios que no fueran de emergencia, y
disponiendo su atención casi íntegramente al evento. Es necesario considerar si verdaderamente este
hospital podría haber recibido pacientes que, en caso de muerte, tendrían que ser trasladados a la
Medicatura Forense de Caracas. De ser personas que perdieran la vida en el centro asistencial, el mismo
principio se aplica que en el caso anterior: al no incluir la procedencia de los heridos, se excluye un dato
importante de la ruta.
Se encuentran igualmente ocho casos que señalan como procedencia a la Medicatura Forense de Vargas,
cuatro de los cuales no se especifica la fecha de estudio; los cuatro restantes aparecen con estudios
realizados en el año 2001, lo que nos permite asumir que fueron rescatados poco antes de esa fecha. Esta
Medicatura, sin embargo, quedó inoperativa tras el desastre, lo que pone en duda el origen de los que no
cuentan con una fecha de estudio. Se suman a todos estos, 12 casos en los que su procedencia se encuentra
señalada como “no determinada” o “sin información”; además de un caso singular que, sin mayor
explicación, señala como lugar de procedencia el cementerio de La Guaira.
En cuanto al entierro, o disposición final del cadáver, la gran parte de los más de 500 casos señalan con
un número la fosa específica en la que fueron enterrados en la Terraza 5 del Cementerio General del Sur,
o indican que fueron entregados a sus familiares, quienes dispusieron de sus muertos de forma particular
con servicios funerarios de carácter privado. Al igual que con otros factores de individualización de los
sujetos, encontramos algunos casos que nos producen interrogantes. En primer lugar, resalta la gran
cantidad de cuerpos que señalan no poseer información sobre su disposición final: un total de 152 sujetos
sobre los cuales no se especifica, y tras 20 años no se conoce, aquel destino que tuvieron. Debemos
considerar que estos cuerpos fueron recibidos por los servicios forenses gubernamentales, que manejan
y deben dejar un registro formal de todos los trámites que involucren a los fallecidos que ingresan a los
mismos. El no tener información sobre el destino de 152 cuerpos, aunque sea solo en los documentos,
sin intenciones de implicar que los mismos tengan un paradero desconocido para los involucrados en su
manejo, es un ejemplo elocuente del tipo de interés, o bien de su ausencia, dedicado al correcto manejo
de registros con este nivel de importancia. El no contar con esos datos puede ser impedimento para que
en un futuro los parientes puedan conocer con certeza el lugar de descanso de sus seres queridos.
532
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
En segundo lugar, resaltan los cuerpos cuyo entierro se señala con la descripción “bajo escombros” o
“enterrado en el sitio”. En ambos casos se puede especular que los cuerpos fueron recuperados a través
de las excavaciones recogidas en el informe; sin embargo, surge la incertidumbre alrededor de aquellos
que más allá del lugar de entierro no aportan ningún otro dato. Los mismos son referidos como no
identificados, sin rango de edad, género o causa de muerte. Se aclara, además, que no les fue realizado
ningún estudio. ¿Fueron recuperados estos cuerpos? ¿O fueron incluidos dentro de la lista a través de
denuncias hechas por familiares o conocidos? Un caso específico al respecto lo representan aquellos que
se indican como “bajo escombros”, y que provienen del sector La Veguita en Macuto, víctimas de un
alud que tapió un hogar donde se encontraba una docena de personas. Es de nuestro conocimiento, a
través del testimonio de habitantes de la zona, que estas víctimas no fueron desenterradas en los años
siguientes. No nos fue posible confirmar si en algún momento se llevó a cabo esta labor.
Por último, sobre la disposición final de los cuerpos, resaltamos los que se señalan como “se presume
enterrado en el sitio”. La presunción hace dudar sobre si los cuerpos en efecto fueron recuperados del
lugar, o bien cómo pudieron ser referenciados dentro de la información oficial en calidad de cuerpos
recuperados, o cómo es que cuentan con un estudio. En todos los casos presentados se detecta el mismo
conflicto ético sobre la disposición final de los cadáveres: al no presentar un lugar de descanso final que
sea preciso y claro, pueden generarse problemas para que sus familiares puedan ubicarlos en un futuro.
Dirigiendo nuestra atención hacia la fecha en que se realizaron los estudios de cada uno de los cuerpos,
se observa una incongruencia que llama la atención. Las lluvias torrenciales que causaron los aludes
llevaban días cayendo sobre la región, pero los deslaves que cobraron la vida de tantas personas no dieron
inicio hasta aproximadamente las 8:00 pm del miércoles 15 de diciembre. En la lista queda constancia
de que le fueron realizados estudios a 14 cuerpos el día miércoles 15 de diciembre. Más aun, sabiendo
que el Hangar de PDVSA como centro de acopio no fue establecido sino hasta el viernes 17, se cuentan
16 casos de estudio para el 16 de diciembre, y 28 casos para el propio viernes 17. Ante este tipo de datos,
en primer lugar, debemos tener en cuenta el caos y destrucción de la región, así como la capacidad técnica
de respuesta inmediata para el manejo de cadáveres. Si tomamos en cuenta tales circunstancias, algunas
de las cuales ya las hemos mencionado anteriormente, resulta altamente improbable que se realizaran
estudios durante los primeros días del desastre, especialmente previo a que se estableciera el tribunal
provisional y centro de acopio en Maiquetía, y es mucho menos probable aun que los cuerpos lograran
ser transportados hasta Caracas para ser estudiados.
Queremos resaltar un último caso, cuya singularidad llamó nuestra atención. Se trata de un sujeto no
identificado, de género masculino, entre 4 y 5 años de edad. Su estudio se realizó cinco días después de
que diera inicio el desastre, y permaneció sin identificación, siendo enterrado en lo alto del Cementerio
General del Sur. La singularidad de este caso recae sobre la causa de muerte, en la que se señala que
murió por “Hemorragia digestiva superior/Várices esofágicas/Cirrosis alcohólica”. Sorprende, sin duda,
considerando su edad. Lamentablemente, no se ofrece más información sobre este caso, dejando a
discreción la razón por la cual se coloca la cirrosis alcohólica como la causa de muerte de un niño entre
4 y 5 años. Un resumen de las inconsistencias encontradas en la lista de restos hallados lo presentamos
en la Tabla 2.
Sobre los casos que se manejaron en el estado Falcón, el informe destaca que se siguió el mismo proceso
que con los demás cuerpos que habían sido encontrados en el litoral central del país. Sin embargo, en las
listas se evidencia que a los mismos no le fueron practicadas experticias a través de las cuales
individualizar e identificar a los occisos. Este dato es aún más relevante al considerar que entonces no
533
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
existía un departamento en esa región que contara con los profesionales necesarios para realizar los
estudios necesarios que lograran estos resultados en cuerpos con un avanzado estado de descomposición.
Tabla 2. Resumen de casos inconsistentes contenidos en la lista de restos recuperados a raíz del desastre en
Vargas. Ver Anexo 1.
Restos hallados de víctimas fatales: 520
290 sujetos no identificados
323 casos sin causa de muerte señalada
25 casos provenientes del Hangar de PDVSA
3 casos sin información sobre lugar de procedencia
6 sujetos sin estudio
58 estudios realizados entre el 15 y 17 de diciembre
78 sujetos hallados en el estado Falcón, sin estudio realizado
183 cuerpos entregados a sus familiares
5 casos enterrados bajo los escombros
11 cuerpos enterrados en el sitio
3 cuerpos que se presumen enterrados en el sitio
165 casos enterrados en la Terraza 5 del Cementerio General del Sur
152 casos sin información sobre su enterramiento
Todos los equívocos y omisiones que encontramos dentro de las listas, que se relacionan de forma muy
cercana con lo relatado en el informe de la OPS, aunque no cuenten con voz propia, deben ser
interpretados y poseen significado en sí mismos. Como muchos de los problemas que condujeron a la
región a aquel desastre, estos aspectos aquí detectados dan cuenta de un contexto y nos ofrecen una
apreciación crítica del manejo de cadáveres en la tragedia de Vargas.
Las labores relacionadas con el manejo de cadáveres en situaciones de muertes masivas se vuelven
críticas, demostrando en la práctica cómo una sociedad sobrelleva el luto y procesa el evento. Brindar un
trato digno y respetuoso a las víctimas fatales de un desastre no solo es parte del respeto inherente que
merece cada ser humano, sino además es parte de las consideraciones que se deben tener para con los
familiares y dolientes, que al seguir un proceso con orden y un cierre satisfactorio podrán sobrellevar las
pérdidas y los traumas que hayan quedado después del desastre.
Lo que la Organización Panamericana de Salud presenta en su informe del año 2000 es un balance global
de los esfuerzos que se realizaron para la gestión del desastre. En cuanto al manejo de los cuerpos presenta
una reconstrucción de los procesos que fueron llevados a cabo, de manera prístina e ideal. Se nos ofrece
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
una imagen de proceso ordenado que dio resultados positivos para la sociedad y el duelo que ésta tuvo
que soportar tras los deslaves. En su apartado de lecciones aprendidas, sin embargo, reconoce como
ineficiencia la falta de preparación de muchos organismos y sus funcionarios para una situación de
emergencia, así como el caos que se apoderó de los entes gubernamentales durante los primeros días del
desastre.
El informe que hemos trabajado representa un esfuerzo importante al momento de hacer un balance del
desastre y la gestión del mismo; pero los señalamientos que aquí realizamos, a través de otras fuentes y
las experiencias vivenciales que los sobrevivientes han compartido con nosotros, nos cuentan una historia
diferente.
Diatribas además como la que se presenta con el número de muertes que causó el desastre, cifras que
variaron en declaraciones oficiales desde 30.000 hasta 50.000 fallecidos, demuestran que la
sistematización de las víctimas fatales no fue óptima ni impoluta como se muestra en el informe. Esta
discusión, que es aclarada en el trabajo de Altez (2007 y 2010), no es más que una evidencia de que el
manejo de los cadáveres durante y tras el desastre de Vargas de 1999 no se realizó de manera clara, lo
que abrió el camino a que se originaran confusiones, como el caso de parientes que tuvieron que devolver
cuerpos que no correspondían a sus familiares, después de que los expertos aseguraran que aquellos eran
los que habían sido identificados como tales (OPS, 2000). Es difícil dar a entender a través de datos y
documentos el caos y el desorden que se vivió con el manejo de los cuerpos, así como la angustia que
esto pudo causar en los parientes de los fallecidos. Contextualizar todos estos hechos dentro del desastre,
así como la realidad política y social que se vivía en Venezuela, ayuda a pintar una imagen de lo que se
vivió durante diciembre de 1999 y los meses que siguieron.
A pesar de los claros esfuerzos que se realizaron para dar orden al difícil proceso que se debía llevar a
cabo, estos no fueron tan efectivos o eficaces como se presentó. El informe realizado por la OPS fue
elaborado poco después de que tuvo lugar el desastre, a menos de un año del mismo, abarcando de forma
general cada uno de los puntos que fueron incluidos dentro del manejo de los cadáveres. Los resultados
de investigaciones posteriores, que además dan una perspectiva crítica al evento, y tras finalizadas las
labores de recuperación de cadáveres e identificación de los mismos, han evidenciado detalles que no
pudieron ser tomados en cuenta dentro del considerable esfuerzo que realizó el órgano internacional.
A pesar de las experiencias pasadas, que además son resaltadas dentro del informe, así como otras no
tomadas en cuenta, muchos de los tratos a los cuerpos no fueron los apropiados para lidiar con un caso
de muertes en calidad de masivas. Historias y fotografías de cuerpos que fueron calcinados, por miedo a
una epidemia, como un método para deshacerse de los mimos, forma parte de aquellos comportamientos
ante las muertes que, a largo plazo, privan a los familiares de un verdadero cierre del proceso de luto.
Haber dejado víctimas fatales bajo los restos de escombros es igualmente un impedimento para los
535
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
parientes de seguir los ritos funerarios que pueden ayudar a brindar un cierre al proceso de duelo; causa
por la que además muchos familiares hicieron presión para evitar. Durante el proceso de remoción de
escombros, a pesar del mito y el conocimiento de que muchas víctimas fatales se encontraban bajo los
restos del desastre, se utilizó maquinaria pesada para movilizar grandes cantidades de materiales en poco
tiempo. En el año 2004 esto arrojó el descubrimiento de los últimos restos conocidos en el área del litoral
central, siendo encontrada únicamente una falange, después que una retroexcavadora esparciera y
destruyera el resto de la evidencia física del cuerpo. En cuanto al trato de los registros, tras haber retirado
las fotografías que se intentaron utilizar para identificar a los fallecidos en la Medicatura Forense de
Caracas, las mismas no fueron colocadas con sus protocolos correspondientes, descansando hoy en día
en un montón aparte, sin ser posible el asociar cada una con el caso al que correspondía. Todas estas
experiencias son ejemplos de comportamientos que restan dignidad al proceso de la muerte, y que
deberían ser evitados al momento de atenderlas.
REFERENCIAS
Altez, R. (2010), “Lo que puede aprenderse de un desastre de muertes masivas: La experiencia de
Vargas”, José Luis López, Editor, Lecciones aprendidas del desastre de Vargas. Aportes Científico-
Tecnológicos y Experiencias Nacionales en el Campo de la Prevención y Mitigación de Riesgos, Caracas,
Universidad Central de Venezuela-Fundación Empresas Polar, pp. 127-144.
Altez, R. (2007), “Muertes bajo sospecha: investigación sobre el número de fallecidos en el desastre del
estado Vargas, Venezuela, en 1999”, Cuadernos de Medicina Forense, Vol. 13, Núm. 50, pp. 255-268.
Altez, R. y D. Osuna (2018), “Vivir entre muertes masivas: Sociedad y vulnerabilidad en Venezuela,
1999-2012”, Rogelio Altez e Isabel Campos Goenaga, Editores, Antropología, Historia y Vulnerabilidad.
Miradas diversas desde América Latina, México, El Colegio de Michoacán, pp. 193-228.
Altez, R. y S. Revet (2005), “Contar los muertos para contar la muerte: Discusión en torno al número de
fallecidos en la tragedia de 1999 en el estado Vargas”, Revista Geográfica Venezolana, Número Especial,
pp. 21-43.
Blanshan, S. A. y Quarantelli, E. L. (1977). “From dead body to person: the handling of fatal mass
casualties in disasters”, Disaster Research Center of the University of Delaware.
Concejo Municipal del Distrito Federal (1994). “Ordenanza Modificatoria de la Ordenanza sobre
Cementerios y Servicios Funerarios”, Caracas, Alcaldía del Municipio Libertador.
Organización Panamericana de la Salud (2000), “Efectos de las lluvias en Venezuela durante diciembre
de 1999”, Crónicas de Desastres de la OPS, Washington DC, 2000.
536
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Rogelio Altez
Escuela de Antropología, Universidad Central de Venezuela, ryaltez@yahoo.es
RESUMEN
El desastre de Vargas en diciembre de 1999 debe ser comprendido como un desastre de muertes masivas.
Hemos propuesto esto en nuestras publicaciones previas, a partir de discutir con las cifras declaradas por
autoridades oficiales o ben divulgadas por los medios de comunicación. Nuestras investigaciones sobre
el caso permitieron establecer estimaciones más ajustadas a los hechos, basando las deducciones en
fuentes de información directamente vinculadas con el problema. En esta oportunidad presentamos uno
de los resultados más representativos de esos trabajos, el cual consiste en las listas elaboradas al respecto
sobre restos hallados identificados y no identificados, denuncias de desaparecidos, y desaparecidos bajo
sospecha de vida. Con la publicación de estas listas pensamos que el proceso sobre estos estudios queda
cerrado, teniendo en cuenta, por encima de todo, la consideración y el respeto por las víctimas y sus
dolientes.
PALABRAS CLAVE: Desastres de muertes masivas; Vargas 1999; número de muertes; listas de
víctimas; desaparecidos.
ABSTRACT
The Vargas 1999 disaster must be understood as a mass deaths disaster. We have proposed this in our
previous publications, after discussing the number of casualties declared by official authorities or
disclosed by the media. Our investigations into the case helped establish estimates more adjusted to the
facts, based on deductions from information sources directly linked to the problem. This time we present
one of the most representative results of this work, which consists of the lists elaborated on about
identified and unidentified bodies, claims of missing people, and disappeared persons under suspicion of
life. With the publication of these lists, we believe that the process on these studies is closed, taking into
account, above all, consideration and respect for the victims and their mourners.
KEYWORDS: Mass deaths disasters; Vargas 1999; number of deaths; victims list; disappeared persons.
58
El autor agradece la colaboración decisiva para la elaboración de este trabajo de las colegas Diana Osuna y Ámbar Pinto,
de la Escuela de Antropología, Universidad Central de Venezuela.
537
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
Figura 1. Impactos de los aludes en Los Corales. Fotografía: Franco Urbani, diciembre de 1999.
Las respuestas fueron elocuentes y dicientes de una realidad insospechada luego de apreciar tanta
destrucción. Una gran mayoría dijo que no había perdido seres queridos o que no sabía de fallecidos en
las inmediaciones de su lugar de habitación. No obstante, realizamos una tercera pregunta: ¿cuántas
personas cree que murieron en la catástrofe? Las respuestas oscilaron tanto como las cifras oficiales, lo
cual no es casualidad; indicaron desde 5.000 hasta 30.000, y si la pregunta se hacía en frente de varias
personas, tenía lugar inmediatamente un interminable debate sobre la cifra. El efecto de los titulares de
prensa, así como de las declaraciones de autoridades y representantes del gobierno nacional, tuvo un peso
decisivo. Tenían que ser miles, y de esto no quedaban dudas, aunque no hubiese pruebas.
538
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 2. Sedimentos que alcanzaron viviendas e infraestructura pública. Fotografía: Luis Molina Pantin, 23 de
diciembre de 1999. Publicada en la revista Extra Cámara, 16 de enero de 2000.
A partir de 2002 iniciamos formalmente la investigación junto a nuestra colega francesa Sandrine Revet,
entonces en desarrollo de su tesis doctoral en Antropología. El primer resultado de ese trabajo fue
presentado en las IV Jornadas Venezolanas de Sismología Histórica en 2004 en forma de ponencia; luego
se extendería con nuevos enfoques y otros alcances (Altez y Revet, 2005; Altez, 2007; Altez, 2010). El
desarrollo de esta investigación, así como su evolución, permitió ahondar en el estudio de los desastres
de muertes masivas y hacer crecer el tema y sus problemas con otros objetos (ver: Altez y Osuna, 2018).
Lo alcanzado en esos trabajos sobre el evento de 1999 enseñó, por un lado, que los desastres de amplia
destrucción material no necesariamente han de estar acompañados de un elevado número de muertes;
no son variables directamente proporcionales. Asimismo, lo hallado en esos estudios demostró la
ausencia de preparación que el país podría en ese momento tener para manejar muertes masivas. No
obstante, y en descargo de esta circunstancia, la gran mayoría de países en el mundo tampoco están
preparados para ello, y cuando poco tiempo después el tsunami surasiático de 2004 sumara fallecidos por
centenas de miles, se exhibieron problemas comunes sobre el asunto. Sin embargo, uno de los aspectos
539
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
que más impacto generó con la publicación de esos trabajos fue la estimación sobre el número de víctimas
fatales que propusimos a la vuelta de revisar y sistematizar la información hallada en morgues,
cementerios, fiscalía, y en la propia zona de impacto. Estos resultados, que pueden revisarse en los
estudios mencionados, nos han permitido, no obstante, continuar razonando al respecto, y en este sentido,
ofrecemos algunos cruces de datos que podrían contribuir a comprender y dar cuenta del problema con
otras perspectivas.
Las publicaciones con los resultados de la investigación, sin embargo, no presentaron las listas que se
elaboraron como producto más representativo de ello. En esas oportunidades pensamos que, ciertamente,
publicar nombres y apellidos, detalles sobre causas de muertes, datos sobre desapariciones y sobre
cuerpos no identificados, podría significar una desconsideración hacia dolientes y familiares, toda vez
que la situación continuaba siendo sensible y, además, demasiado próxima temporalmente como para dar
a conocer estos resultados. Asimismo, se trataba de casos con una circunstancia jurídica no resuelta, por
lo que no nos correspondía interceder en esos procesos. Veinte años después pensamos que es nuestra
responsabilidad dar a conocer estas listas, independientemente de que ellas representen la cristalización
de una investigación académica, y no un documento formal u oficial. Se trata de tres listas que anexamos
a este libro bajo los siguientes títulos: Anexo 1, Lista de víctimas fatales (restos hallados) de la tragedia
del estado Vargas entre el 15 y el 17 de diciembre de 1999; Anexo 2, Lista de desaparecidos en la
tragedia del estado Vargas entre el 15 y 17 de diciembre de 1999; y Anexo 3, Lista de desaparecidos
bajo sospecha de vida. Su publicación tiene como objeto cerrar el proceso de la investigación, enseñar
el producto del trabajo con cada una de las fuentes consultadas, y alcanzar nuestro más sincero respeto a
los dolientes y víctimas del desastre. Esta voluntad al respecto, sin duda, pudo haber provenido de las
autoridades competentes, las mismas que contaron con toda esta información desde siempre y que
tuvieron en sus manos el deber moral de dar respuesta a una de las tragedias más importantes de la historia
del país. Eso, lamentablemente, no sucedió.
Figura 3. Vehículo sepultado con los arrastres de diciembre de 1999 a la altura del Palmar Oeste de Caraballeda.
Fotografía: Rogelio Altez, diciembre de 2004.
540
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 4. Vista de la Terraza 5 del Cementerio General del Sur, donde fueron enterradas las víctimas del desastre
de diciembre de 1999 en Vargas. Cuando quisimos volver en 2016 nos resultó imposible el acceso. Fotografía:
Rogelio Altez, julio de 2004.
541
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
El resultado de nuestra investigación, tal como puede observarse en las publicaciones ya citadas, presentó
cifras que permitieron estimar cierta cantidad de víctimas fatales producto del evento de 1999. De
acuerdo con las sistematizaciones realizadas, concluimos al respecto en torno a una probabilidad no
estadística de ± 700 fallecidos, resultado estimado a partir de un total de 521 restos hallados (231
identificados y 290 no identificados), y 331 denuncias de desaparecidos. Las fuentes a las que acudimos
para conocer y analizar estos números provienen de la Medicatura Forense de Bello Monte, la Medicatura
Forense de La Guaira, el Ministerio Público, los periódicos de circulación nacional, la Asociación de
Familiares de Personas Extraviadas (conformada al efecto), el Cementerio General del Sur, el Cementerio
Municipal La Esperanza (en la vía hacia Carayaca), testimonios y entrevistas. Sobre estas cifras hemos
realizado nuevos razonamientos y propuestas que presentaremos más adelante.
El total de restos hallados lo obtuvimos algunos años después de “La Tragedia”, tal como lo comentamos,
luego de haber comenzado la investigación en el año 2002; no obstante, la Organización Panamericana
de la Salud (OPS), publicó un par de años antes un trabajo muy completo que sintetiza casi toda la
información disponible al momento sobre el evento de 1999. Según la OPS, hacia el 3 de julio del año
2000 se habían rescatado 382 cadáveres en la Morgue de Bello Monte y otros 79 recuperados en el estado
Falcón, arrastrados hasta aquellas orillas por las corrientes marinas (OPS, 2000, p. VII). La suma simple
de estas cifras da como resultado 461 víctimas fatales. El estudio no indica cuántos de estos restos eran
identificados o no. Sin embargo, hasta esa misma fecha, la OPS aseguraba que, según un informe
presentado por la Dirección Nacional de Defensa Civil al Ministerio Público el 4 de abril de ese mismo
año, las “personas con paradero desconocido”, como solicitó el gobierno que se llamara a los
“desaparecidos” (por cuestiones jurídicas), ascendían a 5.582. La cifra, desde luego, además de ser
desproporcionada, daba cuenta de la falta de preparación oficial e institucional para atender un problema
semejante.
La propia OPS reconocía en su trabajo que existió más de una lista elaborada con ese fin, confundiendo
la información publicada por particulares, organismos gubernamentales, medios de comunicación y
entidades privadas. Esto solo contribuyó con el desorden propio del desastre, sino que además, “debido
a la falta de concentración de la información en una sola fuente, se hizo muy difícil a los familiares de
personas con paradero desconocido la búsqueda de sus seres queridos, pues tenían que revisar muchas
listas y recorrer los centros de información para obtener alguna información” (OPS, 2000, p. 127).
Nuestra lista de desaparecidos llega a la vuelta de un tiempo suficiente como para que la información
duplicada o triplicada se disipara por defecto, y sobre todo como para que los familiares de personas
realmente desaparecidas sostuvieran sus denuncias ante instancias oficiales, de manera que lo hallado
acaba siendo un resultado bastante confiable. Los familiares de personas desaparecidas, como es natural,
mantuvieron sus denuncias y su búsqueda por mucho tiempo, y esos casos son los que, a la vuelta de
unos años, nos permiten depurar la información inicial, desordenada y confusa. Como ejemplo del
desorden mencionado, nuestra propia familia, lo que me incluye, estuvo “desaparecida” durante meses,
según varias listas improvisadas que fueron publicadas en línea y que jamás se corrigieron.
Otro aspecto que el informe de la OPS deja sin resolver tiene que ver con la afirmación sobre cadáveres
que llegaron a las costas del “estado Falcón y de las islas de las Antillas Holandesas, Aruba y Curazao”,
y “todavía seguían apareciendo” hacia julio del 2000 (p. 171). No hemos hallado registros que den cuenta
de cuerpos que hayan llegado a esas islas, y tampoco ha habido más casos de cadáveres recuperados en
542
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
el estado Falcón. Los 79 indicados son los registrados; ninguno más. Con todo, en la información que
tomamos de la Medicatura Forense de Bello Monte, a pesar de que los números correlativos de estos
cuerpos llegan hasta 79, en realidad representan 78 casos; el número 21 de ese correlativo no estaba en
la información revisada. Tomamos por cierto que fueron 79 los cuerpos recuperados, sin discutir el total
que presenta el informe de la OPS; sin embargo, la suma de los restos hallados en nuestra lista es la de
casos contados uno a uno, por lo que, finalmente, los que corresponden a Falcón son, en definitiva, 78.
Por último, resulta pertinente hacer una mención a la lista de desaparecidos bajo sospecha de vida, la
cual procede de las entrevistas a familiares y de la información que en su momento divulgó la Asociación
de Familiares de Personas Extraviadas, así como también de lo hallado en prensa y en documentación
consultada procedente de la Oficina de Niños Desaparecidos del antiguo Ministerio de Salud y Desarrollo
Social. Se trata de una lista de 20 menores de edad, sobre quienes sus familiares aseguran que estaban
con vida y no fallecieron en el evento de aquel diciembre. Desde luego, el hecho de que sean menores da
cuenta de una situación grave con visos de criminalidad; no nos corresponde indagar sobre el asunto,
sino indicar que se trata de víctimas, igualmente, cuya circunstancia es también correspondiente con el
desastre. La desaparición de menores en medio del caos característico de un evento por el estilo es el
testimonio de la falta de preparación, sin duda, pero también la prueba fehaciente de que los desastres
brindan oportunidades claras al trato inescrupuloso de los seres humanos, ya sea que estén vivos o hayan
fallecido.
No identificados 290
213 no identificados procedieron del litoral o de sitios que no reportan
procedencia
77 no identificados procedieron de Falcón; 1 de ellos fue identificado; 1 caso
falta
144 poseen sitio de enterramiento en cementerios
Los 77 de Falcón fueron enterrados en el Cementerio de Coro
1 fue entregado a sus familiares (¿?)
11 enterrados en el sitio
3 presumiblemente enterrados en el sitio
5 sepultados bajo escombros
49 no indican información de dónde fueron enterrados
543
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
Esta relación sobre los restos no identificados, ciertamente, enseña detalles que nos llenan de dudas. En
primer lugar, ¿cómo es posible que un cadáver no identificado haya sido “entregado a sus familiares”?
No tenemos respuesta para ello. Asimismo, la información sobre “enterrados en el sitio” se solapa con la
de “presumiblemente enterrados en el sitio”, o bien con la de “sepultados bajo escombros”. Todo esto
indica, desde luego, la ausencia de seguimiento de protocolos, o bien una amplia confusión en el
ordenamiento de los datos. Por otro lado, el caso del individuo identificado entre los rescatados en Falcón
tiene que ver con el hecho de haber sido arrastrado hasta allá dentro de su vehículo, lo que facilitó su
identificación.
Como una demostración de que las sumas simples entre totales no necesariamente representan una
probabilidad confiable, ofrecemos un ejemplo. De entre las 331 denuncias de desaparecidos, 101 de ellas
corresponden con Carmen de Uria como lugar de desaparición. Entre los restos no identificados, 22
cadáveres procedían de Carmen de Uria. Ahora bien, si a esos 22 restos no identificados con esa
procedencia le sumamos los 79 rescatados en Falcón, el resultado es 101. Una presunción ligera y sin
ninguna base podría afirmar que allí están los desaparecidos de Carmen de Uria. Sin embargo, asumir
ese resultado como una relación probabilística supone renunciar a otra probabilidad: que otros cuerpos
que fueron arrastrados hasta las playas del litoral hubiesen tenido la misma posibilidad de ser llevados
por las corrientes hacia el occidente del país. Esta coincidencia en cifras sirve de ejemplo para
comprender que cuando se trata de seres humanos, sumas y restas no pueden llevarse a cabo fuera de
contexto.
Figura 5. Huellas del impacto de los aludes en un edificio del litoral, Fotografía: Lisbeth Salas Soto. Publicada en
la revista Extra Cámara, 16 de enero de 2000.
544
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
identificados resultaba una cifra muy cercana a las 331 denuncias de desaparecidos, por lo que muy
probablemente una cifra contenía a la otra. De esta manera concluíamos que el total de víctimas fatales
no podía ser la suma simple de restos hallados más desaparecidos (524 + 331), pues esa proximidad entre
desaparecidos y no identificados imposibilitaba realizar tal operación, al contemplar la alta probabilidad
de que buena parte de los no identificados se correspondiese con algunos de los desaparecidos. En esta
oportunidad, cuando cruzamos la información entre ambas listas pudimos comprobar que 213 casos de
las 331 denuncias cuentan con una o varias probabilidades de coincidencias con los restos no
identificados, mientras que, como lo vemos, 118 no poseen ninguna coincidencia. De esta manera
podemos despejar la sospecha inicial y asegurar que la suma más correcta habría de ser la de los restos
hallados (524), más los desaparecidos que no cuentan con coincidencias dentro de los restos no
identificados (118).
Siguiendo este razonamiento, 524 + 118 da como resultado: 642. Si pensamos en nuestra estimación
inicial, aquella probabilidad no estadística de ± 700, parece un número sobreestimado. Con todo, y
teniendo en cuenta que estas cifras proceden de un desastre que enseñó entre sus mayores indicadores,
precisamente, el pésimo manejo de los fallecidos, la propuesta original podría seguir siendo vigente.
Debemos recordar, asimismo, que las cifras ofrecidas por la OPS hacia mitad del año 2000 eran las
siguientes: 382 cadáveres que se encontraban en la Morgue de Bello Monte, más los 79 del estado Falcón,
lo que sumaba 461. Nuestros restos hallados, producto de una sistematización realizada con mucho más
tiempo y menos urgencias, solo suman 63 casos más a ese posible total. Esto indica que, muy ciertamente,
el evento de Vargas de diciembre de 1999, si bien debe concebirse como un desastre de muertes masivas
(Altez, 2007 y 2010), resulta un caso con un número mucho menor que los miles de fallecidos anunciados
de forma irresponsable y desconsiderada por las autoridades y los medios de comunicación del momento.
REFERENCIAS
Altez, R. (2010), “Lo que puede aprenderse de un desastre de muertes masivas: La experiencia de
Vargas”, José Luis López, Editor, Lecciones aprendidas del desastre de Vargas. Aportes Científico-
Tecnológicos y Experiencias Nacionales en el Campo de la Prevención y Mitigación de Riesgos, Caracas,
Universidad Central de Venezuela-Fundación Empresas Polar, pp. 127-144.
Altez, R. (2007), “Muertes bajo sospecha: investigación sobre el número de fallecidos en el desastre del
estado Vargas, Venezuela, en 1999”, Cuadernos de Medicina Forense, Vol. 13, Núm. 50, pp. 255-268.
Altez, R. y D. Osuna (2018), “Vivir entre muertes masivas: Sociedad y vulnerabilidad en Venezuela,
1999-2012”, Rogelio Altez e Isabel Campos Goenaga, Editores, Antropología, Historia y Vulnerabilidad.
Miradas diversas desde América Latina, México, El Colegio de Michoacán, pp. 193-228.
Altez, R. y S. Revet (2005), “Contar los muertos para contar la muerte: Discusión en torno al número de
fallecidos en la tragedia de 1999 en el estado Vargas”, Revista Geográfica Venezolana, Número Especial,
pp. 21-43.
Organización Panamericana de la Salud (2000), “Efectos de las lluvias en Venezuela durante diciembre
de 1999”, Crónicas de Desastres de la OPS, Washington DC, 2000.
545
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
ANEXO 1
LISTA DE VÍCTIMAS FATALES (RESTOS HALLADOS) DE LA TRAGEDIA DEL ESTADO VARGAS ENTRE EL 15 Y EL 17
DE DICIEMBRE DE 1999
Rogelio Altez, agosto de 2004
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Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
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551
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
552
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
144 156 Luis Enrique Pérez Sivira 26 M 4 Avenida 17, Entregado a sus familiares
Quinta Susani,
Los Corales
145 157 Flor M. Uribarri de Cardozo 96 F 4 Los Corales Entregado a sus familiares
146 158 María de Jesús Chávez Acosta 3 F 1 Hangar Entregado a sus familiares
PDVSA
147 159 27/12/1999 No 20 a 22 M 4 La Veguita 9763
identificado
148 160 José Gregorio Villamizar 32 M 1 Hangar Entregado a sus familiares
PDVSA
149 161 27/12/1999 No 6 aprox M 4 La Veguita 9764
identificado
150 162 Giusseppa Mancuzo Demicelli 38 F 1 La Veguita Entregado a sus familiares
151 163 Oriana Castro 4 F 1 La Veguita Entregado a sus familiares
152 164 Ana María Demicelli Arcaya 38 F 4 La Veguita Entregado a sus familiares
153 165 Emilia de Jesús Castro 20 F 1 La Veguita Entregado a sus familiares
154 166 Janeth María de Franca de Soto 36 F 1 La Veguita Entregado a sus familiares
155 167 María Nancy Iriarte González 50 F 4 La Veguita Entregado a sus familiares
156 168 Cástula Blasina de Delgado 74 F 4 La Veguita Entregado a sus familiares
157 169 Jerónimo de Jesús Suárez 61 M 4 La Veguita Entregado a sus familiares
158 170 Higlis Antonio Saragual 14 M 1 La Veguita Entregado a sus familiares
159 171 Carlos Javier Mata Acosta 40 M 1 La Veguita Entregado a sus familiares
160 172 28/12/1999 No 5a6 F 1 La Veguita 9745
identificado
161 173 Israel Sojo 64 M 4 La Veguita Entregado a sus familiares
162 174 28/12/1999 No 17 a 19 F 1 La Veguita 9747
identificado
163 175 28/12/1999 No 70 F 1 La Veguita 9750
identificado aprox
164 176 28/12/1999 No 35 F 1 La Veguita 9752
identificado aprox
165 177 28/12/1999 No 35 F 1 La Veguita 9749
identificado aprox
166 178 Flor Araceli Baptista de Durán 55 F 0 La Veguita Entregado a sus familiares
167 179 Joel Jesús Mata 18 M 0 La Veguita Entregado a sus familiares
168 180 Francisco Pablo Durán Mata 55 M 0 La Veguita Entregado a sus familiares
169 181 28/12/1999 No 35 a 45 M 0 La Veguita 9753
identificado
170 182 Guillermo Soto 38 M 0 La Veguita Entregado a sus familiares
171 183 28/12/1999 No 5a6 F 0 La Veguita 9756
identificado
553
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
554
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
555
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
217 229 Liliana Adriana Paz Martínez 17 F 1 Punta de Entregado a sus familiares
Mulato
218 230 Gelinott A. Rivero Ponte 19 F 1 Punta de Entregado a sus familiares
Mulato
219 231 Jacqueline Alejandra Pozo Oquendo 18 F 1 Los Corales Entregado a sus familiares
220 232 07/01/2000 No 38 a 40 M 0 Caribe 237
identificado
221 233 07/01/2000 No 21 a 23 F 0 Carmen de 236
identificado Uria
222 234 07/01/2000 No 2a3 F 0 Carmen de 240
identificado Uria
223 235 07/01/2000 No 50 a 53 M 0 Club 234
identificado Tanaguarena
224 236 Óscar Prada Segarra 44 M 4 Carmen de Entregado a sus familiares
Uria
225 237 Rafaela Acosta Medrano 47 F 1 Camurí Entregado a sus familiares
Grande
226 238 07/01/2000 No 23 a 27 F 0 Paso Los 232
identificado Caballos
227 239 Belkys Karina Piazzi Rodríguez 8 F 1 Los Corales Entregado a sus familiares
228 240 Emma de Jesús Ferrer 42 F 1 Punta de Entregado a sus familiares
Mulato
229 241 Cecilia de Lourdes Rivero 82 F 1 Punta de Entregado a sus familiares
Mulato
230 242 Pedro Alejandro Rojas Arias 30 M 1 Punta de Entregado a sus familiares
Mulato
231 243 Tyler de Jesús Cedeño 2 M 1 Punta de Entregado a sus familiares
meses Mulato
232 244 10/01/2000 No 12 a 13 F 0 Los Corales 504
identificado
233 245 Juan de la Cruz Mendoza 50 M 1 Campos de Entregado a sus familiares
Golf
234 246 Yangelis Cedeño 18 F 1 Punta de Entregado a sus familiares
Mulato
235 247 10/01/2000 No 45 a 50 M 0 Caribe 503
identificado
236 248-A Clara Mayora 75 F 4 Parador del Entregado a sus familiares
Puerto
237 248-B 16/12/1999 María Rodríguez 67 F 0 Quenepe Entregado a sus familiares
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570
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Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
ANEXO 2
572
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
573
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
574
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
575
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576
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Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
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***: Datos facilitados por Marcos León Kestenbaum, estudiante de la Escuela de Antropología, quién los entregó al final de la exposición de
este trabajo en el Congreso Latinoamericano de Antropología Biológica, el 26 de octubre de 2004.
/: Datos obtenidos de los afiches publicados por la Asociación de Familiares de Personas Extraviadas.
//: Últimas Noticias, 18-02-2000, p.8
583
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
ANEXO 3
LISTA DE DESAPARECIDOS BAJO SOSPECHA DE VIDA
Iniciativa tomada por la Asociación de Familiares de Personas Extraviada
Rogelio Altez, enero de 2005
Nº Nombre y Apellido Edad Gén Lugar de Fuente de Denuncia
Corr Desaparición
1* Yarol Miguel Sosa Mayora 6 meses M Carmen de Uria Últimas Noticias, 18-02-2000, p.8.
2 José Antonio Sosa Mayora 2 M Carmen de Uria Últimas Noticias, 18-02-2000, p.8.
3 Yorbis José Sosa Mayora 6 M Carmen de Uria Últimas Noticias, 18-02-2000, p.8.
4 Luisiani Nazareth García Moy 6 F San Julián **Oficina de Niños Desaparecidos.
5 Moisés René Szulszuk Torres 9 M Sin información **Oficina de Niños Desaparecidos.
6 Gabriela José Szulszuk Torres 9 F Sin información **Oficina de Niños Desaparecidos.
7 Estefanía Gypsy Delgado Díaz 2 meses F Carmen de Uria **Oficina de Niños Desaparecidos.
8 Hugo Enrique Corce Dorta 14 M La Guaira ***Relación de denuncias.
9 José Enmanuel Caires de Jesús 10 M Carmen de Uria ***Relación de denuncias.
10 Celita Chacón López 11 F Los Corales ***Relación de denuncias.
11 Celimar Chacón López 5 F Los Corales ***Relación de denuncias.
12 Jesús Chacón López M Los Corales ***Relación de denuncias.
13 Kelly Grisbelly Paz Lugo 15 F Carmen de Uria Últimas Noticias, 18-02-2000, p.8.
14 Diego Antonio Paz Lugo 9 M Carmen de Uria ***Relación de denuncias.Últimas
Noticias, 18-02-2000, p.8.
15 Keraly Paz Lugo 7 F Carmen de Uria ***Relación de denuncias.Últimas
Noticias, 18-02-2000, p.8.
16 Frank R. Torres Marota 2 M Carmen de Uria ***Relación de denuncias.
17 Eduardo Enrique Fonseca Pacheco 17 M Los Corales ***Relación de denuncias.
18 Marión Elizabeth Castillo Escandón 11 F Los Corales ***Relación de denuncias.
19 Yenesis de Freitas López 12 F Carmen de Uria ***Relación de denuncias.
20 Cindy Yesenia Buitriago Vargas 9 F Carmen de Uria ***Relación de denuncias.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
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Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
RESUMEN
En este artículo se examina el proceso de evolución de la capacidad institucional del Estado venezolano
y sus instituciones periféricas para abordar la gestión de los ingentes riesgos ambientales que confronta
la nación, con atención especial a la evaluación de los procesos de fortalecimiento o debilitamiento
institucional, educación, concientización y participación de las comunidades, durante los más de veinte
años transcurridos desde la Tragedia de Vargas en 1999. El trabajo intenta recoger lecciones teóricas y
prácticas aprendidas por el Centro de Transformación Sociotecnológica, FORMA, quien durante todo
este lapso, formal o informalmente, ha estado vinculado a la gestión ambiental en el país, y le ofrece al
Estado venezolano una guía tentativa para el diagnóstico, la planificación y la acción institucional y
educativa ante las amenazas ambientales en el Macizo Ávila. El material también quiere constituir un
aporte que pueda resultar provechoso a la hora de reducir, desde cualquier perspectiva social, económica
o política, la alta vulnerabilidad de nuestras ciudades y nuestros ciudadanos ante eventos que, con una
alta probabilidad en el horizonte previsible de amenazas ambientales, se repetirán, quizás en versiones
aún más severas que la de 1999.
ABSTRACT
This article examines the evolution of the institutional capacity of the Venezuelan state and its peripheral
institutions to address the management of the enormous environmental risks that the nation faces, with
special attention to the evaluation of the processes of institutional strengthening or weakening, education,
awareness, and participation of the communities, during the more than twenty years since the Tragedy
of Vargas in 1999. The work tries to gather theoretical and practical lessons learned by the Centro de
Transformación Sociotecnológica, FORMA, who during all this period, formally or informally has been
linked to environmental management in the country and offers the Venezuelan state a tentative guide for
the diagnosis, planning and institutional and educational action in the face of environmental threats in
the Ávila massif. The material also wants to make a contribution that can be beneficial when reducing,
from any social, economic, or political perspective, the high vulnerability of our cities and our citizens
to events that, with a high probability of environmental threats on the foreseeable horizon, will be
repeated, perhaps in versions even harsher than the 1999 version.
KEY WORDS: Vargas disaster, debris flow, environmental risk management, institutional
strengthening, education, community participation, climate change, Ávila massif.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
INTRODUCCIÓN
En este artículo se examina el proceso de evolución de la capacidad institucional del Estado venezolano
y sus instituciones periféricas para abordar la gestión de los ingentes riesgos ambientales que confronta
la nación, con atención especial a la evaluación de los procesos de fortalecimiento o debilitamiento
institucional, educación, concientización y participación de las comunidades, durante los más de veinte
años transcurridos desde la Tragedia de Vargas en 1999. El trabajo no es un documento político, pero
tampoco es un material apolítico o políticamente ciego, puesto que de otro modo resultaría imposible
comprender la dinámica evolutiva de la capacidad institucional estatal venezolana en las últimas dos
décadas. Intenta recoger lecciones teóricas y prácticas aprendidas por el Centro de Transformación
Sociotecnológica, FORMA, quien durante todo este lapso, formal o informalmente, ha estado vinculado
a la gestión ambiental en el país, y le ofrece al Estado venezolano una guía tentativa para el diagnóstico,
la planificación y la acción institucional y educativa ante las amenazas ambientales en el Macizo Ávila.
Pero también, dado que existen múltiples razones para suponer que en el presente existen serias
limitaciones para acometer, financiar, construir o mantener acciones institucionales estructurales o no-
estructurales de prevención y mitigación de riesgos ambientales o socionaturales, en general, o,
particularmente, acciones organizativas y educativas ante la amenaza de riesgos hidrometeorológicos o
aludes torrenciales, pretende también resultar útil a la hora de que otras iniciativas puedan asumir,
continuar o complementar las responsabilidades y tareas del Estado, o, en el peor de los casos, dejar un
legado relevante a las futuras generaciones. El material quiere constituir un aporte que pueda resultar
provechoso a la hora de reducir, desde cualquier perspectiva social, económica o política, la alta
vulnerabilidad de nuestras ciudades y nuestros ciudadanos ante eventos que, con una alta probabilidad
en el horizonte previsible de amenazas ambientales, se repetirán, quizás en versiones aún más severas
que la de 1999.
El trabajo intenta minimizar el marco conceptual requerido para comprender el sentido profundo de las
lecciones que se extraen de las experiencias vividas u observadas, por lo cual adopta un enfoque
predominantemente cronológico e inductivo. Está estructurado en cinco partes principales: en la primera
se examinan los principales antecedentes de la gestión de riesgos ambientales en el país, con algunas
referencias al contexto internacional relevante; en la segunda se discuten las principales acciones y
eventos significativos de la actuación del Estado venezolano y sus instituciones periféricas, desde la
ocurrencia del Desastre de Vargas en 1999 hasta 2010, el año de publicación del segundo volumen de
esta serie de trabajos; en la tercera parte se efectúa una revisión análoga de las acciones, medidas y hechos
significativos durante la década posterior; luego se pretende caracterizar la situación actual de la
capacidad nacional de gestión de riesgos ambientales, a diversos niveles; y se concluye esbozando un
conjunto de orientaciones para la acción y medidas que podrían ser acometidas en el futuro cercano para
fortalecer la capacidad de gestión de riesgos ambientales en el Macizo Ávila. El análisis sugiere que el
fortalecimiento de la capacidad de gobernanza ambiental del país será absolutamente crucial para afrontar
los exigentes desafíos ambientales que ya confrontamos y continuaremos confrontando los venezolanos
en el porvenir previsible.
587
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
Las circunstancias globales de creciente impacto de los fenómenos asociados al calentamiento global y
el cambio climático, y por tanto en favor de la urgente reducción de las emisiones de gases de efecto
invernadero, en gran medida generados por la combustión de combustibles fósiles, han presionado
fuertemente en favor del fortalecimiento de las instituciones vinculadas a la gestión de riesgos
ambientales como componente fundamental de cualquier estrategia de desarrollo sostenible. Al menos
desde fines de los años sesenta y comienzos de los setenta, a nivel mundial se inició una toma progresiva
de conciencia en torno a la problemática de la contaminación ambiental y los límites del crecimiento
económico.
Los movimientos universitarios y juveniles mundiales, en el contexto de las críticas a los sistemas
establecidos, y en alguna medida influenciados por las denuncias de las obras Primavera silenciosa
(Silent Spring, 1962) de Rachel Carson, y Los límites del crecimiento (The Limits to Growth, 1972),
elaborado por el MIT a solicitud del Club de Roma, coordinado por D. Meadows et al., convirtieron la
problemática ambiental en un tema de interés político prioritario. En 1972, en Estocolmo, tuvo lugar la
Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Ambiente Humano, en donde se subrayó
la responsabilidad de los Estados de velar porque las actividades bajo su jurisdicción o control no causen
daños al medio ambiente. A mediados de los años setenta, con el embargo petrolero árabe, el mundo
vivió su primera crisis energética asociada a la dependencia del consumo de combustibles fósiles. No
obstante, en Venezuela esta crisis fue festejada por la bonanza de ingresos fiscales que generó.
En 1985 tuvo lugar la Convención de Viena para la Protección de la Capa de Ozono, reforzada con el
Protocolo de Montreal, de 1987, que especificaron la necesidad de controlar las sustancias que agotan
dicha capa, con ajustes adicionales en la Segunda Conferencia Mundial sobre el Clima, de noviembre de
1990. También en un taller de la Conferencia Mundial sobre el Clima, en 1985, se alcanzó por vez
primera un consenso internacional de científicos en torno a la idea de que la intervención humana en el
calentamiento global, a través de la emisión de gases de efecto invernadero, y particularmente de
anhídrido carbónico, podría ocasionar un repunte de la temperatura media global, en la primera mitad del
siglo XXI, a niveles más altos que en ningún otro momento en la historia de la humanidad, con
consecuencias imprevisibles para la estabilidad de los ecosistemas y de las propias sociedades humanas.
En 1986 se estableció el Grupo Asesor sobre Gases de Efecto Invernadero, GAGEI, bajo los auspicios
de la Organización Meteorológica Mundial, OMM, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente, PNUMA, y el Consejo Internacional de Uniones Científicas (ICSU, por sus siglas en inglés).
Este Grupo Asesor fue sucedido por organismos y eventos semejantes, hasta que, a comienzos de 1988,
se constituyó, por iniciativa de la OMM y el PNUMA, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre
el Cambio Climático (comúnmente conocido como IPCC, por sus siglas en inglés).
En 1990, el IPCC publicó su Primer Informe de evaluación de los riesgos del cambio climático,
estableciendo inequívocamente la realidad de sus graves amenazas. Desde entonces, el IPCC se ha
convertido progresivamente en el principal organismo científico asesor del mundo en materia de lucha
contra el cambio climático, y seguramente en la autoridad científica colectiva de mayor prestigio en la
historia de la ciencia mundial. La Asamblea General de las Naciones Unidas, luego de conocer este
informe, decidió promover la adopción, que tuvo lugar en mayo de 1992, de la Convención Marco de las
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC; o UNFCCC, por sus siglas en inglés), suscrita
formalmente por Venezuela en 1992 y ratificada en 1994.
Los esfuerzos de gestión ambiental antes mencionados, a su vez, se articularon mundialmente, en 2000,
en torno a los llamados Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM; MDGs, por sus siglas en inglés),
588
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
probablemente el mayor esfuerzo de planificación del desarrollo en escala global jamás realizado hasta
esa fecha. Esta planificación se basó en la llamada Declaración del Milenio, aprobada en la Asamblea
General de Naciones Unidas, que a su vez tuvo como punto de partida el documento Shaping the 21st
Century Strategy, previamente aprobado por los ministros de desarrollo de la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo, OCDE (u OECD, por sus siglas en inglés). La Declaración del Milenio fue
aprobada por unanimidad, en 2000, por los 191 miembros de la Organización de Naciones Unidas y por
al menos 22 organizaciones multilaterales, quienes se comprometieron a lograr, en 2015, los siguientes
ocho objetivos fundamentales: 1) Erradicar la pobreza y el hambre extremas, 2) Alcanzar la educación
primaria universal, 3) Promover la igualdad de género y empoderar a las mujeres, 4) Reducir la
mortalidad infantil, 5) Mejorar la salud maternal, 6) Combatir el HIV/AIDS, la malaria y otras
enfermedades infecciosas, 7) Asegurar la sostenibilidad ambiental, y 8) Desarrollar un alianza global
para el desarrollo. Estas grandes metas u objetivos fueron desagregadas en 21 metas o resultados
específicos a alcanzar en 2015, y los ministros de finanzas del llamado G-8 (el G-7 más Rusia) acordaron
aportar fondos suficientes al Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco de Desarrollo
Africano de manera de cancelar alrededor de 50 mil millones de dólares de deudas de los países más
pobres y facilitarles el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, con prioridad al alivio de la
pobreza.
Pese a las evidencias de la ocurrencia de numerosos fenómenos naturales extremos que han azotado la
región en torno al Macizo Ávila desde los tiempos coloniales, e inclusive en épocas más remotas, todo
sugiere que fue, esencialmente, a partir del siglo XX, y sobre todo después del Terremoto de Caracas, en
1967, cuando en Venezuela comenzaron a crearse instituciones especializadas y estables capaces de
gestionar los riesgos ante amenazas ambientales o socionaturales. Fue así, en 1968, se creó el Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas, CONICIT, y con él pronto se conformó la
Comisión Nacional de Meteorología e Hidrología, CNMeH (que, inicialmente, se llamó Comisión
Nacional de Hidrología y Meteorología), con participación de la Universidad Central de Venezuela, la
Universidad de Los Andes, a través del Centro Interamericano de Desarrollo e Investigación Ambiental
y Territorial, CIDIAT, Electrificación del Caroní C.A., EDELCA, la Fuerza Aérea Venezolana, FAV, la
Armada venezolana, y el Fondo Nacional de Investigaciones Agropecuarias, FONAIAP, para el
asesoramiento del gobierno nacional en materias de asuntos hidrometeorológicos; y, en 1972, la
Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas, FUNVISIS, para el correspondiente
asesoramiento en la materia sísmica. En 1977, se creó el Ministerio del Ambiente y de los Recursos
Naturales Renovables, MARNR, con una Dirección General Sectorial de Información Ambiental, que
fueron instituciones pioneras en América Latina.
En 1994, la Comisión Nacional de Hidrología y Meteorología, en tanto que ente conceptualizador de las
respuestas ante los desafíos ambientales, le propuso al Ministerio del Ambiente y de los Recursos
Naturales Renovables, la institución estatal ejecutora más directamente ligada a la problemática
ambiental, que presentara al Congreso de la República la aprobación de un programa con el propósito
de proveer los servicios meteorológicos e hidrológicos necesarios para contribuir a garantizar la
seguridad de los ciudadanos y la eficiencia de las operaciones agrícolas, industriales y comerciales de la
nación, así como preservar sus recursos naturales y permitir operaciones de transporte eficientes y
seguras. El programa fue aprobado como el Programa N°38 del Gobierno Nacional: Mejoramiento del
Sistema de Pronóstico Hidrometeorológico Nacional, que desde entonces pasó a ser conocido como
Programa VENEHMET. El Programa VENEHMET planteó la creación del Centro Nacional de Alerta y
Pronóstico Hidrometeorológico, CENAPH, llamado a convertirse en el núcleo de un Servicio
Meteorológico e Hidrológico Nacional, SMHN, con la activa participación de las instituciones
representadas en la Comisión Nacional de Meteorología e Hidrología. El CENAPH posteriormente se
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Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
En 1995 se publicó el Segundo Informe de Evaluación (que pasó a ser conocido como SAR, por sus siglas
en inglés) del IPCC, reafirmando la tesis de que el calentamiento global es ocasionado esencialmente por
el incremento en la atmósfera de gases de efecto invernadero de origen antropogénico y aportando
abundantes series de datos que la fundamentan. En diciembre de 1997 se firmó el Protocolo de Kyoto a
la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que precisó con mayor detalle
los compromisos de las partes firmantes en materia de reducción de emisiones de gases de efecto
invernadero.
En enero de 1998, los aspectos fundamentales del Estudio de Factibilidad del Programa VENEHMET
fueron actualizados para su evaluación por parte de la Corporación Andina de Fomento, CAF, con apoyo
en la asesoría de la firma Earth System Science, ESC, de los Estados Unidos. El Programa VENEHMET
se convirtió también en un componente de un programa más amplio, adelantado a nivel latinoamericano,
el Proyecto Clima Iberoamericano, auspiciado por el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, que
apuntaría a la ampliación y modernización de los sistemas de recolección de datos y pronósticos
meteorológicos e hidrológicos, así como la creación de sistemas integrados y de control centralizados
para beneficio de los sectores públicos y privados de la región. En el trabajo de Carballo (2000),
“Modernización del Sistema de Pronóstico Hidrometeorológico Nacional: Proyecto VENEHMET”, se
ofrece una síntesis de las características de este Programa.
Durante el primer semestre de 1998, el Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables,
MARNR, a través de su Dirección General Sectorial de Información Ambiental, DGSIA, realizó un
concurso de propuestas, exigido por la Corporación Andina de Fomento para la concesión del crédito
correspondiente, para el Proyecto de Análisis, Diseño e Implantación de un Sistema de Formación y
Desarrollo de Personal para el Pronóstico Hidrometeorológico en Venezuela, que luego pasaría a
llamarse PROMETEO, en donde participaron varias universidades del país, y resultó seleccionado el
Centro de Transformación Sociotecnológica, FORMA, fundado y dirigido por quien suscribe. La primera
fase de la Primera Etapa de este proyecto, denominada Análisis de Necesidades, Estudio de Factibilidad
de Alternativas Conceptuales y Diseño de Iniciativas Aceleradas de Formación se llevó a cabo en los seis
meses comprendidos entre agosto de 1998 y enero de 1999, cuando se entregó el Informe Final
correspondiente, en donde se destacó la necesidad de proteger la población contra fenómenos
ambientales extremos y de contribuir a la productividad económica, especialmente en la agricultura,
como objetivos esenciales de la gestión ambiental. En los trabajos de Carballo (2006), y, sobre todo,
Yajure (2010), se ofrece una síntesis de algunos aspectos relevantes de ese Informe.
Desde el punto de vista sociopolítico, en 1998 se consumó en el país el proceso de alteración del
tradicional régimen bipartidista, liderado por Acción Democrática y COPEI, cuyo resquebrajamiento se
inició con los eventos conocidos como el Caracazo, en 1989, continuó con los golpes militares de 1992,
y se intensificó en 1993, con la precipitada destitución del presidente Pérez. En este último año, después
de los acontecimientos vinculados a los golpes fallidos de febrero y noviembre de 1992, el presidente
Pérez fue reemplazado por el presidente Velázquez, en un gobierno provisional, y poco después resultó
electo, por segunda vez, el presidente Caldera, ahora respaldado por una coalición de partidos
minoritarios de diversas tendencias y sin el apoyo de cualquiera de los dos partidos hegemónicos
590
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
tradicionales. Mientras que en 1988, Pérez había sido electo con el 53% de los votos válidos, seguido del
candidato de COPEI, Eduardo Fernández, con 40%, para un total de 93% de votos obtenidos por ambos
partidos, diez años después, en 1998, estos mismos partidos, obligados a votar por un candidato externo,
Henrique Salas Rómer, solo obtuvieron 9% y 2%, respectivamente.
En cambio, la candidatura de Hugo Chávez, líder de las asonadas de 1992, que apenas a la llegada de
Caldera al poder, en 1994, había sido puesto en libertad, se erigió, con la propuesta de impulsar una
transformación sustancial del Estado con base en una nueva constitución, como opción triunfante en los
comicios de la segunda mitad del mismo año 1998. Pese a que, en la primera mitad de este año solo
contaba, según las encuestas, con un respaldo electoral de un solo dígito, recibió luego el apoyo decidido
de importantes grupos empresariales, mediáticos, intelectuales y populares, y el 6 de diciembre de 1998
resultó electo presidente de Venezuela con el 56,2% de los votos válidos y sin el apoyo de ninguno de
los grandes dirigentes políticos o los dos partidos que habían regido los destinos del país durante los
cuarenta años anteriores.
El cambio de gobierno, asociado a la elección del nuevo presidente Hugo Chávez, junto al proceso de
elección de la Asamblea Constituyente y de aprobación de la nueva Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, generó un clima de grandes expectativas de cambio, particularmente en
relación con la problemática ambiental, pero también de incertidumbre, indefinición e incluso disolución
de funciones relevantes de las instituciones preexistentes del Estado.
Durante la primera quincena de diciembre de 1999, los alarmantes reportes generados por los centros de
difusión de información meteorológica del Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales
Renovables, especialmente su Departamento de Alerta contra Inundaciones y Sequías, con sede en El
Llanito, Caracas, y del Servicio de Meteorología de la Fuerza Aérea Venezolana, SEMETFAV, con sede
en Maracay, así como noticias diversas de prensa que informaban sobre las intensas lluvias torrenciales
y los primeros deslaves en la autopista Caracas-La Guaira, que se iniciaron desde el 3 de diciembre, no
fueron suficientes para alertar al Ejecutivo nacional. Entregado como estaba a la realización del referendo
aprobatorio de la nueva Constitución, subestimó la gravedad de los riesgos hidrometeorológicos que
591
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
En el estudio más confiable que hemos conocido sobre el impacto de este desastre, elaborado por Grases
(Coordinador) y otros (2000), Efectos de las lluvias caídas en Venezuela en diciembre de 1999,
auspiciado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, y la Corporación Andina
de Fomento, CAF, se dice, tras reconocer la dificultad inherente a los desastres para obtener cifras
rigurosas, que, si bien el número de víctimas fatales es desconocido, con base en observaciones
aerofotográficas de la zona en escala 1:5000 pre y pos-desastre realizadas por la Dirección de Geografía
y Cartografía de las Fuerzas Armadas (DIGECAFA); en entrevistas a 165 personas alojadas en centros
de atención de damnificados; en visitas de campo aéreas y terrestres; según juicio de expertos de la ONU;
y de acuerdo a información públicamente aportada por el Director de Defensa Civil, la Cruz Roja, el
Ministerio de la Defensa, el Canciller de la República, el Alcalde de La Guaira, el Pentágono de los
Estados Unidos, y agencias de noticias internacionales, puede estimarse que perecieron entre 15 y 50.000
personas; resultaron afectadas 273.000 personas, con un 30% consideradas damnificadas; resultaron
dañadas 64.000 viviendas, de las que más de 24.000 se consideraron destruidas; resultaron dañados 7
hospitales de un total de 70, y 48 ambulatorios de un total de 251; y hubo pérdidas directas materiales, a
precios unitarios de mercado, en el orden de 1.900 millones de dólares, de los que 30% corresponderían
al Sector Infraestructura y 41% a los Sectores Vivienda y Educación. Aproximadamente dos meses
después de ocurrido el Desastre de Vargas, la Oficina Central de Estadística e Informática, OCEI, por
encargo de la Autoridad Única de Área del Estado Vargas, realizó un Censo de estructuras, viviendas y
personas en las zonas afectadas del Estado Vargas, OCEI (2000), que calcula en 401.434 personas la
población del estado Vargas al momento de la tragedia, el 16 de diciembre de 1999; en 230.566 personas
la población al 19 de febrero de 2000, la fecha de referencia del Censo; y en 170.868 personas el número
de damnificados en los centros de refugio ubicados en distintas partes del país, sin pronunciarse sobre el
estimado de víctimas fatales en el Desastre.
El decrecimiento de la población del estado Vargas, atribuible principalmente al efecto devastador de los
aludes torrenciales de diciembre de 1999, en relación con la población calculada en el Censo General de
Población y Vivienda de 1990, fue de 17,8%; mientras que la diferencia entre este último Censo General
y el anterior, de 1981, fue de un crecimiento de 10,5%. En las seis parroquias más afectadas del estado,
en orden decreciente de afectación, Caraballeda, Macuto, La Guaira, Naiguatá, Catia La Mar y Maiquetía,
el decrecimiento poblacional, al 19/02/2000, en relación con el Censo General de 1990, fue de 59,6%,
41,8%, 34,9%, 30,2%, 13,5% y 12,7%, respectivamente. El mismo estudio de la OCEI (2000), establece
que en las mismas seis parroquias más afectadas, de un total de 88.030 viviendas, 2.776 (3,2%) resultaron
592
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
destruidas, 6.828 (7,8%) resultaron severamente afectadas, y 11.023 (12,5%) resultaron moderadamente
afectadas. Ciertos estudios posteriores, realizados con una metodología basada en consultas a hospitales,
morgues y familias directamente afectadas, que deja lugar a serias dudas, Altez (2006; 2010; 2021) han
sugerido que la magnitud del Desastre de Vargas, al menos en cuanto a víctimas fatales se refiere, podría
estar muy sobrestimada, mientras que otros estudios (Genatios y La Fuente, 2006) han estimado las
pérdidas materiales directas en el monto, mucho mayor que el antes señalado, de 4.000 millones de
dólares. En un informe reciente de la Organización Meteorológica Mundial, (WMO, 2021), el Desastre
de Vargas de 1999 es considerado, a nivel global, en el medio siglo examinado, desde 1970 hasta 2019,
como el noveno, en víctimas fatales, y el primero en todo el gran continente americano. Los siete mayores
desastres hidrometeorológicos, a nivel global, desde el punto de vista de las muertes, fueron tormentas,
inundaciones o sequías que ocurrieron en países muy pobres de África y Asia, mientras que el octavo,
fue una ola de calor extremo que tuvo lugar en Rusia, en 2010.
Un especialista en gestión de riesgos, Linayo (2020), ha afirmado que la respuesta inmediata del
Ejecutivo, una vez que se constató por vía aérea la magnitud catastrófica de lo ocurrido, fue la de actuar
como si se tratase de una gran emergencia, en donde tendría sentido apelar a los operativos previstos,
separadamente, por las instituciones ordinarias y el asunto crucial sería determinar quién estaría a cargo.
Así se decidió que las operaciones de apoyo al este de Maiquetía quedarían a cargo del Ejército, el control
de las del oeste de Maiquetía se reservarían para la Armada, mientras que la Fuerza Aérea brindaría
apoyo logístico a toda la zona. Por decisión ejecutiva y con el respaldo del Senado, entonces presidido
por el militar retirado Luis Alfonso Dávila, las Fuerzas Armadas asumieron el control de la situación de
desastre del litoral varguense, que fue declarada zona militar, e impidieron todo acceso no especialmente
autorizado.
En circunstancias en las que, según el mismo especialista, el gran problema de un desastre consiste en el
desbordamiento de las instituciones ordinarias y en que nadie puede por si solo dar respuesta a los
acontecimientos, lo que obliga a actuar de manera singular, especialmente inteligente y en base a
protocolos conjuntos previos de preparación y coordinación, que hayan desarrollado conjuntamente los
entes involucrados, buena parte de la energía se dedicó a decidir cuáles instituciones ejercerían el poder
hegemónico y cómo asumirían el control de la caótica situación. El lugar que debió ocupar la
comprensión profunda de una muy compleja y convulsa situación, como centro de un gran esfuerzo de
coordinación de acciones horizontales y verticales de múltiples actores institucionales públicos y
privados, fue ocupado por una voluntad de poder vertical que en los hechos excluyó de la participación
a diversos organismos cruciales.
La fecha del desastre también coincidió con una precaria experiencia de la Gobernación del Estado
Vargas, que llevaba menos de un año desde su creación efectiva y no disponía de gobernador electo; con
la entrada en vacaciones de las universidades, y por tanto con la ausencia de muchos de sus
investigadores, docentes y profesionales; y con un improvisado proceso de reorganización del Ministerio
del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables, MARNR, que se había iniciado en los últimos
meses de 1998, continuó a cargo de una inexperta ministra en los primeros meses de 1999, y confrontó
luego un marcado éxodo de profesionales, descontentos con los cambios y la politización del ministerio,
en la segunda mitad de ese mismo año, todo ello justo en el período inmediatamente anterior al desastre.
En tal contexto, casi inmediatamente después de la ocurrencia del desastroso alud torrencial del 16 de
diciembre de 1999, el Colegio de Ingenieros, Arquitectos y Profesiones Afines, CIV, entonces bajo la
dirección de Adolfo Miquilena, convocó a los profesionales del país a conjugar esfuerzos para responder
aceleradamente a los requerimientos de mitigación y auxilio que reclamaba la población afectada del
estado Vargas; mientras que la unidad de Defensa Civil, adscrita al Ministerio de Relaciones Interiores,
593
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
intervino en tareas de rescate. En el Colegio de Ingenieros se dieron cita más de tres mil profesionales de
múltiples disciplinas, bien a título personal o bien en representación de instituciones diversas, sobre todo
universitarias, y desde allí se organizaron visitas en helicópteros, con la cooperación de las Fuerzas
Armadas Nacionales, a las zonas afectadas, se realizaron múltiples debates sobre qué hacer, y se
iniciaron, en diversas comisiones o grupos de trabajo, diversos estudios preliminares de diagnóstico de
la situación junto a propuestas preliminares de acción para la mitigación de los cuantiosos daños a la
población y a la infraestructura del litoral varguense.
La coordinación con los demás organismos de defensa civil y de las fuerzas armadas que intervenían en
las labores de rescate y atención a las víctimas del desastre resultó extremadamente difícil. Inclusive
dentro del propio ejecutivo, ya en el mismo mes de diciembre de 1999 ocurrió un serio impasse, amplia
y públicamente conocido, entre el presidente de la república, Hugo Chávez, y el ministro de la defensa,
el general Raúl Salazar, con relación a la participación de una robusta misión de socorro de los Estados
Unidos que venía en camino, con un acorazado especializado, para realizar labores de reconstrucción del
estado Vargas. Pese a que este ministro había sido el primero y principal de los designados para su
gabinete del presidente Chávez, quien en su momento declaró que lo escogía en virtud de su
conocimiento de las fuerzas armadas “como la palma de su mano”, fue desautorizado tras su decisión de
convocar tal ayuda, cuando el presidente exigió como condición para aceptarla la subordinación
jerárquica del personal estadounidense a los mandos del ejército venezolano, provocando el retorno de
la misión a suelo norteamericano y la rápida renuncia del propio ministro Salazar.
Con la concentración de funciones en la Autoridad Única de Área del Estado Vargas se quiso dar un salto
en la capacidad para centralizar recursos, pero también emergieron rivalidades con las distintas
instituciones, y sobre todo con las articuladas al sector militar que, de hecho, habían sido la máxima
autoridad en las semanas anteriores, por el acceso a los siempre escasos recursos disponibles. El 31 de
diciembre de 1998, el día de la nochevieja y en medio de la transición del gobierno del presidente Caldera
al del presidente Chávez, es la fecha que aparece en el escudo oficial del estado Vargas como la de su
creación efectiva, sin que conozcamos debate o referendo alguno que justificase la separación política de
esta entidad. Por siglos, incluso desde la fundación de los poblados de Collado y Caraballeda y de las
ciudades de Caracas y La Guaira, entre 1559 y 1589, el litoral guaireño había constituido el puerto natural
obligado de Caracas, un cantón de la Provincia de Caracas, o un Departamento del Distrito Federal,
constituyendo una sola unidad con la ciudad que luego se convirtió en capital de la República. Su primer
gobernador, designado a dedo, Alfredo Laya, pese a sus afinidades políticas e ideológicas con el ejecutivo
nacional, e incluso con los directivos de la recién constituida AUAEV, no vaciló en expresar
públicamente sus reservas frente a este organismo creado para dirigir las respuestas frente a la tragedia,
que le restaba atribuciones a la Gobernación.
594
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
En junio de 2000 se creó el Instituto Autónomo Corporación para la Recuperación y Desarrollo del
Estado Vargas, CORPOVARGAS, con el propósito –aunque se le asignó personalidad jurídica
independiente–de servir de brazo ejecutor de la AUAEV. No obstante, ya en 2002, según afirmaciones
de Genatios (2000; 2006, en compañía de La Fuente), CORPOVARGAS no solo entró a discutir las
características de los diseños de las obras de canalización, sino inclusive a modificar las propuestas e
incluso los diseños realizados por reconocidas firmas de ingeniería, por no cumplir con los requisitos de
la “relación beneficio/costo”. Tras nacer con el encargo de implementar las directrices de la AUAEV,
CORPOVARGAS, bajo creciente control militar, pronto se dedicó a competir con ésa, al punto de
prefigurar el modelo organizativo de la gestión de riesgos ambientales que luego se implantaría
plenamente en Vargas. Las instancias no directamente controladas por el partido de Gobierno y/o las
Fuerzas Armadas Nacionales comenzaron a padecer limitaciones e inclusive privaciones de recursos,
mientras que estos se asignaban a un sinfín de organismos paralelos, operativos o misiones directamente
manejados por el ejecutivo.
En julio de 2000 se efectuó el proceso de relegitimación del ejecutivo, el legislativo y los poderes
regionales en una megaelección basada en la nueva carta magna de la nación y estrictamente organizada,
después del fracaso del equipo designado por el Ejecutivo, por un CNE propuesto por la sociedad civil y
bajo la observación de diversos organismos internacionales, con el Centro Carter a la cabeza, que aseguró
la indiscutida aceptación de los resultados electorales. El presidente en ejercicio Hugo Chávez Frías
resultó reelecto con el 59,76% de los votos válidos a nivel nacional, a la vez que obtuvo un 61,38% en
595
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
En 2001 se publicó el Tercer Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental sobre el Cambio
Climático (que pasó a ser conocido como TAR, por sus siglas en inglés) del IPCC, con una visión mucho
más amplia, tanto histórica como geográfica o sistémicamente, de la problemática del calentamiento
global, estableciéndose el imperativo de modificar las estrategias de desarrollo socioeconómico para
contribuir a adecuar los sistemas humanos y naturales a las exigencias del cambio climático y de manera
de reducir drásticamente la emisión de los gases de invernadero responsables del calentamiento global.
Entre marzo de 2001 y marzo de 2002, ambos meses inclusive, el Ministerio del Ambiente y de los
Recursos Naturales Renovables, MARNR, con apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo, PNUD, realizó un intento por asumir el liderazgo institucional de los esfuerzos por coordinar
las actividades de monitoreo, pronóstico y alerta ante eventos y riesgos hidrometeorológicos, convocando
a instituciones representativas de todos los sectores involucrados en la gestión de riesgos ambientales. El
Centro de Transformación Sociotecnológica, FORMA, fue contratado para brindar asesoría a la gestión
estratégica del Programa VENEHMET y coordinar esfuerzos de diseño conceptual del que luego se
convertiría, con la aprobación de la Ley de Meteorología e Hidrología Nacional (Gaceta Oficial de la
República Bolivariana de Venezuela Nº 5.833. Extraordinario, Diciembre 22, 2006), en el Instituto
Nacional de Meteorología e Hidrología, INAMEH.
El 11 de septiembre de 2001 tuvo lugar el atentado terrorista contra las Torres Gemelas de la ciudad de
Nueva York, y este evento, pese a su carácter aparentemente ajeno al acontecer nacional y mucho más
596
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
al ámbito de las amenazas naturales, acabó por tener un impacto decisivo en la gestión del Estado, la
política venezolana y los esfuerzos por mitigar los daños del Desastre de Vargas. Una vez identificados
los autores del atentado como procedentes de grupos extremistas del Medio Oriente, el gobierno del
presidente Bush de los Estados Unidos declaró la guerra contra el terrorismo de filiación islámica y
emplazó a las naciones occidentales a cerrar filas al lado de los Estados Unidos, y apoyar su rápida
respuesta de bombardear e invadir los países árabes involucrados, Irak y Afganistán, sin admitir términos
medios. Esto provocó la reacción indignada del gobierno del presidente Chávez, quien había saludado
entusiastamente el triunfo del presidente Bush en las elecciones norteamericanas de noviembre de 2000,
y la consiguiente ruptura con la alianza empresarial, mediática, política y social que lo había llevado al
poder.
Las relaciones cordiales del gobierno con los organismos empresariales venezolanos y los principales
medios de comunicación privados, comenzaron a agriarse aceleradamente, y las relaciones con
instituciones estadounidenses, que, pese al impasse de diciembre de 1999, seguían siendo amistosas, se
deterioraron drásticamente. Tanto el ministro del Interior, Luis Miquilena, como el alcalde de Caracas,
Alfredo Peña, quienes habían jugado un rol decisivo en la campaña que permitió la elección del
presidente Chávez, acababan de ser ratificados en sus cargos, venían de alcanzar los mayores índices de
votación en las elecciones de la Asamblea Constituyente de 1999, y tenían responsabilidades de dirección
sobre los organismos de defensa civil de la ciudad de Caracas, inmediatamente comenzaron a distanciarse
del ejecutivo presidido por el presidente Chávez. Amplios sectores de la cúpula de las fuerzas armadas y
de los organismos y empresas estatales, con Petróleos de Venezuela a la cabeza, dirigentes del que ya a
finales de 2001 era el grupo hegemónico encargado de las labores del rescate de Vargas, también se
dispusieron, como luego se evidenciaría, a romper con la corriente del presidente Chávez.
La atención inicial a las tareas de reconstrucción del litoral varguense desastrado por los aludes
torrenciales debió realizarse en este contexto de turbulencias políticas también extremas, y el incremento
en la fragilidad del Estado no tardó en traducirse en la dispersión y pérdida de efectividad de sus tareas
por la reconstrucción de Vargas. A comienzos de 2002, el teniente (R) Diosdado Cabello fue juramentado
como Vicepresidente de Venezuela; en mayo, tras el golpe de Estado, es nombrado Ministro de Interior
y Justicia, sucediendo a Ramón Rodríguez Chacín en dicha posición; posteriormente, abandona el cargo,
y después se convierte en Ministro de Infraestructura, cargo que ejerce hasta comienzos de 2004 para
dedicarse de lleno a la campaña por la Gobernación de Miranda, donde resulta electo, sucediéndolo en
el ministerio Ramón Carrizales.
La furia del Ejecutivo contra los profesionales de PDVSA, que en su mayoría, tras el despido público e
indignante de sus líderes en un programa especial de Aló Presidente, apoyaron el movimiento de
impugnación al presidente Chávez del 11 de abril, pero no el golpe de la madrugada del 12 de abril,
pronto se tradujo en una reacción contra todos los organismos densos en personal científico y tecnológico,
incluidas las universidades, el Ministerio de Ciencia y Tecnología, y la propia Autoridad Única de Área
del Estado Vargas. Justo cuando el Estado entraba en un proceso de reorganización sustancial y se
disponía a asumir los inmensos retos de la reconstrucción de nada menos que la destruida principal
fachada de su territorio y de la capital de la República, entró en un proceso de inestabilidad jurídica,
política y programática, que condujo, según análisis de Últimas Noticias (27/06/2010), en los once años
597
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
que van desde 1999 hasta 2010, al nombramiento de 182 cambios ministeriales, con 128 funcionarios
distintos, en 33 ministerios, con un creciente componente masculino (98/128) y militar.
En diciembre de 2002 tuvo lugar un segundo intento de golpe, esta vez impulsado por asambleas de
profesionales y empleados petroleros, que culminó con el despido masivo de cerca de veinte mil
trabajadores de PDVSA y una incalculable pérdida de talentos. En 2003, en un ambiente fuertemente
conflictivo, sectores opositores intentaron organizar un referendo de destitución del presidente Chávez,
al margen del CNE. En agosto de 2004, como salida a la profunda crisis política que estremeció al país
en 2002 y 2003 y lo colocó al borde de una confrontación civil violenta, se realizó, esencialmente gracias
a la intermediación de la Organización de Estados Americanos, OEA, y del Centro Carter, un referendo
para decidir la permanencia de Hugo Chávez en la jefatura del Estado. El resultado del referendo fue no
destituir a Chávez, con el 59,1 % de los votos, pero hubo alegatos de fraude por parte de la oposición,
pese a que los informes de los observadores internacionales y otros analistas, incluyendo al expresidente
de Estados Unidos, Jimmy Carter, y su Centro Carter, rechazaron esta hipótesis, afirmando que el proceso
se realizó de manera libre y justa. Pese a su encomiable labor en Venezuela, el expresidente Carter
terminó siendo repudiado por sectores opositores extremos, que lo acusaron de parcializado con el
chavismo, y optó por desvincularse de la política venezolana.
Entre 2002 y 2007, CORPOVARGAS continuó construyendo presas y obras de canalización de flujos
en el estado Vargas. En marzo de 2004, el coronel Ramón Carrizalez fue nombrado ministro de Obras
Públicas y Vivienda. En febrero de 2005, nuevas lluvias torrenciales extraordinarias que ocurrieron en
Vargas sometieron a prueba, López y otros (2010), a las 21 presas que habían sido construidas para ese
momento en las quebradas de Vargas. En general, el funcionamiento hidráulico de las presas abiertas,
tanto de gaviones como de concreto, fue satisfactorio, puesto que cumplió con la función de dosificar el
transporte de sedimentos y retener las fracciones más gruesas, evitando daños a los núcleos poblados del
área litoraleña. No obstante, después de cumplir con su cometido de proteger vidas y propiedades, once
de esas presas presentaron un grado total de colmatación, sin que desde entonces se haya procedido a su
mantenimiento o restauración.
En 2004, cuando empezó el nuevo boom de ingresos petroleros, la administración del presidente Hugo
Chávez Frías decidió canalizar parte de esos recursos hacia fondos paralelos con el fin de manejarlos
fuera del presupuesto nacional. Según Oliveros (2017), la estructura diseñada por el fallecido mandatario
—y que ha mantenido el presidente Nicolás Maduro— ha abarcado 18 mecanismos: cuatro en dólares
para “financiar” proyectos y catorce en bolívares para atender el gasto adicional. Con las Memorias de
los ministerios de Finanzas y Petróleo, los informes de Petróleos de Venezuela (PDVSA), las cifras del
Banco Central de Venezuela (BCV) y datos de los entes oficiales y voceros gubernamentales, se habría
armado una base de datos que revela que el Ejecutivo manejó, por medio de los fondos paralelos, y con
la opacidad de una caja negra, un mínimo de 302 millardos de dólares entre 2004 y 2016. Este monto no
abarca otros esquemas que tienen la petrolera y varios organismos.
598
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
También en 2005, el Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables elaboró,
(MARNR, 2005), con participación de numerosos especialistas y organizaciones pública y privadas
venezolanas, con apoyo organizativo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, y
apoyo financiero del Fondo para el Medio Ambiente (GEF, por sus siglas en inglés), la Primera
Comunicación Nacional en Cambio Climático de Venezuela. En esta comunicación se plasmó un
diagnóstico profundo de la situación nacional en materia de recursos vulnerables ante el cambio
climático, emisión de gases de efecto invernadero (GEI), variabilidad climática e impactos ambientales,
y se formularon programas, planes y medidas diversas de adaptación, prevención y mitigación vinculadas
al cambio climático.
Sin embargo, cuando pareció que se iniciaba un sólido impulso a la gestión ambiental, lo que ocurrió fue
que, a partir de diciembre de 2006, inmediatamente después del holgado triunfo electoral del presidente
Chávez, con un 57% de los votos válidos, tuvo lugar un cambio drástico de políticas de desarrollo.
Fuertemente influenciada por las relaciones con Cuba, primero, y luego con Rusia, China y otras naciones
en conflicto con Occidente, el país pasó a privilegiar un modelo socialista, sin asidero alguno en la
Constitución, que implicaría el control casi absoluto por el Estado de todas las actividades económicas,
el desdén por la gestión ambiental, e incluso el alejamiento, al menos en la práctica, de los lineamientos
del desarrollo sostenible de los organismos multilaterales.
Poco después, a comienzos de 2007, se ejecutó la intervención del Ministerio del Ambiente y de los
Recursos Naturales Renovables por parte de la corriente castrense del gobierno, destituyéndose, bajo el
liderazgo de Yubirí Ortega, esposa del coronel (R) Ramón Carrizales –quien poco después pasó a ser
Vicepresidente de Venezuela–, a buena parte de la dirección profesional del ministerio, colocando a un
lado los compromisos adquiridos con la Primera Comunicación Nacional en Cambio Climático de
Venezuela y clausurándose formalmente todos sus proyectos ambientales importantes. Entre estos cabe
destacar los proyectos bandera del Programa VENEHMET, el Proyecto de Saneamiento del Río Guaire,
y el Desarrollo del Eje Orinoco-Apure, en donde la nación había invertido cientos de millones de dólares.
En diciembre de 2007 el presidente Chávez quiso implantar el Estado Socialista por decreto, apostando
a un Referendo Constitucional que proponía la modificación, sin suficiente discusión por el pueblo, de
69 artículos de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, aprobada ocho años antes en
una Asamblea Constituyente, pero perdió por un escaso margen. A comienzos de ese mismo año 2007
se había activado un vigoroso movimiento estudiantil, que comenzó con protestas cuando el gobierno no
renovó la concesión al canal de televisión RCTV, el principal canal televisivo independiente del país, al
vencimiento de su concesión, por su supuesta participación en el Golpe de Estado de 2002. Este
movimiento estudiantil desempeñó un rol decisivo en la campaña por el No, que permitió alcanzar el
triunfo en el referendo constitucional de diciembre y rechazar la implantación del socialismo por decreto.
Sin embargo, la implantación del modelo socialista continuó de hecho, y con ello la delegación a un
plano secundario de la gestión ambiental. En las elecciones regionales de noviembre de 2008, en donde,
en un ambiente de bonanza petrolera, el gobierno logró 18 de las 23 gobernaciones, resultó electo
gobernador de Vargas el general Jorge García Carneiro. Con él se intensificó el abandono de la gestión
ambiental, se cerró el ciclo de construcción de presas y obras de canalización para la contención de aludes
torrenciales en Vargas, y se inició el languidecimiento de Instituto Autónomo Corporación para la
Recuperación y Desarrollo del Estado Vargas, CORPOVARGAS, hasta su desaparición formal, sin
justificación aparente, en 2011.
En enero de 2009 la Asamblea Nacional aprobó la Ley de Gestión Integral de Riesgos Socionaturales y
Tecnológicos, cuyos propósitos, especificados en su Artículo 7, se consideran de carácter “transversal a
todas las instancias del Poder Público y a los particulares”, y estarían “dirigidos a evitar o disminuir los
599
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
niveles de riesgos socionaturales y tecnológicos en todo el territorio nacional, y generar las capacidades
para afrontar las emergencias y desastres, fomentando la incorporación activa de las instituciones
privadas, así como la participación permanente de la comunidad”. En febrero de 2009, pese a la
prohibición constitucional (Artículos 74 y 345), de volver a someter a consideración, en el mismo período
constitucional, un asunto ya rechazado en referendo aprobatorio, el gobierno logró la aprobación, en un
nuevo referendo aprobatorio, de la reelección indefinida de todos los funcionarios del Estado. Para ello
debió actuar con gran ventajismo, con un despliegue sin precedentes de dádivas, sobre todo alimentos
importados para el pueblo, y con el incentivo, para muchos gobernadores y alcaldes, de legitimar su
propia reelección indefinida (prohibida constitucionalmente en los artículos 160 y 174, respectivamente).
Entre los proyectos formativos no formales relevantes, adelantados en el período de 2000-2010, está el
reseñado en el trabajo de Salcedo, Fermín, y Fernández (2010): “Plan de capacitación local en gestión
de riesgo hidrometeorológico”, que describe un plan local de capacitación que surgió en el seno del
Proyecto de Implantación de un Sistema Hidrometeorológico de Alerta Temprana en el Municipio Catia
La Mar (estado Vargas), a su vez inscrito en el Programa de Prevención de Desastres y Reconstrucción
Social, PREDERES, adelantado por el Instituto de Mecánica de Fluidos y el Departamento de Ingeniería
Hidrometeorológica, adscrito a la Escuela de Ingeniería Civil de la Facultad de Ingeniería de la UCV.
Allí se define la capacitación que debería impulsarse en los distintos tipos de individualidades o
colectivos interactuantes con el Sistema Hidrometeorológico de Alerta Temprana en el Municipio Catia
La Mar (estado Vargas), partiendo de la formación de los niveles institucionales superiores: alto
gobierno, gobierno local e instituciones de emergencia, hasta alcanzar a los líderes actuales o potenciales
de las propias comunidades involucradas. Sin embargo, dada la indisponibilidad de estos funcionarios de
gobierno de Vargas para participar en actividades formativas para la gestión de riesgos, el programa no
pudo llevarse al nivel de implementación.
En cuanto a la Educación Informal de las comunidades, en el trabajo de Barrientos, Ruiz, y otros (2010):
“Proyecto Campaña Educativa para la reducción de riesgo en el estado Vargas (Venezuela)”, reseña la
experiencia adelantada por la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, UPEL, en materia de
actividades de sensibilización, información, diagnóstico, capacitación, planificación y evaluación de
estudiantes y docentes en cinco centros educativos de las parroquias La Guaira y Maiquetía del estado
Vargas. Además de la capacitación para la prevención y reducción de riesgos, propiamente dicha, se
capacitó a los participantes en la campaña para organizar comités de seguridad escolar y para la
identificación de recursos comunitarios relevantes. Otro aspecto de sumo interés lo constituyó la
participación de los estudiantes de la UPEL en la realización de la campaña en los centros educativos
varguenses. Este programa sí pudo implementarse en la práctica, gracias a esta participación, que hizo
innecesario el apoyo de las autoridades oficiales de las alcaldías correspondientes.
En las elecciones legislativas de septiembre de 2010, pese a obtener solo el 48,2% de los votos válidos
totales, el gobierno logró obtener, dada la ingeniería electoral que, de hecho, suprimió el principio de la
representación proporcional (Artículo 63 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela),
96 diputados (el 57% de un total de 167). En noviembre y diciembre de 2010, fuertes y persistentes
lluvias torrenciales azotaron gran parte del territorio nacional produciendo derrumbes, deslizamientos,
crecidas y desbordes de numerosos ríos y quebradas, incluyendo los de Vargas, donde se reportaron
crecientes con grandes arrastres de material sedimentario. Observaciones de campo y levantamientos
topográficos hechos en mayo de 2011, López y otros (2021), determinaron que seis presas en Vargas
retuvieron un volumen de 160.000 m³ de sedimentos, transportados por la creciente, impidiendo que
llegaran a las zonas urbanas de Camurí Grande, con lo cual salvaron a la población de otra inundación y
consecuente desastre. No obstante, una vez cumplido su cometido, cinco de las presas quedaron
totalmente colmatadas y la otra presentaba un 60 % de sedimentación, con lo cual, salvo que se proceda
600
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
En la segunda década del siglo XXI, Venezuela continuó sufriendo devastadores impactos ambientales,
que se sumaron a los escasamente mitigados daños causados por el Desastre de Vargas en 1999. En el
plano económico, dada su condición de país eminentemente exportador de crudos, el país continuó
padeciendo los efectos de las crisis de precios alternantes desatadas en los mercados de hidrocarburos.
Por todo ello, y pese a que el interés del Estado se concentró cada vez más en la preservación de su propio
poder, el país se vio obligado a adquirir compromisos, impulsar políticas e implementar medidas diversas
en materia de gestión de riesgos ambientales y control de emisiones de gases de efecto invernadero.
En 2011, las lluvias torrenciales generaron un deslizamiento de grandes proporciones en el cerro San
Julián en la parroquia de Caraballeda, que, de acuerdo con el trabajo de López y otros (2019), se ubicó
en las laderas de la quebrada La Chara, amenazando a numerosas familias ubicadas aguas abajo en las
comunidades de Santa Bárbara, Las Trillas, La Charita y La Miel. Grandes rocas y restos de vegetación
fueron movilizados por el deslizamiento y quedaron en situación inestable en el lecho de la quebrada.
En 2011, quizás en parte debido a la solicitud pública que se hizo en el trabajo de Yajure (2010), se logró
reactivar el Proyecto de Diseño del Sistema de Formación y Desarrollo de Personal para el Pronóstico
Hidrometeorológico en Venezuela, PROMETEO. Su diseño fue completado en 2013 bajo la
coordinación del Centro de Transformación Sociotecnológica, FORMA, en diez especialidades:
Meteorología; Climatología; Hidrología Superficial; Hidrología Subterránea; Agrometeorología;
Informática y Gestión de Datos; Electrónica, Instrumentación y Control; Telecomunicaciones;
Instalación y Mantenimiento de Sistemas y Equipos; y Servicios Administrativos y Otros No
Especificados, con tres tipos de carrera para cada especialidad: Técnica, con tres niveles de carrera:
Técnico Inicial, Técnico Intermedio y Técnico Avanzado; Tecnológica, con tres niveles de carrera:
Tecnólogo Inicial, Tecnólogo Intermedio y Tecnólogo Avanzado; y Supervisoria-Gerencial, con cuatro
niveles de carrera: Supervisor, Gerente Inicial, Gerente Intermedio y Gerente Avanzado, para un total de
treinta carreras de formación de personal, cada una con su correspondientes planos, especificaciones y
estrategias formativas, cien perfiles de carrera, con sus especificaciones de capacidades generales y
especializadas, y un diseño curricular completo de 120 módulos formativos generales o comunes a todas
las carreras, y un total de aproximadamente 400 módulos especializados para las especialidades
medulares de Meteorología, Climatología, Hidrología Superficial, Hidrología Subterránea, y
Agrometeorología.
En octubre de 2012 tuvieron lugar las elecciones presidenciales para la tercera reelección del presidente
Chávez, con un 55% de votos válidos para el presidente y un 44% para su principal contendor, Henrique
Capriles. Para asegurar tal resultado, el presidente Chávez, a quien a comienzos de ese año se le había
diagnosticado un peligroso cáncer de colon, hecho que fue conocido públicamente en junio, Bocaranda
(2015), y lo obligaba a guardar reposo, debió comprometer temerariamente su salud, y también recurrir
a la creación de una amplia gama de fondos financieros directamente manejados por el ejecutivo, que
significaron una caída estrepitosa de las reservas financieras de la nación e incluso un endeudamiento
exorbitante. Con base en las Memorias de los ministerios de Finanzas y Petróleo, los informes de
Petróleos de Venezuela, PDVSA, las cifras del Banco Central de Venezuela, BCV, y datos de otros entes
oficiales y voceros gubernamentales, Oliveros (2017) armó una base de datos que revela que el Ejecutivo
manejó por medio de los fondos paralelos, y con opacidad, un mínimo de 302 millardos de dólares entre
2004 y 2016. Este monto no abarca otros esquemas que tienen la petrolera y varios organismos. En
601
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
En la década que examinamos, las actividades de gestión de riesgos ambientales en el litoral varguense
entraron a competir por los mismos recursos contra incontables actividades paralelas de organismos
diversos del Estado. Por ejemplo, las actividades de extracción arenera en la cuenca del río Camurí
Grande las ha adelantado, desde 2013, la empresa Minería Industrial y Agregados de Vargas,
MINAVARGAS, una cantera socialista operada conjuntamente por la gobernación del estado Vargas y
PDVSA. En 2007 se construyó la canalización de la quebrada, con tres diques o presas pequeñas y una
presa cerrada de gaviones. Según información suministrada por habitantes de la zona, la presa fue dañada
por las lluvias de Noviembre del 2010 y se derrumbó por completo en 2013, uno de los diques fue
destruido (Protección Civil, 2014) y los otros dos están totalmente sedimentados (Bello, 2014). En un
informe elaborado por la Protección Civil de la Alcaldía del Municipio Vargas el año 2014, donde se
presentan los resultados de una inspección y evaluación de las obras de control de mitigación de riesgo
en las cuencas, se establece que la sedimentación e invasión de vegetación en las obras es una constante
en buena parte de las canalizaciones (Protección Civil Vargas, 2014), sin que se hayan adelantado las
necesarias labores de mantenimiento. En el año 2007 se construyeron las obras para proteger a la
población de Naiguatá de los aludes torrenciales, consistentes en una presa, ubicada aguas arriba de la
población de Naiguatá, y una canalización hasta la desembocadura al mar. A corta distancia aguas arriba
de la presa se encuentra el dique toma de HIDROCAPITAL, construido el año 2000 para suministro de
agua potable a la población.
El año 2014 comenzó a operar el Consorcio Minero Luso Vargas C.A., CONLUVAR, empresa de capital
mixto entre el Estado venezolano (Gobernación del estado Vargas) y la compañía Teixeira Duarte
Engenharia e Construçoes, S.A para el manejo de la extracción, aprovechamiento y comercialización de
materiales no metálicos en el río Naiguatá. Las instalaciones del mencionado consorcio, oficinas,
maquinarias y montículos donde se acumula el material granular extraído, fueron ubicadas sobre el vaso
de la presa, en un espacio reservado para retener y almacenar sedimentos en caso de ocurrir una creciente
extraordinaria.
El 03/09/14 mediante el decreto presidencial 1227 se suprime el Ministerio del Ambiente (MARN) y sus
competencias son absorbidas por el nuevo Ministerio para Vivienda, Hábitat y Ecosocialismo
(MPPVHE), creando un conflicto de intereses cuando el ministerio del ambiente, cuya función básica es
proteger y regular, se subordina a un ministerio cuya función básica es intervenir y construir. En abril
del 2015, debido a las protestas de sectores académicos y ambientalistas se echa para atrás la medida, se
suprime el MPPVHE y se crean dos nuevos ministerios: el Ministerio de Hábitat y Vivienda (MPPVH)
y el Ministerio de Ecosocialismo y Aguas (MINEA o MPPEA). En agosto de 2016, el Viceministerio
para la Gestión de Riesgo y Protección Civil (VGRPC) y el PNUD en Venezuela presentaron el Atlas
Nacional de Exposición ante Amenazas Naturales y Tecnológicas. Se espera que esta herramienta
contribuya con la reducción del impacto de los desastres y la mitigación de riesgos en las fases de
prevención, preparación y atención de emergencias.
El Acuerdo de París, 2015, apunta hacia una mayor precisión de los compromisos de la Convención
Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC; o UNFCCC, por sus siglas en
inglés), e intenta fortalecer la respuesta global ante las amenazas del cambio climático, sincronizando
esfuerzos por limitar el aumento de la temperatura media global por debajo de 1,5°C con relación a los
niveles preindustriales. En su Artículo 11, establece la importancia, sobre todo en los países en vías de
desarrollo, del mejoramiento de capacidades para tomar acciones efectivas contra el cambio climático,
602
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Los Objetivos del Desarrollo Sostenible, (ODS; SDGs, por sus siglas en inglés), reemplazaron, en 2016,
a los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Los nuevos objetivos globales, que deberían alcanzarse antes
de 2030, son: 1: Nada de pobreza, 2: Cero hambre, 3: Buena salud y bienestar, 4: Educación de calidad,
5: Igualdad de género, 6: Agua limpia y servicios sanitarios, 7: Energía limpia y accesible, 8: Trabajo
decente y crecimiento económico, 9: Industria, innovación e infraestructura, 10: Reducción de las
desigualdades, 11: Ciudades y comunidades sostenibles, 12: Consumo y producción responsables, 13:
Acción climática, 14: Preservación de la vida bajo el agua, 15: Preservación de la vida en la tierra, 16:
Paz, justicia e instituciones fuertes, y 17: Asociación para el logro de todas estas metas.
En 2015, en Venezuela se creó el Ministerio del Poder Popular para el Ecosocialismo y Aguas, en
reemplazo del anterior Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables. El presidente
Nicolás Maduro, anunció, en la oportunidad de su creación, que "no es el viejo Ministerio de Ambiente,
de permisología (…)”, sino un nuevo ministerio que debe asumir la tarea del ecosocialismo, del
desarrollo del concepto ecológico para salvar al planeta del cambio climático. Sin embargo, tal y como
se ha señalado anteriormente, esta misión titánica del nuevo ministerio no pareciera tener asidero en
esfuerzos locales por proteger las comunidades del litoral varguense de las muy concretas amenazas del
mismo cambio climático. Esto no excluye la realización de algunos esfuerzos recientes para mitigar esta
problemática local, tal como el desmalezamiento y remoción de sedimentos que se efectuó, en 2016, para
la canalización del río San Julián (Gómez, 2016)).
En diciembre de 2015 tuvieron lugar las elecciones legislativas para el ejercicio 2016-2021, con un
resonante triunfo opositor que le permitió obtener el 58% de los votos válidos, y 112 de los 167 diputados
(es decir, el 67%, o la mayoría calificada) de la Asamblea Nacional. El efecto potenciador de la ingeniería
electoral, que castiga la representación proporcional de las fuerzas minoritarias (según el Artículo 186),
se volcó en esta ocasión contra sus diseñadores. Este evento, que tomó absolutamente por sorpresa al
gobierno, pues hubiese permitido la aprobación de reformas constitucionales y la negación de leyes
habilitantes, entre otras prerrogativas, desencadenó una oleada de actuaciones inconstitucionales para
privar a la oposición de semejante poder legítimo, y desde entonces ha acentuado la actuación del
gobierno al margen de los preceptos de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Entre
estas actuaciones cabe destacar la reestructuración del Tribunal Supremo de Justicia, TSJ, durante los
días de navidad y año nuevo previos a la instalación de la nueva Asamblea, para asegurar su
incondicionalidad con el Ejecutivo y sin cumplirse los procedimientos constitucionales; el intento de
declarar ilegítima la elección de tres de los diputados electos, previamente legitimados por el Consejo
Nacional Electoral, CNE, que, según la carta magna, es un poder autónomo, para evitar tal mayoría
calificada, y luego declarar en desacato, figura no prevista en la Constitución, a la Asamblea en pleno,
por no aceptar tal anulación, y desconociéndose, en lo sucesivo, todas sus ejecutorias y aprobaciones de
leyes; la privación de recursos mediáticos y financieros a la Asamblea Nacional, que nunca logró
disponer de su canal de televisión y del presupuesto que le corresponde y tampoco pudo siquiera
remunerar a su personal y a sus diputados legítimamente electos; la anulación amañada de la solicitud
603
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
del referendo revocatorio, en el segundo semestre de 2016, pese a que se lograron, con creces, los
requisitos legales, incluso los añadidos irregularmente a última hora por el CNE; el intento de anulación
de la totalidad de las competencias de la Asamblea Nacional, y su asunción por el TSJ, en marzo de 2017,
que desencadenó una ola de protestas, con mucho más de un centenar de víctimas, oficialmente
reconocidas, y la rebelión de la Fiscal General de la República; la elección, por procedimientos no
establecidos en la Constitución, de una Asamblea Nacional Constituyente, cuyo número de votos
obtenidos nunca fue publicado en las páginas del CNE; la elección, en mayo de 2018, a destiempo y en
un contexto de ilegalización de los partidos, símbolos y candidatos realmente opositores, del presidente
de la República; y la elección, de nuevo sin que llegasen a conocerse los resultados oficiales de tales
comicios, de una nueva asamblea legislativa, en diciembre de 2020.
En virtud de tales actos, ni el presidente de la República ni la nueva Asamblea Nacional así electos, gozan
del reconocimiento de cerca de sesenta países, entre los que se hallan la mayoría de quienes gozan
actualmente de los más altos Índices de Desarrollo Humano o Índices de Democracia internacionalmente
reconocidos. No obstante, cabe añadir que, incluso tomando en cuenta todas estas severas restricciones,
la atención brindada por la Asamblea Nacional a la gestión de riesgos ambientales en el Macizo Ávila ha
sido insatisfactoria.
En 2017, (MINEA, 2017), pese a la relegación, al menos de hecho, a un plano inferior de la gestión de
riesgos ambientales, se elaboró la Segunda Comunicación Nacional en Cambio Climático, elaborada por
el Ministerio del Poder Popular para Ecosocialismo y Aguas, MINEA, con el apoyo financiero del Fondo
para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés), y la colaboración permanente del
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), como agencia implementadora. El
documento tiene “como sur la construcción del socialismo del siglo XXI, desarrollado de manera clara y
precisa como política nacional, en el Plan de la Patria, bajo el concepto del ecosocialismo. Reiteramos
la convocatoria del Comandante Eterno Hugo Chávez, a todos los pueblos del mundo, para iniciar
cambios profundos que nos permitan salir de la hegemonía del capitalismo, construir nuevos espacios,
impulsando diálogos civilizatorios para la vida y la paz”. Este proyecto de país, supuestamente “con base
en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela”, se estaría impulsando “a partir de una
visión geopolítica externa e interna basada en los principios contenidos en los Cinco Equilibrios (Plan
Nacional de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2001-2007), las siete líneas estratégicas del
Proyecto Simón Bolívar (Primer Plan Socialista: Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación
2007-2013), y los cinco objetivos históricos del Plan de la Patria (Segundo Plan Socialista: Plan
Nacional de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2013-2019), propuestos por el presidente Hugo
Chávez”. Es decir, que, pese a la letra impresa, sus propósitos divergen absolutamente de los principios
establecidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
604
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
El INAMEH, llamado por ley a convertirse en un centro generador de información de soporte para la
generación y ejecución de políticas ambientales, se ha convertido en un mero organismo de monitoreo
de información meteorológica escasamente confiable que, en su casi totalidad, es generada externamente.
Pese a que dispone de una sofisticada dotación de radares con capacidad para cubrir todo el territorio
nacional, equipos de estaciones hidrometeorológicas diversas, instrumentos de medición de variables
atmosféricas, medios propios de comunicación y divulgación de información meteorológica y
climatológica, recursos avanzados de procesamiento de datos, y del diseño de un avanzado sistema de
formación y desarrollo de personal para el pronóstico hidrometeorológico, el Instituto Nacional de
Meteorología e Hidrología dista de asumir las responsabilidades que le exige su ley de creación. Desde
entonces, Venezuela, al menos de hecho, se ha alejado progresivamente de las actuaciones de los
organismos multilaterales de la Organización de Naciones Unidas, incluyendo a la Comisión Económica
Para América Latina y el Caribe, CEPAL, y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo,
PNUD.
En 2019, López (2021), una onda tropical (de acuerdo con reportes del INAMEH) se transformó en la
Tormenta Tropical Karen y provocó fuertes lluvias en el norte del país, generando daños en algunas
poblaciones del Estado Vargas (hoy denominado Estado La Guaira). Las principales vías del estado se
anegaron debido al colapso o ausencia de sistemas de drenaje, tales como la avenida La Playa de Macuto,
en la recta de Punta de Mulatos y la avenida La Armada de Catia la Mar. Se reportaron cuatro heridos en
Catia La Mar por la caída de un muro de contención pero no hubo fallecidos. Al menos 6 casas sufrieron
graves daños en Punta de Mulatos y en Guanape.
En mayo de 2018 tuvo lugar la elección que permitió la reelección del presidente Maduro, en
circunstancias de ilegalización de la mayoría de los partidos y líderes de oposición, con centenares de
presos políticos y miles de inhabilitados o restringidos en sus derechos políticos. El número de votos o
porcentaje de votos válidos de esta elección nunca ha sido publicado en las páginas oficiales del CNE.
Por tales razones, la mayoría de los sectores opositores se abstuvieron de participar en el evento y el
nuevo presidente no ha sido reconocido por la mayoría de los países líderes del mundo occidental.
Circunstancias semejantes prevalecieron en las pasadas elecciones legislativas de diciembre de 2020.
En una reciente actualización del informe del Grupo I del IPCC, (IPCC, 2021), que servirá de base para
la publicación del sexto informe de evaluación del mismo organismo, prevista para el segundo semestre
de 2022, se apunta que el aumento en las temperaturas superficiales medias globales (GMST),
principalmente causado por causas antropogénicas, ya ha alcanzado la cifra de 1,1°C con relación a los
promedios de referencia de 1850-1900, y se prevé que alcance o exceda los 1,5°C en los próximos veinte
años. Señala también que, a menos que se logren reducciones rápidas, inmediatas y de gran escala en la
emisión de gases de efecto invernadero, no será factible mantener los aumentos de estas temperaturas
605
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
cerca de los 1,5°C o incluso de los 2°C. Entre las consecuencias probables de tales aumentos, se destacan
estas: intensificación de los ciclos hidrológicos, con muchas más lluvias intensas, inundaciones,
huracanes, sequías, acidificación de los océanos, derretimiento de glaciares y hielos árticos, olas de calor,
elevación del nivel del mar, alteraciones mayores de los ecosistemas, incremento de plagas y pandemias,
y otros, previéndose que eventos extremos que hasta ahora han venido ocurriendo cada cien años podrían
ocurrir año tras año a medida que avance el siglo XXI. Los impactos de estos efectos se potenciarían en
las áreas urbanas, cuyas temperaturas es sabido que suelen ser mayores que las de sus alrededores.
Mientras se concluía este trabajo estaban en curso procesos de inundaciones y deslaves en numerosas
regiones del mundo, de Venezuela y, en particular, del litoral varguense y de la ciudad capital, sumados
a incontables incendios y sequías en una amplia gama de regiones.
Mientras el panorama de riesgos ambientales se torna más sombrío, incluso a pesar de las medidas de
reducción en la quema de combustibles fósiles y el uso de energías alternativas cada vez más
generalizado, el Estado venezolano no cesa de aumentar su fragilidad y su desvinculación respecto de
las necesidades, entre otras muchas, de cambio en los patrones de producción y consumo energético y
gestión de riesgos ambientales por parte del grueso de la población. La participación militar en el
gobierno de Maduro ha corrido pareja con esta fragilidad e incompetencia creciente del Estado, y se ha
incrementado, incluso con relación a los niveles ya altos alcanzados durante la gestión del presidente
Chávez: para la época de redacción de estas líneas, al menos uno de cada cuatro de los 33 ministros del
gabinete ejecutivo son militares en ejercicio retirados, incluyéndose áreas claves de gestión como
Energía, Agricultura, Relaciones Interiores, Alimentación, Gobierno, Fronteras, Vivienda, y Petróleo,
más un sinnúmero de empresas y organismos diversos del Estado.
En un informe reciente de la Organización Meteorológica Mundial, (WMO, 2021), se señala que, en los
últimos cincuenta años, entre 1970 y 2019, la humanidad sufrió 22.326 desastres significativos, según la
metodología del estudio, que acarrearon 4.607.671 muertes y US$ 4,92 billones en pérdidas materiales.
De estos, el 62% del total de desastres, el 80% de todas las muertes, y cerca del 99% del total de pérdidas
materiales estuvieron asociados a fenómenos naturales (que incluye los fenómenos biológicos, geofísicos
o extraterrestres), mientras que el 50% de desastres, el 45% de muertes y el 74% de pérdidas materiales
estuvieron asociados a fenómenos extremos meteorológicos, climatológicos o hidrológicos, es decir,
relacionados con el tiempo, el clima o el agua.
Esto significa que cada día, en promedio, durante los últimos cincuenta años, tuvo lugar un desastre
hidrometeorológico, matando a 115 personas y acarreando US$ 202 millones en pérdidas materiales. El
número de desastres debidos a estos últimos fenómenos extremos se incrementó cinco veces, con relación
a períodos semejantes anteriores, pero también, debido al mejoramiento de los sistemas de alerta
temprana y gestión de desastres, el número de muertes se redujo a una tercera parte. Sin embargo, cabe
observar, por una parte, que, para el período 1970-2019, las pérdidas económicas asociadas a estos
mismos factores se incrementaron siete veces entre la década de los setenta del siglo pasado y la década
de los años diez de este siglo, con las tormentas y huracanes como la principal causa de daños económicos
por desastres alrededor del globo. Y que, por otra, el 24% de los desastres hidrometeorológicos ocurrieron
en países considerados desarrollados, mientras que estos solo cargaron con el 6% de las víctimas fatales;
en cambio, en los países considerados como en transición o en desarrollo, en donde ocurrieron el 76%
de los desastres, se cargó con el 94% de las víctimas fatales. Opuestamente, en los países considerados
desarrollados, se tuvo el 59% de las pérdidas económicas, mientras que en los países considerados en
transición o desarrollo se tuvo solo el 41% de tales pérdidas.
606
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
En Sudamérica (pues no se considera a América Latina como una región diferenciada), según el mismo
informe, WMO (2021), para el mismo lapso de 1970-2019, se registraron 867 desastres naturales, 57.892
víctimas fatales y US$ 100,9 millardos en pérdidas económicas. Las inundaciones, con el Desastre de
Vargas, Venezuela, de 1999, a la cabeza, registraron el 59% de los desastres, el 77% de las muertes, y el
58% de las pérdidas económicas. El Desastre de Vargas de 1999 es considerado en el informe, a nivel
global, en el medio siglo examinado, como el noveno, en víctimas fatales, y el primero en todo el gran
continente americano; los siete mayores desastres hidrometeorológicos, a nivel global, desde el punto de
vista de las muertes, fueron tormentas, inundaciones o sequías que ocurrieron en países muy pobres de
África y Asia, mientras que el octavo, una ola de calor extremo, tuvo lugar en Rusia, en 2010.
Desde que, en diciembre de 2006, se inició en el país el inconstitucional viraje hacia un modelo socialista,
absolutamente contrario al espíritu y la letra de la Constitución vigente; pese a que, en diciembre de 2007,
el pueblo rechazó explícitamente tal enfoque de desarrollo en un referendo revocatorio; también desde
que, por la misma época, tuvo lugar la intervención del Ministerio del Ambiente y de los Recursos
Naturales Renovables por la corriente militar del Estado; y, aún más acentuadamente, desde que en 2017
se creó el confuso Ministerio del Poder Popular para el Ecosocialismo y Aguas, en Venezuela existe una
gran indefinición en la asignación de responsabilidades de formulación y ejecución de políticas
ambientales.
En el presente, Venezuela padece una conflictividad política y una dualidad de poderes públicos que la
limita enormemente a la hora de tomar decisiones, resolver problemas y asignar recursos a la gestión de
riesgos ambientales. No solo, por citar solo un aspecto de su crisis, es el país suramericano con menor
Índice de Desarrollo Humano, con el puesto #113 a nivel mundial, solo por encima de las naciones
centroamericanas más pobres y de Haití, a nivel americano, sino que es también uno de los países
latinoamericanos más rezagados en el cumplimiento de las obligaciones que adquirió al suscribir la
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, al emitir su Primera
Comunicación Nacional en Cambio Climático de Venezuela, y, más recientemente, con la Segunda
Comunicación Nacional en Cambio Climático de Venezuela. Venezuela, por citar solo un ejemplo
adicional, es, junto a Cuba, la única nación latinoamericana no afiliada a la Plataforma regional para
Latinoamérica y el Caribe de la Alianza Global de Estrategias de Desarrollo Resiliente Bajo en
Emisiones, que asesora a los países en la elaboración de las Contribuciones Nacionalmente Determinadas
(NDC, por sus siglas en inglés). Mientras no se logre revertir esta situación seguirán siendo muy limitados
los logros en materia de gestión de riesgos ambientales en el Macizo Ávila.
Después de más de veinte años de esfuerzos de mitigación de los daños sufridos en 1999, y tras más de
una década de caída drástica de los precios petroleros mundiales en relación con el promedio de la
primera década del siglo XXI, los indicadores de desarrollo sostenible del país y de gestión de riesgos
ambientales, no importa desde qué perspectiva se les mire, se han desplomado. En los veintiún años
transcurridos, salvo avances circunstanciales, sobre todo en la primera mitad de este lapso, en materia de
disminución de la pobreza y distribución del ingreso, asociados a períodos de bonanza fiscal, tanto el
proceso de desarrollo económico sostenible como el de fortalecimiento de las instituciones del Estado,
no han cesado de deteriorarse.
607
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
de Expertos sobre el Cambio Climático, IPCC, como entes asesores necesarios para cumplir los exigentes
compromisos de los países firmantes en materia de control y monitoreo de emisiones antropogénicas de
gases de efecto invernadero, en Venezuela ha tenido lugar un proceso de exclusión creciente de tales
organismos de la elaboración de análisis y diseño de políticas, y toma de decisiones en general, que ha
corrido pareja con la militarización creciente del Estado. El estilo de desarrollo imperante en el país, en
los hechos, y con él la estructura y sinergia de sus instituciones, se han desvinculado de manera creciente
de las estrategias de desarrollo sostenible y de gestión ambiental en general.
Desde el punto de vista del fortalecimiento institucional, el intento de centralización de todos los
esfuerzos de intervención para la mitigación de los daños ocurridos con la Tragedia de Vargas, primero
con la Autoridad Única de Área del Estado Vargas, y luego con la participación de esta y su brazo
ejecutor, el Instituto Autónomo Corporación para la Recuperación y Desarrollo del Estado Vargas,
CORPOVARGAS, comenzó a debilitarse tempranamente, y luego, especialmente cuando los conflictos
de competencias entre estas instituciones y las controladas por la corriente castrense del Estado
empezaron a agudizarse, se profundizó hasta llegar al agotamiento actual. Cabe observar, sin embargo,
que esta situación venezolana es solo una versión particularmente agravada del panorama generalizado
en América Latina, en donde la debilidad de la gobernanza ambiental ha sido señalada, (PNUMA, 2012),
pese a la existencia de un marco jurídico relativamente robusto para la protección del medio ambiente,
como una de las principales debilidades a la hora de acometer una sana gestión ambiental. En su más
reciente informe sobre la fragilidad de los estados del mundo, el Fondo para la Paz, (The Fund for Peace,
2020), señala al Estado venezolano, con la sola excepción de Haití, como el más frágil de los estados
latinoamericanos.
Después de más de veinte años de ocurrido el Desastre de Vargas, Venezuela no ha logrado una
mitigación efectiva de los daños sufridos, y no está en vías de reducir efectivamente su vulnerabilidad
ante probables nuevas amenazas ambientales severas. La ocupación de zonas altamente riesgosas desde
el punto de vista ambiental en torno al Macizo Ávila, en las riberas de ríos y quebradas y en ambas faldas,
norte y sur, así como en la cordillera anexa, principalmente por parte de la población pobre, se ha
incrementado; mientras que las instituciones del Estado y de la comunidad, o los esfuerzos efectivos de
participación y educación del personal de las instituciones y la población en general, lejos de fortalecerse
para hacer frente a las amenazas ambientales, se han debilitado. La situación de la gran conurbación de
la capital de la República en torno al Macizo Ávila, incluido el litoral varguense, bien puede
caracterizarse como la de “tragedias a la espera de ocurrir”. La reversión de estas tendencias, y por tanto
la necesidad de conjugar esfuerzos para retomar la senda del desarrollo sostenible y enfrentar amenazas
socio-naturales, que no entienden de diferencias ideológicas o políticas, es un imperativo.
La desatención al desarrollo de capacidades y las necesidades reales de los distintos tejidos sociales no
solo ha implicado, desde la perspectiva de más de veinte años desde el Desastre de Vargas, la
inefectividad de los esfuerzos de gestión de riesgos ambientales que se han adelantado, sino que ha
violado, entre otros, el espíritu y la letra de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
que dedica un capítulo entero al tema ambiental, de la Ley Penal del Ambiente, de la Ley de Gestión
608
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
En 2017 se creó el Ministerio del Poder Popular para el Ecosocialismo y Aguas, que llevó a niveles
extremos de politización la gestión ambiental y generó una gran indefinición en la asignación de
responsabilidades de formulación y ejecución de políticas ambientales. El INAMEH, por ejemplo,
llamado por ley a convertirse en un centro generador de información de soporte para la generación y
ejecución de políticas ambientales, se ha convertido en un mero organismo de monitoreo de información
meteorológica y con escasa capacidad propia de pronóstico o investigación de problemas ambientales, a
menudo limitándose a divulgar pronósticos generados con información obtenida por vía satélite por parte
de organismos internacionales o estadounidenses. Desde entonces, Venezuela, al menos de hecho, se ha
alejado progresivamente de las actuaciones de los organismos multilaterales de la Organización de
Naciones Unidas, incluyendo a la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe, CEPAL, y el
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, y, desde 2018, con la última elección
presidencial, su Estado incluso ha perdido el reconocimiento del grueso de las naciones más desarrolladas
del mundo.
Frente a las amenazas del cambio climático y sus desastres, cada año más difíciles de ignorar, las
sociedades contemporáneas avanzadas, con una sinergia de esfuerzos sin precedentes históricos, han
optado por crear capacidades de reconstrucción, adaptación y transformación sostenible, convocar a sus
líderes directos e indirectos más preclaros para el logro de visiones y programas de acción compartidos,
y emplear un vasto conjunto de destrezas, experiencias, conocimientos y valores compartidos por sus
ciudadanos educados en múltiples disciplinas. Los organismos del sistema de Naciones Unidas, lo más
parecido a un Estado global que jamás haya creado la humanidad, se han inspirados en los conceptos y
los objetivos de desarrollo sostenible y reducción de la pobreza, que han venido a reemplazar los del
mero crecimiento económico de antaño.
Los desafíos de la mitigación de los daños causados por el Desastre de Vargas, de reducción de la
vulnerabilidad frente a las amenazas vigentes de nuevos aludes torrenciales, sismos y otros fenómenos
ambientales extremos en torno al Macizo Ávila, y de adaptación transformadora del modelo de desarrollo
urbano de la capital de la República, someten la capacidad de todos los venezolanos para reconstruir y
transformar sosteniblemente a nuestro país a una prueba de fuego. Caracas, entendida en un sentido
amplio, no solo constituye la puerta de entrada al país sino su principal núcleo poblado económico,
educativo, cultural y político, epicentro fundamental de nuestra historia y en no poca medida portal del
Caribe, de los Andes, de la Amazonia y de América del Sur toda. Las crecientes severas exigencias
globales, regionales y locales que plantea el cambio climático potencian la importancia y urgencia de
este desafío, que por tanto convoca las mejores fuerzas emprendedoras, profesionales, laborales y
creativas para atenderlo.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en su Artículo 128, establece que: “El Estado
desarrollará una política de ordenación del territorio atendiendo a las realidades ecológicas, geográficas,
609
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
poblacionales, sociales, culturales, económicas, políticas, de acuerdo con las premisas del desarrollo
sustentable, que incluya la información, consulta y participación ciudadana…”, mientras que en su
Artículo 129 pauta que “Todas las actividades susceptibles de generar daños a los ecosistemas deben ser
previamente acompañadas de estudios de impacto ambiental y socio cultural…” En materia de riesgos
ambientales, la nueva carta magna no es explícita, sino que se limita a indicar, en su Artículo 55, que:
“Toda persona tiene derecho a la protección por parte del Estado a través de los órganos de seguridad
ciudadana regulados por ley, frente a situaciones que constituyan amenaza, vulnerabilidad o riesgo para
la integridad física de las personas, sus propiedades, el disfrute de sus derechos y el cumplimiento de sus
deberes…”, pero la Ley de Gestión Integral de Riesgos Socionaturales y Tecnológicos sí prevé
mecanismos y procedimientos específicos para abordarla, asignándole un rol de liderazgo a organismos
planificadores o de tipo ambiental, científico o tecnológico, tales como la Comisión Central de
Planificación, que deberá garantizar que todas las instituciones, a todos los niveles, incorporen criterios
de reducción de riesgos socionaturales y tecnológicos, como parte de la sustentabilidad del desarrollo, el
ente rector del Sistema Nacional de Salud, que deberá garantizar el diseño, gestión y ejecución de la
vigilancia epidemiológica nacional e internacional en salud pública, el ente rector del Sistema Nacional
de Ciencia y Tecnología, que promoverá la generación de conocimientos relativos a los niveles de
amenaza, vulnerabilidad y riesgos en los distintos espacios geográficos y el libre acceso a dicha
información, y el ente rector del Sistema Educativo Nacional, que incluirá los contenidos vinculados con
las amenazas y vulnerabilidades a los fines de prever y mitigar los riesgos existentes y de convivir con
los riesgos específicos de cada zona geográfica. Estipula que todos los proyectos para obras de
infraestructura deberán contemplar criterios de reducción de riesgos a fin de garantizar la preservación
de la población y la sustentabilidad de dichas inversiones. El problema radica en que, con la
ideologización, politización y militarización extrema de las instituciones del Estado, puesto al servicio
de fracciones y juegos de poder y no de la ciudadanía, todos estos lineamientos se quedan en el papel.
Las recomendaciones de los informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, del Banco
Mundial, del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, de la Organización
Meteorológica Mundial o del Grupo Intergubernamental de Expertos, y, sobre todo, los compromisos
adquiridos por el país ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y
en la Primera y la Segunda Comunicación Nacional en Cambio Climático de Venezuela reclaman una
participación cada vez más medular de las instituciones densas en conocimientos científicos y
capacidades tecnológicas en el proceso de desarrollo sostenible y de lucha contra la pobreza. A la vez
destacan el rol de los centros generadores de políticas ambientales y de gestión de riesgos ambientales,
sin importar las características de los enfoques y sistemas sociopolíticos adoptados. Opuestamente, en
Venezuela, estas instituciones han sido crecientemente relegadas y privadas de recursos, mientras que
las instituciones de defensa del Estado venezolano frente a amenazas externas, que deberían estar en la
periferia o membrana externa del complejo de instituciones abocadas a impulsar el desarrollo sostenible
o la gestión de riesgos ambientales, se encuentran en el principal centro generador y decisor de políticas.
La comunidad científico-tecnológica, la única capaz de comprender y pronosticar, incluso aceptando una
inevitable incertidumbre, el comportamiento de complejos fenómenos meteorológicos, climatológicos,
geológicos e hidrológicos, ha quedado situada en una periferia con escasa influencia en la toma de
decisiones o el empleo de recursos.
Los mismos organismos multilaterales mencionados, especialmente desde la realización del estudio
Ecosystems and Human Well-Being (2005), coordinado por el Banco Mundial y el llamado Comité de
Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (MA, por sus siglas en inglés), y el Instituto de Estudios
Avanzados de la Universidad de las Naciones Unidas, han subrayado las íntimas conexiones entre el
impulso al desarrollo sostenible, la lucha contra la pobreza y la lucha contra el cambio climático, y han
610
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
realizado simulaciones globales del proceso de desarrollo sostenible en equilibrio con los ecosistemas
que ponen de relieve la importancia de la participación de los distintos tejidos de las sociedades en este
proceso. En particular, el estudio propone un modelo de las sociedades que contempla cinco componentes
o necesidades fundamentales del bienestar humano: (i) La satisfacción de necesidades básicas de
alimentación, vivienda y acceso a bienes y servicios, (ii) La salud, que comprende la resistencia, la
sensación de bienestar, y el acceso a agua y aire limpios, (iii) La seguridad, tanto personal, como en el
acceso a recursos diversos y en la protección frente a desastres, (iv) La libertad de escogencia y de acción,
en base a los valores personales, y (v) Las buenas relaciones sociales, que incluyen la cohesión social, el
respeto mutuo y la posibilidad de ayudar a otros. También comprende cuatro grupos de servicios
fundamentales de los ecosistemas a la sociedad: (i) De soporte (a los veinte servicios restantes): ciclos
de nutrientes, formación de suelos, producción primaria de materiales, y otros ciclos y procesos afines,
(ii) De aprovisionamiento (seis servicios): alimentos, agua fresca, madera y otras fibras, combustibles,
recursos genéticos, y recursos bioquímicos, (iii) De regulación (nueve servicios): climática (emisión de
gases de efecto invernadero), ante inundaciones y sequías, ante enfermedades, de uso del agua, de
purificación del agua, de calidad del aire, de erosión de los suelos, frente al uso de pesticidas y
fertilizantes, y de polinización de las plantas, e (iv) Culturales (cinco servicios): estéticos, espirituales,
religiosos, educativo-recreativos, y educativo-turísticos.
Además, establece cinco factores indirectos impulsores de cambios en las relaciones entre las sociedades
y su entorno natural: (i) Demográficos, (ii) Económicos, (iii) Sociopolíticos: gobernanza y leyes, (iv)
Científico-Tecnológicos, y (v) Cultural-Religiosos: creencias y hábitos que afectan el consumo. Y siete
factores directos: (i) El uso de la tierra, (ii) La introducción o remoción de especies, (iii) La adaptación
y uso de tecnologías, (iv) El empleo de insumos artificiales: fertilizantes, pesticidas, riego y otros, (v)
Procesos de cosecha y consumo de recursos, (vi) El cambio climático, y (vii) Otros factores biológicos
y físicos: evolución natural, volcanes, terremotos y afines. Considera también, para todos los factores
anteriores, tres niveles de existencia de las sociedades humanas: (i) Global (con dos plazos: mediano y
largo), (ii) Regional-Nacional, y (iii) Local-Familiar.
611
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
casi tan alto como en el escenario B. Y D: Jardín Tecnológico: en donde un mundo globalmente
interconectado apuesta fuertemente al desarrollo de tecnologías alternativas verdes y hacia las soluciones
tecnológicamente sofisticadas para desarrollar los servicios de los ecosistemas y afrontar los desafíos
ambientales, con cambios sustanciales en los paradigmas del desarrollo sostenible, un crecimiento
económico relativamente alto y un crecimiento poblacional en el rango medio de todos los escenarios.
La simulación del proceso de desarrollo, según el modelo de interacciones entre el bienestar humano, las
fuerzas motrices directas e indirectas del desarrollo sostenible, y los distintos servicios de los
ecosistemas, bajo los distintos escenarios, efectuada con el concurso de poderosos supercomputadores
de la Universidad de Stanford y otras instituciones, arrojó, en trazos gruesos, los siguientes resultados.
Según el Escenario A: Orquestación Global, los servicios de aprovisionamiento, en los países
desarrollados, se fortalecerían, y también aquellos de los países en desarrollo; los servicios de regulación,
en los países desarrollados, permanecerían básicamente inalterados, mientras que en los países en
desarrollo se deteriorarían; y los servicios culturales, en los países desarrollados, algunos permanecerían
iguales y otros se deteriorarían, mientras que en los países en desarrollo, los más permanecerían
inalterados y otros se deteriorarían. Según el Escenario B: Orden a partir de la Fortaleza: los servicios de
aprovisionamiento, en los países desarrollados, permanecerían iguales o se deteriorarían, mientras que
en los países en desarrollo básicamente se deteriorarían; los servicios de regulación, en los países
desarrollados, principalmente se deteriorarían, mientras que en los países en desarrollo se deteriorarían
crasamente; y los servicios culturales, en los países desarrollados, permanecerían iguales o se
deteriorarían, mientras que en los países en desarrollo, básicamente se deteriorarían. Según el Escenario
C: Mosaico Adaptativo: los seis servicios de aprovisionamiento, en los países desarrollados, básicamente
se fortalecerían, mientras que en los países en desarrollo principalmente se fortalecerían; los servicios de
regulación, en los países desarrollados, esencialmente se fortalecerían, y en los países en desarrollo
también se fortalecerían esencialmente; y los servicios culturales, en los países desarrollados,
básicamente se fortalecerían, mientras que en los países en desarrollo en su mayoría también se
fortalecerían. Según el Escenario D: Jardín Tecnológico: los seis servicios de aprovisionamiento, en los
países desarrollados, básicamente se fortalecerían, y también esto ocurriría en los países en desarrollo;
los servicios de regulación, en los países desarrollados, básicamente se fortalecerían, mientras que en los
países en desarrollo la mayoría se fortalecería; y los servicios culturales, en los países desarrollados,
básicamente permanecerían iguales o se deteriorarían, mientras que en los países en desarrollo ocurriría
algo semejante.
El resultado neto del ejercicio de simulación sugiere claramente que el modelo de desarrollo sostenible
que más convendría a todos los países, aunque requeriría del mayor esfuerzo de transformación creativa
de las sociedades y por tanto el mayor esfuerzo político de negociación entre enfoques ideológicos
enfrentados, es el D: Mosaico Adaptativo. En el fondo, este consiste en tomar en cuenta la existencia de
diferentes tejidos dominantes en las sociedades del mundo y diseñar estrategias de desarrollo que brinden
a todos oportunidades de desarrollar sus capacidades para optimizar la satisfacción de sus necesidades
de bienestar humano. El segundo modelo de desarrollo sostenible que, pese a que obligaría a pagar un
alto precio de deterioro de la calidad de los servicios culturales estéticos, espirituales y educativos que
brindan los ecosistemas, más convendría a todos los países es el D: Jardín Tecnológico, que demandaría
un gran esfuerzo de innovación tecnológica en todos los países, de cambio institucional, sobre todo en
los países en desarrollo, y también de moderación de los apetitos de corto plazo de las empresas
transnacionales tecnológicamente líderes. Los dos modelos restantes, el A: Orquestación Global, si bien
apunta hacia el relativo fortalecimiento de algunos servicios de los ecosistemas de aprovisionamiento
material y satisfacción de necesidades básicas, implicaría también un incremento en los riesgos
ambientales y la pérdida de seguridad en general, a la vez que un deterioro generalizado de la calidad de
612
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
vida y del bienestar humano. El modelo B: Orden a partir de la Fortaleza, conduce simplemente a un
deterioro generalizado de todos los servicios de los ecosistemas en todos los tipos de países.
Entre tales coincidencias, cabe citar las de los conceptos seminales, desarrollados independientemente
por FORMA, de desarrollo de capacidades en función de la satisfacción de necesidades y el logro de
libertades, como núcleo fundamental del proceso de desarrollo de los distintos modos de vida de las
sociedades, a distintos niveles, y a partir de los modos de trabajo, y por tanto del desarrollo sostenible en
general. Estos conceptos fueron originalmente desarrollados, ya desde 1974, cuando desde la Facultad
de Ingeniería de la Universidad Central de Venezuela se impulsó un gran movimiento transformador de
la universidad y sus planes de estudio. El concepto de desarrollo de capacidades ha venido a ser
crecientemente utilizado en la literatura internacional, sobre todo desde que Amartya Sen, en 1981,
publicara Pobreza y hambruna: Un ensayo sobre el derecho y la privación (Poverty and Famines: An
Essay on Entitlements and Deprivation), en donde demostró que el hambre no es consecuencia de la falta
de alimentos, sino de desigualdades en las oportunidades de desarrollo de capacidades y en los
mecanismos de distribución de alimentos, que impiden a las personas disfrutar de sus libertades; sus
trabajos fueron decisivos para la formulación del Índice de Desarrollo Humano (IDH), el principal
indicador de desarrollo usado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, y le
hicieron, junto a otros notables aportes teóricos sobre el desarrollo, acreedor al premio Nobel de
Economía en 1998.
Cabe observar, no obstante, que aún en la actualidad, y pese a la coincidencia semiótica, tanto el concepto
de desarrollo de capacidades como los conceptos de necesidad y libertad empleados en los proyectos
de FORMA son sustancialmente distintos, aunque compatibles en última instancia, con los empleados
en la literatura internacional por los seguidores de las tesis de Sen, e incluso muy diferentes del mismo
concepto de desarrollo de capacidades, a su vez también distinto, empleado por Ricardo Hausmann,
director del Growth Lab en el Harvard's Center for International Development de la Harvard Kennedy
School. Hacemos estas aclaratorias pues, como a continuación se verá, usaremos libremente el modelo
conceptual de desarrollo de capacidades, así como los conceptos, entre otros, de modo de trabajo, modo
de producción y modo de vida, desarrollados en FORMA, mas empleados en la literatura marxista o
liberal con sentidos distintos, en articulación con los enfoques de desarrollo de capacidades y desarrollo
sostenible exhaustivamente empleados en la literatura contemporánea de las Naciones Unidas sobre el
613
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
cambio climático y, particularmente, en el modelo de simulación del desarrollo propuesto por el Comité
de Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (MA, por sus siglas en inglés), coordinado por el Banco
Mundial en el contexto de los esfuerzos por alcanzar los llamados Objetivos de Desarrollo del Milenio
en 2015.
Sustentaremos que el enfoque de Mosaico adaptativo empleado a nivel global por el Comité de
Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, para rendir cuenta de la necesidad de alejarse de los dogmas
establecidos sobre el desarrollo, tomar en cuenta la existencia de diferentes tejidos sociales, y demostrar
la insostenibilidad de los principales enfoques en boga sobre el desarrollo, en la mayoría de los países,
es aplicable no solo en escala nacional o estadal sino también a escala de una problemática local, como
sería el caso de la gestión de riesgos ambientales en el Macizo Ávila. Desde la perspectiva de tal premisa,
por ejemplo, cualquier vía de solución a los complejos desafíos que plantea esta gestión de riesgos y
daños ambientales debería tomar en cuenta la existencia de tres tejidos sociales fundamentales de la
sociedad venezolana que espontáneamente tienden a comportarse de manera conflictiva y autónoma.
En segundo lugar, un tejido jerárquico establecido y relativamente privilegiado, que FORMA ha llamado,
metafóricamente, la Venezuela amarilla o establecida, heredera de la población europea que protagonizó
la conquista del territorio, que usufructúa principalmente los servicios de soporte de los ecosistemas, con
modos de trabajo y producción predominantemente técnicos, un modo de vida jerárquico o de estilo
medieval, y una racionalidad lógica que la empuja a establecer leyes y normas que le permiten controlar
el poder, maximizar sus privilegios y captar las rentas procedentes de la ventas de productos primarios
al exterior –ayer los esclavos, las perlas, el oro, los cueros, luego el cacao o el café, y ahora–, los
hidrocarburos fósiles, cuya combustión se halla en el vórtice de la generación de gases de efecto
invernadero (GEI) que han ocasionado el calentamiento global y, en consecuencia, el cambio climático,
complementados con el oro, los diamantes u otros minerales, plantas, maderas, pieles, colmillos o
animales de alta cotización en mercados externos.
614
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
La interacción viciosa entre estos tres tejidos, frecuentemente incapaces de comunicarse y de centrar la
atención en los complejos problemas de interés común, históricamente ha convertido al país en una suerte
de solución Buffer, que impide que cualquiera de ellos pueda hallar y concretar vías de solución a los
problemas nacionales pues los otros dos se lo impiden. Estas dinámicas viciosas o paralizantes han sido
exhaustivamente estudiadas en México, bajo el rubro de la problemática de las Tres Culturas, mientras
que en Venezuela han sido estudiadas, entre otros, por Humboldt, quien ya en 1800 detectó la existencia
de tres tejidos irreconciliables en el país, “imagen de tres estados de la sociedad humana”, uno salvaje,
otro pastoral-llanero y otro agrícola-mercantil urbano; por Arturo Uslar Pietri, con su insistencia sobre
la existencia de distintas “Venezuelas”, que mantienen una coexistencia conflictiva; o por el filósofo José
Manuel Briceño Guerrero, en su El laberinto de los tres minotauros, quien distingue tres universos
culturales: un discurso salvaje, otro mantuano o de la Europa Primera, y otro moderno o de la Europa
Segunda.
Estas dinámicas viciosas habrían terminado por dejar sin efecto los logros de heroicos o abnegados
procesos tales como la conquista de la Independencia nacional, a comienzos del siglo XIX, o del acceso
de las masas a la participación política democrática, la educación y la defensa de los precios del petróleo,
a mediados del siglo XX, y también han obrado perniciosamente en el intento fallido de transformación
social en las primeras dos décadas del siglo XXI, que ha coincidido, a manera de laboratorio de ensayo,
con los esfuerzos por la reconstrucción sostenible de Vargas. La ruptura de esta dinámica viciosa a través
de un proceso de negociación entre estos tejidos y sus representantes genuinos es un requisito para la
transformación sostenible de la sociedad venezolana y, particularmente, para la gestión exitosa de los
riesgos ambientales en el Macizo Ávila.
En las circunstancias presentes, y probablemente como única vía de superación de las mencionadas
dinámicas viciosas, la gestión de los riesgos ambientales en el Macizo Vargas reclama la conformación
de un robusto cuerpo de instituciones capaz de actuar sinérgicamente, tanto en un sentido horizontal,
sectorial o concéntrico como en un sentido vertical o de niveles. En el sentido horizontal, este cuerpo
organizativo deberá incorporar, no burocrática sino dinámicamente y con énfasis en el dominio de
conocimientos según las demandas de los ciclos de proyectos de gestión ambiental, desde dentro, el
núcleo, hacia afuera, la periferia, a las instituciones del que llamaremos Grupo I: Conformado en torno a
las universidades y centros de investigación, con capacidad para analizar los riesgos, amenazas y
vulnerabilidades ambientales y comprender, principalmente ex-ante (antes de la ocurrencia de los
desastres) y en profundidad, los modelos globales, regionales y nacionales asociados a la gestión de
riesgos ambientales y la problemática del cambio climático; Grupo II: Inspirado en torno a las ideas de
generación de monitoreos, pronósticos y alertas de información meteorológica, climatológica,
hidrológica y agrometeorológica, así como de protección del ambiente y de elaboración de políticas
ambientales de prevención y mitigación ex-ante de riesgos ambientales, que debería sustentar el
organismo ambiental del Estado, con directrices para el resto del conjunto de instituciones estatales;
Grupo III: Vinculado a los procesos de construcción de vías de transporte, sistemas de comunicación,
sistemas educativos y de salud, viviendas, desarrollo rural, distribución de alimentos, generación
energética, financiamiento, y, en general, a la construcción y mantenimiento de obras diversas de
infraestructura, tanto urbanas como rurales, necesarios directa o indirectamente para la prevención y
mitigación de daños ambientales, tanto ex-ante como ex-post (después de ocurridos los desastres); Grupo
IV: Nucleado en torno al concepto de defensa civil, la atención de emergencias y la gestión de riesgos,
con protocolos preparados ex-ante, para actuar ex-post una vez ocurridos estos, con participación de
diversas entidades de Defensa Civil, cuerpos de bomberos y organismos afines; y Grupo V: con vocación
de monitoreos y pronósticos meteorológicos de corto plazo, defensa del territorio, y eventualmente de
atención de emergencias y desastres nacionales, con protocolos diseñados ex-ante y actuaciones ex-post,
615
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
con cobertura de todo el espacio terrestre y marítimo de la nación, organizado en torno a los servicios de
las Fuerzas Armadas Nacionales, FAN.
Desde la perspectiva vertical o de niveles, la organización se plantea a diversos niveles: Global, Nacional,
Estadal, Municipal y Local, que también han de ser integrados sinérgicamente, a través de liderazgos y
vínculos entre los grupos de organizaciones ya mencionados, basados en el conocimiento y la experiencia
y no en representaciones burocráticas formales.
El Nivel Nacional, el de mayor rango de los tres niveles de poder previstos en la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, pero que comprendería también instancias regionales
latinoamericanas o bilaterales, debería asegurar la sintonía nacional con las orientaciones mundiales de
política ante el cambio climático, generadas por organismos multilaterales, a la vez que captar y aportar
información confiable, suficiente y oportuna sobre los procesos climáticos relevantes para el país. Esta
responsabilidad debería asumirla el organismo ambiental de mayor nivel, al estilo de lo que fue el
Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables, con su órgano afiliado informativo, el
Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología, y debidamente asesorado por el equivalente a lo que
fue la Comisión Nacional de Meteorología e Hidrología, CNMeH (inicialmente llamada Comisión
Nacional de Hidrología y Meteorología, CNHyM), afiliada al Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Tecnológicas, CONICIT, y luego al Ministerio de Ciencia y Tecnología. Esta instancia
debería incluir una comisión especial del más alto nivel dedicada a la gestión de riesgos ambientales, y
por tanto a la prevención y mitigación de daños causados por desastres socio-naturales.
En los Niveles Estadal y Municipal debería funcionar una estructura correlativa a la del Nivel Nacional,
basada también en los correspondientes órganos de poder previstos en la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, tales como las gobernaciones y alcaldías, y sus órganos conexos. Finalmente,
y puesto que los riesgos climáticos afectan a la totalidad de la sociedad y sus ciudadanos a todos sus
niveles, el Nivel Local debería incluir las instancias más detalladas que resulte factible, siempre que no
estén ideologizadas o politizadas, tal y como ocurre con los actuales, en su mayoría inoperantes, Consejos
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Comunales. La necesidad de sintonía ex-ante con el estado del arte de la comprensión de los fenómenos
y las medidas de adaptación, prevención y mitigación asociados al cambio climático obliga a una
centralización de los niveles de análisis y elaboración de políticas, mientras que la atención rápida ex-post
a las emergencias y desastres locales, obliga a impulsar la mayor descentralización posible de las
responsabilidades y servicios a prestar. La clave para afrontar los inmensos desafíos del cambio climático
está en reducir la complejidad de las situaciones de gestión y toma de decisiones a través del uso de
conocimientos y modelos de simulación, y en reducir la incertidumbre a la hora de la acción mediante
protocolos previa y cuidadosamente diseñados, y esto solo puede alcanzarse si quienes toman y ejecutan
las decisiones son capaces de hacerlo con una visión de conjunto y en beneficio de toda la colectividad.
617
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
ambientales en el Macizo Ávila. TRAMA podría iniciar sus actividades en el medio universitario
capitalino y sus comunidades de egresados dentro y fuera del país, sensibilizando a docentes y estudiantes
de múltiples disciplinas de nivel superior, para incursionar luego en actividades teleducativas y
teleformativas diversas en ámbitos institucionales, empresariales y propiamente educativos, para ampliar
luego su influencia, una vez alcanzada una masa crítica, hasta los niveles restantes del sistema educativo,
primero, y luego, con el apoyo de los medios de comunicación disponibles, hasta la colectividad del área
metropolitana en general.
A medida que expanda sus esferas de influencia, y al menos hasta tanto se alcance un nivel suficiente de
apoyo y sinergia en las instituciones del Estado, esta Transversidad Ambiental del Macizo Ávila, con
miras a captar la atención de sus audiencias, debería articular crecientemente sus planteamientos con
propuestas transdisciplinarias de gestión ambiental y propuestas de planificación y atención al desarrollo
sostenible, la reducción de la pobreza y la lucha contra el cambio climático. Este enfoque se articularía,
en general, al contexto de los programas multilaterales que adelantan el Banco Mundial y el complejo de
organismos de la Organización de Naciones Unidas, ONU, en torno a los acuerdos mundiales en pro del
logro, para 2030, de los Objetivos del Desarrollo Sostenible, ODS (o SDGs, por sus siglas en inglés), que
constituyen, de hecho, la estrategia de desarrollo sostenible inspirada en el enfoque C: Mosaico
Adaptativo, evaluado según el modelo de simulación de Comité de Evaluación de los Ecosistemas del
Milenio.
Una vez alcanzado un umbral crítico de influencias, desde un perspectiva relativamente no formal e
informal, la Transversidad Ambiental del Macizo Ávila, podría proponerse impactar la esfera de la
educación formal a distintos niveles, primero con propuestas de proyectos y trabajos especiales de
investigación, tanto institucionales como de ascenso y de grado, de pasantías docentes y estudiantiles,
de visitas e intercambios diversos educación-industria, y luego, con propuestas de diseño curricular de
cursos, primero de posgrado y luego de pregrado y de nivel medio y básico, al estilo de como ya lo están
haciendo instituciones líderes como MIT, especialmente en el área de Boston, Massachussets.
Especialmente, dada la aluvional fuga de talentos que ha azotado el país y sus universidades en los años
recientes, sería imprescindible trabajar en programas de relevo de cuadros docentes, que bien podrían
incluir iniciativas en el exterior con miras a atraer cuadros con potencial de retorno al país o de
cooperación con programas formativos nacionales en el ámbito ambiental. Muchos de los cuadros
profesorales que fueron detectados en los diagnósticos adelantados por el Centro de Transformación
Sociotecnológica, FORMA, conjuntamente con la UNITEC, en busca de talentos relevantes para la
prestación de servicios a PDVSA y sus filiales, todavía se encuentran activos, aunque en su mayoría
fuera del país, con potencial para la formación de cuadros de relevo; y lo mismo ocurre con los miles de
cuadros formados en el exterior con el Programa Galileo, impulsado por FUNDAYACUCHO y diseñado
por la UNITEC, también con la cooperación de FORMA. El Centro de Transformación Sociotecnológica,
FORMA, también pondría a disposición de TRAMA varios centenares de cursos, de distintos niveles, ya
diseñados para el Sistema de Formación y Desarrollo de Personal para el Pronóstico Hidrometeorológico
en Venezuela, PROMETEO, en las especialidades de Meteorología; Climatología; Hidrología
Superficial; Hidrología Subterránea; Agrometeorología; Informática y Gestión de Datos; Electrónica,
Instrumentación y Control; Telecomunicaciones; Instalación y Mantenimiento de Sistemas y Equipos; y
Servicios Administrativos y Otros No Especificados, cada una de ellas con cursos técnicos, con tres
niveles; tecnológicos, con tres niveles; y supervisorio-gerenciales, con cuatro niveles, y en muchas otras
especialidades vinculadas al mundo de procesos industriales y energéticos, de interés relevante para la
educación y formación ambiental.
También podrían explorarse alianzas estratégicas entre TRAMA e instituciones diversas de nivel superior.
Con la Universidad Tecnológica del Centro, UNITEC, la Universidad Católica Andrés Bello, UCAB, la
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Universidad Metropolitana, UM, y la Universidad Central de Venezuela, UCV, todas ellas con centros e
institutos particularmente interesados en la problemática del cambio climático y con quienes FORMA ha
mantenido relaciones por muchos años, y otras instituciones vinculadas a la capital de la República, como
la Universidad Nacional Abierta, UNA, con experiencia en proyectos, desde hace tiempo vienen
impulsando iniciativas de teleducación ambiental a diversos niveles. Desde la Universidad Tecnológica
del Centro, por ejemplo, se están impulsando actualmente iniciativas de teleducación tales como el
Proyecto Clima y el Proyecto de Aprendizaje Galaxia Galileo, que están siendo ya ensayadas en países
como México y España, con los cuales ya el Centro de Transformación Sociotecnológica ha establecido
relaciones de cooperación.
Finalmente, es absolutamente indispensable impulsar iniciativas de reactivación del Programa Nº38 del
Gobierno Nacional: Mejoramiento del Sistema de Pronóstico Hidrometeorológico Nacional,
comúnmente conocido como Programa VENEHMET, que estuvo a cargo del Ministerio del Ambiente y
de los Recursos Naturales Renovables, MARNR, hasta que, en 2007, quedase disuelto, de hecho, con la
intervención militar, sin que desde entonces haya recuperado sus objetivos originales. En el contexto de
este Programa, concebido para que el país desarrollase capacidades avanzadas de análisis y diseño
vinculadas a la gestión ambiental en general, se construyó la sofisticada sede del Instituto Nacional de
Meteorología e Hidrología, INAMEH, se adquirieron ocho sofisticados radares meteorológicos Doppler
y cerca de setecientas estaciones hidrometerorológicas sinópticas, climatológicas, agrometeorológicas,
hidrométricas y/u oceanográficas; sistemas sofisticados de captación de imágenes de satélites; sistemas
avanzados de captación y procesamiento de datos, con múltiples estaciones de trabajo UNIX y PC, redes
de área local (LAN), redes de área amplia (WAN), estaciones receptoras de alta resolución GOES y
TIROS, interfases lógicas y físicas con el Sistema Mundial de Telecomunicaciones (GTS), sistemas de
observación en superficie y comunicaciones (GOES/DCS), sistemas de observación en aeropuertos y en
la alta atmósfera, entre otros; capacidades de comunicación de datos en tiempo real, con sistemas de
procesamiento, visualización y animación de información meteorológica, climatológica, hidrológica y
agrometeorológica, software y equipos audiovisuales avanzados para la producción y visualización de
programas ambientales en 2D/3D a través de un canal propio de televisión, y un avanzado Sistema de
Formación y Desarrollo de Personal para el Pronóstico Hidrometeorológico en Venezuela, PROMETEO,
diseñado por FORMA con participación de especialistas líderes en cada una de las diez especialidades
antes mencionadas, todo ello suficiente para atender un grueso conjunto de necesidades de gestión de
riesgos ambientales a nivel de la casi totalidad del territorio nacional, y particularmente en el Macizo
Ávila. En la actualidad, esencialmente debido a que no han sido abordadas las tareas de inversión en el
capital humano y la formación de personal calificado, todo este complejo de capacidades y todo este
cuerpo de infraestructura física, que constituiría la envidia de más del 90% de naciones del planeta, se
encuentra profundamente subutilizado, al extremo de que lo que debió ser el Canal Ambiental de
Venezuela se ha convertido, contrariando compromisos expresos de la República cuando se logró el
financiamiento de la Corporación Andina de Fomento, CAF, para el Programa VENEHMET, en la
Televisora de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, con escasa o nula atención brindada a la
problemática ambiental y del cambio climático.
619
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
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624
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
RESUMEN
Entre el 4 y el 6 de Diciembre 2019, en la Universidad Central de Venezuela (UCV), se realizó el FORO
denominado LOS ALUDES TORRENCIALES DE 1999 EN VARGAS: 20 AÑOS DESPUES, cuyos
objetivos fueron: reunir a especialistas y miembros de las comunidades para analizar la situación actual
en relación a la protección contra inundaciones y aludes torrenciales en el estado Vargas, integrar
conocimientos adquirido en el campo de la mitigación de riesgos, vincular a la academia con las
instituciones públicas y privadas para fortalecer la gestión de riesgos en el país, y contribuir a informar
y educar a la población en general, y en particular a los jóvenes y a las nuevas generaciones de
profesionales, sobre la importancia de conocer la problemática de los aludes torrenciales y sus medidas
de mitigación.
El evento contó con un ciclo de 20 ponencias técnicas de expertos en la materia, una exposición
audiovisual permanente y una demostración experimental con un micro-modelo didáctico del alud
torrencial y del rol que cumplen las presas de control de sedimentos. Los ponentes presentaron un balance
global de los esfuerzos realizados en el campo de la gestión integral de riesgos hidrometeorológicos en
el estado Vargas, después de transcurridos 20 años del evento que causó el peor desastre de origen
hidrometeorológico en la historia de Venezuela. Durante la sesión de cierre se presentaron también
testimonios de las comunidades que fueron afectadas, complementándose la discusión con un panel de
expertos.
El foro tuvo una nutrida asistencia en el recinto de la UCV y también una masiva asistencia online con
124 inscritos pertenecientes a 14 países, gracias a su transmisión por medio de la plataforma V-RED del
CIGIR.
El foro fue de carácter gratuito y se realizó bajo el auspicio y financiamiento de la empresa TOTAL, con
el apoyo logístico de la Universidad Central de Venezuela (UCV), la Facultad de Ingeniería (UCV), el
Instituto de Mecánica de Fluidos (IMF - UCV), el Programa Coordinado para la Mitigación de Riesgos
(COMIR - UCV), la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat (ANIH), el Centro de Investigación
en Gestión Integral de Riesgos (CIGIR), y la International Association for Hydro-Environment
Engineering and Research (IAHR).
Durante los tres días del evento hubo una muy buena presencia de los medios de comunicación, gracias
a la cobertura y apoyo prestado por la periodista Lic. Alba Marina Gutiérrez, de la ANIH.
Las presentaciones de las ponencias están disponibles en la página web de la Academia Nacional de
Ingeniería y el Hábitat: http://www.acading.org.ve/ y las conferencias grabadas se encuentran en el canal
de YouTube del CIGIR: http://cigir.org.ve/canaldeyoutube/
625
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
Las contribuciones escritas de los especialistas han sido compiladas en el libro “Los Aludes Torrenciales
de 1999 en Vargas: 20 años después”, publicado por la Academia Nacional de Ingeniería y el Habitat.
Miércoles 04/12/19
9:00 am Inauguración del Foro
Lugar: Sala de Conciertos
Palabras de Bienvenida por la Decana de la Facultad de Ingeniería de la UCV
Prof. María Esculpi
Palabras del Presidente de la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat (ANIH)
Dr. Eduardo Buróz
10:20 – 10:40 am. Pasado, presente y futuro de los sistemas hidrometeorológicos de alerta temprana en
Venezuela. Prof. Abraham Salcedo, Prof. Carmen Fermín, Departamento de Hidrometeorología, DIH-
FI-UCV.
10:40 – 11:00 am. Sistema de información hidrometeorológico con fines de alerta en las cuencas de las
quebradas Tacagua, la Zorra y el Río Mamo, en el Estado Vargas.
Prof. Diógenes Santander, TECNUM.
2:00 – 2:20 pm. La institucionalidad para la gestión integral de riesgos y la actuación ante los desastres.
Prof. Alejandro Liñayo, CIGIR
2:20 – 2:40 pm. Propuestas de densificación de la red de estaciones pluviométricas usando soluciones de bajo
costo.
Prof. Diógenes Santander, TECNUM, Ing. Kleiver García, Cnel. Arnaldo Lugo, Cnel. Julio Cabanerit, Cnel.
José Ramón Pereira, INAMEH
2:40 –3:00 pm. Avances en modelaje hidráulico y mapeo de amenazas por inundaciones y aludes torrenciales
a 20 años de la tragedia de Vargas.
Prof. Reinaldo García, HYDRONIA y Prof. Jacinto Artigas, IMF-FI-UCV.
626
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
3:20 – 3:40 pm. Influencia de las obras de control de aludes torrenciales en la reducción de la amenaza en
Vargas.
Prof. Francois Courtel, Prof. José Luis López, Prof. María Elena Bello, Ing. Karol Sánchez, IMF-FI-UCV.
Jueves 05/12/19
Sesión 3. Moderador: Prof. Francois Courtel
9:00 – 9:20 am. Las manifestaciones destructoras de aludes torrenciales de los días 21 y 29 de julio de 2017:
una contribución al conocimiento de la vulnerabilidad descuidada de la prolongación occidental de la
serranía costera de Vargas ante la amenaza de deslaves.
Ing. Javier Parra, Prof. André Singer, Ing. María Linares e Ing. Francisco Contreras, FUNVISIS.
9:20 – 9:40 am. Contextos vulnerables en las áreas urbanas de Río Camurí Chico, Río San Julián y Quebrada
La Chara, Parroquia Caraballeda, Estado Vargas: 20 años después del alud torrencial de Diciembre 1999.
Ing. Mariela Gómez, Consultor independiente en geología.
9:40 – 10:00 am. Acciones e implicaciones asociadas a la gestión integral del riesgo de aludes torrenciales e
inundaciones.
Ing. Jenny Moreno, CIGIR, Prof. José Luis López, IMF-FI-UCV, Prof. Alejandro Liñayo, CIGIR, Prof.
Sergio Marín, MGR.
10:00 – 10:20 am. Los saberes resilientes del pueblo como herramientas de construcción social y sostenible
en espacios de vulnerabilidad y riesgo: Aplicación en Vargas
Geóg. Migdalia Solano, Especialista en Planificación y Gestión de Riesgo. Asesor Ambiental
10:20 – 10:40 am. Vargas 1999, la ruta de los cadáveres en un desastre de muertes masivas.
Prof. Rogelio Altez y Br. Diana Osuna, Escuela de Antropología, UCV.
10:40 – 11:00 am. Reflexiones sobre la responsabilidad omisiva del estado en la tragedia de Vargas.
Prof. Yvan Figueroa y Prof. Gabriela Chaurio, Instituto de Ciencias Penales, UCV.
11:20 – 12:00 m. Demostración experimental en micro-modelo didáctico del alud torrencial y del rol que
cumplen las presas de retención de sedimentos (personal del IMF-FI-UCV).
2:00 – 2:20 pm Vulnerabilidad urbana y escenarios de riesgo en cuencas hidrográficas de la vertiente sur
del Ávila.
Prof. Jesús Delgado, CENAMB-UCV.
2:20 – 2:40 pm. Protección de Caracas contra aludes torrenciales en el flanco sur del Ávila.
Prof. José Luis López y Prof. Francois Courtel, IMF-FI-UCV.
627
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
3:20 – 3:40 pm. Modelo de susceptibilidad a deslizamientos e índices de erosión en la cuenca del Rio Mamo
y subcuenca El Tigre, Litoral Central., Venezuela.
Prof. Juan Rafael Batista y Prof. Xavier Bustos, CENAMB, UCV.
Viernes 06/12/19
9:00 a 11:00 am Testimonios de las Comunidades
Lugar: Sala Francisco de Miranda
Moderador: Ing. Edgar Yajure
Participantes: Ing. Mariela Gómez (Palmar Este, Caraballeda).
Geóg. Migdalia Solano (Punta de Mulatos).
Lic. Nadeska Noriega (Tanaguarena).
Abog. Willmary Comus (Caraballeda).
Prof. Elvin Barreto (Camurí Grande).
Neysa Ramírez (Macuto).
Lic. Ignacio Laya (Catia La Mar)
1:00 pm Clausura
Comité organizador
628
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
629
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
1) La Sesión de Testimonios de las Comunidades tuvo lugar a partir de las 10 am del viernes 6 de
diciembre de 2019, como evento final del Foro Los Aludes Torrenciales de 1999 en Vargas 20 Años
Después, en la Sala Francisco de Miranda de la Universidad Central de Venezuela. La Sesión fue grabada
por la Gerencia de Medios Audiovisuales de la UCV y constó de dos partes: en la Primera, de
aproximadamente dos horas y media de duración, después de las presentaciones de José Luis López,
Coordinador General del Foro, y Edgar Yajure, Moderador de la Sesión, quienes expusieron los
propósitos y la dinámica de participación en el evento, intervinieron los representantes, previamente
invitados, de las comunidades: Luis Zerpa, por las Quince Letras, Macuto; Fernando Martínez, por Los
Corales; Mariela Gómez, por Caraballeda; Willmary Cuomo, por Tarigua; e Ignacio Laya, por la Guaira,
y luego se dio la palabra a los asistentes a la sesión, que contó con una participación de aproximadamente
setenta personas. Luego de un breve receso, se realizó la Segunda Parte de la Sesión, de aproximadamente
una hora y media de duración, en donde intervino un panel de expertos, integrado por Abraham Salcedo,
Jefe del Departamento de Hidrometeorología de la Escuela de Ingeniería Civil de la Facultad de
Ingeniería de la UCV; Virginia Jiménez, especialista en gestión de riesgos ambientales; Flor Piñango,
especialista en gestión de desastres y representante de la ONG Cáritas; François Courtel, del Instituto de
Mecánica de Fluidos de la UCV; y José Luis López, coordinador general del Foro, seguido de una nueva
ronda de intervenciones de los asistentes, y de la intervención de clausura del Foro, también a cargo de
José Luis López. En este breve artículo se hace una reseña de algunos de los principales aportes de los
participantes en este evento.
630
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
relacionados con la gestión de riesgos (suministro de agua potable, disposición de aguas servidas,
desechos sólidos, contaminación de cursos de agua y playas, derrumbes o deslizamientos, estado de las
vías y medios de comunicación, u otros)?
3) En relación con la primera pregunta, ¿de qué manera vivió la tragedia de 1999?, las respuestas
gravitaron en torno al planteamiento, aparentemente paradójico, de que, al menos durante las dos
semanas anteriores al Desastre, las comunidades presintieron que algo muy grave estaba por ocurrir, dada
la frecuencia e intensidad de las lluvias, y, sin embargo, fueron luego sorprendidas cuando las magnitudes
devastadoras del evento desbordaron todas las previsiones. La población estuvo relativamente consciente
del peligro que acechaba y fue informada, sobre todo por medios locales de comunicación, que recibieron
cientos de llamadas de alarma; por el gobierno estadal, que decretó una emergencia; por personas
mayores que habían presenciado lluvias torrenciales en el pasado, e incluso fueron alertadas por las
conductas extrañas de animales diversos, como, por ejemplo, una gata siamesa. Un participante informó
que ya en la noche del viernes 3 de diciembre habían caído lluvias torrenciales en el litoral, habían
ocurrido derrumbes serios en la autopista Caracas – La Guaira, que impidieron la circulación durante
toda esa misma noche, e incluso provocaron el incendio en la turbina de un avión con rumbo a Puerto
Ordaz, donde él iba de pasajero, que, milagrosamente, fue detenido por el piloto segundos antes de su
despegue, a pocos metros de la barrera frente al mar en el aeropuerto de Maiquetía. No obstante, dada la
carencia de recursos del gobierno estadal y dedicado como estaba el gobierno nacional a la realización
del referendo de aprobación de la Constitución, no recibieron, salvo casos puntuales como el desalojo de
la maternidad de Macuto, apoyo oficial alguno. Cuando ocurrió efectivamente el evento extremo, la
noche del 15 al 16 de diciembre, todos quedaron pasmados por la violencia, el impacto, los ruidos y las
trepidaciones de los aludes torrenciales, que a muchos apenas les dejaron margen para refugiarse y
escapar, y a muchos otros, ni siquiera les dejaron esa opción, por lo que resultaron aplastados o
arrastrados. Las dificultades inmensas para huir de las áreas afectadas, sin medios de transporte público
ni privado, pues muchos vehículos fueron destruidos y las vías de comunicación quedaron obstruidas; la
impotencia para acceder a los escasos helicópteros, que a menudo se convirtieron en el único medio de
escape; la desesperación de no saber qué había ocurrido a familiares y allegados de quienes quedaron
separados; la impotencia de no poder comunicarse, salvo cuando corrieron con la suerte de quedar con
los celulares plenamente cargados; la falta de electricidad, que inutilizó muchos sistemas de agua
corriente o de comunicaciones telefónicas y otros servicios; o las escenas de violencia entre grupos de
damnificados deambulantes y escuadrones organizados para defenderse de ellos o bandas dispuestas a
asaltarlos, fueron algunas de las muchas experiencias traumáticas reseñadas, que dejaron no pocas
secuelas de estrés postraumático. En general, las opiniones coincidieron en señalar la falta de preparación
colectiva y de disposición y preparación de los organismos del Estado para hacer frente a semejante
situación, e incluso se quejaron de la improvisación y los abusos reinantes: no se entendió, por ejemplo,
por qué fueron separados muchos niños de sus representantes, durante las labores de rescate, o por qué
el presidente de la República le dio la orden disparatada, al gobernador, según contó un funcionario de
la Gobernación, de “trasladar a toda la población al Eje Orinoco-Apure”, que obviamente no pudo ser
tomada en serio. En la Segunda Parte de la Sesión, los miembros del panel de expertos básicamente
confirmaron la versión de los hechos rendida por los representantes de las comunidades: se aseguró que
sí existieron alertas tempranas de instancias diversas especializadas, entre ellas el Departamento de
Hidrometeorología de la UCV, que pronosticó la inminencia de una vaguada, pero que no fueron
atendidas por el Estado, y que imperó el desorden, la improvisación y la malversación de recursos, una
vez ocurrido el evento e incluso después de éste, cuando comenzaron a recibirse los fondos de ayuda de
naciones diversas y organismos multilaterales.
631
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
4) En cuanto a la segunda pregunta, ¿conoce las obras hidráulicas (canalizaciones, presas) que han
sido construidas en su comunidad para protección contra inundaciones y aludes torrenciales? ¿Conoce el
estado actual en que se encuentran estas obras y el resto del sistema de drenaje para controlar los
escurrimientos de agua de lluvia en su comunidad?, los representantes de las comunidades manifestaron
estar muy poco informados sobre estos asuntos, mientras que los expertos convinieron en ofrecer
información detallada sobre las presas y obras de canalización construidas, advirtiendo que, sin embargo,
corren el riesgo de deteriorarse ante la falta de atención y mantenimiento de los organismos del Estado.
Se aseguró que mientras el 60-70% de las presas construidas permanezcan sedimentadas, las
canalizaciones sigan vegetadas, se mantenga la reocupación de los márgenes de las quebradas y
continúen los efectos devastadores del cambio climático, no estaremos protegidos.
5) Sobre el punto: ¿tiene conocimiento de que en su comunidad existan estaciones para medición de
lluvia o de que se haya instalado un sistema de alerta temprana?, las respuestas denotaron
desconocimiento por parte de los representantes de las comunidades, mientras que los expertos del panel
invitado informaron sobre los sistemas de alerta temprana diseñados en Vargas, que, sin embargo y pese
a la donación de recursos para hacerlos funcionar por parte de gobiernos y organismos diversos, no están
funcionando. Un profesional asistente al Foro declaró que muchas de las estaciones de medición de
lluvias que fueron diseñadas, construidas e instaladas en Vargas fueron luego vandalizadas dada la falta
de vigilancia y mantenimiento del Estado y la falta de organización autónoma de las propias
comunidades.
6) Acerca de si: ¿Considera que la comunidad está preparada u organizada para enfrentar un nuevo
alud torrencial? ¿Puede mencionar algunas experiencias positivas o negativas en la gestión de riesgos en
su comunidad? ¿Qué opina de la labor realizada hasta el presente por las organizaciones gubernamentales
(Alcaldía, Protección Civil, Gobernación, Ministerio del Ambiente, Instituto Nacional de Meteorología
e Hidrología, y otros)? ¿Recomendaciones?, la respuesta casi unánime de los representantes de las
comunidades, en buena medida avalada por la opinión de los expertos, fue que, veinte años después del
Desastre de Vargas de 1999, las comunidades están peor preparadas para afrontar un eventual evento
hidrometeorológico de magnitud afín a ese, y los organismos del Estado más dispersos y menos
dispuestos y preparados para actuar ante eventos hidrometeorológicos extremos. Algunos representantes
de las comunidades celebraron la participación de la Autoridad Única de Área del Estado Vargas, a cargo
de Genatios, pero deploraron su retiro repentino cuando aún no se habían obtenido los resultados
prometidos. Se señalaron, sin embargo, logros diversos en materia de diseños, propuestas e iniciativas
diversas de gestión de riesgos ambientales, que invariablemente resultarían inefectivos o inviables dada
la aparente falta de compromiso del Estado con la atención a las necesidades de protección y seguridad
de la población. Entre las recomendaciones planteadas destacaron la invitación a realizar foros como este
en las distintas comunidades de Vargas, con propósitos motivacionales, y la realización de simulacros y
demostraciones con modelos sobre las ventajas de la construcción de presas y otras medidas de
mitigación de daños ante los desastres ambientales. Una de las expertas en gestión de riesgos ambientales,
que expuso sus ideas en la Sesión, insistió en la necesidad de que las propias comunidades, con el debido
asesoramiento de especialistas, procedan a crear organizaciones y sistemas de observación
hidrometeorológica, de alerta temprana e incluso sus agendas de investigación, con un enfoque de
construcción colectiva de sistemas y no de mera transferencia de conocimientos; pero reconoció la
dificultad de actuar dada la falta de respuestas del Estado, la escasez de información oportuna y confiable
de los organismos oficiales, y la falta de programas de formación de personal calificado y de educación
de las comunidades. En general, los expertos coincidieron en destacar la importancia de asegurar la
participación de las comunidades y los niveles locales, con atención especial a las poblaciones adultas
mayores, portadoras de memoria colectiva, en esfuerzos de gestión ambiental vinculados al desarrollo
632
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
sostenible, así como de crear vínculos entre la comunidad científico-tecnológica, el Estado y las
comunidades de base.
7) En torno a si: ¿Tiene alguna proposición sobre lo que debería hacerse en su comunidad, por parte
de organismos oficiales o académicos y/o con apoyo de la propia comunidad, para contribuir a la
prevención y mitigación de riesgos ante inundaciones y aludes torrenciales? Las respuestas de los
representantes de las comunidades oscilaron entre la resignación, la impotencia y la desconfianza en que
puedan tomarse medidas de prevención efectivas, por un lado, y los llamados a la actuación paciente y
perseverante para reducir la vulnerabilidad, y ver la tragedia de Vargas como una oportunidad para la
actuación conjunta entre las comunidades y los profesionales, por otro. Un participante insistió en la
necesidad de que el conocimiento profesional sobre los riesgos ambientales se haga más comprensible y
se divulgue más ampliamente en las comunidades. Otra destacó la importancia de atender los factores
psicosociales en los desastres, señalando como prueba de ello la desatención a los valores de arraigo de
la población varguense, que condujeron a problemas de desadaptación luego de su traslado a ciudades
como Calabozo, con el correspondiente rechazo mutuo entre sus conductas y las de la población local.
Una profesora propuso que se apele al núcleo de decanos de Ingeniería, a nivel nacional y a través de la
decana de la Facultad de Ingeniería de la UCV, para sacar provecho del cúmulo de conocimientos de los
expertos y participantes en el foro. Otra participante más insistió en la necesidad de formar personal en
el área de gestión de riesgos ambientales, para lo cual propuso que se implemente un curso
interinstitucional a nivel de posgrado, mientras que un experto alertó sobre la falta de personal de relevo
de nivel superior, ilustrándolo con el ejemplo de que en el Departamento de Hidrometeorología de la
UCV solo quedaban 15 alumnos para el momento de la realización del Foro (diciembre de 2019).
8) ¿Qué iniciativas cree que podrían emprenderse autónomamente, con la participación organizada
de la comunidad, para mejorar la gestión de riesgos ante inundaciones y aludes torrenciales?
¿Recomendaciones? En líneas generales, se planteó que todo esfuerzo debe arrancar con la
concientización y motivación para actuar ante las amenazas ambientales extremas e inevitables. Se
destacó la importancia de las mediciones meteorológicas e hidrológicas artesanales, con vínculos, vía
Internet, con los sistemas formales de información meteorológica, climatológica e hidrológica, así como
la del monitoreo, la inspección y la vigilancia artesanal de obras y procesos. En la experiencia adelantada
por profesionales e investigadores de la UCV en Caraballeda habría lecciones de gestión integradora que
podrían ser aprovechadas.
633
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
de la realización de este Foro llegó al extremo de convocar a eventos paralelos para boicotear, de hecho,
su realización, será muy difícil obtener resultados concretos en la gestión de riesgos ambientales en el
país.
Aspectos positivos:
El evento fue bastante exitoso a pesar de las condiciones adversas en que se encontraba el país, que
afectan indudablemente nuestra producción académica, y dado el hecho de que la Facultad de Ingeniería
estaba en receso vacacional para los días del foro, lo cual mermó significativamente la asistencia
estudiantil.
Se cumplieron las metas establecidas en el programa del foro: a) se presentaron 20 ponencias por expertos
en un temario amplio que cubrió aspectos ingenieriles y las ciencias físicas, naturales, sociales y jurídicas;
b) se realizaron ensayos experimentales en un micromodelo didáctico para mostrar los fenómenos
torrenciales y el rol que cumplen las presas de retención de sedimentos; c) se exhibieron equipos de
medición hidrometeorológica; d) se desplegó una exposición audiovisual de la tragedia de Vargas; y e)
se realizó una sesión especial dedicada a la participación de las comunidades, con testimonios de
representantes de las diferentes parroquias de Vargas.
El foro tuvo una nutrida asistencia en el recinto de la UCV y también una masiva asistencia online con
124 inscritos pertenecientes a 14 países, gracias a su transmisión por medio de la plataforma V-RED del
CIGIR.
El esfuerzo de haber organizado la exposición audiovisual denominada “No Olvidar a Vargas” condujo
a la elaboración de 24 posters que presentan una visión espacial de la tragedia, mostrando el antes y
después de los deslaves en las zonas urbanas, las obras hidráulicas construidas (presas y canalizaciones)
para proteger a la población y los impactos causados por posteriores crecientes, indicándose procesos
morfológicos de erosión, sedimentación así como daños causados en las estructuras hidráulicas.
Este material abre la posibilidad de organizar exposiciones itinerantes para llevar el conocimiento y la
información a otras instituciones públicas y privadas, tales como alcaldías, escuelas y universidades,
aprovechando también la portabilidad del micromodelo didáctico para acompañar el proceso de difusión
de conocimientos y experiencias.
Aspectos negativos:
La organización del foro y del libro se inició a principios del año 2019. Siguiendo con nuestra convicción
de que la gestión de riesgo es una actividad integral que requiere de la participación conjunta de todos
los entes involucrados, es decir la academia (universidades) donde se generan los conocimientos, las
comunidades organizadas (consejos comunales, asociaciones de vecinos, mesas de riesgo, etc.) y
organismos públicos (tomadores de decisiones), se hizo un esfuerzo en visitar personalmente e invitar a
organismos como INAMEH, FUNVISIS y el Viceministerio de Gestión de Riesgos, para que
participaran conjuntamente en la organización del foro. Esta iniciativa tuvo éxito, ya que estos
organismos aparecieron con sus logos respectivos dentro de las instituciones auspiciadoras del evento,
por lo que se esperaba la participación masiva del personal de dichas instituciones. Sin embargo,
sorpresivamente y en último momento, el Viceministerio de Gestión de Riesgos y Protección Civil
(VGRPC) del Ministerio de Relaciones Interiores Justicia y Paz (MPPRIJP) convocó a última hora a un
foro sobre el mismo tema a realizarse el mismo día y a la misma hora en que se inauguraba el foro
634
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
nuestro. Tenemos conocimiento de que algunos expositores en nuestro evento fueron contactados por el
VGRPC para que dictaran una charla en dicho foro.
Más grave aún es el hecho de haberle prohibido a los empleados, mediante comunicación del Ministro,
asistir específicamente al foro de la UCV. Esto cobra significancia dado que organismos como Protección
Civil, INAMEH, y FUNVISIS, están adscritos a dicho ministerio, por lo que se le privó a su personal de
una oportunidad única de poder recibir el conocimiento y la información que allí se expuso, así como
entrar en contacto con los investigadores que han estudiado el tema en estos 20 años y con los
representantes de las comunidades de Vargas que estuvieron presentes en una sesión especial del foro.
635
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
ANEXO A
636
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Traslado de la maqueta de Vargas por las calles internas de la UCV en los días previos a la inauguración
del foro.
637
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
Momento en que la Prof. María Esculpi, Decana de la Facultad de Ingeniería, da la bienvenida a los
asistentes en la inauguración del foro. Foto de Alba Marina Gutiérrez.
El Prof. Eduardo Buroz, Presidente del Academia de Ingeniería y el Hábitat, dando el discurso de apertura
para declarar inaugurado el foro. Foto de Alba Marina Gutiérrez.
638
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Acto de inauguración del evento, por parte de los profesores María Esculpi (arriba) Decana de la Facultad
de Ingeniería, Eduardo Buróz (centro), Presidente de la Academia Nacional de Ingeniería y el Habitat, y
José Luis López (abajo), Coordinador del Foro. Fotos de Alba Marina Gutiérrez.
639
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
Vista de los asistentes al foro el día inaugural. Foto de Alba Marina Gutiérrez.
Vista de parte de los asistentes al foro el día inaugural. Foto de Alba Marina Gutiérrez.
640
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Vista de algunos distinguidos ponentes y asistentes al foro. De izquierda a derecha los profesores Feliciano De
Santis, Michael Smith, Jesús Delgado, María Itriago, Griselda Ferrara, Francois Courtel y José Luis López. Foto
de Alba Marina Gutiérrez.
641
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
Panorámica de la Exposición Audiovisual, mostrando la maqueta del Ávila a la derecha, rodeada de las vitrinas
con recortes de prensa de la época (1999) y al fondo los posters explicando la tragedia.
642
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Vista cercana de la maqueta mostrando el macizo Ávila y la estrecha franja costera donde se asienta la población
de Vargas.
643
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
Vista de algunos de los posters explicando el antes y después de la tragedia de Vargas y el impacto de las presas
construidas para control de los aludes torrenciales. Foto de Alba Marina Gutiérrez.
Vista cercana de algunos de los posters explicando la tragedia y las obras construidas para mitigar futuros
eventos torrenciales.
644
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Vista de una de las vitrinas donde se exhiben los recortes de prensa de diciembre de 1999.
Foto de Alba Marina Gutiérrez.
Vista cercana de algunos de los recortes de prensa de la época (diciembre de 1999) exhibidos en las vitrinas de la
exposición audiovisual.
645
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
Vista cercana del micro-modelo didáctico después del experimento del alud torrencial, mostrando la importancia
de las presas, abierta del tipo de ventana (arriba) y cerrada (abajo), para retener el alud torrencial y proteger a la
población aguas abajo.
646
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Vista del micro-modelo didáctico y del personal de apoyo del IMF en los experimentos realizados como parte de
la exposición audiovisual.
Ponencia del Prof. Diógenes Santander, explicando los pluviómetros de bajo costo.
Foto de Alba Marina Gutiérrez.
647
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
648
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
649
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
650
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
ANEXO B
651
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
652
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
653
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
654
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
655
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
656
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
657
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
658
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
659
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
660
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
661
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
662
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
663
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
ANEXO C
664
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
665
Capítulo IV: Aspectos Urbanísticos, Sociales e Institucionales
666
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
ANEXO D
Reportes de prensa
https://talcualdigital.com/cuando-ocurrio-la-tragedia-de-vargas-no-teniamos-
memoria-i/?fbclid=IwAR2cuPhEGd-
9OWvzVoXdYNmZ1EZr_YYw1uzHUkC8QwMB_CUhQYrZmnfWx60
Efecto Cocuyo, 12 de Diciembre de 2019:
https://efectococuyo.wixsite.com/tragediadevargas
667
Capítulo V
A MANERA DE CONCLUSIONES Y
SUGERENCIAS PARA LA ACCIÓN
Capítulo V: A manera de conclusiones y sugerencias para la acción
RESUMEN
En este capítulo se hace un balance global de los esfuerzos realizados en Vargas para la prevención y
mitigación de los aludes torrenciales, después del desastre de 1999. Se persigue adicionalmente brindar
un soporte profesional mediante la definición de un conjunto de medidas y acciones que sirvan de
orientación a los tomadores de decisiones para buscar soluciones a la problemática actual en el campo
de la gestión integral de riesgos. A partir de un enfoque integrado que contempla tanto medidas
estructurales como medidas no-estructurales para prevención y mitigación de riesgos, el capítulo se
organiza tratando de responder a las siguientes interrogantes: ¿Qué se ha hecho? ¿Qué destino han tenido
las acciones y medidas implementadas entre 2000 y 2010? ¿Qué acciones nuevas se han implementado
en el lapso 2011-2020? ¿Cuál es la situación actual? ¿Cuáles son las deficiencias más notables en el área?
¿Qué se debe hacer? ¿Qué se puede proponer para mejorar en el futuro la prevención-mitigación de
aludes torrenciales? Se concluye que el panorama actual es sombrío. La población ya no se encuentra
protegida y de no tomarse medidas urgentes puede producirse un nuevo desastre en la región.
KEY WORDS: Vargas disaster, debris flows, prevention and mitigation measures, integral approach.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
INTRODUCCIÓN
Los deslaves y aludes torrenciales que ocurrieron en diciembre de 1999 causaron el peor desastre de
origen hidrometeorológico que haya ocurrido en la historia de nuestro país, con numerosas pérdidas de
vidas y la destrucción de miles de viviendas y buena parte de la infraestructura urbana del Estado Vargas.
Fuimos testigos de un evento excepcional que cambió prácticamente la geografía del estado Vargas, hoy
denominado estado La Guaira. El desastre constituyó un catalizador para motivarnos e impulsarnos por
una parte al análisis e investigación de los fenómenos torrenciales y sus medidas de prevención y
mitigación, y por otra parte a profundizar en los estudios para mejorar el conocimiento científico
(geográfico, hidrológico, geológico, social) así como el de las amenazas, vulnerabilidad y riesgos en esa
región
En los 20 años transcurridos hasta la fecha actual, han ocurrido solamente dos eventos de lluvias
extraordinarias, los años 2005 y 2010. Sin embargo, solo el evento de febrero del 2005 fue capaz de
generar aludes torrenciales, que felizmente causaron daños mucho más reducidos que los de 1999 debido
a su menor magnitud y a la existencia de las primeras obras de control que protegieron a una parte
importante de la población. No obstante, la pregunta principal sigue siendo: ¿estamos preparados para
enfrentar eventos torrenciales capaces de movilizar grandes flujos de agua y sedimentos hacia las zonas
urbanas?
En este capítulo final del libro se intenta hacer un balance global de los esfuerzos realizados en Vargas
en el campo de la gestión integral de riesgos y evaluar el estado actual en que se encuentra la población
en relación con la protección contra aludes torrenciales. Se persigue adicionalmente brindar un soporte
profesional mediante la definición de un conjunto de medidas y acciones que sirvan de orientación a los
tomadores de decisiones para buscar soluciones a la problemática actual. En este sentido, el capítulo es
una actualización de las propuestas presentadas el año 2010 (López, 2010). Para ello, se utiliza el
concepto integrado de la prevención y mitigación de aludes torrenciales propuesto anteriormente por los
autores y se examina la situación actual de cada uno de sus componentes en Vargas.
Las comunidades de Vargas, hoy Estado La Guaira, se asentaron en una zona de amenaza latente con
presencia crónica y recurrente de aludes torrenciales. Los asentamientos urbanos, con una población
cercana a 300.000 personas, han usurpado el territorio del río ocupando una franja estrecha de terreno
entre la montaña y el mar, conformado por las gargantas y abanicos aluviales de los cursos torrenciales
que drenan el macizo Ávila. Las altas pendientes de la montaña y los efectos de la actividad sísmica, que
resquebrajan las laderas de los cerros, aumentan la fragilidad de la región.
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Capítulo V: A manera de conclusiones y sugerencias para la acción
sedimentación de la mayoría de las presas y la destrucción o incapacidad de algunas de las obras implica
que estas ya no prestan la protección requerida por lo que las poblaciones están nuevamente en estado de
vulnerabilidad.
En el transcurso del ciclo ilustrado en la Figura 1, se debe procurar además que se vayan enriqueciendo
los conocimientos científicos, tecnológicos y sociales, factores clave de éxito, tanto para la evaluación
del riesgo como para la implementación de las actuaciones.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Figura 1. Sistema integrado de medidas de prevención y mitigación del riesgo ante aludes torrenciales.
A continuación, con el objetivo de contribuir a realizar un balance de las actuaciones de los 20 años, se
plantea para cada tipo de actuación las siguientes interrogantes: ¿Qué destino han tenido las acciones y
medidas implementadas anteriormente entre 2000 y 2010? ¿Qué acciones nuevas se han implementado
en el nuevo lapso 2011-2020 ¿Cuál es la situación actual? ¿Cuáles son las deficiencias más notables en
el área? ¿Qué se puede proponer para mejorar en el futuro la prevención-mitigación de aludes
torrenciales?
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Capítulo V: A manera de conclusiones y sugerencias para la acción
Agencia de Cooperación Internacional Japonesa JICA (JICA, 2005), analizó también con su propia
metodología los factores de riesgo en el valle de Caracas, y definió algunos programas prioritarios de
prevención-mitigación de sismos y aludes torrenciales, sin formalizar una evaluación del riesgo en el
área. Tampoco lo hicieron la mayoría de los estudios que se propusieron extender la metodología del
Proyecto Ávila a nivel nacional en el marco de la Misión Ciencia.
Se puede señalar sin embargo en el país dos proyectos locales que incluyeron una estimación del riesgo
en su área de estudio. Por una parte, el Proyecto PREDERES (Delgado y Courtel, 2010; Rodríguez et al.,
2010), reseñado más adelante, con una estimación cualitativa en las cuencas de Mamo, La Zorra y
Tacagua en el estado Vargas, y por la otra una estimación cuantitativa (monetaria) basada en una
evaluación probabilista de los daños causados por inundaciones convencionales en la Cuenca de la
quebrada Chacaíto en Caracas. En fecha reciente un estudio de mayor alcance tuvo como objeto la
definición a nivel de prefactibilidad de un programa de obras de control de aludes torrenciales en la
vertiente sur del Macizo El Ávila y efectuó una evaluación cuantitativa del riesgo actual, basada en los
daños monetarios directos ocasionados por un evento de aludes torrenciales, así como las pérdidas de
vida potenciales, y estimó la reducción de riesgo que permitirían las obras de control en distintas
versiones (López et al., 2021).
A partir de 2007, la Ley de Gestión Integral de Riesgos Socionaturales y Tecnológicos prevé en su
artículo 25 la elaboración de Planes Especiales de Reducción de Riesgos “para caracterizar y disminuir
los niveles de vulnerabilidad en los escenarios de riesgos construidos en los distintos ámbitos territoriales,
detectados en los diagnósticos respectivos”. Esos planes no se han concretado todavía.
a) ¿Qué se ha hecho? ¿Qué destino han tenido las acciones y medidas implementadas
anteriormente entre 2000 y 2010?
Riesgo. El único estudio de riesgo en el Litoral Vargas fue realizado por el proyecto PREDERES
(Delgado y Courtel, 2010; Rodríguez et al., 2010), un proyecto con una visión integral de la prevención
de riesgos, cofinanciado por la Unión Europea, en la Parroquia Catia La Mar. Se trataba de evaluar los
niveles de riesgo remanente después de la construcción de las obras de control incluidas en el mencionado
proyecto. En las simulaciones matemáticas de eventos extremos efectuadas, se contemplaron condiciones
críticas de obstrucción de puentes y canales por parte de sedimentos y escombros, y se tomaron en cuenta
los distintos niveles de vulnerabilidad física de las edificaciones expuestas, llegando a la conclusión que
seguía existiendo un nivel alto de riesgo en las orillas de las quebradas Tacagua, La Zorra y del río Mamo.
Si bien estos resultados no tuvieron influencia en la definición de las obras de control de sedimentos, las
cuales ya estaban comprometidas, por lo menos permitieron destacar la importancia de otras medidas
necesarias: adecuación de los puentes que cruzan los canales, reducción de la exposición a la amenaza
en orillas de los canales, determinación de sitios de refugios y vías de escape.
Amenaza. En cuanto a la evaluación de los factores de riego, lo más notable en el primer lapso fue, como
señalado anteriormente, la evaluación de la amenaza en todo el litoral central en el marco del Proyecto
Ávila, en las condiciones existentes inmediatamente después del desastre de 1999. Debido a su fecha
tempranera de elaboración, los mapas elaborados no tomaron en cuenta las obras de control construidas
luego en este lapso.
Por otra parte, aunque el uso principal de los mapas de amenaza fuera en principio orientar la
reglamentación del uso del suelo, los mapas de amenaza no se usaron en el Plan de Ordenación y
Reglamento de Uso del APRA (PORU-APRA, 2005), que consideró los abanicos aluviales como áreas
sujetas a un solo nivel de amenaza. En definitiva, si nos atenemos a tres componentes esenciales de la
gestión del riesgo, como son la evaluación del riesgo, la construcción de obras de control y la ordenación
del territorio, se podría concluir que en este primer lapso se tomaron medidas notables en esas tres áreas,
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
sin que existieran las relaciones de antelación y coordinación necesarias para una “gestión integrada”, tal
como lo ilustra la Figura 1. Esta actuación “en paralelo” podría explicarse o incluso justificarse en cierta
medida por la urgencia de iniciar la reconstrucción del Litoral Vargas.
Los mapas de amenaza apoyaron otras medidas importantes como son los fortalecimientos institucional
y comunitario. Proporcionaron a las instituciones (CORPOVARGAS, Alcaldía, Gobernación) una
novedosa herramienta, la cual, integrada en sus sistemas de información, permitiría disponer de una
evaluación de los distintos niveles de amenaza, y efectuar en el futuro un seguimiento de la situación de
los elementos expuestos, a condición de ser periódicamente actualizados. Por otra parte, sirvieron de
apoyo para la concientización de la población y su preparación para enfrentar situaciones de emergencia,
con la definición de sitios de refugio y rutas de escape.
Nótese que los tres escenarios usados para los mapas de amenaza (periodos de retorno de 10, 100 y 500
años) permitieron mostrar que el peligro no existe solamente en los eventos extraordinarios como el de
1999, sino también en eventos de menores periodos de retorno, un aspecto importante para la población
en general.
Exposición. Después del desastre de 1999, los vuelos aerofotogramétricos realizados permitieron generar
la información relativa a las estructuras que permanecían en el área, la cual fue utilizada para la
elaboración de los mapas de amenaza. Por otra parte, el censo de 2001 actualizó las cifras de población
del área. Sin embargo, una evaluación del riesgo hubiera necesitado una estimación más precisa de la
evolución poblacional en las áreas de mayor riesgo, es decir relativa al proceso de reocupación de las
áreas devastadas en 1999 y la dinámica poblacional de las franjas de los cursos de agua.
Vulnerabilidad física. Algunos estudios locales, como el de PREDERES, evaluaron los niveles de
vulnerabilidad de las edificaciones residenciales ante aludes torrenciales. Se trata de un primer avance
en un campo todavía por investigar, ya que la mayoría de los estudios en el mundo se han dedicado a la
definición de funciones de daños en inundaciones convencionales de flujos de agua.
Con respecto a los servicios de infraestructuras y los equipamientos urbanos, severamente afectados en
1999, si bien se rehabilitaron en esta primera década, carecemos de estudios para determinar si ello fue
la oportunidad de reducir su vulnerabilidad ante inundaciones y aludes torrenciales. Hay evidencias de
reducción de la exposición en ciertos casos, como el del núcleo de la Universidad Simón Bolívar en
Camurí Grande, mientras que en otros parecieran repetirse las mismas condiciones que en 1999 (por
ejemplo, la zona de almacenamiento del Puerto de La Guaira, en orilla de la quebrada Piedra Azul). En
todo caso cualquier estimación de riesgo en el Litoral que incluya esos servicios tendría que apoyarse en
eventuales estudios y planes corporativos internos de reducción de vulnerabilidad interna (prevención de
riesgos).
Vulnerabilidad social. Varios estudios se llevaron a cabo por parte de instituciones y ONG para evaluar
la vulnerabilidad social como parte de sus acciones de fortalecimiento institucional y comunitario, tal
como se discute más adelante en este mismo artículo.
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Capítulo V: A manera de conclusiones y sugerencias para la acción
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
d) ¿Qué se debe hacer? ¿Qué se puede proponer para mejorar en el futuro la prevención-
mitigación de aludes torrenciales?
Orientaciones en cuanto a evaluación del riesgo
- Levantamiento de información acerca del estado actual de las obras de control, así como de los
elementos expuestos y su vulnerabilidad.
- Actualización de los mapas de amenaza, contemplando los diferentes estados en que se encuentran
las obras de infraestructura (sedimentación parcial o total, daños, destrucción).
- Evaluación de la amenaza en varios escenarios de ampliación de las obras de control (en relación
con la elaboración de un Plan Maestro).
- Estudios de vulnerabilidad física y social.
- Estimación del riesgo actual.
- Estudio prospectivo de riesgo en varios escenarios: amenaza (cambio climático, alternativas de
obras de control), exposición (escenarios de reconstrucción y desarrollo), vulnerabilidad (según la
evolución de la resiliencia).
Otras medidas de prevención-mitigación relacionadas
- Plan Especial de Reducción de Riesgo.
- Plan Maestro de Obras de Control.
- Nuevo Plan de Ordenación Urbanística.
Coordinación de acciones
Se puede concluir de lo anterior que desde 1999 las distintas medidas de prevención se han tomado sin
conexión unas con otras, lejos de la “gestión integrada del riesgo” descrita al principio de este capítulo.
Esta integración sólo puede provenir de una acción coordinadora de los poderes públicos, apoyada en las
iniciativas de la sociedad civil, con participación de las comunidades y de los sectores académicos. Debe
utilizar los distintos instrumentos legales vigentes y concretarse en Planes de Reducción de Riesgo,
Planes de Ordenación Urbanística y Programa de Obras de Control articulados en un conjunto coherente.
Por otra parte, la definición de acciones concretas de prevención supone la determinación en cada caso
del “nivel de riesgo aceptable”, consensual si se pudiera, un tema que se ha abordado muy escasamente
en nuestro país.
MEDIDAS ESTRUCTURALES
a) ¿Qué se ha hecho? ¿Qué destino han tenido las acciones y medidas implementadas
anteriormente entre 2000 y 2010?
Después de la tragedia del 99, a partir del año 2000, se inicia un programa masivo de diseño y
construcción de presas de retención de sedimentos en las cuencas de Vargas. En un período de 7 años,
entre el año 2001 y el 2008, se construyeron 63 presas, de las cuales 37 son cerradas (sin aberturas) y 26
presas son abiertas, con ventanas o ranuras para filtrar el tamaño de los sedimentos. De acuerdo con el
tipo de material, 44 presas fueron construidas de gaviones (70%), 14 presas de concreto, 3 presas
tubulares de acero, y 2 presas de mallas flexibles formadas por redes de anillos de acero. Las alturas de
las presas varían entre un mínimo de 2 m y un máximo de 11 m. Como parte de las medidas estructurales
de mitigación, se han construido también canalizaciones, en concreto y en gaviones, para conducir los
flujos a través de los abanicos aluviales hasta su descarga en el mar. En total se canalizaron 25 quebradas.
Usualmente la canalización se inicia con una obra de transición desde la primera presa aguas arriba hasta
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Capítulo V: A manera de conclusiones y sugerencias para la acción
empatar con el canal, el cual se continúa aguas abajo hasta finalizar en el sitio de descarga al mar. En
algunos casos se construyeron espigones para mejorar la entrada del canal en el mar.
En términos generales se puede decir que las presas han cumplido su función de proteger a la población.
La importancia de estas obras se puso en evidencia al contener los flujos torrenciales que se produjeron
en febrero 2005 y en noviembre 2010. Los casos específicos de las quebradas Curucutí y Piedra Azul,
donde 6 presas retuvieron un estimado de 100.000 m3 de sedimentos el año 2005, y de las quebradas
Camurí Grande y Migueleno, donde 6 presas retuvieron 160.000 m3 el año 2010, demostraron la
efectividad de estas obras, las cuales protegieron a las poblaciones de Maiquetía y Camurí de un nuevo
desastre.
c) ¿Cuál es la situación actual? ¿Cuáles son las deficiencias más notables en el área?
Algunas de las obras han sufrido los impactos de los aludes torrenciales que ocurrieron posteriormente.
Al menos cinco (5) presas han sido destruidas (2 en Quebrada Anare y 3 en Quebrada Seca) por las
crecientes del 2005 y 2010, cuatro (4) presentan daños severos por colapso de diques y contradiques
(Camurí Grande, Migueleno y Cerro Grande), y tres (3) de ellas se encuentran en situación crítica debido
a erosión significativa del lecho aguas abajo al pie de las estructuras (Camurí Chico, El Tigre y Piedra
Azul).
Otro problema de gran importancia se relaciona con la perdida de la capacidad de retención de la mayoría
de las presas, al haberse colmatado de sedimentos. Se estima que un 60% de las presas se encuentran
totalmente sedimentadas. Eso significa, por una parte, que han cumplido su función, ya que fueron
diseñadas para retener sedimentos, pero también significa que han perdido una porción importante de su
capacidad para interceptar y controlar futuros deslaves que puedan producirse en la región.
d) ¿Qué se debe hacer? ¿Qué se puede proponer para mejorar en el futuro la prevención-
mitigación de aludes torrenciales?
Se considera prioritario proceder a labores periódicas de desmalezamiento y despeje de sedimentos en
las obras construidas, a fin de restituir su capacidad original de retención (presas) y conducción de flujos
(canales). La remoción mecánica del sedimento acumulado en los vasos de las presas amerita del uso de
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maquinarias para la excavación y el transporte del material. En una primera fase se pudieran remover los
arrastres vegetales (ramas y troncos) retenidos en las ranuras o ventanas de las presas abiertas, lo cual
facilitaría la labor del propio flujo para arrastrar las partículas sedimentarias retenidas aguas arriba. El
problema se dificulta porque no todas las presas tienen vías de acceso, por lo que habría que intervenir
la montaña para abrir caminos y poder llegar a las presas más alejadas aguas arriba. Un problema
adicional se plantea con los sitios de disposición del material a remover. El material más grueso, gravas,
cantos rodados y peñones, puede ser utilizado como agregado para la construcción o para la protección
de la línea costera y playas. En cada una de las cuencas, sería necesario realizar un análisis de factibilidad
técnica y económica para evaluar cuál de las siguientes opciones es la más recomendable: remover los
sedimentos acumulados o construir nuevas presas en los tramos aguas arriba. Cualquiera de estas
soluciones amerita la ejecución de estudios y proyectos de ingeniería los cuales deben solicitarse a las
autoridades competentes
Se ha creado una sensación falsa de seguridad en la población por la presencia de las obras de control de
sedimentos, lo cual ha inducido a que nuevas construcciones se hayan erigido muy cerca de las
canalizaciones de las quebradas. Sin embargo, el panorama actual es sombrío. La sedimentación de la
mayoría de las presas, así como de una parte importante de las canalizaciones, los daños en algunas de
las obras, y el riesgo de colapso en que se encuentran varias presas por falta de mantenimiento, hacen
que estas obras hayan perdido su capacidad para proteger de futuros eventos torrenciales a las
poblaciones aguas abajo.
Para responder a la interrogante sobre si los habitantes de Vargas están protegidos en caso de ocurrencia
de un nuevo deslave o alud torrencial, tenemos que diferenciar los tipos e intensidades de los deslaves
que han ocurrido y que pueden ocurrir en la región. Es indudable que nunca estaremos lo suficientemente
protegidos para un evento similar al de diciembre 1999, debido a su extraordinaria magnitud (entre 500
y 1000 años de periodo de retorno), ya que las obras de control se han diseñado para protegernos contra
un evento de menor magnitud (100 años). En caso de producirse un evento como el de febrero 2005 o
como el de febrero de 1951, cuyos periodos de retorno han sido estimados en el orden de 100 años, no
estaríamos tampoco protegidos ya que una parte importante de las presas están sedimentadas y los canales
se encuentran vegetados y parcialmente sedimentados, por lo que se ha reducido grandemente la
capacidad de retención y conducción de estas obras.
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Capítulo V: A manera de conclusiones y sugerencias para la acción
a) ¿Qué se ha hecho? ¿Qué destino han tenido las acciones y medidas implementadas
anteriormente entre 2000 y 2010?
En el lapso 2000-2010 se elaboraron numerosas propuestas a varios niveles para la nueva ordenación del
estado Vargas. De esas propuestas solamente dos planes fueron aprobados y publicados en Gaceta
Oficial: el Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso del Área de Protección y Recuperación Ambiental
(PORU-APRA, 2005) y el Plan de Ordenación Urbanístico del Estado Vargas (POUEV, 2009),
elaborados respectivamente bajo la coordinación de la Autoridad Única de Área para el Estado Vargas
(AUAEV) y del Ministerio de Infraestructura (MINFRA), los cuales denominaremos a continuación
como PORU-APRA y POUEV. Sin embargo, nunca fueron aprobadas, por parte del Consejo Municipal
del Municipio Vargas, nuevas Ordenanzas de Zonificación Urbana para concretar esos Planes, de tal
manera que queda en principio vigente la Ordenanza de 1977. Entre las otras propuestas formuladas,
pero no aprobadas, podemos citar: el Plan de Ordenación del Estado Vargas (POTEV); el Plan Maestro
del Borde Urbano Costero del Litoral de Vargas; y los Planes Especiales de las parroquias Macuto,
Caraballeda y Naiguatá.
Se deben mencionar también las propuestas de planificación y diseño urbano elaboradas al principio de
este periodo, bajo la coordinación de la AUAEV, por parte de varias universidades (UCV, USB,
UNIMET asociada a la Universidad de Harvard). Se trataba de propuestas conceptuales, formuladas tanto
a nivel global (Estudio sobre la Red Vial Estructurante del Estado Vargas) como a nivel local (Genatios
y LaFuente, 2020; Marcano, 2021). Aunque estas propuestas no se hayan concretado en aquel momento
en disposiciones legales, los Institutos de Urbanismos de esas universidades se han mantenido luego
activos en la formulación de propuestas de ordenación en apoyo a instituciones y comunidades de Vargas.
El PORU-APRA marcó en principio la pauta para todos esos intentos, afirmando que la reducción de
riesgo de desastres originados por las distintas amenazas (inundaciones y aludes torrenciales,
movimientos en masa, sismos) era una condición esencial para el desarrollo del estado. En consecuencia,
definió restricciones y condicionantes para el uso del suelo en las áreas amenazadas, las cuales fueron
retomadas en una u otra forma por todas las propuestas, aprobadas o no. Las áreas reguladas en razón de
las amenazas por inundación y aludes torrenciales correspondían a los conos de deyección (abanicos
aluviales), formados por los sucesivos aludes torrenciales ocurridos a lo largo de las épocas históricas y
geológicas, incluyendo los nuevos terrenos “ganados al mar”. Estas áreas coinciden aproximadamente
con las áreas afectadas por el desastre de 1999. Las regulaciones del PORU-APRA eran las siguientes:
- En los sectores del Borde Costero ganados al mar, y en unas Franjas de 15 a 35 metros de ancho a
ambos lados de los futuros canales de control, no se permite ocupación del espacio por actividades
urbanas o intensivas que implican permanencia de personas. Esas “zonas de protección de cauce”
se conciben como “corredores recreacionales” que integran los ecosistemas de la costa y de la
montaña.
- Las gargantas de los cauces son otras áreas de prohibición, por ser márgenes de cauces y también
por ser pies de laderas, los cuales se consideran áreas no aptas para ocupación permanente.
- En el resto de los conos de deyección se permite todo tipo de usos, incluso residencial, pero
condicionados a la ejecución previa de obras de control (presas y canalizaciones) en la cuenca. Sin
embargo, el texto publicado en Gaceta Oficial no precisa cuál sería el nivel de protección y las
obras de control necesarias. Las certificaciones de uso necesarias para desarrollar nuevos proyectos
debían tramitarse en la AUAEV, quien verificaría la conformidad con el PORU-APRA.
Al final de este primer lapso, en 2009, desaparece la AUAEV y el instrumento legal válido en la materia
pasa a ser el POUEV, el cual se analizará más adelante en el aparte b) dedicado al segundo lapso (2011-
2020). Veamos a continuación cuales fueron los resultados de las disposiciones regulatorias del PORU-
APRA en este primer lapso:
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
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Capítulo V: A manera de conclusiones y sugerencias para la acción
El POUEV recomienda una restricción al crecimiento poblacional para el estado Vargas en conjunto,
debido a las pocas áreas disponibles y a las amenazas múltiples existentes. Sin embargo, el
acontecimiento más importante de este segundo periodo en cuanto al uso del suelo es el nuevo impulso
dada al crecimiento poblacional por los programas de construcción de viviendas sociales de la Gran
Misión Vivienda Venezuela (GMVV), lanzada en 2011 a nivel nacional después que las lluvias
torrenciales de noviembre-diciembre 2010 dejaran decenas de miles de damnificados a nivel nacional, y
más específicamente 3.774 familias en el estado Vargas. La parroquia más intervenida por este programa
en el estado es la parroquia Caraballeda, que corresponde a las cuencas de los ríos San Julián, Qda Seca,
Cerro Grande, y parte de Camurí Grande. Se trata tanto de edificios multifamiliares de alta densidad,
especialmente en la cuenca baja de Qda Seca, como de unidades más pequeñas para 1 a 4 familias.
Nótese que la parroquia Caraballeda no fue considerada originalmente como área apta para nuevos
desarrollos por parte del PORU-APRA ni del POTEV, y tampoco por los programas de reconstrucción
gubernamentales, Vargas I y II, los cuales ubicaban las áreas desarrollables en las parroquias Carayaca
y Catia La Mar, fuera de los conos de deyección.
Intentamos a continuación seguir la evolución del uso en las áreas amenazadas y evaluar el efecto de las
medidas de regulación territoriales.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
- Conos de deyección (amenaza media y baja): lo más notable es la construcción de edificios de alta
densidad en las áreas de amenaza media y baja de las cuencas Cerro Grande y Quebrada Seca. En
esta última prácticamente no existen obras de control en la actualidad, debido a la destrucción de la
presa principal y a daños y sedimentación de las presas más pequeñas.
c) ¿Cuál es la situación actual? ¿Cuáles son las deficiencias más notables en el área?
Resumiendo lo anterior, el primer lapso (2000-2010) se había caracterizado por
- la elaboración de instrumentos de planificación urbana coherentes con la prevención-mitigación
de riesgos, pero con fallas en sus modalidades de aplicación y poca articulación con las otras
medidas.
- la construcción de obras de control, resultando originalmente en una disminución de la
amenaza.
- la reocupación progresiva de las áreas devastadas.
El segundo lapso (2011-2020) por:
- el estancamiento de la ordenación urbanística: ningún plan nuevo, disminución de las áreas
reguladas, ausencia de control de conformidad por parte de ocupantes públicos o particulares.
- ninguna obra de control nueva y deterioro de las obras de control existentes, lo que se tradujo en
un aumento de la amenaza.
- incremento de población en peligro en las márgenes de cauces y canales, sin materializar las
franjas de protección, ni aprovechar la construcción masiva de viviendas sociales para reubicar
a esta población.
- crecimiento poblacional notable en los abanicos aluviales.
d) ¿Qué se debe hacer? ¿Qué se puede proponer para mejorar en el futuro la prevención-
mitigación de aludes torrenciales?
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Capítulo V: A manera de conclusiones y sugerencias para la acción
APRA, en concordancia con un Plan Especial de Reducción de Riesgo, y un Plan Maestro de Obras
de Control. Los puntos más importantes del POU serían:
- Regulaciones para la totalidad de las áreas de los conos o abanicos aluviales, moduladas según
los niveles de amenaza.
- Implementación de las “franjas protectoras” de los cursos de agua, desde la Costa hasta el
Parque Nacional El Ávila., definidas en concordancia con la Ley de Aguas de 2007 y sus
reglamentos. Estas franjas se deben concebir como “corredores fluviales” destinados a cumplir
funciones hidráulicas, sanitarias, sociales y ecológicas. Visto que en ellas se asientan la mayor
parte de las personas en peligro de perder la vida en un evento extremo, su función social más
inmediata consiste en evitar la exposición a los peligros de inundaciones y aludes torrenciales
de esas personas y sus bienes. Su creación permitiría luego un uso recreacional de sustitución.
- En el resto de los abanicos aluviales:
- Limitación de las densidades residenciales
- Fijación de normas constructivas (en cuanto a orientación de las edificaciones, procesos
constructivos, materiales, uso de las plantas bajas etc.) para reducir la vulnerabilidad de
las viviendas.
El Plan debería además prever medidas correctivas como la reubicación participativa de la población en
peligro aprovechando las nuevas viviendas sociales y una clarificación institucional en cuanto a
conformidades de uso
Luego se elaborarían Planes Especiales parroquiales que sigan las pautas del nuevo POUEV,
especialmente en Caraballeda, y retomen las propuestas formuladas por las universidades bajo el auspicio
de la AUAEV.
Otras medidas de prevención-mitigación relacionadas
- Actualización de los mapas de amenaza en cada cuenca, contemplando las obras de control en
varios escenarios: estado actual, obras rehabilitadas, eventualmente obras adicionales.
- Evaluación de la vulnerabilidad física y social.
- Plan Especial de Reducción de Riesgo del estado.
- Plan Maestro de Obras de control.
- Planes de Emergencia (sitios de refugio, vías de escape).
- Fortalecimiento institucional, especialmente la alcaldía en materia de certificación y
control de usos.
- Fortalecimiento Comunitario.
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Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
operativas en el denominado Litoral Central, entre los ríos Maya al Oeste y Chuspa al Este. Las
estaciones abarcan diferentes periodos de datos que comienzan desde 1948, la más antigua, hasta 1995.
Cuando ocurre el extraordinario evento de 1999, solamente estaban operativas 2 estaciones en el Litoral
Central (flanco norte de la Cordillera de la Costa), la de Maiquetía (Fuerza Aérea) y Mamo (Escuela
Naval de la Armada), ubicadas ambas en la zona de la costa, casi a nivel del mar.
a) ¿Qué se ha hecho? ¿Qué destino han tenido las acciones y medidas implementadas
anteriormente entre 2000 y 2010?
En un esfuerzo sin precedentes, después de la catástrofe de 1999 y en período de aproximadamente 8
años (entre 2000 y 2008) se instalaron un total de 33 estaciones pluviométricas y 9 estaciones
hidrométricas repartidas en diferentes cuencas del estado Vargas. Estas estaciones se distribuyen en la
siguiente forma: a) 19 pluviómetros y 5 medidores de nivel en las cuencas de las quebradas Tacagua,
Mamo y La Zorra, instaladas a través del programa PREDERES (CORPOVARGAS y la Unión Europea)
por el Departamento de Ingeniería Hidrometeorológica (DIH) y el Instituto de Mecánica de Fluidos
(IMF) de la UCV, con el apoyo del Ministerio del Ambiente (MINANB); b) 7 estaciones pluviométricas
y 2 hidrométricas en la cuenca de San José de Galipán, instaladas por el IMF y el DIH de la UCV a través
del proyecto Cuenca Experimental de San José de Galipán (PROCEDA, UCV); c) 3 estaciones
pluviométricas instaladas por el MINAMB en el Hotel Humboldt, Naiguatá y Camurí Grande; y d) 4
pluviómetros instalados por el DIH-UCV en el río San Julián (2), Naiguatá (1) y Camurí Grande (1),
además de 2 hidrómetros en San Julián (1) y Camurí Grande (1), mediante un proyecto financiado por el
FONACIT. Hay que mencionar que las estaciones instaladas por la UCV son telemétricas, es decir,
trasmiten información en tiempo real por medio de telefonía celular o radio a un centro de control ubicado
en el Departamento de Ingeniería Hidrometeorológica de la UCV y otro en la Universidad Marítima del
Caribe. A estas estaciones habría que añadirles las dos estaciones manejadas por la Fuerza Aérea y la
Armada (Maiquetía en Aeropuerto y Mamo en Escuela Naval) que no han dejado de funcionar, por lo
que el número de estaciones pluviométricas operativas para el año 2008 era de 35.
Adicionalmente a la red de monitoreo hidrometeorológico, se instaló un sistema de alerta temprana
(SAT) para proteger a la población de Catia La Mar, cercana a las 100.000 personas, contra la ocurrencia
de inundaciones y aludes torrenciales (Courtel, López y Salcedo, 2010). El sistema se basa en la
información suministrada por las 19 estaciones pluviométricas y 5 estaciones hidrométricas instaladas
en las cuencas de Tacagua, Mamo y La Zorra. Como parte del SAT se ha implementado un Sistema de
Interpretación de Datos cuya principal componente lo constituyen un modelo hidrológico de lluvia-
escorrentía corriendo en tiempo real, y un gráfico de evaluación permanente de las condiciones de inicio
del alud torrencial. El modelo trabaja actualmente con las mediciones de lluvia transmitidas por la red de
monitoreo, y debido al tamaño pequeño de las cuencas, puede pronosticar inundaciones con tiempos de
anticipación de 40 minutos, aproximadamente, en la cuenca más grande de estudio (Mamo). Se han
elaborado los protocolos para el funcionamiento del SAT y una Sala Técnica ha estado funcionando
desde 2008 en la Universidad Marítima del Caribe, con el respaldo provisional de otra sala en el
Departamento de Ingeniería Hidrometeorológica en la Universidad Central de Venezuela.
El sistema de alerta temprana debe examinar en cada evento si las precipitaciones superan valores
críticos, que abran la posibilidad de ocurrencia de movimientos en masa o de aludes torrenciales. Esto
requiere de herramientas gráficas o numéricas que permitan transformar en señales de alerta los datos
registrados en las estaciones. Courtel, López y Gascón (2010) analizaron los datos históricos de lluvias
extremas en la región del litoral central y propusieron una herramienta gráfica para evaluar la posibilidad
de ocurrencia de aludes torrenciales en la zona de Catia La Mar, en el estado Vargas. El método utiliza
dos indicadores para la definición de los umbrales críticos. Un primer indicador que representa la lluvia
685
Capítulo V: A manera de conclusiones y sugerencias para la acción
acumulada de largo plazo (20 días) y un segundo indicador que representa la lluvia acumulada de corto
plazo (10 horas).
b) ¿Cuál es la situación actual? ¿Cuáles son las deficiencias más notables en el área?
El INAMEH reporta que cuenta con 18 estaciones en Vargas, denominadas Maya en Puerto Maya, Puerto
Cruz, Puerto Oricao, Carayaca, Mamo en Piache II, Bajo Seco, Patio Recreacional, Petaquire Dique, El
Banqueo, Hermandad Cristiana, La Zorra, Maiquetía Aeropuerto-OMM, Maiquetía Aeropuerto-
Bomberos, Camurí Chico, Naiguatá, Los Caracas, Caruao, y La Guitarrita. De acuerdo a un reportaje del
periodista Edgar López el 16/12/19 en la web de Efecto Cocuyo1, que cita fuentes del INAMEH, trece
(13) de estas estaciones están operativas y cinco (5) no lo están por falta de repuestos o vandalismo.
En base a la información recopilada por los autores, se llega a la conclusión de que de las 33 estaciones
pluviométricas instaladas por la UCV solamente 8 de ellas (el 23%) estaban operativas para diciembre
de 2019. No se tiene conocimiento preciso sobre el estado de las 9 estaciones hidrométricas. Algunas de
ellas han sido vandalizadas. El SAT de Catia La Mar, cuyo sistema de control se localiza en la
Universidad Marítima del Caribe, no está tampoco operativo, principalmente por falta de mantenimiento
en las estaciones y fallas en los sistemas de comunicación.
c) ¿Qué se debe hacer? ¿Qué se puede proponer para mejorar en el futuro la prevención-
mitigación de aludes torrenciales?
Según información de prensa2 del 26/10/19 durante los últimos años el INAMEH ha estado ejecutando
un proyecto de actualización tecnológica en equipos de monitoreo del clima mediante convenio con la
Corporación Andina de Fomento con una inversión de 30 millones de dólares. Se han adquirido equipos
automatizados de medición hidrometeorológica, viento, volumen y variación química del agua, radares
de sonda y de exploración. La idea es incorporar 335 nuevas estaciones automatizadas que se sumarán a
las 700 que están a nivel nacional. De ellas, no se conoce cuantas se incorporan al litoral central.
Es claro que se hace necesario densificar la red de monitoreo hidrometeorológico en el flanco norte y sur
del Macizo Ávila. Es fundamental disponer de un número suficiente de estaciones hidrometeorológicas
para la medición de las magnitudes y distribución espacial y temporal de las tormentas (cantidad de agua
precipitada) así como de los niveles del agua en los ríos y quebradas (estaciones hidrométricas). Esta
información es vital para desarrollar sistemas de alerta temprana, elaborar mapas de amenaza, planes de
ordenamiento, planes de evacuación y diseñar obras de protección. Adicionalmente, debe retomarse la
publicación periódica de boletines hidro–climáticos (digitales) para difundir la información
correspondiente
En lo inmediato, deben emprenderse acciones para rescatar las estaciones que se instalaron en el período
2000-2008, para lo cual hay que comenzar por realizar inspecciones a los sitios, inventariar los problemas
existentes e invertir recursos en su recuperación. Deben destinarse también esfuerzos y recursos para
rescatar y fortalecer el sistema de alerta temprana (SAT) desarrollado para Catia La Mar, y extender el
sistema a otras cuencas de Vargas y del valle de Caracas.
Por otro lado, se deben mejorar los sistemas de pronóstico y alerta en la región del litoral central. El radar
meteorológico Doppler instalado en Jeremba, Colonia Tovar, está potencialmente capacitado para
efectuar pronósticos cuantitativos de la cantidad de precipitación esperada en la región durante las
11
https://efectococuyo.wixsite.com/tragediadevargas
2 http://www.ultimasnoticias.com.ve/noticias/general/inameh-se-pone-las-pilas-con-la-tecnologia/
686
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
tormentas, con lo que se pueden mejorar el funcionamiento y confiabilidad de los sistemas de alerta
temprana.
Un problema adicional lo constituye la falta de personal capacitado (técnicos e ingenieros) para acometer
las tareas requeridas por el INAMEH, lo cual se ha acrecentado en los últimos años debido a la migración
de profesionales hacia otros países, buscando mejoras salariales y huyendo de la crisis económica que
afronta nuestro país. Por lo tanto, una medida urgente es comenzar a organizar cursos de capacitación y
formación de personal especializado, para lo cual pueden conformarse alianzas con las universidades
para el dictado de los mismos.
Desde el punto de vista legal, se debe solicitar a las autoridades competentes declarar la información
hidrometeorológica como un bien público y colocar en internet los datos que registren las estaciones,
para uso de las comunidades, investigadores, organismos o instituciones interesadas en hacer uso de la
misma para una gestión más efectiva y participativa del riesgo.
687
Capítulo V: A manera de conclusiones y sugerencias para la acción
et al., 2010). La metodología fue aplicada para definir mapas de amenaza en las cuencas afectadas por
los deslaves de 1999, en el estado Vargas. Posteriormente, se extendieron los estudios para cubrir las
cuencas del flanco sur del Ávila, en el valle de Caracas, incluyendo el río Guaire (López et al., 2010).
Igualmente, la metodología ha sido ha sido utilizada para definir mapas de amenaza por inundaciones
del río Cabriales, en la ciudad de Valencia y por aludes torrenciales de las quebradas Milla y Carvajal,
en Mérida. Los mapas de amenaza se constituyen en una herramienta fundamental para regular el uso del
suelo y elaborar planes para el ordenamiento del territorio.
En las mediciones de variables hidrometeorológicas se han hecho aportes significativos que han
contribuido al desarrollo de tecnología nacional. Se han desarrollado equipos de adquisición de datos o
dataloggers que son los encargados de captar las señales de los sensores hidrometeorológicos, registrarla
en memoria y eventualmente transmitirla (Santander, 2010). Además, se ha incursionado en el área de
medición de caudales en ríos de montaña utilizando el método del aforo químico con sales, así como el
análisis de videos de flotadores (Santander, 2021). También se han hecho propuestas de densificación de
la red de estaciones pluviométricas usando soluciones de bajo costo. Una de ellas considera la utilización
de pluviómetros artesanales (comunitarios), construidos con elementos reutilizables con la participación
de las comunidades como factor importante, lo cual representa un mínimo de inversión para este
equipamiento. Otra propuesta combina el uso de los pluviómetros comunitarios con equipos automáticos
más sofisticados para fortalecer la precisión y el detalle temporal de la medición, conservando una baja
inversión (Pereira, et al., 2021.
En el campo de los modelos matemáticos de simulación hidráulica, los esfuerzos pioneros realizados en
el Instituto de Mecánica de Fluidos durante el período 2000-2005 han dado origen al modelo
RiverFlow2D, una herramienta computacional (software) de última generación desarrollado por el Prof.
Reinaldo García, el cual está siendo utilizado en diferentes países del mundo para analizar problemas de
inundación fluvial y aludes torrenciales (García y Artigas, 2021; Hydronia, 2021). El modelo se
fundamenta en el desarrollo de nuevos esquemas numéricos, los avances tecnológicos en el hardware
que han potenciado el cálculo concurrente, y los sistemas de información geográfica los cuales han
permitido desarrollar modelos hidráulicos-hidrológicos de alta resolución con gran eficiencia
computacional.
En el tema de la educación y preparación de la población, se han hechos contribuciones importantes en
la elaboración de material didáctico para la mejor comprensión de los deslizamientos y flujos
torrenciales. Entre otros se mencionan los trabajos siguientes dirigidos a las comunidades: “Las
inundaciones, los aludes torrenciales y sus medidas de prevención y mitigación” (López y Courtel, 2005);
“Deslizamientos en zonas de barrios” (Salcedo y Ortas, 2009); y el de “Inundaciones fluviales y aludes
torrenciales” (López, 2012). También se menciona la publicación “Aguas arriba del flujo torrencial”
(Muguerza, 2001).
Otras publicaciones de carácter académico, dirigidos a la comunidad científica y profesional, lo
constituyen la trilogía de libros que tratan sobre el tema de los fenómenos torrenciales en nuestro país y
en otras partes del mundo, describiendo las medidas estructurales y no estructurales implementadas en
Vargas después de la tragedia, el comportamiento de las obras, la participación de las comunidades, los
planes de ordenamiento y la capacidad institucional para responder ante futuros eventos extremos (López
y García, 2005; López, 2010; López, 2021).
En cuanto a herramientas tecnológicas para la educación de las comunidades, se menciona el
micromodelo didáctico desarrollado por investigadores del Instituto de Mecánica de Fluidos para
reproducir los procesos de transporte, erosión y deposición de sedimentos que ocurren en la garganta y
688
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
el abanico aluvial de un cauce torrencial, así como los efectos de diversos tipos de presas, cerradas o
abiertas, para retener las diferentes fracciones del arrastre sólido y proteger a la población aguas abajo.
El micromodelo permite visualizar procesos físicos que son muy difíciles de observar en la naturaleza y
que son usualmente invisibles para el ser humano. La portabilidad del modelo y la posibilidad de realizar
ensayos in situ lo convierten en un instrumento didáctico muy poderoso para educar y concientizar, tanto
a la población como a las autoridades sobre los flujos torrenciales y sus medidas de mitigación (Luque,
Gomes y López, 2021).
a) ¿Qué destino han tenido las acciones y medidas implementadas anteriormente, hasta 2010?
Pese a las evidencias de la ocurrencia de numerosos fenómenos naturales extremos que han azotado la
región en torno al Macizo Ávila desde los tiempos coloniales, e inclusive en épocas más remotas, todo
sugiere que fue, esencialmente, a partir del siglo XX, y sobre todo después del Terremoto de Caracas, en
1967, cuando en Venezuela comenzaron a crearse instituciones especializadas y estables capaces de
gestionar los riesgos ante amenazas ambientales o socionaturales.
En 1994, la Comisión Nacional de Hidrología y Meteorología, le propuso al Ministerio del Ambiente y
de los Recursos Naturales Renovables, la institución estatal ejecutora más directamente ligada a la
problemática ambiental, que presentara al Congreso de la República la aprobación de un programa con
el propósito de proveer los servicios meteorológicos e hidrológicos necesarios para contribuir a garantizar
la seguridad de los ciudadanos y la eficiencia de las operaciones agrícolas, industriales y comerciales de
la nación, así como preservar sus recursos naturales y permitir operaciones de transporte eficientes y
seguras. El programa fue aprobado como el Programa N°38 del Gobierno Nacional: Mejoramiento del
Sistema de Pronóstico Hidrometeorológico Nacional, que desde entonces pasó a ser conocido como
Programa VENEHMET. Allí se planteó la creación del que posteriormente se convirtió en el Instituto
Nacional de Meteorología e Hidrología, INAMEH, destinado a la recolección, procesamiento y difusión
de datos e información meteorológica, climatológica e hidrológica en todo el territorio nacional.
Durante el primer semestre de 1998, el Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables,
MARNR, a través de su Dirección General Sectorial de Información Ambiental, DGSIA, realizó un
concurso de propuestas, exigido por la Corporación Andina de Fomento para la concesión del crédito
correspondiente, para el Proyecto de Análisis, Diseño e Implantación de un Sistema de Formación y
Desarrollo de Personal para el Pronóstico Hidrometeorológico en Venezuela, que luego pasaría a
llamarse PROMETEO, en donde participaron varias universidades del país, y resultó seleccionado el
Centro de Transformación Sociotecnológica, FORMA (Yajure, 2010) fundado y dirigido por quien
suscribe. La primera fase de la Primera Etapa de este proyecto, denominada Análisis de Necesidades,
Estudio de Factibilidad de Alternativas Conceptuales y Diseño de Iniciativas Aceleradas de Formación
se llevó a cabo en los seis meses comprendidos entre agosto de 1998 y enero de 1999, cuando se entregó
el Informe Final correspondiente. En los trabajos de Carballo (2006), y, sobre todo, Yajure (2010), se
ofrece una síntesis de algunos aspectos relevantes de ese informe.
Durante la primera quincena de diciembre de 1999, los alarmantes reportes generados por los centros de
difusión de información meteorológica del Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales
Renovables, especialmente su Departamento de Alerta contra Inundaciones y Sequías, con sede en El
Llanito, Caracas, y del Servicio de Meteorología de la Fuerza Aérea Venezolana, SEMETFAV, con sede
en Maracay, así como noticias diversas de prensa que informaban sobre las intensas lluvias torrenciales
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Capítulo V: A manera de conclusiones y sugerencias para la acción
y los primeros deslaves en la autopista Caracas-La Guaira, que se iniciaron desde el 3 de diciembre, no
fueron suficientes para alertar al Ejecutivo nacional. Entregado como estaba a la realización del referendo
aprobatorio de la nueva Constitución, subestimó la gravedad de los riesgos hidrometeorológicos que
afrontaba el estado Vargas, y la tragedia desatada en la madrugada del 16 de diciembre lo tomó
desprevenido.
El Desastre de Vargas del 16 de diciembre de 1999 ocurrió en un contexto de conmoción de las
instituciones del Estado que se habían conformado durante los cuarenta años anteriores de ejercicio
democrático, justo al día siguiente del reemplazo de la Constitución de la República de Venezuela,
aprobada en 1961, y precisamente el primer día de entrada en vigor de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, aprobada según el procedimiento inédito de un referendo aprobatorio en
donde obtuvo una aprobación del pueblo venezolano superior al 70% de los votantes. Ese mismo día el
estado Vargas sufrió el mayor desastre socio natural de origen hidrometeorológico que jamás haya
sufrido Venezuela.
Un especialista en gestión de riesgos, Linayo (2020), ha afirmado que la respuesta inmediata del
Ejecutivo, una vez que se constató por vía aérea la magnitud catastrófica de lo ocurrido, fue la de actuar
como si se tratase de una gran emergencia, en donde tendría sentido apelar a los operativos previstos,
separadamente, por las instituciones ordinarias y el asunto crucial sería determinar quién estaría a cargo.
En circunstancias en las que, según el mismo especialista, el gran problema de un desastre consiste en el
desbordamiento de las instituciones ordinarias y en que nadie puede por si solo dar respuesta a los
acontecimientos, lo que obliga a actuar de manera singular, especialmente inteligente y en base a
protocolos conjuntos previos de preparación y coordinación, que hayan desarrollado conjuntamente los
entes involucrados, buena parte de la energía se dedicó a decidir cuáles instituciones ejercerían el poder
hegemónico y cómo asumirían el control de la caótica situación. El lugar que debió ocupar la
comprensión profunda de una muy compleja y convulsa situación, como centro de un gran esfuerzo de
coordinación de acciones horizontales y verticales de múltiples actores institucionales públicos y
privados, fue ocupado por una voluntad de poder vertical que en los hechos excluyó de la participación
a diversos organismos cruciales.
En tal contexto, casi inmediatamente después de la ocurrencia del desastroso alud torrencial del 16 de
diciembre de 1999, el Colegio de Ingenieros, Arquitectos y Profesiones Afines, CIV, entonces bajo la
dirección de Adolfo Miquilena, convocó a los profesionales del país a conjugar esfuerzos para responder
aceleradamente a los requerimientos de mitigación y auxilio que reclamaba la población afectada del
estado Vargas; mientras que la unidad de Defensa Civil, adscrita al Ministerio de Relaciones Interiores,
intervino en tareas de rescate. En el Colegio de Ingenieros se dieron cita más de tres mil profesionales de
múltiples disciplinas, bien a título personal o bien en representación de instituciones diversas, sobre todo
universitarias, y desde allí se organizaron visitas en helicópteros, con la cooperación de las Fuerzas
Armadas Nacionales, a las zonas afectadas, se realizaron múltiples debates sobre qué hacer, y se
iniciaron, en diversas comisiones o grupos de trabajo, diversos estudios preliminares de diagnóstico de
la situación junto a propuestas preliminares de acción para la mitigación de los cuantiosos daños a la
población y a la infraestructura del litoral varguense. La coordinación con los demás organismos de
defensa civil y de las fuerzas armadas que intervenían en las labores de rescate y atención a las víctimas
del desastre resultó extremadamente difícil.
En enero de 2000, luego de constatar la proliferación de iniciativas dispersas en torno a la tragedia, el
Estado decidió concentrar todas las competencias en la Autoridad Única de Área del Estado Vargas,
AUAEV, a cargo del ingeniero Carlos Genatios. Se pensó que esta nueva entidad actuaría como
organizadora de todas las actividades relevantes de mitigación de daños en el área devastada. Los equipos
690
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
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Capítulo V: A manera de conclusiones y sugerencias para la acción
más amplia, tanto histórica como geográfica o sistémicamente, de la problemática del calentamiento
global, estableciéndose el imperativo de modificar las estrategias de desarrollo socioeconómico para
contribuir a adecuar los sistemas humanos y naturales a las exigencias del cambio climático y de manera
de reducir drásticamente la emisión de los gases de invernadero responsables del calentamiento global.
Entre marzo de 2001 y marzo de 2002, ambos meses inclusive, el Ministerio del Ambiente y de los
Recursos Naturales Renovables, MARNR, con apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo, PNUD, realizó un intento por asumir el liderazgo institucional de los esfuerzos por coordinar
las actividades de monitoreo, pronóstico y alerta ante eventos y riesgos hidrometeorológicos, convocando
a instituciones representativas de todos los sectores involucrados en la gestión de riesgos ambientales. El
Centro de Transformación Sociotecnológica, FORMA, fue contratado para brindar asesoría a la gestión
estratégica del Programa VENEHMET y coordinar esfuerzos de diseño conceptual del que luego se
convertiría, con la aprobación de la Ley de Meteorología e Hidrología Nacional (Gaceta Oficial, 2006),
en el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología, INAMEH. De nuevo con la perspectiva de que la
generación, almacenamiento y difusión de información de información meteorológica, climatológica e
hidrológica confiable, precisa y oportuna debe estar en el núcleo de cualquier sistema de gestión
ambiental, y en particular de gestión de riesgos ambientales, con este esfuerzo de impulso estratégico al
Programa VENEHMET y de creación de un centro nacional de alerta y pronóstico hidrometeorológico,
como núcleo de un Sistema Nacional de Meteorología e Hidrología, SINAMEH, se quiso contribuir a
superar la dispersión reinante en las instituciones del Estado venezolano en esta materia.
Entre 2002 y 2007, CORPOVARGAS continuó construyendo presas y obras de canalización de flujos
en el estado Vargas. En marzo de 2004, el coronel Ramón Carrizalez fue nombrado ministro de Obras
Públicas y Vivienda. En febrero de 2005, nuevas lluvias torrenciales extraordinarias que ocurrieron en
Vargas sometieron a prueba, López et al. (2010), a las 21 presas que habían sido construidas para ese
momento en las quebradas de Vargas. En general, el funcionamiento hidráulico de las presas abiertas,
tanto de gaviones como de concreto, fue satisfactorio, puesto que cumplió cumplieron con la función de
dosificar el transporte de sedimentos y retener las fracciones más gruesas, evitando daños a los núcleos
poblados del área litoraleña. No obstante, después de cumplir con su cometido de proteger vidas y
propiedades, once de esas presas presentaron un grado total de colmatación, sin que desde entonces se
haya procedido a su mantenimiento o restauración. Otro alud torrencial ocurrió en la falda sur del Macizo
Ávila, en la quebrada Cotiza, en enero de 2006. Los arrastres torrenciales de las lluvias precedentes, del
mes de diciembre, obstruyeron el paso de una alcantarilla de la Cota Mil y generaron una onda repentina
de crecida que causó severos daños en el barrio adyacente.
También en 2005, el Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables elaboró, con
participación de numerosos especialistas y organizaciones pública y privadas venezolanas, con apoyo
organizativo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, y apoyo financiero del
Fondo para el Medio Ambiente (GEF, por sus siglas en inglés), la Primera Comunicación Nacional en
Cambio Climático de Venezuela. En esta comunicación se plasmó un diagnóstico profundo de la
situación nacional en materia de recursos vulnerables ante el cambio climático, emisión de gases de
efecto invernadero (GEI), variabilidad climática e impactos ambientales, y se formularon programas,
planes y medidas diversas de adaptación, prevención y mitigación vinculadas al cambio climático.
En enero de 2009 la Asamblea Nacional aprobó la Ley de Gestión Integral de Riesgos Socionaturales y
Tecnológicos (Gaceta Oficial, 2009), cuyos propósitos, especificados en su Artículo 7, se consideran de
carácter “transversal a todas las instancias del Poder Público y a los particulares”, y estarían “dirigidos a
evitar o disminuir los niveles de riesgos socionaturales y tecnológicos en todo el territorio nacional, y
692
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
generar las capacidades para afrontar las emergencias y desastres, fomentando la incorporación activa de
las instituciones privadas, así como la participación permanente de la comunidad”.
Entre los proyectos formativos no formales relevantes, adelantados en el período de 2000-2010, está el
reseñado en el trabajo de Salcedo et al. (2010) “Plan de capacitación local en gestión de riesgo
hidrometeorológico”, que describe un plan local de capacitación que surgió en el seno del Proyecto de
Implantación de un Sistema Hidrometeorológico de Alerta Temprana en el Municipio Catia La Mar
(estado Vargas), a su vez inscrito en el Programa de Prevención de Desastres y Reconstrucción Social,
PREDERES, adelantado por el Instituto de Mecánica de Fluidos y el Departamento de Ingeniería
Hidrometeorológica, adscrito a la Escuela de Ingeniería Civil de la Facultad de Ingeniería de la UCV.
Allí se define la capacitación que debería impulsarse en los distintos tipos de individualidades o
colectivos interactuantes con el Sistema Hidrometeorológico de Alerta Temprana en el Municipio Catia
La Mar (estado Vargas), partiendo de la formación de los niveles institucionales superiores: alto
gobierno, gobierno local e instituciones de emergencia, hasta alcanzar a los líderes actuales o potenciales
de las propias comunidades involucradas. Sin embargo, dada la indisponibilidad de estos funcionarios de
gobierno de Vargas para participar en actividades formativas para la gestión de riesgos, el programa no
pudo llevarse al nivel de implementación.
En cuanto a la Educación Informal de las comunidades, en el trabajo de Barrientos et al. (2010) se reseña
la experiencia adelantada por la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, UPEL, en materia de
actividades de sensibilización, información, diagnóstico, capacitación, planificación y evaluación de
estudiantes y docentes en cinco centros educativos de las parroquias La Guaira y Maiquetía del estado
Vargas.
En noviembre y diciembre de 2010, fuertes y persistentes lluvias torrenciales azotaron gran parte del
territorio nacional produciendo derrumbes, deslizamientos, crecidas y desbordes de numerosos ríos y
quebradas, incluyendo los de Vargas, donde se reportaron crecientes con grandes arrastres de material
sedimentario. Observaciones de campo y levantamientos topográficos hechos en mayo de 2011, López
(2021), determinaron que seis presas en Vargas retuvieron un volumen de 160.000 m³ de sedimentos,
transportados por la creciente, impidiendo que llegaran a las zonas urbanas de Camurí Grande, con lo
cual salvaron a la población de otra inundación y consecuente desastre. No obstante, una vez cumplido
su cometido, cinco de las presas quedaron totalmente colmatadas y la otra presentaba un 60 % de
sedimentación, con lo cual, salvo que se proceda al mantenimiento correspondiente, quedaron
inhabilitadas para proteger a la población varguense ante nuevas y previsibles amenazas
hidrometeorológicas extremas.
b) ¿Qué acciones nuevas se implementaron en el lapso 2011-2020?
En la segunda década del siglo XXI, Venezuela continuó sufriendo devastadores impactos ambientales,
que se sumaron a los escasamente mitigados daños causados por el Desastre de Vargas en 1999. En el
plano económico, dada su condición de país eminentemente exportador de crudos, el país continuó
padeciendo los efectos de las crisis de precios alternantes desatadas en los mercados de hidrocarburos.
En 2011, quizás en parte debido a la solicitud pública que se hizo en el trabajo de Yajure (2010), se logró
reactivar el Proyecto de Diseño del Sistema de Formación y Desarrollo de Personal para el Pronóstico
Hidrometeorológico en Venezuela, PROMETEO. Su diseño fue completado en 2013 bajo la
coordinación del Centro de Transformación Sociotecnológica, FORMA, en diez especialidades:
Meteorología; Climatología; Hidrología Superficial; Hidrología Subterránea; Agrometeorología;
Informática y Gestión de Datos; Electrónica, Instrumentación y Control; Telecomunicaciones;
Instalación y Mantenimiento de Sistemas y Equipos; y Servicios Administrativos y Otros No
693
Capítulo V: A manera de conclusiones y sugerencias para la acción
Especificados, con tres tipos de carrera para cada especialidad: Técnica, con tres niveles de carrera:
Técnico Inicial, Técnico Intermedio y Técnico Avanzado; Tecnológica, con tres niveles de carrera:
Tecnólogo Inicial, Tecnólogo Intermedio y Tecnólogo Avanzado; y Supervisoria-Gerencial, con cuatro
niveles de carrera: Supervisor, Gerente Inicial, Gerente Intermedio y Gerente Avanzado.
En la década que examinamos, las actividades de gestión de riesgos ambientales en el litoral varguense
entraron a competir por los mismos recursos contra incontables actividades paralelas de organismos
diversos del Estado. Por ejemplo, las actividades de extracción arenera en la cuenca del río Camurí
Grande las ha adelantado, desde 2013, la empresa Minería Industrial y Agregados de Vargas,
MINAVARGAS, una cantera socialista operada conjuntamente por la gobernación del estado Vargas y
PDVSA. Observaciones de campo indican que las actividades de extracción tienen lugar en los tramos
ubicados entre las tres presas de gaviones, afectando una camada de protección contra la erosión que
garantiza la estabilidad de la estructura. Quebrada Seca atraviesa una zona de alta concentración urbana
en Caraballeda, la cual fue inundada por los deslaves de 1999 y 2005. En 2007 se construyó la
canalización de la quebrada, con tres diques o presas pequeñas y una presa cerrada de gaviones. Según
información suministrada por habitantes de la zona, la presa fue dañada por las lluvias de Noviembre del
2010 y se derrumbó por completo en 2013, uno de los diques fue destruido (Protección Civil, 2014) y los
otros dos están totalmente sedimentados (Bello, 2014). Algunas de las canalizaciones han sido
colonizadas por la vegetación, la cual actúa aumentando la resistencia y reduciendo la velocidad del flujo,
induciendo a la deposición del material sedimentario arrastrado por las crecientes anuales y a la reducción
de la sección de flujo, con la consecuente disminución de la capacidad de conducción del canal. En el
año 2007 se construyeron las obras para proteger a la población de Naiguatá de los aludes torrenciales,
consistentes en una presa, ubicada aguas arriba de la población de Naiguatá, y una canalización hasta la
desembocadura al mar. A corta distancia aguas arriba de la presa se encuentra el dique toma de
Hidrocapital, construido el año 2000 para suministro de agua potable a la población. El año 2014
comenzó a operar el Consorcio Minero Luso Vargas C.A., CONLUVAR, empresa de capital mixto entre
el Estado venezolano (Gobernación del estado Vargas) y la compañía Teixeira Duarte Engenharia e
Construcoes, S.A para el manejo de la extracción, aprovechamiento y comercialización de materiales no
metálicos en el río Naiguatá. Las instalaciones del mencionado consorcio, oficinas, maquinarias y
montículos donde se acumula el material granular extraído, fueron ubicadas sobre el vaso de la presa, en
un espacio reservado para retener y almacenar sedimentos en caso de ocurrir una creciente extraordinaria.
A pesar de que la empresa tiene tres lagunas de sedimentación para reducir la carga sedimentaria, parecen
ser insuficientes para impedir las altas concentraciones de sedimentos finos que se observan en el río
aguas abajo y que causan las protestas de la comunidad.
En septiembre de 2013, por decreto presidencial, se creó el Viceministerio de Gestión de Riesgos y
Protección Civil (VGRPC) (Gaceta Oficial, 2013), adscrito al Ministerio del Poder Popular par
Relaciones Interiores, Justicia y Paz, que desde su creación ha estado bajo control del estamento militar.
El 03/09/14 mediante el decreto presidencial 1227 se suprime el Ministerio del Ambiente (MARN) y sus
competencias son absorbidas por el nuevo Ministerio para Vivienda, Hábitat y Ecosocialismo
(MPPVHE), creando un conflicto de intereses cuando el ministerio del ambiente, cuya función básica es
proteger y regular, se subordina a un ministerio cuya función básica es intervenir y construir. En abril
del 2015, debido a las protestas de sectores académicos y ambientalistas se echa para atrás la medida, se
suprime el MPPVHE y se crean dos nuevos ministerios: el Ministerio de Hábitat y Vivienda (MPPVH)
y el Ministerio de Ecosocialismo y Aguas (MINEA o MPPEA).
694
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
En agosto de 2016, el Viceministerio para la Gestión de Riesgo y Protección Civil (VGRPC) y el PNUD
en Venezuela presentaron el Atlas Nacional de Exposición ante Amenazas Naturales y Tecnológicas.
Esta es una herramienta interactiva y múltiple, con una base de datos basada en GeoPDF que contiene
información a nivel nacional, incluidas las 24 entidades federales, y diversas capas de información
espacial que se categorizaron en cuatro áreas temáticas: base topográfica, infraestructura, información
básica y amenazas. Se espera que esta herramienta contribuya con la reducción del impacto de los
desastres y la mitigación de riesgos en las fases de prevención, preparación y atención de emergencias.
El Acuerdo de París, 2015, apunta hacia una mayor precisión de los compromisos de la Convención
Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC; o UNFCCC, por sus siglas en
inglés), apunta a fortalecer la respuesta global ante las amenazas del cambio climático, sincronizando
esfuerzos por limitar el aumento de la temperatura media global por debajo de 1,5°C con relación a los
niveles preindustriales. Los Objetivos del Desarrollo Sostenible, ODS (o SDGs, por sus siglas en inglés),
reemplazaron, en 2016, a las Metas de Desarrollo del Milenio.
En 2018 se publicó la Segunda Comunicación Nacional en Cambio Climático, elaborada por el
Ministerio del Poder Popular para Ecosocialismo y Aguas, con el apoyo financiero del Fondo para el
Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés), y la colaboración del Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD), como agencia implementadora. El documento, no obstante, después
de su elaboración conjunta con el personal de Naciones Unidas, fue sometido a una reedición profunda
que lo convirtió en un documento político-partidista.
En diciembre del 2018, FUNVISIS y el INAMEH dejan de pertenecer al Ministerio de Ciencia y
Tecnología y se adscriben al Ministerio del Poder Popular para Relaciones Interiores, Justicia y Paz
(MPPRIJP) (Gaceta Oficial, 2018). Estos organismos, responsables de recolectar información básica y
de ejecutar y promover investigaciones y estudios sismológicos y realizar pronósticos
hidrometeorológicos, así como encargados de la operación y mantenimiento de las estaciones de
medición, fueron puestos a disposición de un ministerio cuya función básica es la seguridad ciudadana.
En un principio parecía una medida coherente, dado que pasaron a depender del recién creado
Viceministerio de Gestión de Riesgos y Protección Civil, como parte del MPPRIJP, pero como se
demostró en la práctica, sus políticas públicas comenzaron a depender de una institución controlada por
el estamento militar, con una concepción estrecha de lo que debe ser una gestión integral de riesgos (ver
aparte 36).
El INAMEH, llamado por ley a convertirse en un centro generador de información de soporte para la
generación y ejecución de políticas ambientales, se ha convertido, bajo control militar, en un mero
organismo de monitoreo de información meteorológica escasamente confiable que, en su casi totalidad,
es generada externamente. Pese a que dispone de un sofisticado equipamiento, entre ellos radares
meteorológicos Doppler, dista de asumir las responsabilidades que le exige su ley de creación.
Venezuela, al menos de hecho, se ha alejado progresivamente de las actuaciones de los organismos
multilaterales de la Organización de Naciones Unidas, incluyendo a la Comisión Económica Para
América Latina y el Caribe, CEPAL, y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD.
A mediados del año 2019 el gobierno anuncia la creación del Plan Nacional de Gestión de Riesgo 2019
– 2025, el cual según sus autoridades “le garantiza al pueblo venezolano atención ante cualquier evento
natural o adverso, tal como lo consagra la Constitución, mediante el desarrollo de políticas públicas y
acciones de corresponsabilidad con las comunidades”. Entre las estrategias del plan se mencionan el
desarrollo del plan nacional de respuesta ante eventos sísmicos, la atención integral al plan nacional de
lluvias y el plan contra el cambio climático.
695
Capítulo V: A manera de conclusiones y sugerencias para la acción
En su informe (IPCC, 2018) el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático destaca
que, en relación a los promedios del período 1850-1900, que sirve de referencia, las temperaturas
superficiales medias globales (GMST, por sus siglas en inglés) para la década entre 2006 y 2015 fue de
0,87°C (entre 0,75°C y 0,99°C) por encima, con un ajuste estimado entre ±20% para el calentamiento
global por causas antropogénicas y una tendencia hacia el incremento de 0,2°C (entre 0,1°C y 0,3°C) por
década en función de la emisión de gases de invernadero pasadas. El documento subraya la importancia
del desarrollo de capacidades científicas, tecnológicas y gerenciales para el diseño e implementación de
políticas ambientales; para el monitoreo, reporte y evaluación de información climática; para el
financiamiento de proyectos contra el cambio climático; y para el establecimiento de instituciones y redes
de tipo cooperativo y de seguridad social construidas desde abajo hacia arriba, que posibiliten la
participación y la concientización de las poblaciones pobres y tradicionalmente excluidas.
En una reciente actualización del informe del Grupo I del IPCC, (IPCC, 2021), que servirá de base para
la publicación del sexto informe de evaluación del mismo organismo, prevista para el segundo semestre
de 2022, se apunta que el aumento en las temperaturas superficiales medias globales (GMST),
principalmente causado por causas antropogénicas, ya ha alcanzado la cifra de 1,1°C con relación a los
promedios de referencia de 1850-1900, y se prevé que alcance o exceda los 1,5°C en los próximos veinte
años. Señala también que, a menos que se logren reducciones rápidas, inmediatas y de gran escala en la
emisión de gases de efecto invernadero, no será factible mantener los aumentos de estas temperaturas
cerca de los 1,5°C o incluso de los 2°C. Mientras se concluía este trabajo estaban en curso procesos de
inundaciones y deslaves en numerosas regiones del mundo, de Venezuela y, en particular, del litoral
varguense y de la ciudad capital, sumados a incontables incendios y sequías en una amplia gama de
regiones.
c) ¿Cuál es la situación actual? ¿cuáles son las deficiencias más notables en el área?
En un informe reciente de la Organización Meteorológica Mundial, (WMO, 2021), se señala que, en los
últimos cincuenta años, entre 1970 y 2019, la humanidad sufrió 22.326 desastres significativos, según la
metodología del estudio, que acarrearon 4.607.671 muertes y US$ 4,92 billones de dólares en pérdidas
materiales. De estos, el 62% del total de desastres, el 80% de todas las muertes, y cerca del 99% del total
de pérdidas materiales estuvieron asociados a fenómenos naturales (que incluye los fenómenos
biológicos, geofísicos o extraterrestres), mientras que el 50% de desastres, el 45% de muertes y el 74%
de pérdidas materiales estuvieron asociados a fenómenos extremos meteorológicos, climatológicos o
hidrológicos, es decir, relacionados con el tiempo, el clima o el agua. Esto significa que cada día, en
promedio, durante los últimos cincuenta años, tuvo lugar un desastre hidrometeorológico, matando a 115
personas y acarreando US$ 202 millones en pérdidas materiales. El número de desastres debidos a estos
últimos fenómenos extremos se incrementó cinco veces, con relación a períodos semejantes anteriores,
pero también, debido al mejoramiento de los sistemas de alerta temprana y gestión de desastres, el
número de muertes se redujo a una tercera parte. Sin embargo, cabe observar, por una parte, que, para el
período 1970-2019, las pérdidas económicas asociadas a estos mismos factores se incrementaron siete
veces entre la década de los setenta del siglo pasado y la década de los años diez de este siglo, con las
tormentas y huracanes como la principal causa de daños económicos por desastres alrededor del globo.
Y que, por otra, el 24% de los desastres hidrometeorológicos ocurrieron en países considerados
desarrollados, mientras que estos solo cargaron con el 6% de las víctimas fatales; en cambio, en los países
considerados como en transición o en desarrollo, en donde ocurrieron el 76% de los desastres, se cargó
con el 94% de las víctimas fatales. Opuestamente, en los países considerados desarrollados, se tuvo el
59% de las pérdidas económicas, mientras que en los países considerados en transición o desarrollo se
tuvo solo el 41% de tales pérdidas.
696
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
En Sudamérica (pues no se considera a América Latina como una región diferenciada), según el mismo
informe, WMO (2021), para el mismo lapso de 1970-2019, se registraron 867 desastres naturales, 57.892
víctimas fatales y US$ 100,9 millardos en pérdidas económicas. Las inundaciones, con el Desastre de
Vargas, Venezuela, de 1999, a la cabeza, registraron el 59% de los desastres, el 77% de las muertes, y el
58% de las pérdidas económicas. El Desastre de Vargas de 1999 es considerado en el informe, a nivel
global, en el medio siglo examinado, como el noveno, en víctimas fatales, y el primero en todo el gran
continente americano; los siete mayores desastres hidrometeorológicos, a nivel global, desde el punto de
vista de las muertes, fueron tormentas, inundaciones o sequías que ocurrieron en países muy pobres de
África y Asia, mientras que el octavo, fue una ola de calor extremo que tuvo lugar en Rusia, en 2010.
Después de más de veinte años de esfuerzos de mitigación de los daños sufridos en 1999, y tras más de
una década de caída drástica de los precios petroleros mundiales en relación con el promedio de la
primera década del siglo XXI, los indicadores de desarrollo sostenible del país y de gestión de riesgos
ambientales, no importa desde qué perspectiva se les mire, se han desplomado. Uno de estos indicadores,
el Índice de Desarrollo Humano, IDH, quizás el más elocuente y precisamente el escogido por el gobierno
del presidente Chávez como el más emblemático de su gestión, señala que nuestro país, después de
ocupar, en 1997, (UNDP, 1999), un puesto entre los líderes de América Latina, con el lugar # 66, a nivel
mundial, había descendido, en 2019, (UNDP, 2020) al puesto #113 a nivel global, solo por encima de El
Salvador, Guatemala, Nicaragua, Honduras y Haití, con la caída más estrepitosa del mundo en su IDH,
entre 2010 y 2019, a excepción de Siria y Yemen, países devastados por guerras civiles internas durante
casi toda la década pasada.
La capacidad de gestión de riesgos ambientales, medida según el cumplimiento de sus compromisos
suscritos con la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC; o
UNFCCC, por sus siglas en inglés), el Protocolo de Kyoto, suscrito por Venezuela o el Acuerdo de París,
plasmados en la Primera y la Segunda Comunicación Nacional en Cambio Climático de Venezuela, ha
quedado progresivamente reducida a su mínima expresión. Esto se manifiesta en la ausencia de
estadísticas oficiales, tales como tasas de deforestación en cuencas, calidad del agua o calidad del aire,
así como de boletines hidroclimáticos e informes con datos y cifras sobre afectación (manchas de
inundación, número de víctimas, pérdidas económicas) por las inundaciones frecuentes ocurridas en el
país.
Desde el punto de vista del fortalecimiento institucional, el intento de centralización de todos los
esfuerzos de intervención para la mitigación de los daños ocurridos con la Tragedia de Vargas, primero
con la Autoridad Única de Área del Estado Vargas, y luego con la participación de esta y su brazo
ejecutor, el Instituto Autónomo Corporación para la Recuperación y Desarrollo del Estado Vargas,
CORPOVARGAS, comenzó a debilitarse tempranamente, y luego, especialmente cuando los conflictos
de competencias entre estas instituciones y las controladas por el sector militar empezaron a agudizarse,
se profundizó hasta llegar al agotamiento actual.
Entre el 4 y el 6 de diciembre de 2019, se realizó en la UCV el FORO Los aludes torrenciales de 1999
en Vargas: 20 años después, con el fin de conmemorar los 20 años del desastre. El evento, de tres días
de duración, contó con un ciclo de veinte ponencias técnicas de expertos en la materia, una exposición
audiovisual permanente con fotos aéreas del antes y después de la tragedia, y de las obras construidas
para mitigación de riesgos, así como demostraciones experimentales in situ con un micro-modelo
didáctico del alud torrencial y del rol que cumplen las presas de control de sedimentos y los equipos de
medición hidrometeorológica. El ultimo día contó con una sesión especial de testimonios y discusión con
las comunidades de Vargas. A pesar de que el Viceministerio de Gestión de Riesgos, el INAMEH y
FUNVISIS, aparecían como organismos auspiciantes del foro, a última hora se produjo una
697
Capítulo V: A manera de conclusiones y sugerencias para la acción
comunicación del Ministro dirigida a todos sus subalternos prohibiendo la asistencia al foro de la UCV.
Se perdió una oportunidad única para los funcionarios de estos organismos, incluyendo Protección Civil,
de formarse en esta materia.
Desde su creación, el año 2015, el Ministerio del Poder Popular para el Ecosocialismo y Aguas (MINEA)
ha llegado a niveles extremos de politización en la gestión ambiental, generando una gran indefinición
en la asignación de responsabilidades de formulación y ejecución de políticas ambientales. El INAMEH,
por ejemplo, llamado por ley a convertirse en un centro generador de información de soporte para la
generación y ejecución de políticas ambientales, se ha convertido en un mero organismo de monitoreo
de información meteorológica y con escasa capacidad propia de pronóstico o investigación de problemas
ambientales, a menudo limitándose a divulgar pronósticos generados con información obtenida por vía
satélite por parte de organismos internacionales o estadounidenses. En otro dramático ejemplo, no se
conocen estudios de impacto ambiental ni intervenciones del MINEA para detener o regular el desarrollo
del Arco Minero, donde se está llevando a cabo un ecocidio de magnitudes inconmensurables
(destrucción de bosques y sabanas, contaminación de ríos, afectación de comunidades indígenas y fauna).
d) ¿Qué se puede proponer para mejorar en el futuro la gestión de riesgos ambientales en el
macizo Ávila?
Frente a las amenazas del cambio climático y sus desastres, cada año más difíciles de ignorar, las
sociedades contemporáneas avanzadas, con una sinergia de esfuerzos sin precedentes históricos, han
optado por crear capacidades de reconstrucción, adaptación y transformación sostenible, convocar a sus
líderes directos e indirectos más preclaros para el logro de visiones y programas de acción compartidos,
y emplear un vasto conjunto de destrezas, experiencias, conocimientos y valores compartidos por sus
ciudadanos educados en múltiples disciplinas. Los organismos del sistema de Naciones Unidas, lo más
parecido a un Estado global que jamás haya creado la humanidad, se han inspirados en los conceptos y
las metas de desarrollo sostenible y reducción de la pobreza, que han venido a reemplazar los del mero
crecimiento económico de antaño.
Los desafíos de la mitigación de los daños causados por el Desastre de Vargas, de reducción de la
vulnerabilidad frente a las amenazas vigente de nuevos aludes torrenciales, sismos y otros fenómenos
ambientales extremos en torno al Macizo Ávila, y de adaptación transformadora del modelo de desarrollo
urbano de la capital de la República, someten la capacidad de todos los venezolanos para reconstruir y
transformar sosteniblemente a nuestro país a una prueba de fuego. Caracas, entendida en un sentido
amplio, no solo constituye la puerta de entrada al país sino su principal núcleo poblado económico,
educativo, cultural y político, epicentro fundamental de nuestra historia y en no poca medida portal del
Caribe, de los Andes, de la Amazonia y de América del Sur toda. Las crecientes severas exigencias
globales, regionales y locales que plantea el cambio climático potencian la importancia y urgencia de
este desafío, que por tanto convoca las mejores fuerzas emprendedoras, profesionales, laborales y
creativas para atenderlo.
Las recomendaciones de los informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, del Banco
Mundial, del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, de la Organización
Meteorológica Mundial o del Grupo Intergubernamental de Expertos, y, sobre todo, los compromisos
adquiridos por el país ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y
en la Primera y la Segunda Comunicación Nacional en Cambio Climático de Venezuela reclaman una
participación cada vez más medular de las instituciones densas en conocimientos científicos y
capacidades tecnológicas en el proceso de desarrollo sostenible y de lucha contra la pobreza. A la vez
destacan el rol de los centros generadores de políticas ambientales y de gestión de riesgos ambientales,
sin importar las características de los enfoques y sistemas sociopolíticos adoptados.
698
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
Los mismos organismos multilaterales mencionados, especialmente desde la realización del estudio
Ecosystems and Human Well-Being (2005), coordinado por el Banco Mundial y el llamado Comité de
Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (MA, por sus siglas en inglés), y el Instituto de Estudios
Avanzados de la Universidad de las Naciones Unidas, han subrayado las íntimas conexiones entre el
impulso al desarrollo sostenible, la lucha contra la pobreza y la lucha contra el cambio climático, y han
realizado simulaciones globales del proceso de desarrollo sostenible en equilibrio con los ecosistemas
que ponen de relieve la importancia de la participación de los distintos tejidos de las sociedades en este
proceso. Han examinado las necesidades fundamentales del bienestar humano, los servicios
fundamentales que prestan los ecosistemas a las sociedades, las fuerzas motrices o factores impulsores
de cambios en las sociedades, los niveles de organización de las sociedades y los escenarios o estilos
probables de desarrollo sostenible, basados en diferentes futuros plausibles de relación entre las
necesidades de bienestar humano y los ecosistemas, y en diferentes patrones de interacción entre los
distintos factores y niveles considerados. Los cuatro escenarios considerados se denominan: A:
Orquestación Global, B: Orden a partir de la Fortaleza, C: Mosaico Adaptativo, y D: Jardín Tecnológico.
En Yajure (2021) se describe este modelo del desarrollo sostenible y se muestran las conclusiones del
ejercicio de simulación efectuado con el concurso de poderosos supercomputadores de la Universidad de
Stanford y otras instituciones.
El resultado neto del mismo ejercicio sugiere claramente que el modelo de desarrollo sostenible que más
convendría a todos los países, aunque requeriría del mayor esfuerzo de transformación creativa de las
sociedades y por tanto el mayor esfuerzo político de negociación entre enfoques ideológicos enfrentados,
es el C: Mosaico Adaptativo. En el fondo, este consiste en tomar en cuenta la existencia de diferentes
ecosistemas y tejidos dominantes en las sociedades del mundo y diseñar estrategias de desarrollo que
brinden a todos oportunidades de desarrollar sus capacidades para optimizar la adaptación a sus
ecosistemas específicos y lograr la satisfacción de sus necesidades de bienestar humano. El segundo
modelo de desarrollo sostenible que, pese a que obligaría a pagar un alto precio de deterioro de la calidad
de los servicios culturales estéticos, espirituales y educativos que brindan los ecosistemas, más
convendría a todos los países es el D: Jardín Tecnológico, que demandaría un gran esfuerzo de
innovación tecnológica en todos los países, de cambio institucional, sobre todo en los países en
desarrollo, y también de moderación de los apetitos de corto plazo de las empresas transnacionales
tecnológicamente líderes. Los dos modelos restantes, el A: Orquestación Global, si bien apunta hacia el
relativo fortalecimiento de algunos servicios de los ecosistemas de aprovisionamiento material y
satisfacción de necesidades básicas, implicaría también un incremento en los riesgos ambientales y la
pérdida de seguridad en general, a la vez que un deterioro generalizado de la calidad de vida y del
bienestar humano. El modelo B: Orden a partir de la Fortaleza, conduce simplemente a un deterioro
generalizado de todos los servicios de los ecosistemas en todos los tipos de países.
Después de 2005, el modelo de desarrollo sostenible C: Mosaico Adaptativo, ha experimentado diversas
adaptaciones, especialmente desde que, en 2015, la Asamblea General de la Organización de Naciones
Unidas aprobara los Objetivos del Desarrollo Sostenible, ODS, y ha servido como marco conceptual
general sobre el desarrollo sostenible para todos los organismos multilaterales del sistema de Naciones
Unidas. Esta adaptación se ha plasmado, principalmente, en los informes denominados Global
Environment Outlook (GEO). En el último de ellos, Global Environment Outlook: Healthy Planet,
Healthy People (GEO-6, 2019), se ofrece una visión actualizada, aunque menos detallada, del modelo
de simulación del desarrollo sostenible que hemos comentado aquí.
El enfoque de Mosaico adaptativo empleado a nivel global por el Comité de Evaluación de los
Ecosistemas del Milenio, para rendir cuenta de la necesidad de alejarse de los dogmas establecidos sobre
el desarrollo, tomar en cuenta la existencia de diferentes tejidos sociales, y demostrar la insostenibilidad
699
Capítulo V: A manera de conclusiones y sugerencias para la acción
de los principales enfoques en boga sobre el desarrollo, en la mayoría de los países, es aplicable no solo
en escala nacional o estadal sino también a escala de una problemática local, como sería el caso de la
gestión de riesgos ambientales en el Macizo Ávila. Desde la perspectiva de tal premisa, por ejemplo,
cualquier vía de solución a los complejos desafíos que plantea esta gestión de riesgos y daños ambientales
debería tomar en cuenta la existencia de tres tejidos sociales fundamentales de la sociedad venezolana
que espontáneamente tienden a comportarse de manera conflictiva y autónoma.
Un tejido marginalizado o empobrecido, que en FORMA (Yajure, 2021) se ha llamado, metafóricamente,
la Venezuela roja, con fuertes raíces en la población indígena y afrodescendiente que fue despojada de
derechos humanos y territorios durante siglos de colonización, con modos de trabajo y de producción
predominantemente artesanales, y un modo de vida esencialmente estamental o estratificado, de tipo
antiguo, y una racionalidad predominantemente empírica que la empuja a satisfacer sus necesidades
básicas de alimentación, vivienda, vestido, salud y transporte a como dé lugar, por lo que ignora cualquier
ordenamiento territorial que pretenda reducir la vulnerabilidad ante amenazas socio-naturales a mediano
o largo plazo, o simplemente huye despavorida del país en busca de mejores condiciones de vida en
naciones vecinas.
Un tejido jerárquico establecido y relativamente privilegiado, que FORMA ha llamado, metafóricamente,
la Venezuela amarilla o establecida, heredera de la población europea que protagonizó la conquista del
territorio, con modos de trabajo y producción predominantemente técnicos, un modo de vida jerárquico
o de estilo medieval, y una racionalidad lógica que la empuja a establecer leyes y normas que le permiten
controlar el poder, maximizar sus privilegios y captar las rentas procedentes de la ventas de productos
primarios al exterior –ayer los esclavos, las perlas, el oro, los cueros, luego el cacao o el café, y ahora–,
los hidrocarburos fósiles, cuya combustión se halla en el vórtice de la generación de gases de efecto
invernadero (GEI) que han ocasionado el calentamiento global y, en consecuencia, el cambio climático.
Un tejido ciudadano, que FORMA ha convenido en llamar, metafóricamente, la Venezuela azul o
emergente, que a menudo se define por contraste con los otros dos tejidos, que ha establecido sintonía
directa o digital con los sectores avanzados del llamado mundo desarrollado, con modos de trabajo y
producción principalmente tecnológicos, un modo de vida que se reclama moderno y democrático, y una
racionalidad principalmente científica que le permite comprender en profundidad los fenómenos
ambientales; pero que no posee las capacidades políticas, y a veces culturales, ni tampoco los suficientes
incentivos materiales o éticos, para liderar al conjunto de la sociedad en la búsqueda de respuestas a las
amenazas ambientales y sociales, por lo que ha tendido a emigrar del país en busca de mejores
oportunidades de mejoramiento de su calidad de vida, con un desgarrador deterioro de su capital humano.
La interacción viciosa entre estos tres tejidos, frecuentemente incapaces de comunicarse y de centrar la
atención en los complejos problemas de interés común, históricamente ha convertido al país en una suerte
de solución Buffer, que impide que cualquiera de ellos pueda hallar y concretar vías de solución a los
problemas nacionales pues los otros dos se lo impiden. Estas dinámicas viciosas habrían terminado por
dejar sin efecto los logros de heroicos o abnegados procesos tales como la conquista de la Independencia
nacional, a comienzos del siglo XIX, o del acceso de las masas a la participación política democrática,
la educación y la defensa de los precios del petróleo, a mediados del siglo XX, y también han obrado
perniciosamente en el intento fallido de transformación social en las primeras dos décadas del siglo XXI,
que ha coincidido, a manera de laboratorio de ensayo, con los esfuerzos por la reconstrucción sostenible
de Vargas. La ruptura de esta dinámica viciosa a través de un proceso de negociación entre estos tejidos
y sus representantes genuinos es un requisito para la transformación sostenible de la sociedad venezolana
y, particularmente, para la gestión exitosa de los riesgos ambientales en el Macizo Ávila.
700
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
En las circunstancias presentes, y probablemente como única vía de superación de las mencionadas
dinámicas viciosas, la gestión de los riesgos ambientales en el Macizo Vargas reclama la conformación
de un robusto cuerpo de instituciones capaz de actuar sinérgicamente, tanto en un sentido horizontal,
sectorial o concéntrico como en un sentido vertical o de niveles. En el sentido horizontal, este cuerpo
organizativo deberá incorporar, no burocrática sino dinámicamente y con énfasis en el dominio de
conocimientos según las demandas de los ciclos de proyectos de gestión ambiental, desde dentro, el
núcleo, hacia afuera, la periferia, a las instituciones del que llamaremos Grupo I: Conformado en torno a
las universidades y centros de investigación, con capacidad para analizar los riesgos, amenazas y
vulnerabilidades ambientales y comprender, principalmente ex-ante (antes de la ocurrencia de los
desastres) y en profundidad, los modelos globales, regionales y nacionales asociados a la gestión de
riesgos ambientales y la problemática del cambio climático; Grupo II: Inspirado en torno a las ideas de
generación de monitoreos, pronósticos y alertas de información meteorológica, climatológica,
hidrológica y agrometeorológica, así como de protección del ambiente y de elaboración de políticas
ambientales de prevención y mitigación ex-ante de riesgos ambientales, que debería sustentar el
organismo ambiental del Estado, con directrices para el resto del conjunto de instituciones estatales;
Grupo III: Vinculado a los procesos de construcción de vías de transporte, sistemas de comunicación,
sistemas educativos y de salud, viviendas, desarrollo rural, distribución de alimentos, generación
energética, financiamiento, y, en general, a la construcción y mantenimiento de obras diversas de
infraestructura, tanto urbanas como rurales, necesarios directa o indirectamente para la prevención y
mitigación de daños ambientales, tanto ex-ante como ex-post (después de ocurridos los desastres); Grupo
IV: Nucleado en torno al concepto de defensa civil, la atención de emergencias y la gestión de riesgos,
con protocolos preparados ex-ante, para actuar ex-post una vez ocurridos estos, con participación de
diversas entidades de Defensa Civil, cuerpos de bomberos y organismos afines; y Grupo V: con vocación
de monitoreos y pronósticos meteorológicos de corto plazo, defensa del territorio, y eventualmente de
atención de emergencias y desastres nacionales, con protocolos diseñados ex-ante y actuaciones ex-post,
con cobertura de todo el espacio terrestre y marítimo de la nación, organizado en torno a los servicios de
las Fuerzas Armadas Nacionales, FAN.
Desde la perspectiva vertical o de niveles, la organización se plantea a diversos niveles: Global, Nacional,
Estadal, Municipal y Local, que también han de ser integrados sinérgicamente, a través de liderazgos y
vínculos entre los grupos de organizaciones ya mencionados, basados en el conocimiento y la experiencia
y no en representaciones burocráticas formales. El Nivel Global incluiría principalmente la vinculación
inteligente de nuestros organismos científico-tecnológicos y ambientales con organismos multilaterales
y centros líderes de investigación y procesamiento de datos capaces de elaborar y emplear modelos
complejos de simulación meteorológica, climatológica e hidrológica, que suelen emplear los
supercomputadores más poderosos del planeta, así como de establecer relaciones y alianzas de
cooperación basadas en el intercambio de conocimientos y experiencias, en un doble sentido, aportando
y obteniendo datos, información y lineamientos para la acción. El Nivel Nacional, el de mayor rango de
los tres niveles de poder previstos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, pero que
comprendería también instancias regionales latinoamericanas o bilaterales, debería asegurar la sintonía
nacional con las orientaciones mundiales de política ante el cambio climático, generadas por organismos
multilaterales, a la vez que captar y aportar información confiable, suficiente y oportuna sobre los
procesos climáticos relevantes para el país. Esta instancia debería incluir una comisión especial del más
alto nivel dedicada a la gestión de riesgos ambientales, y por tanto a la prevención y mitigación de daños
causados por desastres socio-naturales. En los Niveles Estadal y Municipal debería funcionar una
estructura correlativa a la del Nivel Nacional, basada también en los correspondientes órganos de poder
previstos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, tales como las gobernaciones y
alcaldías, y sus órganos conexos. Finalmente, y puesto que los riesgos climáticos afectan a la totalidad
701
Capítulo V: A manera de conclusiones y sugerencias para la acción
de la sociedad y sus ciudadanos a todos sus niveles, el Nivel Local debería incluir las instancias más
detalladas que resulte factible, siempre que no estén ideologizadas o politizadas. La necesidad de sintonía
ex-ante con el estado del arte de la comprensión de los fenómenos y las medidas de adaptación,
prevención y mitigación asociados al cambio climático obliga a una centralización de los niveles de
análisis y elaboración de políticas, mientras que la atención rápida ex-post a las emergencias y desastres
locales, obliga a impulsar la mayor descentralización posible de las responsabilidades y servicios a
prestar. La clave para afrontar los inmensos desafíos del cambio climático está en reducir la complejidad
de las situaciones de gestión y toma de decisiones a través del uso de conocimientos y modelos de
simulación, y en reducir la incertidumbre a la hora de la acción mediante protocolos previa y
cuidadosamente diseñados, y esto solo puede alcanzarse si quienes toman y ejecutan las decisiones son
capaces de hacerlo con una visión de conjunto y en beneficio de toda la colectividad.
Para impulsar el cambio institucional y las actividades educativas y de estímulo a la participación
ciudadana en la gestión de riesgos ambientales se propone crear una entidad, que en sus comienzos
actuaría, tanto a nivel nacional como internacional, por medios principalmente virtuales, dedicada a este
propósito e integrada por un equipo transdisciplinario capaz de generar y difundir información, en
múltiples esferas y niveles, sobre los riesgos ambientales en el Macizo Ávila y, particularmente, sobre la
necesidad imperiosa de organizar su gestión con una nueva estructura institucional que coloque el manejo
de conocimientos en el centro de los procesos de toma de decisiones. Esta entidad relativamente informal,
algo parecida a lo que en los países desarrollados suele llamarse un think-tank, que tentativamente podría
denominarse Transversidad Ambiental del Macizo Ávila, TRAMA, propiciaría, a múltiples niveles,
incluyendo entre sus prioridades a la comunidad de profesionales venezolanos en el exterior, la
maximización de sinergias entre la comunidad científico-tecnológica, las instituciones del Estado, las
instituciones educativas en general, la comunidad de empresas privadas y entes innovadores en general,
los medios de comunicación y la opinión pública, en torno a la necesidad de gestionar los riesgos
ambientales en el Macizo Ávila. TRAMA podría iniciar sus actividades en el medio universitario
capitalino y sus comunidades de egresados dentro y fuera del país, sensibilizando a docentes y estudiantes
de múltiples disciplinas de nivel superior, para incursionar luego en actividades teleducativas y
teleformativas diversas en ámbitos institucionales, empresariales y propiamente educativos, para ampliar
luego su influencia, una vez alcanzada una masa crítica, hasta los niveles restantes del sistema educativo,
primero, y luego, con el apoyo de los medios de comunicación disponibles, hasta la colectividad del área
metropolitana en general.
A medida que expanda sus esferas de influencia, y al menos hasta tanto se alcance un nivel suficiente de
apoyo y sinergia en las instituciones del Estado, esta Transversidad Ambiental del Macizo Ávila, con
miras a captar la atención de sus audiencias, debería articular crecientemente sus planteamientos con
propuestas transdisciplinarias de gestión ambiental y propuestas de planificación y atención al desarrollo
sostenible, la reducción de la pobreza y la lucha contra el cambio climático. Este enfoque se articularía,
en general, al contexto de los programas multilaterales que adelantan el Banco Mundial y el complejo de
organismos de la Organización de Naciones Unidas, ONU, en torno a los acuerdos mundiales en pro del
logro, para 2030, de las Metas del Desarrollo Sostenible, MDS (o SDGs, por sus siglas en inglés), que
constituyen, de hecho, la estrategia de desarrollo sostenible inspirada en el enfoque C: Mosaico
Adaptativo, evaluado según el modelo de simulación de Comité de Evaluación de los Ecosistemas del
Milenio.
Una vez alcanzado un umbral crítico de influencias, desde un perspectiva relativamente no formal e
informal, la Transversidad Ambiental del Macizo Ávila, podría proponerse impactar la esfera de la
educación formal a distintos niveles, primero con propuestas de proyectos y trabajos especiales de
investigación, tanto institucionales como de ascenso y de grado, de pasantías docentes y estudiantiles,
702
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
703
Capítulo V: A manera de conclusiones y sugerencias para la acción
para hacer frente a las amenazas ambientales, se han debilitado. La situación de la gran conurbación de
la capital de la República en torno al Macizo Ávila, incluido el litoral guaireño, bien puede caracterizarse
como la de “tragedias a la espera de ocurrir”. La reversión de estas tendencias, y por tanto la necesidad
de conjugar esfuerzos para retomar la senda del desarrollo sostenible y enfrentar amenazas socio-
naturales, que no entienden de diferencias ideológicas o políticas, es un imperativo.
En relación a la infraestructura hidráulica para la mitigación de riesgos, las obras están a la deriva, sin
mantenimiento, y un número importante de las presas de retención están totalmente sedimentadas o han
sufrido daños con lo cual han dejado de proteger a la población. Las canalizaciones, sobre todo las de
fondo móvil, se encuentran en su mayor parte invadidas por la vegetación y sedimentadas parcialmente,
por lo que se ha reducido significativamente su área de flujo y su capacidad de conducción, aumentando
los riesgos de desbordes con la venida de nuevas crecidas. Se nota una ausencia de políticas públicas
para el mantenimiento de las obras de mitigación de riesgos. El colapso total de algunas de estas obras
pudiera producirse de no tomar medidas urgentes para reparar los daños en las mismas.
Los planes de ordenamiento que se han formulado no han cumplido con su función de reducción de la
exposición y de la vulnerabilidad de la población. Se sigue construyendo en las márgenes de los ríos y
quebradas, no se respetan las franjas de protección establecidas en la normativa vigente, y se han
reocupado zonas que fueron afectadas por los eventos de 1999 y 2005. La red de estaciones
hidrometeorológicas se encuentra muy reducida en su capacidad debido a vandalismo y falta de
mantenimiento. El sistema de alerta temprana desarrollado para la población de Catia La Mar está
inoperante. Se observa falta de personal calificado a nivel técnico y profesional para acometer las labores
de recuperación y mantenimiento de las estaciones.
La seguridad de los habitantes de Vargas requiere de la definición de políticas públicas para la gestión
del riesgo, las cuales deben implementarse mediante un trabajo conjunto y articulado entre las
comunidades organizadas, la sociedad civil, los diversos ámbitos de gobierno (nacional, regional, local)
y los centros generadores y transmisores de conocimientos (universidades y centros de investigación y
desarrollo). No se observa voluntad política de las autoridades respectivas, tales como el Vice-
Ministerio para la Gestión de Riesgos, para acometer estas tareas, debido fundamentalmente a que lucen
incapaces de generar sinergia con otros estamentos de la sociedad, tales como universidades y sectores
académicos. Es imperativo que se despoliticen las decisiones y acciones en materia de gestión de riesgos,
porque lo que está en juego es la vida de los venezolanos.
Tomando en cuenta la reocupación que está ocurriendo en zonas afectadas por los eventos de 1999 y
2005, los efectos potenciales del cambio climático que van a aumentar la intensidad y frecuencia de
eventos extremos, y el deterioro y grado de sedimentación que presentan algunas de las obras de
704
Los aludes torrenciales de 1999 en Vargas: 20 años después
mitigación de riesgos, se puede concluir que la mayor parte de las comunidades aledañas o localizadas
en las zonas de afectación son vulnerables ante la ocurrencia de aludes torrenciales, por lo que un nuevo
desastre puede producirse en esa región de no tomarse las medidas correctivas apropiadas.
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